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13 LA INVASIÓN DE LOS ÁRABES Aunque los árabes arribaron a las cos- tas de la vieja Hispania en el 711, no fue hasta dos años después, en el 713, cuando conquistaron las tierras de lo que hoy es la Región de Murcia. Hay que hacer constar, a este respecto, que el más antiguo docu- mento hispano-árabe de que se tiene noti- cia, y cuyo texto se ha conservado hasta nosotros, se redactó y firmó justamente en una zona comprendida entre la entonces [1] inexistente ciudad de Murcia de hoy, y la vecina Orihuela, ya en la actual provincia de Alicante. Data de la primavera del año 713, y se trata del acuerdo de paz entre el caudillo árabe ‘Abdelaziz ben Mûsà y el conde cristiano Teodomiro, a la sazón gobernador de estas tierras, y que por cierto siguió siéndolo después al servicio de los musulmanes, aunque conservando su religión. Una antigua tradición preten- de que este tratado se rubricó en la actual Beniel, localidad murciana limítrofe con la provincia alicantina, que habría recibido su nombre de este hecho: banî-l- ‘ahd > Beniel (los hijos o descendientes del pacto), aunque hoy los filólogos no aceptan esta etimología, y piensan que deriva de banî Yahyà [2] . En cualquier caso, la tradición que sitúa en Beniel la firma del susodicho Tratado es muy antigua y no debe ser desechada con ligereza. Dado que los musulmanes llegaron a España en el año 711, es posible que escri- biesen textos de diversa índole ese año y el siguiente (tampoco muchos), pero no han quedado rastros ni noticias de ellos, por lo que este Tratado Abdelaziz-Teodomiro es el primero escrito en árabe de que se tiene constancia en la Península Ibérica, y muestra la utilización de la lengua arábiga en lo que a partir de ese momento comen- zaría a llamarse Al-Ándalus. El Pacto nos ha llegado en tres versiones, o cuatro si aceptamos las consideraciones del profe- sor Emilio Molina López [3] , que incluye la de Al-Gharnâtí. Estas versiones corres- ponden a los siguientes autores: * Al-‘Udhrí ( ), del siglo XI * Al-Dabbí ( ), siglo XII * Al-Himyarí ( ), de finales del siglo XIV y comienzos del XV. * Muhámmad Al-Gharnâtí ( ), del siglo XV, cuya versión está incluida en su comentario a la Casida Maqsûra de Hâzim Al-Qartâyanní. En realidad todas las versiones coinci- den en lo fundamental, y sólo hay dis- crepancias relevantes a la hora de deter- minar los nombres de las siete ciudades que integraban el distrito objeto del acuer- do de paz. Señalemos que este territorio fue conocido por los árabes a partir de ese momento como “Cora de Tudmir” , o sea, la Región de Teodomiro, en honor del conde cristiano. He aquí el Tratado en la versión de Al- Dabbí: INFLUENCIA DE LA LENGUA ÁRABE EN EL DIALECTO MURCIANO José Emilio Iniesta González Yacimiento arqueológico del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete).

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LA INVASIÓN DE LOS ÁRABESAunque los árabes arribaron a las cos-

tas de la vieja Hispania en el 711, no fuehasta dos años después, en el 713, cuandoconquistaron las tierras de lo que hoy es laRegión de Murcia. Hay que hacer constar,a este respecto, que el más antiguo docu-mento hispano-árabe de que se tiene noti-cia, y cuyo texto se ha conservado hastanosotros, se redactó y firmó justamente enuna zona comprendida entre la entonces[1]

inexistente ciudad de Murcia de hoy, y lavecina Orihuela, ya en la actual provinciade Alicante. Data de la primavera del año713, y se trata del acuerdo de paz entre elcaudillo árabe ‘Abdelaziz ben Mûsà y elconde cristiano Teodomiro, a la sazóngobernador de estas tierras, y que porcierto siguió siéndolo después al serviciode los musulmanes, aunque conservandosu religión. Una antigua tradición preten-de que este tratado se rubricó en la actualBeniel, localidad murciana limítrofe con laprovincia alicantina, que habría recibidosu nombre de este hecho: banî-l-‘ahd > Beniel (los hijos o descendientes delpacto), aunque hoy los filólogos no aceptanesta etimología, y piensan que deriva de

banî Yahyà[2]. En cualquier caso, latradición que sitúa en Beniel la firma delsusodicho Tratado es muy antigua y nodebe ser desechada con ligereza.

Dado que los musulmanes llegaron aEspaña en el año 711, es posible que escri-biesen textos de diversa índole ese año y elsiguiente (tampoco muchos), pero no hanquedado rastros ni noticias de ellos, por loque este Tratado Abdelaziz-Teodomiro esel primero escrito en árabe de que se tieneconstancia en la Península Ibérica, ymuestra la utilización de la lengua arábigaen lo que a partir de ese momento comen-zaría a llamarse Al-Ándalus. El Pacto nosha llegado en tres versiones, o cuatro siaceptamos las consideraciones del profe-

sor Emilio Molina López[3], que incluye lade Al-Gharnâtí. Estas versiones corres-ponden a los siguientes autores:

* Al-‘Udhrí ( ), del siglo XI* Al-Dabbí ( ), siglo XII* Al-Himyarí ( ), de finales del siglo

XIV y comienzos del XV.* Muhámmad Al-Gharnâtí ( ),

del siglo XV, cuya versión está incluida ensu comentario a la Casida Maqsûra deHâzim Al-Qartâyanní.

En realidad todas las versiones coinci-den en lo fundamental, y sólo hay dis-crepancias relevantes a la hora de deter-minar los nombres de las siete ciudadesque integraban el distrito objeto del acuer-do de paz. Señalemos que este territoriofue conocido por los árabes a partir de esemomento como “Cora de Tudmir” ,o sea, la Región de Teodomiro, en honordel conde cristiano.

He aquí el Tratado en la versión de Al-Dabbí:

INFLUENCIA DE LA LENGUA ÁRABE EN EL DIALECTO MURCIANO

José Emilio Iniesta González

Yacimiento arqueológico del Tolmo de Minateda(Hellín, Albacete).

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En el nombre de Alá, el Clemente, elMisericordioso.

Escrito de Abd-al-Azîz ben Mûsa benNusayr a Todmir ben Gabdûsh, al que con-cede la paz así como la paz de Alá y sugarantía, y la paz de su Profeta (sobre élla bendición). Que no lo atacará ni lo apar-tará de sus partidarios ni lo relegará, ni loprivará de su poder y sus bienes. Que ellos–sus súbditos– no serán asesinados niinjuriados, ni se les separará de sus hijos.Que no los maltratarán ni coaccionaránen su religión, ni les quitarán sus posesio-nes. Y les garantizamos su seguridad acambio de la entrega de siete ciudades:Awriwala (Orihuela) y Balantala (¿Va-léntula?) y Laqant (Alicante) y Mûla(Mula) y Biqasra (Begastri) y Ayuh (Eyo[4])y Lûraqa (Lorca). Él no dará hospitalidadal que hayamos aprisionado o al que denosotros huya; no amenazará al que connosotros vaya por el camino recto, y noocultará noticias del enemigo que él sepa.Sus compañeros y él deberán (pagar) undinar al año[5], cuatro "kist" de mosto coci-do, cuatro de vinagre, dos de miel y dos deaceite. Por el esclavo, la mitad de esto.

Lo firmaron como testigos ‘Uthmân benAbí ‘Abdat-el-Qurayshí y Habîb ben Abí‘Abîda... Ben Maysra Al-Fahmí y AbúQa´im Al-Hadhlí.

Escrito en Rayab del año 94 (Abril del713) .

Hemos elegido la versión de Al-Dabbí,a pesar de no ser la más antigua (tal honor,evidentemente, correspondería a la de Al-‘Udhrí), por varios motivos. En primerlugar, el manuscrito de Al-Dabbí se con-serva en la Biblioteca del Escorial (folio 84del manuscrito 1676), lo que lo convierteen la versión más estudiada por arabistase historiadores españoles, y tal vez la másdifundida en nuestro país, pues desde quelo tradujera en el siglo XVIII Miguel Casiri,monje maronita libanés, numerosos erudi-tos han analizado el texto: Codera, Ribera,Dozy, Gaspar Remiro, etc. Como nosrecuerda Anwar G. Chejne, Al-Dabbí nació

en una localidad al oeste de Lorca, quizásno muy alejada de ella (posiblemente VélezRubio, que por entonces pertenecía a lamisma demarcación que Lorca y Murcia),y en cualquier caso residió gran parte desu vida en Murcia, ciudad muy vinculadaal tratado, aunque aún no existiese todavíacomo tal en el 713. Allí pudo conocer Al-Dabbí bien el original, o más proba-blemente una copia exacta y fidedigna delmismo.

PROCESO DE ARABIZACIÓNSuele decirse que en las conquistas el

pueblo vencido siempre aprende la lenguadel invasor en un periodo de tiempo más omenos corto, según las circunstancias, yllega a olvidar la lengua propia, o la relegaa los registros lingüísticos más bajos, y elloaun en el supuesto de que en ningún mo-mento los conquistadores impongan suidioma por la fuerza. Pero siendo esto cier-to en la mayoría de los casos, conocemosnotorias excepciones. Los griegos, venci-dos y dominados por Roma, jamás sustitu-yeron su lengua por el latín, sino que, porel contrario, fueron los romanos quienesadoptaron y usaron muchas palabras grie-gas, e imitaron e hicieron propias numero-sas costumbres helenas. Los visigodos,miembros de un pueblo bárbaro que con-quistó Hispania en el siglo V, olvidaron sulengua para hablar el latín vulgar de loshispano-romanos a los que ellos sojuzg-ban. Aunque en ambos casos hay queseñalar la gran superioridad cultural de losconquistados respecto de sus conquistado-res, lo que desde luego no ocurrió en lasituación generada tras el 711.

