Vino en El Prado
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COMPARTIENDO TRADICIN, GENERANDO CONOCIMIENTO
Cultura del VinoFundacinpara la
vinoenEl
El Prado
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Patronato de laFundacinpara la Cultura del Vino
Ministerio de Agricultura,Pesca y Alimentacin
Bodegas Codornu
Bodegas Julin Chivite
Bodegas La Rioja Alta, S.A. Bodegas Vega Sicilia
Vinos de los Herederos del Marqus de Riscal
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Hoy en da nadie duda de que hacer un buen vino es un arte. Indudablemente es un arte diferente a la pintura. A
veces es ms efmero, a veces menos formal, a veces menos ntimo Pero ambos, el buen cuadro y el buen vino,conmueven. El pintor y el bodeguero, son artesanos y ar tistas. Son creadores, personas dotadas de una sensibili-
dad especial para conseguir, a travs de una imagen o de un sabor, de un color o de un aroma, aflorar nuestros
sentimientos. Los dos son capaces de emocionarnos, de hacernos sentir cosas inesperadas y de despertar todos
nuestros sentidos.
Por este motivo, la Fundacin Para la Cultura del Vino ha decidido organizar este acto. Porque la pintura es cultura
y el vino tambin.
En esta seleccin hay cuadros que asocian el vino a los dioses, otros a las bacanales, los hay que lo unen a los ple-beyos y a los reyes, a la elegancia de la vendimia, o a una orga pasional, al disfrute de los sentidos, a la fiesta y al
jolgorio... pero siempre lo unen a la alegra. La mayora de las piezas que aqu vemos son de los siglos XVI y XVII.
Antes de esas fechas era igual. Despus, ha seguido siendo igual: el vino es regocijo, gozo, placer, es glamour, amis-
tad, relajo... y es ar te. El vino va unido a la alegra.Y estos maestros nos lo prueban en sus lienzos.
Los miembros de la Fundacin deseamos, con alegra, que nos acompae Vd. en esta emocin que sentimos por
el vino y por el arte y esta muestra es, posiblemente, un lugar nico para compartir estos sentimientos.
Deseamos que disfruten de esta experiencia.
Guillermo de Aranzbal
Presidente de la Fundacin para la Cultura del Vino
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No importa tanto el arte en s mismo como la relacin que tenemos con l. Lo que cuenta no es saber si la
obra que atrapa la mirada se distingue o no por su genialidad, sino saber si nos gusta, nos desagrada o nos deja
indiferentes. Se trata de conocer nuestro gusto, apropiarnos de l en lugar de dejar que nos lo impongan los
crticos. Lo mismo ocurre con el vino. No hay reglas de oro que permitan afirmar que un vino o una obra de
arte alcanzan la perfeccin. Slo hay diferencias, mundos estticos distintos, distantes y contradictorios, cuyadiversidad hace las delicias de quien los transita.
Ante los cuadros de un museo, como ante las botellas que un buen anfitrin dispone con cuidado en la mesa,
esperamos la sorpresa, la emocin que detiene el tiempo y aviva el alma y los sentidos. Es un encuentro.
Depende tanto de la calidad del vino como de nuestro estado para recibirlo. Algunos das somos imperme-
ables al mundo, la mente se asla, encerrada entre cuatro paredes; otros das, en cambio, la capacidad de emo-
cionarnos surge como la luz en el hueco del cielo. En cuanto nos llevamos a los labios un vaso de Sauvignon
o de Iroulguy blanco el sutil mecanismo de las sensaciones se despierta. La acidez invade la boca y llena de
un fuego delicioso las papilas, aromas de frutas exticas se despliegan como una vegetacin exuberante, el bre-
baje est tan saturado que se cruzan en desorden imgenes de hierbajos,rocalla y boj. Pero el placer no acaba,
abandonamos sin vacilar el vaso por la caricia ms aterciopelada de un Gevrey-Chambertin o de un Pommard.
Taninos sutiles y ligeros nos asaltan por oleadas, reminiscencias de frambuesas frescas y grosellas acuden desde
las cavidades profundas de la memoria. Caminantes infatigables, tomamos otros derroteros, bebiendo otro
caldo ms rico, voluptuoso,provisto de una gran intensidad aromtica, de los que se cultivan en Rioja o en la
Ribera del Duero. El placer podra terminar ah, detenerse a la orilla del ro, pero nos perderamos la
embriaguez y la sensacin prolongada de un Oporto, con sus aromas de nuez y de especias que se van des-
granando en el paladar. El placer nace de la variedad de las sensaciones, de su extraordinaria diversidad. El arte
no desmiente en absoluto este modelo. Para convencerse basta ir de un Murillo a un Velzquez, de un Goya
a un Picasso. Si los museos de este mundo tuvieran un solo tipo de pintura, cualquiera que fuese, nos har-
taramos enseguida de ella.
En cambio, en el mundo del vino podra atisbarse este siniestro horizonte. La globalizacin de los mercados y
el dictamen de los crticos han construido un gusto nico, el de los vinos intensos, exuberantes, ricos, colori-
dos, excesivamente concentrados. Las notas de caramelo y de vainilla han invadido las copas, los aromas de
maderas secas ocultan los matices florales, la esencia de los aromas afrutados queda reducida a la mnima
expresin. No hay por qu criticar este tipo de vino. Es una tendencia como cualquier otra. El problema no
estriba en su carcter, sino en la desaparicin progresiva de todos los universos aromticos en favor de uno
slo Dnde han quedado los caldos femeninos, en los que la elegancia de los taninos convertan el vino enencaje? Dnde estn los grandes tintos con acentos de slex y de tiza que hasta hace poco producan las
mesetas calcreas?
Vino y ArteAlexandre Schmitt
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De algunas vias salen vinos con cuerpo; la arcilla del suelo, la exposicin al viento y al sol y la cepa confieren
intensidad y fuerte personalidad a los grandes caldos. De qu sirve reproducirlos en los cuatro rincones del
mundo? Por qu imitarlos y unificar los vinos de manera artificial? Qu habra ganado Mir remedando a
Picasso? Seguramente habra perdido su poesa, su universo festivo, gozoso, ldico y colorista. Pero tambin su
identidad, su singularidad, su diferencia.Adems siempre se imita con mayor o menor fortuna. El propsito delartista es muy distinto, el contrario. Se trata de extraer toda su singularidad, ser lo ms posible l mismo, vacia-
rse de todo aquello de lo que otros le han llenado y descubrir un mundo interior que slo l posee. Quiz
plantear as las cosas nos permita entender mejor la impor tancia de los vinos de terroir. Una expresin un poco
abstracta para catalogar unos vinos que prefieren contar una historia,su propia historia, la de su tierra, su clima,
sus cepas. Caldos que reivindican su excepcin, que se resisten a la uniformizacin y a la generalizacin del
gusto del vino, a la hegemona intimidatoria de los defensores del orden.
Evidentemente, esto implica otro enfoque. Desde ese momento, el viticultor deja de situarse como un gran
seor. Lejos de las modas y de las certezas adquiridas, se convierte en humilde intermediario de la naturaleza,desaparece ante ella. Su nica obsesin es traducir el espritu del terroir, deja que se expresen los suelos ci-
dos, compactos o ligeros, los inviernos duros y las primaveras repentinas, las sequas y las precipitaciones.
Acorde con el tiempo y sus invenciones, se empea en que cada vendimia relate una poesa diferente, ofrez-
ca un nuevo placer. Ha entendido que la magia del vino estaba ligada a la nocin de identidad, ms an, que
sta se vea amenazada,en perpetua gestacin, obligada a mostrar cada aada sus mil facetas.En el silencio de
las races y la conversacin de las hojas, el viticultor se une a la estirpe de los grandes poetas, solo atiende a la
fe que tiene en s mismo, conocedor de que las experiencias autnticas son las nicas que construyen una ver-
dadera libertad.
Ahora bien los viticultores son artistas? Hacerse la pregunta nos aleja sin darnos cuenta del tema. Pero
detengmonos en algunas figuras de ar tistas o de viticultores de cuya actividad emana una autenticidad indis-
cutible. Ambos comparten un mismo universo de humildad. Al fondo del taller o la bodega tienen que
traspasar las mismas barreras, las de la ilusin y el falso saber. Ambos estn animados por un mismo aliento,el
mismo impulso invencible, el mismo deseo de aportar al mundo el fruto de su trabajo. Las analogas son
numerosas. Sin embargo, hay una diferencia de naturaleza que distingue una botella de vino del cuadro de un
maestro. De algn modo, notamos que no pueden resistir la comparacin. Lo que nos requiere el vino es el
placer, la embriaguez, el tiempo compartido, mientras la obra de arte, ms all de su primer impacto, parece
tender un espejo, una forma de conocimiento. Lo uno invita a una relacin carnal, mientras lo otro nos remite
a una soledad metafsica. Esto puede resultar esquemtico para algunos, pero la obra de arte induce a un cues-tionamiento que una botella de vino nunca suscitara. En un mundo que se hurta a la compresin y donde el
ser humano busca en vano su estatuto, viene a colmar una carencia ontolgica. Lo adivinamos de manera
instintiva, en la pintura de Chagall o en la poesa de Ren Char, en toda conducta creadora abierta a una apre-
hensin ms all de la propia obra, que la lleva ms all de su propsito.
