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UNA TUMBA EN UTRERA 1996-65A Fusilamiento del legionario Francisco Ruiz Fernández ("Cuqui") en Sidi-Ifni (5 de febrero de 1965) CARTOBACHE II

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UNA TUMBAEN UTRERA

1996

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Fusilamiento del legionarioFrancisco Ruiz Fernández ("Cuqui")en Sidi-Ifni (5 de febrero de 1965)

CARTOBACHE II

Depósito Legal: C 2609-2007

Maquetación, portada e impresión:DISEGRAF IMPRESORES

Polígono Pocomaco, Parcela I-1, nave 6 - 15190 A CORUÑA (España)

REGISTRO GENERAL DE LA PROPIEDAD INTELECTUALNÚMERO DE ASIENTO REGISTRAL 03 / 2007 / 1417

GeneralMillán Astray,

fundadorde la Legión

Reproducción del Diploma de Caballero Legionario perteneciente al autor

Fotografía de la tumba de "Cuqui", en la localidadsevillana de Utrera.

Curiosamente, la fecha de su inhumación está datadajustamente un año antes de su fusilamiento

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LOS INTENTOS FALLIDOS DE JUSTIFICAR EL EXPE-DIENTE PROFESIONAL-LABORAL AL AMPARO DE LA VI-GENCIA DE LA LEY 29/1.998, DE 13 DE JULIO, PERO CONDESAMPARO OFICIAL DE LAS INSTITUCIONES JURISDIC-CIONALES CON CONCULCACIÓN DE LA VIGENTE LEGISLA-CIÓN POR ELLAS Y LA TRANSGRESORA DIRECCIÓN GENE-RAL DE LA GUARDIA CIVIL Y LEGIÓN POR UN FUNCIONA-RIO DE LA MISMA, QUE LO ÚNICO QUE POR PROBADOSDOCUMENTOS PRETENDIÓ FUE EN FAVOR DE LA TRANSPA-RENTE HISTORIA, LA EXIGENCIA DEL EXACTO CUMPLI-MIENTO DE LOS ARTÍCULOS 105-b DE LA CE., EL Artº 37 (h)DE LA LEY 30/1.992, DE 26 DE NOVIEMBRE, Y SU ACEPTADAMODIFICACIÓN POR LA LEY 4/1.999, DE 13 DE ENERO, Y LAJUSTA RECTIFICACIÓN DEBIDA DEL EXPEDIENTE CONCOR-DANTE CON EL ARTÍCULO 105 DE ESTA LEY, LA QUE RE-CONOCE DERECHOS FUNDAMENTALES Y SUBJETIVOS.VIDA, DERECHO Y SU INSEPARABLE HISTORIA CON SU RE-PROCHABLE DOGMÁTICA, CAMINANDO JUNTOS ASIDOSINSEPARABLEMENTE DE LA MANO DE LOS TULLIDOS.

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Desde que naces, o simplemente vienes a este mundo, y teconviertes en lo que podríamos decir el conseguir hacerte un esperma-tozoide logrado, cuando aun sin haberlo conseguido por la pausa de lavida, del derecho, su dogmática y lo absurdo de la teoría general delporqué se producen fenómenos cuyo impulso no viene en manual al-guno, y si viene cualquiera se cree autorizado a entenderlo al contra-rio e imponerlo a quien tenga menos fuerza, independientemente de lainteligencia cognitiva, cuando a los cuatro años de nacido sólo tieneslibertad para abrir la boca, para apagar la sed con agua de lluvia detormenta en físico descenso desde los cielos particulares, al haberteaparecido sin reclamo lo que a alguien se le ocurrió llamarle lateralesoídos, sin saber bien porqué, a veces tal vez para alegrarte tu Vida, tuderecho, tu inseparable Historia con tu reprochable Dogmática y tetullen para no darte la mano, comienzas a escuchar palabras cuyosonido fonético significante captas, pero no descifras. A medida queel espermatozoide crece, si otros de su misma especie se lo permiten,llega a entremezclar significantes sin comprensión cuyas melodíaspreferidas de repetida percusión, si de ello se tiene a mano, pudieranser el dulce susurro descendente y profundo de una interminable cas-cada que se agota al dormirte y convertirte en sombra y ceniza.

Quien haya visto resignado asno escuchando música de or-ganillo con pedal de mano por transitadas calles de indiferentes cami-nantes de mirada mecánica, quien se haya fijado por vocación naturalla notoria educación del asno que por sospechada prohibición no re-buzna al no ser su turno y no interrumpir la musical organización,quien no haya visto a un espermatozoide normal de estatura, de seisaños, calzando unos zapatos de octava mano de la talla cuarenta yuno, quien no entienda que La Ley no obliga a tener dinero aunque lofabrican para pedírtelo, quien crea que la locura está prohibida por LaLey y permitir su existencia e incentivación para que los manicomiostengan base existencial y los psiquiatras estén en activo, se «ganen»la Vida, el derecho y su historia, «trabajen» o se diviertan felices y

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«disfruten» con «su» «trabajo», cuando es La Seguridad Social quienles abona el «PLUS» y al loco se le niega la sal creyendo que no seentera, o que como está loco nadie le cree, no me interesa.

¿Es prueba el Viento, si sólo los sordos lo ven y los ciegoslo escuchan?.

Mientras el espermatozoide no se convierta en sombra yceniza y perciba rumores con la propiedad del recuerdo y la memoria,con el recíproco desprecio del necio cuerdo que se esfuerza en el in-tento de no caer en el delito de la prohibición de la locura legal, lue-go de aparentemente terminar La Segunda Guerra Mundial en la quesolamente eran los libérrimos cuerdos los que la empezaron, de pron-to, aquel fruto de los genitales de su imbécil y marrullero padre (parano reiterar lo de espermatozoide, en adelante «CARTOBACHE II»),luego de la consolidación de La Revolución Francesa de los liberalesdel 1.789, que por un lado preconizaban la Libertad, La Igualdad yLa Fraternidad con Los Derechos del Hombre, y por otro se llevaronpor delante en la Guillotina por ejecución, luego de tenerlo recluidocuatro años, la misma Asamblea General, al rey Luis XVI y a su es-posa; es decir, La Constitución reconoce al Hombre el derecho a laVida matándolo.

Cartobache II, asqueado de ser peregrino dirigido, por sucuenta se hizo autónomo. Con sólo 17 años, en solitario, se encontróen el estado de Gütersloh, en una base militar aérea inglesa de ocupa-ción, que por alianza le había sido asignada después de tal Guerra, dela que supuestamente surgirían las concordias humanas, la justicia,solidaridad, verbalización ampulosa que engrosaría la trilogía antesdicha de La Constitución Francesa de 1.791.

Cartobache II abrillantaba aviones de la RAF con algodón«POLISH» subido a ellos dentro de los dos hangares allí existentes;recogía el goteante queroseno que de ellos caía en las latas grandesde conservas instaladas debajo para su recuperación de aprovecha-

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miento. Había que estar muy atento a que por la frecuencia del goteono rebosase el carburante; de lo contrario, para ello, ya se disponía deun gran cajón de madera dividido a la mitad con dos compartimentossimétricos. Cada uno de ellos contenía viruta seca, que era la que seesparcía en las rebosantes charcas de queroseno en el suelo para se-carlo; el otro compartimiento era para introducir la viruta que se ibahumedeciendo en las varias veces que se usaba, a la vez que tambiénera portador de dos palas recogedoras y cuatro grandes y robustasescobas para barrer las naves. Corrían los años 1.965-66-67 y 1.968cuando ello sucedía. Los aviones Phantom y spirfire salían todos losdías en vuelo de reconocimiento en número de dos pilotos, a los quesiempre se les despedía con la misma e idéntica frase: «HAVE YOUGOOD LUCK, MY FRIEND, AND COME YOU BACK»«THANK YOU».

Ciertamente era muy reconfortable, luego del ejercicio físi-co invertido en el arte del barrer diario con la familiaridad de la viru-ta («Hobelspan»), comer con fruición aquellas sabrosas salchichas deFrankfurt con las frescas e inmejorables cervezas de Dortmund, o lasmilagrosas costilletas, que gnädige Frau Birte atentamente servía enla cantina cuya senda cruzaba el bosque natural cuales ardillas simpá-ticamente saludaban por asiduo conocimiento. Cartobache II hasta fuerespetablemente invitado en aquella base («lufthawaffe») por otro es-permatozoide siciliano, cocinado por él a la máxima perfección, unerizo terrestre ilustradamente preparado con espagueti y buen vinotinto. Aquel erizo tuvo la desgracia de cruzarse con el siciliano en uncamino coincidente de paso viendo Cartobache II la real maniobra.Al erizo de nada le sirvió contraerse como señal defensiva con osten-tación de sus púas. El compatible tomate guarda infinidad deconfabulantes secretos a cambio de su acompañamiento de enigmáti-cos manjares rechazados hasta que se engullen sin el impropio des-precio de los conejos de tejado, equilibristas y desafiantes permanen-tes de todo temido vértigo.

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Coincidiendo con Los célebres Carnavales teutones, en losdel 1.968, no recuerda Cartobache II con quién, viajó hasta Bielefelden tren (Zug). Era una apacible tarde de Domingo, de cielo color plo-mizo de nubes grises. Al internarse en un bar para efectuar una con-sumición –el que estaba abundantemente concurrido- pronto se perci-bió una tensión ambiental. La muchedumbre al unísono, individual-mente inconfabulada, dirigía la muy atenta mirada en la misma direc-ción cambiante según se movían los interesados objetivos. Muy pron-to Cartobache II descubrió la causa de ello. Tres alemanes de media-na edad, con indumentaria uniformada de las «SS», arrastraban ensilencio y sonrientes un carro de combate de cartón, de miniatura, demuy perfecta modelación construida, apareciendo por entre las co-lumnas del establecimiento. La policía y los tres del carro de cartónse observaban mediando entre ellos una distancia media, seintercambiaban las posiciones con lento paso caminante marcado porla policía, mas sin actuar ésta. Una vez abandonado aquel local, en elexterior se pudo ver un tipo con abrigo negro enseñándole a otro unrevólver que extrajo de su cintura.

Era Mayo del 1.968. Había necesidad de practicar nueva-mente la senda del elefante sin más comprobaciones. Luego de reali-zar la ruta del «TUERTO», habiendo a la ida pernoctado toda unanoche en la catedral de Colonia (Köln) debajo de un obispo de piedrade los varios que hay en posición horizontal, habiendo abonado paraentrar por la mañana cincuenta peniques (Fünfzig Phennige) hastaque al anochecer cerraron las puertas sin percatarse de queCartobache II se quedó dentro intencionadamente, al regreso definiti-vo se coincidió por «caída» con el vallisoletano José Luis PascualLópez (quien decía que vivía en la calle de Los Pajaritos) en El Ban-derín de Enganche de La Legión de Leganés (Madrid) a finales delmes de Julio de aquel año. Luego de firmar un compromiso de tresaños de servicio militar con La Legión, el día 3 de Agosto nos envia-ron con una expedición desde la estación madrileña de Atocha hasta

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Sevilla. Durante todo el viaje sólo se comió tabletas de chocolate conbollos de pan («chusco» o «marro»). Al llegar a Sevilla, con suficien-te calor, toda la expedición fue alojada en una severa y cochambrosanave con sucias y abandonadas colchonetas. Juan Vicente GuerreroDelgado, luego de tener unas palabras con un sargento de aquel cuar-tel sobre el estado de los retretes, se lió a fuertes golpes con los ino-doros, piletas y puertas con su grifería y pestillos, dejando todo sinomás limpio y adecentado desde luego sí no más sucio.

Nadie informaba hacia qué lugar íbamos destinados; sóloobedecíamos las órdenes direccionales. En la parte navegable del ríoGuadalquivir la expedición embarcó en el «PLUS ULTRA» que ensingladura surcó cruzando el Estrecho, que a medida que en progre-sión nos internábamos en avance mar adentro se iba embraveciendo,pudimos ver peces de reducido tamaño que volaban. El cabo que des-de Leganés nos llevó formados hasta la estación ferroviaria de Atochaandando viajó con la expedición hasta Sevilla retornando a Madridluego de dejarla acuartelada, luego de hacerse cargo de ella otro caboque embarcó con ella, que iba reenganchado, atracando finalmente enel Puerto de Las Palmas. En él a la expedición la esperaban unoscamiones militares, cuyo número se ignora, pues sin recordar ahoracon total exactitud la cantidad total de expedicionarios aunque bienpodríamos ajustarnos al cálculo de unos ciento ochenta, la expediciónfue transportada hasta el Cuartel de «Mata», situado en lo más alto ydivisable del monte.

Al llegar a tal Cuartel, como normal principio de supervi-vencia, rebasado ya el obligado toque de corneta de «fagina» anun-ciadora de la hora de comer del soldado, el cabo reenganchado, cono-cedor del terreno por seguramente varios y sucesivos reengancheslegionarios y la misma ruta, luego de solicitar permiso al oficial deServicio de Guardia del Cuartel en perfecta y magistral correcciónmilitar para salir del recinto para «buscarse la vida» con asentimientode tal oficial, ascendimos hasta lo más alto, desde donde se divisa-

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ban a lo lejos las nunca vistas plataneras, el mar y una gran parte dela población de la Isla. El cabo dijo más o menos así: «El papeo con-siste en jalarse únicamente, en la medida moderada, los higoschumbos que vemos alrededor nuestro. Hay para todos. No tienendueño pero serán de quien los coja. Están apetecibles. Comerlos concalma y paciencia. Fijaros bien en que tienen espinas. Para quitárselasrodarlos por el suelo un poco y ellas solas se desprenderán. No se osocurra comerlos con las espinas ni con su piel". Algunos tomaronbuena nota de las elementales instrucciones de aquel cabo certeras,pero, sin embargo, otros no entendieron aquel mensaje. Los hubo quecomieron higos hasta lo máximo; otros, de regreso hacia el Cuartel,comenzaron a chillar como jamás se haya escuchado, ¿qué por qué?Tanta apetencia le cogieron a los higos, incluso alguno los comió conespinas, que después de atiborrarse de ellos, metieron más en losbolsillos con las espinas penetrándole éstas sin exagerar hasta losmismos testículos.

En el Cuartel de Mata se permaneció unos cinco o seis días.Desde allí, con los mismos camiones, la expedición fue trasladadahasta el aeropuerto de Gando; y desde él, embarcada en aviones mi-litares con los sacos petates al hombro, en muy poco tiempo, la expe-dición tomó tierra sin novedad en un aeropuerto de suelo terrizo enbuen estado. A pie de escalerilla a la expedición la esperaban varioscabos (José Morales Sánchez, Rodríguez Peinado, Guirao, …), di-ciendo: «¡ RECLUTAS, ESTÁIS EN SIDI-IFNI. AQUÍ VAIS A SU-DAR LO QUE OS CORRESPONDE POR VENIR VOLUNTARIA-MENTE. HARÉIS EL CAMPAMENTO Y DESTINO EN LA XIIIBANDERA GENERAL MOLA Y FUNCIONARÉIS COMO AU-TÉNTICOS LEGIONARIOS». Sin saber por qué, desde la bajada delavión «junquer» hasta la llegada al Cuartel, el cabo Morales Sánchez,a pesar de la cantidad de componentes de la expedición, la emprendióa patadas sobre la marcha con el relator. Nada más poner pie firme enel Cuartel ya tenían preparadas las tiendas de campaña en la parte surdel mismo con estudiada ocupación de ellas, delimitadas por un muro

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que daba al polvorín y la «guarrera» (definición de la cuadra de loscerdos). A los aproximadamente transcurridos dos meses de intensainstrucción, la expedición, en perfecta formación militar, en marcha apaso maniobra, en horario de mañana, fue traslada por los tres cabosy el sargento Rafael Hernández Lasauca hasta el cine «Avenida». Enaquel cine, entre tantos reclutas legionarios, Morales Sánchez reiterólas patadas al relator sin nunca saber el motivo de aquella actitud. Laconfiguración espacial de aquel cine era la sala de butacas de la plan-ta baja del local cuadrada, con dos plantas encima desde donde sepodía ver la pantalla. Del acontecimiento programado en el cine noguardamos vivo recuerdo en parte por el recibimiento de aquellasanimales coces de Morales Sánchez.

De regreso al campamento ya no se volvió a salir del Cuar-tel más hasta terminado el mismo y jurar Bandera, que se verificósobre el 10 de Diciembre del año mil novecientos sesenta y ocho.

En el mes de Septiembre de aquel año, durante toda unasemana de duración, con motivo del Aniversario de La Fundación deLa Legión, justamente el Cuarenta y ocho, hubo sí muy sana anima-ción; se relajó la actividad por el Festejo alegre, con el despertar dia-rio al toque de «Diana Floreada» con Banda de música. Cada una delas cuatro compañías de La Bandera, en perfecta competición lealaspirante al premio por la originalidad en la confección de las típicascasetas, en las que se bebía en abundancia bebidas refrescantes, vinoy licores gratuitamente; competiciones de toda clase de deportes; cua-tro profundas tinajas llenas de vino, una por compañía, en cuyo fondohabía monedas de una, cinco, veinticinco, cincuenta pesetas. Loscompetidores para hacerse propietarios de tales monedas debían su-mergir sus cabezas, sin ayudarse de las manos, debían cogerlas delfondo únicamente con la boca; eran cogidas con no demasiada facili-dad, una a una, con bastantes tragos de vino, con lo cual, con lasobtenidas monedas y los tragos prolongados, en gran parte, la felici-dad estaba bastante asegurada. En aquel 20 de Septiembre, de lo que

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sí no puede olvidar el relator es la instalación de una reducida tiendade campaña parecida a la que la expedición tenía en el campamento.Llamaba la atención lo que desde su interior salía repetitivamente:una voz lúgubre, muy grave, consistente en una oración gramaticalsimple atributiva formada de dos palabras, y eran: «SON RUMORES,SON RUMORES, SON RUMORES…». Así, incesantemente. Y conla lógica curiosidad del rumor, al abrir la entrada de aquella tienda, seveía un disco de 33 r.p.m. girando sobre un tocadiscos de la época,más lento aún al tener que soportar el peso de una calavera situadasobre él. Se ignora de quien fue la idea de tal rollo, pero ahora, trans-currido el tiempo, pudiera deberse, mas eso nunca se sabrá segura-mente, a no ser que ello haya quedado reflejado en algún documento,que se iba a dejar Sidi-Ifni.

El tiempo de instrucción militar de reclutamiento transcu-rrió satisfactoriamente, asimilando el adiestramiento necesario. Lobásico del soldado estaba asegurado: alimentación y, además, hastahabía la posibilidad utilizada de comer hasta bocadillos de pimientosacompañados de vino blanco en el típico botellín de otra bebida re-frescante por una cantidad, todo ello, de unas diez pesetas.

