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Memoria
IV Foro Colima y su Región
Arqueología, antropología e historia
Juan Carlos Reyes G. (ed.)
Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008.
Pedro Regalado y la insurgencia en Colima,
Jalisco y Michoacán, 1810-1814.
Gerardo Sánchez Díaz Instituto de Investigaciones Históricas
Universidad Michoacana
Dentro de la amplia producción historiográfica generada tanto por historiadores
nacionales y extranjeros, acerca del movimiento de Independencia iniciado por el cura
Miguel Hidalgo en septiembre de 1810, sobresalen los estudios relacionados con los
grandes dirigentes de la insurrección y los acontecimientos significativos en los que
participaron. Figuras como las de Hidalgo, Allende, Morelos, Matamoros, Guerrero, Bravo
y Rayón, fueron las que más llamaron la atención de los estudiosos en los siglos XIX y XX.
Muchos de esos aportes surgieron en momentos coyunturales de conmemoraciones de la
historia nacional, o con aniversarios de eventos relacionados con los ciclos vitales de esos
personajes.1
Sin embargo, en la historiografía sobre la insurgencia mexicana han estado ausentes
las investigaciones relacionadas con los dirigentes locales y regionales de la insurrección
que fueron los que verdaderamente articularon el complejo tejido social, político y militar
del movimiento de independencia. En la apreciación del historiador John Tutino, “la
mayoría de los estudios sobre la revuelta de Hidalgo se han centrado en la vida y en la
acción de las élites. Es mucho lo que sabemos sobre Hidalgo y otros jefes rebeldes y las
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ideologías que proclamaron al desafiar el poder colonial. Es poco, en cambio, lo que
sabemos sobre la razón de que decenas de miles de arrendatarios y jornaleros se unieron a
la insurrección. Sin embargo, sin ese apoyo de masas, Hidalgo sería conocido apenas como
uno de tantos conspiradores mexicanos que protestaron con escaso éxito contra el dominio
colonial español. Fue el brote de una masiva y sostenida rebelión agraria por primera vez en
la historia moderna de México lo que dio significado a Hidalgo y a la revuelta dirigida por
él. Los orígenes de esa insurrección de masas merecen cuidadosa atención”.2
En respuesta a la preocupación expresada por Tutino, poco a poco han surgido
investigaciones que centran la atención en la conformación y estructura de las bases
sociales del movimiento de independencia en espacios regionales3 y en algunos dirigentes
locales de la insurrección y ello ha permitido entender con mayor profundidad la diversidad
de motivaciones económicas, políticas y sociales que se encadenaron a la lucha por la
emancipación.4 En este trabajo se intenta reconstruir el liderazgo y las acciones que
emprendieron Pedro Regalado y Llamas a favor de la insurrección entre 1810 y 1814.
El personaje y las circunstancias.
A pesar de su participación en el levantamiento popular en diversos pueblos y
formar contingentes de indígenas, criollos, mestizos y mulatos partidarios de la causa de
Hidalgo, de haberse apoderado de la ferrería de Coalcomán para hacer armas y municiones
para los ejércitos insurgentes, el nombre de Pedro Regalado es apenas mencionado por
algunos historiadores.(5) En realidad, son pocos y exiguos los datos biográficos que se
conocen sobre Pedro Regalado y Llamas. Por los documentos que hemos encontrado: una
carta de Regalado a su suegro Francisco Covarrubias escrita en Colima el 30 de septiembre
de 1810, en la víspera de su incorporación a la insurrección, los Autos sobre sumaria y
confiscación de sus bienes por las autoridades realistas y las Diligencias contra varios reos
de la insurrección que fueron pasados por las armas en la Villa de Colima el 25 de febrero
de 1813, sabemos que Regalado era nativo de Colima y que estaba casado con María Petra
Covarrubias, de cuya unión no hubo descendencia. Por los mismos documentos nos hemos
enterado de que Regalado era un hombre económicamente acomodado. Era dueño de, por
lo menos, 2 fincas urbanas en la Villa de Colima. Poseía tierras en las cercanías de esa
población, en las que cultivaba maíz y algodón. Contaba con varias cabezas de ganado
vacuno y caballar y tenía en producción unas salinas en la costa, por el rumbo de Tecomán.
Tanto en sus labores agrícolas como en la producción de sal y en otras actividades,
Regalado era auxiliado por varios trabajadores a quienes tenía adelantadas determinadas
cantidades de dinero a cuenta de trabajo. En las instrucciones que dejó por escrito a su
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suegro, para la administración de sus bienes antes de partir a la guerra, le señalaba:
...suplico a usted rendidamente se digne a hacer que en mi ausencia se
mantenga mi esposa sin que le falte cosa alguna, aunque para ello se
venda lo más bien parado sin excepción de cosa que lo valga, e
igualmente suplico a usted que mis labores de maíz como de algodón se
sostengan con la asistencia que corresponda, sin que por falta de
beneficio o cuidado a su debido tiempo, se pierdan, pues para ese mismo
efecto le dejo a Petrita cien pesos en reales; y si le faltare, que se venda lo
mejor y más bien parado para que a ella no le falte y dicha asistencia a
las labores… En cuanto al cobro de todos los mozos que me deben, doy a
usted el mismo poder y facultad que arriba expreso y son los que me
deben los siguientes… la cocinera que está en El Calabazo debe 14 pesos
y 6 reales; Miguel el que apresé ahora un año 48 pesos 5 reales; el tuerto
Aguilar me debe 14 pesos, 4 reales; Sixto en abonos ha de pagar 12 pesos,
6 reales; el mayordomo de Cevallos debe 23 pesos; don Rafael Cevallos
debe 23 pesos; Albino me debe con una carga de sal 7 pesos, 4 reales, este
ha de pagar en abonos de 6 reales; el tuerto choricero me ha de pagar en
abonos de 4 reales cada 8 días, 7 pesos, 4 reales; el tuerto Alcaraz, me
debe 7 pesos 2 reales; Dolores Núñez me debe 55 pesos; don Julián
García de la Mora en sal que le fié me debe 7 pesos, 4 reales; el maestro
botero, marido de la Sombreada, me debe arrendamiento de casa y dinero
que le di para la hechura de una cuera, 34 pesos 2 reales y me tiene
abonados hasta la fecha 16 pesos 2 reales y me resta 17 pesos y 6 reales;
está puesto el pedimento ante don Miguel Corona y a más de esto me debe
4 cueros de venado que le di para dicha cuera, son 17 pesos de los cueros
en pergamino a 6 reales, 3 pesos; don José María Aguilar el trecenista del
Estanco me debe 70 pesos y ha de pagar con maíz de la cosecha de este
año y ha de abonar este sujeto en coas para la siembra de algodón de este
año lo que pueda y ustedes las destinarán; Esteban me debe 5 pesos 7
reales; Francisco debe 7 pesos 3 reales; don Ramón Cruz me debe un
peso. Así que usted cobre lo que a usted le debo, cobrará usted lo mío, 50
pesos y de todos estos sujetos que dejo aquí por lista dará razón a mi
muchacho Juan Ignacio, que los conoce bien.6
Más adelante, en la misma carta, Regalado instruyó a su suegro para que en caso
que falleciera en la guerra, fungiera como albacea de sus bienes y declaró como heredera
única a su esposa María Petra. Lo autorizó para que se descontaran los 2,100 que le
adeudaba, con siete fanegas de tierra de siembra de algodón y que del sobrante de tierras y
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sus demás bienes, muebles e inmuebles y los enseres de la casa de Colima fueran
entregados en su totalidad a su esposa María Petra. En otra parte de la carta, a la que
Regalado le dio el rango de testamento, señaló que en caso de morir en las campañas de
insurrección, le daba poder amplio a su suegro para que en caso de fallecer su padre José
Mateo Llamas, recogiera cuantos bienes le pudieran pertenecer a él como herencia paterna
y que los agregara al patrimonio que le dejaba en custodia.