Si el vino es una expresin de la naturaleza, la obra de ar te es un reflejo del ser.Y el ar tista es ese intermedi-
ario extraordinario que nos lo deja entrever. Descendiendo gradualmente, adentrndose en su propia oscuri-
dad, se enfrenta a sus monstruos, procura sorprenderlos y conjurarlos. Parco en su quietud, abandona todo
refugio.Sin salvacin posible, aspira al ser, al ser que se descubre en el recorrido de su arte. Sin otra luz ni gua,sino l mismo, avanza a tientas por los aposentos de la duda y la angustia.Y sin embargo, qu horizonte, qu
atalaya prometida para quien ya no teme perderse
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Diego de Silva y VelzquezEl triunfo de Baco o los borrachos
Tiziano Vecellio di GregorioLa bacanal de los andrios
David Teniers
El rey bebeFiesta campestre
Francisco de GoyaLa vendimia o el otooLa merienda
Jan Brueghel IEl gusto
La vistaEl olfatoEl oidoEl tacto
Maximo StanzioneSacrificio a Baco
Michel-Ange HouasseBacanalOfrenda a Baco
Nicolas PoussinBacanal
Osias BeertBodegn
Clara PeetersBodegnMesa
Juan Carreo de MirandaBaco o la monstrua desnuda
Juan Fernndez, el LabradorBodegn con dos racimos de uvas
Felipe RamrezBodegn con cardo, francoln, uvas y lirios
Juan van der HamenBodegn con dulces y recipientes de cristal
Relacin de obras
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Esta pintura fue la primera obra de tema mitolgico realizado por Velzquez, probablemente bajo la influencia de la pintura
veneciana que conoca a travs de las colecciones reales y la fuerte personalidad de Rubens, pero abordada a la luz de su indi-
vidualidad creadora e intelectual. En un paraje campestre, el dios Baco (Dionisios en la mitologa griega) acompaado de dos
aclitos a la izquierda corona de hiedra a uno de sus seguidores, que permanece arrodillado ante l. Junto a ellos un grupo de
seguidores del dios y de las virtudes del vino celebra el acontecimiento. La historia es una referencia al mundo clsico, aunque
elaborada con el naturalismo propio de la pintura velazquea. Es una escena de bacanal, donde los protagonistas, lejos de serlas elegantes figuras de la pintura renacentista, como por ejemplo las de Tiziano, son personajes populares, salidos de la reali-
dad inmediata, representados con cierta vulgaridad, casi como una galera de comunes bebedores, de rojas narices y vacuas
sonrisas. La dualidad entre los mortales y las figuras divinas se potencia tambin gracias a la composicin. Unos, seres divi-
nos, desnudos e idealizados, ocupan la mitad izquierda del cuadro; los otros, mucho ms reales, ocupan la parte derecha. Pero
son stos con quienes se siente identificado quien contempla la pintura. Ntese que son ellos, especialmente el que permanece
tocado con un sombrero justo al lado del dios, quien claramente atrae todo el protagonismo visual, quien mira directamente al
espectador, introducindole en la escena y logrando con l cierta connivencia. Fue esta poderosa capacidad de atraccin la que
procur que la obra fuera conocida como Los Borrachos y tomada como una pintura burlesca. La obra es una escena mito-
lgica, pero realizada desde el naturalismo propio de Velzquez, abordada casi como una pintura de gnero, de la vida coti-diana. La ejecucin es magistral, la utilizacin de la luz en claroscuro, la incorporacin de figuras de espaldas y otras al fondo
enmarcando el grupo principal, as como la elaboracin de un pequeo bodegn en los cacharros al pie de Baco, son ejemplos
de la capacidad creadora del pintor sevillano en su primera obra de madurez.
V
elzquez naci en la ciudad de Sevilla, en uno de los momentos de mayor esplendor cultural de la ciudad. Los
trabajos de juventud como el Aguador de Sevilla y la Vieja friendo huevos, son pinturas en las que manifiesta
su capacidad para la representacin naturalista, inmediata y cercana. En 1622 el artista viaj a Madrid con la
esperanza de trabajar para el rey Felipe IV. Aunque dej obras de gran intensidad y vala retratando a diversos perso-
najes andaluces,no fue hasta un segundo viaje al ao siguiente cuando lograra su objetivo. Reclamado por el poderoso
valido real, el conde duque de Olivares,Velzquez pintara un primer retrato del rey, accediendo rpidamente al cargo
de pintor de cmara. En la Corte pudo apreciar y estudiar las colecciones reales de pintura, especialmente las obras del
veneciano Tiziano. La visita del pintor flamenco Pedro Pablo Rubens a Madrid en 1628, le aport el conocimiento de un
artista moderno, pintor y cortesano a un tiempo, cuyo modelo intentara emular en adelante, y le abri los ojos a nue-
vas posibilidades pictricas y temticas, que eclosionaron en la realizacin del Triunfo de Baco o los Borrachos.
Influenciado por l,Velzquez decidi marchar a Italia en 1629, donde estudi a los grandes maestros del Renacimiento
y la escultura antigua.Tambin evolucion en capacidad compositiva, algo evidente en obras como La fragua de Vulcano
o La tnica de Jos. De vuelta a Espaa en 1631, trabaj casi exclusivamente para el rey en la realizacin de retratos ofi-ciales, as como en la decoracin de sus palacios, elaborando sus famosos retratos ecuestres y escenas militares como
la Rendicin de Breda para el nuevo Palacio del Buen Retiro, y abordando los retratos de la familia real en traje de caza
y escenas mitolgicas para la Torre de la Parada. De esta misma poca son tambin sus famosos bufones y pinturas reli-
giosas como La coronacin de la Virgen. En 1649 inici un segundo viaje a Italia, ya no como un joven y desconocido
pintor, sino como el representante de Felipe IV, con la misin de adquirir obras de ar te. En Roma retrat a Inocencio X
y abord una de los ms bellos desnudos femeninos: la Venus del Espejo.Tras su regreso a Madrid en 1652 su labor se
desarroll casi en exclusiva en la remodelacin pictrica del Alczar de Madrid y de El Escorial, donde a su labor de pin-
tor, se uni la de otros cargos palatinos que le situaron como un relevante cor tesano. En sus ltimos aos Velzquez
abordar nuevos retratos reales, especialmente de la reina Mariana de Austria y las infantas Mara Teresa y Margarita. Susltimas obras, donde la factura suelta y la captacin atmosfrica alcanzan los mximos logros expresivos, culminarn con
una fbula mitolgica de hondo calado intelectual, Las Hilanderas, y la realizacin de un retrato grupal de la familia real
en el fascinante, por enigmtico, cuadro de Las Meninas, realizada poco antes de morir en 1660.
Diego de Silva y Velzquez
(Sevilla, 1599 Madrid, 1660)
El triunfo de Bacoo los borrachos1628-1629
leo sobre tela, 165 x 225 cm
Museo Nacional del Prado, P1170
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La isla de Andros, especialmente favorecida por Dionisios, tena la virtud de que algunos de sus ros no llevaban agua sino
vino, provocando la embriaguez de sus felices habitantes, que disfrutaban de los placeres de la msica, la danza, el sueo
y el amor. En el cuadro de Tiziano que rememora aquel feliz lugar, unas figuras bailan, otros escancian el licor o lo beben,
y otros permanecen recostados en sensual conversacin. En primer plano, un elegante y bello desnudo femenino alude al
estado de sueo que se alcanza con el vino, mientras que a su lado un nio orina en el ri, aludiendo a los efectos de la
embriaguez. En la colina del fondo descansa el dios Dionisio, tambin conocido como Baco. La msica es parte fundamen-tal de la representacin, incluyndose un texto del msico flamenco Adrian Willaert donde se lee la frase en francs: Qui
boyt et ne reboyt, ne seet qui boyre soit (Quien bebe y no vuelve a beber, no sabe lo que es beber), nueva alusin a las
bonanzas del vino. El artista realiz una pintura eminentemente clasicista, situando las figuras en una mltiple variedad
de posturas, pero logrando un equilibrio y unidad compositiva de gran sabidura. Los e fectos atmosfricos son especialmen-
te singulares, logrando captar la humedad del entorno de la isla del mediterrneo. Esta representacin de Bacanal es una
recreacin renacentista de las escenas de la literatura de la Antigedad concretamente a travs de las Imgenes de
Filostrato el Joven, donde se describan ciertos cuadros similares existentes en una villa suburbana en Npoles. El cuadro
fue concebido como parte de un conjunto mitolgico que inclua otras obras cuyos temas estaban directamente relaciona-
dos con Baco, el Amor y el goce de los placeres. Serie encargada por el duque de Ferrara Alfonso I dEste y realizada porTiziano en su mayor parte, quien pretenda recrear la decoracin de una casa clsica. La poderosa atraccin esttica de la
pintura influy enormemente en artistas posteriores, incluido Velzquez, y provoc que en el siglo XVII fuera adquirida por
el rey espaol Felipe IV, gran admirador de la obra del artista veneciano.
N
acido en la repblica de Venecia en los aos en que comenzaba la poca de gran esplendor de la pintura
vneta, Tiziano se form con los hermanos Bellini, Gentile y Giovanni. Pero rpidamente se asoci a
Giorgione, quien marcara las primeras creaciones del artista, hasta el punto de que muchas de sus prime-
ras creaciones son a veces consideradas obras de su maestro.Tras la muerte de Giorgione,Tiziano se convirti en
el principal artista joven de Venecia, desarrollando una pintura caracterizada por la expresividad colorista y la ideali-
zacin de sensuales figuras.Tras la realizacin de la Asuncin de la Virgen, para la iglesia dei Frari su xito fu absolu-
to, convirtindose en el artista ms solicitado de la ciudad y siendo considerado ya a la altura de los grandes maes-
tros del momento como Rafael o Miguel nge l. Debido a su fama fue llamado por el duque de Ferrara, para quien
realiz varias obras entre ellas La Bacanal y la Ofrenda a Venus del Museo del Prado, que son los mejores ejemplos
para ilustrar la mirada al mundo de la Antigedad que marc los aos centrales de su vida artstica.Tambin mantu-
vo relacin con otros de los grandes prncipes del momento como Federico Gonzaga de Mantua, o Francesco Maria
della Rovere. Adems, sus amplias relaciones con poetas como Pietro Aretino marcaron la senda intelectual de su
pintura. Asimismo trabaj para el papa Pablo III, permaneciendo un tiempo en Roma, de donde parti para el ser-vicio del emperador Carlos V. Los Austrias le proporcionaran a partir de entonces numerosos encargos. Fruto de
tal relacin proceden muchas de las obras del ar tista que actualmente cuelgan de las paredes de l Museo del Prado.
Felipe II le reclam en varias ocasiones, trabajando hasta el final de su vida para l casi en exclusividad, ejecutando
especialmente representaciones mitolgicas, como las denominadas poesas, tan del gusto del monarca espaol. En
los aos de madurez creativa su factura fue muy suelta y menos acabada, ejecutada con gran audacia, eclosionando
en obras aparentemente espontneas pero de elaboracin estudiada y meticulosa. ste sera su mejor legado pict-
rico para la posteridad, influyendo en artistas del Bar roco como Rubens o Velzquez.
Tiziano Vecellio di Gregorio
(Pieve di Cadore, c. 1489-Venecia, 1576)
La bacanal de losandrios1523-1526leo sobre lienzo, 175 x 193 cm
Museo Nacional del Prado, P418
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En un interior de taberna propia del mundo flamenco una serie de personajes populares, ataviados con ropas campesinas,
disfrutan de una celebracin. Reunidos en una humilde mesa, varios contemplan como uno de ellos tocado con una coro-
na de papel bebe de un vaso, mientras el resto festeja su accin. Algunos bailan en evidente estado de embriaguez, otros
parecen galantear en parejas, mientras que al fondo otro grupo come y se calienta junto al hogar. Adems de una escena
popular, la obra representa la fiesta de la Epifana, segn la tradicional manera de celebrarla en el folklore flamenco.