En el caso de Hispania / Al-Ándalusseñalaremos que, según algunos autores,la islamización religiosa de buena parte dela población autóctona fue mucho másrápida que la arabización lingüística.Incluso desde el punto de vista demográfi-co, los conquistadores musulmanes (notodos árabes, pues abundaban bereberespoco arabizados) no debían de superar el

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15% a finales del siglo VIII según las esti-maciones de E. Molina López. Sin em-bargo, aunque lentamente, la lengua árabefue difundiéndose en la España Islámicade forma progresiva, viéndose estimuladapor los siguientes factores:

a) Matrimonios o uniones mixtas: comoes sabido, los árabes y bereberes que fue-ron llegando a la Península Ibérica eran ensu mayoría varones en edad de procrear,que casaron con mujeres autóctonas, con-versas o no al Islam: es de suponer que sushijos, primera generación de musulmanesnacidos en al-Ándalus, serían arabo-par-lantes, con independencia de que com-prendiesen y hasta utilizaran también elnaciente romance andalusí (lengua fami-liar de los cristianos o mozárabes pero asímismo de los muladíes, o sea, hispanosconversos al Islamismo); los hispano-ára-bes contrajeron matrimonio a su vez congentes del país, realizando un notoriomestizaje a la vez que extendiendo la len-gua arábiga.

b) El árabe es la lengua del Islam, puesel Corán, libro sagrado de los musulma-nes, está compuesto en dicha lengua. Laislamización contribuyó a afianzar elempleo del árabe, su enseñanza en“madrazas” asociadas a mezquitas, asícomo el aprendizaje del alifato.

c) El idioma arábigo tuvo, desde elprincipio de la conquista, la consideraciónde lengua oficial, como hemos visto tantopor el Tratado de Tudmir como por la acu-ñación de moneda; la primera es del 716:

en una cara viene la inscripción SPANIA, yen la otra (AL-ÁNDALUS en caracte-res arábigos). Además Simonet cita unasupuesta disposición de Hisham I, en 790,ordenando que los cristianos cordobesesrecibiesen obligatoriamente enseñanza enárabe. Lo cierto es que la algarabía seafianzará pronto como lengua de cultura,relegando al latín a un plano muy secun-dario en los territorios de Al-Ándalus.Hacia mediados del siglo IX, Álvaro deCórdoba se quejaba de que los jóvenesmozárabes preferían aprender árabe adominar el latín.

d) El uso del árabe reportaba innume-rables ventajas a los mercaderes hispanosen su propósito de comerciar con Oriente.Si el latín fue siglos atrás, en época roma-na, el idioma en que se entendían todos losmarinos y comerciantes del Mediterráneo,aunque no fuese esa su lengua materna, elárabe vino a ser, durante un largo trechode la Edad Media, idioma mercantil porexcelencia. Y no hay que olvidar la enormeimportancia que adquirió la RepúblicaComercial de Pechina, heredada despuéspor Almería, y la proximidad de ambas aMurcia. (Hoy, en los zocos de cualquier

Fortaleza islámica deLorca, Murcia.Aledo, Murcia.

El territorio de Tudmir, a través de las distintas ver-siones del Pacto de Tudmir observadas.

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ciudad árabe –como Marrakech, El Cairo,Fez, Túnez, etc.– encontramos vendedorescapaces de hablar o chapurrear varias len-guas, a veces con notable soltura).

En el caso concreto de Murcia va a serdecisivo el asentamiento en esa comarcade un numeroso contingente de sirios yegipcios, que habían venido a Al-Ándalusa las órdenes de Balch hacia el 741. Losegipcios buscaron zonas de huerta próxi-mas al Segura (que de algún modo lesrecordaran las orillas del Nilo)[6], mientrasque los sirios eligieron zonas urbanas. Aestos grupos árabes hay que unir losyemeníes, también relativamente numero-sos, y que van a alcanzar importancia ynotoriedad en la región a comienzos delsiglo IX. De las uniones de estos árabescon mujeres autóctonas nos ha quedado lanoticia, bien significativa, de cómo el noblesirio ‘Abd-al-Yabar casó con la hija menorde Teodomiro, dando lugar a uno de losmás ilustres linajes musulmanes de Tud-mir. Las crónicas sólo mencionan algunasde esas “bodas principescas” (como la dela reina Egilona, viuda de Don Rodrigo,con ‘Abdelaziz ben Mûsà), pero es de creerque hubo muchísimas más, y que ésa fuela norma general en aquellos tiempos.

BILINGÜISMO Y DISGLOSIA ÁRABE-ROMANCE

En las ciudades “antiguas”, o sea, ante-riores al advenimiento del Islam, comoLorca u Orihuela, la población autóctona,islamizada o no, seguiría hablando elromance hispánico fruto de la descompo-sición del latín, aunque manteniéndolo enun registro muy bajo. Pero la ciudad deMurcia fue fundada en 825, según unos, oel 832, según otros, como una medinaárabe-islámica de nueva planta, sustitu-yendo a la levantisca y un tanto misteriosaEyo. Murcia acaparó desde su creaciónfunciones militares y administrativas, porlo que en ella la lengua árabe debió de serla predominante desde los primerosmomentos, a pesar de lo cual el romance

andalusí debió de oponer cierta resistenciaa su desaparición y llegó a pervivir en latoponimia: y así, el nombre que los árabespusieron en un principio a la ciudad deMurcia fue “Tadmir” , tanto en home-naje a Teodomiro (pronunciado Tudmir oTodmir por los árabes), como a la ciudadde Tadmor (Palmira), de grata resonanciaa los sirios. Sin embargo, según al-Yaqût,predominó el nombre anterior, “Múrsiya”( )[7], quizás el topónimo del paraje ocaserío sobre el que se edifica la medina.Lo que no está claro es si nos hallamosante un topónimo latino, como asegura,entre otros, Robert Pocklington, o un ara-bismo (de la raíz r·s·y ), en cuyo casoMúrsiya / Murcia significaría “embarcade-ro”[8], quizá por un puente de barcas quepermitía pasar el río. Otro caso de pervi-vencia de una toponimia romance (omozárabe, si se prefiere) es el de Mon-teagudo (Muntaqût).

En un documento citado por PierreGuichard[9] se cuenta cómo unos rebeldesde la región de Todmir se rinden a las tro-pas del emir omeya, a finales del siglo IX,pidiéndoles el “aman” en lengua romance.Y en el prólogo de una de sus obras lexico-gráficas, el genial Ibn Sîda de Murcia selamentaba de los posibles errores quepudiera cometer al vivir en un ambienteen el que no se empleaba correctamente elárabe. Esta cita ha sido esgrimida nume-rosas veces como una prueba de la granvitalidad de la lengua mozárabe (romaceandalusí de raíz latina) en las tierras deMurcia y Denia, en las que el gramáticociego pasó gran parte de su vida. Pero hoyalgunas opiniones, como la de Dolors Bra-mon, recogidas por Pierre Guichard, cues-tionan esta interpretación: Ibn Sîda serefería a los errores cometidos al hablarárabe por hablantes que no eran origina-rios de la Península Arábiga, como eslavos(abundantes en Denia), bereberes, etc.[10]

Debemos advertir que la lengua árabees extremadamente compleja por el pro-blema de disglosia que arrastra desde

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hace siglos, desde la misma época de laconquista de Al-Ándalus o incluso antes,como señala Federico Corriente[11]: frente aunas hablas conservadoras, apoyadas enel registro más alto (el árabe coránico o“literal”), los conquistadores extendierontambién dialectos del neo-árabe, precur-sores del árabe vulgar actual, muy frag-mentado en dialectos, y que fueron yaentonces, como son ahora, predominantesen el habla coloquial y familiar. Según A.G. Chejne, “la lengua arábiga estaba en uncambio constante en la época de la con-quista de Al-Ándalus (...), y es dudoso quelos conquistadores árabes y bereberestuviesen una uniformidad lingüística, aun-que no existe razón para dudar que todosellos eran musulmanes y hablaban algúntipo de árabe”.

Es decir, que, sin negar las interferen-cias que pudiera haber entre el romanceandalusí (llamado “mozárabe”) y la propialengua arábiga, ésta se hallaba inmersa enla ya sempiterna disglosia árabe culto /árabe vulgar dialectalizado, lo que suponeuna situación lingüística lo suficientemen-te compleja como para justificar las pala-bras de Ibn Sîda. Por lo demás, F. Corrien-te afirma que a partir del XI el uso del“mozárabe” era muy restringido, y cabehablar sólo de bolsas de bilingüismo mera-mente residuales. Pero este último autor síconcede mucha importancia a la presenciade yemeníes en Al-Ándalus, y cree más

que probable una gran influencia de lasformas lingüísticas sudarábigas. Es aquídonde debemos considerar que en el casode la modalidad de árabe hablado en Mur-cia no sólo influyeron los colonizadoressirios y egipcios, sino que tenemos queconsignar la importancia de los yemeníes,relativamente numerosos, activos y capa-ces de polarizar alrededor a buena partede la población autóctona en periodo tantemprano como principios del siglo IX[12].

CARACTERÍSTICAS DEL ÁRABEHABLADO EN LA CORA DE TODMIR

Arnald Steiger aseguraba que la Corade Turmîr en general, y la Huerta o Fahsde Murcia en particular, se apartan de lasrestantes regiones islamizadas por elnúmero y la gravedad de sus elementosárabes peculiares[13]. Continúa el insignearabista constatando que esa nota diferen-cial se percibe no sólo al leer las compila-ciones antiguas, sino incluso en el Vocabu-lario panocho moderno (dialecto murcia-no). Pocas faenas me ocasionarían mayorfruición que entrar con la lupa en esteterreno dialectal. Más adelante declaraSteiger que le hubiese gustado escribir una“Historia lingüística de la Murcia musul-mana”[14]; quede constancia aquí de estepropósito para dar idea de la importanciaque el insigne sabio concedió a la tipologíadel árabe mursí. Y, en efecto, del estudioque el autor hace de unos topónimos y ara-bismos medievales, recogidos en docu-mentos murcianos del siglo XIII, apareceninfluencias del dialecto sirio (Aljucer < al-yusayr), alguna voz de procedencia acadiaincrustada en el árabe del Mashreq (jay-zurân), así como alguna coincidencia conel dialecto magrebí (alfaba, habba –consentido de unidad de superficie o capaci-dad– y la correspondencia de esta últimapalabra con el arábigo-beréber l’habt).

A todos estos elementos ya citados(sirios, egipcios y yemenitas) habría quesumar, sobre a partir del siglo XI, la pre-sencia en tierras murcianas de bereberesvenidos del Magreb. Tal vez no fueran tan

Despoblado islámico de Siyasa, Cieza, Murcia.

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numerosos como los pueblos antes men-cionados, pero debieron de dejar un huellaimportante, pues fundaron algunas pobla-ciones, cosa evidente a juzgar por la topo-nimia: Zeneta (fundada por guerreros dela tribu de los “zanâta” o cenetes[15]); Cehe-gín (la antigua Sanhâyín, fundada cerca deBegastri o Biqasra por los “sanhâya”,enemigos de los bulliciosos “zanâta”); yhasta cabe la posibilidad de que Javalí,localidad próxima a Alcantarilla, fuese ori-ginalmente un poblamiento de los “ye-balí”, o sea, montañeses del Rif. Aunqueesos bereberes viniesen arabizados (o enavanzado proceso de arabización), nopodemos dudar de la influencia substrá-tica que ejercerían en su habla las lenguasbereberes, especialmente el “shilha” y el“tamazegh”.

Un análisis somero, y por desgraciameramente superficial, de éstos y otrosarabismos, nos permite rastrear hastadonde nos es posible algunos rasgos foné-ticos y fonológicos del árabe popular habla-do en Murcia:

Imela de primer grado: â larga, enposición libre, se cierra en e: al-yabbâsa > algebeça. Pero no suele produ-cirse en entornos nasales, velares o larin-gales ( rishaqa > arrixaca, etc.). Exis-te el grado máximo de imela (â > i) sólo enun reducido número de palabras, proba-bles mudejarismos tomados quizás delárabe granadino: az-zakât > asequí(un tipo de impuesto).

