Cambio en la identidad religiosa
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Cambio en la identidad religiosa: Una comprensión desde la experiencia personal de
jóvenes universitarios.
Pablo De Tezanos-Pinto
Alex Torres
Cristóbal Madero
Siugmin Lay
Pablo Torres
Manuscrito en preparación
Escuela de Psicología
Pontificia Universidad Católica de Chile
2
Abstract: Un grupo importante de personas experimentan cambios en su identidad
religiosa a lo largo de su vida, y especialmente durante su juventud. ¿Cómo viven los
jóvenes este proceso de transformación? Nuestro proyecto intenta contestar esta
pregunta a partir de una serie de entrevistas a jóvenes que han experimentado estos
cambios, enfocándose en su propia vivencia de relaciones con personas que han sido
relevantes para ellos y de espiritualidad y búsqueda de sentido vital.
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Un grupo importante de personas experimenta cambios en su identidad religiosa a lo
largo de su vida, y especialmente durante su juventud. Las dudas o crisis de fe,
conversiones religiosas de distinto tipo, discusiones y cuestionamientos enfocados en
las creencias religiosas o el rol de la institución religiosa dominante en una sociedad
parecen ser parte de la realidad humana, pero el estudio de estos procesos en la
psicología contemporánea ha sido escaso.
En Chile, la cantidad de personas que se declaran católicas ha disminuido
considerablemente entre los jóvenes (INJUV, 2010). Si bien esta disminución se debe
en parte a personas que dejan de ser creyentes, existe también un traspaso a otras
religiones, especialmente evangélicos, y a otras formas de vivir la religión –personas
que se mantienen creyentes pero dejan de identificarse con la religión católica.
Más allá de las posibles explicaciones históricas y sociológicas de esta
tendencia, los individuos inmersos en esta sociedad se ven enfrentados a una realidad
cultural que no es fácil de resolver. En Chile, la gran mayoría de las personas son
criadas en el marco del catolicismo, pero imbuidas también en valores seculares
enfocados en la importancia del pensamiento independiente, la intelectualidad y la
búsqueda personal de significado. De una u otra forma, las personas deben ser capaces
de integrar estos valores, que ciertamente pueden ser percibidos como contradictorios.
En este contexto, no debiera sorprender que un número considerable de jóvenes
deja de ser creyente, o al menos deja de identificarse con la religión en que fueron
formados, y que el periodo de adultez emergente -entre los 18 y los 25 años- es donde
estos cambios se dan con mayor frecuencia (Arnett, 2000; Barry, Nelson, Davarya &
Urry, 2010; Regnerus & Uecker, 2006). Es en estos jóvenes y en su proceso de
transición de una identidad a otra en quienes queremos enfocarnos en este estudio.
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El cambio en la adscripción religiosa ha sido un objeto de estudio emergente en
los últimos años, en una serie de investigaciones enfocadas principalmente en los
distintos factores que influyen en la mantención o el cambio en las creencias religiosas.
Si bien aún no existe un consenso general, los resultados de estos estudios son
interesantes en tanto contrastan con algunas creencias comunes, académicas y sociales.
Por ejemplo, una mayor secularización no necesariamente se asocia a un declive en la
religiosidad, y de hecho asistir a la universidad puede incrementar las convicciones
religiosas (Lee, 2002; Uecker, Regnerus y Vaaler, 2007). Por otra parte, la
inconsistencia entre la religión y las creencias y especialmente las prácticas de los
jóvenes sí es un factor relevante. El sexo prematrimonial y el consumo de drogas y
alcohol, por ejemplo, son predictores relevantes de una disminución en la religiosidad
(Spilka, Hood y Gorsuch, 2003; Uecker et al., 2007).
En términos de antecedentes más tempranos, la familia de origen tiene también
un rol fundamental en la mantención o debilitamiento de las creencias religiosas. La
religiosidad de la familia de origen es uno de los principales predictores de la
mantención de la religiosidad de los jóvenes (Regnerus y Uecker, 2006), junto con una
estructura familiar tradicional y en la medida en que las relaciones familiares sean
positivas (Smith y Sikkinkk, 2003). En cambio, el nivel educacional de los padres no
muestra una relación con la mantención de la religiosidad de los jóvenes (Regnerus y
Uecker, 2006), lo que es consistente con los resultados que muestran que la asistencia a
la universidad no se asocia necesariamente al declive religioso.
Otro factor relevante es el cambio de ambiente social. Situaciones de cambio de
vida, como el matrimonio o un cambio en la región de residencia, aumentan las
probabilidades de un cambio en la adscripción religiosa, lo que muchas veces está
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ligado a una inconsistencia entre la religión y el grupo social más inmediato, ya sea en
términos de valores o de estatus (Smith y Sikkink, 2003).
