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    Detenciones, facultades

    y prcticas policialesen la ciudad de Buenos Aires

    seguridad

    ciudadana

    Centro de estudios para el desarrollo

    CELS

    CENTRO DE ESTUD

    LEGALES Y SOCIALE

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    Presentacin

    El trabajo de Mximo Sozzo, y el de Sofa Tiscornia, Luca Eilbaum y Vanina Lekerman que seincluyen en este cuaderno de trabajo, fueron presentados y debatidos en la Jornada sobredetenciones, facultades y prcticas policiales en la Ciudad de Buenos Aires" que organizara elCentro de Estudios Legales y Sociales y que se realiz el da 5 de julio de 1999 en Buenos Aires. Elestudio realizado por Mximo Sozzo consiste en un anlisis de las polticas modernas de prevencindel delito y descrbe crticamente el papel que dentro de stas ocupa en Argentina la llamada tcticade la sospecha. Por su parte, el segundo trabajo de esta publicacin analiza empricamente el uso de

    la figura de Detencin por Averiguacin de Identidad en la ciudad de Buenos Aires. Su objetivo esponer en examen la facultad policial de detener personas por averiguacin de antecedentes, paraabrir una discusin respecto de los argumentos que intentan fundamentar la necesidad de ampliarfacultades policiales como medio idneo para prevenir la criminalidad.

    Tanto el evento ya mencionado como la presente publicacin se enmarcan en el programa regionalPolica y Sociedad Democrtica, proyecto del cual participan el Centro de Estudios Legales ySociales de Argentina, el Centro de Estudios para el Desarrollo de Chile (CED), el Instituto deDefensa Legal del Per (IDEELE) y Viva Ro-ISER de Brasil. El objetivo del programa es el deimpulsar reformas en los sistemas policiales que aseguren que su accionar sea coherente con laspolticas de seguridad de un estado de derecho. Para ello se realizan seminarios, investigaciones,publicaciones y se edita un boletn peridico.

    El programa es coordinado por Hugo Frhling del CED y sus coordinadores nacionales son:

    Gustavo Palmieri de Argentina, Andrea Palma de Chile, Elizabeth Sussekind de Brasil y RogerNiego de Per. Las tareas de investigacin son coordinadas por Azun Candina. El programa cuentacon el apoyo de la Fundacin Ford y el asesoramiento de un Comit Consultivo que conformanentre otros, Herman Goldstein (Universidad de Wisconsin), Christopher Stone (Instituto Vera deJusticia de Nueva York) y Rachel Neild (Washington Office on Latin America).

    Hugo FrhlingCoordinador

    rea Seguridad CiudadanaCED

    Junio 2000.

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    Hacia la Superacin de la Tctica de la Sospecha?Notas sobre Prevencin del Delito e Institucin Policial.

    Mximo Sozzo*

    I. Introduccin: Poltica Criminal, Poltica Penal, Poltica de Prevencin del Delito ySeguridad Urbana.

    Existe una distincin corriente, que constituye un verdadero sentido comn en los discursospolticos (de uno u otro signo) y cientficos sobre la cuestin criminal (Pitch, 1989) entre dosfinalidades de la poltica criminal: la represin del delito y la prevencin del delito. Reprimir eldelito es la intervencin ex post, despus que el delito ha sido producido, para castigar al sujetoque lo ha realizado. Prevenir el delito es la intervencin ex ante, antes que el delito se produzca,para evitar que este suceda.

    Para desarrollar estas finalidades la poltica criminal pone en movimiento diversos recursosque delimitan a su vez esferas en las prcticas sociales e institucionales. Por recursos entendemos

    aqu una conjugacin compleja de dispositivos institucionales, tecnologas de poder, tcnicas deintervencin, racionalidades y programas polticos1 que pueden ser, en este terreno, de dosnaturalezas diferentes: pena le so extrapenales. Evidentemente la segunda categora slo esdelimitable negativamente o por exclusin: qu recursos extrapenales ingresan en la polticacriminal slo puede definirse de acuerdo al marco teleolgico al que se refieren. As, los recursosextrapenales son los que no se refieren a la imposicin de una pena en tanto castigo legal, peroapuntan al control del crimen. Ahora bien, qu relaciones existen entre esta pareja de finalidades yesta pareja de recursos de la poltica criminal?

    * Mximo Sozzo es abogado, Docente Auxiliar de Introduccin a la Sociologa y del Seminario SeguridadUrbana y Cuestin Criminal, Facultad de Ciencias Jurdicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral,Santa Fe, Argentina; y Docente Auxiliar de Sociologa de la Facultad de Formacin Docente en Ciencias de lamisma Universidad.1Estas nociones de dispositivo institucional, tcnica de intervencin, tecnologa de poder, programaspolticos y racionalidades polticas provienen de la literatura foucaultiana, aunque los sentidos que en ellase encuentran al respecto son mltiples y variados. La referencia bsica son los textos de Foucault (1988,1989, 1991a, 1991b, 1991c, 1992a, 1992b, 1993a, 1993b, 1995, 1996a, 1996b). Por dispositivoinstitucional entendemos, siguiendo a Castel (1980, p. 16) a los ensambles de actores, prticas y discursossituados en un contexto normativo. En cuanto a las tcnicas de intervencin recojemos tambin sureformualcin en Castel (1980, p. 16) aunque all no se refiere a tcnicas de intervencin sino atecnologas de intervencin (cfr. en el mismo sentido: Donzelot, 1979). Seguimos a OMalley (1996, p.205, nota 1) quien distingue entre tcnicas y tecnologas: El uso del trmino tecnologa en su sentido ampliose refire a cualquier conjunto de prcticas sociales que est dirigido a la manipulacin del mundo fsico osocial, de acuerdo a rutinas determinadas. Las tres formas principales identificadas por Foucault son:soberana, disciplina y gobierno. Las tcnicas se refieren aqu a distintas formas de aplicaciones o a distintos

    componentes de las tecnologas. La nocin de tecnologa debe reservarse entonces para las formas deejercicio del poder, existiendo diversas tcnicas de intervencin en los diversos dispositivosinstitucionales que como formas de actuar sobre un objeto o blanco colaboran en la construccin del vinculotecnolgico entre saber-poder y son, al mismo tiempo, su consecuencia. En lo que se refiere a la diferenciaentre programaspolticos y racionalidades polticas, reformulamos la distincin de Donzelot (1979, p.77) entre el programa poltico como la forma de pensar sobre como hacer algo con un objeto prctico y lasestrategias (aqu racionalidades polticas) como formulae de gobierno, teoras que explican la realidadsolamente en la medida en que posibilitan la implementacin de un programa.

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    El recurso penal, sin duda, se asocia inmediatamente al objetivo de reprimir el delito, perotambin en la experiencia de la modernidad se ha predicado de l la finalidad de prevenir el delito,que se ha impuesto retricamente como marco teleolgico. El nacimiento mismo de la prevencindel delito como telos de la poltica criminal se encuentra en los discursos de justificacin delrecurso penal, en sus diversas versiones: prevencin especial positiva y negativa / prevencingeneral positiva y negativa. Seala Baratta en torno a esta asociacin recurso penal-prevencin deldelito: "Los resultados que ha llegado a obtener, desde hace tiempo, el anlisis histrico y social dela justicia criminal, se pueden sintetizar en la afirmacin de que el sistema de justicia criminal semanifiesta incapaz de resolver lo concerniente a sus funciones declaradas. Esto significa que la penacomo instrumento principal de este sistema, falla en lo que respecta a la funcin de prevencin de lacriminalidad. Este estado de crisis se registra en todos los frentes: sea el de la prevencin negativageneral, es decir de la intimidacin de los potenciales delincuentes, sea el de la prevencin positivaespecial, es decir, de la reinsercin social de los actuales infractores de la ley penal. Estos finespreventivos son, a la luz de los hechos simplemente inalcanzables. Por otra parte otras funciones deprevencin que parecen ser efectivamente realizables para el sistema penal, como la prevencinnegativa especial, es decir, la neutralizacin o la intimidacin especfica del criminal y laprevencin general positiva, es decir, la afirmacin simblica de la validez de las normas quefavorecen el proceso de integracin social, son en realidad inadecuadas respecto de los criterios devalor que preceden a nuestras constituciones, a saber las constituciones del estado social ydemocrtico de derecho" (Baratta, 1998, pp. 5-6).

    Esta negacin absoluta y radical, sea en funcin de criterios tico-polticos o en funcin decriterios sociolgicos, hace que el recurso penal se asocie, desde esta perspectiva crtica,exclusivamente con la represin del delito, no tanto como finalidad susceptible de proponer sinocomo efecto o consecuencia social. Es decir, el abandono de la justificacin del recurso penal como"pena til", no significa en esta clave terica asumir el paradigma opuesto de la "pena justa"(Pavarini, 1994b). Pavarini, lacnicamente apuntaba que la historia de la pena, en su formamoderna, es la historia de una justificacin imposible (Pavarini, 1992). El salto a la sociologa de lapena no concluye en la afirmacin obvia del recurso penal como castigo en la esfera de lasconsecuencias sociales (causar un mal, un dolor, un sufrimiento); por el contrario, como ya hemossealado anteriormente (Sozzo, 1998) la conceptualizacin de la poltica penal como poltica decontrol social nos permite -al nutrirnos heterodoxamente de diversas tradiciones en las ciencias

    sociales- descubrir su carcter "productivo

    " o "positivo

    ". Desde este punto de vista es posibleconfigurar un ncleo central del concepto depoltica penal2.

    La emergencia de los recursos extrapenales de la poltica criminal tiene como hitosfundamentales algunos procesos sociales e institucionales iniciados en el siglo XIX en diferenteshorizontes culturales: la consolidacin de las tcnicas preventivas de la institucin policial en laprimera mitad del siglo XIX en Europa Occidental y en la segunda mitad del siglo XIX en

    2Este razonamiento no implica no tener en cuenta la importancia de los discursos (por ejemplo, los discursospolticos, filosficos y jurdicos de justificacin del recurso penal) en el anlisis sociolgico de la cuestincriminal. Este es uno de los imperativos metodolgicos ms difundidos actualmente en este campo deconocimientos. Nos dice al respecto Pavarini (1994b, p. 14): Actualmente los discursos sobre el controlsocial no pueden ser simplemente reducidos al rol de ideologa ocultante de lo que acontece realmente en lasceldas de las prisiones, en las salas de los tribunales, en los corredores y deificios de los diversos aparatosburocrticos que se ocupan del control social. Aun cuando es razonable suponer que lo que sucede en losespacios fsicos de la disciplina penal puede ser profundamente diferente de las ideas que la gente y losmismos operadores directamente involucrados en las instituciones de control social (policia, justicia,administracin penitenciaria, etc), tal vez est ms cerca de la verdad y, por ende, sea cientficamente mstil, asumir tambin las imgenes, los discursos, las palabras de/sobre el control social como momentosdecisivos, determinantes de las prcticas mismas En esta misma direccin en la literatura contempornea,cfr. Cohen (1988), Garland (1985, 1990) y Melossi (1992, 1994, 1996a, 1997a, 1997b).

