Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la...

35
CALIFORNIA CHRISTIAN UNIVERSITY DISTANCE LEARNING PROGRAM Programa de Maestría en Teología CURSO Métodos Teológicos: cómo se hace teologíaTercera unidad Tema: ¿Como hacer Teología Hoy? Continuidad y renovación Tradición, inculturalizacion y renovación. Por: Federico Reyes. Artículo académico. Teología responsable para hoy. Por Amós López. Artículo en revista electrónica. Publicado libremente. La belleza de Dios: La teología de la gracia y la gracia de la teología. Por. Juan Stam. Artículo en blog personal. No necesitamos teología. Por Juan María Telleira. Ponencia corta. Artículo académico. La teología popular, otra forma de hacer teología. Por: José María Castillo. Ponencia en encuentro de teología. Teólogos por necesidad. Por Harold Segura. Costa rica. Revista Apuntes pastorales. Artículo pastoral académico. Todos los textos y artículos son usados con propósitos estrictamente académicos y con apego a las leyes de autor

Transcript of Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la...

Page 1: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

CALIFORNIA CHRISTIAN

UNIVERSITY

DISTANCE LEARNING PROGRAM

Programa de Maestría en Teología

CURSO

“Métodos Teológicos: cómo se hace teología”

Tercera unidad

Tema: ¿Como hacer Teología Hoy? Continuidad y renovación

Tradición, inculturalizacion y renovación. Por: Federico Reyes.

Artículo académico.

Teología responsable para hoy. Por Amós López. Artículo en

revista electrónica. Publicado libremente.

La belleza de Dios: La teología de la gracia y la gracia de la

teología. Por. Juan Stam. Artículo en blog personal.

No necesitamos teología. Por Juan María Telleira. Ponencia

corta. Artículo académico.

La teología popular, otra forma de hacer teología. Por: José María

Castillo. Ponencia en encuentro de teología.

Teólogos por necesidad. Por Harold Segura. Costa rica. Revista

Apuntes pastorales. Artículo pastoral académico.

Todos los textos y artículos son usados con propósitos

estrictamente académicos y con apego a las leyes de autor

Page 2: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

¿Como hacer Teología Hoy? Continuidad y renovación Tradición, inculturalizacion y renovación

Dar razón de la esperanza: Se trata de un intellectus fidei elaborado en un proceso de comunicación que tiene en cuenta lugares en los que esta fe es transmitida, enseñada manifestada, y donde ella es prácticamente vivida en el testimonio, la liturgia y el servicio de una comunidad. Parece en efecto, que una de las tareas mas urgentes para la continuidad y la renovación de la teología, es afirmar la racionalidad que es propia de la fe y la reflexión creyente- una racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). “La teología es la fe cristiana vivida en una reflexión humana”. Es la misma fe que impulsa a la razón a interrogarse respecto de la fe. Es la tarea de la teología establecer una cierta inteligencia de la fe en la revelación. Se podría decir que la teología es una obra de inculturalizacion permanente, en su esfuerzo por encontrar en cada epoca y en las diferentes culturas una conceptualizacion coherente de la fe. La verdad a la que el creyente adhiere no es abstracta: se inscribe en el tiempo y en la historia, es revelada en el Verbo hecho carne. Cristo es esta verdad. Creer en esta revelación es dar un asentamiento libre al testimonio divino que ofrece a los hombres la última verdad sobre su vida y sobre el destino de la historia. Toda inculturalizacion, toda renovación del pensamiento teológico debe volver a este acontecimiento tradicional y fundante de nuestra fe. Teología de la Revelación Dice el cardenal Cayetano: La revelación no es una comunicación exterior de tal o tal verdad hasta allí inaccesible a los hombres. Dios se comunica y en tanto que tal, es aquel que nosotros creemos: aquel hacia el cual nuestra fe se dirige, aquel que es digno de fe y por quien nosotros creemos. Es la verdad- en singular- que dirigiéndonos la palabra, dice la verdad. Es a El que nos dirigimos en la fe y es a partir de El que podemos descubrir la verdad de la realidad creada que El dirige por su sabiduría y hace participar por su bondad.

Page 3: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Fe y Teología La Teología, que es la ciencia de la fe, recibe sus principios, a partir de lo que desarrolla su reflexión discursiva, de la ciencia de Dios y de los bienaventurados. Si la fe es “un habito del espíritu por el cual la vida eterna comienza en nosotros y que hace adherir la inteligencia a lo que no se ve” la aproximación reflexiva de la fe puede verse como “una suerte de impresión de la misma ciencia divina que es simple y una”. A diferencia de la concepción moderna del saber humano, el ideal de la ciencia no es el de constituirse en autonomía cerrada, sino de ampliar la estrecha evidencia humana en la plenitud del Ser mismo de Dios percibido en si mismo. Porque por la fe el creyente participa, en los limites de nuestro conocimiento humano, de nuestro lenguaje, bajo las condiciones de nuestro ser creado, en el conocimiento de la verdad divina, en Dios en su auto-comunicación. La inteligencia de la fe de lo universal y del particular gracias a la participación del sujeto creyente- y de la comunidad creyente- en la ciencia de Aquel que esta presente en la historia concreta de Jesucristo y así de cada ser humano como creador y redentor, como origen y fin ultimo. Con respecto a la doctrina de la cual también somos parte como teólogos, vemos como la teología encuentra una regla infalible. Si es cierto que la revelación es recibida por el creyente individual, sin embargo, la autoridad de la iglesia que esta al servicio del objeto de la fe. Es ella que transmite y propone lo que debemos creer como divinamente revelado. La unión de la naturaleza divina y de la naturaleza humana en la persona del Verbo es verdaderamente una novedad para la historia, para la humanidad. El tiempo y la eternidad se unen, la auto-comunicación de Dios en Jesucristo funda un nuevo orden que es común a Dios y a la Creatura. Dios y el mundo tienen de ahora en mas una historia común, un destino común. La encarnación es la elevación de todo el universo en la persona en la persona divina. Esto funda la dignidad infinita de hombre. Aportes y desafíos de la teología Pentecostal Con frecuencia se ha expresado el argumento de que el pentescostalismo sí tiene teología, pero que esta no se elabora y expresa por los canales tradicionales del discurso teológico tradicional, es decir en forma racional, argumentativa y escrita, sino que ella se encuentra expresada en los cantos predicaciones y testimonios es decir, en

Page 4: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

la realidad Pentecostal; una de sus características esenciales. Pero también debemos señalar que existe una producción teológica Pentecostal escrita aún modesta pero creciente en cantidad y calidad. Teología Pentecostal 1. Saber, conocer y ser en el pentecostalismo El pentecostalismo es tal vez el movimiento religioso latinoamericano que más ha padecido la influencia de modelos y contenidos educativos. Pero le debemos el saber y conocer son actividades que están directamente relacionadas y medidas por el entorno en que nos relacionamos y donde existimos, es por eso que la teología Pentecostal sólo podrá ser significativa al saber teológico latinoameriamericano y universal desde su autoafirmación y auto expresión. El pentecostalimo tiene tanto un saber teológico como un conocimiento teológico, pero que estos están es desequilibrio, y que este desequilibrio ser manifiesta en el ser Pentecostal. El pentecostalismo es una espiritualidad cristiana donde el ser esta más relacionado con el saber que con el conocer, es decir la persona Pentecostal es una persona que puede tener una profunda experiencia espiritual y existencial, que marca su identidad cristiana, sin haber pasado por un proceso de adquisición de un conocimiento racional de los dogmas y tradiciones dominantes del cristianismo. Ellos saben de Dios a través de la experiencia, entonces que no lo expresen en forma escrita y sistemática no significa que no tengan conocimiento certero a cerca teología. 2. Teología Pentecostal: ¿Qué debe ser y quine debe hacerla? Se puede estar o no de acuerdo con la argumentación, el uso de la Biblia, la hermenéutica, el vocabulario, pero no se puede negar el saber de Dios. El que de la teología Pentecostal deberá estar relacionada con su profunda experiencia espiritual, su sensibilidad, su relación con la divinidad. La teología Pentecostal deberá ser la expresión y autoafirmación del pentecostalismo como un saber y un conocer de Dios a través de la experiencia. 3- Aportes (probables) metodológicos y epistemológicos de la teología Pentecostal al quehacer teológico en América Latina y el Caribe. 3. 1. Teología con Espíritu El tema del Espíritu Santo deberá seguir siendo un pilar de nuestro pensamiento

Page 5: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

teológico, pero un Espíritu al que le permitamos expresarse y autorrevelarse más allá de las categorías y experiencias en las que con frecuencia los pentecostales lo han limitado. 2. Teología comunitaria La teología Pentecostal se alimenta de la vida de sus comunidades, por ello está en las mejores condiciones de establecer la requerida vinculación entre las comunidades y la academia casi de manera natural, los pentecostales parten de la realidad concreta de las personas y tratan de buscar las respuestas de las preguntas y necesidades de sus congregantes. 3. Teología radical y propia La Biblia es uno de los sólidos fundamentos en la fe y la praxis en los cultos pentecostales, por eso la teología Pentecostal deberá ser decididamente bíblica, esforzándose por el conocimiento y manejo correcto de los recursos académicos del estudio y análisis de las escrituras. La teología Pentecostal es radical en el sentido que se entenderá como comprometida tanto con el ser Pentecostal, como con el saber y el conocer Pentecostal. Busca identificar y articular la experiencia espiritual y las convicciones religiosas de los creyentes. 4. Desafíos probables del pentecostalismo a la educación de Latino América El desafío entonces es sistematizar todo ese conocimiento experimental y plasmarlo en forma académica y sistematizada, ya que cuentan con hombres y mujeres con capacidades y llenas del Espíritu Santo para trasmitir las verdades reveladas en la Biblia que traen esperanza en un mundo donde cada día se pierden valores espirituales. Fundamentos teológicos del quehacer misionológico “Únicamente cuando la misión tiene su fuente en el trino Dios, y deriva su naturaleza y autoridad de El, puede verdaderamente generar una genuina motivación y llegar a ser realmente cristiana, realmente significativa” Dios: El originador del proceso misionero En Mateo 25:34 el texto revela lo siguiente: Los ciudadanos del reino (el llamamiento, venid) el mediador (Jesús) y el soberano del reino (Dios) Dios como creador: Según el Génesis, Dios hizo al hombre para que este en comunión con le creador (Dios), pero el pecado humano ha distorsionado ese diseño de la creación que trajo como consecuencia deshumanización y muerte.

