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    ISSN: ONLINE 1850-1826 - PRINT 0328-0446

    Electroneurobiologa vol. 2 (2), pp. 1-100, noviembre 1995

    La guerra psicolgica

    ]

    por

    Ramn Carrillo

    Contacto / correspondence: vixit(1906-1956)

    con notas editoriales de Mariela Szirko

    Electroneurobiologa Vol. 2 # 2, noviembre 1995, pp. 1-100; URL

    Copyright 1994Electroneurobiologa. Este trabajo es un artculo de acceso pblico; su copia exacta y redistribucin porcualquier medio estn permitidas bajo la condicin de conservar esta noticia y la referencia completa a su publicacin inclu-

    yendo la URL (ver arriba). / This is an Open Access article: verbatim copying and redistribution of this article are permitted

    in all media for any purpose, provided this notice is preserved along with the article's full citation and URL (above).

    ndice

    I. EL FACTOR PSICOLGICO EN LA GUERRA, p. 4.

    II. LA TCNICA DEL FACTOR PSICOLGICO EN

    LAS FUERZAS ARMADAS, p. 32.III. LO QUE DEBE SABER UN OFICIAL SOBRE EL

    ESTADO MENTAL DE CADA SOLDADOY SUS POSIBLES TRASTORNOS, p. 62.

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    Noticia preliminar, por Mariela Szirko. Esta magistralsntesis tcnica carrilliana conserva mucho que decir al lector in-teligente de hoy: en particular a los estudiantes, tanto secunda-rios como universitarios, y a los cientficos jvenes que necesitanvislumbrar el real escenario en que se desarrollar su actividad.Se trata de la versin taquigrfica tomada por la Subsecretara deInformaciones de la Nacin (hoy SIDE) durante el curso de tresclases sobre guerra psicolgica (conocimiento y utilizacin de lapsicologa como arma de guerra) brindado en 1950 por el ministroProf. Ramn Carrillo a los jefes y oficiales de la Escuela de AltosEstudios. Sus secciones obsoletas debido al cambio tecnolgico(por ejemplo, omitir en el listado de armas la pansexualizacin oprocuracin de convertir a todos los adultos en perversos polimor-fos como deca Freud del infante que es tan eficaz para des-tradicionalizar grandes grupos y ya fuera preconizada por el ul-tramaquiavelismo chino e indio hace ms de dos milenios; o lazonificacin espacial de las sociedades en guerra, tan corroda hoypor las comunicaciones que establecen los antagonistas) no ofus-can esta "redonda" sinopsis. Tampoco deslegitiman su propsitode defender los progresos culturales, ardua y an slo tmida-mente logrados, incluso ante una globalizacin de los intereses yuna financiarizacin del "mercado" que Ramn Carrillo lleg apresagiar pero no a padecer. Pero ni siquiera los mencionadosprogresos culturales, tan frgiles y tan fcilmente destruibles porerigirse como el mayor obstculo a la dominacin sectorial exclu-yente, valen para Carrillo por s mismos, sino slo como mediopara que la gente toda la gente, sin exclusiones pueda des-arrollarse en plenitud. La guerra psicolgica es hasta ms difcilde contener, no digamos ya de eludir, que la violencia fsica (1),pero su conocimiento crea contra ella defensas que no podracrear contra las balas; y ese es el propsito de las investigacionesde Ramn Carrillo en la materia, que expone y comparte aqu.

    (1) Mario Crocco expone en varios estudios esta elongacin de lacadena trfica no ya sobre otras especies biolgicas sino sobresectores "excludos" de la misma especie y propagacin "descen-dente" del incremento en violencia a travs de la estratificacinsocial lograda por coercin. Al referirse a la inversin inicial de losltimos logros en estabilidad [graficados en la primera figura re-

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    producida en "La insercin del psiquismo en el arco sensoriomo-tor"; se trata de un grfico de la monografa all referida, presen-tada al CONICET en 1971; nota agregada en 2006], Crocco sea-la en Comment lhylozosme scientifique contemporain aborde-t-illa slection naturelle du parenchyme neurocognitif?(Folia Neuro-biolgica Argentina Vol. Vl, pp. 108-120, 1988):

    "Afin de bien apprcier le fait naturel, reconnu en le prsen-tant dans cette inversion de tendances, ii faut noter que ces fac-teurs disruptifs intrasystmiques ne sont pas des accidents. Cesont des institutions organisatrices intra-spcifiques permanenteset fondamentales dans la grande chelle plantaire. Elles ne dri-vent pas de "pathologies partielles" (ventes d'armes, terrorisme,aggression individuelle inne, "argent sale", course aux arme-

    ments, leaders neurotiques ou les "quatre insanits" de Huxley).Il ne s'agit pas de rechercher " qui bnficie cette vie enveni-me" ni de dcouper un secteur pour lui attribuer une autarchiedynamique (par exemple, les facteurs de production). Non, lesystme dissipatif total a volu sous la dissipation toujours plusforte de ses propres composants, en les prenant comme les res-sources les plus accessibles. De la mme faon quelques plantes,dans un spectre lectromagntique substrat, ont pu crotre aucours de la slection naturelle en mangeant d'autres plantes, sans

    ncessit de chlorophyle; ce frent les premiers htrotrophes,qui ont t limits parce que leur slection naturelle demeuraitdans les limites de la stabilit de la biosphre dans son ensemble.

    Au contraire, la guerre fournit les fondements de l'accepta-tion d'autorits politiques stables ou de dirigeants nationaux. Laguerre offre la rpression "adquatement"gradue des dissiden-ces et la cohrence pleine de dfis d'o mergent les nationalits.Seules des forces "saines"de guerre, vitant les circuits du mar-ch, sont rellement efficaces pour apporter une "solution finale"

    aux goulots d'tranglements conomiques, aussi bien pour lesbandes primitives que dans les socits modernes. Elles attei-gnent cet objectif en sappropriant l'extrieur des biens qu'ilsapportent, ou en imposant l'extrieur des maux du propregroupe, soit en ralisant les deux processus simultanment; quece soit par sa capacit de contrler et de modifier les transactionsmoins violentes ou pour celle de rduire drastiquement le nombre

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    des consommateurs. Observer que le systme s'est mis dissiperses propres composants serait une observation dpouille.

    Cependant, une description physique ne peut prendrecomme excuse de rpter des mythologies, et dcrire les faits na-

    turels n'implique aucunement leur acceptation. Signaler, dans no-tre recherche, ces abominations a pour but de reconnatre uneressource physique qu'il est possible d'utiliser. Etant donn ce quiprcede, diriger certaines modifications au systme de la violencequi depuis le Pliocene a form les socits hominides ne priverapas les hommes de leur humanit."

    La guerra psicolgica

    por

    Ramn Carrillo

    Versin taquigrfica tomada por la Subsecretara de Informaciones de la Nacin, duran-te las tres clases pronunciadas en 1950 ante los seores jefes y oficiales de la Escuelade Altos Estudios. Integra la serie de sus exposiciones en diversos mbitos que fuera

    compilada como Contribuciones al Conocimiento Sanitario del Hombre.

    I. EL FACTOR PSICOLGICO EN LA GUERRA

    Agradezco al seor general los conceptos con que acaba de

    ponerme en posesin de esta ctedra, en la que desarrollar tresclases sobre la Guerra Psicolgica. De ms est decir que mesiento absolutamente cmodo entre los seores jefes y oficialesque tienen la bondad de escucharme, ya que en otras partes herepetido que guardo los mejores recuerdos de mis trabajos deprofesor en varias instituciones militares. Mi propsito es ahoratrasmitirles algunos conocimientos sobre un tema que, a pesar de

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    su enorme importancia, hllase casi por completo desconectadoentre los hombres de armas y los hombres de ciencia. Me apresu-ro a expresar que la llamada, elementalmente, guerra de nerviostanto en la paz incierta de hoy, como en plena contienda, slopuede ser eficaz y posible mediante la ms estrecha coordinacinentre mdicos y militares.

    Antes de entrar a este saln, conversaba incidentalmenterespecto a la posibilidad de realizar un estudio relacionado tam-bin con la guerra bacteriolgica. Tal vez se inicie pronto, pues enlos calamitosos tiempos modernos, la amenaza de una tremendaguerra microbiana que estuvo a punto de estallar durante la l-tima hecatombe est siempre latente a pesar de todos los es-fuerzos humanitarios que puedan oponrsele. Mas, por ahora, tra-

    taremos el conocimiento y la utilizacin de la psicologa como ar-ma de guerra, considerndola en su doble aspecto: ofensivo y de-fensivo.

    Sobre la base de elementos objetivos y subjetivos propor-cionados por los psiclogos en general, y por los psiquatras enparticular, y mediante la puesta en prctica de los recursos mo-dernos, es como luego, militares y gobernantes, han logradocrear, con caractersticas propias, esta nueva arma de lucha quees la guerra psicolgica. Esta, en sntesis, como veremos en se-

    guida, no es sino el suscitar en el adversario un clima mental, unaatmsfera, diramos as, consciente o inconscientemente, de pre-derrota, de inevitable fracaso de todos sus propsitos.

    Qu se entiende por guerra psicolgica

    Para tener un conocimiento exacto de lo qu se entiendepor guerra psicolgica y cmo debe ser empleada, es necesarioremontarse al examen de la psicologa de las masas populares, de

    las tropas y de sus jefes, en el instante en que debe estallar lacontienda. Debemos conocer muy bien los elementos constituti-vos de todos sus estados psicolgicos, en sus distintas etapas,pues todos ellos, a su vez, nos dan, tambin, el propio clima psi-colgico y nos permitirn utilizar hasta el mximo los grandes re-sortes de esta arma novsima cuya ctedra deber ser obliga-

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    toria a poco andar en todos los institutos militares de estudios su-periores, como este que me honra hoy escuchndome.

    La GP es un arma ofensiva y defensiva.

    La guerra psicolgica puede llevarse a cabo mediante dos

    escuelas: la norteamericana y la alemana. Digo escuelas y debe-ra decir estilos, pues es ms exacto por hoy, ya que en verdadno hay an dos academias perfectamente delimitadas. Somera-mente, puede decirse que el estilo norteamericano, ms reciente,adolece de serias deficiencias que lo tornan excesivamente prima-rio, pues se funda casi con exclusin en un concepto propa-gandstico.

    El estilo alemn, al que hay que agregar el actual estilo so-vitico, es ms profundo, ms doctrinario, y llega por lo tantoms hondo al espritu de las masas, combatientes o no. La pro-paganda, para esos estilos, es meramente un aspecto mecnicode la guerra psicolgica: un elemento subsidiario, no intrnseca-mente fundamental.

