RET 092 Septiembre 1947
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Ç
•
ILUSTR D DE
L S RM S Y SERVICIOS
DEL EJER iTO
INISTERIO
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ejército
REVISTAILUSTRADADE
LAS ARMASY SERVICIOS
Año VIII
s
Núm. 92 S Septiembre 1947
SUMAR O’
Observadores avanzados. T. Coronel Carmona.—La Compañía
de Cañones de Infantería. Coronel Sagrado.—Rincones peque
ños de la Historia. (Algunas notas recógidas en Lesaca.)
Ca
pitán Morales de Rada.—Cálculo, ajuste y curvas de error de
los telémetros en el Tiro de Costa. Comandante Conzález Ariz
mendi.—Tropas de Montaña. Instrucción de esquiadores-esca
ladores. Patinaje sobre ruedas. Comandante Fernández- Tra -
pielia.—El cañón de costa Munaiz-Argüelles y la pólvora de
nitrocelulosa.. Coronel Cantero.— Pos caudillos gallegos. Co
mandante Martínez Lorenzo.—
Unidades motociclistas de Infan
tena.
Capitán Jiménez Martínez.—
Campeonatos nacionales
militares.
Comandantes Crespo y Alonso
Morales.—Artilería
A. A. Problemas orgánicos y de instrucción. T. Coronel Mar
cide.—Información e Ideas y Reflexiones: De la bomba rompedora
de alto explosivo a la bomba atómica.
Doctor.Ingeniero Giuseppe Stelling
werff
—Minas C. C. antipersonal y trampas. Su empleo en el Eército norte
americano.
Capitán Carlos E.
Franco.—Manera de suprimir la falta de
enlace Iefónico durante el tendido de línea, en las Unidades de Infantería.
Capitán de Infantería Te6filo Felipe
Cueco.—Los métodos de instrucción en
la Escuela de Mando y Estado Mayor de Estados Unidos.
T. C. Wuertem
berger.—La energía y la bomba atómica.
Coronel Antonio Tovarias.—El
pensamiento del señor Oliveira Salazar.
(Discurso publicado en la
Re
vista “Portugal”.)
—Moderno equipo Radar AN/MPG.1 para Dirección de
‘rfro de Costa.
(Publicado en “Electronics”.)
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MINISTERIODELEJERCITO
jercito
I’CFI/IiI iIo,Iiudu
41(kI4I 111°flHIfyfer’flf10,
DIRECTOR:
ALFONSO FERNÁNDEZ, Córonel de E. M.
JEFE DE REDACCIÓN:
Coronel de E. M. Excmo. Sr. D. José Díaz de Villegas, Director General de Marruecos y Colonias.
REDACTORES:
General de E. M. Excmo. Sr. D. Rafael Alvarez Serrano, Profesor de la Escuela Superior del
Ejército.
Coronel de Artillería D. José Fernández Ferrer, de la Escuela Superior del Ejército.
Coronel de Infantería D. Vicente Morales Morales, del Estado Mayor Central.
Coronel de Infantería D. Emilio Alamán, del Estado Mayor Central.
Coronel de E. M. D. Miguel Martín Naranjo, del Estado Mayor Central.
Coronel de E. M. D. Gregorio
López
Muíliz, de la Escuela Superior del Ejército.
Coronel de E. M. D. Juan Priego, del Servicio Histórico del Ejército.
Teniente Coronel de Caballería D. Santiago Mateo Marcos, del Estado Mayor Central.
Teniente Coronel de Ingenieros D. Manuel Arias Paz, Director de la Escuela de Automovilismo.
Teniente Coronel Interventor D. José Bercial Esteban, de la Intervención de la 1.8 Región.
Teniente Coronel del C. 1. A. C. D. Pedro Salvador Elizondo, de la Dirección General de In
dustria.
Comandante de Intendencia D. José Rey de Pablo, del Ministerio del Ejército.
PUBLICACIÓN MENSUAL
Redacción
y
Administración: MADRID, Alcalá, 18, 3.°
Teléfono 22-52-54 Correspondencia, Apartado de Correos 317
PRECIOS DE ADQUISICIÓN
Ejemplar
Para militares, en
suscripción colectiva por intermedio del Cuerpo. 4.50
Para militares, en suscripción directa (por trimestres adelantados). 5,00
Para el público en general (por semestres adelantados)6,00
Número suelto7,00
Extranjero8,00
Correspondencia para colaboración, al Director.
Correspondencia para suscripciones, al Administrador, D. Francisco de Mata Díez, Coman
dante de Infantería.
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OBSÍRVIIDORfSAVANZADOS
T. Coronel de Artillería RAMON CARMONA, de la Escuela Politécnica del Ejército.
LOS
observadores avanzados, empleados en
una u otra’ forma por todos los beligeran
tes, han sido la mejor solución encontrada en la
pasada guerra al problema de la cooperación
infantería-artillería. No nos sorprende. Es una
lección práctica que no nos hubiera tenido que
venir de fuera si en los tiempos de nuestra gue
rra de Liberación hubiéramos podido disponer
de elementos indispensables. Pero es que este
problema de enlace va íntimamente ligado al de
las comunicaciones, y nuestros capitanes, ante
el dilema de adelantar sus observatorios, con
peligro de quedar incomunicados con sus bate
rías, u observar desde buenos observatorios más
próximos a sus asentamientos con mayor ga
rantía de funcionamiento de las transmisiones,
optaban por esto último, mirando a su deber
y responsabilidad de estar siempre en condicio-
nes de prestar un apoyo a la infantería, siquiera
no fuera éste en ocasiones de toda la eficacia
deseable.
Los perfeccionamientos indudables de las ra
dios de campaña y la adecuada dotación de es
tos medios de comunicación, al eliminar la causa
que lo impedía, han permitido a los artilleros
adelantar sus observatorios a la zona de las
Compañías avanzadas, donde el observador
puede seguir detalladamente el desarrollo de la
acción.
El tema es tan importante, que creemos nos
será permitido comenzar, por una exposición del
empleo hecho de estos observatorios en la gue
rra, haciendo un extracto de informaciones ya
aparecidas en esta ‘Revista (i).
Aunque esencialmente influenciada la elección
de observatorio por el relieve del terreno en el
sector de la acción, las distancias a la primera
línea han variado, en los casos normales, désde
un mínimo de unas decenas de metros (obser
vatorio establecido en un centio de resistencia
de pelotón avanzado) a un máximo de r.ooo
6 1.200 metros.
A tan cortas distancias los elementos del pe
lotón de observación han de ser neçesariamente
muy simples, y la misión del observador ha de.
restringirse a lo esencial, simplificando en lo po
sible los procedimientos.
El pelotón lo constituyen, a lo más, el Oficial
observador, un ayudante, un. operador de radio
y un telefonista; pero como tanto el Oficial como
el ayudante han de estar’impuestos en el empleo
de los medios de transmisión, la presencia en el
puesto de observación puede reducirse a estos
últimos o sólo al Oficial observador. La esta
ción radio puede, en caso necesario, quedar re
trasada (hsta unos 500 metros) .y asegurar su
funcionamiento mediante un pequeño aparato
(i) “Observación de Artillería”, número 78 de EJÉRcITO;
“Infantería-Artillería, cooperación», número 8o de EJÉRCITO.
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de control lejano ligado por teléfono a aquélla.
La misión del observador no es hacer topo
grafía precisa de obj etivos (cuando es necesaria
la reáliza el grupo topográfico de la P. Id. de Re
gimiento de Artillería). De aquí que no tenga
que llevar consigo instrumento alguno de loca
lización. Su bagaje lo constituyen los prismáti
cos graduados en milésimas y, si acaso; unabrújula y un pequeño telémetro de bolsillo. Fre
cuentemente habrá de apreciar a la estima dis
tancias y separaciones angulares.
El observador se desentiende del cálculo, de
los datos de tiro e incluso de la corrección. Su
misión se concreta a señalar objetivos y a ob
servar el tiro y transmitir los desvíos que ob
serve para que la corrección pueda ser efectuada.
Encomendada la observación a observato
rios avanzados, ellos, que ven de cerca la acción
y están en estrecho contacto con las Compañías
de primera línea, dete]Eminan la mayor parte de
los objetivos. Si la observación más rápida y más
útil a los fines, de la cooperación es efectuada por
los observadores avanzados, es inútil, en la ma
yoría de los casos, mantener observatorios más
a retaguardia. De aquí que los observatorios
sean instalados solamente en el ámbito del
grupo. A los mandos de Regimiento y de Arti
llería Divisionaria no es incumbe la organización
propia de la observación, por lo general. El
grupo emplea los núcleos de observación de sus
baterías, y la tendencia es destacar tantos ob
servatorios avanzados como Compañías desple
gadas en primera línea tiene la unidad apoyada.
Es muy deseable la coexistencia del P. C. del
Comandante de la Compañía y del observatorio;
pero cuando por necesidades técnicas de éste
aquello no sea posible, el Comandante de Com
pañía se enlaza con el observatorio por radio o,
si la situación lo permite, por teléfono. El ob
servador de artillería no debe sujetarse a ir
constantemente detrás del Capitán de la Com
pañía, porque debe atender a su misión primor
dial de ver bien. Es, por el contrario, el Capitán
de Infantería el que debe procurar no perder la
comunicación con el observador de artillería.
COMO SE REALIZA LA INTERVENCION
DE LA ARTILLERIA
El observador de artillería, al poder seguir
desde su puesto avanzado todas las particulari
dades de la acción, intervendrá muy frecuente
mente por su propia iniciativa, especialmente
en acciones ofensivas, cuando los Capitanes de
Compañía ponen toda su atención en el impulso
hacia adelante. El observador de artillería, que
permanece en un punto favorable a la observa
ción, en general, localiza la reacción enemiga
mucho mejor que pueda hacerlo el Capitán de
la Compañía. Además, los objetivos localizados
por éste, cuando no coexisten ambos en el ob
servatorio, son indicados por radio o teléfono al
observador de artillería.
Si el observador no consigue localizar un ob
jetivo que le ha señalado un Capitán de Com
pañía, pide a éste que inicie la observación del
tiro, el cual es efectuado por descargas de bate
ría. Si con el auxilio de los dos primeros desvíos
facilitados por el Capitán de Infantería el obser
vador consigue localizar el objetivo, está obli
gado a continuar por sí mismo la observación
del tiro, relevando de esta misión al Capitán de
la Compañía. En caso contrario, es este último
el que continúa dando desvíos hasta llevar por
sucesivas aproximaciones los tiros sobre el ob
jetivo.
El observador, localizado un objetivo, pide
generalmente el fuego de su batería directa
mente, o incluso el de todo el Grupo. Cuando la
importancia y naturaleza del objetivo lo justi
fica, puede pedir y obtener, a través del Oficial
del Regimiento
de
Artillería agregado al mando
del Grupo, el fuego de todo el Regimiento o de
toda la Artillería Divisionaria, y la intervención
se realiza rápidamente siguiendo los procedi
mientos de preparación de concentraciones de
fuego observado
(i).
MODO DE ACTUAR EL CAPITAN
DE LA COMPAÑIA
De lo dicho se desprende que el Capitán de la
Compañía avanzada es llamado a colaborar ín
timamente con la artillería en provecho propio,
y puede venir obligado a resolver por sí mismo
el más espinoso problema de la cooperación,
confiándosele el señalamiento de objetivos y la
observación y determinación de los desvíos del
tiro. Veamos cómo puede hacerlo.
cz) Señalamiento a la vista.—Si el Capitán de
Infantería y el observador avanzado coexisten
en el mismo punto de observación, el objetivo
(i) Véase “Preparación de un tiro de grupo con correc
ción sobre el objetivo”, en El tiro y su preparación. Edicio
nes
EJáRCITO, páginas 82 y
84.
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es señalado a la vista. Para evitar confusiones,
aquél debe estar habituado al sistema, de uso
corriente entre los artilleros, de señalar el obje
tivo por su separación angular en milésimas de
algún detalle destacado e inconfundible del te
rreno. Con este objeto, y en previsión de carecer
de prismáticos o regleta graduada, tendrá com
probado el frente en milésimas que, con el brazo
extendido y la mano palma al frente, cubre
cada uno de los dedos de ésta y el total del frente
que cubre la mano abierta. La indicación ha de
completarse con algunos detalles de la forma y
naturaleza del objetivo.
b)
Señalamiento por referencia a puntos
característicos.—Si el infante se encuentra sepa
rado del observador avanzado ha de hacer llegar
la petición de fuego a éste por radio o por telé
fono, o por mensaje utilizando un agente de
transmisión. Es de suponer que el campo de la
acción ha sido previamente estudiado y recono
cido por ambos; probablemente se conocerán los
nombres de algunos puntos del terreno fácil
mente identificables y visibles; de no ser así, es
indispensable un acuerdo previo respecto a la
denominación, bien por letra.s o por su nombre
indígena con que han de ser designados estos
detalles característicos para poder entenderse.
Pueden servir de ayuda croquis panorámicos
ligeros, sobre los cuales se haga una confronta
ción y rotulación de puntos característicos y de
talles identificados.
Si el objetivo a señalar es uno de estos deta
lles, el señalamiento no ofrece dificuFtad; caso
contrario, el objetivo se refiere al punto carac
terístico más próximo, indicando la distancia
en metros
a éste y la dirección punto caracterís
tico-objetivo por la rosa de los vientos, cosas
ambas que habrá de apreciar a ojo.
A ser posible, la petición. de fuego debe ir
acompañada de los siguientes datos complemen
tarios:
—
naturaleza del objetivo y aclaraciones que
faciliten su identificación;
longitud y dirección del frente del objetivo;
— profundidad de éste (sólo si es mayor de
25 metros);
—
urgencia de la intervención que se pide o du
ración de la neutralización, caso de ser éste
el efecto deseado;
situación de las tropas propias respecto al
objetivo.
EJEMPio: 300 metros al NO. de la ermita F;
ametralladoras ocultas en el seto; frente,
20
me
tros; neutralización durante cinco minutos; trotas
jr’o/ias, 6oo metros al O. del objetivo.
Si el mensaje es por peatón puede acompa
ñarse, para más seguridad, un sucinto y rápido
cro qúis perspectivo de la situación del objetivo
(ver el correspondiente al ejemplo anterior en
la figura
i.)
c)
Señalamiento por situación del objetivo
en el plano.—Si el objetivo se identifica o está
muy próximo a un detalle del plano y éste está
cuadriculado, se señala su situación por sus co
ordenadas. Si el plano no está cuadriculado, debe
preceder un acuerdo previo para elegir algunos
detalles del mismo fácilmente identificables que
puedan servir de puntos de referencia; si en este
caso el objetivo se identifica con un detalle más
insignificante del plano, se refiere a uno de
aquellos puntos característicos y se da su situa
ción respecto a él por él acimut y la distancia en
metros:
EJEMPLO:
Cruce de caminos a 1.300 metros del
vértice Morato; acimut,
884000.
Si el objetivo no se identifica con ningún de
talle del plano, ni está, suficientemente próximo
a alguno de ellos para poder marcarlo a la estima
en el plano, ha de .comenzarse por situarlo en
éste, siempre por medios rápidos y de circuns
tancias, no utilizando otros elementos que la
brújula, el pequeño telémetro de bolsillo, si se
dispone ‘de él, y el plano. El Oficial de Infanteria
podrá acaso situarse a sí mismo en el plano, y
lógrado esto, situar el objetivo por radiación,
apreciando la distancia a ojo, o por telémetro, o
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por el alza de sus armas (z). Una vez situado el
objetivo en el plano, se procede como antes.
A la situación del objetivo deben acompañar
siempre los datos complementarios, como en el
caso
b).
De no marcar el objetivo por sus ex
tremos, la situación comunicada debe ser siem
pre la del centro del mismo.
EJEMPLO:
A 500 metros de ruinas H; acimut
i.8oo°°;
atrincheramiento ligero; frente,
150
me
tros, dirección del ¡rente NO-SE.; tropas propias
en las cotas i.oo6 y 1.028.
Si el mensaje es por peatón, puede acompa
ñarse, para más seguridad, un calco sacado del
plano, en el que se señala el objetivo y sus in
4__
\
ftu/,7&s
.
‘
o
Jc/ç2
mediaciones y referencias suficientes para po
derlo superponer al plano (véase en la figura 2
el calc9 correspondiente al ejemplo anterior).
d) Señalamiento con ‘el fuego de las armas
de infantería.—Puede señalarse también el obje
tivo utilizando el fuego de las ametralladoras;
mejor con balas trazadoras, o el de
1QS
morte
ros. Este procedimiento requiere que no haya
peligro de confusión con otras señales análogas
que puedan producirse en el campo de batalla,
sobre todo señales del fuego enemigo en el área
de las tropas propias, y también que haya si
multaneidad en el momento de hacer la petición
y el de señalamiento del objetivo. Exige, por
tanto, la comunicación por teléfono o radio, o
tener los relojes acordados y señalar el objetivo
(i)
‘Véase “Topografía de un observatorio avanzado”
y “Topografía de objetivos desde un observatorio avail
zado”. Texto citado, páginas 35 y 33.
con una o varias descargas convenidas a hora
fija.
No ha de ponerse demasiado empeño en seña
lar el objetivo con precisión, puesto que la fina
lidad es que sea reconocido, a ser posible, por
el observador avanzado; y un objetivo locali
zado de esta manera raras veces será objeto de
un tiro de sorpresa. Lo normal es que le preceda
el período de corrección o a juste, y lo lógico es
que los primeros disparos queden bastante ale
jados del objetivo. Lo esencial es que éste sea
identificado en el terreno por el observador
avanzado, o todavia, si éste no ha podido re
conocerlo con la designación hecha por el Oficial
de Infanteria, que la localización dada por este
último haga posible, al menos, que los primeros
impactos caigan en la zona donde se encuentra
el objetivo, puesto que el mismo Oficial de In
fantería, al ir dando los desvíos de las sucesivas
descargas, irá aproximando el t iro al objetivo,
hasta lograr que éste sea reconocido por el ob
servador avanzado y sea relevado entonces de
su misión correctora, o incluso siguiendo dando
desvíos hasta que se le advierta que el período
de corrección ha termlnado.
Evidentemente, si el Oficial de Infantería se
ve obligado a señalar los desvíos del tiro, no
puede encomendarse su comunicación con el
observador avanzado a las lentas idas y venidas
de un peatón, blanco de las balas enemigas. El
teléfono o la radio se hacen indispensables.
Observación del tiro por el Oficial de Infan
tería.—De los dos métodos fundamentales de
corrección—método por encuadramiento y mé
todo por desplazamiento del centro de impac
tos—, el que se emplea forzosamente es este úl
timo, ya que al Capitán dé Infanteria, sobrada
mente ocupado en la conducción de su Compa
ñía, no puede exigírsele otra cosa sino que dé,
de la mejor manera que pueda, los desvíos de
centros de impactos referidos a la situación del
objetivo. Por razones fáciles de comprender,
queda proscrito hablar en milésimas y emplear
los términos derecha, izquierda, delante o detrás.
Sólo ha de hablarse en metros para expresar la
magnitud del desvío, y utilizar la rosa de los
vientos para expresar su dirección y sentido.
Como mínimo para que quede bien definido
el centro de tiro correspondiente a un alza dada,
se observará por descargas o salvas de batería.
El Capitán de la Compañía ha de localizar para
cada descarga el centro geométrico de los im
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pactos (centro aproximado del cuadrilátero for
mado por las explosiones), y referir su situación
al objetivo por el aprecio que haga de la magni
tud y dirección del desvío. El resultado de su
observación lo señala en los términos siguientes:
Ceistro de impactos,
300
metros l
NO.
del ob
¡etivo, o más brevemente, NO.,
300
metros (i).
Por muy poca que sea la facultad de aprecia-
ción del que observa, su puesto de observación
próximo al objetivo y el auxilio de la brújula, un
pequeño telémetro y las alzas de sus armas ga
rantizan. el acierto de sus apreciaciones. Si el
infante tiene localizado en un plano el objetivo,
podrá, a veces, situar a ojo en él el centro de im
pactos y medir entonces la magnitud y el sentido
del desvío absoluto. O también puede en una
hoja de su bloc señalar un punto que repre
r
N
s
sente su propia posición y referir a él el objetivo
por radiación, y el centro de: impactos también
por radiación (fig. ). Podrá entonces medir en
esta pequeña plancheta la magnitud, dirección
y sentido del desvío.
MODO DE ACTUAR EL OBSERVADOR
AVANZADO
Lo problemas que se presentan al observador
avanzado son:
— Identificar los objetivos que le señale el Ca
pitán de Infantería.
(i) Para utilizar expresión tan concisa ha de quedar bien
aclarado que el Oficial de Infantería da, como todo obser
vador de Artillería, la situación del centro de impactos
referida al objetivo, y no a la inversa. Una confusión en esto
conduce a duplicar el desvío en la siguiente descarga en
lugar de corregirlo.
Ceotro oít’
/77,000tos
Piesto o’eo/óervó’ci½
— Señalar éstos, o los que él mismo descubre,
al P. C. del Grupo o de la batería.
Observar el tiro y coniunicar los desvíos en
el período de corrección.
El problema de identificar los objetivos que
le señala el Capitán de Infantería no ofrece más
dificultades que las que dimanen de las circuns
tancias desfavorables para el señalamiento in
confuso o de la inhabilidad de aquél para seña
larlo. En todo caso, si no logra identificarlo, da
paso a la petición recibida para que empiece el
tiro de correccin con la observación del Capi
tán de Infantería.
Señalamiento del objetivo al P. C. del Grupo
por el observador avanzado.—Pudiera pensarse
que el problema es el mismo tratado anterior
mente cuandó nos referíamos al señalamiento
del objetivo por el Capitán de Infantería al ob
servador avanzado. Y en efecto, no hay diferen
cia esencial cuando el observatorio avanzado y
el P. C. disponen de un plano que contenga la
zona de asentamiento y la zona de objetivos.
Sea mediante el cuadriculado, sea mediante un
acuerdo previo, que habrá precedido a la pártida
del observador avanzado, respecto a rotulación
de algunos puntos característicos, siempre será
posible al observador avanzado situar en el plano
el objetivo descubierto por sí mismo o señalado
por el Capitán de Infantería, y señalarlo, a su
vez, al P. C. comunicando sus coordenadas o los
datos de referencia a alguno de los puntos carac
terísticos rotulados.
Pero si no se dispone de enlace topográfico
(por plano o fotografía) entre ambas zonas, el
caso esbien distinto; porque entonces, por lo ge
neral, desde el P. C. no ven la zona de acción;
acaso ni tengan montado observatorio. ¿Cómo,
entonces, señalar un objetivo? Es imprescindi
ble un enlace topográfico, por imperfecto que
sea, entre ambas zonas, y este enlace sólo podrá
darse por hecho cuando se tenga un punto, al
menos, de referencia en la zona de acción, para
el cual una de las piezas directrices del Grupo
pueda preparar su tiro.
Una vez que hayamos realizado y corregido
un tiro, uno al menos, tendremos un jalón toro
gráfico clavado en el terreno. Identificado en el
terreno el blanco de los disparos por el observa
dor avanzado, y señalado ese punto en su cro
quis o plancheta de observación, todo nuevó
objetivo puede entonces ser referido a ese jalón,
y desde atrás, los datos para bati±lo serán. obte
7
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nidos fácilmente por transpoite. Pero ¿cómo
iniciar el conocimiento del campo antes de ese
primer tiro? El enlace topográfico de ambas zo
nas sólo puede hacerse entonces a través del pro
pio observatorio avanzado. La situación de éste
debe ser localizada de algún modo desde el P. C.
de Grupo. El debe denotar su presencia a los de
atrás; pero ¿cómo hacerlo sin delatarla al pro
pio tiempo al enemigo? Cualquier procedimiento
que emplee, cohete, globo, reflectores radar•
“ventana”, señales radio, ha de ser convenido
e instantáneo para que sean inmediatamente
aprovechadas por los elementos del Grupo a re
taguardia y no sean captadas por el enemigo,
que anularía el observatorio avanzado en el
acto. En todo caso, el observatorio avanzado, de
naturaleza esencialmente móvil, puede cambiar
inmediatamente de posición, ya que lo que se
pretende ahora es clavar un jalón, es decir, rea
lizar y corregir un tiro sobre un detalle característico del terreno, y nos basta para ello con ob
tener un disparo en la zona de acción y verlo.
En resumen: ha de suponerse que la situación
no permite recurrir a los procedimientos topo
gráficos normales para enlazar ambas zonas, y
el medio más rápido para clavar el jalón es de
latar la presencia del observatorio avanzado de
alguna de las maneras dichas. Una vez que por
este artificio haya sido posible en el P. C. del
Grupo localizar aproximadamente la situación
del observatorio avanzado, es conveniente que
éste designe, refiriéndolo a sí mismo, un punto
destacado del terreno en la zona de ácción, ob
jetivo de combate o no, y corregir inmediata
mente el tiro sobre él. El enlace entre zonas
queda hecho (i), y la posición del observatorio
avanzado deja de ser utilizada como referencia.
Observación del tiro por el observador avan
zado.—Desde luego, puede emplearse el proce
dimiento descrito para el Oficial de Infantería,
y, a nuestro juicio, será el más conveniente y
único posible en la mayoría de los casos. Sin
embargo, no está de más prever la posible uti
lización de otros que describimos a continua
ción.
Si se tiene la seguridad de que la observación
es central, puede procederse, en cuanto a la di
rección, siguiendo las normas comunes a esta
clase de observación, utilizando la relccio”iide
reduccio’n
conveniente. En alcance, la proximi
(x) Véase “Jalonamiento del terrenó”, exo citado, pá
gina 55.
dad al objetivo permitirá, a veces, dar la mag
nitud aproximada de desvíos, lo que reducirá el
período de aproximación en la corrección del
tiro.
Si no sucede lo anterior, pero el observatorio
es dominante sobre el campo de observación y
éste es de pendiente uniforme, puede seguirse el
procedimiento recomendado por nuestro regla
mento de llevar los impactos a la línea de tiro,
por horquillas en dirección
i).
Conseguido esto,
se puede dar el sentido de los desvíos en alcance,
e incluso su magnitud, con tanta más certeza
cuanto más lateral sea la observación.
No puede tampoco ser echado en olvido, pese
a la injustificada prevención que sobre él existe,
el método de observación y corrección lateral.
De hecho este es el único que, cuando la obser
vación es unilateral, permite alcanzar un grado
de corrección satisfactorio, tan satisfactorio
como en la corrección por encuadramiento y
observación central. Y este extremo es muy in
teresante cuando la corrección del tiro de una
pieza directriz puede llevar tras sí el tiro de todo
un Grupo o agrupación de baterías.
Hemos de ver, sin embargo, qué simplifica
‘o
ciones podemos introducir para hacer menos
penosa la labor del observador avanzado. Para
ello comencemos por recordar las fórmulas de
aplicación de este método (2).
En la figura 4, P representa la pieza que co
(i) Véase texto citado, págs. 203 y 195.
(r) Para la deducción de estas fórmulas véase “Correc
ción del tiro con observación lateral”, Capitán Aguinaga.
Revista
Ejáacrro,
agosto 1946.
fig4
8
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rrige, O el observatorio y B el blanco u objetivo.
Para llevar un centro de impactos que se pro
duce en 1 a la línea de observación, pueden se
guirse dos caminos: o corregir el desvío late
ral I-I (referido a la pieza, esto es, variar la
deriva en L°°, o corregir el desvío longitudinal
II2, esto es, variar el alcance en I-Iz metros. Si
el centro de impactos
1
se produce relativamente
próximo al objetivo
B,
puede admitirse sin gran
error que el ángulo P110 es igual al ángulo de
observación a. Entonces,
I-I L°° x X (Km.).
1-Ii = Im/cos = Ç300 d (Km.) ¡cos
L°°
—
O0
d(Km.)/cosa
—
X (Km.)
II2 = Im/sen cc= d (Km.)/sencc.
Un desvío 3 de la línea de observación se co
rrige, pues, solicitando un cambio de deriva por
la fórmula (1), o una variación de alcance por la
fórmula (II). El observador emplea la primera
para pequeños valores de oc,y la segunda para
grandes valores de a.
Por otra parte, de la figura 5 se deduce de una
manera general:
00
AL
=-—tgcc
ó
tgx
o sea, que para mantener los centros de impactos
en la línea de observación, toda variación en el
alcance, AX, debe simultanearse con la corres
pondiente variación en deriva, AL, y viceversa.
A saltos de alza de dos zonas corresponden
saltos de deriva
2Z
tX(Km.)
.
(III)
y a saltos de deriva AL corresponden saltos de
alza
1
¿XX AL°°. X
(Km.)
tg oc
(IV)
El observador emplea la fórmula (III) para
pequeños valores de a y la fármula (IV) para va
lores grandes de a.
(II) Los norteamericanos, que han hecho un em
pleo muy amplio de este método, para aligerar
la labor del observador avanzado, simplifican
aún más las expresiones anteriores, parten el
trabajo de elaboración de ellas entre el observa
dor y el Capitán de la batería, y además reali
zan la corrección por saltos longitudinales, a
base de centenas de metros, o saltos laterales a
base también de centenas de metros. Ellos con
sideran tres casos (1):
1.0 cc<
30000:
Llevar los impactos a la línea
de observación; el observador transmite la co
rrección latetal en metros,
3,
d
(Km.), resultado
de hacer cos oc= i en la expresión (1); el Ca
pitán, que conoce la distancia a que está tirando,
corrige L°° = 3°°. d (Km.)/X (Km.).
Mantener impactos en la línea de observación.
El observador transmite la corrección en alcance
que desea introducir en múltiplo o submúltiplo
de centenas de metros, y la simultánea correc
ción, lateral correspondiente en metros, a base
de
cc/lo
metros por cada ioo metros de ¿XX
(resultado de hacer 2Z = ioo y tang a = oc/Iooo
en la expresión; III). El Capitán completa la
expresión (III), dividiendo por X (Km.) la co
rrección lateral que le ha sido transmitida.
2.° 30000 <a < 80000.
Llevar.
El observa
dor transmite lacorrección en alcance . d (Km.)
1000
= a (resultado de hacer sen oc
cc/I000
en la expresión; II).
Mantener.
El observador transmite la correc
(i)
Véase “Let’s Use Fordward Observación”, Teniente
coronel Gibbons, en The Field Ai4illery Journai. Mayo, 1946.
13
p
ng 5
9
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cián lateral que desea en múltiplos o submúlti
pios de centenas de metros, y la corrección co
rrespondiente en alcance, a base de
1000/oc
cen
tenas de metros por cada ioo metros de correc
ción lateral (resultado de hacer tang oc= oc/Iooo
en la expresión; IV).
3.?
oc > 80000. Llevar.
El observador trans
mite la corrección en alcance 3. cf (Km.) (resul
tado de hacer sen oc
i
en la expresión; II).
Mantener. Como en el caso segundo (1).
A nuestro juicio, el alivio que con estas sim
plificaciones se proporciona al observador avan
zado no es grande ni proporcionado a los artifi
cios notoriamente exagerados que se introducen
en el cálculo.
¿Por qué no dejar que el observador sea sólo
observador y encomendar toda la mecánica de
la corrección al Capitán de la batería? Este
puede elaborar en cualquier momento la fór
mula (.111)
o (IV) si el observador avanzádo le
transmite el valor del ángulo de observación oc.
Entonces, el observador, una vez cumplida la
fase de llevar los impactos a la línea de observa
ción, no necesita enviar al P. C. otras indicacio
nes que lás de “corto” o “largo”, y se despre
ocupa de horquillas, saltos y u. c. 1. En el P. C.
es suficiente esto para calcular los datos de las
sucesivas descargas hasta centrar el tiro sobre
el objetivo. Solamente si en el transcurso de esta
segunda fase de la corrección los centros de im
pactos llegan a salirse de la línea de observación,
el observador avanzado
los vuelve a su línea por
aplicación adecuada de las fórmulas (1) o (II),
simplificadas si se quiere al modo americano.
Sólo nos resta decir cómo determina el obser
vador avanzado el ángulo de observación oc,
cuando no dispone de plano o desconoce la situa
ción en éste de la batería que corrige. Para ello
utiliza las fórmulas (1) o (II) a la inversa. De la
última, por ejemplo, se deduce
sen oc= Çl°°.cf (Km.)/112.
Dos descargas diferenciadas en
400
metros, por
ejemplo, le permiten medir el desvío aparente
entre centros de impactos y deduce un valor
aproximado para oc
=
í°°. cf(Km.)
/400,
aplicable
a la corrección del tiro para el obj etivo consi
derado.
Y, por último, para destacar la importancia
del observador avanzado no hay que llegar a
decir—como en alguna parte hemos leído—que
es el individuo más poderoso de la zona de van
guardia y que puede controlar y dirigir la masa
de fuego de toda la artillería. Esto puede pres
tarse a confusión y deben dejarse las cosas en
su punto. Deber primero del observador avan
zado es mantener informado al mando, con ve
racidad y lealtad, sobre las necesidades de fuego
artillero, en el reducido ámbito que se ha seña
lado, y en proporción al cual está su visión de
la batalla. Que en un momento dado el centro de
gravedad de ésta se traslade a su sector y se
canalice a través de él el fuego de una potente
masa artillera, no quiere decir, creemos, que él
disponga de ella a su arbitrio. El observador
avanzado hace o t ransmite peticiones de fuego;
la facultad de darlo y dosificarlo pertenecerá
siempre al mando, por su visión más amplia del
combate y ponderación de las necesidades que se
dejen sentir a un mismo tiempo, y que él conoce
por todos los medios de información de que
dispone.
‘o
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Df
/
/4
COfrÍMÑI,4Df CAÑo,t‘rs
INTAiV TÍRIA
Coronel de Infantería MANUEL SAGRADO MARCHENA,
Jefe de Agrupación de Montaña.
SU NECESIDAD
En las organizaciones de la postguerra del ‘14-18
aparecen las Seccionesde Máquinasde acompañamien
to en la Unidad Batallón, un cañón y dos morteros;
y poco antes de la contienda 39-45, las naciones
más adelantadas en la evoluciónde los métodos de la
conducción del combate abiertamente rompieron con
el prejuicio que impedía dotar a la Infantería de un
medio potente y de oportunidad de empleo que com
plementase el armamento del Regimiento de In
fantería, Unidad esta última que ha pasado del con
cepto meramente orgánicoy administrativo al campo
táctico.
Aquella mezcolanza de un cañón y dos morteros,
es decir, de un arma de tiro rasante y preciso con dos
armas de tiro curvo y gran dispersión en su fuego, no
era adecuada para actuar bajo un mando único que
además había de ejercerse en Li generalidad de los
casos reales a distancia sobre una de las dos ciases de
armamento y de modo directo sobre la otra, dado que,
por razón de las respectivas trayectorias y caracterís
ticas físicas del material, los asentamientos eran dife-
rentes, como diferentes habían de ser los despliegues.
En uno, pues, de los dos mediostenía que recaer falta
de oportunidad en su empleo.
En la evolución de la organización de la Artillería
Divisionaria ée señaló, en el umbral de la segundaGue
rra Mundial, la preferenciade ciertos Ejércitos por el
aumento de obusesen la Artillería Divisionaria,el man
tenimiento de cargas de proyección varias y la adop
ción del calibre 10,5 centímetros incluso para la Arti
llería de Montaña; solución óptima en la hora actual,
en la que se pide el sacrificio de la Artillería, con sus
despliegues adelantadisimos,para que la Infantería no
se detenga y lleguecon el máximo de potencia—moral,
física y numérica—al acuerpo a cüerpo.
Hasta tal punto se ha extremado el adelantamiento
de los despliegues artilleros en la recién terminada
guerra, que el Ejército ruso, al consolidarcon la expe
riencia real la modernadoctrina de combate conel cañón
a las corlas distancias,
no ha contrastado una teoría de
tiempos de paz, sino que ha reverdecido la tradicional
doctrina que sentara Kutusow a principios del si
glo XIX frente al Corso, la víspera de Borodino:
“La Artillería se sacrificará. No obstante el peligro de
caer en poder del enemigo con sus trenes, el último
proyectil ha de ser lanzado. Batería que de tal modo
se comporte, con excesocontrapesará su pérdida.”
Y fiel a tal doctrina respondió su conducta. Así, en
la batalla de Krassny-Bor, febrero de ‘1943, durante
‘seis días de febril actividad nocturna, construyeron los
rusos unos ochenta asentamientos a barbeta para pie
zas de los calibres entre 4,5 y 7,62 centímetros, en pri
mera línea y entre la primera y segunda, distante aqué
lla de la línea contraria unos 40 metros, contados so
bre el terraplén del ferrocarrilMoscú-Leningrado,unos
300 metros en la mayor parte del frente de contacto y
500 metros en los sitios más alejados. Entraron las pie
zas en posición en la noche 9-10 de febrero, y al ama
necer, unas cien Baterías de todos los calibres inicia
ron una preparación intensa de dos horas de duración.El 20 por
‘100
de las piezas, las situadas en primera lí
nea, con tiro directo sobre objetivo individual y obser
vación desde la pieza, demolieroncubiertas, blindajes,
nidos de armas automáticas y asentamientos avanza
dos de anticarros ligeros condición previa para el
asalto de los siberianos; pero un exiguo número de
ametralladoras “resucitadas” de entre los escombros
de tan concienzudademoliciónahogó en ríada de san
gre tres asaltos consecutivos.En el alarde
cte
material
quizá faltó un “complementopotente” de la Infante
ría: el cañón de Infantería contra las ametralladoras
fantasmas, de haber estado previsto, no hubiera podi
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do tirar por encima de las olas de asalto, a causa de su
trayectoria rasante en una llanura completamente ho
rizontal. Faltó quizá el obús de Infantería.
Desde el principio de 4943 se prodiga la doctrina:
empleo de una parte de la Artillería ligera en posicio
nes muy avanzadas, incluso descubiertas, en tiro de
masa, no concentrada, sino repartiendo los objetivos
por piezas; sorpresa—tirosimultáneo de todas las pie
zas—; puntería directa, cadencia rápida desde el ini
cio, observación desde lapieza y correcciónsobre la
propia marcha,
puesto que la correcciónprevista por
la técnica de un acertado empleo anula los efectos de
sorpresa y permite durante ella, a un enemigosereno,
retirar el material amenazado de destrucción a un
abrigo inmediato y seguro, que una técnica previsora
e inteligente tiene siempre que habilitar para las ar
mas y par-ael inestimable material humano.
Acaba la guerra en Estados Unidos,y numerosas y
experimentadas comisionesde los tres Ejércitos, en
conferencias, en estudioscolectivos,en encuestasorien
tadas y concretas, todo condensadoy resuelto en pro
puestas y modificacionesrecomendadasa los altos or
ganismos rectores de las fuerzas armadas, buscan doc
trina, métodos, soluciones tácticas a las novísimas
ideas del combate con los novísimosmateriales que la
ingente técnica industrial creó.La Artillería de Campa
ña ha sido más y más estudiada en tódos sus aspectos,
cuestiones y detalles, porque al rápido desgaste de la
Infantería que nos muestra el cuadro general de la ba
talla se ha unido el rápido desgaste de la Artillería de
Campaña, con la nueva doctrina del adelantamiento
de una parte del despliegue artillero.
La acción conjunta Artillería-Infantería se concibe
viendo cómo la Infantería marcha y avanza bajo untoldo de trayectorias artilleras, a cuyos puntos de caí
da más retrasados valientemente se pega material
mente.
-
Y es una enseñanza de esta guerra recién terminada
que confirma observacionesy juicios hechos sobre la
del 44-48,y que no debenolvidar los Mandosde Infan
tería: las ingentes masas de acero de las interminables
preparaciones artilleras de la primera GuerraMundial,
lanzadas sobre extensas zonas del despliegue contra
rio, se han empleadoreducidas en tiempo, pero decu
plicadas en masa de proyectiles en la segunda gran
contienda, y la Infantería se ha visto detenida en la
última por ametralladorasfantasmas que han escapado
a la destrucción; y si temibles eran aquellas ametra
lladoras de 44-18 con sus velocidades de fuegodel
orden de los 300-400 disparos por minuto, las del
42-45, con rendimiento medio de 1.000-1.500disparos
en igual tiempo, acaban en breves instantes con una
Infantería confiada,poco o deficientemente apoyada
e inexpertamente conducida.
La infantería necesitaba un arma de tiro curvo con
tra su enemigosutil, pero poderosisinio:la ametralla
dora, ya enmascarada, bien semienterrada, ora en ni
dos con blindaje, enemigoéste al que se ha sumado
el contracarro ligero, que, ineficaz ya para el carro
moderno, por la rapidez de su fuego, rasancia de su
trayectoria, precisión de su tiro y potencia de su mu
nición, es contraarma eficaz de las ametralladoras del
ataque, sobre todo de las que, subordinadas al escalón
de choque y de sus sostenes, que inevitablemente se
han de prodigar muy avanzadas.
Tal arma contra la ametralladora pesada, contra el
contracarro ligero, contra los nidos blindadosy contra
escudos, objetivos todos minúsculospara el Grupo de
Artillería Divisionarioen misión de apoyo directo del
Regimiento de infantería, no es otra que el cañón, me
jor el obús, dé Infantería; pero entiéndase bien, obús
de Infantería, como en el curso de este estudiorecal
caremos para que no caigamos en la lamentable con
fusión de i con r.
La Compañía de cañonesde Infantería es la reserva
de fuegos especiales potentes del Regimiento, como
uno de los Batallones, o parte del mismo, constituye
la reserva de tropas. El Coroneldispone, pues, de una
reserva completa, con la cual en todo momento puede
influir decisiva y eficazmenteen el combate, haciendo
-
sentir su acciónpersonal. Al contar con la potencia de
fuego de un Grupo de Artillería, le falta el comple
mento.
LA MISION DE. LA COMPAÑIA DE CAÑONES
Siendo un arma complementaria de potencia, el
cañón de Infantería completa la acciónde la Artillería
de apoyo o de acompañamiento,inmediato del Regi
miento, e igualmente ante la impotenciá de la ame
tralladora pesada o del mortero medio, por causa de
los proyectileso de la distancia, complementala acción
de estos últimos. Entre estos límites se encuadra la
misión de la Compañíade cañones de Infantería.
Pero ponderando las necesidades de la Infantería
respecto a su dotación de un arma potente de fuego,
es de todo punto primordial no lastrarla excesivamen
te lesionandosu característica esencial: la movilidad,
y el
cañón
constituye un arma muy pesada. Se ha lle
gado a una solución satisfactoria, en la que intervie
nen la organización,la dotación y las misiones.
La Compañíase organiza en Seccionesde a dos pie
zas; tres Secciones ligeras de calibre entre 6,5 y
40,5 certímetros, según los Ejércitos, y una pesada
del orden de los 45 centímetros de calibre.
Consecuencia inmediata de tal organización: La
Compañía de cañones de Infantería no es una Batería;
no admite el mando unitario en fuego; la Unidad de
-
tiro es la Sección.La descomposicióndel conjunto en
Secciones da flexibilidad a la Compañía, y para los
despliegues permite asentamientos adelantados,situa
dos de ordinario en la zona de las reservas de Regi
miento y, en numerososcasos y situaciones del com
bate actual, en la zona de sostenes.
La dotación de municiones por pieza es inferior al
50 por 100 de la dotación de.pieza de una Batería.
Las seispiezas ligeras de la Compañíacuentan aproxi
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madamente con el 50 por 100 de la dotación de una
Batería de cuatro piezas.
Consecuencias:‘1
•a
El empleoirracional del fuego de
las Seccionesde la Compañíade cañonesen brevesins
tantes las dejará sin municiones.__2.aSólo en casos
excepcionales de un terreno idea.lserá factible un mu
nicionamiento imprevisto y apremiante, ante el ago
tamiento de las dotaciones.Y si el terreno es ideal para
permitir tal municionamiento extemporáneo, no puede negarse qüe también será óptimo para el desplie
gue de objetivos enemigos,contra los cuales precisa
mente se dotó a la Infantería del arma capaz de des
truirlos._3.a Los fuegos de la Compañía de cañones
son de oportunidad sobre objetivos precisos, tangibles
y definidos. Esto determina la ]?rohibiciónde fuegos
de A rlillería a las piezasde Infantería, tales como Ios
fuegos profundos, los fuegos sobre zonas, los rodillos
y barreras de fuego, etc., y todos aquellos que son
exclusivos de la Artillería Divisionaria,concretamente
del Grupo de apoyo afecto al Regimiento de Infan
tería.
Misiones normales.—Al
terminarse el desplieguede
la Infantería en el límite de su zona de acción, los
2.500 metros, la base de fuegos potentes del Regi
miento debe hallarse establecida, no sólo las piezas en
sus asentamientos, sino en posición de vigilancia, avi
zorando sus posibles objetivos. ¿Cuáles?
a) Losde aparición inesperada, por sorpresa, aun
que sean objetivos de Artillería; pero cuya entrada en
acción pueda tener lugar en tiempo más breve que el
indispensable para señalar a la Artillería de apoyo su
ubicación y que el Grupo afecto prepare el tiro y rom
pa el fuego. Una vez que la Artillería de apoyotome ta
les objetivos bajo su fuego, enmudecenlos cañonesde
Iñfantería y pasan a la situación de vigilancia.
b) Los objetivos fugaces; incluso los persistentes
Composición y dibujo del Capitán Carbajal Casas, del Regimiento de Artillería núm. 11.
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en movimiento hacia cubiertas o posiciones cultas,
cuya velocidad y cambios de dirección dificulten la
observación artillera a los efectos de corrección
pronta.
c) Cuantosobjetivos sean inmunes al fuego de las
ametralladoras pesadas y morteros medios propios.
d) Losque aparecerán—y siendo segura su apari
ción hay que estar para ello aprestados— a pesar de
una intensa preparación artillera, cuando los grupos
de choque propios se lancen adelante, por muy pega
dos que vayan a las trayectorias artilleras propias,
trayectorias que es peligrosísimopretender que vuel
van a dar un
retaso
a la zona antes batida, para ani
quilar esos objetivos que un Mando inteligente enemi
go libra de la destrucción de las más potentes prepa
raciones, porque a mayor dispersión del fuego de las
Baterías de apoyo, por causa de la mayor distancia de
su despliegue,causará bajas a las fuerzas propias, con
grave quebrantamiento de la moral de los ilesos al re
cibir por la espalda granadas. El despliegue adelan
tado de los
cañones
de Infantería, normalmente en la
zona de reservas, que a favor del fuego de las Baterías
de apoyo puede también alcanzar la zona de sostenes,
por la menor distancia y, consiguientemente, mayor
precisión de tiro; por la mejor observacióndel fuego y
por la más fácil y breve localizaciónde objetivos, sa
tisfará con mayor eficaciala apremiante demanda del
escalón de choque propio.
Por lo expuesto se observa que las misionesse limi
tan en tiempo y en espacio. En tiempo, por la rapidez
y brevedad de intervención, queda caracterizado el
fuego de las Secciones:ejecutan golpes de fuego por
sorpresa. Ello impone estar prestos ‘desdeun princi
pio, seguir al detalle la marcha del combate y susincidencias con las piezas en posición de vigilancia,
enmudecer una ez aniquilado el objetivo—para ga
rantizar la propia seguridad, ante la observación y
armas contrarias—y volver de nuevo a la situación de
vigilancia.
La limitación de las misiones en espacio hay que
considerarla en un doble concepto: por lo que se re
fiere a los objetivos y en lo que concierne a la situa
ción de los asentamientos. Respecto a los objetivos,
trátase de objetivos reales, de reducidas dimensiones,
de difícil localizaciónen muchos casos por su enmas
caramiento, ubicación o cubierta, y de revelaciónpor
sorpresa. Y en punto a la limitación de zonas de asen
tamientos de las piezas de las Secciones,la consigna
general para todos los materiales de potencia—la que
implica generalmente volumen,peso, torpeza de mani
obra y dificultades para la ocultación a la observación
contraria—es evitar frecuentes cambios de posición.
Esta consigna es más rigurosa para las piezas de la
Compañía de cañones; se limitarán al menor número
los sucesivos asentamientos, eligiéndolosy preparán
dolos de modo que a la exigencia táctica sumen las
mejores técnicas de instalación y acción.
Misiones anormales.—
Es puramente teórico, propio
de tiempos de paz y espectacularidad, el asignar mi-
siones contracarro a la Compañía de cañones de In
fantería.
Lo primero que salta a la vista es que con longitudes
de tubo inferiores a 45 calibresla velocidadinicialserá
exigua. Ello es lógicoy natural; las piezas no se pro
yectaron para batir carros, sino objetivos de mucha
menor fortaleza y resistencia, los que con proyectiles
de velocidadinicial del orden de los 300 metros por se
gundo son destruídos con facilidad a los mayores al
cances de tiro de tal material, dado que la velocidad
remanente de aquéllos se conserva entre los 200 y
‘150
metros por segundo, poseyendo fuerza viva con
exceso para aquella destrucción. Pero pretender em
plear tales armas contra los carros es utópico; hace
falta contra la mayoría de lós carros actuales—sinque
nos refiramos a los pesados—proyectilesque a ‘1.000
metros conservenuna velocidadremanente superior a
la inicial del material corriente de Artillería de Cam
paña, y todos los materiales que por causa dél pro
greso rápido se hacen anticuados sin salir de los par
ques, y que razones de economíaaconsejan su empleo,
han de ser utilizados en la función para la que fueron
fabricados; darles una misión aleatoria o secundaria,
si no es genérica con la principal, conducea un doble
fracaso, moral y material; el primero, calando mucho
más hondo, pues afecta grandemente a la confianzade
las tropas.
La técnica sirve a la Infantería con el cañón o
el obús de infantería, un arma de fuego potente, de
tiro rápido, de gran precisión y de una trayectoria de
gran ductilidad, tal como demanda la exigencia de la
táctica para aniquilar un objetivo de reducidas dimen
siones, aparición inopinada, de fortaleza inmune a
ametralladoras y morteros medios, y, en la mayo
ría de las situaciones del combate, oculto o semien
terrado.
Lo mismo decimosrespecto de los materiales nuevos
a los que, por lo costosos,se les quiere asignar dos mi
siones: una principal y otra secundaria; fracasarán en
ésta, ya que fueron proyectados para aquélla. Tal su
cede, a mayor abundamiento, con las ametralladoras
antiaéreas, por ejemplo. Si la propaganda industrial
nos las presenta como aptas para batir carros, lo pri
mero que se nos ocurre preguntar es por la tabla de
tiro con granada perforante, y al ver que a ‘1.500me
tros la velocidad remanente es inferior a 300 metros
por segundo, deduciremos que la fuerza viva de unproyectil de menos de ‘150gramos sólo puede ofender
a blindadoscon chapa de palastro y cochesde turismo.
Y llegamos, dentro de las misiones anormales, al
caso extremo, el de la defensa propia inmediata: la
autodefensa. Sólo en el caso de amenaza directa e in
mediata cabe el tiro a que;narroa contra el carro que
se vieneencima en función de apisonadora que embu
tirá en el terreno, con sus veintiséis y más toneladas
de peso, los restos del cañón convertidos brevisimno
instantes antes en chatarra por las poderosas cadenas.
