Tríptico XIII Feria del Libro

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XIII FERIA DEL LIBRO 2017 IES Vega del Guadalete Del 18 al 20 de octubre ORGANIZAN Librería Platero Biblioteca Juan Leiva HORARIO De 9:30 a 14:00 horas Miércoles, jueves y viernes Octubre 2017 La Barca de la Florida MIGUEL HERNÁNDEZ GILABERT (Orihuela, 30 de octubre de 1910 -Alicante, 28 de marzo de 1942). De familia humilde, tiene que abandonar muy pronto la escuela para ponerse a trabajar; aún así desarrolla su capacidad para la poesía gracias a ser un gran lector de la poesía clásica española. Forma parte de la tertulia literaria en Orihuela, donde conoce a Ramón Sijé y establece con él una gran amistad. A partir de 1930 comienza a publicar sus poesías en revistas como El Pueblo de Orihuela o El Día de Alicante. En la década de 1930 viaja a Madrid, colabora en distintas publicaciones y establece relación con los poetas de la época. A su vuelta a Orihuela escribe Perito en Lunas (1933). Ya establecido en Madrid, trabaja como redactor en el diccionario taurino de Cossío y en las Misiones pedagógicas de Alejandro Casona; colabora además en importantes revistas poéticas españolas. Escribe en estos años los poemas de su libro El Rayo que no cesa (1936). Toma parte muy activa en la Guerra Civil, y al terminar ésta intenta salir del país pero es detenido en la frontera con Portugal. Condenado a pena de muerte, se le conmuta por la de treinta años pero no llega a cumplirla porque muere de tuberculosis el 28 de marzo de 1942 en la prisión de Alicante. Durante la guerra compone Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1938) con un estilo que se conoció como “poesía de guerra”. En la cárcel acabó Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941). Fuente: http://www.cervantes.es/

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XIII FERIA DEL LIBRO

2017

IES Vega del Guadalete

Del 18 al 20 de octubre

ORGANIZAN

Librería Platero

Biblioteca Juan Leiva

HORARIO

De 9:30 a 14:00 horas

Miércoles, jueves y viernes

Octubre 2017

La Barca de la Florida

MIGUEL HERNÁNDEZ GILABERT (Orihuela, 30 de octubre de 1910

-Alicante, 28 de marzo de 1942).

De familia humilde, tiene

que abandonar muy pronto la

escuela para ponerse a

trabajar; aún así desarrolla su

capacidad para la poesía

gracias a ser un gran lector de

la poesía clásica española.

Forma parte de la tertulia literaria en Orihuela,

donde conoce a Ramón Sijé y establece con él una

gran amistad.

A partir de 1930 comienza a publicar sus poesías

en revistas como El Pueblo de Orihuela o El Día

de Alicante. En la década de 1930 viaja a Madrid,

colabora en distintas publicaciones y establece

relación con los poetas de la época. A su vuelta a

Orihuela escribe Perito en Lunas (1933).

Ya establecido en Madrid, trabaja como redactor

en el diccionario taurino de Cossío y en las

Misiones pedagógicas de Alejandro Casona;

colabora además en importantes revistas poéticas

españolas. Escribe en estos años los poemas de su

libro El Rayo que no cesa (1936).

Toma parte muy activa en la Guerra Civil, y al

terminar ésta intenta salir del país pero es detenido

en la frontera con Portugal. Condenado a pena de

muerte, se le conmuta por la de treinta años pero

no llega a cumplirla porque muere de tuberculosis

el 28 de marzo de 1942 en la prisión de Alicante.

Durante la guerra compone Viento del pueblo

(1937) y El hombre acecha (1938) con un estilo

que se conoció como “poesía de guerra”. En la

cárcel acabó Cancionero y romancero de

ausencias (1938-1941).

Fuente: http://www.cervantes.es/

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El 28 de marzo de 1942 moría en la cárcel de

Alicante el poeta Miguel Hernández. La fidelidad a sus

principios le llevó a recorrer, tras la Guerra Civil,

diversos centros penitenciarios hasta el Reformatorio

de Adultos donde falleció sin haber cumplido los 32

años.

Su vida y su poesía, marcadas por la defensa de la

libertad y de los más desfavorecidos, constituyen un

claro ejemplo del escritor comprometido con el

pueblo.

