Ontologías Políticas

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Emmanuel Biset 1 Roque Farrán (editores) Ontologías políticas

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  • Emmanuel Biset 1 Roque Farrn (editores)

    Ontologas polticas

  • COLECCIN TEORA CRTICA Y CULTURA Emmanuel Biset y Roque Farrn (editores) Ontologas polticas. la ed. Buenos Aires: !mago Mundi, 2011. 256 p. 22x15 cm ISBN 978-950-793-118-5 l. Ontologa. 2. Filosofa. 3. Psicologa. l. Farrn, Roque; Biset, Emma-nuel editores CDD 111 Fecha de catalogacin: 15/08/2011

    2011, Emmanuel Biset y Roque Farrn 2011, Ediciones !mago Mundi Distribucin: Av. Entre Rios 1055, local 36, CABA email: [email protected] website: www.imagomundi.com.ar Diseo y armado de interior: Alberto Moyano, hecho con !5fE{C 2E

    Hecho el depsito que marca la ley 11.723 Impreso en Argentina. Tirada de esta edicin: 1000 ejemplares

    Este libro fue publicado con el apoyo de la Secretara de Ciencia y Tc-nica de la Universidad Nacional de Crdoba y del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y 1ecnolgicas (Proyecto PIP No 112-200901-00023).

    Se termin de imprimir en el mes de agosto de 2011 en Grfica San Mar-tn, Pueyrredn 2130, San Martn, Provincia de Buenos Aires, Repblica Argentina. Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de cu~ bierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera algu-na ni por ning~n medio, ya sea elctrico, qumico, mecnico, ptico, de grabacin o de fotocopia, sin permiso previo por escrito del editor.

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    ndice general

    Presentacin Por qu ontologas polticas? Ontologa de la diferencia Emmanuel Biset Ontologa de la sobredeterminacin AndrsDan Ontologa genealgca Maria Aurora Romero Ontologa de la distorsin Juan Mariuel Reynares Ontologa de la inoperancia Manuel Moyana Ontologa de la falta Gala Aznrez Cariniy Mercedes Vargas Ontologa del sujeto Daniel Groisman Ontologa nodal Roque Farrn Autores Bibliografa

    ndice de autores

    1 3

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    43

    79

    101

    123

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    195 237 239 247

  • Presentacin

    Si muchas veces el trabajo intelectual parece darse en soledad, en el caso de este libro se trata de un pensar conjunto. A lo largo del tiempo he-mos puesto en comn nuestros trabajos individuales, los hemos sometido a discusin, hemos discrepado, compartido lecturas, y as, hemos tratado de escucharnos. De modo que este texto surge de un ejercicio colectivo de pensamiento nuclado en torno al Programa de Estudios en Teora Polti-ca" radicado en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre la Cultura y la Sociedad (CIECS) de la Universidad Nacional de Crdoba y el Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET).

    Desde el pensar en comn han surgido escritos singulares, diversos, plurales, que en su vacilacin y fortaleza decidimos publicar para seguir dndole vueltas a preguntas, problemas, inquietudes, malestares y ale-gras que nos convocan. La singularidad de cada texto no debe de dejar notar que los mismos estn atravesados, de un lado, por una reflexin terico-poltica y, de otro lado, por el trabajo de autores que constituyen una constelacin heredera de ciertas transformaciones surgidas del pensa-miento francs de la dcada del sesenta. Autores como Althusser, Derrida, Foucault, Lacan, Ranciere, Agamben, Nancy o Badiou han sido convoca-dos. Cada texto, entonces, en la tensin entre singularidad y comunidad.

    Publicamos para seguir la conversacin infinita en la que estamos.

  • Por qu ontologas P
  • Por qu otitologfs-polticas?

    es decir, de las maneras en las que se configura de uno u otro modo. La apuesta entonces es pasar del conocer al ser.

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    La palabra ontologa tal como lo indica su etimologa nombra el dis- curso sobre el ser, es decir, la relacin entre el discurso, el lenguaje o la razn con el ser en tanto que ser. Resulta central sealar que no nos refe-rimos al ser en tanto que ser -el ser en s mismo- sino al o los discursos sobre el ser. La cuestin es pensar de qu modo, entonces, se da el vnculo entre discurso y ser tal como lo pensamos aqu.

    Desde lo establecido en el apartado anterior, es posible sealar que nos diferenciamos de dos perspectivas al respecto. En primer lugar, nos dife-renciamos de una perspectiva que identifica pensamiento y ser, esto es, que parte de la (ddentidad}> entre ambos. En segundo lugar, nos separa-mos de aquellas posiciones que la piensan como una relacin de exterio-ridad, esto es, un dscurso que se dirige al mundo (en su forma moderna implicara el esquema de la representacin donde el sujeto fundamenta la legitimidad del objeto). Para no pensar en trminos de identidad o exte-rioridad, partimos de la copertenencia entre ser y pensar. Esta implican~ cia mutua da cuenta de una vinculacin necesaria (de ah la ausencia de identidad) pero sin pensarla como dos dimensiones opuestas (de ah la ausencia de exterioridad)'.

    El discurso sobre el ser no es un discurso sobre una dimensin u objeto externo, sino un discurso que en la pregunta por el ser abre su misma po~ sibilidad. Dicho en otros trminos, la identificacin es imposible en tanto existe un distanciamiento propio de la pregunta que abre~ pero es el mis-mo ser quien realiza la pregunta, en tanto no existe un algo ms all del ser que pregunte por el ser. Al preguntar por el ser en tanto que tal, sur-ge un pliegue en el mismo ser. Por ello ser y pensar son lo mismo sin ser idnticos.

    La forma de los discursos sobre el ser que aqu presentamos es la pre-gunta o el preguntar. O mejor, los discursos presentados estn sobrede-terminados por la forma-pregunta. La pregunta por el ser es lo que abre el mismo ser: no lo crea, no lo reconoce, no lo experimenta, no lo perci-be, sino que es una indagacin o una cuestin que abre una grieta en lo existente al preguntar por su modo de ser. En este sentido, la pregunta se dirige de un modo singular a la multiplicidad de lo existente en tanto indaga en esa diversidad por sus maneras de ser.

    Los discursos sobre el ser en tanto que apertura (grieta, hiancia, bre-cha) de lo dado suponen dos cosas. Por un lado, que lo dado al mismo tiempo que es lo nico existente no es slo lo dado. Existe una diferen-

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    Por qu ontologas polticas?

    . herente en cuanto la pregunta permite diferenciar entre lo dado y c1a m 1 d H d aquello que lo hace ser como tal; Esto es o que, s1gmen, o a e1 egger,

    d mos llamar diferencia ontolog1ca. La pregunta es as1 la cond1c1on d_e po -~ilidad incesantemente renovada de la diferencia entre lo dado como ~~::rente y su modo de ser especfic~f" Po~ otr~ lado, .al introducir una g~ie-

    0 real lo dado dela de ser evrdenc1a o Inmediatez, para convertirse m~ ' ' ,. en algo cuya constitucin es contingente. ~a pr:gunta ontolo~ICa abr~ ~al_

    como pura posibilidad. Esto nos permite senalar que una Indagacion sertolgica es aquella que piensa los modos en que se configura lo dado, ~~ejor, los procesos contingentes desd~ los ~ue se estabili~a una f~rma de lo existente. Lo posible no es algo mas alla del mundo, Sino su m1sma condicin, y por lo tanto la posibilidad de ya no ser como

    1 ta_J.

    Por todo esto, los discursos sobre el ser -las onto og1as propuestas aqu- tiene un estatuto cuasi-trascendental. Trascendental en tanto abre~ lo dado. ms all de lo dado sin conducir a otro existente. Desde lat;radl-dn kantiana lo trascendental indica un estatuto Singular: la cond1C1on de posibilidad. Cuasi en tanto la pregunta supone condiciones de posibilidad y de imposibilidad y, al mismo nemp~> no existe ~n. trascender:t~l. puro, sino que siempre se encuentra conta~Ina?-o de facticidad o e~p1nc1dad. Esta ltima indicacin nos perm1te afirmar que nuestros discursos es-tn producidos de manera situada y por ello se ubican en la tensin entre las discusiones tericas y los acontecimientos polticos. La situacionalidad no la entendemos como la ubicacin en determinado contexto histrico, (ue otra vez podramos reconstruir como sujetos cognoscentes, sino co-mo la contaminacin irreductible de cualquier pureza terica con lo que acontece. Esto no significa slo atenerse a lo existente, sino indagando sus condiciones abrir hacia un ms all incierto,la incertidumbre no es coyun-tural sino su mismo exceso.

    Los discursos sobre el ser son el preguntar que abre lo dado ms all de lo dado: a su modo contingente de configuracin. Esto implica pasar de la pregunta por el qu)) a la pregunta por el (

  • Por qu ontologas polticas?

    nos oponemos a cualquier posicin metafsica que fije lo existente, fun-dndolo de modo trascendente o inmanente. Esto significa que aquello que existe no tiene una esencia o idea que pueda ser fijada de un modo de-finitivo, por lo que existe una inestabilidad constitutiva donde se producen estabilizaciones precarias. Segundo, nos distanciamos de cierto construc~ tivismo que desde metforas arquitectnicas supone un agente, una forma o idea y una materia informe. Este constructivismo parte de que lo dado es construido desde una alteridad respecto de lo dado, sea un sujeto indi-vidual, sea la sociedad en su conjunto, sea dios. Lo que, al mismo tiempo que cuestiona el esencialismo, restituye un lugar trascendente respecto del mundo que posibilita su construccin (constructivismo sobredeterminado por una especie de voluntarismo que bajo las formas del lenguaje, la cultu- . ra, el sujeto, la racionalidad o la sociedad ubican lo posible en un exterior, es decir, la contingencia como algo exterior a lo existente).

    El doble distanciamiento, respecto del esencialismo y del cc>m;tructivis- m o, permite comprender el vnculo entre ontologa e historia que plea.nta-mos aqu. Si desde el esencialismo se afirma la perennidad de una o concepto, el constructivismo lo cuestiona sealando que existe una his-. toricidad con textual constitutiva de los lenguajes y las instituciones pol.., . tcas. Ahora bien, el problema del constructivismo es que la se ubica en un contexto exterior a aquello que historiza. Un concepto ra, as, porque es ubicado en uno u otro mo!llento histrico. Frente a aqu postulamos un historcismo radical, lo que significa dos cosas: una parte, que la historicidad no es exterior o contextua} sino inherente un lenguaje o institucin; por otra parte, que la indagacin ontolgica historial y no histrica, se trata de la diferencia que hace posible la misma.

    Desde nuestra perspectiva, lo dado al mismo tiempo es y no es lo existente. Esta paradoja se entiende si afirmamos que no existe algo all, un fundamento exterior que d origen a lo dado (cuya figura hi':stc'iri

  • Por qu ontologas polticas?

    de polticas. Puede haber otras ontologas (estticas, matemticas, etc.) y puede haber otras ontologas polticas. Aqu presentamos distintos discur-sos que no tratan la poltica como un rea determinada, sino como formas posibles que puede adquirir la configuracin del mundo.