Pero estos
casos extremos
no admiten enseñanza ni
sistematización; no deben ser considerados, pues ante
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ellos cada cual debe obrar según su propio espíritu.
La previsión del caso sí merece ser considerada, pero
la soluciónno está en el empleo del propio cañón; dan
más garantía el cinturón de minas contracarro y el
pelotón cazacarros con la gama de médios’de lucha
heroica contra el carro.
EMPLEO DE LA COMPAÑIA
DE
CAÑONES
El que la Compañía de cañones sea una reserva,de
fuegos potentes especialesdel Regimiento no debe lle
var al amaneramiento de mantenerla el Coronelen re
serva, interpretando esta reserva en el sentido de in
actividad, porque entonces su intervención sería in
oportuna en tiempo e inadecuada en espacio.
El ideal de oportuna intervencióny acertado empleo
se condensa en la ruptura del fuego en cualquier mo
mento y en cualquier direcciónsin,pérdidas de tiempo.
Base para el logro de este desiderátum es que el des
pliegue de asentamientos y observatorios de Sección
y de la Compañía y los observadores avanzados, así
como los preparativos para el fuego, estén a punto
cuando las Compañías de granaderos abandonan la
base de partida para un ataque, ocupan los puestos de
combate si se trata de una acción defensiva o, si se
trata de combates de encuentro, apenas los gruesos
inician el despliegue.
Todo ello, la eleccióne instalación de observatorios,
determinación y preparación de asentamientos para
piezas y avantrenes, situación de municiones a la in
mediación de las armas, reconocimientos,operaciones
de preparación del tiro, instalación de los observadores
avanzados a la inmediación de los Comandantesde las
Compañías del escalón avanzado, juntamente con los
trabajos de enmascaramiento y protección, requiere
tiempo, más del corriente, por la peculiaridad ya se
ñalada del fuego de los cañones de Infantería.
En consecuencia,podemos afirmar que no es fácil
el acertado empleosin un gran dominiode la táctica y
de la técnica por el Mando del Regimiento, el de la
Compañía de cañones y por los Comandantes de las
Secciones. Trátase de una Unidad con una heteroge
neidad grande de especialidades, cuya instrucción y
adiestramiento en la paz han de ser extensos y deta
llados, las previsiones de todo género minuciosas, y
entre ellas, el intercambio de funciones y cometidos
ha de convertir a la propia Compañía en centro de su
propia reposición de bajas, persiguiendobastarse a sí
misma aun con el 60 por 400de bajas, coeficientede las
unidades superheroicas. A tal grado hay que llegar en
la formaciónde la moraly espíritu de sacrificiode toda
la lista de revista de la Compañía,.
El plan de maniobra no puede ser rigido. Pese a las
previsiones y a la información,el imponderable de la
voluntad contraria, el coeficiente físicomoral de las
fuerzas propias, la marcha del combate de las Unida
des colaterales, etc., pueden determinar que el centro
de gravedad de la lucha se traslade a zona distinta de
la prevista en un principio y señalada en la orden co
rrespondiente. Nadie más que el Coronelpuede aten
dei a tal conti.ngencia.A tal fin, sus mediosson la re
serva de hombresy la de fuegos: el Batallón de reserva
y la Compañía de cañones, en el acto; momentos des
pués, la artillería del Grupo afecto de que pueda dispo
ner o liberar de otras tareas no acuciantes ante la si
tuación planteada.
Así, pues, el empleo general de las Seccionesde la
Compañía de cañonesno puede ser objeto de previsión
y concreciónen la orden del Coronel,pues su interven
ción se supedita a los resultados de la preparación ar
tillera en un principio y a la lucha por la superioridad
de fuego en el transcurso del combate. El Capitán de
la Compañía conocepor la orden la idea de maniobra,
las misiones pedidas al Grupo de Artillería afecto en
misión de apoyo directo y las ordenadas a la Artillería
subordinada como de acompañamiento inmediato, y
sobre la base de la designaciónde la zona de esfuerzo
principal inicialmente ordena el apresto de las Seccio
nes y su situación en posición de vigilancia sobre dicha
zona de esfuerzoprincipal, sin que por ello la explora
ción, reconocimientosy conservaciónde los otros sec
tores no requieran su atención constante.
Situaciones particulares pueden determinar en la
orden del Regimientoel afectar Seccionesa determina
do Batallón o Batallones, y así sucederá siempre que
tal situación imponga afectar una Batería a un Bata
llón, porque el terreno o la situación impidan el
mando unitario del Grupo de Artillería afecto con des
embarazo o dificulten la observación. Si la situación
aconseja reforzar.el Batallón con una Batería, es obli
gada la necesidad de afectarle una Secciónde cañones
de Infantería, complementaria de aquélla, que
remate
los objetivos aisladosque hayan escapado a los fuegos
artilleros pedidos por el Jefe de Batallón.
Del mismo modo que el Jefe del Regimiento no
subordinará todas las Baterías del Grupo de apoyo se
ñalado al mismo a los tres Batallones, tampoco se des
prende de las Secciones de cañones en su totalidad,
ante aquella contingencia antes señalada de modifica
ción de la situación por desplazamientode la zona de
esfuerzo principal.
El Capitán de la Compañía de cañones reparte mi
siones a las Secciones,a las que señala las respectivas
zonas a vigilar, y si una de las Seccionesse ha subordi
nado a algún Batallón, se prescinde de ella y la totali
dad del terreno.,a los efectos de apresto en vigilancia,
se reparte entre las restantes, con lo que la zona del
Batallón en situaciónparticulares objeto de doble ex
ploración y observación.
Siendo la unidad de tiro la Sección, cuando en situa
ciones determinadas y eventualesse requiera una ma
yor potencia de fuegos, entre tanto interviene el Gru
po de apoyo,las Secciones,por orden del Capitán de la
Compañía, concentrarán su fuego, en el que automáti
camente cesarán al intervenir la Artillería Divisionaria.
El empleode piezasaisladasconstituye una eventua
lidad en casos muy particulares. Como la Unidad de
15
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tiro es la Sección,el equipo de elementosy material de
preparación del tiro es único para cada dos piezas,
resultando que sólo en casos muy especialesse desga
jará la Sección y se dará misión a una pieza, la que,
como es obligado, llevará tales elementos de prepara
ción del tiro, con lo cual la segunda pieza se halla im
posibilitada de realizar el tiro en condicionestécnicas;
prácticamente queda anulada. Puede tal caso particu
lar y circunstancia especial impedir un asentamiento
para dos piezas, y, sin embargo,exigir la situación tác
ti ca un fuego con proyectil potente, con lo cual se jus
tifica el empleo de la pieza aislada.
En el asalto y lucha en la profundidad de la zona
enemiga, la reducción de islotes de resistencia contra
rios, cuando la mezcla de. atacantes y defensoresobli
ga a alargar el fuego de las Baterías propias, puede ser
imperativo el empleo de piezas aisladas, incluso para
apoyo de Grupos de asalto y limpieza, a los que se sub
ordinarán. Claro está que el fuego de estas piezasten
drá poco de técnica, aunque reporte gran efectomoral.
Igual conducta habrá de seguirse en zonas de te
rreno muy cubierto, cuya visibilidadse dificultao anu
la; la protecciónque el arbolado y monte bajo prestan
al arma automática y a los contracarros ligerosobliga
al posiblesacrificio de las piezas ante la imperiosa ne
cesidad de afectarlas a las Unidadesy Grupos avanza
dos detenidos en su progresión y clavados al terreno
por una ametralladora.
En la acción defensiva distinguiremosla defensiva
circunstancial, y por ende limitada en tiempo, y la de
fensa estabilizada.
En la primera situación, subsistiendo la limitación
de la dotación de municiones,se mantiene el principio
fundamental del empleo táctico circunstancial, de
oportunidad y objetivo unitario y preciso; sigue sien
do un arma potente, sí, pero complementariay ligada
a la acción de la artillería de la defensay a la impoten
cia de las ametralladoras pesadas y morteros, impo
tencia debida a los proyectiles o al alcance.
Ya en la defensa organizada y más o menos estable,
al ser posible el acopio de municiones al pie de pieza
y fácil el municionamientodel escalónde fuego, se am
plía el cuadro de misiones de la Compañíade cañones,
y como órganos del sistema de fuegos habrán de ser
tenidas en cuenta las Secciones,a los fines de la con
fección del plan de fuegos.
-
Dos puntos de interés restan por considerar: el despliegue y los observadores.
Bien conste la Compañía de tres o cuatro Secciones
—la pesada no llenó en la guerra las esperanzasque en
ella se pusieron—,cuando está toda ella a disposición
del Coroneldel Regimiento,no cabe en un asentamien
to homogéneo,es muy voluminosay vulnerable;siem
pre se fragmenta en dos escalonesgenerales: fuego y
municionamiento. Aun así, dado que la ubicación del
más avanzado de ambos escalones es generalmente en
la zona de reservas del Regimiento,los dos se fraccio
nan y distancian por Secciones,enlazándosetodas las
partes por radio y teléfono—laóptica estará dispuesta
para doblar el enlace apenas falle el teléfono—conla
P. M. de la Compañía.
Cuando una Secciónse afecta o subordina a un Ba
tallón, ellono implica generalmenteque la mismahaya
de separarse del desplieguede la Compañía para mar
char a la zona de accióndel Batallón, lo que seríaimpo
sible las más de las veces. El Comandante del Bata
llón ordena el tendido de una línea desde su centralilla
al P. C. de la Seccióny ésta envía al Suboficialde en
lace a las inmediacionesdel Jefe del Batallón, a más
de pasar su radio a la escucha de la del Comandante
a quien queda afe.cto.
En las situaciones que conducen a misión y empleo
normales, anormales y de circunstancias son los des
pliegues y el enlace; en el decidido empeñoy tensión
de mantener éste a toda costa estriba la eficacia del
empleo de la pieza o piezas destacadas, y de la acer
tada eleccióny preparación de los asentamientos de
pende, con la vida de las piezas, el cumplimientode la
misión pedida u ordenada.
A raíz de la primera guerra mundial se puso sobre
el tapete de la discusión, estudio y controversia, el
tema “Observatorios y observadores”, y llegados al
consenso unánime del principio táctico de que la bata
lla es la pugna por la posesiónde observatorios,respec
to a observadoresse hacían propuestas, recomendacio
nes e indicaciones de adelantarlos todo lo posible.
La enorme importancia del fuego y la ineficacia del
fuego no observado justifican el interés de la cuestión
hasta el punto de que en la segunda gran guerra los
observadores se ubicaban en la zona de contacto y en
ciertos teatros de operaciones se lanzaban en para
caídas observadores con radio en la zona enemiga.
Ha sido tan grande el coeficientede bajas de obser
vadores avanzados, que recientemente, en las confe
rencias de expertos americanos, con vista a la prepa
ración de las fuerzas armadas para evitar la tercera
guerra universal, entre interesantes cuestiones, se ha
llegado hasta estudiar la convenienciade dotar de un
vehículo acorazado a los observadores adelantados,
concluyendo con una propuesta de que el equipo de
protección y transporte sea análogo al de la Unidad
que ha de recibir el apoyo artillero, despuésde recono
cer la necesidad de que el número de observadores
avanzados por Divisiónde Infanterías ea unopor Com
pañía de granaderos.
Las especialesmisiones de la Compañía de cañones
y las dificultades de su tiro de precisión sobre objeti
vos difícilmente localizables con rapidez aconsejan
profusión de observadoresy profundidad en su instruc
ción y adiestramiento.
16
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LESACA 1810
Capitán de Ingenieros del 6.° Regimiento,
JOAQUIN MORALES DE RADA Y CAMPOS
El año de 1810 se acantonan. en Lesaca las tro
pas francesas del Coronel Broun. Su misión—in
vadida la casi totalidad de la Península—es quizá
el cubrir las lineas de abastecimiento que éon Fran
cia ofrecen los collados da Arichulegui, Biandiz y
Zuna, misión pacífica que no ofrece graves dificul
tades ni exige desvelos, y que les permite instalarse
en las mejores condiciones que pudiera desear una
fuerza perteneciente al Ejército más agitado y be
licoso del momento.
Hacen su aparición el día 22 de octubre y ocu
pan como cuartel la hermosa Casa-torre de Zaba
leta, que, sin duda por ello, es llamada áún en nues
tros días “La Caserna”.
En el archivo municipal de la Villa se conserva
el registro de los gastos a que dió lugar esta ocu
pación:
Razón de los sumint0 que se han echo para la su
sistencia de la tropa francesa que esiste ea esta villa
desde el día 22 de Octubre en adelante en varias 1ne-
nudencias:
Los primeros asientos corresponden al día de la
llegada y acusan un esmero sibarita muy lejano a
preocupaciones de combate:
Por una taza de manteca que se les
ha suministrado2 rs. vn.
Por un pollo para el Sr. Comte
..
2 rs. vn. 20 mvs.
Siguen el mismo día comodidades de otra índole:
Por un orinal para el Sr. Comte.. 2 rs. vn. 20 mvs.
Al siguiente, el delicado régimen se amplía a
escaibnes inferiores:
Por un pato para los Oficiales.... 5 rs. vn.
Por una gallina para dho Sr. Comte. 2 rs. vn. 20 mvs.
Más tarde, ¿por qué no?,
es
la tropa la que
participa:
Por una ternera130 rs. va.
Por 20 sacos de manzanas y nue
cesO rs. vn. 20 mvs.
A primeros de noviembre debió
de celebrarse con gran orgía al
guna victoria señalada, a juzgar
por estas referencias:
Por 16 litros de
vino
Por 24 pintas (1)
de pitarra (2).
Por dos botellas que rompieron a
Sebastián de Beloqui
Por .cinco vasos que rompieron al
mismo en el cuartel
Por 4 sillas finas que se han rom
pido en dho, cuartel
Pero no todo fueron suministros de boca para el
invasor:
Por la cuenta dada por el Sr. Coronel
Broun para hacer el vestido y capote
por los golpes que le causaron al Sar
gent& Lechevey el día 23 de Nov.
..
100 rs. vn.
El 29 de diciembre, al partir la fuerza, surgen los
trapos sucios:
Por 12 pares de cucharas y tene
dores que les dió el mismo (Se
bastián de Beloqui) y no le han
huello
Por tres platos finos que se lleva-
/ ron y no han buelto
Etc., etc. (3).
LESACA-SAÑ SEBASTIAN 1813
Tres años más tarde es lord Wéllington quien
establece en Lesaca su cuartel general; tiene en
frente a Soult, que despliega en la margen derecha
del Bidasoa, desde Hendaya a Espelette, con áni
mo de socorrer a la guarnición cercada de San
Se
bastián. En la mádrugada del 31 de agosto, las
fuerzas francesas cruzan el río por los vados de Bi
riatou, Endarlaza y Vera; el centro avanza hasta
iniciar la subida de la Peña de Aya, estando pró
ximo a coronar la divisoria de aguas y dar vista a
su objetivo; pero la enérgica reacción del ala iz
quierda aliada—españoles de Freire, apoyados en
San Marcial—obliga a Soult a ordenar la retirada.
Una fuerte tormenta descarga a las siete de la tar
de y deja los vados impracticables, transforman-
(1) Se llama
“pinta”
en el país a la botella de 3/4 de litro.
(2 Sidra de f in de cosecha.
(3) Archivo Municipal. Estante 14.
RINCONLSP[QIILÑOSDLLAHISTORIA
(AIOIIN4S
NOTAS
81100/DAS
1WUSA(A)
16 rs. vn.
2 rs. vn. 20 mvs.
2 rs. vn. 20 mvs
10 rs. vn. 10 mvs.
16 rs. vn.
40 rs. vn. 28 mvs.
4 rs. vn. 19 mvs.
17
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do ci repliegue francés, a través del estrecho puen
te de San Miguel (Vera de Bidasoa), en el episodio
más sangriento de la batalla: dos generales—Van
dermaesen y Lamartinibre—más 3.600 bajas es el
balance.
Wéllington, que había alcanzado un ducado en
Ciudad Rodrigo con la ayuda de los portugueses,
y que más tarde iba a llevarse la victoria de Water
loo con la colaboración activa del prusiano Blu
cher y la pasiva del francés Grouchy, obtiene en
esta ocasión su ú ltimo triunfo resonante de la Pen
ínsula con el apoyo de la intrepidez española y la
oportunidad de unos copiosos chaparrones.
Durante su estancia en Lesaca dicta una enér
gica disposición para reprimir la piratería noctur
na en caminos y cañadas.
Ello no impide que un informe privado, redac
tado en 1814, diga lo siguiente:
Por motivo de haber subsistido en esta Villa el
Cuartel Gral, del Sr. Lord Wellinton duque de Ciudad
Rodrigo Gral, en Jefe de los Ejércitos convinados con
tra Francia por los meses de Julio, Agosto y Sepbre. del
año pasado de mil ochocientos y trece, los ingleses y
sus Brigadas se apoderaron de los granos y forrages
que los vecinos y moradores tenían en sus campos.
M A 1
Z
ALUBIAS PAJAS
Robos..
20,077 1,979
221,304
Rs. vn.. 562,163 102,921 55,326
Coincidiendo con los días’ en que transcurrió la
acción que queda arriba, tuvo lugar la “libera
ción” de San Sebastián: las fuerzas de lord Wéll
ington arrebataron a las napoleónicas, para entre
gárselas a España, la ciudad guipuzcoana. De paso
la quemaron.
ELIZONDO-LESACA.LABAYEN 1834
En los primeros días de julio de 1834 desembar
caron en Francia, procedentes de Londres, Alonso
Sáez y Tomás Saubot, “comerciantes de la isla de
La Trinidad”;
se
dirigen a España por la frontera
de Navarra, y al llegar frente a Urdax, Alonso
(1) Archivo Municipal.
Casa torre de Zabaleta, en Lesaca (Navarra), conocida hoy por la Caserna, y ocupada en i8ro como cuartel
de las fuerzas de Napoleón.
PATATAS
9,7 04
CEBAD A
Y NABOS
34,274
(1)
1.
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Sáez recibe la visita de Miguel Antonio de Legarra,
clérigo en Lecumberri, a quien entrega un pliego,
en cuya dirección se lee: Para Zumalacárregui.
Se hallaba el primer General de La Tradición en
las Améscoas cuando recibe e]. mensaje que reza
textualmente: Zumalacárregui: Estoy cerca dé Es
paña y mañana espero en Dios estar en Urdax.
Toma tus medidas y te mando
que
nadie lo sepa sino
tú. Carlos.
Apresuradamente cubre el Caudillo la distancia
que le separa de Elizondo y hace su aparición en
lo que acaba de organizarse como Cuartel-Real.
Carlos María Isidro de Borbón y su ayudante
durante el viaje, M. Auget de Sant Silvain, han
cruzado Francia con documentación falsa y han
entrado en España; este último es creado, por sus
servicios, Barón de los Valles.
Se pasa revista a seis Batallones, se discuten
problemas militares y se nombra una Junta con
sultiva, que preside el Marqués de Valdespina,
apercibido también en Vizcaya. de la próxima lle
gada de Don Carlos.
Eraso manda las fuerzas a cuyo cargo corre la
protección y seguridad del Rey, y en Madrid, un
ministro liberal—Martínez de la Rosa—dice: Un
faccioso más.
Alguna mayor-importancia
debió de darle al he
cho el Mando militar cuando inmediatamente se
moviliza Rodil en persecución. del Pretendiente.
Este encuentra dificultades para atravesar el puer
to- de Velate y desciende siguiendo la cuenca del
Bidasoa, para entrar en Lesaca el 27 de julio y sa
lir en la madrugada del 29. En el índice del archi
vo municipal hay una nota correspondiente al año,
que registra: Balde de gastos efectuados con motivo
de la venida de Don Carlos los días 27y 28-de julio,
y aunque he buscado, la relación, no he podido en
contrarla. -
-
La comitiva real se pone en marcha por Yanci,
Aranaz y Zubieta, y en lo más fragoso de la mon
taña, entre Saldías y Labayen, está don Carlos a
punto de ser apresado por Rodil, que, a juzgar por
el empeño, no es tan displicente con su persona
como pudiera pensarse por la frase de Martínez de
La Rosa.
Un fiel y fornidó labrador de Larraínzar, llama
do Esaín, coge en hombros a su Rey y, llevándole
por vericuetos y sendas montaraces, impide que
caiga prisionero; agradecido, Don Carlos le concede
el condado de Casa-Esaín.
Para las dignidades nobiliarias del carlismo no
‘hubo Abrazo de Vergara.
VERA DE BIDASOA-OROQUIETA- -
SANTESTEBAN 1872-73
- -
El 1 de mayo de 1872 atraviesa Don Carlos
—ahora Carlos VII—la frontera por las inmedia
ciones del monte La Rhun y pasa su primera no
che española en el caserío “Morkotzen-Borda”,
desde entonces llamado “Carlos Chapa”. El actual
propietario del caserío no conserva ningún recuer
do de quien, hace setenta y cinco años, fué reci
bido con júbilo por sus mayores, y es que estamos
ya en el siglo de los apremios materiales y la fron
tera no tiene ya valor para el aldeano de la perife
ria como línea que un día atravesó su Rey en de
fensa de unas creencias y unas libertades secula
res, sino más bien como demarcación de dos mo
nedas de diferente cotización y de dos mercados
de distinta forma abastecidos: medias de cristal
por paños de Béjar, vino de Jerez por “tricotinas”
de tocador, etc.
El Pretendiente continúa Bidasoa arriba; la
afluencia de voluntarios es extraordinaria; las ar
mas, escasas, y en Oroquieta,
sus
fuerzas son en
vueltas y deshechas el día 4 por Moriones,
en com
bate que apenas dura una hora. Don Carlos atra
viesa La Ulzama a galope y entra de nuevo en
Francia por los Alduides.
- Las armas han fracasado, pero el espíritu de re
belión vive latente’, hasta que el mes de diciembre
surge de nuevo más comedido y mejor encauzado.
En febrero de 1873, Dorregaray es nombrado
Comandante General de Navarra, Provincias Vas
congadas y Rioja, y desde Santesteban,,en donde
está el día 20 atendiendo a la recluta, dirige al
alcalde de ‘Lesaca el siguiente oficio:
He dispuesto que tan luego como reciba V.
esta comunicación reuna los hombres de veinte
a treinta-años solteros y viudos y-casados sin
- hijos y se me presente co4 ellos mañana 21 a las
cuatro de la mañana, bien entendido que de no
dar el más exacto cumplimiento a esta dispo
sición será Y. pasado por las armas en donde
fuera habido.
Dios guarde a V. ms. as.
Santes
teban 20 de Febrero de 1873. El Gral, en Jefe
Antonio Dorre garay.
19’
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La comunicación llega a Lesaca a las
diez y media de la noche del 20; el 21
hacen su presentación ante el General
tres grupos de más de cien hombres, a
cuyas cabezas respectivas marcha un
concejal.
La rden y su cumplimiento marcan
el estilo duro de las luchas civiles y
el decidido apoyo de la montaña na
varra a la causa de Don Carlos. Le
saca tenía por entonces 1.500 habi
tantes.
EZ CURRA-ENDARLAZA-VERA
DE BIDASOA 1873
El 10 de mayo de 1873 está el cabe
cilla Manuel Ignacio Santa Cruz Loidi
en Ezcurra, y desde alli busca infor
mación por medio del siguiente comu
nicado, que remite al alcalde de Lesaca:
Bajo pena de la vida prevengo
a Yd. me dé parte enseguida a la
vuelta del dador de todas las fuer
zas enemigas que hubiese en dos le
guas a l a redonda, indicándome su
número y l as que se espera que lle
guen a ese punto. No n ecesito ad
vertiile los empeños que por su par
te debe poner a fin de averiguar la
labor que le pido; pero sí que al me
nor descuido o falta que cometa in
currirá en la pena arriba indicada.
Dios guarde a Vd. izzs. añs.
Ezcurra 10 de Mayo
de 1873.
Manuel Santa Cruz.
La contestación del alcalde acusa dos Compa
ñías liberales en Sumbilla, algunos carabineros en
Endarlaza y el reciente paso del Coronel Tejada
hacia el Bazt4n destruyendo los puentes del Bi
dasoa.
No podrá saberse si esta información indujo al
Cura a m archar en un sentido o en otro; pero antes
de que transcurra un mes desciendecon 200 hom
bres desde su centro de operaciones en Arichule
gui hasta el pequeño fortín de Endarlaza, y con
el fuego de un cañón ligero de campaña quiebra la
resistencia y la moral de los 36 defensores a las
cuatro horas de iniciado el ataque. Parece ser cier
to que en el transcurso de la lucha fué izada en el
fuerte una baudera blanca, y que cuando los gue
rrilleros se disponían a tomar posesión de su con
quista, una descarga cerrada dejó sin vida a más
de uno de los confiados vencedores.
Difícil ha de ser averiguar si dió el Sargento-Jefe
la orden de presentar bandera blanca, o si un sol
dado cansado del combate tomó por cuenta pro
pia la iniciativa, o s i el pánico de las mujeres—re
fugiadas con sus maridos en el fuerte—originó el
suceso; lo cierto es que ni los lloros y súplicas de
éstas ni la intervención del sacerdote de Biriatou,
vecino pueblo francés, sirvieron para torcer la de
cisión de Santa Cruz. Sin concederles siquiera el
consuelo de la confesión, mandó alineárlos sobre
la carretera y los fusiló.
Las diferencias existentes entre el guerrillero y
su inmediato superior, el fervoroso y recto Briga
dier Antonio Lizárraga, Comandante de Guipúz
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coa, se ahondaron con este epílogo sangriento e
inútil, hasta tal punto que unos días más tarde, a
principios de julio, estando Santa Cruz en VSa
con tres Compañías, el pueblo es rodeado por los
Batallones del Marqués de Valdespina y, tras un
forcejeo de palabras e intentos de persuasión, el
Cura, desarmadas sus fuerzas, atraviesa la fron
tera. En diciembre había de aparecer de nuevo fu
gazmente, y también en actitud indisciplinada y
rebelde.
ALZATE 1873
En el barrio de Alzate, en Vera de Bidasoa, y
en casa de Nicanor Alzagu
ren
—
que amablemente la
cedió para reprodueirla—
tuve ?ca5n de ver una cu
riosa fotografía del Cura
Santa Cruz. Aparece con la
indumentaria con que se le
ha descrito en diversas oca
siones y rodeado por nieve
soldádos de su guardia, que
esbozan un rudimento de
uniformidad en el vestir y
en la postura.
Ninguna figura de las
guerras civiles ha sido tan
discutida, y de tan distinta
forma enjuiciada como la de
este sacerdote, que colgó la
sotana y se lanzó al campo
a guerrear por cuenta pro
piá. Los hechos son—dejan
do a un lado su rebelde in
dividualismo—que, supo or
ganizar sus fuerzas y esco
ger los mandos subalternos
entre individuos idóneos
para el terrenó en ‘que había
de ‘moverse, y que atendió a
la recluta y municionamiento
por sus propios medios; co
nocedor perfecto de la topo
grafía local, por sí o por sus
inferiores, se movió siempre
con una rapidez asombrosa;
pero al llegar a disponer de
1.500 hombres, no supo manejarlos tácticamen
te ni produjo con’ ellos acciones de verdadera efi
cacia militar; se muestra audaz y valiente en la
sorpresa; pero si el combate se prolonga, parece
duda de sí-mismo, rompe rápidamente el contacto
y desaparece. Su prestigio en el país es una mez
cla de admiración y de temor, debida, en parte, a
su condición de indígena, a la extraordinaria rapi
dez de sus movimientos—días de más de una ac
ción en lugares distantes entre sí docenas de kiló
metros—, ‘y en parte también, a la dureza de sus
represalias. El Cura Merino es superior, por
mejor manejo de masas combativas, por sus resul
tados y por su disciplinada subordinación a los
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El Cura Santa Cruz con su guar
dia. Foto de la época tomada por
el fotógrafo de San Juan de Luz,
Ladislao Konarzewsky. (Escrito
al dorso: “Cure Santa Cruz auec
sa Garde au Camp de Osera”.)
fines del Ejército a que pertenece; en una palabra,
es más militar.
Entre los que se han ocupado del guerrillero gui
puzcoano hay opiniones para todos los gustos.
Pío Baroja lo enjuicia de una manera arbitraria,
severa e injusta. El Conde de Rodezno dice que
“Santá Cruz es un vasco producto de la montaña,
como el helecho y la jara”, “tipo perfecto del fa
nático individualista y montaraz”. El académico
Julio de Urquijo ha hecho un estudio ponderado,
sereno e imparcial, que es probablemente el más
exacto. Y, en fin, e1 francés Gaetano Bernoville
—polo opuesto a Baroja—ha escrito una historia
encomiástica, que, como tal, no es una biografía
crítica, carece de rigor histórico y presenta la nota
antipática de rebajar cuanto rodea al cabecilla
para que éste resulte ensalzado por contraste.
Ni la nobleza española, ni los militares españoles,
ni las costumbres, ni siquiera el chocolate a la es
pañola, se salvan de
sus
censura; como remate y
ejemplo de su hispanofobia y del criterio arbitra
rio que le anima, “las cornetas españolas—dice—
tienen un sonido agrio y poco vibrante”. Extraña
opinión esta de las cornetas en pluma de un
francés.
LESACA 1947
Testigo y recuerdo vivo de la segunda guerra
arjjsta es en Lesaca Pedro José Tellechea, de
noventa y seis años, Teniente honorario de nues
tro Ejército. Formó parte de las fuerzas de Santa
Cruz y de los que fueron populares Batallones de
Navarra, organizados por Goñi, Elio y Radica.
Al mostrarle la fotografía del Cura rodeado por
su guardia, le reconoció al punto: “Este, éste es
—dijo, señalándole rápidamente con el dedo—;
era un hombre muy fuerte que andaba y andaba
por el monte sin cansarse nunca.”
Sentado a la luz de una ventana, permaneció
largo rato contemplando la foto rostro por rostro,
detalle por detalle y levantando a intervalos la
mirada para fijarla en el vacío, queriendo, sin
duda, revivir los años viejos de sus combates,
mientras yo guardaba silencio por respeto.
Al levantarse, remozado con la evocación, ofre
ció a mi batidor una copa de vino, que éste du
daba en aceptar por deferencia. Le temblaba la
lágrima al veterano al ver rechazado su obsequio,
que por unos momentos le iba a acercar e igualar
al soldado de hoy. El batidor—un ribereño angu
loso, desaliñado y franco—comprendió su congoja:
“Ea, vamos, que yo pondré mi parte.”
Aceptó por impulso generoso de corazón, acaso
sin darse cuenta de que con ello demostraba una.
caridad más exquisita que cuando momentos an
tes desempañaba solícito las gafas del anciano y
acercaba su silla hasta la luz para mejor mostrarle
los veteranos de Santa Cruz, sus amigos de ayet,
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c/ILaIlo,/IJÚsírr
CoRI//lSDf [8808
Df
LOS
ÍLLÍAIÍIIIOS
ti: ji :IÍRÓ
COSÍA;0]
A
Ltratar de establecer y utilizar un sistema te
lemétrico en una Batería de cósta, se presen
tau tres cuestiones previas a resolver: 1•a Elegir el
sistema más adecuado y el error admisible de acuer
do con las características del material._2.a Poner el
sistema en las mejores condiciones de utilización.—
3•a
Determinar los errores prácticos del sistema
elegido.
Para resolver la primera parte de la primera
cuestión no se pueden dar reglas fijas, ya que ello
depende de la configuración del terreno, de las dis
ponibilidades económicas y de la existencia de dis
tintos materiales telemétricos, y aunque cada caso
requiere una solución particular
(i),
como norma
general deben adoptarse para los grandes y media
nos alcances los telémetros de gran base horizontal,
con designador de blancos, y si no se dispone de
este aparato auxiliar, será prelerible el de base ver
tical, siempre que haya cota para ellos, ya que estos
telémetros carecen del error por cambio de blanco.
Los monostáticos de base propia sólo se emplearán
en los casos anteriores cuando no exista otro mate
rial -telemétrico, y su empleo está indicado en las
Baterías antitorpederas, en las que, por su rapidez
de fuego, por sus peculiares métodos de tiro y por
su reducido alcance, resultan muy aceptables en ra
zón a su fácil manejo, ya que los verticales hay que
descartarlos por la reducida cota en que estas Ba
terías se instalan.
La segunda parte de esta misma cuestión se re
duce a calcular un error, del cual se deducirá una
base, y como consecuencia de ella se determinará el
sistema más conveniente, siempre que las circuns
(x)Por ejemplo, una Batería primaria instalada en una
cota inferior a unos 25 metros no tendrá visibilidad más allá
de unos
20
kilómetros, y el dotarla de un telémetro de gran
•base no tendría objeto. En este caso, lo más indicado y eco
nómico sería uno 6 dos telémetros monotáticos de base su
ficiente para obtener un error aceptable al
máximo ds su
visibilidad.
Comandante de Artillería
FRANCISCO GONZÁLEZ ARIZMENDI
del Polígono Costilla.
tancias anteriormente indicadas permitan hacer la
elección.
Antes de entrar en su resolución, y por la impor
tancia que para ello tiene, recordaremos de manera
gráfica y sencilla los conceptos de exactitud y pre
cisión del tiro.
Teóricamente se entiende f,or inexactitud de una
descarga la sepbaraciónentre el centro del rectángulo de
dispersión de la pieza y el centro del blanco.
Se llama precisión de una pieza la forma de agru
5ar sus distaros alrededor del centro de su rectángulo
de dispersión.
Si con ella se efectúa una serie de dis
paros en las mismas condiciones, éstos, debido a las
distintas causas que producen la dispersión, se agrupan de cierta manera dentro de un rectángulo, y
conocidos por la experiencia los desvíos de cada
disparo con relación al centro del rectángulo, el
cálculo de probabilidades permite deducir el valor
probable de un desvío, el cual se• conoce con el
nombre de error o desvío ro bable de la pieza.
Este error rp, por resultar aproximadamente igual
a la octava parte del rectángulo, sirve para defi
nirlo, y su doble, 2 rp, que es la zona longitudinal de
50
por ioo de impactos,
Zx,
lo definirá también, o,
lo que es lo mismo, Zx definirá la precisión del ma
terial.
El error probable será, por lo tanto, un
error
de precisión. De forma análoga se entiende por error
de precisión del tiro o de una descarga de u disparos
realizada con u piezas iguales, el valor probable del
desvío del centro de impactos respecto al centro del rec
táng’ulo único formado con un número infinito de
disparos.
Supongamos ahora un blanco, AB (fig. i), y una
pieza idealmente apuntada sobre él, es decir, sin
errores de ninguna clase. Si representamos por
PQRS su rectángulode dispersión, por suponer la
pieza idealmente apuntada, el centro de su rectán
gulo coincidirá con el centro del blanco y el tiro será
exacto, cualquiera que sea el número de disparos rea
lizados.
Si se hace un número infinito de disparos, éstos
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se agruparán dentro del
2rectángulo PQRS, de tal
modo que su centro de
tiro, C, coincidirá con el
centro del rectángulo, O,
y se obtendrá un tiro
exacto y breciso.
A — c —8 Siel número de dispa
ros fuera roo, el cálculo de
probabilidades, basado en
la experiencia, demuestra
que la posición probable
del centro de impactos se-
ría un punto, C’, tal que
C O = —=., y resultan
/ioo
do C’O muy pequeño,
prácticamente se supone en coincidencia con O, y
el tiro, además de seguir siendo exacto, será prác
tica mente preciso.
Si se hicieren solamente cuatro disparos, el cen
tro de impactos sería el C” y el tiro también sería
exacto; pero menos preciso que el anterior, ya que
el error de precisión valdrá -=. En general, la
posición probable del centro de impactos con rela
ción al centro del rectángulo viene dada por la fór
mula -ñ., siendo r el error probable de la pieza,
y n el número de disparos de la descarga. Esta fór
mula definirá, por lo tanto, la precisión del tiro
para una descarg’a de u disparos, ya que midiendo
el error de precisión dará idea de la forma de agru
prse éstos.
Supongamos ahora que en la determinación de
los datos se ha cometido un error, S. El centro del
ectángulo PQRS se habrá desplazado, con relación
al centro del blanco, esta magnitud, S, y se situará
en el punto O’ (fig. 2), cometiéndose un error de
inexactitud, O’D = S. Si en estas condiciones se
hace una descarga de u disparos, su centro quedará
determinado por el valor C” O’ = y la pre
cisión del tiro será la misma que en el caso anterior.
De todo esto resultan dos consecuencias impor
tantes: 1a Teóricamente, Za inexactitud y Za preci
sión del tiro son independientes entre sí, dependiendo
la primera de los errores sistemáticos con que se
haya apuntado la pieza, y la segunda, de su error
probable y delnúmero de disparos de la descarga.
2a Para una pieza determinada, la precisión
del tiro aumenta con el número de disparos de la
descarga.
Ahora bien; en la práctica, el punto O’ no queda
materializado en el terreno, y solamente podremos
conocer la magnitud C’‘ ‘D, que será la resultante
del error de inexactitud y del error de precisióñ,
por lo que prácticamente los efectos parciales de la
inexactitud y de la precisión de una descarga no
pueden conocerse con exactitud cuando el número
de disparos sea limitado.
Debido a ello, hay que suponer el centro del rec
tángulo superpuesto con el centro de impactos, con
lo cual la inexactitud deZtiro será Zaseparación entre
el centro de Zadescarga y eZcentro deZblanco,
y por la
misma razón, en tiro centrado, en que el centro del
rectángu’o y el del blanco se hallan superpuestos,
Za precisión del tiro Za referimes al último de Zoscita
dos centros.
Sentados estos importantes conceptos de preci
sión o inexactitud, veamos la influencia que en el
tiro ejercen los errores telemétricos.
Supongamos que, habiendo tomado los datos
exactamente y no existiendo errores de otra clase,
se efectúa una descarga de
n
disparos precedida de
una medición, telemétrica realizada con un teléme
tro cuyo errOr probable sea rt. El centro del rectán
gulo,
PQRS,
si no existiera este error,. coincidiría
con AB (fig. 3), y debido a la dispersión del tiro, el
centro de impactos se situaría en
C,
siendo
co
=
L pero por el error probable del telé
metro los datos iniciales se han falseado en la mag
nitud rt y el centro del rectángulo se habrá despla
zado esa cantidad, trasladándole a
O’.
Y como la
posición relativa del centro C dentro del rectángulo
P’Q’R’S’
no ha variado, este centro se habrá des
plazado también rt
=
C C’, sufriendo un desvío
total con relación al blanco, que será, en general, la
resultante de -=, y rt, cuyo valor se determina
por la fórmula
R =
+ r2t,
ya ue se trata
de componer errores probables. Como la magnitud R
expresa la separación práctica entre el centro de la
descarga y el centro del blanco, debida a los erro
res probables de la pieza y del telémetro, según lo
indicado anteriormente, este valor R definirá la
precisión del tiro, y siendo R siempre mayor que
-i=, resulta que la intervención del telémetro
n
produce un efecto análogo a una disminución en la
precisión de la pieza.
Esta pérdida de precisión se traducirá en una ma
yor dispersión, con lo cual el blanco, a igualdad de
inexactitud en el tiro, recogerá menor número de
impactos, disminuyendo la eficacia. De aquí la ne
cesidad de fijar un límite para el error del teléme
tro, que produzca una eficacia aceptable.
Lógicamente, este límite será aquel para el cual
se obtenga la eficacia máxima posible,
y
tratándose
de tiro de costa, la expe
riencia ha demostrado que
el máximo de impactos
Q
que se pueden colocar so-
1
bre un blanco inclinado
es el
40 por loo.
Naturalmente, el ideal
,
1
sería colocar ese tanto por
ciento en el alcance md
ximo del material; pero.
O’
ello exigiría unas condi
ciones excepcionales en ______________
piezas y telémetros, por lo
D
cual nuestro Reglamento
antiguo tomaba ese límite-
para distancias medias.
Pero esto, que era admisi ____________________
24
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ble para los materiales antiguos, ya no se puede ad
mitir para los materiales modernos de largo alcance.
En efecto:
La condición necesaria para. que una pieza colo
que el
50
por
ioo
de impactos sobre una zona Rin
(blanco horizontal equivalente con inclinación me
dia) viene dada por el factor de probabilidad
BH
/ = i,
siendo R la precision del tiro. Para
una descarga de
n
disparos, ya hemos visto que su
precisión era R= -, y el factor de probahili-.
dad sera
/ = =i,
y si ha de colocar solamente
Zr
‘Iii
el
40
por ioo, como, según la tabla de factores de
probabilidades, a loo P
= 40
corresponde
/ = 0,78,
BHi 156.rp
quedara / = = 0,78, de donde BH =
2—
Poniendo, en lugar de
rp,
su valor práctico igual a
Z,
resulta:
Bm = i,56Z
Como la intervención del telémetro produce, se
gún se ha visto, un efecto equivalente a un aumento
de Zx (pérdida de precisión), para que en el tiro
con telémetro se pueda colocar el
40 por loo
so
bre el blanco, se ha •de verificar en la pieza que
Bi > i,56.Zx
En los materiales antiguos, esta condición se cum
plía sobradamente; pero al aumentar los alcances,
aumentan las distancias medias y las zonas del
50 por
ioo, y como también aumentan los ángulos
de caída, los valóres de
BHi, que son función de
cot O, disminuyen; con lo cual la relación anterior
tiende y llega a verificarse en sentido contrario.
Así, haciendo los cálculos correspondientes, que
se incluyen al final de este artículo, se ve que el ma-.
terial Munaiz Argüelles de
150/45
cumple sobrada
mente esta condición, pudiendo alcanzar el 40
por
ioo con un telémetro monostático de
7 metros de
base: el cañón Vickers de 152,4150 ya cumple esa
condición muy justamente, y necesitaría un telé
metro de 21 metros ó 20 de 4,57, que son los que
tiene de dotación. Y para el cañón Vickers de
381/45, el tiro pieza a pieza, preconizado para los
grandes calibres, se verifica
en sentido contrario;
es decir, que el cañón ya de por sí no puede colocar
el
40 por loo
de impactos sobre sus blancos norma
les (acorazados), y, por lo tanto, no habrá teléme
tro capaz de conseguirlo, aun cuando su error fue
re nulo.
Habrá, pues, que elegir un criterio general que,
de acuerdo con las condiciones balísticas y caracte
rísticas técnicas de los materiales y telémetros ac
tuales, dé resultados satisfactorios en cada caso.
Este criterio, fijado por la Escuela de Tiro en su
Sección de Costa, es el de admitir un error telemé
trico tal que
la precisión del conjunto telémetro-cañón
sea equivalente a la prec
sión del material dismi
nuida en un 20 por ioo a
distancias medias.
Veamos qué es lo que
esto quiere decir: El factor
que corresponde a la pro
babilidad de colocar el
50 por ioo de impactos en
la zona definida por
2Pp
______
2r
. -
es
/ =
—y
= i,
siendo R
2R
la precisión de la descar
ga. El admitir una pér
dida de precisión del 20
por ioo en el material es
suponer que de cada roo
disparos que debían caer
en 2 Pp,.
caigan sólo 8o
(puesto que 2 Pp
=
Z> de
fine la precisión del -material), o, lo que es lo mis
mo, en donde debían caer 50, caerán sólo 4o; lue
go si en 2
Pp
han de caer sólo 40, el factor de proba
bilidad ya no será
1,
que, según la tabla, corresponde a
100 P = 50,
sino
/
=
0,78, que es el co
rrespondiente a loo
P
= 40. Resultará, por lo tanto:
= 0,78, de donde R =
2R 0,78
Por otra parte, la precisión del tiro en el con
junto telémetro - cañón es, según hemos visto,
R
=
+ p2, y como se admite que ésta ha
de ser igual a la precisión del material disminuída
en un
20
por ioo, igualando los valores de R, de
ducidos de ambas fórmulas, se tendrá:
8
Despejando el valor de Pt, resulta:
Pt =
Pp
V 0,782.n
Tiro pieza a pieza: u = i, rt = o,8
.
Pp.
-
Tiro por descargas: u = 4, Pt = 1,17
.
Tp.
de cuatro disparos.
Si el tiro se hiciera por descargas de dos o tres
piezas, dando estos valores a u, se deducirían los
correspondientes de
Pt,
que resultarían comprendi
dos entre o,8 r y
1,17
r. (En las aplicaciones de
estas fórmulas se pondrá, en lugar de
Pp,
su valor
práctico aproximadamente igual a la zona teórica
del
50 por loo.)
-
Para calcular ahora la base del telémetro, si éste
fuere monostátio (coincidencia o estereoscópico),
bastaría sustituir en la fórmula característica
B___A
zo6ooo
-
en lugar de i0, el valor hallado para Pt; en lugar
de A, el aumento máximo del telémetro; en lugar
de D, la distancia media de la tabla de tiro
(D = X. 0,6), y en lugar de d, el error probable
angular práctico
de. coincidencia expresado en se-
A—
h
-
RL_.JS
25
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gundos, error que se toma doble del teórico dado
por la casa constructora, pues aunque en la prác
tica del ajuste se obtienen valores próximos a este
último, hay que tener en cuenta que las mediciones
se hacen sobre blanco fijo
y
con buena visibilidad,
por lo que, al pasar a medir sobre blanco móvil con
visibilidad normal, la práctica aconseja tomar un
valor doble.
Si no se conoce el valor de dcdado por la casa,
puede tomarse como error medio
15”,
con lo cual el
error probable práctico será:
2(15 X
O,845)
=
25”
aproximadamente. Para los telémetros verticales se
tomará como error probable práctico
275”,
pues el
medio sobre blanco fijo se evalúa en 3’, siendo i,8
el coeficiente de corrección para pasar a blanco
móvil.
El resultado que se obtenga operando en la forma
expuesta no quiere decir que sea la base más conve—
niente, sino la mínima admisible
para
obtener una
eficacia aceptable.
Si de los cálculos anteriores resultara una base
de la cual no se pudiera disponer, bastaría aumen
tar el número de telémetros disponibles. En efecto;
si llamamos
E
al error del telémetro disponible, al
hacer u medidas, el error de la serie sería
=,
y
haciendo u suficientemente grande, siempre se po
drá conseguir que =
rt,
de donde u =
Ahora bien; sobre blanco móvil no se pueden hacer
medidas sucesivas con el mismo telémetro, pues
cada una correspondería a una posición distinta del
blanco; pero lo mismo da hacer u medidas sucesivas
con un solo telémetro, que hacer una medida con
u telémetros simultáneamente; luego aumentando
el número de telémetros, siempre obtendremos la
precisión deseada. Claro está que esto es sólo teóri
camente, pues para que sea cierto, exige que todos
los telémetros y telemetristas estén en -idénticas
condiciones, lo cual prácticamente resulta imposi
ble. En la actualidad se construyen telémetros múl
tiples, que en un solo cuerpo llevan varios sistemas
ópticos combinados de- coincidencia y estereoscópi
cos con un aparato promediador que da la distancia
resultante de cada serie.
Si el telémetro elegido fuera de gran base hori
zontal, la longitud de su base en función del error
calculado anteriormente se podría determinar por
las fórmulas propias de estos telémetros; pero para
los grandes alcances resultarían bases exçesivamente
largas que darían lugar a caídas de tensión en las lí
neas de los puestos grafométricos, produciendo
errores apreciables en la distancia resultante. Por
ello debe calcularse su longitud
.y
su orientación
según expone el Coronel D. Joaquín Cantero en su
artículo Notas sobre telémetros, publicado en el nú
mero 76 de esta Revista.
Con lo hasta aquí expuesto queda de manifiesto
la necesidad de emplear un telémetro preciso. Vea
mos ahora lo que ocurre con respecto a la inexac
titud.
En
la figura
2
se vió que al tener el telémetro un
error sistemático, S, el centro del rectángulo se
- désplaza del blanco esa cantidad; es decir, se des-
centra del tiro, con lo que el porcentaje de impactos
sobre el blanco disminuye y se pierde eficacia. Es,
por lo tanto, necesario que el telémetro, además de’
preciso, sea exacto; pero así como la precisión no se
puede variar en un aparato dado, la inexactitud no
sólo puede corregirse en mayor o menor grado por
medio de dispositivos a propósito, sino que, por se
guir los errores sistemáticos una ley determinada,
sus valores serán siempre conocidos a todas las dis
tancias. Por ello, la inexactitud no da lugar a un
problema de elección de aparatos, sino a un
trabajo
d ajuste
del telémetro adoptado, y por medio del
cual se elimina o se disminuye, su error sistemático,
determinando su cuantía para cualquier distancia.
El ajuste se realiza eligiendo una referencia bien
visible, cuya distancia topográfica sea exactamente
conocida por una triangulación apoyada en vértices
conocidos. Llamando D a esta distancia, si sobre
ella se hace una medida con el telémetro, éste no
marcará, si está desajustado, la distancia D + S + r;
y como el valor de
r
correspondiente a esta medición
no se conoce exactamente, pues por ser un error
accidental, su valor varía arbitrariamente dentro
de ciertos límites, al corregir la cantidad S +
r,
el
telémetro no quedará ajustado, ya que lo que debe
ríamos corregir es solamente S; pero el error que
queda será menor que el valor máximo de r.
Si se hiciera un número infinito de mediciones, el
valor medio de la serie sería D ‘l S, pues r se anu
laría; y si la serie es suficientemente grande, la me
dia se aproximaría a
D +
S, pudiendo tomar para
valor de S la diferencia entre
D
y la media obtenida.
Se ve, pues, la necesidad de fijar un límite de ajus
te,
y
éste es aquel para el cual la diferencia entre la
media de la serie y la distancia verdadera sea menor
que el error medio lineal del telémetro dado or la
casa constructora,
habiendo comprobado la práctica
que para llegar a este límite basta hacer una serie
de io medidas. El error medio lineal se calcula,
cuando no se conozcan las tablas que al efecto se
acompañan a cada modelo, por medio de la fórmula
característica, y si no se conociere el error medio
angular, se sustituiría en ella el valor de
15”
para
los monostáticos y i8o” para los verticales.
Por otra parte, unas veces hay que marcar en la
escala de distancias la media de la serie, y otras, la
verdadera distancia según el procedimiento de ajus
te; pero si esta cantidad no coincide exactamente
con una de las divisiones de la escala, la fracción
correspondiente hay que apreciarla a ojo, y al no
poder marcarla exactamente, queda otro error sis
temático que se une al anterior. -
Por ello, la elección de la distancia de ajuste es
muy importante y debe tomarse no al alcance má
ximo del telémetro, sino en la zona normal de acción
del material y un poco larga dentro de ella, ya que
aumentando los errores más rápidamente para las
distancias superiores a la de ajuste, si se toma la
distancia indicada, se obtendrán errores mínimos
en la zona de acción normal de la Batería.