Durante el banquete, la suerte determinaba quien haba de ser el rey del festejo. El afortunado sera quien encontrara unhaba escondida dentro del pastel ceremonial. A ste se le tocaba con una corona, que en la pintura incorpora una peque-
a Adoracin de los Magos, alusiva a la festividad. Una vez elegido el protagonista era costumbre que echara un gran trago
de vino, mientras el resto de comensales vitoreaba gritando al unsono: el rey bebe. Por su elevado contenido folklrico
esta misma celebracin fue representada por muchos artistas flamencos, a veces en obras ms grandes, de carcter monu-
mental. Sin embargo Teniers, fiel a su inters por las representaciones de la vida cotidiana de su Flandes natal, aborda la
obra en sus pequeas obras de gnero. La pintura mantiene ciertas novedades estticas respecto a otras similares. El artis-
ta descart aqu la habitual tonalidad oscura de otras representaciones taberneras ms srdidas, para dotar a la escena de
un aspecto colorista y festivo. La luminosidad imperante confiere a la obra una atraccin esttica muy fuerte, a la vez que
provoca una cierta ternura en el espectador hacia los divertidos protagonistas. No hay, como en otras pinturas, personajesburlescos, salvo el que tocado con un sombrero de cascabeles, baila levantando su copa casi de manera entraable. El Rey
bebe es uno de los mejores ejemplos de la pintura de Teniers y de su capacidad para integrar la modernidad de los elemen-
tos de bodegn de primer plano con elementos tradicionales de la pintura flamenca, como las figuras que miran desde la
ventana en lo alto de la escena.
Teniers se habra de convertir en el principal representante de la pintura flamenca de escenas populares y
campesinas de mediados del siglo XVII. Tras una formacin con el estilo de Adam Elsheimer, a travs de
obras de pequeo tamao pero de contenido ms intelectual y trascendente con escenas mitolgicas y pai-
sajes,Teniers vir hacia la pintura de gnero.Alcanz muy pronto el xito profesional, llegando a ser decano del gre-
mio de pintores de Amberes y convirtindose en el pintor del archiduque Leopoldo Guillermo, gobernador de los
Pases Bajos. Lleg a ser su principal asesor artstico, como ilustra el cuadro Galera del Archiduque del Museo del
Prado, que incluye un autorretrato del propio pintor. Para l reprodujo las principales obras de la coleccin a travs
de una serie de grabados compilados en una publicacin denominada Theatrum Pictoricum. Posteriormente traba-
j para el nuevo gobernador espaol, Juan Jos de Austria, as como para otros grandes aficionados a la pintura fla-
menca como Cristina de Suecia, el prncipe de Cond y el propio Felipe IV de Espaa. Sus pinturas de gnero aglu-
tinan diferentes tipos de escenas. A veces se trata de exter iores, donde los campesinos juegan o realizan sus activi-
dades cotidianas. En otras ocasiones son interiores de tabernas o de cocinas, que a veces incluyen figuras en actitu-des jocosas o escatolgicas. Muchas representaciones tienen que ver con la rica literatura popular flamenca, repre-
sentando refranes o proverbios, que en ocasiones se escapan a nuestro conocimiento.As, segua una tradicin nr-
dica que tena su punto de partida en El Bosco y que en el XVII se populariz a travs de artistas como Adriaen
Brouwer o el propio Teniers. Sin embargo sus obras son ms amables que las dramticas y expresionistas escenas
de otros artistas. Teniers dignifica la vida popular y campesina, convirtindola en un motivo pictrico casi equipara-
ble a la gran pintura de historia o alegrica, representada por Rubens.Su virtuosismo, minuciosidad y espontaneidad,
hicieron atractivo un gnero considerado hasta entonces menor y vulgar. Sus pequeas obras de gnero fueron del
agrado del coleccionismo de finales del XVII y principios del XVIII, especialmente de la reina espaola Isabel Farnesio,
quien adquiri la mayora de los cuadros de Teniers que hoy cuelgan en el Museo del Prado. Por su atractivo pinto-resquismo, en muchas ocasiones, sus obras fueron modelos de los ricos tapices decorativos para los Palacios Reales,
realizados en Bruselas.
David Teniers
(Amberes, c. 1610 Bruselas, 1690)
El rey bebe1650-1660leo sobre cobre, 58 x 70 cm
Museo Nacional del Prado, P1797
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Esta escena, paradigma del estilo ms maduro de Teniers, representa una celebracin nupcial. Distribuidos en varios gru-
pos, los aldeanos recrean diversos momentos de la fiesta. En primer plano, unos pocos bailan al son de la msica interpre-
tada por un gaitero y otro compaero que toca una especie de zanfoina. A la derecha, otro grupo sentado alrededor de una
mesa disfruta del banquete, mientras otros personajes ms a la izquierda fuman o charlan en animada conversacin.
Incluso alguno duerme sobre un tonel, embriagado por el vino. En un segundo plano se desarrolla el motivo principal. La
novia, situada delante de un gran teln negro que engalana el entorno de la posada, es agasajada por un nutrido nmero
de vecinos. Al fondo se observa la iglesia del pueblo y un grupo de nobles ataviados con ricas prendas. Su presencia es el
contrapunto aristocrtico a la escena rural del primer trmino, representando un contraste social muchas veces utilizado
por el artista. La escena es el paralelo paisajstico a las obras de Teniers que muestran idnticas reuniones y celebraciones
campesinas pero en un interior. El desarrollo de las actividades cotidianas es muy similar. El baile, el banquete, la bebida
o el tabaco estn presentes en la mayora de sus pinturas. En sta, la clida luz rasante del atardecer que se filtra entre las
nubes le permite realizar atractivos contrastes y recortar de una manera muy elegante algunas figuras, caso del persona-
je de la camisa blanca del primer plano. La eleccin del pueblo llano como argumento de sus pinturas es una constante ensus obras, heredada de Pieter Bruegel el Viejo y Jan Brueghel el Viejo. La tendencia a una tonalidad comn con toques de
color local es idntica, aunque Teniers emplear un tratamiento ms amable, ms folklrico, con una tcnica ms dibujs-
tica y una pincelada ms delicada. El impacto de sus paisajes aldeanos fue muy amplio, siendo utilizados en muchas oca-
siones como modelo para tapices dieciochescos. De hecho, se conoce un tapiz realizado por Antonio Gonzlez Ruiz, actual-
mente en el Palacio de Oriente, que reproduce esta obra.
David Teniers
(Amberes, c. 1610 Bruselas, 1690)
Fiesta campestre1647leo sobre lienzo, 75 x 112 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P1786
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La Vendimia, pintada por Goya en el momento ms lgido de su carrera cortesana, es parte de un conjunto de cuadros
relacionados con las estaciones, pues siguiendo una relacin habitual en la cultura occidental la recoleccin de la uva era
la actividad que defina el otoo. Un joven, sentado elegantemente sobre su propia capa con la que cubre el poyete de pie-
dra, ofrece un racimo de uvas negras a una joven ataviada al modo de las majas con un delicado y distinguido vestido. Un
nio, en una modernsima figura de espaldas al espectador, intenta alcanzar el fruto del placer, reservado nicamente a los
mayores, con lo que el conjunto alcanza un simbolismo ertico evidente. Contempla la escena una campesina con un cestosobre la cabeza, contrapunto a los jvenes aristcratas que se divierten y galantean antes ella. Al fondo, sus compaeros
siguen la faena o contemplan indiferentes el grupo principal, dando paso a un magnifico paisaje del valle donde se sitan
las vias y la imponente mole de la montaas de la sierra del Guadarrama que inspiraron la obra del artista. La pintura
se realiz como modelo para los tapices que decoraran el comedor del prncipe de Asturias en el palacio del Pardo. En ella
Goya alcanz la eficacia creativa del mundo clsico a travs de una composicin piramidal y de las rotundas figuras, fruto
del estudio de la estatuaria de la Antigedad. Se trata de una de las ms completas pinturas de Goya, en las que ana per-
fectamente la necesidad de una atractiva escena popular muy decorativa, adecuada para la decoracin del palacio, con
cierto grado de simbolismo a travs del contraste entre las actividades de campesinos y aristcratas, y su distinta manera
de relacionarse con el acto de la recogida de la uva. Todo enmarcado por una composicin magistralmente concebida y eje-cutada con gran modernidad.
Tras comenzar su carrera pictrica en Zaragoza y un fracasado intento de ingreso en la Real Academia de
Bellas Artes de Madrid, Goya viaj en 1770 a Italia para alcanzar ms conocimientos artsticos. A su regre-
so comenz a recibir encargos de cierto prestigio demostrando su capacidad para el fresco, especialmente
en la baslica del Pilar.Contrajo matrimonio con Josefa, hija de su maestro Francisco Bayeu, poco antes de ser recla-
mado en 1775 a la Corte de Madrid por Anton Raphael Mengs, comenzando a trabajar en diseos para la Real
Fbrica de Tapices. Su obra fue rpidamente admirada por la sociedad del momento e ingres en 1780 en la
Academia de Bellas Artes. La pintura de estos momentos denota la influencia de la pincelada suelta y larga de
Velzquez, pero ejercida de manera muy personal. Los encargos de importantes familias aristocrticas y personajes
ilustrados le proporcionaron contactos con el mundo intelectual y poltico, que acrecentaron su fama. En 1792
comenzaran sus problemas de salud. Su pintura se volver mucho ms expresiva y personal, desarrollada en cua-
dros ntimos de pequeo tamao, de temtica spera y a veces escabrosa. En 1795 fue elegido director de la
Academia, ttulo que rpidamente se convirti en honorario a causa de su incipiente sordera. Son los aos de la rela-
cin con los duques de Alba, que se convierten en sus protectores, y el despliegue de su inters por los temas popu-
lares y escenas costumbristas que eclosionan en la publicacin de los Caprichos. Paralelamente, a partir de 1790
ascendi entre los pintores de Corte, llegando a retratar a los reyes en numerosas ocasiones, hasta realizar la ima-gen de la Familia de Carlos IV, cumbre de su carrera palatina y evidente homenaje a Velzquez. La guerra de la
Independencia hizo virar sus producciones a obras patriticas, retratos de generales y escenas histricas como El
Dos de Mayo y los Fusilamientos, realizadas en 1814. A la vez public Los desastres de la Guerra, una serie de gra-
bados donde manifiesta su visin menos heroica de la contienda. Tras el regreso de Fernando VII, su condicin de
liberal y el apoyo a la Constitucin le procuraron una acusacin de afrancesado. Aunque llega a pintar para el monar-
ca, finalmente se retira a su quinta fuera de la ciudad, que decorar con las llamadas Pinturas Negras, fruto de una
visin pesimista de la realidad. En 1823 se retira a Francia, donde continu pintando hasta su fallecimiento en 1828.