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    Atender a la constitucin de lo dado es indagar por su modo de ser. Esta indagacin, sealbamos, no parte simplemente de la multiplicidad o pluralidad de lo existente, sino que abre hacia su dimensin ontolgica .. Esto conlleva un doble movimiento: un momento negativo puesto que indagar por el modo de ser se niega lo existente como tal~ el ser de algo no es lo dado? no es lo ente, y as es la nada de lo ente; pero tambin momento positivo en tanto all aparecen los modos de constitucin de lo existente como procesos de configuracin.

    Una perspectiva ontolgica como la propuesta aqu de ningn modo le- gitima el mundo como tal, puesto que parte de su socavamiento. Se trata de una indagacin que abre lo existente a su configuracin desde un tras-fondo de posibilidades. De ah que rompa con la lgica de la legitimidad que supone la exterioridad del juicio. En otros trminos, la apuesta pensar ontologas polticas supone una redefinicin de lo se enttl

  • Emmanuel Biset

    como constituyente de esa- misma realidad. Este mismo problema surge en el plano de la significacin. Si queremos precisar el significado de un trmino como diferencia lo reducimos al plano de un signo entre otros, siendo que la diferencia menta el mismo proceso de significacin. Por lo que el primer objetivo del texto es mostrar cmo se ha roto con aquellos planteas que hacen de la diferencia algo secundario respecto a elementos constituidos. Para cumplir este objetivo se avanza en tres pasos.

    En un primer momento, se muestra el contexto en el cual la diferen-cia dej de ser un concepto entre otros para caracterizar a toda una gene-racin de autores. De este contexto destacamos el enfrentamiento con la dialctica hegeliana, la elaboracin de una filosofa de la diferencia en Hei-degger y el lugar de la diferencia lingstica en el estructuralismo. Plan-reos que no slo se muestran como indicios de poca, sino que articulan una serie de supuestos desde los que se elabora el pensamiento de la dife-rencia.

    En un segundo momento, se analiza la diferencia en los pensamientos de Gilles Deleuze y Jacques Derrida. Si estos autores son identificados co-mo los autores de la diferencia, el objetivo del texto es indicar qu sentido adquiere la diferencia en cada uno, no slo mostrando sus antecedentes, sino aquellos aspectos que los distancian. Ser la referencia a Hegel aque-llo que permita notar dos filosofas de la diferencia.

    En un tercer momento, se muestra el carcter poltico de una ontologa de la diferenca. 1 Para ello, se dan argumentos en dos sentidos: se analiza el carcter Constituyente de la diferencia a partir de la distincin entre lo ntico, lo ontolgico y lo trascendental, y se propone, a distancia de ciertos plantees contemporneos, la politicidad de la diferencia como procesos de temporalizacin yespaciamiento en tanto condiciones de existencia de lo dado. Este apartado, indicativo ante todo, pretende ser el aporte del texto.

    En resumidas cuentas, efectuamos un recorrido singular para mostrar el carcter poltico de la diferencia. Lo cual nos permite dar cuenta de una particular vinculacin terica entre ontologa y poltica.

    Dialctica y diferencia

    Al comenzar Diferencia y repeticin, Gilles Deleuze escribe sobre el con-texto en que surge el problema de la diferencia:

    l. Ontologa diferencial es el ttulo de una propuesta reciente de Miguel de Beistegui que cruza los plantees de Heidegger y Deleuze para elaborar una filosofa que escape a su fragmentacin. Aqu, a diferencia de Beistegui, se trata de pensar desde una perspectiva poltica esta ontologa diferencial. Cfr. Miguel de Beistegui. Truth andgenesis. Philosophy as differential ontology. Bloomington: Indiana Univer-sity Press, 2004.

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    Ontologa de la diferencia

    El .tema aqu tratado se encuentra, sin duda alguna, en la at-msfera de nuestro tiempo. Sus signos pueden ser detectados: la orientacin cada vez ms acentuada de Heidegger hacia una filosofa de la diferencia ontolgica; el ejercicio del estructura-lismo, basado en una distribvcin de caracteres diferenciales en un espacio de coexistenci; el arte de la novela contempo-rnea, que gira en torno de la diferencia y de la repeticin, no slo en su reflexin ms abstracta sino tambin en sus tcnicas efectivas; el descubrimiento, en toda clase de campos, de un poder propio de repeticin, que sera tanto la del inconsciente como la del lenguaje y del arte. Todos estos signos pueden ser atribuidos a un antihegelianismo generalizado: la diferencia y la repeticin ocuparon el lugar de lo idntico y de lo negativo, de la identidad y de la contradiccin. 2

    Desde la perspectiva de Deleuze, el pensamiento de la diferencia puede ser entendido desde un antihegelianismo generalizado, es decir, se com-prende como reaccin ante la hegemona de la dialctica. Si bien es posi-ble indicar que existen otras corrientes con una presencia ineludible -as la fenomenologa- la nocin de diferencia surge en oposicin a cierta in-terpretacin de HegeL Esto resulta central, pues en gran medida la his-toria intelectual del pensamiento francs contemporneo comienza con la lectura que realiza Alexander Kojeve de la fenomenologa hegeliana.

    Si existe un signo del cambio de mentalidades -rebelin con-tra el neo-kantismo, eclipse del bergsonismo- desde luego que es la vuelta firme de Hegel. Este, proscrito por los neokantia-nos, de repente se vuelve, curiosamente, un autor de vanguar-dia citado con respeto en los crculos ms avanzados. Este re-nacimiento parece deberse a dos razones principales. Una es el nuevo perodo de inters hacia el marxismo, tras la revolucin rusa: (_--) La otra razn es la influencia del curso pronunciado por Alexandre Kojeve en la Escuela Prctica de Altos Estudios a partir de 1933 y que se prolongar hasta 1939,3

    La relacin con Kojve es central porque permite entender cmo se lee '('i}le~;el en el pensamiento francs contemporneo. Una interpretacin en se recupera la Fenomenologa del espritu, apartndose de las lectu-

    que ven en el filsofo alemn slo la hipstasis de la razn. Esta lectura el orgen irrazonable de lo razonable en relacin con las filosofas

    2. Gilles Deleuze. D~ferencia y repeticin. Buenos Aires: Amorrortu 2002 15. ' ' 3. Vincent Descombes. Lo mismo y lo otro. Madrid: Ctedra

    7 1998, pg. 28.

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  • lltl DliiiiUI:D

    Emmanuel Biset

    de la existencia de principios de siglo, es decir7 en proximidad con Husserl y Heidegger. Ante las lecturas panlogistas que destacan la identificacin de lo real y lo racional, en el Hegel de Kojeve el pensamiento .es el movi-miento de la razn hacia su otro 7 y por ello es una ampliacin de la razn. Se trata de la negativdad pensada en trminos antropolgicos, o mejor, de una antropologa ontolgica donde el hombre es el motor de la historia: ( ... ) antropolgico en el sentido que se trata ah de "existencia, es decir, de deseo y de accin. Hegel no es simplemente un intelectualista: sin la creacin por la accin negadora no hay contemplacin de lo dado.4 En-esta perspectiva, la dialctica expresa un humanismo, esto es, la dialctica es ontolgicamente humanista porque todo lo que tiene sentido se decide en la historia humana entendida como accin transformadora del hombre.

    La lectura de Kojeve ser central al trabqjar Hegel a la luz de la filoso-fa contempornea, marcando as a toda una generacin del pensamiento francs entre quienes se puede citar a Georges Bataille, Raymond Aron, Jacques Lacan, Maurice Merleau-Ponty, Alexandre Koyr, Pierre Klossows-ki, Eric Weil. La dialctica goza de un importante prestigio en la Francia . posterior a 1930. Quiz el mayor indicio de esta relevancia se encuentra en La crtica de la razn dialctica de Jean Paul Sartre, publicada en 1960, y donde el marxismo como razn dialctica constituye el horizonte irre~ basable de nuestro tiempo: Nuestro tiempo ser, pues, crtico porque tratar de determinar la validez y los lmites de la Razn dialctica, lo que supone indicar las oposiciones y los lazos de esta Razn con la Razn ana-ltica y positivistan.5

    Frente a esta generacin, ciertos autores que comienzan a escribir en las dcadas del cincuenta y sesenta se definen por su crtica a la dialcti-ca. Si bien existen diferencias de estilo, de acento, de interpretacin, se comparte esta oposicin al hegelianismo. Autores como Michel Foucault Gilles Deleuze, Jacques Derrida, se caracterizan por la ruptura con Hegel: Seala Michel Foucault: ( ... ) toda nuestra poca, bien sea por la lgica o por la ep~stemologa, bien sea por Marx o por Nietzsche, intenta escapar de Hegel. Esta ruptura con Hegel resulta central para pensar el contex-to de emergencia del pensamiento de la diferencia. Pues vale recordar que la dialctica hegeliana se construye como una lgica donde la alteri-dad tiene un lugar constitutivo. La negatividad nombra un movimiento de alienacin, de un hacerse otro. La diferencia como mediacin es cons-titutiva del movimiento djalctico. Al mismo tiempo, la identidad juega

    4. Alexander Kojeve. La dialctica del amo y del esclavo en Hegel. Buenos Aires: Fausto, 1996, pg. 53.

    S. Jean-Paul Sartre. Critica de la razn di(.l.lctica. Buenos Aires: Losada, 1995, pg. 11.

    6. Michel Foucault. El orden del discurso. Barcelona: Tusquets, 1973, pg. 59. 12

    Ontologa de la diferenCia

    rol central, pues la mediacin se produce en vistas a una reconcilia_cin ;n aL En este marco es necesario destacar que la crtica a Hegel surge de ;oposicin entre identidad y diferencia_, ~mes la cuestin es de qu modo la predominancia de la Identidad reducma la difer~ncra, es decir: la alte-dad a la mismidad. Desde esta per~pecnva, la dmlectica, al considerar la -~terencia como negacin, producira un sometimiento de lo otro en una

    ~ticulacin superior, en una unidad idntica superior jerrquicamente. a En este contexto de crtica a la dialctica es posible ubicar dos de los in-dicios de poca que Deleuze seala en su cita: la filosofa de la diferencia de Martn Heidegger y el estructuralismo de Ferdinand de Saussure. En Heidegger aparece explcitamente la confrontacin entre dialctica y dife-rencia en un escrito central para la poca: Identdadydiferencia. Publicado en el ao 1957, el texto se compone de dos conferencias: El principio de identidad y La constitucin onto-teo-lgica de la metafsica. S la di-ferencia ontolgica es constitutiva del pensamiento heideggeriano, es su radicalizacin en una filosofa de la diferencia~ aquello que constituye un i:ridicio central para el pensamiento francs de .la dcada del sesenta. En el segundo de los artculos citados, texto de 1957 escrito como finaliza-cin de un curso sobre Hegel, Heidegger nomina su pensamiento desde la nocin de diferencia oponindola a la dialctica hegeliana:

    ?.7

    La nocin de diferencia retomando la diferencia ontolgica sirve aqu para nombrar la distancia con HegeL De modo que en Heidegger encon-_tramos claramente la oposicin entre pensamiento de la diferencia y filo-sofa dialctica. Si esta oposicin constituye el primer aspecto a destacar contextualmente, el segundo aspecto es la necesidad de pensar la diferen-cia en cuanto diferencia. Esto significa: pensar la diferencia en cuanto taL

    _-Este

  • Emmanuel Biset

    no se est aludiendo a dos cosas distintas en el mundo, ni a una di.stinc:in establecida por el entendimiento hum~no. Estas distinciones son SeCUJl-darias puesto que suponen, ante todo, la identidad de aquellas cosas que luego entrarn en una relacin diferencial. En cualquiera de estos casos la diferencia es sobreaadida a una realidad preexistnte, sea como renre-sentacin del entendimiento, sea como vinculacin en la experiencia. lo que la diferencia se reduce a una diferencia entre entes.

