VICTOR MANUEL PATIÑO: LA INVESTIGACION COMO FORMA DE...

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NÓMADAS 156 VICTOR MANUEL PATIÑO: LA INVESTIGACION COMO FORMA DE VIDA Eduardo Mejía Prado* * Magister en Historia Andina, Flacso-Universidad del Valle. Profesor Asociado de la Universidad del Valle, Departamento de Historia, Cali. Vicepresidente del Centro de Estudios Regionales -Región-, Cali. Director del Centro de Información y Sistematización de Archivos Regionales, CISAR. VICTOR MANUEL PATIÑO: LA INVESTIGACION COMO FORMA DE VIDA

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NÓMADAS156

VICTORMANUEL PATIÑO:

LA INVESTIGACIONCOMO FORMA DE VIDA

Eduardo Mejía Prado*

* Magister en Historia Andina, Flacso-Universidad del Valle. Profesor Asociado de laUniversidad del Valle, Departamento de Historia, Cali. Vicepresidente del Centro deEstudios Regionales -Región-, Cali. Director del Centro de Información y Sistematizaciónde Archivos Regionales, CISAR.

VICTORMANUEL PATIÑO:

LA INVESTIGACIONCOMO FORMA DE VIDA

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Víctor Manuel Patiño es renombrado en el am-biente académico científico por sus aportes al conoci-miento de la naturaleza y el hombre de América Latina.Los resultados de sus investigaciones han sido publica-dos en 116 títulos, 29 de ellos libros. Su capacidad detrabajo e inteligencia constituyen las bases de su laborinvestigativa a la cual ha dedicado la mayor parte deltiempo con disciplina, perseverancia y razón.

A sus 86 años, el doctor Patiño continúa escribien-do libros, artículos, informes y proyectos; participa enseminarios y congresos;responde con atención yrigor crítico las consultasde colegas y estudiantes.La rica biblioteca perma-nece activa por el oficioconstante de su pro-pietario.

Eduardo Mejía Prado:Su infancia y adolescenciatranscurrieron en un pue-blo pequeño del Valle delCauca: Zarzal. ¿Qué inte-reses o gustos coadyuvarona forjar su talento e incli-nación por el conocimien-to?

Víctor Manuel Patiño:Nací en Zarzal, un pueblodel norte del Valle delCauca, en 1912. Entoncescomo casi todos los demásdel Departamento, una tí-pica aldea. La carreteracentral llegó allá cuando yotenía unos 10 años, y el fe-rrocarril, hacia 1927. Mipadre, Aníbal Patiño, pro-cedía de una familia de Roldanillo; fue durante la gue-rra de los mil días posta de fuerzas liberales, y en esecarácter tuvo que atravesar varias veces las filas ene-migas, para llevar mensajes. Llegó a ser tomado prisio-nero y colgado de los pulgares. El relato de sus viajesatraía mi atención y las de mis hermanos, que llegamosa ser ocho. Mi madre, Clemencia Rodríguez, era oriun-da de Zarzal, y mostró en la viudez una reciedumbre de

ánimo que le permitió ayudarnos a surgir a todos y unaresistencia física que le prolongó la vida hasta los 103años.

No fui un niño precoz. No había en esa época jardi-nes infantiles de manera que fui a la escuela primariadel pueblo, cuando ya tenía seis o siete años. Termina-da esta etapa, me llevó mi padre al colegio BelisarioPeña, de Roldanillo. Como no había carretera, me to-caba ir a pie desde Zarzal. Allí tuve mis primeras nocio-nes de francés; pero continuó manifestándose mi espíritu

rebelde, aun con las prác-ticas religiosas.

Leí mucho, pero enforma desordenada: todolo que caía a mis manos.No había un ambienteintelectual en el pueblo,donde pudiera recibir ins-piración, y así tuve queformarme por mí mismo.

Al principio gasté va-rios años de mi juventuddedicado a la poesía y ala literatura. No asoma-ba entonces ninguna otravocación, porque la es-trechez del medio nodaba para más. Hice cró-nicas para un periódico deCali, y por la fluencia pararedactar me hicieron,cuando todavía era me-nor de edad, secretariodel juzgado y después delconcejo local. Tuve even-tuales incursiones en lapolítica; un par de veceseché discursos más o me-

nos veintejulieros en sendas plazas públicas, durante lacampaña del año 30. Llegué a publicar en Zarzal unperidiodiquito llamado La Tribuna, cuyos ejemplares ha-cía en máquina de escribir, porque no había imprentaen el pueblo. Sólo alcanzaron a salir dos números, puesera labor muy dispendiosa la de mecanografiar páginapor página.

El primer viaje al Brasil, 1943

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E.M.P.: En concreto: ¿Qué elementos inciden paratomar su decisión por los estudios agrícolas y en quéinstituciones los realizó?

V.M.P.: No busqué exprofeso adelantar estudios agrí-colas. Esto fue algo circunstancial pues hallándome enBogotá, unos amigos influyentes, en la primera admi-nistración de Alfonso López Pumarejo, me propusieronpara una beca que aliviara en cierto modo los gastos desostenimiento que debía hacer mi familia. En esa épocano tenía una vocación definida, pues aunque recibí al-gunas clases en la Escuela de Bellas Artes de Bogotá,dirigida entonces por el pintor Roberto Pizano, no medecidí del todo por esta ruta. Fueron entonces mis pro-fesores de escultura Ramón Barba y de historia del arteel poeta Rafael Maya.

Al presentarse la oportunidad de estudiar agricul-tura, lo hice con dedicación, primero en el colegio SanBernardo de Bogotá, luego en la Granja Cafetera de LaEsperanza, Cundinamarca, y por fin en la Estación Ex-perimental de Palmira. Esto fue en 1936-1937.

El estudio de la agricultura, así fuera en el nivelmedio que me tocó seguir por circunstancias de la épo-ca, constituyó un punto en el que las disciplinas dondepredomina la objetividad, como las científicas, despla-zaron a las actividades subjetivas, como el quehacerliterario. No es que en la ciencia no pueda haber ima-ginación; pero ésta tiene que ser utilizada para la bús-queda de nuevas alternativas y no en los procedimientosmismos. Así se explica que en ciencia me he dedicadoa temas que no habían sido tratados por otros autores.

E.M.P.: ¿Qué aspectos, en su juventud, definieronsu vocación por la investigación?

V.M.P.: Lo que parece que despertó el deseo de lainvestigación, fue mi paso como secretario del juzgadomunicipal de Zarzal, teniendo 18 años o cosa así. Secometieron varios crímenes, y resultó un ejercicio inte-resante tratar de buscar los móviles, los autores y lascircunstancias de la realización. En esta época o pocodespués, me atrajo la Medicina legal y leí el tratado deTardieu sobre la materia.