Si bien estos resultados permiten lograr una mejor comprensión del proceso de
cambio, creemos que el foco en la adscripción a una religión particular y las creencias
religiosas de las personas deja de lado un aspecto fundamental en este proceso: el rol de
la identidad. Un cambio en la adscripción religiosa conlleva necesariamente un cambio
en la identidad de las personas -en la forma en cómo se ven a sí mismas- y por lo tanto
tiene una relevancia psicológica que va más allá de las creencias.
La identidad ha sido un fenómeno ampliamente estudiado en psicología, y gran
parte de lo que conocemos en esta área es relevante para entender este proceso de
cambio. Quizás la relación más directa, que ya ha sido notada por otros autores (ver por
ejemplo, Barry, Nelson, Davarya, & Urry, 2010), es que la adultez emergente, donde se
producen con mayor frecuencia los cambios en la adscripción religiosa, es también un
periodo caracterizado por una construcción más definitiva de la identidad de las
personas (Arnett, 2000). El autoconcepto se encuentra compuesto de una serie de
caracterizaciones que la persona hace de sí misma, y los grupos a los cuales pertenece
son una fuente importante de éstas.
De acuerdo a la Teoría de la Identidad Social (Tajfel & Turner, 1986), las
personas construyen una identidad que involucra tanto aspectos personales; “soy una
persona alegre”, como aspectos de pertenencia a grupos sociales; “soy chileno”. Las
personas se encuentran motivadas a buscar y mantener una identidad social satisfactoria,
y dicha identidad tiene consecuencias en la autoestima, el comportamiento y las
actitudes (Turner, Hogg, Oakes, Reicher, & Wetherell, 1987).
Pertenecer a un grupo implica también que existen grupos a los cuales el
individuo no pertenece, y las personas típicamente mostramos un claro sesgo actitudinal
6
a favor del propio grupo (ver Brown, 2000, para una revisión reciente de esta teoría).
Más allá de las consecuencias que tiene este proceso para las relaciones intergrupales, el
sesgo intergrupal que se genera a partir de la identidad social de las personas refleja la
importancia psicológica que recibe la pertenencia grupal. Los individuos no son
indiferentes a las distintas agrupaciones sociales que existen en su entorno, justamente
porque a pertenencia o no pertenencia a estas categorías define en gran parte su
autoconcepto y autoestima.
De hecho, la importancia psicológica del proceso de construcción de la identidad
parece ir mucho más allá de la mantención de un autoconcepto positivo y niveles de
autoestima satisfactorios. La identidad satisface también otras necesidades psicológicas:
provee un sentido de vida, una sensación de continuidad, la percepción de distintividad
respecto a otras personas y otros grupos, un sentido de eficacia y la experiencia de
pertenecer a un grupo o una comunidad (Brewer, 1991; Vignoles et al., 2006).
En esta misma línea, la teoría de autocategorización social (Hogg & Abrams,
1988; Turner, 1984) agrega también que la pertenencia grupal provee a los individuos
de una serie de caracterizaciones para su autoconcepto, que van más allá de la simple
pertenencia grupal. Los individuos están motivados a ser un buen miembro de los
grupos a los que pertenecen, y por lo tanto intentan construir su identidad en base a las
características que son apropiadas para los miembros de su grupo. En el caso de la
religión, existen una serie de características que son prototípicas de lo que se considera
un buen miembro de este grupo, que pueden estar relacionadas con los valores que se
promueven o también con aspectos menos explícitos pero que los individuos perciben
como importantes o normativos.
Al evaluar el proceso de cambio de adscripción religiosa desde esta perspectiva,
como un cambio en la identidad social de las personas que se encuentra también
7
relacionado con su proceso de construcción de la identidad en términos de ciclo vital, es
claro que este cambio tendrá una serie de ramificaciones psicológicas que los jóvenes
tendrán que enfrentar y resolver durante esta etapa. Para lograr una comprensión más
completa del cambio en la adscripción religiosa se hace necesario enfocarse en la
vivencia de las personas durante este proceso, no sólo en los factores que pueden
haberlo desencadenado.
Este es justamente el objetivo del presente estudio, donde se realizaron una serie
de entrevistas a jóvenes universitarios que han experimentado cambios en su identidad
religiosa en su pasado reciente, junto con un grupo de jóvenes que ha mantenido su
identidad como católicos. Las entrevistas se enfocaron principalmente en cómo han
vivido este proceso, los factores que consideran facilitadores o catalizadores del cambio,
y las consecuencias de este cambio en la forma en que ven el mundo, su vida espiritual
y su concepción de sí mismos.
Metodología
Considerando que el objetivo principal del estudio es lograr una mejor comprensión de
la vivencia y experiencia personal de los jóvenes durante su proceso de cambio de
identidad, se utilizó una metodología de carácter cualitativo basada en Grounded Theory
(Glaser & Strauss, 1967; Strauss & Corbin, 1994).
