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    LECTURA JUDADE LA BIBLIADicTB

    SUMARIO: I. Premisa. II. Proclamacin sinagoga[ de la Escritura. III."Trah" y praxis: 1. La "halakah" como codificacin de la norma; 2. El"midras" halkico como explicacin de la "trah"; 3. La "trah" oral:a) La "Misnah", b) El "Talmud". IV. La "trah" como narracin: 1. La"haggadah"; 2. El "midras"haggdico. V. "Trah" y traduccin: El"targum". VI. Ejemplos: 1. Ejemplo halkico; 2. Ejemplo haggdico; 3.Ejemplo targmico. VII. Conclusin. VIII.Apndice: ndice de lasabreviaturas de los textos clsicos citados.

    I. PREMISA. Examinaremos aqu tan slo una de las maneras conque, a lo largo de tres mil aos, se ha situado el pueblo judo ante laEscritura. Es decir, expondremos los rasgos ms destacados de lacorriente que podra llamarse rabnico-farisea. Es ella la que le hadado su rostro caracterstico a todo el / judasmo posbblico, perohundiendo sus races en pocas precedentes.

    No fue ciertamente la nica corriente juda, ni en la poca

    intertestamentaria, cuando hubo tendencias muy variadas (saduceos,esenios, zelotes, carismticos, bautistas, helenistas, etc.), ni enpocas sucesivas (pensemos, p.ej., en el cisma carata del siglo VIIId.C.), ni en momentos todava ms tardos, cuando la corrientemstico-cabalstica alcanz su cima ms alta y se asisti a laexperiencia extrema de los sabatianos o al surgir del movimientohasdico. La confrontacin con la Escritura acompaa al pueblo deIsrael hasta nuestros das, ya que l aunque muchas veces lo hanolvidado los cristianos no slo est vivo, sino que sigue siendo elelegido y el primognito (cf Rom 9,4; 11,29). No hablaremos de todasestas corrientes. Baste recordar que han existido.

    Intentaremos reconstruir desde dentro el sentido de la Escritura tpicode la corriente rabnico-farisaica (cuyas influencias siguen siendoevidentes hasta hoy), findonos ms de la autocomprensin que latradicin tuvo de s misma que de los aparatos crtico-filolgicos,

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    puesto que aqulla ms que stos resulta til y significativa parauna primera introduccin a este tema.

    II. PROCLAMACIN SINAGOGAL DE LA ESCRITURA.Pongmonos en la situacin de uno que pisa por primera vez unasinagoga. Intentar orientarse buscando el punto de referenciadecisivo de aquel espacio cerrado. Inmediatamente comprobar que

    el lugar hacia donde todo se orienta en la sala es el armario sagrado('arn ha-gdes), puesto en la pared que da hacia Jerusaln.Inmediatamente despus ver que en aquel armario (puesto de unaforma muy parecida a la del sagrario en una iglesia catlica) estencerrado, envuelto en paos de seda y ornamentos, un Sefer trah,es decir, una copia manuscrita del Pentateuco (en hebreo, trah). El'arn se inspira en la antigua arca de la alianza ('arn ha-berit), quecontena las dos tablas de piedra que haba depositado en ella Moiss(cf Ex 40,20, 1Re 8,9; Heb 9,4), y que desapareci con la destruccin

    del primer templo. En lugar de aquella antigua arca hay ahora otrasmuchas, que no contienen tablas de piedra, sino rollos de pergamino,con un escrito, en grafa uniforme, que es el texto inmutable de latrah. Los rollos son objeto de temor y de amor; son el lugar donde,a travs de las palabras, habita la divina presencia.

    La trah (Gn, x, Lev, Nm, Dt) representa para el judasmo laplenitud de la revelacin. Es inmutable, irrevocable (cf Ex 31,16; Dt19,13, y el noveno artculo de fe de Maimnides); inclusopreexistente a la creacin (cf Gn Rab. 1,1). Las otras dos partes dela Escritura (cf prlogo al Si), es decir, Nebi'im (profetas, divididos enanteriores: Jos, Jue, 1 y 2Sam, 1 y 2Re; y posteriores: Is, Jer, Ez ylos doce menores) y Ketubim (hagigrafos: Sal, Prov, Job, Cant, Rut,Lam, Qo, Est, Dan [no incluido en los profetas], Esd, Neh, 1 y 2Crn),aunque son tambin sagradas e inspiradas, estn dotadas de unaautoridad mucho menor, hasta el punto de que el Talmudlasconsidera como "palabras de la tradicin" (dibr qabbalah: cf B. RosHas. 7a.19a; B. B. Qam. 2b; Sanh. 99b; B. Nid. 23a; etc.). Estoslibros se presentan como invitaciones a volver a la trah para poder

    captar toda su riqueza: "Si Israel hubiera sido digno (de la trah), larevelacin contenida en los profetas y en los hagigrafos habra sidointil" (Qo Rab. 1,13). Todo lo que se ense a los profetas haba sidodicho ya en el Sina (cf Tanh. Jetro 11). Para la tradicin rabnica, losdems libros se presentan como las primeras formas deinterpretacin de la trah mediante la intervencin del "espritu santo"

    (be-ruah ha-gdes). Por consiguiente, privilegiar el universalismo

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    proftico, el impulso lrico de los salmos o cualquier otro elementobblico a costa de las pginas a veces duras de la trah es seal deque no se ha comprendido el judasmo.

    El Sefer trah se convierte plenamente en lugar en donde habita ladivina presencia, no cuando se la encierra, sino cuando es

    proclamada. La Escritura suele llamarse significativamente Miqra', es

    decir, lectura en voz alta (el otro nombre que se le da habitualmente,Tanak, seala las iniciales de sus tres partes). No es casual que, allado del 'arn, el otro lugar destacado del aula sinagogal sea elplpito (bimah o tebah), esto es, el lugar donde se proclama lapalabra. Pero hay algo todava ms importante. En cualquier espacio,habitacin o de otro tipo, se pueden realizar funciones sinagogalesslo si, aparte del lugar donde est colocado el Sefery el de suproclamacin, se da la presencia viva de la asamblea que proclama yescucha, representada por el minian (cf M. Meg. 4,3), constituido por

    un mnimo de diez hombres adultos (nmero que, segn la tradicinmosaica, representa el grupo ms pequeo del pueblo: cf Dt 1,15; M.Sanh. 1,16; B. Meg. 23b).

    El trmino "sinagoga" se deriva precisamente del trmino `edah(asamblea), que los LXX tradujeron por synagogh. La proclamacinde la palabra en la sinagoga es una prctica muy antigua, atestiguadaexpresamente en el NT (cf Lc 4,16; He 13,14; 15,21): Con estafinalidad se dividi la trah en tantas secciones (parasah, pl.,

    parast) como son los sbados para proclamarla (segn el antiguouso palestino, en un ciclo trienal; y segn el uso babilonio queprevaleci universalmente, en un ciclo anual: cf B. Meg. 29b). Trasesa lectura viene otra sacada de los profetas (haftarah; pl., haftart;cf la lectura del rollo de Is realizada por Jess en la sinagoga deNazaret: Lc 4,4-19; cf tambin He 13,15), elegida a veces en armonacon los textos de la trah (cf M. Meg. 4,3,9; B. Meg. 29b).

    La proclamacin del texto sagrado en la asamblea es, ya desde lapoca ms remota (siglo v a.C.; cf Neh 8) un elemento peculiar de

    Israel, que tambin en esto se revela primognito entre muchos hijos(cristianismo, islam). La proclamacin semanal de la trah puedeverse como un autntico acto de renovacin de la alianza sinaticaentre Dios y su pueblo. En este espritu puede verse tambin ciertaanaloga entre la lectura sinagogal de lasparasotde la trah y lacelebracin de la eucarista cristiana, representando la una y la otra elmemorial de la estipulacin original de la alianza, que tuvo lugar,

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    respectivamente, en el Sina y en el curso de la ltima cena. En laaccin sinagogal la "liturgia de la palabra" tiene ya tambin en s unvalor sacramental, memorial. La trah es sefer ha-berit, "libro de laalianza" (Ex 24,7), incluso porque a travs de ella se renuevacontinuamente la alianza. Este es el sentido profundo de la antiguatradicin, que (lgicamente, de una forma inaceptable desde el puntode vista histrico) hace remontarse a Moiss la lectura semanal de latrah (cf P. Meg. 751; Tg. Ps.-J. a Ex 18,20; Midras Gad. Ex 408, yprobablemente, He 15,21). Proclamar la trah significa efectivamentevolver a aceptar el significado global del acontecimiento irrepetibleque tuvo lugar en el Sina.

    La experiencia que suele considerarse como el comienzo "oficial" deljudasmo y de la liturgia sinagogal, es decir, la lectura pblica de latrah por parte de Esdras, el "hombre del libro" (sefer, traducido deordinario, pero con poco acierto, por "escriba": cf Esd 7,6), est

    situada por completo bajo el signo de la nueva aceptacin del yugo dela trah, del retorno al "da santo" (ym qados) en el que se estipulla alianza. Esdras "abri el libro a la vista de todo el pueblo... y, alabrirlo, todo el pueblo se puso de pie. Esdras bendijo al Seor, elgran Dios, y todo el pueblo, con las manos levantadas, respondi:`Amn, amn', al tiempo que se inclinaban y adoraban al Seorrostro en tierra" (Neh 8,5). Las modalidades de expresin, empezandopor las resonancias casi teofnicas y por el enftico "todo el pueblo"(kl ha`am), tienden a indicar la existencia de una estrecha analoga

    entre aquella lectura y el da en que se pact la alianza del Sina (cfEx 24,3; 34,10).

