Sé Tú Un Ejemplo por Gordon B Hinckley

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Sé Tú Un Ejemplo por Gordon B Hinckley. Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,espíritu, fe y pureza.

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por Gordon B. Hinckley http://Los-Atalayas.4shared.com

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IINNDDIICCEE PARTE I CAPITULO 1. LA VERDADERA FUERZA DE LA IGLESIA. CAPITULO 2. NO CONTENDÁIS CON OTROS. CAPITULO 3. LEVÁNTATE Y PONTE SOBRE TUS PIES. CAPITULO 4. UNA CIUDAD ASENTADA SOBRE UN MONTE. CAPITULO 5. LA FUERZA DE LA ORACIÓN FAMILIAR. CAPITULO 6. MIRAD A VUESTROS PEQUEÑITOS. CAPITULO 7. UN HOMBRE HONESTO LA OBRA MAS NOBLE DE DIOS. CAPITULO 8. A VOSOTROS ES REQUERIDO PERDONAR. CAPITULO 9. OPONIÉNDOSE AL MAL. CAPITULO 10. Y PEDRO SALIÓ Y LLORO. CAPITULO 11. TODO QUE GANAR NADA QUE PERDER. PARTE II CAPITULO 12. NO SEAS INCRÉDULO. CAPITULO 13. EL MILAGRO QUE ES JESUS. CAPITULO 14. EL SÍMBOLO DE CRISTO. CAPITULO 15. LOS CIELOS NO ESTÁN QUIETOS.

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PARTE I

Sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor,espíritu, fe y pureza. 1 Timoteo 4:12

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CAPITULO 1.

LA VERDADERA FUERZA DE LA IGLESIA.

He tenido la oportunidad de conocer a muchos hombres y mujeres maravillosos en varias partes del mundo. Algunos me han dejado una impresión indeleble. Uno de ellos era un oficial naval asiático, un joven brillante que había sido enviado a Estados Unidos para recibir capacitación avanzada. Algunos de sus compañeros en la Armada de los Estados Unidos, cuya conducta lo habían impresionado, compartieron con él, a su pedido, sus creencias religiosas. El no era cristiano pero estaba interesado.

Le hablaron del Salvador del mundo, de Jesús nacido en Belén, que dió su vida por toda la humanidad. Le dijeron de la aparición de Dios el Eterno Padre y del Señor resucitado al joven José Smith. Le hablaron de profetas modernos. Le enseñaron el evangelio del Maestro. El Espíritu tocó su corazón y fue bautizado.

Me lo presentaron poco antes de que volviera a su tierra natal. Hablamos de estas cosas y le dije: "Su gente no es cristiana. Usted viene de una tierra donde los cristianos han pasado por cosas difíciles. ¿Que va a pasar con usted que vuelve como cristiano y muy particularmente, como cristiano mormón?"

Se ensombreció su rostro y contestó, "Mi familia se sentirá desilusionada. Supongo que seré expulsado de ella. Me considerarán muerto. En cuanto a mi futuro y mi carrera, supongo que se cerrarán ante mí todas las oportunidades:"

Le pregunté, "¿Está dispuesto a pagar tan alto precio por el evangelio?" Sus oscuros ojos se humedecieron de lágrimas que brillaron sobre su hermoso rostro y contestó: "Es verdad, ¿no es así?"

Avergonzado de haber hecho la pregunta respondí. "Si, es verdad". A lo que replicó, "Entonces, ¿qué más importa?"

Estas son las preguntas que quiero dejar con ustedes: "Es verdad, ¿no es cierto? Entonces, ¿qué más importa?

Hace algún tiempo, en uno de los programas populares de la nación, el Rev. Dean McKelley del Consejo Nacional de las Iglesias, habló sobre la disminución en el número de miembros de algunas de, las religiones más grandés y más conocidas y del rápido aumento de otras. Dio sus razones por la disminución: "Porque se han vuelto permisivos; permiten a casi todos que se conviertan o queden como miembros. No insisten ,en ningún requerimiento riguroso en la creencia ni en la contribución." Por otra parte recalcó que aquellos grupos que requieren sacrificio de tiempo, esfuerzo y medios, están disfrutando gran crecimiento.

Continúa diciendo: "La Iglesia con, más de un millón de miembros, que está teniendo mayor crecimiento en esta nación, es la Iglesia Mormona la de los Santos de los Ultimos Días con sede central en Salt Lake City, que crece un cinco por ciento anual, lo cual es un rápido crecimiento."

Este es un comentario sorprendente que debiera preocupar a cualquier hombre o mujer precavido. Una de las cosas que dice, es que la religión que requiere devoción, que pide sacrificios, que demanda disciplina goza de la lealtad de sus miembros y del interés y respeto de otros. Siempre fue así: El Salvador no se equivocó cuando el dijo a Nicodemo: "El que no naciere de agua y del espíritu no puede entrar en el reino de Dios." (Juan 3:5) No había excepción. No era licito cambiar la regla. Cuando hablaba de otros temas, era igual. Pablo nunca anda con rodeos o

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sutilezas cuando pone en práctica los requerimientos del evangelio de Jesucristo. Lo mismo ocurre actualmente. El Señor mismo declara que ,"estrecha es la puerta y angosto el camino" .

Cualquier, sistema que tenga que ver con las consecuencias eternas de la conducta humana debe establecer pautas y ajustarse a ellas y ningún sistema puede esperar lealtad por mucho tiempo, a menos que exija de los hombres ciertas medidas de disciplina, especialmente de autodisciplina. El costo en comodidades puede ser grande. El sacrificio puede ser real. pero esta realidad demandante es la esencia de la que proviene el carácter, la fuerza y la nobleza.

El ser permisivo nunca produjo fuerza. La integridad. lealtad y fuerza son virtudes que se desarrollan en las luchas internas del hombre a medida en que practica la autodisciplina bajo las demandas de la verdad divina hablada.

Pero hay otra cara de la moneda, sin la cual la autodisciplina es poco más que un ejercicio. La disciplina impuesta solamente por la disciplina en sí, es represiva. No está en el espíritu del evangelio de Jesucristo. Por lo general se impone por el temor y él resultado es negativo.

Pero la que es, positiva, la que viene de la convicción personal, edifica, eleva y fortalece de manera maravillosa. En materia de religión, cuando un hombre se ve motivado por una gran y poderosa convicción de la verdad, se disciplina a si mismo , no porque la Iglesia se lo pide, sino por el conocimiento que tiene en su corazón de que Dios vive; que El es un hijo de Dios con un potencial eterno y sin límites, que hay gozo en el servicio y satisfacción al trabajar en una gran causa

El notable progreso de esta Iglesia no es tanto el resultado de las exigencias de la Iglesia sobre los miembros, sino que es el resultado de la convicción en el corazón de esos miembros, de que ésta es realmente la obra de Dios, y que la felicidad, paz y satisfacción se hallan en el servicio justo.

Dos veces al año nos reunimos en la Manzana del templo, en el histórico Tabernáculo de Salt Lake, rodeado por otras notables construcciones pero la fuerza de la Iglesia no está en estos edificios, ni en las miles de casas de adoración en todo el mundo, ni en nuestras universidades y escuelas. Esos son sólo edificios, necesarios y que cumplen con un fin, pero son sólo auxiliares de lo que es la real fuerza. La fuerza de esta iglesia reside en los corazones de su gente, en el testimonio individual y convicción de la verdad de esta obra. Cuando un individuo tiene ese testimonio, las exigencias de la Iglesia se convierten en desafíos en lugar de cargas. El Salvador declaró: "Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga." (Mateo 11:30)

El yugo es la responsabilidad de la Iglesia, la carga de liderato de la iglesia. que se convierten en oportunidades. en vez de problemas, para el que lleva el manto de dedicación en la iglesia de Jesucristo.

Mientras asistía a una conferencia en Oriente, escuché la experiencia de un ingeniero que se había unido a la Iglesia unos meses antes. Los misioneros habían llamado a su puerta y su esposa los había invitado entrar. Ella había respondido con vehemencia a su mensaje, mientras que el se sentía atraído aún contra sus deseos. Una noche ella dijo que se quería bautizar.

El se enojó mucho. ¿No sabía acaso lo que eso significaba? Significaba tiempo. Significaba tener que pagar diezmos. Se arrojó un saco encima y salió a la noche dando un portazo. Caminó por las calles insultando a su esposa, insultando a los misioneros, insultándose a sí mismo por haberles permitido enseñarle: A medida en que se fue cansando, se fue apagando su enojo y de alguna manera, el espíritu de oración entró en su corazón. Oró mientras caminaba. Suplicó al Señor tina respuesta a sus preguntas. Y entonces una impresión clara e inequívoca, vino casi como si una voz le hubiera hablado, "Es Verdad". El corazón se le inundó de paz. A medida que caminaba hacia su casa, las restricciones. las exigencias. los requerimientos sobre los cuales estaba tan

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irritado, comenzaron a parecerle oportunidades. Cuando entró a la casa encontró a su esposa de rodillas.

Entonces, ante la congregación, la persona que estaba narrando esto habló de la alegría que había entrado en sus vidas. El diezmo no era un problema, el compartir sus bienes con Dios que les había dado todo, parecía en realidad, muy poco. El dar tiempo para servir no era un problema; solamente había que repartir las horas de la semana. La responsabilidad no era un problema; todo esto produjo crecimiento y un nueva manera de mirar la vida.

Entonces, este hombre de intelecto y profesional; este ingeniero, acostumbrado a tratar con los hechos del mundo fisico en el cual vivimos, compartió, con los ojos húmedos un testimonio del milagro que había sucedido en su vida.

Así ocurre con cientos de miles en muchos países; hombres y mujeres capaces, profesionales, profesores y hombres, de negocio, hombres prácticos que hacen que sucedan cosas en los asuntos del mundo, en cuyos corazones arde un silencioso testimonio de que Dios vive que Jesús es el Cristo, que esta obra es divina, que fue restaurada a la tierra para bendición de todos los que participan de sus oportunidades. Dijo el Señor: "He aquí, estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 7: 16-17)

Jesús hablando a los judíos en el templo, dijo: "El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta." (Juan 7:16-17)

Esto es lo maravilloso de esta obra, que cada hombre puede saber por sí mismo. No depende de su maestro o predicador o misioneros, salvo para que lo instruyan o le den su testimonio, tal como declaró Job hace mucho: "Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda." (Job 32:8)

Cada hombre puede saber por sí mismo, a través del don del Espíritu Santo, que es verdad, con tanta seguridad como que el sol saldrá por la mañana. Y sabiendo que es verdad se sentirá inclinado a disciplinarse, tal como.lo haría quien tiene conocimiento del significado y propósito de la vida, de su gran responsabilidad hacia sus semejantes, de su responsabilidad hacia su familia, de su responsabilidad con Dios.

"Aprende de mi", dice el Señor, "y escucha mis palabras: camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mi tendrás paz." (D&C 19:23)

Esta es la paz "Que sobrepasa todo entendimiento," porque no viene de la mente, sino del espíritu y las cosas de Dios se entienden por el espíritu de Dios. (Filipenses 4:7; Corintios 2:11)

Una joven brillante, con alta educación, habló en Berchtesgaden, Alemania, en una conferencia del personal militar americano, miembros de la iglesia. Yo estaba allí y la escuché. Era mayor del ejército, doctora en medicina y muy respetada en su especialidad. Dijo:

"Lo que yo más quería en el mundo era servir a Dios. Pero aún cuando trataba, no podía encontrarlo. Lo milagroso fue que El me encontró a mi. Una tarde de sábado estaba en mi casa en Berkeley. California cuando oí sonar el timbre de entrada. Eran dos jóvenes vestidos de traje. camisas blancas y corbatas. Tenían el cabello prolijamente peinado. Me impresionaron tanto que les dije: "No sé qué es lo que venden, pero se los compro". Uno de los jóvenes dijo: "No vendemos nada. Somos misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días y nos gustaría conversar con usted. Los invité a entrar y me hablaron sobre su fe".

"Este fue el comienzo de mi testimonio. estoy más agradecida de lo que puedo expresar en palabras, por el honor y privilegio de ser miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días. El gozo y paz que este evangelio ha traído a mi corazón es un cielo sobre la tierra. Mi testimonio de esta obra es lo más precioso de mi vida, un regalo de mi Padre Celestial, por el cual le estaré eternamente agradecida."

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Este conocimiento viene ahora tal como lo hacía en la antiguedad. Asi le llegó a mi joven amigo, el oficial naval asiático. Así le llegó al ingeniero en oriente, cuyas palabras repetí. Y asi le llegó a esta doctora, cuyo testimonio menciono. Ahora hay millones en el mundo que podrían hablar de manera similar. Para aquellos que están buscando un testimonio del Espíritu Santo en estas cosas, les doy mi testimonio que lo tendrán. Les llegará tal como a Pedro en la antigüedad. "Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

Ellos dijeron: unos, Juan el Bautista: otros Elías; y otros Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros. ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló

carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del

Hades no prevalecerán contra ella." Esta roca de revelaciones es la fuente de conocimiento respecto a las cosas de Dios. Es el

testimonio del Espíritu Santo que testifica de la verdad eterna, y las puertas del infierno no prevalecerán contra el hombre que la busca, la acepta, la cultiva y vive para ella.

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CAPITULO 2.

NO CONTENDÁIS CON OTROS. Los días sobre los cuales hablaron los que nos antecedieron, están ya sobre nosotros. Estos son

los días de profecía cumplida; y estoy agradecido de estar vivo y ser parte de esta obra vibrante y maravillosa que afecta para bien a tanta gente en tantas partes del mundo. Este crecimiento no es una victoria de los hombres, es la manifestación del poder de Dios. Espero que nunca seamos jactanciosos y orgullosos por esta causa. Ruego para que seamos humildes y agradecidos.

La manifestación más sorprendente ocurrió una mañana de primavera en el año 1820, cuando el Padre y el Hijo se le aparecieron al joven José Smith. Todo el bien que vemos hoy en día en la Iglesia, es el fruto de esta notable visita, el testimonio de la cual ha tocado los corazones de millones en muchos países. Yo agrego mi propio testimonio. que me fue dado por el Espíritu, que la descripción del Profeta sobre este hecho maravilloso es verdad, que Dios el Eterno Padre y el Señor Jesucristo resucitado hablaron con él en esa ocasión en una conversación tan real y personal e íntima, como lo son nuestras conversaciones hoy. Alzo mi vozen testimonio que José fue un profeta, y que la obra que resultó a través de él, es la obra de Dios.

En 1845, poco más de un año después de la muerte de José, Parley P. Pratt escribió un resumen de la obra del Profeta, junto con una declaración de nuestra obligación de seguir adelante. Estas palabras, poéticas en su hermosura, dicen lo siguiente:

"El ha organizado el Reino de Dios. -Nosotros extenderemos sus dominios. El ha restaurado la plenitud del Evangelio. -Nosotros lo extenderemos más allá de los mares. El ha encendido la aurora de un día de gloria. -Nosotros la llevaremos a su esplendor meridional. El era un 'pequeño' y se convirtió en miles. -Nosotros somos pequeños y nos convertiremos en una nación fuerte. En resumen, el cortó la piedra ...Nosotros hacemos que llegue a ser una gran montaña que llenará la tierra." (Millennial Star 5, Marzo 1845 p.151-52)

Estamos viendo el desplegar del sueño. Espero que seremos verídicos y fieles a la sagrada confianza que se ha depositado en nosotros para edificar este reino. Nuestros esfuerzos no estarán libres de penas y contrariedades. Podemos esperar oposición sofisticada y determinada. A medida en que crece la obra, podemos esperar que el adversario alimentará sus esfuerzos en contra de ella. Nuestra mejor defensa es la callada lealtad a las enseñanzas que nos han llegado a través de aquellos que hemos sostenido como profetas de Dios. José Smith nos dió instrucciones respecto a la situación en la que nos encontramos. El dijo:

"Andad en mansedumbre, sobriedad y enseñad de Cristo y Él crucificado; no para contender con otros a causa de su fe, o sistema religioso, sino continuad un curso fijo. Esto lo digo por vía de mandamiento y aquellos que no lo observen, traerán persecución sobre sus cabezas, mientras que aquellos que lo hagan serán siempre llenos, del Espíritu Santo; esto lo digo como profecía."

Quisiera tomar algunas palabras de esa declaración como tema: "no contendáis unos con otros, sino seguid un curso fijo."

Vivimos en tiempos de valores cambiantes, de normas trastrocadas, de programas que florecen por la mañana y mueren al anochecer. Vemos esto en los gobiernos, en la moralidad pública y privada; lo vemos en el hogar de las personas: lo vemos en las iglesias y aún lo vemos entre nuestros propios miembros que son desviados por la sofistería del hombre. En todos lados los

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hombres andan a tientas en la oscuridad, dejando de lado la tradición que era la fortaleza de nuestra sociedad, y sin poder hallar una nueva estrella que los guíe.

Hace un tiempo atrás leí un artículo, de Bárbara Tuchman, una historiadora ganadora del premio Pulitzer. Ella dijo: "Cuando hablamos de los líderes que tenemos, de los cuzaes hay una superabundancia, cientos de Directores de Banda-, listos y ansiosos de dirigir la población. Están en todas partes, escabulléndose, ganando consenso, tratando de lograr la mayor aceptación posible. Pero lo que no hacen es pararse y decir: "ESTO es lo que yo creo. ESTO es lo que haré y ESTO lo que no haré. Este es mi código de conducta y eso esta fuera de él. Esto es

No Contendáis con Otros excelente y aquello es basura. Hay ausencia de liderato moral en el sentido de que hay una renuencia general en establecer normas "De todos los males ...que hereda nuestra sociedad, el foco, me parece, del que deriva mucha de nuestra inquietud y confusión, es la ausencia de normas. Estamos demasiado inseguros de nosotros mismos como para defenderlas, ajustarnos a ellas, y en el caso de la persona que está en posición de autoridad, de hacerlas valer e imponerlas. Parece que estamos afligidos de un mal general que nos vuelve renuentes a los valores morales, éticos o de conducta." (El Elemento Que Falta- Coraje Moral,McCall's, junio 1967, p.28).

Mientras que las normas en general parecen tambalear, nosotros los miembros de la Iglesia estamos sin excusa si nos desviamos de la misma manera. Tenemos normas seguras, probadas y efectivas. En la medida en que las observemos iremos hacia adelante: En la medida en que las descuidemos retrasaremos nuestro propio progreso trayendo vergüenza a la obra del Señor. Estas normas han venido de El. Algunas pueden parecer fuera de época en nuestra sociedad, pero eso no les quita validez ni disminuye la virtud de su aplicación. El sutil razonamiento dé las hombres, no importa cuan inteligente sea, no importa cuan plausible parezca, no puede superar la sabiduría de lo declarado por Dios.

El patriarca de la Estaca Milwakee dijo cierta vez algo que no pude olvidar: "Dios no es un político celestial que busca nuestro voto sino que Dios debe ser hallado y obedecido." (Hans Kindt)

Lo satisfactorio es que la obediencia trae felicidad; trae paz; trae crecimiento al individuo, y su buen ejemplo trae respeto a la institución de la que formamos parte.

Nuestra obediencia a estas normas dadas por Dios, no serán nunca una ofensa para los que nos rodean. No debemos contender con ellos. Pero si seguimos un rumbo fijo, nuestro ejemplo se convertirá en el argumento más efectivo para la causa en que estamos comprometidos.

El Señor nos ha dado tantos consejos y pautas en tantas cosas, que ningún miembro de esta iglesia tendría la necesidad de equivocarse nunca. El ha establecido nuestras pautas de virtud personal, vecindad, obediencia a las leyes, lealtad al gobierno, observancia del día de reposo, sobriedad y abstinencia del licor y tabaco, pago de diezmos y ofrendas. el cuidado de los pobres como edificar el hogar y la familia, el compartir el evangelio; sólo para nombrar algunos pocos.

