Pedro Regalado y la insurgencia en Colima, Jalisco y … · de 1813, sabemos que Regalado era...

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1 Memoria IV Foro Colima y su Región Arqueología, antropología e historia Juan Carlos Reyes G. (ed.) Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008. Pedro Regalado y la insurgencia en Colima, Jalisco y Michoacán, 1810-1814. Gerardo Sánchez Díaz Instituto de Investigaciones Históricas Universidad Michoacana Dentro de la amplia producción historiográfica generada tanto por historiadores nacionales y extranjeros, acerca del movimiento de Independencia iniciado por el cura Miguel Hidalgo en septiembre de 1810, sobresalen los estudios relacionados con los grandes dirigentes de la insurrección y los acontecimientos significativos en los que participaron. Figuras como las de Hidalgo, Allende, Morelos, Matamoros, Guerrero, Bravo y Rayón, fueron las que más llamaron la atención de los estudiosos en los siglos XIX y XX. Muchos de esos aportes surgieron en momentos coyunturales de conmemoraciones de la historia nacional, o con aniversarios de eventos relacionados con los ciclos vitales de esos personajes. 1 Sin embargo, en la historiografía sobre la insurgencia mexicana han estado ausentes las investigaciones relacionadas con los dirigentes locales y regionales de la insurrección que fueron los que verdaderamente articularon el complejo tejido social, político y militar del movimiento de independencia. En la apreciación del historiador John Tutino, “la mayoría de los estudios sobre la revuelta de Hidalgo se han centrado en la vida y en la acción de las élites. Es mucho lo que sabemos sobre Hidalgo y otros jefes rebeldes y las

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Memoria

IV Foro Colima y su Región

Arqueología, antropología e historia

Juan Carlos Reyes G. (ed.)

Colima, México; Gobierno del Estado de Colima, Secretaría de Cultura, 2008.

Pedro Regalado y la insurgencia en Colima,

Jalisco y Michoacán, 1810-1814.

Gerardo Sánchez Díaz Instituto de Investigaciones Históricas

Universidad Michoacana

Dentro de la amplia producción historiográfica generada tanto por historiadores

nacionales y extranjeros, acerca del movimiento de Independencia iniciado por el cura

Miguel Hidalgo en septiembre de 1810, sobresalen los estudios relacionados con los

grandes dirigentes de la insurrección y los acontecimientos significativos en los que

participaron. Figuras como las de Hidalgo, Allende, Morelos, Matamoros, Guerrero, Bravo

y Rayón, fueron las que más llamaron la atención de los estudiosos en los siglos XIX y XX.

Muchos de esos aportes surgieron en momentos coyunturales de conmemoraciones de la

historia nacional, o con aniversarios de eventos relacionados con los ciclos vitales de esos

personajes.1

Sin embargo, en la historiografía sobre la insurgencia mexicana han estado ausentes

las investigaciones relacionadas con los dirigentes locales y regionales de la insurrección

que fueron los que verdaderamente articularon el complejo tejido social, político y militar

del movimiento de independencia. En la apreciación del historiador John Tutino, “la

mayoría de los estudios sobre la revuelta de Hidalgo se han centrado en la vida y en la

acción de las élites. Es mucho lo que sabemos sobre Hidalgo y otros jefes rebeldes y las

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ideologías que proclamaron al desafiar el poder colonial. Es poco, en cambio, lo que

sabemos sobre la razón de que decenas de miles de arrendatarios y jornaleros se unieron a

la insurrección. Sin embargo, sin ese apoyo de masas, Hidalgo sería conocido apenas como

uno de tantos conspiradores mexicanos que protestaron con escaso éxito contra el dominio

colonial español. Fue el brote de una masiva y sostenida rebelión agraria por primera vez en

la historia moderna de México lo que dio significado a Hidalgo y a la revuelta dirigida por

él. Los orígenes de esa insurrección de masas merecen cuidadosa atención”.2

En respuesta a la preocupación expresada por Tutino, poco a poco han surgido

investigaciones que centran la atención en la conformación y estructura de las bases

sociales del movimiento de independencia en espacios regionales3 y en algunos dirigentes

locales de la insurrección y ello ha permitido entender con mayor profundidad la diversidad

de motivaciones económicas, políticas y sociales que se encadenaron a la lucha por la

emancipación.4 En este trabajo se intenta reconstruir el liderazgo y las acciones que

emprendieron Pedro Regalado y Llamas a favor de la insurrección entre 1810 y 1814.

El personaje y las circunstancias.

A pesar de su participación en el levantamiento popular en diversos pueblos y

formar contingentes de indígenas, criollos, mestizos y mulatos partidarios de la causa de

Hidalgo, de haberse apoderado de la ferrería de Coalcomán para hacer armas y municiones

para los ejércitos insurgentes, el nombre de Pedro Regalado es apenas mencionado por

algunos historiadores.(5) En realidad, son pocos y exiguos los datos biográficos que se

conocen sobre Pedro Regalado y Llamas. Por los documentos que hemos encontrado: una

carta de Regalado a su suegro Francisco Covarrubias escrita en Colima el 30 de septiembre

de 1810, en la víspera de su incorporación a la insurrección, los Autos sobre sumaria y

confiscación de sus bienes por las autoridades realistas y las Diligencias contra varios reos

de la insurrección que fueron pasados por las armas en la Villa de Colima el 25 de febrero

de 1813, sabemos que Regalado era nativo de Colima y que estaba casado con María Petra

Covarrubias, de cuya unión no hubo descendencia. Por los mismos documentos nos hemos

enterado de que Regalado era un hombre económicamente acomodado. Era dueño de, por

lo menos, 2 fincas urbanas en la Villa de Colima. Poseía tierras en las cercanías de esa

población, en las que cultivaba maíz y algodón. Contaba con varias cabezas de ganado

vacuno y caballar y tenía en producción unas salinas en la costa, por el rumbo de Tecomán.

Tanto en sus labores agrícolas como en la producción de sal y en otras actividades,

Regalado era auxiliado por varios trabajadores a quienes tenía adelantadas determinadas

cantidades de dinero a cuenta de trabajo. En las instrucciones que dejó por escrito a su

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suegro, para la administración de sus bienes antes de partir a la guerra, le señalaba:

...suplico a usted rendidamente se digne a hacer que en mi ausencia se

mantenga mi esposa sin que le falte cosa alguna, aunque para ello se

venda lo más bien parado sin excepción de cosa que lo valga, e

igualmente suplico a usted que mis labores de maíz como de algodón se

sostengan con la asistencia que corresponda, sin que por falta de

beneficio o cuidado a su debido tiempo, se pierdan, pues para ese mismo

efecto le dejo a Petrita cien pesos en reales; y si le faltare, que se venda lo

mejor y más bien parado para que a ella no le falte y dicha asistencia a

las labores… En cuanto al cobro de todos los mozos que me deben, doy a

usted el mismo poder y facultad que arriba expreso y son los que me

deben los siguientes… la cocinera que está en El Calabazo debe 14 pesos

y 6 reales; Miguel el que apresé ahora un año 48 pesos 5 reales; el tuerto

Aguilar me debe 14 pesos, 4 reales; Sixto en abonos ha de pagar 12 pesos,

6 reales; el mayordomo de Cevallos debe 23 pesos; don Rafael Cevallos

debe 23 pesos; Albino me debe con una carga de sal 7 pesos, 4 reales, este

ha de pagar en abonos de 6 reales; el tuerto choricero me ha de pagar en

abonos de 4 reales cada 8 días, 7 pesos, 4 reales; el tuerto Alcaraz, me

debe 7 pesos 2 reales; Dolores Núñez me debe 55 pesos; don Julián

García de la Mora en sal que le fié me debe 7 pesos, 4 reales; el maestro

botero, marido de la Sombreada, me debe arrendamiento de casa y dinero

que le di para la hechura de una cuera, 34 pesos 2 reales y me tiene

abonados hasta la fecha 16 pesos 2 reales y me resta 17 pesos y 6 reales;

está puesto el pedimento ante don Miguel Corona y a más de esto me debe

4 cueros de venado que le di para dicha cuera, son 17 pesos de los cueros

en pergamino a 6 reales, 3 pesos; don José María Aguilar el trecenista del

Estanco me debe 70 pesos y ha de pagar con maíz de la cosecha de este

año y ha de abonar este sujeto en coas para la siembra de algodón de este

año lo que pueda y ustedes las destinarán; Esteban me debe 5 pesos 7

reales; Francisco debe 7 pesos 3 reales; don Ramón Cruz me debe un

peso. Así que usted cobre lo que a usted le debo, cobrará usted lo mío, 50

pesos y de todos estos sujetos que dejo aquí por lista dará razón a mi

muchacho Juan Ignacio, que los conoce bien.6

Más adelante, en la misma carta, Regalado instruyó a su suegro para que en caso

que falleciera en la guerra, fungiera como albacea de sus bienes y declaró como heredera

única a su esposa María Petra. Lo autorizó para que se descontaran los 2,100 que le

adeudaba, con siete fanegas de tierra de siembra de algodón y que del sobrante de tierras y

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sus demás bienes, muebles e inmuebles y los enseres de la casa de Colima fueran

entregados en su totalidad a su esposa María Petra. En otra parte de la carta, a la que

Regalado le dio el rango de testamento, señaló que en caso de morir en las campañas de

insurrección, le daba poder amplio a su suegro para que en caso de fallecer su padre José

Mateo Llamas, recogiera cuantos bienes le pudieran pertenecer a él como herencia paterna

y que los agregara al patrimonio que le dejaba en custodia.

