¿No te lo había dicho, cariño? Los polos opuestos se atraen ·

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¿No te lo había dicho, cariño? Los polos opuestos se atraenCarola llevaba toda la semana hasta arriba de trabajo. Era contable en una empresa de maquinaria

industrial en la que entró a los pocos meses de terminar la universidad. No era el trabajo más glamuroso delmundo ni tampoco el más divertido, pero pagaba las facturas y le permitía ocuparse de los gastos de la casa yde su hermana.

Quizás en su último año de universidad hubiere hecho planes, planes más divertidos y de un futuro laboralalgo distinto, pero la realidad a veces te golpea en el rostro y, en ocasiones, además, del modo más cruelposible. Casi dos semanas después de su graduación su padre sufrió un infarto. Falleció en el acto tras haberpasado un día de trabajo, como otro cualquiera, en su tienda. Sus padres habían abierto, nada más casarse,una tienda de material deportivo y en ella llevaba toda la vida. Tras su muerte, y viendo que apenas si dababeneficios, su madre, su hermana Emily y ella acabaron decidiendo, con todo el pesar de sus corazones,traspasársela a un hombre que deseaba ampliar su negocio en San Francisco, la ciudad en la que vivían.

El dinero del traspaso daría a su madre cierto respiro, pero no sería suficiente para que su hermana, queestaba en su último año de instituto, fuere a una buena universidad, así que, como siempre hacían en sufamilia, elaboraron “una estrategia de acción”. Al no desear que Emily tuviere que pedir un créditouniversitario que la atase de por vida a una deuda que había de arrastrar consigo, decidieron que se le daríala misma que oportunidad que a ella. Sus padres le ayudaron con el pago de la matrícula y ella solo había detrabajar para sus gastos diarios y, cómo durante los años de universidad ella compartió piso con tres chicas,éstos los podía asumir con un trabajo a media jornada en el campus. De modo que su madre aportó parte deldinero del traspaso y ella, consciente de que debía ayudar como sus padres la ayudaron, entró a trabajar en laempresa de maquinaria industrial como ayudante de contabilidad, colaborando con la matrícula de launiversidad y los gastos de libros, cursos y demás. Tres años después dirigía el departamento decontabilidad, claro que tampoco era tanto mérito pues solo estaban ella, y dos hombres más, tras haberseretirado su anterior superior, por jubilación.

Gimió porque esa semana había sido horrible, revisando cada dato, corrigiendo desajustes y, sobre todo,el mal hacer del contable de la central. Ese hombre o era un inútil, o un inepto o simplemente unirresponsable con poco gusto por el trabajo. Mascullaba malhumorada cerrando por fin la última hoja decálculo.

Eran las ocho y media de un viernes noche y aún seguía allí, encerrada con todo ese trabajo por el que noestaba pagada pues su sueldo no incluía hacer o corregir lo que ese inútil hacía o directamente no hacía, máscuando, a buen seguro, cobraba tres veces más que ella.

La empresa donde ella estaba era una de las seis filiales y otras tantas fábricas de Hamilton Inc. Desdehacía meses, la compra por Hamilton Inc de dos nuevas fábricas en San Francisco que quedarían bajo lasupervisión de H.S.F, la filial en la que ella trabajaba, había obligado, a ella y sus dos compañeros,coordinarse con el departamento de contabilidad de la central para la mejor transición de la contabilidad deesas dos nuevas fábricas dentro de su departamento y, aunque ella sabía, pues así se lo hubo dicho el señorMasterson, el jefe de H.S.F, que, desde que fuera efectiva la asunción de la contabilidad de esas dos fábricas,ellos tendrían un pequeño aumento de sueldo, de momento, esa absorción le había proporcionado muchotrabajo, falta de sueño y nada de aumento, de hecho, empezaba a plantearse la necesidad de largarse de allícomo no cambiasen las cosas. Solo el hecho de que a Em le quedasen unos meses de universidad, le frenabaen esa idea porque la mitad de su sueldo iba directamente al pago de su matrícula y no era justo que suhermana pequeña pagase por su malestar y menos por un cretino que no daba palo al agua. Además, el señorMasterson, aunque severo, era un buen jefe, justo y buena persona. Tampoco estaba bien dejarlo en laestacada sin más.

Suspiró cerrando el dossier y giró para ver por la ventana el otro lado del patio central del edificio deH.S.F. en la dirección en la que estaba el despacho del señor Masterson. Era, junto con ella, el que mástrabajaba de la empresa. Siempre llegaba el primero y se marchaba cuando ya había anochecido. Era un buenhombre, algo gruñón cuando las cosas no se hacían como decía, pero no por ello era injusto ni un tipo

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irracional, así que solía disculparse cuando se equivocaba o había sido muy severo sin razón. Al ver quehabía luz en su despacho, supo que estaba allí. Suspiró tomando la chaqueta del respaldo de su silla, searregló un poco su pelo castaño que estaba recogido en una sencilla trenza, pero que tras tantas horas estabaalgo deshecha y se puso los zapatos. Esa sí era una costumbre que no había conseguido corregir desde queempezó sus estudios. Cuando estudiaba o se concentraba, se descalcaba y solía hacerlo bajo la mesa de sudespacho, siendo una ventaja tenerlo pues, por pequeño que fuera, le daba cierta privacidad.

Descolgó el teléfono y pulsó la extensión de su jefe decidida a hablar con él de una vez sobre lo queocurría en esos pasados meses.

-Materson.Sonrío pues siempre contestaba igual y siempre surgía en su cabeza si su esposa acabaría llamándolo por

su apellido después de tantos años de matrimonio y siendo contestada siempre de ese modo cuando lellamase.

-Paul, soy Carola. He terminado la revisión de la contabilidad. Te la subo antes de irme.-Oh, bien, bueno, pues te espero.Frunzo el ceño al colgar pues parece un poco cohibido. <<Bah, será el cansancio del final de semana>>.

Tras tomar los dos dossiers y mi bolso para irme nada más hable con él, recorro los vacíos pasillos de laempresa pues todos deben estar en sus casas o disfrutando de un viernes noche con sus parejas, amigos onovios, como debiera estar haciendo ella si no fuera porque siempre estaba en el trabajo o ayudando a sumadre en la casa para que no hiciere esfuerzos exagerados por mucho que se empeñase, aunque para suscincuenta y tres años está fantástica. <<Desde luego la perspectiva de un novio para mí se me antoja unaquimera nada desdeñable ahora mismo>> mascullo terminando de recorrer la distancia hasta el otro ladodel edificio.

Tras llamar a la puerta y escuchar el permiso desde el interior, entro con los dos dossiers pegados alpecho y voy directa a la mesa del señor Materson que parece más serio de lo habitual.

-Es tarde, Carola, deberías estar fuera divirtiéndote.Le sonrío discretamente dejando las dos carpetas en su mesa.-Ya me marcho, pero tras esta semana, o mejor dicho tras estos meses, quiero hablar de una cosa, Paul. -

Entrecierra los ojos sin moverse y no queriendo hacerle sentir incómodo me siento en uno de los confidentessin dejar de mirarlo, pero sin gesto tenso-. Mira, sé que dentro de un par de semanas las dos nuevas fábricasserán parte de H.S.F. de modo definitivo y que la contabilidad, al quedar en mis manos, no implicará revisarconstantemente el trabajo de otros y, también sé que dijiste que tendríamos, los tres de mi departamento, unaumento de sueldo, pero por mucho que me aumentes el sueldo, no compensará el triplicar mi trabajo portener que hacer el de la central y, eso, con la unificación, no va a cambiar pues me dijiste que tendré queseguir coordinándome con el departamento contable de la central y en estos meses, y como ejemplo estasemana, más que revisar las cuentas de esas dos fábricas para conocerlas al detalle y ajustar la absorción, loque hemos estado haciendo es el trabajo de la central, corrigiendo sus fallos o incluso su directa dejadez puesnos entregan las cuentas sin verlas, sin revisarlas e incluso sin siquiera hacer un mero ejercicio contablecompleto y una cosa es tener más trabajo, más responsabilidad y otra muy distinta hacer el trabajo de un tipoque cobra tres veces más que yo y que, encima, cuando en reiteradas ocasiones le hemos pedido que porfavor entregue los ejercicios completos o con las cuentas al menos cuadradas, tiene la desfachatez de decirmeque corregir las cuentas no es asunto suyo. Se supone que ese Peterson es el jefe del departamento contablede la central ¿Cómo no van ser asunto suyo las cuentas que salen de ese departamento?

He hablado casi sin tomar aire y cuando me detengo y miro a los ojos al señor Materson veo que desvíalos suyos hacia su derecha lo que me hace fruncir el ceño y girarme en esa dirección para encontrarme a dostipos de unos treinta y cinco años, extremadamente guapos, cada uno en su estilo, mirándome con fijeza.Ambos rezuman poder, dinero y estilo en cada poro de su cuerpo, más allá de sus trajes que costarán lo queyo gano en tres meses, y de su gesto serio. Tengo ganas de gemir pues no solo he expresado una queja ante dosdesconocidos, sino que me he quejado de un supuesto superior con todo descaro. Además, no ayuda el que el

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tipo del cabello negro y los ojos verdes me mire con descarada fijeza, casi diría que pretende atravesarmecon ellos.

-Carola, ellos son Andrew Hamilton y Julian Tempelton.<<Vale, ya no tengo que preocuparme por si dentro de unos meses quiero dejar el trabajo, hoy mismo

me ponen de patitas en la calle>> pienso mientras esos ojos verdes aún se mantienen firmes sobre mí. Seacual sea de los dos el señor Hamilton, es el dueño de esta empresa y de todo el Holding, así que no dudará enmandarme a la calle por criticar a uno de sus directivos con todo el descaro.

Desvío la mirada de nuevo al señor Materson sabiéndome ruborizada e incapaz de decir palabra alguna yél parece saberlo porque, manteniendo el gesto tranquilo, añade:

-Ambos han venido a hablar del modo en que se producirá precisamente la coordinación de nuestraactividad y la central desde el momento de asumir el mando de las dos fábricas nuevas.

Tengo ganas de gemir y salir corriendo, pero simplemente me quedo callada unos segundos antes deponerme en pie tomando mi bolso.

-En ese caso, creo que será mejor que me vaya y les deje terminar sus asuntos.Giro dando la espalda a esos dos hombres intentando evitar su mirada, pero apenas he dado tres pasos

escucho una voz que parece reverberar sin siquiera haberse alzado.- ¿Qué tan mal hace su trabajo Peterson?Me detengo y, para mi desgracia, giro para mirar a esos dos hombres que me miran fijamente. Suspiro

mirando al señor Materson que simplemente asiente como indicándome que lo diga.-No soy quién para decir que hace mal. -Intento escaquearme.-Pues hace unos minutos no tenía problema alguno en señalarlo. -Dice el tipo de los ojos verdes que

empiezo a sospechar es precisamente el señor Hamilton.<<Vale, Carola, de esta no sales tan fácilmente>>-En realidad, solo he expresado una queja a mi superior por tener que realizar una tarea que no solo no

me corresponde sino que entorpece mi trabajo y el de mis compañeros, sin mencionar que no sé si eso solo lohace con los expedientes y contabilidad relacionada con H.S.F., lo cual ya de por sí me parece unairresponsabilidad y una dejadez de funciones, pero si hace lo mismo con el resto de las filiales, eldepartamento de contabilidad de la central o es un desastre o el resto de las filiales se ven abocadas a hacerlo mismo que nosotros, corregir esos fallos y realizar el trabajo de la central como estúpidos.

En cuanto me callo tengo ganas de darme con un palo en la cabeza por no haber sido capaz de controlarmey de nuevo miro al señor Materson intentando simplemente disculparme con él con la mirada pues quizásacabe de lograr que no solo a mí sino al pobre señor Materson le despidan.

El que creo es el señor Hamilton desvía los ojos a su compañero y con el ceño fruncido pregunta:- ¿Sabes algo de eso?Veo que se encoge de hombros:-El departamento de contabilidad no es que sea el mejor ni el más eficiente, pero no hemos recibido queja

alguna de modo formal, pero si como ella dice, Peterson se vale de las filiales para hacer su trabajo y éstas,pensando que no les queda otra que tragar pues es la central la que ha de dar el visto bueno a su trabajo, nosería extraño que las quejas, de haberlas, se hayan quedado en las filiales.

De nuevo ese hombre me mira a mí y después a Materson:-El lunes a primera hora me la envías con esos dossiers y con la documentación previa, tal y como se la

envía a ella la central y veremos cuán cierta es esa dejadez de Peterson.Miro con los ojos muy abiertos a mi jefe que asiente antes de mirarme:-Carola, ya lo has oído, el lunes vas a la central y muestras el antes y el después de la contabilidad.Suspiro dejando caer mis hombros vencida pues estoy segura que cuando nos enfrenten a Peterson y a mí,

me mandarán a la cola del paro por menoscabar el trabajo de la central.-Sí, señor Materson. -Respondo con desgana-. ¿Puedo marcharme?-Ten un buen fin de semana y envía saludos a tu madre.

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Asiento suspirando pesadamente y salgo del despacho sabiendo que el lunes será mi último día allí.Mejor no les digo nada a mamá y a Emily ya que este fin de semana es el último que pasa Em en casa antes desus exámenes finales y le hemos prometido un fin de semana de chicas de relax y diversión.

En cuanto se cierra la puerta del despacho, Andrew, con paso firme se acerca a la mesa de su jefe defilial y toma los dossiers.

- ¿Es cierto lo que dice? -Pregunta dejándose caer en el sillón mientras abre el primero de los dossiers.-Si he de creer a alguien, pondría la mano en el fuego por Carola. Es una mujer muy trabajadora,

detallista hasta la obsesión que no deja nada sin previamente asegurarse que está bien. Además, es cierto quedesde que hemos coordinado trabajo con la central en materia de contabilidad, ella y sus dos compañeros sehan visto desbordados comprobando cada factura, cada cargo, cada pedido de producción pues o no estabandebidamente contabilizados o simplemente no se habían comprobado. Yo mismo he ido a las fábricas variasveces para cerciorarme que los datos de la central eran los correctos pues los gastos de producción queresultaban de los datos que ellos daban eran muy altos, y Carola me lo hizo notar en varias ocasiones. Loachacamos a un mal trabajo contable, pero, quizás, si se ha producido en otras filiales haya también unproblema de necesario estudio.

- ¿Estás hablando de desfalco, Paul? -Preguntaba Andrew frunciendo el ceño.-Desfalco o simplemente pérdida de dinero por un mal trabajo por parte de un departamento o de quién lo

dirija. Bien sabe Dios que, en ocasiones, un número mal colocado, o no presentar una factura o simplementeolvidar plazo de presentación de cierta documentación, puede costar mucho dinero, por eso siempre pido quetodos revisen dos veces su trabajo cuando han terminado, como yo lo hago también. -El señor Matersonsuspiró-. Sé que a veces doy la impresión de ser obsesivo y por eso me gustan las personas que trabajan aquíque hacen lo mismo que yo, como Carola, pero así no cometemos errores graves. Si ella dice que no lepresentan bien las cuentas no es porque una factura o un simple expediente haya estado traspapelada, se leshaya pasado o está mal cuadrada, eso puede pasarle a todo el mundo. No, sí lo ha dicho es porque es casi unaconstante.

-Si tan buena y meticulosa es en lo suyo, ¿por qué sigue trabajando aquí? -Preguntaba Julian abriendocomo su amigo el otro dossier con la curiosidad ya despierta.

El señor Materson suspiró:-Por seguridad, supongo. Ayuda a pagar la universidad de su hermana y no querría arriesgarse a no poder

hacer frente a los pagos de renunciar mientras encuentra otro puesto. No siempre tenemos las opciones que auno nos gustaría.

El lunes a primera hora me encuentro en el hall de Hamilton Inc. Un enorme edificio situado en la zona dela bahía con impresionantes vistas de ésta. A pesar de llevar tres años en la empresa nunca había estado aquíy me impresionan tanto el edificio, como el hall y la cantidad de chicas con trajes de chaqueta entalladostodas con aspecto de modelos o casi, que se pasean por esta planta. Tengo ganas de gemir pues yo, aunquellevo mi mejor traje de chaqueta, consistente en un sencillo pantalón negro, una chaqueta negra con rayasdiplomáticas y una camisa de seda blanca, no estoy a la altura de estas chicas. Para colmo arrastro tras de míun carrito pequeño, que he tomado de la parte de transportes muy temprano, para poder llevar las cuatroenormes cajas con los papeles recibidos en los tres meses anteriores desde, precisamente este edificio.Carraspeo deteniéndome en el mostrador intentando atraer la atención de una de las chicas que llevan unauricular en la oreja y una placa con su nombre en la solapa pues llevo varios minutos allí y han fingido, muymal, por cierto, no verme o no querer verme.

Cuando por fin alza los ojos con evidente gesto de aburrimiento, digo sin esperar que me pregunte:-Soy la señorita Carsons de H.S.F. El señor Hamilton me espera.Frunce el ceño, claramente incrédula a que sea el jefe todopoderoso el que me espera, echándome de

nuevo una mirada de somero, pero de muy impertinente, estudio.Pulsa un par de botones de uno de los teléfonos y a través del auricular que cuelga de su prejuiciosa

oreja.

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-Soy Cheryl de recepción, una chica llamada… -me mira entrecerrando los ojos y me dan ganas de matara la tal Cheryl, para ser tan prejuiciosa es incapaz de retener un simple nombre.

-Señorita Carsons de H.S.F.-Señorita Carsons -dice en tono cansino-. Dice que el señor Hamilton la espera. -Tras unos segundos en

que me mira como si fuere un mosquito molesto y parece espera respuesta al otro lado asiente mientras dice-:Bien, se lo diré. -Me mira con fijeza y añade con tono malhumorado mientras pone encima del mostrador unapegatina verde-. Escriba su nombre, después suba por el ascensor del fondo de ese pasillo. -Señala hacia unlateral-. Y de allí a la planta ático. Pregunte por Luisa, es la secretaria de dirección.

Tomo la pegatina mientras le doy las gracias con la misma desgana que ella me ha hablado a mí y despuésme voy directa donde me ha indicado arrastrando el dichoso carrito que pesa una tonelada. Tras apretar elbotón del ascensor, escribo mi nombre en la dichosa pegatinita y la pego en la solapa de mi chaqueta. Cuandose abren las puertas, sin mirar, tomo el mando del carrito y empiezo a empujar sintiéndome cada vez más unpeón de tres al cuarto mientras maldigo mi suerte. Mi último día en la empresa y me lo paso arrastrando cajascomo un modo torpe pues, para más inri, voy dando golpes por doquier. Al alcanzar el mostrador veo otro parde muñequitas que vuelven a mirarme con desgana y yo estoy ya de mal humor. Para ser tan temprano el díaya es desastroso. Menuda suerte la mía.

- ¿La señorita Luisa, por favor? -Pregunto nada más alcanzar el dichoso mostrador sin esperar que medigan nada.

Me señala hacia la derecha tras una puerta acristalada que atravieso y recorro un amplio corredorluminoso desde cuyos ventanales se ve la bahía y al alcanzar un amplio hall me detengo pues una señora deunos cincuenta años se ha puesto en pie al verme y camina directa hacia mí sin desviar la mirada.

- ¿Señorita Carsons? -Asiento-. Sígame.La sigo obediente arrastrando tras de mí el carrito y me hace pasar a una enorme sala de reuniones.- ¿Le apetece un café, té o algo? -Niego con la cabeza y asiente-. El señor Hamilton enseguida se reunirá

con usted.-Gracias. -Respondo casi sin tiempo pues cierra la puerta dejándome sola allí.Tras unos segundos me dejo caer en uno de los sillones pues de tanto arrastrar cajas de un lado a otro,

estoy agotada. Cierro los ojos, pero enseguida los abro cuando suena mi móvil y al ver la pantalla veo elnombre de mi madre.

- ¿Mamá? ¿Ocurre algo? ¿Estás bien?-No, sí, bueno, no lo sé. Dile a Em que no puede irse a Europa nada más acabar los estudios.Sonrío porque la pobre Em lleva dos años ahorrando para hacer un viaje y pasar tres meses en Londres,

Dublin y después Edimburgo pues, como buena profesora especializada en historia y literatura inglesaconsidera que ha de vivir la experiencia de unos meses allí y a mí me parece una idea estupenda.

-Mamá, Em desea hacer ese viaje sobre todas las cosas. Ha trabajado mucho para terminar la universidadcon buenas notas, ha ahorrado hasta el último centavo para poder pagar ella misma ese viaje y no creo quehaya nada de malo en pasar tres meses en Inglaterra, Irlanda y Escocia, después de todo, a una experta enliteratura inglesa le vendrá bien conocer el entorno en el que vivieron algunos de sus escritores más notables.Tampoco es que sea un país sumido en guerras, devastaciones y peligros. Lo más peligroso que le puedeocurrir es que un escocés se levante el Kilt y le enseñe sus partes nobles y dudo no haya visto cosas similaresya.

La escucho gemir al otro lado:-Hija, no me digas esas cosas.Rio entre dientes sabiendo a mi madre ruborizada como una amapola pues nunca ha conseguido hablar de

ciertas cosas con Emily y conmigo.-Está bien, pues entonces te diré que Em es tan pura y nívea como la nieve y que, si ve un escocés

atrevido, saldrá corriendo en dirección contraria antes de ver a su amiguito y le llamará a voz en gritodepravado y loco lujurioso.

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Escucho las carcajadas de fondo de mi hermana pues sé que están en la cocina con el manos libres.-Anda, Em, no escandalices más a mamá y regresa a la universidad y aprovecha el tiempo para estudiar.-No puedo creer que la animes en esa locura de viaje.-La animo porque creo que será bueno para ella. Ha de ver un poco de mundo ahora que puede, mamá.

Bueno, será mejor que te deje que dentro de unos minutos, seguro el tirano de mi jefe me despide por no sercapaz de mantener la boquita cerrada y no mostrarme sumisamente esclavizada ante un jefe de departamentoque está por encima de mí y que o es un inútil o es un caradura.

Suspiro porque al final no me quedó otra que reconocer lo que pasaba porque mi madre me veía un poconerviosa.

Mi madre se ríe entre dientes:-No te echarán, y si lo hacen será lo mejor, cielo. Si no aprecian a una persona honrada y trabajadora,

ellos se lo pierden.-Gracias, mamá. Te dejo antes de que me escuchen y entonces sí que pierdo el trabajo por bocazas.-Está bien, cielo. Te haré tu cena favorita y así al menos podrás disfrutar de tu nueva libertad

empezándola con una buena comida.Sonrío negando con la cabeza, colgando y guardando de nuevo el móvil en el bolso mientras miro en

derredor tensándome de pronto por si alguien me ha escuchado.En otra sala Andrew Hamilton se ríe junto con su amigo y abogado, Julian Tempelton. Habían crecido

juntos, se conocían desde niños y estudiaron en la misma universidad, en Columbia, si bien Andrew estudiófinanzas para lograr su propia empresa y Julian continuó con la saga familiar y estudió leyes para poderdirigir algún día Tempelton Laws, la firma de abogados creada dos generaciones atrás por su abuelo.

-Has de reconocer que la chica tiene su carácter.Se reía Julian mirando la enorme pantalla plana del fondo del despacho de su amigo desde la que habían

visto y escuchado a Carola, pues toda esa planta tenía un circuito de seguridad que se controlaba desde sudespacho.

-En este momento me preocupa poco ese supuesto carácter y sí, en cambio, el no haberme dado cuenta dela dejadez de funciones de uno de los directivos de mi empresa que más responsabilidades tiene, sobre todoporque, tras ver los dossiers que ella entregó y que ya tienen cuadradas las cifras, facturas y movimientos delas dos nuevas fábricas, he empezado a temer cuán profundo puede ser el descontrol del departamentocontable.

-Presumo que si me has pedido que venga para estudiar las cifras de H.S.F. con ella y contigo es porque,de apreciar un descuadre importante, realizarás un estudio completo de todas las filiales para comprobar queno sea algo generalizado, o peor aún, que no solo veamos dejadez de funciones como lo has descrito, sinodesfalco de dinero por parte de Peterson o alguno de su equipo.

-Me he pasado todo el fin de semana estudiando la contabilidad que resultan de los informes que tengo yalgunos puntos no casan bien, hay ciertos errores que podrían no ser importantes, pero solo si las cifras queme presentan son las correctas, si no, puede que sí estemos ante algo que implique no solo poner a ese inútilen la calle, sino, además, denunciarlo. Empezaré con H.S.F. no solo porque esa chica haya despertado micuriosidad sino porque, además, parece conocer bien los datos que maneja e iremos más deprisa si vamos algrano con esta primera. De cualquier modo, estás en lo cierto; no importa el resultado final de esto porque,tras H.S.F., revisaré una por una la contabilidad de todas las filiales y las fábricas de cada una.

-Para eso no solo vas a necesitar una persona de confianza sino, además, una que no tema estudiar cifra acifra, factura a factura toda la contabilidad de los últimos cinco años, Andy.

Andrew sonrió y miró la pantalla y la chica que sentada en su sala de juntas permanecía en una más quepalpable incomodidad allí.

-Creo que he encontrado a la persona adecuada, y lejos de lo que ella cree, en vez de despedirla, laascenderé y le daré buenos incentivos para que no rechace mi oferta, empezando por la posibilidad demandar a la calle al inútil y caradura de Peterson como esté en lo cierto.

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Julian se rio:-Dudo que a esa chica la idea de echar a la calle a alguien le agrade por mucho que le desagrade ese tipo.

Presumo le bastaría con no tenerlo por encima de ella dándole órdenes y teniendo que hacer su trabajo.-Bien, pues yo le echaré y le libraré de ese jefe. -Se puso en pie tomando los dos dossiers que ella hubo

entregado a Materson el viernes y rodeando la mesa tras apagar la pantalla señaló-. ¿Vamos? Si he de pagarpor horas tus astronómicos servicios de picapleitos, más me vale sacarte rendimiento.

Julian se carcajeaba siguiéndole por la oficina y al pasar por la mesa de Luisa le guiñó un ojo:-Luisa espero que tengas apuntada bien la hora de mi llegada pues pienso pasarle a tu jefe la minuta de

mis inestimables servicios por cada uno de los minutos que esté en este edificio.Andrew rodó los ojos mientras Julian se reía y la secretaria de Andrew simplemente sonreía negando con

la cabeza.-Señorita Carsons. -La llamó nada más entrar en la sala de reuniones por una sala opuesta a por la que

ella entró.Su voz me sobresaltó de golpe y me hizo ponerme en pie como un resorte tensándome sin poder evitarlo.-Buenos días. -Va diciendo mientras se acerca desde el otro lado de la mesa acompañado de ese otro

hombre que estuvo el viernes en el despacho del señor Masterson y que ahora no recuerdo cómo demonios sellama-. Creo que lo mejor es que le explique lo que vamos a hacer.

Se sienta en la cabecera de la enorme mesa de reuniones dejando delante de él los dossiers que reconozcoy a su lado se sienta el otro hombre.

-Ante todo creo que procede tranquilizarla pues no pienso despedirla.El comentario me hace tensar la espalda y fruncir el ceño preguntándome cómo demonios sabía que

pensaba eso y suspicaz miro en derredor gimiendo en cuando veo al fondo de la sala una de esas pequeñascubiertas de cristal que esconde una de esas cámaras de seguridad y cuando vuelvo el rostro hacia él sonríearrogante pues ha comprendido que he visto la cámara. Ensancha su sonrisa antes de decir:

-No pienso despedirla no solo porque el señor Masterson asegura hace muy bien su trabajo, sino porqueno puedo achacarle los fallos contables que puedan surgir de la documentación que llegó a usted desde lacentral.

- ¿Entonces solo quiere revisar la contabilidad? -Pregunto aún con desconfianza.-Para empezar la de H.S.F. o, mejor dicho, la de las fábricas que se incorporan nuevas y la documentación

que le remitió la central para la absorción.- ¿Para empezar? -Insisto con un resquemor picándome en la nuca pues parece que esconde algo.Se ríe entre dientes y mira al otro hombre:-El que uno de mis empleados desconfíe tanto de mí no dice gran cosa a mi favor como jefe, ¿no crees?El otro hombre se ríe negando con la cabeza añadiendo mientras mira a su compañero alzando una ceja

con evidente sorna.- ¿Es necesario recordarte que me pagas por horas?El señor Hamilton suspira cansinamente antes de mirarme:-Revisaremos esa contabilidad y dado que la conoce mejor que nadie, dejaré que nos vaya guiando

ejercicio por ejercicio y haga notar cada descuadre o fallo. Así sabremos al final a cuánto asciende esosfallos.

Frunzo el ceño:-Si es la cifra lo que quiere, la tiene en el último dossier en la adenda del final, aunque si quiere saber de

dónde sale cada extremo de esa cifra supongo que sí hay que revisar ejercicio por ejercicio.-Pásame el dossier. -Dice el segundo hombre alargando el brazo abriéndolo enseguida yendo al final y

tras unos segundos dice-. Aquí dice que la cifra de descuadre es de casi dos millones.-Un millón setecientos ochenta y tres mil dólares, para ser exactos. -Digo recordando la cifra-. Pero es la

cantidad total de ambas fábricas y de los tres ejercicios, no solo del último año.-Sigue siendo mucho dinero. ¿Dónde ha ido a parar? -Preguntó alzando los ojos del dossier-. Antes de

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que me pidas demandar a nadie he de saber no solo la cantidad perdida sino a qué manos ha ido a parar.-Bueno, eso no puedo decírselo yo. -Respondo, aunque no me ha preguntado a mí-. Es decir, le puedo

decir qué facturas creo han sido infladas o dónde hay un cierto descuadre contable bien por materiales, bienpor producción, bien por horas de trabajo, pero quién se haya beneficiado de ello no soy yo la que puedeindicarlo. Me imagino que el director de cada empresa o de cada subcontrata será el último responsable o siel dinero ha desaparecido en el camino, deberá ser alguien que maneje las cuentas de todos esos posibleserrores. Yo no sé quién lleva aquí cada cosa, solo sé quién firma cada expediente final y ese es el jefe dedepartamento.

El señor Hamilton suspira dejándose caer en el respaldo del asiento y me mira fijamente.-Vayamos por parte. Analicemos esa contabilidad.- ¿Con usted? -Pregunto al ver que parece pretender que lo estudiemos juntos.-Lección aprendida, señorita Carsons. Si quiero controlar mejor mi negocio, no puedo ignorar ni la

contabilidad ni la actividad de quiénes la llevan. -Sonríe y señala las cajas-. ¿Empezamos?Suspiro con ganas de gruñir, pero no me queda otra que obedecer, después de todo él es el jefe

todopoderoso ¿no? Me pongo de pie apartando mi bolso y dejándolo sobre el asiento contiguo y desatandolas cajas cojo la del primer año dejándola sobre la mesa tomando las carpetas.

-Bien, pues supongo que lo mejor es empezar por las cifras que figuran en el expediente de compra deesas fábricas que supongo son las que tuvieron en cuenta para decidir si eran rentables para siquieracomprarlas y después les iré enseñando las facturas que muestran las verdaderas cifras de producción ygastos.

Tras tres horas en las que esa mujer llamada Luisa ha entrado hasta en dos ocasiones para llevarnos café yzumos, por fin terminamos la revisión de las dos primeras cajas quedándonos solo un ejercicio, pero por lacara y los comentarios que intercambian el que ahora sé es el abogado del señor Hamilton y éste, sé que estánde muy mal humor y enfadados.

-Ese Peterson o es un inútil o un ladrón que finge negligencia para tapar sus robos. -Gruñe el señorHamilton tras cerrar una carpeta y apuntar unas cifras en un bloc que tiene a su lado.

-Antes de notificarle su despido asegúrate de que seguridad blinda su ordenador y sus archivos, Andy, novaya a intentar borrar las huellas de sus actos. Incluso aunque solo haya actuado con dejadez de sus funciones,quizás intente borrar las pruebas de su incompetencia eliminando archivos y eso, a la larga, es un lío.

El señor Hamilton asiente antes de deslizar los ojos hacia mí que termino de guardar los papeles quehemos ido sacando de la segunda caja.

- ¿Son buenos tus compañeros de H.S.F.?Alzo las cejas sorprendida por la pregunta.-Sí, eso creo. Son concienzudos, honrados y trabajadores.-Si te encargase auditar la contabilidad de todas las filiales, ¿ellos podrían ayudarte?- ¿Perdón? -Jadeo atónita.-A ver, he de revisar que esto no sea un mero caso aislado y aprovechar, además, para poner al día el

departamento contable y para ello creo que será necesario una persona como tú que sabe lo que hace, peroque, por lo que veo, también es muy incisiva a la hora de no dejar cabos sueltos. Te estoy ofreciendo unascenso, una mejora de sueldo más que considerable y la oportunidad de que, cuando acabes, te encargues deldepartamento de contabilidad de la central ya que, cuando termines, conocerás los entresijos de todo elholding mejor que cualquier otro contable.

- ¿Dónde está la trampa? -Pregunto suspicaz pues me parece que para haberme conocido hoy me concededemasiada autoridad dentro de su empresa.

El señor Tempelton se ríe y me mira claramente divertido:-Definitivamente eres perfecta para el puesto. Siendo tan desconfiada no pasarás una. -Dice riéndose

entre dientes.- ¿Entonces? -Insiste el señor Hamilton mirándome fijamente.

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-A ver si lo entiendo. Me ofrece hacer la auditoria interna de todo el departamento y las filiales y, una vezterminada, el puesto de Peterson, ¿es eso?

Asiente esbozando una media sonrisa. Yo frunzo el ceño unos instantes porque una auditoria de las filialeses una tarea que me llevará al menos tres meses y se me antoja titánica.

-Creo que ha de precisar su oferta, señor Hamilton.Ambos sueltan sendas carcajadas y creo que les he cogido por sorpresa.-Me refiero, -digo enderezándome consciente de que no puedo dejar pasar la oportunidad, pero tampoco

aceptar para luego encontrarme en un atolladero-, a ver, -carraspeo-, una auditoria así me llevaría comomínimo tres meses y, como dice, necesitaría ayuda y aunque me encantaría seguir trabajando con miscompañeros no puede dejar desatendida H.S.F ahora que la tiene al día. Al menos ha de dejar a uno denosotros, a uno de los que conoce ese departamento allí, de modo que, aun suponiendo que aceptase y que metrajese a uno de ellos, seguiré necesitando ayuda, además, ¿me garantiza que tanto si le gusta como si no loque resulte de esa auditoria seré yo la que ocupe el puesto del señor Peterson? A ver si cuando me he matadoa trabajar ordenándolo todo y poniéndolo al día, decide poner a alguien con más experiencia o qué se yo, quele guste más.

-De verdad que es de una desconfianza rayana en lo obsesivo. -Se ríe el señor Tempelton-.Definitivamente me caes bien. -Dice sonriéndome con esa sonrisa de anuncio de Malboro enmarcando eserostro perfecto con sus ojos azules y su cabello rizado castaño que cualquiera diría no pertenece a un modelode ropa masculina-. Si aceptas, redactaré un contrato en el que se estipule que acabada la auditoria asumirásel puesto que él te ofrece por un mínimo de… ¿Tres años? -Mira a su amigo que asiente-. Después yarenegociarás si quieres. -Me guiña un ojo pícaro-. Quizás para entonces quieras marcharte a otro lado dondetengas mejores condiciones. -Bromea consiguiendo que el señor Hamilton suspire rodando los ojos y que yosonría divertida por su ocurrencia.

- ¿Y si descubro que esos fallos se han dado en varias filiales? ¿Qué ocurrirá? -Pregunto de prontointeresada por el posible despido de otros además de Peterson que ya mencionó

-Habrá que descubrir a los responsables y determinar si son fallos pequeños, inocentes, o, por elcontrario, esconden algo más. -Responde serio el señor Hamilton.

-Solo una cosa más. -Señalo sabiendo que quizás me esté excediendo a la hora de negociar cuando nohace ni tres horas no era más que una contable de una de sus filiales-. ¿No creen que no gustará mucho en eldepartamento de contabilidad de aquí que llegue yo y asuma ese puesto cuando seguro hay varias personasque han estado trabajando para usted más tiempo que quizás merezcan ese puesto? No lo digo porque noquiera aceptarlo, sino porque, si algo he aprendido, es que las personas que te rodean pueden facilitar eltrabajo o, por el contrario, hacerlo más arduo y no porque tengan malas intenciones, sino porque no se sientancómodas o apreciadas y con ello, no sentirán deseo alguno de sacar adelante cada proyecto o idea. Además,que llegue una extraña y les mande no será agradable. A mí no me agradaría y tampoco me agradará mandartiránicamente sobre otros porque si no están de mi lado habré de imponerme.

- ¿Y la solución? -Pregunta el señor Hamilton alzando las cejas y creo que se divierte con toda la vueltaque estoy dando.

-Pues… -Me muerdo el interior del labio intentando meditar un poco la idea-. Bueno, durante un tiempono puedo asumir el puesto de jefe de contabilidad pues habré de hacer la auditoria, además, antes de asumirese puesto me gustaría conocer no solo los entresijos de las cuentas sino de las personas que trabajaríanconmigo… -se me ocurre de pronto y le miro sonriendo-… si va a despedir a Peterson inmediatamente, ha denombrar un interino para su puesto, dejando claro que será un interino, escoja a alguien del departamento o defuera en quién crea puede confiar o, por lo menos, sacar adelante el trabajo un tiempo. Mientras, yo meincorporaré como alguien que ha contratado para poner al día el trabajo de las filiales. Así nadie deldepartamento se sentirá amenazado ni sospechará porque esté revisando constantemente las cuentas de variosdepartamentos y varias empresas y, además, así no sabrán que estoy haciendo una auditoria y menos una queincluye una auditoria del trabajo de todo ese departamento.

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El señor Hamilton sonríe negando con la cabeza mirando a su amigo:- ¿Y bien?-Es lo justo, aunque antes de nombrar el sustituto interino de ese Peterson asegúrate de que no solo es

confiable sino competente, no vayamos a empeorar las cosas.-Está bien. -Me mira con fijeza-. Escoge de tus compañeros al que creas ha de quedarse en H.S.F y yo

informaré a Materson de lo que ocurre para que busque quién os sustituya mientras. Si necesitas más ayuda,además de ese compañero que traigas contigo, ven y me lo pides a mí. Cada semana me reuniré contigo paraque me vayas informando y así asegurarme de cómo van las cosas, pero también para que pueda conocer losentresijos de mi empresa. No volveré a dejar tan desatendido ese departamento. Te incorporarás la semanaque viene, para que nadie asocie el despido de Peterson con tu incorporación. Y para que nadie de por aquísepa lo que hacemos a salvo Luisa, mi secretaria, y yo, tú y tu compañero acudiréis al despacho de Julian afirmar el contrato allí.

