Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

22
Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres (Palencia) Santiago Alonso Domingo PREÁMBULO En las páginas siguientes pretendemos presentar una nueva figura zoo- morfa de la coroplástica de nuestra provincia y por tanto de la Meseta Norte. El yacimiento arqueológico del cual procede la figurita está ubicado al este y ligeramente al sur de Abia de las Torres, prácticamente pegante a las últi- mas casas, palomares y naves agrícolas de ese lado del casco urbano. El pago se conoce como “Hierro” y se trata de un altozano de 846 m. s. n. m. En esta parte alta del yacimiento estaría localizado un poblado que de manera evidente hay que situar su actividad, al menos, durante la Segunda Edad del Hierro aten- diendo a las características de los materiales dispersos en la zona (M. T. N. 1:25000, HOJA 198 – I, Castrillo de Villavega). Por la base de la ladera norte del cerro, 40 metros más abajo, discurre el río Valdavia en dirección noroeste-sureste que se dirige a desaguar pocos kilómetros aguas abajo en el inicio del curso medio del río Pisuerga. Sin embargo la figurilla procede concretamente de la estrecha terraza previa a la zona inundable por el río Valdavia (“Cuesta de Hierro”, a 816 m. s. n. m.). Apareció en la superficie de una finca destinada a uso agrícola durante los trabajos propios de siembra en el invierno de 2011. Pero si bien es cierto que el contexto arqueológico con las circunstancias descritas es poco preciso (como tantas veces ocurre), al respecto podemos concretar algunos pocos aspectos más para precisar una especie de estratigrafía horizontal de la zona (Fig. 1). Por este lado noroeste de la ladera o “Cuesta de Hierro” la pendiente es más tendida y en su zona media y baja nuevamente se ven materiales de la Segunda Edad del Hierro, que por aquí casi están mezclados con otros de época romana de la etapa altoimperial. Los materiales vacceos se localizan en una zona concreta de aspecto más cenizoso que es posible describir como escom- brera 1 del poblado referido líneas arriba. 1 Para la definición de escombrera véase SACRISTÁN, 1986: 149-154 y también SACRISTÁN y coau- tores, 1995: 349 y 350. PITTM, 82-83, Palencia, 2011-2012, pp. 429-449.

Transcript of Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

Page 1: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres (Palencia)

Santiago Alonso Domingo

PREÁMBULOEn las páginas siguientes pretendemos presentar una nueva figura zoo-

morfa de la coroplástica de nuestra provincia y por tanto de la Meseta Norte.El yacimiento arqueológico del cual procede la figurita está ubicado al

este y ligeramente al sur de Abia de las Torres, prácticamente pegante a las últi-mas casas, palomares y naves agrícolas de ese lado del casco urbano. El pagose conoce como “Hierro” y se trata de un altozano de 846 m. s. n. m. En estaparte alta del yacimiento estaría localizado un poblado que de manera evidentehay que situar su actividad, al menos, durante la Segunda Edad del Hierro aten-diendo a las características de los materiales dispersos en la zona (M. T. N.1:25000, HOJA 198 – I, Castrillo de Villavega).

Por la base de la ladera norte del cerro, 40 metros más abajo, discurreel río Valdavia en dirección noroeste-sureste que se dirige a desaguar pocoskilómetros aguas abajo en el inicio del curso medio del río Pisuerga.

Sin embargo la figurilla procede concretamente de la estrecha terrazaprevia a la zona inundable por el río Valdavia (“Cuesta de Hierro”, a 816 m. s.n. m.). Apareció en la superficie de una finca destinada a uso agrícola durantelos trabajos propios de siembra en el invierno de 2011. Pero si bien es cierto queel contexto arqueológico con las circunstancias descritas es poco preciso (comotantas veces ocurre), al respecto podemos concretar algunos pocos aspectos máspara precisar una especie de estratigrafía horizontal de la zona (Fig. 1).

Por este lado noroeste de la ladera o “Cuesta de Hierro” la pendiente esmás tendida y en su zona media y baja nuevamente se ven materiales de laSegunda Edad del Hierro, que por aquí casi están mezclados con otros de épocaromana de la etapa altoimperial. Los materiales vacceos se localizan en unazona concreta de aspecto más cenizoso que es posible describir como escom-brera1 del poblado referido líneas arriba.

1 Para la definición de escombrera véase SACRISTÁN, 1986: 149-154 y también SACRISTÁN y coau-tores, 1995: 349 y 350.

PITTM, 82-83, Palencia, 2011-2012, pp. 429-449.

Page 2: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

SANTIAGO ALONSO DOMINGO430

Figura 1. Localización del hallazgo.(Según M. T. N 1:25000, Hoja 198-I y Hoja 198-III)

Page 3: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

En cuanto a los materiales romanos visibles hay que adscribirlos a unyacimiento habitacional de cierta entidad que se asentó en esta zona de la lade-ra dando continuidad, de alguna manera, a la etapa habitacional precedente. Ensentido debemos de pensar en una mansión o, cuando menos, una villa. Recien-temente en el borde de la misma terraza fue localizada y excavada de urgencia,la cámara de combustión y la parrilla de un horno de planta cuadrada de crono-logía romana (RAMOS Y BREGÓN, 2012: 13 Y 14)..

DESCRIPCIÓN Y SOPORTE MATERIALEl material que constituye esta figura es arcilla cocida. La pasta está

bien tamizada, es de color gris que adopta en la superficie un color decidida-mente negro. En la pasta y superficie se distinguen desgrasantes diminutos ybrillantes de mica así como algunos otros de origen calizo en menor cantidad.

Las medidas máximas de la pieza en lo conservado son 48 mm. de lon-gitud por 40 mm. de altura (Fig. 2).

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 431

Figura 2. Aspecto de la figurilla de jabalí. Abia de las Torres.