    La palabra es proclamada particularmente el sbado. Segn unainterpretacin talmdica (B. Sabb. 49b), el sbado estn prohibidastodas las acciones necesarias para la construccin del tabernculo enel desierto. El sbado se convierte as en el nuevo santuario, ligadono ya al espacio, sino al tiempo (cf J.A. Heschel, II sabato, 46); y esbastante significativo que su santidad vaya unida desde antiguo a laproclamacin de la palabra. Si pensamos adems, por un lado, que el

    sbado es tambin memorial de la liberacin pascual (cf Dt 5,15) y,por otro, que el don (mattan) de la trah se recuerda de modoespecialsimo en la fiesta de Sabu`t(semanas), con toda razn"podra representarse litrgicamente el acceso hebreo a la Escrituracomo el paso de Pesah (pascua) a Sabu`t(pentecosts), quecelebra y actualiza el movimiento histrico desde Egipto hasta elSina" (P. de Benedetti, Bibbia e Ebraismo, 8).

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    III. "TRAH" Y PRAXIS. La raz hebrea del trmino trah es yrh,"sealar", "ensear" (la misma que da origen a mreh, "maestro");por tanto, debera traducirse con trminos como "enseanza","doctrina" (sentido que se ha conservado en el arameo 'oraita), msbien que con "ley" (derivada de la decisin de los LXX de traducirtrah por nomos). Declarar inadecuado el trmino "ley" para traducirtrah, si por un lado pone de relieve que en la trah no slo haypreceptos, sino tambin narracin, por otro no quiere ni muchosmenos considerar marginal la dimensin de los mandamientos, de lospreceptos (miswah; pl., miswt, de la raz swh, "mandar"). Traducirlapor "enseanza" aclarara entonces la paradoja aparente deencontrarse ante un corpus de preceptos inmutable, pero no rgido niesclerotizado; en efecto, se trata de un corpus, por as decirlo,vitalmente inmutable.

    PALABRA/HOY: "A los tres meses de la salida de Egipto, en este da

    (ha-ym ha-zeh), los israelitas llegaron al desierto del Sina"(Ex19,1). Por qu "este" yno "aquel"? Porque el da en que se da latrah no puede convertirse en algo pasado: "La trah es como si sediera hoy" (Tanh., ed. Buber, 11,76; cf Sifre a Dt 11,13; B. Ber. 63b;Rasi a Ex 19,1 y a Dt 11,13 y 26,16). La proclamacin est siempreorientada a la ejecucin, la cual, por su misma naturaleza, va siempreligada al hoy, al aqu y al ahora. Tambin la ejecucin de lospreceptos, que para la tradicin hebrea es la nica forma de acogerlosplenamente como revelacin ya que el "hacer" precede al mismo

    "escuchar

    "

    ("Haremos y escucharemos todo lo que ha dicho el Seor":Ex 24,7), es lectura, interpretacin bblica. Tambin los preceptos, atravs de su ejecucin, se convierten en memorial del acontecimientonico que constituy a Israel como pueblo (cf Dt 27,9). Un ejemplosignificativo entre otros muchos es en este sentido el precepto de lasfranjas (sisit) que se han de poner en la extremidad del vestido (cfNm 15,37-41) y que llev tambin Jess (cf Mt 9,20; 14,36; Mc6,56; Lc 8,44), las cuales representan slo una invitacin a recordary a poner en prctica todos los dems preceptos, a santificarse, avolver el corazn hacia Dios, que hizo salir a su propio pueblo deEgipto para poder ser su Dios (cf Nm 15,41).

    El acontecimiento de liberacin realizado por el brazo de Dios, que senos recuerda al comienzo del declogo (cf x 20,2; Dt 5,6),fundamenta de forma heternoma la validez de los preceptos. Losmandamientos asumen realmente su valor de actos de santificacinslo en virtud de la libre voluntad divina, no en virtud de su valor

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    intrnseco, del que pueden estar incluso totalmente desprovistos,como cuando se prohibe cocer el cabrito en la leche de su madre: x23,19; 34,26; Dt 14,21 (cf Pesiq. Rab, Kah. 40a-b; Dt Rab. 6,2).Precisamente por esta heteronoma la puesta en prctica del preceptose convierte en memorial de la obra de Dios, lectura e interpretacindel texto sagrado.

    La ejecucin al pie de la letra convertida en interpretacin profunda (yen ciertos aspectos transfigurante) del texto se manifiesta, porejemplo, en la invencin de objetos-smbolo, como los tefillin(filacterias), que se atan en la frente y en el brazo izquierdo durantela oracin de los das feriales (cf x 13,9.19; Dt 6,8; 11,18), o lasmezuzt, cajitas puestas junto a los postes de las puertas (cf Dt 6,9;11,20), o tambin los rizos (pe t) que se dejan caer por las sienes(cf Lev 19,27; 21,5). Son signos que interpretan la Escritura en ladimensin de la praxis, y que han sido desde siempre testimonios

    fieles de la palabra.

    1. LA "HALAKAH" COMO CODIFICACIN DE LA NORMA. La profesinde la unidad de Dios en Israel se confa no ya a profesionesdogmticas de fe, sino a la fidelidad concreta a la palabra queproviene de l, y que por eso mismo hay que ir transmitiendo degeneracin en generacin. La profesin ms antigua y profunda de fejuda, el lema ("escucha": cf Dt 6,4ss; Mc 12,3), se resuelve porcompleto en una invitacin a escuchar la palabra de Dios y acomunicarla. A travs de la transmisin, del estudio y de la prcticaes como la palabra sigue siendo vlida y se presenta como si fuesepronunciada en este da. Israel pudo atribuir a la palabra semejantecapacidad de presencia confindose a dos dimensionesfundamentales: la halakah (la va normativa) y la haggadah (lanarracin homiltica). Se las puede entender incluso como "elcontenido de la literatura rabnica", mientras que la Misnah y elmidras "describen el mtodo y la forma de aquella literatura" (cf J.Bowker, The Targums and Rabbinic Literature, 40).

    Por halakahse entiende la enseanza que hay que seguir, la regla yel estatuto que han de guiar, la norma que determina la ejecucin delos preceptos. Este trmino se deriva de la raz hlk, que tiene elsentido de "andar", "caminar", "seguir": "Dichosos aquellos cuyaconducta (derek, "camino") es intachable, los que caminan(haholkim) en la ley (trah) del Seor" (Sal 119,1). Para usar unaantigua expresin (mirada tambin con agrado por los primeros

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    escritores cristianos), la halakah representa el "camino de la vida"(derek ha-hayyim: Jer 21,8; cf Dt 30,15; Si 15,7; Mt 7,14; Didaj1,1); en efecto, los preceptos se le dieron a Israel "para que el quelos cumpla encuentre la vida en ellos" (Lev 18,5; cfB. Sanh. 74a;Tos. Sab. 16). Sin embargo, como veremos, hay algo muy peculiarque distingue a la halakah rabnica de la enumeracin de obras santasy vivificantes tal como aparece en la Didaj o en la parte parenticade las cartas paulinas. Ante todo hay que considerar su carcter msextenso. En ella aparecen no slo reglas morales, sino tambin, conigual ttulo, reglas rituales, civiles, jurdicas, alimenticias, etc. (lo cualla acerca ms bien a la shari`a "camino recto", "camino batido"islmica). Ella representa el "camino de la vida" en la aceptacintotalmente propia de que no se le escapa ningn aspecto del vivir, deque bajo su fuerza santificante caen todos los elementos de la vidahumana.

    Otra dimensin propia de la halakah es que, a pesar de ser divina ensu origen, en su desarrollo est confiada a las manos del hombre,segn el espritu bilateral de la alianza, tan presente a Dios y alpueblo de Israel. Para comprender esto conviene preguntarse de qumanera un comportamiento puede hacerse halkico. Hay cuatromodos principales: cuando se trata de un comportamiento ya antiguoy basado en el minhag ("costumbre": cf M. B. Mes. 7,1); cuando estgarantizado por autoridades reconocidas (dibr soferim, "palabras delos escribas"); cuando est apoyado en una prueba escrita adecuada,

    y, finalmente, cuando es votado por mayora en una asambleacompetente (sanedrn o academia rabnica: cf B. B.Mes. 59b; B.Sanh. 3b; B. Hul. 1la). A propsito de este ltimo punto, un pasajetalmdico narra que R. Eliezer ben Hircanus (finales del siglo I d.C.)no logr que prevaleciera su punto de vista, a pesar de tener en favordel mismo milagros asombrosos y hasta la aprobacin de una vozcelestial (bgt ql, lit. "hija de una voz"), puesto que la mayor parte delos doctores opinaban en contra: "La trah se nos dio en el Sina. Nohay que dar peso a las voces celestiales". En efecto, la trah dice:"Debis decidir por mayora", segn una interpretacin rabnica de Ex23,2 (B. B. Mes. 59b). No existen ya ms voces del cielo quemodifiquen la trah sinatica, guardada y practicada en la tierra porlos hijos de Israel ("el mandamiento que hoy te doy... no est en elcielo", Dt 30,2); desde entonces, la ley (que habla el lenguaje de loshombres, cf B. B. Mes. 31b) se confi a manos humanas, que han desacar de all las normas de comportamiento y de santificacin paratodas las circunstancias de la vida.

