20-05-2012 LITERARIA LA GACETA

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SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 20 DE MAYO DE 2012 5 a SECCION Ricardo Darín explica por qué es errado creer que ser famoso es lindo, en una entrevista con una joven promesa del periodismo argentino. Carmen Perilli ofrece una visita guiada para recorrer la extensa y trascendente obra de uno de los referentes del boom latinoamericano. 3 4 EL HOMBRE QUE ESCRIBÍACON LAS TRIPAS E n 1984 trabajaba en la Agen- cia Notimex y visité al Dr. Ruy Pérez Tamayo en su Unidad de Medicina Experimental para solicitarle un artículo. Recuerdo la ascensión hasta el piso supe- rior de un edificio que tal vez pertenecía a la Facultad de Medicina. Entré en los dominios del legendario autor de El con- cepto de enfermedad deseoso de encon- trar ahí una escenografía más cercana a H. G. Wells, un lugar de inventos raros. Vi a una hermosa científica en bata blanca, macetas con cactus y un retrato de Marx hecho por computadora. Estaba predis- puesto a sacar alguna lección moral de esa visita y no olvidé un consejo que me dijo el célebre patólogo: “Nunca le encar- gue un trabajo a la gente que tiene tiem- po; ésa nunca hace nada: pídale cosas a los que no tienen tiempo”. Así zanjó mis disculpas por importunarlo. La escena viene a cuento por la forma en que trabajaba Carlos Fuentes. Era el hombre sin tiempo que escribía La edad del tiempo. Varias veces habló de su in- fancia en Estados Unidos, donde la escue- la le inculcó una mística de la energía y el rendimiento que conservaba a sus 80 años. A contrapelo del ideal latinoameri- cano, que simpatiza con la parranda creativa y el romántico deterioro del ar- tista, Fuentes rechazó las diversas varian- tes que la cultura vernácula ofrece para el suicidio a plazos: el alcoholismo, la Sibe- ria de los cargos públicos o el adolorido silencio del que “ya no puede más”. Nun- ca dejó de fustigar su teclado con el dedo que se le torció al modo de un garfio o la cola de un escorpión, su signo zodiacal. La ética protestante con que trabajaba podía parecer sospechosa en un territorio donde el hombre que despierta de una borrachera exige trato de animal sagra- do. Pero él se rebeló contra la pereza y aceptó la disciplina como una exigencia de su metabolismo. Uno de sus mejores amigos, el novelista Willam Styron, dijo que era como un tiburón: hasta para dor- mir debía mantenerse en movimiento. La literatura mexicana ha estado mar- cada por dos modos religiosos para rela- cionarse con el trabajo sin tregua, el bene- dictino de Vicente Leñero y el protestante de Carlos Fuentes. Para el autor de Los albañiles, el trabajo es una forma de la plegaria; para el autor de Terra nostra, era una derrota del tiempo (no es casual que su obra de conjunto llevara un títu- lo de relojería: La edad del tiempo). Le- ñero es proclive a las parábolas (el Jesús como custodio de la improbable Galilea de una construcción), Fuentes fue devoto de las tesis y asumió la novela como una ex- plicación razonada del mundo. Ambos en- tendieron el trabajo duro como una moral. En los tres años en que estuve al frente del suplemento La Jornada Semanal, Le- ñero y Fuentes fueron colaboradores con asombrosa puntualidad. Leñero solía mo- dificar sus plazos de colaboración, pidien- do llevar el texto ¡antes! “Si no, se enfría”, explicaba con incontrovertible pasión por la panadería literaria. Por su parte, Fuen- tes aprovechaba alguno de sus veloces pasos por el país para llamar, enterarse de nuestras fatigas y preguntar en qué podía ser útil. Ninguno de los dos reclamó para sí el menor trato preferente ni dra- matizó las erratas con que los distingui- mos. Colaboradores ideales, trabajaban con el tesón de los grandes artesanos que no se preocupan por aparentar lo que verdaderamente son: artistas. Cuando se cumplieron veinte años del golpe que el presidente Echeverría dio a Excélsior, le pedí a Leñero una crónica so- bre el tema. Desde la publicación de Los perio- distas no dejaba de re- cibir solicitudes de ese tipo. El asunto lo abrumaba, pero confié en la receta del Dr. PérezTa- mayo. Dos días después, Leñero entregó una crónica impar sobre el mo- mento en que el presidente Salinas sugirió que, así como Regino Díaz Redondo había “trascendido” a Scherer en Excélsior, Le- ñero podría, con la ayuda adecuada, “tras- cender” a Scherer en la revista Proceso. Dos años más tarde importuné a Fuen- tes con otro aniversario. En 1998 se cum- plían 40 años de la publicación de La re- gión más transparente. ¿No sería bueno que escribiera sobre la visión que ahora tenía de la ciudad? En el tono jovial en que comunicaba problemas, Fuentes me dijo que Julio Scherer le había hablado cinco minutos antes para pedirle exacta- mente lo mismo. Como no pertenezco ni a la escuela benedictina ni a la protestante, me di por vencido y me resigné a leer en Proceso el texto que había pedido. Ensayé una despedida, como fiel miembro de una tribu acostumbrada a fallar penaltis, pero Fuentes me atajó: “¿Qué te pasa? Puedo hacer dos textos distintos”. A los dos días -que por lo visto es el plazo religioso del esfuerzo-, me envió el texto y dio la razón a Pérez Tamayo por partida doble. Cesare Pavese reunió sus poemas tem- pranos -la melancolía de un hombre jo- ven- bajo el título de Trabajar cansa. El imparable Fuentes trabajó para descan- sar. Sin apartarse del teclado, encontró la forma de que su rostro pareciera broncea- do en los cañaverales zapatistas de China- meca. A los 83 años tenía el porte de un general que ya ganó suficientes batallas pero anda en pos de un nuevo caballo. El 15 de mayo ocurrió lo inaudito: Car- los Fuentes no se sentó ante su escritorio. En 1962, había escrito una novela sobre el fin de la vida (La muerte de Artemio Cruz) y otra sobre la vida de la muerte (Aura). Ambas categorías son ya inter- cambiables para él. Su teclado hiperacti- vo se detuvo, pero su cabalgata de fantas- mas no deja de hacer ruido. © LA GACETA Juan Villoro – Escritor y periodista. Premio Herralde de novela y Premio Rey de España. Columnista de los diarios Reforma y El Mercurio. Ex profesor de las universidades de Yale, Boston y Princeton. Maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que preside Gabriel García Márquez. CARLOS FUENTES LA IMAGINACIÓN COMO FORMA DE LA HIPOCONDRÍA Artemio Cruz, el protagonista de uno de sus dos clásicos, rememora su pasado mientras una hemorragia estomacal lo lleva a la tumba. Fuentes murió por una hemorragia gástrica; y murió escribiendo, trabajando sin pausa. Mientras los sitios de noticias anunciaban su muerte, los ejemplares de Carolina Grau, su último título, seguían llegando a las librerías. Juan Villoro, otro notable escritor mexicano y ex editor de Fuentes, rescata la extraordinaria capacidad de trabajo que lo llevó a publicar 58 libros e infinidad de artículos C uando en octubre de 2010 se anunció que Mario Vargas Llosa había ganado el Nobel de Literatura, muchos pensaron en Carlos Fuentes. Poco antes de celebrar su cumpleaños número 82, el premio se escapaba definitivamente de las manos del otro gran candidato latinoamericano a recibirlo. Después de veinte años (desde que lo obtuviera su compatriota Octavio Paz en 1990) la Academia Sueca elegía a un escritor de la región y seguramente tardaría mucho tiempo en adjudicárselo a otro. Durante décadas, Fuentes compartió el podio de la literatura latinoamericana junto a Gabriel García Márquez y Vargas Llosa. La semilla del proceso consagratorio de este trío genial puede encontrarse en Los nuestros, libro publicado en 1966 por Luis Harss que definirá la decena de nombres que conformarán el Boom latinoamericano y el canon regional. Junto a los ya célebres Borges, Carpentier y Asturias aparecen estos tres entonces treintañeros. Así lo pintaba Harss: “Es un afiebrado para quien la imaginación creadora es una forma de la hipocondría. ‘Escribo con los nervios del estómago y lo pago con una úlcera duodenal y una colitis crónica’. Desde que enfermó supo, como quien se ve oscuramente condenado a la salvación, que el camino del paraíso pasa por el infierno. ‘Porque intuyo eso escribo novelas’, declaró hace un tiempo ante un auditorio absorto, en una conferencia a lo Mailer que se convirtió, según su propia descripción, en una especie de strip-tease público. ‘Sólo por eso vivo. Y vivo como escribo, por exceso y por insuficiencia, por voluntad y por abulia, por amor y por odio’”. La vida y las ficciones de Fuentes se unen a través de infinitos lazos. Artemio Cruz, el protagonista de uno de sus dos clásicos, rememora su pasado mientras una hemorragia estomacal lo lleva a la tumba. Fuentes, el hombre que escribía con los nervios del estómago, murió por una hemorragia del tubo digestivo; y murió escribiendo. Mientras los sitios de noticias anunciaban su muerte, los ejemplares de Carolina Grau, el último título del escritor mexicano que reúne ocho relatos, seguían llegando a las librerías. En los días previos, Fuentes avanzaba con la escritura de Federico en su balcón, próximo libro que tendría como protagonista a Friedrich Nietzsche. A mediados de los 60, cuando se publicó Los nuestros, ya había engendrado sus dos grandes novelas: La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz. Después vendrían el Premio Rómulo Gallegos por Terra Nostra; Gringo Viejo y su versión fílmica con el sello de Gregory Peck; el Cervantes; el Príncipe de Asturias y la legión de novelas, ensayos, artículos y conferencias que lo convirtieron en ese intelectual total que nutrió a los países de su continente y ofreció al mundo una de las obras más ricas, potentes y profundas del último medio siglo. © LA GACETA LA DIRECCIÓN TRABAJAR DESCANSA Por Juan Villoro PARA LA GACETA - MÉXICO DF

