Políticas Sociales, Participación Ciudadana y Psicología Com Unit Aria
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PARTICIPACIÓN DEL PROFESIONAL EN PSICOLOGÍA EN LAS ESTRATEGIAS
DE FOMENTO EN SALUD MENTAL QUE SE LLEVAN A CABO EN EL
DEPARTAMENTO DE RISARALDA
Estudiante:
MARITZA HERRERA OCAMPO
Líder de Línea de Investigación:
LUCY NIETO BETANCURT
UNIVERSIDAD CATÓLICA DE PEREIRA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS, SOCIALES Y DE LA EDUCACIÓN
PROGRAMA DE PSICOLOGÍA
PEREIRA
2014
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PARTICIPACIÓN DEL PROFESIONAL EN PSICOLOGÍA EN LAS ESTRATEGIAS
DE FOMENTO EN SALUD MENTAL QUE SE LLEVAN A CABO EN EL
DEPARTAMENTO DE RISARALDA
Maritza Herrera Ocampo
“El fomento ha ayudado a los usuarios a hacerse oír y a mostrar las personas reales que hay
tras las etiquetas y los diagnósticos” (Organización Mundial de la salud (2009) Pág. 15)
Resumen
Objetivo: Conocer el papel del profesional en psicología en las estrategias de fomento en Salud
Mental que se llevan a cabo en el Departamento de Risaralda. Metodología: Revisión de
publicaciones científicas, derivadas de investigaciones y estudios acerca del fomento, la salud
mental y las funciones del profesional en psicología; información que fue recabada de sitios web,
y complementada con entrevistas estructuradas dirigidas a los funcionarios que lideran los
diferentes programas. Resultados: Se identifican cinco estrategias de fomento, implementadas
para intervenir de manera oportuna, prevenir los trastornos mentales y promover la salud mental.
Algunas de estas estrategias están diseñadas para trabajar en contra de las barreras estructurales,
que impiden el acceso al tratamiento a toda la comunidad, otras para empoderarla y hacerla
partícipe de la solución, buscando hacerle frente a los escasos recursos y trabajando sobre la
discriminación que surge desde el desconocimiento. Con respecto a la participación del
psicólogo, se hace evidente que su rol no se delimita de manera clara, aunque se encuentra con
frecuencia que es quien brinda servicios de atención primaria en salud mental, primeros auxilios
emocionales y atención en crisis.
Palabras Claves: Salud Mental, Fomento, Psicología, Empoderamiento, Estigma y
Acompañamiento.
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Abstract
Objective: To determine the role of psychology in professional development strategies in Mental
Health to be held in the Department of Risaralda. Methodology: Review of scientific
publications derived from research and studies on the promotion, mental health and functions of
professional psychology; information that was gathered from web sites, and supplemented by
structured interviews aimed at officials who lead the various programs. Results: five
development strategies, deployed to intervene in a timely manner, prevent mental disorders and
promote mental health are identified. Some of these strategies are designed to work against the
structural barriers that impede access to treatment to the whole community, others to empower
them and make partaker of the solution, seeking to cope with scarce resources and working on
discrimination arising from ignorance. Regarding the participation of psychologists, it becomes
clear that their role was not defined clearly, although it is frequently found who provides primary
care mental health, emotional first aid and crisis care.
Keywords: Mental Health, Promotion, Psychology, Empowerment, Stigma and Support.
Introducción
Según la OMS en un estudio realizado en el año 2001 sobre la salud en el mundo, estimó que
“450 millones de personas padecen enfermedades neuropsiquiátricas” (OMS (2001) Pág. 23)
entre las que se suman, trastornos del estado de ánimo, esquizofrenia, trastorno obsesivo-
compulsivo, por estrés postraumático, de pánico, por consumo, entre otros.
En América Latina y el Caribe, según datos publicados por la OPS en el año 2009, por cada 100
habitantes adultos, el 1,0% padecen psicosis no afectivas, el 4,9% depresión mayor, el 1,7%
distimia, el 0,8% trastorno bipolar, el 3,4% trastorno de ansiedad, el 1,0% trastorno de pánico, el
1,4% TOC y el 5,7% estarían padeciendo uso nocivo o dependencia del alcohol (Pág. 3).
En un estudio realizado por el Ministerio de la Protección Social, en el año 2003, se resaltó que,
en Colombia “alrededor de ocho de cada 20 colombianos, tres de cada 20 y uno de cada 20
presentaron trastornos psiquiátricos alguna vez en la vida, en los últimos 12 meses y en los
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últimos 30 días respectivamente” (Estudio Nacional de Salud Mental Colombia 2003 (2005) Pág.
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Además de las cifras estadísticas se hace necesario reconocer que los trastornos mentales
generan pérdida del trabajo y vulneración de derechos en algunas ocasiones, porque en otros
“incapacita como la enfermedad cardiaca y el cáncer en cuanto a pérdida de productividad”
(Boletín de la Organización Panamericana de la Salud (2008)), lo que repercute de manera
directa y negativa en el desarrollo del país.
Los trastornos mentales afectan económicamente, en la medida en que se incurre en enormes
gastos de salud, disminuyen los ingresos en el hogar, puesto que el cuidador debe dedicar gran
parte de su tiempo al enfermo mental, lo que genera que este a su vez pierda productividad
porque la atención a sus familiares demanda un acompañamiento de tiempo completo.
Del mismo modo, el Programa Mundial de Acción en Salud Mental expone que las personas con
un trastorno mental son más propensas a asumir una conducta negligente con su salud, es decir a
no seguir las recomendaciones del médico y no cumplir a cabalidad el tratamiento prescrito,
además su patología tiende a incrementarse de manera negativa.
Se reconoce además que los trastornos mentales “tienen también una serie de consecuencias
sobre la evolución y el desenlace de afecciones crónicas asociadas, como el cáncer, las
cardiopatías coronarias, la diabetes o el VIH/SIDA” (OMS (2002) Pág. 3) Es decir, una persona
que además de padecer una enfermedad física, es diagnosticada con un trastorno mental es más
vulnerable a presentar complicaciones en su tratamiento.
