Pepe Garcés entre realidad y sueño: Un análisis de los...

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Laura Verheyde Master inglés español 2007-2008 Pepe Garcés entre realidad y sueño: Un análisis de los personajes del último tomo de Crónica del Alba Universiteit Gent Faculteit Letteren en Wijsbegeerte Promotor: Prof. dr. P. Collard

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Laura Verheyde

Master inglés – español

2007-2008

Pepe Garcés entre realidad y sueño:

Un análisis de los personajes del último tomo de Crónica del Alba

Universiteit Gent

Faculteit Letteren en Wijsbegeerte

Promotor: Prof. dr. P. Collard

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Prólogo

En la parte que precede la introducción es la buena costumbre agradecer a todo el

mundo quien ha apoyado en la realización de la tesina. No voy a romper la tradición. En la

entrega anual de los oscars –los premios más prestigiosos en el mundo del cine- tienen las

estrellas de la pantalla una lista inmensa –siempre encabezada por Dios– con gente que les

han soportado. Me ve obligada reducir al mínimo mis aires de gran estrella, ya que admito

humildemente que mi letanía es más breve.

Comienzo con alguien que a pesar de su falta de fuerzas sobrenaturales no desmerece

ante Dios: a saber, profesor Patrick Collard, quien me ha asesorado y ha contestado a mis

preguntas. Junto con los otros profesores me había contagiado ya en el primer bachelor con su

pasión por la cultura y las letras hispánicas.

Sobre todo quiero agradecer a mis padres. Tengo más suerte que Pepe Garcés, cuyo

padre se comportaba con su descendencia como un cavernícola. El mío, por el otro lado,

nunca ha demostrado ninguna huella de un origen neolítico. También agradezco a mi madre

por los cuidados y por permitir retirarme en mi cuarto para dedicar mi atención a Crónica del

Alba.

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Índice de materias

Prólogo...................................................................................................................................... 3

Introducción.............................................................................................................................. 6

1. El sitio de Crónica del Alba en la obra de Ramón J. Sender................................................ 8

Visión general de la obra de Sender............................................................................. 8

Breve resumen del último tomo de Crónica del Alba.................................................. 9

2. Teoría sobre „el personaje‟ y el estilo de Sender.................................................................. 11

2.1 Teoría sobre „el personaje‟............................................................................................11

2.2 El estilo de Sender........................................................................................................ 12

3. Los personajes del tercer tomo de Crónica del Alba............................................................ 15

3.1 Pepe Garcés................................................................................................................... 15

3.2 Valentina....................................................................................................................... 22

3.3 La gente de Alcannit..................................................................................................... 30

3.3.1 La tía Bibiana.................................................................................................... 31

3.3.2 Las allegaderas.................................................................................................. 33

3.3.3 Isabelita............................................................................................................. 36

3.4 Los Ramones................................................................................................................. 40

3.4.1 Ramón I............................................................................................................. 42

3.4.2 Ramón III / IV................................................................................................... 45

3.4.3 Ramón Irazábal Pando o Ramón V / VI........................................................... 46

3.4.4 Ramón VIII....................................................................................................... 47

3.4.5 Ramón Ribaldo o Ramón IX.............................................................................48

3.4.6 Ramón Dodge................................................................................................... 49

3.4.7 Ramón Cero o Ramón 0.................................................................................... 50

3.4.8 Menos Ramón................................................................................................... 51

3.4.9 Ramón Sender................................................................................................... 53

3.5 Alfonso Madrigal.......................................................................................................... 59

3.6 La fiesta de cumpleaños................................................................................................ 60

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3.6.1 Las chicas (prosopopeyas)................................................................................ 61

3.6.2 La Señora de las voces..................................................................................... 63

3.6.3 Ramón II........................................................................................................... 65

3.7 La Cosa......................................................................................................................... 67

3.8 Los secretarios del ayuntamiento: el padre de Pepe Garcés y el reo de muerte........... 70

3.9 El proceso en Casalmunia............................................................................................. 72

3.9.1 El basurero........................................................................................................ 72

3.9.2 Luis Alberto Guinart / Julio Bazán................................................................... 75

Conclusión................................................................................................................................ 78

Bibliografía............................................................................................................................... 80

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Introducción

La obra más ambiciosa de Ramón J. Sender es sin duda el ciclo de Crónica del Alba:

un conjunto de nueve novelas -subdividido en tres trilogías- que forman su autobiografía

novelada. Los tres tomos difieren mucho entre sí pero en todo caso son muy fascinantes y

merecen un estudio profundo, en particular el último tomo que es en mi opinión seriamente

infravalorado. Ya tuve experiencia con algunas obras de Sender –a saber, Réquiem por un

campesino español y Mr. Witt en el Cantón- y siguiendo el consejo de prof. Collard, leí la

Crónica con perspectiva de encontrar un tema para mi tesina.

Uno de los ingredientes en una novela que más me intriga es el concepto del

personaje. No necesita descripciones minuciosas para parecer realista, sino se desarrolla

gradualmente y cobra vida a través del relato. Salta a la vista que Sender no pintó a sus

personajes en todos los colores. De ahí que, en mi opinión, el aspecto más fascinante en sus

obras es que a pesar de su estilo sobrio y modesto, nunca pierdan los caracteres su

verosimilitud. Por el contrario, ganan en fuerza. Entonces, he elegido el último tomo de la

Crónica como objeto de análisis porque en estas tres novelas aparecen no sólo personajes

alegóricos, sino realistas y humanos también. El tema de mi tesina fue decidido. Muy pronto

me daba cuenta de la similitud entre mi tarea y el empleo de Pepe Garcés en la última novela

La vida comienza ahora. Pepe, residiendo en el antiguo monasterio-castillo de Casalmunia -

que funciona como prisión-, trabajó como oficial de identificaciones. En su pequeño albergue

–rodeado por las cárceles de los reos de muerte- intentó averiguar la verdadera identidad de

los presos mediante analizar sus conversaciones grabadas en cinta con unas dictáfonos. La

situación mía era algo similar pero con unas diferencias de matiz: en mi pequeña habitación

en el corazón de la ciudad de Gante –no rodeado por reos de muerte, sino por estudiantes con

mejores perspectivas de futuro- reemplazó las maquinitas grabadoras de Pepe con mis útiles

de escritorio y la cinta por kilómetros de papeles y intentó identificar a los personajes, cuyas

acciones y enunciaciones he estudiado minuciosamente. Sin embargo, Pepe sólo estaba

preocupado por el verdadero nombre del reo. Mi análisis, por el otro lado, intenta descubrir lo

que está detrás del nombre. Por cada personaje he hecho tres preguntas: ¿Quién es?, ¿Cómo lo

ha descrito Sender? y ¿Qué relación mantiene con el protagonista? Dicho de otro modo, lo

que me preocupa es la descripción o el retrato del personaje, su desarrollo a través del relato y

su función con respecto al protagonista. Este último punto es de importancia primordial ya

que Sender introduce sólo los personajes que inciden en Pepe Garcés, quien -como

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protagonista-narrador- constituye el eje de toda la Crónica. Esto explica al mismo tiempo el

título de esta tesina. El gran problema de Garcés en el último tomo es su relación con el

mundo real: a saber, balancea entre la realidad y el sueño. Con la palabra „sueño‟ refiero al

estado en que se encuentra Pepe: víctima de su propia imaginación y de su fe en su mundo

ideal, ha perdido todo sentido de la realidad. Y esto se refleja en los personajes que funcionan

en gran medida como indicador de su distancia con la realidad.1

Tal como contiene cada tomo de la Crónica tres novelas, consta esta tesina también de

tres capítulos. En la primera parte, sitúo el ciclo en la obra completa de Sender y doy un

resumen breve de las tres novelas analizadas aquí. Me parece útil refrescar la memoria del

lector, sobre todo en cuanto a la cronología de los acontecimientos y la aparición de los

personajes. El capítulo segundo trata de algunos aspectos teóricos del personaje en general: se

basa en unas obras teóricas –sobre la descripción (Ph. Hamon) y sobre los personajes (Carmen

Bobes Naves)- que han servido como trasfondo para este análisis. Además abordamos

también cómo Sender suele retratar y describir a sus personajes. Por último, el tercer capítulo

es el foco de la tesina: el análisis de los personajes de Crónica del Alba III.

Cabe señalar que esta tesina no es un intento de resumir cada carácter –aunque a veces

referencias al desarrollo de la trama son inevitables-, sino el objetivo es simplemente

extraerlos del relato y averiguar cómo se relacionan con el protagonista.

1 La palabra „sueño‟ es también una referencia a La vida es sueño, la obra de teatro en que Pepe desempeñó el

papel protagonista (véase Crónica del Alba I).

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1. El sitio de Crónica del Alba en la obra de Ramón J. Sender

No se puede estudiar una novela sin ninguna información de fondo. Por eso, trata este capítulo

del lugar de los tres tomos de la Crónica en la obra completa de Ramón J. Sender. Sigue un

resumen breve de las tres últimas novelas para refrescar la memoria al lector.

1.1 Visión general de la obra de Sender

Sería superfluo cobrar la vida entera del escritor, de ahí que limitémonos a una visión

de su trayectoria. Sin embargo, para los lectores interesados en la vida de Ramón J. Sender,

puedo aconsejar la Biografía escrito por el autor Jesús Vived Mairal quien presenta de manera

accesible los datos y los hechos que constituyen la vida de Sender. Por si fuera poco,

recomiendo también el interviú de Joaquín Soler Serrano, quien habla con nuestro escritor

sobre su vida y sus obras. (Véase la Bibliografía.)

Entonces, dividir la obra de un escritor en etapas, siempre es arbitraria. Nos informa

más sobre la recepción del autor en nuestros días que sobre su vida o su obra. Sin embargo,

según el autor Jover Zamora, una división es fundamental para entender mejor las obras

estudiadas. Utiliza los criterios siguientes: la motivación subjetiva, su fisonomía literaria y el

segmento de la biografía del autor que reaparecen en el libro. El primer ciclo de Sender, -que

empieza tras su conversión de periodista en novelista-, se caracteriza por un compromiso

sociopolítico. Se extiende de 1929 hasta 1938 y destacan obras como Imán (1930), Siete

domingos rojos (1932), La noche de las cien cabezas (1934) y por último Mr. Witt en el

Cantón (1936). Jover Zamora continúa con una segunda etapa de reflexión autobiográfica y

una tercera que se llama „la fecundidad narrativa de una novelista internacional‟. La segunda

etapa nos interesa lo más porque saltan a la vista obras como Los cinco libros de Ariadna

(1957), Proverbio de la muerte (1939), etc. y sobre todo los tres tomos de Crónica del Alba

(Jover Zamora 2002: 21-25). Los nueve libros todos fueron escritos entre 1942 y 1966 en el

exilio. Tal como otros escritores desterrados, observa Ramón Oteo Sans, “sintió [Sender] la

necesidad de reconstruir el pasado, de recuperar sus raíces a través de la literatura, de bucear

en el tiempo para reencontrar, al otro lado de la experiencia traumática de la Guerra Civil, una

imagen de la vida más pura, más plena, más dichosa (Oteo Sans 1997: 636-637).

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1.2 Breve resumen del último tomo de Crónica del Alba

El conjunto de Crónica del Alba es sin duda la obra más ambiciosa de Ramón J.

Sender. Consta de tres tomos y cada volumen contiene tres novelas que –dice Sender sobre su

propia obra- “son un espejo donde se refleja con contornos bastante matizados, la realidad

española de la primera mitad del siglo. [...] ese espejo, pues, es la distancia y el tiempo”

(Peñuelas 1983: 278). No es de extrañar que fuera escrito en el exilio. Dicho de otro modo,

esta Bildungsroman2 sigue un individuo –que somos inclinados a identificar con el autor-

desde su infancia hasta su muerte. Sender impulsa al lector de considerar la Crónica como

una novela autobiográficamente inspirada: el protagonista se llama Pepe Garcés que claro, no

es Ramón Sender, “pero no deja de serlo ya que su nombre se encuentra incluido en el

nombre completo del verdadero autor: Ramón José Sender Garcés” (Ángeles Naval 2004:

120). No obstante, a partir del tercer tomo, un lector familiarizado con la vida de Sender

puede observar muchas divergencias entre el autor y su trasunto.

La Crónica se presenta como los manuscritos de Pepe Garcés, editados por Ramón -

¡sin J!- Sender.3 Entonces, como ya fue dicho, empieza el primer tomo con la infancia del

protagonista. Consta de las novelas siguientes: Crónica del Alba, Hipogrifo violento y La

quinta Julieta. Sigue el tomo segundo cuyo hilo rojo es la confrontación del héroe con

conflictos graves de adaptación (Peñuelas 1983: 151): El mancebo y los héroes, La onza de

oro, Los niveles del existir. Las tres últimas novelas ilustran el caos destructor dentro y

alrededor del protagonista. Algunos críticos han argumentado que el último tomo es un cajón

de sastre sin estructura. Sender, por el otro lado, dice que es una obra muy meditada. De

acuerdo con Peñuelas, opino que estos críticos obviamente no han tomado su tiempo para

leerlo atentamente. Es verdad que a primera vista parece una obra confusa y desordenada,

pero tras una segunda –y aún mejor una tercera- lectura, uno se da cuenta de que el último

tomo tiene una estructura muy calculada (Peñuelas 1983: 151-152).

El tercer tomo empieza con la novela Los términos del presagio que a partir de ahora

llamamos simplemente Los términos. Reside Pepe Garcés por un breve tiempo en Alcannit

donde entra en conflicto su amor por Valentina con su deseo carnal por Isabelita. Se traslada a

2 La definición de una Bildungsroman (o una novela de aprendizaje) puede ser aplicada a la Crónica, porque es

“una novela en la que el protagonista aprende cómo ser un hombre, aunque sea un hombre cínico, degradado, sin

valores. La novela puede ser ejemplo positivo o negativo de cómo se aprende a vivir mediante la experiencia, en

fases (Bobes Naves 1993: 72). 3 En lo que sigue, hago una distinción entre Ramón Sender (el personaje y el editor de la Crónica) y Ramón J.

Sender (el escritor que existía en realidad, pues el verdadero autor de la Crónica) porque estos dos nombres no

equivalen.

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Madrid: un acontecimiento que da el disparo de salida de su vida independiente. En esta

ciudad se encuentra con mucha gente. Entre ellos, algunos hombres que llevan el nombre

Ramón y que más o menos recorren el mismo trayecto que Garcés. Termina su estudio por

ingeniero industrial y cumple su servicio en Marruecos donde Alfonso Madrigal, un pariente

lejano, le cuenta su historia de la vida.

En la novela siguiente, La orilla donde los locos sonríen –desde ahora La orilla-, nos

encontramos al principio de la Guerra Civil. La novela se caracteriza por sus escenas irreales.

Garcés se da a conocer como un narrador de poco fiar por su imaginación que le juega malas

pasadas. La fiesta de cumpleaños, al principio, empieza de manera realística pero de pronto

aparecen personajes alegóricos que llegan a predominar en la escena. Luego, por la confusión

causada por la Guerra llega Pepe en un lugar indeterminado donde tiene conversaciones con

Ramón Sender –no el autor, sino un personaje con el mismo nombre- y con personajes

extrañas como p. ej. La Cosa.

El tercer tomo termina con la novela llamada La vida comienza ahora, -en breve La vida-:

Garcés trabaja como oficial de identificaciones en la zona nacionalista. Asiste en el juicio de

Julio Bazán con el objetivo de salvarle la vida. Más tarde en Madrid intenta repetir su hazaña

con hacerse defensor de un secretario nacionalista. Regresa a Casalmunia que se ha

convertido en un lugar utópico que ofrece a sus habitantes la paz y la seguridad largamente

esperada.

Este breve resumen del último tomo da al lector una idea de la cronología de los

acontecimientos y de la aparición de los personajes. Con esto en un rincón de la mente, será

más fácil seguir el análisis. Muchas citas de Crónica del Alba III serán utilizadas en las

páginas que siguen. Todas irán referidas a la edición de Alianza Editorial, 2003 (1.ª ed.,

1971). Indico tras cada cita la página entre paréntesis.

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2. Teoría sobre el personaje y el estilo de Ramón J. Sender

Antes de empezar con el análisis de los personajes intentamos contestar dos preguntas

esenciales. Primero, ¿qué significa el concepto „personaje‟? Y en segundo lugar: ¿cómo

resucita Sender a sus personajes? La primera parte de este capítulo trata de un resumen de los

aspectos teóricos que son de importancia para este estudio. La segunda parte enfoca los

recursos estilísticos de nuestro autor.

2.1 La teoría sobre ‘el personaje’

La definición de la palabra „personaje‟ que provee el diccionario Moliner es la

siguiente: “Persona (también animal) que interviene en la acción de una obra literaria o

cinematográfica.” (Moliner, II, 1998: 652). Claro que la simplicidad de esta definición no

hace honor al „personaje‟. Tras leer unas obras teóricas que discuten sobre este tema, uno

queda asombrado por la complejidad del concepto.

Carmen Bobes Naves predica que sin personajes no hay novela. De ahí que sea uno de

los componentes más estudiados de la novela. Algunos teóricos han otorgado mucha

importancia al concepto, otros no. En su obra La novela da Bobes Naves una visión de

conjunto de los diferentes enfoques de las principales escuelas teóricas. Según el

funcionalismo, por ejemplo, es el personaje de poca importancia en el conjunto de la novela.

Sólo en relación con las acciones –que ellos consideran el elemento fundamental de un relato-

se originan los actantes que tras unas pinceladas con rasgos físicos, psíquicos y sociales

constituyen los verdaderos personajes. En suma, sólo tienen significado por sus funciones. Por

el otro lado, hay también críticos que están convencidos de la preponderancia del personaje

sobre la acción. Bobes Naves busca un acuerdo amistoso: “no puede pensarse una acción sin

un sujeto que la realice y no puede pensarse un personaje si no es en relación a una acción, o a

una situación” (Bobes Naves 1993: 145). Otras escuelas abordan el asunto de otra perspectiva.

Para los formalistas es “el personaje no [...] más que una construcción verbal, y un rol por

relación a la función en la que interviene [...]” (Bobes Naves 1993: 147). El crítico Chatman,

por el otro lado, considera, el personaje como “un conjunto de cualidades, un paradigma de

rasgos, relativamente estables y duraderos, aunque pueden cambiar a lo largo de la novela”

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(Bobes Naves 1993: 148). Estos fueron las corrientes principales en que se basan las

clasificaciones y tipologías de los personajes: p.ej. reales o fantásticos o simbólicos,

principales o secundarios, estáticos o dinámicos, etc. (Bobes Naves 1993: 144-150) De todos

modos, para la lectura de cualquier novela es útil recordar que: primero, el personajes es

inseparablemente ligado a la acción y segundo, suele desarrollarse a través del relato.

La dificultad no sólo está en definir el concepto, sino sobre todo en localizar y

reconocer al personaje. En las páginas introductorias de su obra Le personnel du roman,

plantea Philippe Hamon este problema:

En effet, “le personnage” n‟est pas, à la différence de “dialogue”, des “dates”, de la

“description”, de “l‟histoire”, du “titre”, des “métaphores”, du “récit”, du tel ou tel “thème”,

etc. un champ d‟étude facilement et immédiatement identifiable: le personnage n‟est pas

réductible à la seule apparition textuelle d‟un nom propre [...], et est donc inaccessible aux

méthodes quantitatives; il est d‟autre part mal localisable en un point précis du texte (Hamon

1983: 18-19)

Dicho de otro modo, el personaje se encuentra en toda y en ninguna parte del texto. Es la

suma de la información proporcionada en forma de diálogos, descripciones, etc. sobre lo que

es y lo que hace (Hamon 1983: 18-20). Bobes Naves enumera las tres fuentes que ayudan en

la construcción del personaje: primero, la información dada por el narrador sobre el personaje;

segundo, el personaje mismo quien se construye a sí mismo mediante las acciones que

desempeña y las palabras que usa; y por último, la información que sueltan otros personajes

sobre él (Bobes Naves, 1993: 156).

En suma, cada elemento es de importancia en investigar a un personaje: no sólo las

enunciaciones que hace, sino también la situación en que se encuentra y como los otros

caracteres reaccionan sobre él. Estos aspectos teóricos se aplican a cada novela u obra

literaria, también a las de Ramón J. Sender.

2.2 El estilo de Sender

Peñuelas define el estilo como “la proyección de la personalidad del escritor en la

expresión artística” (Peñuelas 1971: 231). Dicho de otro modo: ningún estilo puede ser

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idéntico ya que la vida del artista se refleja en su obra. Es la proyección por un lado del

exterior y por el otro lado del interior del autor. Todo eso vale también por Ramón J. Sender:

a la superficie un hombre directo, sobrio y a veces frío y distante. Aspectos que se reflejan en

su estilo sobrio y natural. Por el otro lado, se refleja también su suavidad, ternura y

cordialidad al interior en la comprensión y compasión por sus personajes. Por consecuencia

surgen los contrastes siguientes: frases abruptas, cortadas y elípticas alternadas con frases

fluidas y rítmicas. Además, en el campo de los personajes encontramos un reparto equilibrado

de tipos salvajes y elementales (p.ej. el Bronco) que contrastan con mujeres que representan la

sensualidad y la inocencia (p.ej. Isabelita) hasta funcionar como símbolo de la pureza (la

figura de Valentina) (Peñuelas 1971: 231-233).

Hay escritores que se cuidan mucho por su estilo y de esta manera llegan al artificio y

quitan la espontaneidad de su obra. Sender se encuentra al lado opuesto: se caracteriza por

una sencillez y claridad sobria. Dicho de otro modo: escribía sin adornos y preciosismo. Sin

embargo, esto no señala pobreza de expresión, sino más un rasgo de su personalidad como

hemos visto en el párrafo anterior. En Conversaciones dice Sender que quería evitar que la

palabra distrae la atención del lector: “El mejor estilo es el que no se advierte” (Peñuelas

1970: 34) Tampoco describe a sus personajes con mucho preciosismo:

En las novelas de Sender no suele haber descripciones físicas de los caracteres. […] Están

fijados con simples rasgos proyectados por sus actos y sus palabras, las cuales son más que

diálogos pensamientos en voz alta, ásperas locuciones que dejan su alma al desnudo.

(Peñuelas 1971: 242)

Dicho de otro modo, el texto revela el interior de los personajes por sugerencias implícitas.

Peñuelas lo compara con el trato con personas en la vida cuotidiana. “Se revelan por su

“presencia” inmediata y no por la “presentación” comentada del autor o de otro personaje.”

