Tema 07 La Persona

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Tema 07: Reflexionemos sobre la Ética cómo medio para humanizar la vida Social Estimados alumnos, sean bienvenidos a la séptima y última semana de estudio. Aquí ofreceremos una formulación ética del valor de la vida humana. Para conseguir esto abordamos diversas teorías éticas que intentan responder a cuestiones prácticas fundamentales de la ética: ¿qué debo hacer? ¿Cómo debo vivir? Lo que se busca con este tema es enfocar una ética relativa a la orientación de la conducta. Seguidamente brindaremos una explicación de la ética fundamental de la vida humana, remarcando una ética coherente. Al final haremos unas reflexiones sobre el sentido de la vida, y responderemos a la pregunta con la experiencia de casos concretos sobre el peso y significado de la vida humana. Introducción La preocupación moral es el cuestionamiento del hombre sobre lo que debe ser y hacer; es decir, acerca de su coherencia de vida. La vida humana gira en torno a la ética por simple naturaleza. Suele definirse a la ética, nos dice Yepes (2010, pág.232) como la ciencia que versa acerca de la rectitud de los actos humanos partiendo de los últimos principios de la razón. Se tiene datos de que el hombre ha comenzado a distinguir entre el bien y el mal moral por lo menos desde hace cuatro mil años, según lo muestra las inscripciones sepulcrales egipcias del tercer milenio antes de Cristo. Aristóteles fue el primer filósofo que escribió no uno sino cuatro tratados sobre la ética. La dignidad de la persona se confirma y se desarrolla a través del comportamiento humano; es necesario, además de hablar de una dignidad personal (naturaleza humana), hablar de una dignidad moral (cultura humana). La moral no es complicada, sino precisa, y brota de la estructura dinámica de los actos humanos. Obrando es cuando nos damos cuenta de los problemas morales. Al bien moral está ligada una obligación, que no se reduce a cumplir reglas. El comportamiento moral es la respuesta que le doy a un bien. El hombre siempre se ha preocupado por las grandes cuestiones del bien y del mal. Los conflictos éticos o morales acompañan la existencia humana desde antes del nacimiento hasta la muerte. El único ser que por ser libre es sujeto de un actuar ético u opuesto al deber ser es el ser humano. Aprendizajes esperados Aprendizajes esperados

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Tema 07: Reflexionemos sobre la Ética cómo medio para humanizar la vida Social

Estimados alumnos, sean bienvenidos a la séptima y última semana de estudio. Aquí ofreceremos una formulación ética del valor de la vida humana. Para conseguir esto abordamos diversas teorías éticas que intentan responder a cuestiones prácticas fundamentales de la ética: ¿qué debo hacer? ¿Cómo debo vivir? Lo que se busca con este tema es enfocar una ética relativa a la orientación de la conducta. Seguidamente brindaremos una explicación de la ética fundamental de la vida humana, remarcando una ética coherente. Al final haremos unas reflexiones sobre el sentido de la vida, y responderemos a la pregunta con la experiencia de casos concretos sobre el peso y significado de la vida humana.

 Introducción

La preocupación moral es el cuestionamiento del hombre sobre lo que debe ser y hacer; es decir, acerca de su coherencia de vida.

La vida humana gira en torno a la ética por simple naturaleza. Suele definirse a la ética, nos dice Yepes (2010, pág.232) como la ciencia que versa acerca de la rectitud de los actos humanos partiendo de los últimos principios de la razón. Se tiene datos de que el hombre ha comenzado a distinguir entre el bien y el mal moral por lo menos desde hace cuatro mil años, según lo muestra las inscripciones sepulcrales egipcias del tercer milenio antes de Cristo. Aristóteles fue el primer filósofo que escribió no uno sino cuatro tratados sobre la ética.

La dignidad de la persona se confirma y se desarrolla a través del comportamiento humano; es necesario, además de hablar de una dignidad personal (naturaleza humana), hablar de una dignidad moral (cultura humana). La moral no es complicada, sino precisa, y brota de la estructura dinámica de los actos humanos. Obrando es cuando nos damos cuenta de los problemas morales.

Al bien moral está ligada una obligación, que no se reduce a cumplir reglas. El comportamiento moral es la respuesta que le doy a un bien. El hombre siempre se ha preocupado por las grandes cuestiones del bien y del mal. Los conflictos éticos o morales acompañan la existencia humana desde antes del nacimiento hasta la muerte. El único ser que por ser libre es sujeto de un actuar ético u opuesto al deber ser es el ser humano.