Participantes
El estudio se enfocó principalmente en las experiencias de quienes dejaron de ser
católicos o creyentes durante el comienzo de su vida universitaria, pero se incluyó
también a distintos grupos con el objetivo de poder contrastar diversas experiencias
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dentro de esta temática. Del total de 43 participantes (34 mujeres y 9 hombres), 19
dejaron de ser católicos o creyentes, 15 se han mantenido como católicos y 8 se
convirtieron al catolicismo. Todos los participantes fueron estudiantes universitarios
que se encontraban entre segundo y cuarto año en sus carreras.
Es importante recalcar que las los grupos recién reportados no son categorías
puras. Por el contrario, hay una considerable cantidad de participantes que han
experimentado múltiples cambios en su identidad religiosa durante su juventud, quienes
se han mantenido como católicos no han estado exentos de cambio, y varios de ellos
prefirieron describir su vivencia en términos de evolución que de mantención de sus
creencias. La gran mayoría de quienes se convirtieron al catolicismo habían sido criados
como católicos, experimentando un cambio en su identidad religiosa durante la
educación media y volviendo a ser católicos durante sus años universitarios.
Procedimiento
Los participantes fueron contactados en relación a su participación en un estudio previo,
e invitados a participar voluntariamente en una entrevista individual de una duración
aproximada de una hora enfocada en sus experiencias con la religión. El estudio
mencionado incluía una medición longitudinal de la identificación religiosa reportada en
el primer y segundo año de universidad por los participantes, lo que permitió invitar a
un número equivalente de personas de distintos grupos.
Las entrevistas fueron realizadas en el campus de la universidad, siguiendo una
pauta semi-estructurada. La entrevista comenzó con preguntas genéricas sobre la
religión, la adscripción religiosa actual de los participantes y el inicio de la adscripción
actual, con el objetivo de identificar quienes han experimentado cambios en su
identidad. Para quienes reportaron haber cambiado su adscripción religiosa,
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continuamos indagando en la vivencia del proceso de cambio y sus posibles
facilitadores, las consecuencias que puede haber tenido en distintas áreas en la vida de
los participantes, sus relaciones familiares, de amistad y con la institucionalidad
religiosa, y finalmente su vivencia de espiritualidad personal. La pauta de entrevista
para los participantes que reportaron haber mantenido su identidad religiosa fue
desarrollada con preguntas equivalentes, pero enfocadas en la mantención de su
identidad. El audio de las entrevistas fue grabado con el consentimiento de los
participantes, y posteriormente transcrito para su análisis.
Análisis de datos
Las entrevistas transcritas fueron analizadas de forma individual por el equipo de
investigación en una primera instancia, y realizando reuniones periódicas de integración
enfocadas en revisar los análisis individuales y generar un árbol de códigos común.
Los análisis utilizaron una codificación abierta, incluyendo tanto aspectos descriptivos
como analíticos, generados de forma inductiva a medida que se analizaron más
entrevistas y a partir de las reuniones de integración.
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Resultados
“...empecé a cuestionarme todo y me dije -no puedo tener una patita dentro y
otra afuera, esto no me gusta- yo encuentro por lo mismo, yo encuentro que la
religión es súper importante, si uno dice que pertenece a una religión uno
debería pertenecer porque cree en todas las cosas que ahí están. Entonces yo
dije que no puedo pertenecer a algo que tiene algunos puntos que para mí son
sumamente --¡no, yo no soy parte de esto!- entonces yo dije -¡no!-”
(participante 30, 16)
Lejos de ser indiferentes, los jóvenes entrevistados mostraron en general una notoria
intensidad de emociones relacionadas con su proceso de cambio. El desencanto, tanto
con la institucionalidad de la Iglesia Católica como con las personas católicas, y la
sensación de desajuste entre la identidad católica en la que fueron formados y los
valores y creencias que se van asentando hacia el final de la adolescencia produce en
estos jóvenes un periodo de crisis, que involucra sus creencias más trascendentales, sus
convicciones valóricas y sus relaciones familiares e interpersonales. Si bien esto es
aparente a lo largo de la descripción del proceso de cambio, sus facilitadores y sus
consecuencias, parece necesario realizar una pequeña descripción de ciertos supuestos
que son compartidos por la mayoría de los jóvenes entrevistados y que contextualizan la
forma en que enfrentan este periodo.
Aunque expresado de distintas formas, la mayoría de los participantes consideró
relevante lograr una definición de identidad clara, poner un nombre a lo que estaban
viviendo y que resumiera sus creencias. En general, los jóvenes entrevistados sienten
una necesidad de ser consecuentes con su autodefinición, y en cierto sentido esta
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necesidad impulsa la transición de una identidad a otra. Esto parece ser un supuesto que
comparte la mayoría de los jóvenes entrevistados, quienes han mantenido su creencia,
quienes han dejado de ser católicos y quienes se han vuelto a ser creyentes. La
indiferencia e incoherencia que los participantes ven en algunos católicos fue muchas
veces considerada de forma muy negativa. Quienes dejan de ser católicos parecen estar
escapando de una sensación de hipocresía, donde todavía se consideran católicos pero
no sienten que esa identidad refleja sus creencias, valores y prácticas.