(Peñuelas 1971: 242)

Todas estas consideraciones sobre el estilo tienen sus raíces en el credo de Sender: a

saber, “hacer verosímil la realidad”. (Peñuelas 1970: 160-161) Con este objetivo en la mente,

observa Juan Emilio Estil-les Farré, “de poco sirve sólo describirla [la realidad], [...]

verosimilitud no es lo mismo que realismo. Y si el empeño radica en comprender moralmente

al personaje, su mera descripción es más ineficaz todavía”. (Estil-les Farré 1997: 449) Sender

resolvía este problema con enfocar en la mirada de los personajes. Dicho de otro modo, no

describe cómo piensan, sino como miran. Por consecuencia, observa el lector la manera en

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que observa el personaje los acontecimientos. Sender no describe la realidad (del mundo

ficticio), sino la manera en que percibe el personaje esta realidad. Estil-les Farré ve

comprobado su teoría en la novela El viaje equinoccial de Lope de Aguirre (Estil-les Farré

1997: 151), pero también se puede aplicarla en cierto modo a los personajes del tercer tomo

de Crónica del Alba. Sin embargo, el asunto es diferente en que ya observa el lector los

acontecimientos y los otros personajes a través de la mirada de Pepe Garcés, quien no nos

permite penetrar en la mente de los otros. De todos modos hay algunos ejemplos: “Miraba de

reojo muy intrigada a Isabelita” (30), “me tranquilizó viéndome asustado” (31), “Yo la miraba

divertido y burlón” (39), “Ramón lo envolvió en una mirada fría” (57), etc.

En suma, la primera parte ha proporcionado la información teórica que servirá como

recurso por entender mejor a los personajes. La segunda parte, por el otro lado, nos ha

informado más específicamente del estilo y de la manera en que Sender solía retratar sus

personajes. Con todo esto en un rincón de la mente podemos empezar nuestra análisis de los

personajes de Crónica del Alba III.

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3. Los personajes del último tomo de Crónica del Alba

En lo que sigue analizamos la mayoría de los personajes de Los términos, La orilla y

La vida. La selección de personajes no se basa en la grandeza de su papel en la historia, sino

en su importancia para el protagonista. Algunos desempeñan una gran influencia sobre Pepe o

representan una parte de su carácter. Pues, analizar los otros personajes es al mismo tiempo

poner al descubierto partes de su personalidad porque observamos la Crónica a través de sus

ojos. Dicho de otro modo, todo tiene el color del cristal con que se mira.

Algunos de los personajes son repartidos según la escena en que desempeñan un

papel. Empezamos con el protagonista y seguimos en orden cronológico con los otros

personajes agrupados (si es posible) según la escena en que aparecen. Entonces, con un guiño

de ojo a Pepe Garcés, digo: “Aquí comienza, verdaderamente, el análisis de los personajes.”

3.1 Pepe Garcés

José Garcés no es por casualidad el protagonista de Crónica del Alba, ya que son sus

propios recuerdos que él nos cuenta a través de nueve manuscritos. Representan al mismo

tiempo una visión panorámica de los principales acontecimientos de su país España y también

una especie de novela de aprendizaje que cuenta el desarrollo de su vida desde la infancia

(diez años) hasta la muerte (36 o 37 años). Los tres últimos libros de la Crónica tratan de su

vida independiente que trae consigo más responsabilidades y más preocupaciones.

Casi cada crítico etiqueta la Crónica como un documento autobiográfico. Además

suelen designar a Pepe Garcés como el trasunto del autor. Correcto, dice María Ángeles

Naval, porque no es inusual que nuestro autor pone el relato autobiográfico en boca de un

personaje con otro nombre que no es Sender (Ángeles Naval 2004: 120). Lo explica Ramón

Oteo Sans:

Sender elige para [su protagonista] su nombre más estrechamente vinculado al ámbito

familiar y privado –“a mí, en casa, me llamaban Pepe, porque era el nombre del jefe de la tribu

y yo era el hijo mayor. Mi padre se llamaba José, y también mi abuelo y mi bisabuelo”-, al que

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añade el apellido materno, testimonio del profundo afecto que el escritor sentía por su madre.

(Oteo Sans 1997: 645)

Por el otro lado, este pacto autobiográfico no es tan evidente. El lector común no conoce este

trasfondo y es inclinado a dejar la idea de interpretar Garcés como el alter ego del autor. (Oteo

Sans 1997: 645) Además, un lector sí familiarizado con la vida del autor se da cuenta de las

divergencias entre la historia de Garcés y la vida de Sender.4 Por otra parte, en Crónica del

Alba III aparecen también algunos hombres que comparten el nombre y/o algunos hechos con

Sender, de modo que el lector reconoce varios alter egos del autor en personajes diferentes

que el protagonista.

A pesar de todo, la índole de Crónica del Alba es indudablemente autobiográfica porque

según Anthony Trippett examina Sender “the philosophical and psychological problems of

adjustment of a young man, perhaps the alter-ego of the author [...] to a significant extent the

product of Sender‟s own problems of adjustment both in the war and subsequently.” (Trippett

1986: 67)

Aparte de los elementos autobiográficos, consta la Crónica de los recuerdos de Pepe

Garcés en que vemos el desarrollo de su personalidad. A través de los tres últimos libros

reaparecen muchos elementos –mejor dicho, motivos- que obtienen sentido en la luz de un

asunto que llega a predominar en la vida del protagonista: a saber, su relación problemática

con la realidad. En Conversaciones admitía Sender que uno de los grandes obstáculos en la

vida humana es:

El problema de la integración del hombre en la realidad, que no es sólo un problema de la

conciencia moral o intelectual, sino de la sensibilidad. (Peñuelas 1970: 151)

Por consiguiente, en lo que sigue será examinado cómo se desarrolla este problema y cuáles

consecuencias traen por el protagonista.

La presentación de Garcés como un hombre que huye de la realidad hace pensar a otro

personaje literario que comparte esta característica: Don Quijote de la Mancha. Tal como

éste, toma Pepe distancia de la realidad mediante la creación de su propio mundo. No sólo

encontramos muchas referencias5 al Quijote en la Crónica, sino también indicios menos

4 Compárense la vida de Garcés con la vida de Sender en obras como Ramón J. Sender. Biografía de Jesús Vived

Mairal y Conversaciones con R. J. Sender de Marcelino C. Peñuelas. 5 P. ej. la transformación de Valentina en una especie de Dulcinea (véase el análisis de Valentina); Garcés

demuestra una flojera de juicio (75); el amor como locura y la lengua de los gigantes (110); Dice Ramón Sender

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obvios como el hallazgo del manuscrito (perdido) que constituye el marco de ambas historias.

Además cuenta Garcés unos casos de locos que le inspirarán por el título del octavo relato.

Ya desde su infancia experimentaba Pepe crueldades incomprensibles para un niño.

De ahí que comenzó muy pronto con distanciarse de la realidad. Sus últimos recursos fueron

los cuentos de Callejo y la chica Valentina:

A veces, temía que todo aquello fuera ficción y embuste; pero cuando conocí a Valentina

me di cuenta de que aquellas grandezas deslumbradoras eran posibles. El color de mi piel

comenzó a cambiar, desaparecieron las pequeñas manchas oscuras e hice frente a mi padre.

(462)

De mi infancia amorosa y torturada salí con un escepticismo malsano y con una

disposición extraña a ponerme al margen de los acontecimientos, cualesquiera que fueran, y a

negarme a cualquier clase de fe que pudiera ofrecerme provecho. (590)

La segunda cita indica que estas experiencias traumáticas determinarán el resto de su vida:

continuará huirse del mundo real mediante su propia imaginación. Diagnostica Garcés: “Yo

sigo creyendo en la realidad-sueño [...].” (597) Entonces, cada novela del tercer tomo ilustra

con casos concretos una etapa en su lucha mental con la relación problemática con la realidad.

Por eso, tratamos las novelas cronológicamente, empezando con Los Términos.

Al principio se encuentra Pepe en un estado de depresión causada por el alejamiento

de Valentina. Sufre también de una especie de esquizofrenia típicamente española (10):

El haber perdido yo por el momento a Valentina y, sobre todo, el haberla sustituido con

Isabel me hacía escéptico ya en materia de amor. Es decir, de sexo. Aunque no era sólo Isabel,

porque en aquel momento pensaba en la “doncellita” que conocí semanas antes en aquel

mismo lugar. La conocí “sin conocerla”, claro. (16)

Valentina y por consecuencia „el amor‟ siempre fueron idealizados por Pepe. De ahí que

Isabelita -y en particular el sexo- le conecta a Pepe con la realidad, de modo que él se aleja de

su novia. Por consecuencia empieza a despreciar a la chica. Esta misma actitud con las

mujeres continuará en Madrid donde abusará a otras mujeres. El embarazo de Isabelita agrava

las cosas:

a Pepe Garcés: “Soy de una pureza tan increíble que nadie la aceptaría nunca. Ya sabe usted que la realidad es

una de las cosas más inverosímiles en el mundo, a veces. Más inverosímil que las novelas antiguas de

caballerías. Más que el Amadís y el Palmerín de Inglaterra.” (366)

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Me daba cuenta desde hacía algunas semanas de que todo me empujaba hacia abajo. [...]

Todo me empujaba hacia la sordidez. (16)

Me sentía yo de veras desgraciado por haberle dado al destino elementos para fabricar mi

ruina. [...] Yo iba bajando la escalera de lo vil. (24)

También su concepción del destino se aclara en la luz del problema con la realidad. Tan como

Ramón III / IV opina Pepe que el destino tiene un interés especial en lo que uno hace: el

destino es inevitable y se alimenta con las desgracias de una persona. Dicho de otro modo,

Garcés crea el concepto del destino para transformar y aliviar la indiferencia y crueldad de la

realidad. El único punto luminoso en este período es la estancia con las allegaderas en el

olivar donde Pepe se siente lejos de la realidad por una “embriaguez constante” (35)

producida por las olivas y por “vivir todo el día con el sol en los brazos desnudos, dormir con

la seguridad y la salud de los rústicos y beber buen vino y comer buen pan.” (44) Sin

embargo, más tarde con el aborto de Isabelita, Pepe admite que “la vida no era sueño” (35) y

por consecuencia se dedica más intensamente a idealizar a Valentina hasta convertirla en una

idea fija, conectada con la infancia. Esta imagen le acompañará hasta el fin de La vida y le

servirá como un asidero moral. (Véase Valentina.)

En Los Términos continúa guardar distancia con la realidad. En primer lugar,

demuestra un desinterés en la política. Entre paréntesis: esto indica otra vez que Pepe Garcés

no equivale completamente con el autor, ya que éste siempre se ha comprometido: primero

con los anarquistas y luego con los comunistas (Peñuelas 1970: 54-56). En segundo lugar,

durante su estancia en Marruecos, observa el trato inhumano de los soldados españoles. Sino

Pepe sólo demuestra interés para la (patética) historia de la vida de un pariente Alfonso

Madrigal quien comparte con él su ceguedad por el mundo real. A propósito, Ramón J.

Sender regresó muy radicalizado a la izquierda y sus experiencias desembocaron en una

novela que condenó las circunstancias terribles: Imán (Peñuelas 1970: 49-60) Otro hecho

importante en Los términos es el Ramón-fenómeno: Pepe conoce a unos nueve Ramones que

todos comparten un rasgo o más con él. No es de extrañar que en la mayoría de los casos

también los Ramones tengan una concepción extraña de la realidad. Además para algunos de

ellos, resultará con desenlace fatal. (Véase Los Ramones.) En efecto, constituyen estos

hombres variaciones sobre la vida de Pepe quien se ve confrontado con sí mismo, porque:

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their different values and their different responses to his kind of problem, called into

question his values and responses. And in periods of self-doubt, of which the Civil War was to

present many, his antagonism to the Ramones, who represented the whole gamut of past and

present possible, though rejected, crucial existential experiences, quite understandably became

acute (Trippett 1986: 110).

Como indica la cita, su autoanálisis lleva consigo una profunda duda de sí mismo. Esta

característica constituye el hilo rojo a través de La orilla y más en particular en la escena del

encuentro con el más fascinante de los Ramones: Ramón Sender, quien intenta inculcar a

Garcés el valor de la realidad y del presente:

Siempre el futuro tiene razón y, en definitiva, es lo único que nos queda a todos, ya que el

pasado es experiencia mortal, vida cancelada y cosa común. (354)

Critica Ramón el mal costumbre de Pepe: el hecho de que está inclinado a recurrir al pasado

en vez de vivir en el presente y en vista del futuro. Volveremos más tarde sobre Ramón

Sender y su significado en relación con Pepe Garcés.

Como ya hemos dicho, en La orilla han llegado tiempos confusos para cada español y

sobre todo para el protagonista. El inicio de la Guerra Civil provoca en él dudas e

incertidumbre que le llevan a una búsqueda por una manera para superar la nueva situación.

Además, produce un cambio fundamental en Pepe que al mismo tiempo caracteriza la

narración en La orilla: Pepe no puede recogerse en su propio mundo ideal/imaginado, sino

tiene que entrar en conflicto con la realidad, ya que se presenta de manera tan tremenda que él

no puede ignorarlo. Por consecuencia:

Las cosas se hacen irreales en el recuerdo de Pepe Garcés, como solía sucederle –él

mismo lo dice- cuando veía algo que su razón no podía digerir. (298)

Garcés no utiliza su imaginación como un refugio sino como un medio para poder representar

la realidad. De ahí que los elementos irreales en ciertas escenas en La orilla constituyan una

especie de arma defensiva contra la crueldad de la realidad. Dice Sender: “el protagonista la

desmaterializa, la hace irreal […]” (Peñuelas 1970: 160)

Sin embargo, observamos que a medida que avanza el tiempo, Pepe empieza dándose cuenta

de la realidad (subrayado mío): “things become unreal for him only temporarily and later

through reality filters slowy true to his consciousness.” (Trippett 1986: 138) Trippett lo ilustra

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mediante las escenas en los cobertizos donde se ocurren cosas terribles. Sólo al final de la

Orilla, empieza Pepe a entender que representan la gente y sobre todo la Cosa (Trippett 1986:

138).

Una vez en Casalmunia –lo que indica el comienzo de La vida- casi no hay elementos

irrealistas en las escenas. Pepe parece haber aceptado el estado en que se encuentra, lo que le

ofrece una manera para actuar de acuerdo con su conciencia. Por un lado trabaja con los

nacionalistas, pero al mismo tiempo les sabotea. Sin embargo, a medida que avanza el tiempo,

Pepe no puede completamente aceptar la realidad de Casalmunia:

No me sentía a gusto allí, pero tampoco había estado a gusto en parte alguna sino cerca de

Valentina. [...] Se podía uno embriagar de vida y producirse a sí mismo alguna clase de

anestesia con la embriaguez. [...] Yo no era ni soy sentimental; así, pues, no sufría demasiado

por las ejecuciones sino –digámoslo así-, en mi mente, en mi razón. (430)

La cita indica que Pepe continúa desear a Valentina y distanciarse de la realidad. Lo hace –

inconscientemente- mediante llevar gafas (470) y mediante conducirse –como dice Pepe- “de

una manera cuidadosamente impersonal. La impersonalidad es una buena arma si se sabe

usar.” (430) Entre paréntesis, acuérdense también de los argumentos de Pepe cuando negó

comercializar su pistola, ya que con esta arma el asesinar de gente se volvería más personal.

De todos modos, los fusilamientos anónimos no se llegan dentro. Sin embargo, cuando se ve

confrontado con una muerte personal –el secretario del ayuntamiento condenando a muerte-,

Pepe se despierta. Se muestra de nuevo idealista, pero –como observa Trippett- muy diferente

de antes:

By that time he had succeeded in overcoming so much of the extravagance of his early

idealism and channelled –in the defense of the secretary- its quintessence into morally

exemplary activities (Trippett 1986: 168).

Sabiendo que es imposible ganar el juicio, convierte su defensa del reo en un elogio por la

humanidad. Son dudosos sus motivos por defender al secretario, pero de todos modos

demuestra Garcés una actitud generosa y noble.

En resumidas cuentas, la aceptación de la realidad caracteriza el desarrollo del estado

mental de Pepe Garcés. Al inicio, la rechazaba pero poco a poco iba aceptarla y relativizaba

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su(s) ideal(es) hasta que sobra lo que verdaderamente importa: la hombría6 o en nuestro caso,

el valor de una vida humana. Sender deja experimentar su protagonista “la satisfacción

humana que acompaña a la salvación de una vida.” (Jover Zamora 2002: 155) Sin embargo,

su cambio nunca había prometido un final feliz: el daño ya estaba hecho. Predica Julio Bazán:

- En todo caso, el hombre que crea un ideal y lo afronta decididamente se va convirtiendo

en su propio verdugo. No hay peor tortura. Hay que vivir dentro de los límites del tiempo y

adaptarse y conocerlos. (644)

Pepe Garcés tenía que morir –clarificó Sender en Conversaciones- porque formaba parte del

problema esquizofrénico en todo artista. Aparecen (al menos) dos dobles del autor: Ramón

Sender y Pepe Sender –que juntos forman el nombre completo del autor-. Sender dice que hay

que destruir esta esquizofrenia mediante la obra, de ahí que uno de los dos tuviera que morir.

Entonces cabe preguntar ¿por qué Pepe Garcés? Diferentes respuestas son posibles, pero

básicamente, la debilidad de Pepe era que vivía demasiado en el pasado. Crónica del Alba

constituye para él un regreso a su juventud y una visión panorámica de su vida. Y en cierta

medida también para Ramón J. Sender. Para Jover Zamora, -quien interpreta la Crónica

principalmente desde el punto de vista del exilio del autor-:

Lo que hizo Sender tras su destierro fue tomar pie en unas motivaciones familiares

atávicas para crear un mito capaz de personificar cuanto hubo de dejar en España: Pepe

Garcés. (Jover Zamora 2002: 187-188)

Dicho de otro modo, Garcés representa los años de la infancia y la juventud del autor y sobre

todo los recuerdos a los años treinta en España. (Jover Zamora 2002: 187-188) Por

consiguiente, Garcés tenía que morir porque Sender se veía obligado exterminar la parte de sí

que todavía estaba arraigada en su tierra natal y que le impide comenzar una nueva vida en

otro país.

Otra opinión viene de María Ángeles Naval, quien interpreta la muerte de Pepe Garcés como

la muerte moral del autor tras el desengaño revolucionario. Según la autora: “Esta muerte

moral, endurecida por la enemistad y las acusaciones de los comunistas, le lleva a señalar la

existencia del odio junto al recuerdo, la imaginación y la interrogación por el futuro.”

6 Refiere a la dignidad que cada hombre merece por ser un ser humano, aparte de los signos externos : su lugar

en la sociedad, su ocupación, sus posesiones, etc. Trae consigo una apología por igualdad y solidaridad entre

todos los hombres. (Jover Zamora 2002: 158-160).

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(Ángeles Naval 2004: 119) En este sentido, representa Garcés la creencia de Sender en la

revolución. Sin embargo, en mi opinión, es un poco rebuscado ya que el protagonista nunca

había demostrado ningún interés en la política, ni que deseaba intensamente una revolución

alguna.

Por último, en la interpretación de Anthony Trippett –quien en mi opinión demuestra la mejor

comprensión de Crónica del Alba- representa Pepe Garcés como Sender hubiera terminado si

no había cambiado a partir de sus diecisiete años hasta la Guerra Civil (Trippett, 1986: 111):

In the same way Pepe Garcés en Crónica represents the ex-future self who remained

faithfull to the ideals of Sender‟s childhood and early youth. [...] the person he might have

become had he made a different choice and stayed in Spain after 1938 (Trippett 1986: 42).

En suma, el protagonista parece en gran medida al autor, pero a partir de sus diecisiete

años empiezan a divergir sus vidas considerablemente. Pepe constituye una vida alternativa de

Ramón J. Sender, pero está condenado a muerto por no vivir cara a la mañana. Resulta difícil

entender todas las acciones de Pepe Garcés, sino partiendo de su problema fundamental con la

realidad damos un paso en la buena dirección. Reaparecerá este rechazo del mundo real por

parte de Pepe en su percepción y entendimiento de los otros personajes.

3.2 Valentina Ventura

Valentina es la chica con quien Pepe se había enamorado desde muy pequeño7. Ya se

presentó en el primer libro, titulado Crónica del Alba, y funcionará como hilo rojo en los

otros tomos. En Los términos del presagio, Valentina y Pepe „se encuentran‟ por la última

vez. Sin embargo, veremos en seguida que utilizar la palabra „encuentro‟ resultará muy

problemático. De todos modos, la impresión hecha durante esta breve estancia se dejará

7 Uno puede interpretar el nombre de Valentina simbólicamente como una referencia al amor. Sin embargo,

Vived Mairal observa que el personaje Valentina está basada en una persona (nacida el 14 de febrero) que existía

realmente. El biógrafo de Sender menciona algunos hechos de la vida de la chica real (como p.ej. el ingreso en el

colegio de las religiosas del Sacre Coeur, las clases de piano, etc.) que concuerdan con la del personaje en

Crónica del Alba. Sin embargo, su relación con Ramón J. Sender era diferente: él “no fue más que un amiguito

de los lejanos tiempos de la infancia.” Vived Mairal menciona también la correspondencia entre el hijo de

„Valentina‟ y Ramón J. Sender. (Vived Mairal 2002: 42)

A pesar de todo, es probable que Sender tomara esta chica que conoció en su infancia como un molde por su

personaje Valentina particularmente porque llevaba este nombre conectado con el amor.

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palpar en la imagen que permanecerá para siempre en la memoria de Pepe y que se

manifestará en los dos últimos libros. Como se puede suponer, al investigar este personaje,

averiguamos mucho sobre el protagonista. Sin embargo, nos limitamos aquí a describir a

Valentina, como Pepe lo ha hecho.

En este capítulo veremos cómo Valentina, -es decir, Valentina en la percepción de

Pepe-, cambia de una presencia lejana, -pero de todos modos real y palpable-, en una entidad

ideal y físicamente inaccesible. Dicho de otro modo, “Valentina changed from a potential,

real partner into a pure idea, [...]” (Trippett 1986: 100) El punto culminante en esta

transformación es el encuentro en Panticosa donde la distinción entre realidad y imaginación

se derrumba.