Page 4: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

Se trata de una representación modelada en bulto redondo de un jabalímacho (sus scrofa) no dejando lugar a dudas los atributos sexuales de los queestá provista la figura, como son la verga en la zona ventral y los testículos biendefinidos por unos trazos incisos realizados entre el arco de las patas traserasdebajo del rabo.

A la figura, lamentablemente, le falta la cabeza y las patas delanteras, loque no es poca cosa al privarnos de conocer detalles muy importantes. No pode-mos saber si la pérdida de esos elementos anatómicos fue la causa de su amor-tización o quizás sea la consecuencia de los repetidos trasiegos de la reja delarado. En cualquier caso tal suceso no se ha producido recientemente.

Un detalle señalado anatómicamente es la crin en el lomo del animal,que está enmarcada entre dos trazos longitudinales incisos que definen lacolumna vertebral del jabalí. Las cerdas que la componen están representadasmediante trazos incisos oblicuos dirigidos hacia los cuartos traseros.

Ambos costados del animal están cubiertos de finas incisiones, sobretodo oblicuas. En su lado izquierdo tales incisiones están dispuestas en dosregistros de tendencia horizontal de trazos oblicuos inversos uno con respectoal otro apuntando el vértice (teórico, pues ambos registros apenas se tocan algu-nos trazos) hacia la cabeza del animal. La imagen gráfica sería unos trazos “enespina de pescado” sin vertebrar. En el lado derecho las incisiones están dis-puestas con el mismo planteamiento recién descrito pero, en este caso, existe unregistro intermedio de incisiones verticales entre los dos oblicuos inversos.Igualmente el vértice teórico de los trazos se dirigen hacia la cabeza del animal.

Las patas conservadas están modeladas de forma independiente cadauna en el mismo plano de alzado, unidas por lo que debieran ser las pezuñas.En la superficie están dotadas de trazos incisos del mismo tipo de los que cubrenlos costados del animal. Aquí son simples de sentido oblicuo en la pata izquier-da, siendo los de la pata derecha dos registros de trazos oblicuos inversos apun-tados hacia el lomo.

Otro detalle anatómico reseñable es el corto rabo que suponemos fuealgo más largo recién acabada la pieza.

Todo lo descrito no deja lugar a dudas en cuanto al carácter salvaje delsuido representado.

SANTIAGO ALONSO DOMINGO432

Page 5: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

ESTILOEn lo estilístico observamos que la figuración del jabalí que nos ocupa

tiene un marcado reflejo naturalista, dentro de una modelación sencilla y bási-ca en lo conservado, adoptando algunos convencionalismos formales al uso ensu época y cultura que suelen ser más frecuentemente utilizadas en las repre-sentaciones pintadas de la producción vascular y, aún están mejor reflejadas enlas producciones metálicas.

Para empezar, el color negro de la superficie tiene mucho que ver con elcolor generalmente oscuro natural del suido salvaje. La crin, conseguidamediante incisiones oblicuas está perfectamente definida a lo largo del dorso delanimal, lo que abunda en el mismo sentido mencionado, reflejando además conello un estado de enfurecimiento del animal y un peligro inherente en cuanto asu actitud.

La forma anatómica de las patas conservadas, las traseras, nos evocan elaspecto del jamón resultante tras los despieces de las tradicionales matanzascastellanas. Su modelado es sencillo ayudado por algún útil con corte. Al estardispuestas en el mismo plano de alzado nos sugiere un jabalí posición estática.

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 433

Figura 3. Exvoto de bronce de jabalí. Instituto Valencia de Don Juan.(Según Cerdeño y Cabanes, 1994)

Page 6: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

Esta particularidad nos hace asimilar nuestra representación con aquella otrafigura de jabalí completa en lo que al animal se refiere, considerada exvoto (Fig.3), de procedencia no localizada con exactitud pero dentro del ámbito de laMeseta Occidental. Está custodiada en el Instituto Valencia de Don Juan (CER-DEÑO Y CABANES, 1994: 109). La figura recién referida está realizada en broncecon la cabeza y el hocico manteniendo la horizontalidad con el cuerpo; a la vezque las cuatro patas, en el mismo plano dos a dos están apoyadas en una baseque por estar fragmentada se podría inferir que quizás formase parte de unacomposición plástica más amplia o tratarse de un objeto de uso práctico inde-terminado (CERDEÑO Y CABANES 1994: 105; fig. 2.3).

Atendiendo ahora a la particularidad, más que posible de que las patasestén apoyadas en una base nos parece oportuno traer a colación como prece-dente la pieza definida funcionalmente como “tapadera con agarradero zoo-morfo”, elaborada en cerámica, recogida en el ajuar de una tumba, que fue des-crita en su momento como de tipo ibérico, de la necrópolis de Aguilar de Angui-ta (CABRÉ, 1990: 212, fig.10; ALONSO Y BENITO, 1991-92: 553). En este caso larepresentación es un equino y la base solidaria es plana y circular2.

Los cortos trazos incisos rectos pero en disposición quebrada en amboscostados y en las patas del animal bien pueden hacer referencia al pelaje tosconatural del jabalí, aunque en el caso que nos ocupa no son abigarrados. Al pare-cer estos trazos se vienen considerando un convencionalismo gráfico que cons-tatado en este ejemplar de arcilla también está atestiguado en la imaginería vac-cea realizada en otro tipo de materiales como pueda ser el ostentoso puñal tipoMonte Bernorio localizado en la tumba 32 de la necrópolis de “Las Ruedas” enPadilla de Duero o en otras representaciones célticas al parecer atestiguadasallende los Pirineos en el Arverno galo (SANZ MÍNGUEZ, 1997: 86, fig. 77; 446-447)3, donde las gentes celtas no son sospechosamente consideradas.

