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1 Saint Gaspar College Misioneros de la Preciosa Sangre Departamento de Humanidades Profesor César Correa-Daniela Bertholet. La Colonia Entendemos por Colonia a la extensión imperial, social, político, religioso y cultural que se estableció en América durante los siglos XVII, XVIII e inicios del siglo XIX. En Chile, comienza tras el Desastre de Curalaba en 1598 con el establecimiento de la frontera natural entre españoles y araucanos en el río Bío Bío. Esta etapa, que se prolonga hasta la revolución de la Independencia, se caracterizó por un constante cambio de gobernadores, cuya preocupación principal fue proseguir la guerra contra los araucanos y luchar contra los frecuentes cataclismos naturales (terremotos, donde destaca el producido en 1647 bajo la gobernación de Martín de Mújica y Buitrón) que sufría el país. Administración colonial Desde un comienzo, España centralizó todo lo referente a la administración de las colonias que poseía en América y Asia, teniendo a la cabeza al rey, quien era asesorado por el Consejo de Indias. El Consejo de Indias Proponía al rey el nombramiento de altos funcionarios civiles y eclesiásticos que se desempeñarían en las colonias. Dictaba las leyes, decretos, reglamentos y ordenanzas que conformaban el derecho indiano. Actuaba también como tribunal supremo, analizando las apelaciones a las sentencias de las Reales Audiencias y sometía a virreyes y gobernadores a juicio de residencia, mediante el cual podían presentar acusaciones con las decisiones tomadas por los funcionarios. Mientras durara su cargo, estos últimos no podían casarse con habitantes del lugar, establecer negocios, comprar propiedades, etc. Real Audiencia Era el supremo tribunal de justicia durante la época colonial. Fue un organismo político- administrativo que residía en las principales ciudades de América. Formado por cuatro oidores o magistrados, era tribunal de primera instancia en algunos casos, y de apelación de las sentencias de los jueces inferiores. Se estableció en Chile en 1609. El Cabildo Representaba a la comunidad. Se encargaba de administrar las ciudades, y en algunos casos era representante del rey. Para integrarlo debía ser vecino o encomendero ejerciéndolo por el período de un año. Estaba formado por dos alcaldes, seis regidores, un secretario y un procurador. Entre sus atribuciones estaban las de preocuparse de la administración local, del aseo y ornato, la salud pública, aspectos judiciales, legislativos y políticos. División territorial de América América estaba dividida en virreinatos, capitanías generales y presidencias. Los virreinatos eran gobernados por un virrey, quien fue el representante directo de la Corona. En el siglo XVI se establecieron en América dos virreinatos: el de Nueva España o México (1535) y el de Perú (1544); en el siglo XVIII se incorporaron otros dos: Nueva Granada (1717) y el Río de la Plata (1776). Las capitanías generales fueron territorios dirigidos por un jefe militar que desarrollaba el poder civil y judicial. Durante la Colonia eran cuatro capitanías generales: Santo Domingo, Guatemala, Venezuela y Chile. Economía y Comercio Colonial En América se producían metales preciosos, materias primas y alimentos. Sin embargo la capitanía de Chile se cultivaba el trigo, el maíz y la vid en la hacienda. Sus productos eran comerciados hacia el Perú enviando además cueros, sebos, frutas secas y vino. Todo el comercio entre Chile y las demás colonias estaba sujeto al Monopolio Comercial impuesto por España, por tal razón se entiende la dependencia económica con el virreinato del Perú. Formando Personas Íntegras

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Saint Gaspar Co l l ege M i s i o n e r o s d e l a P r e c i o s a S an g re

Departamento de Humanidades Profesor César Correa-Daniela Bertholet.

La Colonia

Entendemos por Colonia a la extensión imperial, social, político, religioso y cultural que se estableció en América durante los siglos XVII, XVIII e inicios del siglo XIX. En Chile, comienza tras el Desastre de Curalaba en 1598 con el establecimiento de la frontera natural entre españoles y araucanos en el río Bío Bío. Esta etapa, que se prolonga hasta la revolución de la Independencia, se caracterizó por un constante cambio de gobernadores, cuya preocupación principal fue proseguir la guerra contra los araucanos y luchar contra los frecuentes cataclismos naturales (terremotos, donde destaca el producido en 1647 bajo la gobernación de Martín de Mújica y Buitrón) que sufría el país.

Administración colonial Desde un comienzo, España centralizó todo lo referente a la administración de las colonias que poseía en América y Asia, teniendo a la cabeza al rey, quien era asesorado por el Consejo de Indias.

El Consejo de Indias

Proponía al rey el nombramiento de altos funcionarios civiles y eclesiásticos que se desempeñarían en las colonias. Dictaba las leyes, decretos, reglamentos y ordenanzas que conformaban el derecho indiano. Actuaba también como tribunal supremo, analizando las apelaciones a las sentencias de las Reales Audiencias y sometía a virreyes y gobernadores a juicio de residencia, mediante el cual podían presentar acusaciones con las decisiones tomadas por los funcionarios. Mientras durara su cargo, estos últimos no podían casarse con habitantes del lugar, establecer negocios, comprar propiedades, etc.

Real Audiencia

Era el supremo tribunal de justicia durante la época colonial. Fue un organismo político-administrativo que residía en las principales ciudades de América. Formado por cuatro oidores o magistrados, era tribunal de primera instancia en algunos casos, y de apelación de las sentencias de los jueces inferiores. Se estableció en Chile en 1609.

El Cabildo

Representaba a la comunidad. Se encargaba de administrar las ciudades, y en algunos casos era representante del rey. Para integrarlo debía ser vecino o encomendero ejerciéndolo por el período de un año.

Estaba formado por dos alcaldes, seis regidores, un secretario y un procurador. Entre sus atribuciones estaban las de preocuparse de la administración local, del aseo y ornato, la salud pública, aspectos judiciales, legislativos y políticos.

División territorial de América

América estaba dividida en virreinatos, capitanías generales y presidencias. Los virreinatos eran gobernados por un virrey, quien fue el representante directo de la Corona. En el siglo XVI se establecieron en América dos virreinatos: el de Nueva España o México (1535) y el de Perú (1544); en el siglo XVIII se incorporaron otros dos: Nueva Granada (1717) y el Río de la Plata (1776).