Al inicio de Los términos encontramos a Pepe en estado de depresión, principalmente

producido por el alejamiento8 de Valentina. Pepe, sufriendo de soledad, pierde la esperanza:

“cada día sentía que era más difícil –casi imposible- llegar a casarme con ella. [...] Todo

aquello representaba una espera por lo menos de ocho años, durante los cuales no podría

acercarme físicamente a Valentina.” (43) Por consecuencia, él se aproxima a la gente en su

entorno, es decir los habitantes de Alcannit: la tía Bibiana, las allegaderas y sobre todo a

Isabelita, a quien conocerá de manera muy personal (véase Isabelita). Además, Pepe sufre de

una forma de esquizofrenia que deja sus huellas en la imagen que esboza de su novia

(subrayado mío):

Una vez más, el amor era una virtud y el sexo un vicio. Un ejemplo de esa esquizofrenia

de los españoles (y en menos medida de todo el mundo de civilización cristiana) según la cual

tenemos una vida angélica, pura, en el amor y satánica –impura- en el sexo. [...] Yo amaba a

Valentina y deseaba a Isabelita, y el amor imposible de Valentina me confundía y torturaba, y

el amor inexistente de Isabelita (inexistente en mí) me daba gozos y orgías sin los cuales no

podía pasarme (17)

La cita ilustra de manera clara que Pepe relaciona Valentina con el amor espiritual o/y

platónico. Además, el hecho de que la chica se hará novicia, sólo apoya a Pepe en su

convicción que Valentina equivale a un ángel (43). Él, por el otro lado, va bajando la escalera

de lo vil (24). Incluso Ramón J. Sender se pronunciaba sobre Valentina en estos términos:

8 Pepe frecuentemente lamenta la distancia entre él y su „novia‟ : “Valentina estaba no sabía dónde, pero estaba

lejos […]” (10); “El haber perdido yo por el momento a Valentina y, sobre todo, el haberla sustituido con Isabel

me hacía escéptico ya en materia de amor.” (16)

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“Yo he amado y amo a Valentina [...] de quien hice un arquetipo angelical”. (Vived Mairal

2002: 41) Las referencias en el último tomo de la Crónica son numerosas9. El binomio amor-

sexo obsesiona a Pepe por el resto de su vida. Según Anthony Trippett, se trata aquí de los

valores católico-burgueses que cargan la conciencia de Pepe:

Since his relationship with Valentina had begun and developed within a Catholic middle-

class context, when she became pure immutable idea, many of the values and prejudices

associated with that context became immutable in Pepe‟s mind, and they often came into

conflict with thoughts and values of more recent origin. (Trippett 1986: 98)

Estas experiencias recientes aluden principalmente al contacto íntimo con Isabelita. La

postura de Pepe en relación con el sexo fue asociarlo con el vicio, tal como la iglesia católica

suele hacer. Como se puede leer en la cita arriba, Trippett pretende lo siguiente: al mismo

tiempo de „hacerse inmutable‟ la idea de Valentina, los valores que Pepe comparte con ella –

por haberlos aprendido en el mismo entorno social– se petrifican también. (Trippett 1986: 99)

Es interesante vincular la perspectiva de Pepe con su origen social, porque abre una nueva

dimensión a la historia. Acepto la comprobación de Trippett, pero no obstante opino que uno

puede también invertir el orden de causa y efecto. En mi opinión, estos valores burgueses –y

sobre todo la tendencia de considerar el sexo como un vicio- ya eran muy arraigados en Pepe.

Consecuentemente, utilizaba estos valores fijos para evitar ensuciar la imagen mental que

tiene de la chica. De ahí que el amor a Valentina se convertirá en „un amor platónico‟.

Todo este proceso mental tiene lugar antes del „encuentro‟. Al oír que Valentina y su

madre residen en un balneario en Panticosa, Pepe no deja escapar la oportunidad para

visitarla. El viaje al balneario y la conversación con doña Julia, -la madre de Valentina-,

transcurren muy normales, pero una vez que Pepe ve a Valentina en persona, resulta claro que

algo extraña está pasando. Hechos inexplicables indican que el encuentro nunca había tenido

lugar. Uno puede interpretar esta escena como una escena onírica a pesar de no encontrar

ningún indicio en el texto. Por el otro lado, sería más apropiado considerarlo una alucinación

9 (subrayado mío) “Yo rabiaba dentro de mí y pensaba: “ella va convirtiéndose en un ángel y yo en un cerdo”.”

(43); “El milagro lo había hecha Valentina [...]” (80); “[...] cuando me acercaba a Valentina creía como cuando

era niño en el cielo, [...]” (108); “¿Qué mayores emociones podía sentir Valentina que las que habíamos sentido

con los diálogos entre Dios y el alma enamorada? Cierto que la voluptuosidad de la carne la desconocía ella”

(107); “Yo dudo que Valentina supiera nada del amor físico y si lo sabía le parecía sólo una cosa habitual para

los casados y tal vez incómoda. Estoy seguro de que no deseaba ni necesitaba la voluptuosidad.” (120);

“Valentina era más feliz con su idea angélica del amor [...]” (255); “Yo tenía un ángel que me acompañaba y me

inmunizaba: Valentina [...]” (310); “Ella había hecho el milagro.” (463)

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o simplemente una escena fantástica. En una entrevista con Marcelino P. Peñuelas dijo R. J.

Sender sobre este asunto:

Los sueños siempre debilitan la narración. En realidad lo mejor que puede hacer hoy la

novela es plantearse temas fantásticos y resolverlos con la imaginación. La fantasía es

absurda, pero la imaginación puede hacer verosímil lo absurdo. (Peñuelas 1970: 175)

Entonces, no nos rompamos la cabeza con buscar una explicación posible para esta escena.

Quedemos en que Pepe se ha imaginado todo, aunque no quiere admitirlo. Por consecuencia,

el lector se queda atrás muy embrollado por la falta de sentido de la realidad por lado de Pepe.

De todos modos, este encuentro determinará en gran medida su percepción (mental) de

Valentina. De ahí que lo discutamos detalladamente. Se puede argumentar que no es éste el

lugar apropiado para comentar el proceso mental de Pepe. Sin embargo, a mi parecer, este

proceso es de importancia primordial en la creación de la imagen (de Valentina) que el

protagonista transmitirá al lector.

Tras leer Los términos y sobre todo el pasaje en cuestión, uno sólo puede concluir que

Pepe no es consciente de la fuerza de su propia imaginación. Sin embargo, leyéndolo

atentamente, es posible sacar del texto algunos índices que preparan al lector para la escena

imaginaria. Es decir, ciertos elementos con que Pepe se arma para el „encuentro‟ con

Valentina. Primero, según Pepe, el paisaje “cambiaba y era cada vez más hermoso.” (108) y

además describe al paisaje como en un locus amoenus10

. Un entorno maravilloso

evidentemente estimula la imaginación. Segundo, durante la conversación con doña Julia,

Pepe “pensaba en Valentina, a quien veía exactamente como la vi en Bilbao en la sala de

visitas de su escuela [...]” (107). De ahí que Pepe no necesite sobrecargar su fantasía para

„ver‟ a Valentina. Por último, desaparecen las fronteras del tiempo: “entre Valentina y yo las

horas seguían estando desnudas de números.” (108-109) En suma, estos elementos advierten

al lector atento que el narrador no es de fiar.

Antes del encuentro, Pepe tiene una conversación con doña Julia, quien le dice que

“Valentina ha crecido también. [...] Ha crecido en todo menos aquí –se señalaba la frente-. En

eso es una niña como siempre.” (109) Pepe reacciona sorprendido, pero lo aprovechará más

tarde por la creación de su imagen de Valentina. El asunto está en que en el tercer tomo de la

10

“El campo tenía color dorado de miel, con la luz entrando por el lado contrario del día anterior, porque el

cuarto tenía dos ventanas fronteras.” (106-107); “[S]ubíamos monte arriba hacia las cumbres azules y blancas.”

(114); “Seguíamos subiendo monte arriba. Las brisas eran frescas y era un placer exquisito sentirlas en piel.

Antes de llegar a nosotros, aquellas brisas acariciaban los altos azucareros de las cumbres nevadas.” (115)

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Crónica, la chica siempre es asociada con la infancia.11

En otras palabras, Pepe no permite

crecer a su Valentina –es decir, su idea de Valentina-.12

Además para Pepe, esta asociación

con la niñez resulta un enlace fácil para conectar la chica con lo religioso, lo puro, etc. (véase

arriba). Un segundo rasgo de Valentina que asusta a Pepe es su indiferencia y su tranquilidad

(113) (subrayado mío):

Sucedía entre Valentina y yo algo de veras curioso. Ella me miraba a los ojos y me

interrumpió con cortas afirmaciones nerviosas, aunque no vinieran a cuento. (111)

[...] parecía un tic infantil como el parpadear sin motivo. [...] los nervios de Valentina

eran, como siempre, de una serenidad vegetal. [...]

Seguía hablando y ella interrumpiéndome sin dejar de mirarme a los ojos con aquella

indiferencia atenta que a veces me confundió.

[...]El tono de su voz, alta, controlada y como envuelta en ricos aromas silvestres. (112)

Valentina se comporta de manera extraña, como si no fuera sí misma. Con sus afirmaciones le

lleva la corriente a Pepe. No es de extrañar si guardamos en un rincón de la mente que Pepe

está inventándolo todo. No hay verdadero diálogo porque él habla con un interlocutor quien

en verdad es Pepe mismo, disfrazado como Valentina. Esta constatación es relacionada con

otra característica importante: es decir, Valentina es la proyección (mental) de Pepe.

[...] me veía yo más cumplido y gozoso. Veía el Pepe Garcés que habría querido ser, pero

al que estaba renunciando, quizá. O tal vez no. Oyendo a Valentina, yo me asombraba de mí

mismo, y lo digo en serio. Y no había renunciado. No he renunciado aún. Era como si no

hubiera hecho nada con Isabelita en Alcannit. (115)

La Valentina que está presente aquí refleja las esperanzas de Pepe cuando este intenta

justificar sus excesos del pasado. “In her presence”, dice Trippett, “Pepe became all he had

ever wanted to be and all that was shameful in his past was somehow blotted out.” (Trippett

1986: 96) Con „lo vergonzoso‟, Trippett alude a Isabelita. Pero desprendemos del diálogo en

la página 114, que hay más cosas de que Pepe se averguenza: a saber, sus excesos anarquistas

y su conexión con Checa, sus relaciones con otras mujeres, etc. El hecho de que él se

11

Cabe mencionar que ya desde la infancia Valentina jugaba un papel importante en la vida de Pepe. En La vida

comienza ahora, el protagonista nos cuenta la verdadera historia de su niñez en que se conoce una niña que

siempre sonreía. Ya en ese momento, ella se ha convertido en su único rayo de esperanza. (462) 12

Algunos ejemplos en el texto: “Que doña Julia nos permita vernos y hablarnos sin recelos, como cuando

éramos niños.” (106); “Debo advertir –si no lo ha percibido ya el que lee- que cuando me acercaba a Valentina

creía como cuando era niño en el cielo, el purgatorio y el infierno [...]” (108);

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conforma con su pasado, se desprende de que Valentina ríe13

todo el tiempo como si fuera una

broma. Además, Trippett observa que Valentina

[...] at the beginning of his hallucination [...] was made to give Pepe an overwhelming

sense of the rightness of his life and views, and towards the end, to rid him of any reservations

about those views he still had (Trippett 1986: 97).

En las páginas 115 hasta 125, Valentina le reafirma en sus opiniones sobre el anarquismo, la

riqueza, el amor, su hermana Pilar, etc. A Pepe no le extraña esto, porque ya desde niñez,

“[e]lla repetía mi opinión con tal convencimiento que todos la aceptaban.” (462) En suma,

durante el encuentro Valentina no sólo perdona a Pepe, sino también le refuerza en sus

convicciones.

Un momento muy significativo en la luz del punto previo es cuando los dos

enamorados llegan al pabellón del sanatorio donde ocurre algo misterioso (subrayado mío):

En aquella vidriera se reflejaba mi cuerpo, pero no el de Valentina.

Al principio no le di importancia, lo atribuí a que era más grande que ella y pensé que mi

silueta rebasaba en el cristal la de Valentina y, por decirlo así, la absorbía. (113)

En mi opinión, aquella palabra „absorber‟ ilustra completamente la relación entre Pepe y

Valentina. Es decir, ella nunca había tenido la posibilidad de expresarse. Es así que no

sabemos nada de su personalidad. A través de toda la Crónica, Valentina siempre ha tragado

las ideas impuestas de su novio. Su importancia sólo estaba en el hecho que ella repite lo que

él dice y le refuerza en sus opiniones. Durante la conversación en Panticosa, Pepe está

extrañado por “la finura de las observaciones de Valentina. [...] su altura y gravedad” (121).

No es de extrañar porque las ideas que proclama la chica vienen directamente de Pepe mismo.

Mejor dicho, Valentina siempre ha sido un barril vacío llenado con las ideas de Pepe.

Otro momento extraño durante el encuentro es cuando aparece una corza blanca, que

sin duda lleva consigo un significado simbólico. En su artículo Animal simbolism in the

Fiction of Ramón Sender, Kessel Schwartz enumera algunas obras de Sender, -incluso

Crónica del Alba-, en que animales aportan un valor simbólico. Desafortunadamente, su

lectura de la Crónica no alcanzaba el último tomo, -que es el foco de este estudio-, pero uno

puede decir a ciencia cierta que también ahí hay cierto simbolismo (de animales). (Schwartz

13

“[…] y ella reía como si estuviera contando un cuento humorístico-, […] y reía más […] y volvía reír

divertidísima-.” (114)

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28

1963: 496-505) De todos modos, la corza resulta difícil etiquetar. El animal complementa en

cierto sentido a Valentina: primero, ambos son descritos en palabras similares y segundo, se

entienden de una manera extraña. Pepe compara Valentina y la corza con piedras preciosas:

“una venadita muy fina [...] Parece de cristal” (116) y “Valentina era justa, exacta en sus

medidas y miradas, en sus palabras y gestos. Era como una joya rara.” (121). Segundo, la

conexión especial se ve ilustrado en las citas siguientes (subrayado mío):

[...] la corza blanca se acostaba cerca graciosamente sin quitar los ojos de Valentina. (119)

El animal se acercaba y de pronto retrocedía un paso, nerviosamente, y hacía ademán de

atacarme. Valentina entendía aquello muy bien. (123)

Pepe infunde miedo a la corza y por eso “no se atrevía mirar al lindo animal para no

asustarlo.” Valentina, por el otro lado, puede “acariciarla.” (117) Ella parece entender la

venadita muy bien: “si se va al monte se la quieren comer los lobos y si se acera al poblado se

la quieren comer los hombres [...] los hombres así como papá.” (127) Además, el animal se

pone violento cuando Pepe se acerca. (123) Por consiguiente, es posible sacar dos

conclusiones en cuanto al significado de la venadita. En primer lugar, la corza representa en

cierto sentido „lo puro‟ y „lo inmaculado‟, tal como la figura de Valentina en la percepción de

Pepe. De ahí que el animal y la chica se entienden bien. Además, el animal tiene que andar

con cuidado por los hombres:

A pesar de ser tan linda o precisamente por serlo. La gente se quiere comer las cosas

lindas. Con salsas especiales. (120)

También Pepe quiere que Valentina se quede „blanca‟, pura y no ensuciada por los hombres.

En segundo lugar, la corza también representa el amor imposible entre los dos enamorados.

Como ya citado arriba, el animal no puede ir a ninguna parte donde se encuentra fuero del

peligro. No puede sobrevivir, ni existir, tal como el amor de Pepe y Valentina. María Ángeles

Naval, por el otro lado, interpreta Valentina y su corza blanca como

el misterio, el destino simbólico como en un antiguo poema tradicional o como en las

leyendas decimonónicas. Ambas, Valentina y su corza parecen extraídas de una leyenda

becqueriana. (Ángeles Naval 2004: 128)

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Para llegar a esta conclusión, Ángeles Naval parte de la „quijotización de Pepe Garcés‟ en que

Valentina está implicada también (infra). No aduce argumentos para esta constatación, pero sí

se aprofundiza en las referencias a Don Quijote. Seguramente, cada lector atento observa en

Crónica del Alba, -y sobre todo en los tres últimos libros, ciertas alusiones al Caballero de la

Triste Figura. Ya lo hemos comentado en el análisis de Pepe Garcés. Según María Ángeles

Naval, “[u]no de los aspectos más visibles de esta quijotización del héroe reside en la figura

de Valentina, que se transforma en verdadera Dulcinea de Pepe Garcés.” (Ángeles Naval

2004: 127) Las referencias explícitas hablan por sí solo.14

Además, de manera implícita,

algunas cosas se aclaran en la luz de esa „dulcineación‟ de Valentina. Estoy de acuerdo con

Ángeles Naval que la actitud rídicula de Pepe al hablar sobre su novia hace pensar en Don

Quijote cuando este último exalta a Dulcinea. Lo demuestro mediante algunos ejemplos.

Primero, “Valentina es una advocación interior que da fuerza al protagonista” (Ángeles Naval

2004: 127-128). Es decir, Pepe hace todo en servicio de ella: “La idea que Valentina las

justificara y aprobara me daba ánimos.” (136). Además, demuestra cierta aspiración para

convertirse en un “el héroe, el poeta y el santo que necesita la humanidad.” (115) Segundo,

Pepe ha idealizado a Valentina y le ha convertido en un símbolo intocable o, -en palabras de

Ángeles Naval-, “un mito femenino de carácter exclusivamente literario” (Ángeles Naval

2004: 127). Todo está “siempre inferior a ella” (169). Además, Pepe no puede amar a ninguna

otra mujer que Valentina (véase Isabelita). Por consiguiente, al idealizar tanto a su novia,

Pepe marcha hacia su propia perdición.

La imagen que recordará Pepe de su novia es la de Panticosa con la corza blanca (sin

retraso mental). Al fin de este encuentro, ella literalmente desaparece físicamente. Desde este

momento, Valentina se ha convertido en un amor platónico o, según Trippett, “a platonic

essence”15

. (Trippett 1986: 97) En su recuerdo de Valentina no importa el lugar o el tiempo:

14

Pepe sobre Ramón I: “Él tenía su Dulcinea secreta” (72); en una conversación con Ramón Sender: “Aunque

usted tiene su Aldonza. Es fácil ser puro a la manera suya; es decir, sin haber visto el vacío. Los dos somos

hombres puros y la diferencia suya está en su Aldonza. No me diga que no. Su “aldonza” o su “na dolza”, como

decían en la baja Edad Media por “doña Dulce”. De ahí “doña Dulcinea”. (366); Pepe había dicho a Valentina de

aprender la lengua de los gigantes: “el giganterío” (110); “mi dulce Valentina” (175); Otra vez Ramón Sender:

“Tú tienes tu Aldonza. Quédate aquí y muere con ella”. (374) 15

Trippett dice lo siguiente sobre el amor platónico: “There was no possibility of dialogue with a Platonic

essence, so all attempts at communication were doomed to failure, setting aside the impossiblity of expressing

anything transcendental through the real and human medium of language (Trippett 1986: 97-98):

... me ponía a escribir en un cuaderno de apuntes una carta que nunca terminaba. (130)

En mi cuaderno de notas intentaba a veces un poema pensando en Valentina: no llegaba más allá

del tercer verso. La quería demasiado para escribir poemas... (133)

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Valentina había quedado al margen del tiempo, pero en el espacio, aunque éste no podría

ser nunca exactamente determinable. […] Yo mismo no podía entender mi falta de curiosidad.

(130)

En suma, podemos concluir que a través de la Crónica, Valentina cambió de una

persona real en una idea. Es un personaje vacío que Pepe moldeaba según su propio gusto y

necesidad. Gradualmente, Valentina sufre este proceso de idealización cuyo punto

culminativo sin duda es el encuentro en Panticosa. Durante esta alucinación Pepe da vida a la

Valentina que él desea y quien ofrecerá un asidero por el resto de su vida.

3.3 La gente de Alcannit

Al inicio del séptimo relato, el protagonista todavía se encuentra en Alcannit

trabajando como mancebo de bótica. En este pueblo, tiene que enfrentarse con el mundo

campesino y rústico. A pesar de su origen social burgués, Pepe inmediatamente aprende a

tolerar y a respetar a gente de escala más baja. Refiero a la señora Bibiana, Isabelita, Trini y

los aceituneros. Pepe mantiene cierta distancia, pero sabe gozar de su estancia junto con ellos.

Por encontrarse en medio de la cosecha de olivas, Pepe/el narrador regularmente identifica a

esta gente con (elementos proviniendo de) la naturaleza. Se recuerda Pepe este período fuera

de la ciudad como un tiempo idílico o utópico. A propósito, cuando aparece un personaje que

pone en peligro la inocencia de esta imagen, -como la comadrona que desempeñará el

aborto16

-, Pepe le esboza con cualidades negativas que refieren a la ciudad (subrayado mío):

“una mujer campesina con maneras de bellaquería urbana.” (35). Todos los personajes de

este capítulo son mujeres: la Tía Bibiana, las allegaderas e Isabelita. Empezamos con la

primera.

16

Pepe quedó asombrado al oír el precio barato del aborto. (22) Tras esta operación clandestina pensó Pepe:

“Veinticinco pesetas. Una vida humana deshecha por veinticinco pesetas. ¿En qué mundo vivimos?”. (36)

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31

3.3.1 La tía Bibiana

Alcannit es el puerto de amarre de uno de los personajes femeninos más interesantes

de Crónica del Alba: la señora Bibiana. Aparece al principio de Los términos como la

anfitriona de la casa donde Pepe suele consumir la cena. Es una mujer honesta, fuerte y digna.

No hay mejor comienzo.

El lector inmediatamente recibe una imagen estereotípica de una mujer campesina y

rural. Además, el entorno y el paisaje se reflejan en la descripción de este personaje. La tía

Bibiana, nacida y criada en la cosecha de olivas, es casi literalmente impregnada de aceite.

Pepe siempre describe de manera respetuosa a la “honestísima Bibiana” (41) como una mujer

vieja, inocente, animada y abigarrada:

[...] una viejecita [...] cuya única señal de fragilidad era su voz infantil. […] tenía ojillos

escrutadores entre sus párpados arrugados […] (15), [...] iba y venía feliz, con sus sayas

acampanadas y sus medias blancas. (41)

Además, el vocabulario que utiliza Sender en la descripción de Bibiana ancla el personaje

sólidamente en la agricultura y la naturaleza (subrayado mío):

Era [...] la estampa de Bibiana tan recogida y nítida, tan limpia en cada uno de sus

cabellos plateados y en el ramaje coloreado de su pañoleta sobre una blusa ceñida [...] (18)

[…] con eso y el frío saludable del campo tenía las mejillas como manzanitas. Un poco

arrugadas, según están a veces las manzanas de invierno. (30)

Como ya dicho, resulta muy difícil atrapar a Pepe en maledicencia sobre la señora Bibiana.