Aprendizajes esperados

Aprendizajes esperados

1. Organiza y aplica estrategias para la construcción de un juicio crítico en defensa de la cultura del sano humanismo en su propio contexto social.

2. Explica, valora y se reconoce inserto en un espacio específico determinado, llamado a transformarlo con dignidad y creatividad humana.

Actitudes

1. Participa e interactúa sobre la problemática personal, académica y social, proponiendo alternativas concretas.

2. Muestra interés al reconocer el sentido de la vida humana, asumiendo una actitud de defensa, respeto y promoción de la misma.

3. Promueve la tolerancia y la creatividad.

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Esquema 18: Mapa conceptual

Aprendizajes esperados

CAPACIDADES

1. Organiza y aplica estrategias para la construcción de un juicio crítico en defensa de la cultura del sano humanismo en su propio contexto social.

2. Explica, valora y se reconoce inserto en un espacio específico determinado, llamado a transformarlo con dignidad y creatividad humana.

ACTITUDES

1. Participa y dialoga sobre la problemática personal, académica y social, proponiendo alternativas concretas.

2. Muestra interés al reconocer el sentido de la vida humana, asumiendo una actitud de defensa, respeto y promoción de la misma.

7.1 Definición

La vida humana, nos explica Gómez Pérez (2010, pág. 12 – 17), nos la han dado, pero no hecha. El hacerla conlleva una tarea. Pues bien, la ética se deduce de tomar la vida humana como tarea. Tarea indica esfuerzo. No es ético, pues, el pasivo, el que se duerme en los laureles, el que no saca partido de su vida, el que, en lenguaje aristotélico, se queda en potencia y no se actualiza, el que es como el hombre dormido. Tarea implica asimismo meta, fin. La tarea de la vida sin tener como fin la felicidad sería absurda

El motor de la ética, por tanto, es la felicidad. Pero sin bienes mediales, que precisamente por ello lo son en orden al fin, sin normas de actuación, que iluminen el camino que acerca

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progresivamente al fin, y sin virtudes que fortalezcan la tendencia de la voluntad en orden al fin, la felicidad es inalcanzable. De ahí el papel central de éstas bases. Por eso, el que sólo busca posesiones prácticas, o pasarlo bien (sociedad del bienestar) se castiga a la infelicidad.

Vista desde la antropología, la ética es el modo de conducirse del hombre; el estudio del crecimiento del hombre como hombre; el modo según el cual lo personal se manifiesta en lo natural. Pero dado que lo natural humano es lo humano abierto por la libertad humana, “la ética es la ciencia que considera al hombre como sistema libre”. Sólo la persona humana eleva su naturaleza, su humanidad, siempre abierta a crecimiento irrestricto. Por eso, no cabe ética al margen de antropología. A la par, la ética que se fragua depende del hombre que se es.

Suele describirse la ética, según Yepes (2010, pág. 235),  como “la parte de la filosofía que estudia la moralidad del obrar humano”, esto es, el estudio de los actos humanos en cuanto que son buenos o malos. A lo largo de la historia se vincula la ética o sólo a bienes, o sólo a normas o sólo a virtudes. En síntesis, se la reduce o sólo a la búsqueda de algún bien real, o sólo al conocimiento del mismo, o sólo a la inclinación de voluntad hacia éste, a quererlo. En ningún caso, y es la denuncia clave de K. Wojtyla, se relaciona la acción humana con la persona (Persona y acción).

Por lo demás, la ética no se puede desvincular de los bienes, de las normas y de las virtudes, siendo la acción humana el engarce de esas dimensiones. Por tanto, la ética es ese saber humano, vivido, acerca del hombre mismo que hace referencia a la acción humana en tanto que en ésta se entretejen los bienes reales, las normas presentadas por el conocimiento y las virtudes de la voluntad. Como ese saber a ese nivel no es sólo teórico sino connatural a la propia vida del hombre, la ética es la expresión del núcleo íntimo de la vida personal en la esencia humana.

 7.2 Importancia de la ética en el ser humano

La importancia, nos dice Gómez Pérez (2010, pág.23 – 25), de la ética se deriva del estudio de la moral, desde que el hombre se agrupo en sociedades tuvo la necesidad de desarrollar una serie de reglas que le permitieran regular su conducta frente a los otros miembros de la comunidad; de manera que la moral es una constante de la vida humana y los seres humanos no pueden vivir sin normas ni valores.