Francisco de Goya
y Lucientes
(Fuendetodos, 1746 Burdeos, 1828)
La vendimia oel otoo1786-1787leo sobre lienzo, 268 x 190 cm
Museo Nacional del Prado, P795
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En un verde prado un grupo de jvenes disfruta de una merienda brindando con vino, mientras galantean con una naran-
jera que se les haba acercado a venderles su producto. La alegra que provoca el licor se ve aumentada por la presencia
de la joven, que rechaza con su gesto las proposiciones del joven vestido de amarillo. Aparentemente ste acaba de pronun-
ciar un ocurrente piropo a la joven que hace sonrer a su compaero de enfrente. El argumento de la escena est sucinta-
mente descrito por el artista en una carta en la que describa su pintura, una de las primeras realizadas como cartones
para los tapices del rey. El mismo Goya haca hincapi en la novedad de la representacin, aludiendo a que las figuras no
estn copiadas sino son de invencin propia. La Merienda sera la primera ocasin en que represente el mundo de los majos
o personajes populares, cuya concepcin social estaba a medio camino entre la admiracin y el rechazo social, pero que
sera un tema profusamente estudiado en obras posteriores. La relajada actitud de los protagonistas, que brindan, beben o
fuman, es en realidad un remedo cultural de las escenas populares planteadas por artistas como Teniers en el siglo XVII
pero readaptadas a la mentalidad y el contexto del mundo hispano de finales del XVIII. Pese a la tradicin del tema, la
manera de disponer las figuras en la composicin, no en un crculo sino en dos planos sesgados, manifiesta la absoluta
modernidad con que imagina Goya sus cartones para tapices. La pintura era diseo para uno de los diez paos que dise- para el comedor del prncipe de Asturias en el Palacio del Pardo. En ella destacan sobre manera los objetos inertes y
elementos de bodegn que, a diferencia de otras representaciones ms tradicionales, no estn dispuestos juntos, sino que se
diseminan alrededor de los personajes, conformando escenas pequeas de naturaleza muerta, en las que las botellas oscu-
ras del vino son siempre asunto de gran protagonismo narrativo.
Francisco de Goya
(Fuentevaqueros, 1746 Burdeos, 1828)
La merienda1776leo sobre lienzo, 271 x 295 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P0768
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El Gusto pertenece a un conjunto de pinturas alegricas en las que Brueghel represent los cinco sentidos. El recurso de
colocar a las figuras que simbolizan cada uno de ellos en entornos palaciegos, acompaadas de amorcillos y rodeadas de
elementos simblicos alusivos a su condicin, se repeta en cada uno de los cuadros. Las figuras fueron realizadas por Pedro
Pablo Rubens, e incorporadas a los magnficos escenarios cortesanos creados por Brueghel para ambientar las escenas. El
resultado fue una de las series de mayor calidad y atractivo esttico de la pintura flamenca. En la alegora del Gusto, el
personaje se sienta delante de una mesa preparada con los ms exquisitos manjares, muchos de ellos platos tpicos de lapoca. Un stiro, smbolo evidente de los placeres sensuales, escancia el nctar divino en la copa que sostiene la ninfa, mien-
tras sta prueba uno de los alimentos que se presentan ante ella. En primer plano se expone una gran variedad de produc-
tos: pescados que recuerdan las riquezas que ofrece el mar; frutas y verduras de las frtiles huertas flamencas; y caza de
sus abundantes bosques, en una exposicin evidente de la abundancia que disfrutan los Pases Bajos. Es una alusin con
claro contenido poltico, pues al fondo se ve el palacio ducal de Tervuren, residencia de los gobernadores de esos ricos esta-
dos flamencos. Dentro del cuadro, la pintura de la izquierda celebra igualmente esa abundancia, a travs de la Ofrenda a
Cibeles, diosa de la Tierra. Sin embargo, otras pinturas que se muestran en el lienzo tienen un contenido moral, aludien-
do a la incontinencia, la gula y los excesos, como a travs de La Cocina abundante, que cuelga sobre la puerta. Aspectos
opuestos se representan en la Cocina rstica, que se observa tras el dintel como una escena secundaria, alusiva a la mode-
racin de la vida popular, y las Bodas de Can, como contrapunto bblico a los opparos banquetes representados en pri-
mer plano.
Jan Brueghel, fue el principal de los autores flamencos de obras de pequeo formato. Hijo de Pieter Brueghel
el Viejo, fue apodado de Velours (terciopelo), por la elegancia y belleza de sus composiciones. Desde muy
pronto decidi no repetir las estereotipadas pinturas de escenas tradicionales que haba puesto de moda su
padre y evolucion hacia otros gneros como el paisaje y la naturaleza muerta.Trabaj tanto en Bruselas para los
gobernadores Alberto e Isabel de Austria, como en Italia, donde el arzobispo de Miln Federico Borromeo fue suprotector y gran admirador de sus obras. Su produccin fue inmensa, conocindose ejemplos de todos los gneros
en el Museo del Prado.Trabaj con artistas como Hendrick van Balen o Hendrick de Clerk en la realizacin de ale-
goras de los elementos o las estaciones insertas en escenarios naturales. En cuanto al paisaje, partiendo de la tradi-
cin flamenca en este gnero,desarroll perspectivas novedosas, en ocasiones junto a Joost Momper. Profundiz en
los temas de pintura cotidiana, imgenes de campesinos en tareas diarias y gente corriente, abordadas con un esti-
lo colorista y decorativo, no exentas de sarcasmo, que tendrn su continuidad en las obras de David Teniers y las
grotescas escenas de Adriaen Brouwer. Fue el iniciador de un tema novedoso: las imgenes de devocin insertas en
guirnaldas de flores, en las que mostraba su habilidad para la representacin precisa de la naturaleza.Tambin fue
uno de los iniciadores de la pintura de naturaleza muerta flamenca a travs de sus realistas floreros, gnero que ten-dr en los pequeos bodegones de la mitad del siglo un auge absoluto. Brueghel abord todas las posibilidades de
la pintura de pequeo formato para interiores domsticos, que fueron objeto del coleccionismo flamenco en el siglo
XVII y que deriv en un gnero propio: las escenas de galeras de coleccionistas, en las que se aprecian en muchos
casos las propias obras de este artista colgadas de sus paredes.
Jan Brueghel I
(Bruselas, 1568-Amberes, 1625)
El gusto1618leo sobre tabla, 65 x 108 cm
Museo Nacional del Prado, P1397
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La Vista sera el primero de los cinco cuadros en ser pintados. Algo que se deduce por los fuertes condicionantes psicolgi-
cos que mantiene, al ser el primero y ms importante de los sentidos, y tambin por ser el que mayores connotaciones sim-
blicas posee. La figura femenina desnuda que alegoriza el sentido de la Vista est contemplando un cuadro que le mues-
tra un amorcillo. La pequea pintura representa la parbola bblica en la que Cristo cur la visin de un ciego, evidente
alusin al sentido protagonista del conjunto, pero en este caso con fuertes contenidos religiosos. Se trata de una alusin a
la visin trascendente, en paralelo a la visin fsica. Por otro lado, el argumento principal de la pintura es la contempla-
cin esttica y el goce del arte. Toda ella gira en torno a la belleza artstica que se puede apreciar en las pinturas colgadas
a lo largo de las dos salas. Esta profusa disposicin de piezas recuerda las galeras de coleccionistas propias de la cultura
flamenca del momento y muchas de ellas, identificadas con cuadros existentes en la actualidad, son una alusin a las colec-
ciones reunidas por los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia de Austria, gobernadores de los Pases Bajos. De este
modo el cuadro alcanza una funcin poltica evidente a travs de la exposicin de las riquezas artsticas de estos dirigen-
tes. Esta plasmacin del poder tiene un elemento aadido tras el arco que da al jardn, a travs del cual se aprecia una de
las residencias de los archiduques en las cercanas de Bruselas. Su efigie se muestra adems sobre la mesa de la izquierda.Las alusiones a diversos modos de ver son continuas a lo largo de la obra. En primersimo plano un mono lograr ver una
obra de arte, pero no captar su esencia artstica a travs de la mera contemplacin, sino del raciocinio. Los anteojos que
porta difcilmente pueden ayudarle, el animal mira pero no ve. Del mismo modo en el cuadro est muy presente la
visin entendida a travs de una actividad cientfica, es decir la ciencia de la ptica. Los objetos cientficos son constantes,
incluido un telescopio que se expone junto a la figura femenina, instrumento inventado por Galileo Galilei en fechas muy
prximas a la creacin de la propia pintura, lo que le confiere una modernidad absoluta.
La vista1617-1618leo sobre tabla. 65 x 109 cm
Museo Nacional del Prado, P1394
Jan Brueghel I
(Bruselas, 1568-Amberes, 1625)
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En un paradisaco vergel, se sita la alegora que encarna al Olfato, que por su desnudez y por estar acompaada de un
cupidillo, se entiende que es la figura de la diosa Venus. Es un hbito cultural renacentista y barroco relacionar a las figu-
ras de estos dos dioses con la sensualidad de las flores. En este cuadro, a diferencia de otros de la serie, se evita el simbo-
lismo intrincado y las metforas visuales, en beneficio de una manifestacin evidente del olfato a travs de la representa-cin detallada y minuciosa de diversas flores y plantas. Jan Brueghel, especialista en el gnero de la naturaleza muerta y
principal creador de escenas de florero, tiene en la pintura una oportunidad de mostrar sus habilidades artsticas. Toda
suerte de plantas y flores olorosas est desarrollada en la pintura: rosas, lirios, malvarrosas, tulipanes, begonia, azucenas,
violetas, etc. El profundo naturalismo de la representacin, el detallado y virtuoso manifiesto de realidad floral es el ver-
dadero argumento de la pintura, incluido el sentido realista de los diversos floreros de cermica, propios de la artesana
flamenca. An as, hay ciertos elementos simblicos, como el gato de algalia enroscado cerca de la figura femenina, alusin
al mal olor, pero que queda enmascarado en el contexto de exhuberancia olfativa, de tal manera que ni siquiera un olfato
desarrollado como el del perro logra captarlo. No hay elementos que distraigan del disfrute del sentido olfativo que evoca
la profusin de plantas y flores. El delicioso jardn situado en un rincn del bosque y cerca de unas casas, es tambin unaalusin a la aficin de los flamencos por la jardinera, de la que la archiduquesa Isabel Clara Eugenia, gobernadora de los
Pases Bajos, no era ajena. En sus jardines se plantaban una gran variedad de plantas exticas, meridionales y autctonas
evocadoras de otros lugares. Entre ellos, claveles, jazmines y naranjos que recordaban a su Espaa natal.
