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CRITICÓN, 123, 2015, pp. 105-131. El Libro de Agricultura de Gabriel Alonso de Herrera: un texto en busca de edición * Mariano Quirós García Instituto de Lengua, Literatura y Antropología CCHS – CSIC En el mes de octubre del año 2010 la Real Academia Española firmó con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) un convenio de colaboración con el fin de describir filológicamente y filtrar los textos que habían sido seleccionados para conformar el Corpus del Nuevo Diccionario Histórico (CDH), de manera fundamental los comprendidos entre la Edad Media y el siglo xviii. Se trataba de facilitar la actividad de los redactores del tan deseado repertorio léxico y, así mismo, de evidenciar a través de unos criterios fidedignos el nivel de confianza de las propuestas editoriales elegidas. El método de trabajo consensuado fue la cumplimentación de una ficha modelo 1 en la que se recogían las siguientes informaciones: los datos biográficos del autor o los problemas que planteaba la autoría de la obra; una breve alusión a su contenido; su fecha de composición —diferenciada siempre de la del testimonio— y los debates a los que hubiera dado lugar su establecimiento; la relación y la localización de los manuscritos y de las impresiones que se habían efectuado, distinguiendo entre las históricas —realizadas hasta el Setecientos — y las modernas —publicadas con posterioridad a esa fecha—; la descripción codicológica y bibliográfica pormenorizada del ejemplar que había servido de base para la edición escogida para el CDH; una valoración de los criterios de transcripción adoptados para llevarla a cabo y del * Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto de investigación «Nuevo Diccionario Etimológico de la Lengua Española» (FFI2012-31897), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad de España. 1 El punto de partida para el establecimiento de los diferentes apartados fueron las obras de Alvar y Lucía Megías (2002) y de Jauralde (2009, 2010), que se convirtieron en uno de los puntales de nuestro trabajo en lo referente a la descripción de los manuscritos, testimonios y ediciones de determinadas obras.

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CRITICÓN, 123, 2015, pp. 105-131.

El Libro de Agricultura de Gabriel Alonsode Herrera: un texto en busca de edición*

Mariano Quirós GarcíaInstituto de Lengua, Literatura y Antropología

CCHS – CSIC

En el mes de octubre del año 2010 la Real Academia Española firmó con el ConsejoSuperior de Investigaciones Científicas (CSIC) un convenio de colaboración con el fin dedescribir filológicamente y filtrar los textos que habían sido seleccionados paraconformar el Corpus del Nuevo Diccionario Histórico (CDH), de manera fundamentallos comprendidos entre la Edad Media y el siglo xviii. Se trataba de facilitar la actividadde los redactores del tan deseado repertorio léxico y, así mismo, de evidenciar a travésde unos criterios fidedignos el nivel de confianza de las propuestas editoriales elegidas.

El método de trabajo consensuado fue la cumplimentación de una ficha modelo1 enla que se recogían las siguientes informaciones: los datos biográficos del autor o losproblemas que planteaba la autoría de la obra; una breve alusión a su contenido; sufecha de composición —diferenciada siempre de la del testimonio— y los debates a losque hubiera dado lugar su establecimiento; la relación y la localización de losmanuscritos y de las impresiones que se habían efectuado, distinguiendo entre lashistóricas —realizadas hasta el Setecientos — y las modernas —publicadas conposterioridad a esa fecha—; la descripción codicológica y bibliográfica pormenorizadadel ejemplar que había servido de base para la edición escogida para el CDH; unavaloración de los criterios de transcripción adoptados para llevarla a cabo y del

* Este trabajo forma parte de los resultados del proyecto de investigación «Nuevo Diccionario Etimológicode la Lengua Española» (FFI2012-31897), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad deEspaña.

1 El punto de partida para el establecimiento de los diferentes apartados fueron las obras de Alvar y LucíaMegías (2002) y de Jauralde (2009, 2010), que se convirtieron en uno de los puntales de nuestro trabajo en loreferente a la descripción de los manuscritos, testimonios y ediciones de determinadas obras.

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resultado obtenido; una caracterización lingüística del texto, incluyendo datos decarácter diatópico, diastrático y diafásico; y la bibliografía que sustentaba los juicioscríticos emitidos. Finalmente, en caso de considerarlo necesario y de que existiera talposibilidad, se justificaba la conveniencia de sustituir dicha transcripción por otra másrigurosa, o bien se aconsejaba su eliminación del CDH2.

Para la realización de esta empresa fue imprescindible contar con un gran equipo deinvestigación, conformado por jóvenes filólogos, cuya profesionalidad y entusiasmoconsintieron llevar a buen término las actividades programadas. De esta manera, enapenas un año, Carlos García Jáuregui, Patricia Giménez Eguibar, Ángel JiménezSanjuán, María Moya García, Irene Vicente Miguel y Laura Zorrilla Ortiz, dirigidos porMariano Quirós García, cumplimentaron un total de 1.438 fichas3.

A lo largo de ese período, junto a meticulosos e incontrovertibles trabajos editoriales,que fueron los casos más habituales, se encontraron también algunos otros ciertamentedesastrados, fruto de presupuestos de épocas pretéritas o, también con bastantefrecuencia, resultado de la aplicación de unos criterios de transcripción confusos—¿indeterminados?— por parte de ciertos investigadores ajenos a los ámbitos, no solode la historia de la lengua y de la literatura españolas, sino del propio quehacerfilológico. Miserias y esplendores, remedando el título del ya clásico trabajo deBaldinger, en los que no pretendo entrar, dado que no son estos ni el lugar ni elmomento más adecuados para ello.

Sí, en cambio, llamaba la atención un hecho en apariencia anodino, que no creo quehaya pasado desapercibido al resto de la comunidad científica. A pesar de que en laactualidad existen numerosos y fecundos grupos de investigación cuya actividad secentra en lo que oficialmente se ha dado en llamar recuperación del patrimoniobibliográfico español, continúan existiendo textos, en muchos casos definidos yconsiderados por la crítica especializada como piezas clave en la historia del castellano yde su producción escrita, para los que no disponemos de una edición fiable. Debido aello son obras que van cayendo en un progresivo y estremecedor olvido, mientras que,por muy paradójico que pueda parecer, las constantes referencias que remiten a ellasacaban por convertirse en tópicos y en ecos de los estudios considerados como másautorizados y verosímiles. Actitud nada reprochable, por otro lado, si se tiene en cuentael temor a trabajar con un material que ofrece dudas en cuanto al rigor con el que hasido realizado, pero del mismo modo peligrosa, dado que favorece la perpetuación deciertas inexactitudes.

Tal es el caso de la Obra o Libro de agricultura del talabricense Gabriel Alonso deHerrera (ca. 1470-ca. 1540), cuya primera edición vio la luz el 8 de junio de 1513, hacepoco más de quinientos años, en el taller complutense de Arnao Guillén de Brocar. Se

2 Como evidencian estos criterios, la actividad desarrollada fue más allá del mero enjuiciamiento de lasdistintas propuestas editoriales, de manera que los datos contenidos en las diferentes fichas podrán servir deapoyo —o de alerta— a los redactores del Nuevo Diccionario Histórico de la Lengua Española (NDHE) parala consideración de determinadas particularidades filológicas y lingüísticas de un texto concreto, que, de otraforma, podrían pasar inadvertidas.

3 Distribuidas de la siguiente manera: Edad Media, 152 fichas; siglo xvi, 143; siglo xvii, 346; siglo xviii,797. Los siglos xix y xx quedaron fuera del convenio por expreso deseo de los investigadores principales delNDHE.

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trata, de acuerdo con las palabras del propio autor, de un encargo que le habíaencomendado el cardenal Cisneros, con el que, en una época crítica respecto a lasituación económica nacional —nihil novum sub sole—, pretendía una mejora de lastécnicas de labranza, particularmente en la diócesis de Toledo, de la que era arzobispo4.

Herrera era conocedor de la novedad de su trabajo, de las dificultades que conllevabael intento de concertar las voces en ocasiones discrepantes de los geóponos griegos,latinos, medievales y árabes, y, así mismo, del esfuerzo retórico que suponía «desechar,escoger y reprovar algunas costumbres y usos antiguos y modernos» (Alonso deHerrera, 1539, Dedicatoria) en un sector tradicionalmente conservador y supersticioso.También era consciente de que su obra era el primer tratado de agricultura que seescribía en castellano —aunque desconocía que en realidad era el primero escrito en unalengua romance— y de la problemática que entrañaba abordar un argumento «en otrolenguaje que nunca estuvo» (ibid.). Un abandono del latín respaldado, no solo por lavoluntad de su mecenas, sino también, en perfecta sintonía con la literatura agrícolaeuropea de la época, por su intención de favorecer a través de su propia experienciapersonal y del uso de la lengua común a unos hipotéticos lectores —los labradorestoledanos— que en su mayor parte eran iletrados5. Este último inconveniente, sinembargo, no le amedrentó —acaso pensaba en la posibilidad de una lectura en vozalta—, puesto que, según su opinión,

todo precepto que no se exercita no aprovecha sino como defunto que está en la sepultura;ansí está sepultado en el libro, que es muy manifiesto que no se pudíen aprovechar d’ello lasgentes labradoras, que (como arriba dixe) apenas saben qué cosas son letras, estando en otrolenguaje que a ellos es del todo ageno, seyendo para ellos más necessario que para otra manerade gentes, porque ellos son los que estos preceptos y avisos an de traer al exercicio, y por essoes bien que ellos sepan lo que tantos tiempos les á seído por arte ignoto (Alonso de Herrera,1539, Dedicatoria)6.

4 Puede encontrarse una descripción de la precaria situación de la agricultura en la Talavera de la época enBlanco de la Rocha (2010, pp. 39-43).

5 De acuerdo con las siguientes palabras, esta fue una de las críticas que habría recibido la obra: «Y digoesto porque aún ay otros que dizen y porfían que los preceptos y reglas de agricultura no se pueden reduzir enarte y que no aprovecha cosa alguna cuanto d’ello se escrive, dando por respuesta que para qué se escrive,pues los labradores, a quien pertenece más saber esto, no saben leer. ¡O, ignorantes! No veen que echan laculpa agena al libro. D’esta manera (si esto fuesse verdad) podíen tachar todas las otras esciencias, que,aunque a todos nos tocan, pocos las saben, cuyas frívolas razones ni me espantan ni a ellas quiero responder.Avicane [sic: por Anímame] más aquel dicho de Plinio que dize que no avíe libro tan malo que en alguna parteno fuesse provechoso, siquiera para ocupar los ociosos algún poco de tiempo, para que no exerciten algunosvicios de donde suelen resultar muchos escándalos y pecados» (Alonso de Herrera, 1539, Dedicatoria).

6 En otra parte, abordando el tema del tiempo y de los avisos para sembrar, afirma Herrera: «Y sin dudaes la verdad que si el labrador pudiesse alcançar algo de aquella esciencia le sería muy grande ayuda yprovecho para saber las cualidades del tiempo venidero; mas, ¿cómo la podrá alcançar a saber un ignorante yrústico labrador, que ni aun muchos grandes letrados de nuestro tiempo, y muchos médicos que de escienciapresumen y se alaban, y a quien esto más pertenece saber y les toca, aún no conocen este nombre deastrología, ni aun hazia dónde se mueve el cielo, y con todo esso dizen mal d’ella? Es vicio de los ruines dezirmal de lo bueno, y siempre vemos que no dize mal de las esciencias sino el que no sabe nada d’ellas» (1539,f. viv-viir).

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Todo ello prueba, una vez más, su total fidelidad a los principios del Humanismo ydel Renacimiento, motores decisivos en su constante búsqueda de una claridadconceptual sin el abandono del rigor científico.