    Porque, repito, el objetivo primo de la guerra psicolgica escrear, en el o los adversarios, un clima mental, una serie de senti-mientos que, conducindolos por las sucesivas etapas del miedo,del pnico, de la desorientacin, del pesimismo, de la tristeza, del

    desaliento, en fin, los lleve a la derrota. Y viceversa, crear en elmedio propio un clima neutralizador de esos sentimientos. El cli-ma de la rabia, con todos sus matices. En una palabra: un climade derrota y otro de victoria, de donde tenemos los dos aspectosde la guerra psicolgica: el ofensivo y el defensivo, que por laparte contraria debilita al adversario y por la propia lo exalta.

    La guerra psicolgica en la historia

    Para comprender cmo ocurre esto, hagamos, en primertrmino, algunas consideraciones sobre los antecedentes de loque hasta hoy se llama guerra de nervios y debe ser consideradams amplia y cientficamente como guerra psicolgica.

    Si nos remontamos a la historia americana, veremos que enlas distintas etapas de la misma se consignan antecedentes, epi-sodios y hechos que demuestran que los grandes jefes entre

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    ellos, San Martn han utilizado los resortes psicolgicos en for-ma magistral. El concepto de guerra de nervios es sinnimo deguerra de zapa, que era la terminologa utilizada por San Martn,uno de los creadores de la guerra psicolgica moderna. Y tanto esas que en la Escuela de Altos Estudios, de Berln, fueron estu-diadas las campaas emprendidas por el Libertador bajo estepunto de vista. El Gran Capitn fu realmente un creador del sis-tema, porque es indudable que el manejo y utilizacin de los fac-tores psicolgicos, en su guerra de zapa, no fueron inspirados porningn antecedente recogido en las escuelas militares espaolas,porque en ellas no se enseaba. Ese sistema fu creado instinti-vamente por nuestro prcer.

    San Martn, en el Per, manej exclusivamente el factor

    psicolgico. Pudo, de esa manera, llegar a Lima sin disparar unsolo tiro y con la nica prdida de pocos, muy pocos hombres, re-gistrada en combates aislados de escassima importancia.

    La baja de 2.100 hombres, que en esa campaa tuvo, fuocasionada por el paludismo y otras pestes, lo cual demuestraque su verdadero enemigo no fu el ejrcito espaol, sino ese fla-gelo. Al final de esta clase volveremos sobre este tema.

    La Biblia refiere diversos hechos acaecidos en la antigedady entre ellos se destaca el caso de Geden. Este personaje bblicoexcluy a 25.000 soldados de entre los 40.000 que tena que se-leccionar para integrar su ejrcito, porque sus hombres confesa-ron, despus de una serie de interrogatorios, que tenan miedo ala lucha. Hizo as una seleccin psquica, psicolgica.

    El ejrcito de Geden qued integrado, entonces, por12.000 hombres. Posteriormente comenz a practicar entre sussoldados la seleccin fsica, mediante una prueba que consista entomar agua de un arroyo sin doblar las rodillas; aqullos que no

    fueran capaces de hacerlo eran excluidos. Como resultado de estanueva prueba, solamente integraron sus contingentes trescientossoldados. Geden, teniendo en cuenta que la empresa que iba aacometer era sumamente delicada e importante, aplic un criterioselectivo muy riguroso y estricto. Pero obsrvese que, en princi-pio, le gui un concepto superior al fsico. El nimo de su ejrcitofu su inters primordial.

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    Posteriormente, los ejrcitos recurrieron al nmero, dandopreferencia entonces a la constitucin fsica del soldado. Las gue-rras del siglo que corre han puesto de nuevo en primer trmino ala inteligencia: esto es, que no importa tanto la capacidad or-gnica, en cierto modo anatmica del soldado, sino su espritu, supsiquis.

    Acabo de hojear un tratado del famoso estratego von Klaus-sewitz, bien conocido por los jefes y oficiales que me escuchan.Busqu en l elementos actuales sobre el factor psicolgico de laanteguerra y de la guerra propiamente dicha. No encontr nadasobre el tema. Y si en los textos modernos, y en los magistralescomo el de von Klaussewitz, prologado por von Schliessen, no haynada, difcilmente los encontremos en parte alguna. Por ello an-

    damos un poco a tientas.En efecto, en toda la historia militar se ha comprobado que

    casi todos los jefes han recurrido a mtodos instintivos, que ten-an una configuracin psicolgica de gran eficacia. Repito, pues,que tales jefes militares han utilizado, de una manera efectiva, elsistema instintivo. De la misma manera, tambin, han recurridoya sea al engao, el camouflage, e, incluso, a la difamacin, comoarma para desprestigiar al enemigo. Tambin se valieron, en mu-chos casos, de la persuasin, y en otros, como en el caso de los

    rusos, de la intimidacin.

    Sistematizacin moderna de la GP

    Todo esto se ha usado, no en una forma sistemtica y orga-nizada, sino, por el contrario, en una forma puramente instintiva,de donde resulta que, a travs de la historia militar, slo hay va-gos antecedentes acerca de lo qu es la guerra psicolgica. Real-mente, este tipo de guerra organizada sistemticamente, como

    tal, con fines precisos y objetivos determinados, recin surge co-mo consecuencia de la ltima contienda mundial, guerra planifi-cada por los alemanes, y ahora, con antecedentes inmediatos, porlos soviticos.

    Desgraciadamente, sobre cmo han trabajado los alemanespara organizar su guerra psicolgica, tenemos pocas referenciasoficiales. Ellas forman parte, seguramente, de reglamentos y ma-

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    nuales secretos; pero indiscutiblemente el resultado a que llega-ron no puede ser ms importante. Porque ya se sabe que consi-guieron mantener, an en los momentos ms terribles y ms cer-canos a la catstrofe, la moral necesaria en el pueblo para queste siguiera trabajando, colectivamente unido y fuerte; y en elcombatiente, el mismo espritu de lucha de las primeras resonan-tes victorias, aun durante la retirada de Rusia. Es decir, que enAlemania, el clima psicolgico de la guerra, jams lleg, ni remo-tamente, al pnico. El frente interno, primordial, ya en trance dederrota, no perdi su cohesin, su fortaleza anmica, hasta el l-timo minuto, an frente al derrumbe mismo. El cmo acaeci estono es balad. Respondi a una tcnica, a una labor psicolgicafundamentalsima cuyo secreto no nos ha llegado. Pero s sabe-mos, como dato incontrovertible, que la Wermachttena adscriptoun cuerpo de cinco mil hombres de ciencia, todos ellos altamenteespecializados en materia psicolgica y que el Ministerio de Pro-paganda trabajaba en coordinacin con ese cuerpo, hasta quefactores eminentemente polticos, de mero prestigio, rompieron launidad de accin.

    La psicologa individual y la colectiva

    Lamentablemente, no conocemos los antecedentes de la

    guerra psicolgica alemana. Ni los norteamericanos los tienen.Apenas el coronel Kelm da vagas referencias de ella, ms bien pe-riodsticas. En las revistas especializadas sobre psicologa, no haynada concreto tampoco. Empero, puede afirmarse que, para quela guerra psicolgica se desarrolle y adquiera las posibilidades detransformarse en una poderosa e inestimable nueva arma ofensi-va y defensiva, se ha hecho imprescindible un gran avance en elestudio y conocimiento profundo de la psicologa individual y de lapsicologa colectiva.

    Se ha hecho, sobre todo, imprescindible el conocimiento n-timo, diramos as, de la psicologa popular en la poca de la gue-rra, as como tambin el aprovechamiento ntegro de la infor-macin; en una palabra, de todos, absolutamente todos, los me-dios tcnicos de la difusin prensa, radio, cine, comunicaciones,televisin. Unido a todo esto aun, el concepto absoluto de la

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    guerra total; de la guerra en que intervienen los factores pol-ticos, los econmicos, la doctrina filosfica, la geopoltica, la nue-va estrategia atmica, etc.

    Slo la conjuncin, la coordinacin ms estrecha entre to-

    dos esos factores, y el ms hondo conocimiento del alma huma-na, ya sea individual como colectiva, puede hacer posible, eficien-te y quiz insuperable, antes, durante y aun despus de la victo-ria y de la derrota, la guerra psicolgica.

    Los efectos psicosociales de la guerra

    No tengo por qu aadir nada a este respecto. La hora quevive el mundo qu es, en resumen ms que una tremenda ycientficamente planeada "guerra psicolgica"?

    Para lograr la mayor eficiencia de la nueva arma, hay quellegar hasta el fondo del ser humano, partiendo asimismo del co-nocimiento de los efectos psicosociales que produce la guerra entoda colectividad. Como nunca, en efecto, hay que tener en cuen-ta en tal circunstancia, que es de suyo anormal y desordenada,en qu forma adquieren una primaca fundamental en la vida delser, la necesidad y los instintos. Aqulla se agudiza al extremo;stos, en sus tres conceptos, que son: conservacin, reproduccin

    y sociabilidad, se subvierten de modo casi integral, de tal maneraque necesidad e instinto son pasibles de nuevos procesos que hayque adaptar y ajustar; esto corresponde tanto a los hombres deciencia como a los conductores militares. En una palabra, al ini-ciarse la guerra, simultneamente se produce un verdadero des-equilibrio psicolgico en el hombre y por ende, en la colectividad.

    Tal fenmeno debemos conocerlo antes para no andar entanteos y pruebas. En sus trabajos el coronel norteamericanoKelm, organizador de la GP o guerra psicolgica en su pas, narra

    los esfuerzos por l realizados para llevar adelante algunas de susiniciativas. Se le rieron en las barbas, por ejemplo, cuando orga-niz un servicio de camiones equipados con transmisores, alto-parlantes y equipos de morteros lanzapanfletos que acompaabaa las fuerzas combatientes. Rechazronle su mtodo; pero ya enlos campos de batalla, asediados los soldados norteamericanospor las transmisiones radiotelefnicas clandestinas y las lluvias de

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    panfletos, logr el coronel Kelm montar su organizacin sin mayo-res obstculos.

    Desorden de los conceptos de necesidad e instinto

    Pues bien: qu es lo que ocurre apenas declarada la gue-rra? Ya lo hemos dicho; se alteran y desquician todos los princi-pios y conceptos que tocan necesidad e instintos.

    Pensemos, en efecto, que la guerra actual es una lucha in-tegral, de pueblo contra pueblo, antes que de ejrcito contra ejr-cito. Ms todava: de bloques de pueblos contra otros bloques depueblos. Esa lucha depende de otras de carcter industrial, tcni-co, econmico, tanto que ya no es exacta la concepcin napole-nica de que la guerra la gana el ejrcito que tiene ms artillera.

    Hoy, la capacidad total de produccin de un pueblo y el al-ma de ese pueblo son lo que puede decidir la victoria. Por lo pron-to, la mayor posibilidad de produccin es la que hace posible sa-tisfacer tanto las necesidades de los combatientes como de los nocombatientes. Ya se sabe que sin la satisfaccin de las necesida-des primarias no hay ejrcito ni pueblo que soporten una guerra.Por lo dems, no puede desconocerse esta verdad. En la guerraintegral entre varios pueblos, sobreviven los ms dbiles. Por

    qu? Porque los hombres fsicamente deficientes no combaten.Los que luchan son los fuertes. Luchan y mueren. Los dbiles lle-gan al fin de la lucha indemnes, porque han permanecido b-licamente inactivos. Esta es otra subversin notoria que debe te-ner en cuenta el hombre de ciencia.

