Post on 28-Jul-2015
LA DOCENCIA EN EL CONTEXTO
DE LA COMPLEJIDAD Y LA TRANSDICIPLINARIEDAD 1
Profesora Luz Salazar (UPEL-IPC)
Resumen
Desde la década de los años setenta del siglo XX se ha planteado la necesidad de
considerar la realidad en distintos ámbitos, y de complementar la explicación con la
comprensión y el tratamiento integral de los fenómenos complejos. Los planteamientos
de Nicolescu (1996) y Morin (1999) con respecto a la complejidad y la
transdisciplinariedad de las ciencias, han obligado a la revisión del sentido y estructura
de la educación formal organizada en materias con contenidos disciplinares separados,
se cuestiona una educación que propicia saberes fragmentados. En este contexto se
plantea la necesidad de revisar el sentido de la función docente tradicional centrada en
la enseñanza como transmisión de contenidos disciplinares, y de abordar los cambios
necesarios en la función docente para lograr la interdisciplinariedad y la
transdisciplinariedad. La función docente comprende el conjunto de roles, acciones-
actividades-tareas en las que el profesor participa como profesional de la educación en
instituciones formalmente dedicadas a la formación de personas, para lograr objetivos
educacionales. La transdisciplinariedad en la educación exige que se supere el papel de
los profesores como autoridades distribuidoras de conocimientos, y que se propongan
ser sujetos activadores de procesos de aprendizaje en los alumnos. Esto no es cuestión
simplemente de cambiar el discurso educativo, implica el que los docentes asuman
como objeto de estudio sus propios procesos de aprendizaje, su proceso de
conocimiento profesional, que hagan el intento epistemológico de desconstruir la visión
pedagógica empírico analítica que ha prevalecido hasta ahora en la praxis docente, por la
que se abordan las cuestiones educativas desde la perspectiva de la razón instrumental y la
eficiencia, que se considere necesario reflexionar sobre el que la complejidad y la
transdisciplinariedad no son nuevos contenidos educativos, sino otras maneras de pensar la
realidad educativa.
Palabras clave: Función docente, complejidad, transdisciplinariedad.
1 Ponencia presentada en el II Congreso Internacional de Investigación y Postgrado UNEFA. Mayo 2007.
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TRANSDISCIPLINARIEDAD Y COMPLEJIDAD EN EDUCACIÓN
La demanda por la superación de los abordajes simplistas y reductores de la
disciplinariedad positivista en las ciencias sociales, caracterizó los últimos treinta años
del siglo XX, por lo cual se planteó la necesidad de considerar la realidad en distintos
ámbitos, y de complementar la explicación con la comprensión y el tratamiento
integral de los fenómenos complejos. El contexto en el que surge esta demanda se
caracteriza entre otras por el auge de las tecnologías de información y comunicación, el
avance de los estudios en neurociencia, el fenómeno de la globalización, la
fragmentación de las identidades, y el mercado como nuevo dogma social, ante lo cual
se hace necesario reconocer la complejidad del mundo social. El carácter complejo de
nuestro entorno requiere modificar la forma como se había estado estudiando la realidad
(cada disciplina intentando simplificar lo complejo), de lo que se trata más bien es de
intentar el acercamiento a la realidad a través de múltiples disciplinas, buscando la
integración y la comprensión, desde la complejidad y la transdisciplinariedad.
La nueva racionalidad plantea que el mundo deje de concebirse como un conjunto de
objetos a estudiar por separado, que más bien se preste atención a las interacciones entre
dichos objetos, interacciones que manifiestan redes complejas que superan los abordajes
disciplinarios.
Edgar Morin (1996) propone transitar hacia una reforma del pensamiento, para superar
la manera de producir saber que reduce el conocimiento del todo al de las partes y lo
descontextualiza, tal reforma permitirá avanzar hacia una forma de pensar que “trata a
la vez de vincular y de distinguir-pero sin desunir”, y que acepta el reto de la
incertidumbre, a esta nueva forma de pensar la denomina pensamiento complejo.
