27-01-2013 LITERARIA LA GACETA

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SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 27 DE ENERO DE 2013 5 a SECCION ENTREVISTA A RICHARD FORD Una guía de novelas, ensayos, relatos y compilaciones para que las vacaciones también transcurran como horas de papel. Juan Pablo Neyret evoca y explica, en tono intimista, el insomnio perdurable que le produjo la muerte de Tomás Eloy Martínez. 2 3 N o conozco a Richard Ford. Pero sé que es alto, blanco. Tiene ojos claros y en su rostro gringo perduran duros rasgos indios. Sé que ha nacido en Jackson, Mississippi, y que ahora tiene 68 años. Sé que ha visitado Estocolmo, Suecia, dando una serie de charlas para los alumnos de la estoica universidad escandinava. Sé que fue amigo de Raymond Carver. Raymond Carver fue uno de los talen- tosos escritores que dio Estados Unidos. Pienso en las noches en que el “buen Raymond” y Richard Ford se encontra- ban en una casa solitaria y leían juntos un cuento de Chejov bajo la terca luz amarillenta en medio de la noche. Raymond le da su meditada opinión so- bre el cuento y después se va a su casa y anota, sigiloso y sereno, unos versos sim- ples y contundentes. A la madrugada, con la nimia claridad del alba, Carver lo lla- ma por teléfono y le cuenta que ha escri- to un cuento sobre el mítico dramaturgo ruso. Ese cuento se llama Tres rosas amarillas. Richard Ford recupera esa experiencia y narra en un texto inusual, melancólico, cómo se inició la amistad entre él y Car- ver. Ese texto atípico es una lección na- rrativa. Muchos de los que imitan a Car- ver deberían leerlo. Ford no sólo toma la lección de narración lenta, minuciosa y parca de Carver, sino que procesa esa he- rencia y logra un relato intimidante y evocativo. Es una extraña crónica auto- biográfica y es un claro homenaje que re- trata una pasión. Es un disparo que en- trega el fuego de una mirada precisa so- bre los cuentos de Carver. El relato de Ford da en la tecla. No es una mera melodía: es una elegía, una lec- ción de humildad y una búsqueda nostál- gica y misteriosa para recuperar al ami- go muerto en los mínimos detalles. Tal como dice de Chejov, el relato de Ford es sutil: muestra en los recovecos minúscu- los y suculentos el sentido o el sinsentido de la vida. Ford es un gran novelista, un narrador prodigioso y elocuente. En Flores en las grietas ha cultivado el relato de vida, la crónica que entrecruza la memoria, la ficción, el hábil recorte autobiográfico y el olvido. Sí, el olvido. Ford no sólo escri- be lo que su memoria inventa sino aque- llo que le quita al olvido. Ford es amable y directo por e-mail. Me ha dicho que estará ocupado en los días siguientes, que está dedicado a una excursión de caza. Ni bien leo el mensaje electrónico pienso en el destino de bo- xeador involuntario de Ford. Ha golpea- do a mucha gente en la cara y lo confie- sa en En la cara, un texto del libro que es motivo de la entrevista. También imagino su piadosa y rudimentaria excursión en los montes secos: Ford lleva una escope- ta con caño largo, tiene puesto un panta- lón caqui y una camisa beige. Los enor- mes zapatos de cuero le agrandan los pies. Sus custodios son dos perros insa- ciables. Ford no está solo. Lo acompañan cazadores expertos, hombres rudos –co- mo él– cuyo destino es la vida entre las balas y los árboles antiguos. Ford está en el desierto, alejado de las ciudades modernas. En medio de la no- che negra siente que el humo de las ca- lles ha desaparecido para siempre. Sien- te el abismo en sus piernas. Y un perro ladra frente al vacío, y nadie sabe el ca- mino de regreso. No es imposible asociar su perfil con el de Hemingway. Por correo electrónico me pide discul- pas por la demora y me pregunta si sus respuestas no llegarán demasiado tarde. Yo, por supuesto, le digo que lo espero. Estoy ansioso por saber qué dice Ford frente a mis preguntas inquietas. Richard Ford es uno de los grandes es- critores vivos de EEUU. He tenido la oportunidad de “escuchar” su voz desde el lejano cono sur. Ahora le dejo la pala- bra a él. Les aseguro que tiene de qué ha- blar. – En la conferencia que inaugura el vo- lumen usted afirma: “He aquí una de las mayores presunciones de la literatura: la de ser específica y enfrentar a menudo el reto de poner a prueba la verdad de la sabiduría convencional con detalles y hasta de sustituir la pretendida sabiduría si la encuentra defectuosa”. ¿Podría am- pliar este concepto? – Supongo que el término “concepto” tiene su origen más en la historia que en la literatura (si bien la ficción se desarro- lla a partir de la historia). El valor que la historia tiene para nosotros es que los hechos en sí mismos (sucedió esto, suce- dió eso, aquello no sucedió) tienen mayor autoridad que las teorías o las prediccio- nes, o que las suposiciones fáciles. La fic- ción, con su estilo de estar presentando evidencia, reclama lo mismo, con toda autoridad: esto sucede en el relato: eso sucede, aquello no. Los humanos, por propia conveniencia, operamos sobre su- puestos y convenciones acerca de la vida: esto es la consecuencia de aquello: esto es posible, aquello no lo es, etcétera. La ficción se desarrolla según sus propios “hechos”: esto sucede, aquello no, eso es consecuencia de aquello –y no interesa que uno piense que tales cosas son posi- bles, ni importa que sus suposiciones o convenciones le digan a uno lo contrario. La ficción presenta, mediante actos de la imaginación, aquello que es posible. – En Flores en las grietas hay evoca- ciones, relatos que unen el recuerdo au- tobiográfico con la crónica. Usted ha pu- blicado novelas y cuentos. ¿Cómo se siente escribiendo en otro registro, en un registro diferente a la ficción? – Para mí, escribir es escribir. Hay una escritura que depende de los hechos. Hay otra que dependerá de lo que se invente. Lo que por lo general me interesa, sin em- bargo, es lo que puede llegar a decirse co- mo consecuencia de lo que ha sucedido, o de lo que se ha dicho, o de lo que se ha to- mado por cierto. De esa manera –en tér- minos de consecuencias– la no-ficción, las autobiografías, la ficción misma, ofrecen oportunidades similares para la escritura. – Uno de los textos más impactantes del libro es aquel que evoca su amistad con Raymond Carver y allí hace, en cier- ta medida, una evaluación de los cuentos de Carver. ¿Por qué cree que Carver es un cuentista notable? ¿Cuáles son los rasgos que lo distinguen? – Carver es notable por varias razones: fue capaz de otorgar sentimientos y signi- ficados profundos a acontecimientos hu- manos que convencionalmente no pare- cieran encerrar ni sentimientos ni signifi- cados. De este modo –y con plena con- ciencia de lo que estaba haciendo– fue co- mo Chejov. Encontró también el lado hu- morístico de los sucesos humanos (aun- que tal recurso pueda haberse perdido en las traducciones –como sucedió con Che- jov a medida que sus obras se iban tradu- ciendo al inglés–). Carver demostró una admirable capacidad de concisión –la cu- al es valiosa en relación con los efectos más bien severos y dramáticos de sus na- rraciones–. Y tuvo también la habilidad de infundir a sus relatos una humanidad que es casi palpable –una simpatía frente a los sucesos que afectan a los humanos y fren- te a esos humanos mismos–. – A propósito de los cuentos de Carver, dice que, “en el fondo, un relato es un instrumento de consuelo”. ¿Podría am- pliar esta idea? – Un relato –que podría ser acerca del más sórdido de los acontecimientos hu- manos– nos expone a los lectores a esos acontecimientos y simultáneamente nos protege de ellos; y además inventa una forma en la que tales sucesos, sórdidos como son, nos permitan una supervi- vencia futura. Uno encuentra consuelo en tal idea. Continúa en la página 4... “La ficción PERFIL Richard Ford nació en Jackson (EE.UU.), en 1944. Después de trabajar como columnista de deportes, en The New York Magazine Inside Sports, publicó El periodista deportivo, novela que fue elegida por la revista Time como una de las cinco mejores de 1986. El libro inició una célebre trilogía que sería completada con El Día de la Independencia (publicado en 1995, fue el primer libro en ganar simultáneamente los premios Pulitzer y PEN/Faulkner), y Acción de gracias (2006). Otro de sus títulos destacados es la colección de relatos Rock Springs (1987). Es profesor de escritura en la Universidad de Columbia. Es uno de los grandes escritores norteamericanos. El ganador del Premio Pulitzer habla sobre Flores en las grietas (libro reeditado recientemente por Anagrama, que puede leerse como una autobiografía ejemplar) y acerca de Raymond Carver, un amigo de quien heredó muchas de sus virtudes narrativas se desarrolla según sus propios hechos” Por Fabián Soberón PARA LA GACETA - TUCUMÁN