Asiento mirando de soslayo la tercera caja:- ¿Continuamos? Si voy a trabajar aquí presumo habré de hacerme con un guardarropa acorde a las

modelos que se pasean por este edificio y ahora que tengo un “considerable aumento de sueldo” me lo podrépermitir. -Sonrío inocentemente al señor Tempelton que se carcajea.

-Lo capto. En el contrato ha de haber un “considerable aumento de sueldo” ¿no es así?-Soy desconfiada y me gusta que los números de la cuenta corriente cuadren. Si voy a tener más gastos

necesitaré mejores ingresos. Soy contable. -Sonrío satisfecha.El señor Tempelton se carcajea antes de mirar a su amigo.-Ya me dirás cuál es el tope al que atenerme para ser considerablemente generoso.El señor Hamilton suspira rodando los ojos antes de señalar la tercera de las cajas:-Terminemos con el último ejercicio y veamos a cuánto asciende mi desfase final para saber cuán

empobrecido me hallo y así sabré cuán considerablemente generoso podré ser.Niego con la cabeza abriendo la tercera de las cajas:-No es justo que mi futuro sueldo se vea afectado por las acciones pasadas de terceros.Tras un par de horas más revisando documentos, justificantes, facturas y expedientes, por fin terminamos y

yo, casi que por pura inercia del hambre que tengo alargo el brazo y atrapo sin pensar el bollito que quedabaen una bandeja de café que en algún momento nos trajeron cuando doy el primer bocado sin apartar los ojosde la carpeta que cierro con la mano libre escucho un par de risas a mi alrededor alzando la vista paraencontrármelos mirando.

-Tengo hambre. Llevo toda la mañana sin probar bocado. -Digo aun con la boca llena, aunque sé que mehe ruborizado.

El señor Tempelton mira su reloj sonriendo:-Es la hora de almorzar y dado que ya hemos acabado lo menos que puedo hacer es invitarte a comer.

Además, así quizás me sonsaques mejores condiciones para poner en tu contrato.-Umm… -Trago apresuradamente y le miro con renovado entusiasmo-. ¿Podría pedir una cafetera para mí

sola? Mi padre siempre decía que solo cuando tienes cafetera para ti, sabes que has triunfado en la vida. Eraun gran bebedor de café y nada hay peor para un gran bebedor de café que uno de esos de una horriblemáquina expendedora.

-Podremos negociarlo. -Responde mientras se ríe divertido poniéndose en pie y tomando la chaqueta delasiento contiguo en que la dejó cuando se la quitó-. Vamos, Andy, que pagas tú. -Mira a su amigo que sonríenegando con la cabeza mientras también se pone en pie.

- ¿Y a nadie le resultará raro verme salir con el jefe supremo y después tener un puesto en contabilidad? -Pregunto colocándome la chaqueta sin mirarlos tomando, además, mi bolso y como no escucho repuesta megiro y les veo a los dos mirarme con fijeza.

- ¿Jefe supremo? -Pregunta el señor Hamilton alzando una ceja, inquisitivo, haciendo que sus ojos verdesaún brillen más, no sé cómo.

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-Bueno, en esta empresa hay muchos jefes. Jefe de departamento, jefe de empresa, jefe de filial… en fin,muchos. Pero solo hay un jefe-jefe. Jefe supremo.

-Tengo que hacerme tarjetas con ese cargo, “jefe supremo”. Suena intimidante. -Dice con sorna mirando asu amigo que se ríe antes de mirarme.

-Anda, mujer desconfiada. Sal conmigo y dejemos al jefe supremo ir por su cuenta. -Camina hacia mírodeando la mesa, pero lanza una mirada a su amigo antes de decir-. ¿Al Reverse?

Veo al señor Hamilton asentir mientras que a mí solo me surge en la cabeza que no voy, ni de lejos,vestida para un lugar como ese. Nunca he ido pues es muy caro y exclusivo, pero de sobra sé es uno de losrestaurantes más chics de la ciudad. Evito gemir que no sentir cierto reparo que no sé si expresar, pero alfinal acabo recorriendo el camino que antes hice de subida, pero de salida. En vez de pulsar el piso delvestíbulo pulsa el del garaje y cuando salimos me guía hasta un Mercedes plateado cuya puerta del copilotoabre para mí. Subo sonriendo al tiempo que niego con la cabeza pues no estoy acostumbrada a ese tipo degalanterías y, de pronto, surge en mi cabeza qué diría mi hermana si me viera. Al acordarme de mi hermanarecuerdo la cámara de la sala de reuniones y surge en mi cabeza la duda de si me escucharon antes deaparecer.

Cuando arranca el coche y lo saca del garaje incorporándose al tráfico dudo si preguntarle, pero poralgún motivo me incomoda no saberlo.

-Me escucharon hablar por la cámara, ¿verdad?-A ver, lo primero, estamos fuera de la oficina así que por favor llámame Julian, y lo segundo, bueno, sí,

pero en nuestro descargo diré que antes habíamos tenido una reunión con un par de agentes conflictivos y eraconveniente tener grabada la reunión para una posible demanda.

-Ya, pero aun así me escucharon.Sonríe divertido y a mí me dan ganas de gemir.- ¿Te llevas bien con tu hermana? -Pregunta tras unos segundos-. De la conversación parecía que sí.-Sí, sí. Emily y yo nos llevamos muy bien. Ayuda el llevarnos casi cuatro años de diferencia por lo que no

sufrimos la competitividad propia de las hermanas cuando éramos niñas, y también el que nos parecemospoco, no solo físicamente sino en carácter. Ella es muy soñadora, animada e inquieta y yo, bueno, supongoque soy más seria, más con los pies en la tierra. Creo que es porque yo me parezco a mi padre y ella a mimadre.

-Bueno, esperemos que no se encuentre con ningún escocés que despierte su lado romántico.Rio entre dientes porque no va desencaminado.-Si le digo eso a mi madre la ata a la pata de la cama.Atraviesa media ciudad y llega hasta la zona de SoMa donde han empezado a proliferar los restaurantes

exclusivos ubicados en antiguos almacenes ahora reformados. Tras detener el coche frente al cartel delReverse, le entrega las llaves a uno de los aparcacoches que presumo ha de conocerlo porque si yo leentregase las llaves de mi pequeño jeep seguro me las devolvería preguntándome si tengo reserva y, caso detenerla, cómo diantres la he logrado.

De nuevo, cuando bajo del coche y lo rodeo, tengo la sensación de estar completamente fuera de lugar conmi traje sencillo de chaqueta, mi pelo recogido en una simple coleta y mis ojos, sin maquillaje alguno,tapados, por fortuna, tras mis gafas de ancha montura de pasta. Me dejo guiar hacia el interior y, para misorpresa, ni siquiera le preguntan su nombre, si tiene reserva o cualquier otra cosa, simplemente nosconducen hacia uno de los laterales y de ahí a un reservado. Me acomodo en el banco acolchado y miro enderredor con curiosidad.

-Si lo que pretendía es que bajase mis expectativas de condiciones, después de este restaurante lo queharé es exigirle un mayor sueldo y mayores prerrogativas. -Digo sin pensar aun observando las altas lámparasde cristal, los suelos de mármol y la enorme pared de vinos que divide todo el local y que estoy segura estarávalorada en muchísimo dinero.

Julian se ríe observándola curioseando con la vista el lugar mientras piensa que, desde luego, iba a

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merecer cada centavo que le pagase Andrew pues durante las horas previas les demostró que no solo erabuena en su trabajo, sino de un meticuloso rayano en lo desquiciante y sabía a Andrew algo más queimpresionado pues en un par de ocasiones le hubo lanzado a él un par de miradas que bien comprendía desaberse completamente desubicado con la joven.

-Bien, pues yo me haré el fácil y dejaré la parte dura de la negociación para Andrew.-Ahh, no, no, no, las condiciones ofrecidas por él no pueden empeorarse, solo mejorarse. -Digo

mirándolo sonriendo-. Incluso creo que necesitaré algunos incentivos de esos caprichosos que se les ofrecena los ejecutivos para tentarlos.

Se ríe negando con la cabeza:- ¿Incentivos como una cafetera?-Vas por buen camino. -Respondo sonriendo.-Ahh ahí viene el que ha de comprar esos incentivos.Se ríe desviando los ojos hacia el otro lado y vemos al señor Hamilton entrar como Pedro por su casa

mientras una rubia tenida y muy operada le sonríe y creo que flirtea con él con todo el descaro.-Ya estábamos pensando en olvidarnos de ti y pedir el almuerzo. -Dice bromista mientras su amigo toma

asiento.-Como si no pudiere daros alcance de haberlo hecho. -Gira el rostro y me mira-. Espero que no seas de

esas mujeres que solo comen ensaladas pues aquí la especialidad es la pasta.-Me encanta la pasta casera.Sonrío tomando la carta que nos cede una señorita tan oxigenada como la anterior que posa únicamente

sus ojos en mis dos acompañantes creo que intentando obviar el que yo esté allí pues casi que me ha dado lacarta con desgana y desinterés.

No puedo evitar sonreír unos minutos después cuando la rubia toma nota y me lanza una mirada de desdéncuando pido un plato de lasaña y pollo parmesano.

-Bien, Carola, ¿puedo llamarte Carola ya que te he pedido que me llames Julian? -Asiento sonriendo trasbeber de mi copa de agua con rodajitas de limón y naranja, es la primera vez que bebo agua de tal guisa-.Entonces, ¿Qué incentivos vas a exigir en esta negociación?

-Pues, no sé. -tomo uno de los deliciosos panes que nos han puesto delante y lo mordisqueo antes decontinuar-: ¿Aparte de una cafetera y de un enorme incremento de sueldo?

Escucho la carcajada del señor Hamilton.- ¿Ahora el incremento ha de ser enorme?-Bueno, he de negociar al alza para que, si luego intenta bajar, no salga perdiendo. -Respondo antes de

dar un nuevo mordisco al pan-. Puede que pida panecillos de estos una vez por semana. Están deliciosos.De nuevo les escucho reírse:- ¿Siempre eres tan sincera? -Pregunta el señor Hamilton cediéndome la cesta de los panecillos.Me encojo de hombros al tiempo que tomo uno:-No es que sea sincera es que miento muy mal. Creo que las rubias me miran como si fuere un tiranosaurio

devorando todo a su paso. Seguro que no han visto a ninguna mujer comer pan en este local.Julian se carcajea negando con la cabeza:-Pues quizás se desmayen si después, además, pedimos postre.-Uy sí, y también postre para llevar. Se lo llevaré a mi madre. -Sonrío de pronto entusiasmada ante la

imagen de mi madre atónita cuando le lleve un postre del restaurante “Reserve”. Miro al señor Hamilton yañado-. Podemos considerarlo un incentivo por la explotación laboral a la que voy a ser sometida en lospróximos meses.

De nuevo se ríe mirando a su amigo.-Espero que al menos tengas la decencia de no hacer referencia a sus funciones y labor como “explotación

laboral” a ver si al final se me tacha de negrero o algo similar.-No sé, la verdad es que tiene cara de tirano. -Murmuro dando un nuevo bocado al panecillo mirando a

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Julian-. Quizás deba pedir una extra o algo así por cada grito u orden extralimitada que me dé en el futuro.Seguro que, a final de año, contabilizándolos todos tendré un buen bonus.

Julian de nuevo se carcajea mirando a su amigo.-Por Dios que me lo voy a pasar estupendamente redactando su contrato.-Julian no te pases que recuerda quién es el que te paga.-Umm… -frunzo el ceño-. Eso es cierto. Quizás deba acudir con mi propio abogado el día de la firma.

Eres abogado de la parte contraria. -Le miro estudiándolo-. Mis intereses pueden correr riesgo en tus manos.-A ver, mujer desconfiada, ¿acaso tienes abogado? -Pregunta Julian sonriéndome desafiante.-Bah, eso es una nimiedad. Mi padre decía que abogados hay bajo cada piedra que uno levante. Solo es

cuestión de quedarse con uno con pinta de tiburón hambriento que dé buenas dentelladas. Tú eres muy grande,seguro que a cualquiera que contrate le encantará morderte. Quizás deba buscarme a una abogada mujer.Solemos ser más despiadadas con el incentivo adecuado.

Esta vez es el señor Hamilton el que se carcajea mirando la cara que se le ha quedado a su amigo.En cuanto nos traen el primer plato el señor Hamilton me describe al detalle sus empresas y las que

forman parte de cada filial. Tengo que concentrarme porque realmente es un hombre muy atractivo con unasmanos que parecen hechas para impresionar a las mujeres pues parecen fuertes, firmes, poderosas, perotambién suaves. En un par de ocasiones tengo deseos de gemir por pensar esas cosas. Para cuando llegamosal postre dejándome pedir un tiramisú para llevar lo que me hace sonreír y mirar con satisfecha arrogancia ala rubia, los dos me han puesto al día de todo lo que he de saber de la actividad de la empresacomprendiendo, sin embargo, que, en materia contable, parecen haber confiado demasiado en la labor de sussubordinados pues solo conocen las cosas de modo general, por los informes que debían recibir deldepartamento contable.

-Ay por Dios. -Exclamo sin querer al dar el primer bocado de los canutillos de mascarpone de mi plato-.Estoy llena pero solo por esto merecía la pena las miradas desairadas de la rubia. -Alzo uno y se lo ofrezco aJulian-. Están deliciosos.

Se ríe y mira de soslayo a su amigo mientras da un bocado al canutillo que le ofrezco y sonríe mientrasmastica.

-Delicioso. Sí.- ¿Quiere? -Tomo otro y se lo ofrezco al señor Hamilton-. Prometo que con canutillos de estos dejaré que

sea un tirano al menos una vez por semana y no me quejaré.Se ríe negando con la cabeza.- Una vez a la semana, ¿no?-Aja… -Asiento masticando-. Bueno, pero sin pasarse, la tiranía llevada a extremos exagerados se

convierte en locura y todo tirano loco suele acabar muerto a manos de sus pobres sometidos y lo único que lefaltaba a mi pobre madre es tener que venir a visitarme a la cárcel por haber participado en el asesinato deltirano de mi jefe, por grandioso que fuere el sueldo que me pagare.

El señor Hamilton se carcajea:- ¿Ya ha llegado a la categoría de grandioso? A este paso, en menos de una semana acabaré hipotecando

mi empresa para pagar tus honorarios.-Oh bueno, no seré tan irracional, toda la empresa no, quizás baste con hipotecar una sola de las filiales. -

Respondo antes de dar otro buen bocado al canutillo.-Que conste que si sus honorarios acaban excediendo los míos exigiré un poco de equilibrio entre ellos.

Después de todo yo suelo soportarte no solo en el trabajo sino fuera de él. Tengo doble trabajo; abogado yamigo. -Dice Julian sonriendo.

-Buen argumento, pero si te ha de pagar por ser su amigo, ya no serías su amigo, serias otra cosa. -Digodando el último bocado a mi postre-. Aunque si me consigues más canutillos de estos en el futuro defenderé acapa y espada el que has de recibir una paga extra por tu paciente e inestimable figura de amigo. Le diré a midespiadada abogada que lo incluya en mi contrato.

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Julian se carcajea negando con la cabeza.-Vamos, tiranosaurio. Será mejor que te lleve a tu casa antes de que acabes exigiendo un pedazo de la

empresa.-Umm, en realidad preferiría que me acercases, si no te importa, a H.S.F. para informar en persona al

señor Materson. Ha sido un buen jefe y es lo menos que he de hacer. Además, le diré a Bob si quiereayudarme estos meses. Ha tenido un niño este año y le vendrá bien un aumento de sueldo. Así ahorra para launiversidad del pequeño Bob.

-Yo la llevaré. Así hablaré también en persona con Materson y veré qué pueda necesitar ya que le dejo sinsu particular tiranosaurio.

Me encojo de hombros:-Bueno, pero que conste que no suelo comer tanto, claro que tampoco voy a sitios como este. Quizás

ahora que tendré una astronómica cifra en mi cuenta corriente venga a estos lugares y devoraré sin control nicontención cuanto halla en la carta y empezaré por los postres.

- ¿Astronómica? -Se ríe negando con la cabeza tras firmar el cargo del almuerzo-. En menos de dos horaslos calificativos de tu supuesto sueldo han alcanzado cotas algo exageradas.

-Le comentaré esa expresión a mi hambrienta abogada. -Sonrío poniéndome en pie y tomando mi bolsoantes de salir.

En cuanto se abre la puerta del restaurante tras el Mercedes de Julian que toma rápidamente las llaves deaparcacoches, aparece un deportivo de esos tipos James Bond plateado, con los asientos de cuero de colortostado y el volante de esos de madera y metal como los que salen en las películas antiguas que veía mi padrede Steve McQueen.

-Carola, te espero el jueves en mi despacho. Le diré a Luisa que te mande los datos desde el despacho detirano de tu jefe.

Asiento y le sonrío:-Gracias por el almuerzo, y recuerda que, aunque él te pague, dentro de pocos meses será mi

departamento el que aprobará los gastos y minutas que desde tu despacho pasarás.Se carcajea antes de alzar los ojos a su amigo:-Un dato que he de tener muy en cuenta, eso es cierto.-Vete ya, antes de que me entere de que pasas estos minutos como parte de tu “minuta”.Cuando se sube en su coche y tras hacernos una señal de despedida, el señor Hamilton me señala su

vehículo y me apresuro a rodearlo para entrar en el asiento del copiloto observándolo con curiosidad trasponerme deprisa el cinturón de seguridad.

-No es muy práctico para los días de lluvia. -Digo cuando arranca.Sonríe y niega con la cabeza:-Tiene capota y, de todos modos, tengo otros dos coches para distintas ocasiones.-Ah, muy práctico, entonces.Rio entre dientes sorprendida de no sentirme tan intimidada por él como el viernes. Sí, es mi jefe y sí es

uno de esos tipos que parecen atraer a las mujeres como las polillas y que, por lo tanto, está tan fuera de mialcance como la luna, pero debe ser por eso, por saberlo tan alejado de mí que no debo preocuparme por loque piense de mi persona más allá de mi trabajo y si me ha ofrecido el ascenso es porque en ese aspecto debeestar contento conmigo.

- ¿Por qué no contrata una auditoría externa? -Pregunto de pronto consciente de que me ha ofrecido unascenso, pero también contabilizar toda la empresa.

Me mira de soslayo volviendo a mirar a la carretera sin disminuir su velocidad.-Piénsalo. Necesito alguien que sepa lo que hace, pero que no alerte a los demás. De saberse que estoy

haciendo una auditoria todo el que tenga algo que esconder lo escondería mejor y nos complicaría oretrasaría las cosas. Además, también necesitaré que una vez quede todo atado y bien atado, el que dirija lacontabilidad esté familiarizado con cada recodo de las cuentas de la empresa no solo en la central, sino en las

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filiales ¿y quién mejor que aquél que los audite? Además, Materson confía en ti y yo, de momento, no tengomotivo alguno para pensar que se equivoca.

-Oh, vaya que halagador. “De momento”. -Bufo un poco ofendida y él se ríe-. ¿Qué pasará con Peterson?Quiero decir, habéis dicho que lo echaréis, pero ¿haréis algo más?

- ¿Preguntas si le demandaremos?-Sí, bueno, eso y si habrá más despidos en contabilidad o en algún departamento.-Ya te lo he dicho, salvo que sean errores graves o claramente fraudulentos, no creo que sea necesario

despido alguno. No creo que vaya a hacer una restructuración del departamento, eso, si acaso, te lo dejaré a tide creer necesario tras estos meses, que se cambien las cosas, de ahí que quiera que nos reunamos cadasemana desde ahora para ir comentando no solo las cuentas sino lo que observes que pueda ir mal y que a mícomo jefe no me sea posible descubrir sin que alguien me alerte de ello. En cuanto a lo de demandar a esecaradura de Peterson… -chasquea la lengua y hace una mueca que a mí me resulta irresistiblemente sensualpor lo que rápidamente desvío los ojos al salpicadero-… digamos que esperaré a comprobar a cuántoasciende el coste de su negligencia y de si ha habido juego sucio detrás.

-Pues yo puedo descubrir los descuadres contables, pero quizás necesites uno de esos detectives paradeterminar si los descuadres los ha cometido una persona o varias según las cosas. Se me dan bien losnúmeros, pero no muy bien juzgar a las personas por eso prefiero ser desconfiada de inicio y no llevarmedesagradables sorpresas.

-Es la actitud más desconcertante que he escuchado. ¿Así que desconfías de todos de antemano porquepresumes que si alguien no es de fiar te engañará fácilmente?

-Eso mismo. -Contesto asintiendo.-Definitivamente habías de ser contable y si me apuras tendrías una prometedora carrera como inspectora

de hacienda.Me encojo de hombros girando el rostro para mirar la ciudad que atravesamos a toda velocidad y pronto

llegamos a las oficinas de H.S.F. situada a las afueras.-Ve a hablar con tu compañero y hazle la oferta mientras yo informo a Materson. Después, si quieres,

hablas con tranquilidad con él.Asiento mientras entro en las oficinas pensando que además debería recoger mis pocos cachivaches de mi

despacho.-Hola Jimmy, ¿qué tal tu mujer? -Saludo al guarda de seguridad que está tras el mostrador.-Se queja por todo, pero por lo visto he de soportarlo con paciencia ya que, según mi madre, no conviene

hacer enfadar a una mujer en sus últimos días de embarazo. Si este niño no sale pronto acabaré con unapulmonía. Siempre tiene calor y tiene la casa a bajo cero. -Dice antes de sonarse la nariz.

-Es que estamos teniendo unos primeros días de verano un poco bochornosos, Jimmy, y con el embarazola pobre lo debe estar pasando mal. Ten un poco de paciencia que verás lo guapo que te sale el pequeñín.

Entramos en el ascensor y pulso la planta cuatro mientras el señor Hamilton niega con la cabeza:-Dudo que en las oficinas centrales acabes conociendo a nadie aparte de tus compañeros de

departamento.-Espero que no. El mejor modo de conocer una empresa y cómo funciona es conocer a las personas que

trabajan en ella y si es muy grande, al menos a una o dos de cada departamento. -Respondo con sinceridad.Me mira entrecerrando los ojos y no sé si es porque le ha molestado mi opinión o que se la diga. A Dios

gracias se abren las puertas del ascensor y salimos apresurándome a decir mientras señalo un lado delpasillo.

-Yo he de ir primero a la izquierda. Supongo que se marchará nada más hablar con el señor Materson asíque ya no le veré hasta el lunes. -Surge en mí entonces la duda-. Bueno, en realidad, no debería verle, ¿no?Entraré directamente en el departamento de contabilidad y supongo el que esté al cargo de momento, habrásido informado que voy a revisar las cuentas de las filiales para ponerlas al día.

Asiente mirándome serio.

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-De todos modos, recuerda que, para cualquier duda o problema, te has de poner en contacto directamentecon Luisa, discretamente.

De nuevo asiento.-Gracias por el almuerzo y por el postre de mi madre. -Levanto un poco la pequeña caja de cartón que la

contiene-Quizás te lo descuente de tu esquelético sueldo. -Se ríe metiéndose las menos en los bolsillos echando a

andar hacia el lado del corredor que lleva al despacho del director.Abro la boca un poco sorprendida, pero antes de que se aleje más alzo la voz y digo:-Habíamos quedado en que sería astronómico. No intente engañarme a ver si al final voy a tener que ir

con una abogada asesina.Le escucho carcajearse sin detenerse ni girarse para mirarme.-Será posible. Esquelético. -Refunfuño girando en dirección a la zona donde están mi despacho.Estoy al menos una media hora hablando con Bob y Martin explicándoles lo que ocurre y que a todos nos

ascienden, pero también que hemos de actuar con discreción. Tras un buen rato entre bromas y chascarrillos,Bob está de acuerdo en que sería lo mejor que él me acompañase, además, Martin no desea trabajar tanto yaque su esposa siempre le achaca tenerla abandonada. Ese comentario me hace mucha gracia porque Martin esel hombre más casero y entregado a su esposa que conozco. Después voy al despacho del señor Materson yhe de reconocer que me tranquiliza que no piense que le dejo tirado ni nada así que le invito a una barbacoaen casa de mamá el domingo con su esposa.

Salgo cuando empieza a anochecer llevando en una caja de cartón los pocos enseres que tenía en eldespacho y tras tomar el tranvía me bajo a un par de manzanas de mi casa. Para mis padres y, sobre todo, trasla muerte de papá, el que mi madre hubiere heredado la casa de mis abuelos justo después de casarse fue unasuerte pues no tuvimos que afrontar hipotecas o gastos extraordinarios para la casa. Además, vivimos en unode mis barrios preferidos de San Francisco, Fillmore Street, donde, además, la mayoría de nuestros vecinoslo son de toda la vida y han vivido allí por varias generaciones. Subo las escaleras de la puerta principal ypor la cesta con herramientas de jardinería que hay en el pequeño rellano, sé que mi madre ha estado estatarde trabajando en sus macetas y plantas. Nada más abrir la puerta dejo la caja en la pequeña mesita dehierro forjado de la entrada tomando la caja del Reserve y voy a la cocina donde ya escucho el ruido decacharros de mi madre.

-Oh qué bien huele, mamá.Se gira como un resorte y me mira con la cuchara de madera en la mano claramente ansiosa:- ¿Y bien? ¿Qué ha ocurrido?Rio acercándome tomando la cuchara de su mano dejándola en la encimera.-Será mejor que te sientes a ver si te caes de la impresión.Mi madre me mira nerviosa obedeciendo y yo me siento frente a ella en la mesa de la cocina.-Pues verás…Durante los siguientes veinte minutos le narro con todo lujo de detalles lo ocurrido desde que entre en el

hall de la sede central y cuando termino me mira completamente atónita, como sabía haría.- ¿Te van a ascender al puerto de ese tipo que van a despedir?-Sí, pero eso será oficialmente dentro de tres o cuatro meses cuando termine de estudiar y revisar con

Bob las cuentas de la empresa.- ¿Y cómo es el señor Hamilton?- ¿Qué cómo es? -Pregunto desconcertada por el interés de mi madre.-Sí, no sé, ¿te parece que será un jefe muy duro?Sonrío porque lo primero que me viene a la cabeza sobre él es que es un Dios griego venido a la tierra

para deleite de las mujeres.-Bueno, me parece muy inteligente y ha de serlo porque ha levantado la empresa él solo y eso que ha de

tener como mucho treinta y cinco años. ¿Duro? Pues, no lo sé. Creo que será exigente, pero eso no me parece

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mal, ha de serlo o se le irán las cosas de las manos, ¿no? El que me ha parecido un tipo francamente divertidoes su amigo, el señor Tempelton. Con él firmaremos los nuevos contratos Bob y yo el jueves. Lo que merecuerda que necesito que tú y Em me ayudéis. He de comprarme ropa adecuada para ir a trabajar allí.Debieras ver cómo visten todas las mujeres, incluso las recepcionistas que para remate parecen modelos,aunque eso sí, son antipáticas hasta decir basta. Me miraban como si fuere un mosquito.

Mi madre se ríe poniéndose en pie.-Eso lo arreglamos comprándote ropa bonita que resalte tus encantos y dejando que Em te enseñe algunos

trucos de maquillaje. Siempre vas sin maquillar y te tapas los ojos azules con esas gafas que solo necesitaspara leer y son lo mejor que tenemos las mujeres de la familia.

Sonrío porque ciertamente lo único que tengo algo destacado son los ojos que son azules y parecen grisescuando me enfado. En cambio, Em, que ha heredado los rasgos de la familia de mi madre, no solo los ojos, esuna chica realmente guapa con su cabello pelirrojo, sus ojos azulados y la piel que se le broncea enseguida,como a mí, pero siendo pelirroja resalta en ella especialmente.

-Está bien, dejaré que me convirtáis en vuestra particular Barbie vestiditos estos días.-Estupendo, ahora dame ese tiramisú tan caro. -Añade riéndose y tomando la cajita que está en el centro

de la mesa.El jueves, tras un par de problemas con el jeep, que reconozco está en las últimas, mi hermana viene a

rescatarme con el coche que le ha prestado su compañera de clases y me lleva al despacho de TempeltonLaws.

- ¿Seguro que quieres que suba?-Em, no te vas a quedar en el coche. No sé lo que tardaré y siempre es mejor esperar en un despacho que

en la calle. Además, ¿crees que no sé qué en cuanto llegases a casa rebuscarías hasta hallar la copia delcontrato para releerlo de arriba abajo? Menuda eres tú cuando sientes curiosidad por algo.

Se ríe caminando conmigo hacia el mostrador del edificio de oficinas donde según creo está la sede deldespacho de abogados.

-No sé yo, voy en vaqueros, con una camiseta y converse. -Dice de pronto mirando en derredor donde unpar de mujeres enchaquetas como ejecutivas de diseño pasan a nuestro lado.

Miro de soslayo su aspecto tan propio de una estudiante universitaria, aunque mi hermana con su cuerpoesbelto, su melena pelirroja y esa sonrisa abierta, conseguiría deslumbrar al más pintado llevando solo unsaco de gravilla.

-Bah, si preguntan solo diré que eres mi eficiente chófer. Ahora que he subido en mi carrera, a nadie leextrañará que tenga un chófer a mi disposición.

Me da un empujoncito riéndonos justo antes de alcanzar el mostrador y la chica tras él nos indica que eldespacho ocupa los tres últimos pisos.

-Sí que debe ser grande el despacho. -Dice mi hermana nada más cerrarse las puertas dobles delascensor.

-Bueno, si he de tomar como referencia el coche y el traje que lucía, Julian debe ganar mucho dinero.- ¿Julian? -Pregunta mi hermana alzando una ceja sonriéndome burlona.-Me pidió que le llamare así, no imagines cosas porque no creo que sea su tipo. No me dedicó ni una

segunda mirada, te lo aseguro.-Pues él se lo pierde. -Afirma tajante sonriéndome.-No sé yo… Ya verás cuando lo veas, pensarás que soy yo la que sale perdiendo. Moreno, ojos azules y

cuerpo de anuncio de vaquero de Malboro.Mi hermana se ríe justo cuando se abren las puertas del ascensor diciendo entre risas:-Exageras.Nos acercamos a otro mostrador y pregunto por él y la chica me dice, tras hablar por el teléfono que

espere unos instantes. Para mi sorpresa veo desde el fondo del enorme corredor como aparece él y vieneresulto hacia nosotros.

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-Mira, Em, es ese. -Susurro señalándolo disimuladamente.Veo a mi hermana abrir los ojos como platos y tengo ganar de reír.-Joder, no exagerabas. Menudo tío. -Dice bajando la voz tanto como yo.-Buenos días. -Me saluda con una sonrisa profident con aire relajado haciéndonos una señal para que le

sigamos por el mismo sitio que él había tomado-. Menos mal que has llegado porque el pesado de Andrewme ha llamado tres veces en lo que va de mañana para asegurarse que venías. Desde que ha despedido a eseinútil ha empezado a comprender el caos que debía ser el departamento de contabilidad. Con decirte que leha pedido a su hermano Carl que lo asuma unos meses mientras se decide sobre qué hará.

- ¿Su hermano Carl? -Pregunto desconcertada.-El menor de los hermanos. Es un tío muy listo, pero un culo inquieto de cuidado. Acaba de pasar seis

meses escalando y ha decidido regresar a la vida de las personas normales, al menos por un tiempo, ymientras se decide qué es lo que quiere hacer, Andrew le ha pedido el favor de llevar el departamento.

- ¿Y porque no se lo ofrece ya del todo? -Pregunto escamada.Nos cede el paso a un enorme y luminoso despacho y se ríe entre dientes:-No temas. Andrew y Carl se llevan estupendamente, pero dudo logren trabajar juntos mucho más que un

tiempo limitado. Carl es, como digo, un culo inquieto y no aguantará más que unos meses en un puesto tanserio y de despacho, pero le hará el favor a su hermano sin necesidad de que se lo pida dos veces.

Nos señala dos asientos frente a la mesa y él rodea la mesa.-Ah, lo siento, esta es Emily, mi hermana. Em, él es Julian Tempelton, el abogado del señor Hamilton. -

Sonrío de pronto divertida-. ¿A qué empezabas a temer que fuere mi abogada y que había venido conzapatillas cómodas para patearte mejor el trasero?

Se carcajea dejándose caer en el sillón tras la mesa y después mira a mi hermana.-No os parecéis mucho, tenías razón. Quizás solo en el color de ojos.-Herencia de mi madre. -Decimos al unísono.Se ríe entre dientes negando con la cabeza extendiendo el brazo ofreciéndome una carpeta con el logo de

Hamilton Inc.-Léelo a ver si cumple tus ¿Cómo eran? ¿Astronómicas condiciones?-Me conformo con un astronómico sueldo y unos caprichitos tontos como alicientes.Se ríe negando con la cabeza. Enseguida bajo los ojos al contrato y tras las primeras líneas estándar me

voy a lo importante.-Joder. -Jadeo antes de alzar el rostro un poco ruborizada-. ¿Esto es lo que cobraba el señor Peterson?Se ríe negando con la cabeza:-En realidad, tú vas a cobrar más. Después de todo vas a poner orden en las cuentas de la empresa y

después tendrás que asegurarte que no vuelvan a ocurrir descuidos.Sonrío arrogante y miro a Emily.-Es verdad. Somos ricas… -Le enseño la hoja y la cifra de mi sueldo y como yo antes Emily jadea

abriendo mucho los ojos.-Definitivamente cambias esa tartana de jeep tuyo que está para el arrastre por un bonito Smart.Asiento divertida:-Uno rojo y blanco y te dejaré usarlo con libertad.-No pensaba ni pedir permiso. -Se ríe divertida.-A ver, a ver…Bajo de nuevo los ojos entusiasma al contrato y río porque además de la cláusula del tiempo y demás

cosas que hablamos pone que tendré una cafetera en mi despacho. Se la enseño también a Emily que se ríenegando con la cabeza:

-Solo tú podías pedir eso.-He llegado a la cumbre. -Digo con socarronería sonriendo-. En fin, supongo que no hará falta que me

busque una abogada hambrienta ya que te has portado bien.

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Se ríe de nuevo negando con la cabeza:-Me alegra saber que aprecias mi buen hacer.-Oh, sí, lo aprecio en extremo. -Rio firmando las hojas y las copias del contrato.-Tu compañero se pasó ayer por la tarde para firmar también.-Sí, me llamó desde una cafetería tras firmarlo. Estaba con su mujer y el pequeñajo celebrándolo con

helados.-Helado. -Sonríe Em mirándome ansiosa-. Ahora te lo puedes permitir.-Te recuerdo que son las nueve de la mañana.-Pero yo llevo toda la noche despierta estudiando. Un poco de azúcar saturada para mi cerebro me

vendría estupendamente. Helado y café irlandés.-Está bien, tú tomas helado y yo desayuno.-Estupendo. -Emily se pone en pie como un resorte mientras yo el cedo los papeles a Julian menos mi

copia que guardo rápidamente-. Helado doble y café triple para celebrar que ahora eres mi hermana lamillonatis que va a cubrirme de caprichos.

-Aún no he recibido mi primer sueldo y ya hemos comprado un coche y te cubro de caprichos. A este pasovuelvo a la pobreza sin haber probado las mieles de la riqueza.

-Oh vamos, no exageres. Un par de heladitos no hará mella en ese escandaloso sueldo.Escuchamos la carcajada de Julian y me ruborizo porque por unos instantes he olvidado que estaba allí.-Guardaré el secreto que has llamado escandaloso el sueldo a ver si cierto jefe tirano piensa que te paga

en exceso.-Si me guardas el secreto te dejaré usar mi máquina de café cuando quieras. -Sonrío divertida.-Vaya, cuánta generosidad. -Dice con sarcasmo.-Sí que lo es. -Respondo como si no hubiere notado su tono.Nos sigue hasta el ascensor y, aunque me sorprendo, no me atrevo a hacer comentario alguno.-En fin, Carola, no creo que tardemos mucho en vernos. -Gira y sonríe a mi hermana dedicándole esa

sonrisa profident-. Encantado de haberte conocido, Emily. Espero te vaya bien en los exámenes.-Gracias. -Contesta mi hermana que por primera vez en mi vida la veo ligeramente cortada ante un tío

cuando le da la mano. En cuanto se cierran las puertas del ascensor y sabiéndonos solas se gira de golpe y memira con los ojos muy abiertos-. Joder qué tío. Menudo bombón y además es abogado y simpático.

-Y tendrá, como el señor Hamilton, un montón de modelos y tías impresionantes lanzándosele a los brazoscada dos por tres. Los tíos así nunca están libres, Em.

- ¿El señor Hamilton también es guapo? -Pregunta entrecerrando los ojos.-Son del mismo tipo. Atléticos, guapos, seguros de sí y te juro que no tienen ni un puñetero defecto a

salvo precisamente el no tener defectos. Tenías que ver cómo les miraban y se comportaban con ellos las tíasdel restaurante. Cuando te das cuenta que están en otra liga y que, ni te mirarán de ese modo ni tú puedeshacer nada con tíos así, es más fácil relacionarte con ellos y no sentirte intimidada. Con la certeza de quecareces de posibilidad con ellos, te relajas y no estás constantemente preocupada de si tienes el aspectoadecuado, la ropa adecuada o la apariencia que a ellos les pueda gustar.

-La verdad es que salir con alguien tan guapo y que tiene a todas las mujeres detrás él, y que, además,tampoco es que pierda oportunidad de pasarlo bien con ellas, pues se le ve que es un mujeriego, debe ser delo más estresante.

-Sí. -Al salir y antes de alcanzar el coche me detengo-. ¿Tienes que volver enseguida a la universidad?¿Estás muy cansada?

-Un poco, pero ¿Por qué? ¿Qué quieres hacer?-Pues, ahora que tengo dinero, ¿qué tal si le compramos a mamá un bonito vestido, unos zapatos y un

bolso para cuando por fin el señor Jefferson se arme de valor y le pida una cita?Emily se ríe:- ¿Tú crees que ese hombre algún día tendrá valor?