Por otro lado, antes de su partida a la guerra, Pedro Regalado conversó ampliamente
con su suegro sobre todo de lo que implicaba incorporarse a la causa insurgente. Por escrito
le hizo otros encargos, por si no lograba volver. Le pidió que velara por su esposa, mientras
él estuviera ausente y que nada le faltara para su sustento, aunque para ello tuviera que
enajenar algunos de sus bienes. También le encargó que estuviera al pendiente de su
progenitor, y que esa responsabilidad la compartiera con su esposa María Petra, como si él
lo hiciera. Sobre ello le dice:
Si acaso mi señor padre don Mateo Llamas, por su avanzada edad llegare
al estado de no tener reales efectivos, o de no poder por sí sólo sostenerse,
ni vender sus bienes, suplico también se asista con la eficacia debida que
yo lo haría hallándome presente, como si su merced también se enferma, y
si se muere, suplico se le haga un entierro como es de justicia y con la
mayor decencia que corresponda, que así es mi voluntad.7
En la segunda quincena de diciembre de 1810, Regalado volvió por unos días a
Colima. El día 20, antes de partir nuevamente a la campaña insurgente, aprovechó la
ocasión para agregar una nueva anotación a la carta que había dejado en custodia de su
suegro, dice:
Esta Memoria Carta-Poder, que es nuncupativa, por si el tiempo no me
diera lugar a testar, sirva de testamento en todo tiempo, [en caso de] que
yo fallezca o no vuelva de la guerra o campaña a que nos llevan… en
virtud de la nueva marcha por el Gobierno Americano en defensa de
nuestra religión católica.8
Hasta ahora poco se sabe de las causas que motivaron a Pedro Regalado a
incorporarse a la insurrección convocada por el cura Hidalgo. Sin embargo queda claro que
fue por invitación que le hizo el comerciante colimense Ramón Brizuela, uno de los
primeros en incorporarse al movimiento insurgente en Colima. Más adelante, en dos
ocasiones, en mayo y agosto de 1811, Regalado entró a Colima pero al parecer no tuvo
tiempo para entrevistarse con su suegro y su esposa, debido al asedio de las tropas realistas
que obligó a los insurgentes a replegarse nuevamente a Coahuayana y Coalcomán.
Para entonces, Pedro Regalado ya tenía nuevos motivos para dar la pelea a las
autoridades realistas. Unos meses antes había iniciado un proceso judicial en su contra, por
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insurgente. Las autoridades realistas habían ordenado la confiscación de sus tierras,
cultivos, ganado, salinas y fincas urbanas, acusándolo de rebelde y enemigo del rey.(9)
Mediante diversas presiones, su esposa María Petra Covarrubias había sido llamada a
declarar en el proceso. En el interrogatorio contestó que no sabía en donde se encontraba su
esposo, que desde la primera vez que José Calixto Martínez se había apoderado de la villa
de Colima, Pedro había salido sin decirle a donde iba, ni cuando volvería. Luego se le
ordenó que hiciera manifestación de los bienes que poseía su marido antes de incorporarse
a la insurrección, a lo que dijo que
...de los cinco caballos mansos y una yegua caponera que tiene su marido
se los llevaron a las salinas a agostar, otro que existe aquí en el potrero
del Escribano y otro que anda perdido sin saberse de él; y a más de esto,
se llevó consigo otro suyo y otro de su padre, y que los que están en las
salinas son a cargo de su tío Manuel Llamas, alias Regalado. Que no sabe
de los bueyes y demás animales vacunos que tendrá, porque los tiene
agostando en tierras de El Naranjo,… que no sabe a cargo de quien están.
Que aquí sólo hay una labor para siembra de algodón, colindante con la
de su padre don Francisco Covarrubias, que ignora su calidad, pero son
bien conocidas y empeñadas en considerable cantidad que debe [su
marido] a sus suegros y a don Marcos Silva. Que existe una burra con
cría, las que suelen venir solas del campo a esta casa, pero hace algunos
días que no vienen y no sabe si se habrán perdido. Que aunque sembró
algodón y maíz, uno y otro se perdió pues lo poco de algodón que se
cosechó, lo vendió él mismo antes de irse a la guerra de Calderón y el
poco maíz que se cosechó lo mandó a las salinas para raciones de los
mozos [que tiene] en tres pozos de sal que trabajó, pero esto fue con
habilitación de doscientos pesos que le dio su suegra doña María Simona
Salcedo y por andar Regalado con los insurgentes, los abandonó de suerte
que los mozos vendieron la poca sal cosechada y se huyeron llevándose
hasta las herramientas, según las noticias que le han traído, sin poder
recobrar cosa alguna.10
Enterarse de la pérdida de su patrimonio y la indefinición en que quedaba el
sustento de su esposa no debió ser poca cosa para Regalado ya que eso alimentó más su
rabia contra las autoridades realistas. De esa forma, cuando las autoridades de Colima le
ofrecieron el indulto y la devolución de sus bienes, rechazó tales ofertas. En palabras del
historiador Ignacio G. Vizcarra:
...al jefe Pedro Regalado trataron de persuadirlo para que depusiera las
armas haciendo el subdelegado que fueran su esposa y suegra de aquel al
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punto en que se encontraba con sus subordinados, en dos cartas, una de la
citada autoridad ofreciéndole el indulto y la devolución de sus bienes que
se le habían confiscado y otra del Obispo de la diócesis en que le
ordenaba, bajo pena de excomunión, se sometiera a las autoridades, pero
todo fue inútil, Regalado continuó revolucionando.11
El escenario de la lucha y el perfil de los seguidores de Regalado.
El escenario de las campañas militares de Pedro Regalado, a quien se le reconocía el
grado de coronel, se extiende en un amplio territorio que comprende parte de los actuales
estados de Colima, Jalisco y Michoacán. Entre las poblaciones que fueron teatro de sus
operaciones, entre 1810 y 1814, además de la villa de Colima, figuran las poblaciones de
Tonila, Tamazula, Zapotiltic, Zapotlán, Pihuamo, Autlán, Ahijullo, Xilotlán y las haciendas
del Tule, La Huerta y Belén, en el sur de Jalisco. En la provincia de Colima también tuvo
incursiones armadas en los pueblos de Estapilla, Tecomán, las Salinas de San Pantaleón y
Caxitlán. En Michoacán Regalado tuvo encuentros con los realistas en Coahuayana,
Maquilí, la Cuesta del Ciruelo, entre Aquila y Huizontla, Coalcomán, Tepalcatepec,
Pinzándaro y Apatzingán.12
Entre 1811 y 1814, el pueblo de Coalcomán fue centro de operaciones de Regalado
y su gente. En el proceso sumario y de confiscación de bienes que le instruyeron las
autoridades realistas en Colima entre 1812 y 1814, se encuentra el testimonio rendido por el
escribano público Juan José Villasana, quien estableció que:
Pedro Llamas, conocido por Regalado, fue originario y vecino de esta
villa y desde que lo sorprendieron los cabecillas Manuel Arteaga y José
Antonio Torres, se reunió a su gavilla y concurrió con ellos a las
aprehensiones de los europeos, robos de sus intereses y demás excesos
que cometieron. Asistió a la Guerra de Calderón, como declarado
insurgente, estuvo también en la de Los Cerrillos y después se reunió con
Calixto Martínez Cadenas y asaltaron este lugar el día 12 de abril de mil
ochocientos once; luego se juntó con el lego Gallaga y su gavilla y
volvieron a ocupar este lugar cuando lo hizo también el otro cabecilla
Ignacio Sandoval. A consecuencia de la guerra de Llamas, de los
Martínez y después de que fueron despedidos por las tropas del Rey,
levantó su gavilla Pedro Regalado, asociado con su tío Manuel Regalado,
formando su rochela en Coalcomán, asaltó las haciendas de Belén, El
Tule, Miaguatlán, La Higuera y La Huerta y los pueblos de Pihuamo y
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Tonila.13
La versión que dio el Escribano público de Colima sobre los antecedentes y las
acciones de la insurgencia en las que participaron Pedro Regalado y sus seguidores, fue
