CPL. Celebrar la Eucaristía con niños

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EUCARISTÍA CON NIÑOS

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CELEBRAR LA EUCARISTÍA CON NIÑOS

• DOSSIERSCPL 20

Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona Rivadeneyra,6, 7 — 08002 Barcelona

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Preparado por José Aldazábal

2a. edición: noviembre 1984

Edita: Centre de Pastoral Litúrgica ISBN: 84-7467-069-1 D.L.:B. 3 6 0 1 2 - 84 Imp. MultitexT.S.A. Diputació, 113.

08015 Barcelona

S U M A R I O

INTRODUCCIÓN

Dos acontecimientos pastorales. El Directorio y las nuevas ple­garias para niños 5 Historia de una reforma esperanzadora 7

EL DIRECTORIO PARA MISAS CON NIÑOS

Texto y comentario 11 Las ideas básicas del Directorio 50

LAS PLEGARIAS EUCARISTICAS PARA MISAS CON NIÑOS

Un paso gozoso y prometedor 53 Prenotandos a las Plegarias eucarísticas para misas con niños . . . 56 Plegaria primera 67 Plegaria segunda 73 Plegaria tercera 79

MAS MATERIAL PARA MISAS CON NIÑOS

El acto penitencial 89 Oraciones presidenciales 92 Moniciones antes del Padrenuestro 95

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SIGLAS UTILIZADAS

DMN Directorio para las Misas con Niños. IGMR Institutio Generalis Missalis Romani (introducción al Misal). SC Sacrosanctum Concilium (Constitución de Liturgia del Vaticano II).

INTRODUCCIÓN

DOS ACONTECIMIENTOS PASTORALES EL DIRECTORIO

Y LAS NUEVAS PLEGARIAS PARA NIÑOS

So n muchos los pastores que sienten una preocupación especial en t o m o a los niños de sus comunidades. Por una parte desean ayudarles en su camino de fe, y en concre­

to , conducirles a una celebración gozosa y activa de la Eucaristía.

Pero por otra, encuentran serias dificultades en su labor, por la estructura misma de la celebración y por la peculiar psicología de los niños.v

Tal vez nunca como ahora ha sentido la Iglesia el deseo y a la vez la difi­cultad de esta iniciación litúrgica de los niños.

El Vaticano II, en su Constitución sobre Liturgia, había trazado los crite­rios de u ra participación activa y consciente por parte de todos, cada uno según su condición y edad.

En una línea coherente con este encargo, por fin en 1973-1974, o sea, diez años después de la aprobación de la reforma litúrgica, se llegaba a ni­vel oficial a una reflexión profunda y a unas reformas concretas: el Di-rectoric para las Misas con niños y las nuevas Plegarias Eucarísticas para ellos, marean un auténtico hita e n la historia de la pastoral.

Son, por una par te , u r herm «so ejemplo de colaboración entre Roma y los peri tos y las Conferencias Episcopales de todo el mundo.

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Además, son documentos que —aparte algunas vacilaciones iniciales— es­tablecen con claridad un principio fundamental, "el bien espiritual" de los niños, o sea, la prioridad de la pastoral.

Son documentos que presentan una línea valiente de apertura y de estí­mulo para los pastores que tratan de ayudar a los niños en su fe y en su capacidad celebrativa.

No presentan grandes novedades. Pero las que ofrecen son muy significa­tivas: el hecho mismo de componer nuevas Plegarias con lenguaje más adecuado a ellos, la posibilidad de que un laico les hable a modo de ho­milía (DMN 24), la introducción de la música grabada (DMN 32), la invi­tación a una expresión más corporal y visual (DMN 35-36), el encargo a las Conferencias de que elaboren nuevos Leccionarios (DMN 43), la facultad de que un sacerdote que preside estas Misas con niños pueda modificar las oraciones del Misal para hacerlas más comprensibles a los niños (DMN 51), etc.

Es interesante también el título que se ha elegido para el Directorio. No se ha querido llamarlo "Directorio para las Misas PARA niños", o "DE niños", sino expresamente "CON niños".

No "para" niños, porque se presta a seguir pensando en una Eucaristía que celebra un sacerdote, mientras que los demás son a modo de asisten­tes o espectadores.

No " d e " niños, porque la Misa es siempre la Misa: no es de niños ni de adultos, no tiene cambios estructurales.

Mientras que "Misa con niños" expresa una concepción que se entiende como fundamental: un sacerdote presidente (y otros adultos que pueden participar) celebran "con los niños", o sea, ellos mismos también cele­bran. En el Directorio aparece más de veinte veces la expresión "cum pueris", "con los niños". DMN 28 llega a decir: "simul Eucharistiam ce-lebrant": los niños también celebran. Y esto va en línea con lo que ya aparece en el Misal Romano (IGMR 7) de que todo el pueblo de Dios es convocado para celebrar...

Son dos documentos, el Directorio y las Plegarias, que vale la pena de leer de nuevo, a los diez años de su aparición. Porque sus principios y perspectivas siguen siendo válidos, pero por desgracia, desconocidos en gran parte para algunos.

Son dos documentos de los más importantes del posconcilio: por leferir-se a un campo de la pastoral tan candente como es el de los niños, y tam­bién por el estilo de apertura y creatividad que respiran en tocio mo­mento.

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HISTORIA DE UNA REFORMA ESPERANZADORA

El que fuera secretario de la Comisión que preparó el Directorio y las Plegarias Eucarísticas para Misa con niños, R. KACZYNSKI, ha publicado en la revista "Liturgisches Jahrbuch", de 1979 (n. 3, pp. 157-175) una completa historia de los pasos que condujeron a los documentos. Aquí se resumen sus principales datos.

Al mando de Mons. Bugnini, verdadero artífice de la reforma litúrgica, trabajaron muchos peritos y pastores a lo largo de tres o cuatro años para la adaptación de la liturgia eucarística a los niños.

Primera etapa: el Directorio

a) En marzo de 1971, siendo Mons. Tabera el prefecto de la Congrega­ción del Culto y Mons. Bugnini su secretario, empezó la tarea, con una circular-consulta que se envió a más de cien Comisiones Litúrgicas de los cinco continentes sobre el tema de las Misas con niños: contestaron la mitad.

En seguida se vio que se deseaba un Directorio para estas Misas, a la vez que nuevos Leccionarios y oraciones más adecuadas.

Se nombró, a principios de 1972, una comisión internacional, con B. Fischer como presidente y R. Kaczynski como secretario; en ella, por pri­mera vez en la historia de semejantes comisiones, entraron dos mujeres: la profesora Sofía Cavalletti, de la escuela de Montessori, y sor Marisa Fasciani, de la congregación de Hijas de la Iglesia.

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Inmediatamente se hizo una nueva consulta, esta vez a peritos de todo el mundo (en el material que se les envió estaba también el artículo apare­cido en la revista "Phase", en 1972, sobre las Misas con niños, de Boro-bio-Pedrosa, que incluía las orientaciones del Episcopado Alemán), con 19 preguntas concretas.

b) En el verano de 1972 tuvo lugar la primera reunión oficial de la Co­misión (más bien sus miembros europeos, por razón de economía: entre ellos, de España, V. Pedrosa). Se estudiaron las respuestas que habían enviado los peritos y las diversas direcciones que ya aparecían (necesi­dad de Leccionarios, de Plegarias Eucarísticas, de adaptaciones). Por ejemplo ya entonces se decidió que los Leccionarios peculiares de Misas con niños quedaran al encargo de los diversos Episcopados.

Ese verano ya se redactó el primer esbozo del Directorio, que fue enviado a todos los miembros de la Comisión y a varios peritos.

c) En otoño de 1972 se estudiaron de nuevo las respuestas y observacio­nes al primer esquema, y se redactó el segundo, con 56 artículos, que se repartió a toda la Comisión, con cuyas observaciones se fue perfeccionan­do. En noviembre se presentó el resultado a la reunión plenaria de la Congre­gación del Culto. De las diez preguntas concretas que se proponían, ocho fueron aprobadas en seguida. Es interesante lo que cuente Kaczynski so­bre lo que pasó en torno a lo que luego sería DMN 19: ¿a quién se dejaba la decisión sobre las adaptaciones que se podían hacer en las misas parro­quiales en que también participan niños? Varios entendían que era mejor dejarlo a cada obispo. Mons. Wojtyla —el futuro Juan PabloII— opinaba más bien que podía ser cada párroco el que lo decidiera ("adaptatio non Episcopo, sed parocho commitenda est, dirigente Episcopo"). Pero esta última propuesta no prosperó: y quedó en manos del Obispo este margen de adaptación a los niños.

d) En diciembre de 1972 se hizo la tercera redacción, y se envió esta vez también a -las Congregaciones romanas interesadas (de la Doctrina, del Clero, de la Propagación de la Fe). Estas Congregaciones fueron enviando sus observaciones: por ejemplo tanto la de la Doctrina cómela de la Pro­pagación de la Fe se mostraron contrarias a la introducción de diapositi­vas y discos en la liturgia de los niños. La de la Doctrina dijo que los lai­cos no hablaran dentro de la Misa, sino más bien antes...

e) En mayo de 1973 se hizo la cuarta redacción. Por ese mismo tiempo se mandaba a las Conferencias Episcopales la famosa Carla Circular sobre las Plegarias Eucarísticas. Algunos Episcopados ya habían hecho ensayos de Plegarias para las Misas con niños.

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En el verano se llevó al Papa el documento, y Pablo VI hizo por escrito sus observaciones. Por ejemplo, que esa añadidura sobre motivos de ac­ción de gracias (cfr. DMN 22) se hiciera antes del prefacio; también él se mostraba contrario a los audiovisuales, así como también a la posibilidad que se indicaba de desplazar alguna vez el acto penitencial después de la homilía...

El 22 de octubre el Papa aprobaba el Directorio, a la vez que encargaba que se estudiaran nuevas Plegarias para estas Misas (él mismo, según pudo saber después Mons. Bugnini, había intentado esbozar una).

En noviembre se publicó oficialmente. Como en aquel momento no ha­bía Cardenal Prefecto de la Congregación del Culto, firmaron el Card. Se­cretario de Estado, Villot, y Bugnini como secretario de la Congregación. El 20 de diciembre presentaba Agustoni (suizo) a la prensa el nuevo Di­rectorio. Por cierto que ante la pregunta de si se podían emplear diaposi­tivas y audiovisuales, contestó que sí (y no dejó traslucir el trasfondo de negativas que había habido). Dijo sencillamente que el Directorio no lo prohibía expresamente.

Segunda etapa: las nuevas Plegarias Eucarísticas Se creó en seguida un nuevo grupo de estudio, en el que repitieron el pre­sidente (Fischer) y el secretario (Kaczynski), así como varios de los miembros anteriores (como por ejemplo el español Pedrosa), y se incor­poraron otros nuevos, como el francés Gelineau.

a) Se estudiaron 38 textos de Plegarias redactados en diversas lenguas (de ellas, siete de España y quince de Austria). A la vez, por deseo explícito de Bugnini, se estaban preparando Plegarias nuevas para el Año Santo de 1975, con el deseo de que aparecieran juntas las de niños y las del Año Santo.

b) En leprimera reunión de la comisión, en noviembre de 1973, la mayor parte de los textos examinados no resistieron la prueba: sólo quedaron tres, dos franceses y un alemán. Los tres textos pasaron a un estudio más detenido y se mandaron a 49 peritos de todo el mundo, en diciembre. En esta etapa se mostró muy activo Gelineau: suya es, por ejemplo, la idea de fragmentar el prefacio de la primera Plegaria en tres bloques, con su correspondiente aclamación.

c) La segunda reunión fue en enero de 1974, con las respuestas de los consultados. Se tradujeron entonces al latín los textos y se enviaron a IUH diversas Congregaciones. Aquí, de nuevo, es donde hubo más observaciones. Mons. Hamer, <!<• la Congregación de la Doctrina, se mostraba preocupado por la multiplica-

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ción de Plegarias, dada la confusión reinante: más bien quería que se re­dactara una sola para el Año Santo y una sola para niños. Mons. Villot, Secretario de Estado, mostraba su deseo de que los cinco textos (tres pa­ra niños y dos para el Año Santo) fueran sólo "ad experimentum", sin pasar al Misal, y que las Conferencias Episcopales sólo pudieran elegir una de cada.

Mientras tanto era ya prefecto de la Congregación Mons. Knox, que se re­sistía a aceptar algunas de las limitaciones de Hamer y Villot. En junio de 1974, el Papa Pablo VI también expresa sus opiniones, y hay un diálogo entre la Congregación del Culto —que quiere más libertad y margen de decisión para las Conferencias Episcopales— y las otras, que son más restrictivas. Por fin fueron aprobados los textos, aunque en la revista "Notitiae" sólo pudieron publicar los "Prenotandos", y no los textos de las Plegarias.

d) Los Episcopados recibieron muy bien los nuevos textos, tanto para las Misas con niños como para el Año Santo. En seguida se vio que la restric­ción (que sólo podían escoger una de cada) no iba a ser eficaz: el Card. Marty, de París, fue el primero que pidió las cinco Plegarias para Francia. Bugnini intercedió ante Villot para que todos los Episcopados pudieran pedir las cinco, si lo deseaban (era un buen medio, decía, para evitar la creatividad desorientada) y además que las Plegarias compuestas y apro­badas para una nación pudieran ser pedidas por otras.

En enero de 1975 ya se concedían ambas cosas. El titubeo inicial parecía superado.

Según dice Kaczynski, sin la tenacidad y capacidad persuasiva de Mons. Bugnini no hubiera podido conseguirse casi nada...

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EL DIRECTORIO PARA MISAS CON NIÑOS

T E X T O Y C O M E N T A R I O S

Respecto a la traducción del texto oficial.

En principio he aceptado la que propone la revista del Secretariado de Liturgia, "Pastoral Litúrgica", n. 76-79 (1974), pero teniendo también delante el original latino y haciendo las correcciones que me parecen necesarias.

Por si acaso alguien trabaja con la traducción del Secretariado, se­ñalo algunas irregularidades:

a) hay elementos que faltan, tales como la alusión al Sínodo de 1967 en DMN 3, a la homilía en DMN 17 y el último apartado de DMN 28;

b) algunas imprecisiones en la traducción: el "momentum" latino de DMN 22 no hay que traducirlo por "momento", sino por "im­portancia"; en DMN 23 no debía decir "efectividad", sino "afec­tividad"; en DMN 27 no quería el original que mediara "un amplio espacio de tiempo" entre una Misa y otra, sino un espacio "más amplio" (se entiende que el de un día); DMN 33 no dice'que la li­turgia sea una acción "de todo hombre", sino "de todo el hom­bre"...

c) hay una serie de matizaciones en la traducción que a uno le indu­cen a dudar de si se quiere de veras que suceda esta reforma o aco­modación de la Misa a los niños: en DMN 5 el original no dice que los Episcopados propongan las modificaciones "muy necesarias", sino las que juzguen "necesarias", sin más ("forte necessarias"); en DMN 17 no se afirma que la celebración aparte de la Palabra con los niños "puede ser oportuna", sino "será oportuna"; así como en DMN 25, que al hablar de la celebración fuera de la iglesia, no de­cía que "podría ser oportuno", sino "será oportuno"; y de nuevo en DMN 35, sobre la introducción de más elementos visuales, no afirma que "podrá ser oportuno", sino "introdúzcanse"...

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INTRODUCCIÓN

1. La Iglesia debe cuidar especialmente de los niños bautizados cuya ini­ciación ha de ser aún completada por los sacramentos de la Confirmación y Eucaristía, y también de aquellos que han sido recientemente admiti­dos a la sagrada Comunión, ya que las condiciones de la vida actual en las que estos niños crecen son poco favorables a su progreso espiritual. Ade­más, sucede con frecuencia que los padres apenas cumplen las obligacio­nes de una educación cristiana de sus hijos, obligaciones que aceptaron al bautizarlos.

2. Existe una particular dificultad para la educación de los niños en la Iglesia por el hecho de que las celebraciones litúrgicas, especialmente las eucarísticas, no pueden ejercer plenamente sobre ellos la fuerza pedagó­gica que les es propia (cfr. SC 33). A pesar del empleo autorizado actual-

1. Deber de la Iglesia: cuidar de los niños. La primera afirmación del Directorio es el deber que tiene la comunidad cristiana de velar por los niños que nacen en su seno y que han sido bautizados. El Bautismo es el comienzo de todo un proceso de creci­miento en la fe.

Se habla de dos clases de niños: a) los bautizados que todavía no han recibido la Con­firmación y la primera Eucaristía; b) los que ya han sido admitidos por vez primera a la Eucaristía pero que deben seguir creciendo y profundizando en su fe.

Sí, toca en primer lugar a los padres, a la familia cristiana, el cuidar de la maduración de sus hijos en la fe, como afirmará más extensamente DMN 10. Pero los padres con frecuencia "apenas cumplen las obligaciones de una educación cristiana de sus hijos". Por eso la comunidad cristiana aparece como el protagonista de esta responsabilidad. Sobre todo si miramos que "las condiciones de la vida actual en las que estos niños crecen son poco favorables a su progreso espir i tual": el mundo secularizado de hoy hace de los niños víctimas fáciles de su confusión de valores (cfr. el Director io Cateq. General de 1972, n. 5).

El encargo de anunciar y comunicar la salvación a todos, incluye también en la tarea de la Iglesia a los niños: también ellos necesitan la salvación. Y por eso el Directorio quiere ofrecer una válida ayuda para su iniciación al culto cristiano: el culto es preci­samente el ambiente mejor en que pueden experimentar la salvación de Dios que nos ha llegado en Cristo y que celebramos en comunidad.

2. Di f icul tad: la liturgia no está pensada para los niños. No es fácil iniciar a los niños a la liturgia. "Existe una particular d i f icu l tad" : las celebraciones cristianas están pen­sadas para mayores. Su estructura, sus signos, el lenguaje de sus textos no s o n fáciles de comprender para los niños, y por eso "no pueden ejercer plenamente" sobre ellos aquella "fuerza pedagógica que les es propia" y de la que hablaba ya SC 33. Se afirma claramente que "las palabras y los signos no se adecúan lo suficiente a la capacidad de los niños".

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mente de la lengua vernácula, las palabras y los signos no se adecúan lo suficiente a la capacidad de los niños.

Es cierto que en la vida diaria los niños no comprenden siempre todo lo que realizan en compañía de los adultos sin que por ello lo encuentren abu­rrido. Del mismo modo, no podemos pretender que todas y cada una de las cosas de la liturgia deban ser inteligibles para ellos. Sin embargo, es de temer algún daño espiritual si los niños en la Iglesia realizan una y otra vez, durante años, cosas que apenas entienden, ya que la psicología mo­derna demuestra con qué profundidad marca a los niños la experiencia religiosa de la infancia y de la niñez en virtud de la especial receptividad religiosa de que ellos gozan.

3. La Iglesia, siguiendo a su Maestro, que "abrazándolos los bendecía" (Me 10,16), no puede dejar a los niños abandonados a sí mismos en estas condiciones.

Por ello, apenas concluido el Concilio Vaticano I I , que ya en su Consti­tución sobre la Sagrada Liturgia trató de la necesidad de adaptar la litur­gia a los diversos grupos (SC 38), se empezó a estudiar con mayor aten­ción, especialmente en el primer Sínodo episcopal, celebrado en Roma en 1967, de qué modo se podía facilitar la participación de los niños en la liturgia. En esta ocasión, el Presidente del "Consilium para la ejecución de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia" dijo explícitamente que no se podía tratar de "elaborar un rito totalmente especial, sino más bien de conservar, abreviar y omitir ciertos elementos y seleccionar algunos tex­tos más adaptados".

Aquí se recuerda un interesante principio de psicología: para los niños no esVa inteli­gencia la clave primordial de acercamiento a las cosas o a los valores. Ni en la vida en­tienden todo l o q u e sucede (lo irán captando gradualmente), ni en la liturgia hace falta como condición previa que todo les sea inteligible.

Con todo , esto no puede ser una excusa para que la comunidad cristiana les deje sin su ayuda. Es demasiado importante la experiencia religiosa en los años de la niñez: les marca para t oda la vida. Sería un "daño espir i tual" el no ser iniciados conveniente­mente en la dinámica de la fe y la celebración cristiana de un modo adecuado a su psicología y su edad. La " teo logía" es para los adultos. Pero la " f e " es para todos, también para los niños. La reflexión más madura ya les llegará a su tiempo (cf. Direct. Cateq. Gen. n. 78).

3-4. La preocupación por los niños en el posconcilio. Se reafirma ante todo la obliga­ción de la Iglesia: hay que ayudar a los niños en esta experiencia inicial y progresiva de lo q u e es cel«brar en cristiano. No se les puede dejar abandonados. Ellos también son Iglesia.

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4. Después de haber establecido mediante la Institución general del Misal Romano, editada el año 1969, todos y cada uno de los elementos de la celebración eucarística con participación del pueblo, esta Congregación, siguiendo las peticiones recibidas una y otra vez de todo el orbe católico, comenzó a elaborar un Directorio particular para las Misas con niños a modo de suplemento de esa Institución general, con la colaboración de expertos, hombres y mujeres, de casi todas las naciones.

Esta vez se pone como modelo al mismo Cristo, que acogía y bendecía a los niños.

A nivel de documentos más o menos oficiales —además del campo de numerosas ex­periencias particulares se nombran en los núms. 3-4 algunos hitos fundamentales. Se podría ampliar la lista.

a) El Concilio dio la consigna de la adaptación en el terreno litúrgico, aunque no se hiciera alusión explícita a los niños: hay que promover la participación activa de los fieles "conforme a su edad, condición y grado de cultura religiosa" (SC 19), sin pre­tender una "rígida uni formidad" en la liturgia (SC 37), sino con "variaciones y adap­taciones legítimas a los diversos grupos" (SC 38).

b) En el primer Sínodo de obispos, en 1967, ya se habló explícitamente de la parti­cipación de los niños en la liturgia; las palabras que aquí se citan son del Card. Lerca-ro. Presidente a la sazón del "Cons i l ium": el criterio no es crear algo totalmente nue­vo, sino una adaptación pedagógica, que luego se especificará en el Directorio en va­rias consignas concretas. ( "Not i t iae" 3(1967) p 368).

c) El Episcopado francés, en 1968, publicó unas orientaciones sobre este tema (entre nosotros se tradujeron con el t í tu lo "Los niños en la Misa", Edit . Li túrg. Española, Barcelona 1969, 148 págs.). Más tarde volvieron a hacerlo, ya después del Directorio: "Celebrar la Misa con los niños", Libros de la Comunidad, 1976, 148 págs.: un mag­níf ico l ibri to de orientación.

d) En 1969 apareció el nuevo Misal Romano, que aunque no trataba explícitamente la adaptación al caso de los niños, sentaba también los principios desde los que se po­día y se debía trabajar (cfr. IGMR 3.6.313...).

e) También en 1969 apareció la instrucción "Actio pastoralis", sebre la Eucaristía y su adaptación a pequeños grupos.

f) En 1970 fue el Episcopado Alemán el que daba directrices sobre las celebraciones con niños: "Gottesdienst mit Kinder"; anterior al Directorio, y enparte asumido por éste, el documento alemán es en ciertos aspectos más abierto, más sensible a la psico­logía infanti l y más imaginativo. La Iglesia alemana ha seguido preocupada por el te­ma, por ejemplo en el Sínodo de 1975 (cfr. J.A., La Eucaristía con niños yjóvenes según el Sínodo Alemán de 1975: Misión Joven 3(1977)41-46).

g) Y por f in , "a modo de suplemento de la Institución general del Misal Romano", apareció este Directorio en 1973: su historia ya la hemos resumidcantes.

Todo ello nos convence que la Iglesia —acaso por primera ve? ensu h is tor ia-ha to­mado en serio la adaptación de la liturgia eucarística a los niños.

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5. En este Directorio, lo mismo que en la Institución general, se reservan algunas adaptaciones a las Conferencias Episcopales o a cada uno de los Obispos.

Las mismas Conferencias Episcopales propongan a la Santa Sede, de acuerdo con el artículo 40 de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, para ser introducidas con su consentimiento, aquellas adaptaciones para las Misas con niños que juzguen necesarias, ya que no todas pueden figu­rar en el Directorio general.

