PARADIGMAS Y MODELOS DE
PREVENCIÓN SOCIAL DEL DELITO
ENTRE EL ESTADO DE POLICIA Y EL
ESTADO SOCIAL Y DEMOCRATICO DE
DERECHO1
Pedro José Peñaloza®
Dr. Pedro José Peñaloza
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Pedro José Peñaloza®
Antes del abordaje esquemático y
descriptivo de los sistemas o acciones que
se han puesto en marcha para prevenir el
delito, es indispensable precisar algunos
puntos que le den contexto a nuestra
presentación.
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Pedro José Peñaloza®
La pregunta clave se inserta en relación a
las dos de las finalidades básicas de la
política criminal:
la represión del delito
y la prevención del delito. (Máximo Sozzo. 2000).
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Pedro José Peñaloza®
Reprimir el delito es la intervención ex-post,
después que el delito ha sido producido, para
castigar al sujeto que lo ha realizado.
Prevenir el delito es la intervención ex-ante,
antes que el delito se produzca, evitar que
suceda.
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Pedro José Peñaloza®
Para desarrollar estas finalidades, la política
criminal pone en movimiento diversos recursos
que delimitan a su vez esferas en las prácticas
sociales e institucionales.
¿Qué relaciones existen entre esta pareja de
finalidades y esta pareja de recursos de la
política criminal?
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Pedro José Peñaloza®
El recurso penal, sin duda, se asocia
inmediatamente al objetivo de reprimir al delito.
El resultado obtenido, histórica y
socialmente, es que el sistema de justicia penal
se manifiesta incapaz de resolver lo
concerniente a sus capacidades declaradas.
Expliquémonos:7
Pedro José Peñaloza®
La justicia penal no ha sido capaz, señala
Baratta, en sus diversas versiones: prevención
especial positiva y negativa/prevención general
positiva y negativa, de prevenir la criminalidad.
La pena, por consiguiente, como instrumento
principal de este sistema, resulta insuficiente para
inhibir las conductas delictivas.8
Pedro José Peñaloza®
Este estado de crisis se registra en todos
los frentes: sea el de la prevención negativa
general, es decir de la intimidación de los
potenciales delincuentes; sea el de la
prevención positiva especial, es decir, de la
llamada reinserción social de los actuales
infractores de la ley penal.
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Pedro José Peñaloza®
Así, la pena sólo representa una afirmación
simbólica de la validez de las normas que
favorecen el proceso de integración social,
poco tiene que ver con las bases
constitucionales del estado social y
democrático de derecho (Baratta, 1998).
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Pedro José Peñaloza®
El recurso penal, por consiguiente, sólo se
asocia exclusivamente con la represión del delito;
no tanto como finalidad declarada, sino como
efecto o consecuencia social. Es decir, el
abandono de la justificación del recurso penal
como “pena útil”, no significa en esta clave teórica
asumir el paradigma opuesto de la “pena justa”
(Pavarini).
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Así, por ejemplo, una política de seguridad
urbana no es enteramente equiparable a una
política de prevención del delito –siempre
pensada desde el terreno de los objetivos-, ya
que sólo abarcaría la primera esfera de aquélla,
siempre atrapada en la punición del delito.
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Pedro José Peñaloza®
Un ejemplo emblemático de los limites de la
orbita penal lo es el encierro, como corolario
de la reacción estatal. Citemos las
descripciones de Jhon Haward, que hace más
de dos siglos retrato a la prisión donde,
cuando visitó la cárcel, quedó horrorizado por
las condiciones que ahí privaban.
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Pedro José Peñaloza®
Howard afirma que la cárcel no corrige,
mas al contrario, es un lugar de contagio
criminal. El solo hecho de estar ahí ya es
una tortura. Reivindicó:
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Se debe establecer un adecuado régimen
alimentario y de higiene.
Disciplina distinta para: detenidos y
encarcelados.
Separación del recluso por sexo y por edad.
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Educación moral y religiosa para que los
internos rectifiquen su conducta.
Trabajo.
Establecer un Sistema Celular dulcificado.
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En contraste, Van Dijk, define a la
prevención del delito como: “todas las
políticas, medidas y técnicas, fuera de los
límites del sistema de justicia penal, dirigidas a
la reducción de las diversas clases de daños
producidos por actos definidos como delitos
por el Estado”.
