Post on 12-Oct-2018
Alerta Amber
Raiza Yareli Rosas Aguilar
Jessica Valle, Natalie Bulle
Melissa Yaneth Correa Lozoya
Fátima Ariana López Mejía
Jesús Roberto Martínez Faustino
3
Tortura institucional-Cartón de Monsi 8
Por amor a voz 9
Gallina- Cartón de horax 14
México no es tan laxo con los centroamericanos como acusa EU 15
Censuran en Singapur libro infantil sobre pareja de pingüinos machos 19
Lo que traen, lo que encuentran 20
Niños y mujeres primero 25
Discriminación y acoso sexual contra las mujeres agentes 27
ayuda siempre-cartón de Cucamonga 31
Niños inocentes y oligarcas voraces 32
Cuando el beso y el repudio van juntos 34
Marchan por la igualdad 36
Para una tumba con nombre 37
Exigen crear dirección municipal 40
Una agenda para lo que no se ve 41
Cuando una mano no lava la otra 45
Placer y malestar 48
Cuando quieran, donde quieran 56
Pilosa discusión 58
Libertad vigilada 60
Nunca más pequeñas 65
De igualdad no se habla 67
Seis de cada diez mujeres pobres también son pobres de tiempo 71
¿Qué festejan, si nuestras hijas están muertas?, gritan en SLP 72
La batalla libidinal 74
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Gaceta Universitaria de Derechos Humanos No. 180 septiembre 2014
Página 2
Indígenas llegan a refugio en Chihuahua con heridas de hacha o acuchilladas 76
La cultura de la violación 77
Protesta por alza en casos de feminicidio 79
Las revistas femeninas 83
Los niños pasan periodos muy largos en albergues, alerta Coneval 84
El eslabón perdido 86
Acusa ONG desinterés del gobierno en la niñez 91
“Ahí descansaba en lo que mi familia pagaba el cruce a EU” 92
La trata en la sombra 95
Aumentan quejas en la CNDH; en el INM abusan de migrantes 99
Jóvenes y derechos humanos 100
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Página 3
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AGUILAR 16AÑOS #XALAPA
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Página 4
poleth @pouleth10 · 13 h
RT VIA @missing_bc: Jessica Valle 22 años (embarazada) y su hija Natalie Bulle
5años 11/8/14 INFO: 7607161129 pic.twitter.com/lZcTwDJLfI
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Página 5
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Lozoya 13años #Guadalajara
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poleth @pouleth10 · 13 h
NO DEJES DE APOYAR! RT VIA @missing_bc Fátima Ariana López Mejía 13años
#Tijuana #BC https ://twitter.com/missing_bc/sta tus/490636533137829888 … pic.twitter.com/SZIc0cWBUv
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MARTÍNEZ FAUSTINO 15AÑOS #ACUÑA
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Página 8
Tortura institucional-Cartón de Monsi
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Por amor a voz
Implacable pero con ritmo. Combativa pero sin perder el sentido del humor. Liliana Daunes es, como ella
misma lo dice, feminista donde vaya y tiempo completo. Amigas, compañeras y admiradoras la declaran
Matria Lésbica Comunicacional. En conversación con SOY habla del amor entre mujeres en los tiempos de
silencio y también en el presente.
Por Dolores Curia
Se reivindica como bruja, seguramente en el sentido mítico, perturbador y de eterna disrupción que tiene esa
figura. Y entonces, tomándole la palabra habrá que agregar que es una bruja preciosa de voz hipnótica y de
vaporosa cabellera rojo fuego que recibe a SOY engamada de violetas y pins del arcoiris, por si faltara una
señal. No hace falta nada: Liliana Daunes es toda una propuesta estética en sí misma y, para hacer justicia con
la cantidad de maullidos que aportó a esta entrevista, hay que decir ya mismo que viene secundada por una
gata negra y desinhibida llamada Tinta. La casa es un caldero, lo cual se agradece en estos días tan fríos, una
estufa a tope consigue el clima tropical, el resto lo hace el olor del palo santo y un entorno barroco: no dejó ni
un hueco sin adornos, tapices, murales. En su estudio tampoco hay paredes a la vista. En la era del mp3, están
cubiertas de cds, clasificados según géneros y nacionalidades. Por supuesto, hay un sector muy importante
dedicado a cantautoras latinoamericanas. Apasionada por esa música que hace del compromiso parte de su
belleza, no por casualidad fue la primera por estas tierras en entrevistar a Silvio Rodríguez y Pablo Milanés,
hace 30 años, en el primer encuentro de trovadores cubanos.
Tiene una voz llena de matices pero no sólo los que se logran a base de técnica, es la memoria que le ha
dejado huellas. Liliana –además de la locutora oficial de los actos de las Madres de Plaza de Mayo y de este
diario, y de ser reconocida por sus más de cuarenta años de carrera– sostiene más de una identidad.
Si te ruego que te definas, ¿qué me decís?
–Soy feminista, soy una persona de izquierda, soy una lesbiana que vive a pleno sus deseos. Esos son los
pilares desde donde hago mi periodismo radial y mis elecciones poéticas
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¿Qué lugar ocupa el machismo en tus pesadillas?
–Sé que sigue siendo necesario dar pelea, incluso en los lugares que se presentan como progres. Mujeres
Creando encontró una síntesis perfecta con aquel “test de machismo de izquierda”. En mi caso tengo la suerte
y la alegría de que mi trabajo esté relacionado con mis pasiones, con lo creativo. Soy feminista en el lugar
donde esté. En este momento se dio que en Radio Nacional somos cuatro brujas (en Sonidos agitadóricos),
aprovechamos para poner dedos en la llaga siempre que podemos.
La lengua afilada
Periodistas y amigas consultadxs para esta nota han decidio otorgarle el título de Matria Lésbica
Comunicacional. Liliana habló del amor entre mujeres o de la persecución policial contra las travestis cuando
poca gente osaba mencionar la diversidad en circuitos mainstream y en períodos en los que una mujer en los
medios no tenía muchas más opciones que la de dar datos del tiempo. Si es una discutidora implacable, eso no
le quita el ritmo, sus compañeras de ruta la describen como la que iba cantando camino a los Encuentros de
Mujeres en micros destruidos o a dedo en camión con acoplado. Es la que baila, hasta sentada, en las peñas,
en el colectivo, al aire, en los actos, rompiendo con la sobriedad del activismo ceremonial. Con música y
poesía ha logrado darle a la coyuntura otra dimensión, otro espesor. Ha recuperado a tortas históricas como
Marta Ferro o Ilse Fuskova, desde la creación y no desde la tragedia.
El lenguaje, los modos de nombrar parecen ser una de tus grandes preocupaciones. Incluso no parecés tenerle
mucho miedo a la gramática.
–Yo trato de intervenir en el lenguaje. Por ejemplo, la gráfica encontró el asterisco para ampliar el género de
las palabras, yo en el lenguaje oral ensayo fórmulas como el nosotroas, el nosotres. Me sorprendí en Chiapas
con inmensa alegría cuando, hace un par de años, en un Festival de la Digna Rabia de los y las zapatistas
escuché al Subcomandante Marcos marcar desde el altavoz en sus discursos el “nosotroas”.
No es nada fácil tu propuesta de trabajo en un mundo tan inconscientemente machista... ¿Sos peleadora?
–Soy una persona con mucho humor, pero estoy muy fogueada a la hora de discutirlo todo, y no porque me
interese estar llevando la contra (¡bueno, un poco sí!). Más bien porque es hora de empezar a preguntarnos
por qué el humor callejero y mediático tiene una raíz tan pero tan misógina y homo-lesbo-transfóbica. Esas
para mí son batallas para dar todos los días. Y a algunas personas les choca porque para ellas cuestionar entra
en el terreno de “pelear”; yo no discuto para agredir, discuto para que sigamos pensando. Y así es como no
dejo pasar muchas cosas que otros sí. A la vez discuto conmigo: las feministas constantemente nos
encontramos con elementos para revisar (nos).
¿Creés que las discusiones y el trabajo de mujeres feministas ha conseguido algun cambio en los medios?
–Las compañeras feministas periodistas se han juntado para pensar, por ejemplo, cuál sería la palabra correcta
para comunicar ciertos temas y sí, esos encuentros dieron sus frutos. Reconozco todo eso pero también veo
que a la tele no la puedo prender. Es insoportable. Si me quedo en mis círculos, me meto un poco en un frasco
y puedo llegar a creer que ha habido un florecimiento de la conciencia de género en el periodismo. Si miro un
poquito por afuera, me quiero matar. Me gustó mucho un artículo que escribió Andrea D’Atri sobre una
publicidad de un analgésico: una mujer que tiene mal humor y un grupo de varones que le cantan una canción
muy pegadiza que dice “será porque le vino”. Y en el artículo escarba: la cara de mufa no es “porque le vino”
es por las cosas que las mujeres hemos aprendido a tragar a diario en silencio. Andrea imagina que esta mujer
de la publicidad a lo largo del día ha tenido que aguantar a un jefe que le dice “acá no te pagamos para
pensar”, que la apoyen viajando como ganado en el colectivo, llegar a su casa y que el marido esté mirando el
partido como un energúmeno sin prestar atención al hijo de ambos, entre otras delicias. Faltan quienes puedan
dar una mirada crítica desde una publicidad hasta las relaciones con los compañeros de laburo.
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¿Y cómo solés responder vos al humor misógino en el trabajo?
–En una oportunidad llegué un poco tarde a la radio cuando hacíamos Marca de radio. Los oyentes tenían que
adivinar no sé qué cosa y había premios. Justo entro y Eduardo dice: “Les regalamos una noche con la
Daunes”. Y digo: “No me parece”. Me responden: “Es un chiste”. No me causaba gracia. Empezó una
discusión. Y se pasó a otro tema. No lo viví con incomodidad porque para mí discutir es un ejercicio. La gente
lo vivió mal, empezaron a llamar para pedir que no me fuera del programa. Eso es la lucha diaria. En otras
épocas algunos compañeros, cuando yo presentaba a Fulanita de tal como “abogada feminista” o “socióloga
feminista”, me decían que el agregado espantaba a la gente. Justamente, para ir más allá del puro espanto, yo
lo que quería era que se empezara a saber el porqué de ser feminista. ¿No es curioso? El feminismo es una de
las filosofías políticas más denostada de la historia por personas, que en la mayoría de los casos no han leído
ni solo libro sobre el tema.
De La Pampa con amor
Una vez escuché decir que encontraste a tu primer amor en un cementerio...
–De la Pampa vine a vivir a Buenos Aires hace ya 40 años. Llego aquí después de haber pasado una
adolescencia con muchas fantasías y con mucho trabajo creativo en el que si bien estaban claras estas
diferentes identidades, todavía no podía hacerme cargo de ellas completamente. En General Pico, La Pampa,
tenía y tengo un amigo que es un poeta y escritor, Juan José Sena. Con él nos reuníamos en su casa a escribir
poesía y delirar. Teníamos una gran impronta romántica. Ibamos al cementerio de noche a vivir la
experiencia, meditar con velas, con él y otro par de amigas, entre ellas, Gloria. Pero no ejercí corporalmente
mi sexualidad hasta que me vine a Buenos Aires.
¿Tampoco con Gloria?
–No, con ella tampoco. Era mi compañera del secundario. Yo estaba enamorada de ella. Nunca me dio bolilla
en lo concreto. Supongo que ni siquiera sabíamos bien lo que nos pasaba.
¿Fue la primera vez que te enamoraste?
–Sí. Pero si me remonto más atrás todavía, existió una bibliotecaria que me mostró libros, me hizo descubrir
autores. Yo no podía ponerlo en términos de atracción todavía. Ella sí sintió una atracción por mí, me lo hizo
saber y me dio una felicidad enorme que se enamorara de mí. Con ella, se llamaba Elena, no pasó nada pero
fue ése mi primer contacto con la seducción. Fue mi primer encuentro con la fantasía y con saber que ese
mundo del amor entre mujeres existía, que no era una locura mía, ni una locura de esta bibliotecaria. Una de
las primeras autoras que me recomendó fue Violette Leduc. Me abrió las puertas al amor por fuera de las
normas heterosexuales, a las que yo por supuesto por esos años no nombraba así. Pero sí sabía que ésas eran
las normas que dictaba la moral.
Más aún, en el pueblo chico
–Yo había nacido en una familia tipo. Mi viejo era agnóstico pero mi madre, católica. A mi hermano se le
daban las libertades de los varones y a mí mi mamá me hacía el lavado de cabeza. Viví algo que para mi
generación era moneda corriente: la doble vida. Naturalizada y por eso no la sentía tan dolorosa. Pero si te
ponés a pensar en mi historia y en la de mi generación, ves que no se podía vivir de otro modo que con el
dolor de la negación. Cuando me iba a lo de Juan José, a mi vieja le decía que iba a otro lado. Justamente Juan
José Sena era el puto del pueblo. Lo salvaba que era poeta entonces algunas personas lo respetaban. Lo
mismo con la separada del pueblo y así.
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Entonces, venir a Buenos Aires fue un despertar, también, lésbico
–Yo era una provinciana que llegaba a un lugar desconocido. Mi liberación lésbica, por llamarla de algún
modo, no fue inmediata. Los primeros que se acercaron para ofrecerme su amistad, su cariño y sus deseos
fueron hombres. Y ése fue un camino por el que comencé a andar. Durante bastantes años tuve parejas y
relaciones con varones. Además venía con informaciones atrasadas. Por ejemplo, tenía la dirección de un bar
de mujeres. Lo había leído en alguna revista. Quedaba por Once. No fui para entrar, fui para chusmear de
afuera. Pero cuando me acerqué, ya no estaba más. Me llevó mucho tiempo encontrarme con lesbianas que
vivieran sus deseos con bastante libertad. Y digo “bastante” porque obviamente no se vivía nunca de una
forma libre. La libertad solo se daba dentro de guetos.
Has hecho más de una vez tus cofradías, proyectos con amigas, por ejemplo, el restaurante Frida Kahlo...
–Durante mucho tiempo el circular por casas de amigas fue la principal actividad social. Hay amistades de esa
época que continúan. Con muchas hemos conocido primero la amistad, después el amor, el desamor y la
amistad otra vez. De todas maneras he sido una persona que no tiene grandes dramas con la despedida. En lo
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laboral he pasado de grupo en grupo. Yo hice teatro en una época y eso me acostumbró al encuentro y la
despedida. Siempre me gustó tener un pie adentro y otro afuera del gueto. La época en la que con algunas
amigas teníamos el restaurante Frida Kahlo fue fundamental para la circulación. Era un lugar “friendly”
mucho antes de que a alguien se le ocurriera usar esa palabra tan fea. Las amigas venían con sus parejas, pero
no éramos solo nosotras. Compartíamos la fiesta con libertad. No he sido de ir a los boliches pero sí de ir a
buscar a alguna a la puerta. Así que estuve siempre al tanto de los lugares que mi generación fue viendo
aparecer y que proponían encuentros diferentes de los de la calle. El amor en la historia de las lesbianas no
tiene tanto levante callejero sino más bien es puertas dentro.
En la nota que acompaña esta entrevista María Moreno dice que sabés cocinar en cubano, ¿cómo es eso?
–Porque tuve una novia cubana, Mayra. Con ella hacíamos fiestas caribeñas. Hacíamos una comida típica que
se llama “moros y cristianos”. Alguna que otra vez cocinamos en La Casa de las Lunas, donde pasé muchas
noches de alegría y seducción colectiva. En La Casa de las Lunas también hemos hecho con Mayra recitales
de música y poesía cargados de erotismo lésbico, allá por los ’90. Tomábamos textos de Diana Bellesi, entre
otras grandes.
¿Y tu primera historia de amor correspondido?
–Hace muchos años. Yo trabajaba en Radio Rivadavia. Compraba el diario en la esquina de Santa Fe y
Pueyrredón, por ahí cerca. Un día salgo de la radio, voy al kiosco y cruzo la mirada con una mujer que estaba
ahí. No hablamos. Sigo. Me subo a mi auto, vuelvo a mi casa en Caballito y empiezo a sospechar que me
siguió. Me metí en mi casa, pero me dio mucha curiosidad y enseguida salí a ver. Voy al auto estacionado y
veo que me había dejado una cartita con su teléfono. Respondí y nos empezamos a encontrar y armar nuestra
historia. Qué paradójico: recién decía que para nosotras las historias no se dan tanto en la calle y mi primera
historia fue un levante callejero. Y duró buen tiempo. Fue un tipo de historia particular, más intro. Luego
vinieron otras experiencias de relaciones de otro tipo: compartir amigas, vacaciones, quintas.
¿Cómo percibís hoy el gran tema de la visibilidad?
–La doble vida marcó los deseos corporales de las de mi generación, obviamente no sólo a nosotras, pero veo
que entre las chicas jóvenes ya no es así. Yo empecé a participar de las marchas del orgullo como feminista,
no como lesbiana. En esa época se hacían los 28 de junio. Con mucho frío y oscuridad, después de las 7 de la
tarde. Unas marchas pequeñitas. Me encontraba con amigas feministas. Muchas de ellas, lesbianas como yo.
Pero nos habíamos apropiado del orgullo en esa época. Fue importante que la celebración se pasara a un día
en el que pudiese participar más gente. Parece una pavada pero que haga calor es importante. Recordemos que
muchas personas antes participaban con máscaras. De ahí hasta ahora ha habido un empuje muy grande. En
este último tiempo hay una militancia más profunda. Una decisión de dejar constancia, de tratar de producir
pensamiento lésbico desde nuestra región, desde el sur.
En el este mapa de avances parece una incoherencia que el aborto legal siga pendiente. ¿Cuánto de
responsabilidad le cabe a la militancia feminista?
–Se escucha eso de que el movimiento feminista tiene que aprender de las estrategias lgbt. Es más complejo.
Todos aprendemos de todos. El movimiento lgbt aprendió mucho del feminismo. Al haberse aprobado una ley
como la de identidad de género, era de cajón que se tendría que haber aprobado el aborto. Estamos hablando
de la posibilidad de decidir sobre mi cuerpo. ¿Por qué las mujeres no podemos gozar de ella? ¿Será que está
mucho más internalizada nuestra subordinación? Somos un grupo mayoritario atravesadísimo por esta cultura.
Son muchas las mujeres con subjetividades machistas. A esto hay que sumarle el juego de corporaciones. No
está sólo la cuestión moral, hay una cuestión económica desde los laboratorios a lo
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-3505-2014-07-07.html
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Gallina- Cartón de horax
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México no es tan laxo con los centroamericanos como acusa EU
Las cifras oficiales indican que no hay mucha diferencia en deportaciones; pese a la diferencia de recursos,
ambos países mantienen maquinarias tan similares como duras.
(AP)
REPORTAJE POR VÍCTOR HUGO MICHEL07/07/2014 01:24 AM
Frontera Sur
A diario, el gobierno mexicano expulsa a 252 indocumentados de Centroamérica, más que las autoridades
estadunidenses. Cada hora, 10 hondureños, salvadoreños y guatemaltecos son deportados del país.
Pese a que en el discurso distintos presidentes mexicanos han expresado un rotundo rechazo a cerrar la
frontera sur —aludiendo que no se hará el “trabajo sucio” de Washington—, en la realidad el Instituto
Nacional de Migración ya es más eficiente que la Patrulla Fronteriza estadunidense en la tarea de expulsar a
indocumentados. La rebasa en número de deportaciones.
En los últimos ocho años autoridades migratorias mexicanas han localizado, detenido y deportado a 827 mil
centroamericanos. Son 103 mil más que Estados Unidos en el mismo periodo, según se desprende de cifras
oficiales contenidas en los anuarios estadísticos del Instituto Nacional de Migración (INM) y el Departamento
de Seguridad Interna estadunidense (DHS).
Ante la crisis migratoria en la frontera norte derivada de la llegada de miles de niños indocumentados
provenientes de Centroamérica, en Washington y otras partes de EU se han multiplicado las acusaciones y
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recriminaciones contra el gobierno de México sobre dar paso franco a la migración ilegal. Las más recurrentes
apuntan a que no se “vigila adecuadamente” la frontera sur o que Chiapas es una puerta abierta que puede y
debe ser cerrada.
“Una clave en esto es saber qué es lo que el gobierno de México puede hacer”, aseguró hace unas semanas el
secretario de Seguridad Interna, Jeh Johnson, al ser cuestionado sobre cómo se podría disminuir el flujo de
migrantes a Estados Unidos. Es un discurso que pone la responsabilidad de solventar la crisis en hombros de
la administración de Enrique Peña Nieto y al que se suma el de los sectores más duros de la política
estadunidense.
“(México) necesita una zanahoria y un palo”, recriminó el jueves pasado el gobernador de Texas, Rick Perry,
quien exigió al presidente Barack Obama “presionar” al gobierno de Peña Nieto para que cierre la frontera
con Guatemala.
Pero la realidad es que en México no se es tan laxo o solidario con los centroamericanos, como se acusa. Las
cifras oficiales indican que a nivel tierra no hay mucha diferencia con el vecino del norte y que, pese a la
diferencia de recursos de un lado y otro —el presupuesto estadunidense literalmente eclipsa al mexicano—,
ambos países mantienen maquinarias de deportación tan similares como duras.
Las cifras de aseguramientos y expulsiones del INM indican que para un centroamericano las posibilidades de
cruzar por territorio mexicano son tan o más difíciles como las de cruzar por Arizona, Texas o California:
desde 2006, cada día se ha deportado por Chiapas y Tabasco a 252 guatemaltecos, hondureños y
salvadoreños, una cifra histórica.
Si se analizan las cifras de 2008 a 2013, ICE y Migración mexicana han empatado tres veces en el número de
deportaciones. En otras tres ocasiones, las autoridades mexicanas han superado a las estadunidenses, que solo
han expulsado a más centroamericanos en 2013 y 2009. Con cifras actualizadas a mayo de 2014, el INM tenía
ya 43 mil expulsiones registradas y, de seguir a ese ritmo, llegaría a 90 mil para diciembre, su cifra más alta
en casi una década.
Para dimensionar el tamaño de las operaciones de deportación del gobierno mexicano, vale realizar un
comparativo: el número de expulsados desde 2006 equivale a tomar a toda la población de Chihuahua y
trasladarla a otra parte.
EL MURO SUREÑO
Mientras las deportaciones de centroamericanos continúan, el mayor celo migratorio del gobierno mexicano
en los últimos años también se ha reflejado en los bolsillos de sus áreas de seguridad fronteriza. El Instituto
Nacional de Migración se ha convertido en una de las dependencias más favorecidas en los últimos dos
sexenios: las administraciones de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto prácticamente han triplicado su
presupuesto.
Desde 2006, 14 mil 338 millones de pesos han sido asignados al instituto, que este año contó con el
presupuesto más elevado en su historia, 2 mil millones de pesos. Y si bien no se ha creado aún una Patrulla
Fronteriza en México —como ha sugerido varias veces Washington en el pasado—, el número de agentes
federales migratorios también se ha elevado. Hoy, el INM tiene 2 mil 430 oficiales dedicados a intercepción
de migrantes, la cifra más alta desde su creación, en 1993.
En lo que toca a la frontera sur, podrá no estar cerrada o haberse convertido en una copia mexicana de la
frontera policiaca que Estados Unidos ha creado al norte con grandes dispositivos tecnológicos dedicados a la
búsqueda de indocumentados. Pero el dinero ahí invertido indica que está en la misma ruta: cada vez se
destinan más recursos a dificultar el paso de centroamericanos por Chiapas.
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Como Washington ha hecho en poblaciones de California, Arizona y Texas en una franja cercana a 50
kilómetros de la frontera con México, el gobierno mexicano ha creado “puntos de control interno” migratorio
en distintos poblados fronterizos de Chiapas. Al manejar de Tapachula a Tuxtla Gutiérrez se ve ahora algo
muy similar a lo que se utiliza en EU: retenes diseñados para atrapar migrantes. Son al menos cuatro, de
acuerdo con documentos de la Secretaría de Hacienda en poder de este diario.
Estos retenes, conocidos extraoficialmente como “anillo sur”, han sido establecidos en puntos estratégicos en
carreteras cercanas a Guatemala que son fuertemente utilizadas por migrantes en ruta al norte. Hasta ahora
operan en las comunidades de La Trinitaria, en la carretera federal 190; Palenque, en la carretera 199; Huixtla,
en la 200; y Catazajá, en la 186.
No solo eso. Este año, el gobierno federal decidió reactivar un viejo proyecto calderonista y reasignó recursos
a la compra de terrenos en Chiapas para la construcción de nuevas bases migratorias a un costo de mil
millones de pesos. Para cuando ese proyecto termine —tan pronto como 2015— el gobierno federal tendrá 14
nuevas oficinas del INM en la frontera sur.
Y contará con una mayor capacidad de detención de migrantes.
BORDER PATROL MEXICANA, EN ANÁLISIS
Washington quiere una Patrulla Fronteriza en México. Y el equipo de Enrique Peña Nieto está considerando
la idea de crear una. Al menos eso es lo que se desprende de un cable confidencial de la embajada de Estados
Unidos, enviado en diciembre de 2012 a la entonces secretaria de Seguridad Interna, Janet Napolitano.
El cable está fechado el 10 de diciembre, apenas una semana después de la toma de posesión de Peña Nieto y
busca informar a Napolitano de los pormenores que encontraría en México cuando acudiera, a mediados de
ese mes, a un encuentro con el Presidente y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
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“Durante la campaña, el equipo de EPN y EPN tocaron varias veces el tema de la frontera sur con Guatemala
y Belice como un área a la que se le quisiera enfocar más recursos y cooperar con Estados Unidos”, indica la
comunicación diplomática, obtenida por MILENIO vía la ley de transparencia de EU.
“La nueva administración está considerando formas de fortalecer la frontera sur, incluida la posibilidad de
crear una patrulla fronteriza o utilizar la Gendarmería parta monitorear la región”, se revela. La embajada
pidió a Napolitano ser particularmente incisiva en el tema: “Tenemos la oportunidad en los próximos meses
para ayudar a la nueva administración a crear una estrategia comprensiva para la frontera sur.
http://www.milenio.com/politica/centroamericanos_migrantes-Frontera_sur_de_Mexico_0_331166884.html
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Se opone a los valores tradicionales de la familia: ministro
Censuran en Singapur libro infantil sobre pareja de pingüinos machos
AP
Periódico La Jornada
Domingo 13 de julio de 2014, p. 34
Singapur, 12 de julio.
Un libro infantil, entre otros, inspirado en la historia real de dos pingüinos machos que crían un polluelo
en el zoológico de Central Park de Nueva York ha sido declarado como inapropiado para las bibliotecas
públicas de Singapur, y el ministro de Información de la ciudad estado, Yaacob Ibrahim, dijo que apoya la
decisión de destruir todos los ejemplares y otros dos títulos.
La Junta Nacional de Bibliotecas, que administra 26 unidades públicas en Singapur, lo retiró de los
anaqueles y aseguró que reducirá a pulpa todos los ejemplares de tres títulos, debido a quejas de que se opone
a los valores familiares del país.
Los libros son And Tango Makes Three, que trata acerca de una pareja de pingüinos machos en el
zoológico; The White Swan Express: A Story About Adoption, sobre una pareja lesbiana, yWho’s In My
Family: All About Our Families.
Normas aceptadas por mayoría abrumadora
Las normas vigentes, aceptadas por la abrumadora mayoría de los singapurenses, requieren enseñar a los
niños sobre las familias convencionales, no sobre las alternativas, no tradicionales, que es el tema de los libros
en cuestión, dijo Yaacob Ibrahim.
“Las sociedades nunca son estáticas, cambian con el tiempo –añadió–, pero la tarea de la Junta Nacional
de Bibliotecas es reflejar las normas sociales vigentes, no cuestionarlas ni tratar de cambiarlas.”
Ante tal decisión, se lanzaron una petición y una carta abierta a través de Internet, la cual ha recolectado
miles de firmas.
