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Maracay, Sábado 5 de mayo de 2012 Crónicas del Olvido Suturas: La cicatriz del cuerpo y el poema -ALBERTO HERNÁNDEZ- Piedad entonces por la sutura de su vientre… Gonzalo Rojas 1.- P oema y cuerpo se hacen uno a través de una he- rida. Poema y cuerpo ci- catrizan juntos en una escritura hecha voz y silencio, sombra y dolor, ausencia y no- che, cama y niebla, carne, muertos y piel, párpados, habi- tación y casa… sustantivos que estructuran y elaboran las imá- genes de Suturas (bid & co.editor, Caracas 2011) de Adalber Salas Hernández, poeta que ha viaja- do por tres libros de fina y febril densidad que lo catapultan como un autor en el que convergen lec- tura y vida, experiencia y crea- ción. Aquí lo encontramos pro- tagonista de una enfermedad, visitante de un quirófano que le dejó marcas, no sólo en el cuerpo físico sino en el interior de otro cuerpo que naufraga, flota y sale del texto hacia el lector colmado "por la devoción oscura de las olas". Este es un libro agónico, un libro "como la huella/ que sin sa- berlo se consume/ al borrarse". Páginas cercanas a la muerte o al temor de sentirse al borde de ella, a los hilos que unen la piel de quien respira y se ahoga, de quien se sabe sobre una cama de disección. Este libro se desplaza en el te- rritorio de los dos anteriores, La arena, el vidrio: Ascenso en tres movimientos (Editorial Equi- noccio/ Universidad Simón Bo- lívar, Caracas 2008) y Extran- jero (bid & co. editor, 2010) de los que provienen los signos que hoy son hojas del tercero. Este triple cuerpo poético, entregado con la fuerza de una salud com- prometida y la decisión de en- tregarse a la escritura de estos versos, constituye una revela- ción en las recientes letras de este país. Un libro del dolor en el que ha sido posible confirmar que la incertidumbre es fuente para construir el cuerpo o la car- ne de un poema del que sobresa- len los hilos de esconder los teji- dos y los órganos enfermos cu- biertos por la piel de los muchos sustantivos regados en cada una de estas páginas donde se fijan sus andanzas en la fisiología de la incertidumbre, de la espera. 2.- Ningún hilo / lleva sino a sí mismo… Así comienza la cirugía de este poemario, la operación ver- bal de estos sonidos oscuros, apre- sados en la habitación donde un paciente parpadea y murmura en las sombras. Adalber Salas han sabido tejer con sonidos el cuerpo con el que se ha sentido dolido, lastimado. Y para darle sentido a esta desventura inicia con la punta del hilo que habrá de traspasar y coser la carne de su cuerpo y los huesos de esta escritura que hoy me ocupa. Los puntos de sutura marcan cada tiempo, cada instante de los poe- mas leídos. Aquí desnuda las primeras puntadas: todos los ausentes velan aquí //en esta noche blanca // que no sabe / dónde empieza tu cuerpo // donde desemboca // esta noche / que pal- pa con respiración vidriosa el borde de la cama / que te mira desde don- de ya no hay ojos // esta noche // que le dicta precipicios // a tu carne / y deja que los perros vengan a lamer /los párpados de tu sombra La alucinación, el cuerpo se- dado por los olores de una clíni- ca, calculada por la morosidad del tiempo, la misma que am- bula por la piel y se hunde en un espacio del abdomen, donde ha- bitan el espasmo, el miedo y el silencio. Toda enfermedad auspicia un nacimiento. La misma muerte para los cristianos es un rena- cer, la resurrección y la eterni- dad. La enfermedad es un aviso, un llamado de atención que im- pulsa a crear un nuevo idioma, un nuevo registro de palabras, que ya existían, pero que en la boca del enfermo adquieren otra sonoridad, otro lugar en el cuer- po y en el ambiente donde es ve- lado el anestesiado, el recién abierto y luego suturado. Con estas reflexiones se escribe este libro, suerte de borrón y cuenta nueva que el poeta se encarga de recrear con la mirada del re- cién despertar. De allí que diga "Algo muerde el costado de la no- che (…) No puedo moverme (…) Hay un horizonte endurecido, una hendidura lúcida en mi pe- cho…". El cuerpo herido, cosido, se hace conciencia poética, do- lor gramatical, versos neurales, mirada hacia el sitio donde la ciencia entró y salió con "esta caligrafía/ dentada, rabiosa, que justo ahora le arranca nue- vas orillas/ a mi respiración". La enfermedad habita el