Se hace importante anotar por otro lado que, “el sufrimiento, la discapacidad y las pérdidas
económicas no desaparecerán mientras los enfermos sigan marcados por el estigma” (OMS
(2002) Pág. 4) lo que significa que las personas que padecen algún tipo de patología suelen ser
discriminadas por padecerla, lo que les impide acceder a un trabajo e incluso a recibir un
tratamiento integral y de calidad, porque son excluidos de los servicios de salud, lo que genera
que sus síntomas se agudicen. El estigma se presenta en algunos de los casos por el
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desconocimiento o la información equivocada de lo que significa la patología y estas personas
son catalogadas como violentas y agresivas. Factores que influyen en el mal pronóstico del
trastorno mental.
El propósito de este artículo consiste en conocer el papel del profesional en psicología en las
estrategias de fomento en Salud Mental que se ejecutan en el departamento de Risaralda.
Justificación
La importancia de esta propuesta radica en que da a conocer que existen estrategias sectoriales e
intersectoriales que dirigidas a la salud mental son desconocidas por diferentes profesionales del
campo de la salud y en particular por el profesional en psicología, lo que lleva a pensar que el
psicólogo desconoce ciertos campos de aplicación y por ende asume con respecto a ellos una
posición pasiva y poco propositiva. Por lo que dar a conocer el papel activo que debe asumir el
profesional en psicología en las diferentes estrategias de fomento en salud mental, permite que
tanto psicólogos profesionales como en proceso se cuestionen en cuanto a los aportes que pueden
hacer en la formulación y ejecución de estas iniciativas.
Por otro lado si el profesional en psicología se percata de la importancia de su papel en las
estrategias de fomento en salud mental, esto podría llegar a enriquecer las discusiones que se den
en torno a políticas públicas encaminadas a disminuir la brecha entre trastorno mental y acceso al
tratamiento, ya que se invita a trabajar sobre una problemática social que lo involucra de manera
directa.
Del mismo modo, el reconocimiento de las estrategias de fomento le da a conocer no sólo al
profesional en psicología sino a todos aquellos profesionales del campo de la salud la
importancia de brindarle tanto al paciente como a la familia una atención integral y de calidad,
debido a que se explicita el impacto negativo que tienen los trastornos mentales en el núcleo
familiar de quien los padece.
De otro lado, en cuanto a la descripción de las estrategias de fomento en salud mental, se observa
cómo éstas requieren pasar por diferentes etapas que faciliten finalmente generar un impacto
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positivo en la comunidad, etapas que parten desde una formulación sustentada hasta una correcta
implementación y en las cuales el profesional en psicología puede participar de manera activa y
su rol se extiende a muchas de ellas. Además se resalta la importancia de un trabajo
interdisciplinar en pro de la salud mental.
Finalmente este artículo explicita la importancia de proponer estrategias de fomento en salud
mental, brindando elementos que permitan sugerir otros programas y sustentando la importancia
de incluir la salud mental en los programas de acción, trabajando de manera directa con la
comunidad.
Metodología
Para abordar el tema del fomento de la salud mental en el departamento de Risaralda, se realizó
una búsqueda de artículos en bases de datos como: Scielo, Redalyc y Bireme, usando
descriptores tales como: fomento, prevención, promoción y salud mental. De los resultados
arrojados, se seleccionaron aquellos que abordaran el tema del fomento de la salud mental y el
rol del psicólogo en la formulación y ejecución de las estrategias de fomento, para
posteriormente realizar la búsqueda de las estrategias de fomento que se desarrollan y ejecutan
en el departamento. Finalmente con el uso de una entrevista estructurada se indagaron aspectos
que permitieran contrastar y complementar la información recabada con la aportada directamente
por funcionarios responsables de estrategias de promoción, prevención e intervención como línea
amiga, CADRI y ludotecas.
Marco Teórico
Abordar el tema del fomento en salud mental implica desarrollar categorías como salud mental,
resaltando las implicaciones que padecer una enfermedad mental conlleva y la manera en como
el núcleo familiar se ve afectado con el estigma y la discriminación a la que son sometidos. El
fomento de la salud mental por ser una categoría central comprende abordarla dando a conocer
cuál es su objetivo y la noción de paciente que asume, para dar paso al rol que asume el
profesional en psicología en este tipo de iniciativas, haciendo explicita su responsabilidad social,
su desarrollo científico, el innegable trabajo interdisciplinar que comprende su actuar y las
exigencias que la norma le hace como profesional del campo de la salud.
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La Salud Mental
Para abordar la definición actual de salud mental que brinda la OMS (Organización Mundial de
la Salud) se hace necesario comenzar por explicitar que “lo que, en la actualidad se entiende por
salud mental encuentra sus orígenes en el desarrollo de la salud pública, en la Psiquiatría clínica
y en otras ramas del conocimiento” (Bertolote, J. (2008) Pág. 113). Por lo cual es imprescindible
ahondar en el desarrollo del término Higiene Mental, ya que es este el que da apertura al
concepto de Salud Mental.
El termino Higiene Mental comienza a discutirse aproximadamente en el año 1908 a partir de la
publicación del libro A mind that found itself de Clifford Beers, en el que el autor plasma su
experiencia en diferentes centros psiquiátricos y da inicio al movimiento de higiene mental, el
cual “se dedicaba primaria y básicamente a la mejora de la atención de las personas con
trastornos mentales” (Bertolote, J. (2008) Pág. 113) el objetivo que Beers se proponía alcanzar
con este movimiento no era otro que humanizar la atención psiquiátrica.
En 1948 se crea la OMS, pero “hasta bien entrada la década de 1960, encontramos higiene como
traducción francesa del termino health en algunas publicaciones (…) y, en ocasiones, también el
uso indistinto de “mental higiene” y “mental health” en la versión inglesa de algunos
documentos” (Bertolote, J. (2008) Pág. 114) lo que permite observar como en sus comienzos
hablar de salud mental era lo mismo que hablar de higiene mental, no había diferencia alguna
entre un término y el otro. No fue hasta después del Primer Congreso Internacional de Salud
Mental en Londres, que se llevó a cabo del 16 al 21 de Agosto de 1948 en el que el Movimiento
de Higiene Mental se transformó en el Movimiento de Salud Mental quedando en un segundo
plano el término Higiene Mental.
Actualmente la salud mental es definida por la OMS como “un estado de bienestar en el cual el
individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la
vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su
comunidad” (Sitio Web OMS), cita textual que hace referencia a un estado en el que la persona
identifica sus fortalezas, le hace frente a las dificultades y trabaja en pro del desarrollo de su
comunidad.