El olfato1618leo sobre tabla. 64 x 109 cm
Museo Nacional del Prado, P1396
Jan Brueghel I
(Bruselas, 1568-Amberes, 1625)
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La alegora del Odo esta representada por una figura desnuda que toca un lad, acompaada de un amorcillo que sostie-
ne la partitura. Debido a su desnudez, en ocasiones se ha considerado que se trata de la figura de la diosa Venus. La rode-
an una innumerable relacin de objetos evocadores de la msica, que se convierte en la verdadera protagonista del cuadro.
Toda suerte de instrumentos musicales son descritos en un ejercicio de fidelidad representativa. A la izquierda de las figu-ras principales se aprecian aquellos de cuerda, como violines, violas, violonchelos o lades, que se sitan en torno a una
mesa rodeada de libros abiertos por partituras. Algunas de ellas son piezas reconocibles, como un madrigal de Pietro de
Philippi. A la derecha, bajo otra mesa con tapete rojo, adems de una lira, se aprecian otros instrumentos: cascabeles, cam-
panas, flautillas, cuernos y cornetas, recordando quiz a la caza, que se puede realizar en los frondosos parques del fondo,
ms all de la triple arcada. A travs de estos vanos se aprecia el palacio de Miremont, residencia de los gobernadores de
los Pases Bajos, con cuya proteccin est relacionada toda la serie, y cuyo escudo se aprecia en una de las partituras sobre
la mesa del primer trmino. Los relojes que pueblan toda la escena recuerdan la captacin del paso del tiempo a travs del
sentido del odo y el carcter efmero de la existencia. Los cuadros de las paredes son tambin alusiones a los diferentes con-
ceptos de msica y de la habilidad de escuchar. A la derecha, Orfeo con su lira amansa a las fieras, mientras que en elextremo opuesto se aprecia, en la tapa del clavicordio, el Anuncio a los Pastores, como ejemplo de msica celestial. Es decir,
la audicin de la Palabra de Dios, a la que tambin alude el trptico de la Anunciacin, a la izquierda de la arcada. Sobre
ella el Concierto de las Musas, sugiere el elemento potico de la msica. Al fondo, un concierto cortesano es el complemen-
to elegante al conjunto de la escena retrica del primer plano.
El odo1618leo sobre tabla. 65 x 107 cm
Museo Nacional del Prado, 1395
Jan Brueghel I
(Bruselas, 1568-Amberes, 1625)
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El sentido del Tacto se identifica en la serie con las sensaciones que se pueden captar a travs del cuerpo. As la figura ale-
grica y el cupidillo se besan afectuosamente, en una clara alusin a la corprea sensualidad carnal. Esta pintura es sin
duda la que alcanza una mayor complejidad simblica de las cinco que completan la serie. El fro y la dureza del metal de
las armas que se capta mediante este sentido estn representados en una exposicin de diversas armaduras y objetos deguerra. El tacto se identifica as con el dolor fsico, en algunos casos con un componente cristiano alusivo a la redencin por
el dolor, algo apreciable en el cuadro de la Flagelacin de Cristo. El pecado est tambin muy presente en esta manifesta-
cin de lo fsico, a travs del mono encadenado, que es un smbolo muy utilizado por otros artistas nrdicos como Alberto
Durero. Otros elementos como la tortuga son tambin tradicionales iconos que representaban al tacto, as como las aves,
posadas en la mano de sus amos. Al fondo los artesanos trabajando con sus manos, son iguales alusiones al tacto, a la capa-
cidad de tocar. Pero ser, como en otras obras de la misma serie, a travs de los cuadros colgados de la pared, donde el dis-
curso de Brueghel transciende la mera representacin de objetos metafricos y se carga de profundidad religiosa. La gue-
rra, protagonista del primer plano a travs de las armaduras, se convierte en una alusin al poder destructivo de Dios con-
tra el mal en La batalla de Senaquerib; la escena de San Lorenzo recuerda la trascendencia del dolor fsico a travs de lafe; un aspecto premiado en El Juicio Final. Finalmente el cuadro oval representa una visin mucho ms humana y munda-
na del aspecto fsico, a travs de la Operacin Quirrgica, segn una representacin tradicional en la pintura flamenca.
El tacto1618leo sobre tabla. 65 x 110 cm
Museo Nacional del Prado, P1398
Jan Brueghel I
(Bruselas, 1568-Amberes, 1625)
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La escena alude a las bacantes de Tebas, adoradoras del dios del vino, hijo de Jpiter y Semele. Un grupo de mujeres y nios
portadores de tributos compuestos de flores, frutas y vino, ofrecen sus dones a la estatua del dios Baco, tocado con una elabo-
rada guirnalda y con el tirso que le caracteriza en su mano izquierda. La manera de representar a los seguidores del dios, ata-
viados con pieles de animales y decorados con ramas de hiedra y hojas de parra, recuerda las descripciones de Ovidio en sus
Metamorfosis, verdadera fuente intelectual de la pintura. La msica, elemento paralelo a las festividades bquicas, est tam-
bin presente a travs de las flautas y tambores con que acompaan las bacantes sus danzas rituales. A la izquierda se obser-
va un nio montado en una cabra y una mujer que porta una becada, quiz destinados al sacrificio. El artista est siguiendo
aqu muy de cerca otras representaciones de bacanales muy conocidas como las realizadas por Tiziano para Alfonso dEste,
que se encontraban en Roma antes de viajar a Madrid. Su inspiracin, aunque no copia ningn elemento concreto, se delata
en el ondulante movimiento de las figuras, el elegante juego de los paos al aire y la importancia concedida a los objetos y
detalles de bodegn. Algunos de los elementos que portan los oferentes se recortan en el azul del cielo logrando un efecto de
gran intensidad cromtica. Tambin hay una llamativa relacin con el fresco del Triunfo de Baco y Ariadna que Annibale
Carracci haba realizado en el Palacio Farnesio de Roma, especialmente en la disposicin en friso de las figuras, que produce
una composicin eminentemente clsica. La pintura fue un trabajo de Stanzione para la decoracin del Palacio del Buen Retiro
de Madrid, todos relacionados con cultos paganos de la Antigedad, en la que trabajaron varios artistas activos en Roma. El
encargo fue realizado en nombre de Felipe IV por el conde de Monterrey, embajador espaol y un gran conocedor del pano-
rama cultural italiano que no dud en utilizar la rivalidad entre Stanzione y Ribera, encargndoles a ambos pinturas de tema
bquico para incentivar sus esfuerzos artsticos. El resultado fue tan bueno que, una vez en Espaa, la pintura pas rpida-
mente a ser trasladada a la residencia habitual del rey en el Alczar de Madrid.
S
egn los bigrafos antiguos de este pintor napolitano, Stanzione estudio literatura y msica, antes de decan-
tarse por la pintura como actividad profesional. Esto le proporcion un bagaje cultural del que hara gala en
aos sucesivos. Pictricamente creci en la ciudad partenopea dentro de un ambiente artstico marcado porla presencia de Caravaggio y Jusepe Ribera y, por tanto, bajo esta influencia realiz sus primeras obras dentro de un
marcado naturalismo, llegando a ser el gran rival del pintor espaol. Stanzione viaj desde muy pronto y con gran
frecuencia a Roma, donde estn documentados algunos trabajos suyos para la iglesia de Santa Mara della Scala en
los aos veinte. All estudi la pintura clasicista de Guido Reni y Domenichino, a cuya esttica se liga un gran nme-
ro de sus producciones de ese momento. Debido a sus habilidades fue rpidamente ennoblecido, alcanzando los
ttulos de Caballero de san Jorge, Caballero de la Espuela de Oro y Caballero de la Orden de Cristo otorgados por
el papa Urbano VIII. A partir de entonces firmar sus obras como Eques Maximus, siendo conocido como el
Caballero Mximo. Pese a la fuerte impronta de Caravaggio en sus obras y la relacin con otros caravaggistas acti-
vos en Roma como Simon Vouet, sus pinturas no mantienen los mismos efectos dramticos de luz de estos artistas,y aunque pesa en su produccin un evidente naturalismo, sus figuras mantienen un mayor grado de idealizacin,muy
relacionado con la pintura boloesa y el estudio de la obra de los Carracci. Los aos centrales de su vida los emple
en realzar grandes encargos para iglesias en Npoles y Roma, tanto cuadros de altar como frescos, incluidos los
importantes trabajos para la Cartuja de San Mar tino. A partir de los aos cuarenta, la presencia en Npoles de
Domenichino y sus trabajos como fresquista enriquecern la obra de Stanzione. Del mismo modo Artemisa
Gentileschi ser un influjo muy grande para sus cuadros de caballete. Estas influencias serenan sus obras. Su pintura
gira a un mayor grado de lirismo y retrica, a un cromatismo ms sutil y lneas ms armoniosas. Su pintura se volve-
r mucho ms equilibrada, sin grandes contrastes de luces ni composiciones extremas. Stanzione, por su posicin
intermedia entre un naturalismo exacerbado y el clasicismo ms puro, se haba convertido en uno de los artistas
ms apreciados y sugerentes, llegando a ser conocido como el Guido Reni napolitano. Su fama llegara a Espaa,
siendo uno de los artistas encargados de realizar diversos trabajos para el nuevo Palacio del Buen Retiro en Madrid.