No tiene que haber contención ni discusión en ninguno de estos puntos. Si mantenemos un rumbo fijo al implementar la religión en nuestras propias vidas, avanzaremos más efectivamente que de ninguna otra manera en nuestra causa. Habrá algunos que tratarán de tentarnos. Habrá otros que tratarán de acosarnos tal vez nos menosprecien. Nos pueden rebajar. Pueden hablar en contra nuestro. Pueden burlarse de nosotros ante el mundo hay algunos, dentro y fuera de la Iglesia, que nos quieren forzar a cambiar nuestra posición en algunos asuntos como si fuera nuestra prerrogativa el usurpar la autoridad que pertenece solamente a Dios. No tenemos deseos dé discutir con otros. Enseñamos el evangelio de paz. No podemos abandonar la palabra del Señor que nos ha llegado a través de hombres que hemos sostenido como profetas. Debemos decir, para repetir otra vez las palabras de la Srta. Tuchman: "Esto es lo que yo creo. Esto es lo que haré y esto es lo que no haré. Este es mi código de conducta y eso está fuera de él."

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Habrá momentos de desaliento y profunda preocupación. Ciertamente habrá días ,de decisión en las vidas de cada uno de nosotros. Siempre fue así.

Cada hombre y mujer de esta Iglesia sabe el precio que pagaron nuestros antecesores por su fe. Me acuerdo de esto cuando leo los relatos de la abuela de mi esposa. Habla de su infancia en Brighton, esa deliciosa ciudad de la costa sur de Inglaterra, donde las suaves y verdes colinas de Sussex llegaban hasta el mar. Fue allí que se bautizó su familia. Su conversión vino naturalmente por los susurros del Espíritu que le dictó a sus corazones que era la verdad. Pero había parientes criticones y vecinos y aun chusma que los escarnecieron e inflamaron a otros en su contra. Necesitaron coraje, esa rara cualidad descripta como coraje moral para pararse, ser bautizados, contados y reconocidos como mormones.

La familia viajó a Liverpool donde junto con otras novecientas personas, se embarcaron en la nave 'Horizonte'. Cuando el viento infló las velas cantaron Adiós, Mi Tierra Natal, Adiós.

Después de pasar seis semanas en el mar, para cubrir una distancia que hoy día un jet cubre en seis horas, desembarcaron en Boston y viajaron en tren hasta Iowa para prepararse. Allí compraron bueyes, una vaca, un vagón y una carpa. Fueron asignados para viajar y ayudar a una de las compañías de carros de mano. Fue en la ciudad de Iowa que les ocurrió la primera tragedia. Su hijo más pequeño, de menos de dos años de edad, murió por estar a la intemperie y fue enterrado en una tumba que nunca después pudo ser visitada por un miembro de la familia.

Ahora permítanme citar las palabras de la niña de trece años según su historia: "Hemos viajado de 15 a 20 millas por día ...hasta que llegamos al Río Platte... Alcanzamos la compañía de carros de mano ese día. Los miramos mientras cruzaban el río. Había grandes trozos de hielo flotando en el.Hacia mucho frío. Al otro día hallaron 14 muertos ...Volvimos al campamento, oramos y cantamos "Oh Está Todo Bien". Me pregunto que hizo que mi madre llorara (esa noche) ...Al día siguiente nacíó mi hermanita. Era el 23 de septiembre. La llamamos Edith. Vivió seis semanas y murió. (La enterramos en el último cruce del Sweetwater.) Encontramos nieve. Me perdí. Se me helaron los pies y las piernas ...los hombres me frotaron con nieve. Pusieron mis pies en un balde con agua. El dolor era terrible... Cuando llegamos a Devil's Gate hacia mucho frío. Dejamos allí muchas de nuestras cosas ...(Esa noche) mi hermano James se fue a la cama lo más bien. A la mañana había muerto. "Mis pies estaban helados. También los de mi hermano y hermana. No había mas que nieve, nieve por todos lados y el frío viento de Wyoming. No podíamos poner los broches de nuestra carpa. No sabíamos qué iba a ser de nosotros. (Entonces) una noche vino un hombre a nuestro campamento..y nos dijo ...que Brigham Young había enviado hombres y equipo para ayudarnos.. cantamos canciones, algunos bailaron y lloraron..mi madre nunca se mejoró... falleció entre las montañas Big y Little...tenía 43 años de edad... "Llegamos a Salt Lake a las nueve de la noche del 11 de diciembre 1856. Tres de cada cuatro de los sobrevivientes estaban helados. Mi madre estaba muerta en el vagón ...Temprano por la mañana del día siguiente vino Brigham Young...cuando vió nuestra situación, nuestros pies helados y nuestra madre muerta, las lágrimas rodaban por sus mejillas.

"El doctor amputó los dedos gordos de mis pies... (mientras) mis hermanos vestían a mi madre para su funeral ...Cuando mis pies estuvieron listos me llevaron en brazos para ver a mi madre por última vez. ¿Oh, cómo pudimos soportarlo? Esa tarde la sepultaron.

"A menudo he pensado en las palabras de mi madre antes de que partiramos de Inglaterra. "Polly, quiero ir a Sión mientras mis hijos son pequeños para que puedan ser criados en el Evangelio de Cristo, porque yo sé que ésta es la verdadera Iglesia." (Vida de Mary Ann Goble Pay)

Termino con ésta pregunta: ¿Debemos sorprendernos si somos llamados a soportar algo, a hacer algunos pequeños sacrificios por nuestra fe, cuando nuestros antepasados pagaron un precio tan alto por ella?

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Sin contención, sin discusiones, sin ofensas. prosigamos un rumbo fijo, yendo hacia adelante edificando el reino de Dios. Si hay problemas, enfrentémoslos con calma. Venzamos el mal con el bien. Esta es la obra de Dios. Continuara fortaleciéndose en toda la tierra, tocando para bien la vida de incontables miles de corazones que responden al mensaje de verdad. Ningún poder bajo el cielo puede detenerlo. Esta es mi fe. Este es mi testimonio. Dios nos ayuda para ser dignos de la grande y sagrada comisión que es la de edificar el Reino de Dios.

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CAPITULO 3.

LEVÁNTATE Y PONTE SOBRE TUS PIES.

En nuestras reuniones a veces cantamos "Oh Rey de Reyes Ven, En gloria a Reinar, Con paz y sostén. Tu pueblo libertar." (Himnos de Sion 94)

Este himno se escribió durante esos tiempos difíciles en que nuestros antecesores eran llevados presionados y zarandeados como grano ante el viento y probados en el crisol de la persecución. Esperaban con ansia el día milenario cuando el Señor vendría a la tierra a reinar como rey de Reyes.

El de ellos no era un sueño fatuo. El Dios del cielo ha ordenado el día. Los profetas de todas las dispensaciones han hablado de ello. No sabemos cuando vendrá, pero por cierto que vendrá su alborada.

Sin embargo, no es necesario que esperemos la mañana milenaria. Podemos mejorar el hoy sin necesidad de esperar a mañana. Nosotros mismos podemos alterar las circunstancias, sin esperar a otros. Podemos detener las fuerzas que rueden debilitarnos.

Podemos fortalecer las fuerzas que mejoran al mundo. Reflexionando sobre esto, he pensado en las palabras de Pablo a Agripa cuando describía su

experiencia en el camino a Damasco. Vió una luz del cielo y oyó una voz hablándole, y el cayó a tierra. Y Jesús dijo: "Levántate y ponte sobre tus pies; porque para esto me he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo ...Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios." (Hechos 26:16, 18)

Este es el deber de la Iglesia, abrir los ojos de los hombres a las verdades eternas e incitarlos a tomar lugar en las filas de la decencia y equidad, virtud, sobriedad y bondad.

Hace más de cien años, Alex de Tocqueville, un filósofo francés visitó América e impresionado por lo que vió en su gira, escribió estas interesantes palabras: "Busqué la grandiosidad y genio de América en sus amplios puertos y anchos ríos y no estaba allí, en sus fértiles campos y praderas sin límite, y no estaba allí; en sus ricas minas y vasto comercio exterior y no estaba allí. Y no fue hasta que oí, desde sus inflamados púlpitos, palabras de virtud y honradez, que entendí el secreto de su poder y genio. América es grande porque es buena, y si alguna vez, América deja de ser buena, dejará de ser grande."

¿A dónde se ha ido la bondad de América? ¿Que pasó con sus púlpitos inflamados de virtud y bondad? ¿Por qué tantos de sus jóvenes están desilusionados y rebeldes?

Yo no soy uno de los que cree que todo está mal en este país. Hay mucho que está bien y mucho que está mal. pero tampoco creo que todo está bien. Nuestros problemas hacen legión y no estamos sólos en esto. Otros países están afligidos de igual forma.

Pero esta no tiene que ser una enfermedad terminal. Se puede cambiar el curso. Podemos causar una regresión del terrible mal que parece afligirnos.

Pensamos demasiado a menudo que nuestra sociedad es un vasto establecimiento, complejo, más allá de toda comprensión. Pero aún cuando es complejo y vasto, está formado por individuos. Fue Saulo, el individuo, a quien el Señor habló camino a Damasco. Ese día la vida de Saulo cambió y a partir de allí, Saulo cambió al mundo.

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Los problemas que tenemos hoy en día no son nuevos. Ezequiel citó los males de Israel, inmoralidad, deshonestidad, opresión al pobre, robo y muchos otros. Y entonces el Señor dijo a través de Ezequiel. "Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; entonces sigue esta trágica conclusión "y no lo hallé." (Ezequiel 22:30)

Estamos mejor ahora. Hay un hombre. Si, hay muchos hombres que pueden hacer vallado y ponerse en la brecha contra los males que pueden erosionar nuestra sociedad.

El lugar para comenzar a reformar el mundo no es Washington, o París, o Tokio o Londres. El lugar para comenzar es uno mismo. Un sabio declaró cierta vez. "Haced de vosotros un hombre honesto y habrá un sinvergúenza menos en el mundo."

A partir de uno mismo, el próximo paso es la familia. A través de la revelación el Señor ha dado a los padres el mandamiento: "Enseñarán a sus hijos a orar y andar rectamente delante del Señor." (D&C 68:28)

Son necesarios padres y madres que se levanten y hagan de sus hogares santuarios donde los hijos puedan crecer en espíritu y obediencia, industriosos y fieles a probadas normas de conducta.

Si nuestra sociedad se está rompiendo en las costuras, es porque el sastre o la modista en casa, está produciendo el tipo de puntada que no aguanta la presión. Diciendo que estamos dando ventajas. a menudo les quitamos a nuestros hijos las oportunidades.

Una vez guardé un recorte de una de nuestras revistas. Decía lo siguiente: "Quiero que mi hijo tenga todas las ventajas que le pueda dar, para eso le permití:

"Que gane su propio dinero haciendo mandados, cortando el césped." "Que pueda obtener buenas notas en la escuela que las obtenga porque él lo desea y porque

sabe lo que me haría si no lo hiciera." "Estar orgulloso de ser limpio, prolijo y ordenado." "Pararse con orgullo cuando pase la bandera de su país." "Dirigirse a los amigos mayores de sus padres llamandolos señor y señora'." "Ganando su propio camino en el mundo. sabiendo que se ha preparado para ello con mucho

esfuerzo, mucho estudio y sacrificando algunos de los placeres que sus amigos pueden obtener de padres demasiado indulgentes."

"Estas son las ventajas que deseo para mi hijo. porque estas son las cosas que lo harán tener autoestima y llegar a ser confiable y exitoso. Y esa es la felicidad que quiero que tenga." (U.U. News & World Report, marzo 18, 1968. p. l)

A todo esto quiero agregar otras ventajas que quiero que mi hijo tenga. Quiero que lea las grandes historias del Antiguo Testamento en el idioma de la Biblia y que conozca a los grandes hombres con los cuales habló Jehová.

Quiero que lea- además de la ciencia, política y administración- el Nuevo Testamento, los Evangelios con la vida sin mácula del Hijo de Dios, y los escritos de los hombres de coraje que testificaron de El y que sellaron su testimonio con su sangre.

Quiero que lea el testamento del Nuevo Mundo, el Libro de Mormón, como otro testamento del Señor Jesucristo, el Redentor de la humanidad. Quiero que mi hijo tenga la ventaja de la fe en el Dios viviente, una fe que lo llevara a través de las inevitables tormentas y dificultades de la vida, una fe que lo disciplinará contra las tentaciones que tratarán de seducirlo.

Hace unos años un joven entró en mi oficina. Estaba vestido de uniforme. Iba camino a casa desde Vietnam. Durante un año había andado el fragor de la batalla en un área muy combatida en

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la frontera Laosiana. Yo lo había visto poco antes de que se fuera a Asia. Ahora volvía vivo, milagrosamente, según me dijo, agradecido, pero espiritualmente deprimido.

Acababa de llegar al aeropuerto y tenía poco tiempo antes de que partiera el ómnibus que lo llevaría al pequeño pueblo rural donde había crecido y aún vivía su familia. Hablamos de la guerra. Noté las condecoraciones sobre su pecho, incluyendo una por servicio distinguido.

Le dije que la banda del pueblo estaría allí para recibirlo, que podía estar orgulloso de sí mismo. Me miró y dijo: "No, estoy avergonzado."

"Avergonzado, ¿de qué?", le pregunté. "De lo que hice," me replicó. Debería haber sido más fuerte. Fui débil. Me rendí, primero en

pequeñas cosas y luego en las grandes. Oh, no hice nada que no hicieran todos los hombres que me rodeaban. Pero debí ser mejor. Mis amigos del pueblo esperaban cosas mejores de mí y si hubiese sido mas fuerte habría podido ayudar a los que con un ejemplo apropiado, hubieran tenido la fuerza para resistir."

Bajó la cabeza a medida en que hablábamos y vi las lágrimas rodar por sus mejillas y caer sobre las cintas en su pecho.

Traté de confortarlo, pero no halló mucho consuelo. Era un héroe militar, pero se veía a sí mismo como un cobarde moral.

No mucho tiempo después hablé con un joven que también recientemente había regresado de la guerra. El también había andado con patrullas por la jungla. con el corazón latiendo con temor.

Pero de mala gana confesó que su mayor temor era el de hacer el ridículo: Los hombres de su compañía se burlaban de él, se mofaban, le pusieron un mote ridículo que

lo afligía. Le dijeron que lo obligarían a hacer algunas de las cosas que ellos hacían, Y en una ocasión en la que el asunto se puso especialmente pesado los enfrentó y con tranquilidad les dijo: "Miren, yo sé que piensan que soy un cuadrado. Yo no me considero mejor que ninguno de ustedes, pero fuí criado de diferente manera. Crecí en una familia religiosa en un pueblo religioso. Fuí a la Iglesia todos los domingos. Orábamos juntos como familia. Se me enseñó que debía mantenerme alejado de estas cosas. Simplemente, yo creo de manera distinta. Para mi es un asunto de religión y es una manera de respetara mi madre y a mi padre. Todos ustedes me pueden obligar a una situación comprometedora, pero eso no me va a cambiar, y si lo hacen, después no se sentirán bien."

Uno a uno se fueron alejando silenciosamente. Pero en los días siguientes, se fueron acercando a pedirle perdón, y a través de su ejemplo, otros se vieron fortalecidos y sintieron el deseo de cambiar sus propias vidas. Les enserió el evangelio a dos de ellos que entraron en la Iglesia. La diferencia entre estos dos jóvenes estribaba en los hogares de donde provenían. El primero, era de un hogar donde prevalecían las disputas, la tiranía, negligencia, bebida, abandono y finalmente, divorcio. Cuando la tormenta de la tentación golpeó al joven árbol, las raíces estaban en tierra poco profunda y cayó.

El segundo venia de un pueblo similar; pequeño, polvoriento y poco importante. El hogar del que provenía era igualmente modesto, pero ahí presidía un buen hombre como padre. Trataba a su esposa con bondad, respeto y cortesía. La madre honraba a su esposo y había amor en el hogar. Y el hijo que se alejó de ese hogar, llevaba consigo la fibra en su alma, una fibra que lo mantuvo firme bajo las mofas de sus compañeros, cuyos ojos fueron abiertos cuando se paró y se mantuvo firme como un callado testigo de las enseñanzas de sus padres.

Esta es la clase de fortaleza que vendrá de padres que están al frente de sus familias como ministros y testigos de verdades eternas, las que nutridas en el hogar, edifican caracteres en los ciudadanos de la nación. Repito, el primer lugar en el que hay que ponerse del lado del bien, es con

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uno mismo. El segundo es la familia. El tercero es la comunidad y el estado. Aquí hay otra vez un llamado a los hombres y mujeres que se plantaron frente a planes y programas que expondrían a nuestros jóvenes a influencias que inevitablemente apresarían a algunos. Hay muchos de estos programas en todas las comunidades. Puedo mencionar específicamente a una. Lo hago porque es una que tiene serias consecuencias morales. Nadie puede negar honestamente que el alcohol es un problema en nuestra sociedad. Mas de 25.000 personas mueren cada año en accidentes ocasionados por el alcohol. Se reconoce que la bebida tiene que ver como factor en la mayoría de los crímenes serios. Y deja tras sí una huella de otros males. Hogares destruídos, niños abandonados, desempleo y muchos otros problemas sociales.

Desde hace mucho el estado de Utah ha tenido menor proporción per cápita. De consumo de alcohol, menos de la mitad del promedio de los estados que permiten la venta de bebida por vaso. Bajo la ley actual, no se prohíbe a ningún adulto que beba si lo desea, sin embargo, ha habido propuestas, que se presentan como si fueran para mayor control, que quieren aumentar la disponibilidad de alcohol a bares donde se admiten personas de todas las edades. Estamos convencidos que esto significaría exponer a nuestros jóvenes a más alcohol, con la trágica consecuencia que resulta. No somos tan ingenuos como para creer que cada joven o señorita en la vecindad de un bar se dedicaría a beber, pero estamos convencidos que a mayor oportunidad, habrá más consumo.

El liderazgo de un pequeño grupo de personas preocupadas y dedicadas, se ha convertido en un ejército de muchos miles de hombres y mujeres de diferentes niveles de vida, y de todos los partidos políticos que se han opuesto a estos esfuerzos. Son hombres y mujeres de muchas iglesias que se dan la mano en una causa común contra un programa que beneficiaría a unos pocos a expensas de muchos.

Este es sólo un ejemplo de lo que puede suceder cuando unos pocos se deciden a mantener sus principios. Otros siguen, unos pocos al principio, pero el número aumenta. Hoy en día puede ocurrir como en los tiempos de Saulo. Al ponernos de pie honramos una herencia y dejamos mayor heredad. Permítanme terminar con tres preguntas sacadas del Seminario Teológico Judío:

"¿Cómo pasaremos nuestra herencia? "¿Estará disminuída o aumentada? "¿Seremos los abuelos o solamente los nietos de grandes hombres?." Que Dios nos bendiga con fuerza para defender lo que es justo.

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CAPITULO 4.

UNA CIUDAD ASENTADA SOBRE UN MONTE.

En el otoño de 1974, durante la mayor parte de la semana, estuve a la entrada del Templo de Washington, dando la bienvenida a invitados especiales. Entre los mismos estaba la esposa del presidente de los Estados Unidos, jueces de la Suprema Corte, senadores y miembros del Congreso, embajadores de varios países, clérigos, educadores y hombres de negocio. Otros visitantes, más de 700.000, vinieron a ver el sagrado edificio.

Un vasto espacio en revistas y periódicos había sido ocupado con comentarios sobre el templo y la radio y televisión comentaban ampliamente sobre el asunto. Indudablemente ningún edificio construído en Occidente durante los últimos años, había atraído tanta atención.

Casi sin excepción, los que vinieron lo apreciaron y fueron reverentes. Muchos fueron profundamente tocados en su corazón. Al dejar el templo, la Sra de Gerald Ford, esposa del décimo presidente de los Estados unidos, comentó: "Esta ha sido una real experiencia para mí ....Es una inspiración para todos."

Cuando al igual que otros. estuve en ese sagrado edificio día tras día, estrechando la mano de muchas honorables y respetadas personas de este país y del mundo, dos corrientes de pensamientos cruzaban repetidamente mi mente. La primera. respecto a la historia del pasado. La segunda estaba ocupada con el presente y el futuro.

Viendo a la Primera Dama que se sacaba una foto junto al Presidente Spencer W. Kimball, mi mente retrocedió 135 años. Nuestro pueblo estaba entonces en Commerce, Illinois, sin hogar y destituídos, enfrentando el amargo invierno que pronto llegó. Habían sido expulsados de Misuri y huído a través del Misisipí en busca de asilo en Illinois. Habían comprado una porción de tierra donde el río hacía una gran curva, el lugar era de hermosa apariencia,pero tan pantanoso que una yunta no podía cruzarlo sin que se quedaran atascados en el barro.

