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MONARQUÍAS EN CONFLICTO LINAJES Y NOBLEZAS EN LA ARTICULACIÓN

DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA

José Ignacio Fortea Pérez, Juan Eloy Gelabert González, Roberto López Vela, Elena Postigo Castellanos

(Coordinadores)

Fundación Española de Historia Moderna – Universidad de Cantabria

2018

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© Los autores.

© De esta edición: Fundación Española de Historia Moderna – Universidad de Cantabria. Madrid, 2018.

EDITORES: José Ignacio Fortea Pérez, Juan Eloy Gelabert González, Roberto López Vela, Elena Postigo Castellanos.

COLABORADORES: Mª José López-Cózar Pita y Francisco Fernández Izquierdo.

ISBN: 978-84-949424-1-9 (Obra completa)

978-84-949424-2-6 (Comunicaciones)

Imagen de cubierta: - “Puerto con Castillo”, Paul Bril (hacia 1601).© Archivo Fotográfico Museo Nacional del Prado (Madrid).

Edición patrocinada por el Gobierno de Cantabria, Dirección General de Cultura

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XV Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna.

DIRECTORES

José Ignacio Fortea Pérez (Universidad de Cantabria), Juan Eloy Gelabert González (Universidad de Cantabria), Roberto López Vela(Universidad de Cantabria), Elena Postigo Castellanos (Universidad Autónoma de Madrid).

SECRETARIOS

Oscar Lucas Villanueva (Universidad de Cantabria), Juan Díaz Álvarez (Universidad de Oviedo), Mª José López-Cózar Pita (Fundación Española de Historia Moderna).

COMITÉ CIENTÍFICO

Dr. Eliseo Serrano Martín (Universidad de Zaragoza) • Dr. Juan José Iglesias Ruiz (Universidad de Sevilla) • Dr. Francisco Fernández Izquierdo (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) • Dra. Virginia León Sanz (Universidad Complutense de Madrid) • Dr. Félix Labrador Arroyo (Universidad Rey Juan Carlos) • Dr. Francisco García González (Universidad de Castilla-La Mancha) • Dr. Manuel Peña Díaz (Universidad de Córdoba) • Dra. Ángela Atienza López (Universidad de La Rioja) • Dr. José Luis Betrán Moya (Universidad Autónoma de Barcelona) • Dr. Máximo García Fernandez (Universidad de Valladolid) • Dr. Antonio Jiménez Estrella (Universidad de Granada)

Todos los trabajos contenidos en este volumen han sido sometidos a una evaluación doble ciega, tanto en su

fase de propuesta, como en la redacción del texto definitivo, de acuerdo a los criterios de excelencia académica

establecidos por la Fundación Española de Historia Moderna y la Universidad de Cantabria.

EVALUADORES

Rosa Alabrús Iglesias (Universidad Abad Oliba) Joaquim Albareda (Universidad Rovira i Virgili) Armando Alberola Roma (Universidad de Alicante) Francisco José Alfaro Pérez (Universidad de Zaragoza) Marina Alfonso Mola (UNED) Izaskun Álvarez Cuartero (Universidad de Salamanca) Fernando Andrés Robres (Universidad Autónoma de Madrid) Francisco Andújar Castillo (Universidad Universidad de Almería) Miguel Ángel Aramburu-Zabala Higuera (Universidad de Cantabria) David Bernabé Gil (Universidad de Alicante) Mónica Bolufer Peruga (Universidad de Valencia) Miguel Ángel de Bunes Ibarra (CSIC) Manuel Bustos Rodríguez (Universidad de Cádiz) Carlos J. de Carlos Morales (Universidad Autónoma de Madrid) Adolfo Carrasco (Universidad de Valladolid) Juan Manuel Carretero Zamora (Universidad Complutense) Hilario Casado Alonso (Universidad de Valladolid) Ana Crespo Solana (CSIC) Jaume Danti i Riu (Universidad de Barcelona) Miguel Deya Bauzá (Universidad de las Islas Baleares) Juan Díaz Álvarez (Universidad de Oviedo) Isabel Enciso Alonso-Muñumer (Universidad Rey Juan Carlos) Antonio Espino López (Universidad Autónoma de Barcleona) Amparo Felipo Orts (Universidad de Valencia) Camilo Fernández Cortizo (Universidad de Santiago de Compostela) Francisco Fernández Izquierdo (CSIC) Alfredo Floristán Imízcoz (Universidad de Alcalá de Henares) José Ignacio Fortea Pérez (Universidad de Cantabria) Ricardo Franch Benavent (Universidad de Valencia) Gloria Franco Rubio (Universidad Complutense) Enrique García Hernán (CSIC) Bernardo José García García (Universidad Complutense) Juan Eloy Gelabert González (Universidad de Cantabria) Javier Gil Puyol (Universidad de Barcelona) José Luis Gómez Urdáñez (Universidad de la Rioja) Miguel Fernando Gómez Vozmediano (Universidad Carlos III) Jesús Manuel González Beltrán (Universidad de Cádiz)