Algunos promueven un boicot de las bibliotecas y las actividades que organizan.
http://www.jornada.unam.mx/2014/07/13/sociedad/034n2soc
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Lo que traen, lo que encuentran
Poco menos de 200 mil mujeres que han migrado desde Bolivia, la gran mayoría de zonas rurales, viven,
sueñan, trabajan y educan a sus hijos e hijas en este país y el transcurrir de su día a día hace visibles barreras
que ponen en jaque aquello de la patria grande que tanto se repite. Aunque para la ley argentina la migración
es un derecho humano que debe ser garantizado, trabajos precarios, segregación, falta de acceso a la atención
de la salud es lo que suelen encontrar y que se potencia con prejuicios arraigados desde sus orígenes sobre los
roles de género.
Por Roxana Sandá
El barrio de Liniers es un hervidero. Mary, la verdulera boliviana que durante treinta años atendió en su local
de Tonelero y Leguizamón, se fue, sin más. De la noche a la mañana, la querida Mary, mujer grande, madre y
abuela que cuidaba con esmero y papel film los cerdos y elefantes de yeso que custodiaban la verdulería,
decidió levantar campamento y volver a su país. Dejó el puesto, se llevó al marido, un hombre menudo que
hacía el reparto en bicicleta para talles más holgados, y se volvió al lugar de donde nunca quiso irse y al que
volvía cada fin de semana largo. Su partida no fue inesperada, más bien shockeante, porque con los años la
amabilidad que le coloreaba el tono se había ganado el cariño de un barrio que no se caracteriza por la
inclusión fervorosa. Sonriente pero casi siempre reservada, una tarde próxima al adiós dijo frente a una cola
de vecinas que “este país es lindo pero exigido. Y nosotras somos las que cargamos con todo”. No se refería a
sus contemporáneas argentas. Mary regaló un último piropo a las que se quedaban, las que hoy son mayoría
de su comunidad, unas 173.779 frente a 171.493 varones, según el último censo nacional. La Ley de
Migraciones 25.871, de 2004, creó accesos donde no había y les reconoció su carácter migrante como un
derecho humano que debe ser garantizado. Aun así, la realidad sigue entrampándolas en barreras
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comunicacionales, prejuicios locales, segregación, trabajos precarios, embarazos no deseados, el
resquebrajamiento de la salud y la violencia intrafamiliar.
–Ojo, que no somos víctimas. Nosotras no nos victimizamos ante nadie. Pero entiendo que para las mujeres es
durísimo reanudar una vida lejos de sus pueblos, en ciudades tan grandes, y que todavía nos maltraten.
Muchas dicen que para hacer trámites los mandan a los maridos, porque hablan más fuerte. Yo sé que si viene
un inglés con el castellano mal pronunciado van a tratar de entenderle; si viene una quechua o una aimara, no;
porque hay una minoría que nos sigue mirando desde la vereda de enfrente.
Emiliana Mamani habla con voz firme, no tanto como para ganarle al ruido de Nazca y Bogotá, que entra a
bocanadas en un bar enorme de la comunidad, donde es más fácil imaginarse fiestas de cumpleaños o
celebraciones familiares que entender la presencia de Jorge Rial en un televisor con mostrador de fondo.
Migrante boliviana con casi treinta años de residencia en Buenos Aires, es una de las fundadoras de
Q’Amasan Warmi, una organización que asiste a las mujeres de su país en el área metropolitana, aunque
descrea de las categorías. “Trabajo desde los 18 años y siempre hice acompañamiento de mujeres migrantes.
Pero no me gusta el estatus de organización; decir grupo de mujeres es más acogedor para mí. Hacemos
acompañamiento en violencia. Pueden necesitar algo en algún hospital, reclamar por la discriminación de
algún hijo en una escuela o en algún sitio público. Necesitan de esa contención porque ya arrastran diferencias
culturales desde Bolivia. Cerca del 70 por ciento de las que migramos a la Argentina venimos de zonas
rurales, muy pocas venimos de la ciudad. La gente de la colectividad que llega aquí no consigue trabajo en
nuestro país, tiene serios problemas económicos y dificultades para expresarse, entonces no son bien
atendidas en los lugares públicos. Conozco casos de mujeres bolivianas embarazadas que han ido a atenderse
al hospital y en la consulta les preguntan si se bañaron. Frente al maltrato, muchas no vuelven y prefieren
llegar a las últimas consecuencias con una enfermedad antes que recurrir a un hospital. Ahora está cambiando
la situación, pero sólo un poco: el Vélez Sársfield no cambia ni ahí, el Santojanni más o menos, y el Alvarez
se va encaminando. Muy despacio.”
La cadena del desánimo
La norma que rige la atención sanitaria en la Argentina es clara. La Ley de Migraciones precisa el derecho
irrestricto a la atención a la salud de la inmigración, con independencia de su realidad migratoria. El artículo 8
advierte que “no podrá negárseles o restringírseles en ningún caso el acceso al derecho a la salud, la asistencia
social o atención sanitaria a todos los extranjeros que lo requieran, cualquiera sea su situación migratoria”.
Diez años después de sancionada, la aplicación sigue atada a los prejuicios o el desánimo de los efectores de
salud y/o del personal administrativo. “Iniciamos un relevamiento sobre salud sexual y reproductiva,
repartimos folletería y hablamos en lugares donde se reúne la colectividad para concientizar y para que las
mujeres se empoderen. También vamos haciendo un camino de sensibilización con personal que trabaja en los
hospitales a través de talleres, y para que respeten la ley. Con el tiempo tendrán que aceptar que la gente
boliviana es de hablar suavito, pero eso no quiere decir sumisa”. Es inevitable pensar en el camino que habrá
recorrido Reina Torres antes de embarcarse en estos proyectos, que incluyeron participar en un relevamiento
sobre el acceso a derechos de las personas migrantes de la provincia de Buenos Aires, bajo la coordinación
del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur (Ippdh). Reina trabajó desde la
Universidad de Lanús, dirigida por Lilia Camacho. Hoy cursa una tecnicatura en Economía Social y Solidaria
en la Universidad de Quilmes, por inquieta e insumisa. Es la cuñada de Marcelina Meneses, una mujer
migrante a la que arrojaron junto con su bebé desde un tren a las vías del ferrocarril, en 2001. Ambos
fallecieron tras la caída, nunca se identificó a los culpables y la empresa ferroviaria tardó mucho tiempo en
hacerse cargo de la responsabilidad que le tocó en el hecho.
–Lo de Marcelina fue determinante en lo personal y en la caracterización que más tarde hice de la situación de
las mujeres bolivianas en procesos migratorios, sus falencias, la precarización. Después, la investigación del
Ippdh me abrió un panorama amplio, donde es evidente la feminización del movimiento, con mujeres en
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edades reproductivas de entre 15 y 49 años, y una tasa alta de fecundidad, que responde a maternidades
planificadas o a una demanda relativa de métodos anticonceptivos.
¿Por desconocimiento?
–En muchos casos sí. Pero esa demanda por anticoncepción también tiene que ver con particularidades
vinculadas a la cultura y a una relación entre géneros.
“Salud y migración internacional: mujeres bolivianas en la Argentina”, una investigación de la socióloga
Marcela Cerrutti que forma parte de un proyecto encabezado por el Fondo de Población de Naciones Unidas
(Unfpa), destaca, “por un lado, que el valor fundamental asociado a la feminidad es la función reproductiva;
por el otro, que las mujeres tienen un escaso poder de autodeterminación”. Médicas y médicos encuestados
para este trabajo en la ciudad de Buenos Aires y en Jujuy señalaron “las dificultades profundas con las que se
encuentran los programas de salud reproductiva y procreación responsable a la hora de intentar ‘empoderar’ a
las mujeres para que tengan mayor control y autonomía sobre sus propios cuerpos. Pero aunque es una tarea
muy difícil debido a que puede trastrocar relaciones de género ancestrales, en algunos casos logran con éxito
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que la mujer pueda llevar a cabo su propia decisión”. Lo confirma el relato de una médica: “La semana
pasada hicimos una ligadura tubaria en una paciente que tenía 11 hijos a los 34 años, y cuando le planteamos
la posibilidad de ligarle las trompas ella me respondió que iba a hablar con su marido y después me iba a
decir. Habló y dice que le dijo: ‘¡Estás loca!’. Entonces le digo: ‘Bueno, esto puede hacerse en cualquier
momento’, y después la paciente volvió a decirme: ‘Yo me voy a ligar las trompas igual porque no quiero
tener más hijos’”.
Reina avala esa versión y agrega que las mujeres deciden, pero a veces priorizan el trabajo, relegan la propia
salud y se atienden “cuando no dan más. En el hospital de oncología Marie Curie, la mayoría de las mujeres
de la comunidad boliviana van cuando el cáncer está muy avanzado. El maltrato hospitalario las desalienta o
las atemoriza, y encima desconocen la nueva ley, ignoran que no deben exigirles un documento de identidad
para ser atendidas”. En el mismo universo, la historia de los partos ocupa un sitio descolocado, que supera los
cánones profesionales. En su texto, Cerrutti se mete en la entrañas de la previa a parir en un hospital porteño.
“Nosotros somos de muy poco hablar, pero conocemos nuestro cuerpo. No es que pienso que voy a parir con
dolor, entonces digo ‘háganme la cesárea porque este dolorcito no lo quiero’. Nosotros somos del otro lado:
parir con dolor tiene un significado muy grande, es el binomio, que está muy junto, muy intrínseco entre
madre e hijo. El parto natural es algo normal, que se tiene que dar porque se tiene que dar así, es parte de la
naturaleza.” Y se arman estrategias: “Cuando ya estás por parir y te pasan el Pervinox y te dicen ‘te vamos a
hacer un tajito’, nosotras decimos ‘bueno, sí, sí, doctora’, no decimos nada, vamos y parimos en el baño,
como sabemos, una mano sostenida, una mano al bebé y parimos. Y bueno, eso también está tildado como
‘uy, estas bolivianas son animales, van y tienen sus bebés en el baño’.”
En la piel de todas
La psicóloga Kathya Díaz y la abogada Ivon Zárate son amigas y cómplices. Se prometieron, casi sin
necesidad de mencionarlo, que nunca perderán su identidad de sangre para sostener con la misma rebeldía a
otras que, como ellas, quieren hacer suya la ciudad. Son tan jóvenes que cuesta creerles los títulos y los
buenos tumbos dados a los 22, 23 años que tienen ambas.
En la organización Yanapacuna, que conduce la abogada Zulema Montero –una lideresa con profunda
trayectoria jurídica y reconocida militante de la Asamblea por los Derechos Humanos, en Bolivia–, brindan
asistencia a mujeres y adolescentes víctimas de trata laboral y violencia doméstica, “para sacarles el estigma
de la triple victimización por mujeres, explotadas y migrantes”. Se suman las persecuciones policiales o, por
la contraria, la negativa a tomarles las denuncias. “Más que comprensión, necesitan aceptación”, remarca
Díaz. “Me pongo en la piel de muchas mujeres de otras nacionalidades, como las paraguayas o las peruanas,
determinadas a ciertos usos o trabajos, y no les permiten salir de eso. La discriminación es laboral, social y
emocional, porque se genera una violencia psicológica que vulnera más y genera situaciones bastante
complejas.”
Zárate reconoce que el peligro duerme en las decisiones que toman las más jóvenes. “Tienden a
desidentificarse, a ser maleables. Son más vulnerables a cualquier situación. En la secundaria, las
adolescentes tratan de mimetizarse con el resto para que las acepten. Muchas reniegan de su nacionalidad por
evitar un maltrato o para que no las discriminen. Pero no les va a resultar porque siguen siendo bolivianas. En
esa grieta, cualquier adolescente quedará atrapado en trabajos precarios por costumbre.” Emiliana precisa que
las chicas sólo consiguen puestos de empleadas domésticas o en talleres textiles, mientras que los varones
suelen trabajar como albañiles. “Malgastan en bailes, en lugares donde toman mucha cerveza. Están aquí
solos, sin familias que los contengan. Pasan dos o tres años, no juntaron nada, forman parejas y tienen hijos.”
Gilda es uno de los casos extremos. Cumplió los 17 cuando trabajaba en un taller de costura y era evidente
que le hacía honor a la edad en cada risa tentada. “Pero los hombres no lo ven así. Dicen ‘esa chica está
coqueteando, me está molestando’. Se la agarró el dueño, como les pasó a tantas otras: abusan de ellas y ellas
acceden a ese abuso porque ven que el tipo tiene casa y auto. Después aparecen con niños, se dejan llevar por
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promesas falsas. Es muy difícil salir del abuso, sobre todo cuando lo consideran normal. Por ahí vienen de
padres que han golpeado a las mamás, y piensan que ellas también deben vivir la vida que vivió su madre.”
Kathia Díaz vincula esa naturalización con un factor ancestral, “abigarrado en nuestra cultura boliviana, que
es conservadora, patriarcal y machista. La identidad de la mujer gira en torno de esas cuestiones. Hay una
tendencia a la sumisión, al maltrato corporalizado”. Los últimos indicadores del Instituto Nacional de
Estadística de ese país y del viceministerio de Igualdad de Oportunidades señalan que nueve de cada diez
mujeres sufren violencia intrafamiliar. A escala nacional, el 87 por ciento de las mujeres sufre algún tipo de
violencia.
La celebración de la Pachamama el 1° de agosto, en la waka de Parque Avellaneda, es un encuentro simbólico
de los pueblos originarios, donde se “siembra para cosechar respeto y estima por el buen vivir”. Allí manda el
matriarcado desde las manos de las mujeres; van fundiendo en la tierra las flores con aguardiente, los humos
del carbón que todo lo quema para volver a empezar. “Hay un sentido común en todo esto, y es pensar cómo
he vivido y cómo quiero que vivan mis hijxs –observa Emiliana–. Es una cuestión de alegría identitaria que
replicamos en cada ceremonia. Fijate vos, las mujeres estamos en el medio de todo eso, y no es casual, porque
la contracara de arrastrar con la carga más pesada es nuestra esencia de sostenedoras. Qué duda cabe, el futuro
es mujer.”
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8975-2014-07-13.html
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Niños y mujeres primero
JORGE DURAND
E
l barco se hunde. ¡Sálvese quien pueda! Hay que abandonar el país. Centroamérica hace agua por todos lados.
Y un grito desesperado llega a las puertas de Estados Unidos: ¡aquí estamos, abandonados a nuestra suerte!
Después de pasar por guerras, terremotos, huracanes y ahora una violencia extrema y despiadada, no queda
otra alternativa que huir.
La peor de la violencias es la que se ensaña con el vecino, con el pobre, con el que tiene algo, con el que
pudo montar un pequeño negocio, con la señora que recibe remesas, con el que tiene la gracia de practicar un
oficio digno, de tener un taller, un coche, un camión.
Algo de eso vivimos en Michoacán y otros estados, donde el derecho de piso, la extorsión y el secuestro
acabaron con lo poco que había de comercio, negocios y empresas generadoras de empleo. El derecho de piso
y la extorsión es un misil en la línea de flotación, en la estructura de sobrevivencia de una sociedad.
La situación en Centroamérica es insostenible, como se comprueba en el diario de campo de Heriberto
Vega Villaseñor, quien ha entrevistado a migrantes en tránsito en la casa de migrantes de Saltillo: La mujer
estaba con su hijo, de 16 años, que tuvo cuando ella tenía también 16. Vivía con su pareja en Honduras pero
tuvieron que salir de urgencia por el crimen organizado. Su hijo fue de alguna manera asediado por los
maleantes y un día llegaron por él unos encapuchados, golpearon la puerta buscando al muchacho y ella le
dijo a su pareja que se escondiera pues a él no lo conocían. Cuando salió, la insultaron y le dijeron que iban a
volver por el muchacho. Entonces ella, en lo que ellos se fueron, corrió hacia donde estaba su hijo, le pidió
que saliera (estaba en un cibercafé) y se escondieron y ya prácticamente no regresaron a su casa, se fueron
con una tía y ya de ahí se vinieron poco a poco hacia México, con la intención de ir a Estados Unidos.
A la pregunta de si piensan volver a su tierra dicen: “que ya no hay manera de regresar, que ya ellos
salieron y no pueden regresar porque el problema es la extorsión que hacen las maras, no por tener un
negocio, sino sólo por el hecho de vivir en un lugar, lo justifican como el impuesto de guerra y les cobran
unas 600 lempiras a la semana, y con los salarios que se tienen, pues no alcanza”.
Alexis “trabaja en la construcción, donde ganaba entre 350 y 400 lempiras diarias y también en un
mototaxi, del que obtenía 500 lempiras diarias (cuando trabajaba), pero tenía que pagar una tarifa de 400
lempiras semanales a lasmaras. Está casado y tiene dos hijos, sólo terminó la primaria. Señala que la situación
como está no da para el sustento; por eso, afirma, ‘voy a buscar un futuro’”.
La extorsión del pobre es algo que sucede también en México. En otra entrevista una migrante
embarazada narra el suceso que le causó mayor indignación:fueron asaltados en Saltillo por un policía federal
que les quitó los últimos 200 pesos que traían, dice que él vio que estaba embarazada y, sin embargo, no se
inmutó. Otro hondureño de 37 años dice que los problemas que ha tenido fueron con la policía en Matías
Romero y en el DF, dice que se disfrazan de taxistas y luego dicen que son judiciales y les cobran 500 pesos.
Un joven nicaragüense narra que “le tocó ver el asesinato artero de tres guatemaltecos en el tren, por
parte de jóvenes maras y mexicanos, que forman parte del crimen organizado. Éstos para amedrentar a los
demás les dispararon enfrente de ellos a dos en la cabeza y a otro en el corazón, que fueron cayendo poco a
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poco del tren, pues iban en una góndola vacía, y se fueron resbalando los cuerpos; ya con eso, todos sacaron
el dinero que traían y lo entregaron”.
En este contexto llegar a la frontera es un alivio, no sólo por haber podido huir con vida de su país, sino
por haber sobrevivido al paso por México. Ahora le toca resolver a Estados Unidos lo que no quiso resolver
en su patio trasero. Las guerras en Centroamérica fueron el último coletazo de la guerra fría y el resultado
directo de una defensa a ultranza de dictadores y juntas militares.
Y en este escenario geopolítico global Honduras fue el aliado y protegido de Estados Unidos. Fue la
punta de lanza para organizar la Contra, desestabilizar al gobierno sandinista y perpetuar la guerra civil.
Después de las guerras vienen los procesos de reconstrucción, así pasó en Europa, Japón, Corea. En
Centroamérica, una vez terminadas las guerra civiles en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, el principal
interesado en el conflicto se lavó las manos y abandonó la región a su suerte y a su destino. Estas son las
consecuencias.
Paradójicamente el país fallido de este escenario centroamericano es Honduras. Se puede entender que
Estados Unidos no haya apoyado a la Nicaragua de los sandinistas, pero Honduras podría haber sido, con
apoyo externo, un modelo de las supuestas ventajas del sistema capitalista en la región.
No obstante, la realidad es otra. Honduras no ha enfrentado ningún proceso de transformación, ni reforma
o modernización, sigue todavía en los tiempos de las repúblicas bananeras, con unas cuantas familias
terratenientes que controlan todo y se reparten los puestos del gobierno. El tímido intento reformista del
presidente Manuel Zelaya (2006-2009) terminó en golpe de Estado.
El problema de Honduras no es sólo pobreza y marginación, que no necesariamente generan migración.
Hay miles de millones de pobres en el mundo que no migran, que no pueden, ni quieren emigrar. En
Honduras se añaden problemas muy serios de corrupción, violencia, impunidad, desigualdad y carencia de
instituciones sólidas con personal calificado.
El flujo migratorio de Honduras no se va a detener. Incluso con un plan de desarrollo exitoso, el flujo se
incrementaría, como ha sido demostrado en muchos otros casos. Hay que buscar soluciones integrales a largo
y mediano plazo, no sólo económicas.
http://www.jornada.unam.mx/2014/07/13/politica/018a1pol
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Discriminación y acoso sexual contra las mujeres agentes
‘Se trata de una policía profundamente misógina y no se hace nada por cambiar la situación ni castigar a los
responsables; al contrario, quienes nos hemos atrevido a denunciar somos presionadas para desistirnos y
somos víctimas de un continuo hostigamiento’
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domingo, 13 de julio de 2014
GLORIA LETICIA DÍAZ
MÉXICO, DF (Apro).- Instructora en aplicación de juicios orales y en derechos humanos de la Policía
Federal (PF), Griselda Montero, abogada con maestría en derecho penal, está castigada: su pago quincenal se
redujo a 100 pesos. Pese a sus cinco años en la corporación y a su expediente limpio, no ha recibido
notificación oficial que justifique el que cada quincena le descuenten 7 mil 488.80 pesos.
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La única explicación, dice, es que se trata de represalias por su respaldo a sus colegas víctimas de acosos
laborales y sexuales, así como por denunciar abusos de autoridad, discriminación de género y el
hostigamiento que ella misma ha sufrido de sus mandos.
Egresada de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y certificada como agente de seguridad para líderes
nacionales por la embajada de Estados Unidos en México, desde 2010 Montero ha ido con varias de sus
compañeras a interponer quejas y denuncias penales ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH), la Fiscalía Especializada para los Delitos de Violencia contra la Mujer y Trata de Personas
(Fevimtra) y la Unidad de Asuntos Internos de la PF.
Montero ha denunciado los abusos a las mujeres dentro de la institución y ha enterado de ello al presidente
Enrique Peña Nieto; al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; al comisionado nacional de
Seguridad Pública, Monte Alejandro Rubido García, y a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos, por medio de cartas que Proceso pudo consultar.
POLICÍA MISÓGINA
"Se trata de una policía profundamente misógina y no se hace nada por cambiar la situación ni castigar a los
responsables; al contrario, quienes nos hemos atrevido a denunciar somos presionadas para desistirnos y
somos víctimas de un continuo hostigamiento", asegura en entrevista.
Griselda Montero y la policía Genoveva Ramírez, víctima de acoso sexual y quien la acompaña en el
encuentro con la reportera, revelan la existencia de un grupo de mujeres policías —la mayoría de ellas
adscritas al Agrupamiento Femenil de la Coordinación de Restablecimiento del Orden Público (CROP),
encabezado por Epigmenia Esperanza Galicia Carrillo— que dan servicios sexuales a mandos de la PF.
Ese grupo es conocido como "casa de muñecas" y acude a fiestas organizadas y pagadas por los mandos de la
PF, incluso hasta en el Centro de Mando (Contel) en Iztapalapa. "Quienes organizan las fiestas son los
mismos mandos, para quedar bien con sus superiores; Esperanza les da la materia prima: tiene un grupo de
chicas destinadas a dar esos servicios sexuales", explica Montero.
—¿Qué es lo que reciben a cambio? —se les pregunta.
—Sólo salir todos los días temprano para ir a su casa y estar con sus hijos, pero tienen que dar favores
sexuales y no obtienen nada extra, sólo la garantía de estar rélax —apunta Genoveva Ramírez.
Montero agrega que conoce el caso de una policía —cuyo nombre se reserva— quien tras acudir a una
convocatoria de la casa de muñecas fue ascendida para compensarla por el daño sufrido. "Lo que se sabe es
que fue violada tumultuariamente y quedó física y mentalmente muy mal; para que no denunciara le dieron
una jefatura de departamento".
‘JEFA CISNE’
"El 40% de las mujeres que conforman esta división (el Agrupamiento Femenil) son casadas o con una
relación y con hijos", se señala como contexto de una entrevista que el diario Excélsior le hizo a Galicia.
Esperanza Galicia fue policía capitalina 36 años antes de integrarse a la PF. En 1998 se le acusó de pertenecer
a un trío de jefes del Agrupamiento de Granaderos del Distrito Federal "formados en la práctica del entre y la
corrupción", según denuncias presentadas ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
Los otros dos señalados son Juan Pérez Pastrana y Francisco Cue Sarquís; los tres formaban parte del equipo
de quien fue secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas, Rodolfo Debernardi,
según una información publicada en La Jornada el 1 de junio de 1998.
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La nota agregaba que la queja contra quien entonces se hacía llamar "generala" y era jefa del Agrupamiento
de Granaderos de la delegación Venustiano Carranza, consistía en que destinaba "patrullas fijas durante cinco
horas a negocios particulares de los mercados de La Merced, Sonora y Jamaica" a cambio de una cuota.
Cuenta Genoveva Ramírez: "Si eres una mujer agraciada físicamente, como policía federal es lo peor que te
pudo ocurrir, pues no falta mando que se te acerque y te pida favores sexuales; si dices que no, te mandan al
peor lugar y te traen al pedo".
Ramírez interpuso denuncias por acoso sexual ante la CNDH, la Fevimtra y Asuntos Internos de la PF contra
el director de Seguridad y Protección, uno de los exescoltas de Genaro García Luna, Dither Federico Martínez
Godoy, por hechos ocurridos en marzo de 2013.
La mujer, alta, delgada y atractiva, se queja también del director general de Seguridad Física, Javier Santos
Plata Herrera, por proteger al agresor y tratar de intimidarla cuando denunció los abusos ante el coordinador
de Reacción y Alerta Inmediata, José Luis Enrique Cobián López.
QUEJAS AL AIRE
Griselda Montero ha acudido con por lo menos 15 compañeras a presentar quejas ante distintas instancias, y
sabe de otras y otros de sus colegas que lo han hecho individualmente. "Pero no pasa nada", lamenta.
El pasado 16 de junio, Proceso solicitó a la CNDH una relación de quejas presentadas por personal de la PF
contra sus mandos, de 2006 a la fecha. Hasta ahora no ha habido respuesta del organismo presidido por Raúl
Plascencia Villanueva.
En diciembre de 2012, una vez que Peña Nieto llegó a la Presidencia, Montero denunció en un texto dirigido
al presidente la situación de discriminación que viven las mujeres policías, unas 7 mil 800 de los 38 mil
agentes de la corporación.
Once meses después envió otra comunicación, a través de la Dirección General de Atención Ciudadana de la
Presidencia, para solicitarle a Peña Nieto una audiencia con el fin de "exponerle los demás casos de mujeres
integrantes de la Policía Federal las cuales hemos sido víctimas de violación a nuestros derechos
fundamentales, hostigamiento laboral, acoso sexual, abuso de autoridad, discriminación entre otros", así como
de las denuncias presentadas en diversas instancias, "sin que hasta el momento haya obtenido respuesta
alguna".
Tras recordar su anterior comunicación pidiendo la intervención presidencial, Montero acusa en el texto de
noviembre de 2013: "Derivado de esa solicitud, se me ha iniciado una investigación en la Policía Federal (…)
para tratar de conocer todos y cada uno de mis antecedentes, incluso tuve una entrevista con el inspector
general maestro David Ávalos Becerra, secretario particular del titular de la División de Fuerzas Federales de
la Policía Federal, comisario general Salvador Camacho Aguirre, en la cual se me preguntó por qué había
solicitado su apoyo, entre otros muchos puntos que se abordaron en esa reunión que, lejos de brindar un
apoyo, fue con la intención de intimidar por las acciones emprendidas".
Meses antes de enviar la carta a la oficina presidencial, Montero sufría el rigor del castigo por su
atrevimiento. En julio de 2013, por órdenes de Plata Herrera, se le relevó del equipo de custodia del secretario
de Educación, Emilio Chuayffet, y se le transfirió a la Primera Unidad de Reacción Inmediata, que forma
parte de la Dirección General de Reacción a la Operación.
100 PESOS QUINCENALES
En una carta enviada al secretario de Gobernación el 8 de abril de 2014, Montero narra algunos episodios de
humillación en su contra por parte de Martínez Godoy, Plata Herrera y el director de la Primera Unidad de
Reacción Inmediata, Rommel Dawe Santillanes.
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En diciembre de 2013, Dawe le negó una licencia ordinaria a la que tienen derecho los policías federales, la
cual Montero pidió para finiquitar los trámites de su titulación como maestra en derecho penal. En respuesta a
la petición, la incorporó al Operativo Sureste.
Montero no cejó en mantener vivas sus denuncias ante el comisario general Galindo Ceballos, quien
comisionó a la encargada nacional del Programa de Equidad de Género de la PF, Liliana González Canales,
para que la atendiera. "Liliana me dijo que me aguantara tantito. Me molesté y le recordé cuál era su
condición: es concubina de Galindo, tienen un hijo y en diciembre de 2012 interpuso una demanda en su
contra por pensión alimenticia".