Este lugar se convirtió con gran esfuerzo y sacrificio en Nauvoo la Hermosa. Pero en 1835, fue Commerce el sitio que acogió a miles que habían sido expulsados de sus hogares y que ahora no tenían donde ir. Habían dejado atrás sus esfuerzos de años casas y graneros, iglesias y edificios públicos y cientos de granjas productivas. Aún más, bajo el suelo de Misuri, habían dejado sepultados a sus seres amados que habían sido muertos por la chusma. Expulsados y desposeídos, incapaces de obtener justicia de Misuri, decidieron hacer una petición al Presidente y al Congreso de los Estados Unidos. José Smith y Elías Higbee fueron asignados para ir a Washington.

Salieron de Commerce el 20 de octubre, 1839, viajando en una ligera calesa. Llegaron a Washington cinco semanas más tarde. La mayor parte del primer día lo pasaron tratando de hallar un lugar al alcance de sus bolsillos.

En una carta a Hyrum Smith escribieron: "Encontramos el lugar mas barato que pueda haber en esta ciudad." (Historia de la Iglesia 4:40).

Al ver al Presidente de los Estados Unidos, Martin Van Buren, presentaron su caso. El respondió: "Caballeros, su causa es justa, pero no puedo hacer nada por ustedes...Si los defiendo, perderé el voto de Misuri." (HdI 4:80).

Entonces apelaron al Congreso. En las frustrantes semanas siguientes, José volvió a Commerce, la mayor parte del camino cabalgando. El Juez Highbee se quedó a defender su causa, solamente para que el Congreso le dijera que no harían nada por ellos.

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Cuánto ha avanzado la Iglesia en la confianza de oficiales públicos desde 1839, cuando José Smith fue repudiado en Washington, hasta hoy, en que el presidente de la Iglesia es bienvenido y honrado.

Tales fueron en esencia el primer y último capítulos de mis pensamientos durante esos hermosos días en el Templo de Washington. Y entre ese primer y último capítulos corría el hilo de una serie de otros, que hablaban de la muerte de José y Hyrum ese bochornoso día 27 de junio, 1844; la expulsión de Nauvoo; las largas caravanas de carretas cruzando el río al Territorio de Iowa; la de los campamentos en la nieve y barro en esa funesta primavera de 1846; Winter Quarters (Campamento dé Invierno) sobre el Misuri y la gangrena, la fiebre y la plaga que diezmaron las filas; del llamado a los hombres para que se unieran al ejército, hecho por el mismo gobierno que había hecho oídos sordos a sus súplicas; de la huella bordeada de tumbas subiendo al Elkhorn. Platte y el Sweetwater sobre el Paso South (Sur), siguiendo hasta el Valle de Lago Salado; de los diez de millares que dejaron la parte este de los Estados Unidos y de Inglaterra para seguir su camino sobre esa larga huella. algunos empujando carros de mano y muriendo en el invierno de Wyoming, de la interminable maleza de estos valles; de la excavación de millas de canales para traer agua a la tierra sedienta; de décadas de gritos y clamor en nuestra contra, nacidos en la intolerancia; de la privación de los derechos de ciudadanía, bajo la ley dictada en esa misma Washington, y reforzado por comisarios enviados por el gobierno federal. Estos capítulos están entre otros de esa historia épica.

Gracias a Dios, esos duros días han pasado. Gracias a los que se mantuvieron fieles mientras caminaban por ese fuego de pruebas. Qué precio, qué terrible precio pagaron, y nosotros somos los beneficiarios. Gracias a aquéllos, quienes a través de una vida virtuosa han ganado desde entonces para su pueblo, una medida de respeto. Gracias por un día mejor, con mayor comprensión y un amplio y generoso aprecio hacia la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.

Estos eran mis pensamientos al estrechar las manos de muchos de los miles que vinieron al templo de Washington con curiosidad y se fueron con agradecimiento, algunos con lágrimas en los ojos.

Pero esos, fueron en su mayoría, pensamientos del pasado. Había otros del presente y del futuro. Un día, mientras andaba por la autopista entre el tránsito, miré maravillado, como lo hacen casi todos los que viajan por ahí, a las brillantes agujas de la Casa del Señor, elevándose al cielo desde un monte en el bosque. Vinieron a mi mente las palabras de las escrituras, palabras dichas por el Señor cuando estaba sobre el monte enseñando al pueblo. El dijo: "Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder: "Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero y alumbra a todos los que están en casa. "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." (Mateo 5:14-16)

No solamente el Templo de Washington, sino todo este pueblo ha llegado a ser una ciudad asentada sobre un monte que no puede ser escondida.

A veces nos sentimos ofendidos cuando un miembro de la Iglesia se ve envuelto en un crimen y la prensa rápidamente puntualiza que es mormón. Comentamos entre nosotros que si hubiera sido miembro de cualquier otra iglesia no se habría hecho ninguna mención.

¿No es acaso una alabanza indirecta a nuestra gente? El mundo espera algo mejor de nosotros, y cuando alguno falla, la prensa rápidamente toma cuenta de ello. Hemos llegado realmente a ser una ciudad asentada sobre un monte para que el mundo vea. Si queremos llegar a ser lo que el Señor espera de nosotros, deberemos en verdad llegar a ser: "Real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable." (1 Pedro 2:9)

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A menos de que el mundo cambie el curso de sus tendencias actuales (y eso no es probable); y si, por otra parte, continuamos siguiendo las enseñanzas de los profetas, seremos cada vez más, un pueblo peculiar del cual el mundo tomará nota.

Por ejemplo, mientras la integridad de la familia se desmorona bajo la presión mundana, nuestra posición sobre la santidad de la farnilia debe ser más obvia y aun más peculiar en contraste, si es que tenemos la fe de mantener esa posición.

A medida en que la actitud permisiva hacia el sexo se expande cada vez más, la doctrina de la iglesia, enseñada en forma consistente durante más de un siglo, se volverá singular y aún extraña a muchos. Mientras el consumo de alcohol aumenta cada año bajo las costumbres de la sociedad y la atracción de la propaganda, nuestra posición establecida por el Señor hace más de un siglo, se volverá más extraña para el mundo.

Mientras que el gobierno asume cada vez más la carga del cuidado de las necesidades de los humanos, la independencia de nuestros servicios sociales y la doctrina que la respalda, se volverán más y más singulares. Mientras el día Sabático se ha vuelto un día de mercado, los que obedecen los preceptos de la ley escrita por el dedo del Señor en Sinaí y reforzado por la revelación moderna, aparecerán como poco usuales.

No siempre es fácil vivir en el mundo sin ser parte de el. No podemos vivir enteramente entre nosotros, ni deseamos hacerlo. Debemos mezclarlos con otros. Al hacer esto podemos ser bondadosos. Podemos ser inofensivos. Podemos evitar cualquier actitud o espíritu farisaico. pero podemos mantener nuestras normas. La tendencia natural es ser de cualquier otra manera y muchos sucumben a ella.

En 1856, cuando estábamos solos en estos valles, muchos pensaron que estábamos a salvo de las maneras del mundo. A ellos el Presidente Heber C. Kimball les dijo: "Quiero decirles mis hermanos, que vendrán tiempos en que estaremos en estos valles pacíficos, mezclados de tia manera, que será dificil distinguir entre el rostro de un Santo de la cara de un enemigo del pueblo de Dios. Entonces hermanos", prosiguió, "estad atentos al tamiz, porque vendrán tiempos en que seréis cernidos y muchos caerán; pues os digo que habrá una prueba, una prueba; una PRUEBA que vendrá, y, ¿quién se podrá mantener?" (Orson F, Whitney, 'Vida de Heber C. Kimball' [Bookcraft, 1945),p.446)

No conozco la naturaleza precisa de esa prueba. Pero me inclino a pensar que el tiempo llegó y que la prueba consiste en nuestra capacidad de vivir el evangelio en lugar de adoptar las costumbres del mundo. No abogo por un retiro de la sociedad. Al contrario tenemos.la responsabilidad y el desafío de tomar nuestro lugar en el mundo de los negocios, ciencia, educación, gobierno, medicina y cualquier otra vocación constructiva y que valga la pena. Tenemos la obligación de capacitar nuestras manos y mentes para destacarnos en el trabajo del mundo para bendición de toda la humanidad. Al hacer esto debemos trabajar con otros, pero esto no significa que debemos renunciar a nuestras normas.

Podemos mantener la integridad de nuestras familias si seguimos el consejo de nuestros líderes. Al hacerlo, los que nos observan nos respetarán y serán llevados a preguntar cómo lo hacemos.

Podemos oponernos a la marea de pornografía y lascivia que está destruyendo la fibra misma de las naciones. Podemos evitar tomar parte de las bebidas alcohólicas y apoyar las medidas que regulen las ventas y su exposición. Al hacerlo encontraremos a otros que piensan como nosotros y que se unirán a la lucha.

Podemos encargarnos más especialmente de nuestros necesitados en lugar de pasar la carga al gobierno y de esa manera preservar la independencia e integridad de los que realmente necesitan ayuda.

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Podemos evitar hacer compras en domingo. Con otros seis días en la semana, ninguno de nosotros tiene necesidad de comprar muebles en día domingo. Ninguno de nosotros necesita comprar ropa en domingo. Con un poco de planeamiento podemos fácilmente evitar comprar alimentos en domingo. A medida en que observemos estas y otras normas enseñadas por la Iglesia, muchos en el mundo nos respetarán y encontrarán la fuerza para hacer lo que saben es justo. Y en las palabras de Isaías: Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñarán sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, Y de Jerusalén la palabra. (Isaías 2:3)

La vela que el Señor encendió en esta dispensación puede ser una luz para todo el mundo, y otros, viendo nuestras buenas obras los llevarán a glorificar a nuestro Padre en los cielos y a emular en sus propias vidas el ejemplo que han observado en la nuestra.

Al dejar el templo de Washington, uno de los líderes de nuestra nación, mirando hacia las agujas dijo: "esta hermosa estructura es un símbolo de las virtudes que han hecho de nosotros una gran nación y un gran pueblo. Necesitamos estos símbolos."

Puede haber muchos más símbolos aparte del templo de Washington, y aún mayores y más impresionantes. Comenzando con usted y yo, puede haber todo un pueblo que. por la virtud de nuestras vidas. en nuestros hogares, en nuestra vocación, aún en nuestros pasatiempo: se puede convertir en una ciudad asentada sobre un monte hacia quien el mundo puede mirar y aprender, un pendón a las naciones de quien la tierra pueda tomar fuerza.

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CAPITULO 5.

LA FUERZA DE LA ORACIÓN FAMILIAR Caminé por un puesto de revistas observando lo expuesto, intrigado por la cantidad de

publicaciones sobre la reestructuración y embellecimiento de nuestros hogares. Solamente sus títulos eran suficientes para excitar la imaginación hacia el mejoramiento, y su contenido indicaba una cantidad de sugerencias de como vestir una casa antigua o planear una nueva.

Entonces mis ojos se dirigieron a las revistas de noticias. Impresas en la carátula, con grandes letras brillantes, habia una pregunta inquietante "¿Serán nuestras calles nuevamente seguras alguna vez?" En su interior leí una entrevista entre los editores de la revista y el presidente de la Asociación Internacional de Jefes de Policía, Stanley R. Schrotel de Cincinnati. La entrevista describía lo que leemos últimamente en forma tan frecuente el crecimiento de asaltos, robos y otros serios crímenes infligidos a personas inocentes. Nuevas historias indican que uno no puede caminar a salvo por las calles de algunas de nuestras ciudades mas orgullosas. Esto no solo ocurre en los Estados Unidos; el mismo problema se sieñte en todo el mundo.

Cito lo que se dijo en la entrevista con el Comisario Schrotel: "P. ¿Usted está diciendo que se debe culpar a los padres por la delincuencia juvenil?" "R. Debiera haber dicho que hay una gran necesidad de tener hogares más fortalecidos, mayor

respeto a los padres como símbolo de autoridad, y mas guía por parte de los padres. A esto yo encuentro solo una interpretacion hay serias fallas en los hogares de las personas.

Hay falla en cultivar las virtudes que llevan a un mayor respeto por la ley, respeto por los que nos rodean, aún respeto por uno mismo.

Otros síntomas, menos dramáticos, pero igualmente importantes en sus consecuencias, se hallan en el aumento de tragedias domésticas, los hogares deshechos, los niños que se ven sueltos de las ataduras que debieran darle seguridad y estabilidad en sus vidas. Agreguemos a esto los casos de integridad dudosa, fechorías y abandono y tenemos un cuadro miserable y desolador.

Pablo en la antigüedad declaró a Timoteo: "También debes saber esto; que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos"; no dijo nada respecto a bombas atómicas o misiles internacionales o submarinos portadores de muerte. En cambio serán tiempos peligrosos porque: "Habrá hombres amadores de si mismos...blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos ...sin afecto natural ...aborrecedores de lo bueno." (2 Timoteo 3:1-3)

El Jefe de policía nombró algunas de las cosas que haría para paliar este penoso problema. Incluyó legislación estricta y más sentencias a prisión. No pretendo cuestionar su fórmula,

pero no creo que sea una solución durable o básica. Se revertirá la situación solamente cuando se alteren los principios que gobiernan la conducta de la gente.

Honestidad, carácter e integridad no provienen de leyes o de la acción policial. Será solamente cuando volvamos a incluir en nuestro quehacer, las virtudes de una verdadera civilización, que cambiará el molde de nuestro tiempo. Ese proceso debe comenzar en los hogares de la gente. Debe comenzar con el reconocimiento de Dios como nuestro Padre Eterno y nuestra relación con El como el de sus hijos, comunicándonos con El reconociendo su posición como soberano, suplicando por su guía en nuestros asuntos.

Oración, oración familiar, en los hogares de éste y otros países, es una de las simples medicinas que pueden remediar la enfermedad que ha erosionado la fibra de nuestro carácter. Es

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tan simple como un rayo de sol e igualmente efectivo para curar nuestro mal. No podemos esperar el milagro en un día, pero en una generación tendríamos un milagro. Hace una o dos generaciones atrás, la oración familiar era en el mundo entero, algo tan común y parte de la vida cotidiana como el comer. A medida en que esta práctica ha desaparecido, ha decaído nuestra moral. Me satisface el hecho de que no hay un sustituto adecuado para la costumbre de arrodillarse juntos, padre, madre y los niños, por la mañana y la ñoche. Esto hará más para el embellecimiento y fortalecimiento de nuestros hogares, que las pesadas alfombras y hermosos cortinados o el equilibrio justo de coloridos esquemas.

En la simple postura de arrodillarse, hay algo que contradice las actitudes descritas por Pablo: "Orgullosos ...soberbios ...vanagloriosos" La contínua práctica del padre, madre y niños arrodillándose juntos, evapora las cualidades descritas: "desobediente a los padres, sin afecto natural" (2 Timoteo 3:2-4)

Hay algo en el acto de dirigirse a la Deidad que deja fuera de lugar la tendencia a la blasfemia o a volverse amadores de los deleites más que de Dios.

La inclinación de ser impío, como lo describió Pablo, de ser ingrato, se borra cuando juntos como familia agradecemos al Señor Por la vida, la paz y todo lo que tenemos.

La escritura declara: "Darás las gracias al Señor tu Dios, en todas las cosas" y luego, "..Y en nada ofende el hombre a Dios, o contra ninguno está encendida su ira, sino aquellos que no confiesan su mano en todas las cosas y no obedecen sus mandamientos." (D&C 59:7,21)

Al recordar juntos ante el Señor a los pobres, los necesitados y los oprimidos, se desarrolla en forma inconsciente pero real, amor por los demás, por encima de uno mismo, un respeto por otros, un deseo de servir las necesidades de los demás. Uno no puede pedir a Dios que ayude a alguien que esta necesitado, sin sentirse motivado para hacer algo por esa persona por la que está pidiendo. Qué milagros habría en los niños de Ainérica y el mundo, si dejaran de lado su egoísmo y se perdieran en el servicio a otros. La semilla de la que saldría ese árbol protector, es mejor plantada y nutrida en las súplicas diarias de las familias.

No veo una mejor forma de inculcar amor a la patria, que la de tener padres que oran delante de sus hijos pidiendo por el presidente y el congreso, o por la reina y el parlamento del país en que viven.

En la cartelera de algunas de nuestras ciudades se lee: "Una nación que ora es una nación en paz. Yo creo esto. Y espero que sea algo más que un lema contagioso. Estoy seguro de que no tendremos paz a menos y hasta que lo pidamos en el nombre del Príncipe de Paz.

No conozco nada que alivie esa tensión familiar, que traiga de manera sutil respeto a los padres, que lleve a la obediencia y que afecte el espíritu de arrepentimiento y que borre ampliamente la plaga de hogares destrozados, salvo el orar juntos, confesando las debilidades ante el Señor, invocando sus bendiciones para el hogar y los que viven en el.

Me impresionó algo que dijo James H. Moyle, quien escribió a sus nietos sobre la oración familiar en su hogar. "Nunca nos hemos ido a la cama sin antes hincarnos en oración para suplicar guía divina y aprobación. Pueden surgir diferencias en las familias mejor gobernadas, pero se disiparan por ...el espíritu de oración...Su propia psicología tiende a producir familias más justas entre los hombres. Tiende a la unión, amor perdón y al servicio."

En 1872, el Coronel Thomas L. Kane, el gran amigo de los Santos de los Ultimos días en los días de su angustia en Iowa y cuando el ejército venía al Valle de Lago Salado, vino otra vez al oeste con su esposa y dos hijos. Viajaron a St George con Brigham Young, posando cada noche en los hogares que estaban en su camino. La Sra Kane escribió una serie de cartas a su padre que estaba en Filadelfia. En una de ellas decía: "En cada uno de los hogares en los que hemos parado

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en este viaje tuvimos una oración inmediatamente después de la cena, y oraciones otra vez a la mañana antes del desayuno. Nadie podía faltar ...Los Mormones ...se arrodillan inmediatamente, mientras que el jefe de familia, o algún honrado invitado ora en voz alta ...Pierden poco tiempo en palabras, sino que piden lo que necesitan y le agradecen lo que les ha dado ...dan por sentado que Dios sabe nuestros nombres familiares y títulos, y le piden una bendición para un individuo en particular ...una vez que me acostumbré, esto me gustó."

¡Oh, que nuestro pueblo cultive esta práctica, que era tan importante para nuestros pioneros! La oración familiar era tan parte de su adoración, como lo eran las reuniones conducidas en el Tabernáculo de Salt Lake. Con la fe que viene de estas invocaciones diarias desmontaron la artemisia, llevaron el agua a la tierra reseca, hicieron que el desierto floreciera como la rosa, gobernaron sus familias en amor, vivieron en paz el uno con el otro, e hicieron sus nombres inmortales al perderse en el servicio a Dios.

Hemos llegado al trágico punto de nuestra historia, en el que evidentemente no podemos pedir las bendiciones de Dios en nuestras escuelas, pero podemos orar en nuestros hogares. La familia es la unidad de la sociedad. La oración familiar es la esperanza de una sociedad mejor. "Buscad al Señor mientras puede ser hallado." (Isaías 55:6)

Hace un tiempo atrás, me emocionó la desoladora declaración hecha por un joven misionero en Japón. Dijo: "He estado aquí por meses. No puedo aprender el idioma. No me gusta la gente. Estoy deprimido y lloro a la noche. Le escribí a mi madre y le supliqué por una excusa para volver a casa. Me contestó: Estamos orando por ti. No hay un solo día que pase sin que todos nos arrodillemos juntos a la mañana antes de comer, y a la noche al acostarnos, suplicando al Señor que te bendiga. Hemos agregado ayuno a nuestra oración; Padre Celestial, bendice a Johnny en Japón y ayúdale entender y aprender el. idioma para que pueda hacer el trabajo al que ue llamado hacer. Entre lágrimas este joven continuó diciendo, "Voy a probar otra vez. Agregar mis oraciones a la de ellos, y mi ayuno a su ayuno."

Cuatro meses más tarde, me escribió una carta en la que me decía, "Ha ocurrido un milagro. El idioma me ha venido como un don del Señor. He aprendido a amar a la gente en este hermoso país. Gracias a Dios por las oraciones de mi familia."