Por otro lado, antes de su partida a la guerra, Pedro Regalado conversó ampliamente

con su suegro sobre todo de lo que implicaba incorporarse a la causa insurgente. Por escrito

le hizo otros encargos, por si no lograba volver. Le pidió que velara por su esposa, mientras

él estuviera ausente y que nada le faltara para su sustento, aunque para ello tuviera que

enajenar algunos de sus bienes. También le encargó que estuviera al pendiente de su

progenitor, y que esa responsabilidad la compartiera con su esposa María Petra, como si él

lo hiciera. Sobre ello le dice:

Si acaso mi señor padre don Mateo Llamas, por su avanzada edad llegare

al estado de no tener reales efectivos, o de no poder por sí sólo sostenerse,

ni vender sus bienes, suplico también se asista con la eficacia debida que

yo lo haría hallándome presente, como si su merced también se enferma, y

si se muere, suplico se le haga un entierro como es de justicia y con la

mayor decencia que corresponda, que así es mi voluntad.7

En la segunda quincena de diciembre de 1810, Regalado volvió por unos días a

Colima. El día 20, antes de partir nuevamente a la campaña insurgente, aprovechó la

ocasión para agregar una nueva anotación a la carta que había dejado en custodia de su

suegro, dice:

Esta Memoria Carta-Poder, que es nuncupativa, por si el tiempo no me

diera lugar a testar, sirva de testamento en todo tiempo, [en caso de] que

yo fallezca o no vuelva de la guerra o campaña a que nos llevan… en

virtud de la nueva marcha por el Gobierno Americano en defensa de

nuestra religión católica.8

Hasta ahora poco se sabe de las causas que motivaron a Pedro Regalado a

incorporarse a la insurrección convocada por el cura Hidalgo. Sin embargo queda claro que

fue por invitación que le hizo el comerciante colimense Ramón Brizuela, uno de los

primeros en incorporarse al movimiento insurgente en Colima. Más adelante, en dos

ocasiones, en mayo y agosto de 1811, Regalado entró a Colima pero al parecer no tuvo

tiempo para entrevistarse con su suegro y su esposa, debido al asedio de las tropas realistas

que obligó a los insurgentes a replegarse nuevamente a Coahuayana y Coalcomán.

Para entonces, Pedro Regalado ya tenía nuevos motivos para dar la pelea a las

autoridades realistas. Unos meses antes había iniciado un proceso judicial en su contra, por

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insurgente. Las autoridades realistas habían ordenado la confiscación de sus tierras,

cultivos, ganado, salinas y fincas urbanas, acusándolo de rebelde y enemigo del rey.(9)

Mediante diversas presiones, su esposa María Petra Covarrubias había sido llamada a

declarar en el proceso. En el interrogatorio contestó que no sabía en donde se encontraba su

esposo, que desde la primera vez que José Calixto Martínez se había apoderado de la villa

de Colima, Pedro había salido sin decirle a donde iba, ni cuando volvería. Luego se le

ordenó que hiciera manifestación de los bienes que poseía su marido antes de incorporarse

a la insurrección, a lo que dijo que

...de los cinco caballos mansos y una yegua caponera que tiene su marido

se los llevaron a las salinas a agostar, otro que existe aquí en el potrero

del Escribano y otro que anda perdido sin saberse de él; y a más de esto,

se llevó consigo otro suyo y otro de su padre, y que los que están en las

salinas son a cargo de su tío Manuel Llamas, alias Regalado. Que no sabe

de los bueyes y demás animales vacunos que tendrá, porque los tiene

agostando en tierras de El Naranjo,… que no sabe a cargo de quien están.

Que aquí sólo hay una labor para siembra de algodón, colindante con la

de su padre don Francisco Covarrubias, que ignora su calidad, pero son

bien conocidas y empeñadas en considerable cantidad que debe [su

marido] a sus suegros y a don Marcos Silva. Que existe una burra con

cría, las que suelen venir solas del campo a esta casa, pero hace algunos

días que no vienen y no sabe si se habrán perdido. Que aunque sembró

algodón y maíz, uno y otro se perdió pues lo poco de algodón que se

cosechó, lo vendió él mismo antes de irse a la guerra de Calderón y el

poco maíz que se cosechó lo mandó a las salinas para raciones de los

mozos [que tiene] en tres pozos de sal que trabajó, pero esto fue con

habilitación de doscientos pesos que le dio su suegra doña María Simona

Salcedo y por andar Regalado con los insurgentes, los abandonó de suerte

que los mozos vendieron la poca sal cosechada y se huyeron llevándose

hasta las herramientas, según las noticias que le han traído, sin poder

recobrar cosa alguna.10

Enterarse de la pérdida de su patrimonio y la indefinición en que quedaba el

sustento de su esposa no debió ser poca cosa para Regalado ya que eso alimentó más su

rabia contra las autoridades realistas. De esa forma, cuando las autoridades de Colima le

ofrecieron el indulto y la devolución de sus bienes, rechazó tales ofertas. En palabras del

historiador Ignacio G. Vizcarra:

...al jefe Pedro Regalado trataron de persuadirlo para que depusiera las

armas haciendo el subdelegado que fueran su esposa y suegra de aquel al

6

punto en que se encontraba con sus subordinados, en dos cartas, una de la

citada autoridad ofreciéndole el indulto y la devolución de sus bienes que

se le habían confiscado y otra del Obispo de la diócesis en que le

ordenaba, bajo pena de excomunión, se sometiera a las autoridades, pero

todo fue inútil, Regalado continuó revolucionando.11

El escenario de la lucha y el perfil de los seguidores de Regalado.

El escenario de las campañas militares de Pedro Regalado, a quien se le reconocía el

grado de coronel, se extiende en un amplio territorio que comprende parte de los actuales

estados de Colima, Jalisco y Michoacán. Entre las poblaciones que fueron teatro de sus

operaciones, entre 1810 y 1814, además de la villa de Colima, figuran las poblaciones de

Tonila, Tamazula, Zapotiltic, Zapotlán, Pihuamo, Autlán, Ahijullo, Xilotlán y las haciendas

del Tule, La Huerta y Belén, en el sur de Jalisco. En la provincia de Colima también tuvo

incursiones armadas en los pueblos de Estapilla, Tecomán, las Salinas de San Pantaleón y

Caxitlán. En Michoacán Regalado tuvo encuentros con los realistas en Coahuayana,

Maquilí, la Cuesta del Ciruelo, entre Aquila y Huizontla, Coalcomán, Tepalcatepec,

Pinzándaro y Apatzingán.12

Entre 1811 y 1814, el pueblo de Coalcomán fue centro de operaciones de Regalado

y su gente. En el proceso sumario y de confiscación de bienes que le instruyeron las

autoridades realistas en Colima entre 1812 y 1814, se encuentra el testimonio rendido por el

escribano público Juan José Villasana, quien estableció que:

Pedro Llamas, conocido por Regalado, fue originario y vecino de esta

villa y desde que lo sorprendieron los cabecillas Manuel Arteaga y José

Antonio Torres, se reunió a su gavilla y concurrió con ellos a las

aprehensiones de los europeos, robos de sus intereses y demás excesos

que cometieron. Asistió a la Guerra de Calderón, como declarado

insurgente, estuvo también en la de Los Cerrillos y después se reunió con

Calixto Martínez Cadenas y asaltaron este lugar el día 12 de abril de mil

ochocientos once; luego se juntó con el lego Gallaga y su gavilla y

volvieron a ocupar este lugar cuando lo hizo también el otro cabecilla

Ignacio Sandoval. A consecuencia de la guerra de Llamas, de los

Martínez y después de que fueron despedidos por las tropas del Rey,

levantó su gavilla Pedro Regalado, asociado con su tío Manuel Regalado,

formando su rochela en Coalcomán, asaltó las haciendas de Belén, El

Tule, Miaguatlán, La Higuera y La Huerta y los pueblos de Pihuamo y

7

Tonila.13

La versión que dio el Escribano público de Colima sobre los antecedentes y las

acciones de la insurgencia en las que participaron Pedro Regalado y sus seguidores, fue

corroborada por el testimonio presentado el 12 de septiembre de 1814 por el señor Rafael

Guerrero, español, que ocupaba el puesto de ecónomo de manutención de los reos de la

cárcel de la villa de Colima. A lo ya dicho por Villasana, Guerrero agregó que:

le conoció muy bien como que fue dicho Pedro Regalado originario y

vecino de este lugar y le consta que luego que sorprendieron esta villa los

cabecillas de Arteaga y José Antonio Torres, se reunieron con ellos y

asociado con Ramón Brizuela, salieron ambos -Pedro y Manuel

Regalado- con comisión de aquellos por esta costa con dirección a Tepic

o San Blas, advirtiendo que el principal comisionado en la indicada

invasión lo fue José Calixto Martínez y Cadenas(14) y como sus segundos

fueron Regalado y Brizuela. Que no sabe si [Regalado] fue a la Guerra de

Calderón, pero es consiguiente porque ésta fue enseguida. Que después

que pasó el ataque de Los Cerrillos, [Regalado] vino con Cadenas,

pretendiendo estorbar la entrada en esta villa del señor coronel Manuel

del Río. Posteriormente, se retiró con Cadenas para Coahuayana, amagó

ese lugar con otros cabecillas [entre ellos el Lego Gallaga e Ignacio

Sandoval]; separándose después con formal gavilla por sí sólo con título

de coronel.15

Tan luego como se establecieron en Coalcomán Regalado y sus seguidores, se

apoderaron de las instalaciones de la ferrería de Nuestra Señora de Guadalupe, que años

antes había construido en el lugar el mineralogista Andrés Manuel del Río y que había

empezado a producir fierro de buena calidad a partir de 1807.16

Con el auxilio de un

número importante de herreros, entre los que figuraban varios indígenas nahuas de

Coalcomán y Maquilí, el fierro que encontraron fundido pronto se convirtió en cientos y

quizá miles de cuchillos, machetes y lanzas para equipar a los rebeldes. También se

fundieron cañones de varios calibres y balas de fierro para los fusiles. “Las municiones de

fierro hechas en Coalcomán, fueron una novedad, pues los realistas no las hacían sino de

bronce… de modo que, en ese sentido, y gracias a los conocimientos de los artesanos

coalcomenses, hubo superioridad técnica militar de los partidarios de la libertad”.17

Desde Coalcomán Pedro Regalado hizo envíos de fierro a otros lugares en donde los

comandantes de la rebelión también requerían de ese metal para la fabricación de utensilios

de guerra. Por ejemplo, el 26 de febrero de 1812, el comandante José Antonio Torres, desde

el Cuartel General de Pénjamo dio instrucciones para que se le remitieran a ese lugar seis

cargas de fierro:

8

Sin embargo que le había dicho que no me mandara las 6 cargas de fierro

por las contingencias del camino, he acordado la mucha falta que me

hace para que hayan labrado armas en estos lugares, buscando un arriero

que sea exigente y que haga sus jornadas de noche por las contingencias

que puede haber, parando de día en donde no corra peligro; advirtiéndole

que las 6 cargas de fierro que pido, llegará con ellas a este pueblo de

Pénjamo y se las entregará al señor coronel D. José Bribiesca, cobrando

recibo de su entrega y advirtiendo a dicho arriero que si alguno lo

encontrare responda si fuere americano que es para las armas de la

Nación determinado por mí, y si por algún evento lo encontrare alguno

de la parte contraria, diga que lo fue a comprar a Coalcomán para

conducirlo a vender a Silao a las haciendas de laborío, que es donde lo

gastan mucho.18

Por otro lado, con base en documentos judiciales del Archivo de la Audiencia de

Guadalajara, el historiador Álvaro Ochoa sostiene que Regalado “ofreció trabajar en

combinación con los encargados del taller bélico de Los Reyes”.(19) Durante el segundo

semestre de 1811, desde Coalcomán, Regalado emprendió varias incursiones a los pueblos

del sur de Jalisco para reclutar adictos y hacerse de recursos económicos para el

sostenimiento de la causa insurgente. De esa forma amplió de manera considerable su

tropa, conformada especialmente por rancheros criollos y mestizos; indígenas de los

pueblos nahuas de la costa y mulatos libres que incorporó a su tropa en Autlán, Pinzándaro

y Tepalcatepec.

En el proceso que se le siguió en Colima al mulato José Julián Luna, a mediados de

febrero de 1812, declaró que era originario de Autlán, de ocupación gañán, de 23 años y

que hacía como dos años había pertenecido a las tropas del Rey de Amatlán, que formó

parte de la división del capitán Contreras y que por ese tiempo salió a atacar a la gavilla de

Benavides en el Puerto de Los Espinos y que allí lo hicieron prisionero con otros soldados.

Que después se unió a los insurgentes comandados por Ignacio Sandoval y se lo llevaron

para la orilla del mar, por el rumbo de Acalpica, que volvieron a Apatzingán y nuevamente

a la costa.

Que después de que murió Sandoval, mandó juntar Pedro Regalado a toda

su gente y que así fue como llegó a Coalcomán, al tiempo en que los

insurgentes de Regalado estaban construyendo su artillería. Dijo que

estuvo presente en el ataque de las fuerzas del Rey a Coalcomán y que

luego se volvió a reunir con la gente de Regalado en Aguililla de donde

partió con otros rebeldes al asalto que dieron en Estapilla y a Las

Parotas. Que entonces era soldado raso y del saqueo le tocó una cuera

9

que por orden de Manuel Regalado le quitó a Lorenzo Villanueva.20

Después de ese suceso, el mencionado mulato y los rebeldes capitaneados por

Manuel Llamas y el tío paterno de Pedro Regalado, se dirigieron a Coahuayana:

...dejando antes al declarante y a otros siete de guarnición con los

prisioneros y que antes de llegar al Puerto del Ciruelo, en donde se

acantonó la gavilla, lo mandaron con otros seis compañeros a vaquear

ganado a Zapotlán y les llevaron seis mancuernas de vacas. Que en efecto

estaban cogiéndolas y tenían una muerta destazándola y otra amarrada,

cuando les cayó la guerrilla de las fuerzas del rey el 4 de febrero a las 11

de la mañana y lo tomaron prisionero junto con otros tres compañeros.21

Por testimonios aportados por los partidarios de la insurgencia que fueron

capturados por los realistas en el Puerto del Ciruelo, podemos acercarnos al perfil social y

edad de otros miembros del contingente de Regalado. Uno de ellos, Antonio Nolasco

Romero, dijo que ignoraba su condición étnica y que era soltero. Declaró ser originario de

Apatzingán, hijo de Nolasco Romero y de Teresa Torres, finados. Se unió a los insurgentes

comandados por Regalado en Pinzándaro. En su declaración dijo que de Pinzándaro los

seguidores de Regalado se fueron a Coalcomán, de donde se les huyó para Aguililla. Que

en ese lugar fue localizado por el capitán Michel, quien se lo llevó nuevamente a

Coalcomán, donde estuvo en el tiempo en que la gente de Pedro Regalado se ocupó de

fabricar cañones y otras armas, hasta que fueron atacados por las tropas del rey, al mando el

coronel Nepomuceno Cuellar:

en cuya ocasión no se halló presente, porque estaba con Michel y otros en

El Salitre, a distancia de media legua, pero en la dispersión que hicieron,

se fue al rancho de Alomo, donde después los recogió un ayudante

enviado de Regalado y se volvió a unir a la gavilla del mismo en

Coalcomán, de donde se vinieron después para asaltar la hacienda de

Estapilla, y las estancias de Las Parotas y Colomotitán, en donde mataron

[a un español] llamado Leonardo Mendoza. Robaron cuanto pudieron

igualmente las casas y la remonta, dejando aquellas incendiadas y

llevándose también a dos mujeres.22

Por otro lado, el declarante informó que los rebeldes se fueron por Estapilla con

rumbo a Coahuayana, en donde robaron casas y remonta. Que de allí se fueron al Puerto del

Ciruelo, por la cuesta de Maquilí, en donde fue aprehendido mientras destazaba una vaca

para preparar la comida a los rebeldes.

