Sobre una vida judía Entre tradición y...

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מקורות הדת במעמקי המחשבה, בהסתכלות שלא ניתנה לביטוי, בתימהון בפני הפלא והמסתורין שלמעלה מכל מכאן שתחיית הדת לא תבוא אלא על ידי השגה והבעה. חידוש המבוכה הפנימית; על ידי ייסורי המחשבה העומדת בפני הטמיר והנעלם שבכל דבר ודבר, לרבות הטמיר והנעלם שבמחשבה עצמה. האמונה היא לא קניין קבוע ותקוע, אלא הסתכלות, התרחשות, ראייה פנימית או הארה, רצוא ושוב. אין המאמין עומד במקומו, הוא תמיד עולה ויורד, מוצא ומאבד. חיים אנחנו על רגעים המוטלת עלינו היא לזכור בודדים של אמונה שלמה. והחובה את הרגעים היקרים האלה, לשמור אותם בלבנו ולקיים אותם במעשים שבכל יום ויום, במצוות ובתלמוד תורה.Sobre una vida judía Entre tradición y renovación

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ניתנה שלא בהסתכלות המחשבה, במעמקי הדת מקורות והמסתורין שלמעלה מכל הפלא בפני בתימהון לביטוי, ידי על אלא תבוא לא הדת שתחיית מכאן והבעה. השגה העומדת המחשבה ייסורי ידי על הפנימית; המבוכה חידוש בפני הטמיר והנעלם שבכל דבר ודבר, לרבות הטמיר והנעלם

שבמחשבה עצמה.

האמונה היא לא קניין קבוע ותקוע, אלא הסתכלות, התרחשות, ראייה פנימית או הארה, רצוא ושוב. אין המאמין עומד במקומו, רגעים על אנחנו חיים ומאבד. מוצא ויורד, עולה הוא תמיד בודדים של אמונה שלמה. והחובה המוטלת עלינו היא לזכור את הרגעים היקרים האלה, לשמור אותם בלבנו ולקיים אותם

במעשים שבכל יום ויום, במצוות ובתלמוד תורה.

Sobre una vida judíaEntre tradición y renovación

Sobre una vida judíaEntre tradición y renovación

Lo antiguo se renovará y lo nuevo se santificará(Rab. Abraham Itzjak HaCohen Kuk1)

Rabina Tamar Elad-Appelbaum

Edición: Rabino Mauricio Balter

Traducción: Lic. Mauricio Acsebrud

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Los orígenes de la religión en las profundidades del pensamiento, en una observación que no tiene expresión, con la sorpresa frente a lo maravilloso y a lo misterioso que se encuentra por sobre toda conceptualización y expresión. De aquí que el resurgimiento de la religión no vendrá sino por medio de la renovación de la confusión interna; por medio del sometimiento del pensamiento que se encuentra frente a lo secreto y a lo oculto que hay en cada adquisición, incluso en lo secreto y lo oculto del pensamiento mismo.

La fe no es una propiedad fija e inamovible, sino que es observación, acontecimiento, visión interna o iluminación, un ida y vuelta presuroso. El creyente no se mantiene fijo en un lugar, sube y baja, encuentra y pierde. Nosotros vivimos en base a momentos únicos de fe plena. Y la obligación que recae sobre nosotros es recordar esos caros momentos, preservarlos en nuestros corazones y resurgirlos por medio de los hechos cotidianos, de los preceptos y del estudio de la Torá.

Abraham Yehoshúa Heschel2

Contenido

Han plantado en mí melodías, mi madre y mi padre ...............................9

Tradición y Renovación .................................................................................10

Estas son las generaciones: sobre el lugar de la historia........................13

Y todo el pueblo ve las voces: Revelación .................................................15

Árbol de vida es, para quienes la sostienen: Torá ........................................18

Estas y estas son palabras del Dios viviente: pluralismo judío .............20

Cuán buenas son tus tiendas Yaakov, tus moradas Israel:Familia, comunidad y Klal Israel ..................................................................24

Salto hacia la acción: precepto, leyenda y halajá .....................................26

Grande es la fe en ti: Plegaria ......................................................................32

Documentación y finalidad: Sión .................................................................34

Fin .......................................................................................................................38

Abstracto ..........................................................................................................40

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En este modesto cuadernillo intentaré esbozar una visión, la visión del Movimiento Masortí (N de T: conservador). Un movimiento que no es un objetivo en sí mismo, y que llegado el día no habrá más necesidad de él, sino que será una convergencia espiritual, comunitaria y social de judíos y judías que se encuentran en la búsqueda de las puertas hacia el legado, al mismo tiempo que la puerta que nos es dada en el espacio público no satisface a esta generación en estos tiempos. El movimiento de los buscadores es amplio y diverso y en él encontramos gente proveniente de distintos hogares, seculares, tradicionalistas, ortodoxos y fundamentalmente todo lo que se encuentra entre ellos. Muchos de ellos no viven aún bajo definiciones o tras la búsqueda de ellas, sino en la búsqueda interna de una esencia y un significado. Cada uno y una 45con su personalidad particular, hace su camino hacia un hogar cultural y espiritual, en el movimiento del antiguo y continuo “Lej Lejá” – (N de A: en referencia al episodio narrado en Génesis 11:1-3, en el cual Dios le ordena a Avram que se vaya de su tierra hacia la que éste le mostrará) desde el padre de la nación, Avraham el hebreo que anda, y hasta nosotros.

Yo misma crecí en el mundo de la ortodoxia moderna en Jerusalem, que me otorgó un conocimiento íntimo con el legado de Israel y plantó en mí la creencia en la vida que esta conlleva. Ya como niña, sentí la brecha que se extiende entre la inspiración que me surgía de mis estudios y la realidad judía en Israel. La tradición que estudié me parecía más flexible y sabia que el modo en el cual se presentaba en la realidad. Con el correr del tiempo comprendí que no podría quedarme más dentro de la sociedad en la cual crecí y salí a buscar. El mundo secular, con su riqueza cultural, los escritos de los líderes sionistas y la literatura hebrea de aquel entonces y hasta nuestros días, se convirtieron en una parte importante en mi vida. Pero no encontré en estos una casa espiritual con suficientes anclas en mi vida cotidiana y fundamentalmente no encontré una vida comunitaria. La palabra masortí, en aquellos días, no me decía nada. No conocía otra posibilidad con respecto a la continuidad entre la ortodoxia y la secularidad, porque entonces no había ninguna continuidad. Entre ellos había un abismo y yo me quedé sola, buscando una casa en la cual poder llevar una vida judía que pudiera vivir como soy yo, sin máscaras, sin un lenguaje de prohibición y permisión sino de libertad, comprensión, inspiración y compromiso de un hombre que fue creado a semejanza.

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Sorpresivamente, la vida me llevó a las puertas de un movimiento ideológico que no conocía, pero desde el momento en que lo encontré sentí que había un lugar en el mundo en el cual continuaba el movimiento espiritual y la vida de Jazal (N. de T.: Jajameinu Zijronám Librajá – Nuestros Sabios de Bendita Memoria – חז"ל). Me gustó el estudio profundo, la integridad, la complejidad y el compromiso de hacer. Y fundamentalmente me gustó la fuerza de moderación y el valor espiritual que conllevaba, los cuales me recordaban a mis abuelos y abuelas, del lado ashkenazí y del marroquí. Así llegué al Movimiento Masortí.

El movimiento masortí, que surgió en la Europa del siglo XIX junto al movimiento ortodoxo y al movimiento reformista como una reacción al iluminismo y a la emancipación, es un movimiento de centro. Su fundador ideológico fue el rabino Zacarías (Zejaria) Frenkel, sabio proveniente de familias rabínicas de Praga, que ofició a lo largo de su vida como rabino en comunidades de Alemania y como director del Beit Midrash (N. de T.: Academia de estudios rabínicos y judáicos – בית מדרש) en Braslau, quien dio una respuesta moderada al modernismo frente a otras dos reacciones extremas: por un lado, la reacción del movimiento reformista, que buscaba integrarse a la sociedad general de un modo maximalista por medio de correcciones en lo religioso y en pos de esto renunció al idioma y a los símbolos centrales en la vida del pueblo; por otro lado, la reacción del movimiento ortodoxo, que buscaba congelar lo judío frente a los cambios del tiempo por temor a que se asimilase a la sociedad general y pierda su particularidad. El rabino Frenkel buscó allanar un camino medio entre estos dos, y de este modo se vio a sí mismo como un continuador del camino de Jazal y de los sabios del pueblo a lo largo de las generaciones, quienes supieron siempre encaminar a la Torá de Israel entre tradición y renovación.

En la segunda mitad del siglo XIX se trasladó el centro de gravedad de la idea de preservar la moderación judía en el mundo moderno a los Estados Unidos. A principios del siglo XX se fundó en Nueva York una institución para el estudio de la Torá bajo el nombre de Seminario Teológico Judío (Jewish Tehological Seminary – JTS) en el cual enseñaban rabinos y estudiosos judíos de primera línea según esta visión. Muchos de los docentes y de los estudiantes crecieron en el mundo ortodoxo, y estaban destinados a ser rabinos y líderes comunitarios, pero identificaron en el mundo ortodoxo

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un estancamiento antinatural con respecto al legado y buscaron retornar este camino medio a su generación. Las masas de inmigrantes judíos, que llegaron en grandes olas migratorias de Europa, escogieron sumarse a las comunidades del movimiento conservador a causa de su moderación. Así es como se convirtió el Seminario en la institución de estudio de Torá y académica más importante en el campo de la investigación de la Sabiduría de Israel, en la cual enseñaron y se ordenaron, con el correr de los años, cientos de rabinos; y así se transformó el Movimiento Masortí en el mayor movimiento en los Estados Unidos entre las diversas corrientes judías. Los líderes del Movimiento fundaron una red de comunidades, colegios, campamentos de verano, movimientos juveniles, Batei Midrashd (N. de T: plural de Beit Midrash – Casa de estudios) para capacitar rabinos y educadores, comunidades en todo el mundo y múltiples programas en el Estado de Israel, todos estos a partir de su visión moderada y diversa.

La pionera de las comunidades masortí en Israel fue la comunidad “Fe y Verdad” (אמת ואמונה– Emet veEmuná), que fue fundada en el año 1936 en Jerusalem por judíos de Alemania. Activaban en ella, por ejemplo, Akiva Ernest Simon y Mordejay Martín Búber. Después de la Guerra de los Seis Días emigró a Israel un grupo de rabinos masortíes para tomar parte en la construcción de la Nación. Ellos fundaron a lo largo del país las primeras comunidades, y en el año 1979 establecieron el movimiento con su nombre hebreo, HaTnuá HaMasortit (התנועה המסורתית). Desde entonces se han creado y se han sumado al movimiento múltiples comunidades, y hoy ésta cuenta decenas de miles de afiliados y afiliadas israelíes, comunidades y grupos de estudio, un movimiento juvenil y un movimiento de estudiantes, un Beit Midrash rabínico y centros de obras de caridad y de justicia social. El movimiento Masortí – que era Ashkenazí (N. de T.: judíos originalmente de Europa central) en su nacimiento – encontró en Israel un idioma común con el legado de los judíos de los países orientales, quienes tampoco temieron a la modernidad y no perdieron la moderación; asimismo encontró un idioma común con judíos seculares quienes vieron en el renacimiento del legado una parte importante de la obra de la realización sionista en ésta época.

Hay quienes sostienen que el Movimiento Masortí es un cuerpo extraño a la cultura israelí. Es cierto que aquellos rabinos que inmigraron eran reconocidos por su acento, pero el israelismo mismo es una Torá compilada

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de todo el mundo: Marruecos, Polonia, Etiopía, Rusia y otros. La ley de los Grandes de Israel, sea cual fuese el idioma en el que haya sido escrita, buscaba trascender en el día de los días el lugar en el cual fue cultivada hacia el centro de realización del pueblo. Y así sucedió, que con la reunión del pueblo, se reunió la ley de todos los confines del universo. Así es como atravesó la enseñanza del rabino Abraham Joshua Heschel, por ejemplo, la distancia desde Nueva York hacia el corazón del estudiante judío en la Tierra de Israel. Estos rabinos inmigraron tal vez con sus acentos, pero la enseñanza de sus rabinos ingresó al alma y educó alumnos que nacieron en Israel y que son hoy sus dirigentes.