Pero los estudios de agricultura ocasionaron el ha-llazgo de la ruta definitiva, y ya no me desviaría de ellaen el resto de mi vida. Luego ocurrió el viaje por Sur

América de 1943 a 1944, que remachó lo que ya estababien sólido. Aun entonces, pugné por salirme del caminotrillado, y empecé el estudio de la historia de la agri-cultura y leí los geopónicos antiguos para empaparmede una verdad que desde entonces vengo sosteniendo:la agricultura europea sólo se manifestó en América conla incorporación de plantas nuevas, como los cereales;pero en cuanto a los métodos de producción, continua-ron y continúan siendo en nuestros días los que noslegaron los indígenas, que después de un período decambio en que predominaron los cultivos homogéneos,están siendo rehabilitados, en la actual agriculturaecológica u orgánica.

E.M.P.: ¿Cuáles eran las condiciones existentes parael trabajo profesional que usted encontró en las institu-ciones donde inició su labor?

El maestro Rafael Maya, pintado por Ramón Barba, 1928

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V.M.P.: En 1937 se construyó a marchas forzadas porla Secretaría de Agricultura del Valle, a cargo enton-ces del historiador Demetrio García Vázquez, el localpara la Granja-Escuela de Buga (hoy convertida enITT). Todavía con el repello y la pintura frescos, se ini-ciaron las labores con la veintena de estudiantes deextracción en parte urbana y en parte campesina, delos municipios vecinos. Fui llamado a dictar materiascomo la Horticultura, entendiendo como tal, no sólo laFruticultura y la Oleri-cultura, sino los cultivostropicales. La entidad es-taba dotada con ampliosterrenos, hoy urbanizados.Allí ensayé cultivos comoel del cáñamo, que se diomuy bien, cuando todavíano había llegado el tiem-po para que esa planta,con otras variedades, seconvirtieran en unnarcocultivo bajo la formade marihuana.

Después de varios me-ses se me llamó para des-empeñar iguales funcionesen la Escuela Agraria deBugalagrande, donde per-manecí casi tres años ha-biendo logrado construiruna nueva sede en lasafueras de la población,sede que todavía existe.

La educación conbase en estudiantes me-nores de edad, no consti-tuyó propiamente un éxito. La mayor parte de ellosderivó hacia otras actividades, bien fuera porque notenían verdadera vocación agrícola, pese a su extrac-ción, o por la falta de oportunidades, pues aun en re-giones tan propicias para la producción agropecuariacomo el Valle, siempre ha habido desvío para la adop-ción de métodos mejorados de producción, y la rutinade los adultos ha predominado.

Nada especial de este corto período como docentecreo que haya influido en mis actividades posteriores,

porque habiendo conocido ese ejercicio practicándolo,saqué la misma conclusión que leí mucho después enBernard Shaw: �Solamente el que no puede hacer, en-seña� y yo quería hacer.

E.M.P.: Mediante una beca de la Secretaría de Agri-cultura del Valle usted viajó durante 1943 y 1944 porlos países suramericanos realizando investigaciones so-bre botánica aplicada. ¿Cómo fue esta experiencia y en

que medida aportó parasu formación técnica eintelectual?

V.M.P.: Mientras des-empeñaba para el Minis-terio de la EconomíaNacional las funciones deorganizador de las seccio-nes de frutales tropicalesen la Estación AgrícolaExperimental de Armero,Tolima (1940-1942) y dela Granja Arrocera deMompós (1941-1943),que quedaron enriqueci-das con material seleccio-nado, gestioné con mispaisanos y amigos ante laAsamblea del Valle unabeca para ir al Brasil aperfeccionar mi forma-ción en fruticultura tro-pical y en el conocimientode las palmeras, dos demis mayores aficiones. Esabeca, que fue de $5.000de entonces, me permitiópermanecer un año en el

Brasil, desde marzo de 1943, y en los demás países delcono sur del área andina durante siete meses más. Encada sector geográfico visitado me empapé de los pro-ductos agropecuarios y de la agroindustria, tomando no-tas detalladas de los procedimientos seguidos, de lametodología puesta en práctica, y de los resultados con-cretos obtenidos. De todo ello rendía informes a la Se-cretaría de Agricultura del Valle. Ese material fuepublicado a mi regreso a Colombia en mi primer libroUna exploración agrícola en Sur América. Cali, 1945, con

Con el antropólogo Rafael Baracaldo en la granja del Bajo Calima

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280 páginas de textos, 3 mapas y 25 páginas defotografías.

La enseñanza más efectiva de este viaje consistióen comprender la diversidad de la producción en todoel subcontinente, prescindiendo de la visión recor-tada que se suele tener cuando sólo se conoce uncaso. Así se pudo apreciar lo que faltaba a la produc-ción colombiana, y por eso, como resultado del viaje,se planteó a la Secretaría de Agricultura del Valle,la entidad patrocinadora del mismo, la convenienciade estructurarse con miras a enfocar nuevos cultivosy nuevas actividades; esto lo expuse en el informemencionado arriba, en el cual proponía que ese des-pacho incluyera en sus programas la investigación -pues ha sido siempre una entidad de fomento yextensión-, incluyen-do industrias nuevasderivadas de produc-tos del campo.

En cuanto a mi for-mación intelectual, seensanchó considera-blemente, rebasandolas muy modestas pro-porciones que habíaadquirido con los cur-sos de agricultura enlos años 1936 y 1937.Más importante toda-vía fue la actividad deobtener semillas demuchas plantas útiles,que enviaba a Cali des-de mis lugares de do-micilio en los países suramericanos, o que traje conmigoal regresar en 1944. La lista de esas introducciones, conla discriminación de procedencia, totalizó entonces 123entradas.

E.M.P.: En 1944 regresa al Valle del Cauca, paravincularse a la Secretaría de Agricultura que dirigíaCiro Molina Garcés. ¿Cuáles fueron sus responsabilida-des y qué ambiente encontró para cumplir los objetivospropuestos?

V.M.P.: Ciro Molina Garcés había acogido misplanteamientos en cuanto a la necesidad de promo-

ver actividades y cultivos perennes en la costa delPacífico. En enero de 1945 me incorporó a su despa-cho, con el título de Explorador Agrícola del Litoral,pues no había en el presupuesto partida especial paraese programa, que además no contaba con las simpa-tías del propio Gobernador. Empecé a recorrer la cos-ta occidental, adelantando observaciones que fueronpublicadas en su momento, y promoviendo el interésde los gobiernos de los departamentos del Cauca,Nariño y de la Intendencia del Chocó para estable-cer programas agrícolas en sus respectivos territorios.Estos programas se iniciaron en La EstaciónAgroforestal del Bajo Calima, que me tocó fundar yorganizar. Lo único que se obtuvo desde el punto devista oficial, fue que los gobernadores de Cauca y deNariño hicieran aprobar sendas ordenanzas sobre la

materia, que se que-daron en el escrito.Pero sí dejó algo, por-que el cultivo comer-cial de la palmaafricana que se inicióen Buenaventura, haalcanzado en Tumacosu culminación, conunas 14.000 hectáreasplantadas actualmen-te, con el componentesocial muy importantede que aquí -a dife-rencia de lo que ocu-rre en otras zonas deColombia como elMagdalena y los Lla-nos-, las plantacionesson de pequeños agri-

cultores, como fue la idea inicial.