    Desorden social causado por la guerra

    Es indiscutible que el estado blico produce en los pueblosun desajuste psicolgico total en lo que tiene atinencia con losinstintos. Los hombres y los pueblos reaccionan de modo distintoal de las pocas de paz o normales. La guerra cambia toda la or-ganizacin social, la transforma y le da nuevo sentido y otro rum-bo. El trastrueque es radical y, por lo tanto, las reacciones psico-lgicas son tambin absolutamente distintas. A nuevas situa-

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    ciones individuales y colectivas, nuevas situaciones sociales, afec-tivas, legales, de vida, en fin.

    Aparentemente, el orden social anterior sigue intacto, aun-que se mantenga bajo normas diferentes por la autoridad militar.

    Pero el sistema de vida y el de toda actividad, en todos los secto-res, es totalmente distinto. As como toda la actividad productiva,industrial, econmica y tcnica de la Nacin est enderezada arespaldar a sus ejrcitos, as tambin la actividad integral delhombre, combatiente o no, est dirigida a un nuevo fin. El tras-torno, dicho elementalmente, es inmenso y el desorden del viejoorden incomparablemente mayor. Cmo, entonces, no va a gra-vitar todo ello en forma decisiva sobre los pueblos en guerra?

    La movilizacin de los ejrcitos imprime a la vida todo un

    ritmo desacostumbrado, extrao para la poblacin. El ejrcito, sesabe, tiene un sistema propio de ordenamiento y direccin. Tomaa los hombres por su capacidad y no por su, diramos, jerarquasocial. El que antes de la contienda era el patrn, puede ser en laguerra subordinado de su empleado o de su obrero. El rico puedecodearse con el pobre y hasta con el msero y serle inferior jerr-quico. La disciplina lo vence todo. Pero todo esto, indiscutible-mente, es desacomodo de un orden anterior y tiene sus implican-cias notorias en la psiquis de todos los seres.

    Los efectos psicolgicos de la guerra

    En una palabra: las distintas etapas por las que atraviesadurante la contienda blica el rgimen de vida social traen, comoconsecuencia, un cambio fundamental en las actividades normalesdel hombre. El primer efecto de ello se evidencia en la destruccinde la vida afectiva: los hbitos adquiridos cesan, los vnculos fa-miliares se distorsionan, las amistades se interrumpen, las con-

    vicciones polticas y las mismas creencias religiosas se truecan o se agudizan, que es lo mismo.

    Vale repetir: la guerra trastrueca todos los vnculos delhombre y el resultado lgico de ello es un estado particular en lapoblacin que se traduce en una desconfianza recproca colectiva,especialmente en los primeros tiempos.

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    Es tan profundo y orgnico el cambio que produce la guerraen un pueblo, y de naturaleza tan grave, que concluida aqulla lasformas de vida anterior jams pueden ser restauradas. Con-secuencia: las tranformaciones colectivas determinadas por laguerra son irreversibles, pues una vez producido el cambio no sepuede volver a la situacin previa, al orden anterior. La guerra,en fin, obliga a substituir las formas evolucionadas de la vida so-cial por otras ms primitivas: la fuerza, naturalmente, substituyepoco a poco al derecho.

    El retorno a las formas sociales primitivas

    DEFINICIN. En sntesis, podemos afirmar, hasta aqu, quela guerra es ya, de hoy en ms, una lucha social de pueblo contra

    pueblo; que implica siempre una revolucin social interna; que,paradojalmente, sobreviven los dbiles; que los cambios socialesproducidos durante la lucha son irreversibles; y que durante lacontienda se regresa a formas sociales primitivas. Esto nos llevacomo de la mano a estas conclusiones:

    Triunfarn en la guerra quienes mejor satisfagan las necesi-dades primarias del pueblo y quienes eviten, por el dominio de losinstintos. la desadaptacin del pueblo a la nueva situacin.

    Por lo tanto, toca al ejrcito el "adaptar" al pueblo al estadoblico como a los gobernantes, mediante la tcnica psicolgicadefensiva, el crear en las masas la ilusin de un porvenir superior.Ya volveremos sobre todo esto.

    Efectos psicolgicos inmediatos y mediatos

    Ahora vamos a referirnos a los efectos psicolgicos puros;los hay inmediatos y mediatos. Los primeros son los siguientes:La poblacin, ante el hecho blico que importa un trastrue-que en su orden de vida, sufre una especie de neurosis colectiva,es decir, de leve desequilibrio mental. Como consecuencia de esedesequilibrio, los ms dbiles se transforman rpidamente enalienados y semialienados, a tal extremo que se puede afirmar sinambages que una poblacin que entra en guerra llega a tener unporcentaje del 10% de desequilibrados.

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    Todo aquel que tiene una condicin psicolgica congnita-mente dbil cae, inmediatamente, en un estado de neurosis. Msaun, el solo anuncio de una guerra llena los hospitales de aliena-dos.

    Los ms "fuertes", en cambio, que constituyen el 90% res-tante, no caen en ese estado; pero sufren a su vez de un estadoparticular de ansiedad, dominante en los sanos. Ese estado deansiedad es determinado por la incertidumbre.

    Un tercer efecto es el siguiente: todos los seres regresan alos sentimientos ms primarios porque ya aparecen los elementosbsicos de la guerra psicolgica que empiezan a sealarse cadavez ms ntidamente. Una parte de ese 90 % sale de los lmitesde la ansiedad y entra en los del temor, que tambin evoluciona

    por diferentes etapas que luego veremos detalladamente has-ta llegar al pnico. Asimismo del estado de ansiedad, otra partedel 90%, por otras etapas pasa al estado de rabia, que es el armapsicolgica para la agresin; y de la rabia al furor. Otro estado esel de elacin. Baste decir ahora que todo ello prepara el terrenopara que en la poblacin individual y colectivamente considera-da se produzcan reacciones imprevistas.

    Hay un cuarto efecto: una parte de la poblacin calclaseen un 6% aparentemente permanece impasible; no tiene an-siedad, ni preocupaciones, ni incertidumbre. Ese 6%, sin embar-go, es el ms peligroso, porque se halla en un proceso psicolgicoque se llama del "todo o nada". El hombre no acta, pero bruscae imprevistamente reacciona con violencia y en un instante des-carga todo su furor. Aqu no hay etapas intermedias y previsiblesque valgan.

    El quinto efecto es el siguiente. A medida que pasa el tiem-po en la guerra los hombres se despersonalizan, lo que constituye

    una agresin a la personalidad humana. Por qu se "desperso-nalizan"? Sencillamente, porque las normas militares, forzosa-mente, son iguales para todos. No interesa lo que el hombre hasido antes, sino lo que debe ser a los fines de la guerra. La orga-nizacin blica absorbe todo y a todos. Esta despersonalizacintrae como consecuencia una cantidad de desadaptados que conrapidez pasan a ser elementos de perturbacin, an dentro del

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    ejrcito. Esos son los que hay que eliminar de all, y con presteza,y neutralizar afuera, porque son focos de indisciplina, de des-orientacin y de contagio.

    El sexto y ltimo de los efectos psicolgicos inmediatos con-

    siste en la mutacin brusca de funciones individuales a las que yanos hemos referido y que determinan en el estado de guerra unainversin o desajuste serio de la vida social y de la moral colecti-va.

    Todos estos efectos, repetimos, son inmediatos y se produ-cen en la poblacin apenas iniciada la guerra.

    La vida en clima de guerra

    Pero vamos a la etapa crnica. La guerra se ha prolongadoy el ejrcito ha conseguido el ajuste psicolgico necesario paraque la poblacin afronte la situacin en las mejores condiciones.Se ha trabajado, por la autoridad militar y mdica, minuciosa-mente; se ha eliminado a los desadaptados y se ha reeducado ental forma a la poblacin, que puede vivir, diramos as, "normal-mente" en la guerra.

    Qu efectos se producen en ese nuevo estado? El primeroes la fatiga. La poblacin cae en la indiferencia y en la falta de en-

    tusiasmo. La gente ya no siente preocupaciones. El "qu me im-porta", el "qu-me-importismo" aparece ntidamente, como muybien lo describe Mira y Lpez en su Psiquiatra de Guerra, que esuna de las fuentes de mi informacin. Pero, no obstante, la pobla-cin en tal estado puede ser recuperada.

    El segundo efecto es ms grave: y es el del estupor, estadoirreversible. El individuo no reacciona ante nada. Estamos, pues,ante la poblacin vencida. En una palabra: es imposible mantenerla estructura social, moral y psicolgica de la colectividad.

    En sntesis, los efectos psicolgicos inmediatos son:

    1, aparicin de desequilibrios mentales; 2, ansiedad e in-certidumbre; 3, regresin al temor y a la rabia; 4, reaccionesviolentas imprevistas; 5, despersonalizacin; 6, mutacin o in-versin de las jerarquas.

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    Los efectos psicolgicos mediatos producidos por la guerracrnica son: la fatiga y el estupor.

    Debo decir ahora que al par que el ejrcito procura man-tener el equilibrio de esa nueva sociedad blica, debe organizarla,

    puesto que no es la misma de la paz sino otra, con nuevas rela-ciones, con otros sentimientos y con ideales distintos. El ejrcito,lgicamente, debe dirigirla porque en cuanto la desatienda sur-girn consecuencias imprevistas. En estos casos siempre hay quetener en cuenta el estado de compensacin que se ha logrado, esdecir, el equilibrio para sobrellevar la situacin de modo que elejrcito pueda, de esa manera, proseguir con sus operaciones.Surgen, entonces, dos factores: la descompensacin y el desequi-librio de esa nivelacin conseguida, que es el miedo. Otro de los

    factores que hay que estimular constantemente, desde el puntode vista psicolgico, es la rabia.

    Factores de la descompensacin psicolgica

    EL MIEDO. Vamos a considerar en seguida la incidenciaque tienen el miedo y la rabia en el estado anmico de los indivi-duos.

    El miedo es un estado psquico reflejo, establecido pues in-

    conscientemente, incontrolable, que paraliza las actividades de laguerra y detiene asimismo toda defensa. Se produce cuando elinstinto de conservacin se ve acosado por un hecho exterior queamenaza la integridad fsica o moral del individuo. El que tienemiedo, ya se sabe, pierde toda posibilidad de defenderse. Este es-tado psquico del miedo atraviesa por distintas etapas ascenden-tes: la prudencia, la cautela, la alarma, el temor controlable, laansiedad que puede hacerse angustiosa y hasta desesperada, elpnico y, finalmente, el terror.