SANTIAGO ALONSO DOMINGO434

2 De todos modos en relación con éste ajuar, considerado más antiguo que otras figurillas delámbito celtibérico, algunos autores (GALÁN, 1989-90: 185) y más concretamente A. J.,LORRIO,(1997: 241-242), han planteado dudas sobre la funcionalidad de la figura exenta y su base dedisco; primeramente porque la urna funeraria ya tiene tapadera y en segundo lugar porque la baseplana tiene más encajes de los que pueden utilizar las cuatro patas del caballo, considerándola, enconsecuencia, una composición plástica incompleta. Igual ocurre con otra figurita del mismoajuar interpretada como “moledera con cabeza de ave” y sin embargo parece tener la base hueca(LORRIO, 1997: 243; BLANCO, 2010: 33, fig. 9 y 34)3 Algunos animales representados en este pomo tienen el rabo hacia arriba (SANZ MÍNGUEZ, 1997:87), como si estuviera enroscado, lo que puede sugerir una afinidad anatómica mas próxima conel “cerdo padre” doméstico en contrapunto con el rabo lacio del jabalí.

Page 7: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

Para concluir el aspecto naturalista de la figura es reseñable que en lamisma queda claramente reflejado el carácter de individuo macho definido enlos claros atributos sexuales que ostenta ya referidos en la descripción de lafigurilla.

Todos los rasgos anatómicos conservados junto con los convencionalismosreferidos dan al jabalí de Abia un carácter singularmente expresivo frente a lassumarias formas definidas habitualmente en las figuras zoomorfas de la coroplás-tica conocida (GALÁN, 1989-90, 182, fig. 4; de CASTRO, 1971: 44, fig. XV; WAT-TERNBERG, 1963: 42 y 91; QUESADA Y TORTAJADA, 1999: 9-53), donde, en ocasio-nes, no queda suficientemente clara la atribución de especie lo cual no sólo es debi-do a la fragmentación de las figuritas como hemos de ver más adelante.

OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE LA REPRESENTACIÓNUna vez descrita la figura y su estilo parece obligado encarar otros

aspectos relacionados con la misma, desarrollando los comentarios del aparta-do anterior.

En los trabajos referenciados en este epígrafe está contenida buena partede la bibliografía que ha tratado el tema.

Conviene puntualizar que algunos investigadores que se han acercado alestudio de las representaciones zoomorfas admiten que las figuraciones realiza-das para distintas funcionalidades y en diversas materias primas no tienen por-que haber gozado de la misma consideración como icono a lo largo del tiempo(CERDEÑO, CABANES Y FERNÁNDEZ, 1999: 325-333; ALFAYE, 2010: 548, porejemplo). Tal apreciación parece razonable tenerla en cuenta.

Un ejemplo de este aspecto son los conocidos y esculturales verracospétreos del área vettona. Con frecuencia son representados ejemplares machos(como este de Abia) pero como es bien sabido no siempre son representacionesde suidos. A muchos ejemplares del Valle de Amblés (Avila) les ha sido reco-nocida una utilidad señalética relacionada con la explotación económica delmedio ambiente durante la Edad del Hierro (ÁLVAREZ-SANCHÍS Y RUIZ, 1999:313-323). Pero otras esculturas de este tipo están claramente vinculadas aambientes funerarios de época romana, como la demuestran las inscripcioneslatinas grabadas en algunos ejemplares (CERDEÑO Y CABANES, 1994: 110, citan-do a LÓPEZ, 1989).

Para definir la especie del animal que tratamos se emplean términoscomo verraco o suido, ampliando de esta manera la referencia a más de unaespecie de género común (sus). Frecuentemente esto sucede de manera necesa-

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 435

Page 8: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

riamente ambigua al existir una verdadera dificultad para definir si el animalrepresentado es salvaje o doméstico; bien sea debido a la conservación de lapieza o por la decidida intención del artesano en realizar una representacióndifuminada del animal, tal y como ocurre en las fíbulas de caballo y verraquitoque estudia A. Esparza Arroyo (1991-92: 537-552), o en las representacionesrealizadas en la metalistería del tipo Monte Bernorio, de uso tan común entre lasgentes vacceas. Este es el caso del tahalí custodiado en la colección Fontanedadonde la representación del jabalí, cerdo común o verraco pasa al terreno de laabstracción y ambigüedad (SANZ MÍNGUEZ, 1996: 85-88). En ambos ejemploslos autores ponen la casuística en relación con la corriente artística latenienseentendiéndola desde un punto de vista ideológico-religioso céltico del acervocomún de estos pueblos indoeuropeos.

Sea como fuere, parece razonable pensar que la puntualización delmatiz doméstico/salvaje podría plantear desvíos en cuanto a la interpretación,significado, simbolismo, función, valor, etc. del animal representado.

Desde hace pocos años en la literatura al respecto de las produccionesfiguradas consideradas en general, han sido muy atendidos los aspectos desdecualquiera de los términos lingüísticos recién referidos, bien de forma conjuntao independiente.

Ahora no pretendemos ser reiterativos con los argumentos pero sí nosgustaría, al menos de forma somera, contextualizar culturalmente el singularobjeto que tratamos con la certeza de que aún tendrán que salir a la luz muchasreflexiones al respecto.

Por más que resulte obvio, y así ha sido expresado por otros investiga-dores (p. e. ESPARZA, 1991-92: 544-552 y más recientemente ALFAYÉ, 2010:548), es evidente que las gentes vacceas elaboraron concretamente esta figurade jabalí que presentamos, con una intención icónica precisa en un ambientecultural muy lejano de nuestro tiempo y de nuestro intelecto, sin que nos hayatrascendido fehacientemente qué pudo motivarles en su concepción.

El aspecto espiritual o religioso de estas sociedades prerromanas siguesiendo poco conocido; si bien es cierto que en estos momentos son menos cono-cidos otros aspectos de dichas sociedades. En este sentido pensamos, por ejem-plo, en el rol que desempeñó la mujer en dichas sociedades, y menos conocidoaún –y esto atañe por alusiones a una posible funcionalidad atribuida a algunosde estos objetos– como se desarrollaba el ¿largo? entrenamiento hacia la madu-rez que es el mundo infantil. Los trabajos realizados en este sentido todavíaarrojan más incertidumbres y posibilidades que certezas.