Para finalizar, al ser un movimiento del centro se caracteriza el Movimiento Masortí por su amplitud de ideas en cada uno de los temas. Este cuadernillo fue escrito desde mi punto de vista como corresponde a un pequeño cuadernillo, su contenido fue escrito de forma resumida. Es mi esperanza que sea ésta una invitación a una profundización continua y diversa de todos.

*Quiero agradecer desde lo profundo de mi corazón a mis profesores y rabinos, al Rabino Michael Graetz y al Rabino Aharón Gordon Tucker, por haber hecho observaciones, por haberme orientado y por haber agregado desde la profundidad de sus conocimientos y de su sabiduría para la escritura de este texto.

Este cuadernillo lo dedico a mis abuelos y abuelas. Al Jazán (N. de T.: Cantor litúrgico) Alphonse Cerf y Anne Marie. A Yaish y Zari Bouskila quienes inmigraron a Israel por una antigua inspiración que fue transmitida hasta ellos y en la que construyeron con diez dedos y con el corazón abierto una familia llena de piedad y sabiduría. Sus hechos y sus palabras moderadas guían mi vida y ojalá sea yo apta para la transmisión de ellos.

Tamar Elad-AppelbaumSión. Comunidad israelíJerusalem

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“Moisés recibió la Torá de Sinaí y la entregó a Josué,Y Josué a los ancianos y los ancianos a los profetas,Y los profetas la entregaron a los hombres de la Gran Asamblea” (Tratado de Principios 1, 1)

Esta imagen, de un pueblo que transmite su legado de una generación a la siguiente, es una de las imágenes fundamentales llena de esplendor del pueblo judío. En cada generación hubo quien lo recibió y en cada generación surgió quien la transmitiera. Y en medio de esto, el tesoro de un pueblo. No algo material, sino un tesoro de ideas transmitido por un compromiso y una vibración en las familias y entre ellas, entre sabios y comunidades, sobre el trasfondo de una escenografía histórica larga de reinos y gobernantes que trajeron sobre el pueblo judío días de sufrimiento y angustia o días de dulzura en Eretz Israel (N. de T.: Tierra de Israel) y en la diáspora. Tanto en estos como en aquellos fue continua la labor de la transmisión. Padres a hijos, docentes a alumnos, abiertamente y en secreto, en Batei Am (N. de T.: Casas Populares) y en Batei Midrash (N. de T.: Casas de Estudio, academias), cada hombre con su carga de Torá y sus innovaciones, según su poder de alcance y cuanto su alma quisiese, la expresión del pueblo transmisores y receptores de la tradición, tomados todos de este tesoro inconmensurable llamado “tradición” (Masoret).

Han plantado en mí melodías, mi madre y mi padreTradición. ¿Qué es la tradición? ¿De qué está compuesta? ¿Qué llevaron generaciones y particulares y transmitieron hasta aquí? Hay quienes intentan dar una respuesta a esta pregunta. Pero el intento de dar una respuesta así, aplana la gran esencia que caracterizaba a la acción de la transmisión y pierde la posibilidad de identificar los puntos fuertes que le son necesarios. Por otro lado, podemos advertir varios puntos de anclaje centrales, que fueron utilizados como puertas para el involucramiento del pueblo en la tarea de la preservación del legado. Estas puertas conformaron juntas un sistema de actividad descomunal tanto en su envergadura como

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en su consistencia: fe y Torá, pensamiento y legislación, nación e idioma, familia y comunidad. Todos estos crearon una integración particular entre una idea espiritual elevada, un sistema de estudios efervescente, una práctica cotidiana, un destino común y un lenguaje designado común. Cada ancla era una entrada a la integración y a la participación activa en el movimiento de transmisión, el cual no era un movimiento de elite reducido, sino un amplio movimiento popular nacional. A la par de los líderes del pueblo, en cada generación, familias y comunidades tomaron una parte central en su existencia y la diseñaron, al igual que a su conciencia, a partir de la vivencia personal y nacional de pacto y mancomunidad. Así, más allá de los límites del tiempo y del espacio, fueron sembradas estas melodías-anclas, con sus desarrollos y sus afinidades, en los descendientes de la generación venidera. Los forman para florecer y transformarse de receptores en transmisores, de alumnos en docentes, para que puedan tomar sus cargos en la cadena de las generaciones y pasar también ellos las melodías de su pueblo en el idioma particular de su generación.

tradición y RenovaciónDesde siempre la tarea de la transmisión incluyó a la tradición y a la renovación. Aquí radicaba su fuerza. Los docentes del pueblo fueron quienes supieron valorar la tradición, es decir el contenido y la labor de la transmisión, dejando un lugar en su mundo interior para estudiar y enseñar las voces de los que los precedieron. Ellos comprendieron que la fuerza creativa del hombre judío no era algo por sí mismo sino que es el resultado de un cúmulo inconmensurable sobre el cual se apoyaban. Junto a esto, no era igual la transmisión de un Jajám (N. de A.: sabio) de la época del Segundo Templo a la de un Gaón (N. de A.: denominación a los sabios posteriores) de Babilonia del siglo IX de la Era Común. No era igual la transmisión de una mujer sabia o de una shojetet (N. T. mujer que hacia la matanza ritual de animales) en Italia en la época del Renacimiento a la transmisión de una mujer iluminada en la Alemania del siglo XIX. Y no era igual la transmisión de dos personas de una misma generación. Hilel y Shamay. Rabí Ishmael y Rabí Akiva. Rav y Shmuel. Rabí Yojanán y Reish Lakish. Avayey y Raba. Cada gran pensador dejó su sello particular, cada generación dejó su propia marca de acuerdo a sus desafíos y su realidad.

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La fuerza de la renovación era una parte inseparable de la tradición. Era esta la que permitía su transmisión y su existencia gracias a la relevancia que se le daba en cada generación y por la profunda impresión que esta causaba en el corazón del pueblo. Así innovó Rabí Yojanán Ben Zakay nueve reglas religiosas para su generación en los años que siguieron a la destrucción del Segundo Templo (70 E.C.), como ser tomar el Lulav (N. de A.: Rama de palmera) durante siete días de Sucot (Fiesta de las cabañas) en memoria del santuario, tal como se acostumbra a hacer hasta el día de hoy, mientras que anteriormente el Lulav era tomado fuera del santuario un solo día. Así innovó Rabí Yehudá HaNasí y recopiló la Mishná, a pesar de que esto causara un cambio significativo, “¿Y por qué hizo así Rabenu HaKadosh y no dejó las cosas como estaban? Porque vio que el número de alumnos disminuía… escribió un escrito que esté al alcance de todos, para que lo estudiaran rápidamente y no sea olvidado” (Maimónides, introducción al Mishné Torá). Lo mismo sucedió con la regla que se le atribuye a Rabenu Guershom, la cual prohíbe desposar a dos mujeres, y la cual se respeta hasta nuestros días. Y lo mismo sucede con la plegaria de “Kol Nidrey” (N. de A.: plegaria que abre los rezos del Día del Perdón), que a pesar de haber contado con la oposición de grandes sabios, se dispersó por Ashkenaz durante el siglo XII y es aceptada y rezada hasta hoy día. Así ocurre también con la versión del Kabalat Shabat (N. de A.: rezo compuesto con el que se “recibe” al Shabat – sábado) que diseñaron los cabalistas de Safed y se acepta hasta hoy. Cada renovación en su tiempo se transformó en tradición, a tal punto que después de varias generaciones se hace dificultoso identificar estos cambios. Hubo renovaciones que surgieron a partir de vivencias religiosas particulares de cada generación, hubo otras que surgieron a partir de una consideración ética que era necesaria para esa generación. Mientras que hayan sido reformuladas desde la repercusión nacional y hacia ella, se convirtieron en poco tiempo en una parte inseparable del tesoro judío.

Pero el tesoro judío incluía más cosas. A lo largo de sus generaciones, y en particular en los dos mil años de dispersión, se caracterizó el legado de Israel por la posibilidad de poder identificar grandes logros culturales-espirituales en otros pueblos. En la posibilidad de ver que también en ellos existe el anhelo desde lo profundo a lo elevado que hizo florecer nuevas posibilidades humanas en el campo de la ciencia y el pensamiento, y por lo tanto en el modo de integrar también a estos en su tesoro. Así,

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por ejemplo, transmitió Hilel la tradición de siete formas en que la Torá es interpretada, inspirándose en la cultura greco-romana, o Maimónides implementando el pensamiento aristotélico como base ideológica de su libro contemplativo “Guía de los Perplejos”. Los grandes líderes del pueblo judío estaban imbuidos en la cultura general de su época y encontraron la forma de introducir la cúspide de la creación de aquella época a la caja de herramientas judía.

“¿Permite el judaísmo hacer cambios en sus formas religiosas? ¿Acaso considera todas las formas como eternas o permite cambiarlas?” – se preguntaba el Rab Zejaria Frenkel, padre ideológico del Movimiento Masortí, en el año 1845 y respondió “…el judaísmo definitivamente permite cambios. Por medio de interpretaciones cambiaron los sabios la lectura no interpretativa del texto bíblico; así hicieron también sus continuadores con respecto a la Mishná y los sabios de la generación siguiente al Talmud con el Talmud. Estas interpretaciones no fueron destinadas a ser conjeturas fútiles. Ellas se referían a formas de vida y dieron nuevas formas al imperativo de la verdad general. Gracias a ellas, consiguió el judaísmo una estabilidad y evitó la alienación basada en las condiciones del tiempo a lo largo de las generaciones… no es casual que se haya declarado como día festivo el día en el cual los fariseos se sobrepusieron a los saduceos cuando determinaron que el versículo “Ojo por ojo, diente por diente” no debía ser leído en forma literal, sino que viene a enseñarnos que se debe determinar una compensación económica que se corresponda con el daño causado (Meguilat Ta´anit3, capítulo 4). Este fue un triunfo no por la interpretación humanista que fue presentada, sino fundamentalmente porque esta interpretación llevó a establecer que la lengua de la ley bíblica no es inequívoca sino que está en el espíritu reavivar la ley y elevarla a una posición sublime adecuada para ser una norma para todos aquellos que se acogen a este espíritu4”.

Los grandes líderes del pueblo judío fueron aquellos que cargaron con una doble responsabilidad: recibir a las semillas del Árbol de la Vida y preparar la tierra para su absorción en esta época. El proceso de transmisión estaba acompañado del temor reverencial. Cada generación conocía su obligación de capacitar personas que conozcan a lo ancho y a lo largo la extensión de lo inconmensurable, que se seguía extendiendo, de la transmisión. Pero para poder dar las respuestas correctas a las preguntas

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de la generación de forma concordante a su nivel espiritual, se caracterizó la transmisión por la obra de renovación que incluía también la adopción de la vivencia humana general lo mejor del espíritu del hombre. Estos líderes debían poseer comprensión y apertura, pragmatismo y flexibilidad, valentía y creatividad para construir un piso más desde sus profundidades abundantes en inspiración y la experiencia del pueblo de Israel con respecto a las preguntas y las demostraciones particulares de sus generaciones.

estas son las generaciones: sobre el lugar que ocupa la historiaHay quienes dibujan a la empresa de la transmisión como una imagen fuera del tiempo, fuera de la historia. Esta concepción acentúa que el pueblo de Israel es un pueblo que vive junto a la historia e incluso a pesar de ella, gracias a un sistema de valores y leyes santificados que lo inmunizan de los obstáculos de la historia. Según esta percepción el pueblo de Israel vive en una frecuencia particular propia, una frecuencia eterna y santificada, al tiempo que el resto de la humanidad vive en una frecuencia histórica pasajera que es inestable. Es decir, la historia es irrelevante para el pueblo judío e incluso se presenta como una amenaza para su frecuencia particular, por lo tanto hay que apartarse de ella y de sus influencias en cuanto sea posible y cerciorarse que la empresa de la transmisión no se vea influenciada por cambios temporales y de todo lo que estos conllevan. Hay una gran magia en este tipo de concepción particularmente para un pueblo que vivenció un gran sufrimiento a lo largo de la historia y que busca comprender qué es lo que lo dejó en pie a pesar de todo y cómo podrá preocuparse por la persistencia de sus descendientes. Magia hay, tal vez, pero esta es un error.