Cómo se completaba ese proceso comunicativo con los hombres del campo,analfabetos, es algo que aún hoy día se desconoce y que ofrece dudas razonables. A esterespecto, como ya señaló Corin Beutler, los tratados de agricultura publicados en elViejo Continente a lo largo del siglo xvi presentan unas características similares, entrelas que cita en primer lugar su deliberado carácter didáctico. Sus autores buscaban, deesta manera, un efecto inmediato y pretendidamente útil para dos clasessocioeconómicas diferentes: los latifundistas y los campesinos, lo que también seconvirtió en un impulso decisivo para el uso de las lenguas vulgares en su redacción(Beutler, 1973, pp. 1281-1283). Sin embargo, no hay que perder de vista que los mismostratadistas pertenecían a la elite intelectual y, en la mayor parte de los casos, a un estratosocial alto, por lo que Beutler concluyó (ibid., p. 1291) que sus enseñanzas, obtenidas desu propia experiencia personal y cotejadas con las expuestas en las obras clásicas de laAntigüedad y del Medievo, se dirigen ante todo a sus pares estamentales, es decir, a losdueños de tierras cercanas, a quienes muestran la manera de mejorar su rendimiento, deinstruir a sus campesinos, de aclimatar nuevas especies y de obtener provecho de laventa de excedentes. Los labradores, por lo tanto, accederían a los contenidos de losvolúmenes por medio de las órdenes que recibían de sus patrones7.

Una postura diametralmente opuesta —que parece ser su actitud habitual respecto alos estudios herrerianos anteriores— es la defendida por Eloy Terrón, para quien ni lostratados geopónicos antiguos ni los modernos fueron escritos para los pequeños ymedianos agricultores, puesto que, además de su analfabetismo generalizado, «nonecesitaban que nadie viniera a darles instrucciones teóricas de cómo tenían que realizarlas faenas de su oficio» (1981, pp. 26-27). No obstante, por lo que se refiere a losdestinatarios del Libro de Agricultura de Herrera, reconoce hallarse ante elementoscontradictorios y ambivalentes: por una parte, considera que el talabricense se dirige alos terratenientes más o menos ricos; pero, por otro lado, los consejos médicos queofrece y la valoración terapéutica que realiza de cada planta le hacen pensar que susinterlocutores eran los «labradores de pueblos y aldeas en los que era inconcebible lapresencia de un médico» (ibid., pp. 34-35). Aspectos que, según su razonamiento,avalan una doble interpretación: o bien nuestro autor se dirige a los señores de lastierras, sin que por ello exista desacuerdo alguno con la parte médica del tratado8; o

7 El trabajo de Beutler, en mi opinión, presenta dos inconvenientes de no poca envergadura: por unaparte, de su lectura parece desprenderse la idea de que la literatura geopónica europea del siglo xvi no es másque «un mero epifenómeno de la imprenta» (Glick, 1979, p. 16); por otro lado, la autora parece desconocerbuena parte de los tratados que ella misma asegura haber analizado, a excepción de los de origen francés. Porla parte que interesa para este estudio, no parece haber leído la obra de Herrera, de la que no ofrece siquieralos datos bibliográficos básicos, y aparentemente desconoce su carácter pionero. De hecho, solo incluye sunombre en una tabla que aparece en la página 1.299 del artículo, destinada a elencar el número de escritosmodernos publicados hasta 1600, señalando —sin manifestar su fuente— que de su volumen existen 16ediciones en español y 8 en italiano. Totales que, como ha de verse, no se corresponden con los que se halogrado alcanzar en el curso de la presente investigación.

8 Lo que, según Terrón (1981, p. 35), evidenciaría la ruda existencia de los señores medianos y de loscampesinos ricos en la Castilla de la época, cuyas heredades carecerían de cualquier servicio médico,

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bien el sintagma «el señor de la heredad» no sería más que un recurso literario tomadode los geóponos antiguos9, y su obra estaría enderezada a «los labradores en general quetuviesen la autonomía necesaria para decidir por sí mismos y según su propio interés[...], y que, por otra parte, supieran leer o tuviesen a mano alguien que lo hiciera paraellos» (ibid., p. 36).

Sea como fuere, el resultado y el éxito obtenidos debieron de sobrepasar cualquierexpectativa que el propio Herrera hubiera albergado, dada la sucesión de ediciones quedesde 1513 hasta la actualidad se han realizado de su tratado en España10. Seis de ellasse efectuaron en vida del propio autor, quien, como se indica en los frontispicioscorrespondientes (núms. 4, 5, 6), corrigió y enmendó el texto primitivo al menos en tresocasiones:

1. Obra de Agricultura, copilada de diversos auctores por Gabriel Alonso de Herrera demandado del muy ilustre y reverendíssimo señor el cardenal de España, arcobispo [sic] deToledo. Con previlegio real, Alcalá de Henares, Arnao Guillén de Brocar, 1513 (8 dejunio)11.

2. Obra de Agricultura... Con privilegio imperial, Toledo, Arnao Guillén de Brocar, 1520(13 de octubre).

3. Libro de Agricultura, copilado de diversos auctores por Gabriel Alonso de Herrera, s. l.[¿Zaragoza?], s. n. [¿Jorge Coci?] 1524 (24 de febrero)12.

4. Obra de Agricultura, copilada... Agora nuevamente corregida y emendada. Conprivilegio imperial, Alcalá de Henares, Miguel de Eguía, 1524 (20 de abril).

farmacéutico o veterinario. Situación que también le hace sospechar que en dichas haciendas tendría que haberalguien que supiera leer —él piensa en el omnipresente clérigo—, por lo que, aunque no lo explicita, podríaaventurarse que el mismo Herrera pensaba en una lectura oral de su obra.

9 Yerra Terrón cuando supone que no existía otra fórmula socialmente aceptada, «pues la voz propietariodebió entrar en uso bastante más tarde» (1981, p. 36). Según el DECH (s. v. propio) el término proprietario sedocumenta por primera vez en el Vocabulario español-latino (1495?) de Nebrija. No obstante, en el CORDEacadémico puede encontrase ya en una resolución de sentencia fechada en 1408, perteneciente a ladocumentación del archivo municipal de Salvatierra («e que ellos han poseydo asy commo sennoresverdaderos duennos e propietarios de todo ello»). Desde entonces, y a lo largo del Quinientos, parece que suuso fue generalizándose en castellano.

10 Para Terrón (1981, pp. 30 y 34-35), tal notoriedad se habría debido a la decisión de recopilar lainformación sobre el valor medicinal de plantas y alimentos, datos de los que eran ajenos los tratados deagricultura antiguos —los patricios ricos a los que estaban destinados tenían acceso a los mejores médicos—.Ello le lleva a concluir que el Libro de Agricultura de Herrera fue «adquirido más por lo que tiene de tratadode medicina, que por lo que vale como tratado de agricultura». Por su parte, el anónimo prologuista de laedición patrocinada en 1818-19 por la Real Sociedad Económica Matritense sostiene la opinión contraria,asegurando que el punto más flaco de todo el tratado son, precisamente, los artículos médicos, de los queasegura incluso que son importunos (1818, vol. I, p. xx).

11 Por razones de espacio, la descripción codicológica y bibliográfica de los ejemplares que se consignaránen las siguientes páginas se realizará en un próximo trabajo.

12 Los datos relativos al lugar y al nombre del impresor se deben a Juan Manuel Sánchez, quien, como enotros muchos casos de los que ofrece en su obra, los adjudica por meras conjeturas: «Aunque en el colofón nose indica el nombre del tipógrafo, los caracteres en que el libro está impreso dicen a las claras haberlo sidoJorge Coci. En mi librería conservo un ejemplar de esta rara impresión zaragozana» (1913, vol. I, p. 173,registro n.º 121). Por mi parte, prefiero ofrecerlos entre interrogaciones hasta que pueda arrojarse un poco deluz sobre estas elucubraciones.

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5. Libro de Agricultura, que es de labrança y criança y de muchas otras particularidades yprovechos de las cosas del campo, compilado por... Dirigido al muy ilustre,reverendíssimo y muy magnífico señor don fray Francisco Ximenes, arcobispo [sic] deToledo y cardenal de España, su señor. Nuevamente corregido y añadido en muchascosas muy necessarias y pertenecientes al presente libro por el mismo autor..., Logroño,Miguel de Eguía, 1528 (28 de noviembre).

6. Libro de Agricultura... arçobispo... Con privilegio imperial nuevamente concedido...,Alcalá de Henares, Joán de Brocar, 1539 (16 de junio).

Tras la muerte de Herrera, y solo a lo largo del Quinientos, se efectuaron seisimpresiones más:

7. Libro de Agricultura, que es de la labrança... copilado por... Nuevamente corregido yañadido..., Toledo, Fernando de Santa Catalina, 1546 (20 de febrero).

8. Libro de Agricultura... Ximénez... Nuevamente corregido y añadido..., Toledo, JuanFerrer (a costa de Diego Ferrer), 1551 (20 de julio).

9. Libro de Agricultura... Dirigido al muy ilustre y reverendíssimo señor don fray FranciscoXiménez... Nuevamente corregido y añadido por él mesmo. Impresso con licencia de losseñores del Consejo de Su Magestad..., Valladolid, Francisco Fernández de Córdoba (acosta de Juan de Espinosa), 1563 (8 de agosto).

10. Libro de Agricultura, que tracta de la labrança... y provechos del campo... Dirigido alilustríssimo y reverendíssimo señor don... Nuevamente corregido y añadido por élmesmo. Impresso con licencia de los señores del Consejo de Su Magestad..., Medina delCampo, Francisco del Canto, 1569.

11. Libro de Agricultura... Nuevamente corregido y emendado..., Medina del Campo,Francisco del Canto (a costa de Juan Boyer), 1584.

12. Libro de la Agricultura... Aora nuevamente añadidos los Diálagos [sic] de la fertilidad deEspaña, compuestos por el bachiller Juan de Arrieta. Con licencia, Madrid, Luis Sánchez(a costa de Miguel Martínez), 1598.

Como puede apreciarse, pese al pequeño titubeo inicial, desde 1528 parece que eltítulo de la obra quedó establecido como Libro de Agricultura. Así mismo, tras elfallecimiento del autor, y por motivos comerciales bastante obvios, siguió conservándosela advertencia de que había sido corregido, añadido o enmendado por él. Por último, en1598 Luis Sánchez decidió coeditar la obra con los Diálogos de la fertilidad de España,de Juan de Valverde Arrieta. A este respecto, sin embargo, hay que aclarar lainformación proporcionada en el frontispicio: una primera versión del trabajo de Arrietafue publicada con el nombre de Diálogos de la fertilidad y abundancia de España, y larazón por que se ha ido encareciendo, con el remedio para que vuelva todo a los preciospasados, y la verdadera manera de cavar y arar las tierras (Madrid, Alonso Gómez,1578); pero tres años después el propio autor dio a la estampa una segunda edición quepoco o nada tiene que ver con su predecesora, titulada Despertador, que trata de la granfertilidad, riquezas, baratos, armas y caballeros que España solía tener, y la causa de losdaños y faltas, con el remedio suficiente (Madrid, Guillermo Drouy, 1581). Aunque en

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la portada de la edición herreriana de 1598 se menciona aquella, en el interior delvolumen se reproduce el texto de esta última13.

En la siguiente centuria vieron la luz cuatro nuevas publicaciones:

13. Libro de Agricultura de Alonso de Herrera, que trata de la labrança de los campos ymuchas particularidades y provechos suyos. Obra nuevamente corregida. Con una tablamuy cumplida de todo lo que en él se contiene, hasta agora nunca impressa. Hanseañadido la Agricultura de jardines, y una suma de la del Niño Jesús del pan y del vino, yel Tratado de la fertilidad de España y causas de su esterilidad. Donde se hallará juntotodo lo bueno que hasta agora d’esta materia de agricultura se ha advertido... Conlicencia del Consejo Real de Navarra..., Pamplona, Matías Mares (a costa de Hernandode Espinal), 1605.