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Desde la perspectiva de Morin (1999) “lo complejo” no es ya más sinónimo de “lo
complicado”; “lo complejo” es sencillamente eso, “complejo”, y como tal debe ser
aprehendido. Al respecto Morin (1999) afirma:
“El conocimiento pertinente debe enfrentar la complejidad. Complexus significa
lo que está tejido junto; en efecto, hay complejidad cuando son inseparables los
elementos diferentes que constituyen un todo (como el económico, el político, el
sociológico, el sicológico, el afectivo, el mitológico) y que existe un tejido
interdependiente, interactivo e inter-retroactivo entre el objeto de conocimiento
y su contexto, las partes y el todo, el todo y las partes, las partes entre ellas. Por
esto, la complejidad es la unión entre la unidad y la multiplicidad. Los
desarrollos propios a nuestra era planetaria nos enfrentan cada vez más y de
manera cada vez más ineluctable a los desafíos de la complejidad. En
consecuencia, la educación debe promover una « inteligencia general » apta para
referirse, de manera multidimensional, a lo complejo, al contexto en una
concepción global”. Cap II
Otro autor de referencia para el abordaje de la complejidad, Ciurana (2006), señala: “La
complejidad no es una ciencia, es una manera de pensar, es un modo de acercarse a la
realidad a partir de estrategias que hacen de la multidimensionalidad y la dialógica
principios insustituibles hoy. Pensar de forma compleja implica un conocimiento del
conocimiento, un conocimiento de los modelos paradigmáticos, culturales y
educacionales que dan forma al sujeto desde la escuela”.
El abordaje multidimensional de la realidad desde la complejidad, conlleva la
superación de la visión fragmentada de sus elementos, característica de las disciplinas,
por ello desde el pensamiento complejo se propone el conocimiento mediante el diálogo
de saberes y la transdisciplinariedad. Al respecto Sotolongo y Delgado (2006) señalan
“reconocemos a la transdisciplina como el esfuerzo indagatorio que persigue obtener
“cuotas de saber” análogas sobre diferentes objetos de estudio disciplinarios,
multidisciplinarios o interdisciplinarios –incluso aparentemente muy alejados y
divergentes entre sí– articulándolas de manera que vayan conformando un corpus de
conocimientos que trasciende cualquiera de dichas disciplinas, multidisciplinas e
interdisciplinas.” Cap. IV.
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La transdisciplinariedad desde la perspectiva del pensamiento complejo no pretende
eliminar las disciplinas, sino ampliar su visión, se nutre de sus planteamientos, los
revisa y reelabora, para luego trascenderlos, al respecto Sotolongo y Delgado (2006)
afirman “ La transdisciplinariedad no elimina las disciplinas, pero sí pone fin al
predominio de los enfoques disciplinarios, es decir, a la pretensión exagerada que
supone que desde la perspectiva de una disciplina aislada se puede aportar un
conocimiento totalizador sobre el mundo.” (Cap. IV)
En contraste con la realidad de un solo nivel y unidimensional del pensamiento clásico,
la transdisciplinariedad reconoce la multidimensionalidad de la realidad. La visión
transdisciplinaria elimina la homogeneización, y reemplaza la reducción con un nuevo
principio de realidad que emerge de la coexistencia de una pluralidad compleja y una
unidad abierta. En lugar de una simple transferencia del modelo desde una rama del
conocimiento a otra, la transdisciplinaridad toma en cuenta el flujo de información
circulando entre varias ramas de conocimiento.
Uno de los pensadores clásicos de la transdisciplinariedad es Basarab Nicolescu (1996),
quien llegó incluso a plantear que se convirtiera en un programa de acción en su
“Manifiesto de la Transdisciplinariedad”. Nicolescu (1996) expresa la necesidad de un
nuevo abordaje de la realidad social para enfrentar “los desafíos mayores de nuestra
época, como por ejemplo los desafíos éticos, requieren capacidades más y más amplias.
Pero la suma de los mejores especialistas en sus dominios no puede engendrar,
evidentemente, más que incompetencia generalizada, porque el total de las capacidades
no es la capacidad: en plan técnico, la intersección entre los diferentes campos del saber
es un conjunto vacío”. La transdisciplinariedad, según Nicolescu (1996) “concierne,
como lo indica el prefijo "trans", a lo que simultáneamente es entre las disciplinas a
través de las diferentes disciplinas y más allá de toda disciplina. Su finalidad es la
comprensión del mundo presente, uno de cuyos imperativos es la unidad del
conocimiento”.