corroborada por el testimonio presentado el 12 de septiembre de 1814 por el señor Rafael
Guerrero, español, que ocupaba el puesto de ecónomo de manutención de los reos de la
cárcel de la villa de Colima. A lo ya dicho por Villasana, Guerrero agregó que:
le conoció muy bien como que fue dicho Pedro Regalado originario y
vecino de este lugar y le consta que luego que sorprendieron esta villa los
cabecillas de Arteaga y José Antonio Torres, se reunieron con ellos y
asociado con Ramón Brizuela, salieron ambos -Pedro y Manuel
Regalado- con comisión de aquellos por esta costa con dirección a Tepic
o San Blas, advirtiendo que el principal comisionado en la indicada
invasión lo fue José Calixto Martínez y Cadenas(14) y como sus segundos
fueron Regalado y Brizuela. Que no sabe si [Regalado] fue a la Guerra de
Calderón, pero es consiguiente porque ésta fue enseguida. Que después
que pasó el ataque de Los Cerrillos, [Regalado] vino con Cadenas,
pretendiendo estorbar la entrada en esta villa del señor coronel Manuel
del Río. Posteriormente, se retiró con Cadenas para Coahuayana, amagó
ese lugar con otros cabecillas [entre ellos el Lego Gallaga e Ignacio
Sandoval]; separándose después con formal gavilla por sí sólo con título
de coronel.15
Tan luego como se establecieron en Coalcomán Regalado y sus seguidores, se
apoderaron de las instalaciones de la ferrería de Nuestra Señora de Guadalupe, que años
antes había construido en el lugar el mineralogista Andrés Manuel del Río y que había
empezado a producir fierro de buena calidad a partir de 1807.16
Con el auxilio de un
número importante de herreros, entre los que figuraban varios indígenas nahuas de
Coalcomán y Maquilí, el fierro que encontraron fundido pronto se convirtió en cientos y
quizá miles de cuchillos, machetes y lanzas para equipar a los rebeldes. También se
fundieron cañones de varios calibres y balas de fierro para los fusiles. “Las municiones de
fierro hechas en Coalcomán, fueron una novedad, pues los realistas no las hacían sino de
bronce… de modo que, en ese sentido, y gracias a los conocimientos de los artesanos
coalcomenses, hubo superioridad técnica militar de los partidarios de la libertad”.17
Desde Coalcomán Pedro Regalado hizo envíos de fierro a otros lugares en donde los
comandantes de la rebelión también requerían de ese metal para la fabricación de utensilios
de guerra. Por ejemplo, el 26 de febrero de 1812, el comandante José Antonio Torres, desde
el Cuartel General de Pénjamo dio instrucciones para que se le remitieran a ese lugar seis
cargas de fierro:
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Sin embargo que le había dicho que no me mandara las 6 cargas de fierro
por las contingencias del camino, he acordado la mucha falta que me
hace para que hayan labrado armas en estos lugares, buscando un arriero
que sea exigente y que haga sus jornadas de noche por las contingencias
que puede haber, parando de día en donde no corra peligro; advirtiéndole
que las 6 cargas de fierro que pido, llegará con ellas a este pueblo de
Pénjamo y se las entregará al señor coronel D. José Bribiesca, cobrando
recibo de su entrega y advirtiendo a dicho arriero que si alguno lo
encontrare responda si fuere americano que es para las armas de la
Nación determinado por mí, y si por algún evento lo encontrare alguno
de la parte contraria, diga que lo fue a comprar a Coalcomán para
conducirlo a vender a Silao a las haciendas de laborío, que es donde lo
gastan mucho.18
Por otro lado, con base en documentos judiciales del Archivo de la Audiencia de
Guadalajara, el historiador Álvaro Ochoa sostiene que Regalado “ofreció trabajar en
combinación con los encargados del taller bélico de Los Reyes”.(19) Durante el segundo
semestre de 1811, desde Coalcomán, Regalado emprendió varias incursiones a los pueblos
del sur de Jalisco para reclutar adictos y hacerse de recursos económicos para el
sostenimiento de la causa insurgente. De esa forma amplió de manera considerable su
tropa, conformada especialmente por rancheros criollos y mestizos; indígenas de los
pueblos nahuas de la costa y mulatos libres que incorporó a su tropa en Autlán, Pinzándaro
y Tepalcatepec.
En el proceso que se le siguió en Colima al mulato José Julián Luna, a mediados de
febrero de 1812, declaró que era originario de Autlán, de ocupación gañán, de 23 años y
que hacía como dos años había pertenecido a las tropas del Rey de Amatlán, que formó
parte de la división del capitán Contreras y que por ese tiempo salió a atacar a la gavilla de
Benavides en el Puerto de Los Espinos y que allí lo hicieron prisionero con otros soldados.
Que después se unió a los insurgentes comandados por Ignacio Sandoval y se lo llevaron
para la orilla del mar, por el rumbo de Acalpica, que volvieron a Apatzingán y nuevamente
a la costa.
Que después de que murió Sandoval, mandó juntar Pedro Regalado a toda
su gente y que así fue como llegó a Coalcomán, al tiempo en que los
insurgentes de Regalado estaban construyendo su artillería. Dijo que
estuvo presente en el ataque de las fuerzas del Rey a Coalcomán y que
luego se volvió a reunir con la gente de Regalado en Aguililla de donde
partió con otros rebeldes al asalto que dieron en Estapilla y a Las
Parotas. Que entonces era soldado raso y del saqueo le tocó una cuera
9
que por orden de Manuel Regalado le quitó a Lorenzo Villanueva.20
Después de ese suceso, el mencionado mulato y los rebeldes capitaneados por
Manuel Llamas y el tío paterno de Pedro Regalado, se dirigieron a Coahuayana:
...dejando antes al declarante y a otros siete de guarnición con los
prisioneros y que antes de llegar al Puerto del Ciruelo, en donde se
acantonó la gavilla, lo mandaron con otros seis compañeros a vaquear
ganado a Zapotlán y les llevaron seis mancuernas de vacas. Que en efecto
estaban cogiéndolas y tenían una muerta destazándola y otra amarrada,
cuando les cayó la guerrilla de las fuerzas del rey el 4 de febrero a las 11
de la mañana y lo tomaron prisionero junto con otros tres compañeros.21
Por testimonios aportados por los partidarios de la insurgencia que fueron
capturados por los realistas en el Puerto del Ciruelo, podemos acercarnos al perfil social y
edad de otros miembros del contingente de Regalado. Uno de ellos, Antonio Nolasco
Romero, dijo que ignoraba su condición étnica y que era soltero. Declaró ser originario de
Apatzingán, hijo de Nolasco Romero y de Teresa Torres, finados. Se unió a los insurgentes
comandados por Regalado en Pinzándaro. En su declaración dijo que de Pinzándaro los
seguidores de Regalado se fueron a Coalcomán, de donde se les huyó para Aguililla. Que
en ese lugar fue localizado por el capitán Michel, quien se lo llevó nuevamente a
Coalcomán, donde estuvo en el tiempo en que la gente de Pedro Regalado se ocupó de
fabricar cañones y otras armas, hasta que fueron atacados por las tropas del rey, al mando el
coronel Nepomuceno Cuellar:
en cuya ocasión no se halló presente, porque estaba con Michel y otros en
El Salitre, a distancia de media legua, pero en la dispersión que hicieron,
se fue al rancho de Alomo, donde después los recogió un ayudante
enviado de Regalado y se volvió a unir a la gavilla del mismo en
Coalcomán, de donde se vinieron después para asaltar la hacienda de
Estapilla, y las estancias de Las Parotas y Colomotitán, en donde mataron
[a un español] llamado Leonardo Mendoza. Robaron cuanto pudieron
igualmente las casas y la remonta, dejando aquellas incendiadas y
llevándose también a dos mujeres.22
Por otro lado, el declarante informó que los rebeldes se fueron por Estapilla con
rumbo a Coahuayana, en donde robaron casas y remonta. Que de allí se fueron al Puerto del
Ciruelo, por la cuesta de Maquilí, en donde fue aprehendido mientras destazaba una vaca
para preparar la comida a los rebeldes.
