Cronología de la muerte y resurrección de Jesús

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Cronología de la muerte y resurrección de Jesús

J. Gabriel Piedra Quirós

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Mucho se ha escrito y enseñado sobre la cronología de los tres días y tres noches que van de la muerte a la resurrección de Jesús. La creencia más popularmente aceptada, es aquella que coloca su muerte el viernes de tarde, y su resurrección el domingo en la mañana. No obstante, denominaciones como la Iglesia de Dios del Séptimo Día, u otros grupos religiosos como los Judíos Mesiánicos, entre otros, colocan dicho lapso como constituyendo miércoles-sábado, alegando que la posición más aceptada es equivocada. En éste estudio –extraído de la obra titulada “Respuestas Sobre Profecía”, del mismo autor- se profundizan ambos argumentos a la luz de la Biblia, y se consulta el registro histórico para complementar y establecer con seguridad qué nos dice Dios acerca de éste tópico tan importante, y que para los adventistas del séptimo día, constituye una enseñanza muy significativa para el estudio de las 70 semanas de Daniel 9:24-27. Que ésta lectura sea de gran bendición para cada lector. Dios pueda bendecirles. Tiempo de la muerte de Jesús: datos que confirman los tres años y medio de la primera mitad de la semana Durante Su ministerio, Jesús celebró cuatro pascuas, la última de las cuales fue poco tiempo antes de su muerte: 1: Juan 2:13, 23. 2: Juan 5:1. 3: Juan 6:4. 4: Juan 12:1; Mateo 26:17-29; Marcos 14:12-25; Lucas 22:7-23; cf. Juan 13:21-30. Varios días transcurrieron entre la primera pascua y después del bautismo de Jesús (el comienzo de su ministerio): en Juan 1:29-34 encontramos el testimonio sobre el bautismo de Cristo; dos días después, se unieron a Él varios discípulos (Juan 1:35-42, 43-51), de acuerdo a los versículos en cursiva, mas la confirmación de su contexto. El pasaje continúa al declarársenos que “al tercer día” (la frase es un modismo común en hebreo y en griego que denota “el segundo día”; para ello véase como ejemplo Lucas 13:32), Jesús estuvo en unas bodas en Caná de Galilea (v. 2), agregándosenos al final del relato que Jesús y sus discípulos “descendieron a Capernaúm, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días” (v. 12). ¿Cuántos días pasaron allí? La Escritura no nos da ese dato. Luego, en el versículo 13, se dice que “estaba cerca la pascua de los judíos”, y no sabemos cuan cerca estaba, sin embargo, para efectos de la profecía de las setenta semanas, es completamente razonable afirmar que desde el bautismo de Cristo (que señala el inicio de su ministerio y el inicio de la última semana de año de las 70 semanas de años (490 años)), hasta la primera pascua, había pasado alrededor de medio año, puesto que entre las cuatro pascuas que se celebraron en el tiempo del ministerio de Cristo, tuvieron que haber pasado prácticamente tres años exactos, ya que Él murió un día después de que se celebraba la cuarta pascua (Juan 19:31-33; cf. Juan 13:21-30, entre otros [más adelante veremos un estudio sobre el tema]).

En Juan 12:1 se nos explica que Jesús fue a Betania “seis días ante de la pascua”, por lo tanto, los eventos registrados hasta antes del día de la crucifixión de Cristo (día de la celebración de la pascua), debieron haber transcurrido en dicho lapso de tiempo. En cuanto a Juan 5:1 en donde se nos dice solamente que “había una fiesta de los judíos”, ¿cómo saber a cuál celebración se refería? Un comentario bíblico nos ilustra las diferentes opiniones dando una respuesta razonable: “En el capítulo anterior (cap. 4:35), Jesús declaró que quedaban cuatro meses hasta la siega. Puesto que la cosecha de los cereales en Palestina se llevaba a cabo en abril y mayo, los sucesos del cap. 4 parecerían haber ocurrido en diciembre o enero. En ese mismo tiempo se celebraba la fiesta de la dedicación (también conocida como Hanuca) en todas las sinagogas de Palestina. Sin embargo, es dudoso que ésta sea la fiesta a la que se hace referencia aquí, no sólo porque no era una de las fiestas que los judíos celebraban regularmente en Jerusalén (Exo. 23: 14; Deut. 16: 16), sino también porque correspondía con el invierno (Juan 10: 22), un tiempo cuando difícilmente los enfermos habrían estado en los pórticos que rodeaban el estanque de Betesda. La fiesta siguiente era Purim, que acontecía en la mitad del último mes del año judío, cerca del primero de marzo.

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Aunque para entonces la temperatura habría sido más benigna, todavía es dudoso que Purim fuera la fiesta a que se hace referencia aquí porque -al igual que la fiesta de la dedicación- no era una de las grandes festividades cuando por lo general los judíos iban a Jerusalén. “Las otras tres fiestas con las cuales se ha identificado la del cap. 5: 1 -la pascua, Pentecostés y de los tabernáculos- todas se celebraban en Jerusalén y correspondían con períodos generalmente de un tiempo agradable. De estas tres, parecería que la pascua es la que más se puede identificar con la de este pasaje. Ya la identificó así Ireneo en el siglo II (Contra herejías ii. 22. 3). La misma expresión, “fiesta de los judíos” se usa para la pascua en cap. 6: 4, y la fiesta del cap. 5: 1 es la primera fiesta después del cap. 4:35 a la cual Jesús, al igual que los judíos en general, habría “subido” “a Jerusalén”. 1 Al suplirse una solución razonable a ciertas dificultades referentes al tiempo de la última pascua y la fiesta de Juan 5:1 representando dicha celebración, podemos determinar que Jesús tuvo un ministerio de 3 y ½ años, cumpliendo así con el período correspondiente a la primera mitad de la última semana de años.