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Más recientemente la salud mental es asumida en la ley 1616 del 21 de enero del 2013 como “un
estado dinámico, que se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción
de manera tal que permite a los sujetos individuales y colectivos desplegar sus recursos
emocionales, cognitivos y mentales para transitar por la vida cotidiana, para trabajar, para
establecer relaciones significativas y para contribuir a la comunidad” (Pág. 1). En otras palabras
es asumir que la salud mental se ve reflejada en el comportamiento y la manera en como el ser
humano interactúa con el medio, haciendo uso de sus propios recursos para hacerle frente al sin
numero de situaciones a las que se ve constantemente enfrentado, con el objetivo de establecer
relaciones significativas y contribuir a la comunidad.
Las anteriores son definiciones que permiten inferir cómo la salud mental impacta de manera
directa en las diferentes dimensiones, esferas y contextos en los que transcurre la vida del sujeto.
Además se enfatiza en como la salud mental le permite a las personas ser productivas y
contribuir a la sociedad “es un factor clave para la inclusión social y la plena participación en la
comunidad y la economía” (OPS 43 Consejo Directivo (2001) Pág.3)
Según lo anterior, tanto la salud física como la salud mental, son estados determinados
directamente por aspectos ambientales y socioeconómicos “el estado de salud, es determinado
principalmente por el ambiente y la forma de vida de las personas” (White, F. (1989) Pág. 2) por
lo tanto recomiendan que las políticas que se desarrollen a favor de un estado pleno de bienestar
físico y mental tengan presente que muchos de los cambios deben estar dirigidos a garantizar
entornos saludables, equidad e igualdad para toda la población, porque una persona con bajos
recursos, sin una vivienda y un trabajo digno, sin sus necesidades básicas satisfechas, no podrá
hacerle frente a la enfermedad.
Buscando abordar de manera más amplia aquel estado en el que se carece de recursos para
enfrentar las tensiones cotidianas de la vida, y por ende podría inferirse a partir del anterior
desarrollo que “difícilmente” se contribuye a la comunidad, se hace necesario abordar el termino
estigma y sus implicaciones en quienes no cuentan con salud mental o se encuentran inmersos en
los cuidados que este tipo de pacientes requieren.
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La estigmatización y su impacto en la Salud Mental
El término estigma “actualmente se emplea en el ámbito de la salud para indicar que ciertos
diagnósticos despiertan prejuicios contra las personas” (Muñoz, M. Pérez, E. Crespo, M. y
Guillen, A. (2009) Pág. 14) El estigma se pone de manifiesto a través de estereotipos, prejuicios
y discriminación, llevando a que las personas asuman que quienes son diagnosticados con
determinado trastorno psiquiátricos, son “peligrosos, incapaces o violentos”. El prejuicio genera
rechazo, discriminación y exclusión de las personas con alguna patología.
“Los procesos estigmatizadores ponen a las personas ante situaciones de exclusión que, no sólo
dificultan la integración social de las personas con enfermedad mental y sus familiares, sino que
pueden asociarse a otros riesgos psicológicos producidos por la exclusión social, como son los
comportamientos auto-excluyentes, los problemas cognitivos, las conductas auto-punitivas y de
riesgo, etc.” (Muñoz, M. Pérez, E. Crespo, M. y Guillen, A. (2009) Pág. 15) La estigmatización
termina afectando mucho más el estado psicológico de la persona con un trastorno y el de su
familia, llevando a que el paciente asuma conductas que deterioren aún más su bienestar
emocional
La estigmatización “no sólo afecta a las personas con una enfermedad mental, sino también
aquellos que se encuentran directamente relacionados con ella” (Muñoz, M. Pérez, E. Crespo, M.
y Guillen, A. (2009) Pág. 17) fenómeno denominado estigma por asociación que permite
comprender la posición propositiva que la familia asume en el fomento de la salud mental. Es
decir reconocer que la familia tiende a resultar tan afectada como el paciente mismo, permite
mostrar la importancia de que las estrategias que busquen disminuir la discriminación, el
rechazo, la exclusión y el estigma la involucren de manera directa en actividades en las que se
trabaje en pro de la salud mental de cada uno de sus integrantes.
La enfermedad mental es una condición que no solo genera rechazo y exclusión social por parte
de miembros e instituciones de la sociedad sino que así como el núcleo familiar de una persona
con algún tipo de patología se ve afectada por la estigmatización a la que uno de sus miembros es
sometido, velar porque su estado no empeore genera una gran carga para quien asume esta
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responsabilidad. Es por esto que se hace necesario ahondar sobre la carga que genera la
enfermedad mental.
Carga de la Enfermedad Mental
No es lo mismo tener una vida corta pero relativamente saludable, a vivir por muchos años con
algún tipo de discapacidad, por lo que se menciona que “los trastornos mentales causan una parte
considerable de la carga mundial de enfermedad: 11,5 en 1998” (OPS 43 Consejo Directivo
(2001) Pág.5). Señalándose en el mismo documento que entre las cargas que generan los
trastornos mentales prevalecen, la ejercida en las familias, la que proviene del estigma y de la
violación de los derechos humanos. El trastorno mental en uno de los miembros de la familia,
lleva en múltiples ocasiones a que la persona que se responsabilice de sus cuidados pierda la
posibilidad de contribuir económicamente al hogar por el gran tiempo que demanda la atención
del paciente.
El hecho de que la persona que se hace cargo del enfermo mental no pueda contribuir
económicamente al hogar lleva a que esto a su vez genere de manera directa un incremento en
los gastos, debido además a que difícilmente las EPS brindan el tratamiento que requiere recibir
la persona con enfermedad mental. Algunos de los derechos que le son violados tanto a la familia
de la persona con enfermedad mental como a la misma persona, es el derecho a tener un trabajo,
a la integridad física, psíquica y moral, a no ser discriminado, a la salud, a la protección y
asistencia familiar, teniendo presente que además “representan el 28% de los años de vida
vividos con discapacidad” (OPS 43 Consejo Directivo (2001) Pág.3)
Por otro lado si se menciona que “las enfermedades mentales están vinculadas a la mortalidad
por suicidio” (Organización Panamericana de la Salud (2009) Pág.8) y que el suicidio es una de
las tres primeras causas de muerte en personas entre los 15 y 35 años de edad, se podría inferir
como además de generar una gran carga y representar un alto porcentaje de AVAD (Años de
Vida Ajustados a Discapacidad), también influye en los altos niveles de mortalidad. Lo anterior
podría llevar a pensar que de cierta manera, el derecho a la vida se vulnera en las personas con
una enfermedad mental.