¿Podemos hacer que nuestros hogares sean más hermosos? Sí, dirigiéndonos como familias a la fuente de toda verdadera hermosura. ¿Podemos fortalecer nuestra sociedad y hacer un lugar mejor del sitio en que vivimos? Sí, fortaleciendo la virtud en nuestra vida familiar, arrodillándonos en oración familiar y suplicando al Todopoderoso en el nombre de su Amado Hijo. Esta simple práctica, de volver la familia a la adoración, llevada a través del país y del mundo, haría que en una generación desapareciera la plaga que nos está destruyendo y restablecería la integridad, respeto mutuo, y un espíritu de agradecimiento en el corazón de la gente.

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CAPITULO 6.

MIRAD A VUESTROS PEQUEÑITOS.

Una tarde llevamos a nuestros nietos al circo. Yo estaba más interesado en mirarlos a ellos y a los otros niños, que en mirar al hombre que volaba en el trapecio. Los miraba mientras en forma alternada se reían y miraban con ojos agrandados las excitantes maniobras que había frente a ellos. Y pensé en el milagro de los niños, quienes llegan como una renovación constante de la vida y propósito del mundo. Observándolos en la intensidad de su interés, aún en esta atmósfera, mi mente se volvió a esa hermosa y emocionante escena registrada en el libro de 3 Nefi cuando el Señor resucitado tomó a los niños pequeños en sus brazos y lloró mientras los bendecía y le dijo al pueblo, "Mirad a vuestros pequeñitos." (17:23)

Es tan obvio en el mundo actual que el gran bien y el terrible mal, son los dulces y amargos frutos de la crianza de los niños de ayer. Así como capacitamos una nueva generación. será el mundo dentro de unos años. Si usted esta preocupado por el futuro, entonces preocúpese de la crianza de sus hijos. Sabiamente el escritor de Proverbios declaró: "Instruye al niño en su camino, y aún cuando sea viejo no se apartara de el."(Proverbios 22:6)

Cuando yo era un muchacho, vivíamos durante el verano eri una granja de frutales. Cosechábamos grandes cantidades de duraznosmuchos camiones cargados de ellos. Nuestro padre nos llevó a ver las demostraciones de cómo podar, dadas por la Facultad de Agronomía. Durante enero y febrero, todos los sábados íbamos a la granja y podábamos los árboles. Aprendimos que al cortar y aserrar en los lugares correctos, aún cuando hubiera nieve en la tierra y la madera parecia muerta, podíamos moldear el árbol para que cuando el sol llegara en la primavera y el verano, tocara la fruta. Aprendimos que en febrero podíamos determinar con bastante exactitud la clase de fruta que cosecharíamos en septiembre.

E.T. Sullivan escribió una vez estas interesantes palabras: "Cuando Dios quiere que se haga una gran obra en el mundo, o que se corrija algún gran error, lo hace de una manera poco usual.

No envía terremotos o rayos. En lugar de eso, hace que nazca un bebé indefenso, tal vez en un hogar simple con una oscura madre. Entonces Dios pone en el corazón de la madre una idea y la madre la pone en la mente del bebé. Y entonces Dios espera. Las grandes fuerzas del mundo no están en los terremotos y rayos. Las grandes fuerzas del mundo están en los bebés." (The Treasure Chest, [El Arcon de los Tesoros] p.53)

Y esos bebés. me gustaría agregar. llegarán a ser fuerzas del bien o del mal. dependiendo en gran medida en cómo sean criados. Sin equivocarse, el Señor ha declarado: "Pero yo os he mandado criar a vuestros hijos en la luz y la verdad." (D&C 93: 40)

Si me perdonan por sugerir lo que es obvio, lo hago solamente porque lo obvio, en muchas instancias, no se observa. Lo obvio, respecto a los niños, incluye cuatro imperativos: Amarlos. Enseñarles. Respetarlos. Orar con ellos y por ellos.

Hay una calcomanía para los autos que se ve mucho estos días y que dice: '¿Ha abrazado hoy a su hijo?" Cuán afortunado, cuán bendecido es el niño que siente el afecto de sus padres. Ese calor, ese amor que dará dulce fruto en los años que seguirán. En larga medida la dureza que caracteriza tanto a nuestra actual sociedad, es el resultado de la dureza impuesta a los niños años atrás.

Un día, cuando me éncontré con uno de mis amigos de la infancia, me asaltaron una cantidad de recuerdos del lugar en el que nos críamos. Era un microcosmo del mundo, con mucha variedad

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de gente. Era un grupo muy entrelazado, y creo que nos conocíamos todos. Creo también, que los amamos a todos, es decir, con la excepción de un hombre. Yo debo confesar: yo detestaba a ese hombre. Desde entonces me he arrepentido de ese sentimiento. pero al mirar atrás, puedo sentir otra vez la intensidad de mi sentimiento. Sus jóvenes hijos eran nuestros amigos, pero él era mi enemigo. ¿Por qué esta fuerte antipatía? Porque castigaba a sus hijos con un cinto o una vara o con lo que tuviera a mano, cuando su ira aparecía ante la menor provocación.

Tal vez el hombre me disgustaba tanto a causa del hogar donde yo vivía, donde había un padre quien, por alguna silenciosa magia, era capaz de disciplinar a su familia sin el uso de ningún instrumento de castigo, aunque a veces lo hubiéramos merecido.

He visto los frutos del temperamento de nuestro vecino repetirse en las perturbadas vidas de sus hijos. Desde entonces, he descubierto que él era uno de esos padres que parecen incapaces de nada, salvo la dureza, con aquellos por los cuales son responsables de que hayan venido al mundo. También he llegado a entender que este hombre, que está en los recuerdos de mi infancia, es sólo un ejemplo de incontables miles que hay en el mundo y que abusan de los niños. Cada asistente social, cada oficial de guardia en el cuarto de emergencia de un gran hospital, cada policía y juez de una gran ciudad puede contarles sobre ellos. Todo el trágico cuadro habla de palizas, patadas. bofetadas, aun de asalto sexual a niños pequeños. Y junto a éstos, hay otros hombres y mujeres viciosos que explotan a sus hijos con propósitos pornográficos.

No quiero seguir con esta desagradable descripción. Solamente deseo decir que ningún hombre que profesa seguir a Cristo y ningún hombre que profesa pertenecer a esta iglesia puede estar envuelto en estas prácticas sin ofender a Dios y repudiar las enseñanzas de su Hijo. Fue Jesucristo mismo quien declaró. sosteniendo ante nosotros el ejemplo de pureza e inocencia de los niños: "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños..., mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar." (Mateo 18: 6)

¿Puede haber mayor denuncia contra los que abusan de los niños, que estas palabras dichas por el Salvador de la humanidad? ¿Quiere usted un mayor espíritu de amor en el mundo? Entonces comience dentro de las paredes de su propio hogar. Mire a sus pequeñitos y vea en ellos las maravillas de Dios, de cuya presencia han venido hace poco.

Brigham Young dijo una vez: "Un niño ama la sonrisa de su madre, pero odia su ceño fruncido. Le digo a las madres que no permitan que sus hijos hagan lo malo, pero que a la vez, los traten con dulzura." (discursos de Brigham Young, p. 323) Dijo mas adelante: "Críen a sus hijos en amor y temor al Señor; estudien su disposición y temperamento, y trátenlos de acuerdo a éstos, no permitiéndose nunca corregirlos en el calor de la pasión; enseñarles por amor a usted, en lugar de hacerlo por temor." (Ibíd., p. 320)

Por supuesto que se necesita disciplina para criar a una familia. Pero la disciplina con severidad, disciplina con crueldad, lleva no a la corrección, sino inevitablemente al resentimiento y amargura. No cura nada, sino que agrava el problema. Es contraproducente. Al establecer el espíritu de gobierno dentro de su Iglesia, el Señor ha establecido también el espíritu de gobierno en los hogares a través de estas grandes palabras de revelación: "Ningún poder o influencia se puede ni se debe mantener sino por la persuasión, longanimidad, benignidad, mansedumbre y por amor sincero; reprendiendo en la ocasión con severidad, cuando lo induzca el Espíritu Santo. y entonces demostrando mayor amor hacia el que has reprendido, no sea que te considere su enemigo; para que sepa que tu fidelidad es más fuerte que los lazos de la muerte." (D&C 121: 41. 43-44)

Mirad a vuestros pequeñitos y enseñadles. No debo recordarles que con su ejemplo harán más que con ninguna otra cosa, para imprimir en sus mentes un tipo de vida. Es siempre muy

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interesante conocer los hijos de los viejos amigos para encontrar otra generación que camina los senderos de sus padres y madres.

Se cuenta una historia de que en la Roma antigua un grupo de mujeres estaban enseñando con vanidad, sus joyas a otras. Entre ellas estaba Cornelia, la madre de dos niños. Una de las mujeres le dijo: "¿Y donde están tus joyas?" Cornelia dijo, señalando a sus hijos: "Estos son mis joyas." Bajo su tutela, y caminando en la huella de las virtudes de su vida, crecieron para ser Cayo y Tiberio Graco- Los Graco, como se los llamaba- dos de los más persuasivos y efectivos reformadores de la historia Romana. As! como son recordados y nombrados, también será recordada y alabada la madre que los crió, según el molde de su propia vida.

Permítanme volver a las palabras de Brigham Young: "Que vuestro constante cuidado sea para los niños que Dios tan bondadosamente les ha dado para enseñarles en su temprana juventud la importancia de los oráculos de Dios, y la hermosura de los principios de nuestra santa religión, así, cuando crezcan a los años que los harán hombres y mujeres, también los apreciarán tiernamente y nunca abandonarán la verdad." (Discursos de Brigham Young, p. 320)

Reconozco que hay padres que a pesar de dar su amor y haber hecho un fiel esfuerzo para enseñarles, ven que sus hijos crecen de manera contraria y lloran mientras sus hijos e hijas se apartan y por su propia voluntad siguen cursos con trágicas consecuencias. Por ellos siento gran simpatía, y quisiera citarles las palabras de Ezequiel: "...El hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo..." (Ezequiel 18: 20)

Pero esa es la excepción, no la regla. Ni la excepción nos justifica para que dejemos de hacer todos los esfuerzos mostrando amor, ejemplo y preceptos correctos al criar a los que Dios nos dio en sagrada responsabilidad.

Ni nunca debemos olvidar las necesidades de nuestros pequeñitos. Bajo la palabra revelada del Señor, sabemos que son hijos de Dios tal como lo somos nosotros, mereciendo el respeto que viene del conocimiento de esos principios eternos. La verdad es que el Señor aclaró que a menos que desarrollemos en nuestras propias vidas la pureza, la ausencia de engaño, la inocencia del mcl, no podremos entrar en su presencia. El declaró: "De cierto os digo, que si no os volvéis como este niño, no entraréis en el reino de los cielos." (Mateo 18: 3)

Una vez Channing Pollock escribió unas palabras interesantes y estimulantes: "Contemplando la adolescencia a través de la cual desdeñamos lo que está mal, algunos de nosotros desearíamos ...que pudiésemos nacer viejos, y volvernos jóvenes y más limpios y aún más simples e inocentes, hasta que al final, con las almas blancas de los niños pequeños, pudiéramos acostarnos en el sueño eterno." (The World's Slow Stain, Reader's Digest, junio 1960, p.77)

Mirad vuestros pequeñitos. Orad con ellos. Orad por ellos y bendecidlos. El mundo en el que se mueven es complejo y dificil. Caerán en profundos mares de adversidad. Necesitarán toda la fuerza y toda la fe que les puedan dar mientras aún están cerca de ustedes. También necesitarán una mayor fuerza que viene del poder de lo alto. Deberán hacer algo más que continuar con lo que encuentren. Deben elevar al mundo y los únicos niveladores que tendrán son el ejemplo de sus propias vidas y la persuasión que vendrá de sus testimonios y su conocimiento de las cosas de Dios. Necesitarán la ayuda del Señor. Mientras sean jóvenes, orad con ellos para que lleguen a conocer la fuente de fortaleza que siempre tendrán a su disposición en la hora de necesidad.

Me encanta oír a los niños orar. Y aprecio oír a los padres orar por sus hijos,. Me paro reverente frente a un padre que con la autoridad del santo sacerdocio, pone sus manos sobre la cabeza de un hijo o una hija en los momentos de decisiones importantes y que en el nombre del Señor y bajo la dirección del Espíritu Santo da una bendición de padre.

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CAPITULO 7.

UN HOMBRE HONESTO LA OBRA MAS NOBLE DE DIOS.

Entre muchas otras cartas sin firmar, recibí una de particular interés. Contenía un billete de

veinte dólares acompañado por una breve nota que decía que había venido a mi casa muchos años atrás. Al no recibir respuesta al timbre, había probado la puerta, y viendo que estaba sin llave, había entrado y caminado por la casa. Vió un billete de veinte dólares sobre el aparador, lo tomó, y se fue. A través de los años su conciencia lo había molestado, y ahora devolvía el dinero.

No incluyó nada de interés durante el período en el cual usó el dinero. Pero al leer su patética carta pensé en la usura a la que se había sujeto durante un cuarto de siglo con el incesante remordimiento de su conciencia. No hubo paz para él hasta que hizo una restitución.

Nuestro periódico local tenía una historia similar. El estado de Utah recibió una nota sin firmar junto con doscientos dólares. La nota decía: El dinero adjunto es como pago del material usado durante los años que trabajé para el estado, tal como sobres, papel, estampillas, etc.

Imaginen la inundación de dinero que caería sobre las oficinas de gobierno, negocios y mercaderes si todos lo que han hurtado un poco aquí, otro poco allá fuesen a devolver lo que han tomado en forma deshonesta. El costo de todos los paquetes de mercaderías del supermercado, de cada corbata o blusa comprada en los centros de compra, incluye para cada uno de nosotros, el costo de lo que se roba.

Cuán barato venden algunos hombres y mujeres, su buen nombre. Yo recuerdo el caso, ampliamente publicado, de una figura pública prominente, que fue arrestado por llevar un artículo que costaba menos de cinco dólares. No sé si fue condenado por la corte, pero su insignificante delito lo había condenado ante el pueblo. Por lo menos, en cierta medida su tonto acto había anulado mucho del bien que había hecho y era aún capaz de hacer.

Cada vez que abordamos un aeroplano pagamos un impuesto para que nuestras personas y equipaje sean registrados para nuestra seguridad. Sumado esto llega a millones de dólares, todo a causa de la temida deshonestidad de unos pocos que a través de amenazas ,y chantaje tratan de obtener lo que no es de ellos.

Una de nuestras revistas nacionales no hace mucho publicó sobre un fraude de miles de millones conectados con Medicaid. Había implicados algunos pacientes, hospitales, clínicas, laboratorios y aún, médicos, todos tras el dólar deshonesto. Reclamos de seguros falsos, gastos falsos, cheques espurios, documentos falsificados, todos éstos, síntomas de una epidemia de increíble proporciones. En la mayoría de los casos el monto individual incluído era pequeño, pero en su totalidad representa deshonestidad personal en gran escala.

El libro de Génesis contiene esta notable declaración: "Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador del cielo y la tierra, Que desde un hilo, hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo." (Génesis 14:22,23.)

Afortunadamente aún hay quienes observan estos principios de rectitud personal. Una vez íbamos viajando en un tren de Osaka a Nagoya, Japón. En la estación había algunos amigos esperándonos, y en la excitación, mi esposa dejó su cartera en él tren. Llamamos a la estación de Tokio para informar. Cuando unas tres horas más tarde llegamos a destino la compañia de ferrocarril llamó para informar que la cartera estaba allí. Nosotros no volvíamos por Tokio y pasó

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más de un mes hasta que recibimos la cartera en Salt Lake City. Todo lo que había en la cartera, estaba allí cuando nos fue devuelta.

Me temo que este tipo de experiencias se están volviendo cada vez más raras. En nuestra infancia nos contaban historias de George Washington confesando que había talado el cerezo, y Abraham Lincoln caminando una gran distancia para devolver una pequeña moneda a su dueño. Pero inteligentes maledicentes, en su injusto celo, han destrozado la fe en este tipo de honestidad; los medios de comunicación en demasiadas instancias, han desfilado ante nosotros una procesión de decepciones en sus muchas y feas formas.

Lo que alguna vez estuvo controlado por las normas morales y éticas, ahora buscamos que sea manejado por la ley pública. Y así se. multiplicaron los estatutos; las agencias de refuerzo consumen billones que van en aumento, se expanden constantemente las prisiones, pero el torrente de deshonestidad sigue cayendo y aumenta en volumen.

Por supuesto que la falsedad no es nueva. Es tan antigua como el hombre. "Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió; No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?" (Génesis 4: 9)

Preguntó el Profeta Malaquías del Israel antiguo: "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado?, en vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado." (Malaquías 3: 8-9)

Aún después del milagro de Pentecostés fue manifiesto el fraude entre algunos de los que habían entrado a la Iglesia. Los que se habían convertido vendieron sus tierras y trajeron el dinero y lo ponían a los pies de los apóstoles.

"Pero cierto hombre llamado Ananías con Safira su mujer, vendió su heredad, y substrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. "Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y substrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró .... Pasado un lapso como de tres horas, sucedió que entró su mujer, no sabiendo lo que había acontecido. Entonces Pedro le dijo: ¿dime, vendísteis en tanto la heredad? y ella dijo: Si, en tanto. Y Pedro le dijo: ¿Por qué convinísteis en tentar al Espíritu del Señor? Al instante ella cayó a los pies de él y expiró." (Hechos 5: 1-10)

En nuestro tiempo, los que son hallados deshonestos no mueren como Ananías y Safira, pero muere algo dentro de ellos. La conciencia se asfixia, el carácter se debilita, se desvanece el autorrespeto, muere la integridad.

En el Monte de Sinaí el dedo del Señor escribió la ley sobre tablas de piedra. "No robarás." (Exodo 20:15) No había ampliación ni interpretaciones. Y esa declaración estaba acompañada por otros tres mandamientos, la violación de cada uno de los cuales involucra la deshonestidad: "No cometerás adulterio." "No hablarás contra tu prójimo, falso testimonio." "No codiciarás." (Exodo 20: 14,16-17)

¿Hubo alguna vez adulterio sin deshonestidad? En lo vernáculo, el mal se describe como "engañar". Y es realmente engañar, pues roba la virtud, roba lealtad, roba promesas. sagradas, roba autoestima y roba verdad. Lleva envuelta la decepción. Es una deshonestidad personal de la peor especie, pues se vuelve traición de la relación humana más sagrada y una negación a las promesas y convenios hechos ante Dios y el hombre. Es la violación sórdida de una confianza. Es un egoísta modo de hacer a un lado la ley de Dios; y al igual que otras formas de deshonestidad, sus frutos son pena, amargura, compañeros con el corazón destrozados, e hijos traicionados.

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"No darás falso testimonio." Otra vez la deshonestidad. La televisión cuenta la historia de una mujer que estuvo en la prisión veintisiete años, había sido condenada por el testimonio de personas que se habían presentado para decir que habían mentido. Yo sé que este es un caso extremo, pero ¿no se han encontrado con reputaciones dañadas, corazones rotos, carreras destrozadas por lenguas mentirosas de los que han dado falso testimonio.?

Hace poco leí un libro de historia, un largo y detallado relato de trucos practicados por las naciones envueltas en la Segunda Guerra Mundial. Su titulo era Bodyguard of Lies (Custodia de Mentiras), tomado de las palabras de Wínston Churchill, quien dijo: "En tiempos de guerra, la verdad es tan preciosa que debiera siempre estar protegida por una custodia de mentiras." (La Segunda Guerra Mundial, Vol. 5, Closing the Ring [Boston: Houghton Mifflfn, 1951). p.383.) El libro habla de los muchos fraudes practicados en ambos lados del conflicto. Mientras lo leía, una vez más llegué a la conclusión de que la guerra es el juego propio del demonio, y entre sus víctimas más serias, está la verdad.

Desafortunadamente, el fácil uso de la falsedad y el fraude siguen después que se han firmado los tratados de paz, y algunos de los que aprenden el arte durante tiempos de guerra, continúan desplegando sus habilidades en días de paz. Entonces, como una enfermedad endémica, el mal se extiende y crece en virulencia.

Cuando los Estados Unidos fueron descubiertos en una situación embarazosa y el presidente no dijo la verdad al mundo, la credibilidad del país se desmoronó tan trágicamente que nunca se recobró enteramente. Qué acciones tan funestas hemos visto recientemente en contraste con la conducta de aquellos Padres Fundadores que hace dos siglos brindaron sus vidas, sus fortunas, y su sagrado honor para establecer la república. Los años que siguieron a esa declaración fueron testigos del empobrecimiento y muerte de muchos de los firmantes, pero se puede decir, para su eterna gloria, que ninguno empañó su sagrado honor.

