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Dos caminosERP-Montoneros en los setenta

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Ttulo: Dos caminos Subttulo: ERP-Montoneros en los setenta Autor: Guillermo Caviasca Centro Cultural de la Cooperacin Floreal Gorini Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos C.L. Av. Corrientes 1543 (C1042AAB) Tel: (54-11) 5077 8080 - Buenos Aires - Argentina www.centrocultural.coop Director: Juan Carlos Junio Consejo Editorial: Jorge Testero (coordinador) / Julio Gambina / Horacio Lpez / Daniel Campione / Ana Mara Ramb / Susana Cella / Jos Luis Bournasell / Mario Jos Grabivker Editor: Jos Luis Bournasell Diseo original: Claudio Medn Correccin: Graciela Daleo Impreso en Argentina Editado en Argentina de los autores Todos los derechos reservados. Esta publicacin puede ser reproducida grficamente hasta 1.000 palabras, citando la fuente. No puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio, sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopia o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de la editorial y/o autor, autores, derechohabientes, segn el caso. Hecho el depsito Ley 11.723 ISBN 987-22918-0-2 (ISBN13: 978-987-22918-0-8)

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Ediciones del CCC Centro Cultural de la Cooperacin Floreal Gorini Buenos Aires, junio de 2006Dos caminos / 3

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Agradezco a Natalia Vinelli, Miguel Mazzeo, Roberto Elisalde, Ernesto Salas y Graciela Daleo, que de mil maneras ayudaron a que este trabajo cobrara forma.

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ndice general1. Introduccin ...................................................................................... 7 2. La posicin frente al peronismo ...................................................... 15 3. Ideologa, mtodo de anlisis .......................................................... 25 4. Concepcin de la historia nacional e identidad ............................... 43 5. Concepcin de la organizacin: qu hacer? .................................. 59 6. Estilo de conduccin ....................................................................... 69 7. La cuestin militar ........................................................................... 75 8. El frente internacional ..................................................................... 87 9. El PRT y la democracia .................................................................. 93 10. Doble poder y poder local ............................................................. 99 11. Contrahegemona y doble poder .................................................. 107 12. Frente a la apertura democrtica y su degradacin .................... 119 13. Militarizacin de la lucha ............................................................. 137 14. Los montoneros y el enfrentamiento con Pern ......................... 149 15. Relaciones entre organizaciones armadas .................................. 167 16. A modo de cierre ......................................................................... 175

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1. IntroduccinNuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan hroes, ni mrtires. Cada lucha debe comenzar de nuevo, separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece as como una propiedad privada, cuyos dueos son los dueos de todas las otras cosas.

Estos conceptos, vertidos por Rodolfo Walsh hace ms de treinta aos, dan cuenta de una realidad que los oprimidos sufrimos en forma permanente: la alienacin respecto de nuestra propia historia. Las verdades difundidas masivamente sobre el pasado son normalmente interpretaciones construidas desde los ncleos de dominacin ideolgica de las clases dominantes para garantizar su poder. La derrota sufrida por las clases populares en los 70 llev a que durante las dcadas siguientes no haya habido voces organizadas desde el campo del pueblo en condiciones de dar la batalla ideolgica necesaria para impedir esta expropiacin del pasado de la que hablaba Walsh. En este trabajo nos proponemos estudiar y comparar algunos aspectos de las dos organizaciones guerrilleras ms importantes de Argentina: el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejrcito Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP) y Montoneros. Es nuestra intencin abordar el tema desde dos perspectivas: una, desde el presente mirando hacia el pasado, para profundizar el conocimiento a partir de los intereses actuales de las clases populares;1 la otra, poniendo en discusin los planteos de cada organizacin, una frente a la otra, con el objeto de analizar las diferentes interpretaciones y concepciones que ambas fuerzas tenan respecto de los mismos temas. Analizaremos centralmente el perodo 1973-1976 por ser ste el lapso durante el cual ambas organizaciones se consolidan y adquieren su mayor desarrollo numrico y organizativo. Esto no impide, sin embargo, que hagamos referencia a hechos y documentos anteriores y posteriores a esta etapa, ya que, en lo que hace al objetivo principal del trabajo (que no son los acontecimientos sino las caractersticas poltico-ideolgicas de los revolucionarios argentinos que tomaron las armas), la delimitacin temporal es secundaria. Por otra parte, este perodo histrico -por reciente y conflictivo- se proyecta sobre el presente con una fuerza muy grande. Por aceptacin o por nega1 Usamos la palabra pueblo y no trabajadores o clase obrera, a pesar de la ambigedad del trmino, porque nos permite tener una perspectiva abarcadora de los diferentes sectores populares que llevaron adelante las luchas del perodo. Si bien la clase obrera fue el eje central de la resistencia desde 1955, la juventud de clase media y la intelectualidad tuvieron un rol determinante en el perodo que se abri en 1969, cuando confluyeron con los trabajadores, aunque para los sectores medios y estudiantiles el comienzo del proceso de radicalizacin puede datarse en 1966, con el golpe del general Ongana.

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cin, la experiencia de los 70 es un punto de referencia en los debates y las prcticas ideolgicas, polticas y econmicas; aqu se cumple a rajatabla la consigna de Marx en El 18 Brumario de Luis Bonaparte: La tradicin de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Las citas obligadas sobre esta etapa se vuelven en un punto anacrnicas, al no estar enmarcadas en un balance suficientemente reflexivo del perodo. Desde las usinas ideolgicas dominantes se toma como una referencia negativa el proceso de lucha armada desarrollado en los 70, pese a que la degradacin econmica, poltica y cultural de nuestro pas es innegable. Ms aun si la relacionamos con los niveles de cultura poltica, participacin popular y desarrollo econmico que existan hasta hace treinta aos. En la actualidad (2008) una nueva visin del perodo es propuesta desde el Estado. Se rescatan el herosmo y el idealismo de esa generacin que luch por utopas. A ms de treinta aos de los acontecimientos y con la subsistencia de la estructura social contra la que combatan aquellos revolucionarios, rescatarlos en esos trminos (idealistas, utpicos) parece ms bien una forma de cerrar heridas para armonizar la memoria histrica de la lucha popular en los marcos posibilistas. El desafo actual es rediscutir los proyectos de aquel rico periodo, luchando por la transformacin estructural del pas que heredamos de la dictadura y el menemismo. Estructuras que hoy son aceptadas como irreversibles por toda la clase poltica. Frente a nuestra opinin positiva de la situacin general del tercer cuarto del siglo pasado, muchos la impugnarn diciendo que la violencia de este perodo y la posterior debacle econmica demuestran que el camino era estructuralmente incorrecto. Las transformaciones socioeconmicas que la sociedad argentina discuti durante ese perodo en todos los planos, incluan conscientemente un cambio estructural en el que al menos una fraccin significativa de clase perdera; la resolucin de la lucha decidira si el costo deba ser pagado por la burguesa o por la clase obrera. Los revolucionarios de los 70 pensaban que ese sacrificio deba ser hecho por la burguesa y que contaban para ello con un aliado fundamental: el inexorable devenir de la historia. Los 60 y 70 eran pocas de revolucin y liberacin antiimperialista: Argelia, Cuba, Vietnam; los pases africanos y rabes y la misma Amrica Latina parecan encaminados en ese sentido. Esta oleada de luchas de liberacin, muchas de ellas victoriosas, parecan indicar que el camino revolucionario se construa luchando con la inquebrantable voluntad del Che. Pero la historia slo tiene tendencias de largo plazo, y las resoluciones de las luchas concretas de cada formacin social estn sujetas a idas y vueltas en las que juegan un sinnmero de contradicciones difciles de medir para quienes estn sumergidos en la vorgine de los hechos y en el desarrollo propio de las acciones humanas. Lo mismo podemos decir delDos caminos / 8

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capitalismo, cuyas crisis cclicas parecen anunciar su fin definitivo, pero que puede regenerarse generando nuevos modos de acumulacin que le permiten relanzar un nuevo ciclo de xitos. En este sentido, la resolucin se dio en sentido inverso al que los revolucionarios esperaban y el sacrificio principal lo hizo la clase obrera, que fue, y es, obligada a asumir el grueso de los costos de la reproduccin del sistema. Por otra parte la violencia es slo el emergente de la crisis del sistema. Nadie sacrifica pacficamente sus intereses como clase por el inters ajeno, a menos que el nivel de alienacin de la clase (o sea la hegemona lograda por la clase constituida en dominante) sea tal que le impida defender sus intereses. Pero las luchas de la clase obrera argentina en las dcadas previas establecieron un nivel de conciencia basado en las conquistas reales obtenidas durante el gobierno peronista de 1946-1955, legitimadas desde el discurso oficial. Este nivel de conciencia signific una traba fundamental para la aplicacin de modelos de acumulacin capitalista que produjeran un alto costo a la clase trabajadora. As surgi la Resistencia Peronista con sus grados embrionarios pero masivos de violencia. Por otra parte, la falta de un consenso homogneo al interior de la clase dominante y de una representacin poltica democrticamente viable de sta, le brindaron a los trabajadores y al pueblo mejores escenarios para desarrollar su resistencia y posteriormente la ofensiva en el marco de una crisis de hegemona recurrente. Por eso no acordamos con descalificar la violencia del perodo slo por su costo en sangre o porque los revolucionarios (y todo el pueblo) hayan sido derrotados, ya que nos parece bastante claro que las condiciones para llevar el enfrentamiento a sus ltimas consecuencias venan madurando desde la cada de Pern. La construccin de las herramientas que permitan pelear eficientemente y con xito es una condicin sine qua non de toda lucha, principalmente cuando sta se da por cuestiones de fondo que hacen a la existencia del sistema. Y el ejercicio de la violencia es (entre otras) una de las cuestiones clave a resolver por el campo del pueblo. El proceso de lucha de clases abierto que se desarroll a partir del 55, y que nosotros consideramos una guerra civil de baja intensidad. Esta guerra civil de baja intensidad lleg a un punto crtico en 1976, cuando la clase dominante unific sus fuerzas tras un proyecto comn -el neoliberalismo-, y lanz todo su poder militar sobre el pueblo argentino. Es entonces que las expresiones poltico-militares no slo sufrieron una derrota parcial o coyuntural sino que fueron derrotadas integralmente, de modo que a la salida de los aos de la dictadura no hubo, prcticamente, voces orgnicas de la guerrilla con capacidad de hacerse escuchar y de expresar las posiciones de los revolucionarios argentinos ante la sociedad. El pacto que permiti la salida democrtica se bas en un reconocimiento por parte de todos los futuros actores institucionales, de que no exista espacio en la democracia alfonsinista para los revolucionarios de la dcada anterior. Este acuerdo, que seDos caminos / 9