El diptongo aw reducido a o e incluso au: dawla > dula (turno de riego).

El diptongo ay, en cambio, presentabavarias soluciones: mantenimiento (algai-dón), paso al diptongo ei (Albudeite), yreducción a e ( luwayha > leja).

La consonante q no solía sonorizar,sino que por lo general mantenía el timbreque le es propio (velar fricativo sordo), oen todo caso adquiría el de la k: zuqâq> zucaque o azucaque. Hay, no obstante,ejemplos de sonorización en g suave (

al-hábaqa > alhábega), pero FedericoCorriente explica que ése es un fenómenopropio ya del romance.

La ‘ayn ( ) desaparecía en los regis-tros más populares, provocando algunosdiptongos antes inexistentes ( an-nâ’ûra > annaura > añora o ñora), aunqueen algún caso pudo convertirse en g (al-‘amîqa > Algameca (“la profunda”, porser la rada más profunda del puerto deCartagena).

Ahora bien, todas estas característicasy cambios son habituales en el árabehispánico[16], por lo que la pronunciación

Complejo fortificado de Monteagudo (Murcia).

Castillo de Mula. Murcia.

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del habla mursí, a lo que parece, no debióde presentar diferencias de la del resto deal-Ándalus.

ESPLENDOR DE LA LENGUA ARÁBIGAEN LA CORA DE TODMIR

Del extraordinario desarrollo queadquirió el cultivo de la lengua árabe entierras de Murcia dan buena fe sus intelec-tuales, en especial sus escritores, entre losque destacan las figuras insignes deMuhámmad ben Mâlik, Ibn Wahbún, Saf-wán ben Idrís, Yahyà ben Múchbar, Al-Buqayra o Ibn Arabí, a los que podemosañadir otros nacidos en la Región, y quevivieron en madina Múrsiya (o tuvieronestrecho contacto con ella), como IbnSabín, Al-Raqutí, Al-Dabbí, Ibn Al-Hâyy oAl-Qartayanni, o “murcianos de adopción”como el fascinante Ibn ‘Ammar.

Pero hay un capítulo tan destacablecomo el que acabo de mencionar, y es el delos estudios gramaticales. Si todas las ciu-dades andalusíes fueron centros de estu-dios lingüísticos, algunas destacaronsobremanera, y nadie puede negar queMurcia alcanzó en este terreno un floreci-miento que la sitúa en el grupo de cabeza.Debemos decir que el despertar cultural deMurcia es relativamente tardío, pues hasta

el siglo XI la ciudad apenas cuenta en elpanorama de letras y ciencias andalusíes.Incluso dentro de la Cora de Todmir, Lorcamanifestó una actividad cultural más tem-prana que la de la propia capital, tal vezpor su mayor relación con Almería. Peroen los últimos años del Califato, y sobretodo a partir de la descomposición de éste,Murcia y su región comienzan un desarro-llo imparable en el terreno de la literatura,las humanidades y las ciencias.

El interés de los intelectuales por la filo-logía era lógico. Habiendo sido el Coráncompuesto en árabe, era menester dominartodos los secretos de dicha lengua, el signi-ficado de las palabras y los mecanismosinternos de morfología y sintaxis, a fin decomprender nítidamente el mensaje coráni-co, sin asomo de herejía o error. Además,durante la Edad Media, el árabe se consoli-da como un gran idioma trasmisor de lavieja filosofía griega, e instrumento de nue-vas formas y corrientes de pensamiento, loque ofrecía otra buena razón para conocersus complejidades e infinitos matices. Y noolvidemos que la poesía árabe esextremadamente codificada, y a partir de laraíz de cada uno de los vocablos (con lexe-mas trilíteros en la mayoría de los casos),los poetas creaban sorprendentes asociacio-nes de palabras e ideas, que sólo podíanpercibir quienes poseían un profundo domi-nio de la gramática y la semántica árabes.

De la gran cantidad de sabios murcia-nos de que nos hablan las fuentes[17], lagramática ocupa el segundo lugar en loque a sus estudios se refiere, en igualdadcon las investigaciones de los tradicionis-tas, y ambas se sitúan a poca distancia dela genealogía, aunque hay que advertirque casi todos los intelectuales dominaronmás de una disciplina. La lista de filólogosmurcianos sería larga (Ibn Mayghal, loshermanos Ibn Tasmil, al-Qirbilyaní, al-Balbí, Ibn Daysam, etc.), sin olvidarnos degramáticos de otras ciudades de la taifa,como el sabio lorquino apodado ‘Ilmu-d-dîn, “ciencia de la religión”, que además

Castillo de Alhama. Murcia.

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de gramático fue un hombre versadísimoen teología y filosofía, y un musulmán pia-dosísismo. Además, la brillantez de losestudios filológicos en la Murcia islámicaatrajo a gramáticos de otras tierras, comoel zaragozano Al-Yazzâr. Pero sin duda lafigura más excelsa en este terreno fue ladel murciano Ibn Sîda , consideradoel mejor lexicógrafo de Al-Ándalus.

Abû-l-Hasan ‘Alí ben Ismâ’il ben Sîdanació en Murcia hacia 1006 ó 1007. Lasfuentes dicen de él que “era ciego e hijo deciego”[18]. Por cierto que su padre, Ismâ’ilben Sîda, que fue discípulo del sabio Al-Zubaydí, lo instruyó en las ciencias de lalengua. Recibió gran parte de su formaciónacadémica en Murcia, y aunque algunasfuentes aseguran que completó sus estu-dios en Córdoba (Gonzalo Matilla Séiquer[19]

lo supone formando parte del grupo de“estetas de Córdoba”), otros autores dicenque continuó en Murcia, en donde recibiólecciones de Al-Talamanqí, entre otrosmaestros ilustres. Impartió después IbnSîda sus enseñanzas en Murcia y otras ciu-dades hasta por fin recalar en Denia, endonde, bajo la protección del sultán Muyâ-hid ben ‘Abd-Al·lâh al-‘Âmirí, desempeñóuna intensa labor docente e intelectual.Murió en Denia el 25 de Rabi’ al-thâni del458 de la hégira, correspondiente al 26 deMarzo de 1066, a punto de cumplir lossesenta años de edad, según testimonio deIbn Jaqân[20]. En su larga y fructífera estan-cia daniense entró Ibn Sîda en contacto conotros intelectuales de gran valía (el sultánMuyâhid al-‘Âmirí, de origen eslavo, a pe-sar de su fama de pirata, amaba la poesíay la cultura, y supo rodearse de algunos delos sabios más brillantes de su siglo), ydebió de conocer allí el extraordinario tra-tado gramatical de Sîbawayhi, en el que,entre otras cosas, se detalla minuciosa-mente la fonética de la lengua arábiga.

Dos son las grandes obras lexicográficasde Ibn Sîda, compuestas ambas quizás ainstancias del emir de Denia: “Al-Muhkam”(el pefecto libro) y “Al-kitâb al-mujassas” (el

libro clasificado). El primero fue un diccio-nario ideológico de rara perfección para suépoca, de ahí su nombre, pero la máximagloria de Ibn Sîda fue componer “Al-Mujas-sas”, un compendio lexicográfico que sub-sanaba las lagunas que el ciego murcianohabía observado en los glosarios que hastaentonces habían circulado. La obra estáestructurada en cinco secciones:

1. El hombre y los distintos aspectos desu existencia.

2. Los animales.3. Los reinos vegetal y mineral.4. El hombre en sociedad: las diferen-

tes clases de sociedades creadas por el serhumano.

5. La gramática (y especialmente lamorfología).

Ibn Sîda creó esta colosal obra filológi-ca cuando en la aún balbuceante Europacristiana se escribían unos toscos glosariosque, a buen seguro, el argentino Borgeshubiese tildado de “rudos y menestero-sos”. Tampoco deberíamos olvidar, porotro lado, que Ibn Sîda fue un magníficopoeta, elogioso con quienes eran dignos desu admiración, como su protector, el emirde Denia, pero también ácido con otrosreyes de taifas, cuyas costumbres censuró(Ibn Sîda, hombre muy recto y conserva-dor en lo referente a la moral, reprochó lapederastia de varios reyezuelos de laépoca). Y de la perfección que alcanzó lalengua árabe escrita entre los escritoresandalusíes en general, y murcianos enparticular, da idea la extraordinaria obrade escritores tan excelsos como Safwân

Castillo de Jumilla, Murcia.

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ben Idrîs, Al-Muchbar, Ibn ‘Arabí,Muhámmad ben al-Mâlik, Ya‘far ben al-Hayy, o el desengañado Abû Ya‘far Ahmadben Waddâh llamado “al-Buqayra” ( ),a quien pertenece este bellísimo dístico:

Me asombra la ingratitud del arco, //que no es leal con las palomas del soto.

Antes, cuando era rama, fue su amigo;ahora que es arco, las persigue. //

¡Tales son las vicisitudes de los tiem-pos![21]

LA CONQUISTA CRISTIANA1266 marca la definitiva conquista de

Murcia por los cristianos. A partir de esemomento comienza la decadencia de lalengua árabe hasta entonces hablada en laciudad y su región. Emigrarán los escrito-res y hombres del saber que todavía no lohabían hecho, y ello a pesar de los esfuer-zos de Alfonso X el Sabio por retenerlos,ofreciéndoles honores y bienes, y de suintento de crear una Universidad en Mur-cia, cuya lengua de enseñanza funda-mental fuese el árabe. Pero el arábigo que-dará relegado en poco tiempo a la condi-ción de lengua fundamentalmente oral,idioma familiar y coloquial, casi por com-pleto desligado del uso literario que segui-rá teniendo en el reino musulmán de Gra-nada, y aislado de las corrientes culturalesorientales. Pero se constata que el árabesiguió hablándose en Murcia, tanto poraquellos musulmanes que en ella per-manecieron, como incluso por algunosconversos al cristianismo. Imaginamospara el árabe mudéjar parecidas circuns-tancias a las sufridas por el mozárabe (oromance andalusí), o incluso por el judeo-español o ladino, aún hablado en algunascomunidades sefardíes: idioma de casa,poco escrito, estancado en su evolución(como congelado en un conservadurismo aultranza), y con incrustaciones de la len-gua mayoritaria, que en este caso será elcastellano.