El ajuste debe comprobarse y realizarse, si fuere
necesario, antes de cada ejercicio de tiro, emplean
do siempre la misma referencia escogida en las con
diciones señaladas, empleando únicamente otra dis
tinta en caso de que por niebla, mala visibilidad u
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otra causa cualquiera no pueda hacerse sobre la
referencia normal de ajuste. Para ello debe existir en
todos los puestos telemétricos la
rosa telemétrica
(fi
gura 4), con distancias y orientaciones a distintos
puntos, las cuales deben estar calculadas con la ma
yor exactitud por medio de triangulaciones apoya
das en vértices geodésicos o en la red topográfica
que sirvió de base para el artillado del frente o sec
tor correspondiente.
Para el ajuste en dirección se realizará una serie
de
20
medidas angulares, y tomando el promedio,
éste debe diferenciarse d& la orientación analítica
en menos de tres minutos. La materialidad de las
operaciones de ajuste depende de la clase y tipo de
telémetro, y la casa constructora acompaña siempre
instrucciones para ello; pero corno norma general,
éstás serán las que enseña la Topografía y Teleme
tría, que, en último término, se reducen a las si-
guientes:
Para los telémetros de base vertical, nivelación
del aparato, coincidencia de1 eje óptico con el geo
métrico, horizontalidad del anteojo y corrección de
índices. Para los de gran base horizontal, las opera-
ciones anteriores y la sincronización de los anteojos
de observación con el puesto calculador y para los
monostáticos de coincidencia y estereoscópicos, el
ajuste en altura y bisección.
Terminado el ajuste, el telémetro estará en las
mejores condiciones de utilización; pero existiendo
siempre un error probable y otro sistemático, será
preciso conocer sus valores prácticos: el primero,
pasa, por medio de la fórmula
R
=
±
T°t,
determinar la verdadera precisión del tiro, y por la
=
2
i, r°, + r°t, hallar la zona práctióa del con
junto, que es lo que ha de emplearse en todos los
cálculos de la Carpeta técnica (en ambas fórmulas
se han de sustituir los valores prácticos de
rp
y
rt),
y el segundo, para sumario o restarlo con la distan
cia dada por el telémetro y conocer en cada mo
mento la verdadera distancia al blanco. La deter
minación de estos errores se hace construyendo las
curvas de errores prácticos en la forma siguiente:
A distancias cortas, medias y largas; que se de
terminan multiplicando el alcance máximo de la
Batería por
0,3
—
o,6
—
0,9,
respectivamente, se
establecen referencias bien visibles que destaquen
claraipente sobre el fondo que se proyectan, y en
caso de no poder establecerlas, se emplean las que
ya existan, procurando utilizar las que más se apro
ximen a las calculadas. Sobre cada una de estas re
ferencias se hacer ro series de
20
medidas, cada
una rellenando con cada serie un estado como el nú
mero
2,
que corresponde a la serie número
i,
a la
distancia de
12.250
metros. Hechos los cálculos que
en el mismo estado se indican, se vacian los resul
tados de cada serie en el estado número 3, con el
cual se calculan los errores probable y sistemático
a 12.250 metros, realizando operaciones análogas
ROSA•TELEMETRJCA
fieferenci
,7Qrm8/oo ój ete. $ANPEDRO
Norte
Lambert
Tó’ro4,=743
4 ‘27
J’ó’nfledro...4 ‘78
Ch/7es.. .4,
TEL(ñfFTROS4RD-STROUD
o
27’/ftietroj.
fI.4
12”
*
J?Jrte
CoÉ da/te/e7?etror/75
#or,o/?te v,,ç,Z’Je‘/dJOO
27
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para distancias cortas y medias; con estos valores
se construirá la curva de error probable para blanco
fijd (fig. 5). Tomando valores dobles, se construirá
la curva para blanco móvil, que es la que interesa
para el tiro.
Para construir la curva del error sistemático se
tomarán directamente los valores obtenidos, ya que
a éstos no les afecta la movilidad del blanco. Esta
curva servirá también para utilizar, en caso de ne
cesidad, un telémetro que, teniendo un cierto error
sistemático, no se pueda corregir por avería en sus
órganos de ajuste; bastaría para ello hacer una serie
de io medidas sobre una referencia y hallar la dife
rencia entre la media y la distancia verdadera. El
valor hallado su sustituye en la fórmula
LD
x B x A
X 206000
dc =
y conocido dcc, por la fórmula
dco
x
D2
______—
B . A .
206000
se hallarían los errores sistemáticos aproximados
a distancias cortas, medias y largas, con los cuales
se construiría la curva correspondiente.
Si los errores lineales prácticos obtenidos se trans
formaran en angulares por la fórmula caracterís
tica, se.vería que, en lugar de obtener un valor cons
tante para todos ellos (como debía suceder si
cumplieran la ley de proporcionalidad al cuadrado
de la distancia), éstos, en general, van disminuyen
do al aumentar la distancia, y debido a ello, al no
existir proporcionalidad entre las ordenadas
y
las
abscisas, la curva presenta una forma irregular.
Esta anomalía es debida a que el error total es el re
sultado de los errores personales, instrumentales y
del medio en que se opera, y aunque los dos primeros
satisfacen la ley de proporcionalidad citada, los úl
timos no la cumplen, según ha demostrado Ja expe
riencia.
En las operaciones anteriores hay que hacer resal
tar la importancia que tiene el realizar las series en
condiciones adecuadas. Estas deben hacerse siem
pre con buena visibilidad
y
a la misma hora, bus
cando idénticas condiciones de iluminación de la
referencia, siendo la mejor hora aquella en que el
sol le ilumine con toda claridad, sin sombras, bru
mas ni deslumbramientos, que producen grandes
errores. De no realizarse en estas condiciones ópti
mas, sería falso el tomar valores dobles para pasar
a blanco móvil en condiciones normales.
Las series deben hacerse con toda lentitud, des
cansando el operador, como mínimo, unos tres mi
nutos cada io lecturas, y no debçn hacerse en cada
sesión más de dos series de
20
med’idas. De lo con
trario, los errores de las últimas medidas llegan a
duplicar y triplicar los de las primeras por cansan
cio en la vista.
Tampoco debe medirse en una misma sesión so
bre dos referencias distintas, pües si un operador
pasa sin interrupción de medir una distancia larga a
otra más corta, los valores obtenidos resultan ma
yores que los verdaderos, y menores si el cambio se
hace en orden inverso.
Tanto el ajuste como las series deben hacerse con
el máximo aumento, ya que éste será el que normal
mente ha de emplearse, y todas las mediciones de
ben ser realizadas por el propio telernetrista, que
dando así eliminados los errores sistemáticos per
sonales.
El número de
20
medidas en cada serie es el que
adoptó la antigua Escuela Central de Tiro, por con
siderar que los valores obtenidos con ellos dan apro
ximación suficiente. Si se hicieran solamente io me
didas, los resultados diferirían muy poco de los an
teriores; pero teniendo en cuenta que estos trabajos
se hacen en tiempos de paz, sin premuras de nin
guna clase, y que estas mediciones sirven a la vez
de entrenamiento a los telemetristas de la Unidad,
pueden mantenerse las series de
20,
aunque las otras
simplifiquen los cálculos. Estos deben hacerse tam
bién con toda calma, pues de nada serviría haber
hecho las medidas con toda escrupulosidad si des
pués los resultados finales viniesen falseados por
equivocaciones en los trabajos de gabinete. Por úl
timo, debe tenerse siempre muy presente que un
desajuste ignorado en el telémetro “inutiliza” el
ajuste del material y de su dirección de tiro; por
ello, los Jefes de Grupo deben exigir de sus Capita
nes la realización de todas las operaciones expues
tas, debiendo figurar completamente al día los docu
mentos telemétricos en las Carpetas técnicas de las
Baterías.
A continuación se resuelve un ejercicio práctico
como resumen de cuanto se acaba de exponer.
Ejercicio.
1.0
Elegir el telémetro más apropiado para una
Batería de cuatro cañones con alcance de
15.785
metros, instalada en una cota de
15
metros y calcu
lar la base mínima del mismo.
El material telemétrico disponible es: Telémetros
de gran base horizontal; telémetros verticales y te
lémetros monostáticos de coincidencia Bard-Stroud
de distintas bases.
2.°
Determinar los errores prácticos del teléme
[rror
270
190k
180
170
160
150
.,
140
I30
70.
110
o
00
0 so
7°
1
2 3 4 5 5
7
8
i
ib
¿37K,/on?etros
28
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 30/92
A
= 1.338 m.
B
= 6.037 m.
D = 12.250 m.
C
=
10.150
m.
E =
17.525.
275 )< 9.4712
115,83 X 40 X 206000
= 25,8 metros;
ESTADO NdM. i
REFERENCIA
Visibilidad
Referencia
de ajuste C.
Hora
DE AJUSTE c
5 x d x D2
Límite de ajuste: =78 metros.
106
x B x A
Distancia: 10.150
metros.
29
tro elegido, sabiendo se dispone de las siguientes
referencias de ajuste:
rt =
1,17. Z. La distancia media de la tabla será
15.785 x o,6 = 9.471 metros, para la cual corres
ponde Zx = 99. El límite del error será
Yt
= 1,17
>< 99 = 115,83 metros.
La cota necesaria para instalar un telémetro ver
tical de
40
aumentos será:
Por tratarsedeun material de poco a].cancese des-
carta el telémetro de gran. base, y suponiendo que
las disponibilidades permitan elegir entre los otros
dos, se adoptaría el vertical, si la cota. lo permite.
Para conocerlo se empezará calculando el error
telemétrico admisible, y’ por realizar este material
el fuego por descargas, el error admisible será
y como no alcanza este valor la dada, habrá que
adoptar y calcular un telémetro Bard-Stroud.
Para estos telémetros la casa da un error medio
1 serie de comprobación Serie de ajuste
Hágase la pri
mera serie de com
probación y com
párese el,promedio
con la distancia co
nocida. Si la dife
rencia IXD = D —
—P
resulta mayor
que el límite lineal
de ajuste emplea
do, háganse las
operaciones que se
indican.
2. seriede comprobación
ja medida 10.275
20
» 10.250
10.325
40 » 10.300
» 20.325
6. » 10.025
» 10.175
8.a » io.ioo
9a » 10.250
10.300
SUMA.
. - .
102.425
Promedio. 10.242
i.°—Con el rolete
de distancias,
márquese la dis
tancia conocida.
2.°—COn el rolete
de ajuste, hága
se la serie de
ajuste.
3.°—Márquese en
la escala inde
pendiente de
ajuste el prome
dio obtenido.
4.°—Hágase con el
rolete de distan
cias la segunda
serie de compro.
bación.
I.a lectura 41,0
2.0 » 41,5
30
.
» 42,0
4.1 41,5
5a » 42,0
6.0 » 40,5
70 » 41,0
8.0 » 41,0
9a » 41,0
lo.0 » 41,5
SUMA..
. .
413,0
Promedio.
41,3
Compárese el
promedio resul
tante con la dis
tancia conocida, y
si ¿D resulta ma
yor que el límite
de -ajuste, repítase
éste. Si después del
tercer ajuste no se
obtiene un valor
igual o menor que
el límite de ajuste,
empléese el proce
dimiento de ajuste
de precisión.
1a medida io.x8o
5 10.200
3.0 » 10.050
40 » o.ioo
5.’ » 10.150
6. ‘5 10.250
70 10.225
8.0
5 10.125
9.0
» 10.200
20.0
.
5 10.250
SUNA.
..
ib1.730
Promedio10.173
= 23 92
Serie de ajuste
Serie de comprobación Sorio de ajuste
ja lectura
2.0 »
3.0 »
40
»
5.0
>5
6.0 »
»
8.0 »
9.0 »
10.0 »
SUMA..
Promedio.
Serie decomprobación
Segundo ajuste
1.1 meduSa
2.0 »
3.1 »
4.0 »
5a »
6.0 »
7.1 »
8.a »
9.0 5
10.°
SUMA... -
Promedio.
1.0 lectura
2.0 »
3.0
»
40
»
5.0
»
6.0 >5
7.0 5
8.0
5
9.0 »
10.0
SUMA. . -.
Promedio.
Tercer ajuste
1.0 medida
2.0
»
3.0
»
4.0
»
5.0
5
60 »
7.8 »
8.0 »
9.8
5
10.0 »
SUMA.
Promedio:
=
=
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 31/92
RegimientodeAreillerían.o
ESTADO NdM.
Batería
ERRORES TELEMETRICOS
Hoja d cálculo corresondie’ste a wna serie de medicion,es.
Fecha HoraVisibilidad
Distancia: 12.250 metros.
Serie n.° 2.
6 +
i:2;_6 = kilómetros,
Mediciones Valoresobtenidos Valor meso’ Errores
D25
¿2
-
1
12.400
115 13.225
2
3
-
12.500
12.300
15
215
225
46.225 Error medio = e = = 209
20
4 22.400
115 23.225
5 22.500
15 225
6
7
8
12.450
12.400
12.300
65
115
215
4.225
13.225
46.225
—
Error medio cuadrático = E = 179
—
V20026,3 = 141,5
9
lO
22.450
22.550 12.515
6
35
4.225
2225
E2 20026 <1,77
COMPROBACION DE LA SERIE:
—
= =
C2
ii88x r,6 >
1,37
II 22.600 8 7.225
22
13
14
22.450
12.500
12.800 m=
65
25
285
4.225
225
81.225
2 0,707
Módulo de convergencia.= h = =0,0049
E
15 22.800
285
81.225 .
i6 12.700
285 34.225
Módulo de convergencia de la media diferencial = H25 = h /=
27 12.500
25 225
= 4,47 X It = 0,0219
i8 xz.6oo
85 7.225
29
20
12.650
22.450
235
65
i8.zz5
4.225
Error probable = y = 0,477 =
250.300
SUMA
2.190 380.500
E
metros, y en este caso ya resultará aceptable el te
lémetro de base vertical.
La zona de acción normal de la Batería puede su
ponerse comprendida entre 6 y 12 kilómetros, por
lo que la referencia normal de ajuste deberá estar
situada a una distancia un poco superior a
de 12”, luego el probable práctico será 2(12 xo,845)
= 20” aproximadamente. Como el aumento máxi
mo de estos aparatos es 28, la base necesaria será:
B=
20X9.4712
=268
115,83 >( 28 X 206000
Se adoptará, por lo tanto, el modelo que da la
casa, de 2,74 metros de base.
Para la instalación del telémetro hay que tener
en cuenta que debe tener visibilidad a una distan
cia algo superior al alcance máximo de la Batería,
con objeto de poder batir el blanco, si fuera preciso,
al entraren el límite de su sector de tiro y teniendo
en cuenta la movilidad de los blañcos de este mate
rial, la visibilidad mínima debe ser de unos
20.000
metros.
La fórmula H
=
0,000000065928 X D2 da una
cota de 26,4 metros para un horizonte visible de
20 kilómetros. Habrá, por lo tanto, que montar el
aparato en una torre de una altura de
27—15=12
eligiendo la C a 10.150 metros. El límite, lineal de
ajuste será:
5X12X
Io.I5o
=
_____________—
=
78. (Ver estado num.
i)
i0 X 2,74 X z8
Hecha la primera serie de comprobación sobre
esta referencia, se obtiene un error 92 >78. Supo
niendo que el dispositivo de corrección es el llamado
de
escala indejendiente de ajuste,
éste se realizará
como indica el estado número 1, terminando en la
30
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 32/92
segunda serie de comprobación por resultar 23 < 78.
Ajustado de esta forma el te].émetro, para cons
truir bis curvas de errores habrá que realizar series
a las distancias
15.785 X
0,3
= 4.735. 15.785X o,6 = 9.471.
15.785 X 0,9 = 14.206.
y tomando las referencias más próximas a éstas, se
elegirán las
=
6.c37. C
= 10.150.
D
= 12,250.
En el estado número 2 se expone el resultado de
la primera serie de 20 medidas sobre la referen
cia
D
y los cálculos para la determinación de erro
res, cuyos resultados se llevan a la primera línea del
estado número 3.
Con las nueve series, restantes se completa el es
tado número 3, dando para la distancia larga de
12.250
metros un error probable de
101
metros
y
el
sistemático de 88 metros.
Operando de la misma forma para distancias
cortas y medias, se obtendrán los errores siguientes:
A 6.037 m. Probable
=
36. Sistemático
= 30.
A 10.150 m. Probable = 68. Sistemático 54.
Con estos resultados se construirán en papel mili
metrado las curvas de las figuras. 5 y 6.
ReginiientodeAti1lerían.°
ESTADO NÚM.
3
Batería
ERRORES TELEMETRICOS
Deterrní’nacío’nde los errores sistemático y probable.
Series
D20 H25 H220 D20 x Ii20 r
DISTANCIA TOPOGRAFICA
=
12.250
metros.
AGUDEZA VISUAL
=
62 segundos.
.
. . ERROR PROBABLE DE UNA OBSERVACION
1
.
12.515
0,0219
0,00047962 6,0023
y = =
ior metros.
2
3
12.510
12.140
.
0,0232
o 0263
0,00053824
0,000691:69
6,7333
8 3989
5
8’
da = 108
X
B
X
A
>< l’
=
segundos.
SXD2
.
ERROR SISTEMATICO
4
12.140 0,0281 0,00078761
9,5615
76 (D20xH’20)
=
22.338 metros.
.
5
22.245 0,0169 o,oooz86x
3,4972
225
Distancia topográfica
=
12.250 metros,
S = —
88 metros,
6 12.331 0,01.51
0,00022801
.
2,8225
.
140
ro x
B x A x S
da
=
.s
x
D2
=
9
segundos.
7
12.240 0,0254 0,00064516
7,8967
.
84 .
OBSERVACIONES
8
12 237
0,0322
0,00103041 12,6091
66
9 12.522 0,0207 0,00012449 2,4336 199
lo 12.470 0,0469
.
.
.
0,00219961
o,oo7ooo44
—
E
27,429.1
86,3732
E
45
loo8
E
.
ade
de 19
El
oc ái- eften?It/ca
8
D,stanç,denK,/ometro$
,.
31
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 33/92
CALCULO DE TELEMETROS MONOSTATICOS El telémetro suficiente para cumplir esta condi
NECESARIOS PARA SITUAR SOBRE EL BLANCO
ción será:
HORIZONTAL EQUIVALENTE EL 40 POR xoo
42
—1,562
rt = 1,562 =44,6.E IMPACTOS A DISTANCIAS MEDIAS 10_________
La condición para que el material pueda colocar
20X9.4712 =6,97 m.
el 40 por ioo de impactos sobre BH se ha visto era: B=
44,6 X 28 X 206000
y la condición para que el conjuntoRI>
Cañón Vickers 152,4/50.
telémetro-cañón coloque ese 40 por 100 es: i6o+i6
Bj = + 5 . cot (23° 04’) = ioo.
- BHi 2
f = =0,78,
2/+t I,56xZI,56x114=89.
— 2
de donde se deduce: quecumple la condición necesaria. El telémetro
será:
Z2
— B2H — 1,562 • 1002_1562
1,56 rt= V I,5%2 =29.
B = 20X12.9602 = 20,15 m.
Cañón Munaiz .Argüelles de ‘50/45. 29 X 28 )< 206000
El número de telémetros necesarios de 4,57 sería:
Sus blancos normales son cruceros ligeros con las
dimensiones medias siguientes: = 20)< Iz.96o2_ = 127,44.
4,57 X28 >( 206000
Eslora: i6o. Manga: i6. Altura borda: 5.
= 127,442 = 19,10.
El blanco horizontal equivalente con inclinación 292
media sobre la línea de tiro se deduce de la fórmula
BHi = manga+eslora + A . borda < cot Cañón Vickers 38 1/45.
2
Blanco normal, acorazado. Tiro pieza a pieza:
y para la distancia media de 9.471 metros se tiene: 200—--30 ± 9 cot (20° — 15’) = 139,4.
B11 =
i6o+i6
BH = 2 +5.cot (i6° 58’) = 104. 1,56xZ. = 1,56X126
_____ ________ = 196,5.
1 1
Como Z = 99 y la Batería hace fuego por des-
El material no puede colocar el 40 por loo de im
pactos sobre sus blancos normales y no habrá telé
carga, resulta: 1,56xZ Y como se cumple metro que pueda hacer cumplir esta condición.
_• =77.
1262
este material puede colocar el 40 Aplicando la fórmula r __ 13942—1,562
H2 > 1,56Z
1,562
por ioo de impactos sobre sus blancos normales, resulta, efectivamente, sin solución por ser una raíz
equivalentes a distancias medias. imaginaria.
32
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
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TROPASDt fr1ONTAÑA-INSTRIJWONDf LSQIIADOR S- SCALADOR
P1411/V14JtSOBIIL
111/LilAS
Comandante de Infantería FRANCISCO JAVIER F.TRAPIELLA, Profesor de la Escuela Militar de Montaña.
L A técnica y práctica. del soldado esquiador-
escalador no es nada fácil ni se domina en
poco tiempo, entrañando, por añadidura, un
peligro, que puede aumentarse por una defi
ciente educación o instrucción física o moral, y
‘por ello preciso es utilizar todos los procedimien
tos a nuestro alcance para lograr en el menor.
tiempo posible las cualidades antes indicadas.
Por otra parte, estos especialistas no pueden
estar constantemente practicando en plena mon
taña, ni ésta se encuentra siempre cubierta de
nieve, por lo cual es necesario someterlos a un
plan de instrucción, abarcando ejercicios y prác
ticas que puedan ser una preparación del esquí
y la escalada, así como una conservación de las
facultades adquiridas en dicha especialidad.
La técnica del esquí se caracteriza por un pre
dominio de las condiciones
de
equilibrio, coor
dinación, rapidez de reacción psicomotriz y de
cisión en aquellos ejercicios que presentan un
peligro más o menos considerable. De aquí que
el período de aprendizaje sea. lento, molesto y
extremadamente agotador del sistema nervióso.
El soldado, al iniciar sus prácticas, se agarro
ta,se cae infinitas veces y termina en pocos mi
nutos con toda su reserva de energías. Todo ello
v en contra de la economía dLelesfuerzo, por lo
que se debe llegar a la nieve con una prepara
ción física adecuada, en cuyo desarrollo hayan
tenido entrada cuantos ejercicios tengan rela
ción o semejanza con la práctica y dominio del
esquí. Durante varios años se ha estudiado este
asunto, pudiéndose comproba:r la excelente pre
paración que proporciona al esquiador la prác
tica del patinaje sobre ruedas, ya que se puede
realizar diariamente un conjunto de ejercicios,
o lección, cuyo mecanismo es muy semejante,
y. en algunos detalles idéntico, al que requiere
la técnica del esquiador. Los individuos que han
llegado a la especialidad del esquí después de
estas prácti.cas metódicas se han acomodado
perfectamente desde la primera sesión y han
avanzado en su adiestramiento en forma sor
prendente. Después la práctica del patinaje so
bre ruedas, y posteriormente el Hockey sobre
patines, sirven para conservar estas facultades
en los esquiadores, siendo, por otra parte, bene
ficiosos también para la especialidad de la esca
lada, cuya característica de equilibrio y domi
nio del vértigo es bien conocida.
LA
LECCION PRACTICA DIARIA
Debe estar constituída por una serie de ejer
cicios a pie firme, cuyo objeto es conseguir equi
librio y flexibilidad, y otros ejercicios marchando
con la finalidad de adquirir soltura de movimien
tos, coordinación y moral. Todo los ejercicios
de la sesión se acomodarán a la mecánica del
esquí, a fin de ir creando los reflejos en conso
nancia con la finalidad ülterior.
La lección no es preciso dure más de media
hora; comenzará por los ejercicios a pie firme y
terminará por los saltos, aumentando progresi
vamente en días sucesivos el peso a transportar
hasta llegar al completo de armamento y equipo
individual del soldado especialista esquiador-
escalador.
METODOS DE ENSEÑANZA
Como en toda rama educativa, es precio se
guir un método riguroso, a fin de avanzar rápi
damente enel aprendizaje, evitando además los
accidentes, especialmente caídas y golpes, que.
son dolorosos y restan entusiasmo al alumno.
Se comenzará por dar una explicación ligera,.
pero completa y clara, del ejercicio a realizar,
33
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 35/92
mientras lo ejecuta lentamente un auxi
liar del Oficial profesor; seguidamente,
uno por uno, lo intentarán repetir los
alumnos.
Primera operación será la de colocarse
los patines, que se realizará sentado,
mientras no se tenga soltura, colocán
dose seguidamente en pie, aplo.mado por
igual sobre las ocho ruedas. A continua
ción, y sin esperar a que el alumno se des
plome entre las más grotescas contorsio
nes para recuperar su perdido equilibrio,
será cogido por el Profesor o por uno de
sus auxiliares, indicándole con paciencia
la forma de andar, sin que todavía pre
tenda deslizarse.
Los pasos serán muy cortos, levan
tando y apoyando nuevamente sobre el
suelo las cuatro ruedas simultáneamente,
coñ los pies sensiblemente paralelos.
Realizado esto, continuará en la misma
foima; pero sin cogerlo más que con una mano
y separándose de él lateralmente, recomendán
dole entonces que flexione mucho todo el cuerpo,
iñclinándose adelante, manteniendo las rodillas
dobladas, sin agarrotarlas, y levantando con sua
vidad el patín para apoyarlo seguidamente, pró
ximo y paralelo al otro, sin gblpear con él en el
suelo. Conseguido esto, se abandonará la
mano con que se le ayudaba y realizará
él mismo ejercicio de andar, sin apoyo
alguno, dejando caer losbrazos adelante
y abajo, de manera que se hallen las ma
nos cerca del suelo, inculcándole que, de
esta forma, evitará las caídas hacia atrás.
En todo momento se prohibirá ara siem
pre acercarse a la barandilla o agarrar-
se a cualquier ayuda exterior, pues con
ello se pierde un tiempo precioso en la
educación del sentido de equilibrio. Lo
grado que el alumno
ande,
notará, sin
querer hacerlo, que los patines le rue
dan, movimiento al cual tratará auto
máticamente de oponerse con reacciones
bruscas; entonces el Profesor le cogerá
de nuevo con ambas manos cruzadas
con las suyas, le indicará que deje ro-
dar los patines, colocando para ello los
pies algo divergentes hacia el frente y
apoyando el patín en el suelo, después de le
vantarlo, en forma deslizante hacia adelante,
con lo que favorece el rodamiento.
Observará entonces que logra ya avanzar
patinando, y para perfeccionarse ejecutará lo
siguiente:
1.0
El patín se elevará
simultáneamente todo
Fis.
i.a_Ejercicio de e evación alternativa de rodillas. Se puederealizar a pie firme o marchando; en este caso, de frente o de
espaldas.
FIG. 2.a_Ejercicio de balanza alternativa. Se puede hacer a pie ¡ir
me o en marcha al frente y atrás. Se realizará siempre igual número
de veces sobre cada pierna.
34
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FIG.
3.a_Pa.so de patinador. Obsérvese la exacta mecánica del
mismo ejercicio realizado sobre esquis.
él (la costumbre de andar hace que se levanten
primero las ruedas posteriores, con lo que las
anteriores resbalan hacia atrás y sobreviene el
desequilibrio).
2.0 Se apoyará de nuevo suavemente,
sii
golpear, con todas las ruedas a un tiempo, res
balándose hacia adelante y cargando todo el
FIa. 4•a Ejercicio de flexión y extensión. Se realizará agachdn
dose y estirándose hasta los limites posibles, primero a pie firme
y despuésLinarchando a gran velocidad.
.
peso del cuerpo sobre él, a fin de poder
levantar simultáneamente el otro patín
(el temor a caer hace que el alumno no
cargue completamente el peso del cuer
po sobre el patín que avanza, perma
neciendo por ello con los dos apoyados
en el suelo).
3.°
El cuerpo todo se desplazará
enérgicamente de uno a otro patín, en
un balanceo suave, con lo cual se va
adquiriendo progresivamente más velo
cidad.
40 Los patines se mantendrán siem
pre impulsados en direcciones diver
gentes, excepto cuando ambos estén
apoyados y rueden simultáneamente,
caso en que se colocarán paralelos.
Siguiendo este método, casi todos los
alumnos aprendices salei rodaido sobre
los patines en poco más o menos de.
medja hora, con gran asombro suyo, y
además, en la mayoría de los casos, sin haberse
caído, con gran sorpresa de los que siempre acu
den a reírse del mal ajeno.
Lograda la ejecución del rodamiento, se pue
den iniciar metódicamente los ejercicios que
describimos seguidamente:
Elevación alternativa de rodillas (figura i.).—
Se hará a pie firme y marchando ayu
dado primero por el Profesor, que suje
tará al aluiiino con las dos manos, eje
cutándolo déspués éste por sí solo.
Balanza alternativa (figura 2.).— Se
realizará. como en el ejercicio anterior
y siempre el mismo número de veces
sobre cada pierna para mantener una
perfecta simetría de movimientos y de
aptitud en todos los músculos y articu
laciónes.-;.
Separación lateral de la pierna.—Ejer
cicio semejañte a los anteriores en eje
cución y enseñanza.
Paso de patinador (fig. 3.a).
—
Es el
ejercicio primero que se ha descrito y
aprendido, si bien ahora se aumentarán
todas las acciones de impulso en la si
guiente forma:
El pie que se apoya lo hace con fener
gía, pero sin golpear el suelo, rodando
35
::.. -
.-,
.. -.;
‘1 1
1.
- . .. . . .. ,... .
¿
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sobre el esquí es perfecta; son dos ejercicios idén
ticos en su mecánica.
Progresivamente este ejercicio se impulsará
hasta convertirlo en carrera, y más adelante en
una sucesión de saltos sobre uno y otro patín,
manteniendo uno de ellos en el aire durante tres
o cuatro segundos.
Flexión y extensión total (fig. 4.a)._Se reali
zará primero a pie firme y posteriormente mar
chando a distintas velocidades. Este ejercicio se
realizará manteniendo los pies juntos y parale
los, flexionando todas las articulaciones hasta
tocar con el pecho enlas rodillas.
Se terminará obligandó a pasar por debajo de
puertas lo más reducidas posible, en número de
dos o tres seguidas, extendiéndose completa
mente entre cada dos consecutivas, para elimi
nar toda rigidez.
Cuñas sucesivas.—Constituye otro de los ejer
cicios casi idénticos a la técnica del esquiador,
y tanto la forma de ejecutarlo como la coloca
ción de las distintas partes del cuerpo se apre
cian en l a figura
5a
Los patines, en general, van provistos de unos
tacos de goma de.bajo de cada eje deruedas, por
lo que basta doblar el pie hacia adentro o afuera
para que el paralelismo de dichos ejes se pierda,
girando el patín hacia adentro si se clava el bor-.
de interno de la suela o hacia afuera en caso con
trario.
Tenemos aquí, enprincipio, el origen de todos
los virajes, exactamente igual que pasa con el
esquí en su técnica mecánica.
Dominado el ejercicio, se llegará a parar en
cuña, manteniendo los patines separados con
vergentes e impidiéndoles rodar por medio de
una presión lateral hacia afuera, con lo cual res
balarán de costado, frenando hasta lograr la pa
rada sin perder la posición de cuña.
Marcha atrás.—Ej ercicio sencillísimo de apren
der, pues su mecánica es idéntica a la marcha de
frente. Se aprenderá este ejercicio desde las pri
meras sesiones.
Para iniciarlo se colocará el alumno parado y
aplomado sobre los dos patines; éstos se situarán
en forma divergente hacia atrás y se marchará
inclinado el clÁerbo en esta dirección, oscilán
dolo sobre el patín que se va a colocar en el
suelo.
r -
FIG.
5.a_EIe.rcicio de cuñas sucesivas. Se jealizcerán siempre
marchando, abriendo y cerrando las piernas sin levantar los
patOnes. Obsérvese la absoluta identidad de la misma técnica
en el esquiador.
inténsamente. Simultáneamente el otro patín
embuja lateralmente con gran energía, separán
dose seguidamente del suelo y permaneciendo
en el aire más o menos tiempo. El cuerpo se des-
plaza e impulsa con fuerza hacia. el patín que
va a sentarse en el suelo.
La semejanza con el mismo ejercicio hecho
FIG. 6.a__Maecha sobre la punta y Ialón. Se cambiarán
frecuentemente la situación relativa de ambos pies.
.. .
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El pie que permanece apoyado emi5njará con
fuerza hacia el lado contrario para hacer .rodar
intensamente el patín opuesto. Los pases serán
pequeños, pues en esta dirección las articulacio
nes no permiten una separación grande de las
piernas. Posteriormente no será necesario ni si
quiera levantar los pies del suelo, bastando un
movimiento semejante al de la cuña, oscilando.
y cruzando los pies y patines en forma de ondas.
Marcha cruzando
los
pies—Ejercicio de coor
dinación más difícil, pero sencillo de aprender.
El pie que se encuentra én el a ire cruza
por delante del otro y apoya en tierra, al mis
mo tiempo que se levanta el patín contrario, que,
a su vez, cruza al anterior y apoya en la misma
forma. Se puede realizar también varias veces
seguidas con el mismo pie, forma ésta de ejecu
tar cambios muy cerrados
de
dirección,.
Marcha sobre punta y talón (figura 6.a)._
Ejercicio de trabajo muscular intenso. Se puede
seguir una dirección recta, manteniendo los pa
tines paralelos, o describir una curva si los ejes
de las ruedas se colocan en posición divergente.
Marcha de puntillas.—Ejercicio semejante al
anterior; también de fuerte trabajo muscilar.
Se puede realizar en forma semejante sobre los
talones. Tanto en uno como en otro, los pati
nes se mantendrán paralelos y ligeramente sepa
rados de adelante atrás para dar estabilidad en
este sentido.
Todos los elerciciós enumerados se pueden eje
cutar marchando de frente o de espaldas, así
como cambiar de dirección durante la marcha.
Ejercicio de f1edbi1idad.-—Se pueden impro
visar muchos de ellos, cuyo objeto es perfec
cionar la coordinación, soltura de movimiento
y rapidez de reacción, que después serán ne
cesarios para la práctica
de
esquí sobre el te
rreno, con todos los accidentes imprevistos que
en éste pueda presentar. Para ello se practicarán,
a la máxima velocidad, car:reras por entre obs
táculos constituídos por banderas o pivotes, que
jueden recogerse o colocarse, pasar entre ellos,
etcétera (hg. 7.a).
Saltos.—Son los ejercicios más peligrosos y,
por tanto, no se abordarán, en absolT%o,hasta no
dominar suficientemente el patín. La semejanza
con la técnica y práctica de.[ esquí es completa,
y por ello suponen una preparación perfecta,
y -. —.
i•.,<
,
-.*-
- .--.- —-.
•k_
e
Fm.
7.’—EjercicioS de aplicación. A gran velocidad iv po
niendo de pie unos pivotes caídos.
proporcionando además una completísima coor
dinación, decisión y elasticidad (fig. 8.a).
Con todos los ejercicios que se incluyen, y que
no son todos los que l patín, como deporte, per
mite, sino aquellos de más aplicación a la espe
cialidad del soldado esquiador-escalador, se pre
pararán programas o tablas para la sesión diaria
FIG. 8.a —Salto de trarnolin con patines. Obsvvesc la analo
gía con el sallo de tefteno con esquís.
tr
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difícil técnica del esquí, acelerando con ello su
período de acomodación al equilibrio y rápidas
reacciones que éste exige.
Es indudable que esta práctica debe iniciarse
sin titubeos por las Unidades de montaña, pues
.1
.•
.
el completo del soldado, incluso realizando algu
nos ejercicios por patrullas encordadas.
Esta preparación deportiva culminará con la
práctica en competiciones de Hockey sobre rue
das, con lo que el soldado habrá adquirido una
magnífica /orma para asimilar rápidamente la
su entretenimiento de campos y material no es
excesivamente caro y constituye un deporte tí
pico de los especialistas de esquí y escalada que
puede practicárse en cualquier estación del año,
desarrollando además unas magníficas faculta
des físicas y morales.
de ejercicios, que pueden durar unos treinta mi
nutos.
Volvemos a insistir respecto a la progresión
de la enseñanza en cuanto a equipo y armamen
to, que irá aumentando en sucesivos días hasta
1 —
Fm.
9.a.Pa.so de baiazcíii a gran velocidad. Al llegar a la cumbre, el ba
lacl.n oscila y cae. Obsérvese la analogía de posición con el esquidor que
pasa una elevación del terreno.
38
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ti
4AON
Dt OS
TtIfrIIINAIL-/IRGIIÉIILS
Y 14 PO1I/OR,4111±NITBO t1 IlOStI
Coronci CANTERO, Director del Polígono de Experiencias Costilla.
1. GENERALIDADES -
Cuando los insignes Capitanes de Artillería D. Joa
quín Argüellesy D. Roberto Munaiz proyectaron el
cañón de 15 cm. de costa que lleva su nombre, lo dota
ron con un proyectil de 50 Kg. de peso y le fijaron una
carga de proyecciónde 12,5 Kg. de pólvoratubular V,
filiación 39, perteneciente a la serie de pólvoras tubu
lares de nitrocelulosa,ideadas por el sabio e ilustre ar
tillero General D. Ricardo Aranaz para nuestros ca
ñones reglamentarios.
Los datos balisticosde la pieza resultaban los si
guientes:
Carga de proyección
=
12,500 Kg. pólvora y, filiación 39.
Peso del proyectil
=
50 Kg.
Velocidad inicial = 747 mfs.
Presión manométrica medida con cruxhers=2.65o
Kg.X
cm’
Alcance por el ángulo de 25° máximo del montaje= 13.700 m.
Es interesante, cuando nos referimos a presionessu
fridas por las piezas de artilleria, el especificarsi se
trata dela manométricao de la verdadera, pues la pre
sión verdadera se obtiene multiplicando la manoinés
trica por 1,12, y así, en el caso del cañón Muniz Ar
güelles, la presión verdadera que se produce en la re
cámara es 2.650 X 1,12= 2.968 Kg. x cm2.
La razón es clara; las tablas que se empleanpara de
ducir del acortamiento que experimenta el cilindro
cruxhers la presión que se ha producido en el tubo,
originada por los gases, están calculadas sobre la base
de someter dichos cilindros a presiones estáticas en
prensas apropiadas durante un espacio de tiempo de
terminado; pero como la presión del disparo es una
presión dinámica y además prácticamente instantá
nea, para el mismo acortamiento del cruxhers la pre
sión es mayor en el disparo, habiéndosededucido que
el coeficiente1,12 la reproduce con suficiente aproxi
mación.
La aplicación del concepto expresadopodemos ver
la muy fácilmente. Si consideramosla curva de resis
tencia del O. Ac. 24 cm. Ordóñez,veremosque se mar-
ca allí una presión de trabajo de 2.700 Kg. x cm2,lo
cual quiere decir que.no debe someterse normalmente
el tubo a una presión mayor, y, por lo tanto, si al pro
bar la pólvora ‘1bis F. 35 a, reglamentaria en dicha
pieza, nos da para la velocidad de 290 m/s correspon
diente a la tercera carga de dicho obús, una presión
manométrica superior a 2.700 = 2.410 Kg. x cm2,
dicho lote de pólvora no sirve’para aquella carga, pues
indicaría que sometemos el tubo a una presión real,
superior a 2.700 x cm2,que es la máxima admisible.
La pólvora tubular V, filiación 39, a que nos esta
mos refiriendo, pertenece, comoes bien sabido, al tipo
de las de nitrocelulosa pura con disolvente volátil,
constituido por la mezcla éter-alcohol, y sus caracte
rísticas dimensionales aproximadas son:
Longitud del macarrón947 mm.
Diámetro mayor10,5 —
— menor4,5 —
Espesor3 —
Como todas las pólvoras a base de disolvente volá
til, tiene el inconveniente de que, a medida que trans
curre tiempo desde su fabricación, va perdiendo disol
vente por evaporación y aumentando su coeficiente de
vivacidad, por lo cual se hace más viva y resulta que
para la carga determinada como normal de servicio
en el momebto de sus pruebas de recepción puede dar
presiones muy grandes si la pérdida de disolvente lo
es, y hasta llegar a producirse accidentes irreparables,
como ocurrió en el año 1915, por este motivo, con ca
ñones Munaiz Argüelles de ‘15 y pólvora tubularV,
filiación 39.
Se comprende perfectamente que el fenómeno de la
influencia de la pérdida de disolvente sea más acusado
en las pólvoras gruesas que en las delgadas, por la ra
zón de que estas últimas salen de fábrica habiendo
perdido, por la desecación a que se las somete, todo el
que pueden perder, y resulta en ellas un fenómeno in
verso, o sea que adquieren humedad y se hacen más
39
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flojas, lo que se comprueba constantemente con la
pólvora tubular ‘1bis filiación 35 a, cuyo espesor es
de 0,6 mm.; pues cuando llevan algún tiempo fabri
cadas, es preciso emplear cargas más elevadas que las
de recepción para tener las características balísticas
que entonces se determinaron. En cambio, con la pól
vora tubular V, filiación 39, que es la más gruesa de
la señe, ocurre todo lo contrario, pues cuando lleva
mucho tiempo de fabricación y su almacenamiento
ha sido mediano, puede dar presiones elevadas;y así,
en el Polígono hemos comprobado una pólvora tubu
lar V que en las pruebas de recepcióndió:
Carga de proyección = 12,500 Kg.
Velocidad inicial
=
746 m/s.
Presión manométrica
=
2.690 Kg.
x
cm2.
Al cabo de doce años, en unas experiencias se
obtuvo:
Carga de proyección = u ‘Kg.
Velocfdad inicial
=
735 m/s.
Presión manométrica
=
2.480 Kg. >< cm2.
Y no cabe duda que si con pólvora de este lote se tira
con la carga de ‘12,500Kg. reglameentaria,se tendrá
una presión manométrica superior a 3.500 Kg. x cm2.
En sus condicionesnormales, o sea recién salida de
fábrica la pólvora tubular V, filiación39,respondea los
datos del cuadro 1 en el cañón Munaiz Argüellesde
15 cm., único en que se emplea.
En estas condiciones;su coeficientede vivacidad co
rresponde al valor A = 0,0559, siendo:
a coeficiente dependiente de la forma
del grano; representa la vivacidad geo
métrica.
donde i, mitad del espesor del grano; represen
senta la vivacidad dimensional.
w, velocidad específica de combustión;
representa la vivacidad física.
Si suponemosahora que por pérdida de disolvente
y de humedad la vivacidadse convierteen A==o,o3635,
por ejemplo, la presión que se produce toma el valor
de 3.345 Kg. x cm2, y si llegase al valor A
=
0,075,
la presión sería de
4.514
Kg. ><cm2 para la carga nor
mal de ‘12,500 Kg. de pólvora, con lo que se prodúci
rían seguraménteaverías de consideración,sobre todo
en el montaje, pues éste no ha sido calculado para resistir las impulsionescorrespondientesa las cantidades
de movimiento que se desarrollan,dadas las altas ve
locidades inicialesa que dan lugar las elevadas presio
nes anteriores; y a esto seguramente fueron debidos
los accidentes a que antes nos hemos referido, pues se
comprende perfectamente que si se emplea una pól
vora tubular, V filiación39, que sea muy vieja.y haya
perdido mucho disolvente y tiramos con la carga nor
mal de 12,500Kg., se producirá una presión muy gran
de, que puede llegar hasta reventar el tubo, toda vez
que se sustituye disolvente por máteria nitrogenada.
2. PRECAUCIONESADOPTADAS
En la época en que se produjeron los accidentesin
dicados todavía no se habían estudiado con detalles
los fenómenos de sobrepresiónproducidos por la pér
dida de disolvente de la pólvora, y la antigua Comi
sión de Experiencias de Artillería, de tan grato re
cuerdo para los viejos artilleros, ante el temor de que
los accidentesfueran debidos a deficienciasdel mate
rial, dispusose emplease una carga de proyecciónque
diese la presión de 2.000Kg.
><
cm2,carga que debería
emplearse en tiempo de paz, reservando la carga nor
mal de ‘12,500Kg. para, los casosde guerra. Calculada
dicha carga para una pólvora tubular V,normal, o sea
recién salida de la fábrica, resultaba ser de 11,000Kg.;
pero sucedió que al efectuar las experiencias necesa
rias para establecer la tabla de tiro correspondiente,
empleando una pólvora procedente de los pólvorines
de un Regimiento,se obtuvieron los siguientesdatos:
Carga
=
12,000 Kg.
Velocidad
=
702 m/s.
Presión manométrica
=
2.350 Kg. ><cm2.
Poco después, en la realización de un curso de tiro
en Palma de Mallorca,al emplear la anterior tabla de
tiro, se observó que, tirando a distancias de 6.000 me
tros, se obtenían aumentos de alcancesdel-14por 100,
y al año siguiente,en El Ferrol del Caudillo,se volvie
ron a tener, tirando a iguales distancias, aumentos
del 13 por ‘100con respecto a la nueva tabla de tiro
calculada.
Entonces, la Superioridad dispuso se efectuase una
comprobación en Poligono de dicha nueva tabla de
tiro, y al realizar las primeras experiencias con una
pólvora antigua, resultó que con una carga de 10,500
kilogramos se obtuvo la presión de 3.100 Kg.
x
cm2.
Este resultado produjo la consiguientealarma, pues
demostraba plenamente que aquella pólvora, con la
carga reglamentaria de 12,500 Kg.,habría de produ
cir una presión que rompería seguramente la pieza,
demostrándose también que no eran las deficiencias
del material las causas de los accidentes, como en un
principio se supuso.
En vista de este resultado se efectuaron experien
cias con pólvorastubulares V, filiación39, procedentes
de las diferentes piezas donde estaban almacenadas y
pertenecientes a lotes diversos de fabricación, y se
comprobó plenamente, efectuando el análisis de todasellas y después experiencias de Polígono, que había
una relación directa entre la pérdida de disolvente y
humedad y la elevación de presión que se producía
en el disparo para la misma carga.
De esto se dedujo que no podía fijarse un peso de
terminado para la carga reducida, como se había he
cho al señalar ‘11,000Kg. para la misma, sino que,
por el contrario, la carga para obtener 2.000 Kg. ><cm2
de presión tenía que ser variable según el estado de la
pólyora y, por tanto, había que determinarla previa
mente en cada caso.
A
=aw
II
40
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Se presentaba, en consecuencia,un problema que
los Regimientoshabrían de resolver cada vez que hu
biesen de efectuar Escuelas prácticas, y para conse
guirlo de un modo sencillo, comoconsecuenciade las
experiencias realizadas y de los análisis de pólvoras
efectuados, se dedujeron las características balísticas
correspondientes, y aplicando las teorías de balística
interior, se llegóa trazar el gráfico número 1, que rela
cionaba las cargas de proyección con las presionesy
con las vivacidades de las pólvoras hasta un máximo
de 11,000 Kg. de carga y un valor de
A
= 0,0’75, que
suponía una pérdida muy elevada de disolvente, aun
que hay que admitir que partimos del supuesto de em
plear pólvoras que estén dentro de un límite de vida
prudencial; pues creer queuna pólvora con disolvente
se puede conservarindefinidamenteporque en las prue
bas balísticas dé, que está de servicio,no es admisible,
como la experienciaestá demostrandoconstantemente.
El manejo del gráfico es el siguiente: Supongamos
que con una pólvora tubular V, filiación39,de la que
dispone una Batería de cañones de 15 cm. Munaiz
Argüelles, queremosdeterminar
la
carga de proyección
reducida que proporcionela presión de 2.000Kg. x cm2
empleando el proyectil de 50 Kg. de peso.
Se escoge una carga pequeña y tanto más cuanto
más vieja sea la pólvora; por ejemplo, 10 Kg. Se efec
túan con dicha carga y con el proyectil de 50 Kg. tres
disparos, en los cuales se colocarán manómetros crux
hers, y se miden las presiones manométricas, que su
pongamos han resultado:
Primer disparo. . Pm i.8xo Kg.>< cm’ P2, (media) = 1.820
Segundo disparo. P=r.82o >< Kg.Xcm’.
Tercer disparo...
P,=I.83o ——
La presión media manométricaresulta Pm = (820
kilogramos x cm’.
Se entra en el gráfico con la abscisa
lo
Kg. y con la
ordenada (820 Kg, y se busca el punto del gráfico que
tienen dichas coordenadas,viendo qué curva de viva
cidad pasa por dicho punto, que en este caso es la
curva cuyo coeficiente es
A
= 0,0’6; se sigue dicha
curva hasta que encuentre a la horizontal de los
2.000 Kg. de p.resióny la abscisa de dicho punto de
encuentro da la carga reducida correspondiente, que
será co= 10,460 Kg. de pólvora del lote disponible.
Ahora bien; comprobado que los accidentes ocurri
dos no eran debidos a deficienciasdel material, puesto
que éste a lo largo de su vida, ha demostrado poseer
magnfficas características de resistencia, no habíara
zón para conservar la prescripción establecida de em
plear en tiempo de guerra la carga de 12,500 Kg., que
puede ser peligroso,toda vez que del mismo modo que
determinamos la que da 2.000 Kg. ><cm’ de presión,
podemos calcular la carga que con cualquier pólvora
filiación 39 de servicio,dé la presión de 2.650 Kg.x cm2
normal en el cañón MunaizArgüellesde 15 cm. Para
conseguirlo hubo necesidad de ampliar el gráfico has
ta la carga de 12,500 Kg., determinando por el mismo
procedimiento la prolongación de las curvas que se
consideran suficientes para resolver el problema pro
puesto, que se realiza del mismo modo, pues en el
ejemplo expuesto, si queremos determinar la carga
que nos dé la presión de 2.650 Kg. ><cm’, seguiremos
la curva de vivacidad, cuyo coeficiente es A = 0,0’6,
hasta que encuentre la horizontal de ios 2.650 Kg. de
presión, y en la abscisa de dichopunto encontraremos
la carga normal de servicio con dicho lote de pólvora,
que sería co 11,890 Kg.
Curvasde velocidades imctales correspondientes a las presiones de
2.650
y 2.000 Kgms. >< cm’ de presión manométrica,
en el C. 15 cm. MunaizArgüelIes, empleando pólvora tubular V,filiación 3, de diferente vivacidad.
Curva g) .—Velocidades con carga de guerra.
Curva e) .—Velocidades con carga de ejercicio.
.1
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.
ERRORES QUE SE COMETEN
Las tablas de tiro delC. MunaizArgüellesde ‘15cm.,
con proyectil de 50 Kg. de peso, para las presionesde
2.000 y 2.650 Kg. x cm2, están calculadas sobre la
base de las velocidadesinicialesde 655y 747 m/s, res
pectivamente; estas velocidadescon las presionesin
dicadas sólo se obtienen cuando la pólvora tubular V
filiación 39 que se emplea es normal, o sea que está recién fabricada y no ha perdido disolvente; pues cuan-
no no es así y la pólvora ha perdido disolvente, hacién
dose más viva, demuestra la teoría y confirmala prác
tica que las velocidadesque se obtienen para aquellas
presiones son menores que las tabulares, y tanto me
nores cuando más viva es la pólvora, es decir, cuanto
más pequeña resulta la carga necesaria determinada
por el gráfico número ‘1;y así resulta en el ejemploque
hemos puesto antes que para la carga reducida de
40,460 Kg., la velocidad inicial sería de 652 mIs, en
vez de 655, y para la carga normal de ‘11,890Kg., de
739 m/s, en vez de 747.