En el grupo de procesados, que fueron ejecutados en Colima, destaca también el
caso de José Zeferino, quien en su declaración dijo ser soltero, de más de veinte años de
edad, nacido en Cotija y vecino del rancho de Los Mojos. Pertenecía al grupo que
10
comandaba el capitán Juan José Sánchez, subordinado de Pedro Regalado. Declaró que no
había concurrido a más batallas que a la del Puente de Calderón y a la ocupación del rancho
de Osto. Dijo que haberse unido a la causa insurgente no le parecía que fuera cosa mala,
pues, “respecto a los muchos papeles que le habían leído y cosas que le han dicho, que
aunque no le convencían del todo, por lo menos lo dejaban dudoso sobre qué partido sería
el justo”.23
Además del caso anterior, también es relevante el de otro mulato llamado José
Ascencio Benedicto, sobre todo por la información que aportó en el proceso, en relación a
las andanzas de Regalado y sus seguidores en el sur de Jalisco y en pueblos de la Tierra
Caliente y la Costa de Michoacán. Fue aprehendido por los realistas en la Boca de
Pascuales, en territorio colimense en diciembre de 1812.
En su declaración presentada en la villa de Colima el 31 de diciembre, José
Ascensión Benedicto, dijo que era mulato, soltero, originario de Tepalcatepec y vecino del
rancho de los Mojos, de oficio labrador y de 36 años de edad. Se unió a los insurgentes
comandados por Ignacio Sandoval en el pueblo de Autlán de donde se dirigieron a
Coahuayana. Entre la información que aportó en su declaración, dijo que en la ranchería del
Palo Jahuique, Sandoval tomó prisionero al mayordomo José Arias, un gachupín, a quien
mandó degollar estando en Maquilí. De ese lugar, la tropa de Sandoval se dirigió a la
comunidad nahua de Ostula, en donde fue bien recibido. Luego, emprendieron la marcha
sobre varios sitios de la costa, hasta llegar al pueblo de Acalpican y de allí se fueron para
Apatzingán y luego subieron a Tancítaro, en donde se encontraba la comandancia de los
insurgentes. En Tancítaro, José Ascencio Benedicto desertó de las filas rebeldes. Vagó
durante un tiempo por varios lugares y luego se fue para la costa.
Después de varias preguntas que se le hicieron, acerca de las tropas insurgentes que
traían los comandantes insurgentes Andrés Murillo y Pedro Regalado, Ascencio Benedicto
dijo que Murillo había estado en la hacienda de Ahuijullo el año anterior, hasta que terminó
la molienda de caña y que luego se fue a Coalcomán. Informó que él en ese tiempo estuvo
vaqueando el ganado que Murillo tomó en varias haciendas y ranchos que remitió a
Uruapan a los miembros de la Suprema Junta Nacional. También hizo saber a las
autoridades realistas que había estado presente en los ataques que la gente de Regalado
había hecho a las haciendas del Tule y Belén, en el sur de Jalisco. Dijo, además, que había
ayudado a sacar ganado de la hacienda de Ihuitlán, cuando Regalado se había apoderado de
Coahuayana. Alegando en su favor, declaró “que no ha matado a nadie ni ha ayudado a
matar, que había oído decir que los cabecillas insurgentes que operaban en Coalcomán eran
Manuel y Pedro Regalado y Francisco Arroyo, que tienen dos cañones pero que ignora el
número de su gente”.24
En los procesos seguidos en Colima a reos acusados de
insurrección, destaca también el de Ponciano Cuevas, un joven criollo de 22 años, hijo del
subdelegado del Partido de Coalcomán, a quien habían matado “los indios insurgentes” de
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ese lugar. A la muerte de su padre, el joven Ponciano Cuevas se hizo cargo de su madre y
de los negocios que había dejado su progenitor, entre ellos una tienda “bien surtida” en
Coalcomán, un tendejón en Coahuayana y una recua de mulas con las que hacía viajes, en
compañía de otros arrieros, para llevar y traer mercancías a Pátzcuaro, Valladolid,
Guanajuato, Querétaro y Acapulco.
En dos ocasiones, Ponciano Cuevas fue detenido por las autoridades realistas,
debido a que se tenían sospechas de que colaboraba con los insurgentes. En la primera,
salió bien librado pero no en la segunda. El 5 de febrero de 1812 Vicente Velazquez,
capitán de las tropas del rey en Coahuayana tuvo noticias de que en Coalcomán estaba
acantonada una cuadrilla de insurgentes y que se rumoraba que caerían a Coahuayana para
hacerse de caballos y bestias mulares. Ese día, como a las nueve y media de la noche,
Ponciano Cuevas acompañado de Eulogio Rubio, llegó a esa población y manifestó al
mencionado capitán que andaba de cobranzas de cuentas que algunas personas habían
quedado a deber a su difunto padre. Al preguntarle el capitán que si había insurgentes en
Coalcomán dijo que no, pero que sabía que Ignacio Sandoval estaba en Pinzándaro con 500
hombres y José Antonio Torres en Uruapan con 2000, de los que 700 eran de fusil y los
demás de a caballo. Por sospechas de que Cuevas colaboraba con los rebeldes y que podía
aportar mayor información, el capitán Velazquez ordenó su detención y fue enviado a
Colima.
Ya estando en Colima, tanto Ponciano Cuevas como Eulogio Rubio fueron
sometidos a nuevos interrogatorios. Las autoridades recriminaron a Cuevas que siendo hijo
de un funcionario real, a quien habían matado los rebeldes, se hubiera quedado a vivir entre
ellos. Tratando de evadir respuestas que lo comprometieran con la insurrección, Cuevas
armó una historia en la que aportó nuevos datos, dijo:
que luego que se retiraron de Coalcomán las tropas del rey, de las
divisiones del capitán Mora y el comandante Nepomuceno Cuellar,
también lo hizo el declarante para Tepalcatepec, en donde se hallaba su
señora madre, con el objeto de verla y restituirla a Coalcomán y que a
pocos días lo sorprendió una avanzada de insurgentes que comandaba
Cadenas y que se lo llevaron preso a Apatzingán, acusándolo de haber
escrito al comandante de Colima [y por ello] se le multó con 1,500 pesos
por el valor de los cañones que las tropas del rey les quitaron en
Coalcomán, que los consiguió con Gabriel Tavera y Francisco Murillo y
se los entregó y por eso lo dejaron en libertad para regresar a
Coalcomán. Que salió de Coalcomán el 2 de febrero, en compañía de
Eulogio Rubio y el señor cura don Ignacio Mena para visitar varios
pueblos y que él se vino a Coahuayana para arreglar los negocios que
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tenía su difunto padre Francisco Cuevas, subdelegado que fue de
Coalcomán a quien mataron los indios insurgentes.25
Al día siguiente, al hacer una ampliación de su declaración, Ponciano Cuevas aportó
nuevos datos de cuando fue detenido por los insurgentes. Declaró que:
en el tránsito que hizo hasta Uruapan, cuando lo llevó prisionero
Cadenas, se inteligenció de que la fuerza que ahí tenía Torres, se
componía como de 3,000 hombres, incluso 700 indios de flecha y honda, y
también los que portan como 300 fusiles y escopetas, unos a pie y otros a
caballo y los demás de caballería con lanzas, con 11 cañones de metal de
varios calibres, el mayor de cuatro, entre ellos 6 culebrinas calibre de a
libra, entendiéndose todo esto como la reunión de Cadenas que sólo
llevaba 20 hombres; y los cabecillas de aquella gavilla son los dos Torres,
padre e hijo, un Becerra, Cadenas, Brizuela, además de muchos que no
conoció ni supo quiénes eran, que trataban con diversos grados de
coroneles para abajo. Que entre ellos oyó decir que en Pátzcuaro había
una reunión grande al mando de un Anaya y en Apatzingán, le consta, por
comunes informes pero ciertos, que allí está Sandoval con cosa de 700
hombres y 200 fusiles y escopetas. Bien que como esto no lo ha visto el
declarante… se dice que quería reunirse con Torres y que, se harían más
fuertes en Uruapan para resistir a las tropas del rey o se dirigirían sobre
Zamora; y que según ha oído decir que en la compañía de Sandoval se
hallaban los cabecillas Saavedra y Regalado; aunque también se dice que
éste último anda ya sin cuadrilla o reunión escapándose por los ranchos y
montes con una mujer que se llevó consigo de la hacienda de Ihuitlán,
pues don Juan del Toro, que andaba con Cadenas en Tancítaro, y que aún
le dijo que su intención era retirarse del todo trato con los insurgentes.26
Por otro lado, con la finalidad de ampliar los contingentes de la insurrección, en
varias ocasiones, Regalado recibió instrucciones directas del vocal de la Suprema Junta
Nacional Americana, José Sixto Verduzco. En una ocasión Verduzco le sugirió hacer
esfuerzos para ganarse a los indios principales y las autoridades civiles de los pueblos,
quienes en su opinión podían influir en la incorporación de un mayor número de adeptos a
la causa de la libertad. En una de sus cartas a Regalado, fechada en el Palacio Nacional de
Pátzcuaro el 31 de diciembre de 1813, Verduzco le decía:
al indio capitán del pueblo de Ixtlahuacán que se presentó a vuestra
señoría, lo protegerá y autorizará bastante para que vaya a mover a los
demás pueblos y los tenga en prevención para cuando vuestra señoría
emprenda su marcha; pues estos le han de ser útiles en sus expediciones.27
13
De esa manera, poniendo en práctica sus propias decisiones o siguiendo las
instrucciones de Verduzco, Pedro Regalado reunió una tropa de más de 600 hombres, que
apoyaban de diversas formas las acciones que emprendía, como hostilizar a los realistas
para impedir que entraran a los territorios liberados, reclutar adeptos y reunir recursos
materiales para el sostenimiento de la causa, como era el hacerse de caballos y reses que en
varias ocasiones remitió en partidas considerables a la dirigencia del gobierno insurgente.