Como resultado de las primeras exploraciones, quecontinuaron durante cinco años más, logré en agostóde 1945 iniciar trabajos de desmonte en la confluenciade la quebrada La Brea y el río Calima, y ya en noviem-bre se sembraron las primeras plantas y se instaló unaestación meteorológica; por ello inicialmente la enti-dad recibió el nombre de Puesto Meteorológico. La es-tación fue oficializada por una ordenanza departamentalen 1947. Hasta 1950, cuando por fuerza mayor suspendílos programas, se habían sembrado 439 plantas; de elloqueda constancia en las memorias que se publicaban

El gobernador Libardo Lozano Guerrero, le hace entrega de la medallaCiudades Confederadas del Valle, 1967

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cada año. Los renglones prioritarios fueron la palma afri-cana de aceite, el caucho Hevea, el borojó y una seriede frutales tropicales que se introdujeron de los Jardi-nes Botánicos de Summit, en la zona del Canal de Pa-namá, en diciembre de 1945.

Uno de los objetivos de los estudios sobre el Pacíficoconsistió en adentrarse en algunos aspectos de la ali-mentación regional. Se enviaron al Instituto de Nutri-ción muestras de los alimentos, para los análisisrespectivos, que fueron publicados a su hora, y tambiénen la investigación sobre alimentos como el pacó, frutalque detenta uno de los mayores índices en el mundo deprovitamina A. Así mismo se incorporaron a la econo-mía nacional varios otros frutales nativos de la regiónoccidental, aunque los estudios fueron descontinuadoscuando me separé del servicio oficial. Como resultadode estas campañas, el Valle es actualmente el produc-tor más importante de té, habiendo sobrepasado en esteaspecto a Cundinamarca.

Todo esto se hizo por el respaldo de Molina Garcés,a quien atacaron los propios ingenieros agrónomos queservían bajo sus órdenes, con el pretexto de que in-vertía recursos presupuestales en cultivos distintos delos tradicionales. El país se beneficia ahora -por ejem-plo en el renglón de aceites vegetales-, con el de lapalma africana cuya selección, por la primera vez enAmérica, me correspondió adelantar desde 1945.

En la época de la violencia política, concretamen-te en agosto de 1950, fui relevado del cargo quedesempañaba como director de la Estación del Cali-ma y secretario �permanente� de las ConferenciasAgrícolas del Pacífico que había logrado organizar, laprimera en Buenaventura en 1949 y la segunda enTumaco en 1950. Las memorias de la primera reuniónfueron publicadas; las de la segunda quedaron listaspara edición en agosto de 1950, pero con mi retiro seperdieron los originales.

E.M.P.: En esa época, nuestro país iniciaba el proce-so de modernización del campo. ¿Cuál era su visión deldesarrollo de la agricultura?

V.M.P.: La agricultura colombiana hasta 1930 era lamisma de la época colonial, pues no se podía producirsino lo necesario para la subsistencia porque no exis-tían vías que facilitaran la exportación, excepto para el

café, con muchas dificultades. Este círculo vicioso em-pezó a romperse con la puesta al servicio del canal dePanamá el 15 de agosto de 1914, con la llegada a Calidel Ferrocarril del Pacífico en 1915 y a Cartago y Armeniaen 1927. Pero la transformación fundamental dimanade la fundación, también en el Valle como pionero, dela Estación Agrícola Experimental de Palmira (1929),pues fue entonces cuando se introdujeron y aclimata-ron plantas económicas como la soya, el sorgo y otras.Transcurrieron varios años antes de que los agriculto-res se dedicaran a los nuevos renglones. Por ejemplo,recuerdo que como estudiante en la misma Estación en1937, me tocaba con mis compañeros limpiar y selec-cionar las semillas de soya y sorgo para ponerlas en fras-cos y poderlas propagar en la siguiente cosecha, con elfin de que no se extinguieran, pues no había agriculto-res interesados en la siembra de esos nuevos cultivos.Eso vino más tarde, con el establecimiento de fábricasde grasas, como la de Buga en 1955.

La modernización de la agricultura tuvo tambiénun estímulo con la visita de la misión Chardón en 1929,que recomendó nuevas prácticas en los principales cul-tivos, como el de la caña y el tabaco, así como la gana-dería. Esa agricultura de tipo comercial, con siembrashomogéneas a distancias reducidas, es la que ha pre-dominado desde entonces; pero está empezando a sersustituida por la agricultura ecológica u orgánica, aun-que la última no se ha generalizado por el espíritu tra-dicionalista de los productores.

E.M.P.: Cuéntenos, Dr. Patiño, de su participaciónen programas de investigación agronómica en AméricaLatina durante los años cincuenta.

V.M.P.: Entre 1950-1955, ya fuera del servicio ofi-cial, me dediqué a actividades particulares. Tuve unvivero de frutales cerca a Cali donde apliqué los mé-todos aprendidos en el Brasil. Inicié la industria delos aceites esenciales de citronela y limoncillo, conbuenos resultados en cuanto a la calidad del pro-ducto obtenido; pero que no duraron porque al res-tablecerse las condiciones normales después de laSegunda Guerra, la producción de Formosa (hoyTaiwan) se impuso en el mercado mundial mediantemaniobras monopolísticas de las empresas que enNueva York han controlado siempre el comercio delos aceites esenciales, naturales y sintéticos.

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En 1951 fui llamado por la Oficina de Investigacio-nes Especiales (Fundación Rockefeller) del Ministeriode Economía de Colombia, como colector de campo demaíces indígenas para el banco de germoplasma que seestableció simultáneamente en la Estación Agrícola deCopacabana cerca de Medellín, primero en Colombia,en 1951, y luego en las otras cinco naciones andinas:Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile. Desde en-tonces hasta 1955 adelanté esa tarea, bien personal-mente, bien por intermedio de auxiliares que entrenabaen cada país. El resultadofinal fue el acopio de unas6.000 muestras de maíces,unas pocas de las cualeshan servido de base paralos programas de mejora-miento emprendidos des-de entonces. Cada año,en las épocas de cosecha,organizaba la colección delas muestras, que se remi-tían a Medellín, dejandoduplicados en cada naciónhuésped. Las coleccionesse extendieron al fríjol, ytambién a la planta afín almaíz, del género Tripsac-um, que en esa época seconsideraba importantepara el estudio filogené-tico de nuestro principalcereal.

