PSICOLOGÍA, CULTURAS YVALORES MORALES

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POLÉMICA MARÍA CRISTINA TENORIO Psicóloga-Investigadora Cali Prof. ANTHONY SAMPSON Psicólogo- Psicoanalis ta Universidad del Valle - Cali SARCóFAGO DE LETRÁN. ROMA rs, V) PSICOLOGÍA, CULTURAS Y VALORES MORALES INTRODUCCIÓN ste texto somete al examen crítico algunos de los supuestos más frecuentes en la psicología académica y que, coincidencialmente, resultan también serlo en el discurso corriente con respecto a los derechos humanos. Estos supuestos corresponden a un le- gado filosófico e ideológico que ha sido transmitido de generación en ge- neración en el mundo occidental. Cada generación, claro está, se ha apro- piado de este legado, modificando progresivamente el dispositivo inicial. Se pueden reconstruir las distintas etapas de esta historia, y comprobar la incidencia de las encrucijadas socio-políticas en la determinación del con- tenido transmitido a la siguiente generación. En primer lugar, trazamos a grandes rasgos algunas de las mutaciones más cruciales en la constitución de la noción occidental de individuo. Esto es indispensable, porque es esta historia la que es responsable de la catego- ría de individuo con la cual opera la psicología académica actual. La psico- logía tiende a desconocer este desarrollo histórico y, por tanto, su noción de individuo es aceptada sin cuestionamiento ninguno. Consecuencia directa de esta primera noción fundacional, son las no- ciones de "mente" y de la "neutralidad" de la psicología académica, que enseguida examinamos. Tratamos de mostrar en qué prejuicios heredados se sustentan tales nociones. Un universalismo de principio es invocado para postular contenidos y mecanismos ahistórico s y aculturales. Esta ideología, directamente derivada de las luchas sociales occidentales, es adoptada sin reserva y sin crítica. Ella promueve, a su vez, la omnipresente noción de "normalidad", aparentemente "neutral" en la medida en que su base es esta- dística, pero que conlleva una insidiosa carga valorativa y deontológica. Vuelve a surgir hoy día el eterno debate entre "nature or nurture", entre lo biológico y lo cultural, bajo la forma de la sociobiología y de la reciente REVISTA COlOMBIANA DE PSICOlOGIA 15

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POLÉMICA

MARÍA CRISTINA TENORIOPsicóloga-InvestigadoraCali

Prof. ANTHONY SAMPSONPsicólogo- Psicoanalis taUniversidad del Valle - Cali

SARCóFAGO DE LETRÁN. ROMA rs,V)

PSICOLOGÍA, CULTURASY VALORES MORALES

INTRODUCCIÓN

ste texto somete al examen crítico algunos de los supuestos másfrecuentes en la psicología académica y que, coincidencialmente,resultan también serlo en el discurso corriente con respecto alos derechos humanos. Estos supuestos corresponden a un le-

gado filosófico e ideológico que ha sido transmitido de generación en ge-neración en el mundo occidental. Cada generación, claro está, se ha apro-piado de este legado, modificando progresivamente el dispositivo inicial.Se pueden reconstruir las distintas etapas de esta historia, y comprobar laincidencia de las encrucijadas socio-políticas en la determinación del con-tenido transmitido a la siguiente generación.

En primer lugar, trazamos a grandes rasgos algunas de las mutacionesmás cruciales en la constitución de la noción occidental de individuo. Estoes indispensable, porque es esta historia la que es responsable de la catego-ría de individuo con la cual opera la psicología académica actual. La psico-logía tiende a desconocer este desarrollo histórico y, por tanto, su nociónde individuo es aceptada sin cuestionamiento ninguno.

Consecuencia directa de esta primera noción fundacional, son las no-ciones de "mente" y de la "neutralidad" de la psicología académica, queenseguida examinamos. Tratamos de mostrar en qué prejuicios heredadosse sustentan tales nociones. Un universalismo de principio es invocado parapostular contenidos y mecanismos ahistórico s y aculturales. Esta ideología,directamente derivada de las luchas sociales occidentales, es adoptada sinreserva y sin crítica. Ella promueve, a su vez, la omnipresente noción de"normalidad", aparentemente "neutral" en la medida en que su base es esta-dística, pero que conlleva una insidiosa carga valorativa y deontológica.Vuelve a surgir hoy día el eterno debate entre "nature or nurture", entre lobiológico y lo cultural, bajo la forma de la sociobiología y de la reciente

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escuela de psicología "evolucionaría". Un innatismopugnaz pretende abolir siglos de pensamiento reflexi-vo, reduciéndolo a la manifestación de módulos instin-tivos universales. Un darwinismo tendencioso sirve dejustificación para menospreciar la creatividad deslum-brante de las ínnúmerables culturas particulares queencuentran, cada una a su manera, "soluciones" para eldilema constitutivo de la condición humana.

Luego, realizamos algunas consideraciones con res-pecto a la reflexión ética occidental que inevitablemen-te comparte algunas de las nociones filosófico-ideoló-gicas características de toda la tradición metafísica desdelos griegos en adelante. Consideramos que, a partir desu origen, el mundo occidental ha estado marcado porla necesidad de examinarse a sí mismo en uncuestionamiento moral muy distintivo, sosteniendo asíuna tradición cultural no compartida por otras civiliza-ciones. Cada época histórica ha renovado esta indaga-ción, y en la actualidad, la "filosofía moral" es una disci-plina académica particularmente próspera en todo elmundo occidental.

En lo que concierne a los derechos humanos, estamosde acuerdo con ciertos autores que piensan que no re-quieren de fundamentación metafisica alguna. El mundooccidental contemporáneo es una cultura muy singular,en la medida en que siglos de historia han producido unasensibilidad especial hacia el sufrimiento y la crueldad queen otras épocas y en otras latitudes no se comprueba. Losderechos humanos no han sido conceptualizados, ni utili-zados como arma política, sino en la reciente encrucijadade la cultura occidental. No fueron logrados como dere-chos por los esfuerzos cogitativosde los filósofossino pormovimientos sociales y políticos, y obtuvieron reconoci-miento legal por la fuerza.

En un último punto,esbozamos la posibilidadde considerar el ascensode la doctrina de los de-rechos humanos al planode una superioridad mo-ral como algo ligado a lasestructuras axiológicasvirtuales de la narrativa.Esto será apenas plantea-do porque su desarrolloexigiría la elaboración deun texto dos veces máslargo que este.

Nuestras conclusiones,fundadas en todas las ex-posiciones anteriores, nie-gan un papel de algunaimportancia a la psicolo-

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gía académica para iluminar los dilemas morales contem-poráneos y sugieren que la psicología misma, en su ejer-cicio, no hace más que guiarse por la moral culturalcontemporánea, sin posibilidad de situarse en un puntode vista privilegiado con respecto al quehacer humano.

EL si MISMO OCCIDENTAL

La Psicología académica - la que se hace en las uni-versidades y que proclama haberse emancipado de lafilosofía - nace a finales del SigloXIX,ya bien entrada laModernidad. No nos proponemos deshilvanar todos loshilos entretejidos en la larga historia que antecedió aeste nacimiento. Elegimos uno solo que resulta crucialpara nuestros propósitos: la idea del individuo que po-see la psicología académica actual. Ésta depende, en suexistencia misma, de la noción moderna de un indívi-duo libre, dotado de una interioridad absolutamenteprivada, pero al mismo tiempo conmensurable con lade todos los demás. Así, curiosamente, el individualis-mo más acentuado combina bien en la moderna psico-logía académica con la medición, la cuantificación y laestipulación de criterios de "normalidad".