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Este primer acercamiento, permite contar con los elementos necesarios para reconocer que la
estigmatización deteriora aún más a quien padece una enfermedad mental, y que no sólo es el
paciente quien resulta afectado con este tipo de posiciones, sino que su núcleo familiar se ve
permeado negativamente por la exclusión y el rechazo al que tanto ellos como su pariente se ven
expuestos. Igualmente se identifica la gran carga que genera padecer una enfermedad mental y
asumir los cuidados de quien la sufre.
Por lo anterior es importante desarrollar la categoría de fomento, la cual brinda herramientas para
asumir una posición más crítica frente a las acciones y recursos que se hace necesario desplegar a
favor de quienes padecen una enfermedad mental.
Fomento de la Salud Mental
El fomento de la salud mental, es una categoría relativamente nueva, que “ha sido desarrollada
para promover los derechos humanos de las personas con trastornos mentales y para reducir el
estigma y la discriminación” (OMS (2009) Pág. 9) Impulsando a un cambio de actitud y a una
mejora en los servicios de salud mental, promoviendo intervenciones más integrales.
El fomento de la salud mental impulsa mejoras y cambios en las políticas y prácticas de los
gobiernos, en las leyes y normativas gubernamentales, en la calidad de los servicios de salud
mental, los tratamientos y la atención, a su vez exige mejoras en la promoción de la salud mental
y en la prevención de los trastornos mentales.
Fomentar a partir de lo anterior es implementar estrategias que permitan reducir la brecha entre
necesidad de tratamiento y disponibilidad del mismo, en otras palabras es buscar la manera de
generar impacto sin tener que beneficiar solo a una minoría, sino por el contrario abarcando un
amplio número de personas, en ocasiones anticipando el problema y en otras intentando mitigar
el malestar.
El fomento es además una categoría a la cual le aporta en gran medida la epidemiologia, porque
le permite conocer realmente el/los problema(s) que aquejan a la comunidad, en términos de
magnitud, características y causas, para así tomar mejores decisiones sobre qué aspectos deben
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cobrar relevancia a la hora de fomentar, porque el fomento busca que las personas se apropien y
empoderen de sus problemas, tengan control sobre ellos y adquieran herramientas para hacerles
frente “ayudarlas a ayudarse a sí mismas”(White, F. (1989) Pág. 7)
Es importante además resaltar cómo “las familias de las personas con trastornos mentales y las
propias personas con trastornos mentales se han ido involucrando cada vez más en actividades de
fomento, actuando en su propio nombre o a través de sus organizaciones, (Organización Mundial
de la salud (2009) Pág. 13) debido al estigma por asociación, con el fin de hacer valer sus
derechos y exigir respeto y aceptación por parte de la sociedad. Permitirle al paciente participar
de su propio tratamiento es asumir una posición en la cual se percibe a la persona con una
enfermedad mental capaz de empoderarse de su propia situación y hacer algo en pro de
mejorarla, lo que expone como el paciente deja de ser un algo incapaz, inválido y con
dificultades, para asumir una posición en la que se reconoce capaz de hacer y con recursos.
Una de las estrategias ha sido que las familias y amigos divulguen las diferentes patologías con
el fin de erradicar la estigmatización y etiquetas, éstas estrategias a su vez influyen de manera
directa en la motivación de asumir estilos de vida saludables, cuando ellos mismos persisten en
apoderarse de maneras que les permitan tener el control de su salud física y mental “la mayoría
de personas que persisten en sus hábitos perniciosos para la salud tienen familiares y amigos que
hacen lo mismo”(White, F. (1989) Pág.8). Por ende el fomento debe trabajar con las personas,
pero no dejar de lado su contexto o medio social a la hora de buscar generar cambios reales en la
comunidad.
Reconociendo que la familia asume al igual que el paciente un papel activo y propósito en cuanto
al tratamiento de la enfermedad mental, resulta interesante conocer lo determinante que suele ser
involucrar a la comunidad en las diferentes estrategias de fomento, por lo que se darán a conocer
algunos elementos a tener en cuenta a la hora de promocionar estilos de vida saludables y
prevenir la enfermedad mental.
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La Participación de la Comunidad
El fomento de la salud es el “Proceso de capacitar a las personas para controlar y mejorar su
salud. Para alcanzar un estado de completo bienestar físico, mental y social, las personas o los
grupos deben ser capaces de identificar y realizar aspiraciones, de satisfacer necesidades y de
modificar el medio ambiente y de hacerles frente. Por consiguiente, la responsabilidad del
fomento de la salud, no incumbe solamente al sector de la salud, sino que llega más allá de los
estilos de vida sanos, al bienestar” (Ottawa Charter for Healt Promotion (1986) Citado en
Organización Mundial de la Salud (1988) Pág. 8). Es claro como fomentar es educar a la
comunidad para que identifique herramientas y recursos que le faciliten hacerle frente a las
acciones que repercuten de manera negativa en su salud física y mental.
Es por lo anterior que el fomento de la salud física así como el de la salud mental, debe
indudablemente partir de un acercamiento directo con las comunidades o con la población a la
cual serán dirigidos los diferentes programas, con el fin de comprender realmente cuáles son las
necesidades en términos de salud y enfermedad que aquejan a ese grupo de personas para así
tener las herramientas necesarias para comenzar a tomar decisiones sobre los pasos a seguir “los
actuales proyectos extramurales (…) tienen en cuenta a la comunidad al tomar decisiones”
(Boletín de la Oficina Sanitaria Panamericana (1974) Pág. 26) porque nadie mejor que la
comunidad puede hacerle saber a las diferentes instituciones las situaciones reales por las que
están pasando y requieren ayuda externa.
Fomentar es ver al paciente o a la comunidad con recursos para hacerle frente a la enfermedad,
es asumir que es importante no sólo intervenir, sino sobre todo prevenir y promocionar y que en
tales estrategias la comunidad tiene grandes aportes que brindarle al profesional, el cual debe
estar abierto a conocerlas e involucrarlas con el fin de generar un mayor impacto en sus
integrantes.