    La prudencia se manifiesta porque la gente comienza a serparca en sus expresiones y a mantenerse discreta: es la primeraetapa del miedo. Luego, ya surgida la desconfianza en las noticiasrecibidas, la poblacin queda en estado de cautela. A esto sucedela alarma, que deja de ser una manifestacin interna, pues el in-dividuo ya expresa lo que siente, es decir, comienza a exteriorizarsu inquietud. En este caso, la poblacin hllase alarmada, o, lo

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    que es igual, ha pasado del estado de prudencia y de cautela alde accin.

    Una etapa posterior por la que atraviesa el miedo es el te-mor, que en el individuo se manifiesta no solamente en la incre-

    dulidad de las noticias recibidas sino en la adopcin de medidasde defensa. Para ejecutarlas controla ese temor. Cuando, en suinquietud, busca dnde refugiarse o cmo salir de la situacin yno logra su objetivo, entra en estado de ansiedad si no divisa nivislumbra en detalle el objeto temible y de ansiedad angustiosa oangustia cuando lo presiente o avista, de desesperacin ante suproximidad, y entonces se mueve y se agita incontroladamente.La etapa subsiguiente corresponde al pnico, que se pone en evi-dencia cuando el hombre gesticula y pierde completamente el

    control. De pronto ese pnico lo paraliza de golpe, y el individuose sienta en un banco y permanece inmvil: es el terror.

    Todo esto que ocurre con un individuo, sucede con la co-lectividad, con las reacciones de las masas. De manera que hayque neutralizar los efectos de la alarma. En esta escala del miedo,se desencadenan una serie de factores que contribuyen a organi-zarlo. Una de las causas que determinan la aparicin del miedo esla sensacin de la carencia de comando y de que las instruccionesque imparte el ejrcito llegan en forma muy atenuada o con inse-

    guridad o contradicciones. Estos factores determinan inmediata-mente la alarma psicolgica de la poblacin. Por eso, es necesarioadoptar las medidas precautorias indispensables para evitarla.

    Lo que posiblemente origin la gran fortaleza del frente in-terno alemn fu la seguridad y la precisin de las informaciones,que trasuntaban seguridad en el comando.

    Por ello tambin hay que evitar la fatiga de la poblacin. Elcansancio mental y fsico crean un ambiente propicio para la pro-

    pagacin del miedo.Otra de las causas que contribuyen a acrecentar el miedo

    en la poblacin es el misterio que irradia la situacin. El anunciode que existe un arma secreta y de que se ha instaurado un r-gimen se difunde mediante la propaganda consistente en la mul-tiplicacin de rumores. Por eso, los alemanes hicieron una granpropaganda sobre los mortales efectos de sus armas, antes de

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    utilizarlas. Pusieron en prctica, adems, el sistema de los est-mulos anormales, consistentes en ruidos y otros procedimientos.

    Es un hecho evidente, comprobado en la vida normal, queel silencio absoluto produce miedo, mucho ms miedo que el es-

    truendo de las bombas. El ruido absoluto no es comparable, ensus efectos sobre el miedo, con el silencio absoluto. En algunaspersonas el miedo no es producido por el silencio o el ruido abso-lutos sino por la brusca interrupcin de aqul. Hay que tener encuenta otro factor, que es la predisposicin de ciertas personas almiedo. stas reaccionan ms fuertemente que otras, a conse-cuencia de poseer un temperamento menos firme o, como se di-ce, enrgico: stos son los emotivos, los impresionables, los su-gestionables.

    Para neutralizar la accin del miedo es necesario fomentarla rabia, como arma defensiva psicolgica.

    LA RABIA. La rabia es un estado reflejo justamente contra-rio al miedo, consciente, controlable, que se puede provocar, y seproduce cuando a una persona o a un pueblo se le coarta el cum-plimiento de una accin o un deseo, o los fines u objetivos de unaaccin individual o colectiva. Explotando este aspecto fue que losalemanes hicieron su gran propaganda sobre el "espacio vital",porque ese pueblo padeca necesidades biolgicas, psicolgicas ymorales que no poda satisfacer. Eso va produciendo, poco a po-co, un impedimento en la accin que desarrollan las personas in-dividualmente y el pueblo como su conglomeracin dinmica, obs-taculizandoles el cumplimiento de sus fines y objetivos. Esa situa-cin origina como consecuencia el estado psicolgico de la rabia,que llega a su mximo cuando est expresada claramente.

    Antes de llegar a la rabia se pasa, lo mismo que con el mie-do, por diversas etapas. La primera es la que se refiere al resenti-

    miento, que es una forma simple. El resentimiento no se expresacon ninguna accin; es algo que no tiene exteriorizacin.

    Luego sigue el enojo. Este estado psquico se traduce en pa-labras. El individuo no slo est resentido, sino que habla, dicecosas, critica con violencia. De ese estado al de clera, que es elsubsiguiente, psase al de la agresividad, con la adopcin de acti-tudes injustas.

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    El estado de "elacin"

    Y, finalmente, llgase a una etapa intermedia; la ideal.

    El hombre se muestra agresivo, pero su agresividad vaacompaada por un componente de seguridad, de confianza en smismo; y cree firmemente que, sobre todo, est defendiendo unacausa justa contra un enemigo odioso y odiado. Ese estado sellama "elacin".

    La obra maestra de la psicologa militar consiste en llevar alos combatientes al mencionado estado anmico. Se tiene que in-culcar a la tropa, y en todo lo que de ella dependa, la seguridadde que se lucha por un ideal nobilsimo, por una causa justa, irre-nunciable. La elacin no es, entindase bien, la rabia instintiva,

    inconsciente, sino la rabia consciente razonada.Naturalmente que, para llegar al estado de elacin, debe

    realizarse una larga preparacin, que ha sido muy bien estudiadaen sus detalles, tanto por los norteamericanos como por los ale-manes. Esa preparacin es, desde luego, tcnica e intelectual, yabarca a todo el elemento combatiente o que pueda entrar en lalucha

    En Mjico, los guerrilleros de Pancho Villa fueron los pri-meros en emplear una droga: la marihuana, que les produca notanto el estado de elacin, pero s el de una euforia agresiva, cer-cana a la rabia; una excitacin homicida.

    El alcohol se empleaba antes con el mismo objeto. La cien-cia psicolgica nos ha llevado ya mucho ms lejos y ms eficaz-mente que todo ello.

    Hay una serie de factores que determinan y favorecen la ra-bia, entre los que podemos citar los siguientes: la constitucinpsicolgica individual, pues sabemos que existen personas que

    reaccionan ms violentamente que otras; la proximidad del objetoodiado, que genera rabia sistematizada y creciente. El tercer fac-tor es la agresividad del objeto. En suma: la psicologa militar de-be llevar a la tropa primero al estado de agresividad y luego alestado ideal de elacin. Sobre esto hemos de volver todava.

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    En sntesis, los fines de la guerra psicolgica, de acuerdo atodo lo que llevo dicho, son dos:

    1 Evitar el miedo de los propios combatientes y provocarloen los enemigos.

    2 Provocar la rabia entre los propios y evitar que los ene-migos la tengan contra nosotros.

    Objetivos de la guerra psicolgica

    Ya hemos visto que la GP o guerra psicolgica opera condos estados reflejos: el miedo y la rabia, que son, al mismo tiem-po, los grandes objetivos del arma psicolgica. La guerra psicol-gica es defensiva y ofensiva. Los planes de la psicologa como

    arma defensiva, son:1 Conseguir el ajuste ms perfecto de la poblacin civil.

    2 Realizar la profilaxis del miedo.

    3 Eliminar del servicio los psicpatas, esto es, realizar lahigiene mental entre los componentes de un ejrcito en guerra.

    4 Conseguir la fanatizacin en el ejrcito y de los no com-batientes, en base a una doctrina .

    Cmo se hace el ajuste de la poblacin civil?

    Me permitirn ustedes que abrevie y sintetice, pues cadauno de los objetivos de la guerra psicolgica requiere volmenes.Se llega a un ajuste de la poblacin civil mediante la creacin deuna conciencia popular anteblica de preparacin del clima, delambiente, mucho antes del estallido de la conflagracin.

    Estados Unidos prepar a su pueblo dos aos antes de lan-zarse a la ltima guerra. Hitler emple varios aos ms para pre-parar el suyo.

    Hay que explicar por qu se va a luchar y cmo, medianteuna doctrina lo ms concorde posible con la psicologa y los idea-les del propio pueblo. El objetivo de la lucha es siempre noble,generoso, elevado y contesta algn acto enemigo que evidencia locontrario. Y ya en guerra, el pueblo y el combatiente deben estarperfectamente informados. Todo les debe ser comentado, expli-

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    cado, clarificado. Si se dejan al pueblo y al ejrcito librados a suspropias reacciones se pierde el control psicolgico sobre ellos. Unsistema de difusin permanente de los medios y fines de la guerraes absolutamente imprescindible. Tanto ms se ajustar el puebloal orden de la guerra, cuanto ms amplio sea ese sistema de difu-sin.

    Lo inespecfico y lo especfico en la guerra psicolgica

    Hasta ahora todo lo que he venido diciendo se refiere aprincipios psicolgicos aplicables a "todos" los pueblos. Pero lospueblos, como los hombres en particular, tienen reacciones o mo-dos de ver como quien dice un carcter nacional que le espropio, especfico. Cuando se hace la guerra psicolgica no basta

    conocer estos principios generales, sino tambin las normas espe-ciales que resultan de la raza, la organizacin social y jurdica, lastradiciones, religin, creencias y costumbres. De ese modo, loscomandos militares deben tener una informacin completa y totalsobre la psicologa propia del pueblo adversario. Hay una psicolo-ga de los japoneses, otra de los rusos y alemanes, otra de losfranceses, que condicionan lo inespecfico universal con lo espec-fico local. Todo ello debe ser considerado en la plana de un estadomayor, sea regular o revolucionario.

    Cmo realizar la profilaxis del miedo

    El segundo aspecto de la guerra psicolgica, ya hemos dichoque consiste en la profilaxis del miedo, para lo cual debe tenerseen cuenta lo especfico y lo inespecfico. Es de una importanciafundamental. Debe llevarse a cabo una perfecta seleccin de losrumores y las dudas de la poblacin, para destruirlos de inmedia-to. La mnima duda genera inmediatamente la desconfianza y la

    cautela. Dbese informar siempre tanto de los triunfos como delas derrotas. stas con la mayor habilidad posible, para lograr latonificacin del espritu pblico.

    Otra preocupacin constante en la profilaxis del miedo esevitar que trascienda, desde los comandos, la ms mnima dudasobre el triunfo final. Hay que impedir por todos los medios lapropagacin de noticias que puedan inducir al pueblo y a la tropa

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    a dudar de la direccin blica. Todas las noticias, aun las malas,deben ofrecerse con verdad. Hay que explicar tanto las victoriascomo las derrotas y ms stas que aqullas; hasta hay que con-vertir las derrotas circunstanciales en victorias finales.

