31-06-2013 LITERARIA LA GACETA

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SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 31 DE MARZO DE 2013 5 a SECCION Hace 100 años era el presidente argentino.Todos lo recuerdan por la ley que lleva su apellido y que instauró el voto universal, secreto y obligatorio. Pero pocos saben que, siendo joven, tuvo una valiente participación en la Guerra del Perú y Bolivia contra Chile. A pesar de la oposición de su padre Luis, quien también sería presidente, se alistó como voluntario para probar su coraje en una contienda que le dejaría secuelas que lo llevarían a la muerte en 1914, antes de terminar su mandato. Un cuerpo en la Antártida, un diario íntimo y dos mujeres luchadoras dan vida a la exitosa Sobrevivientes, de Fernando Monacelli. Un exclusivo adelanto de La furia de Evita, la última novela de Marcos Aguinis, uno de los escritores más leídos en la Argentina. 2 3 E n el otoño de 1879, un jo- ven argentino se presentó en Lima y manifestó su voluntad de luchar como voluntario en las filas del ejército. No era un buen momento para alistarse en la Guerra del Perú y de Bolivia contra Chile. Mejor armados y con voluntad de vencer, los chilenos iban por la explotación del sa- litre. No los asistía el derecho sino la fuerza. Tales perspectivas desfavorables no desalentaron al voluntario argentino. Se llamaba Roque Sáenz Peña, tenía 28 años, era abogado, con una brevísima experiencia en la milicia, y pertenecía a una familia de arraigo y prestigio en Buenos Aires. Quería probar su coraje al servicio de una causa justa, inspirada en el sentimiento americano y explicó su posición en un banquete al que asis- tieron altas personalidades: “No he venido envuelto en la capa del aventurero preguntando dónde hay un ejército para brindar espada… La causa del Perú y Bolivia es en estos momentos la causa de América y la causa de Amé- rica es la causa de mi patria y sus hijos”. Las autoridades peruanas, gratamen- te sorprendidas, le ofrecieron un cargo pasivo en la reserva pero él prefirió ser destinado al frente, en el Ejercito del Sur, con el grado de teniente coronel. Desde Iquique, principal puerto de ex- portación del salitre, le escribió a su pa- dre con la intención de reconciliarse con él antes de entrar en combate. En la Argentina, donde la relación con Chile se hallaba en su punto más bajo debido a la cuestión de la sobera- nía en la Patagonia, las simpatías po- pulares estaban a favor del Perú y el gesto de Roque era bienvenido. No obstante su padre, el abogado Luis Sáenz Peña, se oponía con firmeza al proyecto; lo consideraba una calavera- da más del hijo al que le reprochaba llevar una vida desordenada y -algo más grave- la intención de casarse. ¿Con quién? en la Gran Aldea porteña corrían toda clase de rumores sobre la filiación de la joven. Lo cierto es que Roque, ya tachado de romántico por amigos y adversarios, quiso ponerle paños fríos a la disputa familiar: “Mi querido Tata, tranquilícese de mi separación momentánea; volveré a sus brazos más hombre aún y sin otra idea que compensarle los malos ratos que le doy y devolver a los míos la tranquilidad que les quito”. Como todo voluntario, soñaba con la ocasión de pelear en una guerra justa y contra un enemigo al que consideraba también el enemigo de su Patria. Enton- ces comenzaron las dificultades y los sufrimientos de la campaña. La fuerza marchó 120 leguas por el desierto de Atacama, bajo un sol abrasador, sin agua, con la tropa en desorden y el ar- mamento destrozado. En tales circuns- tancias Roque, como ayudante del jefe, se empeñó en evitar motines y tumul- tos. Esa fuerza desmoralizada sufrió un primer revés, y un triunfo casi inespera- do, en Tarapacá, antes de llegar a refor- zar a la guarnición de Arica, sitiada por los chilenos. Entre tanto en Buenos Aires, ante la ausencia de noticias sus amigos hicie- ron lo posible por localizarlo. Uno de los más íntimos, Miguel Cané, viajó a Chile y con permiso de las autoridades se di- rigió a la plaza sitiada donde encontró a Roque animoso y saludable, pero no pu- do convencerlo de que abandonara la lucha: tenía un compromiso de honor y debía cumplirlo. Bajo fuego La espera fue larga. El sitio se pro- longó durante meses hasta que en ju- nio de 1880, el ejército chileno lanzó la ofensiva final con fuerzas bien adies- tradas que triplicaban a las peruanas. Según relató más tarde Roque, el jefe de la guarnición de Arica, el coronel Bolognesi, intimado a capitular, convo- có a su estado mayor y le dijo: ‘Yo soy viejo, para mí será un golpe de fortuna morir gloriosamente aquí, pero no es el caso de ustedes, que son jóvenes”. Los oficiales en forma unánime decidieron luchar hasta el final y a la tropa no le quedó otro camino que seguirlos. La ofensiva duró tres horas. Roque, heri- do en un brazo, siguió defendiendo su sector. Cuando el enemigo avanzaba a degüello, sin hacer prisioneros, el ar- gentino se encontraba en el reducido grupo de los sobrevivientes. Un oficial chileno que lo reconoció le salvó la vi- da. Mientras lo llevaban en cautiverio, Roque pasó junto al cadáver destroza- do de Bolognesi. Nunca olvidaría la trágica escena. Prisionero en Chile, se habló de fusi- larlo. Pero de nuevo se movilizaron sus amigos y lograron que una dama de la aristocracia chilena, Emilia Herrera de Toro, muy activa en el mundo político e intelectual, intercediera ante el Presi- dente. Fue Cané quien se ocupó de in- formarla. Emilia era una figura legen- daria de la sociedad local, protectora y amiga de los exiliados argentinos de la época de Rosas (como Sarmiento y Juan María Gutiérrez). Ella se ocupó de Ro- que con tino e inteligencia y logró que fuera confinado en un buen lugar. Se empeñó asimismo en curar la intensa desazón y angustia que le producía la campaña de la prensa chilena para des- prestigiarlo: el prisionero temía que las calumnias repercutieran en Buenos Ai- res con resultados lesivos a su honor, y se negaba a volver a su país mientras todo esto no se hubiera aclarado. Finalmente, Roque volvió y en Bue- nos Aires se le hizo un gran recibimien- to, como digno representante de la opi- nión y de los sentimientos argentinos. Después de unos meses de duelo reto- mó su carrera civil y a partir de enton- ces sobresalió entre los notables de su generación como diplomático al servi- cio de las relaciones interamericanas y como político partidario del sufragio li- bre. No obstante, su acción juvenil y ro- mántica en el Perú lo marcó para toda la vida. Cuando en 1902 el país estuvo a punto de entrar en guerra con Chile, y el presidente Roca se inclinó por aceptar los Pactos de Mayo, Roque se alineó entre los que condenaban al go- bierno argentino por su derrotismo. Entonces doña Emilia Herrera volvió a escribirle y con elegancia y sentido co- mún le expresó las ventajas de la paz para las dos naciones. Roque tomó no- ta de estas observaciones. Su actitud hacia Chile se flexibilizó En 1905, el gobierno del Perú, que estaba en tren de modernizarse y nece- sitaba apelar a la memoria de los hé- roes, decidió hacerle un homenaje: lo ascendió al grado de general de briga- da del ejército peruano y lo invitó a es- tar presente en la inauguración del mo- numento al coronel Bolognesi, en Lima. Roque viajó acompañado por su mujer y su hija. Funcionarios y entidades pri- vadas se desvivieron por agasajarlo. En los discursos y conferencias pronuncia- das, insistió en que el sufragio libre es el único que legitima a los gobiernos; también afirmó que el Estado moderno debe atender la cuestión social y arbi- trar en el conflicto entre patronos y obreros. Estos conceptos novedosos formaban parte del ideario político de quien ya se proyectaba como futuro presidente. Realizar esta reforma pací- fica requería tanto o más decisión y co- raje cívico que el valor que se pone a prueba en la guerra. Roque Saenz Peña pudo concretar en parte su proyecto cuando fue elegido presidente de la Nación, en 1910. Su mandato concluyó antes de lo esperado. Falleció a consecuencia de una enfer- medad contraída en su juventud, en los campamentos de la Guerra del Pacífico. © LA GACETA María Sáenz Quesada Licenciada en Historia. Directora de la revista Todo es Historia. Por María Sáenz Quesada PARA LA GACETA - BUENOS AIRES “No he venido envuelto en la capa del aventurero preguntando dónde hay un ejército para brindar espada… La causa del Perú y Bolivia es en estos momentos la causa de América y la causa de América es la causa de mi patria y sus hijos”. ROQUE SÁENZ PEÑA el ideal, el coraje y el honor EN LA GUERRA DEL PACÍFICO:

