Regis Debray Obscenidad Democratica

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  • 7/24/2019 Regis Debray Obscenidad Democratica

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    Traduccin de JORGE MRQUEZ VALDERRAMALectura y correcciones de PABLO CUARTASMedelln, marzo-abril 2008

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    RGIS DEBRAYLa obscenidad democrtica*

    Una bella y fresca animacin arrastra al Estado entero, griegos y troyanos sin distingo:

    Acerqumonos a la gente de carne y hueso, pegumonos al terreno, salvemos labrecha. Fuera la apariencia acartonada! Dejemos de disfrazarnos! Caminata matutinay en portada de semanario! Adis a la naftalina, adis mscaras, melindres y chaqus,nuestros ministerios sern sus casas de cristal. Ah se sentirn como en su casa; ynosotros somos como ustedes. Sus deseos son los nuestros. As nos hablan sinpronunciar palabra, por montes y valles los atletas cuello abierto de las seduccionesnuevas.1

    Objeciones, seores! Tanto como ustedes yo prefiero la camiseta en lugar deltraje. Ver que se quiten el cachaco y cambien los zapatos de charol por tenis Nike sloinspirar simpata. La modernidad es movimiento o no es. Queda por saber si ustedes, sinosotros trotamos en el sentido correcto. Asunto de estilo, asunto ftil? No es tan

    seguro. El tiempo rebota sobre sus goznes, laNew Frontierhexagonal merece reflexin.Ciertos espectros que se llaman autenticidad, proximidad y transparencia recorrennuestros salones Luis XV. Ustedes hacen como nosotros, ustedes sacrifican a esosdolos, y cada quien aplaude. Muy bien. Y si esos fueran, a su pesar y al nuestro,fetiches un poco huecos? Y si el asno cargado de reliquias que ustedes quieren,debidamente ataviado, alerta y dinmico debiera su anquilosis no a un exceso de manasde vejete sino a una carencia de ilusiones motrices y proyectivas, a la evanescencia delos mitos de convocatoria? Y si estuviramos todos demasiado atados a nuestroshbitos, demasiado atragantados de nosotros mismos, demasiado pobres en admiracin,para poder soportar la cura de verdad cuyo momento parece haber llegado? A la hora enque representativosignifica arrinconado yparticipativoregocijante, en que la denuncia

    pblica de la sociedad de espectculo sirve de certificado de buena vida y costumbres;y en que el profesional de las tablas no ama nada tanto como descuadrar, disimular,descentrar, de-construir los trucos de la ilusin teatral, sugerir que es urgente no hacersu cine sino ms bien el teatro elitista para todos, expone sin duda a viles sospechas. Unelogio del parecer como servicio pblico, del ciudadano como espectadorcomprometido y del Estado como espectculo ritualizado pasar a lo mejor por ser unduelo de honor y, en el peor de los casos, por ser una apologa del Rey Sol. Y tanto peorpara los malentendidos e injurias al programa.

    S muy bien que esta simplificacin de las maneras, esta manera de trepar larampa para bajar en ropa deportiva a la sala es lo que les reclamamos e incluso hacemosde ella el ssamo de toda popularidad. La cultura joven, eso paga su hombre y su mujeren buenos y leales ndices, sin esfuerzo alguno. Sin embargo, a ms largo plazo, habruna cuenta por pagar para los nuevos ttems. En efecto, no es seguro que la accinpblica gane en eficacia cuando ella trueca los prestigios de lo teatral por los del showbussines. No es el mismo maravilloso. Tl 7 jours no est necesariamente de modaporque Shakespeare ya no lo est. Los mediadores elegidos de la Repblica, encargadosde hacer el puente entre su historia y esta actualidad, no evocan tanto, si creemos en losantecedentes, una tropa de revista o una banda de camaradas, sino ms bien unaCompaa, solidaria de una tienda de vestidos, de una leyenda, de un repertorio, de unadecoracin, de un Conservatorio, de maquinarias, de un aura (solemnidades un pocorgidas, pero de buen rendimiento, al final). Esos accesorios siempre sirvieron, entre

    *Traduccin del francs : Rgis Debray,Lobscnit dmocratique, Paris, Flammarion, 2007.1. Rgis Debray,LEtat sducteur, les rvolutions mdiologiques du pouvoir(Gallimard, 1993).

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    otros placeres tiles, para distinguir un Estado de una empresa, un pueblo de un objetivocomercial y la representacin nacional de un puado de fanticos. Y si nuestra escenapoltica, horresco referens, tuviera ms necesidad de un polvo dorado de Opera que deuna ensima desempolvada? Es su crdito el que est en juego. Y qu autoridad nofunciona a crdito?

    I

    ESPECTCULO,POR FAVOR!

    Puesto que esa palabra comodn, espectculo, se aplica indistintamente a la sala deltribunal y alpeepshow, pasando por el partido de rugby, el ring, la danza, el desfile demodas, el circo, la feria del libro, precisemos: hablo aqu de todo lo que supone ademsde una reunin voluntaria (los figurantes actan por voluntad propia, y los espectadorespagan su cuota), adems de un cara a cara entre concurrencia y actores, la convencin

    previa de un como si. De un desenganche. De una efraccin en lo ordinario de los das.Un performance, limitado en el tiempo, efectuado por hombres provistos de insigniasexcepcionales en lugar excepcional y dirigindose a un pblico situado por encima deellos, es ya un frenazo al flujo de todo lo que venga y a la cultura de flujo. Unaidealizacin de las cosas que da juego al aqu y ahora, y aire para nuestro apagador.Hay algo de espectacular en una celebracin en Notre-Dame, pero la misa no espropiamente un espectculo, en la medida en que la hostia es, para el creyente,realmente el cuerpo de Cristo, y no se usa que los fieles aplaudan o abucheen aloficiante despus de su Pueden ir en paz. Las decapitaciones con sable de ArabiaSaudita se hacen en pblico, pero escapan, desgraciadamente para los condenados, alcampo del presente esbozo, lo mismo que la corrida porque es raro que el toro venga al

    final a saludar a los aficionados. Y la Cmara escondida fabrica cmicos a pesar deellos, tomados como rehenes de una risa maquinada contra su voluntad. Por esa palabramagnfica, espectculo, entiendo entonces todo lo que viene a deslizarse entre el sueoy la vigilia, todas las escapadas posibles propias de la aptitud de un mortal para evadirsede su jaula gracias a la dinmica creciente del smbolo. Los acrecentamientos deconciencia como el placer de los sentidos que hala al mamfero humanoide, desdecuando levant la trompa al erguirse sobre sus dos patas, del don que slo a l pertenecede despegar de su vida inmediata, en provecho de una imagen o de un signo queremplacen ventajosamente las cosas mismas. El mapa no es el territorio, la bandera noes el pas, la palabra perro no ladra, el rojo no es sangre. Y un maquillaje puede revelarel secreto de un carcter. Toda la paradoja de la aeracin simblica est ah: noencuentra uno su verdad mirndose en un espejo. Personneera, al comienzo, un trminotcnico de teatro. Era el papel que se le atribua a una mscara. La dignidad de lapersona proviene de su capacidad de figurar en el teatro del mundo, convirtindose asen personaje, como se llama a toda persona ficticia puesta en accin en una obradramtica. Una mmica de escena puede aportar sentido, un flash de actualidad reportaun hecho. La imagen en tiempo real hace desbordar la vida en el estado bruto; sumodelo transpuesto por artistas, reducido, repintado, re-actuado, redicho, desencadenaun comienzo de dominio. La cmara digital, la grabacin en vivo nos ofrecen unguiapo de lo que sucedi, no una visin global de tal y como pasa. Hay que renunciaral hiato nfimo y capital que, desde hace ms o menos doscientos mil aos fecha de las

    ms antiguas sepulturas y de las primeras rbitas de crneo pintadas de bermelln colorvida distingue entre dos regmenes de intensidad, el real y el simblico? Entre el

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    domingo y el lunes, entre el mocasn y la pantufla? No hay, ms all de nuestros centrosdramticos nacionales, ya en gran dificultad, pregunta ms radical, en la raz de las msinmediatas y urgentes que se plantean a nuestros ministros. Algo semejante sucede connuestras escuelas donde, en clase de francs, el documento de actualidad remplaza almonumento de literatura; con nuestros tribunales de armio y mortero frente a la justicia

    sin toga (mediadores civiles); con los barrios difciles donde ni se comprende ni seama los uniformes; con las manifestaciones donde se desfila sin bandera ni cancin; conlos museos de arte sin obra y sin imagen, donde pelo, trapo sucio, ceniza o mierda ya nose representan sino que se muestran en bruto, desechos y humores convertidos en suspropias reliquias. Pero no se apresuren a rer, eso sucede tambin con la poltica misma.Ese lujo bastante costoso es de aparicin reciente en la historia de la humanidad, la cualpodra prescindir de l maana, como lo hizo durante milenios, entre el neoltico y la eramoderna. Las luchas por los lugares datan de siempre. De ayer solamente, el hecho deque individuos se agrupen por afinidades electivas, en el seno de minoras actuantes ylibremente cooptadas; o aun el hecho de hacer girar los conflictos de poder en torno aalgunas ideas generales, algunos caprichos sobre el papel del hombre en ese bajo

    mundo, y no de fatalidades tribales, regionales o dinsticas que reclaman simplementesu reconduccin en alto lugar. En Francia, esa rareza remonta a la Revolucin.Posteriormente, ciertos progresos democrticos han ritualizado, formalizado,desactivado las violencias fsicas inherentes al combate por la jefatura. Por eso lapoltica ya no es la guerra. Pero que ella pueda todava oponer dos escalas de valores,dos visiones del mundo, y no solamente dos individuos en carne y hueso que hay que

    juzgar por su bello rostro, esa extraa supervivencia no est bajo garanta del Eterno. Noest comprobado que en una sociedad penetrada hasta la mdula por la preocupacineconmica, la alternancia de equipos no venga a remplazar la alternativa de voluntades.