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expres en todos los planos, pero que tuvo su piedra de toque en las instituciones educativas y los medios de comunicacin de masas (privilegiados centros de creacin de consenso y de construccin de hegemona) permiti garantizar, a nivel estratgico, la reproduccin del sistema ms all de sus crisis, ya que la construccin de una alternativa integral viable (y contrahegemnica) desde el campo del pueblo no puede encararse si no se tiene respuesta a las cuestiones de la violencia y el poder. Este consenso democrtico (que tambin excluye a los militares del poder poltico, pero no de las instituciones como garantes ltimos de la coaccin) slo es posible por el nivel de la derrota sufrida por las organizaciones revolucionarias argentinas. Paradgicamente, es quizs esta misma inexistencia de organizaciones revolucionarias significativas lo que permite el parcial rescate de los militantes revolucionarios. No existe tampoco una fuerza de derecha significativa que se atreva a proclamarse heredera (aunque sea parcial) del proceso. Pero es de destacar que una lectura fina del anlisis que del perodo hacen intelectuales del stablishment acadmico (como Jos Luis Romero o Tulio Halpern Donghi) permiten entrever un balance no laudatorio pero s justificativo de parte del accionar militar: en ltima instancia, plantean, fue un demonio necesario. La dimensin de la derrota, algo que an est por interpretarse, en muchos casos nubla la visin de quienes en la actualidad pensamos salidas revolucionarias para la crisis de nuestro pas. Por un lado, la derrota parece avalar una negacin absoluta de la experiencia guerrillera, tirando por la ventana tanto los aciertos como los errores; por otro, se busca irreflexivamente una continuidad que suele sostenerse en un balance acrtico de las construcciones derrotadas. Algunos lo hacen desde la identidad, otros con la idea de repetir paso a paso, como una receta, lo que consideran lo mejor y ms avanzado que dio el pasado. En El 18 Brumario... Marx presenta una idea que hacemos nuestra: Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y transmite el pasado. Es en este sentido que creemos que el estudio crtico, global y comparativo de las organizaciones revolucionarias es necesario. Adelantamos en esta introduccin nuestra reivindicacin global de aquellos que lucharon por hacer la revolucin y construir el socialismo en Argentina, pero justamente porque ste sigue siendo nuestro objetivo debemos ser impiadosos en el anlisis de las experiencias del pasado. Si bien puede haber distintas interpretaciones de un mismo hecho, basadas en intereses y marcos tericos diferentes, los sectores populares todava no hemos desarrollado un anlisis histrico sistemtico y general delDos caminos / 10

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perodo. Mientras los sectores dominantes van acumulando experiencia y construyendo un discurso hegemnico que imponen como nica visin sobre el pasado para que toda la sociedad la haga propia, los sectores populares somos condenados a comenzar permanentemente desde cero, obligndonos a asumir las interpretaciones de la historia hechas por nuestros enemigos, alienndolos respecto de la experiencia de nuestro pueblo. El balance que nos debemos sobre este perodo, entonces, no es slo una cuestin de las ciencias sociales: la construccin de una contrahegemona (con su propia interpretacin de los procesos histricos) es una tarea que articula una integralidad de planos y que es parte de la lucha de clases por lo tanto se resolver dialcticamente con el desarrollo de la lucha popular. El 11 de marzo de 1973 se produce el triunfo electoral del Frente Justicialista de Liberacin Nacional (FREJULI), que lleva a la presidencia a Hctor J. Cmpora tras una campaa electoral hegemonizada por la izquierda peronista y sus consignas. Varios gobernadores, ocho diputados y un fluido dilogo con funcionarios del Ejecutivo, algunos de los cuales pertenecan a la Tendencia Revolucionaria, delinearon la primavera camporista. El PRTERP y Montoneros eran a esa altura las dos principales organizaciones armadas que operaban en el pas; a ellas se sumarn las dems organizaciones o diferentes fracciones de stas. Las Fuerzas Armadas de Liberacin (FAL) se unirn mayoritariamente al ERP; las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Descamisados lo harn a Montoneros. Las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) la ms antigua de las organizaciones guerrilleras en operaciones, tuvieron un devenir ms complejo: la FAP 17 de Octubre (una de las fracciones en que se dividi la fuerza en octubre del 73 y que integraba el conocido militante de la resistencia Carlos Caride), se sum mayoritariamente a Montoneros, si bien que la FAP y su expresin poltica, el Peronismo de Base (PB), se mantuvieron como organizaciones autnomas en medio de mltiples fracturas y discusiones, e impulsaron una opcin poltica propia: el nombre que se daban era Alternativa independiente de la clase obrera y el pueblo peronista, que bsicamente era el llamado a los trabajadores a asumir posiciones clasistas sin negar su identidad peronista pero independientemente de Pern. En ese camino los alternativistas de las FAPPB se vincularon al PRT y se aproximaron, sin integrarlo, el Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS, que veremos ms adelante). La confluencia se da en torno a dos concepciones de la revolucin: el marxismo leninismo y el nacionalismo revolucionario,2 definiendo sus contornos centralmente por sus posiciones respecto a la valoracin del pero2 Ver las crticas de las FAR al documento de fusin propuesto por Montoneros en Baschetti, Roberto (comp.), De Cmpora a la ruptura. Documentos 1973-1976, Volumen I. Buenos Aires, Ed. De la Campana, 1996.

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nismo y a la contradiccin principal de la etapa. Es importante tener en cuenta que hasta junio del 73, la FAR sigui siendo aliada con Montoneros pero no fusionada. Las FAR eran clara y explcitamente marxistas y mantuvieron una discusin desde esa concepcin tanto con Montoneros como con el PRTERP acerca de cmo deba definirse poltica e ideolgicamente la vanguardia revolucionaria argentina; antes y despus de la fusin, sus dirigentes oficiaron como bisagra de las relaciones entre el PRT y Montoneros. Para estudiar las posiciones de dichas organizaciones es conveniente tener en cuenta los tres perodos diferenciados en que dividimos el gobierno 73-76: los 49 das de Cmpora, el ao de Pern (incluyendo los dos meses de Ral Lastiri) y el ao y medio de Isabel. Durante el primer perodo no hay prcticamente acciones militares. Durante el perodo de Pern el ERP se lanza de lleno a la guerra pero Montoneros realiza slo acciones que no reivindica,3 mientras aumenta la violencia derechista4 y la ofensiva poltica contra la izquierda se hace muy aguda. Ya los hechos del 20 de junio en Ezeiza evidencian que la ofensiva de la derecha se desarroll desde el mismo perodo de gobierno de Cmpora, y el hecho de que la Triple A haya salido a la luz inmediatamente despus de la muerte de Pern permite inducir que se estaba formando desde antes. Durante el tercer perodo, luego de la muerte de Pern, Montoneros se suma a la lucha armada de lleno, pblicamente, y el terrorismo estatal y para-estatal acta con enorme virulencia. Cada perodo tiene caractersticas polticas diferentes. A pesar de ser el mismo Estado con iguales instituciones, cambiaron tanto los actores polticos que ocupan los lugares clave como la percepcin que tienen de la situacin las diferentes clases. En consecuencia, cambia la poltica que se da desde el Estado hacia las clases y las organizaciones populares. Nuestro trabajo est organizado por temas y no por perodos, pero es importante tener presente esta periodizacin para comprender el proceso desarrollado en esos tres aos. Consideramos los siguientes aspectos polticos e ideolgicos que, entendemos, permiten aclarar las posiciones de

3 Matan a Jos Ignacio Rucci, secretario general de la CGT y hombre de Pern; algunos represores, a Mor Roig dirigente radical y ex ministro de la dictadura de Lanusse, y recuperan dinero y armas. 4 Los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride, puestos por Pern a la cabeza de la Polica Federal, son considerados responsables directos del asesinato de ms de 200 militantes, mientras que la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) de la que stos formaban parte, es responsable de ms de 1.000 asesinatos polticos comprobados desde la muerte de Pern. Villar fue ejecutado por Montoneros y el ERP no concret su idea de matar a Margaride.

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las organizaciones PRT-ERP y Montoneros en la etapa 73-76: la posicin frente al peronismo; la identidad poltica; la ideologa y el mtodo de anlisis; la concepcin de la democracia y el poder; la concepcin del doble poder; la cuestin militar; el estilo de conduccin y la concepcin organizativa; las caractersticas del internacionalismo desarrollado por las dos organizaciones; las relaciones de Montoneros con Pern; la crisis del gobierno y la poltica de las organizaciones frente a ella, y el giro militarista. Este trabajo no tiene la pretensin de desarrollar acabadamente cada uno de los temas de debate planteados, sino ofrecer una aproximacin que colabore con un estudio posterior de carcter sistemtico. Advertimos que no es nuestra intencin posicionarnos desde una crtica externa a los compaeros que impulsaron la lucha armada en los aos 70. Reivindicamos las palabras del combatiente Uturunco Santiago Molina, quien en una entrevista en 1984 dijo: Me alegro mucho de que haya preocupaciones para que esto, que fue un principio de algo que hemos considerado y seguimos considerando bien noble, no quede como un hecho de polica, sino que figure en las pginas de la historia y que sirva para que alguien o para que muchos, puedan continuar....5 Nosotros extendemos su reflexin a todo el perodo que va desde 1955 hasta 1976, en el cual el pueblo logr su mayor experiencia de lucha, organizacin y conciencia. Hoy, cuando el pueblo argentino est buscando nuevamente un rumbo, muchos trabajos avanzan en ese sentido. ste slo pretende ser un aporte ms.