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Domingo 27 de enero de 2013 Literaria LA GACETA

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SAN MIGUEL DE TUCUMAN, DOMINGO 27 DE ENERO DE 2013

5aSECCION

E N T R E V I S TA A R I C H A R D F O R D

Una guía de novelas, ensayos, relatos ycompilaciones para que las vacacionestambién transcurran como horas de papel.

Juan Pablo Neyret evoca y explica, en tonointimista, el insomnio perdurable que le

produjo la muerte de Tomás Eloy Martínez.

2 3

No conozco a RichardFord. Pero sé que esalto, blanco. Tiene ojosclaros y en su rostrogringo perduran durosrasgos indios. Sé queha nacido en Jackson,

Mississippi, y que ahora tiene 68 años. Séque ha visitado Estocolmo, Suecia, dandouna serie de charlas para los alumnos dela estoica universidad escandinava. Séque fue amigo de Raymond Carver.

Raymond Carver fue uno de los talen-tosos escritores que dio Estados Unidos.Pienso en las noches en que el “buenRaymond” y Richard Ford se encontra-ban en una casa solitaria y leían juntosun cuento de Chejov bajo la terca luzamarillenta en medio de la noche.Raymond le da su meditada opinión so-bre el cuento y después se va a su casa yanota, sigiloso y sereno, unos versos sim-ples y contundentes.A la madrugada, conla nimia claridad del alba, Carver lo lla-ma por teléfono y le cuenta que ha escri-to un cuento sobre el mítico dramaturgoruso. Ese cuento se llama Tres rosasamarillas.

Richard Ford recupera esa experienciay narra en un texto inusual, melancólico,cómo se inició la amistad entre él y Car-ver. Ese texto atípico es una lección na-rrativa. Muchos de los que imitan a Car-ver deberían leerlo. Ford no sólo toma lalección de narración lenta, minuciosa yparca de Carver, sino que procesa esa he-rencia y logra un relato intimidante yevocativo. Es una extraña crónica auto-biográfica y es un claro homenaje que re-trata una pasión. Es un disparo que en-trega el fuego de una mirada precisa so-bre los cuentos de Carver.

El relato de Ford da en la tecla. No esuna mera melodía: es una elegía, una lec-ción de humildad y una búsqueda nostál-gica y misteriosa para recuperar al ami-go muerto en los mínimos detalles. Talcomo dice de Chejov, el relato de Ford essutil: muestra en los recovecos minúscu-los y suculentos el sentido o el sinsentidode la vida.

Ford es un gran novelista, un narradorprodigioso y elocuente. En Flores en lasgrietas ha cultivado el relato de vida, lacrónica que entrecruza la memoria, laficción, el hábil recorte autobiográfico yel olvido. Sí, el olvido. Ford no sólo escri-be lo que su memoria inventa sino aque-llo que le quita al olvido.

Ford es amable y directo por e-mail.Me ha dicho que estará ocupado en losdías siguientes, que está dedicado a unaexcursión de caza. Ni bien leo el mensajeelectrónico pienso en el destino de bo-xeador involuntario de Ford. Ha golpea-do a mucha gente en la cara y lo confie-sa en En la cara, un texto del libro que esmotivo de la entrevista. También imaginosu piadosa y rudimentaria excursión enlos montes secos: Ford lleva una escope-ta con caño largo, tiene puesto un panta-lón caqui y una camisa beige. Los enor-mes zapatos de cuero le agrandan lospies. Sus custodios son dos perros insa-ciables. Ford no está solo. Lo acompañancazadores expertos, hombres rudos –co-mo él– cuyo destino es la vida entre lasbalas y los árboles antiguos.