    IIEFECTOS DE ESPONJA

    Sucede lo mismo, en definitiva, en la corte como en la ciudad, con el destino de larepresentacin.2 No es un asunto de poltica, sino de civilizacin. La nuestra decidimarchar en la presencia. Lo bruto, lo emocional, lo ingenuo, el balbuceo, lo crudo, elrelajmonos se celebran en cocina como en saln. En el museo y en la escuela. Que larepresentacin haga crisis, la gente de teatro lo sabe mejor que nadie: ellos estn en lasprimeras filas. La Comdie Franaise mont recientemente Le retour au dsert deKolts, donde figura un personaje, por lo dems secundario, llamado Aziz, argelino deorigen, (y de hecho, en el texto hay algunas frases en rabe). El actor escogido por lacompaa no era rabe. El hermano de Kolts, poseedor de los derechos de autor,decidi abreviar las representaciones, siguiendo la voluntad del autor de que el actorpara ese papel fuera un argelino. Ese deseo fue transformado a ttulo pstumo en sinequa non. Cmo se lleg a ese collage? Por el mismo motivo pegajoso que habaconducido a la misma honorable Casa a desprogramar poco antes la pieza de un autor,Peter Handke, por mala conducta personal (segn los criterios mediticos de esemomento). La confusin de la obra con el autor tiene que ver con el mismo agujerosimblico, con el mismo hundimiento, con la misma cada libre sobre la tierra firme quela confusin del actor con el personaje. Se termin la poca en que Sara Bernhardt

    2. Daniel Bougnoux,La crise de la reprsentation, (La Dcouverte, 2007).

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    poda hacer el papel de Lorenzaccio y un teatro burgus montar el Nekrassov deSartre? Muy pronto se ver chocante que Shylock sea actuada por un no judo, Ys poruna no cristiana, Othello por Orson Wells, maquillado pero de piel blanca? Si Molireno tiene herederos de sus derechos, es una oportunidad para los chinos. A Diderot letoca por su paradoja, a Brecht por su toma de distancia. El proyecto de ensear el hecho

    religioso en la escuela laica tena, a este respecto, una punta de velo. Algunaseminencias catlicas se sublevaron contra la idea de que alguien no cristiano pudierahablar de la Trinidad o de las catedrales, lo mismo que los rabinos y los imamsinquietos ante la idea de que ciertos goyim y ciertos infieles puedan evocar con algunacompetencia y empata el sacrificio de Isaac o el descenso del Corn increado. La pielde zapa de los narcisismos comunitarios hace parte de la misma pregunta: tiene todavaalgn lugar la metfora en un mundo donde cada monje slo tiene derecho a un hbito,el buriel a perpetuidad? Donde el sentido figurado es desaconsejado, donde la alegora,la parbola, la prosopopeya ya no tienen derecho de ciudad, ni siquiera de citacin?Estamos condenados, por el aplastamiento de los signos contra las cosas, al tartamudeode los orgenes, a las identidades de cepa, al repliegue tono por tono del nosotros sobre

    el nosotros?Apguense a la vida: nada ms macabro que esta exhortacin propia de la nueva

    lengua de viento. Para quin suena ese aviso? Para los nios del baln, sin duda; paralos nios del paraso, tambin. Esto manda aquello. El desprecio de los rodeosmimticos e ilusionistas es un clsico de muy mal augurio. En la antigedad, el teatroromano se extingui hacia finales del siglo III, cuando se mezcl con los juegos delcirco, cuando el actor y el gladiador se volvieron uno, cuando se llev a los condenadosa muerte a actuar las escenas de asesinato y agona (pensemos en la Medea de Sneca),para ofrecer a los espectadores cierta muerte en vivo, en lugar de un simulacro. Fue afuerza de muertos de verdad y de verdadera sangre que muri la tragedia, ella, cuyaaparicin haba escoltado, en Atenas, el advenimiento de la primera Polis deliberante. Elteatro naciente vio la democracia naciente y el teatro moribundo vio la democraciamoribunda. Antes de ese desenlace poltico-dramtico, nuestras puestas en escena cadavez ms fuertes dan testimonio de una subida a los extremos de lo similar, de unavoluntad deforzar la dosisque no deja de evocar un bis repetitay de la Roma imperial:el agotamiento por desbordamiento. O la extenuacin histrica.

    Y qu! Me dirn. Una sociedad puede vivir muy bien sin poltica y sin teatro, sinponerse irnicamente a distancia de si misma. Ese fue ms o menos el caso delOccidente Cristiano entre el ao 400 y el 1500, cuando las liturgias de la casa de Dios,con las Pasiones, los Misterios y las cofradas, habran absorbido los juegos de lafantasa laica. Cuando el culto de la verdadera y nica religin arras al falso-semejante

    escnico. Esa abstencin no impidi que la Tierra continuara girando, que Europamasacrara y que los bpedos se reprodujeran. Ese es siempre y todava el caso de lasociedad arabo-musulmana (el mundo persa derogando la interdiccin). Los teatreros,cuando osan insistir, son all mal vistos, y a veces asesinados por los puristas de laCharia. Lo que no impide que los estmagos digieran, que el muecn convoque a laoracin y que la vida contine, incluso si el vivir juntos no tiene exactamente la mismacalidad cuando la libertad que el juego muestra es percibida como sacrilegio. El horrorteocrtico frente a la risa no les concierne a los comediantes, la creencia ingenua delhombre comn pretende que hay que ser sincero e ntegro. Hay un pacto milenario entrela vitalidad del humanismo y la del arte dramtico. Mientras que Dios, y no el hombre,est en el centro del cuadro, mientras que la soberana pertenezca al Altsimo y no al

    mundo de aqu abajo, el actor es menos que nada y el teatro una impiedad.

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    Cuando se piensa en la audacia simblica del Renacimiento, en la capacidad quetuvieron los tiempos isabelinos para simular una batalla con tres espadas oxidadas comoen el teatro de la Rosa, de representarel ocano en una palangana, y de hacer contenerlos vastos campos de Francia en una cueva de gallos, se queda uno perplejo frente abrutalidad desnuda de una puesta en escena reciente, el Titus Andronicus de Botho

    Strauss. All se vea ciertas tardes espectadoras vomitando en la sala, confrontadas a unaviolacin perfeccionista. La obra de Shakespeare abunda en salvajadas, pero loscomentarios del Globo dan testimonio de que las ignominias, durante su creacin, eranalusivas y mimadas: las manos cortadas eran cintas rojas atadas al extremo de los brazosy la violacin, un grito en una confusin de sombras. Se cree que thereal thingpuedareemplazar la emocin del less is more? Nos volvimos demasiado hartos, demasiadosaturados de sensaciones, demasiado atragantados de vivencias para atrevernos todavaa los oropeles, tres cordones y un caamazo pintarrajeado? El material de un teatro,aseguraba Cervantes, puede caber en una bolsa de molinero. Entonces ocurri algoinslito en nuestra cultura para que ahora haya que devolver lo ms por lo ms, con elgore y el trash, con el riesgo de bostezar despus de los dos minutos de faroleo. El

    secreto de aburrir, deca Voltaire, es querer decirlo todo. El de asquear, querermostrarlo todo

    III

    UN PILAR DEL ORDEN NUEVO:EL SITU

    Un viejo asunto, el miedo a lo estilizado, la fobia al mimo y a los juegos de rol. Fueronlos apologistas de los primeros siglos (Tertuliano, Clemente de Alejandra, San agustn)quienes haban impuesto a sus fieles la continencia ptica y festiva, exhortando a los

    buenos cristianos a que desertaran los teatros y los baos mixtos. Los jesuitas,afortunadamente, volvern al ukase*, mucho ms tarde. Ese ascetismo misgino yhurao condenaba el espectculo como opus diaboli por tener que ver con la Carne(sexo, pasiones y su calor contagioso). Para quin detenta la Verdad de todo, no esvergonzoso jugar con lo real querido por Dios? Jams habitar bajo mi techo nadie quepractique el engao; jams prevalecer en mi presencia nadie que hable con falsedad(Salmo 101). La irona de la historia es que el paleocristiano regresa a nosotros va elneolibertario. Es hoy, en nombre de lo trmulo y de lo vibrtil, de lo apetecible y de locarnal que nuestros campeones de la foto back stagerechazan los trajes, la decoracin,el ilusionismo escnico y predican lo informal. Al imitar las pasiones, se excita elencanto, deca el Padre de la Iglesia. Ya no hay que imitar las pasiones, hay que vivirlas,contina el moralista de lo directo, quien ve en el ornamento una engaifa, en el msmnimo ceremonial, una violencia simblica contra los oprimidos, en todo recinto, unaprisin y en el ms ligero toque de retrica, una injuria a la igualdad entre los hombres.Dos reproches de sentido contrario (demasiada emocin, no suficiente), pero que, aveinte siglos de distancia, desembocan en un nuevo cuestionamiento (va el imparablehay que expandir la palabra) de ese contrato de representacin, como se habla decontrato de lectura, comn a la delegacin de soberana y a la fe del espectador: el hiatoasumido entre la vestimenta y el vestido, entre los criminales de los fortines y elBulevar del crimen, el drama real y el melodrama. Entre el inquilino en carne y huesodel Eliseo y esa abstraccin que se llama presidencia de la Repblica. Que la funcin

    * Ukase : edicto del Tsar (t).

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    trasciende al individuo (y al gnero), como la obra a la persona de su autor, ese logrode civilizacin, se volver una incongruencia?

    La ortodoxia actual tiene su breviario, La Socit du spectacle, y su pastorprematuramente desaparecido, Guy Debord. El libro de cabecera de la gente simple delao 2000 debe su prestigio social a una laguna de memoria por parte de la crema de la

    sociedad. Los defensores de la publicidad olvidaron que se trata de un refrito en estiloseudonietzscheano, de un cedazo gastado, el fondo de salsa del hypokhgneux* de losaos cincuenta del siglo pasado, que lo ayudaba a concluir cualquier disertacin.

    Qu nos deca La esencia del cristianismo del inmenso Ludwig Feuerbach (elgenitor intelectual de Marx), publicada en 1841? Que el ser humano se separ de suesencia al proyectarla hacia Dios, imagen invertida de la humanidad real, en quien elhumano venera su propia potencia retornada contra s misma. Que esa separacingeneralizada engendr la ilusin religiosa, negacin de lo humano en la cual el hombreafirma como otro lo que niega en s mismo. Pero que esta ilusin terminar cuando lahumanidad instruida por la crtica reencuentre la verdad de sus ilusiones, o sea su propiaesencia hasta entonces alienada en la forma fantstica de la teologa.