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    Transmisin, estudio, debate, decisin, ejecucin son los trminos dereferencia esenciales y peculiares para comprender la halakah. La"cadena de la transmisin" (salselet haqabbalah) es la garantapermanente de la posibilidad de continuar alimentndose en la fuentede la revelacin: "Moiss recibi la trah en el Sina y se la transmitia Josu, y Josu a los ancianos, y los ancianos a los profetas, y losprofetas la transmitieron a los hombres de la gran asamblea(interpretada por la tradicin rabnica como un rgano deliberativoque comenz en la poca de Esdras)" ('Abt 1,1; esta mismaterminologa aparece en Pablo, cf 1Cor 11,23; 15,3).

    Qu se entiende exactamente por transmisin de la trah?Nosetrata slo del texto escrito, sino tambin desde la poca de Esdrasde una abundante serie de interpretaciones dirigidas a salvaguardarlos preceptos, especificndolos y extendindolos, y a erigir como seexpresa la tradicin un seto (seyag) en torno a la trah ('Abt 1,2).

    Por ejemplo, la mencionada prohibicin de cocer el cabrito en la lechematerna (cf x 23,19; 34,26; Dt 14,21) se convierte, en virtud de eseseto erigido a su alrededor por generaciones y generaciones dedoctores, en la prohibicin de toda forma de contaminacin entre lacarne y los productos lcteos, norma que sigue todava en vigor en lacocina kaser(ritualmente pura). Los 613 preceptos de la trahrepresentan la totalidad: tal es el valor que se da a su divisin en 365preceptos negativos (uno para cada da del ao) y los 248 positivos(en correspondencia con el nmero de miembros del cuerpo humano:

    cf B.Mak.23b). Sin embargo, para llegar a ser realmente modelonico y significativo para todas las circunstancias de la vida, la trahno slo ha de ser estudiada y meditada, sino tambin "dilatada", esdecir, aplicada, a travs de la interpretacin, a las circunstanciascontinuamente cambiantes de la vida.

    No por esto se abandona la conviccin de que la trah ha sidorevelada en su integridad y que nada de ella "se qued en el cielo" (cfla interpretacin de Dt 30,12 que se da en Dt Rab. 8,6); en efecto, seconsidera que en ella estn contenidas en germen todas sus

    interpretaciones posteriores, perpetuamente ligadas a su origen poruna especie de cordn umbilical (y es precisamente en estedeshilvanarse de la palabra donde encontraremos algunas de lasformas tpicas de la literatura rabnica, el midras yla codificacin dela trah oral realizada por la Misnah).

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    Un primer grupo de interpretaciones como ya hemos tenido ocasinde decir se encuentra dentro de la misma Escritura, y estrepresentado por los profetas y los hagigrafos. Precisamente en estesentido hay que entender los pasajes segn los cuales "los profetas ylos hagigrafos son la trah"(Tanh., ed. Buber, 10a; 124a-b; Midras"a los Sal 78,1,172b); lo son en cuanto que, como "palabras de latradicin", interpretan autorizada e inesperadamente el texto,hacindose as momentos de un mismo proceso de revelacin, y poreso mismo modelos de interpretacin.

    2. EL "MIDRAS" HALKICO COMO EXPLICACIN DE LA "TRAH". Otrogrupo de "interpretaciones" de la trah es el que forma el midras (sloen un segundo momento habr midrasm dedicados tambin a otraspartes de la Escritura). El midras (de la raz drs, "buscar") se derivade la incansable actividad de investigacin y de anlisis del textorevelado que llev a cabo el pueblo primognito de Dios. Este

    trmino, en su conjunto, indica la tradicional t hermenutica bblica,cuyos primeros ejemplos se encuentran, como hemos indicado,dentro de la misma Miqra'. En efecto, si el sustantivo midras sloaparece dos veces en la Biblia (2Crn 13,22; 24,27) para referirse afuentes del cronista que nosotros no podemos precisar, sus formasverbales son de uso bastante frecuente, tanto para referirse a labsqueda de Dios en el culto y en la oracin (cf Dt 2,5; Am 5,4; Sal34,5; 69,33; 105,2; 2Crn 1,5; etc.), como para referirse a lainvestigacin sobre la Escritura, uso ste que es cada vez ms

    frecuente despus del destierro (cf Is 34,16; Sal 119; 45; 94; 1Crn28,8, etc.). En la Escritura aparecen tambin las primeras figuras deldarsan, investigador y escudriador de los textos sagrados: Esdras(Esd 7,10) o Ben Sir (cf Si 24,22-24; pero el Si es un textodeuterocannico). El darsan, intrprete de la Escritura y ante todo dela trah (figura que existe tambin en Qumrn, cf 1QS 6,6-7; CD 6,7y 7,18), acta normalmente en dos ambientes fundamentales: en lasinagoga como "predicador" (cuando, especialmente de modohaggdico, comenta lasparast ylas haftart) yen el bet ha-midras(que suele traducirse "casa de estudio", pero que sera mejor traducircomo "casa de investigacin, de explicacin"; el trmino aparece porprimera vez en Si 51,23, traducido por los LXX con oikospaideas). Enel bet ha-midras el maestro y los alumnos se dedicaban a discernir lasEscrituras, prestando sobre todo atencin a la dimensin prctica delacto y de las condiciones que podan hacerlo santificante y fcil derecordar. Esta actividad de estudio y de interpretacin fueconsiderada tan importante que, segn ciertas posiciones

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    tradicionales, la santidad del bet ha-midras era superior a la de lamisma sinagoga.

    En la literatura rabnica el trmino midras indica ante todo unaexplicacin de la Escritura (cf P. Yoma 40c; B. Qidd. 49a-b; Gn Rab.42,1; etc.). A diferencia de la exgesis literal (llamadaposteriormente, a partir de Rassi, siglo xi,pesat), el midras va en

    busca del espritu de las Escrituras, intentando mantenerlas, dentrode la variacin continua de las circunstancias, como punto dereferencia permanente (cf B. Yoma 69b). Por eso el midras especuliar de Israel, precisamente por la fe en una revelacin confiada aunos textos sagrados inmutables, pero que tienen que seguirhablando en diversas circunstancias. "Mientras haya un pueblo deDios que considere la Biblia como palabra viva de Dios, siempre habrmidras, aunque cambien el nombre" (R. Bloch, DBS V, 1266).Tampoco en este caso la unicidad de Israel se distingue de su

    primogenitura.

    Precisamente en virtud de esta adhesin al texto, la hermenuticapropia del midras, incluso cuando se orienta hacia el acto, hacia laejecucin de los preceptos, se inscribe por completo en el mundo dela palabra. El Talmudindica la obra de dilatacin fiel que realiza eldarsan comparando, sobre la base de un pasaje de Jer (23,29), laexgesis con la obra del martillo que golpea la roca haciendo saltar deella un montn de chispas (B. Sabb. 88b). La exgesis comienzasiempre relacionando el pasaje que se comenta con otros trozos deltexto revelado (la Escritura comentada por la Escritura), no a partirde una especie de proceso lgico de tipo inductivo o deductivo, sinosobre una analoga puramente lingstica. Las reglas hermenuticascodificadas (middt) gravitan todas ellas sobre el mundo de lapalabra, relacionando los trminos sobre la base del sonido, de la razcomn, de la simple igualdad verbal (disposicin igual gezerahsawah de R. Hillel), o bien considerando las letras de una palabracomo ncleo productiva de otras palabras (notariqon, acrstico), obien segn otras reglas por el estilo (32 en la codificacin ms amplia

    y tarda de R. Eliezer, finales del siglo 11 d.C.).

    El estudio y el anlisis de la trah tiene fundamentalmente dosobjetivos: el desarrollo de la halakah yla exgesis homiltica. Laprimera, que afecta a la parte normativa de la trah, se desarrollasobre todo en las "casas de estudio", y la segunda sobre todo en laactividad homiltica sinagogal (cf Mt 13,54). As se produjeron dos

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    tipos de midrasim: el midraihalkico y el midrs haggdico (sobre elque volveremos a continuacin). Gradualmente se lleg a unacodificacin escrita de toda esta infatigable actividad interpretativadel texto revelado. Surgieron as varios grupos de midrasim, los msantiguos de los cuales (que se remontan en su redaccin actual a lossiglos II-III d.C.) son eminentemente de carcter halkico. Losprincipales son la Mekilta (lit. "medida", siglo II d.C.) de R. Isma`elsobre la parte preceptiva del Ex(que contiene adems abundantematerial haggdico); las Sifre ("los libros") sobre Nm y Dt,elaborados por la escuela de R. Isma`el, y la Sifra ("el libro") sobreLev, perteneciente a la escuela de R. `Agibah.