Ford está en el desierto, alejado de lasciudades modernas. En medio de la no-che negra siente que el humo de las ca-lles ha desaparecido para siempre. Sien-te el abismo en sus piernas. Y un perroladra frente al vacío, y nadie sabe el ca-mino de regreso.

No es imposible asociar su perfil con elde Hemingway.

Por correo electrónico me pide discul-pas por la demora y me pregunta si susrespuestas no llegarán demasiado tarde.Yo, por supuesto, le digo que lo espero.Estoy ansioso por saber qué dice Fordfrente a mis preguntas inquietas.

Richard Ford es uno de los grandes es-critores vivos de EEUU. He tenido laoportunidad de “escuchar” su voz desde

el lejano cono sur. Ahora le dejo la pala-bra a él. Les aseguro que tiene de qué ha-blar.

– En la conferencia que inaugura el vo-lumen usted afirma: “He aquí una de las mayores presunciones de la literatura: la de ser específica y enfrentar a menudo el reto de poner a prueba la verdad de la sabiduría convencional con detalles y hasta de sustituir la pretendida sabiduría

si la encuentra defectuosa”. ¿Podría am-pliar este concepto?

– Supongo que el término “concepto”tiene su origen más en la historia que enla literatura (si bien la ficción se desarro-lla a partir de la historia). El valor que lahistoria tiene para nosotros es que loshechos en sí mismos (sucedió esto, suce-dió eso, aquello no sucedió) tienen mayorautoridad que las teorías o las prediccio-nes, o que las suposiciones fáciles. La fic-

ción, con su estilo de estar presentandoevidencia, reclama lo mismo, con todaautoridad: esto sucede en el relato: esosucede, aquello no. Los humanos, porpropia conveniencia, operamos sobre su-puestos y convenciones acerca de la vida:esto es la consecuencia de aquello: estoes posible, aquello no lo es, etcétera. Laficción se desarrolla según sus propios“hechos”: esto sucede, aquello no, eso esconsecuencia de aquello –y no interesa

que uno piense que tales cosas son posi-bles, ni importa que sus suposiciones oconvenciones le digan a uno lo contrario.La ficción presenta, mediante actos de laimaginación, aquello que es posible.

– En Flores en las grietas hay evoca-ciones, relatos que unen el recuerdo au-tobiográfico con la crónica. Usted ha pu-blicado novelas y cuentos. ¿Cómo se siente escribiendo en otro registro, en un registro diferente a la ficción?

– Para mí, escribir es escribir. Hay unaescritura que depende de los hechos. Hayotra que dependerá de lo que se invente.Lo que por lo general me interesa, sin em-bargo, es lo que puede llegar a decirse co-mo consecuencia de lo que ha sucedido, ode lo que se ha dicho, o de lo que se ha to-mado por cierto. De esa manera –en tér-minos de consecuencias– la no-ficción, lasautobiografías, la ficción misma, ofrecenoportunidades similares para la escritura.

– Uno de los textos más impactantes del libro es aquel que evoca su amistad con Raymond Carver y allí hace, en cier-ta medida, una evaluación de los cuentos de Carver. ¿Por qué cree que Carver es un cuentista notable? ¿Cuáles son los rasgos que lo distinguen?

– Carver es notable por varias razones:fue capaz de otorgar sentimientos y signi-ficados profundos a acontecimientos hu-manos que convencionalmente no pare-cieran encerrar ni sentimientos ni signifi-cados. De este modo –y con plena con-ciencia de lo que estaba haciendo– fue co-mo Chejov. Encontró también el lado hu-morístico de los sucesos humanos (aun-que tal recurso pueda haberse perdido enlas traducciones –como sucedió con Che-jov a medida que sus obras se iban tradu-ciendo al inglés–). Carver demostró unaadmirable capacidad de concisión –la cu-al es valiosa en relación con los efectosmás bien severos y dramáticos de sus na-rraciones–.Y tuvo también la habilidad deinfundir a sus relatos una humanidad quees casi palpable –una simpatía frente a lossucesos que afectan a los humanos y fren-te a esos humanos mismos–.

– A propósito de los cuentos de Carver, dice que, “en el fondo, un relato es un instrumento de consuelo”. ¿Podría am-pliar esta idea?

– Un relato –que podría ser acerca delmás sórdido de los acontecimientos hu-manos– nos expone a los lectores a esosacontecimientos y simultáneamente nosprotege de ellos; y además inventa unaforma en la que tales sucesos, sórdidoscomo son, nos permitan una supervi-vencia futura. Uno encuentra consueloen tal idea.

Continúa en la página 4...

“La ficción PERFILRichard Ford nacióen Jackson(EE.UU.), en 1944.Después de trabajarcomo columnistade deportes, enThe New YorkMagazine InsideSports, publicó Elperiodista deportivo, novela que fueelegida por la revista Time como unade las cinco mejores de 1986. El libroinició una célebre trilogía que seríacompletada con El Día de laIndependencia (publicado en 1995,fue el primer libro en ganarsimultáneamente los premios Pulitzer yPEN/Faulkner), y Acción de gracias(2006). Otro de sus títulos destacadoses la colección de relatos Rock Springs(1987). Es profesor de escritura en laUniversidad de Columbia.

Es uno de los grandes escritores norteamericanos. El ganador del Premio Pulitzer habla

sobre Flores en las grietas (libro reeditado recientemente por Anagrama, que puede

leerse como una autobiografía ejemplar) y acerca de Raymond Carver, un amigo de

quien heredó muchas de sus virtudes narrativas

se desarrolla segúnsus propios hechos”

◆ Por Fabián SoberónPARA LA GACETA - TUCUMÁN

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LITERARIA2 LA GACETA

DOMINGO 27 DE ENERO DE 2013

UNLIBRO

p a r a e l v e r a n o

ELLOS ERAN MUCHOS CABALLOS

“Un libro para el verano”: Esta expresión posibilita diversas lec-turas: 1) liviana, amable, que entretenga y ayude a la distensión,serene el espíritu, no complique la vida; 2) disponer de más tiem-po para gozar de una lectura demorada que permita reflexionarsobre lo leído, buscarle el trasfondo, ¿el mensaje? y hasta disfru-tar de un relato bien construido, con buen manejo de la palabra yutilización de los variados recursos que el idioma ofrece para usodel autor y aprecio del lector. Nos atenemos a esta.

