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Publicaciones SVDGeneralado - Roma - 2010

Re-imaginandolos senderos de nuestro

itinerario vocacionalcomún

Algunas orientaciones

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Impostación y Distribución: Sebastian [email protected]

Impreso por GESP Italia, Città di Castello (PG)Febrero de 2010

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Índice

Prólogo .................................................................................................5

1. Principios orientadores de la Formación SVD hoy ...................7

2. Razonamiento del Proyecto de Re-imaginación ........................9

3. Cambio de panorama de la llamada religioso-misionera ......11

3.1. Nuevo entendimiento de la Misión ..............................113.2. Misión como Diálogo Profético .....................................133.4. Respuesta Misionera marcada

por los cuatro Rasgos de Familia ...............................15

4. Desafíos que surgen - Respuestas que se requieren ...............17

4.1. La vocación del Formador .............................................194.2. Nuevo perfil de nuestros candidatos ...........................204.3. La vida consagrada en el contexto de hoy ..................204.4. Vida Intercultural ............................................................224.5. La Misión con los compañeros laicos ...........................244.6. Formación Académica ....................................................254.7. Cultivar el sentido de la observación ...........................264.8. La opción preferencial por los pobres

y el compromiso con el cuidado de la Creación .....274.9. Exposición directa a situaciones misioneras reales ...274.10. Solidaridad crítica con las estructuras .......................284.11. Aventurarse en nuevas experiencias ..........................294.12. Formación Permanente ................................................29

5. Conclusión .....................................................................................30

Referencias .........................................................................................32

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Prólogo

Queridos Hermanos,

Me alegra poder presentarles este folleto titulado: “Re-imaginandolos senderos de nuestro itinerario vocacional común: algunasorientaciones”. El folleto está destinado a ser una actualización delos principios generales de la Formación SVD a la luz de lacomprensión de nuestra misión hoy como diálogo profético.

Cabe recordar que el Capítulo General XIII de 1988 tuvo como tema“Misión-Espiritualidad-Formación”. El Documento III de dichocapítulo, titulado “Formación SVD Hoy”, estableció siete“principios orientadores de la Formación SVD” (cf. Nuntius XII,pp. 714-716). En 2006, al revisar las decisiones del Capítulo GeneralXVI, el Consejo General consideró que valdría la pena elaborar unosprincipios orientadores similares a la luz del diálogo profético. Estosprincipios orientadores actualizados de 2006 serían entoncesconsiderados como un complemento a los principios orientadoresde 1988.

Para llegar a esta decisión, el Consejo General se guió por el nº 99de la Declaración del último Capítulo General:

(99) Programa de Renovación. Es importante notar quela formación no es un programa mecánico. Es unproceso de respuesta a la llamada de Dios. Todos losaspectos de la vida misionera deben implementarseadecuadamente. La formación debe provocarentusiasmo por el Reino de Dios, encender en nosotrosel fuego de la vida comunitaria, y fomentar un espíritude diálogo. Es por eso que todas las etapas de losprogramas de formación deberían renovarse a la luzdel testimonio del Reino, del diálogo profético y de lasdimensiones características.... (EDV 6, septiembre 2006,p. 53).

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La tarea de la elaboración de estos principios orientadoresactualizados de la Formación SVD le fue confiada al P. ThomasMalipurathu, Secretario para la Formación y la Educación. Estefolleto es el resultado de ese esfuerzo. Está basado en un borradorescrito por el P. Malipurathu y posteriormente enviado a algunosformadores para que hicieran observaciones y comentarios. Elborrador fue revisado en varias reuniones del Generalato y delConsejo General. Por lo tanto, me gustaría agradecer al P.Malipurathu su trabajo y agradecer también a todos los miembrosdel Generalato por su colaboración en este esfuerzo.

Hay que notar las dos partes importantes del libro, dos partesigualmente importantes, aunque desiguales en longitud, a saber:En primer lugar, el intento de re-pensar la Formación SVD a la luzdel diálogo profético (el texto principal), y en segundo lugar, unresumen de ese nuevo pensamiento expresado en términos de 10principios orientadores de la Formación SVD de hoy (la seccióndel principio del folleto).

La publicación de este folleto me da la oportunidad de agradecersinceramente a todos los formadores en nuestra Congregación quehacen la tarea importante, pero a menudo ingrata, de guiar anuestros candidatos y jóvenes hermanos en su itinerario vocacionalhacia una vida de participación en la misión del Verbo Divino. Queeste folleto sea un reconocimiento de su importante papel en laCongregación y una ayuda en su labor de formación. Ojalá queeste librito ayude a los formadores y a todos nuestros formandos alograr, en el contexto de los desafíos de la misión de hoy, el objetivode la formación y la educación en la Congregación, es decir: “Launión creciente con el Verbo del Padre hecho hombre, gracias a laacción eficaz del Espíritu Santo y la identificación progresiva conla comunidad religiosa y misionera que formamos cohermanos delos más diversos países y culturas” (c. 501)

Fraternalmente en el Verbo Divino

Antonio M. Pernia, SVDSuperior General

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1.Principios orientadores

de la Formación SVD hoy

1. La formación SVD es una formación para la misión.Su elemento de definición es la misión con Jesús,el Verbo Divino, y en el modelo de su misión. Estamisión la realizamos como ministros ordenados ocomo Hermanos, ambos son expresionesigualmente solemnes de la misma vocación.

2. La misión como diálogo profético significa salir alencuentro de nuestros compañeros de diálogo ensolidaridad, respeto y amor. Es importante adquirirdurante los años de formación inicial habilidadesprácticas esenciales para participar en el diálogo ypromoverlo.

3. Las cuatro Dimensiones Características o los“rasgos de familia” SVD tienen que serdeliberadamente cultivados y constantementealimentados a través de procesos de aprendizajeapropiados.

4. El formador está llamado a ser un modelo dediálogo. Esto requiere que la formación se realiceen un espíritu de diálogo. Así, la tarea del formadorse desenvuelve en la comunidad con losformandos, en la reflexión piadosa, en el vivir laPalabra y los sacramentos y en el contacto directo

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con verdaderas situaciones misioneras. Parte deeste proceso es acompañar de cerca a los formandosy supervisar constantemente sus ministerios.

5. Nuestra vida consagrada adquiere significadocuando aceptamos nuestra vocación como unseguimiento de Jesús, que implica cargar connuestra cruz cada día y seguir los pasos del Señor.