Resulta, por tanto, que aceptando las cargas deter
minadas por el gráfico número 1 para las presionesde
2.000 ó 2.650 Kg. x cm2,según se trate de carga de
ejercicio o de,guerra, se cometeun error en el tiro co
rrespondiente al de la velocidad inicial. Hasta ahora,
el procedimientoque se sigue, para tomarlo en cuenta,
consiste en lo siguiente:
Carga reducida o de ejercicio.—Seencomienda a la
corrección del tiro la enmienda del error que en el al
cance se comete, comoconsecuenciade la disminución
de velocidad inicial, o sea de la diferencia que exista
entre los 655 m/s, velocidad inicialde la tabla de tiro,
y la que produzca la carga de proyeccióndeducida del
gráfico número
4
para los 2.000 Kg. x cm2 de pre
sión, con la pólvoraque se utilice y por el procedimien
to antes indicado.
Carga normalo de guerra.—Seempiezael tiro intro
luciendo uña corrección de ± 2 factores de correc
ción por el estado de la pólvora. La razón de este pro
ceder es la siguiente: Si analizamoslas variaciones de
velocidad que por pérdida de disolvente se pueden
producir en pólvoras que aún sean de servicio ordi
nario para la presión de 2.650 Kg. x cm2, se en
cuentra, por los cálculos de balística interior, que
aquéllas pueden ser hasta de 45 metros y llegar a
45 metros en casos verdaderamente extraordinarios.Considerando que la variación de velocidad’esté com
prendida entre 7 y 15’metros, si calculamosla varia
ción en alcance que por estas dos variaciones se pro
ducen, para el de 7.000metros medio de la tabla de
tiro se tiene:
puesto que la zona del 50 por 100 a dicha distancia es
= 71 metros.
Por lo tanto, en el primer caso empezaríamos el
tiro con un error en más de 0,7, factor de corrección,
y en el segundo,de 0,7 en menos;y cuando el error en
velocidad sea de 41 metros, la correcciónserá prácti
camente exacta.
4. RESOLUCIONCOMPLETADEL PROBLEMA
Con el fin de evitar estos erroresy empezar siempre
el tiro con la correcciónverdadera de velocidadcorres
pondiente al estado de la pólvora, hemos calculado las
curvas de velocidadesiniciales correspondientesa las
presiones de 2.000 y 2.650 Kg. x cm2,para las dife
rentes cargas de proyección con pólvoras filiación 39
de diversas vivacidades, las que se especificanen el
gráfico número 2, con el cual y el nümero 4 se puede
resolver el problema en cualquier caso de una manera
prácticamente exacta.
APLICACION
Con una pólvora filiación39 que ha perdido disol
vente queremos determinar la carga de guerra en el
C. 45 cm. Munaiz Argüellescon proyectil de 50 Kg.
Con carga de proyección,por ejemplo, de 11 Kg. de
dicha pólvora efectuamostres disparos con dichopro
yectil y medimos las presiones con los manómetros
cruxhers, obteniendo los siguientes valores:
Primer disparo.. Prn=2.45o Kg.X
C2)
,p (medio)=z 6o
Segundo disparo. Pm—2460
X
— K
x
cm2
Tercer disparo...
Pm2.47o —
X
—
g.
Entramos en el gráfico número 4 con abscisa igual
aH Kg. y ordenada 2.460 Kg., encontrando la curva
de vivacidad que pasa por dicho punto, que resulta la
correspondiente al coeficiente
A
= 0,0’62; seguimos
dicha curva hasta su encuentro con la horizontal, que
corresponde a 2.650 Kg., y hallando la abscisa del
punto de encuentro, que es 11,620 Kg., ésa será la
carga de dicha pólvora que dará la presión de 2.650
kilogramos X cm2.
Para conocer la velocidad inicial que toma el pro
yectil con dicha carga empleamosel gráfico número 2,
donde, encontrando la ordenada que correspondea la
abscisa de 11,620 Kg. en la curva ‘(g), tenemos la ve
locidad de 735 m/s, que será la que lleva el proyectil
y que tomaremos en cuenta, por lo que el error come
tido será 747
—
735 =
—
12 metros, valor de la co
rrección por velocidad inicial debida al estado de la
pólvora, que introduciremosen el corrector correspon
diente.
Si quisiéramosla carga de servicio, deducida de los
tres disparosanteriores, seguiríamosla curvaA=0,o62
hasta su encuentro con la horizontal de los 2.000 Kg.
de presión, y en la abscisa de dicho punto, que es
V=— 7m.
V
=
—15
X
=
93 m.
=
2,3 factor de corrección.
X
=
198 m.
=
2,7 idem íd.
42
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40,200 Kg., tendríamos la carga qu.econ dicha pólvora
produce 2.000 Kg. x cm2de presión.
Para tener la velocidad inicial correspondiente en
traremos en el gráfico número 2, y buscando la orde
nada que corresponde a la abscisa 40,200 en la cur
va (e), tenemos la velocidad de 650 mIs, que será la
inicial del proyectil, y el error cometido es 655-650
=
— 5 metros, correcciónpor velocidadque se intro
duciría en el corrector que se emplee.
Si directamente quisiéramosdeterminar la carga de
ejercicio, que es el caso corriente que se presénta en
las Escuelas prácticas, supongamos que con la carga
de ‘loKg. de la pólvora de que se trate efectuamostres
disparos, y obtenemos:
Primer disparo.. Pm=I.85o Kg.Xcm’ Pm (medio)=i.86o
Segundo disparo.
Pre=x.900
—
X
—
Kg.xcm’.
Tercer disparo... Pm=I.83o — X
En el gráfico número 1, con abscisa igual a 10’Kg.y
ordenada 1.860 Kg., hallamos la curva de vivacidad
correspondiente al punto que tiene esas dos coordena
das, que es la
A
= o,o’64; seguimosla curva hasta su
encuentro con la horizontal de los 2.000 Kg. de pre
sión, y en la abscisa de este punto, que es 10,320Kg.,.
tenemos la carga de proyección que dará dicha pre
sión.
Para obtener la velocidad inicial empleamosel gráfico número 2; hallamos el pilhto de encuentro de la
ordenada correspondiente a la abscisa 10,320 Kg. en
la curva (e) y obtenemos la velocidad que resulta de
651 m/s, siendo,por tanto, el error 655-651
=
— 4 me
tros, que se introduce en el corrector utilizado.
La escala del gráfico de velocidades es la siguiente:
Cargas de proyección: x mm. equivale a io gramos.
Velocidades: x mm. equivale a 1 m/s de velocida,cl.
C. Ac. Tr. 15 cm. L/45.
Ábaco de curvas de vivacidad.
Pólvora tubular núm. V, filiación 39.
- -‘----‘-‘
•
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NORMAS SOBRE COLABORACIÓN
EJERCITO se forma con los trabajos de colaboración espontánea de los
Oficiales.
Puede enviar sus trabajos toda la Oficialidad, sea cualquiera su empleo,
escala y situación.
EJERCITO publica también trabajos de escritores civiles cuando el tema
y su desarrollo interesa que sea difundido entre el Ejército.
Invariablemente se remunera todo trabajo publicado con una cantidad no
menor de 400 pesetas, que puede elevarse a 750, cuando su mérito io justifique.
Se exceptúan de la norma anterior los trabajos que se utilizan fragmenta
riamente o se incluyan en la Sección de “Información, Ideas y Reflexiones”,
cuya remuneración es de 200. También pueden enviársenos para esta última
Sección traducciones, que serán remuneradas en proporción de su importancia.
Admitimos fotos, composiciones y dibujos en negro o en color, que no ven
gan acompañando trabájos literarios y que sean de carácter adecuado a la
Revista. Pagamos su publicación según convenio con el autor.
Es muy conveniente enviar con los artículos fotos a propósito y dibujos
explicativos, ejecutados con la mayor limpieza y claridad; mas ello no es in
dispensable.
Los trabajos deben enviarse certificados; acusamos recibo siempre.
Solicitamos colaboración de la Oficialidad para Guión, revista ilustrada
de los Mandos subalternos del Ejército. Su tirada, 25.000 ejemplares, hace de
esta Revista una tribuna resonante donde el Oficial puede darse la inmensa
satisfacción de ampliar su labor diaria de instrucción y educación de los Sub
oficiales. Pagamos los trabajos destinados a Guión con 200 a 500 pesetas.
Admitimos igualmente trabajos de la Oficialidad para la publicación titulada
Revista de la Oficialidad de Complemento, en iguales condiciones que para Guión,
siendo la remuneración mínima la de 250 pesetas, y la máxima hasta 600.
PREMIOS A NUESTRA COLABORACIÓN
Su Excelencia el Ministro del Ejército ha dispuesto la concesión de premios durante el año corriente
de 1947, para estimular y recompensar los t rabajos de los colaboradores de EJERCITO.
Tendrán derecho a los premios que se establecen en este Concurso todos los trabajos publicados desde
enero último y los que hayan sido remitidos o se remitan hasta el 31 de diciembre actual y se admitan para
publicación, aunque ésta tenga lugar en algún número del año 1948.
Los señores colaboradores que lo deseen podrán enviar sus trabajos sin firmar ni expresar su nombre,
acompañando éste bajo sobre cerrado. El sobre se abrirá cuando, estudiado el trabajo, haya sido admitido
para publicación, para hacer ésta con el nombre del autor. Los que no deseen utilizar este procedimiento
pueden hacer lo acostumbrado, sin que por eso queden excluidos del Concurso.
Todos los trabajos serán enviados al Director de la Revista, quien elevará a S. E. el General Jçfe de
E. M. C. la opórtuna propuesta de premios.
La cuantía de los premios y su número será para cada grupo de materias:
1.—Cuestiones generales de Táctica y Técnica Militar. IV.—Servicios. Tres premios de 2.500, 2.000 y 1.500
Dos premios de 2.500 y 1.000 pesetas, respectiva- pesetas, respectivamente.
mente. V.—Historia.Un premio de 2.500 pesetas.
11.—Táctica particular de las armas. Cuatro premios de VI.—Estudios de Psicología y Moral. Dos premios de
2.500, 2.000,1.500 y 1.000 pta5., respectivamente. 2.500y 1.000 pesetas, respectivamente.
1fl.—Ármas y Tiro. Dos premios de 2.500 y 1.000 pe- Vll.—Educación e Instrucción. Dos premios de 2.500
setas, respectivamente, y1.000 pesetas. respectivamente.
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andante de Artillería, del Servicio de E.
ENTE MARTINEZ LORENZO, del E. M. C.
lacaída del Imperio romano, la Galicia nueva cons
tituyó, casi cerca de dos siglos, una poderosa na
ionalidad, logrando crear un reino antes que ninguna
tra de las que habían sido provincias de Roma.
ntonces brillaron sus reyes, a cuyo esfuerzo y a cuya
e debió nuestra Patria ser el más antiguo reino cris
Los caudillos galaicos, precursores en sus hazañas
e los que, pasado el tiempo, habrían de llamarse
elayo o Rodrigo de Vivar, Gonzalo de Córdoba o
ernán Pérez del Pulgar, dieron realidad a esas figu
as de guerreros héroes, personificación de poder y
aj estad, dignísimos ideales de la epopeya que en
do tiempo fué aurora de nuestra tierra: la unidad
Poco conocidos son los caudillos gallegos, y, sin em
mbargo, sus hechos realzan y confirman nuestras glo
ias militares. Galicia dió a España ilustres nombres,
sin solución
.
de. continuidad llegan hasta nuestros
ías en la interminable cadena que surge en la lejanía
e los siglos.
Es nuestro deseo ayudar a descorrer el velo que ocul
a aquellas pasadas glorias, dando populaHdad cas
ense a dos caudillos gallegos, y por ello españoles,
ue merecen no sólo este recuerdo, sino inmortal me
oria para los que heredaiios su sangre generosa y
entimos bien de cerca su beneficioso influjo.
ALICIA, REINO DE SUEVIA
Empezaba el siglo Y de nuestra Era. El Imperio de
oma se aproximaba a su ocaso. El emperador Teo
osio el Grande, fúlgida gloria en los fastos de Hispa
ia, al morir en Milán en la noche del 17 de enero
e 395, dejaba divididas en dos partes, para sus hijos,
as tierras que. gobernaba: el Occidente para Honorio
el Oriente para Arcadio.
Cuatro siglos hacía que ios ro:manos dominaban
n la Península Ibérica. La Galecia, una. de las cuatro
rovincias de la. división territorial que Diocleciano
ió a la antigua España Citerior, comprendía tres
conventos eclesiásticos: el de Astúrica (Astorga), el
de Lucus Augusta (Lugo) y el de Bracara (Braga), y
en ellos, la cultura romana florecía como en la misma
metrópoli.
La ley eterna de las .sociedades iba a cumplirse so
bre Roma. “La afeminada corrupción del Mediodía
iba a dejar Jugar al vigor guerrero de las gentes del
Norte.” El impulso de los pueblos llamados bárbaros
se había manifestado ya dos siglos antes, cuando los
godos entraron en contacto bélico con los romanos;
pero después de medio siglo de luchas en las comarcas
pónticas y en los territorios balcánicos, el emperador
Aureliano estabilizó la paz, cediéndoles las tierras del
otro lado del Danubio, la llanura húngara, la Transil
vania y Rumania, constituyendo con certera visión
política un estado muelle, que resistiese la presión de
los otros pueblos bárbaros, al mismo tiempo que ejer
cía sobre ellos una tutela imperial.
La división del Imperio a la muerte de Teodosio de
bilitó sus fuerzas, debilidad que se aumentó por la ri
validad entre Stilicón, supremo jefe militar de Hono
rio (y casado con Serena, hija de’éste), cargo para el
que había sido designado por Teodosio, y de cuya
política era continuador, y Rufino, de origen galo,
que ejercía igual cargo en Oriente, con Arcadio. Las
luchas entre ambos hermanos y las turbulencias inte
riores valorizan las aspiraciones de los godos facili
tan el avance hacia el Mediodía a ios pueblos germá
nicos, hordas del Septentrión, que como terrible alu
vión cruzaron las tierras de francos y borgoñones,
sembrandoel fuego, el hambre y el pillaje, como si
estas calamidades, que extendieron sobre las penínsu
las mediterráneas, quisieran purificar ,a los que pare
cían haber olvidado su noble origen, sus gloriosas tra
diciones, su honra y su sangre, en el naufragio social
del siglo V.
El 28 de septiembre del año 409 (13 de octubre se
gún el obispo Idacio) cruzan los Pirineos los suevos,
los vándalos y los alanos. En sus primeras manifésta
ciones, de extraordinario ímpetu y ferocidad, someten
a espantoso saqueo a las ciudades españolas, siembran
os
CA
(ID!!!OS¡LEGOS
45
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la desolación y la muerte; pero, con el tiempo, su mez
cla con los hijos del país es camino de regeneración.
Entre estos pueblos distinguiremos a los suevos, pro
cedentes, según Estrabón, de las tierras en donde nace
el Danubio.
Hombres robustos y esforzados; de alta estatura,
blonda cabellera, barba larga, ojos azules y rudo ade
mán; tan fieros como castos y sobrios, vencían con el
hacha a la perfidia y a la asechanza con el valor.
Salían unos a la guerra y quedaban otros para la la
branza, trocándose al año labradores y guerreros.
Todos tenían todo, sin gozar del mismo campo más de
un curso del Sol. Se adiestraban los adultos en la caza
y los niños en la carrera; lavábanse en los ríos en toda
estación y no usaban más ropas que pieles cortas tos
camente curtidas. Tribu la más fecunda de los germa
nos, era la más belicosa; llevaban por enseña el dra
gón alado y se decían hijos de 0dm o de Dios, los ce
lestes, los puros, los invencibles. Estos eran los sue
vos, que al abandonar sus primitivas tierras llevaban
consigo parte de los gérmenes de una nueva civili
zación.
Cuando atraviesan los Pirineos los acaudilla Herme
nerico, y bajo su mando se dirigen a la conquista de
Galecia, acompañados de los vándalos, a quienes acau
dilla Gunderico. Creen empresa fácil el reducir a los ga
laicos, cuya sangre celta y su carácter agreste e inde
pendiente no se disponía sin resistencia a la ocupación.
Trece años de continuadas luchas costó a los bárba
ros el dominar a las belicosas gentes de Galecia, y cin
co después, en
427,
murió Hermenerico, dejando su
tradición y su acero a Hermengario.
Cuenta Gregorio de Tours que durante el reinado
de éste quisieron los vándalos volver a Galecia, de
donde habían sido echados por los suevos, y decidie
ron la posesión del territorio, según el éxito de una
lucha realizada por un guerrero de cada bando. Venció
el suevo y los vándalos evacuaron Galecia.
Hermengario trata de consolidar los cimientos del
reino que su antecesor le dejara, y queriendo ensan
char sus dominios por el sur, así como atraído por la
fama de Mérida, ataca a los vándalos y llega hasta
la ciudad, que consigue ocupar; pero es sorprendido
por los romanos, tiene que abandonar su reciente pre
sa y muere al vadear el Guadiana, en 431. Para suce
derle eligen los suevos .a Hermenerico II, que, más
hábil y feliz que sus antecesores, logra, ya por las
armas, ya por el pacto, reunir bajo su mando toda la
Galecia romana.
Se inicia entonces la verdadera ocupación, y en
estos primeros años, los suevos, execrando sus espa
das, empuñan los arados y tratan a los galaicos como
compañeros y amigos, de tal modo que algunos de
éstos prefieren la pobre libertad de que disfrutan entre
los bárbaros a la opresión tributaria en que vivían
bajo los imperiales.
Los pueblos fronterizos solicitan la alianza de Her
menerico II y éste pudo legar con tranquilidad la co
rona del nuevo reino de Suevia a su hijo Rechilán, en
quien abdicó por el año 438.
RECuLAN
Algunos historiadores toman a los dos Hermeneri
cos por una sola persona, y como tal, por padre de
Rechulán, al primero de ellos, omitiendo entre los re
yes suevos a Hermengario. El obispo Idacio, gallego
de origen, testigo y actor de los sucesos de esta época,
escribió un Cronicón (publicado por Sismondi en Pa
rís en 1619) donde consta lo que consignamos. Siguen
al ilustre historiador-obispo, entre otros, Romey,
Huerta, Vicetto y Vesteiro.
El hijo de Hermengario, a quien en la Historia se
conoce con los nombres de Rechilán, Reguila, Re
chila y Requilán, ciñó con pocos años la diadema de
su padre, siendo el cuarto monarca de los suevos en
España y el primero nacido en tierra gallega; es, por
lo tanto, el primer rey suevo español.
El joven Rechilán, dotado de ingenio y bravura,
reunía en sí las virtudes de sus antepasados y las de
la tierra que le vió nacer. Más galaico que suevo, era
el rey destinado a consolidar y engrandecer ci reino
recién fundado, consiguiendo asentar su dominio por
un sistema de hospitalidad que le granjeó muy pronto
el respeto y cariño de sus vasallos, sin distinción de orí
genes.
Concibió la idea de reunir bajo un solo mando todos
los territorios peninsulares, el ambicioso proyecto de
la unidad ibérica, y para ello buscó Rechilán la alian
za con los godos, como base necesaria para poder lu
char contra los romanos. En los primeros veía sola
mente a los dueños de las Galias, mientras que consi
deraba a los segundos como usurpadores injustos del
dominio peninsular. Estos estorbaban sus proyectos,
mientras que aquéllos, en amistad, podían ayudarle a
hacer de toda España un solo reino.
Llevado de su idea, convocó a sus huestes para la
lucha contra los imperiales, y con esta bandera de l i
beración reunió bajo la misma enseña a los suevos y
a los gallegos, que ya habían iniciado su mezcla de ra
zas, ambas de igual origen céltico. Con numerosas y
aguerridas tropas comenzó la realización de sus sue
ños de gloria.
Primera campaña.
Gobernaba la Bética el conde Censorio, que había
sido enviado a España por el general romano Aecio,
ante la petición de auxilio hecha tiempo atrás por la
embajada hispanorromana, de la que había formado
parte el citado obispo Idacio.
Rechilán cruza fácilmente la Lusitania y entra en
la Bética. Libra parciales combates con las tropas
imperiales, pertenecientes a la Legión IV, escítica, a
las que obliga a retirarse, y llega a sitiar al conde
Censorio, obteniendo su capitulación y, con ello, el
primero de sus memorables triunfos.
El eco de su nombre se repite tras las sierras, y lafama de sus primeras victorias asusta a los romanos,
que, temerosos de aquel naciente poder, concentran
sus tropas para batirle, mandados por el general An
devoto. La tropas de éste luchan contra el Ejército
suevo en los campos de Antequera y a orillas del río
Singilón (Genil), teatros de las batallas en que las le
giones romanas sufren serios reveses
Derrotado al fin Andevoto y apresadas sus riquezas
como preciadó botín, regresa a Galicia el rey suevo
con sus triunfadoras huestes galaicas, adornando sus
éxitos con numerosos prisioneros romanos. Su valor y
su gloria aureolan su prestigio, y aquella brillante
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campaña fué un lazo que unió con fuerza a los descen
dientes de ios conquistadores suevos y a los indígenas
galaicos, unos y otros nacidos ya en la misma tierra.
Segunda campaña.
Atentos los romanos a las evoluciones de los godos
en las Galias y de los vándalós en Africa, adonde ha
bían pasado en 429, por estimar su rey, Genserico, que
aquella zona era favorable para la fundación de su im
perio, ordenaron a su entonces general en España,
Sebastián, que fuese al Africa, y por ello, descuidando
sus atenciones peninsulares, dejaron a Rechilán sin
enemigo enfrente.
Acaso fué ésta una ocasión oportuna para consolidar
la monarquía sueva en toda España; pero el espíritu
belicoso del rey de Galicia se complacía en la guerra,
más por la guerra en sí misma que como medio de ob
tener un fin político; y así sucede que, yendo en busca
de nuevos laureles, en lugar de dirigirse hacia la Ta
rraconense, cuyo dominio le era indispensable para lo
grar el de toda Iberia, orienta sus ambiciones hacia
el sur, deseando la conquista de Mérida, cuyo renom
bre le atraía desde mucho tiempo ha. Amonio la con-
sideraba como una de las más ricas, populosas y es
plendentes del mundo romano; fundada por Augusto
en el año 25 antes de J. C., llegó a una magnificencia
que le hizo quizá la ciudad más importante de la
España romana, o que, por io menos, disputaba este
título con Tarraco (Tarragona).
En 438 reúne Rechilán nuevamente sus tropas y
se lanza por segunda vez a la conquista de la Bética.
La fortuna sigue al valeroso caudillo, y Emérita Au
gusta cae en sus manos. Para asegurar sus dominios
adquiridos, la hace corte, y en ella fija la residencia
de su familia, pasando con este motivo a la gran ciu
dad su padre y antecesor, Hermenerico II, que en ella
murió el año 440.
Rechilán descansa en su nueva corte, y por algún
tiempo sus tropas conocen el reposo, hasta que
en 445 las naves vándalas se presentan en las costas
gallegas. Atacan por sorpresa y saquean a Turonio,
llevándose cautivas numerosas familias. Ello obliga a
Rechilán a volver a Galicia para aclarar la comprome
tida situación, militar y política, que creaban las de
predaciones ribereñas de los bárbaros africanos;a leja
dos éstos, se dispone a reanudar sus interrumpidas
conquistas.
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Al nuevo llamamiento del rey sueco acuden a sus
filas todos sus vasallos sin distinción de origen, lle
vando igual ardor y esfuerzo; los alienta el mismo es
píritu de conquista, y, amparados bajo la misma ban
dera, abren los dos pueblos que conviven en las cam
piñas galaicas una nueva campaña, guiados por el
valor y la gloria de su rey caudillo.
El Ejército de Rechilán parte para la Bética, cán
quista a Myrtilis (la actual Mértola, portuguesa) y
pone sitio a Hispalis (Sevilla). Inútil fué la resistencia
de esta capital: cayó en poder de los suevos, y de vic
toria en victoria se lanzan las cohortes de los hijos del
mar, como a sí se l laman, en la provincia Cartaginen
se. Cordubensis, astigitanus y earthaginensis, todos se
humillan ante Rechilán.
“El Dios de las batallas empujaba su brazo, y don
dequiera que el suevo vibraba el hacha o levantaba
la pesada maza, allí se cumplía el decreto eterno que.
daba al sencillo varón del noroeste la herencia mal
administrada por el corrompido semita, fuerte y pode
roso antes, a la sazón indigno de los favores del Cielo.”
Sobre estás hechos, el citado obispo Idacio dice en
su Cronicón: “Nombrado Avito en año 446 general de
una y otra milicia y enviado a las Españas cuando,
apoyado por no escasas tropas auxiliares, vejaba a los
cartagineses y béticos, se presentaron allí con su rey
los suevos y vencieron en un encuentro a los godos
que habían venido a ayudarlos en sus depredaciones;
huye Avito aterrado por miserable cobardía. Entonces
los suevos devastan aquellas provincias, sometiéndo
las a cruel saqueo.”
-
Tres años de guerras
y de triunfos elevaron
alrey de Galicia a me
recer en la Historia el
ser llamado Rechilán el
Glorioso. Dueño era de
las tres Galieias, de Lu
sitania, de Extremadu
ra, de la Bética, de Ja
Carpetania, de la Car
taginense, y así aparece
este rey como el más
digno del primer reino
eonstituído con el des
pojo del en otro tiempo
poderoso imperio del Cé
sar. Reehilán lo engran
deció con sus propios
méritos; pero su espíritu
guerrero no iba a la par
con sus dotes políticas,
y el inmenso territorio
de sus conquistas fué
abandonado por el tra
tado de paz que estipuló
con los romanos, cuya
autoridad había queda
do reducida a la Tarra
gonense..
Casi todas- las con
quistas de los suevos
son pasajeras, porque la
acción de las armas no realiza la organización terri
torial y la ocupación militar con carácter de perma
nencia.
Sorprende la muerte a Rechilán en la cúspide de su
camino. Al volver a su corte colmado de laureles,
duerme el sueño eterno en Mérida, por agosto de 448,
dejando a Galicia el más puro de sus blasones en su
hijo y sucesor Reehiario, primer rey cristiano de Oc
cidente.
RECHIÁRLO EL CÁTOLICO
Corresponde a este rey-la gloria de haber sido el
primero que se convirtió al catolicismo, y por él son
los reyes de España los más antiguos de la cristiandad,
hecho que muchos historiadores echan en olvido o lo
asignan al franco Clodoveo. Es realidad que en seguida
de subir al trono, en 448, recibió Rechiario las aguas del
bautismo, mientras que Clodoveo profesó la fe cristia
na en 496; tiene, pues, casi medio siglo de antelación
el rey español sobre el franco.
Dice la leyenda que la conyersióu de Reehiario se
debe a Santo Toribio, obispo de Astorga, que curó
milagrosamente a una hija del rey.
Los suevos, como casi todos los pueblos bárbaros,
eran arrianos, por haberlos atraído a la doctrina del
hereje obispo de Alejandría, Arrio, los obispos que
les habían sido enviados por Constancio y Valente;
únicamente los francos eran paganos. Al entrar en la
Península, los obispos de la Iglesia romana fueron el
único. valladar que halló la irrupción. Los jefes civiles
de provincias romanas huyeron y los obispos hubieron
de sustituirlos, uñas veces administrando justicia,
Tercera eampaa.
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otras organizando la resistencia, y en otros• casos enta
blando negociaciones con los bárbaros; pero, en todo
caso, dandó ejemplo de virtudes y consagrándose a la
empresa de conquistar el alma de aquellos pueblos
pletóricos de energía.
Chateaubriand, en sus
Estudios Históricos,
y refi
riéndose al período de evolución de la sociedad entre el
final del Imperio romano y los comienzos de la Alta
-Edad. Media, dice: “Cuando hubo caído ‘el polvo que
levantaban los pies de tantos ejércitos; cuando la
muerte impuso silencio en los gemidos de tantas víc
timas; cuando cesó el estruendo’de la caída del cóloso
romano, entonces se descubrió una cruz, y al pie de
ella, un nuevo mundo. Algunos sacerdotes, con el-
Evangelio en la mano, sentados sobre las ruinas, resu
citaban a la sociedad en medio de los sepulcros, del
-
mismo modo que Jesucristo volvió a la vida a ios
hijos de los que habían creído en El.”
Así sucedió en Galicia. Al llegar Hermenerico 1, los
católicos sufrieron persecución;
-
pero la -común- convi
vencia- suavizó pronto el duro t:rato, y poco ‘a poco
el invasor fué adaptándose -a la -vida de los indíge
nas, aceptando sus costumbres ‘y conociendo su re
ligión.
. -
En tiempos de Rechiario, la mayoría de sus gentes’
habían nácido en Galicia. El rey y sus vasallos eran
hijos de la misma noble tierra, y los lazos que a ella
los ligaban eran muy diferentes a los que habían exis
tido entre el fundador de la monarquía y los celtas
de la región del Miño. En aquella época, los galaicos
veían a los suevos no sólo como conquistadores, sino
también como gentiles; ahora todos eran ya unos, y
los dignificantes ejemplos de las costumbres cristia
nas atraían a los arrianos.
Aunque estas conversiones reales son en muchos
casos de la Historia actos políticos, es el caso que la
conversión de Rechiario, con, su corte y su ejército,
suprimió la causa única de separación entre los habi
tantes de Suevia: todos fueron ya hermanos por la
cuna y por la fe, y el sol de ventura para Galicia se
elevó rápidamente con brillo tan vivo, que parecía
querer alumbrar a toda la Península.
Poseía Rechiario el valor de su padre y un ardor
juvenil que le permitía aspirar alas mayores empre
sas; sólo esperaba la ‘ocasión de iniciarlas, y esta oca
sión no tardó en presentarse.
Rebelión en la Bética.
El territorio de la Bética, que había sido conquis
tado por su padre, Rechilán, pertenecía a la corona
del rey gallego; pero sus habitantes, en su mayor parte
latinos, hispanorromanos, soportaban con poca re
signación al dominio de los nuevos conquistadores.
El conde Censorio, que años antes había capituladó
ante Rechilán, encuentra ambiente en Andalucía para
sublevarse contra los suevos, y con facilidad consigue
levantar en armas un ejército.
El monarca suevo organiza sus tropas, alista bajo
sus banderas a los animosos galaicos y se dirige hacia -
el sur pará castigar la audacia de los insurgentes bé
ticos. Cuando llega a Sevilla, ya su general Ayulfo
(o Agiulfo) había dominado la rebelión: la cabeza del
conde Censorio había rodado ante la vista de los his
palenses, pero otras ciudades se mantenían en rebel
día, declaradas en favor del romano, y tuvierón que
soportar la justa ira del rey. Rechiario entra en ellas.
por asalto, tala y saquea las comarcas desleales, cas
tiga duramente a los cabecillas insurrectos y, después
de restablecer el orden y su autoridad, despliega sus
cuarteles para’ un efectivo dominio, regresando satis
fecho a su corte.
Política de’ alianzas.
Reinaba por enton,ces Teodoredo en la corte godo-
arriana de Tolosa (Toulouse), y este rey, que hasta
entonces había ayudado a los imperiales romanos en
sus luchas contra los suevos, buca ahora el garanizar
su pequeño dominio de la zona catalana, y para ello
inicia un cambio en su política, orientándola en sen-.
tido hostil, a Roma. En esta dirección se juntan -las
aspiraciones de Teodoredo con las de Rechiario.
-
Teodoredo trataba de obtener la alianza con los
‘suevos, comó había intentado hacerlo ya con los ván
dalos. africanos, gobernados ahora por Geiserico. Casó
una de sus hijas con Hunrico, hijo del rey vándalo;
pero éste, tomando como pretexto que su nuera había
querido envónenarle, la mutiló de ambas manos y la
envió a la corte tolosana.
Rechiario, por su parte, quería asegurar su poder
contra los romanos, y para ello necesitaba la amistad
de los godos, y con este fin pidió por esposa a otra
hija de Teodoredo, quien accedió gustoso a ello.
El rey suevo reunió sus huestes y salió para Tolosa.
Cruzó media Península luchando con las tropas hosti
les que encontró en su camino, a las que cogió cuan
tioso botín, ofreciéndolo a su prometida como regalo
de boda.
Verificóse el matrimonio-con la pompa y suntuosi
dad de los actos de la corte visigoda, y una vez termi
nadas las fiestas que solemnizaron la alianza entre
visigodos y suevos, Rechiario, en vez de regresar pa-
-
cíficamente a Galicia, cruzó los Pirineos por los pasos
del oeste y, en unión del rebelde general romano Ba
silio, siguió el cauce del Ebro, talando sus riberas.
fig 2
CÁIJIPÁNÁSDF,qWLÁN
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49
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Conqiiistó y- sometió a su dominio .a César Augusta
(Zaragoza) e Illerda (Lérida), haciéndose dueño de
gran parte de la provincia Tarraconeise, consiguiendo
la humillación de los legionarios romanos ante los
vigorosos soldados de la española Suevia. La fama de
Rechiario traspasaba las fronteras peninsulares, y su
nombre, temido era por los romanos y vándalos, cele
brado por sus nuevos aliados los godos y admirado por
los que habitaban las tierras de más allá de las Galias.
Sus triunfos le habían producido ricas preseas, que
le permitían sostener un fuerte ejército y, con esta
seguridad, descansar de sus correrías; pero su reposo
no podía ser muy largo; su carácter no era predispues
to al sosiego; tenía voluntad de triunfar, pero no por
ambiciones mezquinas de bienestar, sino por algo que
hace crecer a los pueblos y superarse a los hombres:
por afán de inmortalidad. Sobre su alma imperaba
Marte. Su descanso se interrumpió por la necesidad de
acudir a una llamada de su suegro y aliado Teodoredo.
En los Campos Cataláunieos.
Atila, que junto con su hermano Bleda había suce
dido a su tío Rúa en el trono de los hunos, una vez
que Bleda fué asesinado, quedó como único rey, y al
no poder expansionar su poder hacia Oriente por la
energía del emperador Marciano, lanza sus tropas ha
cia Occidente y, en los comienzos de 451 cruza el Rin
y penetra en las Galias con un ejército que se supone
fuese de medio millón de combatientes.
Esta invasión amenazaba- a todos ‘os pueblos occi
dentales, y el peligro hace que den por tiempo al ol
vido sus querellas, buscando en la unión la fuerza que
es necesaria para combatir con éxito al enemigo co
mún. Francos y borgoñones, godos y romanos, que eran
los más amenazados, forman una alianza y ponen sus
tropas bajo las órdenes del experto general romano
Aecio.
Teodoredo, con objeto de reforzar sus huestes, soli
cita la ayuda de los suevos, y en su apoyo va Recua-
rio al frente de sus tropas. El 23 de febrero de 451 se
libra la batalla contra los hunos en los Campos Cata
Iáunicos, cerca de Chalons-sur-Marne, comarca que
fué testigo del esfuerzo que en ella realizaron los gue
rreros españoles.
-
Rechiario, con Teodoredo y las tropas de ambos re
yes, forman el ala derecha; Aecio, con los romanos, los
francos que manda su rey Meroveo, los sármatas, bor
goñones, ripuarios y algunas tropas godas que manda
Turismundo, hijo de Teodoredo, cubre el ala izquier
da; los alanos, al mando de su rey, Sangibari, constitu
yen el centro.
-
En cuanto al enemigo, Atila dispuso a sus aliados
en ambas alas, situando a los ostrogodos en la izquier
da, enfrente de godos y suevos, quedando él en el cen
tro con los hunos y disponiendo en reserva su nume
rosa y acreditada caballería.
La batalla es dura y encarnizada. Atila trata de mo
ver por la izquierda su caballería, base de sus tropas y
la que en todas ocasiones le había dado la victoria;
pero ésta se encuentra con las falanges de godos y sue
vos, que no sólo aguantan su choque, sino que, ata
cando a su vez con la ferocidad y cólera que les cau
saba el dolor de haber visto caer a Teodoredo, rompen
y desbaratan los escuadrones contrarios, poniéndolos
en huída hacia sus reales.
Hijos deGalicia pelearon a las órdenes de Rechiar o
en aquella formidable batalla, y la famosa victoria que
obtuvieron los coligados fué decisiva por el ala en que
lucharon con ardor los soldados españoles, salvando a
la civilización en la Edad Media. Rechiario y sus tro
pas hicieron honor a su merecida fama; pero vieron
morir en la lucha a su aliado Teodoredo, muerto, se
gún algunos historiadores, por un ostrogodo llamado
Andage, mala nueva que el rey suevo hubo de comu
nicar a su esposa, ensombreciendo la alegría de la vic
toria.
Dominio peninsular.
La audacia del monarca gallego, su espíritu de gue
rrero incansable y las tradiciones de su raza, unidas a
las de latierra que le vió nacer, no le permitían el des
canso. Cuando en marzo de 451 vuelve a penetrar en
España por la parte de Vasconia, recorre con fortuna
esta zona y Aragón, y, ya lanzado en su anhelado sue
ño, continúa por la Tarraconense, Cataluña, Levante,
la España Central, y de triunfo en triunfo, el rey de
Suevia se ve dueño de casi toda la Península, desde
-las batidas costas gallegas hastá las tranquilas playas
- mediterráneas. -
Era el cenit de su poder.
Rivalidad de los godos.
A la muerte de Teodoredo, los visigodos habían ele
gido por rey a su hijo Turismundo, que, como se ha
indicado, había tomado parte en la batalla de los
Campos Cataláunicos; pero su carácter déspota le
granjeó la antipatía de su pueblo, y poco después, en
453, era asesinado por Ascalerno, instigado éste por
los hermanos del rey, Teodorico y Friderico, sin que la
Historia mencione hubieran tenido parte los otros
hermanos, Eurico, Riccinero y el menor, Himeneo.
Quedó entonces Teodorico como- rey de la corte de
Tolosa.
-
Roma teme al suevo y Aecio envía a la corte de Re
chiario una embajada compuesta por Mansueto, conde
de las Españas, y Frontón, también conde, qmenes re
nuevan las paces con el rey suevo. Al año siguiente,
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en 454, Valentiniano, dueño del imperio de Occidente
después del asesinato de Aecio, envía como embajador
a Justiniano con el mismo fin, y estas oficiosidades
rómanas dejan libertad a Rechi.ario para continuar
sus empresas con igual ardor que las iniciara.
Godos y romanos contemplan con terror las conquis
tas de Rechiario y, temerosos de su poder, pactan una
alianza para dominarle. El general Avitó, emperador
ahora de los romanos y que había sido durante algún
tiempo embajador en Tolosa, quiere dar realidad a lo
que tenía convenido con Teodorico para reducir el po
der del suevo, y. .a tal fin envía al monarca gallego otra
embajada, él óonde Frontón, haciéndole saber las que
jaspropias y del rey godo, aconsejándole cesase en sus
conquistas y se retirara a sus anteriores fronteras.
Rechiario posee la altivez de su pueblo y el orgullo
de su raza. La fórtuna le había sonreído hasta enton
ces, y la confianza en sus tropas, unido a sus natura
les dotes de caudillo, hacen qué conteste a la emba
jada que el mismo derecho le asiste para hacer suya
la Península que a Teodorico para dominar las Galias,
añadiendo a los mensajeros que rio reconoce a Avito
como emperador de Roma y que él iría personalmente
a llevar la contestación a Tolosa cuando finalizase su
empresa. Sin temor de sus enemigos continuó sus con
quistas.
Es por esta época cuando los hérulos realizan una
excursión pirática en las costas lucenses. En número
de cuatrocientos y a bordo de siete naves, se presen
tan frente a las costas septentrionales de Suevia; pero
estos piratas, armados a la ligera, son fácilmente re
chazados por los naturales del país, obligándolos a
reembarcar rápidamente y huir hacia sus tierras bál
ticas, si bien en su regreso saquean las costas de Can
tabria y Vasconia.
Batalla del Orbigo.
Muy seguro estaba Rechiario de su poder cuando no
vacilaba de tal modo en provocar la ira de sus rivales;
pero no contaba con la alianza que contra él habían
concertado todós los pueblos transpirenaicos. El rey
godo llamó a su lado a otros pueblos para con su ayuda
hundir la monarquía española, :ue empezaba en el
noroeste peninsular.
Godos, francos, borgoñones y romanos reúnen un
poderoso ejército y cruzan los Pirineos dispuestos a re
ducir al cada día mayor poder del suevo. Acompañan
a Teodorico, el r ey de los borgoñones, Gundioso y su
hermano Hiperico, federados fidelísimos de los ro
manos.
Rechiario, hasta entonces confiado en su buena es
trella y en el prestigio de su nombre, fué sorprendido
por aquel alud que se le aproximaba; pero no pensó en
la capitulación. Vuelve a Galicia para reforzar sus mer
madas huestes y, una vez con los nuevos soldados,
vase al encuentro de sus enemigos. Cuatro ejércitos
van a enfrentarse contra uno; pero esta desproporción
no desalienta al animoso monarca español.
Es el 5 de octubre de 456. En las llanuras del Pára
mo, a 15 kilómetros de Astorga, en las márgenes del
río Orbigo, halláronse frente a frente las huestes riva
les. Por un lado, Teodorico con los godos y sus aliados;
por el otro, Rechiario con sus galaicos.
La batalla comienza con buenos auspicios para el
monarca suevo, acostumbrado a las peripecias de los
combates, hijo predilecto de la victoria y con solda
dos curtidos en los fragores de cien batallas; pero la
superioridad numérica de sus enemigos hace imposible
el milagro.
Las falanges aliadas despliegan su inmensa ala y
rodean las legiones españolas. Uno contra diez pelean
los suevos y su espíritu no decae. Rechiario lucha con
desesperación hasta que la pérdida de sangre por sus
numerosas heridas le privó de fuerzas. Teodorico logra
un triunfo en aquellos memórables campos, mientras
que los suevos se retiran diezmados del malhadado
teatro de su derrota.
Desaparecido Rechjario durante la batalla, los galai
cos quedan sin caudillo y el temor se extiende por
todo el reino suevo. El país es ocupado por los guerre
ros vencedores y éstos dan rienda suelta a sus pasio
nes cuando llegan a Braga, la capital-sueva, que sufre
el desenfreno de los soldados extranjeros.
Muerte de Rechiario.
Teodorico dispone los cuarteles de invierno sobre
toda la región, no tanto para ejercer un eficaz dominio
del reino, evitando que los gallegos se alzasen en su au
sencia, como por el afán de encontrar a Rechi ario, que
sabe vive,; aunque ignora dónde, y mientras no esté en
su poder, es un peligro para la seguridad de los inva
sores.
Rechiario fué retirado por sus leales cuando en la ba
talla del Orbigo cayó gravemente herido, y es condu
cido a las costas atlánticas, donde consigue embarcar
para Africa. Pero el destino le era adverso: una tem
pestad. arroja su nave haciá la costa cerca de Oporto y
allí se apoderan de él las tropas de Teodorico. La for
tuna abandona a Rechiario cuando había llegado al
-
apogeo de su gloria; su pasado esplendor se convierte
en desventurado infortunio.
-
Una batalla funesta, el cetro perdido, el hogar pro
fanado, el cuerpo cubierto de dolorosas cicatrices, el
SUMA T!tNPOSD8REc#/ÁH/O
e 448
457—--—..—
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hambre, la persecución, la huida, el naufragio, el cau
tiverio, todo era poco comparado con la humillación
y el ultraje personal que esperaban al rey gallego.
Cuaado Teodorico lo tiene en su presencia, le insulta
y escarnece; ordena le corten el cabello, y descalzo lo
pasea por algunas ciudades en que hasta ha poco go
bernaba. Horrible tortura de espíritu para e1 altivo ca
rácter del monarca caído, tortura que tiene su fin en
los últimos días del año 456, cuando es decapitado en
Braga.
El desastre de Bechiario llevó consigo la pérdida
de las conquistas que bajo su mando habían logrado
los suevos, y aunque su reino tardó más de un siglo
en desaparecer, absorbido por el dominio visigodo en
la Península, de momento hubo de quedar reducido a
las provincias del norte de Portugal, Galicia, Asturias
y algunas zonas de León y Castilla la Vieja.
Ya nunca más volvió a lucir para los suevos el es
plendor y la prosperidad que gozó bajo el reinado de
Rechiario el Católico.
Juicio sobre su reinado.
Pudo este rey reunir bajo su cetro toda la Península;
pero en su mente tenían predominio las ideas de gue
rra sobre las ideas de política. Sus conquistas no ad
qñirían las raíces de lo permanente, y dió confirma
ción al principio político de que el poder fundado
esencial o exclusivamente en la fuerza de las armas
tiene efímera duración y, más o menos tarde, es la víc
tima favorita de los vaivenes de la fortuna.
Si honra merecen los hechos guerreros del rey Re
chiario, más son de destacar las facilidades que prea
tó al florecimiento de la institución cristiana en la
Península. La Iglesia tuvo libertad, conservó y per
feccionó su organización; los obispos podían relacio
narse con Roma, celebrar sínodos y luchar contra las
herejías, como la priscilianista y la maniquea; orga
nizar un concilio provincial en Lucus y otro general
en Celenis. Todo ello dió impulso al cristianismo pen
insular.
Por esta época, el reino suevo comprendía dos pro
vincias eclesiásticas: la Bracarense (Braga) y la Lu
cense (Lugo). Tres conventos: los de las citadas sedes
y el de Astórica (Astorga). Ocho diócesis: Astórica,
Auriense (Orense), Britonia (cerca de Mondoñedo),
Dumio (cerca de Braga), Iria Flavia (Padrón), Lucus,
Magueto (Meinedo) o Portucale (Oporto) y Tude (Túy),
además de varios monasterios en número superior a
la decena.
Admiremos a Rechiario como guerrero y como cató
lico. Si algunos historiadores le reprochan la aspereza
y tosquedad de sus costumbres, éstas deben juzgarse
pensando seriamente en las características de la épo
ca en que vivió nuestro héroe. De tierra ruda, fuerte y
valerosa, sus cualidades externas encerraban un alma
elevada, que supo tratar a sus vasallos con la huma
nidad del cristiano y la altivez de un rey, de un verda
dero monarca español, dando origen al proverbio:
ca Galicia tuvo reyes, antes que Costilla leyes.
FINAL
Las fuentes históricas para investigar sobre el reino
suevo de Galicia ofrecén gran dificultad por el silencio,
oscuridad y divergencia de las mismas, de lo que se ori
ginan obstáculos para fijar con seguridad nombres, fe
chas y sucesos.
Hemos consultado los más modernos trabajos de ‘
investigación histórica, pero no podemos presumir de
acierto. Discúlpenos de ello él buen deseo que nos ha
impulsado a dar a conocer uno de los más olvidados ca
pítulos de nuestra Historia y las figuras de dos grandes
caudillos españoles.
Rechilán fmi el primer rey español, nacido en la
propia península, y Reehiario, el admirado guerrero
que pudo haber logrado en 456 lo que más de un siglo
después, en 587, consiguió Leovigildo al unir a su im
perio visigótico el honrado solar del católico Rechia
rio: la unidad Ibérica.
Ambos son nombres de obtener singularidad en los
fastos que recuerdan los insignes caudillos de la fe
cunda Galicia, y por ello sus hechos son páginas glo
riosas de la Historia de España.
BIBLIOGRAFIA
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y la
Historia de Ga
licia.
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Capitán de Infantería
CARLOS GIMENEZ MARTINEZ,
del C. G. de la División Acorazada.
IIiVIDADÍSiVOÍOCIUIST4S
Df INÍANTIBI
E
STASUnidades motociclistas de Infantería
pueden tener misiones de exploración,
seguridad lejana o próxima, acciones por sor
presa, acción retardatriz, infiltración, explota
ción del éxito.
En general pueden aplicarse donde se necesite
una infantería muy rápida, ágil y flexible.
No cabe duda que para las motos hay terrenos
prohibitivos, pero pocos son los obstáculos que
puede pasar un carro y no puede salvar una
moto, sobre todo avanzando tras ellos, y esos
obstáculos, si no es posible evitarlos, se podrán
acondicionar rápidamente en la mayoría de los
casos.
Tienen las motos una gran vu1nerabilidad para
la aviación, pero son fáciles de ocultar a las vis
tas. La vulnerabilidad de sus tripulantes algo se
podría disminuir con el uso de peto y faldellín
de blindaje individual a base de “nylón” o “do
rón”.
Acciones llevadas a cabo por estas Unidades
han demostrado su capacidad, para toda clase de
combate. Una de las primeras acciones fué cuan
do. la tercera División de Von Reinhard, que
avanzaba hacia Sandomir, encontró tres Divi
siones polacas. Detenida por ellas, se repliega,
dejando en contacto a los motoristas, y soslayán
dola por una marcha de flanco de veinte kilóme
tros, penetra profundamente hacia la espalda del
enemigo y le obliga a combatir en un frente im
previto en medio de una gran confusión, que le
origina tremendas pérdidas.
Los alemanes en esta última guerra llevaban
en la División motorizada una Compañía de tira-
‘
3
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dores motociclistas por Batallón. En la División
acorazada, un Batallón de tiradores.
Los italianos, en la motorizada y en la acora
zada, llevaban un Regimiento.
EMPLE O: Mcrcha hacici el eiemigo.—En
esta fase, con la de explotación del éxito, es cuan
do el empleo de motociclistas está más in
dicado.
La seguridad terrestre se logra con la explora
ción a larga distancia a cargo de la Caballería con
sus carros, autoametralladoras y motociclistas.
Habrá momentos en el avance de los carros en
que esta exploración se tendrá que hacer sin Ca
ballería, y en tal caso necesitan una vanguardia
en cada columna de marcha que les proporcione
la seguridad.
Anotemos que los carros de vanguardia nece
sitan de una Infantería maniobrera y ágil a su
misma velocidad por lo menos.
Supongamos en punta de vanguardia una Sec
ción de Carros. Si les acompaña una Sección de
Infantería del tipo granaderos de carro sobre un
camión, todo terreno, la reacción que todos jun
tos pueden ofrecer ante una situación cualquiera
es mucho más lenta que la de la sección dislocada
en grupos de dos o tres individuos. Además, su
situación en la vanguardia está centralizada, sin
poder atender inmediatamente a todos los carros,
misión principal, y la inutilización del vehículo
representa además la de toda la sección.
Si la suponemos sobre motos, irá próxima a los
carros, adelantándose a ellos en las situaciones
confusas, disgregados, ofreciendo no un solo
blanco, sino varios y de pequeñas dimensiones;
pudiendo ir repartidos por cada carro con una
gran flexibilidad ante las más diversas situacio
nes, no cabe duda que el carrista las debe prefe
rir a otra de cualquier medio de transporte.
El vehículo les permite llevar otras clases de
armas, y así, sin perder su misión específica de
fusileros granaderos en cada sección un pelotón
puede llevar un arma C. C. del tipo P. 1. A. T.
oBazooca del mayor calibre, explosivos y
bu mos.