Maximo Stanzione
(Orta di Atella, 1585 Npoles, 1656)
Sacrificio a Baco1634-1635leo sobre lienzo. 237 x 358 cm
Museo Nacional del Prado, P259
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B l
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El tema de la Bacanal, que a comienzos del siglo XVIII se haba convertido en un lugar comn en la literatura y el arte occi-
dental, es representado por Houasse de manera singular, evidenciando su manera de entender la naturaleza, pero sin dejar de
tener presente los referentes renacentistas y barrocos. La recreacin del pasado clsico que aborda el artista est impregnada
de un gusto casi arqueolgico por este argumento mitolgico. Los distintos personajes estn vestidos con tnicas o semidesnu-
dos, bailan, tocan instrumentos o conversan entre el frondoso y salvaje escenario natural. La diferencia con otras escenas del
mismo tema es la inclusin de construcciones clsicas, como el edificio oval del fondo. Aunque es evidente el conocimiento de
las bacanales de Tiziano y Poussin, que el propio artista haba podido estudiar en la corte madrilea, Houasse interpreta la
escena con un acento propio, mucho ms elegante y refinado que sus colegas anteriores, mucho ms cercano a los intereses del
decorativismo rococ. De esta manera las figuras estn agrupadas por parejas, individualizadas en distintas actividades, sin
un sentido comn, pero con un ritmo de gran valor ornamental. A la izquierda, casi en penumbra, un stiro y una mnade
galantean, en un exquisito juego de claroscuro. En el centro, otra pareja baila, en una postura muy cercana a los danzantes
de la Bacanal de Tiziano. Mientras, en el centro, un fauno ebrio cado en el suelo es ayudado por una hermosa joven. Junto a
la mesa, otra figura sirve vino a un stiro apoyado sobre el muro, como alusin al principal de los elementos de una fiesta dio-
nisiaca, aludido tambin por la profusin de racimos de uvas sobre el suelo. Es sta una pareja alejada del clasicismo impe-
rante en la escena y ms cercana a la expresin de lo popular que prima en la produccin ms conocida de Houasse. En el
extremo de la derecha un amorcillo recoge el fruto de la uva que brota de un odre. Se desconocen las motivaciones del artista
para realizar una pintura tan distinta al resto de su obra, en la que aun el espritu clsico y tradicional con una visin extra-
ordinariamente moderna de la creacin pictrica, propia de su mentalidad artstica.
H
ijo de un seguidor de Charles Le-Brum, Houasse estudi pintura desde muy pronto, formndose en un
ambiente profundamente clasicista. En 1699 realiz un viaje formativo de cinco aos por Italia junto a su
padre, el tambin pintor Ren-Antoinne Houasse. En 1706 ingres en la Academia Real de Pintura y Escultura
de Pars, llegando a ser nombrado poco despus pintor ordinario del rey Luis XIV. Sus contactos con personajes rele-vantes de la poltica francesa, como el marqus de Aubigny, secretario de la camarera mayor de la reina espaola Mara
Luisa Gabriela de Saboya,le permitieron ser conocido en la cor te de Espaa. Felipe V cont con sus pinceles en los pri-
meros aos de su reinado, momento en que realiz algunos retratos de la familia real. Sin embargo su combinacin de
elementos de la tradicin pictrica espaola y la ornamentacin del retrato cortesano francs no fue del agrado del
rey.Houasse debi buscar entonces otros caminos estticos, que eclosionaran en la realizacin de vistas y paisajes com-
binados con escenas de gnero, motivos que le proporcionaron una gran fama. El estudio de las costumbres sociales,
tanto populares como cortesanas, se combinar con la influencia del realismo de la pintura flamenca y holandesa, eclo-
sionando en la produccin de atractivas obras de pequeo formato, que fueron muy apreciadas por el mundo corte-
sano del Barroco tardo.La representacin de celebraciones aristocrticas, de asuntos galantes, pero tambin de delica-dos motivos infantiles, ser una constante de su creacin,anticipando un inters por lo cotidiano que tendr gran xito
en Espaa a mediados del siglo XVIII. El ambiente clasicista en que se haba formado le dot de una gran seguridad en
la ejecucin de las figuras, como puede comprobarse en escenas como La Ofrenda a Baco y La Bacanal del Museo del
Prado, evidente herencia de la pintura de Poussin. Sin embargo,Houasse logr unificar el clasicismo y lirismo propio de
la pintura romana de mediados de siglo con la elegancia y la expresividad rococ de artistas como Antoine Watteau y
Jean-Franois de Troy, que se convirtieron en seguras referencias para sus obras. Una importante parte de su produc-
cin en Espaa se centr en la realizacin de cartones para tapices,representando vistas de sitios reales;entre ellas des-
taca la Vista del monasterio del Escorial (Museo Nacional del Prado, Madrid). Por su utilizacin del color, el detallismo
y la luminosidad de su pincelada y su capacidad de observacin de la naturaleza, se convirti en un referente esttico
fundamental para la segunda mitad del siglo XVIII.
Michel-Ange Houasse
(Pars, 1680-Arpajon, 1730)
Bacanal1719leo sobre lienzo, 125 x 180 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P 2267
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Ofrenda a Baco
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Compaera de la Bacanal, esta Ofrenda a Baco completa el ciclo dionisiaco en la produccin de Houasse, un tema absolu-
tamente excepcional en su obra. El dios del vino es homenajeado por sus adeptos, en una escena que parece la consecuencia
de la anterior. En ella un sacerdote ofrece un sacrificio sobre un ara dedicado a Baco, que se muestra representado en una
estatua coronada de pmpanos que se yergue sobre un pedestal. Es por tanto una escena propia del mundo de la Antigedad,pues son los seguidores romanos de la deidad los protagonistas de la escena. No es, como en otros casos, una representacin
mitolgica alusiva a la vida de los dioses: Baco no es el protagonista, sino su imagen adorada por los hombres. Houasse plan-
tea el argumento bquico desde un espritu arqueolgico y no literario. Alrededor de la estatua el resto de personajes adora
la figura del dios, le ofrece sus dones o disfruta del premio de los dones recibidos, como el stiro que bebe a la izquierda. Un
grupo de bacantes, ebrios despus de la celebracin, yace en primer plano. Ambas figuras, por su posicin en el caso de l y
la representacin de un cuerpo desnudo baado por la luz, son recuerdos evidentes de la figura femenina desnuda de la
Bacanal de Tiziano, que Houasse tiene muy presente cuando realiza este cuadro. Algo similar es lo que se deduce de la pre-
sencia del pequeo amorcillo ebrio en el centro de la composicin que vomita colmado por el licor. Como en la pintura ante-
rior, son las figuras individualizadas, los detalles y no el conjunto, lo ms destacable. En muchos de los protagonistas de laescena hay un cierto aire holands muy propio de la pintura de Houasse, que se une a influencias puntuales de la tradicin
del pintor flamenco Rubens, especialmente en la recreacin del pasado clsico de manera tan elegante. La exquisitez con la
que afronta las figuras y la belleza de los desnudos, junto con la riqueza del colorido, se confunden en la obra hasta confor-
mar una escena de evidente encanto esttico pese al origen escabroso del argumento pagano.
Ofrenda a Baco1720leo sobre lienzo, 125 x 180 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P 2268
Michel-Ange Houasse
(Pars, 1680-Arpajon, 1730)
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La Bacanal planteada por Poussin tiene como motivo principal un carro tirado por dos leones como elemento representa- Bacanal
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La Bacanal planteada por Poussin, tiene como motivo principal un carro tirado por dos leones como elemento representa
tivo de Baco, al que en otras ocasiones se representa con una piel de len o tigre. Sobre el carruaje avanza el dios, que invi-
ta a subir a Ariadna. sta haba sido anteriormente esposa de Teseo y fue recogida por Baco despus de su abandono en la
isla de Naxos. La escena del artista francs ana por lo tanto dos narraciones mitolgicas. De un lado, la unin divina
entre Baco-Dionisio y Ariadna, es decir la unin entre las dimensiones mentales y corporales del ser humano, y de otro, la
propia celebracin bquica. En torno al carro triunfal abundan las figuras de bacantes danzando, mnades, stiros, amor-
cillos y toda suerte de personajes relacionados con la cultura salvaje y el triunfo de la sensualidad que representa el dios
del vino. Todo el cortejo va precedido de un stiro cabalgando en un asno, alusin al fauno Pan, deidad relacionada con los
bosques y la naturaleza y habitual compaera de Baco. Un smbolo de la relacin salvaje del hombre con la naturaleza
provocada por el culto a Baco tambin se evidencia en algunas de las mnades que montan sobre una cabra. La pintura de
Poussin, cuya autora ha sido cuestionada en muchas ocasiones, tiene un indudable recuerdo de las escenas con el mismo
tema realizadas por Tiziano. Como en las bacanales del pintor italiano, el ritmo y la msica son los elementos que van
dando forma a la composicin, en este caso con un marcado sentido direccional hacia la derecha, como si de un Triunfo
Romano o cortejo pblico se tratara. Los elementos que en otros casos son ofrecidos al dios por los adoradores, como las
nforas y ricos platos, quedan aqu representados en un primersimo plano, en una suerte de individualizacin del tema
del bodegn. La profusa iluminacin dorada que baa la escena, propia del Poussin ms romano, evidencia el gusto por laluz como elemento constructor de la composicin.
El pintor francs Nicolas Poussin, desarroll su vida artstica en Roma.Apenas se dispone de datos sobre sus
primeros aos, y se supone que tuvo una formacin con maestros franceses en su ciudad natal y una pri-
mera actividad en Pars junto a artistas como Georges Lallemant y Louis Ferdinand Elle. Los primeros datos
de su presencia en Roma se remontan a 1624, donde su incipiente amistad con el poeta Marino Marini le permiti
entrar en los crculos culturales de la ciudad y conocer sus futuros protectores. Entre ellos destacara el cardenalFrancesco Barberini, para quien en 1627 realizara una de sus primeras obras maestras: La muerte de Germnico.
Casiano dal Pozzo, el poderoso secretario papal, sera otro de sus primeros mecenas, a travs del cual su notorie-
dad se extendi rpidamente. Son los aos de produccin de sus pinturas ms poticas y evocadoras, abordando
composiciones de gran elaboracin. Entre ellas El triunfo de David (Museo Nacional del Prado, Madrid), donde el
dominio del espacio y la ejecucin precisa son el mejor ejemplo de su saber pictrico. Debido al profundo lirismo
de sus pinturas, su fama trascendi las fronteras italianas, recibiendo encargos para Francia y Espaa. Desde Roma
trabaj en la decoracin del Palacio del Buen Retiro de Madrid, para donde realiz e l Paisaje con san Jernimo
(Museo Nacional del Prado, Madrid). Y en 1638 fue reclamada su presencia en la corte del rey francs Luis XIII,
donde, tras ciertas dudas, se instal en 1640. El enfrentamiento artstico con Simn Vouet, junto con los anacrnicos
encargos recibidos, casi todos pintura de altar que no satisfacan su creatividad artstica, sern las razones para su
regreso a Roma. En la etapa madura de su obra, sus pinturas muestran una gran profundidad temtica, siendo ela-
boradas desde el profundo equilibrio formal y un gran inters en la emulacin precisa de la naturaleza.As se entien-
de la importancia concedida al paisaje para la ambientacin de sus pinturas, como Las Cuatro Estaciones (Muse du
Louvre, Pars). Aquejado de una grave enfermedad, probablemente sfilis, muri en Roma en 1665. Su nico hijo,
Gaspar Dughet, formado con l, fue tambin uno de los artistas que marcaron el clasicismo pictrico imperante en
la Roma de mediados del XVII, a la par que sus obras siguieron fascinando durante aos a coleccionistas posterio-
res, entre ellos la reina espaola Isabel Farnesio.