6. La vida armoniosa en comunidades interculturaleses un modo de practicar el diálogo profético. Hacemás eficaz y atractivo nuestro testimonio de lainclusividad del reino de Dios y su apertura a ladiversidad.

7. Ser colaboradores en la Missio Dei implica unir lasmanos con los laicos y reconocerlos comocompañeros iguales en esta gran empresa.

8. Nuestros estudios académicos deben tener unadistintiva perspectiva misionera. Esto implicaincluir en nuestros planes de estudios materiascomo antropología, sociología, misionología,estudios de religión y cultura, estudio de lenguasy teoría y habilidades para el diálogo.

9. Los años de formación inicial deberían inculcarnosla convicción firme de la necesidad de la formaciónpermanente. Desde el principio de nuestra vidamisionera deberíamos desarrollar el sentido de laresponsabilidad de nuestra propia formacióncontinua y asumirla como un compromiso de porvida.

10. Los programas de formación necesitan revisiónperiódica y nueva formulación.

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2.Razonamiento del Proyecto

de Re-imaginación

Las Declaraciones de los Capítulos Generales en nuestraCongregación son el fruto de un proceso prolongado de reflexiónque implica a todos los miembros. Desde esta perspectiva esrevelador hacer una consideración de lo que dice la Declaracióndel Capítulo General XVI de 2006 sobre la formación. Nos recuerdaen términos claros que el objetivo decisivo de la formación esinculcarnos un entusiasmo duradero por el Reino de Dios, encenderen nosotros el fuego para la vida de comunidad y alimentar ennosotros cada vez más el espíritu de diálogo. Confiere el mandatode que “…todas las etapas de los programas de formación deberíanrenovarse a la luz del testimonio del Reino, del diálogo profético ylas dimensiones características“ (cf. EDV 6 #99). El contextoclaramente nos obliga a interpretar este mandato como expresiónde nuestro deseo colectivo de mantener nuestro programa deformación en consonancia con los acontecimientos contemporáneosen la Iglesia y en el mundo. Se apela a asegurar que nuestro procesode formación se mantenga en continua preparación para salir alpaso de los desafíos de nuestros tiempos, al igual que el antiguoobjetivo de la misma Iglesia de ser una “Ecclesia semper reformanda”(= una Iglesia en continua renovación).

A diferencia de otros institutos de vida consagrada, nuestracongregación no tiene en este momento una Ratio Formationis o RatioInstitutionis común (es decir, para toda la Congregación), undocumento que normalmente pretende proporcionar un conjuntocomprensivo de directrices para las varias etapas de la formaciónespiritual y académica de sus miembros. Podríamos recordar que

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el Capítulo General XIII de 1988 asumió la formación como un temade consideración especial. La Declaración de aquel Capítulopresentó ciertas directrices básicas para la formación y ofreció variasrecomendaciones para su encauzamiento en los diversos niveles(cf. HDV 1, pp. 63-79). Casi 18 años más tarde, el Capítulo GeneralXVI de 2006 otra vez puso su enfoque en este asunto, sobre todomirándolo desde la perspectiva de la demanda del diálogo proféticoque hemos aceptado como la expresión más adecuada de nuestroentendimiento de la misión hoy. Reflexionando sobre lasobligaciones que el concepto de misión como diálogo proféticoimpone a la formación, la Declaración del Capítulo articula unallamada a la renovación de los programas de formación. Eldocumento presente es, en esencia, una respuesta a la Declaracióndel Capítulo. Este documento procura proporcionar ciertasorientaciones fundamentales para facilitar la tarea de mantenernuestro proceso de formación constantemente renovado desdedentro y tener en cuenta las múltiples dimensiones de nuestrallamada misionera, que debe vivirse hacia fuera en el mundopostmoderno. No está diseñado para funcionar como un manualde consulta diaria, sino para proporcionar un sostén ideológico yuna visión común a la superestructura del proceso de formaciónen nuestra Congregación.

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3.Cambio de panorama de la

llamada religioso-misionera

El mareante proceso de cambios realmente no deja ningún aspectode vida humana intacto. Los efectos de tales cambios se siententanto en la esfera personal de los individuos como en la esferaestructural de las formaciones sociales. El desarrollo científico y elavance tecnológico han redimensionado radicalmente nuestrosmodos de pensar y nuestro estilo de vida. Aunque los cambiospuedan ser psicológicamente inquietantes, sobre todo a corto plazo,también comprendemos que todo progreso está inseparablementevinculado a ellos. Tal perspectiva será provechosa cuando tratemosde evaluar los nuevos acontecimientos en el pensamiento teológico.

3.1. Nuevo entendimiento de la MisiónEl punto de partida indiscutible de cualquier debate sobre laformación en nuestra Congregación es que nuestra formación esuna formación para la misión. Pero lo más importante es que esuna formación para la misión con Jesús, el Verbo Divino y en elmodelo de su misión. Esta especificación es significativa porqueacentúa lo que es un misionero, en vez de lo que hace. La misión esel elemento de definición de nuestra formación. De hecho siemprefue así. Podríamos entonces preguntarnos: Si la misión es unelemento tan decisivo y esto fue siempre una parte incorporada denuestra filosofía de formación, ¿dónde está la necesidad de inventaralgo nuevo? Aquí está el quid de la cuestión. El punto crítico es queel entendimiento de misión ha cambiado radicalmente en la erapost-conciliar. “Cambio de paradigma” es la expresión que confrecuencia se usa en este contexto. Quizá es cierto que la expresiónya ha perdido algo de fuerza debido a su uso excesivo, pero aún escapaz de acentuar el cambio importante en el plano ideológico1. Lo

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1 Thomas Kuhn, filósofo de la ciencia americano, inventó la expresión yla propuso en su libro clásico de 1962, La estructura de las revolucionescientíficas.

que la expresión establece es que el avance intelectual y científicoconsiste en desplazar un paradigma que claramente ya no es capazde explicar hechos nuevos o hechos recién descubiertos, por unnuevo paradigma que realmente explica esos hechos en una maneramás satisfactoria.