    Qu nos dice La Socit du spectacle publicada en 1967? Que la sociedadmercantil se separ de si misma alienndose en el espectculo, imagen invertida de larealidad social, modelo presente de la vida en el cual veneramos nuestra propiapotencia vuelta contra nosotros. Que esta separacin generalizada engendr loespectacular integrado, que es el mundo realmente invertido y la negacin visiblede la vida, la cual somete a su vez a los hombres vivos. Pero que esa ilusin terminarcuando, instruida por la crtica del espectculo, la muchedumbre atomizada sometida alas manipulaciones se liberar al recuperar su propia esencia alienada en la formafantstica del espectculo o de la ideologa. La liberacin del hombre consistir en lareunin de lo que estaba separado: el predicado y el sujeto. Ella ver la salida de la falsaconciencia y el retorno a un goce tranquilo de si, bajo la forma concreta de unademocracia de consejos obreros. Pasto de las mediaciones triviales. Es comoconsecuencia de un reconocimiento de si mismos por iluminacin, bajo el choque de laVerdad de las Sagradas Escrituras, por una abrupta y gozosa inversin de la inversin,que los hombres podrn volver a bajar del cielo a la tierra. Trastocarn su amor porDios, la ideologa, el espectculo (trminos equivalentes) en amor por la humanidadactuante y sensible. En resumen, la tradicin evanglica se salva. Entre nuestrasemociones y nuestros espectculos, entre el parecer y el ser, habr un juego de sumanula: cuanto ms contempla el hombre, menos vive. Repintada en rojo vivo, colorrevolucin proletaria, ambiente obliga, esa exaltacin jactanciosa de la inmediatezpostula una primavera eterna en la cual nuestra verdad nos sera dada por instinto y

    gratis, sin tener que construirse penosamente en salas de clase y de espectculo; en lacual ya nadie tendra necesidad de salir de si para ajustarse; de expatriarse en elimaginario para afrontar su real inmediato. Ni de pasar por los locos para conocer a losnormales, por la observacin de los salvajes para descubrir que es lo civilizado. Laopcin est entre una sociedad que aprende, mediante el espectculo, a desprenderse desi misma y una sociedad especular, que tiene la nariz pegada al espejo para mirase yadmirarse de su ser-ah. El rechazo de los cuerpos intermediarios comopueblo ausentey la crtica del espectculo como vida ausente envan al infierno, juntas, a las imgenesy a las mquinas. Es decir, los dos medios de mantener su propia vida animal en

    * Hypokhgne: sustantivo femenino del siglo XIX, usado en el argot escolar. Clase de letras superiores, que precede a

    la khgne(segundo ao de la preparatoria para el concurso de ingreso a la Escuela Normal Superior).Hypokhgneux:sustantivo femenino del siglo XIX, usado en el argot escolar para referirse a los alumnos del nievel hypokhgne.(Petit Robert, 1993) (t).

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    respeto. El medilogo honra a la vez la tcnica y lo imaginario puesto que esas son lasdos herramientas fabricadas por el primate omnvoro de las sabanas para convertirse enhombre, es decir un astuto grun, suficientemente descontento de su persona para noconformarse nunca con la suerte que le es dada hic et nunc.

    IV

    TELN,POR FAVOR!

    Ha llegado el demcrata nuevo. l tambin se apega a la vida. Abierto(a). Simptico(a).Herido(a). Cantando las hojas muertas en la televisin o rodando en patines por la aceraparisina. Chaqueta de cuero y campera. Creble por autntico. Despeinado. En fin, tal ycomo es. La oficina da a la habitacin. Sin hipocresa. Traduzcamos en buen latn:obsceno.

    Ob-scenus: lo que queda de un hombre cuando ya no se pone en escena (ob:en

    lugar de, en cambio de). Cuando se exhibe lo que se debe ocultar o evitar. Tal es elprimer sentido de la palabra. El segundo fue, consecuentemente, siniestro o de malaugurio. El plural neutro, obscena, designaba los excrementos. Llamamos entoncesobscena, sin intencin polmica y en sentido etimolgico, a una sociedad que, por ya nosoportar el corte escnico, confunde el yo y el super-yo, el nosotrosy elyo, la ambicincolectiva y el ambicioso a secas. Quien hace pasar la persona del escritor antes de suescritura, al hombre de accin antes de su accin y al msico antes de la msica.Obsceno, en trminos tcnicos, es el foro cuya dramaturgia se somete a la telecracia. Oque pasa, ms precisamente, del plano general al primer plano que viene a escudriar elrostro, la lgrima asomando en el ojo, el beso en la boca y el hijo menor, durante unceremonial oficial. Y que har muy pronto de cada momento fuerte de la vida pblica

    algo intermedio entre la Rueda de la fortuna y el Loft. La transferencia de los modelosntimos de identificacin del continente teatro con el continente televisin (de Cirano aGala) no arruina solamente la regla de impasibilidad que se espera de los oficiantes enRepblica (vase los monolitos asistiendo a la entrada de Jean Moulin al Panten). Ellasustituye el conformismo de los roles por la coquetera de lo intempestivo. Obscenaentonces la sociedad deportiva y normativa producida por la proximidad, convivencia,reactividad, que borra de los frontones nuestra Libertad, Igualdad, Fraternidad,pomposas y caducas maysculas. Obsceno un pas que ya no se despega de sus mirillas,fascinado por sus propios reflejos en una pantalla-espejo: Landerneau obnubilado por eldesbordamiento del Garona, la clera de los cultivadores de ostras y el desplome de unhangar en regin parisina, que ocupan veinticinco minutos de los treinta que dura elnoticiero de televisin de un canal pblico. Una Francia a la vez miope y narcisista, queno ve casi nada ms all de sus fronteras, y que ya no se ve a si misma tal como esporque renunci a alejarse de lo que es. A tomar la distancia del espectador.

    La misma sociedad llamada por antfrasis de espectculo, que desacredita loespectacular, deslegitima los secretos y abandona al mismo tiempo la distancia y lacompostura. Por cul misterio se da esta paradoja? Por la intolerancia en claroscuro deltodo-imagen, en el proceso del instante y del autoservicio a toda iniciacin regulada.Por el abandono de los smbolos y la pasin por las huellas. Por la concentracin en elrgano y el olvido de la funcin. Por el nombre de pila generalizado y el desdn por lasformas impersonales. Como lo anota (al fin y al cabo medilogo) Pierre Murat: En la

    poca de De Gaulle-Adenauer, se anunciaba pomposamente: Francia se encuentra conAlemania. Ms tarde todava se tena derecho a los ttulos oficiales: El presidente

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    Mitterrand y el canciller Kohl. Luego, ms personal: Jacques Chirac y la seoraMerkel. Maana ser: Nicolas y Angela. Tirana de la intimidad? Digamos msbien: servidumbre voluntaria y suave. Basta entrar en una librera parisina, en la seccina msuffit de las novelas domsticas, para saber que en el pas de Madame Bovarycest moi la Bovary est de ms. Moi cest moi, y sigo estupefacto, dice el escritor del

    momento.Tenderete, coming outy ojo del pueblo. Se sabe lo que sucedi con el secretode la instruccin, con el secreto de la confesin, con el secreto mdico. Se siente lasospecha de ilegitimidad, incluso de prevaricacin, que pesa sobre el secreto de Estado,fondos secretos y servicios del mismo nombre. Incluso recientemente se hablaba deinstalar una cmara en el Consejo de ministros, y un juez se indign al no poder entraral Eliseo como Pedro por su casa, para investigar judicialmente en los archivos secretode defensa. Cercenado, incluso burlado, el secreto del voto. Que todo se haga a la vistay evidente: en el teatro, los cambios de escenario; en arquitectura, las entraas defluidos en el techo; en el cine, exhibir el making of de la pelcula. Tener segundasintenciones se vuelve casi un motivo de inculpacin (mientras que no tenerlas es signo

    de idiotez). Oculta tu dios, dice el Prtico, es tu fuerza. Oculta tu vida, dice el Jardn,es tu felicidad. Ocultar su juego es en todo momento lo propio del estratega, el B.A.BAde la inteligencia, e incluso de la accin a secas. Franois Mitterand protegi su funcin,reforz sus defensas y organiz el futuro al ocultarnos su cncer (siendo su nicaequivocacin el haber cedido a la obligacin contraproducente de transparencia, alinfligirse la obligacin de un boletn de salud peridico) Qu jefe revela sus planes? Enesa necesidad de hacer completa claridad no hay solamente una demanda de probidad.En la acechanza vindicativa de las pequeas miserias y del miserable montn desecretos, en nuestro gozo maligno por la desmitificacin no descartemos las pasionesbajas: se comienza por bajarle el cacareo a quienes estiran el cuello (bravo, tanto mejor)y se termina por poner en la fila de los funestos, la nuestra, a todas las figuras heroicas ogeniales que sobresalen (como ha sido en los procesos hechos a Jean Moulin, a losesposos Aubrac, a los lderes comunistas de la Resistencia). Si De Gaulle escapa todavaa ese lavado retroactivo es porque se prefiere jactarse de denigrar a gusto contra el grancomediante que hizo ilusinen la escena internacional, reproche del cual tambin sonsusceptibles, si se reflexiona en ello, Scrates, Julio Csar, Jesucristo y algunas otraspersonalidades corporativas y felizmente sobrevaloradas por la posteridad. Los rasgosinsignificantes de los grandes hombres nos ponen a marchar, porque hay un Tersita*encada uno de nosotros, un manaco del hueco de la cerradura y que un Aquiles pueda ohaya podido existir nos molesta (Homero describi muy bien el placer hipcrita delchisme). Conocimos regmenes de servidumbre, fundados en el secreto, y la impunidad

    del secreto, que tenan como primeros enemigos al periodista y al juez; y es su retornoal primer plano de la escena, en Rusia, en Europa oriental, maana en China, el que hatraducido y permitido la emancipacin del yugo autoritario. Sin embargo, no hayejemplo que muestre que lo que un da fue liberador no pueda ser maana opresor.Lanzados al acecho de lo opaco, amos de las legitimidades, detentadores de un derechode inquisicin casi ilimitado, ellos pueden tambin suscitar, por un reflejo deautodefensa, en sus vctimas aterrorizadas el triunfo de lo fofo correcto, de lo convenidoy de lo insignificante. Cada siglo tiene su mal del siglo. La antigua carne de orca sevuelve a encontrar casi omnipotente, el espiado de los regmenes totalitarios, el espa de

    * (Dans la mythologie grecque, Thersite, fils d'Agrios, est un guerrier achen de la guerre de Troie. Homre le dcrit

    comme le guerrier le plus laid de l'arme grecque. Il est en outre insolent, menteur et railleur. Ulysse le fait bastonneret Achille, exaspr, le tue pour avoir voulu violer le cadavre de Penthsile. Aprs quoi, pour se purifier, Achilledoit faire le plerinage de Lesbos) (t).