Por ello diremos que, la ética, no es una cosa abstracta, desligada de la vida, pues continuamente estamos dando juicios éticos. Vamos a verlo con dos ejemplos, cuya importancia está en la mente de todos:

¿Es bueno o es malo dominar de tal modo la naturaleza, de forma que la técnica haga daño o arruine totalmente lo que tiene que ser el ámbito y el paisaje del hombre?

¿La vida humana es algo que pertenece a cada persona o la sociedad o el Estado pueden disponer de ella? ¿Qué juicio moral hay que dar sobre la pena de muerte?

En el trato interpersonal, en las relaciones en el seno de la familia, en las relaciones de trabajo, en la vida política, en las relaciones internacionales se plantean continuamente problemas éticos o morales. Esto es tan importante que se puede decir, aunque sea simplificando un poco, que una persona es lo que sea su comportamiento ético o moral.

Todo esto explica la importancia del conocimiento de la ética o de la moral en la educación de la persona. El período de educación que en realidad dura toda la vida, no llega a su pleno cumplimiento, a su realización, hasta que la persona no adquiere una jerarquía de valores morales que le sirve de orientación y de guía.

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La ética al pertenecer a la filosofía, participa de las características de esta disciplina y la coloca en un puesto relevante debido a que le interesa el estudio de la esencia de los actos humanos, o sea, trata de establecer cuáles son las características propias de todo acto humano, una de ellas es la libertad, sin ella no hay acto humano sino acto del hombre, la condición indispensable de un valor moral es decir un acto ejecutado libremente. A la ética también le interesa el estudio de la esencia de los valores y, en especial el del valor moral, tratar de ver en que consiste un valor, y lo propio de un valor moral; lo interesante del carácter filosófico de la ética es el intento de penetración hasta la esencia de la bondad de la conducta humana.

El individuo necesita crear una sociedad más ética, explica Savater (2009, pág. 58), más justa, y esto se logra por el actuar individual, mediante el ejemplo, a través de las obras que permiten el bien común, que encamina a la construcción de nuevos proyectos de nación, que son resultados al amor a la patria y la humanidad, estas cosas las necesitamos y nuestras futuras generaciones las requerirán todavía más; la ética no es una ciencia experimental, sino ciencia racional ya que fundamenta sus modelos éticos por medio de la razón. Esta razón nos proporciona causas y razones, se puede decir que la ética le concierne proporcionarlas razones por las que ciertas conductas son buenas y por lo tanto dignas de realizarse, también de argumentar en contra de conductas malas como el homicidio, la drogadicción, el engaño, el robo, etc.

7.3 La ética, como ciencia teórica y práctica

Ahora podemos ya comprender cómo la ética es, a la vez, ciencia teórica y práctica. En primer lugar, vemos que la ética no es una ciencia simplemente teórica. Cuando se estudia qué es el acto moral, explica Gómez Pérez (2010, pág. 37), cuáles son sus condiciones, cuál es el fin del hombre, cuál es el sentido de la vida, etc., se hacen afirmaciones teóricas, pero no para quedarse en ellas, sino para ordenar de ese modo la vida humana, para que coincida la vida con la doctrina.

En segundo lugar, la ética no es una ciencia puramente práctica, no es un análisis de lo que se va dando, para buscar soluciones transitorias, efímeras, válidas sólo para un período de tiempo. La ética quiere alcanzar y lo consigue la esencia del hombre.

Ahora podemos ya resumir los dos aspectos, con la afirmación, de que la ética es una ciencia que no busca el conocer por el conocer ni el hacer por el hacer; sino que busca el conocer para hacer.

Esto quiere decir también que la ética no es una simple práctica, ni un conocimiento experimental de lo que sucede en el hombre y en la sociedad. Para esto último están algunas ciencias humanas; por ejemplo, la psicología individual o social, la sociología, la antropología, la economía, la demografía, etc. La ética trata de hechos, pero de hechos con relación a una norma o ley, que dice lo que se debe hacer y lo que se debe evitar.