5 Salas, Ernesto, Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista, Buenos Aires, Biblos, 2003.

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2. La posicin frente al peronismoEl peronismo fue una divisoria de aguas en la poltica argentina desde su surgimiento hasta la dcada del 80; esta situacin se proyecta sobre el presente en la forma en que se interpreta la historia del perodo. La contradiccin peronismo-antiperonismo defini objetivamente los campos enfrentados durante las dcadas que siguieron al 45; pero leda estructuralmente esta contradiccin ocasiona problemas cuando se procura llegar a una definicin de aliados y enemigos, ya que sus contornos de clase son difusos. La definicin de la contradiccin principal fue determinante para las organizaciones que estamos analizando porque enmarca su accionar poltico y define sus amigos y enemigos. El PRT, que buscaba adherir a un marxismo leninismo clsico y haca gala de ortodoxia, consideraba que la contradiccin burguesa-proletariado era principal, mientras que para los nacionalistas antiimperialistas la contradiccin principal era liberacin o dependencia. El PRT no era peronista. Consideraba que el objetivo del peronismo era salvar al sistema burgus de su naufragio, y lo encuadr dentro de la categora de bonapartismo1 para describir el rol histrico que nuevamente el peronismo cumplira en la etapa abierta a partir del 11 de marzo de 1973. La categora elegida por Mario Roberto Santucho, Secretario General del PRT y comandante del ERP, no es casual: se alejaba tanto de la idea del peronismo como nazifacismo como de la visin opuesta que lo caracterizaba como movimiento revolucionario. La primera de estas posiciones -el peronismo sera la expresin local del nazifacismo- era propiciada por la izquierda en la Unin Democrtica del 45. La visin del peronismo como movimiento revolucionario, se la adjudicaba el PRT a la izquierda peronista, si bien esta idea no era tan definida en la Tendencia,2 ni mucho menos generalizada. En los 70, la idea de un peronismo revolucionario era ms bien un discurso, un objetivo, relacionado ms con las posiciones de John

1 Bonapartismo: categora de rgimen poltico que Marx define en El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Es el sistema en el que la burguesa entrega el poder poltico a un actor aparentemente independiente de las clases, que se ubica por arriba de ellas, pero cuyo objetivo real es frenar el accionar revolucionario de las masas y garantizar los intereses estratgicos de la burguesa en su conjunto. En este anlisis el PRT es tributario de las ideas del historiador morenista Milcades Pea. 2 La Tendencia Revolucionaria del peronismo la formaban todas las agrupaciones peronistas y personalidades de un amplio abanico que iba desde hombres y mujeres de la resistencia y sindicalistas combativos hasta organizaciones armadas. No era un frente construido orgnicamente sino una corriente con la que se identificaban aquellos que consideraban que el peronismo deba llevar adelante una transformacin social y que se oponan a las estructuras tradicionales controladas por lo que denominaban burocracia poltica y sindical.

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William Cooke3 en el debate con Pern, que con las posiciones del propio Pern.4 El PRT perciba que Pern vena a poner orden (y en esto acertaba: fue el mismo Pern quien plante en su discurso despus de la matanza de Ezeiza que esperaba un perodo de paz y reconstruccin, llamando a los trabajadores a retomar la consigna de casa al trabajo y del trabajo a casa), y que este orden era, en ltima instancia, el que quera y necesitaba la burguesa para recomponer su cuestionada hegemona. Los perretistas consideraban tambin que el peronismo era regresivo, y es en este sentido que Santucho usaba la categora de bonapartismo. Lo que no era tan claro es que el proceso que culmin con la renuncia de Cmpora tuviera como nico desenlace posible que Pern llegase para poner orden. Segn la concepcin del PRT, el perodo camporista era igual que los subsiguientes o, al menos, que la degradacin poltica y la derechizacin que se produce del 73 al 76 estaba en la naturaleza del proceso desde sus orgenes, o sea: que Cmpora era el orden mismo, sin otra perspectiva. Desde un punto de vista terico, para explicar los mismos fenmenos de crisis econmica y poltica englobados bajo el concepto de crisis orgnica, Antonio Gramsci utiliza una caracterizacin emparentada con la de bonapartismo: cesarismo. En Marx la categora bonapartismo siempre tiene un contenido negativo, como se ve claramente en El 18 Brumario... Para Gramsci, el cesarismo puede ser progresivo o regresivo, segn contribuya o no a hacer avanzar a los sectores populares en las relaciones de fuerzas. Pero tanto para Marx como para Gramsci el Bonaparte de turno es una figura eminentemente militar. No es el caso de Pern quien, a pesar de su grado y uniforme, era una figura civil que deba el origen y la pervicencia de su poder a la clase trabajadora ms que a la corporacin militar o a la burguesa. En este sentido pensamos que el peronismo fue un bonapartismo sui generis, o un populismo latinoamericano histricamente progresivo (al menos hasta ese momento). A diferencia de Marx, Len Trotsky (quien en su exilio mexicano de fines de los aos 30 tuvo la oportunidad de ver de cerca las realidades latinoamericanas) utiliz en el mismo horizonte que Gramsci esta visin segn

3 John William Cooke haba sido el delegado personal de Pern luego del su derrocamiento en septiembre del 55. Cooke emprendi una ardua tarea de organizacin de la resistencia durante el perodo post golpe y sostuvo un largo debate con Pern sobre el tipo de organizacin, los mtodos de lucha y las definiciones ideolgicas del movimiento; impulsando la transformacin del movimiento en una organizacin con definiciones socialistas y revolucionarias. Pern se distanci de l apartndolo de los roles dirigentes. 4 En realidad el tema es aun ms confuso al interior del peronismo, ya que la categora revolucin fue usada por los sectores ms dismiles del movimiento para calificar sus proyectos polticos, sin que stos fueran socialistas ni tendieran hacia la liberacin nacional.

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la cual puede haber un bonapartismo progresivo o regresivo, ya sea que contribuya, o no, a la lucha de clases. Explcitamente, Trotsky utiliz la categora de bonapartismo progresivo para referirse al gobierno populista de Lzaro Crdenas. A pesar de ser un gobierno burgus, Crdenas se apoy en los sectores populares urbanos, el campesinado y la clase obrera para enfrentar al imperialismo, nacionalizar el petrleo5 e implementar un conjunto de reformas sociales (como un real avance de la reforma agraria). Utilizaremos la categora populismo6 a pesar de sus contornos difusos y tomando nota de las precisiones que hacemos aqu, antes que bonapartismo o cesarismo, ya que permite tener en cuenta la realidad propia de varios procesos modernizadores populares similares que se desarrollaron en Amrica Latina. Adems, le agregamos el adjetivo progresista, para separarlo de otras experiencias con apoyo de masas de corte ms conservador. En los populismos progresistas es esencial la presencia de las masas movilizadas y la obtencin de mejoras reales tanto polticas como sociales y econmicas en el marco de un proceso nacionalizador/estatizador de la economa dentro del capitalismo. Tambin podramos llamar al peronismo con trminos menos cargados de negatividad: movimiento nacional y popular, pero creemos que los dos entran en la misma parte del espectro poltico y que la valoracin positiva de los diferentes populismos lleva a denominarlos movimientos nacionales y populares. Santucho utiliza la categora bonapartismo con una gran amplitud. No slo la emplea para explicar la aparicin del peronismo histrico (sin dejar claro si considera bonapartista la corriente que Pern expresa desde la Secretara de Trabajo y Previsin en 1943 o si extiende esta categora a todo el peronismo), sino tambin para describir la emergencia recurrente de los militares argentinos a lo largo de toda nuestra historia como el partido del orden, partido del orden tal como lo plantea Marx en el 18 brumario dejando la caracterizacin de populista a Montoneros, aunque al final de su anlisis pareciera poder concluirse que el peronismo era una forma particular de bonapartismo: un populismo. Mas all de Poder... poder... el PRT trabaj un estudio del peronismo ms especfico, donde asumen las categoras de Silvio Frondizi y Milciades Pea. As en Poder...5 Kohan, Nstor, Foquismo? (A propsito de Mario Roberto Santucho y el pensamiento poltico de la tradicin guevarista). En AAVV, Ernesto Che Guevara: Otro mundo es posible, Buenos Aires, Nuestra Amrica / La Rosa Blindada, 2003, pp. 213-259. 6 El tema de las categoras aplicables al estudio de los movimientos de masas latinoamericanos requiere de un nivel de precisiones mayor que el que este trabajo puede dedicarle. En realidad es difcil encontrar un trmino que no est cargado de una fuerte valoracin poltica (negativa o positiva) y, en este sentido, la categora de populismo encierra cierta tendencia despectiva. Nosotros creemos que la formacin social latinoamericana ha dado lugar al surgimiento de movimientos polticos de masas de un variado grado de progresismo que, vistos con un esquema de pensamiento eurocntrico, pareceran reaccionarios.

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poder... el PRT colocaba al peronismo en la misma categora que los regmenes militares impuestos a partir de 1930 como una variante de los mismos, en la misma categora que los regmenes militares impuestos a partir de 1930: El exitoso golpe militar del 4 de junio de 1943, coincidente con la coyuntura econmica internacional extremadamente favorable, producto de la Guerra Mundial, abri un perodo de prosperidad y estabilidad capitalista que permiti importantes concesiones a las masas y sirvi magnficamente a la burguesa para infundir falsas esperanzas en los militares, para difundir entre las masas la teora contrarrevolucionaria de la fusin pueblo-ejrcito como frmula para la revolucin nacional antiimperialista y popular. La realidad es que el bonapartismo militar ha sido el sistema ms beneficioso para la burguesa y el imperialismo y ms perjudicial a los intereses populares y de la nacin.7 El afn de simplificar las contradicciones a una sola (burguesa-proletariado) lleva a Santucho a meter en una misma bolsa situaciones distintas.8 Pero debemos destacar que en el mismo folleto Santucho realiza un anlisis del perodo posterior a la cada de Pern y all muestra una valoracin positiva de la experiencia de lucha de las masas peronistas: Pero nuevamente la presin de las masas fue muy grande. Saliendo rpidamente de la confusin nuestro pueblo intensific la lucha reivindicativa y poltica, enfrent activamente los planes capitalistas de superexplotacin, continu el accionar armado y urbano y agreg una intentona rural, que fue derrotada al no llegar a constituir slidas unidades, y desbarat el plan frondicista de estabilizacin poltica en las elecciones a gobernadores de marzo de 1962 imponiendo en Buenos Aires un gobernador obrero (Andrs Framini) que aunque no era revolucionario, resultaba inaceptable para la burguesa en esos momentos.9 La contradiccin entre la valoracin de esta lucha y la identidad bajo la que se desarrolla no aparece explcitamente en el texto, Santucho la omite. Haba en l una negacin a articular en un anlisis poltico-histrico la lucha de los trabajadores (que se reivindica y asume) y la identidad peronista de esos mismos trabajadores (que se repudia y combate). Finalmente, vemos como en los artculos recopilados por De Santis, el PRT a travs d ela pluma de Julio Ferre precisa la naturaleza especfica del bonapartismo peronista: por eso decimos que el gobierno de pern fue un

7 Santucho, Mario Roberto, Poder burgus, poder revolucionario, Buenos Aires, Ed. 19 de Julio, 1995. 8 La simplificacin del marxismo es una cuestin que vena preocupando desde hacia tiempo a terico y militantes como. Antonio Gramsci por ejemplo dedica varias de sus notas al tema, problematizando las visiones manualsticas y simplificadoras. Lo hacia al abordar una discusin con Bujarin y en sus notas sobre le tema de la religin en los que problematiza temas relativos a ideologa y conciencia de simples e intelectuales. 9 Santucho, M. R., op. cit., pg. 16.