Las capitanías generales fueron territorios dirigidos por un jefe militar que desarrollaba el poder civil y judicial. Durante la Colonia eran cuatro capitanías generales: Santo Domingo, Guatemala, Venezuela y Chile.

Economía y Comercio Colonial En América se producían metales preciosos, materias primas y alimentos. Sin embargo la capitanía de Chile se cultivaba el trigo, el maíz y la vid en la hacienda. Sus productos eran comerciados hacia el Perú enviando además cueros, sebos, frutas secas y vino. Todo el comercio entre Chile y las demás colonias estaba sujeto al Monopolio Comercial impuesto por España, por tal razón se entiende la dependencia económica con el virreinato del Perú.

F o r m a n d o P e r s o n a s Í n t e g r a s

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La Iglesia

Durante la época de la Conquista, los sacerdotes tenían como misión evangelizar a los indígenas y convertirlos al cristianismo, cumpliéndose con ello el propósito espiritual de la colonización. Los sacerdotes que se establecieron en Chile fueron capellanes de ejército, los que participaron en combates más de una ocasión. Posteriormente, se dedicaron a convertir a los aborígenes sometidos tras dichas guerras, y otros fueron misioneros en tierras de Arauco. La Iglesia jugó un papel muy importante en la colonización americana, especialmente en Chile. Los Reyes Católicos y sus sucesores estaban obligados a impulsar la evangelización, constituyendo el Patronato Real sobre la Iglesia, por el que se aseguraba la remuneración en dinero hacia el clero, la construcción de iglesias, catedrales, conventos y hospitales.

Clases sociales Españoles y descendientes No era un grupo numeroso, debido a que en general fueron pocos los españoles que se avecindaron en América. Los españoles que venían directamente desde España recibían el nombre de peninsulares y generalmente ocupaban cargos en el gobierno, estaban relacionados con la Iglesia o bien al Ejército, o se dedicaban al comercio. Los hijos de españoles nacidos en América recibían el nombre de criollos. La aristocracia estaba integrada por los peninsulares y los criollos. Ellos eran los dueños de las tierras por ser descendientes de los conquistadores. Además, tenían el poder en sus manos, gozando de relativa riqueza y de un buen nivel cultural. Ellos optaban a los cargos públicos. Había también blancos que pertenecían a los sectores medios de la sociedad. Se trataba de comerciantes y artesanos, escribientes y oficiales del ejército que habían llegado después de la Conquista. Su nivel cultural era inferior al de los aristócratas y no tenían influencia alguna en las decisiones de gobierno.

Indígenas Una vez terminada la Conquista, los españoles se establecieron definitivamente en el territorio comprendido entre Copiapó y el río Biobío. Los indígenas que habitaban en este territorio fueron repartidos en encomienda para que ejecutaran los trabajos forzados que los conquistadores requerían. La mayor parte de ellos murieron durante el primer siglo de la Conquista, debido a que fueron robadas sus tierras, y obligados a trabajar en condiciones muy malas, realizando trabajos muy pesados, como los lavaderos de oro. Como estaban débiles eran presa fácil de las enfermedades que trajeron los conquistadores, desconocidas para ellos. Periódicamente la viruela, el tifus, el sarampión, la peste bubónica y la gripe atacaban a la población, disminuyéndola notablemente. A ello se suma la separación que hacían los colonizadores de las familias indígenas: muchas veces marido y mujer vivían en lugares distintos y no tenían hijos. Con el tiempo, rápidamente los aborígenes perdieron los rasgos característicos de su cultura, adoptando el idioma y la religión de sus conquistadores. A pesar de que la Corona hizo amplios esfuerzos por proteger a los indígenas, sus medidas resultaron inútiles, quedando este grupo reducido a su mínima expresión.

Mestizos, mulatos y zambos Los mestizos surgieron del contacto entre los conquistadores españoles y ]as mujeres indias. Como prácticamente no vinieron mujeres españolas a Chile (sólo podía venir a América si estaban casadas), los conquistadores tomaban a mujeres indias con las que procreaban hijos de sangre mezclada. Había españoles que tenían más de diez hijos con diferentes mujeres indias. Los mestizos se unían a su vez entre sí aumentando cada vez más su proporción, convirtiéndose en el grupo más numeroso. Los mestizos vivían principalmente en el campo, donde trabajaban como peones y también realizaban trabajos en las minas. Llevaban una existencia muy pobre, debido a que faltaban lugares de trabajo y a que frecuentemente se entregaban al ocio y al vicio. La posición de los mestizos era difícil, pues no tenían una identidad clara, ya que desarrollaban lealtades tanto hacia los españoles como hacia los indios, grupos de por si antagónicos. Una suerte similar corrían los mulatos y zambos, los que tampoco ocupaban un lugar muy definido en la sociedad.

Negros Muchos de ellos llegaron al país como esclavos de los conquistadores. Resultaban servidores muy fieles debido a que despertaban el recelo de los indígenas y a que, por su color y la marca que tenían en la mejilla, eran fácilmente distinguibles. Prácticamente no podían huir, pues rápidamente eran apresados y restituidos a sus amos. Más adelante, durante el período colonial, se convirtieron en sirvientes de las casas. Muchos de ellos eran diestros artesanos. También se les asignaba trabajo en los lavaderos de oro y en las estancias, donde se desempeñaban como capataces, bodegueros o encargados del

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ganado. Las mujeres se dedicaban a las labores domésticas, la preparación de pan o a la confección de prendas. En general, los esclavos eran bien tratados ya que resultaban muy caros. Su alto precio se explicaba por la dificultad para traerlos a un país tan apartado. En ocasiones los esclavos eran arrendados a otros españoles para que ejecutaran determinados trabajos. Algunos se empleaban en sus horas libres, recibiendo un salario por ello. Si lograban el dinero suficiente, podían comprar su libertad, al cabo de muchos años. Período de la Independencia (1810-1823) Antecedentes

A principios del siglo XIX, gobernaba en España el rey Carlos IV, quien, al no poder cumplir su rol adecuadamente, dejó el poder en manos de su primer ministro Manuel Godoy. Sin embargo, los abusos y las intrigas de la Corte habían creado un gran descontento en el país, el que se vio agravado con la entrada de las fuerzas del emperador francés Napoleón, que cruzó la península para invadir Portugal. Esto provocó un motín que obligó al rey a despojar a Godoy de sus atribuciones y a abdicar de la Corona. Le sucedió en el trono su hijo Fernando VII, gran enemigo de Godoy.