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David González Cruz (Universidad de Huelva) José Antonio Guillén Berrendero (Universidad Rey Juan Carlos) José Luis de las Heras Santos (Universidad de Salamanca) Antonio Irigoyen López (Universidad de Murcia) Antonio Jiménez Estrella (Universidad de Granada) Félix Labrador Arroyo (Universidad Rey Juan Carlos) Ramón Lanza García (Universidad Autónoma de Madrid) Virginia León Sanz (Universidad Complutense) Manuel Lobo Carrera (Universidad de Las Palmas de G.C.) Amparo López Arandia (Universidad de Extremadura) María López Díaz (Universidad de Vigo) Roberto López López (Universidad de Santiago de Compostela) Ana Isabel López Salazar Pérez (Universidad Complutense) Roberto López Vela (Universidad de Cantabria) Óscar Lucas Villanueva (Universidad de Cantabria) David Martín Marcos (Universidade Nova de Lisboa) Carlos Martínez Shaw (UNED) José Antonio Martínez Torres (UNED) Miguel Ángel Melón Jiménez (Universidad de Extremadura) Víctor Ángel Mínguez Cornelles (Universidad Jaume I) Ana Morte Azim (Universidad de Zaragoza) María Eugenia Mozón Perdomo (Universidad de La Laguna) Fernando Negredo del Cerro (Universidad de Carlos III) Juan Francisco Pardo Molero (Universidad de Valencia) Magdalena de Pazzis Pi Corrales (Universidad Complutense) Pablo Pérez García (Universidad de Valencia) Rafael M. Pérez García (Universidad de Sevilla) María Ángeles Pérez Samper (Universidad de Barcelona) Guillermo Pérez Sarrión (Universidad de Zaragoza) Primitivo Pla Alberola (Universidad de Alicante) Julio Polo Sánchez (Universidad de Cantabria) Charo Porres Marijuan (Universidad del País Vasco) Elena Postigo Castellanos (Universidad Autónoma de Madrid) Marion Reder Gadow (Universidad de Málaga) Ofelia Rey Castelao (Universidad de Santiago de Compostela) Joana Ribeirete Fraga (Universidad de Barcelona) Antonio José Rodríguez Hernández (UNED) Saulo Rodríguez (Universidad de Cantabria) José Javier Ruiz Ibáñez (Universidad de Murcia) José Ignacio Ruiz Rodríguez (Universidad de Alcalá de Henares) Pegerto Saavedra Fernández (Universidad de Santiago de Compostela) María del Carmen Saavedra Vázquez (Universidad de Santiago de Compostela) José Antonio Salas Auséns (Universidad de Zaragoza) Julio Sánchez Gómez (Universidad de Salamanca) Francisco Sánchez Montes (Universidad de Granada) Miguel Ángel Sánchez García (Universidad de Cantabria) Javier de Santiago Fernández (Universidad Complutense) Porfirio Sanz Camañes (Universidad de Castilla – La Mancha) Margarita Serna (Universidad de Cantabria) José Ángel Sesma Muñoz (Universidad de Zaragoza) Hortensio Sobrado Correa (Universidad de Santiago de Compostela) Enrique Solano Camón (Universidad de Zaragoza) Fernando Suárez Golán (Universidad de Santiago de Compostela) Antonio Terrasa Lozano Margarita Torremocha Hernández (Universidad de Valladolid) Javier Torres Sans (Universidad de Gerona) Jesús María Usunáriz Garayoa (Universidad Pública de Navarra) Bernard Vicent (EHESS) Jean Paul Zuñiga (EHESS)

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HUMILDAD, PODER Y RELIGIÓN. LA NOBLEZA E

HIDALGUÍA EN LA VENERABLE ORDEN TERCERA DE

GALICIA EN LOS SS. XVII-XVIII

PABLO VÁZQUEZ BELLO

[email protected]

Universidad de Santiago de Compostela

Resumen: La Venerable Orden Tercera ha sido, y es, una orden con gran presencia en la Península Ibérica. La Orden de San Francisco ideó una manera para captar a quienes querían seguir ese modo de vida sin abandonar sus hogares y, fue en los siglos XVII y XVIII su momento de máximo auge en nuestro contexto geográfico. El presente trabajo analiza el perfil sociológico de la VOT, especialmente el protagonismo de la hidalguía y nobleza barrocas de dos comunidades gallegas, Santiago y Pontevedra. Se pretende clarificar el teórico contacto -inter-estamental- y la presunta universalidad sociológica de la orden. Por último, el protagonismo de las élites en un espacio o teatro de poder y los métodos de preservación de los estamentos más elevados, como la atracción que produjo esta orden en la mentalidad de este colectivo.

Palabras clave: Venerable Orden Tercera de San Francisco, Nobleza, Espacios de poder, Asociacionismo religioso, Historia Social.

Abstract: The Venerable Third Order has been, and is, an order with a large presence in the Iberian Peninsula. The order of San Francisco design a way to capture those who wanted to follow this way of life without leaving their homes, and was in the 17th and 18th centuries its moment of maximum grouth in our geographic context. This study analyzed the sociological

Esta comunicación contó con el apoyo del proyecto del proyecto Las ciudades interiores en el noroeste de

la península ibérica (siglos XVI-XIX), HAR2015-64014-C3-3-R, financiado por el Ministerio de Economía y

Competitividad y fondos FEDER.

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HUMILDAD, PODER Y RELIGIÓN. LA NOBLEZA E HIDALGUÍA EN LA VENERABLE ORDEN

TERCERA DE GALICIA EN LOS ss. XVII-XVIII

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profile of the VOT focused on the role of baroque nobility from two Galician communities, Santiago and Pontevedra. It intended to clarify the theoretical inter-estamental contact and presumed Order’s sociological universality. Finally, the role of elites in a space or theatre of power and methods of preservation of higher levels, as the attraction that produced this order in the mentality of this group.

Key words: Saint Francis’ Venerable Third Order, Nobility, Power spaces, Religious asociacionism, Social History.