6. El Directorio tiene presentes a los niños que no han llegado todavía a la edad que se conoce como preadolescencia. De suyo, no se refiere a los niños física o mentalmente incapacitados, ya que para ellos es necesaria con frecuencia una mayor adaptación. No obstante, las normas siguien­tes, con las oportunas modificaciones, pueden también aplicarse a ellos.

7. En el primer capítulo del Directorio (nn. 8-15) se establece como el fundamento al tratarse de las diversas formas de conducir a los niños a la liturgia eucarística; el segundo capítulo (nn. 16-19) habla brevemente de las Misas con adultos en las que participan algunos niños; por f in , el ter-

5. Más adaptaciones a nivel local. El principio de descentralización y de adaptación cultural tiene aquí una concreta aplicación: en el tema de las Misas con niños se deja en principio un margen de creatividad a las Conferencias Episcopales y a cada Obispo, según el espíritude SC 40. EL DMN no puede preverlo todo, y voluntariamente se ha quedado en directrices generales que deben ser concretadas.

Esto supone que cada Episcopado toma en consideración para su terr i tor io esta mate­ria y la traduce en normas y pistas más concretas. Los núms. 19. 32. 33. 43 y otros hablarán más en detalle de esta tarea descentralizada. Algunos Episcopados ya lo han hecho: a veces con f lexibi l idad, captando las intuiciones más valientes del DMN, otras c o r un cierto miedo y espíritu restrictivo (cfr. por ejemplo, para las orientacio­nes italianas, M. PATERNÓSTER, Messa con i fanciulli. Del Direttorio agli adatta-menti CEI e di aítre Episcopati: Riv. Liturg. 1 (1977)98-129).

6. A q u é niños se refiere el DMN. La terminología que se ha elegido aquí es la de ni­ños " q u e no han llegado a la edad que se conoce como preadolescencia", lo cual per­mite un cierto margen no demasiado restrictivo.

Se hace mención de los niños con deficiencias mentales o físicas: estos requieren una adaptación todavía mayor, y están siendo objeto de varios estudios y publicaciones peculiares. U n a iniciativa que el Directorio cita en nota es la que se tomó en Alema nia, ya en 1970,cuando se publicó un Ordo Missae adaptado a los niños sordos y mu dos, aprobado por Roma.

7. El esquema <Jel Directorio. El presente documento consta de dos partes más bre­ves y una más desarrollada:

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cero (nn. 20-54) trata más ampliamente de las Misas con niños en que participan solamente algunos adultos.

Capitulo 1. INTRODUCCIÓN DE LOS NIÑOS EN LA CELEBRACION EUCARISTICA

8. Puesto que no se puede pensar una vida plenamente cristiana sin la participación en los actos litúrgicos, en los que los fieles, congregados en asamblea, celebran el misterio pascual, la iniciación religiosa de los niños no puede permanecer ajena a esta finalidad.

La Iglesia, que bautiza a los niños confiando en los dones que proporcio­na este sacramento, debe cuidar de que los bautizados crezcan en comu­nión con Jesucristo y con los hermanos. De esta comunión es signo y prenda la participación en la mesa de la Eucaristía, a la que se están pre­parando o a cuya comprensión más profunda van siendo introducidos. Esta formación litúrgica y eucarística no puede separarse de la educación general humana y cristiana. Es más, sería perjudicial que la formación litúrgica careciese de ese fundamento.

— cap. 1 . : fundamento: qué significa y cómo se orienta la iniciación clu los niños a la Eucaristía;

— cap. 2: las Misas de adultos en que participan también niños; — cap. 3: Misas de niños en que participan también adultos.

8. La celebración litúrgica dentro de la vida cristiana. Uno de los poi lblat defectos de la atención a la liturgia es separarla del resto de aspectos de la vida criit iana (cfr. SC 14. 19).

Este número conecta claramente la educación litúrgica del niño:

— con la "vida plenamente cristiana": dentro de ella tiene sentido «I quti «amos con­vocados a participar en la celebración; también en el caso de lo i nlftoi al ista una clave importante;

— con el Bautismo, que es la raíz de toda vida de fe y de todos lo» donai d» gracia que recibe un cristiano;

— con el amor de comunión con Cristo y con los hermanos, de l qutt In Eucaristía es signo y prenda;

— con la educación general humana y cristiana; separar la formación l l lúiglcide esta otra más global sería "per judic ia l " .

La f inalidad, pues, de toda formación litúrgica, también en el caso ti» lo i niños, no es algo que se encierra en unas celebraciones más o menos logradas, »lno qiin DIIH "vida plenamente cristiana". La celebración litúrgica es, desde luego, u n m l n I oí momentos privilegiados dentro de esa visión global, y a ella hay que dedicar I.-.|HM mi «twnctón.

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9. Por tanto, todos aquellos a quienes incumbe la educación de los niños han de tender, uniendo sus fuerzas y poniendo en común sus reflexiones, a que éstos, aún cuando ya tienen un cierto sentido de Dios y de las rea­lidades divinas, adquieran también una experiencia, de acuerdo con su edad y con su progreso personal, de los valores humanos que forman par­te de la celebración eucarística, tales como la acción comunitaria, el salu­do, la capacidad de escuchar y también de pedir y otorgar el perdón, la expresión del agradecimiento, la experiencia de las acciones simbólicas, de la comida fraternal y de la celebración festiva.

Será función de la catequesis eucarística, de la que se habla en el número 12, desarrollar estos valores humanos a f in de que los niños, de un modo gradual, de acuerdo con su edad y condiciones psicológicas y sociales, abran su espíritu a la percepción de los valores cristianos y a la celebra­ción del misterio de Cristo.

9. Los valores humanos en la formación eucarística. Es interesante que se subraye es­ta exigencia antropológica en la formación litúrgica: lo que celebramos no está tan alejado del lenguaje humano y social. Más aún: sin un cierto ejercicio y formación en lo humano, difíci lmente puede tener sentido pleno que en la liturgia usemos unos sig­nos, gestos, movimientos y acciones que tienen su raíz ya en la conducta humana.

Los "valores humanos" que aquí enumera como subyacentes en la celebración eu­carística, son:

— el saber hacer (celebrar) algo en común con otros, — el hecho del saludo, — la capacidad de escuchar, — la actitud de pedir y otorgar el perdón, — expresar el agradecimiento a quien nos ha hecho el bien, * — el lenguaje délos símbolos, — el comer fraternalmente con otros, — la experienciade una celebración festiva (cfr. Direct. Cateq. Gen. n. 25).

Todo lo que se haga —en el cauce familiar o catequético o escolar— por fomentar en los niños estas actitudes positivas, les irá preparando e introduciendo en una celebra­ción eucarística sana y activa. Naturalmente que la Eucaristía es algo más que todo eso. N o se reducen sus valores a saber saludar o celebrar o comer juntos. En la Euca­ristía hay un saito cualitativo a los valores cristianos, que se centran en la "celebra­ción del Misterio de Cristo". Y hacia esos valores específicos hay que conducirles. Pero el lenguajecon que lo celebrarán es el que queda indicado en esa serie de valores humanos,

La educación integral no puede ser sólo "sobrenatural" (descuidando los aspectos an­tropológicos), ni meramente "na tu ra l " (como si la Eucaristía fuera como cualquier otra reunión o fiesta humana) (cfr. Gravissimum Educat., del Concil io, n. 2).

Más adelante, en DMIM 13, se detallará el modo de ayudar a desarrollar esas actitudes básicas con celebraciones pedagógicas aparte.

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10. A la familia cristiana corresponde principalmente inculcar en los ni­ños estos valores humanos y cristianos. Por tanto, la formación cristiana que se proporcione a los padres o a otras personas a quienes incumbe la educación de los niños debe ser grandemente fomentada también en ra­zón de la formación litúrgica de los niños.

En virtud de la obligación de conciencia que libremente aceptaron en el bautismo de sus hijos, los padres deben enseñarles gradualmente a orar, rezando diariamente con ellos y enseñándoles a hacerlo también privada­mente. Si los niños preparados de este modo desde sus tiernos años parti­cipan en la Misa con la familia, siempre que lo deseen, empezarán con más facilidad a cantar y a orar en la comunidad litúrgica. Más aún, pre­sentirán ya, de algún modo, el misterio eucarístico.

Pero si los padres son más bien débiles en la fe y, sin embargo, desean proporcionar a sus hijos una formación cristiana, al menos se les debe in­vitar a que comuniquen a sus hijos los valores humanos enumerados más arriba y a que tomen parte, cuando se presente la ocasión, en reuniones de padres y en celebraciones no eucarísticas que se realizan con niños.

10. Los agentes de esta educación: a) La familia cristiana. Los números 10-12 enume­ran los varios agentes que deben guiar a los niños en la iniciación en estos valores hu­manos y cristianos.

¿Cómo aprende el niño a conocer a Dios, a Cristo, a la Iglesia? ¿cómo se inicia en la oración y en la celebración? Sí, la comunidad cristiana, la sociedad, la escuela, son agentes importantísimos: pero ante todo, lo es la propia familia (cfr. Graviss. Educat. n.3) .

Aqu í se afirma esta perspectiva, apelando de nuevo al Bautismo como signo radical del inicio de la fe: para unos padres cristianos el pedir este sacramento para su hijo es un compromiso de que le educarán en la fe, que le apoyarán en el camino que ese día empieza, para que llegue a poder decir su " s í " a Dios desde su plena conciencia y libertad.

Mucho antes de que un niño tenga uso de razón, ya está aprendiendo o no-aprendien­do los que van a ser valores fundamentales en su vida.

Una familia de vida sana, que le educa en la libertad y a la vez en el aprecio de los va­lores, que le ayuda a asimilar un lenguaje simbólico y ritual en los juegos, en las fies­tas compartidas, en la alegría de una comida familiar: esta fami l ia , desde el punto de vista psicológico pero también cristiano, es la mejor iniciación remota a la vida litúr-gico-eucarística.

Y lo mismo pasa en la dimensión más específicamente cristiana de esta educación. La idea de Dios que le den a un niño sus padres será la que instintivamente asimílala (un Dios policía... Dios máquina... Dios lejano... Dios Padre...). Los primeros maestros de oración son los propios padres: padres que no sólo le mandan que rece, o que vaya a Misa, o que cumpla sus deberes, sino que oran con él, que van a Misa con él, que le

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11. Además las comunidades cristianas a las que pertenece cada una de las familias o en las que viven los niños tienen obligaciones respecto a los niños bautizados en la Iglesia. La comunidad cristiana que da testimonio del Evangelio, que vive la caridad fraterna, que celebra activamente los misterios de Cristo, es la mejor escuela de formación cristiana y litúrgica para los niños que viven en ella.

Dentro de la comunidad cristiana, los padrinos y otras personas reputa­das por su actuación, movidas por el celo apostólico, pueden prestar una valiosa ayuda en la debida catequización de los niños a las familias que apenas cumplen su papel en la educación de sus hijos.

Las instituciones preescolares, las escuelas católicas y las diversas asocia­ciones de niños pueden contribuir a estos objetivos con una particular eficacia.

dan ejemplo ellos mismos de todas las virtudes que quieren inculcar a su hijo (amor a la verdad, honradez, justicia, educación...).

Si al ir a dormir insisten en recordarle que rece, pero ellos —los padres o hermanos mayores- nunca rezan con él, el niño sacará bien pronto la conclusión de que eso de rezar es cosa de niños pequeños.

El que haya rezado y celebrado con su familia en casa, no encontrará dificultades para pasar a la otra gran celebración cristiana: la Eucaristía. Como en las demás esfe­ras de la vida, la comunidad familiar es la mediación primordial de valores para un niño.

Más aún: este número del DMN recuerda la conveniencia de que ya antes de la prime­ra participación oficial en la Eucaristía, los niños pueden ser invitados a acudir con sus padres a la Misa, para que vayan integrándose poco a poco en la oración y el can­to común, y vayan iniciándose en el misterio eucarístico de la comunidad cristiana.

Si una familia no está en condiciones para esta labor educadora cristiana, se pide al menos que sepan inculcarles los valores humanos de los que hablaba el número ante­rior.

Y, f inalmente, es interesante la realista conclusión que recorre todo el número: hará falta dedicar una seria atención a la formación permanente de los padres. Si ellos de­ben ser los educadores natos de sus hijos en los valores cristianos —y aquí específica­mente los de la celebración— habrá que formarles también a ellos, para que sepan enfocar debidamente la vida de oración en familia y en la comunidad. Todo lo que se haga para ir enriqueciendo la vida de fe de los padres repercutirá en la de sus hijos.

1 1 . b) La comunidad cristiana. No sólo la familia del niño: también la comunidad cristiana tiene obligaciones con él.

Ella es "escuela de formación cristiana y l i túrgica": por su testimonio del Evangelio, por la caridad fraterna que muestra, por sus momentos de celebración del misterio cristiano,

La t r ip le mis iónde la Iglesia (evangelizar, celebrar, servir) aparece así como el clima en que les niños,intuit iva y vitalmente, se inician y maduran en la fe.

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12. Aún cuando la misma liturgia ejerce siempre, también sobre los ni­ños, su propia fuerza didáctica, debe concedérsele la debida importancia dentro de la formación catequética escolar y parroquial a la catequesis sobre la Misa, que ha de llevar a una participación activa, consciente y au­téntica en ella. Tal catequesis, acomodada a la edad y capacidad de los niños, debe tender a descubrirles, a través de los principales ritos y las oraciones, el significado de la Misa y también cuanto se refiere a la parti­cipación en la vida de la Iglesia.

Esto vale sobre todo para los textos de la Plegaria Eucarística y para las aclamaciones por las que los niños participan en ella.

Merece especial mención la catequesis de los niños que se preparan para la primera Comunión. En ella no han de aprender solamente las verdades de fe relativas a la Eucaristía, sino cómo después, preparados por la peni­tencia según su propia capacidad, insertos plenamente en el Cuerpo de Cristo, pueden tomar parte activa con el pueblo de Dios en la Eucaristía, participando en la mesa del Señor y en la comunidad de los hermanos.

c) Diversos agentes dentro de la comunidad. Dentro de la comunidad cristiana se des­tacan unas personas o instituciones que prestan una "valiosa ayuda" a las familias:

— los padrinos: los del Bautismo, que a ser posible lo son también de la Confirmación, — los catequistas y animadores de la comunidad, — las instituciones preescolares y las escuelas católicas, — los varios grupos o asociaciones en que se integren los niños. El acceso de los niños a la fe cristiana y su celebración es una experiencia personal: la inserción en un espacio —familiar, escolar, comunitario— en el que van asimilando, como por osmosis, lo que significa ser cristiano y celebrar como tal.

12. Catequesis especial sobre la Eucaristía. Además de los "agentes" que ha enume­rado, el DMN hace aquí hincapié en la necesidad de una catequesis sistemática que tenga por objeto la Eucaristía.

a) Es interesante que empiece afirmando que la misma celebración tiene una "fuerza didáctica" (cfr. SC 33): celebrando (bien) la Eucaristía vamos entrando poco a poco en su dinámica; la comprendemos desde su experiencia, y la mejor comprensión hace que a su vez la celebración vaya ganando en calidad.

b) La catequesis eucarística no debe ser aislada, por ejemplo "para preparar la pri­mera comunión", sino incluida "dentro de todo el proceso catequético escolar y pa­rroquial", donde se debe conceder "la debida importancia" a la catequesis sobre la Misa (cfr. Instruc. Eucharisticum Mysterium, de 1967, n. 14 y Direct. Cateq. Gen. n. 25). Por desgracia, en no pocas programaciones catequéticas brilla por su ausencia la iniciación a la celebración cristiana.

c) Esta catequesis debe iniciarles a la Eucaristía, "descubrirles el significado déla Mi-

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13. En la formación litúrgica de los niños y en su preparación para la vida litúrgica de la Iglesia, pueden tener también gran importancia las celebra­ciones de diverso género mediante las cuales los niños, por la fuerza mis­ma de la celebración, perciben más fácilmente algunos elementos litúrgi­cos, tales como el saludo, el silencio, la alabanza común, sobre todo la que se realiza cantando en común. Debe cuidarse, sin embargo, que tales celebraciones no revistan un carácter excesivamente didáctico.

sa", y eso "a través de los principales ritos y oraciones". Es una catequesis que no es sólo instrucción o explicación, sino "iniciación". Iniciar es algo más que instruir: es ayudar a llegar, a entrar; es fomentar la relación personal con Dios; experimentar la fe, la comunión, las actitudes básicas de la celebración. Por eso es muy acertado el criterio de que se haga precisamente a partir de.los ritos y oraciones de la misma cele­bración.

d) Pero esta iniciación eucarística no puede ir separada de la iniciación eclesial: "des­cubrirles el significado... de la participación en la vida de la Iglesia". Desde pequeños deben comprender los niños que Cristo nos llama a cada uno, pero no solos, sino en comunidad. Y la Iglesia es comprendida y experimentada precisamente en este am­biente celebrativo. Así van asimilando el valor de las "mediaciones" humanas tam­bién en el campo de su vida de fe, así como las experimentan en los otros campos de su vida familiar, social o escolar. Eucaristía e Iglesia no pueden separarse, tampoco en esta etapa de iniciación.

e) En particular se indica ya desde aquí (cosa que luego se especificará en DMN 52) que la Plegaria Eucarística, la oración central de la celebración, merece atención cate­quética especial.

f) Y una última referencia a la catequesis que precede inmediatamente a la primera comunión. No solo se trata de que comprendan qué es la Eucaristía. Sino que tengan una visión general de la vida cristiana: lo que es pertenecer al "Cuerpo de Crjsto", la Iglesia, porque la primera comunión es la primera vez que el niño va a "tomar parte activa con el pueblo de Dios en la Eucaristía", o sea, a la vez "en la mesa del Señor y en la comunidad de los hermanos". De nuevo aparecen, en el horizonte de la primera comunión, unidos los dos grandes valores de la Eucaristía y de la Iglesia. Y dentro de este programa global de vida de fe, se dice también aquí brevemente lo que significa el que ya los niños celebren el sacramento de la Reconciliación, en estrecha relación con su participación en la Eucaristía.

13. Celebraciones monográficas. En el encaminamiento de los niños a la Eucaristía, además de la catequesis sistemática, se nombran aquí estas celebraciones que pode­mos llamar monográficas: celebraciones más informales, en las que se les inicia en lo que son las actitudes básicas para luego celebrar convenientemente la Eucaristía. Al­gunas de ellas ya as había señalado DMN 9:

- el sentido de\saludo: por ejemplo el saludo por parte del presidente y la respues­ta de la asamblea; pero también otros saludos mutuos;

— el silencio como parte de una celebración, para que sea posible una interiorización de lo celebrado, dentro de un ritmo pausado y sereno: también los niños saben

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14. En estas celebraciones debe darse a la Palabra de Dios una importan­cia cada vez mayor, según la capacidad de los niños. Más aún, a medida que crezca su capacidad espiritual, ténganse con ellos, con mayor fre­cuencia, celebraciones de la Palabra de Dios propiamente dichas, sobre todo en tiempo de Adviento y Cuaresma. Tales celebraciones pueden fo­mentar grandemente el aprecio, por parte de los niños, de la Palabra de Dios.

15. Toda formación litúrgica y eucarística, teniendo en cuenta lo que acabamos de decir, debe tender siempre a que la vida diaria de los niños esté en consonancia con el Evangelio.

apreciar y aprovechar, si son bien orientados, el valor de un silencio (que necesa­riamente tendrá que ser breve);

— la alabanza común: la actitud fundamental de la "Eucaristía = acción de gracias"; alabanza que espontáneamente se convertirá en canto en muchos momentos;

- pero en seguida (DMN 14) se hablará de la otra gran actitud a la que también de­berían ser iniciados en celebraciones adecuadas: la escucha de la Palabra de Dios.

Se trata de celebraciones que no tienen un tono meramente didáctico, sino que en al­gún modo son ya cúlticas, de oración, que hagan fácil el paso a la verdadera celebra ción litúrgica. También aquí se afirma que estos momentos, "por la fuerza misma de la celebración", son muy eficaces para la educación de la fe cristiana.

14. El aprecio a la Palabra de Dios. Uno de los valores primordiales en que los niños deben ser iniciados es el aprecio a la Palabra de Dios.

Ha sido éste un aspecto que se ha valorado notoriamente en la actual espiritualidad de la Iglesia posconciliar. Los nuevos Leccionarios, la reestructuración de la primera parte de la Eucaristía, la homilía decididamente potenciada, la importancia de la Pa­labra en todos los Sacramentos: todo son signos de una prioridad que se quiere dar a la Palabra revelada de Dios en nuestra vida y en nuestra celebración.

En la Eucaristía, el celebrar bien la Palabra es ya una primera " comun ión " con Cristo Jesús. En la Palabra "Cristo se hace presente en medio de sus fieles" (IGMR 33).

Más adelante (DMN 41ss) se darán normas más precisas para que también dentro de la celebración se llegue a una valoración concreta de la Palabra. Aquí se habla de esta dimensión en el contexto de celebraciones pedagógicas especiales, en que quede bien claro—y experimentado— lo que es para un cristiano escuchar, meditar, acoger la Pa­labra que Dios le dirige. Se aconsejan las "celebraciones de la Palabra", sobre todo en Adviento y Cuaresma (cfr. SC 35,4).

15. La vida cristiana, meta últ ima. De nuevo se reafirma un concepto que ya había sido expresado antes: el objetivo úl t imo de esta "educación eucarística" noes la Eu­caristía en sí misma, como momento aislado aunque importante, sino toda la vida cristiana, vivida "en consonancia con el evangelio".

Es interesante esta continua alusión a que la liturgia no se separe de las demás coorde-

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Capítulo 2. MISAS CON ADUL TOS

EN LAS QUE PARTICIPAN TAMBIÉN NIÑOS

16. En muchos lugares, sobre todo los domingos y días festivos, se cele­bran misas parroquiales en las que participa un cierto número de niños con numerosos adultos. En estas Misas, el testimonio de los fieles adultos puede tener una gran influencia sobre los niños. Pero también los adultos obtienen un gran provecho espiritual, puesto que en tales celebraciones experimentan el papel que corresponde a los niños en la comunidad cris­tiana. El espíritu cristiano de las familias se desarrolla poderosamente si los niños participan en estas Misas en compañía de sus padres y de otros miembros de la familia.

A los más pequeños que no pueden o no quieren participar todavía en la Misa, se les puede llevar al final de ésta para que reciban la bendición jun­to con la comunidad. Durante la Misa han podido estar en un lugar se­parado, por ejemplo al cuidado de asistentas colaboradoras de la parro­quia.

nadas de la vida. Así DMN 8 ponía ya como punto de mira la "vida plenamente cris t iana" y por tanto la formación litúrgica "no puede separarse de la educación general humana y cristiana". En DMN 11 se proponía claramente como modelo y ambiente a una Iglesia que celebra, sí, activamente, pero también que "da testimonio del evange l i o " y que "vive la caridad fraterna". Y en DMN 12 se conectaba la iniciación al "sig­nificado de la Misa" con la de la "participación en la vida de la Iglesia": están llama­dos a tornar parte activa en la Eucaristía, pero "con el pueblo de Dios, en la comuni­dad de los hermanos".

18. Las Misas parroquiales. En las Misas dominicales de una parroquia es doble la in­fluencia benéfica:

los adultos, con su participación activa, son un ejemplo viviente para los niños: a veces los niños miran más a la cara y al comportamiento de los mayores que al altar; viendo a los mayores se dan instintivamente cuenta si es o no importante lo que se celebra;

los niños, con su presencia también activa, son un motivo de alegría y estímulo para los mayores.

El ideal es una Eucaristía en la que participan las familias cristianas, mayores y pe­queños, escuchando todos la misma Palabra, orando y cantando juntos, participando de la Mesa del Señor.

El caso de los niños muy pequeños es tratado aparte: pueden ser entretenidos en otro lugar durante la Misa, y recibir la bendición al final junto con los demás. No estaría mal que el sacerdote presidente lo hiciera notar expresamente. Mientras tanto han sido atendidos, por ejemplo en una guardería parroquial, muy cercana, y con cierta relación (al menos visual, por medio de cristaleras) con la comunidad que celebra.