    Heidegger seala que la cuestin es pensar la diferencia entre ente ser. Esta diferencia no es posterior a dos realidades llamadas por caso y ente, sino que ser y ente aparecen a partir de la diferencia. Esto resulta central, pues la diferencia no es posterior, sino es la misma posibilidad ser y el ente, por lo que existe una primaca ontolgica de la diferencia sobre el ser y el ente. No se puede distinguir ser y ente como dos singulares, pues en tal caso se elimina la pregunta por la diferencia lgica. Se trata de pensar en el ente mismo el ser, por lo que ser y no son algo distinto, son lo mismo, o mejor, es la diferencia en lo misn1o: Ser y ente son lo Mismo; slo en la diferenciacin entre ser y ente unido de propio lo Mismo (el ser del ente, el ente en su ser) en la untid:ad; con l mismo. Ser no es algo distinto de lo ente; si fuera algo distinto una vez ms, ente, y la Diferencia ontolgica quedara invertida en Diferencia ntica.8 Esta ser la principal crtica a la tradicin, convertir ser en un ente ms, incluso un ente supremo que fundara el resto de entes (onto-teo-loga). Pero si el ser se piensa como un ente entre olvidamos la pregunta por la diferencia ontolgica. De modo que el samiento de Heidegger resulta central porque, de un lado, aparece

  • lim rumu.1m

    Emmanuel Biset

    ideas dadas de antemano, valores que emanan del sistema. Cuando se que los valores corresponden a concept.os, se sobreentiende que son pura-:. mente diferenciales, definidos no positivamente por su contenido, sino gativamente por sus relaciones con los otros trminos del sistema. Su exacta caracterstica es la de ser lo que los otros no son. u Por ello sefitla: Saussure que arbitrario y diferencial son dos cualidades correlativas constituyen la lengua donde slo hay diferencias sin trminos positivos.

    Siguiendo los sealamientos de Saussure, la diferencia ser central el estructuralismo, puesto que no es un pensamiento de la relacin signos ya constituidos, sino que el mismo valor o identidad del signo de la relacin diferencial. En este sentido, la diferencia es Cie,da des formales son comparables, con independencia de los elementos las componen~>. 12 Un ordenamiento es estructurado si es un sistema cohesin interna que se revela en el estudio de las transformaciones mismo. Un modelo geomtrico de la diferencia constituye el sentido mo, es decir, un modelo espacial construye la estructura como la desde la cual se analiza un objeto determinado. La estructura como gen espacial slo es posible a partir de la simultaneidad, es decir, del de la co-existencia. Resulta central as la simultaneidad de la forma. tructuralismo vive de la constitucin de totalidades coexistentes dcmcle' organiza el sentido de un modo geomtrico. La espacialidad cons:titu~e idea de estructura como sistema donde la modificacin de cualquier mento entraa la modificacin de todos los dems.

    Sea en el pensamiento de Heidegger, sea en el estructuralismo modo de abordar diversos objetos, la diferencia deja de ser cons' id

  • Emmanuel Biset

    sobre otras. No ser sino esa multiplicidad como relacin diferencial fuerzas lo que aparezca en el concepto de diferencia. Para Deleuze, el momento en que la fuerza est relacionada con otra fuerza se llama Juntad, por lo que la voluntad es el elemento diferencial de la fuerza: cualquier fuerza se relaciona con otra, sea para obedecer sea para mLarrd;a he aqu lo que nos encamina hacia el origen: el origen es la diferencia el origen, la diferencia en el origen es jerarqua, es decir la relacin de fuerza dominante con una fuerza dominada, de una voluntad ol>e. . . .

    En la distancia con la dialctica hay que pensar la dJstanca entre di-ferencia y oposicin, pues la diferencia hegeliana s: piensa c

  • Emmanuel Biset

    identidad del concepto fija las diferencias de modo externo. La repPeS

  • Emmanuel Biset

    percepcin, que no se organizan segn la jerarqua conceptos de las especies y los gneros>).22

    Existen dos modos de pensar la distribucin Y las jerarquas en las ferencias: en el caso de la representacin la distribucin se da dad es limitadas en la misma representacin, en el otro caso ll

  • ""' """""" .....

    Emmanuel Biset

    La diferencia se comprende atendiendo al doble sentido del

  • Emmanuel Biset

    prende en el marco de una reflexin constante sobre la escritura en textos tempranos del autor. Derrida muestra en distintas lecturas la -sistencia en la tradicin de un esquema que ubica la escritura en un derivado. Este esquema parte del pensamiento corno algo inmediato, go la voz como la mediacin ms cercana a ese pensamiento y por la escritura como mediacin que slo ((representa la voz. Esto que una y otra vez se repite la ilusin de un pensamiento sin lenguaje -mediacin- presente a s mismo. Y el privilegio de la voz resulta de su terialidad difusa, pues al borrarse restituye esa ilusin. La escritura condenada entonces no slo porque es una mera representacin del bla como primera mediacin, sino porque su materialidad viene a el carcter irreductible de las mediaciones en el mismo seno del miento. Al mismo tiempo, la escritura en tanto mera representacin habla va a ser caracterizada como un significante de otro significante. radjicamente, esa caracterizacin nombra la diferencia que no slo derivada, sino que es lo que constituye el mismo proceso de si:gnifi,cac:i Si Derrida escribe diffrance es porque existe una ntima entre fa y diferencia, es decir, se cuestiona la reduccin de la diferencia presencia o la inmediatez.

    La diferencia no puede ser nombrada con un concepto o una pa,br pues da cuenta del movimiento de constitucin de conceptos o p

  • IJIH t!mlln.ll m

    En tercer lugar, Derrida seala que todo el horizonte epocal en el se ubica es la interrogacin del ser como presencia realizada por Hei

  • Emmanuel Biset

    Desde estos antecedentes, tres sealamientos es posible establecer ra pensar ]a diffrance. Primero, la diferencia se refiere~ la de las diferencias la fuerza que conserva agrupado al srstema ante su persin, es decir, ~u mantenimiento. La diffrance se entiende desde la. ferencia y la arbitrariedad como e~tructur~ gener~l ~e la _lengua por Saussure. Como indica este autor, la d1ferencra _1m~~rca que no trminos positivos, esto es, que no hay concepto_o Signific~do pre~ente mismo, sino que se constituye en la cadena de Intercamb:os. Existen rasgos de esta diferencia que la h~cen estar Y, ese~ par del Sistema de la gua: las diferencias actan, consntuyer: l~s :ermrnos, pero esadslif

  • Emmanuel nlset

    una inscripcin equivalente. Se inscribe la alteridad en una diferencia fuerzas:

    c> nombra la facticidad o equivocidad imposible reducir en lo trascendental (no existe una idealidad tntscend< tal pura). Una diferencia que remite a un movimiento de rlif:rP

  • Emmanuel Biset

    son puntos de llegada en una lgica de la totalidad. Frente a ello se de pensar la diferencia sin reconciliacin finaL

    Deleuze y Derrida comparten la disyuncin de lo idnti.co y lo as piensan la diferencia misma: {r, ,tue Deleuze y Derrida, retrocedan respecto de Heidegger al eliminar su carc-

    t~r historial. Cfr. Gianni Vattimo. Las aventuras de la diferencia. Barcelona: Altaya,

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  • Emmanuel Biset

    Esta estructura tripartita~ as, nos permite discutir con quienes la poltica en una diferencia ntica y con quienes ubican la poltica diferencia ontolgica. La poltica slo s puede encontrar, desde perspectiva, en la diferencia trascendental. Como supo sealar Deleuze diferencia es la diferencia individuan te, o mejor, el proceso de diJ'erenci cin que hace de un individuo un existente. Lo trascendental se rlfrpn, a lo inmanente y a lo trascendente, entendidos aqu como algo lo y algo exterior. Lo trascendental no es nada diferente a lo dado sino su condicin de existencia que slo puede ser pensada en una poralidad retroactiva. Diferencia trascendental, siempre atendiendo a observaciones crticas sobre lo trascendental hechas por Derrida, que z comprenda los procesos polmicos de espaciamiento y como condicin de lo dado. Como sealamos, al reivindicar Deleuze rrida las nociones de fuerza y de lucha, destacan que la diferencia en diferenciacin conlleva una lucha de fuerzas o una economa de irreductible. De ah que se pueda indicar que la diferenciacin es ca, no como un rea pasible de ser distinguida de la cultura, la sociedad la economa, sino como la condicin gentica -polmica- de lo exiscenre:' Por esto mismo, lo cual es ms difcil de pensar, no se trata de tres nc>ciortes de diferencia, sino de una complejidad inherente a la misma diferencia.

    En la oracin fnebre dedicada a Deleuze, Derrida va a acentuar convergencia en un pensamiento diferencial:

    Por lo que respecta, aunque esta palabra no es apropiada, a las "tesis", y concretamente a aquella que concierne a una diferencia irreductible a la oposicin dialctica, una diferen-cia "ms profunda" que una contradiccin (Diferencia y repeti-cin), una diferencia en la afirmacin felizmente repetida ('~s,

    s")~ la asuncin del simulacro} Deleuze sigue siendo sin duda, a pesar de tantas diferencias, aquel de quien me he considera-do siempre ms cerca de entre todos los de esta "generacin", jams he sentido la menor '(objecin" insinuarse en m)).45

    Esta cercana en la que no surge la menor objecin, no debe dejar evidenciar una serie de distanciamientos irreductibles. Si ambos plt:Uo

  • tituye la misma posibilidad de la totalidad. Esto resulta imposible po,rmll la alteridad slo es posible desde mltiples mediaciones.