En el grupo de procesados, que fueron ejecutados en Colima, destaca también el

caso de José Zeferino, quien en su declaración dijo ser soltero, de más de veinte años de

edad, nacido en Cotija y vecino del rancho de Los Mojos. Pertenecía al grupo que

10

comandaba el capitán Juan José Sánchez, subordinado de Pedro Regalado. Declaró que no

había concurrido a más batallas que a la del Puente de Calderón y a la ocupación del rancho

de Osto. Dijo que haberse unido a la causa insurgente no le parecía que fuera cosa mala,

pues, “respecto a los muchos papeles que le habían leído y cosas que le han dicho, que

aunque no le convencían del todo, por lo menos lo dejaban dudoso sobre qué partido sería

el justo”.23

Además del caso anterior, también es relevante el de otro mulato llamado José

Ascencio Benedicto, sobre todo por la información que aportó en el proceso, en relación a

las andanzas de Regalado y sus seguidores en el sur de Jalisco y en pueblos de la Tierra

Caliente y la Costa de Michoacán. Fue aprehendido por los realistas en la Boca de

Pascuales, en territorio colimense en diciembre de 1812.

En su declaración presentada en la villa de Colima el 31 de diciembre, José

Ascensión Benedicto, dijo que era mulato, soltero, originario de Tepalcatepec y vecino del

rancho de los Mojos, de oficio labrador y de 36 años de edad. Se unió a los insurgentes

comandados por Ignacio Sandoval en el pueblo de Autlán de donde se dirigieron a

Coahuayana. Entre la información que aportó en su declaración, dijo que en la ranchería del

Palo Jahuique, Sandoval tomó prisionero al mayordomo José Arias, un gachupín, a quien

mandó degollar estando en Maquilí. De ese lugar, la tropa de Sandoval se dirigió a la

comunidad nahua de Ostula, en donde fue bien recibido. Luego, emprendieron la marcha

sobre varios sitios de la costa, hasta llegar al pueblo de Acalpican y de allí se fueron para

Apatzingán y luego subieron a Tancítaro, en donde se encontraba la comandancia de los

insurgentes. En Tancítaro, José Ascencio Benedicto desertó de las filas rebeldes. Vagó

durante un tiempo por varios lugares y luego se fue para la costa.

Después de varias preguntas que se le hicieron, acerca de las tropas insurgentes que

traían los comandantes insurgentes Andrés Murillo y Pedro Regalado, Ascencio Benedicto

dijo que Murillo había estado en la hacienda de Ahuijullo el año anterior, hasta que terminó

la molienda de caña y que luego se fue a Coalcomán. Informó que él en ese tiempo estuvo

vaqueando el ganado que Murillo tomó en varias haciendas y ranchos que remitió a

Uruapan a los miembros de la Suprema Junta Nacional. También hizo saber a las

autoridades realistas que había estado presente en los ataques que la gente de Regalado

había hecho a las haciendas del Tule y Belén, en el sur de Jalisco. Dijo, además, que había

ayudado a sacar ganado de la hacienda de Ihuitlán, cuando Regalado se había apoderado de

Coahuayana. Alegando en su favor, declaró “que no ha matado a nadie ni ha ayudado a

matar, que había oído decir que los cabecillas insurgentes que operaban en Coalcomán eran

Manuel y Pedro Regalado y Francisco Arroyo, que tienen dos cañones pero que ignora el

número de su gente”.24

En los procesos seguidos en Colima a reos acusados de

insurrección, destaca también el de Ponciano Cuevas, un joven criollo de 22 años, hijo del

subdelegado del Partido de Coalcomán, a quien habían matado “los indios insurgentes” de

11

ese lugar. A la muerte de su padre, el joven Ponciano Cuevas se hizo cargo de su madre y

de los negocios que había dejado su progenitor, entre ellos una tienda “bien surtida” en

Coalcomán, un tendejón en Coahuayana y una recua de mulas con las que hacía viajes, en

compañía de otros arrieros, para llevar y traer mercancías a Pátzcuaro, Valladolid,

Guanajuato, Querétaro y Acapulco.

En dos ocasiones, Ponciano Cuevas fue detenido por las autoridades realistas,

debido a que se tenían sospechas de que colaboraba con los insurgentes. En la primera,

salió bien librado pero no en la segunda. El 5 de febrero de 1812 Vicente Velazquez,

capitán de las tropas del rey en Coahuayana tuvo noticias de que en Coalcomán estaba

acantonada una cuadrilla de insurgentes y que se rumoraba que caerían a Coahuayana para

hacerse de caballos y bestias mulares. Ese día, como a las nueve y media de la noche,

Ponciano Cuevas acompañado de Eulogio Rubio, llegó a esa población y manifestó al

mencionado capitán que andaba de cobranzas de cuentas que algunas personas habían

quedado a deber a su difunto padre. Al preguntarle el capitán que si había insurgentes en

Coalcomán dijo que no, pero que sabía que Ignacio Sandoval estaba en Pinzándaro con 500

hombres y José Antonio Torres en Uruapan con 2000, de los que 700 eran de fusil y los

demás de a caballo. Por sospechas de que Cuevas colaboraba con los rebeldes y que podía

aportar mayor información, el capitán Velazquez ordenó su detención y fue enviado a

Colima.

Ya estando en Colima, tanto Ponciano Cuevas como Eulogio Rubio fueron

sometidos a nuevos interrogatorios. Las autoridades recriminaron a Cuevas que siendo hijo

de un funcionario real, a quien habían matado los rebeldes, se hubiera quedado a vivir entre

ellos. Tratando de evadir respuestas que lo comprometieran con la insurrección, Cuevas

armó una historia en la que aportó nuevos datos, dijo:

que luego que se retiraron de Coalcomán las tropas del rey, de las

divisiones del capitán Mora y el comandante Nepomuceno Cuellar,

también lo hizo el declarante para Tepalcatepec, en donde se hallaba su

señora madre, con el objeto de verla y restituirla a Coalcomán y que a

pocos días lo sorprendió una avanzada de insurgentes que comandaba

Cadenas y que se lo llevaron preso a Apatzingán, acusándolo de haber

escrito al comandante de Colima [y por ello] se le multó con 1,500 pesos

por el valor de los cañones que las tropas del rey les quitaron en

Coalcomán, que los consiguió con Gabriel Tavera y Francisco Murillo y

se los entregó y por eso lo dejaron en libertad para regresar a

Coalcomán. Que salió de Coalcomán el 2 de febrero, en compañía de

Eulogio Rubio y el señor cura don Ignacio Mena para visitar varios

pueblos y que él se vino a Coahuayana para arreglar los negocios que

12

tenía su difunto padre Francisco Cuevas, subdelegado que fue de

Coalcomán a quien mataron los indios insurgentes.25

Al día siguiente, al hacer una ampliación de su declaración, Ponciano Cuevas aportó

nuevos datos de cuando fue detenido por los insurgentes. Declaró que:

en el tránsito que hizo hasta Uruapan, cuando lo llevó prisionero

Cadenas, se inteligenció de que la fuerza que ahí tenía Torres, se

componía como de 3,000 hombres, incluso 700 indios de flecha y honda, y

también los que portan como 300 fusiles y escopetas, unos a pie y otros a

caballo y los demás de caballería con lanzas, con 11 cañones de metal de

varios calibres, el mayor de cuatro, entre ellos 6 culebrinas calibre de a

libra, entendiéndose todo esto como la reunión de Cadenas que sólo

llevaba 20 hombres; y los cabecillas de aquella gavilla son los dos Torres,

padre e hijo, un Becerra, Cadenas, Brizuela, además de muchos que no

conoció ni supo quiénes eran, que trataban con diversos grados de

coroneles para abajo. Que entre ellos oyó decir que en Pátzcuaro había

una reunión grande al mando de un Anaya y en Apatzingán, le consta, por

comunes informes pero ciertos, que allí está Sandoval con cosa de 700

hombres y 200 fusiles y escopetas. Bien que como esto no lo ha visto el

declarante… se dice que quería reunirse con Torres y que, se harían más

fuertes en Uruapan para resistir a las tropas del rey o se dirigirían sobre

Zamora; y que según ha oído decir que en la compañía de Sandoval se

hallaban los cabecillas Saavedra y Regalado; aunque también se dice que

éste último anda ya sin cuadrilla o reunión escapándose por los ranchos y

montes con una mujer que se llevó consigo de la hacienda de Ihuitlán,

pues don Juan del Toro, que andaba con Cadenas en Tancítaro, y que aún

le dijo que su intención era retirarse del todo trato con los insurgentes.26

Por otro lado, con la finalidad de ampliar los contingentes de la insurrección, en

varias ocasiones, Regalado recibió instrucciones directas del vocal de la Suprema Junta