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17. Sin embargo, en estas Misas debe evitarse cuidadosamente que los ni­ños se sientan abandonados a causa de su incapacidad para participar y comprender lo que se hace y proclama en la celebración. Al menos habrá que tener de alguna manera en cuenta su presencia, por ejemplo dirigién­dose a ellos de manera especial en las moniciones (como al principio o al final de la Misa) y en algún momento de la homilía.

Más aún, en algunas ocasiones, si las condiciones del lugar y las personas lo permiten, será oportuno celebrar con los niños la Liturgia de la Pala­bra, con la homilía, en un local separado, pero no demasiado alejado. An­tes de comenzar la liturgia eucarística serían introducidos en el lugar donde, entre tanto, los adultos habrán celebrado su propia Liturgia de la Palabra.

18. Puede ser muy útil en estas Misas confiar a los niños ciertas funcio­nes, como llevar los dones o ejecutar alguno de los cantos de la Misa.

17. Tomar en cuenta la presencia de los niños. Para que estas Misas parroquiales resul­ten en verdad educativas de la fe para los niños y les ayuden a ir entrando en la diná­mica de la Eucaristía, se sugieren aquí dos direcciones:

a) que se les preste atención en las moniciones y en la homilía; también se hablará más tarde, en DMN 18, de diversos ministerios que se les pueden encomendar; no estaría mal que —si no se prefiere que cada uno esté con su familia— se les reserve un lugar más cercano para que vean y sigan la acción con mayor facilidad;

b) que la primera parte de la celebración —la Palabra- la puedan tener ellos aparte, en un lugar cercano, para luego incorporarse con todos para la segunda, a partir del ofertor io.

La celebración por separado debe evitar el que se oscurezca la unidad de las dos par­tes de la Eucaristía.

Lo que parece dar mejor resultado es que todos empiecen en común (el canto, el salu­do, el acto penitencial, la oración) y se separen para el comienzo de las lecturas, con la oportuna pausa para que todos estén en disposición de escucharlas. La marcha y vuelta de los niños debe ser ordenada, y motivada tanto a ellos mismos como a los mayores, destacando la finalidad única que a todos mueve: tomar en serio, cada uno a su modo, la Palabra que Dios nos dirige.

Esta celebración especial de la primera parte de la Misa con los niños requiere evi­dentemente, más trabajo. Y la presencia de animadores, laicos o no, que sepan conec­tar con los niños. No son momentos para "entretener" mejor a los niños, sino para "celebrar" en verdad, según su capacidad, con alegría, y a la vez con seiiedad, la Palabra de Dios que también a ellos les interpela. En DMN 41 ss se indicaránlas adap­taciones que se pueden hacer respecto a su celebración de la Palabra.

18. Ministerios confiados a los niños. Hay ciertos ministerios que en una Misa parro­quial no conviene confiar a niños.

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19. Alguna vez, si el número de niños es notable, organícense oportuna­mente estas Misas de manera que respondan más a las exigencias de los niños. En este caso, la homilía se dirigirá a ellos, pero de tal manera que también los adultos puedan sacar fruto. Además de las adaptaciones pres­critas ya en el ritual de la Misa, algunas de las adaptaciones particulares descritas más adelante podrán ser adoptadas, donde el Obispo lo permi­ta, en las Misas con adultos en las que participan niños.

Capítulo 3. MISAS CON NIÑOS EN LAS QUE PARTICIPAN SOLAMENTE ALGUNOS ADULTOS

20. Además de las Misas en las que participan los niños con sus padres y

Leer la Palabra de Dios, recitar las peticiones de la oración universal, distribuir la Eu­caristía: son servicios que deben ser encomendados a adultos o jóvenes bien prepara­dos. Los niños no se deberían considerar en estas Misas parroquiales como "anima­dores", sino como participantes (es distinto en las Misas en que ellos son práctica­mente los únicos que participan).

Pero hay otros ministerios que sí parecen más coherentes a la manera de participar de los niños; aquí se enumeran dos:

— aportar los dones al altar, en el ofertor io, — ejecutar algunos cantos: no sería el caso de un salmo responsorial, que debe ser de

todos, o del "Santo"; pero sí, por ejemplo, que durante la procesión de dones, o durante la comunión, o después de la misma, ellos canten un canto.

No se trata de entretenerles más, o de que "haga bon i to " , sino de dar la imagen más familiar y completa de una comunidad celebrante, teniendo en cuenta la naturaleza de cada ministerio y la manera de ser de cada uno de los participantes. *

19. Misas parroquiales más adaptadas a niños. A una de las Misas dominicales, aunque no sea sólo de niños, se le puede dar un ambiente más adaptado a ellos. No entraría esto todavía en lo que será el caso del capítulo tercero (Misas en que la mayoría son niños), pero se puede hacer en estas Misas comunitarias una adaptación mayor que la que se había dicho en los números anteriores.

Así, todos sabrán, por ejemplo, que la Misa de diez es la que de modo particular vo a tener en cuentaa los niños. Las moniciones, la homil ía, los cantos, estarán pensado» especialmente para ellos, sin que por ello los adultos los encuentren totalmente ajt-nos. Otras adaptaciones se dejan a discreción del Obispo; tales podrían ser, pof ejemplo, la selección de lecturas, de oraciones y, sobre todo, de la Plegaria Eucarf f tica. O sea, las adaptaciones que va a proponer el capítulo tercero para Misas p rop l l * de niños.

Todo esto,dice este número,cuando el número de niños en tales Misas sea "noi i ibl i f"-

20. Misas con niños, entre semana. Entrando ya en las "Misas con n i ñ o i " o I M t f

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otros miembros de la familia, lo cual no siempre ni en todas partes es realizable, se recomienda que sobre todo durante la semana se celebren Misas con los niños solos en las que participan tan sólo algunos adultos.

Todos estamos persuadidos, desde el comienzo de la reforma litúrgica, que estas Misas necesitan ciertas adaptaciones. De ellas, limitándonos a las más generales, se hablará más adelante (nn. 38-54).

21. Habrá que tener siempre presente que tales celebraciones eucarís-ticas deben ir introduciendo a los niños a las Misas de los adultos, sobre todo aquellas en las que la comunidad cristiana debe reunirse los do­mingos. Por ello, salvo las adaptaciones necesarias a la edad, no deben es­tablecerse ritos totalmente especiales que se diferencien demasiado del ritual de la Misa que se celebra con el pueblo. La finalidad de los diversos elementos debe responder siempre a lo que se dijo de cada uno de ellos en la Institución general del Misal Romano. Aunque alguna vez, por razo­nes pastorales, no pueda llegarse a una identidad absoluta.

las que ellos son mayoría, aunque haya algunos adultos, lo primero que se afirma es que tengan lugar no tanto en domingo —eso sería el caso de DMN 19— sino sobre to­do entre semana.

Ya lo había dicho DMN 3, y vuelve a decirlo ahora: estas Misas tendrán mayor mar­gen de adaptación, que es el que va a describir el Directorio a partir de ahora.

2 1 . El objetivo f inal: la Eucaristía de la comunidad. Antes de entrar en las directri­ces concretas de la adaptación, se quiere dejar bien sentado este principio: e l ideal no es la Misa con niños. Esta se considera ú t i l , necesaria, pero por pedagogía, y como con cierta provisionalidad. Porque las Misas de adultos, tal como normalmente se celebran, " n o pueden ejercer toda su fuerza" educadora con ellos. Pero e l objetivo final es que se les vaya iniciando en la Eucaristía sin más, la Eucaristía de la comuni­dad cristiana, en la que son acogidos y atendidos también ellos.

Es bueno que desde el principio los niños sepan y sientan que la Eucaristía es "cosa de mayores", que no sé identifica con su edad infanti l o con el período escolar y ca-tequético, sino que es la celebración central de todos los cristianos, sobre todo en domingo (cfr. SC 42 y 106).

Por eso, ya desde aquí, aparece un criterio que luego se explicitará más: la IWsa con los niños no debe ser muy distinta de la comunitaria (cfr. el comentario a DMN 3),

Aquí , por tanto, se apunta una doble pedagogía: por una parte, las Misas de grupo para ellos, y por otra, la referencia continua y también la experiencia de l a Misa de todos. Las dos dimensiones son complementarias.

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Oficios y ministerios en la celebración

22. Los principios para una participación activa y consciente son válidos "a fortiori" si las Misas se celebran con niños. Por ello debe cuidarse de que todo se haga de tal manera que esa participación se aumente e inten­sifique.

Por esta razón, el mayor número posible de niños desempeñe cometidos especiales en la celebración. Así, por ejemplo: preparar el local y el altar (cfr. núm. 29), ejercer el oficio de cantor, tocar instrumentos musicales (cfr. núm. 32), proclamar las lecturas (cfr. núms. 24 y 47), responder durante la homilía (cfr. núm. 48), recitar las intenciones de la oración universal, llevar los dones al altar, así como otras funciones similares de acuerdo con las costumbres de Jos distintos lugares (cfr. núm. 34).

Para fomentar la participación, algunas veces será útil emplear algunas añadiduras. Por ejemplo: exponer motivos de acción de gracias antes de que el sacerdote dé comienzo al diálogo del prefacio.

En todo esto debe tenerse presente que las acciones externas pueden quedar infructuosas o incluso ser nocivas, si no sirven para una participa­ción interna de los niños. Por ello el silencio sagrado tiene también su importancia en las Misas con niños (cfr. núm. 37). Póngase el máximo cuidado para que los niños no olviden que todas las formas de participa­ción alcanzan su cima en la comunión eucarística, en la que se recibe el Cuerpo y la Sangre de Cristo como alimento espiritual.

22. Ministerios encomendados a los mismos niños. Si en las Misas con los mayores ya se hablaba de algunos ministerios que podían desempeñar los niños —no demasia­dos— aquí, en las Misas propias de ellos, se ve más coherente que realicen otros más.

Se indican rápidamente algunos de ellos, que más tarde serán detallados:

— preparar el local y el altar, — cantar, — tocar instrumentos musicales, — proclamar las lecturas (aquí sí, algunos de ellos, bien preparados, pueden leer la

Palabra), — dialogar en la homilía, si el presidente lo provoca, — recitar las intenciones de la oración universal, — llevar los dones en el ofertor io, — y otras funciones similares.

Pero lo más importante de este número es la distinción que se establece entre el "mi­nisterio" y la "participación".

A la participación son llamados todos, también los niños, y en todo momento. Parti-

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23. El sacerdote que celebra la Misa con los niños se esforzará en realizar una celebración festiva, fraternal, meditativa; más todavía que en las Mi­sas con adultos, esta disposición de ánimo en la celebración debe ser suscitada por el sacerdote. Depende de su preparación personal y del mo­do de comportarse y de hablarles.

Debe preocuparse ante todo de la dignidad, claridad y simplicidad de los gestos. Hablando a los niños debe expresarse de tal modo que le puedan entender fácilmente, evitando, sin embargo, formas demasiado pueriles.

Las moniciones que haga libremente deben conducir a los niños a una participación litúrgica auténtica y no sean meras exposiciones didácticas.

Ayudará a mover la afectividad de los niños que el sacerdote les invite al­gunas veces con sus propias palabras, por ejemplo, antes del acto peniten­cial, la oración sobre las ofrendas, la oración dominical, el acto de darse la paz, la comunión.

cipar es escuchar, ver, atender, sintonizar con lo que se celebra, orar, cantar, comul­gar: o sea, celebrar.

Mientras que los ministerios —"intervenir, actuar"— no los pueden realizar todos en todo momento. En la lectura, por ejemplo, uno la proclama —o sea, interviene con un ministerio concreto— y todos la escuchan, o sea, participan y celebran.

Todos los niños deben llegara una "participación activa y consciente", y se debe pro­curar que "esa participación se aumente e intensifique". Lo que importa es la "parti­cipación interna", que "alcanza su cima en la comunión eucarística" (cfr. IGMR 56). Esa es la finalidad última.

Ahora bien, para hacer más accesible esa participación se sugieren los medios:

— los ministerios estén más repartidos entre ellos: aunque no sea lo mismo intervenir que participar, el intervenir más personas, ayuda a que también la participación sea más intensa;

— emplear algunas añadiduras, como la que sugiere de explicitar "motivos de acción de gracias" antes del prefacio;

— los momentos de silencio, breves y densos, que den a la celebración un tono más sereno e interiorizante (DMN 37 volverá a ponderar el silencio).

El aviso de que "las acciones externas pueden quedar infructuosas si no sirven para una participación interna" es oportuno sobre todo para estas Misas en que se invita a "intervenir" con cantos, instrumentos, ministerios, etc.

23. El presidente de las Misas con niños. El sacerdote que preside una Misa con niños debe tener unas cualidades especiales y unos principios de psicología pastoral:

— su modo de actuar y de hablar debe ser digno, claro, sencillo, — creando un clima de fiesta, fraternidad y meditación, — haciendo inteligible su lenguaje.

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24. Puesto que la Eucaristía es siempre acción de toda la comunidad ecle-sial, es de desear la participación al menos de algunos adultos, que tomen parte en la Misa, no como vigilantes sino como coparticipantes y que ayuden a los niños cuanto sea necesario.

Nada impide que alguno de estos adultos que participan en la Misa con los niños, con permiso del párroco o del rector de la iglesia, les dirija la palabra después del Evangelio, sobre todo si el sacerdote se adapta con dificultad a la mentalidad de los niños. Sobre este punto obsérvense las normas de la Sagrada Congregación del Clero.

También en las Misas con niños foméntese la diversidad de ministerios a fin de que la celebración manifieste su carácter comunitario. Empléense, por ejemplo, lectores y cantores, bien de entre los niños o bien de entre los adultos. De este modo la variedad de voces evitará el aburrimiento.

— y en concreto adaptando las moniciones, que ya el Misal Romano (IGMR 11) invi­ta a todos a adaptar a la asamblea concreta: con ellas deberá ir "conduciendo a los niños a'una participación litúrgica auténtica", no tanto a modo de explicaciones didácticas que darían un tono escolástico a la celebración, sino sugiriendo amable y persuasivamente las actitudes justas en cada momento: así las moniciones que se enumeran en el último apartado.

Es interesante que se le avise que para todo esto no necesita adoptar "formas dema­siado pueriles". Una cosa es que le entiendan los niños y otra que tenga que hablar como hablan ellos.

Aquí se emplea una expresión que está muy en consonancia con el lenguaje de todo el Directorio: "el sacerdote que celebra con los niños". No es él el único que celebra, como si dijera la Misa "para los niños". Siguiendo la concepción de IGMR 7 ("el pue­blo de Dios es convocado... para celebrar el Memorial del Señor"), aquí se llama a los niños continuamente también "celebrantes". Naturalmente, bajo la presidencia de un sacerdote que hace las veces de Cristo.

24. Los adultos en las Misas con niños. El ideal no es que en una Misa sólo haya ni­ños. La presencia de algunos adultos que también celebran con ellos, que "copartici-pan" (en latín dice "tanquam comprecantes", como co-orantes), puede dar a toda la celebración una imagen mucho más eclesial.

Sería bueno, además, que los varios ministerios se adjudicaran a los niños o a los adul­tos también. Una sugerencia valiente (es tal vez la única en este sentido en los docu­mentos últimos): uno de esos adultos puede, con el permiso del rector de la iglesia, dirigir la homil íaa los niños, si es que sabe usar un lenguaje más adecuado a su men tal ¡dad. Por cierto que esas "normas de la Sagrada Congregación del Clero" que habría que seguir, no se sabe bien si han aparecido alguna vez.

El motivo que seindica al final (que esta "variedad de voces evitará el aburrimiento") parece pobre: más bien lo que se busca es crear la convicción de que la Eucaí islía es de todos, o sea, de promover una adecuada imagen de la iglesia celebrante, no ence-

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Lugar y tiempo de la celebración

25. El lugar primario de la celebración eucarística con niños es la iglesia, en la cual, sin embargo, si es posible, ha de elegirse con cuidado el espa­cio de tal manera que responda al número de participantes y en el cual puedan los niños desenvolverse libremente de acuerdo con las exigencias de una liturgia viva y adecuada a su edad.

No obstante, si el templo no responde a estos postulados, será oportuno celebrar la Eucaristía con los niños fuera del lugar sagrado, pero entonces el lugar debe ser apto y digno de tal celebración.

26. Para las Misas con niños elíjase aquel momento del día que responde mejor a las circunstancias en que ellos viven, de tal manera que puedan estar predispuestos al máximo para oír la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía.

27. La Misa durante la semana en la que participan los niños, ciertamente se celebrará con mayor -fruto y menos peligro de cansancio, si (por ejem­plo en los colegios en que los niños viven juntos) no se hace diariamente;

rrada en un grupo o en una edad, sino abierta y universal: " la Eucaristía es siempre acción de toda la comunidad eclesial", como dice al principio de este mismo número, o como repite después: "a fin de que la celebración manifieste su carácter comunita­r i o " (cfr. SC 28).

25. El lugar de la celebración. El objetivo es siempre favorecer la participación más activa y gozosa. Por eso se relativiza un tanto la importancia que pudiera tener el lugar de la misma (ya lo había hecho IGMR 253).

La iglesia sigue siendo el local privilegiado: el ambiente "sagrado" puede también ayudar psicológicamente a que se cree un clima de celebración.

Pero dentro de ella, si es grande, habría que elegir el espacio más adecuado de cerca­nía y proporción al número de participantes o a los movimientos que se piensen ha­cer.

Si eso no basta, se elige o t ro lugar digno, que se vea apto para la celebración.

26. El momento del día más adecuado. A la hora de elegir el momento del día para esta celebración se establece siempre el mismo criterio pastoral: el que en s u horario favorezca más la participación atenta de los niños en la celebración.

27. Frecuencia o periodicidad de estas Misas. Todos recordamos tiempos e n que en nuestras instituciones escolares era obligatoria la Misa diaria para los alumnos. Hace t iempo que se dio paso a unannayor f lexibi l idad.

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además, podrá prepararse mejor, si entre varias celebraciones media un espacio de tiempo más amplio.

Mientra tanto debe preferirse la oración en común, en la cual también los niños pueden participar de un modo espontáneo, o la meditación en co­mún o la celebración de la Palabra de Dios, la cual prolonga las anteriores celebraciones eucarísticas y vale para que otras sucesivas sean participa­das más profundamente.

28. Siempre que el número de niños que celebran juntos la Eucaristía sea excesivo, resultará más difícil conseguir una participación atenta y cons­ciente. Por eso, si es posible, constituyanse varios grupos atendiendo no tanto a la edad, sino a su situación en cuanto su formación religiosa y preparación catequética.

Entre serriana, será oportuno invitar a estos grupos al sacrificio de la Misa en días diversos.

Preparación de la celebración

29. Toda celebración con niños debe prepararse cuidadosamente y con tiempo, sobre todo en lo que se refiere a las oraciones, cantos, lecturas, intenciones de la oración universal, de acuerdo con los adultos y con los niños que ejercen algún ministerio especial en estas Misas. Si es posible.

Aquí se establece un criterio para decidir la periodicidad de estas Misas (entre «ma­na) con niños: un r i tmo que permita celebrar "con mayor f r u t o " y "prepararla me­jo r " . No, pues, diariamente, sino de modo que "entre una celebración y otra medie un espacio de tiempo más amplio (que el de un dia). . ."

Eso sí: lo que se sugiere es que no sólo hay que saber organizar la Eucaristía con los niños. Una "oración en común" , más informal, que les permite una intervención mal espontánea a ellos, o un espacio de meditación o celebración de la Palabra do Dios, pueden ser medios muy válidos para expresar y fomentar su vida de fe.

28. No demasiado numerosos los grupos. Es mejor que no celebren la misa en giupos demasiado grandes (todo el colegio, o una sección entera). Parece aconsejable ni que se const i tuyan f upos más reducidos, con criterios pastorales y pedagógicos miís que de edad. Y alternando los varios grupos en diferentes días de la semana.

También aquí seemplea claramente la "nueva" terminología: " los niños que celebran juntos la Eucaristía" ("simul Eucharistiam celebrant").

29. Preparar bien estas celebraciones. Por una parte se pide que se preparen bien astas Misas, sobre todo en los aspectos nombrados (oraciones, cantos, lecturas, intenclo-

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algunos de estos niños tomen parte en la preparación y el adorno del lu­gar de la celebración y en la preparación del cáliz, la patena y las vinaje­ras.

Salvando la debida participación interna, estas acciones pueden servir pa­ra fomentar el sentido comunitario de la celebración.

Canto y música

30. El canto, si bien hay que darle gran importancia en todas las celebra­ciones, debe fomentarse de manera especial en las Misas con niños por ra­zón de su peculiar afición a la música, teniendo en cuenta el carácter pro­pio de los diversos pueblos y la propia capacidad de los niños presentes.

Donde sea posible, las aclamaciones, especialmente las propias de la Ple­garia Eucarística, deben ser cantadas por los niños mejor que recitadas.

nes) y otros que se podrían nombrar (aclamaciones de la Plegaria Eucarística, modo de realizar el acto penitencial, el gesto de la paz, la disposición en el momento de co­mulgar, los gestos simbólicos que se quieran hacer...).

Y por otra, que ellos mismos, los niños, verdaderos protagonistas, contribuyan a esta preparación (el lugar y su adorno, la preparación del pan y el vino, etc.).

Sería interesante que algunos niños participaran en la elección de lecturas y el acto penitencial, etc.

30. Importancia del canto. En toda celebración cristiana el canto tiene un papel importante, pero "de manera especial en las Misas con niños" (cfr. IGMR 19),

Puestos a sugerir una " jerarquía" de elementos que hay que cantar en estas Misas, aparece aqu í la prioridad de las aclamaciones: sobre todo las de la Plegaria Eucarísti­ca.

Pero hay otras aclamaciones o intervenciones breves a lo largo de la Misa: e l saludo y demás diálogos con el presidente, las respuestas al acto penitencial o la oración uni­versal, la aclamación del aleluya antes del evangelio...

Se ha dado, pues, preferencia a los cantos breves que se pueden llamar o equiparar a las aclamaciones, que siempre serán más auténticas cuando se cantan que cuando sim­plemente se recitan.

Habrá que cuidar por t an to el repertorio e irlo enriqueciendo. Además de las espues­tas y cantos que normalmente canta la comunidad y que también los n i ñ o s deben ir sabiendo, deben aprender la música de las aclamaciones más propias, y otros cantos de calidad (en letra y música), sin caer en el infantilismo tampoco en e s t o Cantos que entiendan, pero no necesariamente de párvulos.

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31. Para hacer más fácil la participación de los niños en los cantos del "Gloria", "Credo", "Sanctus" y "Cordero de Dios", pueden emplearse, con temas musicales, traducciones adecuadas, aprobadas por la autoridad competente, aún cuando no concuerden plenamente con los textos litúr­gicos.

32. También en las Misas con niños pueden tener una gran utilidad los instrumentos musicales, de modo especial si son tocados por ellos mis­mos. Contribuyen, bien a sostener el canto, bien a alimentar la medita­ción de los niños. Al mismo tiempo expresan a su manera el gozo festivo y la alabanza a Dios.

Póngase gran cuidado siempre en que la música no prevalezca sobre el canto ni que sea causa de distracción para los niños en vez de edificación. Debe responder a la finalidad que le ha sido asignada a cada uno de los momentos en que se emplea la música en la Misa.

Con estas mismas cautelas, con la debida circunspección y particular dis­creción, podrá emplearse en las Misas con niños y según las normas esta­blecidas por las Conferencias Episcopales, la música grabada.

3 1 . Los cantos del "ordinar io de la Misa". Los cantos más largos, como son los del Ordinario (Gloria, Credo, Santo y Cordero de Dios) reciben aquí una mayor f lexibi l i ­dad en las Misas con niños: se pueden util izar, con la oportuna aprobación, textos que sean afines a los originales del Misal aunque no coincidan exactamente (cfr. Musicam Sacram,de 1967, n. 55). ,

Así, el Credo —cuando tenga que decirse— se podrá hacer, ante todo con el texto breve, recientemente aprobado también para España (otras naciones lo adoptaron desde el pr incipio), y además, con una ordenación responsorial o litánica; el Gloria en otra forma también más simplificada; el "Santo" se apunta también como sustituible por otra aclamación (única o repetida) que tenga en verdad su misma función (ala­banza entusiasta al Padre); el "Cordero de Dios" no debe ser d i f íc i l , por su forma litánica, pero también admitiría, a mi entender, una alternancia con otros cantos que expresen el deseo y el compromiso de la fraternidad, ya que el gesto de la fracción del pan —al que acompaña este canto— tiene, según el Misal Romano, este sentido de fraternidad y unidad.