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gobierno bonapartista, que intent un proyecto de desarrollo capitalista independiente controlando a la case obrera y apoyndose en ella. Por otra parte, el PRT consideraba al peronismo de los 70 un fenmeno social agotado, sin posibilidades de desarrollo histrico por representar los intereses del capitalismo nacional, inviable en la etapa de los monopolios. Siguiendo nuevamente a Silvio Frondizi y sus tesis de Realidad Argentina. Si esto era as para el PRT entonces la revolucin deba ser obrera y socialista, y se desarrollara segn la teora de la revolucin permanente elaborada por Trotsky, segn la cual el proletariado asume el poder para llevar adelante tareas democrtico burguesas (en nuestro pas, la liberacin nacional) pero la misma dinmica de la lucha de clases impone inmediatamente la profundizacin del proceso y la construccin del socialismo. La reiteracin de la propuesta populista de Pern fracasar porque ya no existe una burguesa nacional como se crea en el 45 (...) La guerra revolucionaria est ms vigente que nunca y nuestro partido y nuestro ejrcito mostrarn el camino hacia la victoria final, sostena Santucho en un boletn de circulacin interna publicado en 1973.10 En este anlisis asoma un dficit que el PRT-ERP arrastr durante toda su experiencia: la ausencia de una propuesta poltica entre la guerra revolucionaria y el trabajo de masas. La caracterizacin de la inviabilidad del proyecto de Pern era atendible, pero al ser la lucha armada la opcin principal que se les presentaba a las masas, el trabajo poltico no armado quedaba relegado, de hecho, a un segundo o tercer plano, teniendo en cuenta adems que el PRT pona especial nfasis en el trabajo de insercin en el terreno sindical, donde la lucha es principalmente econmica (esto lo desarrollaremos ms adelante). Analizando el mismo momento poltico, sorprendentemente Santucho, lder indiscutido del partido, consideraba muy posible la derrota del peronismo en el 73; ese ao, sostena, el pueblo mostraba total indiferencia y desesperanza ante las elecciones.11 Debemos considerar que si hubo un proceso electoral con participacin, movilizacin de masas y con consignas combativas, fue el del 73. Quizs estos errores del PRT en la caracterizacin del estado de nimo de las masas (que repetirn tras el golpe del 76 con el llamado, desde las pginas de El Combatiente, sintetizado en la consigna Argentinos a las armas), tengan su origen en la ya planteada vocacin reduccionista que se apoder de las filas del marxismo revolucionario. En el afn de buscar manuales sencillo, formulas de fcil e infalible aplicacin. En la necesidad de reducir lo complejo a los simple para hacerlo aprensible por nuevos

10 Boletn interno del PRT N 38, 24 de febrero de 1973. 11 Boletn interno del PRT N 35, 16 de enero de 1973.

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potenciales militantes y la incapacidad de no volver hacia lo complejo para aferrarse a lo supuestamente sabido. Todo esto llev a un conocimiento parcial y a caracterizaciones equivocadas, a una visin muy esquemtica de los procesos histricos, segn la cual la estructura econmica determina los procesos polticos y de conciencia (si la burguesa nacional estaba agotada histricamente, su expresin, el peronismo, tambin lo estaba y esto deba reflejarse en lo electoral); y ese afn simplificador, que dej de lado o consider irrelevantes los factores culturales y sociales en la configuracin de la identidad de la clase obrera, conduciendo a una visin determinista de la relacin base-superestructura, que desestim la existencia de una relacin de interaccin entre ellas o que matiza los determinantes estructurales; como tambin a una valoracin excesivamente optimista de las posibilidades de xito de una vanguardia armada. Es probable que todas estas falencias combinadas hayan dado origen a la incomprensin del peronismo por parte del PRT y a la denominada desviacin militarista, que llev a que relegara el trabajo de masas por el trabajo militar, con el consecuente despegue de la realidad concreta de los trabajadores. Pero como dijimos, este tipo de simplificaciones era comn en muchas organizaciones de la izquierda revolucionaria latinoamericana. Consideramos que los factores subjetivos son determinantes en la construccin de la clase obrera como clase para s. Si bien su ubicacin dentro de las relaciones de produccin como suministradores del factor trabajo constituye a los trabajadores como clase dentro de la estructura econmica del sistema capitalista (clase en s), esto no es suficiente para que sea un actor colectivo en la lucha de clases consciente de sus derechos colectivos frente a la burguesa. En el proceso de constitucin de la clase obrera como clase para s interviene una serie de factores extraeconmicos, experiencias de lucha colectiva, elementos culturales, simblicos, etc. Debemos recordar que, como dice Marx, las clases toman conciencia del conflicto estructural en el plano de las superestructuras. En nuestro pas el peronismo constituy una experiencia clave para la clase obrera, aportando elementos identitarios como los derivados de una sensacin de igualdad poltica y social ante las dems clases y la idea de pertenecer a un bloque polticamente homogneo. El peronismo, como expresin de lo popular, fue asumido por la clase trabajadora como identidad ms all de los factores estrictamente econmicos (aunque, de ms est decirlo, cimentado en los indudables avances econmicos y sociales de la clase obrera en el perodo iniciado en 1946). Como adelantamos ms arriba, en el PRT-ERP tambin se observa una dificultad para concebir polticas que medien entre la ideologa y los objetivos estratgicos (que se deducen del anlisis estructural econmico de laDos caminos / 20

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sociedad), y la compleja y contradictoria evolucin de la realidad poltica y la conciencia propia de las masas argentinas. O sea: a la vez que demostraba capacidad de insertarse en importantes sectores industriales (minoritarios frente a la burocracia peronista, pero significativos para el desarrollo del PRT) en el momento de pegar el salto de lo reivindicativo a lo poltico tena dificultades para ofrecer otra poltica que no fuera la guerra revolucionaria. Ms claramente: el PRT tena bien definido como objetivo desarrollar el clasismo en la lucha econmica, y en la poltica la guerra revolucionaria, pero en el medio haba una laguna. Y si bien intentaron instalar comits de base amplios donde poder articular la lucha de las masas populares mas all del PRT, stos no llegaron a tener gran desarrollo. La masas aceptaban al PRT-ERP (en general en el 73 todas las organizaciones eran muy respetadas) pero la opcin electoral de esas mismas bases segua siendo el peronismo, y cuando una fuerza de izquierda peronista apareca en la zona para realizar un trabajo de masas, le disputaba con xito la base territorial. Montoneros era una organizacin peronista y hasta el regreso efectivo de Pern al pas crea que el peronismo volvera para llevar adelante un proceso de liberacin nacional cuyo conductor determinante era Pern. Caracterizaba el proceso como revolucionario en un sentido amplio, es decir, sus polticas tendran una orientacin en coincidencia con el progreso hacia el cambio revolucionario. Pern era el factor de unidad nacional, segn las definiciones de la M. Hasta mediados del 73 arrastr esta definicin y justific las agresiones del lder a travs de la teora del cerco.12 Para Montoneros la revolucin sera popular y antiimperialista, impulsada por un frente de clases dentro del cual haba que luchar por la hegemona obrera; tendra tareas democrticas y de liberacin nacional en una primera etapa, de modo tal que las tareas especficamente socialistas se postergaban para ms adelante. Aunque est claro que para el ideario montonero el socialismo no se planteaba en una etapa completamente diferente y alejada de la liberacin nacional, sino que las mismas contradicciones en la lucha antiimperialista llevaran en el corto plazo a la radicalizacin del proceso.13 Tambin es importante delimitar cules eran los lmites del proceso revolucionario para esta organizacin. Para los movimientos antiimperialistas un proceso revolucionario no implica necesariamente la instauracin del socialismo, sino un desarrollo en el cual las medidas de carcter antiimperialista,

12 La teora del cerco era la explicacin que la dirigencia montonera daba a sus bases de las agresiones del lder. Se argumentaba que no era Pern quien dictaba las polticas contrarias a los intereses populares, sino que exista un cerco de personajes nefastos que lo haban rodeado y le filtraban la realidad. 13 En este sentido, las etapas planteadas por Montoneros se distanciaban de las sostenidas por el Partido Comunista, que en ese entonces propona una revolucin democrtico burguesa, y del PRT que, como vimos, propona el socialismo ya.

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favorables a los trabajadores, se suceden sin que, por un perodo relativamente prolongado de tiempo (algunos aos) necesariamente el modo de produccin dominante deje de ser capitalista. En este sentido era posible concebir a Pern como un lder revolucionario ya que muchas de sus declaraciones tenan ese sesgo (muchas otras no), y las mismas conquistas del perodo 46-55 y su continuidad requeran, en la visin de los peronistas revolucionarios de la poca, la profundizacin del camino anterior.14 Por otro lado, es necesario matizar la ortodoxia de Montoneros ya que a lo largo del 73, con su gran crecimiento,15 su definicin como actor poltico independiente de Pern y la incorporacin de muchos cuadros de izquierda (y la izquierdizacin de muchos otros), comenz a manejar dos discursos: uno hacia las masas, donde reafirmaba reiterativamente su disciplinamiento a las directivas de Pern (reinterpretadas por ellos), y otro hacia el interior de la organizacin, donde defina ms claramente su aspiracin de convertirse en la conduccin del peronismo ms all de Pern.16 Por ejemplo, hacia el interior de la organizacin (durante 1973 y hasta la ruptura) se dejaba circular la consigna Montoneros y Pern conduccin y se cuestionaban las polticas del General en boletines y documentos internos, lo que enfureca al lder.17 Conviene aclarar que este doble discurso, ms que una maniobra de engao a las masas, pareca ser la nica forma que los dirigentes encontraron para mantener su identificacin como peronistas, ya que consideraban que el prestigio de Pern frente a las masas continuaba intacto.