Con posterioridad pu-bliqué sendas monografíassobre las razas llamadasChococito y Matambre, laprimera de toda la costadel Pacífico y del Chocó, y la segunda de un área quetiene como núcleo la semiplanicie de Popayán. Iniciéen 1952 en el Perú el estudio de los alimentos hechosa base de maíz, mediante la colaboración de sietemejoradoras de hogar de ese país, estudio en mi podery que ha permanecido inédito, porque no hubo en sumomento ninguna entidad interesada en publicarlo.También aporté datos históricos sobre los nombres in-dígenas de las distintas razas de maíz en Colombia,trabajo hecho en Washington en 1956 y que asimismopermanece inédito.

Tales viajes y contactos personales con los encarga-dos de los programas agrícolas nacionales, enriquecie-ron mi visión de los problemas del campo, y el contactocon los campesinos amplió mi visión antropológica, quedespués ha predominado en mis actuaciones.

E.M.P.: La Fundación Simón Guggenheim le otorgó-en dos oportunidades- becas para realizar estudios enla América Equinoccial. ¿En qué consistieron y cuál es

su significado?

V.M.P.: En el año de1955, prácticamente cul-minada la labor de colec-ción de maíces en el áreaandina, fui favorecidocon una beca doble por laprestigiosa FundaciónJohn Simon Guggenheim,de Nueva York. Para estomi solicitud fue avaladapor figuras científicas in-ternacionales como losnorteamericanos EdgarAnderson -agrónomo-,Richard E. Schultes -bo-tánico-, James J. Parsons-geógrafo-, RaymondCrist -geógrafo-; el espa-ñol nacionalizado estado-unidense JoséCuatrecasas -botánico-;el venezolano MiguelAcosta Saignes -antropólogo- y el brasile-ño Oswaldo GonValvesde Lima -bioquímico.

El objeto era acopiar materiales para la redacción deuna historia de las plantas útiles en la AméricaEquinoccial. Esta primera beca se prorrogó hasta 1957.Como resultado, se redactaron y publicaron seis volú-menes, empezando en 1963 con el primero sobre fruta-les y terminado en 1974 con las ornamentales.

Nuevamente, en 1966-1967, recibí una tercera becade la misma fundación Guggenheim para continuar losestudios sobre la historia de plantas, y de los animalesintroducidos. La documentación acopiada fue tan abun-dante, que no obstante haber publicado hace un par de

Cali, 1969

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meses mi vigesimonoveno libro, todavía quedan mate-riales por elaborar. La consulta se hizo en las Bibliotecasdel Congreso y del Departamento de Agricultura; enlas universidades de Tallahassee, Harvard y Berkeley;en el Jardín Botánico de Saint Louis, Missouri; y en lasección de Botánica del Instituto Smithsoniano. La pri-mera beca incluyó viajes de observación por los paísescentroamericanos y México, y la tercera, viajes por Puer-to Rico y las Antillas Menores: Guadalupe, Martinica,Barbados y Trinidad.

No se trataba de cursos académicos, sino de consul-tas bibliográficas y de herbario, lo que me permitió -fuera del compromiso principal- producir trabajosadicionales, uno sobre la arborización ornamental co-lombiana; noticia sobre el maíz chococito de la costaoccidental; dos contribuciones sobre la etnobotánica dela palma de chontaduro; y un trabajo sobre frutales en-démicos de América intertropical, poco conocidos y es-tudiados, con base en material de herbario.

Como he dicho, considero que mi obra más impor-tante es la Historia de la Actividad Agropecuaria en Amé-rica Equinoccial , 1966, de 601 páginas y conbibliografía de 497 títulos. En esta obra se destacanaspectos como que el indígena americano desplegódotes de observación de la naturaleza, para obteneruna producción suficiente, lo que le permitió vivir biennutrido y sin padecer las hambres comunes en otrasregiones del mundo. En lo referente a la tecnologíaagropecuaria colonial, se describe paso a paso el im-pacto de nuevas semillas y animales, y diferentes pro-cesos de cultivos que tuvieron en el ámbito americanoecuatorial y cómo reaccionó el indígena ante ellos,con la aceptación de herramientas metálicas, más ven-tajosas, pero con el rechazo a sistemas de cultivos pro-pios de otras latitudes e imbuidos de distintosconceptos culturales. En cuanto a la mano de obra, sepresentan pruebas documentales de que el indígenacontinuó siendo en el período colonial y en el republi-cano, la principal fuerza de trabajo y el grupo en quiendescansó la producción primaria. También se presen-tan los aportes de otros grupos humanos.

Al finalizar la segunda beca, en 1967, adelanté enTrinidad las gestiones para la introducción a Colombiade los búfalos de agua, iniciativa en la cual había insis-tido desde 1945, y que al fin se logró. El resultado esque el rebaño actual de ese bóvido supera en Colombia8.000 cabezas.

E.M.P.: ¿De otras instituciones internacionales harecibido apoyo para su labor científica?

V.M.P.: La Organización de los Estados AmericanosO.E.A. me favoreció con dos becas, una en 1960-1962,para estudiar la historia de la agricultura y de la gana-dería en las Bibliotecas del Congreso y el Departamen-to de Agricultura de los Estados Unidos; y otra en 1973para obtener los materiales de un libro sobre la historiade la vegetación natural en la América Equinoccial.

La primera beca dio como resultado dos obras, unasobre el tema principal de la historia agropecuaria (1966),a la que considero mi obra capital, como ya dije, y otrasobre los factores adversos, físicos y biológicos, que hanafectado a las plantas, los animales domésticos y el hom-bre como productor de riqueza (1972); primer tomo quesólo se completó con el segundo, referente a los facto-res políticos, sociales y culturales, y que está todavíainédito. La segunda beca dio pie para otro libro sobre eltema de la vegetación natural, que se publicó en 1976.

E.M.P.: ¿Cuáles fueron sus actividades en la décadadel 70, una vez terminadas las becas internacionales?

V.M.P.: A mi regreso en 1967, fui llamado para orga-nizar el Jardín Botánico del Valle, que en efecto cobróvida, primero en la hacienda departamental El Paraíso,y finalmente en Tuluá donde funciona hasta hoy. Estose hizo desde la Secretaria de Agricultura del Valle.Desempeñé ese cargo sin interrupción hasta 1985, o seadurante 18 años, y como tal, fui llamado por el CIAT en1969-1972 para organizar en varios países americanos lacolección de material genético de yuca, y otra vez en1974-1975 para colectar leguminosas forrajeras. Tam-bién en este período inicié en la Universidad del Valleel curso de Botánica Económica con el enfoqueantropológico y cultural de cómo han afectado y afec-tan las plantas útiles el destino del hombre, y cómo al-gunas -por ejemplo el algodón y la caña- han estadosiempre íntimamente asociadas con la esclavitud. Estecurso no fue académico en el sentido tradicional, pueslas clases tenían lugar en haciendas, plantaciones, fá-bricas, para que los estudiantes manosearan los proble-mas en el propio sitio en que se resolvían. Este cursotuvo un carácter pionero. Hubo que empezar por hacerel pensum de la disciplina, que no existía, y probar suefectividad. Entiendo que después de un período en

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que fue suprimido, se ha restablecido y lo dirige unabióloga que fue una de mis discípulas.

