Reseña Diario la Capital (Rosario)

La vida más precaria(Por Juan Pablo Hudson). _ En plena expansión de la crisis financiera internacional, la periodista Florence Aubenas se empleó como trabajadora no calificada, experiencia que relata en un libro.

"Si te topas alguna vez con un anuncio breve que ofrece trabajo para el transbordador de Ouistreham, ándate con mucho cuidado. No vayas. Ni siquiera respondas. Ni te lo plantees. Olvídalo". Es una de las primeras advertencias que recibe Florence Aubenas, reconocida periodista del diario francés Le Nouvel Observateur, una vez que se interna en el mundo de las oficinas de empleo. El consejo no proviene de los burócratas que la atienden cada mañana que se presenta a consultar por las ofertas del día, sino de sus ocasionales compañeros de búsqueda, con los que intercambia datos y tips que van incorporando en su tránsito por la vida laboral precaria.

Aubenas no perdió su relevante puesto de reportera internacional a raíz del colapso financiero que desestabilizó el planeta en el 2008. La periodista y escritora se trazó un desafío ambicioso: mudarse a inicios del 2009 de París a la ciudad de Caen, capital de la región de Baja Normandía, mantener su nombre y apellido, pero modificando su historia y, en parte, su aspecto físico. El reto era vivir bajo las mismas condiciones en las que lo hacen los trabajadores no calificados que rotan de un empleo a otro a otro para poder sobrevivir en medio de una crisis global que marcó el principio del fin de los restos del Estado de Bienestar en Europa. La investigación finalizaría el día que obtuviera un contrato por tiempo indeterminado.

Las primeras semanas transcurren monótonas. Aubenas afronta entrevistas con empleadores u orientadores que desalientan sus búsquedas ante la falta de experiencia laboral en rubros claves como limpieza. Participa de los obligatorios cursos de capacitación que imponen las oficinas de empleo. Como no cobra ningún plan, zafa de participar en un curso sobre cómo crear una dieta saludable con el subsidio de desempleo. Si algo comprueba es que la búsqueda de trabajo requiere de la asunción de una rutina estricta, agotadora, incluso simétrica a la que cumple cualquier empleado: "Como cada mañana, voy a Pôle Emploi. Ya he adquirido mis hábitos: sé cuál es la impresora que funciona, el teléfono donde casi es imposible aislarse, cómo se cambia el papel de la fotocopiadora".

Pese a las advertencias, el primer trabajo que acepta es como empleada de limpieza en el transbordador Ouistreham, que comunica, a través del canal de la Mancha, la ciudad de Caen con Portsmouth, localidad del sur de Inglaterra. El salario convenido está por debajo del mínimo interprofesional. Se suma el requisito de contar con una movilidad propia, dado que no hay transportes que coincidan con los horarios de trabajo. Aubenas compra un auto viejo, destartalado, que llama el Tractor y coordina con tres compañeros para compartir los gastos.

Pero las agobiantes exigencias de su flamante empleo, requieren de ingresos económicos complementarios. Las búsquedas no se detienen nunca. A medida que asume otros puestos de limpieza en compañías tercerizadas, la periodista reconoce una consecuencia principal del estallido de la sociedad salarial: "Hoy en día uno no encuentra trabajo, sólo encuentra horas".

Sin golpes bajos

Si la creciente expansión del mercado de la no ficción ha impuesto la búsqueda de lo bizarro, de las historias extravagantes, del personaje freak que aporta infalibles notas de color, en este caso, por el contrario, abundan personas, situaciones y conversaciones absolutamente ordinarias, monótonas.

El relato de Aubenas, lejos del cinismo y el tono irónico que suele teñir el formato crónica, se caracteriza por la contención, por una tensa calma, e incluso por la opacidad a la hora de dejar entrever sensaciones internas. Allí radica su principal virtud: consigue transmitir sin golpes de efecto un clima de asfixia y opresión como consecuencia de las humillaciones diarias que infringen jefes de turno, tanto como revelar las oscuras dinámicas de funcionamiento de las agencias estatales de empleo.

Pero no todo es padecimiento. También surgen amigos como Philippe, con quien comparte almuerzos y caminatas distendidas por Caen, los cigarrillos que fuma con sus compañeras mientras observan el mar en el muelle Charcot de Ouistreham, la diversión ante chismes banales, tanto como el surgimiento de resistencias y solidaridades inesperadas.

Florence Aubenas, secuestrada durante varios meses mientras cubría la guerra en Iraq en el 2005, construye un retrato crudo de un mundo laboral que ha estallado ya sin retorno no sólo en los países periféricos sino en el mundo entero, incluido el denominado Primer Mundo.

INVESTIGACIÓN

El muelle de Ouistreham