Descripción del proceso de cambio
“Ahora, tipo 20 años le dije a mi mamá: “mamá, si yo no creo en esto”, y mi
mamá en shock, yo le dije: “pero qué quieres que te diga, entonces te miento”.
Entonces, de acuerdo a lo que te piden tus papás, a uno le cuesta como
asumirse. No sé, me imagino que lo mismo le debe pasar a una persona que es
homosexual. En el fondo, uno no es lo que tus papás esperan que seas.”
(participante 23, 10)
Si bien existen ciertos eventos identificables que facilitan el cambio de identidad, y un
momento posterior en que los jóvenes se autodefinen como no católicos o no creyentes
de forma más decidida, el proceso es ciertamente percibido como un periodo en sus
vidas; algo que toma años, no meses. Es interesante que esto contrasta con quienes
tienen un proceso de conversión, que vuelven a ser creyentes o quienes cambian de una
religión a otra, que reportan más bien un momento específico: “... esas invitaciones a ir
a la iglesia y todo lo que hacía, como que hizo un clic en mí y sentí un gran deseo de
volver a la iglesia” (participante 24, 31).
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El periodo de transición de una identidad a otra está marcado, especialmente en
sus comienzos, por una serie de cuestionamientos respecto a creencias asociadas al
catolicismo, que los jóvenes encuestados consideran difícil aceptar de forma literal. Si
bien el cuestionamiento a estos dogmas es frecuente, las reflexiones de este periodo no
se limitan exclusivamente a ellos. Entre otras cosas, los jóvenes encuestados reportan
cuestionamientos a la legitimidad de la autoridad de los sacerdotes, la moralidad de
algunas posturas de la Iglesia, la necesidad participar en los ritos asociados al
catolicismo y la existencia de un ser superior y un plan divino. Estos cuestionamientos
también están presentes en algunos de los jóvenes que mantienen su identidad católica,
quienes describen la mantención de la fe como un constante desafío.
Los cuestionamientos recién descritos no son una reflexión puramente racional
respecto al mundo, están imbuidos de una emocionalidad en la medida que afectan la
identidad, creencias fundamentales respecto de la realidad y la relación con una serie de
personas importantes para los jóvenes. Es un período difícil, donde varios participantes
reportan haber estado angustiados o deprimidos, ciertamente un quiebre con el periodo
anterior a los cuestionamientos.
En la mayoría de los participantes, la opción de simplemente dejar de ser
católico o dejar de ser creyente no aparece de forma inmediata. Los jóvenes encuestados
reportan un periodo de búsqueda y de intentar realizar algún ajuste entre la identidad
previa que se encuentra en crisis y la nueva visión del mundo que se han ido formando.
Esto puede involucrar una reconceptualización de las creencias católicas, del rol y
autoridad de la Iglesia, o incluso la búsqueda de otras religiones.
En este periodo, los jóvenes todavía se consideran católicos. Y no solo de
nombre. Muchos todavía asisten a misa y participan en retiros y actividades de acción
social. Pero a medida que los cuestionamientos se van asentando, describen la pérdida
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de una sensación de pertenencia y cohesión grupal, que los lleva a dejar de participar en
estas actividades, e incluso de rituales más personales como rezar o persignarse al pasar
por una iglesia, que de alguna forma los conectaban al resto de los católicos. En la
mayoría de los casos esta menor participación es una decisión activa, que normalmente
se encuentra motivada por un deseo de ser consecuente con los cambios que han
ocurrido en sus creencias.
Decir a otros, especialmente en sus familias, que no son católicos, es visto como
algo sumamente difícil, y en varios casos la admisión personal de que ya no se sienten
católicos o creyentes también requiere tiempo. Por lo tanto, si bien el proceso de cambio
es paulatino, existe también una instancia concreta donde finalmente los jóvenes dicen,
a sí mismos o a alguien cercano, que dejaron de ser católicos. Hasta cierto punto, el
carácter definitivo de esta declaración hace que sea más difícil de realizar, sumado
también a la expectativa de una reacción negativa por parte de la familia y los amigos.
Los jóvenes tienden a conceptualizar este proceso como una parte normal del
proceso de maduración o crecimiento que corresponde a los últimos años de educación
media y al comienzo de su vida universitaria. Algunos de los participantes que han
mantenido sus creencias religiosas también reportan su experiencia como un proceso de
maduración, donde sus creencias y valores se han ido refinando y solidificando.