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    Argentina y Amrica Latina; la promocin de las reformas sociales en el marco del surgimiento delas primeras polticas sociales tpicas del Estado Social del siglo XX, hacia fines del siglo XIX enEuropa Occidental; la promocin de las llamadas "medidas de seguridad predelictuales" aprincipios de este siglo en Italia, Espaa y Amrica Latina; etc. (McMullan, 1998; McMullan,1998b; Waldmann, 1996; Pavarini, 1994a; Garland, 1985; Ferrajoli, 1990).

    Los recursos extrapenales nacieron y se desarrollaron histricamente asociados a lafinalidad de prevencin del delito. Esta conexin teleolgica, debera investigarse histrica ysociolgicamente, como ha sucedido en el caso del recurso penal en estos ltimos aos y mientrastanto suspender esa asociacin en el terreno de los efectos o consecuencias sociales. De hecho, estedocumento de trabajo se piensa globalmente en esta direccin y en este sentido hablaremos aqu de

    poltica de prevencin del delito.

    Ahora bien, en los discursos contemporneos con respecto a la cuestin criminal,comnmente se hace referencia a la seguridad urbana: qu relacin puede existir entre este objetoseguridad urbana y las esferas de la poltica criminal? Para comprender este objeto: seguridadurbana, es preciso partir de la ambigedad constitutiva del mismo. Es seguridad urbana elproblema objetivo" del riesgo de ser vctima de un delito 3 y es seguridad urbana el problemasubjetivo" de la sensacin personal y colectiva de temor con respecto a ser vctima de un delito oincivilidad (miedo al delitoypnico social con respecto al delito4) (Baratta, 1993 y 1998; Pavarini,1993, 1994a y 1995). Ambos planos de la seguridad urbana se encuentran vinculados pero sonindependientes. Es decir, si se produce una disminucin en el marco del primero no necesariamentese producir idntica disminucin (o disminucin alguna) en el marco del segundo, como lo hademostrado el grueso de la investigacin emprica en esta materia (Cfr. Mosconi, 1995; Mosconi -Guarnieri, 1996; Mosconi: 1997; Pavarini: 1996b). Ahora bien, producir seguridad urbana seraequivalente a reducir el riesgo de ser victimizado y/o reducir la sensacin personal y colectiva detemor frente al delito.

    En este sentido, una poltica de seguridad urbana no es enteramente equiparable a unapoltica de prevencin del delito siempre pensada desde el terreno de los objetivos-, porque estaltima slo abarcara la primera esfera de aquella: el problema objetivo. Siempre que no se asumauna relacin automtica de dependencia entre el problema objetivo y el problema subjetivo de laseguridad urbana, evidentemente existira una relacin de gnero a especie entre poltica de

    3En muchos teorizaciones se incluye el riesgo de ser vctima de una incivilidad, concepto acuado en elcontexto francs, para hacer referencia a aquellos comportamientos socialmente considerados indeseables,aun cuando no sean considerados delitos en trminos de tcnica jurdica - aunque los ejemplos quecomnmente se brindan podran ser referidos a las faltas o contravenciones. Llama la atencin en la literaturasobre esta temtica (producida an por autores crticos) que no se problematice el peligro poltico insito en laafirmacin de la necesidad de reducir comportamientos que son considerados socialmente comoindeseables, aun cuando no estn comprendidos en la ley penal, sin ms aclaraciones. Quien define loindeseable o no es un tema abierto a la discusin, los riesgos que se coreen son muy grandes. Si se trata deasumir un punto de vista como privilegiado: estamos dispuestos a seguir sus implicancias hasta las ltimasconsecuencias?. Cfr. Baratta, 1992 y 1998.4Sobre la distincin entre miedo al delito y ansiedad social o pnico social con respecto al delito mucho se haescrito en estos ltimos aos en el contexto europeo y de Amrica del Norte. Creo que aqu basta con resaltaruna diferencia fundamental: mientras el miedo al delito es personal y se plantea en trminos concretos, laansiedad social con respecto al delito es general y se plantea en trminos abstractos. De esta manera,observamos que se trata de dos niveles en los que es posible explorar las sensibilidades colectivas conrespecto al delito. Sin embargo, es preciso aclarar, que su pertenencia a un mismo gnero no hace por s solaque sus desarrollos sean coherentes como lo demuestra claramente a la investigacin emprica al respecto (cfr.Mosconi, 1995; Mosconi-Guarnieri, 1996, Mosconi, 1997; Mosconi, 1998; Pavarini, 1996); una personapuede expresar un alto nivel de pnico social con respecto al delito que no se refleje en absoluto en unapresencia similar de miedo al delito y viceversa.

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    seguridad urbana y poltica de prevencin de la criminalidad. Sin embargo emplearemos comosinnimos, hecha esta salvedad, las expresiones produccin de seguridad urbanayprevencin deldelito, otorgndole a la segunda expresin el sentido amplio de la primera.

    En este sentido, nos parece interesante la definicin de prevencin del delito de Van Dijk:...todas las polticas, medidas y tcnicas, fuera de los lmites de sistema de justicia penal, dirigidasa la reduccin de las diversas clases de daos producidos por actos definidos como delitos por elestado (1990, p. 205). Slo dos observaciones. Primero, que en lugar de tomar como criterio dedefinicin las fronteras del sistema de justicia penal, que apunta a la cuestin de quininterviene,ms bien preferiramos apuntar a la cuestin de con quse interviene, pues muchos actores que seencuentran dentro del sistema de justicia penal pueden sin embargo actuar a travs de recursosextrapenales. Y segundo, que la idea de daos producidos por los delitos debe ser comprendidaen forma lo suficientemente amplia como para incluir la cuestin de las sensibilidades personales ycolectivas con respecto al mismo; el problema subjetivo de la seguridad urbana.

    II. Poltica de Prevencin del Delito e Institucin Policial en Argentina: la Tctica de laSospecha.

    En Argentina la polica en tanto dispositivo institucional ha sido tradicionalmente centralen el conjunto situado de acciones sociales impulsadas desde el mbito del Estado (Nacin yProvincias) que tiene como objetivo la produccin de seguridad urbana o la prevencin del delito.Las razones de esta centralidad son mltiples y radican en la compleja historia del sistema penal enArgentina y su dinmica en relacin con los procesos culturales, econmicos, polticos y sociales.Sin embargo, tambin representa una constante de buena parte de las polticas de prevencin deldelito de la modernidad, atravesando los diferentes horizontes culturales; por lo menos, hasta finesde los aos 705.

    En Argentina coexisten diversas instituciones policiales cuyas competencias estndiferenciadas territorial y materialmente: la Polica Federal y las policas provinciales (Cfr. Abreg-Maier-Tiscornia, 1996; Abreg-Palmieri-Tiscornia, 1998; Palmieri, 1997). Los diversos textoslegales que regulan estas instituciones policiales distinguen sus funciones en funciones de

    polica de seguridad y funciones de polica judicial (por ejemplo, los Artculos 1, 3 y 4 de la LeyOrgnica de la Polica Federal, Dec-Ley 333/58). Los actores polticos vinculados tradicionalmente

    a las polticas de seguridad urbana y no slo los miembros de las policas- organizandiscursivamente las actividades llevadas adelante a travs de este dispositivo institucional en tornoa estos marcos de referencia que estn asentados y son reproducidos en/por la normativa, laorganizacin y la cultura policiales. Las instituciones policiales han apelado histricamente para suconceptualizacin a la asociacinpolica de seguridad prevencin del delitoy polica judicial represin del delito, que tambin se encuentra instalada en buena parte de la literaturacontempornea sobre el tema6.

    Desde nuestro punto de vista, estas asociaciones deben ser pensadas como marcosteleolgicos, que permiten definir dos complejos conjuntos de acciones sociales desarrolladas porcolectivos de actores miembros de la institucin policial que poseen como finalidad central laprevencin (polica de seguridad) o la represin (polica judicial) del delito, en el sentido sealadoen la introduccin de este documento de trabajo.

    Sin embargo, estos dos conjuntos de actividades no se encuentran tajantemente separadosen la cotidianeidad de las prcticas y discursos policiales. Estamos en presencia de un principio de

    5 Ver, respecto al resquebrajamiento de este escenario en otros contextos, entre otros: Baratta (1993),Pavarini (1994a), Muiagorri (1995), Garland (1996) y Crawford (1997 y 1998).6 Por ejemplo, referido al contexto argentino cfr. Tiscornia-Maier-Abregu (1996, pp.165-167), Martinez-Palmieri-Pita (1998) y Chillier (1998a, p. 5). Con respecto al contexto latinoamericano, ver Losing (1996, p.387).

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    diferenciacin, ms que de una efectiva disociacin. Esto se revela en todos los niveles de lainstitucin policial: la normativa, la organizacin y la cultura policiales asumen esta distincin perono la realizan coherentemente. Prima y no slo en nuestro horizonte cultural - lo que Ferrajoli(1990, p. 801) ha definido como una suerte de promiscuidad. Esto lleva necesariamente areflexionar acerca de cuales son las relaciones que se tienden entre los dos complejos de actividadpolicial, abriendo todo un campo de indagacin al respecto, que debe ponerse como punto departida la cuestin de su indisociacin/indisociabilidad, para determinar las potencialesambigedades en las prcticas y discursos policiales. No obstante, a diferencia del autor italiano,creemos que esta promiscuidad no impide utilizar este principio de diferenciacin de la actividadpolicial como una forma de anclar una sociologa de la polica; para su justificacin metodolgica yterica (Ver nota 4).

    En este sentido, s es posible y til diferenciar tcnicas de intervencinde acuerdo a estosmarcos teleolgicos, en tanto formas de actuar a travs de este dispositivo institucional sobredeterminados objetos o blancos (Ver nota 1). Las tcnicas policiales no existen antes de laspracticas policiales sino en y por ellas. No se trata de diseos o proyectos de prcticas policialessino de la forma de actuar que emerge como reconstruccin a posteriori de las prcticas policiales.

    En este sentido, retomando el criterio enunciado en la normativa, la organizacin y lacultura policiales es posible distinguir, prima facie, tcnicas policiales represivas por ejemplo: elallanamiento o la requisa - de tcnicas policiales preventivas: la presencia y vigilancia policialy ladetencin policial sin orden judicial7. A su vez, en el marco de esta ltima tcnica policialpreventiva, en la Ciudad de Buenos Aires a diferencia de los que suceda en la mayor parte de lasprovincias era posible diferenciar dos subtcnicas: la detencin por edictos policiales (enadelante, DEP) y la detencin por averiguacin de identidad(en adelante, DAI). En marzo de 1998se sancion en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires el Cdigo de Convivencia Urbana queen tanto ordenamiento jurdico contravencional implic la abolicin de la facultad de la PolicaFederal de detener a personas por los edictos policiales. (Ver Chillier: 1998a, 1998b y 1999b;Palmieri: 1999b)8.