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    las democracias, el hereje de los dictadores, el donante de uncin liberal. As marcha ladialctica en historia, el culo encima de la cabeza. Deslizndose al otro lado del caballo.Hubo un tiempo en el cual hacer vomitar en secreto era la noble tarea de los hombres deprogreso; actualmente les interesara improvisar una asociacin de defensa de lossecretos, de conciencia, de corazn y de Estado (nuestros salarios, ingresos, cuentas

    bancarias quedando evidentemente por fuera de ese lote Bienvenida su divulgacin!).Muy obscena, la glotonera ptica de las cmaras de vigilancia, con su juzgaoslos unos a los otros, desconfiando de los umbrales, de los filtros y de los ritos de paso,reacia a los recodos, soando con una humanidad lisa y de una sola pieza, iluminada poruna scialytique [dispositivo de alumbrado sin sombra, t.], como en el quirfano. Lasociedad panptica, prisin mejorada, donde no exhibirse significa que se tiene algo queocultar, donde el hombre libre aspira a la suerte del detenido de antao, poder ser vistoen todo momento, por voluntad propia. Sin otro principio comn que el derecho de losindividuos (como se entiende desde ahora los derechos del hombre), convencida de queel presente goza de una superioridad esencial sobre lo acaecido, y confiriendo por esamisma va a las formas y signos heredados del pasado el insoportable aburrimiento del

    estereotipo. Entonces nada ser separado y, por ende, ser poco sagrado (del latnsecernere, poner aparte). La escuela confesional reconducir el guiapo familiar, larepblica, el equilibrio de las etnias, y no habr nada que exceda ni en el reflejo ni en elmodelo. Cuando todo el adentro sea puesto afuera, limpiados los jardines secretos,arrasados los repliegues breosos, los podadores de lo intil podrn cantar victoria: lacosa pblica ser economizada. Entonces se habr disuelto limpiamente la nacin en lasociedad, la historia en la actualidad, las ideas en las emociones (o en los valores, esosbuenos sentimientos de los que se ufanan), la poltica en la psicologa y las lgicas desolidaridad en las lgicas de competencia. Lo artstico se habr fundido en lo cultural yla cultura en los entretenimientos, el ciudadano en sus orgenes, la literatura en lalingstica, la pantalla grande en la pequea, el perdn en las excusas y la stira en elchiste grotesco. Y el colrico se creer un revolucionario. Obsceno y condenado alfracaso, puesto que un proyecto de absoluta e inmediata transparencia, ya sea bautizadoultra o posmoderno, ignora que un ser vivo perece si se lo priva de sus zonas sombras.Cuando ya no hay capa vegetal en los barbechos, las piezas de caza dejan dereproducirse. Sin matorral ya no hay retoos. Sin bastidores ya no hay escena. Sinsecretos, ya no hay Estado, y ciertas gesticulaciones en lugar de una accin.Evidentemente, todo el mundo sabe que gobernar es hacer creer y hacer creer es hacerver. Pero no cualquier cosa y no en cualquier momento. No deca Bonaparte queprimero hay que hablarle a los ojos? S, y l invent para eso, gracias a la pintura degnero, el puente de Arcole (de donde cay de bruces al pantano), las pirmides (de

    donde volvi derrotado) y el caballo blanco (que montaba bastante mal). Sin invitar aGros y a David a cenas familiares.Ni el Estado ni la sociedad bajo otro nombre (Francia) podran ser presidente,

    excepto en un afiche. 60 millones de franceses no cabran en el patio del palacio delEliseo. Adems, cada uno de ellos tiene que ser fiel a sus ocupaciones. Ningunapoblacin puede elegirse a si misma. La impotencia del grupo para constituirse encuerpo poltico hace de la funcin mediadora la clave maestra de toda Polisdemocrtica. Escamotearla sera divertido. Qu habr ms regocijante que unahumanidad autosuficiente y auto-instituida? Por desgracia, no todo lo que produceplacer garantiza futuros felices. El hecho, sin duda desafortunado, pero muy real, de queun conjunto social no pueda producirse como totalidad organizada, sin alienarse en una

    instancia que est por encima de ella, da a la mediacin representativa su lugar central yneurlgico (y a la mediologa su tiquete de entrada en primera fila de las ciencias

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    polticas). De todas maneras, quienes pretenden (alabados sean por ah derecho nuestrosseores) inflamar la moral de las tropas, recuperar el tejido social, volver a ensearnos aamar a Francia, deberan interesarse en recordar cmo y por qu vas se anuda unnosotros. Responsabilizarse, retomar el camino, cierto, pero cmo lograrlo sin unirsecodo a codo y sin volver a expandir la trama de un tejido tan desgarrado? Una

    comunidad mantiene su cohesin sobre un punto de inactualidad, sobre un agujerofundador situado por fuera de su plano inmediato de existencia en qu nosconvertiremos sin el auxilio de lo que no existe? No hay intersin meta. No hay ramasen la horizontal sin un tronco en la vertical. Quien no superpone a lo real un objeto idealde creencia nunca compondr nada y por todas partes donde lo alto se va (trtese deLenin, del mandato del cielo o de lo sagrado republicano), lo bajo se descompone y lassociedades se disgregan. No se hace trampa impunemente con esa naturaleza crucfera ycrucificante de los colectivos, abscisa y ordenada, sin importar cules sean lasvariaciones que admite en el curso de la historia esa invariante3.

    Las costumbres slo se sostienen por las creencias. Las costumbres polticasnorteamericanas slo son viables por la creencia en el Dios de los norteamericanos, los

    Spin doctors, la First Ladyy el Fund raising,por los Prayers Breakfast, los sermonessobre la Biblia y el In God we trust del dlar. Marilyn y el mafioso Sinatra puedeninstalarse por la tarde en la Casa Blanca porque por la maana Billy Gram administraen lo espiritual. Y Las Vegas sin los mormones ya hubiera volado en pedazos la banca.El entusiasmo que soara con introducir tales maneras en Francia ignorara entre otrosal genio del lugar, olvidando que cada historia nacional engendra su cdigo gentico.Norteamrica fue desde su nacimiento una teodemocracia, un nuevo Israel, uncontinente elegido y es el dios nico y confederal (en el cual dicen creer 93% de losciudadanos norteamericanos) el que cimienta el rompecabezas de los Estados, de losintereses, de las razas y de las comunidades. La hija de la revolucin, que le cort lacabeza a su rey, nunca ser One Nation under God. Ella debe su unidad a su Estadocentral, a su lengua y a sus educadores. No puede darse el lujo de cierta vulgaridadhollywoodesca, porque no tiene un enmallado simblico bajado del cielo al cabo Cod,un bello da del ao 1620.

    Entre tanto, es notable ver que la poltica conectada en directo con la vida setraduce casi siempre en poltica de la postura, que permite acumular las UBMindispensables para la carrera (unidad de ruido meditico calculada por el barmetroTNS media intelligence a partir de tal o cual rgano de informacin). Postura es laposicin moralmente simptica pero, por su falta de relacin con las realidades,imposible de traducir en accin (lo que pasa con nuestras fanfarronadas humanitariasque solamente rozan la superficie de las cosas). La poltica moral sostiene que es

    suficiente con ser bueno para actuar bien y malvado para actuar mal, olvidando que silas almas justas hicieran buenos gobiernos, Maquiavelo y algunos otros no habrantenido que torturarse escarbando las verdades del Prncipe. Es con el grito fuera loartificioso! que se han abierto desde hace una o dos dcadas la era de lo fabricado ymil tiendas de retoques. Falsa alarma, informacin no verificada, cita truncada, loanodino en primera pgina, pnicos injustificados, inflacin de lo nulo, gran escndalode la semana, cmara bien situada para hacer del pequeo montn una increblemanifestacin, o ausencia deliberada de cmara para hacer lo inverso: esos subterfugiosson el pan cotidiano de un mundo estupefacto que profesa y quizs incluso creesinceramente que las imgenes hablan por si mismas, sin necesidad de comentarios.

    3 Sobre el carcter incompleto de lo poltico y las necesidades funcionales de creer en el orden colectivo, para msdetalles, vase nuestra Critique de la raison politique ou linconscient religieux(Gallimard, 1981).

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    Oportuna credulidad: si lo real es lo que no depende de nosotros, lo que nunca puedecontrolarse ni preverse, lo que acaece a nuestras espaldas, las imgenes, por su parte, sefabrican y se encargan: las industrias culturales estn ah para eso. Observemos sinembargo que los hilos del telerrealismo se vuelven tan evidentes, tan predecibles, tanrutinarios que el ciudadano comn y corriente se hasta de ellos casi inmediatamente. En

    1924, Andr Breton lo haba previsto, primera frase del manifiesto surrealista: Tanta fese tiene en la vida, en la vida en su aspecto ms precario, en la vida real, naturalmente,que la fe acaba por desaparecer. Los muestreos de lo real operados por nuestroscaptores y nuestros censores, incluidos los telfonos mviles, nos inundan coninformaciones apresuradas y efmeras, cuyo poder magntico en nuestras conciencias,no obstante porosas, disminuye cada da ms.

    Una poca que renuncia a diferenciar entre lo que existe y lo que consiste(Bernard Stiegler), se condena a una pavorosa proletarizacin de su imaginario.Renunciar a las cortesas del como sies convertir a la grosera en mancha de aceite. Entodo nivel de la escala, el relajamiento se vuelve desenvoltura, lo elaborado se consideracomo alambicado, lo digno como altivo, lo corts como amanerado. De donde resulta

    una especie de egocentrismo incurioso respecto al otro y a todo lo que sobresalga oincomode. Es la moneda corriente de unafatiga cultural. Se requiere otro para concebirun hijo, una verdad o una obra de arte. Se trata siempre de un trabajo, ese aguijn, ytrabajar fatiga. Del dejarse ir en la expresin a la depresin en las almas, y del neo-cnico al neo-mentecato, seamos cautos para no precipitarnos en el abismo.

    Se adivina lo que obsesiona a nuestro abandono de la palabra precisa, del matiz,de los laberintos y de los dobles sentidos, nuestra bsqueda exaltada de lo liso, de losimple y del eslogan. El miedo a las secretas contradicciones, la fobia a las negaciones.Que cada quien adhiera a su razn social y no salga de su nicho (novelista, plomero, deizquierda, de derecha, bretn, homosexual, negro, fascista, etc.). La verdad de lospersonajes en el teatro (tambin de los seres en la vida) nunca acaece sin enigma niambigedad, penumbras frtiles a las que les repugna el reino mercantil de los avisospublicitarios y de los logotipos. Nuestra desconfianza hacia los roles mltiples y laspersonalidades complejas, habituados como estamos a las marcas bajo fiducia, ocultauna aversin muy emocionante, pero, hay que decirlo, sin esperanza: exorcizar elsufrimiento de ser lo que no se es y de no ser lo que se es. Se quiere olvidar que esamala fe (en el sentido sartriano del trmino) es incurable en cualquier concienciaalerta, desde que ella renuncie al pegote de los clichs y de los cromos?

    Reducir lo real a lo visual y lo pensable a lo filmable no es solamente una prendade lo no visto, no considerado, para los astutos, ni el pretexto para mil manipulacionessentimentales, para los vendedores de tabloides. Esa reduccin permite a cada quien

    taparse los ojos, hasta el punto de creer saber porque se ha visto algo. Qu? Lo que seencuadraba y pasaba por la pantalla. Pero lo que estuviera por fuera del campo,desapareci. A doscientos metros de la playa devastada por el tsunami, los aldeanos deSri Lanka continuaban pese a todo en sus ocupaciones, sobre una tierra intacta, como sinada hubiera pasado. Cuando uno llega a un pas, a una capital, a un lugar descrito porla televisin como en sangre y fuego o vctima de una espantosa catstrofe, siempresorprende lo ordinario del corre-corre (trivialidad del bien y del mal) por fuera delpermetro sensacionalizado. La pantalla de lo actual no se contenta con evacuar elclaroscuro, tambin le hace pantalla a lo esencial porque las maysculas que espantan ysacuden a los pueblos Dios, Patria, Libertad, Tradicin, Revolucin no sonsusceptibles de impresionar una pelcula ni de hacer eco a una poltica de seguridad. La

    oferta poltica concebida como respuesta a una adicin de sufrimientos particulares, laancdota ocupando el lugar del argumento, la visin general como yuxtaposicin de

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    casos singulares, etc., corresponde al realismo propio de la video-esfera. De hecho, setrata de un remakedel nominalismo medieval, que le negaba todo valor objetivo a lasideas abstractas y a las personas morales. Visualizadores sin visin, hurfanos deamplios planos, actuamos del mismo modo con todo lo que no pasa en la tele.Repblica, Nacin, Estado, esos invisibles se vuelven convenciones de lenguaje, flatus

    vocis sin realidad propia. Slo existen individuos visibles. Cuando tienen un vago airefamiliar y son sesenta millones, aqu los agrupamos, por comodidad de lenguaje bajo elnombre de Francia. Esa miopa reforzada por el uso inmoderado del zoom (facilidadde las cmaras digitales) no carece de influencia en nuestra dificultad para admitir quems all de los franceses est Francia, para volver a poner el presente en perspectiva,para inscribir a nuestros bobos* y extravagancias en un panorama planetario. En elreemplazo de las coherencias y de las aspiraciones a largo plazo por los cabezazos y losgolpes publicitarios disfrazados de flechazos no es a ese verismo puntillista ypulverizador al que se debe cierta evanescencia de las nociones de bien pblico y deinters general?