Además, Pepe siente “la necesidad de acercarse a aquellas pobres gentes (Bibiana, el Palmao,

Isabelita)” (18) porque admira su honestidad, lo que Pepe no puede encontrar en Eliseo y en el

farmacéutico (18). Sin embargo, esta forma de acercamiento nunca desemboca en una

identificación completa. Pepe guarda su distancia con clasificar “aquellas pobres gentes [...]

con apodos bellacos y maneras primitivas”, -a quienes pertenece también su padre-, bajo la

clase “gente del neolítico” (18). Por un lado, suena muy negativa: hace pensar a tiempos

prehistóricos con cavernícolas en cueros de mamut. Por el otro lado, en el caso de la tía

Bibiana y los habitantes de Alcannit, tiene un valor positivo. Es decir, son gente de otros

tiempos, pero de todos modos tienen sus propios valores y merecen respeto. Para compensar

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esta connotación peyorativa de la palabra „neolítico‟, Pepe atribuye a esta gente ciertas

cualidades. En el caso de Bibiana, salta a la vista la ufanía sobre su origen. Tiene una especie

de orgullo, pero nunca fuera de lugar. Esto se manifiesta en diferentes momentos. Primero,

durante la cena informa Bibiana a Pepe sobre la cosecha de olivas (que es más complicada

que otras cosechas) y el hecho de que siempre prepara la comida a los capataces y nunca a

meros obreros (15). Segundo, siempre trata las legumbres con respeto, lo que vemos ilustrado

por la cita siguiente:

Mientras rociaba de aceite mis legumbres acercaba su cara al plato como si estuviera

haciendo una obra de arte, y el olor del aceite crudo y de las legumbres frescas me hacía

olvidar pronto lo demás. (18)

Bibiana consigue trasladar su pasión a Pepe, cuyos pensamientos y preocupaciones

desembocan en un estado onírico.

Otra característica de Bibiana es su inocencia o su ingenuidad, que en cierta medida

tiene que ser atribuida a su honestidad. Esta ingenuidad se ve reflejada en su visión del mundo

en que se encuentran las bases de sus valores. En palabras de Garcés: “todo tiene su orden

jerárquico en la creación”. (30) Lo ilustro mediante algunos ejemplos. Primero, la Bibiana

opina que los capataces valen más que los aceituneros. Segundo, la pobre mujer fue

abandonada por su propia hija. Pero Bibiana no se lamenta, ni se queja, sino dice “así va el

mundo” (19):

La vida no era mejor ni peor por eso y los hombres no podíamos hacer nada por

cambiarla, porque ella –la vida- tenía derechos sobre todos nosotros. Bibiana trabajaría sin

quejarse (nadie se quejaba a su alrededor) hasta caer un día como cada cual. (19)

En tercer lugar, Bibiana define los hombres como “animales poderosos y serios que se ponían

a veces “corrupios” y otras hambrientas.” (41) Por último expresa la Bibiana el recelo típico

de la población rural contra la „peligrosísima‟ ciudad:

“[...] tenga mucho ojo, porque tengo oído que es una “ziudad” donde tienen levantao hasta

un “molimento” a Satanás, [...]” (46)

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Partiendo de las opiniones de Bibiana, resulta evidente que su concepción del mundo y su

origen campestre están estrechamente vinculados entre sí. Otra vez salta a la vista el lugar

céntrico de la naturaleza de dónde saca la tía Bibiana toda su sabiduría.

Los personajes no lo mencionan de manera explícita, pero la Bibiana funciona en

cierta medida como madre sucedánea de Pepe. Le alaba como si fuera su propio hijo: le

considera un sabio (18) y de alta origen social (41). Además, la Bibiana le “abrazó como si

fuera su hijo” (46) y nunca le pierde de vista: “[S]e había dado cuenta de que dentro de mí

[Pepe] se estaba produciendo algún cambio.” (15) Al observar el estado de ánimo de Pepe,

Bibiana le describe como “la oliva que cuaja y encarna con la niebla y no con el sol.” (16) De

nuevo, revela el lenguaje el origen de este personaje.

Al fin y al cabo, Sender ha mostrado una prueba de su capacidad creativa y descriptiva

en crear a esta mujer pura y natural. A pesar de desempeñar un papel menor en el relato, el

personaje de la Bibiana fue elaborado de manera interesante. La viejecita funciona como

portavoz de lo que Pepe admira al pueblo. Le describe, en términos ponderativos, como una

mujer de la vieja estampa, fuertemente anclada en su tierra de origen, pero siempre honesta y

con sus propios valores humanos.

3.3.2 Las allegaderas

Al comienzo de Los términos, Pepe y el Palmao están preparando clandestinamente

una huelga. El objetivo que quieren alcanzar con sus conspiraciones es una subida del jornal

de los obreros en la cosecha de olivas. Pepe siempre ha tenido casi una idea abstracta de ellos,

pero gracias al embarazo de Isabela, les empieza a conocer como gente de carne y hueso.

Sentía Pepe para estas mujeres respeto y ternura, igual que con la tía Bibiana:

Por eso yo, que desde entonces no he tenido sino ocasiones de amistad y hasta de

veneración por el pueblo –por mi pueblo, al fin-, he sentido a veces emociones próximas a las

lágrimas y he tenido que callarme a veces y disimularlas. (29)

La tía Bibiana, -quien, como el lector ya sabe, es una autoridad en el campo de la

cosecha de aceitunas-, divide los obreros en tres grupos: las allegaderas, los vareadores y los

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escaladores (29). Para poder pagar el aborto de su bebé, Isabelita es obligada a unirse con las

allegaderas. De ahí que Pepe pase algunos días encantadores con este grupo (siempre

constituida por mujeres). Tras un primer acercamiento de Pepe al mundo aceitunero, el lector

inmediatamente se ve confrontado con una presentación inverosímil e idealizadora del trabajo

duro y monótono. La atmósfera extraña (28) y la embriaguez constante (35) colorean el

recuerdo de la estancia breve de Pepe en los olivares. Según Anthony Trippett, esta imagen

equivocada se debió al trasfondo medio-burgués-urbano del protagonista. Es una

comprobación muy interesante sobre que volveré más tarde. Desde el primer momento, Pepe

asocia “aquel conjunto primitivo y agreste” (30) con „el neolítico‟ (subrayado mío):

Las allegaderas formaban como tribus primitivas y cuando se les habló de la huelga, se

quedaron un poco extrañadas, como si el dinero que les daban fuera un regalo gracioso y no el

pago de su trabajo. (31)

Sin embargo, resulta claro muy pronto que Pepe utiliza este término sin intenciones

denigrantes. Al contrario, mediante referir a „lo primitivo‟, el protagonista expresa su

admiración por estas mujeres puras y naturales. Además, su capacidad para ser buen

humoradas y felices a pesar de su situación, le ha dejado asombrado (Trippett 1986: 98). Se

sienten unidas con la naturaleza y no contagiadas por el sistema inhumano de la economía.

Trabajan con placer y sin premura:

Estaban seguras de que con su trabajo se divertían más que los pobres propietarios solos

en su oficina contando sus monedas. Yo percibía todo a través de Isabel. “La felicidad –

pensaba- , si hay tal cosa en el mundo, no es de los ricos.” (31)

[…] se divertían a su manera. De otra forma yo creo que no habrían ido nunca a allegar,

varear y ordeñar. (29)

Además, Pepe les describe de manera poética, como mujeres puras, muy cercanas a la

naturaleza. Albergan sus propios secretos, que sólo pueden ser descubiertos por alguien que

muestra respeto y comprensión (subrayado mío):

En el fondo de aquella conformidad placentera había una sabiduría más honda que en los

esquemas de algunas escuelas filosóficas. […] Mujeres más delicadas y hermosas y

estilizadas que las princesas de las viejas cortes […] se acomodan a cualquier situación con su

mirada sabia y lejana –y profunda- y sus manitas vírgenes. Y son capaces de superar cualquier

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dificultad inventando alguna forma de alegría, a veces más placentera que la alegría natural.

(29)

Cada lector crítico puede observar que Pepe ha idealizado fuertemente su estancia con las

allegaderas:

Pensaba a veces, incluso, que sería agradable quedarse allí y ser uno más entre los

allegadores y vivir todo el día con el sol en los brazos desnudos, dormir con la seguridad y la

salud de los rústicos y beber buen vino y comer buen pan. (44)

Sabe apreciar el hecho de que esta gente se encuentra en medio de la naturaleza. Dicho de

otro modo, se quedan muy lejos de los vicios de la ciudad. Han aprendido gozar de las frutas

de la naturaleza. En este lugar, el sexo no es un vicio, sino una cosa natural entre macho y

hembra (29). Estas opiniones –y el conflicto entre amor y sexo en particular- se oponen

diametralmente a lo que ha aprendido Pepe en su juventud. Ya he mencionado al pasar la

importancia que cede Trippett al origen social de Pepe para explicar esta idealización de las

allegaderas (y su estancia en Alcannit en general). Según Trippett, los valores que ha

aprendido Pepe en su infancia están profundamente arraigados en un contexto católico-

burgués. Por supuesto, las impresiones adquiridas durante su permanencia en Alcannit les

ponen en entredicho (Trippett 1986: 98):

Pepe became aware of the overwhelming force of his childhood values when he began to

contemplate briefly and not altogether seriously, perhaps, building his life among the olive

pickers whom he admired very considerably and whose capacity for enjoyment and happiness

had astounded him (Trippett 1986: 98).

Podemos concluir que este grupo de allegaderas forman –desde el punto de vista de Pepe- una

tribu de mujeres. En su descripción destaca su primitivismo, su felicidad y su delirio por causa

de la aproximación a la naturaleza y a las olivas. (Pepe refiere al „efecto de las olivas‟, al que

volveremos más tarde en el análisis de Isabelita.) Sender les describe de manera positiva para

revelar algo importante en cuanto a su protagonista. Es decir, a pesar de ser originario de una

sociedad más urbana, Pepe Garcés no les daña a las allegaderas en su dignidad. Su

descripción idílica del olivar deja entender que Pepe ha llegado en un punto en su vida en que

puede aceptar otros valores que los había aprendido en su infancia.

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3.3.3 Isabelita

Otro personaje con sus raíces en Alcannit es Isabela: chica menor de edad que figura

en el papel de amante de Pepe Garcés. Ya apareció en algunas escenas en el sexto libro, pero

a partir del comienzo de Los términos juega un papel más prominente en la vida del

protagonista.

A juzgar por lo que dice Pepe sobre su enamoramiento eterno con Valentina, parece

inconcebible que él mantiene relaciones sexuales con una amante. Sin embargo, se disculpa

con explicar que lo que sentía por Isabelita no era verdaderamente amor, “[t]al vez era una

manera de amor, aunque no se podía comparar con el que sentía por Valentina.” (22). Como

ya dicho, en el resto de sus recuerdos, -el octavo y noveno libro-, atormenta esta dualidad

„Valentina-Isabelita‟ o „amor-sexo‟ a Pepe. Por no poder acercarse a Valentina, se refugia en

los brazos de Isabelita:

El haber perdido yo por el momento a Valentina y, sobre todo, el haberla sustituido con

Isabel me hacía escéptico ya en materia de amor. Es decir, de sexo. Aunque no era sólo Isabel,

porque en aquel momento pensaba en la “doncellita” que conocí semanas antes en aquel

mismo lugar. La conocí “sin conocerla”, claro. (16)

Claro, Isabelita es asociada con el vicio: el sexo y la orgía de la carne (10, 16, 17). Pepe no

ama a Isabela y no siente el deseo de practicar el amor con Valentina. (Este problema ya fue

discutido en el capítulo sobre Valentina)

A pesar de jugar un pequeño papel en la vida y las memorias de Pepe, el personaje de

Isabelita tiene profundidad. A causa de los grandes cambios que experimenta la chica cambia

su carácter gradualmente. Al inicio del séptimo libro, Pepe le describe como una chica

virginal (21), inocente, ingenua17

. Está verdaderamente enamorada con Pepe, aunque este

último rehúsa reconocerlo (25). Luego, Isabelita vuelve la sustitución carnal de Valentina (16)

con quien Pepe goza de la voluptuosidad (20) y la orgía de la carne (17). El giro brusco en la

vida de Isabelita se produce por las malas noticias de su embarazo inesperado. Desde este

momento, la vida de la chica joven se desvía radicalmente: sufre de algunos cambios que

desembocarán en una verdadera transformación de persona. Las modificaciones no sólo se

17

Al enterarse de la posibilidad de morirse a causa de un aborto, la chica dice: “Ya me dijo la Trini que de cada

diez mujeres sólo se mueren dos o tres, y eso es como una lotería. Yo nunca gano a la lotería […] ¿una iría al

infierno? No lo creo. Dios es más bueno que los hombres [...]” (25).

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manifiestan físicamente. Más, el embarazo sobre todo trae consecuencias por el estado mental

y el carácter de la chica. Observamos diferentes etapas, iniciados por cambios sutiles hasta

llegar al metamorfosis completa. Entonces, la transformación se inicia con cierta

preocupación por su futuro. Debajo de su máscara de desinterés y frivolidad, Isabela revela su

inquietud por los problemas inminentes: “se veía inquieta y angustiada” dice Pepe (21). Su

desempleo aviva todavía más esta incertidumbre sobre su futuro: le han echado en la calle –a

causa de su embarazo- sin dinero para pagar el aborto. Consecuentemente, por necesidad

imperiosa se ve obligada de trabajar en la cosecha de olivas. Pero la chica tiene miedo por el

trabajo duro y se siente en cierta medida superior a las allegaderas:

-ése es un trabajo muy de roceras –dijo Isabelita entre hipos y suspiros- y mis amigas

pensarán que no valgo para nada. (23)

Más tarde se deja convencer y “se acostumbró a la idea de ir a la aceituna. Y ya no le parecía

humillante. Todo se reducía a ponerse ropas de campesina y a mearse –así decía ella- en la

opinión de sus amigas” (24). Dicho de otro modo, la nueva situación confronta a Isabelita con

su cursilería y le obliga revisar sus opiniones y adoptar una actitud más humilde con respecto

al trabajo agrícola. Luego, la producción hormonal (a causa de su embarazo) le juega malas

pasadas. Pepe dice que ella “hablaba cada día de una manera más caprichosa y absurda” (26)

y más tarde “estaba a medida que avanzaba su embarazo más confusa de mente, más jovial

[...]” (30). Finalmente, sufre la chica una verdadera metamorfosis: se vuelve una mujer

natural. No obstante, esta denominación no es tan simple que hace suponer. Mejor dicho,

Isabelita se apropia de ciertos rasgos que todos juntos forman los componentes de lo que

podemos calificar „natural‟ en el sentido de „proviniendo de y estar en equilibrio con la

naturaleza‟. Pepe observa que Isabelita disfruta de una forma de libertad en que su verdadera

índole puede encontrar una manera para manifestarse:

Isabelita sacaba su naturaleza campesina que había reprimido el tiempo que estuvo

sirviendo de doncella [...] (33)

Causa motriz es el lugar donde trabaja la chica. Isabelita está envuelta en la atmósfera

especial en el aceitunero o -en palabras de Pepe Garcés-: „el efecto de las olivas‟. Se convierte

en una verdadera allegadera:

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Mi amante parecía haberse olvidado de sus problemas. [...] Estaba ella entre las

allegaderas contagiada de aquel espíritu que parecía venir los tiempos de las bacantes griegas,

aunque no se trataba de la vendimia sino de la recogida de la aceituna. (31-32)

Otro rasgo de „mujer natural‟ consiste en la asociación con la naturaleza. Isabelita obtiene

respeto por su entorno y disfruta del trabajo agrícola (27). Se da cuenta de que todo –incluso

ella- forma parte de la naturaleza. Obsérvese que en la descripción, la chica está identificada

con elementos de la naturaleza. Primero, el narrador conecta alegóricamente el embarazo de la

chica adolescente con una cosecha temprana (23). Segundo, las allegaderas comparan

Isabelita con una aceituna tetuda (34). Luego, Pepe comenta sobre su nueva apariencia física

que es determinada por el entorno (subrayado mío):

Tenía Isabelita los pechos agudices y levantados, más levantados aún por el embarazo. Y

con el fulgor de las brasas que ceñía de abajo la veía más hermosa que antes. (34)

Entre los olivares Isabelita parecía, a pesar de su incipiente embarazo, más virginal que

nunca. Era azahar entre olivas, Isabelita. (33)

Kessel Schwartz en su artículo Animal simbolism in the Fiction of Ramón Sender pretende

que Sender utiliza frecuentemente imágenes y metáforas del campo animal (Schwartz 1963:

496) Es el caso que en las descripciones de Isabelita salta a la vista la presencia de una

especie de ave: el tordo18

. Además, Pepe identifica a su amante y a las mujeres en general con

este pájaro:

El tordo era el ave de los olivares que se alimenta de la aceituna. Es verdad que ella

misma –que parecía muy delgada- tenía redondeces encantadoras. Las mujeres me parecían ya

entonces seres magnánimos por el hecho de ser mujeres, simplemente. Las madres por

madres, las amigas por amigas, las novias por novias. (28)

Según Schwartz, “Sender uses animals to indicate a variety of human relationships, both

direct and indirect, among which are death, danger, sex, hunger, politics, religion and

friendship.” (Schwartz 1963: 497) A mi parecer, el tordo represente aquí algo como la

fertilidad o la futura madre. Al oír a Isabelita hablar sobre la posibilidad de quedar el crío y

18

Alrededor de los árboles, los tordos oscuros se afanaban (sobre todo cuando las cosechadoras dejaban la faena

al oscurecer) sabiendo por instinto que las aceitunas iban a acabarse pronto. (32)

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sobre el respeto por la madre (33), Pepe, “[o]yéndola, [...] miraba alrededor y creía ver tordos

en todos los árboles.” (33) Siente la eclosión de amor maternal y con esto se ha cumplido la

transformación.

La última ocurrencia con Isabelita tiene lugar tras el aborto de su bebé. Salió de la

comadrona con “dos lagrimitas en sus pestanas” (36) y luego “reía, pero no era una risa

natural.”(36) La chica ha perdido para siempre su virginidad y su pureza. Trini le abre los ojos

a Pepe cuando dice que “ella [Isabela] no era como las rusticanas de la oliva” (44).

Por fin, concluimos que el personaje de Isabelita fue muy interesante analizar. Al

comienzo, personificaba la voluptuosidad y el sexo. Por eso fue diametralmente opuesta a

Valentina. Sin embargo, por el trabajo agrícola sufre una metamorfosis completa de „chica de

la ciudad‟ a „mujer natural‟. Como ya visto, esta transformación gradual se producía en

diferentes etapas y consistía de algunos rasgos que apelan a la imaginación.

En la descripción de los habitantes de Alcannit, comentados en este capítulo, salta a la vista

una característica común en todos: la alegría que experimentan en aproximarse a la

naturaleza. La tía Bibiana y las allegaderas forman gente primitiva, honesta y feliz. Ya son

„mujeres naturales‟. Isabelita, por el otro lado, se convierte en una de ellas. La importancia de

estas descripciones y de estos personajes está en demostrar la impresión que han dejado en

Pepe. Por ser tan ajeno a este mundo, el protagonista recalca en sus memorias este efecto

purificador de la naturaleza. Durante su estancia con las mujeres, Pepe se siente lejos de la

ciudad y de la realidad: vive en un sueño. Se despide de ellos con gran pesar porque tiene que

regresar al mundo real.

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3.4 Los Ramones

… los Ramones de los cuales he hablado antes, a quienes

de un modo y otro yo consideraba mis alter egos. (303)

Un aspecto remarcable en los tres últimos libros de la Crónica es la proliferación de

personajes llamados „Ramón‟. Claro, no por casualidad introduce el autor más de una docena

de Ramones, entre ellos incluso un Ramón Sender. De acuerdo con Trippett, me parece que

esa ruptura con la realidad sirve para enfrentar al lector con la índole autobiográfica de la

Crónica. (Trippett 1986: 111) Mejor dicho, cada uno de los Ramones tiene una o más

características en común con Ramón J. Sender, quien lo afirmó en Conversaciones:

hay una serie de Ramones, siete u ocho Ramones con diferentes apellidos, cada uno de los

cuales representa también algo de mi sentido de las cosas (Peñuelas 1970: 150).

En realidad, aparecen más que ocho Ramones pero ellos no pertenecen a este grupo

privilegiado. Hombres como Ramón Valle-Inclán, Ramón Pérez Ayala, Ramón II –cuyos

apellidos supuestamente son Ledesma Miranda19

(Vived Mairal 2002, 90)- y Ramón Gómez

de la Serna, etc. sólo entran la historia por dos razones: primero, son escritores que Sender ha

conocido en su vida y segundo, simplemente porque llevan el nombre „Ramón‟.

No sólo existen similitudes entre la vida del autor y la de Pepe Garcés, sino también

hay semejanzas entre el autor y los Ramones. Partiendo de estas constataciones, no es de

extrañar que también Pepe tenga algunas cosas en común con los Ramones. Entonces, cabe

preguntar ¿cuáles son las características de un (verdadero) Ramón? De hecho, tienen que

reunir a uno o ambos de los requisitos que identificaba Anthony Trippett en su estudio de la

Crónica. A saber, se espera que compartan con Pepe su relación problemática con la realidad

y/o su concepción del amor. Trippett considera las otras similitudes de importancia menor

(Trippett 1986: 106). Por estas características comunes, Pepe se identifica con los Ramones,

hasta considerarlos sus „alter egos‟20

, con quienes mantiene una relación de amor y odio

(subrayado mío):

19

El personaje Ramón II será analizado en el capítulo titulado La fiesta de cumpleaños en que juega su papel

más grande. 20

Pepe Garcés varias veces se da cuenta de este hecho curioso: “Escuchaba yo a Ramón como a un alter ego”

(59); “conocí otros ramones y lo curioso es que andaban todos en el mundillo de las letras y artes.” (67);

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en cada uno de aquellos Ramones mi sombra parecía regocijarse y expandirse (148)

Todos los Ramones, mis amigos parásitos, estaban dentro de la ciudad, también. (80)

No hay que pensar que todos los Ramones eran perfectos. Los había también ridículos y

grotescos, y uno, de veras abyecto, y lo bueno es que se parecían también a mí. Quisiéralo yo

o no. (510)

Por un lado, las similitudes con los Ramones atraen a Pepe. Por el otro lado, forman una

amenaza y Pepe también les rechaza. Constituyen –en palabras de Trippett- “variations on the

theme of his life” (Trippett 1986: 110):

Their different values and their different responses to his kind of problem, called into

question his values and responses. The Ramones, also in some cases, mirrored how Pepe

might have been if events had turned out slightly differently (Trippett 1986: 110).