En el texto enviado a Osorio Chong, Montero denuncia que el 12 de diciembre de 2013 acudió a la oficina del
responsable de la Unidad de Asuntos Internos de la PF, Edgardo Flores Campbell, con un grupo de
compañeras víctimas de acoso sexual y laboral.
Tras exponer sus quejas, el funcionario les respondió "que no le gustaban los chismes, que si lo que hacíamos
(denunciar) era para tratar de quitar a un mando, no lo iba a permitir".
Un día después de ese encuentro Montero fue transferida a la Coordinación del Sistema de Desarrollo Policial
y desde entonces recibe 100 pesos a la quincena. En el periodo de pago del 16 al 30 de junio de 2014 se le
depositaron sólo cinco pesos. "Me descontaron el día que acudí a Proceso a denunciar", apunta.
Sostiene que el comisario general de Fuerzas Federales, Salvador Camacho Aguirre, "ha dicho que las
mujeres no servimos para la policía, que no sabe qué hacemos ahí, y nos ha puesto a marchar durante horas
como prácticas de desfiles, a manera de castigo".
Recalca que las expresiones de los altos mandos para las mujeres son "puta o lesbiana, de ahí no nos bajan,
nos tratan como lo peor de la policía".
Paradójicamente, agrega, Galindo Ceballos se sumó a la campaña contra la violencia y todo tipo de
discriminación hacia las mujeres, impulsada por la ONU, y que cada 25 de noviembre se recuerda en el
mundo
http://www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2014/7/13/discriminacion-acoso-sexual-contra-mujeres-agentes-
444327.asp
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http://www.milenio.com/moneros/dia.html?date=2014-07-13&contentId=MILCRT20140713_0003
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Niños inocentes y oligarcas voraces
Guatemala, El Salvador y Honduras están cayendo en un círculo que conecta remesas con violencia
JOAQUÍN VILLALOBOS 12 JUL 2014 - 00:00 CEST
La prolongada crisis social y de seguridad de Guatemala, Honduras y El Salvador ya se convirtió en una
emergencia humanitaria sin precedentes. Decenas de miles de niños están huyendo al norte por una ruta de
3.000 kilómetros plagada de peligros. La causa fundamental de esta crisis reside en las economías brutalmente
extractivas que dominan a estos países. Seis millones de migrantes que constituyen el 12% de los
guatemaltecos, el 14% de los hondureños y casi el 40% de los salvadoreños viven en Estados Unidos. En los
últimos veinte años estos centroamericanos han enviado a sus países la fabulosa suma de ciento veinticuatro
mil millones de dólares en remesas. Exportar pobres se ha convertido en el más lucrativo negocio de los
oligarcas locales.
El debate sobre esta crisis se está colocando sobre las consecuencias y no sobre la causa. Se habla de las
responsabilidades de México por las amenazas en la ruta o del retraso en la Reforma Migratoria en Estados
Unidos e incluso del crimen organizado que genera la cocaína colombiana. El problema es que las remesas
han fortalecido el modelo extractivo creando una economía de consumo artificialmente financiada cuyas
ganancias van a parar a las familias dominantes de cada país. Al igual que la renta petrolera, que permite ser
rico con poco esfuerzo, la renta de las remesas está deformando las economías, acabando con los incentivos
para producir, multiplicando la riqueza de los oligarcas, creando una desigualdad de proporciones trágicas,
destruyendo familias y comunidades y generando violencia social y criminal a gran escala.
El Salvador importa alrededor de 8.500 millones de dólares anuales y la mitad de estas importaciones las paga
con remesas. Se multiplicaron los grandes centros comerciales, la agricultura fue abandonada, la economía
lleva veinte años sin crecer, el desempleo se volvió crónico, la población emigra masivamente,
los coyotes son el motor de la economía y las pandillas gobiernan los barrios pobres. Honduras y Guatemala
se han sumado a este modelo. Los ricos captan las remesas supliendo el consumo, sacan el dinero de sus
países y se transforman en empresarios regionales o globales.
Las familias pudientes de estos países tienen inversiones en la Florida, Panamá, República Dominicana,
Colombia, Nicaragua y Costa Rica. Sólo uno de ellos invirtió 250 millones de dólares en un complejo
turístico en República Dominicana. No hay razones objetivas para que los ricos de Guatemala, Honduras y El
Salvador inviertan en sus países y se esfuercen en reducir la emigración. Los peligros de la ruta y las
deportaciones masivas de emigrantes son para ellos riesgos de transportación y devolución de mercadería. Las
remesas los volvieron mucho más ricos que cuando eran sólo terratenientes.
De acuerdo con los datos de la consultora Wealth-X, en Guatemala, Honduras y El Salvador existen 610 ultra-
ricos que poseen 80.000 millones de dólares y éstos captan la mayor parte de los 12.000 millones de dólares
que cada año llegan de Estados Unidos. Frente a tanta riqueza de los oligarcas, lucen absurdos los 3.700
millones de dólares que el presidente Obama piensa utilizar para atender la emergencia.
Los ricos de esos países no invierten allí, se resisten a pagar impuestos y tienen su propia seguridad
Guatemala, El Salvador y Honduras están cayendo en un círculo vicioso que conecta las remesas con la
violencia. A más emigración, más remesas, a más remesas menos productividad, a menos productividad más
desempleo, a más desempleo más violencia y a más violencia más emigración. Las pandillas resultan de la
multiplicación exponencial de las familias disfuncionales y de la destrucción del tejido social familiar y
comunitario que deja la emigración. Las pandillas dominan barrios y comunidades afectando prácticamente
sólo a los pobres con extorsiones que pagan hasta los vendedores de periódicos. Conforme a datos de la
gremial de pequeños empresarios de El Salvador, el 90% de las microempresas pagan extorsión. En la capital
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de Honduras 1.600 pequeños comercios cerraron por la violencia sólo en el 2012. La emigración es una
violenta catástrofe social para los pobres y un gran negocio para los ricos.
A los ricos de los tres países no les importa la seguridad pública, ellos se protegen con seguridad privada, los
policías son mal pagados y pocos. En Guatemala se ha creado una ciudad privada para ricos llamada Paseo
Cayalá. Es un espacio de catorce hectáreas, cerrado por muros, que cuenta con todos los servicios en su
interior, creando un mundo alejado del crimen y la inseguridad. La seguridad privada en Guatemala cuenta
con 125.000 efectivos mientras la policía sólo son 22,000. Es al mismo tiempo el país de Latinoamérica
donde, en proporción a sus habitantes, se venden más vehículos blindados. Tiene registrados 406 aviones y
142 helicópteros de uso privado, una de las mayores flotas áreas en manos de particulares del continente.
Los ricos de Guatemala, Honduras y El Salvador se han vuelto totalmente insensibles a la realidad que les
rodea. Se protegen con sus propios guardias, pagan salarios de hambre, no invierten en sus países y se resisten
a pagar impuestos. Son fanáticos de la idea de Estados raquíticos a los cuales la inversión externa les resuelva
los problemas. Honduras creó en el 2011 un programa llamado Honduras abierta a los negocios que supone
regalar espacios del territorio a cambio de que otros se hagan cargo del país. A tres años de iniciado el
programa no han llegado inversionistas porque Honduras es el país más violento del mundo. Los empresarios
salvadoreños quieren ahora copiar este fracaso.
No se puede culpar a Estados Unidos, México o a la cocaína por esta crisis. ¿Por qué no hay niños
costarricenses, nicaragüenses y panameños huyendo al norte? Muy a pesar de que presentan problemas de
desigualdad la realidad es que la revolucionaria Nicaragua, la keynesiana Costa Rica y la Panamá que fundó
Torrijos con la recuperación del Canal, mantienen sus economías creciendo, atraen turistas e inversión
externa, no tienen crisis de seguridad a gran escala y, en los casos de Panamá y Costa Rica, no expulsan
trabajadores, sino que los demandan. Panamá recibe remesas por valor de 214 millones de dólares y envía 374
millones. Si China construye el canal en Nicaragua, los tres países del Sur de Centroamérica se volverán un
potente polo de desarrollo y los del tres del Norte se terminarán de hundir.
En el 2011 se llevó a cabo en Guatemala una cumbre de los presidentes de Centroamérica con Estados
Unidos, México y la Unión Europea. En esa ocasión, la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton les dijo
a los empresarios de la región: “Los ricos de cada país deben pagar impuestos justos, la seguridad no deben
financiarla los pobres”. Efectivamente, la principal generadora de la emergencia es la voracidad de los
oligarcas salvadoreños, guatemaltecos y hondureños. Esta emergencia humanitaria no es un terremoto que ha
dejado damnificados, es el modelo económico extractivo el que está creando refugiados. Sin duda es
indispensable ser solidarios con estos niños inocentes que huyen, pero los oligarcas deben presionados y
sancionados. Los contribuyentes mexicanos y estadounidenses no tienen por qué asumir los costos de esta
emergencia, eso equivaldría a que subsidien las mansiones, los yates y los aviones de los culpables de la
crisis.
Joaquín Villalobos fue guerrillero salvadoreño y es consultor para la resolución de conflictos internacionales.
http://elpais.com/elpais/2014/07/11/opinion/1405107829_400238.html
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Cuando el beso y el repudio van juntos
Este jueves tuvo lugar Besos públicos, un besazo colectivo para manifestar descontento por la visita de
Vladimir Putin. Aquí, una reflexión en torno de los métodos de repudio y los avances de los derechos lgbt
Por Mario Pecheny
Hay distintas maneras de hacerle entender a un político o política el repudio a sus acciones o inacciones. Por
ejemplo, por principios, estoy en contra del outing (hacer conocer la vida sexual de alguien o de su familia),
aun en el caso de los políticos o jueces más nefastos. Pero sí estoy, por supuesto, por el reclamo público, sin
ponerse a la defensiva, en materia de derechos sexuales o de aborto. Estos reclamos tienen a la Justicia de su
lado y les corresponde a los antiderechos justificar, si pueden, por qué excluyen a los gays y a las lesbianas de
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los derechos humanos más básicos, a las y los trans, o a las mujeres que quieren decidir sobre sus vidas. Un
besazo es una manifestación simpática, pero bien clara para agitar en torno de estas cosas.
Están los políticos que hacen daño, y los que dejan hacer daño. En ambos casos me parece bien repudiar.
Repito, porque el respeto de la diversidad sexual está del lado de la democracia, los derechos humanos, la
Justicia. Reivindica cuestiones que el Estado de derecho mínimo y la democracia política mínima sostienen:
igualdad ante la ley, libertad de expresión (incluyendo la sexual y de género), libertad de asociación, etcétera.
Recuerdo que allá por el ’95 presenté como estudiante un texto sobre lo que se llama el efecto boomerang en
ciencia política. Es decir, cuando un grupo interno que no tiene mucha fuerza a nivel del país, cuando se
encuentra en un contexto de relación de fuerzas desfavorable, logra instalar en la agenda o conseguir cosas en
parte gracias al apoyo recibido por otros actores en las arenas centrales o en otros países. Es conocida la
historia de cuando Menem fue a Estados Unidos y lo increparon por la denegación de la personería de la
CHA. Presionado, tuvo que decir públicamente que se le daría la personería. A modo de boomerang, lo del
besazo puede ser útil para que los propios militantes en Rusia o políticos lgbt friendly allí se agarren de eso y
agiten. En ese sentido me parece una buena y “barata” acción (barata en el sentido de que no implica grandes
erogaciones para nadie), capaz de contribuir a que haya menos persecución en Rusia. Bienvenido pues un
besazo “romántico” que haga pública la felicidad de este acto, pero sobre todo un besazo político. También
será un mensaje recordatorio a los de aquí.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-3524-2014-07-13.html
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Marchan por la igualdad
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domingo, 13 de julio de 2014
Este sábado algunos jóvenes tomaron las calles en una marcha por la diversidad sexual "Nadie es libre hasta
que todos seamos libres". En la plaza Nueva Tlaxcala fue donde se dio el pronunciamiento para la aprobación
del matrimonio igualitario.
"La iniciativa para la aprobación se presentó hace una año tres meses y no han tenido respuesta, esperamos
que la nueva legislatura tenga la voluntad política para arreglar la situación que va ligada a los derechos
civiles y derechos humanos a nivel internacional".
Noé Leonardo Ruiz, presidente del organismo, comentó que ya tuvo una plática con los diputados electos y
concordaron en que es necesaria una ley para apoyar a la población LGBTTTI, por lo que pretenden darle
seguimiento a la propuesta y hacer valer los derechos civiles para todas las personas sin importar la
preferencia sexual.
http://www.eldiariodecoahuila.com.mx/notas/2014/7/13/marchan-igualdad-444304.asp
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Para una tumba con nombre
La muerte siempre
es una experiencia solitaria. Los velorios, no siempre. La muerte entre las travas era una cosa de travas. Pero
en los últimos tiempos, y sin dudas desde la vigencia de la Ley de Identidad de Género, se empieza a gestar
un relato distinto sobre el adiós.
Por Lohana Berkins
Juana Aban Vásquez murió hace poco más de una semana en un hospital. La soledad de la muerte es un
hecho. Lo más certero que tenemos a partir del momento en que nacemos es la muerte. Esta va acompañada
de cierta ritualidad de acuerdo con las creencias y con la cultura. Si algo conocemos las travas desde muy
temprana edad es la muerte. Un hecho que a muchos asusta, pero que nosotras terminamos naturalizando. La
vemos temprana, vieja, espléndida, siliconada, travestizada, a la tarde, a la noche. La muerte es un relato
común. Cuando recibí el llamado, uno de los tantos que he recibido en mi vida con noticias así, en el que me
decían que Juana estaba mal y peligraba su vida, pensé en el dolor de ese cuerpo cansado que se rinde y llega
a un final. Pero también me di cuenta de que hoy estábamos haciendo un relato distinto sobre el adiós. Eso
que antes transitaba sólo entre nosotras porque nosotras éramos las que íbamos a reclamar el cuerpo, le
dábamos —según nuestra propia creencia— una santa sepultura, juntábamos el dinero necesario y llorábamos
esa muerte, ya en muchos casos ha perdido bastante de su impronta de soledad. Las travas somos de ironizar
mucho sobre la muerte, quizá como una manera de no querer leer en ella el epílogo de nuestras vidas. En los
velorios no faltan anécdotas divertidas sobre la compañera y humor negro. En muchos casos se trata de una
conocida o de la amiga de una amiga, que tal vez hemos visto sólo una vez. A veces ni siquiera la hemos
conocido. Pero a su velorio vamos igual porque ese ritual de despedida es comunitario. Lo volvemos
comunitario, entretejiendo lazos de solidaridad y amor para quitarle esa cuestión de la soledad de la muerte.
Para que ninguna de nosotras pase por este mundo sin pena ni gloria. Así era el ritual hasta no hace mucho.
Pero con la muerte de Juana lo que se fue poniendo de manifiesto fue, para mí, la pluralidad de relatos, la
cantidad de personas no necesariamente travestis que empiezan a llorarla, recordarla, participar de su
despedida, contar su vida y su muerte. Nuestras muertes empiezan a ser escritas y contadas también por otros,
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empiezan a circular por otros canales. Nuestras muertes empiezan a tomar otra dimensión y esa dimensión se
inscribe en una historia de lucha y también de las leyes obtenidas. Gracias al nuevo marco jurídico, ese cuerpo
deja de ser abyecto, deja de ser eso que no se quiere ver y se intenta ocultar. Muchas lápidas de compañeras
llevaban nombres de señores. Un nombre que nada tiene que ver con el recorrido realizado por la persona que
descansaba allí. Con esta lápida, la compañera figuraba como una nueva desaparecida. ¡Cuántas veces nos ha
pasado ir al cementerio a dejarle una flor y una vela y no encontrar su lápida porque no recordábamos, o hasta
a veces no conocíamos, su nombre anterior! Su vida y su identidad no figurarían inscriptas en ningún lugar y
tampoco su muerte. La existencia de la nueva ley también nos asegura no morir en el anonimato. Algo tan
simple como escribir el nombre de quien se vela en su propia lápida, como ocurrió con Juana, me parece un
tremendo acto de justicia. A ese acto de soledad de la muerte le arrancamos la invisibilidad y le ponemos un
sello que dice: “Acá está Juana”. Se inscribe quien realmente ha sido ella y no se borra la historia de su propia
vida para quienes la conocen en detalle y para quienes la podamos imaginar. Todas hemos llorado y
lloraremos la muerte de cada compañera, porque sentimos que en cada partida se va una parte de nuestra
historia.
No paro de pensar tampoco, en los casos de las chicas que vienen de las provincias, si sus familias conocerán
sus verdaderos recorridos, su verdadera historia y también su muerte. Hace muchos años llegó a Buenos Aires
Rosita Calizaya, una tierna niña de diecisiete años, una travesti del interior que vino escapando de la fuerte
presión social de una sociedad tan conservadora como la salteña. Rosita estaba deslumbrada con las luces de
la ciudad. Tenía una historia triste, como la mayoría de nosotras. El día en que nos enteramos de que Rosita
había muerto, me quedé con la duda de si su familia sabría de la historia que ella empezó a escribir acá con
nosotras. ¿Se preguntarán que pasó con ella, su corta vida, sabrán que murió y en qué condiciones? Rosita me
generó ese interrogante y la inquietud de buscar algún día a su familia. Y también me pregunto cómo habrá
sido ese último momento para Rosita. ¿Habrá dejado volar su mente hasta su Salta natal, tan bella y tan
contradictoria, hasta sus montañas, sus olores, sus colores? Hoy, ninguna de nosotras recuerda el nombre con
el que Rosita debe haber sido inscripta, ni en su nacimiento, ni en su muerte. La diferencia entre Rosita y
Juana es rotunda. Tuvieron que pasar muchas Rositas para que llegáramos a Juana, y para que hoy, cuando
vayamos a buscar a Juana al camposanto, encontremos a quien realmente estamos buscando
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-3522-2014-07-13.html
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Exigen crear dirección municipal
[Homosexualidad]
Por Ernesto Acosta
13/07/2014 - 04:03 AM
Saltillo, Coah.- “No estamos solos, están nuestros padres, nuestras madres, nuestros hermanos, nuestros
amigos”, reclamó la comunidad lésbico-gay, al exigir al alcalde Isidro López Villarreal que cumpla el
ofrecimiento de crear la Dirección de Atención a la Diversidad Sexual, que firmó un año atrás.
“Con nuestros acciones abriremos las puertas, ser diferente no es problema… pagamos los mismos impuestos,
tenemos los mismos derechos. Quiero casarme en Coahuila, no en el DF, y pedimos al Poder Legislativo que
se ponga a trabajar, somos iguales”, clamaron en una especie de mitin a favor de los derechos de la
comunidad LGBTTI (lesbiana, gay, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual) realizado a
espaldas del Congreso del Estado.
Mientras las parejas se demostraban su afecto con abrazos, besos y palabras, en la plaza Nueva Tlaxcala una
voz pidió unirse para luchar contra la discriminación y la ignorancia.
“Usemos nuestra sabiduría y experiencia que nos ha dado la vida para defender lo que nos pertenece.
Recuerden que no son ilegales la homosexualidad ni las prácticas homosexuales: lo ilegal es la
discriminación, ser diferente no es problema, el problema es ser tratado diferente”.
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Chantal Alvarado, reina del Orgullo Gay 2014, pidió hacerse visibles y dar cachetada a la sociedad con guante
blanco para decir que existe una gran comunidad de la diversidad sexual.
También habló de la creación de un círculo para padres a fin de darles asesorías y orientación para el
reconocimiento y aceptación de los hijos que tienen preferencias sexuales diferentes.
Por su parte, Noé Ruiz Malacara, dirigente de la comunidad San Elredo, recordó al alcalde Isidro López que
el 29 de junio del año pasado, cuando era candidato, firmó el escrito para crear la Dirección de Atención a la
Diversidad Sexual.
“Fue compromiso de campaña y hasta el día de hoy no hemos tenido buena respuesta. Entregamos la primera
parte del proyecto en marzo pasado y no ha habido respuesta”.
El proyecto consiste en que la oficina atienda a la población LGBTTTI con asesoría jurídica, atención
sicológica y oportunidades de empleo.
Para celebrar el Día del Orgullo Gay, la comunidad LGBTTI participó en una marcha que inició en la
explanada del Instituto Tecnológico de Saltillo, siguió por el bulevar Venustiano Carranza y finalizó en la
plaza Nueva Tlaxcala.
http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/exigen-crear-direccion-municipal-1405228446
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Una agenda para lo que no se ve
En Argentina el mayor desarrollo económico y social no impulsó políticas de cuidado, ni un debate social
profundo sobre crianza y trabajo. Temas centrales como las licencias extendidas para más mujeres y varones,
el escaso número de jardines maternales o redes públicas de cuidado se caen de las agendas tanto del
oficialismo como de la oposición, a diferencia de lo que sucede en otros países de la región como Uruguay,
Chile y Costa Rica, que avanzan con reformas. La investigadora Juliana Martínez Franzoni indaga por qué no
se profundiza con esta deuda que pesa en la espalda de las mujeres.
Por Luciana Peker
La noche se enciende. La niña tiene fiebre. Y la oscuridad se prende en vela. No hay tregua al día cuando la
fatiga no se deja rendir. La madre lleva a la niña hasta el vapor para exorcizar el cansancio con la respiración
tibia. Esa noche encima, esa noche, le tocaba a ella. Porque no sólo los días están repartidos para trabajar,
cocinar, buscar en el jardín y esa lista interminable de deberes. Las noches también. Las del sueño y las que la
maternidad conjura mientras el mundo no escucha. “En esta casa somos dos cuidadores”, anuncia Juliana
Martínez Franzoni, doctora en Sociología e integrante del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP)
de la Universidad de Costa Rica. Ella lleva a su propia práctica amorosa la teoría de una democracia hogareña
con su hija Maite, de cinco años. Y, cuando trabaja, intenta contestar cómo hacer para colectivizar los efectos
colaterales de la crianza.
Franzoni realiza una profunda investigación sobre políticas de conciliación entre vida familiar y laboral en
Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Costa Rica en colaboración con Merike Blofield, de la Universidad de
Miami. Su mirada cruza fronteras como ella hizo a lo largo de sus 47 años. Nació en Uruguay. Creció en
Neuquén. Fue a estudiar a Montevideo. Voló por una especialización a la Universidad de Pittsburgh, en
Estados Unidos. Hasta que, en 1999, decidió vivir en Costa Rica cuando una conspiración ficticia de la FARC
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y el Banco Mundial cambió el destino de una conferencia que tenía sede en Colombia y se mudó –por
seguridad– a Centroamérica. A su llegada, Mauricio Castro, el hermano de su mejor amiga, la fue a buscar al
aeropuerto y no se despegaron más. Ahora la espera siempre que ella se va de viaje, un destino que la cruza de
la puerta de su casa por lo menos dos meses –repartidos– por año. En el 2014, por un tiempo, vive en
Argentina, sin dejar en la valija la palabra “apapache” –una forma de conjugar mimos– como parte de su
estrategia para sanar a su hija cuando se enferma.
Y, desde acá, indaga sobre por qué a pesar del crecimiento económico y social desde el 2003 no se mejoraron
las políticas de cuidados y las posibles estrategias –como jardines, mayores licencias paternales o maternales,
redes públicas de cuidado, etc.– y no es un tema prioritario ni en el oficialismo ni en la oposición, el
sindicalismo y la sociedad civil. Incluso, sin conformar un ranking de países, a diferencia de otras naciones
latinoamericanas que sí instalaron el debate en sus campañas electorales y diseños de políticas públicas con
mayores licencias maternales y parentales.
¿La sociedad todavía no se adaptó a que las mujeres trabajen dentro y fuera del hogar?
–En América latina ocurrió en poco más de dos décadas una transformación que en Europa y América del
Norte tomó casi cien años y es el pasaje que de tres de diez mujeres formaran parte del mundo laboral a que,
en tan poco tiempo, sean cinco de cada diez mujeres. Es una revolución silenciosa. Además, las familias son
heterogéneas. Y hay una cantidad creciente de hogares con mujeres sin presencia de varones. Pero hay una
presencia muy terca de la organización de los quehaceres domésticos y de los cuidados. Esto genera un corto
circuito entre el mundo público y privado que no es transitorio, sino que ha llegado para quedarse. O
pensamos que tarde o temprano las mujeres volverán a ser cuidadoras y no proveedoras de ingresos o nos
enfrentamos a una realidad nueva que requiere muchísimas transformaciones. Por eso, nos preguntamos: En
los países de la región con mejores condiciones para que el Estado se ponga las pilas con los cambios de la
sociedad ¿hubo cambios? ¿En qué medida los países hicieron transformaciones en sus políticas públicas? ¿De
qué depende que unos países avancen más que otros cuando es constante el ciclo expansivo económico y los
procesos democráticos? No nos interesa ranquear países, pero sí ver por qué existe tanta variación. Nos
enfocamos en países con recursos fiscales para hacer cosas, en presencia de una recuperación del Estado que
volvió a estar en el centro de la agenda política para ver cómo se tendieron puentes para superar esta fisura
entre el mundo laboral y doméstico. Estamos en la región del planeta más desigual entre quienes tienen más y
quienes tienen menos. Por eso, es imposible pensar las relaciones de género sin compararlas con las
relaciones socioeconómicas. El lugar de la mujer puede ser muy distinto. No es lo mismo una mujer que
puede destinar dinero a pagar trabajo doméstico remunerado veinticuatro horas, comprar en la rotisería, lavar
en una tintorería, que mujeres que dependen de tener madres, tías, hermanas para poder salir de la casa con
tranquilidad.
¿Qué posibilidad tiene el Estado de incidir en el reparto de los cuidados?
–En Argentina es sorprendente la transformación de la política pública en materia laboral y social. ¿Pero en
qué medida esas políticas han cambiado para lograr mayor corresponsabilidad del Estado? Si el Estado asume
jardines maternales que abran durante ocho o diez horas al día (como una opción y no una obligación) está
frente a una mayor corresponsabilidad estatal en los cuidados que contribuye a una mayor conciliación entre
vida familiar y laboral, y cuando establece reglas para que los hombres puedan participar de las licencias por
paternidad está contribuyendo a promover una mayor corresponsabilidad paterna. Se puede garantizar a las
mujeres que la maternidad no amenace sus ingresos con las licencias o los permisos. También se puede
desfamiliarizar y desfeminizar una parte de los cuidados. Y luego la compra de servicios de cuidado en el
hogar, en donde el Estado puede desentenderse, con lo cual está subsidiando a los sectores de mayores
ingresos que buscan pagar lo menos posible y penalizando a las mujeres de sectores populares que ven en el
trabajo en casas particulares su única opción de ingreso laboral.
¿Cómo evaluás las políticas públicas de la Argentina?
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–En Argentina comparamos el 2003 con el 2013 y las licencias por maternidad están reservadas a las
asalariadas, con noventa días o una semana por debajo de lo que la Organización Internacional del Trabajo
(OIT) recomienda (de catorce semanas o noventa y ocho días) que debe ser el piso para tener una
tranquilidad, por lo que son relativamente cortas y, además, como se considera un subsidio las mujeres
trabajadoras no están cotizando a la previsión social, con lo cual una mujer que tiene tres hijos perdió un año
de jubilación y necesita aportar más para ganar lo mismo. Esta valoración se dio en muchos países hasta que
se consideró ese dinero como parte del salario. Por ejemplo, en el 2003, Chile y Argentina estaban en una
situación parecida, pero durante esta década Chile introdujo muchos cambios y Argentina no.
¿La Argentina no avanzó?
–En el tema de licencias no hubo cambios, a diferencia de Chile y Uruguay, que modificaron sus licencias. En
Uruguay las licencias experimentaron varios cambios y en noviembre de 2013 tuvo lugar una reforma. La
licencia por maternidad pasó de doce a catorce semanas y la licencia por paternidad a diez días. En el otro
extremo, Argentina es el único de los cinco países que en 2014 no respeta el piso maternalista establecido por
la OIT (de catorce semanas).
¿Hubo algún progreso?