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Hago una mueca con los labios de clara desconfianza:-La verdad es que no, pero como este domingo vendrán el señor Materson y su mujer a comer en casa,

podríamos invitar al señor Jefferson y azuzarlo un poquito entre las dos.- ¿Azuzarlo un poquito eh? -Se ríe negando con la cabeza.-Oh venga. Desde el lunes me veo trabajando esclavizada como una loca. Me gustaría saber que mamá no

se queda como siempre en casa esperándome y si empezase a salir con el señor Jefferson podrá vivir unpoco. Es un buen hombre y siempre ha estado loco por mamá, y aunque ella lo niegue, en el último año creoque a ella también le ha empezado a gustar un poco.

Esa misma noche, en el apartamento de Andrew, éste, sentado en uno de los sillones con su hermano Carly Julian, viendo uno de los partidos de la NBA, tomando cervezas y pizzas, vuelve a preguntarle por la firmadel contrato de Carola ya que Julian solo le hubo dicho por teléfono que por fin estaba firmado y entregado enrecursos humanos y advertido a la encargada de recursos humanos de gestionarlo que de saberse algo en laempresa sobre las condiciones del puesto, quedaría de despedida de inmediato.

-Andy, ¿qué es lo que quieres saber? -Le pregunta en tono cansino mirándolo-. Es como si te preocupaseque se echase atrás.

-Carl, anda, dile el lío que hay montado en contabilidad y por qué necesitamos una personaobsesivamente ordenada y perfeccionista que ponga orden allí.

Carl se ríe apartando su botellín de cerveza de sus labios.-Lo cierto es que no es solo que en el departamento se vea a personas que trabajan mucho y bien,

mientras, otras, no dan palo al agua, sino que en los pocos ejercicios contables que he revisado someramentehay huecos y vacíos considerables, Julian. A final de año hay que tener todo eso cerrado y bien atado porquesi llegase una inspección sorpresa en cuanto termine este ejercicio quizás, la empresa sufriese un revésimportante con penalizaciones, retrasos de licencias o incluso inspecciones fiscales inesperadas. La únicadelegación que está al día y perfectamente cerrada es H.S.F, y es evidente que se debe a esa chica y suscompañeros. Si no fuera porque sé que ella se ocupa de la auditoria y la puesta en orden de todo y quedespués se hará cargo de ese departamento, no hubiere dejado que este cretino me enrede en semejante lío.

-De ahí que le hayas puesto semejante caramelo ante los ojos en forma de sueldo generoso para que no seresista ¿eh? -Se ríe Julian negando con la cabeza-. Tenías que verla nada más ver la cifra diciéndole a suhermana que eran ricas.

- ¿Su hermana? -Pregunta alzando una ceja.-Una pelirroja de largas piernas que le acompañaba.-Por lo que más quieras. Deja en paz a las hermanas Carsons que necesito que estén a buenas conmigo a

ver si en vez de arreglar mi contabilidad, me la destroza con inquina por vengarse de un cretino como tú.Julian y Carl se carcajean por la cara que puso su amigo y hermano respectivamente.-Bueno, yo ya he hecho mi parte y he ido susurrando a distintos oídos que necesito que alguien ponga al

día las cuentas de las filiales y que te lo pediré, así que cuando el lunes aparezca esa chica, simplemente diréa todo el mundo que has atendido mi ruego como “buen hermano y jefe”.

-Estupendo. Yo ya he pedido, con discreción, a los jefes de todas las filiales toda la documentaciónsimplemente diciéndoles que como eres nuevo vas a mirar por encima cada una de ellas para al menoscogerle un poco el tranquillo al puesto.

En cuanto Andrew se levanta y va a la cocina para tomar otras cervezas, Carl se remueve y mira a la caraa Julian.

- ¿Pelirroja de largas piernas?Julian se ríe:-Lo he dicho para aguijonear a tu hermano, pero lo cierto es que es una chica bastante atractiva.- ¿Y su hermana?- ¿Recuerdas cuando en la universidad nos metíamos con tu hermano porque a pesar de salir con rubias,

animadoras y niñas pijas de fraternidades rosas, siempre se le iban los ojos hacia las buenas chicas bonitas,

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pero con aspecto de inteligente y comedida?Carl se ríe.-Vamos que es del tipo de Andy, pero no de las que sale con él.-Además, tiene la costumbre de decir lo primero que se le pasa por la cabeza sin importarle si ha de

mostrarse seductora o algo similar. Se muestra como es, sin importarle si no le gusta al tipo que tiene delante.-Interesante. -Entrecierra los ojos, tan verdes como los de Andrew, esbozando una media sonrisa-. Creo

que me va a caer bien la tal señorita Carsons.-Y tanto que te va a caer bien, pondrá orden en ese caos al que estás atado por hacerle un favor a tu

hermano.-Atado solo hasta que ella asuma las riendas. Después de eso me marcho a Virginia.- ¿Virginia? -Pregunta Julian desconcertado.-Oh, veo que ya te lo ha contado. -Se acerca Andrew entregándole a cada uno un nuevo botellín de

cerveza-. No te creerás lo que se le ha metido ahora entre ceja y ceja. Quiere ingresar en la escuela deQuantico para agentes federales.

Julian escupió el trago de cerveza:- ¿Bromeas? Pero si tú no has obedecido una orden en tu vida.Carl se encoje de hombros.-Quizás sea hora de obedecer algunas. Ayudé en los Alpes a un agente que buscaba una pista de una

desaparición tres meses atrás y dijo que tenía madera y que si quería podría recomendarme. Y no sé, lo deinvestigar y eso, no me parece tan mala idea. Además, tengo más que sobradas cualidades. Dos carreras, tresidiomas, estoy en buena forma y tengo buenos reflejos.

-Reflejos son los que necesitarás como te peguen un tiro para evitar los idus de la abuela.Carl se carcajea negando con la cabeza:-No creo que se alarme más que cuando me voy a escalar o a hacer submarinismo en los corales

australianos.-Estupendo, dile eso cuando te peguen un tiro a ver si la calma.El lunes por la mañana temprano llego al edificio de Hamilton Inc., con los nervios a flor de piel. Me

siento como el primer día de clase. Reviso una última vez mi atuendo sintiéndome un poco más segura que lavez anterior que estuve aquí. No es que lleve ropa de diseño, pero Em y mi madre hacen maravillas con unpresupuesto ajustado. Nada hay que me escandalice más que gastar miles de dólares en un trozo de tela asíque, aunque les he dejado renovar mi vestuario les he puesto límites. Aun así, menudo cambio ha pegado miarmario. Llevo un traje de color camel con una blusa azul celeste porque, según mi hermana, favorece elcolor de mi piel y mis ojos así que creo que al menos no desentonaré demasiado con las muñequitas deledificio.

-Buenos días, jefa.La voz de Bob me hace girarme pues hemos quedado aquí.-No me llames así, hombre, que, en teoría, ambos solo somos dos contables contratados para poner al día

las cuentas de las filiales.-Sí, jefa. -Me dice sonriendo y guiñándome un ojo.-Debí haber insistido porque viniera Martin. -Ruedo los ojos y él se ríe más-. Entremos y presentémonos

al jefe de departamento a ver dónde nos ubican porque realmente vamos a tener que hacer un trabajo dechinos, así que cuánto más concentrados y alejados de la vista de curiosos, mejor que mejor.

-He traído lo que me pediste. -Dice mientras atravesamos la puerta giratoria de la entrada.-Genial. Recuerda llevártelo siempre a casa cuando terminemos cada día.-Ya, ya. Me siento como la versión contable de James Bond.Me rio negando con la cabeza por su ocurrencia.-Benson, Bob Benson. -Digo imitando al personaje de las películas antes de llegar al mostrador donde

para mi desgracia me vuelve a atender la misma rubia desdeñosa de la otra vez que vuelve a mirarme como si

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fuera un mosquito. -Somos Robert Benson y Carola Carsons. Nos incorporamos hoy al departamento decontabilidad.

-Planta veinticuatro. -Me dice sin molestarse siquiera en disimular su contrariedad.-Gracias. -En cuanto me alejo miro a Bob-. Estas mujeres son toda amabilidad, buenos modos y sonrisas

acogedoras.Bob se ríe a mi lado.Presionamos el botón dándonos cuenta que hay mucha actividad pues nos paramos bastante y entra y sale

gente en varias plantas. Al llegar a la nuestra salimos y nos detenemos frente al ascensor. Bob y yointercambiamos una mirada y él señala:

-Menudo lío a primera hora, ¿no? Tendremos que tenerlo en cuenta para no llegar tarde.-Sí, eso veo. Vamos, vayamos a preguntar por nuestro “jefe”.Sonríe divertido colgándose del hombro su maletín-bandolera, regalo de todos sus compañeros cuando

nació su pequeño para que pudiere tener las manos libres siempre. Nos acercamos al mostrador tras el quehay una mujer de mediana edad, gracias a Dios con un aspecto normal, no de modelo hambrienta ymalhumorada.

-Buenos días, -la sonrío cuando veo que nos mira con gesto tranquilo-. Somos Robert Benson y CarolaCarsons. Nos incorporamos hoy.

Asiente poniéndose en pie manteniendo su sonrisa lo que resulta muy agradable y dice mientras rodea elmostrador:

-Sí, el señor Hamilton me ha avisado de que les espera. Les he de llevar a su despacho, pero despuéspediré a uno de los chicos de reparto que les acompañe a Recursos Humanos o perderán medio día dandovueltas en este edificio. A veces es un poco lioso. Por cierto, soy Suzanne.

- ¿El señor Hamilton? -Pregunto tensa inconscientemente pensando que resultará extraño que el dueño dela empresa reciba a dos meros contables.

Se ríe divertida mientras nos guía por la planta donde hay despachos, pero también espaciosos sitios conmesas formando espacios independientes.

-No es el señor Hamilton que piensan, sino su hermano, Carl Hamilton. -<<Claro, boba, ya te lo advirtióJulian, su hermano, Carl, Carl Hamilton>>, me reprendo por sobresaltarme, mientras Suzanne continúa-:Acaba de llegar pues ha habido algunos cambios en el departamento y ha asumido la dirección.

-Entiendo. Por un momento reconozco que me había asustado ante la idea de toparme nada más comenzarcon el dueño de la empresa.

Sonríe asintiendo y por fin se detiene ante una antesala donde hay una chica tras una mesa, que por algúnmotivo se me antoja muy joven e inexperta.

-Lory, ellos son Carola Carsons y Robert Benson. El señor Hamilton pidió recibirlos nada más llegaren.-Ah, sí, sí, lo sé. -Dice sonriendo rodeando la mesa mientras Suzanne gira para marchar.-Gracias, Suzanne.-Para cualquier cosa ya sabéis donde encontrarme.-Estupendo, gracias. -Sonrío a Suzanne que parece agradable.-Bueno, seguidme.Da un par de golpecitos a la puerta tras ella y después entra.-Carl, las personas que esperabas. -Dice antes de dejarnos pasar mientras sujeta la puerta y nosotros dos

entramos.Me sorprendo observándolo mientras se pone en pie y rodea la mesa con sus ojos fijos en nosotros

porque es innegable el parecido de los hermanos, de hecho, son casi idénticos salvo porque este está másbronceado y tiene el pelo rubio no negro, pero en lo demás, incluidos esos penetrantes ojos verdes son doscalcos.

-Voy a la cafetería a por un té. -Dice Lory con completa confianza desde la puerta.-De eso nada. Te coges un zumo y una tostada. -Dice mirándola inquisitivo sorprendiéndonos porque

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emplea el tono propio de un padre a un hijo, pero es demasiado joven para tener una hija de ¿Cuántos?¿Veinte años? Me pregunto mientras la observo resoplar.

-Sois unos pesados. Está bien, zumo y tostadas. Tirano. -Masculla saliendo y cuando nos giramos y vemosal señor Hamilton de pie frente a su mesa lo vemos sonriendo complacido.

-Es mi prima. Digamos que le hemos prometido pagarle el apartamento para próximo año de universidady así no tener que vivir bajo el yugo de nuestra abuela, pero para ello ha de pasar la penitencia de servirmetres meses como secretaria. Está un poco verde. -Dice riéndose.

-Si fuera ella, tras esa penitencia exigiría un súper loft solo para mí. -Se me escapa al tiempo que cruzapor mi cabeza, pero no tengo tiempo a arrepentirme porque él se carcajea abriendo la mano ante nosotros quenos apresuramos a tomar.

-Ya me habían advertido que eras dura exigiendo concesiones.Rio entre dientes tomando asiento frente a él donde nos indica.-Bueno, antes de que se me olvide, ambos compartiréis un despacho justo al lado de este que hemos

habituado para los dos, para no tener que estar rodeados de terceros curiosos. Es amplio, no os sentiréisdemasiado agobiados juntos, lo prometo. Y no os preocupéis, ya me he encargado de que por aquí esperasenvuestra llegada como dos pobres contables que tienen la tarea aburrida de poner al día las cuentas de lasfiliales así nadie se extrañará de veros con esa documentación ni se sentirá invadido en sus funciones.

Asiento y miro a Bob.-Hemos pensado que lo mejor es trabajar con los portátiles, pero, además, hacer copias diarias en un

disco duro que ambos nos llevaremos a casa cada día. Así si alguien curiosea de algún modo en losordenadores del despacho no verá nada raro salvo hojas de cálculo de las compras y gastos de las filialesque meteremos para disimular.

Se carcajea y niega con la cabeza:-Realmente eres tan desconfiada y suspicaz como me habían advertido, lo cual es una suerte porque el

caos de las facturas y los vacíos de algunos resultados contables es preocupantemente absurdo, así que solouna mente incisiva logrará encajar cada pieza.

-Empiezo a creer que nos han preparado una encerrona en forma de tarea titánica.-No lo negaré tajantemente. -Se ríe poniéndose en pie-. Creo que lo mejor es que os instaléis y comencéis

como si nada para que si alguien se siente receloso, no crea que tenéis trato de favor. -Va diciendo caminandolentamente hacia una puerta lateral distinta a aquélla por la que hemos entrado-. Ya tenéis en el despacho losdocumentos de la filial de Los Ángeles como pidió Andrew y en un pendrive tenéis toda la documentación dela central relativa a esa filial. La hemos guardado en el pendrive para que nadie vea esos documentos en eldespacho y sospeche.

Asiento pensando que es una buena idea.-Ah, y también tenéis la cafetera que creo cierta mujer de severa negociación pidió.Rio entre dientes y miro a Bob.-Es nuestro incentivo.Bob se carcajea negando con la cabeza.-Y no podrías haber incluido en los incentivos magdalenas o bollos.-Oh bueno, no quería abusar. Le diré a mi madre que nos haga con cierta asiduidad bollos y te los traeré,

comilón.En cuanto atravesamos la puerta estamos en un despacho enorme con vistas a la bahía. Estamos puerta a

puerta con él y menuda panorámica. Bob y yo nos quedamos un poco atónitos.-Me pido la mesa de la ventana. -Dice Bob sacándome de la ensoñación y no puedo sino reírme porque

ambas están al lado de la ventana, cada una a cada lado.-Mira que como te me pongas chulo, te dejo sin cafeína toda una semana.Se ríe dejando su bolsa sobre una mesa mientras yo giro y miro a Carl.- ¿Algo que crea debamos saber?

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-Pues, salvo que prefiero que me llaméis Carl y que si podéis echéis un vistazo a Lory cuando yo no esté,creo que no.

- ¿Un vistazo? No sé yo, me parece que es más lista que yo.Se carcajea divertido.-No puedo rebatirlo porque es una aguililla, la muy endemoniada. Me refería a que si alguna vez la veis

apagada o algo debilucha llaméis a mi hermano. Es diabética y la muy terca a veces no hace caso a lasindicaciones del médico. Por eso nos ponemos pesados con que tome ciertas cosas y evite otras.

-Ah bueno. No te preocupes. La mejor amiga de mi madre es diabética y siempre le está haciendo cosaspara comer. Bizcochos, compotas y cosas adaptadas a ella. Traeré de vez en cuando algunas de esas cosas ycomo quién no quiere le haré comerlas. Mi hermana dice que puedo ser muy sibilina cuando tengo una meta.Siempre lograba que se tomase las medicinas cuando se ponía cabezota.

Se carcajea negando con la cabeza:-Una mujer sibilina en la puerta de al lado y una fierecilla rebelde junto a mi puerta de escape. Mi

hermano me ha preparado una encerrona mortal.Rio por su ocurrencia.-Quizás desee convertirse en hijo único por fin.-Pues tendrá que matar también a los tres más pequeños que son hierba mala y esa nunca muere.- ¿Sois cinco hermanos? -Pregunto atónita pensando en cinco Adonis como ese en una sola casa.-Ya ves, uno nunca se aburría en las fiestas de casa. -Se ríe divertido girando para volver a su despacho-.

Os dejo para que os instaléis y podáis empezar que luego cierto jefe supremo se pone de mal humor.Gimo negando con la cabeza al escuchar el modo en que se refiere a su hermano y después su risa

lanzándome una mirada de “sí, me lo han contado”.Al girar y mirar hacia el fondo del despacho veo varias pilas de cajas de archivos con documentos.

Suelto mi mochila y me quito la chaqueta en el sillón de mi mesa y sin más voy a por las cajas.-En fin, supongo que todo es empezar.Cinco horas, tres cafés y varios gruñidos de pura desesperación después, hemos conseguido ordenar las

facturas y pedidos de una de las fábricas. Las tengo colocadas a mi alrededor en montones debidamenteatados y no sé si matar a alguien o maldecir al cabeza cuadrada que debe haber “ordenado” esto.

-De verdad que no imagino que clase de mente pergeñaría ese sistema de clasificación, pero, si de mídependiese, lo mandaría a la hoguera. -Digo cuando por fin ato el ultimo fajo.

Estoy, como Bob, de cara al enorme ventanal y él, como yo, se haya rodeado de pilas de facturas,pedidos, albaranes y justificantes.

-Tú mándalo a la hoguera que yo le prendo fuego. ¿Es que no sabe diferenciar entre una factura y unalbarán? Por Dios, si hay facturas duplicadas. -Se queja.

-Lo que tendremos que tener siempre presente para asegurar que no se contabilizaron varias veces que eslo que empiezo a sospechar porque algunas facturas están selladas y otras no. Esto va a estar súperdescuadrado, ya lo verás, y hemos de ir marcando fallo a fallo, no lo olvides. Que no se nos pase para queluego sean fáciles de localizar.

-Está bien. Voy a por algo de comer. ¿Vienes o te traigo algo?Alzo los ojos viéndole levantarse del suelo donde está estirando los brazos y la espalda para

desentumecer el cuerpo.-Tráeme algo, anda. Por cierto, aún hemos de ir a recursos humanos.Me mira con cara de horror antes de girar y le veo abrir los ojos antes de carraspear y hacerme una seña

para que mire tras de mí. Giro el cuerpo y veo a los dos hermanos Hamilton de pie observándonos desde lapuerta de comunicación del despacho de Carl.

-Precisamente veníamos a preguntar cómo va la cosa aprovechando que podemos hacerlo por esta puertay así todo el mundo piensa que he venido solo a ver a Carl. -Dice Andrew mirando al suelo alrededor denosotros.

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Me pongo en pie como un resorte notando el cuerpo entumecido de tanto tiempo en el suelo.-Si ya estáis pensando en mandar a la hoguera a alguien, presumo que os habéis dado cuenta de que esto

es un caos. -Añade mirándome.-Bueno, hemos llegado a la conclusión de que el que guardase estas cosas o era un demente o un genio

incomprendido incluso por sí mismo. Realmente no seguía sistema alguno o al menos uno al que encontremossentido o lógica. -Miro a Bob y comprendo que no conoce a nuestro jefe-. Bob, él es el señor Hamilton,Andrew Hamilton, el jefe de los jefes de los jefes, o como yo lo llamo, el jefe supremo. -Me inclino un pocoa la izquierda hacia Bob y le sonrío bajando un poco la voz-. Algo me dice que si pudiera nos haría llamarloexcelencia o ilustrísimo señor.

Escucho sendas carcajadas y a Carl decir:-Te ha calado bien, hermano.-Veo que una semana de vacaciones no ha mitigado la tendencia de cierta contable a ser un poco bocazas.-En realidad, la culpa la tiene cierto abogado que ha incluido una cláusula de verdad y sinceridad en mi

contrato. Yo solo me atengo a lo que pone.-Si no fuera porque he leído el contrato creería a ese cabeza de chorlito capaz de esa canallada, así que

no intentes engañarme.-Necesito comer. -La voz desde la puerta de comunicación nos hace girar para encontrarnos a Lory

mirando a los hermanos con gesto terco.-Por Dios, Lory, al menos ten la decencia de disimular tu imperioso carácter estando aquí. Cualquier diría

que, teóricamente, tú trabajas para mí y no al contrario. -Dice con tono cansino Andrew.-Sí, eso, teóricamente, entonces ¿Me lleváis a comer o me vais a matar de hambre?Veo a Carl acercarse a ella pasándole el brazo por los hombros riéndose.-Enana, con semejante carácter, tan dulce, tan amoroso, tan encantador, ¿cómo es que no tienes un novio

que nos obligue a mirarle con cara de perros de presa protectores de su familia?La escucho bufar mientras su primo la gira y la saca del despacho mientras Andrew camina en su

dirección.-Deberíais dejar eso para después del almuerzo. Seguro que despejar la cabeza ayuda a airear ideas y

sobre todo templar los deseos de mandar a la hoguera a pobres hombres dementes. -Dice sin detenersemirándonos de soslayo.

En cuanto la puerta se cierra a su espalda, Bob arranca en carcajadas.-Mi primer día aquí y no solo conozco al jefe, sino que amenazo con mandar a la hoguera a algunos de sus

trabajadores. -Me mira negando con la cabeza aun riéndose-. No sé, me lo imaginaba más intimidante.-Bueno, no hagamos nada para ponerlo a malas a ver si le vemos sacar su lado intimidante.-Venga, ya le has oído, mejor salimos a almorzar y despejamos un poco la cabeza.-Está bien. De todos modos, de momento solo hemos ordenado facturas, así que no hemos hecho nada que

se suponga no debiéremos hacer. -Voy diciendo esquivando los montoncitos del suelo hasta alcanzar mi mesay con él mi bolso y chaqueta-. Podríamos ir a la cafetería de la empresa y vemos cómo es. Así podremossaber si hemos de salir fuera a comer a partir de ahora.

-Yo con que haya patatas y carne, lo consideraré un lugar estupendo.Va diciéndome saliendo por la puerta de nuestro despacho y, en cuanto salimos, nos detenemos porque no

solo vemos varias cabezas levantarse tras varias mesas de la sala amplia que hay justo frente a nuestrodespacho sino también, de la derecha, de varios despachos que, a diferencia del nuestro, están divididos porcristales mostrando su contenido, también varias cabezas y ojos se fijan en nosotros con evidente curiosidad.

-No sé si hacer una reverencia y marcharnos o simplemente fingir que no nos damos cuenta de que nosobservan varios pares de ojos. -Susurro a Bob que riéndose gira y enfila el camino en dirección a losascensores.

-Optemos por ignorar esos ojos y sobre todo los miles de preguntas con las que nos bombardearán comoles demos ocasión. Dejemos que se vayan acercando poco a poco durante estos días.

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-Está bien, vayamos a ver esa cafetería. Realmente tengo mucha hambre. Mañana traigo magdalenas obaggels, prometido.

Durante los siguientes cuatro días Bob y yo, prácticamente nos pasamos cada minuto de cada díaordenando las facturas y al final del día incluyéndola en un programa para grabarlas y contabilizarlas y quedespués nos permita realizar el cuadro contable correcto. El jueves al mediodía desesperada empiezo atemerme una preocupante pauta en la contabilidad. Sentada en el centro del despacho tras saber que todas lasfacturas de ese ejercicio, de un año de una de las filiales, ya las hemos incluido en nuestros ordenadoresreviso un montón que he ido apartando.

-Dilo, Carola.Alzo la vista y miro a Bob sentado en su mesa.-Tienes esa cara de “acabo de descubrir algo que no me gusta” ¿Qué es?Suspiro pesadamente y le hago una señal para que se acerque a mí y se siente en el suelo. Sonríe y tras

rodear la mesa se deja caer a mi lado y le cedo dos hojas de cálculo con las cifras que hemos ido anotando yotra con la que se supone figura en la central por el pendrive que nos dio Carl.

-Nos hemos pasado toda la semana temiendo encontrarnos un montón de facturas duplicadas en lacontabilidad porque aparecen traspapeladas o guardadas sin sentido. -Asiente confirmando mi hilo depensamiento-. Mira las cifras de la central y luego de la filial. Es cierto que en ambos hay algunos pequeñosfallos de poner dos veces alguna cosa o incluso obviarla, pero mira lo que empiezo a considerar una pautaalarmante. -Le señalo varias veces en distintos puntos.

-No te entiendo, Carola. Simplemente encuentro que, a veces, se obvian ciertas cifras.-No, digo sí, pero lo que quiero que veas es que esas cifras, esas facturas solo se obvian en la

contabilidad de la central, sin embargo, sí aparecen en la de la filial, a veces, incluso aparecen dos veces enla de la filial y creo que empiezo a comprender lo que ocurre. Mira. -Le enseño los originales-. ¿Ves? Dosveces la misma factura, una con sello y otra sin ella y creo, aunque voy a tener que confirmarlo con el señorHamilton, se debe a que una es la factura de la filial y otra la copia que se envía a la central cuando se tratade algún trabajo que si bien se realiza en la filial, como la compra de algún material o la petición de unservicio, no obstante, se ordena desde la central, y por eso se manda copia de la correspondiente factura a lafilial pues es la que recibe las cosas o los servicios y otra a la central como peticionaria de los mismos.

-Veo por donde quieres ir. Las selladas son las facturas correspondientes a la filial, como hacíamos enH.S.F. cuando revisábamos una factura o albarán y la no sellada pertenece a la central. Solo que sigo sinentender por qué la factura de la central está dentro de las cajas de la filial.

-Ahí es donde creo que está el problema, Bob. El único modo de asegurar que se contabilice en la filial,porque de lo contrario alguien podría alertar de que están recibiendo cosas que luego no parece pagar nadiepues no hay factura real en ningún sitio, es que esa factura sí exista en la filial, pero si ese servicio se ordenadesde la central y luego no se contabiliza en la contabilidad de la central. Así para los que lleven esacontabilidad aquí, esa factura o ese gasto no existe salvo que alguien confronte la contabilidad de uno y otro yencuentre no solo ese cargo sino esa factura. Si la factura de la central no se guarda en la central, alguienpuede pensar que simplemente es un gasto más interno de la filial y que por eso a ellos no les consta desdeaquí.

-De ahí que tanto la factura de la filial como la de la central estén en la documentación de la filial, asídesde aquí nadie sabría de tal cargo salvo el que lo esconde. -Termina por mí comprendiendo por dónde voy.

-Y lo que estoy pensando es que, si esto se hace en una sola filial, el responsable será el que contabilizala actividad de esa filial aquí, pero si es en más de una filial, habrá de ser el responsable final de todas ellas,pero, aún así, no puede haberlo hecho solo. Esto requiere tomar facturas, revisar contabilidad y asegurarseque tanto unas como las cifras de estas pasan desapercibidas a los ojos de quienes dan el ok final al ejercicioeconómico.

Bob se pasa unos minutos mirando una y otra columna haciendo, creo, como yo, un cálculo mental somerode la diferencia de una y otra columna.

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-Joder. Aquí debe haber un descuadre aproximado de medio millón.-Y solo es uno de los ejercicios de los cinco de una de las filiales. Si esto sigue en el resto de los

ejercicios hablamos de mucho dinero y si, además, ocurre en alguna o en todas de las filiales y en lasempresas de transporte o maquinarias adyacentes, podemos hablar de varios millones de dólares. Si tomamoseste ejercicio de referencia o pauta quizás estemos ante diez o doce millones.

Bob silba exageradamente:-Madre mía, es mucho dinero y eso que solo hemos rascado un poco.-Pero lo han hecho bien. Es dinero, pero en el montante global de este holding no parece tanto si no ves

cifras conjuntas de golpe sino un poco de aquí un poco de allí y saber maquillar la contabilidad para el final.-Comprendo.-Pero para probar todo esto, o al menos para dar con los responsables, tendremos que estar seguros de

cómo funciona aquí el departamento, cómo se piden y clasifican y etiquetan las facturas y sobre todo cómo secontabiliza y por quién en cada rama o grado de actividad. Presumo que facturas pequeñas podrácontabilizarlas cualquiera, pero las de un determinado importe solo unos pocos y según cada filial. Aquí haymuchas personas trabajando y cada una clasificada por cada rama de actividad. Ese Peterson o bien era elque en última instancia daba el ok a este chanchullo o bien, no se enteraba por simple incompetencia en sulabor. Responsable es, pero, ¿es también culpable?

-Habla con… -Señala con un dedo a la puerta de al lado- y cuéntale nuestras sospechas. Supongo que elseñor Hamilton… -señala con el dedo al techo lo que me hace sonreír-… también tendrá algo que decir, pero,al menos de momento, ya tenemos una ligera sospecha de lo que ocurre, cosa distinta será probarlo porque, aefectos contables, será fácil decir ¿Ven, esta factura está en este ejercicio, pero no en este de la central y poreso hay descuadre? Pero una cosa es eso y otra tener pruebas contra el responsable, aunque poco a pocopodamos deducir quién o quienes pueden estar detrás por saberlos metiendo baza en estas cuentas.

-Uff, no creo que se ponga de muy buen humor cuando le diga que quizás, quizás, ese descuadre sea devarios millones. -Cierro los ojos gimiendo.

Bob suspira poniéndose en pie de un salto.-Carola, son las seis. Recojamos esto y guardemos los datos para quitarlos de en medio y que nadie los

encuentre. El tener la máquina de café aquí y el solo salir a almorzar juntos fuera, nos ha ahorrado serinterrogados aún por la gente de ahí fuera, pero ya empiezo a ver más de uno con cara de querer pillarnos enalgún momento para someternos a un tercer grado.

Gruño mientras recojo.-Cada mañana, la pobre Suzanne me pregunta algo que alguien, seguramente, le ha pedido averiguar desde

dónde trabajábamos antes, cuánto nos quedaremos, hasta incluso alguien le preguntó si somos inspectores dehacienda y si por eso trabajamos aislados para que nadie sepa qué investigamos en las cuentas de la empresa.Subir en el ascensor es un peligro porque temo que en cualquier momento alguien por fin tome la iniciativa yempiece el torrente de preguntas. Menos mal que nos pagan bien porque si no exigiría un plus depeligrosidad.

- ¿No lleváis ni una semana y ya empezáis a pensar en aumentos?La voz ronca nos hace girar el rostro topándonos con Carl apoyado en el marco de la puerta de

comunicación de nuestros despachos.-Y por peligrosidad nada menos. -Añade sonriendo indolente.Por Dios que es tan guapo como su hermano, aunque a diferencia de él no provoca un vuelco repentino de

mi estómago con solo verlo u oírlo.Bob se ríe cerrando su portátil y guardándolo en su bandolera mientras yo hago lo mismo junto con la

copia de seguridad.- ¿Cuán melodramáticos piensas deberíamos ser ante el jefe supremo para lograr ese plus y sobre todo

que sea sustancioso?Se carcajea y me mira negando con la cabeza:

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-No creo que caiga tan fácilmente.Chasqueo la lengua:-Lástima.-Venía a decirte que precisamente el jefe supremo quería verte mañana tras el almuerzo. Para que le

pongas al día.- ¿Tú estarás?Carl alza una ceja esbozando una media sonrisa:- ¿Necesitas protección? -Pregunta son socarrona ironía.-Pues a lo mejor cuando le diga que es posible que haya perdido en estos últimos tres años casi doce

millones, si estamos en lo cierto.Abre los ojos mucho y después suspira.-Quizás deberías venir para mantenerte también informado. Además, creemos que vamos a necesitar

ayuda para encontrar unas cuantas cosas que, de pedirlas nosotros o buscarlas por nuestra cuenta, resultaráextraño y quizás alerte a quién ya se halle con la mosca detrás de la oreja por vernos por aquí. Bueno, eso sies que lo que ocurre tiene uno o varios culpables, claro.

Hace una mueca y suspira:-Sí, entonces sí iré. Al ser viernes, casi todos saldrán a las cinco así que nos reuniremos con mi hermano

a las seis y así nadie nos verá subir.-Bueno, pero espero le digas al jefe supremo que dada la hora de la reunión y que llevaré todo el día

trabajando para él, esclavizada, espero al menos tenga la decencia de tener un par de sándwiches o algo. Aesta hora estoy canina.

Carl se carcajea y mira a Bob que asiente.-Es cierto. No almuerza mucho, pero a partir de las cinco y media sus tripas son una sinfonía de ruidos.-Eh, eso no es cierto y no es galante decir eso de una dama como yo y menos delante de mí, burro.Bob se carcajea.-Podría escucharse el himno de la alegría pasadas las seis.-Pero serás… -Le lanzo un boli que esquiva en el último segundo riéndose.-Es el hambre canina la que la mueve ahora. -Dice devolviéndome mis palabras de antes-. La vuelve

irascible. - Bob finge correr hacia la puerta con cara de espanto-. Convendría avisar a las personasinteresadas sobre todo si van a reunirse con ella a estas horas.

-Lárgate, majadero, a ver si dejo viuda a Lorraine y huérfano al pequeño Bob.Sale corriendo riéndose por la puerta que cierra tras él mientras yo me coloco la chaqueta tras guardar

todas las cosas en mi bandolera.-En fin. -Me coloco la bandolera y después los zapatos que tenía junto a la mesa-. Supongo que entonces

mañana os informaré. -Miro la puerta de comunicación, pero me dirijo a la otra sabiendo que no debieranverme salir desde el despacho del jefe del departamento-. No olvides lo importante. Comida, rica comida ome lanzaré al vacío desde la planta superior de este edificio y sería un trágico final para mi nuevo estatus deejecutiva triunfadora que puede disponer de cafetera para ella sola.

Le escucho reírse aún después de cerrar la puerta y dirigirme a los ascensores saludando con la mano yuna sonrisa a Lory cuando paso por el pasillo a su altura.

Al regresar al despacho cerrando la puerta tras él, Carl no se sorprende de encontrar a su hermanosonriendo ligeramente tras escuchar la conversación. Empezaba a sospechar, como Julian, que Andrew estabaalgo coladito por cierta contable meticulosa con el trabajo, pero completamente distraída fuera de él.

-Bueno, ya lo has oído. Pide comida para la reunión o será incapaz de decir palabra alguna ciega dehambre.

Andrew negó con la cabeza:-Lo que he oído es que va a darme la noticia de que sospecha que alguien me ha robado varios millones

en tres años.

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-No ha empleado el término robar. -Al recibir la mirada inquisitiva de su hermano suspiró dejándose caeren el sillón-. Bueno, vale, es obvio es lo que insinúa. Aun así, Andrew, de sobra sé que tú pondrás a unpelotón de abogados encabezados por Julian y su padre para despellejar a quién haya intentado abusar de tuempresa, lo cual está muy bien, pero no explica por qué pareces interesado en supervisar cada semana lostrabajos de Carola y su compañero cuando han demostrado ser confiables y fiables en su trabajo, de modoque, podrías, simplemente, esperar a que terminen y te presenten el informe con las cuentas en su debido lugary tiempo. ¿Qué te propones?

Andrew suspiró cansinamente poniéndose en pie y cerrando enseguida el botón de su chaqueta.-Lo que me propongo es conocer bien la contabilidad de mi empresa para que nunca pueda repetirse lo

ocurrido porque estaré más atento y con ella aprenderé bien y, además, me servirá para conocer recodos demi propia empresa que debiera haber conocido antes y así no habría dejado que pasare esto ante mis narices.-Ignoró interesadamente la media sonrisa burlona de su hermano mientras giraba hacia la puerta antes dedecir-. Anda, vámonos. No quiero llegar tarde a casa de la abuela. -Abrió la puerta y sonrió a Lory-. Vamos,enana, por hoy te dejamos libre.

- ¿Dejarme libre? ¡Ja! Ahora empieza el interrogatorio semanal de la abuela y empezará con eso de queno me deje influenciar por el cabeza loca de Carl, aunque también he de obedecerle siendo mi jefe.

-Lo he oído. -Decía Carl carcajeándose alcanzándolos antes de cerrar la puerta tras ellos pasando unbrazo por los hombros de su prima tras tomar ésta su bolso-. Que conste que pienso darle un reporteexhaustivo a la abuela y quizás no salgas bien parada después de llamarme cabeza loca.

-Es ella la que te llama así. A ver si prestas atención a lo que escuchas. -Estiró el brazo y tomó de sumesa una caja de metal con dibujos de flores.

- ¿Un admirador? -Preguntaba Andrew tras alcanzar el ascensor mirándola con una ceja alzada y gestoinquisitivo señalando la caja entre sus manos.

Lory se rio apretando enseguida el botón de llamada.-Qué más quisierais. Así tendríais alguien a quién torturar con una excusa cada día. -Sonrió divertida-.

Son galletas de avena y almendras que me ha hecho la madre de Carola. Las probé el otro día y estánriquísimas y hoy me las ha traído. Dice que a su madre le encanta cocinar y como ella y su hermana apenas sicomen en casa, la tienen un poco ociosa. Uy, mierda, que me olvidaba el abrigo. -Le golpeó con la caja en elpecho obligándolo a cogerla mientras ella regresaba a la carrera al despacho.

En cuanto se alejó, Andrew suspiró rodando los ojos antes de abrir la caja y recibiendo un golpe en lamano de su hermano cuando iba a coger una galleta.

-Estate quieto, hombre. Que son galletas buenas para ella. Así no tiene bajadas de azúcar. Carola todoslos días se asegura que come a media mañana y a media tarde buscándose excusas. Hoy mi madre hapreparado esto, hoy ha experimentado con esto, anoche vio un programa de cocina y le ha dado por probarcon la avena… en fin, ya sabes.

-Le has dicho que es diabética.-Sí, para que la vigile si estoy fuera que Lory es una lagartija y no para quieta y como se te escape se

olvida de comer o tomar zumos.No llegó a añadir nada más porque llegó Lory señalando, como si no hubiere interrumpido su

conversación de antes, entrando en el ascensor cuyas puertas sujetaba Andrew con cara de resignadapaciencia:

-Por cierto, tenéis que darme dinero.- ¿Dinero para qué? -Preguntó con desconfianza.-Para comprarle un regalo bonito a la señora Carsons. El domingo me han invitado a su barbacoa.- ¿Y por qué he de pagar yo el regalo? -Preguntaba Andrew sonriendo-. Te recuerdo que no solo trabajas

para que te paguemos el piso el año que viene, también tienes un sueldo.-Bah, una miseria. Voy a tener que decirle a Carola que me enseñe a negociar. Ella dice que te sonsacó la

cafetera y un par de pluses por gritos y miradas malhumoradas.