    ESCRITURA/TRADICION: 3. LA "TRAH" ORAL. El proceso deespecificacin y aplicacin de la nica e inmutable trah,junto a laactividad de investigacin del texto escrito, se manifest de otraforma fundamental. Adems de la trah escrita (trah se-bi-ketab)

    existe la trah oral (trah se-be-`al peh). Para la tradicin rabnica setrata de dos aspectos de una nica revelacin y sealan, desdediversos puntos de vista, el momento ms alto de vinculacin entrelas interpretaciones y su origen. La posicin tradicional estexpresada con gran claridad por el comentador medieval R. Yonahben Abraham (siglo xiii): "Est escrito: `Te dar dos tablas de piedra,la trah yla miswah' (Ex24,12); la trah se refiere a la trah escrita,la miswah se refiere a la trah oral. Por eso todos los mandamientosse le dieron a Moiss en el Sina con su interpretacin: lo que est

    escrito se llama trah escrita; la interpretacin (que la acompaa) sellama trah oral", as que slo gracias a esta ltima "podemos conocerel verdadero significado de la trah escrita" (Sime'on ben ZemahDuran, siglos xiv-xv).

    La trah se-be-`al peh, al principio, no es ms que la primerainterpretacin indispensable de la trah escrita (K. Hruby, DSAMVIII,1529). Si desde el punto de vista de la dignidad, la trah escritaes superior a la oral, desde el punto de vista de la aplicacin cotidianahay que seguir ms bien los dictmenes de esta ltima (cf M. Soferim

    15,6), debido a su capacidad de ser transmitida, discutida, renovada,enriquecida, hasta el punto de hacer posible partir directamente delas interpretaciones y no de una referencia explcita a un versculo dela Escritura (lo cual constituye una de las diferencias formales entre elmidras yla Misnah). En efecto, si la trah escrita contiene el kelal(principio general), la oral contiene elperal(detalle).

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    Pero el trmino "enriquecimiento" debe entenderse en una acepcinmuy especial. Aunque todo, absolutamente todo, ha sido revelado (cfB. Ber. 5a), segn la opinin de los maestros la trah se-be`al peh nose ha conservado en su integridad y pureza original. Sin embargo,justamente esta aparente fragilidad la hace indispensable para quiendesee caminar diariamente por la senda de la trah. En efecto, esprecisamente esta transmisin no automtica, esta integridad noasegurada de forma definitiva, la que mantiene abierta la trah oral,la que hace que necesite una continua renovacin y la que capacita alque se confa a ella para devanar la inagotable madeja de la palabra,sacando fuera lo mismo que el escriba del evangelio instruido en elreino cosas nuevas y cosas viejas (cf Mt 13,52). Por eso se llega adecir: ms que a las palabras de la trah escrita hay que dar odos alas de los soferim (cf Nm Rab. 14,4); no ya por su dignidad(infinitamente menor), sino en virtud de su capacidad de hacerpenetrar en el da de hoy aquellas antiguas palabras inagotables.

    a) La "Misnah". La trah oral (interpretacin autntica de la escrita)fue considerada por Israel como su herencia particularsima, que lodistingue y lo santifica (el trmino qads, santo, en su sentido originalquiere decir distinguir, separar) respecto a las naciones (cf Ex Rab.14,10; Tanh., ed. Buber, 5b; Nm Rab. 14,10; Pesiq. R. 14b; etc.),hacindose as sede primaria del pacto (cf B. Git. 60b; no se puedenegar que, a partir de los primeros siglos de nuestra era, hay en ellouna referencia polmica a la pretensin cristiana de poseer la

    interpretacin autntica de la trah). Probablemente por este motivohubo una fuerte resistencia a poner por escrito la trah oral; sinembargo, al final, cuando la presin de los acontecimientos (elfracaso de las rebeliones del 70 y del 135 d.C.) puso en peligro elmantenimiento de este preciossimo patrimonio, se decidi que eramejor transgredir la trah que olvidarla (cf B. Tem. 14b; Ghit. 60b).As es como se form la Misnah.

    El trmino misnah se deriva de la raz snh (de donde se derivatambin la palabra sanah, ao), que significa repetir y tambin

    estudiar algo oralmente. Tiene varios significados vinculados entre s,para indicar bien el contenido de la tradicin oral tal como sedesarroll hasta finales del siglo II d.C., o bien el conjunto de lasenseanzas de los diversos doctores que actuaron hasta aquellapoca, llamados tanna'im (del arameo teni, tena', transmitiroralmente, estudiar, ensear), o bien y es ste el significado mscomn la codificacin de todo el material precedente realizada por

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    R. Yehudah ha-Nasi, siglos II-III d.C. (aunque existan redaccionesorales anteriores: una de R. Meir, otra de R. `Agibah y quiz otraanterior, de los tiempos de R. Hillel y R. Sammay, siglo 1 a.C.). LaMisnah est escrita en hebreo y se subdivide en seis "rdenes"(seda-rim): 1) Zera`im (semillas); 2) Mo`ed (fiestas); 3) Nasim (mujeres);4) Neziqim (daos); 5) Qodasim (cosas sagradas); 6) Tohrt(pureza, eufemsticamente por tum t, "lo que hace ritualmenteimpuro"). Cada sederse divide en varios tratados (masseket) queforman un total de 63; cada tratado se divide en captulos (pereq), ycada captulo en secciones o prrafos legales.

    Es importante subrayar que esta codificacin no representa ni muchomenos una enciclopedia en sentido sistemtico; es sustancialmente elresumen de una serie muy densa de decisiones de los maestrostannatas. Por lo dems, esta caracterstica es comn a toda forma detranscripcin de la actividad de los rabinos y de los doctores antiguos;

    en efecto, los trminos como misnah o midras (yotros como talmudy gemara, de los que luego hablaremos) se derivan todos ellos deverbos que indican laprctica de la enseanza, del estudio, de larepeticin, etc., no ya una sistematizacin programtica y reunida delsaber (enciclopedia, de enkyklios paidea).

    b) El "Talmud". La codificacin de Yehudah ha-Nasi no contiene todaslas tradiciones orales elaboradas hasta entonces. La parte de laenseanza tannatica no incluida en la Misnah, pero destinada acontinuacin a ser incluida en el Talmud yen los midrasim halkicos,se llama Baraita (o en plural Baraitt, lit. "externo"); otra parte de laenseanza fue recogida en el siglo iii d.C. en la Tosefta (de la raz ysf,aadir), corpus destinado a permanecer aparte y desprovisto de valorcannico.

    La Misnah fue a su vez estudiada, comentada, discutida tanto enPalestina como en el asentamiento ms importante de la dispora,Babilonia. Esta actividad dio lugar al Talmud(de la raz Imd,estudiar), constituido por el conjunto de la Misnah y de la Gemara (de

    la raz gmr, completar). Por Gemara se entiende el conjunto de lasdiscusiones para comentar muchos tratados de la Misnah, realizadopor los doctores llamados 'amora'im (lit. "hablantes", "intrpretes", dela raz 'mr, hablar). Del Talmudexisten dos versiones: una palestina yotra babilnica. La primera, llamada Talmud Yerusalmi("Talmud deJerusaln") o palestino, es fruto de la actividad de las academias deCesarea, Sforis y Lidda, y se remonta a mediados del siglo iv o

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    comienzos del v d.C. La Gemara (escrita en arameo occidental)discute los cuatro primeros rdenes de la Misnah, ms un tratado delorden sexto, con un total de 39 tratados. En la tradicin judaposterior su valor y su difusin fueron muy inferiores respecto a losdel Talmudde Babilonia (ocho veces ms extenso).

    El Talmud Babli(de Babilonia) es fruto de la actividad de doctores

    amorreos que se fueron sucediendo en las academias de Sura, PumBeditha y Nehardea. La Gemara (escrita en arameo oriental) seextiende por 36 tratados y medio de la Misnah; quedsustancialmente completada a finales del siglo v d.C.; susistematizacin textual definitiva se remonta, sin embargo, a losdoctores llamados sabora' im (de la raz sbr, emitir opiniones) queactuaron en los siglos VI-VIII d.C.

    Las dimensiones proverbialmente infinitas del Talmudde Babilonia

    (normalmente ocupa unos 20 volmenes, con un total de unas 6.000pginas) no lo convierten en una codificacin universal definitiva(entre otras cosas, como hemos visto, ni siquiera abarca todos lostratados de la Misnah); al contrario, su amplitud se derivaprecisamente de su naturaleza no definitiva. No es una casualidad elhecho de que todo el proceso talmdico est puesto bajo el signo deun continuo discutir, que de buen grado pasa en pocas lneas de untema a otro aparentemente muy lejano del primero. De ah que, juntoal inters halkico predominante, en las pginas talmdicas seencuentra abundante material haggdico; por eso a lo largo de lossiglos el Talmudfue a su vez discutido y comentado (entre todos losdems, es clebre el comentario de Ragi).