–El cambio más importante fue en relación con la regulación de las trabajadoras de casas particulares que no
es nada menor, pero que fue un cambio que también se dio en los otros países, por eso no diferencia a
Argentina poner a estas trabajadoras con la misma legislación que el resto de los trabajadores desde mediados
del siglo XX. Por suerte, desesclavizar este trabajo es algo que se está dando en toda la región, incluyendo la
licencia por maternidad, que hasta hace muy poco estas trabajadoras no tenían. Pero lo más llamativo en la
Argentina es que el tema de cuidados no está como un tema fuerte en la agenda política.
¿La Argentina tuvo avances económicos, sociales y de género pero no en el reparto de cuidados?
–El tema de cuidados no está en la agenda, por oposición a campañas electorales en Brasil, Chile, Costa Rica
y Uruguay.
¿Cómo pueden las mujeres decidir su voto según las posiciones con respecto a quién y cómo se cuida?
–En febrero del 2010 en Costa Rica la entonces candidata a la presidencia, Laura Chinchilla, del Partido de la
Liberación Nacional, que no es feminista, hizo su campaña en base a una propuesta de seguridad y una red
nacional de cuidados. Ella gana las elecciones y entre el 2010 y el 2014 lo lleva a la práctica más allá de que
podamos discutir bondades de la implementación. Pero fue un tema de relevancia electoral. Algo similar
ocurrió en la campaña de Sebastián Piñera, en Chile, en el 2009, en que el debate sobre una licencia posnatal
se vuelve un tema central, en ese caso, por el pedido de mujeres pro lactancia que querían poder honrar la
recomendación de lactancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS). También se da la conjunción con
el interés empresarial de blanquear licencias de maternidad extendidas (que las paga el Presupuesto nacional)
que estaban encubiertas como enfermedad de las madres (que las pagan los privados). Este posnatal se
implementó en el 2011 y se empezó a poner en práctica en el 2012 y combina una licencia de maternidad
extendida con una licencia que puede tomar la madre o el padre.
¿La licencia por maternidad o las asignaciones por hijo se tienen que ampliar a otras trabajadoras que ahora
no la perciben como, por ejemplo, monotributistas? ¿Cómo se puede lograr una mayor inclusión?
–En general se ha buscado, en otros países, que todas las mujeres que cotizan en la previsión social tengan
licencia por maternidad, cuyo objetivo es la protección del ingreso, porque mientras estás cuidando no podés
generar ingresos. Es irrelevante si sos asalariada o si no sos asalariada. También es un objetivo de corto plazo
para la contribución.
¿El sindicalismo tiene responsabilidad en no pelear por mejores condiciones de trabajo para madres y padres?
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–En la Argentina tenés una mejora notoria de las personas asalariadas que están amparadas en paritarias.
Llama la atención que en el marco de paritarias el cuidado no sea relevante. No toma ni tres minutos al final
de una negociación, a pesar de que la cobertura de las negociaciones colectivas equivale al cuarenta por ciento
de asalariadas/os y treinta por ciento de la fuerza laboral, según la investigación “Trabajo decente y
corresponsabilidad en los cuidados en Argentina”, de Carina Lupica. Sorprende que teniendo ese instrumento
tan poderoso de negociación colectiva esta parte del mundo laboral no demande, por ejemplo, que la licencia
deje de ser subsidio y cuente para la previsión social, licencias extendidas (y no la excedencia no remunerada
que además deja a la trabajadora en una negociación desigual) y que no planteen de manera más beligerante
las salas cuna y la atención de cuidados cuando terminan las licencias.
Ni en reclamos sindicales, ni en los planteos de la oposición aparecen estos reclamos por mayores licencias y
más jardines maternales. ¿Por qué?
–Da la sensación de que es una demanda personal e individual que no logra traducirse en una demanda
colectiva y política. En muchas de las centrales sindicales hay pedidos, pero no dejan de ser voces marginales
preocupadas por problemas que afectan a las mujeres. Es llamativa la ausencia de agenda no sólo en el
Gobierno, sino también en los diferentes actores. No es que no lo tiene el Gobierno y está muy claramente
presente en otro lado. No hay una demanda social clara desde ninguna parte. En todos lados hay un poquito de
algo sin que termine de tener suficiente voz.
¿Cómo hicieron los otros países latinoamericanos para generar cambios?
–En otros países estos cambios no surgen de presiones sociales fuertes, a diferencia de demandas de derechos
sexuales y reproductivos y de la lucha contra la violencia hacia las mujeres. En donde hemos encontrado
mayor transformación la iniciativa ha partido de los poderes ejecutivos, y las razones por las que se ponen las
pilas pueden ser diversas: la preocupación por la natalidad o por falta de fuerza productiva capacitada como
en Uruguay, porque los niños que están naciendo lo hacen en los hogares con menos capital humano (menos
nivel educativo) y, por lo tanto, interpela qué posibilidad hay de interrumpir ciclos de reproducción de la
pobreza. No necesariamente se llega a la preocupación por el cuidado por una preocupación de género, sino
por muchos caminos. Es posible que en este momento en Argentina no existan estas preocupaciones. Sin
embargo, de acuerdo con un trabajo de Corina Rodríguez en la Capital Federal hay el doble de mujeres
calificadas no utilizando su calificación que de hombres. Las brechas salariales y la segregación laboral no
son sólo un problema de las mujeres, sino un problema de índole socioeconómica. Resolver mejor el cuidado
mejora los climas laborales y la productividad laboral. Si no se corrige este problema genera muchos costos
que este cortocircuito sea administrado a nivel individual y femenino. También hay costos económicos.
¿Cuánto le cuesta al Estado una niña quemada porque se está autocuidando, versus asegurarse de que no haya
niños o niñas solos en la casa porque los adultos de la casa no pueden cuidarlos? Por supuesto que los jardines
maternales cuestan dinero, pero no tenerlos también cuesta mucho dinero. Y eso en relación con el dinero,
pero también hay derechos y muchas consecuencias que una sociedad no cuidadora tiene en las personas.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8981-2014-07-13.html
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Cuando una mano no lava la otra
Las últimas atrocidades en la Franja de Gaza avivaron las discusiones en la comunidad LGBT sobre el
fenómeno denominado pink washing. Se habla de “lavado rosa” cuando los logros en derechos sexuales son
presentados por algunos Estados para blanquear sus políticas colonialistas. Mientras algunxs se muestran
funcionales al estado de violencia, otrxs denuncian el uso de derechos LGBT en Israel para maquillar la
sangrienta política con los palestinos.
Por Magdalena De Santo
ESTA IMAGEN FUE POSTEADA EN LA WEB DE LAS FUERZAS ARMADAS DE ISRAEL DURANTE
EL MES DEL ORGULLO
Un joven gay palestino bien apuesto aprieta el gatillo de su cinturón de explosivos frente al bar de las tortas
amigas. La bomba estalla bajo su camisa antes de que su amor judío logre abrazarlo. Dos cuerpos
homosexuales yacen tapados por una sábana celeste y una luz de ambulancia que titila sobre la unión que sólo
pudo ser por un rato en Tel Aviv, en alguna playa de turismo gay friendly. La escena final de La burbuja
(2006) parece esbozar algunas de las complejidades de un conflicto, que ojalá fuera sólo ficcional.
Una reciente columna de opinión en The Advocate (una de las revistas norteamericanas más famosas del
mundo gay) se titula “¿Por qué las personas LGBT del mundo necesitan de Israel?”. Allí, James Duke, su
autor, postula que “Israel tiene un historial más progresista en materia de derechos de los homosexuales que
incluso los Estados Unidos” —oh, qué comparación ingenua—, “Israel hizo consensual legal de sexo gay en
1988, a pesar de que las leyes de sodomía no habían sido ejecutadas desde 1963. Se prohíbe la discriminación
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basada en la orientación sexual en 1992. Fue el primer país, en 1994, en el continente asiático en reconocer
uniones del mismo sexo. Se hizo legal para los homosexuales servir en el ejército en 2000. Y la mayoría de
los israelíes, según las últimas encuestas, apoyan el matrimonio homosexual. La ciudad capital, Tel Aviv, es
considerada la meca gay, donde ahora están construyendo un monumento en memoria de las personas lgbt
que fueron perseguidos bajo el régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Por eso, tenemos que hacer
todo lo posible para proteger a Israel y ser solidarios en todo lo que se pueda. No sólo es en nuestro interés,
Israel se lo merece después de todo lo que ha hecho por nosotros”. Tel Aviv será la meca cultural lgbt, será la
San Francisco de Medio Oriente, pero ¿por eso tendríamos que defender cualquier política que lleve adelante
el Estado de Israel? ¿El hecho de que el Estado de Israel “proteja” a una comunidad le da legitimidad para
aniquilar a otra? ¿Quién dictamina que un grupo humano es menos valioso que otro? ¿Acaso porque los
palestinos no avanzaron en materia de derechos lgbt habría más razones para borrarlos literalmente del mapa?
Que el liberalismo exacerba la adquisición de derechos particulares no es novedad, lo que llama la atención
son algunas omisiones entre tanto legalismo.
La historia de enemistad entre palestinos y judíos es complejísima —aunque no milenaria— y se desarrolla
dentro de lógicas conocidas para nosotrxs: coloniales. Comienza con la promesa británica —la culpa
europea— de un hogar nacional para los judíos en los albores del siglo pasado. Sin embargo, ese suelo
prometido no era desierto, sino el hogar de miles de árabes. Con mediaciones de la ONU, Israel logra la
consagración como país independiente en 1948 y con ello la catástrofe: 750 mil palestinos expulsados de sus
casas y refugiados en Líbano, Siria y Gaza. Aun así, Israel sigue ensanchando sus fronteras de manera ilícita
por décadas. El derecho internacional no duda de que la ocupación de Jerusalén y los Altos de Golán es ilegal.
Que todos sus asentamientos lo son: fueron ocupaciones militarizadas. Israel en pocos años se convierte en el
Estado con mayor número de resoluciones condenatorias del Consejo de Derechos Humanos de la ONU (más
que el resto de los países juntos). También, el mayor receptor de financiamiento norteamericano —tres mil
millones al año—.
MAKE UP
Pantalla de humo vía Facebook: de espaldas dos varones de buena percha y uniforme se toman de la mano,
mientras el sol parece darles la bienvenida al paraíso. Esta fue la foto publicada en las redes sociales de las
Fuerzas de Defensa Israelí el año pasado en conmemoración de Stonewall, bajo la leyenda “En el mes del
orgullo, ¿sabías que las fuerzas de defensa de Israel tratan a todos sus soldados de igual manera? Veamos
cuántas veces logras compartir esta foto”. ¿Es para celebrarlo? ¿Vale la pena asimilar derechos en tanto el
precio es la muerte de otrxs tantxs?
Felipe Rivas —activista chileno de la CUDS— comenta: “El derecho a acceder a las Fuerzas Armadas para
todos los ciudadanos de un país sólo es posible de ser deseado como derecho, en una matriz cultural basada en
el militarismo, el Estado nacional y la guerra”. Y si Israel asimiló tan bien a sus ciudadanos lgbt y logró
incorporar más personas en sus filas, ello no sólo parece reforzar su maquinaria belicosa lavando su propia
misoginia, homo-bifobia y transfobia nacional, sino que le permite posicionarse internacionalmente en el
podio de las buenas naciones occidentalizadas de DD.HH. El barómetro internacional considera como criterio
de “calidad de ciudadanía” la inclusión de las minorías sexuales a sus instituciones. No parece ponerse en
cuestión a qué clase de instituciones nos incluyan ni con qué propósitos, no importa si las instituciones son
nefastas, sólo que muchos rostros diversos estén para la foto.
Norman Finkelstein sostiene que el gobierno israelí, para conseguir legitimidad de su masacre, utiliza una
retórica sufriente en la que holocausto nazi opera de capital moral. Otra, la que nos toca el culo directamente,
es alegre y orgullosa. Muchxs activistas sostienen que Israel comercializa con las causas lgbt y utiliza al
colectivo con fines coloniales. La destrucción de tierras y cuerpos palestinos a través de la promoción de la
“igualdad de los homosexuales” como característica definitiva del proyecto de derechos humanos de Israel se
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llama pinkwashing. No hay orgullo en este lavado de cara rosado sino una misión civilizadora: racializar y
demonizar a lxs palestinxs.
NO EN MI NOMBRE
El movimiento BDS internacional (Boicot, Desinversión y Sanciones) es uno de los mayores luchadores
contra el pinkwatching y tiene tres simples demandas: 1) el fin de la ocupación y el desmantelamiento del
Muro del Apartheid, 2) la igualdad de derechos para todos los palestinos dentro de Israel, y 3) el derecho al
retorno de todos los refugiados palestinos. Según Judith Butler, BDS “es el mayor movimiento no violento
cívico y político que trata de establecer la igualdad y los derechos de autodeterminación para los palestinos”.
El sitio pinkwatching israel (www.pinkwatchingisrael.com) ofrece información de lxs activistas que resisten y
denuncian el uso cínico de los derechos homosexuales para distraer y normalizar la ocupación israelí. Allí,
activistas palestinos e internacionales sostienen que “para lograr una sólida política queer radical tiene que
existir intrínsecamente una política anti-racista, anti-ocupación, anti-sexista y anti-clasista”. Igualmente, el
Foro mundial Palestina Libre aspira a establecer un vínculo inexorable entre el activismo homosexual y la
lucha por la liberación de Palestina construyendo discursos y prácticas activistas que no se separen de las
luchas contra el colonialismo, el racismo y el neoliberalismo.
No hay dos demonios. Ni todos los palestinos son víctimas ni todos los judíos están ligados genuinamente al
Estado de Israel. Tampoco al criticar ciertas facciones judías extremas uno se vuelve antisemita. Menos aún,
pertenecer a un minoría sexual nos libera de responsabilidad. Además de identidades personales tenemos un
mundo de guerras injustas, de duelos silenciosos y cuerpos arrumbados. Pero también un historial de lucha
colectiva contra la opresión que no deberíamos dejar que se use para matar.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-3539-2014-07-26.html
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Placer y malestar
ACTIVISMOS Tienen más de una década interviniendo el espacio público en clave feminista. De las paredes
tomadas por grafitti y nombres de bandas de rock, ellas empezaron a mostrar aborto, camas y casas de
mujeres como territorio de convergencia de reclamos. Mujeres Públicas maneja un grado de síntesis que se
resume en su famosa imagen del ovillo de lana atravesado por una aguja, conjugando dos símbolos, el de la
aguja que teje y el de la que aborta. Y van por más: festejar sus once años en la calle ampliando su audiencia
y difundiendo un trabajo de hormiga que siempre juega con las palabras “personal” y “político”. Además de
arte y activismo, hacen historia reclutando en su mapa feminista las luchas de las mujeres en las calles en los
últimos dos siglos.
Por Laura Rosso
El 8 de marzo de 2003 algo diferente sucedió. Mujeres Públicas salía por primera vez a la calle. Este grupo
activista feminista hizo su primera intervención con afiches pegados en el espacio público. La imagen hablaba
del aborto con un grado de síntesis pocas veces visto: un ovillo de lana atravesado por una aguja. En un
lenguaje directo se conjugaban dos símbolos, el cuerpo de la mujer atravesado por los abortos clandestinos.
La creación visual y el activismo condensaban en esa imagen una cuenta todavía pendiente. “Todo con la
misma aguja”, decía el afiche. Escarpines y aborto. Era el 8 de marzo del 2003 y Mujeres Públicas había
salido a la calle.
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Desde ese día hasta hoy continuaron con sus acciones elaborando construcciones discursivas que relacionan
discurso e imagen, además de participar en encuentros, seminarios, talleres, conferencias y jornadas, tanto en
nuestro país como en el exterior (España, México, Cuba, Uruguay, Paraguay, Colombia, Suecia, y más
países). Sus integrantes vienen del campo de las artes visuales y la comunicación, pero su denominador
común es el feminismo. Ellas son Magdalena Pagano, Lorena Bossi y Fernanda Carrizo. Recién llegada de
dictar un seminario de arte en Montevideo, Magdalena apunta: “Abordamos la creación desde la invención y
la imaginación mientras que encaramos nuestro activismo desde la presencia continua en las calles, desde la
reiteración de reivindicaciones y derechos. Somos un grupo feminista que hace activismo artístico,
mixturamos el activismo con un proyecto creativo”. El activismo feminista de Mujeres Públicas se nutre de
las acciones históricas realizadas por el feminismo local, así como de la práctica activista que desde el arte
han venido realizando diferentes grupos desde los años ‘60, en particular grupos como las Guerrilla Girls, a
quienes estudiaron en un comienzo. Sus acciones se inscriben dentro del legado del movimiento de mujeres
de Argentina, que tomó a la ciudad como campo de acción, como lugar de transformación de lo cotidiano. En
ese sentido, María Laura Rosa, doctora en Arte Contemporáneo, especialista en Arte Feminista e
investigadora de Conicet del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y
Letras de la UBA, sostiene: “Históricamente el espacio público estuvo vedado y connotado para las mujeres.
Vedado porque la dignidad de las mujeres fue construida por el patriarcado a partir de su desempeño
reservado al ámbito de lo privado. Connotado porque aquellas que salían de lo doméstico era por necesidad
económica. Vale decir, el espacio público estuvo –y en muchos sitios sigue estando– atravesado por nociones
de clase y género a las que hay que agregar, si hablamos de Latinoamérica, el componente étnico. Es por eso
que en el origen de los movimientos de mujeres se encuentre la calle. El espacio público se convierte en el
territorio de la convergencia y difusión de los reclamos, denuncias y marchas. Fue allí en donde se advierte
que lo político no es sólo lo que afecta al Estado y al bienestar público, sino también al entramado de lo
privado con consecuencias en lo público. Así, lo privado es político, lo personal es político”. Sobre las
significaciones y representaciones que el espacio público tiene para Mujeres Públicas, Lorena Bossi agrega:
“El espacio público es el espacio común. Es lo que nos hace mujeres públicas en este juego de palabras que
elegimos para nombrarnos. Es donde convive todo para ser intervenido: los discursos sexistas, la homofobia,
los mandatos estereotipados, los roles predestinados, la violencia machista”. Y Fernanda subraya: “En todos
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ellos interpelamos al patriarcado. Por eso creemos en la importancia de ganar el espacio público para
transformar nuestra vida cotidiana”.
Pasaron más diez años desde esa primera vez que Mujeres Públicas salió a la calle. Lorena se acuerda del
contexto y cuenta: “Del 2003 hasta ahora pasaron muchas cosas, no sólo a nosotras como grupo, o desde lo
particular, sino al país en general. Un par de años antes del inicio del grupo estábamos en un momento de
ebullición de lo colectivo, que surge como contestación y supervivencia frente a la crisis social y económica
de esos años. Nosotras salimos vitalizadas de esas experiencias a hablar desde un lugar que cuestiona todos
los planos de nuestra existencia, ese lugar es el feminismo, un lugar que sentíamos no interpelaba a las
militancias en ese momento. De ahí en más, se generó un trabajo intenso que entendemos como un proceso,
que va de lo grupal a lo social y viceversa”. Para desarrollar los proyectos que les interesa necesitan un
determinado tiempo de reflexión, de trabajo colectivo, de puesta en común de ideas y de críticas de esas ideas.
Magdalena explica: “Nosotras arribamos a algo que, por un lado, es políticamente contundente, y por otro,
nos satisface. Quiero decir, que lo podemos defender, en términos visuales, estéticos y de procedimiento
artístico. Nuestro deseo es que metafórica y poéticamente diga cosas y diga cosas a otros. A veces los
proyectos se hacen en un tiempo que es nuestro, y ese mismo objeto o afiche se resitúa en momentos políticos
o de coyuntura en los que va funcionando de distintas maneras y cobra nuevos sentidos”. Mujeres Públicas
produce cada objeto, cada afiche y cada acción desde un espacio de lo común y de lo personal atravesado por
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una búsqueda, una pregunta, un malestar, un deseo de justicia o de cambio. Por ejemplo, la estampita que
tiene la oración por el derecho al aborto, la hicieron porque la preocupación de Mujeres Públicas acerca del
problema de la despenalización y legalización del aborto es permanente. Esa estampita empezó a viajar y a
hacer su vida, su recorrido. Se convirtió en un símbolo. “Ese objeto funciona casi autónomamente, mientras
que su contexto de creación no fue un contexto coyuntural. Nosotras no salimos a decir Aborto legal ya,
porque si nosotras hiciéramos eso seríamos un grupo activista, pero no somos solamente eso. Decimos Aborto
legal ya, de otra manera. Lo decimos con el afiche del ovillo, lo decimos con la estampita, lo decimos de otras
maneras. Ese juego, que necesita su tiempo, su elaboración, su diálogo, nos convierte en otra cosa. No somos
precisamente un grupo repentista”, puntualiza Magdalena.
Trabajan con operaciones simbólicas en temáticas que les son propias. En esos procesos de elaboración en los
que piensan juntas, encuentran modos de llevar sus acciones a la calle o a un espacio cerrado o transformarlo
en un video, o en una visita guiada.
Hasta 2008 estuvieron dedicadas en gran medida a los afiches callejeros y a las acciones de difusión. Luego
hubo un giro estético en su trabajo. A partir de esta fecha comenzaron a investigar otros dispositivos de
trabajo sin resignar el activismo visual, y después de transitar el 2009, una circunstancia en particular las
marcó: “En el 2010 vivimos un cambio a nivel conceptual y de la imagen”, cuenta Lorena. “Pero el cambio
real se desarrolló durante el proceso de trabajo del mapa feminista. Allí abordamos a modo de una genealogía
propia algunas de las luchas encabezadas por colectivos de mujeres, en sus estados más incipientes y
potenciales, que se expresaron en la calle en los últimos dos siglos.” Ese proyecto cartográfico al que se
refiere fue desarrollado entre 2012 y 2013 y consistió en una investigación, una acción colectiva performática
en el espacio público realizada el 4 de mayo de 2013. Una pieza gráfica desplegable –un mapa– y una video
instalación que se inauguró en septiembre pasado en el Cceba con el título En la Plaza. En la Casa. En la
Cama. Ensayo para una cartografía feminista. “El mapa feminista –retoma Fernanda– es una genealogía
grupal, que reivindica esos instantes radicales que cambiaron la vida de todas y no suelen estar en los libros,
hablando no de nombres propios sino desde lo colectivo. De ahí sale la visita guiada como acción callejera,
patrulla perdida que va por la ciudad visitando espacios que nadie recuerda. Mapa, acción callejera, línea
temporal, dibujos hechos a mano y videos forman parte de una línea de pensamiento que se va armando y
complejizando.”
¿Desde qué estrategias y con qué perspectivas plantean el activismo visual?
Magdalena: Nosotras siempre usamos el humor, la ironía y el juego como una estrategia para reírnos de cosas
que son fuertes y a veces tristes o dolorosas. Como grupo feminista hemos abordado problemáticas de la
heteronorma y la cuestión lesbiana en muchas oportunidades y en diferentes acciones.
Lorena: La discriminación y la homofobia atraviesan desde la violencia, sin embargo responder con “Las
ventajas de ser lesbiana” busca como estrategia el humor, el sarcasmo y juega con el afiche “Las ventajas de
ser una mujer artista”, de las Guerrilla girls. También trabajamos desde la pregunta o el cuestionamiento. Por
ejemplo, para armar la encuesta de la Comunidad Heterosexual Argentina revertimos conceptos
discriminatorios y estereotipados que se aplican a las personas homosexuales, y simplemente cambiamos la
palabra homosexual por heterosexual, entonces queda algo así como: ¿Es usted heterosexual?, ¿cómo se dio
cuenta? ¿Qué haría si la maestra de su hija es heterosexual? ¿Está de acuerdo con que los heterosexuales
adopten? Es una estrategia muy sencilla que nos hace repensar todo. Una de nuestras ideas es ensuciar la
normalidad. O por lo menos discutirla.
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“Siempre hay algo que te va a seguir pasando”
Las juntó el arte, el feminismo y el lesbianismo. Comparten lo cotidiano, que conlleva reflexiones,
entusiasmos y producciones. Son amigas. Lo grupal las dinamiza, la experiencia de trabajo colectivo aporta la
energía que las moviliza a seguir juntas pensando, usando la imaginación y sosteniendo entre todas lo que
denuncian y lo que sueñan. Para todas y para cada una: “Nosotras aprendemos con esta grupalidad, pero no
pensándolo de una manera directa en donde una aprende de la otra, o no siempre... Lo que nos enseña y
mueve es la experiencia de trabajo colectivo, el debate, el juego creativo con la otra y los problemas y asuntos
de la otra, es decir el grupo tiene su vida propia y nos transforma como sujetas, nos moviliza. A veces la gente
cree que porque una es feminista habla desde un lugar de superación de todas las cosas, y que por ser
feministas no tendríamos que estar atravesadas por las cosas que atravesamos todas las mujeres. A veces te
ven en un lugar de superación, pero no es así, nosotras atravesamos mucho de lo que denunciamos o
visibilizamos”, dice Lorena. Y Fernanda suma: “Muchas veces nos damos cuenta de eso en el momento en
que hacemos la crítica y lleva un tiempo deconstruirlo. Hay personas que quizás hablan de mujer o género y
se nota que no atravesaron esos espacios del darse cuenta como experiencias de transformación vivencial, lo
hablan o construyen el discurso desde los derechos humanos, como lo que está bien y lo que está mal. Ahí
sólo hay discurso. Un discurso que termina generalmente con lo dado, con el matrimonio igualitario o –que
ojalá se dé en algún momento– con el aborto legal. Pero después no sabe dónde seguirse buscando. Con
experiencias como la nuestra no sucede eso, siempre hay algo que te pasa y te va a seguir pasando”.
Se trata de dar batallas y procurar conquistar la calle –para conquistar luego derechos– desde una perspectiva
feminista y política.
Lorena: Claro, ésa es la idea, en la calle se pueden dar varias batallas simbólicas. La diferencia está en el
cómo abordar la calle, y a quienes hablar, o saber qué cosa ponés en diálogo con qué otra cosa. Ahí está el
punto para conseguir el efecto de extrañamiento o de empatía con lo que hacemos. Sería muy fácil si todo
pasara por decir: invadamos la calle. Eso no basta. Hay que saber qué decir y cómo. Todos los espacios a su
vez; web, museo, medios, escuela, se pueden convertir en un campo de batalla simbólico. Pero la calle es el
termómetro de todo.
Trabajan en esa zona de cruce entre activismo visual, político y feminista, ¿cómo son las intervenciones en
términos de temática, materiales, recursos, contenidos?
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Magdalena: Muchos de los proyectos que hemos realizado son libres respecto de la reapropiación o la
manipulación, con lo cual la gente se lleva las cosas. Eso va a ir a lugares, va a estar en habitaciones, en
cocinas, en oficinas, en mesas de trabajo, en estanterías. Ese objeto que ya está realizado hace su trabajo, y
nosotras necesitamos hacer otra cosa, algo nuevo, algo diferente. No es que vamos a ir a repartir la estampita
cada vez, de alguna manera eso ya está haciendo su recorrido.
Fernanda: Los dispositivos que utilizamos en nuestras intervenciones son variados, cada uno va en sintonía
con el tema y el contexto en donde serán desplegados. Nos interesa el proceso de construcción, el significado
que cobra cada producción cuando circula por las calles, de mano en mano, cuando son re-apropiados por
otras y otros, cuando sirve de disparador para hablar de ciertos temas. En cada trabajo hay una estrategia
comunicativa, a veces es la resignificación de objetos o frases, en otras hay descontextualización de palabras e
imágenes. Pero siempre está presente el humor, la ironía y la interpelación que abre la reflexión.
¿Qué reflexiones hacen respecto de la continuidad del trabajo que vienen realizando?
Fernanda: En nuestro trabajo confluye la reivindicación de derechos con nuestra subjetividad y es a partir de
esta confluencia desde donde se impulsa nuestra acción, desde nuestra cotidianidad, desde pequeñas e íntimas
preguntas. Problemáticas que nos atraviesan a todas nosotras como sujetas políticas, preguntas que nos surgen
del intercambio con otras colectivas, de compartir experiencias con diferentes sectores sociales, de seguir
insistiendo con derechos negados y resistiendo a las trampas del patriarcado que va armando sus redes
opresivas desde los diferentes poderes del Estado, hasta el desenmascaramiento de algunos compañeros
“progres” o de izquierda que enuncian discursos copados y en la práctica son ultramachistas, como dice el
dicho: “En la plaza sos el Che y en la casa Pinochet”.