Como muchos otros modos de pensamiento, la psico-logía es una invención del Occidente. Su paternidad pue-de atribuirse a Platón, pero desde él en adelante los filóso-fos de la tradición occidental, casi sin excepción, se ocu-parán igualmente de ella. Las concepciones académicasactuales corresponden a una visión de la persona y de lasrelaciones interpersonales basadas, no sólo en este presti-gioso legado, sino en la constante evolución de la nociónde individuo en Europa y Norteamérica l. Los estudios dehistoriade lasmentalidades de lasúltimasdécadas, asícomola antropología cultural, han permitido mostrar hasta qué

punto la concepción de in-dividuo o persona, a la queestamos habituados y que co-rresponde a nuestra manerade pensarnos, no es univer-sal sino específicaa la culturadel Occidente moderno. li-gada al racionalismo en el si-gloXVII,a la Ilustración en el:xvm, y al liberalismoy desa-rrollo del capitalismo en lossiglosXIXYxx, la noción ac-cidental de individuo se haido constituyendo en un lar-go proceso, algunas de cuyasetapas sucesivasconvienehas-quejar para hacer resaltar al,gunos de sus principalescorn-

Esta es una historia bien documentada y la bibliografía esvasta. Señalamos por su particular importancia el libro deCharles Taylor, Sources of the Self, Cambridge, Massachusetts,Harvard Universitv Press. Igualmente, destacamos el ensayode Amélie Oksenberg Rorty, "A Literary Postscript:Characters, Persons, Selves, Individuals", en The Identitiesof Persons, Amélie Oksenberg Rorty (ed.), Berkeley, Los An-geles, London, University of California Press, 1976. Rortymuestra la sucesión de las distintas etapas en la constitucióndel individuo moderno, pero al mismo tiempo aclara quepueden coexistir en una jerarquía inestable - particularmen-te en el momento actual. Esto hace que se pueda recurrir auna u otra versión de acuerdo con las circunstancias. Aclara-mos, además, que en el presente texto no nos interesa dife-renciar conceptualmente las ideas, afines pero distinguibles,de sujeto, persona, individuo, sí-mismo. Por eso, nuestraelección terminológica variará según el contexto.

2 Para no alargar la historia, omitimos toda referencia a lacivilización griega, la que inaugura la tradición occidental.Así mismo, nos vemos forzado, a evitar consideraciones res-pecto a la contribución judeo-cristiana a la noción occiden-tal del sí mismo y, por decirlo así, abordamos el tren enmarcha pero en una de sus estaciones más decisivas. ponentes- .

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3.) El liberalismo de la Revolución Francesa y de laIndependencia Norteamericana reafirma los principiosde la Ilustración pero, además, eleva a la categoría deDerechos Universalesuna serie de anhelos que la lucharevolucionaria e independentista había convertido enleit motivo Lo que eran demandas de grupos ilustradoscontra una autoridad monárquica basada en los privile-gios económicos, politicos y sociales de unos pocos, seconvierten en reivindicacionespara todos los hombres(al principio, claro está, no se tenía en cuenta a las mu-jeres),para todos los tiempos y para todos los países 4 •

La emancipación de las colonias norteamericanas deldominio de una lejana corona inglesa, que prohibía ellibre comercio, se convierte en el derecho ciudadano ala búsqueda de la felicidad.

Como resultado de este origen -burgués (es decir2.) La Ilustración desprende de la comunidad a un ligado a la victoria de una clase comerciante) y liberal-

individuo cuya existencia no depende de la pertenen- la noción occidental del individuo tendrá característí-cia a una colectividad, sino de los supuestos convenios cas que corresponden al triunfo de personas indepen-o contratos sociales pactados libremente. Los hombres dientes sobre agrupaciones socialestradicionales: la Igle-son libres de elegir sus asociaciones y sus normas; no sia, la nobleza, la familia. Los ciudadanos, quienes hanestán determinados ni por su filiación,ni por sus víncu- logrado imponer sus metas y fines por encima de loslos a ningún estamento corporativo. Lamonarquía del privilegios de pertenencia o de cuna, pactan los príncí-antiguo régimen había instituido un sistema jerárquico pios que regirán de allí en adelante sus vidasy las de losde privilegiosy de excepciones. Cada cual ocupaba el demás. LosDerechos del Hombre y del Ciudadano sonlugar que por nacimiento le correspondía. El honor se decretados por la AsambleaNacional de 1789, en su ca-heredaba y la valla personal no tenía que demostrarse lidad de representante del pueblo francés. Estos dere-en hechos y acciones. LaIlustración, en cambio, reivin- chos son declarados naturales y se pretende que ladicó la igualdad natural como el principio nivelador y lucha por conquistarlos no es más que la restauracióncada ciudadano pactaba con todos los demás - índíví- del orden natural de las cosas, que había sido tergiver-dualmente - la norma social. Cada individuo autónomo sado por una monarquía corrupta y usurpadora. Care-quedaba, así, investido de dignidad personal y la autori- ciendo de una base trascendental sobre la cual erigir eldad legislativasólo era delegada en sus representantes. nuevo régimen, se sacralizaa la Naturaleza para encon-

Simultáneamente, entonces, al individuo se le con- trar la legitimidad anhelada. Curiosamente, la formula-cibe como dotado de un sentido moral interno, una ción inicial reza así:Estos derechos son la libertad, lacompetencia intuitiva para distinguir entre el bien y el propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.mal.Yano es simplemente el viejo cálculo de las conse- (A la propiedad, como derecho natural, se le dedicacuencias, en este mundo o en el otro, de los premios y incluso un artículo especial, el 17, que la declara dere-los castigos. Lamoralidad habla desde adentro, es una cho inviolable y sagrado).voz interna a la que hay que prestar oído y que la natu- Esta idea de los derechos como algo inherente a laralezaha puesto en nosotros. ElRomanticismoenfatizará naturaleza humana, una íntima esencia en la que tarn-lasingularidadde cada in- 3 Existe una polémica con respecto a la lectura correcta de bién se funda todo ordendividuo, pues la voz in- Descartes. Algunos sostienen que la interpretación del cogito moral -yno como resultadotema es en cada caso úní- como intuición de un yo sustancial, como observación de sí, de lo que Norbert Elias lla-ca y tiene algo propio es una interpretación errónea de las Meditaciones, de la cual ma "El Proceso de la Civili-

Descartes no es responsable. Es probable, en efecto, que seaque decir. El individuo una mala lectura. No obstante, es la que ha influido enorme-debe seguir sus admoni- mente obre la psicología académica.ciones para ser auténtico 4 Christine Fauré, Las Declaraciones de los derechos del hom-y. para realizarse a sí mis- bre de 1789, Fondo de Cultura Económica, México, 1995

(Ed. original, Pavor, París, 1988).mo plenamente. 5 Norbert Elias, El Proceso de la Civilisscián, México, FondoRousseauyHerder son las de Cultura Económica, 1987.

1.) Descartes es considerado generalmente, con osin razón' , como el pensador que configuró de maneradecisivaal sí mismo moderno. Su versión del dualismomente - cuerpo ahonda y radicaliza la dicotomía griegaoriginal. El alma, o mente, es concebida como pura rescogitans en oposición a la res extensa. Mente y materiason, así, las dos grandes divisiones, mutuamenteexcluyentes, en las que Descartes escinde el universo.Después de su exhaustivo dubito, que abarca la totali-dad de la experiencia sensorial y la enseñanza tradicio-nal, la única certeza que le queda es la de un ego pen-sante, capaz de reflexionar sobre sí mismo y plantearsecomo fuente de sus certidumbres. El cogito, "pienso,luego existo", hace del yo individual - que ya no se de-riva de la tradición colectiva ni de la Revelación - ellugar íntimo de las ideas innatas, "clarasy distintas", res-pecto tanto del mundo como del sí mismo.

dos figuras que encaman ejemplarmente esta posición.

zacióri'v- genera la falacianaturalista en la que ciertossectores contemporáneos seapoyan para reclamar nue-vosderechos que también selegitimarían en esta misma

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naturaleza humana 6.

En resumen, el hombre autónomo, dueño de su vo-luntad, sede de una moralidad de la que la naturaleza leha dotado, autor de actos legítimos que lo emancipande la opresión abusiva y separado de los demás por unapropiedad privada que le garantiza su intimidad y leprotege de intrusiones indeseadas, se constituye en elmodelo del individuo occidental que la psicología aca-démica adopta como suyo. Los hombres se reconocennaturalmente libres de ataduras, libres de lasconstricciones y coacciones de "contextos" que los de-terminan, pues ellos se autodeterminan. Agrandes ras-gos, es éste el sí mismo con el cual opera la psicologíaacadémica contemporánea.