    Estas tcnicas policiales preventivas surgieron en Argentina en la segunda mitad del sigloXIX y en diferentes momentos, en las distintas provincias y en la Capital Federal. Como formas deactuar a travs de este dispositivo institucional, todas ellas precedan a la difusin e instalacinacadmica e institucional de la criminologa positivista (Salessi, 1996; Ruibal, 1993; Del Olmo,

    1992; Blackwelder-Johnson, 1984). Sin embargo sobre la filigrana de la racionalidad y el programapolticos de la criminologa positivista a partir de fines de los aos 80- las mismas se asociaron alideal de la prevencin del delito y, en este sentido, nacieroncomo tcnicas policiales preventivas.

    7Hay una forma de detencin policial sin orden judicial que no hemos incluido en la definicin de estatcnica policial preventiva: la detencin en flagrancia; pues se encuentra asociada a la represin del delito.8Sin embargo, incluimos dentro de la detencin policial sin orden judicial a la subtcnica DEP, pese a queactualmente ni siquiera es empleada por la Polica Federal en la Ciudad de Buenos Aires, por tres razones. Enprimer lugar, porque las tcnicas policiales son un producto histrico de la institucin policial y durante msde un siglo estas subtcnicas se integraron en la actividad policial por lo que es indispensable trabajar susconexiones son tcnicamente muy similares por debajo de sus diferencias- para poder desentraar sobre queracionalidad y programa polticos se fundan y en que tecnologa de poder se insertan. En segundo lugar,porque como consecuencia de la abolicin de la DEP en marzo de 1998 , se dieron ciertos cambios en laactividad policial que resultan interesantes para poder extraer determinadas instrucciones polticas para elfuturo y la nica manera de poder evaluarlos es conocer esta subtcnica y el lugar que ocupaba en esta tcnicapolicial que era sin dudas ms importante que el de la DAI, cuantitativa y cualitativamente. Y por ltimo,porque la DEP se encuentra a la vuelta de la esquina, pues subsisten fuertes campaas polticas (a las que laPolica Federal no es ajena) e involucran al gobierno nacional y al gobierno local que sustancialmente aunqueno formalmente significan hacer renacer la DEP, de manera tal que nuestro pasado inmediato puede ser, muyfactiblemente, similar a nuestro futuro inmediato.

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    La criminologa positivista, como forma de pensar el delito implic su medicalizacin, yaque las herramientas conceptuales fundacionales de esta racionalidad poltica (Ver nota 1)provienen de la medicina mental -monomana, locura moral, degeneracin- y su uso import

    patologizar al delito y al delincuente.Ingenieros - uno de los padres fundadores de la criminologapositivista en Argentina - sostena que el delito es todo medio amoral de lucha por la vida endetrimento de otros miembros del agregado social, que ven atacado su derecho a la vida, directa oindirectamente. Muchas veces la ley penal no prev estos medios amorales jurdicamente comodelito, por lo que se registra un desfasaje entre la moral y el derecho, entre la delincuencianatural y la delincuencia jurdica.

    Para Ingenieros, se deben desentraar las causas determinantes de los delitos legales ynaturales, sin suponer la existencia del libre albedro del actor, indagando en su constitucinorgnica y en las condiciones del ambiente en que vive - la etiologa criminal. Los factores quecausan la produccin del fenmeno delictivo son de dos tipos: endgenos (biolgicos, propios de laconstitucin fisicopsquica de los delincuentes) y exgenos (mesolgicos, propios del medio en elque el delincuente acta). Slo a partir de una adecuada investigacin de los mismos -la clnicacriminolgica- se puede construir una teraputica del delito. (Ingenieros, 1962, pp. 300-301).

    Esta teraputica del delito se plasma en el programa poltico (Ver nota 1) de la criminologapositivista: el plan general de la defensa social. Partiendo de la dualidad delincuencialegal/delincuencia jurdica, la culpabilidad/responsabilidad del sujeto deja de ser considerado elparmetro que debe guiar las tcnicas de intervencin y en su lugar se instala la temibilidad opeligrosidad. (Cfr. Foucault, 1978; Alvarez Uria, 1983: 181-243; Vezzetti, 1985: 171-184;Sozzo, 1998: 59-71).

    Esta nocin es la que permite ir ms all de la simple defensa social ante el delincuentelegal y avanzar sobre las mltiples formas de la inadaptacin social. No hay que esperar que eldelito latente en cualquier tipo de degenerado se haga delito consumado (en el sentido de delitojurdico), hay que actuar sobre el estado peligroso de estos sujetos (Cfr. Cordoba-Ingenieros,1903). Este movimiento de transformacin terica implica una doble extensin del objeto deintervencin: del delito legal al delito natural, de la manifestacin a la causa. Pero al mismo tiempoel programa poltico de la criminologa positivista dibuja tambin, en este sentido, un paso de lavaloracin de actos a la valoracin de actores, de las formas de actuar de los individuos a las formas

    de ser de los individuos; los individuos no actan peligrosamente sino que son peligrosos (Cfr.Foucault, 1989). Y esto implica tambin no slo mirar el objeto de intervencin como algo que seencuentra en el pasado el delito legal ya realizado sino como algo que dura en el tiempo y tieneun futuro; los delincuentes naturales que en el futuro pueden cometer delitos jurdicos.

    Si instala en este sentido en el plan general de la defensa social, la centralidad de laprevencin o profilaxisdel delito. Reconocido que existen causas predisponentes al delito lasunas en el ambiente social y las otras en el carcter de los delincuentes la prevencin del delito haadquirido tanta importancia o ms que su represin (Ingenieros, 1962, p. 391). Esta centralidad fuetan marcada que implic la transformacin de los discursos de justificacin del recurso penal,asocindolo al ideal de la prevencin del delito (ya sea como prevencin especial positiva o comoprevencin especial negativa): la prevencin post-delictum. Pero paralelamente y con un gradomayor de importancia, el programa poltico de la criminologa positivista presenta a la prevencinante delictum que interviene antes que el delito se cometa, sobre aquellos que tiene una

    predisposicin para producirlo en funcin de sus rasgos psicofsico y sociales y que por ende seencuentran en un estado peligroso, los delincuentes naturales que aun no se han transformadoen delincuentes legales, la mala vida (Cfr. Paz Anchorena: 1918a, 1918b, 1918c y 1918d).

    En este ltimo plano, el reclamo poltico positivista estaba dirigido a la instalacin demedidas de seguridad predelictuales, gestionadas por la institucin policial o por la institucinjudicial, dirigidas a la internacin de las diversas especies peligrosas de la mala vida: losmenores abandonados, los vagos y mendigos, los alcohlicos, etc. Esta demanda nunca fue

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    satisfecha legalmente y por ende, casi no tuvo incidencia prctica 9. De all, de reflejo, laimportancia de las tcnicas policiales como las nicas formas de actuar en el marco de una polticade prevencin del delito en este contexto histrico (Cfr. Polica de la Capital Federal, 1917; 1924 y1926; Ruibal, 1993; Salessi, 1996).

    El fin del siglo XX parece tener caractersticas muy diferentes con respecto al fin del sigloXIX. El contexto social, poltico, cultural y econmico se ha alterado radicalmente. Ya no nosencontramos en el marco de la construccin del Estado-Nacin, de la consolidacin de la economade exportacin, - la insercin de un determinado tipo de mercado interno al mercado mundial- de larpida urbanizacin y la creciente inmigracin aluvional europea, que se resolva en una cuestinsocial que cada vez ms se declinaba como cuestin obrera.

    Sin embargo, las polticas de prevencin del delito en nuestro pas hoy siguen girando casiexclusivamente en torno a las instituciones policiales y en ellas se desarrollan exactamente lasmismas tcnicas de intervencin de antao: la presencia y vigilancia policial y la detencin policialsin orden judicial. Algunos de los elementos de la racionalidad y el programa polticos de lacriminologa positivista, otrora dominantes, ya no estn vigentes en las instituciones policialesactuales, en sus diversos planos de la normativa, la organizacin y la cultura policial. Es improbableque las autoridades policiales actuales en la Argentina reclamen polticamente la creacinlegislativa de medidas de seguridad predelictuales o que empleen el concepto de degeneracin.Pero se mantiene vigente el ncleo duro, en trminos de Castel (1994), la mismaproblematizacin, en tanto forma de concebir (construir) un problema y la forma de intervenirsobre el mismo. As, los sospechosos o los que se encuentran en estado predelictual deldiscurso policial actual son los integrantes de la mala vida o los que se encuentran en estadopeligroso del discurso policial del pasado. Ms all de que algunos trminos hayan cambiado, losconceptos que expresan son homologables y sobre todo tienen homologa de posicin en lastcnicas policiales preventivas durante estos ms de cien aos. (Cfr. CELS-HRW, 1998; Chillier,1998a; Martinez-Pita-Palmieri, 1998).

    Las tcnicas policiales preventivas actuales expresan una forma de pensar la prevencin deldelito, en tanto recorte ms o menos artificial de una racionalidad y programa polticos sobre lacuestin criminal que es el propio de la criminologa positivista- en torno a la idea de prevencinante-delictum: la tctica de la sospecha.

    La dinmica soada de la tctica de la sospecha a travs de las tcnicas policialespreventivas es circular. Por ejemplo si tomamos como punto de partida a la DAI a travs de laprivacin de la libertad de los individuos y grupos peligrosos/sospechosos, se almacenainformacin- el inmenso texto policaco (Foucault, 1989, p. 217) que debe guiar la presencia yvigilancia policial. Esta ltima tcnica de intervencin se piensa como un instrumento de laprevencin del delito, a travs de la disuasin de aquellos que estn por emprender un curso deaccin delictivo o a travs de la obstaculizacin del mismo. En este ltimo sentido, volva a ingresarla DAI ya que impeda fsicamente el desarrollo de la accin delictual, a partir de la privacin de lalibertad del individuo o grupo considerado peligroso o sospechoso.

    9En la prctica y con un alcance cuantitativamente limitado, asociado a la DEP y gestionado por la Polica dela Capital Federal, un especie de medida de seguridad predelictual se articulaba a travs delfuncionamiento de la Sala de Observacin de Alienados del Depsito de Contraventores 24 de Noviembre dela Polica de la Capital Federal, creado en 1899, primero bajo la direccin de Francisco De Veyga y desde1902 bajo la direccin de Jos Ingenieros. Este espacio institucional escoga entre los que estaban cumpliendola sancin contravencional aquellos sujetos considerados alienados y, por ende, peligrosos, y los derivaba alHospicio de las Mercedes el primer asilo psiquitrico de la ciudad de Buenos Aires donde eran internadospor tiempo indeterminado. Cfr. Ingenieros, 1910; De Veyga, 1903; Polica de la Capital Federal, 1917;Vezzetti, 1985; Salessi, 1996.