Valores tales como la evaluación positiva de otras religiones yculturas, el énfasis sobre la dignidad de la persona humana, lapromoción activa de derechos humanos, la interacción respetuosacon los seguidores de otras tradiciones de fe, etc. (promovidos porlos influyentes documentos del Concilio Vaticano II) fueron potentesestímulos para redefinir la misión de la Iglesia. Desde el principiode la existencia de la Iglesia, miles de hombres y mujeres han dadosus vidas por la causa de la misión. La mayor parte de ellos sonmodelos inspiradores de la fe comprometida y del serviciodesinteresado a los pobres y a los que están en los márgenes de lasociedad. Muchos miles han sacrificado de buen grado sus vidasabrazando con valor el martirio en defensa de su fe. Sin embargo,quizás debido a la teología frecuente de aquel tiempo o debido auna visión del mundo restringida, durante muchos siglos la Iglesiamuy a menudo seguía un modelo de misión como “conquista”:Ganar cada vez más gente para Cristo. En la práctica esto significóel trasplante de una Iglesia culturalmente Euro-céntrica institucionala otras partes del mundo. La imaginación del misionero estabaencendida por el celo de “salvar almas”. La misión estabageográficamente condicionada, era vista como un movimiento del“centro cristiano” a “la periferia pagana”, del Oeste al Este, delNorte al Sur. El personal misionero a menudo estaba convencidode que las culturas “paganas” de las tierras de misión tenían queser “civilizadas” por la imposición de la cultura Greco-romana. Lascircunstancias históricas que establecieron la desafortunada alianzaentre la maquinaria colonial y la empresa misionera agregaron unadimensión triunfalista a todos los esfuerzos misioneros. Apoyaresto era el exclusivo auto-entendimiento de la Iglesia, que a menudollevaba a un programa expansionista.

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Por la mediación providencial del Vaticano II un entendimientonuevo se presentó en este contexto. El viejo paradigma de misiónya no era adecuado, y esto condujo a la búsqueda de un paradigmanuevo. El punto de partida del nuevo paradigma es la convicciónde que la misión es fundamentalmente obra de Dios y que la misióncontinúa el testimonio del Reino lanzado por el ministerio de Jesús.Hablando de este entendimiento nuevo de la misión, nuestraDeclaración del Capítulo dice: “El punto de partida para semejanterenovación siempre tendrá que ser la convicción de que la misiónes, antes que nada, obra de Dios (RM 24) y que nuestra vocaciónmisionera no es más que un llamado a participar en la misión deDios Uno y Trino “ (EDV 1 #34). El corolario obvio es que nosentendemos a nosotros mismos como participantes (o mejortodavía, como los compañeros de Dios) en este proyecto formidablede la misión de Dios (Missio Dei).

3.2. Misión como Diálogo ProféticoNuestra interpretación de misión como diálogo profético es unaconsecuencia de este paradigma nuevo. La misión de Dios estácaracterizada por el diálogo de Dios con la humanidad, y comienzacon la creación: “La Creación misma señala el comienzo de lahistoria de la auto-comunicación y la acción salvadora de Dios“(EDV 1 #35). Este diálogo ha continuado sin cesar en la historia porobra del Espíritu y sobre todo por la vida y ministerio del Hijo. “Yasí el Capítulo identifica la misión con el diálogo profético, porqueel diálogo es lo que fundamentalmente caracteriza la Missio Dei”(R. Kisala, Verbum SVD 47 [2006], p. 333). En este continuum tenemosque colocar la afirmación de la Declaración del Capítulo de que“La comprensión más profunda y adecuada de la misión acomienzos del tercer milenio se expresa en el concepto de “diálogoprofético” (EDV 1 #53).

Aunque la expresión “diálogo profético” pueda describirse comode acuñación SVD, la idea de conceptualizar la misión en términosde diálogo es mucho más amplia. Debemos tener presente queaunque la mayor parte de nosotros piensa en seguida en el diálogointerreligioso cuando se menciona la palabra diálogo, desde el

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Capítulo General del 2000 la Congregación le da un significadomucho más amplio al concepto. El diálogo interreligioso esobviamente un aspecto importante de nuestra misión. Pero “eldiálogo profético” es un icono que significa todo nuestro alcancemisionero y cada aspecto de él. Representa la esencia misma denuestro sentido de la misión. Para llegar a esta visión, nos fijamosde los documentos del Vaticano II: “Sin embargo, ya en losdocumentos del Vaticano II, el término ‘diálogo’ con toda la riquezaque encierra, es empleado con un significado más amplio paradescribir la actitud apropiada y la relación que debemos tener paracon todos”. (EDV 1 #53). Pistas más claras de ese entendimientopueden encontrarse en otros documentos de la Iglesia, sobre todolos documentos del FABC (Federación de Conferencias de losObispos asiáticos). Lo que surge de todo esto es que el diálogo esuna actitud de ‘solidaridad, respeto y amor‘ (GS 3) que debeimpregnar todas nuestras actividades.

La aceptación de este entendimiento de la misión tiene muchasimplicaciones tanto para nuestro modo de pensar sobre la misióncomo en nuestro modo de hacer la misión. De hecho, cuandotomamos en consideración algunas de estas implicaciones escuando nos hacemos totalmente conscientes del “cambio deparadigma” que se ha producido. Algunas de estas implicacionesvinculadas a varios aspectos de nuestra vida religioso- misionerason mencionadas en una lista en la Declaración del Capítulo de2006 (EDV 6 #12-107). Lo que es relevante para nuestro debatepresente es que para entrar con eficacia en el “diálogo profético”,comprometiéndonos con las cuatro dimensiones características,tenemos que abrirnos a un proceso exhaustivo de estudio. Entérminos bíblicos podemos llamarlo una actitud de conversióncontinua (metanoia). No en vano la Declaración del Capítulo de 2006articula una “Llamada a la Conversión” en cada uno de los cincoaspectos importantes de nuestra vida como Misioneros del VerboDivino: Espiritualidad, Comunidad, Liderazgo, Finanzas yFormación (EDV 6 # 23-28; 41-46; 59-61; 75-76; 95-98). Precisamenteporque el período de formación inicial es el tiempo dedicado ainculcarnos la convicción fundamental de la necesidad deconversión continua, lleva estrechamente unido el nuevoentendimiento de la misión y la formación. Para decirlo brevemente:

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Nuestro proceso de formación tiene que ser rediseñado para quevaya en consonancia con las demandas del nuevo entendimientode la misión representado en el “diálogo profético”.