Page 6: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Dios como redentor: Las escrituras nos hablan de un Dios que se interesa por el mundo entero. Primero Dios promete el redentor (Gn. 3:15), en segundo Dios promete la bendición a las naciones (Gn. 12:2-3) pequeña gran observación la promesa es para todas las familias de la tierra. El siervo de Jehová y las naciones: (Is. 42:1, 53:12) esta relación trata del siervo de Jehová y de su misión, auque Israel fue infiel con Dios, el Mesías recibió la misión de restaurar a Israel y ser salvación de las naciones. Dios como el Señor del proceso misionero Llama y envía: (Mt. 9:35-10:42) Cristo el mediador del proceso misionero Según las escrituras (Col. 1:16) por medio de El fueron creadas todas las cosas. El es el mediador de la salvación “porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo” La venida de Cristo en carácter de enviado se relaciona con la misión de la Iglesia. El les dijo a los discípulos Como me envió el Padre, así también los envío (Jn 20:21) Su Misión: Jesús vino al mundo para establecer el reino de Dios: Primero: Jesús conectó su misión con el cumplimiento de las escrituras, “Vino a cumplir la ley y profetas” (Mt. 5:17) Segundo: Jesús vino a salvar a los pecadores (Mr. 10:45, Jn 3:17) Tercero: Jesús vino a destruir al diablo y sus obras (1 Jn 3:8) El Espíritu Santo: El impulsor del proceso misionero El Espíritu ungió a Jesús para que cumpliese el ministerio mesiánico entre los hombres, El Espíritu Santo fue enviado del cielo a morar en la iglesia a edificarla y a impulsar el movimiento misionero en todo el mundo. El Espíritu Santo inviste de poder para testificar: el libro de los hechos atestigua del avance de la iglesia en el mundo por el poder del Espíritu Santo (Hch. 1:8, 4:31, 6:8, 9:31). El Espíritu preside el quehacer misionero: Lucas atribuye al Espíritu Santo el envío de misioneros al mundo gentil (Hch. 13:2,4)

Page 7: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

El Espíritu prepara a los pueblos para el evangelio: el testimonio del libro de los Hechos es que la receptividad de los pueblos hacia el evangelio se debió a una obra de Dios, Así por ejemplo, por la relación con los judíos, los gentiles llegaron a ser prosélitos (temerosos de Dios). La Iglesia el agente del proceso misionero La iglesia es una nueva comunidad, que refleja los valores del reino, justicia, paz y gozo (Ro. 14:17) Una comunidad que se somete al señorío de Cristo: Los discípulos fueron llamados a dejar todo y dar su vida por causa del evangelio (Mt. 16:21; 24:25) también se les mando la confesión de la soberanía de Cristo sobre su vida y sobre todas las cosas (Mt. 10:32-33) La iglesia es una comunidad que testifica: no debemos perder este punto importante para la expansión del reino de Cristo, La iglesia es una comunidad que crece hacia la madurez: el crecimiento se efectúa por medio de la enseñanza de la palabra de Dios, la Biblia (Ef. 4:11-16) hay que tener en cuenta que el crecimiento no solo tiene que ser en cantidad sino también en calidad. Conclusión: En primer lugar la misión es de Dios, es parte de su plan de restaurar todas las cosas en Cristo. En segundo; la misión es realizada por Dios en última instancia, pero al mismo tiempo es algo que esta efectuando Dios mismo en todo el mundo, moviendo la historia, creando situaciones para el desarrollo de su evangelio. Y en tercer lugar, el proceso misionero es responsabilidad de la Iglesia, para que el mensaje de Jesucristo llegue a todos los rincones de la tierra debemos estar de acuerdo como iglesia. “Sed uno como Yo y el Padre somos uno”. Para cumplir el fin ultimo de la evangelización y salvación de todos. Cristología- Antropología en el quehacer Teológico La cristología es esencialmente salvifica, debe responder al misterio del hombre por la revelación del misterio de Dios. De aquí que Jesús nos muestra el nuevo hombre, revelándonos así la forma como se debe construir el mundo: viviendo el compromiso con los demás y con la tarea humana, por la aceptación del Señorío de Dios en el propio corazón a la manera de Jesús.

Page 8: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Jesús hace presente en nuestra historia a Dios como el único capaz de romper el circulo del mal y del odio del hombre. La revelación se da en una historia salvifica, en la cual la respuesta de la fe de los discípulos forma parte de la revelación y por lo mismo de la cristología. La resurrección es la sanción que Dios da a la pretensión de Jesús ser el revelador definitivo de Dios. Pero también una ruptura; la resurrección es la irrupción de Dios, el culmen de la revelación neo-testamentaria a raíz de ella identifican y reconocen el ser y la acción de Jesús como la revelación de Dios. De esta manera uno de los interrogantes que se nos presentan es precisamente, como captaron los discípulos y el mundo en torno, la predicación y la muerte de Jesús. Por que los discípulos, monoteístas, descubrieron en la predicación de Jesús, y en la vinculación con el reino, en su comida con los pecadores, en su actitud ante la ley, la manifestación de su pretensión: ser el profeta definitivo de Dios, vincular a Dios con su acción y sus compromisos históricos de servicio y misericordia con el hombre. Lo que descubren en Jesús contrasta con la esclavitud política y religiosa que padece el pueblo judío. Jesús hacia presente y comprometía a Dios con su vida y su praxis: el Hijo de Dios que se ha hecho carne. “El Hijo de Dios demostró la grandeza de ese compromiso de hacerse hombre, pues se identifico con los hombres haciéndose uno de ellos, solidario con ellos y asumiendo la situación en que se encuentran, en su nacimiento, en su vida y sobre, en su pasión y muerte donde llego a la máxima expresión de la pobreza”. Que mejor antropología y demostración de Dios mismo, que la perfección de un hombre, solo Dios puede ser hombre, y solo un hombre puede ser Dios.

Page 9: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Teología responsable para hoy

Realidades y desafíos de la palabra teológica

La teología, como ciencia o saber, se desprende de la experiencia de la fe en Dios, de la

experiencia de creer; no es anterior a esta. Por ello, al hacer teología queremos hallar las

razones últimas de nuestra conducta ante Dios y ante toda su creación. Es por eso que

hacer teología es una conducta responsable. Nos lleva a desarrollar la capacidad de

“respuesta” ante los conflictos humanos. Buscar respuesta conduce a la toma de

conciencia de la realidad objetiva que nos afecta como personas y humanidad, como

iglesia y sociedad. Así, la teología, como respuesta práctica de la fe, nos involucra en un

movimiento esclarecedor y transformador de nuestra existencia en interacción con la

existencia de Dios y de todos los seres vivos. En otras palabras, producir una teología

responsable ayuda a mejorar nuestras relaciones.

La teología es una forma de conocernos y de conocer el mundo desde la perspectiva de la

fe que tenemos en Dios.1 Pensarme a mí mismo y pensar a Dios desde mi condición de

creyente. La teología intenta esclarecer los misterios de la fe, dar cuenta de todos los

principios y acciones que la fe provoca. El apóstol Pedro diría que es “dar razón de nuestra

esperanza” (1 Pe 3, 15). Tratamos por medio de la reflexión teológica de desentrañar la

naturaleza de la comunión con Dios y sus consecuencias para la vida personal, colectiva

y cósmica, comprendiendo así el proyecto divino para la creación. Con dicho proyecto

nos comprometemos y en ese camino que asumimos por fe, la palabra teológica también

nos anima y nos orienta.

Es importante no olvidar que la reflexión teológica tiene límites, como todo saber humano,

y está condicionada por el contexto histórico en el cual se elabora.2 De ahí que no

podemos asumir una palabra teológica como interpretación absoluta y suficiente para

todos los tiempos y situaciones. Recordemos que si la teología es respuesta a las

exigencias de nuestra fe de cara a las problemáticas humanas, y Dios en medio de ellas,

su contenido y su finalidad tendrán un sentido y lenguaje específicos. Se quiere entonces

responder a este momento en que vivimos y no a la situaciones del pasado o a las que

vendrán.

El quehacer teológico posee entonces una dinámica respecto al tiempo y lugar en que

ocurre consistente en un diálogo crítico y franco que se nutre de los temas de actualidad.

Estos son iluminados por experiencias semejantes en el pasado y pueden, a la vez,

proyectarse hacia su desenvolvimiento posterior en el futuro inmediato. En el momento

teológico convergen siempre el “cómo se hizo”, el “cómo debo hacer” y el “cómo se hará”

teología responsable, teología capaz de dar nuevas respuestas a las nuevas situaciones

concretas de la vida.

Page 10: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Si vamos a hablar, sentir y actuar con responsabilidad teológica desde Cuba habrá que

partir de nuestra realidad socioeconómica, política, cultural y religiosa de hoy. Tendremos

que buscar respuestas y actitudes relevantes que afirmen relaciones humanas honestas,

justas, creativas, sanadoras, integradoras. Realidades como la insuficiencia económica –

aparejada a los diversos niveles de acceso a la moneda convertible que resultan en

disparidades sociales–, las tensiones intrafamiliares por opciones de vida divergentes y la

crisis profesional y vocacional, entre otras, no pueden llevarnos a considerar la violencia,

la corrupción y la insolidaridad como soluciones legítimas y naturales en la diaria lucha

por la sobrevivencia.

Por otro lado, necesitamos respuestas y actitudes relevantes para una iglesia que debe

acompañar profética y humanitariamente estos procesos; que necesita vivir y promover

una ética más evangélica y libre de prejuicios; que precisa reconocer la acción de Dios

más allá de la acción de la iglesia, asumir la evangelización integral y respetuosa del ser

humano, dejar que la Biblia hable por sí misma a nuestro presente y sea un libro leído e

interpretado por toda la comunidad de fe; celebrar al Dios de la vida, que vive también en

la fe de todo el pueblo; y luchar por la unidad religiosa –en el sentido macroecuménico,

como personas de fe– y nacional, como cubanos y cubanas, en la búsqueda de soluciones

comunes.

Los caminos de la palabra teológica

La palabra teológica, al ser palabra humana, hace uso de otras palabras humanas no

teológicas, pero que también dicen algo sobre la vida humana, la quieren entender,

razonar, interpretar desde otras perspectivas que no son las de la fe. Si el ser humano es

quien produce el discurso teológico y pretende hallar el sentido último de su existencia y

de esta en Dios, debe comenzar por conocerse a sí mismo, aceptarse a sí mismo, y sólo

después podrá cultivarse a sí mismo, proyectar sus conocimientos y experiencias fuera de

sí y para el bien propio y colectivo. Algunas ciencias humanas como la antropología, la

sociología, la psicología, así como la interpretación de la historia, el desarrollo de las

culturas y las religiones, nos permiten conocernos mejor como humanidad en el devenir

de nuestros pueblos, del pensamiento y la concepción del mundo, de la sociedad, de Dios.

Como nuestro pensamiento es limitado y no agota la realidad de Dios ni su acción en el

mundo, necesitamos relacionarnos no sólo con otras teologías, sino con otras visiones de

esa misma realidad humana universal que desde sí interpreta a Dios.

El asunto es muy sencillo: no somos los primeros en hacer teología, no es la teología un

invento nuestro. La responsabilidad que nos toca es dar nuestra propia respuesta, nuestro

humilde aporte al debate teológico actual. Y no podemos ni debemos hacerlo

aisladamente, ni desconectados de la compleja trama de relaciones que es la vida humana.