    IV. LA "TRAH" COMO NARRACIN. Los mandamientos no tienenvalidez intrnseca; su fundamento se encuentra siempre y slo en lalibre voluntad divina. La validez de los preceptos encuentra su origenen la voluntad del Seor, que hizo salir a su pueblo de Egipto (cf Ex20,2; Dt 5,6). Y es precisamente a este suceso liberador pascual alque hay que referirse cuando se habla de las "instrucciones,

    prescripciones y decretos" que regulan la vida del judo (cf Dt 6,20-21). La liberacin de Egipto se coloca en el origen mismo del serjudo; por eso hay que transmitir su relato para seguir identificndosecon ella.

    1. LA "HAGGADAH". "Ese da contars (we-higgadta) a tus hijos lasalida de Egipto" (Ex 13,8), se lee en el pasaje bblico que prescribe

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    el uso de los cimos. Este versculo que ordena narrar las obras delSeor debe considerarse como una de las matrices de la palabrahaggadah (en arameo 'aggadah; de la forma hifil, de la raz ngd,contar o anunciar, como en Is 42,9; 66,19; Sal 22,32; etc.). Eltrmino en su significado ms amplio indica cualquier interpretacinescritural de carcter no halkico. El proceso de formacin de lahaggadah tiene su origen en la obra de estudio de las pginas de laEscritura realizada por el darsan: l busca; la palabra de la Escritura,al responderle, expresa, cuenta (maggid) algo que va ms all delsignificado inmediato expresado por el texto. La tradicin, parareferirse a este momento de "apertura" de la palabra, empleaprecisamente la locucin maggid hakatb ("la Escritura quiere decir,indica").

    A veces la urgencia de que responda el venerable e inmutable textoes tan grande que se llega incluso a modificarlo (es clebre, entre

    otros, el ejemplo sacado de una baraita puesta como apndice a los'Abt 6,2: no leer hart, esculpido, sino hert, libertad: cf Ex 32,16).La antigua lucha de Jacob-Israel con Dios (cf Gn 32,23-33) setransforma en la lucha del darsan con el texto. Una urgenciasemejante se puede encontrar tambin en Jess cuando, haciendo unmidras haggdico, explic (dirmneusen: Lc 24,27), cont y abri(dinoighen: Lc 24,32) la Escritura a los discpulos de Emas.

    La haggadah representa el estudio continuo de un texto en el que seencuentra el secreto de los propios orgenes, y que por eso tiene quecontinuar acompaando a la vida del pueblo. Este sentido est muypresente en la haggadah ms conocida de todas, la Haggadah selPesah (la narracin de pascua), es decir, el texto de la liturgiadomstica de la cena pascual (en hebreo, seder). Encuentra suselementos iniciales en un midras (quiz antiqusimo, siglos IV-IIIa.C.) a Dt 26,5-8 (cf Sifre a Dt 301). El ncleo inicial fue englobadoms tarde en la liturgia de la cena pascual, convertida en punto fuertedel proceso de identificacin de cada judo con la historia de conjuntode su pueblo: "Cada uno debe considerarse a s mismo como si

    hubiera salido de Egipto". La haggadah de pascua representa as ellugar privilegiado del memorial (zikkarn: cf Ex 12,14). No puedeignorarse la importancia del hecho de que los sinpticos coloquen lainstitucin de la eucarista precisamente en el curso de un seder(cfMt 26,17-19; Mc 14,12-25; Lc 22,7-20).

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    Si la halakah expresa la profunda conviccin juda de que no se puedemencionar el nombre de Dios y que el nico modo de conocerlo esponer en prctica su palabra, la haggadah expresa la exigenciaigualmente insoslayable de contemplar el rostro de Dios, de saber"dnde est Dios" (cf Sal 42,3-4). Dios est en sus mandamientos,pero tambin en las obras que ha realizado y en el texto y el puebloque las narran; y son precisamente estos dos ltimos los puntos dereferencia de la haggadah. Ya en los profetas y en los hagigrafos seencuentran narraciones en las que el pueblo toma conciencia de smismo (tambin de las culpas de las que arrepentirse)confrontndose con las grandes obras de Dios en el pasado.Encontramos un ejemplo fundamental en Neh 9,5-36, perfectomodelo de renarracin de sucesos bblicos, esto es, de obras de Dios,realizada a travs de una reproposicin entramada de pasajesbblicos; pasaje tanto ms significativo cuanto que se lo pone encontinuidad con un acto litrgico de proclamacin de la trah (Neh

    8,5-10; 9,1-4). Una renarracin anloga, ms dramtica y simblica,es la historia de la "esposa infiel del Seor", de Ez 16. Otro granejemplo, entre muchos, lo constituye el Sal 78 (ejemplos parecidos seencuentran tambin en textos deuterocannicos: cf Si 44-50; Sab 10-12; 16-19).

    La haggadah pone el acento en la presencia y en el obrar de Dios;quiz por esto llega incluso a considerar a Dios mismo sujeto a lasprescripciones de la trah (ya atribuirle el uso del manto de oracin,

    talled: cf. B. Rol Hal. 17b; Tanh., ed. Buber, 46a; y de las filacterias:cf B. Ber. 6a); y, al mismo tiempo, a verlo como modelo del obrar delhombre: "seguir al Seor" (cf Dt 13,5) significa realmente imitar susobras (cf B. Sota 14a). Otro tema haggdico importante se encuentraen la exaltacin de la presencia divina en el mundo, tal como semanifiesta en la amplsima y profundsima reflexin sobre la sekinah(de la raz skn, morar), la "morada" de Dios entre los hombres, quesigue a su pueblo incluso en el destierro (cf Lam Rab. 1,33a a 1,6;Sifre Nm 1,1b; 161,62b-63a; etc.).

    El conjunto de los escritos haggdicos no siempre sigui estando tanestrechamente anclado en el texto bblico; con el tiempo se hizo mslibre y confluyeron en l varios elementos incluso de naturalezamtico-legendaria; sin embargo, en el fondo, el significado de lahaggadah es el que se expresa en la siguiente definicin justamenteclsica, segn la cual es "narratio, enarratio, historia, jucunda etsubtilis, discursus historicus aut theologicus de aliquo loco Scripturae,

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    animum lectoris attrahens" (J. Buxtorf, Lexicon chaldaicum,talmudicum et rabbinicum II, 658). Cuando uno est en el destierro(y quin no lo est?), junto a la norma necesita or palabras queatraigan su nimo, palabras de "bendicin y consuelo", es decir,palabras de haggadah (cf Cant. Rab. 2,14).

    2. EL "MIDRAS" HAGGDICO.

    Como ya hemos sealado, una parte del material haggdico seencuentra tambin en la Misnah (cf en particular el tratado 'Abt) yen el Talmud; pero la mayor parte del mismo se encuentra en elvastsimo corpus de los midrasim haggdicos. El origen de estosmidrasim revela con frecuencia su estrecho vnculo con la actividadsinagogal. Entre los ms importantes hay que citar: Gn y Lev Rabb,Pesiqta` de Rab Kahana (sobre las haftartprofticas que se leen lossbados y en las grandes fiestas), que se remontan al perodo

    talmdico. Todos los dems midrasim del ciclo Rabb, es decir"grande" (a Ex, Nm, Dt y a los "cinco rollos" los nicos Hagigrafosque se leen ntegramente en la sinagoga Cant, Rut, Lam, Qo, Est),as como el Midras Tanhuma (sobre lasparasrde la trah) ylaPesiqta` Rabbati (sobre las haftartprofticas), pertenecen, en suredaccin definitiva, a la baja Edad Media.

    V. "TRAH" Y TRADUCCIN. Poder sacar de la lectura de la Bibliala savia de la vitalidad religiosa de todo un pueblo supone lacomprensin del texto. A partir del destierro de Babilonia la lenguahablada por el pueblo no es ya la lengua en que se escribi el texto.Se trata de una situacin, como se sabe, propia no slo del judasmo.Por un lado est la necesidad (advertida fuertemente por la tradicinjuda) de conservar el texto ante todo la trahen suinmutabilidad lexicogrfica; por otro lado est la exigencia de laasamblea de comprender todo lo que es proclamado. Parecen abrirseentonces slo dos caminos: seguir proclamando el texto sagrado ensu versin original o, por el contrario, servirse de una traduccin.Pues bien, Israel quiz ya a partir del siglo v a.C. tom por un

    largo tiempo un camino que no se identifica por completo con ningunade estas dos alternativas, o mejor dicho, que se identifica en ciertamedida con las dos: el camino del targum.

    EL "TARGUM". El trmino targum en su origen significa simplemente"traduccin" en el sentido ms ordinario de la palabra (cf Esd 4,7). Ensu uso especfico, sin embargo, indica la versin-parfrasis del texto

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    sagrado realizada en el curso de las reuniones sinagogales. Segn unpasaje talmdico (probablemente fidedigno en el plano histrico), elejemplo ms antiguo de targum se remontara tambin a la granproclamacin de la trah realizada por Esdras. Segn estainterpretacin (cf B. Meg. 3a), "leyeron el libro de la trah porsecciones"'(mefroras, la misma raz queparasah: Neh 8,8) se refiereal texto hebreo; "explicando su significado" (ibid.) alude, por elcontrario, a la traduccin al arameo, la lengua que hablaba entoncesel pueblo. El targum nacera justamente en el mismo tiempo en quela trah se pone directamente en el centro de la vida juda.

