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Ciencia, fotografa y violencia
Alejandro Martnez1 - Matilde Sacco2 - Liliana Tamagno3
"...todo uso de la cmara implica necesariamente una agresin [...] fotografiar
personas es violarlas, pues se las ve como jams se ven a s mismas y se les
transforma en objetos que pueden ser posedos simblicamente" (Sontag 1981: 52).
Resumen
Este trabajo es el producto del anlisis e interpretacin de una experiencia de
Beca Laboral realizada en el Laboratorio y Archivo Fotogrfico del Museo de La
Plata, a la luz de los marcos de referencia tericos y los avances de la Lnea de
Investigacin Etnicidad, Identidad, Interculturalidad. Indgenas en ciudad.Suponemos que la afirmacin de Susan Sontag de que fotografiar personas es una
forma de violarlas, fue realizada metafricamente. Coincidimos con esa afirmacin
que coloca a quien fotografa y al que es fotografiado en una relacin de desigualdad
y asimetra que supone la apropiacin simblica del fotografiado por parte de quien
fotografa. Sin embargo, el anlisis de las aproximadamente 300 fotografas que
fueron rescatadas e identificadas super absolutamente el nivel de lo metafrico,
para expresar con la mayor de las crudezas y sin los reparos de la posibilidad de
algn censor, digamos con total poder e impunidad, el sometimiento al que los
pueblos preexistentes a la llegada del invasor blanco fueron sometidos hace pocomenos de 100 aos en nuestro pas.
El rescate, las primeras indagaciones e interrogantes
El trabajo de rescate e identificacin de las aproximadamente 300 fotografas
y los primeros anlisis se desarrollaron en el Laboratorio y Archivo Fotogrfico del
Museo de La Plata. En ese lugar, ubicado en los subsuelos del Museo, se hallaban
arrumbados dentro de un viejo mueble de madera, cerca de 160 negativos de vidrio,
en formato de 18 X 24 centmetros. Las manchas de humedad, los hongos, la
1Alumno avanzado de la Carrera de Antropologa. Pasante del Laboratorio de Investigaciones en
Antropologa Social LIAS desde el 2003 y Becario del Laboratorio y Archivo Fotogrfico del Museo deLa Plata desde Agosto del 2004; ambos de la Facultad de Ciencias Naturales y Museo.2
Lic. en Comunicacin Social. Integrante del Laboratorio de Investigaciones en Antropologa SocialLIAS.3
Directora del Laboratorio de Investigaciones en Antropologa Social LIAS y de la Lnea deInvestigacin Etnicidad, Identidad, Interculturalidad. Indgenas en ciudad.
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oxidacin y la accin bacteriana que presentaban, permitan inferir que haban
estado all, ocultos en las sombras, durante muchos aos.
El fotgrafo Xavier Kriscautzky, quien desde hace casi un ao ha quedado a
cargo de ese laboratorio, nos propuso la tarea de indagar en los archivos del Museo
en busca de datos para poder referenciar aquellas fotografas, saber quin las haba
tomado, cundo y en qu lugar. Si bien esto era necesario e imprescindible para
comenzar la tarea de identificacin de estas imgenes, desde un comienzo nos
sentimos sumamente atrados por saber quienes eran los que en ellas aparecan.
Se comenz copiando a papel alrededor de una docena de negativos. Se
trataba de retratos de indgenas, hombres y mujeres, algunas de ellas con sus hijos
en brazos, otras con sus cabezas rapadas y muchos de ellos vestidos con harapos.
Sentados y con el torso desnudo, vistos de frente y de perfil, nos recordaban
vvidamente a las fotos de los archivos policiales. El fondo, completamente blanco, a
fin de producir un fuerte contraste con los retratados, no ofreca ninguna referencia
ni dato que permitiera dar cuenta de nuestros interrogantes. Una imagen sin
contexto, un cuerpo aislado y recortado de lo que lo rodeaba, un cuerpo humano
transformado en objeto.