Page 11: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Lo poco o lo mucho que podamos añadir sobre el conocimiento de Dios y de su voluntad

para el género humano, debemos hacerlo en la mediación del encuentro crítico con otros

saberes y en una actitud sincera de escucha a las “otras voces” de Dios. Ser receptivos,

aprovechar lo mejor que la humanidad ha producido como herencia cultural común, y

recrear las palabras teológicas para una reflexión pertinente y contextualizada que intente

mostrar al Dios que hoy se sigue revelando, es el desafío al que nos debemos si queremos

hacer teología responsable.

Quienes asumamos este reto seremos los sujetos de esta teología para nuestros días. Nos

corresponde hacer la nueva (vieja y futura) teología desde nuestro momento histórico con

la impronta de nuestra herencia familiar, religiosa, sociológica, cultural, nacional, y de la

autenticidad irrepetible de nuestra subjetividad. Hacer teología desde nuestra vida no es

un ejercicio superfluo ni un alarde egocéntrico, sino una necesidad y un derecho a

reclamar. Estamos convencidos y convencidas de que la fe tiene algo que decir respecto a

nuestra situación, tenemos derecho a la palabra propia. Es un teologizar situado y

matizado por nuestro “ser persona”, por ser alguien con una visión y un problema

específicos.3 Nuestra teología llevará las marcas de nuestra diferenciación y peculiaridad.

Estará configurada por nuestra originalidad.

Como artífices de imágenes nuevas, comprensiones y prácticas nuevas, trabajaremos con

el barro de nuestra propia tierra. Los ingredientes para esta artesanía teológica serán las

preguntas acuciantes que nos hacemos a nosotros y nosotras mismas, las que nos hacen

nuestros amigos y familiares, hermanos y hermanas de la iglesia, vecinos y vecinas, los

pueblos que sufren, los niños y los árboles inocentes, todos y todas las que quieren que

las condiciones de la vida cambien y la humanidad se salve, se rencuentre consigo misma

y con su creador. Todas estas interrogantes son las mismas que Dios nos hace desde su

palabra bíblica y desde su palabra actual. Dios se preocupa por el destino final de la

historia, pero quiere que los seres humanos reconozcamos y llevemos nuestras

responsabilidades, dando respuestas creativas que muestren caminos de vida y

reconciliación, perdón y paz.

Para encontrar las respuestas iniciamos un recorrido que va de nuestra vida y sus

demandas al encuentro con el testimonio bíblico, a la revelación de Dios en el pasado,

para descubrir las implicaciones sociohistóricas, políticas y económicas del proyecto de

Dios para el pueblo de Israel. Nos damos cuenta de que la shalom-paz que Dios propone

no significa sólo ausencia de guerra, sino una situación de vida posible, justa y abundante

para todos y todas, donde los recursos se distribuyen equitativamente y donde el bien del

otro y la otra orienta la actitud personal (Is 32, 15-20; Sal 37, 11). Asimismo, Jesús y la

naciente comunidad cristiana encarnan ese proyecto liberador del ser humano cuyas

señales indican la presencia del reino de Dios entre ellos y ellas (Mc 8, 1-10; Hch 2, 43-

47).

Page 12: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

De ese encuentro con la palabra viva y emancipadora de Dios, releemos nuestra vida y

denunciamos las injusticias y mecanismos que hoy siguen retardando el disfrute de la

shalom-paz de Dios. Bajo la inspiración del mismo Espíritu renovador que alentó las

páginas sagradas, nos comprometemos ahora a vivir en fidelidad al evangelio y compartir

con nuestro mundo la voluntad de Dios para hoy, y vivir las consecuencias de encarnar

ese mensaje en las acciones cotidianas, haciendo teología para hoy en una práctica

consecuente desde la fe. Siguiendo las sugerentes palabras del profeta Isaías, queremos

“reconstruir nuestra casa”, que está en peligro. Como cristianos y cristianas que vivimos

en Cuba y al servicio de los que aquí viven, queremos “reparar las esperanzas caídas” (Is

58, 1-12).

Imágenes de Dios para una teología responsable

Consideremos ahora el objeto y fuente de nuestra fe, el Dios trino, desde un nuevo intento

de responder a su llamado. Dios es el creador que siempre se ha propuesto reunir en su

seno a todas sus criaturas (Ap 5, 13). Pienso aquí en la imagen del padre-madre de familia

que se goza en ver a sus hijos e hijas reunidos y compartiendo el mismo pan, el mismo

camino en la vida, aprendiendo a amar lo que han recibido y que ahora está bajo su cuidado

para que futuras generaciones sigan amando así la vida que les rodea, la vida que está en

ellas y fuera de ellas (Lv 25; Lc 15, 11-32).

Dios es la fuente de la integralidad, de la acción unificadora, reconciliadora, abarcadora,

respetuosa e incluyente. Dios es integridad porque integra en sí la vida multiforme con

todos sus reclamos y bellezas (Gn 8, 22; 9, 9-17; Ef 4, 6). Dios es íntegro porque es

responsable y promueve integridad y responsabilidad. Nos llama a re-integrar lo

desarticulado, a encontrar lo perdido, a unir lo disperso, a rescatar lo olvidado, a respetar

los otros derechos manteniendo los nuestros. De ahí que también el acercamiento al ser

humano debe ser integrador, ver a la persona como materialidad espiritual y como

espiritualidad material. Es preciso ver al ser humano como una realidad psico-socio-

somática, indivisible, no sólo en sí mismo, sino también en relación con todo lo que le

rodea, porque nada existe fuera de la relación. La cultura hebrea y bíblica nos ofrece aquí

una visión integradora de la persona, vinculada a su mundo y sus necesidades cotidianas.

Esta es una concepción contraria al dualismo metafísico y filosófico de los griegos. De la

misma manera, no debemos ver más a Dios por un lado y al ser humano por el otro, sino

a ambos relacionándose, buscándose mutuamente.4

La imagen del dios acaparador, conquistador y autoritario debe desaparecer para no

reproducir más ese error en nuestras relaciones concretas. Hay que sustituir esa imagen

por la del Dios solidario y relacional, aquel que viene a compartir con nosotros en el

concluyente gesto de su humanización (Ef 2, 1-5). La encarnación de Dios en Jesucristo

no sólo nos permite acercarnos a la verdad y la voluntad de Dios en el Jesús-hombre, en

sus palabras, gestos y acciones, sino que también relaciona de forma enriquecedora y

Page 13: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

definitiva los valores divinos y humanos (Jn 1, 14). En Cristo sustentamos nuestra fe y

nos identificamos como humanos a quienes Dios viene a redimir desde nuestra propia

condición existencial e histórica. En la vida de Jesús reconocemos al ser humano en

comunión con Dios, a la persona que descubre su vocación fraternal, sus virtudes a favor

del amor y la esperanza. Todo esto se opone, por una transformación radical y consciente

de la conducta, a las deformaciones del pecado, de todo lo que destruye y separa (Ef 4,

20-24).

En Cristo, el vínculo Dios-humanidad posibilita la restauración del bien común, de la

comunidad que construye la paz y esboza la cercanía palpable del reino de los cielos. Por

el testimonio bíblico entendemos que seguir a Jesucristo no es desentendernos del mundo,

de los demás y refugiarnos en una fe egoísta, improductiva, banal (Mt 9, 35-38; 11, 4-6;

20, 25-28; 22, 35-40; 25, 31-40). Seguir a Cristo es vocación por el sacrificio, por la

entrega al otro y la otra, por la liberación integral del ser humano. Vocación de perdón, de

comportamiento humilde y de misericordia ante los débiles sin dejar de denunciar la

inhumanidad de los fuertes que oprimen y explotan (Mt 16, 24-25).

La fuerza del Jesús histórico sigue animándonos y alimentándonos hoy en la obra del

Espíritu de Dios, celoso guarda de todos los hermanamientos, despertador incansable de

los sueños fatales que amordazan la libertad humana, defensor genuino del derecho y la

igualdad, alentador imparcial de la verdad y de la práctica del amor (Lc 4, 16-21). El

Espíritu Santo es enviado a renovar la creación con un bautismo de fuego que infunde

valor y calor al corazón humano en su lucha contra el mal (Hch 2). El Espíritu Santo es

enviado a recrear la vida y a alzar la voz de quienes no son escuchados ni atendidos.

Actuar bajo la inspiración del Espíritu es tener una palabra, una propuesta de Dios para

hoy. Y esa palabra será profética, crítica, humanizante, consoladora, salvífica, o no será

espiritual. El Espíritu provoca el acontecimiento jubilar y nos coloca en el seguimiento

responsable de Jesús de Nazareth: reconciliar al mundo con Dios en el cumplimiento de

los principios más dignificantes y éticos para la vida (Ef 2, 17-19). Así, el Dios trino

irrumpe en nuestra historia, en nuestra vida, para arrebatarnos la tranquilidad y el vacío

opcional, convirtiéndonos a la vida difícil y llena de sentido y propósito por las revueltas

evangélicas que ahora nos consumen por dentro y que nos hacen sentir “hambre y sed de

justicia” (Mt 5, 3-10).

A partir de estas consideraciones sobre el Dios trino, su esencia y su acción en la historia,

se hace necesario reconsiderar nuestra manera de hablar sobre ese Dios que no sólo existe,

crea, reina, se manifiesta, tiene propósitos, voluntad y sabiduría; sino que también se

acerca, convive, ama, escucha, sufre y salva. Por ello la teología necesita de un lenguaje

más pastoral, más teologal, más cercano a la vida cotidiana. Lenguaje inclusivo,

comprensivo y respetuoso. Lenguaje abierto a otras experiencias y saberes, no absolutista

ni encerrado en su propia lógica.

Page 14: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

El lenguaje teológico, de sobrada carga racionalista y academicista, necesita refrescarse

en la poesía de la vida y ser más orante, más sensible, más místico. La teología ha de jugar

con la riqueza de los símbolos que le son propios y re-idear las palabras, re-inventando

los símbolos, hallando nuevas relaciones insospechadas y esclarecedoras en los recursos

de la oración, la meditación y la contemplación. El discurso teológico debe sumergirse en

el misterio divino, el cual no se explicita tanto en los fríos y acotadores conceptos de la

razón como en el balbuceo de la creación, del gesto, de los sentidos y las vivencias que

nos comunican la vida misma de Dios sin palabra alguna.

Este lenguaje teológico es capaz de leer otros textos de la realidad. Se fundamenta en la

esencia misma del ser de Dios, en la familia trinitaria que se expresa en un juego de

relaciones de amor, de empatía, de unidad en las distintas funciones, de desprendimiento,

solidaridad, interdependencia y comunión. El Dios trino, que está reconciliando consigo

al mundo (Fl 2, 1-4; 1 Jn 4, 11-14), se ha revelado a través de la historia en múltiples

hechos, imágenes, rostros, colores, objetos, seres vivos, vivencias cercanas y

trascendentes, sonidos, gemidos, palabras, espacios físicos, elaboraciones culturales y

religiosas que no pueden canalizarse por un solo código a la hora de hablar de Dios y de

su voluntad.