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Domingo 31 de junio de 2013 Literaria LA GACETA

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SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 31 DE MARZO DE 2013

5aSECCION

Hace 100 años era el presidente argentino. Todos lo recuerdan por la ley que lleva suapellido y que instauró el voto universal, secreto y obligatorio. Pero pocos saben que,siendo joven, tuvo una valiente participación en la Guerra del Perú y Bolivia contraChile. A pesar de la oposición de su padre Luis, quien también sería presidente, se

alistó como voluntario para probar su coraje en una contienda que le dejaríasecuelas que lo llevarían a la muerte en 1914, antes de terminar su mandato.

Un cuerpo en la Antártida, un diario íntimo ydos mujeres luchadoras dan vida a la exitosaSobrevivientes, de Fernando Monacelli.

Un exclusivo adelanto de La furia de Evita, laúltima novela de Marcos Aguinis, uno de los

escritores más leídos en la Argentina.

2 3

En el otoño de 1879, un jo-ven argentino se presentóen Lima y manifestó suvoluntad de luchar comovoluntario en las filas delejército. No era un buen

momento para alistarse en la Guerradel Perú y de Bolivia contra Chile. Mejorarmados y con voluntad de vencer, loschilenos iban por la explotación del sa-litre. No los asistía el derecho sino lafuerza. Tales perspectivas desfavorablesno desalentaron al voluntario argentino.Se llamaba Roque Sáenz Peña, tenía 28años, era abogado, con una brevísimaexperiencia en la milicia, y pertenecía auna familia de arraigo y prestigio enBuenos Aires. Quería probar su coraje alservicio de una causa justa, inspiradaen el sentimiento americano y explicósu posición en un banquete al que asis-tieron altas personalidades:

“No he venido envuelto en la capa delaventurero preguntando dónde hay unejército para brindar espada… La causadel Perú y Bolivia es en estos momentosla causa de América y la causa de Amé-rica es la causa de mi patria y sus hijos”.

Las autoridades peruanas, gratamen-te sorprendidas, le ofrecieron un cargopasivo en la reserva pero él prefirió serdestinado al frente, en el Ejercito delSur, con el grado de teniente coronel.Desde Iquique, principal puerto de ex-portación del salitre, le escribió a su pa-dre con la intención de reconciliarse conél antes de entrar en combate.

En la Argentina, donde la relacióncon Chile se hallaba en su punto másbajo debido a la cuestión de la sobera-nía en la Patagonia, las simpatías po-pulares estaban a favor del Perú y elgesto de Roque era bienvenido. Noobstante su padre, el abogado LuisSáenz Peña, se oponía con firmeza alproyecto; lo consideraba una calavera-da más del hijo al que le reprochaballevar una vida desordenada y -algomás grave- la intención de casarse.¿Con quién? en la Gran Aldea porteñacorrían toda clase de rumores sobre lafiliación de la joven. Lo cierto es queRoque, ya tachado de romántico poramigos y adversarios, quiso ponerlepaños fríos a la disputa familiar:

“Mi querido Tata, tranquilícese de miseparación momentánea; volveré a susbrazos más hombre aún y sin otra ideaque compensarle los malos ratos que ledoy y devolver a los míos la tranquilidadque les quito”.

Como todo voluntario, soñaba con laocasión de pelear en una guerra justa ycontra un enemigo al que considerabatambién el enemigo de su Patria. Enton-ces comenzaron las dificultades y los

sufrimientos de la campaña. La fuerzamarchó 120 leguas por el desierto deAtacama, bajo un sol abrasador, sinagua, con la tropa en desorden y el ar-mamento destrozado. En tales circuns-tancias Roque, como ayudante del jefe,se empeñó en evitar motines y tumul-tos. Esa fuerza desmoralizada sufrió unprimer revés, y un triunfo casi inespera-do, en Tarapacá, antes de llegar a refor-zar a la guarnición de Arica, sitiada porlos chilenos.

Entre tanto en Buenos Aires, ante laausencia de noticias sus amigos hicie-ron lo posible por localizarlo. Uno de losmás íntimos, Miguel Cané, viajó a Chiley con permiso de las autoridades se di-rigió a la plaza sitiada donde encontró aRoque animoso y saludable, pero no pu-do convencerlo de que abandonara lalucha: tenía un compromiso de honor ydebía cumplirlo.

