Suplemento Cultural Contenido 04-08-12

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Maracay, Sábado 4 de agosto de 2012 -ALBERTO HERNÁNDEZ- Crónicas del Olvido Los Vidrios Rotos de Orlando Pichardo 1.- E n las páginas de Los vi- drios rotos (Monte Ávila Editores Latinoamerica- na, Caracas, 2008) se leen los sueños y las pesadillas que Or- lando Pichardo ha logrado acu- mular. El autor barquisimeta- no (1945) escogió caminar so- bre los restos que el hombre ha amontonado durante su paso por el mundo sin ofrecer una palabra que lo exima de haber- lo hecho. Pichardo deja cons- tancia de que su tránsito ha sido parte contraria a estos eventos. Una metáfora -el poe- ma titulado "La poesía"- totali- za los seis libros que conforman este poemario: Todos los vidrios rotos del mundo son mis huesos mis páginas en blanco. Así, sin mirar hacia atrás, el poeta forma parte del paisaje donde la humanidad destroza, se destroza y es destrozada y que se siente en el eco de la voz solitaria de un hombre que se resume en todos los hombres a través de su cuerpo y de lo que no ha podido escribir. La gran soledad humana traza su men- saje en quien dibuja palabras para dejar sentado su "comien- zo" hasta su desaparición del mapa físico: "Abandoné mi sombra en un camino/ así comienza mi sole- dad// Yo parto de cero/ hacia donde me desboque la vida/ de mí hasta ustedes// nunca me tenderé al pie de la tumba/ a contemplar el largo camino de la noche// Soy yo quien grita…" En este texto el poeta concen- tra toda su fuerza verbal, la que habrá de estar presente en las 273 páginas del libro que nos ocupa. 2.- La voz de Pichardo se somete a estas constantes: la soledad, el silencio, la tristeza, la muerte. Se trata de temas movedizos: en cada momento se renuevan y se reflejan en otras palabras. Para el poeta larense su poesía es -y sigue siendo- un espacio para de- rramar estos sonidos: su vida - más allá de la danza y el canto en la existencia cotidiana- es un inventario en el que la humani- dad está sentada a la vera de es- tos sentimientos que nuestro au- tor expone en sus versos. En De la palabra que ten- go (1978), Delamar (1983), Calendario secreto ((1994), Visiones de sol (2002), Ofren- das al asombro (2001) y Ella: la palabra (2005), en todos sus libros, Orlando Pichardo encara estos sustantivos anímicos que lo llevan a reclamarse y a recla- mar las conductas, las posturas humanas a través de su propia mirada. Tomo poemas o soplos de ellos de cada libro para justificar esta afirmación, a sabiendas de que hay otras motivaciones que lo han colocado como un poeta an- gustiado por el devenir del mundo. Así "Esta espada con que mido el tiempo/ tiene dos cantos/ la soledad y el silencio// Tiene dos caras/ la mía y la otra…" El tiempo clavado en las pala- bras ya mencionadas. El tiempo como el filo de una daga. El tiem- po como herramienta para des- tacar el músculo existencial. "El tiempo no juega con los hom- bres", "Ando con el corazón es- guañangado de tristeza/ y con el alma enchumbada de odio". Esta última palabra lo hace más humano. Más proclive a entrar y salir de las sombras. A veces el infierno cabalga sobre un poema y llaga el cuerpo de quien lo escribe y de quien lo lee. Escuece saber que el "odio" reto- za entre el silencio y la tristeza. Pero se trata sólo de una in- flexión, de un dejo que es más dolor que el mismo odio. Una suerte de violencia cardíaca que sólo se evidencia en la angustia de quien se sienta a escribir. 3.- En el segundo libro, en Dela- mar, la insistencia "He descu- bierto/ Que sin la tristeza/ No me doy cuenta de la vida/ Sin embargo/ No soporto su aletear de pelícano enfermo". En esta especie de poética des- cubrimos a un hombre desola- do, sin esperanzas, en medio del infortunio: Me he visto en el reflejo del agua que reposa en el aljibe. Me he visto y, entre nubes y sol, descubrí que estoy lejos de mí, e irremediablemente perdido. Pero, podría ser un reflejo. Es un reflejo, una ilusión. Es decir, si está lejos de él mismo, no es él, es sólo una imagen de alguien que está "irremediablemente perdido". No perdido de él mis- mo, sino de su imagen, en su imagen, en su reflejo. Queda