La acción divina, una y diversa, descoloca nuestros lugares comunes y estáticos, nuestros

pensamientos rígidos y conservadores, abriéndose a una visión cambiante tras las huellas

de los días que nos sacuden y nos cuestionan esas mismas posturas repetitivas e

irrelevantes. El lenguaje teológico se dinamiza entonces por la dinámica del mismo Dios

y la dinámica de la historia. Así, la teología no se cerrará “el camino hacia lo real de la

realidad”.5

Teología responsable para una acción pastoral responsable

Desde la visión que hemos presentado sobre el quehacer teológico y la naturaleza de la

acción del Dios trino no sólo se desprenden consecuencias para la propia teología como

reflexión responsable. También se deducen nuevos caminos para nuestra vivencia

cotidiana de la fe, para nuestra misión como iglesia de Jesucristo. Estos desafíos a la

responsabilidad pastoral repercuten con mayor significación, en nuestra opinión, en tres

áreas de la pastoral de la iglesia que iremos analizando desde el contexto cubano: misión

y evangelización, educación teológica y liturgia.

Aunque ciertamente el país ha venido dando muestras de recuperación económica y se

avizoran los frutos de la nueva integración continental en proyectos concretos como el

ALBA, el vuelco en la espiritualidad nacional que significó el llamado “período especial”

no ha desaparecido del todo. Las consecuencias más negativas de dicho período deben

buscarse en el estado actual de la convivencia social, de los valores y principios que

sustentan las relaciones humanas, y no en las alarmantes estadísticas económicas ya

archivadas. Superar el período especial significa recuperar la espiritualidad humanista y

Page 15: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

altruista que la revolución ha cultivado y que los ríos crecidos de los malos tiempos

intentaron –y aún intentan– ahogar.

La teología responsable prestará especial atención a esta “crisis de espiritualidad” y

definirá los caminos de una práctica pastoral en diálogo con el evangelio y comprometida

con la vida, terreno común donde se dan las relaciones iglesia-pueblo. Hay que dejar de

lado las posturas acríticas porque no dejan escuchar una verdadera voz profética. A su

vez, la posición contestataria extrema, lejos de favorecer mediaciones y acercamientos

promueve prejuicios y rencores. No menos negativa, la conducta apolítica (que no existe

como tal) puede llevar a un eclesiocentrismo y a la alienación de la comunidad de fe de

su problemática social.6 La reflexión teológica debe denunciar, en nuestras iglesias y

nuestra sociedad en general, el creciente afán de lucro, consumismo y competitividad, y

construir una ética solidaria, socialmente responsable.

Las iglesias cubanas se enfrentan a un crecimiento sin precedentes y es necesario

reconsiderar la “oferta” que se hace desde la fe del pueblo. Hay riesgos para la identidad

del evangelio cuando las personas observan y analizan cada vez con más agudeza las

posibilidades materiales de vida que muchos cristianos e iglesias ostentan abiertamente

ante la sociedad. La idolatría de la teología de la prosperidad consiste en que mercantiliza

el evangelio y ofrece bendiciones a cambio de ofrendas generosas. Las fidelidades

denominacionales, el testimonio de unidad ante el pueblo y la ética cristiana hoy se ven

amenazados por la proliferación de nuevos grupos e iglesias cuyos líderes son mejor

remunerados por ministerios y organizaciones cristianas en el extranjero.

La evangelización ha de ser repensada en sus métodos y propósitos teniendo en cuenta la

integridad de quien la recibe y su ulterior conducta de fe responsable ante los demás. En

su manera de razonar la fe, de hacer teología, muchos creyentes convierten su relación

con Dios en un refugio hermético frente a los problemas de la vida. Evaden la realidad

por no conocerla o por considerarla imposible de transformar. Esta iglesia sólo espera que

Jesús vuelva a traer un nuevo orden consistente en sacar a la iglesia de la vida terrenal y

llevarla a una nueva existencia en los cielos, porque este mundo en el que vivimos, lleno

de maldad y pecado, será destruido.

Cuando la realidad se presenta compleja, contradictoria, materialista y hostil a la fe, nace

un pensamiento escapista que sitúa la solución de Dios para la historia más allá de ella.

No se consideran las acciones salvíficas de Dios en la testificación bíblica, ni se disciernen

los signos de su reino en los movimientos liberadores de hoy, en la iglesia profética y

popular, en las luchas de millones de personas contra todo tipo de injusticias, que reclaman

su derecho a una vida digna y abundante. La esperanza pierde su contenido concreto, su

relación con la transformación del mundo, y se la entiende como la existencia feliz y

gloriosa en un lugar extramundano, ahistórico.

Page 16: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Este enfoque tiende a encerrar al ser humano evangelizado y futuro sujeto de la teología

en un aislamiento sacralizado, sin vinculación con los demás y con lo demás; sin acciones

solidarias y comprometidas. Se contenta tal cristiano con la teología individualista del

“elegido”, del salvado, del rescatado, y con aires de superioridad religiosa confía en que

su destino eterno está asegurado en Dios. Sólo interesa su relación obediente con Dios

evitando todo contacto con la realidad fuera del templo, con las líneas de pensamiento o

conductas de vida diferentes (en su opinión, opuestas) a las suyas. La lectura que se hace

del texto bíblico es fundamentalista (invalidando toda interpretación que no coincida con

la propia) y literalista (asumiendo el texto escrito como norma absoluta para la vida en

todos los tiempos, sin considerar los factores contextuales que le dieron origen), y se

privilegia cierto tipo de autoridad formal en cuanto a las normas de validación de la

interpretación teológica: los pastores y líderes son tenidos como autoridad en estas

interpretaciones.

Hay también riesgos de ideologización en este enfoque de la fe. Los contenidos bíblicos

son usados para promover formas de pensamiento, moralismos y costumbres dentro de

una práctica cristiana desentendida de la historia y la cultural nacionales. El deseo de

obtener un poder real y simbólico por medio del reconocimiento social de un estatus

religioso, la evangelización masiva que sólo busca el crecimiento numérico de las iglesias,

las proyecciones dualistas que rechazan y condenan muchas vivencias que quedan fuera

de las prácticas religiosas establecidas por la iglesia-institución y otros conservadurismos,

fomentan una fe divorciada de la vida humana o enfrentada a ella. Tampoco hay

conciencia del pecado estructural, de aquellas situaciones injustas y violentas que fomenta

la lógica de los diversos sistemas socioeconómicos y políticos. En caso de que esto se

reconozca, eso no es asunto de la iglesia y su misión. Los males que flagelan a la

humanidad siempre tendrán un origen común: la presencia del demonio, cuyos poderes

operan por encima de la voluntad humana, lo que nos libera de nuestras propias

responsabilidades.

Por otro lado, no se promueve desde la iglesia el servicio social genuino y espontáneo, no

se cuestionan los conflictos actuales en sus verdaderas raíces (el pecado estructural, el

egoísmo humano); no se acepta al otro como otro, porque la vida cristiana es entendida

en términos de enfrentamiento a todo lo diferente. No hay apertura al diálogo ecuménico

ni interreligioso, por las mismas razones de superioridad y exclusivismo ya mencionadas.

Los prejuicios y cegueras les impiden a muchos cristianos y cristianas vivir la plenitud de

la misión de Dios en el mundo y enriquecerse de toda la belleza del ser humano. No

llegamos a ser iglesia con “corazón de pueblo”,7 iglesia responsable “con” y no “por” las

personas. Dios siempre incorpora al ser humano como coactor de su misión en el mundo.

El continuo sostén y la continua creación de Dios se instrumenta en una acción humana a

la que envuelve y excede, pero ni vacía ni aliena. La misión evangelizadora no es un acto

externo cumplido por la iglesia, sino el rostro visible de la misión del Dios trino. Trabajo,

Page 17: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

gobierno y sociedad humana; testimonio, servicio y construcción de la historia, son

igualmente participación en la totalidad de esa misión del Dios trino.8

La teología responsable ayudará a la iglesia a descentralizarse, a salirse de sí misma y

considerar otros puntos de vista: desde la periferia, desde los que no están en el templo.

En la humanización de su misión, la iglesia debe liberarse de sus certezas intocables, de

su manía de clasificar a la gente, de condenar al rebelde sin causa, de alejarse de los barrios

marginales y las malas compañías, de predicar el fin del mundo en vez de la recreación de

la historia. La iglesia debe decidirse a dejarse evangelizar por la vida y por el Dios de la

vida en vez de buscar remiendos consoladores a los sufrimientos humanos. Entonces será

posible que la teología y la iglesia reciban con humildad las experiencias de otros y otras.

Cuando ambas se ubican en los conflictos reales nos hacen cargar nuestra propia cruz y

denunciar los abusos de poder.9

La evangelización de la iglesia también tiene lugar cuando la pastoral profundiza en la

diversidad de ministerios como vía para la participación plena de todos y todas en la

construcción de la nueva comunidad humana. Aquí volvemos sobre un valioso aporte de

la Reforma protestante del siglo XVI: el sacerdocio universal de los y las creyentes. Al

apropiarnos de este principio restructuramos la vida congregacional. Las comunidades de

fe pueden propiciar espacios de participación y aceptación mutua. Sentirnos en un plano

de igualdad ante Dios levanta nuestra autoestima y nos inspira responsablemente en la

obra común de la iglesia. El impulso al liderazgo del laicado, las mujeres, los y las jóvenes,

los diferentemente capacitados, y otros grupos históricamente desfavorecidos, ayuda a un

ordenamiento más justo de la vida comunitaria.

La teología y la pastoral para hoy deben, además, llamar la atención hacia las bases

pneumatológicas de la evangelización, de la renovación de la iglesia y su misión en el

mundo. El tema del Espíritu Santo, su lugar de acción, y su libertad y alcance extraeclesial

es de central importancia para la orientación teológica de la acción evangelizadora y el

camino a la convivencia armoniosa y respetuosa con otras religiones, e incluso con

movimientos de renovación que se dan dentro y al margen de las iglesias. Es necesario,

por ejemplo, dilucidar los aspectos negativos y positivos del movimiento carismático que

hoy permea las iglesias evangélicas en general, y convertir el movimiento de renovación

eclesial en una fuerza teológica seria, responsable, encarnada y evangélica. De la misma

manera, se precisa dialogar con el momento histórico y los procesos de cambio

socioculturales en el país, sin perder la identidad como iglesia, sin perder el rigor en el

análisis teológico de la realidad y sin dejar de celebrar al Dios de la vida de los cubanos y

las cubanas desde una espiritualidad nuestra.