Otro texto que nos ayuda a ver aproximadamente la duración del tiempo de la obra del Mesías, es el que trata sobre la parábola de la higuera estéril (Lucas 13:6-9). La higuera representa a Israel y es visitada por “un hombre” (v. 6), quien es el Padre, pero no encuentra fruto en ella, por lo que le dice al viñador (Cristo) que la corte (v. 7). El Padre agrega además, que hace tres años que viene a buscar fruto en la higuera (v. 7), por lo que se le dice al Señor que la corte, ya que se desperdicia la tierra (v. 7). Esto nos revela que el ministerio del Mesías llevaba hasta aquí 3 años, y con esto en mente, el viñador, o Cristo, responde al “hombre” (Dios Padre): “déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”. (Lucas 13:8, 9). ¿Cuánto tiempo pasaría desde la frase “déjala todavía este año”, pasados los tres años del versículo 7 de la obra del Mesías? No se nos dan datos específicos, pero sabemos que estaba cerca el viaje de Cristo a Jerusalén con sus discípulos, profetizando así sus sufrimientos y muerte (Lucas 18:31-33). La entrada en Jerusalén se dio poco después de la declaración anterior hecha por Cristo (Lucas 19:28-41). Sobre cuánto tiempo había transcurrido además, del último año de gracia dado a Israel para que diese frutos al tiempo de la parábola de la higuera, tampoco lo sabemos, pero lo que sí es cierto es que no pasó mucho debido a las declaraciones ya examinadas.

Cristo cesó el “sacrificio y la ofrenda” al ser Él, el sacrificio perfecto por el pecado. Todos los datos suministrados acá, nos llevan al año 31, ya que Cristo, al haber comenzando su ministerio luego de su bautismo en el año 27, y como señal del inicio de la última semana de años, que debería de llegar al año 34 para cumplir con los siete años de dicha semana, hace que la mitad sea el año 31. Varios escritores, antiguos y recientes, apoyan dicha fecha, de lo cual leemos: “[…] un respetable cónsul romano, Aurelio Casiodoro Senator, hacia el año 514 de nuestra era: ‘Durante el consulado de Tiberio César Augusto V y Aelio Seyano (U. C. 584, o 31 de nuestra era), nuestro Señor Jesucristo padeció, en la octava de las calendas de abril (25 de marzo), cuando se produjo un eclipse de sol como nunca se ha visto desde entonces.’ “Acerca del año y del día concuerdan también el concilio de Cesarea, 196 o 198 de nuestra era, la Crónica Alejandrina, Máximo el Monje, Nicéforo Constantino, Cedreno; y acerca del año, pero con días diferentes, concurren Eusebio y Epifanio, seguidos por Kepler, Bucher, Patino y Petavio, apuntando algunos la décima de las calendas de abril; otros, la decimotercera”.2 “La fecha de la primavera del año 31 como la de la crucifixión de Cristo, ha tenido también aceptación tanto por autores antiguos como modernos. Según Fabre d’Envieu, tanto Julio el Africano, Eusebio de Cesarea, San Epifanio, Crisóstomo y otros, habían aceptado la fecha del año 31 como la de la crucifixión.

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Maurice Chaume en la Revue Biblique, defiende la fecha del 31. Sobre esta base del artículo de Maurice Chaume, el Dictionaire Pratique des Connaissances Religieux ha defendido también el año 31 como fecha de la crucifixión de Cristo. El Journal of Biblical Literature, en un artículo de Grace Amadon, no sólo demuestra contundentemente que el año 30 no podía ser el de la crucifixión, sino que, además, la pascua de la crucifixión corresponde a la del año 31. Grace Amadon, en su artículo, ha logrado que la Enciclopedia CATOLICISMO declare que dichos trabajos del autor citado, hayan cuestionado las conclusiones aceptadas hasta entonces.

Pablo Caballero Sánchez, en su estudio sobre las 70 semanas de Daniel, establece también el año 31 como la fecha de la crucifixión. Y el Comentario de Ratisbona al Nuevo Testamento, prefiere escoger también la fecha del año 31 como la de la muerte de Cristo”.3 El argumento de un erudito al que hemos citado ya varias veces, y que intenta contrarrestar que Cristo falleció el año 31 d.C., señala que la profecía de Daniel 9:24-26 “no es mesiánica”.4 Independientemente de su afirmación, de lo cual ya se demostró lo contrario ¿dónde está su argumento de que Cristo murió o no en el año especificado? Al menos en la fuente de la que fue tomado lo anterior, no leemos nada sobre el particular. ¿En qué día cayó la Pascua del año 31 d.C.? ¿Por qué esto es importante? Porque muchos teólogos modernos colocan la Pascua del año 31 d.C. un día viernes, y no jueves, por causa de las referencias encontradas en el Evangelio de Juan, que parecen colocar la Pascua el viernes de la comparecencia y crucifixión de Jesús (Juan 18:28, 39; 19:14, 31, 42). Un calendario rabínico actual, junto con el dato del viernes de crucifixión, mas varios datos astronómicos suministrados, han llevado a muchos a concluir en conjunción con los datos de Juan, que la Pascua del año de crucifixión debió caer en el año 30 d.C., y no en el 31. ¿Es esto así de simple? ¿Qué hay de los testimonios de los evangelios sinópticos? Estos son claros en establecer que esa pascua fue celebrada el día anterior a la crucifixión (Mateo 26:17-19, y allí celebraron a la llegada de la noche la cena del Señor, instituida por Cristo (vs. 20-29); cf. Marcos 14:12-16; Lucas 22:7-23). El primer versículo de los pasajes entre paréntesis de hecho muestra que ese día era necesario sacrificar y comer el cordero pascual, por lo que el relato de los sinópticos es más claro, máxime que los textos del evangelio de Juan no expresan específicamente que el cordero pascual se sacrificaría el viernes de crucifixión. ¿Por qué entonces parece haber una discrepancia entre los datos suministrados por los primeros tres evangelios y el de Juan? La solución está en la íntima relación que los judíos en tiempos de Jesús sostenían entre la Pascua y la fiesta de los Panes Ázimos o Panes sin Levadura. La pascua se llevaba a cabo el día 14 de Nisán (Éxodo 12:6-11), que sería el primer mes para los judíos (v. 2. cf. Levítico 23:5; Números 9:2, 3). También se llamaría al primer mes Abib (Deuteronomio 16:1). La Escritura registra una relación estrecha entre la Pascua y los Panes sin Levadura (Éxodo 12:14-20). En efecto, el primer día de los panes sin levadura iniciaba el mismo 14 de Nisán (v. 18). Al celebrarse dicha fiesta desde la tarde, las escrituras vinculan el inicio de esta en el día 15 (Levítico 23:6). La estrecha relación de la fiesta de los panes sin levadura con la pascua es evidente por los registros de los evangelios sinópticos sobre el año de la crucifixión, donde claramente se manifiesta que en el primer día de los panes sin levadura se comería la pascua por Cristo y sus discípulos (Mateo 26:17; Marcos 14:12; cf. v. 1; Lucas 22:7). Lucas registra que la fiesta de los panes sin levadura, se llamaba la pascua (Lucas 22:1). Dicho de otra manera, la íntima relación entre las dos fiestas hizo que incluso la fiesta de los panes sin levadura llegase a ser reconocida como la Pascua. Testimonios extrabíblicos son citados a continuación de una fuente:

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“En el tratado Pesahim de la Mishna, dedicado por entero a la Pascua, “se habla del Templo como lugar del sacrificio, y de las casas como lugar del banquete. En el rito del Templo se incluye la inmolación y rito de sangre (Pesahim V), y luego en la casa se asa la víctima (Pesahim V, 10.VII) y se celebra el banquete (Pesahim X). El banquete tiene el carácter de una comida greco-romana, y lo comen echados según la costumbre de la época (Pesahim X, 1ª). Las hierbas sirven como ensalada preparatoria a la comida (Pesahim II, 6ª; X, 3), y se toman cuatro copas de vino, que contribuyen a dar solemnidad al banquete (Pesahim X). Hay obligación de narrar el Éxodo en respuesta a las cuatro preguntas de los comensales (Pesahim X). En esta época Pascua y Ázimos son una misma fiesta”, Santos Ros Garmendia, La Pascua en el Antiguo Testamento (Ed. Vitoria, 1978), 294-295. A esta última declaración debo agregar que aunque se identifiquen esas dos fiestas en el Nuevo Testamento por la relación tan estrecha del sacrificio con la comida, no por eso dejan de estar bien diferenciadas”.5 Cristo jamás hubiese transgredido la ley y llevado a sus discípulos a hacerlo con el acto de celebrar la pascua un día diferente del indicado por las Escrituras, por lo que el jueves, es decir, el día antes de la crucifixión, celebró la pascua con sus discípulos de acuerdo a lo registrado en la Palabra de Dios. Otro pasaje del evangelio de Juan parece estar en discordancia con los sinópticos: “Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua”. (Juan 18:28). Alberto R. Treiyer nos dice sobre éste pasaje, que al no dejarse nada de la comida pascual hasta la mañana (Éxodo 12:10), pareciese indicarse que la declaración del apóstol afirma que el sacrificio del cordero pascual no había tenido lugar aún, por lo cual el 14 de Nisán habría caído el viernes; y Juan estaría en aparente contradicción con el testimonio de los evangelios sinópticos.6 De acuerdo al ceremonial judío, el que los regentes de la nación se involucraran en cualquier clase de contaminación que incluía sangre humana como un muerto o un condenado a muerte, o algún tipo de contaminación menor que se extendiese hasta la puesta del sol o toda la semana (Levítico 11-12, 15; 21:1-4,11-12), hacía que no pudieran participar de las ceremonias de la fiesta, la cual incluía el comer panes sin levadura y el resto de los sacrificios (Números 19:11; Hechos 5:28). Semejante contaminación no sólo implicaba tocar sangre o algún cadáver, sino también estar en el lugar donde eso permaneciera (Levítico 15:19-27; 21:11, 12). De ahí que ningún cadáver podía llevarse al templo, ni ejecutarse a nadie en éste, ni que ninguna persona estuviera contaminada por haber palpado un muerto, y que debiera entrar así a la ciudad (Éxodo 21:14; Números 19:3, 9,14-16).7 El Dr. Treiyer concluye sobre éste punto: “El agravante que encontraban esos líderes religiosos, según sus escrúpulos particulares, tenía que ver, además, con su presencia en un lugar pagano en un día sagrado (Lev 23:7; Núm 28:17). Siendo que los gentiles o paganos comían carnes inmundas y no practicaban los rituales de purificación requeridos cuando se tocaba sangre o cadáveres humanos (véase Lev 15:30), y los dirigentes judíos sabían cuánta sangre se derramaba con los castigos que infligían los romanos a los condenados, antes de crucificarlos, no querían ser mirados por el pueblo como siendo indignos de participar en el ritual de sacrificios y en su comida típica. Aún Pedro fue mal mirado por los de la circuncisión, por haber entrado en la casa de un centurión romano, poco después en un día común (Hech 11:2-10). ¡Cuánto peor hubieran sido mirados los dirigentes judíos al contaminarse en un tribunal pagano al principio de la semana pascual! “No querían entrar en el tribunal romano. Según su ley ceremonial, ello los habría contaminado y les habría impedido tomar parte en la fiesta de la Pascua” (DTG, 671)”.8