No obstante todo lo anterior, tenemosconstancia de que en 1379 un intelectualmurciano llamado Ibn Yabir al-Hawwarifue alumno en Egipto del gran Abû Hayyânal-Gharnâtí, por lo que podríamos suponerque hubo en Murcia una actividad culturalmínima, aunque fuese de carácter mera-mente residual (acaso Ibn Yabir completasesus estudios en Granada antes de dar elgran salto al país del Nilo). Sin embargohacemos constar cómo la presencia de mu-déjares se reduce a la mínima expresión enlas ciudades del Reino de Murcia (Lorca,Cartagena o Mula, además de la propiacapital), pues prefieren instalarse en elcampo o la huerta (los que no emigran a tie-rras musulmanas, claro), y sobre todo pue-blan las villas del Valle de Ricote, al ampa-ro de comendadores y caballeros de laOrden de Santiago. En la ciudad de Murcia,por ejemplo, los mudéjares no eran más de300 a finales del siglo XIV, cifra que sehabía reducido a poco más de 20 hacia1465 debido a la emigración y a una terri-ble epidemia de peste (y, quizás, a que sehubiesen producido conversiones al cris-tianismo), aunque en la huerta vivían dis-persos casi mil individuos de religiónmusulmana; en cambio la judería de la ciu-dad contaba con más de 1600 personas(para una población total que apenas llega-ría a los 10.000 en total). A comienzos delsiglo XVII, en cambio, vivían en la ciudad deMurcia unos 800 moriscos granadinos (másunos 100 en la huerta), y unos 600 moris-

cos autóctonos mur-cianos se repartíanentre la ciudad (losmenos) y la huerta.A partir de 1502 losmudéjares seránobligados a conver-tirse al cristianis-mo, y se les prohíbela utilización de sulengua propia, elárabe[22]. Se trans-formarán, pues, enmoriscos: cristia-

Libro del repartimientode las tierras y otras mer-cedes a los conquistado-res y pobladores del reinode Murcia.

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nos por fuera pero en muchos casos aúnapegados al islamismo en la intimidad desus hogares. Hasta entonces no se habíandictado medidas verdaderamente represi-vas contra ese idioma. Desde luego en elsiglo XIV la lengua arábiga gozaba de vita-lidad entre los mudéjares de bastantescomarcas, y era apreciada por los escrito-res cristianos. Don Juan Manuel, sobrinode Alfonso X y personaje muy vinculado alReino de Murcia, como su ilustre tío,incrusta algunas frases arábigas en suscuentos del “Conde Lucanor”, y el Arci-preste de Hita prodiga innumerables ara-bismos en su “Libro de Buen Amor”, e in-cluso basa en el árabe la comicidad de unepisodio: la conversación entre Trota-conventos y la Dama Mora. En las regionesen que nació y vivió el Arcipreste (Alcaláde Henares, Hita, Guadalajara) abunda-ban en aquella época los mudéjares, ytambién los cristianos nuevos con antepa-sados mudéjares[23]. Parece como si JuanRuiz hubiese escrito algunos episodiospara un público mixto, formado por mudé-jares (hablantes del arábigo pero a la vezbuenos conocedores del castellano) y cris-tianos a quienes “sonarían” como familia-res no pocas expresiones en arábigo. (Delmismo modo que hoy, incluso quienes no

han estudiado inglés son capaces de reco-nocer y entender expresiones muy senci-llas en dicha lengua, como I love you; myname is Joseph; do you speak english?,etc.) Por lo demás, el registro constatadopor el Arcipreste es el popular: las nedrí =no entiendo; le gualá! = ¡no, por Dios!;amxí, amxí = ¡vete, vete!, etc.[24] Imagina-mos que los mudéjares murcianos deaquella época, a comienzos del segundotercio del siglo XIV, se expresarían de unaforma muy semejante.

LA CUESTIÓN MORISCAEntre 1609 y 1614, la mayoría de los

moriscos fueron expulsados de España ainiciativa del Duque de Lerma, valido deFelipe III. Los moriscos murcianos, porcierto, serán los últimos en marchar(Enero-Febrero de 1614). Afirma María J.Vigueras[25] que en vísperas del destierrosólo los moriscos granadinos y del sur delReino de Valencia hablaban aún la algara-bía, mientras que en Castilla y Aragón esalengua ya se había perdido completamen-te (aunque Cervantes, hacia 1600, asegu-raba que en Toledo no era difícil encon-trar moriscos que supieran hablar, leer yescribir la algarabía). Ahora bien, los mo-riscos murcianos se hallaban situadosgeográficamente entre los de Granada ylos del sur de Valencia, por lo que cabesuponer la persistencia de la algarabía enalgunos de sus núcleos, un árabe cada vezmás precario, empobrecido y reducido ausos coloquiales.

La composición de la población moris-

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Castillo de los Peñascales (Ricote, Murcia).

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ca en Murcia era compleja. El grupo másnumeroso lo formaban los moriscos mur-cianos, los autóctonos, a quienes se siguióllamando “mudéjares”, y que hacia 1613eran algo más de 16.000[26]. Se dedicabanfundamentalmente a la agricultura y apequeños oficios. No se repartían unifor-memente por la Región: se concentrabanen el Valle de Ricote, comarca de Mula(sobre todo en Pliego, Albudeite y La Pue-bla, pero no en la propia Mula, donde sólovivían cristianos viejos), y además en lasvillas de Fortuna y Abanilla: en todos estoslugares llegaban a alcanzar más del 80 %de la población total. En el resto de laRegión eran minoría. Su grado de integra-ción oscilaba: los de Pliego estaban muyintegrados, y se habían producido matri-monios mixtos; en cambio los de Blancafueron considerados por la Iglesia como“los moriscos de peor calidad”.

Otro grupo, menos numeroso peroimportante, era el formado por los moriscosgranadinos, llamados simplemente “moris-cos”. Habían llegado a tierras murcianasdeportados o en calidad de esclavos a con-secuencia de la Guerra de las Alpujarras. Secalcula su número en unos 6000 ó 6500 envísperas de su destierro. Se les instaló sobretodo en las ciudades de Murcia, Cartagena yLorca, en las que los moriscos autóctonoseran una pequeña minoría, a fin de evitar elcontacto entre unos y otros. Así, en la propiaMurcia los “mudéjares” apenas sobrepasa-ban el medio millar mientras que los grana-dinos eran más del doble. Trabajaban en laindustria sedera, la arriería y diversos ofi-cios manuales, y es evidente que en la Huer-

ta de Murcia, como en otros muchos lugaresde dentro y fuera de la Región, dejaron pala-bras relacionadas con esas actividades.

Los moriscos granadinos hablaban laalgarabía entre ellos, a pesar de las prohi-biciones (incumplidas muchas veces), y fue-ron reacios a la asimilación cultural. Lasituación de los moriscos murcianos debióde ser diversa según los casos: es casi segu-ro que habrían perdido la lengua árabe enlugares en los que eran una exigua minoría,y también donde vivían dispersos o muy vi-gilados, o en los que la integración estabamuy avanzada, como es el caso de Pliego,pues sabemos documentalmente que endicha localidad los moriscos se ofendíancuando recibían ese nombre, y no teníanresabios de moros “ni en lengua, hábito(forma de vestir) ni costumbres”[27]. Claroque si en los documentos se destacó estoera porque a otros grupos de moriscos lesocurría justamente lo contrario. Y así tene-mos indicios del mantenimiento de la alga-rabía en otras comunidades murcianas, ytambién la posesión de libros prohibidos encaracteres arábigos, e incluso el hecho deque en Lorca, durante el primer tercio delsiglo XVI, muchos cristianos comprendían ychapurreaban el árabe, siendo esto fruto dela situación fronteriza de la ciudad durantedos siglos y medio, y del contacto de pue-blos y culturas[28]. La lengua árabe de losmoriscos murcianos se hallaría muy degra-dada, con fenómenos de hibridación caste-llano-arábiga en varios campos léxicos, ysituada e instalada en un registro muy bajo.Esta persistencia se habría visto favorecidapor la actitud relativamente benévola de laInquisición murciana hacia el morisco(mudéjar) autóctono, y la pasividad de lasautoridades civiles a la hora de reprimir aun colectivo en general pacífico (los moris-cos granadinos, en cambio, tenían fama deariscos y pendencieros).

Por sus características fonológicas,ciertos arabismos dialectales murcianos(como leja, ceje, jametería, aljorre, eltopónimo Aljorra, etc.)[29] indican queentraron en el habla regional en fecha tar-

Hispania qvue est Europae.

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día, a finales del siglo XVI o comienzos delXVII, lo que corrobora la existencia denúcleos arabófonos hasta ese tiempo, ocuando menos, el vigor de unas hablasmoriscas. Podría pensarse que el trasvaseléxico se realizó desde el árabe que habla-ban los moriscos granadinos, pero no esprobable, pues a excepción de leja, aúnhoy omnipresente en el vocabulario detodas las localidades murcianas, las otrasvoces pertenecen a un léxico dialectal pro-pio de zonas rurales, huerta y campo, allídonde abundaban los moriscos autóctonosmurcianos (mudéjares); los granadinos,por el contrario, eran urbanos.

Murcia fue quizás la zona en la que amás moriscos se les exceptuó del destie-rro: de 2.500 a 3.000 de un total de16.000, en lo que a mudéjares se refiere(los moriscos granadinos sufrieron peorsuerte), a lo que hay que añadir el extrañocaso de los mudéjares de Albudeite (lapráctica totalidad de la población), que nifueron expulsados ni autorizados a que-darse, pero que acabaron permaneciendoen el territorio. También sabemos queMurcia fue el lugar adonde más moriscosregresaron, desafiando las severas penas.Lo corrobora el conde de Salazar, comisa-rio regio, en una célebre carta: En el Reino

de Murcia, adonde con mayor desvergüen-za se han vuelto cuantos moriscos de élsalieron, por la buena voluntad con quegeneralmente los reciben todos los natura-les y los encubren los justicias...[30]

A pueblos como Abarán tal vez volvie-ron todos o casi todos los desterrados. Enotros, en cambio, el regreso fue muchomenor. A pesar de cartas como la de Sala-zar, y de otras evidencias, los moriscosregresados no volvieron a sufrir más pena-lidades. A partir de 1624 se dictaron per-dones. Es de creer que la algarabía se dilu-yó completamente hasta desaparecer enpoco tiempo. No obstante, todavía en 1690los habitantes del Valle de Ricote teníanfama de ser “muy moros”.

CONTROVERSIAS SOBRE LA IMPORTANCIA Y CANTIDAD DE LOS ARABISMOS

Los arabismos usados por los huerta-nos y campesinos de Murcia han desperta-do el interés de algunos filólogos, como yapuso de relieve Arnald Steiger. Ahora bien,los lingüistas han mantenido una ya largapolémica sobre la importancia y cantidadde dichos arabismos. En 1873 Javier Fuen-tes y Ponte afirmó que el murciano fue, ensu origen, un lenguaje híbrido, una mezclaa partes iguales de árabe y castellano anti-guo (que él llama “aljamía”), conser-vándose hasta hoy por los huertanos[31].Las opiniones de este autor influyeron, sinduda, en las de otros estudiosos comoRamírez Xarria, Alberto Sevilla o el mismoDíaz Cassou, para quien el habla de lahuerta murciana era, esencialmente, "ara-gonesa-morisca", idea a la que se sumaapasionadamente Vicente Medina, que enuno de sus poemas de "Aires Murcianos"llega a decir: ¿Qué le podría faltar / pa sermorisca a mi tierra? / Pa no faltarle, ni elhabla, / de palabras moras llena.