LA "NEUTRALIDAD" DE LA PSICOLOGíAY SU "MENTE" UNIVERSAL

La psicología académica, desde su aparición en laAlemania del SigloXIX,ha sido altamente controversial.Lapolémica de inmediato se entabló entre las dos gran-des corrientes que escinden el campo de los estudiospsicológicos. En gran medida, esta escisión correspon-de a la polarización entre los partidarios de la "naturale-za" y los que ponen la primacía en la "cultura". ¿Es lapsicología una ciencia de la naturaleza, o es una cienciadel sentido? ¿Debe estudiarse la maduración - fundadaen lo biológico - o debe estudiarse el aprendizaje - fun-dado en la experiencia? ¿Cúaldebe ser su meta: la expli-cación o la comprensión? WilhelmWundt, el padre dela psicofísica, es la viva encarnación de esta Spaltungoriginaria: escribió tratados tanto sobre psicología fisio-lógica como sobre la psicología de los pueblos. Lapre-ocupación constante ha sido la de determinar cuánto sedebe, en el desarrollo, a la naturaleza y cuánto al apren-dizaje, qué parte de nuestras conductas está predeter-minada por la biología y qué parte por la experienciadel aprendizaje. Teorías y métodos tienden a contrapo-nerse simétricamente: el atomismo al holismo, los me-canismos a las intencionalidades, lo cuantitativo a locualitativo, lo físico a la historia, la cosa a la conciencia.

Sin embargo, esta re-partición del campo de lopsicológico en dos extre-mos no es tan nítida y ta-jante. Pues una profundaambigüedad es comparti-da por ambos bandos.Aunque algunos rompencon la idea de una psico-logía "naturalista" y reco-nocen la importancia dela experiencia cultural,

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ésta es concebida en términos de la población modernaoccidental de clase media y alta - europea y norteameri-cana - que ilícitamente se generaliza para todas las cul-turas y épocas. y, a la inversa, los entusiastas de la cien-cia "universalista", sin percatarse de ello, adoptan crite-rios estrechamente eurocentristas para definir los pro-cesos cognitivos "universales"; y de este modo tambiénterminan por imponer subrepticiamente una visión delmundo culturalmente circunscrita.

En todo caso, lo novedoso de la psicología que nacecon el SigloXXes su aspiración a alcanzar una eficaciapráctica. Tanto innatistas como desarrollistas compartenla convicción de que la psicología "científica" - es deciremancipada de la filosofía - posee una capacidad para laformación y transformación de los modos de vida de losindividuos, las relaciones entre los seres humanos a ni-vel grupal y organizacional, y las modalidades deinteracción entre el individuo y la comunidad y las ins-tituciones de que se compone su cultura. Se puede co-nocer cómo se conoce, se puede pensar cómo se pien-sa; por ende, se puede formar para conocer y pensar.Nacen una técnica del desarrollo y una conciencia delos fines y metas hacia los cuales debe dirigirse el desa-rrollo. Es apenas evidente que el telón de fondo desemejante concepción es el de una sociedadmasivamenteescolarizada e industrializada. Y tanto la escuela, comola gran industria, serán justamente los primeros benefi-ciarios de la nueva eficacia de la psicología. Luego, so-bre todo después de la Primera y la Segunda GuerrasMundiales, también lo será la institución militar.

Ahorabien, siRousseauhabía propuesto precozmenteun modelo de crianza y educación que pretendía mo-delar afectivae intelectualmente a los niños, sólo será amediados del siglo XXcuando los padres occidentalesempiezan a sentirse concernidos por la inteligencia y laconducta de sus hijos. Hoy en día, en nuestro Occiden-te escolarizado, resulta casiuna perogrullada afirmarquelos niños adquieren la personalidad que sus padres lesconfieren (sea por herencia biológica o por la vivenciainfantil), y que la inteligencia se fomenta mediante laestimulación temprana.

Por otra parte, la prolife-ración de las terapias ennuestra modernidad occi-dental lleva, cada vez más, aescudriñar en nuestra con-ducta y a intentar desentra-ñar las secretas razones delcorazón. Dostoyevskidijo al-guna vez que todos los es-critores rusos de su genera-ción habían salido de deba-jo de "LaCapa" de Gogol.

6 Por ejemplo, se lucha actualmente por que se reconozcan losderechos de los niños, entre ellos el de no tener que vender sufuerza de trabajo. Nos solidarizamos con estas reivindicaciones,pero forzoso es admitir que no tienen nada de naturales y másbien todo de culturales. A lo largo de la historia, en todas lascomunidades agrícolas y artesanales, los niños se han formadoa través del trabajo al lado de sus mayores, y no en la escuela.Esta preparación para la vida a través del trabajo ha sido enmuchísimas sociedades la forma privilegiada de crianza. ¿Pode-mos hablar entonces de un derecho natural a vivir los añosinfantiles en la escuela y en el juego? Estos reclamos claramenteson engendrados por las transformaciones sociales, familiares ylaborales de los últimos años, y sobre todo por la "universaliza-ción" de la escolaridad, para ambos sexos.

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Sepuede decir,análogamente, que todas laspsicoterapiasoccidentales han salido de debajo del diván de Freud.

En esto es preciso reconocer que la psicología halogrado - para bien o para mal - independizarse profe-sionalmente de la filosofía. Definitivamente, la terapiale ha quedado reservada. Porque no siempre se recuer-da que, desde sus albores, la filosofíaoccidental tuvo laíntima misión de ocuparse del alma y de su curación.LasEscuelas antiguas de filosofía eran mucho más quemeras academias para la enseñanza y propagación desus distintivas doctrinas". Sobre todo, eran comunida-des en las que se pretendía instruir en el arte de vivir,en las que se enseñaba a curar las afecciones del alma yalcanzar una plenitud de paz y sosiego. Esta vocaciónterapéutica ya no caracteriza a la filosofía, pero aun asímuchos son los filósofos contemporáneos que prego-nan que sus teorizaciones aportan el remedio, si no parael sufrimiento inherente a la condición humana, al me-nos para las preocupaciones infundadas e insensatas" .

En cambio, muchas son las escuelas psicológicas ac-tuales que, al mismo tiempo que promueven la produc-ción de conocimientos sobre 'cómo se modela la perso-nalidad o la conducta, también propician activamenteintervenciones ortopédicas para producir el tipo de adul-tos que se estima deseable. Lo que explícitamente sepretende es un control operativo, a largo plazo, sobrelas así llamadas patologías y desviaciones. Todo proyec-to de ingeniería humana se funda en esa extraña e in-quietante categoría que ha prosperado de un modo in-audito en la sociedad moderna: "la normalidad". Lasprácticas discursivasde los nuevos expertos que comen-zaron a pulular (en des-medro del médico fami-liar y del consejero espi-ritual) a partir del sigloXIX:psiquiatras,pediatras,psicólogos, trabajadoressociales, fonoaudiológos,sexólogos, demógrafos,ortodoncistas - su núme-ro es legión - invocan demanera constante y masi-va la noción de "lo nor-mal". Es tal su imperioque, según Ian Hackíng?,la normalidad ha logradodesplazar al ideal de laNaturalezaHumana de laIlustración. Pero lo insi-dioso del término es queoscila sutilmente entredos acepciones simultá-neas: designa lo que es,

lo que efectivamente existe, y también designa lo quedebe ser. Esdecir lo descriptivo encubre lo prescriptivo,pasando así de contrabando una reglamentación moraly altamente valorativaque no se enuncia como tal. Puesno hay normalidad sino sobre el fondo de una posibleanormalidad, una desviación de la norma, alguna formade patología. Como lo anota Hacking, "normalmente"no calificamos un pastel de "normal", un puente de"normal" o un lago de "normal"... a menos que estemospensando en un lago que no está polucionado, en unlago sano, no patológico.

Este empleo habitual de "lo normal" es una clara ex-presión del grado al cual la sociedad contemporáneaestá permeada por fuerzas y agencias dedicadas a la la-bor de normalización, de regulación y de supervisiónde la conducta. Laangustia más corrosiva que invade alciudadano común y corriente es la de no ser clasificadocomo normal, por una razón u otra. Para ser normal,hay que ser ortodoxo y conformarse a la normaw .

Debajo de la normalidad, entonces, se oculta un mo-delo ideal de funcionamiento individual, que se erige apartir de los resultados de investigaciones y medicio-nes, en combinación con la teoría de la inferencia esta-dística. Curvas y pruebas de inteligencia especialmentediseñadas para obtener una distribución normal de re-sultados; pruebas de personalidad y de aptitudes; clasi-ficaciones psiquiátricas; existe una auténtica manía porhallar el promedio, la medida precisa que fije el "perfil"deseado y descarte la desviación indeseable.