Otras fotografas nos mostraban a los indgenas de pie, desnudos por
completo, llevando slo unos adornos y algn tatuaje; esta vez, de fondo, aparecan
un piso de tierra, una pared de adobe, un pedazo de cielo y a veces, de costado,
asomaban una pared blanca y una abertura, que formaban parte, seguramente, de
un edificio mayor. Nuevamente se pona en evidencia la intencin -aunque esta vez
no tan prolijamente lograda- de eliminar todo posible ruido, toda posible referencia.
Los ojos del observador no deban distraerse, toda la atencin tena que
concentrarse en esos retratos de cuerpos desnudos, capturados por la accin de la
luz sobre los granos de plata.
Estos fueron los datos que marcaron los comienzos de la investigacin. Por
un lado, unas fotografas que, por sus caractersticas, podan haber sido tomadas
entre los ltimos aos del siglo XIX y los primeros aos del siglo XX; un lapso de
tiempo bastante amplio. Por otro lado, al tratarse de material documental propiedad
del Museo de La Plata, haba sido obtenido casi con seguridad en nuestro pas y, a
juzgar por sus collares, tatuajes y vestimenta, era probable que los retratados fueran
indgenas originarios del Chaco.
La bsqueda permiti dar con una publicacin del ao 1907, donde aparecan
algunas de estas imgenes. Se trataba del Tomo II de la Seccin Antropologa de
los Anales del Museo de La Plata, que estaba por entero dedicado a mostrar los
resultados de una expedicin realizada en 1906, por el antroplogo Robert
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Lehmann-Nitsche, al ingenio azucarero La Esperanza, en la provincia de Jujuy. Las
fotografas haban sido tomadas por Carlos Bruch.
Las imgenes y la posibilidad de referenciarlas
Cuando se trabaja con fotografas acontece con frecuencia que no es sencillo
el hecho de lograr referenciarlas, de descubrir quin las tom, cundo y en qu
lugar. Se trata de una tarea que requiere no pocas horas de dedicacin y un
metdico trabajo de bsqueda y que, aun as, puede conducir a resultados estriles.
Los primeros indicios pueden encontrarse a travs del anlisis de las caractersticas
tecnolgicas del fotograma, que nos indica, aunque ms no sea, un periodo de
tiempo aproximado, dentro del cual se habran obtenido las imgenes. Tambin es
posible obtener una fecha cercana, en algunos casos la fecha exacta, y dar adems
con el nombre del fotgrafo; incluso, si no se hallan datos del lugar donde fue
producida la imagen, se lo puede inferir a partir de la lectura detenida de los
elementos que aparecen en ella.
En el caso que nos ocupa, dimos con la publicacin donde parte de esas
imgenes fueron utilizadas a manera de ilustracin, y que incluye los datos del
fotgrafo, la fecha y el lugar en que fueron tomadas las imgenes, una serie de
comentarios acerca del uso de la fotografa en este tipo de estudios e interesantes
detalles sobre cmo fueron obtenidas las fotos y tambin sobre los trabajadores
indgenas que aparecen en ellas. Gracias a la publicacin de esas imgenes, y a los
datos que se brindan de ellas, nos fue posible determinar, a travs de un anlisis del
estilo de las fotos y de los elementos que all aparecan, que la totalidad de los 160
negativos de vidrio conservados en el archivo haban sido obtenidos en la misma
expedicin, lo que nos permiti referenciar todo el resto de la coleccin,
atribuyndole el mismo autor, fecha y lugar.
Ofreceremos, entonces, algunas reflexiones acerca del papel de la fotografa
como instrumento para la construccin de evidencia cientfica en el contexto ms
amplio de la relacin entre ciencia, fotografa y violencia.
La fotografa como instrumento del registro antropomtrico.
La PARTE FOTOGRFICA de nuestro trabajo desempea efectivamente un
papel principal en la presente obra. El valor de la fotografa para tales estudios es
por todas partes tan reconocido que es innecesario ponderarla ms aqu[...] Para la
descripcin se adoptaron formularios breves que contenan solamente aquellos
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rasgos que no resaltan del estudio de la fotografa. Integrar por completo los
formularios que se recomiendan en los gabinetes de antropologa, exige demasiado
tiempo, y no da tampoco mayores resultados; mientras que la fotografa, por el
contrario, permite, sin palabras de ms, y con ahorro de tiempo, un estudio prolijo en
el gabinete, en el que uno puede trabajar con toda tranquilidad (Lehmann-Nitsche1907: 55).