    En resumidas cuentas, si en Deleuz la inmanencia es el lugar por celencia de la diferencia, en Derrida es su ruptura en tanto la n>, de Deleuze y Derrida te. En el primer caso es el ser unvoco que se dice de las diferencias, en el segund caso el ser nunca puede decirse como tal puesto que siempre difiere, no pres~nte. Si en un caso el sentido se produce en la diferencia, en el otro _el se vuelve imposible:(._.) por un lado, el sentido se apoya en la autondad de_ diferenciacin, por el otro, el sentido se anula en ella. Uno hace caer todo el sobre el sentido como movimiento, como produccin, como novedad, como nir el otro hace caer un peso equivalente sobre el sentido como idealidad, id~ntidad localizable como verdad presentable. Nancy, Las diferencias las. Deleuze y Derrid~>", pg. 256; Es la distincin entre la produccin de lo y una suplencia de lo antiguo siempre perdido. Al mismo tiempo, Giorgio ben, en un texto que trabaja la inmanencia deleuzeana, establece esta o:>osicin entre Levinas 1 Derrida del lado de lo trascendental y Deleuze 1 Foucault del de la inmanencia. Agamben, La inmanencia absoluta. _

    48. Cfr. Jacques Derrida. Violencia y metafsica. En: La escnturay la cia. Barcelona: Anthropos, 1989. 38

    '0i1t0loga de la diferencia

    F nte a estas herencias quisiramos sugerir, slo sugerir, que es po-. 1. retra ontologa poltica de la diferencia a partir de la nocin de dife-stbe 0 d 1 '

    . trascendental. SI de un la o tenemos Ciertos p anteos que acentu.an rencia . h . . . d el carcter afirmativo de la potencia e

    1 n m;a erenci~ spdmo

    1ztana, e_dotrdo

    d tenemos autores que acentan e caracter negatlvo e a comun1 a , : ~ecir, la comunidad sin fundamento sera aquella donde no existe un

    ', .. ,.,,,.0 n comn que de origen o sentido a la comuntdad. En ambos casos, ">>.rece eliminarse la posibilidad de pensar la diferencia como tal, es decir,

    proceso de diferenciacin. No se trata ni de la potencia de lo da-ni de un lugar ausente de la comunidad, sino de la sene de dJferenct?s configuran lo dado. Diferenciacin que se entiende como condtcion ~-. ,j, exis;tenci' 1, esto es: una configuracin singular de tiempo y espacio. En

    trminos, la diferencia se entiende como los procesos de tempora-lwacin y espaciamiento en tanto condiciones de existencia de lo dado.

    pensar si en esa diferenciacin tiene lugar la negatividad, no ent~nfundamento ausente, ni siquiera como la nada de lo ente, s1no

    -como la serie de mediaciones no dialcticas. O, como hemos visto, si la di-ferencia es una distincin unilateral o si esa unilateralidad supone ya una :sede de diferenciaciones. La pregunta por el lugar de la negatividad en la diferencia queda abierta.

    Hemos intentado a lo largo del texto indagar dos cosas: de un lado, en qu-sentido la diferencia es ontolgica, de all que a~entuamos su _carc:er ;gentico en los diferentes autores; de otro lado, cuales son los distancta-m-ientos entre las concepciones de diferencia. Esto en vistas a pensar cmo seentiende la politicidad de estas ontologas diferenciales y cules son las

    , posiciones que surgen all. Si el recorrido por lecturas ~e la dife;encia nos - ha posibilitado destacar su carcter consntunvo, su cara~er po~Iti~? surge

    (le la existencia de un polemos en el mismo proceso de d1ferencracron. En un primer momento en una presentacin contextua!, sealamos

    "!U e el pensamiento de la diferencia surge en oposicin a la dialctica hege-litana. Discusin central en tanto la diferencia es inherente al movimiento

    ; 11ta1ctico, incluso el movimiento de la negatividad puede ser pensado co-mo :diferenciacin. De all la necesidad de mostrar la distancia con este planteo, tal como surge en Heidegger y Saussure. En ambos casos se trata

    romper con una concepcin de la diferencia relacional. En el caso de ll'leidegger, la radicalizacin de la diferencia ontolgica permite pensar la iff~~n~; o en cuanto tal como lo que hace posible la diferencia entre ser y

    En el caso del estructuralismo, se muestra que la diferencia es lo que !le otorga valor o identidad a cada signo.

    39

  • Emmanuel Biset

    En un segundo momento, presentamos la diferencia en Gilles Dt,le1"7i calificndola de afirmativa. Desde el trabajo de lectura de Nietzsche, la ferencia se distancia de la negatividad hegeliana. Se trata de pensar, el autor, una diferencia sin negatividad. Esto implica liberar a la ca de su apropiacin por la identidad desde un esquema represerttativ, La representacin reduce la diferencia al subordinarla a la identidad concepto. Frente-a ello un pensamiento de la diferencia interna lleva cuestin de la determinacin de lo dado como distincin unilateral, lo se comprende desde la expresin ((hacer la diferencia. Pero para asimilacin al plano de Jo dado, Deleuze aporta la nocin de ;ferenc; cin que se mueve entre el plano de lo virtual y lo actual. La diferencia diferencia individuante.

    En un tercer momento, presentamos la diferencia en Jacques calificndola de negativa. Desde una primera referencia en la lectura prana de Husserl, la diferencia surge en un cuestionamiento al fo:nolosm mo de la tradicin. Por este motivo el neologismo diffrance resulta legible y no audible. Los antecedentes de Nietzsche, Freud y HEOIC!eg:

  • de la sobredeterminacin

    Andrs Dan

    el presente captulo nos proponemos avanzar en la elaboracin de \:a or1tolo;ia poltica que se haga ecq de las principales implicancias del eo15a1mien>~o poltico posfundacionalista y que est orientada a poner en

    el encorsetamiento impuesto al anlisis poltico por parte de la poltica cannica. Una ontologa que d cuenta de una aproxi-antiesencialsta a los procesos de creacin y fijacin de sentido,

    que asuma el carcter constitutivamente abierto de toda identi-A la vez que tambin evidencie la relativa estructuralidad que acta superficie de inscripcin de toda significacin, su carcter intrnse-

    fallido y su condicin de estar hegemnicamente suturada. Una 1{olpg.ia de la significacin que cuestione toda parcelizacin terica que

    "e ,,u,uu legitimadora de la delimitacin de un campo de objetos y prc-de,nclrrlincaclas a priori como polticos y as nos permita pensar ms al

    poltico como un modo de ver que como un qu ver. En definitiva, tpntga que nos posibilite avanzar en la conformacin de un nuevo

    de intervencin politolgica a partir de una concepcin del modo se crean las estructuras socialmente significativas; o sea~ una on-que legitime al anlisis poltico para dar cuenta de las operaciones

    bl>gtiCS sociales adquieren su ser; ya que pretende dar cuenta de

    on'c''"" de creacin 1 fijacin de sentido. De la sobredetenninacin, esta es la categora central que nos permite evidenciar la lgica

    orier1ta cmo se relacionan los sentidos -constitutivamente disloca-entre s y cmo se relacionan estos con la relativa estructuralidad

    como superficie de inscripcin de todo proceso significativo. Po-

  • AndrsDan

    ltica, porque se inscribe en el marco de una ontologa poltica de lo a partir de la cual asume que todo acto de significacin est basado acto de exclusin y que la operacin hegemnica es la condicin de bildad de cualquier sentido social en la medida en que sutura el donde estos se fijan.

    En esta direccin, el presente trabajo se estructura bsicamente partes. En primer trmino~ plantearemos brevemente dos hitos tu:fldam tales en el modo de pensar la significacin desde una gramtica dacionalista; por un lado, la lingstica estructuralista de origen

    reano~ y por el otro, la crtica derridiana a la misma idea de tervencin ineludible para cualquier aproximacin antiesencialista. primer apartado concluir con la presentacin de la categora de so que habilita nuestra ontologa de la sobredeterminacin. La parte girar en torno a la propia nocin de sobredeterminacin, y nuevamente nos encontraremos con dos momentos centrales; el ral, a partir de los desarrollos del psicoanlisis freudiano, en referencia a la interpretacin de los sueos, y el de la traslacin seriana de la sobredeterminacin al campo general del pensamiento estructuralista. Finalmente, en un tercer y ltimo momento, plarttear,er nuestra propuesta de una ontologa de la sobredeterminacin.

    La irrupcin del lenguaje en las ciencias sociales Los desarrollos tericos en el campo de la lingstica en las

    ras dcadas del siglo pasado, comenzaron a habilitar una nueva pensar no slo la propia estructuracin del lenguaje, sino, sobre conjunto de las relaciones sociales en la medida en que permitieron sar cualquier sistema de significacin. Particularmente, en el marco teora poltica posestructurci.lista la nocin central de discurso est tamente inspirada en la idea de estrucrura de la lingstica postsaussureana.

    Ferdinand de Saussure va a emprender un anlisis e,;trict:arne:nte mal del lenguaje desplazando -hasta su anulacin- el rol del el proceso de significacin. De esta manera, Saussure comienza a ellengu'\ie como un sistema de diferencias, donde no hay tivos ni sustancia, pasando a ser pura fOrma. La identidad de un de un signo (unidad lingstica) deja de depender del referente Y se tituye a partir de un relacionamiento diferencial con el resto de los que conforman la lengua, de modo que la identidad de los eventos da por su pertenencia a la estructura y no por la existencia de un natural o esencial entre el significante (imagen acstica) y el .Cic)n, en la abstraccin del procedimiento. Su nocin de sistema es la ~':.,il:re:si,n de la construccin de un va abstracta~ conceptual, puesto que

    sisteJna no se observa, y sin embargo cada elemento lingstico depen-l.1 Como podemos observar, en Saussure existe una presencia de la

  • AndrsDcin

    materia vieja, de modo que siempre hay una infidelidad parcial del do. El signo puede alterarse porque se contina. Se produce, en un continuo desplazamiento de la relacin entre el significado y el . cante.

    Con la finalidad de condensar an ms el argumento saus:smceano demos presentar su conclusin fundamental: el lenguaje gira bre identidades y diferencias, siendo estas la contraparte de aqull~: As, podemos sintetizar el orden de la lingstica estructural en dos principios fundamentales: el primero indica que en la lengua ms que diferencias (. .. ) pero en la lengua slo hay diferencias sin positivos,6 lo que revela el carcter puramente relacional y difere:rrci;,: las identidades lingsticas, mostrando por un lado que la lengua de ser otra cosa que un sistema de valores puros7 a la vez que un sistema en el cual ningn elemento puede ser definido indepeucli< mente de los otros. Y el segundo principio indica que la ~~,~~~~~::;: forma, no una sustancia, 8 donde cada elemento se define e mediante reglas de combinaciones y sustituciones con los otros elna: Jacques Derrida. La primera, se

    en -su ya clas1ca obra De la gramatologa, donde sita claramen-le"!;trcturalismo saussureano dentro de su (devastadora) critica a la

    ;tafisica de la presencia Y al logocentrismo. Pero, a los fines que estamos IOcados, el texto central ser un breve trabajo publicado ese mismo ao

    La escritura y la diferencia, el cual terminar por configurarse 'Hocus del pensamiento posfundacionalista. Nos referimos a La es-

    el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas". Dicho se erigir como una bisagra fundamental para el desarrollo del

    ruYnll'iiellposestnlctu:raJiis:mo, su locus classicus. '"'"esce trabajo Derrida no se ocupa directamente de Saussure; por el

    >''titario, realiza una lecn1ra de Claude Lvi-Strauss y a partir de la misma !ddm;tntve una nocin central dentro de las corrientes estructuralistas: la

    nocin de estructura, o ms bien, la estructuralidad de la estruc-es en este sentido que podemos hacer extensible sus conclusiones

    ;~~~~~~~del pensamiento estructuralista en general y a la lingstica y postsaussureana en particular. comienza el_texto indicando que en la historia del concepto de

    ftiirCiur'a se ha producido un acontecimiento, que tendria la forma exte-ha ruptura y de un redoblamiento. Acontecmiento que ha consis-pensar la misma estructuralidad de la estructura, cuestin que las

    mentes estructuralistas parecieron siempre haber dado por supuesto o creyeron haber neutralizado y reducido mediante un gesto consis-

    darle un centr?, en referirla a un punto de presencia, a un origen . . u~a par:::~ dicho acontecimiento se presenta como una ruptura~ una d>.Slocacwn que es parte ya del conjunto de una poca y que en-"''~ .. ,". " momentos ~ulmi~es en los nombres de Nietzsche, Heidegger,

    otros. No solo baJo la forma de un discurso filosfico, sino que se trata fundamentalmente de

  • AndrsDan

    del fundacionalismo desde dentro, un cambio paradigmtico sin la dad de restringir de una manera histrica los momentos de a>aJciciin tales acontecimientos a nuestro propio tiemp0>>. 11

    A la estructura siempre se le ha asignado un centro cuya funcin cipal no solamente era organizarla (el orden es co~di~i~n sine qua la estructura) sino fundamentalmente hacer del prmctplO de organi,,ac de la estructura un lmite al juego de la estructura, un limite al los desplazamientos y d las sustituciones h~cia el i~ter~

  • AndrsDan

    movimiento de la significacin aade algo, es lo que hace que haya siempre "ms", pero esa adicin es flotante porque viene a ejercer una funcin vicaria, a suplir una falta por el lado del significado. (. .. ) La sobreabundancia del significante, su ca-rcter suplementario) depende, pues, de una finitud, es decir, de una falta que debe ser suplida. 21

    Este descentramiento de la estructura lleva a Derrida a una cc>n. 23 -

    Dicha ausencia tiene un estatus cuasi-trascendental ya que niega sibilidad de un fundamento ltimo (trascendental) y dicha n

  • AndrsDan

    donde la identidad de cada elemento es relacional, pero no por ello bitraria, sino que dicho proceso transcqrre sobre un determinado relaciones sistemticas que definen los valores diferenciales y no a de una necesidad exterior al sistema que las estructura.