cuer- po y se extiende en el poema. Sale del cuerpo y se hace otro cuerpo en el texto que Salas Her- nández empuja para que "los muertos por fin desembocan/ en la niebla". Y así, vivo, paciente y recién llegado a la realidad de la luz, el poeta "busca un verso a la deriva/ en la quietud despia- dada de las manos". Este poema- rio es el mapa de un hombre que se consumó y se borró pero lue- go fue devuelto por el dolor, "tac- to/ enceguecido, cosiendo sus bordes a mi pecho". Cuerpo y poema anuncian la resurrección de un paisaje donde "esta carne meridiana" regresa de la ausen- cia, fue ausencia y, al serlo, se sabe que existe, que es frente a un muro donde el cansancio afi- na la agonía, el silencio que más tarde será voz, verso, poema, imagen en un espejo. El hilo advierte la continuidad del tiempo, la costura de las ho- ras, el dolor en el sitio preciso, "has- ta la cal de la asfixia". Los pulmo- nes llenos de líquido resumen los saltos en el poema, en la respira- ción del poeta acostado, con los párpados borrados de la cara, te- jidos por la distancia entre la ha- bitación y un árbol que la memo- ria dibuja "durante el sueño". 3.- ¿Qué clave se esconde en los pliegues de estos poemas? ¿Qué puerta abre el lugar donde la voz del autor congrega su concien- cia del tiempo? "Todos los olvidos encallan en el gesto/ de escribir/ de hacerse vís- pera/ como todos los cielos caben/ en la ceguera cóncava de un solo exilio". ¿En qué lugar se aposenta el exiliado? ¿Se trata de un destie- rro o es propósito del cuerpo ser so- metido a un viaje donde ya no ca- ben las palabras sino la infinitud, la escritura de la ausencia? ¿La clave está en los muertos, en los personajes que gravitan alrede- dor de la quietud del paciente que se reconoce en las distintas maniobras de la enfermedad? De allí que "La sutura que fue su boca/ los deshere- da/ los obliga a esa calma tan níti- da/ que en ella nada se sostiene…". La herida ya no habla, sólo se mues- tra "en su silencio sin orillas". El poema reflexiona sobre el destino "sólo podemos morir/ por- que tenemos un nombre/ que nos hace a nuestra muerte". Es de- cir, morimos porque somos pala- bra, un mote, un sonido que iden- tifica o desconoce, pero admite a quien por ellos atiende. La muer- te no logra borrar las palabras: el silencio las protege "cuando ya nadie queda de ti". Nombre de nadie que sigue sonando en la costura del poema, en el zumbi- do de la realidad, la que ha abor- tado y llaga al otrora cuerpo de quien aún respira con dificultad, asmáticamente. ¿Se paseó en su inconsciencia el paciente por el Estigia, río de la muerte, de la mano del reme- ro Caronte por los meandros don- de las promesas se pagan con una moneda para luego cruzar hacia el extremo donde reina el silen- cio? Los cuatro ríos del Infierno se cruzan en uno donde "le que- braste los huesos a la palabra muerte (…) desposeída/ ya no tie- nes nombres/ sólo llamados". El poema se hunde en las sombras, críptico destaca la llegada de un Dante que no ha usado los hábi- tos del monje. El lugar se descu- bre en Caracas, "la dibujada a escondidas por nuestras som- bras", suerte de infierno terrenal "en el siempre amanecer de su éxodo". 4.- La ciudad es la puerta de la casa. El regreso: la mano del pro- pietario no reconoce las llaves que lo regresan de la muerte. O lo someten a la muerte de vivir. La luz llega con la pantalla de una lámpara. Entra "El pasillo está repleto de una/ mañana va- cilante, como un bostezo; nada queda de la noche, / que se lle- varon los perros que la aulla- ron. / La casa me ha esperado sin dormir". El retorno se formu- la en prosa: un corto relato que traza el recorrido por la sala aún a oscuras inundada por una marea de muebles donde no hay "fotos ni objetos familiares". Solo, duerme también con la casa: él encarnado en puertas y venta- nas. El poema finaliza en la sen- sación de la sed apaciguada, "el tacto que no se deja soñar, / el horizonte que nos viste las ma- nos de fiebre y navaja". Mientras cae la lluvia, sus códigos borran el nombre de quien entra en la vigilia, y así el cierre, el encuen- tro con la costura del adentro, la sutura del espíritu. "Eso que tal vez respira al fi- nal de este poema -devoto, como un hilo que solamente conduce hacia sí mismo". Principio y fin. Los extremos de un hilo que vibra con la vida y la muerte.