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    La DEP, en tanto microrepresin de las microinfracciones mantenimiento del ordenpblico- ocupaba en esta dinmica soada de carcter circular el mismo papel que la DAI porello las hemos considerado como dos subtcnicas dentro de la detencin policial sin ordenjudicial en el doble plano de produccin de informacin que debe guiar la presencia y vigilanciapolicial y de obstaculizacin fsica del curso de accin delictiva10.

    Ahora bien, el interrogante sobre el porqu de la subsistencia de estas tcnicas policiales yla tctica de la sospecha en la que se fundan requiere un anlisis complejo que no se circunscribe alas historias de las instituciones policiales. Aqu simplemente arriesgamos algunas claves de lectura.Una primera hiptesis podra intentar explicar esta subsistencia en funcin de la efectividad de estastcnicas policiales y la tctica de la sospecha para realizar su objetivo, esto es, la prevencin deldelito. La prevencin del delito es, en su significado ms simple, la no-produccin de un evento yen s mismo constituye un resultado difcil de evaluar, cuantitativa o cualitativamente. Pero estastcnicas policiales preventivas tampoco contemplan la necesidad de evaluar sus resultados nipredisponen ningn mecanismo de produccin de informacin para hacerlo, salvo las estadsticassobre el numero de DAI y el numero de DEP realizadas por las diversas instituciones policiales,siempre insuficientes y fragmentarias para estos fines. Esto es en s mismo un dato relevante acercade su idoneidad para cumplir con el marco teleolgico que ellas mismas se fijan e impone unaimpresin escptica sobre su realizacin (Crawford, 1998, pp. 196-217). Sin embargo, tal vez lasrazones de la subsistencia de la tctica de la sospecha y las tcnicas policiales que genera no hayaque buscarlas aqu, sino en el juego de consecuencias o efectos sociales que s produce ms all delas finalidades propuestas y declaradas:

    a. El proceso de construccin social e institucional de las imgenes sociales de la sospecha,aplicadas a individuos y poblaciones. Es lo que constituye a las tcnicas policiales preventivas enprocesos de control social (Cfr. Melossi, 1992, 1994, 1996a y 1997a; Pitch, 1989 y 1996; Sozzo,1998). A travs de un complejo juego de generacin de estereotipos y atribucin de estigmas,la construccin de la realidad social se produce en el marco de una dinmica impulsada desde elterritorio institucional en una interaccin constante con el territorio social (Chapman, 1971; Becker,1973; Lemmert, 1967; Goffman, 1989), en la que se recorta el objeto de las intervenciones siempresobre los mismos seres humanos de carne y hueso: varones, jvenes, pobres, migrantes ypracticantes de profesiones peligrosas, para usar la expresin positivista de Rossi (1906). (Cfr.Palmieri, 1996 y 1999a; Martinez-Palmieri-Pita, 1998; Garrido-Guariglia-Palmieri,1997; Chillier,

    1998a; Tiscornia-Oliveira, 1998).b. El proceso de formacin y reforzamiento del carcter de autoridad de los agentes policiales,capaces de gobernar la vida de los otros, ejerciendo la fuerza y extrayendo deferencia y obedienciade los que constituyen el objeto de estas tcnicas policiales preventivas, analizado en el contextoingls por Choongh: En muchos casos, el xito para la polica esta dado meramente por llevar alindividuo a la estacin; le demuestra al marginalizado que puede ser en cualquier momento forzadoa abandonar su casa, familia y amigos y aislado en el territorio policial. Y all, a los detenidos seles ordena cuando pararse y cuando sentarse, cuando hablar y cuando permanecer callados(Choongh, 1998, pp. 630-631).

    c. En el caso de la detencin policial sin orden judicial (ya sea DEP o DAI), por un lado, laproduccin de informacin estadstica al respecto, se constituye en un indicador en el interior de lasinstituciones policiales de la efectividad de cada uno de los segmentos organizacionales, brindando

    una herramienta para el gobierno del dispositivo institucional que al mismo tiempo puede ser10Todas estas tcnicas policiales registran un grado de vinculacin con la finalidad de la represin del delito ypor ende, un cierta ambigedad. Es preciso no mantener una visin ingenua sobre la homogeneidad y lacoherencia de las tcnicas de intervencin en general y en particular de las tcnicas policiales, atravesadas porla promiscuidad a la que hacia referencia Ferrajoli (1990). La contradiccin es una faceta tpica de lastcnicas de intervencin, dado que no son diseos o proyectos sino que atraviesan las prcticas sociales einstitucionales, y ellas por lo general no son coherentes (Donzelot, 1979).

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    empleada para el desarrollo de campaas dirigidas a la opinin pblica, para mejorar la imagensocial de las instituciones policiales y reforzar su legitimidad. (Palmieri: 1996; CELS-HRW: 1998;Chillier: 1998a; Garrido-Guariglia-Palmieri: 1997; Pita-Martinez-Palmieri: 1998). Y por el otro, lacreacin y mantenimiento de redes de corrupcin desde las instituciones policiales en las que estatcnica policial constituye un instrumento til para asegurar y sancionar lealtades y silenciones; porejemplo, en torno al ejercicio de la prostitucin y la actividad de los vendedores ambulantes (cfr.Palmieri, 1996 y 1999b; Chillier, 1998a).

    Tal vez en estos efectos sociales radique la persistencia de la tctica de la sospecha pese alresultado impresionante de violaciones a los derechos humanos de las personas blanco de lastcnicas policiales preventivas que en ella se engarzan. En primer lugar, miles y miles deviolaciones al derecho a la libertad ambulatoria, al tratarse de privaciones ilegtimas desde el puntode vista de los principios constitucionales del estado de derecho, pero tambin mltiples violacionesa otros derechos humanos como el derecho a la vida y el derecho a la integridad fsica, producidasen ocasin de las detenciones. (Chillier, 1998a 1998b, 1999a, 1999b; Palmieri, 1996, 1999a y1999b; Tiscornia-Oliveira, 1998; Guariglia -Garrido-Palmieri, 1997).

    Para pensar la transformacin de la relacin entre institucin policial y prevencin deldelito en la Argentina es preciso abandonar la perspectiva del jurista ingenuo, es decir, ... la delhombre del derecho que cree que los problemas sociales, econmicos y polticos y los propiosproblemas del ordenamiento jurdico, pueden ser resueltos mediante un cambio legislativo(Melossi, 1996b, p. 77). Una reforma legislativa que derogue tal o cual facultad de la polica tieneuna incidencia extremadamente modesta y relativa, como ha quedado demostrado en el caso de laabolicin de la DEP en la Ciudad de Buenos Aires como consecuencia de la sancin del Cdigo deConvivencia Urbana de marzo de 1998. El cambio legislativo no ha impedido la reconstruccin delas formas de actuar de la Polica Federal en torno a la subtcnica subsistente, la DAI - sin perjuiciode las campaas polticas dirigidas a la opinin pblica emprendidas por el gobierno nacional, elgobierno local y la misma institucin policial dirigidas al restablecimiento de sus facultadesperdidas - (Chillier, 1998a); movimiento que se consagr normativamente en el Decreto 150/99del Poder Ejecutivo Nacional del 3 de marzo de 1999 que encomienda explcitamente a la PolicaFederal emplear la DAI en casos que estaban contemplados en los edictos policiales: portacin deganzuas y llaves falsas, ebriedad, alteracin de la tranquilidad pblica, oferta sexual, etc.

    De acuerdo a Chillier (1998b) en 1995 el total de personas detenidas por la Polica Federalfue de 246.008. De este numero global, 150.830 fueron DEP, 53.293 fueron DAI y 41.885 fueronpor orden judicial o en flagrancia. El 61% de las detenciones de ese ao fueron DEP y el 22%fueron DAI. Esta proporcin, que se mantiene estable en la dcada del 90 y que consideramossimilar en los casos de las policas provinciales, nos demuestra el peso de las tcnicas policialespreventivas en el conjunto de la actividad policial en la Argentina. Pensar alternativas polticas parareconfigurar las relaciones entre institucin policial y prevencin del delito implica necesariamentepartir de la base del reconocimiento del significado que para los diversos niveles de este dispositivoinstitucional, tienen estas formas de actuar y la forma de pensar en la que se insertan, lo que permitecifrar la magnitud de la transformacin institucional en este ejercicio de la imaginacin sociolgicay poltica.

    Solamente en el contexto de nuevas tcticas para la prevencin del delito, de nuevasracionalidades y programas polticos sobre la cuestin criminal, es posible promover y desarrollar

    nuevas formas de actuar democrticas que apunten a la proteccin de los derechos fundamentalesde los ciudadanos (Baratta, 1998). De all en ms, se requieren consensos progresivos yactuacin social (Melossi, 1996b, p.78; Tiscornia, 1999, p. 428) Mientras tanto, ni siquiera lasproposiciones legislativas ms radicales lograrn resultados prcticos.

    III. Para la Comparacin: Tcticas Alternativas de Prevencin del Delito.

    En los aos ochenta comenz a producirse lo que ha sido calificado como un gran cambiode paradigma en lo que hace a las polticas de control del crimen en diferentes horizontes

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    culturales: Escandinavia, Francia, Pases Bajos, el mundo anglosajn (EE.UU., Canad, GranBretaa, Nueva Zelanda y Australia) y a partir de los aos noventa tambin en Italia: elrenacimiento de la prevencin del delito, doblemente divorciada del recurso penal y de laracionalidad y programa polticos de la criminologa positivista del siglo XIX. Los debatesintelectuales y el diseo y gestin de estas nuevas tcnicas preventivas han ido creciendo en formaexponencial, aunque como bien seala Crawford (1998), aun se encuentran en su infancia.

    Los horizontes culturales en los que ha nacido y se ha desarrollado este cambio deparadigma son muy diferentes al nuestro. Es preciso llamar la atencin, siguiendo a Melossi(1997b) sobre la radicacin cultural del control social y de las polticas que estn dirigidas agestionarlo a travs de autoridades estatales o no estatales, que hace intraducible a undeterminado ambiente cultural lo producido en otro e impone fuertes objeciones a los proyectos deimportacin de ingenieras de control social, ya sea en el plano de las formas de pensar o de lasformas de actuar. Pero como seala el mismo autor italiano, este dato estructural de la relacinentre control social y cultura no imposibilita el dilogo o la conversacin entre horizontesculturales diferentes. En la bsqueda de la comparacin, emprendemos la tarea de presentardiferentes tcticas de prevencin del delito que se han ido construyendo internacionalmente comoalternativas a la tctica de la sospecha actualmente dominante en las polticas de prevencin deldelito en la Argentina ancladas en la centralidad de la institucin policial.