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Domingo 20 de mayo de 2012 Literaria LA GACETA

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SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 20 DE MAYO DE 2012

5aSECCION

Ricardo Darín explica por qué es errado creerque ser famoso es lindo, en una entrevista conuna joven promesa del periodismo argentino.

Carmen Perilli ofrece una visita guiada pararecorrer la extensa y trascendente obra de uno

de los referentes del boom latinoamericano.

3 4

ELHOMBRE QUE ESCRIBÍACON LAS TRIPAS

En 1984 trabajaba en la Agen-cia Notimex y visité al Dr. RuyPérez Tamayo en su Unidadde Medicina Experimentalpara solicitarle un artículo.

Recuerdo la ascensión hasta el piso supe-rior de un edificio que tal vez pertenecíaa la Facultad de Medicina. Entré en losdominios del legendario autor de El con-cepto de enfermedad deseoso de encon-trar ahí una escenografía más cercana aH. G. Wells, un lugar de inventos raros. Via una hermosa científica en bata blanca,macetas con cactus y un retrato de Marxhecho por computadora. Estaba predis-puesto a sacar alguna lección moral deesa visita y no olvidé un consejo que medijo el célebre patólogo: “Nunca le encar-gue un trabajo a la gente que tiene tiem-po; ésa nunca hace nada: pídale cosas alos que no tienen tiempo”. Así zanjó misdisculpas por importunarlo.

La escena viene a cuento por la formaen que trabajaba Carlos Fuentes. Era elhombre sin tiempo que escribía La edaddel tiempo. Varias veces habló de su in-fancia en Estados Unidos, donde la escue-la le inculcó una mística de la energía y elrendimiento que conservaba a sus 80años. A contrapelo del ideal latinoameri-cano, que simpatiza con la parrandacreativa y el romántico deterioro del ar-tista, Fuentes rechazó las diversas varian-tes que la cultura vernácula ofrece para elsuicidio a plazos: el alcoholismo, la Sibe-ria de los cargos públicos o el adoloridosilencio del que “ya no puede más”. Nun-ca dejó de fustigar su teclado con el dedoque se le torció al modo de un garfio o lacola de un escorpión, su signo zodiacal.

La ética protestante con que trabajabapodía parecer sospechosa en un territoriodonde el hombre que despierta de unaborrachera exige trato de animal sagra-

do. Pero él se rebeló contra la pereza yaceptó la disciplina como una exigenciade su metabolismo. Uno de sus mejoresamigos, el novelista Willam Styron, dijoque era como un tiburón: hasta para dor-mir debía mantenerse en movimiento.

La literatura mexicana ha estado mar-cada por dos modos religiosos para rela-cionarse con el trabajo sin tregua, el bene-dictino de Vicente Leñero y el protestantede Carlos Fuentes. Para el autor de Losalbañiles, el trabajo es una forma de laplegaria; para el autor de Terra nostra,era una derrota del tiempo (no es casualque su obra de conjunto llevara un títu-lo de relojería: La edad del tiempo). Le-ñero es proclive a las parábolas (el Jesúscomo custodio de la improbable Galilea deuna construcción), Fuentes fue devoto delas tesis y asumió la novela como una ex-plicación razonada del mundo. Ambos en-tendieron el trabajo duro como una moral.

En los tres años en que estuve al frentedel suplemento La Jornada Semanal, Le-ñero y Fuentes fueron colaboradores conasombrosa puntualidad. Leñero solía mo-dificar sus plazos de colaboración, pidien-do llevar el texto ¡antes! “Si no, se enfría”,explicaba con incontrovertible pasión porla panadería literaria. Por su parte, Fuen-tes aprovechaba alguno de sus velocespasos por el país para llamar, enterarsede nuestras fatigas y preguntar en quépodía ser útil. Ninguno de los dos reclamópara sí el menor trato preferente ni dra-matizó las erratas con que los distingui-mos. Colaboradores ideales, trabajabancon el tesón de los grandes artesanos queno se preocupan por aparentar lo queverdaderamente son: artistas.