INTRODUCCIÓN

La Venerable Orden Tercera nació, según una crónica medieval, cuando San Francisco de Asís marcha en una predica hacia un castillo llamado de Saburniano, en la villa de Canerio, acompañado de sus primeros hermanos. En este espacio, el padre seráfico sermoneó con tal fervor, que los hombres y mujeres de aquel castillo quisieron abandonar sus hogares. Ante este hecho, Francisco les indicó que no debían apresurarse, pues él constituiría una regla para la salud de sus almas1.

Aunque la crónica se refiere a hombres de toda condición, la composición sociológica del brazo seglar de la Orden Franciscana fue diverso y, con cierta seguridad, se puede observar la presencia de las élites de una sociedad que se basaba en los privilegios. El presente trabajo analiza, brevemente, cómo apareció la Venerable Orden Tercera como una institución elitista a través del análisis cuantitativo de los libros de entradas y profesiones de Santiago y Pontevedra. Posteriormente, mediante el análisis cualitativo comparado de los estatutos y constituciones y de los libros de actas de ambas comunidades, se configuró la correlación de oficios con las funciones primarias y extraordinarias que ostentaban estas élites en el Antiguo Régimen.

1. LA NOBLEZA Y LAS COFRADÍAS: SU INCLUSIÓN EN LA ORDEN FRANCISCANA.

La vinculación de la nobleza e hidalguía con las múltiples asociaciones religiosas del Antiguo Régimen ha sido un tema recurrente en la historiografía de los últimos años. El protagonismo de las clases privilegiadas en todas las esferas vitales de la sociedad se manifestó también en la dimensión devocional y religiosa, cuyo patrocinio en todas sus modalidades tuvo una gran diversidad de manifestaciones.

El noble, mecenas por su propia fortuna, se ligaba a la cofradía por las obligaciones ideológicas de su rango, entre ellas, defender la pureza de la liturgia y la fe católica2. El vínculo entre élites y cofradías se manifestó en cuatro ámbitos. En primer lugar, el mecenazgo artístico, por lo que mediante la contratación de artistas ornaron la fábrica de las capillas, tanto en su arquitectura como en su imaginería y pintura. En segundo lugar, la sepultura y la pompa, pues los símbolos y emblemas entroncaron con la promoción del ideal caballero cristiano. En tercer lugar, la fundación de conventos, iglesias y capillas3 y, finalmente, las donaciones y fundaciones pías. Así pues, los motivos que los ligaron con estas hermandades atienden a la influencia social, prestigio, poder y patrocinio, tanto en la vida como en la creencia de salvación del alma.

La preocupación por la muerte se contrapuso con algunos de los aspectos ociosos de la vida privilegiada, como el lujo y la ostentación, por lo que, ante esta relajación, la nobleza e

1Anónimo, Florecitas de San Francisco de Asís. Crónica italiana de la Edad Media, Madrid, Biblioteca de

la Semana Católica, 1885

2Adolfo Carrasco Martínez, Sangre, honor y privilegio: la nobleza española bajo los Austrias, Madrid, Ariel,

2000, p. 73

3Ángela Atienza López, “Nobleza, poder señorial y conventos en la España Moderna. La dimensión política

de las fundaciones nobiliarias”, en Esteban Sarasa y Eliseo Serrano (eds.) Estudios sobre señorío y feudalismo.

Homenaje a Julio Valdeón, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2010, p. 235-269

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hidalguía tendieron la mano a la religión para curar los excesos que en la vida cometieron y obtener durante el lecho el ideal barroco del buen morir4.

Un ejemplo de asociacionismo nobiliario fueron las cofradías o hermandades de nobles, ya que fue en España donde más abundaron estas corporaciones frente a aquellos grupos sociales urbanos en ascenso5. Nacidas durante los siglos XIV y XV, estas corporaciones anunciaron el paso de una nobleza beligerante a una cortesana6. Nace, por lo tanto, un patriciado urbano alrededor de estas cofradías cuyo origen pronuncia una nobilización urbana, así pues, la limpieza de sangre, durante los siglos XV y XVIII, se configuró como una costumbre, práctica e institución usual en el seno de esta asociación religiosa. Esta discriminación implicó, en primer lugar, la no entrada de judíos o judeoconversos y, en segundo lugar, facilitaría la entrada de numerosas familias nobles que ya tenían certificada dicha limpieza. Esta patente se requirió para no contaminar la fe y como indicio de superioridad de sus miembros7. De esta tendencia destacaron las órdenes militares, el Cuerpo de la Nobleza de Madrid o las Reales Maestranzas8. El simbolismo funcional que desempeñaron estas hermandades se reflejó, esencialmente, en la actividad de protección y mecenazgo, -costeo de obras de arte, procesiones, insignias o estandartes-, en la que se comparta con el espacio urbano su espíritu estamental9.

La predilección de las clases privilegiadas, como el resto del pueblo, por los conventos franciscanos, o de clarisas, fue una tendencia predominante durante gran parte de la Edad Media y la Edad Moderna. Este fenómeno se encuentra en la liturgia funeraria; una preocupación de origen medieval donde ya se establece el ideal de buena muerte10. Es en los testamentos, y fundamentalmente en la elección de la mortaja, donde las élites privilegiadas del reino dejaban constancia de su decisión. Un caso extremeño, estudiado por Aragón Mateos, demostraba que el 75% de los testadores preferían el hábito de franciscano que el de otras órdenes11. Del mismo modo, las fundaciones de conventos, capellanías, o cofradías, muestra también una cierta propensión a las tres ramas de la Orden de San Francisco12.