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Los planteamientos de Nicolescu (1996) y Morin (1999) con respecto a la complejidad
y la transdisciplinariedad de las ciencias, obligan a la revisión del sentido y estructura
de la educación formal, por lo cual los docentes como investigadores de la educación
deben considerar la realidad educativa como un complejo de fenómenos irreductible a
una sola dimensión, cuya comprensión amerita del esfuerzo por buscar los significados
en el contexto desde las interacciones entre sus elementos.
La complejidad y la transdisciplinariedad en la educación inicialmente se expresan
como cuestionamientos a la perspectiva positivista del fenómeno educativo, a la
atomización del saber de la organización educativa en unidades académicas aisladas
derivadas de las disciplinas, al empleo de métodos de enseñanza que sólo propician
la reproducción acrítica de contenidos informativos, formando individuos pasivos con
ilusión de saber.
La educación desde la complejidad y la transdisciplinariedad precisa de un abordaje
como proceso multidimensional, lo cual implica considerar la reestructuración de las
formas tradicionales de organizar el conocimiento en el currículum de la educación
formal y de los modelos de articulación de los saberes en disciplinas, unidades
curriculares y programas de estudio. Al respecto Gómez y Celis (2004) señalan que la
tendencia en la organización de la educación formal es a la conformación de “nuevas
unidades académicas básicas alrededor de temas o problemas complejos y transversales
a varias disciplinas y que no pueden reducirse a ninguna disciplina en particular.” De
manera que se espera que la educación formal esté orientada por currículum flexibles
inter y transdisciplinarios, apoyados en gestiones inteligentes para integrar las
instituciones educativas con la comunidad en la construcción de conocimientos acordes
con el contexto. Este planteamiento remite a la superación de la educación como
instrucción por la educación como construcción.
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Ciurana (2006) señala que “una educación como “instrucción” es aquella en la que el
otro, el alumno, es un mero receptor de información. Un depósito de información. De la
cantidad de información que se ha depositado en él. En ese sentido el aprendizaje se
reduce a la capacidad de acumulación del alumno… Otra forma de practicar la
educación es la manera “constructora”. Poner en práctica la posibilidad de que en la
relación maestro / alumno surja una experiencia de aprendizaje multidimensional
(experiencia mutua).”
La educación “constructora” parte de la interrelación entre el ser ontológico del alumno
y del profesor, de la conciencia de sí y del mundo de ambos, para analizar los
contenidos disciplinarios en el contexto de sus alcances y limitaciones, entendiendo
que es posible apoyarse en los saberes de las disciplinas, en un esfuerzo de articulación
de los puntos de vista parciales de cada una. A la vez que se requiere ser capaz de
sobrepasarlos para comprender la realidad en estudio como un todo, y actuar en pro de
la condición humana, porque como dice Morin (1999) “una de las vocaciones esenciales
de la educación del futuro será el examen y el estudio de la complejidad humana. Ella
conduciría a la toma de conocimiento, esto es, de conciencia, de la condición común a
todos los humanos, y de la muy rica y necesaria diversidad de los individuos, de los
pueblos, de las culturas, sobre nuestro arraigamiento como ciudadanos de la Tierra...”
[Los siete saberes]
La complejidad de lo educativo rebasa ampliamente cualquier visión disciplinaria, de
allí que no basta con estudiar la psicología, la sociología, o la didáctica, para la
construcción del conocimiento de lo educativo; es necesario abrirse a la posibilidad de
ver lo esencial de las relaciones entre los diferentes elementos del proceso educativo.
Las formas clásicas de enseñanza no permiten formar individuos con las “cabezas bien
puestas”, como señala Morin (1999), por cuanto se enfocan en ejercicios memorísticos
y de acumulación de información, más aplicados a lograr “cabezas bien llenas”, que les
impide aprender a pensar, por lo cual Morin (1999) plantea: "Vale más una cabeza
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bien puesta que una cabeza repleta …Una cabeza bien puesta es una cabeza que es apta
para organizar los conocimientos y de este modo evitar una acumulación estéril… Por
consiguiente el desarrollo de la aptitud para contextualizar y totalizar los saberes se
convierte en un imperativo de la educación".