Cuando se cumplieron veinte años delgolpe que el presidente Echeverría dio aExcélsior, le pedí a Leñero una crónica so-bre el tema. Desde la publicación de Los

perio-distas nodejaba de re-cibir solicitudesde ese tipo. El asuntolo abrumaba, pero confiéen la receta del Dr. Pérez Ta-mayo. Dos días después, Leñeroentregó una crónica impar sobre el mo-mento en que el presidente Salinas sugirióque, así como Regino Díaz Redondo había“trascendido” a Scherer en Excélsior, Le-ñero podría, con la ayuda adecuada,“tras-cender” a Scherer en la revista Proceso.

Dos años más tarde importuné a Fuen-tes con otro aniversario. En 1998 se cum-plían 40 años de la publicación de La re-gión más transparente. ¿No sería buenoque escribiera sobre la visión que ahoratenía de la ciudad? En el tono jovial enque comunicaba problemas, Fuentes medijo que Julio Scherer le había habladocinco minutos antes para pedirle exacta-mente lo mismo. Como no pertenezco ni ala escuela benedictina ni a la protestante,me di por vencido y me resigné a leer en

Proceso el texto que había pedido. Ensayéuna despedida, como fiel miembro de unatribu acostumbrada a fallar penaltis, peroFuentes me atajó: “¿Qué te pasa? Puedohacer dos textos distintos”. A los dos días-que por lo visto es el plazo religioso delesfuerzo-, me envió el texto y dio la razóna Pérez Tamayo por partida doble.

Cesare Pavese reunió sus poemas tem-pranos -la melancolía de un hombre jo-ven- bajo el título de Trabajar cansa. Elimparable Fuentes trabajó para descan-sar. Sin apartarse del teclado, encontró laforma de que su rostro pareciera broncea-do en los cañaverales zapatistas de China-meca. A los 83 años tenía el porte de ungeneral que ya ganó suficientes batallaspero anda en pos de un nuevo caballo.

El 15 de mayo ocurrió lo inaudito: Car-los Fuentes no se sentó ante su escritorio.En 1962, había escrito una novela sobreel fin de la vida (La muerte de ArtemioCruz) y otra sobre la vida de la muerte(Aura). Ambas categorías son ya inter-cambiables para él. Su teclado hiperacti-vo se detuvo, pero su cabalgata de fantas-mas no deja de hacer ruido.

© LA GACETA

Juan Villoro – Escritor y periodista. PremioHerralde de novela y Premio Rey de España.Columnista de los diarios Reforma y ElMercurio. Ex profesor de las universidades deYale, Boston y Princeton. Maestro de laFundación Nuevo Periodismo Iberoamericano,que preside Gabriel García Márquez.

CARLOSFUENTES

LA IMAGINACIÓN COMO FORMA DE LA HIPOCONDRÍA

Artemio Cruz, el protagonista de uno de sus dos clásicos, rememora su pasadomientras una hemorragia estomacal lo lleva a la tumba. Fuentes murió poruna hemorragia gástrica; y murió escribiendo, trabajando sin pausa.Mientras los sitios de noticias anunciaban su muerte, losejemplares de Carolina Grau, su último título, seguían llegandoa las librerías. Juan Villoro, otro notable escritor mexicano y exeditor de Fuentes, rescata la extraordinaria capacidad de trabajo quelo llevó a publicar 58 libros e infinidad de artículos

Cuando en octubre de 2010 seanunció que Mario Vargas Llosahabía ganado el Nobel de Literatura,muchos pensaron en CarlosFuentes. Poco antes de celebrar sucumpleaños número 82, el premiose escapaba definitivamente de las

manos del otro gran candidato latinoamericano arecibirlo. Después de veinte años (desde que loobtuviera su compatriota Octavio Paz en 1990) laAcademia Sueca elegía a un escritor de la regióny seguramente tardaría mucho tiempo enadjudicárselo a otro.Durante décadas, Fuentes compartió el podio dela literatura latinoamericana junto a GabrielGarcía Márquez y Vargas Llosa. La semilla delproceso consagratorio de este trío genial puede

encontrarse en Los nuestros, libro publicado en1966 por Luis Harss que definirá la decena denombres que conformarán el Boomlatinoamericano y el canon regional. Junto a losya célebres Borges, Carpentier y Asturiasaparecen estos tres entonces treintañeros.Así lo pintaba Harss: “Es un afiebrado para quienla imaginación creadora es una forma de lahipocondría. ‘Escribo con los nervios delestómago y lo pago con una úlcera duodenal yuna colitis crónica’. Desde que enfermó supo,como quien se ve oscuramente condenado a lasalvación, que el camino del paraíso pasa por elinfierno. ‘Porque intuyo eso escribo novelas’,declaró hace un tiempo ante un auditorioabsorto, en una conferencia a lo Mailer que seconvirtió, según su propia descripción, en una

especie de strip-tease público. ‘Sólo por eso vivo.Y vivo como escribo, por exceso y porinsuficiencia, por voluntad y por abulia, por amory por odio’”.La vida y las ficciones de Fuentes se unen através de infinitos lazos. Artemio Cruz, elprotagonista de uno de sus dos clásicos,rememora su pasado mientras una hemorragiaestomacal lo lleva a la tumba. Fuentes, elhombre que escribía con los nervios delestómago, murió por una hemorragia del tubodigestivo; y murió escribiendo. Mientras los sitiosde noticias anunciaban su muerte, los ejemplaresde Carolina Grau, el último título del escritormexicano que reúne ocho relatos, seguíanllegando a las librerías. En los días previos,Fuentes avanzaba con la escritura de Federico en

su balcón, próximo libro que tendría comoprotagonista a Friedrich Nietzsche.A mediados de los 60, cuando se publicó Losnuestros, ya había engendrado sus dos grandesnovelas: La región más transparente y La muertede Artemio Cruz. Después vendrían el PremioRómulo Gallegos por Terra Nostra; Gringo Viejo ysu versión fílmica con el sello de Gregory Peck; elCervantes; el Príncipe de Asturias y la legión denovelas, ensayos, artículos y conferencias que loconvirtieron en ese intelectual total que nutrió alos países de su continente y ofreció al mundouna de las obras más ricas, potentes y profundasdel último medio siglo.© LA GACETA

LA DIRECCIÓN

TRABAJAR DESCANSA◆ Por Juan VilloroPARA LA GACETA - MÉXICO DF

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LITERARIA2 LA GACETA

DOMINGO 20 DE MAYO DE 2012

E S P E C I A L S O B R E C A R L O S F U E N T O S / L A G A C E T A L I T E R A R I A / E S P E C I A L S O B R E C A R L O S F U E N T E S / L A G A C E T A L I T E R A R I A

Nacido en 1928, Carlos Fuen-tes vio con La región mástransparente (1958) su con-

sagración como novelista. Un escri-tor infatigable, de aciertos y caídas,de viajes y polémicas, de experi-mentación y clasicismo. Bien puederealizar una novela inspirada enGaldós, como Las buenas concien-cias (1959) documentada en Gua-najuato, México, como proyectarseal futuro, con Cristóbal Nonato(1987), centrada en su obsesiva, re-currente, pasional relación con laciudad de México, en esta ocasión apartir del terremoto de 1985.