En cuanto al desafío educativo en las iglesias e instituciones teológicas, se han de

incentivar los métodos de correlación, aquellos que hacen dialogar la reflexión teológica

con otros saberes humanos. El diálogo de la teología cubana contemporánea más

Page 18: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

comprometida con las teologías de liberación en el continente y el mundo ha sido fecundo

y decisivo para nuestra comprensión y práctica pastorales en todos estos años de

revolución. Ambas constituyen expresiones de reflexión y praxis de fe auténticas y

cercanas en la herencia histórico-cultural (en el caso de la Teología Latinoamericana de

la Liberación). Es importante replantear los propósitos, contenidos y agentes de nuestra

educación cristiana en las iglesias para saber si realmente estamos favoreciendo un

proceso educativo liberador y centrado en la vida de las personas, y no en la memorización

de textos o el simple conocimiento de los contenidos bíblicos.

No basta con echar mano de nuevos métodos de aprendizaje más dinámicos, más críticos,

con consecuencias prácticas y tangibles. Más importante es clarificar si estamos educando

teniendo el reino de Dios como horizonte, si venimos al encuentro de la Palabra y la Vida

para convertirnos del conformismo a la acción responsable por el bienestar de todos y

todas. Una educación cristiana que anime a la responsabilidad de los y las creyentes debe

hacerse desde la libertad de espíritu, desde la posibilidad de sentir, pensar y actuar de

acuerdo con nuestra conciencia y nuestras motivaciones, y asumiendo como propios los

reclamos y dolores del mundo.10

Retomar la experiencia de Jesús de Nazareth como educador puede ayudarnos en este

empeño. El modelo educativo de Jesús vincula el anuncio del reino de Dios con la re-

creación de las relaciones humanas, potenciando las capacidades de las personas,

escuchando y respetando sus historias de vida y tomándolas como punto de partida y de

llegada para la reflexión; prestando atención al lenguaje de los afectos y al poder de la

imaginación. Para llegar al mundo nuevo que queremos, primero hay que soñarlo,

imaginarlo.11

Para Jesús, lo educativo en la nueva comunidad pasa por la reintegración de las personas

a la vida, al ser acogidas, incluídas y valoradas, sobre todo aquellas que sufrían con más

crueldad la marginación social y religiosa de la época. Así, Jesús iba creando comunidad

con la suma de diversas experiencias e identidades. Una comunidad que en su proceso

educativo se hacía cada vez más profética y lograba desenmascarar el carácter autoritario,

erárquico y legalista de los modelos educativos dominantes en su tiempo. Esta opción

educativa de Jesús, circular, no elitista, participativa, comunitaria, humanizante, revelaba

finalmente a un Dios diferente, cercano, sensible, compasivo, identificado con los más

olvidados y vulnerables.

Nos urge educar teológicamente en todos los niveles, a todos los y las creyentes en Cristo,

fomentando la necesaria madurez para que la iglesia se renueve constantemente de

acuerdo con la esencia misma de su naturaleza y misión, y de acuerdo con las exigencias

de estos tiempos. Hacer esto de manera responsable es también promover identidad de fe,

autenticidad y sentido de pertenencia a un conjunto de valores y tradiciones como iglesias.

Al mantener la fidelidad a los momentos renovadores de nuestra historia como pueblo de

Page 19: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Dios, conocemos y vivimos aquellas experiencias y aprendizajes adaptados a la realidad

actual. Es vergonzoso que la iglesia conozca su historia sin dar razón pertinente de los

principios que la han sustentado por siglos o, peor aún, que no conozca su historia ni actúe

consecuentemente con ella.

La educación teológica responsable para hoy deberá ser, además, genuinamente

ecuménica. La necesidad de la unidad del pueblo de Dios y de toda la humanidad en la

búsqueda de paz y la justicia, plantea una demanda impostergable para la misión actual

de la iglesia, para lo cual se precisa una educación teológica más ecuménica, interactuante,

holística, reconciliadora. Educar en los valores de la interculturalidad y la

interdependencia, promoviendo el respeto a la diversidad humana, reconociendo que en

este mundo globalizado lo que sucede en cualquier lugar afecta a todos de algún modo,

que ya nadie se salva o se pierde sin mayores consecuencias: juntos perecemos o juntos

nos salvamos.

Un pensamiento ecuménico verdadero debe sustentarse primeramente en un estilo de vida

consecuente. Hay que educar para un pensamiento ecuménico desprejuiciado y

transparente, libre de protagonismos recurrentes y luchas de poder. Hay que educar para

un pensamiento ecuménico más representativo de todas las tradiciones, de todas las voces,

de todas las teologías que conviven en nuestra tierra, muchas veces sin conocerse.

Necesitamos superar las actuales involuciones hacia el denominacionalismo cristiano para

posibilitar una producción teológica colectiva relevante y permanente, para manifestarnos

teológicamente como iglesia cubana, en una unidad real de responsabilidad por la

problemática humana en nuestro contexto.

Respecto a la liturgia para hoy, necesitamos recuperar la vivencia celebrativa de la

presencia de Jesucristo entre nosotros y nosotras, la práctica del amor sin límites, amor

hecho carne en el testimonio diario que la propia liturgia fortalece y anima. Necesitamos

recuperar los fundamentos bíblicos y proféticos de la práctica cultual, de sentir el culto

como fermento de una pastoral solidaria y sanadora en medio de los egoísmos y

rivalidades que enferman la vida en comunidad. Teniendo en cuenta que la práctica

litúrgica en la tradición protestante y evangélica enfatizó la predicación como momento

central del culto, necesitamos recuperar y esclarecer el alcance unificador y salvífico de

la Cena del Señor, en la cual la riqueza del compartir se da con mayor fuerza y

autenticidad. El momento de la comunión es momento de especial recordación, memoria

y esperanza. Nos adentramos en una actitud de espera de la irrupción definitiva de Dios

en la historia, sintiéndonos coactuantes de ese gesto redentor. Es momento de confesión,

de perdón, de darnos el abrazo de la paz para superar las actitudes negativas. La Cena del

Señor estimula la práctica unida de la fe en el resucitado y el testimonio eficaz de su

fraternidad amorosa.

Page 20: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Celebrar juntos el misterio de la donación de Dios, de su opción por nosotros y nosotras,

desarrolla un fuerte nexo de unidad teológica alrededor de la entrega de Cristo y nos envía

como iglesia a compartir el pan con los necesitados.12 En ese sentido, la liturgia llama a

la iglesia a una actitud responsable. Es necesario que hagamos un alto en el camino y nos

preguntemos qué tipo de iglesia promueven nuestros cultos, por qué lo que hacemos en

nuestros cultos refleja nuestra teología, nuestra manera de vernos como iglesia, nuestra

manera de entender y desarrollar la misión de Dios en el mundo. La liturgia debe exhortar

a la iglesia al servicio, al compromiso, a la práctica de la solidaridad y el amor. Debe

propiciar vivencias de reconciliación y restauración de la vida y la esperanza del pueblo.

El culto no puede realizarse de espaldas a la historia, la cultura y los anhelos de las

personas que celebran; no puede dejar de decir una palabra de aliento y confianza en

medio de las crisis y la incertidumbre frente al futuro inmediato.

Por ello es necesario volver la mirada a la experiencia de la comunidad cristiana primitiva,

que tiene como centro de su liturgia la proclamación de la esperanza en la vida que se

prolonga y se eterniza en la resurrección. La liturgia debe integrar la fe y la vida. Para los

primeros cristianos y cristianas, la celebración de la fe iba de la mano con el trabajo y la

oración cotidianos, el acompañamiento a los enfermos, el socorro a los más frágiles, el

anuncio del evangelio, los momentos de reflexión y estudio, el compartir comunitario de

los recursos. Todas estas cosas eran señales, acontecimientos de resurrección en un

ambiente de hostilidad, incomprensión, conflictos y persecuciones. Hoy la humanidad

necesita afirmar y celebrar la buena noticia de que la vida se abrirá paso entre las amenazas

de la muerte.

El otro elemento relacionado con la práctica de una liturgia responsable es la propia

reflexión teológica y pastoral sobre nuestra realidad litúrgica en el ámbito de las iglesias

e instituciones de formación teológica. Aunque realmente existen trabajos de tesis y

artículos ocasionales de gran valor, eso no nos permite afirmar que la reflexión litúrgico-

pastoral tenga una presencia notable y activa, no sólo en los medios impresos de iglesias,

instituciones cristianas y seminarios, sino también en los encuentros, foros y seminarios

de formación y discusión teológica a nivel regional y nacional. La actualidad litúrgica

pasa más por la práctica litúrgica que por la reflexión sistemática de esa práctica. Y para

ser fieles a esa sabia afirmación de la teología patrística de que la liturgia es la “teología

primera”, necesitamos incentivar en nuestro movimiento eclesial y ecuménico la reflexión

sistemática de nuestra práctica litúrgica y cómo ella responde a las necesidades actuales

de las iglesias.

Es cierto que algunos centros cristianos del país han enfatizado en sus espacios de

formación esta área de la pastoral de la iglesia, pero esas vivencias quedan ahí, en lo

ocurrido en talleres y encuentros, así como en el trabajo futuro que los participantes

puedan desarrollar en sus iglesias. Muy poco queda por escrito, y con pocas posibilidades

de divulgación. Por otro lado, el tema de la liturgia es poco estudiado en muchos

Page 21: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

seminarios evangélicos. Además, carece en ocasiones de rigor académico, de información

histórica, y abundan los enfoques denominacionalistas que desvaloran y excluyen otras

tradiciones y experiencias de adoración. Junto con ello, proliferan las tendencias

miméticas (copia de lo foráneo) en las propuestas de renovación litúrgica de un buen

sector de las iglesias evangélicas del país, el énfasis en lo emocional-evasivo y una

teología descontextualizada en los cantos y el ambiente general de las celebraciones.

Necesitamos promover una reflexión más sistemática y rigurosa de nuestra práctica

litúrgica. Motivarnos a realizar encuentros y publicaciones, en la medida de lo posible,

que expresen un camino propio, a la vez que ecuménico y universal; una manera auténtica

de celebrar una liturgia viva y encarnada en la realidad cubana, latinoamericana y mundial,

que tome en cuenta las angustias y esperanzas de nuestro pueblo y fomente una nueva

iglesia, una nueva espiritualidad, y nuevos seres humanos comprometidos con el reino de

Dios y su justicia.

A manera de conclusión podemos afirmar lo siguiente: así como es de novedosa la nueva

coyuntura social y religiosa, así de novedoso será el mensaje de Dios para hoy. Toca a la

teología discernir la voluntad divina para este tiempo difícil, pero preñado de luces y

oportunidades, y encauzar la acción de la iglesia en fidelidad al testimonio bíblico-

profético y liberador, a su herencia de reajuste histórico inconformista, y a los nuevos

clamores de la vida que nos interpela. En nombre del Dios trino, el Dios de la fe, la

esperanza y el amor, el Dios que nos lanza a creer en sus grandes y pequeños proyectos

imposibles, hagamos una teología y vivamos una fe responsables, mostrando que todavía

la utopía es posible, que la lucha por el mundo que soñamos nos mantiene con deseos de

vivir y crear.

..................................

