Querubes

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La Puta de la casa de los querubes se encontrara con otro de su especie en el D.F. Ella me habrá dejado con la obligación de echarle agua a las lavandas de su casa, se ha ido de vacaciones con la carga de óvulos que hay en su matriz, después de darme un beso en los labios y decirme que me quiere. Bajo el smog de las más snob de las ciudades, el semen y ovulo de ambos engendrará creaturas de la misma estirpe que no nacen. Violentos seres que se quedan echados al aire por no crear lazos en un mundo malthuseano, donde no hay espacio y todos los sentimientos son de gas. Ellos yacen entre lugares donde los seres se deciden, rajan, y se matan día a día entre tacos y quesadillas que venden en las esquinas. Entre la raza de hombres que nace de óvulos distorsionados, acostumbrada a andar bajo las calles llenas de smog, escuchando canciones en inglés bajo rascacielos, hablando de Yeats, sin haber leído a Bonifaz Nuño. Suciedad, sangre, y pistola, no evaporamos.

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Poesía en prosa.

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Page 1: Querubes

La Puta de la casa de los querubes se encontrara con otro de su especie en el D.F. Ella me habrá dejado con la obligación de echarle agua a las lavandas de su casa, se ha ido de vacaciones con la carga de óvulos que hay en su matriz, después de darme un beso en los labios y decirme que me quiere.

Bajo el smog de las más snob de las ciudades, el semen y ovulo de ambos engendrará creaturas de la misma estirpe que no nacen. Violentos seres que se quedan echados al aire por no crear lazos en un mundo malthuseano, donde no hay espacio y todos los sentimientos son de gas.

Ellos yacen entre lugares donde los seres se deciden, rajan, y se matan día a día entre tacos y quesadillas que venden en las esquinas. Entre la raza de hombres que nace de óvulos distorsionados, acostumbrada a andar bajo las calles llenas de smog, escuchando canciones en inglés bajo rascacielos, hablando de Yeats, sin haber leído a Bonifaz Nuño. Suciedad, sangre, y pistola, no evaporamos.

Raza de querubes que son felices entregándose. Mientras alguien parecido a mí se queda regando unas macetas y deseando que estás sean droseras, sin agallas para salir afuera. Rabiando por no ser querube, por no ser el querube echado en una cama entre olas de espermáticas acariciando sus senos.