El Libro de los libros de la tradición de Israel comienza justamente con su relación a la historia: “En el principio creó D´s”, “Estas son las generaciones de los Cielos y de la Tierra al ser creados”; el relato de la creación del mundo y del hombre son la apertura de la Torá de Israel, de su historia. Desde allí continúa la Torá hacia el relato de la concepción de la familia, la concepción del pueblo, sus jueces, sus reyes y sus profetas. Todos estos aclaran al que las estudia que el hombre judío no nació sino

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para tomar una parte activa en la historia. O en otras palabras: la historia es la plataforma humana central para el diálogo con la eternidad. Sin historia, conceptos centrales de la conciencia del pueblo judío, como ser destrucción, resurrección y redención pierden sentido. Todos estos se encuentran en la secuencia del encuentro entre los hombres, los judíos y la realidad mundial, y si se interrumpiese esta secuencia del pueblo con su legado, sería como la interrupción del feto con su cordón umbilical. Si abandonara el pueblo judío su historia, es como si abandonara el diálogo con la eternidad, y de todas maneras la realidad humana se perdería. Dios se revela al hombre por medio de la historia, busca la presencia humana por medio de esta. El hombre y el pueblo se dirigen hacia lo oculto por su fuerza.

“Lo más importante para el judío” – escribió en el año 1896 el Rabino Profesor Shneur Zalman Schechter, investigador de la guenizá5 de El Cairo, segundo decano del JTS y fundador esencial del Movimiento Masortí en los Estados Unidos de Norteamérica, quien repetía y sostenía que no era el creador de un nuevo movimiento sino que revitalizaba el antiguo movimiento de la tradición judía – “lo más importante para el judío no es la Torá revelada, sino la Torá tal como se repite en la historia, o en otras palabras, cómo es interpretada por la tradición… La interpretación bíblica o su labor de interpretación renovada es fundamentalmente el resultado de las influencias históricas cambiantes, por lo que resulta, de algún modo, que el foco de la autoridad pasa del texto bíblico a un cuerpo vivo el cuál como resultado de su contacto con las aspiraciones idealistas y las necesidades religiosas de la época puede determinar de mejor manera, la naturaleza de esta interpretación renovada. Más aún, este cuerpo vivo no es representado por alguna facción del pueblo o por algún rabinato oficial, sino por la conciencia colectiva de ´klal Israel´ (N. de T.: todo Israel – כלל ישראל), este cuerpo, único testigo del pasado, debe también preservar su autoridad como el único guía verdadero al presente y al futuro6”.

Los sabios del pueblo, a lo largo de las generaciones estaban profundamente atentos a lo que sucedía en su época, por lo tanto accedían a los retos de su generación y renovaban dentro del idioma de la transmisión. Ellos actuaban así ya que la historia era a sus ojos un testimonio de la

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existencia del diálogo con el Elevado, inclusive en momentos terribles en los cuales se eclipsaban las luces y Dios o el hombre ocultaban sus rostros, ellos reconocían su necesidad. Pero por sobre todo, ellos actuaban así porque concebían la finalidad del legado de Israel como una finalidad universal y, como tal, debían conocer la comunidad humana y ser parte de esta de forma positiva. La historia de un pueblo y del universo son la plataforma central sobre la cual actúa la tradición judía, su consistencia y la profunda conciencia de su misión dependen del reconocimiento del valor de la historia y de la aceptación de sus desafíos particulares en cada generación.

Y todo el pueblo ve las voces: RevelaciónLa historia es la plataforma. Pero la vivencia particular que se sucedió sobre esta plataforma es la que despertó a todo un pueblo a cargar con el legado de los Grandes a lo largo de las uniones del relato de la humanidad con constancia y con obstinación: revelación. Por la fuerza de esta vivencia del diálogo Divino con el hombre a través de rendijas de la realidad, y por la fuerza de la posibilidad del hombre de oír lo oculto que le habla a través de estas, ha puesto el legado de Israel al diálogo con el Dios del Universo como base para su existencia.

La Torá describe a los patriarcas y a las matriarcas de la nación oyendo la voz de Dios en el espacio del universo y le responden, hombre y mujer por la fuerza de sus personalidades especiales. Su aceptación a través de sus tonalidades, es la que dibuja el relato de la conformación de la familia y de la nación judía. Los textos sagrados continúan y describen a los líderes del pueblo, a sus jueces, a sus reyes y a sus profetas por medio de su atención o desatención de sus encuentros con el Elevado. Pero es una la vivencia que diseñó más que cualquier otra el espíritu del pueblo judío, y esta es la revelación en Sinaí. Porque allí, no fue un hombre el que se encontró con lo oculto, sino todo un público escuchó y respondió al unísono. Ese momento, en el cual todo un pueblo se encuentra de pie al borde de lo misterioso y conoce la voz Divina, es la vivencia constitutiva del

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pueblo judío. La autoridad de su transmisión se deriva de este momento y capacita a los descendientes del pueblo a lo largo de las generaciones a ser también ellos participes de este momento continuo.

Esta visión de la revelación constante fue formulada de diversas formas por los sabios. Así, por ejemplo, vemos en el Tratado de Azotes7: “Interpretó Rabi Simlaí: seiscientos trece preceptos fueron dichos a Moshé… vino Habakuk y los unificó en uno, como está dicho (Habakuk 2:4) “mas el justo en su fe vivirá”. (Talmud Babilónico, Azotes, 24a)”. “Mi maestro y Rabí, el rabino profesor Heschel” – escribió el rabino Michael Graetz- “sostenía que la palabra ́ fe´ en la Biblia describe antes que nada a D´s. Por los tanto Rabí Najman Bar Itzjak (quien escogió el versículo “mas el justo en su fe vivirá.”, como el precepto más importante) se refería a esto: el hombre justo vivirá dentro de, o por medio de, la fe de D´s. En otras palabras, el fundamento sobre el cual nosotros criticamos y corregimos el modo en el que aplicamos la Torá no es ni más ni menos que el sistema de fe del Santo Bendito Sea. Este fundamento delimita la conciencia religiosa antes que nada en D´s, en la fe en Él, y no solo en la Torá o en los preceptos. Se desprende de aquí que una parte inseparable y necesaria de la vida judía religiosa es la búsqueda constante de la fe del Santo Bendito Sea, siendo que la teología en el judaísmo se refiere a esto8”

Los referentes espirituales del movimiento masortí, de los que se destacaba el rabino Abraham Yoshúa Heschel, veían en la revelación una vivencia fundamental, un proceso continuo en la historia de Israel, que nunca fue interrumpida. A diferencia de una de las posturas de Jazal, que se volvió muy habitual en nuestra generación, y que sostiene que la profecía se interrumpió desde la destrucción del Templo (y que si siguió siendo dada – fue dada a los ignorantes), se delineó otra posibilidad en el pensamiento de Jazal y a lo largo de las generaciones. Según esta posibilidad, la Divinidad revela su presencia a lo largo de la historia y las apariciones de Dios son una vivencia inseparable de la tradición judía. De aquí, que el lugar del Profeta no está ausente en la obra de transmisión y forma parte inseparable de la galería de los líderes judíos. La personalidad del profeta presiente con perspicacia particular el deterioro de la generación y sus consecuencias sobre la historia y delinea al pueblo las cosas de las que por lo general este se abstrae de ver sus riesgos potenciales sosteniéndose en cosas aparentes. Sin embargo el profeta, por medio de las crisis de la

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época, oye la voz de Dios que habla al hombre y formula por medio de su inspiración un contenido humano que tiene como objetivo generar una alternativa correctiva en la vida del individuo y del pueblo. El liderazgo del profeta se caracteriza por la renovación del reclamo agudo de la ética actual en un lenguaje antiguo sobre el trasfondo de la realidad de su generación.

En la discusión sobre la revelación es imposible abstraerse del concepto “Dios”, o abstraerse de que en esta, nuestra generación, muchos judíos dudan de su existencia. Escuchan la palabra “Dios” y se retrotraen. Se preguntan a sí mismos si pueden ser socios de un legado que su idioma es el idioma de la fe, el idioma de la revelación. Estas son preguntas profundas que surgen de una rectitud y una seriedad verdadera y obviamente no hay que anularlas. Al contrario. Tanto la Biblia, como Jazal y sus continuadores buscaban transmitir los valores y los conocimientos de este legado a sus descendientes para que ellos tuviesen el valor de preguntar y responder con rectitud como si se tratara de una obligación espiritual y racional necesaria. Así como la palabra Elohim (D´s - אלהים) pasa por muchos cambios en la vida del hombre desde aquella imagen de la infancia de un Dios Todopoderoso que observa al hombre desde el cielo, así es también en la vida de la transmisión. Su historia da testimonio de la atención y las respuestas constantes a las preguntas del hombre y del tiempo, y ella floreció gracias a las reflexiones generadas por la incertidumbre que pasaron las generaciones y gracias a la creatividad y a la renovación que brotaron.

Desde el conocimiento del valor de la confusión y del valor de las preguntas de la generación, se vieron a si mismo los maestros espirituales del Movimiento Masortí obligados a renovar los caminos del pensamiento y del lenguaje de la fe. Así, por ejemplo, frente a la imagen cada vez menos clara de un Dios Todopoderoso para un judío contemporáneo, propuso el rabino Bradley Shavit Artson, decano del Beit Midrash Ziegler9 en la costa oeste de Estados Unidos, adoptar un pensamiento más complejo con respecto a Dios, que reconoce la revelación paulatina del Elevado al hombre. En su artículo “En el camino”, propone lo siguiente: “Aunque muchos pensadores judíos nos cuentan que así debemos comprender las cosas, después de todo la perfección estática y eterna no es el modo en el cual describieron las tradiciones judías a Dios. A pesar de la existencia

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de una dinastía ilustre de rabinos y pensadores judíos que sostenían un dios inmutable, intocable, omnipotente y omnisciente, la Torá de Israel y la exégesis de Jazal delinean un dios furioso, amoroso, entristecido, frustrado, sorprendido e incluso arrepentido…. Una teología procesal es una propuesta para restaurar la resonancia bíblica y la de Jazal del pensamiento formándose en relación con Dios, el mundo y el pacto, combinando sus descripciones de entonces con los conocimientos científicos actuales sobre el universo y la vida, con la filosofía teórica adecuada a nuestros compromisos.10”

El legado de Israel siempre ha invitado al hombre judío a preguntar, reflexionar, cuestionar, buscar sentido a su vida desde su personalidad y su tiempo en un diálogo de fe que tiene un lugar de honor en la verdad interna. Esta invitación tiene el poder de hablar al corazón de cada persona. Es importante que sea escuchada.

Árbol de vida es, para quienes la sostienen: ToráLa Torá de Israel es un regalo doble. La Torá escrita es una inspiración eterna, puede ser tomada la Biblia como un escrito judío santificado que atestigua las revelaciones de Dios a los fundadores de la nación, como también sus reacciones constitutivas de sus diálogos con el Elevado. La Torá escrita es de algún modo una fuente de relación particular a la inscripción del surgimiento del espíritu del pueblo judío, y por su fuerza relata sus orígenes ideológicos, valóricos e históricos.

El sistema de la Torá oral, como contraparte de esta, es un sistema de complementación e interpretación que fue entregada de generación en generación y que posibilitó al pueblo judío llevar adelante una forma de vida inspirada en la Torá escrita desde una interpretación constante. La Torá oral puede ser descripta como un sistema ecológico espiritual que escribió a través de un trabajo de hormigas lo mejor de los pensamientos, de las determinaciones y de los hechos de cada generación desde una inspiración Divina y en un diálogo con las generaciones que lo precedieron y también con aquellas que vendrán. Y el hombre judío, tanto el que nació como tal, como aquel que decidió sumarse, está invitado a ingresar por las

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puertas del diálogo con voces antiguas sobre temas universales elevados y sobre detalles de la concreción de los mismos en la vida cotidiana, oír y agregar de sí mismo.

Es difícil de describir el poder de la experiencia que se encuentra en el estudio de la Torá. Experiencia que cruza distancias de años y continentes y genera el encuentro casi con simplicidad, como si fuese algo natural, entre quien vive y quien ya no, entre quien está aquí y aquel que se encuentra allí. El tiempo y la distancia son cruzados. Se sienta un hombre y conversa, por medio de la biblioteca popular con Moshé Rabenu, el profeta Isaías, Rabí Yehudá HaNasí, Sa´adia Gaón, Rabí Yehudá HaLeví, Rabí Yosef Karo, sus abuelos y su familia, una conversación que no es sólo filosófico – teórica sino que aclara cual camino recto por el que pasará la persona. Sale de la vida para regresar a ella y aplicar en esta lo conversado. El hombre duda, por ejemplo, entre qué comer y cómo. Cuál es su responsabilidad sobre la fauna y la flora. Y cómo comer como Ser humano. Su comer, se transforma en un tema que merece ser observado. El hombre duda cómo diseñará la legislación laboral en su mundo. Cómo cumplirá el descanso, es decir, la conciencia de la libertad, en su mundo. Los versículos de la Torá son leídos e interpretados entre miles de voces de un abanico que va y se abre desde la Biblia y hasta nuestros días, agudizándose estos con aquellos, rastreando el camino hacia los retos de esta época.

