Reflexión breve-Salmo 92

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12. El justo florecer como la palmera; crecer como cedro en el Lbano. Esta es una maravillosa promesa para todos los que andan en los caminos del Seor. A medida que avancen en aos no decaern ni se marchitarn, sino que se mantendrn vigorosos como la palmera que eleva su copa al cielo, o como el cedro cuyo tronco se va haciendo cada vez ms fuerte con el tiempo. Es muy interesante observar que el salmista escoge a estas dos especies de rboles como smbolo de duracin y de fortaleza, porque las dos se destacan en este aspecto. La palmera crece alta y recta en medio de la arena del desierto; se mantiene erguida pese a las tempestades, y verde pese a la sequedad del verano, donde otras plantas no creceran. Proporciona sombra a los cansados del camino y dtiles llenos de energa para los dbiles. Vive 300 aos o ms sin que su fortaleza se marchite. El cedro crece en las montaas extendiendo su amplio y verde ramaje a su alrededor. Su tronco se va haciendo ms robusto a medida que pasan los aos y hasta los siglos. Sus inmensas copas frondosas son la admiracin de los viajeros que visitan las montaas del Lbano. 13. Plantados en la casa de Jehov, en los atrios de nuestro Dios florecern. Existe una condicin para que se cumpla esa promesa de vigor a pesar de los aos: que el justo est plantado en la casa del Seor, esto es, firmemente establecido en su palabra y en la adoracin de su Dios. Qu son los atrios del Seor sino los lugares donde se alaba y canta? Entrad por sus atrios con alabanza? (Sal 100.4). Plantado en la casa del Seor est el que habita al abrigo del Altsimo (Sal 91.1), es decir, el que vive en su presencia constantemente, tal como canta el rey David: Al Seor he puesto siempre delante de m; porque est a mi diestra no ser quebrantado (Sal 16.8). La promesa es vlida para todo el que tiene a Dios siempre en cuenta: Reconcelo en todos tus caminos y l enderezar tus veredas (Pr 3.6). Vivir en la presencia de Dios no es slo adorarlo sin cesar, sino tambin recordar que l nos est mirando y que todas nuestras acciones, pensamientos y palabras son conocidas y juzgadas por l. De ah que, con muy buen motivo, el libro de Proverbios afirme que el temor de Dios es el comienzo de la sabidura (Pr 1.7), esto es, el temor de Dios que nos lleva a aborrecer el mal (Pr 8.13). 14. An en la vejez fructificarn; estarn vigorosos y verdes. As pues, vivir en la presencia de Dios, alabndolo constantemente y siendo gobernados por el temor de Dios es la condicin para que los justos en la vejez fructifiquen y se mantengan fuertes y vigorosos. Se conservarn as porque por su tronco y por sus ramas circula una savia que vivifica porque es la vida del E.S. que se mantiene encendida por el trato constante con Dios. Pero, los que se dan a una vida cmoda; los que cultivan los placeres de este mundo, van perjudicando su salud al exigir de su naturaleza esfuerzos mayores de lo que conviene. Estos vern que sus fuerzas decaen y que con los aos se inclinan y se acercan a su fin sin esperanza. 15. Para anunciar que Jehov mi fortaleza es recto, y que en l no hay injusticia. Dios pone por obra esta promesa no slo para beneficio de los rectos, sino tambin para su gloria. El verdor de los justos es testimonio ante el mundo de la fidelidad de sus

promesas y de su cuidado por con los que le sirven; un testimonio de su amor y generosidad que siempre supera lo que el hombre espera. Hay alguien que puede dar ms a Dios de lo que recibe? Lo poco que le damos de nuestro tiempo y de nuestro vigor y sustancia, si se lo damos con un corazn sincero, regresara a nosotros multiplicado.