Nacional Americana, José Sixto Verduzco. En una ocasión Verduzco le sugirió hacer

esfuerzos para ganarse a los indios principales y las autoridades civiles de los pueblos,

quienes en su opinión podían influir en la incorporación de un mayor número de adeptos a

la causa de la libertad. En una de sus cartas a Regalado, fechada en el Palacio Nacional de

Pátzcuaro el 31 de diciembre de 1813, Verduzco le decía:

al indio capitán del pueblo de Ixtlahuacán que se presentó a vuestra

señoría, lo protegerá y autorizará bastante para que vaya a mover a los

demás pueblos y los tenga en prevención para cuando vuestra señoría

emprenda su marcha; pues estos le han de ser útiles en sus expediciones.27

13

De esa manera, poniendo en práctica sus propias decisiones o siguiendo las

instrucciones de Verduzco, Pedro Regalado reunió una tropa de más de 600 hombres, que

apoyaban de diversas formas las acciones que emprendía, como hostilizar a los realistas

para impedir que entraran a los territorios liberados, reclutar adeptos y reunir recursos

materiales para el sostenimiento de la causa, como era el hacerse de caballos y reses que en

varias ocasiones remitió en partidas considerables a la dirigencia del gobierno insurgente.

En cuanto al reclutamiento de hombres, no siempre lo hizo con base en el convencimiento

de la justicia de la causa, sino que llegó a forzar a individuos a unirse al movimiento

insurgente. En más de una ocasión, Regalado fue reprendido por la comandancia general a

cargo de Manuel Muñiz, quien en una de sus comunicaciones en forma tajante y sin rodeos,

le expresó:

He tenido varias quejas de vuestra señoría, para obviarlas le suplico trate

mejor los pueblos, no es fuerza cantidad alguna de sus vecinos ahuyente

de sus casas amenazándoles con pena de la vida, pues debe estar en la

inteligencia de que si por desgracia se comete algún desafuero de éstos he

de castigar en el soldado asesino y en el coronel descuidado a sus

obligaciones que no celan el buen orden.28

Al parecer, esas prácticas eran parte de la vida cotidiana de quienes luchaban por la

libertad a nivel regional y cuyos jefes, sin la experiencia política y el entrenamiento en las

artes de la guerra, poco hacían para imponer la debida disciplina a sus subordinados.

Las acciones de Regalado en favor de la causa insurgente

Como vimos al principio, Pedro Regalado y su tío paterno Manuel Llamas, se

incorporaron a la insurrección a casi dos semanas de haberse iniciado el movimiento de

Dolores. En los primeros meses, Regalado militó en las fuerzas insurgentes de José Antonio

Torres. Con José Calixto Martínez Moreno participó en la detención de un grupo de

españoles residentes en Colima y en su conducción a Guadalajara cuando Hidalgo se

encontraba en esa ciudad y por los cuales se pedía rescate.29

Desempeñó otras comisiones,

como ir en busca de cañones a Tepic y más adelante, a mediados de enero de 1811,

participó en la Batalla del Puente de Calderón, en la que las tropas de Hidalgo resultaron

derrotadas y ocasionó que los dirigentes del movimiento emprendieron la marcha al norte.

Después de ese acontecimiento, Calixto Martínez y Pedro Regalado se replegaron al sur de

Jalisco y participaron en varios encuentros con las tropas realistas comandadas por el

coronel Manuel del Río, el general Rosendo Porlier, el capitán José Manuel Bazavilbazo y

el comandante Juan N. Cuellar en las poblaciones de Zacoalco, Sayula, Zapotlán,

14

Tamazula, Tuxpan, Autlán y Tonila.

En el trayecto de la lucha, Regalado conoció y se relacionó con otros personajes

adeptos a la causa independentista como Rafael Arteaga y los presbíteros José Antonio

Díaz30

y Francisco Ramírez Oliva,31

éstos últimos “muy amigos del cura Hidalgo” con un

religioso juanino, conocido como “el lego Gallaga”,32

quien al parecer era sobrino de

Hidalgo; Ignacio Sandoval; Rafael González; el comandante Manuel Muñiz y el doctor

José Sixto Verduzco, vocal de la Suprema Junta Nacional Americana. Sin embargo,

Regalado consideró siempre a su tío Manuel Llamas y a su secretario Francisco

Villavicencio, un criollo miembro de una familia de prósperos terratenientes del rumbo de

Apatzingán, como sus más fieles colaboradores.33

Después de sortear diversas dificultades, los insurgentes comandados por José

Calixto Martínez lograron apoderarse nuevamente de Colima, a principios de mayo de

1811, pero diez días más tarde, el 15 de mayo, ante el avance del ejército realista al mando

del coronel Manuel del Río, los insurgentes se replegaron a Coahuayana y más tarde a

Coalcomán. En esos días, Pedro Regalado, ya con el grado de coronel insurgente, se separó

de las fuerzas de Calixto Martínez para formar su propia tropa y tomó el pueblo de

Coalcomán como centro de operaciones.

Más adelante, a mediados de julio, las fuerzas insurgentes de Calixto Martínez y las

que comandaba Regalado, en forma coordinada, intentaron apoderarse nuevamente de

Colima. Cayeron por sorpresa un día por la madrugada a los cuarteles realistas. Una partida

de 200 hombres a caballo logró penetrar hasta el centro de la población pero fueron

rechazados por los realistas. Sin embargo, un nuevo intento resultó exitoso. De esta forma,

los rebeldes lograron apoderarse de la villa de Colima el 16 de agosto. Una semana

después, el coronel Manuel del Río atacó a los insurgentes con 500 hombres. Los rebeldes

se replegaron a las orillas de la población, en donde “el fuego de fusilería realista se dejó

sentir intenso y fragoso en contra de los insurgentes”,34

quienes al ser derrotados

emprendieron nuevamente el camino rumbo a Coalcomán. A partir de aquel momento, la

recuperación de Colima se convirtió en una obsesión para Pedro Regalado.

Al año siguiente, desde el cuartel de Jucutacato, el doctor José Sixto Verduzco, en

su calidad de vocal de la Suprema Junta Nacional Americana, instruyó a Regalado a hacer

los preparativos necesarios para iniciar la campaña militar sobre Colima y le ordenó viajar

lo más pronto posible a Uruapan para recibir órdenes directas.35

Durante el trayecto de los

preparativos para la campaña sobre Colima, se registró una incursión de las tropas del rey al

territorio controlado por Regalado y éste utilizó una estrategia poco empleada por los

insurgentes hasta ese momento, que le permitió ahorrar esfuerzos y hacerse de nuevas

armas. El encuentro con las tropas del rey tuvo lugar en una barranca cercana al rancho de

Tehuantepec, entre Chinicuila y Coalcomán. En el informe enviado por Regalado a

15

Verduzco, se asienta que:

Me retiré del punto de Zinicuila, con la finalidad de emboscarme con mi

gente que no pasaba de 50 hombres, en un estrecho del camino por donde

debía de pasar una partida enemiga de 400; a las 6 de la mañana se

encañonaron, en efecto, por la cañada, donde estaba emboscado, y por el

lado opuesto tiene un voladero profundísimo, descargué sobre ellos una

inmensa multitud de piedras; retrocedieron inmediatamente, se

desbarrancó la mayor parte, encontré en las cañadas 23 cadáveres; les

tomé 5 fusiles y 14 retacos, de nuestra parte no hubo la menor

contingencia.36

En contestación al mencionado informe, Verduzco felicitó a Regalado por la acción

y mandó que el reporte fuera publicado para que sirviera como ejemplo a otros

comandantes del ingenio que se debería tener en el desarrollo de la lucha. Al respecto,

Verduzco comentaba:

Después de que vi con bastante complacencia, la noticia que vuestra

señoría me comunica en su oficio de 7 del corriente, del triunfo que logró

su división, en el punto de Zinicuila, contra el enemigo atrevido, que

trataba de invadir esos puntos; la he mandado publicar, para satisfacción

de esa tropa y vecindario y honor de esa, y de vuestra señoría

detallándola con todas las ventajas que logró en la expedición.