Un poco de historia
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¿Cómo se mete el feminismo en la historia del arte activista en nuestro país? La historiadora e investigadora
María Laura Rosa tiene un artículo que se llama “Nos fundó el malestar y nos sostuvo el placer”, donde se
refiere al trabajo realizado por Mujeres Públicas entre 2003 y 2008. En esa dirección, contextualiza la historia
del arte activista en nuestro país: “Una de las primeras acciones feministas fue en 1972, cuando numerosas
feministas de la agrupación UFA (Unión Feminista Argentina) irrumpían en la feria Femimundo 72.
Exposición internacional de la mujer y su mundo, desarrollada en el Predio Ferial de Exposiciones de la
ciudad de Buenos Aires. Comenzaron a repartir impresos que denunciaban la construcción de una
determinada mujer funcional al patriarcado, para y por su conveniencia, lo cual quedaba claramente
explicitado desde el título. Dicho momento quedó filmado por María Luisa Bemberg en el corto de su autoría
El mundo de la mujer (1972). Con la ironía y el humor, las mujeres de UFA –y en particular la mirada de
Bemberg– destacaban la complicidad entre capital y patriarcado”.
¿Ese tipo de acciones feministas continuaron después del ’72?
M. L. Rosa: Habrá que esperar hasta 1986 para reencontrarnos nuevamente con prácticas activistas feministas
asociadas al campo del arte. Los primeros años del retorno a la democracia fueron fundamentales en la
recuperación de la calle por parte de nuestros movimientos de mujeres. En ese contexto, en 1986, Ilse
Fuskova, Josefina Quesada y Adriana Carrasco conformaron el Grupo Feminista de Denuncia. Estas mujeres
se situaban en la calle Lavalle al 800 –peatonal de los cines del centro de Buenos Aires– los sábados a la
noche, con las manos en alto, haciendo el signo feminista y con carteles con leyendas como “La violación es
tortura”, “La mujer es la única dueña de su fertilidad”. Esos y otros lemas irritantes provocaban la discusión
entre la gente que las miraba con sorpresa. Cada sábado a la noche, cientos de personas veían a estas mujeres,
quienes en un acto performático disparaban la reflexión, el cuestionamiento, la reacción. A su vez, repartían
impresos diciendo quiénes eran y qué estaban reclamando.
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¿Cuál es la novedad que traen estos activismos feministas?
M. L. Rosa: Si pensamos en una práctica artística política o en una práctica política artística no debemos
olvidar la frase de la artista feminista mexicana Mónica Mayer refiriéndose a su etapa de estudiante en el
Feminist Studio Workshop de Los Angeles, en 1978. Mayer decía: “Si algo confirmé en ese momento es que
si una pretende hacer un arte revolucionario en términos políticos, primero tiene que serlo en términos
artísticos”. El arte feminista que parte del activismo visual debe tener en cuenta esto, la crítica y la subversión
del sistema patriarcal implica necesariamente un lenguaje que también subvierta lo que se espera del arte, si
es que aún esperamos algo.
¿Qué dirías de Mujeres Públicas hoy?
M. L. Rosa: Que siguen pensando y creando otros modos de hablar desde el activismo visual y desde el
feminismo, sigue interfiriendo el ruido de la calle con sus proclamas y su nomadismo, resignificándose en las
acciones que, en otras partes del mundo, otras feministas realizan gracias a la reproducción libre de afiches y
objetos desde su web. Conjugan el termómetro de las demandas reales de las mujeres con una enorme
información sobre dispositivos artísticos, lo que les permite poder comunicar sin perder calidad estética y
conceptual. Mujeres Públicas sigue ensuciando la blancura de los espacios del arte y sonorizando, con un otro
sonido, las huellas de nuestras activistas feministas.
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Cuando quieran, donde quieran
VIOLENCIAS Las víctimas de violencia doméstica tendrán vacantes escolares seguras para sus hijxs desde el
nivel inicial primario hasta el secundario porteño cada vez que necesiten cambiar de domicilio por medidas
protectoras o por cualquier otro motivo que apremie. La nueva ley obliga a mantener la confidencialidad de la
información e incluye los Centros de Primera Infancia (CPI), que deberán recibir a niñxs de 45 días en
adelante.
Por Roxana Sandá
Lxs hijxs de víctimas de violencia doméstica tendrán vacantes escolares seguras en cualquier momento del
año, en establecimientos de todos los distritos porteños, cuando por amenazas de sus agresores tuvieran que
cambiar de domicilio y de colegio, manteniendo la confidencialidad de la información. El trámite alcanza a
jardines maternales y escuelas primarias y secundarias dependientes del Ministerio de Educación de la
Ciudad. La nueva ley también incluye los Centros de Primera Infancia (CPI), que deberán albergar a niñxs de
45 días en adelante sometidxs a esa situación.
Se trata de una modificación del artículo 16 bis de la ley 1688, de Prevención y Asistencia a las Víctimas de
Violencia Familiar y Doméstica, impulsada por su autora, la diputada Virginia González Gass, del Partido
Socialista Auténtico (PSA). Hasta la fecha, ese artículo establecía que en caso de que las víctimas de violencia
se vieran obligadas a cambiar de domicilio, el derecho de niños y niñas a incorporarse a un establecimiento
educativo quedaba restringido a aquellos cercanos al nuevo domicilio. “Con la modificación que se sancionó,
ese beneficio se extiende a todos los casos en los que las víctimas de violencia necesiten o requieran cambiar
a niñas, niños y adolescentes a un nuevo establecimiento, sea por tener que trasladarse a otro domicilio, por
una medida de protección o por cualquier motivo que las víctimas consideren necesario”, explicó González
Gass. En la modificación, además, se incluyeron los Centros de Primera Infancia, que no existían al momento
de la redacción del artículo original.
El texto establece que las víctimas de violencia doméstica tendrán asegurada la incorporación en el
establecimiento educativo y/o CIP que soliciten y podrán optar por la cercanía a su domicilio particular o
laboral, “o cualquier otro que considere como el más conveniente, sin importar la etapa del ciclo lectivo en
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que se encuentren”. Para acceder a este beneficio deberá presentarse constancia de denuncia y/o intervención
de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD), dependiente de la Corte Suprema de la Nación, de los Centros
Integrales de Atención citados en la ley, juzgados nacionales de Familia “u otro órgano estatal de
características similares”, debiendo garantizarse la confidencialidad de la información.
“Cortar con el vínculo de la violencia es muy difícil”, advirtió la legisladora. “Las mujeres víctimas necesitan
contar con tres elementos fundamentales, que son la independencia económica para no depender del violento,
un lugar donde vivir para dejar la vivienda que comparte con aquél y resolver el tema del cuidado de sus
hijos.” En sintonía con estos argumentos, presentará un proyecto para la incorporación obligatoria de mujeres
víctimas de violencia de género en puestos de trabajo de todos los organismos dependientes de la Ciudad, con
un cupo no inferior al 5 por ciento sobre la totalidad del personal. “La mujer en situación de violencia ve sus
vínculos sociales e interpersonales limitados por el maltratador, que lo primero que busca restringir es el
trabajo fuera de la casa para someterla, porque de esa manera no sólo la aísla de un entorno social laboral,
sino que también le impide la independencia económica que podría darle la posibilidad de separarse.” Para la
búsqueda de vivienda, la legisladora había elaborado otro proyecto que perdió estado parlamentario, pero que
espera remontar en breve. “Con Rogelio Frigerio, el presidente del Banco Ciudad, estamos viendo un sistema
de créditos accesibles para que esas mujeres, que no cuentan con los recursos económicos necesarios, puedan
comprar sus viviendas.”
La semana pasada, el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta, realizó un informe de gestión muy
discutido, volviendo a dejar al descubierto un subejecutado presupuesto en Educación, que en siete años fue
de 926 millones de pesos, y a uno de sus efectos más groseros, la falta de establecimientos. La legisladora
Lorena Pokoik, del Frente para la Victoria, advirtió que “todavía 17.000 chicos siguen sin vacantes”. Los
números oficiales de vacantes en falta, según Pokoik, surgieron “de una audiencia organizada con padres y
representantes del Ministerio de Educación” porteño. Se trataría de 13.211 vacantes correspondientes al nivel
inicial, 1585 al nivel primario y 2819 al secundario. Rodríguez Larreta intentó desmentir esa información y
negó que estén por construirse “aulas container” o “modulares”, pese a que en el Boletín Oficial se haya
publicado una convocatoria para armar 41 módulos de 650.000 pesos cada uno.
Para González Gass, todas estas manifestaciones “no hacen más que generar nuevas vulneraciones de
derechos”. La trama de violencias “que intentamos desalentar con leyes que asistan y contengan a las mujeres
y a sus hijos e hijas se reinstala, sin embargo, cada vez que la Policía Metropolitana tarda veinte minutos en
llegar al domicilio de una mujer que activó su botón antipánico. O en los recortes del presupuesto destinado a
la Dirección de la Mujer y en el maltrato presente en los refugios. Y en la desarticulación de todos los
programas sociales”.
En tantos de estos casos lxs niñxs y adolescentes se convierten en las víctimas invisibles de la violencia de
género. Pero existen leyes locales, como la 114 de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y
Adolescentes, comprometida a remover “los obstáculos de cualquier orden”, que limitando la igualdad o la
libertad impidan o entorpezcan el desarrollo pleno de lxs chicxs. En la misma línea, el Sistema de Protección
obliga al Gobierno de la Ciudad a adoptar medidas para efectivizar los derechos reconocidos a niñas, niños y
adolescentes por normas jurídicas, operativas o programáticas”. Pero los compromisos se cumplen a medias, y
el viaje parece atravesar su punto de mayor desprolijidad.
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/suplementos/las12/13-9006-2014-07-26.html
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Pilosa discusión
COSAS VEDERES Una profesora norteamericana da créditos extra a las alumnas que se dejen crecer la
pelambre de piernas y axilas. Los motivos, a continuación.
Por Guadalupe Treibel
A la profesora Breanne Fahs puede sobrarle melena, pero no lleva ni un pelo de tonta: la doña sabe que la
mejor forma de aprender es haciendo, y en esa línea ha dispuesto una actividad que, por su velluda
peculiaridad, ha alcanzado las páginas de cantidad de tabloides en las últimas semanas. Ocurre que, desde su
humilde curso, BF otorga puntaje extra a las alumnas que no se rasuran y a los alumnos varones que sí lo
hacen, del cuello para abajo, amén de desafiar las normativas de las vellosidades corporales; como bonus,
los/as estudiantes deben llevar un diario donde anoten los vaivenes propios de la experiencia. A juzgar por
aquel iniciático paseo por la alfombra roja de 1999 con un vestidito deluxe y los sobacos tupidos, bien podría
decirse que Julia Roberts estaría orgullosa de tamaño proyecto. Aunque, en honor a la exactitud, ella
desestimase los clamores de espanto declarando que no pasaba todo el día pensando en sus concavidades, a
diferencia de los mozalbetes que se adentraron en la propuesta lanzada –e instalada– por Fahs. Para
consternación, eso también hay que decirlo, de madres y novios.
Como la joven Stephanie Robinson, que define la tarea-para-el-hogar como “uno de esos momentos que te
cambia la vida”. En sus palabras: “Muchos de mis amigos no querían ejercitar a mi lado o escuchar acerca de
la asignatura. Empecé a notar, además, los rostros de los extraños y de otras personajes del campus, todos
repugnados con mi apariencia. Definitivamente comprendí que si una no adhiere estrictamente a lo prescripto
para el rol de género, el cuerpo se vuelve un lugar de confrontación y opinión pública”. “No hay un motivo de
peso por el que depilarse o no depilarse sea una cuestión importante. Pero lo es, y mis estudiantes tienden a
descubrirlo más temprano que tarde”, resume la profe Breanne.
Catedrática asociada en el área Estudios de Mujer y Género, en la Universidad Estatal de Arizona, la maestra
ha cosechado, entonces, el nada despreciable mérito de que sus alumnos/as se involucren en cuerpo y mente
en la materia, a punto tal de poner la propia fisonomía a disposición de cuestionar(se) ciertas reglas
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preestablecidas. Concretamente aquellas reglas que demandan, exigen, declaman que las axilas y piernas de
una verdadera lady estén lisitas y al ras: siempre depiladas, horror andar peludas. “No hay mejor manera de
aprender acerca de nuestras normas sociales que romperlas y ver cuál es la reacción de la gente”, sostiene BF
ante cuanta cámara o grabador se le apreste, y le pregunte acerca de la mentada actividad. O, para el caso,
acerca de los estudios que ha escrito sobre el tema (por ejemplo, el paper Perilous Patches & Pitstaches)
donde, haciendo hincapié en el crecimiento de pelo en cuerpo, subraya “la invisibilidad del sexismo
omnipresente dirigido a aquellos que violan las prácticas para mantener el ideal femenino”. Cortito y al pie: la
compulsión a afeitarse es, para ella, otra manifestación de cómo las mujeres han internalizado ideas
patriarcales.
Manifestación que, dicho sea de paso, se traduce en un 99 por ciento de damiselas inglesas habiéndose
depilado en algún punto de vida, un 90 por ciento de australianas que lo hace cotidianamente y estimables
cifras superiores para las norteamericanas que, como anotan ciertos estudios, “tienen el asunto tan
incorporado que ya pasa desapercibido en el discurso informal, la investigación o la literatura”. Los números
dicen por cuenta propia y hacen que más de una periodista yanqui, patidifusa, interrogue: “En la era de la
pornografía generalizada, donde adolescentes apenas se inmutan ante anos, vaginas y escrotos, ¿cómo es
posible que una realidad anatómica tan inocente como la del pelo de las axilas resulte tan revulsiva?” En
especial cuando –ofrecen sitios como Mirror o Jezebel– se trata de un gesto moderno: “La pauta de rasurar el
vello corporal se remonta a un esfuerzo de Gillette por ampliar su mercado de máquinas de afeitar. Alrededor
de 1915, la marca comenzó una campaña donde denunciaba los (anteriormente inofensivos) pelos como feos,
masculinos y sucios. En la década del ‘20, ampliaron sus esfuerzos para la pierna, exaltando el valor positivo
de la sedosidad y suavidad. Aun así, antes de la Primera Guerra Mundial, prácticamente ninguna mujer
norteamericana se afeitaba las piernas. Hacia 1964, en cambio, el 98 por ciento de menos de 44 años lo
hacía”.
Volviendo al quid de la cuestión... Si para los/as alumnos de Breanne Fahs, el ejercicio de rebeldía –y su
requerimiento de que persista durante 10 semanas– no se hizo cuesta arriba fue principalmente por la
camaradería. “Cuando prácticamente todos los estudiantes participan, se desarrolla un sentido de comunidad y
de disfrute alrededor de revelarse en conjunto”, ofrece la teacher que, por otra parte, diferencia la vivencia de
los varones voluntarios y las mujeres ídem. En principio, porque no es poco habitual hoy en día que los
hombres remuevan excesiva alfombra; la clave del desafío –entonces– radica en que persistan en la tarea dos
meses y medio “para que se den una idea de lo que las mujeres atraviesan habitualmente”. Por otra parte, no
faltan las estrategias para agregar el elemento “macho” al proyecto: “Los varones tienden a adoptar una
actitud del tipo: ‘Ey, me la banco. Soy un pibe, puedo hacer lo que se me venga en gana’. Al punto de que
algunos se han rasurado el cuerpo entero... usando un cuchillo de caza”. ¿Con qué lidian las mujeres
persistentes, mientras tanto? Pues con chascarrillos del tipo “Tu sobaco se asemeja a la porquería del fondo de
un tacho de basura”. Para partirse de risa...
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9007-2014-07-26.html
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Libertad vigilada
INTERNACIONALES En 1994, más de un millón de personas fueron asesinadas en apenas cien días en
Ruanda. Fue el intento del gobierno de los hutus por exterminar a la población tutsi, dos castas históricamente
enfrentadas cuya división propició todavía más la colonización belga. Con las cicatrices abiertas de este
genocidio, las mujeres de este país de Africa central fueron las principales reconstructoras de la paz, tienen la
mayor representación parlamentaria del mundo (64 por ciento) y conquistaron derechos básicos como la
herencia y explotar sus propios negocios sin anuencia masculina. Sin embargo, la vida cotidiana está sitiada
por el trauma y la concentración del poder en la figura de un militar al que nadie se anima a criticar en voz
alta.
Por Gabriel Díaz
Desde Ruanda
Su fama de buena curandera es bien conocida en la aldea ruandesa de Gitarama, al sudoeste de Kigali. Al
descender de la furgoneta, en la carretera principal, basta con preguntar por Sula, la sanadora, que pronto
algún vecino indicará el atajo, una senda estrecha abierta entre matorrales que llega al umbral de la casa de la
famosa anciana. Sula se levanta con energía de la esterilla y recibe a las visitas con un abrazo poderoso, con
brazos fuertes y manos calurosas. Enseguida, sin que casi medie palabra, pide disculpas y se retira al interior
de la casa: “Quiere prepararse para las fotografías”, comenta el intérprete. Sula es una mujer con dotes de
curandera, humilde y casi nonagenaria, que durante el genocidio ruandés salvó la vida de diecisiete personas.
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Tutsis, hutus moderados y cuatro europeos fueron llegando de a poco desde aldeas vecinas cuando se
enteraron de que Sula daba asilo a los perseguidos. Ocurrió a fines de abril de 1994. La población estaba
cercada por puestos de control y aterrada por las irrupciones de las milicias hutus que, provistas de machetes o
armas de fuego, llevaban a cabo un plan genocida que acabaría con la vida de más de un millón de personas
en cien días, según cifras difundidas en Ruanda. El rostro de Sula se endurece cuando relata lo sucedido allí,
en su pequeña casa hecha de tierra y pedregullo. Con ánimo conversador, explica que por aquellos días llovía
mucho y resultaba más fácil encontrar maníes, semillas de girasol y plátanos. “Por allí –dice señalando unas
diminutas ventanas– les pasaba la comida.”
Las pequeñas y oscuras habitaciones donde almacena los alimentos fueron el lugar donde se amontonaron los
refugiados, aunque también evitaron ser descubiertos camuflados con hojas de plátano entre las ramas de los
árboles y los juncos. Cuenta que cuando fue delatada no tuvo otra opción que enfrentarse a las milicias hutus
y a la temida guardia presidencial, que asaltaron su casa para demandarle explicaciones. Era de esperarse: en
aquellos días, como ahora, en este país africano, el más densamente poblado del continente, la información o
el rumor circulan a ritmo trepidante, para las buenas o para las malas. Fue así que, frente a la adversidad de
las circunstancias, Sula puso en marcha su peculiar plan de salvamento que años después sería reconocido en
el Memorial del Genocidio de la capital ruandesa.
Revive su estrategia con palabras intensas y devuelve con gestos el miedo de aquellos días en los que el final
amagaba con producirse una y otra vez. Advertida del ya inevitable asalto de las fuerzas hutus, Sula pensó de
qué manera espantarlas y no recurrió a otra cosa que a lo viejo conocido: al oficio que había heredado de sus
ancestros. La anciana preparó extraños mejunjes que provocaron vómitos y produjeron una estrepitosa diarrea
colectiva a sus protegidos. Y tras esparcir aquel reguero de inmundicias, con los guardias frente a ella, simuló
estar en trance y comenzó a lanzar aturdidoras maledicencias. Al terror reinante, Sula añadió grotescos gritos
y movimientos disparatados. Los guardias huyeron despavoridos de los delirios de aquella mujer poseída por
el demonio, rodeada de charcos y olores nauseabundos. Pero la historia no acabó ahí.
En otra ocasión, Sula consiguió esquivar la muerte cambiando la señalización del camino principal, desviando
la ruta de los hombres armados. Entra a su casa y regresa con un antiguo cartel con el nombre de la aldea
carcomido por el paso del tiempo, el letrero que ocultó para despistar a la guardia. Contempla en silencio este
otro símbolo cargado de recuerdos. Nos mira con una media sonrisa y antes de despedirse mira al cielo y
agradece que en su país la barbarie haya cesado, mostrando con satisfacción la medalla que le entregó
personalmente el presidente Paul Kagame en reconocimiento por su solidaridad. “Hay que aprender a convivir
aceptando lo que pasó”, concluye.
Como el caso de Sula, por los parajes ruandeses es frecuente escuchar historias de supervivencia y
solidaridad, reveladores del papel jugado por las mujeres mientras la violencia dominaba el país y más
adelante, cuando fue necesario tomar las riendas de la reconstrucción. En el páramo posterior el genocidio, la
ruina moral y material era de tal calibre que por fuerza de las circunstancias las mujeres debieron avanzar con
el lastre de mutilaciones y enfermedades, violaciones, con hijos desaparecidos y maridos asesinados e incluso
acusados de las matanzas. “Trabajamos juntas para reconstruir nuestras casas. Entre nosotras hay viudas de
asesinados y también mujeres de hombres acusados de participar en el genocidio”, dice Hanina, una joven
viuda de la Red de Mujeres Ruandesas.
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“Antes del genocidio no nos conocíamos, ahora estamos más unidas que nunca. Juntas lloramos, bailamos,
cantamos y aprendemos a defender nuestros derechos”, explica Felicite. “Aquí estamos sentadas hutus y
tutsis, nos sentimos ruandesas, queremos salir de la pobreza y trabajar por el futuro de nuestros hijos”, añade
Hanina. Asociarse, sobreponerse y superar el primer tabú: levantar las casas con sus propias manos –una tarea
otrora reservada a los hombres– fue un paso determinante, según destaca Donnah Kamashazi de Unifem
(Agencia de la ONU para la Mujer). “Cuando las mujeres se dieron cuenta de que podían levantar sus propias
casas, supieron que iban a poder con muchas otras cosas”, dice Donnah. Y agrega que la reconciliación pasa
también por tener algo para hacer, de qué vivir y no depender de la caridad.
Así, miles de mujeres rehicieron sus casas, emprendieron pequeños proyectos cooperativos y recogieron a
decenas de miles de niños que se habían quedado sin familia. Hoy, en Ruanda, es frecuente encontrar hogares
en los que viven hasta 12 niños y adolescentes. “Además de las miles de viudas, por el país había más de 300
mil niños huérfanos, sin padres o perdidos, sin saber a dónde ir. Con el paso de los años esa cifra se redujo”,
sostiene por su parte Fatuma Ndangiza, ex secretaria ejecutiva de la Comisión Nacional por la Unidad y la
Reconciliación. Es lo que ella define como “solidaridad africana” que sobrevivió al genocidio.
Hoy, en Ruanda, una máxima parece planear sobre todo discurso formal: mostrarse ante la región y el mundo
como un ejemplo de estabilidad y prosperidad. En las charlas suele valorarse la seguridad ruandesa y el
conflicto de la vecina República Democrática del Congo parece quedar muy lejos. “Orgullosamente
ruandeses”, se puede leer en algunas vallas publicitarias y pegatinas. Del documento de identidad, de hecho,
han desaparecido las señas “hutus” y “tutsis” que los colonos belgas habían establecido en 1932, convirtiendo
en étnicas las diferencias que hasta entonces habían sido categorías socioeconómicas (algo así como castas).
Esa medida de los belgas fue decisiva. De hecho, el presidente Kagame acusa a Bélgica y a Francia de haber
jugado un rol nefasto en la historia de Ruanda, contribuyendo a la formación de una ideología genocida que
derivó en la masacre de 1994 (Libération, 6/4/14).
Assumpta Umurungi, miembro de las Viudas del Genocidio (Avega), asociación que reúne a más de 25 mil
ruandesas viudas, expresa que tras la emergencia más inmediata, que implicó la búsqueda de desaparecidos,
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cura de heridos, reconstrucción de casas y asistencia a huérfanos, el sufrimiento y la tristeza afloraron con
fuerza. “El principal problema es el trauma. Escuchamos los problemas e intentamos encontrar soluciones. En
general, las mujeres se muestran abiertas, receptivas cuando se les ofrece ayuda. Por lo demás, cada cual vive
con su trauma como puede. Algunas reciben asistencia y siguen con su vida, pero hay otras que necesitan
superarlo para empezar nuevamente.”
Ruanda se ha convertido en el país con mayor número de mujeres diputadas de todo el mundo (64 por ciento
de los escaños). Derechos como heredar o emprender un negocio sin el permiso del marido han sido
conquistados por las ruandesas en el período posterior al genocidio, gobernado por Kagame, militar que entró
en Kigali en 1994 al mando del Frente Patriótico Ruandés formado por los exiliados tutsis. Es frecuente
encontrar a mujeres en lugares de toma de decisiones, como ministerios, el Poder Judicial, el cuerpo policial y
en las cientos de cooperativas existentes en Ruanda, por citar algunos ejemplos. Lo que no es común es dar
con voces o miradas críticas sobre la realidad del país, y cuando se encuentran, los comentarios suelen
apostillarse con un “por favor, no me mencione”.
Con una oposición política casi inexistente, la mayoría de las mujeres gobernantes pertenece al bloque
dirigido por Kagame –predomina una devoción tan inquietante como unánime hacia el presidente–, eludiendo
preguntas acerca de la concentración de poder o la sabida participación de Ruanda en el eterno y sangriento
conflicto del Congo. El retrato de Kagame aparece en hospitales, organizaciones no gubernamentales, bancos,
hoteles y supermercados. La mirada ubicua de Kagame sintetiza lo que, refrigerio y nervios mediante,
confiesa una joven universitaria: “Aquí, todo el mundo vigila”. “No puedo decir que en este país haya libertad
de expresión. Todo el mundo está vigilando y el partido del gobierno lo controla todo. Si quieres que tu
negocio prospere o conseguir un buen trabajo, tienes que estar dentro del partido. Si no estás de acuerdo, es
mejor que te quedes callado”, asegura mirando con insistencia a su alrededor.
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Por su parte, la ex secretaria de la Comisión por la Unidad y la Reconciliación defiende el proceso que se
puso en marcha en su país “como una alternativa ruandesa a un problema muy grave”. Fatuma Ndangiza
considera que ha sido necesario “construir una nueva identidad”, a partir de lo que se puede compartir,
desarrollando el sentido de la responsabilidad. “La educación y el gobierno, que en su peor expresión
causaron el genocidio, hoy tienen que ser la baza fundamental para levantar el país”, resume. Esto es tan
cierto como lo es que opositores y desertores del gobierno ruandés hoy deben guardar silencio o emprender el
exilio.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9010-2014-07-26.html
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Nunca más pequeñas
Reeditado en 2013, por primera vez desde 1878, el diario de viaje de la chilena Maipina de la Barra revela
cómo la religión puede ser una vía para denunciar las desigualdades de género.
Por Milagros Belgrano Rawson
En pleno siglo XIX, la viajera chilena Maipina de la Barra se comportaba como una mujer vanguardista. No
sólo era vegetariana, sino que practicaba el hipnotismo y estaba vinculada con el espiritismo y la masonería.
Cuando sus pares sólo viajaban con sus esposos, ella lo hacía con su hija y, más tarde, a los 47, cruzaría a
lomo de mula la Cordillera de los Andes acompañada de un baqueano. Escribía, era una talentosa pianista y
creía en la abolición de la esclavitud, la educación de las mujeres y el derecho de ellas a ganar su sustento.
Cuando enviudó, sin un centavo y con una niña a su cargo, en Valparaíso se las arregló para trabajar como
profesora de piano, algo inusual para las mujeres de su clase. En su libro de viajes, publicado en 1878 con un
título que probablemente bata records en longitud –Mis impresiones y vicisitudes en mi viaje a Europa
pasando por el Estrecho de Magallanes y en mi excursión a Buenos Aires pasando por la Cordillera de los
Andes– y reeditado a fines de 2013 por la editorial chilena Cuarto Propio, Maipina ejerce esa mirada bizca de
la que hablaba David Viñas, ese gesto de admiración por la cultura y la civilización europeas, y un desprecio
casi sarmientino por la barbarie sudamericana. Europa ya entendió que “no hay progreso sin el concurso
poderoso de la mujer”, como dice en su diario de viaje. En ese continente, la mujer ocupa un estatus distinto
del de la latinoamericana, observa. Y “sólo así puede decir algo difícil de sostener en una sociedad tradicional
como la propia”, explica a Las12 la historiadora chilena Carla Ulloa, autora de la reedición crítica del original
de esta crónica de dos viajes, el transatlántico y el que atraviesa la cordillera.