En cuanto al reclutamiento de hombres, no siempre lo hizo con base en el convencimiento
de la justicia de la causa, sino que llegó a forzar a individuos a unirse al movimiento
insurgente. En más de una ocasión, Regalado fue reprendido por la comandancia general a
cargo de Manuel Muñiz, quien en una de sus comunicaciones en forma tajante y sin rodeos,
le expresó:
He tenido varias quejas de vuestra señoría, para obviarlas le suplico trate
mejor los pueblos, no es fuerza cantidad alguna de sus vecinos ahuyente
de sus casas amenazándoles con pena de la vida, pues debe estar en la
inteligencia de que si por desgracia se comete algún desafuero de éstos he
de castigar en el soldado asesino y en el coronel descuidado a sus
obligaciones que no celan el buen orden.28
Al parecer, esas prácticas eran parte de la vida cotidiana de quienes luchaban por la
libertad a nivel regional y cuyos jefes, sin la experiencia política y el entrenamiento en las
artes de la guerra, poco hacían para imponer la debida disciplina a sus subordinados.
Las acciones de Regalado en favor de la causa insurgente
Como vimos al principio, Pedro Regalado y su tío paterno Manuel Llamas, se
incorporaron a la insurrección a casi dos semanas de haberse iniciado el movimiento de
Dolores. En los primeros meses, Regalado militó en las fuerzas insurgentes de José Antonio
Torres. Con José Calixto Martínez Moreno participó en la detención de un grupo de
españoles residentes en Colima y en su conducción a Guadalajara cuando Hidalgo se
encontraba en esa ciudad y por los cuales se pedía rescate.29
Desempeñó otras comisiones,
como ir en busca de cañones a Tepic y más adelante, a mediados de enero de 1811,
participó en la Batalla del Puente de Calderón, en la que las tropas de Hidalgo resultaron
derrotadas y ocasionó que los dirigentes del movimiento emprendieron la marcha al norte.
Después de ese acontecimiento, Calixto Martínez y Pedro Regalado se replegaron al sur de
Jalisco y participaron en varios encuentros con las tropas realistas comandadas por el
coronel Manuel del Río, el general Rosendo Porlier, el capitán José Manuel Bazavilbazo y
el comandante Juan N. Cuellar en las poblaciones de Zacoalco, Sayula, Zapotlán,
14
Tamazula, Tuxpan, Autlán y Tonila.
En el trayecto de la lucha, Regalado conoció y se relacionó con otros personajes
adeptos a la causa independentista como Rafael Arteaga y los presbíteros José Antonio
Díaz30
y Francisco Ramírez Oliva,31
éstos últimos “muy amigos del cura Hidalgo” con un
religioso juanino, conocido como “el lego Gallaga”,32
quien al parecer era sobrino de
Hidalgo; Ignacio Sandoval; Rafael González; el comandante Manuel Muñiz y el doctor
José Sixto Verduzco, vocal de la Suprema Junta Nacional Americana. Sin embargo,
Regalado consideró siempre a su tío Manuel Llamas y a su secretario Francisco
Villavicencio, un criollo miembro de una familia de prósperos terratenientes del rumbo de
Apatzingán, como sus más fieles colaboradores.33
Después de sortear diversas dificultades, los insurgentes comandados por José
Calixto Martínez lograron apoderarse nuevamente de Colima, a principios de mayo de
1811, pero diez días más tarde, el 15 de mayo, ante el avance del ejército realista al mando
del coronel Manuel del Río, los insurgentes se replegaron a Coahuayana y más tarde a
Coalcomán. En esos días, Pedro Regalado, ya con el grado de coronel insurgente, se separó
de las fuerzas de Calixto Martínez para formar su propia tropa y tomó el pueblo de
Coalcomán como centro de operaciones.
Más adelante, a mediados de julio, las fuerzas insurgentes de Calixto Martínez y las
que comandaba Regalado, en forma coordinada, intentaron apoderarse nuevamente de
Colima. Cayeron por sorpresa un día por la madrugada a los cuarteles realistas. Una partida
de 200 hombres a caballo logró penetrar hasta el centro de la población pero fueron
rechazados por los realistas. Sin embargo, un nuevo intento resultó exitoso. De esta forma,
los rebeldes lograron apoderarse de la villa de Colima el 16 de agosto. Una semana
después, el coronel Manuel del Río atacó a los insurgentes con 500 hombres. Los rebeldes
se replegaron a las orillas de la población, en donde “el fuego de fusilería realista se dejó
sentir intenso y fragoso en contra de los insurgentes”,34
quienes al ser derrotados
emprendieron nuevamente el camino rumbo a Coalcomán. A partir de aquel momento, la
recuperación de Colima se convirtió en una obsesión para Pedro Regalado.
Al año siguiente, desde el cuartel de Jucutacato, el doctor José Sixto Verduzco, en
su calidad de vocal de la Suprema Junta Nacional Americana, instruyó a Regalado a hacer
los preparativos necesarios para iniciar la campaña militar sobre Colima y le ordenó viajar
lo más pronto posible a Uruapan para recibir órdenes directas.35
Durante el trayecto de los
preparativos para la campaña sobre Colima, se registró una incursión de las tropas del rey al
territorio controlado por Regalado y éste utilizó una estrategia poco empleada por los
insurgentes hasta ese momento, que le permitió ahorrar esfuerzos y hacerse de nuevas
armas. El encuentro con las tropas del rey tuvo lugar en una barranca cercana al rancho de
Tehuantepec, entre Chinicuila y Coalcomán. En el informe enviado por Regalado a
15
Verduzco, se asienta que:
Me retiré del punto de Zinicuila, con la finalidad de emboscarme con mi
gente que no pasaba de 50 hombres, en un estrecho del camino por donde
debía de pasar una partida enemiga de 400; a las 6 de la mañana se
encañonaron, en efecto, por la cañada, donde estaba emboscado, y por el
lado opuesto tiene un voladero profundísimo, descargué sobre ellos una
inmensa multitud de piedras; retrocedieron inmediatamente, se
desbarrancó la mayor parte, encontré en las cañadas 23 cadáveres; les
tomé 5 fusiles y 14 retacos, de nuestra parte no hubo la menor
contingencia.36
En contestación al mencionado informe, Verduzco felicitó a Regalado por la acción
y mandó que el reporte fuera publicado para que sirviera como ejemplo a otros
comandantes del ingenio que se debería tener en el desarrollo de la lucha. Al respecto,
Verduzco comentaba:
Después de que vi con bastante complacencia, la noticia que vuestra
señoría me comunica en su oficio de 7 del corriente, del triunfo que logró
su división, en el punto de Zinicuila, contra el enemigo atrevido, que
trataba de invadir esos puntos; la he mandado publicar, para satisfacción
de esa tropa y vecindario y honor de esa, y de vuestra señoría
detallándola con todas las ventajas que logró en la expedición.