14. Agricultura general, que trata de la labranza del campo y sus particularidades, crianza deanimales, propriedades de las plantas que en ella se contienen y virtudes provechosas a lasalud humana. Compuesta por Alonso de Herrera y los demás autores que hasta agorahan escrito d’esta materia, cuyos nombres y tratados van a la buelta d’esta hoja14... Conlicencia, Madrid, viuda de Alonso Martín (a costa de Domingo González), 1620.

15. Agricultura general..., Madrid, Carlos Sánchez (a costa de Antonio de Ribero), 1645.16. Agricultura general..., Madrid, Bernardo Herbada (a costa de Juan de Calatayud

Montenegro), 1677.

La novedad más significativa que presenta este conjunto es la coedición del textoherreriano en 1605 y 1620 con otros escritos españoles vinculados con las labores delcampo. Así, Matías Mares decidió incluir de nuevo el Despertador de Juan de ValverdeArrieta (f. 183r), que en la portada se nombra como Tratado de la fertilidad de Españay causas de su esterilidad; al que unió un sumario de los Discursos del pan y del vino delNiño Jesús , de Diego Gutiérrez Salinas, impresos en Alcalá de Henares, en 1600, porJusto Sánchez Crespo (f. 203r)15; y, en último lugar, la Agricultura de jardines, de

13 Como se verá inmediatamente, los títulos de este y otros opúsculos sufrieron constantes variaciones.14 En el verso del folio se especifica: «Nombres de los autores y tratados contenidos en este libro de

agricultura general del campo. Alonso de Herrera, Libro que trata de la labrança del campo, en seis libros, fol.1. Despertador, que trata de la grande fertilidad, riquezas, baratos, armas y cavallos que España solía tener, yla causa de los daños y falta, con el remedio suficiente, fol. 175. Diego Gutiérrez de Salinas, Discursos del pany del vino, reduzido a sumario, fol. 195. Gonçalo de las Casas, Arte nuevo de criar seda, fol. 209. LuisMéndez de Torres, Tratado de la cultivación y cura de las colmenas, fol. 230. Gregorio de los Ríos,Agricultura de jardines, primera y segunda parte, fol. 244».

15 Discursos del pan y del vino del Niño Jesús, para que los labradores den la sazón que conviene a latierra, y el pan nazca dentro de tres días a todo lo largo, y se entienda cómo se ha de dar la labor a las viñaspara que se coja la tercera parte más de uvas que se cogen ordinariamente, y se conserven más tiempo lasviñas, y sea mejor el vino y no se pierda, y otras curiosidades y avisos tocantes a la agricoltura [sic] , y para quese aumente y componga la república, Alcalá de Henares, Justo Sánchez Crespo, 1600. Matías Mares justificaasí inclusión y su reducción a sumario: «Aviendo acordado de imprimir el Libro de Agricultura que compusoGabriel Alonso de Herrera a una con el Tratado de la fertilidad de España, compuesto por Joán de Arrieta, [y]el de la Agricultura de jardines, tube noticia d’este libro, intitulado Discursos del pan y del vino del NiñoJesús, que compuso Diego Gutiérrez de Salinas, vezino de la villa de Brihuega. Y aunque al principio propusede imprimirlo todo en la forma que su autor lo compuso, después á parecido a algunos amigos míos,aficionados a este exercicio de la agricultura, que será lo mejor reducirlo a un sumario breve, tomando d’él lomás substancial, y sacarlo assí impreso, porque d’esta manera los que tuvieren desseo de aprovecharse dellibro en lo que es de importancia para la agricultura lo allarán en este sumario, y con poco más de lo que

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Gregorio de los Ríos, de acuerdo con la impresión llevada a cabo en Zaragoza, en 1604,por Carlos de Lavayen y Juan de Larumbe, de la que reproduce el frontispicio(f. 243r)16.

Por su parte, la viuda de Alonso Martín, en 1620, fue la primera en nombrar elconjunto de obras que editaba como Agricultura general, título que ha sobrevivido hastahoy día, incluso para hacer referencia en exclusiva al tratado de Herrera, que, por otrolado, como se ha visto en la nota 14, es identificado en el índice del volumen comoLibro que trata de la labrança del campo . A los textos recopilados por Mares, quereproduce más o menos de manera fiel, incorporó otros dos: el Arte nuevo de criar seda,de Gonzalo de las Casas, publicado en Granada, en 1581, por René Rabut17; y elTratado de la cultivación y cura de las colmenas, de Luis Méndez de Torres, impreso enAlcalá de Henares, en 1586, por Juan Íñiguez de Lequerica18. Compilación que vuelvena repetir las dos últimas ediciones que se realizaron en el Seiscientos (núms. 15, 16) yque se convirtió, de alguna forma, en el mejor y más completo repertorio de la literaturaagrícola castellana de la época. Gracias a ello —¿por qué no decirlo?— los tratados deJuan de Valverde Arrieta, de Diego Gutiérrez Salinas, de Gregorio de los Ríos, deGonzalo de las Casas y de Luis Méndez de Torres gozaron de una difusión inopinada.

El siglo xviii fue testigo de tres nuevas propuestas editoriales:

17. La labranza española. Compendio de la Agricultura de Alonso de Herrera repartido enseis tratados, que se darán siempre sueltos para comodidad y auxilio de los labradores,añadiendo todo lo que se crea conveniente para la claridad y algunas láminas quedemuestren las operaciones difíciles, etc. Obsequio que hace a su patria D. FranciscoMariano Nipho, Madrid, Miguel Escribano, 1768; Labranza española... Tratadosegundo..., Madrid, Francisco Mariano Nipho, 1769; Labranza española o laAgricultura de Alonso de Herrera, repartida en seis tratados... Tratado tercero..., 1770;Labranza española o la Agricultura de Alonso de Herrera, repartida en tratados sueltospara comodidad de los labradores. Tratado cuarto, parte primera..., 1773; Tratadoquinto, segunda parte..., 1773; Tratado sexto..., 1773; Tratado séptimo..., 1775.

18. Agricultura general, que trata de la labranza... Compuesta por... y los demás autores...Con las licencias necesarias, Madrid, Antonio de Sancha, 1777.

19. Agricultura general..., Madrid, José de Urrutia, 1790.

avían de costar los demás tratados de agricultura tendrán recogido en un cuerpo lo que en esta materia estáescripto hasta agora por nuestros autores españoles. Y no tendrá que agraviarse d’esto nuestro primer autor,pues ya veemos introducido el salir a luz cada día sumarios de libros importantes que otros autoresescrivieron, y siendo el intento de los unos y de los otros el aprovechamiento de nuestros próximos, como lo esel mío, escusado está quien conforme al talento que Dios le dio haze lo que puede, aunque sea poco. Solo sesirva de darnos su gracia, con que todo se encamine a mayor honra y gloria suya. Amén» (1605, f. 183v).

16 Agricultura de jardines, que trata de la manera que se han de criar, governar y conservar las plantas, ytodas las demás cosas que para esto se requieren, Zaragoza, Carlos de Lavayen y Juan de Larumbe (a costa deHernando de Espinal), 1604. La primera edición de la obra la efectuó Pedro Madrigal, en Madrid, el año1592.

17 Libro intitulado Arte para criar seda desde que se rebive una semilla hasta sacar otra, Granada, RenéRabut, 1581.

18 Tractado breve de la cultivación y cura de las colmenas, y ansí mismo las ordenanças de los colmenares,sacadas de las ordenanças de Sevilla, Alcalá de Henares, Juan Íñiguez de Lequerica (a costa de Luis Méndez),1586.

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Francisco Mariano Nipho, considerado por algunos como el fundador delperiodismo moderno y el primer periodista profesional en España19, decidió publicarsueltos los seis libros que componen el tratado de Herrera bajo el título de (La)Labranza española , aunque finalmente no se incluyeron el prólogo del autor ni, comoseñala Palau (1953, p. 575, n.º 114102), el libro sexto, dedicado a la distribución pormeses de las labores del campo. Con ello buscaba, en consonancia con su ideologíailustrada y con sus intenciones de divulgación del conocimiento entre lectores pococultos, «hacer rica a esta Península» (1768, vol. I, Dedicatoria, p. 3) y «la comodidad yauxilio de los labradores» (1768, vol. I, Portada); objetivo este último que, como ya seexplicita en la portada del primer volumen, también provocó sus deseos de completar eltratado herreriano con un opúsculo donde se diera testimonio de algunos de los avancesgeopónicos más importantes producidos en la Europa de la época —particularmente enFrancia e Inglaterra—, así como de ofrecer las ilustraciones «que más convengan parahacer demostrable todo aquello que sin socorro de las figuras se quedaría siempre en laclase de difícil por imperceptible y acaso mal explicado» (1768, vol. I, Prólogo)20.

El resultado no tuvo que ser del agrado del público ni de la crítica, lo que obligó alpropio Nipho a costear de su bolsillo la publicación desde el segundo volumen. En estetomo se queja amargamente de la desidia y de la falta de interés con que fue recibido sutrabajo21, y en el siguiente de la disconformidad manifestada por algunas personas antesu decisión de moderar el estilo y regularizar el lenguaje de Herrera22. Todo ellocontribuyó a que el plan inicial se desbaratara y no se realizara el tan deseado

19 Su figura y su actividad fueron estudiadas en profundidad por Enciso Recio (1956).20 «En la confianza de hacerte un obsequio, y mucho mayor en la estación presente, te le ofrezco, lector

mío. Pero atendiendo a que de algunos años a esta parte se han publicado en Francia y en Inglaterra varioslibros de agricultura, se pondrán en el suplemento de esta obra aquellos artículos convenientes para hacer másútil este compendio de la facultad o arte más feliz para el Estado, particularmente de los Principios de laagricultura y vegetación , de Mr. Home; del Tratado del cáñamo, de Mr. Mercandier; del Método de cultivar larubia o garanza, de Mr. Miller; de la Ciencia general de la economía de campo, &c., por una SociedadEconómica de Inglaterra; de las Observaciones sobre la agricultura, por Eduardo Lisle; de la Práctica de laagricultura, de Mr. Maxwel; lo más oportuno de la Agricultura perfecta, de Mr. Agrícola; de las Memoriassobre la agricultura, por Mr. Le-Large; y de todos los demás libros que a juicio de la verdadera crítica seanconvenientes para hacer más útil y segura esta nueva Labranza española» (1768, vol. I, Prólogo). Al final deeste mismo primer tomo se reitera: «De todo se darán adicciones en el suplemento y aquellas láminas que(como hemos dicho en el prólogo) convengan para mayor explicación y claridad de cada artículo» (1768, vol.I, p. 200).

21 «Cuando no había facilidad ni proporción de haber la Agricultura de Herrera, sino maltratada y muycostosa, se echaba menos este escrito, y aun se culpaba la desidia española en no reimprimirla, y ahora que seva proporcionando el modo de lograrle metódico y a muy corto precio, se hace como estudio particular el noleerle, que es el modo más injurioso de despreciarle» (1769, vol. II, Al lector).

22 «La crítica de nuestros días en muy escrupulosa para los defectos agenos y muy indulgente para losproprios [...]. La reimpresión de Herrera la intentamos al principio moderando algo las repeticiones del estiloantiguo y haciendo más regular el lenguage, pero esto no ha agradado a ciertos sugetos conquillosos. Y paraque aun estos no queden descomplacidos en este inocente obsequio que hacemos al público, hemos observadoen este tratado de los árboles regiosamente el sentido y la frase de Alonso de Herrera. Lo que deseamos eshacer más común y acomodada esta útil y preciosa Agricultura, y así, sea del modo que fuere, ni buscamosgloria ni interés, sino la publica utilidad en el conocimiento de una materia tan importante» (1770, vol. III,Advertencia).

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suplemento ni se incluyeran las anunciadas láminas, como así muestran los ejemplaresconservados en la Biblioteca Real de Madrid23.