    No se abandona ni el texto ni su lengua, sino que la comprensin porparte de la asamblea se confa a una versin-interpretacin en lenguaaramea. De esta manera junto al lector se encontraba el traductor(meturgeman), cuya actividad estaba regulada por normas muyconcretas. En el caso de la trah, despus de cada versculo se daba

    inmediatamente la traduccin sin saltarse ningn pasaje (cf M. Meg.4,4; sin embargo, algunos trozos tenan que ser ledos en hebreo,pero sin traducir: Gn 35,22; x 32,21-25; Nm 6,24-26). En el casode los Profetas, cuya dignidad era menor, antes de traducirlos se leantres versculos cada vez. El traductor tena prohibido usar un textoescrito o mirar el texto que tena que traducir; en efecto, tena quepalparse claramente la diferencia entre la traduccin y el original, elnico que gozaba de pleno carcter sacral. Precisamente estapreocupacin resulta manifiesta en una mxima aparentemente

    paralizante (que se remonta al siglo II d.C.), dirigida a regular laactividad del targumista: "El que traduce de forma absolutamenteliteral es un falsificador; el que aade algo es un blasfemo" (T. Meg.4,41; B. Qidd. 49a). Es imposible sustituir el texto; toda versin debeexperimentarse como "otra cosa", porque slo as puede permaneceren espritu slidamente anclada en l.

    Resulta entonces comprensible por qu las versiones targmicas noson nunca, ni siquiera en los casos ms literales, simplestraducciones, sino siempre una "traduccin-interpretacin" (y esto

    mismo vale digmoslo incidentalmente para la versin griega delos LXX, que no es ciertamente una traduccin literal), a veces muylibre, pero nunca arbitraria, ya que est slidamente ligada a loscnones de la tradicin. El targum puede parecer, a veces,estrechamente emparentado con el midraJhaggdico. Los dos hannacido en contacto con la actividad sinagogal como forma deexplicacin del texto, los dos eran originalmente actividades orales,

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    los dos llegaron a tener una codificacin escrita. Sin embargo, existendiferencias decisivas. El targum es siempre una traduccin, por muylibre que sea; por eso no abre nunca su versin-comentariorelacionando el pasaje que afronta con otro versculo bblico, comohace, por el contrario, el midras, que encuentra su propio nervio enesta densa serie de referencias. Las posibles relaciones, aunquerealizadas segn ciertas reglas, son casi inagotables; por eso en elmidras se van siguiendo unas a otras las diversas interpretacionespropuestas por los varios doctores. La confrontacin dialgica de losdiversos intrpretes resulta as perfectamente homognea con laconfrontacin de la Biblia consigo misma, realizada por lacomparacin de una infinidad de versculos. Pero en el targum no haynada de esto, sino que, aun adoptando especialmente en lasversiones palestinas, que son menos literales que las babilnicasunos mtodos de interpretacin parecidos a los del midras, traduce einterpreta el texto siguiendo su estructura original.

    Ya hemos tenido ocasin de sealar cmo se fue llegandoprogresivamente a una redaccin por escrito del corpus targmico.Sus articulaciones pueden esquematizarse de la siguiente manera: I.Targum al Pentateuco: 1. Onqelos (babilonio); 2. Pseudo-Jonatn(palestino); 3. Versiones palestinas: a) fragmentarias; b) fragmentosencontrados en la Geniza (lugar donde se dejan los textos fuera deuso) de una sinagoga de El Cairo; c) Nefiti (targum completo alPentateuco, descubierto en 1956 en la Biblioteca Vaticana por A. Dez

    Macho). II. Targum a los profetas: 1. Jonatn ben Uziel (babilonio);2. Fragmentos palestinos. III. Targum a los hagigrafos.

    En definitiva, todava hoy poseemos una o varias versionestargmicas de cada libro de la Biblia hebrea (excepto Daniel y Esdras-Nehemas). Toda la literatura targmica es annima. En efecto, lasatribuciones hechas por el Talmud(cf B. Meh. 3a) al proslito Onqelosy a Jonatn ben Uziel no son histricamente fiables, ya que estosnombres son respectivamente la transliteracin y la traduccin de losnombres de dos autores conocidos de traducciones griegas del AT,

    Aquila (Onqelos) y Teodocin (Jonatn: "dado por el Seor"). Entrelos manuscritos de Qumrn se encuentran algunos targumim de partedel Lev y de Job (el Targum ms antiguo que ha llegado a nosotros,del siglo 1 a.C.). La sistematizacin actual de la mayor parte de lostextos targmicos se remonta, sin embargo, slo al siglo v.

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    VI. EJEMPLOS. Creemos conveniente terminar nuestra exposicincon algunos ejemplos de la manera con que un texto bblicodeterminado es tratado en las diversas formas de lectura que hemosexaminado. Tomemos los dos siguientes versculos del Gnesis: "Dioscre al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cre, macho yhembra los cre. Dios los bendijo y les dijo: `Sed fecundos ymultiplicaos, poblad la tierra y sometedla; dominad sobre los pecesdel mar, las aves del cielo y cuantos animales se mueven sobre latierra'" (1,27-28).

    1. EJEMPLO HALKICO. Recordemos ante todo que el "sed fecundos ymultiplicaos" (per u-reb) es computado generalmente entre los 613preceptos de la trah, como se desprende del Libro de los preceptosde Maimnides, que lo pone en el lugar 212, entre las 248 miswtpositivas.

    En el captulo VI del tratado de las Yebamt, que abre el tercer"orden" (Nasim) de la Misnah, se lee: "Un hombre no se abstendrdel deber de ser fecundo y de multiplicarse (periah u-rebiah), a no serque tenga ya hijos". La Gemara comenta as: "Esto supone que, sitiene hijos, puede abstenerse del deber de la propagacin de laespecie, pero no del de vivir con una mujer. Esto est avalado por laafirmacin de R. Nahman hecha en nombre de Semu`el, de queaunque un hombre tenga ya muchos hijos, no debe permanecer sinmujer, puesto que se dice en la Escritura: `No es bueno que elhombre est solo' (Gn 2,18). Otros leen: `Si tiene hijos, puedeabstenerse del deber de la propagacin de la especie y tambin del devivir con una mujer'. Puede decirse que esto representa una objecincontra la afirmacin de R. Nahman, hecha en nombre de Semu`el?No. Si tiene hijos, puede casarse con una mujer incapaz deengendrar. Cul es la diferencia prctica? [Respecto al deber decasarse, dado que en ningn caso debe permanecer solo.] Sobre laventa del rollo de la trah por amor a los hijos [Slo un hombre queno tiene hijos debe vender ese objeto precioso, si por medio de ellose pone en disposicin de casarse con una mujer capaz de engendrar.

    Si tiene hijos, esa venta est prohibida, y debe contraer unmatrimonio menos costoso con una mujer anciana o estril]" (B. Yeb.61b).

    La discusin halkica, como siempre, se dirige por completo a laejecucin del acto o a la indicacin de todos los casos posibles en queha de aplicarse la prescripcin.

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    2. EJEMPLO HAGGDICO. "R. Abbahu dijo: `El Santo, bendito sea,tom la copa de la bendicin (la bendicin sobre el vino es la primerade las bendiciones nupciales) y los bendijo (a Adn y Eva). Miguel yGabriel eran los padrinos de Adn'. Dijo R. Simlay: `Encontramos queel Santo, bendito sea, bendice a los esposos, adorna a las esposas,visita a los enfermos, sepulta a los muertos. De dnde se revela quebendice a los esposos? Y Dios los bendijo (Gn 1,28). De dnde queadorna a las esposas? El Seor form... (Gn 2,22). De dnde serevela que visita a los enfermos? Como est dicho: Luego el Seor sele apareci... (Gn 18,1: a Abrahn, que sufra por la circuncisin).De dnde que sepulta a los muertos? Y lo sepult en el valle... (Dt34,6)"' (Gn Rab. 8,13).

    El protagonista es siempre el Santo, bendito sea, de quien lahaggadah quiere indicar que est siempre relacionado con la vida desus hijos.

    3. EJEMPLO TARGMICO. El Tg. Onq. ofrece de este pasaje unaversin literal. Es distinto el caso de Tg. Neof. y de Tg. Ps.-J.: elprimero aporta pequeas variantes, pero de ellas saltainmediatamente a la vista su importancia teolgica, mientras que elsegundo ampla decididamente el texto.

    Tg. Neof.: "Y la palabra del Seor cre al hijo del hombre, asemejanza de aspecto (qedem) del Seor los cre; macho ycompaera los cre. La gloria del Seor los bendijo y la palabra delSeor les dijo: Creced y multiplicaos y llenad la tierra y sometedla ydominad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo y sobre losanimales que se arrastran sobre la tierra".

    Tg. Ps.-J.: "Y 'Elohim cre al hombre ('dm en arameo tiene unsignificado colectivo) a su semejanza, a imagen de 'Elohim lo cre,con 248 miembros (como el nmero de los preceptos positivos) y 365nervios (como el nmero de los preceptos negativos), y lo cubri depiel y lo llen de carne y sangre. Macho y hembra en su aspecto

    'Elohim los cre. 'Elohim los bendijo y 'Elohim les dijo: `Creced ymultiplicaos y llenad la tierra con hijos e hijas, y haceos poderosos enposesiones y tened dominio sobre los peces del mar y sobre las avesdel cielo y sobre todo animal reptil que se arrastra sobre la tierra' ".