Lapsicología académica se ha encargado de estable-cer estos patrones en todos los ámbitos de la vida: la

relación conyugal,la relaciónpadres-hijos, la relación pro-fesor-alumno, la relación pa-trón-empleado, la relaciónentre los miembros de la or-ganización o institución.Una vez definidos los com-portamientos "adecuados" yfuncionales para cada tipode relación, se diseñan téc-nicas de intervención parahacer que las conductas seconformen a la norma. Peroel patrón mismo es determi-nado en términos estadísti-cos, es decir que el diseñode la prueba presupone lanormalidad que se buscaobtener. Es un movimientoperfectamente circular. Latécnica antecede a la teoríay a la reflexión que se con-

7 Cf. Pierre Hadot, Exercices Spirituels et Philosophie Antique,París, lnstitut d'Erudes Augustiniennes, 1993; P.Hadot, Qu'est-ce que la philosophie antique?, París, Gallimard, 1995; [ackiePigeaud, La maladie de FOme: Etude sur la relation de FOmedans la trsdition médico-phllosophique sntique, París, Les BellesLettres, 1989; Folies et Cures de la Folie Chez les Médedns del'Antiqulté Gréco-Romsine, París, Les Belles Lettres, 1987;J.Pigeaud, Aristote, L'Homme de Génie et la Mélancolie,Probléme xxx, 1, París, Rívages, 1988; Martha C. Nussbaum,The Therapy of Destre, Princeron, Princeton University Press,1994.

8 Wittgenstein, Gilbert Rvle y Richard Rorty son apenas trescuyo recuerdo acude espontáneamente en este contexto, perosería fácil encontrar citas en otros muchos filósofos para ilus-trar esta afirmación.

9 lan Hacking, "Normal People", en Modes of Thought:Explorstions in Culture and Cognitíon, David R. Olson &NancyTorrance (eds.), New York, Cambridge University Press, 1996,p. 59-71.

10 "Los ortodoncistas enderezan los dientes de los niños, los me-joran. Obligan a los dientes a ser como los de los niños norma-les, una estructura dental puramente descriptiva pero, por su-puesto, la que las bocas de los niños deberían tener. Las clasesmedias gastan una fortuna en frenos, y sus hijos soportan du-rante años una especie de clitorodectomía o circuncisión oral,todo en honor al gran dios Normal". Op.cit. , p. 65.

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vierten en justificaciones a posteriori, a menudocrasamente ídeológícas'".

Así, con el transcurrir del tiempo, las pruebas psicoló-gicas se aplicaron a poblaciones culturalmente diversas.Pero el interés, muy de acuerdo con la nociónevolucionista de un supuesto pensamiento primitivo pre-lógico, era el de confirmar las desviaciones de estas po-blaciones con respecto a la norma: la de los individuosescolarizados occidentales que habían servido de patrónpara la construcción de la prueba. Un pertinaz prejuicioracionalista impedía contemplar que podía haber modosde pensamiento distintos a los occidentales y organiza-ciones psíquicas con sensibilidades y gamas emotivas am-pliamente divergentes con respecto a la mentalidad occi-dental.

Pues toda la psicología occidental (expresión emi-nentemente pleonástica) se ha ido construyendo du-rante milenios sobre el supuesto de una universalidadde la mente (opuesta al cuerpo), de una uniformidadnatural de los sentimientos, y de una tensión esencialentre las "pasiones" y la "razón". Desde su nacimiento,la psicología ha estado imbuída del desmesurado orgu-llo griego (bybris sería el término adecuado en estecontexto) que atribuyó la diversidad cultural a la barba-rie o a la decadencia moral.

Todo ello implica que se parta de una especie deaxioma indemostrado e indemostrable: existe una men-te universal normal que puede sucumbir ante afeccio-nes universalmente pre-sentes. En efecto, la me-dicina -que en gran me-dida ha demostrado launidad neuro-fisiológicade la humanidad- tam-bién ha impuesto su mo-delo psiquiátrico de lanormalidad mental. Ma-nuales como el DSM, ensus sucesivas versiones, es-tablecen el catálogo de to-das las enfermedades,síndromes y demás per-turbaciones psíquicas po-sibles (para cómodo usode las compañías de segu-ros). Esta gnoseología seemplea para diagnosticary luego tratar, y asignartarifa al tratamiento, a to-dos los habitantes del pla-neta. Sin embargo, la evi-dencia transcultural noconfirma este isomorfis-

mo entre la dotación neurofisiológica y la dimensiónmental. Louis A. Sass, en su notable estudio de las rela-ciones entre la locura y la modernidad" , ha mostrado,por ejemplo, la extrema precariedad del diagnóstico de"esquizofrenia" (invención de la Escuela Suiza de psi-quiatría, en particular de Eugen Bleuler''") cuando seignoran, por petición de principio, las particularidadesculturales. Philip Cushman, en su historia cultural de lapsicoterapia, no titubea en afirmar contundentemente:"No existen enfermedades universales como tampocoexiste un sí mismo universal"!".

Es preciso tomar un claro partido: no existe una men-te universal que contendría de manera innata los mismoscontenidos y los mismos módulos operativos. Muchos,aunque no todos, de los partidarios de la actual escuelacognitivista, seguidores, a sabiendas o no, de los postula-dos de Chomsky, no vacilan en resucitar el ideal del siglode las luces, "la naturaleza humana", dándole nueva vidabajo la forma de la "mente humana". Un darwinismo, dediscutible fiabilidad, sirve de caución científica para esteempeño, como lo revela de manera palmarla toda la ac-tual corriente de la llamada psicología "evolucionarla"en la que Steven Pinker, discípulo de Chomsky, halla ins-piración para sus "instintos" universales. Era inevitableque el innatismo chomskiano, y su supuesto "órgano dellenguaje", condujeran, tarde o temprano, al moralismonaturalista de Pinker'" y su "instinto del lenguaje". Se-gún este último, también la "Justicia: el sentido de los

derechos, las obligaciones yel justo merecido, incluyen-do las emociones de ira yven-ganza", formaría parte de unaespecie de módulo o familiade instintos absolutamenteuníversales-" , Desde estaperspectiva pinkeriana, en-tonces, la milenaria discusiónsobre la justícía'? ha debidozanjarse de un modo muysencillo: "haz lo que tusgenes te digan". Desafortuna-damente, la jurisprudenciamoderna ha dictaminadoque "la ira e intenso dolor"ya no constituyen móvilesaceptables para absolver elasesinato. iO temporal (Omores!

En últimas, volvemos a lavieja controversia fundado-ra de la psicología occiden-tal: lo cultural versus lo bio-lógico. Consideramos que

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11 Uno de los últimos de estos ejercicios "académicos" es el librode Richard J. Herrnstein y Charles Murray, The Bell Curve(New York, The Free Press, 1994), que pretende demostrarestadísticamente que los negros son incurables y hastabiológicamente inferiores a los blancos y asiáticos.

12 Louis A. Sass, Madness and Modernism, Cambridge,Massachusetts, London, England, Harvard University Press, 1994.

13 Cr., Jean Garrabé, Histoire de la Schizophrénie, París, Seghers,1992; Eugen Bleuler, Dementia Praecox ou Groupe desSchizophrénies, París, E.P.E.L. - G.R.E.C., 1993.

14 Philip Cushman, Construcdng the SeU; Constructing America: A Cultural History of Psychotherapy, Reading, Mass., Addison-Wesley Publishing Co., 1995, p. 25. Véase igualmente ArthurKleinman, "Do Psychiatric Disorders Differ in DifferentCultures?", en Tbe Culture and Psychology Resder, Nancy RuleGoldberger & Jody Bennet Veroff (eds.), New York, New YorkUniversity Press, 1995.

15 Steven Pinker, The Language Instinct: How the Miad CreatesLanguage,New York, William Morrow and Company, Inc., 1994;y How the Mind UVrh, New York, w.w. Norton & Company,1997.

16 Tbe Language Instincc How the Mind Creates Language, NewYork, William Morro"w and Company, Inc., 1994, p. 420.

17 ". ¿Qués la justicia?' No hubo pregunta alguna que haya sidoplanteada con más pasión, no hubo otra por la que se hayaderramado tanta sangre preciosa ni tantas amargas lágrimascomo por ésta; no hubo pregunta alguna acerca de la cualhayan meditado con mayor profundidad los espíritus más ilus-tres, desde Platón a Kant", Hans Kelsen, iQué es h JUSdCÚl?,Buenos Aires, Leviatán, s.f.