Tímida feminista –nunca se definió como tal y hoy difícilmente se le adjudicaría ese rótulo–, junto a su hija
Eva, Maipina pasa un año en Italia y Francia y se maravilla por estas sociedades “de buen tono” donde las
mujeres pueden viajar sin compañía en vagones “para damas solas” y donde se permite a las mujeres casadas
y mayores bailar en las fiestas –algo prohibido en su Chile natal–. Pero Maipina, bautizada así en honor a la
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batalla de Maipú, librada por el general José de San Martín, padrino de la viajera y amigo de su padre, tiene
sus contradicciones. Benjamín Vicuña Mackenna, por entonces ya un conocido periodista y político chileno,
reseña su libro con cierto paternalismo: lo tilda de sentimental y no perdona las barbaridades que dice
Maipina de su sirvienta porteña –la acusa de perder el tiempo cosiéndose ropa, “no a la moda de las sirvientas,
sino de las señoritas”. Ay, Maipina...–.
Candidata a doctora por la Universidad Autónoma de México, Ulloa recorrió un largo camino hasta dar con
retazos de la vida de Maipina de la Barra que le eran desconocidos. Con una beca de la Universidad de Chile,
en 2011 viajó a Buenos Aires para recorrer archivos y bibliotecas. Así descubrió, y sobre todo a través de la
historiadora Norma Alloatti, que Maipina era parienta de Emma de la Barra, la escritora rosarina que escribía
con el seudónimo de César Duayen y cuya novela Stella fue, a principios del 1900, un éxito de ventas
prologado por Edmundo de Amicis. “Ahora sabemos que Emma y Maipina eran familia y que posiblemente
se cruzaron en Buenos Aires”, cuenta Ulloa. Y destaca que en Chile la viajera sigue siendo poco conocida.
También en la Argentina, a pesar de que Maipina vivió 30 años en Buenos Aires y que dedicó su libro de
viajes “a las damas argentinas”. Casi un siglo y medio después de la publicación de estas crónicas, la
reedición crítica de Ulloa intenta rescatar del olvido a esta mujer que abogaba por “la educación de nuestras
hijas para no volver jamás a ser pequeñas”.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9019-2014-07-26.html
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De igualdad no se habla
POLÍTICA Los sindicatos oficialistas y opositores reclaman por el Impuesto a las Ganancias. Pero nadie
habla del impuesto al género, que se lleva al menos 1236 pesos del bolsillo de las trabajadoras por el solo
hecho de ser mujeres. No está en carpeta el combate contra la brecha salarial por sexo. Pero tampoco
demandas como la ampliación de licencias por maternidad y paternidad, días para cuidar a hijos e hijas
cuando se enferman y jardines de primera infancia. En el camino, se desperdicia una herramienta
fundamental: la discusión paritaria. ¿Cómo reimpulsar una nueva agenda sindical?
Por Luciana Peker
Es como la incógnita de la primera vez. Una pequeña duda entre tantos discursos encendidos, un sincericidio
que admite no tener idea o una autocrítica por ser parte de una corporación machista. Un silencio que no
responde a la vehemencia de los más gruesos muchachos. Una pregunta que no tiene libreto asignado y una
respuesta que no llega ni por el oficialismo ni por la oposición. ¿Por qué los sindicatos no reclaman por el
derecho a ganar igual salario y a poder trabajar con equidad fuera y dentro de la casa? El interrogante parece
silenciar los bombos. No hay reuniones, marchas, gritos, petitorios, conferencias y, ni siquiera, argumentos
que acompañen los reclamos laborales de las mujeres.
La CGT está dividida entre Hugo Moyano, Antonio Caló y Luis Barrionuevo. La CTA también está partida
entre Hugo Yasky y Pablo Micheli. Pero todos coinciden en algo: el reclamo –legítimo– para que el Impuesto
a las Ganancias modifique sus porcentajes y eleve el piso de 15 mil pesos para que menos afiliados tengan
que pagarlo. Moyano, Barrionuevo y Micheli ya hicieron un paro, en el que –además– incluían a la seguridad
y el narcotráfico, entre otras consignas de ramos generales, y anuncian una nueva huelga para agosto. Caló y
Yasky se reunieron con el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, el 21 y 23 de julio. Su pedido también se centró
en el Impuesto a las Ganancias. Yasky le agregó a la lista de solicitudes un aumento para los sueldos más
bajos del país del 35 por ciento y un paliativo para los jubilados. Pero de otras demandas pendientes, nada de
nada. A pesar que el 34 por ciento de las fichas de afiliación sean de mujeres, según datos de asociaciones
sindicales.
“Somos una sociedad machista y esto en el sindicalismo funciona de una manera más cruel –admite Pablo
Micheli, de la CTA opositora–. El sector empresario también es machista. Se niega a discutir jardines
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maternales porque lo considera un gasto. Cuando se negocian los aditamentos, si corre riesgo el salario, se
prioriza el sueldo. Eso sucede, lamentablemente, porque deberían ser de los temas más importantes a
discutir.”
Facundo Moyano es diputado nacional y secretario general del Sindicato de Trabajadores de Autopistas y
Rutas y acaba de cerrar un acuerdo de aumento salarial del 34 por ciento. ¿Y los derechos que afectan más
directamente a las trabajadoras del peaje? “No estoy interiorizado en la realidad, no está dentro de mi agenda
de reclamos. Desde lo sectorial es una actividad que emplea a más mujeres que a varones, por lo menos, en el
sector de las cajas. No lo he planteado como un reclamo general. Se me escapa. Me das una buena
herramienta para reclamar, aunque con la inflación lo urgente es el salario”, plantea con sinceridad. A la vez,
reivindica que en el sindicato tienen siete mujeres en una comisión directiva con dieciséis puestos y que
cumplen con la Ley 25.674 que obliga la participación femenina en las negociaciones colectivas de trabajo y
en las decisiones sindicales. Además, también plantea que el discurso sindical no tiene que volverse
monotemático: “No hago eje en el Impuesto a las Ganancias aunque es un reclamo legítimo cuando hay
sectores en crisis como construcción o suspensiones en la industria automotriz. No tiene que ser el único
reclamo de la CGT”.
El silencio no es salud, pero tiene su explicación. Fabián Repetto, doctor en Investigación en Ciencias
Sociales y director del Programa de Protección Social del Centro de Implementación de Políticas Públicas
para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) evalúa: “La estructura del mercado laboral genera incentivos para
que muchos sindicatos coloquen el foco de atención en los trabajadores con salarios más altos y empleos de
mayor calidad. Esto tiende a excluir a las mujeres (que tienen salarios más bajos) y, en especial, a las madres,
llevando a fortalecer las dinámicas laborales exclusivas que potencian la gran desigualdad socio-laboral
existente”.
La deuda duele en lo que los sindicalistas más defienden: el bolsillo. Pero está agujereado y es sólo de damas
(aunque no es gratis). En la Argentina, el salario promedio es de 4372 pesos, según datos del Indec del
segundo trimestre de 2013.
Sin embargo, la discriminación sexual se cobra el impuesto al género de las ganancias femeninas. Las mujeres
cobran –en promedio– $ 3675 pesos y los varones, $ 4911. La brecha de género se lleva –por lo menos– $
1236 pesos. ¿Nadie los reclama? Tampoco se protesta porque la informalidad afecta más a las mujeres que a
los varones y que el desempleo femenino, en las menores de 29 años, llega a un escandaloso 16,2 por ciento.
Y las soluciones están, pero no a la vista. La desigualdad puede revertirse con políticas contra la
discriminación laboral (que llevaron a una empresa líder en la Argentina en producción de pañales a echar a
una empleada por sospechar que podía quedar embarazada) y el acoso sexual (que en el Congreso dejó dormir
un proyecto de la ex diputada Marcela Rodríguez). También se pueden multiplicar capacitaciones en oficios
no tradicionales como las que hace el Ministerio de Trabajo en arreglo de motos y uso de excavadoras. Y se
puede mejorar las licencias por maternidad y paternidad para que duren más tiempo, se incluya a
monotributistas, se tenga en cuenta la perspectiva de familias diversas de gays y lesbianas, se asimile la
adopción al alumbramiento biológico y se termine con el descuento en la jubilación que implica la maternidad
(ahora los meses más demandantes para una puérpera que no duerme de noche y da la teta todo el día no se
computan como un tiempo productivo para la Anses).
Hay más por hacer y por pedir: se deberían crear jardines maternales con contenidos pedagógicos, construir
lactarios (para que las empleadas pudieran aliviar sus pechos a punto de explotar sin estar expuestas a la vista
de toda la fábrica u oficina), promover licencias por violencia de género (para que una mujer no tenga que
pedir licencia psiquiátrica cuando ella no está enferma, sino que es víctima de violencia) y días family
friendly para poder ver a los hijos e hijas en actos escolares o acompañarlos si están enfermos.
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No sólo Europa fomenta espacios de conciliación entre empleo y hogar para poder ir de acá para allá sin la
lengua (taaan) afuera y la mochila de la culpa (por llegar tarde al colegio o por dejar para mañana una tarea en
la oficina) siempre a cuestas. En Chile y Uruguay se extendieron las licencias maternales y parentales, y en
Costa Rica se implementó una política pública de cuidados para que todas las mamás puedan contar con un
lugar de calidad para dejar a sus bebés y trabajar, estudiar o capacitarse. ¿Y por casa cómo andamos?
Silencio, los bombos están callados.
“Pocos sindicatos tienen en sus temas los derechos de las mujeres. Todo es muy pobre. No se priorizan estos
temas por pautas culturales y las sindicalistas no están empoderadas, se subordinan y temen. Hay mucho
trabajo por hacer. Falta una dirigencia sindical femenina que construya poder colectivo”, arenga la dirigente
sindical de UPCN Zunilda Valenciano. “Los sindicatos sigue siendo ámbitos muy masculinos y
masculinizados. Hay invisibilidad de las cuestiones de género en el mercado laboral”, apunta la secretaria de
Género de la CTA, Estela Díaz, y anuncia que en agosto van a lanzar una campaña sobre responsabilidades
familiares compartidas y sistemas integrales de cuidado. ¿Y qué pasa con las demandas de la CTA? “Nuestra
central hace tiempo tiene incluida una agenda más amplia, el tema no se hace visible por los temas que se
priorizan, pero tampoco se da demasiada importancia comunicacional al tema. En las reuniones con el
ministro de Trabajo, Carlos Tomada, y con la Presidenta (Cristina Fernández), incluimos licencias parentales,
responsabilidades compartidas, políticas de cuidado y discapacidad. Pero en las conferencias de prensa
posteriores, estos temas quedan siempre relegados.”
La agenda mediática no incluye –hasta ahora– cómo hacen para trabajar las madres que trabajan. Las políticas
públicas no construyen más jardines. El Congreso no legisla la ampliación del tiempo para acostumbrarse a
una nueva vida en la casa ni la vida de nuevas familias que ya fueron reconocidas por el matrimonio
igualitario. Y los sindicatos no pelean conquistas cuando discuten con las empresas. Las responsabilidades
están compartidas. Pero también hay mucho por hacer. Por ejemplo, impulsar que se cumpla el cupo sindical
para que las paritarias aumenten la igualdad.
Los cambios que faltan
“La negociación colectiva es una excelente herramienta para la igualdad de género y nuevos derechos ya que
se firmaron alrededor de mil convenios, con datos de 2012. Pero todavía ha sido poca la innovación que
produjo. Un factor que influye es la poca presencia de mujeres en las mesas de negociación. En las elecciones
de los sindicatos es donde más se cumple con la ley de cupo porque, en estos casos, el Ministerio de Trabajo
controla como autoridad de aplicación. Pero en las federaciones y las mesas de negociación colectiva lejos se
están de respetar la normativa vigente. A pesar de esta realidad, no hay denuncias tal como hicieron las
mujeres de partidos políticos que constituyeron redes y alianzas que favorecieron las estrategias contra las
irregularidades”, puntualiza Díaz.
El conjunto de las paritarias nacionales está cerrando con un nivel de aumento del 29 por ciento para cobrar
en 2014. Son una potencial herramienta para negociar otras conquistas. Por ejemplo, en Chubut, el 18 de abril
de este año, las docentes consiguieron una licencia específica por violencia de género, en un buen ejemplo
para replicar en otros gremios y provincias. O, en 2012, el Sindicato Petroleros Unidos e Hidrocarburíferos
logró que YPF y las operadoras de estaciones de servicio otorguen una licencia por paternidad de siete días
corridos (ahora la ley sólo da tres días para enterarse de que se es padre y salir corriendo) e incluyó 45 días
para las madres adoptantes. Sin embargo, en la Argentina casi no motorizan cambios a favor de la inclusión
laboral femenina y un mejor reparto entre trabajo y familia en las paritarias.
“Los sindicatos en la Argentina tienen como principal interés resguardar los salarios de sus afiliados, aspecto
que incide directamente sobre la cápita que cada trabajador aporta. En este sentido, y contrariamente a lo que
se evidencia en otras latitudes, aquí muchos sindicatos no suelen colocar en el centro de sus preocupaciones y
acciones el Salario Mínimo Vital y Móvil, los trabajadores informales y la calidad del empleo y los derechos
de los trabajadores, que incide en cuestiones como por ejemplo la cantidad de horas trabajadas o el acceso a
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licencias o centros de cuidado. Cada provincia reglamenta las licencias de sus empleados públicos. Es
llamativo que en algunos casos (como el de las docentes en Jujuy, con 84 días) tienen menos días de licencia
por maternidad que lo establecido en la Ley de Contrato de Trabajo (90 días)”, remarca la magister en
Políticas Públicas Gala Díaz Langou, coordinadora del Programa de Protección Social del Cippec.
Por su parte, la magister en Economía y Políticas Públicas Carina Lupica, directora ejecutiva del Observatorio
de la Maternidad, evalúa que el Estado dio más pasos adelante que los empleadores del sector privado: “En la
Argentina, en los últimos años, las cláusulas de mayor progreso en el involucramiento de los hombres en las
tareas de cuidado de sus familias en las negociaciones colectivas han sido implementadas por el Estado como
empleador. Entre los principales avances se logró la extensión del beneficio de cobertura de guarderías
excepcionalmente a hombres viudos, separados o divorciados que conviven con sus hijos/as y pueden
demostrar su custodia o tenencia; la extensión de la licencia por paternidad más allá de lo que establece la ley;
la licencia de cuidado de los hijos/as de treinta días adicionales a los establecidos por la ley para el trabajador
en caso de fallecer la madre de niños/as menores de 18 años; el permiso para la atención de familiares
(cónyuges, padres, hermanos o hijos) enfermos o accidentados, siempre que el cuidado sea indispensable por
la naturaleza de la afección y si dicho trabajador o trabajadora es la única persona que puede hacerlo; y
permisos de cuatro a seis inasistencias anuales en días hábiles por razones personales”.
Un pequeño paso se da en la creación o pago de jardines maternales, según Cristina Antúnez, coordinadora de
Equidad de Género e Igualdad de Oportunidades del Ministerio de Trabajo, que asegura: “La ley establece
que las empresas deben provisionar el servicio de guardería cuando tienen más de cincuenta empleadas. Pero
ahora los convenios hablan de reintegro a personal femenino, sin tope del número de trabajadoras, desde el
nacimiento hasta los tres o cuatro años en los mejores casos. Sin embargo, no se logra que los varones
también puedan acceder a este servicio de cuidado”.
Pero para progresar se necesita que el bombo lo toquen más bombistas. Corina Rodríguez Enríquez,
investigadora del Conicet y del Centro Interdisciplinario para el Estudio de la Política Pública (Ciepp),
especifica qué se necesita para poder avanzar: “La principal dificultad es la debilidad de la participación de
las mujeres en las estructuras sindicales, que no consigue permear la agenda sindical dominada por estructuras
sindicales muy masculinas y muy machistas”.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9022-2014-07-26.html
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Seis de cada diez mujeres pobres también son pobres de tiempo
Por Valeria Esquivel *
La medición del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado puede también abrir la puerta para repensar
la noción de pobreza. Es interesante saber que cuando se calcula la pobreza, el trabajo doméstico y de
cuidados se encuentra invisibilizado, pero está. Vivir con los ingresos de la canasta de pobreza requiere un
mínimo de trabajo doméstico y de cuidados (preparar comidas, cuidado de niños y niñas y otros dependientes,
limpieza, etcétera). ¿Qué sucede si no se dispone del tiempo para proveer este trabajo? Las personas se hacen
pobres de tiempo. Esto puede suceder porque el tiempo disponible es muy poco luego de trajinar la jornada
laboral remunerada, porque las cargas de cuidado son muchas o porque ambas cuestiones se combinan con el
hecho de que sólo algunas –las mujeres– asuman todos los trabajos en sus hogares, ya sea porque los varones
hacen menos o porque no están.
En el estudio La pobreza de ingreso y tiempo en Buenos Aires, Argentina. Un ejercicio de medición de la
pobreza para el diseño de políticas públicas, realizado en base a la Encuesta de Uso del Tiempo de la Ciudad
de Buenos Aires 2005, recientemente publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD), se muestra cuánto cambia la pobreza cuando se incorpora la pobreza de tiempo en su cálculo.
La pobreza de tiempo e ingreso duplicaba a la incidencia de la pobreza de ingreso (pasaba de 7,2 por ciento a
13 por ciento entre los hombres y de 6,5 por ciento al 12,5 por ciento entre las mujeres en la Ciudad de
Buenos Aires). En los hogares pobres, aproximadamente el 40 por ciento de los hombres y de las mujeres
eran pobres de tiempo, aunque las razones difieren entre unos y otras: para las y los ocupados, las largas
jornadas de trabajo explican esta pobreza de tiempo. Si la pobreza de tiempo total es parecida, es porque las
ocupadas pesan menos entre las mujeres, ya que su pobreza de tiempo es superior al 60 por ciento. Para las
mujeres que viven en hogares pobres y están ocupadas, la imposibilidad de proveer el trabajo doméstico y de
cuidado necesario contribuye a empobrecerlas en términos de tiempo, sin que sea posible comprar sustitutos
para dicho trabajo.
En los hogares no pobres, la pobreza de tiempo es menor, aunque entre las mujeres ocupadas no pobres llega
al 45 por ciento (sólo el 35 por ciento de los hombres en igual condición son pobres de tiempo). Ellas no
podrían proveer el trabajo doméstico necesario para vivir con los ingresos de la línea de pobreza, pero sus
hogares tienen los ingresos necesarios para comprar sustitutos, en forma de servicio doméstico, de servicios
de cuidado privado, o de otros consumos ahorradores de tiempo.
En otras palabras, la pobreza de tiempo (una dimensión de la pobreza que se desconoce si no se cuentan con
datos de uso del tiempo) tiene distintas caras entre las mujeres pobres y no pobres. Es otra manera de mirar el
viejo concepto doble jornada, pero ahora sabiendo que la doble jornada, además, empobrece.
* Investigadora y docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento y Conicet.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9023-2014-07-26.html
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Violencia contra la mujer
¿Qué festejan, si nuestras hijas están muertas?, gritan en SLP
Madres de víctimas de homicida serial cuestionan reconocimiento a funcionaria
Los expedientes estuvieron archivados: los familiares hicieron las investigaciones
Los manifestantes colocaron cruces al pie del asta bandera de la explanada Unión de Fuerzas de
Nezahualcóyotl para exigir al gobierno del estado de México que declare la alerta de géneroFoto René Ramón
VICENTE JUÁREZ
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 26 de julio de 2014, p. 3
San Luis Potosí, SLP, 25 de julio.
¿Qué festejan, si nuestras hijas están muertas?, expresó la madre de una de las menores ultimadas por el
presunto homicida serial Filiberto Hernández Martínez –maestro de zumba detenido los primeros días de julio
por el asesinato de cinco mujeres, cuatro de ellas menores de edad–, durante el acto organizado en el
municipio de Tamuín para dar un reconocimiento a la directora estatal de Alerta Ámber, Cristina Hurtado
Barrera, en el que también participaba el gobernador Fernando Toranzo Fernández.
El reconocimiento a la funcionaria era precisamente por su intervención, dijeron, en las investigaciones
que llevaron a la detención del presunto homicida. Durante el acto aparecieron las madres de dos de las
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víctimas, así como familiares de una mejor originaria de San Luis que desapareció en Ciudad Mante,
Tamaulipas, durante un viaje.
Aunque desde temprana hora se restringió el ingreso al palacio municipal de Tamuín por la presencia del
gobernador y al salón donde sería la sesión solemne del Consejo de Seguridad Pública sólo se permitió el
acceso a la prensa, los gritos de los familiares de las jóvenes asesinadas que estaban en uno de los pasillos se
escucharon hasta el salón donde se desarrollaba la ceremonia.
A Sandra Campuzano Nava, madre de la menor Adriana Martínez Campuzano, y Daniela Reyes
Rodríguez, madre de Dulce Ximena Reyes Rodríguez –ambas asesinadas– y a Graciela Pérez Rodríguez –
madre de una joven desaparecida hace casi dos años en Ciudad Mante durante un viaje–, el personal de
seguridad no las dejó pasar y se armó un zafarrancho en la puerta del salón.
Queremos entrar a ver qué festejan, ¿qué festejan?, es una burla ese reconocimiento, es un circo, es una
burla de las autoridades, gritaban las madres, mientras el equipo de seguridad seguía impidiéndoles el acceso,
ante lo cual el secretario de Seguridad Pública del Estado, Joel Melgar Arredondo, acudió hasta ahí para
dialogar con ellas.
Martínez Campuzano y Reyes Rodríguez fueron llevadas al privado del alcalde, en tanto que Pérez
Rodríguez no quiso entrar si no era acompañada por los medios de comunicación, por lo que tuvo que
permanecer afuera. Momentos después, las manifestantes fueron atendidas a puerta cerrada por el gobernador.
Posteriormente, Toranzo Fernández intentó hacer declaraciones a la prensa, pero fue interrumpido por
Graciela Pérez Rodríguez, quien puso en duda la labor de la titular de Alerta Ámber en la entidad.
Los reporteros cuestionaron al gobernador, quien se molestó y limitó a responder que se sigue trabajando
en las investigaciones y que se han esclarecido varios casos, rematando con la pregunta: ¿dónde están los
padres de familia cuando desaparece un menor?
La molestia de los familiares de las jóvenes asesinadas es que fueron ellos quienes tuvieron que hacer
labores de investigación directa, porque durante varios meses los expedientes estuvieron archivados. Otorgar
un reconocimiento a la titular estatal de Alerta Ámber les pareció fuera de lugar. “Me da coraje, ¿por qué
reconocerla, si es parte de su trabajo?, no quieran quedar bien ante la sociedad; sí, encontraron a mi hija, se
los agradezco, pero pudieron hacerlo en menos tiempo, le dieron mucho chance –al asesino– y todavía lo
dejaron que matara a otra mujer”, criticó Reyes Rodríguez
“Nos tacharon de ‘locas’ cuando sospechábamos de alguien, cuestionaron y juzgaron a mi hija, que
porque la niña era maltratada, que cómo vivíamos, por qué fuimos a pedir ayuda”, dijo por su parte Adela
Rodríguez, abuela de Dulce Ximena.
El procurador de Justicia estatal, Miguel García Covarrubias, informó el pasado 5 de julio que, desde
2010, Filiberto Hernández Martínez, de 43 años, originario de Ébano y vecino de Tamuín, cometió en esa
comunidad cinco homicidios y violaciones a mujeres (cuatro de ellas menores, una de nueve años). Algunas
víctimas habían sido alumnas en el gimnasio donde el acusado impartía clases de zumba.
Hernández Martínez, maestro de karate, confesó los asesinatos tras ser identificado y detenido en el
municipio de Tamuín; los cuerpos de sus víctimas los enterró en caminos vecinales.
http://www.jornada.unam.mx/2014/07/26/politica/003n1pol
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La batalla libidinal
Por Marisa Avigliano
A Dagny la mató un hombre, le pegó un tiro en la cabeza en la habitación de un hotel en Tbilisi, Georgia. En
tres días iba a cumplir treinta y cuatro años. El asesino era su amante, se llamaba Wladyslaw Emeryk y no
fueron pocos los que aseguraron que aquella muerte la había arreglado el marido de Dagny. Celos como agua,
celos como aire. Pelusas de celos por todos los rincones. Celos. Quien conocía a Dagny se enamoraba de ella
de inmediato y mientras lo hacía con la misma urgencia amorosa moría de celos antes del primer roce de
piernas. Las biografías de los flechados Edvard Munch y August Strindberg relatan aquel jadeo interrumpido.
Dagny nació en Kongsvinger, Noruega, y fue alumna de Anna Stang, la feminista creadora de una escuela
para niñas en Kongsvinger. Ya escribía poemas y obras de teatro, traducía y estudiaba música cuando viajó a
Oslo con una de sus hermanas para afinar sus dedos de pianista. La bohemia de Christiania (como llamaban a
la ciudad peninsular) atrapó a Dagny y en la captura cayeron los que pretendían convertirla sólo en una musa.
Relaciones breves para ella y eternas para los galanes huérfanos. Olvidados en los polígonos del cortejo
algunos prefirieron morir antes que vivir una vida sin ella. Uno de sus amores trágicos, el poeta de la Joven
Polonia, Stanislaw KorabBrzozowski, agregó su nombre a la lista de los amantes suicidas. En nuestra tierra
patria protagonizó igual tormento el crítico literario José Luis Ríos Patrón cuando se mató (¿lo hizo delante de
ella y de su novio?) porque María Esther Vázquez no quiso casarse con él.
En Noruega, Dagny era la culpable. Culpable de la soledad de Munch, “hirió emocionalmente a aquel hombre
alto de rasgos cincelados de una manera tan profunda que nunca pudo recuperarse”. Aquellas desgracias de
amor llevaban las iniciales de Dagny Juel tatuadas en el dolor apoltronado de las víctimas que necesitaban
darle un nombre al beso del veneno. Dagny, la “Madonna” de Munch, modelo y dama de sus retratos se casó
con el escritor polaco Przybyszewski quien dejó a su mujer Martha Foerder y a sus hijos (después tuvo un
tercer hijo con Martha mientras vivía con Dagny) para irse con Dagny, tuvieron dos hijos. Cuando Martha
apareció muerta en el piso de su casa, Przybyszewski fue a la cárcel. Creían que él la había matado pero
después de unos días de encierro lo soltaron y determinaron que Martha había muerto intoxicada por
monóxido de carbono. Martha se había suicidado y la culpable era Dagny. Las razones del final precipitado
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del matrimonio que compartió una vida de amantes cruzados y romances en Cracovia y en Varsovia
(Przybyszewski dejó a Dagny y se fue con la mujer de uno de sus amigos, Jan Kasprowicz) aumenta la
posibilidad de que en verdad el disparo del 5 de junio de 1901 haya sido una conspiración entre
Przybyszewski y Emeryk. Las razones de la trampa revelan denteras de posesión que olvidaron el valor
irresistible de los planos auxiliares. Hay un cuadro de Munch, Celos (1895) que vuelve imborrable la batalla
libidinal por Dagny. Tres figuras humanas se unen a través del rojo, el voraz e impertinente rojo del ahuecado
vestido largo de la mujer –es un vestido aureola que envuelve y deja ver el cuerpo desnudo– se une con el
contorno también rojo del cuerpo de los hombres. Lazo carnal del poder de Dagny a través de la mirada de
Munch, súbita inquietud de una mirada que compartió con los otros siete, sus amigos del círculo de Berlín que
tampoco pudieron atraparla.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9024-2014-07-26.html
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Violencia contra la mujer
Indígenas llegan a refugio en Chihuahua con heridas de hacha o acuchilladas
MIROSLAVA BREACH VELDUCEA
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 26 de julio de 2014, p. 2
Chihuahua, Chih., 27 de julio.
Más de 8 mil 500 mujeres fueron víctimas de violencia de género, principalmente intrafamiliar, en los
primeros seis meses del año, informó la directora del Instituto Chihuahuense de la Mujer (Ichimu), Emma
Saldaña Loera.