La importancia de considerar la categoría de fomento y la de comunidad estrechamente ligadas
entre sí, radica en que un programa que fomente la salud mental arroja mejores resultados
cuando se determinan las necesidades desde la comunidad misma y se permite la participación
activa de sus integrantes. Se parte de la comunidad, para la comunidad y con la comunidad. Lo
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que en últimas busca un programa de fomento es que la comunidad se empodere asumiendo el
control de la enfermedad y sus determinantes.
El pocas palabras el fomento de la salud mental implica acciones que brinden información,
eduquen, asesoren, defiendan y aumenten la conciencia social, con el principal objetivo de
eliminar la estigmatización y la vulneración de los derechos de las personas que presentan alguna
patología o que no cuentan con unos niveles óptimos de bienestar. A su vez el fomento le
permite a la comunidad utilizar herramientas y mecanismos para enfrentar condiciones tales
como las barreras en el acceso a los diferentes servicios y tratamientos necesarios o puede
brindar nuevas alternativas con un enfoque más comunitario.
Posterior al anterior desarrollo conocer el papel que asume el profesional en psicología en las
estrategias de fomento, aportará los elementos necesarios para comprender la participación que
asume o debería asumir en las estrategias de fomento que se llevan a cabo en el departamento de
Risaralda.
El Rol del Psicólogo en el Fomento en Salud Mental
Para definir con mayores elementos el rol del profesional en psicología en las estrategias de
fomento en Salud Mental, se hace necesario retomar aspectos normativos que definan lo que se
entiende por intervención psicológica, que den a conocer algunas de las funciones que guardan
estrecha relación con el fomento y brinden definiciones puntuales sobre promoción y prevención,
para finalmente exponer la posición teórica que manejan algunos autores con respecto al tema.
Desde lo Normativo
En Colombia la ley 1090 que reglamenta el ejercicio del profesional en psicología reconoce que
siendo la psicología una disciplina que basa sus conocimientos en la investigación científica debe
asumir un compromiso con la sociedad y por ende contribuir a una mejor calidad de vida
aplicando su saber de manera ética y responsable en favor de la comunidad y cada uno de sus
integrantes.
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El Artículo 3ro además le exige al profesional en psicología que debe contar con los
conocimientos y las competencias necesarias para participar en el diseño y formulación de
políticas en salud, así como también asesorar y realizar consultoría “para el diseño, ejecución y
dirección de programas, en los campos y áreas en donde el conocimiento y el aporte disciplinario
y profesional sea requerido o conveniente para el beneficio social” (Ley 1090 (2006) Art. 3). Se
reconoce que su compromiso social le demanda una participación activa en todas aquellas
iniciativas que busquen abordar problemáticas de este orden.
Del mismo modo, reconociendo los derechos de las personas en el ámbito de la salud mental, los
cuales se enumeran en el Artículo 6to de la ley 1616 del 2013, es posible reconocer que los
profesionales en el campo de la salud, mas particularmente el profesional en psicología está
llamado a realizar actividades que comprenden tareas dirigidas al aporte de información
relacionada con el diagnóstico, el tratamiento, el auto cuidado y demás, que se dirigen tanto para
el paciente como para su familia, así como a capacitar en estrategias de fomento que los protejan
de la discriminación y la estigmatización por cuenta del diagnóstico, lo que en síntesis resulta en
estrategias de atención dirigidas desde una perspectiva centrada en los servicios de salud y con
base en el trastorno mental.
Al establecer que el fomento en salud mental es desplegar acciones para eliminar la
estigmatización y la vulneración de los derechos de las personas con alguna patología, la norma
analizada -1616/2013- brinda información que se centra en el asistencialismo, lo que hasta el
momento permite leer al paciente como quien tiene derecho a recibir servicios pero en qué
momento se le facilita al paciente, su familia y a la comunidad identificar sus propios recursos y
hacerle frente a las barreras estructurales que le impiden acceder al cumplimiento de sus
derechos, que son claros en la norma.
Continuando con esta línea normativa, conocer qué comprende la ley 1616 por promoción de la
salud mental y prevención de la enfermedad mental contribuye a esclarecer otras demandas al
profesional de esta área y la posición que debe asumir, sustentando cuál es el deber ser del
profesional en psicología, explicitando a su vez algunas de sus funciones o actividades,
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resaltando que se le exige también a nivel disciplinar y profesional que considere y evalúe la
relación entre esta disciplina y sus posibilidades en el fomento en salud mental.
Desde acciones propias de Prevención y Promoción
En la exposición realizada en la ley 1616 de 2013 acerca de la promoción de la salud mental y la
prevención de la enfermedad mental, se reconoce el papel preponderante del estado como
garante de tales actividades, a su vez, entiende la promoción de la salud mental como una
estrategia intersectorial dirigida a las condiciones que la determinan en los niveles individual y
colectivo. El profesional en psicología a partir de esta definición está llamado a trabajar en
compañía con otros profesionales y a incluir en sus iniciativas a la comunidad misma, buscando
que quienes la componer asuman mayor control sobre las situaciones que determina su salud
mental.
De otro lado la prevención de la enfermedad mental es comprendida en la ley 1616 como
intervenciones dirigidas a impactar sobre los factores de riesgo, relacionados con la ocurrencia
de trastornos mentales, para lo cual se enfatiza en la importancia del reconocimiento temprano de
éstos, así como de los factores protectores para orientar manejos agenciados por los individuos y
las comunidades; A partir de esta posición la ley enfatiza en cómo los profesionales del campo
de la salud deben propender por involucrar a la comunidad en actividades de prevención,
buscando que sean ellos quienes asuman total protagonismo y se reconozcan como agentes de
cambio que pueden apoyar procesos tanto de evaluación como de manejo del riesgo.
En el Artículo 18 de la misma ley se resalta como “las Instituciones Prestadoras de Servicios de
Salud en Salud Mental públicas y privadas, deberán disponer de un equipo interdisciplinario
idóneo, pertinente y suficiente para la satisfacción de las necesidades de las personas en los
servicios de promoción de la salud y prevención del trastorno mental, detección precoz,
evaluación, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación en salud” (Pág. 8) La interdisciplinariedad
hace de las estrategias de promoción de la salud mental y la prevención de la enfermedad mental
iniciativas que parten de la integración de saberes para la sustentación de acciones que permitan
alcanzar objetivos en común. Se busca en el desarrollo de estas iniciativas contar con
profesionales suficientes, que sean competentes y eficientes en su actuar.