    Es posible distinguir tres tcticas alternativas de prevencin del delito en los diversoshorizontes culturales que atraviesa el debate internacional: la tctica situacional y ambiental, latctica social y la tctica comunitaria. Las analizaremos separadamente, describiendo diversosejemplos de tcnicas preventivas que se insertan en cada una de ellas y realizando algunasconsideraciones crticas. Cerraremos este apartado con la indagacin del lugar que en cada tcticade prevencin del delito le corresponde a la institucin policial.

    A) Tctica Situacional y Ambiental

    Esta tctica surgi a comienzos de los aos 80 en los Pases Bajos y en diversos contextosdel mundo anglosajn (fundamentalmente en Estados Unidos y Gran Bretaa), especialmenteimpulsada por las agencias estatales encargadas del diseo de las polticas de control del crimen(Creazzo, 1996). La emergencia de la tctica situacional y ambiental coincidi en buena parte con

    la instalacin de gobiernos comprometidos con racionalidades polticas neoliberales, queenfatizaban el mercado libre, el Estado mnimo y la libre eleccin y responsabilidad individuales(O Malley, 1996 y 1997; Crawford, 1997 y 1998) y que promovieron visiones del delito quecompartan estas presuposiciones bsicas. La tctica situacional y ambiental se presentafundamentalmente como respuesta pragmtica a determinadas crisis de seguridad (aumento de lacriminalidad, aumento de la sensacin de inseguridad) en determinados contextos sociales,econmicos, culturales y polticos, que asume un realismo criminolgico muy difundido en elmundo anglosajn en los aos 70 y 80.

    Hough et al. (1980, p. 1) han definido a la prevencin situacional y ambiental como: a)medidas dirigidas a formas especficas de delitos; b) que implican el management, diseo omanipulacin del medio ambiente inmediato en el que estos delitos ocurren; c) en el modo mssistemtico y permanente posible; d) para reducir las oportunidades para la realizacin de estosdelitos; e) tal como son percibidas por un conjunto amplio de potenciales infractores. El objetivo

    central de esta tctica de prevencin del delito puede ser sintetizado como la reduccin deoportunidades para la realizacin de los delitos. Esta reduccin de oportunidades puede declinarsesegn Clarke (1992) en tres direcciones teleolgicas: aumentar los esfuerzos involucrados en larealizacin de los delitos, aumentar los riesgos reales o percibidos como tales de deteccin ydetencin del potencial delincuente y reducir las recompensas de los delitos. El xito de estatctica depende de la posibilidad de que los potenciales ofensores sean efectivamente afectados porlas intervenciones sobre la situacin y el ambiente.

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    Sin embargo, los potenciales infractores no son los nicos blancos u objetos a los que estndirigidas las tcnicas de intervencin desarrolladas en el marco de esta tctica situacional yambiental11. Tambin pueden estar dirigidas a la poblacin en general, a las potenciales vctimas, alos infractores conocidos, a las vctimas conocidas y a los vecindarios/comunidades.

    Premisas Tericas. Esta tctica de prevencin del delito ha emergido fundamentalmente en funcinde consideraciones prcticas, mas que de elaboraciones tericas. Sin embargo, existen un conjuntode hiptesis tericas que subyacen a las tcnicas de intervencin. Sus fuentes son, segn Crawford(1998) , tres:

    a) Teora de la Eleccin Racional: se trata de una construccin terica que parte de la crtica a laposibilidad de conocer, evaluar e intervenir sobre la disposicin o tendencia criminal de laspersonas y recupera a los clsicos del derecho penal (Beccaria, Bentham, etc.), imaginando a laproduccin del delito como el resultado de un proceso de pensamiento, racional y voluntario,llevado adelante por el individuo. El individuo elige entre una serie de alternativas posibles a partirde un clculo racional en el que considera las ventajas y desventajas de cada una de las opciones,buscando optimizar o maximizar los beneficios, decide y acta libremente en consecuencia. Laprevencin del delito debera estar dirigida, entonces, a incidir en este proceso de pensamiento,incrementando los riesgos y esfuerzos involucrados en la realizacin del delito o disminuyendo losposibles beneficios asociados con el mismo como opcin. Se trata de un modelo econmico delcrimen que emplea el clsico anlisis de costo-beneficio. El delito es considerado el producto deuna decisin basada en tpicas consideraciones del mercado. Es ms, tambin lo es ser vctima deun delito.

    Crawford (1998) plantea crticamente que las elecciones racionales no parecen estarpresentes en todos los tipos de delitos. Tal vez s en los delitos contra la propiedad ms leves de losque comnmente se ocupan los tericos de la eleccin racional, pero no en aquellos que involucrandosis importantes de violencia. Por otro lado, estos autores se basan en datos de investigacionesempricas consistentes en entrevistas con condenados y es sabido que estos tienden a ser en sumayor nmero delincuentes profesionales, justamente aquellos que con mas probabilidad se

    11Siguiendo un trabajo precursor de Brantingham y Faust de la dcada del 70, todos los autores que se

    ocupan de construir radiografas de las tcticas contemporneas de prevencin del crimen rescatan unaclasificacin que construyeron por analoga con respecto a la prevencin en salud pblica y que tieneespecialmente en cuenta el blanco u objeto de la intervencin preventiva, distinguiendo entre prevencinprimaria, prevencin secundaria y prevencin terciaria. La prevencin primaria estara dirigida a lapoblacin en general, la prevencin secundaria estara dirigida a grupos sociales en riesgo de realizar delitosy la prevencin terciaria estara dirigida a aquellos que ya realizaron delitos. (Pavarini, 1994a y 1995a;Robert, 1991; Selmini, 1995 y 1996). Por otro lado Van Dijk y De Waard (1991) sostuvieron lo quedenominaron el enfoque bidimensional, sealando que es preciso no tener slo en cuenta la intervencinpreventiva dirigida a evitar que las personas cometan delitos sino tambin la intervencin preventivadirigida a evitar que las personas sean vctimas de delitos. A posteriori, adems de introducir lapreocupacin por la vctima, plantearon una tercera categora, las intervenciones preventivas dirigidas no alas personas sino a las situaciones. Crawford (1998) reconstruye este enfoque bidimensionalreemplazando en el tercer gnero de intervenciones preventivas a las situaciones por lascomunidades/vecindarios como blancos u objetos, para de esta manera evitar la confusin entre este tipo declasificacin de acuerdo a los targets u objetos de las tcnicas de intervencin y aquella mas central que serefiere al qu de las mismas y en torno a la cual hemos ordenado esta presentacin de las tcticascontemporneas de prevencin del delito. De esta manera, la clasificacin de las intervenciones preventivasen primaria, secundaria y terciaria se unifica con la clasificacin de la orientacin hacia la vctima, laorientacin hacia el delincuente y la orientacin hacia la comunidad/vecindario,en forma tal de producir unmodelo de tipologas muy til, que es posible aplicar tanto a la tctica situacional-ambiental como a lastcticas social y comunitaria.

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    ajustan al modelo de la eleccin racional y que tienen mayor tendencia a racionalizar los eventosya producidos en el pasado.

    Por otro lado, como seala crticamente O Malley (1996, 1997), el delincuente es elindividuo abstracto, universal y abiogrfico, el homo economicus de la economa

    poltica clsica trasladado al pensamiento neoconservador sobre el delito, divorciadototalmente del contexto social o estructural. Se margina cualquier preocupacin porlas causas sociales del delito, por la historia de vida del delincuente, por la correccincomo finalidad de la intervencin, etc.; en beneficio de la manipulacin de los factoresambientales y situacionales. La presencia de los elementos claves de la racionalidadpoltica neoliberal se observa claramente en estos esquemas conceptuales.

    b) Designing out crime (Prevencin del delito a travs del espacio urbano y arquitectnico): msque una construccin terica se trata de esfuerzos tericos y prcticos ntimamenteinterrelacionados que ponen en vinculacin la cuestin criminal con el desarrollo ambiental ourbano. En Estados Unidos, Oscar Newman a comienzos de la dcada del 70, trabaj lavinculacin entre el diseo arquitectnico y las tasas de delitos en las reas de viviendas populares,argumentando que el diseo urbano influye, promoviendo o alentando la criminalidad, de talmanera que podra convertirse en una forma efectiva de prevencin del delito. Propuso, en este

    sentido, el concepto de defensible space (espacio defendible) como el modelo de ambientes deviviendas populares que inhiben el delito al ser expresin fsica de una comunidad que se defiendea s misma.

    A partir de esta perspectiva, el Gobierno Federal de EE.UU. impuls el desarrollo deprcticas de crime prevention through enviromental design (CPTED: prevencin del delito atravs del diseo ambiental) durante la dcada del 70, que resultaron fracasos ms o menosrotundos; por lo que en la dcada del 80 su difusin disminuy notablemente. Sin embargo, en elcontexto de Gran Bretaa, estas ideas fueron rescatadas por Alice Coleman a mediados de los 80.Esta autora identific un grupo de desventajas de diseo: por ejemplo, mltiples accesos a unmismo espacio cerrado que constituan empricamente un ndice de diseo desventajoso conrespecto a la produccin del crimen. Argumentaba de esta manera que exista una correlacindirecta entre variables de diseo urbano y delito: cuanto peor el diseo urbano, ms altas las tasasde delito.

    Una de las crticas fundamentales en la literatura norteamericana a la perspectiva deNewman fue que se trataba de un determinismo arquitectnico, ya que no seconsideraba el impacto de la variables sociales y comportamentales como mediacincon respecto a los aspectos arquitectnicos. Algunos espacios defendibles podanpermanecer indefendidos, si no se daba el juego de interacciones sociales necesariopara defenderlos. Coleman rescata esta apreciacin crtica, intentando explicar msclaramente cmo el diseo urbano afecta el problema del delito. El diseo urbano,explica, puede contribuir a la destruccin de la comunidad, la fractura de los lazossociales en un determinado vecindario, generando las situaciones en que los habitantespueden elegir racionalmente realizar un delito, aprovechando las oportunidadescriminales. Sin embargo, tambin Coleman sigue proponiendo una relacin directaentre delito y diseo urbano que resulta difcilmente aceptable. Los delitos no sonproducidos por el diseo urbano, aunque algn impacto pueda tener en su etiologa.En cambio, s resulta proponible la vinculacin entre diseo urbano y sensacin deseguridad y, en este sentido, muchos de los legatarios de estas ideas continantrabajando en el mundo anglosajn. (Pavarini, 1994a; Crawford, 1998).

    c) Teora de las Actividades Rutinarias: esta construccin terica pretende ser una explicacincausal de la produccin de los incidentes criminales en tanto hechos fsicos relacionados conobjetos ubicados en tiempo y espacio. Existen tres ingredientes mnimos para la produccin de

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    incidentes criminales, especialmente el delito predatorio de contacto directo: un potencialofensor, cualquiera sea la razn por la que pueda llegar a cometer un delito; un potencial blanco,ya sea un objeto o una persona y la ausencia de un guardin capaz, que abarca no slo a los agentespoliciales sino tambin a los vecinos, los amigos, etc. La ciudad es un mbito particularmenteestimulante para el desarrollo de actividades delictivas pues la actividad rutinaria que en ella sedesarrolla, comnmente coloca juntos en tiempo y espacio a estos tres elementos.