El caso gallego imitó esta moda a imagen del resto de la península. Las órdenes mendicantes, en general, habían adquirido una gran popularidad entre sus feligreses y viandantes. González Lopo estudió las actitudes ante la muerte en la ciudad de Santiago13. El hábito franciscano, para amortajarse, fue el que más se escoge según los testadores de la ciudad:

4Antonio Domínguez Ortiz, Las clases privilegiados en la España del Antiguo Régimen, Madrid, Istmo,

1973, p. 155-166

5Jean Delumeau, “Movilidad social: ricos y pobres en la época del Renacimiento”, en Labrousse, Goubert,

Le Goff, Soboul, Vidal-Naquet, et alii, Órdenes, estamentos y clases. Coloquio de historia social de Saint-Cloud, 24-

25 de mayo de 1967, Madrid, Siglo XXI, 1978, p. 150-162

6Manuel Fuertes de Gilbert Rojo, “La nobleza corporativa en España”, Emblemata, 14, 2014, p. 509-515

7José Antonio Maravall, Poder, honor y élites en el siglo XVII, Madrid, Siglo XXI, 1984, p. 120

8Ibídem, p. 511-512; vid. Inmaculada Arias de Saavedra, La Real Maestranza de Caballería de Granada en

el siglo XVIII, Granada, Servicio de publicaciones de la Universidad de Granada, 1988

9Inmaculada Arias de Saavedra y Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz, “Cofradías y ciudad en la España

del siglo XVIII”, Studia Historica, Historia Moderna, 19, 1998, p. 197-228

10Vid. Emilio Mitre Fernández, La muerte vencida: imágenes e historia en el Occidente Medieval (1200-

1348), Madrid, Ed. Encuentro, 1988, p. 89-130

11Santiago Aragón Mateos, La nobleza extremeña en el siglo XVIII, Mérida, Consejo Ciudadano de la

Biblioteca Pública Municipal Juan Pablo Forner, 1990, p. 649

12Ángela Atienza López, “Nobleza, poder señorial y conventos… op. cit., 2010, p. 235-269

13Domingo L. González Lopo, “Actitud ante la muerte en la ciudad de Santiago durante los siglos XVII y

XVIII: La actuación de las órdenes mendicantes”, Liceo Franciscano, 112-114, 1985, p. 147-165; Vid. Domingo L.

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HUMILDAD, PODER Y RELIGIÓN. LA NOBLEZA E HIDALGUÍA EN LA VENERABLE ORDEN

TERCERA DE GALICIA EN LOS ss. XVII-XVIII

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Tabla 1.

Elección de hábito según testamentos compostelanos14

1551-1560 1651-1660 1751-1760 1801-1810

H.Franciscano % 84,31 87,97 86,11 74,45

H.Dominico % 13,73 - 1,85 3,64

La interpretación de González Lopo sobre el uso de esta popular mortaja en Santiago fueron, en primer lugar, que San Francisco fue considerado en la época una especie de segundo Cristo en la tierra a lo largo del siglo XVIII; pues incluso baja al purgatorio para rescatar a aquellos fieles devotos que portaban su hábito, por lo que se estableció como llave infalible para abrir la puerta del cielo. El purgatorio barroco, revitalizado tras el concilio de Trento, no era un hecho desconocido entre los siglos XV y XVIII dada la gran masa de impresiones de pequeñas obras sobre esta materia. Desde el punto de vista teológico, el purgatorio no se abandona sin la ayuda de los sufragios de estos devotos y bienhechores, incluso con la posibilidad de que el alma retorne al mundo de los vivos para su purificación15. En segundo lugar, por su Orden Tercera que estaría nutrida en el mundo urbano y, finalmente, las indulgencias que disfrutaba la Venerable Orden Tercera. La misma tendencia se puede observar en la ciudad de Santiago con las fundaciones, las misas y los cortejos fúnebres donde, de nuevo, el convento de San Francisco se llevaba la mayoría de los beneficios.

La nobleza gallega, en cierto modo, hacía gala de las mismas actitudes en relación con las cofradías y a la fundación de conventos o capillas. La preeminencia de esta clase social en el espacio sagrado ya procedía del período bajomedieval durante su política de reforzamiento16. Debe señalarse, que la nobleza y la hidalguía gallegas no suponían más del 3,2% de la población gallega entorno al año 176017, cuyas casas más representativas fueron Altamira, Andrade, Lemos, Monterrey y Rivadavia18. No se trató, quizá, de una predominancia numérica en estas comunidades franciscanas, tampoco una presencia abundante en sus cofradías; puesto que solo una quinta parte vive en los entornos urbanos.

A pesar de ello, su vinculación nominal con el mundo franciscano sigue siendo fuerte. Dos ejemplos muy señalados fueron Fernán Pérez de Andrade19 y Diego Sarmiento Acuña, el primero perteneciente a una de las familias tituladas con más abolengo de Galicia, y el segundo

González Lopo, Los comportamientos religiosos en la Galicia del Barroco, Santiago de Compostela, Xunta de Galicia,

2002, p. 294-358

14Domingo L. González Lopo, “La mortaja religiosa en Santiago entre los siglos XVI-XIX”,

Compostellanum, 3-4, 1989, p.276

15Pierroberto Scaramella, “De l’image de piété aux âmes comme intercesseurs...”, en Guillaume Cuchet (ed.)