“Las leyes de Hammurabi pueden estar ubicadas en un lugar de honor, inmaculadas, en el Museo de Louvre” – decía el rabino Profesor Eliezer Louis Finkelstein, cuarto decano del JTS (Jewish Teological Seminary – Seminario Teológico Judío), en el año 1937 – “pero la Torá aún se encuentra activa en la vida del hombre y debe tomar parte en lo esencial, por medio de la adaptación y de la flexibilidad que hay en todos los seres vivientes. Para que esto sea factible, no es necesario desprenderse del judaísmo masortí, sino regresar a él. No hay ninguna discusión entre nosotros, Isaías, Jeremías, Hilel y Akiva. Si nosotros estamos dispuestos a hacer en pos de nuestra generación lo que ellos hicieron en pos de la de ellos, o entonces el legado de Israel no será una luz sólo para nosotros sino también para el mundo… Cuando era joven, soñé no sólo una vez si hubiese sido posible, vivir en el primer o segundo siglo de la era común y ser de aquellos alumnos sencillos, que los nombres de la mayoría de ellos se ha olvidado hace tiempo, mas sus vidas y sus obras dieron tanta alegría

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y tanto bien al mundo. Ahora que estoy envejeciendo, comprendo que no es necesario leer sobre los sabios que nos antecedieron. La lectura llega a nosotros exactamente como llegó a Isaías (6:8) “¿A quién enviaré?¿y quién irá por nosotros?” La respuesta que dará entonces cada uno de nosotros, no será otra que la misma respuesta que dio el profeta: “Aquí estoy, envíame”.11

estas y estas son palabras del dios viviente: pluralismo judíoLa Torá de Israel es la caja de resonancia del diálogo con el Elevado y con el universo. Un diálogo de pares que busca formular y vivir una vida aceptable, que responda a los retos de su época. “Yo denomino a esto ´Vida, con V mayúscula.” – escribió el Profesor Arnold Eisen, séptimo y actual decano del JTS – “Las intenciones de Dios en relación a la humanidad precisan de la sociedad con el hombre para poder concretarse. El mundo no era lo suficientemente bueno, tal como era: injusto y no lo suficientemente misericordioso. Los hombres, por medio de Israel, son llamados a participar en la obra de su corrección”. La Torá de Israel busca de algún modo una vida adecuada, vida con V mayúscula.

Para poder formular esta vida, cada hombre debe ser educado de tal forma que se sienta invitado de forma personal, como una personalidad especial y dueña de la libertad en el mundo del Santo Bendito Sea, ser socio en el diálogo y en el estudio. Cada hombre con su voz particular. Jazal buscaban aprender esto del mismo Santo Bendito Sea en el momento fundacional en el Monte Sinaí. Sobre las palabras que abrieron este evento “Yo soy Adonay, tu Dios” (Éxodo 20:2), dijo Rabí Leví: “Se les mostró a ellos el Santo Bendito Sea como un ícono que cuenta con caras en todos lados, mil hombres lo observan y este los observa a todos. Así, el Santo Bendito Sea, cuando hablaba con cada uno en Israel decía conmigo habla el hablante, no está escrito Yo soy Adonay vuestro Dios, sino Yo soy Adonay tu Dios”.12 No por casualidad describen los sabios este momento como el momento en el cual se encontró todo el pueblo con el Elevado, entendiéndose así que cada mujer y cada hombre se encontró con Dios

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desde su personalidad particular y la vista de todos confluyó en una sola vista.

Para poder preservar esta vivencia inclusiva de unión se desarrolló en la tradición de Israel un concepto central, y este es la controversia. La controversia se genera en la comprensión de que el hombre, por medio de su postura y la limitación de su conocimiento, puede encontrar solo una parte ínfima en la infinitud del Dios. La controversia es una postura de humildad frente a las limitaciones del conocimiento humano y la obligación de ampliar este conocimiento por medio de un compartimiento que se amplía por medio de un diálogo entre las personas y el Elevado. La controversia es una súplica insistente de cada hombre de formar parte del estudio, discrepar y sumar su voz a la voz de muchos en el marco de una discusión interpretativa única.

Sobre las palabras “cualquier controversia entablada en nombre del Cielo, logrará resultados permanentes” (Tratado de Principios 5:17) explica Rabenu Yona de Girundi (1210 – 1263): “La intención es que siempre existan estas controversias. Hoy discutirán por un motivo, mañana discutirán por otro – la controversia tendrá motivo de existencia y la misma continuará entre ellos toda la vida. Y no solo esto, sino que sus vidas serán alargadas”. Y seguramente, en las academias de hoy, cientos de años después de sus días, nosotros estudiamos las controversias de Hilel y Shamay y estas se revelan frente a nosotros con toda sus fuerza y vitalidad. Acaso esta cómodo el hombre que fue creado o hubiese sido mejor que no hubiese sido creado. Cómo se convierte al judaísmo. Cómo se baila frente a la novia. Cómo se encienden las velas de Januka. Estas controversias y muchas otras resuenan hasta hoy y reflejan diversas posturas en relación a la realidad. El Talmud transmite a sus estudiantes “estas y estas son palabras del Dios viviente” (Talmud de Babilonia, Iruvín 13b), y nos enseña que Beit Hilel (la casa de estudio de Hilel) logró determinar la halajá, la ley, porque insistieron en enseñar la postura de Shamay junto a la de ellos con el fin de transmitir la multiplicidad de voces de su generación. A sus controversias se suman infinitas controversias en una literatura rabínica amplia en cada tópico de la vida y del pensamiento hasta nuestros días.

Los Sabios de Israel hicieron todo lo que estaba a su alcance para poder acentuar cuán importante es este estudio que invita al hombre a aportar

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de lo suyo a este diálogo multivocal. Los maestros espirituales del pueblo judío buscaban acentuar una y otra vez que el legado arraigado en la idea de un Dios único no puede aspirar sino a la agrupación de diferentes ideas por medio de la controversia. Un movimiento como tal no está sobreentendido e incluso genera sorpresa: ¿No sería acaso más lógico que los sabios de la religión determinen por unanimidad, de forma clara, y exijan al público subyugarse a lo determinado? ¿No sería más simple agrupar a las multitudes hacia un solo Dios por medio de un mensaje simplista y único?

Tal vez sería más simple, pero el legado de Israel jamás buscó lo simple o lo cómodo, sino la verdad. E incluso si desde afuera se ve a la controversia como una fuerza que crea diferencias, los sabios la entendieron como una obra pacificadora que busca armar a la verdad desde la variedad humana. Por lo tanto se encargó el legado de Israel en abrir sus puertas ante todo estudiante; transmitió de generación en generación los escritos santos llenos de voces diversas; se encargó de diseñar un sistema de transmisión basado en la voz de la mayoría; se mantuvo en contacto y se ocupó de dialogar con las distintas culturas y las diferentes corrientes de pensamiento que la rodeaban. No conformismo, sino diálogo y humanismo, sólo estos traerán redención y paz al mundo según esta filosofía.

Un hombre y un movimiento que creen en el principio de “estas y estas son palabras del Dios viviente” y de lo que se desprende de esto, no pueden de ningún modo anular otras corrientes. Al contrario, deben verse a ellos mismos como un puente para el diálogo entre las distintas corrientes para poder preservar la fuerza de la controversia y su finalidad en el mundo. Por esto, los líderes del Movimiento Masortí reiteraron y destacaron en todo momento su compromiso con “todo el pueblo judío” como la base fundamental en el pensamiento y en la historia judía. En nombre de esta obligación con todo el pueblo judío salieron muchos de sus rabinos y de los graduados del movimiento y crearon organizaciones a lo largo y a lo ancho del arco de las corrientes del judaísmo en el siglo veinte. Alumnos del Movimiento Masortí se pusieron a sí mismos como puentes para posibilitarle al pueblo judío formularse a sí mismo un idioma común según las variantes que surgieron desde las familias, las comunidades y las corrientes. “Como judío masortí yo soy un ferviente pluralista” – escribió el séptimo decano del JTS, Profesor Arnold Eisen – “Yo sé que hay caminos

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distintos al mío, vigentes, para servir a Dios y a la Torá de forma fidedigna. Ciertas veces, como resultado de esta fe mía, me encuentro honrando a judíos que no necesariamente me honrarían a mí. Pero ´estas y estas son palabras del Dios viviente´ y ´todo Israel somos garantes uno del otro´. La función de nuestras comunidades en este momento, tanto en Israel como en Norteamérica, exige que los judíos cumplamos con estos dos principios con mayor intensidad de lo que lo hemos hecho en los siglos pasados. Nosotros debemos hacer nuestro camino en cierto modo de mancomunidad que ha escapado hasta ahora a los judíos modernos. Ya que como yo creo en la importancia de la diversidad de los caminos, y creo con apego en la certeza que tiene el camino masortí, estoy convencido de que la posición elemental entre los judíos ahora debe ser la mancomunidad, el trabajo conjunto13”.

La controversia, al igual que el fundamento de ´estas y estas´, orientan hacia una gran sueño. No solo hacia el potencial de un pueblo de dirigir las miradas de todos sus componentes juntos, sino dirigir la mirada hacia toda la comunidad humana. “Hay errantes que piensan” –escribió el Rabino Abraham Itzjak HaCohén Kuk – “que la paz universal no se construirá sino por medio de un estilo de ideas y de características únicas, y si es así cuando vemos a los que estudian Torá investigando con sapiencia y conocimiento la Torá, y por medio de esta investigación se multiplican las posiciones y los métodos, creen que así generan controversias, lo inverso de la paz. Y la verdad es que no es así, porque la paz verdadera es imposible que llegue sino justamente por medio del valor de la multiplicidad de paces… de distintos lados y de distintos métodos que ambos son palabras del Dios viviente, por distintos caminos de trabajo, de orientación y de educación, que cada uno de ellos ocupa su lugar y su valor… y por lo tanto Paz es el nombre del Santo Bendito Sea, que es amo de todas las fuerzas, todopoderoso incluyéndolo todo, que sea Su gran nombre bendecido por toda la eternidad”14.

El anhelo de la integración de las voces en un proceso gradual a lo largo de la historia, es el que cumple esta postura de grandes que fue transmitida de generación en generación bajo el nombre “estas y estas son palabras del Dios viviente”. Desde un compromiso profundo con esta postura, abrieron los mentores espirituales del Movimiento Masortí las puertas de las academias ante todo aquel que quisiese sumarse a ellas. A lo largo

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del siglo veinte trabajaron los sabios del Movimiento en pos de aquella población imposibilitada de entrar por estas puertas y se preocuparon por ordenarlos como rabinos para que puedan trabajar también como docentes. Así se abrieron las puertas frente a las mujeres, frente a hombres con capacidades diferentes, miembros de la comunidad homosexual y otros. Así se abrieron las puertas al diálogo interreligioso con la amplia comunidad humana. Todos estos, en la fase de obligatoriedad de escuchar las múltiples voces y la multiplicidad de paces en una labor humana espiritual que pasa por medio de la tienda de la Torá.

Cuán buenas son tus tiendas Yaakov, tus moradas israel: Familia, comunidad y todo el pueblo de israelLa Tienda de la Torá no está conformada por una sola voz de un solo hombre. Nuestro patriarca Abraham solo no representa la voz de todo el judaísmo. Tampoco Moisés, Maimónides o Rabí Yosef Caro, a pesar de su grandeza excepcional. La Torá de Israel es la voz del pueblo, llevando miles de interpretaciones y formas de vida, repercutiendo todas en la inspiración del escrito santificado. Y siendo que el legado es llevado por el pueblo, se concentró en poner en el centro de su ser los marcos de la vida más accesibles para el pueblo: familia y comunidad.