Por ello este año, con motivo del 75 aniversario su

muerte, dedicamos nuestra XIII FERIA DEL LIBRO a la

figura y la obra del poeta oriolano, que se verá

complementada con la EXPOSICIÓN “Miguel

Hernández. La voz que no cesa”, creada por la

biblioteca de nuestro instituto.

Para recordar algunos aspectos de su trayectoria

vital y literaria reproducimos varios fragmentos del

ARTÍCULO “nacido para el luto”, de Antonio Muñoz

Molina.

“A Miguel Hernández todo le pasó en un tiempo

muy breve, pero su vida es una larga cadena de esperas.

Habría que sustraer, de los pocos años que vivió, todas

las horas, los días, los meses que se pasó esperando

algo, desesperando de que no llegara, enviando

peticiones de ayuda a personas siempre mejor situadas

que él que no tenían el tiempo o las ganas de contestar a

sus demandas […]

Una leyenda que él mismo se ocupó de alimentar ha

exagerado la pobreza de sus orígenes, y contribuido

fatalmente al malentendido paternalista y populista que

hace de él un talento rústico, una especie de diamante

en bruto.

Nada de lo que a otros les estuvo siempre

asegurado fue fácil para él: nada de lo más elemental,

el papel, la pluma, la tinta, la mesa. […]

En la guerra, Miguel Hernández entra en posesión

de todas sus mejores facultades como poeta y como

militante político, pero también en eso lo acompañan el

malentendido y la leyenda, la dificultad de encajar en

los estereotipos de nadie. Pero tampoco cuadra, ni

física ni metafóricamente, en la fotografía canónica de

los poetas comprometidos con la causa republicana:

vive con los soldados en los frentes, no en los

despachos de la Alianza de Intelectuales. Y cuando en

1939 todo se derrumba, él se queda vagando en la

intemperie de Madrid mientras casi todos los demás

encuentran el camino del exilio. . No hubo plaza en

ningún avión ni pasaporte de última hora para quien

había puesto su vida entera, su nombre y su literatura al

servicio de la República; para quien no podría esperar

clemencia de los vencedores ni tampoco esconderse en

el anonimato.

Demasiado inocente o demasiado aturdido por la

derrota, elige la peor huida posible y va a meterse él

solo en la boca del lobo. Como Lorca buscando refugio

en Granada, Miguel Hernández regresa con

cabezonería suicida a su pueblo y a la cercanía de su

mujer y su hijo, y en septiembre de 1939, ni siquiera

con 29 años cumplidos, cae en la red de las cárceles y

los procesos sumarísimos para no salir ya nunca. Nadie

mejor que los paisanos y los convecinos de uno para

abatirlo a traición con la quijada de Caín. El trato que

recibe de los vencedores -civiles, militares,

eclesiásticos- revela la catadura de un régimen

construido expresamente sobre la venganza de clase.

Miguel Hernández es el retrato robot del vencido, el

enemigo perfecto.”

Es verdad que Miguel

Hernández dejó la escuela a

los 14 años y se puso a

cuidar cabras, pero las

cabras pertenecían a los

rebaños de su padre, que era

un hombre de cierta

posición.

Más que la pobreza, lo

que debió de herirlo cuando

tuvo que abandonar la

escuela fue la vejación de verse a sí mismo pastoreando

cabras mientras otros con menos inteligencia natural

que él continuaban en las aulas; también la sinrazón de

una brutal autoridad paterna que no por ser propia de la

época era menos hiriente para su espíritu innato de

rebeldía y de justicia. El padre despótico veía la luz

encendida a altas horas de la noche en el cuarto del niño

lector y lo castigaba a correazos y a patadas (20 años

después su hijo estaba muriéndose de neumonía y

tuberculosis en la prisión de Alicante y no se molestó

en visitarlo).

Pero se marchaba el padre y Miguel Hernández

volvía a encender la luz y recobraba el libro escondido,

muy usado, alguno de los que encontraba en la

biblioteca pública o en la de un sacerdote de Orihuela,

el padre Almarcha, que empezó siendo su protector y

fue luego uno de sus muchos verdugos. Leía de noche a

la poca luz de una bombilla o de un candil, y cuando

salía con las cabras llevaba el libro escondido en el

zurrón y seguía leyendo, devorando toda la poesía

española que encontraba, la buena y la mala, lector

omnívoro a la manera de los autodidactas que no tienen

más guía que su propio entusiasmo, originado quién

sabe dónde.

El poeta con 14 años