Pero como escéptico de la eficacia de la labor do-cente, orienté la formación de investigadores en otraforma, y así propuse y logré en 1979 que el Departa-mento del Valle creara el �Instituto Vallecaucano deInvestigaciones Científicas INCIVA�, que todavía fun-ciona y que ha adelantado más de 200 trabajos, convarias decenas de investigadores, unos pocos de plantay los más asociados. Además, aún retirado del serviciooficial, continúan llegando a mi casa estudiantes devarias universidades, para consultar datos sobre sus te-sis o trabajos.

E.M.P.: ¿Cómo concibe usted el trabajo científico ysu relación con otros investigadores?

V.M.P.: En mis actividades científicas he practicadoel eclecticismo, y no me he amarrado como un propósi-to a la especialización, que considero en cierta formaesterilizadora. El elemento humanístico ha estado siem-pre presente en mis trabajos, y he promiscuado los rela-cionados con la agricultura y los pecuarios, con labotánica aplicada y la etnobotánica; con la poesía gi-rando alrededor de esos mismos temas; con la alimen-tación, y la antropología. Esta no es una afirmación sinfundamento; allí están los libros publicados para testi-moniarlo, así como realizaciones de tipo económico enel ramo pecuario (introducción de los búfalos de agua,y campaña -no lograda aún- para introducir del Asiasuroriental varios tipos de bóvidos económicos que no

se conocen en América), y en el ramo agrí-cola con la selección e impulsos iniciales parael cultivo de la palma de aceite, elchontaduro y otros renglones.

Este aspecto proteico, no necesariamen-te versátil, que me impide encasillarme enuna sola disciplina, es en cierta forma pro-ducto de la formación que tuve mediante lec-turas muy variadas en mi niñez y en mijuventud. Leí entonces a los filósofos griegosy latinos, a los dramaturgos, los libros sagra-dos de las religiones, las obras maestras de laliteratura universal, e inclusive los libros demagia negra y blanca, aunque nunca en lavida me he dejado impresionar por lo apa-rentemente misterioso, y en mi animadver-

sión de lo que no sea puramente cerebral, ni siquieraconozco mi signo del zodíaco; nunca he comprado lote-ría ni he querido depender de factores que no sean elpropio esfuerzo.

Mis contactos con científicos han sido más bien oca-sionales, excepción hecha del botánico José Cuatrecasas,con quien mantuve un intercambio por corresponden-cia y de viva voz, desde 1944 cuando lo conocí en Cali,hasta su muerte en Washington en 1966. Durante losviajes de colección de maíz en Bolivia, trabé conoci-mientos con el botánico y agrónomo Martín Cárdenas,muy conocedor de la Flora de su país, sobre la cual es-cribió un libro aleccionador; era un aficionado al estu-dio y cultivo de los cactus y me pidió que le colectaraunos raros del Valle del Dagua. Correspondía al tipo decientífico humanista y sus obras así lo confirman. Encuanto al geógrafo Raymond Crist, me alojé en su casaen Gainesville, Florida, en mi primer viaje de estudio alos Estados Unidos, en 1955; pero desde antes éramosamigos, cuando él hizo y publicó una geografía econó-mica del Valle del Cauca. El también geógrafo JamesParsons me ayudó en el período en que estuve investi-gando en Berkeley, y recomendó a sus discípulos comoobras de texto, mis libros sobre historia de las plantascultivadas y de la agricultura. Esta última, en borrador,fue revisada por el decano de los geógrafos estadouni-denses, Carl Sauer, quien halló muy interesante el ca-pítulo que yo consagré al estudio de las herramientasintroducidas a América por los españoles, y sobre elimpacto que ellas tuvieron en la aculturación de lastribus indígenas. Pero como lo dije, mi amistad e inter-

Con sus hermanos Susana, Emilia, Pedro Pablo y Aníbal

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cambio científico más prolongado y fructífero fue con elbotánico español José Cuatrecasas, con quien no sólosostuve una correspondencia que es muy copiosa, sinoque viví en su casa de Washington durante variasestadías. No menos reconfortante ha sido la amistaddesde 1945, con el botánico norteamericano RichardSchultes, de la Universidad de Harvard, en cuyo Mu-seo Botánico con rica biblioteca, adelanté mis estudiosen varias temporadas desde 1955. Él me publicó en surevista especializada, uno de mis primeros trabajos eninglés, sobre los lulos suramericanos, y he pasado en sucasa de Melrose una temporada.

Desde 1958 trabé conocimiento personal, en el Sim-posio de Zonas Húmedas Tropicales de Quibdó, patro-cinado por la UNESCO, con el científico compatriotaEnrique Pérez Arbeláez y cultivé esa amistad hasta sumuerte en 1972. Él me hizo entrar a la Academia deCiencias y comentó, por lo menos en seis oportunidadesen El Tiempo, varios de mis libros y de mis actividades.

E.M.P.: ¿Cuál es su opinión sobre el papel del Estadocon respecto al desarrollo científico y tecnológico?

V.M.P.: No he tenido muchas conexiones con el Es-tado en Colombia. Ninguno de mis trabajos se hizo conel patrocinio oficial nacional, sino -como ha visto- mer-ced a entidades extranjeras.Debo reconocer sí, queColciencias cofinanció variosproyectos de investigacionessobre plantas útiles, primerocon el Jardín Botánico del Va-lle y después con el INCIVA,asimismo el Instituto Caro yCuervo ha publicado los ochovolúmenes de mi Historia de lacultura material, y actualmen-te edita mi antología Faunética,sobre los animales. El Institu-to de Cultura Hispánica publi-có mi libro, preparado conayuda de Colciencias, Biblio-grafía Etnobotánica. El FondoFEN Colombia acogió mi ini-ciativa de preparar las biogra-fías de los científicos que hanactuado en Colombia en el

período republicano, cuya Biblioteca Breve ya lleva 4volúmenes publicados.

El Estado colombiano no ha participado sino tardía-mente en iniciativas nacionales como la creación de laAcademia de Ciencias, emprendida por Enrique PérezArbeláez y Jorge Alvarez Lleras; el Herbario Nacionalcolombiano y el Instituto de Ciencias Naturales, tam-bién logrados por la iniciativa de Pérez Arbeláez. Encuanto a cosas agrícolas, el Ministerio respectivo en 1932desechó adquirir semilla de palma de aceite africanadel Congo belga -que había contratado- porque alguieninteresado les hizo a los titulares de ese despacho pre-ferir semillas de la palma babassú del Brasil, que es in-ferior en producción. En muchas ocasiones el Ministerioha puesto oídos sordos a la introducción de nuevas plan-tas económicas que hubieran enriquecido al país. Porconsiguiente, la impresión que tengo sobre la ayuda ofi-cial es más bien negativa. La mayoría de los colombia-nos puede hablar en este sentido de la feria según lesha ido en ella.