7.4 La ética y la sociedad

El ámbito de esta ciencia teórica y práctica, que es la ética, es la sociedad. Esto está ya dicho en aquella famosa frase de Aristóteles de que el hombre es un “animal político”, es decir, “social por naturaleza”. Algunas veces la literatura se ha entretenido en considerar al hombre como un “animal solitario”. Pero esto es una ficción; un hombre completamente solitario dejaría de existir, pues la vida del hombre, que nace muy desvalido, necesita física y afectivamente el cuidado de otro ser humano, de la madre o de alguien que realice este papel.

Afirma Yepes (2010, pág.238), que no se puede vivir completamente fuera de la sociedad. Los que no ejercen su plena actividad en la sociedad, que viven su vida fuera de la gran corriente de la vida social, quedan disminuidos como hombres. Sin duda conocemos casos de hombres y mujeres que han elegido vivir aislados y apartados. Pero en estos casos hay que tener en cuenta, en primer lugar, que ya habían recibido de la sociedad gran parte de lo que habían llegado a ser; y, en

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segundo lugar, que ese apartamiento era sólo una forma diversa de servir a los demás, como en el caso de algunos hombres religiosos, o de grandes artistas o descubridores o inventores.

Sólo  los  hombres  viven  en  sociedad,  son  socios;  los  animales  viven  en  colmenas,  rebaños, manadas o piaras. Este carácter de socio no anula en absoluto la persona humana. Se podría decir, sintéticamente, que su manera de ser persona es siendo socio. El hombre no se agota, por tanto, en el conjunto de las relaciones sociales de las que forma parte; pero, a la vez, es cierto que no puede vivir como auténtica persona sin esas relaciones sociales.

 Teniendo  esto  en  cuenta,  se  deduce  que  no  hay  una  distinción  neta  y  tajante  entre  la  ética personal y la ética social. Toda consideración ética se refiere a la persona viviendo en sociedad, que es el único modo en el que el hombre puede vivir.

Una ética exclusivamente individualista, que se desentiende de la sociedad, es un error; como lo es también toda ética exclusivamente colectivista, es decir, que anula la libertad y la peculiaridad de la persona dentro del todo social.

7.5 Objeto de la ética

La ética trata de actos humanos, según Savater (2010, pág., 97), pero no en un sentido general, sino en un sentido muy preciso. En efecto, cabe distinguir entre actos del hombre y actos humanos:

-     actos del hombre son aquellos que realiza el hombre, pero sin dominio racional y voluntario sobre ellos; por ejemplo, la circulación de la sangre, el ritmo cardíaco, etc. Sin duda se habla de una buena o de una mala circulación, pero no se atribuye a esto un sentido moral o ético. Nadie es poco honrado porque tenga mal el corazón.

-     actos humanos son aquellas acciones, externas o internas, que el hombre realiza con conocimiento, es decir precisamente con advertencia, de lo que hace, con deliberación y voluntad libre, porque quiere.

Estos requisitos de los actos humanos son esenciales y guían a la hora de tratar sobre el carácter ético de los temas estamos examinando.

El conocimiento implica tener suficiente advertencia de lo que se va a hacer. Por el conocimiento sabemos de antemano lo que vamos a realizar y podemos decidirnos a realizarlo. No es preciso que ese conocimiento sea perfecto y total, cosa difícil de conseguir incluso para acciones sencillas.

La voluntad como requisito del acto humano exige que ese acto sea querido realmente por nosotros como algo nuestro. Ha de ser, por tanto, una voluntad libre, con capacidad de elegir. Si alguien es forzado a firmar una confesión en la que se declara culpable de algo, ese acto no es moral, porque no ha sido realizado con libertad. Sin libertad no puede haber ética, porque para actuar moralmente es preciso diferenciar, con conocimiento, entre el bien y el mal; y se requiere también que, con voluntad libre, uno se dirija hacia una actuación, externa o interna, considerada como propia y de la que uno responde personalmente.

Un acto es voluntario directo cuando se busca o se intenta en sí mismo el efecto que producirá ese acto. Se llama voluntario indirecto cuando, al realizar directamente una cosa, se produce también un efecto no intentado ni querido. Para que sea lícito realizar un acto del que se siguen dos efectos, uno bueno y uno malo, tienen que darse las siguientes condiciones:

a)      que la acción sea buena en sí o indiferente; así, no es lícito mentir, aunque de ello se deriven efectos buenos;

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b)      que el efecto primero e inmediato sea el bueno y no el malo; por ejemplo, no es lícito robar para, con lo obtenido, dar limosna;

c)      que el fin del que actúa sea honesto, es decir, que busque únicamente el efecto bueno y se limite a permitir el malo;

d)      que haya una causa proporcionada a la gravedad que el efecto malo va a producir. Por ejemplo, no es lícito jugar a algo si del juego se produce el efecto malo de la grave enemistad entre algunos de los que juegan.