    VII. CONCLUSIN. En las Orientaciones y sugerencias para laaplicacin de la declaracin conciliar "Nostra Aetate n. 4", publicadasen 1974 por la Comisin para las relaciones religiosas de la Iglesia

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    catlica con los judos, se lee: "... Es necesario, en particular, que loscristianos intenten comprender mejor los elementos fundamentalesde la tradicin religiosa juda y aprendan las caractersticas esencialescon que los mismos judos se definen a la luz de su realidad religiosaactual". Nuestro trabajo ha intentado atenerse precisamente a estaindicacin, cuyo ncleo esencial podra quiz sintetizarse en estafrase: escuchar a Israel. Esta expresin quiere indicar ante todo loque escuch Israel, es decir, la palabra que sale de la boca del Seor(cf Dt 6,4; 8,3), pero alude igualmente a la necesidad por parte delos cristianos de prestar atencin a la manera como esa palabra fueoda, transmitida, estudiada y puesta en prctica dentro de latradicin juda. Intentemos ahora recapitular los trminos esencialesde esta escucha.

    La escucha de la palabra se desarrolla en Israel sobre todo a lo largode tres grandes directrices: la halakah, la haggadah yla proclamacin

    litrgica sinagogal. En cada uno de estos casos es fundamental tenerpresente que es regla absoluta en Israel que todo lo que atae a larevelacin tiene que ser "recibido" dentro de un flujo que encuentrasu propio origen en el don sinatico de la trah (cf 'Abt 1,1). Estacadena abierta, que mira hacia el origen a travs de la recepcin yhacia el futuro mediante la transmisin, exige y consiente la actuacinde la palabra en el da de hoy. La savia vital que corre por las racesde la recepcin y por las hojas de la transmisin pasa a travs de laactuacin de la palabra en el da de hoy. Para comprender esta

    afirmacin hay que tener en cuenta por lo menos tres realidades. Enprimer lugarhay que reconocer la existencia de una homogeneidadentre transmisin de la palabra y transmisin de la vida degeneracin en generacin, por lo que la familia y el pueblo seconvierten en las coordenadas insustituibles de la existencia juda ytambin, en cierta medida, en las claves hermenuticas para lacomprensin de la palabra. En segundo lugarhay que tener presentela necesidad de vincular ntimamente cada interpretacin, cadacomentario, cada deduccin, cada norma, cada aplicacin con larevelacin, lo cual se ha manifestado sobre todo en el reconocimientode la existencia de una trah oral (trah se-be-`al peh) al lado de latrah escrita (trah se-bi-ketab). Yslo en el mbito de estacontinuidad es donde se comprende por qu es obligado hablarsiempre en nombre del maestro de quien se ha recibido lainterpretacin. En efecto, "quien dice una palabra en nombre del quela dijo (antes de l = su maestro) lleva la redencin al mundo" ('Abt6,1). En tercer lugarhay que reconocer el papel decisivo atribuido a

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    la halakah, la norma dotada de autoridad que consiente la puesta enprctica concreta y diaria de la palabra.

    La halakah est dirigida a establecer una ntima, aunque ardua,compenetracin entre la palabra y la vida. En virtud de ella, cadamiembro del pueblo puede convertirse personalmente en el lugardonde la palabra encuentre su propia manifestacin. Expliqumoslo a

    travs de un ejemplo. La halakah prescribe a los que asisten a lamuerte de un judo que se rasguen el vestido. Por qu? El Talmudloexplica: "Cuando se ve morir a un hombre es como si se viera arderen llamas a un Sefer trah"(B. Sabb. 105b; B. Mo`ed Qat. 25a)."Aqu se dice expresamente que todo judo es un Sefer trah"(M.Gugenheim, La Bible au prsent, 47). Cuando la halakah se sacadirectamente de un texto bblico se est frente a un midras halkico;pero cuando se saca de la trah oral se mueve uno dentro de laMisnah o de sus comentarios, el Talmud.

    La revelacin no se comprende slo a travs de la ejecucin de lapalabra, sino tambin contando su contenido y yendo en busca de surespuesta y de su inagotable riqueza de significados: tal es el mbitoen que se mueve la haggadah. Sulema quiz pueda compendiarse enesta frase: "Entre las palabras de la trah no hay ninguna que seasemejante a otra" (T. `Ed. 1,1). El comentario nace siempre derelacionar entre s versculos de la Escritura y palabras de maestros, yello a partir de reglas precisas y codificadas, dirigidas, no a restringir,sino a favorecer la capacidad de investigacin y de bsqueda deldiscpulo inteligente (algo as como sucede, p.ej., para componermsica, utilizando y respetando las leyes de la armona). Siatendemos a la manera con que en el tiempo se ha ledo, discutido ytransmitido el texto, no hay ninguna palabra de la Escritura ni elmatiz ms leve de un texto del que no se puedan sacar profundossignificados. Por eso mismo no es ciertamente una casualidad que enel midras la vida del pueblo, vista como lugar de la obra de Dios,desempee un papel tan decisivo. Gracias al modo interpretativomidrsico tan particular, cada una de las partes del texto es como si

    concentrara dentro de s toda la historia de Israel.

    Para el targum podran hacerse consideraciones en cierta medidaanlogas. El targum surgi dentro de la proclamacin sinagogal de laEscritura. Se lea el texto segn su forma lxica inmutable; sutraduccin-interpretacin aramea (o sea, el targum) no pretende deningn modo sustituir el texto. Entra en la tradicin oral precisamente

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    por esta conciencia de saberse "distinto". Por este aspecto el targumse acerca al midras, con el que lo une tambin el empleo frecuentede las mismas reglas hermenuticas. Sin embargo, sigue siendodistinto de l en cuanto que no recurre ni a la acumulacin deversculos citados en su forma original ni apela al dilogo paralelo yestrecho entre las diversas y a veces contrarias interpretacionesde los distintos maestros. En esto el targum se muestra fiel a sunaturaleza primitiva, que lo relaciona con la proclamacin sinagogalde la Escritura. Vale la pena sealar un punto ulterior: la concienciade ser "distinto" del texto se refleja tambin en el empleo delocuciones particulares, especialmente al traducir pasajes donde semenciona a Dios o que hablan de su presencia en el mundo. Enefecto, en esos casos el targum recurre a trminos como "gloria","palabra", "morada" (sekinah). Estas expresiones remachan al propiotiempo la trascendencia de Dios, as como la del texto sagrado, elcual, al estar directamente inspirado por Dios, no tiene necesidad de

    estas cautelas lingsticas. El texto de la trah (por poner slo un parde ejemplos) puede realmente decir: "Y subi Dios por encima deAbrahn" (Gn 17,22), pero el Tg. Onq. tiene que traducir as: "Ysubi la gloria del Seor por encima de Abrahn"; de forma anloga,el pasaje "Y se arrepinti (wayyinnahem) el Seor de haber creado alhombre" (Gn 6,6) se traduce as en el Tg. Onq. y en el Ps.-J.: "Y searrepinti el Seor en su palabra de haber creado al hombre".

    No es tarea nuestra estudiar la influencia que han tenido en la

    formacin del NT los mtodos y los contenidos de la lectura hebreatradicional de la Escritura. Por eso nos limitaremos a recordar laconciencia cada vez mayor del papel importantsimo que han tenidolos elementos de la tradicin anteriormente expuestos (junto a otrasinfluencias que aqu no se tocan, cf en particular el helenismo deQumrn) en la elaboracin del NT. Como smbolo de todo ellotranscribimos un pasaje de las ya mencionadas Orientaciones ysugerencias..., que llama la atencin sobre el hecho de que Jess"utiliz mtodos de enseanza anlogos a los que usaban los rabinosde su poca". El esfuerzo que se ponga en comprender desde dentrolos modos con que la tradicin juda se autodefine puede resultarparticularmente precioso, precisamente por estar exento de todainstrumentalizacin, aunque sea con todas las cautelas necesarias deorden filolgico y crtico, para una comprensin ms profunda yautntica del NT.

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    Anteriormente [/ III,1] se record la expresin, atribuida a lospersonajes de la gran asamblea, segn la cual hay que erigir un seto(seyag) en torno a la trah. Partiendo de esta expresin, que seremonta seguramente a la poca precristiana, nos gustara intentarofrecer una indicacin-muestra, sumaria y embrional, de cmo puedeservir de ayuda para una mejor comprensin de algunos pasajesevanglicos. La advertencia de erigir un seto en torno a la trah diolugar (como se ha dicho) a un proceso segn el cual la opcin deacoger, guardar y poner en prctica los preceptos del Seor setradujo en la codificacin de una normativa destinada a formar unmuro protector en torno a la fructuosa via de los preceptos. Elversculo bblico varias veces repetido: "Guardad mis mandamientos",(Lev 18,30), se entiende como una invitacin a aadir "protecciones alo que yo te he dado como proteccin" (B. Yeb. 21a). Ya hemostenido ocasin de indicar cmo esta norma reforzaba, por ejemplo, laprescripcin bblica tan singular de no cocer el cabrito en la leche de

    la madre (Ex 23,19; 34,26; Dt 14,21) hasta llegar a prohibir todaforma de contaminacin entre la carne y los productos lcteos.