As se resalta el valor de la coleccin iconogrfica reunida en ese viaje de
campaa, y a lo largo del texto se remite constantemente al atlas antropolgico
publicado. La fotografa, adems de ser un medio de registro gil y eficaz,
posibilitaba detener el tiempo, congelar un instante y presentar los cuerpos en
formato reducido para poder manipularlos, observarlos y examinarlos. La fotografa
no se contextualiza, esto no aparece como necesario; por el contrario pareciera ser
expresin de la objetividad que se supone debe tener todo trabajo cientfico. En
trminos de Barthes (1994: 106), los personajes que aquella representa no se
mueven [...] estn anestesiados y clavados, como las mariposas, como verdaderas
piezas de museo, disponibles para el anlisis pormenorizado y la observacin
meticulosa del cientfico.
Pero la concepcin de la fotografa como un mecanismo objetivo de
observacin y representacin de la realidad, no provena solamente de los
estudiosos de la antropologa somtica, para quienes este recurso resultaba tan
valioso, sino que, como seala Susana Dobal, desde su invencin a mediados del
siglo XIX la fotografa sera [...] asimilada como prueba de verdad en diversoscampos de la ciencia (antropologa, medicina, astronoma, arqueologa), adems de
su uso en el contexto jurdico y criminal(Dobal 2001: 69. Nuestra traduccin).
Sin embargo, ello no se lograba -como podra pensarse- con el solo accionar
de la cmara; haba que preocuparse, adems, por crear las condiciones adecuadas
para examinar en detalle a los retratados, deban aislarse cuidadosamente las
variables en estudio -en este caso los rasgos fsicos-, eliminado toda posible
distorsin que pudiera alterarlas, deban descontextualizarse los cuerpos y ser
dispuestos en un nuevo orden regido por los protocolos cientficos del momento.
A travs de la utilizacin de fondos completamente blancos, grises o muchas
veces desenfocados, contra los cuales se tomaron las fotografas, se creaba un
efecto de homogeneidad y uniformidad del contexto, sin mostrar ningn elemento
que pudiera resaltar y hacer perder de vista la fisonoma y las proporciones de los
retratados, quienes quedaban, de ese modo, completamente expuestos al ojo
escrutador del analista. As, el aparato fotogrfico ofreca una representacin del
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objeto en estudio, un instante recortado de su existencia real, lo suficientemente
reducido como para ser examinado cmodamente en el laboratorio (ver Fig. 1).
Fig. 1
La particular concepcin de objetividad4 no impeda la aparicin de un planteo
esttico frente a lo extico; no aparecen en esta coleccin, como s en otras, los
retratados sosteniendo una regla, lo que refuerza el acto de medir, hace la foto ms
exacta, ms densa, ms precisa, con mayor contenido informativo. En este sentido,
el atlas publicado no se reduce a una muestra puramente antropomtrica. Como dice
el autor: para conseguir algo de variedad y para no cansar la vista, hemos
alternado los relevamientos matemticos con otros de ndole artstico y con
fotografas de busto, con otras de medio o tres cuartos cuerpo; y en el mismo sentido
tambin se ha arreglado la distribucin en las lminas, as que esperamos se evitarel cansancio de los que las estudian(Lehamnn-Nitsche 1907: 55), (ver Fig. 2).
4No es objeto de este trabajo discutir el concepto de objetividad; sugerimos para ello las lecturas de
Bourdieu y otros (1975); Schaff (1992) y Mc Kinney (1968).
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Fig. 2
El contexto de produccin de las fotografas
No pudiendo evitar pensar no slo en los retratados, sino en el contexto en
que fueron producidos los retratos, nos surgieron nuevos interrogantes.