Es verdad que el entendimiento de la misión de la Iglesia siempreestá en desarrollo. Pero aún así podemos descubrir momentos desaltos ideológicos que ocurren en este proceso. Así, elacontecimiento decisivo del Capítulo General del 2000 fue surespuesta triple a la pregunta de qué ese lo que caracteriza a unMisionero del Verbo Divino: 1) Damos testimonio de launiversalidad y la diversidad del Reino de Dios 2) A través delcuádruple diálogo profético 3) Marcado por las cuatro dimensionescaracterísticas de nuestra respuesta misionera (EDV 3 #4). Cuandohablamos del cuádruple diálogo profético e identificamos los cuatrogrupos de nuestros principales compañeros de diálogo (Los queno tienen ninguna comunidad de fe y los buscadores de fe, lospobres y los marginados, la gente de otras culturas y la gente detradiciones religiosas diferentes e ideologías seculares) no significaque nosotros excluyamos a alguien de nuestra actividad misionerao nos centremos sólo en algunos grupos. “El cuádruple DiálogoProfético… quiere expresar toda la gama de actividades en la quelos SVD están comprometidos en todo el mundo, y ofrece un modonuevo de mirar estas actividades (Compartir la fe y las conviccionesen una actitud de solidaridad, respeto y amor) como un modo derenovar nuestro compromiso con la misión y responder a lasnecesidades específicas de hoy día” (Kisala, Verbum SVD 47 [2006]329). De igual modo, identificando cuatro aspectos como nuestrasdimensiones características no nos restringimos sólo a algunasactividades seleccionadas. Son más bien “rasgos de familia” o“señales” de la vida y el trabajo SVD (EDV 3 #8).

3.3. Respuesta Misionera marcada por los cuatroRasgos de Familia

Estos “rasgos de familia” tienen que ser imbuidos y cultivadosdesde las primeras etapas de la formación. Es importantecomprender que “Las dimensiones características son dimensionescaracterísticas de nuestra vida y servicio misionero. Las mismas

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caracterizan la manera en que realizamos la misión y el modo enque vivimos la vida religiosa. Como tal, las dimensionescaracterísticas son marcas que nos identifican como Misioneros delVerbo Divino”. (A.M. Pernia, EDV 3, p. 7). Cada SVD, no importadonde viva o el trabajo que haga, debería ser “un ministro de laPalabra” (cf. Hechos 6, 4), para que la devoción a la Biblia seconvierta en una señal distintiva. Asimismo, el Misionero del VerboDivino debería trasmitir a cada una de las personas con las que serelaciona la convicción de que son igualmente compañeros en lamisión de Dios. También la demanda de justicia, paz e integridadde la creación debería hacerse manifiesta a través de las palabras yel modo de vivir de un SVD. Después, comenzando con laconcienciación primaria de que “la Comunicación, en su expresiónmás profunda, consiste en abrirse a otros en amor y pertenece, porlo mismo, a las actitudes primordiales de un Misionero del VerboDivino”. (c. 115), se debería buscar tenazmente la adquisición dehabilidades de comunicación para la vida comunitaria fraternal ypara el desempeño misionero eficaz. Pero es crucial recordar queestas “señales” no se acumulan en nosotros por absorción naturalo por un proceso de “ósmosis” simplemente por vivir en una casao comunidad SVD. Tenemos que cultivarlas deliberadamente através de procesos de aprendizaje apropiados y deben seralimentadas constantemente. Los formadores y los formandostienen que reconocer esto y hacerlo una prioridad. Como medidaconcreta, por ejemplo, desde la primera etapa de formación, losestudiantes deberían ser formados en la práctica de Lectio Divina ylos métodos de Compartir la Biblia, haciéndolos parte del la prácticaespiritual habitual de la comunidad. De modo similar, losprogramas concretos de inserción en la realidad social y culturaldel entorno inmediato de la casa de formación deberían ser unaparte habitual de las actividades de los formandos. Acontecimientoscomo los días de celebraciones nacionales, fiestas culturales,domingos de Misión, Día de la Tierra, Día del Medio Ambiente,etc., deberían celebrarse en nuestras comunidades de formaciónde una manera apropiada con rituales relevantes y significativos.

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4.Desafíos que surgen -

Respuestas que se requieren

Cuando afirmamos que nuestra misión atestigua la inclusividad yla diversidad del Reino de Dios a través del cuádruple diálogo,marcado por las cuatro dimensiones características, esto pone derelieve un número de elementos nuevos de nuestro entendimientode la misión. Sin embargo, puesto que nuestra respuesta misioneraes continuación de la misión de Jesús, está en clara continuidadcon la misión de evangelización que la Iglesia ha asumido desde elprincipio de su existencia. Argumentando en la misma línea, cuandodecimos que nuestro proceso de formación tiene que ser re-imaginado para estar en consonancia con el entendimiento de lamisión hoy, no queremos decir que algo totalmente nuevo tieneque ser inventado. La formación de hoy tiene que permanecerfirmemente arraigada en la visión tradicional de la formaciónreligioso-misionera de la Iglesia. Por lo tanto, sin lugar a dudas,podemos afirmar que sin dejar de pasar por los sanos y santosvalores tradicionales del tiempo de formación religioso-misionera,los programas de formación SVD de nuestros días tienen que prestaratención especial a ciertos factores adicionales.

En nuestra Congregación tenemos dos modos diferentes de vivirla vocación de religioso-misionera. Están los que deciden servir ala Iglesia como ministros ordenados y otros que optan por el servicioapostólico como Hermanos. Los dos son dos expresionesigualmente solemnes de la misma vocación. Los formandosdeberían ser orientados para reconocer este entendimiento integralde la comunidad desde el principio de su formación, para asegurarque todos los cohermanos siempre reciban respeto yreconocimiento.

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2 El Common Ground Project lanzado por el Instituto Cardenal Bernardinen Chicago es un ejemplo de una institución dedicada a la gente que seforma en habilidades de diálogo. Comenzó con un esfuerzo por explorarlas áreas de consenso en situaciones ideológicamente polarizadas delos católicos estadounidenses. El centro ahora ofrece talleres para genteque se presta a trabajar en el área del diálogo.

Desde el principio debería haber una apertura a aprender la teoríay adquirir las habilidades prácticas para promover y participar enel diálogo. El diálogo es tanto una actitud de la mente como unarte. Las habilidades de diálogo pueden adquirirse y reforzarse através de las instalaciones de aprendizaje institucionalizadas.2 Loscentros de diálogo y otros emprendimientos dirigidos por nuestroscohermanos pueden proporcionar a nuestro formandos unaexperiencia excelente y buena formación en esta área.