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TÁCTICAS ALTERNATIVAS DE
PREVENCIÓN DEL DELITO
Dentro de las fronteras conceptuales es
posible distinguir dos tácticas alternativas de
prevención del delito:
1. La táctica situacional y ambiental.
2. La táctica social.18
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Modelo de prevención del delito
situacional y ambiental:
Esta táctica surgió en los años 80 en los Países
Bajos y en diversos contextos del mundo
anglosajón.
Su objetivo central pude ser sintetizado como la
reducción de oportunidades para la realización de
los delitos.
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El éxito de esta táctica depende de la
posibilidad de que los potenciales
ofensores sean efectivamente afectados por
las intervenciones sobre la situación y el
ambiente.
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Pedro José Peñaloza®
De tal manera que se perciban a estos
elementos como influencias adversas con
respecto a la facilidad, el riesgo o las
recompensas de la realización de los
delitos.
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En este marco, un trabajo precursor de
Brantingham, en la década de los 70, destaca
una clasificación que construyeron por
analogía con respecto a la prevención en salud
pública y que tiene especialmente en cuenta la
intervención preventiva.
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La prevención primaria: dirigida a la
población en general.
La prevención secundaria: dirigida a
grupos sociales en riesgo de realizar
delitos –delincuentes potenciales-
Así aparecen:
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La prevención terciaria: dirigida a
aquellos que ya realizaron delitos -
delincuentes conocidos- (Pavarini,
Robert, Salmini).
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Para perfeccionar esta clasificación, Van
Dijk y De Waard (1991) denominaron “el
enfoque bidimensional”, consistente en:
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no sólo en tener en cuenta la intervención
preventiva dirigida a evitar que las personas
cometan delitos,
sino también propusieron la intervención
preventiva dirigida a evitar que las personas
sean víctimas de delitos.
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Además de introducir la procuración por la
víctima, plantearon una tercera categoría: las
intervenciones preventivas dirigidas no a las
“personas” sino a las “situaciones”.
La clasificación de las intervenciones
preventivas en primaria, secundaria y terciaria, se
unifica con la clasificación de la orientación hacia
la víctima. 27
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OBSERVACIONES AL MODELO:
Se cree que una buena parte de los delitos
son oportunistas, que hay una elección
humana en la acción criminal en función de un
modelo de elección racional del
comportamiento humano.
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Por ello emergen algunas teorías o
premisas, como la teoría de la elección
racional: el individuo elige entre una serie de
alternativas posibles a partir de un cálculo
racional en el que considera las ventajas y
desventajas de cada una de las opciones.
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Optimizar o maximizar los beneficios. Se
trata del “modelo económico del crimen” que
emplea el clásico análisis del costo-beneficio.
El delito es considerado el producto de una
decisión basada en típicas consideraciones del
mercado. Es más, también ser víctima de un
delito lo es.
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Se margina cualquier preocupación por las
causas sociales del delito, por la historia de
vida del delincuente, etc. Los individuos son
responsables de su propio destino, aun con
respecto a la victimización. El individualismo
brutal.
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Pedro José Peñaloza®
Incluso, puede afirmarse que en este
modelo también asoma una especie de
“determinismo arquitectónico”, ya que no se
considera el impacto de las variables sociales y
de comportamiento como mediación con
respecto a los aspectos ambientales.
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Coleman explica que el diseño urbano
puede contribuir a la destrucción de la
comunidad y a la fractura de los lazos sociales
en un determinado vecindario, generando las
situaciones en que los habitantes pueden
elegir racionalmente realizar un delito.
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En conclusión: la prevención situacional
presenta una dinámica de excusión social, ya
que la defensa de los ambientes y las
situaciones se realiza en torno a la idea de que
un “extraño” desea atacarlos y en el marco del
desplazamiento, generando territorios
socialmente protegidos y territorios
socialmente desprotegidos. 34
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De esta manera, estamos en presencia de lo
que Crawford denomina el nacimiento de una
“mentalidad de fortaleza”, en la medida en que
las políticas de prevención situacional y
ambiental se multiplican, el individuo busca
cada vez más “encerrarse” en ámbitos
protegidos.
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El resquebrajamiento de las relaciones
sociales basadas en la confianza desaparece,
multiplicándose el miedo y el aislamiento. La
agresividad se asoma como único lenguaje
en la comunicación.