La familia es la célula fundamental por medio de la cual el hombre confía en la vida. Allí se desarrollará el hombre cuando oiga y haga oír la voz de la Torá con su hijo, su hija, su familia y sus amigos. Allí podrá ejercitar las reflexiones que adquirió y transmitirlas por medio de los quehaceres cotidianos, en labores pseudo-agrícolas de mantenimiento. Desde el lugar que escogió por sí mismo y de propia voluntad para radicar su vida. La comunidad es la célula que interactúa entre la familia y el pueblo, allí el hombre puede expresar su fe en sociedad. Allí pondrá practicar la camaradería, el apoyo, el encuentro, la atención, la compasión y la responsabilidad hacia el otro, y la vida y la aspiración hacia una vida de pacto con los hombres que viven a su alrededor. La Tienda de la Torá se encuentra en estas cosas. En la vida, en la familia, en la comunidad.

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En el mundo de la cultura y de la economía de nuestros días, que alientan en más de una ocasión al individuo a vivir según los beneficios y las competencias particulares y debilita los diversos sistemas del pacto (N de A: hace referencia al pacto sellado entre Abraham y Dios), ubica el Movimiento Masortí de forma absoluta a la familia y a la comunidad, las primeras aliadas del hombre, como el centro de la vida. Las sinagogas invitan a las familias a sentarse juntas en las plegarias, en el estudio y en la acción. Las comunidades invitan a estudiar y a hacer juntas para poder determinar sobre aquellos temas que desafían a su generación: ¿Qué es el descanso sabático en el mundo tecnológico? ¿Cómo se diseñará la relación con el converso y con el extraño en un estado soberano? Y más.

La familia y la comunidad siempre fueron las aliadas centrales en las cuales los judíos se acompañaron unos a otros en el estudio, en el hacer beneficencia, en la renovación de la Torá y de la costumbre. Allí ellos sentían el valor especial del estar juntos y de allí brotaron para buscar una alianza con su pueblo y con su mundo.

Con la fundación del Estado de Israel algo se cayó en la vida del pueblo. La intención de crear lo nacional obnubiló el lugar natural de la comunidad judía, que aparentaba ser tal vez un resabio diaspórico. Así es como los años de establecimiento del Estado de Israel tomaron de la mayoría del pueblo judío el enlace a una de las casas de crecimiento más importantes en la entrega y en la renovación del judaísmo. La responsabilidad pasó a manos de instituciones gubernamentales como por ejemplo el rabinato principal, gran parte del pueblo dejó de formar parte activa en la transmisión de la tradición, y con el pasar del tiempo sintieron la desconexión, o sintieron que no eran aptos, y olvidaron que las cosas eran distintas. El hombre judío en Israel perdió gradualmente el enlace íntimo con su legado y desarrolló más de una vez un alejamiento, por no decir aborrecimiento o decepción, hacia ese judaísmo con el que le costaba identificarse o encontrar en él una invitación a su voz particular. En esta época, sesenta y cinco años después del establecimiento del Estado, está reviviendo la idea de la comunidad en Israel y busca desarrollar nuevamente, justamente en Sión, la fuerza del pacto que se establece entre personas.

El Movimiento Masortí se encuentra comprometido con esta obra de renovación de la vida comunitaria y le dedica una parte importante de

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su tiempo, en el intento de regresar y restablecer en el centro de la vida judía una declaración social en la cual el hombre lidere junto a sus familia y a sus amigos una vida de libertad y de responsabilidad, junto a otras comunidades, desde la valoración de la pluralidad que se extiende frente a sus ojos y a los ojos del pueblo y del mundo.

Salto hacia la acción: precepto, leyenda y halajá15

¿Cuál es el propósito de una sociedad de pacto judía? ¿Acaso puede ser una sociedad que se conforma con estudio? El legado de Israel respondió a esta pregunta de forma tajante: “Y tomó el Libro del Pacto y lo leyó a oídos del pueblo y dijeron: todo lo que ha dicho Adonay haremos y escucharemos” (Éxodo 24:7). El precepto y la halajá son señas identificatorias de un pueblo lleno de sensaciones pioneras, que tomó para sí mismo hacer y corregir al mundo con obstinación, con perseverancia, y en ningún momento se encerró en su estudio. En cada generación hubo quien se preocupara de que las ventanas del Beit Midrash judío estén abiertas a los acontecimientos de la vida tal como son, a los pequeños retos cotidianos y a los grandes retos de cada época. Por medio de los preceptos y de la halajá expresó el pueblo judío, pueblo estudioso y sufrido que sufrió en carne propia la experiencia de la otredad humana a lo largo de miles de años, su fe en la vida. Su fe en el hombre. Y su fe en la fuerza de la corrección, fuerza común entre el hombre y Dios. Desde su historia, la historia del otro eterno, regresó y profundizó en cada generación la sensación interna de contar con una misión: la ruptura de la esclavitud, toda esclavitud, tanto la corporal como la espiritual; y la redención del otro, cualquier otro, cercano y lejano. No es casual que los judíos estuvieron envueltos y liderando revoluciones nacionales e intelectuales. Así fue siempre porque el legado de Israel siempre fue una casa de cultivo para correctores del mundo.

Tres hipótesis interactuaron y establecieron a la Torá de Israel como una tradición espiritual de los correctores del mundo: la primera, que el mundo no es perfecto. Esta idea no sólo que no adelantó a la idea de la fe, sino que creó las bases para un pensamiento religioso profundo, que

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vio en la Divinidad una fuerza educativa en la travesía de la humanidad y del mundo. La segunda, que es posible y se debe aspirar a corregir el mundo. Esto va contra las prácticas espirituales que capacitan al hombre a abstraerse de la realidad o complementarse con ella como si el mundo mismo se convirtiese en un obstáculo en el camino del espíritu. La tercera, que Dios invita al hombre a ser el socio central en la obra de la corrección del mundo. Es decir, la creación del mundo es un suceso continuo que depende de la conciencia sobre la responsabilidad colectiva que se desarrolla en el hombre. De todos estos surgió la importancia del sistema de preceptos y leyes del pueblo judío, que buscó orientarse a sí mismo sin pausa, del estudio a los hechos.

La vida regida por los preceptos es una vida en la cual el hombre aprende a estar en contacto con la realidad, a conocerla concretamente y a destinar su vida a la concreción constante del sistema de valores delineado bajo inspiración Divina. Así, por ejemplo, se puede comprender el rol del sistema de las bendiciones que se recitan al ver, oír u oler algo atípico, como un sistema que educa al hombre judío a reconocer la sustancialidad de la realidad por medio de sus sentidos. O, cuando debe acompañar a otra persona durante su enfermedad, su duelo, en el día más alegre de su vida, o en el día en que hace ingresar a sus niños en el pacto de Abraham por medio de la circuncisión, aprende a relacionarse también con las vivencias de los hombres que se encuentran a su alrededor de forma concreta y aprende sobre la concreción de la vida de los otros. Aprende a agradecer por lo que hay a través de la bendición de la comida, cualquier comida. Aprende a adaptar la contención necesaria para una vida en conjunto obligándose a preocuparse por un día de descanso para todos los que lo rodean y no sólo para él, honrando al que lo trajo al mundo desde el reconocimiento, porque de no ser por ellos tampoco sería él, limitando sus deseos. Y por sobre todas las cosas, aprende a anular de forma absoluta la relación de indiferencia con el fin de desarrollar una relación humana de solidaridad y valentía, que son requeridas para quien desea corregir el mundo. Así, con la resolución de apoyar al pobre, de honrar a los ancianos, etc. El concepto “Mitzvá” (Precepto - מצווה) ubica a la cabeza de la tradición judía un sistema de valores supremo, que tiene como función orientar y elevar el quehacer del hombre judío, hacia lo que está más allá de él, desde una búsqueda constante del buen comportamiento humano cotidiano de todos los individuos.

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La materia prima de los preceptos se encuentra en el mundo de la Agadá16, un mundo que delinea las búsquedas vivenciales, espirituales e intelectuales de los sabios de Israel con el fin de llevar a la práctica este sistema de valores en sus vidas. En la agadá se encuentran escondidos tesoros de preguntas, dudas, determinaciones diversas y variadas e introspección, que adopta y deja, de forma creativa y sin temor tras una búsqueda continua con el fin de concretar los valores supremos en lo cotidiano. La agadá, en la tradición de Israel, es la continuación del trabajo de documentación de los Sabios, de la travesía del hombre judío hacia lo profundo de la historia. Este material volátil, llamado agadá, sostiene intentos múltiples y sinceros de apegarse a la vida de las buenas medidas, y por esta sinceridad la agadá consigue alborotar a cada generación en su intento por concretizar los valores supremos de modo apropiado frente a sus desafíos. El sistema de súper valores judíos, está diagramado por los preceptos y es soñado por la agadá. Es la carga fija de otro sistema complementario, un sistema que busca descomponer, aclarar y puntualizar la obra de concretización en el marco de los múltiples sistemas de valores que hay en la realidad, la halajá. Estos dos sistemas, la agadá por un lado y la halajá por el otro, están destinados a dialogar uno con el otro siempre, buscando conjuntamente la concreción de los valores supremos delineados por el precepto y su accionar conjunto, solo él, tiene la posibilidad de otorgarle al mundo completitud en la acción.

Ley (halajá), del término andar. La voluntad de aprender cómo ir por el camino de la vida como individuo y como pueblo sin desentenderse de la belleza de la realidad y sin desentenderse de sus defectos. Los Sabios del pueblo formularon esta pregunta desde siempre. Rabí Iehudá haNasí, compilador de la Mishná17, preguntó en el Tratado de Principios cuál es el camino que desandará el hombre y dio su respuesta. Después de algunas mishnayot, preguntó Rabán Yojanán Ben Zakay a sus cinco alumnos la misma pregunta y cada uno dio su propia respuesta. Tanto las hojas de Talmud como los libros de la ley llenan esta única pregunta, que se descompone y se sigue formulando, la pregunta de cómo andar por el camino. Cómo vivir la vida humanamente y no una vida de auto-supervivencia, a través del ciclo de la vida y del ciclo del año y de los pequeños hechos de lo cotidiano; y por sobre todas las cosas cómo vivir esta vida desde un idioma común y un diálogo común. La halajá es el intento de delinear conjuntamente caminos hacia el buen accionar y retar

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al pueblo y a la comunidad humana toda a aspirar a esto. De aquí se creó la amplia y variada literatura legal del pueblo judío, un pueblo de buen andar que se caracterizó más que otro pueblo en la historia por sus múltiples andares, por la sinuosidad de los caminos del tiempo y de los reinos.

La halajá pone en el centro de la vivencia espiritual la incomodidad de la realidad a la luz de sus defectos. Ella educa al hombre a sentir un sopor concreto frente a la injusticia. El hombre judío no puede de ningún modo sentirse complacido con una práctica espiritual de silenciamiento para vivir una vida espiritual completa. Su tradición le enseña que el Santo bendito Sea mismo conoce los defectos de la realidad y los sufre junto al hombre y al mundo, y el hombre está invitado a reunir aquello que se encuentra a su alcance para erguir toda su humanidad, identificar la injusticia y actuar en pos de corregirla. La halajá es una declaración humana. Un hecho público. Es el testimonio ideológico e histórico del carácter especial del legado judío que se ocupó ininterrumpidamente y sin frustrarse del activismo humano frente a toda realidad. Las mejores fuerzas nacionales fueron invertidas en las áreas de la justicia social, la justicia y el juicio a partir de que percibieron la fe del Dios del Universo en el hombre y en el mundo a pesar y más allá de la situación de ambos. La ley es la contradicción constante, cotidiana, del hombre judío y su comunidad frente al determinismo. Es la obligatoriedad de cambiar. El momento en el que el hombre recibe sobre si mismo ser socio en la conducción del mundo. Es la promesa del hombre judío de alentar durante toda su vida hacia lo apropiado desde su fe en el pacto que mejore la vida en pos de todos. “Al judío” – escribió Abraham Joshua Heschel – “se le pide que haga un salto hacia la acción… por medio del éxtasis de los hechos él aprende a estar seguro de que se encuentra ante la presencia de Dios18”

Muchos israelíes hablan del concepto “Halajá” con reticencia. Aparenta ser rígida y más de una vez irrelevante. Cómo dialogaría con ella un hombre que vive en un mundo autónomo. Cómo viviría dentro de su marco un hombre que busca ser sujeto, con propia personalidad en el mundo recreado de Dios. Estas dificultades se agudizaron particularmente a la luz de la presencia inflexible de la halajá – tal como se reflejó desde la interpretación ortodoxa – en el espacio público en Israel. Pareciese ser que la halajá quedó congelada, y su lugar como motor del activismo humano se fue debilitando.