 7.6 La Persona y sus exigencias éticas

En la vida real, nos explica Gómez Pérez (2010, pág., 38 -43), sólo existen individuos, es decir, realidades que tienen una unidad intrínseca y que se distinguen por eso de las demás realidades. No se puede llamar “individuo” a una cosa, ya sea algo natural, como una piedra, una nube, etc., o algo artificial, como una mesa, una lata de cerveza, un libro, etc. Pero filosóficamente son cosas individuales; como ya se ha dicho, las únicas que existen.

Entre los seres vivos, conforme aumenta la complejidad y la superioridad de su vida, aumenta la individualidad. Indudablemente un árbol es un individuo, pero lo es más un caballo o un perro. Los animales, a diferencia de los vegetales, pueden ya conocer, de forma sensible, no intelectual, pero conocen de todos modos.

Entre todos los seres que viven en la Tierra, sólo el hombre es persona. Una de las cualidades de la persona es la libertad. Con la libertad, el hombre escapa al reino de la necesidad, en el que están insertados, sin posibilidad de trascenderlo, los vegetales y los animales.

La existencia de la libertad, entendida como poder elegir o no elegir, poder elegir esto o aquello, es ya una demostración de la existencia de la inteligencia, es decir, de la superación del instinto. Actuar con libertad quiere indicar que existe, previamente, una deliberación, un cierto juicio, una valoración. Y eso sólo lo puede hacer la inteligencia. 

7.7 La realidad de la consciencia

Podemos afirmar que todos los hombres juzgan, cuando actúan, si están obrando bien o mal. La conciencia es, pues, una forma de conocimiento típicamente humana, es decir un conocimiento intelectual y en definitiva diremos que la conciencia es una realidad de experiencia.

La inteligencia de la persona humana, explica Gómez Pérez ( 2010, pág. 44 – 48),  tiene un conocimiento práctico de los primeros principios del obrar, como por ejemplo, hay que hacer el bien y evitar el mal, o no podemos hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros. Bajo de esos principios, la conciencia juzga sobre los actos concretos. Por eso puede decirse que la conciencia moral es un juicio en el que se aplican esos primeros principios a los actos concretos. Si yo sé, por ejemplo, que hay que obrar el bien; y se me presenta la posibilidad de quedarme con algo que pertenece a otro; la conciencia dicta, juzga, y me dice interiormente que eso es malo.

De esta manera vemos que los primeros principios morales son evidentes y la aplicación concreta de los principios a los actos singulares se puede presentar también con un carácter evidente. Pero la conciencia también puede equivocarse, es decir, puede considerar que es bueno un acto malo; o, al revés, que es malo un acto bueno. La conciencia que juzga la bondad o malicia de un acto en conformidad con estos principios se llama conciencia verdadera y obliga siempre. Actuar en contra de lo que dicta la conciencia verdadera es, en realidad, actuar en contra de uno mismo, de sus convicciones más profundas y de los primeros principios evidentes de la actuación moral.

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Si no preguntáramos, ¿qué pasa con la conciencia que se equivoca, con la conciencia errónea, es decir, con la conciencia que, por ignorancia, cree que un acto malo es bueno o que un acto bueno es malo? Hay que seguirla, porque obliga, siempre que se trate de una ignorancia que uno no puede superar porque ni siquiera se da cuenta de que está en la ignorancia.

Lo podemos ver mejor con algunos ejemplos. Como consecuencia de una educación deficiente, pienso que beber alcohol, aunque sea moderadamente, es malo. En una reunión me ofrecen cerveza; y luego pienso que “Beber esto es malo”. Si, sin embargo, lo bebo, hago algo malo, aunque ese hecho sea en sí indiferente. La razón del ¿por qué? Es que el acto se ha realizado en contra de lo que me dicta mi conciencia. También puede verse un caso contrario. Por una mala costumbre, adquirida sin darme cuenta, en el ambiente en que me he criado, pienso que es bueno leer cartas y otros escritos privados de los demás. Realizo así acciones que son objetivamente malas, pero no he actuado en contra de mi conciencia y, por tanto, no he hecho, para mí, nada malo.