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Carl se carcajeó mirando a su hermano que gemía.-No hagas caso a esa contable loca.-Pues Julian dice que es cierto. -Insistió sonriendo complacida.Andrew gruñó:-Eso sigue sin explicar por qué he de pagar yo tu regalo.-Pues porque tú estás forrado y yo solo soy una estudiante de escasos recursos…. No, no, así no era… -

frunció el ceño-. Ah sí… una pobre estudiante de escasos recursos que incluso se ve avocada a trabajar paraun jefe tirano y su despótico hermano.

Carl se carcajeó:- ¿Quién de los dos es el tirano y quién el despótico hermano?-Es indiferente. -Se rio entre dientes Lory.-Eso lo ha dicho esa loca contable, ¿me equivoco?-En realidad, lo dijo su hermana Emily. Estuve hablando unos minutos con ella antes de pasarle la

llamada a Carola y fue la que me insistió en que fuere a la barbacoa. He hablado tres veces con ella estosdías. Dice que su hermana es un desastre y suele olvidar el móvil en casa o lo deja apagado o sin volumen yque la mayoría de las veces no consigue que se lo coja. Vamos, que es un desastre tremendo.

-Es tranquilizador que ese desastre tenga en sus manos las cuentas de mi empresa. -Refunfuñaba Andrewmientras Carl y Lory se reían rodeando su coche para entrar en él.

-Es muy buena en lo suyo. Ha rellenado los papeles de la matrícula del año que viene y me ha conseguidouna rebaja en la matrícula cambiando el orden en que he seleccionado las asignaturas, ¿no te alegra? -Sonriócon sorna desde el asiento de atrás de todo terreno de su primo pues era él el que le pagaba la matrícula de launiversidad.

-No tengo palabras para expresar mi alegría. -Contestó con irónica sorna.Al llegar a casa de su abuela y mientras ésta enredaba en la cocina, como siempre, ultimando los detalles

de la cena semanal con sus nietos, él se sentó en la terraza de la casa de sus abuelos en Forest Hills. Una casaque siempre le gustó no solo por su estilo tan propio de las mansiones victorianas y coloniales sino por losmuchos recuerdos que le traía y los espacios abiertos, verdes y naturales que rodeaba esa zona no solo en suniñez sino incluso ahora.

- ¿Qué es eso que dice Carl que estás preocupado por la empresa y que crees alguien te ha robado?La voz de su abuelo August, del que había heredado no solo su segundo nombre sino también el carácter

emprendedor y su constante deseo de independencia en sus proyectos, le hizo girar para mirarlo mientrasesperaba que llegare hasta él con su lento paso usando su bastón, pero bien sabía que no debía ayudarloporque se ofendía si alguien intentaba ayudarlo. Esperó que tomase asiento y bebiese un sorbo de su copa dewhisky antes de que su abuela lo viere y les riñese a ambos por desobedecer las órdenes de su hermanoMathew, según ella, aunque bien sabían ambos éste le había dicho que podía beber esporádicamente algunacopita, pero su abuela simplemente escuchó que debía moderar esto y aquello tras su infarto y le habíaprohibido casi de todo.

-Preocupado no, bueno no en exceso. Cuando sepa quién y a cuánto asciende la cifra total por sus actos,que tiemble porque no solo le haré devolver hasta el último céntimo, sino que me aseguraré que se pudre untiempo en la cárcel. Lo que pasa es que me he dado cuenta de que en los últimos años me he dedicado tanto aampliar la empresa, a consolidarla en ciertos sectores, que he descuidado un poco el control interno y, deahora en adelante, ese error no lo volveré a cometer.

-Andrew, recuerda lo que siempre te decíamos tu padre y yo. Rodéate de personas que te ayuden, pero enlas que estés seguro puedas confiar. No es lo mismo tener los sentidos en mil cosas cuando sabes que porpoca atención que prestes a una, está en buenas manos que tener que supervisar constantemente el trabajo deotros por no confiar del todo en ellos. Ten a varias personas de confianza en tu empresa y al menos una encada filial o cada departamento, preferiblemente la que lo dirija.

-Sí, ahora he aprendido la lección. Tranquilo.

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- ¿Qué tal Lory? -Preguntó sonriendo.Para sus abuelos, Lory no solo era su única nieta y por ello su ojito derecho, sino la niña a la que criaron

desde bebé cuando murieron su tío Charlie, hermano de su padre, y su mujer en un accidente por culpa de unconductor borracho.

-Bien, no te preocupes. Se ha adaptado bien. Se rebela a veces a las órdenes de Carl, pero solo pormolestarlo, al menos eso creo.

-Le vendrá bien un poco de orden y trabajo de oficina antes de empezar la especialidad en la universidad.-Sonrió negando con la cabeza-. Dice que va a incluir un semestre de negociación contractual para sabercómo tratar con primos mandones que no atienden a razones si no es negociando duramente con ellos.

Andrew suspiró pensando que esa idea de la negociación seguro que se la habría escuchado a Carola,aunque el temario de las clases para el próximo curso que acababa de revisar, ponía cierto orden a losestudios algo caóticos de su prima, lo que ya de por sí era una proeza nada desdeñable.

-Esa fierecilla acabará con el más pintado, no mediante técnicas de negociación, sino por simplecabezonería y agotamiento del contrincante.

Precisamente la mentada entraba en la terraza mordisqueando un biscote especiado.-La abuela dice que nos sentemos ya. -Al ver que los dos sonreían levantándose frunció las cejas-. ¿De

quién hablabais? -Preguntaba desconfiada.Su abuelo se reía pasando a su lado apoyándose en el bastón lanzándole una mirada burlona.-Gatita, recuerda que la curiosidad…Lory bufó:-Siempre hacéis ese gesto cuando estáis maquinando. Que no me entere que es por mí porque me chivaré

a la abuela.-Ella me apoyará a mí, gatita. Llevo más años camelándomela que tú en este mundo. -Decía con picardía

su abuelo caminando por delante de ellos arrancándoles sendas carcajadas.- ¿Y de eso es consciente la abuela? -Preguntaba Lory aun riéndose siguiéndole en dirección al comedor.Tras despedirse de Bob a la tarde siguiente, dejándole marchar pasadas las cinco, Carola reconocía que

su advertencia del día anterior había sido solo un chascarrillo, pero lo cierto es que estaba hambrienta.Apenas si hubo tocado el sándwich del mediodía porque le habían puesto mostaza y se hubo olvidado depedirlo sin ella y tras un bocado se lo cedió a Bob, así que ahora pagaba su descuido. Cerró el ordenador ytras apartar la carpeta que llevaría al señor Hamilton, apoyó los pies descalzos sobre la mesa recostándoseen el respaldo de su sillón con un listado de las facturas que esa mañana habían estado revisando Bob y ella yhabían concluido que la pauta de las facturas no selladas ni contabilizada se repetía.

Concentrada como estaba en las cifras no se dio cuenta que la puerta de comunicación se abría y tampococuando estiró el brazo en dirección al archivador tras su mesa inclinando un poco el sillón hacia atrás paraalcanzar su móvil que sonaba con la canción “Hold On” de Wilson Phillips que su hermana le puso tiempoatrás como tono de llamadas.

-Carola.Descolgó sin mirar la pantalla, pero enseguida intentó equilibrarse con las piernas y con el brazo libre,

pero no sirvió de nada porque irremediablemente ella y la silla cayeron hacia atrás.-Ay, mierda… -Refunfuñaba quedando sentada aún, pero con la silla tumbada y ella mirando hacia el

techo.-Eh, oye.Suspiró cerrando los ojos escuchando la voz de su hermana al teléfono que incomprensiblemente seguía

manteniéndolo en su oreja.-Hola, Em, perdona, es que me he caído de la silla, aunque sería más correcto decir “con la silla”. Estoy

mirando el techo de mi despacho y mira tú por dónde descubro que es de un celeste muy raro.Escuchó la carcajada de su hermana:- ¿Qué estabas haciendo para caerte?

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-Pues la culpa es tuya, majadera, que siempre que me llamas me sobresaltas.Se reía al otro lado antes de decir:-Bueno, bueno, no busquemos culpables a tu torpeza que luego mamá y papá no saldrán bien parados por

los genes que nos han transmitido.Carola suspiró rodando los ojos.-Majadera, al grano.Emily se reía divertida sabiéndola exasperada.-Qué humor te gastas por una caída de nada… ¿Te parece bien que invite al señor Jefferson a la barbacoa

del domingo o crees que nos pasamos? Ya sabes, cómo esta semana salió con mamá el martes y el domingoalmorzó en casa junto con los Matersons. A ver si acabamos presionando a mamá.

-Pues no sé. Yo creo que mamá estaba contenta el martes después de su cita. Además, siempre podemosdecirle a mamá que le has invitado para que no almuerce solo el domingo y así agradeces los libros que teprestó el bueno del señor Jefferson para los exámenes.

-Vale, está bien. Pues entonces le invito. Por cierto, ni se te ocurra retrasar la compra del mini porqueacaban de llevarse tu jeep los del garaje.

Gimo cerrando los ojos porque me da una tremenda pena despedirme de mi pobre coche con el que tantohe pasado.

-No me lo recuerdes. Esta mañana he estado a punto de arrepentirme y en vez de darle las llaves a mamápara que se las entregue al del garaje decirle “me las habrás de arrancar de mis frígidas manos muertas” “meenterrarás con mi pobre coche viejo y pulgoso, pero mío al fin”.

-No seas teatrera. Verás lo pronto que te olvidas de él en cuanto te sientes al volante de una súper Smartnuevecito.

-Para lo que me va a durar la sensación de estar al volante de ese Smart nuevecito ¿o crees que no sé quéplaneas no dejarme montar en él desde que lo compre, abusadora?

-Ya te digo. Tengo aquí a Steff y dice que está deseando recorrer las colinas con él.-Estupendo. Dile a Steff que antes de dejarle conducir mi coche tendrá que llover oro del cielo. He visto

el coche de su hermano y está lleno de golpes por su culpa. No se acercará a menos de una milla de mi coche.Pediré una orden de alejamiento.

-Sigues en el suelo, ¿a qué sí? -Se ríe y yo no puedo evitar reírme también.-Sí, sigo en el suelo, o mejor dicho sentada en la silla que es aún más humillante. Anda, cuelga que será

mejor que recupere la poca dignidad que me queda enderezándome de una dichosa vez.-Está bien. Te dejo mi ahora indigna hermana.-Em, estás a un tris de que no te deje llevarte la mitad de mi armario al otro lado del Atlántico fingiendo

que no me doy ni cuenta de que expolias mis cosas.-Vale, vale, haya paz, mi arisca hermana. Te veo mañana.Suspiro colgando y dejando caer el teléfono a un lado antes de rodar hacia allí gruñendo porque para

poder hacerlo he de ladear también la silla y evitar así el brazo. Me pongo por fin en pie y enderezo la silladejándola en su lugar antes de agacharme y tomar mi móvil y los papeles del suelo.

- ¿Siempre te quedas descalza en el despacho?Me sobresalto girando como un resorte encontrándome a Andrew Hamilton mirándome desde la puerta de

comunicación del otro despacho con el hombro apoyado en el marco de la puerta de modo relajado y con eseaire de seductor que ya empiezo a creer su marca personal,

-Pero… -gimo bajando los ojos y alcanzando con los pies mis zapatos que me pongo deprisa antes dealzar los ojos de nuevo hacia él-. Creía que habíamos quedado en su despacho para que no le vieren.

-En realidad, nadie sabe que estoy aquí, supuestamente estoy en el despacho de Carl -mira por encima desu hombro y niega con la cabeza-, que se encuentra hablando por teléfono con Alemania gastando en llamadaspersonales el dinero de mi empresa.

Sonrío divertida y alzando un poco la voz digo:

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-Revisaré las llamadas que se realizan desde ese despacho y lo contabilizaré como gasto no justificado deun empleado.

- ¡Lo he oído, Carola! ¿No te han dicho que los empleados siempre han de apoyarse frente al empresario?Te recuerdo que tú y yo trabajamos para ese empresario de pacotilla de ahí, has de apoyarme por solidaridad.

Rio negando con la cabeza:-Me lo pensaré. Soy fácil de sobornar ¿sabes?Escucho la carcajada más allá, antes de que el señor Hamilton se enderece sin dejar de mirarme:-Bueno, dejando al margen tu sobornable persona, ya que estoy aquí, te informo que vamos a celebrar esa

reunión en el despacho de la casa de mis abuelos. Evitaremos que nadie nos vea. Los de la limpieza ocualquier otro. En las grandes empresas pocas cosas no son objeto de chismes por un mero descuido.

-Bueno, está bien, pero no podemos salir juntos pues entonces correremos el riesgo que pretende evitar.-Lo sé, por eso sal normalmente y te recogemos en la esquina de la manzana principal.-Vale.Recojo mis cosas y la documentación que meto en mi bolso bandolera y después tomo abrigo.-Esto… -Digo cuando ya estoy caminando hacia la puerta de mi despacho-. Le importa esperarme en la

cafetería que hay un poco más allá. Necesito comprar algo o no seré capaz de concentrarme.Sonríe negando con la cabeza:-No te preocupes, te daré de cenar. Que no se diga que no solo te exploto laboralmente, sino que te obligo

a pasar hambre.Sonrío tomando el pomo de la puerta sin abrirla aun girando para mirarlo chasqueando la lengua:-Debí haber exigido en el contrato una cláusula que incluyese para las tardes un servicio que trajese

bandejas de esas de bocadillitos, hojaldres y eso que se ponen en los cócteles. Quizás debiere llamar a Juliany negociarlo con él.

Sonrío saliendo del despacho cerrando la puerta tras de mí.- ¿Sabes que estás coladito, ¿no es cierto?La voz de Carl le hizo girar el rostro y suspirar cansino.-No tengo relaciones con nadie de mi empresa, Carl. Bien lo sabes.-Y, sin embargo, no has negado lo que he dicho. Quizás y solo digo, quizás, sea necesario que, por una

vez, te saltes tu regla de no tener relaciones con una mujer que trabaje para ti, porque, a diferencia de esasmuñequitas que te suelen rodear, esta te gusta de verdad, tanto que incluso merezca la pena que te saltes turegla y disfrutes, por una vez, de una relación de verdad. Aunque solo sea para que la abuela vea la cara debobalicón que pones con ella y como consigue que te diviertas con sus cosas.

Carl se ponía la chaqueta caminando hacia la puerta de su despacho mientras le miraba sonriendo.- ¿Qué estaba haciendo en el suelo? -Pregunta curioso.-Pues, al parecer, hablar con su hermana. -Respondía siguiéndolo fuera del despacho.- ¿Dónde está Lory? -Preguntó Carl deteniéndose junto a la mesa de esta.Andrew sonrió negando con la cabeza sin detenerse pasando de largo.-Hace un rato le he dado permiso para marcharse. Permiso y dinero. Menuda es cuando se pone como

meta vaciarle a uno los bolsillos.- ¿Dinero?-No preguntes. -Suspiraba cansinamente entrando en el ascensor.En cuanto las puertas se cerraron y con Carl curioseando en su móvil, disimuló la sonrisa recordando lo

ocurrido antes en el despacho. Por Dios que no supo cómo contuvo la carcajada que estuvo a punto de salirlecuando la vio caerse y refunfuñar y, para colmo, se queda allí, sentada en el sillón, tirada en el suelo mientrashablaba con su hermana. Casi tuvo ganas de gemir en algún que otro momento fijándose, inevitablemente, ensus pies descalzos y deseó acariciar su planta y el empeine para subir después por sus pantorrillas, aunque aDios gracias que llevaba pantalones porque verla revolver las piernas mientras intentaba equilibrarse estandoéstas desnudas lo habría dejado demasiado expuesto a sus ojos pues seguro la habría mirado de modo

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demasiado inapropiado.Sí, empezaba a ser muy consciente de lo que Carl decía y del peligro de dejar que se hiciere realidad

porque soñaba con ella, soñaba con su mirada burlona tras sus gafas de discreta chica inteligente que seesconde a veces tras ellas, soñaba con esa forma que tenía de burlarse de él y arrancarle más de unacarcajada y soñaba con hacerle pagar cada una de esas burlas con gritos de placer bajo su cuerpo, en sucama, bajo sus manos. Aun con ello, debía tener cuidado, no solo porque en manos de Carola se encontrabanlas cuentas y el poner en orden todo ese desbarajuste que era ese dichoso departamento y no hacerlo o de noarreglarlas podrían traer graves problemas para su empresa, sino que, además, no era del tipo de chicas conlas que uno se acuesta y después, si te visto no me acuerdo, ni que, seguramente, estuviere acostumbrada asimples relaciones de cama sin ninguna otra vinculación. No, detrás de esa chica había algo que a él le atraíamás allá del mero deseo que despertaba en su cuerpo incluso solo fijándose en sus pies descalzos, había algoque le atraía a otro nivel y era algo que de algún modo sabía debía proteger, pero, por otro lado, él no era derelaciones serias, no las buscaba, no las deseaba, no le gustaban y ella no era de otro tipo de relaciones, demodo que, empezar algo con ella sabiéndose incapaz de corresponderla como ella merecía y esperaría, nosolo era egoísta sino, además, muy injusto.

-Venga.La voz de Carl le trajo de regreso al presente hallándose frente a la puerta de su coche mientras él le

miraba desde la del copiloto pidiéndole que le abriese. Entro en el coche ignorando la sonrisa burlona queme dedica el muy cretino y salgo del aparcamiento despidiéndome con la mano de Robin, le chico deseguridad de la caseta de la entrada.

-Oye, ahora que caigo, -Carl se remueve en el asiento y me mira entrecerrando los ojos-. Antes has dichoque le has dado dinero a la enana. ¿No habrá sido para el regalo de la señora Carsons?

Asiente suspirando lentamente:-Tú también le has dado.-Joder, sí, y el abuelo, que acabo de caer en la cuenta que esta mañana le he visto dándole dinero.

¡Menuda pieza! -Exclama riéndose-. O le va a hacer un regalo carísimo o nos ha sacado a todos los cuartospara sus caprichos.

Andrew se rio.-En cuanto acabe la carrera la contrato en el departamento de ventas.-Ni se te ocurra decirle eso o acabará exigiéndote un porcentaje de su empresa. Menuda es. Allí está

Carola. -Señala la acera junto al semáforo-. ¿Qué diantres está comiendo?Andrew se rio.-Un bretzel que es evidente ha comprado en el puesto de aquélla esquina.Carl se rio.-Pues como le diga a la abuela que después no tiene hambre por comerse eso, verás.Carola vio un todo terreno de esos carísimos detenerse frente a ella y al bajar el cristal del copiloto, que

era tintado, vio a Carl haciéndole la señal para que subiere detrás.-Jolín. -Resopló tras subirse con esfuerzo-. La próxima vez dejáis caer una escala, por favor.Les escuchó reírse mientras arrancaban y ella se ponía el cinturón de seguridad.-Te había dicho que te vamos a dar de cenar. -La miró por el espejo retrovisor intentando no reírse

mientras la veía mordisquear el bretzel.-Bah, es solo un bretzel. ¿Puedo preguntar por qué vamos al despacho de su abuelo?Carl alzó una ceja esbozando una media sonrisa burlona somera a su hermano.-Una excelente pregunta.Andrew le lanzó una mirada de advertencia a Carl antes de contestar con falso aire distraído.-Para que nadie pueda vernos. Además, así, quizás pueda opinar. El abuelo es un sabueso para las

finanzas.- ¿Ah?

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Carl se rio por el más que desconcierto de la joven y se giró para poder mirarla a la cara.-Mi abuelo es el fundador y, hasta hace dos años, el CEO de Vartons Entertaiments.Carola abrió los ojos como platos pues su proyecto de fin de carrera fue precisamente sobre

conglomerados financieros de inversión y conocía bien ese pues tenía centros comerciales, locales denegocios y restauración por todo el mundo.

-Ahora es mi hermano Michael el que ha asumido la dirección con nuestro padre a la espera de que éstese jubile. El viejo se resiste a ser un jubilado más.

Andrew se rio.-No pienso perder oportunidad de soltarle eso a papá en cuanto le veamos mañana.Carl sonrió travieso.-Este mal hombre de aquí, al ser el mayor, debiera haber empezado a trabajar en la empresa hace años,

pero como todo tirano que se precie no le gusta recibir órdenes y prefiere volar en solitario de ahí que creasesu propio reino de tiranía.

Rio entre dientes, divertida.-Y tú eres el hermano rebelde e inconformista, ¿no es así?Carl se carcajea enderezándose.-Algo por el estilo.Recorremos la ciudad y alcanzamos Forest Hills una de las zonas más caras de la misma, una en la que no

he estado nunca, he de reconocerlo. Está llenas de enormes mansiones coloniales y algunas que empiezan aser convertidas según un diseño más moderno, pero todas rodeadas de bonitos jardines y espacios verdesnaturales. Se detiene frente a una verja y pulsa un par de botones abriéndose y entrando en un camino de grabarodeado de un bonito jardín con árboles, setos e incluso un rosal como en las películas de esas en que salencasas lujosas con jardineros cuidando con esmero el rosal de la dueña y señora del lugar, pero si en esemomento estoy impresionada llego al estado de estupefacción al ver la enorme casa de tres plantas deladrillos rojizos y tejas azules a la que llegamos. Claro, siendo los dueños de Vartons Entertaiments han deser no millonarios, sino súper millonarios, voy pensando con mi cara pegada al cristal observando aquéllaenorme casa que desprende buen gusto, elegancia y buena cuna incluso antes de entrar. Se abre la puerta y veoa Carl frente a mí sonriendo.

-Si no bajas no pienso darte de cenar.Eso me hace reír y regresar al mundo de las personas conscientes o eso creo porque de veras que estoy

atónita. Salto, literalmente, del todoterreno y me cruzo el asa de la bandolera pensando que, con mispantalones negros, mi camisa blanca y mi abrigo gris, todo elegido por mi hermana, seguramente voy un pocososa, pero al menos, sé que no llamaré la atención negativamente. Carl me señala los seis escalones quesuben a la entrada principal al tiempo que sube conmigo.

-Mis abuelos viven aquí desde que se jubilaron. Aunque la sede de la empresa está en Nueva Yorksiempre han considerado San Francisco su hogar, por eso regresaban a la menor oportunidad. Supongo que deahí que todos consideremos esta ciudad nuestra casa.

Nos abre la puerta una mujer de unos cincuenta años con un vestido negro.-Hola, Penny, te presento a la señorita Carsons, trabaja para el tirano de ahí detrás. Carola, esta es Penny,

la bondadosa alma que nos ha cuidado a los locos Hamiltons desde antes de dar un paso. -Señala Carl contoda la familiaridad inclinándose y dando un beso a la señora en la mejilla que sonríe.

-No seas zalamero. Vuestra abuela está en la terraza y el señor Hamilton en el despacho.-Estupendo. -Andrew le da también un beso cariñoso y de algún modo me sorprende-. Penny, Carola se

queda a cenar y según parece está hambrienta.Me ruborizo como una amapola antes de mirarlo ceñuda solo logrando que él se carcajee.-Primero vamos a hacer unas cosas en el despacho, pero no tardaremos, lo prometo.-Adelantaos. -Va diciendo Carl atravesando el enorme vestíbulo de techos enormes, con una escalera

doble que se abre ante nosotros en cuyo centro hay una puerta de cristal doble que da a un enorme espacio

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más allá del cual se ven a los lejos los ventanales a un jardín-. Voy a saludar a la abuela.Andrew señala una puerta lateral y dice:-Ven, por ahí.Me guía a través de varias estancias con una decoración sencilla, bonita y elegante y me sorprendo

porque en algunas de esas estancias, aunque algún cuadro que presumo será de algún artista de renombrecuelga de las paredes, lo que más hay en las mesas auxiliares, los aparadores y las cómodas, son marcos confotografías de la familia en distintas épocas. Por fin abre unas puertas dobles de madera y entra haciéndomeun gesto para que le siga entrando en un despacho sobrio y elegante presidido por un enorme escritorioantiguo de caoba, o eso creo con estanterías de madera por una pared llena de libros y recuerdos y tras lamesa un ajado caballero que no necesito aclaración para saber que es el señor Hamilton. Es la versión mayorde los hermanos. El mismo porte, la misma imponente presencia a pesar de su esas, la misma mandíbula tercay varonil y desde luego los mismos ojos verdes.

Al alzar la vista de lo que leyese, sonríe en una sonrisa que se me antoja cariñosa y de orgullo a su nietoque rodea la mesa y de soslayo también me mira con curiosidad a mí.

-Buenas tardes, abuelo. -Dice nada más colocarse a su lado y besarlo en la mejilla antes de ayudarlosomeramente a levantarse cediéndole el bastón que estaba apoyado en la estantería-. Te presento a CarolaCarsons, es la contable que está haciendo la auditoria de la que te hablé y que pondrá un poco de orden en lascuentas.

-Señor Hamilton. -Le sonrío desde mi lado de la mesa.-No me llames así, por favor, ya solo me llaman así cuando voy a poner en vereda a mi hijo y nieto en la

empresa. Fuera de allí ya solo soy August.Sonrío divertida por la mirada pícara del caballero que, por mucho que diga, debe ser de armas tomar

dentro y fuera de la empresa, como él la llama.-Pues, en ese caso, encantada August. Soy Carola.Sonríe dejándose caer de nuevo en el asiento y enseguida Andrew rodea la mesa y se coloca a mi lado

instándome a sentarme en uno de los confidentes.-Bien, ¿qué tan grave es el enredo en el departamento financiero? -Pregunta nada más sentarnos y no

puedo evitar sonreír pues es directo e incisivo.-Pues, solo llevo una semana y ya he revisado la contabilidad de un ejercicio de una de las filiales y es

cierto que hay algunos fallos y es necesario reajustar y corregir algunas cosas, -Voy diciendo sin esperar másya que es evidente “August” no es un hombre al que le guste perder el tiempo abriendo-, pero a mi compañeroy a mí, lo que nos preocupa es el descuadre con la contabilidad de la central y el que ciertas facturas,albaranes y expedientes de gastos estén entre la documentación de la filial duplicados, pero no estén en la dela central y no solo no están esas facturas sino tampoco su reflejo en la contabilidad de la central. Pero soloparece ocurrir cuando se trata de actividades, gastos o servicios solicitados para la filial, pero desde lacentral.

Termino de hablar justo cuando saco las dos carpetas y mi copia y no sé a quién entregársela y parece queAndrew lo ha notado porque sonríe tomando de mis manos la carpeta al tiempo que se pone de pie y rodea denuevo la mesa colocándose junto a su abuelo abriéndola frente a él.

-A ver niña, ven, que quiero que me expliques estas marcas de aquí.Sonrío porque sé a qué cifras se refiere y la marca que he hecho a su lado. -Me levanto y rodeo la mesa

por el otro lado y me coloco también junto al ajado caballero y me inclino un poco para ver bien las tablascontables.

-Pues verá. Era columna es el listado antes de incluirlo en la contabilidad del ejercicio, de la filial, y estaotra la de la central. Esas cifras….

Durante unos minutos les voy explicando lo que hemos encontrado y nuestras sospechas y también lesenseño algunas de las facturas y cómo aparecen unas selladas y otras no.

- ¿Y esto es solo un ejercicio? -Pregunta tras volver a sentarnos frente a él.

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-Sí, pero ya hemos sacado las de dos más y la pauta se repite. Aún no sé si es un fallo solo en esa filial otambién en las demás, pero de ser así no solo puede ser responsable el señor Peterson.

- ¿El señor Peterson?-El jefe del departamento contable de la central al que he puesto de patitas en la calle, pero, presumo,

habré de denunciar también. -Gira el rostro y me mira-. Dices, entonces, que crees que tenía cómplices.-Eso es lo que no sé. Desde luego esto no lo puede hacer una persona sin que al menos el supervisor de

las cuentas de cada filial se dé cuenta o sin que contase con ayuda de alguien que grabase los datos y, sobretodo, ajustase las diferencias entre la filial y la central, aunque después Peterson firmase todo, bien por estarenvuelto en esto o bien por simple dejadez de su trabajo. Quizás solo sea un mal contable y un irresponsablesin gusto por el trabajo no un ladrón y de eso se haya aprovechado otra u otras personas. Responsable pero noculpable, por decirlo de algún modo.

Andrew entrecerró los ojos.-Entiendo. -Giró el rostro y miró a su abuelo-. ¿Qué opinas?-Necesitas, lo primero, poner orden en las cuentas. Sin eso, toda empresa acaba avocada a desastres

financieros.-Lo sé. -Asintió serio Andrew.-Después, como decías, demandar y encarcelar a quiénes estén detrás de esto, pero necesitas pruebas.

Ella dice que puede determinar dónde está cada fallo, cada descuadre con facturas, pero tú necesitas probarquién está detrás de cada uno de ellos. En una empresa grande ciertas cuentas, ciertos números, pasan porvarias manos. En cuanto lo tengáis todo al día y en orden, puedes confiar en que ella supervisará el resultadofinal. Una vez todo en orden podrás dedicarte a denunciar y meter en la cárcel a quién sea, pero hastaentonces, has de estar ojo avizor y no alertarlos. Aunque eso sí, dile a Carl que empiece a revisar conformeella le indique las cosas que están mal, quién ha estado encargándose de todo, que los vigile discretamentehasta que sepa quién está detrás de cada factura o dinero desviado. De todos modos, ella y su compañeropodrían empezar a relacionarse un poco con los del departamento e ir descubriendo quién hace qué y cómo.Entre compañeros es más fácil moverse, aunque -Me mira fijamente- tendréis que seguir manteniendo enreserva lo que hacéis y actuar con cierta precaución.

Asiento y sonrío mirando de soslayo a Andrew.- ¿Es ahora cuando conviene pedir un plus por peligrosidad?Andrew se carcajea al igual que su abuelo que enseguida desvía los ojos hacia las puertas dobles que

están detrás de mí.-Hola, carcamal.La voz de Carl nos llega risueña antes de pasar a mi lado y rodeando la mesa acercarse a su abuelo al que

besa en la mejilla.-Olfateo cigarro, viejo.El señor Hamilton se ríe.-Tú y tu olfato de sabueso. Ni se te ocurra decírselo a tu abuela.Carl se ríe y nos mira:-Espero no os quede mucho porque la abuela está en la terraza esperándonos.-Venga, que tengo hambre, aunque sea de esa comida insulsa que me obligan a comer. -Dice el abuelo

mientras Carl se ríe ayudándolo a ponerse en pie.-No te quejes tanto o me chivo a la abuela de ciertas transgresiones a sus mandatos.Me levanto dejando en la mesa las copias de la documentación y tomando mi bandolera espero que pase

delante de nosotros el señor Hamilton, pero antes de moverme miro a Andrew.-No decía enserio lo de la cena. No pretendía obligarles a invitarme a cenar con su familia.Andrew se ríe tomando mi brazo llevándome con él.-Si crees que mi abuela va a dejarte salir de aquí sin cebarte como a un cerdito es que no puedes hacerte

una idea de lo que es capaz de mandar.

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Atravesamos un enorme salón muy luminoso con puertas dobles que da a una terraza al fondo de la quehay una mesa colocada para la cena con una elegante mujer hablando con Penny mientras deja algo en lamesa.

-Vamos, que te presento a la matriarca de la familia y la única voz que no conviene desoír.Andrew camina a mi lado mientras pienso que en esta familia no hay ni un solo miembro que no sea

guapo, atractivo y con esa aura de poder y seguridad que todos rezuman. Desde luego no podría estar másfuera de lugar pues yo no es solo que sea una chica del montón, sino que ni siquiera podría considerárseme delas que están mejor de ese montón. Espero que no me mire muy mal pues se me debe notar a leguas que no esprecisamente este el ambiente en el que alguien como yo suele estar.

-Abuela, -Andrew atrae su atención y en cuanto gira lo sonríe mientras él se agacha y le besa como antesa su abuelo-. Deja que te presente a Carola Carsons.

Se gira hacia mí y no desdibuja su sonrisa. Me sorprende su gesto cordial.-Señora Hamilton.-Ni se te ocurra. Llámame Melissa que aquí solo se permite llamarme abuela o Melissa.-Está bien. -Respondo un poco cohibida.-Ven, siéntate aquí y, mientras llegan los demás, picoteamos algo porque mis nietos tienden a llegar

cuando sus pocos centrados cerebros quieren.Carl y Andrew se carcajean mientras yo me siento donde me ha indicado dejando el bolso colgado del

respaldo y el abrigo también.-Abuela, te recuerdo que ninguno de nosotros es capaz de desobedecerte y si dices que hemos de estar

aquí a las ocho para cenar, aquí estamos. -Comenta Carl riéndose aún.Escucho a Melissa bufar mientras se sienta a un lado de la mesa, a mi lado y frente a ella, el señor

Hamilton.-No le hagas caso. Estoy convencida que en su última locura ha debido darse un golpe con una roca y le

ha dejado algo trastornado.Carl se carcajea levantándose y acercándose a una pequeña mesa colocada a un lado con bebidas.-Abuela, no le digas eso, que al menos durante unos meses, en teoría, soy su superior. No me va a tener

respeto.Sonrío negando con la cabeza mientras Melissa hace un gesto despreocupado con la mano.-En cuanto te conozca un poco ella misma comprenderá la gravedad de tus lesiones.- ¡Abuela! -Protesta Carl antes de carcajearse-. Mira que como te metas mucho conmigo le echo guindilla

a tu Martini.-Ni te atrevas o le digo a Penny que te persiga con la escoba. Bueno, supongo que no debiera preguntarte

cómo de despótico es Andrew como jefe ya que no podrás ser sincera estando él aquí.Me ruborizo mirando frente a mí que es donde él está sentado, pero después desvío los ojos a ella.-Bueno, es un poco tirano, pero es fácil de convencer cuando se negocia con él. He conseguido una

cafetera para mí sola. -Digo orgullosa-. La llamo Andrea.Andrew escupe de la copa que acaba de cederle su hermano tras ponernos a su abuela y a mí un Martini

frente a nosotras.- ¿Es broma?Carl se carcajea y toma asiento junto a su abuelo.-En realidad, no. -Responde él-. Pregúntale a Lory lo que hizo ayer.Me ruborizo un poco porque la mañana anterior, Lory, riéndose, entró en el despacho y colocó un cartelito

hecho con cartulina en que pone “señorita Andrea”.Andrew me mira entrecerrando los ojos y yo ruborizada tomo la copa de Martini y bebo un sorbo para

disimilar.-Empiezo a creer que no se me tiene respeto en mi propia empresa.Carl se ríe y me mira.

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-Qué mayor respeto que bautizar con el nombre del jefe supremo al bien más preciado por los habitantesde ese despacho.

Sonrío tras mi copa porque realmente nos reímos mucho haciendo el bautizo y al escuchar las risasapareció Carl encontrándonos a Bob, a Lory y a mí, echando un paquetito de azúcar por encima mientras entrerisas la declarábamos el miembro más apreciado y preciado de la empresa.

-Voy a tener que empezar a mostrar mi tiranía empezando por esa enana endemoniada.-Hablando de ella.Carl señala al fondo de la terraza donde aparece la mentada riéndose acompañada de un hombre que es

innecesario decir que es de esa familia. Alto, moreno, sonrisa de anuncio, cuerpo de deportista.-Hola, familia.Besa a su abuela y con saltitos risueños va hacia su abuelo que ya se ríe mientras ella me guiña un ojo.-Mathew, ella es Carola Carsons, trabaja en mi empresa. -El comentario me hace girar el rostro para

dirigir los ojos hacia Andrew y de inmediato hacia el hombre que está de pie junto al asiento de su abuela.-Encantado. -Me sonríe encantador como todos los hermanos antes de desviar los ojos hacia el otro lado

de la mesa-. Abuelo, espero que eso que hay en tu vaso sea zumo de manzana o algo similar.Escucho al Augusto bufar antes de mirarlo ceñudo:-Antes de que tú pudieres pavonearte con esa bata de médico tuya era capaz de cuidar de mí, muchacho.Mathew se ríe y rodea la mesa acercándose a él:-Abuelo, si te rebelas soy capaz de ordenar a Penny que solo te dé de comer pescado hervido. -Dice antes

de besarlo en la mejilla.-Voy a desheredarte, que lo sepas.Mathew se carcajea al igual que sus hermanos.-Todas las semanas dices lo mismo. Tu abogado debe estar cansado de tus llamadas. -Señala riéndose

sentándose a mí lado y dejando el espacio libre entre él y su abuelo para Lory que está enredando en la mesade las bebidas.

-Lory, cielo, dile a Penny que ordene que nos sirvan la cena. Marco, como todo el mes, llegará tardísimo.-Gira el rostro y me sonríe-. Marco es otro de mis nietos. Desde que se ha hecho cargo del proyecto derestauración de la casa de los Vettany, no llega a su hora a ningún sitio.

- ¿La casa Vettany va a ser restaurada? -Pregunto sorprendida.- ¿La conoces? -Pregunta Carl sonriendo.Asiento.-Hasta que fue cerrada, mi hermana y yo obligábamos a mi padre a llevarnos en navidad. Nos encantaba

cómo decoraban los jardines.-La van a convertir en un museo. -Dice Melissa-. Marco y su estudio se encargan de la reforma. Dice que

incluso las molduras son piezas de diseño y que tendrán que ir muy despacio.- ¿Un museo? ¿de veras?-La colección de la familia Vettany será expuesta. Los herederos han decidido crear el museo, exponerlo.

-Señala Andrew serio-. Supongo que así se aseguran que la ciudad se hace cargo de parte del seguro de laspiezas.

Veo a August asentir:-Es lo más sensato si no disponen de capital y no desean deshacerse de ningún cuadro.- ¿Y no sería mejor ceder el uso a algún museo importante que abonase ese seguro con el acuerdo de que

un porcentaje de las ventas de entradas de visitas se entregase mientras tanto a la familia? No tendrían gastosde mantenimiento y cuidado ni, por supuesto, el seguro, pero se beneficiarían de la exposición de sus obrasmanteniéndolas bajo la titularidad de la familia. Reformar la casa, mantenerla y asegurarse de que elayuntamiento año tras año cumple con el seguro es más trabajoso que ponerlo en manos de un museoconsolidado y con personal experto como el Metropolitan, el MOMA o no sé, el Museo de Washington. Esmás práctico y cómodo para los propietarios de la colección. -Medito en alto sin mirar a nadie con los ojos

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fijos en mi copa y al ver que se hace un instante de silencio alzo los ojos alertada y enseguida escucho la risade August que mira a Andrew.