El verdadero punto de partida en la formación debe ser ayudar alos formandos a apreciar y crecer en nuestra espiritualidadmisionera. La Const. 501 lo dice en términos de crecimiento enunidad con el Verbo Encarnado del Padre. La formación deberíaayudar a los formandos a crecer a través de la vivencia del espíritude diálogo profético de forma que esto forme nuestras relacionesbásicas con Dios, conmigo mismo, con los otros y con la creación.Esta relación con Dios y con los demás es la que ayuda a mantenervivo el entusiasmo por la misión. La formación no es sólo unacuestión de cómo hacer la misión, sino fundamentalmente el porquéquiero hacer la misión como un SVD. Esto es, ante todo, un asuntode auto-identidad y motivación, y sólo después vendrá la teoría yhabilidades para hacer el diálogo. Como todos los cristianos, estoyinvitado a seguir a Cristo y así compartir la vida divina (cf. EDV 6#12). La formación quiere ayudarme a comprender que seguir aCristo y compartir su vida divina se hace en y a través de la misión.

Una consecuencia importante de ver la misión como diálogo esque el enfoque, ahora más que nunca, recae sobre la persona delmisionero. El énfasis del antiguo paradigma significaba que llevarel agua bautismal “a los paganos” era lo más importante. Ahora,en la misión de diálogo, ya no puede ser sólo una actividad externadel misionero. La misión es compartir de propia fe y la experiencia

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personal de Dios. La formación fundamental de Jesús para sumisión fue su experiencia de Abbá. Esta comprensión conduce aver el mundo de manera diferente, a verlo como lo hace Jesús, y aresponder con amor y compasión. Como misioneros compartimossu plenitud de vida por el encuentro con Dios en la gente a la queservimos. Dios que habita en mí me permite encontrar a Dios quehabita en el otro y comprender que todos vivimos en Dios, laconciencia de que toda la gente es una en la comunión de Dios.

4.1. La vocación del FormadorEs importante darse cuenta de que los involucrados en el ministeriode la formación como formadores también son misioneros en elpleno sentido de la palabra. La formación de los futuros misionerosen modo alguno puede ser considerada algo menos meritorio queestar en la vanguardia de la misión. Debido a que los formandos amenudo tienden a considerar a sus formadores como modelos aseguir, su estilo de vida y su trabajo tienen que ser ejemplares, loque requiere un alto grado de transparencia por parte de losformadores. Esto es lo que hace que el trabajo de los formadoressea especialmente exigente. Pero también es un trabajo realmentegratificante, porque acompañar a los jóvenes cuando dan susprimeros pasos en su camino del discipulado es sin duda una tareanoble.

Los formadores tienen un papel crucial en la orientación del caminovocacional de los formandos. En primer lugar, a través del ejemplode la vivencia de un diálogo auténtico, el formador puede imbuiren los formandos la conciencia de que Dios que mora en mí, mepermite encontrarme con Dios que mora en el otro. Los Formadorestienen que aprender constantemente a ejercer su misión deformación como un proceso de diálogo. Esto se logra acompañandoen comunidad a los formandos en la reflexión orante, a través de laPalabra y los sacramentos, y en un estrecho contacto con situacionesreales de misión. Los Formadores tienen que dirigir la reflexiónsobre cómo se encuentra a Dios en esas situaciones y cómo Diosdespierta nuestra respuesta hacia la gente. El ideal que este contexto

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propone es ver la formación como una búsqueda común para saberlo que Dios quiere de cada uno.

La forma más eficaz que tienen los Formadores de educar en eldiálogo es, sin duda, esforzarse para practicar el ideal de diálogoen la relación con los formandos, sus problemas, necesidades ydecisiones. Si la actitud de diálogo brilla por su ausencia en la formaen que se relaciona con los formandos y con los otros, toda susublime charla acerca del cambio de comprensión de la misión haciael diálogo caerá en oídos sordos. Los jóvenes de hoy tienen muchosmás conocimientos y han tenido la experiencia de una vida conmayor libertad y apertura en el hogar (a diferencia de losFormadores, que pueden ser de una generación anterior). Unformador tiene que tomar esto en consideración cuando trata conellos y debe hacer un esfuerzo consciente por ser un hombre dediálogo en sus interacciones. En lugar de tomar un enfoqueadministrativo, el Formador debe centrarse en crear un “ambienteformativo” que genere crecimiento y creatividad en la comunidad.

4.2. Nuevo perfil de nuestros candidatosEn la mayoría de las culturas la familia de hoy en día, comoinstitución, se enfrenta a retos formidables. Las familias rotas y lasfamilias monoparentales son cada vez más comunes. Esto implicaríaque los candidatos que buscan la admisión a nuestras casas deformación pueden provenir no sólo de las familias tradicionalesestablecidas, sino también de familias con problemas. Tenercandidatos con esos antecedentes familiares, naturalmentesupondrá una carga adicional en nuestro sistema de formación.Tenemos que contar con personal competente y capacitado quepueda atender a las necesidades especiales de la dirección espiritualy asesoramiento psicológico que dichos candidatos puedannecesitar.

4.3. La vida consagrada en el contexto de hoy.Varios acontecimientos complejos que tienen lugar en las áreas delpensamiento social y religioso les están planteando nuevos retos a

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los que optan por una vida de consagración a través de la profesiónde votos religiosos. Ver nuestra vida como seguidores de Cristo(“... para estar con él y para ser enviados” - Mc 3,14) es deimportancia fundamental cuando se habla de nuestra vidaconsagrada. Sólo cargando nuestra cruz cada día podremos avanzaren nuestro camino siguiendo los pasos del Señor (cf. Lc 9, 23). Y lacruz sólo tiene sentido cuando la vemos a la luz de Aquel queencontró la vida a través de la cruz. Durante los años de formacióninicial, nuestros formandos deben ser conscientes de cómo nuestrostres votos influyen en nuestra convivencia y en nuestro trabajomisionero. Estas cuestiones son de suma importancia hoy en día yreflejan los problemas modernos, que también los SVD en votosperpetuos tienen que afrontar. En el ámbito de la castidadconsagrada, por ejemplo, deben organizarse clases y sesionesinteractivas para aumentar la sensibilización de los formandos sobrecuestiones tales como el abuso sexual de las mujeres y los menoresde edad, las exigencias de un estilo de vida célibe, la pérdida decredibilidad como resultado de un comportamiento sexualirresponsable, etc. La pérdida de los benefactores occidentales hareducido drásticamente nuestros recursos materiales. Esto tieneconsecuencias para nuestra vida y nuestros métodos misioneros.Debemos estar en guardia contra las actitudes consumistas. Laobediencia puede implicar ser enviados por la Iglesia y laCongregación a lugares y trabajos que quizá no nos gusten nideseemos.