Unidades así pueden constituir vanguardias
con o sin carros en los casos en que no convenga
descentralizarlos; tienen capacidad para comba
tir en buenas posiciones contra carros enemigos,
marchar por los flancos, ser lanzados a puntos
críticos de paso y ocupar otros puntos esenciales
adelantándose al enemigo.
El contacto.—En su avance, al tropezar con
una resistencia, pueden reconocerla y de ello de
cidir si puede ser atacada por los carros de la
vanguardia o debe serlo por los motociclistas,
apoyados por los primeros; a veces lo efectuarán
protegidos por humos mientras los- carros des
bordan.
La Infantería iniciará el ataque siempre que
predomine zonas cubiertas con obstáculos natu
rales o artificiales.
Actuarán en íntimo contacto con los demás,
protegiendo a los zapadores, dándoles seguridad
en su trabajo y aumentando así la rapidez en la
desaparición del obstáculo que se oponga a la
marcha de los carros.
Ataque de carros.—Cuando se trata de un gran
ataque de Unidades acorazadas la infantería
motociclista marcha con el tercer escalón de ca
rros, siempre que sea posible; lucharán desde sus
vehículos, echándose a tierra para batir un nido
potente de resistencia, atacándole directamente
protegidos por los carros.
Por su movilidad y gran flexibilidad aprove
charía cuálquier feliz circunstancia para avanzar
lo más rápidamente posible y acortar la distancia
a los carros más alejados para protegerlos de los
medios individuales C. C. En esta acción se acorta
el tiempo de aislamiento de los carros y la Infan
tería al llegar al objetivo.
Ex5iotacio’u ‘del éxito.—Unjdades de motoris
tas, infiltrándose rápidamente a través de las bre..
chas dirigidas en unión de los carros a puntos
principales P. C., posiciones de artillería, nudo
de comunicaciones, etc., serán las primeras Uni
dades que se empleen al conseguir la ruptura del
frente enemigo, siguiéndole y acosándole sin de
jarle momento-de reposo para impedir su reorga
nización, desbordando las resistencias que aún
aislad’amente se mantengan y profundizar.’ En
esta fase la idea predominante es avanzar, avan
‘54
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zar lo más adentro posible y producir el colapso
enemigo, aprovechando siempre esa capacidad
de adaptación a todas las circunstancias que se
pueden producir.
En el combate defensívo._ConStituYen Unida
des de gran capacidad de movimiento, muy rápi
das, que en un momento determinado pueden
acudir a tapar una brecha o un flanco amena
zado, etc. Son muy aptas, sobre todo, para la lim
pieza de localidades y zonas.
Con potente armamento portátil coitra carro,
pueden constituir Un1dades rápidas de defensa,
y ante una fuerte acción de carros enemigos lle
gar a efectuar la maniobra contra carro cuando
falten los propios.
Con fuerzas
aerotÑnsortadaS.
—Ya conocemos
las grandes posibilidades de los desembarcos
aéreos aumentados por las ventajas del planea
dór, sii silencio al aproximarse y aterrizaje en
pequeño espació, su poco coste y gran capacidad
de transporte; algunos llevan un carro con su
equipo, o pueden llevar
150
hombres, como dicen
que puede transportar el Amílcar.
Generalmente la misión de las fuerzas aero
transportadas es facilitar la progresión a las fuer
zas atacantes terrestres o que vayan a iniciar
una acción ofensiva, como, por ejemplo, un des
embarco desde el mar. Siempre habrá en la zona
de terreno próxima a la frontera línea de con
tacto con el enemigo, o bien zona costera, partes
más amenazadas por desembarcos aéreos, porque
a su vez en estas partes habrá puntos que favo
rezcan aquéllos, como aeródromos o terrenós
donde sea posible el aterrizaje, que posean comu
nicaciones, siempre necesitados de más atención
que otros terrenos fragosos y sin comunicacio
nes, lo cual no quiere decir que éstos no sean
abordables.
Una defensa de todo sería prácticamente muy
difícil y costosa; por lo tanto, puede recurrirse a
una defensa fija para los puntos vitales, debién
dose poseer además otra móvil, encargada de la
defensa de una zona. Estas zonas se pueden or
ganizar por un perfecto estudio del terreno, fáci
les comunicadas o grandes compartimientos; en
ellos se tiene un detallado estudio de las posibi
lidades de desembarco, objetivos probables, etc.
A estas zonas se les da unas Unidades de gran
movilidad y rapidez que constituyan núcleos de
reacción, que en el más mínimo tiempo puedan
presentarse en el lugar en que se haya producido
el desembarco. Como masa primera de contacto,
las Unidades motociclistas tienen un empleo pri
mordial seguida de carros.
Misión de Unidades aerotransportadas.—Existe
en esta acción el momento de explotación del
éxito, que, en principio, es la conquista de puntos
que consoliden la cabeza del desembarço para
dár tiempo a la masa principal de fuerzas. Estos
puntos tienen que ser tomados rápidamente, y a
ello hay que supeditar todo; no cabe duda que el
enemigo tendrá estudiados esos puntos, y antes
que buscar contacto con las tropas de desembar
co, correrá a asegurarlos y defenderlos.
En las primeras fuerzas lanzadas con paracaí
das van Unidades de motos ligeras. Estas motos
lanzadas en paracaídas caen empacadas en un
cilindro, con el manillar y sillín desmontados; son
motos pequeñas, que se pueden llevar a hombro
en caso necesario.
Con las primeras Unidades, transportadas en
veleros remolques o avión, llegan carros y Uni
dades normales. No hay que olvidar que en estas
acciones los únicos especialistas de la acción son
los paracaidistas; las demás son Unidades flor-.
males, cuyo vehículo ha sido el avión en lugar
del tren, el barco o el automóvil.
Desembarcos en layas.—Desde la cabeza de
puente se iniciarán las rápidas penetraciones a
los objetivos importantes a base siempre de ca
rros y elementos motorizados, entre ellos Unida
des de motos, sobre todo para enlazar con las
fuerzas paracaidistas y aerotransportadas, cuan
do se combinan, como casi siempre se hará, am
bas acciones.
La coof.eración con los carros.—Los alemanes,
a poco de iniciar sus campañas en Rusia, dejan
de obtener con los carros aquellos éxitos sorpren
dentes que desde el principio de la guerra conse
guían. Lo razonaron explicando que el empleo
de los carros contra posiciones con fuerte orga
55
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nización defensiva les obligaba a marchar despa
cio,, perdiendo así la velocidad característica de
estas Unidades. Además, el aumento de las Uni
dades C. C. C. y la perfección del enemigo en el
enmascaramiento eran causas de sorpresa para
los carros, en donde sufrían gran número de
bajas.
Todo esto hizo que creara los granaderostan
quistas, Unidades capaces de acompañar a los
carros por toda clase de terreno armados con
C. C. C. ligeros, A. A. de 20 mm. y ligeras, mor
teros, localizadores de minas, etc. Rodeaban a
los carros en los bosques o zonas cubiertas, pre
cediéndoles en los puntos de paso obligado, cru
ces de carreteras, caminos y sustituían a los Za
padores en el arreglo de pasos para los carros o
les protegían.
En la. División acorazada norteamericana, la
unión Infantería-Carros se hace formando grupos
dé carros y de infantería, únión que se puede ha
cer aféctando a las Compañías de Carros medios
las de fusileros o formando dos grupos: uno, en
que predominen los carros, compuesto por un
Batallón de carros y una Compañía de fusileros,
y otro, donde predomine la Infantería, que lleva
un Batallón de Infantería y una Compañía de
Çarros. Según la misión y las circunstancias, será
,empleado un grupo u otro.
En estos grupos la Infantería tiene como misión
proteger a los carros contra los ataques inmedia
tos del enemigo, observando los flancos, vigilan
do las cunetas dejas carreteras, malezas, edifi
cios, etc., todo lo que pueda permitir la perma
nencia de un enemigo oculto. En general, en las
situaciones inciertas, la Infantería precede a los
carros, y en las zonas de bosques, malezas, etc.,
les rodean.
La Infantería, en sus transportes, sigue a los
carros, y s i un obstáculo no le permite el paso y
la situación requiere el rápido empleo de la In
fantería, podrán subirse á los carros en esos mo
mentos. Generalmente se asigna media escuadra
a cada carro.
***
Este resumen, lo que pueden hacer las Unida
des motociclistas, está basado en lo que cuentan
los que vivieron esta guerra y sintieron las nece
sidades realmente, experiencia que nos debe ser
vir para pensar y escoger lo que nos convenga,
sea de vencedores o de vencidos.
Para el estudio de un medio, de una coopera
ción; en suma, para el estudio de algo que venga
del exterior, lo primero que se ha de hacer es ver
si es adaptable a nosotros, adaptación que de
pende de muchas circunstancias; luego, si nos
conviene adaptarlas, hemos de hacerlo infun
diéndoles nuestra vida propia, teniendo siempre
en cuenta nuestro espíritu.
Y sobre todo sin olvidar que, efectivamente,
el mundo se hizo pequeño para la guerra. El co
razón de una fuerza es tan accesible como sus
más lejanas extremidades; pero en este lujo de
modernos procedimientos, algunos accionados
desde muy lejos, de acción fantástica, los prin
cipios no cambiarán y no surgirá la derrota mien
tras que la Infantería no retroceda, ni será vic
toria hasta que sea ella la que adelante sus pasos.
Infantería, no importa cómo ni sobre qué.
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Iv II LIu
Comandantes de Infantería IGNACIO CRESPO DEL CASTILLO
TOMAS ALONSO MORALES, Profesor de la Escuela de E. F.
Para patrullas y Ustidades
orgánicas... .‘:
Tiro de fusil.
Tiro de pistola.
Natación.
Atletismo ligero.
Tiro de fusil (individual).
Natación.
1 Aplicaclón militar.
Gimnasia educativa.
Tiro de fusil (patrirllas).
Patrullas a caballo.
Recorridos motociclistas.
Recorridos ciclistas.
. U
-‘Iv,’
EL
.
Estado
.
Mayor Central del Ejército, n
u labór de encauzar las prácticas depor
tivas de forma que se acoplen. a ls actividades
puramente militares y’ que proporcionen una
inmediata utilidad a la formación de nuestros
soldados, establece al principio del añd, por me
dio de la Junta Central de Educación Física,
las pruebas a disputar y su cárácter, según po
sibilidades ‘y conveniencias, en los, distintos
Campeonatos Regimentales y Regionales, para
desembocar en la máxima competición nacional.
Ello implica p.ra los atletas que la alcanzan el
paso por una serie de escalones que’ a modo de
selección sirven para que a la lucha final lleguen
los mejores.
Acaso el aspecto de mayor interés es el tra
bajo de los Jef es de Cuerpos ayudados por sus
profesores e instructores de Educaciói Física,
para orientar y preparar la masa enorme que
componen cualquier Unidad. Calcúlese, por
ejemplo, el número ‘de ejecutantes en Atletismo
ligero, a cuya final sólo llegan unos quinientos,
pero que en toda España, primero en los Carn
peonatos Regimentales y más tarde en los Re
gionales, reúne por encima de los doce mil atle
tas, y si tenemos en cuenta el resto de las prue
bas que componen los Campeonatos Naciona-
les, veremos que la cifra de concursantes llega
a límites insospechados. De la magnitud de los
Campeonatos ‘da idea la variedad de sus prue
bas,. que ‘son:
/ Caballos de Armas y poio.
Tiro de fusil (precisión).
Tiro de pistola (velocidad y
Para O/setalesprecisión).
Penthalón moderno.
Esgrima.
Para
Suboficiales
Para tropa
57
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En las pistas, instalaciones, galerías de tiro y
terrenos próximos de la Escuela Central de Edu
cación Física de Toledo, se han disputado, a
partir del
29.
de mayo y durante todo el mes de
junio, gran cantidad de las enumeradas prue
bas. Otras se disputarán en breve, y algunas,
por su índole, tendrán diversos escenarios. Va
mos a ocuparnos de las primeras.
El Campeonato de Recorridos ciclistas reunió
los equipos de diez Regiones militares, com
puestos por un Cabo y cinco soldados, que to
maron la salida “contra reloj” el día
29
de mayo,
clasificándose por el orden siguiente:
1.0
Baleares, que invirtió
2 horas
2’
28”
2.0
30
40
50
6.8
3.8
.56
58
Región (Burgos)
—
(Valencia)
— (Zaragoza)
(Madrid)
2
—
2
2
—
2 —
9’
26’
32’
36’
24”
00”
56”
43”
6.° 9.6
(Granada)
2
—
39’ 6”
7•0 8.6
(Galicia)
2
— .
59’ x8”
8.0 4. (Cataluña)
3
—
7’ 47”
9.0
(Valladolid)
4
—
54’ 53”
10.0
2.8 (Sevilla)
Perdió uno de sus
El recorrido era de
30
kilómetros aproxima
damente, la mitad por carretera y el resto por
sendas y a campo través, con el vadeamiento de
un curso de agua, e intercalada una prueba de
tiro consistente en romper seis platos a distan
cia de cien metros. Los corredores, en traje com
pleto de campaña, con casco, correaje y arma
mento.
Prueba ésta de un interés excepcional, por
aunar admirablemente la característica depor
tiva con la más pura de aplicación militar; la
patrulla tenía que cumplir un cometido por iti
nerario preciso y desconocido, no pudiendo per
der ningún componente ni accesorio para clasi
ficarse.
Entre los representantes de las diversas Re
giones se encontraban deportistas de todas las
categorías y modalidades del empleo de la bici
cleta; profesionales y aficionados, corredores de
pista, de persecución, ruta, carrera, ciclo-cros,
escaladores, etc. Aficionados y profesionales co-
nacidos en las diversas categorías, como Vifloil,
Gimeno, Michelena, Garmendía, Lizarazu, Llom
part, Escarrer, Barceló, Cladera, etc., con otros
que apeñas habían disputado alguna modesta
prueba, al lado de aficionados sin historial, pero
con múscilos y corazón para seguir y aun supe-
rar en esta dura variante a los campeones...,
porque esta prueba, como todas las militares,
tiene una serie de condiciones que igualan, ele
vando a los modestos a la altura de los ases; con
diciones que vienen impuestas por el equipo de
campaña, el terreno y el tiro; obligando a la
compenetración entre todos para vencer con
juntamente las dificultades y llegar unidos y
completos a la meta. Magníficas condiciones
que ponen a prueba los valores morales, donde
destaca el compañerismo, la disciplina y el es
píritu de sacrificio por el bien del conjunto, que
hizo los milagros de que algún componente car
gase durante casi media ruta con el compañero.
herido y otro con la máquina destrozada a la
espalda, lanzándose con temeridad por la dura
pendiente de los últimos seis kilómetros; algu
nos, con la cadena rota, fueron empujados por
sus compañeros de equipo, cumpliendo el reco
rrido; otro, que, imposibilitado de seguir en la
bicicleta, realizó más de cinco kilómetros co
rriendo y empujando su máquina, y, en fin,
aquel que seriamente lesionado en un hombro
llegó hasta el final con una inmovilización pro
visional del brazo, que le fué practicada en el
Puesto de Socorro. Magnífico el resultado obte
nido, así como el espíritu y compañerismo de
todos los participantes, que les hizo llegar a la
meta, pese a todas las vicisitudes sufridas, y so
lamente una patrulla perdió un componente,
aunque los cinco restantes continuaron adelante,
terminando el recorrido, no obstante saber que
su esfuerzo no les daría siquiera la clasificación.
Esta prueba, tanto desde el punto de vista
militar como del deportivo, es de una belleza e
interés difícilmente superable, por su dureza,
variedad y pugna, así como por el espectáculo
del viril esfuerzo conj untado entre seis hombres
que han de cubrir el recorrido sin perder la cohe
sión, contacto y dirección a un fin perfectamente
definido, que, aunando las condiciones deporti
vas con las militares de un modo admirable,
cumple la doble misión de formar deportistas y
soldadós.
Durante los días 1, 2, 3, 4 y 6 de junio se dis
putaron. las carreras y concursos de Atletismo
ligero con resultados verdaderamente halagüe
ños, obteniéndose marcas muy aceptables y ba
tiéndose la mayoría de las “máximas” militares
obtenidas en años anteriores, muchas de las cua
les tienen •categoría nacional. Estos resultados
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son esperanzadores, pues la mejor y más cuidada
preparación que se aprecia de un año a otro de
muestra la honda preocupación de los mandos
militares por la formación física de nuestros sol
dados, como base de su preparación para el
combate.
Los vencedores y sus marcas fueron:
ioo metros lisos..
..
Basabe6. Región.
2oo
— .. . .
Núñez
i. —
12”
6”
400
—. — .. ..
Serrano—
8oo — — .. . . Cariño6. —
3.000 m. obstáculos. Escudero... 6.
Ib metros vallas.. . Rubio—
54”4/Io.
2’5”
9’ 55” (*)
x8”
400
— — ... Rubio
Relevos olímpicos. . Equipo de la 6. —
Idem X looEquipo de la 4.a
—
PesoSánchez....
—
DiscoCarvajal...
—
JabalinaGarcía6.’.
—
MartilloMoreno8.
—
Barra castellana.. . . Berasaluce... x.a —
LongitudTitrel6. —
AlturaTaivo
.
8..
PértigaBonamusa..
x c.
E.
...
59”
2/ro
(*)
3’ 37” 2/lO (*)
46” 5/lO (*)
ii,800mts. (*)
35,620 (*)
50,390
—
(*)
34,510
—
(*)
27,520
._
(*)
6,o5o — (*)
1,620
—
—
Quedó campeón por equipos la 6.a Región
militar, con 88 puntos, premio.elocuente para
la destacadísima labor que
se
viene realizando
en esa Región militar, que ha visto coronados
sus desvelos y esfuerzos por este triunf o, que
demuestra el valor de la instalación deportiva
“Dos de Mayo”, donde se han forjado y forja-
rán tantos magníficos atletas.
Los días io, ii y 12 de junio se celebraron las
series para el Campeonato de Aplicación mili
tar, que constituye, en realidad, la prueba de
honor de estas competiciones por su significa
ción altamente militar.
Si la gimnasia educativa prepara para el de
porte en el sentido de la vida civil, en el militar
quedaría incompleto el plan si se redujera atal
finalidad. El soldado, como combatiente activo,
necesita de la gimnasia educativa como medio
para su formación física; pero ésta no sería
completa sin los ejerciciós de aplicación militar
que en todas sus modalidades y características
se ordenan para ser prácticados sin excepción
por todos los soldados. Si las exigencias de la
guerra han impuesto siempre su necesidad, en
las actuales contiendas la imposición es aún
mayor.
Un atleta corredor de fondo, especialmente
de campo a través, por ejemplo, será un ele
(*) Record.
mento apropiado para correr una larga esta
feta; su formación deportiva vendrá orientada
a logro •de marcas superiores, aligerando las
dificultades que. se opongan a este fin y situán
dole en las condiciones más favorables. Pero
militarmente las dificultades y condiciones ven
drán siempre impuestas por la misión, el terre
no, los medios, etc., y el esfuerzo que se le pide
habrá de .rendirse cuando sea necesario, sin re
serva ni comodidades. Para preparar al comba
tiente en tales y tan variadas circunstancias y
darle la adecuada formación física, se efectúan
ejercicios que por transformación de los apren
didos se obtienen sistemas y medios útiles para
que el sçldado pueda rendir con la máxima efi
cacia y el mínimo esfuerzo.
Tomaron parte en esta prueba trece equipos,
representantes de las
.
Regiones y Cuerpos de
Ejército de Marruecos, compuestos por una sec
ción orgánica de Infantería, un Oficial, un
Sargento, dos Cabos primeros y 38 Cabos y sol
dados, con equipo completo de campaña y el
correspondiente armamento.
Las óaracterísticas de la prueba fueron:
—
Marcha logística de regularidad, tres kiló
metros.
—
Despliegue y tres carreras sucesivas de velo
cidad sobre 6o metros.
—
Tiro de velocidad a distancia de cien metros
por escuadra: fuégo a discreción, hasta lograr
la rotura de diez platos, con un tiempo má
ximo de tres minutos.
—
Paso de la pista de obstáculos.
La pista está fundamentada en la distribu
ción de una serie de obstáculos análogos a los
que pueden encontrarse en el campo de batalla
entorpeciendo la misión de una tropaque avan
za, bien por la naturaleza del terreno o por otros
elementos ideados por el enemigo. El fin es
franquear cada obstáculo para que el soldado
cumpla la misión encomendada en el coiibate
en las mejores condiciones físicas, a fin de poder
reanudar o emprender el avance o persecución
del enemigo; el franqueamiento implica en cada
caso el salto, la trepa, la carrera, la progresión
reptando, los pasos elevados, etc., según la na
turaleza y morfología de los obstáculos, que en
la pista se distribuyen por este orden:
—
Embudos de Artillería.
—
Carros de combate para su caza.
— Barreamiento de carreteras.
—
Paso de ría: en alto, bajo y puente volado.
— Defensa contra carros: carriles, dados y fosos.
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—
Ondulación y trincheras.
Alambradas.
— Sub-elemento de resistencia.
— Muro, casa derruída y ruinas.
La forma de. franquear no es caprichosa, sino
presidida por los básicos conceptos de la rapi
dez, eficacia y ocultación de las vistas enemigas;
es decir, aprovechamiento del terreno y sus acci
dentes. El Oficial dirige en todo momento sus
hombres, ordenándoles el avance, las detencio
nes, los pasos. Los interventores ‘a lo largo del
recorrido anotan las faltas, los errores o defectos
que equitativamente valorados sé traducen en
penalidades de tiempo, pues este es el elemento
que decide la clasificación, que quedó así esta
blecida:
1.0
6. Región
47’ 38”
2.°
Baleares
51’ 9”
30
X Cuerpo Ejército
52’ s8”
40
Canarias
52’
55”
50
9.a Región
54’
47
6.°
7.a Región
7’ 8”
70 4a Región
8’
13”
50
1a Región
6o’ 43”
g°
IX Cuerpo Ejército 6i’ 57”
10.0 .a Región
62’
37”
II.”
3_a
Región
65’
12”
12.0
3a
Región
66’
40”
130 2.
Región
77’ 16”
Sería interminable tratar de recoger en estas
líneas las infinitas pruebas de valor, sangre fría
y arrojo puestas de manifiesto por todos los par
ticipantes. La noble competencia presidió la
lucha, mantenida sin descanso durante las dos
jornadas; cada sección trataba de superar a sus
precedentes, lanzándose con más energía y brío
a los obstáculos, afinando la puntería, ayudando
al compañero. Dignas de hacer constar como,
ejemplo entre otros muchos que podrán citarse,
la decisión de los que por ganar los segundos
se lanzaban directamente del muro cuya altura
es superior a cuatro metros; los Oficiales habían
ordenado el descenso descolgándose, pero casi
todos prefirieron hacerlo directamente para ga
nar tiempo, despreciando el efectivo peligro de
una lesión.
Las mismas Unidades que intervinieron en
esta prueba de aplicación disputaron los días
13 y 14 el Campeonato de Gimnasia educativa,
consistente en la ejecución de una tabla desig
nada por sorteo, cuyos ejercicios fundamenta
les eran intervenidos y valorados cuidadosa-
1’ Equipo de la 3.fl Región4,94 de media.
2.° Equipo, de la 7.” Región4,9’
—
3.° Equipo de la 9.” Región4,7,
—
La máxima clasificación individual fué lo
grada por el soldado Raimundo Pérez Pérez, de
la 6.a Región, con 6,78 de media, seguido del
soldado de la 7i Región, José Rodríguez Pe
reira, con 5,98. -
No podía faltar en Campeonatos de esta na
turaleza el tiro con armas portátiles en todas
sus variantes. No es preciso encarecer la impor
tancia del tiro como parte fundamental de, la
instrucción del combatiente.
Dió comienzo con la prueba de Precisión para
tropa, los días 17 y i8 de junio, sobre blanco
circular de 8o centímetros, dividido en diez zo
nas, a distancia de
200
metros, con fusil o mos
quetón de calibre 7 mm., o 7,92, treinta dispa
ros’ en tres series de diez, en las posiciones en
pie, de rodillas y tendido. Cada participante
dispone de noventa minutos como tiempo total,
incluídas las nueve balas de prueba y cambio
de blanco.
Verificóse la prueba en el campo de tiro de la
Escuela Central de Educación Física, en siete
puestos, con disposición de blancos giratorios,
que permite un ahorro considerable de tiempo
y la ininterrumpida realización de las series.
Los aficiónados al’ tiro conocen las muchas
exigencias de su preparación, exigencias e infi
nidad de cuidados que armas y tiradores re
quieren. Los soldados que han competido, mu
chos de ellos neófitos, no pudieron cuidar su
preparación con esmero, a causa de la múlti
ples actividades en su servicio militar; además,
durante el encuentro se hallaron sujetos a la
vida de campamento, con -horario preciso de
actos, servicios, etc.; pese a las rudas condicio
nes, los resultados fueron francamente buenos,
pues casi todos los tiradores remontaron los
120 puntos, quedando establecidos los primeros
puestos: ‘
x.° cabo Daniel Pérez....,.... Baleares... zi8 puntos
2.’ Soldado Mariano Rodríguez. r.” Región. 206
—
3.” Cabo 1.” José Rodríguez.... 8.a Región. 204
—
4.° Cabo Luciano del Río7.” Región. i99 —
mente para obtener el resultado final, sumando
los puntos logrados individualmente con los del
conjunto.
En los primeros lugares:
60
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•
Como prueba de aplicación de máximo inte
rés militar, se disputó durante los días 19 y 20
la de patrullas, participando una por cada Re
gión, compuesta por un Oficial, un Suboficial,o
Cabo primero, un Cabo y ocho soldados.
Previo recorrido de seis kilómetros en tiempo
máximo de una hora, y sin beneficio por inver
tir menos, luego de una carrera de 200 metros
hasta la línea de fuego, se comenzaba éste a
discreción en cualquiera de las posiciones regla
mentarias, sobre doce siluetas, de hombre rodilla
en tierra a 200 metros, disponiéndose de dos
minutos treinta segundos para carrera y tiro.
La clasificación, por el número de impactos ob
tenidos, desempatando en su caso el menor nú
mero de disparos realizados.
Si en cualquier deporte u.n esfuerzo pre.rio
produce el desequilibrio de las funciones fisioló
gicas, calcúlese lo que supondrá para un tirador
realizar los seis kilómetros co.nvestuario y equipo
de instrucción reglamentario y la carrera sin
descanso, que, alterando la respiración, el sis
tema nervioso, la visión incluso, aminora con
siderablemente sus facultades, ya que no se per
mite un ligero reposo, sino que es preciso tirar
sin pérdida de tiempo, tal como se haya llegado.
jercicio de verdadera aplicación militar, de
realidad práctica, de empleo de los medios de
acción verdaderos de combate, “movimiento y
fuego”. Y como resultado:
1.0 Baleares
308
disparos =
165
impactos.
7a Región
305 — = 148 —
3•0 6. Región305 — = 43 —
Si la tropa compite en estas diversas variantes
de tiro, y como el fin de estos Campeonatos, re
petimos, es lograr un inmediató beneficio en la
instrucción, resultaría incompleta la labor de
no ser extendida a los que por misión natural
se hallan encargados de la formación de la tropa.
Oficiales y Suboficiales han competido también
en pruebas de tiro.
Los días 21, 22 y 23 se disputó la prueba de
pistola en sus variantes de velocidad y precisión.
Consiste aquélla en tres series de seis disparos en
ocho segundos cada una, sobre seis. siluetas a
25 metros, resolviéndose la clasificación por el
número de ellas tocadas, y los desempates por
los impactos centrados sobre un rectángulo ver
tical que a la altura del pecho llevan las siluetas.
61
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1.0 Capitán Menéndez Fer.
Precisión:
nándezIX C. Er8 siluetas tocadas.
2.° Capitán Fernández
Prendes7.0 Región. 17
— —
30 Capitán PalomequeXC. E
17 — —
40 Teniente Alonso Sillero. 1.0 Región. i6 — —
El tiro de precisión se efectúa sobre blanco
circular de 50 centímetros con diez zonas, tres
series de diez disparos. En ella se clasificaron:
j0 Capitán Villarreal4.0 Región, 249 puntos.
2.° Teniente López Fernández.. 2.0 247 —
3,0 Capitán González4,0 242 -
El resultado definitivo de la prueba completa
quedó establecido:
1.0 Campeón, Capitán González.... 6 + 3 = 9 puntos
2.° Capitán Ramírez, ,0 Región... 7 + 5 = 12
3,0 Capitán Palonieque.3 + 9 = 12 —
Para este resultado se tiene en cuenta ambas
pruebas de velocidad y precisión, orientadas a
lograr el tirador completo.
Compitieron los Oficiales los días 24 y 25 en
la prueba de tiro individual de precisión con
fusil reglamentario, con las mismas caracterís
ticas que la análoga de tropa, clasificándose:.
i.° Capitán Ramírez1.0 Región. 220 puntos.
2.° Teniente Segurado7.0 219 —
3,0 Capitán BurguerasBaleares... 220
4,0 Capitán Fernández3.0 Región. 203
Idénticas pruebas fueron disputadas por los
Suboficiales que los días 26, 27 y 28 de junio
compitieron con pistola, con los siguientes re
sultados:
Velocidad:
i.° Brigada Pozas7.0 Región.
2.0 Brigada Herrera7.0
3,0 Brigada Díez Quiri... IX C. E....
Resultado de la prueba completa:
x.° Brigada Herrera70 Región. 4 + 2 = 6 puntos
2.°
Brigada Juan Marí...
2.”
—
7 +
1
8
30 Brigada Poza7.0 — ‘ + 9 = io —
Finalmente, y con la misma característica de
Oficiales y tropa, se efectuó la prueba de tiro de
fusil los días 29 y 30, con los resultados:
i.° Brigada Herrera7.” Región. 240 puntos.
2.° Sargento Fidel Martín.7.0. — 219
30 Sargento Rafael Martín90 — 212 —
Todas estas pruebas fueron dirigidas, inter
venidas y juzgadas por los Jefes y Oficiales pro
fesores de la Escuela. Central de Educación Fí
sica, y auxiliados por los Oficiales y Suboficiales
de los cursos para profesores e instructores, que
con estas prácticas, y para que los resultados
sean aún más útiles, se documentan de un modo
eficaz de la forma cómo han de desarrollarse
competiciones de tan variado género, y que en
un breve plazo, distribuídos por toda España,
habrán de encauzar y dirigir personalmente.
Terminada cada especialidad, los equipos for
maban frente a sus guiones para recibir los pre
mios conquistados por su esfuerzo. Honraron
estos actos el Excmo. Sr. General Jefe de Ins
trucción, D. Jesús Aguirre, que entregó los pre
mios a las patrullas vencedoras de la prueba de
Aplicación militar, y el Excmo. Sr. Teniente
General Jefe del Estado Mayor Central del Ejér
cito, D. Rafael García de Valifló, que distribuyó
los trofeos de tiro.
,0 Brigada Juan Marí2.0 Región.
266
puntos.
2.0
Sargento Martín7.0 — 256 —
30 Brigada Fernández6.0 — 243 —
***
17 siluetas tocadas.
— —
16
—, —
62
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ARTILLERIAA.A.
PROBLEMASORGANICOSYDEINSTRUcCION
T. Coronel de Artillería M. MARCIDE ODRIOZOLA, del Regimiento núm. 75.
jX1
UNQTJE faltan todavía estadísticas completas
de la última guerra, los ciatos publicados no
son nada despreciables, y proporcionan orientaciónes interesantes.
Entré otras muchas cosas, se han tenido noticias
de los progresos y efectos conseguidos con Ja artille
ría antiaérea. La potente defensa antiaérea de
“Arnheim”, que influyó poderosamente en el des-
arrollo de la acción; la proporción de aviones ame
ricanos derribados en los tres primeros años de gue
rra por la caza de aviación y la artillería antiaérea,
8.277 la primera y 6.043 la segunda; la destrucción
de 65 bombas V-i en un solo día en Inglaterra, de
un total de
152,
contra
35
deshechas por la caza,
son cifras bastante elocuentes y justifican la canti
dad de piezas antiaéreas, que al fin de la guerra ha
bía en todos los países. Según los americanos, Ale
mania lkgó a disponer de i6.ooo cañones pesados,
con
4.000
radiotelémeti-os.
Pero si existe unanimidad en cuanto a necesidad
de artillería antiaérea, se encuentran diferentes cua
dros generales de organización; el análisis que nos
proponemos hacer permitirá reducir las bases que
se consideran más convenientes al caso.
El gran impulso dado a la aviiación en Alemania
antes de la guerra trajo consigo la creación del Ejér
cito del Aire, dentro del cual se organizó la artillería
antiaérea. Bien pronto las incidencias de la lucha
aconsejaron la creación de artillería antiaérea en el
Ejército de Tierra,
y
en la Marina, para sus instala
ciones terrestres. A excepción (le algún otro país
aislado, que siguió las inspiraciones alemanas, en la
mayoría la artillería antiaérea ha pertenecido y
pertenece a Tierra. Son muchas las ventajas de la
última solución.
Las excelencias del enlace entré las Armas, que la
guerra ha confirmado, tienen que manifestarse en
franca colaboración de Tierra y Aire—y Marina, si
es al caso—, sin compartimientos estancos ni com
petencias de autoridad. La protección contra las
acciones aéreas exige colaboración; no es función de
un arma sola.
El Mando supremo de las fuerzas armadas ha de
‘señalar los objetivos económicos, políticos y milita
res de todo el país, que interesa especialmente pro
teger, con indicación de preferencias, densida
des, etc. También ha de ponderar los medios dedi
cados a la protección de las fuerzas terrestres en las
variadas situaciones y aptitudes, en que pueda en
contrarse, así como a las instalaciones en tierra
de las fuerzas navales y estacionamientos de las
aéreas.,
En la ejecución incumbe a la Aviación la mayor
tarea y corresponde la aspiración más completa: el
dominio del aire, sin limitaciones de frentes y fron
teras; la intervención de la artillería antiaérea es-
más modesta, trata de conseguir supremacía en es
pacio reducido—-los alcanzados por el fuego de sus
piezas—y contribuye también a la cobertura aérea
por la información.
El indispensable enlace entre la Aviación y Artillería antiaérea es más fácil de conseguir que en tie
rra, por la naturaleza de los objetivos comunes a
caza y artillería antiaérea; todo se reduce a órdenes
previas sobre preferencias en la actuación, prohibi
çiones o restricciones en vuelos propios y contacto
a través de la red de acecho.
De otra parte, Artillería antiaérea que se orga
niza con vistas al tiro contra objetivos aéreos, ha
actuado en cometidos de superficie, siempre que lo
consentía la situación en el aire. Así lo aconseja el
principio, de no mantener ‘artillería en reserva y la
aptitud de sus materiales para determinados tiros
de superficie.
Al lado de los tiros clásicos’ contra aviones, super
proyectiles y bombas volantes, la Artillería anti
aérea actúa: contra lanchas
y
barcos poco protegi
dos, contra tropas desembarcadas desde el aire, con
tra objetivos de pequeias dimensiones y en refuer
zo de la artillería de campaña. Los conocimientós
para realizar tiros de superficie son similares a los
de otras clases de artillería y más complejos que
para el tiro contra aviones. Además, la excesiva es
pecialización es perjudicial, y la existencia de varias
artillerías antiaéreas o su separación de otras clases
.de artillería produce interferencias y multiplica los
servicios, los de material, armamento y múniciones,
escuelas y academias, etc.. Para evitar interferencias
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y duplicidad en muchos aspectos, hace más de un
año que se ha propuesto en Estados Unidos la uni
ficación de las Artillerías de campaña; costa y an
tiaérea; y si ello ocurre donde los efectivos son gran
des, las Divisiones tienen mucha menos justificación
si ts poco lo que hay. Mejor es conservar lo existente
en una sola mano que repartirlo entre muchos más
de los necesarios. Unificación que no excluye, ni mu
cho menos, el enlace Aviación-Artillería antiaérea
y la colabóración de Aviación en la preparación de
las unidades de Artillería antiaérea.
Y basta sobre pertenencia.
En cuanto a la cuestión de dotación, ¿conviene
o no disponer de forma permanente de Artillería an
tiaérea en las Grandes Unidades?
Los argumentos empleados para fijar la Artillería
de campaña en las Grandes Unidades del Ejército
de Tierra no tienen apenas valor en Artillería an
tiaérea.
Por su independencia de acción respecto a las
otras Armas, no se necesita una base para la organi
zación artillera en las variadas circunstancias que
puedan pre.sentarse. Las distintas situaciones y acti
tudes de ls Grandes Unidades no permiten fijar
con argumentos sólidos las cantidades mínimas para
atender a situacioñes imprevistas, y la distribución
inicial de parte de la Artillería antiaérea estará tanto
menos justificada cuanto de menos cantidad se dis
pánga en total; pero aun no siendo éste el caso, el
principio de economía de fuerzas es contrario a la
diseminación, si en determinadas circunstancias será
siempre escasa la Artillería antiaérea que se acu
mule; en otras, la defensa contra acciones aéreas
puede estar encomendada sólo a la caza, o simple
mente ha de confiarse a medios pasivos: disemina
ción, enmascaramiento, fortificación, etc.
Se encuentran ventajas en la centralización y en
-
asignar Artillería antiaérea a las Grandes Unidades,
en la cantidad necesaria,: solamente cuando las cir
cunstancias lo exijan o aconsejen.
Para acabar de examinar las necesidades tácticas,
se recuerda que la variedad de las acciones aéreas y
ataques a tierra desde todas las alturas obligan al
empleo de Unidades de Artillería antiaérea mixtas,
de cañones y cañones automáticos, para procurar la
supremacía aérea relativa en el espacio que rodea el
objetivo protegido; los cañones automáticos prolon
gan y refuerzan en su caso la acción de las armas
automáticas ligeras que puedan tener las pequeñas
Unidades: ametralladoras y cañones automáticos
de pequeño calibre.
En relación con las necesidades técnicas, existen
problemas de tiro y problemas de instrucción.
Es de sobra conocido que en los cañones antiaé
reos la unidad de tiro es la batería de cuatro a seis
piezas, con los consiguientes elementos para la pre
paración del tiro: direcciones de tiro, telémetro y
radiotelémetro.
En los cañones automáticos, la unidad de tiro es
la sección. Por el aumento en las velocidades de
vuelo, el número de piezas de la sección ha aumen
tado desde dos hasta tres y aun cuatro piezas; las
condiciones de despliegue más favorables—tres pie
zas alrededor del objetivo y la cuarta en el interior
o en sus inmediaciones—, más el aumento en volu
men de fuego, inclinan por las secciones de cuatro
piezas, factible además, de descomponerse en dos
fracciones iguales eñ casos extremos.
La batería de cañones aútomáticos debe contar
con dos secciones; forma un conjunto de volumen
suficiente para exigir el mando por una sola per
sona.
Aunque por su particular empleo las secciones de
armas automáticas de las baterías de cañones for
man parte de éstas para la instrucción, se encuen
tran ventajas en la reunión de las secciones pertene
cientes a las diferentes baterias de un Grupo o Regi
miento antiaéreo; cabe pensar, por tanto, en orga
nizar con ellas una unidad permanente: centralizar
para instruir, asignación fija a las baterías para su
empleo. Iguales razones tienen aplicación a los radio-
telémetros.
La constitución de Grupos mixtos de cañones y
cañones automáticos que el empleo táctico aconseja
tiene defectos para instrucción de las Unidades por
las diferencias tan grandes en los alcances y techos
de las piezas; la instrucción ha de hacerse en luga
res distintos, y los vuelos solicitados de los aviones
realizarse en condiciones diferentes.
La primera Unidad mixta debe ser el Regimiento
antiaéreo, con Grupos de cañones, Grupos de caño
nes automáticos y Grupos de fonolocalizadores y
proyectores.
En los Regimientos han de existir Unidades de
diferente movilidad y Grupos armados con cañones
de distinto calibre para su empleo en variados ob
jetivos. En su día habrían de contar además con
Grupos de lanzacohetes antiaéreos.
Un aspecto nada desdéñable en relación con la
instrucción de las Unidades de Artillería antiaérea
es la cuestión de acuartelamientos. Si el alojamiento
en los aeródromos es causa de interferencias y per
turbaciones mutuas, es completamente inadmisible
situar Unidades antiaéreas en lugares donde la apa
rición de un avión en el cielo constituye un suceso
extraordinario. La formación de especialistas, que
se efectúa en gran parte con elementos de las pro
pias Unidades, exige el complemento indispensable
de aviones en vuelo.
Lá Unidad superior de Artillería antiaérea debe
ría ser la Brigada, compuesta de dos o más Regi
mientos, para constituir la Jefatura antiaérea de la
correspondiente Región aérea. Y todas las Briga
das, dependientes de una Jefatura de la especia
lidad.
Con este cuadro general se tendrían los elementos
para atender a todos los objetivos que necesitan
protección antiaérea, destinándose Unidades para
los objetivos regionales y asignando otras a las Gran
des Unidades del Ejército de Tierra, Ejército del
Aire o frentes marítimos, con arreglo a las necesida
des del momento, asignaciones que deberían tener
anualménte en las maniobras de conjunto del plan
general de instrucción.
Las asignaciones a las Grandes Unidades de Tie
rra pueden efectuarse en su cometido normal y ge
neral antiaéreo o en el de superficie, solamente acon
sejable si la Artillería de campaña no puede reali
zarlo
En el primer caso, las intervenciones terrestres han
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de estar subordinadas al cumplimiento de su prin
cipal cometido. Por ello se necesita independencia
de mando de la Artillería de campaña; sólo los jefes
de Artillería antiaérea se encuentran en condiciones
de decidir lo más conveniente a cada caso. Como
ejemplo de esta personalidad de la Artillería anti
aérea, se puede citar la creación en Francia de Jefa
turas de Artillería antiaérea, con Planas Mayores de
Agrupación en la Unidad C. E., sin que esta Gran
Unidad tenga dotación permanente de Artillería deesta clase.
Como consecuencia y resumen de todo lo expues
to, se considera que las bases generales más conve
nientes para la organización de la Artillería anti
aérea son las siguientes:
1a Pertenecientes al Ejército de Tierra, sin cons
tituir Cuerpo separado de las demás especialidades
artilleras.
2a Dependiente de una Jefatura general de Ar
tillería antiaérea; con mando e inspección sobre to
das las Unidades de esta clase, constituyendo una
de las ramas del Arna. A su cargo debe tener el es
tudio de conjunto de la defensa antiaérea, en la
parte concerniente a la especialidad.
3.a
Dividida en Brigadas, una por Región aérea.
Cada Brigada, formada por varios Regimientos
mixtos.
Escalón de mando de la Artillería antiaérea, en
lazada con las Jefaturas regionales del Aire. Reali
zaría el estudio detallado de las necesidades, en pro
tección con Artillería antiaérea de los puntos sensi
bies regionales.
Según las órdenes pertinentes a cada caso, orde
naría la afectación o asignación de Artillería anti
aérea, de su Brigada, a las Grandes Unidades del
Ejército de Tierra y del Ejército del Aire, para los
ejercicios y maniobras de conjunto.
4a Formación de Regimientos de Artillería anti
aérea, mixtos, con: P. M., dos Grupos de cañones
(con batería de armas automáticas y unidad de ra
diotelémetros), Grupo de fonolocalizadores y pro
yectores, uno o dos Grupos de cañones automáticos
y Grupo de lanzacohetes antiaéreos.
La aplicación de las bases anteriores a nuestra
Artillería antiaérea es factible y sencilla de realizar.
Existe lo principal, pertenecer al Ejército de Ticrra,
con formación común de los Oficiales y Suboficiales
profesionales; sólo hay división en las escalas de
complemento.
Las Brigadas de Artillería antiaérea se constitui
rían con los actuales Regimientos antiaéreos dé la
R. G. A., Grupos de los Regimientos de la Artillería
de C. E. y de costa, Grupos antiaéreos independien
tes y Regimiento de Artillería antiaéreo afecto al
Aire.
Para que la reorganización fuese más rápida, pro
visionalmente podrían constituirse los Regimientos
con Grupos situados en localidades próximas—tal
reagrupación es perfectamente viable—, hasta que
se tuviesen los acuartelamiéntos cerca de aeropuertos y de Regimientos de Aviación, sin llegar a sus
inmediaciones, para permitir el contacto directo en
tre los Grupos de la Artillería antiaérea y los del
Aire, con la facilidad y confianza derivados de los
conocimientos personales. Aunque parezca dema
siada insistencia, hay que tener presente que sin
disponer periódicamente de aviones que evolucio
nen en condiciones adecuadas, y sin aprovechar los
vuelos de entrenamiento en los Regimientos de
Aviación o de las rutas aéreas comerciales, la ins
trucción de las Unidades de Artillería antiaérea no
puede quedar asegurada; por eso tiene tanta impor
tancia el alojamiento de las Unidades.
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Delabombarompedoradealtoexplosivoalabombaatómica.
Por el doctor-ingeniero GIUSEPPE STELLINGWERFF. De la
Rivista
Militare, Roma.—Traducción del Coronel de Artillería J. Fernández Ferrer.
PREMISAS: LOS TRES MEDIOS
OFENSIVOS PRINCIPALES
Antes del comienzo del tremendo conflicto reciente
mente terminado, los técnicos en la materia contaban ya
con los bombardeos aéreos (aparte del ataque con ame
tralladoras, armas automáticas y granadas), en las tres
formas principales de lanzamiento de sustancias tóxicas,
incendiarias y rompedoras. La primera de dichas formas,
el ataque químico, a causa de una amplia propaganda,
que aunque previsora en sí misma, estaba, por otra par
te, fuera del cuadro general de los métodos de agresión,
había adquirido en la mente del público una importan
cia que estaba muy lejos de la que efectivamente le corréspondía, hasta el punto de ser considerado, si no el
único, por lo menos, el principal y más terrorífico de los
ataques aéreos. Sin embargo, tal clase de ataques, según
nuestras noticias, no fué nunca intentado; lo que presu
miblemente ocurrió, porque, dirigida contra poblaciones
civiles, en centros ricos en agua, con buena instalación sa
nitaria, provistos además de máscaras y refugios, habría
dado escasos resultados y, de todos modos, inferiores a
los producidos por las otras formas de ataque. En efecto,
no nos parece que pueda darse otra explicación a tal cir
cunstancia, ya que no hay que pensar en razones huma
nitarias, puesto que fueron usados tantos y tan terribles
medios de destrucción.
Sin embargo, antes de haceralusión a los ataques in
cendiarios, queremos poner de relieve el hecho de que
nada impide que en el porvenir, cuando se hayan encon
trado nuevas sustancias y nuevos sistemas, también sean
intentados los químicos; y, por consiguiente, tenemos la
obligación de no caer para el futuro en un error opuesto a
aquel en que se ha caído en el pasado, desvalorizando ma
ñana y olvidando todo cuanto ayer fué demasiado valo
rizado. Puede decirse otro tanto del ataque bacterioló
gico, respecto al cual habrá que estar siempre vigilantes.
Alguien de esos que sólo piensan en el día de hoy po
dría preguntarse cómo es posible que precisamente al
final de una guerra tan dura y desgraciada se vuelva a
hablar de necesidades protectoras; desgraciadamente, la
respuesta es obvia. Hay que estar siempre preparados, y
conviene, pues, prevenirse a tiempo. La dolorosa y san
grienta experiencia del pasado debe enseñarnos para el
porvenir tanto más que una guerra puede ser sufrida no
sólo sin desearla, sino también en contra de la propia
voluntad, como de ello son recentísimos ejemplos Bélgica
y Holanda, Dinamarca y Noruega. En tal materia, las
ilusiones y las imprevisiones se pagan a un carísimo pre
cio de destrucción y de irreparables desgracias.
El ataque incendiario, aunque estaba previsto, ha su
perado tal vez, en la realidad, las previsiones, adquirien
do formas de mucha gravedad, unido al lanzamiento de
bombas rompedoras y, a veces, por sí solo, efectuado por
grandes formaciones de aviones. Sea con proyectiles de
fósforo, sea con medios aluminotérmicos, especialmente
termitas; sea, en fin, con nuevos elementos, siendo sus
ceptible, como lo es, de sensibles progresos, ha de consi
derarse con mucha atención. Usado contra nosotros en
vasta escala, ha causado pérdidas ingentes, no sólo de
vidas y de edificios corrientes, sino también de famosas
obras de arte, de incomparable belleza, que no era posi
ble trasladar y que ya no podrán ser recuperadas. Esto
ha ocurrido especialmente en Génova, Milán y Turín, con
lanzamientos dirigidos, sobre todo, contra el centro de la
ciudad, con el fin evidente de aterrorizar a la población,
que ha tenido que añadir a las pérdidas humanas aquella
otra terrible desdicha que significa encontrarse sin la
casa, en la cual se desenvuelve nuestra vida y que tanto
contiene de querido y, frecüentemente, de indispensable
para cada individuo. Es preciso, además, apuntar que,
como siempre, muchos casos de incendio han sido debi
dos, sobre todo indirectamente, al ataque rompedor.
También éste ha tenido una sensible evolución en el
curso del conflicto, conservando siempre su papel princi
pal. Las generales previsiones, al comienzo de las hostili
dades, eran que, para los bombardeos contra los centros
habitados, difícilmente se usaría una bomba mayor de
las de ioo kilos, que contuviera de 30 a 40 kilos de tritol
o de un explosivo de igual potencia. En efecto, como tal
proyectil es capaz de destruir una casa de vecinos co
rriente, dando de lleno, se consideraba que las bom
bas de mayor peso serían reservadas para especiales ob
jetivos de mayor importancia, como fortalezas, buques de
guerra, grandes edificios y diques, etc., no pareciendo,
en efecto, conveniente, incluso en consideración a la li
mitada capacidad de transporte de un avión, usar, por
ejemplo, una bomba de 200 kilos allí donde se alcanzaba
el fin propuesto con una de xoo.
1?f/r/ri7/fís
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BOMBAS QUE ACTUAN ESENCIALMENTE
POR LA ONDA EXPLOSIVA
Sin embargo, la técnica específica fué evolucionando
por un camino acerca del cual se había reflexionado poco,
siguiendo la lógica directiva de tener, para cada objeti
vó, su bomba; es decir, estudiando para los distintos ob
jetivos el medio más a propósito para destruirlos, de
modo que resultase máximo el rendimiento de. la acción.
Al principio produjeron cierta sorpresa algunos nuevos
tipos de gruesos proyectiles, de forma cilíndrica, muy
alargados, que, lanzados desde lo alto, descendían poco a
poco, sostenidos por un paracaídas bastante amplio, y
que estaban provistos de espoletas, que les hacían estallar
al primer choque; es decir, apenas tocaban tierra o cual
quier otro obstáculo, como tejados, terrazas, aleros, etc.
Semejante bomba tenía una envoltura metálica muy
delgada (algunas se rompieron sin estallar, precisamente
por la escasa resistencia de la envoltura en relación con
el peso y dimensiones); apenas suficiente para asegurar
el mínimo de atraque, que es necesario para tener una
buena detonación; privada, además, de toda capacidad
de penetración, se comprende que tenía que actuar ex
clusivamente en superficie, por el solo choque explosivo
producido por la detonación de la pesada carga que conte
nía, la cual constituía la mayor parte del peso.