Un autor brasileño, contemporáneo y exitoso; un libro al que po-demos calificar de infrecuente (audaz, desenfadado) y heterogé-neo, complicado por la multiplicidad de sus ingredientes.

Historia: un día en la populosa ciudad de San Pablo, reflejada enespejos deformantes.

Estructura: desde el inicio, complicada aunque, paradójicamen-te, esquemática, económica y, a la vez, fuertemente visual. Al autorle gusta la acumulación lingüística, reflejo de la acumulación temá-tica. Tiempo y espacio se yuxtaponen por montaje en curioso tapizque refleja multitudes en diferentes órdenes. ¿Quién es el protago-nista? Ese mundo múltiple, contradictorio y anónimo que se aglu-tina en el espacio narrativo, con sus problemas, sus frustraciones,sus miserias, sus ensueños. Aquí cabría un preñado etcétera peroaún así podría remarcarse un denominador común: la búsquedade identidad en una babel que inspira compasión y repugnancia,piedad y desprecio, todo ello muy rico aunque la mayor riqueza es-tá representada por la elaboración artística.

Libro especial para un lector exigente.Ahora bien: si el lector busca otra cosa, amena, ligera y diverti-

da, lea Rosaura a las diez, de Marco Denevi, que nunca perderá subien ganado prestigio. O lea Pantalones largos, de Carlos Molina,para la risa y el goce.

* Profesora de letras. Investigadora. Escritora.

FRAGMENTO“un negrito más para joderseun metro setenta y dos figura en elcertificado de enrolamiento militar pantalones ycamisa Giorgio Armani, perfume Polo rociado en el cuello, zapatositalianos, rasurado, cabello con máquina dos, Rolex de oro debajo laalfombra,un negrito más para jodersedebe estar llegando, una de esas estrellas que sobrevuelan la calle, lamujer, el patróncompromiso impostergable en Basilia expiqué así, claro, él lo trata comoel hijo que le gustaría haber tenidosí, claro, el hijo un tarado cocainómano pasea su arrogancia por lassalas de los agentes de bolsa,sí, claro, el hijo un tarado cocainómano desfila sus esteroides pormesas de discotecas y bares –que ya rompió-, por los rostros depatovicas y prostitutas -.que ya lastimó-, por máquinas de escribir decomisarías- que también yasí, pero es mi hijoy soborna a la policía,al comisario,al dueño de la discotecaa las prostitutassí, pero es mi hijo.”

FICHATítulo: Ellos eran muchos caballosAutor: Luiz RuffatoGénero: NovelaEditorial: Eterna cadenciaAño de publicación: 2010Páginas: 158

◆ Por Alba Omil *

La ceremonia

SE FUE HACE YA TRES AÑOS. Tomás Eloy Martínez, colaborador de LA GACETA Literaria desde los 16 años, falleció el 31 de enero de 2010.

El día en que murió Tomás Eloy Martínez

El Apocalipsis, según Vonnegut

“El mundo es un lugar habitadopor perversos y estúpidos”, dice unpersonaje de esta novela. La som-bría afirmación se sitúa en el mar-co de criterios transmitidos en va-rios de los libros de Kurt Vonnegut(Indianápolis, 1922; Nueva York,2007), según los cuales algo omi-noso subyace en este planeta conuna fuerza demasiado imparablecomo para no sospechar que todova a terminar del peor modo.

Hace años que Vonnegut es con-siderado un escritor de culto, so-bre todo entre grupos un-derground, fascinados por su irre-vocable rebeldía y su crítica feroz aaspectos muy característicos de lasociedad norteamericana.

Cuna de gato (nombre del anti-guo juego infantil consistente enpasarse hilos cada vez más entra-mados y, por ello, también formade designar algo de creciente com-plejidad) sintetiza de gran modo el

pensamiento de Vonnegut, con susingredientes más característicos:mordacidad, transgresiones, hu-mor negro y un nihilismo capaz deespantar hasta al más descreído.

El joven periodista Jonas se hapropuesto escribir un libro tituladoEl día del fin del mundo, partiendode la investigación sobre lo que ha-cía cierta gente cuando el 6 deagosto de 1945 fueron literalmen-

te borradas del mapa en Hiroshi-ma; y luego, el 9, en Nagasaki.

Comienza por hacer contactocon los tres hijos del científico Fe-lix Hoenikker, que aparece en elrelato como uno de los creadoresde la bomba atómica, culminacióndel famoso Proyecto Manhattan.

Son Frank, niño prodigio y des-pués torturador de insectos e in-ventor de algo peor que la bomba

hecha por su padre, el hielo 9, ca-paz de hacer sólido todo lo que eslíquido (la mayor parte de la Tierray del cuerpo humano); Newt, unenano dedicado a la pintura decuadros, y Angela, una gigantadesdichada.

El escenario es Bolívar, capitalde la República de San Lorenzo, unislote caribeño protegido porEE.UU. y gobernado por “Papá”Monzano y su segundo, FrankHoenniker, elevado al máximo ran-go militar. Se hicieron con el poderal desplazar al anterior manda-más, Bokonon Johnson, ex levan-tador de pesas e instaurador deuna estrafalaria religión que se ex-presa mediante principios en rit-mo de calipso, contenidos en un li-bro escrito por Bokonon, que seabre con una extraña advertencia:“Nada de lo que dice este libro esverdad”.

Las secuencias son verdadera-mente desopilantes y se sucedensin pausa, hasta el apocalíptico fi-nal, en el que la gente no se volati-liza, como sucedió en Hiroshima,sino que se petrifica. Difícil definirqué es peor.

© LA GACETA

WILLY G. BOUILLON ◆

NOVELACUNA DE GATOKURT VONNEGUT(La Bestia Equilátera -Buenos Aires)

L A N Z A M I E N T O S / L A G A C E T A L I T E R A R I A / L O S M A S L E I D O S / L A G A C E T A L I T E R A R I A / L A N Z A M I E N T O S / L A G A C E T A L I T E R A R I A

LA BOMBA ATÓMICA. El ataque a Hiroshima es un disparador de la trama.