    V

    LOS COSTOS CRECIENTES DE LA SIMPLICIDAD

    Pauperizacin de lo simblico, miseria de lo poltico. Otra reclamacin, igual registro:El Estado simple y modesto. En nombre de la virtud, por el lado de la izquierda, o dela cacera al dficit, por el lado de la derecha. Divino encuentro. Es honrada la coca dehonor. A los pobres siempre les interesa un Estado bien provisto, siempre que steredistribuya, pero los ricos prefieren el Estado pobre y enflaquecido, y se los comprendesi son ellos quienes lo financian. Suficientes despilfarros y privilegios! Fuera los

    esbirros de cadena y frac de gran pap, el adinerado viste blue-jeans. No ms aparato,aparatos. El Barnum se volver Te Deum, la fiesta, fte, y el jingle, Marsellesa. Esaspequeas economas agradan, y hacen olvidar la centena de Altos Comits, Comisionessuperiores, Altos Consejos, Observatorios y otras autoridades administrativasindependientes las cuales mercadean, a veces mediante enormes gastos y en los bajosfondos, la benevolencia desencantada del proscenio. Con la desaparicin delper-diemyel desmadre de los gastos de misin, hoy, para aceptar una misin de los poderespblicos, hay que contar con altos ingresos: uno va por cuenta propia. Que no sorprendaver a los ms astutos tomar el camino de lo privado. Sin embargo, un documentalunnimemente elogiado, se consagr recientemente a pasar por el cedazo las finanzasdel Castillo y a calcular cunto le cuestan al contribuyente ciertos ceremonialesconsiderados anacrnicos e incluso los viajes en avin del Presidente. El Eliseo, que esuna subprefectura, constituye, pues, un escndalo: 375 habitaciones, 61 automviles,1000 empleados, unos gastos anuales de 32 millones de euros. Se es ms indulgente conla pera de Pars: 160 millones de euros en gastos anuales y 1500 asalariadospermanentes (aunque sea mejor pagado, su director artstico parece tener menosresponsabilidad que el presidente de la Repblica). Al sonar la salida de la era gtica delcomando y las jerarquas, nuestros Rouletabille* de la frugalidad, enarbolando como

    * Bobo: es el acrnimo de Bourgeois-Bohme, muy usado en el francs actual de Francia y que traduceliteralmente burgueses bohemios. Se refiere a ejecutivos exitosos y otros individuos burgueses, casi siemprejvenes, que juegan a pobres, se instalan en barrios populares y de inmigrantes, y encarecen todo lo que antes era

    barato o de precio normal.* Joseph Rouletabille, cuyo nombre de orfanato era Joseph Josphin, es un hroe de novela policaca creado porGaston Leroux, en 1907, en la novelaLe Mystre de la chambre jaune. Hijo del criminal Ballmeyer, especialista del

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    ejemplo la Presidencia finlandesa, donde cada galletita exhibe su precio, donde laseora Presidente deja filmar sus apartamentos, su sala de bao, sus facturas. Aqu,ningn tab. La transparencia reina. El pas menos corrupto del mundo nos escantado como un nec plus ultra. La poltica vive all modestamente, por clara va, sinambicin histrica desplazada. En efecto, cada quien conoce las responsabilidades

    internacionales de Finlandia, la obligacin de su presidente de viajar un poco por todaspartes y de recibir en Helsinki a todos los Grandes de este mundo con los gastosderivados (en agua mineral, claro est, pues la champaa sera incorrecta).

    Sin duda se trata, y para una gran parte, de las ganas de ausentarse de la historia,en lugar de comprometerse en ella con sus riesgos y peligros, o si se lo prefiere, delrechazo a asumir la consecuencia. Ser eso lo que explica la moda actual de lasfuncionalidades escandinavas en las argumentaciones cuyos modelos son lderes sinmaneras ni protocolo. Neutralistas o neutralizados, envidiablemente prsperos ypacficos, los pases luteranos abandonaron, desde Carlos XII, el proscenio, lo quesatisface el principio de precaucin. Se goza all de una envidiable plusvala moral:

    juzgar sin arriesgarse a hacer. Esa vocacin hacia el bienestar justo, hacia el abeto por

    encima del techo, simple y tranquila, brilla a lo lejos como un modelo de civilidaddemocrtica en el cual las vanas cuestiones de prestigio, la bravata teatral se agotaron(puesto que se cree que slo puede existir teatro poltico de lo absoluto, es decir de loabsurdo). Desde el momento en que el Estado ya no es pensado en trminos de potenciasino de servicio, prometido a usuarios y muy pronto a clientes, es lgico que se loquiera someter a pan seco. Porque una representacin tiene efectos de potencia y quetoda prestacin de majestad ligada a un imaginario colectivo es de por si un incrementode soberana. De ah podra surgir un deseo (costoso, sospechoso, peligroso) de influirsobre el curso del mundo, de los capitales y de las influencias.

    Quizs cometemos el error con ayuda del auge liberal de hacer de lademocracia una sustancia, una realidad anglica, como otros lo hacen, a la inversa, conel terrorismo. Es un modo de obtencin y de devolucin del poder por delegacinelectoral, como el terrorismo es un modode combate, en defensa y en ataque, por unaaccin violenta y clandestina. La primera no define un tipo de Estado o la naturalezaprofunda de una comunidad organizada, as como el segundo tampoco define unaideologa o la naturaleza de un combate. No hay democracia israelita, libanesa,norteamericana o brasilera; hay un Israel, un Lbano, una Amrica del Norte, un Brasildemocrtico. Y los pioneros del Estado hebreo no tenan como objetivo ir a trasplantaruna extensin del sufragio universal con voto de boletn secreto en el Oriente Prximo:para prolongar la historia del pueblo judo, ellos re-fundaron Israel, al cual dieron, en elmovimiento, forma parlamentaria. Y Francia exista antes de la aparicin de los

    cubculos de voto y de los partidos polticos, como seguir existiendo despus de ellos.De igual modo, nos ufanamos a la ligera de una democracia totalmente difana,desde el momento en que la Nacin ya no se encarna en un cuerpo de rey. Y que un reytoma todo funciona mejor cuando va desnudo, desde el momento en que el derechodivino parti. Porque la Repblica es una idea abstracta, una trascendencia inmanente,que tiene necesidad de emblemas, de recintos y de aparato. El voto: pobre rito, pero ritoan. La escuela comunal, el ayuntamiento donde se erige el cubculo, donde se opera elregistro, donde se lee nuestro nombre en voz alta, donde deslizamos en una urna un

    disfraz, y de Mathilde Stangerson, clebre cientfica, Joseph Rouletabille es un joven periodista del diario L'poque,que funge como talentoso detective aficionado. Su fiel amigo Sainclair sirve casi siempre de narrador de sus

    aventuras. Su lgica es metdica y consiste en hallar el buen cabo de la razn, reconocible por ser el nico quenunca se raja y cuya funcin es dar testimonio de su frente hiperdesarrollada. Sus peripecias dieron lugar anumerosas adaptaciones cinematogrficas (t).

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    rectngulo de papel: pobre santuario, pero lugar aparte. Cuntos gestos superfluos ycomplicados, que sern remplazados quizs maana por el botn electrnico El padrede la nacin debe convertirse de ahora en adelante en su compinche. Un mito contraotro? Despus del abanderado, el enjaezado? Despus de los derechos hereditarios,los derechos de sucesin? Pueda ser que el descrdito de las discreciones y de las reglas

    de urbanidad no lance por tierra las majestades cvicas. La cortesa republicana reposasobre un protocolo preventivamente formalista que fija los rangos respectivos de sesentay tres cuerpos de Estado y destinado a dejar, en ciertas ocasiones, lo domstico y larencilla entre bastidores. Esta elegancia constituye la nobleza de los ciudadanos: saberesfumarse, dominar sus duelos y sus gozos. Hay una grandeza plebeya que consiste enseparar lo pequeo que se es de lo grande que se representa. Sin duda la liturgiarepublicana no forma la mstica del mismo nombre. Y el cmulo de hierbajos en laslozas del monumento al Soldado desconocido ya slo moviliza en nosotros un sagradoconvencional (mientras que en el portal de Auschwitz se trata de un sagrado afectivo).Y el Panten, templo de la patria, los funerales nacionales, el desfile del 14 de julio,las condecoraciones de la Legin de Honor, los rboles de la Libertad, los bustos de

    Mariana se van uniendo lentamente a esas estepas de la memoria donde acaban dedeslerse las estatuas tragicmicas de la Razn y de la diosa Humanidad. El gallo galoya no es tan valiente sobre sus espuelas, como tampoco lo es el lis capeto sobre su tallo.Esto porque los emblemas y las escenografas evolucionan. Hoy la dramaturgia deldebate televisivo, entre los dos finalistas del partido de revancha de la Copapresidencial, opone, como en el teatro, dos hroes o campeones en un juego de rolespalpitante. Esta herramienta permite una dramatizacin de la lucha poltica sin parangnen el pasado, con veinte millones de espectadores en la sala. Este ejemplo nos muestraque la televisin no plantea solamente inconvenientes. La monarqua democrtica delReino Unido hace cada ao la apertura solemne del parlamento y el discurso del trono;la teo-democracia norteamericana hace el discurso del Estado de la Unin, elThanksgivingDay, el culto a los padres fundadores, el Pledge of Allegiance. La hijamayor de la revolucin tendr, cada cinco aos, un momento de excepcin con elceremonial de un torneo retrico y vestimental anunciado al son de clarines, como enAvignon. Mejor que nada.