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MODELO DE PREVENCIÓN SOCIAL DEL
DELITO:
Esta táctica de prevención del delito se ha
manejado con algunos rasgos que le dan
signos positivistas, ya que esta corriente solía
señalar a la “reforma social” como un
instrumento de la prevención antidelincuencia,
y que la criminalidad se reconocía como efecto
de las desigualdades sociales.37
Pedro José Peñaloza®
Reducir o eliminar esas contradicciones
sociales implicaba reducir o eliminar la
criminalidad. Salarios más altos, menos
desocupación, más educación, igual a menos
criminalidad y más seguridad.
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Como táctica de prevención del delito está
difundida en horizontes culturales muy
diferentes, y en el marco de la “crisis del
estado social” se reconstruye de diferentes
maneras de acuerdo a las contingencias y a las
circunstancias de cada contexto.
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Desde los años 80 se ha desarrollado en el
mundo anglosajón, especialmente en Estados
Unidos, Canadá, en menor medida en Gran
Bretaña, en Francia, y más recientemente en
algunas regiones de Italia.
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Pedro José Peñaloza®
El delito es en esta perspectiva el resultado
de una socialización defectuosa. Las
instituciones claves a través de las cuales se
produce la socialización son: la escuela y la
familia, por lo que la prevención del delito debe
apuntar a fortalecer las actividades de control
social que ambas llevan adelante.
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Pedro José Peñaloza®
Los delincuentes en este marco teórico
forman parte de la “underclass”, concebida
como un conjunto de personas moral y
culturalmente desprendidas del resto de la
sociedad. Aquí está presente la teoría de la
anomia de Mertón, que igualmente ha tenido una
persistente influencia en el mundo anglosajón.
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Pedro José Peñaloza®
Como se sabe, para este autor se presenta
una disociación entre las metas culturales que
la estructura dominante impulsa para todos
sus miembros –éxito económico y prestigio
social- y los medios institucionalizados para
alcanzarlas.
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Las oportunidades legítimas de alcanzar las
metas culturales no están igualitariamente
distribuidas en la estructura social y, por ende,
aquéllos a quienes les falta son los que
esbozan este tipo de adaptación individual
divergente –dentro del que se ubican los
comportamientos delictivos-.
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Pedro José Peñaloza®
También aquí está presente la teoría de las
subculturas criminales de Cohen, en tanto
corrección de la teoría de la anomia mertoniana,
las situaciones de tensión entre mentes
culturales y los medios institucionales para
alcanzarlas, no de manera individual sino
colectivo y con ello se constituyen grupos
opositores a la cultura dominante.45
Pedro José Peñaloza®
Así, la prevención del delito en su acepción
social debe apuntar a modificar la estructura de
oportunidades, tanto legítimas como ilegítimas;
que son asequibles para los grupos de
individuos que pertenecen a los sectores más
bajos de la estructura social.
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Pedro José Peñaloza®
Una crítica notable a esta versión de la
prevención, parte de una afirmación que
sostiene que no existe “un” conjunto de
valores y normas sociales, al estilo de la
“conciencia colectiva” durkhemniana,
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Pedro José Peñaloza®
sino diversas producciones significativas
acerca de lo que está bien y de lo que está mal,
cuya emergencia y suerte está atravesada por
las relaciones de poder en las que se cimientan
las múltiples generaciones de lo cultural
(Melossi, Pitch, Pavarini).
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Pedro José Peñaloza®
UNA RUTA INICIAL DE NAVEGACION:
Un abordaje certero y responsable de la
prevención social del delito tiene que desechar
el determinismo y las viejas teorías del
etiquetamiento, reestructurar el pensamiento
unívoco que criminaliza la existencia de
factores de riesgo y sobredimensiona los
factores protectores (Peñaloza, 2005).
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Pedro José Peñaloza®
Es decir, introducir lo social en el dominante
mundo de lo penal exige reivindicar la
necesidad de dejar de hablar únicamente de
seguridad pública, y empezar hablar de las
otras seguridades -cultural, laboral, educativa,
etc.-.
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Pedro José Peñaloza®
Por ello, la prevención social es parte
nuclear de la política del Estado, independiente
de la órbita punitiva e influyente del conjunto
de la política criminal, resaltando los vectores
que favorecen la lucha contra la exclusión y la
inequidad social.
