Cavilaciones_termicas
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LECTURAS ÁREA DE FÍSICA
CAVILACIONES TÉRMICAS.
Lectura tomada con fines académicos del libro El Filantrópico Doctor Guillotin de Harold J. Morowitz.
Cavilaciones térmicas:
Hacer la colada es una de esas tareas automáticas que casi nunca conduce al análisis
de los fundamentos científicos del proceso. Hoy, sin embargo, mientras lavaba y
secaba ropa, comencé a pensar en la fundamentación profunda de los procesos
implicados en la física térmica y en la monumental obra de J. Willard Gibbs sobre el
equilibrio de las sustancias heterogéneas.
Por supuesto, el proceso comienza con la selección del tamaño de la carga y los
protocolos de lavado y aclarado. Los parámetros son volumen, temperatura y tiempo
(una variable termodinámica extensiva, otra intensiva y un parámetro cinético).
Recordemos que lavar ropa es un proceso de no equilibrio y que, con esa advertencia
en mente, debemos considerar todos los parámetros, aunque pocos de nosotros
tengamos en cuenta este punto.
Después se añade el detergente, que es una mezcla de varios componentes,
incluyendo un anfífilo para solubilizar sustancias oleosas y un quelador para solubilizar
cationes divalentes y bloquear la precipitación de las sales de dichos iones. Los
anfífilos y aceites forman un coacervado que trasfiere la suciedad grasienta de la ropa
al agua. La velocidad de reacción y la solubilidad dependen de la temperatura, y a la
escogida para el lavado, entre 298K y 345K (entre 16°C y 20°C), es probable que se
den algunos cambios de fase de los materiales oleosos.
Cuando se pone en marcha la lavadora, entra agua hasta el nivel predeterminado y el
agitador mezcla detergente, agua y ropa. Esta mezcla es importante, porque el
proceso de difusión es lento a escala macroscópica. La agitación mezcla enseguida el
detergente con el agua, donde se solubiliza. La agitación también lleva solución fresca
a la superficie sucia y se lleva la suciedad disolviéndola, solubilizándola en otra fase,
quelándola y arrastrándola mecánicamente. Un recipiente de reacción bien agitado es
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un concepto clásico de la cinética química y es de particular importancia en un sistema
multifásico en el que la difusión esta muy limitada, como un montón de ropa sucia.
Antes y después del aclarado, el agua se extrae mecánicamente de la ropa
centrifugándola contra la pared del tambor de la lavadora. Una manera de medir la
fracción de suciedad eliminada es restar el volumen de agua residual tras la primera
vuelta del volumen de agua de enjuague. Las operaciones implicadas son
solubilización y dilución, que son procesos químicos ordinarios.
La última vuelta prepara la ropa para el secado, y de nuevo es importante dejar la
menor cantidad de agua posible en el sistema para conservar la energía. En la
secadora, el agua se elimina haciéndola pasar de líquido a vapor. La energía requerida
es sustancial, así que el secado térmico es lento y caro. Es lento porque la temperatura
debe mantenerse relativamente baja para no dañar la ropa, y es caro porque la
entalpía de vaporización es de 407 kilojulios por mol (unas 540 kilocalorías por gramo).
Cuando la ropa se lleva a la secadora para comenzar la transición de fase descrita, es
necesario limpiar el filtro de la hilacha que ha quedado, un acto que ejecuto de forma
puntual. En los últimos tiempos me he interesado por la masa algodonosa y
semicoherente que se extrae y me he entretenido en determinar que el peso de esta
hilacha va de 0.5 a 1.0 g por cada 5 kg de ropa sucia seca. La existencia de esta
hilacha me obliga a enfrentarme con uno de los principios más profundos de la física
térmica: la segunda ley de la termodinámica.
Si se examina con una lupa de disección, puede verse que esta hilacha consiste en un
amasijo de fibrillas. Se aprecia con claridad una mezcla de fibras de varios tipos, que
deben de ser productos del deterioro de prendas, toallas y sábanas, junto con fibras
procedentes de alfombras, tapizados y otros tejidos. Todo este parece poco relevante,
ya que casi todo lo que pasa por este ciclo de limpieza está hecho de fibras de lana,
algodón, lino o materiales sintéticos. Pero nadie encontrará mucha hilacha en mi
secadora.
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El uso de fibras tejidas como vestido se remonta a los albores de la civilización. (El
“hombre del glaciar” descubierto hace poco en los Alpes, de 5300 años de antigüedad,
llevaba una capa de hierba entretejida.) Pero los materiales fibrosos entretejidos son
estructuras muy alejadas del equilibrio termodinámico, por lo que están sometidas a
una degradación incesante, de acuerdo con la segunda ley de la termodinámica. Esta
degradación puede ser química (por ejemplo, hidrólisis de los polímeros que
constituyen las fibras, oxidación de las estructuras reducidas) o mecánica (por
desgarros, deshilado, disgregación de las fibras en fibrillas). El deterioro mecánico
produce hilacha. Los procesos químicos llevan el sistema a su estado termodinámico
fundamental, que debilita las fibras y acelera su degradación. La hilacha es la
evidencia del primer paso en la degradación de mi ropa interior ante el ataque
inevitable de la segunda ley.
Puesto que la pérdida por cada 5 Kg de ropa sucia es de unos 0.75 g, puedo formular
la siguiente ecuación:
es la fracción de tejido remanente, es el número de lavados y la constante
de degradación. A partir de los datos vertidos, cuando , .
Si asumimos que las prendas dejan de ser aptas para vestir cuando han perdido un 1,5
por ciento de sus fibras, puede esperarse que aguanten un centenar de lavados, así
que el problema de la degradación no tiene una importancia practica inmediata. Por
supuesto, si el lavado elimina tanta fibra como el secado, la cifra se reduce a cincuenta
lavados; y si el uso paga el mismo peaje, se queda en treinta y tres lavados. A falta de
medidas detalladas adicionales del peso de la hilacha, no es fácil precisar más
estimaciones numéricas.
Quizá más importante que el aspecto práctico es el teórico. Estoy asistiendo a un
ejemplo vívido y cotidiano de la segunda ley de la termodinámica: el hecho de que los
sistemas alejados del equilibrio de deterioran y degradan. No hay manera de escapar
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de esta ley inexorable de la naturaleza, a menos que se invierta energía en el trabajo
de revertir la degradación. El cuerpo humano lo hace muy bien: la síntesis molecular
continuada contrarresta la descomposición molecular. En esto consiste el metabolismo
basal. Pero los fabricantes de tejidos no dominan este proceso. En cualquier caso, unos
tejidos que durasen para siempre serían un error comercial, como mostraba esa
maravillosa película protagonizada por Alec Guinness, El hombre vestido de blanco, de
1951.
Bien, mi colada esta hecha, y no tengo cavilaciones termodinámicas sobre doblar y
guardar la ropa en el armario. Así que, con permiso, es mejor que vaya a ello.