    Pasado cierto umbral, el rebajamiento del Estado frente a los poderes de dinero yde imagen, agrupados bajo el nombre de sociedad civil, puede acarrear el del ciudadanode a pie. Si a veces la democracia debe jugar en contra del Estado, no se conoce anquien haya sobrevivido a la extincin del poder pblico. Sus rituales de majestadconstituyen tambin nuestra libertad de ciudadanos. Cuando un embajador de Franciavuelve a su puesto en Singapur, Roma o Nueva York en clase econmica, mientras que

    los jefes de empresas, directores de bancos y comunicadores viajan en el mismo avinen primera clase, se puede decir de antemano que en su pas de residencia l semantendr en el pinculo. Hoy nuestras embajadas se ven obligadas a recurrir a lasempresas privadas para proveer los bufets de la fiesta nacional. Querramos quemaana nuestros ministros luzcan las insignias y logos de las empresas que les servirnde mecenas, como lo hacen nuestros jugadores de ftbol? Y por qu no los pendonesde Total, Google y Valeo flotando sobre el Eliseo, una vez reducido a las msfinlandesas expresiones? Estado modesto, Medef*arrogante: toda la historia de Franciailustra esta oscilacin, por contragolpe. Cuando el prefecto baja el pabelln, el SantoOficio y la Bolsa de Valores lo izan. La laicidad consiste en poner al primero fuera delalcance de los segundos, separando bien los rdenes.

    * MEDEF:Mouvement dentreprises de France, es el mayor sindicato patronal francs.

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    El que iba a la misa del domingo no era el general De Gaulle ni el presidente. EraCharles, en privado y en civil. Salvador desdoblamiento de personalidad. Lagrandeza, l se la reservaba al Estado y a la Nacin. No para los suyos ni para simismo. Charles mantena una gran sobriedad en el uso privado de los mediosgubernamentales: en el Eliseo, pagaba con su chequera personal las cenas y almuerzos

    de su familia y l mismo verificaba por la noche que las luces de su oficina quedaranapagadas, para no despilfarrar. Por el contrario, De Gaulle, como buen catlico romano,no escatimaba en gastos cuando se trataba de las pompas oficiales. Se hubiera podidoconcebir la frmula inversa, ms rock and roll: vida privada de millonario, vida pblicade reverendo. El people de las revistas y cierto evangelismo protestante, por razonesdiferentes, ciertamente se habran felicitado.

    Sea: el General era un monstruo sagrado fruto de los amores anticuados deEdmond Rostand y Sarah Bernhardt. Sus sucesores son, de modo ms trivial, vedettes,que se tutean con las estrellas de la pantalla chica. Esta es poca del kitsch. Sinembargo, de qu manera podra Francia aadir un captulo o dos a su novela nacionaly, por ende, sutil verdad de un clich, continuar jugando su papel en la escena

    internacional, en medio de sus enemigos y competidores, de qu manera el Estadorepublicano en el interior podra hacerle algn contrapeso a las voracidades feudales dela buena sociedad, sin recurrir a una dramaturgia, a una escenografa y a algunospapeles estelares en el proscenio? Esos personajes requieren talento, cierta calidadespiritual, camerinos donde descansar, productores e incluso apuntadores, para reteneral pblico y evitar quemarse. Requieren un patetismo y una retrica, si quierencontinuar con el negocio abierto. Un gobernante es un ser de palabras y de gestosgobernados que, al ejercer su mandato, es al ciudadano elector lo que un mito de origenes a un registro de nacimiento. Su misin es interpretar, hacer vivir fsicamente(mediante sus tics, su estilo, su sombrero) una ficcin, una fbula, un poema colectivo(digamos al azar la Revolucin, la Francia eterna, Europa, el Socialismo, los Derechoshumanos), fantasma con poder de requisicin y quien, durante su mandato, lotransfigura. El da en que el abismo se colme, en que la persona penetre al personaje ylo oculte, ste muere. l vive (en nuestro pensamiento, claro est) de la no coincidenciaentre ambos. La trascendencia del papel principal sobre quien lo detenta constituye suhonor, su humildad y nuestro seguro de vida.

    Desde el Conntable**, la Repblica ha abandonado sus pretensiones respecto aldecoro. En el soft del kenedyano resbaln, en el prtico del Eliseo, del pingino inmvily estoico al maratoniano de la 5 Avenida, 1974 marc sin duda un giro, con eladvenimiento del primer candidato presidencial que utiliz a sus hijos y a su mujer parasu promocin personal. Remontar a pie los Campos Elseos, jugar ftbol ante las

    cmaras, desplegar el acorden, invitarse a cenar como vecinos: es cuando el ejecutivoprefiri a los sitios marcados por el protocolo los artificios estudiados de lo natural, conun cambio de carga del verbo al gesto. Despus del general-micro, el amo del Verbo, elamigo del teatro y de los escritores, el Presidente-foto, el amo de los clichs, el amigode los fotgrafos (que lleg a hacer del excelente Depardon el cineasta atrado por elpblico ntimo), pero que no responda a las cartas con una carta. Hay que hacer bienpueblo cuando se tiene partcula. La reclasificacin de las noblezas de Estado en estilocompinche, despus de las alarmas del 68, no ha coincidido por azar con el comienzo delas grandes privatizaciones y el retorno alterruo atlntico. A un pas comn y corrientey como los otros, le hace falta un lder sport, as sea un poco fofo. La reintroduccinen la fila del capitalismo ordinario, sin formalismos caducos, se present con M.

    ** Conntable: en Francia, entre los siglos XII y XVIII, comandante supremo de los ejrcitos del rey.

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    Giscard DEstaing como una emancipacin respecto a los soberbios de ultratumba,mientras que las maneras de corte se adoptaron muy bien en el gnero Puertas abiertasdel Eliseo*. Quien le siga la pista, estos ltimos cuarenta aos, a la de-simbolizacin delos ritos elseos (desde la conferencia de prensa hasta la entrega de credenciales de losembajadores, pasando por el tuteo y el uso del nombre de pila en el G8 o en los

    Consejos), har esta sorprendente constatacin: cuanto ms se aligera la formalidad,ms las com ganan peso (De Gaulle tena slo un delegado de prensa y su esposa no erala primera dama de Francia). Cuanto ms disminuyen los gestos protocolares, msabundan los efectos especiales. Los ahorros en etiqueta costarn caro. Muy pronto habrque crear una nueva columna en los informes contables de fin de ao (Presidencia,ministerios, administraciones): gastos de autenticidad. El monto superar los gastos derepresentacin amputados. En los gastos reembolsados por el Estado, por ejemplo, ypara atenerse a la foto principal de una campaa electoral, el Tribunal de cuentas sepercatar rpido de que si se incluye a los agentes de seguridad y de barreras (la cuerdatendida a siete metros del candidato, las plazas reservadas, la seleccin de los clichsautorizados), el falso instantneo de una presidencial (querido, previsto y organizado),

    se vuelve ms caro para el contribuyente que un retrato Harcourt. Pues tal es el efectoperverso de la transparencia promulgada por todas partes: transformar a nuestros actoressin escenario en directores de s mismos, que corren tras la buena foto, la buena prensa.En cocineros de efectos, en devoradores de sondeos y de cualitativos. La puesta enescena de la ausencia de puesta en escena es lo contrario del espectculo que, por suparte, no trampea, porque se sabe de antemano que el actor no es su rol, y que no nosacusarn de no asistencia a persona en peligro si no nos precipitamos a la escena paraarrebatarle a Hamlet su pual. Cuanto ms crece el relajo poltico, ms crispacinpatognica hay. La sonrisa se vuelve mueca y lo espontneo fanfarronada. En todo casono olvidemos que la publicidad que se le hace a lo privado de nuestros efmeros(familia, amores, prole) se paga con una privatizacin acelerada del sector pblico,cuando el principio civilizador de la institucin (sea Iglesia, Estado, Justicia) es volverimpersonales las funciones de autoridad. Sucede algo en ese mismo sentido y hastacierto punto con la escena pblica y con la religiosa. Revelar ese detalle de ordentcnico no es cargar sobre la esfera pblica un celo de Iglesia, ni esperar del Estadoquin sabe qu salvacin de las almas: la eficacia de una celebracin, bajo nuestraslatitudes, no hace acepcin de los caracteres ni de la celebridad del celebrante (elsacerdote no tiene nombre propio, el slo tiene una estatuto y un hbito). Un ministroincluso insuficiente, con tal que est provisto del vestido mistrico, no impide lagracia de operar, pues el sacramento cristiano no acta en intuitupersonae, sino exopere operato, independientemente de quien lo confiere. Esa despersonalizacin se

    compensa y corrige mediante una estricta codificacin de los gestos. Si la solemnidadraya en la frialdad, ella protege de la familiaridad (esos dos forcings de signo contrariodesaniman igualmente la adhesin). El oficiante en la misa hace verdadero falseando, elanimador de televisin falsea haciendo natural. Sin distancia, todo verismo esconformidad, anota un liturgista. El Presidente, el ministro no tienen yo. Tienen lasimplicidad de ejecutar en su lugar, marcada y no escogida, una secuencia de gestos yde palabras que los engrandece porque no les pertenece, dejndonos la libertad deprestar la atencin reverente y feliz que suscita una justa armona de notas, de

    * Alusin del autor al evento anual que se realiza en los edificios pblicos de Pars, considerados monumentos opatrimonio, pero que no son propiamente museos. Se museifican una vez por ao durante las Journes portes

    ouvertes, jornadas durante las cuales los habitantes de Pars y sus suburbios pueden entrar y ver la intimidad de losespacios donde sesiona la Asamblea Nacional, o de aquellos donde se decide y se discute el mandato presidencial,etc. (t).

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    entonacin y de actitudes. Cosa semejante sucede en el orden republicano de los ritualesy de las creencias, la brecha mantenida contra viento y marea entre el depsito y eldepositario de la autoridad, la funcin pblica y el individuo privado que hacecompatibles las dos virtudes aparentemente contrarias del ciudadano: la libertad deconciencia personal y el respeto de la ley comn. Cuando militares, magistrados y

    administradores civiles tienen que prestar juramento de fidelidad a la personadel jefede Estado (Nosotros, Philippe Petain, mariscal de Francia, jefe de Estado) estamosen otra parte. La Repblica ignora los cuerpos de gloria. Es una majestad fantasma eincorporal que proscribe la lealtad, la mstica del jefe, y donde nadie, mariscal o civil,hace don de su persona a Francia. A lo sumo de su personalidad, o ms bien de una deellas, la pblica. Las otras, las ms preciosas, slo le pertenecen a Dios o a la literatura.Hay que recordar, ltima obscenidad, que, en ese sentido, el episodio de Vichy no haceparte de la historia de la Repblica, dispensada, en este punto y por una vez, de todoarrepentimiento?

    VITRIVIALIDADES EXPLICATIVAS

    Dejemos ya de sermonear a nuestras realezas telegnicas, trepando las perchas de losgrandes principios. El medilogo est ah para bajarle al debate, es su razn de ser eincluso su punto de honor. Para aclarar a la vez nuestros estorbos simblicos y nuestrasrepugnancias frente al mentir verdadero, basta situarse en el cruce entre la historia y latecnologa, de modo trivial.