Napoleón aprovechó esta situación para dominar el país y, luego de convocar a la familia real, logró que Fernando VII devolviera el poder a Carlos IV, y este, a su vez, lo traspasara al emperador francés. Desde ese momento, la familia real quedó prisionera, y Napoleón asignó a su hermano José Bonaparte el título de rey de España e Indias.

La ausencia del rey provocó una reacción en los súbditos españoles, y los llevó a organizar juntas locales encargadas de gobernar mientras Fernando VII se encontraba en cautiverio, situación que posteriormente obligó a unificar esta acción en una sola Junta Central instalada en Sevilla, la que fue reemplazada por el Consejo de Regencia de Cádiz. Este organismo invitó a los reinos americanos a enviar representantes a él.

Los liberales españoles tenían ideales claros respecto de la forma de gobernar, por lo cual querían establecer una Constitución que limitara el poder del rey, crear un Congreso y asegurar los derechos de los individuos. Las Cortes de Cádiz cumplieron esto con la dictación de la Constitución de 1812, a cuyas disposiciones debería atenerse Fernando VII al reasumir el trono. Con este hecho se pasaba de una monarquía absoluta a una monarquía constitucional.

La Patria Vieja (1810-1814) Con el fin de aquietar los ánimos, la Real Audiencia solicitó la renuncia al gobernador García Carrasco, designando en su lugar a Mateo de Toro, decisión que dejó conforme tanto a realistas como a patriotas. Mateo de Toro Zambrano y Ureta tenía 83 años, y gracias a una gran fortuna, producto de sus actividades comerciales y agrícolas, pudo adquirir el título de Conde de la Conquista. Pero su avanzada edad, falta de carácter y desconocimiento de los negocios públicos, fueron las razones por las cuales los dos bandos en que estaba dividida la aristocracia colonial querían manejarlo a su antojo. Dos de sus partidarios, Gregorio Argomedo y Gaspar Marín, lo asesoraron para convocar a un cabildo abierto donde el pueblo decidiera su futuro.

Primera Junta de Gobierno (18 de septiembre de 1810) Luego de algunos discursos donde se hizo ver la necesidad de contar con un organismo colegiado de gobierno como medida para defender los intereses del pueblo y continuar fieles al rey Fernando VII, la mayoría de los asistentes convocados al acto del 18 de septiembre comenzaron a gritar la frase “Junta queremos”. De esta manera, y casi por unanimidad, se designó a Mateo de Toro Zambrano y Ureta como presidente; al obispo José Martínez de Aldunate como vicepresidente; a Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez de Rozas, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier de Reina como vocales, y a Gaspar Marín y Gregorio Argomedo como secretarios. Esta junta creó nuevos cuerpos militares, convocó a elecciones de un congreso nacional, estableció la libertad de comercio y el contacto con la Junta de Buenos Aires. Bajo la presidencia de Juan Martínez de Rozas, se llamó a elecciones para formar un Congreso Nacional, constituido por 42 diputados. Sin embargo, el 1 de abril, día en que debían efectuarse las elecciones, el teniente coronel español Tomás de Figueroa sublevó un cuerpo del ejército exigiendo la disolución de la junta. El motín no tuvo éxito, y Figueroa huyó a refugiarse al convento de Santo Domingo, desde donde fue sacado, sometido a juicio y condenado a muerte.

El Primer Congreso Nacional (1811) El fracaso del motín de Figueroa significó la derrota de los realistas. La Junta de Gobierno fortaleció su poder hasta el 4 de julio de 1811, en que cesó sus funciones para dar paso al

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Primer Congreso Nacional. Este organismo estaba constituido por personajes de gran figuración social y fue presidido por Juan Antonio Ovalle. Los diputados que confomaron el Congreso juraron obedecer al rey Fernando VII y proteger la religión católica. Se agruparon en tres facciones: los moderados, liderados por José Miguel Infante; los exaltados, que encabezados por Bernardo O’Higgins y Manuel de Salas, anhelaban precipitar la independencia; y los realistas, que solo reconocían al Consejo de Regencia de Cádiz, oponiéndose a cualquier medida. El antagonismo entre los bandos determinó el golpe militar del 4 de septiembre, encabezado por José Miguel Carrera, y cuyo objetivo fue cambiar la composición del Congreso. De esta manera, los exaltados quedaron en mayoría y designaron una nueva Junta de Gobierno, que creó el Supremo Tribunal Judiciario, ordenó levantar cementerios alrededor de las ciudades; creó la provincia de Coquimbo; oficializó las relaciones con la Junta de Buenos Aires y otorgó la libertad de vientre (que declaraba la libertad de los esclavos nacidos en Chile y prohibía el ingreso de nuevos esclavos). Gobierno de José Miguel Carrera (1812-1813) El gobierno de Carrera se caracterizó por sus audaces reformas, cuya finalidad era preparar el camino de la Independencia. El ideario de los exaltados fue difundido en la Aurora de Chile, periódico dirigido por fray Camilo Henríquez, quien utilizaba el seudónimo de Quirino Lemachez. Durante el gobierno de Carrera se cumplió el anhelo de los criollos de tener una constitución, al dictarse el Reglamento Constitucional de 1812, que dejaba el poder Ejecutivo en una Junta de tres miembros, y el Legislativo en un Senado de siete integrantes. Además de la redacción del primer documento constitucional, el gobierno de Carrera realizó otras obras, tales como:

• El decreto que obligó a los conventos a crear escuelas primarias para niños y niñas.

• La creación de la primera bandera nacional, la cual tenía tres franjas horizontales de colores azul, blanco y amarillo.

• La libertad de imprenta, que luego se cambió por la censura previa.