    Un rasgo fundamental de esta nocin de discurso emerge tras tar la imposibilidad lgica de toda totalidad: el carcter constitutiiva1me1 abierto de toda formacin discursiva. Estamos frente a un lmite- de gica diferencial y relacional saussureana que permite la cc,m:tiltu

  • Andrs Dan

    mo. Afirmar el carcter discursivo de todo objeto

  • Andrs Dan

    desplazamiento del significante. Y por el otro, incorpo~a las. crticas a la metafsica de la presencia al poner en cuestlon cuatquier de totalidad debido a la indecidibilidad constitutiva de sus trcmt:en negar la existencia de un fundamento ltimo y al a~umir e~ rial del discurso tr:as sostener que todo ser se configura di:SClln:iv:aD:\ Semejante desplazamiento ontolgico no debe hacernos caer en del relativismo, ya que no arroja como resultante un borramientO fundamentos," lo que supondra una nueva forma de a"trifu:ad.ac:iona!i sino que por el contrario motiva el debilitamiento del estatus de dichas categoras. Como aseverramos ms arriba, a la vez mala imposibilidad de un fundar definitivo, se sostiene la nece.sariedai fundamento (precario, fallido y contingente).

    Consecuentemente, una implicancia central del es la desestabilizacin de la frontera entre lo Y lo poltico pensamiento occidental decimonnico haba traza~d;s~o::;~~i~:~~~;:~l llevar adelante dicha empresa, la teora poltica F sa, por un lado, a las ciencias sociales de haber disuelto lo polti.c social40 y, por el otro, propone un desplazam1ento en una direcf'ir metralmente opuesta, desarrollando una ontologa poltica de lo incorporacin de la distincin entre la poltica Y lo poltico -la como subsistema social y lo poltico en tanto momento dante de lo social- habilita afirmar el carcter eminentemente toda identidad social.

    Estamos, en definitiva, en condiciones de pensar la poltica lugar diferente. La poltica; en su sentido ms radical, encuentra condicin de posibilidad y de imposibilidad al mismo tiempo. Se ce, en definitiva_, el ~etorno de Lo poltico. Lo poltico puede ser entonces, a partir de la misma imposibilidad de toda totalidad Y secuente imposibilidad de toda fijacin de sentido definitiva. Si

    39. Frente al rechazo de-~- idea de sociedad como totalidad mm

  • AndrsDan

    progresiva desubstanciacin de todo proceso social de. creacin de En este devenir, hemos situado sus inicios en las reflexwnes de ;:,aussut:' torno al lenguaje y destacamos un punto de inflexin central en la de Derrida a la idea de totalidad.

    Saussure inici el proceso de anulacin del referente Y la1 .~;~::;:z te concepcin de la identidad como reverso de la diferencia,. : el centro de la_ escena a las relaciones por sobre los elementos en el so significativo. Si lo relevante para comprender una identidad son las relaciones que esta establece con el resto de las 1ueu n

  • Andrs Dan

    Sobredeterminacin

    Estos interrogantes nos sitan sin escalas en el objetivo p!inci>al este artculo. Estos interrogantes nos exigen avanzar hacia una mP''". tologa poltica. Una ontologa que nos permita comprender el que relacionan sentidos constitutivamente dislocados con una tructuralidad hegemnicamente configurada~ que define el corttexto de dicho proceso significativo se lleva a cabo. Se trata, por tanto, de en una ontologa de la sobredeterminacin que nos posibilite dar de esta relativa estructuralidad, del momento poltico por e;cc

  • Andrs Dan

    ci6n abreviada del mismo.43 Esta operacin se desarrolla a travs de procedimientos fundamentales. En primer trmino~ la tarea de concleilsa cin supone la exclusin de determinados elementos latentes que mente desaparecen como producto de la elaboracin onrica. k;ii:n>mo 1 condensacin tambin implica la fragmentacin, procedimiento m

  • Andrs Dan

    epistemolgicamente a la enorme ma;;ora de los parad~gmas he,gemin cos de las ciencias sociales contemporap.eas. Y como esta claro, texto de una ontologa antiesencialista de la significacin en los que el pensamiento poltico posfundacional ha pe~sado la cuestin, la nera en que concebimos las relaciones entre sent1dos es rechazamos, desde Saussure en adelante~ cualquier vnculo eSencial significante y significado y proclamamos la arbitraried~d de dicho lo a la vez que sostenemos, consecuentemente, el caracter rela

  • Andrs Dan

    Este conjunto de condiciones es la existencia del todo en un momento terminado, en un momento actual, como dijera Lenin; es decir, la co,mple relacin de condiciones de existencia recprocas entre las de la estructura de un todo. Por lo tanto, el problema de la de:teJrmin cin estructural ha sido resuelto por la prctica marxista-leninista y Althusser pretende es enunciar a nivel terico dicha solucin. Si se hablar a nivel terico de las condiciones, escapando al empirismo y irracionalidad, es porque compleja. 60 Ciertamente, estamos en las antpodas de la dialctica hegeliana, en

    proceso simple de dos opuestos, cuya unidad originaria simple se di-vide en dos contrarios. Para Hegel, la dialctica se sostiene en el Supuesto radical de una unidad originaria simple, desarrollndose en el seno de ella

    misma por la virtud de la negatividad y no restaurando nunca, en todo su . ._desarrollo, ms que esta unidad y esta simplicidad originarias, en una to-

    . talidad cada vez ms "concreta'\>.61 No se trata de una inversin de este su-puesto de una unidad originaria; por el contrario, estamos frente a su sim-ple supresin y frente a su reemplazo por un supuesto terico totalmente diferente: en lugar del mito ideolgico de una filosofa del origen y de sus conceptos orgnicos, el marxismo establece en principio el reconoci-miento de la existencia de la estructura compleja de todo "objeto" concre-to, estructura que dirige tanto el desarrollo del objeto como el desarrollo de la prctica terica que produce su conocimiento. No existe una esencia originaria, sino algo siempre-ya-dado>>. 62 Pero al mismo tiempo tambin estamos en las antpodas de la economa poltica clsica, que pensaba los fenmenos econmicos como dependientes de un espacio plano, donde reinaba una causalidad mecnica transitiva, de tal modo que un efecto de-terminado poda ser referido a una causa objeto, a otro fenmen0>>63 ya que, frente a esta concepcin empirista, Marx contrapone su concepcin de una regin compleja y profunda definida por una estructura. Estamos frente a la destruccin de todas las teoras clsicas de la causalidad en definitiva, estamos frente a la ruptura epistemolgica de Marx. '

    Ahora, entonces, se puede plantear el problema con claridad. Se trata de de~arrollar eJ"herramental terico que permita comprender las formas especificas en que se manifiesta la contradiccin principal, cmo esta se encuentra determinada por las formas y las circunstancias histricas con-cretas. Si la contradiccin entre las relaciones de produccin y las fuerzas

    60. Ibd., pg. 162. 61. Ibd., pg. 163. 62. Ibd., pg. 164. 63. Althusser, Para leer El Capital, pg. 197.

    67

  • Andrs Dan

    productivas est empricamente especificada por la superestructura y la situacin histrica interna y externa .(que a su vez remite al proi>io sado nacional e internacional), entonces hay qt1f~ dar cuenta teric;orr>erit< de dicha relacin. En palabras de Althusser:

    Por medio de qu concepto puede pensarse el tipo de deter-minacin nueva, que acaba de ser identificada corno la deter-minacin de los fenmenos de una regin dada por la estruc-tura de esta regin? De manera ms general: por medio de qu concepto o de qu conjunto de conceptos puede pensarse la determinacin de los elementos de una estructura y las re-laciones estructurales existentes entre estos elementos y todos los efectos de estas relaciones, por la eficacia de esta estruc-tura? Y a fortori, por medio de qu concepto o de qu con-junto de conceptos puede pensarse la determinacin de una estructura subordinada por una estructura dominante? Dicho de otra manera cmo definir el concepto de una causalidad estructural?.64

    La respuesta a tamaos cuestionarnientos es elaborada porA!th1us~;e~ partir de sus lecturas del psicoanlisis freudiano y de los aportes de gstica estructuralista, desde Saussure en adelante. Pero como l se encarga de aclarar, Marx practic dichas preguntas a partir de su de la historia y de la economa poltica, pero sin generar el concept:o .! una filosofa de igual rigor. Marx fue el terico que tuvo la audacia capacidad para plantearse el problema de la determinacin de los tos del todo por la estructura del todo, y lo hizo an sin contar con concepto filosfico elaborado para responderlo. Antes de plantearlo problema, ms bien Marx produjo este problema ya que se ocup de verlo prcticamente aunque sin disponer delarsenal conceptual do, lo cual lo llev a recaer en esquemas anteriores, necesariamente cuados al planteamiento y a la solucin de este problema. Y la .. ~--- la que se dispone ahora gracias al psicoanlisis de Freud y la que resolver a nivel terico el problema de la determinacin estructural, de la sobredeterminacin.