    Uno de los factores importantes que tienen verdadera inci-dencia en la tranquilidad de todos es la demostracin de que en laguerra no existen privilegiados, de que todos tienen los mismosdeberes. Hay que organizar los cuerpos de psiclogos y dis-tribuirlos entre los distintos sectores sociales, para alentar al pue-blo y orientarlo hacia la lucha victoriosa.

    El pasado debe ser olvidado. No ser ms: el futuro mspromisorio es lo que cuenta.

    Mahoma hizo su guerra santa prometiendo el paraso de lashures a sus guerreros.

    El objetivo de la guerra es siempre lograr un porvenir hala-geo, en contraposicin a un pasado ignominioso y a un presen-te intolerable. La doctrina de la guerra tiene su basamento sobreestos dos conceptos. La guerra psicolgica debe atenerse a ellosexclusivamente.

    En cuanto a la higiene mental, ella es tarea enorme. Lospsicpatas, los neurpatas, los semialienados, los fronterizos,

    constituyen un factor de sumo peligro y de perturbacin en todoslos rdenes de las actividades humanas. En caso de guerra hayque eliminar su influjo poco a poco de la poblacin civil, a medidaque se los contiene con el apoyo teraputico ms adecuado al ca-so. Del ejrcito, en cambio, su influencia hay que eliminarla drs-tica, fulminantemente, lo que all es posible por baja, pero debecomenzar inmediatamente la teraputica, apoyo y contencin delcivil. Las bajas mentales tienen enorme gravitacin en la tranqui-lidad popular. En tesis general, la gente se impresiona ms ante

    un amigo que ha enloquecido que ante un amigo muerto. La bajamental produce siempre un gran shock psicolgico en la familia,mxime en el estado de guerra.

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    La GP como arma ofensiva

    Consideraremos ahora cmo acta la guerra psicolgica, ensu carcter de arma ofensiva o agresiva.

    Ya hemos dicho que debe provocarse el miedo en el adver-sario. Para inducir al miedo al sector antagnico, se emplean dosprocedimientos. Uno es la propaganda negra, que se lleva a cabopor medio de comunicaciones practicables o panfletos clandesti-nos; tiene por objeto sembrar la desorientacin en el contrario yagobiarlo con informaciones falsas, rumores, mensajes, etc. Laquinta columna, a su vez, procura el desconcierto completo delbando adversario, tambin mediante informaciones falsas y pan-fletos y con los servicios de espionaje y contraespionaje.

    Toda la guerra psicolgica ofensiva debe tender a debilitar yquebrar la moral de guerra del adversario, desbaratando su ajus-te psicolgico. Todo ello debe realizarse por innmeros procedi-mientos. El periodismo juega aqu su papel ms importante. Tieneque polemizar con el adversario y destruirle toda su argu-mentacin de guerra, para destruir su doctrina. Recuerden uste-des que Goebbels lleg a convencer a millones de que el mundodeba optar entre el fascismo o el nacionalsocialismo, y el comu-nismo. Al propio tiempo, evit que el pueblo adversario odiara al

    invasor. Alemania lucha deca Goebbels no contra el puebloenemigo, sino contra sus gobernantes, de los cuales Alemaniaayuda a ese pueblo a liberarse. Lo mismo dijo ms tarde, refi-rindose a los alemanes, la propaganda inglesa. El pueblo era elbueno y psimos sus gobiernos, sus clases dirigentes. Toda estagama de argumentaciones constituyen la guerra psicolgica agre-siva.

    Desarrollo tcnico de la GP

    Estoy absolutamente convencido de que la GP debe incor-porarse a los Reglamentos militares de estrategia general y tcti-cas de campaa, y crearse un organismo adecuado.

    Los organismos militares de la guerra psicolgica de EstadosUnidos son recientes. Apenas hllanse en los primeros pasos, yeso slo en el campo de la organizacin de la propaganda, que es

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    completamente distinto a la organizacin psicolgica de la guerra.El modelo norteamericano, en aquel aspecto, es magistral. perono llega al hecho psicolgico, repetimos.

    He hecho confeccionar este grfico en el cual puede adver-tirse un proyecto, ms o menos orgnico, de lo que podra ser laorganizacin sistematizada de guerra psicolgica y de propagan-da.

    Los asesores son elementos de enorme importancia en laguerra psicolgica, pues son los que imparten las doctrinas en ba-se a las cuales se desarrollar el arma nueva. Este cuerpo de ase-

    sores tiene que estar integrado por intelectuales, periodistas,hombres de ciencia, filsofos, aprovechndose as tambin la po-ca aptitud de los mismos para la lucha en el frente de batalla. Lacoordinacin de las informaciones especiales, de los estudios psi-colgicos, psicotcnicos y de psiquiatra, tienen que ser llevadoscon suma dedicacin para que constituyan un complemento eficazy coadyuven al triunfo.

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    La propaganda de la lucha tiene que responder a sus distin-tas formas: la grfica, la informativa, la oral, etc., y su estructuradebe ser realizada por especialistas.

    Por lo dems, es el ejrcito el que debe controlar el efecto

    que produce la guerra psicolgica en el adversario, es decir, debetener el control de sus resultados como asimismo un ndice, utili-zando para ello a los prisioneros, los cuales deben ser interroga-dos minuciosamente. La informacin que de ellos se obtiene essiempre la mejor.

    En la ltima guerra, los prisioneros aliados en poder de losalemanes llevaban consigo panfletos contra Roosevelt, Churchill,el capitalismo, el imperialismo, etc., lo que prueba que los lean.La rplica norteamericana fu enviar al campo alemn panfletos-

    salvoconductos. Y fu grande la cantidad de soldados alemanesque ms que por accin blica, por el panfleto-salvoconducto, lle-garon a trasponer las lneas y convertirse en prisioneros de losnorteamericanos. Pero debemos reconocer que el invento delpanfleto-salvoconducto fu obra de los alemanes.

    Podra extenderme mucho sobre esto, pero lo har en otraclase. Quiero reproducir aqu, por hoy, una frase del ya men-cionado coronel Kelm. Dice as:

    "En la prxima guerra atmica, la GP ser ms importanteque en la segunda guerra mundial, antes, durante y despus delas operaciones blicas".

    La campaa de San Martn en el Per como ejemplo de GP

    Quiero cerrar esta primera clase, que han tenido ustedes lagentileza de escuchar, con una resea lo ms sinttica posible dela campaa de nuestro general San Martn en el Per. Todos laconocemos, y ustedes, por cierto, ms detalladamente.

    El historiador don Ricardo Rojas la llama "guerra mgica".Por su parte, el historiador peruano Paz Soldn, la calitica de "fe-nmeno extraordinario". Y aade: "San Martn derrot a un ejr-cito poderoso con la fuerza sola de la opinin y de la tctica, sos-tenida con ardides bien manejados". Pacfico Otero, a su vez, ensu monumental obra sobre el Libertador, abunda en casi un tomo

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    sobre esa campaa, modelo de la "calma latente y dinmica" denuestro hroe mximo.

    Yo califico a esa campaa del Per como un ejemplo tpicode la guerra psicolgica. Durante ella, San Martn adopta y sigue

    imperturbablemente las medidas que, de acuerdo a lo que acabode exponer, tienden:

    1 A evitar el odio y el miedo del pueblo y de los jefes ad-versarios.

    2 A crear una nueva moral en el pueblo que va a libertar:moral que ha de poner a ese pueblo en estado de rabia contra sugobierno "extrao", y en estado de amistad con quien va a libe-rarlo.

    3 A determinar el estado de elacin de su propia mengua-da tropa.

    4 A organizar la 5 columna entre los jefes del ejrcito rea-lista.

    5 A obtener la total divisin poltica de sus contrarios.

    6 A determinar la elacin en el pueblo peruano.

    7 A organizar la 5 columna en Lima.

    Cmo se prepara el espritu pblico

    Una relacin, como digo sinttica, bastar para dar consis-tencia plena a mi aserto: la campaa sanmartiniana en el Alto Pe-r es un modelo para entonces, hace ms de un siglo de ver-dadera guerra psicolgica. Comencemos por decir que, en el aoque ella dur, San Martn perdi 50 hombres en batalla, y 2.400por enfermedades de la regin, las que estaba lejos de su posibi-lidad impedir.

    Y bien. En 1820 desembarca el Libertador en el Per. Seencuentra ante un pueblo que ya conoce, lo mismo que conoce lamoral de los jefes adversarios. En efecto, por uno de sus agentessecretos, Bernaldes, cuando aun San Martn hallbase en Chilepreparando su objetivo final, que era el Per liberado, conoce elestado de espritu de la poblacin, de sus clases y castas, ademsde las informaciones y estadsticas militares. Bernaldes le escribe:

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    "Si el Ejrcito Libertador se encontrase a seis leguas de Lima y elVisir (as denomina al Virrey de la Serna) ordenase una corrida de

    toros, los limeos se desentenderan de aquella amenaza y daran

    preferencia a la corrida".

    Quiere decir que a la poblacin peruana no le importabamucho ser liberada. Eso acuciaba slo a los pocos patriotas quese debatan en un medio, si no hostil, indiferente.

    San Martn no se inmuta. En otras recomendaciones a losenviados suyos, les manifiesta que: "toda conmocin popular tie-ne tres tiempos, y es as cmo, en los momentos de ejecucin, sesuele pecar por imprudencia, en los momentos posteriores se pe-ca por nimia o necia confianza". "Un plan revolucionario, aade,debe ser preparado de otro modo, y conocida su disposicin, sta

    no debe tener ms parte que en el acto indivisible de la ejecu-cin".

    La sagacidad psicolgica de San Martn es admirable. Sabeque no es posible un levantamiento del Per, antes de la llegadadel Ejrcito Libertador, y aconseja a sus emisarios dividir la aten-cin del enemigo. De ninguna manera aprueba un movimiento in-tempestivo, y dice que la multitud no puede ser movida sinomagnificando sus temores o alentando sus esperanzas. Para estono hay que hacer promesa "que no se pueda o no se deba cum-plir". Recalca que "el objeto de la Revolucin es la felicidad de to-dos". Este "slogan", como se dira hoy, va a repetirlo incansa-blemente, por todos los medios.

    Proclamas y panfletos revolucionarios

    Ya llegado al Per, monta su imprenta mvil y ordena distri-buir sus proclamas al pueblo peruano. En stas, fija entonces elcarcter y sentido de su campaa, estableciendo la diferencia que

    exista entre la guerra por la libertad de Amrica y la tirana re-alista. Analiza los sucesos en la pennsula, y satiriza los esfuerzosdel que ya llama "el ltimo Virrey del Per", para "prolongar sudecrpita autoridad". Concluye con esta categrica afirmacin:"Yo vengo a poner trmino a esta poca de dolor y humillacin".