Suponiéndome que puede acometer de nuevo el enemigo, como es

regular, reforzando su gavilla, me parece conveniente que se mantenga

vuestra señoría en el punto más propio y que proveído y reclutando

cuanta gente pueda, y reuniendo sus dispersos, hasta poner una división

respetable para defender ese rumbo; y estando ya en disposición, que se

interne vuestra señoría a su deseada conquista. Esto he resuelto: pero en

la inteligencia, de que me mande la tropa que le tengo pedida y las armas

de fuego que reconocen a ese ejército, inclusive su compañía de fusileros y

los 5 fusiles de marca que le quitó al enemigo, quedándose con el pie de

los catorce retacos que hubo de igual forma y de que ha de darme

continuos partes para mi gobierno, resolver a sus consultas y protegerlo

con los auxilios que necesite.37

Más adelante, en una nueva carta, fechada en Pátzcuaro el 1° de diciembre de 1812,

el Dr. Sixto Verduzco le comunicaba a Regalado:

A vista del triunfo anterior que tuvo vuestra señoría del enemigo, siempre

me propuse que este había de rehacerse, para volver a acometerle e

impedirle –que se internase sobre los lugares que él domina-; pero

16

también me persuadí lo mismo que ha pasado, repeliéndolo, porque

conociendo el entusiasmo de vuestra señoría que ha hecho empeño de

honor en esa conquista, y el séquito que tiene en ese rumbo, siempre he

creído que en él se hará feliz, creando una fuerza respetable y obrando

con conocimiento del terreno y de sus moradores. Ese concepto me

promete sus victorias y más cuando me dice que está fundiendo cañones,

procurando pertrecharse y proveerse de otros utensilios necesarios; de

que tengo la mayor complacencia y que contribuiré gustoso a sus auxilios.

Espero los prisioneros, con informe circunstanciado de sus hechos

y observación que haya hecho vuestra señoría de sus sentimientos

actuales, para obrar con la justicia que demanda este asunto. También

espero el ganado que me promete, pues en su especie, o realizándolo,

podrá ayudar a los cuantiosos gastos de estas tropas.38

Por diversas circunstancias, Regalado no pudo emprender la campaña sobre Colima

en diciembre de 1812, como lo había previsto y tuvo que esperar mejores tiempos. El 15 de

marzo de 1813, estando en Coalcomán, Regalado recibió la orden de la comandancia

general de la insurgencia para componer y vigilar los caminos entre la desembocadura del

río Balsas y la del río Coahuayana, con la finalidad de hacerlos accesibles para el paso del

ejército insurgente comandado por José María Morelos, en la proyectada expedición con

rumbo a Nayarit. También se le indicó reunir cargamentos de maíz y arroz en puntos

estratégicos para el sostenimiento de la tropa.39

Finalmente, la expedición proyectada por

Morelos se suspendió y Regalado emprendió otras acciones militares sobre pueblos

ubicados al sur de Jalisco, que tenían como finalidad hostilizar a las tropas del rey para

facilitar su proyectada incursión sobre Colima. Por su parte, la comandancia realista de

Colima diseñó una nueva estrategia para infiltrar a las fuerzas insurgentes comandadas por

Regalado y obtener así mayor información sobre sus movimientos, con la finalidad de

lograr su detención.

En esas circunstancias, el comandante realista Manuel Bazavilbazo comunicó lo

siguiente al mariscal de campo José de la Cruz, que se encontraba en Guadalajara, el 1° de

enero de 1814:

Doy parte a vuestra señoría para su satisfacción que el día de ayer, a las

6 de la mañana, conforme a lo que dije en la misma fecha, la División de

esta villa salió de la hacienda de La Huerta para San Marcos al mando

del teniente Mariano Díaz. A poco que anduvo tuvo este oficial el aviso de

que los rebeldes Regalado, Pedro y Manuel, venían pasando el río

dirigidos al pueblo de Tonila con 180 malvados. Puso luego correo al

capitán de Tonila don Juan Milanés para que mientras llegaba nuestra

17

división retirase su compañía engañosamente dejando los de atrás, y así

lo hizo Milanés, teniendo don Mariano la noticia de que los malvados ya

habían entrado libremente, pasó a caballo 30 jinetes que despachó a

galope al mando del teniente de caballería José de Oteiza y del alrefez

Agustín Béjar a cortarles la retirada y dividió en dos trozos el resto de la

gente. Los Regalado salieron del pueblo con toda su gavilla reunida y

mandó don Mariano que el trozo de la izquierda avanzara sobre ellos lo

mismo que el de la derecha a replegarlos al bordo de la barranca

nombrada El Coachipehual y luego que lo consiguió les dio fuego por

ambos lados. Ellos se retiraron y después de una hora de combate se

fugaron precipitados por la barranca dejando toda la remonta ensillados

ciento y veinti tantos caballos y mulas, todo su arroz y robos, dos cajones

que tenían varias taleguitas con pólvora y muertos de ellos en ésta 27.40

En esa acción, según el informe del comandante Bazavilbazo, las tropas del rey

hicieron alrededor de 40 bajas a los insurgentes comandados por Regalado, tomaron

prisioneros a 28 y en la acción la gente de Regalado perdió 30 fusiles y escopetas, varias

pistolas, machetes y lanzas. En su informe, el comandante realista concluye que:

Los cabecillas Pedro Regalado y Manuel, también perdieron sus caballos

con sus sillas, bridas, chaquetas, sombreros y demás ropa, quedando la

esperanza que entre los cadáveres puedan estar ellos, pues con la noche

ya no se pudieron conocer. De nuestra parte, me dice Díaz, que no

tuvimos la más leve novedad, también me recomienda y yo lo hago a

vuestra señoría a los oficiales Oteiza, Campos, Cuevas, Béjar y los de

Anzures, a todos los sargentos, cabos y soldados porque se portaron sin

temor y con bizardía, el capitán don Juan Milanés con su compañía, al

señor cura de Tonila, Dr. Don Pedro Ocampo que reunidos dieron

bastantes pruebas de patriotismo y valor acudiendo activamente este

párroco con los espirituales socorros.41

Después de esta derrota, Pedro Regalado se refugió nuevamente en Coalcomán y

emprendió la reorganización de sus seguidores. Sin embargo, a mediados de febrero un

vecino de Coalcomán captado por la comandancia realista de Colima, en medio de

extremas medidas de seguridad, condujo a un grupo de soldados y oficiales de las tropas del

rey hasta Coalcomán y en medio de la noche les condujo hasta la casa en donde se

encontraba hospedado Regalado, en donde fue aprehendido junto con su tío Manuel y su

secretario Francisco Villavicencio y se les condujo a Colima, donde fueron sometidos a un

proceso sumario en el que se les condenó a la pena capital, según se desprende del informe

que rindió el comandante Juan Antonio Solórzano al mariscal de campo José de la Cruz el 2

18

de marzo, en el que le dice que:

Estando yo bien asegurado de que no había riesgo de las gavillas,

despaché para Coalcomán una escolta de 12 soldados de caballería y 4 de

infantería escogidos, al mando del subteniente de caballería Agustín

Béjar, corto el número porque así convenía y al abrigo de los montes,

para no ser vistos, caminando lo más por las noches en tres días, sin

entrar al pueblo de Coalcomn llegaron a él; estando distantes de dicho

pueblo divididos por diferentes vientos los cabecillas Pedro Regalado, que

se dice coronel con su secretario Francisco Villavicencio, Manuel

Regalado llamado sargento mayor; a la media noche del 19 del vencido

inmediato febrero, el oficial Béjar les cayó y cogió presos a los tres

malvados pasando con ellos por la orilla del pueblo con el mayor silencio,

sin ser descubiertos y estando bien asegurados en esta villa a la

disposición de vuestra señoría.