un resquicio para evitar la catás- trofe. Un poco más adelante el reflejo se ajusta al deseo de per- manecer fuera del mundo real: "Debí quedarme contigo en el es- pejo", pero esta vez acompañado para "beber de tu fuente". La "hierba de amargura" que no tie- ne quien la pode sigue su curso "Rozando fangos de locura/ el hombre cae y se levanta/ Busca agua clara para lavar sus tor- mentas/ y sólo consigue/ la con- tinuidad de un implacable holo- causto". Al inicio de Calendario se- creto, un elemento, comple- mentario, si se quiere, hace en- trada: "El señor de la melanco- lía ha bajado/ y me acompaña". Y lo hizo con figura de ángel, como para afirmar que es voz celestial. ¿O acaso se trata de un ángel exterminador? Pero no, el poeta disipa una duda que re- posaba sobre los huesos de otros poemas "He descubierto que un espejismo había acosado mi vida/ Que no dejaba ver la luz de la pena…". Si bien la melan- colía es la brújula para ubicar un tiempo, un recuerdo, una ins- tancia, esa pena, bien vale citar la insistencia "La tristeza es un ebrio/ que canta un intermina- ble solo/ en las profundidades del alma". Allá, en esa hondura debe haber alguna señal que advier- ta la razón de esa tristeza, de esta recurrencia temática. Un hilo conductor nos ubica en "Podría ir al bar/ y tomarme 10 cerve- zas/ O a la plaza/ a conversar con las palomas/ Podría tam- bién en definitiva/ abrirme un agujero en la sien/ por donde se me escapen los sueños". Una pá- gina más adelante, escribe "No estoy en mí/ pero me espero…". Es decir, sigue en vida. Y esa fuer- za vital se reconoce en "Sin ira/ sin odio/ Sólo con la fuerza del amor". Voz de contradicciones, el poeta podría dar la impresión de ser errático, aunque sabe que la tierra gira, no se detiene "Un hombre sentado sobre su ponien- te/ mira amanecer el mundo (…) y en el aún de su melancolía/ bebe una copa derramándose de calma". 4.- En este ánimo verbal, Visio- nes de sol , no podía faltar la ausencia "Están tan cerca los se- nos de la muerte/ del derecho li- baremos el viaje sin retorno…". El tiempo oscuro, el espacio don- de sólo se escuchan susurros, palabras cortadas. El poeta, gol- peado por las ansias, dice: "Llegó de noche la noche/ y me voy en ella". Más adelante: "Cenizas/ eso soy/ pura ceniza/ Cuando el viento llegue/ me voy en él/ Cenizas soy/ fuego fui". Ese pre- térito lo hace tocar "los bordes de la nada". No obstante, al fi- nal de esta etapa da vivas a la vida. Viaja por Ofrendas al asom- bro con el mismo tono, con la misma fuerza que lo incita a convertirse en viento, en polvo, en eternidad "Si sólo en lluvia me diluyera/ Pudiera/ Después/ En vapor de agua alcanzar/ El límite del asombro". En este instante, en estas ho- jas que crepitan, el poeta recuer- da a los amigos, recorre las vie- jas calles de la Valencia de su juventud, la de los poetas que hicieron del Perecito un templo a la amistad y a la bohemia. Pero luego retorna "La vida vuela en nuestras alas/ y se cae en nues- tro abismo". Si la vida ha sido un regalo, también el poeta hace de ella una queja. Lo dice desde el hoy que lo sostiene "Se me han per- dido los años/ se enterraron en el olvido/ y por más que los lla- mo no acuden a mi memoria". El olvido, la vida, esa que espera y se afirma en "Antes que se di- luya/ Y se la lleve el sigilo de lo eterno". Arribamos a Ella: la pala- bra, el libro que contiene la ba- lanza, el equilibrio, con matices. Libro donde la poesía nada sobre una superficie agitada, pero otras veces en reposo, lo que le permite reflexionar, cantar: "Es la hora de la tarde/ y la muerte no quiere descanso/ también la vida se empeña en su tarea ". Pero también está la muerte del otro, ese reflejo en quien se sabe frente a ella: "Como relámpagos/ Todos han muerto/ Quedaron en la nada sus pesares/ Sus angus- tias son grietas del olvido…". La luz bíblica de la palabra, ella, la voz que se hace humana en la medida en que alimenta "los va- cíos del alma", se cimbra sobre la página hasta convertirse en poesía. Y así, ciudades, amigos, viajes, cortos lamentos, celebra- ciones. En definitiva, todo los vidrios rotos en medio del des- trozo en que se ha convertido el mundo.