Notas:

1—Eleazar López Hernández: “Teologías indias de hoy”, en Teología India. Segundo

Encuentro-Taller Latinoamericano, t. II, Ediciones Abya Yala, Quito.

2—José David Rodríguez: Introducción a la Teología, DEI, San José, 1993, p. 30.

3—María Pilar Aquino: “La inteligencia de la fe desde la perspectiva de la mujer”, en

Nuestro clamor por la vida. Teología latinoamericana desde la perspectiva de la mujer,

DEI, San José, 1992.

4—Kart Barth: “La humanidad de Dios”, en Ensayos Teológicos, Herder, Barcelona,

1978.

5—Pilar Aquino: op. cit.

6—Loyda Sardiñas: “Un boceto del rostro eclesial cubano. Aportes de la pedagogía

paulina en 1 Corintios”, Caminos, n. 6, 1997, p. 56.

7—Frase acuñada por la pastora cubana Clara Rodés.

8—José Míguez Bonino: “En búsqueda de la unidad”, en Rostros del protestantismo

latinoamericano, Buenos Aires-Grand Rapids, Nueva Creación y William B. Eerdmans

Page 22: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Publishing Company, 1995.

9—Jon Sobrino: “La comunidad eclesial alrededor del pueblo crucificado”, Revista

Latinoamericana de Teología, n. 20, mayo-agosto de 1990.

10—Carlos Núñez: “Educación popular y coyuntura latinomericana. Nuevos desafíos”,

en Educación y ecumenismo en América Latina y el Caribe. Retrospectiva y nuevos

desafíos, CELADEC, Buenos Aires, 2004, p. 33.

11—Pedro Casaldáliga: “Hacia la internacional humana”, boletín Caminos, noviembre

del 2004, p. 2.

12—Julio de Santa Ana: “Bases bíblicas neotestamentarias para la unidad del pueblo de

Dios”, en Ecumenismo y liberación. Reflexiones sobre la relación entre la unidad cristiana

y el reino de Dios, Ediciones Paulinas, Madrid, 1987.

Page 23: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

La belleza de Dios: La teología de la gracia y la gracia de la teología

La teología, sin perder su rigor intelectual, está llamada a ser un acto de adoración.

Desde hace muchos años me he sentido convencido, cada vez más, de que la teología

evangélica, como teología de la sobreabundante gracia de Dios, debe también

sobreabundar en gracia en su estilo teológico. El paradigma cristológico para todo teólogo

es el Verbo encarnado, que vino «lleno de gracia (incluso su aspecto estético) y de verdad»

(aspecto ético) de modo que en él «vimos la gloria de Dios» (Jn 1.14). Más allá de la ley

—o de nuestra seca teología sistemática—, Cristo trajo la gracia y la verdad de su Padre,

«y de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia» (1.16s).

Más que un concepto

La gracia es más que un concepto abstracto teológico; lleva en sí amabilidad, belleza,

encanto. Según el profesor H. H. Esser de Muenster, «los términos de la raíz griega jar

indican lo que produce agrado» (Coenen 2:236)(1). En griego clásico, muchas veces jaris

era intercambiable con jara (gozo) y jairô (gozar), para referirse a lo que se deleita en lo

bello. Se usaba para referirse a la hermosura de una mujer bella, como la esposa de

Hefaisto, o de «las siete Gracias» que repartían la belleza, la elegancia y el encanto entre

los seres humanos(2). A veces describía una manera hermosa y agradable de hablar, un lenguaje encantador (Lc 4.22; Col 4.6; Ef 4.29).

El teólogo contemporáneo que más ha reflexionado sobre la belleza de Dios, y por eso la

teología, es Karl Barth, sobre todo en su exposición de la gloria de Dios (Church

Dogmatics II/1 640-677). Barth ve la belleza de Dios subordinada a su revelación, como

«la figura y forma» de su automanifestación, «con la que nos ilumina y nos convence y

nos persuade»(3). En su revelación, «Dios es bello, divinamente bello, bello a su propia

manera» (650). «Dios actúa como aquel que da placer, crea deseo y la premia con el goce

de lo deseado» (651). Dios se revela así y actúa así, porque es así, porque es bello y

deseable, lleno de goce (ibid).

Siglos antes de Karl Barth, San Agustín expresó esta verdad en un testimonio conmoveder, citado por Barth en su exposición:

¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! He

aquí, tú estabas dentro de mí, y yo fuera, y fuera te buscaba, y sobre

esas hermosuras que tú creaste me arrojaba deforme. Tú estabas

conmigo y yo no estaba contigo. Me tenían lejos de tí aquellas cosas,

que, si no estuvieran en ti, no existirían. Pero tú llamaste y clamaste

y rompiste mi sordera. Relampagueaste y resplandeciste y

ahuyentaste mi ceguera. Exhalaste fragancia, la respiré y anhelo por

Page 24: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

ti. Gusté y ahora tengo hambre y sed de tí. Me tocaste, y encendí en

deseos de tu paz. (Confesiones 10.27).

Aquí encontramos la razón más profunda, fundamentada en la misma persona de Dios,

para la estética del discurso teológico evangélico. Como reflexión sobre la gracia y la

gloria de Dios —y ojalá, reflejo de ellas— la teología debe ser la más bella de todas las

disciplinas intelectuales. Por tradición, la han descrito como «la reina de las ciencias»(4),

pero casi siempre por la coherencia y la simetría de su sistema racional. Con todo aprecio

por el valor estético de una buena argumentación (cf. Anselmo, Cur Deus homo 1.1), es

un error ver «el sistema» como el fin y meta del teologizar o de quedar embelesado solo

por el brillo racionalista de esa forma tradicional de teologizar. Más bien y sobre todo, su

belleza debe reflejar la hermosura de la gracia y la gloria del Dios sobre quien reflexiona y a quien adora.

Acto de adoración

La teología, sin perder su rigor intelectual, está llamada a ser un acto de adoración. Desde

el día de Pentecostés, a los teólogos se nos dio la tarea de que, con los carismas que el

Espíritu reparte, explicitemos ante las naciones «las maravillas de Dios» (magnalia dei,

Hch 2.11). La teología también está llamada a adorar y servir a Dios «en la hermosura de

la santidad» (Sal 29.2; 96.9; 110.3). El anhelo, la tarea y el privilegio de los teólogos es el

de «estar en la casa de Yahvéh ... para contemplar la hermosura de Yahvéh, y para inquirir en su templo» (Sal 27.4). La teología debe vivir en continua actitud de adoración.

La seriedad académica de la teología, su veracidad y su criticidad, no debe apagar el

aspecto de asombro y maravilla en el teologizar. Se ha afirmado, estimo que con razón,

que tanto la filosofía como la teología nacieron del asombro: la filosofía, con Tales de

Mileto, ante el misterio del cielo y las estrellas; la teología, con la fe, ante el misterio de

Dios y la salvación. La modernidad, a partir de Descartes, suplantó ese punto de partida

por otro, que era la duda. (5) Aun si ese método cartesiano de la duda sistémica pudiera

poseer mucho valor para otras disciplinas, para la teología es una trampa fatal. La buena

teología parte de la fe (Agustín, Anselmo), después sujeta sus conceptos a los fuegos del

más riguroso examen crítico hasta forjar convicciones firmes, y termina de nuevo en

asombro y adoración.

Hacia el amor

En último análisis, el teologizar auténtico nace del amor —un profundo amor a Dios, a

Cristo, al prójimo, al evangelio, a las Escrituras, a la Iglesia, al reino de Dios y (en nuestro

caso) a América Latina. Teologizar es obedecer el mandato del Señor de amar a Dios con

toda la mente (Mt 22.37) y de «llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo»

(2 Co 10.5). El móvil supremo del teólogo sigue siendo el del gran teólogo misionero del

primer siglo: «El amor de Cristo se ha apoderado de nosotros» (2 Co 5.14 DHH). Para

adaptar la descripción que hizo San Agustín del filósofo, podemos afirmar que verus

Page 25: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

theologus amator Dei est. El antiguo padre expresó con profunda emoción y transparente

sinceridad su propia motivación teológica:

No es con conciencia dudosa, oh Señor, sino con certeza, que yo te amo.

Heriste mi corazón con tu palabra y te he amado. Y de hecho, cielo y

tierra, y todo lo que en ellos hay, por todas partes me están diciendo que

te he de amar.... Cuando amo a mi Dios, estoy amando una cierta luz,

una cierta melodía, una cierta fragancia, un cierto manjar y un cierto

abrazo —la luz y la melodía y la fragancia y el manjar y el abrazo en el

alma, cuando en mi alma resplandece esa luz que no ocupa lugar, suena

esa voz que no lo arrebata el tiempo; respiro esa fragancia que ningún

viento puede esparcir; recibo ese manjar que no se consume

comiéndose; reposo en el abrazo que nunca se disminuye por la

saciedad. Todo esto es lo que amo cuando amo a mi Dios. (Confesiones,

10:6).

Todo teólogo es un amator Dei, un enamorado de Dios, y no siente vergüenza de

confesarlo sino que lleva a cabo todo su quehacer teológico desde ese pozo profundo de

amor.

El contenido para el artículo se tomó y adaptó del libro Haciendo teología en América

Latina, LAM, Visión Mundial, FTL, UBL, 2004, pp. 23–46.

(1) La familia semántica de jar inlcuye jaris, jarizomai, jaritoô, jarisma y el opuesto a

todo eso, ajaris. Cf. eujaristos con sentido de placentero, agradable.

(2) H.H. Esser, «Gracia» en Diccionario el teológico del Nuevo Testamento, Lothar

Coenen et al, ed. (Salamanca: Sígueme, 1980), tomo II, p.237.

(3) Con subordinar la belleza de Dios a su revelación, Barth evita cuidadosamente

cualquier "esteticismo" que pretendería divinizar la belleza o poner encima de Dios una

norma de belleza a la cúal el correspondería para ser bello. Barth insiste en que la belleza

de Dios no pertenece a su esencia divina sino a su revelación (652).

Page 26: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

(4) De todos modos, más que reina, la teología debe ser sierva, siendo a la vez reina de

belleza.

(5) Soeren Kierkegaard, entre otros, elaboró este análisis.

El autor, estadounidense por nacimiento y costarricense por adopción, se doctoró en

teología por la Universidad de Basilea, Suiza. Ha ejercido la docencia en varias

instituciones teológicas y universidades de América Central y de otros lugares del mundo.

Actualmente ejerce la docencia en la Universidad Evangélica de las Américas (UNELA),

San José, Costa Rica. Es miembro de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL) y

ha escrito varios libros y numerosos artículos.