Por su parte, los trabajos realizados por Antonio Sancha en 1777 y por José deUrrutia en 1790 están basados en el preparado por la viuda de Alonso Martín en 1620,incluyendo idéntica recopilación de tratados y opúsculos.

En el siglo xix aparecieron otras tres ediciones del texto herreriano:

20. Agricultura general de Gabriel Alonso de Herrera, corregida según el testo original de laprimera edición publicada en 1513 por el mismo autor, y adicionada por la RealSociedad Económica Matritense, Madrid, Imprenta Real, 1818-1819, 4 vols.

21. Agricultura general, que trata de la labranza del campo y sus particularidades, crianza deanimales y propiedades de las plantas. Compuesta por Gabriel Alonso de Herrera yrevisada por D. A. de Burgos, Madrid, Imprenta de D. Anselmo Santa Coloma, 1858,2 vols.

22. Tesoro de labradores. El agricultor práctico o Tratado completo de agricultura,horticultura y economía rural, extractado de las mejores obras de los más célebresautores españoles y estranjeros. Revisado por A. de Burgos. Nueva edición, Madrid,Librería central de D. Mariano Escribano (Imp. de A. Santa Coloma), 1863.

Puede afirmarse que la impresión patrocinada por la Real Sociedad EconómicaMatritense es el primer trabajo filológico moderno realizado sobre el Libro deAgricultura. A pesar de estar impregnado de un ligero tufillo excesivamente patriótico—por otra parte nada extraño en la época— y de manifestar en ocasiones unaextremada veneración por el escritor talabricense24, no es menos cierto que, por lo quese refiere al texto, se prefirió retomar la primera edición y cotejarla con la aparecida enToledo en 1546 —pensando que era calcada a la de 1539 (Lagasca, 1819, vol. IV,p. 333), hipótesis que no ha sido confirmada hasta el momento—, lo que permitióevidenciar algunas adiciones y supresiones posteriores, tanto las debidas al propio autorcomo otras achacables a los diferentes impresores. Se intentó esclarecer su contenido—parece que fue esta una tentación constante— a través de adiciones debidas a losbotánicos más notables de la época, si bien con el acierto de diferenciarlastipográficamente y separarlas del tratado herreriano. Finalmente, aunque sin otraexplicación que apelar a su dignidad literaria, se decidió acompañarlo del Despertadorde Valverde Arrieta —así mismo comentándolo— y, por primera vez, de la Cronología yrepertorio de la razón de los tiempos, de Rodrigo Zamorano25, en el que se muestra lavinculación de las tareas agrícolas con los movimientos de los astros.

23 Como se comprobará poco más adelante, en dos traducciones italianas del siglo xvi (1557 y 1568) ya sehabían incluido algunos grabados de plantas, frutas y hortalizas. Resulta extraño, pues, el hecho de que enEspaña nunca se haya optado por una solución semejante.

24 Martínez Carreras, más comedido, advertía al respecto: «Como puede observarse, el estilo de losprologuistas de la Sociedad Económica, a comienzos del siglo xix , es enfático, repleto de adjetivosencomiadores y alabanzas continuas, hiperbólico y dado a la exageración» (1970, p. xiv ).

25 Para ello se siguió la segunda edición de la obra, publicada en Sevilla, por Rodrigo de Cabrera, en 1594(la primera fue la de Sevilla, Andrea Pescioni y Juan de León, 1585 [colofón: 1584]). Se decidió omitir algunoscapítulos del cuarto tratado —en los que se aborda la generación, efecto y propiedades de algunos meteoros—por considerar que su contenido había sido ya superado.

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El último tomo se completó con un trabajo del insigne botánico aragonés MarianoLagasca y Segura, titulado «Materiales para la noticia histórica de Gabriel Alonso deHerrera». Se trata del primer estudio biográfico dedicado a nuestro personaje,fundamentado, no en elucubraciones ni en posibles —aunque algunos se deslizan—, sinoen los datos aportados por el autor y por la documentación de la época. Trabajolaborioso que con posterioridad ha podido ser matizado aquí y allá, pero cuyo gruesocontinúa siendo la fuente esencial para todos los que nos acercamos a la figura delagrónomo talaverano. Además, en sus páginas se recogen también las variantes másimportantes entre el prólogo de la edición de 1513 y el que encabeza la de 1539,primera y última que se hicieron en su vida (Lagasca, 1819, vol. IV, pp. 347-351), y serealiza un elenco comentado —en ocasiones con informaciones decisivas— de lasediciones de su tratado (ibid., pp. 352-361)26.

De los dos volúmenes revisados por Augusto de Burgos en 1858 poco puede decirse,ya que el trabajo carece de introducción y de cualquier otro tipo de nota que aclare enqué consistió su intervención. Cotejando la transcripción del prólogo con las edicioneshistóricas del Libro de Agricultura se descubre que el texto base es el de 1539, si biencon algunos cambios en el orden de palabras, ciertos errores de transcripción y, lo que esmás importante, con la supresión de párrafos enteros27. De acuerdo con la informaciónproporcionada por Palau (1953, p. 575, núms. 114106-114107), la tirada no tuvo eléxito esperado por los editores, que en 1863 decidieron cambiar la portada y el título aun gran resto y reunir los dos tomos en un solo volumen28.

Por último, en el siglo xx se realizaron tres nuevas propuestas editoriales:

23. Obra de Agricultura, ed. y estudio preliminar de José Urbano Martínez Carreras,Madrid, Atlas, 1970 (NBAE, 235).

26 Desde su publicación hasta nuestros días, el trabajo realizado por la Real Sociedad EconómicaMatritense ha sido alabado de manera continuada. Su popularidad despertó un renovado interés por laagricultura incluso en otras latitudes. Así, por ejemplo, el 7 de abril de 1832, Anastasio Bustamante, segundovicepresidente de México tras su independencia (28/09/1921), propuso la reimpresión de sus cuatro volúmenesy la elaboración de un quinto tomo, en el que debía darse cuenta de ciertas particularidades mexicanas. Paraello se diseñó un formulario, que se remitiría a distintas poblaciones, con la intención de recabar datosprecisos acerca de la calidad de la tierra, el clima, el riego, la siembra, el cultivo, la cosecha o la conservaciónde frutos. En él también se incluyen distintos productos (maíz, trigo, cebada, chile, garbanzo, frijol, papas,camote, jícama, melón, magüey, vid, verduras, frutales europeos, naranjas, plátano y piña, caña, tabaco,cacao, algodón, añil, arroz, café) y ganados (cabrío, carneros, cerdos, toradas, ganado caballar y mular), asícomo las ciudades y regiones donde su producción era más abundante y, por consiguiente, cuya informaciónse consideraba prioritaria. Véase al respecto Arrillaga (1836, pp. 50-54). Parece que finalmente el proyecto nollegó a buen puerto.

27 Faltaría por corroborar que esta situación es general en el resto de la edición.28 En la portada, como se ha señalado, se consignó la información de que se trataba de una «nueva

edición». Sin embargo, el interior del libro se corresponde exactamente con el trabajo publicado en 1858;incluso se mantuvo la anteportada, en la que se recoge el título de Agricultura general de Gabriel Alonso deHerrera. Agradezco a María del Mar Sarto García, Directora de la Biblioteca Pública del Estado en Teruel, lasfacilidades que me ha dado para consultar desde Madrid la edición de 1863, rara —como otras tantas deltexto herreriano—, puesto que de ella, según la información proporcionada en el Catálogo Colectivo delPatrimonio Bibliográfico Español, se conservan solo dos ejemplares en otras tantas bibliotecas públicas (otroen el Museo Provincial de Pontevedra).

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24. Agricultura general, ed. crítica de Eloy Terrón, Madrid, Ministerio de Agricultura yPesca, 1981, 19882, 19963.

25. Thomas M. Capuano, Texto y Concordancias de la Obra de agricultura de GabrielAlonso de Herrera (Alcalá de Henares, 1513), Madison, Hispanic Seminary of MedievalStudies, 1995. Reeditado en John O’Neill, Electronic texts and concordances of theMadison Corpus of Early Spanish Manuscripts and Printings , Madison/ New York,Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1999.

Lo que hace un total de veinticinco ediciones en castellano (veinticuatro si seconsidera la situación particular de los núms. 21 y 22), a las que habría que sumar seistraducciones al italiano, dos al portugués —que parecen ser la misma— y dos—incompletas— al inglés:

1. Libro di agricoltura utilissimo, tratto da diversi auttori. Novamente venuto a luce dallaspagnuola nell’italiana lingua traportato. Col privilegio del Sommo Pontefice edell’illustrissimo Senato veneto per anni X, Venezia, Michele Tramezzino, 1557.

2. Agricoltura, tratta da diversi antichi et moderni scrittori dal signore Gabriello Alfonsod’Herrera et tradotta di lingua spagnuola in volgare italiano da Mambrino Roseo daFabriano. Nella quale si contengono le regole, i modi e l’usanze che si osservanonell’arare la terra, piantar le vigne e gli alberi, governare i bestiami e fare ottimamenteciò che all’agricoltura s’appartiene. Con le figure degli alberi e delle herbe delle quali sitratta nel libro, Venezia, Francesco Sansovino, 156829.

3. Agricoltura, tratta da diversi antichi et moderni scrittori... ciò che all’agricolturas’appartiene. Con la tavola dei capitoli, Venezia, Valerio Bonelli, 1577.

4. Agricoltura, tratta da diversi antichi et moderni scrittori... nell’arrare la terra..., Venezia,Fabio e Agostino Zoppini fratelli, 158330.

5. Agricoltura, tratta da diversi antichi et moderni scrittori... nell’arrare la terra, Venezia,Nicolò Polo, 1592.

6. Della agricoltura, tratta da diversi scrittori dal signore... et tradotta di lingua spagnuolain italiana da Mambrino Roseo da Fabriano... nell’arare la terra..., Venezia, LucioSpineda, 1608 (colofón: 1607).

7. Nova arte que ensina a criar, tratar, esculher e curar cabras, borregos, ovelhas, porcos,bois e vaccas. Nesta obra se encontram os symptomas indicativos das enfermidades a queestá sujeita qualquer rez, como tambem os remedios e receitas mais especiaes para o seucurativo e para governo e utilidade dos lavradores e criadores. Por seu author GabrielAlonso de Herrera. Traduzido do hespanhol em portuguez por António Gamarra,Lisboa, Matias José Marques da Silva, 1841, 18492.

8. Arte nova que ensina a criar, tratar, esculher e curar cabras, borregos, ovelhas, porcos,bois e vaccas... Por Gabriel Alonso de Herrera. Traduzido do hespanhol por AntónioGamarra, Lisboa, Tipografia Nunesiana, 184931.

29 Tanto la traducción de 1557 como esta de 1568 aparecen ilustradas con numerosas xilografías deplantas, árboles, hortalizas y frutas, de manera particular en los libros III y IV. En los tres últimos folios de lade 1568, además, se incluye un apartado titulado «Stromenti o di legno o di ferro che si adoperano alla villa indiverse fattioni», donde se describen y se ilustran dichos útiles de labranza y se ofrecen algunos sinónimospertenecientes a los distintos dialectos italianos, particularmente el toscano y el lombardo.

30 En el ejemplar conservado en la Biblioteca Nazionale di Roma aparece una “C” manuscrita añadidacon posterioridad entre la “D” y la “L” del año, aprovechando el espacio en blanco que había entre amboscaracteres: «.M. D.C.L X X X I I I.».

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9. Obra de Agricultura (Alcalá, Arnao Guillén de Brocar, 1513), introducción y antologíade Thomas F. Glick, Valencia, Valencia Cultural, 197932.

10. Ancient agriculture. Roots and application of sustinable farming, compilación de JuanEstevan Arellano, traducción de Rosa López Gastón, ilustraciones de Bryan Romero, SaltLake City, Ancient City Press, 200633.