Es, pues, un principio de f lexibi l idad relativa, que siempre quiere favorecer el mismo objetivo: que n o sea sólo el cantar o no un texto, sino que sea eficaz dentro de la di­námica de la celebración, respetando los géneros literarios de cada uno de estos can­tos y su f ina l idad concreta en un momento determinado.

32. Los instrumentos musicales. Las ventajas de la música instrumental (cfr. Musicam Sacram, n. 62 ) , sebre todo si realizada por los mismos niños, son evidentes:

— a veces acompaña y sostiene el canto de la comunidad, — otras, crea u n clima de pausa y meditación.

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Los gestos

33. Teniendo en cuenta la naturaleza de la liturgia en cuanto acción de todo el hombre y la psicología de los niños, debe fomentarse grandemen­te en las Misas con ellos, de acuerdo con su edad y la costumbre del lu­gar, la participación por el gesto y la postura del cuerpo.

Depende mucho no sólo de los gestos del sacerdote, sino también de la manera como toda la comunidad de niños se comporte.

Si alguna Conferencia Episcopal, en conformidad con la norma de la Ins-

— o bien de fiesta y alegría, — expresando la alabanza a Dios.

Siempre que el DMN habla de estas actuaciones externas de los niños, recuerda que no debe ser obstáculo para lo principal: la participación interna. Así lo decía ya DMN 22 y 29, y aquí lo repite: "que la música no prevalezca sobre el canto ni que sea cau­sa de distracción en vez de edificación...".

Pero además aquí recuerda otro criterio muy importante. Cada momento de canto o música "debe responder a la finalidad que le ha sido asignada" en el conjunto de la celebración.

Un himno como el Gloria, o una aclamación como el Amén, o una letanía como la oración de los fieles, o un canto de meditación como el salmo responsorial, o un can­to de acompañamiento como el "Cordero de Dios" o el canto de comunión: cada uno tiene su razón de ser propio en el proceso de la celebración. Un salmo de medita­ción no es bueno que lo reciten "todos todo", sino que vayan respondiendo (por eso se llama "responsorial") a un solista que recita o canta las estrofas del salmo...

Una última sugerencia de este número: la música grabada (en latín "música technice effecta") tiene también cabida en estas celebraciones. Tradicionalmente se había mi­rado con cierta suspicacia a esta música grabada, porque parece invitar a la pasividad a los participantes, "sustituyéndoles" en algo que debe ser canto y oración suya.

Pero aquí se admite, aunque con discreción. La discreción, aquí, significa ni más ni menos lo que ya antes había afirmado: que cada momento tiene su significadodistin-to en la celebración. La música de un disco o una grabadora no puede sustituir una aclamación de la comunidad (un "Santo", un "aleluya", un "amén", una profesión de fe). Pero sí puede sonorizar el ambiente en determinados momentos, por ejemplo al principio de la celebración, o durante la comunión —si se ha preferido reservar el canto para después— o en los momentos del ofertorio...

Si, por ejemplo, se ha proclamado en el evangelicuna parábola, que se ha meditado, comentado, etc. y luego, después de la comunión(en un momento de pausa posesiva, se quiere escuchar la grabación de esa misma parábola, para que resuene, abra ya desde la Eucaristía celebrada, creo que es un recurso pedagógico y coherentecon la línea de la celebración.

33. Los gestos y posturas del cuerpo. Dos son loimotivos que se aducen parasubra-yar la importancia del lenguaje gestual en estas Misas:

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titución general del Misal Romano, se decide a adaptar los gestos en la Misa al carácter propio de su pueblo, tenga en cuenta la condición espe­cial de los niños o determine sólo para ellos tales adaptaciones.

34. Entre las acciones que se entienden como gestos merecen especial mención las procesiones y otra acciones que llevan consigo la participa­ción del cuerpo.

La entrada procesional de los niños con el sacerdote puede ayudar a que se entienda mejor que, en este momento, se constituye la comunidad. La

a) la naturaleza de la liturgia, que es "acción de todo el hombre" y no sólo de la inte­ligencia o de la voluntad: la liturgia usa por su propia naturaleza los signos y los ges­tos simbólicos;

b) la psicología de los niños que, más que otros, saben y necesitan expresarse con ges­tos y movimientos; para ellos el gesto no es tanto un medio de expresión "hacia fue­ra" (manifestar a otros sus sentimientos), sino "hacia dentro": ellos mismos se lo di­cen, o se sienten "dichos" y expresados cuando hacen un gesto.

En la celebración eucarística hay una serie de gestos y acciones simbólicas:

— unas de parte del presidente (cfr. también DMN 23): su vestido, su postura de brazos levantados, su signo de bendición, su genuflexión, la imposición de las ma­nos, la fracción del pan...

— otras de toda la asamblea: las posturas diversas, el gesto de la paz, las marchas o procesiones...

Si siempre hay que hacer estos gestos con expresividad, más todavía en las Misas con niños: cuando se hacen bien, no hacen falta muchas palabras para explicar su signifi­cado, y tienen en sí mismos fuerza pedagógica para introducir en el misterio que se celebra y en las actitudes internas que quieren expresar y realizar.

Es bueno que al final indique la posibilidad de una mayor creatividad en las diversas regiones en relación con estos gestos y símbolos. Ya lo había sugerido IGMR 21: las Conferencias Episcopales pueden hacer tales modificaciones a) para sus comunida­des, y en este caso deberán "tener en cuenta" también la existencia de los niños; o b) pueden pensar específicamente en las Misas con niños y determinar las líneas de esta adaptación para ellas. Esto es lo que los documentos antes citados (DMN 3-4), sobre todo de Alemania y Francia, han hecho en sus regiones.

El cuerpo también habla. Hay que explicar a los niños los gestos y signos clásicos de la celebración cristiana: por ejemplo lo que significa la fracción del pan, o el hecho mismo de utilizar el pan y el vino, o los gestos con las manos o las posturas corpora­les. Además de otros que ellos pueden encontrar más convenientes (elevar las manos al cielo durante el Padrenuestro, o acompañar con palmadas un canto entusiasta y rít­mico...), deben conocer los que forman el patrimonio general y tradicional de la litur­gia cristiana.

34. El movimiento en estas celebraciones. De los gestos, destaca este número los que comportan un movimiento:

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participación de algunos niños al menos en la procesión para el evangelio, expresa más claramente la presencia de Cristo que anuncia la Palabra a su pueblo. La procesión de los niños con el cáliz y las ofrendas expresa me­jor la fuerza y el sentido de preparación de los dones. La procesión para la comunión, debidamente ordenada, ayuda mucho para favorecer la de­voción de los niños.

Los elementos visuales

35. La misma liturgia de la Misa contiene muchos elementos visuales a los que debe concederse máxima importancia en relación con los niños. Esto vale sobre todo para los elementos visuales peculiares que aparecen en el transcurso del Año Litúrgico, como son la adoración de la cruz, el cirio pascual, las velas en la fiesta de la Presentación del Señor, y la diversidad de ornamentos y colores litúrgicos.

Además de estos elementos visuales inherentes a la misma celebración y a su lugar, introdúzcanse oportunamente otros que permitan a los niños contemplar las maravillas realizadas por Dios en la creación y en la re­dención, y que mediante la vista sostengan la oración.

Jamás la liturgia debe aparecer como algo árido y puramente conceptual.

— la entrada procesional de los niños con el presidente subraya el carácter de comu­nidad eclesial que se dir ige a celebrar la Eucaristía (cfr. IGMR 24);

— la procesión del evangelio, en la que pueden participar también algunos niños, des­taca la importancia y el honor que se le quiere dar a esta proclamación como Pa­labra que es de Cristo;

— la procesión de los dones en el ofertor io: n o sólo con el pan y el vino, que son los elementos principales, s ino también, si parece conveniente, con otros símbolos dis­cretos que expresen la ofrenda de la vida entera de los niños al Señor;

— y finalmente la procesión para la comunión: es mucho mejor que los niños salgan de sus propios puestos y acudan al altar del Señor, —a la "mesa", como llama nor­malmente este Director io a! a l ta r - para recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor.

35. La importancia de \o visual. El lenguaje d e la liturgia afecta a todos los sentidos, aunque últimamente prevalezca más bien el o í d o (palabra proclamada y escuchada).

Aqu í se habla de los elementos ópticos, ya incluidos algunos en la liturgia porque son inherentes a la acción o al lugar de la celebración.

A lo largo del Año Litúrgico hay momentos e n que hacemos o utilizamos signos y símbolos como los que recuerda este número ( y podría haber enumerado más). Ade­más están los colores, los ornamentos (y pod r ía recordar las flores, las luces y velas, los espacios, el ambón, el l ibro digno...).

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36. Por el mismo motivo puede ser útil el uso de imágenes preparadas por los mismos niños como, por ejemplo, para ilustrar la homilía, para mos­trar visiblemente las intenciones de la oración universal, o para inspirar la meditación.

El silencio

37. También en las Misas con niños debe guardarse a su debido momento

Pero además se anima a que se introduzcan otros más, que mediante la vista sosten­gan la oración. Los niños agradecen este lenguaje de los signos y símbolos más que el escueto de las palabras.

El principio con el que termina este número es aleccionador: "jamás la liturgia debe aparecer como algo árido y puramente conceptual". Corremos el peligro de construir unas celebraciones demasiado cerebrales y poco expresivas y festivas.

36. Creatividad visual: las imágenes. Otro ejemplo de esta pedagogía visual: unas imá­genes que pueden preparar los mismos niños, para subrayar en su momento las ideas de la homil ía, el mensaje central de las lecturas, las intenciones que se han preparado para la oración délos fieles, o para ambientar meditativamente una celebración.

Aqu í se esperaría que también se hubiera nombrado un recurso que en el campo de la catequesis o de la pedagogía ha adquirido mucho relieve: las diapositivas y filmi-nas. El Directorio, después de una explícita reflexión por parte de sus preparadores, no ha querido n i recomendar ni prohibir tales medios pedagógicos (cfr. lo que se di jo en la introducción, al hablar de la historia del Directorio). Lo cual deja campo libre a que en cada región se determine más de cerca su uso. Algunos Episcopado! —como el italiano— los excluyen explícitamente.

Pero no hay que extremar la suspicacia en relación a estos audiovisuales. Naturalmen­te que pueden ser mal empleados, de tal manera que la celebración se desvirtúe y se convierta en a lgo que no debe ser. Pero también pueden ser muy bien utilizados, con discreción y sentido de oportunidad, para subrayar actitudes e ¡deas que quedan así más grabadas, y que no obstan a que el conjunto sea una celebración de oración. La pedagogía gráfica de los retablos, imágenes y cristaleras, podría hacernos reflexionar en la fuerza expresiva que se ha querido poner en juego ya desde antiguo en nuestros lugares de c u l t o .

Una parábola como la del buen samaritano ¿por qué no se podría resaltar, en su ex­plicación y aplicación, con unas diapositivas o fi lminas breves de la Madre Teresa de Calcuta?

En principio n o se ve por qué hubiera que prescindir de estas ayudas audiovisuales. Deben ser pocas, eso sí, de modo que la celebración no consista fundamentalmente en ellas, ni que "sustituyan" la celebración de la Palabra, sino que la apoyen y hagan más expresiva.

37. El silencio. Desde la celebración casi totalmente silenciosa de antes hemos pasado

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el silencio como parte de la celebración, para que no se conceda lugar ex­cesivo a la acción externa, pues también los niños a su manera son real­mente capaces de meditar. Sin embargo tienen necesidad de una cierta formación para que aprendan según los diversos momentos (por ejemplo, después de la comunión o también después de la homilía) a entraren sí mismos y meditar brevemente o alabar y rezar a Dios en su corazón.

Además se debe cuidar —y con más diligencia aún que en las Misas con adultos— que los textos litúrgicos sean proclamados sin apresuramiento, inteligiblemente y con las pausas necesarias.

Las partes de la Misa

38. Respetando siempre la estructura general de la Misa, que consta como de dos partes, liturgia de la Palabra y liturgia eucarística, así como de unos ritos que abren y concluyen la celebración, parecen necesarias las siguientes adaptaciones dentro de las varias partes de la celebración para que realmente los niños experimenten a su modo, según las leyes psicoló­gicas de la infancia, el misterio de la fe a través de los ritos y oraciones.

a una totalmente "hablada", sin espacios de pausa interiorizante, a pesar de lo que IGMR 23 decía valorando el silencio en sus momentos oportunos.

También a los niños les conviene, para dar profundidad y serenidad a su celebración, que sepan hacer momentos de silencio.

El que después de una lectura o de la homilía o de la comunión haya un breve mo­mento de silencio, los puede ir acostumbrando a experimentar que la celebración cris­tiana no es una sucesión mecánica de palabras y acciones, sino que quiere provocar un " e c o " a la Palabra oída, una reflexión gozosa y densa, un silencio "posesivo" des­pués de la comunión... Todo esto les debe ayudar a "entrar en sí mismos y meditar o alabar y rezar a Dios en su corazón".

Habrá que ayudarles a "l lenar este silencio", pero no es imposible: y es altamente educador para ellos.

Importante también la últ ima recomendación: el r i tmo pausado, sereno, déla cele­bración, sobre todo en la proclamación de los varios textos: las lecturas, las oracio­nes, sobre todo la Plegaria Eucarística...

38. Repaso a la Misa en sus diversos momentos. Empieza aquí (hasta el n ú m 54) la descripción de las adaptaciones que parecen más necesarias en las Misas con niños, siguiendo paso a paso la estructura de la celebración.

Recordar que DMN 20 indicaba que se van a enumerar las adaptaciones "másgenera-les", no las únicas posibles en esta clase de Misas (en latín decía al l í : "aptationibus, et quidem generalioribus tantum") . La mayor concretización queda para lasConfe-rencias Episcopales.

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39. A fin de no establecer una excesiva diferencia entre las Misas con ni­ños y adultos, algunos ritos y textos no deben ser adaptados a los niños, tales como las aclamaciones y las respuestas de los fieles a los saludos del sacerdote, la oración del Padrenuestro, la fórmula trinitaria al final de la bendición con la que el sacerdote concluye la Misa. Se aconseja también que los niños —salvo el uso del símbolo de los apóstoles de que se habla en el núm. 49— se acostumbren al símbolo niceno-constantinopolitano.

a) El rito de entrada

40. Puesto que la finalidad del rito de entrada es que los fieles que se reúnen constituyan una verdadera comunidad y se dispongan a escuchar convenientemente la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaris­tía, se debe procurar que se logre en los niños esta preparación y que no se vea perjudicada por una excesiva acumulación de ritos que en este mo­mento se proponen.

Por ello está permitido omitir alguna vez uno u otro de los elementos del rito de entrada, o quizá desarrollar más alguno de ellos. Siempre deberá

La finalidad es clara: "para que realmente los niños experimenten el misterio de la fe a través de los ritos y oraciones" (cfr. SC 48) : la misma celebración debe ser, por sus palabras y gestos, mistagógica.

Y naturalmente que esto se debe hacer sin cambiar excesivamente el modo general de celebración: "respetando siempre la estructura general de la Misa".

39. No demasiado diferente. Es un principio pedagógico que viene resonando en nú­meros anteriores: la celebración eucarística de los niños debe conducir a la comunita­ria, y por t an to no debe ser demasiado diferente (cfr. DMN 21). Aquí se deduce otra consecuencia: la adaptación o cambio no debe afectar a elementos que luego les ha­gan más d i f íc i l el integrarse en las Eucaristías de la comunidad.

Se nombran e n concreto varios de estos elementos que es conveniente que sean co­munes: las aclamaciones, las respuestas a los diálogos con el sacerdote, el Padrenues­t ro , la fórmula déla bendición final...

Lo que dice de l Credo (el " largo") debe, naturalmente, matizarse con lo que dirá después ( D M N 49) sobre la fórmula más breve (la antigua del catecismo), que en muchos países sehabía incorporado ya desde el principio al Misal y que ahora -des­de principios d e 1983— también entre nosotros puede utilizarse. Parece más oportu­no para los n iños .

40. El arte de saber empezar bien. Es bueno siempre distinguir entre el objetivo que se propone y losmedios para conseguirlo. Aqu í tenemos un hermoso ejemplo de esto criterio pastora l .

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haber, al menos, algún elemento introductorio que concluirá con la ora­ción colecta. En la elección de estos elementos debe buscarse que cada uno aparezca en su momento y que ninguno sea totalmente desechado.

b) La lectura de la Palabra de Dios y su explicación

41. Puesto que las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura constituyen la parte principal de la Liturgia de la Palabra, tampoco en las Misas que se celebren con niños debe faltar nunca la lectura bíblica.

La finalidad de todo el r i to de entrada (IGMR 24) es que los fieles a) constituyan una verdadera comunidad, con conciencia de que van a celebrar algo en común, y b) que se preparen a lo que va a ser el contenido principal de la celebración: la Palabra y la Eucaristía.

Pues bien, en el caso de los niños, los medios concretos que el Misal propone para conseguir esa finalidad pueden parecer excesivamente recargados y difíciles de organi­zar pedagógicamente: canto, saludo, monic ión, acto penitencial, Kyrie, Gloria, ora­ción... Podría darse que el propósito deseado "se vea perjudicado por una excesiva acumulación de r i tos". Todavía se está en la parte introductoria: no conviere agotar ya aquí la limitada capacidad de atención de los niños.

Y valientemente se da la solución: puede, si parece conveniente, omitirse alguno de esos elementos (por ejemplo, en días m u y festivos, e| acto penitencial, o el Kyrie en otros), o bien desarrollar más alguno de ellos para que produzcan más eficazmente el f ru to apetecido (el acto penitencial en días de penitencia, el Gloria cantado en días de especial fiesta, o la procesión de entrada...).

Es buen maestro el Misal Romano en este arte de buscar elementos simbólicos para empezar la celebración en días especiales: una postración el Viernes Santo, una pro­cesión con luces y pregón en la Vigilia Pascual, la imposición de ceniza, etc.

La imaginación pastoral y el sentido de proporción sugerirán más elementos en este r i to de entrada: el ensayo de cantos, el saludo mutuo, la música ambiental,lecturas no bíblicas para preparar el tema de las bíblicas, diálogo de experiencias antes de la celebración, meditación breve con diapositivas, momentos de silencio...

La última recomendación es que en la selección de estos elementos se guarde su pro­pia identidad (el acto penitencial, por e jemplo , no es la absolución del sacramento de la Penitencia), y que en el conjunto de las celebraciones de un año se hayan hecho presentes todos ellos (no es bueno que siempre falte el Gloria, o que el acto peniten­cial se deseche por sistema).

4 1 . Importancia de la Palabra de Dios. E l Directorio dedica un espacio privilegiado a la pedagogía a emplear con los niños en t o r n o a la Palabra de Dios (nn. 41-4S).

También en sus Misas las lecturas bíblicas deben centrar la atención en la primera par­te de la celebración, sin mezclarlas, por tanto, con otras no bíblicas en este mo­mento.

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42. En cuanto al número de lecturas en los domingos y días festivos, ob­sérvese lo decretado por las Conferencias Episcopales. Si las tres o dos lecturas establecidas para los domingos o las ferias no pueden ser enten­didas por los niños sin dificultad, se permite elegir dos o una de ellas. No obstante, nunca debe faltar la lectura tomada del evangelio.

43. Si todas las lecturas señaladas para un día se ve que no van a ser com­prendidas por los niños, está permitido elegir las lecturas o la lectura, bien del Leccionario del Misal Romano, o directamente de la Biblia, te­niendo en cuenta, sin embargo, los tiempos litúrgicos.

Se recomienda que cada Conferencia Episcopal se preocupe de la prepa­ración de un Leccionario para las Misas con niños.

Si para la comprensión de los niños parece necesario omitir este o aquel versículo de la lectura bíblica, debe hacerse con cuidado y de tal mane­ra que no mutile el sentido del texto ni la mentalidad y, de algún modo, el estilo propio de la Escritura.

La Palabra de Dios no se proclama para entretener, o como relato piadoso, o como catequesis sistemática. Es "celebrada", con actitud de fe, con canto, con meditación, con la conciencia de que Dios nos habla hoy y aquí —también a los niños— y que Cristo "por su Palabra se hace presente en medio de sus fieles" (IGMR 33). Es la acti­tud de escucha celebrativa la que debe promoverse en este momento: "habla. Señor, que tu siervo escucha". No habría que ponerse ante la Palabra como ante una lección o un tema de estudio, sino ante una Persona que nos habla, que tiene t iempo para nosotros, que nos interpela y nos anuncia su amor y su plan de salvación.

42. Número de lecturas. Una primera adaptación: en estas Misas se puede reducir el número de lecturas bíblicas.

Los domingos tenemos normalmente una primera lectura del A.T. (excepto en el Tiempo Pascual en que se toma de los Hechos), una segunda de los escritos apostóli­cos, y una tercera del evangelista del año. La dif icultad —ya para los mayores— de una fragmentación excesiva del mensaje (ya que la segunda lectura no necesariamen­te va en línea cor las otras dos), se hace más clara en el caso de los niños.

La solución la ofrece este número: suprimir una o dos de las primeras lecturas, dejan­do siempre al menos el evangelio. Sería, con todo, un empobrecimiento el que siste­máticamente se redujera la celebración a sólo el evangelio. El A.T. es una auténtica cantera, una historia concreta de la actuación de Dios y de la respuesta que le han dado el pueb lo de Israel y los hombres. Más que muchas cartas del N.T., la historia de la salvación q u e se palpa en las páginas del A.T. puede ser una escuela de actitudes de fe también para los niños.

43. Cambiar las lecturas. Nuevos Leccionarios. Una segunda adaptación posible, siem pre con la finalidad de que los niños lleguen a celebrar con gozo y provecho la Pala bra de Dios: cambiar las lecturas que " t ocan " , por otras que aparezcan más conve­nientes en un momento determinado.

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44. En la elección de lecturas debe tenerse como criterio la calidad más que la cantidad del texto de la Sagrada Escritura. Una lectura breve no es siempre y por sí misma más adecuada a los niños que otra más larga. Todo depende del provecho espiritual que la lectura puede proporcionar, les.

45. Puesto que en el mismo texto bíblico "Dios habla a su pueblo y el mismo Cristo se hace presente por su Palabra en medio de los fieles" (cfr. JGMR 33), han de evitarse las paráfrasis de la Sagrada Escritura. Se reco­mienda, en cambio, el uso de las traducciones que, admitidas por la auto­ridad competente, sin duda existen ya para la catequesis de los niños.

La posibilidad es doble: tomarlas del Leccionario, o bien de la misma Biblia, de acuerdo con la fiesta o el t iempo litúrgico.

También cabe una reducción interna, suprimiendo algunos versículos o pasajes, con las condiciones que aquí se establecen. Es un sistema que el mismo Leccionario of i­cial ha practicado con frecuencia, al no seguir exactamente los pasajes en lectura continuada, sino escogiendo sus versículos en una intención clarificadora del mensaje.

El encargo que aquí se da a cada Conferencia Episcopal, de elaborar un Leccionario más adaptado a las Misas con niños, ha sido seguido ya por varias naciones, como Ita­lia y Alemania. En Italia, ya en 1976, se ed i tó , precisamente por la Editora Vaticana, y elaborado por el Episcopado italiano, un "Lezionario per la Messa dei fanciul l i " , de 472 págs. (cfr. noticia y contenido en Phase 108(1978)555-561). En Alemania, a par­t i r de 1981, se ha publicado otro todavía más completo, no sólo para la Eucaristía sino para otras celebraciones, con abundante material de moniciones y sugerencias pastorales.

44. ¿Lecturas breves o largas? Ante la posible tendencia —superficial— de acortar lec­turas al celebrar con niños, está bien recordar que no siempre un texto breve es más inteíigrble. Eso pasa en las oraciones — del Misal Romano a veces se puede decir que sus oraciones y prefacios pecan de excesiva concisión— y también puede suceder en las lecturas. Si una lectura contiene un re lato, por ejemplo, no hay que seleccionar sólo las palabras clave, sino el contorno, los detalles, la escena.