    La historia: los Estados llamados totalitarios no resistieron la sobredosisespectacular. Pensemos en las puestas en escena de Nuremberg, en los retratos con

    antorchas, en las catedrales de luz del nazismo. Con sus lenguajes eufemsticos, susestadios de cuadro vivo guiado por el silbato y sus liturgias en plstico, los Partidos-Estados del siglo XX tienen en comn haber querido teatralizar la vida. La versinsupuestamente comunista instaur de Berln a Pekn la amalgama del fortachn y deloropel. Pioneros en uniforme, tapiz rojo, abrazos para la galera, lbum de fotos, desfilesdel 1 de mayo, medallas, conos, estatuas y uniformes, fraudes estadsticos, jerarqua ysolemnidad: indigesto de representacin, asfixiado bajo la ceremonia, el pas de la granmentira haca de los individuos los figurantes en estuco de un museo Grvin planetario,cuyo acontecimiento principal lo constituan los congresos escenogrficos del Partidocomunista y cuyo terrorfico vestigio existe todava en Corea del Norte. Ante lo cual losespritus libres de nuestro lado de la barrera se sintieron llevados a tomar el partidocontrario: expulsar contraplano y revitalizar lo teatral desterrando el gigante musculosoal estilo Arno Breker, los hombres de mrmol de la Stallinealle, separndoseinstintivamente de las intimidaciones de la oriflama, del tambor y del vociferante. Queel espacio no sea nunca ms un espectculo: tal fue el compromiso ntimo deldemcrata, azuzado por las multitudes estticas y el paso cadencioso. l se pretenderun individuo del comn, preferir lo contractual a lo libidinoso, el caso por caso de losabogados al ahogamiento unnime en la histeria. El Mal cultiva lo grandioso y elnfasis, el bien es indulgente e informal. O sea, acto.

    La tcnica: ms que el rechazo ciudadano del abotargamiento, el odio delrepublicano estilo Jean-Jacques por los antros oscuros y los cercos de hierro, la

    alergia plebeya por la corbata Herms y por el smoking, el cambio de zcalotecnolgico instaurado por una nueva economa de la presencia es evidente. Por ello se

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    han visto modificados fisiolgicamente hasta nuestros reflejos y nuestros equilibriosnerviosos (por ejemplo, el tiempo promedio de concentracin mental y deinmovilizacin fsica). El actual imperativo de visibilidad es slo una transicin haciaun estadio moral de una nueva capacidad tcnica. Mustranos todo, viejo, tenemos losmedios para hacerte visible. Detectable, localizable, identificable, on the spot y en

    temps rel. La hiperesfera que es la pecera en la cual nadamos algunos hasta seahogan nos ha hecho pasar en medio siglo de una sociedad de la distancia a unasociedad del contacto. Ventaja de lo tctil: eso calienta. Besos, caricias, chacotas yempellones se han vuelto costumbre entre personas del mismo sexo, y los oficialesconsideran ahora el apretn de manos, el abrazo solemne o el espaldarazo a la antiguacomo indicios de frialdad, al borde del incidente diplomtico. Poniendo a parte loscontactos corporales y nuestra libido, con el daguerrotipo, en pleno siglo XIX, se leasign a las cosas mismas el privilegio qumico de remplazar sus signos. Convertida enla primera de las artes, la fotografa suplant a la imagen pintada o dibujada, el cuadroen su marco se convirti desde entonces en una instalacin sobreaadida [hors cadre], y

    Je suis sang, el ttulo de una pieza de teatro ltima tendencia, en la cual todo tipo de

    humores, y no hemoglobina, destilan ante la vista. El tres-D remplaz el ante el mundopor un enel mundo. El doble-clic (consola de juego, bucle senso-motriz, pantalla tctil,casco de visualizacin, guante de recepcin y envo de datos) transform al aprendizmirn, al auditor paciente en piloto de habitacin o en Exterminador hiper-excitadoestrangulando en su pantalla de video escuadrones fluorescentes de malvados. Paraalcanzar a la competencia, por mimetismo o por instinto de supervivencia, las artes de ladistancia se han visto obligadas a tomar por asalto las tcnicas de inmersin. Estas arteshan venido valientemente a nuestro encuentro y han escogido domicilio entre losrastrojos baldos, los hangares, los lofts o los garajes. Por qu no? El teatro naci en lossuburbios y en las ferias. Puede recargarse all, a condicin de que tenga algo quetransmitirnos, algo que ni la televisin, ni el cine, ni el video nos hacen sentir.

    Las artes plsticas anticipan, el arte dramtico toma la delantera, el poltico va enla cola. El fin de la historia en el teatro anunciaba la metamorfosis televisiva delganador de las elecciones en ganador de la lotera. Y las obras de teatro, liberadas de lasreferencias literarias, sin intriga ni personajes (Ionesco, Becket, Vautier, Audiberti), sehaban adelantado cincuenta aos a nuestras polmicas sin objeto, a nuestras voluntadesde ruptura y a nuestros deseos de futuro sin referencia a las largas duraciones: la polticasin la historia, brutalmente, a la topa tolondra. Ya no habr ms mirones en mi ciudad,solamente actores, deca Jean Dubuffet (el autor de El Hourloupe, quien remplaz laantigua escultura en duro por la estructura penetrable). Por favor, tocar, haba pedidoya el pionero del ready-made, Marcel Duchamp. Basta de representantes del pueblo,

    queremos al pueblo en persona, pide el tribuno, plagiario que se ignora. El reemplazodel smbolo por la huellano deja intacto, es evidente, ningn sector de actividad. Y noes solamente hasta en lo escrito donde hierven calores mimticos de la onomatopeya yde los comics (chnof, rrhawck, etc.). Cada quien, en su vida, su trabajo y su obra,negocia lo mejor que puede la gran cada civilizatoria de lo lejano en lo ms prximo,de lo indirecto en lo directo, de lo diferido en lo inmediato. Y la rampa, la vieja barra deseparacin que protega el signo de la cosa, la obra de arte del documento, la ley de lacostumbre, el voto del sondeo, las tribunas de los parlamentarios de los ardores deopinin, vol con todo el resto. El tumben la reja, todos a la pista, todos en pelota! yano es el deseo del paseante solitario ansioso de rondas pueblerinas o de corazonesdesnudos, es la demanda conjunta del homo festivus y del homo politicus. Ya no

    toleramos ser representados por hombres o mujeres excepcionales, que podranelevarnos quizs demasiado alto, exigimos sosias de nuestra estatura y semejantes a

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    nosotros, y esos men next door demandan como contraprestacin a su staff decomunicadores los trucos de un calco instantneo y reactivo. En lugar de anuncio,efecto; en lugar de escrito, una infra-lengua oral; en lugar de busto, un clip. Todaelocuencia ser tildada de grandilocuencia; todo hbito ser reputado de funcin,travestido, y que el estrado descienda al nivel de la sala, o haga como si: es la norma

    por todas partes. Miniaturizado al estilo FIAC [Feria Internacional de ArteContemporneo] por los artistas plsticos, los tcnicos del life style politics aplican laregla de oro en tamao natural. La puesta en jaque de las artes en dos tiempos(teatro detexto, msica y danza en partitura) anunciaba el arrinconamiento de los polticos en dostiempos(primero la palabra, luego el acto o el programa seguido de aplicacin). Lugarpara el ataque de ira, la sangre caliente, la imprudencia verbal (prolegmenos al gritoprimario?). Fin de los pudores, comunitarios y fsicos; los cambios bruscos de humor, larfaga de emocin se vuelven, como el torso desnudo y el ombligo al aire,procedimientos retricos de acreditacin. El afecto en trampoln reside en un universodonde la libertad ya no se define como autonoma reflexionada, sino comoespontaneidad reflejada, un djenme hacer, djenme pasar y no una ley dada a s

    misma.Lo hemos dicho y repetido: la primavera de la esperanza que deba brotar de la

    desregulacin de las figuras impuestas y de la promocin de lo inmediato en todo lugar(living theater, tribunal popular, escuela abierta sobre la vida) parti desde una burlafinal, en forma de marcha atrs. La Buena Nueva del Indicio que cortocircuita alSmbolo, el Evangelio de la presencia real que quiebra los gastos de representacin (a lacual la videoesfera ascendiente daba alguna credibilidad) se volvi casaca in extremis.Se esperaba la autogestin y vino el todo-mercado. Se exaltaban las radios libres. Seobtuvo debajo de la calzada la playa las franjas de publicidad. Se glosaba a Mao, sevota Bush. La cultura misma ha volteado su vestido: se ha democratizado, s, pero dellado de la oferta, no de la demanda. Con una desercin creciente del pblico de las salas(en menos de diez aos los cinco escenarios pblicos ms prestigiosos de Francia hanperdido un cuarto de sus espectadores). Y de hecho nuevas proposiciones dramticas,una proliferacin de performances autistas. Las insurrecciones de la Vida que queran lasubversin del espectculo comercializado y de las mediaciones institucionalesburguesas han terminado en espectculo comercial de subversiones conformistas y en eladvenimiento de un poder no constitucional de rbitros no elegidos: nuestros nuevoscontroladores de pesos y medidas, los people del primer crculo. Y he aqu dinero ysimulacin en ascenso. Por un lado, los caballeros del CAC40. Por el otro, elpensamiento Paris Matchy behachelizado*. El primer movimiento es el ms fcil perorara vez el mejor.

    El uso de la palabra eficaz es comn al teatro y a la poltica, dos formas depantomima que tienen el texto como fundamento, de Sfocles a Beckett. De ah elparentesco de ambos ejercicios, cuya vergenza sera errada para saltimbanquis yresponsables. Sin duda, aqu y all, el objeto por ver se le impuso al objeto por leer, y loque el ojo percibe de una vez aplaza, desclasifica, eclipsa lo que poco a poco recibenuestro odo. De todas maneras es con palabras que el actor pasa la barrera, salta porencima del instante y hace eco en las memorias. Tengo el honor de pedir a la AsambleaNacional, en nombre del Gobierno de la Repblica, la abolicin de la pena de muerte enFrancia. Palabras simblicamente pesadas, si l lo hizo, que Robert Badinter nuncahubiera pronunciado en la televisin; momento excepcional que requera tal es la regla

    * Neologismo del autor construido a partir de la sigla BHL Enterprises, inc., proveedor mundial de serviciosinformticos. (t)

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    del juego republicano el anfiteatro donde sesionan, no consumidores debidamenteescogidos, sino los depositarios legalmente designados de la soberana nacional,hemiciclo donde las palabras, incluso si no tienen en lo inmediato un gran pblico,adquieren una resonancia emocional singular. El Garde des Sceaux ley entonces untexto escrito, sin gesticular, desde lo alto de una tribuna, incitando, en ese arte oratorio

    amplio y formal que, desde la Revolucin hasta ayer, ha hecho la historia de Francia.No es la misma elocuencia o ausencia de elocuencia que impone la televisin, mdiuminformal donde la cara habla ms que la palabra, donde el tiempo se cuenta ensegundos, no en minutos, y donde el interlocutor mudo consiste en tiempo de cerebrodisponible ofrecido en venta a anunciadores mediante un operador. Incmodo, se sabe,el teatro de texto, sinnimo, teatro de cabeza, (una toma de cabeza). Incmoda, lanocin misma de autor, villana palabra, que resuena de autoridad, incmodo, el oradornunca lejos del populista. Es cierto que el teatro, Verbo encarnado, trance no prohibidosino superado, no es, en principio, una industria de la cultura, as como la persuasinpoltica no es, en principio, una operacin de marketing. El delirante imperialismo, enpoltica, del comunicador, y en el teatro del director, no favorece evidentemente la bella

    lengua, menos rentable y menos fcilmente exportable que la bella imagen. El declivede los estudios literarios, el eclipse de la gramtica en los colegiales, el crecimiento delanalfabetismo no deberan, sin embargo, hacernos olvidar este hecho innegable: es porel ejercicio de una lengua hablada, encarnada, ritmada, viva en una palabra que se anuday se recrea, despus de veinticinco siglos, el lugar entre la Escena y la Polis.