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En vista de lo establecido hasta acá, se ha de concluir que la Pascua a comerse, indicada en Juan 18:28, hace referencia a la fiesta de los Panes Ázimos. Es en esta forma que concluimos que la fiesta de los panes sin levadura, al ser también reconocida como la Pascua (Lucas 22:1), es la señalada en los pasajes del evangelio de Juan. Si bien la Pascua misma comenzaba el día 14 de Abib o Nisán, como ya se indicó, al comenzar al atardecer, la Biblia lo liga al 15 de este mes (Levítico 23:6); de ahí que la preparación de la Pascua determinada en Juan 19:14, señala a la preparación de la fiesta de los panes ázimos. Este análisis provee una armonía entre los evangelios sinópticos y el de Juan. En cuanto al sábado grande de Juan 19:31, el cual antecedía al viernes de preparación, ¿a qué se refiere? Leemos al respecto del tema: “Esta expresión puede interpretarse de diferentes maneras. Según el contexto, se refiere más definidamente a un sábado especial porque el semanal literal seguía al primer sábado festivo (viernes), o simplemente, porque ese sábado semanal era especial ya que caía en una semana de fiesta, no porque cayese en el mismo día del sacrificio del cordero pascual (14 de Nisán), ni tampoco en la ocasión en que se participaba de su comida (15 de Nisán). “La Mishna (Pesahim 5:1) es clara en afirmar que cuando la Pascua en sí caía el viernes, se sacrificaba el cordero media hora después de la hora sexta (12:30 de la tarde), y se lo ofrecía media hora después de la hora séptima (1:30 de la tarde). Por lo tanto, el viernes de la crucifixión no puede considerarse como habiendo tenido lugar en la víspera de la Pascua. En armonía con los otros evangelios, Juan afirma entonces que ese viernes tuvo que ver con el primer día de la semana de los Panes Ázimos, y no con el día del ofrecimiento del cordero Pascual”.9 Por otra parte, el griego de la frase “día de preparación”, a saber, “paraskeuē” (παρασκευή), no hace referencia a la pascua judía, sino al viernes semanal, como se verá claramente páginas más adelante en este capítulo, ya que será intrínsecamente necesario mencionarlo allí por razones de sobra que serán notadas. De esta forma, podemos concluir una vez más que Cristo murió indudablemente en el año 31 d.C., y no en el año 30, como mucho se ha supuesto. Los tres días semanales de la crucifixión y muerte de Jesús Ya que la cronología viernes-domingo es apoyada por el hecho de que Cristo celebró la Pascua un jueves de noche, y fue crucificado al día siguiente (viernes), resucitando el primer día de la semana (domingo), hemos de analizar más profundamente la Biblia sobre esto, ya que muchos creen que es errado. Argumentos en contra del viernes de crucifixión y el domingo de resurrección Quienes intentan refutar el viernes como el día de crucifixión de Cristo y el domingo como el de su resurrección, nos dicen que el testimonio bíblico de que Jesús estaría tres días y tres noches en la tumba, es determinante para establecer los días en que todo eso ocurrió. En vista de ello, se alega que Cristo estuvo tres días y tres noches exactos, es decir, 72 horas en la tumba, para luego resucitar; pero quienes apoyamos el viernes como el de su crucifixión afirmamos que Jesús murió ese día en la tarde (Mateo 27:46, 50; Marcos 15:33, 34, 37; Lucas 23:44, 46); que por ende descanso los últimos momentos del viernes, y el sábado completo, y parte de la mañana del domingo (Mateo 28:1; Marcos 16:1; Lucas 23:55, 56) resucitando la mañana de ese día, el primero de la semana (Mateo 28:1-10; Marcos 16:2-8; Lucas 24:1-7; Juan 19:31; 20:1-18), no abarcando entonces los tres días completos en que la Biblia declara que Cristo estaría en la tumba. De hecho, la Palabra de Dios declara que Jesús mismo estaría tres días y tres noches en la tumba (Mateo

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27:63), afirma lo mismo indicando que resucitaría después de tres días (Mateo 27:63; Marcos 8:31; 9:31 [de acuerdo al griego]; 10:34 [de acuerdo al griego]). Uno de los pasajes más mencionados por los detractores de la posición que defendemos, es el de Mateo que registra la señal de Jonás señalada por Cristo a los judíos. Tres días y tres noches dice la Escritura, como sucedió con Jonás en el vientre del gran pez (Mateo 12:40). El pasaje desde el versículo 39, nos dice: “El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. (Mateo 12:39, 40). Una posición diferente sobre el día de crucifixión y el día de resurrección de Jesucristo ¿Cuál es la posición que ofrecen entonces los críticos de la enseñanza mencionada? Puesto que el registro bíblico establece que Jesús resucitó en la mañana del primer día de la semana, como ya vimos, se cuentan tres días y tres noches completos hacia atrás, es decir, el día y noche completo del jueves, el día y noche completo del viernes, y el día y noche completo del sábado, concluyendo automáticamente que su crucifixión debió de ocurrir la tarde del miércoles, para así poder pasar el día completo y la noche completa del jueves en la tumba. Lo anterior se defiende considerando que Cristo murió un 14 de Nisán, es decir, cuando se sacrificaría el cordero pascual, aludiendo a los datos que ofrece Juan en su evangelio. Las conclusiones son en suma, considerando el cómputo de puesta de sol a puesta de sol de los judíos: Que Cristo fue arrestado la noche del martes, crucificado la tarde del miércoles, estuvo en la tumba la noche del jueves y todo el día del jueves, la noche del viernes y todo el día viernes, y la noche del sábado y todo el día sábado. El miércoles de crucifixión habría sido celebrada la Pascua, es decir el 14 de Nisán (Juan 19:31), mientras que el día jueves sería ‘día de reposo de gran solemnidad’ (Juan 19:31), siendo el 15 de Nisán el primer día de la fiesta de los panes sin levadura (Levítico 23:6). Este último sería considerado ‘día de reposo de gran solemnidad’ porque el primer día de los panes sin levadura era de reposo (v. 7). El sábado semanal era de reposo, cuando Cristo se presume resucitó, según la posición que analizamos. De esta forma, se señala que hubo un sábado doble: por el jueves del primer día de los panes sin levadura y el sábado semanal. Así, cuando María Magdalena y la otra María fueron el primer día de la semana al sepulcro, cuando Jesús resucitó, se dice que fue, “Y al final de los sábados” (Mateo 28:1). La oración anterior en griego es “opse de sabbaton” (VOye. de. sabba,twn), y es traducida literalmente como la transcribimos. La frase referiría los dos sábados ya señalados. ¿Resulta ésta posición ser la correcta con respecto al día de crucifixión y día de resurrección de Jesús, junto con la explicación dada de los sábados, y por lo tanto incorrecta la cronología viernes-domingo? Lo veremos a continuación. ¿En cual día murió Jesús, y cuál fue el día de su resurrección? Difícilmente, la cronología miércoles-sábado puede sostenerse a raíz de muchos otros testimonios bíblicos no suministrados por dicha tesis. Al analizársela, se dará respuesta al mismo tiempo a la cronología viernes-domingo. Primeramente, si bien existen referencias bíblicas que colocan la resurrección de Cristo después de tres días en la tumba, según los textos ya citados, otros pasajes colocan su resurrección en el tercer día desde su muerte (Mateo 16:21; 17:22, 23; 20:19; 27:64; Lucas 9:22; 18:33; 24:7, 46; Hechos 10:39, 40; 1 Corintios 15:3, 4). A primera vista, esto representa en apariencia una flagrante contradicción con aquellos pasajes que especifican la resurrección del Señor hasta después de tres días desde su muerte.