Page 27: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

“No necesitamos teología”

Retened la doctrina que habéis aprendido. (2 Ts. 2, 15 RVR60)

La declaración lapidaria con que titulamos esta nuestra reflexión de hoy consiste en unas

desgraciadas palabras —pues no se les puede dar otro calificativo mejor— pronunciadas

de manera enfática y contundente hace poco menos de un año con ocasión de un encuentro

regional de creyentes de cierta denominación cuyo nombre no viene al caso. Lo curioso

es que esta sentencia tan rotunda salió de labios de una persona de escasa —por no decir

nula—, no ya cultura, sino alfabetización rudimentaria, y lo que es peor, miembro activo

de una congregación en vías de disolución y desaparición, una iglesia que tiene los días

contados pese a su larga trayectoria histórica, entre otras razones por haber perdido de

vista su identidad teológica, por haber permitido que se diluyera en un mar ideológico

muy discutible y un activismo social demasiado absorbente. Pero ahí queda: “No

necesitamos teología”. Y punto. Si fuera sólo un caso aislado, no tendría más valor que el

de una mera y simple anécdota, desde luego, pero lo trágico es que esta forma de pensar

se extiende como una marea negra por demasiadas congregaciones (con sus ministros al

frente, lo cual nos resulta difícil de comprender) hasta impregnar (pseudo)denominaciones

enteras.

Para esta clase de personas el concepto de “teología”, al parecer, viene a quintaesenciar

todos los males del universo, o por lo menos de sus pequeños universos-islas en los que

viven con mayor o menor tranquilidad. Lo trágico es que no se percatan de que esos

mundos particulares, que no pasan de ser simples ghettos, están abocados a la desaparición

por su propia dinámica interna, por su cada vez más patente carencia total de identidad. O

dicho de otra forma, por su carencia total de una verdadera teología.

Sí, así es. La teología es lo que confiere identidad a las iglesias, ya hablemos de conjuntos

denominacionales o de congregaciones y parroquias individuales. Y constituye un desafío

permanente el mantener esa teología en medio de un océano de ideologías encontradas, y

demasiadas veces superficiales, que se asienta sobre un mundo cada vez más impersonal,

o como gustan algunos de decir, más “globalizado”, en el que los distintivos de todo tipo

tienden a difuminarse en aras de una macro-cultura (?) universal (la de la Coca-Cola, los

Pizza-Hut, Zara, Benetton, y suma y sigue).

La teología es lo que confiere identidad a las iglesias[/quote] En primer lugar, la teología

recoge el pensamiento o las doctrinas distintivas de una iglesia determinada. No se trata

de un asunto sin importancia; de no ser así, no aconsejaría San Pablo Apóstol que se

conservaran, como leíamos en el versículo del encabezamiento y podríamos leer en otros

tantos del mismo tenor. Por mucho que haya quienes se empeñen contra viento y marea

en una cruzada por la simplicidad de creencias o por incidir solamente en uno o dos puntos

básicos que nos unan a todos los creyentes del mundo, la revelación bíblica es demasiado

Page 28: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

insistente en ciertas ideas capitales como para que se puedan obviar en aras de una

presunta unión, que sería también superficial, dígase lo que se quiera. No es posible ser

miembro de una iglesia o una denominación determinada sin saber bien qué enseña, qué

profesa, qué cree. No puede ser igual formar parte de una congregación que crea en

Jesucristo como su verdadero Señor y Salvador, que ingresar en otra para la cual la figura

de Cristo no pase de ser un simple maestro judío de moral, sin mayores implicaciones. No

es lo mismo creer en la divinidad de Jesucristo que suponer que el hombre Jesús de

Nazaret fue únicamente eso, un ser humano como cualquier otro. No es equiparable pensar

que Dios es todopoderoso y que tiene control y señorío absolutos sobre todo el universo,

con la creencia en un dios al que se puede manipular a base de peticiones o un dios

sometido a las decisiones humanas, que se vea obligado a cambiar de continuo sus

propósitos en virtud de lo que decidan sus criaturas.

En segundo lugar, la teología efectúa una reflexión permanente sobre esas doctrinas, sobre

esas enseñanzas recogidas. No se trata de decir “creemos esto o lo otro”, sino de saber por

qué lo creemos así y no de otra manera, es decir, de pensar en ello, de profundizar en todo

cuanto ello implica. Resulta terrible que una iglesia se limite a recitar credos, profesiones

de fe o textos bíblicos aprendidos de memoria, y que no pase de ese estado. Tal es la

tendencia natural de las religiones paganas, lo que nos hace pensar en una triste, pero más

que evidente, realidad: la paganización acelerada y progresiva del mundo evangélico

contemporáneo, que en demasiados casos ha descendido al nivel de una pura recitación

mal entonada de mantras supuestamente cristianos, pero sin raciocinio, sin apropiación

intelectual, y demasiadas veces sin sentido. La teología nos impulsa a estudiar las

Escrituras y compartir ese estudio con los creyentes, hacer una puesta en común de cuanto

hemos aprendido, en una palabra, deleitarnos en las profundidades y los arcanos de la

Biblia, siguiendo siempre su hilo conductor, que aparece ya en Gn. 1, 1 y concluye en Ap.

22, 21, y finalmente a compartir con otros nuestra fe. No hay testimonio efectivo sin una

teología de base que lo sustente, por simple o rudimentaria que pudiera parecer (nunca es

tal, desde luego).

En tercer lugar, la teología se plasma en la vida de la iglesia. Más aún, la colorea, la

impregna, la marca con un sello indeleble. Una iglesia cuya teología esté firmemente

anclada en la Palabra Viva del Dios Vivo tendrá una liturgia dominical lo suficientemente

elaborada —es decir, pensada, reflexionada, bien meditada— para ofrendar a Dios Padre

un culto solemne, respetuoso, en el que Cristo sea proclamado como lo que realmente es,

o sea, el Señor, al mismo tiempo que actividades que enriquezcan a la congregación e

inviten a otros a unirse a ella. Y no sólo pensamos en reuniones especiales de estudio

bíblico o catequesis de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, siempre necesarias, sino en

cosas tan simples como el café o el aperitivo después del servicio dominical, que tanto

desarrolla la hermandad entre los creyentes, o las actividades de tipo social, ya sean de

cara al exterior (diaconías) como de puertas adentro (programas especiales para ocasiones

destacadas). Nada de todo ello tiene sentido sin una bien cimentada teología en la base.

Page 29: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Sin teología, los cultos devienen verdaderos circos, auténticos espectáculos de pésima

calidad y en ocasiones altamente ofensivos, en los que la predicación del Evangelio

(cuando la hay, que ésa es otra) es cualquier cosa menos predicación o Evangelio. Por otro

lado, y sería bueno no olvidarlo nunca, sin teología no hay instrucción, y cualquier cosa

que se quiera tapar con el nombre de diaconía acaba convirtiéndose en mero activismo

social, a veces con unos tonos políticos demasiado evidentes y muy poco recomendables.

Por último, la teología constituye la formación básica fundamental del pastor, anciano,

presbítero, rector o sacerdote que ha de estar al frente de cada congregación y sobre cuyos

hombros recae la ardua tarea de alimentar, formar y conducir al rebaño del Señor.

Sinceramente, nos cuesta comprender cómo es posible que en algunas iglesias y

denominaciones enteras se promocione (!) que los predicadores carezcan de formación

teológica elemental. Digámoslo claro: sin teología, el pastor, quiéralo o no, se convertirá

en lobo, tarde o temprano. En vez de alimentar, atrofiará. En vez de formar, conformará a

su propia imagen y semejanza, es decir, deformará. En vez de conducir, pretenderá dirigir,

pero no como un pastor, sino como un tirano; cosas todas ellas de las que hoy, por

desgracia, sobran los ejemplos en demasiadas congregaciones y denominaciones de todo

el mundo en que se habla la lengua de Cervantes, y también en el resto.

Al “no necesitamos teología” de tantos presuntos “líderes” e “iluminados” de nuestro

mundo contemporáneo, oponemos hoy un clarísimo “necesitamos teología”. O mejor

todavía, un “Señor, danos buena teología y buenos teólogos”.

Permanezcamos firmes en aquello que por la Gracia de Dios hemos recibido.

Page 30: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

LA “TEOLOGÍA POPULAR”,

OTRA FORMA DE HACER TEOLOGÍA

Hay dos formas de hacer teología: La teología “especulativa” y la teología “narrativa”.

Estas dos formas de hacer teología están ya presentes en el Nuevo Testamento. El ejemplo

más claro de una teología marcadamente especulativa es la teología de San Pablo. Como

el ejemplo más destacado de una teología narrativa se encuentra en los evangelios. No se

trata de que cada una de estas dos formas de hacer teología sea excluyente de la otra. El

problema no está en eso.

Como es lógico, la diferencia más evidente está en que, mientras que la teología

especulativa se elabora a base de ideas, doctrinas, verdades, dogmas…, la teología

narrativa consiste en relatos que presentan hechos, al menos presuntamente históricos, por

más que necesiten la debida hermenéutica, según el “género literario” en el que está

redactado cada relato. No se puede leer lo mismo en la narración de un milagro que la de

una parábola, por poner un ejemplo sencillo.

Pero entre la teología especulativa y la teología narrativa que tenemos en la Iglesia, existen

diferencias que son mucho más de fondo. Ante todo, la teología narrativa, al estar

constituida por una serie de relatos, tiene obviamente una “estructura histórica”. Mientras

que la teología especulativa, al estar elaborada sobre enseñanzas, doctrinas y

especulaciones, tiene una “estructura filosófica”.

Como advirtió acertadamente Bernhard Welte, en el caso de la teología narrativa

(histórica), nos preguntamos “lo que sucede” (o ha sucedido, was geschah), en tanto que,

en el caso de la teología especulativa (filosófica), en lo que nos fijamos es en “lo que es”

(was ist). Los verbos “ser” y “suceder” (acontecer) determinan y configuran ambas

teologías. Hay personas que preguntan: ¿Jesús es Dios? (teología especulativa). Como hay

quienes (menos) que se preguntan: ¿qué sucede donde Dios se hace presente? (teología

narrativa). Y es que, como entiende cualquiera, la teología especulativa centra su atención

en el “ser”, mientras que la teología narrativa se interesa sobre todo por el “acontecer”.

A la teología especulativa le preocupa, más que nada, el “dogma”. A la teología narrativa

le interesa sobre todo la “ética” (la conducta, la moral, la forma de vivir).

Ahora bien, con esto llegamos al fondo del problema. La teología narrativa (la de los

evangelios), al estar situada en el ámbito de la historia, no tiene más remedio que empezar

interesándose por “lo humano”, lo que sucede en la historia, en el espacio y el tiempo. Es,

por tanto, una teología que se hace “desde abajo”.

Page 31: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Por el contrario, la teología especulativa (la de Pablo), al empezar situándose fuera de la

historia, por eso mismo toma como punto de partida “lo divino”, lo que no podemos pensar

sino como “lo trascendente”, más allá del espacio y el tiempo, “desde arriba”. Y esto es

justamente lo que hizo Pablo, ya que él no conoció al Jesús terreno, sino que empezó su

itinerario de creyente y su apostolado desde el Resucitado, el Señor de la Gloria (Rm 1,

4).