Como no todos tienen un claro concepto de lo que es el
choque explosivo, consideramos opo:rtuno explicarlo de un
modo sumario e intuitivo: cuando un explosivo estalla,
engendra, en una infinitesimal fracción de tiempo, gene
ralmente del orden de unas roo milésimas de segundo,
y a alta temperatura—por lo general, de 2 a 3.000 gra
dos—, un volumen de gas superior en algunos centenares
de veces al volumen original del explosivo mismo. De ello
se deriva una onda explosiva de gran violencia, pero de
brevísima duración, con un fulminante desplazamiento
del aire del centro de la explosión; se forma, por consi
guiente, en tal lugar una zona de fuerte depresión, a la
cual sigue, por reacción, una violenta aspiración de aire
hacia dicho centro de explosión. Tal segunda onda, lla
mada “retrógrada”, ocasiona generalmente efectos des
tructores bastante mayores que la primera; naturalmen
te, no porque sea superior a ella en intensidad, sino por
que, a causa de su más larga duración, tiene ocasión de
producir mayores estragos. Por esta razón, también,
cuando queremos derribar un árbol, un muro o intercep
tar una carretera, ponemos la carga, o por lo menos la
mayor parte de ella, precisamente en la parte hacia la
cual se quiere conseguir la caída.
El conjunto de la onda explosiva directa y de retorno
es precisamente llamado “conmoción explosiva”. A la
cual siguen, como es fácil de comprender, numerosas on
das secundarias, reflejas, determinadas por el particular
ambiente, en el cual se verifica la detonación; por lo cual,
aunque van extinguiéndose gradualmente, se suman al
gebraicamente entre sí, pudiendo alcanzar notables in
tensidades allí donde coinciden más cúspides o depresio
nes de ondas, mientras se anulan, sobre poco más o me
nos, allí donde los elementos positivos y los negativos tie
nen aproximadamente iguales val.ores (e), compensán
dose, por consiguiente, los efectos.
Esto admitido, es fácil comprender que pronto se ca
yese en la cuenta de que para la nueva forma de ataque,
es decir, la del empleo de tales bombas pesadas, se reque
ria construir éstas, adecuadas para la demolición de edi
ficios, actuando contra ellos precisamente por la acción
del formidable choque explosivo producido por la deto
nación (incluso sin un perfecto atraque) de una carga muy
potente y notablemente superior a las empleadasante
(i)
Sobre este
mismo tema véase el artículo del Genera
Amaturo: “Onda Explosiva y Onda de Presión”,—Revista
de Astilieeía e Ingenieros, enero de r943..—_(N. de Za R.)
riormente; es decir, de una carga formada por varios
quintales de explosivo. Recordaremos a este propósito,
aunque sin detenernos en describir sus consecuencias, los
efectos de una de tales explosiones, ocurrida en el pa
tio de la Oficina Central de Correos de Nápoles, donde,
destrozadas las habitaciones, derribados los tabiques y
los marcos de puertas y ventanas, rotos los revoques y
las cornisas, no sufrió daños el armazón de cemento. La
“onda explosiva”, atravesando el amplio portal, fué a
chocar contra un tranvía que estaba parado delante, hi
riendo a los viajeros que aún permanecían en él.
El inventor del sistema debía apoyarse en la conside
ración de que, a excepción de los edificios levantados en
las zonas sísmicas, y en general de aquellos de cemento
armado, las construcciones presentan escasísima resisten
cia a los empujes horizontales. En efecto, es bien conocido
el hecho de que en todos los cálculos de resistencia para
obras de albañilería y para otras estructuras similares se
consideran esencialmente cargas verticales, mientras en
las localidades que ya han sufrido algún terremoto, una
previsora legislación (a la cual se debe que Reggio, Cala
bria, Mesina, Avezzano, etc., no hayan sido complétamen
te destruidos) prescribe que se deben tener en cuenta, en
los cálculos de estabilidad, también los esfuerzos horizon
tales, que pueden ser producidos por movimientos sísmicos
ondulatorios. Las construcciones en cemento armado,
consolidadas por distintas trabazones, ofrecen por igual
una cierta resistencia, mientras que frecuentemente son
débiles las superficies de relleno de la estructura y los ta
biques.
El propósito de destruir precisamente por la conmoción
explosiva es favorecido por la resistencia deficiente de la
mayor parte de los edificios, sobre todo de los más anti
guos y modestos, que además son, relativamente, los más
intensamente habitados. Estos edificios no soportan bien
os efectos horizontales de la aspiración del aire, y por
esa razón la táctica de bombardeo empleada fué la de
lanzar juntamente racimos de bombas pesadas con po
derosa carga interior (por lo general, en número de tres
a cinco) y provistas de espoletas hipersensibles, con el
fin de que se produjera la explosión al primer choque,
obteniéndose así la detonación prácticamente simultánea
de todo el racimo. De este modo, lo que se procuraba erala coincidencia de vértices y valles de las distintas ondas,
primarias y reflejas. Los daños ocasionados por semejante
táctica de bombardeo han sido importantes, incluso a no
table distancia de los puntos de caída de los proyectiles,
señalándose precisamente los máximos, positivos y nega
tivos, de las sumas algebraicas de las ondas en las zonas
neutras intermedias. De tal modo queda aclarado lógica
mente el que existan algunas zonas casi indemnes dentro
de áreas completamente destrozadas; porque en ellas las
presiones y depresiones, equilibrándose entre sí, han re
ducido la importancia de los destrozos a valores tales,
que las normales estructuras han estado en condiciones
de soportarlos, sin dar, pues, lugar a hundimientos o, por
-
lo menos, a graves desperfectos.
De las observaciones que hemos ido haciendo breve
mente se pueden obtener consecuencias útiles también
para las obras de fortificación, tanto permanentes como
de campaña, y para todo lo que interesa a la defensa mi
litar de la nación y a la vida civil. Por consiguiente, será
conveniente, si no francamente necesario, poseer edificios
qúe presenten suficiente resistencia al ataque. Esto po
-dremos obtenerlo, ya por una intrínseca resistencia- de las
estructuras, ya desviando la aspiración del. aire con su-•
perficies de adecuada curvatura que atenúen y alejen las
ondas, impidiendo que choquen de lleno, o ya, én fin,
combinando los dos sistemas, que pueden adaptarse en
tre sí perfectamente. Entre otras cosas, hemos de hacer
notar aquí las buenas- condiciones de resistencia que ofre
ce todo lo que se encuentra por debajo del nivel del te
rreno, y en particular aquellos locales que se hallan cu
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biertos con estructuras tales que les permiten eventual
mente resistir las presiones producidas por el hundimien
to de los edificios situados encima. Los refugios en las
casas de nueva construcción, hechos con arreglo a las nor
mas de la ley todavía vigente en esta materia (que podrá
ser modificada en algún detalle, pero que conviene con
servar en su esencia), tienen características tales, que
pueden seguramente proteger del choque explosivo a los
que se encuentran a cubierto por ellos, teniendo no sólo
resistencia lateral, sino pudiendo igualmente soportar con
facilidad la caída de los edificios.
Una pregunta que puede surgir fácilmente es la siguien
te: ¿Fueron experimentadas tales bombas de conmoción
explosiva durante el estudio de las atómicas y en previ
sión de ellas? Es cierto que uno de los efectos de estas úl
timas, y tal vez el más grave, es análogo al de la “aspira
ción”. En caso afirmativo, la experiencia hecha debe de
haber sido alentadora para proseguir la obra de prepara
ción de la bomba atómica, dado que el choque explosivo
ha ocasionado manifiestamente desgracias y daños bas
tante graves en las zonas atacadas, por efecto precisa
mente, como ya hemos dicho, de la falta de resistencia a
fuertes presiones laterales, de que, desgraciadamente,
adolece la inmensa mayoría de los edificios y construccio
nes civiles, militares, industriales, etc.
CONSIDERACIONES RELATIVAS A LOS
EFECTOS DE PRESION DE LAS EXPLOSIO
NES ATOMICAS
EN
TIERRA, AGUA Y
AIRE
Parece, hasta ahora por lo menos, que no se obtienen
buenos efectos con bombas atómicas que, estallan después
de penetrar en la tierra, las cuales habrían podido provo
car, en favorables condiciones geotectónicas, movimien
tos de cierta importancia, parecidos en amplio sentido a
los sísmicos. Creemos que esto ha ocurrido no porque los
efectos hayan sido débiles en sentido absoluto, sino por
que parece ser más eficaz el ataque con la .explosión en
el aire. Recordemos a este respecto que, sea por lanza
miento desde un aeroplano, sea por otro medio de proyec
ción (por ejemplo, con artillería especial de largo alcance,
cosa ésta que no parece haber sido prevista, pero que nodebe excluirse, por ejemplo, para bombas de pequeño
peso y para el tiro contra aviones), la penetración del pro
yectil en el suelo será necesariamente limitada y depen
diente del peso de la bomba, de su velocidad remanente
y de la naturaleza y consistencia del terreno. Incluso,
en las más favorables condiciones, la penetración no po
drá ser más que de pocos metros. De ello resulta que,
mientras la eficacia del choque explosivo y de los otros
fenómenos consiguientes será atenuada de modo sensible
por la energía empleada en remover el terreno, la ampli
tud de la zona en la que se manifiesten los efectos destruc
tores, por la conmoción de terreno no será generalmente
tal que compense la pérdida de energía citada. Sin em
bargo, podrá haber casos en los que la destrucción de ob
jetivos de particular importancia y resistencia aconsejen
proceder de modo distinto, así como por especiales con
diciones del terreno pueden provocarse grandes despren
dimientos de tierra, hundimientos o fenómenos de reso
nancia de las ondas, modificaciones tectónicas u otros
efectos. Independientemente, sin embargo, de toda consi
deración sobre la mayor o menor conveniencia de tales
explosiones para el agresor, hemos de hacer.notar que la
defensa debe contar con que también las explosiones bajo
tierra pueden producir acciones-propiamente horizontales
o, por lo menos, capaces de dar sensibles componentes de
esta clase. Conviene, pues, para resistir las explosiones
subterráneas, adoptar estructuras que presenten la mayor
resistencia lateral posible. Antes de pasar al estudio de
las explosiones en el aire, hemos de aludir a la hipótesis
de que tal vez la presión o atraque del terreno en torno
de la bomba facilite el proceso de la reacción en cadena,
impidiendo la demasiado rápida fragmentación de la
bomba, con la consecuencia de que los mismos fragmen
tos, por ser de dimensiones inferiores a las críticas, perma
nezcan inertes, dejando inutilizado el uranio.
Para la explosión en el aire, ¿ a qué distancia de la tie
rra se conseguirá el mayor rendimiento? Naturalmente, la
altura variará algo con arreglo a las características del ob
jetivo que se quiere batir; pero, en líneas generales, consi
deramos que puede ser, como media, de cien metros.
No créemos que puedan resultar convenientes, en general,
explosiones a ras de tierra, porque mientras se consegui
rían gigantescos efectos destructores en las inmediatas
cercanías del centro de explosión, esos efectos irían rápi
damente disminuyendo en intensidad por varias y obvias
razones, de modo que, en resumidas cuentas, la superfi
cie atacada con eficacia destructora resultaría sensible
mente inferior a la que se habría conseguido si la detona
ción se hubiese realizado a cierta altura del suelo. Siempre,
bien entendido, que la elevación no sea demasiado gran
de: el centenar de metros, al que, según parece, han sido
provocadas las reacciones en cadena efectuadas hasta
ahora, es presumiblemente el más conveniente. Con la
explosión al nivel del suelo se tendría, es verdad, un área
batida çon más intensidad; pero, en la inmensa mayoría
de los casos, ¿qué importancia puede tener para el ata
cante el remover el terreno en una profundidad de veinte,
en lugar de diez metros? Mucho más útil es someter una
zona mayor a graves destrucciones.
Los audaces técnicos de los Estados Unidos de Amé
rica, después de haber afirmado, como indicación, que el
rendimiento de un proceso de desintegración de U-235,
para un kilo, puede ser comparado al de 20.000 toneladas
de trilita o de otro explosivo semejante, nos dicen que el
peso de la bomba puede variar de uno a cien kilos, y ha
blan de un rendimiento del 20 por 500, acerca del cual
nos permitimos, hoy por hoy, ser un poco escépticos.
De todos modos, aceptatuos por buena tal cifra de
20.000
toneladas y hasta concebimos su ampliación, aun
que siempre haciendo la advertencia, ya anteriormente
expuesta, acerca de la incertidumbre de los razonamien
tos que no hayan sido confirmadós después por la expe
riencia. Como es bien sabido, los efectos de la detonación
de una carga varían en razón directa de la raíz cúbica del
peso, lo que es fácil de comprender si se reflexiona acerca
del hecho de que dicha detonación actúa en el espacio,
es decir, según las tres dimensiones. De ello se deriva que
si una carga de un kilo, puesta en el centro de una esfera
de material dado, de un metro de radio, es justamente
capaz de destruirla, una carga de 20 millones de kilos del
mismo explosivo, en el mismo material y en las mismas
condiciones, no será capaz de destruir una esfera de
20 millones de metros de radio, sino sólo de la raíz cúbica
de tal cifra, es decir, de poco menos de 280 metros; la re
lación, pues, de los radios de las esferas de destrucción
será, sobre poco más o menos, de x a
280.
Naturalmente, aplicar tal relación,
sic cf simpliciter,
respecto a la bomba atómica, sería muy simplista, y por
consiguiente erróneo, puesto que no se tendría en cuenta
una infinidad de otras circunstancias concomitantes o
subsiguientes, algunas de las cuales son de bastante
importancia. Sin embargo, esta relación sirve para dar
nos un criterio amplio, al formar un concepto concreto de
la catástrofe provocada por la explosión de diferentes
cargas y de los efectos consiguientes en las estructuras so
bre las cuales actúe la detonación.
Por otra parte, varias veces, en Nápoles y en Palermo
por ejemplo, hemos tenido que lamentar la voladura de
barcos que contenían explosivos, y que, alcanzadas por
los ataques aéreos, produjeron la explosión de millares de
toneladas de trilita u otras sustancias seniejantes. Es ver
dad que tales detonaciones, algo fraccionadas en el tiem
po, no pueden ser comparadas rigurosamente con las de
70
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una sola carga; pero también sirven para darnos una idea
de lo que puede ser una grandiosa explosión atómica, tan
to en sentido absoluto como relativo, comparada con las.
detonaciones ya conocidas.
Examinemos ahora algo referente a las explosiones sub
marinas. Ante todo tendremos aquí un cierto atraque,
que debería facilitar una buena detonación del explosivo,
así como producir, tal vez, el efecto favorable de disminu
ción de velocidad de los neutrones. Dicho atraque es de
bido a la obstrucción de una masa de agua considerable.
Pero estas dos hipótesis tienen, sin la modificación de la
experiencia, un valor bastante discutible; más convincen
te, por analogía, nos aprece afirmar que cuanto más su
perficial sea la explosión (bien entendido que dentro de
límites razonables), tanto mayor será la pérdida por la
gran masa de líquido proyectada hacia arriba; mientras,
por el contrario; con las mayores presiones hidrostáticas
existentes a gran profundidad, una, explosión demasiado
profunda daría lugar igualmente a sensibles pérdidas; de
ello se.deriva la conveniencia de provocar la detonación a
la profundidad justa, según el objetivo que se quiere al
canzar, con objeto de limitar las pérdidas de potencia y
obtener el máximo efecto útil que sea posible conseguir.
CONSIDERACIONES SOBRE LOS
EFECTOS TERMICOS
Y
RADIOACTIVOS
Hasta ahora hemos hablado de aquellos efectos de las
bombas atómicas que pueden compararse a las conse
cuencias de las explosiones más conocidas; veamos ahora
algo acerca de los otros dos efectos principales, es decir,
los térmicos y los radioactivos, comenzando por los pri
meros. Si en la detonación de un explosivo normal se en
gendran temperaturas que, en general, no superan los
3.000
grados, y a pesar de ello se verifican frecuentemente
incendios debidos a tales temperaturas, ¿qué ocurrirá
con las reacciones en cadena, que producen temperaturas
bastante más elevadas, tal vez superiores en algunos cen
tenares de veces? Una primera infuencia, aunque sea
instantánea, habrá de ser observada en la explosión mis
ma, puesto que, a tantos grados, se debe verificar, por lo
menos, un principio de fusión en la masa, con la consi
guiente perturbación de la reacción, lo que debe condu
cir a una disminución del rendimiento, sobre todo en
bombas grandes.
Para las bombas que penetren en el terreno, una parte
de la gran cantidad de calor producida—tanto mayor
cuanto más profunda sea l penetración—será absorbida
por el terreno mismo, sin que de ello se obtenga, general
mente, provecho alguno para el ataque. Puede ocurrir
que ésta sea una de las razones por las cuales, según pa
rece, aún no se han hecho estallar bombas atómicas en el
subsuelo. Por otra parte, no ha de excluirse algún experi
mento en este sentido, dado que, entre otros, hay casos
en los cuales una de estas gigantescas minas podría dar
útiles resultados para grandiosas obras de paz, como,
por ejemplo, la voladura instantánea de un diafragma ro
coso, Y como hemos hablado de una obra destructora
esférica, es necesario precisar que, aun siendo dirigidos los
esfuerzos igualmente en toda la dirección, los efectos
tangibles son máximos hacia la línea o líneas de menor
resistencia, mientras resultan mínimos allí donde otras
poderoas fuerzas se oponen, y por lo general hacia aba
jo, de modo que se viene a pro duci:r,el característico crá
ter; que generalmenté distingue a las minas corrientes.
La altísima temperatura producida, a pesar de la ins
tantaneidad de la reacción, no puede dejar de producir
en el agua importantes efectos, que ciertamente no favo
recen el buen resultado práctico de la explosión.
Y, en efecto, es indudable que a temperaturas de cen
tenares de millares de grados, por muy breve que sea la
duración de la producción de calor, notables masas de lí
quido sérán tumultüosamente transformadas en vapor
absorbiendo energía y formando diafragmas gaseosos, que
se insertarán en la propagación de los movimientos ondu
latorios, actuando, según todas las probabilidades, como
perturbadores y retardadores de las ondas, o sea disminu
yendo la altura de las columnas de agua lanzadas hacia
arriba y, lo que es dé mayor importancia práctica, amor
tiguando la violencia de los movimientos ondulatorios su
perficiales y profundos, atenuando así los daños produci
dos en los buques, que se encuentren en la zona atacada,
y reduciendo la superficie en la cual se .manifiestan los
efeótos útiles de la explosión. Estos seguirán siendo, por
otra parte, muy elevados, y aunque algunas unidades no
sean hundidas, la violencia destructora desencadenada
sobre ellas las reducirá a tales condiciones, que no se po
drá confiar de ningún modo en su eficacia bélica, que re
sultará por ello profundamente disminuída.
Téngase presente para los barcos, por analogía, cuanto
hemos dicho, respecto a las presiones, al referirnos a los
edificios. Un buque, construído de modo tal que pueda
ofrecer buena resistencia a las olas, presenta un elevado
grado de seguridad respecto a las presiones horizontales.
Mayor es todavía la çapacidad de resistencia ofrecida
por cualquier barco de guerra, que es proyectado y cons
truído de modo que pueda hacer frente no sólo a los mo
vimientos del mar, los cuales deben producir la mínima
perturbación, sino también a la violenta acción explosiva
que puede alcanzarle en todos los sentidos, según que pro
venga de, bombas de aviacióñ, de artillería o de torpedos,
de minas submarinas, etc. Una nave, pues, está relativa-
mente mejor dispuesta que un edificio para resistir las
presiones horizontales.
En el aire, los efectos térmicos son, a nuestro juicio, de
la mayor eficacia para el atacante. Menores son, en efecto,
las pérdidas y más rápido y eficaz resulta el transporte,
incluso por convención, de altísimas temperaturas hasta
lo que puede ser incendiado con mayor facilidad. Verdad
es que habrá fuertes corrientes ascendentes que queda
rán sin efecto práctico; pero también es verdad que, a
consecuencia de las violentas presiones engendradas por
la explosión, vastas zonas serán pronto invadidas por co
rrientes de aire candente, capaces de provocar incendios
con las destrucciones consiguientes.En resumidas cuentas, y siempre como consideración de
carácter general, desde el punto de vista de los efectos
térmicos, la explosión en el aire a un centenar de metros
de altura, parece ser la de mejores resultados.
Hemos de hablar también de la radioactividad inducida
y de sus consecuencias. Acerca de la importancia de ta
les fenómenos y de sus repercusiones fisiológicas sabemos
muy poco con precisión, como lo demuestra el hécho de
haber tratado de recoger enseñanzas prácticas de los
recientes experimentos, hechos con animales expuestos a
las radiaciones atómicas para estudiar sus reacciones.
Parece que las consecuencias no son excesivamente gra
ves; pero es preciso ser prudentes y no demasiado pro
pensos al optimismo en materia tan nueva, que además
requiere una confirmación ulterior, puesto que algunos
efectos radíoactivos podrían ser atenuados por alguna cir
cunstancia, sin contar con las distintas reacciones de los
diferentes individuos. .De todos modos, esta última in
fluencia parece ser la menos grave de las tres fórmas en
las cuales la bomba atómica revela principalmente su tre
menda acción.
CRITERIOS DE PROTECCIONGENERAL
De la sumaria exposición precedente surgen aquí y allá’
varios criterios defensivos,,que en tesis general no varían,
al menos en principio, con el aumento de la acción ofen
siva. Son las proporciones las que hay que cambiar, y no’
las normas de protección en sí mismas, que se basan en
.71
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dos sistemas fundamentales, susceptibles también de
combinarse entre sí; el de fraccionar y dispersar, y el de
ofrecer un alto grado de resistencia específica a los ata
ques. Desgraciadamente, hay muy poco que hacer en las
cercanías más o menos inmediatas al centro de la explo
sión atómica; pero a medida que nos vamos alejando, las
posibilidades protectoras aumentan. Por ejemplo, si una
casa construída con arreglo a los antiguos principios ar
quitectónicos resiste a una distancia de 2, una edificada
de modo que pueda ofrecer una buena resistencia hori
zontal, se mantendrá en pie a la distancia de x. De ello
se deduce que mientras con un sistema el área de destruc
ción tendrá el radio 2, con el segundo el radio será de x y
las áreas de las zonas afectadas estarán en la relación de
4 a x. Se comprende fácilmente la gran ventaja obtenida,
aunque no se consiga la deseable, pero inaccesible, inmu
nidad absoluta.
Lo mismo debe decirse respecto los refugios; en par
ticular, los previstos actualmente por nuestra legisla
ción responden bien a su finalidad. Habrá que introducir
en ellos sólo pocas y no muy grandes modificaciones.
Estos refugios, en efecto, a más de ofrecer protección con
tra las ondas de presión y depresión, a las que en gran
parte se sustraen también por su situación subterránea,
resisten el peso de los hundimientos de las obras superio
res y están en condiciones de proporcionar también sensi
ble protección contra las altísimas temperaturas, que por
su duración limitada, no conseguirán pasar frecuente
mente, con consecuencias mortíferas, a través de las es
pesas paredes de cemento armado de los refugios. Por lo
que respecta a la radioactividad, baste recordar que en la
fabricación de la bomba atómica las instalaciones en las
cuales pueden producirse peligrosas radiaciones son go
bernadas y controladas a distancia, y el personal pertene
ciente a ellas se protege precisamente con muros de ce
mento.
Cuanto se ha dicho respecto a las edificaciones en ge
neral tiene igual valor, naturalmente, para fuertes,
cuarteles, edificios industriales y otras construcciones.
Más oneroso y de más .limitada eficacia se presenta el
problema de la defensa de las tropas en campaña, aun
que también en tal esfera se puede hacer algo dentro de
los límites de un gasto prácticamente soportable, no para
anular, ciertamente, sino para disminuir sensiblemente el
daño que el ataque pueda ocasionar. Pero no es ésta la
ocasión de detenerse en particularidades; baste afirmar
que existe una posibilidad de defensa, al menos dentro
de ciertos límites, que serán modestos tal vez, pero deja
rán margen para disposiciones de indudable utilidad y
prácticamente alcanzables. La trinchera tampoco asegu
raba la vida, pero contribuía notablemente a limitar las
pérdidas humanas.
Sería, por lo menos, prematuro ofrecer datos concretos
de resistencia de las obras defensivas cuando aún no está
définida con precisión la importancia y forma del ataque;
Pero ciertamente, e independiente de toda cifra, subsiste
el hecho de que el aplicar los principios generales de cons
trucción de que hemos hablado, el practicar intersticios
para atenuar los efectos térmicos, el desviar las ondas explosivas, etc,, significa, el restringir considerablemente el
radio de acción eficaz de la bomba atómica. Se renueva,
pues, en distintas proporciones, y con una mayor resig
nación ante lo inevitable, la clásica lucha entre la ofensiva
y la defensiva.
Por fortuna, hoy por lo menos, la fabricación de la bom
ba atómica es cosa tan difícil, que requiere, aparte la dis
•
ponibilidad en vasta escala de uranio, consumos de ener
gía verdaderamente asombrosos, de modo que pocos, in
cluso poquísimos, son los Esfados que se hallan realmente
en condiciones de poderlas fabricar, y esto independiente
mente del mayor o menor conocimiento de los secretos
técnicos de construcción. A los muchos países queno es
tán en condiciones de resolver este problema no les que-
da otro remedio, a menos que se sometan resignada y ab
solutamente a la voluntad del más rico y poderoso, que
tratar de protegerse cuanto mejor sepan o puddan, pro
curando a su vez embotar la acción del ataque y herir al
agresor en sus delicados organismos de producción, in
tentando paralizar ésta, si es posible, u oponerse a que
lleguen a su destino las armas que transporten las bom
bas, de modo que no logren efectuar su lanzamiento.
Pero también es prematuro hacer esta afirmación,
mientras no se aclare y precise más la importancia y la
forma del ataque específicamente atómico. Mucho puede
progresarse, en efecto, en las bombas atómicas, y esto
sólo por parte del que pueda tener casi el monopolio de
las materias primas, la disponibilidad de elementos de
construcción y de energía, y la posibilidad de estudiar y
realizar experiencias utilizando gran parte de la doctrina
mundial sobre este asunto. Lo cierto es que la bomba ató
mica, aun sin ser todavía un arma de ataque apocalíptico,
es decir, algo que no pueda ser contrarrestado, es de ex
trema gravedad y aumenta desmesuradamente los horro
res de la guerra. Se comprende, por otra parte, que quien
posee los secretos de fabricación los guarde celosamente,
explicándose también el hecho de que existan propagan
das que, según se supone, tienden, respectivamente, a exa
gerar o disminuir los resultados conseguidos.
OBSERVACIONES FINALES
Consideramos que, en el porvenir, las naciones más ri
cas y poderosas tratarán de mantener todavía más en se
creto sus eventuales e incluso probables inventos y per
feccionamientos de la bomba atómica; y por lo que res
pecta a la defensa, será de interés el estudio de lo que di
chas naciones puedan realizar para no quedar retrasadas.
En esta expectativa deberá atenderse, al menos, a la pro
tección que pueda efectuarse. con gastos soportables,
como ocurre con muchas de las medidas apuntadas; por
ejemplo, para nosotros, los italianos, sería fácil reducir
al mínimo, en los casos en que fuera posible hacerlo, la
construcción de edificios que puedan incendiarse o pue
dan deformarse a consecuencia de altas temperaturas, amenos—bien entendido—que no estén convenientemente
revestidos de materiales que las preserven del incendio
aislándolas suficientemente.
Se debe actuar como cuando ya era inminente el úl
timo conflicto mundial.
Examinábamos entonces ansiosamente los filtros de las
máscaras de contragases fabricadas en vasta escala en
los distintos Estados, sacando de tales estudios, si no la
absoluta certeza, al menos, una gran probabilidad de que
no habrán sido descubiertos nuevos agresivos químicos;
puesto que si tal descubrimiento se hubiese realizado; se
habría introducido por parte del inventor una modifica
ión en los filtros para hacerlos capaces de neutralizar el
nuevo gas o agente químico. La ausencia de modificacio
nes sustanciales significaba, pues, con toda probabilidad,
que no había sido descubierto nada que los actuales fil
tros no pudieran hacer inofensivo.
Ciertamente, la defensa por sí sola no basta; pero ya
es algo, y, de todos modos, es siempre mejor que nada.
Por otra parte, ¿quién puede prever el progreso científico
que procede en sus conquistas con vertiginosa rapidez?
Y esto no sólo en el campo de la energía atómica... La
ciencia está estrechamente ligada a la defensa y a la po
tencia militar de las naciones: de los aviones guiados por
radar y de los tiros estratosféricos a la bomba atómica
hay un extenso avance de la ciencia militar que debería
imponer un enlace continuo e indisoluble entre los Esta
dos Mayores y la Universidad, y entre los técnicos milita
res y civiles, con vistas a una cada vez más íntima colabo
ración dirigida al supremo interés de la nación.
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Esta necesidad, siempre viva, pero no siempre sentida,
ha llegado a ser hoy un imperativo categórico; sobre todo
para un país que se encuentra, por añadidura, ante el
peligro de poder ser ahora, como ha sido últimamente,
y como ha ocurrido, por otra parte, durante toda la Edad
Media, campo de batalla de fuerzas enemigas que encon
trarán muy cómodo batirse en nuestro territorio, para
preservar algo los suyos de las devastaciones y de los es
tragos de la lucha. Los Estados Unidos de América, con
sus asesores técnicos militares, nos dan un ejemplo que
sería equivocado no seguir, habiéndonos demostrado ade
Minas C. C. antipersonal y trampas.
SuempleoenelEjércitoamericano.
más cómo puede ser movilizada la ciencia de casi todo
el mundo, con la cooperación incluso del más eminente de
nuestros grandes físicos.
La preparación, además, no se improvisa: hay un tiem
po de paz durante el cual, sin propósito alguno agresivo,
pero con la conciencia de defender el suelo patrio, se debe
preparar su protección, para hacerlo, en los límites de lo
posible, poco vulnerable a los ataques enemigos, cuales
quiera que sean éstos, y para evitar que Italia sea elegida
de nuevo como campo de batalla en el choque de opues
tos imperialismos tendentes al dominio del mundo.
Capitán CARLOSE. FRANCO.—Extractado de la revista
Memorial del Ejército,
de Colombia.
Organización de una Sección de minas C. C.
Un Regimiento de Infantería americano (aproximada
mente una Brigada), cuenta con una Sección de minas
C. C. Dicha Secciónestá compuesta por: un Teniente
o Subteniente, Comandante de la Sección; un Sargento
primero, dos sargentos segundos, tres conductores de ve
hículos, dos camiones de una tonelada y media, un carro
de media tonelada
(jeep),
dos remolques de una tonelada,
un equipo de herramienta, elementos para dibujo, una
radio portátil, una cocina de campaña, un equipo para
señales con los aviones, pistolas de señales. Lo descrito
anteriormente constituye la plana mayor de la Sección.
La Sección tiene dos Escuadras, y cada Escuadra está
compuesta por un Sargento comandante y siete soldados.
Lleva como equipo un detector de minas, 250 minas, ele
mentos para localizar las minas y para el emplazamiento
de las mismas.
Minas.
Existen dos clases de minas:
a)
Minas contracarro,
empleadas para inutilizar y
destruir carros de combate y toda clase de vehículos.
Generalmente no son peligrosas pa:ra el personal, al me
nos que se ejerza una presión suficiente para hacerlas
estallar. La carga explosiva varía en.tre 4 y r libras (libra
454 gramos).
b)
Minas contra personal,
usadas para producir bajas
en el personal a pie. No son efectivas contra vehículos.
La carga explosiva varía entre 4 onzas (onza 28 gramos)
y 4 libras.
Cuando las minas se han agotado o están inservibles,
se pueden improvisar con cualquier tipo de explosivo,
adaptándole una espoleta cualquiera. Esta clase de mi
nas son peligrosas de manejar.
Para el entreñamiento se usan
minas de práctica.
No
contienen carga explosiva, pero su construcción es simi
lar a las reales. Están organizadas para producir humo
cuando un vehículo pasa sobre ellas.
Dispositivode encendidode las mimas.
i.
Espoleta de percusión.—Es
aquella en que el ful
minante es golpeado por el percutor, impulsado por un
resorte.
2.
Espoleta química.—En
esta espoleta se utilizan sus
tancias químicas que al réacciónar producen llama in
ensa.
3.
Espoleta defricción.—Está
compuesta por una sus
tancia especial (fósforo) que se inflama por fricción.
4.
Espoleta de tiempo y de acción retardada.—Son
aque
llas en las cuales se emplean elementos mecánicos o quí
micos y producen una acción retardada.
Trampas.
Son dispositivos compuestos por una carga explosiva
y un detonador. Son usadas generalmente contra perso
nal. Su principal misión es la de producir bajas y desmo
ralizar al enemigo. Se instalan a lo largo de las rutas de
aproximación del enemigo entre las minas C. C., para im
pedir su remoción, en los edificios abandonados, en los
vehículos, en el armamento, en el equipo, muebles, etc:
Todo el personal de las diferentes armas debe tener co
nocimiento sobre el modo de armaj, desarmar y funcio
namiento de estas trampas.
Empleotácticode las minas.
a)
Un campo de minas cumple su misión como obs
táculo contra los carros si se instala rápidamente en sitios
apropiados, bien disimulado, de rápida remoción, cuando
no se requiere por largo timpo y que cause sorpresa al
enemigo.
b)
En la defensa, un campo de minas completa la ba
rrera de los cañones C. C.
c)
Un campo de minas se reduce al mínimum cuando
se hace el mejor empleo de los obstáculos naturales y
cuando se suprime la colocación de minas en los sitios
no protegidos por el fuego de las armas.
d)
Para prevenir la remoción y penetración por par
te del enemigo, un campo de minas debe estar protegido
por las armas de la infantería y por los cañones C. C.
e)
Dos campos de minas, destinados a estorbar gene
ralmente, no se protegen con el fuego de las armas. Deben
estar bien disimulados y colocados en ancho espacio y
con alto porcentaje de minas antipersonal.
f) La extensión de un campo de minas es general
mente limitada por el tiempo, por el número de personal,
por los abastecimientos y por los transportes.
g) Una vez instalado un campo de minas, se prevé
la localización de las armas de protección..
h)
Un campo de minas cumple su principal misión
cuando se instala delante de las posiciones defensivas.
Así, el máximum de fuego se desencadena cuando el ata
que enemigo haya tropezado con las primeras fajas de
minas.
73
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(i
Si se encomienda al obstáculo C.
C.
únicamente la
protección de las posiciones adelantadas, el enemigo lo
reconocerá fácilmente y entonces sus efectos disminuyen.
(j
El campo ideal de minas ofrece el máximo efecto
cuando las armas pueden disparar con eficacia contra el
enemigo detenido por las minas.
k) El Mando es quien ordena el plan de un campo de
minas. Dicho campo debe estar bien marcado y perfecta
mente reconocido por aquellos que tienen la obligación
de instalarlo y protegerlo.
Puntos que debentenerse en cuenta parafor
mular un plan de instalación de minas.
i.
Localización de los caminos más probables de apro
ximación de los carros enemigos.
2. Determinación de las barreras naturales.
3. Seleccionar los sitios para la colocación de las mi
nas, en ancho y en profundidad, ante la
línea principal
de resistencia.
.
Seleccionar las rutas de comunicación.
Coordinación con las unidades vecinas.
Defensa de un campo de minas.
a)
Los puntos de defensa se colocan cerca de los
campos de minas para prevenir su localización por las pa
trullas enemigas. Por la noche, ametralladoras ligeras de
ben estar emplazadas de tal modo que los protejan.
i) Cuando es imposible proteger con fuego un cam
po de minas, es importante aumentar el porcentaje de mi
nas antipersonal, trampas y dispositivos de alarma.
Calles y senderosa través de un campo de minas.
Se deben disponer caminos y senderos necesarios a tra
vés de los campos de minas, que permitan el paso de los
vehículos y del personal propio.
En los campos de minas avanzados, los senderos son
usados principalmente por las patrullas. Etas vías de
tránsito deben estar bien disimuladas y señaladas con
marcas especiales.
En la retirada.
Antes de una retirada deberán cerrarse todos los sen
deros, calles, etc., y removerse el campo de minas.
Campo de minas simulado.
Un campo de minas simulado sirve para complementar
un campo de minas real para confundir al enemigo y re
trasarlo. Los siguientes principios sirven para usarlo co
rrectamente:
Es de gran valor cuando el enemigo recibe fuego
efectivo al tropezar con él inesperadamente.
2. Deben quedar bien atrás para que el enemigo no
pueda reconocerlos y descubrir su verdadero objeto.
3.
Deben ser considerados como reales y deben estar
con todas las marcas y señales, senderos, etc.
4. Objetos metálicos esparcidos por todo el campo
causan reacción en los detectores de minas del enemigo y
le obligan a gastar más tiempo en el reconocimiento, ins
pección y limpieza del campo.
5. En estos campos de minas debe haberse disemina
do algunasminas antipersonales y minas C. C. de verdad.
6. De su colocación y situación debe informarse rá
pidamente y con precisión al Mando respectivo.
Campo de minas del enemigo.
Los caminos, calles, senderos y demás vías de aprox
mación al enemigo están sembrados de minas antiperso
nal y minas C. C. Estas vías de acceso deben ser despe
jadas, lo que requiere un rápido y técnico reconocimiento
y el empleo de un personal especializado.
En el territorio que ha estado ocupado por el enemigo,
los vehículos y el personal deben evitar el tránsito por las
vías que no han sido inspeccionadas y limpias de minas.
Minas antipersonal enemigas son colocadas frecuente
mente en las zonas adyacentes a los cráteres, hoyos, etc.,
para impedir el paso por dichos lugares.
Descubrimientosde campos de minas.
Para inspeccionar cada metro, del terreno con el dé
tector de minas es preciso hacerlo muy despacio. Se evi
tarán muchas bajas si el personal está suficientemente
preparado.
Muchas son las señales e indicios que indican la presen
cia de un campo de minas. Tales indicios son: tierra remo
vida, pilas de piedra, alambradas, marcas, cajas de em
paque de las minas, límites, cercas, etc.
Manera de suprimir la falta de enlace telefónico durante
eltendidodelíneaenlasUnidadesdeInfantería.
Capitán de Infantería TEOFILO FELIPE CUECO,
Profesor de la E. de Aplicación y Tiro de Infantería.
A pesar del gran desarrollo actual de los medios de
transmisión, sigue siendo la
telefonía con hilos
el más uti
lizado, y esto no sólo en naciones de escaso poder técnico
e industrial, sino también en las más avanzadas en este
sentido.
Si no existieran las sóluciones de continuidad que im
ponen los cambios de estación telefónica a esta clase de
comunicaciones, las ventajas que el Jefe de una Unidad
conseguiría al poder estar en continuo contacto con sus
subordinados serían extraordinarias.
Podría enterarse, en el mismo momento en que viera
le detenían una Compañía, del motivo que lo había pro-
vocado, y consecuentemente ordenaría la concentración
que necesitase a su base de fuegos, o solicitaría si no era
suficiente el apoyo artillero necesario sobre la zona de
donde hubiera partido la fijación de la citada Unidad.
Si necesitase rectificar la dirección de marcha de una de’
sus Unidades o prevenirla de un peligro que por su situa
ción aquélla no podía prever, lo haría igualmente en el
momento de concebir esa necesidad.
En un combate en retirada podría asimismo mante
nerse continuamente en contacto con la extrema retaguar
dia, recuperando el material telefónico, que, por tanto, no
quedaría en poder del enemigo.
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Pero estas ventajas y tantas otras no se consiguen, por
que el empleo del teléfono en las acciones de combate
falla con enorme frecuencia.
Los tendidos de línea y los montajes de estaciones son
sumamente lentos, y nunca puede saberse, hasta después
de haber pasado mucho tiempo, si aún se está tendiendo
necesarios en otras misiones, proporcionan una comuni
cación discontinua e irregular, hasta que se haya efectua
do un nuevo tendido y montaje de estación en un punto
próximo al nuevo P. M.
A principios del año 1942, por numerosas y variadas
circunstancias, tuvimos un verdadero fracaso mandando
una línea o si, efectuado el tendido y montaje de esta
ción, aquélla ha sido cortada por ganado, peatones, ve
hículos, explosiones de granadas, etc. Existiendo aún otro
•fallo importante, y que ocurre durante los cambios de
posición del P. M., ya que si la estación queda fija, mien
tras aquél se traslada, le será necesario emplear un servi
cio de enlacés con ella, que, además de restar elementos
la Sección de Transmisiones del 2.° Tercio de la Legión
durante el desarrollo de un ejercicio en el campo que aquél
ejecutó.
Tan rotundo fracaso nos hizQ cavilar para buscar solu
ciones que nos resolvieran los inconvenientes que había
mos comprobado, debidos a dos razones de tipo general:
una, a la falta de práctica del personal de la Sección de
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Tarnsmisiones en ejercicios de ese tipo, para los que indu
dablemente no estábamos preparados, y otra, por las con
diciones del material de que disponíamos.
La primera razón la resolveríamos con una instrucción
y preparación adecuada de la Sección, y para la segunda,
buscando una solución de circunstancias que, siendo de
escaso coste y trabajo, nos evitaría bastantes inconve—
nientes.
En aquel año de
1942
presentamos dicha solución, con
la cual realizamos unas pruebas ante el Jefe del 2.° Ter
cio y Oficialidad de dicha Unidad, pruebas que resultaron
satisfactorias, siendo aceptadas por dicho Jefe, que ordenó que tal solución se adaptara a todos los portacables
de tendido telefónico de que se hallara dotado el Tercio.
Poco después, y como nuestros servicios tuvimos que
emplearlos fuera de la Unidad, dejamos aquel asunto e
idea estancados.
¿Existen procedimientos más útiles en ia actualidad
utilizando el material que normalmente emplean las
-
Secciones regimentales de Transmisiones? Lo ignoramos
o, al menos, no hemos logrado conocerlo, por lo que flOS
decidimos a mostrar el sencillo y elemental aparato de
circunstancias que construímos, y que es muy susceptible
de ser mejorado.
De un modo rudimentario conseguimos en aquel en
tonces desechar en las comunicaciones telefónicas con
vuelta por tierra todas las causas de retraso en la trans
misión que hemos señalado anteriormente, excepto la de
avería de l ínea, que también con mi método conocería
mos en el momento de hacer la llamada, si no recibíamos
contestación, ordenando inmediatamente su busca y re
paración.
La solución que encontramos fué la siguiente:
Perforamos el eje del carrete de un portacables en su
extremo libre (donde no existe el cuadradillo para la ma
nivela que se emplea para enrollar el hilo) (fig. i), y de
este modo, por ese conducto y orificio, de calibre supe
rior al del hilo con su envoltura, se extrae la parte termi
nal del citado hilo. Hicimos esto para asegurar el aisla
miento entre el conductor y el eje, no perdiendo por deri
vación energía eléctrica alguna, empleando como dieléc
trico que reforzara el efecto de la camisa aislante uno
construído de madera en dos tubos, para que se amolda
sen al fresado en el eje del carrete (fig. z)
(1-2).
Terminamos el extremo del cable en un casquete esfé
rico de cobre (3), para que por contacto transmitiera la
corriente a otro casquete análogo (4), que se continúa
por un eje de la misma materia (5). En el otro extremo de
este eje se le hizo un orificio (6) (fig.
3),
para sujetar a él
un hilo más fuerte de cobre, que irá a empalmar al borde
del teléfono.
Si el hilo que se extrae del portacable por el eje del
carrete se l ievara a embornar directamente a la caja del
teléfono, esta unión sería fija, y ái ir desenrollando el
hilo del portacables produciría en él una torsión que lo
rompería a pocas vueltas que diera.
El rozamiento de los casquetes se vence a escasa fuer
za que la torsión del hilo tenga, fijándose el casquete (4,
mientras el (3) gira, evitándose el aumento de la fuerza
de torsión y, por lo tanto, la rotura del hilo.
El contacto de ambos casquetes se asegura mediante la
presión de un muelle de poca potencia (fig. 3) (7), para
evitar que su resistencia al rozamiento sea grande, pues
esa resistencia es la que ha de vencer el esfuerzo de tor
sión, no debiendo ser el muelle tan débil que deje de ase
gurar su contacto.
El casquete esférico (4), con su eje y muelle, se intro
duce en un tubo de madera con orificios de distinto gro
sor (8), para que el de menor calibre sólo permita el paso
del eje y sirva de tope a un extremo del muelle.
En las superficies planas de los casquetes se colocan
unas cintas aislantes (9-ro) para evitar el contacto de los
mismos con masas metálicas; el primer casquete, con la
del eje del portacbles, y el segundo, Con el tubo (u),
que contiene las anteriores piezas y que se hizo de hierro
por ser material que pudimos conseguir más fácilmente.
Este tubo, con sus orificios extremos de distinto calibre,
se hace roscado, el que se sujetará al extremo del eje del
portacables, y más estrecho el otro, para que contenga la
pieza (8) y pueda salir el eje
()
sin que haga ningún con
tacto de las paredes de dicho orificio metálico.
Si el eje del carrete no sobresaliera lo suficiente para
poder roscar su extremo, se puede construir y sujetar el
tubo de hierro que contiene las piezas descritas anterior
mente, dándole la forma de sombrero de copa para fijarsu ala al apoyo del eje en el portacables (ver fig. 4) por
medio de tres tornillos.
En este caso existe menos peligro de torsión y rotura
del hilo, ya que el casquete (ro) y su eje permanecerán
fijos mientras el eje del carrete con el casquete (9) efec
tuarán los giros al mismo tiempo y velocidad.
Este sistema se puede simplificar extraordinariamente,
si en vez del tubo de hierro se emplea de bakelita.
El hilo que sale del eje () vaal borne correspondiente
de la caja del teléfono (fig. 5) (12). Del otro borne de la
citada caja sale otro trozo de hilo (13) que va a la cana
ladura, a media caña, efectuada en un bastón, por la que
se conduce y sujeta el hilo, terminándolo empalmado en
una conterá metálica puntiaguda (14) (muy útil la bayo
neta rusa) que, penetrando en el terreno, va produciendo
la vuelta por tierra.
La manera de actuar, una vez colocado este artificio,
es muy sencilla:
Un obrero lleva el portacable con el hilo que se va a
tender, y otro, la caja del teléfono colgada del hombro y
el bastón (en caso de necesidad, un solo hombre puede
llevarlo todo). Durante el tendido de la línea, el segundo
obrero, que va bastoneando, sólo pierde el contacto con
el suelo (cierre del circuito con vuelta por tierra) en cor
tísimo tiempo, menor de un segundo, y como la llamada
telefónica normal es de tres o cuatro, habrá hecho sonar
el timbre de la caja telefónica, en cuyo momento se pa
rarán los obreros de línea, quedando la estación telefó
nica montada, con lo que pueden ponerse inmediata
mente en comunicación.
De esta manera, si los obreros de línea van junto al
Jefe, a quien tengan que prestar servicio, éste no tendrá
más que alargar el brazo para ponerse en contacto con el
que lo haya llamado, y terminada la comunicación, en
tregará el teléfono y reemprenderá la marcha en la mis
ma forma que anteriormente.
Este procedimiento del bastón es el que hemos encon
trado más seguro y cómodo. Intentarnos utilizar como
conductor el cuerpo humano, llevando el segundo obrero,
durante la marcha, una alcayata de polo de tierra en una
mano; pero además de hacerse muy insuficiente el con
tacto con tierra a través de la suela del zapato del obre
ro, especialmente en terrenos muy secos, arenosos o pe
dregosos, tenía el inconveniente de que el voltaje pro
ducido por la magneto de los teléfonos de campaña (unos
90 V), en los terrenos húmedos o normales producía una
descarga eléctrica lo suficientemente fuerte y desagrada
ble para que el soldado dejase de hacerse conductor en
momentos en que no quisiera sufrirla y se reproducirían
los principales defectos que se pretendían evitar.
Para subsanar este inconveniente, colocamos un espo
lón a modo de clavo largo en un zapato del segundo obre
ro, para hacer la vuelta por tierra; pero además de pro
vocar una marcha incómoda de cojera en el obrero de lí
nea, no disponía de tanto espacio para buscar el contacto
con tierra como .çon el bastón, y el hilo tenía que suje
tarse al cinturón, enganchándose frecuentemente en
la maleza del campo, molestando al obrero que lo
llevaba.
-
Repetimos que con el procedimiento delbastón, si un
mediatamente de efectuar una llamada normal, no con-
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testa la estación terminal, se hará otra más potente y du
radera, y si tampoco se obtiene contestación, con seguri
dad existe una avería, e inmediatamente se comenzará
su busca para arreglarla, una vez localizada.
Teniendo en cuenta la posibilidad de escucha enemiga
en las comunicaciones telefónicas, siempre se debe pensar
que lo está haciendo, y así se debe comunicar, de modo
que, o no tenga tiempo de obrar como consecuencia de la
comunicación, o no le sea posible interpretarla.
Por último, es de advertir que no sólo puede suprisnirse
la falta de enlace telefónico durante el tendido de línea
con vuelta por tierra, sino que en un tendido normal y
con ese dispositivo en el portacable de los dos hilos, se
pueden poner sus extremos terminales añadidos (12), em
palmados a los bornes correspondientes del teléfono, y
de este modo, en cualquier momento en que llame la
Central, o quieran llamar los obreros durante el tendido
de línea, podrán efectuarlo, obteniendo la comunicación.
Este procedimiento requiere que los dos portadores del
hilo y el de la caja telefónica vayan juntos.
Tanto en este caso como en el anterior, si el tendido
de línea es de mayor longitud que la del hilo de un porta
cable, al terminarse se le empalma otro y se continúa el
tendido de la misma forma.
El sistema es tan económico y simple, que lo pueden
llevar montado todos los portacables, sin necesidad de ir
los intercambiando.
Utilizando el bastón para la vuelta por tierra, existe,
por último, otra ventaja muy importante actualmente,
que es su empleo como bastón buscaminas, al mismo
tiempo que va efectuando su misión principal de trans
misión, tanto si el tendido se está efectuando en terreno
recién.conquistado al enemigo como en el propio, si fuere
necesario atravesar un campo o zona minada.
Los métodos de instrucción en la Escuela de
MandoyEstadoMayordeEstadosUnidos.
T. C. WUERTEMBERGER, Cuerpo de Artillería de
Costa.—De la revista americana
Military Reo iew.
En los años de enseñanzas durante la guerra, la Escue—
la de Mando y Estado Mayor realizó ciertas adaptaciones
en sus planes de enseñanza vigentes. Estas adaptaciones
se hicieron por los cursos intensivos dados en la Escuela
durante ese período.
Se ha dicho que el comienzo de la Historia ocurrió
cuando el primer hombre intentó instruir a sus compañe
ros; desde entonces no ha cesado de buscarse el mejor
método de instrucción. Al rey Ptolomeo 1 de Egipto se
le atribuye el haber preguntado, allá por el año
300
a. de 3.C., a Euclides, el célebre matemático griego, si no
había otro método más fácil para aprender geometría
que no fuese estudiando su famoso texto
Los Elementos.