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    "A los pocos das de encontrarse el Ejrcito Libertador enPisco lugar de desembarco de San Martn en tierra peruana, lavilla recobr su aspecto y animacin habituales. Pronto corri lavoz, por toda la comarca, que los batallones que haban des-embarcado no eran hordas brbaras y que confiados en su pro-teccin y en la bondad de su acogida podan retornar a sus casaslos fugitivos. Ms de mil personas volvieron, pues, a sus lares, yse abrieron nuevamente sus tiendas y sus pulperas. La conductadel Ejrcito Libertador desautoriz la falsedad de las imputacionescon que lo haba denigrado injustamente el Virrey; y con su buentrato aument sus filas con no pocos adeptos. Era sta, por asdecirlo, la primera victoria que ganaba San Martn en tierra pe-ruana. Su sombra fu para sta una sombra auspiciosa y bajo suamparo comenz a salir de su estado letrgico un pueblo que, apesar de su patriotismo instintivo, no poda romper sus atadurascoloniales y reclamaba manos extraas para darse su libertad po-ltica".

    San Martn espera los acontecimientos, sin precipitarse ja-ms. El Virrey le enva un emisario. ste se rene con el generalen Miraflores. Las deliberaciones acerca de los mviles del Li-bertador prosiguen diez das, y, por supuesto, no se concreta na-da. El objeto es ganar tiempo, pues as consigue San Martn des-

    embarcar toda su tropa, con la artillera y dems elementos, sinencontrar obstculo armado. Ya ido el emisario, enva San Martnuna carta personal a Pezuela, expresndole que lamentara mu-cho iniciar las hostilidades si no llegaran a entenderse. Le achacatodos los sufrimientos que deber soportar el pueblo peruano porculpa suya. Lo que persigue San Martn es indisponer a ese pue-blo con la autoridad del Rey en el Per. Y a fe que lo consigue consobras. El que va a dar libertad al Per crea la nueva bandera pe-ruana y el escudo, oficialmente. Distingue a los patriotas con es-

    peciales muestras de consideracin. Ofrece una nueva concepcinde la vida futura, en un clima de autodeterminacin poltica, degobierno propio y de felicidad para todos.

    Su propsito real es siempre ganar tiempo, pues su ejrcitose diezma por las epidemias; las fuerzas realistas son mayores ennmero y en podero blico. Arenales se interna por la Sierra yCochrane espera frente al Callao con sus buques, a que el blo-

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    queo rinda sus beneficios previstos. Por otra parte, el propio pa-norama americano era desfavorable para los propsitos sanmarti-nianos. Sin autoridad Buenos Aires, el respaldo de San Martn eramuy dbil.

    Caractersticas de la guerra de nervios

    La obra maestra del Libertador, en el Per, es la organiza-cin de la hoy llamada 5 columna entre los jefes del ejrcito ad-versario. Saba que entre los que acompaaban al Virrey Pezuelahaba ambiciosos y disconformes, no slo con la autoridad, sinocon la propia corona espaola. Pezuela representaba la tendenciamonrquica: el general De la Serna, en cambio, con los jefes msjvenes, a los liberales.

    Reanuda San Martn su guerra de zapa, o de nervios, o psi-co- lgica, como debemos entender hoy. Fomenta la enemistadentre los representantes de las dos tendencias. A De la Serna leescribe: "No vengo a derramar sangre, sino a fundar la libertad yel derecho. Los liberales del mundo somos hermanos en todaspartes".

    Se plantea el problema, que no es el de Espaa contraAmrica, sino el del absolutismo contra el liberalismo. De tal mo-

    do, el descontento contra el Virrey cunde en sus propias filas. Elbatalln "Numancia" el ms fuerte y clebre se desbanda. Unlevantamiento de De la Serna contra el Virrey que se empea enluchar contra San Martn, le cuesta el cargo. Vse obligado a di-mitir y ocupa entonces su lugar De la Serna. ste hllase conven-cido de que la resistencia contra el Libertador es casi imposible, yas lo detalla a la Corona, pidindole refuerzos. Entre tanto procu-ra atraerse la buena voluntad de San Martn, y le enva emisarios.As se realiza la Conferencia de Torre Blanca, otro fracaso, natu-

    ralmente, de los realistas y otro triunfo psicolgico de San Martn.Entre tanto, el bloqueo del Callao prosigue. San Martn, co-

    ntra los propsitos de Cochrane que anhela librar batalla, lo con-tiene y le escribe a O'Higgins, en carta explicativa de su con-ducta: "Pienso entrar en Lima con ms seguridad que fiando elxito a la suerte de una batalla". En otra, dice: "Los dividir alos realistas y ganar tiempo. Me han muerto 1.600 hombres

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    las pestes y siguen muriendo a razn de 100 por da". Y con todoesto, ya al finalizar 1820, a menos de un ao de su desembarco,San Martn, sin haber librado batalla alguna la de Pasco fu unencuentro, tena dominado moral, militar y polticamente al Pe-r.

    Lima no estaba conquistada an, pero le perteneca todo ellitoral peruano, desde Pisco a las playas ms lejanas del norte. LaSierra hallbase dominada tambin. El ejrcito espaol subordinasu tctica a los movimientos cautelosos de San Martn.

    En este estado se realiza en Punchauca la entrevista del Vi-rrey De la Serna con San Martn, cuyos detalles abrevio por serde ustedes bien conocidos. Los discursos de ambos tambin. Elplan monrquico urdido por San Martn no tuvo ms alcance que

    el protocolar y diplomtico. El nombramiento de un regente erainaceptable para la Corona, y en cuanto a la no iniciacin de lashostilidades los jefes realistas tampoco podan aceptar el plan deDe la Serna

    Todo sucedi como estaba previsto por el Libertador y na-rrado a O'Higgins. Y ya los acontecimientos se precipitan. Con-vencido de la desmoralizacin del adversario, San Martn rodeacon sus fuerzas a Lima; asiste desde la baha, a bordo del "Moc-tezuma", a la labor de los patriotas; De la Serna clama por queSan Martn levante el bloqueo y negocie. La poblacin limea leecon avidez la ltima proclama del Libertador ofrecindole el go-bierno propio y concitndolo a la revuelta. La promesa de libe-racin de los esclavos e indios concluye por destruir la organiza-cin colonial. A nuevos requerimientos despus de abandonadaLima por De la Serna, el Libertador levanta el bloqueo y envaalimentos a sus adversarios, a sus propios cuarteles: "Los solda-dos dice en un panfleto ms son enemigos nuestros en elcampo de batalla solamente".

    El efecto causado entre las tropas y en el pueblo por el ges-to de San Martn es inmenso. A pesar de todos los requerimientosde los patriotas, nigase a atacar a la ciudad de los virreyes. "S-lo entrar en Lima invitado por su pueblo", dice. La respuesta deSan Martn enardece a los peruanos. De la Serna huye y ante laformal invitacin de una comisin de vecinos, patriotas y autori-

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    dades municipales y eclesisticas, San Martn hace su entradatriunfal en Lima, el 9 de julio de 1821, "sin haber disparado unsolo tiro".

    Hemos seguido a vuelo de pjaro una campaa psicolgica

    ms que blica, de nuestro genial San Martn, que causa admi-racin por su penetracin del alma del soldado y del alma de unpueblo. Lo que viene a probar que, si segn el mariscal Foch laguerra es accin, lo que es axiomtico, ella nos lleva a estas con-clusiones:

    1 La guerra es un arte simple y todo ejecucin. De las co-sas ejecutables por un ejrcito, lo ms difcil es la guerra de ner-vios.

    2 Siendo accin en la guerra material, los hechos dominanlas ideas y las palabras. Su ejecucin est sobre la teora.

    3 En la guerra psicolgica, las ideas y las palabras son lasarmas. Su ejecucin es difundirlas.

    II. LA TCNICA DEL FACTOR PSICOLGICO ENLAS FUERZAS ARMADAS

    Releyendo la versin taquigrfica de la anterior clase, meencuentro con que tal vez he sido un poco minucioso en diversospasajes y un poco impreciso en otros. Sin embargo, hemos podi-do definir y sealar las bases sociales de la guerra psicolgica engeneral, as como de modo especial sus efectos en la poblacincivil, dedicndonos preferentemente a sta, pues es indudableque tal guerra va enderezada a lograr sus objetivos: sanear elconglomerado social en que se acta, vale decir, colocar en elmejor espritu a los ciudadanos de todas las esferas, hasta llevar-los al estado de elacin, y, al propio tiempo, destruir hasta dondesea posible la moral adversaria. En este caso, tanto de la pobla-cin civil como de la combatiente.

    Fijamos, asimismo, los objetivos bien determinados de laguerra psicolgica, estudiando las reacciones anmicas y psquicas

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    de los individuos y de la colectividad. Presentamos, en fin, unproyecto de organizacin de la GP para uso de las fuerzas arma-das. Como en este sentido todo est por hacerse, y desgraciada-mente no se poseen antecedentes valederos y s slo algunos re-sultados, claro es que esa organizacin y planificacin de la GPllevar un tiempo largo y slo ser posible con la conjuncin ar-mnica de tcnicos psiclogos y psiquatras y de oficiales y jefesde las tres armas.

    Por otra parte, la guerra total ya es previsible. No podemosolvidar esto, ni que la guerra previsible ya nos rodea con accionesque para muchos an no parecen blicas pero aunque no sue-nen clarines lo son, como tampoco que una guerra hay que ga-narla desde el primer momento, no importa cules sean sus pri-

    meros resultados.Lo ya expuesto nos lleva al tema de esta segunda clase de-

    dicada a los seores jefes y oficiales.

    Comenzaremos por tratar del concepto moderno de la tropay de la moral de guerra en general: seguiremos con la seleccinpsicolgica de los oficiales, como fundamento de la guerra psico-lgica defensiva en las fuerzas armadas; veremos luego cmo seprocede a la seleccin psicolgica de la tropa y, finalmente, trata-remos de la moral en el frente de batalla y en la retaguardia.

    1 Concepto moderno de la moral de la tropay de la moral de la guerra en general

    Lejos est de mi propsito referirme al concepto moderno,de la moral de la tropa, ms que en sus aspectos salientes. Entoda poca, cualquier combatiente tiene que llevar dentro de s laseguridad absoluta de que lucha por una causa justa, de que elenemigo es el que se opone al logro de sus principios de justicia y

    de felicidad, y de que sus jefes los llevarn, indefectiblemente, ala victoria, tras la cual brillar un porvenir mejor. La sola valentano es un principio moral, sino psicolgico. La valenta se adquierehasta por contagio. Es, en realidad, un estado de nimo. La moralcombatiente, en cambio, es un complejo de factores, todos de n-dole, diramos as, espiritual, aunque el fin de la guerra siempresea una conquista.