FOTO US ARMY

No suelo dormir los do-mingos a la noche. Di-go, antes de la nocheque nos llama al sue-ño, antes de cocinar-

me la cena, antes del horario ar-gentino en el que sigo cenando enlos Estados Unidos. El domingo 31de enero de 2010, cuando TomásEloy Martínez salió de gira defini-tiva, no era aún mi hora para dor-mir. Al decir de Borges, Algo queciertamente no se nombra / con lapalabra azar, rige estas cosas”.Los años me hicieron devoto del“divino / laberinto de los efectos yde las causas, con el que el mismoBorges inicia su Otro poema de losdones, ese laberinto que existe pe-ro que no nunca nos será dado co-nocer.

Ese 31 de enero de 2010, comotituló de manera impar IgnacioZuleta en Ámbito Financiero, “To-más Eloy, periodista, murió a lahora de cierre”. De hecho, la noti-cia (excepto en el caso de LA GA-CETA Literaria, que publicó un su-plemento especial al día siguiente)recién fue publicada en los diariosel 2 de febrero. Yo no estaba can-sado ese día, no tenía motivos “ra-

cionales” (palabra tan dudosasiempre, y más aún con TEM) pa-ra, como ocurrió, haberme ido a lacama de mi departamento en unlugar de Pennsylvania a las ochode la noche del Este estadouni-dense, por ese entonces dos husosdetrás de la Argentina. Cuando medesperté un par de horas más tar-de y volví a mi computadora, mebastó ver el encabezamiento de uncorreo electrónico de mi amiga ycolega María Griselda Zuffi: “Ma-las de Tomás”. Me comunicaba lapartida de TEM a su gira mágica ymisteriosa. Sin eufemismos, de sumuerte.

Mi inusual sueño entre esasocho y esas diez no tiene otra ex-plicación. Y, como ya he dicho queno creo en las casualidades, quizálo más atinado —y/u otra vez, quésabe nadie— sea comenzar por lasque meramente se parecen a ellas.Empiezo, sigo, por decir que esesueño indeciso (no decidido) tuvoun solo motivo: despedirnos conTomás. Él me acunó para llevarmehacia la dimensión de nuestro últi-mo saludo, ateo como era/es, com-plementando las palabras del últi-mo correo suyo que recibí, el 28 de

diciembre de 2009, el cual, entreotras palabras, dice: Querido JuanPablo: Felicitaciones por tu tránsi-to al Ph.D. Que los dioses del 2010te iluminen. Un fuerte abrazo, To-más.

Como dije, los domingos noduermo a esas horas. Tampoco es-taba exhausto ese 31 de enero de2010. Sólo me fui a la cama cre-yendo inocentemente que no sabíapor qué. El mensaje de “Griyo”Zuffi empezó a hacérmelo intuir. Y,sin ser de ningún modo un devotodel pensamiento mágico, supe queTomás me había evocado a algúnlugar inasible para nuestra propiaceremonia del adiós.

Al despertarme y enterarme,otra vez me (a)saltó Borges, desdesu poema Límites: ¿quién nos diráde quién en esta casa, / sin saber-lo, nos hemos despedido?

Leí con vago horror sagrado el 5de febrero, la misma, idéntica cita,en la necrología de Martín Capa-rrós en Crítica Digital, explícita,en letra de molde. Tan de moldecomo Caparrós recuerda que in-cluso ésa es la cita que el propioTomás eligió para el segundo acá-pite de Lugar común la muerte. Yo

no había reparado en ello. No, nose trata, o no solamente, de queMartín y yo hubiésemos sentido niescrito al mismo tiempo. Se tratade TEM.

Yo no duermo a esas horas dedomingo, insisto. Una sola ¿expli-cación? cabe. En el abrazo que fueel tramo de nuestra vida con-junta,Tomás me llevó a dormir duranteesas dos horas para saludarnos.No sé, ni sabré nunca, con qué pa-labras. Ni siquiera si hubo pala-bras. Tampoco importa. Creo (decreencia) que TEM me convidó aese sueño, nada extraño pues, pa-ra, como canta John Lennon, “através del universo”, darme su,darnos nuestro, último abrazo desólo hasta luego. Lo dice un agnós-tico respecto de un ateo. Demasia-do reales. Demasiado vivos. Y na-die rebaje a lágrima o reproche es-te don con-cedido entre los libros yla noche.

© LA GACETA

Juan Pablo Neyret - Doctor enLiteratura Latinoamericana porThe Pennsylvania State University,con una tesis sobre Tomás EloyMartínez.

◆ Por Juan Pablo NeyretPARA LA GACETA – PENNSYLVANIA (EE.UU.)

del adiósLA GACETA / FOTO DE INÉS Q. ORIO (ARCHIVO)

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LITERARIA 3LA GACETA

DOMINGO 27 DE ENERO DE 2013

S U G E R E N C I A S / L A G A C E T A L I T E R A R I A / S U G E R E N C I A S / L A G A C E T A L I T E R A R I A / S U G E R E N C I A S / L A G A C E T A L I T E R A R I A

RECOMENDADOSUN PUEBLO DE FICCIÓN DONDE TIENEDOMICILIO UNA REALIDAD ACTUAL

Villa. Así se llama el puebloen la ficción. Un pueblo deunos 40.000 habitantes dondees omnipresente la naturaleza,la fuerza del clima costero, labelleza alucinante del paisajede mar. Donde contrasta laventura del verano gracias al

turismo versus la opacidad del invierno.Pero también un lugar donde se juega al “todos contra todos”, don-

de “aunque no les des la lana, igual te tejen el suéter”, donde todo elmundo ve la paja en el ojo ajeno y se cambia algo para que todo sigaigual: hipocresías, abusos, desapariciones, infidelidades, negociados,suicidios y asesinatos, extorsiones, segregación, corrupción política.

Esta visión casi apocalíptica, escéptica, es contada de manera co-ral, en una multiplicidad de historias que se entrecruzan, de manerafragmentaria y con un narrador que le habla directamente al lector:“Esta noche, hipócrita lector, mi semejante, mientras estás empezan-do a leer este libro, novela, cuento, crónica, como más te guste llamara estas prosas”. En cada pequeño párrafo cualquiera puede tomar lavoz y, a la vez, ser narrado en tercera persona.