"No codiciarás."¿No es la codicia -ese mal deshonesto y maligno- la raíz de la mayoría de las tristezas del mundo? los hombres avaros truecan sus vidas, por ese precio tan bajo; hace poco leí un libro de ficción que trataba sobre los oficiales de una gran institución financiera. Con la muerte del presidente, un vicepresidente senior disputaba el puesto. La novela es una historia de intrigas de un hombre que era capaz y honorable, pero que en su avaricia por ir hacia arriba, comprometió sus principios hasta estar totalmente destruído, y en el proceso casi llevó a la ruina la misma institución que pretendía dirigir. El cuento es una ficción, pero las historias de negocios, gobierno, de instituciones de varias clases, están repletas de instancias de hombres codiciosos que en su trepar egoísta y deshonesto, destruyen a otros y eventualmente se destruven a sí mismos.

Hombres buenos, bien intencionados, hombres de gran capacidad, comercian carácter por chucherías que se vuelven cera ante sus ojos y sueños que solo se vuelven pesadillas persecutorias.

Cuan rara la gema, cuan preciosa la joya, es el hombre o mujer en la que no hay engaño, fraude ni falsedad. En años recientes hemos visto la tragedia de la deshonestidad que habla de coimas en las primeras páginas de los diarios de los Estados Unidos, Japón y Europa. Y a medida en que estas noticias nos inundan, se nos recuerdan las palabras de Benjamín Franklin: "Una pequeña pérdida, hundirá un buque," y también las palabras de Andrew Jackson: "Ningún gobierno libre puede sostenerse sin la virtud de su pueblo." El autor de Proverbios escribió:

"Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: "Los ojos altivos. la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, "El corazón que maquina pensamientos inicuos. los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre sus hermanos." (Proverbios 6: 16-19)

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El reconocimiento hecho hace muchos años por un poeta inglés es verdadero aun hoy: "Un hombre honesto es la obra mas noble de Dios." (Alexander Pope.) Donde hay honestidad, seguirán otras virtudes.

El último Artículo de Fe de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días afirma que "Creemos en ser honestos, verídicos, castos, benevolentes, virtuosos, y en hacer el bien a todos los hombres."

No podemos ser menos que honestos, no podemos ser menos que verídicos, no podemos ser menos que virtuosos si es que vamos a mantener sagrada la confianza que se nos ha dado. Se decía una vez entre nuestro pueblo que la palabra de un hombre era tan buena como su fianza. ¿Debemos ser nosotros menos confiables, menos honestos, que nuestros antecesores?

A aquellos que están viviendo este principio, que el Señor los bendiga. Es de ustedes el precioso derecho de mantener sus cabezas en alto a la luz de la verdad, sin vergúenza ante cualquier hombre. Por otra parte, si hay necesidad de reforma, que sea donde estamos ahora. Dios nos ayudará si buscamos esa fuerza que viene de El. Entonces nuestra paz de mente será dulce. Benditos serán aquellos con quienes nos asociamos y vivimos.

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CAPITULO 8.

A VOSOTROS ES REQUERIDO PERDONAR.

El 6 de abril de 1980, la Iglesia festejó los 150 años de su nacimiento. Ira que hemos transcurrido un siglo y medio de historia, hemos refrescado los recuerdos de nuestro pasado y pagado tributo a aquellos que nos dieron tanto e hicieron posible todo lo que disfrutamos hoy. Ha sido tocada en nosotros una fibra de agradecimiento al Dios Todopoderoso por la asombrosa manera en la que tejió el tapiz de su divino propósito. Se nos ha recordado que somos una parte importante del cumplimiento de una gran profecía.

Todo esto ha sido hecho en espíritu de jubileo. Pero aún hay mucho para hacer. En el antiguo Israel se observaba un jubileo cada cincuenta años, con recuerdo y celebración. Pero había también un mandato de incitar al perdón generoso y a levantar la mano de opresión.

Y ahora, mientras bajamos la cortina sobre 150 años de nuestra historia, nos llega, como un pueblo agradecido que se extiende a otros con espíritu de perdón, una actitud de amor y compasión hacia los que sentimos que nos han hecho mal.

Necesitamos esto. Todo el mundo lo necesita. es la verdadera esencia del evangelio de Jesucristo. El lo enseñó. Lo ejemplificó como ningún otro lo hizo. En el momento de su agonía sobre la cruz del Calvario, con viles y odiosos acusadores ante él, los que lo habían traído a esta terrible crucifixión, él exclamó, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34)

No se pide a ninguno de nosotros que perdone tan generosamente, pero cada uno estamos bajo una obligación divina, no dicha, de extender perdón y misericordia. El Señor ha declarado en palabras de revelación: "En la antigüedad mis discípulos buscaron motivo el uno contra el otro. y no se perdonaron unos a otros en su corazón; y por esta maldad fueron gravemente afligidos y castigados. "Por tanto, os digo que debéis perdonaros unos a otros; pues el que no perdona las ofensas de su hermano, queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado. "Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres. "Y debéis decir en vuestros corazones: Juzgue Dios entre tú y yo, y te premie de acuerdo a tus hechos." (D&C 64: 8-11)

Cuánto necesitamos aplicar este principio dado por Dios: el arrepentimiento. Vemos la necesidad de él en los hogares de la gente, donde pequeñas lomas de incomprensión son aumentadas en montañas de discusión. Lo vemos entre lo vecinos. donde pequeñas diferencias desembocan en amargura constante. Lo vemos entre los asociado en negocios que discuten y se niegan a comprometerse a perdonar cuando en la mayoría de los casos, si hubiera habido la voluntad de sentarse juntos y hablar tranquilamente uno con otro, el asunto podría haberse resuelto para la bendición de todos. En lugar de esto, pasan sus días nutriendo su rencor y planeando venganza.

En el primer año de la organización de la Iglesia, cuando el Profeta José Smith fue repetidamente arrestado y juzgado con cargos falsos por aquellos que querían hacerle año, el Señor le dijo en una revelación "Y a quien litigare contra tí, la ley lo maldecirá" (D&C 24:17) He visto esto suceder en nuestros días, entre aquellos que por venganza han seguido nutriendo sus rencores. Aún entre los que ganan su pleito parece que esto les trae poca paz, y aún cuando hayan ganado dólares, han perdido algo mucho más precioso.

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Guy de Maupassant, el escritor francés, cuenta la historia de un campesino llamado Hauchecome que vino a la ciudad en día de feria. Mientras caminaba por la plaza, sus ojos descubrieron un pedazo de cuerda sobre las piedras del pavimento. La alzó y metió en su bolsillo. Su acción fue observada por el que fabricaba arneses en la villa y con quién había tenido antes una disputa.

Mas tarde ese día, se reportó la pérdida de un bolso. Hauchecome fue arrestado por la acusación del fabricante de arneses. Fue llevado ante el intendente ante quién protestó su inocencia, mostrando el trozo de cuerda que había levantado del suelo. Pero no le creyeron y se burlaron de él.

Al otro día encontraron el bolso y absolvieron a Hauchecome del delito. Pero resentido por la indignidad que había sufrido a causa de la acusación falsa, se volvió un amargado y no permitió que el asunto se desvaneciera. No queriendo perdonar ni olvidar, no hablaba ni pensaba en otra cosa descuidó su granja. A todos lados donde iba, con cada uno que se encontraba, hablaba de la injusticia. Día y noche rumiaba el asunto. Obsesionado con su agravio, se enfermó desesperadamente y murió. En su delirio antes de morir, murmuraba repetidamente, "Un trozo de cuerda. Un trozo de cuerda." (Las Obras de Guy de Maupassant [Roslyn, Nueva York: Blac's Reader Servicel, pp.34-38)

Variando los caracteres y las circunstancias, esa historia puede ser repetida muchas veces en nuestros días. Qué difícil es para nosotros, perdonar a los que nos lastiman. Estamos prestos a protestar reiteradamente sobre él mal que nos han hecho. Esa reiteración se convierte en una destructiva y corrosiva llaga. ¿Hay acaso hoy en día una virtud que necesita más aplicación que la virtud del perdón y el olvido? Algunos mirarían esto como una señal de debilidad. ¿Lo es? Yo pienso que no se necesita ni fuerza ni inteligencia para rumiar enojo contra la injusticia sufrida: para ir por la vida con espíritu de venganza: para disipar las propias habilidades al planear cómo retribuir. No hay paz al alimentar un enojo . No hay felicidad en vivir para el día en que "quedemos a mano."

Pablo habla de "los débiles y pobres rudimentos" de nuestras vidas. (Ver Gálatas 4:9)¿Hay algo más débil y pobre que la disposición de gastar la vida de uno, en un círculo sin fin de pensamientos amargos y planeando acciones contra los que nos han afrentado?

José Smith presidió la Iglesia en un tiempo en que había gran amargura contra nuestro pueblo. Fue el blanco de viles acusaciones, de una verdadera repetición de críticas por parte de los escritores de editoriales. Fue satirizado, caricaturizado y ridiculizado. Escuchen su respuesta a los que habían hecho un deporte de menospreciarlo: "Déjenlos solos. Denles la libertad de hablar lo que quieran. Permítanles contar su propia historia y escribir su propia ruina." (Doctrina del Evangelio p. 339)

Y entonces con un amplio espíritu de perdón y olvido, siguió adelante con la gran y positiva obra de dirigir la Iglesia hacia un nuevo crecimiento y logro. Cuando murió, muchos de los que lo habían ridiculizado escribieron palabras de alabanzas sobre él.

No mucho tiempo atrás escuché largamente a una pareja que estaba sentada al otro lado de mi escritorio. Había amargura entre ellos. Yo sé que en un tiempo se amaban verdadera y profundamente.. Pero cada uno había tomado el hábito de hablar de las faltas del otro. Sin deseos de perdonar el tipo de equivocaciones que hacemos todos, sin querer olvidarlos y vivir por encima de ellos con indulgencia, se habían criticado uno al otro hasta que el amor que alguna vez habían sentido se había ahogado. Se había vuelto cenizas con el decreto del llamado divorcio sin causa. Ahora sólo queda soledad y recriminación. Sé que si hubiera habido aunque más no fuere una pequeña medida de arrepentimiento y perdón, aún estarían juntos. disfrutando del compañerismo que los había bendecido abundantemente en sus primeros años.

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Si hubiese algunos que nutriesen en su corazón la ponzoñosa espuma de la enemistad hacia otro. les suplico que pidan al Señor les dé fuerza para perdonar. Esta expresión de deseo será la esencia misma de vuestro arrepentimiento. Puede no ser fácil, y puede que no venga muy rápido. Pero si buscan con sinceridad y lo cultivan. vendrá. Y aunque la persona a la que han perdonado continúa persiguiendo y amenazándolos, sabrán que han hecho lo que podían para lograr una reconciliación. Vendrá a sus corazones una paz imposible de obtener de otra manera. Esa es la paz de El que dijo: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará a vosotros también vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas. (Mateo 6: 14-15)

No conozco una historia más hermosa en toda la literatura que la que se encuentra en el capítulo quince de Lucas. Es la historia de un hijo arrepentido y un padre que perdona. Es la historia de un hijo que malgastó su herencia en una vida disipada, rechazando el consejo de su padre, menospreciando a los que lo amaban.

Cuando hubo gastado todo, estaba hambriento y sin amigos. y "volviendo en sí, se volvió a su padre, quien al verlo venir, de lejos, corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó." (Lucas 15: 17,20)

Les pido que lean esa historia. Todos los padres deberían leerla una y otra vez. Es lo bastante grande como para abarcar todo hogar, y aun suficientemente grande como para abarcar toda la humanidad, (pues ¿no somos todos hijos pródigos que necesitamos arrepentirnos y participar del perdón misericordioso de nuestro Padre Celestial y después seguir su consejo?)

Su Hijo Amado, nuestro Redentor, nos extiende su perdón y misericordia, pero al hacerlo manda que nos arrepintamos. Un verdadero y magnánimo espíritu de perdón se convertirá en la expresión de ese arrepentimiento requerido. Dijo el Señor Así que, te mando arrepentir; arrepiéntete, no sea que te hiera con la vara de mi boca, y con mi enojo, y con mi ira, y sean tus padecimientos dolorosos; cuán dolorosos no lo sabes; si, cuán difíciles de aguantar no lo sabes. Porque he aquí, yo, Dios, he padecido estas cosas por todos, para que no padezcan, si se arrepienten; "Padecimiento que hizo que yo, Dios, el mayor de todos, temblara a causa del dolor y sangrara por cada poro y padeciera, tanto en el cuerpo como en el espíritu,

.. "Aprende de mi y escucha mis palabras; camina en la mansedumbre de mi Espíritu, y en mi tendrás paz" (D&C 19:15-18,23)

Tal es el mandamiento, y tal la promesa de quien suplicara en su oración ejemplar, "Padre... Perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores." (Mateo 6: 9,12)

No son hermosas las palabras que dijo Abraham Lincoln cuando habló de la tragedia de la terrible guerra civil: "Sin malicia hacia otros, con caridad por otros ...vendemos las heridas de la nación" (Segundo Discurso Inaugural, marzo 4, 1865)

Al terminar nuestra gran estación de jubileo, vendemos las heridas, las muchas heridas causadas por palabras punzantes, por ofensas cultivadas con testarudez, por venganzas planeadas para quedar a mano con los que nos han hecho daño: todos tenemos un poco de ese espíritu vengativo en nosotros.

Afortunadamente todos tenemos el poder de elevarnos por encima si, (nos) vestimos con el vínculo de la caridad, como un manto, que es el vínculo de la perfección y la paz." (D&C 88:125)

"Errar es humano. Perdonar es divino." (Alexander Pope. An Essay on Criticism) No hay paz en abrigar ofensas. No hay paz en reflejar el dolor de viejas heridas. Hay paz

solamente en el arrepentimiento y el perdón. Esta es la dulce paz de Cristo que dijo: "Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios." (Mateo 5:9)

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CAPITULO 9.

OPONIÉNDOSE AL MAL.

Un joven vino a verme recientemente. Era buen mozo, buen estudiante. con personalidad, pero profúndamente preocupado. Anunció que hacia tiempo estaba envuelto en una actividad moral desviada pero que ahora tenía serias preguntas al respecto.

"¿Qué lo trajo a este cambio de actitud?" pregunté. Me mostró un anillo en su dedo meñique. Era un hermoso diamante engarzado en pesado oro,

un lindo anillo que me mostró con orgullo. "Era de mi abuelo", dijo, "Cuando envejeció se lo dio a mi padre, que era su hijo mayor: y mi padre me lo dió a mi, su hijo mayor. La otra noche yo estaba con un amigo de mí misma clase, y él, sabiendo la historia de mi anillo, preguntó, ¿A quién se lo darás? Supongo que eres el último."

"Eso me sacudió", continuó, "nunca antes había pensado en eso. A donde voy, me pregunté. Estoy caminando por un callejón sin salida, donde no hay luz, ni esperanza, ni futuro." de pronto me di cuenta que necesito ayuda."

Hablamos de las influencias que lo habían llevado a donde está, del hogar de donde venía,. de su asociación con otros jóvenes, de libros y revistas leídas, de espectáculos vistos. Habló de muchos amigos en circunstancias similares o aún peores.

Mientras caminaba esa noche a mi casa, no podía borrar de mi mente la trágica figura del joven que se encontraba ahora cara a cara con el hecho de que en tanto siguiera con su actual modo de vivir, nunca podría tener su propio hijo a quien pasar algún día, el anillo de su abuelo. Lo desierto de su futuro, lo había traído suplicando ayuda.

Después de cenar, tomé el diario de la mañana que aún no había leído. Mientras lo hojeaba, mis ojos se detuvieron en la propaganda de los teatros, tantos de los cuales son un abierto llamado a ver lo corrupto y que lleva a la violencia y al sexo.

Me volví a mi correspondencia y encontré una pequeña revista que tenía una lista de los programas de televisión para la semana siguiente, y vi los títulos de espectáculos que apuntan a la misma dirección. Una revista de noticias estaba sobre mi escritorio. Este número en particular estaba dedicado al creciente promedio del crimen. Los artículos de la revista hablaban de miles de millones más para aumentar las fuerzas policiales y prisiones más grandes.

La inundación de la suciedad pornográfica y el excesivo énfasis sobre el sexo y la violencia, no son privativos de los Estados Unidos. Esta situación es tan mala en Europa, como así también en otros lugares. Las noticias nos hablan de una producción en Dinamarca de una película sucia, erótica y blasfema sobre la vida del Hijo de.Dios. Toda la funesta película indica una podredumbre debilitante que está absorbiendo, la fibra misma de la sociedad.

Nuestras cortes y legislaturas están siendo afectadas por esta ola. Los frenos legales contra la conducta moral desviada, se están erosionando bajo leyes decretadas y opiniones de la corte. Esto se hace en nombre de la libertad de expresión, libertad de prensa, libertad en lo así llamado, asuntos personales. Pero el amargo fruto de estas llamadas "libertades" es la esclavitud a hábitos corruptos y a conductas que sólo llevan a la destrucción.

Un profeta, hablando hace mucho tiempo, describió con justeza el proceso cuando dijo: "Y así el diablo engaña sus almas, y los conduce astutamente al infierno." (2 Nefi 28:21.1

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Por otra parte, me satisface que haya millones y millones de buenas personas en América y en otros países. Pues en su mayor parte, los maridos son fieles a su esposa y las esposas son fieles a su marido. Sus hijos son criados con sobriedad, industria y fe en Dios. Dada la fuerza de estos, soy uno de los que creen que la situación está lejos de ser desesperante. Pienso que no se debe uno quedar quieto y dejar que la inmundicia y violencia nos sobrepase, o que huyamos desesperados. La marea, alta y amenazadora como es, puede ser revertida si todos los que son como he mencionado, unen sus fuerzas a las fuerzas de los pocos que están ya trabajando en forma efectiva. Yo creo que el desafío de oponerse a este mal, es una responsabilidad ante la cual ningún miembro de la Iglesia de los Últimes Días puede, como ciudadano, evadirse. Y si vamos a empezar alguna vez, hagámoslo ahora.

En ese espíritu, me gustaría sugerir cuatro puntos para comenzar: "Comience con usted mismo. La reforma del mundo comienza con la reforma de uno mismo.

Es fundamental el artículo de nuestra fe de que "Creemos en ser honrados, verídicos, castos, benevolentes y virtuosos." (Artículo de Fe 13.)

No podemos esperar influenciar a otros a la virtud a menos de que vivamos en virtud. El ejemplo de nuestra vida influenciará más que toda la prédica que podamos hacer. No podemos levantar a otros a menos que estemos en niveles más altos.

El respeto por uno misnio es el comienzo de la virtud en el hombre. El hombre que sabe que es un hijo de Dios, creado a imagen de un Padre divino, dotado con el potencial para ejercer virtudes mayores y divinas, se disciplinará contra los elementos lascivos y sórdidos a los que todos están expuestos. Dijo Alma a su hijo Helamán: "Procura confiar en Dios, y vive" (Alma 37:47)

Es asunto de gran interés el hecho de que el Señor, cuando habló a la multitud en el Monte, incluyó esta maravillosa declaración: "Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios." (Mateo 5:5)

Un sabio dijo una vez: "Haz de ti mismo un hombre honesto, y habrá un sinvergüenza menos en el mundo."

Y fue Shakespeare quien puso en boca de uno de sus personajes este persuasivo requerimiento: "Se verídico contigo mismo/Y seguir, tal como la noche al día/que no podrás ser falso con ningún hombre." (Hamlet, 1, üi, 78-80, trad. libre). Quisiera desafiar a todos los miembros de la Iglesia a elevar sus pensamientos por encima de la inmundicia, a disciplinar sus hechos para ser ejemplo de virtud, a controlar sus palabras para hablar solamente sobre lo que eleva y lleva al crecimiento.

Un mañana mejor comienza con la capacitación de una generación mejor. Esto pone sobre los hombros de los padres la responsabilidad de hacer una mejor obra, al criar a sus hijos.

El hogar es la cuna de la virtud, un lugar donde se forma el carácter y los hábitos se establecen. Las noches de hogar es la oportunidad de enseñar los caminos del Señor.