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Ya en los inicios de la empresa sionista hubo quienes identificaron la debacle del lugar que ocuparía la halajá, pero por su comprensión profunda, buscaron cómo renovar la relación hacia ésta en su función nacional. Entre las voces más destacas se encontraba la de Jaim Najman Bialik. Él comprendió el derrumbe a través de la relación de los pobladores judíos en Eretz Israel hacia la halajá, y con sus sentidos aguzados identificó que esta pulverización de la relación hacia la halajá se extendería entre todo el pueblo judío (porque comprendió que la empresa judía es el emprendimiento judío más importante de la generación, y como estaba en desacuerdo con la posición ortodoxa y estaba convencido que ella había perdido la conexión profunda con la fuerza creativa en la halajá). Por lo tanto viajó por el país y exigió a los pioneros y a los escritores complementar la empresa de reavivamiento nacional reviviendo a la halajá como un idioma nacional de acción que conduzca al judío eretzisraelí en su nuevo andar por el país. De otro modo – advirtió – en paralelo con la construcción del país comenzará un proceso de pulverización de la sociedad judía, por la falta de conocimiento suficiente del legado con el fin de renovar y por la falta de un lenguaje fraternal común para el pueblo.”. “Se está creando un tipo de judaísmo de derecho” – escribió Bialik al final del ensayo “Agadá y halajá” del año 1917 – “… pero ¿dónde está la obligatoriedad? ¿Y de dónde vendrá? ¿Y de dónde se nutrirá? ¿Acaso de la agadá? desde su naturaleza no es sino un derecho, y se va debilitando. Un judaísmo alegórico en su totalidad es como el hierro que se funde pero no se enfría. Es una aspiración interna, una buena voluntad, un despertar del alma, un aprecio interno – todas estas cosas son bellas y productivas cuando al fin y al cabo se transforman en hechos, en hechos rígidos como el hierro., una obligación atroz… ¡Vengan e impongan a nosotros preceptos! Denos moldes para que volquemos en ellos nuestra voluntad desparramada y delicada y la convirtamos en monedas sólidas y palpables. Sedientos estamos de de hechos concretos19”.

En gran medida, el temor de Bialik se concretizó. Bajo la influencia del diálogo occidental sobre los derechos, que ponía en el centro al individuo, e integrando determinadas concepciones socio-económicas, casi se aproximó la sociedad judía en Israel a ser un rejunte de individuos preocupados sin respiro por su situación material, y su aspiración ante la posibilidad de vivir sus vidas de la forma más cómoda posible, según definiciones cambiantes que se desarrollaban de modo inconmensurable.

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Lo máximo que podría hacer el hombre por su prójimo en una sociedad individualista es no afectar a su progreso. No era este el idioma que hablaba Bialik. Efectivamente también él veía en el hombre su individualismo, sus dones y su potencial, pero al igual que muchos otros líderes en la historia de Israel no vio en esto suficiente para el progreso del pueblo. Bialik buscaba establecer un pacto nacional en Sión. Unir a los hombres uno con el otro y observar también a las personas como un colectivo con un potencial y un objetivo propio. Así estableció el idioma de todos y el idioma de la obligatoriedad en las puertas de la empresa sionista y así este se sumó a la larga cadena de líderes que buscaba establecer un modelo de vida colectivo que expresara el espíritu y la cultura del pueblo judío.

Para que la halajá sea un concepto relevante que tiene el poder de sumar al pueblo a una vida mancomunada y de pacto, siempre se caracterizó la halajá por su flexibilidad, creatividad y pragmatismo a la luz de los desafíos de la época. “Cambios en la halajá se reflejan en casi todos los capítulos de la Mishná y en cada página del Talmud de Babilonia…” escribió el Rabino Profesor David Golinkin, uno de los mayores legistas del Movimiento Masortí en Israel. “Este proceso de flexibilización de la halajá no se interrumpió con la finalización del Talmud. Continúa a lo largo de la Edad Media y hasta el siglo XX. Esto fue acentuado por el Rab Yehudá Ariéh de Modena (1571 – 1648) uno de los grandes legistas en Italia en la época del Renacimiento ´porque los dichos de nuestros rabinos de bendita memoria deben ser comprendidos según el tiempo, el lugar y la persona, porque de no ser así seríamos según sus dichos herejes como los karaitas con respecto a la Torá escrita, porque son infinitas las prohibiciones de nuestros sabios que con el correr del tiempo y el cambio de lugar se volvieron permitidos´… el Movimiento Masortí va tras los pasos de Hillel y de Rabán Gamliel, del rab Yehuda Ariéh de Modena, del rab Ben Shimón y del rab Jazán. Contrariamente al movimiento Reformista, el Movimiento Masortí está convencido que la halajá es necesaria y obligatoria. A diferencia de la ortodoxia, el Movimiento Masortí se opone al lema “lo nuevo está prohibido por la Torá” y le permite a la halajá desarrollarse y cambiar de forma natural y orgánica20”.

Y en efecto, los maestros del Movimiento Masortí sintieron la profunda obligación de escuchar y delinear las preguntas de ese momento y hacer uso de la mayor cantidad posible de herramientas que estaban a

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su disposición sin temor, con el fin de sostener la halajá como un medio para tal cambio que era necesario para su generación. Así hicieron con respecto al status de la mujer, a la donación de órganos, al rechazo de otorgar el divorcio, al casamiento, al descanso de la tierra, al status de la comunidad homo-lésbica, al uso de la electricidad en Shabat, etc. El Vaad HaHalajá21 del Movimiento Masortí adoptó diversos veredictos, incluso contradictorios, sobre un mismo tema, apoyándose en el principio de “estas y estas son palabras del Dios viviente”.

La halajá es un pilar esencial en la tradición. A pesar de esto, no es la característica identificatoria exclusiva del legado de Israel. Es importante escribir esto en una generación israelí que a veces la ve como única característica de su legado, más de una vez como un procedimiento técnico e irrelevante, hasta que a veces pareciese ser que la halajá se encuentra de un lado y la Divinidad del otro. Y el hombre judío que busca fe y realización, ¿cómo integra a ambos? De las voces provenientes del Movimiento Masortí, formuló la voz del Rabino Profesor Aharón Gordon Tucker el concepto de Halajá Profética que busca devolver a la halajá la atención necesaria para inspiración Divina sobre la ética del hombre en lo cotidiano. “Está es una visión gracias a la profecía” – escribió – “que reconoce la importancia de la halajá y no busca dejarla en un rincón. Pero esta es una visión que, llegado su momento, se mantiene y persiste sobre el rol imprescindible de la profecía en la completud de la vida religiosa… estas cosas son así para que no decaigamos en nuestras obligaciones religiosas. Para que redescubramos nuestra misión. Para que tengamos la seguridad interna y la obligación… de ser el Pueblo del Libro y el Pueblo de Dios, conjuntamente.22”

Grande es la fe en ti: PlegariaQuien hace en el mundo sabe, cuan frágil es su obra. Diversos obstáculos pueden surgir y repeler sus planes y su buena voluntad en el camino. Cuán necesario es el hacer para la súplica con el fin de que se cumpla. El legado de Israel ha erigido para el mundo hombres de estudio y acción, pero ha hecho esto con austeridad y con la súplica de que el sendero les sea

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favorable. Para esto equipó a sus alumnos y activistas con la plegaria, palabras de pedido por ellos mismos y por sus universos.

Muchos ven en el Siddur23 de Israel un libro sellado, sin embargo el Siddur es una creación continua. Incluso en la historia de Israel. El Siddur es un libro en el cual se encuentran entretejidas súplicas del individuo y del pueblo que fueron recopiladas a los largo de las generaciones, capa tras capa. En el Siddur encuentra el hombre las voces de sus antecesores yendo por el camino y pidiendo que la fuerza de la esperanza que los moviliza sea transmitida también a los que vienen tras ellos, para que también sus descendientes emprendan sus travesías.

Desde el siglo IX, aproximadamente, y hasta la revolución de la imprenta, se encontraban dispersos en el mundo judío diversos Siddurim (plural de Siddur) y en ellos una versión general y sobre estos una huella particular de los docentes y de las diversas comunidades de Israel. En la biblioteca del JTS en Nueva York se puede encontrar, por ejemplo, un Siddur italiano del siglo 15, regalo de un novio a su novia, con una versión especial para que sea utilizado por ella en el cual dice: “que me ha hecho mujer y no hombre” en las bendiciones matutinas24. Estas versiones y muchas otras reflejaban la voluntad del pueblo y de sus dirigentes de equipar a los rezantes con diversas versiones por medio de la renovación de estos de acuerdo a la personalidad y a la época. Más que cualquier otro libro en la historia de Israel, los libros de plegaria de Israel unen dentro de ellos montículos formados por capas de súplicas y añoranzas de cada generación. El Siddur es el precipicio geológico del pueblo judío que permite entrever su historia y su renovación, y también ver las épocas en las que se congeló el espíritu y se atenuó su renovación.

Los pensadores del Movimiento Masortí y sus dirigentes fueron estrictos también ellos en el que el Siddur de Israel reflejara lo que se susurraba entre el pueblo con el fin de que pueda rezar desde la intención. “Tres cosas el Santo Bendito Sea detesta” (Talmud de Babilonia, Pesajim 113b) – escribió el Rabino Simchah Roth, el primer editor del Siddur del Movimiento Masortí en Israel – y una de estas tres es ́ Quien dice algo con su boca y otra cosa con su corazón´. Y si esto es así con respecto al habla en general, con respecto a la plegaria que es nuestra conversación con Dios, más aún…”25. Así, fueron introducidas en el Siddur algunas renovaciones importantes. Una de estas

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renovaciones es el reconocimiento de la existencia del Estado de Israel y de los desafíos de su soberanía, la cual se expresa por ejemplo cambiando una preposición en las palabras “y condúcenos soberanamente en nuestra tierra” (y no “hacia nuestra tierra”). Una preposición, pero su significado es completamente distinto: el hombre reconoce por medio de esto que en nuestros días el pueblo judío tiene un Estado y una casa. El segundo cambio es el reconocimiento del lugar que ocupan las matriarcas el cual se expresa por medio de la posibilidad de agregar sus nombres. El tercer cambio es el reconocimiento del desarrollo del legado de Israel, por lo que se agregaron a las páginas del Siddur cantos-plegarias contemporáneos de Lea Goldberg, Rivka Miriam, Avraham Halfi, Natán Alterman y otros. La presencia de los poetas israelíes junto a los poetas anteriores da testimonio del diálogo continuo de generación en generación. Un cuarto cambio es el reconocimiento de los quiebres que se dan en la actualidad y el pedido en pos de ellos, por ejemplo en la “bendición de la mujer que logra liberarse de la negación del guett (divorcio)”. Desde el mismo compromiso, el Movimiento Masortí se dirigió a los pensadores y a los filósofos de Israel a que “acompañaran al Majzor (libro de rezos de Rosh HaShaná y Yom Kippur) con fragmentos reflexivos, con el fin de que estos elementos fortalezcan tanto las antiguas como las nuevas plegarias del pueblo.”

La plegaria es un entretejido frágil entre la voz del individuo y las capas de su alma, y la voz del conjunto en la que pide el hombre por su prójimo y por el conjunto sobre su realidad, en conjunto. Las comunidades del movimiento son diferentes unas de otras en las melodías que se elevan de estas y en sus estilos, pero todas apuntan a rezar desde un lenguaje verdadero, desde la sinceridad y la intención, fieles al legado que ha sido muy riguroso en esto.

Documentación y finalidad: SiónEntre las páginas de la plegaria, una y otra vez, desde todos los confines del mundo y de las generaciones, se eleva un lugar soñado: Sión. El profundo anhelo del pueblo de unir todo lo que preservó y todo lo que aprendió con el correr de los años y establecer un país que sea ejemplo para sus

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realizadores. La Sión soñada, conformada por una sociedad intachable en la que haya justicia y caridad para cada hombre, una relación apropiada para el individuo, para el extranjero, para el huérfano y para la viuda, amor entre los hombres y amor al universo desde la fe de Dios en el hombre. La Sión soñada es una gran academia para el diálogo de los sabios del mundo, en el cual se llene la Tierra de conocimiento tal como las aguas cubren el mar. En el cual el hombre exprese sus cualidades elevadas para andar por los caminos del Elevado y pueda construir por medio de estos caminos una nueva realidad no sólo para sí mismo sino para toda la comunidad humana.