A ellas, con toda la precaución y con las reservas necesarias en estos casos, habría queañadir seis ediciones fantasmas, dobles o desaparecidas que se citan en algunos estudios,en ocasiones por pura inercia:

1. [1582] «Idem. Medina del Campo, por Francisco del Canto. MDLXXXII (1582), fol.».Figura en la relación de Palau (1953, p. 575, n.º 114098). Hasta donde se sabe,Francisco del Canto realizó dos impresiones: una en 1569 y otra en 1584,respectivamente.

2. [1598] «Otra, en Madrid en la imprenta de Miguel Martínez, en 4.º en el mismo año de1598. —Citada por la Real Sociedad en su esposición de 22 de Febrero de 1812».Mencionada por Lagasca (1819, vol. IV, p. 357, n.º 16). Parece tratarse de un doble de laedición de Madrid, Luis Sánchez (a costa de Miguel Martínez), 1598, fruto de laconfusión del librero que costeó el trabajo con un nuevo impresor.

3. [1599] «En la Biblioteca de D. Ricardo Heredia figuraba otra tirada de Medina delCampo, 1599, fol., que no hemos encontrado citada en ninguna otra parte». Recogidapor Palau (1953, p. 575, n.º 114099).

4. [1643] «Agricultura general &c. impresa en Madrid año 1643, folio, en la imprenta deCarlos Sánchez. Séguier vio esta edición en la Biblioteca Real de París, y lleva los mismos

31 Parecen precedentes de estas dos traducciones portuguesas dos anónimos, de título casi idéntico,conservados en la Biblioteca Nacional de Portugal: 1) Arte mestra, que ensina aos que não sabem a criar,tratar e escolher bois, vacas, novilhos e vitelos, Lisboa, Francisco Borges de Sousa, 1786; 2) Arte mestra queensina a criar, tratar, escolher e curar bois, vacas, novilhos e vitelos. Nesta obra se mostran os symptomasindicativos das enfermidades a que está sujeita qualquer rêz vacûa, como tamben os remedios e receitas maisespeciaes para o seu curativo, tudo fundado não só nas doutrinas dos melhores mestres, mas authenticadocom experiencias, Lisboa, Typografia de J. A. S. Rodrigues, 1840. En esta ocasión no he tenido la oportunidadde consultar ambos volúmenes, por lo que queda pendiente investigar su relación con los otros dos en los quese menciona por vez primera el nombre de Herrera.

32 El trabajo de Glick se compone de una breve introducción con texto enfrentado a doble página enespañol e inglés; de lo que él considera la antología: la traducción al inglés de ciertos fragmentos pertenecientesal prólogo y a ocho capítulos del Libro de Agricultura (capítulo 5/libro I, 15/II, 7-20/III, 3-5-34-36/IV); y, porúltimo, de una reproducción facsímil del ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid de laedición de 1513 (falto del f. clxii, que se incorporó acudiendo al volumen propiedad de la Hispanic Society ofAmerica). Dada esta situación, he considerado oportuno incluirlo en este apartado de traducciones.

33 Esta traducción se realizó a partir del trabajo de «1998» [sic: ¿por 1988?, ¿por 1996?] preparado porEloy Terrón, al considerar que, por haber usado como base la edición de 1539, la postrera revisada porHerrera, esta recoge sus últimos pensamientos (2006, p. 11). Para valorar el alcance de esta decisión, véansemás adelante los comentarios relativos a la propuesta editorial de Terrón. El proyecto de Estevan Arellano, deacuerdo son su propio testimonio (2006, p. 22), preveía la publicación de dos volúmenes: el primero de ellos,el publicado en 2006, incluye el prólogo y los libros 1, 2 y 6 del original; con relación al segundo de ellos, nohe sido capaz de recabar ninguna información, por lo que creo que aún no se ha llevado a término.Sorprenden —y de qué forma— las esperanzas que albergaba el compilador: «In conclusion, my hope is thatfarmers especially those interested in traditional agriculture, organic farming, sustainable agriculture, andpermaculture, will be able to apply Herrera’s knowledge to working the land in ways that are productive,personally enriching, and ecologically valuable» (2006, p. 22).

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opúsculos que la hecha en Toledo en 1620». Recopilada por Lagasca (1819, vol. IV, p.359, n.º 20). Posible confusión con la edición de Madrid, Carlos Sánchez (a costa deAntonio de Ribero), 164534.

5. [1645] «El citado D. Antonio Sandalio de Arias y Costa nos ha dicho que ha visto otraedición en 4.º hecha en el mismo año de 1645 en la propia imprenta de Carlos Sánchez».Información proporcionada por Lagasca (1819, vol. IV, p. 359, n.º 22). Podría tratarsedel mismo trabajo citado en el número anterior.

6. [1646] «Otra edición hecha en Madrid año de 1646, fol. Esta edición la cita el referidoBarón Alberto de Haller. (1) Los nombres de los autores y sus tratados son: 1.º Los seislibros de Herrera. 2.º Despertador sobre la fertilidad, riqueza, baratos, armas &c. deEspaña. 3.º Discurso del pan y el vino de Diego de Salinas reducido a sumario. 4.ºGonzalo de las Casas: Arte nuevo para criar seda. 5.º Luis Méndez de Torres: De lacultivación y cura de las colmenas. 6.º Gregorio de los Ríos: Agricultura de jardines».Edición comentada por Lagasca (1819, vol. IV, p. 359, n.º 23)35.

Y, finalmente, una traducción al francés y otra al italiano, de igual formadesaparecidas o simplemente fruto de algún error bibliográfico:

1. [1596] «Nicolás Antonio cita una versión francesa de Charles Steven y Jean Leibault,impresa en Rouan, 1596, 4.º». Pudiera tratarse de una mala interpretación de ciertasafirmaciones de Nicolás Antonio por parte de Palau (1953, p. 575, n.º 114113).Efectivamente, en su Bibliotheca Hispana Nova (1996 [1783], vol. I, p. 503), comoúltimo apunte a la figura y obra de Gabriel Alonso de Herrera, el célebre eruditosevillano asevera: «Quemadmodum & Gallis hanc viam praeiverunt Carolus Stephanus& Joannes Leibault, doctores medici, in libro L’Agriculture & maison rustique inscripto,Rothomagique edito 1596. 4». A tenor de sus palabras, podría suceder que no seestuviera refiriendo a ninguna edición de la Agricultura herreriana, sino al hecho de quela moderna literatura geopónica francesa habría dado sus primeros pasos con la obra deCharles Estienne y Jean Liebault36.

34 «Quinta [edición]. Madrid, por Carlo Sánchez. 1643. in fol. B. R.» (Séguier, 1740, p. 369). A pesar deello, y aunque puede no significar nada, entre los fondos de la Biblioteca Nacional de Francia no se halla estasupuesta edición, pero sí la de 1645.

35 Albrecht von Haller, en su Bibliotheca botanica (1771, vol. I, p. 248), incluye el siguiente apunte entrelas ediciones de Herrera: «1646. fol. FALC.». El médico francés Camille Falconet, de acuerdo con elinventario de su biblioteca, contaba con el siguiente ejemplar: «3991. Agricultura general, por Alonso deHerrera, Madrid, 1646. in fol.» (1763, p. 208). También poseía una traducción al italiano: «3992. Agricolturatratta de diversi Scrittori dal Gabr. Alfonso d’Herrera, trad. in Ital. da Membrino Roseo da Fabriano. Venet.1568. in 4» (ibid.). No obstante, a pesar de la información proporcionada por Lagasca, nada se dice acerca desu contenido.

36 En París, en 1554, vio la luz el Praedium rusticum, in quo cuiusuis soli vel culti vel inculti plantarumvocabula ac descriptiones, earumque conseredarum atque excolendarum instrumenta suo ordine describuntur,del médico, impresor y humanista Charles Estienne (1504-1564), en el que refundió numerosos opúsculos quehabía compuesto entre 1535 y 1548 sobre jardines, viñedos, árboles frutales, hortalizas, etc. El mismoEstienne decidió traducir al francés su obra bajo el título de Agriculture et maison rustique, que apareció en1574, diez años después de la muerte del autor, y que disfrutó de un enorme éxito (fue traducida al italiano, alalemán, al inglés y al flamenco). Su yerno, Jean Liebault, también médico, añadió un gran número de capítulosa la versión francesa, publicando el nuevo trabajo en 1586. Entre las numerosas reediciones del texto no hesido capaz de encontrar la realizada en Rouen en 1596 que cita Nicolás Antonio.

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2. [1633] «La referida traducción italiana [1568] volvió a reimprimirse en Venecia en 1633,4.º Cita esta edición el Sr. Barón de Haller en su referida Biblioteca botánica». Señaladasolo por Lagasca (1819, vol. IV, p. 359, n.º 19)37.

A pesar de los datos que poseemos, y no son pocos, la historia editorial del texto estáaún por hacer y estoy absolutamente convencido de que, por sí misma, daría lugar a unanutrida y apasionante monografía. Así, y por poner un ejemplo de los más significativos,desde que Mariano Lagasca (1819, vol. IV, p. 356) mencionara una traducción al latíndel Libro de Agricultura:

9.ª 1557... Ex Hispanica in latinam linguam versus Venetiis. Nicolaus Paulus. Ex BumaldiBibliotheca botanica. Séguier Bibliot. botan. part. 3.ª, pág. 369.— Ibid. ap. Micaelem Tramesinum 1557, 4.º Romae in Bibliot. Cardinalis Passionei. Séguier,loco citato,

todos los investigadores y bibliógrafos posteriores no han dejado de citarla; eso sí, sinapartarse un ápice de las palabras y la argumentación del que fuera director del RealJardín Botánico de Madrid y —dato muy revelador— sin ofrecer hasta la fecha de hoy eltítulo de dicha traducción. Lagasca, como señala él mismo, reprodujo la informaciónque encontró en la Bibliotheca botanica (1740, p. 369) de Jean François Séguier:

Ex Hispanica in Latinam linguam versus. Venetiis. Nicolaus Polus. Ex Bumal. Bibl.Ibidem, ap. Michael. Tramezinum. 1557. in 4. Romae in Bibl. Pass.

Séguier, a su vez, obtuvo la noticia de la Bibliotheca botanica (1657, p. 34) deGiovanni Antonio Bumaldi, pseudónimo del boloñés Ovidio Montalbano:

GABRIEL ALPHONSUS HERRERA, Hispanus, Agriculturam ab antiquis atque Neotericisscriptoribus erutam praesenti seculo accommodavit, atque in libros 6 ordinavit, quos èCastilionensi in Italicam vertit linguam Mambrinus Roseus Fabrianensis, quorum volumenquartae formae impressit Venetiis Nicolaus Polus.

Por lo que respecta al primero de los dos ítems, y como puede comprobarse,Bumaldi, fuente de donde partió Séguier, nada dice acerca de que la obra se tradujera allatín, sino al italiano. Al mencionar a Mambrino Roseo como traductor, podría hacerreferencia a cualquiera de las cinco ediciones en las que aparece su nombre (1568, 1577,1583, 1592 y 1608). Además, señala que un volumen en cuarto («quarta formae») fueimpreso en Venecia por Nicolò Polo, quien, como se ha visto, editó en 1592 una nuevatraducción del Libro de Agricultura al italiano en dicho formato.

En cuanto al segundo registro, tampoco hace referencia a una traducción al latín,sino a la primera versión italiana de la obra, publicada, en efecto, en Venecia, porMichele Tramezzino, en 1557. Añadió Séguier la información de que un ejemplar de lamisma se encontraba entre los numerosos libros del cardenal Domenico Passionei (1682-

37 Haller apunta: «1633. 4º. HOTTON.» (1771, vol. I, p. 248). En efecto, Peter Hotton (PetrusHouttuyn) poseía entre sus libros de botánica el siguiente volumen: «112. Agricultura trattata da diversiantichi & moderni scrittori Gabriello Alfonso di Herrera, ibid. [Venecia] 1633» (1709, p. 10).