Se trata de revisar el fundamento teleológico de la educación, sus finalidades deben
orientarse al logro de un pensamiento global para la vida en las nuevas generaciones,
que cada alumno se sienta identificado con su humanidad como habitante de la tierra,
del mundo, y que pueda afrontar los grandes desafíos de nuestro tiempo, que desarrollen
una nueva racionalidad abierta a la incertidumbre, a las emociones, porque, como dice
Morin (1999) “... esta racionalidad debe permanecer abierta a la discusión para evitar
que se vuelva a encerrar en una doctrina y se convierta en racionalización... La
racionalidad debe reconocer el lado del afecto, del amor, del arrepentimiento... Conoce
los límites de la lógica, del determinismo, del mecanicismo; sabe que la mente humana
no podría ser omnisciente, que la realidad comporta misterio...” [Los siete saberes]
Hoy, con el crecimiento ininterrumpido de datos, informaciones y conocimientos,
alumnos y profesores se pueden perder en la torre Babel de la red, donde se pueden
perder en el volumen de información y no construir conocimiento. La información
constituye parcelas de saberes dispersos. El conocimiento es sólo conocimiento en
tanto es organización, relación y contextualización de la información.
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LA DOCENCIA EN EL CONTEXTO DE LA COMPLEJIDAD
Y LA TRANSDISCIPLINARIEDAD EN EDUCACIÓN
El educador es un actor clave del proceso educativo, por lo cual en el siglo XXI no
puede ser solo un observador o analista del fenómeno educativo sin modificarse y
modificar a sus alumnos. En este contexto plantea Morin (1999) que los profesores
tienen que estar preparados para formar a los alumnos orientados por los siete saberes
necesarios para el futuro: el conocimiento del conocimiento, los principios de un
conocimiento pertinente, la condición humana, la identidad terrenal, enfrentar las
incertidumbres, la comprensión y la ética del género humano.
La función docente comprende el conjunto de roles, acciones-actividades-tareas en las
que el profesor participa como profesional de la educación en instituciones
formalmente dedicadas a la formación de personas, para lograr objetivos educacionales.
La función docente se orienta por los paradigmas y enfoques de la ciencia, y por los
paradigmas de la educación.
Actualmente se pueden identificar dos modelos básicos de enseñanza: el modelo
transmisor y el modelo de participación activa. Según el modelo transmisor, el docente
es el que sabe, pero más bien lo que se quiere decir es que ha acumulado información,
porque la sabiduría, desde su significado en latín, se refiere al saber con sabor, lo cual
no sería “objetivo” desde este modelo. Así que, el profesor lo único que puede dar es
información, no propicia la relación interpersonal; no relaciona los contenidos de clase
con la vida, de manera que en el aula se representa una situación irreal, donde la vida
no sucede, sino que se deja pasar hasta salir de la escuela, la vida del alumno está
afuera, lejos del conocimiento. En el modelo transmisor el alumno es el recipiente al
que hay que llenar, por lo general se considera que no sabe nada, y por eso no puede
enseñar. La educación es sólo información, datos, que llevan una sola dirección, sin
retroalimentación.
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En el modelo de enseñanza por la participación activa en cambio, Se trata de que el
profesor guíe el proceso de construcción de conocimiento mediante la participación de
los alumnos, promoviendo su actitud crítica ante problemas concretos y el despliegue
de sus capacidades en la generación de propuestas nuevas para las nuevas realidades.
Los profesores han orientado su función docente en términos de la aplicación del
“programa” y sus indicaciones para enseñar determinados contenidos y lograr
determinados aprendizajes de los alumnos, en el marco de una disciplina. Los roles que
tradicionalmente han asumido los docentes, se han orientado a la enseñanza por
simplificación de los contenidos de las ciencias, como si la complejidad de la realidad
fuera negativa para el aprendizaje de los alumnos, de manera que se han dedicado a
formar en términos de la fragmentación del saber y su supuesta objetividad, omitiendo
la enseñanza sobre las consecuencias de las transformaciones generadas por la ciencia y
la tecnología en la vida humana, y la importancia del aprendizaje de actitudes y valores
para preservar la condición humana.