A principios del mes de Diciembre de 1.968, terminado elperíodo de la completa formación, los componentes de tal campamen-to fueron destinados para las cuatro compañías de La XIII Bandera.Al relator se le destinó para la primera compañía cuyo jefe de la mis-ma era el capitán Dº Francisco Vidal Ortiz, una especie de individuoprocedente de la clase de tropa, excesivamente apocado espiritual-mente. Desde el más bien corto tiempo, desde el mencionado Agostode aquel año hasta la cesión de Sid-Ifni a las justamente trece horasdel día veintisiete de Junio del año mil novecientos sesenta y nueve,Vidal Ortiz, jamás se supo el móvil, mandó militarmente la primeracompañía de la XIII Bandera General Mola «Independiente» de LaLegión, ni siquiera cuando la expedición juró Bandera sobre el díadiez de Diciembre del mismo año; para ello siempre era reemplazado

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por un oficial, normalmente un teniente que solía ser siempre Dº JoséLuis Arpón López, joven, enérgico y activo. Este capitán, muy posi-blemente, seguramente, habiendo tenido, por sus notorias y nulas do-tes características de coordinación, reflejo concentrado necesario paraarmónicamente organizar su compañía, dando con ello paso indebidoa la tragedia del fusilamiento del legionario (D.E.P.), Dº FranciscoRuiz Fernández («El Cuqui») del que luego nos ocuparemos en deta-lle muy necesaria y oportunamente, su permitida incompetencia nosquedó aclarada cuando, en la únicamente vez que revistó tal compañíaél siendo formada por tal vez el teniente Antonio Moreno Escobosa(portugués), todavía sin saberse a qué aquello obedeció, siendo total-mente así, muy lentamente fue revistando la compañía formada entres filas, mirando uno por uno a los componentes. Cuando llegó alrelator, en posición de firmes, sin explicación alguna, simplementedijo a éste: «TÚ, TIENES QUE ESPABILAR, SI NO LAS VAS APASAR PUTAS, ¿ENTIENDES?» – SÍ, MI CAPITÁN. A falta deotra explicación coherente en relación con ello, una vez pasado elbastante tiempo de aquel incidente, pues fue la única vez que aquelextraño capitán vio y habló con el relator, algo grave de responsabili-dad tuvo sin duda que haber tenido con el fusilamiento de «ElCuqui», seguramente estando informado de que el relator ya estabaenterado del asunto que, en efecto, sí lo estaba, pues de ello dos cabosde tal compañía, Benigno Núñez Rodríguez y Julio Medina Aguileradel suceso puntualmente, por separado, le habían perfectamente infor-mado, hecho que mucho tiempo después sería debidamente confirma-do ante instancias militares reaccionarias, administrativas y judicialesigualmente renuentes a la confirmación de los hechos a contrastar queluego diremos sobre la historia real obtenida de fuente directa en elmismo lugar de los hechos por testigos presenciales del fusilamientollevado a cabo con sus formalidades detalladas formada al completotal Bandera en El Campo de Tiro en el que se ejecutó el hecho.

Entre Enero y Abril del año 1.969, una tarde, en la que al

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relator le nombraron servicio de vigilancia con el cabo Antonio Cár-denas, el que luego se comprobaría haber sido designado como testi-go de la muerte por el fusilamiento que hubo ocurrido a las ocho dela madrugada del día cinco de Febrero del año mil novecientos sesen-ta y cinco, figurando ello en el certificado de defunción del fusilado"Cuqui", cuando con ocasión de ir caminando por una de las callesde Sidi-Ifni, de forma súbita e inesperada, desde el interior de algunacasa comenzaron a caernos piedras con evidente ánimo de contusio-nar en verdadera provocación; las piedras no impactaron por rápidoresguardo de las mismas. A Cárdenas el relator, sabiendo que las pie-dras procedía de una rudimentaria y repugnante casa de putas, rehusóejercitar ninguna otra acción, por indicación de aquél, alejándonos deaquel apestoso lugar en evitación de tener que tomar otra más contun-dente medida correctora replicante por debida prudencia ante aquellaflagrante provocación.

Una tarde del muy aproximadamente por finales del mes deAbril, precisamente el teniente Antonio Moreno Escobosa formó laprimera compañía a instancias suyas a través del sargento de semana.En posición de «firmes», simplemente, de modo escueto, dijo: «Elmotivo de formaros es nada más que si alguna vez recibís algúnanónimo en correo no le hagáis caso. Tener eso muy presente. Ysi tenéis alguna duda comunicármelo a mí, al cabo de vuestraescuadra o al Jefe de vuestro Pelotón. ¡¡Rompan filas, ar!!»

A principios del mes de Mayo, por turnos reemplazablescronológicamente entre las cuatro compañías, se comenzó la actividadde transportar la impedimenta, armamento pesado hasta el muellemarítimo para ser ello embarcado en los buques «Almirante Lobo» y«Castilla», atracados en el muelle funicular de Ifni. Cuando tales fae-nas le correspondía a la primera compañía era el cabo BeningoNúñez el designado para su realización ya que él, habiendo servidomilitarmente en La Armada, tenía destreza suficiente para llevar aefecto tal actividad a la más perfecta ejecución a la voz de «bota la

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linga» indicativa al manipulador de la grúa depositante de la carga endichos buques.

A la entrada a dicho muelle marítimo, en su margen izquier-da, se hallaba El Cementerio Católico de Sidi-Ifni. De todos era sabi-do y conocido que en él se hallaban inhumados todos los fallecidosen la «campaña bélica de Sidi-Ifni» entre los años 1.957-1.958. En el1.957, sobre todo la diezmada al completo Brigada de Paracaidistasen el mismo Sidi-Ifni, en los montes «BULALAM» y«BUYARIFFEN» y, en el día 13 de Enero de 1.958, en Edchera(Sahara Occidental), en «Fuerte Chacal» los noventa y un legionariosque allí sucumbieron. Aun sin decirlo los responsables de La XIIIBandera, era notorio y muy claro que aquella actividad consistía en elabandono del territorio.

Podemos situar perfecta y ajustadamente como que, aproxi-madamente, superada ya la primera quincena del mes de Junio(1.969), permaneciendo todo el tiempo inmóviles los antes citadosbuques, el «Almirante Lobo» atracado con su proa en dirección a LasPalmas en la parte izquierda, siendo de color negro hasta su mitaddesde su quilla y blanco desde su mitad hasta cubierta; el «Castilla»,atracado con su proa en igual dirección, de color totalmente blanco(buque él omitido documentalmente en cuanto a la Exhumación dedicho Cementerio se refiere del cual disponemos), situado en atraqueen lado opuesto al «Almirante Lobo», es decir, en la parte derechadel muelle, fue en el que se embarcaron todos los fallecidos. Partien-do con los féretros a continuación en dirección a Las Palmas de GranCanaria. Más o menos se comenzó esta labor funcional de exhuma-ción a últimos del mes de Mayo. Inevitable pronto surgieron, natural-mente, los comentarios recientes en aquella época de la transposiciónpasada de una década de tales conflictos. Con sumo misterio, al prin-cipio, sólo podían internarse en tal cementerio algún suboficial y loscabos, incluido Benigno. Durante un tiempo a ningún legionario lefue permitido adentrarse en el interior del cementerio, ignorándose

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quienes procedieron al desenterramiento; no obstante, desde el exte-rior sí se podía ver entre los espacios de la puerta de madera de ta-blas la escasa cantidad de nichos situados a la parte izquierda de suentrada; los demás enterrados lo estaban en tierra, en extensión bas-tante amplia. Inevitablemente también, luego de que a los legionariosse le ordenaba ir a los próximos cuarteles de Tiradores Uno y Dospara recoger y transportar bastantes cajas de munición vacías demortero, con fundas de zinc, en las que se metieron los restos morta-les de aquellos legionarios y paracaidistas y soldados de otras unida-des en combate, fue cuando sí coincidimos en ver, a diferencia de losdemás, dos cajas funerarias todavía intactas, con la legal definiciónde cadáveres al haber fallecido, no en ninguna campaña bélica, entiempo anterior a los cinco años que La Ley marcaba para esa su de-nominación diferenciada entre restos mortuorios y cadáveres. Se tra-taba del Sargento «BARRIONUEVO» y «CUQUI», fallecido el pri-mero el día veinticinco de Diciembre del año 1.964 por acción delsegundo, y el segundo por fusilamiento a las ocho horas del día cincode Febrero del año siguiente, es decir, de mil novecientos sesenta ycinco.

HISTORIA Y FRAGUA QUE CONDUJO A LA MUER-TE DEL SARGENTO BARRIONUEVO Y FUSILAMIENTODEL LEGIONARIO FRANCISCO RUIZ FERNÁNDEZ(«CUQUI»):

Según las mismas y fidedignas informaciones de fuentesdirectas y originales, los dos fallecidos estuvieron destinados en ElTercio Iº «Gran Capitán» de La Legión en Melilla. Desde Melilla, encondición de muy e íntimos amigos, ambos sin graduación militar ycomo simples legionarios, programaron peticionar destino para Sidi-Ifni, a La XIII Bandera. Los dos, coincidentemente, fueron incorpora-dos a la primera compañía. Con el tiempo, Barrionuevo, desde lacondición de legionario, fue ascendiendo a cabo, cabo primero, hastasargento. Durante ese tiempo y en un principio, «Cuqui», que seguía

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como legionario sin ascenso de graduación, entabló relaciones deamistad o noviazgo con una muchacha de Sidi-Ifni, ignorándose si setrataba de una nativa o española en todo tiempo, ya que las fuentesnunca revelaron este dato en ningún momento.

En un momento determinado «Cuqui» y aquella supuestaamiga o novia rompen toda y definitiva relación. Coincidentemente,la emprende con ella el sargento Barrionuevo; y es a partir de esemomento cuando las relaciones de amistad entre "Cuqui" yBarrionuevo varían totalmente, haciéndose más tensas al contraermatrimonio el sargento Barrionuevo con la anterior novia de Cuqui.Según los fieles relatos de las fuentes directas omniscientes, quedódicho verbalmente en firme que el sargento Barrionuevo, única y ex-clusivamente tenía una muy acentuada obsesión, ejercer una constantepersecución hacia Cuqui haciendo valer para ello su condición desuperioridad militar para repetidamente vejarle constantemente depalabra, agrediéndole físicamente, arrestándole reiteradamente encompañía, en el entonces existente "pelotón de castigo" (lo que en elplano eufemístico se le denominaba "sección de trabajos") elevandorepetidos partes aceptados para tenerlo recluido un mes, dos meses atrabajos forzados con anuencia de la superioridad que era la habilita-da y competente para tales plazos, pues la facultad de los mismos,legalmente, era extralimitado en competencia para un suboficial. Laprimera compañía al completo sabía del claro y arbitrario abuso desuperioridad. Los únicos que podían en justicia dar solución a la tira-nía eran los otros suboficiales u oficiales que no podían ignorar aque-llos comportamientos de Barrionuevo. La tropa y sus clases nadapodían hacer a pesar de observar el asunto basado en lo siguiente:Por el mero hecho de ser sargento, en casos como el hasta aquí rela-tado, el amparo de los superiores del sargento era total; el legionariotenía siempre todas las de perder. El delito de encubrimiento y forza-da complicidad de la tropa sabedora se aseguraba en que era directae indirectamente coaccionada. Con frecuencia, durante la especie de

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clases de teórica, para que «te quedaras con la copla», basado ello enel ya aún vigente código de Justicia Militar, te nombraban biendefinidamente la figura de la «sedición» y de la «rebelión» militar. Lasedición consistía en cualquier manifestación, aunque fuese leve, des-de la simple murmuración del inmediato mando en una cantidad co-lectiva de soldados de la tercera parte del completo de la unidad; deesa cantidad en número inferior eran severamente arrestados en dicho«pelotón de castigo» sin ningún razonamiento ni previo ni posterior.

Era justamente por la tarde del día 24 de Diciembre del añomil novecientos sesenta y cuatro. Los legionarios Benigno NúñezRodríguez, Francisco Ruiz Fernández (Cuqui) y el mejor amigo deéste, pascual Moreno Zamora, estaban en el interior del mesón de laBandera sentados los tres en una mesa tomándose sosegadamenteunos vinos. La tragedia se cernía de igual modo que la araña teje sutela para la caza alimenticia. Estando los tres en aquella situación, depronto, en tromba, hace acto de aparición Barrionuevo en el mesón y,sin ninguna vacilación, con plena seguridad, se dirigió en inequívocadirección hacia la mesa de los nombrados; fue como si alguien hubie-se sido enviado con anterioridad para asegurarse donde se encontrabaCuqui, ya que bien podría ser que en lugar de encontrarse allí, cuan-do además tal mesón, aun sin ser éste muy amplio, sí estaba repletode legionarios y no dudó donde se encontraba su represaliado.

- Cuqui, mañana tienes guardia de prevención. Vete parala compañía y limpia el correaje, botas, cetme y uniforme, pues comote vea el más mínimo defecto te propongo para dos meses de arrestode pelotón.

- A la orden de Usted, mi sargento, ya sé que mañana ten-go guardia de prevención; pero, como siempre, ya tengo todo prepa-rado y en perfecto estado de revista.

- ¡¡Cállate y no me repliques, te he dicho que te vayaspara la compañía y se acabó!!

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- Mi sargento, ¿a qué viene esto?, ¿es que al resto de loscomponentes de la guardia también los hace ir para la compañía alo mismo que yo?.

- ¡¡Que te calles, yo soy el superior, y cumples las órde-nes que te doy y se acabó!! Además, por réplicas desatentas e insu-bordinación hacia el superior, en vez de ir para la compañía te vasconmigo para el Cuerpo de Guardia y esta noche te quedas en laprevención.

Cuqui salió del mesón a empujones, patadas, puñetazos ytoda clase de impropios insultos por parte del sargento Barrionuevo.Al llegar al Cuerpo de Guardia, estando de oficial de servicio el te-niente Enrique Pascual Riera, Barrionuevo se lo entrega a dicho te-niente en calidad de arrestado bajo la acusación antes referida y,como la palabra de un sargento valía más que la de un legionario conrazón o sin ella, el teniente accedió a ello metiéndolo en el calabozo.Los testigos presentes en el mesón ya estaban habituados a ver aque-llas mezquinas escenas, las que nadie ignoraba tanto en la primeracompañía cuanto en las otras tres.

Al típico toque de diana del día siguiente, o sea, el día vein-ticinco de Diciembre del año mil novecientos sesenta y cuatro (Navi-dad), sale de la prevención Cuqui. Se encamina hacia la unidad.Consta que no se unió al resto de compañeros para el aseo diariomatinal; tampoco se unió para desayunar quedándose en la compañía;y no dijeron las fuentes informadoras, puesto que entraba de Guardia,la forma en qué solicitó al cabo furriel el fusil de asalto cetme ymunición ni quien reemplazó al sargento Barrionuevo en la formacióndel resto de la compañía que habitualmente y siempre era el sargentoo primero de semana quien la llevaba hasta la explana del comedor,daba la novedad al capitán de Cuartel y las cuatro compañías, por or-den, penetraban a desayunar. Por tradición, en ese turno, el cabo decuartel y uno de los dos cuarteleros se quedaban en la compañía yén-dose el otro; cuando este cuartelero regresaba con el resto de la uni-

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dad del desayuno entonces el cabo y el otro cuartelero era cuando loefectuaban. La tragedia debió surgir en presencia del cabo cuartel y elcuartelero mientras el resto se encontraba desayunando siendo, portanto, los únicos testigos presenciales de lo sucedido. El sargentoBarrionuevo en aquel momento se encontraba en el interior de suoficina, dentro del barracón de la propia compañía. Cuqui sabía per-fectamente que se encontraba redactando el último parte de arrestopor parte de Barrionuevo para él.

No sabemos con que celeridad o lentitud en la acción lleva-da a cabo por Cuqui, la que desde luego tuvo que ser advertida por elcabo Cuartel y cuartelero como se dijo, llamando Cuqui a la puertade la oficina con los nudillos de la mano en la que Barrionuevo sehallaba, sucedió:

-¿Da usted su permiso, mi sargento?.

-Sí, pasa, Cuqui, ¿qué quieres? –en efecto, el sargento seencontraba sentado ante la mesa confeccionando el parte de arrestode Cuqui, y debió ser con el consentimiento del superior mando, a noser que el que reemplazó a Barrionuevo en llevar la tropa al comedorhaya sido engañado con alguna posible argucia falseada por aquél.

-Mi sargento, usted viene provocándome implacablementecon infundados arrestos, agresiones y vejaciones desde hace ya mu-cho tiempo abusando de su condición de superior jerárquico. No olvi-do que después de terminar la guardia deberé entrar nuevamente en elpelotón, ¿pero, hasta cuándo, mi sargento? Yo no voy a cumplir yamás arrestos ¡¡Ya está bien!! Ese va a ser el último parte de arrestoque hará en su vida. Cuqui cargó su cetme, lo montó y encañonó aBarrionuevo…

-¿Qué vas hacer, Cuqui?

-Lo que tenía que haber hecho desde hace ya mucho tiempo.

Fue en aquel mismo instante cuando Cuqui le disparó una

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ráfaga al sargento cayendo fulminado de necesidad de bruces sobre lamesa del escrito, ignorándose si estaba o no finalizado el parte dearresto o quedó él interrumpido.

Una vez ejecutado el acto, con total serenidad, Cuqui depo-sitó el cetme sobre su litera dirigiéndose hasta el Cuerpo de Guardia,participando el suceso al mismo teniente que la noche anterior lehabía metido en el calabozo a instancias de Barrionuevo. Con la sor-presa inicial, en un primer momento el teniente Pascual Riera nodaba crédito a lo que estaba escuchando; tomando a broma a Cuqui;le decía: «venga, hombre, déjate de bobadas y vete para la unidad»,«mi teniente, en serio, vengo a entregarme, créame, acabo de matar alsargento Barrionuevo». En efecto, al momento traían a Barrionuevoentre varios legionarios moribundo o prácticamente muertodesangrándose a borbotones. Ante la dura realidad, desde aquel mis-mo momento Cuqui ya quedó en arresto. Su destino final de vida re-sidente fue la prisión militar de Sidi-Ifni, que estaba situada próximaal Cuartel de La Bandera. Durante su estancia en ella, desde aquel díahasta el de su fusilamiento en el campo de tiro, a las ocho de la ma-ñana del día cinco de Febrero del año mil novecientos sesenta y cin-co, nadie dio constancia fidedigna de que nadie fuese a visitarle a laprisión a tomarle declaración judicial para que por «Diligencia» cons-tase en los expedientes números 263/1.964 y 223/1.964 instruidos porEl Tribunal Militar Territorial Quinto de Tenerife, cuyo asunto porpetición constitucional oculta conculcando La Carta Magna y vigentelegislación de desarrollo de necesario desvelo Literario, Humano eHistórico sobre lo que bien puede denominarse un asesinato oficial,sin defensa jurídica para el fusilado, con la anuencia actual, ilegal yarbitraria de implicación maliciosa de ocultación del mismo por, apar-te del mentado Tribunal, de El Consejo General del Poder Judicial, laSala Tercera de Lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supre-mo, el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Justicia que una vezen la actualidad instruyen expedientes de recibo rebotándote en Alza-

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da de unos para otros para al final archivar (lo que significa enterrarel asunto); mas, al menos, ahí queda oficialmente dichonumeradamente en tal archivo acostumbrado ante la terquedad oficial.