Es preciso saber que estos casos, aunque se den a veces, no son frecuentes. Lo corriente es que la conciencia errónea esté basada en un error que se puede superar y, en ese caso, la misma conciencia obliga a salir del error. La ignorancia puede vencerse con la rapidez razonable que ponen las personas en los asuntos importantes. Por eso la ignorancia vencible es culpable, porque se permanece en ella voluntariamente.

Podemos encontrar otras divisiones importantes, como la conciencia cierta, que es la que emite su dictamen de forma categórica y firme, sin temor a equivocarse; y conciencia dudosa, que es la que vacila sobre la licitud o ilicitud de una acción.

Uniendo lo que antes se dijo sobre la conciencia verdadera y la errónea con lo que se acaba de ver sobre la conciencia cierta y la dudosa, puede concluirse en esto: sólo es norma de moralidad la conciencia cierta si es además verdadera. Por tanto, no se puede actuar con conciencia dudosa ni con conciencia venciblemente errónea; en estos casos hay que salir de la duda y vencer el error. De todo esto se deduce la importancia de la formación de la conciencia, para conocer de un modo cierto y verdadero la ley moral. 

7.8 Exigencias éticas

García Cuadrado (2009, pág. 196 – 199), afirma que, gracias a la inteligencia y a la libertad, el hombre entiende un tipo de necesidad que escapa siempre a los animales, hablamos aquí de la necesidad moral o ética, el deber. Los animales no tienen más remedio que actuar como actúan, ya sea por el instinto natural, ya por un aprendizaje condicionado, no libre. El hombre, incluso en sus necesidades materiales, como el alimento por ejemplo, hace intervenir el entendimiento y la libertad. Es una necesidad comer y, desde este punto de vista, el instinto debe satisfacerse necesariamente; pero el hombre siempre puede comer más o menos, comer esto o aquello e incluso dejar de comer por el motivo que sea, a pesar de que el instinto le recuerde continuamente esa necesidad.

La necesidad ética, llamada de manera más adecuada, exigencia o deber, va dirigida a la inteligencia y a la voluntad libre. Las necesidades o exigencias éticas presentan un doble aspecto muy característico:

a)    Son debidas a la persona, es decir, que sin ellas la persona no llega a desarrollar lo que es. En este sentido, no es moral privar a la persona del uso y del desarrollo de su inteligencia y del uso y desarrollo de su libertad;  

b)    El hombre debe cumplirlas, satisfacerlas, aunque físicamente no pueda cumplirlas; por eso se habla de necesidad, pero de necesidad moral. 

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En resumen se puede decir, que el ser libre, es una exigencia ética fundamental de la persona, y que se da para que el hombre cumpla determinadas exigencias éticas, como pueden ser, el desarrollo de su inteligencia y de su libertad, respeto a la inteligencia y a la libertad de los demás, cumplimiento de la justicia, trabajo a favor de toda la humanidad, etc.

 7.9 Importancia de la Libertad

Algunos filósofos han afirmado, que el hombre no es realmente libre. El conjunto de su universo, es un poco más complicado que el de otros animales superiores, pero no sería esencialmente distinto. Por esta razón, el hombre actuaría siempre movido por la necesidad, y la realidad llamada libertad no sería otra cosa sino el reconocimiento de esa necesidad, el darse cuenta de que es así.

Desde siglos anteriores, explica Gómez Pérez (2010, pág. 43 -49), filósofos como Spinoza y Hegel, sostienen esta teoría y, con algunas modificaciones, podemos también encontrarla entre los pensadores marxistas. Desde la perspectiva biológica, ha sido defendida por algunos científicos especialistas en la ciencia del comportamiento animal, o etología. El resultado, aunque con matices, es el mismo, pues lo que se llama ética o moral no escaparía de la fuerza de la necesidad.

Adoptado este esquema, no cabe hablar de un deber moral. Todo lo que se pueda hacer físicamente sería moral porque sería necesario.

Las consecuencias sociales y políticas de esta posición son tales que, en la práctica, no es sostenida casi por nadie. En efecto, en nombre de la libertad entendida como “inteligencia de la necesidad” se podría legitimar cualquier sistema totalitario, así como la violación de los derechos humanos. Por otro lado, incluso en sistemas sociales que admiten teóricamente esa doctrina sobre la libertad, se registra la figura del delito, del delincuente, al que se imputa el delito y, en general, se habla de que los hombres son responsables de sus propias acciones.