Ustedes saben que sus hijos leerán. Leerán libros y leerán revistas y periódicos. Cultiven en ellos el gusto por lo mejor.

Mientras sean muy chicos, léanles las grandes historias que se han tornado Inmortales por las virtudes que enseñan. Expónganlos a buenos libros. Tengan un rincón de su casa, no importa cuan peVueño, donde podrán ver por lo menos unos pocos libros donde puedan nutrir sus mentes.

Que haya buenas revistas en su casa, revistas de la Iglesia y otras, que estimularán sus pensamientos a conceptos nobles. Permítanles leer un buen periódico, para que sepan lo que ocurre en el mundo, sin exponerlos a escritos y propaganda que rebaja. Cuando haya un buen espectáculo en la ciudad, vayan al teatro como familia. Su patrocinio alentará a los que desean producir este tipo de entretenimiento. Y use la que es la más maravillosa herramienta de comunicación, la televisión, que puede enriquecer sus vidas. Hay mucho bueno, pero debemos seleccionar.

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Que haya música en su hogar. Si tienen adolescentes con sus propias grabaciones, se verá tentado de describir esos sonidos como algo que no es música. Permítanles ocasionalmente oír algo mejor. Expónganlos a buena música. Hablar por sí sola. La apreciarán más de lo que usted cree. Tal vez no digan nada al respecto, pero la sentirán: y su influencia se manifestará más, con el paso de los años.

La formación de un sentimiento público comienza con unas pocas voces diligentes. No defiendo los gritos desafiantes, el blandir de puños o envío de amenazas a los rostros de los legisladores.

Pero soy uno de los que creen que debemos expresar nuestra convicción con diligencia, sinceridad y en forma positiva a los que tienen la pesada responsabilidad de reforzar nuestras leyes. El triste hecho es que una pequeña minoría que pide mayor libertad, que vende y devora la pornografía, que alienta y alimenta exposiciones licenciosas, hacen oír sus voces hasta que nuestros legisladores llegan a creer que lo que dicen, representa la voluntad de la mayoría. No vamos a conseguir lo que queremos, si no lo pedimos.

Hagamos que se oigan nuestras voces. Espero que no serán voces estridentes, pero si que hablemos con tal convicción, que los que nos oigan sepan de la fuerza de nuestro sentimiento y de la sinceridad de nuestro esfuerzo. A menudo surgen consecuencias extraordinarias de una carta bien escrita y una estampilla. Hay resultados extraordinarios de tranquilas conversaciones con los que llevan pesadas responsabilidades.

El Señor declaró a su pueblo: "Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes. He aquí, el Señor requiere el corazón y una mente bien dispuesta." (DyC 64: 33-34)

Esta es la esencia del asunto "un corazón y una mente bien dispuesta." Hablar a los que decretan las reglamentaciones, los estatutos y las leyes, a los que están en el gobierno local, del estado y en el orden nacional y a los que ocupan posiciones de responsabilidad como administradores de nuestras escuelas. Por supuesto habrá algunos que nos cerrarán la puerta de un golpe y quienes se mofarán. Pero no debemos desalentarnos. Siempre ha sido así. Edmund Burke, hablando en la Cámara de los Comunes en 1783, declaró respecto al abogado de una causa impopular:

"El sabe que hay trampas dispuestas a lo largo de su camino...es calumniado e insultado por sus motivos supuestos. Recordar que la difamación es un ingrediente necesario en la composición de la gloria verdadera: el recordar ...que la calumnia y el abuso, son partes esenciales del triunfo."

El apóstol Pablo, en su defensa ante Agripa, relató su milagrosa conversión cuando iba camino a Damasco, declarando que la voz del Señor le mandó: "Levántate y ponte sobre sus pies." (Hechos 26: 16)

Yo pienso que el Señor nos diría, "Levántate, y ponte sobre tus pies. y defiende la verdad, bondad, decencia y virtud."

La fuerza para luchar comienza adquiriendo la fuerza de Dios. Él es la fuente de todo poder verdadero. Pablo declaró a los Efesios: "Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes." (Efesios 6: 10-13)

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La marea del mal sube. Se ha convertido en una verdadera inundación. La mayoría de nosotros vivimos guarnecidos, en cierta manera, tenemos poca idea de su vasta dimensión. Miles de millones de dólares son manejados por los que producen pornografía, por los que venden lascivia, por los que negocian con la bestialidad, perversión, en sexo y violencia. Dios nos da la fuerza, la sabiduría, la fe, el coraje para que como ciudadanos nos elevemos en oposición de estas cosas y para que hagamos oír nuestras voces en defensa de esa virtud, cuya práctica en el pasado, hizo hombres y naciones fuertes, y la cual, cuando fue descuidada, produjo su caída.

Dios vive. Él es nuestra fuerza y nuestra ayuda. A medida en que nos esforcemos, descubriremos que legiones de buenos hombres y mujeres se nos unirán.

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CAPITULO 10.

Y PEDRO SALIÓ Y LLORO.

Cuando concluyó la última cena, Jesús y sus discípulos salieron de Jerusalén v fueron al Monte de los Olivos. Sabiendo qué su terrible prueba estaba casi a la mano, habló con los que amaba. Y les dijo: "Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche...

"Respondiendo Pedro le dijo: aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. "Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche; antes de que el gallo cante, me negarás tres

veces." "Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré." Poco más tarde siguió la terrible agonía en el Jardín de Getsemaní, y después, la traición.

Cuando el cortejo iba camino a la corte de Caifás, "Más Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin."

Mientras se llevaba a cabo el remedo de juicio y los acusadores de Jesús lo escupían, y lo abofeteaban y lo golpeaban con la palma de sus manos, una doncella, viendo a Pedro, dijo: "Tú también estabas con Jesús de Galilea. "Más él negó delante de todos. diciendo: No sé lo que dices. "Saliendo él a la puerta, le vió otra, y dijo a los que estaban alli: También éste estaba con Jesús el nazareno.

"Pero él negó otra vez con juramento: no conozco al hombre. Un poco después, acercándose los que estaban allí, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres uno de ellos, porque aún tu manera de hablar te descubre.

"Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre, y en seguida cantó el gallo.

"Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente." (Ver Mateo 26: 31-75. Itálícas agregadas.)

Qué sentimiento tan conmovedor hay en esas palabras. Pedro, afirmando su lealtad, su determinación, su resolución, dijo que él nunca lo negaría. Pero vino sobre él el temor al hombre y la debilidad de la carne lo venció, y bajo la presión de la acusación, la resolución se derrumbó. Entonces, reconociendo su equivocación y debilidad. "salió y lloró".

Cuando leo este relato. mi corazón se conmueve por Pedro. Tantos de nosotros somos como él. Brindamos nuestra lealtad; afirmamos nuestra determinación de tener buen coraje; declararnos. a veces en público, que viníere lo que viniese, haremos lo correcto. nos mantendremos en la causa justa, nos mantendremos leales a nosotros mismos y a otros.

Entonces comienza la presión. A veces son presiones sociales. A veces son apetitos personales. A veces son ambíciones falsas. La voluntad se debilita. Se suaviza la disciplina. Hay una capitulación. Y entonces hay remordimientos, acusaciones, amargas lágrimas de arrepentimiento. Una de las grandes tragedias que vemos casi diariamente, es la de hombres que apuntan alto y bajos logros. Sus motivos son nobles. Lo que ambicionan es digno de alabanza. Su capacidad es grande. Pero su disciplina es débil. Sucumben a la indolencia. El apetito les roba la voluntad.

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Pienso en un hombre de esa clase, que conocí una vez, no era miembro de la Iglesia. Era graduado de una gran universidad. Su potencial no tenía límites. Como joven con una educación excelente y tremendas oportunidades, soñaba con las estrellas y se movía hacia esa dirección. En la compañía que lo contrató en su juventud, fue promovido de una responsabilidad a otra,cada una con una oportunidad de mejorar mejor que la anterior. Después que pasaron muchos años, estaba en el escalón más alto de su compañía. Pero todos esos ascensos lo habían llevado al círculo de cocktails. Y al igual que sucede con algunos, no pudo manejar la situación. Se volvió un alcohólico, víctima de un apetito que no pudo controlar. Buscó ayuda pero era demasiado orgulloso para disciplinarse en el régimen que le impusieron los que trataban de ayudarlo.

Se vino abajo, como una estrella fugaz, quemándose trágicamente y desapareciendo en la noche. Le pregunté a un amigo tras otro al final supe la verdad de su trágico fin. El. que había comenzado mirando tan alto y con talento tan impresionante había muerto en la banquina de una de nuestras grandes ciudades. Como Pedro, en la antigüedad, se sentía seguro de sus fuerzas y de su capacidad para alcanzar su potencial. Pero el negó dicha capacidad y estoy seguro que a medida en que las sombras de su fracaso, se cerraron sobre él, al igual que Pedro otra vez, debe de haber salido y llorado amargamente.

Pienso en otro. Lo conocía bien. Se había unido a la Iglesia, hace muchos años, cuando yo era misionero en las Islas Británicas. Tenía el hábito de fumar. Oró pidiendo fuerza, en esa primavera, cuando era un miembro reciente y el Señor contestó su oración y le dió el poder de vencer su hábito. Miró a Dios y vivió con un gozo que nunca antes había conocido. Pero algo pasó. La familia y la sociedad ejercieron presión sobre él. Bajó su visión y cedió al apetito. El aroma del tabaco ardiendo lo seducía. Lo vi unos años más tarde. Hablamos juntos de los viejos y mejores días que había conocido. Y él, como Pedro, lloró amargamente. Culpaba a esto y aquello, y mientras lo hacía, me sentía inclinado a repetir las palabras de Casio: "La falta, querido Bruto, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos , que somos subordinados." (Julio César, acto 1, se 2, líneas 140-41.)

Y así podría seguir contándoles de otros que comienzan con objetivos nobles y luego frenan, o los que comienzan con fuerza y terminan con debilidad. Tantos en el juego de la vida llegan a la primera base, o a la segunda, o aún a la tercera. y terminan por perder. Son los que prefieren vivir dentro de sí mismos. negando sus instintos generosos, codiciando posesiones. y en su vida egoísta y sin inspiración, no comparten su talento ni fe con los demás. De ellos. ha dicho el Señor: "Y ésta será vuestra lamentación en el día de visitación, de juicio y de indignación: La siega ha pasado, el verano ha terminado y mi alma no se ha salvado." (D&C 57:16.)

Pero más particularmente, deseo decir unas palabras respecto a los que, como Pedro, profesan amar al Señor y su obra y entonces, hablando o en silencio, lo niegan.

Recuerdo bien a un joven de gran fe y devoción. Era mi amigo y mentor durante un período muy sensible de mi vida. Su manera de vivir y el entusiasmo de su servicio eran evidencia de su amor por el Señor y por la obra en la Iglesia. Pero fué lentamente apartado por la adulación de asociados que veían en él, el medio para su propio ascenso en los asuntos que compartían. En lugar de conducir a sus amigos hacia su propia fe y manera de vivir, lentamente sucumbio a los encantos de la dirección opuesta.

Nunca habló en defensa de la fe que había vivido. No era necesario. Su manera de actuar diferente era testimonio suficiente de que la había abandonado. Pasaron los años, y me encontré otra vez con él. Hablaba como lo hacen los desilusionados. Con voz "y ojos bajos, me contó de su alejamiento cuando se soltó del ancla de su fe, una vez atesorada. Y entonces, terminando este relato, al igual que Pedro, lloró.

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Hace poco estaba hablando con un amigo sobre un conocido común, un hombre considerado como muy exitoso en su vocación. "Pero ¿qué hay de su actividad en la Iglesia, pregunté. A lo que mi amigo respondió: "En su corazón, sabe que es verdad, pero le tiene miedo. Tiene miedo de que si reconoce que es miembro de la Iglesia y tiene que vivir sus normas, sería cortado del círculo social en el que se mueve ahora."

Reflexión: Al igual que Pedro, quien niega su propio conocimiento seguro, vendrá el día, aunque tal vez sea en sí ancianidad, en que en las horas de tranquila reflexión este hombre sabrá que vendió su primogenitura por un plato de lentejas. Y entonces vendrá el arrepentimiento y tristeza y lágrimas, porque llegará a ver que no solamente habrá negado al Señor en su propia vida, sino también en la de sus hijos, que fueron criados sin una fe, a la cual tomarse.

El Señor mismo ha dicho: "Porque el que se avergonzara de mi y de mis palabras, en esta generación adúltera y pecadora; el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles." (Marcos 8:38)

Ahora, permítanme volver atrás, a Pedro, quien negó y lloró. reconociendo su error, arrepentido de su debilidad, se volvió y se convirtió en una poderosa voz al dar testimonio de la resurrección del Señor. El, el apóstol mayor, dedicó el resto de su vida testificando de la misión, muerte y resurrección de Jesucristo, cl Hijo viviente de un Dios viviente. El dio el emocionante sermón el día de Pentecostés cuando la multitud fue tocada en sus corazones por el poder del Espíritu Santo. En la autoridad del sacerdocio recibido de su Maestro, él, junto con Juan, curaron al hombre cojo, milagro que causó persecución. Sin temor habló por sus hermanos cuando fueron procesados ante el Sanedrín. Suya fué la visión que llevó el evangelio a los Gentiles. (Ver Hechos 2-4,10.)

Sufrió cadenas y prisión y una terrible muerte de mártir como testigo de El que lo había llamado de sus redes para convertirse en pescador de hombres. (Ver Mateo 4:19.) Se mantuvo fiel en la gran y apremiante obra cuando el Señor resucitado en sus instrucciones finales a los once apóstoles les encargó: "Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo." (Mateo 28:19.) Y fue él, junto con Santiago y Juan, el que volvió a la tierra en esta dispensación a restaurar el santo sacerdocio, bajo cuya autoridad divina la Iglesia de Jesucristo fué organizada en estos últimos dias y bajo la cual funciona actualmente. Estas y otras obras importantes que no se mencionan, fueron hechas por Pedro, que una vez negó y se afligió y entonces se alzó por encima de ese remordimiento, para llevar a cabo la obra del Salvador después de su ascención y para participar de la restauración de la obra en esta dispensación.

Ahora, si hubiera alguno hoy, que hubiese negado la fe, por hecho o palabra, ruego que pueda tomar consuelo y resolución del ejemplo de Pedro. Porque también hoy, hay hacia quien volverse para agregar su fuerza y fe, a la fuerza y fe de otros para edificar el reino de Dios.

Permítanme concluir contándoles de un hombre que creció con amor a la Iglesia. Pero cuando se envolvió en su carrera de negocios, obsesionado por su ambición, comenzó en efecto, a negar la fe. Su manera de vivir se volvió un repudio a su lealtad. Entonces, afortunadamente, antes de que hubiera llegado demasiado lejos, escuchó los susurros de una voz suave y apacible. Vino un sentimiento de remordimiento salvador. Se volvió y hoy en día es el presidente de una gran Estaca de Sión, a la vez que es el director de una de las corporaciones líderes de 1a nación y del mundo.

Mis amados hermanos y hermanas que pueden también haberse apartado, la Iglesia los necesita, ustedes necesitan la Iglesia. Encontrarán muchos oídos que escucharán con comprensión. Habrá muchas manos para ayudarlos a encontrar el camino de vuelta. Habrá muchos corazones para abrigarlos, habrá lágrimas, no de amargura sino de gozo.

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Que el Señor toque sus corazones por el poder de su Espíritu para aumentar su deseo. Para que fortalezca sus resoluciones. Que su gozo sea completo y satisfactorio a medida en que vuelven a lo que ustedes saben en su corazón que es la verdad.

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CAPITULO 11.

TODO QUE GANAR NADA QUE PERDER.

La siguiente carta fue enviada hace poco a la Manzana del Templo: De mi consideración: No soy de religión mormona. Nunca he creído en Dios ni Jesucristo. Nunca he entendido como se puede creer en un espíritu

que no conozco. Cuando fuí bautizado, acepté a Cristo porque siempre se me dijo que si no era salvo, iría al infierno. Siempre se me lanzaba que debía ser "salvo". No he ido a la Iglesia por mucho tiempo porque siempre se me empujó a algo que no entendía y que aún no lo entiendo completamente. (Alguien) me enseñó un panfleto, El Hombre y su Búsqueda de la Felicidad, y me explicó lo que decía. Abrí los ojos, porque a través de la religión Mormona, Dios comenzaba a tener sentido para mi ....

Una "voz quieta" dentro de mi me dijo que buscara a Dios. Antes, para mi no había ninguna diferencia sí Dios estaba allí, o no. Ahora si.

¿Quién es Dios? ¿Qué es Dios? ¿Por qué él me necesita o quiere? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué estoy tan perdido? ¿tan, pero tan perdido? Hay miles de preguntas en mi cabeza que necesitan ser contestadas completamente. Y como no tengo a donde ir, ni se como empezar la búsqueda, les estoy pidiendo que me den alguna comprensión de EL y de la religión mormona. Por favor ayudenme a encontrar el camino. Escuchen mi pedido de ayuda y denme respuestas sensatas. Panfetos, cartas, notas. algo, por favor. Muchísimas gracias.

Estoy seguro que hay miles en el mundo que en su soledad y hambre de la verdad, están pidiendo ayuda, tal como el autor de esta carta. Y además de ellos hay otro grupo que son miembros de la Iglesia en nombre, pero que se han apartado, y ahora, en sus corazones quieren volver pero no saben cómo, o son demasiado tímidos para tratar. Ellos también en momentos de reflexión se preguntan: "¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué estoy tan perdido? Por favor, por favor ayúdenme a encontrar mi camino.

Cuando pienso en ellos. pienso también en una de las historias más hermosas que se hayan contado. Permítanme decirla en la forma que lo hizo El por primera vez.

"Un hombre tenía dos hijos: "y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y

les repartió los bienes. "No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada:

y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. "Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a

faltarle. "Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda

para que apacentase cerdos. "Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos. pero nadie le daba. "Y volviendo en sí, dijo: Cuantos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y

yo aquí perezco de hambre. "Me levantaré e iré a mi padre. y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

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"Ya no soy digno de ser llamado tu hijo: hazme como a uno de tus jornaleros. "Y levantándose, vino a su padre. Y cuando estaba aún lejos, lo vió su padre, y fue movido a

misericordia, y corrió, y se hechó sobre su cuello, y le besó. "Y el hijo le dijo: Padre he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado

tu hijo. "Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido y vestidle; y poned un anillo en su

mano, y calzado en sus pies. "Y traed el becerro gordo y matadle, y comamos y hagamos fiesta; "Porque este mi hijo, muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado." (Lucas 15:11-

24) A ustedes que han tomado su herencia espiritual y se han ido, y que ahora están descubriendo

la vacuidad de sus vidas, el camino está abierto para su retorno. Tomen nota de las palabras del Hijo Pródigo: "Y volviendo en sí" ¿No han reflexionado

también, y han deseado volver? El joven de la parábola quería ser solamente un siervo en la casa de su padre, pero su padre, al

verlo de lejos corrió a su encuentro y lo besó, le puso un vestido, un anillo en su mano y zapatos en sus pies e hizo que le prepararan una fiesta.

Así será para ustedes. Si dan el primer tímido paso para volver, encontrarán brazos abiertos para recibirlos y cálidos amigos que los harán sentir bienvenidos.

Creó que sé por qué algunos de ustedes se han ido. Fueron ofendidos por algún individuo desconsiderado que los lastimó, y ustedes interpretaron que su acción representaba a la Iglesia. O se han trasladado de un lugar donde eran muy conocidos, a otro sitio donde estaban solos, y crecieron con muy poco conocimiento de la Iglesia. O se han vuelto a otras compañías con hábitos incompatibles con la Iglesia. O se han creído más sabios con la sabiduría del mundo que sus compañeros de la Iglesia, y con cierto aire desdeñoso, se han apartado de su compañía.

No estoy aquí para hablar de las razones. Espero que ustedes tampoco. Pongan el pasado detrás de ustedes. El Profeta Isaías dijo en la antigúedad "Lavaos y limpiaos: quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien ...Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí vendrán a ser como blanca lana. Si quisiéreis y oyéreis, comeréis el bien de la tierra." (Isaías 1: 16-19.)

Es de esto que se trata el evangelio, convertir a hombres malos en buenos y a los buenos, en mejores. Hay un cambio, un procedimiento de la Iglesia mediante el cual, los que han pecado seriamente. pueden volver.