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Los tiempos que vivimos están
caracterizados por la presencia de actitudes
inmediatistas, simplistas y por lo tanto
irresponsables. Debemos superar y re
conceptualizar el significado de la política
criminal y de su vinculación con la prevención
social del delito.
HACIA LA CONSTRUCCION DE UN
MODELO ALTERNATIVO:
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El problema es policial y se resuelve con
mano dura.
Primer mito:
Obstáculos para la prevención social del
delito:
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Pedro José Peñaloza®
Esta versión se sostiene y reproduce a
partir de considerar que las conductas
delictivas pueden ahuyentarse con
policializar la seguridad pública, ignorando
los múltiples resortes que influyen en la
construcción del delito-delincuente.
(Bernardo Kliksberg).
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Lo único cuantitativo que logra la “mano
dura” es aumentar el número de presos
jóvenes en las cárceles. Además, no hay
correlaciones estadísticas robustas entre el
número del índice de encarcelamiento y
reducción en el mediano y largo plazo de los
índices de criminalidad.
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La mano dura o la del “combate frontal a la
delincuencia”, tiene un riesgo gravísimo:
“criminalizar la pobreza”. Empezar a considerar
“sospechosos” a todos aquellos que presenten
rasgos de pobreza o que sean “diferentes” a
los estereotipos sociales.
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¿Los países exitosos han conseguido
resultados porque han aplicado mano dura?
¡Falso!
Finlandia es reconocido como uno de los países
líderes en desarrollo humano, tiene 2.2 homicidios
anuales por cada 100 mil habitantes.
Segundo mito:
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¿Lo han logrado a base de mano dura?
Exactamente lo contrario.
Tiene el menor número de policías por habitante
del planeta.
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Pedro José Peñaloza®
Tendencias similares se pueden ver en
todos los países nórdicos:
Dinamarca ha tenido 1.1 homicidios por
cada 100 mil habitantes,
Noruega 0.9 y Suecia 1.2.
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No, no es el modelo policial nórdico el que
genera esas, comparativamente, bajísimas
tasas de homicidio, es el modelo de economía,
sociedad y cohesión social el que está
actuando.
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Pedro José Peñaloza®
En Palermo, Italia, en Chile, en Canadá, y en
algunas regiones de Colombia, sólo por
mencionar algunas experiencias, se han puesto
en práctica modelos que priorizan una política
incluyente y democrática para encarar la
descomposición social.
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¿De qué modelo de país exitoso estamos
hablando?
Generalmente se omiten los países
anteriores y suele basarse en el ejemplo de
Estados Unidos.
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En primer lugar, se trata de uno de los
países desarrollados que más dificultades ha
tenido para enfrentar la criminalidad. En 2007
estaban prisioneras 2.3 millones personas, un
porcentaje 762 por cien mil habitantes. Es la
expresión más alta del abuso de la cárcel del
planeta. En Europa la tasa es de 102.
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Incluso después de haber obtenido algunos
avances la tasa de criminalidad ha vuelto a
subir desde 2005 y 2006. Los delitos violentos
subieron en 2005, 2.05% y en los primeros seis
meses del 2006, en un 4% comparado con el
año anterior, ascendieron todas las categorías
de ese rubro.
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Pedro José Peñaloza®
El mito dominante:
Pese a que la curva de homicidios en México
era a la baja, con un ascenso en 2008, se
decidió generar una “guerra” contra el
narcotráfico.
NUESTRA ENCRUCIJADA:
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La lógica exclusivamente punitiva y
reactiva tiene “sex appeal”, y es de fácil
venta porque promete soluciones prontas y
da la impresión de que se está operando
activamente.
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Frente al populismo penal y la enajenación
ante las torretas encendidas, es prudente y
razonable desplegar una bandera alternativa.
Contrastar y proponer el diseño de nuevas
políticas públicas y con ello imprimir una
dosis de esperanza a la parálisis y frustración
ciudadana.
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Pedro José Peñaloza®
Debemos encontrar formulas
imaginativas que desactiven al miedo,
derrotar a la desconfianza. El sentimiento de
inseguridad se ve fuertemente reforzado por
la elaboración discursiva-mediática de un
“otro”.
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Pedro José Peñaloza®
A ese “otro”, así construido, se le ubica en
los barrios populares, en las vecindades
marginales, en las zonas depauperadas,
personificando a los jóvenes rebeldes e
inconformes con el trato y la discriminación
de la que son objeto.