El final de Cámara Gesell es apoteosis: escena colectiva, celebratoria, aires de funciónteatral. Mirar y ser mirado. Algo para que todo siga igual.

© LA GACETAHERNÁN CARBONEL

NOVELACÁMARA GESELLGUILLERMO SACCOMANNO(Planeta - Buenos Aires)

LA IMAGINARIA, ELECTRIZANTE Y TURBIAVIDA DEL INVENTOR NIKOLA TESLA

En Relámpagos, la tercerade la suite de “vidas imagina-rias”, Jean Echenoz despliegacon prosa ágil, segura y vi-brante la turbia y delirante vi-da de Nikola Tesla, el ingenieroaustriaco que inventó la co-rriente alterna y que vivió, ner-

vioso, entre las raras vibraciones del arco eléctrico.Relámpagos es un cruce deliberado de realidad y ficción. Se podría

decir que es una crónica larga, ininterrumpida, una deliciosa crónicafalsa, eso que he llamado (emulando la jocosa técnica enunciativa delgran Cabrera Infante) crónica fusión, o crónica ficción, o crónica in-vención.

Lejos del estereotipo, lejos del lugar vértigo cinematográfico (recor-demos que David Bowie hizo de Tesla en El gran truco), Echenoz des-menuza la incomparable vida de Tesla y hace de ella lo que no es: unaficción. Una ficción lúcida, atrapante, irreversible, frenética. Aunqueel final es previsible para los que conocen la biografía de Tesla, no de-sentona, no desilusiona.

En modo menor, el final es tenue, leve, como si tocara una música apacible y triste: Tes-la sigue hasta las últimas horas con su afición menos pública y más íntima, acaso eseamor que le ha ayudado a sobrevivir a los hombres.

© LA GACETAFABIÁN SOBERÓN

NOVELARELÁMPAGOSJEAN ECHENOZ(Anagrama - Buenos Aires)

EXTRAORDINARIOS E IMPREDECIBLESTEXTOS DEL KAFKA NIPÓN

Sus personajes, como los deKafka, desprovistos de una gra-mática que los contenga, llevanpor nombre sólo una inicial.

En el primer relato, El páni-co, con toques oníricos, mues-tra una burocracia asfixiante,policíaca, que busca criminales

“para acelerar el proceso de desarrollo social”. En El perro, un pérfi-do animal adquiere comportamiento humano.

El Grupo de Petición Anticanibalística y los tres caballeros (1956)es una sátira futurista, que nos recuerda la “modesta” propuesta deJonathan Swift, en donde tres funcionarios defienden su derecho a laantropofagia.

En El huevo de plomo, el protagonista despierta después de 8.000siglos dentro de una cápsula de hibernación, para descubrir que enla evolución humana hubo un estadio humano-vegetal, hombres porcuyas venas corre clorofila, reacios al trabajo y adictos a las apues-tas, logran, no obstante, fusionar su lengua con la del viajero del tiem-po, y hacerla inteligible.

Sin duda, Kobo Abe exige un esfuerzo a la imaginación y sensibilidad. El lector no pue-de más que entregarse y dejarse arrastrar por el flujo genial de sus argumentaciones, si-tuaciones aciagas y finales impredecibles.

© LA GACETAMARÍA EUGENIA BESTANI

RELATOSCUENTOS SINIESTROSKOBO ABE(Eterna Cadencia - Buenos Aires)

LA DESHUMANIZACIÓN Y EL HOLOCAUSTORUMANO SEGÚN LA NOBEL 2009

Herta Müller (1953), PremioNobel de Literatura 2009, nosconvoca a un holocausto notan conocido: el que padecie-ron en la posguerra los ruma-nos de origen alemán bajo elgobierno comunista digitadopor Moscú. Rumania, signata-ria del Pacto de Varsovia, con-

sideró válido usar a estos campesinos suabos, afincados por siglos ensu territorio, como mano de obra esclava para ayudar a reconstruirla Unión Soviética, y permitió la lenta y terrible sangría de esta gen-te rumbo a remotos “campos de trabajo” del régimen de Stalin.

Los totalitarismos y el exilio tocaron de cerca a Müller: un padresoldado de las SS durante la ocupación nazi, y una madre que sufriócinco años de exilio forzado en Rusia y nunca quiso hablar sobre ello.La dictadura de Ceausescu censuró el primer libro de Herta, una co-lección de cuentos. No sorprende que el tema central de Todo lo quetengo lo llevo conmigo sea la gradual deshumanización de la perso-na ante el poder omnímodo.

El texto se construye en episodios breves, cada uno centrado en un tema: Sobre los via-jes, Álamos negros, Cemento… Cada uno con un abordaje tan realista como emotivo, con sucuota de poesía, de miedo, de esperanza, y con el “ángel del hambre” siempre rondando.

© LA GACETAEUGENIA FLORES DE MOLINILLO

NOVELATODO LO QUE TENGO LOLLEVO CONMIGOHERTA MÜLLER(Aguilar - Buenos Aires)

DE HONORES Y ULTRAJES EN LA CULTURAY EN EL DISCURSO DE LA ARGENTINA

Lengua del ultraje es unagudo ensayo de Horacio Gon-zález que enfoca textos funda-mentales de la cultura y la lite-ratura argentinas. “Papeles delarchivo nacional”, “documen-tos del discurso público argen-tino” denomina el autor a esos

textos, sin duda muy estudiados por investigadores y críticos, peromirados en este libro desde una óptica original: la del honor y sus re-versos: la injuria, la hostilidad, la venganza, el ultraje.

El ultraje, ese sentimiento que para González “proviene del quiebrede un manojo de creencias que protegen el ilusorio recinto de nues-tro yo”, supone un ejercicio eminentemente lingüístico. Es, entonces,“el modo como el lenguaje actúa en una máxima torsión del léxico,allí donde vibran sus imputaciones y capacidad de ofensa”. Desde esaclave se construye un corpus a la vez relevante y atractivo, que abar-ca las discusiones entre Esteban Echeverría y Pedro de Angelis, el Fa-cundo (verdadero punto de quiebre que hace difícil “imaginar el difu-so tiempo anterior en que este libro no existía”) y la ejemplarmenteinjuriante polémica entre Sarmiento y Alberdi (que en definitiva dis-cuten sobre los títulos intelectuales de cada uno, sobre quién está más habilitado parapensar la etapa posterior a Caseros), entre otras.