Le purgatoire: fortune historique et historiographique d’un dogme, París, EHESS, 2012, p. 83-87

16Antonio Presedo Garazo, “La preeminencia social de la nobleza gallega en el espacio sagrado durante los

siglos XVI y XVII”, Diversarum Rerum: revista de los Archivos Catedralicio y Diocesano de Ourense y de los Amigos

de la Catedral de Ourense, 9, 2014, p.409-431

17Ofelia Rey Castelao y Serrana M. Rial García, Historia de las mujeres en Galicia (siglos XVI al XIX),

Vigo, Nigratea, 2009, p. 163

18Antonio Presedo Garazo, “Élite hidalga y poder señorial en Galicia: principales mecanismos de acceso

(1480-1650)”, Studia Historica. Historia Moderna, 37, 2015, p. 124-127

19Jose Francisco Correa Arias, A Casa de Andrade, 1160-1540: Nobreza, mentalidade e ideoloxía na Galicia

baixomedieval, Noia, Toxosoutos, 2009, p. 500-502

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con un ascenso notorio a través de la concesión del título de I conde de Gondomar20. Ambos, mostraron una preocupación notoria por reafirmarse a través del patronato de esta Orden, pues era un escenario o teatro propagandístico donde se legitima un linaje, un discurso social, su autoridad y una imagen pía.

2. PIETAS ET AUTORITAS. LA NOBLEZA Y LA VENERABLE ORDEN TERCERA DE GALICIA

2.1 LA PRESENCIA DE LA NOBLEZA Y ÉLITES DE LA CIUDAD

Las fuentes consultadas muestran una gran complejidad al tratar con la composición sociológica de esta hermandad laica. Sin embargo, y aunque su inferioridad en número este en tela de juicio, la nobleza y la hidalguía estuvieron presentes en las comunidades terciarias gallegas. Como ejemplo, la VOT madrileña se adaptó al modus vivendi cortesano en donde la nobleza titulada se hace con el poder de esta fraternidad a pesar de su minoridad numérica21. Serra de Manresa expuso que, en la Orden Tercera, durante el siglo XVIII, la seriedad y el rigor degeneraron en una mera devoción externa en la cual el principal objetivo fue la ostentación religiosa de los estamentos acomodados y aristocráticos, y por otro lado los ingresos deseados de miembros de los estamentos comerciales y artesanales atraídos bajo vagas promesas de ascenso social. A todo ello añadió como la corte de Felipe III entra en masa en la orden, y como toda la grandeza de Castilla perteneció a la milicia seráfica22. La vinculación de estas élites urbanas se manifestó a través del patronato y fundación de conventos e iglesias, construcción de sepulturas para su posterior entierro, mecenazgo artístico y la fundación de misas a perpetuidad. En la fraternidad compostelana, por ejemplo, el Marqués de Montesacro compró en 1720 un nicho y dos sepulturas en la capilla para descanso de su cuerpo y alma23. Posteriormente, en el año 1733 se acepta la fundación de dos misas cantadas a 15 reales cada una avalada sobre una casa nueva que edificó en la ciudad24. Los ingresos por oficios fúnebres fue una de las fuentes de ingresos más importantes de la VOT.

El principal problema para el cálculo de las cifras es la escasa precisión y claridad de los libros de entradas, profesiones e incorporaciones. El caso compostelano fue una clara muestra de esta idea. Primero porque esta tipología de 1659 a 1675 está mezclada entre los libros de actas, por lo que su inconcreción impide mantener una correcta aproximación numérica. A partir de 1675, y sobre todo a partir de 1717, aparecen tipologías separadas en libros de entradas o de hábitos y libros de profesiones. Esta costumbre es síntoma del amplio crecimiento de la comunidad, pues en las fraternidades menos numerosas, se registraba todo en un libro25.

20María Estela Maeso Fernández, Oratoria religiosa, mecenazgo y nobleza postridentina. Diego Sarmiento

Acuña (1567-1626) I conde de Gondomar, mecenas y coleccionista de libros, Madrid, Tesis doctoral de la Universidad

Autónoma de Madrid, 2012

21María Dolores Delgado Pavón, Reyes, nobles y burgueses en auxilio de la pobreza: La Venerable Orden

Tercera Seglar de San Francisco de Madrid en el siglo XVIII, Madrid, Servicio de Publicaciones de la Universidad de

Alcalá, 2012, p. 118

22Valentí Serra de Manresa, “Els terciaris franciscans a l’època moderna (segles XVII i XVIII)”, Pedralbes.

Revista d’Història Moderna, 14, 1994, p. 98-105

23Archivo de la Venerable Orden Tercera de Santiago de Compostela [AVOTSC], Libro de actas, 1717-

1739, f. 39.v

24Ibídem, f. 211.r

25AVOTSC, Libro de actas, quentas, avitos, profesiones, recuentos e inventarios, 1659-1675; 1675-1717

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Al aplicar la metodología cuantitativa sobre estos registros se debe discriminar siguiendo el modelo expuesto por Alfredo Martín para el análisis de la VOT de Ferrol26. En primer lugar, un cómputo de personas que no específica su profesión y reciben el tratamiento diferencial de “don” y, comprobando sus apellidos, se corresponden con las familias más pudientes de las élites urbanas. En segundo lugar, se discriminó un grupo en el que se especifican oficios mercantiles y artesanales y, finalmente, un grupo en el que se distinguen aquellas personas que poseen un título o tratamiento nobiliario según estas fuentes.