Interesante principio pastoral el que aqu í se enuncia: " todo depende del provecho espiritual que la lectura puede proporcionarles". Un principio aplicable a tantos otros momentos de la pastoral o de la creatividad.

45. Respetar el texto bíbl ico. Aparte de las libertades ya enumeradas, no habría que caer en un recurso que a más de uno ha ten tado : el ir explicando o parafraseando la lectura a medida que se hace. Lo hacen con una intención pastoral, pero es un método que puede oscurecer lo que la Palabra de Dios ofrece, confundiendo lo que El dice con lo que nosotros añadimos, o dándole u n tono excesivamente didáctico atoda la celebración.

Otra cosa es que se util icen traducciones m á s pedagógicamente preparadas.

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46. Entre las lecturas cántense o bien versículos de los salmos, elegidos cuidadosamente de acuerdo con la inteligencia de los niños, o bien un cántico similar a los salmos, o bien el Aleluya con un versículo sencillo. Los niños deben tomar siempre parte en estos cantos. Nada impido que alguna vez reemplace al canto un silencio meditativo.

Si solamente se elige una lectura, el canto puede realizarse después de la homilía.

47. Para que los niños hagan suyas las lecturas bíblicas y descubran más

46. Cantos entre las lecturas. La estructura de la celebración en la primera parta da \n Eucaristía cuenta también con la presencia de cantos:

— a la primera lectura le sigue un salmo, en forma responsorial, a modo do medí tu ción poética ya ser posible cantada, de lo que ha dicho la lectura;

— antes de la tercera lectura, la evangélica, sobre todo los días más festivos, hay un» aclamación, que se convierte en una gozosa profesión de fe en la Palabra que no i va a dirigir Cristo de modo especial en su evangelio: por eso se canta de pie, en le misma postura que se va a escuchar la proclamación evangélica.

En el caso de los niños se sugieren algunas modificaciones:

— el salmo responsorial sigue siendo válido, y es conveniente que en principio M acostumbren los niños también al canto de los salmos; ya suele estar elegido eitt salmo de modo que haga eco a las palabras de la primera lectura; habrá que elegir para ellos los salmos más sencillos, pero de modo que en principio a) sea en verdjd un salmo, y no un canto cualquiera, b) cantado, a ser posible, al menos en su ei t r l -bi l lo, y c) que sirva de resonancia a las mismas ideas centrales que ha proclamado la lectura bíblica (esperanza, arrepentimiento, alabanza, gratitud, entusiasmo...);

— en el caso deque no sea posible encontrar ningún salmo o ninguna antífona, le permite entonar otro canto a modo de salmo, que haga de veras el mismo papel: no se t rata decualquier letra, porque " toca canto" , sino que nos ayude a profun dizar en lo que Dios nos ha dicho en la lectura; en principio siempre sería mejor respetar el salmo, acostumbrándoles así ya a los niños a su canto;

— la sugerencia del "aleluya con versículo" no parece demasiado feliz, porque el aleluya es mejor reservarlo como aclamación antes del evangelio y no como medi tación de la primera lectura;

— más interesante es la alternativa de que alguna vez a la primera lectura le siga sin más un momento de silencio;

— como también el que se prepare un canto adecuado para después de la homilía, in­sistiendo e n las actitudes que ha despertado en nosotros la Palabra de Dios.

47. Los recursos de la pedagogía. No habría que fiarse demasiado de que la Palabra de Dios actúa siempre "ex opere operato" y casi automáticamente. La parábola en que Cristo comparó a la Palabra con una semilla ya indica bien que no siempre el te­rreno está b i e n pteparado ni produce el mismo f ru to .

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cada día la dignidad de la Palabra de Dios, debe concederse gran impor­tancia a todos los elementos que sirven para interpretar las lecturas.

Entre estos elementos hay que enumerar las moniciones que preceden a las lecturas y que preparan a los niños a escucharlas bien y provechosa­mente, ya sea explicando el contexto o haciendo una introducción al texto.

En la Misa del Santo del día, para hacer comprender e ilustrar las lecturas de la Sagrada Escritura, se pueden narrar algunas cosas de su vida no sólo en la homilía sino también antes de las lecturas a modo de monición.

Cuando el texto de la lectura lo aconseja, puede ser útil que los mismos niños lo lean, distribuyéndose partes distintas, tal como está establecido para la lectura de la Pasión en Semana Santa.

48. En todas las Misas con niños debe concederse gran importancia a la homilía, por la que se explica la Palabra de Dios. La homilía destinada a los niños alguna vez se convertirá en un diálogo con ellos, a no ser que se prefiera que escuchen en silencio.

Hay que "ayudar" a la Palabra. El Misal ofrece algunos recursos, que aquí se recuer­dan como particularmente útiles para las Misas con niños:

— la monición antes de la proclamación de la lectura, a modo de presentación y am-bientación,

— en el caso de las fiestas de un Santo, que tenga lecturas propias, esta monición puede servir muy bien para conectar el mensaje bíbl ico con la lección vital del Santo (un mártir, un sabio, un doctor , un pastor...): los Santos son un ejemplo vi­viente de cómo se puede cumplir desde las diversas circunstancias de la vida el pro­grama evangélico,

— la lectura "dialogada", en aquellos pasajes que lo sugieran por sus diálogos y su acción.

Cabría recordar otra serie de "ayudas" pedagógicas:

— el cuidar el lugar de la proclamación (e l ambón y el l ibro), — la procesión con el libro bíbl ico, en algunas fiestas, — la buena proclamación, preparada, serena, expresiva, — la posible escenificación, sobria, que n o necesite demasiada preparación ni aparato, — la meditación posterior sobre unas imágenes que hagan juego con la lectura, — o bien el comentario sobre imágenes que ellos mismos han realizado a partir del

mensaje central de las lecturas...

48. La homi l ía. El que el presidente —que hace las veces de Cr is to- dedique unos mi­nutos de homilía a comentar y aplicar l a Palabra de Dios a la vida de los participan­tes, es uno de los signos más expresivos d e que tomarnos en serio lo que Diosnosdi-

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49. Si hay que recitar el símbolo al final de la liturgia de la Palabra, para los niños puede utilizarse el símbolo de ios Apóstoles, que forma parte de su formación catequética.

c) Las oraciones presidenciales

50. Para que el sacerdote consiga que los niños se asocien a sus oraciones presidenciales, puede elegir los textos del Misal Romano más aptos para ellos, teniendo en cuenta, sin embargo, los tiempos litúrgicos.

ce, que no es sólo por cumplir por lo que leemos las lecturas, sino como una palabra dicha para nosotros hoy y aquí, y que la acogemos con actitud de fe y obediencia.

Es también una perspectiva fundamental en la pedagogía de la fe con los niños: desde pequeños se acostumbran así a que no se trata sólo de que "suenan" unas lecturas, sino que quieren "resonar" en sus vidas. La homilía puede ser una ayuda fundamen­tal . No debe faltar nunca.

Y además —único caso en los documentos actuales— se permite una intervención directa de los niños, a modode diálogo.

49. El Credo (y la Oración Universal). Los días en que la celebración de la Palabra desemboca en la profesión de fe, se puede decir o el Credo largo (el que hay actual­mente en el Misal) o el breve, conforme a lo que establece el Directorio, y ahora ya es oficial también para las misas de adultos.

Hay también Credos dialogados, a modo de responsorio por bloques, alternando con un coro o solista que van cantando los diversos artículos de la fe, más o menos resu­midos, al est i lo de la profesión de fe que se hace en los bautizos o en la Vigilia Pas­cual. Es bueno alternar estas formas cantadas con la recitación de la fórmula que lue­go van a decir en la Misa comunitaria con los mayores.

Aqu í convendría notar que, en estos números del Directorio dedicados a la primera parte de la celebración, no se especifica un momento que antes había salido de pasa­da: la oración universal ( c f r .DMN 29).

Es importante que también los niños entien en la dinámica de esta oración: saber pe­dir e interceder por los demás (recordar ICIVIR 45) preparar con ellos de antemano las intenciones más actuales y universales, con carácter de petición (y no, por ejemplo, de acción de gracíasl, que reflejen la vida y la historia que vivimos, el sentido de uni­versalidad y la solidaridad t|ue a tocios les cristianos se nos pide con las intenciones más urgentes de la humanidad.

50. Sintonizar con el presidente que o r a Cuando el sacerdote ora presidencialmente, la comunidad —en este caso los niños— debería poder seguirle con facil idad, enten­der lo que d i c e , sintonizar con él.

Depende del lenguaje de los mismostexios, a veces demasiado abstractos y breves. Y también del modo de decirlos: a muchos sacerdotes les falta sensibilidad presidencial,

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51. Algunas veces el principio de selección no será suficiente para que los niños puedan considerar estas oraciones como expresión de su propia vida y de su experiencia religiosa, ya que han sido compuestas para los fieles adultos.

En este caso nada se opone a que el texto de las oraciones del Misal Romano se adapte a las necesidades de los niños. Sin embargo debe ha­cerse de tal forma que, salvando el f in y de alguna manera también la sustancia, se evite todo aquello que es extraño al género literario de la oración presidencial, como, por ejemplo, las exhortaciones morales y los modos de hablar demasiado pueriles.

52. En la Eucaristía que se celebra con los niños corresponde la mayor importancia a la Plegaria Eucarística, el momento culminante de toda la celebración. Depende mucho del modo cómo el sacerdote proclama esta plegaria y de cómo participan los niños escuchando y aclamando.

corren demasiado, no dan énfasis a lo que dicen, parece que lo dicen para sí mismos y no en nombre y para toda la comunidad.

Para estas Misas con niños, se sugiere aquí una primera adaptación: si el texto de las oraciones (se refiere a la oración colecta, a la oración sobre las ofrendas y la posco­munión) no parece ajustado a ellos, se pueden elegir otras oraciones del Misal que sí parezcan más convenientes.

51. Otra novedad: adaptar las oraciones. Pero puede no bastar eso. Por eso el Direc­torio permite que el sacerdote presidente adapte o altere un poco una oración. A veces, mejorando su traducción, o añadiendo algún inciso, o cambiando otro.

No sobra, sin embargo, la observación final: no se trata de convertir estas oraciones en exhortaciones morales (a modo de mini-homilía) ni de introducir en ellas un len­guaje pueril.

El Episcopado italiano ha dado otra muestra de creatividad, al publicar, además del Leccionario para niños, un Misal nuevo para estas Misas: "La Messa dei fanciulli", editado también por la Editorial Vaticana en 1976. Ha buscado un lenguaje más sen­cillo para estas oraciones, simplifica también sus conclusiones, etc. Sin ser un prodi­gio de creatividad, con todo es un buen signo por parte de un Episcopado de querer adaptar la celebración a los niños, siguiendo las directrices del DMN. Y todo lo ofre­ce "a modo de ejemplo"...

52. La Plegaria Eucarística. Desde que en 1967 se tradujo y se proclamó en voz alta el "canon romano", y en 1968 se compusieron tres nuevas Plegarias, esta oración cen­tral de la Eucaristía ha pasado a primer plano de la celebración y de la catequesis. Al menos así tendría que ser: y por eso les hemos dedicado en esta misma colección de Dossiersdos números, el 18-19.

Aquí se resalta la importancia de esta Plegaria, la necesidad de proclamarla bien, y de cuidar las aclamaciones con que los niños van rubricando lo que dice el presidente.

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La misma disposición espiritual que se requiere en esta parte central de la celebración, la tranquilidad y reverencia con que se hace, todo debe con­tribuir a que los niños estén atentos a la presencia real de Cristo en el al­tar bajo las especies de pan y vino, a su ofrecimiento, a la acción de gra­cias por El y con El y en El, y asimismo a la ofrenda de la Iglesia que se realiza en este momento, y en la cual los fieles se ofrecen a sí mismos y su vida con Cristo al Padre en el Espíritu Santo.

Por el momento y hasta que la Santa Sede disponga otra cosa para las Mi­sas con niños, deben emplearse las cuatro Plegarias aprobadas por la su­prema autoridad para las Misas con adultos e introducidas en el uso l i ­túrgico.

d) Los ritos que preceden a la comunión

53. Acabada la Plegaria Eucarística, siempre han de seguir la oración del Padrenuestro, la fracción del pan y la invitación a la comunión, ya que estos elementos son de gran importancia en esta parte de la Misa.

En el contenido de la misma se subrayan algunos aspectos: la presencia de Cristo (po­dría haber afirmado que Cristo ya está presente en la comunidad reunida, según IGMR 28, y en la proclamación de la Palabra, según IGMR 33), ahora en el pan y el vino consagrados, como comida y bebida sobrenatural para sus fieles; la acción de gracias; el ofrecimiento de Cristo y de la Iglesia con El...

Respecto a nuevas Plegarias que se puedan pensar para estas Misas con niños, este do­cumento todavía no las puede ofrecer, aunque de alguna manera ya anuncia lo que iba a suceder un año más tarde, con la aparición de las tres nuevas.

53. Preparar la comunión. Desde el Amén con que concluye la Plegaria hasta el mo­mento de la comunión con el Cuerpo y Sangre de Cristo, hay en el Misal una serie de oraciones, cantos y gestos simbólicos que tienen la precisa intención de preparar y motivar la comunión.

La idea fundamental de todos estos elementos es la fraternidad y la paz (cfr. Dossier CPL n. 17, Claves para la Eucaristía, pp. 85-91). Aquí se destaca en especial el Pa­drenuestro, la fracción y la invitación a la comunión. Sería interesante, en relación con la fracción del pan, que ya desde pequeños se acostumbraran, al menos, a que las formas del pan fueran grandes (IGMR 283 pone especial énfasis en ello, para signifi­car simbólicamente la unidad de todos), y a ser posible un pan ácimo que de veras "aparezca como alimento", como indica el mismo IGMR 283. La autenticidad de los signos no puede sino ayudar a entender la intención que Cristo y la Iglesia han puesto en la Eucaristía.

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e) La comunión y los ritos que le siguen

54. Todo debe hacerse de tal forma que los niños que, debidamente pre­parados, han sido ya admitidos a la Eucaristía, se acerquen con tranquili­dad y recogimiento de espíritu a la sagrada mesa para participar plena­mente del misterio eucarístico.

Donde sea posible, durante la procesión para la comunión cántese un canto apropiado a los niños.

La monición que precede a la bendición final en las Misas con niños es de gran importancia, ya que ellos necesitan, antes de que sean despedidos, de cierta repetición y aplicación de lo que han oído. Debe hacerse, no obstante, con brevísimas palabras. En este momento debe hacerse paten­te, especialmente, y con oportunidad, el nexo entre la liturgia y la vida.

Al menos en algunas ocasiones, según los tiempos litúrgicos y en diversas circunstancias importantes en la vida de los niños, emplee el sacerdote fórmulas más ricas de bendición, manteniendo siempre la fórmula trinita­ria con el signo de la cruz al final.

54. La comunión. Uno de los momentos de las Misas con niños que debe cuidarse más es precisamente aquel que constituye su culminación: la comunión con el Cuer­po y Sangre de Cristo.

Conseguir que sea un acto verdaderamente consciente, sagrado, lleno de fe, es la fina­lidad de todo el rito. Y también los niños deben aprender a realizarlo desde la fe, y no como uno de tantos momentos de fiesta o compañerismo. Todo debe conducir al "misterio". No es lo mismo celebrar el cumpleaños de un amigo o una fiesta escolar, que recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Aquí se invita ante todo, a que haya una procesión, una marcha hacia el sitar, a la mesa en la que Cristo nos invita, y con un canto adecuado al momento.

Pero también se dice que todo se realice con recogimiento y tranquilidad.

Además podría haber insistido en algunos otros detalles de sana pastoral: por ejemplo en cómo enseñar a los niños a recibir el Cuerpo del Señor en la mano con toda reve­rencia, así como a comulgar bajo las dos especies cuando parezca conveniente, si­guiendo el espíritu abierto de IGMR 240. 242 y las indicaciones del Episcopado espa­ñol de 1971.

En el mismo número se habla también brevemente de lo que podríamos llamar "el arte de saber acabar bien " una celebración.

La misa acaba con la bendición que el sacerdote —en nombre de Cristo— da a todos los que han celebrado con él. Se indican algunos detalles:

— la monición final, breve, dando ánimos, que conecte lo que se ha celebrado con lo que tenemos que seguir viviendo fuera de la celebración;

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55. Todo cuanto contiene este Directorio pretende que los niños, en la celebración de la Eucaristía, puedan ir juntos libremente y con gozo al encuentro de Cristo y estar con El en la presencia del Padre. Formados en una participación consciente y activa en el sacrificio y banquete euca­rístico, aprendan de día en día a anunciar a Cristo en casa y fuera de ella, entre familiares e iguales, viviendo la fe "que actúa por la caridad" (Gal 5,6).

El Sumo Pontífice Pablo V I , el día 22 de octubre de 1973, aprobó, con­firmó y ordenó la publicación de este Directorio preparado por la Sagra­da Congregación para el Culto Divino.

En la sede de la Sagrada Congregación para el Culto Divino, día 1 de no­viembre de 1973, solemnidad de Todos los Santos.

Por mandato especial del Sumo Pontífice: JUAN, Cardenal VILLOT, Secretario de Estado; BUGNINI, Aníbal, Arzobispo titular de Dioclecia-na. Secretario de la Congregación para el Culto Divino.

— una bendición que en los días más señalados se puede hacer más desarrollada, si­guiendo las fórmulas que hay en el Misal Romano;

— acabando siempre con la fórmula trinitaria y la señal de la cruz: así la cruz será la señal con la que se ha empezado la celebración y con la que se concluye.

55. Celebración y vida de fe. El último número del Directorio formula de nuevo cuál ha sido su finalidad y el objetivo de toda «ducación eucarística de los niños:

a) dentro de la celebración, que sea un acto en verdad de fe, un encuentro gozoso de los niños con Cristo, participando de su sacramento y de su ofrenda de la Cruz, con sentimientos filiales para con Dios;

b) fuera de la Misa, una vida de fe, coherente con lo que han celebrado, incluyendo una actitud "misbnera", o sea, de anuncio y testimonio de Cristo en todos los am­bientes: amigos, escolares, familia...

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LAS IDEAS BÁSICAS DEL DIRECTORIO

reo que no es inútil enumerar aquí las que parecen ideas básicas de este Directorio tan rico en ideas.

1. Ve la Eucaristía —y la educación a ella— dentro del conjunto de la vida cristiana, y no aisladamente: a partir del Bautismo, y dentro de un proce­so de crecimiento en la fe y en la vida eclesial, que cuenta con otros mo­mentos (catequesis, testimonio de la caridad, etc.), pero que encuentra en la Eucaristía uno de sus signos más privilegiados.

2. Para este objetivo hay una doble tarea a realizar: acercar la Eucaristía a los niños, y acercar los niños a la Eucaristía. La primera ya la está realizando la Iglesia: el presente Directorio y la apa­rición de las nuevas Plegarias, es una prueba de ello. Se quiere adaptar el lenguaje a ellos.

La segunda, la educación eucarística de los niños, también se urge en estas páginas. Sólo desde una comprensión que sea una verdadera inicia­ción podrán aprovechar todo lo que supone para un cristiano la Eucaris­tía.

3. Esta educación eucarística es concebida como una iniciación. No tanto como una clase o una catequesis o un entretenimiento, sino una inicia­ción en la celebración (una mistagogia gradual), hecha ya de oración, fe, fiesta, alegría, alabanza, canto... de modo que poco a poco vayan entran­do consciente y activamente en la comunidad celebrante. Por eso la ini­ciación debe hacerse a partir precisamente de los ritos y textos déla Eu­caristía: DMN 2. 12. 13. 28...

4. La iniciación eucarística supone la introduccción en las grandes actitu-

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des que forman el contenido de la Eucaristía y se enumeran ya en DMN 9 y l 3 : a) nos reunimos con otros para celebrar: el sentido de la "comunitarie-dad" en la celebración; cfr. DMN 12, puntos d) y f) del comentario; b) escuchamos la Palabra que Dios nos dirige: cfr. DMN 14 y 41-49; c) damos gracias y bendecimos a Dios: la actitud básica de la segunda parte, la Plegaria Eucarística: DMN 9,13, 52; d) recordamos y ofrecemos el Sacrificio de Cristo en la Cruz: la Eucaris­tía es el memorial de la Muerte pascual de Cristo, y eso para todos, tam­bién para los niños: recordando... ofrecemos... y nos ofrecemos (las nuevas plegarias de niños también se expresan en este sentido). DMN 52 destaca en la Plegaria este aspecto de ofrenda: los niños saben lo que es ofrecer, y pueden pasar, con la oportuna orientación, del terreno familiar y social al eucarístico;

e) comemos y bebemos juntos la Eucaristía: desde la experiencia humana tan repetida de comer festivamente con otros (DMN 9), se trata de que pasen también los niños a la experiencia cristiana de ser invitados a la "mesa" en la que Cristo nos da su Cuerpo y su Sangre: DMN 53-54; f) nos despedimos con más compromiso de vida cristiana: la Eucaristía no es fin en sí misma, sino que quiere una vida cristiana en consonancia corV el evangelio (DMN 15) y que aprendamos a anunciar con la vida entera a Cristo (DMN 55).

5. La meta de la educación eucarística no es la Misa propia de ellos, sino la Misa de la comunidad: esta idea aparece continuamente en el Directo­rio. Y por eso no hay que diferenciar en exceso la experiencia de los ni­ños de lo que van a celebrar o estar ya celebrando con los adultos. Inclu­so algunos elementos, aunque no son ideales para su lenguaje, conviene no cambiarlos, para que la inserción en la celebración comunitaria les resulte más fácil. No tienen que confundir la Eucaristía como algo propio de la edad infantil o escolar.

6. A la par que la iniciación en la Eucaristía tienen que ir asimilando su pertenencia progresiva en la vida déla Iglesia, en la comunidad: cfr. DMN 12 y su comentario. En el fondo es la invitación a entrar en la comunidad de Jesús Resucitado: dentro de ella, en su ambiente, es donde tiene pleno sentido el escuchar la Palabra y celebrar la fraternidad y el don eucarísti­co de Cristo.

7. Se nota una preocupación por le adaptación psicológica a los niños en toda esta tarea de iniciación y celebración eucarística con ellos. Una adaptación que será progresiva, y que abarcará tanto el ambiente

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(más amable, acogedor, cercano, festivo), como a la persona del presiden­te (cfr. DMN 23); tanto la facilitación del lenguaje en las oraciones (DMN 50-52) como en la valoración de lo audiovisual (DMN 33-36)... T Esta adaptación psicológica a veces supondrá una simplicación de ele­mentos (reducir lecturas, omitir algún rito de entrada); otras veces buscará una participación más activa (en la homilía, en las aclamaciones, en los ministerios)...

8. Pero el Directorio insiste en un principio: la actividad exterior no debe hacer olvidar que lo principal es la participación interior: así repiten una y otra vez DMN 22. 26. 29. 32. 37. 55... Es importante que los niños se sientan en verdad "celebrantes": no hay un sacerdote que celebra "para ellos", sino que "celebra con ellos", como continuamente se expresa el Directorio. Los niños, a su modo, son los protagonistas de la celebración. No es que se preparen para celebrar el día de mañana, sino que ya escuchan y alaban y cantan y ofrecen y co­men. Ya dan su respuesta de fe en la comunidad: ya celebran el Don de Dios.

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LAS PLEGARIAS EUCARISTICAS PARA MISAS CON NIÑOS

UN PASO GOZOSO Y PROMETEDOR

Si el Directorio fue publicado en 1973, las tres nuevas Plegarias para las Misas con niños aparecieron al año siguiente, en 1974. Este ha sido un paso lógico, pero no por eso menos sorprendente,

gozoso y prometedor. El criterio que había establecido DMN 51, que las oraciones presidencia­les deben ser accesibles a los niños, "como expresión de su propia vida y de su experiencia religiosa", era lógico que también se aplicara a la ora­ción central de toda la celebración, la Plegaria Eucarística. DMN 52 decía que se utilizaran de momento las cuatro del Misal Romano, "hasta que la Santa Sede disponga otra cosa para las Misas con niños".