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• MARIAC. TENORIO-ANTHONYSAMPSON PSICOLOGfA, CULTURAS Y VALORES MORALES

esta discusión es vana y estéril. Nadie puede pretender,hoy en día, que el recién nacido es una pura tabularasa carente de toda predeterminación genética. Laes-pecie humana no tendría por qué ser la única en esca-par de su condición animal. Lapsicología académica hademostrado, convincentemente, que el neonato viene~ mundo provisto de un repertorio supremamente so-fisticado de dispositivos innatos que - si vienen todosintactos, y si todo va bien en el entorno - se activarán yfuncionarán en un movimiento imparable de desarro-llo. En lo único en que hay que discrepar es en lo queconcierne al desliz que hace pasar de manera automáti-ca del nivel de lo que Vigotski llamaba las funcionespsíquicas inferiores al nivel de las funciones psíquicassuperiores. Es en esta cuerda entre lo profundo (infe-rior) y lo superficial (superior) donde siempre se habalanceado la empresa chomskiana.

Tampoco es admisible que las escalas de valores y laspreferencias morales corrientes en el mundo occiden-tal contemporáneo sean erigidas en el telos al que ine-vitablemente conduce la evolución de la especie huma-na. y es este el paso que algunos de los adeptos de lasociobiología y de la psicología evolucionarla efectiva-mente se permiten dar - sin percatarse de la cáscara debanano que pisan. El traspiés es tan infortunado comoinevitable. Pues se toma lo que es un resultado particu-lar - la experiencia occidental que, con respecto a laacumulación histórica de la vivencia humana, es cierta-mente un modelo muy parcial -y se lo eleva a la catego-ría de lo que la evolución tenía forzosamente que alcan-zar. Habría que hacer un estudio de la forma degradaday tendenciosa como el darwinismo ha sido asimiladopor la psicología académica. Pues el darwinismo no sólonació en una intensa lucha ideológica, sino que ha guar-dado desde el principio una íntima relación recíprocacon visiones del mundo ideológicamente muy sesgadas.A los sociobiólogos y a los psicólogos evolucionarlos,ro que les preocupa es sobre todo cómo explicar la con-ducta moral del hombre, particularmente el altruismo,tan anómalo, según cierta interpretación del darwinismo.Su explicación consiste, paradójicamente, en postularun egoísmo a ultranza para dar cuenta de actos de auto-sacrificio:el egoísmo del gen que computa "sus" posibi-lidades de reproducción y "sabe" que, aunque sea in-molado su portador, garantizará así "su" propia supervi-vencia, ya que el cercano parlente que lleva un genomacasi idéntico será el beneficiado por el acto de altruis-mo. Así,la moralidad del animal humano, que nos satis-face íntima y narcísís-ticamente, sería el pro-ducto de una evoluciónciega, que no respondemás que a un programa

automático. De este modo, la gente en todos los luga-res y en todos los tiempos siempre habría demostradoelegir "darwinianamente" las mismas opciones mora-les.

Hasta jerry Fodor, uno de los mentores principalesde Pinker, ha tenido que tomar partido públicamentecon respecto a este desliz. En una reseña crítica del úl-timo libro de Pinker y de otro de Henry Plotkín'" , Fodorse ve obligado a precisar que su tesis sobre lamodularidad de la mente no lleva necesariamente a unaconfluencia con el darwinismo psicológico. El llamadoneo-racionalismo de cierta psicología cognitiva no con-lleva ineluctablemente, según él, al "producto" quePinker quiere "vender" y que él, Fodor, no quiere deninguna manera "comprar":" .

Una cosa es el encapsulamiento modular de los su-puestos procesos automáticos y obligatorios de compu-tación informacional, y otra su integración para la gene-ración de sentidos. Sería muy lindo, dice Fodor, podercreer, como lo aparentan Pinker y Plotkin, que no nece-sitamos más que la noción de computación que nos dioAlan Thring. Sin embargo, las limitaciones de esta con-cepción se revelan dramáticamente en la psicología delsentido común, que verosímilmente exige la globalidadde la cognición. Si hay algo que el computador ignora,es el sentido común. Un computador solo, frente almun-do externo, no sobreviviría más de cinco minutos, pueses más inerme aún que un recién nacido.

En resumen, Fodor declara que "si..; hay una comu-nidad de computadores que vive en mi cabeza, tieneque haber alguien que esté a su mando; y, lpor Dios,que seayo!". Ese "yo", indefinible, pero inevitable, es elque toma las decisiones, que integra las informaciones,que evalúa y que juzga. Pero evalúa y juzga, y discierneentre el bien y el mal, de acuerdo con las escalas devalores y prioridades morales que su cultura le ha incul-cado.

Estamos en todo nuestro derecho de preferir las elec-ciones morales que nuestra sociedad pregona, porquesomos miembros de ella. Es por eso por lo que nosparecen los derechos humanos apenas naturales y ob-vios. Ypodemos conceder, en gracia de discusión, queesta concepción universalista quizá sea moralmente "su-perior" a otras concepciones morales menos generosas.Pero no se puede olvidar que esta es una concepcióncultural e históricamente determinada. Por lo demás,por más que intuitivamente nuestra visión universalistanos parezca superior, habría que demostrar en qué con-

siste esta supuesta superio-ridad. En todo caso, si nosparece preferible a modelosimperantes en otras civiliza-ciones y culturas, se trata de

18 Steven Pinker, How the Mind ll-brks, op.cít.; Henry Plotkin,Evolution in Mind: An Introductíon to Evoludonary Psychology,Cambridge, Massachusetts, Harvard Universitv Press, 1998.

19 Jerry Fodor, "The Trouble with Psychological Darwinism", TheLondon Review oi Books, Vol. 20 N° 2, enero 22 de 1998, p. 12.

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POLÉMICA

una adhesión y aprobación sentimental o afectivamentedeterminadas. Dicho en otros términos, el intento defundar los derechos humanos en la "razón universal" esel desconocimiento de los motivos "írrracionales" quenos instan a promoverlos. Una educación sentimentalespecíficamente moderna es la que ha generado unaafectividad peculiar, no comunmente compartida porotras culturas y no conocida en toda época en el Occi-dente mismo.

Pues, sin duda, los sentimientos occidentales no hansido siempre los mismos. Han sido históricamente trans-formados y modelados para que los derechos humanosnos resulten no sólo un asunto de moralidad, sino, so-bre todo, una evidencia. Lossentimientos, en otros tiem-pos y en otros lugares, no han sido socialmente mode-lados en esa misma dirección, y por eso allí las prefe-rencias inmediatas no concuerdan con las que a noso-tros nos parecen obvias, racionales y naturales. Si hayalgo que la psicología académica ha tendido siempre aignorar, es la historia cultural de la determinación delos senttmie ntos?". Pues su compromiso con elracionalismo dogmático la ha llevado a presuponer alos sentimientos humanos una identidad constante y unacontinuidad ininterrumpida desde los simios hasta lascivilizaciones más brillantes (de nuevo un darwinismore-interpretado para universalizar un producto históri-co particular).

Por el otro lado, la primacía conferida a la racionali-dad ha instituido un divorcio radical entre el pensa-miento y los sentimientos. Kant es la figura en la queculmina este legendario repudio de la dimensiónafectiva para la regulación de los asuntos humanos, yespecíficamente morales. La psicología académica, quetanto le debe a Kant, ha fraccionado la vida mental enfacultades, aislando a loafectivo en un comparti-miento sin conexión conlo cognitivo. Además,como ya lo hemos señala-do, los sentimientos, enla psicologíaevolucionaria, se postu-lan no sólo comointraespecíficamenteconstantes sino inclusointerespecíficamente con-tinuos.