Como se puede apreciar, la siguiente tabla establece una gran entrada de nobles e hidalgos de la ciudad de Santiago además de un importante conjunto de mercaderes y artesanos. Dentro de este último grupo, los trabajos artesanales o gremiales predominantes fueron el de platero, azabachero, zapateros e impresores como Andrés Frayz, mientras que los mercaderes que tomaron hábito se dedicaban al comercio del vino y las telas. Por otro lado, el conjunto que nos interesa no tiene ocupación en su mayoría, pero muchos están ligados al concejo, al Hospital Real, o a la Real Audiencia del Reino.

Tabla 2.

Entradas de hermanos y hermanas en la VOT de Santiago de Compostela 1659-178027

Hidalguía y nobleza titulada % Mercaderes y artesanos % TOTAL ENTRADAS

1659-1675 26,8 4,9 447

1676-1700 14,3 7,3 926

1701-1731 37,5 5,6 958

1732-1780 44,3 1,9 1261

En los libros de profesiones se observa una sensible variación en las cifras, ello se debe a que la profesión tiene un coste superior al del noviciado; por este motivo, según el período, las profesiones son sensiblemente inferiores a las entradas. La profesión en la Venerable Orden Tercera se realizaba, generalmente, un año después del noviciado y hallando que él novicio tiene buen conocimiento de la regla28. El hecho de profesar en este fidei promisso permitía al individuo gozar de los numerosos privilegios e indulgencias, un hecho que es muy atractivo en una sociedad profundamente católica, pues como describe Antonio Arbiol, fuera de esto ninguna otra cosa le obliga a culpa mortal, ni venial, sino que todo se queda en pura devoción, que si lo hace, merece mucho, y sino lo hace, no peca.

Mientras el porcentaje referido a las clases privilegiadas no varía, o varía escasamente al alza, el resto de los estamentos, exceptuando a los mercaderes y artesanos que poseían los caudales suficientes para costear la profesión, disminuyen en su proporción.

26Alfredo Martín García, “Religión y sociedad en Ferrolterra durante el Antiguo Régimen. La V.O.T. Seglar

Franciscana”, Estudios Mindonienses, 20, 2004, p. 479-491. Vid. Alfredo Martín García, Religión y sociedad en

Ferrolterra durante el Antiguo Régimen: la V.O.T. seglar franciscana, Ferrol, Concello de Ferrol, 2005

27 AVOTSC, Libros de actas, quentas, avitos, recuentos e inventarios, 1659-1717; Libros de entradas y

profesiones 1675-1836

28Antonio Arbiol, Los terceros hijos del humano serafín. La Venerable y Esclarecida Orden Tercera de

Nuestro Seráfico Patriarca San Francisco, Zaragoza, Imprenta de los Herederos de Manuel Román, 1714, p. 56

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Tabla 3.

Profesiones de hermanos y hermanas en la VOT de Santiago de Compostela 1659-178029

Hidalguía y nobleza titulada % Mercaderes y artesanos % TOTAL

PROFESIONES

1659-1675 24,1 6,3 286

1676-1700 17,3 9,2 915

1701-1731 34,2 4,9 874

1732-1780 46,6 1,6 1531

Las mujeres que tomaban hábito en la orden lo hacían de una forma diferencial. Las constituciones y estatutos de la orden son claros pues, en el momento de la profesión, estipularon que las mujeres casadas debían pedir permiso a sus maridos, y las mujeres solteras el permiso de sus familias para la entrada en la Venerable Orden Tercera. Por lo tanto, la mujer, en ambas comunidades, ha de superar dos pasos, el consentimiento de su familia o círculo privado, y finalmente el interrogatorio realizado por el Discretorio30.

2.2. LAS FUNCIONES Y CARGOS DESEMPEÑADOS POR LAS CLASES PRIVILEGIADAS EN LA VOT

El análisis comparado que hemos realizado entre los libros de actas, acuerdos, o juntas y las constituciones o estatutos de la Orden permitieron conocer las funciones y cargos que ocupaban las clases altas en la VOT. Esta tipología documental toma acta todos los hechos de carácter administrativo y legislativo que se manifiestan en una comunidad determinada. Para el buen régimen y gobierno de esta asociación seglar se redactaron por escrito las constituciones y estatutos de la VOT, que a todos los efectos siguen el esquema del padre Arbiol a mediados del siglo XVIII reflejando, en los casos estudiados hasta el momento, las costumbres particulares de cada comunidad. En ambos documentos podemos cotejar las elecciones de hermanos para los cargos que desempeñan representación, las actividades de la hermandad y, finalmente, la gestión y conservación del patrimonio espiritual y material de la fraternidad31. Las constituciones y estatutos de la Tercera Orden no solo regulan la administración espiritual de los hermanos, sino que también definen las funciones que representaba cada cargo.

En las elecciones que tuvieron lugar en Pontevedra entre 1765 y 1790 se demostró que los nobles ocuparon cargos de importancia en cúpula gestora de la Orden. Desde 1765 a 1770, el cargo predilecto por estos fue el de discreto. Este oficio se componía, dice Arbiol, de los más graves e inteligentes, y zelosos de la honra de Dios, y de la Orden. Añade que este cargo consistía en el buen govierno de toda la Orden en la congregación (…). El discreto era el encargado de velar por la buena gestión y, sobre todo, la elección del ministro junto con los hermanos profesos. Es, por tanto, junto con este cargo y el viceministro, la cima del poder de la VOT. Otra de sus funciones se ligaba a la recomendación de entrada y profesión de los hermanos. El discretorio, además, fue el encargado de elegir a aquellas personas digna de entrar en la orden pues los prelados y el presidente de terceros no pueden dar hábitos ni las professiones sin el parecer del discretorio porque tienen assi modificada su autoridad como consta de los estatutos bulados