    Para estos autores existen diferentes niveles de responsabilidad en la prevencin del delito.El desaliento personal es la responsabilidad de la familia y los amigos, el desaliento asignadoes la responsabilidad de las personas empleadas para realizar esta tarea, como los agentespoliciales; el desaliento difuso es la responsabilidad de aquellos empleados que no tienenasignada especficamente esta tarea -como los maestros- y el desaliento general es laresponsabilidad de todos los ciudadanos mas all de los lazos familiares u ocupacionales. Lacuestin poltica central, para los tericos de las actividades rutinarias es aumentar laresponsabilidad de desalentar los incidentes criminales que va decreciendo cuando se pasa deniveles personales a niveles generales (Crawford, 1998).

    El comn denominador ms profundo de estas premisas tericas, ms all de lasmltiples similitudes y articulaciones conceptuales posibles, es la visin del delito

    como ...un aspecto normal, un lugar comn de la vida moderna. Es una masa deeventos que no requiere motivaciones o tendencias especiales, patologas oanormalidades y esta inscripto en las rutinas de la vida econmica y socialcontempornea (Garland, 1996: 450). Son lo que Garland llama las criminologasde la vida cotidiana, que ...observan al delito como una continuacin de lainteraccin social normal, explicable por referencia a patrones motivacionalesstandard. El delito se transforma en un riesgo que debe ser calculado (tanto por elinfractor como por la potencial vctima) o un accidente que debe ser evitado, ms queuna aberracin moral que necesite ser explicada especialmente (Garland, 1996: 450-452).

    Tcnicas de Intervencin

    Presentamos a continuacin, sintticamente, algunos ejemplos de tcnicas de intervencinconstruidos en el marco de esta tctica de prevencin del delito. Recuperando la distincinplanteada ms arriba en cuanto al blanco u objeto de la intervencin distinguiremos enintervenciones orientadas a los ofensores, intervenciones orientadas a la comunidad eintervenciones orientadas a las vctimas, planteando un ejemplo de cada categora12.

    a) Tcnica de Intervencin Orientada a los Ofensores: El Uso de Circuitos Cerrados de Televisinen Estacionamientos de Autos.

    Un proyecto financiado por el Home Office de Gran Bretaa trataba de enfrentar losproblemas de robos de automotores y de robos y hurtos en automotores en dos estacionamientos dela Universidad de Surrey a travs de la introduccin de un circuito cerrado de televisin (CCTV)junto con un programa de vigilancia intensiva.

    Los efectos de estas dos acciones fueron diferentes con respecto a los dos tipos de delitosque estaban dirigidas a reducir. En lo que hace al robo y hurto en automviles, su nmero caydramticamente de 92 en el ao en que se instal el CCTV a 31 en el ao siguiente. En lo que hacea los robos de automotores tambin su nmero se redujo, aunque tal vez se haya debido no slo alCCTV sino tambin a la instalacin de un puesto de vigilancia en cada una de las entradas de losestacionamientos. El CCTV era pensado como una asistencia a los guardias de seguridad para la

    12Los tres ejemplos han sido extrados de Crawford, 1998.

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    deteccin y detencin de los ofensores as como tambin como un instrumento de intimidacin paralos potenciales ofensores. No se registr un efecto de desplazamiento de los delitos a otras reas por ejemplo a los otros dos estacionamientos de autos de la Universidad de Surrey en los que no seinstal el CCTV.

    Se ha arribado a las mismas conclusiones, analizando en el marco del Programa SaferCities del gobierno britnico la instalacin de CCTV en diversas ciudades, para prevenir el robode/en automotores. Por otra parte, en los aos 80 se ha evaluado el caso de instalacin de CCTVen cuatro estaciones de subterrneos en Londres, concluyendo que se produjo un desplazamiento derobos y hurtos a las siete estaciones ms cercanas a aquellas en las que se haba desarrollado laintervencin. Otra investigacin ha evaluado la instalacin de CCTV en tres centros comercialesde pequeos pueblos ingleses llegando a la conclusin de que su efecto es slo en el corto plazo enlo que hace a la reduccin de delitos, por lo que se considera que ms bien su funcin seracolaborar con la polica para brindar una rpida respuesta ante la realizacin de un delito.

    En conclusin, podramos decir que existen evaluaciones encontradas acerca de laefectividad de esta tcnica de intervencin. Sin embargo, ha sido ampliamenteimpulsada en Gran Bretaa, EEUU, Australia y Canad por las agenciasgubernamentales extendindola a diversas reas de la vida social, pese a las criticas

    recibidas con respecto a la violacin de los derechos civiles.b) Tcnica de Intervencin Orientada a la Comunidad/Vecindario: designing out la Prostitucin.

    A mediados de los 80, en el rea de Finsbury Park, norte de Londres, haba una fuertepresencia de prostitucin que fue enfocada como problema a travs de una intervencinmultiagencial. Un elemento central de dicha intervencin fue un programa de cierre de calles. Elobjetivo que se buscaba al cerrar dichas arterias era disminuir la presencia de automviles declientes (kerb-crawling) y prostitutas en ellas. Este programa fue acompaado con la presenciaconstante de 16 escuadrones de polica en tareas de vigilancia policial. En un perodo de tiemporelativamente breve, los solicitantes de servicios sexuales as como los trabajadores sexualesvirtualmente desaparecieron, transformndose esta zona roja en un rea residencial relativamentetranquila. Segn los autores de la evaluacin de esta tcnica de intervencin, no se produjo sino unmnimo efecto de desplazamiento y no dirigido a otras reas residenciales, sino al ejercicio de la

    prostitucin en apartamentos va anuncios en peridicos y revistas o en bares o clubes nocturnos.Por otro lado, se argumenta que la intervencin trajo aparejada algunos otros efectos

    positivos como el incremento de la sensacin de seguridad de los habitantes (especialmente de lasmujeres), la reduccin del volumen del trfico y el mejoramiento de la relacin entre la polica, laautoridad local y el pblico. Tambin se afirm la existencia de una difusin de beneficios, puesen general disminuyeron las tasas de delitos denunciados. Las conclusiones que se extrajeron eneesta evaluacin son que la prostitucin es ms oportunista de lo que se pensaba en el pasado sloun ncleo duro del grupo que se dedicaba a esta actividad en Finsbury Park se traslad a otrosmbitos para continuar ejercindola y que exista en esa zona un volumen de pequeos delitosrelacionados con el ejercicio de la prostitucin, llevados adelante por los clientes o por lostrabajadores sexuales, que desaparecieron con esta intervencin.

    Esta experiencia fue repetida luego en Streatham, en el sur de Londres, con resultados

    similares. La diferencia fue que produjo un mayor ndice de desplazamiento haciaotras zonas adyacentes, que ha sido calificado de benigno por los evaluadores, puesal no producirse hacia reas residenciales el elemento disturbador de este tipo deactividades disminuy notablemente. Sin embargo, se ha presentado evaluacionesradicalmente diversas con respecto a esta tcnica de intervencin en Vancouver,Canad.

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    c) Tcnica de Intervencin Orientada a la Vctima: el Proyecto Kirkholt de Reduccin de laVictimizacin Repetida en Robos en Casas/Apartamentos.

    El complejo habitacional pblico de Kirkholt en Rochdale, era un vecindario que tena unatasa extremadamente alta de robos en casas y apartamentos, duplicando la de los vecindarios demayor riesgo en la mitad de los aos 80 en Inglaterra. Aquellos que ya haban sido vctimas de undelito de este tipo en el complejo habitacional tenan cuatro veces ms probabilidades de volver aserlo, comparado con aquellos que nunca lo haban sido de sufrir un primer robo, de manera tal queel haber sido vctima de un primer robo se transformaba en un fuerte predictor de la ocurrencia denuevos robos.

    El proyecto del Home Office se concentr pues en las propiedades que ya haban sidorobadas, usando datos de investigaciones sobre las vctimas de los robos y sus vecinos inmediatos,as como los resultados de trabajos de campo realizados con condenados por estos delitos. Elproyecto involucraba un paquete de medidas preventivas, aunque algunas de ellas eran claramentereenviables a la tctica comunitaria (como un esquema de neighbourhood watch; vigilancia delvecindario por los propios vecinos, en torno a las propiedades ya robadas y una asistenciacomunitaria a las vctimas de los robos), el peso del mismo se encontraba en aquellas medidassituacionales y ambientales (la instalacin de tecnologas de seguridad como puertas blindadas ytrabas para ventanas, la remocin de proveedores de gas y electricidad a monedas que haban sidoidentificados como blancos particularmente atractivos para los ofensores, etc.).

    En los siete meses posteriores al desarrollo de las medidas preventivas se registro un80% de disminucin de casos de victimizacin repetida y en tres aos se registro un25% de disminucin global de robos en apartamentos o casas. No se registr unefecto de desplazamiento y se evidenci una difusin de beneficios pues otrasformas de delitos contra la propiedad en el complejo habitacional se redujerontambin.

    Sin embargo, en esta tcnica de intervencin es muy difcil evaluar cual ha sido el efecto en

    particular de cada una de las medidas incluidas en el proyecto, as como tampoco se observa en lasevaluaciones realizadas que se haya prestado atencin al contexto en el cual se desarrollaba estatcnica de intervencin fundamentalmente, los grandes cambios en la poltica habitacionalinglesa de este periodo. Por otro lado, la tasa de robos a casas y apartamentos en Kirkholt volvi asubir en 1992 a los niveles de 1988 , aunque no a los ms dramticos de 1987. El proyectoKirkholt mas all de estas potenciales objeciones se convirti en un modelo de tcnica deintervencin con respecto a este tipo de delitos (y a otros como robos de autos, delitos raciales, etc.)aplicndose sistemticamente no slo en Gran Bretaa, sino tambin en Australia y EE.UU. en losaos 90.