Comenzamos a preguntarnos acerca de las condiciones en que fue realizada esta
investigacin y, ms precisamente, sobre la forma en que se relacionaron los
investigadores con los personas que aparecen en las imgenes.
No era sencillo resolver, en esa poca y desde la ciudad de La Plata, la
planificacin y realizacin de una expedicin de esta ndole. La estrecha relacin de
amistad que exista entre Samuel Lafone Quevedo, por ese entonces director del
Museo de La Plata, y los hermanos Leach, ciudadanos ingleses dueos del Ingenio
La Esperanza, jug un rol fundamental en ese sentido.
Se decidi realizar el trabajo en ese ingenio aprovechando que hacia all
afluyen en la poca de la cosecha de azcar, centenares y miles de indios de las
diferentes tribus, llevados por caciques e intrpretes, para hacer los trabajos que
slo exigen simple fuerza de brazos: estos indios, una vez terminada la temporada
se dispersan y regresan sus hogares en el Chaco yBolivia [] El hecho de que se
supusiera que haba que tener en cuenta, adems, la gran rapidez con que se
extingue la poblacin indgena del continente sudamericano (Lehmann-Nitsche
1907: 53-54), haca que la tarea cobrara aun ms significacin e incluso cierto grado
de imprescindibilidad.
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La neutralidad de los trminos no puede ser menos que interpretada como
cierta forma de complicidad con el poder, ya que sabemos lo que implicaba ser
mano de obra no calificada en los ingenios5. Slo as puede comprenderse la
completa ausencia de referencias acerca de las condiciones de trabajo a que
estaban sometidos los indgenas, a pesar de encontrarse frecuentemente en sus
exmenes diarios con numerosas patologas directamente relacionadas con estas
tareas. Por ejemplo, al hablar del mal estado en que se encontraban las dentaduras
de los indgenas, se atribuye esto al modo singular de alimentacin: durante la
temporada azucarera, los indgenas se alimentan exclusivamente de la caa fresca
de azcar, masticndola continuamente, aun durante el trabajo. Las fibras
celulodeas de la caa, bastante duras y rgidas, han de gastar en grado notable la
corona dentaria, y por fermentacin del jugo se destruyen los dientes en un grado tal
que tal vez no se observa en otra parte(Lehmann-Nitsche 1907: 67).
As se extrajeron, en el menor tiempo posible, todos los datos que se
consideraban importantes para conocer el origen del hombre americano: se tomaron
medidas craneofaciales y de talla, se determin el color del cutis, color del iris, se les
cort una muestra de cabello para estudiar su color y forma, se les examin la
dentadura, el contorno de los pies, la membrana natatoria y hasta las uas de la
mano. Como detalla el trabajo: Tocamos tambin con la dificultad de poder
conseguir fotografas de cuerpo entero y desnudo, y en tales casos nos hemos
contentado con tomarlas en las tres posiciones clsicas: de frente, de lado y de
espalda(Lehamnn-Nitsche 1907: 55).
La bsqueda de objetividad de esta clase de investigaciones implicaba, como
ya dijimos, la construccin de una imagen de los sujetos en estudio
descontextualizada de su entorno. En el caso que nos ocupa, esta
descontextualizacin fue posibilitada y reforzada por el hecho de que los
trabajadores indgenas fueran fotografiados fuera de su lugar de origen, de su propio
territorio, como nos dice el autor: ...los individuos, ya fuera de su acostumbrado
ambiente, son por lo mismo, ms accesibles investigaciones fsicas, y no se
oponen a ellas como sucede en el propio terruo (Lehmann-Nitsche 1907: 54). Las
razones por las que estaban fuera de su acostumbrado ambiente no importaban.
No importaban el desarraigo posterior al aniquilamiento y al confinamiento. No
importaban las condiciones de explotacin a las que eran sometidos en los ingenios,
comparables a campos de concentracin. No importaba la violencia y el terror que
5El Informe Bialet-Mass sobre el estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo,
que data de su recorrida por el norte del pas como Inspector de Trabajo en 1903, ya haba colocado
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acompaaban los procesos de explotacin y producan el sometimiento, y que
dieron lugar a creaciones mticas como las de El Familiar que, an hoy, contribuyen
a disciplinar, en trminos foucaultianos, a las poblaciones campesino-indgenas del
Chaco6.