El sueño de Sión acompañó al Movimiento Masortí desde sus comienzos tanto en sus pensamientos como en sus hechos, y es importante destacar que éste es el único movimiento religioso que se identificó como sionista desde sus comienzos sin dudarlo. La Asamblea Rabínica ha publicado declaraciones que apoyaban el establecimiento de un Estado judío durante los años 30 y 40 del siglo XX. Sus grandes dirigentes no temían al establecimiento de un estado y no veían en esto algo inválido, como sucedía en gran parte del mundo ortodoxo. Por el contrario, ellos veían en esto un desarrollo inigualable en los anales del pueblo judío, hacia donde se dirigía su historia. Según su parecer, el pueblo judío estaba destinado a pasar por la diáspora con el fin de establecer algún día un país en el cuál pudiese aglomerar a todos aquellos que había educado, y pudiese establecer una sociedad ejemplar para todo el mundo, alentando a otros pueblos a vivir también ellos en libertad y con responsabilidad, justamente a través de sus relatos sobre la dispersión y su establecimiento.

El regreso a Sión fue comprendido por los líderes del movimiento como una misión histórica no sólo para el pueblo judío sino para toda la comunidad humana. De forma similar a los grandes rabinos orientales, por ejemplo el rabino sefaradí Jaim David HaLeví, quien escribió: “La idea central del establecimiento de la ´Sociedad de la Naciones´ a fines de la primera guerra mundial, nació en la misma época en la que nació la idea del establecimiento de un hogar nacional para el Pueblo de Israel en la Tierra de Israel. Y del mismo modo, la idea del establecimiento de la ´Organización del las Naciones Unidas´ a fines de la segunda guerra mundial surgió en las vísperas del establecimiento del Estado de Israel… Las bases de la Sociedad de las Naciones en su momento, y las bases de

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la Organización de las Naciones Unidas luego, son la concreción de la visión profética de ´y el lobo habitará con el cordero´. Tenemos permitido ver en la metáfora de Isaías un indicio maravilloso para la misma gran idea, que tiene como finalidad asegurar la paz para todos los pueblos del mundo26…”

Junto a la construcción del Estado, sintieron los maestros espirituales del Movimiento Masortí que debían cargar al pueblo judío, tanto en Israel como en la diáspora, con una visión. Ellos sintieron, que la lucha por un Estado concreto corría el riesgo de difuminar el diálogo sobre la finalidad que tendría éste estado y sintieron que la ventana de las posibilidades históricas del pueblo judío no era ilimitada. Por lo tanto, como un diálogo central del judaísmo mundial que acompaña a los constructores de Sión, estos líderes repitieron y acentuaron que el Estado de Israel debe ser un hogar espiritual y cultural para todos los judíos del mundo, incluso si no deciden establecerse en él, y creían que sería una tragedia si el pueblo judío en Sión se viese a sí mismo desconectado del destino y del desarrollo espiritual de sus hermanos y hermanas en el mundo.

El temor por la negación de la diáspora, de sus logros a lo largo de las generaciones y por estos que decidieron permanecer en ella, llevó a los líderes del movimiento a salir en llamados a los constructores del país a que no se alejaran de su pueblo ni de la obra judía que se desarrollaba también fuera del Estado de Israel. Así, por ejemplo, escribía el Rabino Profesor Robert Gordis en la primavera de 1967: “Es un llamado dirigido al judaísmo israelí y a nosotros como un uno a redescubrir nuestra riqueza cultural. Al decir nuestros hermanos en Israel me refiero a que ellos no pueden borrar diecinueve siglos de dispersión como si estos no hubiesen existido … Estos fueron cientos de años de gran creatividad que ampliaron de forma inconmensurable los horizontes de la Torá. Poesía y filosofía, historia y ciencia, investigación y derecho – todos estos se sumaron al archivo de las riquezas del judaísmo a lo largo de la época de la dispersión… Tal vez el logro más grande de los cientos de años de la larga dispersión haya sido el diseño del temple judío, la construcción del humanismo judío, de la personalidad judía, esta que se caracteriza por la mente y la misericordia, por medio de la comprensión y la conciencia, por medio del valor y de la paciencia, por medio de la observación profunda y la fe.27” Estos líderes pusieron a la popularidad judía y a la solidaridad

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como un valor profundo en la conciencia del pueblo y creyeron que el Estado de Israel tenía como finalidad ser con el tiempo el centro para las obras de la solidaridad tanto judío como humano.

La Sión soñada, por la cual los líderes del movimiento tanto en Israel como en la diáspora habían obrado ininterrumpidamente como socios fieles, era una idea nacional que iba más allá del estado-nación. “Sea esta la costumbre del judío de desafiar al nacionalismo que se multiplica” – escribió el Rabino Mordejai Kaplan en el año 1938- “… y que sea el judío un guía hacia el nacionalismo basado en la justicia social y la rectitud otorgando la posibilidad de desarrollo de la personalidad. Un nacionalismo que no debe sustentarse del odio hacia otras naciones, sino viéndose a sí misma complementándose por medio de la paz y de la comunidad entre las naciones. Que no tema el judío del concepto “inter-nacional” que lo acosa, sino que desarrolle ese espíritu internacional el cual, según nuestra esperanza, tiene como fin curar a los pueblos de sus diferenciaciones nacionales y de su hambre de grandeza.28”

Sión es el deseo cordial de un pueblo que esperó a que cuando llegase su momento de renovar su vida soberana sea su país una buena noticia para todos los hombres. Un estado latente que es llevado en el corazón de los judíos y he aquí que se revela para renovar el rostro de la humanidad en un diálogo verdadero sobre los conceptos: sociedad, gobierno, poder, comunidad y pacto entre el hombre y su prójimo y entre nación y nación. Sión es una finalidad. Es el sueño de la tradición de Israel sobre un país que se encuentre al servicio de la humanidad toda.

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“Vosotros estáis erguidos hoy, todos vosotros: -ante Adonai vuestro Dios vuestros jefes,-los de vuestras tribus- vuestros ancianos, y vuestros alguaciles, toda persona de Israel. Vuestros infantes, vuestras mujeres, y tu forastero -que está en medio de tu campamento- desde el que recoge tu leña hasta tu aguador. Para tu pasar por el Pacto de Adonai tu Dios., y en Su imprecación; que Adonai tu Dios, concerta contigo el día de hoy. Para afirmarte a ti, el día de hoy para Él, como pueblo; y Él habrá de ser para ti: Dios., como te ha hablado a ti; y como había prometido a tus patriarcas: a Abraham, a Itsjak y a Iaacóv. Pero no con vosotros -solos- yo concerto el Pacto este, y la imprecación esta. Pues con el que está aquí con nosotros de pie, el día de hoy, delante de Adonai nuestro Dios, y con el que no está aquí con nosotros el día de hoy.” (Deuteronomio 29:9-14)

Si es así, cada uno de nosotros, también nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos hasta el final de todas las generaciones que hemos pasado por aquel pacto que concertó con nosotros. Todos estamos sometidos a investigar los misterios de la Torá y dirigir nuestra fe hacia ella hacia el lado más correcto, y aceptar la verdad de quienes la hayan dicho luego de conocerlos. Y no nos oprimirán las hipótesis de nuestros prójimos en que nosotros investiguemos. Por el contrario, es digno de nosotros estudiar y aceptar de quien nos haya antecedido, ya que tal como él no quiso aceptar un poco del que lo antecedió, y otro poco escogió y aquello que no escogió lo alejó de sí mismo, es aceptable que nosotros actuemos del mismo modo. Y no hay duda de que ninguno de ellos que tuvo la intensión de siendo el autor de un libro de decirle a todos los vinientes acepten mi postura, pero seguramente su intensión fue publicar su postura solamente para que los que viniesen después suyo vean y escojan para ellos, porque a través de la recopilación de la mayor parte de las ideas por separado se encuentre la verdad. Y así también ocurre con nuestras intensiones y por esto está dicho “la verdad brotará de la tierra” (Salmos 85:12). Y te he escrito todo esto porque he visto en estas generaciones que abundan los hombres que andan por este camino a causa de su vagues o su temor y este es apropiado a sus ojos, que tú no

Fin

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escojas ni acerques este camino a ti, pero (=sino) esfuérzate por ascender y comprender los misterios de nuestra Torá en sus asuntos y en lo que creas. Y que no te asusten los grandes nombres cuando los encuentres dudando sobre aquella fe, e investiga y escoge porque con este fin has sido creado y se te ha dado la sapiencia desde los cielos.

(Rabino Eliezer Ashkenazí HaRofé29)

*En este cuadernillo he intentado elevar por escrito una visión del mundo, la visión masortí. Mientras escribía estas palabras, encontré frente a mis ojos generaciones de judíos que no conocí, pero sentí su valentía. Escribí con temor, sabía que no era digna para escribir. Muchos de nosotros sentimos que no somos dignos, pero así se sintieron también muchos de ellos. Y nos susurraron a nosotros a través de las pantallas del tiempo para que tomáramos este tesoro que se encuentra compuesto por personas que sumaron espíritu a espíritu y sumáramos el nuestro, para que no se pierda. Nuestro tesoro espiritual nacional fue transmitido de generación en generación y ha llegado hasta nosotros, hasta aquí. ¿Hacia dónde llevará nuestra generación el tesoro? Esto depende sólo de nosotros. Si será llevado, y de qué modo, y cómo será transmitido a la próxima generación.

Sea la voluntad que sepamos llevar nuestra gran envergadura de alas que nos ha dado nuestro pueblo. Que construyamos con ella en Sión una vida espiritual y de hechos, una vida de libertad y responsabilidad, y que la volvamos a convertir en un legado vivo, que sea transmitido a nuestros descendientes desde el amor al universo.

Semillas, semillas las ha llevado mi corazónAhora ellas ascienden y florecen

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tradición y renovaciónDesde siempre incluyó la obra de transmisión a estos dos componentes, tradición y renovación. En esto se encontraba su fuerza. Cada generación conocía su obligación de capacitar personas que conocieran a lo largo y a lo ancho la extensión incontenible, que sigue creciendo, de la transmisión. Pero para poder responder de forma apropiada a las preguntas de la generación de acuerdo a su elevación espiritual se caracterizó la transmisión como una obra de renovación que incluía la adopción de la vivencia humana universal escogiendo lo mejor del espíritu humano.

HistoriaLa historia es la plataforma humana central para el diálogo con la eternidad. Sin historia pierden sentido los conceptos centrales de la conciencia del pueblo judío como ser destrucción, resurrección y redención. Todos estos vienen a continuación del encuentro del hombre con los judíos y con la realidad universal, y la desconexión del pueblo y de su legado de los que como él se desconectaron como un bebé del cordón umbilical. Si abandona el pueblo judío su historia es como si abandonara el diálogo con la eternidad y de todos modos la humanidad toda se perdería. Dios se revela al hombre por medio de la historia, busca al hombre por medio de esta.

RevelaciónLos maestros espirituales del Movimiento Masortí, destacándose por sobre todos el Rabino Avraham Joshua Heschel, vieron en la revelación una vivencia básica, un proceso continuo en la historia de Israel que nunca fue interrumpido. A diferencia de una de las posturas de Nuestros Sabios, que se volvió muy común en nuestros días, la cual determina que la profecía fue interrumpida en el mundo desde la destrucción del Templo (y si fue dada, fue dada a los tontos). Se graficó otra posibilidad en el pensar de Nuestros Sabios y a lo largo de las generaciones. Según esta posibilidad la Divinidad revela su presencia a lo largo de la historia y las apariciones de Dios son una vivencia inseparable de la tradición judía.

AbStRACto

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torá de israelLa Torá de Israel es un regalo múltiple. La Torá escrita es una inspiración eterna. El sistema de la Torá oral, sin embargo, es un sistema complementario y de decodificación que fue entregado de generación en generación y que le dio la posibilidad al pueblo judío de llevar adelante una vida inspirada en la Torá escrita y a partir de su constante interpretación. La Torá oral se puede describir como un sistema ecológico espiritual que inscribió con un trabajo de hormigas lo mejor de los pensamientos, de las determinaciones y de los hechos de cada generación desde la inspiración Divina y en diálogo con las generaciones que lo antecedieron., y también con aquellos que lo precederán.

estas y estasLa discrepancia es la comprensión que el hombre, por medio de su comprensión y la limitación de su conocimiento, puede encontrar sólo una pequeña parte de la infinitud de Dios. La discrepancia es una posición de humildad frente a la limitación del conocimiento humano y la obligatoriedad de ampliar este conocimiento por medio de la ampliación del diálogo del hombre con el Elevado. La discrepancia es la súplica insistente de cada hombre para participar del estudio, discrepar y agregar su voz a las múltiples voces en el marco de la discusión explicativa. La discrepancia y el fundamento de “estas y estas” orientan hacia la gran visión. No sólo hacia la posibilidad del pueblo de elevar la mirada de cada individuo juntos, sino elevar la mirada a través de la comunidad humana toda.