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Facilitadores del cambio
Al preguntárseles por factores que puedan haber desencadenado o facilitado su proceso
de cambio de identidad religiosa, algunos jóvenes mencionaron eventos negativos en
sus vidas que generaron un cuestionamiento de la visión de mundo asociada a esta
identidad. El cuestionamiento principal asociado a estos eventos parece ser la existencia
de un plan divino, la búsqueda de la razón por la que ocurren ciertos eventos. Respecto
de la muerte, se hace aparente además el uso de las creencias religiosas como una forma
de enfrentar estos eventos, que no parece satisfacer a estos jóvenes. “Como que todo el
mundo decía –no, si está en el cielo, está en el cielo – ya pero esa es la historia que se
cuentan para sentirse tranquilos, pero yo creía que no, que él estaba muerto y ahí
quedó.” (participante 1, 44). La mayoría relata un intento de mantener la religión y de
enfrentar estos eventos desde esta perspectiva, pero este intento es en vano. Estos
participantes sienten que la religión no puede responder a sus preguntas, o consideran
las respuestas que entrega el catolicismo como insuficientes. Más allá de la existencia o
no de eventos negativos que generen cuestionamientos, los jóvenes que dejan de ser
católicos o creyentes reportan en algún momento haber sentido que la religión no los
satisfacía, ya sea en términos de respuestas racionales, en su vida espiritual o en
términos de una visión del mundo.
Ciertamente el comienzo de la vida universitaria está acompañado de un nuevo
flujo de información al cual los jóvenes no estaban expuestos en años anteriores.
Especialmente en ciencias sociales y humanidades, los estudiantes se familiarizan con
una serie de autores que presentan visiones de mundo alternativas a aquellas con que
crecieron, o argumentan directamente en contra de las creencias y valores asociados al
catolicismo.
15
Es importante destacar que el cuestionamiento intelectual al que los jóvenes se
ven expuestos en sus años universitarios no necesariamente se asocia a un cambio de
identidad religiosa; varios de los participantes que han mantenido sus creencias reportan
también un mayor refinamiento a partir de la lectura de diversos autores. Por otra parte,
la lectura de autores asociados a una visión más cercana al catolicismo también es
reportada como un facilitador que los llevó a dejar de ser católicos o creyentes. “...como
que me enojaba leyendo los textos de autores demasiado marcados con la línea
católica, me parecía absurdo, y eso hizo que, radicalizara por un momento mi postura.”
(participante 28, 27).
Más allá de la exposición académica a diversos autores, la influencia del mayor
conocimiento que tienen los jóvenes en sus años universitarios se refleja de dos formas
importantes: la existencia de opciones diferentes al catolicismo, ya sea en términos de
otras religiones u otras visiones de mundo, y el mayor conocimiento respecto a la
doctrina católica, que muchas veces hace que los participantes noten desacuerdos que
hasta este momento no sabían que tenían.
En cierto sentido, no se puede ser agnóstico si no se sabe que esta opción existe.
Y varios participantes relatan un momento en que se dan cuenta, ya sea literalmente o
en un sentido más emocional, que ser católico no es la única opción: “...me acuerdo
como flash back de una niña que dijo: no yo no creo en Dios, y me acuerdo haber
pensado, está esa opción (risas) está esa opción [...] influyó en más cosas que dije que
en verdad en todo hay más opciones” (participante 30, 26).
El mayor conocimiento de la doctrina católica también es reportado como un
facilitador del cambio, en tanto hace notar desacuerdos que hasta ese momento eran
invisibles. “...en el mismo formarse es que yo empecé a cuestionarme porque de repente
no me calzaban mucho esas formaciones con lo que yo pensaba, entonces yo decía,
16
pucha, esto es lo que me propone la Iglesia, esto es lo que pienso yo, hay una
divergencia pero total” (participante 21, 38).
Quizá uno de los resultados menos intuitivos de este estudio es que varios
participantes reportaron que el contacto con una persona más católica que ellos
constituyó un elemento facilitador del cambio en su identidad religiosa. En cierto
sentido, esto está relacionado con la influencia del mayor conocimiento sobre la
doctrina católica, que hace notar a los jóvenes nuevos desacuerdos con la Iglesia, que
hasta el momento no sabían que tenían, pero el contraste que reportan con personas más
católicas tiene una connotación más emocional.
Conocer a una persona que los jóvenes consideran realmente católica les permite
contrastarse con ellos, y llegar a la conclusión de que ellos no son realmente católicos.
Esto no necesariamente se ve acompañado de una desvaloración de esta persona, en
varios casos los jóvenes sienten respeto hacia ellos, pero también hay situaciones donde
la persona con quién se contrastan es considerada como fanática y extrema, y otras en
que la intención de dicha persona de evangelizar genera un rechazo y alejamiento por
parte de los jóvenes.
Otro factor que fue mencionado con frecuencia, es el cambio de ambiente social
que se da al entrar a la universidad. En sus años universitarios los jóvenes se ven
expuestos a personas con diversas creencias y, en consecuencia, a discusiones respecto a
las creencias, valores y prácticas de los católicos. Esto no refleja necesariamente la
exposición a un ambiente más secularizado, sino también a creencias espirituales
alternativas al catolicismo. Algunos participantes reportaron también haber sido
influidos directamente por una persona particular, ya sea en la familia, amigos,
compañeros de colegio o universidad.