    De esta manera, pareciera que la excepcin se convierte en (in) finito conjunto de contradicciones y su fusin en principio de o de inhibicin histrica, hacen que la contradiccin principal se se en la prctica como una contraQ.icCn sobredeterminada, lo que" vez constituye la especificidad de la contradiccin marxista. Esto es, no estarnos frente a una simple contradiccin ni a una simple so.bredie minacin, sino frente a una contradiccin sobredeterminada porque

    64. Althusser, Para leer El Capital, pg. 201.

    68

    Ontologa de la sobredeterminacin

    ~obre"determinacin cuyo fundamento es una contradiccin; se trata, en-tonces, de una acumulacin de determinaciones eficaces (surgidas de las superestrUcturas Y de circunstancias particulares nacionales e internacio-

    . mUes) sobre la determinacin en ltima instancia por la economa. 6 5 Pero no debemos confundirnos e:on la idea de que la sobredetermina-:in est basada en situaciones apa:fentemente singulares y aberrantes de la historia. Por el contrario, es universal, en el sentido de que nunca la con-tradiccin principal acta en estado puro)> creando superestructuras que posteriormente se separan cuando han realizado su obra: ni en el primer ni en el ltimo, suena jams la hora solitaria de la "ltima instan-'"""'' Esto significa ni ms ni menos que la superestructura no puede ser

    .. :pensada como un mero reflejo, como un simple epifenmeno estructural: contradicciones secundarias son necesarias a la existencia misma de

    contradiccin principal, que constituye realmente su condicin de exis-tanto como la contradiccin principal constituye a su vez la condi-

    de existencia de las primeras.67 Por tanto, como el propio Marx lo ex:pr

  • AndrsDan

    ms que en y a travs de las circunstancias en las cu~l:s se realiza, que no puede pensarse jams al margen de sus cond1c1ones de exist>. ero no que ahora sea equvoca, sino que se muestra determinada por l~ jidad estructural que le establece su papeL Como seala el propiO ser la contradiccin marxista es J4 o, expresado de manera algo ms elegante, sencillamente: sobredetermihada. Althusser despega a Marx de la economicista, porque fue esta la que estableci ~na vez para si 76 de tal

    que si cada parte constitutiva de la totalidad es expresin de la ro-entera, entonces la condicin absoluta es que el todo no sea una

    estruc:tura.

    Althusser, Para leer El Capital, pgs. 197-209. 71

  • AndrsDan

    como vimos, el concepto de sobredeterminacin es introducido Freud para pensar las rel~ciones simb,licas entre !as estructuras cas del sujeto y sus expresiones a traves de los suenes. Sau~sur: problematiza el vnculo entre la totalidad y sus part:s co~stl~tl:as, tentar comprender la relacin de la lengua con el s1gno hngu1s~:co una aproximacin estrictamente formal, llevndolo a la conclus10n la lengua como sistema de diferencias slo se expresa en cada uno elementos constitutivos. Como hemos procurados mostrar, la cuesrt>n,, cmo pensar la relacin entre el todo y sus. partes tambin es clave marxismo estructuralista de corte althussenano, donde este proble1na' quiere la forma de cmo comprender la relacin entre el todc>-connple estructurado y las identidades particulares, Y, al trasladar la cate~>mia la sobredeterminacin al campo del marxismo para ofrecer una nu1evar puesta al problema de la determinacin estructural, Althusser por habilitar una nueva forma de concebir las relaciones entre totalid,',''nt

  • Andrs Dan

    algn modo, inmanente- o bien lo ele:mentos no, podran ~er ms expresin de una totalidad trascendental, no podnan ser mas que la festacin de una totalidad que les imprime su propia esencia o mnctaine1 to. O bien, no podra haber ms que relaciones de determinacin, que su interrelacin no podra afectar sustantivamente su propia dad, por lo menos no sino bajo alguna forma de desviacin, OCl~lt.amtie to o desnaturaLizacin. Exactamente lo contrario, desde el punto de epistemolgico y ontolgico, sucede en el conductismo y en todos enfoques de la ciencia poltica que asumen, ms o menos una concepcin referencial y substancial del lenguaje.

    Este modo de concebir el lenguaje nos sita frente a otra cuestin tral que una ontologa de la sobredeterminacin procura poner de A saber, la primaca ontolgica de las relaciones por sobre los elE!mm1guraua, otra consecuencia de esta preeminencia de las relaciones es que hacernos pensar en una linealidad ordenada temporalmente al un primer momento de sutura hegemnica y uno posterior de so.br

  • Andrs Dan

    miento, que muestran la presencia de la relativa estructuralidad a de sus efectos, poniendo en evidencia el carcter material del ili>Ctlrso,, dar cuenta de cmo las operaciones idelgico-discursivas hacen que prctica u objeto social sea lo que efectivamente es.

    En conclusin, una ontologa de la sobredeterminacin dencia el atravesamiento del poder en todo proceso de ccmJ'igurac:in; sentido, por lo menos desde dos puntos de vista. En primer trmino, sobredeterminadn supone operaciones como la condensacin y plazamiento (o sea mecanismos tales como la exclusin, la fn>gmentact y la fusin as como reemplazos, traslaciones de relevancia y d

  • :Olgi.ca de Michel Foucault en el intersticio de modalidades de

    formas de gubernamentalidad y procesos de subjetivacin, anudan en una ontologa critic~ del presente. La propuesta de una de lo ontolgico del pensamiento poltico foucaultiano, arrib.ar en

    jblen1a1izracJin de lo que somos en tanto diferencia de nuestro p.resen~ lectura buscar desplazarse de aquellas interpretaciones que bus-

    distirrgtlir, esquematizar y compartimentar la (no)obra de Foucault tonoeJOt

  • Maria Aurora Romero

    La indagacin sobre la dimensin ontolgica de la genealoga tiana, comenzar recogiendo la pregunta por la Ilustracin como un nstico del presente, a partir de las formas contingentes en las hemos constituido de determinadas maneras. En un movimiento que vierte y se reinscribe en la tradicin kantiana, la empresa de l'81

  • Mara Aurora Romero

    tro de un pensamiento crtico que tomar la forma de una onttolo~:a nosotros mismos, de una ontologa d.e la actualidad. La cuestin torno a interrogar el presente como un signo de la actualidad de ces, en trminos de nuestra pertenencia a ellas. El sello de la uutstec; para Foucault se halla en la resistencia a la autoridad, por lo que su continuidad con los fines de las Luces, donde la actitud crtica toda vez que con ella se busca lo impensado dentro de los propios nos de la Ilustracin. 2 La actitud propia de la modernidad ser entertd como una crtica permanente de nosotros mismos en tanto sujetos Ilustracin. El ethos filosfico legado por Foucault nos impone tr;ansit;ar la reflexin de nuestras fronteras, donde la actitud lmite sortea los y los adentros, esquivndolos. De tal ethos filosfico emerge una histrico-prctica de los lmites que podemos franquear sobre mismos en nuestra impacienca por la libertad. 3

    Quines somos? constituye la pregunta que nos remite hacia el do a recorrer la genealoga de nuestras identidades, para poder pe:nsai en su propia precariedad histrica. Pero adems, quines somos? va hacia adelante a una conversin tica de nosotros mismos, a la vencin poltica de nuevas subjetividades. "La historicidad de mtes;tnJ (. .. ) no conduce a un relativismo de valores y a un nihilismo de la sino a la provocacin de nuestras libertades, desafiadas por la de nuevas modalidades de ser"4 La pregunta por la Aufkldrung una doble orientacin del pensamiento a partir del valor otorgado sen te, y a travs del anudamiento de teora y prctica que de l se La vuelta sobre la idea kantiana de una ontologa crtica del presente ca no slo comprender, sino dibujar los lmites de lo que funda el de nuestro discurso. El trabajo genealgico fuerza una hi"stc>ri

  • Ul!l I:JilU.Illil

    Mara Aurora Romero

    A partir del diagnstico de nuestra actualidad, la pregunta por la Ilus-tracin recoge una dimensin ontolgica de lo poltico en su pliegue con el saber y la subjetividad. La ontologa histrica del presente, se preg:urlta

  • Mara Aurora Romero

    ya que esta no es ms que el episodio actual de una serie _de somoetimien,. tos>}.zo Al igual qUe sera equivocado buscar la procedencia ~n una nuidad sin interrupcin, tambin lo sera el intento de explicar la gencia por el ltimo episodio. Frente a la metafsica que sita el oreSf>ni, en el origen para imputar un destino que se manifestara desde el momento, la genealoga restablece el juego azaroso inscripto en _unos temas de sumisin. La emergencia aflora en y desde un determinado tado de fuerzas. La emergencia no es ms que la entrada en escena de fuerzas, su irrupcin, el empuje por el que saltan a un primer plano. emerge.ncia designa un lugar de enfrentamiento, en realidad, define no-lugar como la pura distancia de la no pertenencia de lo_s mismo espacio. La emergencia abre el intersticio entre quienes se tan como un vaco donde intercambian sus amenazas.

    La historia ser para Foucault el instrumento de la genealoga. La tologa foucaultiana del presente se funda en una historia efectiva, sentido histrico [que] da al saber la posibilidad de hacer, en el m3vlmie tomismo de su conocimiento, su genealoga.2l Hay que librar una contra el desplegamiento metahistrico de las significacionee~s;e~~=~l~:~;~~ Hay que aduearse de la historia para hacer de ella un ~so g. Para Foucault tal empresa implica ejercer un uso de la histona u;;uv~ mente antiplatnico. La apropiacin foucaultiana de Nietzsche re}.25

    El anlisis genealgico tomar por objeto el saber histrico en cin con unas relaciones de poder, como el estado de fuerzas dcm

  • Mara Aurora Romero

    quizar y ordenar en nombre de un conocimiento.verdadero. La convierte en un saber que funciona en un campo de luchas, donde bate poltico y el saber histrico se encuentran entrelazados mut>. 30 La historia de la microfsica del poder punitivo, entendida como una ontologa histrica del alma moderna. El espacio que aprisiona el cuerpo. En nombre del alma se pasa por el po, en nombre de una humanizacin, se atraviesa el cuerpo a travs reticulado disciplinario. La genealoga del alma moderna busca ble el desarrollo de una sucesin de sujeciones y resistencias. A trabajo genealgico se buscar exponer .31 Un anlisis de laHerkunft que nos hizo

    27. Foucault, Defender sociedad, pg. 161. 28. Creo que en Nietzsche se encuentra un tipo de discurso en- el que

    ce un anlisis histrico de la formacin misma del sujeto, el anlisis hi,;trico nacimiento de un tipo de saber, sin admitir jams la preexistencia de un conocimiento. Michel Foucault. La verdad y lasformasjuridicas. Barcelona,: sa, 2008, pg. 18.

    29. Michel Foucault. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisin. Btterios'Ai' Siglo XXJ Editores, 2004, pg. 198.