A pesar de que durante el mandato de José Miguel Carrera el Reglamento Constitucional respetó la soberanía del rey Fernando VII, se estipuló que el monarca debía de acatar dicha constitución y que “ningún decreto, providencia u orden de cualquier autoridad o tribunales fuera del territorio de Chile tendría efecto alguno”. La reacción española La liberación de España dejó a Fernando VII nuevamente en el poder. El monarca no aceptó las reformas realizadas por los liberales, derogó la Constitución de Cádiz y gobernó en el más completo absolutismo. De este modo, dispuso de tropas y recursos que fueron enviados a los jefes españoles en América para la lucha contra los criollos. En enero de 1813, el virrey del Perú ordenó al brigadier Antonio Pareja poner orden en el reino de Chile, colocándolo al mando de un ejército de cuatro mil hombres reclutados en Chiloé y Valdivia.

aunque sin resultados definitivos. Pareja se encerró en Chillán, donde falleció tiempo después, sucediéndole en el mando Juan Francisco Sánchez, quien en octubre atacó por sorpresa a los patriotas acampados en El Roble, junto al río Itata. La confusión del bando patriota hacía presentir su completa derrota, pero O’Higgins consiguió reorganizar las tropas y rechazar el ataque, luego del cual la Junta reemplazó a Carrera por O’Higgins en la comandancia del ejército.

La Reconquista Española Este período significó una fuerte reacción absolutista de parte de España, que concluyó con el sometimiento de las colonias sublevadas.

Osorio se instaló en el poder el 9 de octubre de 1814, pero lamentablemente su mandato fue sobrepasado por Vicente San Bruno, comandante del Batallón de Talavera, quien estableció los Tribunales de Vindicación que determinaron el destierro de muchos patriotas a la isla de Juan Fernández. No corrieron mejor suerte los que huyeron a Mendoza o fueron encarcelados en Santiago, pues se les confiscaron y remataron sus bienes mientras permanecían presos. Asimismo, San Bruno participó en un sangriento hecho, en el cual simuló dejar abiertas las puertas de la cárcel con el único objeto de que los patriotas aprovecharan esta oportunidad para escapar. Afuera les aguardaba un pelotón de fusileros que acabó con sus vidas.

Osorio reabrió la Real Audiencia, posteriormente la Real Universidad de San Felipe, y eliminó las instituciones creadas por los patriotas.

En diciembre de 1815, Osorio fue destituido del cargo de gobernador, siendo reemplazado por Francisco Casimiro Marcó del Pont.

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El plan de San Martín El coronel José de San Martín era gobernador de Cuyo cuando los chilenos derrotados en Rancagua emigraron a Mendoza. Como San Martín necesitaba asegurar la independencia de Buenos Aires, hasta entonces amenazada por las tropas realistas ubicadas en Alto Perú, tenía planeado ayudar a la independencia de Chile. Para ello, pretendía armar un ejército para atacar el virreinato, y luego desalojar las fuerzas situadas en el altiplano.

Obtuvo apoyo del gobierno de Buenos Aires y simuló intenciones pacíficas ante Osorio. Además, liberó a los esclavos negros, con el compromiso de que se alistasen en sus tropas, e incorporó a los ciudadanos chilenos que habían emigrado con O’Higgins, así como a aquellos soldados de Carrera dispuestos a colaborar. Manuel Rodríguez Mientras organizaba el Ejército Libertador de los Andes, San Martín enviaba emisarios a Chile para mantener informados a los patriotas chilenos sobre lo que estaba ocurriendo al otro lado de la cordillera. Entre estos agentes destacaron Pedro Aldunate de Toro, nieto del Conde de la Conquista; el abogado Manuel Rodríguez y el arriero Justo Estay. De todos ellos, el que mayor popularidad alcanzó fue Rodríguez, que se convirtió en el personaje principal de un sinnúmero de leyendas heroicas. Batalla de Chacabuco La gran precisión con que San Martín organizó el movimiento de tropas desconcertó a los realistas, al mando de Rafael Maroto, quienes solo alcanzaron a reunir un número cercano a los 1.600 hombres, entre chilenos y españoles.

San Martín -que sabía que el ejército de Maroto solo estaba separado de los patriotas por la Cuesta de Chacabuco- ordenó que las divisiones cayeran sobre las fuerzas realistas. El 12 de febrero O’Higgins inició el combate, y la llegada de las filas de Soler consumó la derrota de los realistas.

El 14 de febrero, San Martín y O’Higgins fueron recibidos en Santiago, donde ingresaron triunfalmente, siendo alojados en la casa de Mateo de Toro Zambrano y Ureta, conocida ahora como la Casa Colorada. La aristocracia -que había convocado a un cabildo- nombró a San Martín director supremo; pero este rehusó dicha designación, con el argumento de que debía continuar la labor emancipadora, y propuso a O’Higgins para el cargo, lo que fue aceptado. Poco días después de asumir, O’Higgins envío a la isla de Juan Fernández al bergantín Aguila, para rescatar a los patriotas que habían sido apresados por San Bruno, y rápidamente se comenzó a organizar un ejército para enfrentar en Talcahuano las montoneras formadas por realistas, bandidos, indígenas y patriotas desertores. Otras de las primeras acciones de O’Higgins fueron la creación de un tribunal al cual los patriotas recurrían para recuperar los bienes perdidos; y el destierro del obispo José Rodríguez Zorrilla, junto a clérigos y frailes realistas. Consolidación de la independencia

Etapa final de la Independencia: la abdicación de O’Higgins

O’Higgins había sido designado como Director Supremo hasta la aprobación de una constitución. Este documento se aprobó en 1818, y en él quedó establecida la separación de los poderes del Estado. De este modo, el ejecutivo quedaba en manos de un Director Supremo; el legislativo a cargo de un Senado Conservador de cinco miembros; y el judicial, encabezado por un Supremo Tribunal Judiciario. En la práctica, O’Higgins ejerció los tres poderes, por lo que la aristocracia hizo saber su descontento. En 1822 se convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente. Pero el ministro José Antonio Rodríguez Aldea, intervino en la elección de constituyentes, logrando la aprobación de un proyecto donde se establecía que el Director Supremo ejercería seis años, pudiendo ser reelegido por cuatro más, lo que significaba que O’Higgins podía gobernar por otros diez años. En diciembre de 1822 se organizó un movimiento opositor -encabezado por Ramón Freire-, que no aceptaba la legitimidad de O’Higgins. Bajo la amenaza de una guerra civil, se logró convocar a un cabildo abierto. O’Higgins, que debía acudir, no lo hizo, y luego de recorrer los cuarteles para destituir a los oficiales partidarios de la rebelión, se arrepintió. Tras una reunión a puertas cerradas en el edificio del Tribunal del Consulado, renunció, autoexiliándose más tarde en Perú. El Cabildo designó una Junta de Gobierno que quedó integrada por Agustín Eyzaguirre, José Miguel Infante, Fernando Errázuriz y Mariano Egaña.