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Uno de los textos más claros sobre la resurrección de Jesús no luego de pasados tres días completos, sino en el tercer día mismo, está en el evangelio de Lucas: “Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”. (Lucas 24:13-21). Obsérvese con cuidado, que dos de los seguidores de Jesús, mientras viajaban a Emaús, hablaban “todas aquellas cosas que habían acontecido”. ¿Qué cosas? De las manifestadas en el contexto anterior al pasaje: la resurrección de Jesús atestiguada por María Magdalena, Juana, y María la madre de Jacobo (vs. 1-12). De hecho, la frase “todas aquellas cosas que habían acontecido”, es mucho más clara en el griego original, al decir, “pántos tos sumbebekotos toútos” (pa,ntwn tw/n

sumbebhko,twn tou,twn), que se traduce literalmente como, “de todas las cosas que habían acontecido estas”. La frase es muy específica, señalando el contexto inmediato que hemos indicado del pasaje en cuestión: la resurrección de Jesús. Mientras los dos viajeros hablan entre sí sobre esto, Jesús les pregunta por lo que hablan y cuál es la causa de su tristeza, a lo que Cleofas le pregunta si él es el único extranjero que no ha sabido las cosas acontecidas en “estos días”. Cuando Cristo pregunta sobre qué cosas, le responden: “De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido”.Evidentemente, “todo lo acontecido” no puede involucrar las obras de Cristo mencionadas por uno de los viajeros, porque hace más de tres días que eso había acontecido, dada su muerte. El contexto más factible es la obra impía del malvado juicio llevado en su contra, su sentencia de muerte y su crucifixión, hasta el momento en que los viajeros hablan a Jesús. Ya vimos que hay numerosos pasajes donde se establece que Jesús resucitaría al tercer día, y no después de tres días, por lo que el contexto más inmediato a lo sucedido en el tercer día de acuerdo a las declaraciones de Cleofas, es la crucifixión misma, máxime que el contexto de lo que hablaban tiene que ver con eso, como ya se subrayó. Quienes apoyan la cronología miércoles-sábado, tratan de dar respuesta a la declaración de Lucas afirmando que el tercer día mencionado por Cleofas es el tercer día desde el jueves, y no desde el viernes, pero las declaraciones sobre la resurrección de Jesús al tercer día desde su muerte, y profetizados por Él mismo, rechazan completamente ésta posición. ¿Cuál es la respuesta entonces a la aparente discrepancia entre los pasajes que señalan la resurrección de Jesús después de tres días desde su muerte, y aquellos que colocan dicho acontecimiento en el tercer día desde su crucifixión? Cómputo inclusivo El cómputo inclusivo está en las Escrituras, y es aquel que puede involucrar una cantidad menor de tiempo a la establecida por un sujeto en cuestión, como lo refiere el Dr. Samuele Bachiocchi en los siguientes ejemplos: “Un Egipcio Abandonado. 1 Samuel 30:12 nos habla de un sirviente egipcio abandonado quien “no había comido pan ni bebido agua por tres días y tres noches”. El uso idiomático de ésta

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expresión es mostrada por el siguiente verso, Donde el criado manifiesta que su maestro le había dejado "hace tres días " (v. 13). Si los “tres días y las tres noches”, significaban que deben ser tomados literalmente, entonces el criado debería haber dicho que él había sido dejado hacia cuatro días. “La Visita de Ester al Rey. Otro ejemplo explícito de cómputo inclusivo de día se encuentra en la historia de la visita de Ester al rey. Cuando la Reina Ester fue informada por Mardoqueo sobre el plan de exterminar a los judíos, ella le envió el siguiente mensaje: “Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey”. (Ester 4:16). “Si Ester pensó que los tres días y tres noches debía tomarlos literalmente como un período de 72 horas de ayuno, entonces ella debería de haberse presentado ante el Rey en el cuarto día. Sin embargo, unos pocos versículos después nos dicen que Ester fue ante el rey “al tercer día” (Ester 5:1). Ejemplos como éstos muestran claramente que la expresión “tres días y tres noches” es usada idiomáticamente en las Escrituras no para indicar tres días completos de 24 horas, sino tres días de los cuales el primero y el tercero podrían haber consistido de tan sólo un fragmento de un día”.10 Algunos otros ejemplos sobre cómputo inclusivo son: Génesis 40:16-23; 42:17-20; Números 19:11-16; Josué 9:16, 17; 1 Samuel 30:12; 2 Crónicas 10:12; Ester 4:16; 5:1. Bacchiocchi cita además fuentes extrabíblicas que apoyan el cómputo inclusivo: “Literatura Rabínica. Ejemplos explícitos para el cómputo inclusivo de día también se encuentran en la literatura Rabínica. Rabí Eleazar ben Azariah, quien vivió cerca del año 100 d.C., declaró: “Un día y una noche son una Onah [‘una porción de tiempo’] y la porción de un Onah es como el entero de éste”. Hay otras instancias en la literatura Rabínica donde los “tres días y tres noches” de Jonás 1:17 son combinados con pasajes del Antiguo Testamento los cuales mencionan eventos que toman lugar “en el tercer día”. “Es de acuerdo a esta luz”, escribe Gerhard Dilling en el Theological Dictionary of the New Testament [Diccionario Teológico del Nuevo Testamento], “que nosotros entendemos Mateo 12:40”.11 “La Práctica judía. La práctica de cómputo inclusivo de día, según La Enciclopedia Judía, un libro estándar de referencia Judío, todavía está en boga entre los judíos de hoy [el cómputo inclusivo]. “En la vida comunal judía la parte de un día se cuenta a veces como un día; por ejemplo, el día del funeral, incluso cuando lo último toma lugar a la caída de la tarde, es contado como el primero de los siete días de luto; un corto tiempo en la mañana del séptimo día se cuenta como el séptimo día; la circuncisión tiene lugar en el octavo día, aunque en el primer día sólo unos pocos minutos han pasado después del nacimiento del niño, éstos son contados como un día”.12 A raíz de la existencia de éste sistema de expresar el tiempo, puede comprenderse perfectamente bien el porqué Jesús no habría estado tres días completos en la tumba. Para algunos, el uso del cómputo inclusivo es tan solo una excusa para defender una “insostenible” cronología viernes-domingo, sin embargo, todo lo establecido acá tiene una sólida base bíblica, y no puede ser ignorada. Los tres días de Jesús en la tumba, y la señal de Jonás Muchos creen que la señal de Jonás indicada por Cristo en Mateo 12:39, 40, es el período de tiempo que pasaría en la tumba. Citamos nuevamente el pasaje: “El respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres

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noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. (Mateo 12:39, 40). A primera vista, el texto parece señalar que en realidad la señal de Jonás involucra un sentido del tiempo, sin embargo y como muy bien señala Bacchiocchi, otros pasajes hacen mención de la señal de Jonás pero desprovista del tiempo (Mateo 16:4; Lucas 11:29-32).13 El texto de Lucas pone el énfasis en Jonás con respecto a su misión en Nínive, señalando que Jesús sería levantado para realizar una misión especial, pero al mismo tiempo su resurrección sería clave (Mateo 12:40).14 Otros testimonios extra-bíblicos también señalan que los cristianos de hace siglos comprendían que la señal de Jonás hacía alusión a la resurrección de Jesús, como se atestigua en muchos frescos de las catacumbas, donde la resurrección de Jesús es simbólicamente representada como Jonás al ser arrojado por la ballena.15 Tomando en cuenta que el cómputo inclusivo está involucrado en aquellos pasajes donde Cristo declaró que resucitaría al tercer día, es evidente que la mención de los tres días y tres noches de Jonás en el vientre del gran pez en Mateo 12:40, son tan solo una mención que es considerada inclusiva, y no un complemento a la señal de Jonás. La pascua no ocurrió el día de la crucifixión Ya vimos que la pascua no ocurrió el día en que Cristo fue crucificado, sino la noche de la Cena del Señor, antes de su arresto. De esta forma, es imposible establecer que el jueves concordase con el primer día de los panes sin levadura, el cual si aceptamos la cronología viernes-domingo, cayó el día sábado semanal, el sabbath del cuarto mandamiento. El día de preparación de Juan 19:14 Juan 19:38-42 registra la sepultura de Jesús. El versículo 42 nos dice que ese día era “la preparación de la pascua”. En griego, dicha frase es “paraskeuē” (παρασκευή), y su presencia en otros pasajes descarta la traducción anterior, la cual está basada en la conclusión de que Cristo fue crucificado el día en que se sacrificaría el cordero pascual, por lo que es antojadizo. Leemos sobre el uso del término: “La primera razón dada para interpretar “el día de Preparación” como significando miércoles en lugar de viernes es que “el día antes del Sabbath semanal nunca fue llamado una ‘preparación’ en la Biblia”. Esta razón es inverosímil, por decirlo delicadamente, porque pasa por encima del irrefutable uso Bíblico e histórico del término “Preparación-paraskeue” como una designación técnica para “viernes”. En adición a su uso en Juan 19:14, el término “Preparación-paraskeue” es usado cinco veces en los Evangelios como una designación técnica para “viernes” (Mateo 27:62; Marcos 15:42; Lucas 23:54; Juan 19:31, 42)”.16 Lo anterior es reforzado por las siguientes declaraciones de la misma fuente citada: “Definición de Marcos. Marcos 15:42 proporciona lo que es quizás la más clara definición de la expresión “día de Preparación” por la declaración: “porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo”. Note que en el Griego las dos frases “la Preparación” y “la víspera del día de reposo (Sabbath)” son dadas cada una con un solo término técnico: “paraskeue-Preparación,” y “pro-sabbaton- víspera-Sabbath”. Traducido literalmente el texto se lee: “Fue la Preparación, que es, la víspera del Sabbath”. Por razón de claridad, Marcos usa dos términos técnicos aquí, ambos designan inequívocamente lo que nosotros llamamos “viernes”.

“El término “prosabbaton-víspera-Sabbath “fue usado por los Judíos Helenistas para designar explicita y exclusivamente “el día antes del Sabbath, i.e. viernes” (Judit 8:6; 2 Mac. 8:26). Así

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Marcos, por definición “paraskeue-Preparación” como siendo el “prosabbaton-víspera-Sabbath”, da la definición más clara posible para sus lectores gentiles de lo que él quiso decir por “paraskeue”, a saber, el día antes del Sabbath semanal. Clarificaciones de las referencias de tiempo por una cláusula significativa son comunes en Marcos, evidentemente porque el autor supo que sus lectores gentiles no estaban familiarizados generalmente con términos y costumbres judíos”.17 Las siguientes citas amplían el uso de “paraskeuē” comparándolo con el idioma arameo, el cual usaron los judíos en tiempos de Cristo, además de examinar su uso en documentación tradicional judía: “Una Designación Técnica para “Viernes”. Un lector Inglés no puede ver el uso técnico del término “Preparación”, porque en el idioma Inglés semejante término es un nombre genérico que no significa “viernes”. La situación fue muy diferente en el Griego Semítico de nuestro documento Palestino, sin embargo, donde el término “paraskeue” fue el equivalente Griego de la palabra Aramea “arubta-víspera”, ambos de los cuales fueron comúnmente usados para designar “viernes”.18

Charles C. Torrey nos explica el uso y designación de los días de la semana comparándolos con el viernes: “En Arameo, como Charles C. Torrey explica, “los días intermedios de la semana fueron designados por números, ‘tercero, cuarto, quinto’, pero viernes siempre fue arubta; no hubo ‘día sexto’ de la semana;... Su equivalente Griego, paraskeue-viernes, fue adoptado igualmente, desde el principio, por la Iglesia Griega”.19

La Didache, o La Enseñanza de los Doce Apóstoles, es un documento que expresa el uso tradicional de “paraskeuē”, y allí se usa de la siguiente forma: “El uso de los primeros cristianos del término “paraskeue”, como una designación técnica para viernes es bien atestiguado aún fuera del Nuevo Testamento. La Didache (o La Enseñanza de los Doce Apóstoles), datado entre el 70 al 120 d.C., manda a los cristianos a ayunar “el cuarto día y Preparación” (8:1), eso es, miércoles y viernes. Es notable que el viernes es designado simplemente como “Preparación-paraskeuen”, sin el artículo o el nombre “día”, indicando así el uso técnico del término”.20

Tertuliano, también clarifica lo extendido del uso del vocablo griego en su época: “Por el tiempo de Tertuliano (c. 160-225 d.C.) paraskeue había llegado a ser como un nombre fijo para viernes, que aún incluso se defendía que éste había sido el nombre para viernes desde la creación. Estos, y ejemplos similares, claramente indican que los cristianos adoptaron la práctica judía de numerar los primeros cinco días de la semana y llamando al sexto y al séptimo como paraskeue y sabbaton—Preparación y Sabbath”.21 En la época de Cristo, el término “paraskeuē” ya era durante mucho tiempo un término técnico

usado en referencia al viernes, siendo el equivalente hebreo de “ereb shabbath”.22

Nunca el término “paraskeuē” fue utilizado para señalar la víspera de la pascua ni de ningún otro día festivo de la Biblia. Sin duda, el vocablo es una referencia irrefutable del día viernes, señalando la preparación para el sábado bíblico.