En el lado diametralmente opuesto sesitúa Merino Álvarez, que minimiza laimportancia de los préstamos del árabe almurciano, considerando incluso escasos eReino de Murcia. Tomás López, 1768.

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insignificantes los arabismos existentes enla toponimia de la Región Murciana (menosdel 3%, asegura). Próximo a él, aunquemás moderado, García Soriano manifiestaque el árabe influyó, pues, en la formacióndel dialecto murciano mucho menos de loque generalmente se piensa. Desde luegoen su vocabulario no predominan, nisiquiera abundan mucho, las voces de ori-gen morisco. (...) Aparte las toponimias, nollegan a dos docenas las palabras de ori-gen árabe que actualmente se emplean, deun modo único, en el Reino de Murcia. Estaopinión es muy importante, pues don Justoes autor de un prestigioso “Vocabulario delDialecto Murciano”[32], libro en verdad clá-sico e imprescindible para quienes se acer-quen a esta forma de lenguaje tradicional.Algunos de los arabismos genuinamentemurcianos que señala el autor son acirun-daja, alambín, alamín, alfaba, asequí,aciar, alficoz, almajara, azarbe, almara-queja, margual, etc., entre los que hayalgún arcaísmo.

Los análisis dan la razón a J. GarcíaSoriano: en el libro de Mª Josefa Díez deRevenga “La poesía popular murciana enVicente Medina”, se incluye un vocabulariocon poco más de 600 voces, de las que sólounas 30 son arabismos... no más del 5%.Tal vez un porcentaje algo mayor se pudie-ra constatar en otros vocabularios o textos,ya que incluyen voces propias de ciertos ofi-cios (jergas profesionales de los esparteros,alfareros, pescadores, etc), pero sin que elnúmero aumente espectacularmente. En laleyenda de Pedro Díaz Cassou “De cómofrabicaron l’Azú de Murcia los moros”, de60 sustantivos o adjetivos sustantivados,sólo unos 6 son de arabismos, aunque algu-no aparece repetido: podemos hablar untexto de un 10% de sustantivos de origenarábigo, pero el porcentaje disminuiría enel conjunto del léxico, ya que los arabismosson, en su inmensa mayoría, nombres sus-tantivos, como ya señalaremos después.

No obstante nos vemos obligados ahacer algunas ligeras matizaciones sobre

el Vocabulario de don Justo García Soria-no, que, aunque sea uno de los mejoresque se hayan realizado sobre el murciano,es algo incompleto y no recoge algunaspalabras que sí aparecen en otras obrasdedicadas a recopilar nuestro léxico regio-nal, lo que se aprecia al consultar otrosvocabularios (alcacel, galví, almudí, etc.);y segundo, porque García Soriano incluyeen su obra palabras cuya etimología omiteacaso por desconocimiento, pero queresultan ser arabismos (jaricar, merancho,leja, algaidonar, albellón, rafa, aladroque,y muchas más), cuyo étimo, o no apareceo está equivocado o se atribuye erró-neamente al latín. Aunque no lo reconoz-ca, a su autor le sucedía a veces lo mismoque afirmaba Alberto Sevilla: en el mur-ciano hay enraizadas muchas voces quepronunciamos sin que nos demos cuentade su origen musulmán. De modo que lasdos docenas escasas de "arabismos genui-namente murcianos" pueden añadirsecinco o seis docenas más, sobre todo si nosatenemos a ciertos textos y al vocabulariode algunas profesiones, pero adviértaseque esos arabismos en absoluto son“muchísimos”, y que tiene razón JustoGarcía Soriano al afirmar que no hay tantapresencia de vocabulario arábigo como al-gunos han pensado.

Es problemático calcular (o "alfarra-zar") unos porcentajes y unas cifras deltotal de arabismos dialectales murcianos,tanto de los exclusivos (e inencontrables,por tanto, fuera de la Región), como deaquéllos que, aun existiendo en otrashablas, se usan preferentemente en laComunidad Murciana, sin desdeñar tam-poco las voces que figuran en el Dicciona-rio de la Real Academia con el calificativode "murcianismos", y hasta aquéllas quepresentan cambios semánticos en estastierras (v.g. zamacuco). Señalemos para elmurciano lo que tan acertadamente escri-be Zamora Vicente respecto del andaluz:abundan en el léxico andaluz los arabis-mos, pero sin que se pueda asegurar una

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preponderancia. Así que, si bien la modes-ta y poco diferenciada habla murcianaestá muy lejos de ser la "aljamía hispano-árabe" a la que aludía Fuentes y Ponte,creemos que el árabe ha tenido más im-portancia de la señalada por García Soria-no, aunque tampoco muchísima más.

CLASIFICACIÓN DE LOS ARABISMOSUSADOS POR LOS HABLANTES DE LA REGIÓN DE MURCIA

Soy consciente de que todas las clasifica-ciones son convencionales, y de que la ter-minología lo es todavía más, aún así meatrevo a establecer una diferenciación ini-cial entre arabismos comunes y arabismospropios. Los arabismos comunes, la granmayoría, son los que han venido utilizandohabitualmente todos los hablantes de nues-tro idioma español (más de 380 millones alcomenzar el presente siglo XXI), y que porello, evidentemente, han empleado yemplean los habitantes de la ciudad de Mur-cia, la Huerta y el resto de la Región, ya quenuestra lengua es nada más y nada menosque la española, pese a quien pese. Aceite,acelga, albacea, albañil, albóndiga, alcalde,alcoba, alfajor, álgebra, alhelí, alubia,arroz, auge, cifra, guarismo, jeque, mezqui-ta, mojama, tarifa, zanahoria, y un largoetcétera. Las leves peculiaridades fonético-articulatorias, propias de la lengua oral enesta tierra, no alteran en ningún caso la cla-sificación que hacemos de estas palabras.Es verdad, por citar un ejemplo, quemuchos murcianos, a la hora de pronunciarajedrez, articulan ajedreh, ya que las con-sonantes –s y –z en posición final suelen tro-carse en una aspiración sorda (aquí repre-sentada como h), cosa propia de los hablan-tes meridionales (Andalucía, Región deMurcia, Vega Baja alicantina, Extremadura,sur de Castilla-La Mancha, Canarias) y deciertos países hispanoamericanos. Sin em-bargo esto no es más que una ligera y pocosignificativa variación fonética.

Los arabismos propios, en cambio, síposeen características específicas delhabla de los murcianos, sobre todo en La

Huerta. Es verdad que no siempre dichosarabismos son únicos y exclusivos de estatierra, e inencontrables fuera de ella, perolos consideramos propios y prácticamentegenuinos por el uso preferente que les handado los huertanos, o por emplearse enMurcia más que otros lugares. Un buenejemplo de todo ellos es albercoque (o,mejor, su variante abercoque), del árabeal-berqûq[33] , voz así mismo usada enalguna otra comarca españolas y en elhabla popular de México, no olvidandoque en valenciano es “albercoc”. En elDRAE[34] albercoque aparece como vozpropia de Murcia y México, así que, en unsentido general, la podemos incluir dentrode este apartado. Otro caso es azucaque(az-zuqâq ), voz genuinamente mur-ciana, que no aparece en el DRAE ni tam-poco, que sepamos, está registrada en nin-gún otro dialecto o lengua peninsular.

CARACTERÍSTICAS DE LOS ARABISMOSPROPIOS DE LA HUERTA DE MURCIA (YDEL RESTO DE LA REGIÓN MURCIANA)

Observamos la existencia de dobletesarabismo común – arabismo propio. (Vg.albahaca - alhábega) En estos pares depalabras casi siempre el arabismo murcia-no presenta una mayor fidelidad a la len-gua arábiga original, ya sea por su fonéti-ca o por su significado, o por ambas cosasa la vez. Respecto de alhábega (o alábe-ga), advertimos que no es una deforma-ción del castellano albahaca, sino una bas-tante fiel adaptación a nuestra fonética delárabe al-hábëqa ( ) teniendo en cuenta

Impronta del sello de ceradel infante Fernando dela Cerda (1255-1275).

Dirham de MuhammanIbn Hud. Museo Casa dela moneda. Madrid.

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que el fonema q solía dulcificarse en anda-lusí y sonaba como g suave, aunque quizásesa sonorización se produjo ya después.La pronunciación del árabe hispánico,pues, sería al-hábega, con una h aspirada,eso sí, que el murciano no ha conservado.Otra muestra es atoba ( ) . No se tratade una mala dicción de adobe, sino, por elcontrario, de una más que decente versióndel arábigo at-tûba (en esta palabra árabe,la u suele pronunciarse como o, pues esa tes de las llamadas enfáticas).

En cuanto al murcianismo nucla (dedonde vienen esnuclar y esnuclarse), esmás fiel a la etimología árabe original(nukra ) que el castellano nuca: el pasode r a l es frecuente en los arabismos,piénsese si no en tecla (del ár. hispánicotêkra) o quilate (qirât). Y lo mismo deci-mos de taibique ( ), que, al igual quetabique procede del árabe tashbîk: la i detaibique podría ser considerada como unavocalización de sh (el sonido prepalatal dela sh inglesa o la ch francesa), estandoatestiguado en castellano medieval laarcaica forma taxbique.

Muchos vulgarismos murcianos pre-sentan una -n- epentética (mucho > mun-cho; mechero > menchero), que sueleescribirse m ante b ó p. Pero la formaacembuche no presenta esa epéntesis, sinoque es más fiel al original árabe (az-zenbûch ) que la voz castellana consi-

derada culta,acebuche. El mur-cianismo acimbo-ga (azamboa, azo-amboero, una plan-ta) ha mantenido elfonema árabe ‘ayn,sólo que transfor-mado en g suave.Este sonido arábi-go, difícil de perci-bir para los hispa-noablantes, y quede hecho sueledesaparecer en el

paso del árabe alcastellano, apareceen el habla regionale incluso la toponi-mia a veces bajo laforma de g: al-‘amiqa > algameca.Destaquemos cómoalgunos arabismoshan mantenido susentido original enel ámbito dialectalmurciano, comosucede con la voz

arrecife, usada por Vicente Medina con elsentido de "camino empedrado", que porotra parte coincide con la primera acep-ción que de esa palabra nos da el Diccio-nario de la Real Academia. Hoy, para lapráctica totalidad de los hispano-hablan-tes, esa palabra tiene sólo el sentido de"banco de escollos formado por rocas omadréporas", pero hagamos constar que"arrecife" procede del árabe raçîf ( )oar-reçif), que significa "calzada, empedra-do, camino adoquinado, acera, muelle por-tuario, malecón, espigón", e incluso másmodernamente "andén". Otra palabra quellama la atención es azuda: femenino deazud, en la la Huerta se utilizó para desig-nar a cierto tipo de noria, y justamente esaes la primera acepción de azud en el DRAE.El término zulaque ( ) significa ennuestra Región aguas sucias o fétidas, loque está más próximo a la etimología ori-ginal (“canalón por donde desaguan lasletrinas”) que al sentido que dicha voz haadquirido en castellano, tal como constatael DRAE: betún empleado para sellar lascanalizaciones. Debido a su proverbialconservadurismo lingüístico, el hablatradicional murciana ha conservado congran fidelidad el significado originario deésta y de otras voces árabes.