En la práctica, por tanto, la libertad y la responsabilidad personal son de hecho realidades reconocidas por todos. Y existe también una coincidencia casi general en que de la dignidad de la persona destaca su carácter libre, y en que el hombre debe tender al bien por sí mismo y no forzado por la necesidad. En este sentido se considera un progreso humano superar las condiciones de necesidad, ya sean estas, materiales, económicas, sociales, etc. para que el hombre pueda elegir cada vez con más libertad y menos forzado por las circunstancias. 

7.10 Consideraciones finales.

La consideración actual de la decisión moral pone un énfasis particular en el análisis de las posibles desviaciones “ideológicas” del juicio ético. La crítica y la sospecha son horizontes imprescindibles para entender hoy los procesos de la decisión moral.

El discernimiento ético, para que tenga la garantía de suficiente criticidad y legitimación, tiene que reunir un conjunto de condiciones formales post-marxianas y post-freudianas. Marx y Freud han puesto de relieve cómo detrás de los procesos morales se esconden ideologizaciones opresoras u objetivaciones de una inmadurez neurótica socialmente compartida.

Al subrayar la importancia de las perspectivas críticas en la configuración del discernimiento ético se pone de relieve la función sociopolítica de la decisión moral. Frente a una consideración preponderantemente intimista y “espiritual” del discernimiento es necesario destacar el flanco de su funcionalidad social y “material”.

La estructura del empeño sociopolítico puede ser pensada y vivida desde la categoría del discernimiento. De este modo el discernimiento ético logrará distinguir “entre el Espíritu de la liberación de los pobres y el espíritu de opresión de los poderosos”, ya que “si se desvincula e acto

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del discernimiento de la orgánica articulación con la praxis política de las clases oprimidas y de las naciones periféricas (los pobres de todas las naciones y los pobres del mundo), dicho discernimiento no tendrá pautas o criterios reales, concretos e históricos con que se realiza su interpretación estimativa”.

Integrando la actitud de cuestionarse y la urgencia ética de discernir se configura la actitud de ir en busca de la verdad.

La ética actual ha incorporado suficientemente las perspectivas personalistas de la cultura actual. El discernimiento ético es impensable hoy día si no se tiene en cuenta los “tópicos” personalistas de la hora actual. La decisión moral brota del núcleo autónomo de la persona. Únicamente tiene sentido una decisión ética cuando es “responsable”, es decir, cuando es una “respuesta” del yo ante las exigencias de su propia realización.

Por otra parte, la decisión moral se expresa de modo prevalente a través de opciones y actitudes y no mediante actos atomizados y casuísticos. El discernimiento ético se instala preferentemente en la opción fundamental de la persona y desde ahí orienta todo el dinamismo moral humano. Además, la decisión moral, sin dejar de tener en cuenta la función secundaria de las instancias exteriores (ley, autoridad, tradiciones, etc.), las valora como ayuda para realizar un discernimiento ético realista y contrastado.

Pero es necesario decir que para la ética, el principio de semejanza en el ser humano asume relieve de prioridad conceptual: entre las personas no hay diferenciación, sino sólo diversidad. Toda persona es expresión del ser humano; no es una parte ni una forma relativa, sino expresión absoluta y plena del ser humano; en la sociedad “humana” las partes no son partes de la misma sino presencias absolutas, diversificadas entre sí, expresivas en plenitud del todo que es la misma sociedad tildada de “humana”; de modo que la negación a una persona, es negación al ser humano, y por lo mismo, afecta a todas las personas humanas.

A modo de conclusión del apartado, diremos que la preocupación moral es el cuestionamiento del hombre sobre lo que debe ser y hacer; es decir, a cerca de su coherencia de vida.

La vida humana gira en torno a la ética por simple naturaleza. Suele definirse a la ética como la ciencia que versa acerca de la rectitud de los actos humanos partiendo de los últimos principios de la razón. Se tiene datos de que el hombre ha comenzado a distinguir entre el bien y el mal moral por lo menos desde hace cuatro mil años, según lo muestra las inscripciones sepulcrales egipcias del tercer milenio antes de Cristo. Aristóteles fue el primer filósofo que escribió no uno sino cuatro tratados sobre la ética.