El principal tipo de violencia detectado es el sicológico, pero existen casos extremos de maltrato físico
hacia las mujeres indígenas en la sierra Tarahumara, que llegan a un refugio del Ichimu, en el municipio de
Creel, heridas con hachas, acuchilladas o severamente golpeadas por sus maridos o concubinos.
En el contexto de la celebración del Día Naranja, Saldaña indicó que, en el primer semestre del año, el
Ichimu recibió a 3 mil 909 usuarias conducidas por violencia en modalidad familiar, 2 mil 290 mujeres con
violencia sicológica y mil 230 mujeres con violencia patrimonial.
Destacó que 423 mujeres han padecido violencia física, 155 son víctimas de violencia económica y 83
denunciaron ser atacadas sexualmente.
Desde julio hasta diciembre, cada día 25 se iluminará de naranja el Ángel de la Plaza Mayor, como
recordatorio del Día de la no Violencia contra las Mujeres.
Pero ese tipo de conmemoraciones no llega a las mujeres indígenas de la sierra Tarahumara, donde
existen casos de violencia extrema que dio pie a la instalación de un refugio especial, donde se atiende a
madres rarámuris junto con sus hijos.
Saldaña Loera dijo que en la sierra algunas mujeres han llegado con cortes de hacha en la cabeza e
incluso con mutilación de orejas. Se les resguarda en un refugio adaptado a las tradiciones rarámuris,
eligiendo la manera de establecer los baños, las regaderas, la cocina, los tamaños de las habitaciones e incluso
de las bardas. Dentro se les dan talleres para que aprendan algún oficio que reactive su actividad económica.
De acuerdo con los datos más recientes de la Encuesta sobre Violencia hacia las Mujeres Indígenas del
Estado de Chihuahua, dos de cada 10 mujeres en zonas urbanas son golpeadas, cuatro de cada 10 son víctimas
de algún tipo de violencia, cuatro de cada 10 indígenas que viven con su pareja afirman haber recibido una
agresión de ésta y dos de cada 10 reciben amenaza de golpes.
La cuarta parte de las mujeres ha señalado que fueron golpeadas cuando sus parejas se encontraban en
estado de ebriedad; esta situación es más frecuente en la zona rural que en la urbana.
http://www.jornada.unam.mx/2014/07/26/politica/002n2pol
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La cultura de la violación
Por Flor Monfort
Cuatro tipos arrinconan a una mujer en una fiesta y se intercalan para violarla mientras ella pide ayuda sin ser
escuchada. Un hombre mete en el baúl de su auto a una nena de nueve y cuando la policía lo detiene dice que
creyó que era su hijo de tres. Una adolescente de doce años desaparece de su casa y los medios hurgan en la
trama familiar: que es adoptada, que es hija única, que está deprimida; la chica aparece al día siguiente y el
hombre señalado como secuestrador queda detenido por abuso sexual agravado. Una mujer denuncia a una
famosa banda de rock por drogarla y violarla en una camioneta después de un recital. La tertulia que sigue a la
noticia en cualquier portal le habla a la mujer: para qué te metiste, qué buena manera de hacer guita, si lo
buscás, lo tenés. Discurso repetido pero no gastado, surte efecto porque el público siempre se renueva. Y no
es sólo masculino.
Son muchos los signos que operan en la cultura de la violación: el merecimiento de las loquitas, el peligro de
la circulación en soledad, la certeza silenciosa de que las abusadas son disciplinadas. Ya lo dijo el padre de
Magalí Hermida: los que tenemos hijas no podemos vivir tranquilos. Porque el estatus de una identidad
flotando en una marea de anónimxs que pide autógrafos es “disponible”. Y porque el ídolo, en este caso
Juanse, declara cosas que encantan a la audiencia como “yo pertenezco a la comunidad cristiana. Y nosotros,
los cristianos, no hacemos esas cosas, en ningún ámbito. Lo tenemos prohibido. Y hasta me da vergüenza
sacarme fotos con las fans. Hace veinte años que estoy casado”. Hace rato que la comunidad cristiana pide
perdón por las atrocidades cometidas contra la sexualidad de miles de niños y niñas en todo el mundo. Sin
embargo, su fe mueve montañas, porque los comentarios lo bancan. El, que quería verla en el show como un
gato siamés, pero sólo en el show porque después se iba a la parroquia a pulir las rodillas.
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Hace algunas semanas, Zulma Lobato declaró haber sido violada y golpeada por varios sujetos. Casi no tuvo
cobertura. ¿A quién le importa ese cuerpo maltrecho? ¿Esa identidad desviada? ¿Esa peluca torcida? ¿Quién
se rasgaría las vestiduras al escuchar sus gritos, si ni siquiera los de la chica de la fiesta fueron atendidos por
sus pares de danza? Porque no es cuerpo de descarte solamente, merece ajusticiamiento, doctrina, disciplina
por exponerlo, venderlo, intervenirlo. ¿Por qué si no fueron salvajemente violadas y rematadas a tiros las
turistas francesas en Salta? ¿Y cómo se explican los comentarios que siembran sospecha en la ya desaparecida
hace tres años, María Cash, al verla deambular por la ruta? ¿Qué pensaron los mortales que se cruzaron con la
chica en cuatro patas, gritando de dolor y miedo, en el rincón oscuro del boliche? Tal vez esa es la
representación de “tener sexo” que muchxs se figuran como placentera, la misma que muestra un agite rápido
de bragueta, cero tacto y un ahhhhh compartido en menos de un minuto en casi todas las ficciones del mundo.
Las mujeres gozamos con el arrebato, decimos no cuando queremos decir sí, somos boludas para manejar
pero, para subirnos a la combi, bien rapiditas. Animalitos complejos, que encima ahora nos animamos a
denunciar.
Esta semana el abuso fue la moda mediática, que elige puntas de lanza para que los tags no se mezclen en la
marea informativa y todxs hablemos más o menos de lo mismo en la cena: la chica violada. Sobre por qué
seguimos criando varones bien cristianos, que se animan a violentar esos cuerpos como si les pertenecieran,
no hay pregunta ni debate posible. Sobre por qué los cristianos y no cristianos del mundo siguen estando entre
todxs nosotrxs, jurando que van a misa mientras nos hacen creer que viajar, caminar solas, subirse a una
camioneta o tener una foto de perfil con un puchero es motivo suficiente para que la lección sea aprendida,
también, de rodillas.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9025-2014-07-26.html
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Violencia contra la mujer
Protesta por alza en casos de feminicidio
En el estado de México exigen la declaratoria de alerta de género
Denuncian mil 200 desapariciones en ocho años
En vez de estar preso, lo ascendieron a comandante
Irinea Buendía, de Chimalhuacán, demanda justicia en el caso de su hija Mariana Lima Buendía, quien
asegura fue asesinada por el policia judicial estatal Julio César Hernández Ballinas. A cuatro años de su
muerte denuncia omisiones en las investigacionesFoto Cuartoscuro
RENÉ RAMÓN Y DAVID CASTELLANOS TERÁN
Corresponsales
Periódico La Jornada
Sábado 26 de julio de 2014, p. 2
Nezahualcóyotl. Méx., 25 de julio.
Decenas de personas protestaron en Nezahualcóyotl y Chimalhuacán para exigir a los gobiernos federal y
estatal que instrumenten la alerta de género en la entidad, ante el aumento de asesinatos de mujeres en que
prevalece la impunidad. Denunciaron que hay mil 200 casos de desapariciones en los recientes ocho años y se
cometieron 526 feminicidiosdurante cinco años.
Los inconformes viajaron desde cinco municipios para sumarse a la movilización y participaron en el
recorrido con la cruz rosa itinerante, que van colocando en las plazas públicas de los 17 municipios donde ha
habido el mayor número de desapariciones y feminicidios en una década. Acudieron vecinos de Atenco,
Ecatepec, Cuautitlán Izcalli, Nezahualcóyotl y Chimalhuacán.
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Deudos de víctimas de feminicidio e integrantes de organizaciones no gubernamentales protestaron frente
al palacio municipal de Chimalhuacán (en la imagen) y en Nezahualcóyotl demandando castigo para los
responsables de esos crímenes. En Chihuahua se denunció que más de 8 mil 500 mujeres fueron objeto de
violencia de género, sobre todo intrafamiliar, en el primer semestre del año. En San Luis Potosí, madres de
dos niñas asesinadas encararon al gobernador Fernando Toranzo, a quien reprocharon la falta de justicia Foto
Cuartoscuro
Matrimonio sin amenazas
En las movilizaciones convocadas por organismos no gubernamentales participó Irinea Buendía Cortez, de
Chimalhuacán, madre de Mariana Lima Buendía, quien –relató– fue ultimada por su esposo.
El castigo para mi hija Mariana fue haber soñado con tener un matrimonio donde se valorara a la mujer,
donde no existiera la amenaza ni la violencia; simplemente, una relación de apoyo mutuo con su pareja: lo
que encontró fue la muerte.
Denunció que el asesino es Julio César Hernández Ballinas, un policía judicial estatal, quien en vez de
estar preso ahora lo ascendieron a comandante.
A cuatro años de la muerte de su hija, comentó que se mantiene la hipótesis de suicidio, pero se quejó de
que el agente del Ministerio Público no tomó en cuenta que el esposo retiró el cadáver que supuestamente
estaba colgado y lo acostó en la cama. Tampoco hicieron caso a los testimonios de la familia que sostienen
que Mariana era víctima de violencia doméstica.
Integrantes del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio señalaron que hay mil 200
desaparecidas en ocho años y 526 feminicidios entre 2005 y 2010. Con el respaldo de la Alianza por los
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Derechos de las Mujeres, Organización y Lucha estado de México; la Red Nacional de Organismos Civiles de
Derechos Humanos; Justicia, Derechos Humanos y Género; Acción para el Bienestar y el Consejo de Mujeres
Defensoras de los Derechos Humanos y la Familia de Chimalhuacán, marcharon por las calles para exigir
justicia.
Integrantes del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio señalaron que hay mil 200 desaparecidas en
ocho años y 526 feminicidiosentre 2005 y 2010 en el estado de MéxicoFoto René Ramón
Viviana Muciño Márquez, vecina de Cuautitlán Izcalli, relató que ya pasaron 10 años del homicidio de su
hermana Nadia Alejandra y no se ha hecho justicia. Cuando hallaron el cuerpo,Nadia tenía una agujeta y un
cable de luz debajo de la soga con la que supuestamente se colgó y los peritos dijeron que era un suicidio.
Después de exigir justicia fue hasta 2005 cuando se consignó la averiguación y se giraron las órdenes de
aprehensión en contra de su concubino Bernardo López Gutiérrez y su cuñado Isidro López Gutiérrez, pero
ellos se dieron a la fuga.
En 2010, Isidro fue aprehendido y sentenciado a 42 años de cárcel, pero ganó la apelación. Estuvo
prófugo hasta 2012, cuando la policía lo detuvo por los delitos de privación ilegal de la libertad y violación en
agravio de una adolescente de 14 años de edad. Hoy Viviana sigue esperando justicia.
Asimismo, integrantes de la familia Méndez Rizo denunciaron la desaparición de su madre, María
Dolores Rizo Juárez, en 2012.
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La diputada tamaulipeca Olga Patricia Sosa Ruiz, presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, dijo
que aplicó una encuesta donde asegura que 46 por ciento de las mujeres en México han sufrido algún tipo de
agresión.
Relató que con la finalidad de erradicar la violencia contra las mujeres y las niñas, la Organización de
Naciones Unidas (ONU) celebra cada 25 de noviembre el Día Naranja y, en un exhorto al Senado, pidió que
vistiera y/o iluminara de ese color el Palacio Legislativo y edificios emblemáticos para sensibilizar y erradicar
la violencia.
Lanzó la iniciativa para que participen en esta actividad propuesta por la ONU los 43 municipios de
Tamaulipas y agregó una modificación al documento que refiere que el Día Naranja debe celebrarse todos los
25 de cada mes.
http://www.jornada.unam.mx/2014/07/26/politica/002n1pol
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a la hoguera.
Las revistas femeninas
SE DESHACE DE LO QUE DETESTA Melina Marcow *
A la hoguera las revistas femeninas, o las revistas para mujeres, esas máquinas de cristalizar horrores. A la
hoguera las históricas de los ‘60 y los suplementos actuales en los diarios más importantes que parecen estar
cinco décadas atrasados. Según estos popes de lo femenino, nuestros intereses van desde el tejido, la moda,
cuestiones new age y de salud relacionada directamente con el aspecto corporal y, por supuesto, los hombres,
y todo lo que según estas revistas viene con ellos: cómo darles placer, por qué no estar en pareja a
determinada edad, etc. Horror en papel y en digital.
* Directora de La prueba de lo contrario. (Funciones: jueves 21 hs. en el Camarín de las Musas.)
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9014-2014-07-26.html
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Propone reforzar procuradurías del menor y la familia para atenderlos adecuadamente
Los niños pasan periodos muy largos en albergues, alerta Coneval
Faltan planes individualizados para promover su integración familiar y comunitaria
También se carece de programas que ayuden a fortalecer las capacidades de los padres
Una madre de 14 años con su bebé de tres meses en un albergueFoto José Carlo González
ALMA E. MUÑOZ
Periódico La Jornada
Domingo 3 de agosto de 2014, p. 32
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) propuso reforzar las
procuradurías de la Defensa del Menor y la Familia para proporcionar tratamiento adecuado a los 25 mil 700
niños y adolescentes albergados en casas de cuna y orfanatorios del país.
En un diagnóstico sobre el tema, advirtió que se ha identificado que generalmente los niños, niñas y
adolescentes que ingresan en un albergue público y/o privado pasan largos periodos de tiempo en las
instituciones, debido a la ausencia de planes individualizados que promuevan la reintegración familiar y
comunitaria del niño.
También, a la falta de programas y servicios adecuados y suficientes que ayuden a las familias a superar
las causas de su institucionalización y fortalezcan sus capacidades para cumplir las responsabilidades
parentales.
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Según el Coneval, las circunstancias que llevan a los progenitores a renunciar temporal o
permanentemente a la guarda y cuidado del niño o que dan lugar al abandono pueden ser eventualmente las
mismas que aquellas que, de modo general, limitan las capacidades de las familias para cumplir con sus
funciones parentales.
Aunado al hecho, en ocasiones, de no tener solvencia económica que favorezca el cumplimiento de las
obligaciones familiares para el cuidado de los menores y su pleno desarrollo.
Conforme a datos de los sistemas estatales del DIF, derivados del Subprograma de Fortalecimiento a las
Procuradurías de la Defensa del Menor y la Familia, correspondientes a 2013, entre los casi 26 mil menores
albergados hay 12 mil 869 niñas y 12 mil 831 niños.
Los motivos generales de ingreso a un albergue son: 6 mil 341 por abandono, 4 mil 841 por haber sufrido
maltrato, 244 expósitos, 199 por orfandad, 99 por crimen organizado y 16 mil 33 por otras situaciones, tales
como ingreso voluntario, por disposición del Ministerio Público, canalizados por otros sistemas estatales DIF
y tráfico de menores, entre otros.
En este análisis, el Coneval recomendó que la aplicación de la medida especial de protección que mejor
responda al interés superior del menordebe realizarse tomando en consideración, de forma individualizada, las
circunstancias y condiciones que envuelven al niño y a su familia, así como la afectación que éstas tienen en
su bienestar y sus derechos.
Por ello, de acuerdo con las necesidades de protección al niño, se debe contar con la intervención de
profesionales con formación y experiencia adecuadas para poder identificar los aspectos que generan, en cada
caso, la desprotección para el niño, niña o adolescente, las necesidades de apoyo que de ello se derivan de la
familia y el menor, y el curso de acción que responda del mejor modo al interés y los derechos de los infantes.
Según el Coneval, es deseable que los menores albergados lleven una vida institucional digna, es decir,
que sean respetados en su persona, con sus características particulares, pero a la vez también cuenten con una
familia, nuclear o extensa, o como opción última, una familia adoptiva
http://www.jornada.unam.mx/2014/08/03/sociedad/032n1soc
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El eslabón perdido
¿Por qué una escritora tan fascinante y revolucionaria como Violette Leduc (1907-1972) se ha vuelto una
completa desconocida? Pionera en escribir sobre el aborto, la bisexualidad y otros tabúes en primera persona,
sus novelas se adelantaron a lo que hoy es leído como literatura queer y se siguen resistiendo a toda
clasificación. La semana próxima se estrena Violette, que reconstruye su relación apasionada con Simone de
Beauvoir. Aunque el film no transmite la locura, el encanto de su voz ni su inclasificable sexualidad, impone
volver a pensar en ella.
Por Liliana Viola
VIOLETTE
Dirección: Martin Provost. Intérpretes: Emmanuelle Devos (Violette), Sandrine Kiberlain (Simone de
Beauvoir), Olivier Gourmet (Jacques Guérin), Catherine Hiegel (Berthe, la mamá de Violette), Jacques
Bonnaffé (Jean Genet), Olivier Py (Maurice Sachs), Nathalie Richard (Hermine).
Hasta hace unas pocas décadas, la consigna “tenés que leer a Violette Leduc” funcionó como telegrama de
aviso entre lesbianas y futuras lesbianas. Hoy, sus títulos –que no se han vuelto a editar desde los años ’60–
esperan en librerías de usados o en la vidriera de MercadoLibre convertirse en unos pesitos extra para alguien
que no la leyó. Los vendedores profesionales o “con buena reputación” en el sitio advierten al comprador que
en La bastarda (1964) hay un capítulo que no está bien, “mire que hay unas páginas muy subrayadas, pero
igual se lee”. Es siempre el Capítulo 3. Lo hemos comprobado luego de una compra compulsiva promovida
por dicha advertencia: en ese capítulo, Leduc narra por tercera o cuarta vez en toda su obra el encuentro físico
de las dos jovencitas en el internado. Se lo habían amputado de su novela Ravages (1955) no los malditos
censores de siempre sino sus progresistas editores de Gallimard por “escandaloso e innecesariamente
lésbico”. A partir de entonces la historia regresa con más detalles cada vez que puede. Esas 140 páginas
prohibidas aparecieron también como Teresa e Isabel quedando en la historia como la novela explícita y
sáfica de Leduc cuando en realidad había nacido como un episodio. También circuló un manuscrito pirata que
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a modo de premio consuelo le pagó su amigo perfumista Jacques Guérin para que cirulara entre coleccionistas
de lo degenerado. Era un auto robo, una estafa a sí misma, algo así como hacerle perder a la editorial y al
amigo el dinero equivalente a la cordura que iba perdiendo ella. La escritura para Leduc siempre es revancha.
Si ya era una mujer notoriamente extraña, que abusaba de ese pase libre para el escandalete que antes se le
otorgaba a la hija única sobre todo si además tenían madre soltera, la censura de sus primeros amores la
hundió en una paranoia que se le hizo estilo: cree que la espía Sartre desde la terraza de su departamento, que
Simone se puede morir si se va de viaje, consulta a una vecina astróloga diariamente para cada decisión
doméstica y espera señales claves de objetos que ve en la calle para saber si hoy va a morir, si llegará su
amante o lo que sea. No llegaron a ponerla en caja, afortunadamente para los lectores, ni las internaciones y
ayudas psiquiátricas a las que la sometió Simone de Beauvoir, ni el éxito que –también con ayuda y látigo de
Simone– llegó más tarde. Con el título La locura ante todo, el último tomo de su serie autobiográfica, Leduc
sintetiza lo que puede leerse como toda una declaración identitaria. La L de loca y no de lesbiana debería estar
para ella en la sigla que no existía todavía en sus tiempos: un modo de ver y estar en el mundo que arrasa con
toda norma (lidad). Leduc se ve a si misma como un monstruo y es esa monstruosidad ejercida en cada
párrafo lo que hace de su literatura un arma subversiva.
¡No era lesbiana! Es invisible...
Sin haberse propuesto escribir una sola historia catalogable dentro de la temática, Leduc fue original y pionera
al exponer el placer físico y la pasión que una mujer puede sentir con otra. También en pasarle por encima al
circuito obligatorio que va desde el amor imposible hasta el porno para caballeros. Su personaje más
recurrente es ella misma, y quien siempre regresa a provocarla se llama Isabelle. Son dos niñas de 12 o 14
años, según la versión, que se encuentran en la cama del internado. La cama cruje, hay que contener la
respiración, amarrar las sábanas, puede venir la gobernanta. “El amor es una invención agotadora. Isabelle y
Violette me repetía yo para habituarme a la mágica simplicidad de los dos nombres.” Las relaciones entre
mujeres en versión Leduc tienen un plus respecto del relato lésbico estándar. Violette se vuelve otra (incluso
otro) según su partenaire. Las chicas del internado combinan sesiones de violencia, capricho, exploración sin
el menor respeto por ninguna jerarquía de zonas eróticas. La piel se vuelve musa, los roles se erosionan y
adentro de esa cama avanzan en un candor que llega hasta la obscenidad cuando la autora se propone serle fiel
a lo que sucedió. Otra seña particular: no es reivindicativa, ni espera comprensión como Marguerite Radcliffe
Hall en El pozo de la soledad (1928), no interpone la distancia socarrona de Colette con su Claudine, ni
conoce la maquiavélica erótica de Natalie Barney y sus señoritas de salón. Tampoco tuvo la celebridad de
ninguna de ellas, en gran medida porque, como decía su benefactora y dómina Simone de Beauvoir, “Leduc
no quiere gustar, no gusta y hasta aterroriza”. Reconcentrada en su experiencia y confesional hasta la
autoadjudicación de crímenes –fue la primera en narrar un aborto clandestino en tiempos en que la ley
francesa condenaba a prisión a la mujer que fuera descubierta– se ganó el ninguneo de la crítica académica y
de la sexualmente interesada: una no le dejó pasar lo autodidacta y desbocada, la encontró demasiado torta
para escritora; y la otra, demasiado exploradora para festejarla como “auténticamente de ambiente”. Años
después, las feministas retomaron su gesta solitaria con el masivo “Yo aborté” y si bien participó allí con su
firma de prócer, no se puede decir que haya conformado un programa orgánico feminista ni de ningún orden
político. Hablaba de los nazis como “los malos” cuenta Simone en el prólogo de La bastarda. Era una outsider
y su estilo inasible tal vez pueda ser comparable con el esilo delincuente de Jean Genet. Si éste había sido la
descarriada criatura elegida por Sartre, Leduc ha sido la versión femenina para la cartera de Simone de
Beauvoir. “Si no hubiera abortado nunca habría podido dedicarme a escribir” dice en su relato como quien
con un movimiento de hombros se libera de una posible palmada en la espalda. Y como si faltara una broma
pesada a cualquier intento de justificación moral, agrega: “Escribir nunca fue mi vocación ni tampoco mi
oficio”.
Reality YO
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En la Argentina fue contraseña de culto o de cultores de lo raro, aunque no circularon sus textos más
escandalosos como, por ejemplo, Taxi, que es el viaje de cuatro horas de dos hermanos incestuosos, o la
censurada Ravage, sus novelas estaban presentes en las bibliotecas argentinas de los ’70, apretando el lomo
contra los de otros divos degenerados como Jean Genet (quien le dedicó Las criadas y la admiró hasta la
envidia), Jacques Cocteau (su amigo que se burlaba de ella a sus espaldas: “Si yo tuviera esa nariz me
suicidaría” dijo una vez sin saber que la dueña de la nariz estaba sentada en una mesa contigua), Albert
Camus (quien le publicó su primera novela La asfixia, de 1946, en Gallimard).
Esa zaparrastrosa que había nacido en 1907 en Arras, al norte de Francia, hija de una sirvienta a la y de un
niño bien que nunca la reconoció, a la que la agarró la Primera Guerra Mundial cuando tenía que terminar sus
estudios, y la sorprendió la Ocupación cuando ya tenía agallas para meterse en el mercado negro a vender
manteca a los hambrientos, llegó finalmente a París. Instalada en una pieza módica que la cortesía burguesa
de Simone describió como “sitio ideal para escribir y sólo escribir”, penetró en el círculo de los intelectuales
de moda empujando con lo que no tenía: ni una cara pasable que le sirviera como credencial VIP en alguna
reunión, ni buenos modales. Se las rebuscó para ir seduciendo y hastiando a uno por uno, y mientras –gracias
a tanto espaldarazo existencialista, fue incluida en sus catálogos– los escrachó a todos en ficciones
autobiográficas como una adelantada vengadora de reality. Se podría hacer una gramática de la pose del
“intelectual francés de los ’60”, o de la feminista en ciernes, o de los aspirantes a lo que sea, siguiendo la
lengua afilada de Leduc, que va traduciendo lo que le dicen los zapatos gastados, los tapados de noche, los
puños doblados, el modo de sentarse en la punta de una silla o en el fondo, o de levantar el mentón.
No se nace heterosexual, se deshace
Más que invertida, el personaje construido por Leduc es descentrada. ¿Tiene hambre? Roba para comer. Y no
come. ¿Está desolada? Aprieta fuerte su bolso. Tiene un deseo poderoso que le durará hasta el último día y lo
va fijando en objetos móviles: Maurice Sachs (homosexual), Isabelle (la adolescente con la que descubre su
sexualidad y luego pierde la tensión al reencontrarla fuera del internado), Hermine (su profesora lesbiana, con
quien se encierra en una pareja peligrosamente tradicional), Gabriel (gay con quien llega a casarse, hacerse un
aborto y divorciarse), Simone de Beauvoir (su obsesión no correspondida), René de Bagnolet (el chongo que
la muele a palos, albañil y heterosexual que la apasiona en su vejez), y muchxs personajes más que a veces
duran en sus relatos menos de un día.
El erotismo de Leduc es capaz de armar una hoguera con lo que para otros es decorado o gesto mecánico: la
mano de la estudiante que hurga en el bolso de la profesora mientras ésta no lo sabe ni sabe lo que le espera,
el roce del camisón, “a veces el camisón me rozaba cuando nos abrazábamos y nos mecíamos, si dejamos de
acariciarnos,recobramos la memoria y el dormitorio”); los tabiques entre las piezas de los hoteles alojamiento,
esa “comunidad de alvéolos, contagio de la riña, del celo y del drama, empecemos de nuevo a hacer el amor
con nuestros vecinos, los amantes”. Así como la Blanche Dubois de Un tranvía llamado Deseo siempre
dependió “de la amabilidad de los extraños”, el placer de Leduc siempre dependerá de la respuesta de los
objetos. Y si suena como insatisfacción asegurada, deberá leerse también como su genialidad, porque a esta
escritora los objetos le responden más que a Proust: las frutas la señalan, los libros la miran llorar, un habano
o una gorra la liberan de su feminidad cuando quiere volverse chongo para seducir a su amante gay, y unos
zapatos tres números más chicos la ponen en caja cuando pretende hacerse más femenina para agradar a su
novia.
En el fragmento que sigue la encontramos en La bastarda robando lencería para lucir bombachas y corpiños
frente a Hermine, la profesora y torta casadera que quiere domesticarla: “Puse, como si siempre lo hubiera
hecho, la negra, la azul, la anaranjada y la salmón en mi portafolios. La magnificencia de mi pequeño robo
provenía de la rapidez con que el objeto se convertía en un objeto vendido sin pagar. Juntaba bombachas.
Robaba para quitar a las mujeres lo que las feminiza”. Las bombachas robadas la vengan de las imposiciones
de su novia que la quiere ver linda y femenina, y de la admonición de su madre: “Tenés que hacerte mujer de
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una vez para no quedarte sola”. Los objetos son los otros, podría haber dicho Leduc parafraseando a Sartre,
uno de sus tantos contemporáneos que le brindaron las dos cosas que más se le dieron en la vida: ayuda y
mortificación.