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Maracay, Sábado 5de mayo de 2012

Crónicas del Olvido

Suturas:La cicatriz del cuerpo y el poema

-ALBERTO HERNÁNDEZ-

Piedad entonces por lasutura de su vientre…

Gonzalo Rojas

1.-

Poema y cuerpo se hacenuno a través de una he-rida. Poema y cuerpo ci-catrizan juntos en una

escritura hecha voz y silencio,sombra y dolor, ausencia y no-che, cama y niebla, carne,muertos y piel, párpados, habi-tación y casa… sustantivos queestructuran y elaboran las imá-genes de Suturas (bid & co.editor,Caracas 2011) de Adalber SalasHernández, poeta que ha viaja-do por tres libros de fina y febrildensidad que lo catapultan comoun autor en el que convergen lec-tura y vida, experiencia y crea-ción. Aquí lo encontramos pro-tagonista de una enfermedad,visitante de un quirófano que ledejó marcas, no sólo en el cuerpofísico sino en el interior de otrocuerpo que naufraga, flota y saledel texto hacia el lector colmado"por la devoción oscura de lasolas". Este es un libro agónico, unlibro "como la huella/ que sin sa-berlo se consume/ al borrarse".Páginas cercanas a la muerte oal temor de sentirse al borde deella, a los hilos que unen la pielde quien respira y se ahoga, dequien se sabe sobre una cama dedisección.

Este libro se desplaza en el te-rritorio de los dos anteriores, Laarena, el vidrio: Ascenso en tresmovimientos (Editorial Equi-noccio/ Universidad Simón Bo-lívar, Caracas 2008) y Extran-jero (bid & co. editor, 2010) delos que provienen los signos quehoy son hojas del tercero. Estetriple cuerpo poético, entregadocon la fuerza de una salud com-prometida y la decisión de en-tregarse a la escritura de estosversos, constituye una revela-ción en las recientes letras de

este país. Un libro del dolor en elque ha sido posible confirmarque la incertidumbre es fuentepara construir el cuerpo o la car-ne de un poema del que sobresa-len los hilos de esconder los teji-dos y los órganos enfermos cu-biertos por la piel de los muchossustantivos regados en cada unade estas páginas donde se fijansus andanzas en la fisiología dela incertidumbre, de la espera.

2.-

Ningún hilo / lleva sino a sí mismo…

Así comienza la cirugía deeste poemario, la operación ver-bal de estos sonidos oscuros, apre-sados en la habitación donde unpaciente parpadea y murmuraen las sombras. Adalber Salashan sabido tejer con sonidos elcuerpo con el que se ha sentidodolido, lastimado. Y para darlesentido a esta desventura iniciacon la punta del hilo que habráde traspasar y coser la carne desu cuerpo y los huesos de estaescritura que hoy me ocupa. Lospuntos de sutura marcan cadatiempo, cada instante de los poe-mas leídos. Aquí desnuda lasprimeras puntadas:

todos los ausentes velan aquí //enesta noche blanca // que no sabe /dónde empieza tu cuerpo // dondedesemboca // esta noche / que pal-

pa con respiración vidriosa el bordede la cama / que te mira desde don-de ya no hay ojos // esta noche //que le dicta precipicios // a tucarne / y deja que los perros vengana lamer /los párpados de tu sombra

La alucinación, el cuerpo se-dado por los olores de una clíni-ca, calculada por la morosidaddel tiempo, la misma que am-bula por la piel y se hunde en unespacio del abdomen, donde ha-bitan el espasmo, el miedo y elsilencio.

Toda enfermedad auspicia unnacimiento. La misma muertepara los cristianos es un rena-cer, la resurrección y la eterni-dad. La enfermedad es un aviso,un llamado de atención que im-pulsa a crear un nuevo idioma,un nuevo registro de palabras,que ya existían, pero que en laboca del enfermo adquieren otrasonoridad, otro lugar en el cuer-po y en el ambiente donde es ve-lado el anestesiado, el reciénabierto y luego suturado. Conestas reflexiones se escribe estelibro, suerte de borrón y cuentanueva que el poeta se encargade recrear con la mirada del re-cién despertar. De allí que diga"Algo muerde el costado de la no-che (…) No puedo moverme (…)Hay un horizonte endurecido,una hendidura lúcida en mi pe-cho…". El cuerpo herido, cosido,se hace conciencia poética, do-lor gramatical, versos neurales,mirada hacia el sitio donde laciencia entró y salió con "estacaligrafía/ dentada, rabiosa,que justo ahora le arranca nue-vas orillas/ a mi respiración".