14 Ac salta otra diferencia entre el PRT y el peronismo revolucionario en general, que se origina en sus visiones histricas diferentes, la caracterizacin de la contradiccin principal y los ritmos que un proceso revolucionario debe llevar. Para el PRT una profundizacin de las medidas de Pern del 46-55, era el Congreso de la Productividad y un ajuste favorable al capital nacional, y en esta etapa, al capital internacional. Para los peronistas, por el contrario, la profundizacin se orientaba hacia una mayor estatizacin y control obrero, como haba expresado la clase obrera peronista en La Falda, Huerta Grande y el programa de la CGT de los Argentinos. 15 En 1971 en uno de los primeros reportajes dados por la organizacin, Montoneros deca: Pero nos unieron la conviccin y el sentimiento ya comunes de la necesidad de luchar con las armas en la mano por la toma del poder con Pern y con el pueblo y la construccin de una Argentina justa, libre y soberana (en revista Cristianismo y Revolucin, N 28, abril de 1971). Es significativa la preposicin con, que adjundica a la naciente organizacin un rol que va ms all de Pern mismo. 16 Ver el compendio de documentos y extractos de stos que Montoneros edit en el ao 1977 bajo el nombre Manual de instruccin para Oficiales y Soldados del Ejrcito Montonero, donde desarrollaba su visin de su propia historia. Tambin, a pesar de que no coincidimos con su perspectiva, el trabajo de Silvia Sigal y Eliseo Vern, Pern o Muerte, es muy interesante en el abordaje crtico del discurso de la izquierda peronista y sus contradicciones. 17 Roberto Cirilo Perda, entrevista con el autor, 15 de junio de 2004.

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Lo cierto es que las posiciones de los diferentes grupos peronistas que formaban la Tendencia no eran iguales en todos los casos y variaban a travs del tiempo. En realidad es difcil encontrar una definicin categrica sobre Pern de alguno de los grupos peronistas de izquierda que haya permanecido inalterada durante toda la etapa estudiada. Montoneros tena una gran expectativa en el proceso abierto en 1972 con la campaa Luche y vuelve,18 que hizo extensiva a Pern, pero esto no se dio de la misma manera en todos los grupos. Una escisin de Montoneros, la Columna Sabino Navarro, y el Peronismo de Base, abandonaron rpidamente el disciplinamiento a las directivas de Pern y plantearon la necesidad de construir una alternativa obrera independiente, lo que bsicamente significaba la creacin de una organizacin poltica de masas independiente de Pern. Igualmente, en momentos tan tempranos como la segunda mitad del 73, ya no haba dudas en el conjunto de la Tendencia de que Pern se orientaba en su contra y que haba que construir otra cosa; las diferencias entonces se dieron en torno a cmo prepararse para la ruptura en mejores condiciones. En general la M consider, como toda la izquierda peronista, que el justicialismo como doctrina (y no el Partido Justicialista) era una etapa en el camino al socialismo: una forma particular que tomaba en Argentina la lucha de la clase trabajadora y que (desde la perspectiva de las causas internas y del socialismo nacional, que veremos mas adelante) se deba ser partcipe de esa experiencia. No hay infiltracin como despus acusar Pern, por el contrario hay una transicin ideolgica de algunos militantes de la resistencia que consideraban que el peronismo era una revolucin inconclusa que se deba terminar (y que tena una ideologa inconclusa que se deba completar); y, por otro lado, una asuncin por parte de militantes marxistas, nacionalistas y cristianos de base, que asuman el peronismo como va hacia una revolucin que iba mas all de lo que el peronismo efectivamente realiz durante su gobierno pero que se conceba como una evolucin necesaria dentro de las nuevas condiciones internacionales y econmicas. En ese sentido es interesante observar la trayectoria de los sectores ms viejos del peronismo formados durante la Resistencia. Tanto el Peronismo de Base y la FAP, como otras agrupaciones y militantes combativos vinculados a la Resistencia (que sufrieron toda la gama de desaires a que Pern los someti), tenan una serie de resguardos mucho ms fuertes hacia Pern que los montoneros. La profundizacin de la lucha llev a desnudar el carcter de clase del enfrentamiento post 55 en forma ms

18 Luche y vuelve fue la consigna de masas que se instal desde 1972 hasta el regreso definitivo del General en 1973.

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cruda, y ms all de la poderosa identidad peronista policlasista, los principales partcipes de la lucha visualizaban nuevos horizontes que no estaban contenidos dentro de la antinomia bsica peronismo-antiperonismo. Esta nueva definicin, a la que se accedi a travs de la lucha de clases pero a partir del peronismo, llev al mismo tiempo a ver las limitaciones del movimiento, traducidas en los lmites de la conduccin de Pern. Por eso muchos de los viejos resistentes adscribieron al alternativismo y, sin abandonar la identidad peronista, se aproximaron a las posiciones del PRT y del Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS).19 Por el contrario, Montoneros rechaz esta opcin pues consideraba, por un lado, que no era el clasismo la respuesta a los lmites del peronismo, ya que el frente de liberacin nacional requiere de la presencia de otras clases sociales adems de la clase obrera; y por el otro, no crea que se fuera a dar un fenmeno de lucha de clases en el seno del movimiento, como planteaba el alternativismo; para la M en el peronismo slo se encontraba la clase obrera, como expres en la Charla de la Conduccin Nacional ante las agrupaciones de los frentes de 1973.20 La organizacin desarroll la idea de verdadero peronismo como solucin para explicar su adscripcin al peronismo, idea surgida de la Resistencia y que le permiti salvar hacia s misma y sus simpatizantes su identidad como parte del movimiento. Hacia s misma porque la mayora de los dirigentes tradicionales, burcratas sindicales, caudillos provinciales, etc., rpidamente los tild como infiltrados, con el aval del propio Pern.

19 El FAS era una convocatoria frentista donde el PRT se agrupaba con otras fuerzas de izquierda y algunos peronistas clasistas que no rechazaban la lucha armada. 20 Charla de la Conduccin Nacional ante las agrupaciones de los frentes, 1973, en: Baschetti, Roberto, De Cmpora a la ruptura. Documentos 1973-1976, Buenos Aires, De la Campana, 1996, pg. 258-310.

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3. Ideologa, mtodo de anlisisUna de las acepciones ms fuertes de ideologa presentada por Marx (desarrollada principalmente en La ideologa alemana) sostiene que funciona como un cristal a travs del cual miramos el mundo, deformndolo: Si en toda ideologa los hombres y sus circunstancias aparecen invertidos como en una cmara oscura, este fenmeno surge del proceso de su vida histrica en la misma medida que la inversin de los objetos en la retina lo hace del proceso de la vida fsica.1 Deca tambin que el materialismo histrico, en tanto ciencia, vena a terminar con las ideologas deformadoras de la realidad. Aqu el concepto ideologa se emplear de manera ms instrumental vinculada con la lucha de clases, tal como lo us Lenin, como concepcin terica a travs de la cual se analizan los hechos, como concepcin econmica, poltica y filosfica que permite abordar el conocimiento de las sociedades que los revolucionarios pretenden transformar,2 y como concepcin del mundo de las diferentes clases sociales en una determinada etapa histrica. No es que consideremos que todas las formas de encarar el estudio de la realidad (presente o pasada) sean equivalentes; asumimos la concepcin de que la verdad es una y que existen por un lado diferentes puntos de vista (de clase) sobre la misma (diferentes ideologas a travs de las cuales encarar la comprensin de la realidad), y por otro, patraas destinadas a oscurecer o justificar el estado de cosas. Creemos a su vez que toda verdad es relativa al ser susceptible de ser superada por nuevas investigaciones, pero que es objetiva si se utiliza un mtodo de estudio cientfico. Lo que no creemos es que exista un mtodo de anlisis cientfico para las ciencias sociales suficientemente desarrollado que permita alcanzar una verdad absoluta, pero sabemos que el materialismo histrico es la ms importante herramienta terica con que contamos para encarar un anlisis objetivo de la realidad desde la ptica de la clase trabajadora. Hecha esta aclaracin, caracterizamos al PRT como una organizacin marxista-leninista (en ideologa e identidad) que buscaba construir el partido de la clase obrera. En ese sentido, el socialismo del PRT estaba claramente definido y se basaba en la expropiacin de los medios de produccin, mientras que no contemplaba una etapa de revolucin democrtico burguesa. Tena como modelo los pases socialistas de la poca. Sus modelos de Estado -hasta la rectifica-

1 Marx, Carlos, La ideologa alemana, pg. 47. 2 Escriba Lenin en la Carta a la Federacin del Norte: El socialismo en la medida en que es la ideologa de la lucha de la clase proletaria, est sometido a las condiciones generales del nacimiento, desarrollo y consolidacin de una ideologa (...) en la lucha de clases del proletariado que se desarrolla de manera espontnea, como fuerza elemental a partir de las relaciones capitalistas, el socialismo es introducido por los idelogos. Lenin, V. I., Obras completas. Tomo VI, Buenos Aires, Cartago, 1960.