    Con todas las cautelas del caso intentemos sealar algunasperspectivas aplicables al NT. Jess, a pesar de seguirlos, no se ocupen su enseanza de los preceptos rituales o cultuales, sino que secentr en aquellos que, a falta de trminos mejores, llamaramosmorales. Pues bien, l levantaba realmente un seto en torno a estosltimos con una intensa y dramtica tensin ("Pero yo os digo": Mt

    5,21.28.32.34). No se trata slo de "no matar", sino incluso de noinsultar (Mt 5,21); no se trata slo de "no cometer adulterio", sino deno mirar siquiera con malos deseos (Mt 5,28) o de no repudiar (Mt5,32); no slo no hay que faltar al juramento, sino que ni siquierahay que jurar (Mt 5,33-34)... Tambin en la enseanza de Jess elcumplimiento integral de la trah supone ciertos aadidos. Aadir, noabolir; aadir para conservar: "No pensis que he venido a derogar laley y los profetas; no he venido a derogarla, sino a perfeccionarla(plersai)"(Mt 5,17).

    A travs de un conocimiento y de un estudio ms directo de latradicin juda aparece, por otra parte, una indicacin fundamental: elfuerte sentido de la palabra como lugar de revelacin, como lugar endonde habita la divina presencia. Este sentido no siempre se haprotegido y honrado adecuadamente en la investigacin histrico-crtica, mientras que, por el contrario, ha vuelto a surgirinesperadamente, aunque sea de forma profundamente distinta e

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    indirecta, en algunos filones de la reflexin filosfica y poticacontempornea.

    El libro ha nacido dentro de Israel, el hijo primognito (cfEx4,22), ylo sigue acompaando. Por tanto, nos parece justo concluir citandoestas palabras: "La Iglesia debe seguir siendo fiel a la disposicinsegn la cual la Biblia se la ha dado Dios no como un libro cado del

    cielo, que habra que confiar entonces a interpretacionesfundamentalistas, sino como libro de un pueblo y cuyo significadosolamente puede ser conocido a travs de la lectura que hace delmismo este pueblo" (B. Dupuy, en Sefer, n. 5, p. 9).

    VIII. APNDICE. INDICE DE LAS ABREVIATURAS DE LOS TEXTOSCLSICOS CITADOS.

    a) Tratados de la "Misnah". En el cuerpo de esta voz las diversas

    siglas van precedidas de algunas letras: M. indica Misnah, T., Tosefta;B., Talmud de Babilonia; P., Talmud palestino.

    'Abt Pirg 'AbtBer. BeraktB. Mes. Baba Mes'aB. Qam. Baba Qamma`Ed. `EduyytGit. GittinHul. HullinMak. MakktMeg. MegillahMo`ed Qat. Mo`ed QatanNid. NiddahQidd. Qiddus"inRol Has. Rol Hallana

    Sanh. SanhedrinSabb. SabbatSota SotaTem. TemuraYeb. YebamtYoma Yoma (= Kippurim)

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    b) "Midras"Cant Rab. Cantar de los Cantares

    RabbDt Rab. Deuteronomio Rabb

    Gn Rab. Gnesis RabbMidral a Sal. Midral a los SalmosMidral Gad. Midral ha-gadlNm Rab. Nmeros RabbPesiq. R. Pesiqta' RabbatiPesiq. Rab. Kah Pesiqta` de Rb Ka-NanaQo Rab. Qohlet RabbSifre Sifre

    Tanh. Tanhuma

    c) "Targum"

    Tg. Onq Targum OnqelosTg. Neof Targum Neofiti ITg. Ps.-J. Targum Pseudo-Jonatn

    BIBL.: Antes de la bibliografa propiamente dicha, presentamos una "breve gua" delas traducciones ms accesibles de los textos clsicos hebreos. Dicha gua estconcebida segn la siguiente divisin: a) Misnah, Talmud; b) Midras; c) Targum.

    a) Misnah. Traduccin espaola editada por C. DEL VALLE, La Misn, Ed. Nacional,Madrid 1981. Traduccin italiana: V. CASTIGLIONI (ed.), Mishnait, 3 vols.,Tipografia Sabbadini, Roma 1962-65. Del tratado Pirq 'Abt, traduccin italiana deY. CoLOMBO-L. CARABBA, 1931, Roma 19792. Existe una traduccin inglesa a cargode H. DANDY, Oxford University Press, Londres 1933, 19642. Del Talmudbabilnicohay una traduccin italiana (casi completa) del primer tratado, Berakht, a cargo deS. CAVALLETTI, UTET, Turn 1968; y una amplia antologa dividida por temas(enriquecida con varias citas midrsicas): A. COHEN, Talmud, Laterza, Bari 1935,

    19812

    . Existe una traduccin completa del Talmud babilnico en ingls: I. EPSTEIN(ed.), The Babylonian Talmud, 18 vols., Soncino Press, Londres 1935-52, 19612. DelTalmudpalestinense, traduccin francesa: M. SCHWAB, Le Talmud de Jrusalem,1871-89, reeditado en Maisonneuve, Pars 1960, 6 vols.

    b) Midras. En italiano hay un midras completo del Gnesis: A. RAVENNA-T. FEDERICI,Beresit Rabb, UTET, Turn 1978; una parte de Mekilta R. ISMAEL de . 20 en A.MELLO (ed.), 11 dono della Torah, Citt Nuova, Roma 1982; una breve antologa decomentarios tradicionales del declogo, escogidos con preferencia, pero noexclusivamente, de Mekilta R. ISMAEL, en J.J. PETUCHOWSKI, La voce del Sinai,

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    Dehoniane, Npoles 1985; algunas homilas sobre Is tomadas de Pesiqta ' Rabbati, enM. GALLO, Sete del Dio vivente, Citt Nuova, Roma 1981; algunas homilas dedicadasa temas penitenciales extradas de Pesiqta de Rab. Kahana, en A. MELLO, Ritorna,Israele!, Citt Nuova, Roma 1985; un midras tardo sbre parte del x en U. NERI(ed.),Il canto del more, Citt Nuova, Roma 19812; otro midras'tardo, no carente deinfluencias cabalsticas, en M. PERANI, Midrash Temurah, Dehoniane, Bolonia 1986.Una seleccin de la gran antologa haggdica de BIALIK y Y.H. RAWNITZKY, Seferha'Aggadah, Odessa 1908-10,en R. PACIFICI, Midrashim, fatti e personaggi biblicinell'interpretazione ebraica tradizionale, Marietti, Casale Monferrato 1986; existe

    una breve antologa de pasajes haggdicos en J.J. ETUCxowsKI, 1 nostri maestriinsegnavano, Morcelliana, Brescia 1983. Una seleccin antolgica de comentariostradicionales al Hallel de Pascua (Sal 113-118), en U. NERI (ed.),Alleluia, CittNuova, Roma 1981. En ingls, entre otras cosas, ed. completa de Midrash Rabbah, 10vols., a cargo de H. FREEDMAN y M. SIMON, Soncino Press, Londres 19613; G.BRAUDE, The Midrash on Psalms (Midrash Tehillim), 2 vols., Yale University Press,New Haven 1959, y una amplia antologa de pasajes haggdicos en C.G.MONTEFIORE-H. LOEWE (ed.),A. Rabbinic Anthology, Schoken Books, Nueva York1974. Sobre la Haggadah di Pesach (cuyo ncleo original est constituido por unmidras de Dt 26,5-8), en italiano se encuentran las tres traducciones siguientes: acargo de A. TOAFF, Unione delle Comunit Israelitiche, Roma 19793; a cargo de L.CAMPOS y R. Di SEGNI, Trieste 1974, reed. Carucci, Roma 1979; a cargo de F.BELGRADO (con ilustraciones de E. Luzzati), La Giuntina, Florencia 1984.

    c) Targum. En italiano: NERI U. (ed.),IlGuaico dei Cantici. Agtica interpretazioneebraica, Citt Nuova, Roma 19872. En francs: R. LE DEAUT (ed.), Targum auPentateuque, Sources chrtiennes 245, 256, 261, 271, Ed. du Cerf, Pars 1978-80, 4vols. La edicin clsica del Targum Neofities la de A. DIEZ MACHO (original arameoy traduccin espaola, inglesa, francesa y alemana), CSIC, Madrid-Barcelona 1968-79, 6 vols.; P. GRELOT, Los trgumes. Textos escogidos, Verbo Divino, Estella 1987.

    AVRIL A.C.-LENHARDT P., La lettura ebraica della Scrittura, Ed. Qiqajon, Comunit diBose, Magnano (Vercelli) 1984; BLOCH R., Midrash, en DBS V, 1263-81; BOWKER J.,The Targums and Rabbinic Literature. An Introduction of Jewish Interpretation ofScripture, Cambridge University Press, Cambridge 1969; CORTS E.-MARTINEZ T.,

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