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Los desacuerdos con la Iglesia Católica en diversos ámbitos también fueron
mencionados de forma frecuente como un facilitador del proceso de cambio. Es
interesante que muchos de los desacuerdos en términos valóricos con la Iglesia se
encuentran enmarcados en la vida personal de los participantes; no son únicamente
discusiones y argumentos abstractos sobre la moralidad de ciertas conductas. Por
ejemplo, varios jóvenes relatan la dificultad que tienen para entender o estar de acuerdo
con la idea de que no debieran tener relaciones sexuales antes del matrimonio: “...mis
problemas van por la parte más de tener pololo y las relaciones sexuales, eso. Como
que me incomoda harto. O sea, si tengo relaciones sexuales estoy en pecado y no puedo
comulgar, entonces es difícil ser coherente en ese sentido. Eso ha sido, desde un inicio,
lo que me ha alejado de la Iglesia.” (participante 24, 72-73).
Estos desacuerdos también se ven amplificados por una visión negativa de la
Iglesia y sus representantes. Los principales temas mencionados fueron el doble
discurso e hipocresía, la posesión de riquezas materiales –considerada como
incompatible con los valores de ayuda social que expresa la Iglesia– y el anacronismo y
poca flexibilidad de algunos sacerdotes y monjas. La hipocresía también fue la crítica
principal hacia personas católicas, principalmente la inconsistencia entre actividades
como ir a misa, rezar y hablar de religión y la conducta cotidiana de algunas personas.
Los cuestionamientos a la Iglesia y sus representantes también están presentes
en las personas católicas. Es interesante que algunos de los participantes que volvieron a
ser católicos reportan también una reconceptualización de la Iglesia, en la cual los
representantes oficiales pierden relevancia, lo que les permite volver a sentir que forman
parte del catolicismo.
18
Aunque no fue preguntado de forma explícita en las entrevistas, el tema de la
pedofilia fue mencionado por todos los participantes –católicos y no católicos. Si bien
los jóvenes perciben en general que estos son casos aislados, también critican la poca
transparencia que consideran ha tenido la Iglesia. Los participantes católicos muchas
veces relataron que esto ha subrayado que la Iglesia está compuesta por personas que no
son infalibles: “… hay algunos muy buenos, hay algunos que no tanto, pero así es la
Iglesia también: santa y pecadora”. (Participante N, ). Quienes dejaron de ser católicos
tienen en general una visión más negativa.
Consecuencias del cambio
“Me hizo ser consecuente conmigo misma que el hecho que en mi religión, como
mi lado espiritual que es algo muy importante, yo me la cuestione también.
Entonces eso de estar en paz conmigo misma porque antes sentía que en mi
había un conflicto.” (participante 30, 32)
Posiblemente la consecuencia más inmediata del cambio de identidad religiosa, del
momento en que los jóvenes toman la decisión o se dan cuenta de forma más definitiva
que ya no son católicos, es una sensación de paz y tranquilidad -en tanto implica una
resolución de un intenso conflicto interno. Esta sensación de tranquilidad también es
acompañada en alguna medida por cierto orgullo, en tanto han sido capaces de enfrentar
esta crisis y llevarla a su conclusión natural. “Es súper importante porque me ha
costado mucho tratar de tener la valentía de decir no, soy agnóstica.” (participante 10,
28).
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Si bien parte importante del conflicto es resuelto cuando los jóvenes logran tener
cierta claridad sobre sus creencias y adscripción religiosa, aún queda camino por
recorrer. Al dejar de ser católicos los participantes pierden cierta estructura respecto a
formas de entender el mundo, participación en comunidad y vida espiritual. Sienten, por
ejemplo, que ya no tiene sentido rezar; pero no conocen otra forma de expresar su
espiritualidad. Ir a misa o participar en comunidades religiosas deja de tener sentido,
pero no hay nada -al menos por el momento- que remplace esa experiencia. Luego de
definirse como no católicos o no creyentes, los participantes comienzan ya plenamente
una búsqueda de formas de enfrentar la vida alternativas al catolicismo.
En general, las experiencias de los participantes se ajustan a una descripción
clásica del existencialismo, específicamente asociada a la pérdida de un sentido de vida,
el temor a una muerte que ahora es definitiva y una fuerte sensación de soledad.
Eventualmente, la mayoría reporta haber encontrado un nuevo sentido a la vida y
nuevas formas de expresar su espiritualidad -que varían considerablemente entre los
participantes- y reportan en general estar felices con el proceso que han vivido. Pero que
no ha sido fácil.
Muchos de los participantes que dejaron de ser católicos o creyentes habían
estado bastante comprometidos con el catolicismo antes de entrar a la universidad,
participaban en diversas comunidades y la religión tenía un lugar importante en sus
vidas. Dado esto, llama la atención que varios reporten una sensación de no entender los
rituales asociados al catolicismo, lo que si bien en algunos participantes está asociado a
un rechazo, en otros es simplemente una sensación de que no tienen sentido, de no
entender por qué otras personas siguen participando en ellos.