Bajo fuegoLa espera fue larga. El sitio se pro-

longó durante meses hasta que en ju-nio de 1880, el ejército chileno lanzó laofensiva final con fuerzas bien adies-tradas que triplicaban a las peruanas.Según relató más tarde Roque, el jefede la guarnición de Arica, el coronelBolognesi, intimado a capitular, convo-có a su estado mayor y le dijo: ‘Yo soyviejo, para mí será un golpe de fortunamorir gloriosamente aquí, pero no es elcaso de ustedes, que son jóvenes”. Losoficiales en forma unánime decidieronluchar hasta el final y a la tropa no lequedó otro camino que seguirlos. Laofensiva duró tres horas. Roque, heri-do en un brazo, siguió defendiendo susector. Cuando el enemigo avanzaba adegüello, sin hacer prisioneros, el ar-gentino se encontraba en el reducidogrupo de los sobrevivientes. Un oficialchileno que lo reconoció le salvó la vi-da. Mientras lo llevaban en cautiverio,Roque pasó junto al cadáver destroza-do de Bolognesi. Nunca olvidaría latrágica escena.

Prisionero en Chile, se habló de fusi-larlo. Pero de nuevo se movilizaron susamigos y lograron que una dama de laaristocracia chilena, Emilia Herrera deToro, muy activa en el mundo político eintelectual, intercediera ante el Presi-dente. Fue Cané quien se ocupó de in-formarla. Emilia era una figura legen-daria de la sociedad local, protectora yamiga de los exiliados argentinos de laépoca de Rosas (como Sarmiento y JuanMaría Gutiérrez). Ella se ocupó de Ro-que con tino e inteligencia y logró quefuera confinado en un buen lugar. Seempeñó asimismo en curar la intensadesazón y angustia que le producía la

campaña de la prensa chilena para des-prestigiarlo: el prisionero temía que lascalumnias repercutieran en Buenos Ai-res con resultados lesivos a su honor, yse negaba a volver a su país mientrastodo esto no se hubiera aclarado.

Finalmente, Roque volvió y en Bue-nos Aires se le hizo un gran recibimien-to, como digno representante de la opi-nión y de los sentimientos argentinos.Después de unos meses de duelo reto-mó su carrera civil y a partir de enton-ces sobresalió entre los notables de sugeneración como diplomático al servi-cio de las relaciones interamericanas ycomo político partidario del sufragio li-bre. No obstante, su acción juvenil y ro-mántica en el Perú lo marcó para todala vida. Cuando en 1902 el país estuvoa punto de entrar en guerra con Chile,y el presidente Roca se inclinó poraceptar los Pactos de Mayo, Roque sealineó entre los que condenaban al go-bierno argentino por su derrotismo.Entonces doña Emilia Herrera volvió aescribirle y con elegancia y sentido co-mún le expresó las ventajas de la pazpara las dos naciones. Roque tomó no-ta de estas observaciones. Su actitudhacia Chile se flexibilizó

En 1905, el gobierno del Perú, queestaba en tren de modernizarse y nece-sitaba apelar a la memoria de los hé-roes, decidió hacerle un homenaje: loascendió al grado de general de briga-da del ejército peruano y lo invitó a es-tar presente en la inauguración del mo-numento al coronel Bolognesi, en Lima.Roque viajó acompañado por su mujery su hija. Funcionarios y entidades pri-vadas se desvivieron por agasajarlo. Enlos discursos y conferencias pronuncia-das, insistió en que el sufragio libre esel único que legitima a los gobiernos;también afirmó que el Estado modernodebe atender la cuestión social y arbi-trar en el conflicto entre patronos yobreros. Estos conceptos novedososformaban parte del ideario político dequien ya se proyectaba como futuropresidente. Realizar esta reforma pací-fica requería tanto o más decisión y co-raje cívico que el valor que se pone aprueba en la guerra.

Roque Saenz Peña pudo concretar enparte su proyecto cuando fue elegidopresidente de la Nación, en 1910. Sumandato concluyó antes de lo esperado.Falleció a consecuencia de una enfer-medad contraída en su juventud, en loscampamentos de la Guerra del Pacífico.

© LA GACETA

María Sáenz Quesada –Licenciada en Historia. Directorade la revista Todo es Historia.

◆ Por María Sáenz QuesadaPARA LA GACETA - BUENOS AIRES

“No he venido envuelto en la capa del aventureropreguntando dónde hay un ejército para brindar espada… La causadel Perú y Bolivia es en estos momentos la causa de América y lacausa de América es la causa de mi patria y sus hijos”.

ROQUE SÁENZ PEÑA

el ideal, el coraje y el honorEN LA GUERRA DEL PACÍFICO:

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LITERARIA2 LA GACETA

DOMINGO 31 DE MARZO DE 2013

Jamás volví aMadrid. Cuan-do Perón se fuea vivir allí, yo yano estaba. To-

mé con Lilian el avión aGranada y por la venta-nilla miré el suelo áridode la Mancha, donde —supuse— trascurrieronlas aventuras de donQuijote, cuyo libraco merecomendaron leer, peroni loca iba a destruir micerebro con su lenguajeantiguo. Reconozco quelo intenté, era una formade ser “culta”, pero nopude llegar a la tercerapágina.

Desde que aterriza-mos y hasta que entré alhotel, reviví otro desafo-rado recibimiento congente que arrojaba flo-res y agitaba banderitas.Ya no me conmovieronlas autoridades, cuyosnombres y rostros olvi-daba a poco de dejarlasatrás. Me cambié y asis-tí a una cena en el Ayun-tamiento. Después veníael plato fuerte, una zam-bra gitana en los jardi-nes del Generalife espe-cialmente iluminadospara mí, pese a la esca-sez de energía eléctrica.La zambra es un espec-táculo flamenco deriva-do de las ceremoniasnupciales moriscas, según me dijeron. El ritmode la música me hacía flotar. Tenía que hacerfuerza para no considerarme una diosa. Ya nome parecía equilibrada la balanza: toda la car-ne y los cereales que el gobierno español espe-raba de la Argentina no eran suficientes para elfrenético derrame de atenciones que me brinda-ba. El diario Democracia hacía una crónica decada detalle y llevaba la adjetivación hasta nive-les difíciles de creer.