Con frecuencia se escucha el lamento de que estamos perdiendo elespíritu de sacrificio, que en un tiempo fue entendido como la basesobre la que se construyó la vida religiosa. Sabemos que siconstantemente tratamos de evitar los sacrificios, nunca podremosser felices en nuestra vida como religiosos. Esta convicción tieneque ser alimentada desde el principio de nuestra formación.Relacionado con esto está la necesidad de inculcar ciertos valoresimportantes en nuestra vida desde el comienzo del proceso deformación: La flexibilidad en lugar de la obstinación y la rigidez, eltrabajo en equipo en lugar de ir por cuenta propia, la voluntad departicipar en el proceso de discernimiento de la comunidad, y lavoluntad de compartir (los pensamientos, los sentimientos, losproblemas, las finanzas, etc.)

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Los Programas de formación también deben abordar el problemadel fracaso. Es algo a lo que todos nos enfrentamos tarde otemprano, y debemos estar preparados para ello. “La formaciónmisionera no puede ser una preparación para una vida de éxitopermanente. Tampoco puede cerrar los ojos a las atracciones deuna mentalidad consumista que fomenta una cultura del confort.Los fracasos y las frustraciones son parte normal de nuestro trabajomisionero de diálogo profético y por eso debemos estar preparadospara una vida que incluye el sacrificio y la cruz “(EDV 6, # 96).Tenemos la tendencia a idealizar nuestro futuro misionero,olvidando que habrá desacuerdos, hostilidad, fracasos y una buenaposibilidad de que ni siquiera nos agraden nuestros colegas y/onuestros cohermanos. Una sana formación hará que no nos demospor vencidos en esos momentos de esfuerzo y lucha.

4.4. Vida InterculturalLa internacionalidad es un valor que nuestra Congregación haapreciado desde sus primeros días. Pero hasta hace poco eso queríadecir tener miembros internacionales o estar presentes en muchospaíses, pero sin dejar de ser euro-céntricos en la cultura y laformación. Con el Vaticano II, se desarrolló un cambio radical en elconcepto de la internacionalidad. La evaluación positiva de lacultura llevó a la convicción de que lo que es específicamente SVDpueden ser legítimamente expresado en las categorías de todas lasculturas. “Como el Evangelio, el carisma original de laCongregación no sólo puede enriquecer, sino también serenriquecido por las culturas en la que se encarna a sí mismo” (A.M.Pernia, SEDOS Boletín 41 [2009] p. 19). Como resultado tenemosahora la interculturalidad como un valor real. Esto se conecta muybien con otro concepto fundamental que ha surgido de la reflexiónsobre las enseñanzas del Concilio Vaticano II: La misión tras-cultural. “En efecto, si la misión se limita a la propia cultura o alpropio mundo, algo esencial se pierde en la misión. Si los misionerosfueran a trabajar sólo en su propia cultura o país, se podríasospechar que están motivados por vínculos humanos que los unencon su pueblo. Pero trabajar en otra cultura o país no podría

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explicarse con vínculos humanos, sino sólo por la experiencia de labelleza del Evangelio, que proclama que Dios es amor “(Pernia,SEDOS Boletín 41 [2009] p. 24).

Los misioneros que viven en comunidades internacionales ointerculturales, a través del ejemplo de sus vidas (diálogo de lavida), son testigos más creíbles de la universalidad del Reino deDios y su apertura a la diversidad. En efecto, “... el testimonio denuestra vida en común en comunidades religiosas misionerasmulticulturales es en sí mismo un medio de entablar un diálogoprofético” (Kisala, Verbum SVD 47 [2006] p. 338). Esa inclusibidadque abarca a todos es particularmente pertinente en el contexto delos efectos crecientes de la globalización, que tiende a excluir a losdiferentes, a los “otros”, para garantizar la uniformidad e inclusoeliminar las diferencias.

Pero una comunidad intercultural no sucede por casualidad. “Másbien, las verdaderas comunidades internacionales o interculturalesnecesitan ser creadas conscientemente, promovidasintencionalmente, cuidadosamente atendidas y animadas conatención. Se requieren algunas actitudes básicas personales, ciertasestructuras de comunidad, y una espiritualidad particular. Porconsiguiente, los miembros tienen un programa específico deformación, tanto inicial como permanente, que les prepara paravivir de manera efectiva y significativa en comunidadesinterculturales o internacionales. “(Pernia, SEDOS Boletín 41 [2009]p. 25). La vida intercultural y otros aspectos de la misión de hoyrequieren la re-imaginación de nuestros programas de formación.En los países y provincias donde todavía tenemos un buen númerode vocaciones (lo que a su vez implica que un número considerablede jóvenes misioneros buscaran a su debido tiempo destinosmisioneros en el extranjero) este aspecto ha de ser especialmentedestacado en la formación.

En un reciente artículo, el Consejero General Robert Kisala haidentificado tres ámbitos de la vida cultural que es necesario abordarmediante programas apropiados durante la formación inicial (véaseVerbum SVD 50 [2009] 331-345). Estas áreas son: Capacitaciónintercultural, conocimiento de diferentes culturas, y adquisición

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de habilidades de comportamiento. Brevemente explica elfuncionamiento de estas áreas, por lo que el artículo ofrece ideasútiles para la tarea de diseñar programas de formación (inicial ypermanente), destinadas a facilitar la vida intercultural. Lo que diceKisala en la conclusión de su ensayo resume significativamente elasunto: “Nuestra formación para la vida intercultural y la misióndebe basarse en el principio de reciprocidad enfatizado en la palabra“intercultural” y debe ser específica, no dejarse al azar. Donde noexistan, deben introducirse programas para la comprensión de lainterculturalidad y para mejorar la capacitación intercultural, tantoen la formación inicial como en la permanente” (p. 343).

4.5. La Misión con los compañeros laicos.En Diálogo con el Verbo 8 ha logrado alertarnos sobre la necesidadcrucial de examinar nuestra asociación con los laicos. Los cambiosen las esferas demográficas, culturales y religiosas plantean retosformidables para la Iglesia y sus estructuras actuales. Pero estosdesafíos contienen semillas de nuevas oportunidades. Por ejemplo,la caída de las vocaciones religiosas y sacerdotales está impulsandoa los laicos a asumir cada vez más la responsabilidad de losministerios y apostolados de la Iglesia. La disminución de lasparroquias católicas en el rico Norte geo-político está contribuyendoa la propagación de los movimientos liderados por laicos por todaspartes en la Iglesia. La reactivación perceptible del interés en lareligiosidad, aunque ya no atraiga a la gente a las religionesinstitucionalizadas, no deja de inculcar en los laicos la búsquedade una experiencia espiritual y de expresiones concretas de lapreocupación activa por el prójimo (cf. EDV 8, pp. 8-9, 15 — 24).