Si bien antes del cambio de identidad de los participantes ya se observa este
cuestionamiento a los ritos, hay un sinnúmero de detalles y actividades que los católicos
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dan por hecho y que los participantes no cuestionaron hasta después de haber dejado el
catolicismo. Persignarse al pasar por una iglesia no es algo tremendamente importante
en el contexto de las actividades que realizan los católicos, y por lo tanto en general no
es cuestionado en el periodo en que los participantes están en crisis. Pero después del
cambio de identidad muchos van notando esta serie de conductas que ya no tienen
sentido para ellos, lo que al parecer produce esta sensación de “estudiar” a los católicos
desde fuera, como haría un antropólogo. Ciertamente, este proceso no facilita la relación
con los católicos.
Varios de los jóvenes entrevistados reportan haber tenido discusiones con su
familia a lo largo de este proceso, y estas discusiones se mantienen luego de haberse
definido como no católicos o no creyentes. Para algunos, las relaciones en su familia se
ven aún más afectadas. En ningún caso se produjo un conflicto grave, como un quiebre
en las relaciones familiares; estas discusiones reflejan más bien una preocupación por
parte de los padres y a veces de los hermanos y hermanas, que se traduce en una serie de
conversaciones y críticas mutuas. De alguna forma es esperable que la familia requiera
un periodo de ajuste que comienza en pleno sólo cuando los jóvenes dicen, ya más
definitivamente, que no son católicos.
Un número considerable de los participantes que dejan de ser católicos había
participado activamente en diversas comunidades o movimientos religiosos, y la gran
mayoría proviene de una familia activamente católica, por lo que el cambio de identidad
religiosa está normalmente asociado con un distanciamiento de redes que habían sido
importantes, o a la sensación de que se dejó de compartir algo importante con esas
personas. “Estaba mi mejor amiga, estaba mucha gente que yo quería mucho, que yo
quiero mucho, y que todavía sigo viendo y que todavía mantenemos una relación pero
21
que obviamente no es igual porque ya no compartimos algo que como que nos
trasciende por decirlo así...” (participante 13, 40).
Si bien algunos participantes todavía logran esta sensación de comunidad a
través de trabajos de acción social, la mayoría no ha encontrado algo que remplace la
oportunidad de participación que otorgaba pertenecer a una comunidad católica. Es
interesante también que algunos participantes mencionaron una pérdida de una relación
o vínculo con Dios o Cristo como parte de una sensación de soledad.
Aun así los jóvenes mantienen una visión positiva de sus años como católicos,
especialmente durante su infancia, y de alguna forma lamentan la pérdida de una
sensación de pertenencia y participación espiritual. Aunque evalúan este periodo previo
como feliz, al mismo tiempo lo consideran falso, y prefieren su postura actual aunque
esté acompañada de dificultades.
Dado que el contexto social de los participantes es predominantemente católico,
no es sorprendente que la mayoría de los jóvenes que dejan de serlo experimenten una
sensación de empoderamiento, libertad y autonomía. En cierto sentido, los jóvenes
entrevistados están orgullosos de haber concluido un proceso que requiere de esta
independencia de pensamiento, y consideran que esta experiencia les ha sido útil en su
formación como personas. Esto se refleja también en una fuerte valoración del
pensamiento crítico, la capacidad de informarse y de ser más tolerante.
La gran mayoría de los participantes reporta haber mantenido los valores
católicos con los cuales fueron criados; las instancias donde se menciona alguna
diferencia se refieren siempre a haber logrado una mayor tolerancia hacia distintas
personas, distintas religiones y distintas perspectivas. El dejar de ser católico es
asociado también con una mayor oportunidad para conocer personas que no pertenecen
22
a este grupo. Algunos reportan efectivamente haber tenido cierta intolerancia en el
pasado hacia personas con formaciones distintas.
Finalmente, hay jóvenes que relatan haber encontrado sentido y vivencias
espirituales en formas alternativas al catolicismo, sin que esto implique un cambio a
otra religión. Más bien parece una adopción ecléctica de prácticas y creencias que no
son en general compartidas o utilizadas por los católicos. La meditación fue mencionada
de forma bastante frecuente en este sentido.
Esto incluye también a los participantes de dejan de ser creyentes. Si bien
algunos reportaron haber dejado de tener una vida espiritual, la mayoría reporta una
reconceptualización de este tipo de experiencias: “Sí, la espiritualidad sí está presente y
es súper importante en cuanto a lo que yo siento [...] tratar como de conectarse con tu
energía interna por así decirlo, no sabría explicarlo de otra forma, es como que aunque
yo deje de creer en Dios, sí creo que por ejemplo hay cierta energía y espiritualidad en
las personas quizás alma, sí. Entonces es cierto que, como que claro po cosas que
fluyen y como que uno trata de estar al tanto de eso o sea, no me voy a desligar de esa
espiritualidad ni de ese pensamiento volado y metafísico porque no puedo, como que
tengo que sentir que hay algo por último tu energía interna.” (participante 6, 146)
23
Discusión
En general, los resultados obtenidos en este estudio se encuentran alineados con la
literatura en cuanto a los factores que pueden influir en el cambio de adscripción
religiosa, pero también extienden estos resultados de forma importante. Obtener la
percepción de los jóvenes respecto a eventos o procesos que fueron facilitadores de su
cambio de identidad contribuye a una comprensión más completa de los factores que
pueden influir en el cambio de adscripción religiosa, y el foco en la vivencia personal
del proceso de cambio y sus consecuencias entregó una serie de resultados que hasta
ahora no estaban presentes en la literatura.