SANTIAGO ALONSO DOMINGO436

Page 9: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

Relacionado con el enfoque espiritual, A. Esparza (1991-92: 544-552)estudia las fíbulas de caballo con verraco meseteñas. Desde el aspecto ico-nográfico, como reflejo étnico-religioso, adopta un punto de vista aséptico puesconsidera que el significado que puedan representar los animales es irresolubleen el momento actual, pero no deja de apreciar una relación especial entreambas especies conjuntadas en los prendedores referidos, a los cuales atribuyeuna función heráldica, siendo portados por algunas mujeres de la aristocracia deestas sociedades.

C. Sanz Mínguez (1997: 87, 446, 447) cuando aborda estos aspectos através de la decoración figurada del ya referido carismático pomo del puñalMonte Bernorio aparecido en la tumba 32 de “Las Ruedas”, en la línea con loapuntado con Miranda Green, a la cual cita, considera a la iconografía del verra-co poseedora de un simbolismo en dos vertientes muy claras. Por un lado losrelaciona con el ambiente bélico como queda en evidencia al estar representa-dos en elementos propios de esta actividad, como por ejemplo en trompas, cas-cos, vainas o pomos de puñal. Así mismo el carácter natural indómito y poten-cialmente feroz del jabalí abunda en la sintonía propia del guerrero de recono-cido prestigio social. La otra vertiente, referida expresamente a los verracos(cerdo padre), la relaciona como símbolo de prosperidad también vinculada conla clase aristocrática de las sociedades prerromanas meseteñas, las cuales dis-frutaban de la carne de cerdo en los banquetes de sus reuniones. Incluso consi-dera una tercera vertiente vinculando a estos últimos animales al mundo deUltratumba dando base a su argumento por la presencia de ofrendas de carne decerdo en los enterramientos de algunos finados que se distinguen de otros fina-dos en los cuales estas ofrendas de carne no comparecen.

Recientemente F. Romero (2010: 481-491) incide en similares conside-raciones utilizando como argumento el mismo puñal Monte Bernorio reciénreferido, donde los verracos comparten espacio decorativo con tres zoomorfosen perspectiva cenital (lobos, según parece, ROMERO 2010: 494, 498 y 532) atri-buyéndoles simbología divina de carácter propiciatorio de la cual participaríandichos verracos al compartir el mismo espacio decorativo.

Este autor, en el citado trabajo (ROMERO 2010: 475-476) hace hincapiéen las téseras de silueta zoomorfa habituales en los momentos tardíos de la Edaddel Hierro (o ya de época romana) del centro-norte de la Meseta donde, en estecaso, el jabalí sería representado a resultas de una preferencia étnica de las gen-tes de la zona y simbolizaría a una divinidad como garante del pacto. Entron-cando así, con una línea de pensamiento (ALFAYÉ, 2010: 563) que considera a

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 437

Page 10: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

las representaciones de animales en esta época como símbolos de las divinida-des del ámbito pancéltico.

Otra perspectiva del asunto es la planteada por E. Galán Domingo(1989-90: 175-204) cuando resalta que es la importancia tangible que tienenalgunos animales para las sociedades prerromanas lo que motiva que sean repre-sentadas plásticamente como alternativa al aspecto espiritual-mágico-religioso,que, de una manera general, es la comúnmente valorada (CERDEÑO Y CABANES,1999: 41-56).

E. Galán Domingo (1989-1990: 197 y 198) considera al jabalí un con-trapunto al respecto de los animales domésticos a través del cual los individuosde las sociedades prerromanas se relacionan con el medio natural y agreste querodea a los poblados. En la misma línea considera a la caza del jabalí, biendocumentada arqueológicamente, una actividad simbólica del status de las eli-tes de aquellas sociedades descargándola, en buena medida, como símbolo delmundo de Ultratumba, que es el habitualmente considerado (CERDEÑO Y CABA-NES, 1999:117; MORENA LÓPEZ, 1999: 52).

Bien es cierto que los zoomorfos, como icono, son más frecuentementerepresentados en soportes metálicos, pero refiriéndonos ahora de manera con-creta a la iconografía coroplástica el jabalí, junto con los equinos, bóvidos yaves, es una de esas especies determinadas que se han representado con mayorpreferencia en el área vaccea-celtíbera.

En concreto ocupan el tercer lugar si seguimos a E. Galán (1989-90:190, diagrama 2), o el cuarto si seguimos a P. Alonso y J. E. Benito (1991-92:533). En cualquier caso a la vista de los datos hay que inferir para el jabalí unafijación cultural muy asentada en el ideario de estas gentes, por más que seanlos equinos la especie mejor representada tanto en la Meseta Norte como en elresto de la geografía peninsular. De esto no deja lugar a dudas el catálogo de F.Quesada y M. Tortajada (1999: 19-53). Si acaso conviene puntualizar que estasproducciones han venido compareciendo más frecuentemente en la cuencamedia del Duero, pues de ello podría inferirse un rasgo étnico.

Cuantitativamente son más abundantes las representaciones de animalesen soportes cerámicos procedentes de ambientes poblacionales que de lasnecrópolis. En los poblados se han recogido, además, más variedad en cuanto alas especies representadas (ALONSO Y BENITO, 1991-92: 534 y 535; QUESADA YTORTAJADA, 1999: 47).