En esta novela incluyó por prime-ra vez el esquema de su ambiciosoy vasto plan narrativo que denomi-nó La Edad del Tiempo, que abar-caría 21 novelas, de las cuales 18ya habían sido escritas. Uno de cu-yos ejes articuladores sería precisa-mente La región más transparente.

El título, tomado de una frase deAlfonso Reyes en su Visión deAnáhuac, hace alusión a la deslum-brada mirada con que los conquis-tadores españoles encontraron unacivilización como la azteca, tan ricay compleja como las que ellos ha-bían dejado al otro lado del mar.

Con sus guerreros y sus poetas, susastrónomos y sus emperadores,con sus pirámides para los sacrifi-cios humanos y sus riquísimosmercados para alimentar muchospueblos y muchas razas sometidasa su dominio. Todo ello lo vio bienOctavio Paz cuando escribió: “Elcentro secreto de la novela es unpersonaje ambiguo, Ixca Cienfue-gos; aunque no participa en la ac-ción, de alguna manera la precipi-ta y es algo casi como la concienciade la ciudad. Es la otra mitad deMéxico, el pasado enterrado perovivo. También es una máscara deFuentes, del mismo modo que Mé-xico es una máscara de Ixca”.

Vasto frisoA partir de las reflexiones de Oc-

tavio Paz en El laberinto de la sole-dad (1950), Fuentes se pregunta,novelísticamente, por su país y porsí mismo. Y el hecho determinante,además de ese pasado indígena tanpresente, que vio en la figura deHernán Cortes el cumplimiento deun ciclo ya profetizado, es la revo-lución mexicana. El fin de la dicta-dura de Porfirio Díaz y la transfor-mación integral de un pueblo, en lalucha por el poder y la tierra, divi-diéndose, y asesinándose entre fac-ciones burguesas y facciones popu-lares, para ocupar el sillón presi-dencial al cual dedicaría toda unanovela (La Silla del Águila, 2003).

Pero si ahora el aire del valle deMéxico se halla contaminado y losideales han dado paso a los nego-cios, Fuentes busca, en los años de

1946 a 1952, en que transcurre lanovela, durante la presidencia deMiguel Alemán, esclarecer la petri-ficación de un movimiento, pione-ro en el mundo, encaminado a rei-vindicar un campesinado y unosindígenas marginados en la perife-ria de ese núcleo plagado de ten-siones, desde donde se distribuyencontratos y prebendas, tierras bal-días y negocios acordes con la in-serción de México en el mundocontemporáneo.

Vasto friso, donde las relacionescon la narrativa norteamericana(casos de Dos Passos y Faulkner)no desdeñan la herencia europea,que Fuentes conoce bien en figurascomo Balzac y Stendhal: la ambi-ciosa energía para usurpar unmundo. Acertó José Miguel Oviedoal describirla como novela sin ar-gumento central, “reemplazándolopor una serie de núcleos temáticosque se superponen o alternan. Es-tas características del diseño na-rrativo pueden producir cierta in-coherencia o confusión, pero la no-vela impresiona por su empeño to-talizador, su arrebato pasional, suhumor a veces macabro y la rique-za desorbitada de sus imágenes,

que tienen esa gestualidad barro-quizante a la que Fuentes prontonos acostumbraría”.

Desde el ex-revolucionario con-vertido ahora en banquero, Federi-co Robles, quien dice con fresco ci-nismo: “la militancia ha de ser bre-ve y la fortuna larga”, hasta el bra-cero que trabajó en Estados Unidosy muere en forma violenta, todo elespectro social es recorrido por lamirada incisiva y crítica de Fuen-tes, quien también se mira a sí mis-mo en personajes como el intelec-tual que indaga en la ontología delser mexicano y el poeta fracasadoque termina en guionista de banali-dades. El fracaso de la revoluciónpara un orden más justo es tambiénel fracaso de las personas que vencómo su destino se elude en la inau-tenticidad. Por ello, cuando Fuentesen un disco leyó fragmentos de lanovela logro recrear la música y laletra de los diversos personajes, y elriquísimo repertorio que va desdelos corridos de la revolución a lapoesía que alimenta el fuego de es-ta novela impura y polifacética. Re-flexiva y corporal. Alimentada porel venero de la tragedia pero tam-bién exorcizada en el carnaval pro-miscuo de la risa y la comedia:

“Tuna incandescente. Águila sinalas. Serpiente de estrellas.Aquí nostocó. Que le vamos a hacer. En la re-gión más transparente del aire”.

Juan Gustavo Cobo Borda – Miembrode número de la Academia Colombianade la Lengua y miembro correspondien-te de la Real Academia Española.

“‘Este hombre me quiere destruir’, pensóNorma, ahora tendida sobre la arenaamostazada de la playa particular que, en unabreve ensenada de las rocas, brillaba al pie dela enorme casa amarilla de terrazas voladas ytoldos azules y plantas de sombra apiñadas entorno al bar de bambú y cocoteros: dos puntosdorados, de luz artificial entre tanta como elcielo quería otorgar. Lo pensó ahora, cuandolas olas se acercaban tímidas y extenuadas alamer sus pies, y quería saber que lo creíadesde el momento en que conoció a IxcaCienfuegos. El sol la tostaba, ahora, como enel otro momento de sus recuerdos: Normalevantó la cabeza y vio la de Ixca, lejana en elmar, nadando rítmicamente hacia la playa. Losruidos, escasos -lejano silbato en Icacos, elsaludo ahogado de las golondrinas-, sereproducían con nitidez, con tanta nitidez comola cabeza de Ixca que, ahora, Norma veía comoen el dibujo exacto de unos prismáticos. ¿Eraesto lo que en realidad quería -se preguntó sinsaberlo-: que el hombre la destruyese? Semordió un dedo. ¿Por qué esa palabraprecisamente, destrucción? ¿No se trataba,simplemente, de una demanda de otro tipo?