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El sábado de gran solemnidad de Juan 19:31 Los creyentes de la cronología miércoles-sábado, alegan que el día ‘sábado de gran solemnidad’ posterior a la crucifixión, se refiere al sábado de celebración de la pascua y de la fiesta de los panes sin levadura, ya que nunca el sábado semanal del cuarto mandamiento fue llamado de esa forma. Sin embargo, ésta posición, que toma en cuenta que el término “paraskeuē” alude supuestamente a la preparación de la pascua, indica presuntamente a ese sábado ceremonial; pero vimos que el vocablo señala al viernes, y no un día de preparación para la pascua. Además, tampoco los sábados ceremoniales fueron conocidos como ‘sábados de gran solemnidad’. Otro error tiene que ver con los términos utilizados para designar los sábados ceremoniales en el Antiguo Testamento, como muy bien señala un autor ya citado: “Esta creencia es desacreditada por el hecho de que el día de expiación es designado por la expresión compuesta shabbath shabbathon, significando “un sabbath de solemne descanso” (Lev. 23:32; 16:31). Pero esta frase es rendida en la Septuaginta por la expresión compuesta griega “sabbata sabbaton”, la cual es diferente del simple “sabbaton” usado en las narrativas de la Pasión. Es por consiguiente lingüísticamente imposible interpretar lo última como una referencia al día de la Pascua o a cualquier otro día de fiesta anual, ya que estos nunca se designan simplemente como “sabbaton”.23 “[…] error asumido es que el término “gran día-megale hemera”, usado en Juan 19:31, es empleado en la Escritura para designar la fiesta anual de la Pascua (un Sabbath ceremonial), en lugar de un Sabbath semanal especial. Desafortunadamente, no existen ejemplos Bíblicos o extra-Bíblicos citados para apoyar esta creencia—la razón es que simplemente tales ejemplos no existen”.24 Agrega Bacchiocchi además, que un notable erudito judío llamado Israel Abrahams, no halla ni un solo caso donde el término “gran día” o “gran Sabbath” (“día sábado de gran solemnidad”) como es expresado en Juan 19:31, aparezca en la literatura rabínica, alegando que probablemente sea un uso posterior para designar al Sabbath de Pascua, como siendo prestado de la iglesia, aunque no hay evidencias para demostrarlo.25 Por otra parte, según la fuente citada, es absolutamente indiscutible que los términos “buen Viernes” y “Sábado Santo”, fueron términos comunes utilizados por la iglesia para designar el día de la crucifixión y sepultura de Cristo. “Es notable que Georgius Codinus (siglo 15) da el término oficial para “Viernes santo” como “he megale paraskeue—la gran Preparación”. Esto sugiere la posibilidad de que incluso el Sabbath de la semana de la Pasión llegó a ser conocido por los primeros cristianos como un “gran día” o un “Gran Sabbath”.26 “Nótese que también debe tomarse en cuenta el hecho de que, de acuerdo a los ejemplos dados por Strack y Billerbeck, en la literatura Rabínica tardía el séptimo-día Sabbath es considerado como un “gran día” si correspondiese con el 15 de Nisán, ya que ese fue el primer día de fiesta de la Pascua, o si correspondiese el 16 de Nisán, porque en ese día el omer o primera gavilla de cebada era ofrecida de acuerdo a la tradición Farisaica”.27 ¿Cuáles son los sábados referidos en Mateo 28:1? El argumento esgrimido de que los sábados de Mateo 28:1, cuya frase en griego es “Opse de sabbaton” (VOye. de. sabba,twn), es decir, “Y al final de los sábados”, es una referencia a dos sábados, el ceremonial de pascua y el semanal, no tiene validez, al ya haberse considerado que es imposible que el sábado de Juan 19:31 fuese el sábado de pascua; sumado al hecho de que, como señala Harold W. Hoehner de la siguiente manera: “El término Sabbath está frecuentemente (un tercio de todas sus ocasiones en el Nuevo Testamento) en la forma plural en el Nuevo Testamento

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cuando solo un día está en consideración. Por ejemplo, en Mateo 12:1-12 ambos, la forma singular y la plural, son usadas (cf. esp. v. 5)”28 Citamos otros ejemplos sobre la forma plural del sábado en el Nuevo Testamento: Marcos 1:21; 3:1-4; Lucas 4:31; 6:2-5; Hechos 13:27; 17:2; 18:4. Todas las referencias a paganismo derivadas del domingo de resurrección como cuentan los registros sobre Nimrod, no pueden ser tomadas en cuenta para desacreditar el testimonio bíblico, sino que más bien tales semejanzas con la cronología viernes-domingo como sucedió con Cristo, han de deberse por ende muy probablemente a una falsificación anterior fraguada por el diablo, así como aquellos templos en Egipto que son anteriores al diseño del santuario israelita, y otros ejemplos más. ¿Cuándo fue la mañana de la resurrección? Aquellos que apoyan la cronología miércoles-domingo, destacan que Jesús tuvo que haber resucitado el sábado de tarde, ya que según el testimonio de Mateo 28:1, 5, 6, lo impide. El texto en cuestión dice: “Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro... Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor”. El razonamiento que extraen del pasaje anterior, es que cuando María Magdalena y la otra María llegaron al sepulcro, ya Jesús había resucitado, y como el tiempo del hallazgo ocurrió “pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana”, eso indicaría que su resurrección tuvo que haber sido muy poco después de que las mujeres llegaron, porque recién había acabado el sabbath. Para aceptar esto, debería entenderse que las mujeres llegaron a la tumba a la hora del crepúsculo, a la aurora, sin embargo, el vocablo griego para “amanecer”, como se tradujo al español, por ejemplo en la RV60, no se traduce como “crepúsculo”, sino como “al crecer la luz, al amanecer”, cuyo vocablo griego es “epiphōskō” (ἐπιφώσκω). Juan registra que María Magdalena había ido al sepulcro estando todavía oscuro (Juan 20:1), pero eso no significa que no hubiese salido el sol (cuando aún estaba oscuro). Es verdad que en Lucas 23:54 se utiliza el término “epiphōskō” simbólicamente para indicar el principio de la tarde de un día, pero los textos de los otros evangelios, mas el análisis de Mateo 28:1, impiden su uso figurativo allí. Además, entre los orientales en general, no se viajaba en la oscuridad de la noche, máxime a un lugar de entierro, por lo que si bien estaba oscuro cuando iban a la tumba, ya el sol salía. Esto podría indicar que las mujeres fueron al sepulcro a penas salía el sol, de hecho, esto se ve reforzado por las siguientes consideraciones del vocablo griego “opse” (ὀψέ): “En el Nuevo Testamento el término opse ocurre solo dos veces nuevamente, en Marcos 11:19 y 13:35. En Marcos 11:19 (“Pero al llegar la noche [final de la tarde] [opse] Jesús salió de la ciudad”) es difícil decir por el contexto si opse designa el fin de la tarde de ese día o el tiempo después de la puesta de sol, que, de acuerdo al cómputo judío de puesta de sol, sería el principio del nuevo día. “En Marcos 13:35, sin embargo, opse (“noche [iniciando la noche, al final de la tarde]”) claramente designa el principio de la noche, alrededor de la puesta del sol hasta cerca de las 9 p.m.: “Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer (opse), o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana” (Marcos 13:35). El hecho de que “opse” no solo pudiera significar las últimas horas del día, sino también las primeras horas del nuevo día, sugiere la posibilidad de que Mateo pudo haber usado el término como una referencia aproximada de tiempo simplemente para indicar que el Sabbath había terminado cuando las mujeres fueron al sepulcro”.29