-Sí, es la persona indicada para poner orden en las cuentas. Sensata, práctica y sin gusto por los enredosabsurdos.

Me ruborizo como una amapola escuchando la risa de los hermanos mientras Andrew me mira negandocon la cabeza.

-Ni se te ocurra pedirme un plus por practicidad.Rio entre dientes ante la ocurrencia.-Voy a tener que hablar seriamente con Julian para revisar mi contrato.-No lleva ni una semana en vigor, ni por asomo te dejaré revisarlo.-En una semana pueden cambiar mucho las cosas. -Digo y miro a Carl que sonríe-. Tú qué opinas, “jefe”.- ¿Ahora me llamas jefe?-Bueno, es lo que pone en la placa de tu despacho.-Bien, Penny dice que enseguida sirven. -Lory se sienta sonriendo y mira en derredor-. ¿Qué me he

perdido?-Nuestro jefe -señalo con el dedo a Carl- ha dicho que va a conseguirnos un plus a las dos por ser unas

excelentes empleadas. -Contesto guiñándola un ojo.Lory mira a Carl sonriendo.- ¿En serio? Cuando vayas a hablar con el jefe supremo no te dejes amedrentar. Piensa que somos

nosotras las que estamos contigo cada día y las que podemos hacerte insoportable el pasar de las horas en eldespacho.

Rio entre dientes escondiéndome tras la copa cuando Andrew me lanza una mirada furiosa.- ¿Eso se lo has enseñado tú?Niego con la cabeza sabiendo, sin embargo, de donde ha salido, pues es lo que Emily siempre le decía a

mi madre cuando pedíamos una subida de la paga semanal siendo niñas y ella decía que lo consultaría con mipadre entre risas.

-Tengo muchos y variados maestros. -Dice orgullosa Lory-. El abuelo siempre dice que hay que aprenderde todos un poco, lo bueno y lo malo, y como soy una excelente nieta, nunca desoigo sus consejos.

Los cuatro varones se carcajean ante el comentario.Me sorprendo porque es una cena relajada y distendida en la que Melissa habla de lo poco que tiene de

ociosa la jubilación de su esposo pues, aunque ya no dirija “oficialmente” su empresa está siempre atento a lamisma y, además, dice, todos sus nietos le dan quebraderos de cabeza constantes. Me sorprendo al saber queAndrew Hamilton tiene cinco cuatro hermanos y que Mathew, Marco y Michael, los menores son trillizos ysegún asegura Mathew entre risas, no pueden ser más distintos los unos de los otros en caracteres ypersonalidad. También me resulta curiosa la forma que tienen todos de cuidar de Lory no solo por ser lapequeña de la familia sino la única chica y que, además, perdió a sus padres siendo un bebé siendo criadapor sus abuelos y sus tíos paternos.

Desde que salimos del despacho no hemos vuelto a hablar del trabajo lo que me permite no pensar enalgunos momentos que me hallo ante mi jefe y su familia, además, parecen tratar de hacerme sentir cómo yrelajada así que tratan temas inocuos. Antes de marchar recibo un mensaje de mi hermana que acaba de salirde la biblioteca de estudiar toda la tarde y no puedo evitar reírme ante la foto que me manda. Al alzar losojos veo frente a mí a Andrew alzando las cejas curioso.

-Perdón. -Me disculpo por mirar el móvil-. Mi hermana me manda la foto de un mini “particularizado”. -Digo a modo de justificación de mi risa.

- ¿Un mini? -Pregunta Lory levantándose de su asiento y colocándose tras el mío claramente con intenciónde ver la foto.

- ¿Eso es una mano saliendo del techo? -Pregunta riéndose viendo la especie de grafiti que simula que unaenorme mano sale del techo del mismo coche.

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-Mañana vamos a comprar un mini. Desde que salieron al mercado me encantan los Smart. Son pequeños,cómodos y muy de chicas. -Sonrío mirando a Lory mientras se vuelve a sentar-. Y desde que he decididocomprarlo para cambiar mi pobre coche, Em no para de enviarme fotos de todos los que ve que tengancolores llamativos o dibujos raros y eso. Es increíble la cantidad de cosas que la gente puede ponerle a uncoche sin importar lo ridículo que se vea siendo tan pequeño.

- ¿Entonces te vas a comprar un Smart? -Pregunta Lory sonriendo.-Sí, me imagino que lo utilizará más Em que yo. Mi madre no hace más que decir que eso no es un coche

sino una caja de cerillas insegura con ruedas.-Y no creo que se equivoque. Dudo que la seguridad de ese coche esté muy acreditada. -Señala serio

Andrew-. Sobre todo, si alguien lo golpea con otro coche.Me encojo de hombros indiferente:-Por eso hemos decidido comprarlo rojo y blanco, muy llamativo. De todos modos, nosotras no usamos

mucho el coche. Solo para cosas muy puntuales o cuando alguna sabe que regresará tarde para que no tengaque andar por la ciudad de noche.

-Pues, a mí me gustan las motos, pero aquí no me dejan ni mencionar el tema -Lory resopla cruzando losbrazos mirándolos a todos con reproche- lo que tiene guasa porque Carl ha hecho todo tipo de locuras desdeescalar montañas hasta bucear en la barrera de coral. Mathew suele saltar en paracaídas con sus compañerosde la universidad y Andrew suele pilotar avionetas.

Me vuelve a sonar el móvil de un mensaje entrante y de nuevo no puedo evitar sonreír la ver la foto queme envía con ella persiguiendo el Smart con la mano en el techo y ella gritándole algo al conductor.

-Oficialmente mi hermana se ha vuelto loca. -Alzo los ojos a los tres varones jóvenes-. Ofrezco jovensoltera, encantadora, guapa y con una hermana deseosa de encontrarle novio que le saque de paseo y le eviteun trágico final encarcelada por alguna locura que se le ocurra.

-Oh bueno, si la describes así, nos convences. -Dice Mathew con ironía antes de beber un poco de la tazade café que acaban de servirnos.

Sonrío alzando y poniendo el móvil delante de sus ojos mostrando una foto de mi hermana de este veranocon un biquini minúsculo verde lima que realza sus largas piernas, su bronceado tras pasar una semana con mimadre y conmigo en la playa y su melena pelirroja suelta cayendo por su espalda.

-Joder. -Casi escupe el café y yo me rio mientras su abuela dice su nombre en tono de reproche.-Y además es lista. Algo loca, pero es muy lista. -Digo sonriendo orgullosa mientras él toma el teléfono

antes de devolvérmelo.Se ríe negando con la cabeza mirando a sus dos hermanos sentados frente a nosotros.-Pelirroja peligrosa. Esto se avisa. -Dice con socarronería.-Si no recuerdo mal, la idea era que un escocés le enseñase su kilt. -Dice Andrew mirándome con cierta

malicia en los ojos.Aunque me ruborizo ligeramente sonrío divertida.-En realidad, la idea era que huyese despavorida si un escocés intentaba enseñarle lo que hay debajo de

su kilt.Algunos se ríen.-Cierto, cierto. -Sonríe tras la taza de café.Yo miro a Melissa y aclaro:-Mi hermana termina este año su especialización en literatura anglosajona y ha estado ahorrando para

pasar el verano en las islas. Un mes en Londres, otro en Dublin y otro en Edimburgo. Vivir un poco laexperiencia de conocer los lugares sobre los que tanto ha leído. A diferencia de lo que piensa mi madre quecree que ira de pub en pub bebiendo cerveza negra y aprendiendo a hablar como un camionero inglés, yoestoy segura que se pasará casi todo el viaje conociendo la casa de Scott, Marlowe, Keats y no dudo haga loimposible por conocer los lugares más emblemáticos de las obras de Agatha Christie, Defoe, Chesterton,Conan Doyle y todo el que escriba novelas policíacas, negras y de misterio. Es muy romántica, pero ponle

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delante una novela de misterio y te la arrancará de las manos.-Abuela como tú. -Se ríe Lory.Melissa sonríe:-Tengo alma de detective.Sonrío divertida.-Yo no tengo paciencia y acabo leyendo el final antes de llegar a la mitad para adelantar ideas.Más de uno se ríe.- ¿Adelantar ideas? ¿Así llamas a hacer trampas? -Pregunta riéndose Andrew.-Bueno, -Me encojo de hombros suspirando- se lee el libro desde una perspectiva distinta, te fijas en

ciertos detalles y diálogos sabiendo de antemano quién robó las joyas de la familia, quién asesinó al ancianoen el pajar o quién se acostaba con la doncella casquivana. Además, es mejor saberlo de antemano si ha sidoel mayordomo porque entonces ya casi ni merece la pena leer el libro.

De nuevo escucho carcajadas a mi alrededor.- ¿Puedo acompañaros a escoger el coche? -Pregunta Lory. -Tengo un excelente gusto y escogeré

estupendamente la tapicería y los detalles.-Lory. -Le reprende su abuela.-Claro. Incluso puedes elegir complementos caros y luego recordar a cierto jefe lo importante que es que

sus empleados tengan buenos sueldos para costearse coches glamurosos y bonitos.Andrew se carcajea.-Juro que como digas que vas a incluir un plus para transporte, te quito la cafetera.-Ahh, no, no, no. Eso no puedes hacerlo. Andrea era una condición importante para que trabajase para ti.-Tú ya trabajabas para mí.-Bueno, sí, pero ahora tengo posibilidad de exigir al jefe supremo algunos pluses.Andrew gruñe rodando los ojos.-Ya tuviste esa oportunidad y pediste lo que querías. No tengo la culpa de que solo se te ocurriese la

cafetera.Hago una mueca.-Sí, no tenía una visión muy certera de lo que me esperaba. Debí ser más dura. -Chasqueó la lengua y

miro a Carl-. Le daré un par de semanas más y después llamaré a Julian con todos los pluses y extras quehabré de exigir en función a la explotación a la que estaré siendo sometida.

Carl se carcajea y mira a Andrew.-Que conste que me conviene que ella logre lo que quiere y esté contenta para librarme de seguir bajo tu

yugo.- ¡Eso! -Exclamo sonriendo, pero enseguida miro a Carl frunciendo el ceño-. Eh, un momento, tú quieres

para mí ese yugo ¿qué clase de mal e insolidario jefe temporal eres?Carl se ríe:-Pues precisamente uno que desea ser solo temporal, preciosa.-Os recuerdo, majaderos, que no solo soy vuestro jefe, sino que estoy delante.Ambos le miramos y yo me encojo de hombros.-Bueno, sí, es cierto que eres el jefe supremo, pero de momento, nos necesitas más a Carl y a mí, que

nosotros a ti.Carl se carcajea e incluso echa la cabeza hacia atrás.-El lunes sin falta vamos a ver a Julian y a ponernos exigentes para añadir nuevas condiciones al contrato

de trabajo. -Dice entre risas guiñándome un ojo.-Ahora sí eres un buen jefe temporal. -Sonrío alzando la barbilla.Andrew gruñe negando con la cabeza.-Anda, mejor te llevo a tu casa antes de que acabe hipotecando mi empresa para cubrir los gastos de los

locos que supuestamente forman parte de mi personal.

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-Bueno. -Miro a Melisa mientras me pongo en pie-. Gracias por la cena. Estaba todo riquísimo.-Un placer. La próxima vez te traes a esa loca de los misterios para que intercambiemos opiniones.Asiento sonriendo antes de girar y mirar al señor Hamilton.-El domingo le diré a mi madre que prepare su tarta al whisky y que Lory, tras la barbacoa, le traiga un

buen trozo así el matasanos no puede quejarse.El señor Hamilton y Mathew se carcajean.Tras despedirme de todos y quedar con Lory para el sábado en el centro, vuelvo a montarme en el enorme

coche de Andrew,- ¿Dónde vives?-En Fillmore Street. Es una casa con una puerta azul. ¿Cómo piensas averiguar quién está detrás de cada

descuadre? Para que Carl pueda hacerlo habrá de ir supervisando el trabajo de todos, uno por uno. -Preguntocuriosa tras unos minutos.

-Voy a tener que pedir ayuda a mi padre, o, mejor dicho, al jefe de informática de su empresa. Estudióconmigo en la escuela y se le da bien descubrir cosas discretamente. Pero tú no te preocupes por eso. Tú solohas de seguir tu trabajo que nosotros nos encargaremos de lo demás.

-Está bien. ¿Dónde nos reuniremos si no quieres que sea en tu despacho?-Ya pensaré en algún sitio donde sepa nadie puede molestarnos.Durante unos minutos me concentro en la ciudad conforme la recorremos. Ya ha anochecido y espero que

mi madre no esté preocupada porque solo le dije que llegaría un poco más tarde por una reunión. Al alcanzarmi calle le señalo.

-Es aquélla casa de allí. La de la puerta azul.- ¿Puedo preguntar por qué aún continúas viviendo con tu madre?-Al principio era por ahorrar, así Emily no tenía que privarse de la experiencia de vivir en un piso con un

par de compañeras y ser independiente. Además, tras morir papá, no quería dejarla sola con Em estudiandoya en la universidad. Además, siempre me ha gustado esta casa. Nunca he sentido que por seguir en ellacareciere de independencia.

-Entiendo. ¿Cómo murió tu padre?-Un infarto. Creemos que no sufrió porque fue cuando estaba ya acostado. -Me encojo de hombros.-Lo siento. Al menos, como dices no sufrió.Detiene el coche ante la puerta de casa y la observa mientras yo abro la puerta tras desabrochar el

cinturón.-Bueno, nos vemos el lunes. Dale las gracias a tus abuelos. Ha sido divertido.Asiente girando el rostro para mirarme y no puedo evitar reír cuando pego un pequeño saltito para salir.-De veras que este coche habría de venir con escala.En cuanto entro en casa, me descalzo y voy al salón topándome con mi madre viendo, cómo no, un

programa de cocina. Brevemente le cuento la cena y lo extraño que me pareció al principio, pero enseguidame hicieron sentir cómoda olvidando que estaba ante mi jefe.

-No sé, hija, yo sigo pensando que eso de compraros un coche que parece de juguete no es lo mejor. -Insiste cuando me separo de ella y voy en dirección a mi dormitorio riéndome por lo cabezota que es.

El lunes a primera hora subo al despacho y en el ascensor coincido con Suzanne que va hablando con unamujer que me suena de haberla visto en mi planta por lo que decido intentar iniciar el plan de conocer unpoco a los que forman parte del departamento.

-Buenos días, Suzanne. -La saludo esbozando la mejor de mis sonrisas.Al girar y verme me saluda.-Buenos días, señorita Carsons.-Por favor, llámame Carola. La verdad es que en esta última semana instalándome y haciéndome un poco

con el comienzo del trabajo, no he tenido tiempo ni de conocer a mis compañeros, pero espero no meconsideren una antipática.

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Suzanne sonríe.-Como dices solo llevas una semana. Seguro que en poco tiempo les conocerás a todos. Mira, aquí tienes

a una, Miranda. Es la ayudante de John Price.-Encantada, Miranda. -La saludo dándole la mano-. ¿Os apetece una rosquilla de limón para después con

el café? -Pregunto abriendo la caja que llevo entre las manos-. Ayer hicimos una barbacoa en casa y mi madreno pudo evitar excederse sobre todo con lo todo lo que sea dulce.

-Oh, gracias. -Dicen tomando cada una, un par de rosquillas.- ¿Puedo preguntar para qué te han contratado? -Miranda me mira con ávido interés.-Básicamente para ordenar las facturas de las filiales y ponerlas al día. Supongo que destruirán las

facturas para evitar tanto papel en los almacenes una vez estén todas en el listado informático. Es un trabajoun poco pesado y aburrido, sobre todo porque como no conocemos el día a día de la contabilidad, es desuponer que ese listado se remitirá después a los que se encarguen de cada filial, pues nosotros no haremostrabajo de contabilidad. Mi pobre compañero y yo nos sentimos como meros archiveros.

Uso la excusa que comentamos con el señor Hamilton pues así los responsables de los desajustes creeránque en cuanto terminemos el trabajo, pueden quedar casi impunes pues sin las facturas quizás se crean a salvode ser probados sus delitos cuando la realidad se halla lejos de eso ya que conforme vamos ordenando lasfacturas, se las van a ir llevando a un almacén que solo Andrew y su hermano conocen.

-Vaya, sí que tiene que ser aburrido. -Dice Miranda de pronto desilusionada como si esperase que detrásde nuestra llegada hubiese algo más jugoso claro que presumo todos los del departamento lo esperarán ypronto se desilusionarán como ella pues no dudo Suzanne y Miranda vayan con el cuento a cada oído quequiera escuchar.

Cuando entro en el despacho no puedo dejar de sonreír traviesa y al ver a Bob que ha llegado antes queyo le cuento lo ocurrido y él se ríe.

-Mira que eres mala.-Sí, sí. Recuerda que a partir de ahora habremos de socializar un poco con los del departamento y seguir

con la historia. Intentemos no salir los dos a la vez del despacho. Si quieres nos alternamos para comer en lacafetería, mientras, el otro, almuerza aquí. Le diré a mi madre que nos prepare todos los días algo a los dosporque sea el que sea el que baje a la cafetería no creo que pruebe bocado.

Bob asiente.-Sí, no me gustó nada el día que bajamos.-Pero ¿qué ven mis ojos? Si está aquí la corruptora de ancianos bondadosos.La voz de Carl nos hace mirar hacia la puerta de comunicación.- ¿Corruptora? -Pregunto sonriendo.-Pues sí. Al parecer cierto anciano glotón dio un buen tiento a la tarta “alegre” como la llamó, nada más

regresó la enana endemoniada.-No la llames así, hombre, que lo de tarta alegre me recuerda a los brownies con marihuana que tomaba

un compañero de clase que llegaba siempre a las clases de contabilidad financiera completamente ido.Carl y Bob se ríen.- ¿Y de qué era la tarta? -Pregunta Bob riéndose.-La tarta al whisky de mi madre. Ya sabes que le gusta hacerla con el whisky irlandés que nos regala el

señor Materson todas las navidades.-Lo que yo decía, una auténtica corruptora de almas seniles indefensas.-Oh vamos, tu abuelo puede ser llamado de muchas formas, pero senil e indefenso dudo que estén entre

ellas.Carl se carcajea.-Veo que le calaste bien.Sonrío negando con la cabeza.-Por cierto, ya puedes empezar a presionar a cierto jefe para un aumento pronto porque Lory no dejó

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complemento o elemento sin incluir para mi pobre cochecito. Desde asientos de cuero hasta llantas de no séqué, todo lo más caro. Creo que el mini me sale tan caro como la entrada de un piso. -Digo exagerandoteatralmente-. Entre ella y Emily no hubo chisme que no incluyeren. Incluso sonido envolvente o no sé qué.Pero si es una miniatura el coche, con solo encender la radio ya estás envuelta en el sonido.

Carl y Bob se carcajean.-Haré lo que pueda, pero no prometo nada. Es un tirano y además un roñoso. -Dice bromista caminando

hacia la puerta.-Eh, eh… espera. Te he de entregar el listado de las facturas y descuadres contables para que puedas ver

quién maneja o por qué manos pasan esas cifras.-Ah, sí, es verdad. -Se ríe Carl-. Creo que a mí me dura todavía la borrachera de ayer por la tarta

“borrachina” de cierta mala influencia.-Pero te gustó ¿a qué sí? -Sonrío acercándome a él entregándole un pendrive con la copia.-He de reconocerlo, estaba muy rica. Entre el abuelo, Marco y yo, no dejamos ni una migaja-Pues ahora supera la resaca con una rosquilla de anís y limón. -Señalo la caja junto a la cafetera.Se carcajea saliendo tras tomar un par de ellas.Nuestras rutinas de esa semana se circunscriben a trabajar como antes, salir uno de los dos a media

mañana, a almorzar o a fingir ir a buscar un café, dándonos la oportunidad de ir conociendo a algunos de lospersonajes de esa planta, y por supuesto, informar a Carl al final de la jornada de los progresosasegurándonos de llevarnos siempre a casa todo lo que de verdad constituyen las finanzas. El viernes, trasmarcharse Bob, Carl entra en el despacho y sonriendo se acerca a mi mesa y me da un papel.

-Según tengo entendido hoy has venido en tu nuevo coche.Sonrío de oreja a oreja tomando el papel ante de desdoblarlo.-Huele a nuevo. -Digo orgullosa.Carl se carcajea:-Ahí tienes la dirección del apartamento de Andrew. Me ha dicho que os reuniréis allí. Julian también

estará pues quiere conocer los progresos. Yo ya le he contado a Andrew los míos, aunque más que progresosde momento me limito a descartar a quienes no pueden ser.

Miro el papel que me ha dado y al ver la dirección frunzo el ceño:-Esto es la zona del SoMa ¿no?-Sí, Andrew vive un par de plantas por encima de Marco. Mi hermano compró uno de esos viejos

almacenes que estaba casi destruido y lo reformó por completo. Fue su primer proyecto. Construyóapartamentos y Andrew le financió toda la obra con tal de que le cediese el ático. Creo que ambos hicieronbien negocio, aunque fue un ático algo caro. -Se ríe-. Marco es muy orgulloso y no habría dejado que Andrewle financiase sin más ni que le prestase el dinero así que, bueno, llegaron a un trueque.

-Me parece un trato justo. Yo he hecho algo parecido con Em. Yo le he ayudado con la carrera y ella metraerá en la maleta un duque o un conde inglés que me convierta en lady.

Carl se carcajea girando y caminando hacia la puerta de comunicación, pero se detiene a la altura de lamesa donde tenemos nuestra cafetera y coge la caja de buñuelos que he traído esta mañana.

- ¿Te importa que me lleve los que quedan?Rio viéndole:-Cualquiera te detiene ahora.Tras tomar mis cosas salgo del despacho cerrando con llave como siempre y voy hasta el garaje donde

Lory me dijo podría aparcar, a Dios gracias porque por los alrededores es dificilísimo encontrar hueco aprimera hora de la mañana. Tras eso miro la dirección y busco en mi móvil el mapa para asegurarme.

-Jolín. -Es lo primero que pienso cuando estoy de pie frente a lo que supuestamente antes fue un almacén.Parece uno de esos edificios propios de los Soho neoyorquino muy chic y bohemio. Todo de ladrillo antiguocon grandes ventanales que seguro dan mucha luz a cada apartamento. Entro atravesando una enorme puertade cristal doble que da a un vestíbulo grande, con suelo de calizas y unos elegantes sillones de cuero en un

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lateral. Enseguida aparece de detrás de un mostrador un portero uniformado.-Sí, hola, -carraspeo un poco incómoda-. Vengo a ver al señor Hamilton, Andrew Hamilton. Me debe

estar esperando.Asiente antes de rodear de nuevo el mostrador y con unos auriculares llamar a alguien frente a unas

pantallas de video vigilancia y tras unos segundos asiente y me mira.-Es la planta ático. El señor Hamilton la espera.-Gracias.Camino decidida hasta el ascensor de fondo mirando con curiosidad todo el entorno pues hay unas

cristaleras desde las que se ve que en el interior del edificio hay una especie de patio con un bonito y cuidadojardín.

-Jolín, no quiero ni pensar lo que debe costar vivir aquí. -Murmuro tras entrar en el ascensor y apretar elúltimo piso que es un quinto-. Joder. -Murmuro con la boca abierta en cuanto se abren las puertas delascensor pues el apartamento lo ocupa toda la planta.

-Pasa y deja de mascullar. -Escucho desde algún lado a Andrew.Resoplo pasando y caminando por el enorme apartamento que se abre a un salón con grandes ventanales

que dan a una terraza.-Definitivamente ya sé que condición voy a pedir para seguir trabajando para ti. -Digo alzando la voz con

los ojos fijo en las cristaleras sin detenerme ni siquiera saber dónde se halla él.Escucho una risa. Aparece tras unas puertas dobles que dan a una especie de cocina con office.-Que no se te pase por la cabeza.Resoplo mirando ceñuda su perfecta sonrisa, su mandíbula perfecta y esos ojos verdes llenos de

diversión y arrogancia.- ¿Y un pisito un par de plantas más abajo?-Ni hablar. Anda ven, esperemos a Julian mientras comemos algo que seguro que tienes hambre.-Uy sí.Abre los ventanales y yo le sigo a la terraza y por unos instantes me olvido de mirar la terraza o las vistas

porque solo soy capaz de fijarme en su culo perfectamente enmarcado en esos vaqueros y en su espalda ybrazos perfectamente apreciables bajo la camisa de lino que lleva. Por Dios que está para comérselo. Le sigocomo un corderito hasta una esquina de la terraza donde hay una mesa y no puedo evitar reír al ver que hay unpar de bandejas de aperitivos de esos con sándwiches, hojaldritos y cosas similares.

Me apresuro a tomar un hojaldrito y le sonrío antes de llevármelo a la boca.-Tú sí que sabes mantener contentos a tus empleados.Se ríe dejándose caer en una de las sillas y yo hago lo mismo.-Este sitio es precioso. -Observo curiosa la terraza, las vistas, el interior de la casa desde donde estoy

pues se puede ver el salón y un par de estancias gracias a los grandes ventanales-. Menudo pisito de soltero,jefe. -Sonrío y le miro mientras sirve una coca cola light en mi vaso y al ver que frunzo el ceño dice:

-Te prefiero con la cabeza despejada si has de hablarme de las desastrosas cuentas de mi empresa.Sonrío alcanzando el vaso:-Bueno, no son desastrosas en dos de las filiales gracias a mí. H.S. F. está al día y cuadrada con la central

tras el informe que os dí, y H. L.A. lo está desde hoy. Solo quedan cuatro y revisar a fondo la contabilidad degastos y finanzas internas de la central. Con suerte en mes y medio habremos terminado. -Eso me recuerda unacosa y saco la memoria portátil de mi bolsa-. Toma, descárgalo en tu ordenador de casa o cualquiera en elque solo tengas acceso tú. Hemos hablado Bob y yo y lo mejor es que alguien tenga copia de nuestro trabajopor si acaso.

Se levanta sonriendo tomando la memoria y camina por la terraza entrando por unos ventanales a unaestancia que no veo. Me encojo de hombros y me dedico a picotear de todo lo que hay. Siempre me hanencantado los catering por lo vistosas que son sus bandejas.

- ¿Cómo demonios consigues estar delgada si eres como las termitas?

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Giro la cabeza y le veo acercarse con la memoria que me entrega en cuanto me alcanza y la guardotragando con esfuerzo el bocadito de salmón que me he metido en la boca.

-Es que como de manera desordenada. Mucho de golpe, pero luego me paso mucho tiempo sin comer.Además, mi madre dice que soy muy nerviosa y que por eso quemo lo que como. -Respondo sin darimportancia al comentario. Supongo que si eso se lo dijere a una mujer con la que saliere o que le gustarehabrá de ofenderse, pero como yo solo trabajo para él supongo que mejor ignoro la posible pulla de fondo.

Le veo tomar la cerveza que se ha servido y un par bocados.- ¿Qué tal el coche nuevo?Sonrío de oreja a oreja.-Es tan bonito. Todo huele a nuevo. -Y con eso se resume todo, desde luego. Mi viejo jeep lo compré de

segunda mano con el dinero que ahorré trabajando en una heladería tres veranos y ya por entonces era viejo.Sonrío negando con la cabeza-. Creo que he dado la impresión de estar loca antes de venir pues he limpiadolas suelas de los zapatos antes de montarme y un hombre que estaba a punto de subir en su coche me hamirado como si me hubiere escapado de un manicomio.

Le escucho reírse:-Bueno, un poco loco sí que es.-No quiero que se ensucien las alfombrillas. Son tan bonitas.Se ríe negando con la cabeza y parece incrédulo.-Pero ¿qué veo? Si está aquí mi contable preferida.Rio al girar el rostro y ver a Julian atravesar con confianza la terraza quitándose la chaqueta de su traje.-Pues me alegra que digas eso porque definitivamente tú y yo vamos a tener que reunirnos y renegociar las

condiciones de mi contrato.Se ríe antes de dejarse caer en una de las sillas aceptando la cerveza que le cedía su amigo.- ¿Tan pronto crees que puedes exigir una mejora del contrato?-Oh, sí, tan pronto. Bob y yo nos hemos dado cuenta que sin nuestra ayuda la empresa y su contabilidad

iría a la deriva en menos que canta un gallo, hemos comprendido nuestra posición de presión dominante. -Miro de soslayo a Andrew que rueda los ojos suspirando.

-A ver, presión dominante, enséñale a este abogado que me cobra por minuto qué es lo que hasdescubierto.

- ¿Le cobras por minuto? -Pregunto con la boca llena mientras abro mi bolsa y saco varias carpetas-. ¿Seconsideran gastos de la empresa o es un trabajo personal? Lo pregunto porque si es lo primero no tardaré enaveriguar cuán caro es tu servicio y quizás con ello tenga también un conocimiento con el que presionaradecuadamente en mi favor.

Julian se carcajea.-Contable y chantajista. Eso es lo que debería poner en tus tarjetas.-Uy, ¡tarjetas! -Abro mucho los ojos sonriendo y les miro alternativamente-. ¿Cuándo termine la auditoría

podré tener tarjetas con mi nombre, cargo y membrete de la empresa? Uy se las entregaré a todos misconocidos. Los vecinos de mi madre se van a quedar impactados.

Andrew se ríe negando con la cabeza:-Esa es una condición por la que sí estoy dispuesto a pasar.Bufo:-Menuda generosidad, “jefe”. Después de ver el pisito de soltero que te gastas, no sé si será demasiado

gasto para ti.Julian se carcajea mirando a su amigo que sonríe tras su vaso de cerveza.-Anda, contable del demonio, infórmanos.-Jefe roñoso y explotador. Espero, abogado, tome nota de cómo se me trata.-Pero serás ingrata. Te he dado de comer. -Señala las bandejas frente a mí a medio devorar.Muevo la mano en señal de que reste importancia al comentario mirando a Julian mientras respondo.

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-Eso solo se debe a que me tiene haciendo horas extras. No le hagas caso. En fin. -Abro una de lascarpetas y le cedo otra a Andrew.

Durante la siguiente media hora les voy explicando y señalando los hallazgos que hemos hechos en cuantoa descuadres, las facturas que lo acreditan y el montante final de todo ello en la filial de Los Ángeles. Trasrevisarlos y guardarse la copia de todo Julian para llevarlo a su despacho, se quedan unos instantespensativos.

-No sé si Peterson estaba o no al tanto o solo era un negligente del que otro se aprovechaba, pero, desdeluego, creo que estamos hablando de al menos tres personas. Una que supervisaba que no se notare todo enlas cuentas de la central al menos antes del cuadro contable final que me imagino presentan antes del fin decada ejercicio. Otra que era la que encargaba desde la central los servicios, productos o materiales para lasfiliales, asegurándose, además, que esas facturas llegaban a la filial, pero no se registraban en la central. -Doce Julian serio tomando notas al margen de un papel.

- ¿Y el tercero? -Pregunta Andrew alzando las cejas.-Supongo que alguien que puede supervisar la contabilidad de las filiales o por lo menos alterarlas sin

que los que lo llevan se enteren de verdad. -Digo yo entrecerrando los ojos siguiendo la idea de Julian-. Peroeso podría ser en una o dos filiales, pero no las seis. Esta semana Bob y yo hemos conocido a varios deldepartamento y no solo se distribuyen por actividad sino por filial. Cada uno lleva la contabilidad por ramasde acción y por ello el que supervisa las cuentas de la fundición, no sabe nada del trabajo ni de las empresasque se dedican a construcción ni distribución, ni de las fábricas de conservas.

- Entonces, ¿qué? -Interviene serio Andrew-. Estaríamos hablando de al menos uno por filial. Me pareceque eso serían muchas personas implicadas y con ello mayor riesgo de que una se fuere de la lengua o de quese equivocare. No esa parte, no pueden hacerla tantas personas. Debe ser una o dos pero con capacidad paramoverse entre todas las filiales. Hemos de encontrar la relación entre ello y así daremos con el responsablede esa parte.

Julian suspiró pesadamente dejándose caer en el respaldo del asiento antes de mirarme:-Dile a Carl que conforme vayáis separando las facturas, albaranes o gastos dudosos o mal cuadrados en

la contabilidad, me los envíe al despacho. -Gira el rostro y mira a Andrew-. Pondré a uno de losinvestigadores del despacho a investigar eso. A los otros dos que trabajan desde la central tendréis quelocalizarlos vosotros porque si nota más extraños alrededor seguro se pliegan y salen huyendo. -Mira ladocumentación y hace una mueca-. Si lo han repetido en todas las filiales, creo que la estimación de Carolade que pueden haber robado entre diez y doce millones en tres años, sería bastante certera. Huirán a todaprisa.

Andrew suspiró:-Ese dinero, quizás, a voz de pronto, no es mucho para el montante global de la empresa, pero es dinero

que me han robado en mis narices y en mi propia empresa. Quiero que lo devuelvan penique a penique y que,además, los responsables vayan a la cárcel por robar.

Julian asintió:-Habrá que ir con sumo cuidado y discreción. -Me mira y sonríe-. Vas a un buen ritmo. ¿Cuándo crees que

terminarás la auditoría?-Pues si consigo hacer una filial por semana, salvo que alguna me dé un poco más de trabajo o esté muy

liosa. En un mes y medio la habré terminado. Aunque revisar la contabilidad de la central será otra cosa. -Lesmiro indistintamente-. No puedo fiarme solo de las cifras que aparecen en los archivos contables ni en losinformes. He de revisar las facturas, gastos, toda la documentación, parte a parte y, desde que empiece, todala empresa sabrá que alguien revisa las cuentas pues no habrá departamento que no sepa que alguien hapedido sus facturas y los gastos de cada uno.

Julian miró a Andrew.-Eso es cierto, y tendrás que adelantarte para que nadie intente hacer desaparecer esa documentación.

¿Dónde está todo eso?

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-En la sección de documentación interna de sótano.-Un consejo profesional. Manda a por esas cajas, que presumo no serán pocas si son de los últimos tres

ejercicios, y llévalas a un lugar al que no tenga acceso nadie de tu empresa para cuando Carola y Bob sepongan a revisarlo. Adelántate antes de que empiecen a sospechar, si es que no lo han hecho ya.

Andrew asintió.-Enviaré a un equipo el domingo que solo estarán los de seguridad, y los trasladaré a mi almacén de la

zona sur de Union Square.-Pondré el investigador a trabajar desde el lunes y ya te iré informando. -Gira el rostro y me mira-. ¿Te

acerco a casa?Niego con la cabeza:-Hoy he estrenado mi coche nuevo. Es precioso. Rojo y blanco con los asientos de cuero blanco. -Sonrío

orgullosa-. Este fin de semana, llevo a Em a Richmond District para celebrar que ella ha terminado y quetenemos nuevo coche. Espero que en el pequeño maletero nos quepan todas las cosas de playa. Somos comolos turistas cutres que llevan mil cosas absurdas.

Julian se carcajea negando con la cabeza.-No preguntaré si vais a las playas nudistas.-Ah, no eso sí que no, qué asco. -Pongo cara de repelús-. Eso es para guarros y salidos. -Digo con un

tonillo exageradamente estirado.Los dos se carcajean y Julian se levanta lo que yo también hago tomando mi bolso y Andrew nos sigue

por la terraza. Cuando llegamos al ascensor contengo una sonrisa cuando veo el brazo de Andrew tensarse alestirarlo cuando aprieta el botón del ascensor y mientras de soslayo veo a Julian ponerse la chaqueta solopienso que los dos son igual de guapos y sin embargo el que consigue que mi cerebro deje de funcionar enalgunos instantes es mi jefe. Me reprendo mentalmente y justo cuando lo hago se abren las puertas delascensor apareciendo una rubia altísima, canija y con pinta de modelo de revista luciendo un minúsculovestido de lentejuelas y subida en unos zancos que ni haciendo equilibrio conseguiría ella dominar.

- ¿Pero todavía estás así, cariño? Llegaremos tarde a la gala y ya sabes lo pesados que son los fotógrafosen el fotocall. -Decía ignorando todo mientras se acercaba a Andrew y le rodeaba los hombros con losbrazos.

De algún modo sé que me he ruborizado, pero aun así no dejo de mirar hipnotizada la imagen que ante misojos forma la rubia con él. Casi ni me doy cuenta que él toma sus brazos y los baja de sus hombros haciéndolasepararse ligeramente con gesto inmutable.

-Celine, no estás sola. -Dijo a modo de reproche y fue ella giró el rosto fijando sus ojos castaños enJulian como si yo, y mis, al parecer, escasos uno setenta no fuéremos visibles.

-Ah, hola Julian.-Celine. -La contestó con un tono casi bromista después me guiña a mi un ojo con una media sonrisa y

añade-. Te presento a Carola Carsons.Gira un poco más el rostro y por fin me mira, pero lo hace con tan cansino desdén que casi me dan ganas

de empujarla para que se caiga de esos tacones de vértigo.-Oh, vaya, encantada. -Me dice casi sin dedicarme una segunda mirada antes de alzar los ojos a Julian con

una sonrisa sarcástica-. Creía que tú eras más de pelirrojas, Julian.

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Veo que él alza una ceja, y sin saber de dónde me sale esa vena burlona suelto sin que nadie me dé vela enese entierro.

-Sí, yo también por cómo miraba a mi hermana la primera vez que la vio, pero, al parecer, ahora le vamosmás las morenas, bajitas y pizpiretas. ¿Verdad, Julian? -Le sonrío inocente y él se ríe pasando su brazo pormis hombros.

- ¿Qué puedo decir? ¿Cómo iba a resistirme a mi morena, bajita y pizpireta?-Eso, ¿cómo? -Le sonrío antes de mirar a Andrew que no deja de mirarnos a los tres con gesto pétreo-. En

fin, jefe, nos vemos la semana que viene. -Sin más me giro hacia el ascensor en el que entro con Julian detrásde mí que enseguida pulsa el botón del vestíbulo y al cerrarse las puertas giro sonriéndole-. Pelirrojas, ¿eh?Mira que como te vea rondando a mi hermana necesitarás un mejor abogado que tú para defenderte en eljuicio por acoso al que te someteré.

Se carcajea apoyándose en uno de los paneles del ascensor.-Mujer, tu hermana no desearía que me alejara de ella. Soy un tipo encantador con el que desearía retozar

con sumo placer.Le doy un golpe en el hombro mirándolo ceñuda:-Que no me entere yo que te acercas a mi hermana. -Resoplo-. ¿Qué encantador ni encantador? Un

abogaducho. Ese no es un buen partido para mi hermana.Se carcajea sin parar claramente divertido.De camino a casa, no puedo sino reconocer que cierto poso de tristeza sí que noto pues saber que él no se

fijaría en alguien como yo, no dejaba de ser bien distinto en mi cabeza que haberlo visto tan crudamente conlos brazos de una muñequita perfecta de revista colgándosele, literalmente, de su cuello mientras le dice“cariño” con ese tonillo tan propio de las mujeres que se saben guapas y también como usarlo para conseguirlo que desearen.