En noviembre de 1974 Pablo VI aprobaba tres nuevos textos, elaborados originariamente en francés (el primero y el segundo) y en alemán (el ter­cero), y lo hacía a la vez que dos nuevas Plegarias sobre la Reconcilia­ción, en vísperas del Año Santo por él promulgado para el 1975.

En la introducción a estas Plegarias, firmada por el Card. Knox, —ahora recientemente fallecido, en 1983— y por Mons. Bugnini —fallecido tam­bién hace poco, en 1982—, se daban unas orientaciones generales.

a) Las nuevas Plegarias se aprobaban "ad experimentum" para tres años; tiempo que luego, en 1977, se prolongaba por otro trienio, y en 1980, de nuevo, por u n tiempo indefinido, hasta nuevo aviso. Mientras tanto, has­ta que sean e n verdad oficiales, no se publican en el Misal.

Lo de un tiempo "ad experimentum" tiene su razón de ser si verdadera­mente se aprovecha para revisar traducciones, para evaluar resultados, para preparar textos y música de aclamaciones más adecuadas... Si esto no sucede, n o se ve muy bien para qué puede servir esta provisionalidad.

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b) Al principio se indicó que cada Conferencia Episcopal eligiera sólo una de las tres Plegarias para niños y sólo una de las dos de Reconciliación. Pero inmediatamente (enero 1975) ya se permitió que se utilizaran to­das: lo cual hace preguntarse del por qué del titubeo inicial... c) La traducción quedaba a cargo de cada Conferencia Episcopal, con la indicación expresa de que se hiciera con cierta libertad, según la índole propia de cada lengua, aún pudiendo diferir algo del texto latino, con tal que se conservara la estructura general y también el sentido de su conte­nido, y sobre todo las palabras del relato de la consagración en su sustan­cia.

Lo novedoso fue que el texto latino no se consideraba ya como el típico, lo cual era razonable, porque difícilmente se dirá la Misa con niños en la­tín. El latín se presentaba como "texto-base", y en cada país sería texto típico la traducción aprobada por la Conferencia y confirmada por Ro­ma. La novedad, pues, es interesante: no se trata sólo de traducir, sino de "crear según un modelo ofrecido". Las Conferencias recibieron el texto latino y a la vez la redacción original moderna.

Lo cual aparece como un nuevo estilo de colaboración entre Roma y las Iglesia locales, y como un modelo de una nueva creatividad litúrgica.

d) Finalmente, en este prólogo, se hace una interpretación, un tanto res­trictiva, a mi entender, en relación a las Misas en que se podrán emplear estas Plegarias. Se limita su uso "a las Misas celebradas sólo para los niños o en aquellas en que la mayoría de los participantes sean niños". Lo cual no parece del todo fiel a lo que había afirmado el Directorio: DMN 19 hablaba de un "número notable" de niños en la Misa con adultos, ("notabilis nume­ra"), mientras aquí se habla ya de "maior pars", de mayoría. En el núm. 14 de los Prenotandos, que siguen a continuación, se cita expresamente DMN 19.

Tampoco parece lógica del todo otra restricción que han hecho algunos Episcopados: que estas Plegarias se podrán emplear sólo durante la sema­na, en las Misas con niños, pero no los domingos. Creo que el espíritu del Directorio no pedía eso, y sí, más bien, el que también las Misas domini­cales en que los niños asisten en buen número —sin demasiada, matemáti­ca— se puedan aplicar algunas adaptaciones que se ofrecen para las Misas con casi sólo niños.

Con todo ello, el documento que aquí se presenta, —los Prenotandos y los textos de las Plegarias para niños— es un paso esperanzador de la Igle­sia en su reforma posconciliar: tal vez uno de los más expresivos del espí-

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ritu que mostraba el Concilio y luego el Directorio. Es un esfuerzo valien­te y meritorio de la Iglesia por encontrar un lenguaje más adecuado a los niños, y por ayudarles a celebrar la Eucaristía desde su propio estilo de fe. En algún sentido podemos decir que la Iglesia de los mayores se ha deja­do enseñar por la de los pequeños, que son a veces los que mejor entien­den el Reino y los que con mayor limpidez adoptan las actitudes de fe.

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PRENOTANDOS A LAS PLEGARIAS EUCARISTICAS

PARA MISAS CON NIÑOS

Tomamos la traducción de estos Prenotandos que hizo el Secreta­riado Nacional de Liturgia (Subsidia Litúrgica 26), pero con algunas correcciones, viendo el original, que apareció en la revista "Noti-tiae"n. 101, de 1975.

Un ejemplo concreto de cómo se puede matizar de distinta manera una traducción: el núm. 11 de estos Prenotandos:

— al hablar de las peculiaridades del estilo latino que no tienen por qué pasar a las traducciones, se usa la expresión "preferencia por la construcción hipotáctica", que, evidentemente, sería mejor explicar y hacer más comprensible: la preferencia en cuestión es por "las oraciones subordinadas"...

— hablando del lenguaje que debe tener una Plegaria para Misas con niños, dice el texto del Secretariado que debe ser adaptado "a la forma como se expresan los niños cuando se trata de asun­tos importantes"; pero no es eso lo que decía el original: no se trata de cómo hablan los niños, sino de cómo se habla a los ni­ños en cosas importantes (en latín: "modo quo in diversis lin-guis cum pueris sermo fit");

— en el último apartada de este número 11 se afirma que a cada Episcopado se envía, como material de traducción, no sólo el texto latino, sino también una "traducción moderna";pero re­sulta que precisamente la lengua moderna (francés y alemán) fue la originaria, y el latín la traducción;por tanto, el textcoriginal decía que se enviaba el latín y la "redacción en fengu¡ moder­na"...

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1. El texto de la Plegaria Eucarística adaptada a los niños debe ayudarles a participar con mayor fruto en la Misa de los adultos.

Por eso el Directorio para las Misas con Niños determinó que algunos textos de la Misa nunca deberían ser adaptados a ellos "a fin de no esta­blecer una excesiva diferencia entre las Misas con niños y adultos" (DMN 39). Entre estos textos se enumeran las "aclamaciones y las respuestas de los fieles a los saludos del sacerdote". Por tanto, en estas Plegarias Euca-rísticas el diálogo del prefacio debe ser siempre el mismo que en las Misas con adultos. Lo mismo hay que decir del "Santo", fuera de lo que se dice luego en los núms. 18 y 23.

2. Igualmente, de acuerdo con la Constitución Apostólica "Missale Ro-manum", las palabras del Señor deben ser las mismas en todas las Plega­rias Eucarísticas.

3. A fin de que los niños distingan más claramente las palabras que se di­cen sobre el pan y sobre el vino de las que se refieren a la repetición de la celebración, antes de las palabras "haced esto en conmemoración mía", se ha introducido la frase: "y les dijo también".

1-2. No diferenciar demasiado. Se ve clara la intención de estas normas: la finalidad última no son ni las Misas con niños ni las peculiaridades de su celebración, incluidas las Plegarias propias, sino la Misa celebrada con la comunidad.

Los niños, por tanto, deben familiarizarse, no sólo con las aclamaciones que se han añadido a sus textos propios, sino también con las de la comunidad y las respuestas a los diálogos c o n el sacerdote. Sobre todo con las palabras centrales del Relato, en lo sustancial.

Mirando luego, en concreto, a las aclamaciones que las nuevas Plegarias ofrecen, se podría pensar que una de ellas, al menos, no sigue en rigor este criterio: la aclamación del memorial. Enlugar de las tres que se proponen en el Misal Romano ("anunciamos tu Muerte..." etc.), las Plegarias de estas Misas con niños presentan otras, que quieren ser más cercanas a su comprensión, pero que también —si son usadas exclusivamen­te— pueden luego hacerles extrañas las aclamaciones que oirán en la Misa comunita­ria. Tal vez, pues, convendría que además de las propias se acostumbraran también a las generales.

3. Novedad d e la aclamación del memorial. Aqu í se explica el motivo por el cual se ha querido añadir una frase y cambiar el orden entre aclamación y memorial que hay después del Reíalo: esto tiene relación con lo que luego dirá el n. 19.

Normalmente, en las Plegarias del Misal Romano, inmediatamente después de las pa­labras del re la to (consagración) se añade: "Haced esto en conmemoración mía" , y luego se provócala aclamación de la comunidad con la invitación "Este es el Sacra-

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4. Las tres Plegarias para las Misas con niños contienen todos los elemen­tos de que consta una Plegaria Eucarística, según lo indicado en la Insti­tución general del Misal Romano, núm. 55, salvo raras excepciones.

5. No sólo están presentes estos elementos necesarios, sino que también, en lenguaje sencillo, adaptado a los niños, se expresa todo aquello que la tradición acostumbra expresar, por ejemplo, en la anamnesis o en la epí-clesis.

6. Aunque se ha buscado un lenguaje sencillo, los redactores han tenido siempre un gran cuidado en evitar el peligro del infantilismo, que podría perjudicar la dignidad de la celebración eucarística, principalmente si afectase a las palabras que ha de pronunciar el mismo celebrante.

mentó de nuestra fe " . Y finalmente, el presidente hace el "memor ia l " , o sea, la anam­nesis, la conmemoración (que ya el pueblo cristiano, por tanto, ha anticipado).

Aqu í se ha preferido cambiar el orden: después del Relato, y antes de las palabras "Haced esto...", se añade, en tono todavía de relato: " y les di jo también" . Pero ade­más el sacerdote presidente anticipa por su parte las palabras del memoria l : sólo des­pués de que él ha hecho la conmemoración del misterio pascual de Cristo, su Muerte y Resurrección, canta la comunidad su aclamación.

Así se quiere, por una parte, hacer ver el nexo de "obediencia" que nuestra celebra­ción tiene con respecto al encargo de Jesús. Y también se quiere motivar más de cerca la aclamación memorial de los niños, haciendo que el presidente haya explicitado mejor cuál es el contenido de la misma.

4-5. Se respeta la identidad de la Plegaria. A pesar de todas las adaptaciones de len­guaje y de la f lexibil idad en su redacción, se ha querido conservar en su sustancia la estructura de la Plegaria también en la Misa con los niños, siguiendo de nuevo el prin­cipio de DMN 39 y 2 1 .

Desde pequeños se acostumbran, así, a una Plegaria, en la que no falta n i la bendición agradecida al Padre, ni el memorial de Cristo, ni la invocación sobre las ofrendas, ni el lazo de comunión con toda la Iglesia: las cuatro partes principales de toda Plegaria.

Las adaptaciones que se hacen no rompen esta unidad con las del Misal. Aunque en el caso de la invocación del Espíritu, c o m e luego diremos, tal vez p o d r í a haber sido mayor.

6. Lenguaje no infant i l . No se trata de hablar el lenguaje de los niños, s i n o un lengua­je que pueden entender los niños, que no necesariamente debe ser el q u e ellos sabrían uti l izar.

El Directorio ya había advertido del peligro de una infantilización excesiva en el estilo de oraciones presidenciales (cfr. DINJN 23 y 51 y el comentario q u e se hará al Prenot. núm. 11).

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7. Dado que los principios de la participación activa tienen en cierta ma­nera una mayor urgencia cuando se trata de las Misas con niños, para hacerlas más vivas y profundas (cfr. DMN 22), se ha aumentado el núme­ro de las aclamaciones en las Plegarias Eucarísticas para Misas con niños, pero sin que llegue a oscurecerse el carácter presidencial de la Plegaria Eucarística.

8. Como es muy difícil presentar una sola Plegaria Eucarística para las Misas con niños, que se acomode a las diversas culturas y a la idiosincra­sia de los pueblos en todo el mundo, ha parecido conveniente proponer al menos tres textos diversos.

REDACCIÓN DE ESTAS PLEGARIAS EN LOS DIVERSOS IDIOMAS

9. Corresponde a las Conferencias Episcopales escoger uno de los esque­mas aquí propuestos y procurar que se redacte un texto en lengua ver­nácula que corresponda plenamente a las exigencias pastorales, pedagógi­cas y litúrgicas. Este texto debe ser aprobado por la Conferencia Episco­pal y enviado a la Sede Apostólica para su confirmación.

7. Más aclamaciones. La Plegaria Eucarística es presidencial: la proclama, en nombre de la comunidad y del mismo Cristo, el sacerdote que preside la celebración.

Pero la comunidad, además de escucharlay sintonizar con ella, la va subrayando tam­bién con breves intervenciones, que si cumplen su propia identidad (breves, adaptadas al momento concreto dentro de la Plegaria, etc.), no tiene por qué "oscurecer el ca­rácter presidencial" de toda la Plegaria (cfr. Dossier CPL 18 y 19, La Plegaria Eucarís­tica, sobre todo pp. 18-20 del núm. 19).

En las Plegarias para niños se ha buscado una mayor abundancia de aclamaciones, su­geridas por el deseo de adaptarse mejor a la psicología de estos niños. Incluso en el Relato de la institución se han añadido dos aclamaciones en la Plegaria segunda.

A algunos pueden parecerles incómodas tantas aclamaciones. Suponen, evidentemen­te, mayor trabajo de preparación: hay que buscar la música adecuada, hay que ensa­yar cómo se incluyen, cómo se inician... Y también condiciona el modo de proclama­ción del presidente.

Es más trabajo, pero también es un elemento muy valioso para que la comunidad cris­tiana —esta vez de niños— participe con mayor provecho en todo lo que el presiden­te va proclamando. Respecto al modo d« realizar estas aclamaciones, volverá a insis­t i r este documento de los Prenotandos, enlos núm. 16-17.

9. Traducir las Plegarias. Recordar lo d i c t o anteriormente: a pesar de que este núme­ro permite sólo escoger una de las Plegarias, por parte de cada Episcopado, muy pron­to se cambió la norma, y se indicó que se podían usar las tres.

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10. Es de desear que el trabajo de redacción de este texto se encomiende a una comisión de hombres y mujeres competentes no sólo en liturgia, sino también en temas pedagógicos, catequéticos, literarios y musicales.

11. Esta comisión debe tener siempre presente que el texto latino, en este caso, no está destinado al uso litúrgico y que, por tanto, no se trata simplemente de traducirlo.

El texto latino determina el objetivo, la sustancia y la forma general de estas Plegarias, que deben ser los mismos en las diversas lenguas.

Pero aquellos elementos de la lengua latina (que nunca ha cultivado el estilo propio del lenguaje de los niños), a saber, la preferencia por la construcción en oraciones subordinadas, el estilo adornado y redundan­te, el llamado "cursus", nunca deben trasladarse a los textos en lengua vernácula destinados al uso litúrgico. El lenguaje debe ser totalmente adaptado no sólo al genio propio de los diversos idiomas, sino también a la forma como se habla a los niños cuando se trata de asuntos importan­tes. Todo esto tiene mucha mayor aplicación cuando se trata de idiomas más ajenos al latín, como las lenguas no occidentales.

Para facilitar el trabajo de los traductores se presenta también una redac­ción en alguna lengua occidental.

12. En la redacción de estos textos hay que distinguir bien los diversos géneros literarios de cada una de las partes de la Plegaria Eucarística: pre­facio, intercesiones, aclamaciones, según los sanos principios indicados en la Instrucción del 25 de enero de 1969 sobre las traducciones de los tex­tos litúrgicos.

En este número, el original latino ( "Not i t iae" 101, 1975) tiene con mayor claridad los dos pasos a realizar respecto a su traducción: primero viene la aprobación por par­te de la Conferencia Episcopal, y luego la confirmación por parte de la Sede Apos tólica.

10-11. Novedad: se invita a una traducción libre. Como se h a dicho antes, este docu mentó invita a que las traducciones de las Plegarias para Misas con niños sean h«chas con libertad, tomando, éso sí, el texto latino como base y respetando la estructura y el sentido de su contenido. La especificación de lo que es característico del estilo la tino (oraciones subordinadas, adornos literarios, cadencias, etc.) es interesante y seña­la un camino a seguir también en otras traducciones.

12. Respetar los géneros literarios. Lo de los géneros literarios de cada texto es i m portante. Así como no es igual la forma musical que se elige para un "G lo r i a " opara el "Cordero de Dios" (el primero es un himno, y el segundo, una invocación I i tánica) tampoco es lo mismo, dentro de la Plegaria Eucarística, el estilo del "San to " que la

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13. Procuren además las Conferencias Episcopales que, según la índole de las diversas regiones, se preparen formas musicales para el canto de las partes correspondientes a los niños en estas Plegarias.

USO LITÚRGICO DE ESTAS PLEGARIAS

14. El uso de estas Plegarias está reservado exclusivamente para las Misas con niños, salvando sin embargo el derecho del Obispo, según lo estable­cido en el Directorio de Misas con niños.

15. En cada nación se escogerá entre las tres Plegarias la que más parezca corresponder a la condición de los niños del país: sea la primera por su mayor sencillez, o la segunda por tener una participación más abundante, o la tercera por sus elementos variables.

aclamación del memorial o el Amén f inal, tanto en su forma literaria como en la musical.

13. Componer música para las aclamaciones. Es conveniente resaltar el encargo que hace este documento —desde el año 1 9 7 4 - a las Conferencias Episcopales: les invita a que preparen formas musicales para las aclamaciones de estas Plegarias, como ya han hecho con las anteriores.

Sin estas formas musicales, resulta más irviable su introducción en la Plegaria, a no ser que se conformen con una recitación, más bien desmayada, naturalmente con papeles en la mano, que más bien distraen que ayudan a los niños.

Si estas Plegarias todavía no han tenido el éxito pastoral que se merecen, es en gran parte porque no se sabe qué hacer de sus aclamaciones, que por una parte deberían ser cantadas (recordar la recomendación de DMN 30), pero que por otra no han teni­do demasiada atención, de momento, por parte de nuestros músicos.

14. ¿Demasiada restricción? Ya he indicado antes, en la introducción a estos Preño tandos, la interpretación restrictiva que este número hace respecto a cuándo se pue­den emplear las Plegarias para niños. El Directorio no hablaba de que los niños tuvie ran que ser mayoría en la comunidad, sino sólo un "número notable", mientras que en la introducción a estos Prenotandos se habla de "mayor ía " : pero como aquí, en el núm. 14, en nota se cita precisamente DMN 19, creo que hay que ser más flexibles a la hora de decidir su uso pastoral. De todos modos, queda indicada la referencia al propio Obispo.

15. Se pueden usar las tres. De nuevo repite lo que ya había dicho antes, en el núm. 9, sobre el número de Plegarias que cada Episcopado puede elegir: ya he indicado all í que poco más tarde ya se amplió el permiso a las tres.

La caracterización que aquí se hace de las tres Plegarias es sencilla y precisa.

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16. Las nuevas aclamaciones pueden fácilmente introducirse en el uso litúrgico si cada una es dicha primero por un cantor o uno de los niños, y luego todos la repiten cantándola o diciéndola.

Al preparar los textos en lengua vernácula hay que procurar que las acla­maciones se introduzcan con facilidad, por ejemplo con una palabra pro­pia que suscite la aclamación.

17. Las Conferencias Episcopales pueden introducir, en lugar de las nuevas aclamaciones, otras distintas con tal de que expresen el mismo sentido.

18. Es necesario que también los niños aprendan a cantar o a decir el "Santo", pero permaneciendo válida la norma de que para este canto "se

16. Modo de realizar las aclamaciones. Para hacer más fácil la inserción de las aclama­ciones en el conjunto de la Plegaria, sin necesidad de que los niños tengan papeles en su mano, se sugiere aquí que las introduzcan o digan primero un cantor o un niño, y luego todos las repitan.

Pero si se cantan, como sería mucho mejor, no es di f íc i l el que incluso se pudiera prescindir de eso, y así el conjunto sería más f lu ido.

17. Creatividad en torno a las aclamaciones. Las aclamaciones de estas Plegarias no son las únicas posibles en su texto o en su concepción.

Las Conferencias Episcopales pueden pensar otras más adecuadas, con el mismo senti­do y función en su debido momento, como se indica aquí.

En las ediciones concretas de estas Plegarias sería muy provechoso que se indicase la música con la que pueden cantarse y además una selección de breves antífonas que pudieran servir de aclamación. En concreto habría que hacer un esfuerzo para que el Amén conclusivo fuera siempre cantado, y a voces.

Me atrevo a sugerir que en el conjunto de estas aclamaciones hay una laguna: así como hay una o varias al Padre, en tono de alabanza, en el prefacio y su prolonga­ción, y también una o varias cristológicas, en torno al relato y el memorial , faltan aclamaciones que subrayen la petición que se hace del Espíritu.

Sería muy interesante que también en estas Misas, y más todavía en las d e adultos, se introdujera una breve invocación al Espíritu después de la primera epíclesis, sobre el pan y el vino, y la misma se repitiese cuando el presidente, después del relato y el memorial, lo vuelve a invocar en la segunda epíclesis, esta vez sobre las personas.

Un ejemplo de aclamación al Espíritu ya se da en la Plegaria que Pablo V I aprobó para el Congreso Eucarístico de Manaos, en Brasil, en 1974. Después de la invocación epiclética primera, la comunidad responde con esta aclamación-invocación: "Envía tu Espíritu Santo".

18. El canto del "Santo" . Para el "San to" se recuerda, ante todo, lo que decía el Di­rectorio respecto a la necesidad de que el texto de la aclamación tenga que serexacta-

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pueden emplear, con temas musicales, traducciones adecuadas, aprobadas por la autoridad competente, aún cuando no concuerden plenamente con los textos litúrgicos" (DMN 31).

En los varios pueblos en que se tenga la costumbre del canto en forma responsorial, las Conferencias Episcopales pueden permitir que el "San­t o " se cante en tal forma.

19. Por razones pedagógicas se ha cambiado un poco el lugar de las acla­maciones de los fieles después de la consagración. Así los niños compren­derán más fácilmente la relación entre las palabras del Señor "haced esto en conmemoración mía" y la anamnesis pronunciada por el celebrante. La aclamación anamnética o laudativa no se hace sino después de dicha la anamnesis.

20. Para fomentar la participación de los niños, se puede, según el DMN, dar motivaciones particulares para la acción de gracias antes del diálogo

mente el que aparece en el Misal Romano. Eso sí, la " ident idad" de este canto tiene que respetarse:

— es una aclamación breve (no un canto cualquiera); — de alabanza y bendición (no de petición o de recomendaciones morales); — dirigida a Dios Padre (a quien se está dirigiendo el presidente, alabándolo por lo

que ha hecho en la Historia de la Salvación).

Si hay un "Santo" musicado a modo responsorial (o sea, cantadas unas frases por un solista, con la respuesta por parte de todos de un estribil lo), no hay inconveniente, como dice este número.

Es interesante cómo han tratado de hecho las Plegarias este canto. En la primera se ha dividido el texto original del "San to" en tres aclamaciones distintas, muy bien dis­tribuidas, tras otros tantos bloques de alabanza (por la obra de la naturaleza, por el envío de Cristo Jesús, y en unión con la gran familia de la Iglesia). En la segunda, antes del mismo "Santo", ya hay varias aclamaciones —la misma, repetida— y luego, además, se ofrece un texto alternativo al "Santo" (aunque no aparece en la edición del Secretariado, pondré este texto en su lugar correspondiente).

19. La aclamación del memorial. Ya había explicado el núm. 3 la razón de la añadi­dura de la frase " v les di jo también".

Pero aquí se explica cómo la aclamación del memorial (la correspondiente al "anun­ciamos tu Muerte" del Misal) se ha colocado, en estas Plegarias con niños, después del recuerdo conmemorativo que el presidente hace de la obra salvadora de Cristo. Cfr. el comentario al mismo núm. 3.

20. Para realizar mejor la Plegaria. Siempre ha sido una queja la pasividad que parece invadir a una asamblea celebrante en el momento de la Plegaria, en comparación con la primera parte de la Misa.

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del prefacio (DMIM 22). También vale aquí lo dicho en el mismo Directo­rio respecto a gestos y actitudes corporales (DMN 33). Pero ante todo hay que dar gran importancia a la participación interna y a lo dicho en el núm. 23 sobre la celebración festiva, fraterna y meditativa: todo esto tiene particular aplicación tratándose de la Plegaria Eucarística.