La enfermedad habita el cuer-po y se extiende en el poema.Sale del cuerpo y se hace otrocuerpo en el texto que Salas Her-nández empuja para que "losmuertos por fin desembocan/ enla niebla". Y así, vivo, pacientey recién llegado a la realidad dela luz, el poeta "busca un verso ala deriva/ en la quietud despia-dada de las manos". Este poema-rio es el mapa de un hombre quese consumó y se borró pero lue-go fue devuelto por el dolor, "tac-to/ enceguecido, cosiendo susbordes a mi pecho". Cuerpo y

poema anuncian la resurrecciónde un paisaje donde "esta carnemeridiana" regresa de la ausen-cia, fue ausencia y, al serlo, sesabe que existe, que es frente aun muro donde el cansancio afi-na la agonía, el silencio que mástarde será voz, verso, poema,imagen en un espejo.

El hilo advierte la continuidaddel tiempo, la costura de las ho-ras, el dolor en el sitio preciso, "has-ta la cal de la asfixia". Los pulmo-nes llenos de líquido resumen lossaltos en el poema, en la respira-ción del poeta acostado, con lospárpados borrados de la cara, te-jidos por la distancia entre la ha-bitación y un árbol que la memo-ria dibuja "durante el sueño".

3.-¿Qué clave se esconde en los

pliegues de estos poemas? ¿Quépuerta abre el lugar donde la vozdel autor congrega su concien-cia del tiempo?

"Todos los olvidos encallan en elgesto/ de escribir/ de hacerse vís-pera/ como todos los cielos caben/en la ceguera cóncava de un soloexilio". ¿En qué lugar se aposentael exiliado? ¿Se trata de un destie-rro o es propósito del cuerpo ser so-metido a un viaje donde ya no ca-ben las palabras sino la infinitud,la escritura de la ausencia?

¿La clave está en los muertos, enlos personajes que gravitan alrede-dor de la quietud del paciente que sereconoce en las distintas maniobrasde la enfermedad? De allí que "Lasutura que fue su boca/ los deshere-da/ los obliga a esa calma tan níti-da/ que en ella nada se sostiene…".La herida ya no habla, sólo se mues-tra "en su silencio sin orillas".

El poema reflexiona sobre eldestino "sólo podemos morir/ por-que tenemos un nombre/ que noshace a nuestra muerte". Es de-cir, morimos porque somos pala-bra, un mote, un sonido que iden-tifica o desconoce, pero admite aquien por ellos atiende. La muer-te no logra borrar las palabras:el silencio las protege "cuando yanadie queda de ti". Nombre denadie que sigue sonando en lacostura del poema, en el zumbi-do de la realidad, la que ha abor-tado y llaga al otrora cuerpo de

quien aún respira con dificultad,asmáticamente.

¿Se paseó en su inconscienciael paciente por el Estigia, río dela muerte, de la mano del reme-ro Caronte por los meandros don-de las promesas se pagan con unamoneda para luego cruzar haciael extremo donde reina el silen-cio? Los cuatro ríos del Infiernose cruzan en uno donde "le que-braste los huesos a la palabramuerte (…) desposeída/ ya no tie-nes nombres/ sólo llamados". Elpoema se hunde en las sombras,críptico destaca la llegada de unDante que no ha usado los hábi-tos del monje. El lugar se descu-bre en Caracas, "la dibujada aescondidas por nuestras som-bras", suerte de infierno terrenal"en el siempre amanecer de suéxodo".4.-

La ciudad es la puerta de lacasa. El regreso: la mano del pro-pietario no reconoce las llavesque lo regresan de la muerte. Olo someten a la muerte de vivir.La luz llega con la pantalla deuna lámpara. Entra "El pasilloestá repleto de una/ mañana va-cilante, como un bostezo; nadaqueda de la noche, / que se lle-varon los perros que la aulla-ron. / La casa me ha esperadosin dormir". El retorno se formu-la en prosa: un corto relato quetraza el recorrido por la sala aúna oscuras inundada por unamarea de muebles donde no hay"fotos ni objetos familiares". Solo,duerme también con la casa: élencarnado en puertas y venta-nas. El poema finaliza en la sen-sación de la sed apaciguada, "eltacto que no se deja soñar, / elhorizonte que nos viste las ma-nos de fiebre y navaja". Mientrascae la lluvia, sus códigos borranel nombre de quien entra en lavigilia, y así el cierre, el encuen-tro con la costura del adentro,la sutura del espíritu.

"Eso que tal vez respira al fi-nal de este poema -devoto, comoun hilo que solamente conducehacia sí mismo".

Principio y fin. Los extremosde un hilo que vibra

con la vida y la muerte.