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Maracay, Sábado 4de agosto de 2012

-ALBERTO HERNÁNDEZ-

Crónicas del OlvidoLos Vidrios Rotos de Orlando Pichardo

1.-

En las páginas de Los vi-drios rotos (Monte Ávila Editores Latinoamerica-

na, Caracas, 2008) se leen lossueños y las pesadillas que Or-lando Pichardo ha logrado acu-mular. El autor barquisimeta-no (1945) escogió caminar so-bre los restos que el hombre haamontonado durante su pasopor el mundo sin ofrecer unapalabra que lo exima de haber-lo hecho. Pichardo deja cons-tancia de que su tránsito hasido parte contraria a estoseventos. Una metáfora -el poe-ma titulado "La poesía"- totali-za los seis libros que conformaneste poemario:

Todos los vidrios rotos del mundoson mis huesosmis páginas en blanco.

Así, sin mirar hacia atrás, elpoeta forma parte del paisajedonde la humanidad destroza,se destroza y es destrozada yque se siente en el eco de la vozsolitaria de un hombre que seresume en todos los hombres através de su cuerpo y de lo queno ha podido escribir. La gransoledad humana traza su men-saje en quien dibuja palabraspara dejar sentado su "comien-zo" hasta su desaparición delmapa físico:

"Abandoné mi sombra en uncamino/ así comienza mi sole-dad// Yo parto de cero/ haciadonde me desboque la vida/ demí hasta ustedes// nunca metenderé al pie de la tumba/ acontemplar el largo camino dela noche// Soy yo quien grita…"

En este texto el poeta concen-tra toda su fuerza verbal, la quehabrá de estar presente en las273 páginas del libro que nosocupa.

2.-La voz de Pichardo se somete a

estas constantes: la soledad, elsilencio, la tristeza, la muerte.Se trata de temas movedizos: encada momento se renuevan y sereflejan en otras palabras. Parael poeta larense su poesía es -ysigue siendo- un espacio para de-rramar estos sonidos: su vida -más allá de la danza y el cantoen la existencia cotidiana- es un

inventario en el que la humani-dad está sentada a la vera de es-tos sentimientos que nuestro au-tor expone en sus versos.

En De la palabra que ten-go (1978), Delamar (1983),Calendario secreto ((1994),Visiones de sol (2002), Ofren-das al asombro (2001) y Ella:la palabra (2005), en todos suslibros, Orlando Pichardo encaraestos sustantivos anímicos que lollevan a reclamarse y a recla-mar las conductas, las posturashumanas a través de su propiamirada.

Tomo poemas o soplos de ellosde cada libro para justificar estaafirmación, a sabiendas de quehay otras motivaciones que lohan colocado como un poeta an-gustiado por el devenir delmundo.

Así "Esta espada con que midoel tiempo/ tiene dos cantos/ lasoledad y el silencio// Tiene doscaras/ la mía y la otra…"

El tiempo clavado en las pala-bras ya mencionadas. El tiempocomo el filo de una daga. El tiem-po como herramienta para des-tacar el músculo existencial. "Eltiempo no juega con los hom-bres", "Ando con el corazón es-guañangado de tristeza/ y con elalma enchumbada de odio".

Esta última palabra lo hacemás humano. Más proclive aentrar y salir de las sombras. Aveces el infierno cabalga sobre

un poema y llaga el cuerpo dequien lo escribe y de quien lo lee.Escuece saber que el "odio" reto-za entre el silencio y la tristeza.Pero se trata sólo de una in-flexión, de un dejo que es másdolor que el mismo odio. Unasuerte de violencia cardíaca quesólo se evidencia en la angustiade quien se sienta a escribir.