El Estado para mí ha sido el Departamento del Va-lle. Él me dio la primera oportunidad para estudiar enSur América, y publicó después 14 de mis libros sobrevarios temas.

Recibiendo el Premio a la Vida y Obra de un Científico - Fondo FEN-Colombia, 1993

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E.M.P.: Sus publicaciones de carácter científicohan sido una constante en su vida. ¿Cuéntenos comofue introduciéndose en el ejercicio de la escritura yla reflexión investigativa?

V.M.P.: Mi propensión a escribir nació muy pronto;siendo muchacho, entre los 18 y 20 años, desempeñé enmi pueblo el encargo de corresponsal del diario Relator,de Cali, que acogió mis escritos, de los cuales no he con-servado ninguno. También en Relator se publicaron misprimeros trabajos sobre temas agrícolas, entre 1939 y 1941.

Desde tempranoadopté el principio de queninguna actividad es du-rable si no está consigna-da por escrito; las palabrasse las lleva el viento, porlo menos antes de la in-vención de la grabadora.Pienso que la informaciónque haya podido acopiar enmi ya larga vida, debequedar para la crítica o elconocimiento de los de-más. A esto ha contribui-do un rasgo de micarácter, que consiste enpertenecer al tipo huma-no que los antropólogos ysociólogos llamanperpetuante-introvertido.El perpetuante se fija me-tas y las busca sin cansar-se. Para ello necesitatambién la disciplina quehe tenido en alto grado,hasta el punto de que paraevitar que factores muypoderosos como la vida fa-miliar y afectiva interfirie-ran mis propósitos, desdemuy temprana edad mepropuse no casarme ni te-ner hijos, que pudieran convertirse en obstáculos para laacción. He adoptado como norma lo que leí después enFrancis Bacon, el filósofo, científico y ensayista inglés:�El que tiene mujer e hijos, ha dado rehenes a la fortu-na, y ellos son un impedimento para toda empresa gran-

Con el Dr. Eduardo Alvarez Luna, antiguo Director del CIAT.Jardín Botánico de Tuluá

de, sea de virtud, sea de maldad�. No me arrepiento. Hevisto muchos ejemplos de personas capacitadas que nopudieron realizar a cabalidad lo que se proponían, por-que estaban limitadas por sus lazos familiares. La forma-ción filosófica estoica durante mi niñez me ayudó a estepropósito. Para soportar la soledad me ha ayudado el tem-peramento introvertido. La cultivo tanto, que desde hacetiempo he venido preparando una antología poética so-bre ella, como parte de la que se llama El Mundo Interior,que comprende también el silencio, la serenidad, y elaniquilamiento. Hé aquí como muestra una décima de

José Umaña Bernal:

Como bastón de hombre cie-goobedécete a ti mismo,no quebrante tu egoísmoblanda mano o fácil ruego.No des humilde sosiegoa tu orgullosa aspereza,ni amortigües la certezacon diálogos de amistad,porque es en tu soledaddonde está tu fortaleza.

Por lo demás, nadieestá absolutamente solo.Siempre hay detrás algúnotro ser humano en quienapoyarse.

E.M.P.: Al leer sus ar-tículos y libros, el lectorencuentra el resultado deun trabajo dispendioso ydisciplinado. Descríbanossu método para acopiar in-formación y cómo logra lainterpretación y la síntesis.

V.M.P.: Mi sistema detrabajo no tiene nada departicular. Desde 1947 mepropuse escribir la historiade las plantas útiles y delos animales domésticos en

la parte de América donde me tocó nacer. Primero esaobra tuvo un título que era más bien una aspiraciónTierra, planta y hombre en el Cauca. A medida que mefamiliaricé con la geografía, la historia y las costumbresde los países vecinos de Colombia, me di cuenta de que

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este país es el verdadero ecuador astronómico y geográ-fico, y que no existen diferencias insalvables entre lospaíses de la que se llamó la Gran Colombia y fue en laépoca colonial el virreinato de Nueva Granada. Huboque ampliar los objetivos primarios, e incluir esos paísesvecinos en la investigación que emprendí, lo que hizomás difícil la labor.

Los períodos de las becas de la FundaciónGuggenheim y de la O.E.A. los aproveché al máximo,con jornadas de 12 horas diarias en el estudio de lasfuentes. De cada libro que leo tomo notas sobre cual-quier tema, aun ajeno a la investigación del momento,porque como se lo dije, me rebelo a ser encasillado enuna sola disciplina. Luego reúno las notas por temas ysobre estos últimos apuntes redacto. Trato de compro-bar las fuentes cuando tengo los libros a la mano, paraestar seguro de que cité fielmente.

E.M.P.: ¿Cuáles han sido sus líneas de investigacióny de qué manera se entrecruzan e integran?

V.M.P.: La investigación más prolongada, pues llevaya cincuenta años, es la relacionada con el conocimientode la palma de chontaduro y la promoción de su culti-vo. En la Estación del Calima en 1946, se hizo la prime-ra plantación experimental, que ha servido de base parainvestigar -casi siempre con estudiantes de agronomíade la Facultad de Palmira- aspectos como la poliniza-ción, la morfología radical, enemigos naturales y otrosaspectos. De allí ha salido también material de propa-gación, para siembras en distintas partes del país. Elobjetivo final, que está empezando a realizarse, es queesa palma se convierta en un cultivo tropical importan-te. Tengo informes de que en este momento el PLAN-TE está financiando en Caquetá y Putumayo la siembrapara palmito por parte de los antiguos coqueros.

Otra investigación a largo plazo, que no ha culmi-nado porque necesita el respaldo de un laboratorio deanálisis bromatológico, es el conocimiento de algunosalimentos regionales de la costa del Pacífico. Por ejem-plo, el árbol llamado pacó, Gustavia superba, que usanlos nativos en algunos preparados culinarios, tiene lafruta quizá más rica en provitamina A que se conozcaen la naturaleza, pues se le han encontrado hasta 35.000unidades internacionales. Imagínese lo que sería gene-ralizar el consumo de este aporte entre la poblacióncolombiana.

Lado a lado con investigaciones en agricultura y enbotánica aplicada como las que acabo de citar, me hepropuesto difundir documentos sobre la época colonialque estaban inéditos o eran muy poco conocidos por elpúblico. Obtuve en la Academia de Historia de Ma-drid y publiqué el primer tratado científico sobre el mun-do americano, debido al oidor que fue en Guatemala yen la Nueva Granada, el jurista Tomás López Medel.Asimismo las relaciones geográficas de la Nueva Gra-nada que coparon una entrega de Cespedesia de 556páginas, y que son elemento de consulta obligada dehistoriadores, antropólogos y naturalistas.