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Contenido Maracay, Sábado 5 de mayo de 201210

De catirasy encargos

CARLOS YUSTI

Cuenta el escritor Julio Llama-zares que una entrevista conCamilo José Cela (todavía singalardón nobelístico) le con-fesó, ante la pregunta sobre suaspiración como escritor porel Premio Nobel, que en ver-dad le gustaría más que elNobel o que el premio Cervan-tes, que lo nombraran arzo-bispo de Manila para poder irpor la calle rodeado de uncoro de monaguillos caponescantando en tagalo las alaban-zas de Nuestro Señor. "Por su-puesto-se apresuró en aclararmi entrevistado- los mona-guillos los caparía yo perso-nalmente en el depósito desementales en el que serví a laPatria". Llamazares escribeque luego Don Camilo se ex-tendió describiendo el sonidofofo que los testículos produ-cían, después de cortados, alestrellarlos los soldados con-tra el techo.

Esta bizarra y mínima his-toria proporciona algunoselementos sobre las caracte-rísticas de un escritor desme-surado, iconoclasta y que ensus propias palabras aceptóun cargo burocrático duran-te el franquismo (nada más ynada menos como censor)para comer. Hoy Cela, muer-to y certificado como clásico,es un mito con Cervantes yNobel incorporado. GustavoGuerrero con su ensayo "His-toria de un encargo: La Cati-ra de Camilo José Cela" lo traede vuelta o más bien trae aCela y una peculiar encomien-da de la Dictadura de MarcosPérez Jiménez.

Ratón de biblioteca comosoy conocía alguna versiónsobre el encargo e incluso ha-bía leído la indigesta novelaen venezolano de Cela, perodesconocía todo el intríngulisde este encargo literario espe-cial realizado por los incondi-cionales del dictador tratan-do de darle cierto barniz delegitimidad a un régimen sos-tenido con los palillos de dien-

tes de la fuerza, la arbitrarie-dad y esa falsa idea del pro-greso como estigma de avan-ce civilizatorio. El libro deGustavo Guerrero arma todaslas piezas de este encargo contoques de realismo mágico yofrece una perspectiva, conuna buena investigación defondo, justa y equilibrada deun hecho curioso.

El plan inicial, como lo es-cribe Guerrero, estaba confor-mado por un conjunto de no-velas cuyos títulos ya el tarifa-do autor español había vislum-brado, títulos pintorescos quebuscaban lamer las botas deldictador y su sentido naciona-lista: La flor del frailejón, no-velas de los Andes, Oro cocha-

no, la novela de Guayana, Lasinquietudes de un negritomundano, novela del Caribe, yuna sobre el petróleo sin títu-lo. Gustavo Guerrero escribe"Sabemos que, al final, este,ambicioso plan, que debíaproyectar la imagen de Vene-zuela por toda Europa, no serealizará, ya que la polémicaque suscitará la aparición deLa catira en Venezuela, en1955, pondrá término a la co-laboración Cela con el Gobier-no del coronel Marcos PérezJiménez. Pero lo importante esque la idea del ciclo haya po-dido concebirse y expresarseen aquel momento y de aque-lla exacta forma, pues no hayque ser demasiado perspicaz

para vislumbrar que el proyec-to celiano es casi una réplicade la geografía narrativa deRómulo Gallegos..." En la men-te de los intelectuales, que eranincondicionales con el dicta-dor o meros empleados delaparataje policial, Gallegos re-presentaba todo aquello queera menester borrar ya que nose ajustaba a los nuevos hori-zontes que el dictador habíatrazado para el país.

Cuando se editó la novela deCela la crítica enseguida la des-pedazó desde todo punto devista. Guerrero realiza una pes-quisa de hemeroteca para pre-sentar un panorama sucinto delrevuelo polémico que provocóLa catira. Por supuesto que lanovela con un tema llanero, aligual que Doña Bárbara, con-vierte a los personajes en sim-ple muñecos sin dimensión ydonde Cela funge como ventrí-locuo y los hace hablar en unlenguaje venezolano que pro-voca risa y vaya un fragmentopara comprobarlo.

"A Quí le vengo, patrón,pues, a traele nuevas de la ca-tira Pipía Sánchez, güeno, quees damita muy jodía, patrón.y usté bien lo sabe ...

Don Filiberto Marqués niaún miró para Clorindo López,la verdad por delante, tampo-co tenía mucho que mirar.Tuerto y con dos dedos de me-nos, su pinta recordaba la delaraguato. Hace ya muchosaños de niños, don FilibertoMarqués le atapuzó una pedra-da a Clorindo López y le saltóun ojo. En el juraco, ClorindoLópez llevaba una vendita ne-gra, tiñosa y confitera, banque-te y hartazón de jejenes. Losdedos se los había comido, aúnmozo, una buba maligna.