Suponiéndome que puede acometer de nuevo el enemigo, como es
regular, reforzando su gavilla, me parece conveniente que se mantenga
vuestra señoría en el punto más propio y que proveído y reclutando
cuanta gente pueda, y reuniendo sus dispersos, hasta poner una división
respetable para defender ese rumbo; y estando ya en disposición, que se
interne vuestra señoría a su deseada conquista. Esto he resuelto: pero en
la inteligencia, de que me mande la tropa que le tengo pedida y las armas
de fuego que reconocen a ese ejército, inclusive su compañía de fusileros y
los 5 fusiles de marca que le quitó al enemigo, quedándose con el pie de
los catorce retacos que hubo de igual forma y de que ha de darme
continuos partes para mi gobierno, resolver a sus consultas y protegerlo
con los auxilios que necesite.37
Más adelante, en una nueva carta, fechada en Pátzcuaro el 1° de diciembre de 1812,
el Dr. Sixto Verduzco le comunicaba a Regalado:
A vista del triunfo anterior que tuvo vuestra señoría del enemigo, siempre
me propuse que este había de rehacerse, para volver a acometerle e
impedirle –que se internase sobre los lugares que él domina-; pero
16
también me persuadí lo mismo que ha pasado, repeliéndolo, porque
conociendo el entusiasmo de vuestra señoría que ha hecho empeño de
honor en esa conquista, y el séquito que tiene en ese rumbo, siempre he
creído que en él se hará feliz, creando una fuerza respetable y obrando
con conocimiento del terreno y de sus moradores. Ese concepto me
promete sus victorias y más cuando me dice que está fundiendo cañones,
procurando pertrecharse y proveerse de otros utensilios necesarios; de
que tengo la mayor complacencia y que contribuiré gustoso a sus auxilios.
Espero los prisioneros, con informe circunstanciado de sus hechos
y observación que haya hecho vuestra señoría de sus sentimientos
actuales, para obrar con la justicia que demanda este asunto. También
espero el ganado que me promete, pues en su especie, o realizándolo,
podrá ayudar a los cuantiosos gastos de estas tropas.38
Por diversas circunstancias, Regalado no pudo emprender la campaña sobre Colima
en diciembre de 1812, como lo había previsto y tuvo que esperar mejores tiempos. El 15 de
marzo de 1813, estando en Coalcomán, Regalado recibió la orden de la comandancia
general de la insurgencia para componer y vigilar los caminos entre la desembocadura del
río Balsas y la del río Coahuayana, con la finalidad de hacerlos accesibles para el paso del
ejército insurgente comandado por José María Morelos, en la proyectada expedición con
rumbo a Nayarit. También se le indicó reunir cargamentos de maíz y arroz en puntos
estratégicos para el sostenimiento de la tropa.39
Finalmente, la expedición proyectada por
Morelos se suspendió y Regalado emprendió otras acciones militares sobre pueblos
ubicados al sur de Jalisco, que tenían como finalidad hostilizar a las tropas del rey para
facilitar su proyectada incursión sobre Colima. Por su parte, la comandancia realista de
Colima diseñó una nueva estrategia para infiltrar a las fuerzas insurgentes comandadas por
Regalado y obtener así mayor información sobre sus movimientos, con la finalidad de
lograr su detención.
En esas circunstancias, el comandante realista Manuel Bazavilbazo comunicó lo
siguiente al mariscal de campo José de la Cruz, que se encontraba en Guadalajara, el 1° de
enero de 1814:
Doy parte a vuestra señoría para su satisfacción que el día de ayer, a las
6 de la mañana, conforme a lo que dije en la misma fecha, la División de
esta villa salió de la hacienda de La Huerta para San Marcos al mando
del teniente Mariano Díaz. A poco que anduvo tuvo este oficial el aviso de
que los rebeldes Regalado, Pedro y Manuel, venían pasando el río
dirigidos al pueblo de Tonila con 180 malvados. Puso luego correo al
capitán de Tonila don Juan Milanés para que mientras llegaba nuestra
17
división retirase su compañía engañosamente dejando los de atrás, y así
lo hizo Milanés, teniendo don Mariano la noticia de que los malvados ya
habían entrado libremente, pasó a caballo 30 jinetes que despachó a
galope al mando del teniente de caballería José de Oteiza y del alrefez
Agustín Béjar a cortarles la retirada y dividió en dos trozos el resto de la
gente. Los Regalado salieron del pueblo con toda su gavilla reunida y
mandó don Mariano que el trozo de la izquierda avanzara sobre ellos lo
mismo que el de la derecha a replegarlos al bordo de la barranca
nombrada El Coachipehual y luego que lo consiguió les dio fuego por
ambos lados. Ellos se retiraron y después de una hora de combate se
fugaron precipitados por la barranca dejando toda la remonta ensillados
ciento y veinti tantos caballos y mulas, todo su arroz y robos, dos cajones
que tenían varias taleguitas con pólvora y muertos de ellos en ésta 27.40
En esa acción, según el informe del comandante Bazavilbazo, las tropas del rey
hicieron alrededor de 40 bajas a los insurgentes comandados por Regalado, tomaron
prisioneros a 28 y en la acción la gente de Regalado perdió 30 fusiles y escopetas, varias
pistolas, machetes y lanzas. En su informe, el comandante realista concluye que:
Los cabecillas Pedro Regalado y Manuel, también perdieron sus caballos
con sus sillas, bridas, chaquetas, sombreros y demás ropa, quedando la
esperanza que entre los cadáveres puedan estar ellos, pues con la noche
ya no se pudieron conocer. De nuestra parte, me dice Díaz, que no
tuvimos la más leve novedad, también me recomienda y yo lo hago a
vuestra señoría a los oficiales Oteiza, Campos, Cuevas, Béjar y los de
Anzures, a todos los sargentos, cabos y soldados porque se portaron sin
temor y con bizardía, el capitán don Juan Milanés con su compañía, al
señor cura de Tonila, Dr. Don Pedro Ocampo que reunidos dieron
bastantes pruebas de patriotismo y valor acudiendo activamente este
párroco con los espirituales socorros.41
Después de esta derrota, Pedro Regalado se refugió nuevamente en Coalcomán y
emprendió la reorganización de sus seguidores. Sin embargo, a mediados de febrero un
vecino de Coalcomán captado por la comandancia realista de Colima, en medio de
extremas medidas de seguridad, condujo a un grupo de soldados y oficiales de las tropas del
rey hasta Coalcomán y en medio de la noche les condujo hasta la casa en donde se
encontraba hospedado Regalado, en donde fue aprehendido junto con su tío Manuel y su
secretario Francisco Villavicencio y se les condujo a Colima, donde fueron sometidos a un
proceso sumario en el que se les condenó a la pena capital, según se desprende del informe
que rindió el comandante Juan Antonio Solórzano al mariscal de campo José de la Cruz el 2
18
de marzo, en el que le dice que:
Estando yo bien asegurado de que no había riesgo de las gavillas,
despaché para Coalcomán una escolta de 12 soldados de caballería y 4 de
infantería escogidos, al mando del subteniente de caballería Agustín
Béjar, corto el número porque así convenía y al abrigo de los montes,
para no ser vistos, caminando lo más por las noches en tres días, sin
entrar al pueblo de Coalcomn llegaron a él; estando distantes de dicho
pueblo divididos por diferentes vientos los cabecillas Pedro Regalado, que
se dice coronel con su secretario Francisco Villavicencio, Manuel
Regalado llamado sargento mayor; a la media noche del 19 del vencido
inmediato febrero, el oficial Béjar les cayó y cogió presos a los tres
malvados pasando con ellos por la orilla del pueblo con el mayor silencio,
sin ser descubiertos y estando bien asegurados en esta villa a la
disposición de vuestra señoría.