Durante el presidio de Cuqui, Benigno Núñez Rodríguezdice al relator que aquél se dejó larga barba y también largo pelo.Siendo ello de general sapiencia, todos los cabos que en la prisiónhacían guardia le pasaban a la celda de todo lo que él pidiera o nopidiera: tabaco, bocadillos, vino de su preferencia, whisky, etc., hastaque a la hora, día, mes y año ya dicho, fue trasladado hasta el «Cam-po de Tiro». Se formó La XIII Bandera en pleno a excepción de losservicios mecánicos y de armas. Fue designado un pelotón forzoso defusileros, previo a la petición de formarlo por voluntarios que lo re-husaron. La XIII Bandera, formada militarmente, fue testigo del fusi-lamiento de Cuqui. Cuqui era muy querido por todos los componen-tes de La Bandera por su cordial sociabilidad. Nadie, pues, deseabaaquello para él. La evidente consternación era muy general.

La orden del Tribunal Militar Territorial Quinto era clara, alas ocho horas… Habrá de constar, y de ello por fuerza obligada asílo hacemos ahora, fue habilitada una mesa; sobre ella «alguien» colo-có simétricamente once fusiles de asalto cetme; cada uno de los fusi-les tenía un cargador, al parecer con cinco proyectiles. Nadie de losdel pelotón sabía cuáles eran de fuego real ni de fogueo. A Cuqui lefue ofrecido un vaso de agua y un cigarrillo aceptados. Bebió y fumócon aparente tranquilidad. Al llegar aquel mal momento, ya dispuestoaquel pelotón en formación al mando de un cabo primero, Cuqui sedirigió lentamente hacia el mismo; en voz muy audible abrazó a cadauno de sus componentes diciéndoles que les perdonaba, pero que porfavor no le disparasen a la cara. Y así fue. Al sonar la descarga, relatóBenigno, Cuqui dio un gran salto cayendo al suelo hacia atrás. Aun-que la real descripción sea fuerte o dura lo fue más la realidad. Cuquiyacía en pura agonía por los impactos mortíferos. Justamente aquelmuy aciago día ¡qué casualidad! también estaba de oficial de servicio

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el mismo teniente que por parte de sargento Barrionuevo arrestara aCuqui la tarde del día de Noche Buena del año anterior. El tenienteEnrique Pascual Riera era el encargado de darle al fusilado el tiro de«gracia». La mano de este oficial estaba tan excesivamente tembloro-sa que le resultó totalmente imposible realizar el disparo; a la vista deello, el entonces también teniente Dº Rodrigo Holguín Barraca(D.E.P.), gran persona y militar donde los hubiera y haya, sinpensárselo, arrebató la pistola a Pascual Riera y… a los diez minutosdel fusilamiento se acercó a «toda velocidad un Land-Rover del Ejér-cito con una contra orden de que se dejaba sin efectos el fusilamien-to».

Siempre y con arreglo a la máxima verdad, como supremaobligación de relatar los datos que así nos fueron legados porsucedidos, el mejor amigo de Cuqui era el cordobés Pascual MorenoZamora. El mismo día del fusilamiento el propio teniente Holguínordenó vigilarlo en la compañía impidiéndole la formación presencialdel fusilamiento de su mejor amigo, pues, sabedor él del macabroacontecimiento la víspera, muy encorajinado intentó destrozar laspuertas de la furrielería para hacerse con suficientes granadas demano, lanzarlas al muro de la prisión el día anterior a la muerte deCuqui. La verdad es que de haber conseguido las granadas sí hubieseconseguido destrozar tal muro, ya que justamente cuatro años mástarde (en 1.969, entre Enero) tres reclusos lograron fugarse por élsimplemente valiéndose sólo uno de ellos del rudimentario rabo deuna cuchara. Los otros dos fugados fueron pasando de celda en celdahasta la suya, ya que la Inter-división entre ellas, su tabique no llega-ba hasta el techo. La fecha podemos situarla perfectamente entre eldía uno o seis de Enero del año 1.969 porque el elemento coadyuvan-te fue primeramente en solicitar permiso para, dadas las fiestas navi-deñas, cantar entre todos los presos los típicos villancicos a plena vozy, cuando se cansaban, los fuertes ruidos de vocerío eran reemplaza-dos por suficientes transistores portátiles que en diversas emisoras

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aquellas melodías emitían: también palmas, bulerías, fandangos ytoda serie de cante fue gorgoreada en continuo retumbe incansable-mente toda la noche. El relator, durante el espacio temporal en Sidi-Ifni, en aquella prisión, teniendo en su viva memoria lo más impor-tante para él el tránsito de aquel tiempo, por orden habrá realizadoaproximadamente unas cuatro o cinco guardias. La última, en la de lafuga de los tres citados cuyos nombres y unidades de destino jamásnos fueron desveladas. No obstante, nuestra natural retentiva nos vie-ne a confirmar que, cuando se puede aseverar que aunque la coinci-dencia suele tener el brazo muy largo como la ley, el de la celda pordonde apareció el boquete por el que se evadieron, sin saberse si talboquete fue realizado por los tres, por dos o por uno solo, se recuerdaperfectamente que en una anterior de tales guardias, el preso ocupan-te, de complexión más bien fuerte, lógicamente joven, de cabello ru-bio corto ondulado, con indumentaria de civil, siendo internamentedicha prisión de pasillo cuadrado en forma de herradura, como mi-sión del centinela interior consistía en permanecer «atento», en solita-rio por tal pasillo, mientras que el resto de la guardia compuesta deun cabo y cuatro legionarios, permaneciendo otro en la puerta de laentrada, teniendo tal guardia la misión de repartir el rancho entre lospresos, celda por celda, por la noche, tocándole por turno ejercer decentinela, aquel preso fugado por donde precisamente apareció elagujero, en voz muy baja, por la noche, al paso del relator a la alturade su «aposento», asomándose a la cuadrada mirilla de su puerta, conexquisita educación, solicitó, sin saber él, o sí tal vez sabiéndolo:que el centinela fumaba y tenía tabaco "…Centinela, por favor, ¿ po-drías darme un cigarrillo? La orden de consignación era no dar niadmitir «confianzas» con los presos. Deambulando el centinela-relatorpor el interior del carcelario pasillo –sin que en él ni siquiera hubieseuna silla para que éste se sentase, debiendo recorrerlo continuamente-sí le dio uno de sus cigarrillos, que normalmente se adquirían en elmismo mesón de La XIII Bandera, único, de marca «VENCEDOR».Pero el centinela no sólo le dio uno sino unos seis o siete cigarrillos

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de su paquete, que durante las dos horas, a petición de aquel preso, através de la mirilla, le suministraba fuego para su consumicióncombustiva. El recuerdo abarca también a que aquel mismo preso,durante la comida a él suministrada por el medio día, con ocasión depara ello abrir la puerta para introducir el alimento, por el interior dela misma se pudo leer: «¿DE QUÉ TE EXTRAÑAS DE QUE MECOMPORTE COMO UN ANIMAL SI ME TRATAS COMO AUNA FIERA?» . Por supuesto, aquel mensaje guarda un comunicadono exento de ningún humano desprecio, cuya causa efecto no es paranada a deslindar, que guarda una posible relación en la que la dificul-tad consista en poder determinar para los justos, inteligentes, el ori-gen tanto del comportamiento cuanto del proporcional trato. Pero lacuestión es que Cuqui no se evadió de aquella misma prisión, tal vezpudiendo realizarlo.

Acorde al proverbio de que la verdad nos hace libres aun-que por ella te veas recluido por quien tiene poder para ejecutar elencierro al discrepar de la libertad y de la verdad cuando teme lacensura de sus actos causados, por un delegado y falso «honor» des-virtuado en herencia legado a sus descendientes para una memoria yun respeto inmerecido encadenado por el encantamiento de leyendascompuestas de ángeles diabólicos sin más positividad efectiva y queel simple figurar, cuando la madre del Cuqui se presentó en Sidi-Ifni,en La XIII Bandera para saber del suceso de su hijo –no sabemoscómo vino, cómo se enteró del suceso ni cómo regresó a Utrera (Se-villa)-, sí sabemos que el entonces Jefe de tal Bandera (D.E.P.), DºJosé María Timón Lara, como errónea justificación, le dijo a la ma-dre de Cuqui que éste había fallecido en «ACTO DE SERVICIO». Yparece ser que se llevó consigo las mínimas pertenencias de su hijofusilado, cuando, sencillamente, básicamente se hubieran evitado lasdos muertes simplemente destinando a ambos a otras unidades sepa-radas para que todo aquello indeseable no ocurriera. Aquella conver-sación entre la madre del fusilado Cuqui, Dª María Fernández, en lo

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relativo al traslado del cadáver a Utrera, ignoramos cómo pudo habertranscurrido y, en todo caso, qué gestiones al efecto se verificarontanto a nivel XIII Bandera, como a nivel Comandancia de La Plazade Ifni, Capitanía General de Canarias, cuanto El Tribunal MilitarTerritorial Quinto Instructor de Las Causas antes dichas, puesdemostradamente está que el legionario Francisco Ruiz Fernández(Cuqui), con el resto de los inhumados en el Cementerio de Sidi-Ifni,fue exhumado de él, y embarcado, como se dijo y siempre se dirá, enel Buque «Castilla», en su castaño y visible ataúd, no en caja de cinzde Tiradores como el resto, para nada en el día, mes ni año del fusi-lamiento, sino que lo fue entre finales de mayo y principios de juniode 1969, en cuya misión participó el propio relator y otros más, entrelos que se recuerdan de la primera compañía: JUAN COCAPÉREZ, JORGE JUAN MATEO, JOAQUÍN PEROLRELINQUE, SANTIAGO ARQUELLADA BARBERO,DEMETRIO AYUSO GONZÁLEZ, JUAN VICENTE GUERRE-RO DELGADO, JACINTO CUESTA BENITO, PEDROTRONCOSO LANDÍVAR, BALAGUER, ISASI, ANTONIOROMERO CERQUEIRA, GÓMEZ DE PAUL, JOSÉ LUISPASCUAL LÓPEZ, EDELMIRO PRADO RUBIO, LUCIANONÚÑEZ, GARDUÑO Y GARCIRUÑO BLÁZQUEZ, VIEDMAUBIBE, FERMÍN RAMÍREZ LEÓN… entre otros legionarios,pues, cuando le correspondía a la primera compañía, siempre era elcabo Benigno Núñez Rodríguez el encargado de realizar la misión deembarque, a excepción de cuando se ejerció la exhumación y embar-que de los restos mortuorios y cadáveres que, cuando le correspondióa tal primera compañía, en una ocasión sólo pudo entrar el CaboBenigno con algún sargento, como por ejemplo José CumbrerasBelinzón, con algún militar de otra unidad, sin permitir a entrada alresto de la tropa legionaria en el cementerio, si bien, no obstante,dicho interior del cementerio se podía ver a través de las rendijas delportalón de carcomida madera. Benigno, una vez salido del cemente-rio dijo que el ataúd de Cuqui se hallaba en perfecto estado.

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Según la misma fuente, como se dijo, no se sabe de quéforma se enteró la madre de Cuqui de su muerte, fallecida en la ac-tualidad (D.E.P.) e inhumada junto a su perdido hijo en el Cementeriode Utrera, haciendo personación en Sidi-Ifni en tiempo próximo aaquel suceso. Siendo como eran los jefes de aquella XIII Bandera elya dicho teniente coronel Dº José María Timón Lara y en comandan-te Dº José Rojas Sanz, únicamente trascendió que Timón Lara, segu-ramente a razonables preguntas de la angustiada madre de Cuqui so-bre las causas de su muerte, con arreglo a la más pura verdad paraque La auténtica Historia no quede mutilada, le dijo que su hijo habíafallecido en «ACTO de SERVICIO» ¡¡Qué vileza más mayúscula!!Nadie en cuestión tan grave debe cínicamente mentir cómo así sehizo, y tal vez mucho menos un jefe del Ejército español con la ma-dre de uno de tantos de sus mejores soldado fallecido evitablementecon otro por cuestión ajena desde luego a ningún acto de serviciosino de abuso de superioridad, negligencia del mando, injusticia mi-litar del Tribunal Militar Territorial Quinto. La señora madre del fu-silado Cuqui, y alguien debiera decírselo a la Historia, no sabemoshasta si su desplazamiento lo ha tenido que costear ella misma luegode perder un hijo indebidamente, qué mínimos enseres se llevó con-sigo de Cuqui y por qué no pudo llevárselo en el año 1.965 paraUtrera, en lugar de realizarse entre Mayo-Junio de 1.969. Y de estaúltima fecha da fe este relator, enfrentándose abiertamente, pacífica-mente, a quien pretenda hacer valer impropiamente lo contrario sinrazón alguna.

Nadie puede suponer seriamente, en pura conciencia, cuan-do un hecho de estos ocurre el lastre de consecuencias que deja de-trás de sí. ¿De sufrimiento y Dureza? Pues claro. ¿Quién puede ima-ginarse componiendo forzosamente parte de un pelotón de fusila-miento de alguien que hostigado permanentemente no pudo resignar-se a seguir padeciéndolos y terminar con todo hasta con su mismaVida por algo que la pena tan poco valía? ¿Celos de Barrionuevo

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hacia su antes «mejor» amigo por una mujer entre ambos en tiemposdispares, entre ambos estuvo y dos muertes tampoco evitó? ¿Quiénera o es ella? ¿Se fue o todavía se quedó a residir en Sidi-Ifni? Posi-blemente ella fuese la más inocente en responsabilidad. Pues ella síque no podía impartir Justicia de convivencia en la primera compa-ñía de la XIII Bandera, ni siquiera en La XIII Bandera misma.

Nada sabemos de la identidad de los dos cabos y de losocho legionarios que a la orden de disparo apretaron el gatillos de susasignados fusiles formada "La XIII". Pero sí sabemos quien era elcabo primero obligado a componer tal pelotón. Sin saber su nombre,sí sabemos que estaba durante el parangón temporal nuestro «destina-do» en la cuarta compañía. Sí sabemos que deambulaba por los alre-dedores del Cuartel, hasta escasamente, caminando uniformado ensolitario, siempre de los retretes a las duchas, a la compañía y vice-versa. Como era normativo, los legionarios y cabos, al cruzarse coneste muy atormentado cabo primero debían darle el saludo militar.Nada, pues, tenía de especial en contraste con el resto de los "respon-sables" del "obediente" pelotón que a su órdenes dispararon por con-minación de la autoridad militar sentenciadora e «ignorantes»sabedores por anticipado jefe de La bandera XIII. Vimos, sí, más delo debido aquel cabo primero que, no obstante bien «maqueado», to-talmente desorientado, como dijimos y mantenemos, saludaba a losinferiores de graduación con ambas manos a la altura de su cabeza.Durante todo aquel tiempo estaba, por supuesto, inhabilitado pararealizar toda clase de servicios de su clase, sólo en compañía del al-cohol permitidamente. Al principio, ignorando el por qué saludabacon ambas manos aquel cabo primero, se rumoreó el dato entre lanueva expedición terminada su instrucción; pero pronto ello nos fuedebidamente aclarado, comprendiéndolo, sin más. Y no sabemos cuálfue su destino al ceder Sidi-Ifni a Marruecos a las trece horas del díaveintisiete de Junio de 1.969. Como señas físicas anatómicas persona-les… estatura de un metro sesenta y seis, regordete, pulcramente ves-tido y aseado, mirada fija, perdida, hacia delante.

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El relator siente que debe por deuda histórica con su Paíshacer de puente de La Historia de Ella en el tránsito por aquellas tie-rras africanas de Ifni-Sahara, donde en aquel breve pero sí intensotiempo se sucedieron algunos sucesos nunca dignos de silenciar bajoningún precio tarifario indigno que suponga más indebido silencioprolongado en el tiempo. Estamos sin desear perder el verdaderorumbo de la auténtica Historia de España y de personas que por Ellano les importó perder su Vida sin ignorancia. Con el relator no todovale o debe valer, aun sabiendo por el su trote caminar de la compa-sión limitada del hombre, el perdón que sólo pueden otorgar losmuertos, subimos o descendemos el último peldaño en Sidi-Ifni el díade la mencionada definitiva marcha.

En la madrugada del día veintisiete de Junio de 1.969. adiferencia de otros días, aunque sí hubo los típicos cuatro imaginariaspor compañía, no hubo toque de diana militar con el que se solía le-vantar la tropa; tal despertar los verificó el cuarto imaginaria cuandolos legionarios hacía práctica y aproximadamente un mes que dormi-tábamos a ras del suelo encima de las colchonetas de paja o borra,que allí se quedaron, siendo embarcados los armazones de las literasen el buque «Almirante Lobo», estando de servicio de semana uncabo primero del cual no recordamos su nombre, pero que tenía unavoz excesivamente fina, que aquel día se limitó a reprender a todoaquel legionario que rompió pausadamente espejos de los aseos, pi-las-lavabos, lámparas de encendido, cristales de ventanales… Algunode los legionarios de la primera compañía decían: «estos cabrones sevan a aprovechar de cuanto aquí construimos en penalización… ,cabrones e hijos de puta».