29 AVOTSC, Libros de actas, quentas, avitos, recuentos e inventarios, 1659-1717; Libros de entradas y

profesiones 1675-1836

30 Antonio Arbiol, Los terceros hijos del…op. cit., 1714, p. 11; aunque no era algo exclusivo de la rama

franciscana vid. Martín de Torrecilla (OFMCap), Regla de la tercera orden elucidada y resolución de todas las

dificultades que se pueden ofrecer assi acerca de los terceros como acerca de la cofradía de la cuerda, Madrid, Imprenta

Real, 1672, p. 69

31AVOTSC, Libros de actas, 1659-1780, (7 libros); Archivo Histórico Nacional [AHN], Clero Secular-

Regular, L. 10266 Libro de Acuerdos y elecciones de oficios de la Venerable Orden Tercera de Pontevedra, 1765-1853

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(…)32. Del mismo modo, el discreto tenía un gran poder, pues podían echar o quitar el hábito a aquellas personas que considerasen indignas de ceñirlo33, es decir, el discretorio realizaría un doble filtro en la elección de los hermanos que podrían pertenecer a la VOT. El mecanismo que permitió el filtro fue el interrogatorio, cuyo valor por excelencia era la limpieza de sangre. Entre 1771 y 1775, la predilección se sigue moviendo entre los discretos, pero comienzan a aparecer entre los ministros y viceministros. Ambos cargos, sin duda, son los más importantes de la hermandad. En la hermandad compostelana, el cargo de ministro fue generalmente ocupado por una persona de trato elevado. Describe Arbiol que el ministro es la primera persona de la Orden Franciscana Seglar, y como tal deve hacerse siervo de sus hermanos (…) de su buen exemplo dependía toda la orden. En su persona se concentraban todos los poderes de la Tercera Orden, los oficios, las entradas, las profesiones, etc. Por ello se exhorta en los estatutos la obediencia absoluta a este hermano. Este oficio además se encarga de ser el hilo conductor entre la primera y tercera orden. Por otro lado, velaría por la celebración de las fiestas más importantes, -San Luis rey, Santa Isabel de Hungría y el día de las llagas de San Francisco-, en el día del mes indicado34. Ese momento puede ser importante para la difusión de un discurso social determinado.

Por el momento no hemos podido encontrar constancia de la elección de oficios femeninos en la VOT de Pontevedra y de Santiago. Sin embargo, si tenemos constancia de la existencia de esta costumbre en otras comunidades; por ejemplo, en la ciudad de A Coruña. Tanto en los libros de acuerdos35 como en los estatutos impresos36 de la ciudad se especifican las funciones de estas mujeres, en su mayoría, privilegiadas. Los cargos femeninos, ocupados en esta comunidad son el de: ministra, vicaria de ministra o viceministra, vicaria de culto divino, conciliaria o discreta, zeladora y enfermera. En un principio las elecciones de estos cargos son controladas por la comunidad masculina, concretamente por el ministro y el padre visitador de la primera orden37. Es muy probable que, en el resto de las comunidades, así como las que hemos mencionado, se siguiese este mismo modelo.

A través de este modelo se procuraba mantener una limpieza estamental de los cargos, cuyas peculiaridades permitieron la conservación de al menos dos personas en el discretorio, posiblemente afines a la nobleza y que podían influir en asunto de profesiones como bloquear la profesión de aquellas personas que no considerasen dignas de las indulgencias y privilegios de los que gozaban los hermanos terciarios. Del mismo modo el cargo de ministro permanecería en manos de estas clases que, con celo, mantendrían este oficio en sus manos hasta finales del siglo XVIII.

Seguramente los profesos de ambas comunidades gallegas pertenecerían a las redes clientelares de algún protector, o bienhechor, que con gran diligencia recomendaría ante los hermanos discretos su entrada y profesión en la VOT. Un ejemplo de este fenómeno fue la comunidad de Santiago de Compostela, muy común durante el primer establecimiento de la orden y una tendencia muy remarcada desde 1676 hasta 1780, donde acompañados de los títulos se incluyen a las criadas, criados y pajes. O en el caso del clero, los presbíteros, abates y sacerdotes, iban acompañados de sus respectivos sacristanes, capellanes, pincernas, criadas y criados. Conformarían así, de este modo, una red que, en caso de profesar, resultaría útil a la hora de la

32Antonio Arbiol, Los terceros hijos del…op. cit., 1714, p. 390

33Ibídem, p. 29; 64

34Ibídem, p. 21-22

35 Archivo de la Venerable Orden Tercera de A Coruña [AVOTC], Libro de acuerdos, 1673-1724, f.29.r-

69.

36Catalina María del Campo, Regla de la Tercera Orden de Penitencia que instituyó el serafín San Francisco

por la Venerable Orden Tercera de Penitencia de la ciudad de A Coruña, conságrase a su patrona la Santísima Virgen

de la Soledad, Salamanca, 1749, p. 135-137

37 AVOTC, Libro de acuerdos, 1673-1724, f. 29.r-69.v

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elección de oficios38. Sin embargo, este hecho aún queda pendiente de un estudio con mayor profundidad.