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O’Higgins y su obra Dentro de las principales obras del gobierno de Bernardo O’Higgins entre 1817 y 1821, destacan las siguientes:

• Creación de la Escuela Militar.

• Reapertura del Instituto y Biblioteca Nacional.

• Fundación del Liceo de La Serena.

• Transformación del basural de La Cañada en el hermoso paseo llamado Alameda de las Delicias.

• Creación del Cementerio General de Santiago, y de Disidentes en Valparaíso.

• Establecimiento del Mercado de Santiago.

• Abolición de los títulos de nobleza y los escudos de armas, que fueron reemplazados por la Legión al Mérito.

• Prohibición de las riñas de gallos.

• Creación de un sistema de correos entre Santiago y Valparaíso, y de diligencias para pasajeros.

• Creación del Hospital Militar y fomento para la aplicación de la vacuna.

• Reapertura de la Casa de Huérfanos.

• Creación del actual pabellón patrio y del escudo nacional, muy similar al actual.

• Fundación de las ciudades de Vicuña, San Bernardo y La Unión.

Fuente: “Historia de Chile”; Sergio Villalobos.

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Departamento de Humanidades Profesor César Correa-Daniela Bertholet.

La Colonia

Entendemos por Colonia a la extensión imperial, social, político, religioso y cultural que se estableció en América durante los siglos XVII, XVIII e inicios del siglo XIX. En Chile, comienza tras el Desastre de Curalaba en 1598 con el establecimiento de la frontera natural entre españoles y araucanos en el río Bío Bío. Esta etapa, que se prolonga hasta la revolución de la Independencia, se caracterizó por un constante cambio de gobernadores, cuya preocupación principal fue proseguir la guerra contra los araucanos y luchar contra los frecuentes cataclismos naturales (terremotos, donde destaca el producido en 1647 bajo la gobernación de Martín de Mújica y Buitrón) que sufría el país.

Administración colonial Desde un comienzo, España centralizó todo lo referente a la administración de las colonias que poseía en América y Asia, teniendo a la cabeza al rey, quien era asesorado por el Consejo de Indias.

El Consejo de Indias

Proponía al rey el nombramiento de altos funcionarios civiles y eclesiásticos que se desempeñarían en las colonias. Dictaba las leyes, decretos, reglamentos y ordenanzas que conformaban el derecho indiano. Actuaba también como tribunal supremo, analizando las apelaciones a las sentencias de las Reales Audiencias y sometía a virreyes y gobernadores a juicio de residencia, mediante el cual podían presentar acusaciones con las decisiones tomadas por los funcionarios. Mientras durara su cargo, estos últimos no podían casarse con habitantes del lugar, establecer negocios, comprar propiedades, etc.

Real Audiencia

Era el supremo tribunal de justicia durante la época colonial. Fue un organismo político-administrativo que residía en las principales ciudades de América. Formado por cuatro oidores o magistrados, era tribunal de primera instancia en algunos casos, y de apelación de las sentencias de los jueces inferiores. Se estableció en Chile en 1609.

El Cabildo

Representaba a la comunidad. Se encargaba de administrar las ciudades, y en algunos casos era representante del rey. Para integrarlo debía ser vecino o encomendero ejerciéndolo por el período de un año.

Estaba formado por dos alcaldes, seis regidores, un secretario y un procurador. Entre sus atribuciones estaban las de preocuparse de la administración local, del aseo y ornato, la salud pública, aspectos judiciales, legislativos y políticos.

División territorial de América

América estaba dividida en virreinatos, capitanías generales y presidencias. Los virreinatos eran gobernados por un virrey, quien fue el representante directo de la Corona. En el siglo XVI se establecieron en América dos virreinatos: el de Nueva España o México (1535) y el de Perú (1544); en el siglo XVIII se incorporaron otros dos: Nueva Granada (1717) y el Río de la Plata (1776).

Las capitanías generales fueron territorios dirigidos por un jefe militar que desarrollaba el poder civil y judicial. Durante la Colonia eran cuatro capitanías generales: Santo Domingo, Guatemala, Venezuela y Chile.

Economía y Comercio Colonial En América se producían metales preciosos, materias primas y alimentos. Sin embargo la capitanía de Chile se cultivaba el trigo, el maíz y la vid en la hacienda. Sus productos eran comerciados hacia el Perú enviando además cueros, sebos, frutas secas y vino. Todo el comercio entre Chile y las demás colonias estaba sujeto al Monopolio Comercial impuesto por España, por tal razón se entiende la dependencia económica con el virreinato del Perú.

F o r m a n d o P e r s o n a s Í n t e g r a s

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La Iglesia

Durante la época de la Conquista, los sacerdotes tenían como misión evangelizar a los indígenas y convertirlos al cristianismo, cumpliéndose con ello el propósito espiritual de la colonización. Los sacerdotes que se establecieron en Chile fueron capellanes de ejército, los que participaron en combates más de una ocasión. Posteriormente, se dedicaron a convertir a los aborígenes sometidos tras dichas guerras, y otros fueron misioneros en tierras de Arauco. La Iglesia jugó un papel muy importante en la colonización americana, especialmente en Chile. Los Reyes Católicos y sus sucesores estaban obligados a impulsar la evangelización, constituyendo el Patronato Real sobre la Iglesia, por el que se aseguraba la remuneración en dinero hacia el clero, la construcción de iglesias, catedrales, conventos y hospitales.