    VII

    FRENTE POPULAR,FRENTE TEATRAL

    Julien Gracq seala que los grandes momentos del arte dramtico corresponden a losgrandes momentos polticos de la historia occidental: la Atenas del siglo V, el siglo deoro espaol, la Inglaterra isabelina, la poca clsica en Francia. Momentos deafirmacin nacional y de incorporacin cvica. En Francia, fue en el siglo XVII cuandoel teatro se instal en sus muebles (nuestros edificios emblemticos datan del siglo deLas Luces) y cuando las personas calificadas desocupan el escenario. Y fue en el sigloXIX cuando el teatro se volvi, ms que un arte, un modelo de identificacin e inclusoun modo de vida. (De ah ciertos abusos de teatralidad poltica. Napolen, cuandoresida en Pars, casi cada noche iba de incgnito a escuchar Talma, que lo turb). Seaplic a si mismo su famosa frase: La tragedia hoy es la poltica. Y sin duda compusosu retorno de la Isla de Elba como un quinto acto, el acto de ms. El verdaderodesenlace se le escap. Fue atinadamente el azar el que le dio el ltimo toque a su obramaestra: Santa Helena.

    Esas coincidencias cronolgicas, cul ms cul menos, nos recuerdan que elteatro es cosa del comn; y que al teatro le gusta la unanimidad: las civilizacionespoderosas son conformistas. Por qu no decirlo? Cuando en una manifestacinaplaudimos como en un teatro no hay vergenza en ello, tambin nos aplaudimos anosotros mismos por estar ah. En efecto, es un milagro que de un conjunto aleatorio deindividuos que se ignoran, pueda nacer, durante una siesta o un cocktail, una pequeacomunin de cmplices. La era del aptico ocupado no es sta, que en apariencia,conviene mejor a las artes del fervor y de la reunin. Se puede mirar una pelcula en una

    muchedumbre, pero eso no forma un pblico. Menos an con el home-movie. Y en una

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    sala Gaumont*, todava se siente uno solo, cuando, del espectculo vivo, se puede decirque exige, como las celebraciones religiosas, un qurum, un compartir, as sea mnimo,entre varios. De ah su vocacin emotiva y tumultuosa que por tanto tiempo lo ha vueltopeligroso y sospechoso a los ojos de los jefes de polica (en Francia, la censura teatralprevia fue la ltima en ser retirada, en 1905). Y en consecuencia, Jaurs, en su poca,

    poda anunciar que una sola representacin de Les Tisserandes (pieza actuada porAntoine en el Thtre Libre) le dara al socialismo ms adeptos que todos sus discursos.El primer director del Thtre National Populaire, Firmin Gemir, tena la

    costumbre de decir que el teatro no rige tanto al espritu pblico, como este ltimo lorige a l. Es muy cierto que el teatro, al menos en Francia, est actualmente por fueradel debate de las ideas y abandon el centro de la vida intelectual, poltica y social,luego de haberlo ocupado durante casi cuatro siglos. Le repliegue sobre el ombligo sepaga de esta forma. Quin se acuerda an de que Lon Blum, el jefe del socialismofrancs, presidente del Consejo bajo el Frente popular, en 1936, fue autor de una piezay, sobre todo, durante veinticinco aos, de una crtica dramtica regular (Soy crtico deprofesin y, si oso decir, de vocacin)? Era el arte de referencia para esta esttica de

    masas que el movimiento progresista consideraba como el mejor para federar,galvanizar, sintetizar (sobre todo con las piezas radiofnicas y con los matinalespopulares). Entonces florecern como nunca la cancin y el teatro. Prvert/Kosma yGarca Lorca. Esclarecer los espritus e inflamar los corazones. Para hacer converger eldiscurso y la fiesta en una comunin popular, lase, en una nueva religin secular. Loque el desfile popular es a la procesin, el meeting a la misa, es la cancin al coro deiglesia y el teatro al misterio: una versin laica para un pueblo sin Mesas pero no sin fe.Sin duda haba all, en esa esperanza un poco boy scout, mucho ms optimismo queeducacin y diversin, exultacin popular y crtica social, podan fundirse en un solotodo entre bastidores. Nos burlaramos, muy gustosos, de la lechera y sus cuentas, si noviramos que a esta utopa un poco ingenua, bien podra sucederla maana una religincivil de la incivilidad, cuando nuestros grandes intrpretes prefieran estar cmodos ensus tenis que bien parados en sus botines.

    VIII

    SEAN PRAGMTICOS:OFRZCANOS LEYENDAS

    Noticias ordinarias o simple individuo, lo que slo remite a si mismo no accede a laplenitud de la comunidad simblica. Esta ltima comienza cuando lo que adviene a unparticular toma un carcter de generalidad, o cuando una ancdota toma el carcter deuna apologa. No se reflexiona lo suficiente sobre lo que suelda uno en el otro los dossentidos de la palabra simblico: lo que evoca una cosa que no est ah, de ms grande ode ms alto; lo que rene a personas separadas (lo contrario entonces de diablico, quedivide lo que ya estaba unido). El orden pre-estructurante que nos precede, nos excede ynos sucede es tambin el elemento que nos permite estar y actuar juntos. Traduccin:nada rene en presente del indicativo. Slo lo irreal federa. Sueo, dios, edad de oro osociedad sin clase. De ah la fuerza aglomerante de las leyendas y el efecto catalizadorde las mitologas, ignoradas por las centrfugas econmicas. Quiere unir un pas?Cuntele una bella historia. Quiere reunir? Haga despegar, alzarse, delirar. Americandream, sueo francs. No es un azar si Vilar, en su proyecto de TNP (teatro nacional

    * Gaumont: una de las cadenas francesas de salas multiplex de cine. (t)

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    popular) como servicio pblico*, deca: El teatro, si no es a la vez popular y pattico,no es nada. Aada que un arte de comunin supona recurrir a un principio elevado.Nuestro primer criterio ser el sentido de la grandeza (editorial del primer nmero deThtre populaire). Sucede igual con la cosa poltica. Se comprende que losmanejadores de muchedumbres y los grandes capitanes sean siempre un poco artilugios

    o quimricos pragmatismo obliga. Despus de todo, ellos animan el gran teatro delespritu pblico, ese travs hace parte de los idiotismos del oficio. Saludo, los artistas!Mi viejo maestro bien amado, Henri Gouhier, deca: Los ms grandes dramas de

    la historia quizs slo se explican por la prdida del sentido dramtico. Por cuntotiempo pueden resistir el respeto de la vida o la sacralidad de la muerte la des-ritualizacin de los finales de vida, el declive de los cortejos funerarios, el escamoteo delas agonas en el hospital, los entierros apresurados? Por cunto tiempo puedemantenerse el cemento poltico, despus del lavado retrico de nuestra lengua y eldictado por todas partes del primer grado (el segundo no pasa por la televisin, comotodo el mundo lo sabe)? Qu ganas de futuro habr en el narcisismo del instante?Cunto tiempo ms habr civilizacin, si toda civilidad es leda como

    aburguesamiento, todo dominio de los afectos como afectacin? Montherlant,precisemos, no es la nica respuesta posible al malestar en la cultura, tambin estnIonesco y Dubillard (la farsa, la stira, el sainete, incluso la revista). Ms necesario quenunca es el cmico popular. Ms detestable que todo, la barbarie sofisticada. El verbocontra la barbarie, como dice un lingista y pedagogo francs, M. Bentolila. Ni losngeles ni las bestias se ofrecen la comedia: slo el hombre parlante se desdobla, seeduca en la escuela recitando versos en el estrado y continuar creciendo medianteciertos ceremoniales, aniversarios, matrimonios, votos, testamentos. Cmo escapar a labarbarie si nos burlamos de la gramtica? Cmo desligar lo amoroso de lo sexualcuando se dispone solamente de cien palabras? La miseria cvica y sentimental es elprecio que se paga por el uso de las infralenguas. Y poner en escena en los suburbios Le

    jeu de lamour et du hasard,de Marivaux, no es, como lo ha mostrado una pelcula, unejercicio imposible. Hemos hecho un gran camino hacia nosotros mismos, dice alfinal un adolescente. Se ha visto que algunos centros dramticos tengan vidrios rotospor los diablillos, pero el taller teatral no es la panacea, es probable que cuanto menoshaya espectadores en una ciudadela de suburbio ms vndalos y menos ciudadanoshabr. Quienes aprendieron a intercambiar palabras, tienen menos ganas de intercambiargolpes.

    Valry deca: La escena es un lugar metafsico como el Altar, el Tribunal. Lacivilizacin comienza en esas especializaciones. Y esto, aunque el civilizado emerjacon la sublimacin, en una simple oveja degollada, del hijo o de la hija ofrecidos en

    sacrificio a los dioses (Abraham, Agamenn). Se consolida al transformar la batallafilada entre clanes en un partido de rugby entre aldeas vecinas, y se derrumba cuando sedeja estallar en una acera las pulsiones instintivas de las profundidades. S,directamente. Civilizacin es sinnimo de ceremonia, lo ms eficaz que se hayainventado para destriparse un poco menos. Siempre habr razones para preferir lavaquera a las trompadas, y la teatralizacin a la regresin. El padre Freud, ese granaguafiestas, lo dijo y lo repiti: la cultura es el nombre noble para la inhibicin de laspulsiones humanas de agresin y de autodestruccin, la renuncia a las satisfaccionesinfantiles, el autocastigo del yo-placer, y cada progreso de la civilizacin se paga con

    * Jean Vilar (1912-1971). Clebre actor francs y director de teatro. En 1947, organiz "Une Semaine dArt en

    Avignon", que se convertir un ao ms tarde en el Festival dAvignon. Desde 1953 haba comenzado la redacci