¿Qué había esperado de los otros? El cuerpode Ixca surgió brillante de sal y espuma y cayósobre ella; Norma no pudo hablar: fijó la vistaen las huellas de los pies del hombre sobre laarena, y enseguida desató el nudo de suconciencia y se dejó avasallar por el otrocuerpo que reclamaba todo, que perseguía todasu carne para aniquilarla, para agotarla en unespasmo cercano a la muerte: quería gastarla,gastarla totalmente, y no otorgarle palabras oconsuelos o la más leve promesa de que,gastada, exprimida, podría contar con otra cosaque con la repetición del mismo gasto sinpropósitos. ¿No era esto lo que Norma quería,lo que Ixca afirmaba? Los cuerposentrelazados, húmedos sobre la arena -la sal yla espuma de él excitando el cuerpo quemado yseco de ella- detenían el tiempo y toda relaciónfutura: era aquí, aquí, todo aquí y ahora, solparalizado, olas detenidas para siempre uninstante antes de estallar, y ella pensando quesu entrega era excesiva y creyendo distinguiren el silencio y la exigencia total de Ixca unasonrisa irónica y una compasión apenasdisfrazada. Norma alejó el pecho del hombrede los suyos”.

SEGÚN PASANLOS AÑOS

1928Nace en Panamá (su padre,diplomático, estabadestinado en ese país).Durante su infancia y sujuventud vive enMontevideo, Río de Janeiro,Washington, Santiago deChile, Quito y Buenos Aires.1954A los 26 años, publica Losdías enmascarados(cuentos), su primer libro.1958Publica La región mástransparente, su primeranovela.1962Publica La muerte deArtemio Cruz, libro que loconsolida como escritor.1964Escribe, junto a GabrielGarcía Márquez, guiones decine.1975Es nombrado embajador deMéxico en París.1977Gana el Rómulo Gallegos, elgalardón literario másrelevante de América latina,por Terra Nostra.

1985Publica Gringo viejo.1987Gana el Cervantes, elpremio literario másdestacado de hablahispana.1999Muere, a los 25 años, suhijo Carlos Rafael.2004Es distinguido con el PremioReal Academia Española deCreación Literaria.2006Muere, a los 29 años, suhija Natascha.2011Publica La gran novelalatinoamericana, supenúltimo libro.

2012El 5 de mayo da unaconferencia en la Feria delLibro de Buenos Aires. Diezdías más tarde muere, acausa de una hemorragia,en la Ciudad de México, alos 83 años. PublicaCarolina Grau, último libroque cierra una obraconformada por 58 títulos(22 novelas, 12 volúmenesde relatos, 19 ensayos ycinco piezas teatrales).Horas antes de su muerte,la Universidad de lasBaleares le adjudicaba undoctorado honoris causa,sumándose a los otorgadospor universidades comoHarvard y Cambridge.

La región mástransparente,

el libro ineludible

NA

Novela impura, polifacética, reflexiva, corporal, alimentada por latragedia y exorcizada por la risa

Todo el espectro sociales recorrido por la miradaincisiva y crítica deFuentes, quien tambiénse mira a sí mismo.

El título (La región mástransparente) alude a ladeslumbrada mirada delos conquistadores a lacivilización azteca.

◆ Juan Gustavo Cobo Borda

FRAGMENTO DE LA REGIÓN MÁS TRANSPARENTE

EN SANTA FE. Carlos Fuentes ingresa al teatro El Circulo, de la ciudad deRosario, para participar de la inauguracion del III Congreso Internacionalde la Lengua, realizado durante noviembre de 2004.

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LITERARIA 3LA GACETA

DOMINGO 20 DE MAYO DE 2012

La lectura es un viaje fas-cinante por territorios depapel. El azar quiso quemi decepcionada lecturade La gran novela lati-

noamericana apareciera el domin-go anterior de la muerte del escri-tor (LA GACETA Literaria, 13 demayo). El adiós obliga a un primerbalance de la escritura de uno delos más grandes novelistas del sigloXX latinoamericano. La vastedadde su producción puede aturdir allector. Atraviesan sus textos dosgrandes temas: la palabra y el po-der, donde está cifrada nuestra his-toria. El novelista mexicano fue unhacedor de ficciones y un intelec-tual que propuso teorías acerca dela heterogénea identidad mexicanay latinoamericana.

En los años 60, la aparición de Lamuerte de Artemio Cruz me produ-jo un impacto muy distinto al deCien años de Soledad con su olor aguayaba. Sin embargo podía recitarde memoria el monólogo final delpersonaje. Fuentes era uno de susblancos caballeros que, a juicio deuna generación, reunían el compro-miso con la revolución y la aventu-ra de la literatura. Como otros lla-maba a sacudir los absolutos y pro-clamar a la literatura “territorio li-bre de América”, abrazando lasutopías. Muchos años después,cuando escribí mi libro sobre Fuen-tes y Borges, el encantamiento fuedistinto y me encontré con un autor

que se proponía como mediado yque en el V Centenario se transfor-mó en el interlocutor con España.Sus cartografías literarias adquirie-ron otro sentido, con una idea deltiempo cualificado por el espacio,impregnada de esencias que bus-can suturar las heterogeneidadesque amenazan el sueño de la PatriaGrande de raigambre hispánica,imaginada como mestiza.

Fuentes organizó sus relatos ysus dramas bajo el ambicioso título

de La edad del tiempo. Construyóun extenso mural que recuerda laspinturas de Diego Rivera, donde secondensa un enorme archivo cultu-ral. El espejo enterrado llamóFuentes a un programa que luegose transformó en libro. La culturaaparece como un espejo que pro-longa el Mediterráneo en el Caribe.La literatura puede ser uno de esossuntuosos trajes indígenas con mi-les de cristales. El escritor es el me-morioso que retrata un mundocomplejo en el que el espacio se di-ce en múltiples tiempos. Un ensayoimprescindible, De Quetzalcóatl a

Pepsicóatl, denuncia el deteriorohistórico que puede ser el pasaje delas ruinas indígenas a la basuraposmoderna.

Itinerario de lecturaLos libros respiran de modo dife-

rente pero el lector de Fuentes pue-de comenzar por los cuentos de Losdías enmascarados, donde los ído-los aztecas acechan en los sótanosde la ciudad. La primera gran no-vela moderna mexicana es La re-gión más transparente, donde vol-viendo paródicamente sobre la fra-se de Humboldt, retrata a la ciudadmexicana de medio siglo, polucio-nada y tensa, llena de secretos. Elescritor volverá sobre ese tema enun libro del 2000, Cristóbal Nona-to, una ficción futurista, donde co-difica un México desgarrado en elque la “suave patria” exige unanueva fundación.

Entre las novelas más logradasestá La muerte de Artemio Cruz,una cruda reflexión sobre los tiem-pos post-revolucionarios en la queel caudillo mexicano se transformaen el poderoso hombre de negociosque asume la misma pose del amocolonial y se vende al imperio delNorte. En la escritura de Fuentes lafrontera entre el Norte y el Sur sehace carne viva, sangrante, es elpresente y el pasado beligerante,son “los mojados” que cruzan abuscar trabajo, es Texas arrebata-da: “Queremos entrar a contar la

historia de la frontera de cristal an-tes de que sea demasiado tarde, ha-blen todos” nos dice el personaje deLa frontera de cristal. En ese senti-do, la figura casi quijotesca del es-critor norteamericano AmbroseBierce cruzando el Río Grande, bus-cando la muerte en el país azteca,desdobla la del general Tomás Arro-yo. Uno está de vuelta de la escritu-ra y lleva como única compañía ElQuijote; el otro abraza con desespe-ración los papeles que le certificanla posesión de la tierra. Los dos mo-rirán, el mensaje de ellos estará enmanos de una mujer, una extranje-ra, Harriet Winslow.