Las representaciones zoomorfas en arcilla suelen considerarse con unvalor diferenciado si proceden de necrópolis o de áreas habitacionales. En el

SANTIAGO ALONSO DOMINGO438

Page 11: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

primer caso se vinculan a una esfera más trascendente relacionada con el mundoespiritual de estas gentes (GALÁN, 1989-90: 187-199; ALONSO Y BENITO, 1991:534), y más relacionadas con lo cotidiano en el segundo caso donde han sidoconsideradas juguetes (evidentemente frágiles) en más de una ocasión (GALÁN,1989-90: 187-189; WATTENBERG, 1963: 42). La función de juguetes es admitidapor M. L. Cerdeño y E. Cabanes (1994: 115), para las procedentes de “Las Arri-billas” dadas a conocer por E. Galán. Si bien, por otro lado, F. Wattenberg(1963: 237-5) deja abierta una posibilidad de relación con lo espiritual al califi-car a las figuritas de Numancia de exvotos de carácter funerario a pesar de noconocerse ninguna necrópolis de la ciudad en aquel momento.

En este sentido este jabalí de Abia participa de todas estas considera-ciones y quizás sea oportuno vincularle con el ambiente doméstico por más quesu aparición se haya producido en una escombrera, que sin ser un área especí-ficamente habitacional tampoco lo es cementerial.

En cuanto a su funcionalidad, en el apartado anterior le hemos puesto enrelación por un lado con una estatuilla de bronce considerada exvoto del Insti-tuto Valencia de Don Juan, con el cual pudiera estar emparentado formalmente(Fig. 3). Por otro lado también le relacionamos con la pieza descrita como tapa-dera de la necrópolis de Aguilar de Anguita debido a la posibilidad de que lanuestra parece estar asentada sobre una base que no nos ha llegado, aunque cul-turalmente sea difícil vincularlas.

En cualquier caso determinar su función resulta de difícil precisióndado, además, su fragmentario estado de conservación. Si acaso, atendiendo asu particularidad de representar un jabalí macho, se pueda proponer una orien-tación útil como símbolo totemista (como sustituto de exvoto) infundiéndole uncarácter protector, propiciador y genésico desde un punto de vista económicopróspero; sin poder descartar, por otro lado, una funcionalidad más práctica(como pueda ser una tapadera) atendiendo a las circunstancias de localizaciónen el yacimiento ya descritas.

CRONOLOGÍASLa primera consideración a tener en cuenta está relacionada con las cir-

cunstancias de aparición con un contexto arqueológico poco preciso, pero contodo debemos de de tratar de aproximarnos a su datación.

En este sentido a este jabalí de Abia parece oportuno entroncarle con el restode las figuras zoomorfas del ámbito meseteño que nos ocupa. En la zona de referenciahay muchas representaciones aparecidas que tampoco tienen contexto estratigráfico.

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 439

Page 12: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

En el ámbito vettón viene siendo reconocido que las figuritas de arcillaaparecidas son más antiguas –SS. IV-III a.C.– gozando, además, de una influen-cia posiblemente distinta que en el área específicamente vaccea (GALÁN, 1989-90: 186 y 187 ALONSO Y BENITO, 1991-92: 535; CABRE, 1990: 212).

Entre las contextualizadas, fuera de la demarcación provincial de Palen-cia, incluso son de otra área étnica, destacan la media docena procedentes deuna vivienda del poblado “Las Arribillas” (Prados Redondos, Guadalajara).Entre ellas se ha reconocido a un jabalí. Fueron fechadas en el S. I a. C. (GALÁN,1989-90: 175 y 176).

F. Wattenberg cuando estudia las cerámicas indígenas de Numanciaencuadra cronológicamente estas figuraciones plásticas en la segunda mitad delS. I a.C., llegando a puntualizar para los vasos zoomorfos una data entre el 75– 25 a. C., acercando a la última fecha las figuritas de barro del jinete y los equi-nos incluidas en el estudio (WATTENBERG, 1963: 42, 91, 236-7, 237-5).

F. Quesada Sanz y M. Tortajada Rubio han elaborado un catálogo de lasfiguras de équidos de la Península Ibérica. Al respecto destacamos la Cat. 33 yla Cat. 34 que proceden del yacimiento “Cuesta del Mercado” (Coca, Segovia).Aparecieron junto a otras dos más dentro de un contexto de excavación arque-ológica. En las referidas figuras los autores destacan el carácter “típico del áreavaccea” y el estar retocadas con cuchillo o navaja. De esta particularidad tam-bién participa el jabalí de Abia que tratamos. Dichas producciones están fecha-das circa 100 a. C. (QUESADA Y TORTAJADA, 1999: 19 y 25- lám. II-33 y 34).

Nuevamente hacemos referencia en este apartado al extravagante y céle-bre pomo tipo Monte Bernorio de la tumba 32 de la necrópolis vaccea de “LasRuedas”, en el cual apoyamos algunas consideraciones líneas arriba; le ha sidoasignada una franja temporal situada entre el S. III avanzado y la primera mitaddel S. II a. C. (ROMERO Y SANZ, 1992: 463). Algo después el segundo coautor,C. Sanz Mínguez (1997: 471-473), ajustando a cinco fases temporales la utili-zación de la necrópolis, asigna el sector de localización de la tumba 32 (II-Y) ala finalización de la Fase II y el comienzo de la Fase III, fase que ocupa todo elS. III hasta la mitad del S. II a. C.

En Roa de Duero apareció un objeto fragmentado considerado prótomode caballo en una escombrera (SACRISTÁN, 1986: 206, lám. LXX-8), que el autorrelaciona con los materiales estudiados por Wattenberg de Numancia englobán-doles cronológicamente en el periodo celtibérico clásico encuadrado entre el S.III y los primeros años del S. I a. C. (SACRISTÁN, 1986: 254 y 255). En algunaotra escombrera de Rauda aparecieron otras producciones singulares

SANTIAGO ALONSO DOMINGO440

Page 13: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

(SACRISTÁN, 1986: 204-206), lo cual incide en el carácter heterogéneo de losmateriales que comparecen en estos lugares próximos a los poblados.