3.-En el segundo libro, en Dela-

mar, la insistencia "He descu-bierto/ Que sin la tristeza/ Nome doy cuenta de la vida/ Sinembargo/ No soporto su aletearde pelícano enfermo".

En esta especie de poética des-cubrimos a un hombre desola-do, sin esperanzas, en medio delinfortunio:

Me he visto en el reflejo del aguaque reposa en el aljibe.Me he vistoy, entre nubes y sol,descubríque estoy lejos de mí,e irremediablemente perdido.

Pero, podría ser un reflejo. Esun reflejo, una ilusión. Es decir,si está lejos de él mismo, no es él,es sólo una imagen de alguienque está "irremediablementeperdido". No perdido de él mis-mo, sino de su imagen, en suimagen, en su reflejo. Queda unresquicio para evitar la catás-

trofe. Un poco más adelante elreflejo se ajusta al deseo de per-manecer fuera del mundo real:"Debí quedarme contigo en el es-pejo", pero esta vez acompañadopara "beber de tu fuente". La"hierba de amargura" que no tie-ne quien la pode sigue su curso"Rozando fangos de locura/ elhombre cae y se levanta/ Buscaagua clara para lavar sus tor-mentas/ y sólo consigue/ la con-tinuidad de un implacable holo-causto".

Al inicio de Calendario se-creto, un elemento, comple-mentario, si se quiere, hace en-trada: "El señor de la melanco-lía ha bajado/ y me acompaña".Y lo hizo con figura de ángel,como para afirmar que es vozcelestial. ¿O acaso se trata de unángel exterminador? Pero no,el poeta disipa una duda que re-posaba sobre los huesos de otrospoemas "He descubierto que unespejismo había acosado mivida/ Que no dejaba ver la luzde la pena…". Si bien la melan-colía es la brújula para ubicarun tiempo, un recuerdo, una ins-tancia, esa pena, bien vale citarla insistencia "La tristeza es unebrio/ que canta un intermina-ble solo/ en las profundidades delalma". Allá, en esa hondura debehaber alguna señal que advier-ta la razón de esa tristeza, de estarecurrencia temática. Un hiloconductor nos ubica en "Podríair al bar/ y tomarme 10 cerve-zas/ O a la plaza/ a conversarcon las palomas/ Podría tam-bién en definitiva/ abrirme unagujero en la sien/ por donde seme escapen los sueños". Una pá-gina más adelante, escribe "Noestoy en mí/ pero me espero…".Es decir, sigue en vida. Y esa fuer-za vital se reconoce en "Sin ira/sin odio/ Sólo con la fuerza delamor". Voz de contradicciones,el poeta podría dar la impresiónde ser errático, aunque sabe quela tierra gira, no se detiene "Unhombre sentado sobre su ponien-te/ mira amanecer el mundo (…)y en el aún de su melancolía/bebe una copa derramándose decalma".

4.-En este ánimo verbal, Visio-

nes de sol, no podía faltar laausencia "Están tan cerca los se-nos de la muerte/ del derecho li-baremos el viaje sin retorno…".El tiempo oscuro, el espacio don-

de sólo se escuchan susurros,palabras cortadas. El poeta, gol-peado por las ansias, dice: "Llegóde noche la noche/ y me voy enella". Más adelante: "Cenizas/ esosoy/ pura ceniza/ Cuando elviento llegue/ me voy en él/Cenizas soy/ fuego fui". Ese pre-térito lo hace tocar "los bordesde la nada". No obstante, al fi-nal de esta etapa da vivas a lavida.

Viaja por Ofrendas al asom-bro con el mismo tono, con lamisma fuerza que lo incita aconvertirse en viento, en polvo,en eternidad "Si sólo en lluviame diluyera/ Pudiera/ Después/En vapor de agua alcanzar/ Ellímite del asombro".

En este instante, en estas ho-jas que crepitan, el poeta recuer-da a los amigos, recorre las vie-jas calles de la Valencia de sujuventud, la de los poetas quehicieron del Perecito un temploa la amistad y a la bohemia. Peroluego retorna "La vida vuela ennuestras alas/ y se cae en nues-tro abismo".