El rol que tiene en este estudio la exposición a mayor información y
conocimiento durante los años universitarios es consistente con los resultados obtenidos
en otros estudios, donde se ha visto que asistir a la universidad puede aumentar la
religiosidad de los jóvenes y que el nivel educacional de los padres no tiene mayor
influencia en el proceso de cambio (Lee, 2002; Uecker et al., 2007; Regnerus y Uecker,
2006). La información obtenida en las entrevistas parece indicar que un mayor
conocimiento, si bien se asocia a cuestionamientos respecto de la religión, no genera
necesariamente un cambio de identidad. Los resultados de este estudio apuntan más
bien a la importancia del ambiente social de los jóvenes (Smith y Sikkink, 2003), en
tanto puede enmarcar un cambio actitudinal y comportamental que genera una
sensación de inconsistencia con las actitudes y prescripciones comportamentales de la
Iglesia Católica. El sexo prematrimonial y la conexión con personas homosexuales
fueron mencionados como factores que influyeron en el cambio, observándose una clara
conexión entre las prácticas de los jóvenes y sus desacuerdos con la institucionalidad
católica (Spilka, Hood y Gorsuch, 2003; Uecker et al., 2007).
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Otro aspecto interesante de los resultados enfocados en la percepción de
facilitadores del cambio de identidad, es el rol que puede tener un mayor contacto con
personas católicas durante este periodo, que varios participantes reportaron como un
facilitador del proceso de cambio en tanto produjo un contraste con esta persona,
considerada como un mejor representante del catolicismo. Este aspecto es de alguna
forma similar al rol que puede tener una mayor exposición a la doctrina católica, en
tanto hace notar a los jóvenes una diferencia entre ellos y su percepción de las
características que se esperan de una persona católica. En estos casos, pareciera que más
que un cambio en las características personales hay un cambio en la percepción del
prototipo del grupo, generando una inconsistencia que debe ser resuelta.
Además de explorar distintos facilitadores del cambio, uno de los principales
resultados de este estudio es que parece existir una secuencia temporal relativamente
consistente en la vivencia de este proceso. Los participantes reportaron en general un
periodo relativamente prolongado de dudas y cuestionamientos, que eventualmente
comienza a afectar las relaciones interpersonales de los jóvenes y los desconecta de
redes sociales y su participación en actividades comunitarias asociadas al catolicismo.
Dado que su ambiente social y familiar es predominantemente católico, los jóvenes
experimentan una dificultad considerable en decidir y comunicar que ya no se
consideran católicos; e identifican un momento relativamente específico en que toman
una decisión más definitiva. Ciertamente la metodología de este estudio no permite ir
mucho más allá en la descripción temporal de este proceso o identificar si efectivamente
la mayoría de los jóvenes experimenta esta secuencia. Pero estos resultados entregan
una interesante línea de investigación para el futuro.
Finalmente, las consecuencias del cambio que reportaron los participantes del
estudio también incluyen ideas que pueden aportar al diseño de nuevos estudios y una
25
mejor comprensión teórica de este proceso. El hecho de que los participantes reportan
una sensación de tranquilidad luego de definirse como no católicos o no creyentes
subraya aún más la intensidad del conflicto previo, y su necesidad de construir una
identidad satisfactoria durante este periodo. El proceso de ajuste familiar y en las redes
sociales que ocurre luego de que los jóvenes comunican su cambio de identidad también
merece ser estudiado en mayor detalle.
En síntesis, la presente investigación contribuye a un emergente campo de
investigación enfocado en el cambio de identidad religiosa, principalmente por medio
de un foco en la experiencia personal de los jóvenes que experimentan este cambio, su
proceso de construcción de identidad y la evolución temporal de este proceso. Dado que
la Teoría de la Identidad Social fue generada en el contexto de las relaciones entre
grupos raciales o personas de distintas nacionalidades, su investigación ha dejado de
lado los procesos de cambio de identidad, así como la conexión entre la construcción de
la identidad social y los procesos de ciclo vital de los individuos. En la misma línea, el
proyecto de investigación en identidad social también ha generado una separación
conceptual artificial entre componentes sociales e individuales de la identidad. Creemos
que los procesos asociados al cambio de la identidad religiosa constituyen un fenómeno
de investigación que permite avanzar en esta integración teórica, y esperamos que este
estudio contribuya a dicho proyecto.
26
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