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A continuación, el autor citado expresa las posibilidades del uso del término de acuerdo a la forma de usar el tiempo en la época bíblica: “En la edad de los relojes de cuarzo cuando incluso los segundos cuentan, esperamos la misma exactitud de de los escritores de la Biblia, quienes tenían sólo el sol a su disposición para medir el tiempo. La preocupación de los escritores de la Biblia, sin embargo, parece haber sido principalmente, sobre informar los eventos reales más que el tiempo preciso en que sucedieron. Marcos, por ejemplo, dice que Jesús fue crucificado aproximadamente tres horas más temprano (“era la hora tercera”—Marcos 15:25) que Juan (“como la hora sexta”—Juan 19:14). “De forma similar, la visita al sepulcro ocurrió “siendo aún oscuro” de acuerdo a Juan (20:1) y “ya salido el sol” de acuerdo a Marcos (16:2). La existencia de estas aproximaciones de tiempo en los Evangelios sugiere la posibilidad de que Mateo también pudiese haber usado flojamente opse, simplemente para indicar que las mujeres fueron al sepulcro después de que el Sabbath había terminado y que el primer día estaba alboreando”.30 Edward Lohse encuentra que la frase “opse sabbaton” de Mateo 28:1, es el equivalente del Rabinico “mosa’e shabbat”, “y significa por ende la noche para el primer día de la semana”.31 También es notable, que los sacerdotes hayan dicho a la guarda romana de la tumba de Cristo, que informasen que su cuerpo había sido hurtado por los discípulos en la noche mientras ellos dormían (Mateo 28:13). Los soldados habían sido puestos para vigilar el sepulcro a tempranas horas del sábado (Mateo 27:62-66), por lo que difícilmente podrían haber dicho que los discípulos lo robaron de noche, si Cristo realmente hubiese resucitado precisamente después de terminado el sábado, es decir, al finalizar la parte clara de dicho día. De esta forma, Cristo murió el viernes de tarde, cuando era día de preparación para el sábado semanal del cuarto mandamiento, y resucitó la noche del domingo, apareciendo a las mujeres que visitaron el sepulcro al amanecer de ese día. Esto nos permite concluir que la pascua de jueves ocurrió en el año 31 d.C., época del fallecimiento de Jesús, y no en el año 30 d.C. Referencias: 1. Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 5, pp. 924, 925. 2. Guillermo Hales “A New Analysis of Chronology”, tomo 1, pp. 69, 70. Citado Urías Smith, Daniel, Capítulo IX, Una Vara Profética Cruza los Siglos, p. 176. 3. Antolín Diestre Gil, El Sentido de la Historia y la Palabra Profética, Volumen 2, Profecía (Editorial CLIE, Terrassa, Barcelona, 1995), pp. 253, 254. 4. Dr. Fred Mazzaferri, Adult Sabbath School Bible Study Guide. Third Quarter, 2006. The Gospel, 1844, and Judgment. A Critical Analysis, Lesson 8, p. 4. 5. Dr. Alberto R. Treiyer, La Cronología Profética Más Extraordinaria, 70 semanas y 2300 días, Las primeras siete semanas de años, p. 42. 6. Ibíd., p. 43. 7. Ibíd. 8. Ibíd. 9. Ibíd., pp. 44, 45. 10. Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 15.

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11. Ibíd. (Citando a Norval Geldenhuys, Commentary on the Gospel of Luke, The New International Commentary on the New Testament (Grand Rapids, 1983), p. 664). 12. W. Moulton and W. F. Milligan, Vocabulary of the Greek New Testament (Nueva York, 1928), p. 545. (Citado por Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 16). 13. Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 13. 14. Ibíd., pp. 13, 14. 15. Ibíd., p. 14. 16. Ibíd., p. 23. 17. Ibíd. 18. Ibíd. 19. Ibíd. 20. Ibíd., pp. 23, 24. 21. Ibíd., p. 24. 22. Ibíd., p. 25. 23. Ibíd., p. 26. 24. Ibíd. 25. Ibíd. (Citando a Israel Abrahams, Studies in Pharisaism and the Gospels (Cambridge, 1924), vol. II, p. 68). 26. De Officiis 13, 1. (Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 26). 27. Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 26 (Citando a H. L. Strack and P. Billerbec, Kommentar zum Neuen Testament aus Talmud und Midrash (Munich, 1922-1928), vol. 2, pp. 581f. y 847). 28. Harold W. Hoehner, Chronological Aspects of the Life of Christ (Grand Rapids, 1977), pp. 69, 70 (Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 26). 29. Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 32. (p. 300). 30. Ibíd., p. 32, 33. 31. Véase a Edward Lohse, “Sabbaton”, Theological Dictionary of the New Testament (Grand Rapids, 1971), vol. VII, p. 20 (Referido en Samuele Bacchiocchi, The Time of the Crucifixion and the Resurrection (Biblical Perspectives, Berrien Springs, Michigan, 2001), p. 33). Tomado de “Respuestas Sobre Profecía”-libro del autor. Visite nuestras páginas web para más materiales, a las siguientes direcciones electrónicas: http://www.antorchareforma.webcindario.com/ http://www.wix.com/antorchareforma/profecia