3. CONCLUSIONES. LA ATRACCIÓN DE LA ORDEN: LA CONTROVERSIA DE LA INDULGENCIAS

En los espacios de la Venerable Orden Tercera de San Francisco se produjo la confluencia de los tres estamentos del Antiguo Régimen. Los atractivos fueron, sin lugar a duda, los innumerables privilegios e indulgencias que disfrutó la orden durante prácticamente la Edad Moderna, y gran parte en época contemporánea. Las indulgencias englobaron un problema que atañía a gran parte de cofradías de la Edad Media en adelante. Marc Vernard definió la indulgencia, y sobre todo la indulgencia plenaria, como un elemento que restaba las penas en años que padecían las almas en el purgatorio y, también, un mecanismo de financiación que contó con los vivos para sufragar las indulgencias de sus difuntos39. El siglo XVII fue muy fructífero en la concesión de este privilegio. Marie-Hélène Froeschlé-Choppard, analizó como la concesión de indulgencias en España supuso, entre 1676-1684, 33,5% del total europeo, mientras que fue en la segunda mitad del siglo XVIII entre el 8-7% de ese total40. Durante el pontificado de Benedicto XIV se revocaron algunas de las indulgencias que habían sido concedidas a esta Tercera Orden. Sin embargo, conservó otras muchas gracias y privilegios. Esta revocación no fue la única, pues el papa Paulo V moderó las indulgencias concedidas a la hermandad durante el papado de Clemente VIII en el año 1606, aunque posteriormente las volvió a restaurar. Inocencio IX en 1686 concedió gracias, privilegios, pero se las revoca a los terciarios regulares.

Las indulgencias concedidas fueron generosas. En primer lugar, el día de su entrada en la fraternidad, el fiel recibiría indulgencia plenaria. También recibirían dicha plenitud en las fiestas de San Francisco de Asís, Santa Clara, festividades de devoción particular y el día de Santa María. A todos aquellos que fueren fieles y cumplidores también se les correspondería con el perdón total de sus pecados, al igual que si siguen sus estatutos se les perdonarán hasta cien días de penitencia. La orden también concedería esta indulgencia a aquellos que asistiesen a las fiestas de la comunidad. Por último, esta bula de Benedicto XIV establece que todos los terciarios confesados y comulgados en la fiesta de las llagas de San Francisco, San Luis, Santa Isabel de Hungría, y su homónima portuguesa, y Santa Margarita de Cortona, se le concederían siete años y cuarentenas de indulgencias. Estas fueron las indulgencias que conservaron tras este pontificado el 15 de marzo de 1751. Por lo que, a pesar de esta revocación de gracias y privilegios espirituales, la Venerable Orden Tercera siguió atrayendo adeptos bajo la seguridad de salvación41.

La presencia del estamento nobiliario e hidalgo es notoria a través de los registros que reciben un tratamiento diferencial. Del mismo modo ocuparon los cargos con mayor influencia dentro de la Orden. La muestra plantea una última pregunta ¿se trató de un espacio mixto o nobiliario? Moviéndonos por los terrenos de la conjetura, o la hipótesis, se pudo intuir una selección del perfil del terciario, no solo por ser hombre de buenas costumbres, sino también por la persona que, conociendo sus informaciones, le recomienda tomar hábito y profesar. La limpieza de sangre, y los filtros propios de la institución terciaria, discriminaron a aquellas personas que quisieron entrar y que, por veredicto del discretorio y por sus antecedentes familiares no pudieron gozar de sus privilegios. Este mismo mecanismo parece utilizarse en otras instituciones como los

38 AVOTSC, Libros de actas, quentas, avitos, recuentos e inventarios, 1659-1717; Libros de entradas y

profesiones 1675-1836

39 Marc Vernard, “Purgatoire et indulgences même combat, au debut du XVIe siècle”, en Guillaume Cuchet,

Le purgatoire : fortune historique et historiographique d’un dogme, París, EHESS, 2012, p. 91-96

40 Marie-Hélène Froeschlé-Chopard, Dieu pour tous et Dieu pour soi. Histoire des confréries à l’époque

moderne, Paris, Harmattan, 2007, p. 167

41 AVOTSC, Bulla de nuestro Santísimo Padre Benedicto XIV por la que revoca todas las indulgencias que

gozaba la Venerable Orden Tercera de Penitencia de Nuestro Padre San Francisco, 1751

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cabildos catedralicios. Trento promovió que la élite asumiera y representara un nuevo modelo de ortodoxia cristiana abriendo cada vez más un breve abismo entre élites y clases populares42. Así pues, en el siglo XVII, de acuerdo con la mayoría de los autores, fue una centuria de aristocratización de las instituciones en donde se mostraron activo a imponer en la cultura y en la mentalidad rígidos esquemas sociales sobre los acontecimientos y las personas43. Esto produjo una discriminación en aras de la legitimidad a través de la sangre y el linaje. A pesar de ello, la VOT se configuró como un espacio mixto en el que también se cuenta con un importante número de hermanos de los estratos más bajos de la sociedad tanto en la comunidad santiaguesa como la pontevedresa.

La Venerable Orden Tercera de Galicia, por tanto, se adaptó a las peculiaridades sociales de cada entorno, acogiendo bajo previa selección a un importante porcentaje de la población. Por otro lado, parece que se trató de un ejemplo de organización oligárquica que, junto con la floreciente burguesía mercantil y administrativa, se articularon en un solo cuerpo que fomentaría un discurso de legitimación religioso, pero del mismo modo social. Probablemente, el templo se convirtió en un espacio de poder pues, esta peculiar presencia de los gremios, mercaderes, hidalgos y de los nobles en un mismo contexto, convencería de un modelo mental dirigido a las clases en ascenso que, sin abandonar sus hogares y familias, y con fervor, comenzaron a seguir la senda del seráfico San Francisco.

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