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1761). Una biblioteca inmensa e impresionante que, tras su muerte, fue adquirida en1762 por la Biblioteca Angelica de Roma, en cuyos fondos se conservan todavía hoy dosediciones italianas de la obra de Herrera: Venezia, Michele Tramezzino, 1557; yVenezia, Francesco Sansovino, 1568. De las dos, en el catálogo on-line de lascinquecentine de dicha institución se señala que la primera contiene el ex libris dePassionei38.

En consecuencia, y con los escrúpulos que merecen casos semejantes a este, parecehaber indicios suficientes para dudar de la existencia de dicha traducción al latín, o, almenos, para considerarla como perdida39.

Pero no solo es necesario abordar la historia material del libro. Mucho másimportante aún para la historia de la lengua, de la literatura y de la transmisión textualsería estudiar las distintas y en ocasionas drásticas manipulaciones a las que ha sidosometido el texto, particularmente en las ediciones realizadas con posterioridad a lamuerte de Herrera. Por poner una muestra, en la de Medina del Campo, Francisco delCanto, 1569, se suprimieron los pasajes en los que el propio autor daba alguna noticiabiográfica, suya o de algún miembro de su familia, como las relativas al nombre de sumadre o al fallecimiento de su hermano, Hernando Alonso de Herrera, profesor en lasuniversidades de Alcalá y de Salamanca40. El mismo Juan de Iriarte, queequivocadamente pensaba que era la segunda edición de la obra —cuando en realidadera la décima—, llegó a describirla en un discurso pronunciado en la Real AcademiaEspañola en 1750 como

depravada y diminuta, ya porque no solo se mudan en ella las voces y locuciones más antiguasy castellanas en otras nuevas y vulgares, sino [...] porque en varias partes se interpolancláusulas, párrafos y aun capítulos enteros que no se encuentran en la primera edición; yaporque se advierten muchas omisiones de palabras que, suprimidas, quitan la fuerza, laclaridad y aun el sentido de las frases (1774, p. 347)41.

38 http://www.biblioangelica.it/cinquecentine/ricerca/. En este mismo lugar pueden recuperarse 1710 librosconservados en la actualidad y provenientes de la biblioteca privada del cardenal, aunque debieron ser muchosmás: «Dopo la sua morte [de Domenico Passionei] nel 1761 quando gli eredi decisero di vendere la suabiblioteca, di circa 50.000 opere a stampa e 500 manoscritti, il Papa Clemente XIII non volle che essa fosseportata fuori da Roma e convinse il Generale degli Agostiniani Francisco Xaverio Vasquez ad acquistarla e ariunirla all’Angelica» (http://www.bibliotecaangelica.beniculturali.it/index.php?it/179/domenico-passionei).

39 Con motivo del quinto centenario de la publicación del Libro de Agricultura (1513), el Ministerio deAgricultura, Alimentación y Medio Ambiente —a instancias de una propuesta efectuada por el Congreso delos Diputados (BOE 24/01/2014, 45-46)— dedicó un espacio de su página web a Herrera, con apartadosdedicados a su biografía, a la edición de 1513 (con enlace a la reproducción digital de la de 1818-19,patrocinada por la Real Sociedad Económica Matritense, que se ofrece en la Biblioteca Digital del Real JardínBotánico) y a las distintas ediciones del texto. En este último apartado ya no aparece mención alguna a lapresunta edición latina (http://www.magrama.gob.es/es/ministerio/servicios/informacion/plataforma-de-conocimiento-para-el-medio-rural-y-pesquero/centenario/ediciones.aspx).

40 Véase al respecto Lagasca (1819, vol. IV, pp. 356-357).41 Sin embargo, es necesario no perder de vista un dato importante: si Iriarte consideraba que esta era la

segunda edición del libro, tal vez desconocía que hasta 1539 se habían realizado seis impresiones del texto,tres de ellas corregidas por el propio autor. Algunos de esos cambios a los que alude el histórico académico,pues, podrían deberse a la pluma de Herrera y no al descuido de los impresores.

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Alteraciones textuales que, por otro lado, no impidieron que esta misma ediciónsirviera como base para la de Pamplona, Matías Mares (a costa de Hernando deEspinal), 1605 y, muy posiblemente, para la de Madrid, viuda de Alonso Martín (acosta de Domingo González), 1620. Solo un minucioso cotejo de todos estos trabajoseditoriales podrá evidenciar algún día el alcance de dichas modificaciones ydeturpaciones42.

Pero antes de abordar esa tarea es necesario disponer de la que sería la primeraedición crítica del Libro de Agricultura herreriano, dado que, como todos los estudiososde la obra han afirmado, como los propios frontispicios de las ediciones históricasconfirman y como se ha reiterado en el presente trabajo, hubo tres edicionessupervisadas por el propio autor que sufrieron progresivos e importantes cambios de losque solo se conocen algunas noticias. En efecto, la cuarta edición de la obra (Alcalá deHenares, Miguel de Eguía, 1524), se presenta como «Agora nuevamente corregida yemendada»; en la quinta (Logroño, Miguel de Eguía, 1528), se señala que el libro fue«Nuevamente corregido y añadido en muchas cosas muy necessarias y pertenecientes alpresente libro por el mismo autor»; y, por último, en la sexta edición se advierte que laobra fue nuevamente corregida por Herrera tras conseguir la concesión de un nuevoprivilegio imperial43. Faltaría, por consiguiente, realizar un cotejo que confirmara sitambién sufrieron cambios la segunda y la tercera ediciones del texto (Toledo, ArnaoGuillén de Broca, 1520; s. l. [¿Zaragoza?], s. n. [¿Jorge Coci?] 1524, respectivamente),tarea que aún no se ha realizado.

Sí se han evidenciado, en cambio, algunos de los añadidos que Herrera realizó,particularmente entre las ediciones de 1528 y de 1539, las dos últimas que supervisó.Una primera comparación fue efectuada por Martínez Carreras (1970, pp. 367-398),aunque, dado que el cotejo que efectuó no fue sistemático ni tuvo en cuenta las seisprimeras impresiones del Libro de Agricultura, deja abierta la puerta para encontrar sindemasiadas dificultades otros muchos cambios hasta ahora no certificados, y no solo enlo que se refiere a añadidos y supresiones.

Se ha dicho que entre 1513 y su muerte el talabricense continuó viajando,aprendiendo y experimentado, sobre todo si se tienen en cuenta las numerosasmatizaciones y añadidos que introdujo en las impresiones posteriores, que parecen

42 «La ignorancia, la indolencia y la precipitación de los impresores, la codicia estúpida de los libreros, yla liviandad, presunción y osadía de los editores, se coligaron en su daño [del Libro de Agricultura ] con unalicencia y animosidad de que probablemente no hay egemplo. Poco satisfechos con trastornar los períodos,dislocar muchas palabras y meterse a refundir su hermoso lenguage, sustituyendo una gerigonza de vocablos yfrases de todas estracciones, hasta borrar el vivo colorido y expresivas facciones de su venerable fisionomíaantigua, han llegado al estremo de alterar los pensamientos, truncar y suprimir párrafos, y aun al de interpolarpasages enteros, indignos las mas vezes de prohijarse al inmortal Herrera, quien apenas conocería su hechurasi fuera dable que la examinase en las últimas ediciones. Ni quedaba otro medio de restituirle su purezaprimitiva sino recurrir a la primera, casi la única que podemos admitir con toda seguridad como autógrafa»(Real Sociedad Económica Matritense, 1818, vol. I, pp. xx-xxi). Pese a estas afirmaciones, en el estudio no seofrece ni un solo ejemplo que las corrobore.

43 Es necesario recordar que nuevamente, por lo menos hasta el siglo xix , poseía el significado de ‘de pocotiempo a esta parte o con novedad’ que se le asigna en el Diccionario de Autoridades (NTLLE, s. v. ). Es decir,en estos frontispicios se llamaba la atención sobre lo reciente de las modificaciones ejecutadas por el autor.

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corregir algunas inexactitudes que se escaparon en la primera versión de la obra44.También se ha señalado que las modificaciones incorporadas a lo largo de los añosmuestran a un Herrera consciente del fracaso de su propuesta de mejora de las técnicasagrícolas y testigo directo del progresivo deterioro de la situación económica y socialespañola, lo que le habría conducido a una cierta pérdida de la confianza en el futuro ydel optimismo que parecían desprenderse de su primer trabajo (Baranda Leturio, 1989,pp. 104-105). Se ha apuntado, incluso, la acentuación de una supuesta actitudantimorisca, basándose en la supresión en 1539 de un pasaje donde el autor narrabacómo de joven consultaba ciertos asuntos con un especiero moro ( ibid., pp. 105-106). Y,por último, se ha afirmado que el lenguaje de las ediciones de 1528 y 1539 es muchomás hermoso que el de la de 1513, evolución que se ha identificado con un retratofehaciente del desarrollo del castellano a lo largo del siglo xvi (Lagasca, 1819, vol. IV,pp. 330-331; Martínez Carreras, 1970, p. lxxvi). De tal manera que se ha descrito elLibro de Agricultura como «una de las obras mejor escritas de todo el siglo xvi»(Ynduráin, 1982, p. 26), o como una «creación pionera y maravilla de exactitud léxica»(Navarro Durán, 2003, p. 251), y se ha llamado la atención sobre «la extraordinariacalidad de su prosa» (Baranda Leturio, 1989, p. 108) y sobre «la enorme riqueza de suvocabulario» (Baranda Leturio, 1990, p. 178). Sin embargo, aseveraciones como lasanteriores han debido realizarse sin el apoyo de una edición crítica de la obra; un vacíoque, en definitiva, también podría explicar la ausencia de una bibliografía especializada,tanto de carácter lexicográfico, como literario o histórico, que ayude a interpretar y avalorar la contribución herreriana en su justa medida. Todo ello, a pesar de que, comoya se ha visto, no han sido pocas las ediciones modernas que se han realizado del texto.

Aunque desconozco los motivos —pues sus autores no los mencionan—, de las trestranscripciones que vieron la luz en el siglo xx, dos de ellas, como ya lo hiciera en elOchocientos la Real Sociedad Económica Matritense, tomaron como base el texto de1513: la de 1970, realizada por Martínez Carreras para la Nueva Biblioteca de AutoresEspañoles, y la de 1995 efectuada por Capuano, que es de recibo reconocer como laúnica desarrollada de acuerdo con unos estrictos criterios de presentación gráfica, comoson los que guían las ediciones promovidas por el Hispanic Seminary of MedievalStudies de Madison.

Solo un trabajo se aparta de esta tendencia común —como parece que así también lohizo Augusto de Burgos en 1858—: el efectuado por Eloy Terrón para el servicio depublicaciones del Ministerio de Agricultura y Pesca, cuyas tres impresiones (1981, 1988,1996)45 permiten sospechar que es el que ha gozado de una difusión mayor, como así locorroboran también algunos trabajos que lo toman como texto de partida. Para finalizarla «Explicación previa» con la que se inicia su introducción, afirma Terrón:

44 Se ha aventurado que la edición de 1513 adolece de cierto desorden, sobre todo comparándola con lade 1528 y con la de 1539. Acaso sea índice de que se terminó con alguna precipitación, debido, a su vez, a lainsistencia e interés de Cisneros en su publicación (Lagasca, 1819, vol. IV, p. 330; Martínez Carreras, 1970,p. lxix; Terrón, 1981, p. 4).

45 Aunque en la portada se califica el trabajo de «edición crítica», no posee, en sentido estricto, ningunade las características de una investigación de este tipo.