Aparte de todo ello, de La XIII Bandera de La Legión, fuela primera Compañía que cubrió el repliegue y marcha del resto delas tropas de Sidi-Ifni. Anteriormente al día de la marcha, por escua-dras, se estuvo apostado en sitios estratégicos coordinados vigilando

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los pasos y los referidos buques anclados en el muelle. El teniente dela primera compañía José Luis Arpón López era el que la mandaba.Por orden e instrucción suya, tal compañía abandonó por definitiva yúltima vez aquel cuartel, situándose en su parte exterior, en una ex-planada, entre aquel cuartel y el de Tiradores, en su parte sur, mien-tras se esperaba la llegada de la banda de trompetas y tambores quehabían ido a tocar para arriar por última vez la Bandera española enaquella plaza justamente a las trece horas. El teniente Arpón Lópezdispuso la formación externa cuartelera con los sacos-petates alinea-dos, los legionarios a discreción, con los típicos y usuales fusiles enpuestos en «pabellón». Luego de prolongado tiempo de espera obliga-da por la banda, cuando ya sonando la conocida música en aproxima-ción, casualmente el relator teniendo como un natural apéndice adhe-rido su fusil de asalto cetme asido con una mano y con la otra, absor-to, un cigarrillo «VENCEDOR», inesperadamente, sin saber por don-de se introdujo en la formación un militar marroquí uniformado deverde-granito o gala. De repente se situó frente al relator en posiciónde firmes, sin pestañear. El relator continuó plácidamente fumandoaquel también último cigarrillo en Sidi.Ifni; pero llegado un momen-to, viendo al resto de la compañía sentados y ojeando el asunto sinpronunciar palabra, el marroquí seguía en su misma posición, el rela-tor le preguntó varias veces que era lo qué deseaba. Como quiera queél nada respondía, el relator comenzó a preocuparse pero en el senti-do de acabar con aquella absurda situación y se fuera el marroquí a lamierda, sabiendo que nos iríamos a la llegada de la banda. Pero élseguía firme, mirando al relator solamente como un palo clavado.Luego de repreguntarle y no responder, cuando ya el relator habíacomenzado a elevar con brío el cetme para con contundencia atizarleal marroquí, fue cuando Arpón López, con cierta mas no muy plenaenergía. Ordenó: Siéntate, Hermida. En ese mismo instante, en queHermida se sentó, desapareció aquel último provocador marroquí que,por cierto, bien pudo haber desencadenado un grave incidente si

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Hermida se hubiese adelantado a la orden de Arpón López y le hubie-se descargado con fuerza el golpe de fusil, teniendo en cuenta que enlas cartucheras se disponía de la reglamentaria munición.

Desfilando en orden de aproximación los componentes dela Banda en compaginación con toque rápido militar legionario, escu-chándose en progresión cada vez con mayor fuerza, al llegar a la al-tura de la primera compañía se unieron a ésta. El teniente ArpónLópez mandó formar una unidad militar por última vez en aquel terri-torio marchando a paso «maniobra» en dirección al aeropuerto en elque tres aviones «JUNKERS» de la Fuerza Aérea Española se halla-ban en situación de espera. Aunque no se puede ser,cronológicamente hablando, exacto y excesivamente preciso, el em-barque en aquellos muy ruidosos aparatos voladores pudo haberserealizado sobre las 14:15 de aquel ya dicho día, mes y año, cuandotodavía a tiempos actuales algún auténtico y fiel Historiador preocu-pado por los avatares de nuestro Muy Querido País está en la más in-comprensible penumbra en lo relativo al día de la «retrocesión». Elrelator equipara el mentirle a la Historia igual que abusar de un niñoindefenso. Es, por tanto, sumamente penoso ver cómo a los estudian-tes universitarios incluso se les engaña en la fecha de tal retrocesión,pues algún Editorial español, seguramente obtenido el erróneo datoen una fuente sucedánea, habiendo tenido el que suscribe la frustranteocasión de estudiar en Acceso a La Universidad de Educación Nacio-nal a Distancia (U.N.E.D.) en un libro de «HISTORIA DEL MUNDOCONTEMPORÁNEO», en su página 410, que Sidi-Ifni había sidoretrocedido en el año 1.963. Y es que desde el año 1.963 al real de1.969 (perogrullada) existe una diferencia de seis años; y, por ello, nose ajusta en nada a la realidad decir en el 1.963; eso es estar perdidosen La Historia, pues ¿dónde estaba el relator desde 1.968-1.969 ysolamente los nombrados allí en condición de tropa, a excepción delos dos tenientes, si incluimos a otros cabos, cabos primeros, sargen-tos, cuando al capitán le hemos ya citado?.

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Sin seguir la cronología, retrocediendo a tiempo próximoanterior a la marcha de Sidi-Ifni, sí debemos mencionar por sucedidotambién entre los meses de Enero-Marzo del año 1.969, formada laprimera compañía delante de la nave de la cuarta, cuando aquel díahabía amanecido de un nítido y total claro y un sol universal con sufuerte resplandor, ¿causas? De pronto se comenzó a escuchar enaproximación un uniforme ruido zumbante. Se ocultó aquel y esteSol, cuando serían aproximadamente las tres horas de la tarde. Unacompacta y masiva langosta voladora oscureció tal día, con una pe-numbra casi total. Aquella devoradora langosta se dirigía sin avisarhacia la huerta que la XIII Bandera tenía plantada de hortalizas másbien en la dirección que va a "BUYARIFFEN". Al mismo tiempo delsurgir aquel sonido de las langostas, mezclándose con él en amorti-guación, sonó un disparo. A pesar de estar la primera compañía for-mada, estando a «discreción», nadie se movió por no haberlo ordena-

Guardia de prevención. XIII Bandera. Sidi-Ifni (1969)

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do el mando superior y hubo un general susurro: «FUE UN DISPA-RO» ¿QUÉ HABRÁ PASADO? Luego se supo que el efecto deaquel disparo fue que el centinela de la puerta falsa que daba a laprisión se auto había dado un tiro, de entrada por la garganta y salidapor la órbita de un ojo, salvándose y destinándolo, según se dijo, paraEl banderín de enganche de Leganés (Madrid), sin nunca más saberde él. A continuación, subidos a los camiones «FORCA», con velo-cidad súper-sónica en la medida de desarrollo posible, prácticamentese llegó al mismo tiempo que la langosta cuando ya estaba preparadapara su pretendido «manjar». Increíblemente, aquel infinito insectoparecía, a pesar de su abundancia, estar únicamente concentrado enaquella huerta, no siendo ello por supuesto así ya que estaba esparci-da por todo Ifni. Sin dañar para nada ninguna de aquellas preciadasplantas, con los pies y ramas, cuando los legionarios que permanente-mente estaban en aquella finca-plantío en número reducido, un caboy tal vez seis o siete legionarios, más o menos, que ya se encontrabanen pura faena de su exterminio afanosamente, todos juntos ya se do-minó el asunto, si bien aplastabas una y desde el Cielo aterrizaban enel mismo punto doce, veinte… Se estuvo así durante aproximadamen-te unas cuatro horas sin decaer el ritmo; de la huerta no se separó lacompañía hasta la plena seguridad de que ni una langosta más acudi-ría a devaluar la agricultura de aquellos legionarios-labradores.

Entre aquellos legionarios había uno, de origen portugués,de la cuarta compañía y del cual se ignora su nombre, de estatura deun metro sesenta y siete aprox., de carácter alegre y siempre cordialcon todos, pidió traslado en retorno de la huerta (granja) para la com-pañía, concediéndosele; posteriormente, de modo sorpresivo nos ente-ramos de que, con motivo de entrar de guardia de prevención, segúnrelato de los testigos que lo presenciaron, cargó, montó y medio aga-chándose, apuntándose a sí mismo a la parte de su estómago, se dis-paró una ráfaga, exhalando de pura necesidad. La «13» se disolviósin despedida de los mandos de ella.

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Puesto que ya consta en La Consellería de Cultura de LaXunta de Galicia dos libretos con Registro de La Propiedad Intelec-tual intitulados VENTA DEL SAHARA AL FIADO y EL DESOR-DEN DE LAS FUERZAS el relator considera la real historia delperro «GITANILLO» nacido, criado en La XIII Bandera acompañán-donos en vuelo hacia El Aaiún aquel mismo día que sobre las quincehoras, más o menos, se tomó tierra en El Aaiún siendo trasladados aLa VIII Bandera de El Tercio Sahariano Dº «Juan de Austria III de LaLegión», siendo diseminados a Villacisneros, Aaiún mismo, Edcheray Smara o Semara.

Hacemos aquí una necesaria reflexión fundadamente moti-vada. En evocación de respeto debido a los caídos y que en Sidi-Ifni

De derecha a izquierda: José Hermida Muiños, Andrés Colinas Fernández yotro compañero legionario. XIII Bandera. Sidi-Ifni

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fueron inhumados y exhumados, fallecidos en combate con el enemi-go a pecho descubierto en Edchera (Sahara Occidental) el día 13 deEnero del año 1.958 pertenecientes a La XIII Bandera General MolaIndependiente de La Legión, lo fueron (D.E.P.): el capitán Dª AgustínJáuregui Abella, Luis Almansa Turner, Enrique Arroyo Laherao, Án-gel Barbosa Sánchez, Cristóbal Chaparro Luque, José CipriánLasierra, Francisco Fadrique Castromonte, Enrique FernándezValverde, Antonio Gómez Cabrera, Francisco Gómez Vizcaíno,Aurelio González Sánchez, Antonio Grande Cañaveras, ElíasGutiérrez Sierra, José Heredia Abad, Germán Hevia Vallina, EduardoJiménez Huertas, Tomás López Ciera, José López Reyes, JuanMaderal Oleada, Manuel Martín Matías, Juan Pedro Martín-AlbaVinuesa, Alonso Mateo Martínez, Juan Montero Checa, AlfonsoMoreno Oliva, Lorenzo Nasa Guerrero, Manuel Parra Calero, JoséRíos Porcel, Joaquín Salvador Estrada, Luis Sánchez Sánchez Martín,Pedro Simón González, Miguel Soler Zanon, Antonio Tella Alonso,José Tevar García, Arturo Urbano Casielle, Rafael Valer Urda, los sontreinta y cinco faltando otros más hasta los ochenta y un legionarios

Jura de Bandera en la XIII Bandera de la Legión. Sidi_Ifni (10-12-1968)

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en total, un capitán, dos oficiales y cuatro suboficiales, incluidos losantes citados hasta completar los ochenta y ocho.

También debemos incluir a los exhumados fallecidos en laCampaña Bélica de Sidi-Ifni de los años 1.957-1.958 con exclu-siva referencia a una de las causas de incidencia directa, apartede otra dimanante del enemigo marroquí harkeño, procedente deldenominado «FUEGO AMIGO» que por error de cálculo en las coor-denadas de la línea de tiro del legendario Crucero Canarias, bien porhabérselas indicado mal, bien por haberlas captado deficientemente,por lo que trasunta el más importante «PARTE DE CAMPAÑA» detal Buque correspondiente de fecha 29 de Diciembre del año 1.957con firma casi ilegible de «EDMUNDO GNAU»; supuestoautorizante, «JOSÉ FERNÁNDEZ ACEYTUNO», siendo ello obteni-do por transcripción y por apuntes de El Archivo Naval de La Arma-da de Ferrol (Coruña) en la mañana del día veintiséis de Febrero delaño en vigor. Pero, con anterioridad, en fecha del día 15 de idénticomes, entre seis cuadernos pertenecientes a los Buques Cruceros «Ca-

Una compañía de la XIII Bandera desfilando en orden cerrado. Sidi-Ifni

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narias» y «Almirante Cervera», tres por cada uno, se obtuvieron alazar sus parciales tripulaciones:

TRIPULACIÓN DEL CRUCERO «CANARIAS»:

«En fecha 6-12-1.958 desembarca de este buque (se refiereal «Canarias») y pasa a disposición de la Base Naval de Canarias(Aljibe «a-6), en cumplimiento a O.M. nº 2930158 (D.O. de fecha 21del actual (D.O. Nº 241). Mecánico 1º Manuel Queso Gago embarcael 15-7-1954 procedente de la 2ª División de La Flota (Destructor«Escaño» en cumplimiento a O.M. de 8-6-1.954 (d.o. nº 132).

Por O.M. 28-12-1.954 (D.O. 5) se le conceden cuatro trie-nios de 4.000pesetas a partir 1-1-1.955".

«Según Certificado que exhibe el interesado, en fecha 5-4-1.958 cumplió 10 de edad su hija Julia Queso Castaño». Otro, Ma-nuel López Mateo, operario de 1ª (tornero), embarca en este buque(Canarias) procedente del departamento Marítimo de Cartagena ramode Artillería del Arsenal, en cumplimiento a O,M. de 9-11-1.953(D.O. 256) 1/12/1.953".

Vista parcial de las instalaciones del acuartelamiento en Sidi-Ifni de laXIII Bandera de la Legión "General Mola"

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«En fecha 25-11-1.958 desembarca de este buque y paradisposición del C. General del Departamento Marítimo de Cartagena,en cumplimiento a O.M. Nº 2935/58 de fecha 21-10-1.958 (D.O. Nº241)».

«José Jiménez murcia, mecánico 2ª. Embarca (en el Cana-rias) en fecha 19-7-1.954 procedente del dragaminas «Guadiaro» encumplimiento a O.M.de 8-6-1.954".

«Según certificado que presentó el interesado en fecha 24-7-55 (1.955) contrajo matrimonio con la señorita Alicia Casal Facaldo».

«Según certificado que exhibe el interesado en fecha 22-7-1.957 le nació un hijo al que se impuso el nombre de José AntonioJiménez Casal».

«En 3-11-59 embarca y pasa a disposición del Excmo. Sr.Contra Almirante Jefe de la tercera Flota, en cumplimiento a Ordende Destino Nº 651, en fecha 29-10-59».

«José L. Portela Martínez, hijo de Francisco e Inocencia,natural de Sanjenjo, nació el 30/7/1.926. Escribiente 2º. Embarca(Canarias) el 23-7-1.954». (su última anotación es de 15-11.956).

«D. Carlos Lorente, alférez de navío»

«en el día de la fecha embarca en este buque (Canarias)procedente del Departamento Marítimo de El Ferrol del Caudillo (Es-cuela Naval Militar), en cumplimiento a O.M. 13-8-1.954 (D.O. 185)«3-9-54 (1.954) –esta anotación tiene otra en diagonal transversal, ydice: «ANULADO».

«Victoriano Díaz Yáñez, mecánico primero».

«embarca (Canarias) el 3-9-54, procedente del Departamen-to Marítimo de Cádiz (Buque Escuela J.S. El Cano), en cumplimientoa O.M. del 5-8-1.954 (D.O. Nº 183)».

«según certificado que exhibe el interesado en fecha 9-4-57

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(1.957), cumplió su hija María de Belén Díaz Montero 10 años deedad 15/4/57».

TRIPULACIÓN DEL BUQUE «ALMIRANTECERVERA»:

«José Suárez Oliveira, hijo de Lisardo y Carmen, natural de¿Buris? (Coruña) el 20-1-1.936, forzoso, Puesto de la Guardia Civilde El Son (Coruña) finaliza el 17/8/57» (1.957).

«Julio Blanco Arosa, de Vilaboa (Pontevedra), forzoso, resi-dente en Arcade (Pontevedra), ingresa el 2/4/1.965.- Socorrido el 11/10, el 14/12, el 15/12 de 1.956.- marinero de 1ª el 17/12/56; socorridoel 11/1, el 22/1, el 25/1 y 25/2 de 1.957; desembarca socorrido, licen-ciado. En 27-03-1.958, socorrido, desembarca de este buque y pasa asituación de licenciado en cumplimiento a O.M. Nº 167 de fecha 4/3/1.958.- Recibí Cartilla Naval».

«Joaquín Justo ¿Clener?, hijo de Joaquín y Dolores, nacióel 27/08/1.936 en Vigo (Pontevedra), forzoso, sabe leer y escribir, C/Cortés, 41-4º B, cervecero, ingresó 2/1/1.956.- Socorrido 28/3/1.956,…, el 26/12/1.957. En el día de la fecha, socorrido, desembarca deeste buque por pasar a situación de licenciado en cumplimiento aO.M. Nº 1720 de fecha 03-12-1.957».

«manuel Antón ¿Siliz?, hijo de Rogelio y Dolores, naturalde Pereiro (Pontevedra), nació el 25/10/1.936, forzoso, sabe leer yescribir, mecánico, domicilio Pereiro-Pollo (Pontevedra).-Ingresa el 2/4/1.956.- Socorrido en 14/6/1.956, 18/6/1.956.- marinero 1ª 19/11/1.956.- En 27-3-1.958, socorrido, desembarca de este buque y pasa asituación de licenciado en cumplimiento a O.M. Nº 167 de fecha 4-3-1.958».

«Miguel García ¿Muniz?, hijo de Manuel y María, de Má-

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laga, nació el 2/12/1.936.-Ingresó forzoso.-Puesto de La Guardia civilde Málaga, no sabe leer ni escribir, camarero, domicilio C/ Pórtigo,Nº 2 (Málaga), 1/1/1.956, el 15/3/56, por disposición de la F.N. de La1ª División de La Flota, embarca en este buque procedente del Depar-tamento Marítimo de Cádiz (C. de Instrucción), marinero de 1ª conantigüedad de 7-12-1.956.- En el día de la fecha, socorrido, 20/3/, el25/3, el 22/4 y el 23/4 de 1.957.- En el día de la fecha, socorrido,desembarca 25/12/1.957.- Recibí C/N (Cartilla Naval), con BuenaConducta, Certificado de Soltería y Ficha de Matriculación».

«Juan Román Esteban, nació 1/10/1.936 en Melilla (Mála-ga), pescador, forzoso, no sabe leer ni escribir, C/ Ataque Seco, «F»,Nº 7 Melilla, Parroquia Corazón de Jesús.- En el día de la fecha, so-corrido, por disposición de la S.A 1673/1.956.- 18/2/1.957 S.A. Flotaen fecha 11 actual, se le promueve a la clase de marinero fogoneroantigüedad 1-1-1.957. En el día de la fecha, socorrido, desembarca deese buque por pasar a situación de licenciado en cumplimiento aO.M. Nº 1720 de fecha 03-12-1.957.- recibí certificado Buena Con-ducta, C/N».

Ese mismo día 15 de Febrero del presente año, en el que elrelator se presenta en El Archivo Naval, a éste se le facilita el númerotelefónico 981/369553 quedando en que contactaría a mitad de la si-guiente semana; se verifica el día viernes, 23, de mañana. El interlo-cutor dice haber dispuestos más datos sobre los asuntos de Sidi-Ifni;incluso manifiesta la existencia de una fotografía del escoramientodel buque «Canarias» y marineros de su tripulación desembarcandoen las playas de aquella plaza.

El lunes, 26 del igual mes, en horario de mañana, el relatorvuelve a El Archivo Naval de Ferrol. Con la misma exquisita aten-ción es recibido e introducido en una sala de lectura. Con prontitudnos es traído un corto legajo de apenas cinco o seis folios denomina-do «PARTE DE CAMPAÑA» del Crucero Canarias. Y dice:

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«PARTE DE CAMPAÑA DEL CRUCERO CANA-RIAS»

«A bordo, Puerto de La Luz, 28/12/57» (1.957).

