Santiago Alba

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Doce años fuera de Logroño le han llevado a recorrer África, Oriente Medio y América Latina con proyectos de desarrollo rural :: M. MAYAYO LOGROÑO. Desde su despacho en el corazón de Logroño, Santiago Alba disfrutaba de una acomodada vida laboral y personal. Joven y con tra- bajo en una consultoría de medio am- biente ni tan siquiera barruntaba la crisis. Un buen día, hace doce años, surgió la oportunidad: el comité es- pañol del refugiado buscaba un in- geniero agrícola para cinco meses en Namibia. «Pensé que estaba bien para una experiencia. Me fui y dos años después todavía estaba en Namibia». El ‘veneno de África’ corrió por sus venas. Luego vendrían infinidad de viajes a más países del continente negro, Oriente Medio, América La- tina... siempre vinculado a proyec- tos de cooperación, seguridad alimen- taria y desarrollo rural. Residió en Es- tados Unidos y desde hace ocho años vive en Canadá (Montreal y Otawa), donde es director de Innovación y Políticas de la unidad de programas internacionales de CARE-Canadá. Esta ONG es una de las ‘grandes’ del mundo, con presencia en 82 países y socio principal del programa mun- dial de alimentos. «En Namibia trabajé en proyectos de reasentamiento. Después de los años de ‘apartheid’, el país estaba in- merso en un proceso de reforma agra- ria. Los antiguos refugiados del sur de Angola regresaban», cuenta el lo- groñés. «Ahí descubrí la sensación de que el aire que respiras te llena los pulmones. Esa sensación de estar en un lugar en el que lo más bello y lo más dramático lo compartes todos los días», agrega. Como en Namibia, Santiago ha es- tado al pie del cañón por medio mun- do pero ahora ha cambiado el terreno por el despacho. «Estoy –dice– en ges- tión y planificación estratégica. Des- de mi departamento técnico, lleva- mos proyectos directos en unos 30 países. Más reuniones y menos gran- jeros, pero también es satisfactorio». Gaza y Cisjordania Al menos una vez al mes regresa a alguno de sus rincones para compro- bar cómo van los proyectos. Recuer- da con orgullo el recién cerrado en Gaza y Cisjordania después de cua- tro años de esfuerzo: «Empezó en el 2009 como un plan de ayuda huma- nitaria tradicional y lo convertimos en un proyecto sostenible. Trabaja- mos con agricultores locales recupe- rando la tierra destruida en la guerra y les comprábamos la comida para distribuirla. Conseguimos que el sis- tema se retroalimentara: los agricul- tores producían, las familias compra- ban y, así, bajamos la asistencia tra- dicional caritativa». Ahora es la crisis humanitaria de Siria la que trae de cabeza a Santia- go. «Es la gran crisis del momento y es muy difícil intervenir. Tiene el mayor flujo actual de refugiados ha- cia Líbano, Turquía y Jordania. Nues- tra intervención se hace desde estos tres puntos porque no estamos den- tro. En Jordania gestionamos ‘ma- crocampos’ de refugiados. Hay una nueva realidad: el refugiado urba- no que estamos viendo en Líbano. Son personas que han alquilado las casas de veraneo en Líbano. Tenían sus pequeños ahorros y han logra- do salir del país con su familia pero son refugiados y por tanto no se les da permiso de trabajo y se les está acabando el dinero. La situación es muy complicada», se lamenta. Y muy diferente –añade– por ejemplo a lo ocurrido en Filipinas. «Ha sido tre- mendo pero aquí sabíamos cómo ha- cerlo. El país ha sabido responder y en los próximos meses saldrá ade- lante». ¿Y África seguirá siendo el eterno destino de las ONG? «El problema es que va despacio porque hay mucho que hacer. Pero cuando vemos los in- dicadores se comprueba que son po- sitivos, se va a mejor. Viajo una vez al mes a África y Mali, Mozambique, Níger... están mejor. En septiembre he estado en Zambia, mi último via- je allí fue en el 2004 y diez años des- pués he visto una transformación como de la noche al día», dice. Los refugiados ¿Son los refugiados el gran reto de las ONG? «El número de refugiados no desciende. Aumenta el interno y nos preocupa el refugiado por el cambio climático, personas que son expul- sadas de sus tierras porque ya no pue- den cosechar. Sobre todo en el Sahel. Las distribuciones tradicionales de pastoreo ya no funcionan porque las lluvias no vienen. En el sudeste asiá- tico, si el cambio climático continúa, el aumento del nivel de las aguas va a provocar el desplazamiento de mi- llones de personas», augura. Y aún queda otro grupo, a juicio de Santia- go: «Otra cuestión es que hay mu- chos refugiados que llevan más de 20 años en los campos. Hay quien no conoce otro sitio para vivir. Es gen- te que no puede incorporarse a la vida normal porque su estatus no les per- mite trabajar y porque ningún país los quiere». Cuando mira a futuro es la crisis alimentaria la que le desazona. «La crisis alimentaria es una de las de ma- yor impacto. La crisis de precios de alimentos del 2007 y 2008 puso a mil millones de personas en inseguridad alimentaria . Como humanidad, te- ner mil millones de personas sin ac- ceso adecuado a alimentos suficien- tes, en un planeta en el que hay mil millones de personas con sobrepeso y se tira el 25% de la comida, me pa- rece que es tremendo. Cuando un país cierra sus fronteras a la espera de que aumente el precio del trigo antes de empezar a exportarlo… la gente se muere de hambre». Con todo, Santiago rezuma opti- mismo. «Yo creo que hay más gente que hace el bien que la que hace el mal. Lo que ocurre es que unos po- cos pueden hacer mucho daño. En general vivimos mejor que hace cien años. El asunto es que, a veces, el mundo se olvida de que tiene que se- guir peleando». «Soy optimista –agre- ga– porque veo que haciendo cosas se cambia el mundo. Cuando me sien- to con un gobierno, trabajamos en un programa de granjeros y diseña- mos un sistema para que se creen fe- rias de ganado, para que el precio sea justo, por primera vez se pesa el ga- nado para venderlo, y al final el que tenía una vaca ahora quiere dos, ves que funciona, que tiene un impacto y merece la pena»... Santiago Alba, directivo de programas internacionales en la ONG ‘Care-Canadá’ «La crisis alimentaria actual es tremenda» Arriba, Santiago Alba, en el Espolón. Abajo, en Palestina visitando uno de los últimos proyectos cerrados en el 2012. :: DÍAZ URIEL «En África el problema es que hay mucho por hacer pero se observa que se avanza» «A veces, el mundo se olvida de que tiene que seguir peleando por las cosas» R 7 LA RIOJA Domingo 12.01.14 LA RIOJA