    Consideraciones Crticas.Este tipo de tcnicas de intervencin aplicadas en determinados casosparecen globalmente demostrar que la tctica situacional y ambiental puede ser exitosa para reducirdeterminados delitos, realizados por determinados ofensores, en determinados lugares, endeterminados momentos y bajo determinadas condiciones. Sin embargo, la naturaleza exacta de

    este impacto esta an abierta a la discusin. Es posible hacer -prima facie- una serie deconsideraciones crticas de fondo sobre esta tctica de prevencin del delito:

    -Tal como seala Pavarini (1994a,1995), prioriza exclusivamente los delitos contra la propiedad enlos espacios pblicos, silenciando en la agenda preventiva los delitos en la esfera privada,particularmente en el hogar (violencia contra las mujeres, violencia contra los nios, etc.) y lacriminalidad econmica, la criminalidad organizada y los delitos de la autoridad (Pegoraro, 1999;De Leo, 1993; Pitch, 1993; Baratta, 1993, 1998; Creazzo, 1996).

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    -Se dirige a los sntomas y no a las causas, ya que anula totalmente la pregunta por la incidencia delos factores sociales y econmicos en la produccin de los delitos, abocndose a las preocupacionesmanageriales por la eficacia y la eficiencia (O Malley, 1992 y 1996; Creazzo, 1996).

    -Tiene, en el mejor de los casos, efectos temporarios, como la literatura sobre el problema deldesplazamiento lo demuestra fehacientemente: sus efectos difcilmente se extienden en el largoplazo (Baratta, 1993; Pavarini, 1994a; Creazzo, 1996).

    -Puede promover una fe ciega en la tecnologa que puede ser injustificada, y que est guiadafundamentalmente por intereses comerciales de la creciente industria de la seguridad (alarmas,CCTV, iluminacin, etc) y desplaza el potencial de la importancia de la agencia humana en lasactividades de control del delito (Crawford, 1998).

    -Promueve un tipo de vigilancia que es altamente intrusivo en la vida privada de los individuos yviolenta sus libertades civiles adems de tener, en este sentido, una valencia represiva (Downes-Rock, 1988; Pitch, 1993).

    -Presenta una dinmica de exclusin social, ya que la defensa de los ambientes y las situaciones serealizan en torno a la idea de un extrao que desea atacarlos y en el marco del efecto dedesplazamiento, genera territorios sociales protegidos y territorios sociales desprotegidos. De estamanera se puede impulsar la concentracin de delitos en las zonas en las que precisamente seencuentran aquellos que ms han sufrido y sufren las consecuencias del delito y que son los queestn menos equipados (econmica, poltica y culturalmente) para generar medidas de seguridadcon respecto al mismo (Baratta, 1993; Pavarini, 1994a; Creazzo, 1996; Crawford, 1998).

    -Por ltimo, presenta implicaciones culturales muy adversas. Lo que Crawford (1997) denomina elnacimiento de una mentalidad de fortaleza a medida que las medidas de prevencin situacional yambiental se multiplican, el individuo cada vez ms busca encerrarse en mbitos protegidos, loque incide necesariamente en una separacin con respecto a los otros, un resquebrajamiento de lasrelaciones sociales basadas en la confianza (Pavarini, 1994a). Paradjicamente, como lodemuestran las investigaciones empricas sobre miedo al delito, esta agresividad de la expansinde la tctica situacional y ambiental se traduce en el incremento de la sensacin de inseguridad:

    ...solamente nos comunica cuan efmera y contingente la seguridad es realmente (Crawford,1998, p. 101).

    B) Tctica Social

    Esta tctica de prevencin del delito tiene residuos positivistas - aunque tambin demovimientos polticos progresistas y revolucionarios del siglo XIX. En el contexto de lacriminologa positivista en Espaa, Italia y Amrica Latina, sobre todo en sus versiones mssociolgicas de las primeras dcadas del siglo XX, se sola sealar a la reforma social como uninstrumento de la prevencin ante-delictum, ya que la criminalidad se reconoca como efecto de lasdesigualdades sociales, por lo que reducir o eliminar esas contradicciones sociales implicabareducir o eliminar la criminalidad (mayores salarios y puestos de trabajo, menos desocupacin, maseducacin... igual: menos criminalidad y ms seguridad) (Pavarini, 1994a)13.

    Esta relacin entre polticas econmicas y sociales y el problema del malestar social y lacriminalidad ha sido objeto de debate e intervencin en numerosos contextos culturales bajo la

    13 La visin que embrionariamente se encuentra presente en este sector del cdigo terico positivista esparcialmente diferente y contradictoria con aquella de la racionalidad y el programa polticos de lacriminologa positivista que hemos presentado en el apartado II de este documento de trabajo, bajo la idea detctica de la sospecha. Resulta interesante como en el mismo locus discursivo se articularon posiciones tancontrapuestas entre si, sin demasiadas discusiones sobre este punto.

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    gida de los diversos tipos de Estado Social, sobre todo en el perodo posterior a la segunda guerramundial, alejndose en mayor o menor medida del cdigo terico positivista. Se trata, podramosdecir, de la tctica contempornea de prevencin del delito que ms se liga al pasado,preexistiendo al momento del cambio paradigmtico de los aos 80.

    Como tctica de prevencin del delito est difundida en horizontes culturales muydiferentes entre s. Los mbitos en los que ms fuertemente se ha desarrollado desdelos aos 80 en adelante son: en el mundo anglosajn, especialmente en EE.UU. y enmenor medida en Gran Bretaa, en Francia y en el Canad francoparlante. Acontinuacin, presentaremos unas radiografas de esa tctica social en los dosprimeros contextos culturales, pues las particularidades que posee en cada uno sonmuy importantes.

    a. El Contexto Anglosajn

    Premisas Tericas.La tctica social tiene aqu como objeto las causas o predisposiciones sociales ypsicolgicas que hacen a los individuos o los grupos sociales producir delitos. La construccinconceptual de este objeto reenva a una pluralidad de teoras, desarrolladas en el marco de la

    criminologa anglosajona. En primer lugar, pues, trataremos de sobrevolar algunas de estas teoraspara luego pasar a describir algunas de las tcnicas de intervencin elaboradas en el marco de estasracionalidades y programas polticos. Crawford (1998) ha propuesto una forma de agrupar estasconstrucciones tericas anglosajonas en dos ejes, que representan dos modos de comprendercausalmente al delito: las teoras del control y las teoras del reforzamiento de la conformidad.

    Dentro del primer eje, ingresa contemporneamente la control theory de Hirshi,presentada hacia fines de los aos 60 y de una persistente influencia en el mbito acadmico ypoltico anglosajn. Hirshi reelabora temas evidentemente durkhemnianos y parsonianos,plantendose el problema del porqu las personas conforman su comportamiento a determinadasnormas sociales y como consecuencia, a contrario sensu, porqu no lo hacen. La respuesta laubica en el control social, a travs del cual el individuo es motivado a dejar de lado sus apetitosegostas y a respetar las reglas sociales. De esta manera, el grado de autocontrol que cadaindividuo posee en funcin de diversas variables sociales de control implica su habilidad para

    resistir o no la tentacin de participar en la realizacin de delitos. El delito es en esta perspectivael resultado de una socializacin defectuosa. Las instituciones claves a travs de las cuales seproduce la socializacin son la escuela y al familia, por lo que la prevencin del delito debe apuntara fortalecer las actividades de control social que ambas llevan adelante.

    Dentro del segundo eje, ingresa la teora de la anomia de Merton, que tambin ha tenidouna persistente influencia en el mundo anglosajn. Para Merton en la sociedad norteamericana sepresenta una disociacin entre los metas culturales que la estructura cultural impulsa para todos susmiembros xito econmico y prestigio social y los medios institucionalizados para alcanzarlas,de manera que una gran cantidad de personas deben enfrentar estos dos elementos con tipos deadaptacin individual que asumen dichas disociaciones - retraimiento, ritualismo, rebelda einnovacin. Las oportunidades legtimas de alcanzar las metas culturales no estn igualitariamentedistribuidas en la estructura social y por ende, aquellos a quienes les faltan son los que esbozanestos tipos de adaptacin individual divergentes, dentro de los cuales se ubican loscomportamientos delictivos. Tambin es posible insertar aqu la teora de la subculturas criminalesde Cohen, Cloward y Ohlin en tanto correccin de la teora de la anomia mertoniana, con respectoa la cuestin criminal. Desde este eje, la prevencin del delito debe apuntar a modificar laestructura de oportunidades, tanto legtimas como ilegtimas que son asequibles para los grupos de

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    individuos que pertenecen a los sectores ms bajos de la estructura social, intentando brindarles lasvas para apoyar o reforzar la permanencia en el tipo de adaptacin conformista14.

    Tcnicas de Intervencin. Desde estos marcos tericos en el mundo anglosajn se han desarrolladotcnicas de intervencin en los tres niveles que hemos aislado ms arriba (neighbourhood watch)de acuerdo al tipo de objeto al que se dirigen: primario, secundario y terciario. Las tcnicas deintervencin creadas en el espacio de esta tctica estn ms bien dirigidas a los ofensores que a lasvctimas, en funcin del razonamiento terico bsico sobre el que se asientan. Las tcnicas deintervencin terciarias dirigidas a los ofensores son todas aquellas que se han ido generando desdeel siglo XIX en los dispositivos institucionales de ejecucin penal en torno a los ideales de laresocializacin, la rehabilitacin social o la reintegracin social y explcitamente quedan fuera delcampo de nuestro anlisis pues, desde nuestro punto de vista, pertenecen al mbito de la polticapenal, tal como la hemos definido en la introduccin de este documento de trabajo.

    En cuanto a las tcnicas primarias las mismas se confunden frecuentemente, en el mbitoanglosajn, con las polticas sociales en general. En los aos 70, con la ola poltica neoliberal, lapotencialidad de las polticas sociales dirigidas a la poblacin en general para contribuir a laprevencin de los delitos fue seriamente puesta en duda, en el marco de la crtica global a laspolticas sociales mismas, en funcin de criterios economico-financieros y poltico-culturales, entanto ncleo duro del Estado Social. Como se sabe, las mismas fueron transformadas y recortadasabruptamente bajo la hegemona neoliberal tanto en EE.UU. como en Gran Bretaa a partir de finesde los aos 70 y en el punto de su relacin con la prevencin del delito, dichos cambios sejustificaron argumentando que en los aos 60 la expansin desmesurada de las polticas sociales yla mayor distribucin social de la riqueza no impidi que la tasa de delitos creciera sostenidamente.Sin embargo, lo que a fines de los noventa parece reinstalar esta cuestin es que en estos veinteaos de gobiernos neoliberales la tasa de delitos ha seguido creciendo en forma aun ms dramtica,mientras, de la misma manera ha aumentado la inequidad social.