«Para Excmo. Sr. Comandante General de La Flota». «Co-rresponde a Orden de Operaciones Nº 17/57, del E.M. de La Flota,fecha 11/12/57» (1.957). «Objeto: trasladarse a Sidi-Ifni, con la Agru-pación «T», para relevar allí a la Agrupación «F».

«Información: La Flota se encuentra desplegada según loprevisto para la OPERACIÓN «ORIÓN» CON LA VARIACIÓNDE La Agrupación «T» ha cambiado su Base al Puerto de La Luz yLa Agrupación «M» lo ha hecho a Málaga».

«La Fragata V.N. de Balboa (Vasco Núñez) salió del Puertode La Luz para desempeñar misión en Sidi-Ifni». «El 9/12/57 (1.957)continuaba todavía en Ifni». «El 9-12-57 (ídem) se encontraba frentea El Aaiún, el «R.A..- 2»; la Barcaza «K-2» y los mercantes «Viera yClavijo» y «Gomera».

«1.- Misión».

«1,1.- Acudir con los medios propios al lugar de la costa deÁfrica Occidental Española, en donde fuera necesaria su presencia».

«1,2.- Facilitar enlaces Radiotelegráficos al GobernadorGeneral del A.O., según las órdenes del Mando».

«2.- Situación».- El buque se encontraba amarrado en eldique del generalísimo del Puerto de La Luz para desempeñar Comi-sión».

«3.- EJECUCIÓN.- A 2257 del día 12/12 se tocó Br. y Er.de Guardia, desatrancando el barco con ayuda de dos remolcadores. A

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2335 se empezó a gobernar a la voz en demanda de salida. A 23336se arrumbó al 120 v y a régimen de 119 r.p.m.».

«En la Guardia de 0900 a 0800 del día 13 se sorprendió unS.O.S. del pesquero español «PEPE», comunicando tenía una averíade agua y se encontraba en situación 48 ́al sur de Agadir (Marrue-cos). Esta información se le pasó al E.M. de La Flota. A 0826 se diofondo con cuatro grilletes de ancla de Er., balizada con orinque decorcho. A 0910 se filó un grillete más de cadena. A 0950 se desfogóun chubasco de agua y viento. A 0954 se empezó a levar. A 1000 sedio avante despacio con dos, por trabajar mucho la cadena por la pr.A 1005 para las dos. A 1007 faltó la cadena con grilletes 2,2 millasde la costa – y al 282 del faro del Aaiún, en 21 metros de fondo, tra-bajando por el través de Er. A 1010 al Nv y 108 r.p.m. A 1402 sepuso a 114 r.p.m. A 1428 se avistó Villa Bens, al 069v y 9 millas».«De 145 a 1515 se gobernó a la voz para pasar cerca de Villa Bens».«A 1515 al 305v. A 1520 se tocó ejercicio de artillería, tocándoseretirada a 1545». «Durante la Guardia de 1400 a 1600 se rompieron31 copas de agua, 27 de vino, 14 platos soperos, 28 llanos y dosfuentes del servicio de «cistalería» (cristalería) y vajilla de la cámarade oficiales, a causa del temporal». «A 2100 aguantando sobre lamáquina en Puerto del Rosario». « A 2245 se avistaron los destructo-res «Escaño» y «Almirante Miranda…». «A 0450 del día 14 se avistóel «Vasco Núñez de Balboa». «A 0555 el «R.A-2». «A 0730 se arrióun bote dándose al portalón de Er.». «A 1122 se arrumbó al 74v, po-niéndose a régimen de 10 nudos». «A 1555 se tocó ejercicio ZAFA-RRANCHO DE COMBATE, tocándose retirada a 1615». «A 0235del día 15 pasó un avión con rumbo 050». «A 0555 se avistaron dosdestructores por la proa; uno de ellos, a 0625, no iluminó con el pro-yector». «A 0955 se avistó el destructor Nº 21 por la amura de Br.».«A 1030 se celebró el Santo Sacrificio de La Misa en la chaza detorpedos». «A 1040 se avistó un avión por el través de Er. con rumbosur». «De 1637 a 1655 se permaneció con las máquinas paradas para

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comprobar la intensidad de los balances al atravesar a la mar, frente ala zona comprendida entre Sidi-Ifni y el Río Asif Solguemat».

«A 0540 del día 16 se avistó el «Escaño» por la pr.». «De0800 a 0930 despegaron tres aviones del aeródromo de Sidi-Ifni». «A0900 se gobernó el mercante «PALOMA»». «A 0930 se estableció elservicio de vigilancia a dos Guardias». «A 1245 se avistaron dos bar-cos mercantes por la mura de Br.». «A 1745 se tocó retirada de vigi-lancia reforzada y se ordenó servicio por la proa». «Durante el día seestuvo de vigilancia frente a Sidi-Ifni».

«A 0800 del día 17 se metió a Br. para aproximarnos al«Escaño» y efectuar la maniobra de petróleo en el mar». «Se navegóal 345v y a 10 nudos durante a maniobra». «A 0941 se empezó a darpetróleo al «Escaño» con manguera de 90 m/m». «A 1012 se diomáxima presión, con 10 kilogramos en el colector de salida y 12 ki-logramos en la bomba».

«A 1020 se puso en marcha la otra bomba». «A 1028 empe-zaron a funcionar las dos bombas, dando 11 Kgs. en el colector desalida».

«De 0941 a 1141 se le dieron al «Escaño» 66 toneladas depetróleo distribuidas en la siguiente forma: 1º.- Media hora, 07 ms..-2ª media hora, 21 tns.; ; la 3ª y 4ª media hora, 18 tns.; 6ª media hora,21 tns.; 7ª media hora, 15 tns. y 8ª media hora, 16 tns.- Total admi-nistrado al «Escaño»: 130 toneladas». «A 1350 se empezó a soplar».«A 1422 se largó la maniobra». «A 1432 abre el «Escaño». «Toda lacaña a Er., quedando al 165v». «Se comprueba la sonda en tanque depetróleo y el total suministrado al «Escaño» son 120 tns.». «A 1920se le comunica al «Escaño» por scout, que reconozca un barco situa-do por Er. del «Canarias». «A 2020 se dio fondo a 2,5 millas al 274del faro de Sidi.Ifni». «A 0755 del día 18 se arrió el bote auto porEr.». «A 0758 quedó abarloado a nuestro costado de Br. el «Almiran-te Miranda», para recibir petróleo». «A 0810 se empezó a darle petró-

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leo». «A 0935 se observó que el «Escaño» hacía fuego sobre tierra».«A 0955 se arrió el bote de remos Nº 2». «A 1054 atracó al portalónel bote- auto, saliendo a continuación con el Sr. Almirante». «A 1115terminó el petróleo, dándole al «Almirante Miranda» 206 toneladas».«A 1157 atracó el bote-auto». «A 1220 abrió de nuevo, regresando a1320 con el Sr. Almirante». «Se dieron 5 tns. de agua potable al «Al-mirante Miranda» haciéndose a la mar». «salió el auto para recoger elbote de remos». «A 1430 regresaron el bote-auto y el de remos». «A1530 ejercicio de artillería». «Al ocaso se arrió La Bandera y se en-cendieron luces de fondeo». «A 1935 fue el auto al «Escaño», regre-sando a 2140, saliendo de nuevo a ¿21? y regresando a 2207". «A0617 del día 19 abrió el bote-auto, remolcando al de remos». «A0630 regresó el bote-auto». «A 0707 levó el «Almirante Miranda»».«A 0758 se comenzó a levar para cambiar de fondeadero». «A 0830se fondeó con cinco grilletes…». «A 1240 salió la lancha para efec-tuar el traslado de víveres del «C. Mayoral» a tierra». «A 1430 salie-ron tres botes para rastrear un ancla del «Gravina»». «A 1528 fondeóel «Escaño»». «A 1655regresaron el auto y la lancha de la faena…».«A 1715 regresaron el auto, mixto y bote de remos dedicados a lafaena de rastreo del ancla del «Gravina», con resultado negativo, per-diéndose un rezón en la marisma». «A 1920 salieron para dedicarse apescar, el mixto remolcando al bote de remos». «A 0030 del día 20salió el mixto». «A 0120 se izó el mixto de Br., abatiendo a continua-ción los pescantes». «A 0250 se izó y metió dentro el portalón, aba-tiendo el hasta de la bandera y torrotito». «A 0630 se tocó Br. deGuardia y se gobernó al N.». «De 0650 a 0712 se tocó ZAFARRAN-CHO DE COMBATE». «De 0754 a 0805 se hicieron 14 salvas conla batería de 120/0 m/m. de Er., sobre la ladera W. delBUYARIFEN»». «De 0900 a 0930 se hicieron 44 salvas , con lamisma batería sobre la CUMBRE DE DICHO MONTE». «A 0932se hizo cíaboga sobre Er. para presentar el costado Br. a tierra». «De1005 a 1010 se hicieron 7 salvas sobre BU MAY_YOD, con la bate-ría de 120 m/m. de Br. APOYAR AVANCE DEL EJÉRCITO DE

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TIERRA». «Durante todo ese tiempo se mantuvo el barco parado,maniobrando con las máquinas, para tener los objetivos dentro delsector de máxima ofensa». A 1600 se comunicaron las calderas B-3 yB-4". «A 1730 se tocó retirada de vigilancia reforzada».

«A 0645 del día 21 levó el «Almirante Miranda», haciéndo-se a la mar». «A 0700 levaron los costeros «Gran Tarajal», fondeadocerca de la playa de Ifni». «A 0908 se arrió el mixto dirigiéndose atierra, para ayudar a las operaciones de descarga en la playa». «A0951, conduciendo al Sr. Almirante a tierra». «A 1655 se arrió (…)N-2, dirigiéndose a tierra para ayudar a las operaciones de descar-ga…». «De 0400 a 0645 del día 22 se preparó el buque para el tiro».«A 0645 Br. y Er. de Guardia, levándose a continuación para recono-cer las costa sur de Ifni». «»Ciudad de Alicante»».

«A 0847 se arrió un bote-auto para trasladar un herido des-de la «K-2 a bordo». «Se averió el timón del auto». «A 1430 comen-zó a inundarse». «A 0000 horas del día 25 se celebró en la chaza detorpedos el Santo sacrificio de La Misa». «A 0945 leva el «AlmiranteMiranda» y sale de vigilancia». «A 1746 se tocó ZAFARRANCHODE COMBATE, haciéndose 19 salvas con la batería de 120 m/m. deBr. y 4 con la de 203,2 m/m. SOBRE EL CRUCE DE CARRETE-RA ENTRE SIDI SEMAN Y BINGTA». «A 1826 se tocó retiradade ZAFARRANCHO DE COMBATE Y SERVICIO DE MAR».

«a 1240 SE PUSO EN MOVIMIENTO EL «Paloma»»…».«A 0940 se avistaron el «Crucero Galicia» y los destructores «Almi-rante Antequera» y «Gravina»».

«4º.- Resultados obtenidos: se cumplieron las órdenes reci-bidas».

«5º.- Observaciones Generales: nada que señalar».

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(Hoja Nº 5) del día 20 de Diciembre del año 1.957.- «0809se hizo un disparo con un cañón que había quedado cargado -0712 zafarrancho de combate abr. Fuego los destructores».

Debió haber sido la causa de estas maniobras, sin duda, lasque produjeron los fallecimientos de nuestros soldados en fatal y muydesafortunada compaginación del enemigo ejército harkeño en la for-ma descrita en anteriores documentos suscritos por el relator y remi-tidos a esas instancias. Todavía hoy, cuando esos sucesos están a laspuertas de cumplir 50 años, semioficialmente, sólo y con reservas,aparte de no aportar lugar en el que se encuentren los Cuadernos deBitácora en que puedan estar fielmente reflejados los fatales inciden-tes del «FUEGO AMIGO» o, caso contrario, en el Mando conjuntoque coordinó tales acciones bélicas, a pesar de que El anteriormentecitado «PARTE DE CAMPAÑA» del Crucero «CANARIAS» no os-tenta la condición ni de «CONFIDENCIAL», ni «SECRETO» ni«RESERVADO». Por tanto, no se entiende que a estas alturas todavíano se quieran o intenten desvelar aquellos sucesos lamentables, quepor ciertamente ocurridos resultan innegables. El natural ansia de quenada sea oculto ya a la real Historia de nuestro País, cuando ya por elavatar, el tiempo transcurrido, la comprensión de aquellos momentostensos, los medios técnicos defectuosos o inexistentes y humanas si-tuaciones que irremediablemente no se pudieron evitar por la inheren-te y propia imperfección que en general siempre acompaña al hombreen donde quiera que vaya, donde quiera que esté y a donde quieraque lo manden, cuando ya no es la responsabilidad personal la que sepretende, cuando los ojos del relator ni los sentidos no pueden traspa-sar los cerrojos que albergan la aproximada verdad, únicamente escu-cha voces que reconocen una gran multiplicidad de errores, como quelos paracaidistas fueron lanzados en salto aéreo en lugar equivocadocoincidente en el impacto de la caída de los proyectiles de los bu-ques, las coordenadas o que fueron erróneamente emitidas o errónea-mente recibidas. También se escucha, a modo de susurro, que parte

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de lo que se sabe al respecto de esos luctuosos asuntos ha sido porlos impulsos de los familiares de los «alféreces y sargentos de com-plemento o milicias» fallecidos, que elevaron preguntas protestativasen demanda de información.

Salvo involuntario error del relator que suscribe, éste seauto-obliga en este acto final haciendo constar una anotación incursaen el referido «PARTE DE CAMPAÑA» 9/57 (1.957)del mentadoCrucero «Canarias» en Sidi-Ifni:

«Día 14 de Diciembre de 1.957.- 1425.- De comandanteMilitar de Marina de Villa Bens, para: comandante «CANARIAS»:

«Texto: sin novedad esta Ayudantía Militar de Marina.-Puerto cerrado por mal tiempo. Salúdale respetuosamente teniente denavío González Quevedo».

«Día 16; 1800 Director Academia Policía Armada a coman-dante «CANARIAS».- Recibida instancia esta Academia, cabo 2ºRadio Felipe Rodríguez Conesa, solicitando ingreso estas Fuerzaspuede presentarse examen Academia próximo día 20 ocho horas últi-mo día de examen».

«Novedades ocurridas en el material, durante las navegacio-nes que comprende este Parte de campaña Nº 9 año 1.957».-

«Servicio: máquinas, sanitario».«Derrota: sin novedad».«A bordo en Las Palmas, a 29 de Diciembre de 1.957».«El C. de F. 21 comandante». P.A. Firmado y rubricado cuasi ilegible: «Edmundo Grau».Supuesto autorizante: «José Fernández Aceytuno».

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Así finaliza, pues, tal Parte de Campaña. Y, en cumplimien-to de lo acordado, se emite fiel, exacta y auténtica copia a El ArchivoNaval de Ferrol (Coruña).

Bergondo, 28 de Febrero del año 2.007.

Fd.: JOSÉ HERMIDA MUIÑOS.

Excmo. Señor Presidente del Senado.

Avenida de La Marina, 8.

28.071 (Madrid).

En dispar contraste, con la expresada Retrocesión de Sidi-Ifni, atrás quedaba la calle del Dieciséis de Abril, la más larga y se-ñorial de la época. Su pronunciado desnivel incidía que aquella calle,cuando al legionario le apetecía retrasar el regreso al cuartel, cuandose bajaba por ella con la intención de «papear» (comer) por una pese-ta un gran plato de alubias solas, sin chorizo, sin jamón ni tocino, enel cafetín del «JAI», luego con la andorga llena se hacía un poco máscansino el subirla. Aquel cafetín, en que solamente se comían alubias,el cocinero era un ifneño nativo tal vez baraní. Tal local era de redu-cidas dimensiones, situado al final de dicha calle al lado derecho; a laentrada estaba el mostrador, a los laterales mesas y bancos alargadosde madera; y en la parte derecha del mostrador según se entra estaba«JAI» con una enorme perola a la brasa de un hornillo eléctrico po-tente. Jai, como único utensilio, disponía de una enorme cuchara depalo, con la que a un ritmo pausado pero continuo con ella girabadentro de la olla, incansablemente, con la mirada fija al frente, nuncahablaba, sólo escucha sin nunca perder aquel mecánico ritmo de re-volver las alubias que nada interrumpía para meterte aquellas grandesalubias, semejantes a las aceitunas. Siempre la misma historia, mien-tras Jai revolvía y más revolvía, él compaginaba aquel movimientocon la compañía de un descomunal radio-transistor accionado en la

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misma emisora escuchando música moruna. Jai, de complexión grue-sa, siempre adoptaba idéntica posición calculando la misma distanciacon la perola y nunca salió de detrás del mostrador.

Luego de pernoctar algunos días en Aaiún, se partió paraSmara («junco» en árabe). Al llegar allí ya estaban enterados quevenían los de «La 13». Unos para la primera, segunda, tercera y cuar-ta compañía. En la segunda se tuvo la ocasión de conocer al ya capi-tán Dº Rodrigo Holguín Barraca (D.E,P.). El cabo Benigno Núñez,solicitó anuencia militarmente al sargento de semana, que lo concediópor ascendente conducto del teniente de semana, para el traslado delos componentes de la desmembrada «13» sin despedida, para realizarla colada en un pozo instalado en un oasis cercano. En el trayecto,Benigno que mandaba la formación, al encontrarse con el capitánHolguín mandó «alto», izquierda para darle el frente, darle la nove-dad y saludo; dio el capitán la mano, abrazo a Benigno reconociéndo-le, y brevemente le dijo: ¡venga, Benigno, iros a lavar la ropa! ¡yatendremos oportunidad de charlar! La segunda compañía se componíade tres barracones igual que las restantes compañías. Estaba situadaal lado izquierdo entrando en dirección al mesón. En el mesón, apartede poder conseguir refrescos, vino y demás, había una televisión per-manente encendida; como en aquel entonces sólo funcionaban lasúnicas dos cadenas (primera y segunda), cómo exclusivo programanada más se podía ver un minúsculo punto en el centro de la pantalla,por ello las noticias procedentes de la península y resto del mundosimplemente consistían en aquel punto fijo.

Durante diversas ocasiones se hicieron marchas por el De-sierto Sahariano. Ello era de lo más corriente como misión. Smaraestaba y está situada a unos aproximadamente 270 kilómetros de ElAaiún en línea recta. Decía siempre Benigno que Smara era el centrogeométrico del Sahara Occidental. En Smara estaba situada La VIIªBandera del Teniente Coronel Valenzuela de La legión; también allíestaba el Cuartel de Transmisiones, Intendencia y Tropas Nómadas.