Una de las novelas más bellas ysugestivas es Aura, relato de unencuentro alucinante entre FelipeMontero, un joven historiador, conuna hechicera que no es sino la re-encarnación de la trágica empera-triz Carlota que espera al esposofusilado.

El ciclo más ambicioso está cons-tituido por Terra Nostra, dondereúne su lectura de la Conquista,dividida en tres partes: el mundoindígena, el mundo español y elmundo mestizo. En ese texto, la fi-gura que atraviesa todos los tiem-pos es Celestina. La pintura delpersonaje subvierte el texto de Fer-nando de Rojas ya que a través desu lengua y de su cuerpo la mujeralumbra el futuro. En el texto expo-ne su tesis sobre la conquista comoderrota del proyecto moderno aho-

gado por lógicas absolutas. En lasobras de teatro y en El naranjovuelve sobre estas preocupaciones.En las Ceremonias del alba la Ma-linche alumbra al primer mexicanoy permite una continuidad: “Entrelas dos orillas del poder, un puente:la lengua, Marina, que con las pala-bras convierte la historia de ambospoderes en destino… Lo más fácilentre nosotros, será morir; un pocomenos fácil, soñar; difícil, rebelar-se: dificilísimo, amar”.

Muchas de las novelas aparecenahogadas por el ensayo y paraliza-das por la alegoría, es el caso deCambio de piel, La voluntad y lafortuna, El sillón del Águila, Instin-to de Inéz y Todas las familias feli-ces. El barroquismo y la alegoría lastorna artificiosas y, aunque no care-cen de momentos logrados, las tesisparalizan los mundos narrativos.

Recuperar la memoriaPara Carlos Fuentes, El Quijote

era la gran aventura de la libertaddel mundo moderno. Su propuestasin embargo debe mucho a la Come-

dia Humana, de Balzac. Considera-ba urgente a la literatura, apostabapor la educación. Intentó dar cuentade un siglo complejo y violento, el si-glo XX y la transición hacia el XXI.Le tocó asistir a la euforia naciona-lista mexicana, al reinado eterno delPRI y a su derrumbe, en un Méxicodevorado por los cárteles. Fue elprotagonista de un momento cen-tral de la novela latinoamericana: elde la internacionalización.

Dice el poeta José Emilio Pache-co que “la palabra deseo está des-nuda. / Pero cuando avanzamospara tocarla / ella nos da la espal-da y se pierde en la sombra”. EnCarlos Fuentes ese deseo es ansiapor catalogar nuestra cultura.Coincido con Michel de Certeauque los lectores “son viajeros: cir-culan sobre las tierras del prójimo,nómadas que cazan furtivamente através de los campos que no hanescrito”. El legado de Carlos Fuen-tes es un apasionante territorio aexplorar. Como Sor Juana, BernalDíaz, José Emilio Pacheco su vidaha sido “un solo y vasto intento derecuperar la memoria recuperan-do la palabra”.

© LA GACETA

Carmen Perilli - Doctora En Letras,Profesora Titular de LiteraturaLatinoamericana (UNT). Autora dellibro Países de la memoria y del deseo.Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes(2004).

E S P E C I A L S O B R E C A R L O S F U E N T E S / L A G A C E T A L I T E R A R I A / E S P E C I A L S O B R E C A R L O S F U E N T E S / L A G A C E T A L I T E R A R I A

Asistió a la euforianacionalista mexicana, alreinado del PRI y suderrumbe, en un Méxicodevorado por cárteles.

TELAM

Carolina Grau es el título del úl-timo libro de Fuentes y el nombredel personaje que aparece en losocho relatos del volumen. En algu-nos es una persona, en otros es unfantasma, en todos una presenciaenigmática que circula por histo-rias entretejidas con realidad yfantasía, urdidas por personajesreales y ficticios.

En la obra aparece un niño quebrilla como el oro, un joven que lle-ga una aldea que lo recibe alboro-

zado sin que él sepa por qué, undesertor de las tropas de HernánCortés, el hijo deforme de un aris-tócrata, el arquitecto del castillo deIf, un hombre que lidia con laspuertas cerradas de su casa.

El encierro y la imposibilidad deencontrar una salida es el temarecurrente en los diversos textosque conforman el volumen. “Elcarcelero tiene su carcelero y ésteal suyo y así al infinito. Tú y yo so-mos los eslabones finales de unalarga cadena de sumisiones. Asíestá ordenado el mundo, mi jovenamigo. ¿Hay otra salida?”, pre-gunta el protagonista de uno delos cuentos.

GUÍApara recorrer la obra de Fuentes

Los libros respiran de modo diferente, pero el lector de Fuentes puede comenzar por los cuentos de Los días enmascarados,

donde los ídolos aztecas acechan en los sótanos de la ciudad◆ Por Carmen Perilli

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

EL ÚLTIMOLIBRO

RELATOSCAROLINA GRAUCARLOS FUENTES(Alfaguara - 2012)

En la obra de Fuentes lafrontera entre el Norte y elSur se hace carne viva,sangrante, pasado ypresente beligerante.

Artemio Cruz recrea en su lechode muerte las distintas décadas desu historia, una historia que reflejala de una revolución y la de un pa-ís. Su vida y la de México tienennumerosos paralelismos. Un amorde juventud se refleja en el fervordel período revolucionario, su ca-samiento forzado por las conven-ciones se produce junto al congela-miento de los ideales de la revolu-ción a través de su institucionaliza-

ción. El retrato del protagonista,un viejo caudillo que ha acumula-do una vasta fortuna, es la pinturade una desintegración moral perotambién la de un personaje com-plejo que intercala crueldad congenerosidad, astucia y candidez.

“Una revolución empieza a ha-cerse desde los campos de batalla,pero una vez que se corrompe,aunque siga ganando batallas mili-tares ya está perdida. Todos hemossido responsables. Nos hemos de-jado dividir y dirigir por los concu-piscentes, los ambiciosos, los me-diocres”, se lee en la obra.

“Artemio Cruz es su héroe y suantihéroe”, decía Fuentes.

TODO UNCLÁSICO

NOVELALA MUERTE DEARTEMIO CRUZCARLOS FUENTES(Fondo de Cultura - 1962)

LA DESPEDIDA DE SUS LECTORES ARGENTINOS. El autor de Gringo viejo, uno de los principales invitados a la última Feria del Libro de Buenos Aires, brinda una conferencia magistral en la sala José Hernández, en La Rural.