© LA GACETASOLEDAD MARTÍNEZ ZUCCARDI

ENSAYOLENGUA DEL ULTRAJEHORACIO GONZÁLEZ(Colihue - Buenos Aires)

EL AUTOR COMO LECTORSiluetas de papel es el resultado de un coloquio

que reunió a escritores y críti-cos convocados a reflexionar,junto con los integrantes delproyecto de investigación de laUNT “Escritores e intelectualesen América Latina“, sobre la“compleja problemática” de la

figura del autor como lector en textos de la literatura latinoamerica-na, afirma Carmen Perilli en su prólogo. Ella, junto con María JesúsBenites, compiló la presente edición.

La aproximación al tema, que ofrece el grupo de ensayos, abarcaun amplio espectro. En lo concerniente a los géneros, se estudian no-velas, poemas, memorias, biografías, además de las reflexiones sobresus propias prácticas lectoras, en el caso de las escritoras LilianaHeker, María Teresa Andruetto y Silvia Barei, participantes del en-cuentro. También es vasta la porción de geografía continental que re-corren los investigadores con sus lecturas de las obras.

En relación al tópico que ocupa a los ensayistas, los trabajos evi-dencian, a su vez, miradas (lecturas) penetrantes, sólidas en el ras-treo y desciframiento de la maquinaria de la memoria literaria, ins-cripta en ficciones y ensayos de los autores latinoamericanos.

© LA GACETAESTER NORA AZUBEL

COMPILACIÓNSILUETAS DE PAPELCARMEN PERILLI Y MARÍAJESÚS BENITES(UNT – Tucumán)

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LITERARIA4 LA GACETA

DOMINGO 27 DE ENERO DE 2013

Creo, y probablemente voso-tros también, al menos enprincipio, que a veces elpropósito de la literatura esinsultar, ofender, conmocio-nar, reprender y crear inco-

modidad en los lectores, y que RandallJarrell tenía razón cuando decía que ne-cesitamos estar seguros de que lo que es-cribimos ofende a la gente apropiada.(En su estudio de 1951 de los poemas deRichard Wilbur escribió, más bien en in-terés propio, que «si tus contemporáneosnunca consideran que te equivocas, laposteridad nunca te dará la razón; hastacierto punto todo escritor tiene que ser, aveces, una ley para sí mismo».) Pero, pa-ra un escritor, aguantar personalmenteser una ley para sí mismo es un asuntoambiguo y a menudo desagradable, a lavez que éticamente delicado. Natural-mente, nuestra ignorancia y los eslóga-nes acerca de nuestras supues­tas liber-tades nos sirven de ayuda. Muchos denosotros somos demasiado jóvenes pararecordar aquellos libros famosos que fue-ron una ley para sí mismos y, de hecho,prohibidos: Ulises, El amante de LadyChatterley, más recientemente Hucklebe-rry Finn y Trampa-22. Y luego mi amigoSalman Rushdie. Bueno, podríamos pen-

sar, Rushdie es casi inglés y está lejos, asíque quizá no debiéramos preocuparnospor los Versos satánicos. Es cierto queofendió a quien no debía y que eso ejer-ció considerable influencia en sus liberta-des personales. Pero tal vez pensemosque debería haber sido más prudente.

A decir verdad, a mí no me gusta ofen-der a la gente; mi obra no está destinadaa ofender, y realmente pienso que no tie-ne por qué hacerlo. Me preocupo cuandome dicen que debería abandonar la es-critura, o que escribo libros «para hom-bres». (Aunque otros días me preocupaque mis libros sean inocuos, no suficien-temente ofensivos y que no aporten inno-vaciones técnicas.) En cualquier caso, nodeseo que las reacciones a mis libros meafecten de tal manera que me vea obliga-do a tomar otra decisión acerca de quéescribir y qué no. Si sigo adelante, quierosentirme libre para escribir lo que creaque puedo escribir bien, sea lo que fuere.Quiero que mis historias, si es posible,afecten a los lectores como la gran litera-tura me ha afectado a mí, es decir, quesea el hacha para el mar congelado queestá dentro de nosotros, que sea, comoescribió Dürrenmatt, una rebelión contrala muerte.

* Anagrama, 2012.

◆ Por Richard Ford

Quéescribimos,por quéescribimosy a quién leimporta

Fragmento de Flores en las grietas *

Una vida que no se puede explicar en una frase

Flores en las grietas es un libro inu-sual: contiene relatos autobiográficos,crónicas, ensayos y críticas que puedenleerse como una autobiografía ejemplarescrita con la pericia del novelista quedomina el oficio y que continúa porotros medios su vocación de narradormagistral.

Ford ha jugado al golf, ha vivido en unhotel, ha golpeado a mucha gente en lacara y se dedica a la caza. Flores en lasgrietas muestra las huellas de esa voca-ción atípica y deportiva.

Sobre el golf, ha escrito una crónica-relato con un suspenso demorado y con-tenido, al mejor estilo de su amigoRaymond Carver. Ford narra su inicia-ción como aburrido jugador de golf. Unode los empleados en el hotel del abueloera el negro Chester Mathews. Ese hom-

bre alto y gordo lo llevó a un campo degolf que estaba en el límite de un bosque.Más allá de la extraña cancha, había unhospital psiquiátrico. Cada tanto, los in-ternos se paseaban como fantasmas enel perímetro. Cuando Ford ensayaba ungolpe estratégico, uno de los fantasmasdel hospital empezó a gritar. El grito noera un mero alarido, sino una burla. Elpaciente decía que era la primera vezque veía a un maestro negro con un dis-cípulo blanco. Ford cuenta la escena sinestridencias. El relato aspira a la sutildenuncia social. Pero no hay nada en elrelato que lo diga. Al contrario, el relatofluye y todo parece indicar que el objeti-vo es evocar sólo una sombra de la nos-talgia.