Al llegar a casa intento animarme y puedo hacerlo casi de inmediato al ver en la mesa de la cocina alseñor Jefferson sentado frente a mi madre ambos riéndose.

-Ah, hola cielo. -Mi madre se pone en pie casi como un resorte cuando me ve y se ruboriza como si lahubiere pillado haciendo alguna travesura.

-Hola, mamá. Señor Jefferson. No, no se levante. -Me apresuro a añadir cuando veo que va ponerse enpie-. Termine de cenar.

Me acerco a la nevera para tomar una botella de agua intentando disimular para que no se sienta violentoy me giro apoyándome en la encimera.

-Creo que voy a ducharme y después prepararé las cosas para el día de playa.-Oh, bueno, os he preparado pollo y panecillos. -Sonríe mi madre volviéndose a sentar-. ¿Qué tal el día?-Bastante intenso de trabajo, pero bien. Y es un gusto el coche nuevo. Creo que lo usaré un par de

semanas a diario para hacer chinchar a Em, pero no lo usaré para ir a trabajar después porque a primera horael tráfico es horrible y, si lo pienso, en el tranvía y caminando un par de manzanas tardo menos.

Mi madre sonríe y gira el rostro hacia su acompañante.- ¿Quieres que vayamos a comprar helados y así te enseño el coche? Es precioso, una caja de cerillas,

pero muy bonita.El señor Jefferson se carcajea.Les tiendo las llaves sonriendo.-Pero apresúrese a montarse en el asiento del conductor, señor Jefferson, que mi madre es una pésima

conductora.-Serás mentirosa. -Se ríe mi madre tomando las llaves rápidamente-. Si fui yo la que practicó contigo

para sacarte la licencia.-Y quizás por ellos me costó tres intentos.Mi madre se ríe acercándose al gancho del que cuelga su bolso.-Tener hijas para esto. -Dice burlona antes de mirar la mesa.

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-Ve, tranquila. Yo recojo los platos.- ¿Seguro? ¿No te importa?-Son dos cosas de nada, mamá. Id y divertíos.El lunes cuando llego a la oficina estoy que no puedo ni sentarme y cuando paso junto a Lory y le dejo la

caja de hojaldres caseros de mi madre me mira con el ceño fruncido.-Qué cara traes, hija.Gimo cerrando un instante los ojos.-El sábado fui a la playa con Em y me quedé dormida boca abajo y juro que una langosta parece pálida en

comparación a como tengo yo la espalda y, lo que es peor, el trasero y los muslos.Se ríe tanto que se le escapan las lágrimas.-No será para tanto.Suspiro y miro la puerta de la entrada del despacho de Carl y pensando que es temprano y que no puede

haber llegado, le hago un gesto para que mire por encima de la mesa lo que hace inclinándose hacia delantemientras yo me alzo un poco la falda de pinzas que es lo único que he podido ponerme hoy sin gemir porrozarme la piel con la tela e inclinándome un poco le enseño los muslos y el principio del trasero.

-Ay madre. Pero ¿Cuánto estuviste boca abajo?Gimo enderezándome.-Es que me quedé dormida y la boba de Em estaba tan absorta con su libro que no me avisó.-Bueno, ha sido un curioso espectáculo mañanero, eso es innegable.La voz desde la puerta me hace girarme como un resorte encontrándome a Carl y a Andrew sonriendo de

pie con cara de evidente diversión. Gruño girando para entrar en mi despacho.-Interesante y doloroso. A ver cómo logro estar sentada varias horas. -Refunfuño evitando mirarles más a

la cara mientras entro por fin.Escucho las risas a mi espalda mientras niego con la cabeza deseando que se me trague la tierra al cerrar

la puerta. <<Le he enseñado el culo a mi jefe y encima cuando parece un salmonete abrasado. Qué bien,Carola, lo tuyo es impresionar a hombres guapos>>.

Al cabo de unos minutos aparecen los dos en la puerta de comunicación mientras yo estoy intentandoencontrar una postura que no me haga gritar de escozor.

- ¿Estás bien? -Pregunta Carl riéndose entre dientes.-Sí, sí. Con mi dignidad perdida en algún lugar de esa dichosa playa, pero bien.Carl sonríe entrando en el despacho tras su hermano que dice, mirándome intentando contener la risa,

estoy segura:-Hoy vendrá el informático del que te hablé. Se presentará como un amigo de Carl que viene a verlo, pero

cuando llegue va a instalar un software para poder controlar la línea informática en esta planta y losordenadores conectados a ella para poder estudiar desde una oficina de mi planta los movimientos de cadauno de los que trabajan aquí y ver quién podía realizar las acciones que buscamos.

-Ah, bueno, vale. -Frunzo el ceño-. Pero ¿y si todo lo hacía desde portátiles no conectados a la reddirectamente?

Carl sonrió y miró a Andrew.-Salvo que lo haya hecho desde su casa, tanto los móviles como los ordenadores, por externos que sean,

se han de conectar a la línea wifi de la empresa y aunque no sepamos con exactitud lo que hicieren sípodemos saber quiénes se conectaban y cuándo y poco a poco iremos descartando personas.

-Ah, vale, diría que lo entiendo, pero, a mí, las cosas de los ordenadores se me escapan cuando empiezancon cosas muy técnicas. -Gimo intentando removerme para evitar un nuevo golpe de dolor en los muslos.

-No puedes estar sentada con el trasero tan quemado y con ese más que evidente escozor. -Dice Andrewmirándome serio y ceñudo.

-Creo que acabaré tumbándome boca abajo en ese suelo que en este instante se me antoja el paraíso. -Señalo el suelo junto a mi mesa.

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Ambos se ríen negando con la cabeza.- ¿Seguro estarás bien? -Pregunta Andrew y creo que sus ojos verdes reflejan de verdad preocupación.-Sí, sí. Un día de humillación me vendrá bien para recordar no cometer estas estupideces.-Buenos días. -La voz de Bob entrando nos hace mirar hacia él tras cerrar a su espalda la puerta.-En fin, nosotros nos vamos. -Dice Andrew tras hacer un gesto de saludo a Bob seguido de su hermano.Cuando se cierra la otra puerta Bob me mira alzando las cejas, lleno de curiosidad.-Han venido a avisarnos que un informático que se hará pasar por amigo de Carl y que le viene a visitar,

rastreará las actividades de los de este departamento. A ver si pillan a los que han metido mano en lascuentas.

-Ah, vale. -Dice despreocupado mirando las nuevas cajas del fondo del despacho-. ¿Las de la filial deSan Diego? -Asiento y él suelta sus cosas en la mesa-. Creo que necesitaré algo de café y un bollo. -Añadíatras un suspiro mirando de soslayo la caja que he dejado junto a la cafetera.

-Mi madre dice que el sábado te vio paseando con el pequeñajo por Mission District.Asiente acercándose a la cafetera:-Este fin de semana vienen los padres de Lorraine y ya sabes lo que a su padre le pirra la comida

latinoamericana. Compré en las tiendas de allí todo lo que vamos a necesitar, aunque, según Lorraine, tendráque llamar cada dos por tres a tu madre para que le vaya indicando. Quiere demostrar a sus padres que sedefiende bien sola en la casa y la cocina y que yo lo hago con el niño para que así rebajen un poco lasconstantes llamadas. Creo que piensan que, si no nos llaman veinte veces al día diciéndonos que lecambiemos los pañales al enano, no lo haremos.

Rio porque sé que los pobres están un poco agobiados de tener a los padres de Bob y los de Lorrainesiempre encima.

-Compréndelos, es su primer nieto. Tardarán unas semanas en relajarse.Bob gruñó haciéndome reír.A mitad de la mañana estaba que se me llevaban los demonios pues no conseguía encontrar modo alguno

de trabajar sin que me escociese cada parte de mi cuerpo y para colmo Bob no hacía más que reírse cada vezque me ponía en pie para trabajar paseando con las facturas y papeles en la mano sabiendo que era menosdoloroso de pie que sentada. En la tarde opté por lo más sencillo, tumbarme boca abajo en el suelo deldespacho, tras descalzarme y allí seguía frente a mi portátil y rodeada de facturas cuando vi entrar a Carlseguido de Julian y Andrew. Cuando les vi sonreír desde el suelo quise gruñir, pero simplemente les miréadvirtiéndoles:

-Ni una palabra.-Por curiosidad, mi pizpireta novia, ¿cómo has venido? -Preguntaba Julian apoyándose en la mesa de Bob

y era evidente ya sabía lo que me había ocurrido.-En mi bonito coche. -Respondo, intentando no reírme por el modo de referirse a mí trayendo a colación

lo ocurrido el viernes, rodando ligeramente para quedar de costado para impulsarme y quedar de piehaciendo una involuntaria mueca al hacerlo.

- ¿Sentada? -Preguntó de nuevo ya riéndose.-Muy gracioso, sí, señor, muy gracioso. Burlarse de alguien en sus momentos más bajos no es bonito. -Le

reprendo y sueno como una profesora de escuela a un niño pequeño y al parecer eso les hace reír más-. ¿Enserio? ¿No se supone que jefazos como vosotros y abogados súper carísimos están muy ocupados? ¿No tenéisnada mejor que hacer que venir a burlaros de mí?

Carl se carcajea acercándose a mi mesa donde se sienta ligeramente en el borde:-Es verdad. Sois unos desconsiderados.Le miro frunciendo el ceño y él alza las manos en son de paz:-Yo solo venía a decirte que “mi amigo” ha conseguido hacer la conexión que quería. Ahora solo

habremos de dedicarnos a hacer trabajo de investigación.Bufo:

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-Para eso está el intercomunicador. -Señalo el teléfono que hay junto a él que se ríe.-Eso es tan impersonal. -Dice con aire teatral.Gruño acercándome al sillón tras mi mesa, molesta, y me dejo caer, pero de inmediato pego un respingo

quedando de un salto en pie con un pequeño chillido tras haber olvidado tener cuidado y todos se carcajean.-Eah, se acabó, todos fuera, panda de dementes. Eah, a la calle a burlaros de otra. -Muevo el brazo las

facturas y papeles que aún sostengo en la mano-. Esto debería considerarse acoso en el trabajo, o dañoemocional o psíquico por parte de mis jefes o algo así.

- ¿Mobbing? -Se ríe Julian mirándome burlón.- ¿Eso no es en la escuela?-No, eso es el bulling. -Contesta riéndose.-Pues eso. Mobbing. -Contesto cruzándome de brazos mirándolos a todos furiosa.-Vamos, vamos, no saquemos las cosas de quicio. De hecho, veníamos a todo lo contrario, a preocuparnos

por tu bienestar. -Dice Andrew apoyado en el umbral de la puerta de comunicación con los brazos cruzadosal pecho de modo despreocupado.

-Ja. ¿En serio no tenéis nada mejor que hacer que molestarme por mi trasero incandescente?En cuanto lo digo gimo sabiendo que no he debido expresarlo de ese modo, pero es como lo pienso en mi

cabeza conforme más avanza el día por la sensación de estar ardiendo.Los cuatro se empiezan a carcajear e incluso se doblan en un incontrolado ataque de risa. Gruño alzando

los brazos desesperada y dejando los papeles en la mesa tomo mi bolso.-Se acabó. Voy a la farmacia a por crema de camomila. -Paso intentando parecer digna entre Julian y

Andrew-. Le voy a decir a Lory que regreso en diez minutos para que sepa el tiempo con que cuenta paradesalojar el despacho de dementes desconsiderados.

Cuando cruzo la calle entro en el centro comercial que hay en la otra manzana y busco la farmacia máscercana y para cuando salgo de ella llevo tres tipos distintos de crema, aceites y un gel para la duchasupuestamente para aliviar el escozor, la rojez y después que no se me estropee a piel.

- ¿Y bien? ¿Qué has comprado?La voz ronca me hace alzar el rostro como un resorte topándome con Andrew mirándome curioso. Miro

en derredor sorprendida.- ¿Me, me has seguido?Se encoje de hombros de modo despreocupado tomando la bolsa de papel que llevo en las manos

abriéndola y mirando su contenido.-Es la única farmacia que hay en varias manzanas. Siempre busco las farmacias cercanas por si necesito

la medicación de Lory.Vaya, es un bonito gesto que revela mucho de él y su preocupación por su prima, pero enseguida frunzo el

ceño arrebatándole la bolsa ligeramente avergonzada.-Trae.Se ríe entre dientes negando con la cabeza mientras me observa y creo que me sabe ligeramente

avergonzada.-Ven, te invito a una limonada. -Sin esperar respuesta me toma del codo y me lleva hasta las escaleras

mecánicas para subir, imagino a la parte de arriba donde hay varias terrazas.-Pero… -tras unos metros miro en derredor-. Alguien puede vernos.-Lo dudo. Todos debieran estar trabajando. -Responde como si nada mientras alcanzamos la tercera

planta y me guía hasta un local situado al fondo. Una especie de cafetería bastante bonita. Me conduce hastaunas mesas altas con unos taburetes de esos tan altos y me dice:

-Aquí podrás beber sin necesidad de sentarte. Espera, voy a pedir.Suspiro dejando la bolsa de papel en la mesa y miro en derredor vencida y también desconcertada por

esta absurda situación. No quiero recordar que el domingo, curiosa, estúpidamente curiosa, miré por internettodos los periódicos y las revistas de cotilleos buscando fotos de él con la rubia borde del minivestido y la

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fiesta a la que acudirían. Regresa un par de minutos después con un par de vasos, uno de limonada y otro decerveza, y una cesta con patatas.

-No estoy enfadada, si es por eso por lo que me has seguido.Sonríe tras beber de su cerveza.-Lo sé. Y no, no te he seguido por eso.Me mira unos segundos sin decir nada y yo queriendo tener las manos ocupadas alcanzo una de las patatas

que me llevo a la boca sin pensar y enseguida me apresuro a beber de la limonada. Joder, estaba ardiendo. Leescucho reírse y al alzar los ojos hacia él.

-Es evidente que debería plantearme contratar un seguro de vida para ti porque de seguir así no meterminas el trabajo.

Suspiro antes de beber un poco más de limonada.-Estoy teniendo unos días tontos, eso es todo. -Suspiro tomando otra de las patatas que soplo antes de

metérmela en la boca.- ¿Seguro estás bien? Parecías realmente dolorida.Sonrío negando con la cabeza:-Solo serán un par de días. Después nada. -Me encojo de hombros tomando otra patata soplándola antes

de comerla-. ¿Dónde nos reuniremos este viernes? -Pregunto de pronto curiosa pensando que a lo mejor noquiere que sus citas me vean en su casa, no porque vayan a sentir celos, pero sí que estoy donde no debo.

Sonríe y parece que le divierte mi pregunta:-En mi casa, no te importará, ¿verdad?-No, claro. -Intento responder de modo despreocupado antes de beber de mi limonada, pero él vuelve a

tomar la bolsa sorprendiéndome al sacar las cajas y mirar los prospectos-. ¿Qué haces?-Leer qué es lo que vas a ponerte. No quiero ni imaginar lo que ocurriría si tomases algo que alterase tus

sentidos. -Responde sin mirarme.No sé cómo, pero me hace reír.- ¿Crees que podría tomar algo para mitigar mi dolor que nuble mi juicio?Se ríe alzando los ojos dejando las cosas en la bolsa de nuevo.-Algo similar.-Eh, que no soy yo la que no ha puesto un número a derechas en tu contabilidad. -Esa idea me hace

preguntarme-: ¿Cómo es que hasta ahora no te has dado cuenta de lo que ha ocurrido estos tres años?-Error en el que no volveré a caer, eso tenlo por seguro. Me he dedicado a ampliar la empresa, sobre

todo, y solo revisaba lo que se suponía estaba en manos competentes. Ahora que he comprendido mi error,estoy asegurándome de la fiabilidad de los empleados de las filiales y de la central mientras encontramos aesas manzanas podridas para asegurarme que no volverá a ocurrir. No cometo dos veces el mismo error.

Asiento mientras mastico unas patatas y por inercia hago el gesto de sentarme en el taburete, pero encuanto lo rozo pego un saltito hacia un lado gruñendo.

-Vete a casa y descansa. Mañana podrás seguir con lo que hayas dejado.Niego con la cabeza terca.-Solo podría tumbarme en la cama boca abajo y así, te aseguro, solo duraré cinco minutos sin hacer nada.

Me aburro con suma facilidad. -Apuro la limonada y tomo la cestita de cartón con las patatas tras meter labolsa de la farmacia en mi bolso-. Venga, regresemos. -Me detengo tras girar-. Aunque no sé si es buena ideaque volvamos juntos.

Hace una mueca y asiente.-Adelántate.-Vale. -En cuanto doy dos pasos me detengo al escucharle nombrarme.- ¿Ni siquiera vas a preguntarme si yo quería las patatas?Sonrío y niego con la cabeza.-En realidad, las has comprado para mí. O eso pienso fingir y así me sentiré halagada y, por supuesto,

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nada culpable por llevármelas. -Respondo echando a andar hacia las escaleras mecánicas.Al regresar a su despacho, Andrew se sienta su sillón y fija los ojos en su ordenador. Sabía que no

debiera seguirla, pero de algún modo le gustaba asegurarse de que estaba bien. Desde que le hubo visto conla falda alzada mostrándole sus muslos y trasero a Lory, estaba descentrado, en parte por la preocupación,tonta e innecesaria pues solo era una quemadura del sol, pero en parte también porque cuanto más la veía másdeseaba verla, tocarla, ser objeto de sus bromas. Esperar hasta el viernes le resultaba algo enervante y dealgún modo le hacía sentir ansioso, aunque no se explicaba la razón. Gruñó cerrando los ojos y dejando caerla cabeza en el respaldo del sillón. Estaba metido en un buen lío, en uno del que no sabía cómo salir. Lanecesitaba para poner en orden las cuentas. Era buena en lo suyo, metódica y honrada y, desde luego habíademostrado podía confiar en ella. No podía arriesgarse a meter la pata con su empresa. Pero tampoco podíaquitársela de la cabeza y menos sabiéndola tan cerca. La deseaba, la deseaba de un modo casi absurdo y altiempo no quería hacerle daño y liándose con ella acabaría haciéndoselo no solo porque él no fuera de losque se casaba, y estaba seguro ella sí, sino porque, además, estaba convencido que ella no querría que en laempresa pensaren injustamente que había acabado en el puesto de jefa del departamento financiero poracostarse con él, lo cual estaba lejos ser cierto y no por ello, los demás dejarían de pensarlo y sabía a ella,eso la torturaría.

-Genial, Andrew, no te puedes acostar con ella, pero no hacerlo te está matando.Mascullaba malhumorado decidiendo concentrarse en el trabajo, aunque sonrió de modo involuntario al

recordar cómo ella tildó su trasero de “incandescente”.A Dios gracias el dolor y escozor pasan en apenas dos días y para el viernes el rojizo ha pasado a

moreno. A media mañana del viernes Lory entra en mi despacho masticando una de las galletas de avena quele he llevado para todo el fin de semana por mandato de mi madre.

-Emily te está llamando. Dice que tienes el móvil apagado.Giro sobre el sillón dejando un instante las facturas y documentos en la mesa buscando mi móvil que no

sé dónde lo he dejado. Tras unos minutos lo encuentro por fin.- ¿Em? -La llamo por fin.-Uff, pesada, has vuelto a dejar el móvil apagado. -Me riñe nada más descolgar-. Oye, necesito que me

hagas un favor. ¿Hablas con ese abogado tan guapo que fuimos a ver el día que firmaste el contrato?-Umm, sí, bueno, ¿por qué? ¿No necesitarás un abogado? -Pregunto alarmada.Mi hermana se ríe.-Sí, pero no es para lo que imaginas. No estoy metida en un lío. Es que mi tutor de este año, se ha

enterado que voy a pasar el verano en Inglaterra y me ha ofrecido hacer una especie de diario de viajesabiendo que lo que quiero es visitar lugares y conocer un poco la historia de algunos personajes de lasnovelas o de los escritores. Dice que puedo hacerlo junto con una profesora de Cambridge que si quiero meacompañará algunas veces y que la universidad me pagaría parte del viaje. ¿No es increíble? Quizás me salgacasi gratis.

-Vale, eso es estupendo, pero no pillo en qué lugar aparece la figura de un abogado ahí.Emily se ríe.-Siempre al grano, ¿eh?-Sí, pesada, al grano.-Es que, la universidad me ha dado un montón de papeles para firmar porque trabajaría como profesora

asociada esos meses, pero al intervenir la universidad de Cambridge también me han dado un montón depapeles para arreglar las cosas con la universidad de allí y ya sabes para que no haya problemas coninmigración o asuntos laborales o los que se encarguen de esas cosas en Inglaterra. Es que no entiendo lamitad de los papeles que me han dado, son cosas legales y eso.

-Vale, vale, ahora lo pillo. Espera que llamo a Julian y le pregunto si puedes ir a verle.-Me corre prisa. Dicen que he de entregarlo el lunes porque apenas falta un mes para el traslado. Me iría

no tres meses sino cuatro. ¿No sería estupendo? Saldría dos días después de la graduación.

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-Vale, vale. Le llamo y ahora te cuento.Busco en la memoria de contactos el número de Julian que grabé de la última ocasión y cuando descuelga

una señorita me desconcierto porque es su móvil al que he llamado.-Esto… ¿Julian Tempelton?-Soy su secretaria.-Ah, hola, perdona, es que me he sorprendido porque es su móvil. Soy Carola Carsons, ¿podría hablar

con él?Escucho la voz femenina mitigada supongo que porque ha intentado apartar el teléfono mientras dice mi

nombre y enseguida al otro lado otra voz:-Ah, mi pizpireta morena preferida, ¿ya me echas de menos?-Hasta un límite difícil de cuantificar. -Respondo con su mismo tono burlón-. Oye, no sé si te pillo en mal

momento, pero necesito pedirte un favor.-Claro, suéltalo.- ¿No deberías asegurarte antes de aceptar que te conviene hacerlo? Mira que puedo pedirte demandar a

cierto tirano y supuestamente él paga tus carísimas minutas.Se ríe al otro lado antes de contestar:-Dependerá, entonces, de lo que me ofrezcas para compensar la pérdida de esas minutas.Rio negando con la cabeza.-Por suerte para ambos no es esa mi intención. No, verás, es que mi hermana necesita el consejo de un

abogado sobre unos papeles para trabajar unos meses como profesora asociada en la universidad, pero comoserá en Inglaterra por el verano, le han dado un montón de papelajos con términos legales y no está segura siacabará firmando algo que sea incorrecto para inmigración o lo que sea. Y, en fin, tú eres el único picapleitosque conozco y como le corre prisa.

-Me siento tan halagado de que se aprecien mis servicios por encima de cualquiera otro de miscongéneres profesionales. -Responde socarrón-. Mira, si quieres, como he de recoger en casa de Andrew estatarde todo lo que hayáis recopilado esta semana de facturas y demás, puedes llevarla allí y mientras tú ponesal día a Andrew con las cuentas yo reviso esos papeles con ella.

- ¿Seguro?-Claro. Además, piensa que así aprovechamos que estamos en horario de trabajo para el tirano y él

pagará mis servicios.Rio divertida.-Está bien. La recogeré antes de ir allí, y, oye, gracias.-De nada. Ya me devolverás el favor, te lo aseguro.-Aprovechado. -Respondo antes de colgar.Me apresuro a salir de la oficina e ir a buscar a Emily a la biblioteca para no hacer esperar a Andrew.

Tras aparcar frente al edificio y alcanzar el ascensor mi hermana gira con los ojos como platos para mirarme.- ¡Madre mía! ¡Qué sitio! Y yo con estas pintas. -Dice refiriéndose a sus vaqueros, su camisa de hilo sin

mangas azul muy sencilla, y sus converse azules. Tiene el aspecto de una estudiante de posgrado sin dudarlo.Sonrío divertida.-Espero que no abras así la boca cuando veas la casa porque si el vestíbulo te ha dejado alucinada, el

ático te va a parecer de otro mundo. Bueno, si lo pienso, los Hamilton pertenecen a otro mundo, uno muy, muylejano al nuestro.

-Por Dios… -Jadea mi hermana en cuanto salimos del ascensor.- ¿Andrew? -Le llamo alzando un poco la voz sin llegar a atravesar el salón deteniéndome en el arco

principal.-Por favor, si tiene una terraza como la de las películas de millonarios derrochones. -Dice mi hermana

mirando, con la misma cara que debí tener yo la pasada semana, los ventanales y la terraza.Escucho la carcajada de algún lado y enseguida aparece Andrew riéndose vestido de modo informal con

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unos pantalones azules y una blusa celeste remangada hasta los codos.- ¿He de considerarme entonces un millonario derrochador?-Como si fuere necesario decirlo para que lo sepas con semejante pisito. -Digo moviendo el brazo

abarcando la casa.Se ríe y se acerca ofreciéndole la mano a mi hermana que le mira un poco atónita, creo que como yo

cuando le conocí.-Tú debes de ser Emily. Soy Andrew.Mi hermana se ríe entre dientes y se inclina hacia mí sin soltar su mano ni dejar de mirarlo.-Estaría feo tirarle los tejos a tu jefe, pero dijiste que tiene hermanos, ¿se le parecen?Le doy un golpecito en el hombre.-Suéltalo, anda, a ver si se cree que tengo una hermana que es una loba.Mi hermana se ríe soltándole.-Venid, podemos picar algo mientras llega ese abogado del demonio.-No te metas con él. Va a revisar una cosa para mí.Andrew le mira por encima del hombro sonriendo mientras le seguimos fuera.-Sí, eso me ha dicho. Según parece cierta mujer, a la que no pienso señalar, ha prometido pagarle mejor

que yo, en el caso de que me demande.Sonrío divertida.-Bueno, no ha sido eso lo que hemos acordado, pero me ha dejado claro que, en caso de querer

demandarte, sus intereses dependerán de lo que le ofrezca para olvidarse de lo que tú le pagas.-La madre…Doy un codazo a mi hermana antes de que termine de decir nada tras quedarse atónita mirando la terraza y

las vistas.-Pero si toda la planta es suya… -Jadea acercándose a toda prisa a la barandilla y sacando la cabeza para

mirar hacia la calle-. Si alguna vez quiero suicidarme ya sé dónde acudir.Rio negando con la cabeza:-Anda, ven, mi suicida hermana. Hazte un favor y no pongas frases como esa en la documentación de los

ingleses a ver si no te dejan entrar para evitarse problemas.Nos sentamos en la mesa como la semana anterior y sonrío porque hay dos bandejas como entonces, pero

la comida es distinta.-Hamburguesas pequeñas. -Em y yo nos lanzamos de cabeza a por ellas.-Es evidente ninguna de las dos es vegetariana, vegana ni nada similar. -Dice Andrew sonriendo tomando

una cerveza.Las dos le miramos como si estuviere loco masticando con placer la mini hamburguesa.-Tu jefe me cae bien. Le permitiremos ser un poco tirano. -Dice Em aceptando el vaso de refresco que le

ofrece Andrew que se ríe.-Oye, bruja, que la que ha de soportar su tiranía soy yo. No le des permiso que se crece, como si, además,

lo necesitare.-Ya que me ha dado permiso, no me contendré. -Se apresura a decir él entre risas.-Así me gusta. Mujeres hermosas esperándome.La voz desde el otro lado de la terraza nos hace girarnos y a Em y a mí tragar rápidamente el último

bocado. Cuando Julian llega a nuestra altura sonríe a Emily.-Me alegro de volver a verte. Creo que he de darte la enhorabuena ya que has acabado por fin.-Eh, eh, eh…. Deja esas miraditas, picapleitos. -Le miro severa antes de girar el rostro hacia Emily-. Y tú

no te dejes enredar que este abogaducho siente debilidad por las pelirrojas.-Como todo hombre con buen gusto que se precie. -Se ríe Emily divertida guiñándole un ojo-. Además,

fingiré que me está enredando mientras terminamos el papeleo y cuando terminemos, si te visto no meacuerdo. Soy una pelirroja muy difícil.

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-Eso. -Sonrío satisfecha mirando a Julian que se carcajea.-Tú dándole de comer y yo prestándole mis servicios profesionales para que luego nos manden de paseo.

Qué injusta es la vida.-Oh sí, mucho… -Digo alargando el brazo y pasándole una carpeta abultada-. Que no se diga que, además

de mandarte a paseo, no te entrego más trabajo. Son las facturas de dos ejercicios de la filial de San Diego yel resultado de la diferencia con la central. Aún nos queda revisar un ejercicio de esa filial.

Julian sonríe tomando la carpeta y mirando a Andrew dice:-Me siento vilmente explotado.-Con lo que cobras, poco haces. -Responde él esbozando una media sonrisa antes de ponerse en pie y

mirándome dice-. Ven, vayamos a mi despacho y así ellos revisan la documentación y tú me pones al día ydescargo la memoria de esta semana.

Asiento tomando mi bolso y poniéndome en pie comienzo a seguirle, pero me detengo y me apresuro atomar una de las bandejas y uno de los refrescos y cuando giro me mira con ambas cejas alzadas.

-Tengo hambre y no se lo van a comer todo.Se ríe acercándose y, quitándome de las manos la bandeja, me señala una puerta al otro lado de la terraza.-Vale, vale, pero es que pienso mejor si no tengo hambre. -Refunfuño caminando por delante de él que me

sigue con la bandeja en la mano.-Eh, eh, eh…. -Emily aparece a la carrera y toma de la bandeja dos mini hamburguesas mientras dice

mirando a Andrew-. Es que en la otra no hay.Rio entre dientes sin decir nada mientras Andrew suspira rodando los ojos.-Y tú que decías que sois muy distintas. Soy clavaditas solo que ella es pelirroja y tu morena. -Dice

siguiendo hacia el despacho.-Jolín. -Me detengo de golpe al ver el despacho.Es enorme, luminoso y tiene colgado tras la mesa principal una foto en blanco y negro ampliada del San

Francisco antiguo, con el Golden Gate de fondo. Las alfombras son de color tierra y las cortinas de un bonitocolor beige.

-Siéntate. -Señala uno de los confidentes frente a la mesa que él rodeaba antes de tomar asiento.Obedezco sin dejar de mirar en derredor y sonrío cuando él deja la bandeja a mi alcance.-Vale, yo como mientras tú grabas los datos. -Digo apresurándome a sacar mi memoria cediéndosela

rápidamente.-Que no se diga que no te aprovechas bien de tu jefe.Sonrió alcanzando una segunda hamburguesita y después saco las carpetas.-Has de reconocer que te salgo barata. Un par de bandejas de comida no es nada por mis inestimables

servicios. -Digo aún con la boca llena haciendo que él se ría.- ¿Realmente estás hambrienta o comes por gula?-Hambrienta, hambrienta… -digo antes de dar un segundo bocado-. Tú y yo vamos a tener que hablar más

adelante sobre el servicio que tienes contratado que lleva la cafetería de la empresa. Es pésimo.Se ríe negando con la cabeza:-Pues eres la primera que lo dice.-No escuchas lo que se dice cuando uno está allí. A nadie le gusta mucho y solo van los que no tienen

tiempo o ganas de cruzar la calle. Te aseguro que te saldría más rentable un buen servicio de cafetería con unprecio pequeño para los empleados asumiendo la empresa una parte del servicio como un plus por el trabajo,porque, así, no solo los tienes contentos, sino que la mayoría de los empleados usarían ese servicio, eincluso, si es bueno, pedirían la comida en sus despacho o mesas de la misma cafetería en vez de fuera. Estoyincluso por decirle a mi amiga Abigail que me de folletos de su catering para dejarlos por todo el edificioporque estoy segura que un par de semanas tendría llamadas diarias con muchos pedidos de bocadillos,ensaladas e incluso algunas bandejas de comida caliente que ella hace para llevar.

Andrew se inclina sobre el respaldo del asiento y me mira cruzando los brazos en su pecho con una ceja

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alzada:- ¿Estás intentando venderme los servicios de tu amiga para la cafetería?Me encojo de hombros:-La verdad es que no. Se me ha ocurrido ahora. Además, ella trabaja desde su taller no lleva cafeterías.

Pero a lo que me refiero es que por pequeños costes puedes dar ciertos pluses a tus empleados que lostendrán contentos. No se cómo será en otras filiales, pero en H.S.F. el señor Materson contrató a una cafeteríacercana que suministraba a los empleados que no se llevasen la comida. Tenían la carta de su menú y ellos teservían a la hora del almuerzo lo que le pidieses a media mañana sin coste añadido por llevártelo allí ninada. Así todos contentos y perdíamos menos tiempo en lo de las comidas y demás.

Sonrío negando con la cabeza:-Lo pensaré. -Dice quitando la memoria del puerto de su ordenador devolviéndomela antes de tomar las

carpetas que he dejado en la mesa-. Bien, ya que he sido informado de lo mala que es la cafetería de miempresa, ¿Qué tal si ahora me dices qué tal mis cuentas?

Durante la siguiente media hora le voy explicando los avances y como la semana anterior presta atencióny va tomando notas y referencias.

Cuando terminamos guardo mis cosas en mi bolso y tomo un último bocadito que me llevo mientras salgodel despacho sabiendo que él me sigue.

-Espero que ese picapleitos no le haya tirado los tejos a mi hermana.Andrew se carcajea caminando tras ella.- ¿Tan malo sería?-Me da que a ese abogaducho le gusta mucho saltar de flor en flor y las mujeres Carsons cuando se nos

minusvalora nos convertimos en cactus y pinchamos al que intente tomarnos por una florecilla inofensiva.Escucho su risa a mi espalda mientras me acerco a la mesa viendo a mi hermana enredar con papeles que

va apartando haciendo montoncitos y cuando parece notar que estamos allí alza los ojos y me sonríe.-Ya. Listo. Ahora solo he de entregarlo al jefe de estudios y solucionado.-Supongo que debiera llamarte picapleitos caro, pero competente.Julian se carcajea cediéndole a Emily una última hoja.-Es lo más ofensivo que me han dicho nunca. Soy algo más que competente, impertinente contable.-No sé, no sé… -le miro suspicaz cruzando los brazos al pecho-. ¿Qué opinas, Em? ¿Competente,

medianamente competente o muy competente?-Bueno, de momento ha cumplido con lo que yo necesitaba, bien es cierto que no creo que fuere de una

dificultad excesiva para alguien entendido. De cualquier modo, podemos salvarlo de la quema, sobre todopara tenerlo a mano para futuras ocasiones, nunca se sabe.

Julian se carcajea.-Sois unas malas brujas que no solo os aprovecháis de mi buen hacer, sino que me advertís de que

seguiréis aprovechándoos de mí en el futuro.-Solo si lo necesitamos, no queremos abusar. -Contesto encogiéndome de hombros despreocupadamente.- ¿Has terminado? -Pregunta Emily guardándolo todo en su bolsa. Asiento y ella sonríe-. ¿Nos vemos una

película en el coliseo y después nos damos un paseíto por la Marina? Así damos tiempo al señor Jefferson asolas con mamá.

Río negando con la cabeza:-No puedo creer que estemos haciendo de alcahuetas para nuestra madre. Verás cuando sea consciente de

nuestros enredos, nos va a dar con la escoba en la cabeza.Mi hermana se pone en pie sonriendo:-Estará tan contenta con el resultado que olvidará la escoba. -Gira sonriendo de oreja a oreja y para mi

sorpresa se inclina y da un beso en los labios a Julian-. Gracias. Has sido un tipo competente y útil. Lorecordaré. -Dice socarrona.

Suspiro rodando los ojos mientras ella gira y camina hacia mí mirando al Andrew abriendo la mano frente

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a él.-Andrew, un placer conocerte. Si algún día te cansas de este pisito de soltero y quieres regalarlo a un

alma buena, espero pienses en mí.-Perdona, pero ponte a la cola. Yo, primero. -La miro frunciendo el ceño mientras cruzo los brazos al

pecho.Mi hermana mueve la mano al aire despreocupadamente:-Como fuere. Creo que podremos hacernos hueco la una a la otra en este pisito. Nos apretujaremos un

poquito por el amor fraternal que nos une.Rio girando para mirar a Andrew.-No hace falta que nos acompañes. Nos vemos en la oficina. -Miro a Julian que sonríe divertido-.

Gracias, aunque si me llaman desde Inglaterra dentro de un par de meses por algún problema en ladocumentación de mi hermana, serás tú el que me pague el viaje para ir allí a rescatarla de los iracundoslugareños.

-Cruzaré los dedos para que eso no ocurra. -Se ríe mirándome con la misma sorna que yo a él.Cuando supo a ambas hermanas en el ascensor Andrew se sentó frente a su amigo mirándolo con fijeza:-Ni se te ocurra, Julian. -Cuando este levantó la vista y le devolvió la mirada añadió-: He visto como

mirabas a su hermana y ni lo pienses.Julian esbozó una media sonrisa:-Aunque ella ni se dé cuenta, te aseguro que tú miras así o incluso más intencionadamente a la otra

hermana. Y ni se te ocurra decirme que estoy loco, ¿o crees que no sé qué cierta rubia fue despachada de aquíantes incluso de que Carola y yo llegásemos al vestíbulo la semana pasada? Y como me digas que fue pormostrarse mordaz con ella, te doy con algo en la cabeza pues, sinceramente, tenías que ver cómo te tensastesolo con verla acercarse a ti con Carola mirándoos.

Andrew gruñó tocándose el puente de la nariz.-No puedo enredarme con ella, Julian, no solo porque, de enterarse los demás, profesionalmente la verían

como una arribista en la empresa, sino porque saldrá mal parada. No es de esas que se acuestan con alguiensin esperar una relación seria o con ciertas perspectivas y yo no me veo con ese tipo de compromisos ni tanatado, la verdad.

Julian hizo una mueca con los labios reprobatoria.-Pues en ese caso, mantente firme y no se te ocurra abalanzarte hacia ella que te conozco, Andy, y eres

como un tren de mercancías cuando algo se te mete entre ceja y ceja. No paras hasta conseguirlo.Andrew suspiró alargando el brazo tomando una cerveza de la mesa.-Bastante tengo con encontrar a esos ladrones para buscar mayores enredos dentro de mi propia empresa.-Hablando de eso. -Sonrío Julian divertido-. ¿Sabes que mi padre y su socio están muy impresionados con

el trabajo de cotejo y contabilización de Carola? Dicen que sería una excelente auditora de empresas parabufetes especializados en derecho mercantil y que seguro le pagarían una fortuna para que descubriese esosfallos para ellos.