21 . Para fomentar esta participación interna, que debe ser tenida muy en cuenta por los pastores de los niños, es necesario que la celebración esté precedida y seguida de una diligente instrucción catequética. Entre los textos que han de servir para ilustrar esta catequesis de los niños, desem peñan un papel eminente las Plegarias que luego se emplearán como pun­to culminante de las mismas celebraciones eucarístícas con niños (cfr. DMN 12).

22. Las rúbricas de cada una de estas Plegarias están en latín y deben ser publicadas con el texto vernáculo de las Plegarias.

Las rúbricas especiales para la concelebración, que tienen las cuatro Pie-

Para que la participación de esta Plegaria sea activa y consciente, además de una recta proclamación por parte del presidente, y del cuidado que hay que poner en las acla­maciones, aquí se sugieren otros recursos pedagógicos:

— la "añadidura" de motivaciones, antes del prefacio, de la que ya hablaba OMN 225, — la recta disposición de gestos y posturas corporales: la postura durante la Plegaria,

según el Misal, es la de estar de pie, excepto en la consagración; — y sobre todo el clima que debe ayudar a una participación interna: el ritmo sereno,

la escucha en silencio, en los momentos en que habla el presidente, la sintonía in­terior con las grandes actitudes que la Plegaria expresa (acción de gracias, recuerdo gozoso de Cristo, invocación del Espíritu, comunión con la Iglesia), y lascaracte-rísticas de una celebración festiva, fraterna y meditativa, de que hablaba DMN 23.

21. Necesidad de catequesis sobre la Plegaria. La Plegaria Eucarística no ha sido obje to, hasta ahora, de mucho esfuerzo catequético, ni a nivel de niños ni de fieles ni de sacerdotes. Hace poco más de quince años que se escucha en voz alta, y tal vez no he­mos sentido tanta urgencia como por ejemplo parala liturgia de la Palabra deprestar-le atención.

Pero si queremos que los fieles —y más los niños- participen en verdad activamente en esta oración central de la Misa, hay que dedicarle, además de estos mediosde sana pastoral dentro de la celebración una catequesis sistemática fuera de ella.

Esta catequesis no puede ser meramente teórica: es buena la recomendación que se hace, que se parta del texto mismo de la Plegaria. Aquí sí que pueden tener los niños un texto en la mano, para irlo leyendo y saboreándolo.

22. Mejor no concelebrar. La indicación deque no concelebren más presbíteros estas

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garias Eucarístícas ya conocidas, no se presentan en estas Plegarias, pues por razones pedagógicas parece preferible abstenerse de la concelebración en las Misas con niños.

23. Plegaria Eucarística 1. Para que los niños se acostumbren más fácil­mente a cantar el "Santo", en la primera Plegaria se ha dividido en varias aclamaciones que concluyen con "Hosanna en el cielo". Según se dijo en el núm. 16, estas aclamaciones las puede decir o cantar primero un can­tor o uno de los niños. La tercera vez, cuando se canta el "Santo", todos pueden cantar o recitar todo el canto.

24. Plegaria Eucarística 2. En la segunda Plegaria, fuera del "Santo" y de la aclamación después de la anamnesis, las demás aclamaciones son facul­tativas. Las aclamaciones que vienen después de las palabras del Señor sobre el pan y sobre el vino, deben considerarse y cantarse como una meditación común sobre el misterio eucarístico.

25. Plegaria Eucarística 3. En la tercera Plegaria se presenta únicamente el texto de (as partes variables que corresponden al tiempo pascual. La

Misas con niños, parece que obedece al deseo de no distraer la atención de los mismos de lo que debe ser más central. Es el sacerdote presidente, uno solo, el que "hace las veces de Cristo" \ lo representa sacramentalmente.

23. Características de la Plegaria 1. Lo más típico de la primera Plegaria es, como se ha dicho antes, ladivisión en tres bloques de su preracio:

— el sacerdote da gracias a Dios por lo que ha hecho en su obra de creación del mun­do y de la naturaleza; los niños responden con una aclamación - parte del "San­to"— que responde muy bien a ese contenido: "llenos están los cielos y la tie­rra..";

— la alabanza se vuelve después cristológica: se muestra la gratitud a Dios porque nos ha enviado a su Hijo: y los niños entonces proclaman: "Bendito el que viene...";

— la tercera ¡dea es que nuestra alabanza no es sólo de este grupo, sino de toda la Iglesia, tanto de la que peregrina en este mundo (y se nombra al Papa y al Obispo) como de los Santos del cielo (se recuerda a la Virgen y los apóstoles de modo espe­cial); la aclamación correspondiente es "Santo es el Señor, Dios del universo...".

24. Características de la Plegaria 2. En la Plegaria 2 destaca el mayor número de acla­maciones, aunque la mayoría aparezcan como libres. En concreto, las dos que se han incluido dentro del relato de la consagración —novedad— se interpretan como un to­que meditativo, contemplativo del misterio que se celebra.

25. Características de la Plegaria 3. La novedad de esta última Plegaria es que admite variantes para diversos tiempos litúrgicos o fiestas, en tres momentos concretos de

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intención es que para otros tiempos y circunstancias, las Conferencias Episcopales elaboren textos apropiados y los introduzcan en el uso litúr­gico una vez que la Sede Apostólica los haya confirmado según lo indica­do en la carta circular sobre las Plegarias Eucarísticas.

En la redacción de estos textos hay que tener el cuidado de que las tres partes (el prefacio, la prolongación después del "Santo" y la epíclesis) se correspondan mutuamente.

Después de la consagración reaparece tres veces la misma aclamación a fin de que se manifieste a los niños el carácter laudativo y de acción de gracias de toda la Plegaria Eucarística.

su desarrollo: el prefacio (normalmente habla del Padre), en la prolongación del mis­mo (el "Veré Sanctus", que se suele centrar en el Hijo) y en la segunda epíclesis (segunda invocación del Espíritu). Naturalmente, estas tres variantes deben tener una unidad dentro de una fiesta.

En concreto algunos Episcopados, como el italiano y el alemán, ya han realizado el trabajo de introducir glosas o variantes en estos momentos.

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PLEGARIA PRIMERA

Seguimos la traducción del Secretariado de Liturgia (Subsidia Li­túrgica 26).

Es una Plegaria sencilla, positiva, en un clima de admiración, alegría y fiesta. Sus contenidos se entienden fácilmente, y respiran en un tono accesible y rico a la vez la alabanza a Dios por todo lo que ha hecho por nosotros.

Su característica fundamental es la división del prefacio de alaban­za en tres bloques: creación, Cristo, iglesia.

Es una Plegaria muy apta para los niños que empiezan su experien­cia de vida eucarística (niños de 6-8 años) o el camino de la catc­quesis.

diálogo introductorio El Señor esté con vosotros. Y CON TU ESPÍRITU. Levantemos el corazón. LO TENEMOS LEVANTADO HACIA EL SEÑOR. Demos gracias al Señor nuestro Dios. ES JUSTO Y NECESARIO.

prefacio: primer bloque: Dios, Padre nuestro, la alabanza tú nos has reun ido por la creación y estamos delante de ti

para celebrar una fiesta contigo,

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para aclamarte y para expresarte nuestra admiración (1).

Te alabamos por todas las cosas bellas que hay en el mundo y por la alegría que infundes en nuestros corazones. Te alabamos por la luz del día y por tu palabra que nos ilumina. Te damos gracias por la tierra y los hombres que la habitan y por la vida que nos viene de ti (2). Sí, tú eres verdaderamente bueno. Tú nos amas y haces maravillas por nosotros. Por eso, todos unidos, te cantamos:

aclamación a la primera LLENOS ESTÁN LOS CIELOS Y LA TIERRA alabanza de la creación D E TU G LO RI A.

HOSANNA EN EL CIELO (3)

segundo bloque: Tú, Señor, piensas siempre en los hombres, la alabanza por Cristo y no quieres estar lejos de ellos.

Tú nos has enviado a Jesús (4), tu Hijo muy querido, que ha dado su vida por nosotros (5). El vino para salvarnos: curó a los enfermos, perdonó a los pecadores. A todos mostró su amor. Acogió a los niños y los bendijo. Por eso, llenos de gratitud, te aclamamos (6):

(1) Los conceptos son muy sencillos y ricos: " reun ido" , " f iesta", "admiración".. .

(2) "La vida que nos viene de t i " parece una expresión un poco abstracta. Se podría decir con un estilo más concreto: "por habernos hecho el regalo de la vida", o "por habernos conce­dido vivir también nosotros en este mundo que tú has hecho"...

(3) Esta aclamación, muy apropiada, corresponde bien a lo que ha sido el primer motivo de alabanza: la creación del mundo y sus habitantes.

(4) La segunda alabanza se centra en Jesús: es una Cristología muy amable y comprensible —en la I ínea de la Plegaria cuarta del Misal— la que aquí se resume.

(5) Parece prematura esta idea: "que ha dado su vida por nosotros". El original estaba mejor "para que viviera entre nosotros". Lo de entregar su vida vendrá lógicamente más tarde

(6) Este "te aclamamos", dirigido al Padre, podría tal vez mejorarse con el "le aclamamos" del

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BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR. HOSANNA EN EL CIELO (7).

No estamos solos para alabarte. Señor. La Iglesia entera, que es tu pueblo, extendida por toda la tierra, te da gloria (8). Nosotros nos unimos a sus oraciones con el Papa y nuestro Obispo (9). En el cielo, la Virgen María, los apóstoles y todos los santos te bendicen (10). Con ellos y con todos los ángeles, te adoramos diciendo:

aclamación a la tercera SANTO, SANTO, SANTO ES E L SE ÑO R alabanza, ec/esiológica DIOS DEL UNIVERSO.

HOSANNA EN EL CIELO.

primera "epfclesis", Padre Santo, invocación sobre porque queremos mostrarte los dones nuestro agradecimiento,

hemos traído este pan y este vino: haz que ellos se transformen para nosotros (11)

original: la aclamación va a ir dirigida a Cristo. O bien, como ha optado el catalán: "por eso, aclamamos con corazón agradecido".

(7) Esta segunda aclamación también se corresponde muy puntualmente con lo que ha sido el tema de la alabanza en este segundo bloque del prefacio.

(8) En este tercer momento del prefacio el tema es claramente eclesiológico. La frase: " t e «Ja glor ia", resulta demasiado breve y un poco d i f íc i l . Tal vez cabría especifi­car así "te bendice y te da gracias".

(9) La menc ión d«l Papa y del propio Obispo no se hace pidiendo " p o r " ellos, como suele su­ceder en las Plegarias del Misal, sino orando "con el los", como decía el canon romano ("una c u m fámulo tuo. . . " ) .

(10) Los Santos, eresta Plegaria, son nombrados, no en la perspectiva escatológica que suelen tener si se habla de ellos al final de la misma (como será el caso de las Plegarias segunda y tercera), s i n o en el prefacio de alabanza: entonamos nuestra acción de gracias "con ellos".

(11) Es ex t raño quien esta primera epíclesis no se invoque explícitamente la fuerza del Espí­r i tu . La d o b l e Invocación del Espíritu (la primera sobre el pan y vino, y la segunda, des­pués del relato, sobre las personas —y esta segunda también está un tanto dif uminada en esta Plegaria—I parece un elemento importante en la estructura de esta oración. Creo que

aclamación a la segunda alabanza, cristológica

tercer bloque: alabamos a Dios con toda la Iglesia

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en el Cuerpo y en la Sangre de Jesucristo, tu Hijo muy querido (12). Entonces podremos ofrecerte lo que viene de t i .

relato de la institución Una noche, un poco antes de su muerte (13), Jesús cenó con sus apóstoles. Cogió pan de la mesa y, dándote gracias, te bendijo. Después, lo partió y se lo dio diciendo: Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros. Del mismo modo, acabada la cena, cogió el cáliz lleno de vino, y dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus amigos diciendo: Tomad y bebed todos de él: porque este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Y les dijo también: Haced esto en conmemoración mía (14).

aún páralos niños deberían formularse clara y concretamente las dos epíclesis. Es más di f í ­cil entender la Eucaristía presentada en neutro ("que se transformen") que nombrando al Espír i tu como protagonista. Podría ser una expresión así: "que tu Espíritu los transfor­me. . . " . 0 bien, como la edición catalana ha querido añadir: "haz que por la fuerza del Es­p í r i tu Santo se transformen...". También otras ediciones en lengua moderna han querido llenar aquí este hueco, nombrando explícitamente al Espíritu Santo.

(12) Aqu í había en el origifial una idea nueva e interesante: se pedia que el pan y el vino queda­ran transformados en el Cuerpo y la Sangre de Cristo "Resucitado": creo que era una bue­na perspectiva, que vale la pena de incorporar. El Señor Glorioso, Resucitado, es el que se hace presente y se nos da en la Eucaristía.

(13) El re la to de la institución de la Eucaristía conecta la cena con la muerte de un modo mera­mente cronológico, aquí. En las otras Plegarias ya avanzará la idea hacia una relación más estrecha.

(14) En Prenot. n. 3 se explicaba por qué se ha querido añadir la frase " y les dijo también", resaltan do el encargo de Jesús y nuestro gesto de obediencia al celebrar la Eucaristía.

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memorial Este mandato de Jesús (15) nosotros lo cumplimos en esta Eucaristía. Y proclamando su muerte y resurrección, te presentamos el pan de la vida y el cáliz de la salvación. El nos conduce hacia t i , Padre nuestro: acógenos con él (16).

aclamación del memorial CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS. CRISTO HA RESUCITADO. TE ESPERAMOS, SEÑOR JESÚS.

segunda invocación del Espíritu: sobre las personas

intercesiones

Padre, tú que tanto nos amas, déjanos acercarnos a esta mesa santa, unidos en la alegría del Espíritu Santo, para recibir el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo.

Tú nunca olvidas a nadie: te pedimos por aquellos que amamos, N . y N . (17) y por todos los que murieron en paz. Acuérdate de todos los que sufren y viven tristes, de la gran familia de los cristianos, de todos los hombres del mundo entero.

alabanza final Viendo todo lo que tú haces por medio de tu Hijo, nos quedamos admirados y de nuevo te aclamamos. Por Cristo, con él y en él, a t i . Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo,

(15) También Prenot. n. 19 motivaba el que la aclamación no siga inmediatamente al relato con la introducción usual de "e'ste es el sacramento de nuestra fe " ) , sino que antes se deja que el presiden-tt exprese el memorial: así queda más motivada la aclamación que seguirá.

(16) La expresión "acógenos con é l " es un poco demasiado condensada. Podría decirse: "acép­tanos a nosotros como aceptaste a tu Hijo quer ido".

(17) En esta l i s t a de intercesiones, muy concreta y acertada, queda abierta la puerta para nom­brar a los padre, amigos, etc. según parezca conveniente en una determinada celebración.

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todo honor y toda gloría por los siglos de los siglos.

aclamación final AMEN (18).

(18) La doxología final casi parece que el t e x t o provoque a que la digan todos ("y de nuevo te aclamamos"...). Pero al menos el A m é n debería ser cantado. Y el texto original ofrecía una aclamación alternativa:

"Gloria a t i . Padre de bondad, por Jesucristo, nuestro Señor, en el Espíritu Santo que nos u n e ahora y por todos los siglos. A m é n . "

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PLEGARIA SEGUNDA

La idea central de esta Plegaria es el amor que Dios nos ha mostra­do a lo largo de toda la Histeria de la Salvación: un Dios que es Pa­dre y nos ama, un Cristo que nos ha mostrado su amor y nos ha en­señado a nosotros a amar, utt Espíritu que siempre nos está presen­te...

La característica más llamativa es la abundancia de aclamaciones que se han incluido a lo largo de toda la Plegaria.

Parece más adecuado para el final de la catequesis, o para los niños de la Confirmación: o sea, para niños que ya tienen una cierta prác­tica de celebración.

diálogo introductorio El Señor esté con vosotros. Y CON TU ESPÍRITU. Levantemos el corazón. LO TENEMOS LEVANTADO HACIA EL SEÑOR. Demos graciasal Señor, nuestro Dios. ES JUSTO YMECESARIO.

prefacio de alabanza En verdad, Padre bueno, ahora es fiesta para nosotros. Nuestro coraaán está lleno de gratitud, y con Jesús tecantamos nuestra alegría.

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aclamación GLORIA A T I , SEÑOR, PORQUE NOS AMAS (1)

Tú nos amas tanto, que has hecho para nosotros este mundo inmenso y maravilloso.

GLORIA A T I , SEÑOR, PORQUE NOS AMAS.

Tú nos amas tanto, que nos das a tu Hijo, Jesús, para que él nos lleve hasta t i .

GLORIA A T I , SEÑOR, PORQUE NOS AMAS.

Tú nos amas tanto, que nos reúnes con él, como a los hijos de una misma familia.

GLORIA A T I , SEÑOR, PORQUE NOS AMAS.

Por ese amor tan grande, queremos darte gracias y cantarte con los ángeles y los santos que te rodean en el cielo:

aclamación SANTO, SANTO, SANTO ES EL SEÑOR, DIOS DEL UNIVERSO. LLENOS ESTÁN EL CIELO Y LA TIERRA DE TU GLORIA. HOSANNA EN EL CIELO. BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL DEL SEÑOR. HOSANNA EN EL CIELO (2).

(D El prefacio se puede hacer todo seguido, desembocando en el "Santo" , o bien en forma litánica, intercalando cuatro veces esta aclamación antes del "Santo" , t i contenido de la alabanza es, más o menos como en la Plegaria primera, la creación, el envío de Jesús y la Iglesia. La aclamación habría que cantarla con una música adecuada para una aclamación de ala­banza entusiasta. O bien buscar una que ya se sepa y que tenga las mismas características: por ejemplo "Te damos gracias. Señor, de todo corazón", "Por siempre yo cantaré, tu nombre. Señor", "Glor ia, gloria, aleluya", "E l Señor es bueno, no tiene fin su amor", "Se­ñor, unidos te cantamos, siempre a t i , Señor, te damos gracias", "alabaré, alabaré"...

(2) En el original se ofrecía otro texto alternativo del "Santo" , según el criterio de DMN 3 1 : Gloria y alabanza a nuestro Dios. Santo es el Señor, Dios del universo.

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prolongación de la alabanza

aclamación

Bendito sea Jesús, tu enviado, el amigo de los pequeños y de los pobres. El vino a enseñarnos la forma de amarte a ti y de amarnos los unos a los otros. El vino para arrancar del corazón de los hombres el mal que impide la amistad y el odio que no nos deja ser felices. El ha prometido que el Espíritu Santo estará siempre con nosotros, para que vivamos tu misma vida.

BENDITO SEA EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR. HOSANNA EN EL CIELO (3).

primera epíc/esis: invocación del espíritu:

Dios, Padre nuestro, te pedimos que nos envíes tu Espíritu (4) para que este pan y este vino sean el Cuerpo y la Sangre de Jesús, nuestro Señor.

re/ato

(3)

(4)

(5)

La víspera de su muerte, él nos mostró tu amor (5): estaba sentado a la mesa con sus discípulos. Tomó un trozo de pan, dijo una oración para bendecirte y darte gracias: partió el pan y lo dio a sus discípulos diciéndoles:

Glor ia y alabanza a nuestro Dios. El cielo y la tierra nos hablan de tu esplendor. G lo r ia y alabanza a nuestro Dios. Bendito el que viene de tu lado. G lo r ia y alabanza a nuestro Dios.

Si tiene buena música, y se puede cantar litánicamente, puede ser interesante incorporarlo. Pero también tienen que saber cantar el "Santo" de la Misa.

En la segunda parte de la alabanza, como el contenido es más claramente cristologico, se repite la últ ima parte del "Santo" , con alguna de las músicas que se sepan. Es una buena ¡dea también para otras ocasiones en que la alabanza sobre Cristo sea más larga.

Esta vez la epíclesis es claramente invocación del Espíritu sobre el pan y el vino.

El relato establece en esta Plegaria una conexión entre la Cena y la Cruz más estrecha que en la p r imera .

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aclamación

aclamación

memorial

Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros.

SEÑOR JESÚS, TU TE ENTREGASTE POR NOSOTROS (6).

Después tomó un cáliz lleno de vino, dijo de nuevo una oración para darte gracias y pasó el cáliz a cada uno, diciéndoles: Tomad y bebed todos de él: porque este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para e! perdón de los pecados.

SEÑOR JESÚS, TU TE ENTREGASTE POR NOSOTROS.

Y les dijo también: Haced esto en conmemoración mía (7).

Recordamos ahora. Padre bueno, la muerte y la resurrección de Jesús, el Salvador del mundo. El se ha entregado en nuestras manos para ser el sacrificio que ahora te ofrecemos, y para atraernos hacia t i (8).

(6) La novedad es que incluso dentro del relato, después de la consagración del pan y después de la del vino, los niños cantan una aclamación: no sólo una alabanza a Cristo, sino men­cionando explícitamente su entrega pascual por nosotros. Otros han traducido: "Jesucristo fue entregado por nosotros".

(7) De nuevo aquí, como en la primera, se destaca el mandato del Señor por medio de la indi­cación "Y les di jo también".

(8) Siguiendo la opción que explica Prenot. n. 19, el sacerdote proclama primero la conmemo­ración, el memorial pascual de Cristo, para dar luego paso a la aclamación de los niños. Pero la segunda mitad de este memorial tiene una traducción que habría que repensar me­jor: es di f íc i l de comprender para los niños y demasiado cargada en sus expresiones. La traducción catalana parece más f luida: "E l se ha puesto en nuestras manos, para que te lo ofrezcamos como (nuestro mejor) sacrificio, que ríos lleva hasta t i " .

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aclamación GLORIA Y ALABANZA A NUESTRO DIOS.

(o bien) TE ALABAMOS, TE BENDECIMOS, TE DAMOS GRACIAS (9).

segunda epíclesis: invocación del Espíritu sobre las personas

Escúchanos, Señor Dios nuestro, danos tu Espíritu de amor a los que participamos en esta comida; que estemos cada vez más unidos en tu Iglesia, con el Papa N. (10), nuestro obispo N., los demás obispos y todos los que trabajan por tu pueblo.

aclamación QUE TODOS SEAMOS UN SOLO CUERPO PARA GLORIA TUYA (11).

intercesiones No olvides a los que amamos (N. N.) (12) y a los que debiéramos amar más. Acuérdate de los que murieron (N. N.) y acógelos con amor en tu casa.

aclamación QUE TODOS SEAMOS UN SOLO CUERPO PARA GLORIA TUYA.

(9) Estos dos posibles textos de "aclamación de memoria l" no parecen muy felices. Más bien siguen siendo de alabanza, propios del prefacio. Aquí la aclamación debería ser claramente cristológica y aclamar su Misterio Pascual. Por eso vale la pena utilizar los del Misal: "Anunciamos t i muerte..." etc.

(10) También a q u í la mención del Papa y de los obispos no es para pedir "por el los", sino "con el los", como en la Plegaria primera.

(11) La última pane de la Plegaria es siempre una verdadera profesión de fe en la comunión eclesial. Pero la Iglesia es a la vez la comunidad peregrina por la tierra (y por eso se recuer­da al pueblo y sus pastores), los difuntos (a quienes se siente muy cercanos y por los que se intercede an te Dios), y los Santos del cielo (y por eso se recuerda a la Virgen y los Santos principales). En esta Plegaria esta triple Iglesia se destaca claramente en la estructura de la oración, y e n este mismo orden. Y con bastante coherencia a cada uno de esos bloques se propone una aclamación, esta vez de contenido eclesial, y repetida tres veces. Lo que pasa esque el texto de esta aclamación es un poco abstracto y d i f íc i l . ¿No sería mejor decir: "que todos seamos una sola famil ia, en tu Iglesia", aunque sea abandonando la ¡dea de la glorificación de Dios?

(12) Tanto en el momento en que nos acordamos de los vivos como de los difuntos, hay un margen de concretización que puede resultar oportuno en determinados días.

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recuerdo de los Santos Reúnenos un día cerca de t i , con María la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, para vivir en tu Reino la gran fiesta del cielo (13). Entonces, todos los amigos de Jesús, nuestro Señor, podrán cantarte sin f in.

aclamación QUE TODOS SEAMOS UN SOLO CUERPO PARA GLORIA TUYA.

doxología final Por Cristo, con él y en él, a t i , Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

aclamación final AMEN (14).