La dignidad de la persona se confirma y se desarrolla a través del comportamiento humano; es necesario, además de hablar de una dignidad personal (naturaleza humana), hablar de una dignidad moral (cultura humana). La moral no es complicada, sino precisa, y brota de la estructura dinámica de los actos humanos. Obrando es cuando nos damos cuenta de los problemas morales.

Al bien moral está ligada una obligación, que no se reduce a cumplir reglas. El comportamiento moral es la respuesta que le doy a un bien. El hombre siempre se ha preocupado por las grandes cuestiones del bien y del mal. Los conflictos éticos o morales acompañan la existencia humana desde antes del nacimiento hasta la muerte. El único ser que por ser libre es sujeto de un actuar ético u opuesto al deber ser es el ser humano.

Lecturas recomendadas

Para saber más

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Ponemos a tu disposición y te invitamos a revisar dos interesantes documentos que te ayudaran a reforzar y ampliar los temas que hemos estudiado, estos los encontrarás en la base de datos e-libros que utiliza nuestra universidad:  

Documento 07: Sellés. J.F. El destino de la persona humana. Pamplona: EUNSA

Dirección: Se ha colocado un capítulo de esta publicación en la sección recursos de la semana 07

Breve descripción:

El saber humano que ordena nuestros actos respecto del fin es la ética. Por eso, a pesar de que muchos pensadores estimen equivalentes la ética a la antropología, en rigor, no lo son, pues mientras que la ética mira al ámbito de las manifestaciones humanas en orden a alcanzar el fin deficitario de las facultades del hombre, la antropología indaga acerca del destino personal de la intimidad humana. Con otras palabras, la antropología, al menos la trascendental, es del ámbito del ser; la ética, del obrar. Debemos recordar,  si operari sequitur esse, la ética es segunda respecto de la antropología; o si se quiere, la ética no es trascendental; sí, en cambio, la antropología. Ello indica que sólo porque el ser humano es un ser personal, capaz de entender su destino, es por lo que puede entender el camino ético que conduce a él. 

Conclusiones de la séptima semana

Escuchar el siguiente audio:

La ética actual ha incorporado suficientemente las perspectivas personalistas de la cultura actual. El discernimiento ético es impensable hoy día si no se tiene en cuenta los “tópicos” personalistas de la hora actual. La decisión moral brota del núcleo autónomo de la persona. Únicamente tiene sentido una decisión ética cuando es “responsable”, es decir, cuando es una “respuesta” del yo ante las exigencias de su propia realización.

Por otra parte, la decisión moral se expresa de modo prevalente a través de opciones y actitudes y no mediante actos atomizados y casuísticos. El discernimiento ético se instala preferentemente en la opción fundamental de la persona y desde ahí orienta todo el dinamismo moral humano. Además, la decisión moral, sin dejar de tener en cuenta la función secundaria de las instancias exteriores (ley, autoridad, tradiciones, etc.), las valora como ayuda para realizar un discernimiento ético realista y contrastado.

Pero es necesario decir que para la ética, el principio de semejanza en el ser humano asume relieve de prioridad conceptual: entre las personas no hay diferenciación, sino sólo diversidad. Toda persona es expresión del ser humano; no es una parte ni una forma relativa, sino expresión absoluta y plena del ser humano; en la sociedad “humana” las partes no son partes de la misma sino presencias absolutas, diversificadas entre sí, expresivas en plenitud del todo que es la misma sociedad tildada de “humana”; de modo que la negación a una persona, es negación al ser humano, y por lo mismo, afecta a todas las personas humanas. 

Metacognición

Las siguientes preguntas te ayudarán a reflexionar sobre tus propios aprendizajes, es un ejercicio recomendado para razonar e identificar nuestro esfuerzo intelectual, la finalidad es regular nuestras acciones y procesos mentales 

 ¿De la temática abordada que te llamó más la atención?

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¿Consideras que aprendiste con los contenidos abordados?

¿Tuviste dificultad con algún tema o actividad? ¿Cómo los solucionaste?

¿Qué acciones realizaste para aprender?

Referencias Bibliográficas

    Gómez Pérez, R. (2010). Problemas morales de la existencia humana. 7ma Edic. Madrid: Magisterio

   García Cuadrado, J. (2004). Antropología filosófica. Una introducción a la filosofía del hombre. España: EUNSA

   Fernández – Savater, M. (2003). Ética para Amador. Barcelona: Ariel    Yepes Stork, R.(2009). Fundamentos de Antropología, Madrid EUNSA