    Sin duda, en el mbito anglosajn la tctica social se declina fundamentalmente en tcnicasde intervencin secundarias, dirigidas a los jvenes en tanto potenciales ofensores, como grupo deriesgo, para lograr que crezcan fuera del delito. Estas tcnicas de intervencin se han asentadoen dos operaciones bsicas, realizadas a travs de la investigacin emprica por parte de lasagencias gubernamentales en virtud de las premisas tericas ms arriba sealadas: la identificacin

    de los factores que probablemente impulsan a los jvenes al delito (factores de riesgo) y la14Las crticas que es posible esbozar a la control theory son las mismas que durante todo el siglo XX sehan construido en la teora social con respecto a las ideas de socializacin y control social de Durkheim yParsons. En buena parte, esas mismas crticas son vlidas con respecto a las teoras de la anomia y de lassubculturas criminales. Resulta imposible reproducirlas aqu en toda su extensin ya que sera precisoremitirse, slo en el mbito criminolgico, a la teora de las asociaciones diferenciales y el conflictonormativo de Sutherland y Cressey, al enfoque del etiquetamiento de Becker, Lemmert, etc, a las ideas sobretcnicas de neutralizacin y el proceso de desviacin de Matza y por fin, a las diversas formas decriminologa crtica o radical de los aos 70 - por no mencionar las diferentes perspectivas tericas que desdelos aos 80 a esta parte integran el debate criminolgico contemporneo. (para esta revisin critica, cfr. ,entre otros, Melossi, 1992 y 1996a; Downes-Rock, 1998) Baste sealar la imposibilidad de estasconstrucciones tericas de comprender a lo social como un espacio conflictual y pluralista en donde losprocesos de control social no son homogneos y universales sino heterogneos y particulares, y en el que, porende, no existe un conjunto de valores y normas sociales, al estilo de la conscience collectivedurkhemniana, sino diversas producciones significativas acerca de lo que est bien y lo que est mal, cuyaemergencia y suerte esta atravesada por las relaciones de poder en las que se cimientan las mltiplesconfiguraciones de lo cultural (Melossi, 1992, 1994, 1996a, 1997; Pitch, 1989 y 1996; Pavarini, 1994b).Ninguna de las ideas que se engloban en los dos ejes precedente aislados abandonan pues, en susimplicancias mas profundas, la imagen de lo social, monista y consensual, que leg la sociologa positivistadel siglo XIX y de all surgen sus mltiples limitaciones conceptuales y polticas.

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    identificacin de los factores que pueden hacer desistir a los jvenes de iniciar una carreracriminal (factores protectivos).

    Crawford (1998) nos presenta un ejemplo de estas tcnicas de intervencin secundariadesarrollada en los EE.UU., en base a estas premisas tericas y empricas. Es el

    High/Scope Perry Pre-School Project, por primera vez puesto en funcionamiento enYpsilanti, Michigan. Se trata de un esquema de intervencin temprana dirigido anios de entre 3 y 5 aos, identificados en funcin de sus situaciones familiares comoen riesgo de desarrollar una carrera criminal. Se inici en 1962 con 123 nios negrosde familias de bajos ingresos que fueron divididos en dos grupos; unos fueronenviados a un programa de desarrollo infantil y el resto se constituy en el grupo decontrol. El programa de educacin preescolar, altamente estructurado y basado en laidea del enriquecimiento cognitivo, funcion durante dos aos. Se combinaba convisitas a los hogares de los nios incluidos en el programa, con trabajo de asistencia asus padres. La evaluacin a largo plazo compar ambos grupos de nios cuandollegaron a la edad de 27 aos. Solo 7% de los nios/jvenes que pasaron por elprograma fueron alguna vez arrestados, un quinto de la cantidad de nios/jvenesarrestados en el grupo de control. Los miembros del programa adems fracasaron

    menos escolarmente, muchos de ellos se transformaron en propietarios de su hogar,tenan trabajo estable, etc. El senado de EE.UU. estim que este programa ahorr 5millones de dlares en gastos en el sistema de justicia penal por cada milln de dlaresinvertido en el programa. Otros proyectos en EE.UU. y Canad, que pusieron enfuncionamiento esta tcnica de intervencin parecen confirmar estos resultados, loque ha generado que en la dcada del 90, haya sido exportada tambin a GranBretaa.

    b) El Contexto Francs:

    Premisas Tericas y Estructura Administrativa. A diferencia de lo que sucedi y sucede en elcontexto anglosajn con la tctica social de prevencin del delito, cuya instalacin en las polticasgubernamentales es ms o menos fragmentaria y compite constantemente con las tcticas

    situacional-ambiental y comunitaria que son, sin dudas predominantes; en Francia la misma seconstituy en el eje central en este cambio de paradigma en las polticas del control del crimendesde los ltimos aos de la dcada del 70, dando lugar a una estructura administrativa de alcancenacional.

    En 1978 se cre el Comit Nationale de Prevention de la Violence et de la Criminalite,acompaado por una serie de comits departamentales destinados tambin a esta temtica. En1981, con la llegada al gobierno del Partido Socialista, estas estructuras se vieron fortalecidas y almismo tiempo su funcionamiento fue profundamente modificado. En 1983, Gilbert Bonnemaisonescribi el Informe del Comit: Face a la Delinquance, Prevention, Repression, Solidarite(Enfrentando al Delito: Prevencin, Represin, Solidaridad), que ha sentado la agenda de laprevencin del delito en Francia de all en adelante y ms all de los cambios electorales.

    El informe Bonnemaison planteaba el problema de la prevencin del delito en torno a tres

    conceptos claves: solidaridad, integracin y localidad. Sugera que las causas del delito seenraizaban en complejos y profundos factores sociales: las condiciones de vida, las condiciones detrabajo, los cambios en la organizacin de la vida familiar, la pobreza y la exclusin social. Porende, el Estado deba promover estrategias de integracin por las cuales aquellos grupos eindividuos en los mrgenes de la solidaridad social deban ser reincorporados al juego de lasinteracciones sociales. Los problemas centrales, segn Bonnemaison, en este sentido eran: losjvenes, los desempleados y los inmigrantes. El informe enfatizaba la prevencin del delito comouna actividad por entero diferente a aquella de la represin, ya que esta ltima era estructuralmenteincapaz de alcanzar las causas fundamentales de la cuestin criminal. Por eso mismo, la actividad

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    preventiva no poda ser confiada a las agencias estatales que integraban el sistema de justicia penal,sino que se deba crear una nueva estructura administrativa que deba instalarse en la dimensinlocal, para ser flexible y capaz de adaptarse a las circunstancias y contingencias de cada espaciourbano. En la dimensin local, todos los actores relevantes deberan cooperar e interactuar en eldiseo y ejecucin de las lneas de accin, tratando de generar soluciones horizontales,incluyendo no slo agencias estatales sino tambin actores de la sociedad civil.

    A diferencia de lo que sucede en el contexto anglosajn, las fuentes conceptuales de latctica social francesa estn constituidas por un abordaje que nace con ella misma sustancialmente, el Informe Bonnemaison, y no que la preexiste, aunque se vincula con laproduccin intelectual de una criminologa socialdemcrata y una criminologa crtica bastantedifundidas en los centros acadmicos franceses, aunque no tanto en las agencias gubernamentales(Baratta, 1993).

    A partir de este informe, en 1983, se estableci una nueva estructura administrativadedicada a la prevencin del delito dividida en tres segmentos: el Conseil Nationale de Preventionde la Delinquance (CNPD), encabezado por el Primer Ministro e integrado por representantes delos ministerios relevantes y los intendentes de las ciudades ms importantes; los ConseilsDepartamentaux du Prevention de la Delinquance (CDPD) y los Conseils Communaux duPrevention de la Delinquance (CCPD). Este ltimo segmento fue el central en el desarrollo de latctica social de prevencin del delito durante los aos 80 y 90 y en la elaboracin y puesta enfuncionamiento de las diversas tcnicas de intervencin.

    Los objetivos de estos CCPD fueron y son: coordinar la accin preventiva en el nivel local,definir los objetivos de la accin preventiva de acuerdo a las circunstancias locales y monitorear losprocesos de implementacin. En estos CCPD participaban tres tipos de actores: funcionarioselectos popularmente, funcionarios de la administracin de justicia y grupos de ciudadanos(voluntariado, sindicatos, etc.) y eran presididos por el intendente municipal.

    En los inicios de la dcada del 90, con la creacin del Ministere de la Ville y delConseil Nationale de la Ville en su seno, que reemplaz al CNPD y al que se le dio laresponsabilidad en materia de prevencin del delito, se produce un fortalecimiento institucionalmuy importante. En esta nueva estructura nacieron los contrat daction de prevention, entre el

    Estado y la ciudad o regin, para determinar los planes de accin en materia de prevencin deldelito con una extensin de tres aos y con sus propios esquemas de financiamiento. En laactualidad en Francia existen aproximadamente 700 CCPD en casi todas las ciudades medianas. Lainvestigacin emprica sobre la implementacin de los contratos de accin de prevencin parecedemostrar que en la prctica se le da un papel central a las reas urbanas ms deprimidassocialmente y a la mejora de la calidad de vida en ellas.

    El paquete de tcnicas de intervencin que signific el desarrollo de la estructuraadministrativa francesa despus del Informe Bonnemaison, ocasion que, a diferencia de loacontecido en el resto de los pases de Europa, la tasa de delitos descendiera a partir de 1985, en1986 y 1987. En el segundo ao el descenso fue de un 8%, siendo el mayor registrado desde 1972.Comparando las ciudades en las que se instalaron CCPD y aquellas en las que no, se observa un10% ms de reduccin del numero de delitos en las primeras. Sin embargo, como nota Crawford(1998) la carencia de investigaciones empricas dedicadas a evaluar en forma ms precisa las

    tcnicas de intervencin empleadas hace difcil sostener cientficamente una relacin de causalidadentre este paquete de intervenciones y la reduccin del delito15.

    15Es preciso reconocer el carcter progresista de la retrica poltica francesa relativa a la prevencin deldelito (Baratta, 1993; Pavarini, 1993; Creazzo, 1996; Robert, 1991) , mayormente centrada en la tcticasocial, anteponiendo al sistema penal, un juego de estrategias para reforzar la cohesin social - contra laexclusin social- basado en una estructura administrativa descentralizada en la dimensin local, pero almismo conectada con la dimensin central, que permite la combinacin de relaciones horizontales y

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    Tcnicas de Intervencin. Una de las tcnicas de intervencin de carcter secundario msdifundidas, en realidad precedi al Informe Bonnemaison y al nacimiento de la estructuraadministrativa a que este dio lugar. Como consecuencia de que en el verano de 1981 se produjerongraves disturbios urbanos, a partir de 1982 se gener una estrategia general llamada Anti-tChaud (Anti-Veranos Calientes) o ts Jeunes (Veranos Juveniles), luego denominadasOperations Prevention Et (OPE: Operaciones de Prevencin Veraniegas). Esta tcnica d