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cin del ltimo Comit Central en 1976, cuando caracteriza a la URSS como baluarte del socialismo- siempre mantuvieron un sesgo no sovitico aunque estalinista: Corea, Albania, Vietnam, Cuba y China. A pesar de esta definicin explcita y permanente del PRT a lo largo de toda su historia, pueden verse una serie de oscilaciones en torno al trotskismo. El PRT adopt muchas de sus categoras, entre ellas la teora del desarrollo desigual y combinado y la teora de la revolucin permanente. Estas ideas guiaban muchas de sus concepciones y posiciones frente a las distintas coyunturas. En su Historia de la Revolucin Rusa, Len Trotsky formul la hiptesis de la ley del desarrollo desigual y combinado. Consiste bsicamente en que los modos de produccin se expresan en las sociedades concretas a travs de formaciones sociales, o sea que nunca existen pases y sociedades capitalistas absolutamente homogneos, compactos, con un nico modo de produccin. En realidad, hay relaciones sociales de distintos modos de produccin que estn combinadas entre s. Algunas predominan sobre otras, pero estn combinadas. Trotsky sostena: Azotados por el ltigo de las necesidades materiales, los pases atrasados vense obligados a avanzar a saltos. De esta ley universal del desarrollo desigual de la cultura se deriva otra que, a falta de nombre ms adecuado, calificaremos de ley del desarrollo desigual y combinado, aludiendo a la aproximacin de las distintas etapas del camino y a la confusin de distintas fases, a la amalgama de formas arcaicas y modernas. Con esta herramienta el PRT se aproximar a una compleja caracterizacin de la sociedad argentina y se alejar de las concepciones ms simples que imperaban en la izquierda de la poca y anterior. El PRT adhiri a la Cuarta Internacional en el V Congreso (julio de 1970). Joe Baxter,3 enviado a la Argentina directamente por la Cuarta, y Pedro Bonnet y Luis Pujals, impulsaron junto con Santucho la adscripcin a la Internacional, venciendo durante dicho congreso las reticencias de la mayora de los presentes.4 Santucho planteaba: Len Trotsky mantuvo en alto la bandera marxista leninista del internacionalismo revolucionario (...) que mantiene la Cuarta Internacional, y que debemos levantar y agitar sin tapujos, pero tambin sostena que las organizaciones integrantes de un bloque revolucionario internacio-

3 Joe Baxter haba sido fundador del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (escisin de la organizacin de derecha Tacuara) que realiz el asalto al Policlnico Bancario en 1960. Trabaj con los Tupamaros y el Vietcong para recalar finalmente en la Cuarta Internacional. Antes de morir en un accidente areo en Francia, fue el inspirador de la Fraccin Roja, contraria a la lnea de Santucho. 4 En los trabajos de Luis Mattini, de Enrique Gorriarn Merlo, en la biografa de Santucho Todo o nada, de Mara Seoane, y en otros escritos se plantea que la adscripcin a la Cuarta Internacional generaba mayoritariamente dudas o rechazos.

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nal comn eran los partidos comunistas de China, Albania, Vietnam, Cuba y Corea, profundamente antitrotskistas. Estas definiciones fueron una fuente del conflicto que estall cuando las diferencias entre la prctica del PRT y la lnea de la Cuarta se volvieron insostenibles, hacia fines de 1973.5 Una de las causas de esta adscripcin al trotskismo debe buscarse en la posicin favorable al evolucionismo y al etapismo de los partidos comunistas latinoamericanos ms vinculados con la URSS. Estos partidos consideraban que la transicin al socialismo se producira por el agotamiento del desarrollo de las fuerzas productivas bajo el modo de produccin capitalista. Por lo tanto no se poda impulsar una revolucin socialista mientras nuestros pases no agotaran esa etapa. Adems, consideraban que la evolucin de las sociedades humanas pasaba por etapas fijas y predeterminadas en todos los casos: comunismo primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo; o sea que si una sociedad era semifeudal o atrasada en su desarrollo capitalista, le corresponda un revolucin democrtico burguesa, no socialista. En general esta visin se ajustaba a las necesidades de la URSS de lograr un modus vivendi con el imperialismo capitalista (era la poca de la coexistencia pacfica). Y tuvo como consecuencia el rechazo de las opciones revolucionarias que pretendan saltar etapas, a las que calificaba como aventureristas o populistas. En la prctica esto implic una serie de rupturas que en los 60 afectaron las filas comunistas, a partir de adscripciones a posiciones castristas, maostas o guevaristas. El PRT, y en general todos los revolucionarios de esa etapa en Latinoamrica, construyeron su ideario teniendo como referencia negativa las posiciones del PC, posiciones que rechazaban e identificaban con el reformismo. Igualmente la fuerte adhesin de los perretistas a la Revolucin Cubana fue despus la puerta que le permiti acercarse a los pases del bloque comunista luego de la ruptura definitiva con la Cuarta. Para el PRT-ERP, el marxismo leninismo era la teora revolucionaria, de carcter universal, y a partir de ella analizaba la realidad nacional y desple-

5 En este punto no slo deben tenerse en cuenta las oscilaciones de Santucho en el plano de las relaciones internacionales, sino tambin las oscilaciones de la Cuarta Internacional respecto de la lucha armada. Hacia fines de los 60 y durante los primeros 70 la Cuarta, arrastrada por la oleada de lucha armada de liberacin exitosa en el Tercer Mundo y por las luchas obreras y estudiantiles en Europa, decidi apoyar la lucha armada. En diciembre del 68, en su IX Congreso en el que particip el PRT, ya separado de Nahuel Moreno-, la Internacional planteaba que para Amrica Latina el camino era la lucha armada a travs del campesinado, existiera o no partido. Esta posicin fue corregida rpidamente por su direccin justo en el momento en que el PRT profundizaba su opcin por el ERP como principal frente de masas a construir. Ya en julio del 71 Ernest Mandel le envi una comunicacin al PRT con la revisin de su posicin, pidiendo que los argentinos siguieran el mismo camino. Finalmente, en febrero de 1974, en su X Congreso, la Cuarta Internacional se distanci del PRT autocriticndose por haber dejado de lado las diferencias en una actitud oportunista

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gaba su poltica, como sostiene en su polmica con las FAR: La afirmacin de ustedes (de los miembros de las FAR) que el marxismo no es una bandera poltica universal es falsa (...) porque se hace necesario que el proletariado, como nica clase capaz de producir la transformacin de la sociedad, adopte una ideologa independiente de la burguesa (...) Una poltica marxista a nivel mundial es posible por la fidelidad de todos los comunistas que luchan en todos los continentes a los principios de esa ideologa.6 O sea, hay un modelo a adoptar que ya existe en la teora planteada por Marx y Engels, que en lo organizativo es el partido propuesto por Lenin en Qu hacer, y que en la prctica es la guerra revolucionaria bajo el modelo vietnamita con aportes guevaristas; sobre estos modelos dados habra posibles retoques nacionales. La posicin del PRT debe mucho al programa de accin expuesto por el Che Guevara en su Mensaje a los pueblos del mundo a travs de la Tricontinental, en el que propona una mirada supranacional sobre el conflicto con el imperialismo. La lucha nacional, pas por pas, era parte de una batalla mayor de carcter antiimperialista e internacional, por eso cualquier revolucionario era parte de una poltica comunista mundial, tal como les planteaban los perretistas a las FAR en la polmica del 71. Para ellos el marxismo no era slo un mtodo de anlisis, como para las FAR, o una gua para la accin como plante Montoneros en el 73, sino tambin una ideologa poltica, una bandera identitaria y una concepcin del mundo. En tanto mtodo, ideologa poltica completa y concepcin del mundo, tiene como meta la revolucin mundial y, por ello, debe analizar el capitalismo como un sistema a una escala que no puede ser la nacional. Por eso el PRT-ERP parta siempre de la caracterizacin de la situacin internacional como marco determinante del resto de las contradicciones, para pasar luego a la regional y finalmente a la nacional, en ese orden. O sea, de lo general a lo particular acompaando un movimiento analtico que va desde lo terico hacia lo concreto. Escribe el ERP en su respuesta a las FAR: Los requisitos generales que todo marxista exige cuando se consideran los problemas de la estrategia de poder y la lucha armada son los siguientes: 1) en primer lugar debemos hacer un anlisis de la situacin econmica capitalista mundial y de la lucha revolucionaria internacional teniendo en cuenta que la revolucin socialista es internacional por su contenido y nacional por su forma (...) 2) En segundo lugar debemos hacer un anlisis de la relacin de fuerzas entre las clases (...) Resumiendo debemos considerar las condi-

6 Ver Reportaje a las FAR, en revista Militancia, N 3, pg. 36 y siguientes; y Fuerzas Armadas Revolucionarias, revista Militancia, N 4, pg. 35 y siguientes, en la que se incluy la respuesta del ERP a las opiniones del Reportaje... y la contraargumentacin de Carlos Olmedo.

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ciones que abarcan la situacin econmica, poltica y militar en su conjunto: en el mundo, en el continente, en la regin y en el pas.7 Entonces: existe la Revolucin, una, real, hacia la cual se debe tender. Puede haber desviaciones basadas en realidades nacionales, pero son desviaciones que debern superarse hasta llegar al modelo real que el anlisis cientfico desde el marxismo-leninismo permite conocer. Alternativa a esta concepcin es la que considera los planteos tericos como conceptualizaciones que sirven de gua, pero que no expresan un modelo perfecto a alcanzar sino un concepto sintetizador de muchas posibles variaciones.8 Montoneros, en cambio, se planteaba en su origen como una organizacin popular (no de la clase obrera, o sea, no clasista), aunque consideraba que la hegemona del proceso de liberacin nacional deba ser de los trabajadores y no de la burguesa. Tericamente eran tributarios de la izquierda nacional, en la cual abrevaron varias concepciones clave, y se definan como una organizacin nacionalista. Esta definicin, identitaria e ideolgica, ha sido muchas veces malinterpretada por sectores tanto de izquierda como liberales. En general, se asocia linealmente el nacionalismo a la poltica e ideologa que se da la clase burguesa dominante para encuadrar a las dems clases (principalmente la obrera) tras las banderas de la nacin, es decir tras los empresarios y terratenientes modernos. Pero exista en la poca una asuncin del nacionalismo que tena su origen en las luchas de liberacin de los pueblos oprimidos del Tercer Mundo,9 que difera de la tradicional. Juan Jos Hernndez Arregui, uno de los mximos referentes intelectuales de la izquierda nacional, planteaba dos definiciones tiles para caracterizar los diferentes nacionalismos y que fueron la clave de la identificacin nacionalista de la izquierda peronista: 1) El nacionalismo posee un doble sentido, segn corresponda al contexto histrico de una nacin poderosa o de un pas colonial. Hay en el umbral del tema, pues, una distincin no de grado sino de naturaleza entre el nacionalismo de las grandes potencias EEUU, Inglaterra, Francia, que son formaciones histricas ya constituidas, y el nacionalismo de los pases dbiles que aspiran, justamente, a constituirse como naciones. 2) El nacionalismo adquiere connotaciones irreductiblemente contrarias segn las clases sociales que lo proclaman o rechazan.10

7 Militancia N 4, pg. 37. 8 Para ver ms en profundidad este tema habra que analizar las diferencias filosficas entre el realismo y el nominalismo, y cmo stas se proyectan en las concepciones actuales, especficamente sobre el marxismo y los procesos revolucionarios. 9 Quiz sea de inters analizar otras posiciones nacionalistas o patriticas que difieren del nacionalismo burgus, como la sovitica en la lucha contra las sucesivas invasiones que sufri desde 1917 hasta 1945, o la misma concepcin nacional de la Revolucin Francesa. 10 Hernndez Arregui, Juan Jos, Nacionalismo y Liberacin, Buenos Aires Contrapunto, pag. 15.