La violencia inscripta en las imgenes
La lectura de estas imgenes desde los avances de nuestra lnea de
investigacin7, nos conmina a alejarnos de toda neutralidad y de toda ingenuidad y,
sin dejar de comprender el espritu de poca que orientaba el trabajo que aqu
analizamos, nos conduce a quebrar con los supuestos del sentido comn (Bourdieu
y otros 1975) y con los obstculos epistemolgicos (Bachelard 2000) que impiden
conocer, en su complejidad y dimensin, la historia de la relacin entre los pueblos
indgenas y quienes los conquistaron y colonizaron. Es imposible para nosotros,
luego del vnculo establecido con los referentes de los pueblos indgenas a lo largo
de nuestra investigacin, mirar e interpretar estas fotografas sin pensar en la
violencia presente en aquella relacin.
Izaguirre (1997) entiende la violencia como un vnculo, como una relacin
social por la cual uno de los trminos realiza su poder acumulado, sealando que lo
esencial al vnculo violento es el sometimiento de una de las partes y que las formas
de violencia sistemtica sobre los cuerpos ms vulnerables revelan siempre la
existencia de una relacin jerrquica y desigual socialmente aceptada, o sea que
tiene una gnesis y una historia(Izaguirre 1997: 3).
Siguiendo los trminos de esta autora, y trayendo a nuestra memoria los
testimonios de la gente indgena con la que hemos trabajado (Tamagno 2003), las
imgenes de esta coleccin nos revelan la existencia y el funcionamiento de
relaciones violentas. Este registro fotogrfico no hubiera sido posible sin la existencia
de esas relaciones violentas, de un ejercicio previo de la fuerza material naturalizada
y normalizada, donde uno de los trminos se sita en el lugar del poder y la
autoridad, a quien el otro le debe respeto y obediencia (Izaguirre 1997).
Lehmann-Nitsche reconoce esta situacin cuando dice: Mr. Walter Leach,
uno de los propietarios del gran ingenio azucarero de San Pedro de Jujuy, quien
fuimos recomendados por el director del Museo, por su carcter amable y franco y
ms de una denuncia en este sentido, poniendo nfasis en las condiciones de explotacin, hambre ymiseria encontradas en los ingenios y quebrachales.6
Ver Gordillo (1997) y el video documental Diablo, familia y propiedad. Los crmenes del IngenioLedesma, de Fernando Krichmar.7
A partir de lo que denominamos produccin de conocimiento conjunto con la gente indgena,dilogo con el campo y dilogo con la academia (Tamagno 2001 y Tamagno y otros 2002).
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por esa bondad de corazn noble, desde aos atrs se haba ganado la confianza
absoluta de los indgenas as que no se resistan a obedecer su indicacin de
permitirnos un examen somtico de sus personas [] Don Walter nos hosped en
su casa particular y puso nuestra disposicin un lugar adecuado para nuestros
estudios, y al frente mismo de nuestra pieza, interesndose vivamente en nuestrostrabajos, al conocer su ndole; no se cansaba de mandarnos gente da da y cada
maana, llevndonosla hasta personalmente, para ser examinada (Lehmann-
Nitsche 1907: 54).
Recordemos las figuras 1 y 2, donde los retratados se encuentran con el torso
desnudo, algo que no era comn en ellos por lo menos all, en su lugar de trabajo8,
sino que haba sido un requisito de los investigadores para cumplir con sus
pretensiones cientficas y estticas. Tengamos en mente esas imgenes y
observemos atentamente la figura 3, que sigue a continuacin.
Fig. 3
Al comparar estas imgenes se hace ms que evidente la relacin desigual y
asimtrica sobre la que estas fotografas fueron construidas; relacin desigual,
asimtrica y por lo tanto violenta, ante la cual no faltaba quien se resistiera.