-Estupendo, pero ella ya tiene trabajo y te recuerdo que eres mi abogado, si me robas empleados deinterés para mi empresa para llevarlos a la tuya, te demandaré.

Julian se carcajeó ante la cara avinagrada que se le había quedado.-Está bien, está bien, no digo nada. -Se levantó tomando la carpeta que le hubo entregado Carola y

empezó a caminar por la terraza.-Nos vemos el domingo en la comida de tus padres.Andrew suspiró pues sus padres celebraban sus cuarenta años de casados con una enorme fiesta en la

casa de sus abuelos y dado el motivo de la celebración todo matrimonio de la fiesta le preguntaría paracuándo él se decidía a seguir el camino de sus padres lo cual él evitaba a toda costa pues sí, formaban un granmatrimonio, pero él aún quería disfrutar de su soltería y de la vida que con tanto esfuerzo se había labrado.

Es una rutina que seguimos durante cuatro semanas más. Yo trabajo con Bob en el despacho y acudo a su

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casa a ponerle al día los viernes en la tarde. Pero una semana más tarde, cuando ya habíamos revisado lacontabilidad de las filiales de Sacramento, Washington y Salt Lake City, empezamos con las cajas de lacentral que nos llevaban dos tipos antes de entrar nosotros y que al final del día se las volvían a llevar, segúnsabíamos siguiendo las instrucciones de Andrew.

Las veces que había ido a su casa, siempre estaban o Carl o Julian con él y eso, en cierta forma, letranquilizaba porque estar a solas con él hacía estragos en su sistema nervioso. Pero si algo empezaba a hacermella en ella, eran los últimos días.

Desde el comienzo del análisis de la contabilidad de la empresa, no había departamento que no supiereque ella y Bob realizaban ese trabajo y más de uno les miraba con recelo. Aún seguían sin dar con el nombrede los responsables, aunque habían eliminado muchos posibles sospechosos. Además, el investigador deJulian también había ido haciendo su trabajo eliminando a otros cuantos de la lista de los posiblessospechosos relacionados con la empresa, pero seguían sin concretarlos. Deseando terminar con lacontabilidad, Bob y ella habían empezado a trabajar más horas para acabar lo antes posible con todo y poderempezar a llevar la contabilidad ordinaria con todo al día.

Al llegar a la casa de Andrew, como las semanas anteriores, voy directa a la terraza topándome con Carlsentado revisando algo en el Ipad.

-Hola. ¿Cómo has llegado tan tarde si has salido al mismo tiempo que yo? -Me pregunta sin desviar losojos de la pantalla.

-Em me estaba esperando abajo para que le dejase el coche. Al parecer, y yo no lo recuerdo, -le mirorodando los ojos mostrándole que me sé “engañada” por mi hermana-, le prometí dejárselo para ir a la cenaque sus amigas le han preparado para despedirse de ella ya que en dos semanas se marcha a Londres.

-Entiendo. Vamos, que te ha enredado.-Ella y Lory, que ha bajado conmigo en el ascensor y, según parece, también va a la cena.-Tu hermana empieza a tornarse peligrosa influencia para esa enana.Suspiro dejando caer la cabeza en la mesa.-Tengo hambre. ¿Tu hermano hoy no va a darme nada de comer? ¿Me castiga por algo? -Pregunto cerrando

los ojos ya que no hay nada en la mesa salvo un par de refrescos.Carl se ríe apartando el Ipad.-Iré a la cocina a decirle a Dorotea que traiga las bandejas ya que él lleva un buen rato encerrado en el

despacho hablando con Julian.- ¿Dorotea?-La interna de la casa.-Ah. -Me enderezo y le miro-. ¿Y siempre que he venido estaba aquí porque nunca la he visto?Carl se carcajea:-Creo que se marcha tras dejar la cena en la mesa.-Ah. -Digo un poco desconcertada por no haberla visto nunca-. En fin. Te espero aquí. -Suspiro

removiéndome en el asiento para acomodarme de nuevo con la cabeza en la mesa y los brazos cruzados enella.

Tras unos minutos me empiezo a adormilar sin darme ni cuenta y no soy consciente de donde me hallohasta que unos dedos me acarician la mejilla.

-Eh, dormilona.Gruño abriendo los ojos y parpadeando alzo la cabeza encontrándome a Andrew apartándose un poco de

mí para sentarse en una de las sillas. Bostezo sin poder evitarlo:-Lo siento. Ha sido una semana larga.Sonríe negando con la cabeza viendo a Carl regresar con una bandeja que deja en la mesa:-Le he dicho a Dorotea que se marche ya.Andrew asiente al tiempo que atrapa una de las cervezas.-Julian dice que su investigador cree que ya sabe de qué hilo ha de tirar para encontrar la conexión entre

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los que facturan a todas las filiales desde la central.-Es alguien de los de las empresas de mantenimiento y repuesto de maquinaria Hendelson. -Digo

masticando con hambre un buñuelo de crema de cangrejo que está delicioso.Andrew gruñe:- ¿Cómo lo sabes?-Porque esta mañana me ha pedido la copia de lo que hay de esa empresa, o, mejor dicho, todo lo que nos

han facturado para compararlo con lo que se supone consta en su contrato y me ha picado el gusanillo y alfinal Bob y yo hemos comprendido porqué han conseguido ocultar quienes eran. Hace dos años la empresatenía otro nombre, después se desgajó en dos partes y, claro, las facturas venían con diversos membretes, losalbaranes también. Sin saber que buscábamos esa empresa era difícil asociarlo. Pero ahora supongo podránaveriguar quién de esa empresa está detrás de esto y quizás dé el nombre de los responsables en eldepartamento contable.

Andrew asintió tajante y miró a su hermano:-Yo he reducido la lista a tres. Me inclino por uno, sobre todo, pero demostrarlo será difícil.- ¿Por qué? -Pregunto sin dejar de comer.Andrew me mira serio y dice:-Hoy no has comido.No me lo pregunta, sino que afirma rotundo. Suspiro alcanzando el vaso de cola que me ha puesto delante.-Ni he desayunado. Se me hacía tarde. En fin. -Miro a Carl-. ¿Por qué crees que es difícil de demostrar?-Lo primero, porque si es quién yo creo, dudo que tenga habilidad para moverse por la oficina sin que se

note y tome de cada sitio las facturas antes de que las contabilicen.-Tendrá ayuda. -Dice Andrew seguro.-Sí, eso he supuesto, pero, y aquí está mi segundo escollo, cada vez me inclino por pensar que Peterson

era meramente un incompetente no un ladrón, pero por muy incompetente que fuere, como hizo nuestro hombrepara hacerle obviar tantas veces algunas cosas, porque una vez, o incluso dos, es posible, pero durante losejercicios de tres años seguidos, se me antoja difícil.

- ¿Soborno? ¿Chantaje? -Pregunto alcanzando un pequeño sándwich.Andrew se ríe entre dientes, pero yo obvio su risa ante mi más que abierto apetito.-Es posible.- ¿Quién es tu candidato preferente? -Pregunto con curiosidad con la boca llena.-John Price. -Contesta Carl mirando serio a su hermano al tiempo que le cede el IPad-. Sus movimientos

de registros contables no son lógicos ni siquiera siendo curioso o meticuloso en su trabajo. Se supone que seencarga de la filial de San Diego y suele entrar a revisar el resultado contable semestral de todas las filiales,como si se asegurase de algo, y después, según creo, era amigo o un tipo cercano a Peterson.

Andrew revisa la pantalla con detenimiento mientras yo sigo comiendo.-Pues yo conozco a Miranda, es su ayudante, y a mí me ha parecido una buena chica.Los dos me miran serios.-Pues precisamente es su ayudante en quien pensaba como posible cómplice para moverse entre las

distintas ramas del departamento para ir tomando facturas y fijándose en el trabajo de los demás. -Se adelantaa decir con gesto severo Carl.

- ¿De veras? -Suspiro negando con la cabeza-. No he hablado con ella demasiado solo en los pasillos yuna vez en la cafetería tomé un café con ella por cortesía ya que me dio reparo no aceptar. -Frunzo el ceñointentando recordar ese día-. No recuerdo que me preguntase nada sospechoso, claro que eso fue hace unastres semanas, cuando todavía nadie sabía que estamos haciendo una auditoria. Esta semana todos los ojos nossiguen a Bob y a mí cada vez que entramos y salimos del despacho pues ya todos saben que estamosrevisando la contabilidad de la central. Además, creo que ver a dos tipos entrar y sacar cajas a primera yúltima hora de la jornada, les ha puesto alerta.

Andrew frunció el ceño.

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-Quizás, ahora que revisáis la contabilidad de la central, debiera trasladaros a mi planta para que tengáismás privacidad.

Carl le miró serio:-No es mala idea, quizás si Price o, si es otro el responsable, el que sea, ve que se aceleran las cosas,

cometa alguna torpeza por apresurarse a borrar huellas.-O se dará a la fuga. -Digo seria atrapando otro buñuelo-. En las pelis siempre cogen el botín y se van

corriendo.Andrew y Carl se ríen mirándome:- ¿Las pelis? ¿Qué pelis? ¿Las de ladrones de bancos?Me encojo de hombros;-No sé. Solo los malos idiotas esperan hasta el último momento para fugarse. Además, Price o el que sea,

hasta el momento ha sido lo bastante listo para ir sisando poco a poco sin que se notare. Idiota no ha de serdel todo.

De nuevo se carcajean. Andrew se ríe aún mientras añade:-Se te despierta la vena de guionista de thriller mientras comes, por lo que veo. ¿“sisando”?Frunzo el ceño suspirando.-Hay una bandeja de pastelitos en la encimera. -Dice Carl riéndose viéndome deslizar los ojos con cierta

desgana por los bocaditos que quedan.Le sonrío divertida:- ¿Te he dicho que hoy estás especialmente guapo?Se carcajea poniéndose en pie.-Un halago por interés. Qué poco apreciado me siento.Cuando se aleja saco la memoria y la carpeta y se las cedo como cada semana a Andrew.- ¿Por qué estás tan cansada? -Pregunta dejándolo en la mesa sin apartar los ojos de mí.-Siendo sincera, estoy deseando acabar con la auditoria. Pero supongo que siento cierta intranquilidad

ahora que se acerca el momento de que Emily se va y no duermo muy bien. No te rías, pero sueño con todotipo de cosas truculentas que le pueden pasar.

Sonríe y parece divertido.- ¿No eras tú la que decía que no se iba a un país en guerra o con desastres naturales asolándolo?-Lo sé, lo sé. Es ilógico, pero, no sé. Es mi hermana pequeña y desde que papá no está, siento que he de

cuidar de ella.-Como hermano mayor, y de uno que es un cabeza loca como Carl que ha hecho todo tipo de locuras, te

aconsejo que te lo tomes con calma. Piensa que ya es mayor y, aunque cometa errores, será capaz deafrontarlos y sobreponerse. Además, Inglaterra está solo a un vuelo de distancia.

Rio entre dientes.-Sí uno que ha de atravesar medio planeta, pero sí. -Veo por el rabillo del ojo a Carl acercándose

mientras se mete algo en la boca-. Eh, que se suponía que los traías para mí.-Mujer, ¿no te los pensarás comer todos? -Pregunta riéndose sin detenerse.-Sí, todos, porque los que sobren me los llevo para devorarlos mientras veo la tele ya que estaré sola en

casa. Lo cual es toda una proeza. -Sonrío a Andrew y le miro con falsa inocencia-. ¿No te importa que me loslleve? Esta semana me los he ganado.

Se carcajea mientras Carl deja la bandeja de deliciosos pastelitos frente a mí.-Cualquiera te dice que no vas a salir de aquí con ellos. Capaz eres de zampártelos de golpe con tal de

que sean solo tuyos.Rio atrapando un canutillo de chocolate relleno de nata.-Todos míos.Carl toma el Ipad y su chaqueta y sonríe:-Para que no me acuses de querer robarte tus manjares, yo me marcho que hoy tengo una cita con una

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australiana con la que hice submarinismo.Me guiña un ojo y yo sonrío negando con la cabeza sabiendo que era un mujeriego tremendo por las

anécdotas que nos ha contado Lory, pero es comprensible, con su sonrisa, su físico y ese desparpajo quetiene, difícilmente una mujer con ojos en la cara se le resistiría.

-Pobre australiana, no sabe la que le espera. -Rio divertida mientras se aleja por la terraza.Una vez se ha alejado, Andrew se pone en pie sonriendo.-Anda, toma la bandeja y tu refresco y sígueme al despacho y, mientras sigues poniéndote morada, yo

grabaré los últimos datos.-Vale. -Respondo poniéndome en pie como un resorte obedeciéndole.Al llegar al despacho y tras dejar la bandeja y mi vaso en la mesa, tomo un nuevo canutillo y mientras él

graba las cosas en su ordenador paseo curioseando por las estanterías y los aparadores. Me paro ante unapareja de pequeñas figuritas de novelle art, creo que se llaman a ese estilo en algunos locales de artebohemio, que son como imitaciones en moderno, con colorido y materiales metálicos, inspiradas en algunasobras clásicas, en este caso son dos bailarinas de Degas.

-Qué bonitas. -Digo inclinándome para observarlas mejor porque están en sendas cajas de terciopeloazul, abiertas.

-Son un regalo para mi madre, para su cumpleaños. -Dice sin moverse del escritorio.-Son preciosas. Seguro le encantan. -Sonrío enderezándome y volviendo al asiento.-Más le vale. Lleva un año haciendo veladas insinuaciones acerca de cierto catálogo que había visto en

una exposición. -Se ríe él entre dientes.-Supongo que tu madre será una entendida en arte.-Le gusta, eso seguro. Pero no es de las que le gusta una obra solo porque a la mayoría le guste o porque

expertos digan que es una obra de arte. Ella se guía más por gusto personal, por lo que de verdad le gusta. Deniño escuchaba como reprendía a mi padre por colocar en un lugar preferente del apartamento de Nueva Yorkun Picasso porque ella lo odiaba.

- ¿Tu padre tiene un Picasso? -Pregunto abriendo mucho los ojos.-Mi madre. -Rio entre dientes-. Irónicamente es suyo. Se lo regaló su padre cuando se casó y ella lo

conserva por eso solamente porque no le gusta ni una pizca. Por suerte, en casa, hay un hijo con gusto por elarte o con cierta vena artística que lo conservará. -Alzo las cejas curiosa-. Marco, como todo arquitecto,tiene cierto criterio artístico en su interior. No todo van a ser edificaciones con vistas a sacar rendimientoeconómico.

Sonrío negando con la cabeza:-Yo no entiendo nada de arte, pero creo que la postura de tu madre es la mejor. Algo te gusta o no, no

importa si vale mucho o poco o si otros dicen que vale más o menos. Aunque… -Sonrío con maliciaseñalando tras de mí la cómoda donde están las figuritas-. Esas cositas que le gustan a tu madre no sonbaratas, ¿a qué no?

Se ríe divertido sacando la memoria del puerto usb y devolviéndomela.-No, no son baratas. ¿Por qué crees que lleva un año insinuándonos que le gustan? Bien, ¿alguna novedad

en las cuentas?-Salvo que algunos departamentos no ajustan del todo los presupuestos y los gastos y que hay que empezar

a decir que sean rigurosos, lo único que no va bien en las cuentas de la central es la diferencia con las filialeso, mejor dicho, las cifras que no se han reflejado en la contabilidad final para ocultarlas. Es decir, nadanuevo. -Sonrío divertida-. A salvo la particularidad de que podrías ahorrar dinero en diseño y gastarlo enmejorar el servicio de cafetería.

Se ríe y sé que es por mi insistencia de que cambie a la empresa que se encarga de la cafetería.- ¿Qué es eso de ahorrar en diseño?- ¿Sabes que cada vez que hay un cambio en un empleo, sobre todo en un despacho, se cambia este de

arriba abajo?

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-Bueno, es lógico que no se den cosas viejas a los nuevos empleados.-Una mesa, alfombra, cuadros, estanterías y demás mobiliario que se ha usado un año no son cosas viejas.

Que se le cambie el ordenador cada cierto tiempo a lo mejor es lógico, pero ¿todo lo de un despacho? Es unabuso. -Se ríe y creo que va a discutir-. ¿Sabes que el subdirector de marketing ha cambiado en un año tresveces y las tres veces se le ha cambiado el despacho de arriba abajo? Tres veces en un año. No es lógico porno decir que de verdad es un gasto exagerado, son miles de dólares. -Le reprendo-. Y tampoco es que cambieel despacho tanto. No es que uno coja y pinte de rosa coloque alfombras naranjas y una mesa roja, lo cualentendería dé espanto al que tenga que trabajar allí. No, estamos hablando del mismo tipo de cosas, colores,estilo, y es que toda la empresa se rige por unos mismos patrones, así que no tiene sentido cambiar una mesanueva por otra exactamente igual. Vacía los cajones y punto.

Se carcajea negando con la cabeza.-Te lo tomas muy a la tremenda.-Te has gastado casi un millón y medio de dólares en mobiliario solo este año en la central. -Le digo

alzando una ceja y cruzando los brazos al pecho.- ¿Bromeas? -Dice apresurándose a abrir la carpeta que le he dado-. La madre que…. pero…. -Gruñe y

me mira serio-. Vale, lo pillo. Como gastan un dinero que no es suyo, no lo valoran. Vale. Tomo nota y no solocontrolaré esos gastos, sino que hablaré con el responsable de ese tipo de cosas.

- ¿Y buscarás una nueva empresa para la cafetería? -Pregunto mirándole sonriendo con inocencia.Suspira rodando los ojos:-Aunque solo sea para dejar de escucharte, prometo buscar nuevos proveedores para la cafetería.- ¡Estupendo! -Abro mi bolso y le cedo otra carpeta-. Ahí tienes unos cuantos que están muy bien. El

primero es mi favorito. Gestiona la cafetería de una empresa de inversiones que está a tres manzanas deHamilton Inc. y es estupenda. Bob y yo la probamos el lunes.

Me mira con los ojos como platos y después se ríe negando con la cabeza.-Eres terca como una mula.-Es que, si voy a seguir trabajando en tu edificio, no quiero pasar hambre. -Digo mirándole sonriendo

tomando mi bolso. Frunzo el ceño mirando la bandeja de pastelitos pensando que no voy a poder llevarlos asíen el tranvía. Suspiro y poniéndome en pie digo-. Tendré que dejar los pastelitos.

Alza las cejas mirándome claramente sin comprender.-No puedo llevarlos así en el tranvía.- ¿No has venido en tu cajita de cerillas con ruedas?Sonrío negando con la cabeza:-Se lo he dejado a Emily.-Te llevo a casa. -Dice tajante poniéndose en pie.-No. No hace falta. Tendrás mejores cosas que hacer. Ya me desquitaré la semana que viene con nuevos

pastelitos.Se ríe rodeando la mesa caminando decidido hacia la puerta interior.-Venga. Te llevo. Ya ha empezado a oscurecer.Suspiro porque no parece que me vaya a dejar discutir y antes de salir vuelvo para tomar la bandeja.

Cuando salgo con ella me mira riéndose.-Bueno, ya que voy en coche, no voy a perder la oportunidad. -Me justifico.-Desde luego.Se ríe caminando hacia el hall y toma una llave del cajón de una repisa antes de pulsar el botón del

ascensor. Una vez dentro antes de pulsar el botón del garaje veo que pulsa unos dígitos en la pantalla.-Ahora queda bloqueada la planta para que nadie entre. -Dice mirándome ladeando el rostro sabiéndome

curiosa.Sonrío divertida:-Me preguntaba cómo evitabas que cualquiera entre en tu casa directamente desde el ascensor.

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-Se bloquea por pisos y no se abren las puertas en ellos salvo que quieras. Además, el portero avisa antesde que suba nadie y no deja pasar sin autorización previa.

-Muy práctico. -Añado con evidente ironía.Sonríe negando con la cabeza. Unos minutos después subimos en el deportivo en el que me llevó el

primer día y tras acomodar la bandeja en mi regazo y ponerme el cinturón, arranca saliendo a la calle.-Has dicho que hoy estarás sola.-Ah sí. -Le miro tras unos segundos pues me ha desconcertado el comentario-. Las amigas de Emily le han

preparado una cena de despedida y se quedará a dormir en casa de la que lo organiza y mi madre se marchóayer con unos amigos a Napa a pasar el fin de semana. Nos costó un poco, pero finalmente la convencimos. -Sonrío orgullosa-. También va el señor Jefferson.

Suelta una risotada antes de mirarme desde su asiento:-Realmente os habéis puesto como meta que ese pobre hombre acabe con vuestra madre, les guste o no.-Mi madre no se merece estar sola. Lleva viuda poco más de cuatro años, y si la dejamos no aprovechará

la oportunidad. Ya ha llevado bastante tiempo de luto. No olvidará a mi padre, como nosotras, pero eso nosignifica que haya de quedarse sola. Estoy segura a mi padre no le gustaría. Además, el señor Jefferson es unbuen hombre y también lleva mucho tiempo viudo.

Sonríe negando con la cabeza cuando arranca de nuevo tras ponerse el semáforo en verde. Lo siguienteque recuerdo tras eso es un poco confuso. Solo un fuerte golpe, seguido de ruido, un dolor en la cabeza y algofrío líquido en mi frente.

Cuando despierto estoy tumbada con una fuerte y potente luz en la cara.-Carola, Carola. Soy el doctor Richarson. ¿Sabe lo que ha pasado?Gimo al notar una fuerte punzada en la cabeza como algo que retumba dentro de ella mientras parpadeo y

veo a un par de mujeres con ropa de hospital y un hombre que me habla moviendo una luz ante mis ojos.-Los ojos responden bien, pero vamos a hacerle un tac y una resonancia. Descartemos lesiones o

derrames. -Le dice a alguien antes de mirarme-. Carola, ¿recuerdas algo?- ¿Hemos tenido un accidente? -<<Oh Dios mío, ¿Andrew?>>-. ¿Andrew, Andrew? -Pregunto intentando

incorporarme, pero dos manos en mis hombros me lo impiden.-Tu compañero está bien. Está ahí fuera esperando. Tú te diste un golpe con el cristal. No tienes lesiones

ni nada roto, pero vamos a descartar lesiones en la cabeza porque has estado inconsciente veinte minutos. -Dice serio antes de girarse y dejar paso a alguien apareciendo enseguida ante mis ojos Andrew con gesto depreocupación.

- ¿Qué ha pasado? -Pregunto intentado mirar en derredor.-Un borracho se saltó un semáforo.-No lo recuerdo. -Frunzo el ceño, pero enseguida gimo al notar un dolor en la frente alzando mi mano

para tocarme, pero él la toma deteniéndomela.-Tienes un corte en la sien. Dice el doctor que no es grave, solo van a asegurarse.-Ah… no llames a mi madre, por favor. Se preocupará.Me sostiene la mirada, serio, y asiente:-Esperaré hasta que salgas de las pruebas. -Suspira negando con la cabeza enredando sus dedos con su

pelo pasando su mano por su cabeza-. Lo siento, Carola. Debí estar más atento. Si hubiere frenado antesquizás no nos habría dado.

-Has dicho que estaba borracho. Se saltó un semáforo. No es culpa tuya…-Nos la llevamos a rayos. -Dice firme el doctor desde algún lugar, aunque no le veo antes de que la

camilla empiece a moverse.-Estoy un poco mareada. -Digo mientras la camilla se mueve.-Es normal. Tranquila. -Dice colocándose el doctor a mi lado caminando junto a la camilla-. Vamos a

hacerte unas pruebas para descartar y después te curaré la herida de la sien. Prometo usar pocos puntos y nose notará. -Me sonríe y parece tranquilo lo que de golpe me tranquiza a mí.

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Una hora después estoy sentada en una camilla de urgencias con el doctor mirando, alzándolas a la luz,varias pruebas tras haberme puesto los puntos. Estoy un poco grogui de algo que me han dado para la cabezay de algún modo estoy tranquila a pesar de que tengo la blusa manchada de sangre y los pantalones rotos,supongo de cuando me sacarían del coche.

-Bien, le diré a ese pobre hombre para evitar que le dé un infarto que estás bien. -Dice girando paramirarme sonriendo-. Habéis tenido suerte. Al parecer os dio solo de refilón y el impacto peor se lo llevó eltipo de la furgoneta que iba delante. Ahora lo están operando, pero también se pondrá bien. -Se apresura adecir, creo que, porque he empezado a ponerme blanca de la impresión y, de nuevo empiezo a ser conscientede lo que podía haber ocurrido.

Enseguida la cortina se abrió y Andrew apareció tras una enfermera fijando los ojos en mí en cuanto meve.

-Señor Hamilton. Puede llevársela a casa con una condición; que se asegure de despertarla cada doshoras y si se siente mal, se marea o le duele la cabeza algo más que una mera molestia la traiga de inmediatoa urgencias.

Los dos miramos al doctor frunciendo el ceño y, suspirando, alargo el brazo hacia mi bolso que unosminutos antes me ha entregado la enfermera.

-Supongo que he de llamar a Em, para que venga y me vigile. -Digo metiendo la mano en el bolsorebuscando mi móvil, pero no llego a alcanzarlo porque él me quita el bolso y lo aparta sentándose a mi ladodiciendo mientras desvía los ojos al doctor:

- ¿Qué más? ¿Si le duele la cabeza?Abro la boca para protestar, pero como si no estuviere allí el doctor Richarson contesta a Andrew:-Le voy a recetar un calmante y seguramente la cabeza le dolerá un par de días, pero si el dolor es agudo

o siente opresión ha de venir enseguida. También le mandaré un antibiótico para evitar infecciones por laherida y los arañazos de los brazos. Los puntos se los revisaré la semana que viene y, si todo está bien, se losquitaré sin mayor percance.

-Está bien. -Contesta Andrew serio alargando el brazo para tomar las recetas que le daba y su tarjeta.-Gracias. -Digo antes de que desaparezca del box tras guiñarme un ojo. Suspiro tomando mi bolso y

deslizándome por la camilla hasta que mis pies tocan en suelo, pero antes de enderezarme él me rodea lacintura y me pega a su costado-. No es necesario, estoy bien, de veras.

-De eso nada. Te has dado un golpe en la cabeza, te has desmayado y has estado inconsciente unaeternidad. -Dice furioso, aunque sé que no es conmigo mientras caminamos hacia fuera de urgencias. Está muyoscuro y es entonces cuando caigo en que no sé qué hora es.

- ¿Qué hora es?-Son las dos de la madrugada. -Responde sin mirarme alzando la cabeza hacia la puerta de urgencias-.

Vamos.Alzo la cabeza y veo un coche negro con un chófer que nos abre la puerta.-He de llamar a Emily para que me vigile como ha dicho el doctor. -Digo mientras me siento en el coche y

él lo ha hecho a mi lado mientras el chófer se coloca en su sitio.-Deja que tu hermana disfrute de su noche. Te quedas en mi casa.Abro los ojos como platos:- Pero ¿qué dices? ¿Estás loco?Se gira serio y me mira a la cara como si realmente estuviere furioso:-Mira, Carola, no voy a discutir. Vas a quedarte en mi casa y voy a asegurarme que estás bien.-El médico ha dicho que sí. No puedo….-Estás así por mi culpa y pienso asegurarme que nada te ocurre. -Me interrumpe tajante.-Pero si ha sido culpa de otro conductor, tú no… -Me detengo en cuanto me mira de un modo que deja

claro que no admite discusiones. Suspiro dejándome caer en el cómodo asiento de cuero-. He de regresarantes del almuerzo de mañana o Emily se alarmará.

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-Mañana te llevaré a casa. -Dice enfurruñado.Suspiro de nuevo vencida porque obviamente nada ganaré discutiendo con él. Tras parar en una farmacia

y el chófer entrar para comprar las cosas, me lleva de regreso a su piso y antes incluso de entrar en elascensor me siento cansada. Cuando me toma en brazos sorprendiéndome creo que me pongo como unaamapola.

-Estoy bien.-Vas arrastrando los pies y tienes aspecto de no poder con tu alma. -Murmura metiendo en la pantalla del

ascensor la clave de su piso-. En cuanto lleguemos te metes en la cama tras tomar las pastillas.-Necesito un baño-. Me mira serio y creo que va a protestar-. Por favor, necesito un baño. -Digo un poco

más suave.Asiente resignado:-Está bien. -En cuanto se abren las puertas aparece una señora de unos cincuenta años y gesto amable-.

Dorotea, te presento a Carola. ¿Puedes prepararle un baño y buscarle ropa para dormir?Asiente sonriéndome pues él no me baja.-Encantada. -Digo intentando saludarla mientras pasamos a su lado y cuando desaparece miro a Andrew

que me lleva escaleras arriba-. ¿Hay otra planta? -Pregunto desconcertada, pero él me ignora-. Creía que ellano se quedaba aquí.

-No, pero le he pedido que venga para si la necesitamos.-Pero eso no… -Me mira severo y me detengo.- ¿Vas a discutir por todo?Resoplo:-Si no das opción alguna a discutir. -Protesto e increíblemente él sonríe lo que me hace resoplar de nuevo.Me lleva por un pasillo de suelos de mármol y luces alógenas que iluminan los cuadros de las paredes,

las pequeñas cómodas y repisas de los laterales con flores frescas cuyo olor me llega de inmediato. Al finaldel corredor abre una puerta y entramos en una habitación tan grande como toda la primera planta de la casade mis padres, cocina incluida.

-Madre mía. -Jadeo mirando en derredor alucinada.Una alfombra beige antiguo suaviza la frialdad del mármol del suelo. Las paredes están pintadas de un

suave color tierra y la decoración es muy clásica. Estoy segura que cada mueble es una antigüedad en plan“escritorio Luis XVI” y cosas similares. Me sienta en el borde de una enorme cama con una manta de piel decolor granate que es lo más suave que he tocado en mi vida. Sonrío pasando la palma abierta por la mantamirando una puerta abierta a un lado de la que sale luz y el ruido del agua cayendo. Enseguida sale Doroteaque me sonríe.

-Voy a por ropa que la señorita Lory tiene en su habitación. Creo que le sentará bien.Asiento sonriendo porque me parece muy amable, pero en cuanto sale miro a Andrew que está de pie

junto a la mesilla de noche dejando la bolsa de la farmacia.- ¿Lory duerme aquí?Se gira rodeando la cama para después sentarse a mi lado.-Tiene una habitación, como todos mis hermanos. Siempre dejan ropa por si la necesitan.Frunzo el ceño porque son cinco hermanos más Lory, seis. Casi sin tiempo a un segundo pensamiento

pregunto asombrada:-Pero ¿cuántas habitaciones hay?-Siete y tres de invitados. -Contesta sonriendo.-Pero ¿tú no vives solo?Se ríe negando con la cabeza:-Nunca se sabe cuándo aparecerá uno de esos incordios. -Alza los brazos y me aparta un poco el pelo de

la sien mirándola serio-. ¿Te duele?-Un poco. Pero no es nada, como un chichón. Creo que me he hecho cosas mucho peores jugando en el

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parque con mi hermana que es muy bruta.Suspira negando con la cabeza:-Lo siento.-Deja de decir eso. -Respondo enfadada-. No ha sido culpa tuya. -Sonríe y creo que le divierte que me

enfade. Me pongo en pie y voy hasta la puerta del baño-. Anda vete y no te preocupes, no creo que me ahogueen la bañera.

Le cambia el gesto a tenso y se acerca quedándose delante de mí sin apartar sus ojos de los míosobligándome a alzar el rostro para poder verlo pues me saca más de una cabeza.

-No cierres la puerta. Esperaré aquí por su necesitas algo.-Pero no es necesario. Estoy bien, solo cansada.-No discutas. -Me toma de los hombros y me gira hacia el interior del baño-. Le diré a Dorotea que te

deje ropa limpia colgada de la puerta.Suspiro girando el rostro para mirarle por encima de mi hombro:-Eres un tirano.Toma la puerta y la deja encajada antes de dejarme sola en ese baño que es de revista. En esa bañera

caben cinco como yo. Voy pensando mientras me siento en el borde cerrando el grifo pues ya está llena.Sonrío porque huele de maravilla, a lavanda. Dorotea ha debido echar sales con espuma. No me lo piensodos veces y me desvisto dejando la ropa que está para tirarla directamente en la banqueta y me hundo en labañera hasta la barbilla, suspirando de placer a los pocos minutos sintiendo como por fin mi cuerpo se relaja,aunque el punzante y rítmico dolor en la cabeza no cesa haciendo un involuntario gesto de dolor.

-Voy a traerte las pastillas.La voz de Andrew me hace abrir los ojos de golpe y tensarme recogiendo las rodillas en el pecho. Con la

espuma no se me debe ver nada, pero aun así…-Pero ¿qué haces? -Pregunto con la voz algo más chillona de lo que soy capaz de controlar.Sonríe y se sienta en el borde como si nada.-No he visto nada, mujer, no te alarmes. Además, ¿Crees que me voy a escandalizar por ver una mujer

desnuda?-Una mujer no ¡A mí! ¡Sátiro!Se carcajea y de pronto me sorprende porque se inclina y me besa en la cabeza.-Anda, no te pongas melindrosa. Prometo que no he visto nada. Voy a por las pastillas y un zumo. Cuanto

antes te las tomes antes te harán efecto.Sale como si nada del baño dejándome con la boca abierta.-Pero... -Gruño tapándome la cara con las manos-. Este hombre acabaría con la paciencia de un santo. -

Mascullo.-No refunfuñes, y tómate esto.Alzo la cara y le veo de pie con un vaso de zumo y la palma abierta a la altura de mi cara.Tomo el vaso y las pastillas y me las tomo con un buen trago del zumo antes de devolverle el vaso

mirándolo enfadada.-Ahora puedes relajarte y disfrutar de tu baño. Dorotea se queda ahí fuera por si acaso. -Dice tan

tranquilo mientras sale con una sonrisa en los labios.Nada más bajar las escaleras, Andrew fue directo a su despacho para quedarse por fin unos minutos a

solas y poner un poco en orden su cabeza. Por Dios que casi se muere cuando la vio inconsciente en elasiento a su lado con la cabeza sangrando. No recordaba haber pasado tanto miedo en su vida como durantelos eternos minutos en que tardaron en llegar la ambulancia y los bomberos. Suspiró pesadamente dejandocaer la cabeza en sus manos mientras apoyaba los codos en sus rodillas tras dejarse caer en el sofá de sudespacho. Toda la parte delantera de su coche estaba destrozada. Si el golpe hubiere sido un poco más atrás,la hubiere matado. Hubiere matado a Carola. Esa idea que bailaba en su cabeza desde hacía horas le estabadestrozando. Ni siquiera cuando el médico aseguraba que estaba bien, conseguía relajar sus músculos ni la

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opresión del pecho. Debiera haber llamado a su madre, a su hermana o a quién fuera, pero en cuantocualquiera de sus familiares hubiere entrado en el hospital, él no podría haber intervenido ni le habríanpedido su consentimiento para cualquier cosa. Esperaba que ella no se enterase de que hubo dicho que era sunovio para que así no solo le informasen sino le permitiesen estar cerca de ella.

Sonó su móvil sobresaltándolo y al descolgar escuchó la voz de Carl gritándole al otro lado:- ¿Qué coño ha pasado? La policía acaba de llamar a la abuela para decirle que tu coche se lo llevan al

desguace y que no podían ponerse en contacto contigo porque suponían estabas aun en el hospital.-Un cabrito borracho se ha saltado un semáforo y ha golpeado a varios coches, incluido el mío. Estoy

bien, en el hospital he estado porque Carola se dio un fuerte golpe en la cabeza y estuvo inconsciente muchorato.

- ¿Está bien? -Preguntó más calmado.-Sí, ahora está arriba porque hay que vigilarla y me niego a llevarla a su casa por muy terca que sea.-Espera. ¿Está en tu casa?-Sí.-A ver, Andy, empieza desde el principio porque no entiendo realmente la historia.Andrew suspiró y le narró lo ocurrido esa noche. Tras unos segundos escuchó el suspiro de su hermano al

otro lado.-Te ha entrado el pánico ¿no es cierto? -Al no escucharle decir nada añadía-. Desde que se la han llevado

dentro a la parte de urgencias, has empezado a plantearte ¿y si le pasa algo? ¿y si se muere?-No hace falta ser tan gráfico. -Gruñó.-Sí que hace falta, Andy, porque por primera vez en tu vida podrías haber perdido algo que no podrías

volver a recuperar. Lo que te pasa con ella no es malo, métetelo de una vez en la cabeza. Es una oportunidad,una oportunidad de sentir y vivir algo si es que te dejas, claro, porque con lo terco que te pones con no dejarque ocurra, empiezas a negarte la oportunidad de vivir plenamente. Si no quieres lanzarte de cabeza, no lohagas. Ve poco a poco, ve descubriendo hasta donde puedes o quieres llegar, pero desde luego, más te valeespabilar. ¿Qué habría ocurrido si hubiera ocurrido algo grave, Andy? Te habrías pasado toda la vidalamentándote por no haber dado un paso adelante cuando tuviste ocasión y te habrías pasado cada día de tuvida añorando a una mujer a la que no llegaste a tener por pura cabezonería. Y ya que estamos, más te valeque no le pase nada o el abuelo te insertará en una pica. Está encantado con ella y con lo meticulosa que es ensu trabajo.

-Lo que me faltaba, que la familia se metiere en mi vida. -Refunfuñó.-Lo dice el que se ha metido siempre en la vida de todos nosotros con la excusa de ser el mayor. -Se

carcajea al otro lado-. Donde las dan…-Voy a colgar a ver si esa inconsciente se ha ahogado en la bañera tras quedarse dormida.Carl se reía al otro lado:-Si eso ocurriese piensa que así tendrías la excusa perfecta para el boca a boca y devorar esa boca que

estoy seguro estás deseando probar.-Te cuelgo. -Respondió malhumorado escuchando, no obstante, las carcajadas al otro lado antes de

apagarlo.Suspiró enderezándose decidiendo ir a asearse y cambiarse de ropa tras asegurarse que ella estaba bien.

Entró en el dormitorio y Dorotea le sonrió.-Dorotea, si quieres puedes marcharte. Jimmy está abajo con el coche. Dile que te lleve a casa.- ¿Seguro? No quiere que me quede por si la señorita necesitase algo.Andrew negó con la cabeza:-Solo ha de descansar y me aseguraré de despertarla para comprobar sus constantes como ha dicho el

médico.-Está bien. He dejado comida y frutas en la nevera. Si tiene nauseas, asegúrese de darle Aquarius o un

poco de cola.