En otras palabras, los Ramones le ponen un espejo delante y le confrontan con sus puntos

débiles y con las oportunidades desaprovechadas. No se sorprende a nadie que los Ramones

por su lado detestan a Pepe también. Más tarde el protagonista se dará cuenta que forman un

peligro para él (“todos querían matarme a mí” (263)) y les considerará como parásitos. Entre

paréntesis, cabe observar que no todos los personajes que reflejan en cierta medida uno o más

aspectos de Pepe Garcés se llaman Ramón. Hombres como Alfonso Madrigal y –según

Tripleta- el loco Manuel pertenecen también a este grupo (Tripleta 1986: 105).

En suma, podemos interpretar cada uno de los Ramones como una variante de la vida

de Pepe Garcés. Partían del mismo punto de salida, pero cada Ramón ha emprendido otro

camino. En la misma manera, se determina la relación entre ellos y el autor de la Crónica: los

Ramones –igual que Pepe Garcés- representan una vida alternativa de la que eligió Ramón J.

Sendero. Dicho sencillamente, constituyen los Ramones una rompecabezas de la vida y de los

pensamientos del autor: unos comparten con Sender su pasado, otros sus convicciones

políticas, su lado oscuro, su relación con su padre y las mujeres, etc. Entonces, en relación con

el pacto autobiográfico de la Crónica, Sender no delegó toda su persona en un solo

protagonista, sino lo repartió en diferentes personajes con el objetivo de mantener cierta

distancia para poder contemplar y juzgar (más o menos objetivamente) las posibilidades que

el autor ha elegido o rechazado. Además, Anthony Trippett observa también que Sender

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utilizaba los Ramones para indicar que Crónica del Alba no representa la historia privada de

una sola persona, sino de muchos otros españoles (Trippett 1986: 105-106).

En lo que sigue serán discutidos unos nueve Ramones. Nos detenemos en las

características que tienen en común con Ramón J. Sender y/o Pepe Garcés y de dónde viene el

interés de este último por este grupo de hombres.

3.4.1 Ramón Urgel o Ramón I

Encabezando la lista, Ramón Urgel desempeña el papel más grande e importante de

todos los Ramones. A través de los tres últimos libros influenciaba profundamente la vida de

Pepe, siendo el “único de los Ramones jóvenes a quien [Pepe] de veras estimaba.” (93)

En la mayoría de las veces Pepe tiene una visión superiora para con la gente en su

entorno, pero el caso de Ramón Urgel forma una excepción. La primera descripción de

Ramón tiende al lado negativo por su notoriedad y su narcisismo (56), pero al conocerse

mejor, se despierta el interés de Pepe, quien manifiesta sin reservas su admiración por su alter

ego (59). Entonces, cabe preguntar ¿de dónde viene esta atracción por lado de Pepe? La

respuesta está en la cita siguiente:

Viendo a Ramón tenía a veces la impresión rara de verme a mí mismo en un espejo, a

veces mejor de lo que era y a veces peor. (57)

De todos los Ramones, la vida de Ramón Urgel muestra más semejanza con la de Pepe

Garcés. Tienen en común la adolescencia, la relación problemática con el padre, el trabajo

como mancebo de botica, el lazo anarquista y las huelgas estudiantiles, etc. (56-57) También

en materia de amor, Pepe y Ramón están atados al mismo banco:

El [Ramón] tenía también su Dulcinea secreta no sé donde (a nadie le presentaba nunca)

[...] Decía Ramón que había que amar brutal, directa y definitivamente como hombres del

neolítico que éramos los españoles nacidos en las aldeas, o no amar en absoluto. Yo también

pensaba lo mismo. (72)

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Se desprende de la cita que sus visiones sobre el amor y las mujeres concuerdan más o menos.

Tanto como Pepe, tiene Ramón Urgel también una novia (o un amor ideal) a quien pone en un

pedestal. Ramón transmite su opinión sobre las mujeres a Pepe, quien aprende a “desvalorar a

todas las mujeres menos a [Valentina]” (71-73).

Más tarde, durante la Guerra Civil sale a la superficie el lado heroico de Ramón:

el nombre y las hazañas de Ramón serían olvidados antes de que sus huesos se secaran del

todo, pero que no había bombas capaces de trizar ni quebrantar su espíritu. (508)

Ramón era un pequeño gran hombre. Tanta generosidad, tanto olvido de sí. (508)

En la última cita, Garcés admira la determinación de Ramón para volverse al frente a pesar de

sus heridas (510). Indudablemente, la estancia en Marruecos -donde los dos hombres se

tropezaban- influye también en su descripción. Ya en estos años duros se presentó Ramón

como un heraldo de la humanidad por sus elogios por la amistad y la solidaridad entre los

hombres. Acuérdense también como Ramón se preocupó por la suerte de los soldados y como

por cuenta y riesgo propios denunció la corrupción de los altos jefes militares (143).

Por el otro lado, enfoca la primera cita en el espíritu de Ramón21

. Tiene cierta forma de

energía que le hace descollar sobre los demás y en particular sobre Pepe Garcés. Según

Trippett, esta energía –ausente en Pepe- le otorga a Ramón la autoridad por lo que Garcés le

respetaba tanto (Trippett 1986: 106). A propósito, este respeto guarda relación directa con el

hecho de que durante los primeros meses de la Guerra Civil utilizó Pepe el nombre de Ramón

Urgel como seudónimo. Y este nombre causó respeto por todas partes (327).

En resumidas cuentas, las similitudes entre los dos personajes permiten al protagonista

identificarse con Ramón Urgel, quien es considerado un alter ego. Además, ya sabemos que

Garcés funciona en cierto sentido como alter ego de nuestro autor Ramón J. Sender. Entonces,

para dificultar todavía más la mascarada modelaba Sender el personaje Ramón I a sí mismo.

Cada lector familiarizado con la vida y obra de nuestro autor seguramente ha observado que la

historia de la vida de Ramón Urgel coincide con todo detalle con la de Ramón J. Sender.

Algunos acontecimientos de su adolescencia divergen, pero las similitudes llegan a

predominar: primero, la relación problemática con el padre, la huida a la capital y la estancia

21

Es una descripción supuestamente hecho por el escritor George Orwell, quien se presentó voluntariamente

para apoyar a los comunistas en la Guerra Civil. Además, en La vida menciona Pepe Garcés un poema escrito

por George Orwell que se puede leer como un elogio a Ramón Urgel (508). No he encontrado ningún indicio que

había sido contacto entre Ramón J. Sender y George Orwell. Entonces, el poema es supuestamente inventado.

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en el ateneo de Madrid22

; segundo, el trabajo en las farmacias y la despedida por su error casi

fatal, etc.23

(56-59). Luego cuenta Urgel de su trabajo como periodista y de su aspiración para

ser escritor (60-63, 66). Escribió por los mismos diarios que Sender y publicó también Las

brujas del compromiso, un poema sobre Rosa Luxemburgo y un poema con un mensaje

acróstico, etc.24

(60-66). Efectivamente la gran mayoría de hechos y datos son

autobiográficos. Observamos similitudes hasta el servicio militar en Marruecos: Sender y

Urgel estaban alistados en la misma brigada: la Ceriñola 42. Además, los dos escribieron

artículos por La telegrama del Riff (139-141) y –como ya he mencionado al paso- ambos

demostraron una preocupación para sus compañeros que vivieron en circunstancias

inhumanas (143). En otras palabras, hasta este punto el lector se ha acostumbrado al hecho de

que Urgel funciona como doble del autor. Sin embargo, Pepe Garcés menciona algo extraño

al hablar de Ramón I y de las experiencias en Marruecos:

Los dos habíamos leído Imán, de Sender, que no nos disgustó. (139)

Las cosas se complican aún más. El lector siente el suelo hundirse bajo los pies al constatar

que Imán ya fue escrito años antes y por otra persona, de modo que Urgel no puede equivaler

con Ramón J. Sender.

En suma, podemos concluir que Ramón Urgel es un personaje basado en la vida del

autor mismo, mejor dicho en los años de adolescencia hasta la guerra en Marruecos inclusive.

Tras el servicio militar se diferencian sus vidas considerablemente, porque Urgel nunca

escribirá Imán. En relación con el protagonista, sale a la vista que Urgel es el único de los

Ramones que deja una profunda impresión en Pepe. Sus vidas siguen el mismo camino, pero

Ramón I tiene una personalidad más fuerte:

The general impression he gave was that, though beset by some of the same problems as

Pepe and though often sharing similar views, his greater vigour provided him with more

possibilities of success in het face of his existencial problems (Trippett 1986: 106).

22

A los diecisiete años, a causa de la relación amarga con su padre, se escapó Ramón J. Sender de casa y se fue a

Madrid. Durante este período de apuros y estreches empezó con escribir sus primeros artículos y cuentos. Logró

publicarlos en varios periódicos. Luego, su padre le obligó regresar a casa. (Peñuelas 1971: 49-60) 23

Los hechos contados por Ramón Urgel concuerdan con los hechos descritos en las páginas 71 hasta 80 de la

Biografía por Jesús Vived Mairal: El líder de la Liga Catalana Francisco Cambó compró un desinfectante en la

farmacia donde trabajó Sender. Éste se equivocó y le dio un veneno activísimo. El error fue descubierto a

tiempo, pero Sender fue despedido. (Vived Mairal 2002: 80) 24

Ambos Ramones (Sender y Urgel) publicaban sus artículos anónimos en diarios como p. ej. España Nueva.

Para información más detallada, consúltense Vived Mairal, p. 87-92

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Trippett alude a la energía de Urgel que falta en Pepe. Afrontan los mismos problemas, pero

el hombre mejor adaptado a su entorno es Ramón quien predice que Pepe Garcés no

sobrevivirá: “Estarás ya perdido para siempre. [...] tu vida será un largo y lento suicidio” (72).

3.4.2 Ramón III/IV

Como ya he mencionado, conoció Pepe Garcés a unos siete o nueve Ramones. Él

mismo no puede recordar el número ni el orden, de ahí que el Ramón siguiente pueda ser el

tercero o el cuatro. Pero no importa la secuencia, lo que sí nos interesa son las similitudes y

diferencias con Pepe.

Ramón III comparte con Pepe su opinión sobre el destino. La cita siguiente ilustra el

punto de vista de Pepe Garcés:

Yo creo en el destino aunque pienso que actúa con los elementos que nosotros le damos.

[...] El destino se alimenta con mi conducta. (14)

Estos pensamientos bullen en la cabeza de Pepe tras su suicidio fracasado. Piense que cuanto

más se desacredita a sí mismo, más posibilidad tendrá el destino por agarrarle por el pescuezo.

Opina Ramón lo mismo, pero la diferencia entre los dos está en que Ramón no teme por el

destino e intenta manipularlo por su propia mano. Cabe preguntar ¿en qué manera?

Decía de sí las cosas más innobles, las más descalificadoras [...] después esperaba a ver

qué hacía el destino con todos aquellos elementos negativos de acción que le daba. Se podría

decir que lo citaba –al destino- como el torero al toro. (94)

Dicho de otro modo, Ramón calumnia a sí mismo con el objetivo de adelantar “los hados”

(94): dice y piensa de sí las cosas más graves para impedir que el destino le gana por la mano.

Según Trippett, difiere Pepe Garcés en este sentido de Ramón porque aquel nunca prestaba

atención a las consecuencias de sus acciones25

(Trippett 1986: 107). Consiguió Ramón aplazar

25

Acuérdense p. ej. como Pepe fue culpable para la despedida de Isabelita (22-23).

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el destino por un tiempo breve: “iba aureolándose con un halo virtuoso [...] pero un día lo

empitonó bien el toro. Y para siempre.” (94)

Como fue el caso con Ramón Urgel, Ramón III/IV y Pepe Garcés se ven confrontados

con los mismos problemas: comparten el mismo punto de partida, pero el uno cae más antes

que el otro. Como los otros Ramones sirve el personaje Ramón III/IV para demostrar como

Pepe terminaría si hubiera intentado manipular el destino.

3.4.3 Ramón Irazábal Pando o Ramón V/VI

Al lado del ordinal tiene Ramón V/VI también los apellidos „Irazábal Pando‟ que nos

informan más sobre el personaje. Mejor dicho, sus iniciales presagian su destino, como Pepe

observaba:

En cada uno de aquellos Ramones mi sombra parecía regocijarse y expandirse, pero en

aquel cuyas iniciales eran funestas mi sombra se disolvió sobre el abismo sin nombre. (148)

Ciertos nombres pueden llevar un significado, -como observa Ph. Hamon en su obra Le

personnel du roman-, y pueden ser “plus ou moins en redondance ou en discordance avec le

signifié du personnage”.26

(Hamon 1983: 110) Por consecuencia, las iniciales de Ramón

contribuyen a “une plus grande lisibilité, une plus grande transparence” (Hamon 1983: 110) y

preparan al lector que este Ramón está condenado a morir.

El papel de Ramón V/VI es mínimo como suele ser el caso con la mayoría de los

Ramones. Según cabe esperar tiene también este Ramón algo en común con Pepe. Es la

misma canción para siempre: el mismo punto de partido, pero uno de ellos nunca cruza la

meta. Ramón comparte con Pepe –lo que Trippett llama- la concepción idílica del amor

(Trippett 1986: 109). Esto refiere a los acontecimientos en que morirá Ramón. La historia es

complicada: Pepe tenía una amiga llamada Circe, con quien mantenía relaciones personales.

Durante su ausencia, Circe le engañó a Pepe con Ramón, su amigo vasco. Pero Circe también

26

Philippe Hamon observa que en la obra de Zola (y podemos generalizarlo) hay dos tendencias: “(1) motivation

du nom propre, construction d‟une harmonie entre le signifiant du personnage et son signifié d‟une parte; (2)

construction antiphrastique ou euphémistique du nom propre, qui signifie ironiquement des contenus contraires

aux signifiés du personnage d‟autre part.” (Hamon 1983: 110)

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engañó a Ramón con otro hombre (147-149). Por consiguiente, ambos hombres se ven

confrontados con una mujer infiel. Pero reaccionan de manera diferente. A Pepe no le

importa, simplemente porque no fue capaz amar a otra mujer que Valentina. Ramón, en

cambio, no podía ponerlo a un lado y “dejó en un papel blanco sus iniciales: R.I.P. y se dio un

tiro en la sien.” (147)

Entonces, Ramón Irazábal Pando ilustra como acabaría Pepe si no tuviera Valentina.

Ramón no estaba a la altura de los encantamientos de Circe (como el mito que sirve para

trasfondo aclara (147). En el campo de las mujeres y de las tentaciones carnales tiene Ramón

un carácter más débil que Pepe porque permite que sus celos tomen cargo de su razón. Sin

embargo, en cierta manera es este Ramón más conectado con la realidad, porque sabe apreciar

fidelidad.

3.4.4 Ramón VIII

Algo similar ocurre con Ramón VIII, quien “era, como el rey británico que con el

nombre de Ricardo llevaba los mismos numerales, un enamorado transido.” (511) Se

encuentra en el mismo estado que Pepe Garcés y Ramón Irazábal Pando con Circe. También

él fue engañado por su(s) amante(s), pero en vez de suicidarse, se venga de ellas:

Gozaba o sufría grandes pasiones amorosas, que como suele suceder acaban mal, y solía

ser con mujeres que tenían posición social y fortuna. Era fama que a dos de ellas les había

sacado cantidades considerables de dinero (510).

Pepe Garcés se distancia abiertamente de Ramón VIII, cuyo comportamiento le considera

ridículo y perteneciendo a “un golfo del género decorativo [...] que descendía a niveles

incomprensibles.” (510-511)

Ramón VIII y Ramón Irazábal Pando son –juntos con Pepe- variaciones sobre el

mismo tema: el amor y la deslealtad de las mujeres. Ramón VIII era más fuerte que Ramón

V/VI, pero también más débil que Pepe Garcés y eventualmente caerá antes de él.

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3.4.5 Ramón Ribaldo o Ramón IX

Como de costumbre tiene Pepe también a este Ramón en poco. Le parafrasea como

“un golfo visigótico” (596). Su antipatía origina del comportamiento ridículo de Ribaldo al

verse enfrentado con una realidad que a él no le agrada.

El rasgo que comparten los dos hombres no se encuentra en el campo del amor, sino

en la percepción de la realidad. Durante uno de los primeros encuentros con Ramón Ribaldo,

Pepe le comunica desde qué perspectiva confronta la vida diaria:

Yo le dije un día que el hombre que llega a convencerse de que la vida es un sueño, atrapa

el sentido secreto de la realidad y así llega a dominarla más fácilmente que otros. (597)

Ramón sigue esta opinión, pero una experiencia traumática cambia todo. Al principio de la

Guerra era un hombre valiente, pero al recibir una bala en la pierna y viendo su propio sangre

caer sobre la tierra, decide dirigirse a lugares más seguros. Vuelve aristócrata y empieza a

trabajar en el ministerio de la Guerra. Y además, sigue cojeando por pura tramoya (596).

Dicho de otro modo, la realidad (la bala) le ha traumatizado mentalmente también.

Al hablar sobre la conexión entre Ramón IX y Ramón Dodge –quien analizamos

enseguida-, Anthony Trippett conecta la ruina de los dos con su percepción de la realidad:

“two men whose lives were changed when their ideal or notion of their human potential came

into violent confrontation with objective reality” (Trippett 1986: 109). Dicho de otro modo,

Ramón Ribaldo vivía como Pepe Garcés en un estado onírico o en su imaginación o su propia

percepción mental/ideal del mundo. La confrontación con su propia sangre –una ruptura en su

integridad física- le despierta a sacudidas. Por consecuencia, decide andar –mejor dicho,

cojear- más prudente.

Nunca atraparemos a Pepe en una situación similar: siempre sigue aferrarse a sus

propias opiniones y nunca manipula el destino. En cambio, Ramón Ribaldo “se encuentra

siempre enfadado –enhadado, es decir, en una relacion irregular con su hado”.

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3.4.6 Ramón Dodge

Este Ramón Dodge resultará un personaje muy interesante a pesar de ser el único de

los Ramones a quien Pepe no conoce de manera personal. Su concepción de la vida coincide

en ciertos puntos con la de Pepe y la de Ramón Ribaldo.

Este personaje fue indudablemente modelado por una de las figuras más conocidas de

la literatura española: Don Quijote. No sólo en su aspecto exterior, sino también en su

comportamiento y sus ideas: se parecen como dos gotas de agua (subrayado mío)27

:

Es un teósofo que estudió sánscrito en su juventud y tenía la obsesión hace algunos años

de que lo perseguía la Iglesia de Roma. Es un tipo curioso. Alto y flaco, parece Don Quijote.

[...] tenía reservas en la zona intermedia entre la razón y lo que podríamos llamar los

paréntesis de la cordura. (271)

Tiene Ramón también un ideal o una obsesión que perseguiría hasta –como veremos en

seguida- arriesgar su propia vida.

Al lado de la similitud con Don Quijote, observamos que Ramón Dodge también tiene

mucho en común con Pepe Garcés y –como ya he mencionado al paso- Ramón Ribaldo. De

ahí que pertenezca a los Ramones. Al lado de los pequeños detalles, (como por ejemplo el

interés en la teosofía y el sánscrito) comparte Ramón Dodge con estos dos hombres su duda

sobre la existencia o no existencia de una realidad exterior (Trippett 1986: 109). En pocas

palabras: Dodge, Ribaldo y Pepe Garcés se esconden en su propio mundo subjetivo e interior.

Ribaldo despierta de manera accidental de su sueño (véase arriba), Dodge por el otro lado

deliberadamente rebusca la barrera entre lo subjetivo y lo objetivo: “Quería ver si los hechos

exteriores eran verdad o ilusión” (272). A modo de experimento se arrojó por una ventanilla

de un tren corriendo a velocidades de 180 kilómetros por hora (272). Afortunadamente,

sobrevive el accidente. Luego, como Ramón Ribaldo, cambia de rumbo “convencido que la

realidad existía por sí misma” (276). Tira por la borda su interés en la teosofía, el misticismo

y lo trascendente para dedicarse al mundo de los negocios (Trippett 1986: 109).

27

También la cita siguiente hace pensar en el estado de Don Quijote tras el encuentro con los molinos-gigantes:

“Encontraron su cuerpo descoyuntado, roto, pero vivo al pie del terraplén. Se arrojó por aquella ventanilla de los

lavabos y debió ser difícil porque Dodge era largo, anguloso, huesudo y quijotesco.” (272)

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En suma, Ramón Dodge, Ramón Ribaldo y Pepe Garcés parten del mismo punto: un

recelo contra el mundo objetivo. Luego, cada uno en su propia manera se ve confrontado con

la realidad. Sin embargo, sus vidas se desvían según su reacción sobre esta experiencia: Pepe

se huye aún más en su mundo interior, Ribaldo queda traumatizado por el resto de su vida (la

lesión física se ha convertido en una lesión mental (el cojear por tramoya)) y Ramón Dodge

sale molido físicamente, pero se recupera y se convierte en un empresario coronado de éxito.

3.4.7 Ramón Cero o Ramón 0

Otro Ramón que mantiene una relación especial con la realidad es él quien más le

intrigaba a Pepe: el periodista Ramón Cero. También este personaje tiene pequeñas cosas en

común con: primero, el autor Ramón J. Sender (su trabajo como periodista y su propio diario)

y segundo con Pepe Garcés (p. ej. el hecho de que “estaba muy enamorado de una hermosa

muchacha aunque sin esperanza de casarle” (77) y lo que Pepe tiene en común con el autor, es

decir, la relación conflictiva con su padre.)

A primera vista, lo que más llama la atención es el numeral que lleva una connotación

negativa. Inmerecido, explica Pepe:

No es porque lo considera poca cosa ni inferior a los otros, y mucho menos a mí. El cero

es no sólo un signo matemático que indica la “nada” sino también un círculo que indica el

“todo”. La interrelación entre la nada y el todo puede hacerse expresable a través del cero.

(76)

A Ramón no hay por donde entrarle, como la cita indica. Su personalidad intrigante se debe al

hecho de que se encuentra entremedio de todo y nada. En todo lo que hace, vacila entre dos

polos extremos sin tener asidero. Lo que se obtiene como resultado es un hombre fugaz y casi

indefinible. Un hombre desconectado con su alrededor. El texto da varios indicios. En primer

lugar demuestra Ramón una actitud incoherente en relación con su pariente lejano beatificado.