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El propósito de esta edición de la Obra de Agricultura de Herrera es, precisamente, llenar elhueco advertido: proporcionar al lector culto, incluso a los especialistas (historiadores de laagricultura, de la cultura, de la ciencia, etc.) un marco de referencia para incitar y dar sentido ysacar provecho de la lectura de un texto no desvirtuado ni adulterado con multitud de notas,ni actualizado con su terminología, ni en su ortografía, sino conservando su espontaneidad,sus vacilaciones y su ingenuidad primordiales, originales. Pero como su terminología esvacilante, a veces, incluso, confusa, hasta el punto de dificultar la comprensión, me heesforzado en elaborar un amplio glosario de los términos obsoletos y en desuso, pero cuyasdefiniciones conserven, dentro de lo posible, los significados y los contornos psíquico [sic] dela época. En principio había pensado tomar como base la magnífica edición en cuatrovolúmenes de la Sociedad Económica Matritense de Amigos del País (1818-1819), pero a lavista de lo que se dice (comprobado personalmente) en los materiales para la noticia históricade Herrera (t. IV, pág. 330) sobre cierta precipitación y desorden manifiestos en la primeraedición de 1513, me pareció preferible tomar por base la última edición corregida por el autor,la de 1539, en la reimpresión hecha en Madrid en 1620 (1981, p. 4)46.

Así pues, debe ponderarse conveniente y favorablemente el hecho de que, entre laspropuestas elaboradas a lo largo del siglo xx, la transcripción de Terrón sea la únicabasada en la última edición llevada a cabo en vida del autor. Sin embargo, la sorpresa esmayúscula cuando el filósofo faberense aclara que eligió la que él consideraba unareimpresión hecha en Madrid en 1620: un trabajo en el que, según el testimonio deLagasca, se suprimieron los pasajes en los que Herrera hace referencia a determinadasvivencias personales y aquellos otros en los que habla de su familia, lo cual permitesospechar que pudieron omitirse otros fragmentos47. Recelos que, por sí mismos,habrían bastado para desechar la idea de seguir este testimonio.

En efecto, con relación a la edición de 1539, y por poner solo algunas muestrasesclarecedoras, la de 1620 presenta modificaciones de todo tipo48, como el cambio de untiempo verbal o la desaparición de un artículo o de una frase

[...] según los agricultores, y dezir algunas propriedades de algunos d’ellos. Esto hecho, serácon la gracia de Dios el fin de la obra. El sexto será una recapitulación de toda la obra (1539,f. ir),

[...] segun los Agricultores, y dire algunas propiedades de algunos dellos. El sexto serarecapitulacion de toda la obra (1620, f. 1r; Terrón, 1981, pp. 45-46);

46 En la nota final de su estudio, señalada con un asterisco, reitera Terrón: «Se ha elegido esta edición[1620], muy similar a la última revisada por el autor porque es la más completa y cuidada. No se ha seguido latendencia habitual de reeditar el texto de la edición de 1513, porque, como el mismo autor señala, tuvo quedarla apresuradamente a la imprenta, y contiene numerosos errores de redacción» (1981, p. 37). Esta últimaafirmación, hasta donde me consta, no es cierta; como se ha indicado en la nota 44, los comentarios sobre elsupuesto desorden y la precipitación con la que se habría realizado la edición de 1513 no pertenecen aHerrera, sino a Lagasca, de cuyas suposiciones se hicieron eco los investigadores posteriores.

47 «Para hacer esta edición parece tuvieron presente la anterior [1605], y las de 1539 y 1569, suprimiendocomo en la anterior los mismos pasages concernientes a él y a su familia. Es de presumir que el mismo que setomó la licencia de omitir dichos pasages se la tomaría también para omitir y añadir otros» (Lagasca, 1819,vol. IV, p. 359).

48 Agradezco a Patricia Giménez Eguibar la inestimable ayuda que me ha prestado en la comparación deestas dos ediciones históricas, así como de la efectuada en 1620 con la transcripción de Terrón.

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hasta supresiones de párrafos enteros, como los ya citados apuntes (auto)biográficos

Donde la tierra no es salobre, o les echen un poco de sal cerca de las raízes, o las rieguen conagua salobre o salada. Y aun el señor maestro Hernando Alonso de Herrera, mi señor yhermano, nominatíssimo en toda España y fuera d’ella por sus muchas y excelentes letras yvirtudes de que fue muy adornado, cuya ánima Dios coloque en su santa gloria, amén, enlugar de agua salada hazía regar unas palmas que en su casa avía puesto toda una Cuaresmacon agua de pescado cecial, de lo que mojavan para provisión de su casa, mezclada con otratanta agua dulce, y les iva bien con ella. Las tierras que son buenas para los palmares por lamayor parte no son buenas para otros árboles. Verdad es que se hazen buenas y bien crecidasen buenas tierras, mas no maduran bien el fruto, que con el mucho vicio se dañan (1539, f.ciiv),

Donde la tierra no es salobre, o les echen un poco de sal cerca de las raices, o las rieguen conagua salobre, o salada, y las tierras que son buenas para los palmares, por la mayor parte sonbuenas para otros arboles; verdad es que son buenas, y bien crecidas en buenas tierras, mas nomaduran bien el fruto, que con el mucho vicio se dañan (1620, f. 93v; Terrón, 1981, pp. 45-46)49;

pasando por la interpretación errónea de algún vocablo más o menos extraño, comoabatirse por habitar en el siguiente párrafo:

[...] mayormente en las grandes gallinerías, que para las tales es menester lugar grande yancho, y en los tales los milanos tienen más lugar de abatirse. Y ha contecido de diez gallinasque tenían cerca de dozientos pollos no dexar aun uno solo los milanos, y aun las águilas partede las gallinas. Pues harta simpleza era (por no dezir necedad) del dueño d’ellas, que él mismome lo contó, no hazer algún reparo, o de cuerdas o sogas o redes, para encima, que no le fueratanta costa. Y aun yo prometo que después acá, según es la disposición del lugar, le hanllevado, si él los tiene, mucho más, y aun al mismo dueño. Y como digo , sea lugar enxuto, queno aya otra agua sino la que han de bever, porque la humidad causa algunas enfermedades(1539, f. clviiir),

[...] mayormente, en las muy grandes gallinerias, que para las tales es menester lugaresgrandes, y anchos, y en las tales lo milanos tienen mas lugar de habitar. Sea lugar enjuto, queno aya otra agua sino la que han de bever, porque la humedad causa algunas enfermedades(1620, f. 93v; Terrón, 1981, p. 357)50.

En otro orden de hechos, la propuesta de transcripción de Terrón adolece de ciertosdefectos a mi modo de entender graves y que limitan de alguna manera la confianza que

49 Aparte de que desaparece todo el párrafo dedicado al hermano de Herrera, se observa también la elisiónde un adverbio de negación (no son > son) y el cambio del verbo hazer por el verbo ser (se hazen > son).

50 Además de la confusión entre abatir y habitar, que modifica completamente el sentido de la oración, sedocumenta, así mismo, la adición del adverbio muy (las grandes > las muy grandes), la pluralización de unsintagma (lugar grande y ancho > lugares grandes y anchos), el cambio de un artículo masculino a sucorrespondiente femenino por la ambigüedad del antecedente (los tales [lugar] > las tales [gallinerías]) y, porúltimo, la desaparición de un largo párrafo en el que Herrera narra una de sus experiencias.

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pudiera depositarse en ella. De esta forma, por ejemplo, en el cotejo de apenas seispáginas, se encuentran casos como estos:

1620 1981disminución (f. 6v) eliminación (p. 57)cómele (f. 10r) cómese (p. 63)rozíos (f. 10r) recios (p. 64)hebrero (f. 10r) febrero (p. 64)sulcos (f. 10v) fulcos (p. 65)Hase de pacer cualquier pan antes quecomience a encañutar ni echar cogollos,porque si después se hiziesse, lo unoquebrarían los cogollos , y aun por estar loscogollos más altos que la mata (f. 11r)

Hase de pacer qualquier pan antes quecomience a encañutar ni echar cogollos yaun por estar los cogollos mas altos que lamata (p. 66).

faltan (f. 93r) saltan (p. 246)cabeça (f. 93v) boca (p. 246)

que ofrecen una buena muestra de lapsus de distinta índole que afectan, y de quémanera, al significado y a la comprensión de determinados pasajes: se constatancambios de una palabra por otra (eliminación por disminución, recios por rozíos, bocapor cabeça), saltos de líneas completas (Hase de pacer...) y, por poner un último casosignificativo, confusiones entre “s” alta y “l” (cómese por cómele), de “s” alta por “f”(fulcos por sulcos) y de “f” por “s” (saltan por faltan). Como manifiestan estasreferencias —también febrero por hebrero—, a pesar de sus intenciones iniciales de noactualizar la ortografía del testimonio elegido como base de su edición, Terrón vacilaconstantemente entre la conservación de las formas que encuentra y su modernización.El resultado, desde luego, es heterogéneo y no ofrece ninguna garantía en cuanto a sufiabilidad51.

Esta situación fue la que me llevó a pensar en las ventajas que podría brindar unaedición crítica del Libro de Agricultura en la que al menos se tuvieran en cuenta las seisimpresiones realizadas en vida del autor52. Un trabajo que, además, se realizara bajoestrictas pautas filológicas, no solo en lo referido al cotejo de testimonios y alestablecimiento de un posible estema, sino también en lo que atañe a los criterios de

51 Precisamente, es ya conocido el caso de la acepción fantasma de almanta ‘almáciga o seminario’ en elDiccionario de Autoridades . Su presencia en el primer repertorio académico, como ya señaló Iriarte (1774[1750], p. 348) y se ha repetido de manera incesante desde entonces, se debió al uso de una edición deturpadadel Libro de Agricultura —Iriarte señala la de 1569—, cuya princeps ofrece la lectura almáciga en el pasajecorrespondiente. El error fue subsanado en la segunda edición del diccionario (1770), donde, bajo la vozalmáciga ‘seminario’, se señala: «Y se advierte que, aunque en la primera edición del diccionario se comprobóla voz almanta en este sentido con la autoridad que sigue de Herrera, reconocidas ahora la primera impresióndel año 1513 y la de 1524, se halla en ambas almáciga, de que se infiere que almanta es errata de las edicionesque después se hicieron» (NTLLE, s. v. almáciga). Por lo que respecta a los seis primeros testimonios deltratado herreriano, todos ellos presentan la variante almáciga, a excepción de la edición de 1539, donde yaaparece almanta.

52 En un futuro más o menos lejano habrá que realizar también un cotejo del resto de ediciones, lo quepermitirá evidenciar las distintas modificaciones que siguió sufriendo el texto, como, por ejemplo, se hacomprobado con el ejemplar de 1620.

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representación gráfica. Con relación al posible alcance de este tipo de cuestiones, quieromencionar un ejemplo elocuente que, aun cuando haya investigadores que continúanconsiderando una banalidad hablar de criterios de edición más o menos conservadores,muestra una vez más los riesgos de optar por un trabajo editorial y no otro sin unaprevia valoración. De esta manera, en uno de los trabajos que se dedicaron a Herrera enla década de los ochenta del siglo pasado se realizan las siguientes aseveraciones:

La actitud comprometida y beligerante de Herrera se corrobora en las alusiones a la realidadhistórica coetánea; en ellas pierde su ecuanimidad y la ideología se trasparenta. El ejemplo másobvio de esta intromisión de la ideología es el de su posición ante los «moros». Hay un detalleque, implícitamente, demuestra su prevención ante esta etnia: el libro cuarto, dedicado a lashortalizas, sigue un orden alfabético estricto, como anuncia en la introducción, excepto en elcaso de las berenjenas, planta asociada a los moros, que aparece en penúltimo lugar, entre lasalvia y la yerba buena (Baranda Leturio, 1989, p. 104).

Tesis que resulta cuando menos extraña, dado que, aunque en otro tiempo y con otramentalidad, una modificación en el orden alfabético con que se presentan ciertashortalizas no parece un ataque o una toma de postura demasiado drásticos nisignificativos. Máxime si se tiene en cuenta que las acelgas, las alcaparras y lascenorias53, también de origen árabe, aparecen clasificadas en la obra en su lugarcorrespondiente.