    30. GiBes Deleuze. Conversaciones. Valencia: Pre-textos, 1996, pg.173. 31. Daz, La filosofa de MichelFoucault, pg. 104.

    88

    Ontologa genealgica

    buscar siempre, disociar el YO y hacer pulular, en los lugares sicilon,esde sus sntesis vacas, mil acontecimientos ahora perdidos.32

    genealoga foucaultiana tendr como catalizador de su anlisis el sus resistencias como fuerzas, que entran en relacin. Tal anli-

    nsiistJ:ra en abordar el poder en uda nueva vertiente positivista, como 1uc:to1ca de saberes y subjetividades a travs de continuas reacomoda-

    de fuerzas. Nos dice Deleuze al respecto: el poder ms que repri-,;'pwducerealdad", y ms que ideologizar, ms que abstraer u ocultar,

    verdad)>.33 De este modo, antes de analizar el poder desde sus represivos, se lo debe entender como una funcin social compleja,

    l'J11erge desde ciertas relaciones, en las cuales los individuos se cons-Frente a las concepciones jurdico-discursivas del poder que se

    como teqras que se preguntan por lo que el poder es, la ge-:funcionar como una analtica de cn1o el poder opera. En esta

    oe

  • Mara Aurora Romero

    ms u e las dos caras de una misf?-a moneda-. Las J?rcticas de . no son ql . de poder entre sujetos libres se nscnben en una tad como re acwnes 1 1 es de pod . , nte oltica. Foucault comprende as re ac1on er

    no; !e~~~~~~e estr;,tgicas entre libertades. La libertad en su for:na m . . . T uel oder que ejercemos sobre nosotros m1smos positiVa pos~bi Ita aq sob~e los dems Deleuze enfatiza, que no basta

    pod~~ ~:;~:r~=~~~za sobre otras fuerzas o sufra sus efectos, s~ ~~: la fuerza se ejerza sobre s misrna34 a travs de ciertas reg as tativas (de relacin consigo mismo) como una ~erza que se habilita s un tipo de subjetivacin, donde deVIeneln forr:;as, rrtaterii

    . tre hombres libres. En este sentido, a con . l?Ion dde gob~::':c~ae~el poder ser la realizacin, el propio ejerciCIO de la

    e exis ' . . d der y el poder como ejnvei';i"n del poder, como una manera de controlar y delimitar el abuso . de poder. Paul Veyne muestra que el trabajo de una ontologa del presente

    37. Ibd., pg. 256. 38. Foucault7 Qu es la Crtica? (Crtica y Autklarung), pg. 16. 39. Gilles Deleuze. Michel Foucault~ filsofo. Barcelona: Gedsa, 1990, pg. 89. 40. Foucault, Post-Scriptum de Michel FoucauJt. El sujeto y el poder, 256. 4l.lbd. 42. John Rajchman, en Deleuze~MichelFoucault~filsofo, pg. 213.

    91

  • Mara Aurora Romero

    eS hacer el diagnstico de los actuales posibles, Y al hacerlo, estratgica.43 ~ .

    La ontologa histrica foucaultiana como cntz.ca cons1ste en pe:m:ar. nuevo rgimen de gobierno de libertades, _como un ge:to qu~ donar nuevas formas de vida como modalidades de ex1stenc1a. En samiento foucaultiano libertad, poder y resistencia lejos de op,orterse. imbrican en la posibilidad de crear prcticas de s Y co_n otros, . hagan ser ms libres. Slo en las relaciones de poder-hbertad , entablar prcticas con otros y con nosotros mismos que no~ amphen tro espacio de accin y lucha. Lo poltico deviene a traves del de s y de los otros como el lugar donde es posible pensar otro rlin1ei politicidad como otro de rgimen de libertad. La soc1edad se constitu' travs de relaciones de poder-saber contingentes, por tanto, la resis:te! ha de ser pensada en la manera de Cmo no ser g??ernad~o;,d;;e;~-;~--;:: V',Jj La crtica foucaultiana es sobre una forma espectfica de plantea aqu la posibilidad de una radical anarqua. la cwestiri ra cmo volverse radicalmente ingobernable)).44 Solo reco'r.toSotrc>s mismos que buscar responder cmo hemos sido constituidos ca-

    sujetos de saber, como sujetos imbricados en relaciones de pQder, y ltimo, como sujetos morales de nuestro accionar. Tres genealogas

    constante implicacin; saber, poder y s mismo conjugan una dimen:-ontolgica junto a una histrica. En el camino de ensayar una lectura d cuenta de la dimensin ontolgica del pensamiento pqltico fou-

    aultmg,a, al mismo tiempo que el abordaje genealgico posibilita una

    pensamiento donde emerge una ontologa de los modos de ser que constituyen como sujetos. Una ontologa crtica se esforzar en mas-cmo nos hemos constituidos en sujetos en relacin con la verdad, el

    y la tica, a partir de un abordaje genealgico. Tres mbitos de la ientealoa a partir de una ontologa histrica, tres ejes de una ontologa g~:neal

  • Mara Aurora Romero

    pensamiento como un modo de experimentar Y.Problematizar; ucllle, ber, poder, y s mismo funcionan como una tnple protle.m

  • Mara Aurora Romero

    enfticamente aclarando que Si bien es verdad que las condiciones ms generales o constantes que lo co:hdicionado, sin embargo, lo interesa a Foucault son las condiciones.54

    La filosofa histrica de Foucault no esconde cmo nuestra act:ua:lid est determinada por el pasado del que deriva, sino que condena toda cepcin que entienda dicho pasado como el correlato de estrtlc1:ma,: ,, versales y esenCiales que se repiten, necesariamente en el presenlte". s;s relacin a esto, podramos comenzar a esbozar una ontologa gene:al

  • Mara Aurora Romero

    l .d d a la resistencia de la vida: no se sabe lo que puede el hombre 1a 6sEI' ta, v1vo" como conJunto de' fuerzas que resisten . sz tanto que es , . _ _

    mo como la relacin que entablamos con no_sotros mismos, c?mo lacin de la fuerza consigo misma, se constituye com?, un phegue. lectura deleuziana slo a partir del pliegue de la relac10n que entai)]f!n con nosotros misrr{os, es que se abre la posibilidad ~e re~nentar la la muerte frente al poder. En los diferentes plegam1entof, se constJti!J modos de existencia, y se habilita la posibilidad de mven't'r modos de capaces de resistir los poderes y saberes Instaurados. //

    Pensar el pasado contra el presente, resistir al p_resente, no para un retorno, sino "a favor~ e~o espero, de un tiempo fu:U-ro" (Nietzsche), es decir, conv1rn_endo _el pasado en algo actrvo y presente afuera, para que por fin surja algo nuev?, para. pen-sar siempre se produzca pensamiento. El pensamiento p~ensa su ~ropia hi~toria (pasado), pero para librarse de lo que piensa (presente), y poder finalmente pensar "de otra forma" (futu-ro).66

    En la tarea de la filosofa de pensar la diferencia que marca presente Foucault nos invita a distinguir lo que somos :~~~~~~:;~~~~ mo una ~xperiencia que nos posibilitara emerger de :na t , . Pensamiento e historia anudan una forma de abordaje ontologico tender que . Deleuze, Foucault, pg. 166.

    65. !bd., pg. 122. 66 Ibd pgs 154-155. . B nos 67: Michel Fo~cault. El yo minimalistay otras conversaaones. u e

    marca editora, 2009, pg. 1~. , 68. Deleuze, Conversac10nes, pags. 154-155.

    98

    Ontologa genealgica

    pensamiento y, en efecto, mediante el lenguaje, y que hace que el or-contemporneo de ser sea empujado hasta su lmite. 69 Pensamiento

    vresist

  • lll'l .,..... .......

    Mara Aurora Romero

    como forma de vida plegada, nos posibilite devenir en otras formas de jetivacin que nos hagan ser ms libres.

    100

    Qntologa de la distOTifll :Algunas notas sobre la poltica en la obra de Ranciere

    Juan Manuel Reynares

    Si bien todo establecimiento de fronteras es arbitrario, podemos incluir la obra de Ranciere al interior de un conjunto de pensadores contempor-

    cuya reflexin surge de la crtica a la existencia de un fundamento . irascendental que d orden y justificacin a la totalidad. Hacindonos eco

    la propuesta de Dardo Scavino, 1 nos es posible considerar que la filo-de nuestros das se encuentra articulada en torno a tres cuestiones

    .c,,ntral.es: el estatuto de la verdad, la crtica al totalitarismo y la propuesta una tica que se defina en la relacin aportica entre universalidad y

    El acontecimiento filosfico fundamental que nos sirve de base para pres

  • Juan Manuel Reynares

    de la realidad~ la que en ltima instancia no posee mayor ser que el a travs de la simbolizacin. Scavino delinea all un elemento comn este conjunto de pensadores dentro de los que ubicamos a Ranciere cuando seguramente este se desmarcara de cualquier ejercicio de tamiento intelectual), que es la denuncia de la relacin implcita entre filosofa que se dice duea de la verdad y el totalitarismo poltico. La guridad de poseer la nica interpretacin correcta de lo qu~ nos rodea bilita a su poseedor a imponer sus consecuencias a todos, s1n detenerse particularidades. . . .

    Si es imposible presentar a la verdad como adecuac10n de lo d1cho a cosa, debido a la inerradicable mediacin constitutiva del lenguaje, poco es posible postular, en base a una ver~ad fuera de todC: debate, orden poltico ltimo y absoluto, encarnac1on de ~lgun~ ,razon que a travs de distintos dispositivos justifique la 1rrup;:wn de la . sobre los cuerpos. En ese mismo sentido, tampoco habra un pnnc1p10 mo de todas las cosas que fundamente una postura tica universal. el contexto general de la reflexin filosfica de las ltimas dcadas se inscribe Jacques Rancere como un pensador de las . . . cas de la emancipacin, sin caer en los abismos filosficos que. ~ . un proyecto en ltima instancia totalitario, producto de una hrpotenca ladn prvilegiada entre una interpretacin y la positi:vidad del ser.

    Las contribuciones de Ranciere a la reflexin poltica ccmteJn>OJrJle han sido puestas en discusin en mltiples mbitos tericos y p

  • Juan Manuel Reynares

    la posibilidad de todo orden social est sustentadR en esa ~nteracc~?n pecfica. Ahora bien, la posibilidad de que se sostenga talmteraccton mandato reside en la relacin lgica que presupone la mutua comprensii)n de los interlocutores. Es decir, cuando se explica a un be hacer, se da por sentado que comprende que debe hacerlo. La situacitr de habla explicativa lleva implcito el hecho de que tanto qmen ordena como quien obedece se entienden uno al otro. Al m1smo tlempo, cuando se explica porqu aquel subordinado debe obedecer, cuando se pret

  • Juan Manuel Reynares

    , , . do de la obediencia, desconoc~ra la , sostendna el ca~acter n_o m:,dla acial Ello slo sera posl'\:lle SI las : :; trariedad de la Jerarqmzacwn s guiadas por el espritu de la al interior de esa comunidad act~asenefrenar el comportamiento de _--:

    . fu aria dejarla escnta y r . 51 no ese neces . , de ella En este caso, la tens1on entre hombres y las muJeres a traves 1 . nidad de semejantes seria aJ.a: relaciones sociale_s_desiguale_s yd: ~~~-~rarquizacin natural, y la . . zada por la estabthdad propia p . J ente ello es lo que pretende

    d , ll' . gu' n sentido reCisam no ten na a 1 nin . , tica ue obtura la poltica -la are:dria a desbarat~r la cl;tnibttci la ley. All la libertad del pue do, q:"e ( ophrosyne] de los artesanos, el plena, se remplaza por la p~u ene: s s a la saturacin comunitaria . cercada uno su parte, contnbuyen o a ciudad ideaL blica que anulara la ausencia

    La nica manera de lograr una repr la obediencia a la ley sin la . a Platn era sostene 1 fundamento, par ' . resa la diferencia primera, a

    sidad de su escritura. L~ escntu~ ~=~rdenes disposiciones de --:,_: sibilidad de una armoma nat~:cesidad de ex~licar y justificar la . '. funciones, porque tmphca la 1 mpone el juego continuo de . cia. Esa diferencia primera es a q~e I . , b si ca en la corlfigu.raci

  • J]UJ [(llmiiiD

    Juan Manuel Reynares

    _ d 1 . 1 es decir en el reconocimiento de -centra entonces en la tTT~~gen e 0 tgu~l' que p~eden contar como partes_ la palabra vlida, de _qmenes sot ~~~o os u e digan ser palabra al interior /~c:clt de la comumdad. Solo de es.a 0 . fes sern argumentaciones reco-del lagos, y no el rmdo prop!O de amma 1; imposibilidad de determinar nacidas como tales. Es e"? estedpu'?'to, ~ncutores vlidos en torno a-cierta a priori quines son considera os tnter o , .