Clases sociales Españoles y descendientes No era un grupo numeroso, debido a que en general fueron pocos los españoles que se avecindaron en América. Los españoles que venían directamente desde España recibían el nombre de peninsulares y generalmente ocupaban cargos en el gobierno, estaban relacionados con la Iglesia o bien al Ejército, o se dedicaban al comercio. Los hijos de españoles nacidos en América recibían el nombre de criollos. La aristocracia estaba integrada por los peninsulares y los criollos. Ellos eran los dueños de las tierras por ser descendientes de los conquistadores. Además, tenían el poder en sus manos, gozando de relativa riqueza y de un buen nivel cultural. Ellos optaban a los cargos públicos. Había también blancos que pertenecían a los sectores medios de la sociedad. Se trataba de comerciantes y artesanos, escribientes y oficiales del ejército que habían llegado después de la Conquista. Su nivel cultural era inferior al de los aristócratas y no tenían influencia alguna en las decisiones de gobierno.

Indígenas Una vez terminada la Conquista, los españoles se establecieron definitivamente en el territorio comprendido entre Copiapó y el río Biobío. Los indígenas que habitaban en este territorio fueron repartidos en encomienda para que ejecutaran los trabajos forzados que los conquistadores requerían. La mayor parte de ellos murieron durante el primer siglo de la Conquista, debido a que fueron robadas sus tierras, y obligados a trabajar en condiciones muy malas, realizando trabajos muy pesados, como los lavaderos de oro. Como estaban débiles eran presa fácil de las enfermedades que trajeron los conquistadores, desconocidas para ellos. Periódicamente la viruela, el tifus, el sarampión, la peste bubónica y la gripe atacaban a la población, disminuyéndola notablemente. A ello se suma la separación que hacían los colonizadores de las familias indígenas: muchas veces marido y mujer vivían en lugares distintos y no tenían hijos. Con el tiempo, rápidamente los aborígenes perdieron los rasgos característicos de su cultura, adoptando el idioma y la religión de sus conquistadores. A pesar de que la Corona hizo amplios esfuerzos por proteger a los indígenas, sus medidas resultaron inútiles, quedando este grupo reducido a su mínima expresión.

Mestizos, mulatos y zambos Los mestizos surgieron del contacto entre los conquistadores españoles y ]as mujeres indias. Como prácticamente no vinieron mujeres españolas a Chile (sólo podía venir a América si estaban casadas), los conquistadores tomaban a mujeres indias con las que procreaban hijos de sangre mezclada. Había españoles que tenían más de diez hijos con diferentes mujeres indias. Los mestizos se unían a su vez entre sí aumentando cada vez más su proporción, convirtiéndose en el grupo más numeroso. Los mestizos vivían principalmente en el campo, donde trabajaban como peones y también realizaban trabajos en las minas. Llevaban una existencia muy pobre, debido a que faltaban lugares de trabajo y a que frecuentemente se entregaban al ocio y al vicio. La posición de los mestizos era difícil, pues no tenían una identidad clara, ya que desarrollaban lealtades tanto hacia los españoles como hacia los indios, grupos de por si antagónicos. Una suerte similar corrían los mulatos y zambos, los que tampoco ocupaban un lugar muy definido en la sociedad.

Negros Muchos de ellos llegaron al país como esclavos de los conquistadores. Resultaban servidores muy fieles debido a que despertaban el recelo de los indígenas y a que, por su color y la marca que tenían en la mejilla, eran fácilmente distinguibles. Prácticamente no podían huir, pues rápidamente eran apresados y restituidos a sus amos. Más adelante, durante el período colonial, se convirtieron en sirvientes de las casas. Muchos de ellos eran diestros artesanos. También se les asignaba trabajo en los lavaderos de oro y en las estancias, donde se desempeñaban como capataces, bodegueros o encargados del

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ganado. Las mujeres se dedicaban a las labores domésticas, la preparación de pan o a la confección de prendas. En general, los esclavos eran bien tratados ya que resultaban muy caros. Su alto precio se explicaba por la dificultad para traerlos a un país tan apartado. En ocasiones los esclavos eran arrendados a otros españoles para que ejecutaran determinados trabajos. Algunos se empleaban en sus horas libres, recibiendo un salario por ello. Si lograban el dinero suficiente, podían comprar su libertad, al cabo de muchos años. Período de la Independencia (1810-1823) Antecedentes

A principios del siglo XIX, gobernaba en España el rey Carlos IV, quien, al no poder cumplir su rol adecuadamente, dejó el poder en manos de su primer ministro Manuel Godoy. Sin embargo, los abusos y las intrigas de la Corte habían creado un gran descontento en el país, el que se vio agravado con la entrada de las fuerzas del emperador francés Napoleón, que cruzó la península para invadir Portugal. Esto provocó un motín que obligó al rey a despojar a Godoy de sus atribuciones y a abdicar de la Corona. Le sucedió en el trono su hijo Fernando VII, gran enemigo de Godoy.

Napoleón aprovechó esta situación para dominar el país y, luego de convocar a la familia real, logró que Fernando VII devolviera el poder a Carlos IV, y este, a su vez, lo traspasara al emperador francés. Desde ese momento, la familia real quedó prisionera, y Napoleón asignó a su hermano José Bonaparte el título de rey de España e Indias.

La ausencia del rey provocó una reacción en los súbditos españoles, y los llevó a organizar juntas locales encargadas de gobernar mientras Fernando VII se encontraba en cautiverio, situación que posteriormente obligó a unificar esta acción en una sola Junta Central instalada en Sevilla, la que fue reemplazada por el Consejo de Regencia de Cádiz. Este organismo invitó a los reinos americanos a enviar representantes a él.

Los liberales españoles tenían ideales claros respecto de la forma de gobernar, por lo cual querían establecer una Constitución que limitara el poder del rey, crear un Congreso y asegurar los derechos de los individuos. Las Cortes de Cádiz cumplieron esto con la dictación de la Constitución de 1812, a cuyas disposiciones debería atenerse Fernando VII al reasumir el trono. Con este hecho se pasaba de una monarquía absoluta a una monarquía constitucional.