MOMENTO CULMINANTE. El salud, en octubre de 2008,cuando recibió el premio Don Quijote, en Toledo, España.

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LITERARIA4 LA GACETA

DOMINGO 20 DE MAYO DE 2012

MAPA DE LA LITERATURALATINOAMERICANAENSAYOLA GRAN NOVELA LATINOAMERICANA(Alfaguara – 2011)

La gran novela latinoamericana es un profuso ydesigual conjunto de ensayos que postulan unatradición y un canon de la novela denominada, demodo amplio, “latinoamericana” (aunque incluyea un autor español como Juan Goytisolo).Erasmo y Cervantes son las piedrasfundacionales de nuestra novela. Desde allí, conuna breve incursión en la cultura colonial noslleva hasta Pedro Páramo, siempre a partir de latensión entre mito, epopeya y utopía presentesen la novela. Se detiene en Joaquim Machado deAssis, Rómulo Gallegos y Juan Rulfo. El libropostula un canon que hilvana nombresdesiguales e imprecisos de momentos de lanovela como el boom, el boomerang, elpostbooom,el crack, etcétera.

FICCIÓN ATRAVESADAPOR EL ENSAYONOVELAADÁN EN EDÉN(Alfaguara – 2009)

El narrador protagonista es Adán Gorozpe, unempresario, marcado para siempre en sumasculinidad por el terremoto de 1985.Representa el poder en un mundo violento quedebe adaptarse a nuevos modos. La ficción esatravesada por el gesto ensayístico. Reflexionasobre el tiempo y la identidad, escenifica losdistintos “tiempos mexicanos” que combaten enel monstruoso espacio de la megapolis. Elescritor apela al mito y a la noticia, a la alegoríay a la cultura masiva. Sus personajes se muevendentro de la burguesía y se organizan, como enotros libros, en familias.La remisión a la historia mexicana está desde

las primeras páginas en las que insiste en unnuevo paso del cometa. Fuentes nos entrega unanovela balzaciana en clave grotesca y alegórica,que tiene, al menos un saludable efecto:desconcertarnos.

OBRA GIGANTESCA, EN ELBUEN Y MAL SENTIDONOVELALA VOLUNTAD Y LA FORTUNA(Alfaguara – 2008)

La novela comienza de manera impactante y seextiende a lo largo de 552 páginas. La narraciónestá, novedosamente, a cargo de una cabezacortada, la de Josué. Leemos “Soy la cabezacortada número mil en lo que va del año enMéxico. Soy uno de los cinco decapitados de lasemana, el séptimo del día de hoy y el únicodurante las últimas tres horas y cuarto”. Unacabeza que, sin embargo, no ha perdido la lengua.Fiel al modelo de la Comedia humana, la historiarecurre al ciclo La edad del tiempo. Se prolongandos temas: la tragedia, que en este caso tienetonos de melodrama, y la familia, intrincadojuego con las identidades. La historia se cuentacomo tragedia y como mito. El escritor juegacontinuamente con dobles opuestos ycomplementarios, especialmente los dosmuchachos, uno de los cuales encarna lavoluntad y el otro, la fortuna. Entre laspreocupaciones del escritor mexicano están elpasado, el presente y el futuro de México.Una novela gigantesca en el buen y en el malsentido. Por momentos el lector se pierde en unaselva de alegorías, se hunde en el ripio; aunquetambién cabe rescatar la contundencia de unanarración llena de riesgos, riesgos que no seasumen en un mundo de textos fácilmentedigeribles.

FAMILIA E IDENTIDADCUENTOSTODAS LAS FAMILIAS FELICES(Alfaguara – 2006)

Toda la obra del escritor mexicano CarlosFuentes vuelve una y otra vez sobre la familia.Todas las familias felices nos anuncia una nuevaincursión. El epígrafe de Anna Karenina, deTolstoi, “Todas las familias felices se asemejan,cada familia infeliz lo es a su manera”, nossumerge en el mundo de la tragedia. El índiceadvierte que la obra está dividida en relatosseparados por coros breves. Todo pareceanunciar una vuelta de la escritura vanguardistay experimental de las primeras épocas de CarlosFuentes. Sin embargo, desde el primer cuento -”Una familia de tantas”- nos asombra larecurrencia de lugares comunes.El libro pertenece al ciclo de la novela social quese inaugura con La región más transparente. Sinembargo, en este caso, Fuentes no logracristalizar un mundo autónomo de la tesis queintenta demostrar. El escritor ocupa el lugar deintérprete de la nación mexicana ante sí misma yante el poder. Quizá en este caso no lograapresar cabalmente los ritmos de ese pueblo.

ANTE LAS ELECCIONESNORTEAMERICANASENSAYOCONTRA BUSH(Aguilar – 2004)

Como el mismo autor lo recuerda en el epílogoprovisional, este libro surge “pensando en loselectores de origen hispánico en los EstadosUnidos y la responsabilidad que les incumbe devotar a favor de una renovación de poder enWashington”. No está solo en el intento deincidir, desde la escritura, en un procesoelectoral, cuyo resultado puede afectar al mundoentero. Fuentes, hijo de diplomáticos,diplomático él mismo, es un gran admirador deBill Clinton, y ha propuesto a Franklin DelanoRoosevelt como el estadista del siglo. En estemomento sale a la palestra para apoyar a Kerry.El escritor mexicano equipara a George Bush condictadores como Hitler y Stalin: “No comparo aBush con Hitler y Stalin para igualarlos, sinopara diferenciarlos. Los dictadores nazi ysoviético se enfrentaban a otros Estados

poderosos. El presidente de los EE.UU. gobiernaa un país sin contrapoder externo, cosa que noocurre desde el apogeo del Imperio Romano”.Ningún dictador tuvo nunca el poder que tiene eneste momento el “peor presidente” de la historianorteamericana.El autor de Tiempo Mexicano recuerda que lospretextos para la guerra de Irak “han fracasado”y que Bush debiera tomar conciencia de que “elresultado de la intervención, en la que noincurrió su padre en la anterior Guerra del Golfo,ha sido la quiebra del orden internacional, elaislamiento diplomático de Estados Unidos y laderrota en la posguerra”.

“NOVELA DE NOVELAS”ANTOLOGÍALOS CINCO SOLES DE MÉXICO(Seix Barral – 2000)

Esta antología, realizada por el mismo autor, searma como “novela de novelas” y nos proponeun recorrido por la historia nacional mexicana apartir de escenas de sus libros que refieren alos principales episodios de este milenio. Untexto que recorre no sólo la historia nacionalsino la historia de la escritura de Fuentes, desdesus primeros cuentos hasta Los años de LauraDíaz . Los fragmentos, engarzados de un mododiferente al original, iluminan nuevas zonas,destacan personajes e imágenes. Fuentes“imagina” el valle del agua quemada indígena; el“valiente Nuevo Mundo” de Cortés y Bernal Díazdel Castillo, Rodrigo de Aguilar y la Malinche, la“suave patria” de López Velarde, la “región mástransparente” de Humboldt, “la campaña” delcura Hidalgo, los misterios de Benito Juárez y,por fin los tiempos revolucionarios de ArtemioCruz y el Gringo Viejo. Se detiene en la ebulliciónmodernizadora posrevolucionaria signada por latraición del PRI , que congela la revuelta en losmitos que comienzan a caer en Tlatelolco en1968, para continuar con la guerrilla y elfenómeno de Chiapas.La maestría del escritor nos permite dialogar, através de este compendio, con una obra que essumma de tiempos en el espacio, cartografíasque expanden sus líneas hacia el pasado y haciael futuro.