Si la vida ha sido un regalo,también el poeta hace de ellauna queja. Lo dice desde el hoyque lo sostiene "Se me han per-dido los años/ se enterraron enel olvido/ y por más que los lla-mo no acuden a mi memoria".El olvido, la vida, esa que esperay se afirma en "Antes que se di-luya/ Y se la lleve el sigilo de loeterno".

Arribamos a Ella: la pala-bra, el libro que contiene la ba-lanza, el equilibrio, con matices.Libro donde la poesía nada sobreuna superficie agitada, perootras veces en reposo, lo que lepermite reflexionar, cantar: "Esla hora de la tarde/ y la muerteno quiere descanso/ también lavida se empeña en su tarea ".Pero también está la muerte delotro, ese reflejo en quien se sabefrente a ella: "Como relámpagos/Todos han muerto/ Quedaron enla nada sus pesares/ Sus angus-tias son grietas del olvido…". Laluz bíblica de la palabra, ella, lavoz que se hace humana en lamedida en que alimenta "los va-cíos del alma", se cimbra sobrela página hasta convertirse enpoesía. Y así, ciudades, amigos,viajes, cortos lamentos, celebra-ciones. En definitiva, todo losvidrios rotos en medio del des-trozo en que se ha convertido elmundo.

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Contenido Maracay, Sábado 4 de agosto de 201210

Los oficios de Melesio“El escritor debe conocer las zonas erógenas de la lengua”

LEONARDO MAICÁN

(El ermitaño escritor espolíglota, astrónomo, filósofo ymédico yerbatero. Practicaademás la agricultura deconuco, por lo que tanto él comosu esposa disfrutan de una sanaalimentación).

Entrevistar a Melesio Bel-monte Aqueo fue toda una aventura, empezan-

do con que el autor de Cele-bración en el café de Olga esun tipo reacio a conceder en-trevistas. Llegué a Prado Altoal mediodía, tras dos horas deviaje en autobús. Ya en lasafueras del pueblo, me dirigí ala falda de una colina cubiertade vegetación, en medio de lacual se abre un angosto sen-dero que comunica con la casade Belmonte. Salvé el caminode tierra en un cuarto de hora,pero no anduve solo: un ma-chete "tres canales" me acom-pañó, por si las moscas. A laentrada de la casa, que en rea-lidad es un búnker, me espe-raba Melesio BelmonteAqueo. Para sorpresa mía, uncálido abrazo de oso sellónuestra amistad, como si nosconociéramos de toda la vida.Margarita, esposa y agente li-terario del novelista, sonreíaa poca distancia de nosotros.Mientras bajábamos por la es-calera que conduce al búnker,el celebrado narrador nacidoen Prado Alto en 1976 me dijo,medio en broma, medio enserio "Yo también soy hijo dePedro Páramo". Y los tres lar-gamos la risa al unísono.

-Melesio, hay una anéc-dota que tiene que ver contu nombre, y que a su vezguarda relación con tusinicios como escritor.Cuéntanos.

-Mi nombre verdadero esMelecio. Sí, Melecio escritocon "c" de cebolla. Ese es minombre legal, el que apareceen mi partida de nacimiento.A principios de los 90, siendoya un adolescente, me inscri-bí en un taller literario. Yoasistía religiosamente al tallerdos veces por semana, y dosveces por semana debía leertextos míos en voz alta. Cuan-do tocaba mi turno de leer, unmurmullo de burla mal disi-mulada copaba el ambiente.

Sabía que era por mi nombre,pero me hacía el loco. Comen-té el caso con mamá, quien meaconsejó "Tranquilo, cambia la"c" por la "s" y problema solu-cionado". Así lo hice. El soni-do de mi nombre no varió unápice, tú sabes, somos ameri-canos y amamos el seseo, perolo cierto del caso es que miscompañeros nunca jamás vol-vieron a burlarse de mí. Es unacosa loca sin pies ni cabeza.Desde entonces firmo misobras con el nombre de Mele-sio.

-¿Quieres decir con estoque los talleres literariosson "máquinas" de hacerescritores?