Algunos murcianismos para los quenadie ha propuesto etimología podríanexplicarse a través del árabe (gelepa ojelepa, guajerro, entina, etc.). Por ejemplo

Jarra con mano de Fáti-ma. Museo de Siyasa(Cieza).

Tañedora de flauta. Murcia Siglo XII.

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jelepa (creemos que ésta debería ser suortografía) tal vez proceda de la raíz y·l·f

(*yelifa o *yelefa: raspadura, migaja,pizca); es casi seguro que guajerro proce-de del árabe, concretamente de la raízw·y·r (que también ha dado guájar yguájara), etc. Sea como fuere, en Murciase han conservado verdadera joyas lin-güísticas que nadie se ha dignado valorarnunca. Hablo, por ejemplo, de jametería,que significa "adulación", y que se relacio-na con el adjetivo jametero (adulador,pelotillero), derivado de la misma raíz. Sonejemplos de voces híbridas: raíz árabe ydesinencia romance; palabras mestizaspara un pueblo murciano mestizo y porello eternamente incomprendido. Jamete-ría procede de hammada ( elogiar conexceso, adular, hacer la pelota a alguien),forma segunda de hámida, alabar, dedonde procede el nombre propio Muhám-mad (Mahoma, esto es, "alabadísimo") o elsustantivo hamdu (alabanza, gloria), queentra en la jaculatoria islámica al-hamduli-L·lâh (gloria a Dios o gracias a Alá, comose prefiera).

Una de las características del hablamurciana es la gran cantidad de "metáte-sis" que suele presentar su vocabulario. Lametátesis es el cambio de lugar de uno omás fonemas (sean vocales o consonantes)dentro de la misma palabra: v.g. estauta(por estatua), estógamo (por estómago),trempano (por temprano), etc. Este fenó-meno, propio también del español vulgar,tiene en Murcia un probable origen ara-gonés, pues dicho dialecto hispánico es elque más metatiza (craba en vez de cabra,etc.). Lo curioso es que los arabismos mur-cianos apenas se ven afectados por dichametátesis, a diferencia de lo que sí ocurreen el castellano culto: albahaca es metáte-sis; alhábega, no. La gran excepción seríala archipopular cieca (árabe sâqiya ),aunque esta forma ha convivido con ce-quia[35] (más fiel al árabe que "acequia"); laforma cieca quizás se explica por lo fre-cuente que es el diptongo ie en los domi-

nios de la lengua castellana y sus dialectos.Otro caso como arraclán, "alacrán" (árabeal-aqrab ), procedente del castellanoarcaico, usándose aún hoy esta voz en elnorte de Castilla-León: palabra importada,pues, y no arabismo autóctono, e igualcabría decir de arracada.

Un tema especialmente interesante,aunque no suficientemente bien estudiadoaún, es la existencia de los llamados "fal-sos amigos" en forma de supuestos vulga-rismos, que en realidad son arabismosdifíciles de reconocer. Rafa (de la locuciónhacer rafa) no es una mala pronunciaciónde "raja", sino que, como ya demostróDíaz Cassou, se trata de una voz derivadadel árabe rafa'a ( ), con el sentido dealzar o elevar: al hacer rafa, en efecto, seeleva el agua para que ésta se desborde yriegue los bancales. Ajorrar no es metáte-sis de "arrojar": procede del verbo árabeyarra / iayurru , "arrastrar"; ajorrarsignifica, en efecto, arrastrar algo pesado,en especial troncos o rocas. Tampocorauta es mala pronunciación de ruta; setrata de un sonoro arcaísmo de la lenguacastellana, utilizado entre otros por Cer-vantes; mientras que ruta viene de latín,rauta procede del arábigo rabta ( ), y sedebe emplear en la expresión "tomar ocoger la rauta" (con el sentido de iniciar lamarcha).

SUSTANTIVOS, ADJETIVOS Y VERBOSLa inmensa mayoría de los arabismos

de la lengua española, incluyendo en lamisma sus dialectos y hablas, son sustan-tivos, esto es, nombres de cosas. No haymás que repasar el vocabulario que apare-ce al final de este artículo para constatar-lo. Más del 80 % de las voces contenidasson nombres sustantivos, aunque en algúncaso se trate de un adjetivo sustantivadoya en la lengua de procedencia.

Los adjetivos, por cierto, han adquiridoterminaciones romances: como es el casode jamet-ero (es evidente la rentabilidadlingüística del sufijo-ero).

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Como señala Rafael Lapesa, los verbosde raíz árabe no son abundantes en losdominios de la lengua castellana, y los quehay proceden por derivación de sustantivos:tarifa > tarifar; alhaja > alhajar, etc. Nohabría, pues, ningún verbo español directa-mente derivado de un verbo árabe. Quizás laúnica destacable excepción sería el arabis-mo murciano ajorrar, pues según el DRAEderiva directamente de yarra / iayurru.

El resto de las categorías gramaticalesestá casi ausente de arabismos. Cabe des-tacar, sí, como el adverbio desiderativoojalá ( wa-shâ’ Al·lâh = y quieraDios) presenta en el habla murciana lasformas llanas ojala y aojala. Así mismo, lapreposición propia hasta (la única de ori-gen árabe, pues deriva de hattà) poseeen La Huerta la variante hista.

FALSOS ARABISMOSNo siempre es fácil distinguir un arabis-

mo “a simple vista”. Es verdad que muchoscomienzan por la sílaba al- (alhábega, ala-mín, alfarda, aljébena, etc.), corres-pondiente al artículo determinado, invaria-ble en cuanto a su género y número, que seune a modo de prefijo al nombre o adjetivoal que determina; en ocasiones aparecereducido símplemente a a- (azucaque, ace-bibe, asequí, etc.). Pero no podemos con-vertir este hecho en una regla “matemática”que se cumple en todos los casos, puestoque hay palabras (alma, aliento, alinea-ción, alimentar, etc.) que, aunque comien-zan por al-, no proceden del árabe sino dellatín o en su caso de otras lenguas.

Por otro lado, no todas las palabras queposeen “un sonido raro o pintoresco” sonarabismos, aunque así lo haya “decretado”a veces el sentir popular. Es tentador con-siderar “abentestate” como un arabismo.En definitiva el sustantivo aben- (de ibn,hijo o descendiente) aparece cuasi prefija-do a nombres propios (Abenarabi, AbénHumeya, etc.); y sin embargo, en el caso de“abentestate”, nada más lejos de un ara-bismo. Procede del latín ab intestato: díce-

se de quien muere sin dictar testamento, ypor ello, acaso, “abentestate” (y sus varian-tes abentetate, abistestate, etc.) poseen elsentido de quedarse desamparado o a laintemperie, morir en la indigencia, etc.

Aunque García Soriano incluyó acirun-daja en la lista de arabismos genuinamentemurcianos, es dudosa su adscripción. Aci-rundaja viene una forma vulgar de zaran-daja, palabra procedente, casi con todaseguridad del latín vulgar, a pesar de lopueda parecernos “a primera vista”.

INFLUENCIA DEL ÁRABE EN EL ENTRAMADO URBANO DE LA CIUDAD DE MURCIA

Durante la época islámica, las calles,barrios y puertas de la ciudad de Murciaostentaron bellísimos nombres, como el“callejón del Paraíso" (zuqâq al-Yanna

), que serpenteaba desde la "Puertadel Deseo" (Bâb al-Munà ) hasta laArrixaca Vieja ( ), zona que losarqueólogos identifican como el áreaactual de Santo Domingo, Plaza de Romeay el arranque de Alfonso X. Calleja delParaíso, Puerta del Deseo, Puerta delNogal, Palacio Insólito, Barrio de la Ele-gancia (eso significa Arrixaca), etc. ¡Cómono iban a abundar los poetas en esta tierrasi hasta el entramado urbano tenía unosnombres evocadores y casi poéticos! Ape-nas casi nada queda ya de esa toponimiaen nuestras ciudades, aunque aún existencalles llamadas “Almohajar” y “Bendamé”,correspondientes a acequias hoy cimbra-das y ocultas (restos del admirable sistemade riegos perfeccionado y extendido porlos árabes), y también “Alarilla” o “Alhari-lla”, diminutivo romance de Alhara o al-Hara (el barrio), una antiquísima propie-dad hispano-árabe que dio nombre a unaacequia. También la calle “Almudí”, quetoma su nombre del Pósito o Alhóndiga degranos (pues los cereales se pesaban por“almudes”). Para “Barriomar” se ha pro-puesto dar-al-ahmar (el caserío rojo), quehabría evolucionado (darramar > darro-

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mar, etc.) hasta el término actual, lo quesería un caso notorio, y a la vez extremo, de“etimología popular”.

La calle de la “Arrixaca” se halla en elcorazón de lo que fuera la ArrixacaNueva[36], pero sobre todo debemos citar lacalle (antes callejón) de “Azucaque”.Azucaque procede de la voz árabe zuqâq oaz-zuqâq, como ya hemos visto, con el sen-tido de calle estrecha o callejón: la Calle deAzucaque significa la calle de la calle.Azucaque (o zucaque) es un dialectalismomurciano que no aparece en el DRAE, ycuyo sentido es el de un callejón estrecho osin salida, o bien un pasaje entre casas, asícomo un sendero de servidumbre de paso.El nombre de la calle viene aureolado poruna leyenda; una de sus versiones noscuenta que allí vivió una hermosa doncellamudéjar de la que estaban enamorados ala vez dos hombres, un musulmán y uncristiano, que rondaban el “azucaque” en

que la joven habitaba. Una noche el cristia-no halló a su rival cerrándole el paso. Elmoro, desenvainando la espada, le dijo:Esta calle hoy ha de ser azucaque para ti,aludiendo a que no podría pasar. Amboslucharon y cayeron muertos. En otras ver-siones, es el padre de la muchacha el quelucha, rabioso ante la posibilidad de que uncristiano, ¡un infiel!, pudiera robarle elcorazón a su hija.[37]

El nombre azucaque trae a la memoriael título de una novela del gran premionobel egipcio, Naghib Mahfouz: El Callejónde los Milagros, extraordinario relato queen realidad se titula Zuqâq al-midaq (elcallejón o azucaque del almirez).

RELACIÓN DE ARABISMOS PECULIARES USADOS EN LA REGIÓNMURCIANA

A esta lista, en absoluto exhaustiva,bien se podría aplicar el viejo refrán deque “ni están todos los que son, ni sontodos los que están”. He incluido, subra-yados, los susodichos “arabismos pro-pios”, pero me he decidido a añadir algu-nos de los “comunes” cuando presentancaraterísticas algo especiales bien en lafonética, bien en el terreno de la semánti-ca. Por ejemplo, hemos incluido arambi-que porque el cambio de l a r, que sueleser frecuente ante consonante (arcarde),es mucho más raro entre vocales; hemosincluido, así mismo, arrecife, porqueautores como vicente Medina lo usan conel sentido de “camino empedrado” (que,aunque es la primera acepción de estapalabra en el DRAE, ha sido en la prácti-

Barrio andalusí en San Esteban (Murcia). Siglos XII-XIII.