Su reacción es burlarse de él, pero al mismo tiempo también está muy orgulloso (76-77). En

segundo lugar, hay su desinterés político que –según Trippett- comparte con Pepe Garcés

(Trippett 1986: 107). Además trabaja Ramón por dos periódicos al mismo tiempo: uno, de

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tendencia izquierdista (El Heraldo) y el otro de derechas (La Época). Ramón decía de sí

mismo que “era ambidiestro” (78). En último lugar, tiene Ramón –como Pepe, Ramón

Ribaldo y Ramón Dodge- una relación especial con la realidad. Trippett interpreta esta actitud

como una reacción sobre la frustración causada por su amor por una chica inaccesible. No

hace falta mencionar el paralelo con Pepe Garcés. Según Trippett, este amor imposible “had

the effect of making his attachment to the real world weak, and rendering much of his daily

existence insubstancial.” (Trippett 1986: 106):

[...] Ramón Cero no estaba seguro de vivir y a veces decía de sí mismo que era un

fantasma. [...] y él decía que [...] el cuerpo era un autómata sin importancia habitado por un

fantasma atrapado entre el cero y el círculo de lo absoluto; es decir, entre la mecánica del

cuerpo –al que llamaba “la máquina de la risa” – y el espíritu. (77)

Nos queda una imagen negativa de un hombre desconectado del mundo quien marcha hacia

su propia perdición. Como Pepe dice: “se iba [...] desvergonzando progresivamente.” (78).

Tiene muchas oportunidades por hacer algo de su vida, pero se planta.

Podemos concluir que junto con Pepe Garcés y los dos Ramones previos, mantiene

Ramón Cero una relación extraña con la realidad. Ribaldo y Dodge, cambian de rumbo tras

una confrontación dura con el mundo real y se vuelven muy exitosos. Garcés y Ramón Cero,

en cambio, se encierran aún más en su propio mundo y marchan hacia su propia ruina.

3.4.8 Menos Ramón

Menos Ramón puede ser considerado el más inteligente, pero también el más

peligroso de los Ramones. A pesar de su índole negativa ejerce una gran atracción sobre Pepe

Garcés. Desempeñará el papel del pequeño diablo que, -sentado en el hombro de Pepe

Garcés-, susurra ideas en su oreja.

Esta impresión negativa que tenemos de Menos Ramón proviene de sus opiniones a

veces chocantes e inmorales. Su desconfianza –casi desprecio- por la humanidad hace pensar

a la actitud escéptica que demuestra también Pepe Garcés. En cierto sentido, este Ramón

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funciona como la personificación del lado oscuro del protagonista. Muchas veces, sus

opiniones coinciden o se complementan perfectamente, de modo que Menos Ramón se puede

identificar con Pepe y este siente una profunda admiración por aquel (262). Sus mentes van

paralelos hasta el punto que casi dudamos quien está hablando (Trippett 1986: 108). Lo

ilustran los tres hechos siguientes: sus opiniones sobre la guerra, el caso de la pistola química

y –de nuevo- la manipulación de su propio destino. Primero, Menos Ramón interpreta la

Guerra desde su propio punto de vista, vinculada estrechamente con un asunto que Ramón

observa en mucha gente. Es decir, el problema que comparten los tres Ramones previos: la

desconfianza en la existencia de una realidad exterior:

cuando la cultura se hace demasiado subjetiva y los hombres creen sólo en sí mismo (en

los frutos de su imaginación y de su conciencia), entonces viene una guerra para recordarles

que la realidad exterior existe por sí misma. (263)

Dicho de otro modo, la guerra para los soñadores equivale a la bala en la pierna de Ramón

Ribaldo o el salto por la ventanilla del tren por Ramón Dodge. La Guerra es necesaria para

que puedan verificar que la realidad objetiva existe verdaderamente (Trippett 1986: 147).

Otra característica es la astucia: Menos Ramón mantiene la cabeza sobre los hombros gracias

a su listeza. Pero su inteligencia casi satánica causa no sólo admiración, pero también recelo

(Trippett 1986: 108). Fue Ramón quien le inspiró para desarrollar la pistola química y

comercializarla para poder casarse con Valentina (263).

El último rasgo tiene Menos Ramón en común con el ya mencionado Ramón III/IV: es decir,

siempre anda manipulando su propio destino. La manera en que lo hacía, era de calumniarse a

sí mismo (véase arriba); Menos Ramón por el otro lado, se encoleriza con el destino:

Enfadado quiere decir “enhadado”; es decir, en pelea y marimorena con el destino. Con el

hado. O los hados. Menos Ramón estaba siempre zapa a la greña con los hados y de sus

enfados permanentes salía bastante bien.

Tenía que venir de un “enfadado”, es decir, de un hombre en colisión con los hados. O en

secreto acuerdo malsano con ellos. (262)

Como ya he mencionado, el destino deja mal parada a Ramón III/IV. Menos Ramón, en

cambio, lo manipula con éxito (Trippett, 1986: 108).

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En pocas palabras, Menos Ramón es un hombre fundamentalmente negativo. Siempre

opta por el lado inmoral en los dilemas éticos que sirve a Pepe. Incide en gran medida en el

pensamiento del protagonista, quien afortunadamente sabe tomar su distancia si necesario. En

otras palabras, Menos Ramón es el alter ego negativa de Pepe Garcés: “un Ramón dedicado al

culto positivo de la actitud negativa en la vida.” (262)

3.4.9 Ramón Sender

El encuentro entre Pepe Garcés y Ramón Sender, el último en la serie de Ramones, es

sin duda la escena más llamativa de toda Crónica del Alba. Ya hemos mencionado que el

personaje Ramón Urgel funciona como reencarnación del autor; mejor dicho, de su vida antes

de la guerra en Marruecos. Sin embargo, esta comprobación se problematiza cuando Garcés

hace mención de un hombre que lleva, al lado del nombre Ramón, también el apellido del

autor28

. La historia se hace aún más extraña cuando Pepe Garcés –quien es el alter ego de

Ramón J. Sender- tropieza con el personaje que a primera vista guarda aún más relación con

el autor. Resulta en una escena fascinante desde el punto de vista del lector: dos de los alter

egos del autor se confrontan. Por el otro lado es también una escena crucial por Pepe Garcés,

quien durante estos primeros días confusos de la Guerra Civil está buscando un asidero

mental y moral. Se encuentra en un cruce de caminos (343) en que ningún rumbo promesa un

refugio. En lo que sigue, discutimos: primero, la índole de la escena, lugeo, el significado del

personaje para el autor y por último, las similitudes y diferencias entre Ramón Sender y

respetivamente el autor y Pepe Garcés

Algunos críticos, -entre ellos María Ángeles Naval-, clasifican esta escena –o La orilla

en su conjunto- como uno de “estos textos autobiográficos de los años sesenta [en que]

abandonan la vocación de representación realista [...] para adentrarnos en una construcción

novelesca subjetiva, onírica [...]” (Ángeles Naval 2004: 124). Cabe observar que se puede

etiquetar la escena an sich como realista en el sentido de que no ocurren cosas sobrenaturales.

(Por el contrario, el encuentro con Valentina en Panticosa y „La fiesta de cumpleaños‟ son

28

Antes del encuentro refiere Pepe dos veces a Ramón Sender como el escritor de Imán. (137, 154)

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irrealistas.)29

. No obstante, Ángeles Naval mira la cuestión desde el punto de vista crítico-

literario. Es decir, en un texto autobiográfico espera el lector datos y hechos reales y

auténticos, de ahí que no puedan aparecer dos personajes que ambos representan al autor.

Anthony Trippett alude a este punto para mostrar la complejidad de la escena. Por un lado,

podemos interpretar Ramón Sender como una proyección mental y subjetiva del protagonista:

para canalizar sus angustias y sus miedos inventa Pepe Garcés un interlocutor para apaciguar

su conciencia, tal como lo hizo Valentina en Panticosa. Mejor dicho, la escena ilustra el “self-

questioning” que el protagonista suele hacer. Por el otro lado, dentro del mundo de la ficción

transcurre el encuentro entre Ramón y Pepe de manera realista y objetiva, que excluye una

interpretación como un sueño. Entonces, de acuerdo con Trippett, opino que la escena no es

irrealista totalmente, sino que tiene lugar entre el mundo objetivo y la conciencia de Pepe, y

en ambos al mismo tiempo (Trippett 1986: 129). De todos modos, concordamos en que se

trata aquí de “un solo discurso polifónico [...] de naturaleza mental o interior” (Ángeles Naval

2004: 124).

Por consiguiente, cabe preguntar ¿quién es el Ramón Sender del encuentro con

Garcés? En una entrevista con Marcelino C. Peñuelas descorre el velo el autor mismo:

mi discusión con Pepe Garcés es difícil porque uno de ellos querría exterminar al otro.

Este es, simplemente, el fondo del problema esquizofrénico que hay en todo artista. [...] Hay

que destruirla [la esquizofrenia] por el análisis. Y se hace a través de la obra. [...] En este caso

aparecen claramente Pepe y Ramón Sender en pelea, en pugna (Peñuelas 1970: 150).

En resumidas cuentas, la polifonía o la confrontación entre el dr. Jekyll y el Mr. Hyde dentro

de Ramón J. Sender –“las dos mitades, inextricablemente unidas, de un solo « yo »” (Jover

Zamora 2002: 186)- origina de la esquizofrenia de que sufre todo artista.

Jover Zamora interpreta este fenómeno como un síntoma de uno de los cambios profundos en

la vida de nuestro autor: es decir, el exilio o “la separación definitiva de Ramón Sender, que

iniciaba una peregrinación inacabable, con respecto a su otro yo, Pepe Garcés, aferrado con

uñas y dientes a su propia tierra natal” (Jover Zamora 2002: 172). Dicho de otro modo, Jover

Zamora pretende que mediante el encuentro entre sus dobles, el autor quería justificar su

salida del país. En efecto, analizar la conversación en la luz de esta comprobación resultará

muy interesante.

29

El encuentro con Valentina debe ser inventado por Pepe, ya que Valentina estaba al mismo tiempo caminando

con Pepe y durmiendo en su cuarto en el balneario. Esto es físicamente imposible. Segundo, durante la Fiesta

aparecen personajes con características sobrenaturales, que contribuyen a la atmósfera irreal.

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Como ya fue mencionado, el Ramón Sender del encuentro es un doble del autor. Sin

embargo, cabe señalar que este personaje no equivale al autor. Es decir, Pepe Garcés no entra

en diálogo con el verdadero autor de la Crónica sino con Ramón Sender, alguien que parece

mucho al Ramón J. Sender de los primeros días de la Guerra Civil. Enfatiza Trippett que este

personaje no es el autor ni tiene alguna autoridad sobre el relato (Trippett 1986: 129- 130). No

obstante, nuestro autor ponía en claro que está profundamente vinculado con el personaje que

lleva dos de sus nombres:

Me preguntó cómo me llamaba y yo le dije mi nombre falso:

-Ramón Urgel.

El me mintió también. Pero lo asombroso es que dijo mi nombre:

-José Garcés.

Después de un largo silencio [...] me animé a decir la verdad:

-No sé por qué confío en usted, pero mi nombre no es Urgel.

-¿Pues como se llama? –preguntó el otro con la mirada indecisa y como palpitante.

-Yo soy Pepe Garcés. Un ingeniero industrial que se llama José Garcés. Sí, el mismo

nombre suyo.

Mi amigo se apresuró a decir que había usado aquel nombre por vez primera y que

tampoco era el verdadero nombre suyo. Él se llamaba Ramón Sender. (346)

El lector que se había dado cuenta ya en Los términos de la relación entre el autor y José

Garcés y los Ramones, lo ve confirmado por el fragmento arriba. Aquí aparece un Ramón que

se disfraza bajo el nombre del protagonista. En cierto sentido contiene esta conversación toda

la temática de la Crónica: es decir, la relación nombre-identidad y la autoficción30

. El primer

punto se explica de manera simple. A un primer nivel cambia el autor Ramón J. Sender su

nombre en José Garcés. Luego, en un segundo nivel hacen dos personajes algo similar: uno,

José Garcés cambia su nombre en Ramón Urgel –personaje que coincide en gran medida con

el autor– y segundo, Ramón Sender quien repite lo que pasó al primer nivel.

El segundo punto es un poco más complicado. Anthony Trippett no sigue la teoría sobre la

esquizofrenia y el exilio, sino opina que Sender primordialmente introduce un personaje que

lleva su nombre para enfrentar al lector con el hecho de que la Crónica contiene muchos

elementos autobiográficos. En cambio, la importancia que otorga Trippett a la escena arriba

30

“La autoficción puede: a). Simular que una novela parezca una autobiografía sin serlo o b). Camuflar un relato

autobiográfico bajo la denominación de novela.” (Alberca 2007: 128) Además Manuel Alberca observa que la

Crónica entra “perfectamente en la clasificación de la autoficción” (Alberca 2007: 143).

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está en el momento en que tiene lugar. Es decir, los primeros días de la Guerra Civil que

fueron llenos de confusión (Trippett 1986: 130):

It is singularly appropiate that they should then meet, take stock and consider their

similarities and differences, since each constituted an ideological and existential variation on

the other (Trippett 1986: 131).

En suma, interpreta Trippett esta escena como crucial para la Crónica porque el lector observa

aquí dos personajes que no son el autor, sino que constituyen variantes existenciales sobre su

vida cuando este se encontró en una situación decisiva para su futuro. En el mismo modo,

tenemos que interpretar toda la Crónica como una variante existencial (en el pasado) sobre el

curso de vida del autor.

Como ya hemos visto, cada uno de los Ramones tiene una o más características en

común con Pepe Garcés. También es el caso con Ramón Sender: los dos hombres sienten un

respeto mutual provocado por las similitudes31

. Ramón lo resume en unas cuantas palabras:

Soy un espejo donde usted se ve de un modo un poco desairado. Usted es un pobre

hombre. Yo también lo soy. (366)

Ramón, como imagen invertida de Pepe, no sólo refleja las similitudes, sino también las

diferencias, de modo que Pepe se ve confrontado con sus puntos débiles. Sin embargo, en una

primera impresión sobresaltan las semejanzas que Trippett enumera. Primero, ocultaban

ambos hombres su identidad. Además demostraban alguna forma de recelo en cuanto a la

relación entre identidad y nombre32

. Segundo, tienen la misma opinión sobre el concepto

„libertad‟33

. Tercero, coinciden en su visión sobre la religión. Y por último, al fin de la

conversación se despedían cada uno con una profunda aversión para con el otro34

. En relación

31

Garcés describe al personaje de Sender de manera respetuosa : “un hombre complejo y elemental, simple y

hosco, afable y violento a un tiempo. Yo diría un hombre cuyo único lujo en la vida era, tal vez, caminar por ella

sin máscara.” (349); 375: Además, creo que a pesar de todo sentía por el algún respeto y no puedo explicarme

por qué. [...] yo tenía la impresión, a pesar de nuestras discrepancias, de haber perdido a uno de esos hermanos

potenciales que todos tenemos al otro lado del muro” (375) 32

En las páginas 346, 347 y 348 cuenta Sender unas historias en que la muerte estaba directamente vinculada

con el nombre y no con la identidad. Antes, usted usaba un nombre que no es el suyo. Yo también. Escapábamos

de una muerte que se encarniza en eso: en la persona nominable. [...] La muerte le busca a uno por el nombre. A

usted, Garcés. Y a mí. Nos busca con sus palabras y sus silencios.” (350-351) 33

Sender hace un largo discurso sobre su concepción de la „libertad‟ relacionada con la religión. Pepe “oía

aquello como la más dulce música” (355) 34

Sender dice literalmente: “-Ya veo. Me he hecho un enemigo más.” (634); También por lado de Pepe hay

aversión: “Por un momento, la idea de que lo fusilaran al tratar de pasar la línea me pareció agradable.” (365);

“Era desagradable aquel individuo, alejándose en aquel momento. “¡Ojalá lo maten!”, me dije.” (373)

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con este punto, estoy de acuerdo con Trippett que esta repugnancia origina del hecho que

Ramón constituía una vida alternativa rechazada por Pepe y viceversa (Trippett 1986: 131-

132). Los dos hombres se difieren en algunos aspectos importantes que se reflejan en la

famosa nota al pie de la página 374, hecha por Ramón Sender, el editor de los manuscritos

(subrayado mío):

Yo también tenía la impresión de haber dejado en Argelès una parte sustancial de mi vida.

O tal vez en España. En todo caso, la guerra destruye al débil y fortalece al fuerte. No es que

yo fuera más fuerte que Pepe Garcés, pero él estaba enfermo. Uno de los dos (pienso ahora)

debía morir y murió él. Con el quedó una gran parte de mi lastre dificultoso, que me habría

embarazado en mis movimientos por la vida. Es decir, por este lento desvivirse que ha sido

luego la vida para mí. Al hablar de aquel amigo no hablo de su personalidad aislada y

concreta, sino de todos los otros españoles que salieron conmigo y que habiendo visto

también el vacío absoluto tuvieron que sucumbir. –R.S. (374)

Al comienzo de la cita salta a la vista que también Ramón Sender considera Pepe como un

doble o una parte de sí mismo. Como acabamos de decir, la separación de los dos equivale a

la despedida definitiva de Ramón J. Sender de su país natal y con él muchos otros españoles.

Por consiguiente, Crónica del Alba puede ser considerada como una historia personal y

colectiva al mismo tiempo. La despedida era necesaria: uno de los dos tenía que morir.

Entonces, cabe preguntar ¿por qué Pepe? La respuesta está en las diferencias mencionadas

durante la conversación. Pepe está en desventaja porque no tiene contacto con la realidad.

Vive en su propio mundo ideal sin interés en su entorno. En cambio, Sender es un hombre

profundamente arraigado en la realidad (Trippett 1986: 132-133):

Los dos somos hombres puros y la diferencia suya está en su Aldonza. [...] Usted [Garcés]

tiene su pequeño absoluto accesible. En eso está la diferencia. Por eso usted se resigna, como

la mayor parte, a ser un pobre hombre. [...] Yo no tengo mi doña Dulce, o la tengo y no creo

en ella. (367)

En el análisis de Valentina saltaba a la vista la fuerte idealización y la aversión de Pepe por la

realidad observable. En segundo lugar difiere Garcés de Sender por no había visto ya „el vacío

absoluto‟: “la falta de sentido de todas las cosas” o “La nada como una perfección única de la

cual, sin embargo, no podemos gozar” (350). Dicho de manera simple, el vacío puede ser la

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confrontación con la realidad dura: es realizarse que la vida no es sueño. Sender puede pasar

por encima de este vacío mediante el escribir que equivale para un escritor a un lento proceso

de „desvivirse‟. Es verdad que Pepe también empieza escribir, pero no puede sobrevivir este

vacío. Por eso, uno puede erróneamente interpretar la supervivencia de Ramón Sender como

indicio de su superioridad respecto a Pepe Garcés. En su conversación, los dos hombres son

presentados como humanos y con sus propias dificultades. Ramón J. Sender fue tan crítico

por su tocayo que por Pepe Garcés. Además, el personaje Sender no considera su filosofía de

la vida mejor que lo de Pepe: “No tiene mérito, porque no concibo otra manera de vivir.”

(366) (Trippett 1986: 135)

En suma, tras este análisis podemos decir a ciencia cierta que la escena con Ramón

Sender no se encuentra por azar en la mitad del tercer tomo de Crónica del Alba. La aparición

de este personaje puede ser interpretado en diferentes maneras: como producto de la doble

personalidad del autor, como despedida definitiva de España o como la vía que optó Ramón J.

Sender para sobrevivir la Guerra35

. En cierto sentido, la escena es de tan importancia porque

representa toda la temática de Crónica del Alba en pequeño: la problemática relación entre

nombre e identidad, y la tendencia de dejar coincidir el autor con su personaje.

En resumen panorámico, salta a la vista el fenómeno de los Ramones, quienes

funcionan como variantes sobre la vida de Pepe Garcés. Comparten con él por lo menos un

rasgo o un problema que cada Ramón maneja en su propia manera. En la mayoría de las

veces, por ejemplo, se problematiza su relación con la realidad, pero también los hay que se

enamoran como locos. Al lado de la conexión con el protagonista, también son

inseparablemente vinculados con Ramón J. Sender. Sobre todo Ramón Urgel y Ramón Sender

muestran una gran similitud con el autor. Por consecuencia, concluye Trippett que la razón

por escribir la Crónica era “to write an existentially comprehensive autobiography in which

what might have been has a prominent place.” (Trippett 1986: 112)

35

Cabe señalar que Sender –el personaje y el autor también- no dejaron a España para salvar su propia vida, sino

para asegurar que sus dos niños tendrían al menos un padre, ya que su madre fue fusilada (Crónica III, 373;

Peñuelas, 1970: 60).

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3.5 Alfonso Madrigal

A pesar de no llevar el nombre Ramón, puede Alfonso Madrigal ser considerado como

uno de los Ramones. Sus aspiraciones e ideales corresponden en gran medida con las de Pepe

Garcés. Sin embargo, hay una gran diferencia, como veremos luego. El papel de Madrigal en

la historia es mínimo de ahí que su análisis sea breve.

Durante el primer encuentro entre Pepe Garcés y –su pariente lejano- Alfonso

Madrigal, cuenta éste su historia de vida: un largo monólogo que ocupa unas 100 páginas36

. El

relato rompe con la unidad de la novela en dos aspectos. Primero, el narrador de la historia no

es el mismo de la Crónica: es decir, Madrigal cuenta en vez de Pepe, quien sólo funciona

como oyente. Segundo, la historia no tiene nada que ver (a primera vista) con la trama

principal, de modo que uno puede omitirla sin perder el hilo. De ahí que funcione como relato

intercalado. A propósito, observa Trippett que la historia de Alfonso Madrigal ya fue

publicada en una novela corta llamada Cabrerizas Altas37

. Por consiguiente uno puede

preguntarse por qué insertó Sender este relato en Los Términos. A mi parecer su intención fue

contrastar Pepe Garcés con otro hombre que se encuentra en una circunstancia similar –tan

cómo funcionan los Ramones-. Sin embargo, es posible también que Sender no tuviera serias

razones para insertar este relato. Podría ser también –como profesor Collard me ha

comunicado- para “enriquecer el relato principal con una experiencia humana particular”38

.