Me despertó una llamada del padre Benítez,desde Madrid. Saludó con el paternal afecto desiempre, hizo preguntas de cortesía y, con lavoz trémula, dijo en un tono poco común —locual demostraba la gravedad del asunto— quese sentía obligado a advertirme que mi herma-no Juancito, junto con Alberto Dodero, se ha-bían extralimitado en sus farras por las Cuevasdel Sacromonte y crearon problemas a la cus-todia.

—Debieron triplicar su número para contenera las prostitutas, los proxenetas y sus degenera-dos clientes.

Corté enmudecida. Me zumbaban los oídos ehice llamar a ambos, los puteé sin asco y adver-tí que si ocurría otro desajuste como ese, losmandaría a patadas de vuelta a Buenos Aires.Después me hundí en la bañera de agua tibiapara conseguir algo de serenidad.

—¡Atorrantes de mierda!Eran irresponsables. No habían conseguido

las cosas luchando, como yo o como Perón. Poreso se tomaban todo a la ligera. A mí, en cam-

bio, los pocos años que llevábamos en el poderno me habían hecho olvidar cuánto había costa-do alcanzarlo. Cuántos esfuerzos y riesgos.

A principios de octubre de 1945 —mes histó-rico— Juan se sentía (equivocadamente) másfirme que nunca en tres lugares clave: Ministe-rio de Guerra, Secretaría de Trabajo y vicepresi-dencia de la Nación. Por arriba sólo figuraba elMono Farrell. Tenía casi todo y aspiraba a lapresidencia por medio de elecciones, como lohabía conseguido Hitler —me decía—. Es másconsistente.

Yo confiaba en su criterio. Así no lo iban a po-der sacar como a Rawson y Ramírez, los dos

presidentes que se auto-nombraron a partir del 4de Junio. Aspiraba a unapermanencia segura yprolongada. Me contagióalgo de su omnipotencia yle pedí que confiase el car-go de director de Teleco-municaciones a Oscar Ni-colini, quien había sidotan bueno con mi herma-na y obsequioso con ma-má. De paso liquidaba ami ex amante, ese oficialque ni siquiera evoco porsu nombre. Al día siguien-te estaba designado Nico-lini. Pero como este hom-bre bueno y pelotudo dejófiltrar quién era su protec-tora, los que observabandesconfiados la trepadadel coronel Perón y su de-testada amante se pusie-ron a conspirar. Tambiénles disgustaba que Perónabusara de la radio y queganase tanta popularidadentre los trabajadores. De-jaba de ser un miembrode la exquisita casta mili-tar del GOU para conver-tirse en líder de los crotos.Las conquistas sociales yano eran recibidas por elpueblo como el productode una revolución, sinocomo el regalo de un coro-nel. En pocos años habíaconseguido más adhesiónque los anarquistas, radi-cales, socialistas y comu-

nistas juntos. Estos le daban matraca a la len-gua y hacían votar leyes, pero jamás consiguie-ron algo importante por falta de poder. En cam-bio Perón, sin diputados ni senadores ni conse-jeros inútiles, pero con los militares detrás, con-geló los alquileres, aumentó los salarios, creósistemas de ayuda social, estableció tribunalesde trabajo solidarios con los humildes y lanzó elEstatuto del Peón que otorgaba derechos a loshombres del campo: salario mínimo, vacacio-nes pagas, indemnización por despido y reposodominical.

Muchos oficiales se atrevieron a enfrentarlo.Yo era un forúnculo, porque debilitaba las aspi-raciones aristocráticas de numerosos militares.En los encuentros dirigían la conversación haciachistes cargados de machismo, para no provo-car una guerra abierta. Disfrazaban sus inten-ciones con una divertida complicidad.

“Coronel, ¿no lo complican sus enredos conuna actriz?” “Coincido”, apoyó otro. “No es lapareja adecuada para alguien tan brillante co-mo usted —intervino un tercero—. Las actricessirven para la cama, no para las ceremonias ofi-ciales.”

Perón se frotaba la nariz y les devolvía un gui-ño: ¿Qué proponen? ¿Que me enrede con un ac-tor?

Las risas hacían cambiar de tema. Pero nocambiaban el odio.

Sus esposas no toleraban que una cretina delcampo, analfabeta y mal hablada, se hubiera in-filtrado en el corazón del gobierno.

L A N Z A M I E N T O S / L A G A C E T A L I T E R A R I A / C R Í T I C A D E L I B R O S / L A G A C E T A L I T E R A R I A / L O S M Á S V E N D I D O S / L A G A C E T A L I T E R A R I A

No v e d a d e s

LAS POSEÍDASBetina GonzálezTUSQUETS – (184 PÁGINAS)Felisa ingresa en un colegio religioso para niñas. Reciénllegada de Londres, se convierte en el centro de atenciónpor su actitud rebelde y su mal comportamiento. Suamiga irá descubriendo las razones de sus actitudesexcéntricas y suicidas, como si estuviera “poseída”.

DESPUÉS DEL TERREMOTOHaruki MurakamiTUSQUETS (192 PÁGINAS)El terremoto que en 1995 asoló la ciudad japonesa deKobe, y que se cobró más de 5.000 vidas, inspiró estosseis relatos que transcurren después de la tragedia. Elprotagonista omnipresente es el sismo, que irrumpe enlas vidas de los que sobrevivieron al apocalipsis.

SOBRE LA EDUCACIÓN EN UN MUNDO LÍQUIDOZygmunt BaumanPAIDÓS (160 PÁGINAS)Ante al desconcierto de la sociedad líquida, muchosjóvenes sienten la tentación de quedarse al margen, deno participar en la sociedad. Algunos se refugian en lasrelaciones virtuales, la anorexia, la depresión, el alcoholy hasta las drogas. Otros adoptan conductas violentas.

NUEVO MUSEO DEL CHISMEEdgardo CozarinskyLA BESTIA EQUILÁTERA (160 PÁGINAS)Este Nuevo museo del chisme, que enriquece con 25hallazgos la primera edición -hoy inhallable-, reúne unelenco de personajes que va de Dorothy Parker a JamesJoyce, de Victoria Ocampo a Ernesto Sabato, de JosephStalin al astronauta Tsibliyev.

LA DICTADURA NAZIIan KershawSIGLO VEINTIUNO EDITORES (440 PÁGINAS)Principales controversias en torno a la era de Hitler, esel subtítulo de esta obra en la que el autor expone unconjunto de hipótesis que ha desarrollado en numerosostrabajos (principalmente, en su biografía de Hitler) paraabordar la complejidad y la atrocidad del nazismo.