Del corte estratigráfico realizado en 1965 en un cenizal (o escombrera) dela vaccea Simancas (Septimanca) procede una cabeza de caballo de barro color nuezque por más que halla sido considerada bocina o tobera, con matices, recuerda elaspecto formal de los remates proximales de algunos mangos de simpula. Bien escierto a la vista de su tamaño al natural (en las representaciones gráficas no hay refe-rencia escalar), se aleja la posibilidad de esta recién referida utilidad. Fue fechadocon posterioridad al S. II a. C. (WATTENBERG; 1977: 59-lám., 60, 63-41 y 64).

Centrándonos en el ámbito actual de la provincia de Palencia se cono-cen otras representaciones zoomorfas en cerámica.

De Palenzuela, procedente de la necrópolis de “La Alcántara” su des-cubridor, el médico L. de Castro (1971: 23; lám. XV, 48,49) publicó variasrepresentaciones zoomorfas en cerámica que corresponden a prótomos de caba-llo que remataron asideros de cazos y un ave que cronológicamente enmarca enS. II o principios del S. I a.C. (de Castro, 1971: 44)4.

También de “La Alcántara” R. Martín Valls, su excavador, décadas des-pués (MARTÍN VALLS, 1990: 144 y 169), publicó varios prótomos de caballocomo el referido de L. de Castro. R. Martín Valls sistematiza estos simpulacerámicos en su tipo IIIa y los encuadra cronológicamente, más concisamente,en la primera mitad del S. I a. C., en consonancia con el resto de los materialestardíos de tipología celtibérica entregados por dicha necrópolis (MARTÍN VALLS,1990: 154 y 155).

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 441

4 En relación con ésta necrópolis tenemos que decir que es admitida como correspondiente aloppidum cercano a su vez identificado en muchas ocasiones, desde los años 70 del siglo pasado,con la Pallantia de los textos clásicos destruida por Roma. Esta identificación no está confirma-da, ni suficientemente explicada. Se va resolviendo, por ejemplo, con propuestas tales como con-siderar dos Pallantia distintas, o por el traslado de la considerada más antigua (la celtibérica delArlanza) a la más moderna (la romana del Carrión). Tampoco está claro la atribución étnica delenclave, pues unas veces es considerada vaccea, otras arévaca y, por otro lado, el territorio tur-mogo está, cuando menos, no muy alejado de aquí.Pensamos que en esta discusión debe de tenerse en cuenta la influencia que en el poblamiento dela Segunda Edad del Hierro tiene la existencia del notable castrum-oppidum vacceo del “Pico delTesoro”, cercano a Palencia, donde se constatan ocupaciones poblacionales sucesivas desde elPrimer Hierro, paralelas a la facies Soto II, principalmente, y durante la Segunda Edad del Hie-rro, sin que dicha población se llegase a romanizar. Luego, en el último cuarto del S. I a.C., lapoblación fue trasladada definitivamente a la ribera del Carrión (ALONSO DOMINGO, 1990: 143-160; SACRISTÁN, SAN MIGUEL, BARRIO y CELIS, 1995: 337-367). En cualquier caso hay planteadoun problema interesante y abierto para historiadores y arqueólogos.

Page 14: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

De cerámica son dos piezas procedentes de Tariego (BLANCO 2002: 322;lám. I). Una de ellas es la cabeza de un bóvido, que parece aplique, y la otra esuna cabeza con el cuello de un equino, en el cual han sido representadas conpintura la crin del animal. Aunque no parece un vertedor tiene el aspecto dehaber formado parte de un vaso como alguna jarra de las aparecidas en Numan-cia con el perfil completo fechadas mayoritariamente hacia el S. I a. C. (WAT-TENBERG, 1963: 118 nº 1149, 211, lám. foto.XII nº 6; QUESADA Y TORTAJADA,1999: 24, lám. II-56 y 25).

Continuando con el repaso del uso del jabalí como icono en nuestroámbito provincial también hay constancia de objetos de variados usos y elabo-rados en diversos materiales.

Así refiriéndonos ahora a las fíbulas zoomorfas con motivo de verraco,las procedentes de la provincia de Palencia se asoman frecuentemente en lostextos publicados. Algunos investigadores señalan su abundancia en nuestroterritorio (CERDEÑO Y CABANES, 1994: 105-fig. 6).

Estos fósiles guía que son consideradas las fíbulas, en concreto las deverraco vienen siendo encuadradas en el periodo de La Tène II centrado en el S.III a. C. (ARGENTE, 1986-87: 155). Entre otros autores M. L. Cerdeño y E. Caba-nes (1994: 105-108) reconocen variaciones cronológicas por la evolución estilís-tica de las figuraciones de las mismas, siendo las más antiguas las realistas y lasmás modernas las estilizadas dentro del periodo cronológico global referido.

Sin embargo A. Esparza (1991: 543) encuadra a las fíbulas de caballo,imbuidas en la misma problemática que las de verraco, entre los siglos III y I a.C. Las que identifica como de caballo con verraquito, en el mismo trabajo (a lascuales ya hemos aludido líneas arriba), las sitúa cronológicamente en unaamplísima franja de tiempo que va desde el S. IV hasta el I a.C., esto es, toda laSegunda Edad del Hierro. Entre estas últimas hay una procedente de la necró-polis de “La Alcántara” (Palenzuela), cuya consideración cronológica debecorresponderse con los momentos celtibéricos tardíos del resto de los materia-les de la necrópolis.

También de bronce es la peculiar tésera (tessera hospitalis) con siluetade jabalí que, procedente de Herrera de Pisuerga, se custodia, también, en laColección Fontaneda. Fue dada a conocer por A. García y Bellido (1966:189-160), que estudia los textos e incide en la tradición indígena de la pieza debidoa su aspecto zoomorfo y su portabilidad. Más recientemente se ocupa de ella E.Illarregui (2010: 15-28) el cual incide en los mismos aspectos referidos entran-do más a fondo en las relaciones sociales que implican las téseras como el docu-

SANTIAGO ALONSO DOMINGO442

Page 15: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

mento jurídico que son. Así mismo aporta alguna divergencia con el primerautor en cuanto a las circunstancias de su localización, entre otros aspectos.