Ahora bien, ¿cómo lograr el cambio de la función docente en el contexto de la
complejidad y la transdisciplinariedad? Se requiere que los profesores asuman la
importancia de revisar su conocimiento profesional, es decir el conocimiento sobre lo
teórico y lo práctico de la acción docente, su concepción epistemológica del currículo
como proceso en el marco de la inter y la transdisciplinariedad. Como señala Motta
(1999)
Parece necesario realizar un esfuerzo de integración de los conocimientos, lo
cual requiere de parte del docente una relativa experiencia en dinámicas
interdisciplinarias y una visión transdisciplinaria del mundo, que se base en un
modelo epistemológico muy cercano a la visión sistémica de la realidad, el cual
los docentes en general todavía hoy desconocen. A esto se agrega, la falta de
herramientas que les permitan situarse frente a la emergencia de la complejidad
en las ciencias en particular, y en las sociedades en general.
En el contexto de la complejidad y la transdisciplinariedad los profesores y los alumnos
son sujetos protagonistas del acto educativo, y es preciso que asuman sus interacciones
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en el marco de los saberes científicos, y del medio en que se desenvuelven, en el cual
les llega la información por múltiples vías: la televisión, la radio, la prensa, la
comunidad y la red de Internet.
Es necesario para el profesor pensar en una nueva forma de enseñar y aprender, que
tenga la osadía de innovar las prácticas de aula, recorrer caminos inseguros, exponerse a
riesgos, no apegarse al poder docente con miedo de compartirlo con los alumnos,
desterrar la racionalidad única. La revisión de la función docente para una educación
acorde con el pensamiento complejo y la transdisciplinariedad requiere la ampliación y
la complejización de su perfil.
El perfil del profesor capaz de ejercer su función docente en el contexto de la
complejidad y la transdisciplinariedad, se evidencia en que está abierto a las diferentes
formas de diálogo, es un educador que no tienen certezas, que acepta la indeterminación
y comprende la complejidad, no sólo en el acto educativo, sino en todo lo que tiene
vida, que se coloca en la posición de eterno aprendiz, es más investigador y mediador
que transmisor. Esto significa que las reflexiones del profesor sobre su práctica no
pueden ser dirigidas por teorías generadas en otros ambientes, sino en aquello que está
aconteciendo, en las condiciones reales del proceso de aprendizaje.
Edgar Morin (1999) señala que la función docente fundamental es enseñar la
comprensión:
“Recordemos que ninguna técnica de comunicación, del teléfono a Internet,
aporta por sí misma la comprensión. La comprensión no puede digitarse. Educar
para comprender las matemáticas o cualquier disciplina es una cosa, educar para
la comprensión humana es otra; ahí se encuentra justamente la misión espiritual
de la educación : enseñar la comprensión entre las personas como condición y
garantía de la solidaridad intelectual y moral de la humanidad.” Cap VI
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Los estudios interdisciplinarios no se refieren solamente a coordinar el conocimiento
adquirido a través de disciplinas. También se refiere a crear nuevas formas de conocer,
enseñar y aprender.
Los docentes preparados para la inter y la transdisciplinariedad, son capaces de
introducir cambios en su planificación didáctica para superar el currículum basado en
temas y orientarse al currículum basado en procesos, en este sentido las capacidades
básicas de un docente ubicado en la transdisciplinariedad son :
1) Realizar conexiones: relacionar el conocimiento de los temas y las áreas de las
disciplinas con temas persistentes, corrientes, ideas y cuestionamientos de la
experiencia humana.
2) Centrarse en el proceso: cambiar el centro de atención del conocimiento de las
áreas y los temas hacia el proceso que le da sentido y utilidad al contenido.
3) Enseñar a Solucionar problemas: mostrar a los estudiantes como poner a
funcionar el conocimiento para resolver problemas de su entorno en un mundo
en el cual la supervivencia está en juego.
El acto de educar debería facilitar la capacidad de creación de lazos, la capacidad de
creación de relaciones, de articulaciones. Construir conocimiento con el alumno es
posible favoreciendo la posibilidad de relación de datos y la posibilidad de creación de
preguntas. Construir conocimiento parte de favorecer y enseñar al alumno su capacidad
de articular, relacionar, problematizar.