Rescatate, Violette
“No había leído nada de Violette Leduc”, reiteró en varias entrevistas Martin Provost, 40 años, francés, en su
visita a Buenos Aires cuando vino a presentar su película Violette, que se estrena la semana próxima. Provost
ya empieza a figurar como el “director de las mujeres olvidadas” desde que comenzó su trilogía en 2008 con
Séraphine Louis, una pintora que trabajó toda su vida como sirvienta hasta que fue descubierta por un
coleccionista. Un colaborador le señaló que su segunda rescatada debía ser Leduc y aquí es cuando Provost,
que jamás había oído de ella, se encuentra con que la autora está descatalogada en Francia y el resto del
mundo. Claramente seducido por este objeto vintage, reconstruye al pie de la letra episodios de su vida, tal
vez confiando demasiado en lo que ella escribe. Comienza su historia en los años de la Segunda Guerra con
esta joven acosando a Maurice Sachs, que se la saca de encima enseñándole a contrabandear comida y
mandándole a escribir sus obsesiones. El resto es un buceo en la relación equívoca de Violette con una
Simone de Beauvoir particularmente frágil y sugerente. Una vez más, su destino de segundona: el director
apuesta a la fama y al morbo que puede generar la segunda para interesarnos en la vida de la primera, que
queda encapsulada en una serie de capítulos organizados según el personaje famoso con el que se cruza. Una
aproximación más familiar al registro Wikipedia de las biografías que al torbellino delirante de Violette.
Bastarda con gloria
Leduc es demasiado narigona, demasiado pobre, demasiado fea y demasiado alta. Eso es un buen comienzo.
Tiene todo para ejercer esa monstruosidad que la agiganta y que la hace disfrutar de estar siempre fuera de
lugar. Nunca agradar, nunca encajar del todo. Tampco quedarse en el lamento. Leduc cuenta en sus novelas
cómo dedica horas frente al espejo para exagerar sus rastros y volverlos más agresivos. Su figura desgarbada
llega a llamar la atención de los mejores modistos. La fea llega a modelar para Paco Rabanne entre otros que
la eligen justamente por su ejemplar imperfección, rara forma de la elegancia.
Pero por sobre cualquier desperfecto del que ella hará virtud, hay uno que es el padre de todas sus desgracias
y narrativas. Violette carga desde su infancia con una injuria: ¡Bastarda! Ha escuchado ese grito de sus
compañeros y de sus vecinos de Arrás. Su nacimiento no la ha designado tanto a ella como a su madre; llegó
al mundo para poner en dos patas y un vestidito exageradamente almidonado la humillación de su mamá. Y
en cada acto de cuidado o de descuido de ella, Violette va a leer el estigma en el que se convirió al nacer. El
insulto que hoy se ha convertido en arcaísmo tiene una relación de equivalencia con esa injuria considerada
fundante de de la cuestión homosexual. Bastardo (¿acaso no es un modo elegante de decir “hijo de puta”?)
ejerce la misma erosión que el grito de “puto” del que habla Didier Eribon como constitutivo de la
homosexualidad. O el grito de “queer” que los activistas convirtieron en boomerang en los años ’90. En
tiempos de ADN, de patria potestad compartida, padres biologicos y reclamos legales, el concepto de
bastardía se ha diluido pero el efecto que provocó en la escritura de Violette, sigue con toda su potencia,
interpelando a la diferencia.
Aun en tiempos de gloria, Leduc fue vista como unfenómeno de circo. En los seis o siete años que tuvo de
exposicion mediática antes de morir, las revistas, las caricaturas y la televisión francesa le sacaron todo el
jugo que podía dar una vieja excéntrica, paranoica, rodeada de juguetes, y además obsesionada con esa mujer
a la que en sus novelas nombra como “Ella” o “La Señora”. Hoy se la puede ver en entrevistas tomadas pocos
meses antes de su muerte declarando para el gusto chismoso de otra epoca: “Cada vez que yo estuve
gravemente enferma, cada vez que golpeé a su puerta, cada vez que le rogué que me atendiera, jamás me
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abrió. Aun así, no pude haber escrito nada sin su ayuda. Nos veíamos cada quince días y ella me animaba a
escribir. No habría escrito nada si ella no me lo hubiera pedido. Me decía que mis cuadernos eran muy largos,.
También me alentaba a que contara más. Si pienso en las personas que son mi familia, mis amigos, siempre
pienso en Simone de Beauvoir”, dice sin pestañear en una de sus últimas entrevistas, que puede visitarse en
YouTube.
Leduc se murió el 2 de julio de 1972 y asistieron tres vecinas a su entierro. No se encontraban papeles sobre
testamento, ni tampoco requerimientos funerarios. Fue enterrada en el jardín de su casa de campo en la Costa
Azul, cuyos vecinos y animales aparecen retratados en su libro póstumo: La cacería del amor. La enterraron
entre sus flores. “En cada poro una flor”, dice Violette cuando no encuentra palabras para describir las manos
de Isabelle.
¿Qué interés puede tener exhumar hoy a Violette Leduc? Podría ser ella el eslabón perdido entre las narrativas
más clásicas del erotismo sobre “amores que se califican de anormales” y una narrativa queer.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-3544-2014-08-03.html
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Albergues deben ser la última opción
Acusa ONG desinterés del gobierno en la niñez
FERNANDO CAMACHO SERVÍN
Periódico La Jornada
Domingo 3 de agosto de 2014, p. 32
Luego de la atención mediática que generó en su momento, el caso del albergue La Gran Familia ha sido
marginado de la agenda poco a poco, sin que hasta ahora se sepa con claridad a dónde fueron enviados los
niños que se encontraban en el lugar, lo cual demuestra que para el gobierno mexicano el cuidado de la
infancia no es una tarea prioritaria, lamentó Ivonne Piedras, oficial de campañas de la organización Save the
Children.
Uno de los primeros llamamientos que hicimos fue que se velara por el interés superior de los niños y se
garantizaran sus necesidades básicas, pero a la fecha no han dado a conocer qué pasó exactamente con ellos y
merecemos saber cuál es el procedimiento que están llevando a cabo y sobre todo qué medidas se tomarán en
otros albergues para evitar que nos enteremos de nuevos casos como éste, indicó.
De igual forma, la activista subrayó que es necesario poner en marcha una nueva política dirigida a los
niños sin cuidado parental, para que su internamiento en casas hogar –oinstitucionalización– no sea la única
alternativa para hacerse cargo de ellos.
Un niño o adolescente debe llegar a estos lugares como la última opción. Hay que agotar primero todos
los recursos de reintegración familiar en primero y en segundo núcleos, y en caso de que no sea posible,
enviarlos a una institución, pero sólo por un tiempo limitado, no por 10 años. Lo mejor no es nada más que
estén encerrados, enfatizó.
Lo ocurrido en el albergue de Rosa del Carmen Verduzo es una oportunidad y un llamado de atención a
las autoridades para que verifiquen las condiciones de todos los centros de este tipo, realicen un censo para
saber cómo viven los niños y diseñen un sistema de atención integral a la infancia en el que participen las
autoridades de los tres niveles de gobierno.
http://www.jornada.unam.mx/2014/08/03/sociedad/032n3soc
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“Ahí descansaba en lo que mi familia pagaba el cruce a EU”
De un ángulo, parecen hoteles de dos estrellas con baños, televisión, camas limpias y tres comidas al día; de
otro, son casas de seguridad de donde hay que rescatar a migrantes.
PGR ha descubierto 49 casas de seguridad en Reynosa y Matamoros.(Especial/Archivo)
VÍCTOR HUGO MICHEL/REPORTAJE
02/08/2014 03:14 AM
Tamaulipas
Depende de cómo se le vea. De un ángulo, podría parecer un hotel de dos estrellas: acceso a baños con
regaderas. Televisión a color. Camas limpias. Tres comidas calientes al día y, a veces, pollo del Kentucky
Fried Chicken. Hay hasta una mesa para jugar cartas. Y como en cualquier otro negocio, no se permite salir,
sino hasta pagar la cuota por los servicios recibidos.
Desde la óptica del gobierno federal es una casa de seguridad, un sitio del que se debe rescatar a migrantes
indocumentados porque, dicta el argumento, han sido secuestrados por el crimen organizado. Pero quienes
han pasado por ahí sostienen que hay otra connotación.
“Cuando iba al norte yo descansaba en esas casas en lo que mi familia pagaba el cruce a Estados Unidos.
Cuando pagaban lo que costó el viaje, ya entonces me cruzaban al otro lado”, dice Elmer G, un migrante
hondureño que ha recurrido tres veces a guaridas de polleros en la frontera de Matamoros con Brownsville,
antes de pasar el río Bravo.
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Al convertirse estas casas de seguridad en blanco de reiterados operativos militares en los últimos meses —
acciones definidas por el gobierno federal como rescate de migrantes—, se abre el debate si en realidad se
trata de operativos antisecuestro o si algunas simplemente son redadas en busca de indocumentados, una
muestra más del paulatino endurecimiento de la política migratoria en México.
¿Es secuestro? Para el gobierno federal, sí. Desde 2007, la Procuraduría General de la República (PGR) ha
descubierto 49 casas de seguridad que considera eran utilizadas para mantener privados de su libertad a
migrantes en Reynosa y Matamoros. Algunas de ellas, según la dependencia federal, estaban dirigidas y
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operadas por los Zetas y el cártel del Golfo. La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) asegura haber
rescatado en Tamaulipas a cerca de mil 500 migrantes plagiados desde 2009.
Pero la experiencia de Elmer apunta en el sentido de que no todas las casas son sitios de secuestro y que hay
algunas que son empleadas como un punto de embarque para los tradicionales flujos migratorios. Se cobra, sí,
pero la cuota del pollero previamente acordada. Finalmente es un servicio: cruzar ilegalmente al norte.
“Así es como se va a Estados Unidos”, explica este migrante hondureño, deportado tres veces de la Unión
Americana y quien actualmente se encuentra en una estación migratoria de Chiapas. “Yo lo que hacía era
llegar a Matamoros e ir preguntando por la casa de los polleros. Hay quienes te dicen cómo llegar. Ahí te
quedas hasta que pagan y ya después te vas”.
—¿Cómo se trata a la gente en las casas de paso?
—A mí bien. A la gente con la que me ha tocado estar, bien. A las mujeres se les respeta. Nos dan de comer.
Hay colchonetas para dormir mientras se espera. Te puedes bañar, ver la tele...
Pero si bien es una casa de paso, no deja de tener una connotación de criminalidad. Contactado vía telefónica
gracias al Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdoba, Elmer admite que no se puede salir de las
casas sino hasta pagar la deuda contraída con el pollero. Quienes reniegan del pago son retirados a la fuerza.
“Nunca supe a dónde se llevaban a los que no pagaban”, dijo este hondureño que en los próximos días será
deportado de vuelta a Centroamérica y quien, tan pronto como pueda, asegura estar listo para emprender de
nuevo el camino al norte.
Hospedándose, por supuesto, en las casas de paso de los polleros.
http://www.milenio.com/politica/descanso-familia-pago-EU-polleros-migrantes-Mexico-Tamaulipas-cuartos-
narcos_0_346765352.html?utm_campaign=Alertas&utm_content=&utm_source=Mail&utm_medium=Referr
al&utm_term=Politica
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La trata en la sombra
En Neuquén fue desbaratada una red de trata que funcionaba hace más de diez años. La proxeneta y las
víctimas eran travestis. ¿Qué vulnerabilidades y prejuicios afloran cuando víctimas y victimarixs son trans?
¿Cómo aprovechan los medios la figura arquetípica de la “travesti delincuenta”? Pero sobre todo se impone la
pregunta de cómo desenredar el engranaje de la esclavitud del siglo XXI, negocio híper rentable, que para
funcionar se vale de complicidades, actores ocultos y violencias naturalizadas.
Por Dolores Curia
“Cuando llegué desde San Juan, por consejo de unas amigas, yo tenía 22 años, era muy pendeja, inexperta. La
conocí a Marcela. Me prometió que iba a poder hacer buena plata acá y después volverme a San Juan. En
Cipolletti Marcela tenía arreglo con la policía para poder cobrarnos a nosotras y que nadie hiciera nada.
Imaginate una chica joven: estás sola en otra provincia, te agarra una que te dice que vas a ganar plata y que
ella te va a proteger, que te entiende porque pasó por lo mismo que vos. Y no tenés a quién recurrir. Ella les
mandaba chicas a la policía, todos paraban a saludarla. Venían los violentos asquerosos de los policías y
decían ‘quiero coger con aquélla’. Había chicas preciosas, casi adolescentes, y tenías que ir o ir. Había chicas
que lloraban porque no querían ir con los tipos, que son prepotentes, que se piensan que porque tiene un
uniforme te pueden pasar por encima y tenías que ir con uno, con dos o con tres al mismo tiempo. Teníamos
que atender gratis a todos sus amigos a cambio de que nos dejaran trabajar en paz. Y ella también los
atendía.” Estas palabras son de una de las víctimas de la red de trata desbaratada parcialmente hace pocas
semanas, que no da su nombre por el peligro que supone esa exposición y por las amenazas que ha recibido
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aun después de las detenciones y a pesar de que la cabecilla de la red y sus tres “lugartenientes” estén ahora a
miles de kilómetros, en una cárcel.
Lxs cuatro se encuentran procesadxs con prisión preventiva por regentear esta red en Cipolletti y Neuquén. El
número de las víctimas es impreciso, entre 8 y 14, según se le pregunte al juzgado, a la fiscalía o a las
noticias. La proxeneta captaba personas, en algunos casos menores de edad, de provincias vecinas a través de
Facebook o del boca en boca de otras ya sujetas a la red. Les cobraba una plaza para trabajar en las rutas
nacionales 22 y 151, cercanas a la ciudad de Cipolletti. Les alquilaba una pieza en su casa o las forzaba a vivir
cerca de ésta. Las controlaba (por teléfono, en persona, a través de terceros), las obligaba a hacer tareas
domésticas no remuneradas en su casa y como derecho de piso para trabajar en la ruta, además de la plaza, les
cobraba multas arbitrarias, las amenazaba, las golpeaba. La proxeneta y sus dos “colaboradoras” son travestis.
Las víctimas, también. Al grupo de los indagados se suma el marido de la proxeneta, acusado de participar en
el diseño del esquema de explotación y de amenazar a las víctimas. Los delitos: explotación económica de la
prostitución ajena, trata de personas, reducción a la servidumbre y lesiones graves. Pensando en las
colaboradoras de este caso, tanto aquí como en las historias de trata de mujeres cis, se reproduce la lógica de
la doble condición: las mismas personas pueden pasar de víctima a victimaria, madama, proxeneta.
Caricias y palizas
Como toda historia de trata, pero en este caso de trata de travestis, queda expuesto cómo los grupos sociales
desplazados de los privilegios quedan a merced de todas las formas posibles del abuso de poder. Cómo un
sector logra imponer sus reglas sobre los cuerpos y las vidas de los otros. Y lo hace, en este caso, con un plus
de sujeción emocional: “Ella controlaba la zona de Cipolletti –recuerda otra víctima–. En un momento
empecé a alejarme. Conocí chicas en Neuquén y me quedé ahí, que no es más que cruzar un puente, empecé a
trabajar con aviso en el diario por teléfono y ella empezó a amenazarme para que volviera. Te trataba de
hombre, te pegaba donde más te duele, te decía ‘puto de mierda’, ‘barbudo’, pero al rato te decía que te quería
y te iba a cuidar. Así te empezaba a someter con palabras, le agarrabas miedo pero al mismo tiempo la veías
como alguien que te ayudaba. Empecé a visitarla y me hacía seguir pagándole a ella aunque yo estuviera
trabajando en Neuquén. Para ‘protección’, me decía. ¿Para protegerme de ella sería? Y que si no le pagaba a
tiempo, me iba a quemar la casa. Hasta que lo hizo. Además de mandarme a dar palizas, me quemó la casa.
Hice las denuncias y nada, nunca nada.” Ante la ausencia de otros lazos de contención (familiar, estatal), la
esclavitud es maquillada en clave de protección, cobijo, única alternativa en un mundo que cierra todas las
puertas en la cara de un colectivo históricamente maltratado. De eso da cuenta otro testimonio anónimo: “De
a poquito Marcela te iba trabajando por tus puntos débiles. Sabía por qué lados podía sujetarte. A mí me
agarraba por el tema de mi familia, con la que no me llevaba bien. Me decía que ella era mi familia. Esas
cosas que sinceramente a una le duelen. Te psicopateaba. Yo ya este último año no la aguantaba más, me
enfermaba de todo, incluso ataques de pánico. Para mí la cosa ya iba llegando a algún final”.
El origen
La investigación se inició el 25 de mayo por un aviso a la fiscalía, luego de que una mujer trans ingresó al
Hospital Bouquet Roldán, de Neuquén, intoxicada. Su relato hizo suponer a los médicos que podía tratarse de
una víctima de trata. Es decir, no hubo denuncias por parte de las víctimas sino una sospecha, una hipótesis y
una investigación que llevó a cabo la fiscal María Cristina Beute, con la asistencia de la Procuraduría de Trata
y Explotación de Personas y del organismo de rescate de la Provincia de Neuquén. “Que la denuncia viniera
de un practicante del hospital que sospechó porque la escucharon a la víctima decir cosas borracha no es tan
usual y habla de un proceso de sensibilización por parte de algunos operadores públicos sobre el tema de
trata”, explica Beute, quien ya no está a cargo de la causa por cuestiones de jurisprudencia.
Así como estas tramas se pueden empezar a desarmar a partir de la decisión de actuar de personas clave, la
trata no es tampoco un mal abstracto o fantasmagórico, sino uno de los mayores negocios de este siglo, con
agentes muy concretos. ¿Qué lugar ocupan en este drama de uso y abuso los llamados “clientes” y la
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prostitución como producto cultural que presenta a la violencia sexual como inevitable o mal menor? Es por
donde se lo mire un modelo de esclavitud eficaz, porque se esconde detrás de discursos de libre albedrío por
lo menos sospechosos. ¿Y si, además, esas víctimas son travestis? ¿Cuáles son los prejuicios adicionales que
entran en circulación? No hubo aquí la usual captación mediante una oferta para trabajar de camarera o
modelo sino para ejercer la prostitución en una zona rentable. ¿Cómo operan los medios cuando se encuentran
con una de sus figuras preferidas, la “travesti delincuenta”? Parece ser una imagen de la que es muy difícil no
aprovecharse. Mientras se cargan las tintas sobre ese punto, es preciso recordar que la identidad de género no
es agravante cuando las víctimas son mujeres u hombres trans. ¿Debe ser un dato a subrayar acerca de la
persona que delinque?
La deuda constante
A algunas la proxeneta les retenía el DNI o no las dejaba renovarlos. Sostenía la rienda mediante un sistema
de endeudamiento cuyas reglas de juego la víctima desconocía. La deuda constante era afectiva (“Yo te
rescaté de la calle cuando tu familia te había echado a la mierda, te di casa, comida y trabajo, ¿y así me lo
agradecés?”) y también económica, por medio de un sistema de multas arbitrarias. Como no era posible saber
de antemano cuáles eran las situaciones que desataban su ira, la multa económica o la paliza podían aparecer
en cualquier momento. Marcela las obligaba a llamarla “Mamucha” o “Mamá”, se refería a ellas como a sus
hijas, entre ellas debían llamarse “hermanas”. Se enojaba si entre ellas desarrollaban algún vínculo que no la
incluyera, si no la visitaban semanalmente. Cuando a fines del año pasado se conoció el caso de Paloma León
en Mendoza, que escondía detrás de la fachada de una cooperativa un sistema de explotación similar, Marcela
se esforzó por todos los medios en probarles a sus hijas que aquí no pasaba eso, pero la plaza la seguía
cobrando igual. “Vos le contestabas mal o le hacías un chiste y te multaba con 150 pesos por noche durante
una semana. Hacía una reunión todos los viernes y teníamos que ir todas. A la que no iba a la reunión también
le cobraba multa y a la comida de la reunión la poníamos nosotras. Ella con el marido comían prácticamente
gratis. Viví en su casa y fui casi una esclava, tenía que trabajar, cocinar, limpiar, casi no me dejaba bañar ni
dormir. Me tenía que ir los sábados hasta el otro día porque ella tenía que estar a solas con su marido y yo le
tenía que dejar la plata para sus gastos. Luego yo me puse en pareja y se molestó mucho por eso. Ella
mandaba decirnos cosas o amenazarnos con una golpiza. Y no era sólo una amenaza, yo me ligué varias
palizas”, cuenta una de las primeras en escapar, que hasta la detención de Marcela todavía seguía pagándole la
plaza aunque ya no estuviera bajo su mando.
Ojos mal cerrados
Si la red funcionaba desde hace más de diez años, ¿por qué tantas voces juran ni sospechar de su existencia?
Marcela es sin duda la cara visible de una red mucho mayor de complicidades. Era muy conocida en la zona.
Había sido entrevistada varias veces por medios locales por ser la travesti más antigua de Cipolletti. Cuenta
una de las víctimas que “de hecho, tanto se conocía su brutalidad, su personalidad tosca y mandona, que en la
zona todo el mundo la identificaba como He-man, a través de Facebook o de donde sea despotricaba contra
jueces, policías y políticos que no le caían bien, tenía cierta inmunidad, o decía tenerla. Decía que tenía entre
sus amigos a jueces, políticos y policías”. Si Marcela era vox populi, ¿por qué entonces tardó tantos años en
salir a la luz la modalidad de su actividad principal? Algunos habitantes de la zona hoy se refieren a la red
como “secreto a voces” o “una mafia”. Del brazo policial de esta historia nadie se ha animado a decir palabra.
Las víctimas, los militantes y los trabajadores judiciales prefieren clausurar con frases como “no hay pruebas
de ello”, “mejor de eso no hablemos”, “no me preguntes por ahí”, “yo te contaría más, pero me metés en un
kilombo”.
La coacción, se sabe, puede tener hilos mucho más sutiles que el encierro. Marcela no ejercía su dominio
dentro de un espacio cerrado, donde se hubiera hecho más evidente el regenteo. “Hay métodos mas
económicamente exitosos que la reclusión –confirma la doctora Beute–. Cuando tenés a alguien encadenado,
sabés que si le sacás la cadena, va a salir corriendo. Eso no es muy rentable. El problema para la investigación
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es que cuando no hay un lugar concreto tenés que desentrañar el vínculo. Entonces lo que materializa la
explotación es la plaza. Solamente pudimos resolver este obstáculo cuando obtuvimos los testimonios.
Igualmente dentro del grupo hubo una situación de desgaste. Hubo una decisión por parte de algunas de
terminar con esto. Si bien no llegaron a denunciar, todas hablan de quiebre emocional generalizado.” Cada
vez que uno de estos casos se da a conocer, es inevitable no pensar en las tramas secretas del mundo
prostibulario, siempre, mucho más complejas y más perversas que su cáscara. A pesar de que la proxeneta, su
marido y sus dos manos derechas se encuentran detenidxs, hay dos personas que todavía recorren la zona
intimidando a las víctimas. Flavio Rapisardi, que de vacaciones en el sur se cruzó con esta historia, relata que
“lo que ahora nos preguntamos todos es qué pasa con el después. Muchas de estas chicas entran en contacto
con las organizaciones locales por primera vez. Muchas han quedado en la calle, ya que vivían con la tratante,
hay una chica golpeada que necesita muletas. Y el apoyo psicológico para todas ellas va a ser indispensable.
En este momento estamos trabajando con Attta Patagonia, la Federación Argentina LGBT y la Mesa Nacional
por la Igualdad, en implantar la idea de que no hay por qué vivir así, ni hay por qué pagar la plaza.
Conseguimos subsidios para tres y vamos por los otros. En estas semanas hemos logrado que el intendente de
Cipolletti se comprometa a cuidarlas, ya que todavía siguen recibiendo amenazas. Hizo un anuncio público de
que tendrán protección”. El después encierra interrogantes, expectativas sobre un futuro que para algunas
podría empezar a abrirse a otras opciones, pero también una gran paradoja: que la misma policía que antes
trabajaba con Mamucha ahora ha quedado al cuidado de sus hijas.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-3545-2014-08-03.html
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De enero a julio de este año recibieron 268: visitador
Aumentan quejas en la CNDH; en el INM abusan de migrantes
FERNANDO CAMACHO SERVÍN
Periódico La Jornada
Domingo 3 de agosto de 2014, p. 15
Tan sólo de enero a julio de este año, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha recibido
268 quejas por presuntos abusos cometidos en los centros de detención del Instituto Nacional de Migración
(INM), la gran mayoría de ellos relacionados con maltratos, falta de atención médica o sicológica y uso de la
fuerza de manera arbitraria o violenta.
Así lo afirmó el quinto visitador general de la CNDH, Fernando Batista, quien llamó a fortalecer las
capacidades del INM, adoptar medidas de control y confianza de su personal y dejar de ver la migración como
tema de seguridad nacional.
Del total de quejas presentadas ante el organismo en el primer semestre del año, detalló el funcionario en
entrevista con La Jornada, 223 de ellas (83 por ciento) se refieren a violaciones al derecho al trato digno, por
falta de atención médica o sicológica de urgencia y empleo de la fuerza de manera arbitraria o
desproporcionada en el momento de la detención.
En 51 casos más, equivalentes a 19 por ciento de las quejas, los migrantes afirmaron haber sido víctimas
de ataques a su derecho a la integridad y seguridad personales, por actos como intimidación e
incomunicación.
El número de demandas que se han presentado en los primeros seis meses de 2014, subrayó Batista, es
casi tan alto como el que se recibió en la CNDH durante todo 2009, cuando tuvieron conocimiento de 284
quejas, y sigue la misma tendencia que en 2012, cuando llegaron 497 expedientes de denuncia.
De igual forma, el quinto visitador estimó que si una buena cantidad de quejas por maltratos (61)
ocurrieron en el Distrito Federal, ello se debe a que la estación migratoria de la capital –junto con la de
Tapachula y Acayucan– es una de las que tienen mayor capacidad dealojar a los indocumentados y donde se
concentra a muchos de ellos antes de ser devueltos a su país de origen.
Luego de destacar que la CNDH ha visitado de forma sistemática las estaciones migratorias, Batista
recalcó que las demandas contra el personal del INM e incluso las peticiones de diversos colectivos de la
sociedad para que éste desaparezca, evidencian la necesidad de que este organismo sea restructurado de
fondo.
http://www.jornada.unam.mx/2014/08/03/politica/015n1pol
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Jóvenes y derechos humanos
Javier Mercado Villanueva
DERECHOS HUMANOS
02/08/14 5:00 AM
Nuestra Carta Magna refiere en su artículo primero que toda persona debe gozar de los derechos humanos
reconocidos por la misma, y de los tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea parte; por ello,
resulta necesario que las autoridades en el ámbito de sus competencias se obliguen a promover, respetar,
proteger y garantizar tales derechos fundamentales de conformidad con los principios de universalidad,
interdependencia, indivisibilidad y progresividad.
De lo anterior podemos deducir que las personas menores de dieciocho años que hayan participado en la
ejecución de conductas tipificadas como delito por la Ley deberán ser sujetos a rehabilitación y asistencia
social, por lo cual, se podrán aplicar las medidas de orientación, protección y tratamiento que amerite cada
caso, atendiendo a la protección integral y al interés superior del adolescente; también se deberán observar las
formas alternativas de justicia en la aplicación de este sistema, siempre y cuando resulten procedentes.
Es importante mencionar que en todos los procedimientos se deben garantizar el debido proceso legal, así
como la independencia entre las autoridades que efectúen la remisión y las que impongan las medidas de
orientación y reintegración; como ejemplo, en caso de que algún joven sea retenido por ejecutar infracciones
administrativas se debe dar aviso inmediato a sus padres o tutores con la total finalidad de evitar causarle un
daño psicológico.
Durante su estancia en los espacios de retención o internamiento se debe generar una separación por edad y
sexo, así como proporcionarles alimentos y sobre todo que el tiempo de su permanencia en los lugares de
orientación regenerativa sean ubicados en áreas abiertas. Por otra parte, el internamiento para los adolecentes
debe utilizarse como medida extrema y por el menor tiempo que proceda, este podrá aplicarse únicamente a
los jóvenes mayores de catorce años involucrados en la comisión de conductas antisociales calificadas como
graves.
Entre otras cosas, se debe procurar que ningún adolescente sea sometido a torturas ni a otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes, esto con la total finalidad de privilegiar el interés superior de los menores
en conflicto con la ley penal.
http://www.milenio.com/firmas/derechos_humanos/Jovenes-derechos-humanos_18_346345428.html