La Patria Vieja (1810-1814) Con el fin de aquietar los ánimos, la Real Audiencia solicitó la renuncia al gobernador García Carrasco, designando en su lugar a Mateo de Toro, decisión que dejó conforme tanto a realistas como a patriotas. Mateo de Toro Zambrano y Ureta tenía 83 años, y gracias a una gran fortuna, producto de sus actividades comerciales y agrícolas, pudo adquirir el título de Conde de la Conquista. Pero su avanzada edad, falta de carácter y desconocimiento de los negocios públicos, fueron las razones por las cuales los dos bandos en que estaba dividida la aristocracia colonial querían manejarlo a su antojo. Dos de sus partidarios, Gregorio Argomedo y Gaspar Marín, lo asesoraron para convocar a un cabildo abierto donde el pueblo decidiera su futuro.

Primera Junta de Gobierno (18 de septiembre de 1810) Luego de algunos discursos donde se hizo ver la necesidad de contar con un organismo colegiado de gobierno como medida para defender los intereses del pueblo y continuar fieles al rey Fernando VII, la mayoría de los asistentes convocados al acto del 18 de septiembre comenzaron a gritar la frase “Junta queremos”. De esta manera, y casi por unanimidad, se designó a Mateo de Toro Zambrano y Ureta como presidente; al obispo José Martínez de Aldunate como vicepresidente; a Fernando Márquez de la Plata, Juan Martínez de Rozas, Ignacio de la Carrera, Juan Enrique Rosales y Francisco Javier de Reina como vocales, y a Gaspar Marín y Gregorio Argomedo como secretarios. Esta junta creó nuevos cuerpos militares, convocó a elecciones de un congreso nacional, estableció la libertad de comercio y el contacto con la Junta de Buenos Aires. Bajo la presidencia de Juan Martínez de Rozas, se llamó a elecciones para formar un Congreso Nacional, constituido por 42 diputados. Sin embargo, el 1 de abril, día en que debían efectuarse las elecciones, el teniente coronel español Tomás de Figueroa sublevó un cuerpo del ejército exigiendo la disolución de la junta. El motín no tuvo éxito, y Figueroa huyó a refugiarse al convento de Santo Domingo, desde donde fue sacado, sometido a juicio y condenado a muerte.

El Primer Congreso Nacional (1811) El fracaso del motín de Figueroa significó la derrota de los realistas. La Junta de Gobierno fortaleció su poder hasta el 4 de julio de 1811, en que cesó sus funciones para dar paso al

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Primer Congreso Nacional. Este organismo estaba constituido por personajes de gran figuración social y fue presidido por Juan Antonio Ovalle. Los diputados que confomaron el Congreso juraron obedecer al rey Fernando VII y proteger la religión católica. Se agruparon en tres facciones: los moderados, liderados por José Miguel Infante; los exaltados, que encabezados por Bernardo O’Higgins y Manuel de Salas, anhelaban precipitar la independencia; y los realistas, que solo reconocían al Consejo de Regencia de Cádiz, oponiéndose a cualquier medida. El antagonismo entre los bandos determinó el golpe militar del 4 de septiembre, encabezado por José Miguel Carrera, y cuyo objetivo fue cambiar la composición del Congreso. De esta manera, los exaltados quedaron en mayoría y designaron una nueva Junta de Gobierno, que creó el Supremo Tribunal Judiciario, ordenó levantar cementerios alrededor de las ciudades; creó la provincia de Coquimbo; oficializó las relaciones con la Junta de Buenos Aires y otorgó la libertad de vientre (que declaraba la libertad de los esclavos nacidos en Chile y prohibía el ingreso de nuevos esclavos). Gobierno de José Miguel Carrera (1812-1813) El gobierno de Carrera se caracterizó por sus audaces reformas, cuya finalidad era preparar el camino de la Independencia. El ideario de los exaltados fue difundido en la Aurora de Chile, periódico dirigido por fray Camilo Henríquez, quien utilizaba el seudónimo de Quirino Lemachez. Durante el gobierno de Carrera se cumplió el anhelo de los criollos de tener una constitución, al dictarse el Reglamento Constitucional de 1812, que dejaba el poder Ejecutivo en una Junta de tres miembros, y el Legislativo en un Senado de siete integrantes. Además de la redacción del primer documento constitucional, el gobierno de Carrera realizó otras obras, tales como:

• El decreto que obligó a los conventos a crear escuelas primarias para niños y niñas.

• La creación de la primera bandera nacional, la cual tenía tres franjas horizontales de colores azul, blanco y amarillo.

• La libertad de imprenta, que luego se cambió por la censura previa.

A pesar de que durante el mandato de José Miguel Carrera el Reglamento Constitucional respetó la soberanía del rey Fernando VII, se estipuló que el monarca debía de acatar dicha constitución y que “ningún decreto, providencia u orden de cualquier autoridad o tribunales fuera del territorio de Chile tendría efecto alguno”. La reacción española La liberación de España dejó a Fernando VII nuevamente en el poder. El monarca no aceptó las reformas realizadas por los liberales, derogó la Constitución de Cádiz y gobernó en el más completo absolutismo. De este modo, dispuso de tropas y recursos que fueron enviados a los jefes españoles en América para la lucha contra los criollos. En enero de 1813, el virrey del Perú ordenó al brigadier Antonio Pareja poner orden en el reino de Chile, colocándolo al mando de un ejército de cuatro mil hombres reclutados en Chiloé y Valdivia.

aunque sin resultados definitivos. Pareja se encerró en Chillán, donde falleció tiempo después, sucediéndole en el mando Juan Francisco Sánchez, quien en octubre atacó por sorpresa a los patriotas acampados en El Roble, junto al río Itata. La confusión del bando patriota hacía presentir su completa derrota, pero O’Higgins consiguió reorganizar las tropas y rechazar el ataque, luego del cual la Junta reemplazó a Carrera por O’Higgins en la comandancia del ejército.

La Reconquista Española Este período significó una fuerte reacción absolutista de parte de España, que concluyó con el sometimiento de las colonias sublevadas.

Osorio se instaló en el poder el 9 de octubre de 1814, pero lamentablemente su mandato fue sobrepasado por Vicente San Bruno, comandante del Batallón de Talavera, quien estableció los Tribunales de Vindicación que determinaron el destierro de muchos patriotas a la isla de Juan Fernández. No corrieron mejor suerte los que huyeron a Mendoza o fueron encarcelados en Santiago, pues se les confiscaron y remataron sus bienes mientras permanecían presos. Asimismo, San Bruno participó en un sangriento hecho, en el cual simuló dejar abiertas las puertas de la cárcel con el único objeto de que los patriotas aprovecharan esta oportunidad para escapar. Afuera les aguardaba un pelotón de fusileros que acabó con sus vidas.