La contestación del griego de que ‘no hay camino real
que conduzca al dominio de la geometría” se ha perpe
tuado a través de los siglos.
Para adquirir conocimientos es necesario sacrificarse
por un esfuerzo persistente y concienzudo. Sin embargo,
la convicción de que este esfuerzo no debe ser torpe ni
falto de significado constituye la razón para buscar un
método adecuado.
Los educadores en todo el mundo han tratado durante
siglos de encontrar el método más adecuado para facili
tar la enseñanza. Los empíricos creyeron haberlo encon
trado en el método inductivo, empleando profusamente
objetos y retratos; Rousseau, el filósofo francés, creyó
haberlo obtenido al dejar que la naturaleza y la curiosi
dad innata del individuo hicieran el trabajo guiado por
-un tutor; Pestalozzi, el pensador suizo, creyó conseguirlo
aplicando la psicología a la instrucción; nuestros llama
dos “progresistas” creen tenerlo siguiendo el interés es
pontáneo del individuo. Hace varios años, algunos pre
tendieron haber descubierto el secreto al iniciar las reci
taciones de grupos; este método fué desplazado rápida
mente por el sistema de proyectos, que a su vez dió paso
al método de programas de diversas actividades.
Cada una de estas escuelas está ocupadísima, expo
niendo, desarrollando y defendiendo sus teorías sobre la
educación. Entre algunas de ellas existen pequeñas dife
rencias de técnica y terminología; entre otras, hay vastas
diferencias de psicología y procedimientos.
Los educadores, seguidores de estas escuelas, están sus-
tancialmente de acuerdo con los procedimientos funda
mentales de instrucción; esto es, la conferencia, la discu
sión o seminario, el ejercicio, la demostración, el repaso,
las aplicaciones prácticas y el examen.
Para considerar el tópico principal desde el mismo pun
to de vista, es necesario definir en términos generales cada
uno de estos procedimientos.
La
Conferencia
es una disertación sobre un tema, de
carácter formal y metódico, para instruir en alguna ma
teria. La única participación del estudiante es prestar
atención.
La Discusión o Seminario es una reunión de individuos,
en nuestro caso, del instructor y los estudiantes, con el
propósito de consultar, discutir y cambiar ideas.
El
Ejercicio
es aquella parte del curso en que el estu
diante practica lo que ha aprendido. El ejercicio consti
tuye una prueba de la información que ha sido presenta-
de al estudiante.
La
Demostración
es la explicación de aparatos, princi
pios o procedimientos por el instructor, acompañada de
una exhibición.
El
Repaso
normalmente es una continuación de la con
ferencia o el ejercicio en el cual las preguntas y las discu
siones son orientadas en tal forma que reiteran los prin
cipios ya presentados. El repaso también puede tomar la
forma de una conferencia o un ejercicio dedicado exclu
sivamente a ese fin.
-
Las
Aplicaciones prácticas
ofrecen al estudiante la opor
tunidad de aplicar (en problemas prácticos) los principios
que están aprendiendo.
El
Examen
ofrece al instructor los medios para deter
minar primero la eficacia de su enseñanza; segundo, de
terminar qué discípulos necesitan, y tercero, más ayuda
del profesor, qué estudiantes deben ser eliminados del
curso.
-
Al pasar de la organización de tiempos normales al
acelerado programa que exigía la guerra, la Escuela de
Mando y Estado Mayor seenfrentó con la necesidad de
aumentar la eficacia de su instrucción, de conservar un
contacto íntimo entre el estudiante y el instructor, y ase
gurarse de que las doctrinas y principios expuestos estu
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viesen al corriente o más adelantados que los conceptos
y desarrollos que surgían del combate. Esta era una ta
rea de primera magnitud. La proporción de instructores
o estudiantes, que en el 1939 era de uno a cinco, se redujo
de uno a diez. Del frente llegaban volúmenes de informes,
estudios y observaciones, todos aplicables a la instrucción
que se daba en la escuela. Estos problemas relativos a la
instrucción fueron en parte resueltos por el desarrollo de
material especial de instrucción, y en parte, por adapta
ción de los métodos fundamentales de instrucción ya
discutidos.
Antes de describir estas adaptaciones es necesario ex
poner la misión y los objetivos de la escuela. La misión
es dar a los estudiantes un conocimiento de las técnicas y
procedimientos de Estado Mayor que le permitan ocupar
confiadamente una plaza en un Estado Mayor. Los obje
tivos son: darle al estudiante una idea básica de los prin
cipios fundamentales; darle práctica en la aplicación, de
estos principios por medio de ejercicios sobre el plano
que se asemejen a las condiciones en campaña, y estimu
lar la iniciativa del discípulo a fin de que le permita,
cuando esté en campaña, edificar sobre la base recibida
en la escuela.
La conferencia, en realidad, se usa muy poco durante
el curso. Sólo dan conferencias visitantes distinguidos, y
para ellos no se hacen programas. Normalmente no se ha
cen preguntas, y el conferenciante tiene el privilegio de
decidir si desea contestarlas.
El lugar que ocupan las conferencias en los cursos aquí
lo tienen las discusiones. Estas discusiones, a primera vista,
no se ajustan generalmente a la definición de argumen
tación o intercambio de ideas. Sin embargo. cuando con
sideramos el calibre de nuestro estudiante, es evidente
que el instructor puede presentar mucha información en
un período dado de tiempo. La habilidad natural y el
interés de los estudiantes normalmente aseguran su par
ticipación. De lo contrario, se obtiene por medio de hábi
les preguntas formuladas por el instructor. Las discusio
nes generalmente se utilizan para presentar a la clase
información de interés general (por ejemplo, una discu
sión sobre las Naciones Unidas), o cuyo fin sea repasar
algún tema (por ejemplo, discusiones sobre las funciones
de los distintos servicios técnicos), o inducir a estudiar
materias de importancia fundamental para el resto del
curso (por ejemplo, una discusión sobre las clases de su
ministros).
A pesar de lo selecto de los alumnos, la instrucción re
quiere el uso del seminario y la consulta entre estudian
tes e instructores. Esta necesidad es satisfecha por medio
de comités, en los cuales un grupo de diez o quince estu
diantes se reúne con un instructor para discutir y resolver
los problemas relativos a, los principios que han sido estu
diados durante cierta fase del curso. Este método es de
gran valor, especialmente cuando un problema de estado
mayor tiene varias soluciones satisfactorias, aunque dis
tintas (por ejemplo, el desarrollo de un plan de fuego de
apoyo naval para un asalto anfibio).
En cualquier curso, la repetición y el repaso son ele
mentos esenciales paralelos en importancia a la presentación inicial del tema. En la Escuela de Mando y Estado
Mayor no hay tiempo disponible para dedicarlo a la re
petición en el sentido puro del concepto. El repaso, por
lo tanto, tiene que ser doblemente efectivo. Este proble
ma se resuelve por medio del repaso bajo la dirección de
un tutor. En esta clase de repaso, un número de estudian
tes igual al de los comités antes mencionados se reúne con
el instructor y repasa minuciosamente aquellos principios
y procedimientos de las técnicas de estado mayor que
han sido cubiertas durante la fase de estudios que acaba
de terminar. Esto no es meramente una repetición de’los
detalles, sino una manera de hacer resaltar los principios
mediante la continuación o la discusión de una nueva si
tuación militar. Los repasos bajo la dirección de un iris-
tructor no consisten en preguntas y contestaciones, sino
que son discusiones por grupos en los cuales se analiza e
investiga el tema a la luz de la experiencia de los indivi
duás del grupo.
La clásica expresión “la mejor manera de aprender es
con la práctica”, es bien conocida. Un nuevo Oficial de
Estado Mayor aprende resolviendo los problemas por sí
mismo. Por lo tanto, en esta Escuela, la mayor parte de
la instrucción es dedicada al ejercicio. En los ejercicios,
“los estudiantes efectúan las operaciones y practican las
técnicas de ciertas funciones de Estado Mayor. General
mente, los ejercicios se efectúan bajo la dirección de un
instructor y se limitan a una sola fase de las labores de
una sección del Estado Mayor. Por ejemplo, en un ejerci
cio se discute la forma y técnica de redactar una orden
administrativa. Entonces al estudiante se le da un plan
administrativo y se le exige la preparación de una orden
administrativa para ejecutar dicho plan.
Los ejercicios sobre el plano se utilizan aún más exten
samente. Después que una situación militar que abarca
una serie de problemas de Estado Mayor es presentada
sobre el plano ‘y desarrollada por un número de instruc
tores, se le exige al estudiante la solución de una de las si
tuaciones que como Oficial del Estado Mayor tendrá que
resolver. Esto, normalmente abarca la preparación de
algún problema de Estado Mayor, tal como un análisis,
una orden parcial o la formulación de un plan. Según va
desarrollándose el problema, el instructor hace preguntas
y conduce una discusión sobre los principios aplicados.
Haciendo referencia nuevamente al segundo de los tres
objetivos de la instrucción, esto es, dar al estudiane
práctica en la aplicación de los detalles básicos a través
de los problemas de Estado Mayor, surgidos de situacio
nes presentadas en el plano y que simulan condiciones
reales de combate, es evidente que esta breve descripción
de los problemas son la base de la instrucción en la Es
cuela.
Durante el curso, las demostraciones se hacen por me
dio de representaciones dramáticas. En éstas, varios ins
tructores desempeñan el papel de un Oficial típico de Es
tado Mayor en cierta situación. Técnicamente, las demos
traciones de armas, las raciones, etc., lo mismo que las pe
lículas, se pueden clasificar como demostraciones.Las pruebas de supuestos tácticos con tropas constitu
yen la más deseable aplicación práctica. Es evidente que
en la Escuela de Mando y Estado Mayor es necesario uti
lizar un sustitutivo: maniobras sobre planos. Las tropas
y las instalaciones militares son representadas por símbo
los y marcadores que se mueven para representar las
maniobras. Los estudiantes ocupan los puestos de Ofi
ciales de Estado Mayor y los instructores actúan de Co
mandantes. A los estudiantes se les exige actuar como
un Oficial de Estado Mayor y tramitar la documentación
necesaria para realizar la misión asignada a un Coman
dante.
Los exámenes que se hacen en la Escuela tienen un
propósito fundamental. Algunos de los ejercicios escritos
presentados por los estudiantes son valorados para deter
minar la eficacia de la enseñanza dada. Segundo, estaspruebas a veces indican que algunos estudiantes necesi
tan mayor preparación, y en casos excepcionales, deter
minar qué alumnos deben ser eliminados.
En su orden general, estableciendo la Escuela en iS8i,
el Jefe determinó que ésta sería una escuela de aplica
ción. Desde entonces, este principio ha sido la base de la
instrucción.
La aplicación se basa fundamentalmente en un proble
ma o serie de problemas prácticos, que el estudiante tie
ne que resolver. La instrucción se efectúa por medio de la
participación del estudiante en la solución de dichos pro
blemas, y el esfuerzo principá se dedica a desarrollar la
habilidad del estudisinte en aplicar lo principios estudia
dos para lograr una solución satisfactoria de los proble
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mas estudiados. El simple conocirn:[ento de los hechos es
secundario; lo importante es saber aplicarlos. Los méto
dos y propósitos de nuestra instrucción son hasta cierto
punto comparables a una clase progresiva en el labora
torio. El propósito es desarrollar en el estudiante la ha
bilidad para utilizar los piincipios en la solución de los
problemas reales que encuentre en el ejercicio de la pro
fesión, no simplemente aprenderse de memoria las fór
Laenergíaylabombaatómica.
mulas. En este concepto de la instrucción, lo que interesa
de la solución de algún problema por cualquier alumno
es la contestación a la pregunta: ¿Funcionaría en la prác
tica? Por lo tanto, en el análisis final, el éxito de la ins
trucción en-la Escuela se mide por la capacidad de sus
graduados para utilizar los principios que aprende en la
solución de los problemas reales que se encontrará más
tarde en el desempeño de sus deberes.
Coronel ANTONIO TOVARIAS.—De la revista
Memorial del Ejército,
de Chile.
En folletos, revistas y en la prensa diaria han apare
cido en estos últimos tiempos numerosas informaciones
relacionadas con la energía atómica.
-
De carácter muy científico unas, y muy vagas o gene
rales otras, no, han permitido la formación de un concep
to claro o preciso sobre la realización práctica ni la or
ganización técnica necesaria para conseguir la ya famosa
“fisión atómica” o ruptura del átomo.
-
Sin embargo, en el tiempo transcurrido desde la uti
lización por primera vez, como artefacto de guerra, del
“explosivo atómico” en suelo japonés, ha sido posible ir
formándose un juicio más o menos aproximado sobre la
materia.
Aunque sea en sus aspectos más generales, considero
de interés exponer algunas ideas respecto a las posibili
dades futuras existentes para el control y utilización en
forma práctica de la energía atómica, una vez liberada
y de las disponibilidades mundiales en uranita y distin
tas materias primas.
Creo que no sea tal vez superfluo empezar esta ligera
exposición con el recuerdo de algunos conocimientos ge
nerales sobre la composición de la materia, a fin de faci
litar su comprensión y entendimiento.
-
En el año.
1932,
el físico inglés Chadwick descubrió la
existencia del neutrón (finalizando así una serie de expe
rimentos comenzados en 1928 por Bthe y Becker en Ale
mania, a base del bombardeo del berilo con radiaciones
“alpha”, que provienen del polonio, y proseguidas en
Francia por el matrimonio Curie-Joliot), y fijó su princi
pal característica, consistente en 1-aposesión por aquél,
de la misma masa que el protón, pero sin carga eléctrica
alguna. El átomo se supone formado por un núcleo com
puesto por protones y neutrones (protón masa 5, carga
eléctrica = s y neutrón masa
i,
carga eléctrica = o) y
una serie de electrones girando a su alrededor a velocida
des enormes (electrón masa
=
o, carga eléctrica
= —
i).
El número de electrones es igual al de protones del
átomo, y él define el número atómico de un elemento,
pues desde que los electrones tienen una masa igual a
cero, todo el peso de un átomo se encuentra en un núcleo,
bastando, por lo tanto, para conocerlo (peso atómico) su
mar el número de protones y neutrones en él contenido.
Desde el momento que electrones y protones tienen car
gas eléctricas de signos contrarios. , aquéllas tienden, a
precipitarse en el núcleo; pero son mantenidas en su sitio
por la fuerza centrífuga correspondiente a la velocidad
de rotación de aquéllos alrededor de los núcleos.
Hay que recordar la idea de que un átomo (núcleo y
electrones satélites) es esencialmen te “espacio”.
Hasta ahora, toda la energía conseguida en las diferen
tes reacciones químicas, desde el encender un fósforo
hasta la explosión de la ‘trilita, es suministrada por los
velocísimos electrones. Ahora bien; estas partículas,
como ya se ha dicho, prácticamente no tienen masa al-
guna; por lo tanto, la energía producida por su movi
miento (mv2) es relativamente pequeña y, en consecuen
cia, muy inferior a la que resultaría si se operase con ma
sas razonables, corno serían las que podrían proporcionar
los núcleos atórnicos.
Ahora bien; la energía de cohesión existente.en los nú
cleos atómicos, como es sabido, es enorme, y solamente
se consigue dejarla en libertad, es decir, romper los lazosque existen en el núcleo entre protones y neutrones, me
diante “impactos directos” sobre el núcleo atómico, por
un bombardeo de éste con neutrones; como ejemplo de la
magnitud de la energía atómica citaremos que en 500 gra
mos de helio existe una energía de “núcleo” capaz de man
tener encendida una lamparilla eléctrica de loo vatios
durante trece millones de años.
Hay algunos elementos de elevado número atómica,
tales como el radio; cuyos átomos son xiaturalmente in
estables y se rompen espontáneamente, formando otros
átomos más ligeros y liberando energía. La energía libe
rada corresponde a la diferencia existente ‘entre la suma
de las masas de los nuevos elementos formados y la masa
del átomo original (ésta, en todos los casos, mayor que la
suma de la de los nuevos elementos).
Einstein demostró en
1905
su famosa Ley de Equiva
lencia entre masa y energía, que puede sintetizarse di
ciendo que “una libra de cualquier materia corresponde,
cuando la masa se convierte en energía o la energía en
masa, a
11.400.000.000
kv/hora, con lo cual se puede de
ducir la cantidad de energía que es posible disponer en
cada transmutación.
Después de recordado brevemente lo que antecede, se
puede entrar a la exposición del problema que nos ocupa.
El elemento natural de mhyor peso atómico que se co
noce es el uranio (número atómico,
92;
número de neu
trones, 146; peso atómico, 236; designación, U-238), aun
que artificialmente se han conseguido en la actualidad
otros dos elementos más pesados: el neptunium (número
atómico, 93; peso atómico, 239; designación, U-239) y el
plutonium (número atórnico, 94; peso atómico,
239;
de
signación, Pu-239).
El uranium (U-238) se encuentra en la Naturaleza, en
la uranita, en forma de óxido de uranium. Fué descu
bierto por Klapreth en 1789, bautizándolo profética
mente según Urano, el cual, en la mitología griega, repre
senta la potencia creadora del cielo. Sin embargo, KIa
preth solamente logró obtener del mineral el óxido de
uranio, UO2, transcurriendo casi cincuenta años hasta
que en 1841 el sabio francés Peligot logró separar el me
tal uranio por primera vez. El uranio tiene tres isótopos;
por definición, todos ellos tienen la misma composición
química, variando solamente el número de neutrones del
núcleo; los tres isótopos son: U-238, ya citado; U-235, con
92
protones y
143
neutrones, y el U-234, con
92’
protones
y
542
neutrones. El U-238 constituyé el
0,7
por loo del
79
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mismo, y el 11-234 se encuentra en cantidades desprecia
bles; es decir, que cada kilogramo del activo generador
de energía, U-235, viene mezclado con 140 kilogramos del
relativamente inerte U-238.
Resulta interesante aplicar la ley de Einstein a la des
integración de una cierta cantidad de
11-235;
para lograr
esta desintegración se somete a los núcleos atómicos del
U-235 a un bombardeo de neutrones; se observa entonces
que los núcleos hacen explosión, formando átomos más
ligeros (concretamente, átomos de bario y krypton) y de
jando en libertad neutrones sueltos. Pesando los nuevos
elementos resultantes de la desintegración, se puede ob
servar que ésta pesa solamente
0,999
de libra por cada
libra de 11-235 desintegrado, o, lo que es lo mismo, que
de cada libra se ha desintegrado o,ooi. Multiplicando la
masa perdida en la desintegración por
11.400.000.000
kilovatio/hora, se obtiene que la desintegración de una
libra de U-235 produce una energía de 11.400.000 kv/hora.
Después de lo que se ha expresado anteriormente se
pueden estudiar en rasgos generales los procedimientos
que se siguen para conseguir controlar una emisión de
neutrones que produzcan una serie de explosiones atómi
cas bajo control, con el fin de aprovechar la energía libe
rada por aquéllos.
El problema del control de neutrones fué ya resuelto
de modo satisfactorio hace varios años, y en el año 1942
se exhibió públicamente en Chicago un aparato que re
solvía de una manera práctica el problema. En la actua
lidad, y considerando resuelto este primer paso de con
trol, se está tratando de resolver prácticamente el pro
blema del aprovechamiento de la energía liberada.
El control y el dominio de las explosiones atómicas se
estudió y resolvió tratando de encontrar un método para
la producción del plutoniurn.
Antes de entrar en la explicación de los fenómenos con
ducentes a la obtención del plutonium, es conveniente
hablar sobre el proceso según el cual se consigue liberar
la energía atómica.
Cuando se bombardean con neutrones los núcleos ató
micos del U-235, se produce la “rotura de aquéllos”, lo
cual, a su vez, produce energía y una nueva cantidad de
neutrones libres. Estos neutrones producen nuevas “ro
turas” en otros núcleos atómicos, reproduciéndose conti
nuamente esta “cadena de reacciones”; es decir, se pue
de establecér por analogía que “a medida que el combus
tible se va quemando, va produciendo nuevas combus
tiones”.
En esta “cadena de reacciones” existen tres posibili
dades:
a) Que los neutrones vayan mal dirigidos y no hagan
blanco en los núcleos, en cuyo caso la cadena se rompe en
su iniciación sin producir ningún fenómeno.
b)
Que la “cadena de reacciones” se verifique a una
velocidad incontrolable e infinitamente grande, que es
lo que ocurre en la bomba atómica; y
c) Que la “cadena de reacciones” se produzca a ve
locidad reducida y controlable sin ayuda exterior alguna.
El interés principal en la obtención del plutonium se
basa, en la actualidad, en sus posibilidades para la “libe
ración” de su energía atómica. Este elemento y el
11-235
son actualmente los únicos susceptibles de proporcionar
nos aquella energía. El plutonium se obtiene como un
subproducto de la desintegración del U-235 y se consigue
de la manera siguiente:
La primera materia empleada es el U-238, y la fuente
de energía, el U-235. Los dos elementos se encuentran
exactamente mezclados en la misma proporción que el
uranio natural. El “artefacto” empleado en el proceso de
producción de energía es conocido con el nombre de
“pila” y consiste en un bloque de grafito de gran pureza
con perforaciones cilíndricas, en las que se introducen
unos cilindros de uranio a manera de relleno. Estos cilin
dros van encerrados herméticamente en unos tubos de
aluminio, con objeto de protegerlos de la corrosión que
pudiera producirles el agua corriente empleada para su
constante refrigeración a través de la pila. Las pilas fun
cionan espontáneamente, no necesitándose ningún agen
te exterior para ponerlas en marcha, ni tampoco es nece
sario el empleo de máquina alguna para que el bom
bardeo de neutrones se realice, ya que éstos se encuen
tran siempre “viajando” por la atmósfera, y que incluso
los rayos cósmicos producen el mismo efecto.
En una pequeñísima fracción de segundo se rompen
en la “cadena” un millón de núcleos, que producen dos
millones de átomos más ligeros (barium y krypton) y una
cifra comprendida entre uno y tres millones de “proyec
tiles-neutrones”, moviéndose a gran velocidad. Algunos
de éstos escapan entre los relativamente enormes espa
cios interatómicos, no produciendo efecto alguno; otros
son capturados por los pesados átomos de 11-238 o por
las impurezas existentes, y otros, en fin (un millón exac
tamente), chocan con átorrios de 11-235, produciendo una
explosión en la fracción de segundo inmediata y reprodu
ciéndose a continuación el proceso anterior exactamente.
El éxito de la operación y de su continuación consiste,
como fácilmente se comprende, en mantener exactamen
te constante en cada uno de los eslabones de la “cadena”
el mismo número de explosiones atómicas, con objeto de
evitar los dos extremos (reacción explosiva y reacción
tan lenta que muera al iniciarse). Esto se consigue inter
calando entre los diferentes cilindros de uranio ciertas
sustancias que disminuyan la velocidad de los neutro
nes, actuando sobre ellos a manera de colchón amortigua
dor, y de tal modo que no sean absorbidos por ellos (en
caso contrario, la reacción se pararía), sino que reboten
en él y sean despedidos a velocidades más pequeñas.
Este es el objeto del grafito en las “pilas” ya citadas.
También se emplea para este objeto agua pesada (de aquí
la importancia de la fabricación de hidrógeno pesado),
como asimismo masas de cadmium.
El objeto perseguido con el “frenado” de los neutrones
no es otro que el de conseguir que la energía sea puesta
en libertad, no de manera instantánea, sino durante un
tiempo relativamente grande.
La “pila”, en su ftincionamiento, produce uranio mez
cldao con plutonium, los cuales se separan por procesos
químicos hasta obtener el plutonium en forma de sal o
metal indistintamente; asimismo, en este proceso se pro
ducen rayos radiactivos y energía. Esta energía aparece
primeramente en la gran velocidad de las partículas re
sultantes de la explosión de los núcleos atómicos, la cual
se transforma en calor a consecuencia de los choques
entre dichas partículas. Finalmente, la energía se extrae
de la “pila” por medio de vapor, aire o agua caliente en
suficiente cantidad para su aplicación comercial.
La realización práctica del proceso descrito presenta
serias dificultades de todas clases. Una de ellas es, por
ejemplo, la separación del U-235 del U-238 (operación
imprescindible para lograr la utilización de aquél como
explosivo, ya que los métodos químicos de separación
son imposibles de emplear, debido a la exacta composi
ción química de los dos elementos), que obliga a efec
tuarlas por medios físicos, basados principalmente en la
ligera diferencia existente entre los pesos específicos de
ambos cuerpos. Desde el puntó de vista de la operación
se presenta otra dificultad, cual es la emisión de rayos
radiactivos, que obliga a una protección adecuada de los
operarios, y desde el punto de vista industrial la dificul
tas principal es que el “calor” para convertirse eficiente
mente en trabajo mecánico necesita una temperatura
elevada, lo que exige que la pila sea capaz de trabajar de
modo seguro a esta elevada temperatura, cosa que no es
de ningún modo sencilla de conseguir.
El hecho fundamental de todo proceso de desintegra
ción atómica, tanto con
11-235
como con Pu-239, es que
el tipo de reacción que se produce (explosión rápida o
80
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lenta) depende principalmente del tamaño (masa) de la
cantidad de. uranio empleado. Si la cantidad (masa) es
demasiado pequeña, los neutrones puestos en libertad en
la primera explosión tienen grandes probabilidades de
“salir” a la atmósfera sin encontrar nuevos núcleos ató
micos con los que chocar, y en tal caso, la reacción muere
al comenzar. Pero si se aumenta la. “masa”, los neutro
nes que se encuentran encerrados en ellas tienen grandes
próbabilidades de que éstos encuentren objetivo con que
chocar, y, en consecuencia, la cadena de reacciones se
propagará por sí misma a través de la masa. De hecho
existe un proceso “crítico”, a partir del cual el U-235
es automáticamente explosivo.
Pasando ahora a la razón principal, motivo de este
trabajo, es posible ya descubrir la “bomba atómica”.
Seguramente el peso del explosivo de las bombas actua
les debe fluctuar entre
i
a xoo Kg. del plutonio o del
U-235, o bien de una mezcla de los dos; el peso es función
de la forma exterior de la bomba, puesto que para cada
forma existe un determinado peso crítico. Desde el mo
mento que la explosión se produce cuando se sobrepasa
el citado peso crítico, es indudable que con el objeto de
lograr que la bomba sea completamente segura, habrá
que conseguir superar aquel peso en el preciso instante
en que se desea la explosión, lo cual es fácil de obtener di
vidiendo la carga en dos o más partes, debidamente ale
jadas una de otra y por medio de la ayuda de un mecanis
mo especial unirlas en el momento deseado.
En esto consiste, en líneas generales, todo el mecanismo
de la bomba atómica, pues, como se dijo anteriormente,
no es necesario incluir ninguna máquina para el bom
bardeo de neutrones, ya que éstos se encuentran siempre
en cantidades suficientes en la atmósfera. Por otra parte,
de acuerdo con lo explicado, los neutrones lentos no pue
den producir una explosión satisfactoria; se reducen al
mínimo los electrones amortiguadores, lo que, a su vez,
requiere el empleo de una masa considerable de U-235,
a fin de reducir al mínimo el número de neutrones que se
escapan sin chocar con algún núcleo.
Como consecuencia de lo expresado anteriormente se
deduce que el modo de empleo más favorable de las
bombas atómicas debe ser por el sistema de “a tiempos”,
con el objeto de poder regular el momento de la explo
sión en forma satisfactoria, y lo más probable es que sea
necesario, en la mayoría de los casos, el empleo de bom
bas provistas de paracaídas.
Con respecto a las características
.
destructivas de la
bomba, se puede asegurar que la mayor parte. de los da
ños ocasionados lo son por su onda explosiva y por la
producción de .intensísimo calor en el área afectada, con
los secundarios producidos por las emisiones radiactivas
nocivas.
Puede desprenderse de aquí que el .tipo de refugio exis
tente en la actualidad contra los bombardeos “ordina
rios” de aviación es eficiente siempre que se les dote de
un conveniente aislamiento térmico para proteger al per
sonal de los efectos inmediatos de un bombardeo atómi
co, haciéndose necesario, para asegu.rar la inmunidad de
aquél
.
posteriormente, , el empleo de trajes especiales
(sumamente sencillos, pues .pueden ser de tela impermea
ble que cubra el cuerpo completamente, incluso los pies),
para evitar el contacto con el cuerpo humano de algunas
partículas. radiactivas resultantes de la explosión.
Con respecto al “coste” de la energía suministrada por
fuentes atómicas, informes de
.
procedencia norteameri
cana aseguran que en este país (único productor de.la ma
teria en el mundo hasta el momento) el precio del nuevo
combustible es de
400
dólares por libra de peso
(140
li
bras de uranio producen i libra de [1-235), sin tener en
cuenta el coste de la transformación.
Antes de comparar este coste con los de la energía
extraída de otras fuentes, carbón, bencina, electricidad,
etcétera, es conveniente recordar .que para producir
It.400.000 Kv/hora se necesita una libra de U-235, o
bien i.5oo toneladas de carbón, o 900.000 litros de ben
cina.
Si no intervinieran en el coste final los gastos de la
transformación del uranio en U-235, el carbón tendría
que venderse a un dólar la tonelada para poder competir
en precio con el U-238.
Desgraciadamente, la “pila” empleada en la obten
ción del U-235, partiendo del uranio, tiene que ser in
mensa, con objeto de mantener en funcionamiento su
“cadena” de reacciones, y lo que aún produce efectos
más desfavorables es que la continua desintegración en-
sucia la “pila” de modo decisivo, casi al empezar el ciclo
y cuando sólo se ha empleado una pequeña parte del
U-235 que contiene, debiendo renovarse en ese mo
mento los cilindros de uranio para recuperar el plutonio.
Finalmente, otra dificultad importante la constituye
el hecho de que todavía no ha sido posible lograr hacer
funcionar las pilas de uranio normales a las elevadas
temperaturas necesarias para Conseguir una energía sus
ceptible de realizar un trabajo práctico. En experimen
tos realizados con pilas pequeñas, empleando una alta
concentración de U-235, si bien se reducen los gastos de
mano de obra, se aumentan de tal modo los gastos de
material, que la l ibra de U-235 resulta a un precio muy
superior a los ioo.ooo dólares. Parece que las pilas más
económicas son aquellas que emplean una concentración
de U-235 entre el x y el io por loo, las cuales, incluyendo
el precio de la libra del U-235, alcanzan un valor de más
o menos 5o.ooo dólares.
El campo de la técnica aeronáutica se destaca como uno
de los más indicados, para la aplicación de la energía ató
mica. Aviones, bombas, cohetes, etc., podrán ser propul
sados, en un futuro tal vez muy próximo, por medio de la
energía atómica, y los motores actuales, tanto a turbina
corno a tiempos, podrán ser utilizados, sin apreciables
cambios, con el nuevo tipo de combustible, sin que con
esto se descarte la posibilidad del empleo de motores de
nueva concepción e incluso que se consiga producir elec-.
tricidad directamente de la energía atómica.
Los yacimientos más importantes de la uranita se en
cuentran en el alto de Katanga (Congo belga), que era
la primera región productora de uranio en los últimos
años anteriores a la última guerra. Canadá posee tam
bién yacimientos de importancia en los territorios del
Yukón y del noroeste del país, así comó también se en
cuentra este precioso miñeral en los Estados Unidos, en
Bulgaria (cerca de Sofía), en Bohemia (Joscharnathal),
en Inglaterra (Cornualles), en Portugal y en Australia.
El
Anuario de Minerales
del año 1939
(Mineral Year
book)
dice: “Casi todas las rocas, principalmente las que
contienen pedernal, son radiactivas. En ellas se encuentra
siempre el radium y el uranium en una proporción cons
tante de 3,3 a io ‘por
loo;
es decir, que en ellas hay
3.300.000 más uranium que radium, y aunque existan,
por lo menos, xoo minerales que contengan uranium, los
únicos importantes desde el punto de vista de la utiliza
ción práctica son la uranita y la caractita.
En Estados Unidos, los yacimientos más importantes
se encuentran en el Estado de Colorado, aunque también
se encuentran en forma. de cristales de uranita en svario
otros Estados de la Unión, como Carolina del Norte, Con
necticut y Texas, y en forma de antunita en South Da
kota, creyéndose que los famosos yacimientos de radium
de las montañas Ruby, en Nevada, sean aún más ricos
en uranium.
En los Estados Unidos existen.en la actualidad más de
100.000 obreros y empleados trabajando en la nueva in
dustria atómica. Aparte de la fábrica ya existente, lla
mada Manhattan Prospec’s Plan, sobre el río Columbia,
en Hanford, Estado de Wáshington, se crearon durante
la guerra, con el crédito extraordinario de
2.000.000.000
de
dólares que para investigaciones atómicas votó el Senado
81
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americano, tres nuevas fábricas, situadas, respectiva
mente, en Cak Ridge, Estado de Tennessee; Richalanda
Village, Estado de Wáshington, y en Santa Fe, Nueva
Méjico.
De las informaciones que con certeza se conocen hasta
el momento se puede deducir que los Estados Unidos es
el único país que produce U-235 en cantidades aprecia
bles. Inglaterra, Canadá y posiblemente Rusia puede ser
que dispongan de todo lo necesario para resolver el pro
ceso técnico de la producción; pero tal vez les falta cono
cer todavía la técnica ingenieril, que ha hecho posible laproducción práctica e industrial de lo que hasta hace muy
poco tiempo se conseguía únicamente en laboratorios.
Sin embargo, no sería aventurado decir que los países
anteriormente citados pueden encontrarse en un tiempo
relativamente corto en condiciones de conseguir lo que
Norteamérica ya ha conseguido, y con el estado actual
de la técnica en dichos países, unido al esfuerzo que des
arrolllan, pueden vencer todos los obstáculos que se les
presenten para alcanzar la realización del objetivó tan
afanosamente buscado.
Terminaremos este somero trabajo dejando constancia
de que, de acuerdo con todas las informaciones, aún no
se haencontrado “antídoto activo” alguno contra la nue
va arma, y que, por el.momento, el único medio de defensa
consiste en la destrucción de los centros productores.
ElpensamientodelseiiorOliveiraSalazar.
Discurso en la Unión Nacional Portuguesa el 4 de marzo
de
1947.—Traducción española de la revista “Portugal”.
1
En los últimos meses, la Prensa mundial ha dedicado
algunos artículos a la situación portuguesa; pero de to
dos los que vi, exceptuando media docena de estudios
serios, los restantes no me parecieron traer aportación
alguna capaz de contribuir a la mejor comprensión ex
terior de nuestras cosas. Se limitan los unos a repetir a
los otros, y en varios repercute, con fidelidad, el eco de
los desocupados obreros de la oposición. Esto no quiere
decir otra cosa sino que el mundo político se alimenta,
más allá de lo normal, con un cierto número de clisés o
frases hechas, en que no se consigue encontrar algo que
signifique expresión de realidades, vida o guía para la ac
-ción política o social.
Para algunos, pues, continuamos siendo una “dicta
dura”, apoyada en un “partido único”, a pesar de la
existencia de una Constitución plebiscitatia, de un Jefe
de Estado elegido por voto directo del pueblo, de la fun
ción legislativa compartida entre el Gobierno y una
Asamblea constituída, del Poder judicial independiente,
y del Gobierno en exclusiva dependencia del Presidente
de la República, como en todos los presidencialismos
americanos. Y leí también en artículos burdas alusiones,
entre compungidas y sarcásticas, al embarazo, perpleji
dad y dificultades que teníamos “para salir de la actual
situación”. Pero no deseamos salir; pretendemos quedar.
Y somos nosotros quienes preguntan cómo va a salir
de la situación en que se encuentra el conjunto de nues
tros críticos.
Porque el problema es éste: Europa—y hasta podemos
decir, con seguridad, el mundo—tiene delante de sí dos
grandes tareas: una, la de su reconstrucción material y
moral, impuesta por las ruinas y derroches de los años de
guerra, la cual exigirá orden, trabajo intenso, dirección
económica; otra, la de integrar en el Estado masas que
a cada instante se convierten en mayores de edad polí
tica o socialmente, sin perjuicio de aquellos valores que
elevan y orientan la vida de la colectividad. Cualquiera
de estas tareas, y a mayor abundamiento ambas, exigen
un Estado fuerte, que exprese suficientemente la cons
ciencia de la nación, independiente y por encima de in
tereses particulares, de grupo, clase o secta. Esta es la
realidad, y ahora no tenemos más que preguntar si, en
general, se está avituallado políticamente para semejante
trabajo.
Las monarquías y repúblicas que se deshicieron o res
tauraron, las pasiones que se desencadenaron, constitu
ciones apenas esbozadas o puestas en vigor, elecciones ya
dignas de crédito, ya sospechosas, partidos creados o
subdivididos, programas de compromiso, equipos de
transición, gobiernos paralizados por limitaciones en su
origen o formación, combinaciones parlamentarias o par
tidistas al margen o incluso contra las indicaciones elec
torales, la constante sustitución o ausencia de conceptos
base, ¿son un aparato político adaptado a las nuevas ne
cesidades, o tan sólo señales de decadencia de sistemas
que, ora se contradicen a sí mismos para obrar, ora se
abandonan impotentes a los efectos de la disolución?
Para nosotros, la respuesta no es dudosa; pero la larga
permanencia de cierto cuadro político creó hábitos que,
al parecer, no permiten a la mayor parte concebir regí
menes en que la existencia de partidos no sea pieza esen
cial. De ahí el asombro, cuando no las críticas.
Reconózcase el hecho sociológico de divergencias de
opinión -o de oposiciones, pero del reconocimiento del he
cho hasta la posibilidad de una sistemática y permanente
organización, de aquí a la formación de partidos como
órganos políticos y después a las tentativas de admisión
de tales partidos como órganos constitucionales, hay
largo camino para recorrer, y todo él, al menos en los
países latinos, se orienta en dirección al debilitamiento
del poder. En muchos casos, el Estado no posee el poder;
en otros, el poder existe fuera del Estado, a su lado o
en competición con él. No creo que tal situación corres
ponda a las necesidades..
El partido único, conduciendo al totalitarismo del Es
tado, está nítidamente, fuera de nuestra doctrina y de.
nuestra ética política, al igual que es rechazado por la
conciencia mundial. Por otro lada, la lógica y hasta la
justicia impoñen, o bien una organización del Estado en
que el partido no tenga función, o bien el reconocimiento
de cuantos ideales e intereses transitorios o duraderos
sea posible organizar, con capacidad o no de entrar en
la formación de un órgano representativo. Pero esta úl
tima conclusión, por muy lógica que parezca, ya comien
za a no ser admitida en nombre de la necesidad gene
ral de gobiernos eficaces y por los mismos defensores
de los principios que así la impongan. Tal anda el
mundo, sin acertar con la forma en que ha de ser
gobernado.
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II
Sentimos en Portugal todas las dificultades lógicas y
prácticas precedentes del hecho de que el régimen aún
no tiene concluida su evolución. La cual exigiría no sólo
un acabado trabajo de organización previa de todas las
actividades nacionales, sino además un período de esta
bilidad interna y externa, y carecer,, además, de esas di
ficultades de todo género que se convirtieron en la pesa
dilla general. Y aunque la vida interna de cada país no
se tenga en cuenta—o no se deba tener—en la vida inter
nacional, todos comprenden que el exacerbar de las pasio
nes, la disputa de intereses e influencias, el tumulto ideo
lógico de los últimos años, no fueron propicios para com
pletar ciertas reformas constitucionales.
-
Así sucede. por fuerza mayor; pero el hecho nos ha im
puesto una especie de compromiso entre sistemas y lógi
cas opuestas y la necesidad de echar mano, más de. lo
razonable, a un electorado de tipo individualista, sujeto,
como todas las, masas electorales, a la influencia de fac
tores extraños al puro contenido del interés nacional. No
sólo la elección del Jefe del Estado, en la Constitución
portuguesa, llavede todo el s istema, se ha de repetir a
plazo cierto—corto para nuestro deseo, largo para el sa
crificio de quien ejerce el mandáto—, sino que la Asam
blea Nacional y otros órganos de l.a Administración de
penden de recurrir a elecciones de tipo-semejante.
En estas circunstancias, no creo que haya forma de
eliminar todos los riesgos o de evitar todas las malas
consecuencias de la lucha en ese terreno. Lo que me pre
ocupa por encima de todo, y debe preocuparnos á todos,
es que en el caso presente no se trata de escoger entre per
sonas, que se supone son portuguesas y patriotas, sino
entre principios que en el fondo son la nación o el par
tido, la nación o los intereses, la nación o las pasiones de
que ella misma sería víctima. Después de veinte años de
doctrina y ejemplo de un Estado Nacional, de todos y
para todos los portugueses, ya hemos visto cómo persis
ten antiguas costumbres mentales, viejas posiciones o
actitudes de partido y guerra civil. En el descalabro en
que se encuentra el mundo, en la falta de grandes orien
taciones doctrinales, que desde fuera nos certifiquen otras
ideas y procedimientos de gobierno, en algunos casos por
mero espíritu disidente, se ve que algunos portuguesas no
encuentran otro camino o actividad posible que la de re
mover antiguas fórmulas, a las que el tiempo vacia de
sentido. No sólo en Portugal se resucitan muertos; pero
entre nosotros, y sin la más mínima intención de crítica,
me parece que ni siquiera han tomado el cuidado de re
novar su guardarropa; esto es, los discursos, las diatri
bas, las figuras retóricas. Y los mismos, precisamente los
mismos, que rompían las carteras, que cuando fueron go
bierno no pudieron gobernar y que no dejaron gobernar
cuando estaban en oposición, pretenden volver a San
Bento, si el pueblo los eligiera; pero ahora, ¡ah , están
con los pies juntos, las manos en las rodillas, bajos los
ojos, respetuoso el aire, con mucha y muy pulida com
postura...
Los pueblos no tienen memoria para el bien ni para el
mal, y no les importa un bledo repetir las experiencias
pasadas, en la baldía e infundada esperanza de que las
cosas pasen de otro modo. Por eso nos compete avivar
hasta el cansancio el recuerdo de los tiempos en que la
nación fué sacrificada por la violencia de las luchas parti
distas, y convencer a todos de que si importan los hom
bres, aún más importan los principios y procedimientos
de gobierno. Puede decirse que, en general, los hombres
reaccionan de la misma forma en idénticas circunstan
cias. Ambicionan el poder, y si el poder es galardón de la
victoria, purificada en el agua vivi.ficante de las urnas,
independiente de una finalidad pat:riótica o de barreras
morales, la lucha puede arrastrar a todos los excesos, ya
que pondrá en juego todas las pasiones. Nuestra historia
política, desde veinte años hacia,atrás, rubrica esto con
el ejemplo y comprueba mi tesis.
IT’
“Régimen sin partidos” ¿equivale a “Gobierno sin po
lítica?” La pregunta parece ociosa, y, sin embargo, la res
puesta necesita de alguna explicación.
Cuando ya semanas atrás llamé la atención hacia la
importancia del factor político en el medio portugués,
pretendí englobar en ese factor lo relativo a la ‘organiza
ción del poder y a las condiciones de eficacia de la activi
dad gubernativa; léjos de mi propósito y del desarrollo
de las ideas expuestas, estaba considerar, también, la
agitación de la vida política como esencial o necesaria a
la resolución de los problemas nacionales. Me temo que
se hayan sacado extremadas deducciones en uno y otro
sentido y cualquiera de ellas viciosa.
Llamaremos “gobierno” a la dirección superior de una
colectividad nacional, dirección que se ejerce para la
definición de los objetivos a alcanzar y por la diaria re
solución de los problemas en que los mismos objetivos
prácticamente se desdoblan. Llamaremos “política” al
conjunto de medios de naturaleza individual o colectiva,
por los que la conciencia pública es conducida hasta un
estado de adhesión o de simple conformidad con aquellos
‘objetivos y colabora con el Poder en su realización.
Aun cuando el Gobierno laborase basándose exclusiva
mente en conclusiones de ciencias positivas, no sujetas
a discusión—lo que nunca se dará—, la política tendría
siempre su puesto en la conducción de sociedades huma
nas para cosechar la obediencia voluntaria de los hom
bres, la adhesión de su espíritu, la fuerza de su apoyo,
la contribución de sus sacrificios. Es evidente que en
este sentido la política sería tanto más indispensable y
activa cuanto más nos aproximásemos al funcionamiento
de un ideal régimén de opinión.
Esto permite comprender uno de los motivos por los
que, desde 926, los hombres del régimen se dejaron ab
sorber en las tareas del gobierno, y la política fué, en general, subordinada, entre nosotros, a otras preocupacio
nes. La debilidad y decadencia del país, el cansancio de
las luchas políticas, lós sucesivos movimientos que reve
laban el estado de insatisfacción permanente o desórde
nes endémicos de la sociedad portuguesa, la falta de au
toridad, la insuficiencia de la administración, la urgencia
de solución de muchos problemas, el apoyo ostentoso de
la fuerza armada, todo se conjugó para hacer que la cal
ma fuera posible y deseada por la mayoría de los ciuda
danos; largo período de trabajo intenso, de verdadero
gobierno en el desgobernado país que teníamos. De aquí
a la actividad febril que hizo de esta época una de las
más fértiles en realizaciones de toda la historia portugue
sa; actividad salvadora, exclusivamente conseguida en
el terreno nacional, pero poco acompañada de la acción
política correspondiente a su importancia y dificultad.Hubiera sido maravillosa si los hombres fuesen diferen
tes; no lo fué por ser como son.
Y, sin embargo, no había duda, ni aun hoy la tenemos,
acerca de la finalidad de la Revolución Nacional, cuyo
movimiento, si es que alguien pensó se podía limitar a un
amplio afinamiento administrativo, pronto dió paso a la
certeza de que este mismo no podía quedar asegurado sin
la reforma política. Y tenemos que confesar que, por es
tar demasiado ahsorbidos por las realizaciones que fue
ron ineficaces en el programa de todos los Gobiernos an
tenores y aspiración de muchas géneraciones, no se dió
a la labor de teorización política, de organización y for
mación de la conciencia pública, aquella atención que
merecía. Así debo decirlo, porque me debo considerar uno
de los principales responsables.
83
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•
A esto se añade que el mundo vive un época de sufri
miento; pero tal vez más de insatisfacción que de sacri
ficios. Son ciertamente pesados, y su mole no recae igual
mente sobre todos. Pero los deseos inmoderados, la bus
ca de la felicidad a través de la riqueza, el ansia de cosas
nuevas o desconocidas, el anhelo de gozar, la ambición
de lo inasequible, la inestabilidad de las ideas y sentimien
tos, todo ello parece caracterizar una época enferma y
traerá dificultades, para enfrentarse con las cuales con
viene estar prevenidos.
No refiriéndome sino a causas generales, y sólo a lo que
especialmente nos atañe y que el en momento actual más
nos aflige, sabemos que nuestra legislación, impuesta por
la guerra, particularmente en lo que respecta al abasteci
miento público y al acondicionamiento de las actividades
económicas, pesa duramente sobre el pueblo y no tenemos
otro deseo sino el restablecimiento paulatino a medida
que sea posible una mayor libertad. Sólo aguardamos a
que se realicen las condiciones precisas para que el reme
dio no sea peor que la enfermedad.
IV
Aludí a causas permanentes y ocasionales, que justifi
can e imponen como necesario, por nuestra parte, el intensificar la acción política. Y una vez expuestos los mo
tivos de que antes no lo haya sido, espero haber dejado
bien sentado que, significando la buena política estabi
lidad y eficiencia en el Gobierno, se ha de buscar en todas
las ocasiones un desarrollo que no la perjudique. Y nece
sana es tal salvedad, puesto que los intereses de la nación
son en sí mismos de tal valor y desprende de ellos un im
perativo tan fuerte, que, en buena lid, no pueden dejar
de rebasar a. otros menos imprescindibles.
Al margen de este punto, sobre el cual el partidismo po
dría dudar, pero que el nacionalista asimiló en toda ac
ción poítica, quienes tenemos amor a la obra realizada,
noción de los riesgos actuales y perfecta inteligencia de•
los principios, estamos plenamente convencidos de que
no podemos retrasar el momento de dar a esta obra, ya
que no un mayor cariño, sí mayor esfuerzo.
No es ésta la ocasión de explicar cómo, en qué domi
nios y por qué medios se va a intensificar nuestra acción.
Basta decir que un mismo pensamiento inspirará a todos
y guiará nuestros actos. Pietendemos que este gran fren
te patriótico que es la Unión Nacional se amplíe y conso
lide por la buena voluntad de los portugueses, a los cua
les, además, no se les pide sacrificio que pudiera dividir
los, sino el trabajar unidos en pro de la Patria.
Veinte años de paz y progreso acreditan el sistema, pese
a sus deficiencias e imperfecciones, y el compararlo con
los veinte años anteriores sería suficiente—si no existiese
el humano orgullo—para demostrar, por la propia expe
riencia, cuán fecunda es la unidad y cómo se sirve mal al
país atentando contra su salud moral, con eso que pode
mos llamar pecado de división. ¡Qué tenebrosas resultan
algunas causas, enlaces, subordinaciones y propósitos
¡Qué fútiles algunos motivos por los que se mueven pe
queños grupos, molinos de viento moliendo arena Pues
bien, tenemos que darles la batalla decidida y decisiva
mente, por el bien de la Patria, por nuestro bien... e in
cluso por el bien de ellos mismos.
Moderno equipo Radar AN/MPG-1
paraDireccióndeTirodeCosta.
Publicado en Electronics por H. A. Straus, L.
J.
Rueger, C. A. Wert, S.
J.
Reisman, M. Taylor, R.
J. Davis y J. H.
Taylor.—Traducido y extractado por el Teniente Coronel de Artillería Ramón
Carmona y Pérez de Vera, y el Comandante Ingeniero de Armamento Pedro Salvador Elizondo.
En el número de EJÉRCITO del mes de agosto se publicó la
primera parte de este trabajo, que hoy continuamos hasta su final.
Sistemade punteríade la antena.
La dirección de puntería de la antena es controlada
por medio de un servomotor. Generadores síncronos aco
plados mecánicamente a la salida del perseguidor (ya sea
el motor en funcionamiento,
PPI,
o volantes manuales
en funcionamiento en presentación, B) transmiten los
datos eléctricos de posición a transformadores síncronos.
de control acoplados mecánicamente al motor de antena.
La diferencia entre la dirección deseada y la conseguida
se transmite, como voltaje de error, a un sistema de am
plificación cuya salida actúa sobre el motor impulsor de
la anténa para corregir el error de puntería de la misma,
tal y como se muestra en la figura 25.