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Doce años fuera deLogroño le han llevado arecorrer África, OrienteMedio y América Latinacon proyectos dedesarrollo rural

:: M. MAYAYOLOGROÑO. Desde su despacho enel corazón de Logroño, Santiago Albadisfrutaba de una acomodada vidalaboral y personal. Joven y con tra-bajo en una consultoría de medio am-biente ni tan siquiera barruntaba lacrisis. Un buen día, hace doce años,surgió la oportunidad: el comité es-pañol del refugiado buscaba un in-geniero agrícola para cinco meses enNamibia. «Pensé que estaba bien parauna experiencia. Me fui y dos añosdespués todavía estaba en Namibia».El ‘veneno de África’ corrió por susvenas. Luego vendrían infinidad deviajes a más países del continentenegro, Oriente Medio, América La-tina... siempre vinculado a proyec-tos de cooperación, seguridad alimen-taria y desarrollo rural. Residió en Es-tados Unidos y desde hace ocho añosvive en Canadá (Montreal y Otawa),donde es director de Innovación yPolíticas de la unidad de programasinternacionales de CARE-Canadá.Esta ONG es una de las ‘grandes’ delmundo, con presencia en 82 paísesy socio principal del programa mun-dial de alimentos.

«En Namibia trabajé en proyectosde reasentamiento. Después de losaños de ‘apartheid’, el país estaba in-merso en un proceso de reforma agra-ria. Los antiguos refugiados del surde Angola regresaban», cuenta el lo-groñés. «Ahí descubrí la sensaciónde que el aire que respiras te llena lospulmones. Esa sensación de estar enun lugar en el que lo más bello y lomás dramático lo compartes todoslos días», agrega.

Como en Namibia, Santiago ha es-tado al pie del cañón por medio mun-do pero ahora ha cambiado el terrenopor el despacho. «Estoy –dice– en ges-tión y planificación estratégica. Des-de mi departamento técnico, lleva-mos proyectos directos en unos 30países. Más reuniones y menos gran-jeros, pero también es satisfactorio».