El documento está fechado en el año 14 d. C., es decir pocos años des-pués del cambio de era.

Al respecto a nosotros nos interesa reseñar que el animal representadoen esa tésera es un ejemplar macho pues parece figurada la verga en el recortede la silueta en el bajo vientre. Por otro lado la forma del morro, más achatada,y el cuerpo, más rechoncho, pondrían ser rasgos anatómicos atribuibles a uncerdo más propiamente que a un jabalí; posibilidad que dejan entrever M. delAmo y J. Pérez (2006: 69). Al respecto de la forma del cuerpo se puede pensaren una licencia del artesano para alojar los largos textos de que está dotada,como también es posible que estos matices fueran totalmente secundarios parael mismo artesano.

En el Museo de Palencia (DEL AMO Y PÉREZ, 2006: 46-47) se exponenunos cuantos objetos singulares de barro cocido entre los que puede venir alcaso destacar una cabeza de bóvido, que parece haber estado aplicada posible-mente en algún vaso, y una figura exenta que representa una cabra. Ambas pro-ducciones son escasamente conocidas. Al respecto de esta última figura exenta,con anterioridad a la publicación de la Guía del Museo fue publicada una foto-grafía de la misma (ÁLVAREZ SANCHÍS, 1991: 80) donde es considerada la repre-sentación de una cierva en posición echada, diríamos nosotros, a sugerencia delas cortas patas. También lo parece sugerir el cuello que es algo largo como parasuponerle de cabra. En cualquier caso fueron encontradas en excavaciones muyantiguas de la necrópolis “Eras del Bosque” (Palencia). Ambas representacio-nes, aunque acordes con la tradición vaccea, su cronología podría ser romana,entre los momentos finales de la época republicana y el Alto Imperio según laestimación que para dicha necrópolis hacen S. Carretero Vaquero y J. GuerreroArroyo (1989: 367-381). Al parecer las figuraciones expuestas no fueron lasúnicas en comparecer en la citada necrópolis, malograda para la arqueología(DEL AMO Y PÉREZ, 2006: 155, foto y 171 y ss.).

No muy lejos de Abia de las Torres, en el poblado de “La Morterona”(Saldaña) está igualmente presente el jabalí como icono. Aquí el material desoporte es el hueso lo que le confiere un carácter más singular. Se trata de unmango de un útil no determinado rematado con la cabeza del animal que trata-mos. Apareció en un ambiente de hogares y, al parecer con connotaciones ritua-les según su excavador (PÉREZ RODRÍGUEZ, 1990: 275-296). La discordancianotable con las otras representaciones zoomorfas es que está datado en el S. VI

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 443

Page 16: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

o V a. C. (Primer Hierro), siendo, por tanto, la más antigua de las representa-ciones zoomorfas comentadas a nivel provincial.

Hechas, pues, las referencias y consideraciones precedentes, con unánimo no exhaustivo, pensamos que la representación de este jabalí de Abiahunde sus raíces en la idiosincrasia de las tradiciones culturales vacceas, a suvez arraigadas en los viejos momentos del Primer Hierro y, posteriormente, lle-gando a influir culturalmente en la sociedad cuando la dominación romana yaera un hecho irreversible. Dicho de otro modo, participa de toda la tradición cul-tural vigente en la Meseta Norte –no de manera lineal– durante varios cientosde años, más de medio milenio.

Precisamente, teniendo en cuenta los paralelos referidos, tanto en sopor-tes metálicos como de la coroplástica (sobre todo), junto con las circunstanciasarqueológicas concurrentes en el yacimiento, también explicadas, nos parecerazonable proponer para la figura del jabalí que nos ocupa una franja cronoló-gica –por lo demás relativa– circunscrita entre el final del S. II a. C. y media-dos del S. I a. C.

SANTIAGO ALONSO DOMINGO444

Page 17: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 445

Figura 4. Aspecto del costado derecho.

Figura 5. Aspecto del costado izquierdo.

Page 18: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

SANTIAGO ALONSO DOMINGO446

Fig. 6. Aspectos de la vista posterior, dorsal y ventral.

Page 19: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

REFENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

- ALFAYÉ VILLA, S., “Iconografía vaccea: Una aproximación a las imágenesdel territorio vacceo”, en F. ROMERO Y C. SANZ (Eds.) De la Región Vacceaa la Arqueología Vaccea, pp. 547-573. C. E. V. F. W. Universidad de Valla-dolid, 2010.- ALONSO DOMINGO, S., 1990. “Notas entorno al castro de la Edad del Hierro del`Pico del Tesoro´ (Palencia)”, en Actas II Congreso de Historia de Palencia.Vol. I, pp. 275-296. Palencia, 1990.- ALONSO FERNÁNDEZ, P., BENITO LÓPEZ, J. E., “Figuras zoomorfas de barro dela Edad del Hierro en la Meseta Norte”, en Zephyrus, pp. 44-45, 525-536. U.Salamanca, 1991-1992.- ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R., “La producción doméstica” en “Los celtas en la Penín-sula Ibérica” Revista de Arqueología Vol. Extra, pp. 76-81. Madrid, 1991.- ÁLVAREZ-SANCHÍS, J. R.,. RUIZ ZAPATERO, G., “Paisajes de la Edad del Hierro:Pastos, ganado y esculturas en el Valle de Amblés (Avila), en R. BALBÍN y P.BUENO (Eds.) II Congreso de Arqueología Peninsular (Zamora, 1996). TomoIII, pp. 313-323, 1999.- AMO y de la HERA, M. del, PÉREZ RODRÍGUEZ, J., Guía Museo de Palencia,Palencia, 2006.- BLANCO GARCÍA, F. J., “Figurilla antropomorfa vaccea de barro”, enCuPAUAM, 36, pp. 27-37. Universidad Autónoma de Madrid, 2010.- CABRÉ, E., 1990. “Espadas y puñales de las necrópolis celtibéricas”, en F.BURILLO (Coord.) “Necrópolis celtibéricas”, II Simposio sobre los celtíberos,pp. 204-224. Zaragoza, 1990.- CARRETERO VAQUERO, S., GUERRERO ARROYO, G., “La necrópolis romana deEras del Bosque (Palencia)”, en Actas II Congreso de Historia de Palencia,Vol. I, pp. 367-381. Palencia, 1999.- CASTRO GARCÍA, L. DE, La necrópolis de Pallantia, Palencia, 1971.- CERDEÑO SERRANO, M. L., CABANESMIRÓ, E., “El símbolo del jabalí en el ámbi-to celta peninsular”, Trabajos de Prehistoria, 51-2, pp. 103-119. Madrid, 1994.- CERDEÑO SERRANO, M. L., CABANES MIRÓ, E., FERNÁNDEZ SABUGO, M.,“Representaciones animales en la Meseta Norte”, en R. BALBÍN, P. BUENO(Eds.) II Congreso de Arqueología Peninsular, T. III, pp. 325-333, 1999.