-No lo creo. Así como la li-mosna no hace al santo, delmismo modo los talleres lite-rarios no hacen al escritor. Tepondré un ejemplo. Suponga-mos que un grupo de jóvenesingresa a una escuela de pe-riodismo y que cada uno de

ellos culmina la carrera en unlapso de cinco años. Cierta-mente, al cabo de este tiem-po, estos periodistas (buenoso malos) estarán en capacidadde redactar una noticia, peroesto no los hará escritores. Ycuando digo escritor piensoen el sentido romántico deltérmino: un poeta, un cuentis-ta, un novelista... El escritor,más que constructor de mun-dos, es un destructor: Destru-ye la palabra para hacer la pa-labra. Conozco casos de pro-fesores de castellano, profe-sionales con un dominio for-midable del idioma, con doc-torados en lingüística y en li-teratura, que son incapaces deescribir un cuento mediana-mente aceptable. De un modoanálogo, los talleres literariosno fabrican escritores. Lógi-camente, la gente que va a lostalleres comparte ciertos gus-tos estéticos, literarios y nopocos ya han comenzado a

producir textos por cuentapropia, a "mancharse los de-dos de tinta". El deber ser deun taller literario es el deorientar, pulir talentos, peroa veces ocurre precisamentelo contrario.

-¿Tienes alguna fórmu-la en especial para escri-bir una novela?

-La única fórmula que co-nozco es la Fórmula 1. Claro,cada escritor tiene sus mañas,su particular modo de asumirel oficio. En cuanto a mí, tratode escribir todos los días, peroaun en los días en que no es-cribo nada, mi cabeza no seestá quieta. Siempre estoy tra-mando algo. De repente, casique por necesidad biológica,cojo la computadora y no parode escribir hasta quedar en pazcon mi conciencia. Porque es-cribir es un asunto ético, exis-tencial. Otra cosa, y en estoquiero hacer hincapié: Escri-bir es un acto de amor. Es de-cir, sin amor no hay oficio. Elescritor debe estar locamenteenamorado de la lengua caste-llana para embarcarse en laaventura de escribir un poemao un cuento, por ejemplo, opara construir un macrotextocomo en el caso de una novela.El escritor debe conocer laszonas erógenas de la lengua,debe saber tocar su piel, reco-nocer su olor. Y ese amor porla lengua debe ir acompañadode un respeto. Hay que saberlaoír, sentir en carne propia loslatidos de su corazón.

-Aparte de amante in-condicional de la lengua,¿qué otro papel cumple elescritor en la sociedad?

El escritor es el álter ego dela memoria colectiva. De unmodo u otro el poeta, el na-rrador, refleja los deseos, lostemores y angustias de nues-tras sociedades. Somos la caravisible de ese rostro ocultoque subyace en la subcons-ciencia de los hombres. Sub-consciencia hecha conscien-cia, voz plena, letra viva. Deacuerdo con esto, el escritores el gran desenmascarador dela sociedad. Arduo papel delque no se podrá desembara-zar jamás, pues la sociedadtiene tantas máscaras comopecados hay en su corazón.Por eso el escritor es miradopor el rabillo del ojo por quie-nes ostentan el poder, porquees peligroso que el álter ego

de la sociedad ande suelto porahí diciendo cosas indebidas.Pero el escritor también es vi-toreado, celebrado: yo he vis-to pájaros en pleno vuelo de-positar su carga de amor en lacabeza de un poeta.

-Luego de cinco nove-las, un libro de memoriasy otro de reflexión litera-ria, ¿cuál será el próximopaso de Belmonte?