Familia, comunidad y Klal israelLa familia y la comunidad han sido siempre las integrantes principales del pacto por el cual los judíos acompañaban estos a aquellos en el estudio, en la realización de buenas acciones, en la renovación de interpretaciones bíblicas y de tradiciones. Allí estas sentían el valor especial de estar juntos y de allí surgieron los pedidos para vivir bajo un pacto con su pueblo y con su universo. En estos días, 65 años después del surgimiento del Estado

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(de Israel), se reaviva la idea de comunidad en Israel y busca desarrollar nuevamente, justamente en Sión, el poder del pacto que se concerta entre las personas.

Un salto hacia la acción: precepto, leyenda y halajáEl hombre judío no puede de ningún modo satisfacerse con el silenciamiento de la práctica espiritual para poder vivir una vida espiritual plena. Su tradición le enseña que el mismo Santo Bendito Sea reconoce las fallas de la realidad y las sufre junto al hombre y al mundo, y el hombre está invitado a reunir lo que está en su poder para erguir su entereza humana, identificar la injusticia y actuar en pos de la corrección de la misma. Halajá es una declaración humana. Es un hecho público. Es el testimonio ideológico e histórico del carácter particular de la herencia judía., que se ocupó sin pausa y sin angustia del activismo humano frente a toda realidad. Lo mejor de las fuerzas nacionales fueron invertidas en el ámbito de la tzedaká y de la justicia presintiendo la fe del Dios universal en el hombre y en el universo sin embargo y a pesar de la situación de ambos. La halajá es el desafío constante, cotidiano, del hombre judío y de su comunidad frente al determinismo. Es esta la obligatoriedad de cambiar. El momento en el cual el hombre se acepta a sí mismo como socio en la conducción del mundo. El la promesa del hombre judío de ir siempre en pos de lo apto partiendo de su creencia en el pacto que mejorará la vida en pos de todos.

Grande es la fe en ti: plegariaLa herencia de Israel ha aportado el mundo hombres de estudio y hechos, pero hizo esto con humildad y súplica que mejorara con ellos el camino. Para esto equipó a sus estudiantes y ejecutores con la plegaria, palabras de pedido para ellos mismos y para el mundo. El Siddur es el precipicio geológico del pueblo judío que le permite asomarse hacia su historia y sus reformas y también hacia épocas en las cuales el alma se encontraba congelada y se lentificó en su renovación. En el siddur encuentra el hombre las voces de sus antecesores yendo por el camino y pidiendo que la fuerza de la esperanza que los moviliza sea entregada también a los que vienen detrás de ellos, para que también salgan sus descendientes a su travesía.

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Documentación y finalidad: SiónSión. El anhelo de pueblo de recolectar todo lo que preservó y todo lo que estudió a lo largo de sus años y fundar un país que sirva de ejemplo para sus hacedores. La Sión soñada es una sociedad ejemplar en la que hay justicia y tzedaká para cada hombre. Una relación apta para el individuo, para el extranjero, para el huérfano, para la viuda. Amor hacia el hombre y hacia el universo desde la fe de Dios en el hombre. La Sión solada es la gran academia para que dialoguen los sabios del mundo, en la cual se llene la Tierra de conocimiento como las aguas cubren el mar. En la cual el hombre pueda expresar sus cualidades elevadas y construir por medio de estos caminos una nueva realidad, no solo para sí mismo, sino para toda la comunidad humana.

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1 Abraham Itzjak HaCohén Kuk, “Cartas del Rabino Abraham Itzjak HaCohen”, 1 164, Jerusalem, 5755, página 214.אברהם יצחק הכהן קוק, אגרות הראיה א קס”ד, ירושלים תשנ”ה, עמוד רי”ד

2 Abraham Joshua Heschel, “Has tomado y has dado con fe”, Dios cree en el hombre - el judaísmo, la justicia social y el sionismo de Abraham Joshua Heschel, (editado y traducido por Dror Bondi), Israel, 5762, pp. 92 – 93. אברהם יהושע השל, “נשאת ונתת באמונה”, בתוך: אלהים מאמין באדם: היהדות, הציונותוהצדק החברתי

של אברהם יהושע השל (ערך ותרגם: דרור בונדי(, ישראל תשע”ב, עמודים .93-92

3 Meguilat Ta´anit o Rollo de Ayunos, es una breve crónica escrita en arameo, en la época del Segundo Templo, que se encuentra dividida en 12 capítulos y que enumera 35 días en los que sucedieron eventos alegres para el pueblo de Israel y por lo tanto está prohibido ayunar.

4 Zacharias Frankel, “Sobre cambios en el judaísmo”, en: Tradición y Cambio: el desarrollo del judaísmo conservador, Mordechai Waxman (ed.), New York 1958, p. 48 .Zacharias Frankel, “On changes in Judaism”, in: Tradition and Change: The Development of Conservative Judaism, Mordechai Waxman (ed.), New York 1958, p. 48 .

5 N.de T: Depósito en el que se almacenan manuscritos y material sagrado que queda en desuso con el fin de evitar que cualquier escrito que contenga el nombre Divino sea tratado de manera indigna. Cuando esta se llena, se retira el material, se quema y entierra.

6 Solomon Schechter, “Judaísmo histórico”, ibid. p. 94 .Solomon Schechter, “Historical Judaism”, ibid. p. 94.

7 N. de T: El Tratado de Azotes –מסכת מכות –(Maséjet Makot) es el quinto tratado del orden de Nezikín (נְזִיִקין, “daños y perjuicios”) de la Mishná

8 Michael Graetz, El fundamento teológico en la religion judía, Actas de la Asamblea Rabínica 2004, pp. 171-181 .Michael Graetz, ha-Ikaron ha-teologi ba-dat ha-yehudit, Proceedings of the Rabbinical Assembly 2004, pp. 171-181 . En base a la traducción realizada por la autora al hebreo.

9 Escuela Rabínica del Movimiento Masortí en Los Ángeles, California.

notAS FinAleS

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10 Bradley Shavit Artson, “Ba-derech: En el camino –Una presentación del proceso teológico en: Judaísmo Conservador, volumen 62, New York 2011, pp. 6-8Bradley Shavit Artson, “Ba-derech: On the Way – A Presentation of Process Theology”, in: Conservative Judaism, volume 62, New York 2011, pp. 6-8

11 Louis Finkelstein, “Tradición en el hacer”, en Tradición y Cambio: El Desarrollo del Judaísmo Conservador, Mordechai Waxman (ed.), New York 1958, p. 197Louis Finkelstein, “Tradition in the Making”, in: Tradition and Change: The Development of Conservative Judaism, Mordechai Waxman (ed.), New York 1958, p. 197

12 Pesikta de Rav-Kahana, ed. Bernard Mandelbaum, New York, 5747, Párrafo 12, cláusula 25, p. 224פסיקתא דרב כהנא , מהדורת דב מנדלבוים, ניו יורק תשמ”ז, פיסקא יב סעיף כה עמוד 224

13 Arnold M. Eisen, “Denominaciones en el Judaísmo”, Judaísmo Conservador Hoy y Mañana, Seminario Judío Teológico de América, 2012, p.29Arnold M. Eisen, “Denominations in Judaism”, Conservative Judaism Today And Tomorrow, Jewish Theological Seminary of America 2012, p.29

14 Abraham Itzjak HaCohén Kuk, “Sacrificio del Rabino Avraham Itzjak HaCohen, 1, Jersualem 5745, pp. 330 – 331אברהם יצחק הכהן קוק, עולת ראי”ה, א, ירושלים תשמ”ה, עמודים של-שלא

15 La Halajá (en hebreo: הלכה) es la recopilación de las principales leyes, tanto las leyes talmúdicas como las rabínicas, así como sus tradiciones y costumbres

16 La Agadá (en hebreo: אגדה) es un relato escrito por Jazal para poder expresar de forma simple mensajes complejos y reflexiones profundas

17 La Mishná (del hebreo נָה estudio, repetición’) es un cuerpo exegético‘ ,ִמְשׁde leyes judías compiladas, que recoge y consolida la tradición oral judía desarrollada durante siglos desde los tiempos de la Torá o ley escrita, y hasta su codificación a manos del rabino Yehudá Hanasí, hacia finales del siglo II.

18 Avraham J. Heschel, “Hacia una comprensión de la Halajá”, CCAR Anuario 43, 1953, p.399Avraham J. Heschel, “Toward an Understanding of Halakhah”, CCAR Yearbook 43, 1953, p.399

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19 Jaim Najmán Bialiak, ¨Halajá y Agadá”, Obras Completas de J. N. Bialik, Tel Aviv, 5725, p. 222חיים נחמן ביאליק, “הלכה ואגדה”, כל כתבי ח”נ ביאליק, תל אביב תשכ”ה, עמוד רכב

20 David Golinkin, Halajá en nuestros día: Enfoque de Movimiento Masortí a la Halajá, Jerusalem, 5758, pp. 24 – 28. דוד גולינקין, הלכה לימינו: גישת התנועה המסורתית להלכה, ירושלים תשנ”ח, עמודים 28-24

21 Vaad HaHalajá, en hebreo ההלכה es la comisión legal conformada por ,ועד rabinos del Movimiento Masortí

22 Gordon Tucker, “Puede ser el Pueblo del Libro también el Pueblo de Dios”, Judaísmo Conservador 60,.New York 2008, p.19Gordon Tucker, “Can a People of the Book also be a people of God”, Conservative Judaism 60, .New York 2008, p.19

23 Libro de plegarias

24 La biblioteca del JTS cuenta con una de las colecciones de las coleccione de artículos judaicos más singulares, comparable en su dimensión sólo a las colecciones que se encuentran en la Biblioteca Nacional de Israel. En la biblioteca del JTS se encuentra la mayor colección de manuscritos judíos, compuesta por cerca de 10.000 manuscritos, 25.000 libros extraños, cientos de actas de casamiento, pergaminos y muchos objetos raros. En la biblioteca cuenta con un centenar de manuscritos de libros de plegarias y fragmentos de rezos de la guenizá de El Cairo. Mi agradecimiento a David Kraemer, bibliotecario de la biblioteca del JTS, por estos datos.

25 Simchah Roth, introducción del editor a la primera edición 5758, Yo y mi plegaria – Siddur israelí, 5760שמחה רוט, הקדמת העורך למהדורה הראשונה תשנ”ח, ואני תפילתי – סידור ישראלי, ישראל, תש”ע

26 Jaim David HaLeví, “Redenci+on del mundo y redenci+on eterna”, Religión y Estado, Tel Aviv 5729, p.21חיים דוד הלוי, “גאולת עולם וגאולת עולמים”, דת ומדינה, תל אביב תשכ”ט, עמוד 12.

27 Robert Gordis, Dejad un poco a Dios: Ensayos sobre Judaísmo, New York 1967 p. 148, pp. 153-154 Robert Gordis, Leave a little to God: Essays in Judaism, New York 1967 p. 148, pp. 153-15

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Véase Alón Gal, “Versión de la continuidad histórica en la concepción de Israel en la corriente conservadora”, estudios sobre el establecimiento de Israel (1993), pp. 284-285בתקומת עיונים הקונסרבטיבי”, הזרם בקרב ישראל בתפיסת ההיסטורית הרציפות “גירסת גל, אלון

ישראל, )1993( עמודים 285-284

28 Mordejai Menajem Kaplan, Los Valores del Judaísmo y su renovación como Demostación de la Vitalidad de la fe de Israel, Jerusalem, 1938, pp.337-338,1938 ירושלים הישראלית, שבאמונה החיוניות כגילוי והתחדשותם היהדות ערכי קפלן, מנחם מרדכי

עמודים 338-337

29 Eliezer Ashkenazí HaRofé, Hechos de Dios, Venecia 5343, Hechos de la Torá Capítulo 31 (Balak), p. 269.אליעזר אשכנזי הרופא, מעשי ה’, ויניציאה שמ”ג, מעשי תורה פרק לא )בלק(, עמוד קסט

Las actividades de Masorti Olami y MERCAZ Olami cuentan con el apoyo de la Organización Sionista Mundial