Atlas político y militar del Reyno de Murcia. Formadopor el Capitán de Infantería e Ingeniero Ordinario delos R. Exercitos Don Juan José Ordovas. Año de 1799.

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ca deshechada por la inmensa mayoría delos hispanohablantes de hoy a favor de“banco formado en el mar por piedras,puntas de roca o poliperos”. Las palabrasentre paréntesis están relacionadas con lavoz precedente.

ABREVIATURAS UTILIZADASAS: Alberto Sevilla (Vocabulario murciano) DRAE: Diccionario de la Real Academia Española.DRM: Diego Ruiz Marín (Vocabulario de las hablas

murcianas).DPNT: Diccionario popular de nuestra tierra, de A.

Sánchez Verdú y F. Martínez Torres GO: Francisco Gómez Ortín (Vocabulario del Noroeste

murciano)JGS: Justo García Soriano (Vocabulario del dialecto

murciano).PDC: Pedro Díaz Cassou (La Huerta de Murcia, orde-

nanzas y costumbres).VM: Vicente Medina (Díez de Revenga, Mª J.: La poesía

popular murciana en Vicente Medina)

Abatanar: <batana> Reducir. DPNT Abercoque (abercoquero, albercoque): <al-

birqûq> Albaricoque. AS / DPNT / DRM / JGSAcebibe: <az-zibîb> Uva pasa. DRAE / DRMAcelguerío: Plantación de acelgas. DPNTAcequiaje: Impuesto por la consevación de las ace-

quias. AS / DPNT / DRM / JGSAcerga: <as-silqa> Acelga. DPNT Acembuche (acibuche): <az-zinbûch> Acebuche.

AS/ DPNT / DRM Acibara: ( Alzabara) <as-sibara> Pita, planta de

secarral. DPNT / JGSAcimboga: <az-zimbu’a> Azamboero, planta de

la azamboa. DPNT / DRAE / DRM Azaituna (aciatuna): <az-zaytûna> Aceituna.

DPNT Adufa: <ad-dufa> Compuerta para cortar el paso

al agua. DRAE / DRMAfajor: <al-hashû> Alfajor o alajú. DPNTAfalfa (arfalfel, arfalfez): <fasfasa> Alfalfa.

DPNT / DRM / JGS Afarrasar (alfarrazar): <jarrasa> Calcular men-

talmente algo. AS DPNT / DRM / JGS Afarrasaor (alfarrazaor): El que alfarraza. DPNT / DRMAjorrar: <yarra> Arrastrar. AS / DPNT / DRAE /

DRM / JGS Ajorro (ajorreo): Arrastre, acción de arrastrar.Alambín: <al-imbîq> Alambique. DPNT / DRM /

JGSAlamín: <al-amîn> Alguacil de riegos. DPNT /

DRAE / DRM / JGSAlarbe: <al-‘arabi> Moro. // En sentido figurado,

salvaje. DPNT / DRAE / DRMAlarís: <al-jairí> Alhelí. AS /DPNT / DRM / JGS Albacorón: <al-bakûra> Boquerón. DPNT / DRAE

/ DRM

Albellón (arbellón): <al-bul·lû’> Albollón. DPNT /JGS

Alboroque: <al-burûk> –en la locución “echar elalboroque”– Celebrar un acontecimiento, entierroincluido. DRAE / DRM

Alcabor: <al-qabû> Hueco de la chimenea. DPNT /JGS

Alcabuz: <al-qadus> Arcaduz, cangilón. DRMAlcacel: <al-qasil> Campo de cebada. DRAE /

DRM / JGSAlcácer: <al-qasr> Alcázar. DPNTAlcagüetera: <al-qawida> Alcahueta. DPNT Alcancil: <al-qabsil> -árabe hispánico - Alcacho-

fa. DPNT / DRM / JGS Aldeala (aldehala): Alcabala, impuesto. DPNT Aletría: <al-itriya> Fideo grueso. DRAE / DRM /

JGS Alfaba: <al-habba> Parcela de una determinada

extensión. Pedro Díaz Cassou la cifra en 4’37metros cuadrados. DPNT / DRAE / DRM / PDC

Alfarra: <al-farda> Capitación, especie de pago otributo. DPNT

Alfait: <al-fayd> Crecida de una acequia. DRMAlfarda: <al-farda> Contribución por el aprove-

chamiento de las aguas. DRAE / DRM Alfatra: <al-farda> Impuesto de morería que

pagaban los mudéjares. DRMAlforín (alhorín): <al-huri> Compartimento de

una almazara. DPNTAlfurre (alhorre, aljurre): <al-jurr> Meconio,

excrermento; erupción cutánea. DPNTAlgaidonar: <al-gaida> Arenal; terreno arcilloso.

DPNTAlgameca: <al-‘amîqa> Topónimo: la profunda,

la honda.Algés (aljez, algesar, algesón, aljezón, alquezón):

<al-yabs> Yeso. DPNT / DRAE / JGSAliacán: <al-iarqân> ictericia. DPNTAlifafe: <an-nâfaj> enfermedad, dolencia. DPNTAlhábega (alábega): <al-hábiqa> Albahaca. DPNT

/ DRAEAlhatara: <al-jitara> Mecanismo para riego.

DRM Aljébena (aljébana): <alyafna> Jofaina, zafa.

DPNT / DRAEAljuma (arjuma, juma): <al-yumma> Hoja de

pino. DPNT / DRAEAlloza (arzolla): <al-lawza> Almendruco, fruto del

almendro. DRAE / DRMAlmadraque (almaraqueja): <al-matraq> Col-

chón. DPNT / DRAEAlmagrán: <al-magram> Derrama, pago que se

hace entre varios en previsión de gastos. DPNTAlmaina: <al-mi’dana> Tipo de maza. AS / DPNT

/ DRM / GO Almaja: <al-machbà> Renta, tributo. AS / DPNT

/ DRM / JGS Almajara: <al-mashyara> Vivero de plantas

tiernas, semillero. DPNT / DRAE

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Almajarra: <al-mayarra> Hucha, alcancía. DPNT Almajo: <al-march> Almarjo, una clase de plan-

ta. DRAE / DPNTAlmará: <al-majrâza> Lezna. DPNTAlmarche: <al-march> Prado. DPNT Almarzara (almazareta): <al-ma’sara> Almaza-

ra. DPNT Almojábena: <al-muyábbana> Dulce tradicional.

DPNT Almudí: <al-muddí> Lonja de cereal, donde se

mide el grano por almudes. DPNT / DRAE Alpicoz: <al-faqqûs> Cohombro. DPNT / DRAEAlquilate: <al-kirâ’> Derecho que se pagaba por

la venta de propiedades y frutos. DPNT / DRAEAmagadén: <majzan> Almacén. DPNTArambique: <al-inbîq> Alambique. DPNTArcanflor: <al-kâfûr> Alcanfor. DPNT Armenaque: <al-manâj> Almanaque. DPNTArrá (arraz): <ar-ra’îs> [el jefe] Capataz. DPNTArracá: Arracada, pendiente. DRMArraclán: <al-‘aqrab> Alacrán. DPNT / DRAE /

JGSArramblá: <ramal>[cauce de lecho arenoso por

donde circula eal aguacuando llueve torrencial-mente] Inundación. DPNT

Arrecife: Calzada, camino empedrado. VMArrobeta: <ar-rub’> Cofín. DPNTAsequí: <az-zakât> Azaque, un tipo de impuesto

religioso entre musulmanes. DPNT / DRAE / JGSAtaúl: <at-tabut> Ataúd. DPNT Atán (athán): <ath-thani> Medida antigua, sub-

múltiplo de una tahúlla. DPNT / JGSAtoba (atobera): <at-tûba> Adobe, tipo de ladri-

llo. DPNT / DRAEAzacán: <as-saqân> Aguador. DPNT / DRAEAzadar: <az-zahâr> Azahar. DPNT / JGSAzaite: Aceite. DPNT Azarbe (azarbeta, azarbón): <as-sarb> Cauce por

donde circulan aguas sobrantes de un riego. DPNT/ DRAE

Azofra: <as-sufra> Yugo. DPNT / DRAE. Azucaque: <az-zuqâq> [callejón o adarve de una

medina] Calle muy estrecha o sin salida. // Servi-dumbre de paso. DPNT

Azuda: <as-sudda> Noria. DPNT Balate: <balât> [camino empedrado] Margen de

un bancal. DRAE / DRM Cenial (cenia, ceña, ceñil, aceña): armazón en que

se apoya una ceña. DRM / JGSCenoria: <isfanâriya> Zanahoria. DPNTCeje: <sîh> Planta utilizada en herboristería y

medicina popular. AS / DRAE / DRM / JGS. Cieca (cequia): <sâqiya> Acequia. AS / DPNT /

DRAE / DRM / JGS Dula: <dûla> [turno, vez] Turno de riego. DPNT /

DRAE / DRM / JGSDesenrafar (esenrafar): –verbo derivado de rafa– Qui-

tar broza de los cauces. DRMEjumar: - verbo derivado de juma o aljuma – Quitar

las hojas de un pino. DRM / GOEsnuclar (esnuclarse): - verbo derivado de nucla - Des-

nucar, desnucarse.Galví (garbí) <garbî> [occidental] Viento del suro-

este. DPNT / DRM / AESGuajerro: <wayar> Esófago. DPNT / JGS Hista: <hattà> –preposición propia– Hasta. JGSJábega: <shábika> Red. DPNT / JGSJácena: <hâsina> Madero, viga. Jametería: <hammada> [alabar en exceso] Adula-

ción. DPNT / JGSJametero: Adulador, pelotillero. DPNT / JGSJarca: <harka o háraka> [movimiento, guerrilla,

tropa] Grupo ruidoso, patulea, prole. DPNT / DRMJaricar: <sharika> [asociar] Reunir en un mismo

caudal las aguas de varios propietarios. DPNT /DRAE / DRM / JGS

Jarique: <sharîk> Acción de jaricar. DPNT /DRAE / DRM / JGS

Jaropero: <sharâb> Aficionado a los “jaropes” oconsumidor de los mismos, tipo de jarabe decarácter más o menos medicinal. DRM

Leja (aleja): o <la’iha o luwaiha> Estantería;vasar. DPNT / DRAE / JGS

Mabral (margual): <marwâh> aventador, soplillo.DPNT / JGS

Merancho: <marashsh> Cauce de riego. DPNTNafa: <nafha> Agua de azahar. DPNT / JGSNucla: <nuqra> Nuca. DPNTRafa: <raf’a> [acción de elevar] en la expresión

“hacer rafa”= Operación de elevar el agua de unaacequia echando el tablacho.