La educación debería ser la enseñanza del arte de organizar el pensamiento, el arte de
distinguir y a la vez relacionar, el arte de favorecer la aptitud de contextualizar y de
globalizar. No creemos que haya nada más fundamental para un buen actuar que la
acción de contextualización. Cuando uno pone el objeto en su contexto está tratando de
dar significado a ese objeto por medio de la relación con otros objetos.
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Educar es enseñar a contextualizar para hacer significativo lo que, por separado, no es
más que mera acumulación de datos.
Hoy en día un profesor tiene la responsabilidad social y política no solo de comunicar
ciertos contenidos, sino también de hacer posible un espacio dialógico de
reconocimiento del otro y en el otro. La educación tiene siempre una importancia social
y política. Esto vale tanto para la práctica en el aula, en la calle y en la epistemología.
Precisamente la práctica de la transdisciplinariedad es la que por medio del
cuestionamiento a las disciplinas aisladas, por medio de la búsqueda de la apertura
dialógica, puede hacer emerger un saber plural, dialogante y más rico que la pura
monológica disciplinar. Se trata de la búsqueda de complementariedades y de
heterogeneidades, ambas fecundas en la práctica de la transdisciplinariedad.
Lograr las capacidades antes señaladas requiere un cambio en la formación inicial de los
docentes, con currículos que permitan ir de la disciplinariedad a la
interdisciplinariedad, con espacios para la transdisciplinariedad.
El modelo tradicional de capacitación para el maestro no concuerda con muchas
reformas. La conceptualización de la profesión del maestro, se centra en un conjunto
limitado de comportamientos, habilidades y una caja de herramientas compuesta por
conocimiento y estrategias. Sin embargo, enseñar es un arte incierto definido por
relaciones complejas y situaciones fluidas que crean incompatibilidades entre la
preparación del maestro y las necesidades del estudiante. A través de reflexiones
profundas y el aprendizaje sustancial los maestros serán capaces de pensar más
profundamente y experimentar más, con enfoques novedosos.
En su libro “Con la Cabeza bien puesta” Morin (1999) se pregunta: ¿quién educará a los
educadores? Y se responde: una minoría de educadores, animados por la fe en la
necesidad de reformar el pensamiento y en re-generar la enseñanza, ése es nuestro reto.
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REFERENCIAS
Ciurana, E. (2006). Complejidad y autonomía del sujeto, en Revista Trasversales
número 3, verano 2006. Disponible: http://www.trasversales.net/t03erciu.htm
Clarke, J.H., and R.M. Agne. 1997. Interdisciplinary High School Teaching: Strategies
for Integrated Learning. Boston: Allyn and Bacon.; Cognition and Technology Group of
Vanderbilt University. 1990. “Anchored Instruction and its Relationship to Situated
Cognition.” Educational Researcher, 19 (6): 2-6.
Covarrubias, J. (1998). El pensamiento complejo y el pensar lo educativo.
revistaEducar N. 5 / Abril-Junio 1998 Jalisco México .Disponible:
http://educacion.jalisco.gob.mx/consulta/educar/05/complejo.html
Klein, J. (2001). Interdisciplinariedad y complejidad en educación media superior.
Programa de estudios interdisciplinares, Wayne State University/ Detroit MI (USA)
Disponible: http://www.unla.edu.mx/complejidad/Boletin9.doc
Consulta: 19 de abril de 2007
Lord, B. (1994). Teacher’s Professional Development: Critical Colleagueship and the
Role of Professional Communities. In The Future of Education: Perspectives on
National Standards in America, ed. N. Cobb, pp. 175-204. New York: The College
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Morin, E. (1999). Los siete saberes necesarios a la educación del futuro. París,
Francia: UNESCO.
Disponible: http://www.edgarmorin.org/Default.aspx?tabid=123&Libro=2
Morin, E. (1999). La cabeza bien puesta. Buenos Aires: Nueva Visión.
Nicolescu, B. La transdisciplinariedad una nueva visión del mundo.
Disponible: http://nicol.club.fr/ciret/espagnol/visiones.htm