Se ha hecho buena presa; estos cabecillas son los que han estado

insultando e incomodando mucho tiempo como vuestra señoría sabe, a

Colima, pueblos, haciendas y rancherías del contorno; tendremos ahora

el mayor sosiego. Toda la escolta merece premio, porque todos se

portaron muy bien y sufrieron en los montes bastantes trabajos, pero

recomiendo a vuestra señoría en particular el grande mérito del

subteniente Agustín Béjar y a los dos días, uno que salió desde esta villa y

otro de Coalcomán que los llevó a las casas donde se hallaron los

cabecillas y ayudaron a aprehenderlos.42

Después de la aprehensión y ejecución de Regalado sus seguidores se dispersaron,

unos se acogieron al indulto y otros salieron de la región para unirse a otros frentes de la

insurgencia.

Notas.

1.- Un amplio balance de las producciones historiográficas acerca del movimiento de

Independencia, generadas en los siglos XIX y XX, puede verse en el texto de Martha Terán

Espinoza, “Michoacán en la Independencia. Recuento de libros”, Gerardo Sánchez Díaz y Ricardo León Alanís, coordinadores, Historiografía Michoacana. Acercamientos y balances, Morelia,

Universidad Michoacana, 2000, pp. 161-174.

2.- John Tutino, De la insurrección a la revolución en México. Las bases sociales de la violencia

agraria, 1750-1940, México, Ediciones Era, 1990, p. 48. 3.- Además de las propias investigaciones de John Tutino en el libro antes citado, fueron

reveladores los aportes que por ese tiempo hicieron Brian R. Hammett en Raíces de la insurgencia

19

en México. Historia regional, 1750-1824, traducción de Agustín Bárcena, México, Fondo de

Cultura Económica, 1990; Eric Van Young, “Hacia la insurrección: orígenes agrarios de la rebelión

de Hidalgo en la región de Guadalajara”, Friedrich Katz, compilador, Revuelta, rebelión y revolución. La lucha rural en México del siglo XVI al siglo XX, Traducción de Paloma Villegas,

México, Ediciones Era, 1990, tomo I, pp. 164-186; William B. Taylor, “Bandolerismo e

insurrección: agitación rural en el centro de Jalisco, 1790-1816”, Ibid., pp. 187-222.

4.- Entre los pocos estudios sobre los jefes regionales de la insurgencia producidos en las últimas décadas, destacan los realizados por Álvaro Ochoa Serrano, Los insurgentes de Mezcala, Zamora,

El Colegio de Michoacán, Gobierno del Estado de Michoacán, 1985; Indulto y absolución del jefe

rebelde Marcos Castellanos, Estudio preliminar de Álvaro Ochoa Serrano, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco, 1985; Los insurrectos de Mezcala y Marcos. Relación cronológica de una

resistencia en Chapala, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2006; Moisés Guzmán Pérez, En

defensa de mi patria y de mi persona… Benedicto López y su lucha por la Independencia,

(Colección el Hombre y su Tiempo) Morelia, Universidad Michoacana, 1995; Carmen Castañeda, Don Miguel Hidalgo y don José Antonio Torres en Guadalajara, Guadalajara, Gobierno del Estado

de Jalisco, 1985; Virginia Guedea, La insurgencia en el Departamento del Norte. Los llanos de

Apan y la Sierra de Puebla, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones “Dr. José María Luis Mora”, 1996.

5.- Ignacio G. Vizcarra, Pequeña cartilla histórica de Colima, Colima, Imprenta del Gobierno del

Estado, 1891, p. 31; José María Miquel I Verges, Diccionario de insurgentes, México, Editorial Porrúa, 1980, p. 486; Raúl Arreola Cortés, Coalcomán. Monografías Municipales, Morelia,

Gobierno del Estado de Michoacán, 1980, p. 163; Juan Carlos Reyes G., La antigua Provincia de

Colima, siglos XVI al XVIII, (Historia General de Colima) Colima, Universidad de Colima, Instituto

Colimense de Cultura, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1995, Tomo II, p. 320; José Miguel Romero de Solís, El partido de los perversos. Colima en la lucha insurgente, 1810-1821,

Colima, Archivo Histórico Municipal de Colima, 1996, p. 31.

6.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821, copia de algunos documentos existentes en el Archivo de la Secretaría del Ayuntamiento Constitucional de la Ciudad de Colima,

relativos a los principales acontecimientos que ocurrieron en este Estado durante el precitado

periodo de la Guerra de Independencia, Colima, 1910, copia de la carta del insurgente Pedro Regalado, septiembre 30 de 1810, ff. 128v-130. Todos los documentos están incluidos en un libro

manuscrito que citaremos en adelante como 1810-1821, Copia de algunos documentos…. e irá en

específico el documento que estamos citando.

7.- Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Copia de la carta del insurgente Pedro Regalado, Colima, 30 de septiembre de 1810, ff. 128-129.

8.- Ibid., f. 130.

9.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821. Copia de algunos documentos… Autos sobre sumaria y confiscación de bienes del insurgente Pedro Llamas Regalado. Declaración

de Rafael Urzúa, Alcalde de segundo voto, Colima, 16 de octubre de 1812, f. 135v.

10.- Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821. Copia de algunos documentos…

Autos sobre sumaria y confiscación de bienes del insurgente Pedro Llamas Regalado. Declaración de María Petra Covarrubias, Colima, 1° de junio de 1811, ff. 131-132.

11.- Ignacio C. Vizcarra, Pequeña cartilla histórica de Colima, Colima, Imprenta del Gobierno del

Estado, 1891, p. 31. 12.- Para un acercamiento a la realidad económica y social del sur de Jalisco, Colima y la Tierra

Caliente de Michoacán en las últimas décadas del siglo XVIII y principios del siglo XIX, véase:

20

Eric Van Young, La ciudad y el campo en el México del siglo XVIII. La economía rural en la

región de Guadalajara, 1765-1820, México, Fondo de Cultura Económica, 1989; Claude Morín,

Michoacán en la Nueva España del siglo XVIII. Crecimiento y desigualdad en una economía colonial, México, Fondo de Cultura Económica, 1979; Elinore M. Barrett, La Cuenca del

Tepalcatepec. Su colonización y tenencia de la tierra (Col. Sep-Setentas) México, Secretaría de

Educación Pública, 1975; Peter Gerhard, Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821,

México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986; Ramón María Serrera, Guadalajara ganadera. Estudio regional novohispano, 1760-1805, Sevilla, Escuela de Estudios

Hispanoamericanos, 1972.

13.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Autos sobre sumaria y confiscación de bienes del insurgente Pedro Llamas Regalado. Testimonio

de Juan José Villasana, Escribano Público de la villa de Colima, 13 de septiembre de 1814, ff.

138v-139.

14.- En los documentos consultados, José Calixto Martínez Moreno, alias “Cadenas”, al parecer originario de Jalisco, es mencionado en forma indistinta como Calixto Moreno, Calixto Cadenas o

simplemente como Cadenas.

15.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Autos sobre sumaria y confiscación de bienes del insurgente Pedro Llamas Regalado. Testimonio

de Rafael Guerrero, ecónomo de manutención de los reos de la Real Cárcel de la villa de Colima, 12

de septiembre de 1814. 16.- Acerca del proceso de construcción y funcionamiento de la ferrería de Coalcomán véase:

Santiago Ramírez, Biografía del Sr. D. Andrés Manuel del Río, primer catedrático de Mineralogía

del Colegio de Minería, México, Imprenta del Sagrado Corazón de Jesús, 1891, pp. 24-42; Arturo

Arnaiz y Freg, Andrés Manuel del Río, Estudio biográfico premiado y editado por el Casino Español, México, Casino Español, 1936, pp. 38-43; Vito Alessio Robles, El ilustre maestro Andrés

Manuel del Río, México, S/E, 1937, pp. 20-21; Gerardo Sánchez Díaz, Fierro y armas para la

libertad. La Ferrería de Coalcomán y la Guerra de Independencia, en proceso de publicación. 17.- Raúl Arreola Cortés, Coalcomán…, p. 162.

18.- “Carta de don José Antonio Torres a don Antonio Basilio Vallejo, para que le remita seis

cargas de fierro”, J. E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la guerra de Independencia de México, de 1808 a 1821, México, José María Sandoval Impresor, 1880,

Tomo IV, p. 38.

19.- Álvaro Ochoa Serrano, Los insurrectos de Mezcala y Marcos. Relación crónica de una

resistencia en Chapala, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2006, p. 21. 20.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821. Copia de algunos

documentos…Diligencias contra varios reos de insurrección pasados por las armas en la villa de

Colima el 25 de febrero de 1813. 21.- Ibid, Declaración de José Julián Laguna, en Colima el 19 de febrero de 1813.