No permitan que el orgullo se interponga en su camino. Si el problema es ese, hay una historia en el Antiguo Testamento que me gustaría relatarles.

Naamán era un capitán de las tropas del rey de Siria, un gran hombre, "Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y la esposa de Naamán tenía una joven sierva, una hija de Israel, que le dijo a su señora: "Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra."

Cuando Naamán supo esto, preparó ricos regalos y una carta al Rey de Israel. Pero el rey, sabiendo la razón por la que venía Naamán, tuvo temor, porque él no tenía el poder para sanar la lepra. Entonces Eliseo, el profeta, envió decir al rey que él atendería al capitán. "Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.

Pero Eliseo ni siquiera salió a recibir al capitán. Envió un mensajero a Naamán diciendo: "Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio."

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Naarnán sintió que era insultado al decírsele que se lavara en el Jordán, siendo que había arroyos más limpios en su propio país, "Y Naarnán se fue enojado." pero sus siervos le suplicaron que hiciese lo que Eliseo le había sugerido. Finalmente, el orgulloso capitán accedió y las escrituras registran: "El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio." (2 Reyes 5: 1-14.)

Por lo que repito, no permitan que el orgullo se interponga en su camino. El sendero del evangelio es simple. Algunos de los requisitos les pueden parecer elementales e innecesarios. No los menosprecien. -Humíllense y anden en obediencia. Les prometo que el resultado será maravilloso y muy satisfactorio.

¿Dónde comenzar? ¿Cómo ponerse en contacto? En todas las unidades de la iglesia en todo el mundo, hay dos hombres que han recibido ta responsabilidad de cuidarlo. Si no los conoce, llame al obispo del barrio en que vive, o escriba una carta a la Iglesia. Vendrán a usted las personas que lo podrán ayudar sin avergonzarlo. Con bondad y amor le mostrarán el camino y le tomarán de la mano para caminar con usted.

Pruébenlo. Hay todo que ganar y nada que perder. Vuelvan. Encontrarán más paz en la Iglesia de la que han sentido en largo tiempo. Llegarán a disfrutar de la amistad de muchos. Hay mucho para leer, instrucción para recibir, discusiones en las cuales participar que ensancharán sus mentes y alimentarán sus espíritus. Serán satisfechas las silenciosas añoranzas de su corazón. La vacuidad que han conocido por tanto tiempo será reemplazada por una plenitud de gozo.

Tengo un amigo con el que serví en la misión, hace más de cuarenta años atrás. En los años siguientes fue a la guerra. En su soledad eligió compañeros descuidados. Se casó fuera de la Iglesia. Siguió costumbres que lo hicieron sentir que no sería bienvenido. Se mudó de una parte del país a otro; perdió su identidad.

Un domingo estaba yo en California para una conferencia de estaca. Mi foto y mi nombre habían salido en el diario local. Esa mañana, cuando el presidente de la estaca y yo entrábamos en la oficina del centro de estaca, sonó el teléfono. Era un llamado para mí, y el que llamaba dió su nombre. Me quería ver. Pedí que me excusaran de la reunión que debía sostener esa mañana temprano y le pedí al presidente de estaca que la dirigiera por mi. Yo tenía que hacer algo más importante.

El vino, este amigo mío, tímidamente y con cierto temor. Había estado lejos por mucho tiempo. Nos abrazamos como dos hermanos que han estado largamente separados. Al principio la conversación era algo torpe, pero pronto se tornó en cálida charla a medida en que recordábamos los días transcurridos en Inglaterra tantos años atrás. Había lágrimas en los ojos de este fuerte hombre al hablar de la Iglesia de la que había sido parte tan efectiva alguna vez y entonces me dijo de los largos y vacíos años que siguieron. Hablaba de ellos, como de una pesadilla.

Cuando hubo descrito esos años perdidos, hablamos de su retorno. Pensó que sería dificil, que sería embarazoso, pero estuvo de acuerdo en probar.

Recibí una carta de él hace mucho. Decía "Estoy de vuelta. Estoy de vuelta y que maravillosamente bien se siente uno al estar de vuelta en casa otra vez."

Les doy mi testimonio que esta es la obra del Señor. Es el reino de Dios sobre la tierra. Lleva el nombre del Unigénito del Padre. Aquí encontrarán felicidad, y fuerza, y una paz segura que no han sentido en mucho tiempo, la paz que sobrepasa todo entendimiento. Dios los bendiga por tratar.

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PARTE II qué Creemos

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CAPITULO 12.

NO SEAS INCRÉDULO.

Cada año el mundo cristiano celebra la Pascua, recordando la resurrección, cuando el Señor se le apareció primero a María Magdalena, y más tarde ese día a los diez apóstoles, ya que Tomás no estaba presente.

"Le dijeron pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto." Pero Tomás, al igual que tantos entonces y ahora, dijo: "Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré." (Juan 20: 25.)

¿No han oído a otros hablar como habló Tomás? "Dennos", dicen, " la evidencia empírica. Prueben delante de nuestros propios ojos, nuestros oídos y nuestras manos; de otra forma no creeremos."Ese es el idioma de la época en que vivimos. Tomás El Incrédulo ha llegado a ser el ejemplo de los hombres de todas las épocas que se rehúsan a aceptar nada que no puedan probar y explicar fisicamente- como sí pudiesen probar el amor, fe, o aún un fenómeno fisico como la electricidad.

Pero siguiendo con la narración, ocho días más tarde los apóstoles estaban otra vez juntos, esta vez con Tomás.

"Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros." Individualizando a Tomás, dijo: "Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y

métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente." Tomás, atónito y sacudido, le contestó y dijo: "-Señor mío y Dios mío-" Jesús entonces le dijo: "Porque me has visto Tomás, creíste; bienaventurados los que no

vieron, y creyeron." (Juan 20: 26-29 Subrayado agregado.) A todos los que tienen dudas, les repito las palabras dichas a Tomás cuando tocaba las heridas

del Señor: "Y no seas incrédulo sino creyente." Creer en Jesucristo el Hijo de Dios, la mayor figura del tiempo y la eternidad. Creer que su vida sin mácula estaba antes de que el mundo fuera creado. Creer que él fúe el Creador de la tierra en la que vivimos. Creer que él era el Jehová del Antiguo Testamento, que él era el Mesías del Nuevo Testamento, que murió y fue resucitado, que visitó los continentes occidentales y enseñó aquí al pueblo, que introdujo esta dispensación final,y que vive, el Hijo viviente de un Dios viviente, nuestro Salvador y nuestro Redentor. Juan dice que la creación de todas las cosas por él fueron hechas, y sin él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho." (Juan 1:3)

¿Puede alguien que haya caminado de noche bajo las estrellas, o sentido el toque de la primavera sobre la tierra, dudar de la mano divina en la creación? De la misma manera, observando las bellezas de la tierra, uno quiere hablar como el salmista: "Los cielos cuentan la gloria de Dios; y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría." (Salmos 19: 1-2)

Toda la belleza de la tierra denuncia la huella del Maestro Creador, de esas manos que después que tomaron la forma mortal y luego de inmortalidad, Tomás insistió en tocar para poder creer.

No sean incrédulos, sino crean en Jehová, cuyo dedo escribió sobre las tablas de piedra entre los truenos en Sinaí, "No tendrás otros dioses delante de mi." (Exodo 20: 3)

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El Decálogo, que es la base de toda buena ley que gobierna las relaciones humanas, es el producto de su divino genio. Si miran la amplia gama de legalismos hechos para proteger al hombre y la sociedad, sepan que sus raíces están en esas breves y eternas declaraciones dadas por el que todo lo sabe Jehová, a Moisés.

Crean en él, que fue el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, que fue la fuente de inspiración de todos los profetas de la antigüedad cuando hablaban o eran movidos por el Espíritu Santo. Hablaban de él cuando reprendían a los reyes, cuando castigaban a las naciones, y cuando como videntes anticipaban el día en que vendría el Mesías prometido, declarando el poder de la revelación. "Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel." (Isaías 7:14)

"Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová." (Isaías 11: 2)

"Y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno y Príncipe de paz." (Isaías 9:5)

No duden, sino crean que fue Él quien nació en un pesebre porque no había lugar para ellos en el mesón. Bien preguntó el ángel al profeta que había visto estas cosas en una visión: "¿Comprendes la condescendencia de Dios?" (1 Nefi 11: 16). Pienso que ninguno de nosotros puede entender esto completamente cómo el gran Jehová debería venir entre los hombres, nacer en un pesebre, entre gente odiada, en un estado vasallo. Pero en su nacimiento hubo un coro angélico que cantó su gloria. Hubo pastores que lo adoraron. Hubo una estrella nueva en el oriente. Hubo hombres sabios que viajaron de lejos para rendir tributo con oro, incienso y mirra. Uno puede suponer que al presentar los regalos que habían traído al recién nacido rey, tocaron maravillados esas pequeñas manos.

Herodes el Grande, que sabía de las profecías, sentía temor por esas manos y buscó destruirlas y en la horrible carnicería de los inocentes, atrajo sangre sobre sus manos y cabeza.

Crean que cuando Juan el Bautista declaró acerca de Jesús: "He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo" lo hizo por revelación (Juan 1:29). Y fue la voz del Todopoderoso la que declaró sobre las aguas del Jordán: "Este es mi Hijo Amado, en quien tengo complacencia." (Mateo 3:17.)

Crean y sepan que fue un lioIubre de milagros. Él, que había creado el mundo y lo había regido como el gran Jehová, entendía los elementos de la tierra y todas las funciones de la vida. Comenzando con Caná, donde convirtió el agua en vino, hizo que los cojos caillinararn, los ciegos vieran, los muertos volvieran a la vida él El Maestro Médico, curó los enfermos por la autoridad inherente en él congo Hijo de Dios.

Fue el consolador de los oprimidos de su época y el de todas las generaciones que han venido después y que verdaderamente han creído en él. Nos dijo: "Venid a illi todos los que estéis trabajados y cargados, Y Yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mi, que soy manso Y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga." (Mateo 11: 28-30)

Un día hablaba con un amigo que había huído de su país natal. Al caer su país, había sido arrestado e internado. Su esposa e hijos habían podido escapar, pero por más de tres años había estado preso sin ninguna clase ele comunicación con sus seres amados. La comida era horrible, las condiciones de vida, opresivas y sin ninguna esperanza de mejora.

"¿Qué te sostuvo en esos días de oscuridad?", le pregunté. Me respondió, "Mi fe. mi fc en el Señor Jesucristo. Puse mis cargas sobre f-1, Y entonces

parecían mucho más livianas"

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En cierta ocasión, mientras el Señor estaba viajando a través de Samaria, estaba fatigado y tenía sed. Parando en el pozo de Jacob, descansó y pidió a una mujer que estaba sacando agua del pozo, que le diera de beber. En la conversación que sostuvieron Él habló sobre el poder salvador de sus enseñanzas, diciendo: "Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna."

En esa misma conversación, declaró su identidad cuando la mujer en el pozo habló acerca del Mesías prometido, "llamado el Cristo;" El, sin equivocación dijo, "Yo soy, el que habla contigo." (Juan 4: 13-14, 25-26.)

No duden, sino, crean que es el Maestro de vida y muerte. A la apenada Marta le declaró su eterno poder diciendo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi, aunque esté muerto, vivirá." (Juan 11:25-26)

¿Hubo alguna vez palabras mayores que estas para los que han perdido seres amados? Tomás estaba presente cuando se dijeron estas palabras y lo estaba también cuando más tarde Lázaro fue llamado de la tumba. Sin embargo dudó del poder del Señor para levantarse después de la terrible muerte en la cruz, asegurando a sus compañeros apóstoles que a menos que tocara las heridas con sus manos, no creería. No es de extrañar que Jesús le reprochara diciendo: "No seas incrédulo, sino creyente."

Nosotros, al igual que Tomás, estamos tan prontos a olvidar las evidencias de su vida sin mácula y de su poder. Estas evidencias se encuentran, no sólo en la Biblia, el testamento del Viejo Mundo. Hay un testamento del Nuevo Mundo que surgió a la luz por el poder y don de Dios para convencer al judío y al gentil de que Jesús es el Cristo. Contiene otro Evangelio, hermoso en su lenguaje, y poderoso en espíritu.

Jesús, durante su ministerio terrenal habló de otras ovejas y de otro redil; al hablar de ellas declaró que también oirían su voz. "Y habrá un rebaño, y un pastor." (Juan 10: 16)

Un tiempo después de su resurrección se escuchó una voz proveniente de los cielos, entre el pueblo reunido en el País de Abundancia, en algún lugar de los continentes occidentales. Era la voz de Dios que les decía: He aquí mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he glorificado mi nombre: a él oíd.

"Y...vieron a un Hombre que descendía del cielo; Y estaba vestido con una túnica blanca; y descendió y se puso en medio de ellos, " y les declaró: "He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo." (3 Nefi 11: 7-8, 10)

Los invitó, tal como invitó a Tomás, a que tocaran sus manos y su costado, y estaban atónitos y clamaron: "-Hosanna Bendito sea el nombre del Más Alto Dios-" (3 Nefi 11: 17.)

No dudaron, sino que creyeron. tal como lo han hecho millones que han leído este testimonio del Señor resucitado. Si hay alguno que no sabe sobre este quinto evangelio y lo desea, lo tendrá si lo pide, y vendrá con la promesa que si lo leen con oración, sabrán de la verdad de este extraordinario nuevo testigo de Cristo.

Y aún hay otro testigo, pues así como la voz de Dios declaró la divinidad del Hijo Jesucristo en las aguas del Jordán, y luego en el Monte de la Transfiguración, otra vez ocurrió en el país de Abundancia; de la misma manera, idéntica introducción fue dicha en el comienzo de esta dispensación del evangelio, en una gloriosa visión en la que Dios el Eterno Padre y su Hijo Jesucristo aparecieron y hablaron con un jovencito que había venido en su búsqueda, y en los años que siguieron, habló como profeta del Señor resucitado, y aún dio su vida en testimonio del que murió en la cruz. : .

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Con tantas evidencias, y con la convicción nacida en nuestros corazones-;por el poder del Espíritu Santo, agregamos con-palabras firmes, sinceridad y amor, nuestro: testimonio del Señor Jesucristo-; por lo` que ¡Oh - hombre, "no seas incrédulo, sino-creyente" en él que es el viviente Hijo de , Dios, nuestro Salvador, Nuestro Redentor!

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CAPITULO 13.

EL MILAGRO QUE ES JESUS

En mi casa, sobre mi escritorio, tengo una pequeña caja de metal. Tiene unas 12 pulgadas de lado y unas seis de alto. En uno de sus lados tiene seis perillas y dos diales. Una y otra vez, cuando tengo un tiempo„ se convierte en mi juguete. Es una radio de onda corta. Moviendo las perillas puedo oír Londres; Washington, Tokio, Peking, Moscú, Habana y otras grandes capitales del mundo.

Las voces que escucho son persuasivas, seductoras, fascinantes y ; confúsas. Hablando a través de la tierra, son parte dé una apremiante batalla emprendida por la menté de los hombres. Y están apuntadas a la persuasión en la filosofia política. Hay voces dé democracia que compiten con las del comunismo y cada una gana conversos de acuerdo al discernimiento y juicio de los escuchas. Las apuestas son altas, las armas sofisticadas, los métodos inteligentes.

Hay una batalla parecida emprendida por la fe del hombre, pero a veces las líneas no están claramente trazadas, pues aún entre las fuerzas de la cristiandad, están los que destruirían a Cristo, en cuyo nombre están hablando. Uno podría dejarlos de lado si sus voces no fuesen tan seductoras, si su influencia no fuese tan amplia y su razonamiento tan sutil.

Al amanecer del día de Pascua, se reúnen multitudes en miles de montañas para recibir el amanecer del día Pascual y para recordar la historia de Cristo, cuya resurrección están conmemorando. En hermoso y esperanzado lenguaje, los predicadores de muchas creencias, recuerdan la historia de la tumba vacía. A ellos- y a ustedes- les hago esta pregunta: ¿Creen en esto realmente?

Realmente ¿creen que Jesús fue el Hijo de Dios, el hijo literal del Padre? ¿Ustedes creen que la voz de Dios, el Eterno Padre, se oyó sobre las aguas del Jordán

declarando: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia."? (Mateo 3: 17) ¿Creen ustedes que este mismo Jesús fue el que obró milagros, curó enfermos, afirmó a los

débiles, el que dió vida a los muertos? ¿Creen ustedes que después de su muerte en el monte del Calvario y de su sepultura en la

tumba de José, se levantó al tercer día? ¿Creen realmente que él vive - en forma real, vital y personal- y que vendrá otra vez, tal como

lo prometieron los ángeles en su ascensión? ¿Realmente, creen estas cosas? Si lo hacen, entonces son parte de un grupo de ortodoxos en

disminución, que son el hazmerreír de los filósofos, que son ridiculizados cada vez más por ciertos educadores, y que son considerados que "están fuera del asunto" por una corte de ministros de religión y teólogos influyentes.

Una vez leí una serie de escritos muy interesante que hablaban del razonamiento inteligente de los teólogos americanos, británicos y europeos que "desmitifican", así decían, la historia de Jesús de Nazareth. Cito un laico protestante, muy capaz, que escribió:

"Están llegando preguntas de lo más extrañas hechas por teólogos que ...cuestionan cada antiguo concepto. Aún sugieren que la palabra 'Dios', se debería descartar, ya que se ha convertido en algo sin sentido para tanta gente.

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"Descartando todo lo demás, la pregunta que los teólogos liberales están haciendo es la antigua pregunta que ha dividido la Iglesia Cristiana una y otra vez: ¿Quién era Jesús?

"Los revolucionarios ...se vuelven a la Biblia como a la fuente de verdad, pero su Biblia es una versión purificada con referencias desconcertantes de eventos anormales. Unos dicen "Desmitificada", otros, "No-ortodoxa"

"Lo que la nueva ola apoya es el Cristianismo `sin religión'; una fe apoyada en un sistema filosófico, en lugar de sostenerse precariamente sobre viejos mitos." (Fortune, diciembre 1965, p. 173)

A los ojos de estos intelectuales, estos mitos son el nacimiento de Jesús el Hijo de Dios de quien los ángeles cantaron sobre los llanos de Judea, el obrador de milagros que curó a los enfermos y levantó a los muertos, el Cristo que resucitó de los muertos; de la ascensión y la venida prometida.

Estos teólogos modernos lo desvisten de su divinidad y luego se sorprenden de que los hombres no lo adoren, estos hábiles hombres de letra han quitado a Jesús el manto de Dios y han dejado sólo un hombre. Le han robado su lugar como hijo, privando así al mundo de su legítimo Rey.

Mientras leo acerca de este proceso en aumento de efectiva "desliteralización"- (no ortodoxa) y de su evidente efecto sobre la fe de sus víctimas , particularmente la juventud que es atrapada por su sofistería, las palabras dichas en la antigüedad por el profeta Amós, vuelven con mayor claridad:

"He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová y no la hallarán. En aquel tiempo las doncellas hermosas y los jóvenes desmayarán de sed ...caerán y nunca más se levantarán (Amós 8:11-14.)

Cuán claramente describen esas palabras a muchos de la juventud actual, los jóvenes y señoritas que en sus corazones buscan una fe que los satisfaga, pero la rechazan por la forma en la que se la ofrecen, desmayan de sed y se caen y nunca más se levantarán. A ellos les doy mi solemne testimonio que Dios no está muerto. salvo que sea mirado con una interpretación muerta.

¿Está fuera de moda en el siglo veinte creer en la divinidad del Señor? La gran era científica de la que somos parte, no demanda una negación al milagro que es Jesús. Más bien no ha habido una época en toda la historia del hombre que haya hecho más creíble, lo que en el pasado hubiese sido visto como sobrenatural o imposible. ¿Puede alguien asegurar hoy, que hay algo imposible?

Los que están familiarizados con los pasos gigantescos de la ciencia biológica, donde el hombre ha comenzado a tener apenas un atisbo de la vida y su creación, el milagro del nacimiento de Jesús se vuelve ciertamente más plausible, aún para el incrédulo.

Aún más, no es difícil creer que él, poseyendo el conocimiento para crear la tierra, podría curar enfermos, fortalecer al débil, volver los muertos a la vida. Puede que hubiese sido difícil creer estas cosas en la época medieval, pero ¿puede uno dudar, razonablemente de esa posibilidad, si estamos viendo milagros de curación y restauración que ocurren a diario?