    . 1 ' que emerge la po\Inca. racionalidad de o comun, 1 base de cualquier orden social no L~ dist~rsin que se_ ;ncuentr~o a o: absoluto, porque para dar forma a-permite ast la consecuc;:>n de un g 1 ares que interactan en reta- iJ;i;. una distribucin especifica de culerpos y u~ebe presuponer la misma cae

    . 1 d por s des1gua ttanas, se . dones socta es e H un paso en falso entre lo seme;ante pacidad de comprender de todos.. ay . ntre uno otro de estos

  • Juan Manuel Reynares

    una premisa que hace hincapi en la distorsin implcita a la base de todo orden social, no es posible pensar estas lgicas de la polica y la poltica como exteriores, sino ms bien como constitutivas una de otra, es decir co-constitutivas. Retomando la crtica a la crtica de ZiZek, asumir estas lgicas por separado va de la mano con la concepcin de la poltica como irrupcin en el terreno positivo del ser. Tambin encontramos este forza-miento en la interpretacin de la poltica en Rancif~re en un uso comn de su obra, cuando es puesta en consonancia con otros autores de la conste-lacin posfundacional. Marchan, quien rastrea algunas coordenadas del proyecto rancierano, considera la oposicin entre la polica y la poltica co-mo una irrupcin de esta ltima de manera accidental en el marco de un orden social establecido bajo la lgica policial. Si bien este autor no traba-ja en profundidad la obra rancierana, analiza tangencialmente varias de sus cuestiones centrales. Una de ellas es la diferencia entre la poltica y la polica: mientras esta ltima es {. 16 Entre ambas oraciones encontramos un cambio en el nfasis que pueden provocar ciertos puntos muertos en la lectura rancie-rana, y ello se resume en que, para el tratamiento de Marchart, ese punto

    nos dice Ranci:re, de oposiciones conocidas: espontaneidad y organizacin o ac-to instituyente contra orden instituido. Se tratara, en pocas palabras, de oponer una esfera de actos puros de la igualdad al orden del mundo. Es clara aqu la ten-dencia a pensar la dicotoma, que se acenta al considerar el autor que la poltica siempre viene despus. Pero esa posterioridad de la poltica, que es as porque ac-tualiza una igualdad que ha sido daada por el orden social, supone no slo la primaca ontolgica de la igualdad de las inteligencias, sino tambin la distorsin a la base de cualquier organizacin de diferencias sociales. Entonces, lo que hay es distorsin, que no acepta la divisin, presente en las figuras de la filosofa denun-ciadas por Ranci:re, entre apariencia y realdad. La oposicin poltica 1 polica vuelve a poner en cuestin todo principio de una reparticin positiva de las esferaS y de las maneras de ser. .. Es una configuracin efectiva de lo dado, de lo que es visible, y entonces de lo que puede ser dicho de lo dado y hecho en relacin a lo dado. Se sigue igualmente que no hay de un lado la esfera de las instituciones po-liciales, y del otro las formas de manifestacin puras de la subjetividad igualitaria autntica ... La distincin de la poltica y de la polica opera en una realidad que conserva siempre una parte de indistincin. Es una manera de pensar la mezcla. No hay un mundo poltico puro y un mundo de la mezcla. Hay una distribucin y una redistribucin. Jacques Rancire. El uso de las distinciones. 2004. URL: http: 11 www . 4shared . com 1 document 1 u37nXK k 1 El_ uso_ de _las_ distinciones_ _Ja.html.

    16. Marchart~ El pensamiento poltico posfundacional. La diferencia poltica en Nancy~ Lefort~ Badiouy Laclau, pg. 161 (las cursivas son nuestras). 110

    Ontologa de la distorsin

    de reunin conflictivo>~ no es constitutivo del orden~ o bien del monopo-'lio>) de la lgica del control, sino que adviene a posteriori, oponindose al control, efectuando all una ruptura. Al no detenerse en la inconmensura-bilidad que recin postulamos en la obra del filsofo argelino, la ruptura poltica se comprende contra la fachada de una distribucin especfica de funciones y diferencias sociales, si~ mayores especificaciones sobre su di-nmica. Proponer un orden social positivo donde la brecha de imposibili-dad que seala la subjetivacin poltica implica su radical incapacidad de alcanzar una plenitud absoluta, pero que siempre llega a posteriori, deja as abierta la puerta para el no cuestionamiento radical de ese orden, lo que supone entonces una posicin poltica, al decir de ZiZek, marginalista e histrica, situada en los confines de la prctica poltica. De esta manera, las dos miradas que estamos rastreando tienen como punto en comn el considerar que para Ranciere el conflicto, la brecha del acto poltico, no est all desde el principio, ab initio, es decir, no es ontolgico sino acci-dental.

    A diferencia de estas conclusiones, nos proponemos enfatizar la carac-terizacin del orden social en la obra rancierana como la imagen distor-sionada de un clculo que siempre deja resto. "Todo orden descansa en la distorsin de la inconmensurabilidd de dos lgicas necesarias pero impo-sibles de (

  • Juan Manuel Reynares

    mento de esta presentaClon, se refiere aqu al e~cuntro entre estos :toS e sos heterogneos. La forma de que sea posible el encuentro, tenien:.-:o

    pro e 1' das esqu do en cuenta esta heterogeneidad de las og1cas r~\en~1ona , e haya una negacin absoluta de una sobre la _o~a, s~no que esa asuma la caracterizacin de un dao. La ~ollera ~o niega . ~ igualdad, sino que al establecer la jerarqma propra de toda relac10n le hace dao, de all que lo poltico, como encuentro _entre estas dos cas "es el escenario sobre el cual la verificacin de la rgualdad debe turnrur;;

    ' d - 18 la forma del tratamiento de un ano. _ . . . . De esta manera, la emergencia poltic~ de su~J~tiVIdades adquiere

    forma de una comunidad de litigio. El sujeto poht1co conforma un cio comn en torno -a una distorsin radical. Para completar este ptrnito; utilizaremos algunos ejemplos de las investigacio~es del autor. B_~arideri:; recupera en su anlisis las luchas obreras er: Francia durante la decada 1830 t9 se sita en la prctica de los trabaJadores y observa el modo que ~nte la declaracin en la Carta promulgada en 1830 de que todos ciucadanos son iguales, en vez de denunciar la desigualdad real en que encontraban y vociferar -contra la mentira de la letra de la ley, l~s buscaban verificar esa igualdad, cambiando las causas que _motivaban situacin. No haba all una oposicin de la frase al hecho, smo de la de la Carta a las frases de los patrones que proclamaban la m'"r:gua!

  • Juan Manuel Reynares

    En este sentido, la prctica poltica apunta a una reconfiguracin de particin de lo sensible.23 La disputa poltica se refiere siempre a la

    ---,,.ce tin prejudicial, es decir, a la validez del mundo comn y a los actores lucrados en esa interlocucin que abren las condiciones de posibilidad ra que ciertas prcticas, ciertos_ argumentos sean considerados partes logos que informa a la comunidad. Siguiendo con el caso de los obrero$', franceses en 1830, Ranciere no slo destaca la performatividad del poltico, sino tambin el hecho de que la lgica poltica que se verifica este caso indica cmo el escenario de comunidad no existe ms que en relacin de un "nosotros" con un "ellos". Y esa relacin es asimismo una relacin})_24 Esto indica que el conflicto por el carcter vlido de las na.rt

  • Juan Manuel Reynares

    un lado el carcter central del tratamiento de la igualdad en la ar,~um,n+ cin rancU:~rana, y por otro, la co-constitutividad de las lgicas y la poltica, permite plantear que la propuesta de Ranciere ef'ecltiv.arr.~ te parte de considerar el carcter distorsionado de todo orden social, que nunca es consistente de por s y siempre est sostenido en la entre la desigualdad de las relaciones sociales y la igualdad de los parlantes. Esa distorsin constitutiva es la que abre el juego de la tivacin poltica, no como irrupcin momentnea en el trasfondO orden positivo consistente que engulle al sujeto y vuelvea la de un predominio de la lgica policial, sino corno verificacin continep de la igualdad que sostiene a todo ser parlante como tal, que habilita prctica performativa y estetizante que reformula los parmetros de ligibilidad comunitaria [logos] inaugurando as nuevos sentidos y prcticas del vivir en comn.

    La subjetivacin, entre identificaciones Una vez que hemos analizado la emergencia del sujeto poltico en

    institucin de una comunidad de litigio, como as tambin en su dad de reconfigurar el reparto de lo sensible, veamos otro aspecto especfica relacin entre polica y poltica, referido a la dinmica de la jetivacin y la identificacin. Toda identidad es tal al interior de una distribucin de funciones y modos de ser, hacer y decir, que se ores,,,;, clausurada. La subjetivacin poltica implica romper con la lgica uno, o unitaria, de la identificacin para demostrar que hay un Til,;-un() que abre el juego polmico que disputa los lmites de la "v""""'uauur: bucin policial de posiciones y funciones. El sujeto poltico, dice Ramciere, siempre est entre-dos, en el intervalo de identidades, y verifica la dad de cualquiera con cualquiera. Prosiguiendo con la caracterizacin los sujetos polticos. estos no pueden ser encarnados en una identidad pecfica, escapan a la lgica estricta de representacin, precisamente, ubicarse en el intervalo entre las identidades, por exceder siempre la tribucin de funciones. Desde ya podemos ver cmo es necesaria la cin paradoja! entre identidades al interior de un orden d;torsion.ado,jr sujetos que emergen en la actualizacin de ese dao, que expresa la mensurabilidad entre dos lgicas que se constituyen mutuamente.

    De esta manera, podernos comprender que la lgica de la ubetiv

  • Juan Manuel Reynares

    reconfigura das distribuciones de lo privado y lo pblico, de louJ~i\,ersal i lo particular)).31 . ,

    Los sujetos polticos se encuentran entonces en r:laci~n de wmnct")i dad y de capacidad performativa con respre: cuyo alcance es polmico. As los dispositivos subjet1vos llevan ac!elan! las prcticas polticas, ya sea que encarnen el ex:eso que desbarata la tribucin comunitaria de partes~ el pueblo~ o bien por representar la cepcin de los sectores no contados en, el reparto p~licia~- La poltica general est hecha de esas cuentas erroneas ... que 1nscnben cor: el bre particular de una parte excepciona~ o de -~n todo de la com~nidad pobres el proletariado, el pueblo) la distorswn que separa Y reune gicas h~terogneas de la comunidad.32 En ambas circunstancias, la poltica permite distinguir la distorsin que impide la total id_e,Jrrti.fic:aci entre una distribucin de partes, y la plenitud de su construcClOn ca debido a la inconmensurabilidad de la igualdad de las inteligencias d;sigualdad que habita en las relaciones sociales. La sociedad es, de maneraj siempre distinta de s misina. .

    Precisamente, la ausencia radical de fundamento para el gob1erno dica la co-constitutividad de la polica y la poltica. El carcter de relacin es indicada por la posicin fundan te de la distorsin: la. ten