De todos modos, cualquier fue el motivo para insertar este relato, no podemos ignorar

la similitud entre Madrigal y el protagonista. Al lado del hecho de que están alistados en la

misma brigada (la Ceriñola 42), la razón por qué Pepe se identifica con su pariente es que

comparten una característica importante: es decir, el amor para una chica inaccesible. Garcés

y Madrigal idealizan de manera tan extrema a su amante hasta que dirigen toda su vida en

función de ella. Sin embargo, la diferencia entre ambos está en su resolución por realizar su

amor:

36

Empieza en la página 153 y termina en la página 253. 37

Las únicas diferencias están en que Sender ha omitido algunos detalles de Cabrerizas Altas de modo que en la

Crónica, Madrigal se presenta como más humano, patético y menos cínico. Además en la Crónica tiene

Madrigal un oyente (Pepe Garcés) que es ausente en la novela corta (Trippett 1986: 102). 38

Gracias a profesor Collard para hacer esta observación. Añade también que incorporar relatos ya publicados en

una nueva obra es cosa frecuente en Sender.

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the particular case of one man, Alfonso Madrigal, whose life-story made him think of love

and his relationship with Valentina. And even within Madrigal‟s life-story, Pepe‟s interest was

selective: he identified with Madrigal as lover and victim rather than resolute fighter against

misfortunes. […] Madrigal was determined to realise his ideal in the real world (Trippett

1986: 102).

Como ya sabemos adopta Pepe una actitud pasiva con respecto a conquistar su amante.

Madrigal por el otro lado continúa perseguirla desde Marruecos hasta España. Esta diferencia

se muestra también en el comportamiento de Pepe durante el contar de la historia: pierde su

interés cuando Madrigal menciona cosas secundarias al amor. Como Trippett observa, sólo le

interesa a Pepe la descripción de su amor ideal y como afecta positivamente su vida. Las otras

cosas no merecen su atención de modo que Pepe no saca ninguna lección de la historia de

Madrigal (Trippett 1986: 102). En otras palabras, Pepe no quiere encarar que su pariente

había caído como un conejo en la trampa y que se había comportado de manera patética.

También en La vida hace su aparición Alfonso Madrigal, pero se presenta como un

hombre con más sentido de la realidad. Por consecuencia es rechazado brutalmente por parte

de Pepe.

En suma, podemos considerar la vida de Madrigal como una variante sobre la de Pepe

Garcés. Comparten la idealización de su amante, pero Pepe es demasiado pasivo para realizar

sus sueños. Madrigal, por el otro lado, es firmemente decidido por alcanzarla, de modo que se

convierte en un hombre patético de que todo el mundo se burla.

3.6 La fiesta de cumpleaños

¿Dónde están las llaves

matarile, rile, rile

dónde están las llaves

matarile, rile ron?

(el coro de virgos, 313)

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La orilla comienza con una escena de una fiesta a que Pepe fue invitado y que al

mismo tiempo marca el inicio de la Guerra Civil. La experiencia –sin duda traumática- de los

primeros días39

causaron una impresión tan grande en Pepe, que éste último encontró

dificultades reproducirlo (298). De ahí que la narración se vuelva más irrealista. Ramón

Sender –el editor de los manuscritos de Garcés- comenta sobre esto en su prólogo a La orilla:

Sin embargo, ese irrealismo no es un escape de la realidad, sino una integración en ella

por la vía esencial de los juegos de símbolos [...] trató el autor de decir muchas cosas que no

se habían organizado aún en su conciencia [...] O que –quién sabe- tal vez se habían

organizado demasiado y sólo se podían decir parabólicamente para mantener toda su

intención. (298-299)

Por otra parte, el autor Ramón J. Sender dijo en Conversaciones que un novelista tiene dos

maneras de enfrentar la realidad: “una, hacer verosímil la realidad [...] y otra, hacerla

inverosímil cuando la conciencia no puede aceptar los hechos por su brutalidad o por su

maldad natural.” (Peñuelas 1970: 160-161) La orilla ilustra efectivamente esta última manera.

Por consecuencia, la atmósfera irreal había contagiado a los personajes que desempeñan un

papel prominente en la fiesta; es decir, a las chicas (prosopopeyas) y a la Señora de las voces.

Además, al lado de estos, examinamos también a Ramón II, quien aparece por primera vez en

esta escena.

3.6.1 Las chicas (prosopopeyas)

La importancia de las chicas está en que estimulan en gran medida la atmósfera de la

fiesta. El ambiente cambia visiblemente de travieso y relajado en un estado de sospecho y

hostilidad.

Al inicio, las niñas se presentan como “chicas de clase media bien educada; es decir,

inefablemente aburridas y un poco cómicas.” (302) El autor se burla de ellas, dándolas

nombres como Suni, Loli, Any, Pili, etc. (303) No ocultan sus intenciones: sólo se interesan

39

Según Trippett es la escena de La fiesta de cumpleaños “[…] a magnificent synthetic presentation of the

historic events of three days (the 12th

, 13th

and possibly 14th

July 1936) and their subsequent objective and

subjective repercussions.”(Trippett 1986: 114)

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en el lujo, en la fama y en buscar candidatos-novios. No hay hostilidad, sino un ambiente

tranquilo y ligero. La política –la noticia sobre el rey desterrado- queda en el trasfondo (303-

305). Pepe se da cuenta de la actitud transparente y cursi de las chicas, pero encuentra un

fondo doble (Trippett 1986: 114-115):

Había algo inocente en la cursilería, aunque por cursilería algunas de aquellas niñas serían

capaces un día del adulterio, e incluso del crimen, creo yo. (304)

Al llegar Ramón II con el anuncio del asesinato, la atmósfera cambia gradualmente. Primero,

las chicas no muestran ningún interés en la noticia. Un poco más tarde, empiezan a tutear a

Ramón y “rota[n] la armadura de lo cursi” (306). El ambiente se transforma gradualmente y

Pepe y Ramón II se enteran del peligro del desastre que se acerca. Al mismo tiempo, las

chicas vuelven más amenazadoras: bloquean la salida a Pepe y a Ramón (310). Además, los

dos hombres les parecen sospechosos (Trippett 1986: 115):

Por el momento, ellas miraban los pantalones de algodón veraniego de Ramón II y

parecían estar formando su composición de lugar. Se preguntaron si no formaríamos parte de

los grupos agresores y culpables. (311)

Algunas de las chicas se convierten en el coro de virgos cuando entra la Señora de las voces

en la escena. El lenguaje de las chicas se vuelve más amenazador:

El coro de virgos encornadores gritaba al unísono:

-¡Dilo, por los clavos del Señor! (312)

Pasarán sobre nuestros cadáveres. (317)

y el ambiente se oscurece aún más cuando las niñas empiezan a jugar al matarilerón (313) y

se convierten en las prosopopeyas (323). Según Trippett, se realiza Pepe en este momento que

el asesinato ha convertido chicas inocentes en chicas peligrosas (Trippett 1986: 115)

(subrayado mío):

Las niñas cantoras del “matarile” eran también, sin darse cuenta, las prosopopeyas chicas,

cada una de las cuales representaba un elemente del día meridiano. [...] Pili era el azúcar

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parlante, sólo que como todos los azúcares podía convertirse en el hidrocarbono explosivo.

(Hidrato de carbono amenazador.)

[...] Clori –el aceite-, que como todas las grasas combinadas con ciertos ácidos se hacía

detonadora. Y Suni y Any, las virguerizantes del cabreo que hablaban y cantaban el “matarile”

como elementos aparentemente neutros que eran de la conflagración que se acercaba, que

había comenzado ya. Eran como la glicera griega con el ácido nítrico de los iberos. (325)

La cita ilustra claramente que durante la fiesta, las chicas funcionan como indicador de la

atmósfera (política-social) en España. Al inicio de la escena fueron chicas normales, pero tras

la noticia revelan su lado oscuro, y avivan recelo y enemistad. En cierto sentido, ellas crean

un trasfondo apropiado contra que se puede perfilar el personaje siguiente: la Señora de las

voces.

3.6.2 La Señora de las voces

En el momento en que aparece la Señora de las voces, Pepe y Ramón II están al punto

de realizarse que levantan sospechas. Aún no se sienten amenazados. Sin embargo, muy

pronto la Señora se transforma en un profeta de malos augurios quien echa predicciones

oscuras dirigidas a los invitados y sobre todo a Pepe Garcés.

Es muy difícil captar una impresión general de la Señora. En particular porque tiene

cualidades sobrenaturales. Empujada por la atmósfera bochornosa e inflamable, ella se adueña

de la situación con sus mensajes negativos. Pepe veía en ella “la destrozona de los alborotos”:

La faldeta le salía por debajo de la chambra y llevaba almohadas de preñez en la cintura;

es decir más bien pechos falsos que le resbalaban y se le quedaban abajo como vientre de

hembra grávida. [...] una pelleja fétida. (323)

La tensión se acumula a medida que avanza la Señora con sus predicciones. Su retórica

consiste de un vocabulario salpicado de palabras con connotación peyorativa40

. Anuncia el

Apocalipsis41

como si fue un regalo caído del cielo (Trippett 1986: 116):

40

las exequias, el sepelio, capilla ardiente, sacramental, esquelas, túmulo, catafalco, los recordatorios, las bulas

de difuntos, calaveras, huesos cruzados, etc. (313)

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La nitroglicerina rige el mundo y el mundo empuja la historia. De la guerra salen inventos

y de los inventos una guerra nueva, y la humanidad no anda marcando el paso sino a trancos y

barrancos. [...] ¡Un buen ataúd de plata le vamos a hacer! (322-323)

Luego, se dirige a los invitados (320). Primero, incita a las chicas para destruir al país42

. Los

invitados se ven obligados de tomar partido y se dividen en dos campos antagonistas (Trippett

1986: 116). Luego, la Señora se dirige con su ataque a Pepe y a Ramón: “Esos jóvenes del

balcón me huelen a cuerno quemado y a plebeyez stalina.” (316).

Según Trippett representa la Señora “the male principle of rationalist energy”. Es

decir, ella sólo se interesa por el éxito social, político y financial. No experimenta ningún

sentimiento de compasión para las víctimas. Se burla de Pepe quien representa –en la

interpretación de Anthony Trippett-, “the feminine passive, spiritual principle” (Trippett

1986: 118-119):

[...] una pistola química y alevosa, que mata sin sangre (oyendo aquello yo me

avergonzaba, la verdad). Y todo lo que traes es falsedad y cuento. [...] Tienes tus fondos

falsos, pero de poco te sirve porque yo los veo. [...] Todo lo ves negro. [...] Tienes papeles y

tienes ideas, pero los papeles están mojados y las ideas son trasnochadas [...] Haces a dos

caras, pero conmigo no te vale y cuando hablas de estas cosas lo haces de dientes afuera [...]

Alguna verdad has visto y la sigues, pero no la alcanzarás ni con galgos. (323-324)

En suma, resulta obvio que la Señora no es un personaje real, sino más una

representación de las angustias y dudas de Pepe en cuanto a la Guerra Civil. Pepe se muestra

muy vulnerable y frágil, pero intenta conservar su integridad moral. En retrospectiva, todos

sus sentimientos de estos tres días confusos se integran en el personaje de la Señora quien se

apropia el papel protagonista en la escena de la fiesta y quien al mismo tiempo funciona en la

historia como una metáfora para la catástrofe inminente que se ha adueñado de las vidas

personales de los españoles.

41

La era tumultuosa va a comenzar. (314) Van a diluviar sapos y culebras. (316) Caballeros y niñas

empezonadas: se abre la era [...] de la hoguera sanjuanera que quema los cuerpos y salva las almas. (317) 42

Se les fue la oportunidad, niñas mías. No hay que dejar verde ni seco. Arruinaremos el solar de nuestros padres

y lo sembraremos de sal. (317)

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3.6.3 Ramón II

Ramón II no pertenece a los Ramones. De ahí que no tratemos su análisis en el

capítulo homónimo, sino bajo la parte titulada La fiesta de cumpleaños en que Ramón aparece

en persona por primera y única vez. Comparte Ramón II con los Ramones el nombre

requerido y también el interés en la literatura: como ya fue dicho, tienen todos en común el

oficio de escritor. Sin embargo, no clasifico a Ramón II y a algunos otros Ramones43

bajo los

Ramones porque llevan apellidos existentes que refieren a personas históricas. No sabemos

los apellidos exactos de Ramón II, pero sí que “eran de origen judío sefardí.” (67) Jesús Vived

Mairal opina que se trata aquí de Ramón Ledesma Miranda, un hombre que conoció Sender

del Ateneo y con quien compartió algunas tertulias44

.

Pepe se burla un poco en sus descripciones de este Ramón, quien –según Vived

Mairal- fue descrito con sus rasgos propios (Vived Mairal 2002: 90). Le describe físicamente

muy en concordancia con su literatura predilecta45

(67). Entre paréntesis, un lector atente

puede observar un detalle curioso en la Crónica. Es decir, también Ramón I describe a un

personaje gordo sin mencionar que se trata de Ramón II.46

Esta descripción es muy neutral,

pero la de Pepe en cambio, es llena de juicios de valor. Entonces, había leído el lector dos

veces una descripción de un mismo personaje sin saberlo.

Aunque a Garcés le aprecia su seriedad y su dedicación al proceso de escribir, éste opina que

Ramón II tiene que dejarse de requilorios:

el gordo y retórico que sólo leía a los autores gordos y retóricos, creía que leer un libro o

tratar de escribirlo eran tareas que proyectaban sobre el que las emprendía un nimbo y un aura

43

Los otros Ramones son por ejemplo Ramón Valle-Inclán, Ramón Pérez de Ayala y Ramón Gómez de la Serna

(Trippett 1986: 109). 44

Una pequeña anécdota que menciona Jesús Vived Mairal en su Biografía: Con el dinero que ganó Sender por

su novela corta Las brujas del compromiso organizó un banquete. Uno de los invitados fue Ramón Ledesma

Miranda. (Vived Mairal 2002: 90) 45

“gordo, ampuloso, rico y procesional, es decir, ostentatorio. Estaba consciente de su gordura y sólo compraba

y leía libros de autores gordos, especialmente de Balzac y de Chesterton, a quienes creía parecerse físicamente.”

(67) 46

Al contar Ramón I su historia de la vida –que coincide en gran medida con la de Sender-, hace mención de un

banquete pagado con el dinero que él ganó con la publicación de Las brujas del compromiso. Menciona dos de

los invitados: uno, un hombre con las iniciales N.L.R. y otro, un hombre anónimo pero descrito de la manera

siguiente: “un joven escritor, hombre gordo y grandilocuente, hijo de una familia rica” (62) Esta descripción

corresponde con la de Ramón II en el testimonio de Pepe Garcés. Además, como ya he mencionado al paso,

Jesús Vived Mairal -el biógrafo de Sender-, menciona este banquete y dos de sus invitados: uno, llamado Nicolas

Lopez Reblet (¡las iniciales!) y otro Ramón Ledesma Miranda. (Vived Mairal: 2002, 90) En cierta medida, la

mención de Ramón II en la historia de Ramón I funciona como indicador –para los lectores familiarizados con la

vida personal de Sender- de la base autobiográfica de Crónica del Alba.

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sobrenaturales. Aunque nadie le preguntaba si estaba escribiendo algo nuevo, él se adelantaba

a informarnos y añadía: “acabarlo me llevará el tiempo de una gestación”. No nueve meses,

sino “el tiempo de una gestación”. (69)

En la escena de la fiesta, Ramón II se presenta por primera vez en persona. Se

distingue de los otros por ser el único personaje real. Por consecuencia, concluye María

Ángeles Naval que la escena inicial de La orilla es en realidad “una escena semidramática”

que consta básicamente de dos voces: un diálogo entre el yo narrador y Ramón II. Dicho de

otro modo, las otras voces que intervienen (la Señora, las chicas, la señora de Lima, etc.),

forman todos parte de la enunciación de Pepe Garcés en un intento de comunicar sus

preocupaciones con Ramón (Ángeles Naval 2004: 123-124).

Entonces, su función principal en el relato consiste en jugar el portador del mensaje

que desencadenará el caos. (304-305) Como ya dicho, los invitados de La fiesta se dividen en

dos campos adversarios: Pepe, Ramón y el Caballo blanco de la poesía contra la Señora y los

otros. Pues, su otra función en el relato –al lado de mensajero- consiste en hacer frente con

Pepe para parar los ataques de la Señora. Pepe y Ramón parecen los únicos que realmente se

han dado cuenta del peligro inminente: “Se va a armar la gorda. No hay quien lo impida.”

(314) Según Ramón II, “[c]on la muerte de la noche pasada, la historia va a detenerse. No más

progreso, no más libre examen, no más diálogo.” (317) En cierto sentido, Ramón representa

también el campo izquierdo que la Señora ataque fuertemente:

Escuchaba Ramón pensando que la clase media de ahora era superior a la de veinte años

antes. [...] Y Ramón miraba alrededor y debía pensar: “la clase media ascendente”. Él lo veía

todo desde el punto de vista de la lucha de clases. (306)

Podemos concluir que el papel mínimo de Ramón II se debe probablemente al hecho

de Sender se haya basado en una persona real para crear este personaje. Sus convicciones

políticas vienen bien en la escena de La fiesta. Funciona como mensajero y junto con Pepe

forma un lado que se opone a la Señora. Precisamente éstas son las razones porque fue

incluido en el análisis de los personajes.

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Resumimos que todos los personajes tratados en este capítulo juegan un papel

importante en la escena de La fiesta. Todos –menos Ramón II- tienen cualidades

sobrenaturales que dificultan cogerles. Se originan en la mente de Pepe, quien intenta integrar

tres días tumultuosos de manera ordenada. Resulta obvio que debemos analizarles a la luz de

esta comprobación. La Señora representa la llegada del desastre insuperable y -más

particularmente- los miedos de Pepe Garcés. Las chicas son sus cómplices y estimulan una

atmósfera que se oscurece cada vez más. Ramón II –un personaje descrito de manera realista-

ofrece un agarradero para Pepe y juntos contrarrestan la Señora.

La interpretación por parte de María Ángeles Naval ofrece una visión interesante

sobre esta escena. La autora pretende que La orilla “tiende hacia un monólogo, hacia la

omnipresencia de una conciencia.” (Ángeles Naval 2004: 123-124) Entonces las voces de la

Señora de las voces, de la Señora de Lima, del caballo blanco de la poesía, de las chicas, etc.

son “voces interiores, son como una sola conciencia colectiva y algo dislocada.” (Ángeles

Naval 2004: 123-124) Entonces, podemos concluir que, Pepe se dirige a Ramón II con sus

preocupaciones y sus sentimientos experimentados durante estos tres días. Para representarlo

de manera adecuada en sus memorias introduce Pepe los personajes sobrenaturales para

expresar todo lo que le preocupaba.

3.7 La Cosa

Aunque vengo del pueblo

ved como traigo el frio

del tiempo que no ha sido

en mis manos de engrudo. (399)

El encuentro con La Cosa es de nueve una de las escenas en La orilla donde no hay ni

rastro de realismo. Podemos establecer una comparación con la Fiesta de cumpleaños en la

medida que Pepe permite su imaginación tomar cargo: proyecta sus angustias y sus dudas en

los personajes presentes en la escena. Al cabo de un tiempo, se introduce una creatura cuya

identificación resulta problemática, como advierte Ramón Sender a Pepe Garcés:

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La cosa. No mala ni buena, sino indefinible. Vaya y verá. Es mejor que lo descubra usted.

Como la mayor parte de las cosas del mundo, esa cosa es incalificable. (368)

La información proporcionada por Garcés es incoherente, de ahí que encontrar una

explicación nítida del personaje de La Cosa sea imposible. El primer problema se pone en la

descripción que hace Pepe:

Tenía ojos vidriados pero vivos (aunque sin expresión), ojos de memo contumaz. Manos

de cartón, o de paste de papel, o de engrudo seco. Manos rígidas medio crispadas. En cuanto a

la frente, parecía la del héroe de Mrs. Shelley. [...] Frankenstein, tenía la misma frente zurcida

por cirujanos inseguros. (397)

Se compara La Cosa con un monstruo mal construido porque su gran problema es que le falta

unidad. (409) Su deformación está en que es un epiceno (397) y que no puede caminar

normalmente por el artritis en las coxis. (404) En suma, la descripción nos ofrece una imagen

extraña y repugnante, pero no revela nada de lo que pudiera representar La Cosa.

En segundo lugar resulta problemática su denominación. Al lado del nombre „La

Cosa‟ (que refiere indudablemente a la indeterminación de su sexo), también utilizan los

presentes los nombres siguientes: „el estupefacto‟, „el ptolomeo‟, „el de la Val de Onsera‟. Sin

embargo, La Cosa se presenta a sí misma como „Juan Pérez‟, un nombre que asocia Pepe con

españoles de toda clase (401). Hasta este punto, la denominación de la Cosa no nos ayuda en

entender mejor el personaje. Sin embargo, la observación de Vallehermoso –uno de los

nacionalistas presentes- forma un enlace posible:

Su verdadero nombre es un secreto. Se llama UGTCNTFAIPCEPSUCPSOE.

Impronunciable, claro. (406)

Con esta última observación seguimos una pista interesante: es decir la conexión con la

política. Una interpretación posible de La Cosa es que representa el lado izquierdista: su

nombre consiste de las siglas de los partidos comunistas y socialistas47

de antes de la Guerra

47

UGT (Unión General de Trabajadores) - CNT (Confederación Nacional de Trabajo) - FAI (Federación

Anarquista Ibérica) - PCE (Partido Comunista de España) - PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) -

PSOE (Partido Socialista Obrero Español) (La fuente de esta información es Wikipedia. Sitio web :

http://es.wikipedia.org/wiki/PCE#Guerra_Civil_Espa.C3.B1ola)

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Civil. Como fue el caso con La Cosa, la falta de unidad de estos partidos contribuía a su

debilidad. También su confesión puede ser interpretada en esta luz:

Yo no lo confesaría, así, en público, porque en gran parte lo que sucede es obra mía y no

lo niego. (406)

En sentido más general, uno puede también interpretar La Cosa como alegoría de España que

también faltaba de unidad en este período. Lamenta que sus hijos están batiéndose en las

frentes (406) y Garcés describe su fealdad como un rasgo hispánico (401).

Una tercera interpretación nos da Pepe:

Era la pariente del futuro. La parturienta epicena del porvenir. De ella o de ello nacería un

mañana sórdido o brillante. Era difícil prever las condiciones del mañana. (398)

El futuro es fugaz: es indefinible, incierto y cambia todo el tiempo (como Pepe dice: “La Cosa

era por el momento la Cosa del día.” (401)) El segundo encuentro con este personaje (en La

vida) siembra aún más desconcierto: primero, se presenta como el padre de Garcés (633) y

luego, como La Cosa popular en vez de proletaria.

