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¿QUÉ ES LA AMNESIA DIGITAL?
Tener siempre a mano nuestro teléfono móvil nos ha hecho perder capacidad de retentiva. Si no recordamos algo, acudimos a él para que nos eche una mano. ¿Cuáles son las consecuencias?
encontrado en Internet nada más
utilizar la informaciónEl 22%de los adultos
olvida lo que ha
en una pantalla de menos de 5 pulgadas han provocado situa-ciones impensables hace unos años. Y más cotidianas de lo que probablemente crees.
El “efecto Google”Intenta hacer memoria y cuen-ta cuántos números de telé-fono de amigos y familiares te sabes de carrerilla sin tener que consultar la agenda de contac-tos de tu teléfono móvil. ¿Dos, tres… cinco como mucho? Ahora prueba a recordar el de la casa en la que vivías cuando tenías solo 13 años. ¿Sorpren-dente, verdad?
Por: Noelia Hernández
Las herramientas digitales que tene-mos al alcance de la mano –léase smartphone– han
propiciado cambios en todos los espacios de la sociedad en la que nos movemos, desde el trabajo hasta las relaciones perso-
nales, pasando por el ocio o la manera en la que recabamos información.
Algo de lo que cada vez somos más conscientes.
Pero esto no es lo único que la omnipresencia de la tecnolo-gía ha modificado. Nuestro cerebro ya no se
comporta de la misma
manera. Los recursos a los que accedemos con un toque de nuestros dedos
u memoria
¿Qué es la amnesia
digital?El olvido de información que
se produce cuando el usuario
confía en un dispositivo
digital en el que guarda
y almacena esos datos.
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Uno de cada cuatro jóvenes entraría en pánico si no pudieran recuperar
sus recuerdos almacenados
La mitad de los españoles no
recuerda el teléfono de sus hijos,
pero sí el de la casa donde vivía con 10 años
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Aunque esta situación era algo impensable hace no tanto tiempo, el resultado de este pequeño experimento entra dentro de la normali-dad. Es uno de los efectos de llevar con nosotros el acceso, casi en cualquier momento y lugar, a ese mundo de ingen-te información que es Inter-net. Y de poder almacenar en nuestro smartphone cada vez más datos. Es un fenómeno tan exten-dido que incluso ya tiene nombre, y muy descriptivo: el “efecto Google”. Porque si algo se nos olvida, ¿a dónde acudimos para obtener la respuesta?
Este término fue acuñado en 2011 por la investigadora de la Universidad de Columbia, Betsy Sparrow, tras realizar un estudio que fue publicado en la revista Science. “Desde la llegada de los motores de búsqueda, estamos reorganizando la forma en que recordamos las cosas. Nuestro cerebro depende de Internet para ‘hacer memoria’ de la misma manera que antes recurríamos a un amigo, familiar o compañero de trabajo. Ahora recordamos menos información en sí, pero a cambio sabemos dónde encontrarla “.
Recurrir a la fuente de infor-mación en lugar de hacer el esfuerzo de recordarla no es un hábito nuevo. En 1985, el psicólogo nor-teamericano David Wegner ya demostró que en un grupo de trabajo los inte-grantes del equipo tienden a despreocuparse por retener los conocimientos que saben el resto. Lo llamó “memoria transactiva”.
Internet: fuente de recuerdosEsa confianza en los otros para que nos ayuden a recor-dar lo que no sabemos se ha
trasladado a Internet y tiene como consecuencia lo que algunos han empezado a denominar “amnesia digital”: olvidamos la información que tenemos almacenada en nuestros dispositivos, sobre todo la que guardamos en los smartphones.El alcance de este fenóme-no llega a tal punto que la mayoría de los españoles es incapaz de recordar de memoria los números de teléfono importantes, como el de sus hijos en el 44% de los casos y el de su pareja en el 20% de las ocasiones.“Los dispositivos conectados enriquecen nuestras vidas,
¿Qué números de telefóno recuerdas?
55,1%
Los de mis hijos
9,5%
48,6%
80,1%
53%
Los del colegio
de mis hijos
Mi lugarde trabajo
Mi pareja
El número de mi infancia
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pero también han provocado el nacimiento de la Amnesia Digital. Una de sus conse-
cuencias es que tenemos
que adaptar la forma en la
que recordamos”, apunta
Alfonso Ramírez, director de
Kaspersky Lab Iberia.
Esta empresa rusa de solu-
ciones de seguridad ha
realizado un estudio sobre el
tema del que se desprende
que en este mundo hiper-
conectado el 86% de los
españoles cada vez utiliza
más datos, como números
de teléfono, direcciones o
contraseñas, pero es incapaz
de retenerlos. “La pérdida o
divulgación de esta informa-
ción valiosa sería algo más
que un simple problema”,
señala Ramírez.
De hecho, si esto ocurriera,
uno de cuatro jóvenes –de
entre 16 y 24 años– afirma
que entraría en pánico; y cua-
tro de cada diez se llevarían
un buen disgusto al pensar
que no pueden recuperar
todos esos recuerdos.
Un poco de pacienciaEste fenómeno, el de olvi-
dar aquello que podemos
encontrar fácilmente en
Internet, se extiende porque
también ha crecido mucho
nuestra impaciencia.
Queremos saber, pero nos
hemos vuelto vagos y no
nos esforzarnos por hacer
memoria. La media de
atención se ha reducido a
tan sólo 8 segundos como
consecuencia de tener
la respuesta de manera
inmediata recurriendo a
dispositivos conectados.
Aunque siguen siendo más
los que tratan de recordar
–un 55% de los españo-
les– que los que buscan la
respuesta directamente en
Internet –34%–.
Esta costumbre hace que
olvidemos esos datos a largo
plazo. Algo en lo que está de
acuerdo una cuarta parte de
los usuarios, que admite que
después de haber utilizado
la información que buscaba
tiende a prescindir de ella en
lugar de intentar retenerla.
“Un aspecto importante de
este cambio es que tenemos
que manejar una cantidad
ingente de información, y a
menudo en modo multitarea,
para llevar a cabo nuestras
actividades personales,
sociales y profesionales más
básicas”, describe Ángel Fer-
nández Ramos, del Grupo de
Investigación en Memoria y
Cognición de la Universidad
de Salamanca.
Y termina apuntando: “la
memoria cumple una fun-
ción integradora de la perso-
nalidad. Los recuerdos son
la base de nuestra iden-
tidad personal, ¿quiénes
somos sin ellos?”.
El 53% smartphone tiene todo lo que
necesita saber
de los jóvenes
Antes de tratar de recordar, el 34%
de los adultos españoles acude
Ahora recordamos menos información, pero a cambio sabemos dónde encontrarla ÁNGEL FERNANDEZ, miembro del Grupo de Investigación y Cognición de la Universidad de Salamanca
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