-Miá, bicharango e el dia-blo, vagabundo, habla, pues,y no te arrimes, que jiedes atemiga e loco.

-Güeno, patrón, no me seponga birriondo, pues, que lacatira Pipía Sánchez me mandaecile que lo aguardia en la pun-ta e el boquerón. Güeno, y queyo le vengo a ecile, patrón, quela niña ya anduvo jugándolecucambeo a su papá. sí, señó,güeno y que ya botó a la bestiatoiticos sus corotos, patrón,eso es, güeno. sin dejá ni uno.

Don Filiberto Marqués separó con parsimonia. Don Fili-berto Marqués tenía él pelo co-lorao. igual que un torito orúo.

-Miá. mocho Clerindo. vale,píe a los santos que to vaya asalí con bien. Un marrón te hee da pa tóa la gente, vale. Yono me muevo e el hato."

La conclusión de Guerreroes pertinente "El affaire de Lacatira es como un símbolo ouna metáfora de esta parte denuestra memoria cuyo desci-framiento exige una miradaconjunta desde las dos orillas,ya que, de lo contrario, ni seentiende del todo ni nos dejaentendernos a nosotros mis-mos, pues sigue formando par-te de la historia que somos. Porello, si algo habría que retenerdel fiasco de Cela, sin olvidarlas responsabilidades del es-critor gallego, es justamente loque, en última instancia, elanálisis pone al descubierto: lafalacia comunitaria de la His-panidad franquista".

Nuestro país nunca ha esca-pado a la locura metódica quese irradia desde el poder polí-tico. Locura despampananteque obsequia barcos refrigera-dos a países que no tienen mar,que convierte a barraganas enprincipescas primeras damas,a secretarias privadas en elpoder omnívoro tras bastido-res y así un enorme ramilletede etcéteras delirantes.

El otro filón de este aspectoes Cela escritor que a pesar desu trayectoria tan accidenta-da y nada pulcra obtuvo todoslos premios y los reconoci-mientos. Cuando a Cela otrosescritores le califican de cen-sor franquista y pesetero dedictadores el esgrimía la éticay la dignidad como escudos.Conceptos extraños en un es-critor que aceptó el encargo deun ditactorzuelo para escribiruna novela y borrar a otro es-critor para quien la ética y ladignidad no eran meras pala-bras ni simples muletillas paracampear el temporal, sino ac-titudes de vida para hacer fren-te a la humillación del indivi-duo que se lleva a cabo desdeel poder político, cuestión queCela también supo, pero don-de la ambición canalla fue másfuerte y seductora.

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Maracay, Sábado 5 de mayo de 2012 Contenido 31

JOSÉ YGNACIO OCHOA

Un clandestino por naturaleza:Relatos fascistas

UNA PREEXISTENCIA

Alberto Hernández es la otraparte de la metáfora. Me hagoentender, la metáfora es unrecurso literario por excelen-

cia que contiene dos términos o par-tes: la primera es la cosa de la que es-tamos hablando, lo tangible, medible,observable y la segunda es aquella conquien la comparamos, es lo otro conuna fuerte dosis de inverosimilitud.Stephen Ullmann afirma que la metá-fora está tan estrechamente entreteji-da con la textura misma del habla hu-mana, es una composición de elemen-tos polisémicos que resume en sí mis-ma una mezcla de emociones intensas:Humanidad/palabra. Esa otra partesubjetiva, indefinible, escurridiza lacual no se puede medir, es AlbertoHernández desde su escritura. ¿Y porqué un clandestino por naturaleza,como lo enunciamos en el título?, puesporque la palabra es una manifestaciónclara de eso que contiene la metáforaen su segunda parte, es decir todoaquello que está en el sentido intuiti-vo. El plano de lo provocador, lo exci-tante en tanto procura una reacciónen el lector y con lo que se escribe, allíestará ubicado Alberto Hernández.