Con este telón de fondo debemos leer y reflexionar sobre larecomendación 3.3.2 del Capítulo General de 2006: “Que dondesea posible la Congregación promueva la participación del laicadoen sesiones pertinentes de nuestras asambleas y capítulosprovinciales (en línea con nuestros Estatutos para Capítulos), en laformación inicial y permanente, en la administración SVD y nuestrotrabajo misionero ad gentes”. La misión de Dios es una empresaenorme. Tenemos que vernos en esta empresa como socios de todas

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las personas de buena voluntad. Tenemos que ir más allá de nuestroentorno para asegurar una colaboración fructífera, para unirnuestras manos con los laicos que participan en la misma misión, yconjuntamente poner manos a la obra para progresar. Esta toma deconciencia debe ser creada en los formandos mediante laparticipación de los laicos en proyectos concretos de nuestra viday trabajo. Tenemos que admitir que la Iglesia se sostieneprincipalmente por los laicos y debemos aprender a darles un lugarde importancia. Una expresión concreta de esto sería a través de laparticipación de los laicos, y específicamente de las hermanasreligiosas, en los procesos de evaluación y admisión de nuestrosformandos para los votos y las órdenes sagradas.

Una actitud fundamental que debemos desarrollar (especialmentequienes hemos elegido el estado clerical de la vocación) es aprendera respetar y apreciar a los laicos, especialmente a nuestrosHermanos. Las manifestaciones de clericalismo pueden infligirheridas graves en la psique de la gente y nuestros formandos debenser conscientes de ello.

4.6. Formación AcadémicaNuestras Constituciones nos recuerdan que el objetivo final denuestra formación: “…apunta a la madurez humana, a lacapacitación profesional y a la fe comprometida” (c. 503). El caminohacia este objetivo es exigente y permanente, pero gratificante. Unode los medios principales para conseguir ese objetivo es la formaciónacadémica. El estudio comprometido, el silencio reflexivo y la auto-transformación en la oración son los componentes de tal formación.El Capítulo General de 1988 puso de relieve la idea al proponer elsiguiente principio rector para nuestra formación: “La formacióndebe capacitar a los cohermanos a desarrollar un tipo de aprendizajeque integra estudio académico creativo, reflexión crítica sobre larealidad y el propósito de aprender de la experiencia”. (HDV 1, p.63.6).

Nuestra actividad académica tiene que tener una distintivaperspectiva misionera. Por ello, la Congregación ha estado

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insistiendo en que los estudiantes “deberían tomar clases deantropología, misionología, estudios de las religiones y cultura yciencias afines; aprender idiomas, iniciarse en la teoría y en lapráctica del diálogo, tener cursos sobre temas de justicia y paz ycomunicaciones” (HDV 1, p.68.2). Siempre que sea posible debemosinfluir en las autoridades de los institutos donde nuestrosformandos hacen sus estudios a fin de incluir estos temas en sucurrículo académico. En situaciones en las que no se pueda ejercertal influencia, debemos asegurarnos de que estos temas seantratados de manera adecuada, buscando nosotros mismos la maneraen que pueden ser impartidos a nuestros formandos. Cada centrode formación debe realizar una evaluación sistemática paradiscernir que su formación académica sea correcta y que sea fuertesu orientación misionera.

4.7. Cultivar el sentido de la observación.Un agudo sentido de la observación para leer correctamente lossignos de los tiempos es fundamental para ser pro-activo en laempresa misionera de hoy. Ésta es una habilidad que se puedeadquirir a través del esfuerzo constante y buscando continuamentela guía del Espíritu de Dios en una actitud de apertura. La capacidadpara captar la realidad que nos rodea es un primer paso esencialpara poder responder efectivamente a la misma. Durante el tiempode formación inicial, los formandos deben ser guiados para adquiriresta habilidad. Sin ella, los misioneros pueden fácilmente caer enla trampa del Ministerio no reflexivo y el activismo sin sentido.También es pertinente en este contexto la necesidad de desarrollaruna actitud saludable de autocrítica. Esto es lo que nos ayudasiempre a ser responsables de nuestras acciones como adultos. Esto,obviamente, debe ir de la mano con la auto-aceptación y el respetode sí mismo.

El bien conocido marco de “ver-juzgar-actuar” puede ser un modeloeficaz para todos los esfuerzos relacionados con la formación. Creceren este modo puede ser muy útil para la futura participación en lamisión. La práctica de poner unos objetivos personales a conseguiren un determinado plazo y la evaluación periódica de su

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cumplimiento es muy beneficiosa para lograr el progreso en nuestroitinerario formativo. Los formandos capacitados de esta manerafácilmente verán también la ventaja de fijar metas personales y deevaluarlas periódicamente cuando llegue su tiempo de trabajomisionero.

4.8. La opción preferencial por los pobres y elcompromiso con el cuidado de la Creación.Las cuestiones de justicia y paz llaman cada vez más nuestraatención en el mundo de hoy. El planeta mismo ha sido empujadohasta el borde debido a la mala gestión humana del medio ambiente.La violación de los derechos humanos es rampante, no se luchacontra los males sistémicos, tales como la trata de personas y lalimpieza étnica, y las filas de los pobres aumentan cada día.Nosotros, como misioneros, somos los portadores de la esperanzaen un mundo cuyo rostro está profundamente marcado por estosmales. Para poder marcar una pequeña diferencia en este escenariosombrío tenemos que desarrollar una conciencia social profunda yun agudo sentido del compromiso con la integridad de la creación.Nuestro proceso de formación y nuestro estilo de vida debenadaptarse a esto.

4.9. Exposición directa a situaciones misionerasreales.

Lo ideal sería que la formación tuviera lugar cerca de situacionesreales de misión y en constante interacción con el personalmisionero activo. A través de un proceso guiado, se debe alentar alos formandos a hacer una evaluación realista de la respuestamisionera que se produce en su entorno de vida para que puedananalizar sus luces y sus sombras. Las realidades que uno encuentraen la misión deben convertirse en impulsos para el aprendizaje denuevas lecciones. Este aprendizaje se hace posible a través de lasoportunidades de una experiencia práctica de la actividad misionerareal. Deben convertirse en un ingrediente habitual de nuestros

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programas de formación. La experiencia directa de la misión ayudaa los formandos a obtener una idea realista de lo que pueden esperaral entrar en este campo al final de su formación inicial. Tenemosciertos procesos establecidos para proporcionar experiencia de lamisión: Año de Pastoral, Programa de Formación Tras-cultural(PFT), Programa de Capacitación en el Extranjero (OTP), Exposicióny Programa de Inserción (EIP), Programa de Pastoral Clínica (CPE)y ministerio pastoral bajo supervisión. Para garantizar que estosprogramas sean más eficaces a la hora de contribuir a nuestraformación misionera, debemos hacer uso del modelo acción-reflexión-acción.