A la par de su vocación deportiva,Ford recuerda el inicio de su actividadcomo lector. En La lectura, narra una es-cena de iniciación. En el año 69, él se diocuenta de que, a pesar del arduo recorri-do por las aulas universitarias, no sabíaleer. Con cierto temor al fracaso, se acer-có una noche crucial a la oficina deHoward Babb, “un yanqui corpulento, alfinal de los 40, con acento de Maine”.

Babb era un profesor inteligente y abier-to que, a diferencia de los expertos pro-fesores universitarios, era un hábil lec-tor. Ford narra minuciosamente la inol-vidable noche con Howard Babb y cuen-

ta cómo este le dio las claves para leer enprofundidad un cuento de Sherwood An-derson.

La crónica evocativa es un ensayo au-tobiográfico. El encanto del texto radicaen el modo sinuoso y melancólico de na-rrar como si fuera el episodio de una no-vela.

“La vida anormal”Una de las perlas del libro es El hotel.

En ese texto recuerda el viejo y hermosohotel de su abuelo y cuenta que él vivióallí. ¿Cuánto ha influido la “vida anor-mal” del hotel en su escritura?

“El hotel se llamaba Marion y no erapequeño”, dice Ford. “Little Rock erauna ciudad descolorida y baja sobre unrío lento y el hotel su lugar más moder-no y lujoso”. En la crónica aparecen lospersonajes del hotel: Harry Truman yJack Dempsey y coquetas señoras delDelta.

“Los vendedores alquilaban habita-ciones donde podían mostrar sus mer-cancías. Los suicidas, habitaciones indi-viduales”. Era evidente que se tratabade una vida rara, con un sentido dife-

rente de la privacidad. Los clientes te-nían su propia excentricidad y todoseran adultos. Ford tenía once años y unpadre enfermo que viajaba mucho. Co-mo si fuera una confesión que aclara elsentido de la escritura, Ford anota:“ahora sé que la vida normal es la quese puede explicar en una frase. La queno requiere preguntas”.

Los mejores momentos del libro sonaquellos en los que narra escenas de ini-ciación, de convivencia, de lectura. Esosrelatos prodigiosos y encantadores osci-lan entre el recuerdo y la construcciónnarrativa, entre la invención y la periciasinuosa para armar el pasado.

Sus recuerdos como deportista frus-trado, como boxeador impulsivo e irra-cional, como un niño que observa la de-cadencia iridiscente y rampante de unpueblo pequeño forman parte de una au-tobiografía fragmentada.

Flores en las grietas es una lección decómo narrar en otro registro con el ofi-cio del novelista experto.

© LA GACETA

FABIÁN SOBERÓN ◆

AUTOBIOGRAFÍAFLORES EN LAS GRIETASRICHARD FORD(Anagrama – Barcelona)

... Viene de la página I.

– En El hotel usted cuenta que vivió en un hotel que regenteaba su abuelo. En ese relato, dice: “…ahora sé que la vida normal es la que se puede explicar en una frase. La que no requiere pregun-tas”. ¿Cuánto influyó en su actividad co-mo escritor “la vida anormal” en el hotel de su abuelo?

– Buena pregunta. Creo que pasar lainfancia en un hotel amplió bastante mitolerancia por lo que podríamos conside-rar “normal”. Las cosas que suceden enlos hoteles son a menudo, como lo digoen mis memorias, sucesos cuyos actoresno quisieran que se descubran: vidas se-cretas, violencia, vergüenzas diversas, in-discreciones. Ser niño en ese ambiente

–donde estas cosas eran parte de la ruti-na cotidiana– me hizo dar cuenta de locomunes que son, y me convirtió en unindividuo con comprensión y toleranciahacia tales situaciones.

– Uno de los textos de Flores en las grietas se refiere a las diferentes mane-ras en que ha golpeado en la cara a di-versas personas. ¿Por qué ha escrito ese texto? ¿Cree que es una forma de exorci-zar ese acto?

– No considero que ese texto sea unexorcismo. Para nada. No hay nada paraexorcizar. Es algo en lo que estaba pen-sando, y me di cuenta de que conocía eltema. Escribí el ensayo como la introduc-ción a un libro de fotografías sobre el bo-xeo. Mi relación personal con el “depor-

te” del boxeo tenía que ver con la expe-riencia menos estilizada, más personal,de pelear a puño limpio.

– En este libro hay varios textos que se apartan de la ficción, textos que podría-mos llamar de no ficción. Mi madretambién va por esa línea. ¿Usted diría que estos textos abren otra vía o veta en su producción literaria? ¿O forman parte del mismo universo narrativo?

– Bueno, quizás. He pensado mucho enmis padres –a quienes quise mucho–. Lospadres de uno, para bien o para mal,operan como personas un tanto “especia-les” en la vida de un niño; como personascon vidas incompletas –como si su exis-tencia, para el niño, estuviera dedicadasolamente a ser padres–. Solo he querido

“abrir” la perspectiva del niño para in-cluir sus vidas de padres en su totalidad;hacer que la mirada del niño esté deacuerdo con la realidad; esa realidad enla que los padres están viviendo vidasgrandes y complejas que el niño no expe-rimenta –pero de la que debería darsecuenta, como una forma de amar más asus progenitores–.

–¿Ha leído algún autor en español que lo convoque o que haya influido en su es-critura?

– Sí. Muchos. Carlos Fuentes, primero–cuya novela La muerte de Artemio Cruzme demostró la “influencia” que va yvuelve cruzando los límites de las fronte-ras geográficas–. Carlos recibió la in-fluencia de Faulkner, como yo; y no hubo

impedimentos para que esas influenciascircularan libremente. Recibí también lainfluencia de la forma en que los así lla-mados escritores latinoamericanos o dehabla hispana incluían con entusiasmo ala historia y a la política en sus obras. Laliteratura reciente de los países hispa-nohablantes parece muy cómoda con lahistoria y con la cultura –menos altiso-nante y “augusta” y más natural ante laexperiencia humana como algo vivo–. Leímucha literatura de escritores hispa-nohablantes, en traducción, en los co-mienzos de mi carrera como escritor –ladécada del 70–.

© LA GACETA

Nota: La traducción directa del inglés fuerealizada por Eugenia Flores de Molinillo.

“La ficción se desarrolla según sus propios hechos”

R.FO

RDM

EDIA

ISLA

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