La mayor parte de mis obras, tanto de historia de lasplantas como de la agricultura, ponen énfasis en el apor-te que el hombre primitivo ha hecho a la humanidad,con la domesticación, cultivo y preservación de las plan-tas. Eso quiere decir que rindo homenaje a una activi-dad que se desarrolló antes de que hubiera alfabeto(que no conocieron las tribus americanas), y antes deque el desarrollo tecnológico hubiera dotado al hombrede herramientas y otros instrumentos para dominar laNaturaleza. Por eso en el ejercicio de la botánica hetratado de seguir ese ejemplo, y en vez de ponerme aestudiar material muerto de herbario, que es en lo quese basa esta ciencia a partir del Renacimiento, me hededicado al estudio de las plantas vivas, y sobre todo alproceso de la relación del hombre con ellas, o sea laEtnobotánica, a la cual le he dedicado unos cuarentatrabajos publicados. No es que yo mismo no haya colec-tado material, que sí lo he hecho, como lo prueba quemediante esto otros hayan descrito especies y hasta gé-neros nuevos. Pero no quiero imitar a muchos botánicosque ponen la monta en colectar miles de ejemplares,sin que por ello se aporten conocimientos nuevos a laciencia, sacrificando al número la calidad.

Otra investigación de largo aliento es conocer losorígenes de la agropecuaria española, no sólo a partirdel Renacimiento, sino durante la dominación musul-mana. Estoy esperando en este momento el envío deobras sobre este aspecto. Las investigaciones, en vez decrear conflictos, se complementan.

E.M.P.: En 1980 usted funda y dirige el InstitutoVallecaucano de Investigaciones Científicas, INCIVA.¿Cuál fue su importancia y significado para el conoci-miento de la región?

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V.M.P.: En 1979 se suscitó un movimiento entre losempleados del Museo Departamental de Ciencias Na-turales, que no querían depender más de la Secretaríade Educación. Propuse al Gobernador, entonces JaimeArizabaleta Calderón, que el museo y el Jardín Botáni-co del Valle se fusionaran en una entidad nueva, con elnombre de Instituto Vallecaucano de InvestigacionesCientíficas, INCIVA. Me apoyó en esto el escritor Gus-tavo Álvarez Gardeazábal, quien entonces era diputa-do a la Asamblea. La idea fue aceptada. El Instituto seconstituyó en septiembre de ese año; pero no inició fun-ciones sino a mediados del 80. Como fui nombrado di-rector y permanecí en esa posición durante seis años,hasta la jubilación por edad, pues ya tenía 73 años, mecorrespondió imprimirle a la entidad organización y ca-racterísticas. Uno de los principales objetivos era pre-parar un estudio y elaborar un documento sobre la Floradel Departamento, desiderato que no se ha logrado.Tampoco se ha terminado el censo de la fauna. Pero síse adelantaron varias investigaciones importantes, comolas relacionadas con la morfología, biología y genéticadel chontaduro, que empieza a perfilarse como un cul-tivo tropical importante; el estudio de los alimentos tí-picos de varias regiones de Colombia, entre ellos los dela costa del Pacífico; la publicación de decenas de tra-bajos producto de esas investigaciones; la iniciación delas excavaciones arqueológicas con financiación depar-

tamental, porque el encargo ini-cial incorporó no sólo las cien-cias naturales, sino también lassociales.

E.M.P.: En las últimas déca-das, la Ecología ocupa primerlugar en las preocupaciones deinstituciones y organizacionessociales. ¿Cuál es su punto devista al respecto?

V.M.P.: Uno de los cargosque desempeñé en la Secreta-ría de Agricultura del Valle(1979-1980) se llamó Jefe deDivisión de Investigaciones Bo-tánicas y Ecológicas. LaEcología, de ciencia subversivacomo fue calificada en los años50, pasó a convertirse en una as-

piración mundial, cuando se proclamaron en el Simpo-sio de Estocolmo de 1972 los doce desideratos, de loscuales algunos versaron sobre el asunto: �Derecho deconsumir agua pura, Derecho a respirar aire impoluto,Derecho a disfrutar de las bellezas naturales, Derechoal silencio y a la paz ambiental, Derecho a salvarse dela intoxicación por pesticidas�. De entonces acá se haconvertido la Ecología en una moda, y todos sin muchodiscernimiento pretenden ser matriculados hasta paralas cosas más absurdas dentro de la disciplina ecológica.

La biodiversidad de Colombia estaba allí desdeel principio de los tiempos; pero sólo empezó a ha-blarse de ella cuando la mostraron extranjeros, poresa dependencia de lo foráneo que ha tenido siem-pre la ciencia aquí. El mismo fenómeno se empiezaa manifestar con lo relativo a las patentes para eluso de los recursos naturales. Si la flora colombianaha hecho alguna contribución al bienestar de lahumanidad, probablemente ha sido muy poca. Porel contrario, cada vez más hasta en estratos más hu-mildes del pueblo, continúa predominando -porejemplo en el renglón de las plantas medicinales- loque nos trajeron los españoles, y últimamente lasdrogas de origen chino. Este vacío cultural provie-ne de que se proscribe como inútil o contraindica-do todo lo que sea producto de la herencia indígena.

Recibiendo la Orden del Mérito Palmero, 1997

171NÓMADAS

En cuanto a conservacionismo, tengo presente quees un fenómeno natural que unas especies seansustituídas por otras. No se sabe cuantos miles de ellasse han perdido en las edades geológicas. Hasta elagricultor considerado como más ignorante, sacrifi-ca las variedades tradicionales y prefiere las nuevasque le dan mayor rendimiento. Creo que existe unaley, que se llama de la reducción numérica, según lacual los seres vivos se van acostumbrando a depen-der cada vez más de los recursos alimentarios menosvariados. De las 300.000 especies de plantas que sedice hay en el mundo, el hombre vive con menos dedos docenas; de los miles de especies animales sólolos domésticos, que no pasan de veintiuno, satisfa-cen las necesidades. No hay que asustarse de quedesaparezcan especies: siempre quedarán suficientespara las necesidades. Esto no quiere decir que no sehagan esfuerzos para conservar los suelos, los bosquesy el agua. No es este diálogo el apropiado para pro-fundizar en estos temas, sólo digo que detesto todoslos fanatismos, hasta el ecológico mal entendido.

E.M.P.: Dr. Patiño, cuéntenos de sus afectos por lapoesía y sus trabajos de recopilación de este géneroliterario.

V.M.P.: Cuando muchacho mis principales lecturasfueron literarias. Aprendí por mi mismo la Métrica y laRetórica. Hice versos. Algunos los envié al vate Ricar-do Nieto, que era consideradoel máximo poeta del Valle en losaños treinta y cuarenta, juntocon Carlos Villafañe y AlbertoGarrido. Todavía conservo unacarta muy estimulante de Nie-to, que termina con esta frase,con una premonición que no secumplió: �Y permita que lo feli-cite cordialmente, porque ustedirá lejos por el camino que, si esverdad tiene muchos zigzags ymuchas espinas, también tienelaureles para los vencedores quesólo ven la cima donde se en-cienden las estrellas�. La poesíaa que se refería Nieto era la si-guiente:

En el azul ambien-te flotan

leves jirones de áureas tintas,y de perfumes y de músicassopla cargada el aura amiga.De cuando en vez en una ráfagaviene una rota melodíadeshilachada desde el corode las cigarras parlanchinas...