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Hasta el momento es claro como el profesional en psicología puede indudablemente participar
tanto en estrategias de promoción como de prevención e intervención, aunque sus funciones en
ocasiones no sean tan explicitas y fáciles de identificar, su deber ser si está lo suficientemente
definido y si se reconoce su responsabilidad social se puede inferir con mayor tranquilidad su
posición frente a los problemas en términos de salud y enfermedad mental que aquejan a la
comunidad, haciéndose énfasis en el trabajo interdisciplinar y el desarrollo de competencias que
faciliten su integración en estas iniciativas.
Desde lo Teórico
La psicología es una disciplina que tiene la responsabilidad de participar en todas aquellas
acciones que busquen trabajar en pro de la salud mental de la comunidad, porque es una
disciplina que cuenta con las bases teóricas y con la experiencia necesaria para sustentar cada
una de sus decisiones tal como lo explicita Arrivillaga, M. citando a Lotión (1991) “la psicología
como disciplina científica y aplicada, tiene la responsabilidad de participar en la construcción de
modelos conceptuales y en el desarrollo de estrategias que permitan satisfacer las necesidades de
salud de las poblaciones” (Pág. 138). Continúa resaltándose su dimensión ética, social e
investigativa, siendo necesario integrar cada una de estas dimensiones ya que contar con un
profesional altamente capacitado que no despliega sus competencias en pro de la comunidad o
que lo hace desconociendo parámetros éticos, es fomentar la vulneración de derechos, así como
involucrar en estrategias de promoción y prevención a profesionales poco idóneos o buscar
intereses personales pasando por encima del usuario.
Aunque lo normativo deje claro las funciones del profesional en psicología resaltando su
posición asistencial e interventiva, este profesional igualmente ha desplegado acciones a trabajar
en pro de salud mental desde otros ámbitos, ya que según señala Arrivillaga (2009) cuenta con
experiencia en modificación de hábitos, prevención de consumo de sustancias psicoactivas,
promoción de estilos de vida saludables, entre otros que sustentan sus acciones en estrategias de
fomento, derivado de “la comprensión substancial de los procesos psicológicos básicos en
relación con la salud y la enfermedad” (Arrivillaga, M. (2009) Pág. 140). Aunque esta posición
muestre desarrollos científicos que permitan comprender algunos procesos, puesto que la brecha
entre esta investigación y la aplicada sigue siendo amplia.
19
Por otro lado la OMS, respecto de la intervención aclara que “los trabajadores de salud y los
trabajadores de salud mental pueden adoptar diversos roles específicos en el fomento”
(Organización Mundial de la salud (2009) Pág. 19) como: trabajar desde la perspectiva de los
usuarios y las familias; participar en actividades de grupos de usuarios y de familiares; además
de planificar y evaluar. Realmente hay tanto por hacer en cuanto a fomento y son tantas las
funciones que se pueden asumir y las acciones que se deben llevar a cabo, que podría inferirse
que muchas veces no son claras porque no hay límite en el que hacer.
Lo anterior respalda las razones por las cuales el profesional es psicología participa en estrategias
de fomento en salud mental o debe hacerlo de manera más activa, puesto que la disciplina cuenta
con la experiencia necesaria y las bases teóricas suficientes para sustentar argumentativamente
cada una de sus acciones, resaltándose que la OMS avala su participación y reconoce sus
valiosos aportes.
El Rol del Psicólogo en las Actividades de Fomento Implementadas en el Departamento de
Risaralda
Retomando el propósito de este escrito que consiste en identificar el rol del psicólogo en las
estrategias de fomento a nivel departamental y después de haber revisado las condiciones
normativas e institucionales a la luz de las cuales se definen las estrategias de fomento, se dan a
conocer los programas que se encuentran en funcionamiento en el departamento de Risaralda,
con el fin de hacer evidente el rol del profesional en psicología y analizar los programas de
promoción, prevención e intervención en relación a las acciones requeridas.
Línea Amiga:
La Línea Amiga, viene funcionando desde el año 2005 y tiene como objetivo brindar apoyo a la
ciudadanía en general, incluyendo docentes, padres de familia y profesionales de la salud. Es una
herramienta que presta servicios de apoyo, consultoría, orientación, intervención en crisis y
remisión si el caso lo requiere. Se hace uso de talleres psicoeducativos y se brinda atención
psicológica vía telefónica. Quienes brindan el servicio son psicólogos profesionales que están
20
capacitados en atención primaria de salud mental, primeros auxilios emocionales y atención en
crisis.
El papel del profesional de psicología en esta estrategia de fomento, es considerado fundamental
para el cumplimiento de los objetivos, entre sus funciones se identifica generar las condiciones
necesarias para que la persona que requiera de la atención se adhiera al servicio. Valora, evalúa e
identifica la problemática por la que la persona recurre al servicio, para hacer mejor selección de
las técnicas y remitirlo si es necesario.
Ludotecas:
Las Ludotecas son “una estrategia con la cual los risaraldenses de todas las edades adquieren
jugando habilidades para la vida y habilidades para la convivencia que redundan en la
prevención de trastornos mentales y sociales” (Boletín Mensual de la Secretaria de Salud
Departamental. Pág. 1) educando tanto a padres, como docentes y líderes comunitarios.
Con las Ludotecas la comunidad aprende y desarrolla habilidades relacionadas con “primeros
auxilios emocionales, violencias evitables, rehabilitación basada en la comunidad, pautas de
crianza, estilos comunicativos, resolución de conflictos y atención primaria en salud” (Boletín
Mensual de la Secretaria de Salud Departamental.Pág.1)
La estrategia de las Ludotecas se emplea debido a factores como el aumento de la prevalencia de
las patologías en la región, así como también a las barreras estructurales y de acceso a los
servicios de salud y en la escases de recursos para trabajar de manera individual con cada uno de
los afectados “han elaborado y ejecutado una propuesta que de intervención para superar las
barreras y reducir la brecha entre los recursos y las necesidades creadas por los trastornos
mentales”(Boletín Mensual de la Secretaria de Salud Departamental. Pág. 4).