Rafe: <raff> Alero de una casa. DPNT / JGSRafal: <rahl> Alquería, granja o casa de labor en

el campo. DRAE / DRMRafalí: <rahalí>, pero acaso con influencia de

<ra’al> [punta de ganado] Carne de animal muer-to por causas naturales, un accidente, etc., y quepor tanto no fue sacrificado en el matadero. AS /DRM / JGS

Rahal: <rahal> Terreno con escaso cultivo, aunquecon algunos árboles propios del secano. AS / DRM

Rauta: <rabta> en la expresión “tomar la rauta”=Emprender o reiniciar el camino. DRAE

Tahúlla: <tahul·la> Medida de superficie que cons-ta de 11 áreas y 18 centiáreas. DPNT / DRAE / JGS

Taibique: <tashbîk> Tabique. DPNTZabacequia (Zabacequiero): <sâhib as-sâqi-

ya> Quien estaba al cuidado de una o varias ace-quias. DPNT

Zache: <sâch> Sucio, desastrado, desmanotado.DRM / GO

Zafa: <sahfa> Jofaina, escudilla, palangana. AS/ DPNT / DRAE / DRM / JGS

Zafate: <safat> Azafate, bandeza muy plana.DRM

Zafero: Soporte para colocar la zafa. AS / DPNT /DRAE / DRM / JGS

Zafrán: <za’farân> Azafrán. AS / DPNT / DRAE/ DRM / JGS

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Zalea (zalefa): <saliha> [pellejo] Piel de animal,pellejo. DPNT / DRM

Zaque: <zaqq> [excretar, defecar] Suciedad; perso-na sucia. DPNT / DRM

Zaquila: <zaqîla> [pesada] Cantidad de fruta reco-gida tras levantarse la cosecha. // Maquila. AS /DRM / GO / JGS

Zaquilo: Talega donde se lleva la zaquila. AS / DRMZaragüel (zaragüeles o zaragüelles): <sarâwîl>

[calzones] Prenda típica de los varones en laHuerta. Especie de calzones anchos, que llegabanhasta la rodilla. AS / DPNT / DRAE / DRM / JGS

Zaramangüel: <zamrí / *zamarawí> [instrumentomusical] Guitarra tenor, de pequeño tamaño, pro-pio del folklore murciano. // Manta retalera. DRM

Zulaque: <zulâq> [canalón de desague de unaletrina] Agua sucia, líquido sucio y fétido. AS /DRM / GO

PROBABLES ARABISMOSAlmarieta: <irtadà> [vestir, envolver] Vestido

antiguo de mujer. DPNT / JGSBaca: <ba’qa> [excavar la tierra, apartar la tierra

excavada] Margen de tierra de un cauce. DRMGelepa o Jelepa: <yelifa> [raspadura, migaja]

Pizca, trozo pequeño de algo. JGSJarear: <shara’a> [fijar, ensamblar] Partir brevas

para juntar sus trozos y secarlos al sol. // Intro-ducir un trozo de nuez en un higo seco. AS / DRM

Luza: <al-‘uza> [indigencia, debilidad] Enferme-dad, dolencia. DPNT

Majarra: <masharra> [perjuicio, daño] Multa porlos animales descontrolados, que causaban per-juicios en los sembrados de la Huerta. DRM

Majenca: <mashaqqa> [surcar, hender, romper]Cava superficial, poco profunda. DRM / JGS

BIBLIOGRAFÍACarmona González, A.: Las raíces islámicas en la his-

toria de Murcia. Revista Azahara. Murcia, 1980.Corriente, F.: Árabe andalusí y lenguas romances.

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ILUSTRACIONESFotos del tomo “La Región de Murcia. Configura-

ción histórica y bases de su futuro”, coordinado por D.Francisco Calvo García-Tornel. Patrocinado por CajaMediterráneo. Murcia 2010

NOTAS1. Al menos como ciudad, aunque debía de haber

una aldea o unas alquerías dispersas.2. Emilio Molina Gómez: Aproximación al estudio de

Mula islámica. Murcia, 1995.3. A estas versiones en árabe podemos añadir la

directamente romanceada en castellano Crónicadel moro Rasis.

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Page 22: Rvta. Cangilón Nº 32.qxd 1/4/12 11:13 Página 13 INFLUENCIA DE LA LENGUA …cangilon.regmurcia.com/revista/N32/N32-03.pdf ·  · 2012-12-11He aquí el Tratado en la versión de

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INFLUENCIA DE LA LENGUA ÁRABE EN EL DIALECTO MURCIANO

4. Ciudad de dudosa localización, pues se hab bara-jado ubicaciones diversas, tales como Ojós, Tormode Minateda, etc. De un verso de Hâzim al-Qarta-yanni se desprende que podría haber estado cercade Los Garres.

5. Se sobreentiende que por persona.6. Pedro Díaz Cassou, en sus comentarios y notas a

las Ordenanzas de la Huerta de Murcia (ImprentaFortanet. Madrid, 1889), asegura que los egipciosse establecieron en el tramo comprendido entre loque hoy es la ciudad de Murcia y la presa llamadaAzud de Murcia (Sadd Múrsiya), hoy conocidacomo “Contraparada”, entre Alcantarilla y LaÑora.

7. Al-Yaqût: Mu‘yam al-buldân. Citado por A. Car-mona González en Las raíces islámicas en la his-toria de Murcia. Revista Azahara. Murcia, 1980.

8. Hipótesis ya antigua, mantenida por M. Casiri enel siglo XVIII.

9. Véase P. Guichard: Murcia musulmana (siglos IX –XIII). En Historia de la Región Murciana. Tomo III.Edic. Mediterráneo. Murcia, 1980. Da a entenderGuichard que sacó esa referencia de un pasaje deAl-Muqtabis de Ibn Hayyan, referente a la rebeldíade Daysam ben Is·haq en la Cora de Todmir.

10. D. Bramón: Una llengua, dues llengües, tres llen-gües. Valencia, 1977. Pero sus tesis hay que aco-gerlas con precauciones, debido a que en Valencia,y a menudo por razones extralingüísticas, unos hanexagerado la importancia de la lengua mozárabemientras que otros han menospreciado ese roman-ce hasta poco menos que negar su existencia.

11. F. Corriente: Árabe andalusí y lenguas romances.Edit. Mapfre. Madrid, 1992.

12. La presencia de una colonia nutrida de yemenitasen la Kûra de Tudmîr explica ciertas tendenciaspolíticas, como, por ejemplo, que en la segunda ytercera época de taifas se asentase una dinastía deprobable ascendencia yemení.

13. A. Steiger: Toponimia árabe de Murcia. Publica-ciones de la Academia Alfonso X el Sabio. Murcia,1958.

14. A. Steiger: obra citada.15. La palabra castellana “jinete” procede de cenete o

zanâtí, dada la proverbial maestría de su caballe-ría ligera. Véase tanto el D.R.A.E. como el Brevediccionario etimológico de la Lengua Castellana,de J. Corominas, Edit. Gredos. Madrid, 1983.

16. Véase F. Corriente, obra citada.17. Al-Dabbí, Ibn al-Abbar, Ibn Baskuwal, Ibn al-

Faradí, fundamentalmente. Nombres recopiladospor Codera y Ribera, y citados, entre otros, por M.Gaspar Remiro y J. García Antón.

18. Es inevitable la comparación con el gran intelec-tual egipcio, también ciego, Taha Hussein, tanquerido por los arabistas españoles.

19. G. Matilla Séiquer: Ibn Sîda de Murcia: lexicógra-fo y poeta. Revista Azahara, nº 9. Murcia, 1980.

20. González Palencia: Árabes murcianos ilustres.Revista Murgetana. Murcia, 1957.

21. Hemos tomado como base de la versión castellanala traducción hecha por don Emilio García Gómez:

Libro de las banderas de los campeones, de Sa’îdal-Magrebí (edición y traducción de E. GarcíaGómez). Madrid, 1942.

22. Los Reyes Católicos también los privaron de sustrajes, danzas y algunas otras costumbres, aunqueen algunos reinos, como Aragón, estas medidasrepresivas tardaron varios años en ser aplicadaspor completo.

23. Se ha especulado con la posibilidad de que el pro-pio Juan Ruiz fuese descendiente de mudéjaresconversos al cristianismo.

24. Arcipreste de Hita: Libro de Buen Amor. Col. Clá-sicos Castellanos. Espasa-Calpe. Madrid, 1967.

25. Mª J. Viguera Molins: El manuscrito aljamiado deUrrea de Jalón. Revista Lam-Álif. Nº 5. Almería,1992. También véase: Jesús Zanón, Los estudiosde lengua árabe entre los moriscos aragoneses através de los manuscritos de la Junta. RevistaSharq al-Ándalus. Nº 12. Alicante, 1995.

26. Juan Bª Vilar: Los moriscos del Reino de Murcia yObispado de Orihuela. Real Academia Alfonso X ElSabio. Murcia, 1992.

27. Juan Bª Vilar: obra citada.28. Francisco Chacón Jiménez: Vivir y morir en un

reino de frontera. Historia de la Región Murciana.Tomo V (siglo XVI). Diversos autores. Edit. Medi-terráneo. Murcia, 1980.

29. Leja = estantería, vasar; ceje = planta medicinal;jametería = adulación; aljorre = meconio; Aljorra= la libre. Sería prolijo explicar por qué pensamosque éstos y otros arabismos entraron en el dialec-to murciano en esas fechas. Veáse El dialecto mur-ciano: ¿una aljamía hispano-árabe?, de José E.Iniesta, en revista etnográfica Cangilón (Museo dela Huerta de Murcia, de Alcantarilla). Murcia,2000.

30. El documento ha sido muy citado. Tomo comoreferencia, por su interés, la cita que del mismohace Elena Pezzi en su libro el libro de Los moris-cos que no se fueron. Edit. Cajal. Almería, 1991.

31. Fuentes y Ponte: Murcia que se fue. Madrid, 1878.32. Justo García Soriano.: Vocabulario del dialecto

murciano. Editora Regional. Murcia, 1980.33. Hoy significa “ciruela” en casi todos los países

árabe. Albaricoque / albercoque se dice en neoá-rabe mishmish .

34. No aparece, en cambio, la forma abercoque.35. De donde procede el aumentativo cequión.36. La primitiva patrona de Murcia fue la Virgen de la

Arrixaca: una pequeña escultura románica enmadera, imagen de arzón traída a la ciudad por elentonces infante Alfonso (el que después sería lla-mado Rey Sabio).

37. El barrio debía de ser muy entretenido, pues alparecer los incidentes allí fueron numerosos. Acomienzos del siglo XVII, por ejemplo, y allí dondela Calle Azucaque desemboca en la de Polo deMedina, un caballero aseguró ver una noche a unbruja adorando y besando al Demonio en forma demacho cabrío. El miedo y la histeria se disparó enMurcia, y la actual calle Polo de Medina se llamópor un tiempo “Calle del Cabrito”.

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