Cuando adelanté mis estudios de agricultura, la vo-cación cambió de rumbo hacia la ciencia; pero nuncadejé de rendir culto a la poesía. Como a los génerosliterarios se han venido sucediendo lo mismo que mo-das, y no he tenido fanatismos por ninguno, llegué apensar que en vez de producir piezas que no pasaríande ser vislumbres fugaces de una inspiración aletarga-da, era mejor convertirme en antólogo temático. Así escomo preparé y di a la publicidad hasta ahora cuatroantologías, una sobre los árboles (1976), otra sobre laagricultura (1978), una tercera sobre las cosas de co-mer (1979) y una cuarta sobre las mujeres de tres tipos(1986). Tengo preparada y casi terminada la lista parapublicar una antología geórgica americana desde el si-glo XVIII; otra sobre montañas, entidad geomorfológicaque siempre me ha impresionado como hombre de lla-nura; otra sobre los colores; otra sobre la casa; una quintasobre los caminos, y algunas más sobre temas diversosque están en estado larvario. Fuera de eso, tengo losmateriales para nuevas antologías de europeos sobre la

La señora Amparo de Carvajal le impone la condecoración Calima de Oro, 1985

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plantas, sobre la agricultura y un segundo tomo de au-tores hispanoamericanos sobre los árboles.

Como no me considero un científico sino cuandomás aficionado, no hallo divorcio en el desempeño enlo que pudiera tomarse como tal, y mis aficiones litera-rias. No creo que exista nadie que esté tan exclusiva-mente dedicado a un asunto, que no encuentre vagarpara interesarse por otras cosas, un hobby, una manía,un deporte, etc. Y en mi caso, promiscuo la actividadabsorbente del estudio científico, con el otro aspecto,no menos importante, de la elación artística.

E.M.P.: Por sus aportes al conocimiento usted harecibido reconocimientos y distinciones en varias opor-tunidades...

V.M.P.: No me envanezco de las muestras de aprecioy distinción que he recibido. Ellas tienen distintos gra-dos de importancia, según la entidad que las ha discer-nido; pero también hay que tener en cuenta la épocaen que fueron otorgadas. Desde luego lo más perdura-ble consiste en que se puso mi nombre latino a seis plan-tas tropicales, a cuyo conocimiento y difusión estoyvinculado. Cinco de ellas son endémicas en la costadel Pacífico y en la vertiente occidental de la cordilleraOccidental: Borojoa Patiño, Eugenia victoriana, Patinoaalmirajo, Bombacopsis (pochota) patinoi, frutales;Huberodendron patinoi, el árbol más majestuoso y desco-llante de la costa occidental y del Chocó, que sirvió ala tribus indígenas de calendario, al mudar de hojas,con madera excelente para talla. Y una de lospiedemontes de las cordilleras que miran al Valle, lapalma de almendrón, Attalea victoriana, que en este úl-timo año ha sido incorporada como sinónimo a la espe-cie A. amygdalina.

En 1966 la Academia Colombiana de Ciencias, en-contrándome en Estados Unidos disfrutando de la ter-cera beca de la Fundación Guggenheim, me nombrómiembro correspondiente. Las gestiones las hizo motupropio el Dr. Enrique Pérez Arbeláez, fundador de esaentidad. En 1969, el Consejo Superior de la Universi-dad del Valle me otorgó el grado Honoris Causa deDoctor en Ciencias. En diciembre de 1991 el Institutode Integración Cultural Quirama me concedió la con-decoración como �Trabajador de la Cultura� rama deciencias. En noviembre de 1993, el Fondo FEN Colom-bia me entregó el premio �José Celestino Mutis� a la

vida y la obra de un científico. Muchas otras distincio-nes de índole nacional, departamental y municipal herecibido, que sería presuntuoso enumerar.

También considero homenaje el hecho de haber pu-blicado algunas de mis obras. El Departamento del Va-lle editó por lo menos una docena de mis libros; laPresidencia de la República otros dos; Colcultura uno;el Instituto Caro y Cuervo ocho y en este momento edi-ta la antología Faunética sobre los animales; el Institutode Cultura Hispánica uno y la Academia Colombianade Historia uno. No todos son afortunados en este as-pecto.

E.M.P.: Para terminar Dr. Patiño: ¿Qué proyectos yprogramas realiza en la actualidad y cuáles son sus pers-pectivas?

V.M.P.: Durante el año de 1997 preparé unos dieztrabajos sobre asuntos en los cuales he tenido partici-pación en el ramo de las ciencias. Para ello se recogie-ron datos inéditos de mi archivo personal, que no figuranen ninguna de las 116 publicaciones de que soy autor,incluyendo 29 libros. Terminé también en 1997 el ma-nuscrito original de una obra sobre el comportamientode los pueblos grancolombianos, que corresponde al se-gundo tomo de los Factores inhibitorios, publicado en1972.

Ahora trabajo en varios proyectos que tenía archi-vados desde los años cincuenta, que paso a reseñar: 1)Poner en orden la colección de cerca de 4.500 coplaspopulares de la costa del Pacífico, que se empezaron acolectar desde 1945, con motivo de los múltiples viajesde que he dado cuenta en una respuesta anterior. Deesta colección se publicaron dos anticipos en los Archi-vos Venezolanos de Folklore en 1954 y 1960. 2) Esta prác-ticamente terminada la Geórgica americana, colecciónde poemas sobre labores agrícolas. 3) Una segunda tan-da de Relaciones geográficas de la Nueva Granada, sobrelas de la Tierra Firme, está para sacar en limpio. 4) Perolo fundamental es abarcar la organización de los mate-riales colectados en los últimos treinta años, para hacerun complemento de los cinco volúmenes publicadossobre la historia de las plantas útiles en la AméricaEquinoccial. En la imposibilidad de preparar una se-gunda edición he creído más práctico hacer un suple-mento actualizado, tanto como mis 86 años me lopermitan. No obstante, me autocalifico en la categoría

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de los que Alfred Adler llamó �pesimistas batalladores�,que aún convencido de la inutilidad de sus esfuerzos,perseveran en la creación y en la lucha, por una ten-dencia irreprimible. Digo con Epicteto, uno de mis maes-tros estoicos:

No pierdas nunca de vista la fragilidad y la inconsisten-cia de las cosas humanas. El hombre era ayer un simplegermen; mañana será una momia, y menos aún, ceniza.Pasemos, pues, este corto instante de vida conforme anuestra naturaleza; sometámonos voluntariamente anuestra disolución, como la oliva madura que al caerdiríase que bendice la tierra que la ha producido y dagracias al árbol que la ha llevado.