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Había en la tercera compañía un legionario oriundo deCádiz. Le gustaba más el vino que a los mosquitos. El capitán cape-llán, al que también le debían gustar los amantes de «Baco» y al mis-mo Baco, lo hizo ayudante y monaguillo suyo. Al «Cai», como le lla-maban, cuando le apetecía vino y no tenía dinero para conseguirlo lobuscaba donde fuese, bien vendiendo una camisa, un pantalón, gorroo sandalias; mas él sabía bien cómo realizarlo; normalmente loofertaba al que el día anterior lo había a su vez vendido para lo mis-mo y, para recuperarlo, debía entrar en tratos con Cai con sucesivotrueque.

El CAI, ya con anterioridad a la llegada de La «13», habíaprotagonizado una aventura muy sonora. Comenzó diciendo que lle-vaba demasiado tiempo sin salir del desierto, y ello era en efecto real;deseaba ir por lo menos quince días a Las Palmas de Gran Canaria ytomarse un merecido disfrute, decía él abiertamente. Pero para ellodebía ingeniarse la justificación. Así que ni corto ni perezoso seenfiló hasta el botiquín, lugar éste en el exterior del cuartel pero cer-cano a él, contiguo a un bar vacío y en el que antaño habitaban y tra-bajaban prostitutas exclusivamente para los legionarios de La Bande-ra. Una vez en el botiquín, previo su rebaje y apuntamiento en el Li-bro de Reconocimiento, se presentó ante el teniente médico, que eratodavía más amante de «BACO» que el CAI, diciéndole que teníafiebre y que se encontraba demasiado «chungo» convenciendo al te-niente (del que ignoramos su identidad); este teniente, que en aquelmomento ya debía estar «colocao», sin exageración, pues de ellohubo testigos, para tomarle al CAI la temperatura le puso debajo dela axila un bolígrafo marca BIC, de aquellos y aún actuales transpa-rentes. Al día siguiente el CAI volaba en la «chivata» (avioneta) haciael destino querido.

Cuando el CAI llegó, como era lo habitual, pernoctó en elcitado cuartel de «MATA», en la compañía de transeúntes. De allípasó al Hospital pero seguramente al no encontrarle nada malo ni

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patológico, sino en la comprensión de salir del desierto, pronto ledieron el alta remitiéndolo nuevamente al Cuartel de Mata. A golpede playa, mujeres y demás, CAI se lo pasó opíparamente; pero, comotodo llega a su final, le tocó regresar a Smara. En la compañía detranseúntes pernoctaban soldados de todas las unidades de La Capita-nía General de Canarias, por ello cada cual tenía su propio saco-peta-te. Al CAI, que prácticamente le daba todo igual, cuando tenía queregresar no encontró su petate… busca, busca y busca por él… Noapareció. Mas el tenía que llevarse uno. Así que cogió el primero ymás cercano que a mano estaba sin abrirlo ni mirar en su interior.Cuando llegó a Smara, según nos contaron, lo primero que hizo fuemeterse en el mesón para trasegar morapio y narrar lo sucedido enLas Palmas, despreocupándose de que al día siguiente tenía Guardiade Prevención nombrada por el cabo furriel. Su sargento de Semana,conociéndole, le advirtió que si tenía todo listo para tal guardia asin-tiendo CAI que sí.

El cabo furriel, a la mañana siguiente, al toque de Asam-blea, formó la guardia en la explanada frente al barracón de la com-pañía… El CAI faltaba de la formación; entonces el cabo se internó yle dijo: «¡Venga, CAI, que ya es hora del relevo de la Guardia!»; «yavoy cabo, estoy terminando de vestirme». Por dos veces el cabo repi-tió la entrada y salida con idéntico resultado, añadiéndole: «venga deuna vez, te espero fuera». Al ver que CAI no salía entró el sargentode Semana; miró para él y demudado, realizando la santiguación y lapersignación, salió del barracón también diciéndole: «¡CAI, te espera-mos en La Parada de La Guardia!». CAI creyó que el sustituto petateque trajera de Las palmas era de otro legionario, más o menos de sutalla; pero es que era de un marinero de La Armada, cuyos uniformeseran de color blanco, de verano. Así, pues, CAI se enfundó en aquelblanco uniforme, con su correaje rodeado de sus petacas de municióny su cetme; se plantó resoluto en la Parada, pidió permiso para entraren la formación, obviamente desentonando del resto de componentes

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¡¡Un marinero de blanco entrando de Guardia, él solo entre legiona-rios!! Esas eran al unísono las palabras que exclamaban los incrédu-los. El lepanto marinero se levantaba y bajaba al ritmo del suaveviento, mientras CAI permanecía en posición militar de firme, inmó-vil. Allí, sentados, se encontraban a aquella hora el teniente coronelJefe de La Bandera (D.E.P.), Dº Víctor Lago Román, fallecido enMadrid en atentado terrorista cuando era el General Jefe de La Briga-da «Brunete» de Carros allá por los años 1.980; el comandante se-gundo Jefe, Dº Valerio Valerio. Ante aquel acontecimiento todos loscomponentes de La Bandera que se encontraban en el interior de lascuatro compañías asomaron para ver al CAI en su debut. De sus gar-gantas salían sonoras carcajadas provocadas por el hecho nunca visto;fue quizá la única vez que una bandera al completo y al mismo tiem-po se rió alegremente, con ganas. Mas aquella acción,disciplinariamente, no podía quedar sin castigo; por ello, aun a pesarde que el Jefe también se carcajeó, precisamente de él partió la ordende su arresto de quince días de prevención nada más.

En otra ocasión este mismo simpático personaje, ya el rela-tor estando destinado allí, cuando éste estaba de Guardia de Preven-ción, siendo ya de noche aunque en horario todavía de paseo, viocómo el cabo y el legionario de la vigilancia traían al CAI completa-mente beodo, vestido con negra sotana del cura que lo puso de mona-guillo con él, con su gorrillo y las tres estrellas de seis puntas, al te-ner aquel capellán la graduación militar de capitán; le introdujeronasí en la prevención durmiendo toda la noche encima de un alargadoy estrecho banco de madera. A la mañana siguiente el propio capellánfue a sacarlo de la prevención pues era Domingo y tenía que recupe-rar el cáliz, la patena y resto de ornamentos necesarios para decir laMisa ya que el CAI lo había empeñado todo para beber siendo feliz-mente todo recuperado, pero debiendo el capellán desembolsar lopercibido por el CAI.

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HECHOS

CAI salió de uniforme legionario sigilosamente del Cuartelllevándose todo lo dicho y con las intenciones aludidas. Enfrentemismo del Cuartel estaba «La Casita del Príncipe» en la Alcazaba, encuyo interior se enfundó la sotana negra. Bordeó cauto la casita parano ser delatado. Serenamente se personó ante el centinela del Cuartelde Transmisiones. El centinela, sin conocerle, nada más verle sobre elpectoral izquierdo de su ilegítima sotana las tres estrellas así como ensu también no legítimo gorrillo, acto seguido se cuadró militarmentesaludándole, a lo que el CAI con una voz casi musical de beatifica-ción confundible, luego de devolverle el saludo, echándole la bendi-ción «apostólica», le pidió por favor avisase al oficial de servicio, alo que el centinela dio presto la voz al cabo de Guardia; apareciendoéste, repitiéndose la cuestión del saludo y su correspondencia y lasbendiciones también para el cabo, éste se fue en busca del oficial deservicio de Guardia. Personado éste, un teniente, como es natural, secuadró militar y rígidamente ante el CAI. A instancias rogadas del su-puesto capitán, el teniente accedió a acompañarlo por el interior delCuartel. Primero pidió al teniente le llevase a las compañías, siendoello así. Ya dentro de ellas, una por una, mandó rezar tres padresnuestros lo que así se ejecutó por los soldados que estaban en sus li-teras, bajando para ello por orden del teniente. A continuación, muyamablemente, sugirió al teniente le indicase donde estaba la cantina -que era lo que realmente al CAI le interesaba- ; y una vez en ellabebió con aquel teniente varios coñac inter-invitándose ambos. Cuan-do CAI consideró suficiente la estancia allí, ya con algún tambaleo,salió de aquel Cuartel. Como todavía no había cargado suficiente,CAI bajó la pista que daba al Cuartel de Tropas Nómadas ejecutandosimilar maniobra antes dicha. El centinela, por orden del teniente,abrió la barrera entrando el supuesto sacerdote-capellán… rezaron enlas compañías; preguntó si los soldados cristianos cumplían con el

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«santo precepto», teniendo en cuenta que también había encuadradossoldados saharauis. Finalmente bajó con el teniente al mesón de sub-oficiales, cual era su primordial preferencia, diciéndole al tenienteque se fuese a realizar su servicio y le dejase solo. CAI bajó las muypendientes y abundantes escaleras del mesón; ya en el fondo, los sub-oficiales estaban distraídos jugando la partida de tute, sin advertir lallegada del «capellán» nada más que el soldado que atendía la barra.Para hacerse notar y en cierto modo imponerse, para que los jugado-res supieran de su presencia, en sonora y fuerte voz dijo: «¡¡¡Oigan,señores!!! ¿No se dan cuenta de la llegada de un superior? ¡ Son us-tedes unos tahúres empedernidos del juego! Los cuatro suboficiales,poniéndose en pie firmes, en primer tiempo de saludo dándole elfrente, le dijeron: «perdone, mi capitán, es que estábamos tan concen-trados en la interesante partida que no le hemos visto llegar, perdone,Señor». Luego de esto les dijo: "bueno, estáis perdonados, pero nuncaolvidéis la disciplina militar que es la que alimenta nuestra imprescin-dible moral… Ala, venga, vamos a tomarnos todos unos lingotazos deun buen coñac; yo invito. No, mi capitán, no, invitamos nosotros",decían aquellos sorprendidos sargentos, brigadas o subtenientes. Be-bieron, bebieron y más bebieron. Y según se pudo saber posterior-mente al CAI tuvieron que ayudarle a ascender las muy empinadasescaleras. La ingente cantidad de copas de coñac estaba haciendo susesperados efectos en el CAI.

A la salida del Cuartel de Tropas Nómadas, ya habían rele-vado al centinela de cuando CAI entró; el que estaba a la salida en laque el mismo teniente militarmente le despidió con un fuerte y enér-gico saludo, siendo él ya omitido por imposibilidad en respuesta poraquel capellán, nada más traspasar éste la barrera CAI fue visto porlegionarios de su compañía, quienes en presencia de aquel atónitoteniente y centinela le decían: «coño, CAI, vas bueno…, ¿ya ascen-diste? Vaya carrera la tuya, dentro de poco llegas a general… Aquelsupuesto capellán, nada más caminar zigzagueando una media docena

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escasa de metros, volándole el bajo de la sotana en vaivén, se fue alsuelo quedando en él tendido inmóvil. Llamada la antes dicha vigi-lancia, desde allí, caminando, fue llevado hasta La Bandera a hom-bros de los componentes de la misma, cruzando con él con sus piesarrastrando ante la divertida mirada de los legionarios que aquellaescena observaban.

Corría el mes de Abril-Mayo del año 1.970. La orden fueformar con las cuatro compañías de La VIIª Bandera, por selección,una compañía; y con las del IVº Tercio Sahariano AlejandroFarnesio de La Legión, con destino en Villacisneros, otra. Aproxima-damente, sobre principios de Mayo de aquel año se llegó aVillacisneros. El fin era diariamente desfilar las dos compañías for-madas para perfeccionar el desfile en ritmo acompasado; el por quéera que el día 31 de Mayo, con otras dos compañías del Primer ySegundo Tercio de Melilla y Ceuta realizarlo en Madrid ante La Tri-buna del anterior Jefe del Estado y entonces Príncipes de España. Latropa legionaria se apostó en un extremo de La Castellana esperandodurante bastante tiempo y con antelación al inicio del desfile a laorden de su ejecución. Se calentaron bien «motores». Al ver a loslegionarios un individuo, éste pronto a ellos se acercó con un botijode barro claro lleno de aguardiente en su interior, en el que por unapeseta bebías un buen trago de aquel sabroso «carburante». En aque-lla función el botijero no hacía más que ir y venir, lo que equivalíavaciar y llenar, vaciar y llenar, así sucesivamente, hasta que el capitánHolguín le dijo al botijero que ya era suficiente marchándose éste conuna seguramente muy buenísima recaudación. Fue la primera y únicavez que legionarios destacados en El Desierto Sahariano desfilasen enMadrid con la clásica uniformidad de él. Fueron denominados en laprensa de aquella época como "LOS ZORROS DEL DESIERTO".

Aquellos, pues, «Zorros del Desierto» durante su estanciaen Madrid anteriormente a dicho desfile estuvieron acampados en laabandonada parcialmente Brigada Paracaidista de Alcalá de Henares.

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Durante los días de estancia en Alcalá de Henares habiendo traído loslegionarios tres o cuatro cartones de tabaco rubio adquirido a bajoprecio en Las Palmas, revendiéndolo luego en Alcalá por el triple desu precio de compra, siendo aún a pesar de ello más barato que elque se vendía en la península por el doble más caro, los legionariosobtuvieron unos necesarios dineros para alegrar la permanencia.

Una mañana de Domingo caminando a pie desde el campa-mento el relator, el cabo malagueño Francisco Soriano Rodríguez,Joaquín Contreras Miñano y otro de otra compañía de Smara que noera la segunda, se enfilaron a Alcalá de Henares. Por la mañana seinternaron en un bar los cuatro comenzando sobre las doce a beberunos «Leche Pantera» o «Vaquita Verde» (leche y menta), otrosvino… En aquel bar sólo había en calidad de clientes unas tres perso-nas, más el camarero. Uno de aquellos clientes, al vernos se nos acer-có, invitó a una ronda que no le fue despreciada uniéndose ya a noso-tros; y cómo debe corresponder, ya que se quedó por aquella rondasin más dinero sin nosotros saberlo, con él nos habremos tomadounas siete rondas sin que aquel buen hombre, de unos casi sesentaaños, haya abonado más invitaciones. Y ya no se despegó de nosotroscon bastante y notoria carga vinícola. En un determinado momento,viendo él la llegada de la hora de comer con su mujer en un barriocercano, con voz lastimera nos dijo así: «Dios mío, amigos, ¿podríanpor favor acompañarme a casa? Miren cómo voy. Cuando mi mujerme vea en este estado no me va a dejar entrar en casa. Si ustedes meacompañan será diferente. Con ustedes delante no se atreverá, ¿loharán?" Los cuatro le dijimos que sí, que iríamos con él a su casa yhablaríamos con su mujer para que no le riñese. Nada más salir conaquel señor del bar, los niños pequeños, que ya lo conocían empeza-ron a dar gritos de júbilo al verlo acompañados de legionarios, a losque nunca habían visto, llamándole por su nombre. El cabo SorianoRodríguez, sin perder el lento caminar con el «abuelo», se acercó auna churrería comprando una descomunal bolsa de churros; a la vista

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de esto los niños cada vez iban en aumento sumándose por todas lascalles comiendo churros en infantil vocería alegre hasta la casa delacompañado. La mujer de aquel hombre ya se encontraba asomada ala ventana observando escrutadora la escena. Nada más ver a su ma-rido comenzó la esperada y anunciada regañina. Soriano convenció alos niños, a medida que les daba más churros, formando un perfectocorro, repetidamente, a que al unísono dijesen en muy alta voz:¡¡¡HOY NO SE LE RIÑE, HOY NO SE LE RIÑE, HOY NO SE LERIÑE!!! Fue entonces cuando aquella señora comenzó a sonreír pi-diéndonos por favor que ayudásemos a subir para casa a su marido. Yen señal de agradecimiento, luego de sentarse su marido, nos invitó acafé. Al marcharnos nos despedimos de ellos cordialmente diciéndo-nos ella que nunca seríamos olvidados.

Una vez concurrido tal desfile regresamos nuevamente enprimer lugar a El Aaiún en avión. Los de Villacisneros partieron ha-cia su destino, mientras que los de Smara permanecieron sólo unosdías para regresar a aquel lugar. A los pocos días de la incorporaciónnos enteramos que en un cuartel de El Aaiún próximo al cine «LasDunas» habían ejecutado a un centinela dentro mismo de la garita dela puerta principal en horario nocturno (estamos hablando del año1.970); según versiones el centinela recibió un tan certero disparo quele entró por una estrecha mirilla atravesándole su cabeza, falleciendode pura necesidad, y que luego del fatal disparo un turismo no visto,acelerando con derrape chillón, emprendió la huida en direcciónSmara. Nunca se supieron los resultados de las judiciales investiga-ciones para la detención del culpable o culpables de aquel acto puni-ble.

Pudo ser sobre julio del mismo año La VIIª Bandera recibióorden de permanecer acuartelada. El relator, recién ascendido a cabo,permaneció a cargo de su escuadra con la ametralladora «MG» prepa-rada, engrasada y perfectamente apta para su funcionamiento.Acuarteladamente se permaneció durante el plazo temporal de unos

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diez días. Durante todo ese tiempo no estaba permitido ausentarse delacuartelamiento; sólo lo podían efectuar los oficiales, los suboficialesy los de tropa que casados residiesen fuera del cuartel. La tensión erapalmaria por un muy enrarecido ambiente. Nos llegaron noticias deque en El Aaiún habían surgidos graves incidentes al paso de un te-niente legionario de la Octava Bandera; según las versiones, cuandoel teniente caminaba en solitario por la explanada del Gobierno Mili-tar, entre dos facciones de Saharauis –el POLISARIO y el PUNS-enfrentados entre sí-, el teniente fue brutalmente apedreado por lashordas allí reunidas. Muy a duras penas el teniente pudo salvarse, engran parte gracias a su fortaleza y juventud, pudiendo así zafarse delcontinuo aluvión de piedras lanzadas sobre él; aún así tuvo el tenientearrestos para sin ayuda de nadie llegar al cuerpo de Guardia de LaOctava Bandera. Nada más llegar se desmayó por la abundante pérdi-da de sangre y destrozos anatómicos por los que fluía. Fue trasladadoal rudimentario botiquín recuperándose. Una sección de fusileros apaso ligero se desplazó al lugar… ¿?.