22.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821. Copia de algunos documentos…

Diligencias contra varios reos de insurrección pasados por las armas en la villa de Colima el 25 de

febrero de 1813. Declaración de Antonio Nolasco Romero el 19 de febrero de 1813. 23.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821. Copia de algunos documentos…

Diligencias contra varios reos de insurrección pasados por las armas en la villa de Colima el 25 de

febrero de 1813. Declaración de José Zeferino el 19 de febrero de 1813. 24.- Archivo Histórico del INAH, Sección antigua, 1810-1821.Copia de algunos documentos…

Causa Criminal contra tres insurgentes, pasados por las armas en Colima, 1812, ff. 54-60.

21

Declaración de José Ascencio Benedicto, Colima, 31 de diciembre de 1812.

25.- Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Declaración de José Ponciano Cuevas y Eulogio Rubio, al ser aprehendidos y conducidos a Colima

por presuntos insurgentes, Colima, 7 de febrero de 1812.

26.- Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos…

Declaración de José Ponciano Cuevas y Eulogio Rubio, al ser aprehendidos y conducidos a Colima por presuntos insurgentes, Colima, 8 de febrero de 1812.

27.- J. E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo IV, p. 765. José Sixto Verduzco

en el Palacio Nacional de Pátzcuaro, al coronel Pedro Regalado y Llamas en Coalcomán, 31 de diciembre de 1812.

28.- J. E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo V, pp. 45-46. Manuel Muñiz en

la comunicación de Tancítaro al coronel Pedro Regalado en Tepalcatepec el 14 de mayo de 1813.

29.- Ricardo Guzmán Nava, Historia de Colima… pp. 61-63. 30.- El padre José Antonio Díaz nació en Zapotlán el Grande, hoy Ciudad Guzmán, en 1752. Según

afirma Eric Van Young, “estudió en el Colegio de San Nicolás Obispo de Valladolid. Se describe a

sí mismo como concatedrático (esto es, colega profesor) y compañero de Colegio de Miguel Hidalgo, lo que lleva a pensar no sólo en que ambos curas enseñaban en la misma institución al

mismo tiempo, sino que estudiaron juntos en su juventud. Miguel Hidalgo enseñaba Teología

mientras ascendía en la jerarquía del Colegio y Díaz enseñaba otras materias. Hidalgo sucedió a su viejo compañero de colegio en la vicerrectoría de San Nicolás cuando Díaz regresó a Zapotlán el

Grande a ocupar una capellanía que le había sido heredada, esto debió haber sido a finales de la

década de 1780, pues para 1790 Hidalgo ya había sido designado rector de San Nicolás”. Más

adelante, el padre Díaz aparece como teniente de cura adscrito al curato de Almoloya, un pueblo de indios y mestizos ubicado al norte de la villa de Colima. En octubre de 1810, se unió a la

insurrección, “en parte por su relación personal con Hidalgo, en parte para corregir las desilusiones

de su vida y en parte por convicción política”. A fines de noviembre de 1810, José Antonio Díaz viajó a Guadalajara para entrevistarse con Hidalgo con la finalidad de interceder por los españoles

que habían sido capturados en Colima. Después se desempeñó como capellán del ejército insurgente

y fue objeto de las atenciones del Dr. José Sixto Verduzco, en su condición de vocal de la Suprema Junta Nacional Americana, quien influyó para que se le comisionara al curato de Jilotlán donde le

encomendó la coordinación del mando de varios jefes insurgentes del sur de Jalisco y Michoacán,

entre ellos el coronel Pedro Regalado. El padre Díaz fue arrestado el 17 de diciembre de 1814, por

las tropas realistas comandadas por José Antonio Andrade, en un paraje entre Jilotlán y el pueblo de Acahuato. Se le condujo a Guadalajara donde fue enjuiciado por adicto a la causa insurgente y

sentenciado, a fines de abril de 1815 al destierro a Manila. Eric Van Young, La otra rebelión. La

lucha por la Independencia de México, 1810-1821, México, Fondo de Cultura Económica, 2006, pp. 503-513.

31.- El bachiller Francisco Ramírez Oliva, fue originario de Colima y se desempeñó como cura de

Almoloyan, fue amigo cercano de Miguel Hidalgo, cuando estuvo a cargo del curato de Colima. En

noviembre de 1810, se desempeñó como mediador para la liberación de los comerciantes y hombres de negocios de Colima que habían sido capturados por los insurgentes y enviados a Guadalajara en

busca de un pago de rescate. Al entrevistarse en Guadalajara con Hidalgo, éste le encomendó la

administración de los bienes incautados a los españoles de la villa de Colima, por lo que más adelante las autoridades realistas abrieron un proceso judicial en su contra. El bachiller Ramírez

Oliva alegó en su defensa que en ningún momento había participado en la insurrección y que

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solamente había actuado como intermediario por motivos humanitarios y a petición de los

familiares de los españoles detenidos, como lo acreditó con varias constancias, por lo que más

adelante fue absuelto. Archivo Histórico del INAH, Sección Antigua, 1810-1821, Copia de algunos documentos… Expediente promovido por el Br. Dn. Francisco Ramírez Oliva, originario y vecino

de la villa de Colima, en solicitud de indulto al ser acusado de cómplice del insurgente Miguel

Hidalgo y Costilla.

32.- Algunos autores lo mencionan como Miguel y otros como Juan Gallaga, otros simplemente como “el lego Gallaga”. Se dice que era sobrino del cura Hidalgo y que muy joven ingresó a la

Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Estudió y pasó la mayor parte de su vida en el Convento

de los Juaninos de Guadalajara. Después del inicio de la insurrección de Dolores, el lego Gallaga abandonó el convento y se unió a las fuerzas insurgentes que comandaba José Antonio Torres.

Participó en la Batalla del Puente de Calderón y después de la derrota de las tropas de Hidalgo, con

una fuerza propia, se dirigió al sur de Jalisco, atacó a las tropas del rey en varios pueblos como

Zapotlán. Participó en la segunda ocupación de la villa de Colima por los insurgentes. Después pasó a Coalcomán y luego se dirigió al sur de Jalisco en donde entró en contradicción con Ignacio

Sandoval por el control territorial. En el pueblo de Tomatlán fue herido y después fusilado por

Sandoval. Alejandro Villaseñor y Villaseñor, Biografías de los héroes y caudillos de la Independencia, México, Imprenta de El Tiempo de Victoriano Agüeros, 1910, tomo II, pp. 27-29;

José María Miquel I Verges, Op. Cit., p. 215.

33.- Ricardo Guzmán Nava, Historia de Colima. Resumen general, México, Miguel Ángel Porrúa, Librero-Editor, 1988, pp. 61-73.

34.- Ricardo Guzmán Nava, Historia de Colima… pp. 70-71.

35.- J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo IV, p. 496.

36.- Ilustrador Americano, N° 33, sábado 28 de noviembre de 1812, p. 110. 37.- J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos… tomo IV, pp. 664-665, Documento N°

156. El señor Verduzco contesta a Pedro Regalado de enterado de los triunfos obtenidos y le da

varias órdenes, Ario, 14 de noviembre de 1812. 38.- J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo IV, p. 673, Documento N° 163,

José Sixto Verduzco contesta a Pedro Regalado sobre varios asuntos, aprobando su conducta,

Pátzcuaro, 1° de diciembre de 1812. 39.- J. Hernández y Dávalos, Colección de documentos…, tomo IV, Documento N° 262, Pedro

Regalado ordena a Manuel Llamas que se compongan los caminos y se copien víveres, según lo

dispuesto por José María Morelos, Coalcomán, 15 de marzo de 1813; tomo V, p. 47, Documento N°

24, Comunicaciones sobre víveres, dirigidas de varios puntos a Pedro Regalado entre el 17 y 21 de mayo de 1813.

40.- Archivo General de la Nación, Operaciones de Guerra, Vol. 150, Exp. 7, ff. 11-12.

Comunicado del comandante Manuel Bazavilbazo en Colima, el 1 de enero de 1814 al mariscal de campo José de la Cruz, en Guadalajara.

41.- Archivo General de la Nación, Operaciones de Guerra, Vol. 150, Exp. 7, ff. 11-12, véase

también en el mismo volumen el expediente N° 1, ff. 1 y 2.

42.- Archivo General de la Nación, Operaciones de Guerra, Vol. 150, Exp. 40, ff. 121-121v, comunicación de Juan Antonio Solórzano al mariscal de campo José de la Cruz, Colima, 2 de marzo

de 1814.