LA EXISTENCIARelatos fascistas de Alberto Hernán-

dez, Umbra Ediciones de Autor/Ven-tanas de Lavapiés, Madrid-2011, cuen-ta las inverisimilitudes de una socie-dad que se percata y padece desde laprimera parte de la metáfora, lo inevi-tablemente objetivo. Alberto Hernán-dez se encargará entonces y no será ta-rea fácil pues nadie se lo encomendó,en todo caso él asume su corresponsa-bilidad con la sociedad que le ha toca-do vivir y compartir con sus semejan-tes, Hernández, el de Guárico, manten-drá el vínculo conector entre las dosrealidades, la de un país que se estre-mece por sus imperfecciones y, la otra,las destinadas a la palabra. El escritortraduce en su tamiz la concreción queen un primer momento se establece conla realidad, con la abstracción suminis-trada por su necesidad de transformareso que se vio, se vivió o le contarondesde la visión abstracta y desentra-ñarla luego a otro plano que debería sermenos complejo. Los criterios utiliza-dos para descomponer la criatura em-parentada con lo colectivo sólo lo sa-brá el escritor en tanto fije su posiciónde lo que traduce para el lector.

Cada título de los relatos, cada epí-grafe, cada historia de “Relatos fas-cistas” da cuenta de un inventario desituaciones que le anticipan al lector

una manera de asumir una realidaden donde la sociedad dirá qué hacercon lo vivido y más aún qué hacer conlos presagios de cada hombre involu-crado por su propia decisión ante losdestinos. En el relato Me cuento alrevés se deslizan las preguntas claves:¿Qué se puede contar en un cuentoque no se puede contar para satisfa-cer las demandas de una aventura?,¿Quién relata el mundo? ¿Cómo haceel ensayista para terminar la novela,o el poeta para comenzarla?, pregun-tas dispuestas para que cada lectorexprese o internalice su respuestadesde su realidad. "El país enumera lossacrificios. Todos somos héroes deuna anécdota patriótica, enferma. Mecuento entre ellos, entre los desahu-ciados, entre los dejados de lado."Cada quien a final de cuentas dirá,soñará con el país que desee.

La clandestinidad está en cada cualy cada cual la asumirá como le vengaen ganas, en todo caso, lo realmentesignificativo, creemos es seguir cre-yendo en el país que nos correspondevivirlo y padecerlo. En el relato La pri-mera cena, último en el índice, el es-critor cuenta casi al final del mismoque: el tiempo tiene garras, uñas afila-das para arrancar de cuajo la piel y losnombres del mapa de un país preteri-do. Un solo sol, el más destacado,alumbra el brillo de los ojos del quemanda, del que sabemos cenará mástarde, solitario. Todos contamos conun dibujo, al final de las cuentas, cuan-do sumamos y restamos, cada paisajeserá una posibilidad de convivenciaentre las partes. ¡Que viva la metáfo-ra!, estimado y respetado poeta.

Y MÁS ALLÁ DE LA EXISTENCIACiertamente, Alberto Hernández se

compromete con lo que le pasa al paísy a sus coterráneos. Es una maneraparticular de palpar (se) con las cir-cunstancias de una comarca que de-sea y sueña con mantenerse unida consus imperfecciones, como bien lo afir-mamos anteriormente, pero una vidaque exige al hombre de la ciudad, delpueblo, del caserío que manifieste, aligual que Hernández, sus voces paraincrepar las superficialidades estable-cidas en los sectores del poder. Afir-ma Rafael Cadenas en Realidad y Lite-ratura (1972) que la literatura ha sidoy sigue siendo asunto de minorías,pero en este caso, hoy 2012, debemosser más optimistas, pues todo lo mar-ca la motivación de los que deseamosque los impedimentos no sean infran-queables por el espíritu de aspirar asacudir el letargo y apuntar al pensa-miento generador de visiones que re-suma la mayor cantidad de volunta-des hacia lo integral. Obremos puesporque todos sigamos con el ejerci-cio de la lectura y la terquedad de laescritura.

Encanto de la palabraMás sobre el río de Francisco Arevalo

JYOFoto: Alberto H. Cobo

El poemario "Más sobre el río"de Francisco Arévalo publica-do por Ediciones Estival giraen torno al encanto de la pala-

bra. En una primera lectura de abso-luta distracción y disfrute el elementocaótico se apoderó de la experiencia,pues es la sensación inequívoca queen sí misma permite que un vendavalde imágenes se agolpen la memoriade quien asume el juego de empaparsede estas aguas, la que aborda al lec-tor, detalle que permitió o exigió otralectura para reorganizar los 27 cantosen los cuales se deslinda todo el poe-mario. En cada uno de estos cantosestá la figura ondulante como unaconstante, el cauce se visualiza desdeel final de la palabra/letra /fonema decada poema, (sugerimos que se deten-gan y realicen el juego visual de de-cantar desde el final cada poema) lue-go se materializa la presencia de doselementos: la vegetación y los seresvivos pertenecientes a esta naturale-za que a primera instancia parecieracomo obvio pero que quien conoce deestos parajes sabe que obedece a unanaturaleza particularmente abruma-dora , palabras como: pantano, aragua-neyes, cují, cuaima, peces mariposa,toninas, chaparros quemados, zamu-ros, cisnes y cigarras, entre otras, queredimensionan la escritura en plenoejercicio para traspasar la cotidiani-dad como simple experiencia terrenal,pues la idea, creemos, es el de convo-car a un diálogo aferrado a la conti-nuidad de la existencia humana.