Gaza y CisjordaniaAl menos una vez al mes regresa aalguno de sus rincones para compro-bar cómo van los proyectos. Recuer-da con orgullo el recién cerrado enGaza y Cisjordania después de cua-tro años de esfuerzo: «Empezó en el2009 como un plan de ayuda huma-nitaria tradicional y lo convertimosen un proyecto sostenible. Trabaja-mos con agricultores locales recupe-rando la tierra destruida en la guerray les comprábamos la comida paradistribuirla. Conseguimos que el sis-tema se retroalimentara: los agricul-tores producían, las familias compra-ban y, así, bajamos la asistencia tra-dicional caritativa».

Ahora es la crisis humanitaria deSiria la que trae de cabeza a Santia-go. «Es la gran crisis del momento yes muy difícil intervenir. Tiene elmayor flujo actual de refugiados ha-cia Líbano, Turquía y Jordania. Nues-tra intervención se hace desde estostres puntos porque no estamos den-tro. En Jordania gestionamos ‘ma-crocampos’ de refugiados. Hay unanueva realidad: el refugiado urba-no que estamos viendo en Líbano.Son personas que han alquilado lascasas de veraneo en Líbano. Teníansus pequeños ahorros y han logra-

do salir del país con su familia peroson refugiados y por tanto no se lesda permiso de trabajo y se les está

acabando el dinero. La situación esmuy complicada», se lamenta. Y muydiferente –añade– por ejemplo a loocurrido en Filipinas. «Ha sido tre-mendo pero aquí sabíamos cómo ha-cerlo. El país ha sabido responder yen los próximos meses saldrá ade-lante».

¿Y África seguirá siendo el eternodestino de las ONG? «El problema esque va despacio porque hay muchoque hacer. Pero cuando vemos los in-dicadores se comprueba que son po-sitivos, se va a mejor. Viajo una vezal mes a África y Mali, Mozambique,Níger... están mejor. En septiembrehe estado en Zambia, mi último via-je allí fue en el 2004 y diez años des-pués he visto una transformacióncomo de la noche al día», dice.

Los refugiados¿Son los refugiados el gran reto de lasONG? «El número de refugiados nodesciende. Aumenta el interno y nospreocupa el refugiado por el cambioclimático, personas que son expul-sadas de sus tierras porque ya no pue-den cosechar. Sobre todo en el Sahel.Las distribuciones tradicionales depastoreo ya no funcionan porque laslluvias no vienen. En el sudeste asiá-tico, si el cambio climático continúa,el aumento del nivel de las aguas vaa provocar el desplazamiento de mi-llones de personas», augura. Y aúnqueda otro grupo, a juicio de Santia-go: «Otra cuestión es que hay mu-chos refugiados que llevan más de20 años en los campos. Hay quien noconoce otro sitio para vivir. Es gen-te que no puede incorporarse a la vidanormal porque su estatus no les per-mite trabajar y porque ningún paíslos quiere».

Cuando mira a futuro es la crisisalimentaria la que le desazona. «Lacrisis alimentaria es una de las de ma-yor impacto. La crisis de precios dealimentos del 2007 y 2008 puso a milmillones de personas en inseguridadalimentaria . Como humanidad, te-ner mil millones de personas sin ac-ceso adecuado a alimentos suficien-tes, en un planeta en el que hay milmillones de personas con sobrepesoy se tira el 25% de la comida, me pa-rece que es tremendo. Cuando unpaís cierra sus fronteras a la esperade que aumente el precio del trigoantes de empezar a exportarlo… lagente se muere de hambre».

Con todo, Santiago rezuma opti-mismo. «Yo creo que hay más genteque hace el bien que la que hace elmal. Lo que ocurre es que unos po-cos pueden hacer mucho daño. Engeneral vivimos mejor que hace cienaños. El asunto es que, a veces, elmundo se olvida de que tiene que se-guir peleando». «Soy optimista –agre-ga– porque veo que haciendo cosasse cambia el mundo. Cuando me sien-to con un gobierno, trabajamos enun programa de granjeros y diseña-mos un sistema para que se creen fe-rias de ganado, para que el precio seajusto, por primera vez se pesa el ga-nado para venderlo, y al final el quetenía una vaca ahora quiere dos, vesque funciona, que tiene un impactoy merece la pena»...

Santiago Alba, directivo de programas internacionales en la ONG ‘Care-Canadá’

«La crisis alimentaria actual es tremenda»

Arriba, Santiago Alba, en el Espolón. Abajo, en Palestina visitandouno de los últimos proyectos cerrados en el 2012. :: DÍAZ URIEL

«En África el problemaes que hay mucho porhacer pero se observaque se avanza»

«A veces, el mundose olvida de que tieneque seguir peleandopor las cosas»

R 7LA RIOJADomingo 12.01.14LA RIOJA