POETAS TUCUMANAS SIGLO XXIAutoras variasEDICIONES DEL PARQUE (103 PÁGINAS)Antología de inspiraciones de Celia Aiziczon, ElsaBöckl, Mónica Cazón, Amira Juri, Leticia Mure y SilviaWeisz Cuéllar (más Paulina Vinderman como invitadaespecial). que contribuye a delinear el panorama de lapoesía y las estéticas que circulan en nuestra provincia.

NUEVAS MINORÍAS, NUEVOS DERECHOSHomi K. BhabhaSIGLO VEINTIUNO EDITORES (224 PÁGINAS)Las personas sin Estado (trabajadores migrantes,minorías étnicas y sexuales, los refugiados) representanformas de vida emergentes que plantean un modocontradictorio de sobrevivir entre la legalidad y laincivilidad. Según Bhabha, su lugar social es intersticial.

DE NIEBLAS Y FULGORESAlba OmilLUCIO PIÉROLA EDICIONES (64 PÁGINAS)“A veces una sola palabra basta para crear una historia.Puede ser un disparador y, con las semillas de esapalabra, erigir un relato que puede ser alto y potente”,advierte la consagrada escritora tucumana en este librode microrrelatos. Y en sus páginas, lo confirma.

DÍAS DE LECTURAMarcel ProustTAURUS (144 PÁGINAS)En estos inspiradores ensayos acerca de por qué leemos,Marcel Proust explora todos los placeres y desafíos queofrecen los libros. Y explica, además, la belleza deRuskin y su obra y el goce que supone perderse comoniños en la literatura.

LA NOBLEZA DE ESTADOPierre BourdieuSIGLO VEINTIUNO EDITORES (552 PÁGINAS)La educación (dice Bourdieu en este clásico por primeraver traducido al español) consagra una “nobleza” queposee títulos académicos y de propiedad. Dice defenderel acceso igualitario a la escuela, pero asegura su propiaexclusividad con férreos mecanismos de selección.

CONTESTACIÓN A LA PREGUNTA:¿QUE ES LA ILUSTRACIÓN?Inmanuel KantTAURUS (144 PÁGINAS)Kant fue uno de los filósofos más influyentes de todaEuropa. En estos escritos examina el progreso humano,la civilización, la moral y por qué, para serverdaderamente ilustrados, debemos tener la libertad yel coraje de utilizar nuestro propio intelecto.

CONTINUIDADES Y RUPTURASDE LA COLONIA A MAYOLeón PomerCOLIHUE (284 PÁGINAS)El ensayo recorre la historia nacional desde la conquistahasta el Primer Triunvirato. El autor indaga en quéaspectos Mayo fue un quiebre respecto de los tiemposde la Colonia e, inversamente, analiza los aspectos de lavida colonial que se continuaron después de 1810.

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generalEl

Ra n k i n g

FICCIONAMORIsabel Allende

CINCUENTA SOMBRAS DE GREYE. L. James

LA RIDÍCULA IDEA DE NO VOLVERTE A VERTERosa Montero

UNA VACANTE IMPREVISTAJ. K. Rowling

DESPUÉS DEL TERREMOTOHaruki Murakami

12345

NO FICCIONEL JESUITAS. Rubin y F. Ambrogetti

ÁGIL MENTEEstanislao Bachrach

ENCUENTROSGabriel Rolón

ROMANCES ARGENTINOS DE ESCRITORES...Daniel Balmaceda

HISTORIA Y PASIÓNJ. P. Feinmann y H. González

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Ra n k i n g

FICCIONCINCUENTA SOMBRAS DE GREYE. L. James

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LA RIDÍCULA IDEA DE NO VOLVERTE A VERTERosa Montero

UNA VACANTE IMPREVISTAJ. K. Rowling

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NO FICCIONÁGIL MENTEEstanislao Bachrach

ENCUENTROSGabriel Rolón

ROMANCES ARGENTINOS DE ESCRITORES...Daniel Balmaceda

SOBRE EL CIELO Y LA TIERRAJ. Bergoglio y A. Skorka

HISTORIA Y PASIÓNJ. P. Feinmann y H. González

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T U C U M A N

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y la actrizAdelanto exclusivo de la novela La furia de Evita (editorial Sudamericana)

◆ Por Marcos Aguinis

Le pedí que confiase elcargo de director de

Telecomunicaciones aOscar Nicolini (...). Depaso liquidaba mi ex

amante, ese oficial queni siquiera evoco por su

nombre.

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LITERARIA 3LA GACETA

DOMINGO 31 DE MARZO DE 2013

El nudo temático se presentacon sencillez: al fundirse el hieloen la Antártida aparece el cadá-ver congelado de un soldado ar-gentino de la guerra de Malvinas.Su madre interpreta entonces lasseñales de un diario íntimo que elsoldado llevaba en el frente debatalla y deduce la existencia deun nieto. ¿Qué hacer? ¿A quiénacudir? La anciana acude a unaperiodista de un periódico porte-ño y la estimula a investigar has-ta las últimas consecuencias.Ella, la periodista, no tiene unavida fácil, también porta sus heri-das, sus incertidumbres y sus de-sasosiegos. Su marido emigró aEspaña en 2001 y la dejó con unhijo que ella, la periodista, pusoal cuidado de su suegra.

Así se plantea el encuentro dedos mujeres separadas por dife-

rencias de variada índole que, sinembargo, establecen una profun-da comunión macerada en unobjetivo común cuya fuerza noserá mayor a lo que no es dichopero pulsa con vigor inusitado.La íntima solidaridad de dos gue-rreras. De dos sobrevivientes dela soledad, del desconcierto, deun pasado que hace huellas delas huellas más dolorosas y de unfuturo que se prefigura opaco y altiempo prometedor: el faro de laverdad como recompensa últimaal abrirse paso, a como dé lugar,entre las brumas de intrigas noexentas de manos negras de lopeor de la política.

De la política o, mejor, de laspolíticas oscuras, de una suertede puzle de la Argentina de ayery la Argentina de hoy, del amoren general y del amor maternal

en particular, de la justicia comoenunciado y de la justicia comobúsqueda contante y sonante, delos sentimientos, de las emocio-nes, de la fuerza de la vida pro-piamente dicha va Sobrevivien-tes, de Fernando Monacelli (Ba-hía Blanca, 1966), Premio Clarín

de Novela 2012. Y aunque haciasus tramos finales el relato pare-ce perder una pizca de transpa-rencia y algo de fuerza (pura per-cepción del autor de estas líneas)sería injusto quedarse con esaeventual debilidad. Esta novelahonra los grandes trazos del gé-

nero. Es clara y precisa en suconcepción y en su desarrollo, vi-gorosa en sus entramados, es-pléndidamente escrita, cuidadosaen los hilos del suspenso y propi-ciadora, al cabo, de empatías sinla menor gravitación del golpebajo. Son demasiados los valores

de Monacelli en general y de estetexto en particular para que nosquedemos con objeciones que, enúltima instancia, serán los lecto-res quienes deberán formular.