Nicolas Poussin
(Les Andelys, Normanda, 1594-Roma, 1665)
Bacanal1626leo sobre lienzo, 122 x 169 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P2312
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Sobre una mesa, que se extiende en perspectiva hacia la mitad de la representacin, se disponen de una manera equilibra- Bodegn
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da diversos objetos. En primer plano un plato con ostras y un pan recin hecho. Detrs se muestran cinco vasos de cristal,
uno de ellos boca abajo, y al fondo hacia la izquierda, dos cajas cerradas con dulces sobre la que se dispone un cuenco con
frutos secos. La idea de disponer los elementos en un equilibrado esquema de verticales y horizontales es una solucin par-
ticular de la manera de concebir el bodegn de los artistas flamencos de principios del siglo XVII. Sin embargo hay un
balanceo de los objetos hacia la izquierda del cuadro no existente en origen. Se debe a que la tabla fue cortada en esta parte,
lo que explica esa cierta desproporcin y, el hecho de que se conozca el fragmento retirado (en Palacio Real de Madrid),
permite conocer la simetra y disposicin volumtrica ms equilibrada del conjunto en su origen. El bodegn rene elemen-
tos de la vida cotidiana en los Pases Bajos, no exento de cierto simbolismo. Las ostras, elementos de distincin burguesa,
aluden a la calidad de los productos del mar, mientras que el pan recin hecho y an caliente al que una mosca se ha acer-
cado, recuerda la fertilidad de los campos. Al fondo, la industria cristalera es mencionada mediante la decorativa super-
posicin de cristales, que permiten, en funcin del diferente relleno de los vinos y licores, jugar con efectos cromticos y
lumnicos muy atractivos. Cada pliegue convexo del vidrio refleja el foco de luz que procede de la izquierda del espectador,
y a la vez en alguna de las copas se observa el reflejo de los ventanales propios de la arquitectura nrdica, indicando que
la obra fue pintada en el interior del taller del artista. Este detalle enlaza la obra de Beert con la tradicin de la pintura
de los Pases Bajos, que juega a menudo con este tipo de reflejos. La pintura, firmada de su propia mano, evidencia la habi-lidad de este artista para la representacin tctil de cualquier objeto y superficie, la precisin con que son mostrados todos
los elementos es la mejor muestra de su calidad pictrica. Ambas partes de la pintura original pertenecieron a la reina
Isabel Farnesio, gran admiradora de la pintura de bodegn flamenca.
N
atural de Flandes, Beert se especializ en la pintura de bodegn y naturalezas muertas, llegando a alcanzar
gran notoriedad en este gnero. Sin embargo se tienen pocos datos biogrficos suyos concretos. Tras un
periodo de formacin en Amberes, obtuvo el grado de maestro en 1602, necesario para ingresar en elGremio de pintores de San Lucas y poder mantener una actividad artstica propia. Poseedor de una elevada forma-
cin intelectual, su produccin se enmarca en la realizacin de elegantes floreros y ramos sobre jarrones, ms cer-
canos a la obra de artistas como Adriaen Bosschaert y Roland Savery que a la de su contemporneo Jan Brueghel,
creador de una naturaleza muerta mucho ms potica y naturalista, distinta a la concepcin humanizada del gnero
que domina la produccin de Beert. En su estilo predomina el dibujo y la linealidad sobre el colorido. Su evolucin
en la produccin de floreros va desde la estricta asimetra de los primeros cuadros a composiciones ms abiertas y
dinmicas en los ltimos. En cuanto a sus bodegones, llamados de desayuno, son pequeas composiciones de
mesas con vajilla, cristal y elementos de naturaleza muerta y mantienen el mismo efecto plano de su pintura de flo-
res. El punto de vista elevado, habitualmente utilizado, produce una visin de la mesa desde arriba lo que permite
una mayor incorporacin de elementos,aunque tratados con una perspectiva un tanto forzada,que redunda en cier-
ta carencia naturalista. La poderosa individualidad con que se tratan los objetos dispuestos sobre la mesa, provoca
en ocasiones una falta de integracin del conjunto, componindose los cuadros a base de la acumulacin de ele-
mentos sin ninguna estructura formal clara. Sin embargo, la calidad de sus trabajos lleg a permitirle ser el autor de
los elementos cotidianos de algunas de las pinturas alegricas y mitolgicas realizadas por Rubens. El hecho de que
firmase sus obras en contadas ocasiones y apenas aportase la fecha de creacin, hace que muchas de sus pinturas
sean consideradas obras de sus discpulos o al menos en colaboracin con l. Su manera de trabajar influy nota-
blemente en algunos artistas posteriores, siendo su hijo Osias Beert II, su principal seguidor.
Osias Beert
(Amberes, h. 1580-Amberes, d. 1624)
g1615-1620leo sobre tabla, 43 x 54 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P1606
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En una mesa de cocina o aparador, se muestran una serie de objetos en una composicin sencilla y equilibrada. A la izquier- Bodegn1611
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da, un bouquet de flores se dispone en un florero de cermica de color blanquecino, un modelo muy utilizado en otras obras
de esta artista. A su lado un cuenco con multitud de frutos secos: higos, pasas, almendras. La intensidad de su color per-
mite al artista captar la fuerte luz tenebrista de la bodega procedente de la izquierda. Delante, una copa de metal dorado,
coronada con una pequea estatuilla, en cuyo reflejo se aprecia el exterior de la obra. Este recurso lo utiliza la pintora para
reflejar su imagen segn un circunloquio pictrico utilizado para firmar la obra. A la derecha un cuenco metlico alberga
diferentes dulces y rosquillas, cuyo reflejo queda mostrado en la pulida superficie del plato, en uno de las mayores mues-
tras de virtuosismo realista, tambin muy frecuente en esta pintora. En la parte de atrs de la mesa se dispone una jarra
metlica, que le permite a Clara Peeters manifestar su habilidad para la captacin de la refraccin de la luz en las super-
ficies plateadas. Este recipiente contiene el licor que se exhibe en la estilizada copa de cristal del fondo. Por la superficie de
la mesa destaca la presencia de algunas flores, casualmente dispuestas como alusin a la belleza cada. Destaca tambin
la rosquilla blanca fuera del plato, exquisito detalle utilizado por la autora para mostrar su habilidad para representar el
color en las transiciones de luz a sombra. En ocasiones este tipo de pequeos refrigerios o muestras de la gastronoma fla-
mencas se han interpretado desde un punto de vista simblico, cuya disposicin transmite la misma intencionalidad mora-
lizante que cierta literatura de la poca. As, el vino y las flores evocaran la vanidad de la vida y el carcter transitorio y
efmero de la existencia humana. Esta obra, firmada y fechada en 1619, fue una de las atesoradas por la reina IsabelFarnesio, documentndose en el Palacio de la Granja de San Ildefonso en 1745.
Los datos biogrficos sobre esta singular pintora flamenca son escassimos, aunque se sabe que acept el bau-
tismo el 15 de mayo de 1594 en Amberes. La primera pintura suya de la que se tiene noticia se fecha en
1608 y no se poseen nuevos datos suyos certeros hasta 1612 cuando est documentada en msterdam.
Aparentemente pas los primeros aos de su vida pictrica en los Pases Bajos del Norte, dado que en 1617 vuel-
ve a aparecer en La Haya. Clara Peeters ser conocida exclusivamente por la sutileza de sus bodegones, abordadossegn la tradicin en la representacin de este gnero en el norte de Europa de la primera mitad del siglo.Aunque
no se tiene constancia de una formacin especfica con ningn maestro, sus primeras pinturas guardan una estrecha
relacin con la obra de Osias Beert, que ejerca por los aos de su juventud una fuerte influencia en la produccin
de pintura de bodegn. Hacia su madurez sus obras se acercaron mucho ms al tipo de pintura muy de moda en
la decoracin de los interiores burgueses, denominado ontbijten, literalmente pequeos desayunos. Clara Peeters
destac especialmente por su capacidad para la representacin de objetos preciosos, especialmente de metal o de
cermica, acompaados de alimentos o pequeos floreros. La disposicin de los objetos sobre sus mesas ser siem-
pre pausada y nada estridente, sin yuxtaposicin de piezas. Su preciosista habilidad como pintora de la realidad le
llev a incluir en los reflejos de las copas o vasos metlicos el exterior de las pinturas. Especial inters mantiene este
recurso en las ocasiones en las que la artista se autorrepresenta en el reflejo de una de las copas con una paleta de
pintora, manifestando su singular condicin artstica. Pese a lo escaso de su produccin sus obras fueron muy esti-
madas tanto en su poca como posteriormente, no slo en los Pases Bajos,sino internacionalmente. En Espaa gran-
des coleccionistas de pintura como el marqus de Legans poseyeron ejemplos de sus elegantes mesas.Aunque ser
en el siglo XVIII cuando se extienda el inters por su obra gracias a las obras atesoradas por la reina Isabel Farnesio.
Clara Peeters
(Amberes, h. 1594-d. 1659)
1611leo sobre lienzo, 52 x 73 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P1620
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Mesa1610/1615
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Una suerte de objetos de distinto material compone este magnfico ejemplo de la produccin de Clara Peeters. Sobre una
mesa ataviada con un elegante mantel, propio de las manufacturas flamencas, se desarrolla todo un festn de texturas, obje-
tos y productos de diversa ndole. Cristal, porcelana, metal y loza, sirven de recipientes a diversas viandas. A la derecha
destaca la presencia de un plato de porcelana con aceitunas, detrs del que se disponen dos codornices cocinadas, dispues-tas en un plato metlico que permite a la artista incorporar el reflejo de las aves. En el centro, como motivo principal, otro
plato metlico en el que se utiliza la misma suerte de recurso, contiene un pastel de carne, un producto propio de la gas-
tronoma de los Pases Bajos. En primersimo plano destaca un bollo de pan, tambin reflejado sobre su correspondiente
cuenco. A la izquierda, con su fuerte color, la naranja destaca cromticamente entre el conjunto de piezas, mientras que a
su lado un recipiente metlico contiene la sal necesaria para aliar los alimentos. La elegante jarra de Siegburg que domi-
na el fondo es un contrapunto cromtico y lumnico al fondo negro sobre el que se recortan los objetos. Entre ellos, en un
elegante juego de contrastes de luz, el frutero metlico y el vaso de cristal relleno de fresco vino. Este ltimo elemento, pro-
tagonista intelectual de la obra, permite a Clara Peeters incorporar el reflejo del entorno en que se disponen los objetos,
segn una conocida tradicin de la pintura flamenca. Esta pintura es el mejor ejemplo del tipo de bodegn promovido por
la pintora flamenca, reflejo de la delicadeza de su produccin, de su capacidad para captar la realidad de los objetos, para
revelar su esencia fsica y de trabajar distintas superficies. Entre ellas destaca la viscosidad aceitosa de las aceitunas que
refleja la luz y que contrasta con la frialdad del estao de los platos y el aspecto crujiente del pan y la torta. Un compen-
dio de habilidad pictrica firmado orgullosamente por la pintora en el mango del cuchillo de primer plano.