La orden, como se dijo, era tajante de no abandonar elacuartelamiento; y, uno de aquellos días, cuando por las excepcionesperentorias que lo aconsejaban, se nombraron patrullas nocturnas al-rededor del acuartelamiento tocándole al cabo Benigno NúñezRodríguez con cuatro legionarios. Sabedor Benigno que en el restau-rante «GONZÁLEZ» se hallaban varios cabos primeros (este restau-rante estaba situado prácticamente contiguo al cuartel), decidió diri-girse hasta él con el fin de que, en aplicación de la disposición en serde la condición de tropa, les ordenó retirarse hasta el acuartelamiento.Los cabos primeros, seguramente haciendo un innecesario alarde in-fundado de superioridad, se resistieron desobedeciendo la orden; al-guno de aquellos cabos primeros, en esa su ostentación fuera de lasórdenes del Mando, hasta se permitieron decir, más o menos: «¿desdecuando un cabo le da instrucciones a un cabo primero?» A pesar deque las órdenes eran suficientemente claras, cuando, además, tales

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primeros no las ignoraban, cuando con el acto el cabo Núñez, queestaba de servicio de patrulla precisamente para la seguridad de ellosmismos, por ello aún encima fue arrestado y trasladado a El Aaiún y,según cuenta al relator, fue hasta maltratado por el ya capitán JoséLuis Arpón López con ingreso en el «Pelotón de Castigos» («PELO-TA»), equivalente en términos eufemísticos a «SECCIÓN DE TRA-BAJOS».

¿Qué era, pues, La Sección de Trabajos? ¿En qué consistíay qué funciones ejercía? Bien, como en el mundo debe existir de tododentro de lo que podemos definir a La Humanidad en su conjunto,los diversos ámbitos están regulados, con más o menos acierto debeneficio social, es el poder del momento quien lo regula. «La Sec-ción de Trabajos» era o se componía de un habitáculo separado detoda relación externa con los demás miembros de las unidades; a ve-ces el enclave era, como en el caso de Sidi-Ifni, interno; otras, comoel caso de Smara, externo; en El Aaiún dicho enclave también era ex-terno, pero adherido al muro de la Sagia.

Nos relataron fuentes dignas del acuartelamiento de LaVIIIª Bandera de El Aaiún que con ocasión de hallarse efectuando lainstrucción en El Campamento de Reclutas, unos de los cabos ins-tructores corrigió a uno de tales reclutas, de origen extranjero –ignorándose el país de su procedencia. Como respuesta el recluta lepropinó, siempre según esas versiones, un fuerte puñetazo al cabo; eltal aprendiz de soldado, sin más, fue arrestado en «EL PELOTÓN»por tiempo indefinido. Dado que los trabajos más duros eran atribui-dos a los arrestados, a este recluta pronto le asignaron con el resto dearrestados la diaria tarea. Había que cavar una profunda zanja perfec-tamente rectilínea; pero se notaba por los videntes que aquél nuevoinquilino de «LA PELOTA» no había cogido un pico en su vida.Aunque ya se sabe que los picos desde que se adquieren en las ferre-terías jamás vinieron garantizados ni con el manual de instruccioneso modo de empleo, aquel «GUIRI» agarraba el mango rígidamente; la

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mano contraria a la que asía tal mango en el extremo alejado de laparte metálica estaba fija, no resbalaba en el perfecto juego de aplica-ción, por lo que ya advirtieron que el GUIRI no aguantaría muchotiempo porque, además, picaba de muy mala hostia y muyapuradamente deprisa. Y en efecto, sorpresivamente, le arrebató alvigilante su fusil de asalto CETME con evidentes muestras de quererdispararle. La afortunada providencia en que no lo haya podido eje-cutar consistió en la precavida prudencia del vigilante de tener elarma con el seguro accionado y la impericia del arrestado en no saberdesbloquearlo, pues enérgicamente sí que lo intentó. El Cetme estabacargado con una petaca de treinta balas del 7,62 m/m. Y a pesar deello, nadie estaba demasiado dispuesto a acercarse al arrestado. En unprincipio, como medida de protección, cuando aquel arrestado se en-contraba en el máximo grado de excitación, apuntando en todas lasdirecciones con los ojos desorbitados, alguien tuvo la idea de acorra-larlo con un camión marca "Reo" de procedencia norteamericana, delos que habían estado en La Guerra de Corea (el relator condujo unode ellos en Smara con el que sacó el Permiso de Conducción, que allicenciamiento por el actual que posee canjeó), cuyos impactos debala eran visibles debajo de la pintura amarilla malamente disimula-dos por una deficiente soldadura, así como la estrella de cinco puntas.El arrestado salió de la zanja corriendo despavorido sin soltar paranada el fusil apuntando con él a todo lo que se movía; el tema no sepresentaba nada sencillo para su solución. Nadie, por supuesto, quisoquitarle la vida, pero aunque algunos legionarios cogieron los suyoscon mayor maestría sí que con ellos estuvieron muy atentos en pre-vengan por si su abatimiento era irreversible, antes de que el arresta-do hiriese o diezmase a alguien. Finalmente él solo quedó aprisionadoentre un muro y el «reo». Del destino posterior de aquel recluta elrelator no puede aportar ningún otro dato.

Otro dato a que hemos tenido acceso por información ver-bal fue que posiblemente entre finales del año 1970 y principios del

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1971, en la VIII Bandera de El Aaiún, entre un legionario y un cabode La Guardia de Prevención se originó alguna fricción no lo sufi-cientemente digerida, algo ello de lo que damos aquí debidamentecuenta por sucedido ya que el asunto debió ser judicialmentediligenciado por su gravedad. Según fieles versiones, aunque no com-pletas para el relator, aquel legionario fue puesto de centinela precisa-mente en la puerta próxima al mencionado antes Pelotón de Castigoen horario nocturno (todos los puestos de centinela los conoce bien elrelator por haber realizado una Guardia de Prevención en ellos, asícomo una Guardia de «Honor» en el Cuartel General del GobiernoGeneral de Sahara cuando lo era (D.E.P.) el general de división DºFederico Gómez de Salazar coincidentemente con Benigno NúñezRodríguez y, entre otros, con los legionarios Santiago ArquelladaBarbero, Demetrio Ayuso González y Juan Vicente Guerrero Delga-do; el barracón a que pertenecía aquel centinela era el que estabaenfrente del que se usó cuando la unidad compuesta para ir a Madridal desfile de la «VICTORIA» en Mayo de 1.970 se ocupó, el mismoque volvió a ocupar el relator a su licenciamiento el día tres de Agos-to de 1.971, era la compañía de destinos, la Cuarta. Y nos cuentanque aquel centinela se encaminó con el cetme cargado caminando ensolitario en dirección a la referida compañía a través de las sombrasde la noche silenciosa, cómplice de lo iba en tragedia a suceder. To-dos los legionarios de tal compañía de destinos estaban descansandoen sus metálicas literas cuando aquel endiablado legionario, sin podermirar hacia donde apuntaba su arma, comenzó discrecionalmente adisparar a ráfagas desde la puerta del barracón hacia su interior. Losnaturales gritos inevitables por el dolor eran colectivamente emitidos.Alguno de aquellos legionarios que recibió impactos de furiosas balasperdió una pierna, hubo sí indefinidos heridos, ignorando si efectiva-mente hubo o no algún fallecido. El posterior silencio a este respectofue total y absoluto.

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LOS SUCESOS SUELEN ALIARSE EN EL TIEMPO:

A pesar de que el tiempo camina incesantemente, en el quenuestra memoria debe sortear en su resistencia la nebulosa que nos lainvade, podemos y, además, debemos fielmente relatarla en alusión aLa Historia que nos escucha, a pesar de cualquier afectada interferen-cia que la intente alterar para darle mayor ventaja a la nebulosa yentre ella extraviarnos en el sopor de un sueño basado en irrealidadesobcecas.

¡¡¡LA VERDAD NOS HARÁ LIBRES!!!

En efecto, es real que la verdad hace verdaderamente libreal Hombre. Por la verdad el Hombre se inventó la condición de«MÁRTIR» sobre él mismo. Para ser mártir por la verdad hay quemorir; y la única Libertad la proporciona la propia Muerte que, cómoúnica vez que se produce, hasta el mismo tirano gratis la proporcionapor descendencia diabólica.

Por aquellos mismos años encuadradamente, si bien conmayor concreción podemos situar el hecho en el 1.971, sobre Marzo.Ya no estaba el Magno capitán Holguín Barraca al mando de la se-gunda compañía de La VIIª, se había ido sin decirlo. Fue reemplaza-do después de aquel desfile por ÁNGEL MARTÍNEZ-ILLESCASPICHARDO. Luego de haber realizado diversas marchas a través deldesierto del sahara Occidental recorriendo las entonces fronteras deMarruecos de antaño y Argelia actual –nos estamos refiriendo a susdelimitaciones por variación de las fronteras saharauis por Marruecose inalterable hasta hoy por Argelia, sin olvidarnos de Mauritania re-plegada en Agosto de 1.979- , urgentemente, por orden de La Capita-nía General de Canarias, toda La VIIª Bandera salió de Marcha. Eltétrico aspecto de la Bandera era totalmente fantasmagórico. En ellasólo había quedado lo mínimo básico por compañía para ¿guarecer?el Acuartelamiento cubriendo el servicio de armas de la Guardia, el

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servicio mecánico de cuarteleros de los barracones y de la Transpor-tada de Vehículos, casi vacía ya que sólo estaba el Land-Rover delrelator y de los cuarteleros de dicha Transportada y del único relevo.La orden era de permanecer en la Marcha indefinidamente hasta lacontraorden. Pero de modo que con ello no se contaba, afloró repen-tinamente un excesivo y sofocante calor, superior incluso a la som-bra en 60º. La Bandera estaba situada más al interior, por lo que laescala calorífica era todavía mayor que la habida en el interior de LaBandera. La tropa empezó a sentir el rigor de aquel infernal climasolicitando por conducto a La Capitanía General de Canarias el re-pliegue hacia la Bandera por radio, siendo ello reiteradamente rehusa-do. Una tarde, estando el relator de cabo de Cuartel en La Transpor-tada, luego de haberlo realizado en la compañía, apareció la ambulan-cia de La Bandera conducida por un legionario oriundo de Las pro-pias Islas Canarias, de cuyo nombre no recuerda el relator. Era debaja estatura, de pelo negro, complexión fuerte aquel conductor. Nadamás llegar a la barrera de La Transportada se bajó de la ambulanciacon el motor en acción calándolo en una marcha; sin pronunciar pa-labra, se dirigió hacia unos de los bidones llenos de agua y se lanzó asu interior diciendo: «¡¡¡¡AH, QUE FRESQUITA!!!!» La verdad esque el agua estaba a la misma temperatura aproximadamente de losapuntados 60ª antes dichos. El comandante «MELONES», cuyos ape-llidos vascuences eran difícilmente de recordar, hizo presto acto depersonación ante aquel panorama. De dentro de la ambulancia se es-cuchaban colectivos lamentos de personas en fase profunda de deshi-dratación. Había que transportarlos rápidamente a la «chivata» (avio-neta) que se encontraba aterrizada a la espera de trasladarlos al Hos-pital de Las Palmas para su recuperación. El comandante «melones»insistentemente le daba órdenes al conductor canario de la ambulan-cia para que los llevase a la avioneta, pero el canario, que se arrojó albidón vestido, ni escuchaba al comandante ni a nadie, seguía dicien-do: «¡¡¡¡QUE RICA, QUE RICA, QUE RICA!!!!» Aquella escenadejó al comandante perplejo, no reaccionaba ante aquel acontecer;

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fue entonces cuando el relator tomó una decisión… ¡Mi comandante,el conductor de la ambulancia viene afectado por el calor! ¡No le es-cucha, no es que quiera desobedecerle, es que está extasiado, ausente!Mi comandante, ¿me da permiso para llevarlos yo hasta el aeródro-mo? Sí, cabo, nos vamos. A los cuarteleros el relator les dio orden desuplirle hasta el regreso en el buen cuidado de La Transportada, asin-tiendo y comprendiendo la ardua situación, mientras el canario con-ductor de la ambulancia permaneció dentro de su bidón de agua hir-viendo. Al llegar al aeropuerto se abrió la puerta de la ambulancia yentre el relator, el comandante y tripulación de aquella pequeña avio-neta fueron trasladados a su interior. Un sanitario les suministró a losocho legionarios y algún cabo incluido en esa cantidad muy hábil-mente suero allí mismo en la avioneta por el típico «goteo». Uno deaquellos cabos era de la compañía del relator, de nombre Gonsálves,sin recordar de él ahora más datos siendo de origen portugués. Y muyafortunadamente, a los aproximadamente unos veinte días regresarontodos sanos a Smara. Pero aquel día mismo, a diferencia de los ochoembarcados hacia Las Palmas, una vez que dicha Capitanía Generaldio orden del reiteradamente solicitado repliegue denegado, la Bande-ra se vino a las compañías trayendo un legionario fallecido con ella.Ante la imposibilidad de conciliar el sueño dentro de los triplicadosbarracones por compañía, cuyas metálicas literas durante el día altacto de la mano no se resistía, por semejanza a los hornos en fun-ción, toda La Bandera en pleno sacó las colchonetas al exterior de laempedrada explanada para encontrar algo de alivio inexistente, puesaquel empedrado guardaba tal vez tantas calorías que en losbarracones. Aquel empedrado, a pesar del tiempo de su desconocidoinicio de construcción, fue terminado al completo en toda la Banderapor los meses de Abril y Mayo del año 1.971, precisamente con la in-clusión del cementado Campo de Deportes construido en lo que habíasido de terrizo la explanada de los talleres situados enfrente de laentrada a los comedores, construcción en la que el relator participócon Zamorano y Flores en condición de clientes del "pelotón".

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Estando acostados en el empedrado, sorteando entre losacostados, se acercó el teniente Vicente Jorques Vacete acompañadodel imaginaria de la compañía. Sabiendo el teniente Jorques que elrelator había tenido nulas ocasiones de descanso por el normal recar-go de servicios doblados dada la situación, serían cerca de las docede la noche, le dijo al relator, señalándole la capilla ardiente instaladaen una reducida dependencia contigua al Cuerpo de Guardia en laque rodeado de velas encendidas y cuatro legionarios que le velaban,estaba el cadáver del centinela fallecido en un ataúd de tablas que al-gún legionario capacitado en el arte de la carpintería lo había confec-cionado, que a las seis de la mañana Cartobache II debería trasladarloal cementerio de El Aaiún. Y, con cierto detalle, según versión fiel,así surgió: el tiempo de vigilancia de los centinelas era de dos horas,al cabo de las cuales se era relevado por otro de refresco. A aquel le-gionario, con semejante calor infernal, estratégicamente, se le colocóen lo alto de una duna de arena desde donde la visión sí era muycompleta a su alrededor. El punto, que duda cabe, era sí excelentepara la vigilancia y así evitar en protección cualquier sorpresa a laUnidad acampada y advertir con tiempo cualquier imprevisto. Mascuando fueron a relevarle, entre lamentables estertores, tembloroso,inmediatamente le trasladaron hasta el interior de una tienda de cam-paña; intentaron reanimarle dándole agua fresca, se hizo todo esfuer-zo humano posible para recuperarle a la normalidad vital siendo ellototalmente inútil, falleciendo sin más remisión.

Jorques Vacete dijo al relator acostado en el pedregal planode la explanada, sin permitirse el levantarse en señal de subordina-ción en saludo militar, cuando en tono verbal audible pero muy bajole expuso que a las seis de la madrugada debería transportar el cadá-ver al Cementerio de El Aaiún, con el teniente «SONRISAS» de latercera compañía de acompañante, una escuadra de legionarios almando de un cabo armados con sus reglamentarios fusiles Cetme. Elvehículo transportador era un Land-Rover del modelo 109. Detrás,

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como escolta, venía un vehículo Land-Rover del modelo 1.300, delCuartel de Transmisiones. El cabo conductor del «coche fúnebre»,agotado bastante físicamente, a la vez influenciado en que el teniente«SONRISAS» quería llegar pronto a El Aaiún, mirando la hora de sureloj a cada momento, haciendo preguntas con igual frecuencia alconductor de que «CABO, ¿CUÁNDO LLEGAREMOS?» cuandoaquella pista angosta, con demasiadas curvas y llenas de arena de lasdunas acumulada en bastantes tramos por el efecto del «SIMÚN» quete la perdías, de pronto el vehículo fúnebre en una curva sin peralte yen gradual elevación de giro a la derecha siguió su trayectoria recta,evidentemente saliéndose de tal pista, siguiéndonos por automatismoel vehículo de Transmisiones. Afortunadamente aquella salida de pis-ta no trajo mayores consecuencias que alguna protesta leve de loscomponentes de la escuadra de fusileros, los cuales por la irregulari-dad del relieve del terreno en descenso dábamos en esa inevitable os-cilación con las cabezas en el techo del vehículo, mientras que a suvez el ataúd también dio un bote. A partir de ese incidente aquel te-niente no reiteró ya más ninguna otra pregunta al conductor ni mirasemás el reloj, y sin que ello fuese por parte de tal conductor intencio-nado el salirse de la pista.

A la altura de Edchera y su desvío al Cuartel de La Legiónde Tanquetas y Carros, cuyo Cuartel se denominaba «FUERTE CHA-CAL», aquella pista cambiaba de aspecto. Su firme ancho era perfec-to; curvas suaves, abiertas y graduales. Al llegar al inicio de Edchera,pues, el cabo conductor le dijo al teniente: «mi teniente, ahora sí po-demos acelerar la marcha. Este tramo de carretera bien lo quisierapara sí las pésimas carreteras de la Península». Ambos vehículos nobajaron ya hasta llegar a destino de los reales 110 kilómetros a lahora. Primeramente nos dirigimos al cementerio para en un nicho darsepultura al fallecido. El cabo conductor ayudó a introducir al falleci-do en el nicho, mientras sus padres observaban el entierro de su hijofirmes, sin moverse, con la asistencia al sepelio de unos pocos legio-

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narios entre algún suboficial y algún oficial. Al día siguiente, aprove-chando la semanal caravana que de Aaiún portaba víveres a Smara, elrelator a ella se incorporó retornando a la base, sin más incidenciaque el haber sufrido un pinchazo en la rueda trasera izquierda delLand-Rover rompiéndose, o pasándose éste de rosca, el gato al elevarcon él el vehículo y enterrarse en la arena. Cuando le dimos la nove-dad al buen Brigada Gallardo Blázquez, amante-celoso del material,de él recibimos una leve reprimenda.

Por aquel mismo tiempo, estando de capitán jefe de la se-gunda compañía Ángel Martíñez-Illescas Pichardo, una noche, súbita-mente, el teniente Jorques Vacete mandó rápidamente formar la uni-dad. Acto seguido se dispusieron varios camiones pegasos«COMET». En ellos fueron cargados todos los componentes a excep-ción de los cuarteleros. Durante tres noches consecutivas se realizó elmismo desplazamiento hacia unas bastante apartadas dunas en direc-ción a El Aaiún. El motivo fue por la deserción de un sargento deTropas Nómadas, con ruta incierta, yéndose con el fusil cetme y lamunición de él al completo, sin jamás haber tenido noticias de sihubo o no recuperación del arma del Ejército español.