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Los textos de Georges Perec son como pocionesmágicas. Se construyen alrededor de objetos oanécdotas triviales que adquieren propiedades sa-gradas. Cada texto es un pequeño templo con unaltar. En ese altar se amontonan lugares y nimie-dades con el afán de registro obsesivo del coleccio-nista o la impunidad del ladrón. Todo en su mundoes un secreto y, al mismo tiempo, un juego que tie-ne que ver con esos juegos primeros de la infancia:el amor, la tristeza, las escondidas en el paisaje ur-bano y una profunda soledad. “Oculta a tu Dios, Éles tu fuerza”, recomienda a los poetas Paul Valery.Podríamos decir que Perec ha escuchado con frui-ción la sugerencia de Valery: el centro de sus tex-tos se mantiene fuera de la vista. Hablar minucio-samente de los objetos y explorar de un modo ab-solutamente particular las distintas “especies deespacios” son modos de hablar de sus propias pa-siones sin mencionarlas.

Tal como nos informa Jorge Fobrebrider -tra-ductor y autor de las notas y el prólogo del volu-men- Nací es un material que viene a sumarse aese juego de piezas dispersas que constituirían “laobra” de Perec: 18 volúmenes que se publicaronpóstumamente luego de la prematura muerte delautor en 1982 sumados a los 17 que este ya habíapublicado en vida. Aunque en el prólogo Fondebri-der intenta darle cierto orden y unicidad al mate-rial reunido reponiendo datos de la biografía y delproyecto creador de Perec, Nací es un libro clara-mente desparejo.

Un libro que deja al lector por momentos deseo-so de más y por momentos abiertamente decepcio-nado.

Los textos recopilados en Nací pertenecen adistintos momentos de la trayectoria del autor yson muy distintos unos de otros: relatos, nota crí-tica, esbozo de un nuevo libro, carta programáti-ca, texto escrito para radio y así, la lista continúa.Claro que entre las diez piezas seleccionadas si-guiendo el tiempo de una vida hay destellos lumi-nosos como los de El salto en paracaídas o EllisIsland. Descripción de un proyecto. Aquí, el lectorpuede obtener un vistazo del modo en que Perectrabajaba la memoria y el olvido, los temas que leinteresaban y los sentidos en que concebía lo au-tobiográfico: como una serie de esquirlas o cuar-tos secretos que existen en cada uno de nosotros.Esos cuartos están saturados de objetos, hay muypoca luz. En una cama alguien yace con el rostrovuelto hacia la pared. En su cabeza, hay máscuartos.

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Buscar laverdad luegode sobrevivirla soledad

LOS SECRETOS DE LOS HIELOS AL FUNDIRSE. Una aparición en la Antártida será el inicio de una trama protagonizada por dos mujeres incansables.

La obra ganadora del Premio Clarín 2012

WALTER VARGAS ◆

TELAM (ARCHIVO)

De la anécdotaa lo sagrado

NOVELASOBREVIVIENTESFERNANDO MONACELLI(Alfaguara - Buenos Aires)

DENISE LEÓN ◆

COMPILACIÓNNACÍGEORGES PEREC(Eterna Cadencia - Buenos Aires)

Todo hombre necesita un guía. Hasta DanteAlighieri demandó de Virgilio para transitar el in-fierno de La Divina Comedia. Los ojos de un otroque nos ilumine y con quien podamos polemizar.Para Gustavo Bernstein lo fue Jorge Luis Acha(1946-1996), pintor, escritor, educador y cineastaargentino. Bernstein es el discípulo que se ocupó derescatar su obra y de someterla a un estudio cuyoeje es el dilema de la identidad. No fue en busca delos consagrados, de los que tienen prensa mediáti-ca asegurada, sino del artista que transitó en losmárgenes, que formó parte de los excluidos, de losque lucharon por la liberación en los años 70. Pu-blicado por la Editorial Alción, acaba de salir el pri-mer tomo de Escritos Póstumos que incluye tresguiones cinematográficos -Homo Humus, Blancos ySan Michelín- algo inusual en el campo editorial.

El eje narrativo de Homo Humus se basa en laexpedición que a finales del siglo XVIII emprendie-ron el geógrafo y naturalista prusiano Alexander

von Humboldt y su cole-ga, el galo AiméBonpland, junto a tres in-dios yaruros. Esta cruza-da quedaría registradaen su libro Viaje a las re-giones equinocciales delNuevo Continente. Ellosclasificaron y cataloga-ron el “nuevo mundo” y

al hacerlo clausuraron el universo del otro, el indí-gena, ubicado en las antípodas de su pensamientopositivista. Más preocupados por las rocas, lasplantas y los animales, desestimaron la concepciónanimista de la naturaleza de nuestros aborígenes.Se trata de un viaje donde el lector saca sus conclu-siones, alejado de principios moralizantes o de pre-visibles consignas ideológicas.

Blanco cuenta lo que deja la campaña militarcontra el indio emprendida por el general Roca; yel terror atávico ocasionado en el aborigen por esaespectral invención bélica que fueron Los blancosde Villegas, aquel regimiento de níveos equinos co-nocido como “el malón blanco”.

El sincretismo cultural es la resultante de San Mi-chelín, “El santo de la gomería”, un inmigrante bo-liviano originario de Tiahuanacu, de vida promis-cua y violenta, que en sus raptos místicos se cuelgaa una cruz y prodiga milagros ante fieles y devotos.

El género guión se transfigura en la pluma deAcha, haciendo que éste se pierda en la poesía desu prosa: una marca de estilo.

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Al rescate deun excluido

MARCOS ROSENZVAIG ◆

GUIONESESCRITOS PÓSTUMOSJORGE LUIS ACHA(Alción – Córdoba)

Una estremecedora pues-ta de sol en San Carlos (Sal-ta), y una breve descripcióngeográfica, abren la puertaa un viaje cautivante a tra-vés del Valle Calchaquí. Estees un libro especial en elque, quizás, no hacen faltalas palabras, porque la riqueza de su contenido es-tá en las imágenes.