Estrategias de Escuelas Saludables:
El termino escuelas saludables “se refiere a un centro educativo en el cual las y los estudiantes
logran un armonioso desarrollo biológico, emocional y social, en un ambiente de bienestar
institucional y comunal, desarrollando estilos de vida saludables, todo lo cual es compartido con
21
sus familias, los maestros, el personal de la escuela y la comunidad” (Experiencias Exitosas de
Escuelas Saludables en Risaralda (2009) Pág. 6) Lo cual es una estrategias que integra elementos
de promoción de la salud mental y prevención de la enfermedad en el ámbito educativo.
El fin de la iniciativa es “formar futuras generaciones que dispongan del conocimiento,
habilidades y destrezas necesarias para promover y cuidar su salud, la de su familia y
comunidad, así como de crear y mantener ambientes de estudio, trabajo y convivencia
saludable” (Experiencias Exitosas de Escuelas Saludables en Risaralda (2009) Pág. 7).
La estrategia de Escuelas Saludables en Risaralda, va dirigida específicamente a centros
educativos y se apoya de una cartilla que se le facilita a los estudiantes. Ofrece además
actividades tales como: talleres a los docentes, padres y madres de familia, actividades lúdicas
para los niños y niñas y los encuentros departamentales de escuelas saludables, a los que asisten
representantes de la comunidad educativa.
EL CADRI:
El Centro de Atención a Drogas de Risaralda, funciona desde el año 2008 y tiene como objetivo
facilitarles acceso a servicios psicológicos, psiquiátricos, terapia ocupacional, asesoría
nutricional y acompañamiento de trabajadores sociales, a personas consumidoras de sustancias
psicoactivas. Cuenta además con profesionales capacitados para trabajar con esta población en
particular y está autorizada para facilitar acceso a medicamentos recetados por expertos.
La estrategia CADRI busca brindar a quienes demanden su servicio una atención integral
trabajando tanto con el paciente como con su núcleo familiar, debido a qué argumentan que el
trabajo con la familia es fundamental cuando se desean alcanzar grandes resultados en el proceso
de rehabilitación. Se resalta además que el ritmo del tratamiento lo propone el paciente en la
medida en que es él quien decide que tan motivado esta para trabajar en su adicción.
Es importante mencionar que la estrategia y sus profesionales trabajan tanto en programas de
intervención como de prevención, es decir buscan disminuir o mitigar la adicción a la sustancia
que consume el paciente, pero al mismo tiempo se implementan estrategias de prevención que
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busquen evitar que el paciente comience a consumir sustancias aún más adictivas y dañinas para
la salud.
Entre las funciones que debe asumir el profesional en psicología está, la de valorar de manera
individual a cada uno de los pacientes y liderar el plan a seguir en cada caso en particular.
Reconociendo que en la toma de dediciones su posición cobra gran importancia, aún cuando el
programa lo componen un sin número de profesionales como psicólogos, psiquiatras,
trabajadores sociales, médicos, nutricionistas, entre otros.
Centros de Escucha y Acogida Comunitaria:
Un Centro de Escucha es un servicio en el cual se presta una escucha inmediata, una orientación
y un acompañamiento oportuno, buscando dar respuesta inmediata a demandas y necesidades
procedentes de la población de una comunidad. Los centros de escucha son alternativas que
complementan las acciones que ejecutan las diferentes instituciones para enfrentar situaciones
que perturban y afectan la calidad de vida de las personas.
La escucha activa es entendida como “el no quedarse sentados en su propio centro o unidad de
escucha sino estar presentes en el territorio de vida cotidiana en el cual se da la situación de
emergente” (Centro de Escucha y Acogida Comunitaria. Pág. 3) el buscar la manera de tener un
contacto directo con la comunidad que demanda el acompañamiento.
Conclusiones
La enfermedad mental es una condición que incapacita, genera perdida del trabajo, aumenta los
gastos económicos, lleva a que se incurra en conductas negligentes (manifestado por el Programa
Mundial de Acción en Salud Mental) genera rechazo y exclusión hacia el paciente y su familia y
obliga a que quien se responsabilice de sus cuidados pierda productividad repercutiendo esto de
manera negativa en el desarrollo del país. Además, cuando se padece algún tipo de enfermedad
mental en un Estado en el que se vulnera el derecho a la salud, acceder a un tratamiento integral
y de calidad es difícil para algunos de estos pacientes.
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Conociendo la magnitud del problema el profesional en psicología está llamado a asumir como
primera medida un compromiso con la sociedad que le exige contribuir a una mejor calidad de
vida aplicando su saber de manera ética, por lo que debe trabajar en compañía de otros
profesionales en el desarrollo de estrategias que permitan disminuir la brecha entre enfermedad y
tratamiento. Del mismo modo le competen actividades que comprenden tareas dirigidas al aporte
de información relacionada con el diagnóstico, el tratamiento, el auto cuidado y demás, que se
dirigen tanto para el paciente como para su familia, así como a capacitar en estrategias de
fomento que los protejan de la discriminación y la estigmatización por cuenta del diagnóstico.
Reconociendo el rol del profesional en psicología, se observa que debe participar en todas y cada
una de las estrategias de fomento en salud mental que se llevan a cabo en el departamento de
Risaralda, porque la ley le exige ser un profesional competente e idóneo en temas que den
respuesta a problemáticas de orden social, observándose que algunas de las estrategias
identificadas reconocen la importancia de que este profesional forme parte de su equipo
interdisciplinar.
Algunas de las estrategias de fomento explicitan además que el psicólogo es quien brinda a la
comunidad acompañamiento e intervención, quien escucha, diagnostica y remite si el caso lo
requiere, brinda herramientas para hacerle frente a diferentes problemáticas, educando por medio
de talleres, dinámicas y actividades lúdicas, ofrece servicios de atención primaria en salud
mental, primeros auxilios emocionales y atención en crisis. Su participación suele estar más
legitimada en el ámbito asistencial, por lo que cuando se requiere definir funciones propias de
este profesional cobran protagonismo, aquellas que en las que se interviene pero poco aquellas
en las que se realizan actividades de promoción y prevención, lo que lleva a pensar que se
desconocen competencias propias en este tipo de iniciativas y su labor se centra la mayoría de las
veces en asistir.