En resumidas cuentas, las características casi contradictorias obstruyen cada intento de

definir a este personaje. Cierto es que brota de la imaginación de Pepe: es una proyección

mental causada por la confusión. Para Trippett representa La Cosa los intentos fracasados de

los partidos radicales de centro hasta izquierdo para transformar la sociedad en el período

antes de la Guerra Civil: el monstruo es creado por los hombres y le falta la unidad y la

organización. La Cosa consiste básicamente del problema típicamente hispánica en la opinión

de Ramón J. Sender: es decir, la capacidad de los españoles de combatir sus compatriotas en

función de sus ideales incompatibles (Trippett 1986: 146). Tampoco explica la interpretación

de Trippett todas las características de La Cosa. De todos modos, esta creatura está

inextricablemente conectada con la política y la guerra y las angustias de Pepe Garcés.

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3.8 Los secretarios del ayuntamiento: el padre de Pepe Garcés y el reo de muerte

Como ya indica el título, serán analizados en este parte dos personajes al mismo

tiempo. Un lector atento ya se había dado cuenta de las numerosas similitudes entre el padre

de Garcés y el reo de muerte (en La vida) –que llamamos el secretario o el reo- hasta casi de

hablar de una identificación entre los dos hombres. Es verdad que el padre -por su ausencia

física- fue reemplazado simbólicamente por el secretario. Lo que sigue consta de dos partes:

primero, analizamos al padre y luego, explicamos la conexión con el secretario y las

consecuencias de esto.

A pesar de su papel pequeño, se deja sentir la presencia del padre en el último libro.

Ya en el primer tomo de la Crónica nos habíamos dado cuenta de la relación problemática

entre este personaje y el protagonista, pero durante el juicio de Julio Bazán, admite Garcés –

no por casualidad en una sala de audiencia- de haber mentido sobre su infancia. A medida que

avanza el discurso del abogado, nos informa Garcés de qué va la cosa: a saber, él fue

maltratado gravemente por su padre. Esto explica la aversión y el miedo que él infunde en su

hijo. En un intento de explicar este comportamiento de su padre remite Garcés al neolítico:

Mi padre parecía un animal prehistórico, de aquellos que representaban simbólicamente el

clan. [...] A veces me parecía una figura desprendida de las pinturas de la cueva de Altamira.

(427)

Como ya hemos visto, etiquetaba Garcés también a Isabelita y a la tía Bibiana como gente del

neolítico. Sin embargo en el caso de su padre comporta una connotación peyorativa48

.

En relación con la representación del padre observamos una gran diferencia entre La

vida y las ocho novelas anteriores: a saber, es más realística. Pepe solía enmascarar la verdad

en cuanto a su padre, pero por la influencia de la Guerra Civil –dice Trippett-, se pone más en

contacto con la realidad. De ahí que no disimule los excesos de su padre (Trippett 1986: 162).

Además, intenta conformarse con su pasado a través de su defensa del secretario, que

funcionará como el doble del padre.

48

Hay numerosas referencias: “Porque muchas de las aldeas españolas viven hoy todavía en el neolítico inferior

o en el mesolítico.” (443); “la tribu prosperaba” (444); “una especie de extravagancia atávica según la cual el

hijo que no mostraba en su cara las señales exactas de la tribu o del clan debía ser aniquilado. En fin, yo no me

parecía bastante a mi padre y eso le ponía furioso.” (447); “pero ya digo que se trataba de una locura, como

debían tenerlas en el mesolítico.” (448); “No la España de mi padre, prehistórico y castrense. (Aunque lo

castrense y prehistórico tenga un encanto que yo sé gozar, también.)” (502)

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No son tan claros los motivos de Pepe Garcés por defender al reo. Este es un hombre

quien ha abusado su poder contra los ciudadanos. Garcés declara varias veces su indiferencia

por la suerte del secretario, pero tampoco demuestra una reserva fría: “A medida que me iba

dando cuenta comencé a ver en él no un animal humano [...] sino un ser desmaterializado y

esencial.” (531) Por un lado, Garcés puede ser inspirado por la actitud heroica de Julio Bazán,

quien había expresado un respeto profundo por la humanidad. Dice Garcés:

Pero un ser vivo es más que un secretario o un campesino o un duque. Es la humanidad

entera. Tenemos que mirarlo como nos vemos a nosotros mismos en un espejo. (548)

Además en su defensa del reo utiliza Garcés algunos elementos que ha aprendido de la lección

moral de Bazán. En primer lugar, alude a los leyes de la naturaleza a que está sujeto todo el

mundo (544) (véase Guinart/Bazán). Segundo, como un último recurso remite al altruismo de

Bazán cuando dice: “sentenciando a este hombre [...] no haremos sino imitar a nuestros

enemigos.” (541)

Por el otro lado, la razón más probable porque Pepe defiende al secretario es que le relaciona

–tal vez al principio de manera inconsciente- con su propio padre. Algunos hechos apuntan

hacia esta dirección. En cierta medida funciona el reo como alter ego del padre, tal como los

Ramones lo son para Pepe. Un indicio evidente es que comparten la misma profesión. En

segundo lugar, salta a la vista que queda el secretario anónimo. Esto sugiere -según Ph.

Hamon- que el personaje simboliza un grupo de gente (Hamon 1983: 129). También lo opina

Trippett quien interpreta la defensa del secretario como una defensa simbólica de la

humanidad (Trippett 1986: 153). Sin embargo, en mi opinión es más probable que el

anonimato del reo sirve para vincularle con el padre. Por último, partiendo de los crímenes

cometidos por el secretario, traza Trippett un paralelo con las crueldades y los abusos del

padre (Trippett 1986: 162):

Pensaba en mi padre, en las palizas que había recibido yo durante la infancia. Tal vez mi

intervención en el triste incidente y arresto del secretario era una inclinación inconsciente [...]

No me negué, tal vez porque identificaba inconscientemente a aquel secretario con mi

padre. (534)

Por otro lado, era natural volver a pensar que aquella obstinación en salvar la vida del

secretario de las gabelas tenía alguna relación con mi padre. Lo curioso es que a través del

secretario yo comenzaba a entender y a amar a mi padre. (594)

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Sender no se pronuncia acerca del verdadero motivo de su protagonista para defender a un reo

de muerte que puede ser identificado con el hombre que siempre había odiado. Según

Anthony Trippett quiere Pepe tomar venganza a su padre por medio de humillarle con un acto

de generosidad (Trippett 1986: 163). Por otro lado, María Ángeles Naval considera la defensa

como un triple perdón simbólico: primero, perdona Garcés a su padre, luego “a la España del

padre contra la que lucharon los republicanos anarquistas y comunistas” y por último, perdona

Ramón J. Sender a su padre. Ángeles Naval interpreta la escena como el propio autor quien

toma la palabra a través de la voz de su protagonista Pepe Garcés (Ángeles Naval 2004: 129-

130).

En suma, podemos concluir que el personaje del reo de muerte es de doble

importancia: primero, funciona como doble del padre a quien defiende Pepe Garcés en un

intento de firmar la paz con su pasado. También personifica el reo „el ser humano‟ que, a

pesar de sus excesos cometidos contra sus próximos siempre será un ser humano y merecerá

respeto.

3.9 El proceso en Casalmunia

En la ciudad de Casalmunia trabaja Pepe Garcés como oficial de identificaciones. Su

tarea es averiguar el verdadero nombre de los presos. Asiste en algunos procesos, entre ellos

el de Luis Alberto Guinart. En estos trajines aparecen muchos personajes, p.ej. el abogado

Villar, el ordenanza de la guardia Blas, el juez, etc., pero sólo dos de ellos serán sometidos a

un análisis: primero, el basurero y segundo Guinart.

3.9.1 El Basurero

Durante la estancia de Guinart en la cárcel aparecen muchos personajes diferentes. Al

lado de gente que esperamos encontrar en una situación similar, como p. ej. el abogado, hay

entre ellos uno que sobresale porque no forma parte del asunto.

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El personaje en cuestión es el basurero, quien forma un enigma no sólo para el lector,

sino también para Garcés:

El misterio del basurero no acababa de entenderlo y si insistía en tratarlo de comprender

sentía mi cabeza como una devanadera. (497)

En lo que sigue, veremos en la descripción y en las acciones que el basurero, a pesar del

hecho de que es un poco gallino en corral ajeno, que sí contribuye de manera significativa en

los acontecimientos.

En la descripción física de este personaje saltan a la vista las referencias a su

apariencia desordenada: “El basurero era un tipo raro, harapiento y jovial. (428) [...] un

hombre mal vestido y sucio, con bigotes y perilla roja y unos ojos pequeños y oblicuos llenos

de silencio.” (480) Poco a poco, mediante el énfasis en la barbita roja49

y la risa permanente50

sobre la cara del basurero, se establece la comparación física con la figura del diablo.

Además, Pepe Garcés le conecta con la figura mítica de Pan, quien –en la mitología griega-

personificaba la naturaleza (Trippett 1986: 154)51

:

Ese joven taciturno que se ocupa de las identificaciones, un tal Urgel, me decía hace poco

que yo debo ser el cornudo Pan de los viejos tiempos. El viejo Pan que sale del bosque y

asusta a las gentes. [...] Por eso ahora todos matan o mueren. Por pánico, más que por odio o

por convicciones. Me decía que yo soy Pan y que entre este pelo rojizo de mala casta debo

tener dos pequeños cuernos. (482)

Añade Trippett que también otros elementos empujan al lector en dirección de esta

interpretación: sus palabras y acciones revelan su índole verdadera y sus características

sobrenaturales. En primer lugar tiene el basurero un oficio peculiar: lleva y quema las

suciedades de la gente en el incinerador universal (482). En segundo lugar, demuestra

comprensión e interés por fenómenos muy alejados de su campo de acción. Es decir, el

49

Algunos ejemplos: “reía el de la barbita roja” (481); “aquel hombre astroso de perilla rubia” (494); “pregunté

por el basurero rubio” (627) 50

En cada enunciación ríe el basurero, “como si se tratara de un incidente cómico” (480). Las referencias son

numerosas (pp. 481, 482, 483, 484, 493). 51

“In art and literature, the Greek God Pan, the Roman God Faunus and the Christian Devil have been identified

one with another to a greater or lesser extent. Popular depictions of the Devil seem to have been drawn heavily

on conceptions of Pan and the Satyrs. Ethically too, a loose identificacion [...] provided plenty of material on

which, at least, in the popular mind, images of the Devil and his accompanying demons could be elaborated from

the medieval period onwards (Trippett 1986, 154).

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basurero se atreve a consideraciones filosóficas sobre la universalidad de los conceptos

„amor‟ y „odio‟ (481) (Trippett 1986, 154). En último lugar, tiene el basurero una obsesión

con la ley natural y su impotencia –y la de su misterioso patrón- para cambiarla (482). En una

conversación entre el basurero y Guinart, pregunta éste si es posible salvarle:

- Para eso necesito la ayuda de toda esta gente, y antes que nada la tuya [la de Guinart].

Hay que cambiar la ley natural.

- ¿De qué ley hablas?

- Sólo hay una. Todas las cosas que viven quieren seguir viviendo: la roca y el árbol y el

animal. Todas las cosas. (482-483)

Dicho de otro modo, la ley natural refiere al principio „cada uno por sí mismo‟. En el

momento en que Guinart pisotea esta ley, se pone en acción el basurero y dirige el escape.

Trippett observa que el personaje del basurero no es completamente negativo como solemos

esperar de un diablo: ofrece la oportunidad a la gente para demostrar sus valores humanos y

para transformar de hombres inmorales en hombres concienzudos (Trippett 1986: 155). Entre

paréntesis, en la cárcel está leyendo Guinart la Biblia y más particularmente el libro de Job en

que Garcés había escondido un mensaje (483). Opino que el diablo en el libro de Job funciona

en la misma manera como el basurero. Es decir, el diablo pone a Job en el dilema de abjurar

de su fe o de quedarse fiel a Dios. En el mismo modo pone el basurero a Guinart en un dilema

moral: salvar su propia vida o la vida de dos inocentes que morirían para él.

Una pregunta pertinente que Trippett se hace es la siguiente: ¿por qué describía Pepe

Garcés al basurero como el diablo/Pan? En otras palabras, se pregunta ¿porqué tiene el

basurero este aire sobrenatural?

It would appear that one of the reasons Pepe chose to describe the dustman as he does was

to convey something of his view of the nearly supernatural and inexplicable character of the

actions of Bazán and the Lacambra brothers (Trippett 1986: 155).

Según Trippett, hace Pepe una caricatura de la verdad –que era muy extraña- para poder

mejor expresarla (Trippett 1986: 155). En cierta medida, el autor Ramón J. Sender solía hacer

algo similar: una de sus maneras de enfrentar la realidad era “hacerla inverosímil cuando la

conciencia no puede aceptar los hechos por su brutalidad o por su maldad natural.” (Peñuelas

1970: 160-161). En nuestro caso, dice Trippett, la realidad no es brutal sino extraordinaria.

Por consiguiente, en vez de decir simplemente que los acontecimientos fueron tan increíbles

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que uno pueda suponer una intervención sobrenatural, introduce Pepe Garcés un personaje

sobrenatural. Además, las referencias al diablo se puede explicar también por la aversión que

siente Garcés para con la Guerra Civil, que atribuye a la obra del diablo (Trippett 1986: 155).

En suma, concluimos que otra vez nos encontramos entre la realidad (dentro de la

obra, claro) y la imaginación de Pepe Garcés. Le inventó a este personaje para poder captar

los acontecimientos peculiares. El basurero es diferente de otros personajes inverosímiles –

como tenemos p. ej. La Señora de la voces, La Cosa, etc.- en que no influye principalmente

en el estado de ánimo del protagonista, sino que hace preguntas sobre la moralidad en general.

3.9.2 Luis Alberto Guinart / Julio Bazán

Durante su trabajo como jefe de antropometría, Pepe Garcés fue encargado con

identificar al reo de muerte llamado Julio Bazán, quien utilizaba el seudónimo Luis Alberto

Guinart. Podemos decir a ciencia cierta que es uno de los protagonistas de La vida porque las

consecuencias de sus acciones se hacen sentir mucho en el resto de la novela.

Ejemplifica el caso de Bazán uno de los problemas fundamentales tratados en la

Crónica: la no equivalencia entre nombre e identidad. Consigue Pepe averiguar el verdadero

nombre de Guinart. A propósito, también este personaje fue basado en una persona real: a

saber, Joaquín Maurín52

. Afirma Sender sobre este asunto que sobre todo las peripecias de su

amigo Maurín han sido modelo para el retrato que hace el autor en La vida. (Vived Mairal

2002: 529)

Como se puede suponer –por ser muy amigo con Sender- fue esbozado el personaje de

Bazán con mucho respeto. Testimonia la impresión general por Garcés:

no era hombre de acción, ni menos de terror. Era un teórico importante, un organizador,

un hombre culto. [...] era una buena cabeza analítica y serena. No estaba con Cristo ni con

Buda, pero tampoco con Maquiavelo ni con Nietzsche. Estaba, por decirlo así, con un Sócrates

que hubiera vivido en tiempos de Espartaco e inteligentemente trabajado por su victoria. (503)

52

Maurín era el “fundador del POUM, amigo de Sender y propietario después de la guerra de la American

Literary Agency.” (Ángeles Naval 2004: 125)

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Esta imagen positiva proviene de su personalidad altruista que convierte este personaje en un

verdadero héroe quien anima a algunos hombres egoístas. María Ángeles Naval por el otro

lado conecta el heroísmo de Guinart con su nombre: “En El Quijote el único héroe de verdad

con quien se tropieza el de la Mancha es Roque Guinart (II, cap. LX). Pepe Garcés conoce un

solo héroe en esta Guerra Civil, Alberto Guinart [...]”. (Ángeles Naval 2004: 128) Al mismo

tiempo explica Ángeles Naval la razón porque Sender eligió este nombre como seudónimo

para Bazán/Maurín: es decir su heroísmo. En los tres actos heroicos conectados con Bazán

(Trippett 1986: 151-152), demuestra éste su contrariedad a la ley natural, a saber, no permite

la muerte de otros para salvar su propia vida. Primero, los hermanos Lacambra pueden salvar

sus propias vidas con revelar la identidad del reo –porque son los únicos que lo saben-, sino se

declaran dispuestos a morir para salvar a Bazán. Entre paréntesis, también éste les ofrece -en

vano- la última oportunidad para cambiar de estrategia. (435) Segundo, revela Bazán su

nombre: primero a Villar y luego al juez porque –según Trippett- el heroísmo de los

Lacambras había renovado su confianza en la humanidad (469). (Trippett 1986: 151-152) Por

último, pone el basurero a Bazán en un dilema:

- [...] ¿qué dices tú, Guinart? ¿Matamos al centinela y al cabo?

Negaba el preso con la cabeza:

- No. Ese cabo y ese soldado son hombres del pueblo y son inocentes. No puedo permitir

que los maten para salvarme yo.

[...]

- Bien está –decía, sin dejar de reír-, pero muy bien. El prodigio. [...] Por los dos lados

cambia la ley natural. Primero, los hermanos Lacambra, que habían dado palabra, y ahora tú.

(484)

El heroísmo de Bazán y más particularmente la ruptura con la ley natural provoca un cambio

fundamental en los personajes y consecuentemente en la situación. Bazán respeta el valor de

cada vida humana:

- Cuando muere alguien como esos dos hombres, la vida de los que quedamos vivos vale

un poco más. (440)

y lo transmite a otros hombres, como Villar, el juez, el alférez y los soldados, quienes abren

las puertas a todos tras la retirada de los nacionalistas (622).

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En efecto, el altruismo de Bazán tiene consecuencias graves. A saber, el basurero hace

un milagro: no sólo le concede la libertad, sino también cambia Casalmunia totalmente.

Cuando Pepe Garcés regresa, vuelve a encontrar un castillo que se ha transformado en un

lugar utópico. Nacionalistas y republicanos, inspirados por el heroísmo de Bazán, han

aprendido convivir en paz.

En suma, el gran héroe de Crónica del Alba es sin duda Julio Bazán: mediante este

personaje introduce Sender el concepto de la hombría (Jover Zamora 2002: 158-160): uno

tiene que respetar cada ser humano por ser un humano. Bazán difunde valores como el respeto

por el próximo y la tolerancia. Influye en los otros personajes y sobre todo en Pepe Garcés,

quien difundirá el mensaje. El libro noveno, y por eso la Crónica entera, termina entonces con

un mensaje ingenuo pero esperanzador de un deseo por una sociedad mejor.

En resumen, el prodigio que había tenido lugar en Casalmunia fue provocado por dos

personajes: Julio Bazán y el basurero. El primero personifica la esperanza para un mundo

utópico donde hay tolerancia y nadie fue matado por sus convicciones políticas. El último

personaje es diferente de Bazán. Se encuentra entre la percepción objetiva y subjetiva de Pepe

Garcés: es decir, el basurero tiene características reales pero también hace cosas que están por

encima del entendimiento. En otras palabras, los acontecimientos en Casalmunia fueron tan

extraordinarios que Pepe se veía obligado de crear un personaje con características

sobrenaturales para poder expresar lo que pasó en el castillo.

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Conclusión

Podemos concluir que esta investigación no sólo ha ayudado a entender mejor los

personajes y el problema de Pepe Garcés con la realidad. Sino también ha revelado la

verdadera índole de Crónica del Alba. A saber, el ciclo lleva la etiqueta de autobiografía

novelada, pero los personajes advierten al lector que esta clasificación tiene que ser

interpretada en su sentido amplio: a saber, es el caso en el último tomo que se mezcla la

ficción con la autobiografía.

El autor Ramón J. Sender utiliza varios personajes que funcionan como su doble. Cada

uno de sus tres trasuntos –Ramón Urgel, Ramón Sender y Pepe Garcés- representa una parte

de su vida. Por el otro lado, los otros personajes sirven todos para ilustrar el gran problema de

Garcés: el balancear entre realidad y sueño. Primero hay los Ramones de que la mayoría

comparten con Pepe el rechazo de la realidad. Constituyen variantes sobre la vida de Garcés

y/o Ramón Sender. De ahí que la Crónica no sólo cuente el pasado sino también unas visiones

del futuro. Porque los Ramones ilustran cómo la vida del protagonista hubiera podido

terminado. Otro punto de concordancia era la idealización del amante: sobre todo Alfonso

Madrigal, Ramón Irazábal Pando y Ramón VIII fueron víctimas de este problema. Valentina

es la chica que se convierte en una especie de Dulcinea: cambia en la mente de Pepe de una

entidad concreta en una idea asociada con el amor. Por el otro lado, las otras mujeres y sobre

todo Isabelita están conectadas con el sexo, lo que echa a Pepe de su mundo ideal en la

realidad. Por consecuencia, fueron todas rechazadas. La consecuencia de esta idealización y

del rechazo de la realidad es simplemente una pérdida del contacto con la vida real. Pepe se

convierte gradualmente en una especie de Don Quijote. La segunda novela del último tomo

marca un cambio en su percepción de la realidad y esto se refleja en los personajes. Son

caracterizados por un aire irreal. Primero, hay la Señora de las voces quien aborda los

sentimientos que siente Pepe al comienzo de la Guerra Civil. Su conocimiento de algunos

detalles de su vida privada, le convierten en un personaje alegórico que personifica las dudas

y angustias de Pepe Garcés. Segundo, La Cosa quien es también una proyección de la mente

del protagonista. Este personaje es incomprensible: representa la situación política, pero

también a España y al futuro. El último personaje irreal e inventado por Pepe es el basurero

quien causó un milagro: la gente aprenden a convivir bajo el mando de Bazán, quien por su

pureza y su respeto por la vida humana se convierte en el único héroe de la Crónica. El reo de

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muerte, por el otro lado, puede ser considerado como un representante de la humanidad.

Representa también el padre de Garcés y el pasado.

En suma, obtienen todos los personajes su significado y su función en el relato cuando

entran en relación con el protagonista: algunos comparten y otros personifican la concepción

problemática de la realidad, que corre como hilo rojo a través del último tomo. Cuando

describe Pepe a los personajes balanceaba entre realidad y imaginación, y esto se refleja en

sus descripciones y en el grado de irrealismo en la narración.

Crónica del Alba es una obra fácilmente clasificada como autobiografía novelada o

autoficción. Sin embargo, un lector no familiarizado con la vida de Sender, se percatará

pronto –a causa de la apariencia de ciertos personajes como p.ej. los Ramones- que uno tiene

que interpretar esta etiqueta de manera amplia. El enfoque de esta tesina estaba en los

personajes y su relación con el protagonista. Pero sería también interesante estudiar su base

autobiográfica. De todos modos, son más interesantes que uno piensa. Como suele ser el caso

con Sender, tienen una fuerza y una pureza de modo que continuarán bullir en la cabeza del

lector por mucho tiempo.

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