La osada propuesta es del Grupo por Imagen, in-tegrado por profesionales tucumanos que, impul-sados por el amor a la fotografía, decidieron -des-de 1984- hacer de su afición un lugar de encuen-tro de valores artísticos en un marco colectivo.

Aparecen impresos aquí los trabajos fotográficosde Patricia Bertini, Luis Cutín, Efraín David, Gra-ciela Lavado, Daniel Más, Oscar Paz, Sergio Quiro-ga y Analía Sorrentino. La selección de imágenesde estos autores sirve como un estímulo para “ver”y “leer” la fotografía. Pero especialmente nos ayu-da a recordar que cuando las imágenes dejan laspantallas y los soportes digitales, se vuelven “cuer-po y alma” impresas en el papel.

Este libro de fotografías ofrece la posibilidad depercibir el brillo, la luz y los colores que lucen au-ténticos. La unidad de esos elementos son los querefuerzan la expectativa por develar lo que encon-traremos al dar vuelta cada página y descubrir elplacer único e irreemplazable e un paisaje de en-sueño.

Una a una, con un diseño que realza cada ima-

gen, más de 100 fotografíasdan cuenta de los tonos, lastexturas, y la riqueza legadade la arquitectura jesuíticaen las capillas de San Car-los, de Seclantás, de Moli-nos y de Cachi.

Ríos y cascadas, ovejas yllamas, menhires y vasijas, pimentón y viñedos,álamos y sauces, nieve y desierto, se entrelazancon retratos de la fiesta de la Pachamama, de lamujer pomeña, de iglesias, cementerios, y artesa-nías regionales. Todo cabe en esta selección de fo-tografías de los integrantes del Grupo por Imagen,que nos invita a recorrer una geografía única queva desde el río Los Sosa, en Tucumán, hasta La Po-ma, en Salta.

El Valle Calchaquí tiene una extensión de más de300 kilómetros -desde Punta de Balasto, en Cata-marca, hasta el Abra de Acay, en Salta- y el libroresume el espíritu de la vida bajo el sol en uno delos paisajes más bellos de nuestra Argentina.

Una obra literaria, pero casi sin palabras, dondelas imágenes transmiten un mensaje supremo ydejan constancia de un instante irrepetible. Un li-bro recomendado para quienes ya desandaron es-tos caminos de valles y montañas y para quienestodavía no lo hicieron, pero quieren descubrirlosen toda su dimensión.

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Un viaje cautivante através de nuestras alturas

CRUCES SEMBRADAS HACIA EL CIELO. “El trigal”, una de lasfotografías que integra el libro Valles Calchaquíes.

OSCAR FERRONATO ◆

FOTOGRAFÍAVALLES CALCHAQUIESGRUPO POR IMAGEN(La Feria del Libro – Tucumán)

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LITERARIA4 LA GACETA

DOMINGO 31 DE MARZO DE 2013

Viajar a un determinado territorioy luego describirlo es tambiénencarar un viaje al interior deuno mismo; es la posibilidad

concreta de cultivar nuestros conocimien-tos para poder luego superarnos más.

Mi viaje a la Provence, al sur de Fran-cia, estaba motivado por el afán de se-guir los pasos de Vincent Van Gogh, unartista cuya pintura tuvo una enorme po-tencia y generó tal admiración que mehizo dejar el paisaje de Tucumán paraconocer directamente la campiña pecu-liar pintada en su obra, en la que se yux-taponen campos de lavandas, amapolasrojas, girasoles y trigales bajo el sol.

Y parece algo increíble pero no es así.Allí los colores vibran con otra intensidad,al punto que en esa zona el cielo tiene otratonalidad: al atardecer uno queda enmu-decido frente a esa cúpula cósmica esmal-tada de zafiro que a la noche adquiererealmente el color azul Francia, probable-mente por efecto del viento mistral quelimpia la atmósfera. Todo queda ilumina-do por la luna y por las estrellas fosfores-centes que alumbran la curva del Ródano.

Afortunadamente en Arlés, la ciudaddonde Van Gogh pintó cerca de 300 cua-dros en 15 meses haciéndola famosa pa-ra la historia universal, la Municipalidadha respetado y resaltado su trabajo,construyendo monolitos con las repro-ducciones de los cuadros que han sidoubicados en los mismos lugares dondeéstos fueron pintados.

Por eso su espíritu todavía está en ellugar. Es posible entonces, encontrar elfamoso puente levadizo y suponer cómoeran las voces y las risas de las lavande-ras trabajando junto a un río manso ysusurrante mientras pasaba un carruajepor el puente, e incluso imaginar al mis-mo Vincent bocetando la escena paracompletarla después. O encontrar el fa-moso café que sigue con sus mantelesazules y las paredes amarillas al frentede la plaza central, casi intacto con susvigas de hierro enroscadas y sus toldossobre las mesas, mientras se huele elperfume de las comidas cocinadas coningredientes marinos.

Resulta por demás interesante visitarel antiguo hospital donde fue internadoese holandés de cabellos rojos y miradapenetrante. Incluso allí, entre la penum-bra lóbrega del lugar, pudo insuflar belle-za a las galerías que rodeaban el jardíncentral y a los árboles con ramas exten-didas como tentáculos vegetales man-chados en ocres, verdes y marrones.Ahora también los senderos convergenhasta la fuente central, y como en suscuadros, las margaritas amarillas, los ja-cintos violetas y las petunias de todos loscolores expresan el triunfo de la vida.

La búsqueda nos lleva luego a la cerca-na Saint-Remy, un lugar asociado con lasprácticas cabalísticas, donde muy enfer-mo, Van Gogh estuvo internado en el hos-picio. Nos sorprenden los numerosos oli-vares al costado del camino (rugosos, de-formes, secos) entre cuyas ramas el vientoejecuta un solo de violonchelo con una no-ta monocorde que después se difumina.

Desde su ventanaSubo a la habitación de Vincent. El pol-

vo iridiscente flota en un rayo de sol queentra por la ventana. Todavía se encuen-tra el viejo atril de madera que solía usar,manchado con la pintura original. Nopuedo con la curiosidad y me asomo a laventana. ¿Qué veía desde aquí?, me pre-gunto. Echo un vistazo a través de los ba-rrotes y advierto que en el horizonte apa-rece nuevamente el color: los campos de

lavandas, los árboles y las flores que re-verberan al calor del mediodía mientrasse menean suaves, casi ingrávidamente.