Las estrategias de fomentos en Salud Mental que se llevan a cabo en el departamento de
Risaralda dejan ver posiciones compartidas, pero también diferencias frente al papel del
profesional en psicología, el paciente y su familia. Resaltándose que en algunas de ellas se
explicita con claridad el rol del profesional en psicología y en otras este es menos definido.
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Abordar el tema de la participación comunitaria y del núcleo familiar de pacientes psiquiátricos
se hizo necesario en el desarrollo del marco teórico, en la medida en que brindaba elementos que
permitían sustentar por qué una estrategia de fomento tiene mayor acogida cuando el problema lo
exponen los mismos afectados y la solución se encuentra en sus propios recursos, por lo anterior
es de resaltar que ludotecas, CADRI, escuelas saludables y centro de escucha y acogida
comunitaria, fomenten la participación activa de la comunidad, buscando generar
empoderamiento en la mayoría de sus habitantes.
Si fomentar en Salud Mental implica ejecutar acciones que eduquen a la comunidad, faciliten el
desarrollo e implementación de recursos propios, que permitan mitigar la estigmatización y la
vulneración de los derechos de las personas que presentan alguna patología y a su vez propendan
porque la comunidad asuma una posición activa frente a su propia Salud Mental y poco
dependiente de las acciones que el Estado pueda ejecutar en favor de su bienestar, es posible
sustentar que Risaralda es un departamento que implementa estrategias de fomento en salud
mental que reconocen estas características, puesto que estas estrategias buscan intervenir de
manera oportuna, prevenir la enfermedad mental y promocionar la salud mental, explicitándose
que han sido diseñadas para trabajar en contra de las barreras estructurales que impiden el acceso
a toda la comunidad, otras para empoderarla y hacerla participe de la solución, con el objetivo de
contrarrestar los escasos recursos.
Arrivillaga (2009), brinda además elementos que problematizan este acercamiento con la
participación del profesional en psicología en las estrategias de fomento en Salud Mental, en la
medida en que resalta que es necesario que los profesionales de esta disciplina comiencen a
asumir una posición más crítica y propositiva no solo en programas de promoción y prevención,
sino que se involucren aun mas en la formulación de directrices nacionales, que esa posición
pasiva frente al tema se deje a un lado cuando se es llamado a responder ante problemáticas
sociales que indudablemente lo involucran de manera directa.
Que comience a trabajar en hacer aun más visible su papel en estrategias que complementen la
función asistencial/interventiva, para que sea más tenido en cuenta en iniciativas de promoción y
prevención y a su vez esto permita que al momento de realizar este tipo de búsquedas se haga
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más fácil definir funciones puntuales y claras y no sea necesario recurrir a la inferencia, sin
desconocer que es importante que una de sus funciones sea convocar a otros profesionales que
pueden hacer grandes aportes en propuestas encaminadas a mejorar la calidad de vida de las
personas.
Este acercamiento teórico genera la duda de si ¿realmente se le hace fácil al profesional en
psicología trabajar en equipo con profesionales de otras áreas? o de si ¿Su posición es bien
recibida o por el contrario es rechazada en las mesas de discusión sobre temas de Salud Mental?
y ¿Qué tan interesado sale el profesional en psicología de la académica en participar de este tipo
de debates? o ¿Qué tanto conocimiento tiene sobre políticas públicas en salud? Mejor aún
¿Realmente en la formación académica se ha pasado de discusiones internas a plantear la
necesidad de un trabajo interdisciplinar? Se espera estos cuestionamientos den paso a nuevos
acercamientos sobre el tema que complementen la posición aquí sustentada.
Retomando aspectos desarrollados en la categoría sobre el rol del profesional en psicología en
estrategias de fomento en Salud Mental, en donde se explicita el sin número de funciones que
podría asumir en este tipo de iniciativas y lo poco propositivo que resulta en las estrategias que
se identificar a nivel Departamental surge la duda de si es desconocimiento de este profesional o
falta de interés e incluso si la norma exige funciones que el profesional en psicología no está en
la capacidad de asumir.
Fácilmente está discusión podría concluirse retomando palabras propias de Arrivillaga, M.
(2009) en donde expone que “los profesionales deben ofrecer servicios de acuerdo con las
necesidades y prioridades basadas en condiciones epidemiológicas; promover la participación
ciudadana en las acciones del sistema de salud y contribuir en las formas de organización de la
comunidad para emprender exitosamente tareas de salud colectivas” (Pág. 143) en donde no se
resalta otra que, darle a conocer al profesional en este caso en psicología a desplegar acciones
que respondan a las necesidades de la comunidad, recurriendo si es necesario a la reformulación
de sus estrategias tradicionales por unas mas colectivas, que garanticen mayor cobertura e
impacto positivo.
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Recomendaciones
Se recomienda para próximos acercamientos, indagar sobre el impacto que estas estrategias de
fomento tienen sobre la comunidad e identificar si se requiere la implementación de nuevas
estrategias, o por el contrario de una reestructuración de las ya existentes. Al mismo tiempo se
sugiere buscar la manera de involucrar más al psicólogo en las estrategias de fomento en salud
mental. Finalmente se espera que sean muchos más los artículos que den cuenta del papel que el
profesional en psicología debe asumir en las estrategias de fomento, identificadas a partir de la
lectura de otras iniciativas y otros aspectos normativos no retomados.
Limitaciones
Entre las limitaciones que presenta el artículo, se identifica la poca información que las
estrategias suministran en sitios web, impidiendo identificar con claridad las funciones del
profesional en psicología, y especialmente su papel en el diseño e implementación de las
estrategias de fomento en salud mental. Tener que seleccionar solo a unos de los funcionarios
para contrarrestar la información recabada lleva a que se cuente con mayores elementos para la
discusión en unas estrategias más que en otras.
Es de mencionar que el artículo solo se centró en las estrategias de fomento que trabajan
específicamente sobre la salud mental y dejó de lado aquellas que de manera indirecta impactan
sobre el bienestar emocional de las personas, por ende se reconoce que el número de estrategias
que trabajan en pro de la salud mental incluyendo las que lo hacen de manera directa e indirecta
podría llegar a ser mucho más amplio.
Una última limitación fue la falta de documentación sobre el papel que desempeña el profesional
en psicología en las estrategias de fomento en salud mental, lo que dificultó comparar de manera
más crítica y reflexiva la participación que asume y debería asumir el psicólogo en las estrategias
de fomento en salud mental del departamento.
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