(13) Los Santos se mencionan aquí, al contrario de la Plegaria primera, al f inal, y con un claro tono escatológico.

(14) También aquí el original ofrecía un texto alternativo para la alabanza final: Con él te cantamos, con él te bendecimos. Gloria a t i . Padre nuestro, ahora y por los siglos. Amén, Amén, Amén, Amén.

Lo que parece urgente es que los niños —y los mayores— sepan cantar a voces varios Amén senci l los, que den a la aclamación final la solemnidad y el tono resuelto y afirmativo que pide (cf r.en el Dossier CPL n. 19, pp. 82-87 diversos modelos musicados para este Amén final).

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PLEGARIA TERCERA

La característica de esta Plegaria es que admite variantes, según lo que indica Prenot. 25.

Hay tres momentos de la Plegaria en que se introducen estas glosas según tiempos o fiestas:

— en el prefacio: dando gracias por lo que el PADRE ha hecho por nosotros,

— en la prolongación del prefacio: ampliando lo que CRISTO JE­SÚS significa para nuestra salvación,

— en la invocación segunda ep i el ética: especificando lo que el ES­PÍRITU quiere obrar en nosotros como fruto de la celebración.

En cada momento de estos se puede escoger una variante según el tiempo litúrgico o el tema elegido para la celebración: 1. días ordi­narios; 2. tema de la creación; 3. Adviento; 4. Navidad; 5. Cuares­ma; 6. Pascua; 7. tema de la penitencia. Son las variantes que sobre estos temas han elaborado ya los Episcopados alemán y el italiano. Son estas las que incluimos en esta traducción (que ya preparamos para el Dossier 19): los textos italianos son los señalados con la le­tra a); los alemanes con la b).

En cuanto al contenido, hay una progresión respecto a la Plegaria primera y segunda: ya no se habla sólo del amor de Dios o de la Historia de la Salvación. Se incluyen referencias continuas también a vuestras actitudes concretas, a nuestra misión dentro de esa His­toria. Las re/aciones mutuas, nuestra obra de colaboración con Dios en el mundo: o sea, nuestras respuestas de fe ante la acción de Dios.

Po eso la Plegaria tercera ya supone unos niños un poco mayorci-tos, acostumbrados a la celebración, y en particular en los tiempos futrtes del Año Litúrgico.

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Page 42: CPL. Celebrar la Eucaristía con niños

diálogo

prefacios varios

1. días ordinarios a) Te damos gracias. Señor, porque Tú nos has creado para que, amándonos los unos a los otros, nuestra vida sea para t i . Tú nos has dado la capacidad de pensar y de hablar para que dialoguemos con los demás y sepamos compartir con ellos nuestras dificultades y nuestras esperanzas.

b) Te damos gracias. Señor, porque Tú nos has creado para que vivamos para t i y nos amemos los unos a los otros. Tú quieres que dialoguemos con los demás, que trabajemos con ellos y celebremos juntos nuestras alegrías.

2. tema de la creación b) Te damos gracias, Señor, porque son admirables tus obras. Tú has creado el mundo entero. El sol nos da luz y calor, hace crecer el trigo y madurar la fruta. Las flores y los animales, los bosques y los prados: todo lo has puesto a nuestra disposición. Tú has dado a los hombres inteligencia y fantasía. Por eso construyen casas y carreteras y pueden inventar muchas cosas que nos hacen más fácil la vida.

3. Adviento a) Te damos gracias. Señor, porque Tú nos has creado para que podamos conocerte, amarte y vivir siempre contigo. Muchas veces ofreciste a los hombres tu amistad y por medio de los profetas

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les enseñaste a esperar en tus promesas. Y cuando se cumplió el tiempo, nos enviaste a tu único Hijo, el primero entre muchos hermanos,

/ para que nos uniera contigo. Cuando él vuelva entre nosotros, nos convidará al banquete de la vida en la alegría de tu casa.

b) Te damos gracias. Señor, porque nos has prometido que va a venir tu Reino. Entonces saltarán los cojos, los mudos gritarán de alegría y los ciegos verán tu gloria.

4. Navidad a) Te damos gracias. Señor, porque en tu amor creaste el mundo y cuando los hombres cometieron el pecado no los dejaste solos en el mal, sino que saliste tú mismo a su encuentro. Ahora nos has enviado a tu querido Hijo Jesús como luz que brilla en las tinieblas. Rico como era, se hizo pobre por nosotros para que nosotros nos enriqueciéramos con su amor.

b) Te damos gracias. Señor, porque por el nacimiento de tu Hijo has traído la luz a este mundo que estaba en la oscuridad. Y también se ha encendido una luz en el corazón de los hombres, porque tú les amas.

5. Cuaresma a) Te damos gracias. Señor, porque siempre das pruebas de tu bondad haciendo el bien a todos. Tanto a los buenos como a los malos les concedes durante el año estaciones ricas en flores y frutos, y muchas otras cosas buenas que podemos admirar y gozar todos juntos.

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Como Padre bueno tienes paciencia con los que caen en pecado y esperas que se conviertan y vivan.

6. Pascua a) Te damos gracias, Señor, porque nos has llamado a la vida y nos has prometido la resurrección y la felicidad eterna. Tú resucitaste a tu Hijo Jesús, vencedor de la muerte, y también a nosotros nos has prometido darnos una vida nueva sin miedo, ni dolor, ni sufrimiento alguno.

b) Te damos gracias. Señor, porque tú quieres la vida, no la muerte. -, Nos has llamado a la vida y quieres que nadie permanezca en la muerte. Tú resucitaste a Jesús, el primero de entre los muertos, y le has dado nueva vida. Lo mismo nos has prometido a nosotros: una vida sin f in, sin apuros ni sufrimientos.

7. penitencia b) Te damos gracias. Señor, porque eres nuestro Padre bondadoso. Tú nos quieres bien a todos, aunque nosotros a veces no lo entendemos. Tú eres justo, aún cuando te ves obligado a castigarnos. No guardas rencor a nadie y eres el primero en tendernos la mano como señal de perdón.

conclusión de todos Por eso nos alegramos los prefacios y te damos gracias, Padre.

En unión con los que creen en t i , en el mundo entero, y con los ángeles y los santos, te cantamos nuestro canto de alabanza: Santo, Santo, Santo...

Sí, tú eres santo. Señor y eres bueno con todos. Te damos gracias porque nos has dado a tu Hijo Jesús.

El vino al mundo porque los hombres se habían separado de t i y no se entendían entre ellos, a causa del pecado. El nos abrió los ojos y los oídos para que sepamos que tú eres nuestro Padre y que todos somos hermanos los unos de los otros.

2. tema de la creación b) En él pensaste en primer lugar cuando creaste el mundo. El nos ha enseñado con sus obras cuál es tu plan sobre este mundo: tú quieres un cielo nuevo y una tierra nueva.

3. Adviento a) Su Palabra nos tiene despiertos día tras día en las cosas pequeñas y en las grandes. El nos ayuda a reconocer las señales de tu amor y a descubrir la alegría que viene de t i .

b) Con él ya ha empezado tu Reino. El curó a los enfermos, dio de comer a los hambrientos y quitó todo su poder a la muerte.

4. Navidad a) El es la verdadera luz del mundo. El vino a iluminar a todos los que le buscan con sincero corazón. Príncipe de la paz, nos hace renacer como hijos de Dios y portadores de paz entre los hombres.

prolongación del prefacio

variantes "cristológicas' de esta prolongación

1. días ordinarios

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5. Cuaresma

b) El llamó a los pastores y a los reyes de Oriente y les llenó de alegría. Su amor llena de luz también nuestras vidas.

a) El llama a todos los hombres a que se conviertan y crean en el Evangelio. Ofreciendo su vida en la Cruz, él nos liberó del pecado y de la muerte y nos dio un corazón nuevo para que vivamos como él.

6. Pascua

7. penitencia

a) Con sus palabras y sus obras él nos trajo el gozoso anuncio de una vida nueva sin f in, en el esplendor de su reino. Muriendo y resucitando, se hizo pastor nuestro para conducirnos a ti por el camino del amor.

b) El se apareció a las mujeres la mañana de Pascua y les demostró que vive. Fue con los discípulos a Emaús y allí le reconocieron cuando partió para ellos el pan.

a) El dio confianza a todos los hombres que te tenían miedo a t i , y quiso que volvieran los que se habían alejado de t i . Perdonó a los que le habían hecho mal y comió con los pecadores.

conclusión de todas las variantes

El nos ha reunido hoy alrededor de esta mesa porque quiere que hagamos lo mismo que él hizo con sus apóstoles.

epíclesis primera: invocación sobre los los dones

relato

Padre, santifica este pan y este vino que hemos preparado sobre tu altar. Y haz que se conviertan para nosotros en el Cuerpo y en la Sangre de tu Hijo Jesús.

El, la víspera de su muerte, se reunió con sus discípulos para celebrar con ellos la última cena. Tomó pan, dándote gracias, lo partió y se lo dio diciendo:

Tomad y comed todos de él. Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros.

Del mismo modo tomó un cáliz lleno de vino. Te dio gracias y lo pasó a sus discípulos diciendo:

Tomad y bebed todos de él: éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados.

Y les dijo también: Haced esto en conmemoración mía.

aclamación

memorial y ofrenda

Hermanos, proclamemos gozosos el sacramento de nuestra fe.

Anunciamos tu muerte (...)

Por eso estamos reunidos delante de t i . Padre como una sola familia y recordamos con alegría lo que Jesús hizo y sigue haciendo por nosotros. En este Sacrificio de la Eucaristía, que él mismo nos encomendó, celebramos el memorial de su Muerte y su Resurrección.

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Page 45: CPL. Celebrar la Eucaristía con niños

Tú aceptaste su Sacrificio en la Cruz. Acepta también lo que nosotros te ofrecemos: nuestra propia vida. El murió por nosotros, pero tú le resucitaste de entre los muertos.

aclamación (animador) Señor, tú eres bueno. (todos) Te alabamos. Te damos gracias.

El vive contigo, en tu gloria y está también cerca de nosotros.

(animador) Señor, tú eres bueno. (todos) Te alabamos. Te damos gracias.

Al final del mundo vendrá en toda su gloria O y en su reino no habrá más dolor, ni pecado, ni muerte, y nadie tendrá que llorar ni estar triste.

(animador) Señor, tú eres bueno. (todos) Te alabamos. Te damos gracias.

segunda invocación Padre, tú nos has llamado o epíclesis para que celebremos esta Eucaristía.

Reunidos en el Espíritu Santo vamos a recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo Jesús. Con la fuerza de este alimento ayúdanos a vivir de tal modo que tú puedas estar siempre contento de nosotros.

variantes de Intercesión

1. días ordinarios a) Ayuda a los discípulos de tu Hijo a traer la paz a este mundo y a comunicar a todos la alegría que viene de t i .

b) Danos fuerza para que podamos entendernos mejor los unos con los otros y hacer felices a los demás.

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2. tema de la oración a) Abre nuestros ojos para que podamos descubrir este mundo, que es tu mundo. Ayúdanos a vivir en él de tal modo que todos los hombres puedan encontrar alegría en él, y haya más justicia y reine siempre la paz.

3. Adviento a) Da a tus hijos la gracia de cumplir bien incluso las cosas pequeñas de cada día y que estén así siempre preparados a recibir al Señor que viene.

b) Enséñanos a prepararte el camino. Ayúdanos a mostrar tu amor a los enfermos y a los que tienen hambre, y dar alegría a los que están solos.

4. Navidad

5. Cuaresma

a) Haz que tus hijos te sepan dar gloria a ti en el cielo y trabajar por la paz en la tierra con todos los hombres de buena voluntad.

b) Haz que tu luz brille siempre en nosotros para que nosotros la llevemos a los hombres que todavía están en la oscuridad.

a) Da a tus hijos la gracia de cumplir cada día las obras de tu amor, para que lleguen a ser luz del mundo, ejemplo de bondad para todos.

6. Pascua a) Llena el corazón y la mente de tus hijos para que sepan comunicar la alegría de estas fiestas pascuales a los que están preocupados y tristes.

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Page 46: CPL. Celebrar la Eucaristía con niños

b) Ayúdanos a contar a los demás la gran noticia de la Pascua para que así podamos alegrar a los que están tristes.

7. penitencia b) Danos la fuerza para perdonarnos los unos a los otros cuando nos hemos ofendido.

conclusión de todas Acuérdate del Papa N. y de nuestro obispo N, las variantes Te pedimos también por los que han muer to :^

admítelos a gozar contigo en el cielo.

Y a todos nosotros admítenos a la fiesta eterna en tu Reino, en unión con la Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra, y con todos los santos.

Te lo pedimos por medio de nuestro Señor Jesús.

Por Cristo, con él y en é l , a t i , Dios Padre omnipotente , en la unidad del Espír i tu Santo, todo honor y toda glor ia por los siglos de los siglos.

Amén.

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MAS MATERIAL PARA MISAS CON NIÑOS

EL ACTO PENITENCIAL

Moniciones

Del Misal italiano para Misas con niños.

Son propiamente moniciones de entrada, que empalman con el acto penitencial.

Naturalmente estos ejemplos son indicativos. El sacerdote que pre­side estas Eucaristías con niños debe saber adaptarse a las circuns­tancias, y motivar la celebración con palabras incisivas, breves, que preparen los ánimos de todos a lo que se va a celebrar, y en concre­to a este primer acto de humildad, el acto penitencial, con que co­mienza toda Eucaristía.

a) Queridos niños: nos hemos reunido aquí para celebrar una fiesta con el Señor. El nos d i j o que, cuando nos reunimos en su nombre. El está presente en medio de nosotros. Los que h o y estamos aquí hemos respondido a su llamada y le hemos d icho: sí, aquí estoy,Señor. Por eso podemos hablar con El y darle graciascon sus mismas palabras. Pero antes de acercarnos a la mesa de su Palabra y a rec ib i r el Pan de la V ida, debemos pedirle perdón por nuestras faltas, también e n nombre de los otros niños ausentes y de t o d o s losque hacen el mal y no se arrepienten.

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b) Queridos niños: nos hemos reunido aquí invitados por el Señor. Queremos hablarle de lo que hacemos, de nuestras cosas, para que El, con sus palabras, nos diga lo que piensa de ellas, y con el Pan de la Vida nos dé fuerza para hacer lo que El nos enseña. Pero antes debemos pedirle perdón por nuestros pecados, para tener así el corazón más dispuesto y generoso.

c) Queridos niños: Jesús nos ha reunido para celebrar esta Eucaristía. El quiere darnos su propio Cuerpo como Pan de Vida, para que podamos llevar su alegría también a nuestros hermanos y amigos. Pero si no estamos dispuestos a hacer partícipes a otros de sus dones y de nuestro perdón, el Señor no puede acogernos y perdonarnos, como El mismo nos ha dicho en el Evangelio.

Las peticiones titánicas

Cuando se utiliza el tercer módulo de acto penitencial que aparece en el Misal Romano, las varias invocaciones I ¡tánicas, que conclu­yen con el "Señor, ten piedad", pueden también reflejar mejor la vida de los niños. El Misal editado por el Episcopado italiano para estas Misas ofrece, por ejemplo, estes intenciones:

— nos hemos olvidado de ti . . . — no hacemos los favores que nos piden... — no hemos perdonado ni hecho las paces... — no nos hemos portado bien con nuestros padres... — hemos pensado demasiado en nosotros mismos... — tú te has hecho nuestro hermano... — tú quieres que los niños se te acerquen... — tú haces de todos nosotros una sola familia.

No convendría insistir demasiado en las "situaciones de pecado", a la hora del acto penitencial. Si nos fijamos en el Misal Romano, más bien se dirige a la atención a Cristo mismo: a su cercanía, su victoria contra el mal, su actitud de misericordia y salvación.

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La conclusión

El Misal italiano de los niños concluye las tres modalidades del acto penitencial con esta fórmula:

Dios, Padre bueno, que nos perdona siempre, si estamos arrepentidos de corazón, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos conduzca a la vida eterna.

CINCO INVITACIONES EUCARISTICAS

"venid": el Señor nos reúne para celebrar juntos; rito de entrada;

"escuchad": nos dirige su Palabra para iluminar nuestro camino;

"dadgracias'':1a Eucaristía es alabanza y acción de gracias;

"tomad y comed": el don mejor que Cristo nos hace, su Cuerpo y su Sangre;

"marchad, sois enviados": si al principio de la celebración nos sentimos convo­cados, al final nos debemos sentir enviados, como testigos de lo que hemos celebrado.

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ORACIONES PRESIDENCIALES

Todo el rito de entrada de la Misa concluye con la "oración del día", la colecta. Siguiendo la indicación del DMN n. 51, el Episco­pado italiano, en el Misal para Misas con niños, ha propuesto una serie de fórmulas nuevas, con un lenguaje más accesible. He aquí algunos ejemplos, también para la "oración sobre las ofrendas" y la "poscomunión ".

a) Adviento: (Colecta) Padre, tú quisiste

que, según el anuncio del ángel, la Virgen María se convirtiese en Madre de tu Hijo Jesús. Haz que, siguiendo su ejemplo, podamos decir siempre "s í " a tu Palabra y seamos llamados también nosotros bienaventurados.

(Ofrendas) Padre santo, mira nuestras ofrendas y concédenos que, participando en la mesa de Jesús, recibamos fuerza para esta vida y para la futura.

(Poscomunión) Padre bueno, protege a esta familia tuya que has alimentado con el Pan del cielo, y por I a fuerza de este alimento, reúnela siempre más en torno a t i .

b) Cuaresma

(Colecta) Oh Dios, tú solo eres bueno y nos llamas a ser amigos tuyos. Haz que nuestros corazones sean más generosos para imitar a Jesús, Hijo tuyo y Hermano nuestro.

(Ofrendas) Padre santo, acepta las ofrendas que te presentamos, Líbranos del pecado y condúcenos a la vida nueva.

(Poscomunión) Padre bueno, el alimento de vida que nos has dado, que es Jesús, nuestro Señor, nos dé fuerza para nuestra vida, para crecer cada día obedientes a tu Palabra.

c) Pascua

(Colecta) Dios grande y poderoso, concédenos a nosotros tus hijos que vivamos en la alegría de Jesús Resucitado que está siempre en medio de nosotros.

(Ofrendas) Padre santo, haz que podamos cumplir con un corazón nuevo lo que tu amor nos pide.

(Poscomunión) Padre bueno, la santa comunión que hemos recibido nos ayuda a ser buenos para poder estar siempre contigo.

d) Catequesis

(Colecta) Dios, nuestro Padre, que velas siempre sobre nosotros. Haz que escuchemos bien tu Palabra, que nos señala, día a día, el camino que debemos recorrer en nuestra vida.

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(Ofrendas) Padre bueno, estas ofrendas que te presentamos consigan que estemos siempre contigo, como has prometido a los que se fían de tu bondad.

(Poscomunión) Padre santo, que nos has nutrido en la mesa de tu Hijo Jesús, danos la alegría de sentirlo cada día cercano a nosotros.

CINCO PALABRAS CON MUCHA INTENCIÓN

Los obispos belgas, en su carta a los niños, con ocasión del Año Internacional del Niño, les han dado esta consigna: que sepan decir estas cinco palabras: "buenos días", "gracias", "si, con mucho gusto", "perdón", y "por favor".

Son cinco actitudes que tienen una doble vertiente: la vida humana (decir estas pa­labras en relación con las demás personas que entran en nuestra esfera vital) y la vida cristiana (decirlas también a Dios).

a) Saludar a los padres, compañeros, conocidos, educadores." y saludar también a Dios como Persona muy cercana a nosotros.

b) Agradecer a todos lo que hacen por nosotros, sin caer en la tentación de la autosuficiencia; y alabar también a Dios por lo que hace por nosotros en todo mo­mento.

c) Mostrar nuestra disponibilidad de servicio y agrado a las personas que conviven con nosotros; y también a Dios, sobre todo cuando se nos proclama su Palabra.

d) Reconocer nuestras propias faltas en las relaciones con compañeros y mayores; y también cara a Dios, sobre todo al principio de la Eucaristía y en el sacramento de la Reconciliación.

e) Tener una actitud de humilde confianza en los demás; y saber pedir también a Dios, manifestándole nuestra debilidad y nuestra solidaridad con todos los de­más.

Son consignas que resumen bastante bien, no sólo para niños, sino para todos, las actitudes de la oración y de la vida cristiana.

MONICIONES ANTES DEL PADRENUESTRO

Es uno de los mementos que puede el sacerdote presidente modifi­car, en relación con la fórmula del Misal fcfr. IGMR 11 y DMN n. 23).

En el Misal editado en Italia para las Misas con niños, antes de la fórmula tradicional ("Fieles a la recomendación..."), se ofrecen estas otras:

a) Nos hemos reunido en torno a la misma mesa para recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor. Como una sola familia, nos dirigimos ahora a Dios orando como Jesús nos enseñó.

b) Nuestro Dios es bueno para con todos. Como dijo Jesús, hace salir el sol sobre los buenos y sobre los malos. Unamos nuestra voz para invocar a Dios como Padre de todos los hombres, para que todos aprendan a quererse y a perdonarse como hermanos.

c) Y ahora, siguiendo la enseñanza de Jesús a sus discípulos, y con la fuerza del Espíritu Santo, sentimos la alegría de poder decir.

No es superf/uo recordar que el Padrenuestro, en la estructura del Misal, está como el primer elemento en la preparación de la comu­nión.

Y empieza ya, primero como oración, a apuntar la idea de la frater­nidad, que luego se hará visible simbólicamente en el gesto de la pu, en la fracción de un pan y en la marcha comunitaria a la Mesa dé Señor.

U monición del Padrenuestro debería, pues, subrayar este aspecto de marcha hacia la comunión y de fraternidad de todos los invita­dos a la Mesa sagrada.

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PREDICAR A LOS NIÑOS

"No hay daño mayor en la cristiandad que el descuidar a los niños" (LuteroJ.

Estas diez reglas para la predicación a los niños las publicó en "Gottes-dienst", n. 3 de 1977, el conocido liturgista alemán Balthasar Fischer.

1. Si en una comunidad cristiana, a los niños que participan en la Misa dominical, no les dirige nunca la palabra el presidente-predicador, no se puede decir que en ella se tome en serio la misión pastoral. Misión que ahora más que nunca le es en­comendada a la comunidad, dados los cambios que ha habido en el clima familiar y escolar.

2. La predicación a los niños, con mayor razón que la de adultos, está bajo la ley del diálogo. Su gran ventaja es que puede siempre —sobre todo en su introdu-ción- convertirse en diálogo real.

3. A la homilía dirigida a niños le corresponde un poco de jovialidad, mucho opti­mismo y un toque de humor: una atmósfera fresca, comunicativa. Debe animar y avisar, sí, pero evitando una constante moralización.

4. El que predica a niños debe saber narrar con lenguaje adaptado a ellos, sobre todo cuando resume el relato que ya se ha leído en la Biblia. Pero también cuando narra algo de la historia de ios santos o de la vida diaria. Aunque en cada homilía no debería desarrollarse más de una narración.

5. Lo que se narra como sucedido, debe aparecer como tal, no como inventado, sino como un relato histórico creíble. Claro que son legítimas también las creacio­nes personales, las comparaciones o apólogos libres, pero que se puedan reconocer como tales.

6. El que predica a niños no es preciso que se limite al vocabulario activo de los niños. Lo que no tiene que traspasar es su vocabulario pasivo. No puede hablarles como a universitarios, y tampoco como a párvulos.

7. Al hablar a niños hay que preferir siempre lo concreto a lo abstracto, la voz ac­tiva a la pasiva, el verbo al sustantivo, el tiempo perfecto al imperfecto, el lenguaje directo al indirecto.

8. No tendría que haber ninguna homilía a niños en la Misa que no establezca el lazo de unión con la Eucaristía que va a seguir.

9. El objetivo de la predicación a los niños es el comunicarles toda la alegría que hay en la fe y en el amor a Cristo Jesús.

10. Para el éxito de esta predicación, es decisivo un protagonista: el Espíritu. El Espíritu que habla desde e l predicador y el que habita en el corazón de los niños. Y entre los factores humanos, el principal, el imprescindible, es que el predicador ame a los niños: a estos niños concretos, hasta el úl t imo y el más insignificante de ellos.

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