Subo al avión de regreso a Argentina.Miro por la ventanilla.Ya no están los re-molinos de estrellas de los cuadros por-que nosotros solo vemos lo visible. Medoy cuenta de que podríamos hacer másbella esa lucha diaria que encaramos porencontrar la expresión justa que nos po-sibilita llegar a una verdad fundamentaly así iluminar las palabras. Por eso vuel-vo enriquecida, porque el camino de re-greso está impregnado por todo el es-plendor que absorbí y por las imágenesde dolor, pero también de la profundaalegría que nos transmiten un hombre yuna región, haciéndonos valorar al mila-gro diario de la luz y del color.

Creo, sin lugar a dudas, que el genio deVan Gogh hizo de cada una de las esce-nas más simples y cotidianas una obrade arte, y por eso dejó un regalo para to-da la humanidad. Es en esa generosidady perseverancia frente a las miserias ydolencias de la condición humana dondeestá su atracción y su fuerza, en esa ca-pacidad de enseñarnos a encontrar her-mosura en todas partes, y por eso, por suobra y por su ejemplo de vida, nuestragratitud es infinita.

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Elisa Cohen de Chervonagura – Doctora enLetras de la UNT, investigadora del Conicet.

Ayer se cumplieron 160

años de su nacimiento. En

Arlés, la ciudad donde

Van Gogh pintó cerca de

300 cuadros, hay

reproducciones de ellos

ubicados en los mismos

lugares donde fueron

pintados. Desde la

habitación del hospicio en

el que estuvo internado

podemos ver los campos

de lavandas, los árboles y

las flores que

encontramos en su

pintura.

Y eso que Juan García Gayo, en 1974,ya había traducido La manzana en la os-curidad para Sudamericana. Pero cuan-do en 1983 a mi vez traduje, e incluí, tresrelatos de la ucraniana de extraña belle-za que su infancia convirtió definitiva-mente en brasileña, Clarice Lispector(1925-1977), en uno de aquellos legen-darios volúmenes del Centro Editor deAmérica Latina: La tercera orilla del ríoy otros textos, junto con João GuimarãesRosa, Anibal M. Machado, CarlosDrummond de Andrade, Murilo Mendesy Milton de Lima Sousa, ella continuabasiendo entre nosotros y en nuestra len-gua prácticamente una desconocida. Pe-ro algunas décadas después, y como lehubiera gustado de manera tan espontá-nea como secreta, fue comenzando a to-mar cuerpo la justicia poética.

Pocas veces el título de un libro conge-nió tanto con su contenido. Porque lo quevinieron a mostrarnos magníficamenteaquellas crónicas de la indeleble ClariceLispector, que Adriana Hidalgo editó en2004 como Revelación de un mundo y

tradujo con delicadeza y eficacia AmaliaSato, aparecidas en el Jornal do Brasilentre 1967 y 1973, no es sólo su visióndel mundo sino también el propio mun-do interno, la auténtica cosmovisión deuno de los más originales y hondos escri-tores del Brasil pero también de la ente-ra lengua portuguesa.

Acaso resulte inimaginable entre noso-tros que los diarios brasileños ofrezcansus páginas, desde hace largo tiempo, acolumnas periódicas firmadas por gran-des autores.A quienes se respetó profun-damente en su libertad creativa pero,asimismo, al colocarlos en un espacio deamplia repercusión, en un medio absolu-tamente público, los obligó a emplear esalibertad dentro de un marco que a la vezles era propio, el de su misma sociedad.De tal modo ejercida, con tanta solvenciay calidad, que han dado lugar a todo ungénero, el de la crónica, tan despierto co-mo exitoso. La peculiar vitalidad de lacultura y de la vida brasileña demostró

así un nuevo punto de toque: la exigenciay la originalidad de los creadores encon-tró su brillante contrapartida en la exi-gencia y la calidad de los lectores.

Dentro de ese envidiable dominio, elde Clarice Lispector bien podría repre-sentar quizás un caso límite. Y, a la vez,en gran medida representativo. Porquesi hay un escritor en Brasil que haya re-nunciado a lo meramente descriptivo(“Nada explico. Me rehúso a explicar, merehúso a ser discursiva”), para que en-carne hondamente en un lenguaje origi-nal la riqueza de su intimidad, entrevistapor medio de la riqueza que percibe en elmundo (“Soy una persona muy ocupada:me hago cargo del mundo”), muchas ve-ces en la mismísima vida cotidiana, sinduda es ella.

Con un lenguaje felizmente más cercade la poesía que del periodismo (“Las pa-labras me preceden y sobrepasan, metientan y me modifican, y si no tengo cui-dado será demasiado tarde: las cosas se

dirán sin que yo las haya dicho”), espon-táneamente enmarcadas además (“Es-cribo a la medida de mi aliento”) en unarica tradición y en un rico imaginario,personal y colectivo, pero a la vez ejerci-das con el rigor y el alcance que constitu-yen su marca, su estilo (“Y si intento ha-blar, sale un rugido de tristeza”), no ape-nas literario, las crónicas de Clarice Lis-pector se constituyen en parte viva de suobra y en testimonio latente de la singu-lar, entrañable personalidad artística yhumana (“No soy de dominio público”)de la autora de textos tan logrados comoUn aprendizaje o el libro de los placeres,La pasión según GH o Lazos de familia,por citar sólo algunos. Sin dejar de resul-tar, al mismo tiempo, indisolublemente,también una flagrante evidencia de laenvidiable vitalidad cultural del enormepaís hermano.

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Rodolfo Alonso - Poeta, traductor, ensayista.Sus libros más recientes son Poesíainmediata y Defensa de la Poesía.

Buscando a Van Gogh

Revelación de Clarice Lispector

Renunció a lo meramente

descriptivo para encarnar

hondamente, en un

lenguaje original, la riqueza

de su intimidad, entrevista

por medio de la riqueza que

percibió en el mundo

◆ Por Rodolfo AlonsoPARA LA GACETA - PARÍS

◆ Por Elisa Cohen de ChervonaguraPARA LA GACETA - ARLÉS (FRANCIA)

DE LA ESTRUCTURA CONCRETA A LA BELLEZA INMORTALIZADA.Arriba, el puente levadizo de Arlés tal y como se encuentra en la actualidad, con la

autora de este artículo posando en uno de sus extremos. Abajo, la obra de ingenieríatal y como la plasmaría Vincent Van Gogh, con un carruaje atravesándolo y las

lavanderas afanadas en su tarea sobre el río manso y susurrante.