En este caso concreto la edición que había servido como base para el trabajo deinvestigación citado era la realizada en 1970 por Martínez Carreras, que, de acuerdocon lo que se ha apuntado, seguía la prínceps (1513) del Libro de Agricultura. Allí,efectivamente, encontramos escrito berenjenas con “b” y con “j”:

(1970, p. 258)

Si embargo, no se tuvieron en cuenta los criterios con que se realizó latranscripción54, ni, como es recomendable en las ordenaciones alfabéticas presentes en

53 «Capítulo XVIII. De las cenorias y chirivías», en 1513, 1520, 1524 (¿Zaragoza?), 1524 (Alcalá deHenares) y 1528. En cambio, çanahorias en 1539, aunque el orden no se altera (tras las cebollas y delante delos cogombros).

54 «La edición de la Obra de Agricultura de G. A. de Herrera que se publica en este tomo de la B. de A. E.es la transcripción fiel de la primera edición de Alcalá de Henares de 1513. Se ha realizado para ello latranscripción directa del ejemplar de dicha primera edición existente en la Biblioteca Nacional de Madrid. Alhacer tal transcripción se han procurado seguir las normas habituales de esta B. de A. E. al mantener en el

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textos antiguos, se recurrió a los testimonios históricos. En la primera edición de laobra, como era de esperar, aparece escrito verenjenas, con “v”, observándoseescrupulosamente el orden alfabético propuesto por el autor, por lo que la teoríaantiárabe o antimorisca, al menos basada en este argumento, queda completamenteinvalidada:

(1513, f. cxxivv)55

Por eso decidí que el trabajo debía realizarse de acuerdo con los criterios propuestospara una edición crítica por Pedro Sánchez-Prieto Borja (2011) y por la Red Temática«Corpus Hispánico y Americano en la Red: textos antiguos»56, que garantizan —en mihumilde opinión— un acceso correcto al texto y permiten un acercamientomultidisciplinar al mismo.

En estos momentos, y tras haber transcrito el texto de la edición de 153957, queservirá como base, he comenzado la colación de los seis testimonios seleccionados, loque está evidenciando los cambios sufridos por el texto tras las distintas intervencionesde Herrera. Estoy convencido de que esta es la única manera de que la obra que ha sidoconsiderada como «el trabajo más importante en su género de la historia modernaespañola, y uno de los más destacados de entre la producción histórico-científicageneral» (Martínez Carreras, 1970, p. xi), y su autor, alabado como el «patriarca de lalabranza española» y el «padre de la agricultura europea» (Real Sociedad EconómicaMatritense, 1818, vol. I, pp. xvi y xvii), recuperen su verdadero valor, brillen comoauténticos clásicos y puedan comenzar a engrosar investigaciones filológicas,lingüísticas, lexicográficas o de historia de la ciencia.

texto publicado el castellano de comienzos del siglo xvi en toda su pureza, respetando los valores fonéticos ygráficos del original, en lo posible, al modernizar solo la puntuación y, en general, la ortografía» (MartínezCarreras, 1970, p. xcix; la cursiva es mía).

55 1513 (f. cxxivv-cxxvv): variantes verenjenas, verengena(s). 1520 (f. cxviiiv-cxixv): verenjenas,verengena(s). 1524, ¿Zaragoza? (f. cxviiiv-cxixv): verengena(s). 1524, Alcalá de Henares (f. cxxvr-cxxvir):verengena(s). 1528 (f. cxlvr-cxlvir): verengena(s). 1539 (f. cxxxviiv-cxxxviiiv): berengena(s), verengenas; lavariante con “b”, presente también en el título del capítulo, no fue motivo para modificar el orden original.

56 http://www.charta.es/criterios-de-edicion-/ [11/04/2013].57 Para ello conté con la colaboración del equipo de jóvenes investigadores con los que desarrollé el

convenio RAE-CSIC mencionado al principio de este trabajo. Lamentablemente, y aunque se intentó evitar demil formas diferentes, todos ellos se vieron obligados a renunciar a su participación en el proyecto debido a suprecaria situación económica y, por consiguiente, a la necesidad de encontrar una cierta estabilidad en unsistema que parece aborrecer las Humanidades en general y la Filología en particular.

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58 Por razones claramente comprensibles, en la bibliografía no han vuelto a citarse las ediciones del Librode Agricultura elencadas a lo largo del estudio.

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*

QUIRÓS GARCÍA, Mariano. «El Libro de Agricultura de Gabriel Alonso de Herrera: un texto enbusca de edición». En Criticón (Toulouse), 123, 2015, pp. 105-131.

Resumen. Hace poco más de quinientos años veía la luz pública el Libro u Obra de Agricultura de GabrielAlonso de Herrera. Escrito por encargo del cardenal Cisneros, este tratado geopónico —el primero escrito enuna lengua romance— despertó un interés sorprendente, dado que solo en el siglo xvi se prepararon doceediciones en castellano y cinco en italiano. El texto, elevado a la categoría de clásico, continuó seduciendo aun buen número de impresores hasta bien entrado el siglo xix —algún ilustrado, de manera un tantoinmoderada, llegó a compararlo con el éxito editorial del Quijote—, y desde 1970 se ha publicado, total oparcialmente, hasta en ocho ocasiones. No obstante, esta prodigalidad de trabajos ha terminado pordesvirtuar a veces el texto primitivo. En este sentido, por ejemplo, baste señalar que en la edición preparada enel taller medinense de Francisco del Canto en 1569 se suprimieron las referencias autobiográficas con queHerrera había salpicado su obra, lo que ya hizo desconfiar a Mariano Lagasca (1819) de que podían haberseomitido o añadido otros pasajes. Además, esta versión deturpada terminó por corromper otras que, a su vez,la tomaron como base (Pamplona, 1605; Madrid, 1620). Por lo que respecta a las transcripciones modernas,hay que señalar que la práctica totalidad —a excepción de la preparada por Eloy Terrón en 1981— ha

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tomado como texto base el de 1513. Ello significa que de las seis ediciones de la obra realizadas en vida deHerrera, sobre las que propio autor efectuó constantes y en ocasiones importantes modificaciones, la críticasolo ha prestado atención a la primera, relegando el resto a un olvido consciente e injustificado que impideapreciar los sucesivos estadios por los que el texto fue pasando hasta su configuración definitiva. Por otrolado, el trabajo de Terrón, a pesar de intentar subsanar estas carencias, brinda poca confianza, no solo por lafalta de coherencia en la aplicación de los criterios de representación gráfica adoptados, sino porque decidióacceder al texto de 1539 a través de la reimpresión hecha en Madrid en 1620, es decir, una de las edicionesdeturpadas que se han mencionado. En el presente trabajo, además de profundizar en la historia editorial delLibro de Agricultura y en las consecuencias que esta haya podido tener en la transmisión del texto, se presentauna propuesta de edición crítica basada en los testimonios supervisados por Herrera. Se muestra cómo untrabajo estrictamente filológico es el medio más adecuado para recuperar la obra y garantizar a la comunidadcientífica un acceso fidedigno a ella, así como la posibilidad más ventajosa para el desarrollo correcto defuturas investigaciones.

Palabras claves. Siglo xvi , Herrera Gabriel Alonso de, transmisión textual, edición de textos, crítica textual.

Obras estudiadas. Libro de Agricultura (Gabriel Alonso de Herrera).

Resumen. Le Libro ou Obra de Agricultura de Gabriel Alonso de Herrera, commandé par le cardinal Cisneroset paru en 1513, est un traité d’agriculture —le premier écrit en langue vernaculaire— qui connaît douzeéditions en espagnol et cinq en italien au cours du xvie siècle. Texte devenu classique, il a été réédité jusqu”à lafin du xixe siècle —on a comparé son sucès, non sans exagération, avec celui du Quichotte—, et a connudepuis 1970 huit rééditions, partielles ou totales. Tout au long de ce processus éditorial, le texte a subi delourdes transformations (voir, entre autres, l’édition de Medina de 1569, puis celle de Pampelune en 1605 oucelle de Madrid en 1620). Quant aux transcriptions moderrnes, elles ont toutes pris, à l’exception de celle deEloy Terrón en 1981, le texte de 1513 comme texte de base, en ignorant les apports des six éditions réaliséeslors du vivant de l’auteur et en négligeant par conséquent les variantes fruit de l’évolution de l’auteur.L’édition de Terrón essaie de corriger cette erreur, mais ne convainct pas à cause de l’incohérence de ses choixgraphiques et de l’utilisation du mauvais texte de 1539 lu dans l’édition de 1620. Dans cet article, on refaitl’histoire éditoriale du texte et on propose une édition basée sur l’ensemble des versions supervisées parHerrera lui-même, afin d’offrir un texte enfin fidèlement établi comme instrument pour de futures recherches.

Mots clefs. xvie siècle, Herrera Gabriel Alonso de, transmission textuelle, edition critique, critique textuelle.

Œuvres étudiées. Libro de Agricultura (Gabriel Alonso de Herrera).

Summary. Just over five hundred years ago the Libro or Obra de Agricultura by Gabriel Alonso de Herrerawas published. Written by order of Cardinal Cisneros, this agricultural treatise — the first one written in aRomance language — sparked a surprising interest, since twelve editions were prepared in Castilian and five inItalian only in the sixteenth century. The text, elevated to the status of classic, continued seducing manyprinters until the nineteenth century — some enlightened thinker, in a somewhat immoderate way, comparedit to the bestseller of Don Quixote— and since 1970 it has been published, in whole or in part, up to eighttimes. However, some of these works have distorted the original text. For example, in the edition prepared byFrancisco del Canto in 1569, autobiographical references that Herrera had made in his book were deleted,which made Mariano Lagasca (1819) suspicious that other passages could have been omitted or added.Furthermore, this distorted version ended up corrupting others which, in turn, are based on it (Pamplona,1605, Madrid, 1620). With regard to the modern transcripts, it is noted that practically all —except for thework done by Eloy Terrón in 1981— have been based on the 1513 text. This means that out of the sixeditions of the work carried out during the lifetime of Herrera, on which the author made steady andsometimes major changes, critics have paid attention only to the first one. This obscures the successive stagesthrough which the text was going to its final configuration. On the other hand, the work of Terrón, whichtries to correct these deficiencies, provides little confidence, not only because of the lack of coherence of thetranscript, but because he tried to retrieve the text of 1539 through the reprinting held in Madrid in 1620, i.e.one of the distorted editions that have been mentioned. On top of delving into the history of the publication of

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the Libro de Agricultura and the consequences this may have for the transmission of the text, this paperpresents a proposal of a critical edition based on the printings supervised by Herrera. It shows how a strictlyphilological work is the most appropriate way to retrieve text and to guarantee to the scientific community areliable access and the best chance for proper development of future research.

Key words. 16th Century, Herrera Gabriel Alonso de, textual transmission, text editing, textual criticism.

Works studied. Libro de Agricultura (Gabriel Alonso de Herrera).

El autor. Mariano Quirós García es científico titular del Instituto de Lengua, Literatura y Antropología, delCentro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Su actividad investigadora se ha centrado en la edición detextos áureos, vinculados particularmente con los ámbitos de la espiritualidad y de la ciencia y de la técnicaespañolas, así como en la lexicología y la lexicografía diacrónicas. Ha sido el investigador principal de variosproyectos de investigación, entre los que merecen ser destacados: Diccionario del español de los Siglos de Oro:Bases textuales comunes (2006-2009) y El lenguaje económico en la época del Renacimiento (2010-2012). Enla actualidad es el responsable del titulado Nuevo Diccionario Etimológico de la Lengua Española (2013-2015). Sus últimos trabajos de investigación se han centrado en el estudio del primitivo tecnolecto económicocastellano y en el mencionado repertorio etimológico. ([email protected])