-Estoy a punto de terminarun "libro" de relatos cortos,brevísimos cuentos de entrecuarenta y cincuenta pala-bras. Y entrecomillo "libro",porque el formato que tengoen mente dista un mundo deltradicional libro de portada,contraportada, lomo y hojasque todos conocemos. Tam-poco será un libro electróni-co. El "libro" en cuestión, quellevará por título Peonías, seráun "libro-baño", un enorme yfragmentado libraco tipo gra-fiti el cual estará diseminadoen un número aún sin deter-minar de baños públicos y pri-vados (en cines, bibliotecas,mercados, centros comercia-les). Lo que sí tengo determi-nado es el número de textosque conformará el fragmenta-do "libro", que contará concien brevísimos cuentos. Su-pongamos que en el salón debaño de un museo hay ochopocetas; pues bien, en la carainterna de la puerta de cadacompartimiento de baño esta-rá impreso uno o dos micro-rrelatos, además del índice ylas direcciones del resto de losbaños públicos y privados queintegren la red. De modo queel usuario, mientras realiza susnecesidades fisiológicas y sefuma un cigarro, podrá leer elmicrorrelato con total tran-quilidad. Y si desea seguiravanzando en la lectura del "li-bro", sencillamente se sientaen otra poceta o se va para otropunto de la ciudad donde hayaalgún baño que forme parte delexperimental libro. Peoníasserá presentado a principios de2013, y estará a la disposicióndel público en 800 ciudadeshispanohablantes de América,España, Guinea Ecuatorial y elSaharaui. Es un proyecto am-bicioso. Desde luego, cadaciudad dispondrá de dos"ejemplares" de Peonías: unopara uso de los hombres y elotro para uso exclusivo de lasmujeres.

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Maracay, Sábado 4 de agosto de 2012 Contenido 31

Mujeres en el aireJUAN MARTINS

Mujeres en el aire, escri-ta y dirigida por Ma- riela Asensio y pre-

sentada en los espacios de"Ciudad Cultural Konex" re-crea aquella visión de que elteatro adquiere su definiciónmás allá de las categorías oclasificación de teatro comer-cial. Éste lo es en tanto quemantiene la medida de la co-mercialización, la medida deun número de espectadores.Ese día del que pude disfrutarde la función, la sala estabahasta el tope. Si esa es la medi-da del mercado, entonces nadamás habría que agregar paradefinirlo. Pero estamos en unespectáculo estructurado des-de la puesta en escena cons-ciente de los códigos de esa co-mercialización, también nosencontramos con la justa ne-cesidad estética. Un teatro deritmos, desplazamientos ymovimientos los cuales devie-nen en gracia, en el someti-miento del cuerpo del actorsobre la intención de aquél rit-mo. Las actrices se instrumen-tan en la caracterización de lospersonajes. Esta es la necesi-dad que se impone aquelladonde se ridiculizan los perso-najes hasta el límite de lo quese explica como ridículo. Elespectador apenas tiene tiem-po para racionalizar, si acasotenga que hacerlo. MarielaAsensio lo sabe y dispone deesas características de la dra-maturgia: rápida, concisa y dediálogos cortos a modo deotorgarle aceleración y firme-za al ritmo de la puesta en es-cena. De modo que las actua-ciones vayan por el mismocamino. Y lo consigue: signostras otro, creando una secuen-cia de sentido, de imágenesque se introducen en el espec-tador como si estuvieran anteun hecho publicitario, ante un"producto". Esto se logra por-que utiliza y organiza los sig-nos (tanto aquellos verbalescomo escénicos) con el mismoorden que lo hace la publici-dad de la televisión cuando"vende" el producto publicita-rio. Es decir, se coloca la pues-ta en escena, a un mismo nivelde la publicidad. Y como secomprende, se requiere deuna dramaturgia cónsona conese discurso: la mujer como

objeto de consumo dispuestaen una vitrina, a partir de lasleyes que rigen ese mercado.Esta condición de la mujer/objeto se dispondrá sobre to-das las caracterizaciones de lospersonajes: orientadas a esacosificación del sujeto. De allíque se instrumente la articula-ción del show business: muje-res/objeto en manos de unhombre que las mida en esareceta de la publicidad. La ges-tualidad es el artificio con elcual se construye esta pro-puesta estética. El actor JoséMaría Muscari recrea el carác-ter: movimiento, gesto y des-plazamiento para la corporiza-ción de ese discurso y lo hacecon el ritmo, la gracia y la co-micidad de aquél Show Manquien medida, como arribaindicaba, las condiciones deltexto dramático. Y si quienescribe lo dirige sabrá cons-truir la teatralidad. Dicha tea-