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O sea, para Hernndez Arregui el nacionalismo en la poca en los pases oprimidos es, en manos de los pueblos, un primer paso hacia su conciencia anticapitalista. sta es la matriz a emplear para calificar el nacionalismo de la M11 y la izquierda en general, que, ms all de las posibles crticas y ambigedades, no indica unvocamente la subordinacin de los trabajadores a la burguesa (aunque tampoco defina lo contrario). En este sentido no se trata de una ideologa completa sino parte constitutiva de ella, y junto a los dems elementos haca a la ideologa montonera, que por otra parte evolucion, o mejor dicho se form (madur segn ellos mismos, en las diferentes fuentes que usamos) con el paso del tiempo. En otro de sus trabajos clsicos Hernndez Arregui planteaba que el marxismo es la teora general aplicada al caso nacional concreto (...) en tanto mtodo de interpretacin de la realidad (que) ordena tal anlisis terico con la lucha prctica de las masas contra el imperialismo en el triple plano nacional, latinoamericano y mundial y en ese orden.12 La izquierda peronista en general tambin fue deudora, en su mtodo de anlisis, de la teora de las causas internas de Rodolfo Puiggrs, quien plantea -simplificadamente- que no existe posibilidad de que la influencia externa penetre en un pas si no encuentra vehculos que lo permitan. O sea: para que haya neoliberalismo en Argentina debe haber una clase o fraccin de clase y sus representantes polticos que expresen internamente esos intereses. No basta la presin externa (a menos que esta presin sostenida cree con el tiempo sus causas internas); son los procesos internos en ltima instancia los que impulsan el desarrollo de las naciones, y en este sentido la teora de Puiggrs haca foco centralmente en la sociedad nacional y repudiaba a la dirigencia poltica e intelectual latinoamericana por estar desvinculados de los respectivos pueblos y por subordinar a las causas externas la totalidad o parte decisiva de las causas internas. No conciben el paso de nuestras sociedades por s mismas de lo inferior a los superior, sealaba.13 Entonces siguiendo a Puiggros, Hernndez Arregui y a los intelectuales del marxismo nacionalista Montoneros parta de lo nacional y lo emprico, por eso su socialismo no era socialismo a secas sino socialismo nacional, con el aditamento nacional fuertemente marcado, ya que sta era para los revolucionarios peronistas la nica forma concreta de existencia del socialismo. Y adems le permita realizar una doble operacin: 1: dis-

11 En la jerga de la poca R, P y M eran formas coloquiales de denominar a las FAR, las FAP y los Montoneros. 12 Hernndez Arregui, J. J., La formacin de la conciencia nacional, Buenos Aires, Plus Ultra, 1973. Las itlicas son nuestras. 13 Puiggrs Rodolfo, Historia crtica de los partidos polticos argentinos, Buenos Aires, Hispamrica, 1965.

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tanciarse del socialismo propugnado por el PC el PS y la izquierda clsica antiperonista; 2: entrar en consonancia con el discurso de Pern. La validez de la experiencia histrica de la clase obrera argentina, el reconocimiento de que es en su ideologa real, concreta, existente desde donde debe situarse el punto de partida (...) nuestra estrategia se basa ante todo y sobre todo en el estudio y conocimiento de las peculiares condiciones en que en nuestra patria se desenvuelve,14 escriba Carlos Olmedo, jefe de las FAR en 1972, cuando la opcin por el peronismo de esta organizacin se acentuaba e implicaba una profundizacin de las posiciones montoneras originales mucho ms simples;15 y marcaba tambin un importante distanciamiento de las posiciones del PRT. Carlos Olmedo introduce dos nociones que se emparientan con las ideas del historiador britnico E. P. Thompson respecto a la constitucin de la clase obrera: experiencia y formacin. Desconocemos si entre la lecturas de Olmedo se encontraba el historiador ingls, pero es notorio que en confrontacin con interpretaciones deterministas de los procesos histricos y de conciencia (Thompson discute con el estructuralismo de Altusser) Olmedo haya recurrido a las mismas nociones: la clase obrera argentina, tenia una conciencia propia, la peronista, que era fruto de su experiencia y que la constituye como clase nacional. Durante 1975 y 1976 los montoneros discutieron tambin una definicin ms precisa de su socialismo. Segn relata Carlos Flaskampf: Nos lleg desde las instancias superiores de que hacia el interior de la organizacin debamos decir simplemente socialismo sin el agregado de nacional,16 mientras que hacia fuera se mantena lo de socialismo nacional. Pero no lleg a ser una definicin orgnica, ms bien se mantuvo en estado de debate interno. Esto no significaba que la M tendiera a dejar de ser nacionalista, pero s que buscaba una mayor precisin de sus conceptos en trminos marxistas. La radicalizacin de los sectores ms avanzados de la clase obrera, la crisis del peronismo, la derechizacin de la cpula poltica y sindical y la constante presin del PRT por izquierda, eran un acicate que impulsaron esa evolucin. Perda, justamente, ve en esto un error que impidi ver el camino ms general del conjunto social que daba seales de ir en sentido inverso.14 Nuestra polmica con los compaeros del ERP, Militancia, pg. 38-39. 15 stas se encuentran sintticamente expresadas por Montoneros en el reportaje publicado en la revista Cristianismo y Revolucin N 28. 16 Carlos Flaskampf, entrevista con el autor, 15 de noviembre de 2004. Flaskampf fue militante del Grupo Ejrcito de Liberacin (GEL), organizacin guerrillera urbana marxista formada a principios de los 70; cay preso en 1971 y sali en libertad con la amnista del 73. A partir de ese momento se sum a las FAR y vivi el proceso de fusin con Montoneros. En el 75 se alej de la organizacin por diferencias con la lnea adoptada.

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Pero ms all del punto de partida terico para analizar la situacin nacional, la diferencia central estaba en la valoracin de la experiencia concreta de los trabajadores: el peronismo. Y ante eso el PRT era irreductible. Si observamos la relacin PRT-Montoneros despus de la ruptura de la M con Pern, sta mejor notoriamente, producindose un gran acercamiento y el intento de creacin de la Organizacin para la Liberacin Argentina (OLA). Pero la forma de abordar el anlisis de la realidad de ambas organizaciones permaneci invariable, siendo el peronismo la divisoria de aguas determinante, y no los otros puntos de discusin. Esto remite a la diferencia entre ambas organizaciones marcada anteriormente: la forma de abordar el estudio de la realidad nacional; de lo general a lo particular o de lo particular a lo general. Para los revolucionarios que asuman el peronismo la cuestin era actuar fundidos con las masas17 desde su propia identidad, por eso no slo asuman la identidad peronista sino que le daban mucha importancia a la asimilacin de la historia nacional segn la interpretacin del revisionismo histrico, cosa que los distanciaba todava ms del PRT, cuya lectura de la historia se basaba centralmente en el mitrismo y en los trabajos de Milcades Pea. Pero, ojo no es solo una diferencia cualitativa que hizo que Montoneros abrevara en el revisionismo y el PRT no. Exista tambin una diferente valoracin de la historia nacional en la definicin de la identidad. Para la izquierda peronista la discusin de las raices histricas era central y hacia a la definicin de la ideologa. La tesis de los movimientos nacionales como hilo conductor de la lucha del pueblo a travs de diferentes etapas histricas explica en parte esto. El PRT conceba la ideologa y la teora revolucionaria desde una posicin mas universalista, con un grado de independencia mayor respecto de la historia nacional. Los militantes montoneros en cambio se formaban en muchos casos desde la lectura de obras de revisionismo histrico. Para la izquierda peronista, el peronismo era el hecho maldito del pas burgus, como haba dicho Cooke. Maldito tanto para la izquierda como para la derecha, ya que rompa con lo que deban ser las expresiones normales de las clases en una sociedad plenamente burguesa. Esto, que lo volva un hecho a ser interpretado y comprendido para la izquierda peronista, significaba, para la izquierda antiperonista, lo contrario: un hecho deformante de la que deba ser la verdadera expresin y conciencia de los trabajadores. Esta diferencia iba ms all de un mero posicionamiento de coyuntura frente a un gobierno particular; por el contrario, al ser el peronismo una fuerza poltica fuertemente implantada en la conciencia, la cultura y la identidad de las masas populares que se expresaba en todos los mbitos de la politizada sociedad de la poca, significaba para ambas orga17 Carlos Flaskampf, entrevista con el autor.