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 447

Page 20: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

- ESPARZAARROYO, A., “Cien años de ambigüedad: Sobre un viejo tipo de fíbu-las de la Edad del Hierro de la meseta española”, en Zephyrus, 44-45, pp. 537-552, 1991-1992.- GALÁN DOMINGO, E., “Naturaleza y cultura en el mundo celtibérico”, enKalathos, 9-10, pp. 175-204, Teruel, 1989-1990.- GARCÍA Y BELLIDO, A., “Tessera hospitalis del año 14 de la era hallada enHerrera de Pisuerga”, Bol. Real Academia de la Historia, 159, pp. 149-166,Madrid, 1966.- ILLARREGUI, E., “Tessera hospitales de Herrera de Pisuerga (Palencia,España)”, en Rev. Internacional D´Humanitats, 20, pp. 15-28. UU. Sao Paulo– Autónoma de Barcelona, 2010.- LÓPEZ MONTEGUDO, G., “Esculturas zoomorfas celtas en la Península Ibérica”,Anejos Archivo Español de Arqueología, X, Madrid, 1989.- LORRIO, A. J., “Los Celtíberos”, Complutum, 7, Alicante, 1997.- MORENA LÓPEZ, J. A., “Escultura zoomorfa ibérica: A propósito del Jabalí delMuseo Arqueológico de Baena (Córdoba)”, en Anales de Prehistoria y Arque-ología, 15, pp. 41-56, Universidad de Murcia (AnMURCIA), 1999.- PÉREZ RODRÍGUEZ, F., “Nuevas investigaciones entorno a la antigua ciudadde Saldaña”, en Actas II Congreso Historia de Palencia, pp. 275-296. Palen-cia, 1990.- QUESADA SANZ, F., TORTAJADA RUBIO, F., “Caballos en arcilla de la SegundaEdad del Hierro”, en CuPAUAM, 25, pp. 9-53.Universidad Autónoma deMadrid, 1999.- RAMOS BLANCO, L. F.; BREGÓN PLAZA, J. C., Abia; un paseo por la historia.Ayuntamiento de Abia de las Torres, 2012.- ROMERO CARNICERO, F., “Las representaciones zoomorfas en perspectiva ceni-tal. Un estado de la cuestión, en F. ROMERO y C. SANZ (Eds.) De la RegiónVaccea a la Arqueología -Vaccea, pp. 467-545. C. E. V. F. W. Universidad deValladolid, 2010.- ROMERO CARNICERO, F., SANZ MÍNGUEZ, C., “Representaciones zoomorfas pre-rromanas en perspectiva cenital, iconografía, cronología y dispersión geo-gráfi-ca”, en Actas 2º Simposium de Arqueología Soriana, pp. 455-471, Soria, 1992.- SACRISTÁN DE LAMA, J. D., La Edad del Hierro en el Valle Medio del DueroRauda (Roa, Burgos). Universidad de Valladolid, 1986.

SANTIAGO ALONSO DOMINGO448

Page 21: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...

- SACRISTÁN DE LAMA J. D., SAN MIGUELMATÉ, L. C., BARRIO MARTÍN, J., CELISSÁNCHEZ, J. “El poblamiento de época celtibérica en la cuenca media delDuero”, en F. BURILLO (Coord.) “Poblamiento celtibérico” III Simposio sobrelos celtíberos, pp. 337-367, Zaragoza, 1995. - SANZ MÍNGUEZ, C., “Los vacceos: cultura y ritos funerarios de un pueblo pre-rromano del valle medio del Duero. La necrópolis de Las Ruedas, Padilla deDuero (Valladolid)”. Memorias, 6 Salamanca., 1997.- SANZ MÍNGUEZ, C., ESCUDERO NAVARRO, Z., FONTANEDA BERTHET, C., “Trespiezas de metalistería prerromana en la Colección Fontaneda. (Castillo deAmpudia, Palencia)”, en BSAA, 62, pp. 79-94. U. Valladolid, 1996.- WATTENBERG SANPERE, F., “Las cerámicas indígenas de Numancia”, Bibliote-ca Praehistórica Hispanica, IV. Madrid, 1963.- WATTENBERG SANPERE, F., “Estratigrafía de los cenizales de Simancas (Valla-dolid), Monografías M. A. Valladolid, 1978.

UNA FIGURA DE JABALÍ DE TERRACOTA DE ABIA DE LAS TORRRES (PALENCIA) 449

Page 22: Una figura de jabalí de terracota de Abia de las Torres ...