- De no haber sido actor, ¿qué tu hubiera gustado ser?

- Me hubiera gustado ser veterinario. Cuando erachico quería ser veterinario. Como a todos los chi-cos, me gustaban los bichos, los perros, los gatos, loscaballos. Pero todo eso de la cirugía, de tener quecortar a un animal me daba un poco de ‘cosa’, de es-calofríos.

- ¿Cómo te imaginás sin tu fama? - Como un hombre tranquilo, relajado, que puede

ir caminando por la calle como todo el mundo. Lagente cree que ser famoso es lindo. No es que seamalo, pero es medio raro que todo el mundo sepaquién sos, cómo te llamás, cómo se llama tu familia,quién es tu novia o tu esposa, dónde vivís, y que vosno sepas nada de los demás. Es medio raro, aunqueahora ya estoy acostumbrado y trato de tomármelo

con naturalidad. La mayoría de la gente cree que serfamoso es sinónimo de felicidad o algo muy pareci-do a ser feliz. Y no tiene nada que ver una cosa conla otra. Lo realmente importante en la vida es tratarde ser feliz.

- ¿Qué personaje de los que interpretaste en los úl-timos años te ha divertido más?

- Me divirtió mucho hacer Un cuento chino (dirigi-da por Sebastián Borensztein y galardonada con elpremio Goya en 2011). Me causaba mucha graciami personaje, un hombre que refunfuñaba, protes-taba todo el tiempo, enojado con todos. Cuando te-nés que hacer un personaje que te causa gracia esmás divertido el trabajo. Con otro tipo de persona-jes, que son entristecidos u oscuros, no te divertístanto. Yo me divierto más cuando un personaje tegenera cierto humor.

- Entonces, ¿te gusta más la comedia? - Sí, la comedia me gusta mucho. Y creo que es lo

mas difícil de hacer, aunque mucha gente cree que es eldrama. Para hacer las cosas bien creo que la comediaes más difícil.

- ¿Alguna película te dejó una enseñanza? ¿Cuál? - Como el oficio de actor se trata, precisamente, de

que por un rato jugás a ser otra persona, todas te de-jan una enseñanza. Si te toca hacer de médico, jugás aser un médico; si te toca ser un abogado, jugás a ser unabogado. Pero primero tenés que informarte, aprenderalgo de lo que hace un médico, de lo que hace un abo-gado para que tu papel resulte lo más creíble posible.Entonces aprendés mucho sobre los distintos persona-jes que te toca interpretar. En la que aprendí mucho, yque también me impactó mucho, es Elefante blanco(dirigida por Pablo Trapero y que se estrenó este jue-

ves en Buenos Aires). Se filmó en tres villas (CiudadOculta, Villa 31 y Rodrigo Bueno, todas de la CapitalFederal). Tuve la oportunidad de estar bastante tiem-po, tres meses o un poco más, en contacto con la gen-te de esos barrios carenciados, y encontré gente fan-tástica, muy simpática, amable, generosa. Aprendí unmontón de cosas de sus vidas, de lo que le pasa a ellostodos los días. De ahí salí con un gran aprendizaje.

- ¿Y la qué estás filmando ahora? - Es un policial de suspenso, que empezamos hace

poco. Tiene algunas escenas fuertes. Me toca hacer deun profesor de la Facultad de Derecho, pero que tam-bién actúa como si fuera un detective para tratar de es-clarecer un homicidio. Hoy estamos filmando una es-cena donde entro a esta confitería porque me parecetener una pista sobre quién puede ser el autor de eseasesinato.

Un recorrido por los títulos publicados entre 2000 y 2011

LIBROS RECIENTES DE FUENTES◆ Por Carmen Perilli

RICARDO“La mayoría de la gente cree que ser

famoso es sinónimo de felicidad” DARINDClara Sepúlveda tiene 11 años, quiere ser perio-

dista y cursa el sexto grado de una escuela de CincoSaltos, una ciudad de 17.000 habitantes ubicada enel límite Oeste de Río Negro. Desde que vio El bailede la Victoria, película basada en la novela homóni-ma del chileno Antonio Skármeta, su sueño fue co-nocer a su protagonista, Ricardo Darín.

En octubre de 2011, una maestra de su escuela seenteró que la Asociación de Entidades PeriodísticasArgentinas (Adepa) había organizado un concursodirigido a alumnos de primaria que les permitiría a

los ganadores entrevistar a sus ídolos a partir de lasnotas que habían leído en los diarios. Clara se entu-siasmó y encontró en Río Negro, el principal mediode su provincia, que Darín estaba filmando una pe-lícula con Pablo Trapero. Ese fue el punto de partidapara abordar al personaje y elaborar un cuestiona-rio. Quería saber cuál era su relación con la fama,qué hubiera sido de su vida si la actuación no se cru-zaba en su camino, qué película le había dejado unaenseñanza, en qué proyecto estaba embarcado. Elcuestionario de Clara fue seleccionado entre los for-

mulados por casi un millar de chicos de todo el pa-ís y el miércoles de esta semana su autora viajó aBuenos Aires, ciudad que no conocía, para transmi-tírselo en persona al protagonista de El secreto desus ojos.

Darín la recibió en un set de filmación montado enla confitería Modena, frente a la Facultad de Dere-cho de la UBA, donde transcurre buena parte de Te-sis sobre un homicidio, película dirigida por HernánGoldfrid y basada en una novela de DiegoPaszkowski. La aspirante a periodista enfrentaba en

su primera entrevista al actor más destacado de laArgentina. Se sentó frente a Darín con un grabadoren el medio de una mesa y empezó a interrogarlocon rigor profesional. Después de responder a la úl-tima pregunta de Clara, el actor le preguntó “¿Que-rés saber algo más?”Y ese fue el detonante para quefluyeran las lágrimas de emoción que habían estadocontenidas durante casi media hora. Darín le agarróuna de sus manos, mientras el fotógrafo capturabala escena, y le dijo: “Por favor no llorés porque mevas a hacer llorar a mí”.

LA PRIMERA GRAN ENTREVISTAtiene 11 años, quiere ser periodista y pudo entrevistar a su ídolo: este es el backstage de un debut de película

FOTOS: PAUL PITCHON / ADEPA