Cada noche, en el plano táctico, se ejecutaba similar acción.Al bajar de los camiones, auxiliados de potentes focos alógenos, seordenaba por el referido teniente tumbarnos en el suelo en línea, conuna separación aproximada de unos 20 metros entre un legionario yotro; no se debía fumar ni encender ninguna luz. Se debía caminarluego en una bastante distancia en libre dirección, para pasadas unascuatro o cinco horas regresar al punto de partida en la que se encon-traban los vehículos; pero no se disponía de brújula. Se llevaba sí ar-mamento pero no munición alguna; el relator incluso era portador dela ametralladora y su escuadra de dos legionarios, que portaban lacaja de munición vacía se separaron unitaria e individualmente por laorden de tal teniente.

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Contaron las noticias que un legionario de La Transportadade Vehículos de El Aaiún, habiendo previamente celebrado algún su-puesto evento feliz según tal informe, le dio por montarse en uno deaquellos camiones «REO» saliendo a toda velocidad por las calles dela población en horario nocturno. Los derrapes eran fuertemente so-noros, la bocina no paraba se sonar (el decía que para eso se fabrica-ban las bocinas), en los bruscos giros con subidas a las aceras eran detal magnitud que lo mismo circulaba con cuatro que con dos ruedasalternativamente. Y realmente no coincidió que en aquel momento nopasaba por allí el RALLY París-Dakar, pues, seguramente, de ser elloasí, sin duda se hubiera unido a la competición y, sino de primero, lasegunda plaza no se la hubiese arrebatado nadie. Alarmada la pobla-ción por aquel SPUNIK se dio aviso a La Bandera, saliendo conprontitud varios vehículos de la propia unidad para obligarle a regre-sar a la base resistiéndose a ello, continuando con su estribillo. Anteello, en lugar de ser un camión con aquella conducta, al sumarse más,luego ya eran al menos doce. Viéndose perseguido el fugado se inter-nó en el Aeropuerto de El Aaiún, efectuando los aproximadamentetrece vehículos por las pista de vuelo un muy gordísimo revuelo. Fi-nalmente no tuvo más alternativa que detenerse, al ser cerrado entrelos otros vehículos perseguidores, después de haber hecho caso omisode voluntariamente verificarlo.

Lo mismo sucedió en el acuartelamiento de Edchera, en«Fuerte Chacal». También una noche otro legionario se escapó conuna tanqueta con parecida persecución, mas en esta ocasión fue mássencilla su detención y parada ya que en su loca carrera, por el grandesnivel de una duna, volcó quedando con las ruedas hacia el cielo.

De los sucesos más graves, de los que debió o debería ha-ber instrucción judicial en la jurisdicción Militar, no olvidando nuncatales sucesos, en total interés de nuestra Historia-Social-Militar, luegode solicitar el relator su expediente personal al Archivo Militar de LaLegión en Campamento Álvarez de Sotomayor en Viator (Almería),

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en La Brigada Ligera «Alfonso XIII», negándose por, según un briga-da desconocido que telefónicamente nos adelantó: «DEL SAHARADE ALGO DISPONE ESTE ARCHIVO, PERO DE SIDI-IFNINO HAY NADA», para luego, a través de La Delegación de Defensade Coruña, informarse que éste sólo tiene en su ficha «peticionessueltas», sin constar siquiera las unidades por las que pasó y que arri-ba declaramos por certeza; ello no obstante, estando ya en filas yauténticamente encuadrados, cuando por Agosto de 1.971 licenciadoel relator se personó en La Caja de Reclutas de Coruña para laexpendición de la Cartilla Militar, pues éste se había licenciado unaño antes que su Reemplazo al ir Voluntario, resultó que tanto en di-cha caja cuanto en El Negociado de Quintas del Ayuntamiento deCoruña, con una estampilla de grandes dimensiones, en los corres-pondientes años 1.970 y 1.971, en el Libro al efecto, constaba:«PRÓFUGO». Solicitada oportunamente explicaciones del por quétal anotación ante ambos órganos, así como su correspondiente copiaauténticada de la misma siempre se nos denegó rigiendo ya como al-calde de la «¿DEMOCRACIA?» en el mencionado ayuntamiento, losanteriores y también el Sr. Francisco Vázquez y Vázquez, al que se leimplora ahora una fuerte plegaria ante El Vaticano para que por eseconducto «IN DIVINIS» sea elevada al Dios que él lleva dentro de sí,como se dice, de los sucesos más graves, de «Cuqui», luego de apor-tar su real y lamentable historia al Senado, Ministerio de Defensa,Tribunal Militar Territorial Quinto de Tenerife que injustamente amuerte le condenó, sabiendo, como se sabe, que durante los cuarentay un días que pasó preso nadie le visitó para tomarle declaración ju-dicial alguna, cuando a estas alturas lo único que se pretende, y así sehizo y hace saber, es obtener fiel copia de tal debida declaración,sabiendo que los dos expedientes para nada contrastan con la verdadreal más aproximada, sin que en tal «diligencia» judicial figure nin-guna declaración testimonial de los testigos a los que se les desprecióe ignoró para ocultar las palmarias responsabilidades de quien porobligación y Justicia cuartelera no evitó sabiendo lo que estaba pa-

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sando. De los otros fallecimientos también se solicitaron informacio-nes en pleno interés de La Ley, La Constitución vigente y de LaHistoria a los mismos órganos con el absoluto desprecio y total trans-gresión a tales normas reguladoras, lo que por similitud de comporta-mientos de aquellos tribunales e instituciones, a pesar de la tan vocin-glera palabrería de la existencia de la actual «democracia» y «estadode derecho», diciéndose invariablemente, de modo permanente poractuación tanto a El Consejo General del Poder Judicial cuanto a LaSala 3ª de Lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo,haciendo «cuerpo» con dicho tribunal velador de Tenerife, archivandesentendiéndose de La Historia de las personas cargando contra elrelator en la impotencia ante el abuso anuente de las instancias oficia-les actuales, que muestran su conformidad con los aberrantes hechos,con las anteriores en unas épocas que nada deberían tener que vercon éstas, por lo que debemos aseverar y mantener en contundenteafirmación que la mentalidad del hombre nunca habrá de variar pormuchas normas que el mismo hombre se auto-imponga. ¿Qué Ifni secedió a Marruecos en 1.900? ¡Vale! ¡Y que más da! ¿Qué fue el Sr.Luis Roldán Ibáñez quién descubrió América en el año 1.994 y el Sr.Cristóbal Colón fue Director General de La Guardia Civil la semanapasada? ¡También vale! Los estudiantes de Historia de Los Institutosy Universitarios, basta que lo edite e imprima el editorial X, lo creentodo; y es que en España todo lo que brilla y reluce «tiene muchoprestigio», ¿para qué investigar y comprobar? Lo que diga el Jefe essiempre lo que vale.

Por otra parte, a pesar de que los cadáveres y demás restosmortuorios fueron exhumados, a excepción de uno dejado, según nosmanifestó un joven de padre nativo de Sidi-Ifni y madre española,concretamente gallega, por ser nativo, La Exhumación del Cemente-rio Católico de Sidi-Ifni no fue concluyente documental, ni oficial nirealmente; lo demuestra el hecho de no explicarse, por un lado, elque los fallecidos no estén asentados por preceptiva nota marginal en

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La Sección 3ª de Los Registros Civiles de sus localidades de naci-miento; por otro, los legionarios extranjeros fallecidos y exhumados,con sus historias de identidad real y personal, no nos consta ningunarepatriación a sus países de origen, ni documentación testamentariade lo contrario. De que La Historia de tal Exhumación fue irregularlo saben y otorgan El Senado, Congreso de Los Diputados, Ministeriode Justicia, de Defensa y el atrozmente injusto Tribunal Militar Terri-torial Quinto, que por «tapar» a los irresponsables de antaño se hacende su misma condición, otorgándoles más interés que al debido respe-to de aquellos soldados, más incluso que a la más aberrante conculca-ción de la legislación vigente: Ley de Registro Civil, El DerechoFundamental de Información, de Petición constitucional. Se amparanen definitiva en la "imperante" tradición malévola de un mal entendi-do compañerismo corporativo que se atreven hasta enfrentarse a Lamuy respetable Historia de su y nuestro País. Ello sólo demuestra unacosa: no desean la enmienda, persisten obcecadamente en no mejorar.Consideran preferente por anteposición su falsa apariencia al resplan-dor de la verdad yéndose con ello hasta a la tumba, como si no hu-biese ocurrido nada ¡Increíble! Como es obvio lo aquí expresado conplena conciencia es documentalmente probado y a exhibir, ya no sóloen aras a que con semejante poder que ostentan para ejercer tan pro-longado silencio en el tiempo, sino el poder asegurar que con suscomportamientos superan toda potestad divina trimembre de raigam-bre cósmica.

En la expedición llegada a Sidi-Ifni dicha antes, los cabosinstructores le habían puesto de nombre a uno de los recluta el apela-tivo de Cartobache. Una vez finalizado el período de instrucción lodestinaron para una de las compañías de la «13» menos para la pri-mera. Coincidentemente Cartobache también fue destinado paraSmara, para una compañía menos para la segunda. Aproximadamente

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en el primer trimestre del año 1.971, nadie dijo las causas,Cartobache faltó a tres días a lista de retreta. Cartobache apareciócadáver al pie de un típico y minúsculo árbol del desierto a unosaproximadamente 12 kilómetros de Smara. Las intenciones deCartobache eran, al parecer, llegar a pie hasta El Aaiún. No llevaba nialimentos ni la necesaria agua. Dijeron los que lo encontraron que sehabía acostado debajo de aquel árbol realizando el recorrido en cir-cunferencia alrededor de él buscando la sombra por el recorrido solaro más bien de la rotación de La Tierra. Por diligencia este falleci-miento también debiera constar judicialmente.

«PELOTÓN DE CASTIGO», «PELOTA».- (Sección deTrabajos, en términos eufemísticos) Se trataba de un enclave o reduc-to al que iba a parar todo aquel legionario, cabo o cabo primero, esdecir, sólo la clase de tropa, por haber realizado algún acto contrarioa la disciplina militar, o incluso también a veces sin haberlo cometidosi había escasez de mano de obra para efectuar los deseados trabajospor apetencia del mando. Tanto en La XIII Bandera en Ifni cuanto enLa VII, si eras cabo te sacaban el «PARCHE» (los galones), el barbo-quejo del gorro y los botones dorados del mismo en los que figuranel símbolo de Infantería; se caminaba siempre a paso ligero y con lasmanos a la espalda. El día comenzaba a las cinco de la mañana. EnSmara te cortaban el pantalón para dejártelo corto (tal vez sería paraque no se cogiera insolación y caminar más fresco). Nunca explicaronel por qué te cortaban el pantalón; pero después de cortártelo debíascomprarte otro y no daban lo que te costaba. A las cinco de la maña-na los legionarios y los cabos debían levantarse, después de haberdormido en el suelo sin manta ni colchoneta, incluso habiendo hoyos,para barrer las colillas y restos de cerillas de la gran explanada delacuartelamiento con escobas sin mango agachados. Y aunque los ca-bos primeros también eran clase de tropa tenían ya sus privilegios:

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disponían de colchonetas, mantas, no se levantaban a la misma horani iban a trabajar. En efecto, siempre, siempre y siempre, se comía depie; como la comida estaba excesivamente caliente se permitía cogerel plato de aluminio intercalando el gorro entre una mano que lo su-jetaba y él; la cuchara, que hacía de tenedor y cuchillo, y el pan semanejaba con la otra mano. Para beber agua, la que estaba en un bi-dón, había que pedir permiso al vigilante poniéndose firme y dandola consabida palmada fuertemente. Si por casualidad te despistabas ybebías agua sin anuencia, si le caías mal al vigilante te podía caer unauténtico ostión, una patada, para recordarte que las cosas, aparte demerecerlas, hay que pedirlas.

En el pelotón de castigo, desde siempre, se respetó la prohi-bición legal actual de fumar anticipándose desde el 20 de Septiembredel año 1.920. El cabo Silvestre, orensano él, decía que el tabaco pro-ducía cáncer y que el pelotón no era una enfermería al que La Segu-ridad Social le hubiera otorgado quirófano operatorio. Por ello LaLey 28/2.005 aquí en la península y archipiélagos ha llegado conexcesiva retroactividad anticonstitucional.

¿Lo mejor de La Legión? Sinduda su Fundador. Persona íntegra, valien-te, desafiante del peligro, herido en comba-te con pérdida de su ojo derecho y su bra-zo izquierdo por la furia de la metrallaenemiga que sin piedad se los arrancó.Gran militar de todos los tiempos,rehabilitador de personas como no hubo nihabrá, caballero al máximo y amante deEspaña como nunca hubo ni habrá. Con suLegión para únicamente servicio de Españale bastaba. Él era y es El Excmo. Señor Dº

Sargento legionario,Jaime Tour Jeremías

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José Millán-Astray y Terreros (D.E.P.); nunca quiso más cargo queese: La Legión, sin más. ¿Lo mejor de La Legión? Indudablemente ElExcmo. Señor Dº Julio de la Torre Galán (D.E.P.), también herido encombate por España, Gran militar-caballero diplomado con mereci-miento, poeta y filósofo. Comprendía a la perfección al legionario,sobre todo a los de los Tercios Saharianos. ¿Lo mejor…? El capitánRodrigo Holguín Barraca (D.E.P.), buena persona, gran militar y ex-celente y formal Caballero; sufrió infinitamente pero ya descansa sindébitos sociales algunos y sin percibir las deudas que España no lereconoció. ¿Lo mejor? Todos los caídos en combate para gloria, ho-nor y respeto de esta ingrata a veces España. ¿Lo mejor? El brigadaDº Carlos Gallardo Blázquez, el sargento Rafael HernándezLasauca… y más que no hubo ocasión de conocer por no coinciden-cia. Pero La Legión era y es un mundo de humanos. Por ello tambiénpuede cuadrar lo que ciertamente, siendo perfectamente suscribible,lo que declara el Señor sargento Legionario Dº Jaime Tur Jeremías enun diario de prensa de Las Islas Canarias de fecha 5 de Marzo de2.005 («DÍA): «…cuando escucha el dolor que un ser humanosiente al ser atropellado por esos «tiranos», que sienten su fuerzapor el cargo que ostentan, y que ignoran lo que es esta gran ver-dad: «la fuerza jamás entrará por otro camino que no sea la ra-zón…» , y por desgracia en nuestra sociedad de atropellos contrapersonas que cumplen con su deber, se podrían llenar millones defolios, aunque el camino de estos «tiranos» es corto, y el finalpara ellos es catastrófico, pues cuando cuelgan el uniforme conlos galones o las estrellas, los mismos que le rendían adulación yle lamían hasta las botas, les dan la espalda y el resto los ignora».Este hombre es un superviviente y testigo de la muerte en combateocurrido en Edchera el día 13 de Enero del año 1.958. Si el texto denegrilla es, como lo es, le damos un sobresaliente de honor y exclusi-

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vamente apto para todo lo que él quiera. ¡A la orden de usted misargento! ¡Viva siempre nuestra España! ¡Viva siempre nuestramejor Legión, aunque no se nos quiera entender!

¡¡¡Y una vez que Cuqui bebió, fumó y abrazó a los com-ponentes del pelotón que le iba a fusilar, perdonando y abrazán-doles, él mismo se situó de silueta-diana ante tal pelotón, viendocon sus propios ojos acercarse las balas que oficialmente le "rega-laron". ¡Antes de la descarga mortífera, besó La Bandera Espa-ñola, emitiendo un sonoro «VIVA ESPAÑA», «VIVA LA LE-GIÓN»!!! ¿¿¿Es que a Cuqui se le permitió mejor forma de vivir ymorir???.

De todo, el Consejo General del Poder Judicial fue conni-vente con el Tribunal Militar Territorial Quinto en los expedientes:279/2005, con la excepción en contra de los Excmos. Sres. Vocalesdel Consejo: D. Josep Alfons López Tena, D. Fernando SalinasMolina y D. Félix Pantoja García; con la abstención de Dña.Montserrat Comas D'Argemir i Cendra, siendo desestimada toda legaly justa pretensión de acceso al citado Tribunal Militar.

Siendo, no obstante, ponente del Pleno del Consejo Generaldel Poder Judicial el Excmo. Sr. Vocal D. Félix Pantoja García, sí esestimado el Recurso de Alzada n.º 261/2006, instándose a tal TribunalMilitar y Capitanía General de Canarias a librar copias fieles. Elloserá debidamente depositado en donación, con el resto de documentosaportados, al Muy Noble Archivo Histórico de Betanzos (A Coruña).

FIN de un mal sueño de pesadillas,que perduran porque se van quienes no regresan.

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Reproducción de la instancia al Registro Civil Central de Madrid solicitandoel certificado de defunción de "Cuqui"

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Reproducción de la página 1 de la instancia que el autor envía al RegistroCivil de Utrera (Sevilla), con relación al fusilamiento de "Cuqui"

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Reproducción de la página 2 de la instancia que el autor envía al RegistroCivil de Utrera (Sevilla), con relación al fusilamiento de "Cuqui"

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Reproducción del certificado de defunción de "Cuqui"

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Reproducción del documento de contestación del Registro Civil de Utrerarelativo a la certificación de nacimiento de "Cuqui!"

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Reproducción de la página 1 de la instancia que el autor envía al RegistroCivil Central en Madrid, con relación al fusilamiento de "Cuqui"

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Reproducción de la página 2 de la instancia que el autor envía al RegistroCivil Central en Madrid, con relación al fusilamiento de "Cuqui"

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Reproducción de la instancia que el autor envía al Registro Civil Central enMadrid, solicitando el certificado de defunción de algunos de los fallecidos en

la batalla de Edchera (Sahara Occidental)

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Reproducción de la página 2 de la instancia que el autor envía al RegistroCivil Central en Madrid, solicitando el certificado de defunción de algunos de

los fallecidos en la batalla de Edchera (Sahara Occidental)

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Reproducción de la instancia que el autor envía al Registro Civil Central enMadrid, como contestación sobre el no hallazgo del certificado de nacimiento

de "Cuqui"

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Reproducción del permiso de investigación que el Ministerio de Defensa deEspaña, a través de su Sistema Archivístico, concede al autor para la

investigación de los hechos acontecidos y relatados en esta obra

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Reproducción de certificado del Consejo General del Poder Judicial que dichoorganismo remite al autor sobre resolución de recurso de alzada

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Reproducción de certificado del Consejo General del Poder Judicial en el cualsí se estima el Recurso de Alzada interpuesto por el autor