Osorio reabrió la Real Audiencia, posteriormente la Real Universidad de San Felipe, y eliminó las instituciones creadas por los patriotas.

En diciembre de 1815, Osorio fue destituido del cargo de gobernador, siendo reemplazado por Francisco Casimiro Marcó del Pont.

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El plan de San Martín El coronel José de San Martín era gobernador de Cuyo cuando los chilenos derrotados en Rancagua emigraron a Mendoza. Como San Martín necesitaba asegurar la independencia de Buenos Aires, hasta entonces amenazada por las tropas realistas ubicadas en Alto Perú, tenía planeado ayudar a la independencia de Chile. Para ello, pretendía armar un ejército para atacar el virreinato, y luego desalojar las fuerzas situadas en el altiplano.

Obtuvo apoyo del gobierno de Buenos Aires y simuló intenciones pacíficas ante Osorio. Además, liberó a los esclavos negros, con el compromiso de que se alistasen en sus tropas, e incorporó a los ciudadanos chilenos que habían emigrado con O’Higgins, así como a aquellos soldados de Carrera dispuestos a colaborar. Manuel Rodríguez Mientras organizaba el Ejército Libertador de los Andes, San Martín enviaba emisarios a Chile para mantener informados a los patriotas chilenos sobre lo que estaba ocurriendo al otro lado de la cordillera. Entre estos agentes destacaron Pedro Aldunate de Toro, nieto del Conde de la Conquista; el abogado Manuel Rodríguez y el arriero Justo Estay. De todos ellos, el que mayor popularidad alcanzó fue Rodríguez, que se convirtió en el personaje principal de un sinnúmero de leyendas heroicas. Batalla de Chacabuco La gran precisión con que San Martín organizó el movimiento de tropas desconcertó a los realistas, al mando de Rafael Maroto, quienes solo alcanzaron a reunir un número cercano a los 1.600 hombres, entre chilenos y españoles.

San Martín -que sabía que el ejército de Maroto solo estaba separado de los patriotas por la Cuesta de Chacabuco- ordenó que las divisiones cayeran sobre las fuerzas realistas. El 12 de febrero O’Higgins inició el combate, y la llegada de las filas de Soler consumó la derrota de los realistas.

El 14 de febrero, San Martín y O’Higgins fueron recibidos en Santiago, donde ingresaron triunfalmente, siendo alojados en la casa de Mateo de Toro Zambrano y Ureta, conocida ahora como la Casa Colorada. La aristocracia -que había convocado a un cabildo- nombró a San Martín director supremo; pero este rehusó dicha designación, con el argumento de que debía continuar la labor emancipadora, y propuso a O’Higgins para el cargo, lo que fue aceptado. Poco días después de asumir, O’Higgins envío a la isla de Juan Fernández al bergantín Aguila, para rescatar a los patriotas que habían sido apresados por San Bruno, y rápidamente se comenzó a organizar un ejército para enfrentar en Talcahuano las montoneras formadas por realistas, bandidos, indígenas y patriotas desertores. Otras de las primeras acciones de O’Higgins fueron la creación de un tribunal al cual los patriotas recurrían para recuperar los bienes perdidos; y el destierro del obispo José Rodríguez Zorrilla, junto a clérigos y frailes realistas. Consolidación de la independencia

Etapa final de la Independencia: la abdicación de O’Higgins

O’Higgins había sido designado como Director Supremo hasta la aprobación de una constitución. Este documento se aprobó en 1818, y en él quedó establecida la separación de los poderes del Estado. De este modo, el ejecutivo quedaba en manos de un Director Supremo; el legislativo a cargo de un Senado Conservador de cinco miembros; y el judicial, encabezado por un Supremo Tribunal Judiciario. En la práctica, O’Higgins ejerció los tres poderes, por lo que la aristocracia hizo saber su descontento. En 1822 se convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente. Pero el ministro José Antonio Rodríguez Aldea, intervino en la elección de constituyentes, logrando la aprobación de un proyecto donde se establecía que el Director Supremo ejercería seis años, pudiendo ser reelegido por cuatro más, lo que significaba que O’Higgins podía gobernar por otros diez años. En diciembre de 1822 se organizó un movimiento opositor -encabezado por Ramón Freire-, que no aceptaba la legitimidad de O’Higgins. Bajo la amenaza de una guerra civil, se logró convocar a un cabildo abierto. O’Higgins, que debía acudir, no lo hizo, y luego de recorrer los cuarteles para destituir a los oficiales partidarios de la rebelión, se arrepintió. Tras una reunión a puertas cerradas en el edificio del Tribunal del Consulado, renunció, autoexiliándose más tarde en Perú. El Cabildo designó una Junta de Gobierno que quedó integrada por Agustín Eyzaguirre, José Miguel Infante, Fernando Errázuriz y Mariano Egaña.

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O’Higgins y su obra Dentro de las principales obras del gobierno de Bernardo O’Higgins entre 1817 y 1821, destacan las siguientes:

• Creación de la Escuela Militar.

• Reapertura del Instituto y Biblioteca Nacional.

• Fundación del Liceo de La Serena.

• Transformación del basural de La Cañada en el hermoso paseo llamado Alameda de las Delicias.

• Creación del Cementerio General de Santiago, y de Disidentes en Valparaíso.

• Establecimiento del Mercado de Santiago.

• Abolición de los títulos de nobleza y los escudos de armas, que fueron reemplazados por la Legión al Mérito.

• Prohibición de las riñas de gallos.

• Creación de un sistema de correos entre Santiago y Valparaíso, y de diligencias para pasajeros.

• Creación del Hospital Militar y fomento para la aplicación de la vacuna.

• Reapertura de la Casa de Huérfanos.

• Creación del actual pabellón patrio y del escudo nacional, muy similar al actual.

• Fundación de las ciudades de Vicuña, San Bernardo y La Unión.

Fuente: “Historia de Chile”; Sergio Villalobos.