¿Es la ascensión una cosa tan imposible de comprender después de que uno se ha sentado tranquilamente en su living, mirando el despegue de una moderna nave espacial elevarse por el cielo para buscar sin error a su nave compañera que está navegando en órbita a más de 17,000 millas la hora?

¿Milagros? Ya lo creo. Esta es una epoca de milagros. Durante mi breve vida he sido testigo de más avances científicos que todos nos antepasados juntos, durante los pasados 5.000 años.

Con tanto que parece milagroso a mi alrededor cada día, es fácil creer en el milagro de Jesús. .

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Pero no se obtiene un testimonio de Cristo observando los logros de los hombres. Tales observaciones pueden hacer aparecer como razonables su nacimiento, vida, muerte y resurrección. Pero hace falta algo más que una creencia razonable. Es necesaria una comprensión de que su posición es única e incomparable como el divino Redentor y un entusiasmo por él y su mensaje como el Hijo de Dios.

Esa comprensión y entusiasmo están al alcance de todos los que pagan el precio. No son incompatibles con la alta educación, pero no llegarán leyendo filosofía. No, llegan por un proceso más simple. Las cosas de Dios se entienden a través del Espíritu de Dios. (1 Corintios 2:11.) Así lo declara la voz de revelación.

La adquisición de una comprensión y entusiasmo por el Señor se obtiene siguiendo reglas simples. Me gustaría sugerir tres, elementales en su concepto casi trilladas por lo repetidas, pero fundamentales en su aplicación y fructíferas en su resultado. En especial los sugiero a nuestra juventud.

La primera es leer. Leer la palabra del Señor. Sé que con las demandas de su estudio, queda poco tiempo para leer otra cosa. Pero les prometo que si leen las palabras de lo que llamamos escritura, vendrán a su corazón una comprensión y calidez que será una experiencia grata. "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mi." (Juan 8:39) Lean, por ejemplo el Evangelio de Juan desde el comienzo al fin. Permítanle que el Señor les hable de sí mismo, y sus palabras les llegará con una quieta convicción que hará que las palabras de sus críticos no tengan sentido. Lean también el testamento del Nuevo Mundo, el Libro de Mormón, sacado como testigo de que "Jesús es el Cristo, el Eterno Dios, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones" (Libro de Mormón, portada)

La próxima es servir, servir en la obra del Señor. La fuerza espiritual es como la fuerza física; es como el músculo de mi brazo. Sólo aumenta con alimento y ejercicios.

La causa de Cristo no necesita sus dudas; necesita su fuerza, tiempo y talentos, y a medida en que los ejercite en el servicio, su fe crecerá y se desvanecerán sus dudas.

El Señor declaró; "El que halle su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí. la hallará." (Mateo 10: 39)Estas palabras tienen algo más que un frío significado teológico. Son la declaración de una ley de la vida, que en la medida en que nos perdemos en una gran causa, nos encontramos a nosotros mismos y no hay una causa mayor que la del Maestro.

Lo tercero es orar. Hablen con su Padre Eterno en el nombre de su Amado Hijo. "Hebreos aquí," dice, "yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo." (Apocalipsis 3: 20.)

Esta es una invitación y la promesa es segura. Es poco probable que oigan voces del cielo, pero vendrá una seguridad, enviada del cielo, pacífica y cierta.

En esa gran conversación entre Jesús y Nicodemo, el Señor declaró: "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

"Entonces continuó diciendo: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a donde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu." (Juan 3: 6-8)

No dudo en prometer que será así para ustedes. Si leen la palabra del Señor, si sirven en su causa, si hablan con él en oración, sus dudas se disiparán: y brillando a través de confusa filosofía, la tan mentada crítica superior, y la teología negativa, se volverán testigos del Espíritu Santo de que Jesús es en realidad el Hijo de Dios, nacido en la carne. el Redentor del mundo resucitado de la tumba, el Señor que vendrá a reinar como Rey de reyes. Es su oportunidad para saber; es su obligación descubrirlo. Que Dios los bendiga para lograrlo.

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CAPITULO 14.

EL SÍMBOLO DE CRISTO.

Después que fuera renovado el Templo de Arizona en Mesa, casi un cuarto de millón de personas vieron su hermoso interior. El primer día que abrieron fueron invitados especiales, clérigos de otras religiones y vinieron cientos de ellos. Tuve el privilegio de hablarles y contestar sus preguntas al término de la gira., Les dije que contestaríamos cualquier interrogante que tuvieran. Se hicieron muchas preguntas. Entre ellas hubo una, hecha por un ministro Protestante.

El dijo: "Recorrí todo este edificio, este templo que lleva en su frente el nombre de Jesucristo, pero no he visto en ningún lado la representación de la cruz, que es el símbolo de la Cristiandad. He notado otros edificios de ustedes en otros lados, y en ellos también se repite la ausencia de la cruz. ¿Cómo es esto, cuando profesan creer en Cristo?

Le respondí: "No quiero ofender a ninguno de mis hermanos cristianos que usan la cruz en las torres de sus catedrales y en los altares de sus capillas, que lo usan en su vestimenta, lo imprimen en sus libros y otra literatura. Pero para nosotros, la cruz es el símbolo del Cristo muerto, mientras que nuestro mensaje es una declaración del Cristo viviente.

Entonces preguntó: "Si no usan la cruz, ¿cuál es el símbolo de su religión?" Le repliqué que la vida de nuestro pueblo se debe convertir en la única expresión significativa

de nuestra fe, y de hecho, de nuestra adoración. Espero que no haya pensado que al contestarle era presumido o pagado de mí mismo. Tenía

razón en su observación de que no usamos la cruz, exceptuando a nuestros capellanes en las fuerzas armadas que lo usan como identificación, en sus uniformes. A primera vista puede parecer que nuestra posición está en contradicción con nuestra profesión de que Jesucristo, es la figura clave de nuestra religión. El nombre oficial de la Iglesia es La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Lo adoramos como Señor y Salvador. La Biblia es nuestra escritura. Creemos que los profetas del Antiguo Testamento, que habían predicho la venida del Mesías, hablaron bajo inspiración divina. Nos gloriamos en los relatos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan que nos hablan del nacimiento, ministerio, muerte y resurrección del Hijo de Dios, el Unigénito del Padre en la carne. Tal como Pablo en la antigúedad, no nos avergonzamos "del evangelio, porque es poder de Dios, para salvación." (Romanos 1:16.) y como Pedro, afirmamos que Jesucristo es el único nombre "bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos." (Hechos 4:12.)

El Libro de Mormón, que consideramos como un testamento del Nuevo Mundo, que lleva las enseñanzas de los profetas que vivieron en la antigúedad en los Continentes Occidentales, testifica de él, que nació en Belén de Judea y que murió en el monte del Calvario. Para un mundo que zozobra en la duda, es otro testigo poderoso de la divinidad del Señor. En su prefacio, escrito por un profeta que anduvo por América hace mil quinientos años, categóricamente declara que fue escrito : "para convencer al judío y al gentil de que JESÚS es el CRISTO, el ETERNO DIOS, que se manifiesta a sí mismo a todas las naciones."

Y en nuestro libro de revelación moderna, La Doctrina y Convenios, se manifiesta a sí mismo en estas seguras palabras: "Yo soy el Alfa y la Omega, Cristo el Señor; si, soy él, el principio y el fin, el Redentor del mundo." (D&C 19:1.)

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A la luz de tales declaraciones. y en vista de tal testimonio, muchos podrán preguntar, tal como lo hizo mi ministro amigo en Arizona, si ustedes profesan creer en Jesucristo, ¿por qué no usan el símbolo de su muerte, la cruz del Calvario?

A esto debo replicar primeramente, que ningún miembro de la Iglesia debe nunca olvidar, el terrible precio pagado por nuestro Redentor, que dió su vida para que viviesen todos los hombres, la agonía de Getsemaní. la amarga burla de su juicio, la cruel corona de espinas rasgando su carne, el grito de muerte de la chusma ante Pilato, la solitaria carga de su pesada caminata hasta el calvario, el espantoso dolor de grandes clavos atravesando sus manos y pies, la afiebrada tortura de su cuerpo mientras colgaba ese trágico día, el Hijo de Dios gritando, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." (Lucas 23:34.)

Esta fue la cruz, el instrumento de su tortura, el terrible invento designado para destruir al Hombre de Paz, la malvada recompensa por su obra maravillosa de curar enfermos, hacer que vean los ciegos, levantar a los muertos. Esta fue la cruz en la que colgó y murió en la solitaria cima del Gólgota.

No podemos olvidar esto. No debemos olvidarlo nunca, pues alli nuestro Salvador, nuestro Redentor, el Hijo de Dios, se dio a si mismo como sacrificio vicario por cada uno de nosotros. Pero las tinieblas de ese oscuro atardecer anterior al día de reposo judío, cuando se bajó su cuerpo sin vida y fue,rápidamente sepultado en una tumba prestada, acabó la esperanza de sus más conocidos y ardientes discípulos. Estaban desalentados, sin comprender lo que él les había dicho antes. El Mesías en que habían creído, estaba muerto. Se había ido el Maestro en quien habían puesto todos sus anhelos, su fe, sus esperanzas. El, que había hablado de vida eterna, que había levantado a Lázaro de la tumba, había muerto ahora, tan seguramente como habían muerto todos los hombres antes que El. Había llegado ahora el fin de su triste y breve vida. Esa vida había sido, tal como lo había predicho Isaías tanto tiempo antes: "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; ..herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz, fue sobre él." (Isaías 53: 3, 5.) Ahora se había ido.

Sólo podemos especular sobre los sentimientos de los que lo amaron, mientras meditaban sobre su muerte durante las amargas horas del Día de Reposo Judío, el sábado de nuestro calendario. Entonces amaneció el primer día de la semana, el Día de Reposo del Señor, tal como lo conocemos ahora. A los que vinieron a su tumba, tristes en su pesar, un ángel les declaró :"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ....No está aquí pues ha resucitado, como dijo." (Lucas 24:5 y Mateo 28: 6.) -

Aquí estaba el mayor milagro en la historia humana. Antes él les había dicho, "Yo soy la resurrección y la vida." (Juan 11:25.)

Pero no lo habían comprendido. Ahora sabían. Había muerto en miseria, dolor y soledad. Ahora, en el tercer día, se había levantado en poder, belleza y. vida, primicias de los que habían dormido, la seguridad para los hombres de todas las edades de que "como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados." (I Corintios 15: 22.)

En el Calvario fue el Jesús moribundo. De la tumba emergió como el Cristo viviente. La cruz había sido el amargo fruto de la traición de Judas, el resumen de la negación de Pedro. Ahora, la tumba vacía se convertía en testimonio de su divinidad; la seguridad de la vida eterna, la respuesta a la pregunta sin contestar de Job: Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir.? (Job 14: 14)

Habiendo muerto, pudo haber sido olvidado, o a lo sumo, recordado como uno de los muchos grandes maestros cuyas vidas son compendiadas en una pocas líneas en los libros de historia. Pero al haber resucitado, se convirtió en el Maestro de Vida. Ahora los discípulos podían cantar junto con Isaías, con fe segura: "Y se llamará su nombre Admirable; Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz." (Isaías 9:6.)

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Cumplidas habían sido las palabras esperanzadas de Job: "Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios. Al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí." (Job 19:25-27.)

Bien exclamó María, ,Rabboni, cuando vió por primera vez al Señor resucitado, pues ahora era realmente el Maestro, Maestro no sólo de vida, sino también de muerte. Había desaparecido el aguijón de la muerte, destruída la victoria de la tumba.

El temeroso Pedro se transformó. Aún el dubitativo Tomás declaró con seriedad, reverencia y realismo: "Señor mío y Dios mío" "No seas incrédulo, sino creyente." (Juan 20:27.) fueron las palabras inolvidables del Señor en esa ocasión maravillosa.

Siguieron otras apariciones a muchos, incluso, tal como lo registra Pablo, "Después apareció a más de quinientas hermanos a la vez." (1 Corintios 15:6.)

Y en los Continentes Occidentales donde estaban . las ovejas de quienes había anteriormente hablado. El pueblo allí oyó una voz como si viniera del cielo ...y les dijo: He aquí mi Hijo Amado, en quien me complazco, en quien he glorificado mi nombre: a él oíd. "....y he aquí, vieron a un Hombre que descendía del cielo; y estaba vestido con una túnica blanca; y descendió y se puso en medio de ellos.

"Y aconteció que extendió su mano y habló al pueblo, diciendo: He aquí, yo soy Jesucristo, de quien los profetas testificaron que vendría al mundo Levantaos y venid a mí." (3 Nefi 11: 3. 8-10, 14.)

Y finalmente ahora hay testigos modernos, pues vino otra vez para abrir esta dispensación, la dispensación profetizada, del cumplimiento de los tiempos. En una gloriosa visión, él - el Señor viviente, resucitado - y el Padre, el Dios del cielo, aparecieron a un joven profeta para comenzar la restauración de la antigúa verdad. Siguió una verdadera nube de testigos (Hebreos 12:1.), y él que había sido el receptor - José Smith, el profeta moderno- declaró con serias palabras:

"Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, éste es el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive!

Porque lo vimos, si, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar clac él es el Unigénito del Padre; "que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados. y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios." (D&C 76:22-24.)

A esto podemos agregar el testimonio de millones que por el poder del Espíritu Santo, han rendido solemne testimonio de que en realidad vive. Ese testimonio ha sido su consuelo y fuerza.

Por ejemplo, últimamente . he estado pensando mucho en un amigo en Vietnam. No sé donde está ni en que condiciones vive. Sólo sé que es un hombre tranquilo de excelente fe en Dios, nuestro Padre Eterno, y de su Hijo, el Cristo viviente. Cuando la llama de libertad vaciló y se apagó en esa tierra de tristezas, me parece escucharlo cantar, tal como lo escuchaba antes:

Y as¡, porque vive nuestro Salvador, no usamos el símbolo de su muerte como el símbolo de nuestra te. ¿Qué deberíamos usar? Ninguna señal, ninguna obra de arte, ninguna forma puede representar adecuadamente la gloria y maravilla del Cristo viviente. El nos dijo cual debería ser ese símbolo cuando afirmó: "Si me amáis; guardad mis mandamientos. "(Juan 14:15.)

Como sus seguidores, no podemos hacer cosa alguna que sea egoísta, falsa o descortés sin empañar su imagen. Ni podemos ser buenos, corteses y generosos sin traer más brillo al símbolo de aquel cuyo nombre, llevamos sobre nosotros.

Y así, nuestras vidas deben llegar a ser una expresión significativa, el símbolo de la declaración de nuestro testimonio del Cristo viviente, el Hijo Eterno del Dios viviente. Es así de simple y profundo y es mejor que nunca lo olvidemos.

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Yo sé que vive mi Señor Salvador triunfante, Hijo de Dios, Victorioso del dolor y muerte, Mi Rey, mi Líder y, mi Señor.

El vive, es mi roca segura de fe, La sola esperanza del hombre sobre la El faro a un camino mejor, La luz, al otro lado del velo de muerte

Oh dame tu suave y quieto espíritu, La paz que sólo proviene de Tí, Fe para andar el solitario camino Que lleva a Tu eternidad... fierra, (traducción libre.)

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CAPITULO 15.

LOS CIELOS NO ESTÁN QUIETOS.

"Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al Reino de Dios." (Noveno Artículo de Fe.)

Esta declaración del Profeta José Smith es el credo, guía y fundamento de la fe de todos los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días.

Dios es la segura fuente de verdad. Es la fuente de toda inspiración. Es de él que el mundo debe recibir las directivas si queremos que venga la paz a la tierra y para que prevalezca la buena voluntad entre los hombres. Esta tierra es Su creación. Nosotros somos sus hijos. Por el amor que nos tiene, nos guiará si es que buscamos, escuchamos y obedecemos. "Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas." (Amós 3:7.)

Nuestro mundo es cambiante. Vivimos en una era de.gran progreso material. ¿Puede la religión mantenerse estática, cuando todo lo demás se está moviendo hacia adelante?

Es cierto que la naturaleza esencial del hombre no cambia y esos principios enunciados hace siglos por los profetas, son tan aplicables hoy día como lo fueron entonces, pero evidentemente el mundo no sabe como aplicarlos. Actualmente su aplicación necesita tanto la dirección del Todopoderoso, como cuando Jehová habló con Enoc y Moisés, Isaías y Elías.

"Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo." (2 Pedro 1:21.) Y la profecía, que es revelación, no viene ahora, ni vendrá en el futuro, por la voluntad del hombre, sino cuando hablan como hombres de Dios, cuando son movidos por ese mismo espíritu:

Cuán poca sabiduría tiene nuestro mundo para convivir unos con otros. El stress, los esfuerzos, las tensiones en las relaciones humanas, las guerras y rumores de guerras que nos afligen constantemente son evidencia de que: "Perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos." (Isaías 29:14.) La religión, para ser efectiva, debe ser unas fuerza vital en la vida de los hombres.

El pueblo, hoy en día, necesita un profeta con tanta seguridad, como lo precisaba cuando gemía bajo el yugo de Egipto y Moisés fue llamado para sacarlos de su cautiverio.

Actualmente Israel tiene un profeta y damos nuestro testimonio al mundo, que está abierto el canal de comunicación entre Dios y su siervo designado.

En ningún lugar quitaríamos las normas de verdad con la que guían sus vidas, los hombres de buena voluntad. Pero decimos a todos, venid, gozáos de lo que el Señor nos ha ofrecido en nuestro día. A lo que habéis disfrutado y atesorado, os invitamos agregar lo que vuestro Padre os ofrece, pues hay un profeta en la tierra hoy, tan ciertamente como lo había en el Israel de la antiguedad.

Habrá quienes dirán que las escrituras están completas, que cesó la revelación con los antiguos apóstoles, que los cielos están sellados. A los tales preguntamos, "¿Por qué entonces oran? Si Dios no está dispuesto a hablar, no está dispuesto a guiar, si no puede haber revelación, entonces ¿por qué buscarlo? Es evidente la falacia de esta posición; sin embargo el mundo moderno niega la posibilidad de revelación moderna.

Varios años atrás tuve la oportunidad de participar en la apertura de nuestra misión en Filipinas. Fue una experiencia inspiradora.Nos reunimos al amanecer en el cementerio militar

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americano, en los suburbios de la ciudad de Manila. Allí, frente a nosotros, había fila tras fila de cruces que marcan las tumbas de más de 17.000 norteamericanos muertos, e inscritos sobre una lápida de mármol, vimos alrededor de 36.000 nombres de los que habían muerto en las batallas del Pacífico y cuyos restos nunca habían sido hallados. Un recuerdo desagradable solemne de la crueldad del hombre por el hombre.

Entre los que hablaron en esa sagrada ocasión, estaba.un joven filipino. Relató la historia de cómo, cuando era niño, había encontrado una vieja revista en una pila de basura. Contenía un artículo sobre la historia de nuestro pueblo. Hablaba de José Smith. Lo describía como profeta. La palabra profeta se pegó a su consciente. Lo impresionó. Trajo la pregunta a su joven mente, "¿Podría: haber realmente un profeta sobre la tierra en este tiempo?" se preguntó.

Los años pasaron. Vinieron a su país las terribles tragedias de Corregidor y Bataan y la marca mortal de Tarlac; el bombardeo de Clark Field cerca de su casa; el hambre, y temor y opresión de la ocupación enemiga; y finalmente, la liberación de Filipinas y el restablecimiento de la base aérea americana de Clark Field. Se aseguró un empleo allí. Un día escuchó que uno de los oficiales jóvenes para quien él trabajaba, era mormón. Entonces surgió otra vez en su mente la palabra profeta. Juntó coraje para preguntar al hombre si realmente había un profeta al frente de su iglesia. El oficial contestó que si con seguridad, a lo que siguió una conversación, un relato de la simple y hermosa historia de la aparición de Dios el Eterno Padre y su Hijo, el Señor Jesucristo, a un joven que había ido a orar con fe, para hallar sabiduría. Ese testimonio tocó el corazón de este joven filipino. Cambió su vida por la convicción de que hay revelación de Dios para el hombre en nuestra época. Ahora posee el sacerdocio y camina en la dignidad del mismo, un líder de la Iglesia en su propio país.

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