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    Se lucha, repetimos, por defender un derecho, por atacaruna violacin del derecho, por imponer una doctrina, por impedirel triunfo de otra que ataque o ponga en peligro lo que se consi-deran fundamentos de la familia, del hogar, de la sociedad, de lanacin, de la patria, en fin.

    "Una guerra siempre es justa y lcita, sea ofensiva o defen-siva. Si es justa y lcita y todo los tratadistas estn de acuerdo

    en esto es moral. Luego, la guerra es moral, y el que lucha,

    soldado de una causa moral." A inculcar este concepto tiende nola mera propaganda blica, sino la guerra psicolgica, en colabo-racin estrechsima con el poder poltico.

    Ms an: en los tiempos que corren, se torna de evidenciainnegable que las simples o geniales concepciones estratgicas

    cuentan en principalsimo modo para la guerra. Pero ms quenunca, sin una fuerza armada y una poblacin no combatienteque no haya sido llevada, por todos los medios, a ese estado idealde elacin a que nos hemos referido y sobre el cual volveremos,sin ese estado, repito, el triunfo en la contienda resultar muyproblemtico. Sin buscarla, aunque no oigamos clarines ni vea-mos como tales los actos de guerra, vamos a la guerra total. Lue-go la moral de la tropa debe ser total tambin. Lo mismo que lade los civiles.

    En el pasado, el concepto del honor, el del valor personal,contando, pues, tambin con la defensa de una causa noble y jus-ta, produjo los hechos extraordinarios que todos conocemos yadmiramos. Ni la mayora numrica, ni el material de guerra, nilas condiciones logsticas desfavorables, siquiera, pudieron porejemplo, derrotar a Lenidas en las Termpilas.

    Recuerdan ustedes. Jerjes ataca Grecia, en la segunda gue-rra mdica. Esparta y Atenas lucharon con indecible furor ante los

    invasores. Lenidas, en el desfiladero de las Termpilas, por latraicin de Efialtes, vse tomado entre dos fuegos. Slo contabacon 300 soldados, a quienes areng Lenidas: "Esparta nos haconfiado un puesto y debemos permanecer en l". 20.000 hom-bres de Jerjes y Efialtes cayeron antes que Lenidas y los suyosperdieran su vida bajo una lluvia de piedras y dardos lanzadosdesde lejos por los brbaros. Las frases del hroe espartano estn

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    grabadas en los siglos. "Si quieres someterte le expresa Jerjes aLenidas en un mensaje yo te dar el Imperio de Grecia". Le-nidas responde: "Prefiero morir por la patria antes que esclavizar-la". En otro mensaje: "Rinde tus armas". Lenidas escribi al pie:"Ven a tomarlas". Antes del ltimo combate, y ya seguro de sufin, Lenidas hizo que sus hombres tomaran un pequeo alimentoporque "esta noche cenaremos con Plutn".

    Grecia honr a los lacedemonios de las Termpilas con estainscripcin en la tumba que recogi sus restos: "Pasajero, ve adecir a Esparta que aqu hemos muerto por defender sus leyes".

    Segn se ve, fu aquella una causa justa, una moral nte-gra, una fuerza victoriosa aun en la derrota.

    Milcades, en la batalla de Maratn, con un ejrcito de11.000 hombres diezm a los invasores persas, fuerzas compues-tas de 110.000 hombres. El enorme bloque de mrmol que lospersas haban llevado a Maratn para hacer un trofeo, sirvi luegoa Fidias para crear su estatua de Nmesis, diosa de las justasvenganzas. De esa batalla, djose despus, naci un gran pueblo:el griego.

    Para qu seguir? El gran Alejandro conquista, con 30.000hombres, el Asia entera. Anbal, en Cannas, con 50.000, derrota a

    200.000 romanos. Pizarro solamente cuenta con 300 hombres pa-ra conquistar el Imperio incaico. En todos estos casos, la moralcombatiente es la misma y su temple de acero. Grandes genera-les, mejores estrategos, pero una fuerza combatiente imbuida deespritu. Se lucha por el hogar, por la patria.

    Definicin moderna sobre la guerra

    Adviertan ustedes que los ejemplos que acabo de enumerary que son por ustedes conocidos se refieren a la concepcin clsi-ca de la moral combatiente de la tropa, de los ejrcitos. El valor,el arrojo, la decisin, constituyen esa moral, forjada primero en elindividuo y reflejada luego en el soldado.

    Pero Ios tiempos blicos son hoy distintos a los de antao y,cada vez ms, una guerra abarca a toda la nacin, para acercarsea la concepcin de la guerra total, ya bien definida en las etapas

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    postreras de la ltima contienda. Sin entrar en mayores aprecia-ciones, antao, los ms geniales conductores de ejrcitos coman-daban un relativamente escaso nmero de soldados, miles ape-nas. Los ejrcitos de la actualidad son formados por millones. Ladiversificacin de las armas, las especialidades tcnicas, el campoamplsimo de la estrategia y de la tctica, acrecen todava los in-numerables problemas.

    Hoy, como ayer, un conductor guerrero puede llegar a ser eldolo de sus hombres, pero este caso no es sino excepcional. Loscomandos de ahora estn muy alejados de la masa de comba-tientes, de modo que su contacto es ms difcil. La atraccin mag-ntica de un gran estratego queda reservada a sus ms directoscolaboradores. El valor personal, que tanto influye siempre como

    ejemplo, ese valor que galvanizaba antes a los soldados, hoy notiene reflejos sobre los mismos. La trasmisin de las ideas se rea-liza de modo indirecto y complicado. Los estados mayores no es-tn forzosamente en la lnea de fuego.

    Si no hay una doctrina de guerra ampliamente elaborada ydifundida, el combatiente sabr cada vez menos, en plena guerra,por qu lucha. A eso ya se agrega la insoslayable accin psicol-gica, holgadamente anterior a la guerra armada, del adversario,cuyos esfuerzos por influir preparatoriamente en todo posible

    conflicto no habrn dejado de fomentar el egosmo, la inmadurezinstintiva y el relajamiento moral en quienes poda prever que al-guna vez tomaran las armas en su contra. Y todo ello hace quetanto la moral de la tropa como su mantenimiento y aun su acre-centamiento paulatino, respondan a otros principios.

    La ltima guerra nos ofrece dos ejemplos notables, por sucontraste, acerca de lo que es ahora una buena o una mala moralde los combatientes. Estamos an muy cerca de los aconteci-mientos pasados. La bibliografa de la contienda es inmensa y notoda imparcial, por cierto. Pero, no obstante ello, puede sealarsecomo ejemplo tpico y magnfico de moral combatiente la de losejrcitos alemanes, de 1935 a 1944 y hasta el ltimo da de laguerra, tanto en las victorias magnficas como en las derrotasabrumadoras tanto ms abrumadoras cuanto ms cerca estu-vieron esos ejrcitos del triunfo final. Esa moral combatiente se

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    mantuvo inclume en todos los campos de combate: en el aire,en el mar, en la tierra, en las estepas rusas, en las mejores y enlas ms tristes horas. Todo ello aconteca mientras haba refuer-zos de material humano o bien cuando ya no era posible conse-guirlo; cuando la alimentacin, la vestimenta, el armamento, eransobreabundantes, o cuando escaseaban cada da ms.

    La cada total de Alemania, y por lo tanto la derrota aplas-tante de sus ejrcitos, y todava el derrumbe poltico definitivo,encontr al combatiente alemn como si recin, a banderas des-plegadas, entre coros marciales y bajo la admiracin de sus con-ciudadanos, iniciara la marcha hacia el campo de batalla.

    El contraste lo dan, rotundamente, la psima moral de lastropas combatientes francesas e italianas. En ambos casos, el re-

    sultado no puede ser peor. Los ejrcitos franceses ante la primera"blitzkrieg" germana bajan la guardia y la resistencia. Su escasaactividad blica termina en una pasividad tremenda y en una de-rrota sin resistencia alguna. El caso del combatiente italiano, porlo dems, es idntico. Luego de las primeras victorias, los con-trastes subsiguientes mellan la moral de jefes y soldados. El po-tencial de agresividad de los ejrcitos italianos se diluye da a dahasta su desaparicin total.

    Acabo de leer dos libros que les recomiendo: "Italia fuera decombate", del periodista espaol Herraiz; y "Los caminos mgi-cos", escrito ste en alemn por el general polaco Homltson, que,segn mis noticias, aparecer en versin castellana muy prontobajo el ttulo "La guerra nazi-sovitica". En el primero, es posiblecomprender las enormes fallas psicolgicas en que incurri laconduccin militar italiana. En el segundo, la clarividente concep-cin psicolgica alemana, hasta que el rgimen poltico se res-quebraja y los comandos militares se supeditan a erradas y teme-rarias concepciones de prestigio, que nada tienen que ver con elarte y la ciencia de la guerra.

    Sobre la marcha de los acontecimientos se puede improvi-sar algo, pero nunca una conducta ni una moral combatientes.Ello es tarea inmensa, de tiempo y de colaboracin, en los planeslargamente estudiados, concebidos ntegramente y puestos enprctica sin hesitacin y sin pausa.

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    Afirmamos que la preparacin psicolgica para la guerra serealiza en los tiempos de paz y que es durante la guerra cuandose recogen los frutos de esa larga labor psicolgica sobre civiles ysoldados, tanto propios como a travs de las influencias ejerci-das durante esa "paz" adversarios.

    Como dije en mi anterior clase, se llama moralde la tropacombatiente su estado de "elacin". Esto es, cuando el soldado,individual y colectivamente considerado, carece del mnimo temory de la mnima duda; cuando tiene una inquebrantable confianzaen sus jefes mediatos e inmediatos, cuando mantiene la disciplinaen todos los aspectos de su vida y acrecienta su agresividad fren-te al enemigo, cuando, en una palabra, sabe a conciencia plena,que luchando defiende su vida y la de los suyos, que defiende a

    su Patria y que alcanzar un porvenir mejor.El hombre tiene siempre vigilante su "instinto de conserva-

    cin" y la guerra no lo atempera, sino que lo acrecienta. A ese"instinto de conservacin", que puede ser negativo blicamenteconsiderado, hay que transformarlo paulatina pero firmemente enun instinto social. El soldado debe comprender que lucha por soli-daridad con sus semejantes que tambin luchan o tambin sufrenlos rigores de la guerra. Una de las maneras de llegar a ese ins-tinto social es valorizando el sentimiento patritico, latente en to-

    do ser normal. La otra es dando al soldado una doctrina de gue-rra. No olviden ustedes que los psiquiatras somos tcnicos en ma-teria de reacciones psicolgicas del ser, tanto como en materia delas relaciones psicolgicas entre los hombres, como as entre s-tos y la comunidad entera.

    Por eso podemos afirmar que la guerra se haca antes conhombres, luego se hizo con materiales, ms tarde con un granconductor, y ahora se hace con todo ese conjunto de elementosacrecentado al mximo. A todo esto hay que agregar, empero,ideas, conceptos y una firme doctrina que abarque la totalidad delser individual y del ser nacional.