Se ha hecho buena presa; estos cabecillas son los que han estado
insultando e incomodando mucho tiempo como vuestra señoría sabe, a
Colima, pueblos, haciendas y rancherías del contorno; tendremos ahora
el mayor sosiego. Toda la escolta merece premio, porque todos se
portaron muy bien y sufrieron en los montes bastantes trabajos, pero
recomiendo a vuestra señoría en particular el grande mérito del
subteniente Agustín Béjar y a los dos días, uno que salió desde esta villa y
otro de Coalcomán que los llevó a las casas donde se hallaron los
cabecillas y ayudaron a aprehenderlos.42
Después de la aprehensión y ejecución de Regalado sus seguidores se dispersaron,
unos se acogieron al indulto y otros salieron de la región para unirse a otros frentes de la
insurgencia.
Notas.
1.- Un amplio balance de las producciones historiográficas acerca del movimiento de
Independencia, generadas en los siglos XIX y XX, puede verse en el texto de Martha Terán
Espinoza, “Michoacán en la Independencia. Recuento de libros”, Gerardo Sánchez Díaz y Ricardo León Alanís, coordinadores, Historiografía Michoacana. Acercamientos y balances, Morelia,
Universidad Michoacana, 2000, pp. 161-174.
2.- John Tutino, De la insurrección a la revolución en México. Las bases sociales de la violencia
agraria, 1750-1940, México, Ediciones Era, 1990, p. 48. 3.- Además de las propias investigaciones de John Tutino en el libro antes citado, fueron
reveladores los aportes que por ese tiempo hicieron Brian R. Hammett en Raíces de la insurgencia
19
en México. Historia regional, 1750-1824, traducción de Agustín Bárcena, México, Fondo de
Cultura Económica, 1990; Eric Van Young, “Hacia la insurrección: orígenes agrarios de la rebelión
de Hidalgo en la región de Guadalajara”, Friedrich Katz, compilador, Revuelta, rebelión y revolución. La lucha rural en México del siglo XVI al siglo XX, Traducción de Paloma Villegas,
México, Ediciones Era, 1990, tomo I, pp. 164-186; William B. Taylor, “Bandolerismo e
insurrección: agitación rural en el centro de Jalisco, 1790-1816”, Ibid., pp. 187-222.
4.- Entre los pocos estudios sobre los jefes regionales de la insurgencia producidos en las últimas décadas, destacan los realizados por Álvaro Ochoa Serrano, Los insurgentes de Mezcala, Zamora,
El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 1985; Indulto y absolución del jefe
rebelde Marcos Castellanos, Estudio preliminar de Álvaro Ochoa Serrano, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 1985; Los insurrectos de Mezcala y Marcos. Relación cronológica de una
resistencia en Chapala, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2006; Moisés Guzmán Pérez, En
defensa de mi patria y de mi persona… Benedicto López y su lucha por la Independencia,
(Colección el Hombre y su Tiempo) Morelia, Universidad Michoacana, 1995; Carmen Castañeda, Don Miguel Hidalgo y don José Antonio Torres en Guadalajara, Guadalajara, Gobierno del Estado
de Jalisco, 1985; Virginia Guedea, La insurgencia en el Departamento del Norte. Los llanos de
Apan y la Sierra de Puebla, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones “Dr. José María Luis Mora”, 1996.
5.- Ignacio G. Vizcarra, Pequeña cartilla histórica de Colima, Colima, Imprenta del Gobierno del
Estado, 1891, p. 31; José María Miquel I Verges, Diccionario de insurgentes, México, Editorial Porrúa, 1980, p. 486; Raúl Arreola Cortés, Coalcomán. Monografías Municipales, Morelia,
Gobierno del Estado de Michoacán, 1980, p. 163; Juan Carlos Reyes G., La antigua Provincia de
Colima, siglos XVI al XVIII, (Historia General de Colima) Colima, Universidad de Colima, Instituto
Colimense de Cultura, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1995, Tomo II, p. 320; José Miguel Romero de Solís, El partido de los perversos. Colima en la lucha insurgente, 1810-1821,
Colima, Archivo Histórico Municipal de Colima, 1996, p. 31.
6.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821, copia de algunos documentos existentes en el Archivo de la Secretaría del Ayuntamiento Constitucional de la Ciudad de Colima,
relativos a los principales acontecimientos que ocurrieron en este Estado durante el precitado
periodo de la Guerra de Independencia, Colima, 1910, copia de la carta del insurgente Pedro Regalado, septiembre 30 de 1810, ff. 128v-130. Todos los documentos están incluidos en un libro
manuscrito que citaremos en adelante como 1810-1821, Copia de algunos documentos…. e irá en
específico el documento que estamos citando.
7.- Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Copia de la carta del insurgente Pedro Regalado, Colima, 30 de septiembre de 1810, ff. 128-129.
8.- Ibid., f. 130.
9.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821. Copia de algunos documentos… Autos sobre sumaria y confiscación de bienes del insurgente Pedro Llamas Regalado. Declaración
de Rafael Urzúa, Alcalde de segundo voto, Colima, 16 de octubre de 1812, f. 135v.
10.- Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821. Copia de algunos documentos…
Autos sobre sumaria y confiscación de bienes del insurgente Pedro Llamas Regalado. Declaración de María Petra Covarrubias, Colima, 1° de junio de 1811, ff. 131-132.
11.- Ignacio C. Vizcarra, Pequeña cartilla histórica de Colima, Colima, Imprenta del Gobierno del
Estado, 1891, p. 31. 12.- Para un acercamiento a la realidad económica y social del sur de Jalisco, Colima y la Tierra
Caliente de Michoacán en las últimas décadas del siglo XVIII y principios del siglo XIX, véase:
20
Eric Van Young, La ciudad y el campo en el México del siglo XVIII. La economía rural en la
región de Guadalajara, 1765-1820, México, Fondo de Cultura Económica, 1989; Claude Morín,
Michoacán en la Nueva España del siglo XVIII. Crecimiento y desigualdad en una economía colonial, México, Fondo de Cultura Económica, 1979; Elinore M. Barrett, La Cuenca del
Tepalcatepec. Su colonización y tenencia de la tierra (Col. Sep-Setentas) México, Secretaría de
Educación Pública, 1975; Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986; Ramón María Serrera, Guadalajara ganadera. Estudio regional novohispano, 1760-1805, Sevilla, Escuela de Estudios
Hispanoamericanos, 1972.
13.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Autos sobre sumaria y confiscación de bienes del insurgente Pedro Llamas Regalado. Testimonio
de Juan José Villasana, Escribano Público de la villa de Colima, 13 de septiembre de 1814, ff.
138v-139.
14.- En los documentos consultados, José Calixto Martínez Moreno, alias “Cadenas”, al parecer originario de Jalisco, es mencionado en forma indistinta como Calixto Moreno, Calixto Cadenas o
simplemente como Cadenas.
15.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Autos sobre sumaria y confiscación de bienes del insurgente Pedro Llamas Regalado. Testimonio
de Rafael Guerrero, ecónomo de manutención de los reos de la Real Cárcel de la villa de Colima, 12
de septiembre de 1814. 16.- Acerca del proceso de construcción y funcionamiento de la ferrería de Coalcomán véase:
Santiago Ramírez, Biografía del Sr. D. Andrés Manuel del Río, primer catedrático de Mineralogía
del Colegio de Minería, México, Imprenta del Sagrado Corazón de Jesús, 1891, pp. 24-42; Arturo
Arnaiz y Freg, Andrés Manuel del Río, Estudio biográfico premiado y editado por el Casino Español, México, Casino Español, 1936, pp. 38-43; Vito Alessio Robles, El ilustre maestro Andrés
Manuel del Río, México, S/E, 1937, pp. 20-21; Gerardo Sánchez Díaz, Fierro y armas para la
libertad. La Ferrería de Coalcomán y la Guerra de Independencia, en proceso de publicación. 17.- Raúl Arreola Cortés, Coalcomán…, p. 162.
18.- “Carta de don José Antonio Torres a don Antonio Basilio Vallejo, para que le remita seis
cargas de fierro”, J. E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la guerra de Independencia de México, de 1808 a 1821, México, José María Sandoval Impresor, 1880,
Tomo IV, p. 38.
19.- Álvaro Ochoa Serrano, Los insurrectos de Mezcala y Marcos. Relación crónica de una
resistencia en Chapala, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2006, p. 21. 20.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821. Copia de algunos
documentos…Diligencias contra varios reos de insurrección pasados por las armas en la villa de
Colima el 25 de febrero de 1813. 21.- Ibid, Declaración de José Julián Laguna, en Colima el 19 de febrero de 1813.