tralidad se vale de las carac-terísticas de ese medio paraexpresarlo: publicidad, estri-dencia y música pop en unmismo orden del espectáculocon la intención de represen-tar lo que le es propio a la ciu-dad hegemónica y urbana lascuales obedece esas leyes delmercado: la mujer/objeto, víc-tima de un sistema ideológicoen el que impera los valores decambio de una sociedad capita-lista. Es entonces cuando el es-pectador no alcanza a pensar nisaber lo que está sucediendo. Estambién, lo que induce el ritmode la escritura, un objeto/espec-tador: se cosifica ante la realidaddel espectáculo. Y por otra par-te, la disposición del espacio es-cénico lo argumenta: es el cua-drante de aquella imagen del te-levisor que se le repite ante susojos de un modo fragmentarioen un cuadro escénico. Las ac-trices responden a ese discur-

so de la caricaturización delgesto, la voluptuosidad artifi-cial impuesta condicionada atales exigencias del show busi-ness. Así que cada actriz, en unmismo nivel de actuación, cui-da con detalle su representa-ción: mujeres que reproducen,que se hacen producto de esarealidad. Por ello, los persona-jes no tienen identificación: sonel vacío de la estupidez a la cualse dejan someter.

La máscara queda construi-da en ese orden estético. En esaconstrucción, en tanto signa lacorporeidad de aquellos gestosy acentúa la relación mujer/objeto, artificio/producto yracionalidad/irracionalidadde la caracterización se erige elcuestionamiento social a modode ligitimar el rechazo al pro-ceso de codificación al que so-meten a la mujer en este tipode eventos, donde la noción dela "belleza" se mide por las tra-

zas de la comercialización. Lasactrices alcanzan esa comici-dad cuando colocan al límiteel uso estético de la máscara,le confiere intensidad teatralmediante movimientos abs-tractos, giros y desplazamien-tos automatizados los cualesdibujan a los personajes hierá-ticos. El uso del vídeo colocala puesta en escena en otro lu-gar de la reflexión: imágenesque nos hacen entender queestamos más bien ante un dra-ma. La comicidad se desvane-ce, la sonrisa va desvanecien-do en el espectador para darlugar al drama: la pérdida deesperanza en una sociedad ca-pitalista cuyo único valor es elconsumo. Es una comedia in-teligente dispuesta en un for-mato comercial del teatro. Elequilibrio entre arte y espec-táculo se consolida.

Buenos Aires, 14 de julio

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Contenido Maracay, Sábado 4 de agosto de 201232

Poemas de Arnaldo Jiménez

sobre una cruz de palose borra la pronunciaciónde un nombre

abajo el cuerpo deseaasomarse por sus letras

un olvido de floresse amontona en el suelo

la cruz es el cuerpoque no cierra sus brazos

no necesita llamarsepara continuar la mirada

quedará una "t"aunque siga el silencio

abajo la redondezde la cabezacoloca el punto de la "i""i" sin sol "i" sin aireha perdido el resto

Cruz de palo

La muerte del torose apoya sobrelas cuatro patas del sustoy tortura su paciencia

el toro no está armadodesnudo sostieneel remedo de diablosobre la cabezay avanza

ni el viento muevela capa que serviráde mantelpara ofrecer su corazónlibre del corralde los huesos

y el lomomil vecesvaciado sobre la arena

y la tarde que seguirábufando en el ruedode sus ojos

el toro lucela voluntadde ir hacia la muerte

carne complementode la espada

y el sol bebe su sangrefiera sangre llenade gritos

y sabe que es un animalsin herrajey lo lleva al reinode los caídosy allí lava sus heridas

Objetos aparecidosa veces los lentestienen una miradaque suena

en ellos se proyectatu distancia

y se ven más grandeslas pertenencias

tu santo lo atravesósobre el mueblepara que yohiciera aparecer

lo que faltadel rostrola posición del cuerpoviéndome llegar

la misma almaallí pestañando

y colocó el retratosobre la mesa

y aparecióotra sonrisa

la misma que guardasteen tu bolso

y me asaltócuando limpiaba el cuartoy no te recordaba

Desnudezla piel es unmantoque colocamossobre aquelque insisteen asomarseen el despojo

y zurcimoscon ternuralos cortes

esas heridasque aún cerradassangran

aguja palabramirada costura

que de tantopaso en zigzagagotan

el cuerpo entraen sus tallasy él mismose afloja

y al tiempo no lequedan vueltassin apuntary le sobran horaspor urdir

la desnudez nuncase ajustaa nuestras medidas

y la piel hacesu voluntady nos desecha