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Pedro José Peñaloza®
A los que piensan distinto, a los que se
atreven a ejercer su derecho a la crítica.
Sí, el “otro”, que en realidad somos los
ciudadanos desconocidos y hostiles
entre sí.
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Pedro José Peñaloza®
En efecto, la delincuencia es vista como
un fenómeno exógeno, desconocido, al que
hay que acabar, ignorando que su fábrica se
reproduce en la desigualdad, la exclusión y
la falta de sentido de pertenencia.
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Pedro José Peñaloza®
Por ejemplo, en nuestro país se ha
multiplicado la denominada generación NINI
–jóvenes de 15 a 29 años que ni estudian ni
trabajan- hoy asciende a cerca de 7
millones. Y esta lista para lo que sea.
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Pedro José Peñaloza®
Estamos atrapados en un círculo vicioso, de
a más delito, más justicia penal y penas más
drásticas; más delito, más justicia penal y
penas más drásticas y así perniciosamente
repetimos el esquema sin lograr reducir el
delito, ni salir de este circulo vicioso.
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Pedro José Peñaloza®
Un ejemplo que deberíamos tomar en cuenta
es “El manifiesto: seguridad y democracia”,
suscrito por 250 ciudades de Europa, reunidas
en Nápoles, los días 7, 8 y 9 de diciembre del
2000, cuyo eje central fue impulsar la
“tolerancia cero a la exclusión social”.
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Pedro José Peñaloza®
Debemos edificar un modelo de
prevención social orientado a terminar con
la añeja y reciclada figura del “ciudadano
privado”, aquél que se encapsula y pretende
exorcizarse del mundo colectivo.
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Pedro José Peñaloza®
La ciudadanía plena se distingue de la
ciudadanía nominal, cuando actúa en
defensa de la solidaridad social y en la
búsqueda de conjugar en “nosotros” y
no en el “yo”.
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Pedro José Peñaloza®
Sí, sí tenemos salida. Requerimos de un
nuevo sistema jurídico penal-social, que debe
tener en cuenta la especial protección de
bienes jurídicos “colectivos” -relacionados con
derechos económicos, sociales y culturales,
medio ambiente, etc.-, cuyos principales
agresores no son considerados seriamente por
el derecho penal. 77
Pedro José Peñaloza®
Lo importante en nuestro horizonte penal y
en las formas de control del delito, es que las
directrices estén impregnadas del minimalismo
o garantismo penal, que sean de carácter
progresivo y de respeto a los derechos
humanos.
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Pedro José Peñaloza®
Insistir en un sistema procesal
autoritario, cuya matriz abreva del “derecho
penal del enemigo”, es caminar con
gasolina y fuego en las manos en un terreno
minado.
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Pedro José Peñaloza®
Despreciar la presunción de inocencia y el
debido proceso en nombre de la lucha contra
“los enemigos de México”, es renunciar al
cuerpo dogmatico de nuestra Constitución. Al
Estado social y democrático de derecho, cuya
génesis histórica vertebra nuestra evolución
independiente.
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Pedro José Peñaloza®
Sí, sí hay salida para enfrentar la triple
crisis mexicana (económica, social y de
seguridad), basta entender los vasos
comunicantes que existen entre ellas.
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Pedro José Peñaloza®
Es decir, recordando a Baratta, urge una
política criminal alternativa que no se reduzca
a la política penal. Nuestro país puede y debe
construir un nuevo pacto social, que
reivindique a la globalidad con equidad
social.
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Pedro José Peñaloza®
Que favorezca el armado de la ingeniería de un
nuevo Estado que proporcione seguridad,
cohesión social, sentido de pertenencia y
tolerancia a la diversidad cultural.
Por eso, decimos con Sartre que, “el hombre es
un ser condenado a ser libre” (El existencialismo
es un humanismo, 1946).83
Pedro José Peñaloza®
Así, termino estas reflexiones evocando al
gran Miguel de Unamuno, quien nos lego la
siguiente convocatoria que resulta de gran
actualidad en estos aciagos momentos:
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Pedro José Peñaloza®
“LO IMPORTANTE NO ES LLEGAR
UNOS CUANTOS Y RAPIDO, SINO
TODOS Y A TIEMPO”.
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Pedro José Peñaloza®
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