Sólo en las últimas dé-cadas ha comenzado lapsicología cultural a ex-plorar y comparar la di-versidad de los registrosemocionales que síngula-

22No. 7 AÑo MCMXCV111U. NACIONAL DE COlOMBIABOGOTÁ, D.C.

rizan a la experiencia afectiva de las culturas humanas.Estos estudios concuerdan con las investigaciones his-tóricas de civilizacionespasadas en que la gama y sutile-za de los sentimientos no pueden limitarse al reperto-rio de los afectos de la cultura occidental contemporá-nea (que también es una selección y sedimentación deun largo proceso histórico). Es más, la imbricación delsentimiento con el pensamiento hace insostenible la tra-dicional división en facultades. Michelle Rosaldo, pre-maturamente desaparecida en un accidente durante unaexpedición de campo, pero póstumamente célebre porsus estudios sobre los afectos entre los Illongot, unaetnia de cazadores de cabezas en las Filipinas, escribe losiguiente:

[...] el reconocimiento del hecho de que el pensa-miento siempre es moldeado culturalmente e imbuidode sentimientos, los cuales a su vez reflejan un pasadoculturalmente ordenado, sugiere que, así como el pensa-miento no existe aisladode lavida afectiva,así también elafecto está culturalmente ordenado y no existe separadodel pensamiento. En lugar de considerar a lacultura comouna fuente "arbitraria"de "contenidos" que son procesa-dos por nuestras mentes universales, se hace necesariopreguntar cómo pueden los "contenidos" mismos afectarla "forma" del proceso mental. Y luego, en lugar de con-siderar a los sentimientos como un dominio privado (amenudo animal y presocial) que es - irónicamente - lomás universal y; al mismo tiempo, lo más particular del símismo, sería más sensato pensar las emociones no comoalgoopuesto alpensamiento, sino como cognicionesqueimplican al "yo mismo" inmediato, carnal - como pensa-mientos encarnados [...]. Los sentimientos no son subs-tancias que puedan ser descubiertas en nuestra sangre,sinoprácticassocialesorganizadasen narracionesque efec-

tuamos y que relatamos. Sonestructurados por nuestrasformas de entendimiento!' .

20 Alasdair Maclntyre, uno de los más importanes pensadorescontemporáneos de la moral, lo ha formulado con gran preci-sión: " ...en diferentes culturas los deseos y las emociones sonorganizados de modo diferente y por lo tanto no existe unapsicología humana invariable. [...) en una etapa cualquiera deldesarrollo histórico de una cultura en particular los patronesestablecidos de emoción, deseo, satisfacción y preferencia sólose entenderán adecuadamente si son entendidos como expre-siones de alguna posición moral y evaluativa distintiva. Laspsicologías comprendidas así expresan y presuponen moralida-des. [... ) al conceptualizar y comprender a las pasiones de unamanera más bien que de otra, de hecho al tratar a las pasionescomo parte de la naturaleza definida independientemente de lacultura y no como una expresión de la cultura, ellos (= muchosfilósofos morales modernos y sus ancestros los sofistas) ya adop-taban un punto de vista evaluativo en particular, derivado de lacomprensión de la naturaleza de su propia cultura". Mose[ustice? Mich Rationality!,Notre Dame, Indiana, Universitvof Notre Dame Press, 1988, p. 76-77.

21 Michelle Z. Rosaldo, "Toward An Anthropology Of Self AndFeeling", en Richard Shweder y Robert LeVine (eds.), CultureTheory. Essays on Mind, Sel! and Emotion, Cambridge,Cambridge University Press, 1984, p. 143.

LA ÉTICA

La ética es una indaga-ción filosófica, de una vene-rable tradición milenaria ...pero exclusivamente occi-dental. Con esto queremosdecir que se trata de una tra-dición reflexiva que puedeincluso, como muchos lohan hecho, situarse en losinicios mismos de la filoso-fíaen la antigua Grecia.Puesse puede argumentar que lafilosofía, propiamente di-

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MARIA C. TENORIO - ANTHONY SAMPSON PSICOLOGfA CULTURAS Y VALORES MORALES

cha, se inaugura con la interrogación moral de Sócrates.Los pre-socráticos aún guardan un estrecho vínculo nosólo con el iluminismo sino hasta con el chamanismo. Yla pregunta por el recto camino que una vida humanadebe seguir para realizarse plenamente no era, antes deSócrates, la preocupación fundamental de los primeroscosmólogos.

Por lo demás, aunque se quiera hacer admitir que lapregunta por el bien y el mal tiene que ser universal,todo estriba en la forma en que estas dos nociones sonconcebidas por las diversas culturas, si acaso sonconceptualizados de alguna manera. De entrada, porfuera del ámbito occidental, el individuo raras veces onunca es pensado en términos de un sujeto que se re-pliega sobre sí mismo en una actitud de auto-evalua-ción. Siempre es tomado en una red intrincada de rela-ciones con otros. La perspectiva es transindividual y laconducta personal es indisociable del conglomeradosocial. A menudo, el Mal no es conceptualizado comotal, ni es asociado con el desgarrador conflicto entredos elecciones antagónicas, como ocurre en nuestrostratadistas occidentales. El Bien tampoco es una instan-cia trascendente y exterior a las situaciones concretas,sino que, como en el pensamiento de Mencio (Meng-Tse), es un principio cosmológico de regulación querige el funcionamiento bipolar del Yin y del Yang, ase-gurando la unión del Cielo con la Tierra" . Esto era dela máxima importancia en la antigua China, porque elbien, o si se quiere el bienestar, del país entero depen-día de esta concordancia. Una de las tareas esencialesdel Augusto Emperador era la de mantener armoniza-dos el orden natural y el orden político" .

En cambio, en Occidente, la ética, desde los grie-gos en adelante, es una reflexión, una indagación, unabúsqueda que, para el de-sespero de ciertos lecto-res, parece muchas vecesnunca concluir, nunca lle-gar a una respuesta nítiday precisa para las circuns-tancias contingentes de lavida cotidiana. ¿Qué deboser? y ¿Qué debo hacer?son preguntas para lascua-les no existe respuesta poranticipado. Pero la inda-gación ética no concier-ne sólo al deber y a lasobligaciones; se ocupaigualmente por la natura-leza del bien y por los bie-nes que merecen buscar-se, por el sentido de la

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vida humana y por las metas que debe elegir una vidadigna de viviese. Preguntas, éstas, que en muchas cultu-ras simplemente son inconcebibles e innecesarias.

Pues lo característico del mundo occidental es quecada época histórica se ha visto obligada a reflexionarsobre este conjunto de dificiles problemas, y cada unaha tenido que hacerlo a partir de su propia tradiciónque es la que le proporciona el vocabulario, los mediostécnicos y el marco conceptual para abordar las inquie-tudes generadas por el momento histórico-cultural. Lahistoria de la reflexión ética en Occidente, o lo que sellama modernamente la filosofía moral, es la sucesiónde los capítulos escritos por pensadores insignes a par-tir de las urgencias morales específicas de su propia en-crucijada histórica y personal.

Desafortunadamente, la filosofía académica tiende adescontextualizar estos sucesivos capítulos, y los tratacomo contribuciones a un mismo debate con una temá-tica de fondo esencialmente la misma, como si no hu-biera habido ninguna variación durante años, décadas,siglos, e incluso míleruos" . Platón, un aristócrataateniense del siglo Vantes de Cristo, un hombre desen-gañado por sus fracasos en política, intrépido viajeropor mares infestados de piratas, es colocado al lado deKant, un solterón prusiano del siglo XVIll después deCristo, quien prácticamente nunca salió de su apacibleK6nigsberg natal; San Agustín, un africano del norte,súbdito del emperador romano, célebre converso al ca-tolicismo, obispo de Hipona, es sentado en el mismopupitre con David Hume (1711-1776), un escocés for-mado de acuerdo con los austeros preceptos de la orto-doxia calvinista con la cual, ya a los veinte años, habíaroto para siempre, y para quien la religión cristiana erauna superstición odiosa. Lasuposición de que estos hom-

bres tan dispares, y de mo-mentos tan distantes entre síen la evolución cultural oc-cidental, están hablando dela "misma" cosa es un pre-juicio universalista, el mismoque hemos encontrado en lanoción espuria de la "men-te universal" y la igualmenteinsostenible "naturaleza hu-

22 Pascal Bruckner, Le Nouvel Observsteur; N° 1631, 8-14 de fe-brero de 1996, reseña de Fonder laMorsle. Dialogue de Menciusavec un philosophe des Lumiéres, de Francois [ullien, París,Grasset, 1996.

23 Geoffrey LLoyd, "Scíence in Antiquity: The Greek and Chinesecases and their relevance to the problems of culture andcognition", en Modes oE Thought: Exploradons in Culture andCognidon, David R. Olson & Nancy Torrance (eds.), New York,Cambridge University Press, 1996.

24 Una muy notable excepción a esta tendencia es AlasdairMaclntyre, cuyos brillantes escritos han inspirado muchas denuestras reflexiones: A Short History oEEtbics, New York, Simon& Schuster, 1966; Against tbe Self-Image.5 oE the Age, NotreDame, Indiana, University of Notre Dame Press, 1978; AlterVJ'rtue,Notre Dame, Indiana, Universirv of Notre Dame Press,1984; y especialmente WhoseJusdce! Which Radonality!, NotreDame, Indiana, University of Notre Dame Press, 1988.