Un golpe seco en la memoria que medescubre acuático

Pasajero de cotúasHuésped de los manglares(Canto II)

Al parecer los límites no existen.El hombre se familiariza con un am-biente que se traspola al adjudicar-le otro espacio: los álgidos ojos delagua (Canto XIII). Arévalo sostienela palabra infinita como también loes el río en su constante deambularpor los hombres del río derramansus silbidos/Para dejar por sentadaotra dura faena (Canto V). La escri-tura revitaliza la contemplación delpoeta, su mirada no se escandaliza,todo lo contrario acentúa con su in-genio el inconsciente para darleotro orden, otra lectura al basto des-pliegue de sonoridades, movimien-tos a veces ilegibles que solamentepuede ser revelado por la palabra.Arévalo se montó en su curiara dela incesante búsqueda imaginariapara navegar a su manera y desen-trañar aquellas verdades conocidasentre convites y lugareños, entre loextraño y lo común, entre lo serenoy lo fortuito.

Si esta es mi acuática ciudadPor qué lo tengo que desmentir(Canto XXVII)

Con estos dos poemas finaliza elpoemario, lapidaria sentencia que sir-ve de deshago al poeta para dar a co-nocer su realidad acuática. Lo funda-mental se logra con dejar que la pala-bra cante y ejecute su juego imagina-rio. Las sensaciones fluctúan en con-junto con el agua y las palabras. Se re-conoce un andar por las riberas. Es yserá un viaje infinito de Francisco Aré-valo por estos cauces de siempre.

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Contenido Maracay, Sábado 5 de mayo de 201232

Poemas de Ricardo Mejías

1.-No hay tiempo de quedarse a las cenizasmientras habita el fuego

arder es breveen el adentro

vivir es llamamientras dura.

2.-En este lado que me niegasoy brevecomo el paso del pegaso

existo en ráfagas de ausencia

mi casa es espiral de humode la realidad precedente

y no hay puentes.

ORACIÓN

Hazme pequeñoen tu abundancia de mary trigo

un humilde fielante tu templo

un viajerode las ondas y los rayossin importar los limitesdel tiempo

dame pan azul y ríos doradoscuando sienta el hambrede tus pasos

hazme abundanteen mi pequeñez humana.

4.-Hago un mundo nuevo

tomo tierra de tu vientreagua de tus senosaire de tu boca

siembroriegocalmo la sedrespirocomo del fruto

mientras eres gritoy futura promesa.

5.-Si el mundo terminara mañanaarrojaría mandarinas al sol

le daría un gran beso al perromientras lo enseño a bailarel tango

me fijaría bien lo que haceny comen las hormigas

respiraría junto a las plantasy su cambio de color

hundiría los pies en la tierray soñaría como árbol

rescataría los cometasde sus viejas marañas

eso haríasi el mundo terminara mañana.

6.-Cuando hayan desaparecidolas paredes de la asfixiay estemos en un bosquerodeado por venados

sentados bajo las nubescomo dos gatos sin nombresin techos que limitenel cielo y lo habitable

cuando hayan desaparecidolos colores de puertas y ventanasy el piso sea un gran abismoy la casa no sea casa

justoen ese momentopodremos amarnoslibremente.

7.-Navegar por nuestros cuerposmuy adentrosería tal vez comparablea transitar caminos secretoslaberintoso infinitas nervaduras

y al finalde éste viaje inciertoal pasar por el tamiz del tiempoquedarían las bases del sustento:

las palabras.

8.-Como inútil zapatoante dos caminoseliges cieloo tierra

pero no eresanimal que vuelao se arrastra

llevas la duda del frutocolgaro podrirse

pero no tienesla rama firmeque sustenta.

9.-Lo que sucede a las puertases que no dan paso al sueñoque nos dio la ventana

y la llave está en manosde los que leen los diariosde los que copulande memoriapor costumbrey sin presencia.

EL PUENTE

A Sandy Juhasz

El puente es algoque no guarda nada en los bolsillostan solo el breve pasoen la memoria

es un hilo suspendidode esperanzas por llegar

se conforma con unirdos bocas contrariaspara calmar el hambrede los días por venir.