Observemos que la persona aqu retratada est cubriendo completamente su torso
con una suerte de poncho, en una actitud por entero defensiva, negndose al
desnudo, lo que queda reforzado por la mirada desafiante con que enfrenta la
8Las fotos de dicha coleccin que fueran vistas, entre otras, por un referente toba en el libro
Discurso e Imagen sobre el Indgena Chaqueo (Giordano, 2005) otro ejemplo actual de neutralidad,que exaspera, despertaron inmediatamente la afirmacin de que los desnudos no podan haberseconseguido sino en situaciones de presin y sujecin.
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cmara. Esta actitud indcil, de resistencia frente al hecho de ser retratado sin ropas,
nos lleva nuevamente a entender esto como una relacin donde un vnculo de poder
se encuentra operando entre los indgenas y los investigadores. Es Foucault (1990)
quien nos advierte respecto de la resistencia implcita en toda relacin de poder,
poder que se realiza en tanto que es ejercido, generando a su vez, alguna forma de
resistencia.
Conclusiones
El planteo de Kossoy (2001) sobre la significacin de las fotografas como
documentos histricos, cuando afirma que la iconografa fotogrfica [...] podra
proveer un amplio panel de informaciones visuales para nuestra mejor comprensin
del pasado en sus mltiples aspectos (Kossoy 2001: 23), es un elemento ms para
corroborar el hecho de que a medida que nos abocamos al conocimiento de las
historias locales y regionales, aumenta la frecuencia con que aparecen en escena
las tensiones entre indgenas, colonos extranjeros, misioneros religiosos,
terratenientes y representantes del estado-nacin. Tensiones que evidencian
realidades que distan de la utopa de la misin civilizadora. Tensiones respecto de
las cuales la produccin acadmica, en tanto inteligencia, no ha estado ni est
ajena9.
Han sido centrales en esta tarea las afirmaciones de Peter Worsley (1966)
cuando seala que la expansin colonial no fue ms que la expansin del modo
capitalista de produccin impuesto por los conquistadores en su bsqueda de oro,
siervos y almas, y que mientras prometan civilizacin se apropiaban del mundo
convirtiendo a sus habitantes en mano de obra esclava; de Escudero (1992) cuando
reconoce en la conquista de Amrica el mayor genocidio de la historia de la
humanidad y de Eduardo Menndez (1972) cuando nos dice que el racismo fue el
modo de relacin que Europa estableci con Amrica y que lejos de ser producto del
desconocimiento tuvo una importante apoyatura cientfica que justific el exterminio.
Es por ello que reaccionamos fuertemente cuando aun desde posturas que
dicen reivindicar la cuestin indgena se pretende reconocer las injusticias del
pasado sin ninguna referencia al presente; cuando al analizar los horrores de lo
sucedido, estos se justifican como la consecuencia de las ideas de la poca. Esta
justificacin fragmenta la historia de nuestra sociedad y evita tener en cuenta que
9A pesar de que nos anima la intencin de quebrar con el etnocentrismo occidental, no nos excluimos
en tanto acadmicos, de sus condicionamientos; lo que implica un constante revisar nuestrasprcticas y representaciones, frente a los condicionamientos del campo y de nuestra propia insercinde clase.
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esa violencia y esas violaciones naturalizadas han contribuido a que vastos sectores
de la poblacin de nuestro pas naturalicen, tambin, las violencias y las violaciones
ms recientes.
En un constante dilogo con la academia y dilogo con el campo revisando
lo dicho con anterioridad sobre el pueblo toba a la luz de otros referentes tericos y
de lo observado, dejndonos llevar por algunos acontecimientos no previstos y
acompaando las necesidades, intereses y reclamos de la gente indgena-
(Tamagno 2002), podemos afirmar que sin una revisin clara de la poltica
implementada desde el poder con los pueblos indgenas, no podr comprenderse en
su complejidad la crisis que como sociedad nos aqueja y que ha conducido a grados
impensados en otros tiempos de desigualdad, entrega del patrimonio nacional,
enajenacin y expresiones individuales de violencia.
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