22.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821. Copia de algunos documentos…
Diligencias contra varios reos de insurrección pasados por las armas en la villa de Colima el 25 de
febrero de 1813. Declaración de Antonio Nolasco Romero el 19 de febrero de 1813. 23.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821. Copia de algunos documentos…
Diligencias contra varios reos de insurrección pasados por las armas en la villa de Colima el 25 de
febrero de 1813. Declaración de José Zeferino el 19 de febrero de 1813. 24.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821.Copia de algunos documentos…
Causa Criminal contra tres insurgentes, pasados por las armas en Colima, 1812, ff. 54-60.
21
Declaración de José Ascencio Benedicto, Colima, 31 de diciembre de 1812.
25.- Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Declaración de José Ponciano Cuevas y Eulogio Rubio, al ser aprehendidos y conducidos a Colima
por presuntos insurgentes, Colima, 7 de febrero de 1812.
26.- Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos…
Declaración de José Ponciano Cuevas y Eulogio Rubio, al ser aprehendidos y conducidos a Colima por presuntos insurgentes, Colima, 8 de febrero de 1812.
27.- J. E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo IV, p. 765. José Sixto Verduzco
en el Palacio Nacional de Pátzcuaro, al coronel Pedro Regalado y Llamas en Coalcomán, 31 de diciembre de 1812.
28.- J. E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo V, pp. 45-46. Manuel Muñiz en
la comunicación de Tancítaro al coronel Pedro Regalado en Tepalcatepec el 14 de mayo de 1813.
29.- Ricardo Guzmán Nava, Historia de Colima… pp. 61-63. 30.- El padre José Antonio Díaz nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán, en 1752. Según
afirma Eric Van Young, “estudió en el Colegio de San Nicolás Obispo de Valladolid. Se describe a
sí mismo como concatedrático (esto es, colega profesor) y compañero de Colegio de Miguel Hidalgo, lo que lleva a pensar no sólo en que ambos curas enseñaban en la misma institución al
mismo tiempo, sino que estudiaron juntos en su juventud. Miguel Hidalgo enseñaba Teología
mientras ascendía en la jerarquía del Colegio y Díaz enseñaba otras materias. Hidalgo sucedió a su viejo compañero de colegio en la vicerrectoría de San Nicolás cuando Díaz regresó a Zapotlán el
Grande a ocupar una capellanía que le había sido heredada, esto debió haber sido a finales de la
década de 1780, pues para 1790 Hidalgo ya había sido designado rector de San Nicolás”. Más
adelante, el padre Díaz aparece como teniente de cura adscrito al curato de Almoloya, un pueblo de indios y mestizos ubicado al norte de la villa de Colima. En octubre de 1810, se unió a la
insurrección, “en parte por su relación personal con Hidalgo, en parte para corregir las desilusiones
de su vida y en parte por convicción política”. A fines de noviembre de 1810, José Antonio Díaz viajó a Guadalajara para entrevistarse con Hidalgo con la finalidad de interceder por los españoles
que habían sido capturados en Colima. Después se desempeñó como capellán del ejército insurgente
y fue objeto de las atenciones del Dr. José Sixto Verduzco, en su condición de vocal de la Suprema Junta Nacional Americana, quien influyó para que se le comisionara al curato de Jilotlán donde le
encomendó la coordinación del mando de varios jefes insurgentes del sur de Jalisco y Michoacán,
entre ellos el coronel Pedro Regalado. El padre Díaz fue arrestado el 17 de diciembre de 1814, por
las tropas realistas comandadas por José Antonio Andrade, en un paraje entre Jilotlán y el pueblo de Acahuato. Se le condujo a Guadalajara donde fue enjuiciado por adicto a la causa insurgente y
sentenciado, a fines de abril de 1815 al destierro a Manila. Eric Van Young, La otra rebelión. La
lucha por la Independencia de México, 1810-1821, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. 503-513.
31.- El bachiller Francisco Ramírez Oliva, fue originario de Colima y se desempeñó como cura de
Almoloyan, fue amigo cercano de Miguel Hidalgo, cuando estuvo a cargo del curato de Colima. En
noviembre de 1810, se desempeñó como mediador para la liberación de los comerciantes y hombres de negocios de Colima que habían sido capturados por los insurgentes y enviados a Guadalajara en
busca de un pago de rescate. Al entrevistarse en Guadalajara con Hidalgo, éste le encomendó la
administración de los bienes incautados a los españoles de la villa de Colima, por lo que más adelante las autoridades realistas abrieron un proceso judicial en su contra. El bachiller Ramírez
Oliva alegó en su defensa que en ningún momento había participado en la insurrección y que
22
solamente había actuado como intermediario por motivos humanitarios y a petición de los
familiares de los españoles detenidos, como lo acreditó con varias constancias, por lo que más
adelante fue absuelto. Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Expediente promovido por el Br. Dn. Francisco Ramírez Oliva, originario y vecino
de la villa de Colima, en solicitud de indulto al ser acusado de cómplice del insurgente Miguel
Hidalgo y Costilla.
32.- Algunos autores lo mencionan como Miguel y otros como Juan Gallaga, otros simplemente como “el lego Gallaga”. Se dice que era sobrino del cura Hidalgo y que muy joven ingresó a la
Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Estudió y pasó la mayor parte de su vida en el Convento
de los Juaninos de Guadalajara. Después del inicio de la insurrección de Dolores, el lego Gallaga abandonó el convento y se unió a las fuerzas insurgentes que comandaba José Antonio Torres.
Participó en la Batalla del Puente de Calderón y después de la derrota de las tropas de Hidalgo, con
una fuerza propia, se dirigió al sur de Jalisco, atacó a las tropas del rey en varios pueblos como
Zapotlán. Participó en la segunda ocupación de la villa de Colima por los insurgentes. Después pasó a Coalcomán y luego se dirigió al sur de Jalisco en donde entró en contradicción con Ignacio
Sandoval por el control territorial. En el pueblo de Tomatlán fue herido y después fusilado por
Sandoval. Alejandro Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia, México, Imprenta de El Tiempo de Victoriano Agüeros, 1910, tomo II, pp. 27-29;
José María Miquel I Verges, Op. Cit., p. 215.
33.- Ricardo Guzmán Nava, Historia de Colima. Resumen general, México, Miguel Ángel Porrúa, Librero-Editor, 1988, pp. 61-73.
34.- Ricardo Guzmán Nava, Historia de Colima… pp. 70-71.
35.- J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo IV, p. 496.
36.- Ilustrador Americano, N° 33, sábado 28 de noviembre de 1812, p. 110. 37.- J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos… tomo IV, pp. 664-665, Documento N°
156. El señor Verduzco contesta a Pedro Regalado de enterado de los triunfos obtenidos y le da
varias órdenes, Ario, 14 de noviembre de 1812. 38.- J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo IV, p. 673, Documento N° 163,
José Sixto Verduzco contesta a Pedro Regalado sobre varios asuntos, aprobando su conducta,
Pátzcuaro, 1° de diciembre de 1812. 39.- J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo IV, Documento N° 262, Pedro
Regalado ordena a Manuel Llamas que se compongan los caminos y se copien víveres, según lo
dispuesto por José María Morelos, Coalcomán, 15 de marzo de 1813; tomo V, p. 47, Documento N°
24, Comunicaciones sobre víveres, dirigidas de varios puntos a Pedro Regalado entre el 17 y 21 de mayo de 1813.
40.- Archivo General de la Nación, Operaciones de Guerra, Vol. 150, Exp. 7, ff. 11-12.
Comunicado del comandante Manuel Bazavilbazo en Colima, el 1 de enero de 1814 al mariscal de campo José de la Cruz, en Guadalajara.
41.- Archivo General de la Nación, Operaciones de Guerra, Vol. 150, Exp. 7, ff. 11-12, véase
también en el mismo volumen el expediente N° 1, ff. 1 y 2.
42.- Archivo General de la Nación, Operaciones de Guerra, Vol. 150, Exp. 40, ff. 121-121v, comunicación de Juan Antonio Solórzano al mariscal de campo José de la Cruz, Colima, 2 de marzo
de 1814.
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