1610/1615leo sobre tabla, 55 x 73 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P1622
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Esta pintura es un ejemplo de la ambigedad de las representaciones del mundo pictrico del Barroco. A primera vista repre-
senta la imagen del dios romano Baco, un ser gordo y deforme de movilidad reducida, segn la tradicin ms expresiva de esta
Baco o la monstruadesnuda
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senta la imagen del dios romano Baco, un ser gordo y deforme de movilidad reducida, segn la tradicin ms expresiva de esta
deidad, tocado con la habitual corona de pmpanos de vid y acompaado de un racimo de uvas. Sin embargo, en este caso el
artista est utilizando el recurso de la imagen mitolgica para representar una persona concreta de la corte de Carlos II. Se
trata de Eugenia Martnez Vallejo cuya obesidad mrbida fue objeto de atencin por parte de la sociedad del momento hasta
el punto de ser llamada a la corte por su aspecto extraordinario. Esta nia alcanz gran notoriedad, siendo protagonista de
relaciones literarias que describan los excesos de su condicin fsica. La monstrua, como era vulgarmente conocida, entra-
ba dentro de la fascinacin por seres deformes y anormales propia del mundo del Barroco. Se trataba de uno ms de los fen-
menos de la naturaleza, que como enanos, mujeres barbudas, retrasados mentales y otros seres, era objeto de atencin cultu-
ral, por parte de escritores y pintores del naturalismo. Un tipo de seres presentes en todas las cortes europeas, que en el caso
de Espaa fueron retratados por Velzquez con gran dignidad como miembros relevantes de la corte espaola. En esta tradi-
cin del retrato velazqueo encaja la imagen de esta joven realizada por el pintor asturiano. El personaje permanece centra-
do en la composicin, en un fondo absolutamente neutro e indefinido que no permite distracciones en la contemplacin de su
personalidad, en este caso de la deformidad de la joven Eugenia. El hecho de simular una representacin mitolgica, como si
del deforme dios del vino se tratase, era la frmula intelectual que haca aceptable la representacin del desnudo femenino. La
verosimilitud del equvoco confiere cierto ennoblecimiento a la figura, suavizando la irregularidad de su cuerpo infantil. Laimagen era pareja de otra que Carreo abord con la misma protagonista, pero vestida con un elegante traje de gala rojo.
Ambos retratos eran dos extremos del mismo inters por lo extraordinario. Por su representacin de la deformidad en dos
situaciones distintas, insinuada mediante el vestido y expuesta en su desnudez, las dos pinturas de Carreo se han puesto en
paralelo con las Majas de Goya, contrapuesto de la belleza fsica, igualmente mostrada en sus dos posibilidades: sugerida y
explcita.
Pintor de origen asturiano, que a pesar de su naturaleza noble e hidalga, mantena fuertes contactos familiarescon el mundo ar tstico; algo poco frecuente en la estricta y jerrquica sociedad barroca espaola.Trasladado
muy pronto a Madrid, su formacin con maestros tradicionales como Bar tolom Romn y Pedro de las Cuevas,
le proporcion un conocimiento de los rudimentos necesar ios al oficio de pintor. Alcanz rpidamente una posicin
de cierta notoriedad, debido a la importancia de la clientela con la que mantuvo contactos, por ejemplo relevantes
familias nobiliarias, pero tambin la Iglesia, caso de la catedral de Toledo, para donde realiz varias obras juveniles. Su
pintura es el mejor ejemplo de la asociacin de diversas corrientes y ar tistas que eclosion en pleno Barroco madrile-
o. La pintura veneciana, la influencia de la exhuberancia del pintor flamenco Rubens, la elegancia de los retratos del
tambin flamenco Antn van Dyck y la leccin compositiva de la pintura velazquea, tienen en Carreo un perfecto
punto de unin. Su estilo es la suma de slidas estructuras compositivas, con un potente gusto por la aplicacin del
color, que enlaza con la tradicin de la pintura espaola. Su produccin es muy amplia, trabajando tanto la pintura de
caballete como el fresco, a la vez que denota un exquisito dominio del dibujo. Los gneros que abarc van desde la
representacin de pinturas de devocin, como el San Sebastin del Museo del Prado, hasta magnficos retratos corte-
sanos. En este ltimo gnero destacara especialmente tras 1669 cuando fue nombrado pintor del rey, siendo el mejor
representante del retrato ulico en la cor te de Carlos II, a la vez que abordaba imgenes de otros relevantes miem-
bros de la corte madrilea. Sus trabajos para este rey espaol dieron lugar al establecimiento de la imagen oficial del
ltimo monarca Habsburgo y de su madre la reina gobernadora Mar iana de Austria.Tambin sus trabajos para par ti-
culares tienen ejemplos brillantes, como el retrato del duque de Pastrana o el del embajador ruso Potemkin, todos en
el Museo del Prado. La creacin de un estilo muy personal, pero aprovechando la leccin de artistas anteriores, junto
a la utilizacin de un dibujo preciso y una extraordinaria capacidad para la utilizacin del color, hicieron de Carreo unode los principales artistas espaoles de la segunda mitad del siglo XVII.
Juan Carreode Miranda(Avils, 1614-Madrid, 1685)
desnuda1680leo sobre lienzo, 165 x 108 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P2800
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En una abertura de la pared, a modo de hueco o alacena, se pueden observar diversos alimentos y objetos de agradable
estimulo para los sentidos. Sobre el dintel, en una copa metlica, se aprecian unas flores. A su lado un cardo de fuerte color
Bodegn con cardo,francoln, uvas y lirios1628
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blanquecino resalta entre el resto de los elementos, tanto por su cromatismo como por su tamao y protagonismo en la com-
posicin general. Colgados de la parte superior del fingido vano se ve un francoln, especie gallincea de gran sabor y apre-
cio en la cocina tradicional espaola, y dos racimos de uvas. La pintura est firmada y fechada en 1628. La disposicin de
los elementos, en una combinacin de objetos colgados y otros sobre el alfeizar, es un ejemplo de la continuidad de la est-
tica ideada por los bodegones de Juan Snchez Cotn. El cardo que se curva en el ngulo derecho, est repitiendo el mismoelemento del bodegn de este ltimo artista en el Museo del Prado, siendo posible que Ramrez lo conociera y copiase, o
que incluso elaborase esta obra a partir de un dibujo o boceto comn. De hecho, la misma verdura y el ave fueron repeti-
dos en otras obras presuntamente realizadas tambin por Ramrez. Llama la atencin la inclusin de la rica copa metli-
ca con las flores, como grado de modernidad respecto a la pintura de Cotn. El contenido intelectual de la representacin,
siempre discutido por los especialistas, gira en torno a la manifestacin evidente de la naturaleza, con cierto contenido de
vnitas, siendo objetos de carcter perecedero, de pronta descomposicin. En este sentido se consideran una alusin a la
fugacidad de la vida y la banalidad de la belleza inmediata. Ramrez incorpora distintas manifestaciones de la naturaleza
relacionadas con los alimentos: carne, fruta y verdura, a las que se une la flor, que potencia la sensualidad de esta repre-
sentacin de la naturaleza. Logra de este modo una pintura ms directa y menos metafrica que los solemnes bodegonesde Cotn. La obra est dotada de un fuerte y atractivo carcter esttico, que ya ponderara Cen Bermdez en sus textos
artsticos a finales del siglo XVIII. Fue adquirida por el Museo del Prado en 1940.
La carencia de datos biogrficos de Felipe Ramrez es sintomtica de la situacin de los artistas espaoles de
la primera mitad del XVII, cuando el ejercicio de la pintura era un ejercicio artesanal, muy alejado de la men-
talidad del ar tista genial que poseemos en la actualidad. Los pocos testimonios documentales que de l se
tienen se reducen a su firma en dos dibujos y en el bodegn que se incluye aqu.Aunque hay historiadores que espe-
cularon con su origen sevillano,por la presencia de algunos artistas de este apellido en la Sevilla del XVII, actualmen-
te se supone de origen toledano, dado que lo nico que se conoce de su vida es el nombramiento el 3 de julio de
1632 como pintor de la archidicesis de Toledo. Artista muy capaz para el gnero de la naturaleza muer ta, tambin
abord con buen acierto pintura de devocin. En cuanto a los bodegones, el artista seguir la esttica profundamen-
te naturalista de Snchez Cotn, quien muy probablemente sera su primer maestro, aunque no hay datos de una
relacin personal. Su concepcin de la pintura es adems castellana y no andaluza apreciable en la austeridad de la
tradicin esttica escurialense imperante en el Toledo de esos aos, que se manifiesta en los pocos cuadros conoci-
dos de su mano. En ocasiones su pincelada es ms esquematizada, de toques paralelos, y ms artificial que las anr-
quicas y frescas pinceladas de Cotn, mientras que sus sombras son ms duras y opacas. Apenas se conocen pintu-
ras salidas con seguridad del pincel de Ramrez, salvo el bodegn del Museo del Prado y un Cristo, varn de dolo-res, firmado en 1631 que se encuentra en la catedral de Toledo. Se conocen otras pinturas cuya autora a Ramrez
an discute la crtica artstica. Sus bodegones mantienen la misma expresividad de los cuadros toledanos de este
gnero, siendo un ejemplo ms de la importancia concedida en el siglo XVII a este tipo de representaciones con
evidente afn de emulacin de la naturaleza.
Felipe Ramrez
(Documentado entre 1628 y 1632)
1628leo sobre lienzo, 71 x 91 cm
Museo Nacional del Prado, Madrid
P2802
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