El error de puntería debe ser menor de 0,050. Debido
a los errores inherentes a los motores síncronos, la rela
ción de x : x para el tren de engranajes no suministraría
suficiente precisión en la puntería. Por ello se utiliza nor
malmente, durante el funcionamiento en persecución,
una relación de 36: 1,- con lo cual se reduce el error eléc
trico del motor síncrono en un factor igual a 36. Para
errores de puntería superiores a los 40, tal como ocurren
cuando el operador conmuta desde el sistema
PPI
al de
persecución,
o
cuando la antena es movida alternativa
mente con saltos rápidos en direcciones opuestas, enton
ces toma el control de la antena un sistema síncrono 1 :
1.
Cuando el error de puntería llega a ser inferior a 40, el
sistema síncrono 36:
1
recupera el control y se restablece
una precisa puntería. Esto se realiza aplicando el voltaje
de error rectificado en la relación i : x a la rejilla de
control, polarizada, de una válvula 6AG7, la cual tiene
una bobina “relé” en su circuito de placa. Cuando el vol
taje de error rectificado en la relación i :
i
alcanza una
amplitud correspondiente a 40 de error de puntería, la
válvula obtiene suficiente corriente de placa para operar
el “ralé”, el cual desconecta la entrada de error 36 : r del
servomotor amplificador, conectando en su lugar la en
trada de error 1 : i. Cuando el error de puntería cae por
debajo de los 40, el “relé” dejará de recibir energía y en
tonces se hace cargo del control el sistema 36 : r. La uti
lización del sistema síncrono 36 :
i
reduce el error má
ximo inherente a causas eléctricas y mecánicas a meneos
84
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de o,°. Cuando se funciona en pre
sentación
PPI,
sin embargo, como no
se requiere gran precisión, se utiliza ex
clusivamente el sistema síncrono i i.
El voltaje de error, ya sea del siste
ma 36 i Ó del x : i, se introduce en un
circuito rectificador sensitivo a las fa
ses, colocado en el servomotor ampli
ficador de antena mostrado en la fi
gura 26. Los voltajes •e referencia y
de error se mezclan al aplicar cada uno
de ellos a primarios separados de los
transformadores
T1
y
T2.
En el
T1,
los
voltajes de referencia y error se suman,
mientras que en el
T2
se restan. Cada
transformador proporciona una rela
ción de elevación de 12 : x. Las pér
didas se mantienen muy reducidas co-.
mo consecuencia de los enrollamientos
de alta impedancia y los núcleos de
acero al silicio. Cuando la entrada de
érror es igual a cero, la posición del po
tenciómetro
R8
determina el nivel de
corriente continua de los puntos
A
y
B,
y los voltajes en oleadas, debidos al
voltaje Ldé referencia, se cancelan
La
causa de la forma en que resulta co
nectado el rectificador V1. Sin embar
go, cuando existe un voltaje de error,
las salidas de las mitades de
V1
son
desiguales, resultando entonces impo
sible la cancelación completa. Esta
circunstancia origina un desequilibrio
entre los puntos
A
y
B,
que se mani
fiesta en las rejillas de las válvulas
seguidoras de cátodo
V2A
y
V2B.
Como
consecuencia de esto, las válvulas
y3
y
V4
obtendrán corrientes de placa des
iguales, resultando de ello una diferen
cia de excitación en los campós de con
trol de l a amplidina (x), con un ren
dimiento máximo de la misma de
50o vatios aproximadamente. Esta salida de la amplidina es aplicada a un
mótor de medio caballo que mueve la
antena.
Se evita una excesiva retardaciónen
los filtros
R1C1
y
R3C2,
tolerando un
io por ioo de oleadas en el voltaje. El
acuse integral de errores de voltaje
muy pequeños se consigue por medio de
la red resistencia-capacidad
R5R6C5.
La cadena
R3R4C3C4
es un filtro de
perturbaciones oscilatorias.
En presentación
PPI;
la antena
puede explorar automáticamente ha
(i) La amplidina es un amplificador
dínamoeléctrico, o sea una dínamo con
cuatro escobillas pcir cada par de polos,
dos de ellas en corto circuito. Esta dis
posición es análoga a la de la metadína
mo, si bien esta denominación se aplica
generalmente a la dínamo transformado
ra, mientras la de amplidina se aplica ex
clusivamente a la dínamo amplificadora,
que se caracteriza por estar dotada de
un devanado compensador en el circuito
de carga, que compensa exactamente el.
flujo de dicho circuito de salida, y que
-
falta en la metadinamo. El factor de
amplificación puede llegar a ser de
100.000 y aun superior,
LA 4NTEN4GIRAY ¿lIC! GIRARALTRÁN6-
FORMADORDE CONTROLViNCRO,VOEN
UÑA E/RECE/QNQl/ESE TRADUCEEN¿4
REDUCCIONDEL VOLTAJE DE ERROR.
EL MOTORDEMOVIMIENTODE1.4ANTE
NÁ ACOPLADOA ESTÁMEDIANTEUNTREN
DE ENOR4NAJFS,HICEGIRAR
A
LI ANTE-
NI EN AZ/NL/T
¿.4 .4NPL/D/N4SUM/AI/57R4¿4 POTEN
CIA QUEDETERMINALA VELOC/D4DY
DIRECCIONDEROT.4C/04’DELMOTOR
QUENUEVE¿.4 .WTENA.
EL AMPLIFICADORSERVORICTIPICAY
AMPLIPICAEL VOLFIJE DEERRORSUN!
N/STR4DOPOR¿OSTRANSFORMADORESDE
CONTROL.14SAL/DADELAMPLIFICADOR..
EXC/TI ¿OSt,VROLLANIENTO$DECONTROL
DE LA 4NPLID/NI. ELAMPLIFICADORS!RYO
RECIBEELMISMOVOLTAJEDEREF!REN
cIA QL/ELOSGENERADORESJ1iVCRONOS.
LOSTRA/ÍSFORNADOIi’fSDf CONTROLSIN-
CRONOSSUN/N/STR4NUN VOLT4JEOSERROR
AL AMPLIFICADORSERVODF4//TENACUAN
DO¿4 POSIlQNDi ESTANOES¿4DEBIDA.
GENERADORESS/NCRONc&SEXCITADOSPOR
EL VOLTAJE DE REFERENCIA,SUN/A//O-
TRAN UN VOLTAJ! P4RA LOSTR4NSFOR-
MADORESDE CONTROLSÍNCRONOS.
- — - — - - ACOPLAMIENTOMECÁNICO
CONEXION!LFCTR/C4
r
¡
L
AMPLI:JCA
Do SiRVO
DE
4NTNA
VOLANTES
MOTO
EXP
DE
PERSE
O CUCONY
RACIONDELPIPiE PUNTERIA
RAPIDA
f ¿ .. Oiagrani enb/o7uesde ,-Éei7ade pu/7tefk’o
8,7É&/&.
tate si,rtefli,9
e/ectro-mecerncooe ,»i’or/a or,ntaCion e-orrecte6’ontroo’e¿ZOógr’
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1
DISTA4CIA_____________ECODEL
!iiiii 1
—BL4NCO
RETARDODE
61 M;CROSEG.
—
———
DISTANCIA
RETARDODE
._-
12.2MICROSE&.
—
1
JI
DISTANCIA DEL
1
LANCO
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27-
¿‘ooru’,,78c/dno&
¿7euooetitre e/va/tejecc referencie’a’e
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-
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6POS JOePÓ’e/it’nciO/7c2fluie/7tO
/
1110 1/cO”O/
/
oJc//o5-cop/o-8
,
o(a/PeL
cia un lado y otro sobre un determinado
sector de vigilancia o, por medio de un
conmutador de palanca, puede ser llevada
de un salto hacia la derecha o hacia la
izquierda, a una velocidad:de 20°/seg. El
yugo deflector del sistema
FF1
forma
parte de un sistema servomotor indepen
diente, que hace que el yugo siga los
movimientos de punteríade la antena.
Sistema cronometrador.
Puesto que el tiempo de tránsito de
impulsos (tiempo transcurrido desde que
se -transmite un impulso o tren de ondas
hasta que se recibe el eco del mismo) y la
distancia al blanco se miden sobre osci
loscopios, los barridos de éstos deben sin
cronizarse exactamente al impulso trans
mitido. Por otra parte, puesto que en el
indicador-E se presenta solamente una
zona de distancias de 2.000 yardas
(1.820 m.) de profundidad y el barrido de
distancias comienza en el borde inferior
del indicador, mientras que el objetivo ha
de quedar en el centro, se ve la necesidad
de un retardo en el disparo de barrido en
el osciloscopio-B, de manera que el barri
do de distancia no comience hasta que
haya transcurrido un período de tiempo
igual al tiempo de tránsito [del impulso
menos 6,x microsegundos (equivalente a la
mitad de la zona: i.ooo yardas
=
910 me
tros)
En la presentación
FF1
en distancias
cortas, por exigencias de construcción, el
impulso transmitido debe ser retrasado
- 6,i microsegundos para hacer posible que
el marcador móvil de distancias del mis
mo pueda formarse a la distancia cero.
Como el disparador del barrido de dis
tancia del osciloscopio-B está sincronizado con el disparador del marcador móvil
del
FF1
(cosa necesaria para permitir al
operador seleccionar en el
PPI
de 30.000
yardas
=
27.300 metros los blancos que
han de ser perseguidos sobre el oscilosco
pio-B),
se ve la necesidad un de retraso
adicional de 6,i microsegundos en el im
pulso transmitido para asegurar que el
objetivo elegido estará cerca del centro del
indicador-B al hacer la conmutación para
-
pasar de la presentación
FF1
en distan
cias cortas al indicador-E de persecución.
La función a desempeñar por el sistema
cronometrador es suministrar los disparos
•
y retrasos necesarios para la medición de
la distancia al blanco en forma que ésta
pueda ser obtenida con error no supe
rior a ± 20 yardas (18,2 metros). En la
figura
27
se muestra un diagrama de tiem
pos de los dispara-dores del modulador,
del
PPI
y del indicador-E.
Fundamentalmente, la distancia al
blanco
-
se mide contando el número de
oscilaciones completas efectuadas por un
cristal de I3,88 Kc. durante el tiempo
de tránsito del impulso. Se ha elegido esta
frécuencia porque su período es 6,1 mi
crosegundos, que es igual al tiempo de
tránsito de un impulso que camina desde
la antena a un blanco situado a r.ooo yar
ONDASINUSOIDAL
DE REFERENCIA
15385
NC.
DISPAROS163.88NC.
IMIcR OSEO. 910METROS 6.1
DISPAROSPARAEL
MODULADOR1024C.P.S.
DISPAROSPARAEL
PRI. 2024CJ’.S.
DISPAROSPARAEL
MODULADOR1024C.P.S.
DISPAROSPARAEL
PP. . 1024 C.P.5.
P.P.I. EN
DISTANCIAS
LARGAS
DISPAROSPARAEL
MODULADOR4096 C.RS.
MACA
VIL DE DISTANCIAS.P.I. EN
—fl--..WSTANcIADELP.P.I.
j
CORTAS
‘PIPS”DEFASADOSDE
DISTANCIADE 910
EN 910m. l63I(C.
DISPAROSPARAELOS
CILOSCOPID-B 4096C.P.5.
TIEMPO
—=
OSCILOS
—
COPIO-E
MARCADORESDE
DISTANCIASDE
ONDA SINU- 1 ___________100 EN9100m.E 163,BSKC
163,8$
IC. ________________OSCILADl SOIDALDE
J
ccuI’
Sf94Ijj CIRCWTO]
DE- DIVISOR“P1P5PE4O97lC.1- EE
TA L FRECUENCIAI:pçpDE1024KCTJ1DIEPARO
ONDASINUSOIDAL DISPARO 1DISPARO
DE163,SSKC. 4097IC. lOZ4KC,
ENTRADAMECANICA
DEL. MECANISMODE
PERSECUCIONENDISTANCI
‘PIPS”DE40971(C.
910METROSPOR
- I REVOL.UCION 1
1 3276Dm,POR 1
ÍFAS
AL BARRIDODE
DISTANCIA DEL
P.P.. Y Al. MO-
DULAPOR
ICÇUITOLE RE
1
TARDODE019-
LTANCIAS
PORTILLODE6 MICSOSEG.
NCASINUSOIDAL
DEFASADADE
T
163,88 KC.
ICIRCUITOI .jCYlTO---i
DE910 _________
EN 910METROS“PIPS5DEFASADOSCOINCIDENCIA
_____________DE9100EN91Cm. -
DE- ‘MARCAPOR
DISTANCIASDE ‘MOVILDE
910EN910Rl. DISTANCIA
DISPAROPARA
EL SISTEMAIN
DICADOR-6
/“g. ?8.
-
8ie’gráwiá’e) /ou
de/ietne’
crElno/lletroc/or
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CUADRADA
DIFERENCADA
,,
das
(910
m.) de ella y regresa a la antena. De esta manera existe uná relación lineal entre la distancia a un
blanco expresada, en millares de yardas y el número de
oscilaciones del cristal.
La figura 28 es un diagrama en bloques del sistema
cronometrador. El oscilador de cristal genera una onda
sinusoidal de referencia, que es transmitida a un circuito
divisor de frecuencias y a un circuito defasador. Esta
onda sinusoidal establece el punto cero de. referencia de
tiempo para todo el sistema.
En el circuito divisor de frecuencia, la onda sinuosidal
de referencia se transforma en “pips” (i) de la frecuencia
deseada, como muestra la figura 29. El circuito de dispa
ro transforma los “pips” de llegada en agudos impulsos
de disparo para el barrido de distancia del
PPI
y para
el modulador e introduce los retardos. requeridos para
hacer posible la formación del marcador móvil de distancia a la distancia cero, y para el disparo de barrido de dis
tancia del indicador-
B,
en el instante correspondiente a
la distancia al blanco menos x.ooo yardas
(910
m.).
El circuito defasador recibe una fracción de la onda
sinuosidal de referencia y produce a la salida una onda
sinuosidal defasada de amplitud constante y de la mis
ma frecuencia que la onda de referencia. -Por conexión
mecánica entre la unidad de persecución en distancia y
un condensador de trazado especial, el defasaje se hace
proporcional a la distancia indicada en los cuadrantes de
la unidad de persecución. Los “pips” derivados de la
onda sinuosidal defasada, de, 163,88 Kc., alimentan el
sistema indicador-B, y allí forman los marcadores de dis
tancia de i.ooo en 1.000 yardas (910 m.). Estos mismos
“pips” alimentan también el circuito de coincidencia, en
el cual toman parte en la formación del disparo de ba
rrido de distancia del osciloscopio-B.
El circuito de coincidencia recibe también un portillo
de retardo de 6 microsegundos del circuito de retardo de
distancias. Este portillo se dispara con el borde de cola
de una onda de voltaje en forma de diente de sierra, cuya
anchura es aproximadamehtel proporcional a la distan
cia al blanco. La anchura del diente de sierra, que se
(i)
La palabra
pi
es un término ‘popular norteamericano
empleado para designar los
dientes o cambios de intensidad
luminosa que indican las señales marcadoras sobre la ima
gen que aparece en la pantalla de un osciloscopio. En el caso
de que se trata se sobrentiende por pip el impulso que lo
origina.
obtiene pór conexión mecánica de un potenciómetro a
la unidad de persecución en distancia, proporciona, por
taí-ito, una medida grosera de la distancia. La válvula
péntodo de coincidencia sólo puede conducir un “pip”
defasado, mientras el portillo de 6 microsegundos se en
cuentra abierto, pues el intervalo entre “pips” es, como
mínimo, de 6 microsegundos. Los “pips” derivados de la,
onda sinuosidal defasada proporcionan una medida pre
cisa de la distancia.
. ‘
Detalles del circuito cronometrador.
En los circuitos divisores de frecuencia se rectifica la
onda sinuosídal, y las semiondas útiles se transforman
en rectángulos que, a su vez, sod diferençiados, y, por
AMPLITUD
ONDASINUSOiDAL
DEREFERENCIA
163,88
IC.
RECTIFICADA
__J. J
1
r. 1
f1
“P)PS’DE •‘PIPS”DE
81,94 KC. 16,38
KC.
1..
r
1,024KC
Y
PIPS’DE163.88KC.fl -TIEMPO
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1 Z’gx7eM 2:1.
87
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último, queda transformada la onda en “pips” de fre
cuencia 163,88 Xc. Todos los divisores de frecuenciá
utilizados son del tipo de oscilador de bloqueo, del que
se presenta un ejemplo en la figura 30. El oscilador de
bloqueo utiliza realimentación de cátodo y una red de
constante de tiempo R-C (resistencia-capacidad) en el
circuito de rejilla que determina la frecuencia libre pro
ducida. Para hacer funcionar a este “paso” (x) como un
divisor 2 t, los valores de R7 y G7 se eligen de tal ma
nera que el tiempo de recobro del voltaje de rejilla sea lo
bastante grande para impedir el disparo del oscilador de
bloqueo, excepto para aquellos impulsos disparadores
ti4ufl- trquenso siwpl½caoío&/e#taasetr
capecvtat,vo
oe emplee un
esøtor
oS aeo’rancu ,g’un ,4’ementi, o’sqlec
tnco totetono.
alternados. En uno de cada dos impulsos de entrada apli
cados, el voltaje de rejilla está tan cercano al punto de
supresión (2), que el voltaje adicional del disparo de en
trada eleva el voltaje
-
de rejilla por encima del citado
punto, volviéndose a iniciar el ciclo. Así, pues, uno de
cada dos impulsos de entrada actuará como disparo de
sincronización, y los “pips” de salida generados por el
oscilador de bloqueo se repiten a una frecuencia mitad
de los ‘pips” de entrada. Para que la división de fre
cuencia merezca confianza, se limita generalmente a una
relación de : r, con lo cual se previene cualquier mesta
bilidad.
El circuito de disparo emplea un generador de porti
llos de retardo (multivibrador) y una válvula péntodo de
coincidencia para introducir retardos en los disparosdel
modulador y del PPI. En la presentación PPI en distan
cias largas no se necesitan retardos, por lo que la rejilla
supresora de la válvula péntodo de coincidencia se co
necta a tierra, haciéndose así conductora, mientras los
disparos de I024 Xc. del modulador y dei
PPI
se apli
can a la rejilla y se amplifican por el “paso”. Cuando
el
PPI
funciona en distancias cortas, la rejilla supresora
se conecta a
—
¡30
voltios, de manera que el “paso” no
es conductor, a menos que se aplique a dicha rejilla su
presora un voltaje positivo superior a + 130 voltios, en
forma de portillo de retardo. Mediante el uso de un por
tillo de retardo de 9 microsegundos en la rejilla supre
sora y aplicando impulsos de 6,x microseguñdos a la re
(r) Se entiende por
pero
un circuito qne contiene sola
mente un tubo de vacío, o si se trata de un circuito de múl
tiples tnbos, todas las partes conectadas entre la rejilla de
mando de
un tnbo y la rejil la de mando del tubo adyacente.
(2)
Punto de supresión es el correspondiente al mínimo
valor, de polarización de rejilla que impide el flujo de co
rriente de placa en nna válvula de vacío.
jilla de mando, se selecciona un impulso para la ampli
ficación que está retardado 6,x microsegundos respecto
al tiempo cero. Este retardo en los disparos del modula
dor y del
PPI
en distancias cortas se hace necesario para
permitir al marcador móvil aparecer a la distañcia cero.
En la presentación tipo-B también habíamos dicho se
necesita en el disparo del modulador un retardo adicio
nal de 6,t microsegundos, porque el barrido de distan
cias del osciloscopio-B se dispara por el mismo “pip” que
dispara la marca móvil del
PPI,
y si el disparo del modu
lador no fuese retardado
12,2
microsegundos, el “pip”,
o señal eco, del blanco aparecería en el borde inferior del
indicador y no en el centro del mismo, como se quiere.
Un portillo de retardo de i8 microsegundos, aplicado a
la rejilla supresora conjuntamente con “pips” de fre
cuencia 12,2 microsegundos aplicados a la rejilla de man
do, dan los resultados deseados (x).
Condensadorespecial.
Para la medida precisa de la distancia es necesario ob
tener una onda sinusoidal defasada de amplitud cons
tante y frecuencia de ¡63,88 Xc., cuya fase difiera de la
onda sinuosidal de referencia en una cantidad que sea
continuamente proporcional al valor indicado en el cua-’
drante de la unidad de persecución en distancia. La onda
sinusoidal de referencia se aplica a un circuito divisor de
fase
(2)
resistencia-capacidad R1G1 y RG2. En el circuito
representado en la figura 31, la reactancia capacitativa
de G1 se hace igual a la resistencia de
R1,
pasando lo
mismo para G5 y
R2,
con lo que resulta la ‘aparición en
los puntos
A, B,
G y
D
de cuatro voltajes en cuadratura
de fase y con la misma frecuencia y amplitud. Así, pues,
las placas 1, 2,
3
y.t.4 del condensador especial represen
tado tienen iguales voltajes impresos; pero el voltaje de
F,’,r 32.- Con,ntrucc, »/f lternS oí’/o’e/&jedr
‘capeci at/vo ¿fe
caecé-&ntes.
la placa r está en fase con la onda sinusoidal de referen
cia, el de Ja placa 2 se encuentra defasado 900, el de la
3
lo está en x8o° y el de la 4 en 2700. El condensadó± espe
(x) Observando la analogía de estos dispositivos de re
tardo con el multivibrador y válvula pentodo de coinciden
cia del circnito de retardo de distancias, que se detalla más
adelante, se comprenderá mejor el funcionamiento de
aquéllos.
(2)
El circuito divisor de fase (pitase
splitting
eircuif) es
el que de la misma forma de onda’ de entrada produce dos
formas de onda que’ difieren en fase una de la otra.
1,
¿
CONDENSADOR
fAPECIALDEFASADOR
i[
ONDASINUSOIDALDEFAS4DA
DE 153,6$ NC
CUADRANTE
PLACA
CD4DRANt64—CIJADR.4N7E3 DJtLECTRICO
MICALEX
CUADR4NT2
88
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 88/92
cia está proyectado. de tal manera que combiña estos
cuatro voltájes en una onda sinuosidal resultante de am
plitud constánte (0,5 de voltaje eficaz), frecuencia de
163,88 ICc., y con un defasaje respecto a la entrada que
es proporcional a la señal indicada en el cuadrante de per
secución en distancia.
En la figura 32 se representa una vista del condensador.
de cambio de fase despiezado. Una mitad del condensa
dor es una placa circular corriente:, mientras que la otra
mitad consta de cuatro placas en forma de cuadrante de
círculo, que se encuentran aisladas unas de otras. Sobre
él eje, que es conducido por la unidad de persecución en
distancia, esta montado excéntricamente un disco circu
lar, elaborado en mycalex (mica y borato de plomo), que
gira entre las dos mitades del condensador. Puesto que
la capacidad entre la placa circular y cada una de las
placas cuadrante depende de la cantidad de dieléctrico
entre ellas, la capacitancia de cada cuadrante dependerá
de la posición del disco dieléctrico. La salida resultante
aparece a través de la resistencia
R1
(fig. 31), y es una
combinación de los voltajes que aparecen a través de cada
cuadrante y la placa circular común. Si el eje del conden
sador se gira hasta que el disco queda opuesto al cua
drante x, la salida se encontrará entonces en fase con la
onda sinúsoidal de referencia. Si el cuadrante de perse
cución de distancia indica cero y se desea llevar el con
densador a cero, podrá lograrse sin, necesidad de desco
nectar el eje del condenador de la unidad de persecución.
Un órgano de mando permite, en efecto, ‘la rotación de la
caja del condensador mientras el disco dieléctrico perma
néce estacionario hasta que el cuadrante queda enfrente
del disco. Por este medio pueden ser eliminados los erro
res de distancié, hasta ± 5o yardas (45,5 m.) aproxima
damente, qúe sean débidos a retardos de circuito en él
sistema iñdicador-B y en el modulador. Si se gira ahora
el volante de persecución, el disco se alejará del cuadran
te i y cubrirá una porción’ cáda vez mayor del cuadran
te 2. La salida se cambia de fase hasta que, cuando el dis
co está enfrente del cuadrante 2, el defasaje. se eleva
a
90°.
Si el disco sigue moviéndose hacia el cuadrante 3,
el defasaje crece hacia los x8o°. Para una rotación com
pleta del eje del condensador, el cambio de fase se eleva
a 360° ó 1.000 yardas (910 m.) ‘de distancia al blanco.
La salida defasada se transforma en “pips” de 163,88 Xc.
mediante un circuitó similar al de formación de “pips”
descrito anteriormente. Queda aún al circuito de retardo
de distancia determinar el número de rotaciones efec
tuadas por él condensador-defasador durante la persecu
ción desde la distancia cero hasta el blanco.
El
circuito de retardo ‘de distancia
mostrado en la fi
gura 33 selecciona uno de los “pips” defasados derivados
de la onda sinusoidal defasada, moviéndole désde la dis
tancia cero hasta el blanco, al mismo tiempo que la sa
lida de persécución aumenta también desde cero. El cir
cuito de retardo de distancia es una medida grosera de
ésta, mientras que el condensador-defasador es una me
dida precisa de la distancia. Un potenciómetro de distan
cias, cuyo eje se encuentra acoplado mecánicamente a
la unidad de persecución en distancia, establece un vol
taje de corriente continua, cuyo nivel permanece aproxi
madamente proporcional a la distancia. Cuando se super
pone un diente de sierra lineal al nivel de corriente conti-’
nua establecido por el potenciómetro de distancia, se
produce un voltaje de portillo de 6 microsegundos apro
ximadamente. Este portillo de 6 microsegundos y el
“pip” ,defasado seleccionado se aplican ambos al tubo, de
coincidencia, cuya salida es una pul
_____________
sación defasada en tiempo por una
cantidad equivalente a la indicación
EJE DELROTEN- del cuadrante de persecución en dis
CIOMETROMECA- tancia sobre el
PPI
con présentación
-NICAMENTEACO- a distancias cortas, y en i.ooo yardas
O1DE
%t
(910
m.) menos de esa misma cantidad’
CUCIONEM01 - enla presentación tipo-B.
TANdA. Undisparo de frecuencia 4.096 Kc.
DISTANCIA
seutiliza, después de amplificado, par,a
•
conducir’un multivibrador. La salida
iL7fl fZoos de éste es un portillo negativo que in
CADOR
‘ILnrj” tercepta el tubo e’mpálmador 72 por la
PORTILLODF5MICROSCO,duración del portillo. Cuando el diente
—-—-—--------—- de sierra ha alcanzado el nivel de co
rriente continua establecido por el po
MRC4DoR tenciómetro de distancias, el portillo
MO DELPPI negativono hace falta ya mas y el
multivibrador vuelve a sus condiciones
VALVULADE originalesmediante un “pip” negativo
COJNCIDENCIA“PIES”Di 910EN del amplificador de interrupción.
910 METROSPRO- ..
vINENtE5l Elcircuito de diente de sierra, lineal
CIRCUITODE»PIPO» incluyeal empalmador, diodo aislador,
DE910METROS ‘ seguidor de cátodo y diodo de descar
ga. Cuando no se aplica ningún dispa
ro al amplificador del disparo, el em
palmador T/2conduce enérgicamente y
fluye corriente a través de R2 y el dío do
aislador. La placa de V2 se mantiene a •+ .2 vóltios. El
punto A es ligeramente inferior a 200 voltios, y C3 darga
casi hasta el potencial positivo de la fuente de suministro.
Cuando se dispara el circuito, el empalmador queda inter
ceptado,’ elevándose su voltaje de placa. Este crecimiento
de voltaje se ‘aplica al circuito R-C (resistencia-capacidad).
Como consecuencia de una corriente de carga que surge
a través de la resistencia R2, ocurre una caída de voltaje
a lo largo de la misma, comenzando a formarse un vol
taje de diente de sierra a partir del nivel establecido a lo
largo de R1, resultando de ello una forma de onda trape
zoidal. Sin retroalimentación (i) C2 y C2 cargarían hacia
+ soo voltios-y el voltaje de salida sería de forma expo
nencial. Sin embargo, lo que se necesita es un voltaje li
neal para medir con precisión la distancia, y de quí que
se utilicen circuitos de retroalimentación para hacer la sa
lida lineal. La retroalimentación a través de R2 se aplica
a C1 y C2, y a través de R,, a C3 solamente.
El seguidor de cátodo V3 es’normalmente conductor.
(a) Retroalimentación (‘/eedback) es: el retorno ‘de una
porción de la salida de un paso amplificador ‘a 13 entrada
de;ese paso o a un paso precedente, resultando’ de ello un
cambio en la amplificación.
DISPAROE
4,097
nO EMPALMA
RON RETROALIMENTA-
DOEY2
ClON DE REJILLA
VOLTAJE YDECAT000
-
EN ® -eSÍiETEOALIMENTA
ClONDE
REJILLA
3DOV
— — SIN NINGUNA EETEQALINENTACION
TIEMPO
CONRETROALIMENTACIONDE
— REJILLAY DECAT000
—---—CONRETROALIMENTACION
-
DEREJILLA
-
- — —
—SINRETROALIMENTACION
100V
DIENTE DE
SIERRAOE
&ALlElA
TV
—
es’
6/o90’ar
g ns’eora
rzéo/,f,iw 0W
cihrk’o a?
i*’ l/St7ÑC/dJ
-
89
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 89/92
fiq J1- Oh’gr9a7ó’e’
¿‘/o9ueseI&sten
/78/ .C/’ugoc/ef/ecÉorergfr&o’o fzieco»icó’,z’ente
&/reo’e’/i’-/e/cue//o&‘á’/tio o’er&
yci cytoY,coj, mlelltró’s U9 /8 nioo’u/&c/oty i»’e diiroie /r e»&/er 8C0y/&J fl7PCY O’9¿7$É6’,7C/8
A medida que la carga se regenera en
C1
y
C2,
la rejilla
de 773se hace más positiva, haciendo elevarse la corriente
de placa, aumentando así el potencial de cátodo, lo que
hace elevar el voltaje en el punto
A.
Debido a la gran
constante de tiempo de
C3
y
R2,
el primero pierde muy
poca carga. El diodo de aislamiento deja de conducir
cuando el punto
A
alcanza + 300 voltios. Los condensa
dores
C1
y
C2
cargan hacia el voltaje creciente en el
punto
A.
Cuando se trata de distancias largas, este vol
taje puede exceder de 300 voltios. De este modo se man
tiene un flujo de corriente constante, produciéndose una
curva de carga lineal. Cuando se eleva el potencial del cá
todo
V3,
el aumento de voltaje se aplica, a través de
R3,
a
C3
solamente, proporcionando una acción de lineariza
ción adicional.
El diodo de captación
(pick-off diode)
empieza a con
ducir cuando el voltaje de diente de sierra alcanza el ni
vel de corriente continua establecido por el potencióme
tro de distancia. Alo largo de R3 se desarrolla una pulsa
ción que tiene el retardo de tiempo reqi.ierido para el
barrido
B,
amplificándose después y aplicándose al am
plificador de interceptación que interrumpe el multivi
brador. Mientras dura esta interrupción,
y2
conduce y
C1
y
C2
se descargan ayudados por el díodo de descarga
que cortocircuita
R3.
De esta manera se restituye el cir
cuito a sus condiciones originales. La pulsación prove
niente del diodo de captación dispara también un oscila
dor de bloqueo que generaun portillo de 6 microsegundos.
Este y los “pips” defasados 1.000 yardas (910 m.) se apli
can a un tubo de coincidencia que es conductor sola
mente cuando el portillo coincide con un “pip”. El por
tillo es del ancho suficiente para permitir solamente el
paso de un “pip”. La salida de coincidencia es una pulsa
ción negativa que dispara el circuito de barrido .8. Si la
pendiente del diente de sierra lineal se elige conveniente
mente, el portillo de 6 microsegundos y un determinado
“pip” defasado se podrán mover en distancia al mismo
ritmo cuando la salida de persecución crece mecánica
mente, haciendo así posible seleccionar un “pip” y seguir
lo desde cero hasta el alcance máximo.
Cuando se calibra el sistema sobre un blanco de distan
cia conocida, por ajuste del condensador-defasador, la
distancia indicada a cualquier otro blanco es una fun
ción de la linearidad del condensador. Un operador cui
dadoso podrá obtener precisiones del orden de ± 3 yar
das (2,73 m.). Si no se dispone de ningún blanco de dis
tancia conocida, el sistema puede calibrarse sobre la se
fial del impulso transmitido; pero la precisión resultante
en alcance no llega a ser superior a ± 20 yardas (58,2 m.).
Nótese que los errores en distancias son absolutos y noun porcentaje de las mismas.
Sistema «PP!» (indicador de posición en el plano).
La vigilancia de objetivos se proporciona mediante un
indicador de posición en el plano, de deflexión magnética,
de 7 pulgadas (17,8 cm.), del que ya hicimos una des
cripción general en la primera parte de este trabajo.
La figura 34 representa un diagrama en bloques de este
sistema. Puesto que se utiliza una pantalla persistente,
las marcas de distancia aparecen como círculos cuando
la antena da vueltas, y cuando la antena explora hacia
atrás y hacia adelante se genera un mapa polar de la
DISPARO
LOCAL
1024C.P.S.
DISPARO
REMOTO
CIRCUITODE BARRIDO
_iQÇ!LOSÇOPlOP,P.I.
Al. OSCILOS.
COPIO-3
(DISPAROPROCEDENrEDELSIS
TEMA CRONOMETRADORCUANDO
SE FUNCIONASOLOCONELEQUIPOlOCAL
rDISPAROPROCEDENTEDELAMPI.IFI
CADORDEDISPARODELEQUIPOSEPARA-
LOO
CUANDO
SEFUNCIONACONESTE
PRODUCEONDADEDIENTEDESIERRA
QUE SE APLICAA LA BOBINADE
FLECTORA
PRODUCEVOLTAJEDEOSCURECIMIENTO QUESE APLICAALPRI
MERANODO
J
PORTILLONEGATIVODE 27.300m.
o 72.800m.
ISUMINISrRODE 4KV
INDICADORDEPOSICIONENEL
PLANO05 7 PULGADASQUEPRO
DUCEUNAREPRE&ENTACIONPOLAR.
LA DISTANCIA55 DETERMINAPOR
REFERENCIAAL CENTRO(O mts.)
VAL BORDEDELA PANTALLA(27.300
o
72.800
oQ.
ELAZIMUT55 LEEEN
UNAESCALAENLA ARMADURAEX
TERIOR(O _3600).
1500 KV
YREO
PRODUCEVOLTAJEDE4 KVQUE
SE APLICAAL SEGUNDOANODO
.DEL P.P.I,Y AL O5CtLO5C0PIO9
CIRCUITOVIDEO
REMOTO
AN000
BOBINAEGUNDO
KV
DEFLECTORA
—
-
BARRIDO
—
OSCURECI
NIENTO MERANODO
,
. O2Q...................
MARCAS CAT000
RECIBESENALVIPEOPROCEDEN
TE DEL RECEPTOR
EN LA AM-
TENA
(RECIBESEÑALVIDEOPROCE
DENTEDEI. EQUIPOSEPARA
I.D3 CUANDOELEQUIPOLOCAL
1$ USADOEN6 Y ENP.P.I.CON
ALIMENTADORINDEPENDIENTE.
AMPLIFICAUNA DE LAS
SEÑALESANTERIORES
‘RCUITO
SEPARADODE
MARCASDEDISTANC’
RECIBEPORTILLONEGATIVODEL
(CIRCUITODEBARRIDOQUECONEC
TA Y DESCONECTAUN OSCILADOR
L L-CDE 16 KC.
DELAONDASINUSOIDALDESALIDADEL
OSCILADORSE DERIVANMARCASDE
913Dm(308) QUESE APLICANCO—
MO”PIPSNEGATIVOSALCATOPO
J
REMO1
LOCAl.
CUANDOLAANTENAY EL YUGO
DEFLECTORNO ESTANENLA PO
SICIONRELATIVACORRECTA
SE
PONEDEMANIFIESTOUNVOLTAJE
DE ERRORQUEESAPLICADOAL
AMLFICADQR5ERVO,CUY4SALIDA
CONDUCEELMOTOR,ESTEMUEVEAL
YUGODEFLECTORENSINCRONISMO
CONLA ANTENA
CIRCUITOLOCALDEMARCASDEDISTANCIAS
DISTANCIAS
CORTAS
DISTANCIAS
° LARGAS
MARCAVARIABLEDE
1
DISTANCIAS
J8 MARCASDEDISTANCIA
DE 9100
mts.
MARCAVARIABLE
PROCEDENTEDELSIS
TEMACRONOMETRA
PULSACIOMDE16.3SKC
——
PROCEDENTEDELSISTE
MA CRONOMETRAD
90
7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
http://slidepdf.com/reader/full/ret-092-septiembre-1947 90/92
zona interesada. El barrido de distancia empieza desde
el centro del indicador y prosigue hasta el borde a una
velocidad lineal uniforme. La bobina de deflexión, que
se encuentra montada en un dispositivo de cojinete y
anillocolector, se hace girar por servocontrol, de manera
que el barrido de distancia siempre indica la dirección
del impulso emitido. Sobre la cara. del indicador se dis
pone una escala acimutal giratoria, la cual lleva grabada
una línea de referencia. Girando un botón de mando se
situará la línea de referencia en coincidencia con una
señal del blanco, leyéndose entonces sobre un índice el
acimut del mismo.
En persecución se utiliza un tipo. diferente de explora
ción de sector, y de aquí que los datos del
PPI
no pue
dan presentarse simultáneamente con los datos en el
indicador-B, a menos que las señales vídeo, los datos
servo y los disparos debarrido en distancia para aquél se
obtengan de un equipode vigilanci.a separado establecido
en las inmediacionesJ La figura 35 representa las formas
de ondas aplicadas al tubo de rayos catódicos.
Sistemas indicadores-B,local e independiente.
En el indicador-B puede presentarse un área de
de anchura por 2.000 yardas (1.820 m.) de profundidad,
situada a menos de 28.000 yardas (25.480 m.) de la an
tena. La distancia se mide verticalmente, y el acimut,
horizontalmente. Los tres marcadores de distancia que
representan la distancia al blanco menos
1.000
yar
das (910 m.) la distancia al blanco y la distancia al blan
co más i.ooo yardas (910 m.), aparecen como líneas hori
zontales a lo largo de la cara del tubo indicador. Las tres
marcas verticales indican acimut menos
i°,
acimut al
blanco y acimut más i°.
Cada áegundo se producen aproximadamente s6 imá
genes de la zona del indicador-B, dependiendo esto de la
velocidad del motor conductor, y cada imagen se com
pone aproximadamente de 225 líneas verticales de explo
ración. Los marcadores de distancia se generan por mo
mentánea: modulación. de.intensidad del tubo a interva
los de
.1.000
.yardas (910 m.) durante cada barrido de
distancia. Los marcadores de acimut se generan, en cam
bio, intensificando el tubo durante un barrido completo
de distancia. Los barridos de distancia comienzan en la
parte inferior del indicador, a una distancia que se co
rresponde con la lectura del cuadrante de la unidad de
persecución menos i.ooo yardas (910 m.). El centro del
indicador representa las lecturas de las dos unidades de
persecución en distancia y acimut. Como el barrido de
acimut comienza a la izquierda de la línea central verti
cal del tubo, el primer barrido de distancia para cada
imagen se encuentra a la izquierda de esta línea central;
el inmediato barrido, un poco a la derecha del primero,
y así sucesivamente. Cada impulso transmitido por la
antena genera un barrido de distancia.
El desplazamiento horizontal de cada barrido de dis
tancia depende del desplazamiento del rayo de antena
en el momento de transmitir el correspondiente impulso.
El máximo desplazamiento horizontal es equivalente a
a lo largo de la cara del tubo, puesto que esta es la
extensión de la exploración eléctrica tal y como es deter
minada por la óptica de la antena. Independientemente
de. la exploración de la antena puede
tener lugar un movimiento de perse
cución del conjunto total de la ante
na; así que la zona de 100 del indica-
dor-B puede moverse en acimut para
perseguir al blanco.
Para obtener un mapa sin distorsión.
apreciable de la zona del indicador-B,
los factores de las escalas horizontal y
vertical se hacen iguales a 400 yardas
por pulgada (5,43 m/cm.) de la cara
del indicador. Esto significa que pues
to que la zona del indicador-B, de
2.000 yardas (1.820 m.) por xo°, se
mueve en distancia, la distancia lineal
horizontal a lo largo de la cara del tu
bo, que representa
100
en acimut, de
berá ser espaciada, puesto que la cuer
da subtendida por un ángulo central.
de 500 se hace más larga a medida que
el radio aumenta. Ahora bien; como la.
longitud útil de la cara del tubo es de
5 pulgadas
(52,7
cm.), los
i°
comple
tos en acimut no podrán representarse
en la presentación espaciada a distan
cias por encima de 52.000 yardas (50.920 m.). También
es posible conmutar a presentación-
B
normal, en la cual
.100
de acimut cubren justamente la cara del tubo, abs
tracción hecha de la distancia de la zona del indicador-B.
Este tipo de presentación es muy útil para perseguir
blancos próximos, puesto que, de usar la presentación
espaciada, la presentación de acimut en el indicador se
aproximaría de manera constante a una anchura cero a
medida que la lectura del cuadrante de la unidad de per
secución en distancia se aproximara a cero yardas. Para
blancos próximos, el indicador normal ayuda considera
blemente a la identificación de rasgos importantes .de los
barcos, tales como superestructuras, cubiertas, etc.
El circuito del indicador-B está provisto de un canal
vídeo separado, capaz de dejar pasar impulsos cuyo tiem
po de elevación sea inferior a
0,05
microsegundos. Los
marcadores de distancia y acimut se mezclan con las se
ñales eco en los primeros pasos del canal vídeo, lleván
dose a cabo la acción limitativa por los últimos pasos.
Este dispositivo evita el “apelusamiento” del indicador
cuando las marcas se cruzan o cuando los blancos caen
sobre las marcas. El cátodo del tubo indicador recibe los
voltajes negativos de la señal y del marcador. La infor
mación de
oscurecimiento
horizontal y vertical se aplica a
la rejilla de mando a través de un amplificador con por
tillo. Los barridos horizontal y vertical se aplican al yugo
de deflexión magnética. En la figura 36 se muestran de
talles de los circuitos indicadores.
El motor que produce la rotación de los brazos ali’nen
tadores, además de accionar el mecanismo.de exploración
de la antena, también impele el disco de oscurecimiento
de acimut y el disco de marcas de acimut, como muestra
la figura 37. Ambos discos están interpuestos entra un
EN DISTANCIAS LARGAS
¡D5RO
wci pp.
OENT1
SiL
SISTE-
MACRO-
rIoRI_LSi8
4ICRO5EO.
.
EN DISTANCIASCORTAS
DISPARO
DESINCRO
RIZACION
DIENTE
.
976
MICROSEO.
NOSPEN-.1
-
BARRIDO
CORRIENTE
COLA
&O
DINA DE
1__lLEC-_
TORA
486 MICROSEG.
CORRIENTE
TORA
INTENSI-
PICADOR
PRIMER
N000
J
1.95CURECIDOÍl..
-..JFJCADO
PRIMERJ1 OSCURECIDO
í1
ANODO
VIDEO
IEJILLA REJILLA
MARCAS
.
CAT050 1 It 111111111 111111•1•1TTT
(LOCAL
o
JI IIIJII
-‘
RADO) 61
MICRQSDO.
CAlOSO
(LOCAL
VARIABLECONDISTANCIA
0 1111 III
SEPA
RADO) 61MICROSEG.
ñz 35
- for/$ o’eoiio!s?//ca.o’86
&
Azsvorkiíe/ectroo’orde/tuboRR/per /ar,ore
tdc/o176’$eao’/3taftci&JA9Ar// 88 XrC&7c476cortáir.
91
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CEMAR PRODUCEMARCA-TAØILIZACIONTELOSBARRIDOSEN
_—
DISTANCIA AZIMUT DISPARODE
SELECC1ODURAN-
A
CIRCUITO DE CIRCUITODE CIRCUITOOEOS
CASDE MARCASDE MARCASDE CUÇtECIMIEMTO
ISTANCIADELSECÍD
CAS DE DISTAN- DORESDE01$— DEWDEAZIMUTLAS
TANCIA DE
..O
PULSACIONESDELPOR
CIA DE9fOmts.
TILLOINTENSISICASOR
°v+1°DURAN-
OESoEL
TE EL BARRIDO
OSC1LOSC.-B.NOPERMI
DE AZIMUT TEAL
Por(rIuoINTu
lFiC4DODEPISTAN-
MARCASDEAZIMUT CIAS
ALCANZAREl.
OSCILOSC-3
IYL1R4N-E ELINTERVALODE
_______________
TORNODE4ZIMUT
- DIENTEDESIERRAVE
_______ ESTABILIZACIONDEAZIMUT
_______ __________________________________________
PORTILLOVE
(444
OSCILOSP1O-B
PRESENTAUNAZO
NA DE100POR1520m.
— BARRIDODEAZIMUT ELEGIDADENTRODE BARR1DODEDISTANCIA I2O
(AL YUGO) UNRADIODE254SOrn. (4LASEOBIÑAS
DESDELA ANTENA DELYUGO)
BARRIDODE
AZIMUT
fototubo y una fuente de luz, de ma
nera que el fototubo recibe luz sola
mente cuando las porciones ranuradas
del disco se encuentran en posición
adecuada. El disco de marcas de aci
mut lleva tres ranuras. El objeto es RANURADE
tener la ranura central enfrente del COLIMACION
manantial de luz cuañdo uno de los
brazos de a limentación de la antena FOTOCELULADELPØRTI
está en el centro de la garganta de la LLODEOSCURECIMIENTO
trompa, y tener una de las otras ra
nuras enfrente del manantial de luz
cuando el brazo alimentador se en
cuentra 8° a uno u otro lado del cen
tro de la citada garganta. Como el des
plazamiento del brazo alimentador
guarda la relación 8 : i con el despla- DISCODELPORTL
zamiento del haz de antena, por medio I7Ø
de este dispositivo podrá generarse
una marca de acimut de Esta rela- HENDEDURADE600
ción 8: r, juntamente con el hecho de DEANCHURA
que los discos están engranados para
girar cuatro veces más de prisa que los
brazos alimentadores, hace necesario
un espaciamiento de 32° entre ranuras
en el disco de marcas de acimut. Los circuitos generado
res de las marcas de acimut se disparan cada-vez que una
CIRCWTO
VIDEO
AMPLIFICAY
MEZCLALAS
SEÑAL E5,ECO
Y MARCAS
1
1
¡
CIRCWTODE
BARRI
DO DE-AZIMUT
PRODUCE
BARRIDODE
AZIMUTDE10°TANTO
PARAEL. OSCILOSCO
Pb-E LOCALCOMO
PA
RA ELOSCILO5PIO—B
INDEPENDIENTE.
FRE
CUENCIAVEBARRIDO
6 C.P.S.
CIRCUITODEARPJ
DO DEDISTANCIA
PRODUCE UN BARRI
DO DEDISTANCIADE
Y ELPORTI
LLO DE DISTANCIA.
FRECUENCIADE
BARRIDO4098C,P. .
MARCA5DEPISTANCIA
YDEAZIMUTYecos
PORTILLODE PORTILLODE
OSCURECIM1ENTODISTANCIA
AL OSCILO5COPIO-BINDEPENDIENTE
fig. 36.
-
2igri77a enh/o’ue o@/o
eie,z’or o’/s/se,za
/e/Ø6c//Oóc-O/2/o
-8.
FOTOCELULADl MARCAS
DE AZIMUT
ENGRANAJE
CONDUCTOR
DISCODE MARCAS
DE AZIMUT
(3Z°ENTREHENDEDURAS)
fi.J7
-
te,z
fotoiiie&»i’opar&
la oroo’accko’ m&reó’so” &z,?x’’,ou/6ac/ooe-
o’ oJcurecfffl/entomieatró’sgi,-a
/8 &fl88.
de estas ranuras se encuentra enfrente del manantial de
luz, y la sincronización entre la posición de las ranuras
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7/18/2019 RET 092 Septiembre 1947
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y el desplazamiento del haz se efectúa mecánicadiente a
través de un tren de engranajes.
El barrido de acimut se genera mediante un circuito
que emplea un condensador variable, cuyo eje engrana
también con el impulsor del alimentador rotatorio. Este
condensador modula la salida de un oscilador de i Mc.,
y la forma de onda resultante es rectificada para produ
cir un voltaje lineal de barrido de acimut, cuya amplitud
es proporcional al desplazamiento del haz de antena (ver
figura 38).
Durante el intervalo dé retorno del barrido de acimut,
el osciloscopio-
B
deberá oscurecerse para evitar que se
vea la traza de retorno. -Para ello se genera un voltaje
de oscurecimiento cuando la ranura de 600 del disco
queda enfrente del manantial de luz. La ranura de-
600
es lo suficientemente ancha para cubrir el intervalo de
conmutación entre los brazos adyacentes de alimenta
ción de antena. Cuando se elimina el portillo de oscure
cimiento, se aplican a la rejilla del indicador-B portillos
intensificadores sincronizados con los barridos de dis
tancia. El portillo intensificador levanta el nivel e inten
sidad del pincel electrónico hasta tal punto que la inten
sidad adicional debida a una marca o señal vídeo se tra
ducirá en modulación del barrido. En los intervalos entre
barridos de distancia, el portillo intensificador se elimina
y el tubo se oscurece. Por el contrario, cuando el portillo
de oscurecimiento está establecido, no pue4en formarse
en absoluto los portillos intensificadores, asegurando que
ninguna señal intensificará lo suficiente el pincel elec
trónico para que pueda hacerse visible la traza o huella
de retorno del barrido de acimut.
Hay que hacer notar que las marcas de acimut se gene
ran mediante una relación mecánica, mientras que los
barridos de distancia se derivan de una onda sinuosidal
controlada por un cristal. Vemos, pues, que no existe sin
crÓnización entr6 ambas funciones, ni hay seguridad de
que cada marca de acimut se confine al ancho de un ba
rrido de distancia y de que aparezca en el mismo puesto
del indicador cada vez que tiene lugar un barrido de aci
mut; todo. lo cual daría lugar a marcas con distorsión.
Para evitarló se ha dispuesto un circuito 4ue detiene la
progresión de izquierda a derecha del pincel electrónico
cada vez que aparece una marca de acimut, estaciona
miento que se mantiene justamente el tiempo necesario
para que llegue un barrido de distancia, en cuyo mo
mento este barrido es intensificado y forma la marca de
acimut en el indicador.
-
El sistema indicador-B independiente recibe del sis
tema-B local el barrido de acimut, combinado con esta
bilización, información vídeo (marcas y señal), voltajes
de oscurecimiento de acimut y de portillo de distancias.
Los restantes circuitos del sistema-
B
independiente son
similares a los circuitos correspondientes del sistema-E
local. Este sistema-E independieite va provisto de un
mecanismo tal, que el operador que coloca los cursores
sobre el centro de impactos o piques de las granadas (fi
t 38.- Coordi».ecio»entie’ioo entre/8 rotoc,’» o(-’/8dntenay /ar fc
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el mismo que en el equipo explicado. El peso de todos los
componentes, incluido el grupo generador de energía, es
aproximadamente 3.714 kilogramos. Es de presumir que
una adecuada versión de este equipo podría resultar muy
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