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    Componentes de la moral de guerra

    Vamos ahora a enumerar los componentes de la moral deguerra, de guerra moderna se sobreentiende, los que se puedendividir en cuatro grupos, a saber:

    A) Un componente defensivo individual, que comprende la"seleccin" psicolgica de los oficiales y la seleccin psicolgica dela tropa.

    Esto se complementa por componentes agresivos que com-prenden a su vez: la doctrina de guerra, la "preparacin" psico-lgica de los oficiales y de la tropa y la tcnica de la guerra psico-lgica.

    B) Un componente psicolgico de la zona militar, tomado en

    su conjunto.

    C) Los componentes psicolgicos de la retaguardia o de lapoblacin civil y su estilo de vida y, finalmente,

    D) Un componente activo y ofensivo, de incidencia colecti-va. Estudiaremos esto, distribuyendo el tema en varios captulos.

    Seleccin psicolgica de los oficiales

    Esta seleccin, que es bsica, se realiza en los tiempos depaz en los institutos militares y en los tiempos de guerra en loscampos de entrenamiento. Yo considero que en stos ya hay quetener realizado todo lo anterior.

    Ya hemos dicho que, en materia de GP est todo por apren-derse y son pocos los antecedentes que se hallan a nuestro al-cance. Los modelos alemn, sovitico y norteamericano, si no sondel todo impenetrables, por lo menos, como es natural, son celo-samente reservados. Sin embargo, tenemos el modelo alemn

    que, a nuestro entender, es el mejor.La base hallbase en el Instituto o Laboratorio de Psicologa

    Militar, cuya organizacin y principios no son conocidos, perotampoco, como he dicho, impenetrables a nuestra sagacidad y anuestros estudios tcnicos. Dicho instituto, creado en los tiemposdel rgimen nacional-socialista, fu dirigido siempre por un altojefe militar y por una comisin asesora de psiquiatras y psiclogos

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    oficiales. En el ao 1939 los especialistas de la materia eran2.000 e inmediatamente despus de la movilizacin ese nmerose elev a 5.000.

    El Instituto de Psicologa Militar dictaba cursos y preparaba

    mdicos y oficiales, indistintamente. Publicaba una Revista de Psi-cologa Militar que alcanz a constituir una verdadera biblioteca,de valor inapreciable. Desgraciadamente, no he logrado conseguirni un tomo siquiera de esa coleccin. Los maestros psiclogosalemanes crearon el concepto de "Soldatemtum", cuyo equi-valente castellano sera "espritu militar". A qu tiende ese es-pritu militar? A fundamentar una actitud, una conducta psicol-gica, diramos mejor, profunda e instintiva, en virtud de la cual, elhombre-soldado vive para dar todo por su Patria; a agrandar, a

    aumentar ese espritu, ante el peligro y a aumentarlo ms aun enla lucha y en el contraste; a determinar sus factores formativos,a identificarlos tambin en los posibles adversarios de modo deobstaculizar en ellos su fructificacin, promovindola en cambioen el propio pueblo.

    En resumen, se ensea a todos a vivir en la paz, pero enactitud de soldado, es decir, con espritu de sacrificio, con espritude deber, con disciplina, con subordinacin a ideas superiores ycon respeto profundo a las jerarquas, y se influencia a los posi-

    bles enemigos dificultando que sus hijos desarrollen cualidadessimilares. Ustedes conocen el concepto de "Nacin en armas".Apliquemos, pues, a ese concepto, el caudal de la ciencia psicol-gica, y tendremos el ideal hacia el cual debemos tender desde ya.

    El objetivo principal del Instituto de Psicologa Militar a quealudo, era el determinar las caractersticas psicolgicas del buenjefe.

    Cmo lo hicieron los alemanes? Pues descubriendo algo as

    como la piedra filosofal: estudiando a fondo, minuciosa y exhaus-tivamente la psicologa es decir la medida de la "fuerza" del es-pritu de sus grandes jefes: Moltke, Blcher, Scheimhorts, Gnei-senau, etc. Del conjunto de las virtudes psicolgicas de aquellosgrandes conductores, dedujeron y determinaron el prototipo idealdel jefe militar alemn.

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    Las virtudes de este prototipo, son:

    1 Completo dominio de s mismo.

    2 Poder de sugestin sobre los dems.

    3 Decisiones reflexivas y rpidas.4 Tendencia heroica y "amor a los valores puros".

    5 Capacidad de sacrificar las propias comodidades.

    Nosotros, los argentinos, tenemos un prototipo ideal, querene todas las virtudes sealadas, en grado excelso: es el gene-ral don Jos de San Martn. En la anterior clase demostr la pro-fundidad psicolgica de nuestro hroe en su campaa del Alto Pe-r. Pero, desgraciadamente yo no conozco que se haya realizado

    hasta hoy un estudio psicolgico de San Martn, a los fines milita-res de configurar el prototipo argentino.

    Las virtudes del Libertador, como jefe militar, han sido estu-diadas muy parcialmente, siempre en relacin con los hechos dela historia; esto es, para fines histricos, didcticos; no para con-figurar el prototipo ideal del militar argentino.

    Claro es que todos ustedes, seores jefes y oficiales, por n-tima devocin, toman como modelo las virtudes sanmartinianas,y as podemos enorgullecernos de nuestro ejrcito todos los ar-gentinos. Pero yo me refiero aqu, a un estudio en abstracto delas condiciones y el espritu de San Martn, para concretar luegolas mencionadas virtudes autctonas.

    Ese estudio, seguramente, se har y slo extraeremosbeneficios de l.

    Principios fundamentales de la seleccin

    Indiscutiblemente, se impone la creacin de nuestro Institu-to de Psicologa Militar. No es que se trate de calcar nada de lo yahecho. Pero puede adaptarse, mejor dicho, debe adaptarse si esque existe algo hasta ahora.

    Yo no conozco al Instituto Alemn. Apenas se tienen de lvagas referencias. Sin embargo, de lo ya expuesto surge la nece-sidad de la creacin de un instituto de tal naturaleza en la Ar-

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    gentina, el cual, adems de su objetivo tendiente a formar el pro-totipo ideal del jefe, tendra que determinar, como es obvio, losprincipios en que debe fundarse la seleccin para obtener el ma-terial humano con el cual se obtendr dicho prototipo.

    Para un hombre de la ciencia psicolgica, no es difcil esta-blecer dichos principios, que son dos: de conformacin y de re-accin.

    Expondr aqu, en forma simple, esos principios.

    De Conformacin: como ustedes saben, en cuanto a capaci-dades la personalidad humana es un compuesto de 3/4 de dotescongnitas y de 1/4 de dotes adquiridas (por la educacin y lacultura).

    Para determinar los principios de conformacin, son necesa-rios varios medios de observacin y de la consiguiente determina-cin. El plantel de examinandos del Instituto debe ser observadoen su conducta natural, vale decir, en su hbito, en su modo deser, en sus reacciones simples, domsticas casi. Este mtodo deobservacin, si carece de carcter cientfico a primera vista, esimportantsimo. No olvidemos que en un medio natural es difcilque el ser altere su psiquis o la modifique. Ni est prevenido, nidisimula; es tal cual es. La observacin directa es larga, requiere

    sagacidad, pero da los primeros buenos resultados. Con ella solaya hay un principio cierto de seleccin.

    La observacin posterior se realiza por medio de los tests,sobre los cuales no voy a explayarme aqu. Sin ser sus resultadosdefinitivos, ni mucho menos, sirven para una determinacin deque hablar oportunamente.

    Los tests miden los sentidos, las reacciones sensorias delser. En verdad, son algo mecnicos, y no hay que olvidarse que lapsicologa es la medida de la fuerza del espritu, y que el espritues algo ms complejo y grande que los sentidos. Mi experienciapersonal de lo que se llama psicologa, por ejemplo, en los ex-menes para nuestros pilotos aviadores, me han hecho comprobarerrores garrafales de los tests. Se puede calificar con diez puntospor medio de los tests y, a la luz de la verdadera psicologa, me-recer el mismo examinado cero puntos.

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    Ramn Carrillo - La guerra psicolgica

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    Tanto la observacin directa y natural, como la de los tests,permiten la determinacin de las principales aptitudes del ser, es-to es, lo que el individuo ya sabe hacer.

    Una nueva observacin seala las disposiciones naturales

    del sujeto: esto es, Io que puede llegar a saber y realizar.Posteriores observaciones determinan los defectos y el ca-

    rcter. Tenernos as, naturalmente que apenas "grosso modo" porla ndole no especializada de esta clase, sealados los principiosde conformacin.

    Los principios de Reaccin son dos: que se refieren a la ca-pacidad de adaptacin del sujeto al medio y el don de simpatasafectivas que posee. Estamos ya en algo ms complejo, pero na-da difcil de realizar. Para todo tenemos un mtodo prctico deexmenes, siguiendo el desarrollo lgico de varias pruebas.

    Mtodo prctico de examen

    Nos iniciamos con un plantel de futuros oficiales. Las prue-bas a que deben ser sometidos, ya en forma directa o en formaindirecta, ya naturalmente, ya cientficamente, pueden resumirseen seis: la prueba biogrfica, la prueba de los medios de ex-presin, las pruebas psicolgicas o de inteligencia, las pruebas de

    eficiencia y de voluntad, las pruebas de audacia y, finalmente, laspruebas de mando.

    No puedo entrar en detalles, que alargaran desmesurada-mente esta clase. Me bastar, para dar una idea general, referir-me a las caractersticas de las pruebas biogrficas. Hay que estu-diar y analizar los recuerdos infantiles del alumno, tan importan-tes para cualquier fundamentacin psicolgica; hay que conocer,aunque sea por las propias referencias, su comportamiento en elhogar, en la escuela, con sus amigos, las lecturas hechas, los jue-gos y distracciones preferidos. Todo ello da un conjunto de ob-servaciones bsicas, cuya alteracin no es grande en el desarrolloulterior del individuo.

    Las pruebas de los medios de expresin se refieren a lo si-guiente: la capacidad del alumno para la conversacin espon-tnea; su humor, variable o firme, triste o alegre, dicharachero o

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    Electroneurob io log a vol. 2 (2), pp. 1-100, noviembre 1995

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    silencioso, malo o bueno, etc.; su gesticulacin, ya sea por visa- jes faciales, por las manos, los brazos y aun todo el cuerpo: sucapacidad de expresin y, en fin, su capacidad de reaccin. Nopodemos negar tampoco el examen grafolgico como mtodoprctico de estudio. Tiene revelaciones siempre interesantsimas.

    Las pruebas psicolgicas o de inteligencia corresponden alos planteos de problemas diversos y a exmenes y observacionesde la memoria y del razonamiento. De las reacciones a estos ex-menes el psiclogo obtiene ya un verdadero estado del alumno,para determinar