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nizaciones una divisoria de aguas que slo se poda superar a partir de la autonegacin del peronismo como opcin poltica nacional-popular. Por lo menos hasta 1973, Montoneros se consideraba como una forma organizativa y de lucha superior dentro del peronismo y en ese sentido (y slo en se) eran vanguardia.18 En las discusiones para la fusin con las FAR (desde fines de 1972 hasta el 25 de mayo de 1973), ste fue un punto central de debate: para las FAR era necesario construir el clsico partido de vanguardia en una variante nacional para conducir el proceso revolucionario, mientras que para Montoneros la conduccin de las masas era ejercida por Pern, y la organizacin deba articularse con esa realidad. Segn Roberto Perda, para la R conduca el partido, (...) para nosotros conduca el que conduca y se era Pern.19 A pesar de estas generalizaciones actuales, es evidente que muchos cuadros aceptaron las definiciones anteriores al calor de la impresionante movilizacin popular que generaron la vuelta de Pern al pas el 17 de noviembre de 1972 y las elecciones del 11 de marzo del 73. Pero, en la prctica, estas definiciones empricas eran imposibles de sostener: los roces con Pern y con las estructuras tradicionales del peronismo llevaron rpidamente a la organizacin fusionada bajo el nombre de Montoneros hacia una concepcin de vanguardia clsica. Adems, la aceptacin de la estrategia de Pern no fue homognea en el conjunto de la organizacin: en Montoneros, antes de la fusin con las FAR, hubo rupturas en torno a la participacin en las elecciones: Los compaeros tenan la visin clsica, lo nuestro fue una novedad por lo menos en Amrica Latina, que un grupo guerrillero fuera a elecciones (...) Ah nace la columna Sabino Navarro:20 no estaban de acuerdo con las elecciones, nos acusaban de reformistas, sos-

18 Este debate lo transmiten actualmente Carlos Flaskampf en Organizaciones poltico militares, y Jos Amorn en xxxxxx. All Amorn en un libro en el que balances y analiza su experiencia en Montoneros (que protagoniz como cuadro medio desde sus orgenes) reivindica esta idea, de fuerza dentro del movimiento peronista y sometida a sus lmites. Critica abiertamente la influencia marxista y especialmente al leninismo (que atribuye su introduccin a militantes de las FAR) que llevaron a colisionar con Pern y el resto del movimiento. Es interesante esta posicin porque, si bien el viraje hacia la construccin de la fuerza propia ms all del peronismo fue aceptado por la mayora, es probable que muchos militantes montoneros y an cuadros no asumieran plenamente en su fuero interno esas definiciones. Tanto Flaskampf como Amorn abandonaron la organizacin montoneros antes del 76. 19 Roberto Perda, entrevista con el autor, 15 de junio de 2004. Y agrega para precisar ms su idea: Conducir a las masas era, para nosotros, el hecho irrefutable de que Pern tomaba una decisin de ir en un determinado sentido o hacer determinada cosa y la gente lo segua, en ese sentido es que Pern conduca. 20 La columna Sabino Navarro rompi con la OPM antes de las elecciones del 73. Eran realmente numerosa para el desarrollo de la organizacin en ese momento, pero con la explosin numrica del 73 pronto se llenarn los huecos. Luego la Columna se acerc a las posiciones alternativistas del PB, mientras que muchos de los crticos volvieron a Montoneros.

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tiene Perda, aunque finalmente el enorme peso de la movilizacin de masas termin oficiando de catalizador a favor de la estrategia participacionista. El socialismo nacional de Montoneros era una construccin a realizar, y estaba definido en forma poco clara hacia fuera de los cuadros de la organizacin. En parte gracias a esta amplitud -durante el proceso de engorde en medio del boom de noviembre del 72 hasta junio del 73-, la organizacin sum una infinidad de pequeas agrupaciones peronistas de diferentes tendencias que acordaban con la ambigedad de sus definiciones, pero que en realidad tenan concepciones diferentes. Aun en los documentos emanados de la misma conduccin no se encuentran citas de Marx y, si bien los trminos y categoras marxistas se desplegaron profusamente desde 1973, nunca la organizacin se asumi pblica ni privadamente como marxista leninista. La asuncin pblica del marxismo leninismo hubiera significado para la M una ruptura muy fuerte con la tradicin polticoidentitaria de la cual abrevaba: la concepcin de que la lucha se desplegaba nacionalmente a travs de nuestra historia entre movimientos nacionales y populares que expresaban las fuerzas del autodesarrollo vs elites cipayas que organizaban un bloque poltico y social extranjerizante. Es por eso que, ms all de su ruptura con el peronismo y de considerarlo agotado en el 75, la organizacin no lo neg sino que se consider heredera y superacin dialctica. Es decir que, aun con su fuerte raigambre nacionalista, Montoneros podra haber asumido posiciones pblicas y de masas ms explcitamente marxistas en sus declaraciones y documentos internos, como lo hicieron muchas otras organizaciones del Tercer Mundo de caractersticas similares, pero no lo hizo. En este sentido, la identidad peronista que se planteaba en la prctica como excluyente del marxismo (al menos al nivel del sentido comn de las masas peronistas y de la ideologa partidaria oficial) impidi que la M diera este paso. Montoneros por mas que asumiera en marxismo, deba cumplir con el rol histrico de conducir un movimiento nacional amplio, cuya identidad e ideologa no era marxista ni clasista. Por el contrario el PRT, en tanto partido de vanguardia del proletariado, asuma pblicamente la ideologa y las banderas que esa vanguardia deba tener: el marxismo leninismo. Para explicar su rol en el movimiento, en el documento Charla a los frentes...21 Montoneros esboz una complicada explicacin del carcter del peronismo en la lucha por la liberacin nacional: existe el movimiento peronista con un conductor que es Pern, que adems es el lder de los trabajadores; pero tambin est Montoneros, que es la vanguardia, y el

21 Charla de la Conduccin Nacional ante las agrupaciones de los frentes, 1973, en: Baschetti, R., op. cit.

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frente de liberacin nacional que no es el peronismo sino un espacio que se cruza con l pero no coincide totalmente y debe incluir a otros sectores de izquierda y fracciones de la pequea y mediana burguesa no peronista. Se trata de una caracterizacin confusa, en la que categoras clsicas son armonizadas forzadamente con el peronismo. Es claro que las concepciones montoneras coincidan, en general, con las definiciones de otras organizaciones y movimientos de liberacin nacional, que pueden encuadrarse como nacionalistas revolucionarios, es decir, versiones nacionales del marxismo leninismo y que se hacen pblicamente cargo de l (o, al menos, desarrollan una explicacin clara de los aportes marxistas a su ideologa). Pero tambin es claro que el peronismo no se enmarcaba con facilidad en estas concepciones, ms all de los esfuerzos tericos de los montoneros.22 El liderazgo de Pern era previo a la oleada de luchas de liberacin nacional; perteneca ms bien a la poca anterior, dentro de la misma vertiente que dio origen a Lzaro Crdenas, Getulio Vargas, Vctor Haya de la Torre, etc. El caso de Per es interesanta ya que el APRA y su lider se proyectan en las dcadas de3l 60, 70 y 80. En el pas andino varias experiencias guerrileras fueron producto de la radicalizacin de sactores del APRA al calor de la experiencia cubana y de la influencia del Che: desde el MIR de De la Puente Uceda en los primeros sesentas, hasta el MRTA actual. Pero estas guerrillas surgieron desde sus comienzos en ruptura y confrontacin con el APRA tradicional. Pero ms all del nacionalismo -que fue una constante en toda su historia- Montoneros tuvo un lento pero constante proceso de izquierdizacin, que se manifest no en el abandono de sus definiciones anteriores sino en el mayor acento puesto en el rol de los trabajadores, en tanto clase obrera, como sujeto de la revolucin (a diferencia de la columna vertebral de Pern), y en la caracterizacin de la organizacin revolucionaria como vanguardia para el perodo transcurrido desde Ezeiza hasta el golpe de Estado del 76. Hacia fines de 1973 la conduccin de la organizacin vea que el deterioro de sus relaciones con Pern era irreversible, e intent preparar a las bases para la ruptura que consider inevitable en el futuro cercano. En este sentido se orientaba el proceso de autodefinicin ideolgica que llevaron adelante.

22 No queremos negar con esto que el peronismo haya sido hasta la dcada del 70 una posible expresin de la liberacin nacional y una manifestacin clara del nacionalismo popular (Lpez Rega o Menem no eran su nico destino posible). Pero cuando Montoneros hablaba de Movimiento de Liberacin Nacional, se refera a formaciones polticas como el Frente Farabundo Mart de Liberacin Nacional (FMLN) en El Salvador, el Sandinismo en Nicaragua, la Organizacin para la Liberacin de Palestina (OLP), el Frente de Liberacin Nacional (FLN) de Argelia, el Vietcong, etc., los cuales encarnaban una vuelta de tuerca (y en muchos temas una concepcin diferente) ms de lo que el peronismo era en ese momento.

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Para nosotros el marxismo leninismo es una gua para la accin y punto (...) El marxismo se lo puede analizar en diversos aspectos: como teora revolucionaria, como ideologa, como poltica en este pas y como metodologa de anlisis. Nosotros de todo eso lo nico que tomamos son sus herramientas, planteaban en la Charla a los frentes... En ese momento de su desarrollo, entonces, Montoneros se consideraba marxista en un sentido amplio, vea la sociedad capitalista en los trminos que Marx la analiz y adoptaba muchos de sus supuestos tericos -la lucha de clases, la dialctica, etc.-, pero se declaraba explcitamente no leninista (al menos en los trminos que utiliza toda la izquierda leninista). En el subrayado de Firmenich, y punto, esta la clave de los resquemores montoneros hacia ser una organizacin marxista a secas. Entenda que el leninismo constituy la ideologa del proletariado ruso a fines del siglo pasado y comienzos de este siglo, o sea que el leninismo era la forma nacional del socialismo para la clase obrera rusa, pero no para las condiciones argentinas. El marxismo-leninismo, o ms precisamente el leninismo, es la teora revolucionaria con la cual se desarroll la Revolucin Rusa. Mao no toma ese esquema, escriben en el mismo documento. Es decir que reconocan elementos en comn pero siempre acentuaban sus crticas a la izquierda en lo que hace a la necesidad de apartarse de las definiciones tericas de otras revoluciones para crear la propia teora revolucionaria. Para Montoneros una de las dos funciones centrales de la Organizacin Poltico Militar era el desarrollo de la teora revolucionaria especficamente para nuestro pas (la otra funcin era el desarrollo del ejrcito revolucionario). Como organizacin poltica, en primer lugar (debemos) estudiar y determinar, a partir de la realidad objetiva que encontramos en el pas, la teora revolucionaria para el pas. Cada revolucin se hace en definitiva, con una teora distinta que tendr una serie de elementos en comn...23 Como no hay una clase obrera universal, no hay una teora revolucionaria universal, por ello los lderes revolucionarios deben ser nacionales: Lenin, Mao, Fidel, eran reivindicados como tales. En otras palabras: no es posible un marxismo, leninismo, maosmo y sucesivos agregados a medida que los diferentes procesos se desarrollan; por el contrario, hay un marxismo con diferentes especificidades nacionales, y adems ese marxismo no es una teora completa. Esta definicin era coherente con la tesis de las causas internas; si bien el marxismo es una teora sobre la sociedad capitalista que puede ser universalmente aceptable para un mundo donde las relaciones capitalistas de produccin son dominantes, el leninismo es una poltica, una concepcin organizativa y un ajuste y correccin del marxismo en base al desarrollo de un proceso revolucionario concreto. Para Montoneros, en-

23 Estas definiciones son de los ltimos meses de 1973. Charla..., op. cit., pg. 285.

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