De ahí que Pablo explica los hechos históricos más fuertes (por ejemplo, la muerte de

Jesús), no desde lo que aconteció en Galilea o en Jerusalén, sino desde el estremecedor

decreto divino según el cual Dios hizo a Jesús “pecado” (2 Cor 5, 21) y “maldición” (Gal

3, 13) por nuestros pecados y por nuestra salvación. Ya que, según la carta a los hebreos,

“sin derramamiento de sangre, no hay perdón” (Hb 9, 22).

El fondo del problema, por tanto, con el que tropezamos en la teología especulativa, está

en que, de pronto y para empezar, nos vemos metidos de lleno en un ámbito de realidad

que nos trasciende y que, por eso mismo, es para nosotros un conjunto de realidades, de

ideas, de problemas y posibles soluciones que no entendemos, ni podemos alcanzar a

explicar. Sencillamente porque nos trascienden.

De ahí que la teología, la religión y la catequesis constituyen un conjunto de saberes que,

a la mayoría de la gente, ni le dicen casi nada, ni le interesan, ni le resuelven los problemas

que de verdad preocupan a tantos y tantos ciudadanos, sobre todo entre las generaciones

jóvenes. Quizá son muchos los que oyen hablar de Dios, de la Religión y de la Iglesia

como “elementos extraños a la vida”, que alguien (o algo) pretende introducir en sus vidas

aportando nuevas complicaciones, más bien que soluciones, a una vida que ya se ha puesto

demasiado complicada.

La “Teología Popular”

La propuesta que hace la “Teología Popular” no se limita al intento, casi desesperado, de

explicar la teología de siempre, la teología dominante en la Iglesia, tal como quedó

estructurada desde los siglos XI y XII, pretendiendo explicar aquella forma de

pensamiento, de hace casi 800 años, en un lenguaje sencillo, popular y al alcance de todo

el mundo. Es evidente que todo lo que se haga en ese sentido merece nuestro

reconocimiento y nuestro elogio.

Pero, tan evidente como eso, es que, si la Teología Popular se limita a simplificar el

lenguaje, manteniendo básicamente la misma estructura y los mismos contenidos, con eso

no llegaremos muy lejos. Ni de esa forma arreglaremos la mayor parte de los problemas

que mucha gente tiene con la Religión y con la Teología. Entonces, ¿qué hacer?

Page 32: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

La propuesta de la Teología Popular consiste en optar decididamente por la “teología

narrativa”.

El evangelio de Juan dice: “A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo único, que está en el

seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1, 18). Esto quiere decir que el Dios

trascendente, al que jamás hemos visto ni podemos ver, al que no conocemos ni podemos

conocer, se nos ha manifestado en Jesús. En el hombre Jesús, que es el Dios “hecho carne”

(Jn 1, 14), es decir, hecho humanidad y, por tanto, al alcance de nuestra limitada condición

humana. Por eso Jesús pudo decirle al apóstol Felipe: “el que me ve a mí, está viendo al

Padre” (Jn 14, 9).

O sea, a Dios lo vemos, lo escuchamos, lo palpamos, en Jesús, en su forma de vida, en sus

costumbres, en lo que le interesaba o agradaba y en lo que no le interesaba y le

desagradaba. Es decir, en el gran relato de los evangelios es donde conocemos a Dios, lo

que nos dice Dios y lo que quiere Dios.

Pero aquí es importante hacer todavía algunas aclaraciones. Ante todo, conviene tener en

cuenta que la Teología Popular no se limita (o no debe limitarse) a explicar cada texto,

cada relato, como siempre se ha hecho en las clases de exégesis bíblica. Por supuesto, es

importante conocer bien y poder precisar lo que dicen (y lo que no dicen) los textos de los

evangelios. Pero con eso no basta. Lo decisivo es aprender cómo Dios se nos “representa”

en las narraciones que nos relatan cómo vivió Jesús y cómo quiso Jesús que vivamos los

seres humanos.

Y lo que se dice de Dios, hay que decirlo igualmente de la fe, de la salvación, de la

esperanza… De todo cuanto Dios, en Jesús, nos quiso decir y en él descubrimos.

Esto supuesto, el asunto capital, para la Teología Popular, está en esto: lo que nos presenta

la teología narrativa, que encontramos en los evangelios, es el gran relato de un conflicto:

el conflicto de Jesús con la Religión establecida en su tiempo y en la cultura de su pueblo.

Jesús se enfrentó a los Sumos Sacerdotes, a los Maestros de la Ley, a los Senadores del

pueblo, al Templo, a las normas y tradiciones…

Jesús fue un hombre profundamente religioso, como lo demuestra su frecuente e intensa

relación con el Padre del Cielo, su intimidad única con el Padre (Mt 11, 27; Lc 10, 22), su

insistente oración en la soledad de campos y montañas, la presentación repetida y

constante del Padre como ejemplo y modelo de vida (Mt 5, 43 – 46; Lc 15, 11 – 32).

Pero sabemos, por los relatos evangélicos, que la intensa religiosidad de Jesús fue una

“religiosidad alternativa”. Es decir, lo determinante de la religiosidad de Jesús no fue la

fiel observancia de los ritos. Para Jesús, más importante que la sumisión a los ritos fue

Page 33: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

siempre la felicidad de los seres humanos, la dignidad de las personas, la bondad y la

cercanía en su relación con todos los que se ven maltratados por la vida o por la sociedad.

Dicho esto, es decisivo caer en la cuenta de la distancia que Jesús mantuvo siempre en su

relación con la exacta observancia de los ritos. No olvidemos que “los ritos condensan

todo el sistema de signos de una religión” (G. Theissen). De ahí que, en este asunto, hay

que afrontar el problema del comportamiento que, con tanta frecuencia, caracteriza a las

personas religiosas.

¿En qué consiste este problema? El ámbito primario del comportamiento del “homo

religiosus” es el “rito”, no es el “ethos”. Es decir, las personas muy religiosas suelen

centrar más su atención y su interés en la exacta observancia de los ritos que en las

exigencias que se derivan del Evangelio y que se deben traducir en bondad, respeto,

tolerancia y ternura con todos.

¿Por qué esta prioridad del rito sobre el ethos en el homo religiosus? Porque los ritos son

acciones que, debido al rigor en la observancia de las normas, constituyen un fin en sí (G.

Theissen).

Ahora bien, desde el momento en que ocurre eso, el interés del sujeto se centra en la

observancia de las normas básicas que son vinculantes para todos y que constituyen el

kosmos, el “orden”, que ofrece seguridad y libera del miedo al kaos, el “desorden”, que

se traduce en violencia. Ésta es la razón por la que la Religión es “orden”, en tanto que el

Evangelio es “desorden”. Jesús, de hecho, fue condenado y ejecutado como un subversivo

y un agitador (Jn 18, 30; 19, 12; Lc 23, 2. 5).

He aquí la razón que explica por qué la gente muy religiosa -y no digamos los

“profesionales” de la Religión- con frecuencia producimos y reproducimos pautas de

conducta de una violencia reprimida que no imaginamos. Una violencia de la que casi

nunca somos conscientes. Pero una violencia que llevamos dentro y de la que no tenemos

ni idea e incluso ni la sospechamos. El Evangelio es una clave capital de lectura para la

toma de conciencia de este fenómeno tan singular como desconcertante.

Page 34: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

Teólogos por necesidad

Hoy, en nuestra América Latina se hace más necesario que nunca reflexionar

teológicamente y poner «toda nuestra mente y todo nuestro empeño» al servicio del Reino

de Dios. El explosivo crecimiento evangélico nos ha saturado de estrategas del

proselitismo que privilegian la acción sobre todas las cosas...

Fue a partir del siglo III cuando la historia del cristianismo recibió noticia de los primeros

teólogos sistemáticos de nuestra fe. La predicación entusiasta y comprometida de los

primeros siglos había «trastornado al mundo entero» (Hch. 17:3), sin importar que su

costo fuera la vida de miles de creyentes mártires.

De la predicación evangelística (kerygmática), centrada en el anuncio de Jesús como

Señor y Rey, se abrió paso a la predicación didáctica, cuyo contenido principal giraba en

torno a la aplicación práctica de los principios cristianos para la vida diaria. Es dentro de

este nuevo contexto de didáctica de la fe que nace y se desarrolla la teología general. A

partir de entonces, al mismo tiempo que se predicaba a Cristo, se escribía sobre la

cristología; al mismo tiempo que se predicaba bajo el poder del Espíritu, se reflexionaba

sobre la pneumatología (doctrina del Espíritu Santo) y su significado bíblico.

En la lista de esos primeros «pensadores de la fe» aparecen los nombres de Tertuliano de

Cartago (c. 160c. 220), Orígenes de Alejandría (c. 18sc. 254), Clemente de Alejandría

(c.155-220) e Ireneo de Lión (c. l2~200), entre otros. Ellos, movidos por las grandes

necesidades de la Iglesia y conscientes de la importancia de su momento histórico,

desplegaron una amplia actividad literaria y combatieron con ardor las primeras herejías

del cristianismo.

Su erudición bíblica era una prueba evidente de su compromiso discipular, de ese

compromiso que integra con sano equilibrio la le y la razón, la devoción y la teología, la

acción y la reflexión. Sin embargo, hay algo que se debe resaltar por encima de todas sus

grandes contribuciones y es el hecho significativo de que hicieron teología y pusieron todo

su rigor intelectual al servicio de la Iglesia en respuesta a las necesidades existentes y

acosados por los retos del contexto histórico. Fueron, pues, teólogos por necesidad; la

persecución arreciaba, las doctrinas heréticas proliferaban y su mundo les exigía razón de

su esperanza.

Teólogos por necesidad, ¡qué gran lección! Esos primeros sistematizadores de las

doctrinas cristianas no supieron lo que era la teología como simple ejercicio intelectual o

como lujo accesorio de la naciente Iglesia; fueron, sobre todo, definidores de las grandes

doctrinas, antes que pensadores profesionales o teólogos de escritorio. Su reflexión

teológica estaba claramente precedida por su urgencia pastoral. En el caso de Ireneo por

Page 35: Programa de Maestría en Teología · racionalidad que por la palabra de la cruz destruye la palabra de los sabios y aniquila la inteligencia de los inteligentes (1 Cor. 1.19). ^La

ejemplo, cuando escribió sus cinco libros en contra de los gnósticos, lo hizo motivado por

su sincero interés por la vida de las iglesias que estaban bajo su cuidado pastoral.

Hoy, en América Latina se hace más necesario que nunca reflexionar teológicamente y

poner «toda nuestra mente» al servicio del Reino de Dios. El explosivo crecimiento

evangélico nos ha saturado de estrategas del proselitismo que privilegian la acción sobre

todas las cosas. El afán por los números el excesivo énfasis en las emociones y la

masificación de la fe, clamar por verdaderos(as) teólogos(as) que orienten a la Iglesia y

recuerden con voz profética la centralidad de las Escrituras. Aquí y ahora, los teólogos(as)

han dejado de ser un lujo para convertirse en una necesidad prioritaria. Que la Teología

deje oír su voz.