2S No cualquiera se consagra a la reflexión ética. La inmensa ma-yoría se contenta con seguir la moral social vigente e ignora porcompleto los escritos de estos filósofos. Por qué algunos sereshumanos se ven compelidos a este género de indagaciones es unproblema que no abordaremos en estas páginas, pero es unapregunta digna de formularse.

mana". Lo que queremosdejar en claro es la determi-nación histórico-cultural delpensamiento ético como tal;éste es siempre contingentey concreto, ligado a las con-diciones apremiantes (socia-lesypersonales" ) que lo ha-cen necesario; nunca es una

IIILI01'eCA CENTIt•••.....u U~I1'EIIS••AD ••"CIO ••••REVISTACOLOMBIANADE PSICOLOGIA 23

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POLÉMICA

gratuita expedición en pos del espejismo de una esen-cia moral universal. No obstante, muchos académicoshablan y escriben como si los problemas éticos fueransemejantes a los matemáticos, y susceptibles de solu-ción mediante la aplicación de algún algoritmo moral.

Esto nos lleva a la situación actual, en la que la impo-tencia de la reflexión moral para modificar las injusti-cias socio-económicas y políticas va acompañada de unaarrogancia compensatoria. Laética está conociendo unapromoción yuna difusión publicitarias inquietantes. Estose parece, cada vez más, a una tendenciosa utilizaciónideológica de una necesaria y legítima indagación, amodo de distracción para apartar la atención de los pro-blemas jurídico-políticos. A la ética, se le está atribuyen-do un estatuto desmesurado (otra vez el bybris griego);se le está otorgando un papel, puramente retórico esosí, de policía, que no le corresponde. Ahora bien, escierto que la reflexión ética no puede jamás disociarsecompletamente del orden jurídico y político. De he-cho, el programa de investigación platónico arranca condos preguntas íntimamente asociadas: equé es la virtud?y equé es la justicia? , en las que la reflexión ética sesitúa en relación con el orden jurídico-político de lapolis real y en relación con un orden ciudadano ideal.

Sin embargo, la construcción especulativa de mode-los utópicos por los pensadores de la ética, a lo largode los siglos, no es lo que ha hecho posible una culturade los derechos humanos. Pues se olvida demasiado amenudo que los derechos humanos justamente sonderechos. Es decir, que por un lado, son un asunto ju-rídico; esto es, que dependen de toda una concepciónlegislativay judicial de la condición humana. Pero, porel otro lado, los derechos humanos constituyen un asun-to fundamentalmente político, porque fueron conquis-tados en sangrientos movimientos revolucionarios eindependentistas. Son, pues, consecuencia de accionesconcertadas de movimientos y de grupos en una luchacon los representantes del poder.

Losderechos humanos, así, son logros semejantes alos derechos laborales logrados por los movimientosobreros, o como los derechos de las mujeres obtenidosen las batallas libradas por las feministas. El derecho delas mujeres a controlar la reproducción: la libertad dedecidir el número de hijos, el espaciamiento de los na-cimientos y el derecho a adoptar decisiones relativas ala procreación - tales como el aborto o la estirilización -sin sufrir discriminación, coacciones ni violencia, sólohan sido reconocidos en algunos países y esto en lasúltimas décadas. No son, por tanto, derechos universa-les ni naturales; son derechos modernos que se han vuel-to realizables gracias a im-previstas innovacionestecnológicas, luchas lega-

24No. 7 AÑo MCMXCVIIIu. NACIONAL DE COLOMBIABOGOTÁ, D.C.

les y la paulatina modificación de la opinión pública.Pues los derechos humanos no son otorgados por unpoder benevolente que reconoce la universalidad deuna sustancia o esencia humana universalmente la mis-ma. Los derechos humanos han sido conquistados porla fuerza (lo cual no implica ninguna apología de laviolencia), en luchas sociales. Yconservarlos y hacerlosaplicar corresponde también al ejercicio de una fuer-za?", mediante acciones de movimientos cívicos,veedurías ciudadanas, defensorías del pueblo, oficinasde vigilancia,ONGs,partidos políticos, sindicatos, el pe-riodismo, cortes internacionales, etc. Yson los tribuna-les nacionales e internacionales los encargados de casti-gar sus violaciones.

Discrepamos con respecto a aquellos que quierenfundar los derechos humanos en argumentaciones me-tafísicasuniversalistas para persuadir a los que los violanque atentan contra su propia humanidad. Esta doctrinaremonta hasta el Sócrates que afirmaba que nadie hacevoluntariamente el mal. Semejante doctrina jamás hadisuadido a nadie de ejercer la crueldad. Lostorturadores saben lo que hacen, pero ninguna apela-ción a la razón y a la ética fundada en una universalesencia humana servirá para que desistan de sus abomi-nables prácticas. Y los que mandan a los torturadores,los que tienen el poder para ordenar masacres y ejecu-ciones sumarias, no necesitan clases de ética. Ellos noignoran la existencia de los derechos humanos; simple-mente ni se sienten obligados a observarlos, ni nadielos obliga a respetarlos. Por eso reiteramos que los de-rechos humanos tuvieron que ser conquistados y tienenque preservarse mediante acciones ciudadanas concer-tadas, para garantizar la ·vigilanciay el control sobre losque tienen los medios para irrespetarlos. Esuna empre-sa vana intentar convencer mediante argumentacionesfilosóficas a los tiranos (recuérdese el retiro abrupto yairado de Calicles en La República de Platón, quienabandona la discusión sin la menor inclinación a dejar-se persuadir por los argumentos propuestos).

El proyecto de fundar los derechos humanos en al-gún plano supraculrural, suprahistórico, en una dimen-sión trascendente, no es más que el viejo proyecto me-tafísico etnocentrista de Occidente. La esencia moralhumana, supuestamente universal, un núcleo íntimo in-variable, es la extrapolación de un modelo elaboradoen una sola cultura. Esta maniobra es inaceptable por-que hace caso omiso de la innegable diversidad cultu-ral. Está cada vez más claro que las sociedades noescolarizadas poseen modos culturales de pensamientoque escapan a los constreñimientos del modelo occi-

dental. Esto es particular-mente evidente en el terre-no de la formación moral.

26 Sobre esta noción de "fuerza", véase el estudio de AngeloPapacchini, "Dignidad y Violencia" en Praxis Filosófica. NuevaSerie. No. 5. Cali. Octubre de 1995.

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Lasdiversidades culturales, en todo lo que concierne alos cánones morales y los modos en que se concibe a lapersona y a la condición humana, imposibilitan todocomún denominador. Los ejemplos podrían multipli-carse con gran facilidad. Pero limitémonos a uno solo.No es cierto que en todas partes yen todas las épocas haimperado el mandamiento "no robarás". Nuestra ideali-zación de la cultura ateniense borra el recuerdo de lapluralidad de ciudades-estados y de la diversidad de lassoluciones jurídico-políticas ymorales que cada una tuvoque encontrar. En Esparta, por ejemplo, la rigurosa for-mación militar de los jóvenes exigía una mínima ali-mentación, para obligarlos "a procurársela con astucia,robando sin ser descubiertos, pues en caso contrarioeran fustigados" 27 •Loque se castigaba era la torpeza dedejarse agarrar, mientras que el ladrón exitoso no sólose alimentaba mejor sino que era social y moralmenteaprobado por su ingenio.

Por lo demás, esta prédica de la universalidad de losderechos humanos conduce muy pronto a una contra-dicción. Porque al mismo tiempo que se habla del respe-to, del reconocimiento de la identidad de lo culturalmentedivergente, de las etnias extremedamente variadas, sepregona una pauta de universalidad en los derechos queignora justamente cómo son concebidos los derechos enotras culturas. Esto crea, inmediatamente, el conflicto en-tre lo particular y lo universal. En los centros urbanos sepretende proteger los derechos humanos de los reos yprisioneros, y así se proscribe el maltrato físico; pero sepermite que exista una legislación alterna para los res-guardos indígenas donde se prescriben azotes y pruebascorporales dolorosas y crueles. Aquí se evidencia un cla-ro conflicto entre dos aspiraciones morales de la socie-dad contemporánea: el reconocimiento delmulticulturalismo y la dignidad de todos los pueblos, yla doctrina de los derechos humanos universales. Puesnecesariamente tienen que chocar las costumbres y prác-ticas locales y el abstracto universalismo.