4.10. Solidaridad crítica con las estructuras.Tenemos que desarrollar una aguda conciencia de las ventajas ydesventajas que nos proporcionan las estructuras de apoyo durantelos años de formación inicial. Aunque las comunidades grandescon instalaciones de infraestructura elaborada nos proporcionanestabilidad, seguridad y un ambiente propicio para el trabajoacadémico, pueden separarnos de la realidad del mundo exterior.Esto a su vez puede generar en nosotros una cierta insensibilidadhacia nuestra realidad circundante. La toma de conciencia de laslimitaciones impuestas por los factores externos es una dimensiónimportante de la formación. A menudo puede darse el caso de quelas viejas estructuras no sean adecuadas para asumir los nuevosretos a los que nos enfrentamos en el ámbito de la formación. Escierto que la formación de pequeñas comunidades no siempre esuna opción viable en todas partes, pero debemos dar preferencia alos programas que permitan la interacción personal y el arraigo enla vida de la gente. El haber elegido una vocación como misionerosreligiosos debe inculcar en nosotros la necesidad de desarrollar unaaguda conciencia de la realidad socio-económica que existe ennuestro entorno inmediato, un sentido del uso responsable de lasinstalaciones que se nos ofrecen, y la habilidad para desarrollar elreconocimiento permanente y la gratitud por la ayuda de losmuchos benefactores que contribuyen a nuestro bienestar con sussacrificios.

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4.11. Aventurarse en nuevas experienciasUna preparación prudente para hacer nuevas experiencias debeser parte de nuestro ethos de formación. Nadie puede negar laverdad del refrán: “Quien nada arriesga, nada gana.” Si no nosabrimos a nuevas experiencias, no podremos aprender nada nuevo.Pero, sin duda, es algo que debe llevarse a cabo con una gran dosisde sabiduría y valentía. Sólo puede ser producto de la investigacióncomunitaria, del debate y de la toma común de decisiones. Lo quese necesita es claramente un proceso de discernimiento de lacomunidad dirigido por el Espíritu y una evaluación periódica. Losformandos deben aprender a tomar decisiones en común con otrosmiembros de la provincia y llevarlas adelante.

4.12. Formación PermanenteHoy en todos los niveles de la Congregación cada vez somos másconscientes de la necesidad crucial de la formación permanente.En esencia apunta a un esfuerzo permanente por mantener laagudeza y estar a la vanguardia de nuestra competencia profesional,nuestro compromiso misionero y nuestra eficacia pastoral. Esto nosucede simplemente por hacernos mayores y por la madurez física,sino que requiere una acción resuelta para convertirnos en personascompletas, para perfeccionar nuestras habilidades, para limarnuestras aristas y crecer en la fe. Los formandos deben empaparsecon esta convicción desde los primeros días de su formación inicial,para que desarrollen un sentido de la responsabilidad de suformación permanente y lo asuman como un compromiso de porvida.

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5.Conclusión

El Manual del Superior SVD, al tratar la cuestión de la formacióninicial, hace la siguiente importante observación: “El programa deformación deberá estar orientado a que los estudiantes integren lacapacitación profesional y experiencial con la formación religiosay espiritual comenzada en el noviciado. El programa de formacióndebe ser revisado y puesto al día en forma periódica de acuerdo alas necesidades de la Iglesia, la naturaleza y objetivos de laCongregación, y los signos de los tiempos”(C 18 1,3 pag. 99). Elpresente documento pretende fomentar la renovación del procesode formación en nuestra congregación a la luz de los signos de lostiempos que han aparecido en nuestro horizonte en los últimosaños. Es cierto que las condiciones locales influyen en gran medidaen la configuración concreta de algunos de los detalles del programade formación y que cada iglesia local tiene sus propios desafíosespecíficos. Nuestra congregación, extendida en casi 70 países, sinduda tiene un enorme y complejo arsenal de condiciones locales.Por lo tanto, los detalles concretos de la formación difierenconsiderablemente. Pero, como un instituto religioso tenemos quetener un ethos común de la formación. Lo que este documentopretende exponer es, precisamente, algunos de los elementos másdestacados de ese ethos. Por la misma razón se trata de una llamadadirigida a todas las provincias y regiones para llevar a cabo unaevaluación de sus programas de formación existentes y ver sirealmente concuerdan con la visión presentada aquí. Esto a su vezdebe implicar verdaderos esfuerzos por introducir los cambios quese consideren necesarios. Estos cambios, obviamente, debe seradecuados a cada nivel de formación y ser respetuosos con elcontexto cultural en que se encuentra una comunidad de formación.

El apóstol Pablo, al dirigirse a sus hermanos cristianos de la Iglesiade Galacia, utiliza una metáfora impresionante para referirse al

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proceso al que están comprometidos los que tratan de crecer en lamadurez de la fe que recibieron. “Hijitos míos”, dice con cariñocomprensible “por quienes sufro de nuevo el dolor del parto hastaque Cristo sea formado en vosotros” (Gal 4,19). La fe nunca estáparada: O crece o se marchita, y a veces muere. Crecer en la fe es,conjetura Pablo, lo mismo que permitir que Cristo crezca ennosotros. La metáfora puede aplicarse fácilmente a los progresosque hacemos en nuestros caminos vocacionales comunes eindividuales como religiosos misioneros. Al igual que todos losaspectos de la fe, la formación es también un viaje del corazón, y loes para largo plazo. Es realmente un viaje que implica una vida delucha. La empresa de formar a Cristo dentro de nosotros es algoque se logra a través de la paciencia y la perseverancia. Debemosavanzar cayéndonos, arrastrándonos y llevando la cruz, no con elintenso esfuerzo de una noche, sino durante un largo período detiempo, no con la fuerza violenta de un aguacero, sino con laconstancia de una suave lluvia persistente. Esta es una tarea que esa la vez una invitación y una prohibición, que se nos ofrece comoun regalo, pero que tenemos que afrontar como un desafío. Sólolos más intrépidos, sin embargo, probarán estar a la altura dellevarla a cabo.

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Referencias:Gaudium et Spes (GS), Constitución Pastoral del Vaticano II sobre la

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