ÉTICA Y NARRATIVA

Estamos convencidosde la justeza de las tesis deRichardRortyen su artícu-lo "Derechos Humanos,Racionalidad y Sentimen-talísmo'?", Rorty compar-te con Eduardo Rabossi laidea de que estamos vi-viendo en una era de losderechos humanos. He-mos logrado ampliar con-siderablemente la esfera

en la que incluimos a la "gente como nosotros". Los aje-nos a nuestras costumbres, cuyas conductas difícilmentecomprendemos y que íntimamente nos pueden produ-cir repudio, han logrado penetrar en el círculo estrechode nuestros afectos. Según Rorty,son narraciones "tristesy sentimentales" las que han ablandado los corazones yhan hecho reconocer una común humanidad. La narra-ción canónica en este género es La Cabaña del Tío Tom ,de Harriet Beecher-Stowe, que tuvo una enorme efica-cia, en su momento, para tocar la sensibilidad de losnorteños y ganarles para la causa abolicionista.

La globalización de los medios de comunicación, yespecialmente la internacionalización del gusto en laliteratura, trae a los lectores (admitimos que son unarelativa minoría, pero significativa) relatos y cuentos queson muestras de la gran diversidad cultural. Los nom-bres de algunos de los autores de esta nueva ola deliteratura evocan los lugares más exóticos del planeta:Ismael Kadaré,Kenzaburo Oé, Naguib Mafouz,TaharBen]elloun, Gabriel García Márquez, Tsitsi Dangarembga,Nadine Gordimer, Chinua Achebe, Salman Rushdie,Patrick Chamoiseau, etc., etc. Incluso la industria delcine, dominada por la producción norteamericana, dejaabiertas ciertas grietas por las que pueden filtrarse lasrealizaciones de directores que nos muestran experien-cias humanas insólitas pero conmovedoras. Alleer estasnovelas y ver estas películas, se fortalece nuestra convic-ción de que el reconocimiento de la dignidad humanase sustenta, no en austeros principios metafísicos "supe-riores", sino en narraciones "tristes y sentimentales".

Fernando Savater,a su manera, ya había comprobadoesta eficaciade la literatura en su libroLa infancia recupe-rada . En el prólogo, declara su intención de "reconstruir- evocar - el nivel ético de la narración, su importanciafundacional en la adquisición de una moral que no remitaante todo a la timorata corrección de las costumbres, sinoa eso que alude la expresión española 'tener la moral alta,tener mucha moral'" 29. Pero lo que conviene precisar esque los relatos "tristesy sentimentales", de que habla Rorty;no son moralizadores. Savaterlo enuncia claramente: "En

27 Giuseppe Cambiano, "Hacerse hombre", en El Hombre Grie-go, [ean-Pierre Vernant (ed.), Madrid, Alianza Editorial, 1993.

28 Richard Rorty, "Derechos Humanos, Racionalidad y Sentimen-talismo", en Praxis Pilosátice, Nueva Serie N° 5, Cali, octubrede 1995. De Rorty véase igualmente Contingrncy; lrony andSolídarity, New York, Cambridge University Press, 1989.

29 Fernando Savater, La Infancia Recuperada, Madrid, Taurus, 1976,p. 15.

30 Ibid., p. 29.31 Op. cit., p. 68. Este tema de la competencia de la narratividad

para la construcción de posiciones morales, como lo adverti-mos en la introducción, no puede examinarse en este texto. Esun asunto que requiere en sí mismo un tratamiento extensoque aquí no tiene cabida.

la narración, los valores valen realmente, no se imponenen nombre de ninguna exi-gencia exterior. Nadie mora-liza,sino que se efectúan ges-tosmorales'"?.En últimas, lasnarraciones son el medioejemplar para, en términos deAngelo Papacchini, "justificaruna aversión 'visceral', antesque radonal, haciatodas aque-llas prácticas que degradan ypisotean la dignidad huma-

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REVISTACOLOMBIANADE PSICOLOGIA 25

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POLÉMICA

CONCLUSIONES cias en las que puede conve-nir acelerarla. Son pocas las

Para terminar, équé puede personas que se ocupan de laaportar la psicología académi- reflexión ética y de la elucida-ca, no a un debate sobre los ción de estos cruciales, oscu-derechos humanos (pues in- ros y conflictivos asuntos. Ave-sistimos en que en esto no hay ces sus conclusiones tienennada que debatir), sino a la lu- alguna incidencia sobre lacha ciudadana para hacerlos moral cultural, pero, por lo ge-respetar? Consideramos que la neral, el razonamiento prácti-psicología académica no ca de la vida cotidiana se con-detenta ningún saber en espe- forma a lo convencionalmen-cial ni sobre la ética, ni sobre te establecido en una culturala moral; no posee un punto dada.de vista privilegiado; y cierta- De hecho, concordamosmente no hace más ni mejor con Ludwig Wittgenstein enque la filosofía al pretender que "lo ético no se puede en-fundar los derechos humanos señar'?" . Las mínimas reglasen una esencia universal. Di- deontológicas, que la prácticacho en otros términos, la psi- psicológica ha codificado, nocología no tiene ninguna lec- pasan de ser las normas de de-ción moral para impartir. cencia que una cultura de los

Pero, como lo dice R. derechos humanos no puedeZazzo: "somos psicólogos an- dejar de exigir. Estos compen-tes de ser Psicólogos'?". Es dios de instrucciones moralesdecir "el psicólogo lleva en sí mismo un rival del que o deontológicas (semejantes al juramento hipocráticono puede líbrarse'?", pues es necesariamente hombre de los médicos) son corrientes en las profesiones quede su época y lleva la impronta de su cultura específica, implican relaciones contractuales interhumanas. El or-es decir la psicología y la sensibilidad que le son pro- den legal constituye su telón de fondo: cosa que se com-pias. Todas las nociones del sentido común, e incluso prueba claramente en el recurso a la demanda jurídicalas ideologías de la modernidad, como las nociones de cada vez más frecuente, como en medicina. Todas estas"normalidad", de "mente universal", de "naturaleza hu- profesiones se sitúan en la problemática zona de la con-mana", de "esencia moral transcultural", encuentran en fluencia de exigencias morales, jurídicas y políticas con-él un vocero quien, al ser investido del prestigio de un tlictivas. Los códigos deontológicos pretenden evitar las"experto", puede contribuir insidiosamente a la perpe- posibles confrontaciones y morigerar las tensiones. Quizátuación del desconocimiento de los valores morales cul- sean necesarios - dadas las características de la sociedadturales específicos y al mantenimiento del mito de un capitalista actual y su noción de contrato de servicios -sustrato moral natural y universal. pero no son más que la expresión de la moral cultural

El psicólogo académico no ha sido formado para pen- vigente. Son de bien poca utilidad para el individuosar los difíciles problemas éticos. Sus años de aprendi- que se pregunta sobre el sentido de su vida y de suzaje dejan poco tiempo para este tipo de reflexión. Por práctica. Es posible que la reflexión ético-filosófica tam-eso, sus ideas y posturas morales tienden a ser confusas poco le sea de mayor consuelo, pero al menos su rigory ambiguas, pues son las mismas de su cultura. Así, es le puede ayudar a dar un paso más allá de la hipocresíadifícil pedirle una claridad mayor cuando su sociedad y ambigüedad morales que los códigos deontológicostampoco la tiene, especialmente en lo que concierne a irreflexivamente legitiman. La indagación ética es algoesos puntos nodales de la condición humana para los para lo cual ninguna formación profesional (es decircuales ninguna cultura ha hallado una respuesta univer- técnica) puede preparar; pero, al menos en algunos mo-salmente válida. Con ello 32 Citado en Michel Bernard, "La Psicología", Historia de la Filo- mentas y en algunas circuns-nos referimos a toda la sotte, Tomo rv. La Filosotis de las Ciencias Sociales, Francois tancias, algunos se verán for-serie de delicados proble- Chátelet (ed.), Madrid, Espasa-Calpe, 1982, p. 27. zados a concluir, conmas de la sexualidad, la 33 Michel Bernard, op. cit., p. 28. Sócrates, que una vida no

34 Ludwig Wittgenstein, Conferencia sobre ética, Notas acerca defamilia, la reproducción, las conversaciones con Wittgenstein, Friedrich Waúmann, Bar- examinada no vale la penala muerte y las círcunstan- celona, Paidós, 1989, p. 49. vivirse '1'

26No. 7 AÑO MCMXCV111U. NACIONAL DE COLOMBIABOGOTÁ. D.C.