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Andrew sonrió:-Lo haré. Hasta el lunes.En cuanto salió del dormitorio se acercó a la puerta del baño y la abrió con cuidado. Se apoyó en el

marco encontrándosela con los ojos cerrados canturreando. Aquello era un poco cómico.-Te duele la cabeza, pero canturreas.Carola abrió los ojos alzándolos hacia él sin moverse.-Es que así no me quedo dormida. Siempre he de concentrarme en la canción.Andrew sonrió.-Será mejor que salgas y te vistas. Deberías estar ya en la cama intentando descansar. Voy a ducharme y

cambiarme. ¿Quieres que espere o me puedo fiar de que estarás bien?Carola se rio entre dientes:-Vete, pesado. Ni que tuviere cinco años.Andrew salió riéndose por su gesto terco. Se apresuró a ducharse y cambiarse entrando después en el

dormitorio de Carola encontrándosela sentada en la banqueta a los pies de la cama con un mando en la manopulsando botones mientras lo direccionaba a todos lados mirando con el ceño fruncido contrariada.

- ¿Qué haces?-Buscando la dichosa tele. -Respondió sin dejar lo que estaba haciendo-. Ni siquiera un absurdo

millonario pondría un mando de televisión junto a una cama si no hay tele en la habitación ¿no?Andrew se carcajeó acercándose a ella arrebatándole el mando impregnándose involuntariamente del

aroma a lavanda que la rodeaba mientras por sus hombros aún caían algunas gotas de agua por su pelo que nohabía secado.

-Supongo que no, ni siquiera un absurdo millonario haría algo así. Sin embargo, dudo que consigasdescubrir la tele cuando estás sentada sobre ella.

Carola se levantó como un resorte mirando la banqueta con cara de incredulidad. Andrew pulso un botóny se fue levantando poco a poco la tele quedando frente a la cama.

Carola se subió a gatas en la cama sin dejar de mirar la pantalla.-Es la tele más grande que he visto en mi vida. En la cama debe ser como estar en el cine.Andrew se reía viéndola de rodillas en la cama llevando solo un pijama de seda de color marfil suyos

hombros estaban mojados por la humedad del cabello.-A ver, pásame el mando. -Le ordenó claramente entusiasmada.Se rio rodeando la cama por el lado contrario y cuando tomó el mando ella se acomodó en el cabecero

con las piernas estiradas dando un golpecito a su lado.-Al final si voy a tener mi sesión de cine hoy. -Sonrió divertida apretando un botón-. Jolín. -Exclamó

abriendo los ojos-. Esto es mejor que el cine. Aquí se ve hasta el color de los calzones de Brad Pitt.Andrew se carcajeó dejándose caer en la cama apoyando la espalda en el cabecero junto a ella.- ¡Me encanta esta película! -Exclamó tras cambiar varios canales y lo mira sonriendo-. Siempre la veía

en navidad con mis padres. Me encantan las ancianitas asesinas. -Se ríe divertida.-No la he visto. -Dijo Andrew divertido ante su cara.- ¿Qué no…? ¿Cómo es posible? ¡Es Arsénico por Compasión! Es una de las películas más famosas de

Cary Grant. ¿Cómo puedes no haberla visto?Andrew se encogió de hombros:-No suelo ver la tele.-Esto no es ver la tele. Esto es un clásico del cine. -Respondía ella indignada-. Eah. -Se acomodó mejor

entre los almohadones y señaló la película-. Pues ahora la verás. -Resopló-. No haber visto Arsénico porcompasión. ¿Pero tú en qué mundo vives? -Refunfuñaba subiendo un poco el volumen-. Acaba de empezar asíque concéntrate.

Andrew se carcajeó por su orden y su expresión tozuda.- ¿Qué me concentre?

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-Shuss… a callar.Tras media hora ella se quedó dormida apoyada sobre su hombro mientras él procuraba no moverse

sabiendo que debiera dejarla descansar. Alargó el brazo y tomó el despertador poniéndolo para dos horasdespués. Antes de escurrirse por la cama con cuidado para quedar tumbado con ella apoyada en su costado.Le quitó el mando de la mano y bajó el volumen para que no se despertarse. A cabo de unos minutos se quedótan dormido como ella solo despertándose sobresaltado cuando el despertador sonó. Gruñó apagándoloabriendo los ojos topándose con la televisión aún encendida y la lámpara de la mesita de noche del otro ladotambién encendida. Giró el rostro y miró a Carola.

-Eh, pequeña, despierta.Gruñó sin moverse.-Despierta, Carola.-Em, no seas pesada, déjame.Sonrió removiéndose un poco para dejarla caer de espaldas a la cama con él de costado, apoyado sobre

un codo, pasando dos dedos por su frente para retirar un mechón suelto.-Eh, Carola, despierta.Parpadeó un par de veces y abrió los ojos poco a poco.-He de revisarte.Carola se encontró con el rostro de Andrew y esos ojos verdes a escasos centímetros de su cara y durante

unos segundos se quedó un poco desconcertada tardando algo en recordar lo ocurrido.- ¿Te duele la cabeza?-Umm… no, creo que no.- ¿Y los ojos? Los tienes un poco enrojecidos y empieza a salirte un pequeño morado en la sien. -Decía

deslizando dos dedos por su frente aturdiéndola un poco-. Aun no puedes tomar más pastillas, pero sí quiereste acerco el colirio, seguro alivia un poco los ojos.

Niego con la cabeza y él me sonríe:-Vuelve a dormirte, en un par de horas volveré a molestarte.Rio entre dientes por el modo en que lo dice.-Así tú no conseguirás dormir nada.-Bueno, considéralo un gesto de solidaridad de tu accidentado compañero.Suspiró acomodándome de costado cara a cara con él.- ¿No te has hecho nada?Niega con la cabeza apoyando la cabeza en la almohada frente a mí.-El golpe vino desde tu lado. Por suerte, ambos llevábamos el cinturón de seguridad.-Oh, mis pastelitos. -Recuerdo de pronto.Sonríe al parecer divertido.-Mañana compraremos más.-Querrás decir hoy.-Bueno, pues hoy.-Vale. -Frunzo el ceño y le miro a los ojos-. ¿Cómo está tu coche?-Destrozado.-Oh, lo siento. Era bonito.-Tú lo has dicho. Era.- ¿Qué ha sido del conductor borracho?-He visto que los policías lo sacaban de su vehículo y lo metían en una ambulancia esposado.

Aparentemente no tenía nada, el muy cabrón. Pero ya me encargaré yo de hablar con el fiscal para que nodejen pasar esto. Hay dos personas graves y tú también saliste herida.

-Solo me han dado tres puntos. -Sonrío-. Exageras.- ¡Te ha podido matar! -Exclama de pronto ofendido.

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Abro mucho los ojos tras dar un respingo y él exhala con fuerza antes de suavizar el gesto.-Perdona. No quería asustarte. Ha sido una noche horrible. -Desliza la mano por mi frente y después por

mi sien y mi mejilla-. No te despertabas y me he asustado.-Lo siento. -Murmuro sintiendo cómo un temblor recorre mi cuerpo.-Ven. -Murmura encerrándome en sus brazos apoyando mi mejilla en su pecho-. Siento haberte asustado.Tras unos minutos en que permanecemos en silencio, él estira el brazo y toma el despertador y enseguida

vuelve a dejarlo en la mesilla.-Vuelve a dormir, has de descansar, lo dijo el médico. En dos horas volveré a despertarte.Tras unos minutos en que me doy cuenta que la tele está encendida alzo el rostro y le miro:- ¿Has visto toda la película? -Niega con la cabeza-. Tendré que asegurarme que la ves. El lunes te

llevaré al despacho el dvd. Lo tengo en casa. No puedes ir por la vida sin haber visto ciertas películas.Seguro que tampoco has visto “La mujer del año” con Spencer Tracy. -Niega con la cabeza y sonríe-. PorDios, realmente eres un analfabeto en lo que a cine se refiere, ¿verdad?

Se ríe claramente divertido:-Eso parece.-Pues a partir de ahora te voy a poner deberes. Los viernes yo vendré a darte cuentas de los resultados de

la contabilidad de Hamilton Inc y tú habrás de pasar un pequeño test sobre…. Umm… ¿tres películas? -Asiento sin esperar respuesta-. Sí, tres películas. Las tres primeras serán; Arsénico por compasión, La mujerdel año y Muerte bajo el sol, de Agatha Christie.

- ¿En serio me vas a poner deberes?-Sí. No me gusta la idea de trabajar para un jefe tan inculto. -Insisto cabezota.-Lo que se te pasa por alto de ese comentario es el término jefe. Yo soy tu jefe.Esboza una media sonrisa alzando una ceja y sé que intenta parecer intimidatorio, pero a diferencia de lo

que ocurría un par de meses atrás ahora eso no ocurre, no me asusta en absoluto lo cual me hace sonreír.-En realidad, lo relevante es el término “jefe inculto”.Se ríe tomando el mando y apagando la tele.-Voy a tener que bajarte el sueldo como penalización por faltarme al respeto.-Ni se te ocurra. A ver si voy a tener que hacer una visita a cierto abogado que ambos sabemos fácilmente

sobornable.Se ríe tirando el mando a los pies de la cama.-Duérmete antes de que me replantee la conveniencia de tener trabajando para mí a ese abogaducho y a

cierta contable respondona.-Yo no soy respondona.Me quejo acomodando mejor la mejilla en su pecho sin tener intención alguna de moverme ya que no

parece que él vaya a hacerlo y me agrada desde su calor, hasta su olor y, desde luego, mucho más el hecho deque me abrace.

-Duerme, terca.No tardo en hacerlo porque a diferencia de lo que le he dicho sí me duele un poco la cabeza y cerrar los

ojos parece que me alivia, así que, tras cerrarlos, solo he de dejarme llevar por el sopor de mi cuerpo y porel agradable calor que me envuelve con el suyo.

A las dos horas vuelve a despertarme y, esta vez sí, me duele bastante la cabeza y me escuecen los ojospor la luz que entra por la ventana pues son las siete y ya ha amanecido.

-Espera. -Va diciendo rodeando la cama apresuradamente mientras yo me tapo la cabeza con unaalmohada-. Toma, has de tomártelas.

Giro y saco las piernas por la cama tomando el vaso de zumo que me ofrece y las dos pastillas que meapresuro a tomar sin apenas abrir los ojos hasta que él echa un poco las cortinas aliviando la luz de laestancia. <<Por Dios, debería estar prohibido estar tan guapo a esta hora de la mañana>>, pienso mientrasle miro, queriendo gemir sabiendo que yo he de tener un aspecto horrible.

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-Vuelve a dormirte un par de horas. Has de descansar.Niego con la cabeza.-Debería ir a casa.-Mandaré a Terry para que traiga a tu hermana. Vas a pasar el fin de semana aquí. Voy a asegurarme que

estás bien, que sigues las instrucciones del médico y que descansas.Gruño tocándome las sienes con las puntas de los dedos con ganas de discutir, pero sin fuerza alguna para

hacerlo. Ni siquiera soy consciente de que me tumba de costado y él se echa a mi lado abrazándome por laespalda.

-Carola, duerme. Prometo que cuando despiertes, mientras desayunas, llamaremos a tu hermana y le diré aTerry que vaya a por ella.

- ¿Quién es Terry? -Murmuro agotada sin siquiera abrir los ojos.-Mi chófer.-Ah.-Duerme.Esa es la última palabra que me llega a la mente antes de caer en un profundo sueño.Cuando la supo profundamente dormida, Andrew la observó. Estaba agotada y se notaba que ahora sí

empezaba a sentir los efectos del golpe pues no solo tenía la sien y parte de la mejilla amoratada, sinotambién ojeras, los ojos enrojecidos y se movía con dificultad evidenciando lo cansada que estaba. Enterró elrostro en su cuello y se lo acarició con los labios.

-Duerme, pequeña. Cuando te recuperes voy a devorar tu bonito cuerpo pedacito a pedacito y arrancaréde tu impertinente boca más de un grito de puro placer.

Tras unos minutos se alejó de ella y llamó por teléfono a Carl que sabía estaría a punto de salir a corrercomo todos los días.

- ¿Cómo sigue Carola?-Ahora empieza a notar el golpe. Hazme un favor. Cuando vuelva a despertarse querrá irse a su casa y,

sinceramente, dudo que siga instrucción alguna del médico como no se la obligue, así que voy a vigilarla,pero no querrá hacerlo pensando a su hermana preocupada.

-Vamos que me vas a pedir que vaya a por ella.-No, mandaré a Terry, pero para que no se sientan incómodas, podrías venir y quedarte aquí. Se lo diría a

Lory pero me da que acabaría agotando a Carola y lo que pretendo es que descanse, no que entre su hermanay Lory la agoten más.

Carl se rio al otro lado.-Por tu bien, no pienso repetir ese comentario ante las mentadas. Está bien. Iré a la hora del almuerzo.

Supongo que dado cómo se encuentra aún no has movido ficha.- ¿Tú qué crees, mentecato?Le escucha reírse al otro lado.-Vale, vale, no te pongas a malas. Iré al mediodía. Acudiré con la comida y así no parecerá tan raro.Andrew negó con la cabeza entrando en la cocina.-Recuerda que las hermanas Carsons no se caracterizan por comer un par de lechugas.Carl se ríe al otro lado antes de colgar. Enseguida llamó a la cafetería situada al final de la manzana

donde solía encargar comida en un excelente catering que tenían, encargando para dos horas más tarde eldesayuno completo y algunas bandejas de picar para el fin de semana. Después llamó al supermercado yencargó algunas cosas que presumía gustarían a las hermanas y, por último, llamó a Viviane Prescott, unaasesora de imagen que solía atender a su madre encargándole ropa y algunas cosas que presumía Carolanecesitaría, ahorrándose el dar explicaciones a Vivianne simplemente indicándole que era una invitada a laque habían perdido las maletas en el aeropuerto. Lo que menos le apetecía era ser la comidilla de las amigasde su abuela, aunque no dudaba su abuela sabría enseguida para quién sería esa ropa pues Carl ya la habríacalmado tras la llamada de la policía contándole lo ocurrido.

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Sí, no podía quejarse de ninguno de los pedidos, incluso Vivianne entregó antes de las dos horas todo loque supuestamente una mujer podría necesitar para un fin de semana, aunque por las dos maletas que leentregó el portero, algo le decía que Vivianne había aprovechado bien la circunstancia para comprar muchomás a costa de su cartera.

Dejó las dos maletas en el vestidor del dormitorio de Carola, tras tomar unos pantalones de hilo, unablusa que presumía iban juntas por estar enganchadas como solo una estilista guarda la ropa para que a susclientes no se les ocurra mezclar cosas a su aire, y unos mocasines de mujer de ante junto con ropa interior,antes de acercarse a su cama y despertarla.

-Eh, dormilona, arriba. Has de desayunar.Se removió antes de dejarse rodar para mirarlo y con un poco de esfuerzo y algo de ayuda de él, se sentó

en el borde de la cama.-Necesitas ayuda para ir al baño.Carola negó con la cabeza medio atontada. Andrew sonrió inclinándose y besándole en la cabeza antes de

decir:-Te he dejado ropa limpia en la banqueta del baño. Date una rápida ducha porque antes de tomar más

pastillas has de desayunar.Carola alzó los ojos parpadeando y le miró de nuevo desconcertada.-No me encuentro muy bien. -Reconoció pues le daba miedo ponerse en pie y caerse redonda.Andrew le pasó la mano por la frente y después le tomó el rostro entre las manos alzándoselo.-Tienes los ojos enrojecidos y seguro te duele mucho la cabeza.Carola asintió cerrando los ojos. La tomó en brazos y la llevó con él abajo acomodando su cabeza en su

hombro.-Creo que esperaremos a tu hermana porque no creo que sea buena idea dejarte sola en el baño y tampoco

querrás que yo te duche, ¿verdad?Carola sin separar la mejilla de su rostro alzó los ojos hacia su cara:-No. -Respondió con espanto arrancándole una risotada.-Lo suponía.-No te burles que estoy en horas bajas, pero cuando mejore, tomaré revancha.-Desayunaremos dentro porque me parece que la luz aún te molesta un poco.Asiento dejándole llevarme sin oponerme lo más mínimo acomodándome en un sillón del salón frente a

una mesa donde hay un servicio de desayuno para dos completos. Pero antes siquiera de moverme, me colocauna manta sobre las piernas y sonríe:

-Yo te sirvo y tú comes. -Dice con evidente diversión.- ¿Vas a hacer de mi mayordomo? -Pregunto arrebujándome en el sillón viéndole tomar un plato para de

inmediato empezar a servir cosas-. No, salchichas no, por favor, me dan un poco de asco.- ¿En serio? ¿Por fin algo a lo que tu estómago se resiste?Bufo mirándole ceñuda mientras él continúa con su tarea:-Tuve una mala experiencia con las salchichas un cuatro de julio y desde entonces no puedo ni verlas.Se ríe mirándome de soslayo.-No me lo digas. Cogiste un empacho monumental.Me ruborizo como un tomate y él se ríe.-En mi defensa diré que solo comí tres.-Solo. -Se acerca y me cede una servilleta y cubierto y después pone en mi regazo un plato lleno.-Vale, soy comilona. No te cebes. -Digo mirando sonriendo el plato.-No lo haré. Ahora come. Después te daré las pastillas y llamarás a tu hermana.- ¿Qué hora es? -Pregunto ya con un tenedor de revueltos en la boca.-Casi las diez.-Mejor esperamos. Seguro se acostarían tarde. -Añado aun masticando.

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-Toma, no te atragantes. -Me cede un vaso de zumo y lo tomo, pero enseguida miro su taza de café.-Yo también quiero. -Digo mirándole con pena.Se ríe dejándose caer en el sofá junto al sillón que yo ocupo.-No estás de suerte. Nada de cafeína mientras tomes esas pastillas.-Pues vaya. -Refunfuño antes de tomar un sorbo de zumo y tomar una loncha crujiente de bacon, pero

apenas si le doy un par de bocados no tengo ganas de más, sintiendo un poco de nauseas.- ¿Carola?Al alzar el rostro veo su mirada preocupada y apartando el plato cierro los ojos.- ¿Carola? ¿Qué te ocurre?-Estoy un poco mareada. -Respondo sin ganas ni fuerzas para moverme.Apenas si me doy cuenta que él me toma en brazos y se sienta en el sillón conmigo en su regazo tomando

enseguida mi rostro entre sus manos.-Abre los ojos. -Ordena con suavidad-. Ábrelos, anda.Los abro parpadeando un par de veces.-No tienes fiebre, pero estás pálida. Vas a tomarte las pastillas y después vas a dormir un poco más. Yo

llamaré a tu hermana y mandaré por ella y también voy a hablar con el doctor Richarson. -Dice alargando elbrazo tomando el vaso de zumo que me da y un par de pastillas que rápidamente me meto en la boca.

-Solo estoy cansada.-Apenas si has comido un par de bocados, así que has de encontrarte mal, no mientas. -Suspiro cuando él

me aparta el vaso y me insta a apoyar la cabeza en su hombro para después subir la manta hasta mi hombro-.Cierra los ojos y duerme un poco.

-Vale.-Cuando estás enferma no estás peleona.-Umm.Andrew permaneció en silencio esperando para saberla dormida antes de llamar al doctor Richarson que,

al menos no le hizo esperar y le calmó diciendo que eran normales los síntomas que describía, pero que aúndebía vigilarla. Sonrió porque desde luego que iba a vigilarla, pensaba tras colgar aún con ella en brazos. Leacarició la frente con los labios permitiéndose la licencia de acomodarla en sus brazos para que siguiesedurmiendo allí mientras buscaba en la agenda del teléfono de Carola el nombre de su hermana.

-Umm… es temprano para que incordies a tu pobre hermana. -Escuchó la voz pastosa de mujer nada másdescolgar al otro lado sin todavía haber dicho nada.

Se rio entre dientes.-Emily, soy Andrew Hamilton.- ¿Andrew? -Preguntó sobresaltada de golpe-. ¿Carola está bien? ¿Por qué tienes su teléfono?-Emily, Emily. -La interrumpió antes de que entrase en pánico-. Tu hermana está bien, no te asustes. Te lo

explicaré en cuanto te vea, pero está bien, lo prometo. Ahora está dormida, pero como no quería dejarla solay tampoco preocuparos, la traje a mi piso.

- ¿Qué está en tu piso? No lo entiendo. -En su voz notaba la evidente tensión y preocupación así queintentó calmarla.

-Emily, no me estoy expresando bien, pero te prometo que está bien. Regresa a tu casa tranquila. Mandaréa mi chófer allí para que te recoja y así puedas ver a tu hermana para que puedas quedarte tranquila. Además,si quieres, puedes quedarte con ella aquí hasta que regrese vuestra madre.

-Creo que mejor decido cuando la vea. Iré a casa y tomaré algunas cosas.-Te mandaré a Terry para que te traiga y así no conduzcas preocupada.La escuchó suspirar pesadamente.-Está bien. Dame una hora o así.En cuanto colgó sabía que no lo había hecho muy bien porque la hubo puesto más nerviosa de lo que

pretendía. En la misma posición seguía cuando, una hora más tarde, sonó el aviso del portero de que subía su

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visita, así que, con cuidado, tumbó a Carola en el sofá tapándola con la manta y fue a la puerta a esperar aEmily.

- ¿Qué ha pasado? -Preguntaba sin cortapisas nada más salir del ascensor aún con el cabello mojado,seguramente de haberse duchado con prisas.

-Ayer la llevaba de regreso a casa y un coche nos embistió. Un borracho. Tu hermana resultó herida. Node gravedad. -Se apresuró a añadir al ver su cara de espanto-. Está allí. -Señaló el sofá-. Ha de descansar,pero he de despertarla cada dos horas para asegurarnos que no hay lesiones tardías. -Emily ya caminabahacia ella ansiosa-. Le han dado unos puntos en la sien que es donde se golpeó con la luna del cristal. Hapasado la noche un poco inquieta, pero sin mayores percances. -Iba diciendo en voz baja tras ella.

-Dios, parece agotada. Está muy pálida. -Decía arrodillada junto al sofá observándola con detalle.-Apenas si ha comido y las pastillas son un poco fuertes.-Pero ¿está bien? -Preguntaba insegura alzando el rostro hacia él.-Sí, de verdad, solo cansada y con dolor de cabeza. Le molesta un poco la luz por eso he echado las

cortinas, pero el médico ha dicho que es normal.Emily suspiró tras acariciarle la cara poniéndose en pie.-Pensaba dejarla ducharse, pero no me atrevo a dejarla sola en el baño. Cuando se despierte, si quieres,

la ayudas.Emily asintió dejando a un lado su bolsa.- ¿Has desayunado? -Preguntaba deseando mantenerla ocupada. Emily sonrió negando con la cabeza

viendo el desayuno aún en las bandejas sobre la mesa-. Pues aprovecha que aún dormirá algo más de unahora. Si quieres, te hago café.

Emily asintió y en cuanto él desapareció por la puerta que daba a la cocina miró a Carola sonriendo.-Me parece que alguien ha hecho una conquista. -Murmuró sentándose con cuidado junto a su hermana.Cuando Andrew regresó con un par de cafés ella estaba dando buena cuenta de los croissants.- ¿Qué más te ha dicho el médico? -Preguntaba aceptando la taza que él le cedía.En unos minutos le contó lo ocurrido y lo que después sucedió en el hospital.-Supongo que es una suerte que no ocurriese nada más. -Miró a su hermana frunciendo el ceño-. No sé si

querrá que se lo digamos a mi madre. Se alarmará mucho y se pasará semanas constantemente preocupada encuanto salga por la puerta de casa, como cuando nos robaron en la calle.

Andrew frunció el ceño y ella sonrió.-Un día, un par de niñatos medio idos por algo que habrían tomado, nos robaron en el centro a punta de

navaja. Les dimos el dinero y se marcharon sin más, pero mi madre se pasó semanas con el alma en vilo encuanto salíamos de casa.

-Entiendo. Supongo que las madres nunca dejan de preocuparse por sus hijos.Emily se acomodó en el sillón frente a Andrew y le sonrió:-Espero trates bien a Carola cuando me vaya y no seas muy tirano con ella.Andrew entrecerró los ojos presintiendo que su comentario iba más allá de avisarle como jefe de su

hermana. Esperaba que no pues no quería ser tan transparente. Andrew desvió los ojos hacia la puertadeseando que apareciese cuanto antes Carl.

- ¿Tienes juegos de mesa?- ¿Perdón?-Juegos de mesa. Monopoly, cluedo, quién es quién, damas, parchís, ese tipo de cosas.-No, lo siento, no.Emily suspiró:-Es una pena. Si vamos a estar aquí hasta el lunes necesitaremos distracción. No podemos estar dos días

viendo la tele. A Carola y a mí no encanta el Cluedo. Bueno, a mí más, y sé que cuando era niña ella lo jugabaconmigo para tenerme contenta. En realidad, nos gusta cualquier juego de mesa. Pero a ella no le pidas jugaral Backgamon que se pone triste. Solo jugaba con mi padre y desde que murió no ha vuelto a jugar. Tiene la

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caja en un cajón en su dormitorio. Seguro piensa que no lo sé, pero lo guardó para que nadie más lo tocase.Oh, ya sé. -Se enderezó y le miró sonriendo- Seguro tienes cartas. Todos los solteros, guapos y con dinerojuegan con sus amigotes al póker.

Andrew se rio entre dientes.-Sí, tengo cartas y fichas de póker, antes de que preguntes.Emily se frotó las manos mirándole sonriendo.-Pues mientras esta dormilona regresa al mundo de los vivos, podrías enseñarme algunos trucos que

seguro sabes.Andrew se rio negando con la cabeza caminando hacia una sala contigua:-No quiero ni imaginar lo que dirá tu hermana cuando se despierte.- ¿Qué va a decir, hombre? Que le enseñemos también.Carl entró apenas una hora después encontrándose a Andrew y Emily jugando a las cartas sobre una de las

mesas del salón y tras dejar las bolsas de comida que llevaba en la cocina se acercó a ellos que ni se habíanpercatado de su llegada.

-No sé si me atrevo a preguntar qué es lo que se supone veo.Andrew alzó de soslayo los ojos antes de volverlos a fijar en Emily.-Esta tahúr me ha robado cien dólares.-De momento. -Sonrió Emily complacida-. Te recuerdo que en esta mano nos jugamos el doble o nada.

Venga, millonario, enseña tus cartas para que pueda llevarme tus dos “Franklins”.Carl se carcajeó ante la cara desafiante de Emily.Andrew alzó las cejas esbozando una media sonrisa dejando sobre la mesa sus cartas:-Trío de nueves.Emily asintió seria:-No puedo negar que es una buena mano. Pero… -Dejó lentamente sus cartas en la mesa esbozando poco a

poco una sonrisa perversa-. No tanto como un póker de dieces.Andrew gruñó y alzó los ojos a Carl que se reía.-No te rías, lleva así una hora, la muy tramposa. Mano a mano, haciendo trampas, aunque no sé cómo.-Jugábamos todos los domingos con mi padre y sus dos mejores amigos. -La voz de Carola les hizo girar

el rostro hacia ella que miró a su hermana-. ¿Cuánto le has sacado?-Dos Franklins. -Contestó alzándolos entre dos dedos y moviéndolos divertida.-Una mañana provechosa. -La sonrió sin alzar la mejilla del almohadón.-No la animes. -Refunfuñó Andrew levantándose para acuclillarse delante de ella-. A ver, mírame. -Decía

tomándole el rostro entre las manos-. No tienes fiebre, pero te vas a echar el colirio para los ojos y, cuandocomamos, te daré otra vez las pastillas. -Giró el rostro y miró a Emily-. La vigilas mientras se ducha.

-Claro. -Contestaba poniéndose en pie como un resorte-. Así desentumezco los músculos y te dejorecuperar un poco de tu dignidad perdida.

Andrew suspiró lentamente mientras pasaba los brazos por debajo del cuerpo de Carola que pasó lossuyos por sus hombros sin apenas fuerzas.

- ¿Te podrás tener en pie en la ducha? Quizás sea mejor un baño. -Señalaba enderezándose con ella en susbrazos.

-Me quedaría dormida en el baño. Si Em me ayuda, prefiero una ducha.-Está bien. Vamos, ladrona de pacotilla, que la subo y la dejo en tus manos.-Eh, que he ganado limpiamente. No tengo la culpa que tus dotes con las cartas sean peores que las mías.Decía siguiéndolo y guiñándole un ojo, burlona, a Carl que se reía dejándose caer en un sofá.-Sois igualitas. -Se quejaba Andrew guiándola hasta el comienzo de las escaleras.- ¡Ay va! ¡pero si hay otro piso! -Exclamaba Emily siguiéndole entusiasmada mientras Carola se reía entre

dientes sin apartar la mejilla del hombro de Andrew.-Sí, igualitas. -Insistía él negando con la cabeza.

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La guio hasta la habitación de Carola y después al baño sentando a Carola en un taburete.- ¿Puedo dejaros solas?Emily asintió mirando en derredor.- ¿Podrás con ella? -Insistía Andrew desconfiado.-Sí, no te preocupes. -Le sonrió como si nada y después miró la ropa que había en la banqueta. Giró antes

de que Andrew atravesase la puerta y le dijo sarcástica-. ¿No deberías dejarme un walki talki o algo así? Pormucho que chille no creo que me escuches desde ese lugar lejano que es el salón.

Carola bajó el rostro riéndose mientras que él alzó los brazos dejándolos caer con resignación.-Qué paciencia y, ahora, por partida doble encima.Al llegar al salón Carl le sonrió con la misma sorna que había visto en la hermana de Carola.-Ni lo digas. -Mascullaba malhumorado-. Espero que hayas traído comida.-Sí, chino. -Se puso en pie caminando tras él en dirección a la cocina-. Está un poco débil, ¿no?-El médico ha dicho que las pastillas la dejarán aturdida un par de días, pero que mejor eso que el dolor

de cabeza que tendría si no.Ya en la cocina Andrew empezó a sacar de las bolsas los recipientes mientras Carl le observaba

atentamente.-Pareces cansado, ¿has dormido?-A ratos. Si se duerme hay que despertarla cada dos horas.Carl hizo una mueca.-Entiendo. -Se acercó a un armario y empezó a sacar platos y vasos-. ¿Te has dejado ganar?Andrew gruñó:-Ni de broma. Menuda habilidad tiene esa pelirroja.Carl se carcajeó viéndole refunfuñar.- ¿Por qué has esperado a que llegare para que se duchare? ¿No te has atrevido a ayudarla?-No. -Respondió secamente-. Y no he querido que piense que me he aprovechado cuando apenas si se

tenía en pie. Además, esta mañana no estaba demasiado bien y no he querido arriesgarme. Quizás debí decirlea Dorotea que se quedare. -Pensó de pronto enfadado consigo mismo pues la mandó a casa para poderquedarse con ella a solas.

Carl suspiró negando con la cabeza. Andrew estaba algo más que encaprichado de Carola. Solo con verlela cara mientras la sabía enferma, uno se daba cuenta que para su hermano ya no había vuelta atrás.

-Oye, la abuela me ha dicho que cuando Carola se mejore, la invites con su hermana a comer o tomar caféa casa. Quiere conocer esa la hermana locapor las historias truculentas antes de que se marche a Inglaterra.

-Pues tendrá que ser antes de dos semanas. -Respondía con aire ausente sacando el zumo de la nevera.- ¿Me lo vas a contar o te lo voy a tener que sonsacar? -Carl se apoyó en la encimera mirándolo serio

cruzando los brazos al pecho.- ¿Contarte qué?-Vamos, Andrew, te conozco, sé que algo te preocupa. ¿Qué es?Andrew suspiró apoyando las manos en una de la encimera cerrando los ojos.-Dios, tenías que haberla visto en el coche, inconsciente y sin moverse. Creí que estaba muerta. -Giró el

rostro y lo miró-. Cuando vi que se le movía el pecho por su respiración fue como si el mundo volviera agirar de golpe. No he pasado más miedo en mi vida ni sentido mayor impotencia.

-Pues no creo que deba repetirte que no desaproveches la segunda oportunidad que tienes.Andrew giró y le miró cara a cara.-Andrew.Un grito desde arriba les hizo a los dos salir a la carrera hacia el segundo piso y enseguida entraron en

trompa en el dormitorio encontrándose a Emily en la puerta del baño.-Lo siento, es que se ha terminado de vestir, pero se ha mareado y no me atrevo a moverla.Andrew ni se detuvo entrando de inmediato en el baño encontrándosela en el suelo sentada con la espalda

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apoyada en el mármol de la bañera con el cabello aún empapado.-Ven, pequeña.Al escuchar la voz de Andrew alzo la cabeza un poco desorientada pues todo me da vueltas notando sus

brazos tomarme y alzarme como si no pesare nada.-Ahora voy a llevarte abajo, comerás y te tomarás las pastillas.Carl y Emily iban delante de ellos caminando hasta el piso de abajo.- ¿Qué hay de comer? -Pregunto alzando un poco la cara hacia Andrew.-Carl ha traído comido china.-Me gustan los rollitos de primavera y el pollo agridulce. -Añado con voz cansada manteniendo la mejilla

apoyada en su hombro.-Pues más le vale haber traído eso o lo mandaremos de nuevo al restaurante.-No seas malo. Hay servicio a domicilio. Incluso te lo suben a este apartamentucho de tres al cuarto.Andrew se rio por fin alcanzando las escaleras.-Apartamentucho, ¿Eh? -Alzó el rostro al ver a Carl ir directo a la cocina con Emily-. Carl, mejor

comemos sentados en los sillones para que Carola pueda tumbarse.La acomodó en uno de los sofás tapándola con la manta como si fuere una niña pequeña sentándose a su

lado mientras Carl y Emily les llevaban la comida y las bebidas. Se rio viendo a los hermanos con cara deresignación cuando ella y Emily acapararon la caja con los rollitos y el pollo.

-Somos las invitadas y, por lo tanto, las que han de considerarse preferentes en todo. -Sonreía masticandoun bocado de rollito.

-Lo que sois tiene otro nombre: Abusadoras. -Respondía Andrew riéndose entre dientes antes de ponerlea su alcance las pastillas a modo de aviso.

Tras unos minutos Carola miró a Emily.-Le he puesto deberes. -Señaló con la cabeza a Andrew. Emily alzó las cejas exigiendo así una

explicación-: Tres películas semanales y le haré preguntas para asegurarme que las ve. No ha visto nada denada. Es un analfabeto en cuanto a cine se refiere.

- ¿Cómo de analfabeto?-Total. No ha visto Arsénico por Compasión, ni la Mujer del Año, ni nada de nada.Emily sonrió negando con cabeza:-Menos mal, un defecto importante. Ya empezaba a preocuparme tanta perfección.Los dos hermanos se rieron:- ¿En serio? ¿Perfección?-Bueno, bueno, no te los creas tanto que seguro es solo fachada y, como no te conocemos profundamente,

no podemos calibrar las muchas y graves taras de que adoleces. -Se apresuraba a decir Carola sonriendotraviesa.

Carl se rio:-Ese desconocimiento lo arreglo yo en un periquete. Con contarte algunas historias de este tipejo que tiene

el descaro de llamarse “responsable hermano mayor”, esa perfección quedará bien lejos de vuestros ojos.- ¿Te he dicho, jefe, que mi personaje preferido de lo del Watergate era “garganta profunda”? -Se reía

entre dientes Carola mirando divertida a Carl que se carcajeaba lanzando una mirada burlona su hermano.- ¿He de avisaros, ya que lo habéis olvidado, que en esta casa hay una excelente terrada desde la que

lanzar al vacío a molestos “invitados”?-Yo estoy convaleciente, no te atreverías. -Sonrió Carola complacida-. Además, aún me necesitas para

acabar con la auditoría de la empresa.-Creo que Bob podría continuar solo. -Replicó entrecerrando los ojos.Carola se llevó la mano al pecho teatralmente mirándolo con indignación:- ¿Me estás diciendo que soy prescindible?- ¿Qué puedo decir? Bob me sale más económico. Solo en comida me ahorro un pico.

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-Serás roñoso. -Mascullaba alargando el brazo quitándole la caja que el sostenía en su mano-. Eah, solopor esa maldad te quedas sin… -Miró el contenido-… sin los tallarines. Y te recuerdo me debes una bandejade pastelitos. -Miró a Emily con cara de ansiosa hambre-. Canutillos de chocolate rellenos de nata y tartitaspequeñas de manzana.

Emily sonrió a Andrew:-Eres un moroso de los dulces. -Chasqueó la lengua-. Otro importante defecto.-Seréis ingratas. Os estoy invitando a comer.-En realidad, nos está invitando Carl. Me lo ha dicho antes. -Emily señaló con los palillos en que sostenía

un trozo de carne a Carl antes de llevárselo a la boca.- ¿De veras? -Sonrío Carola mirando a Carl-. No has resultado un mal jefe después de todo.Andrew suspiró rodando los ojos:-Esto es el colmo. -Masculló mientras Carl se reía.Al cabo de unos minutos Carola miró a Emily:-Oye, un momento, tú no deberías estar aquí. -Emily frunció el ceño-. Acabo de acordarme. Hoy es la

pedida de mano de Steff, deberías estar preparando su fiesta con las chicas.Emily se encogió de hombros.-No pasa nada.-Claro que pasa. -Se enderezó quitándole de las manos con firmeza la caja de comida y los palillos de

entre los dedos-. Ahora mismo te vas. -La vio que iba a protestar-. Yo estoy bien. Tengo mis pastillas, a unjefe tirano que me despierta cada dos horas y que pagará su deuda de dulces, por la cuenta que le trae, -lanzóuna rápida mirada a Andrew de soslayo-, y una súper tele que sale de una banqueta frente a la cama, así queno has de preocuparte.

- ¿De una banqueta? -Preguntaba abriendo los ojos.Carola sonrió:-Uy sí. Es como tener el cine en la cama. Súper grande y luego la escondes cuando no la ves.Andrew se rio negando con la cabeza por la mirada de las dos hermanas, pero se detuvo cuando ambas le

lanzaron una mirada de evidente advertencia.Emily suspiró:-Carola, acabas de estar en el hospital y apenas si te tienes en pie.-Pero es que no me voy a poner en pie. -Señaló exageradamente el sofá-. No puedes perderte la

despedida ni el preparar con las chicas las sorpresas y bromas para Steff. Vamos, Em. Estoy estupendamente.Golpes más graves me he dado, ¿qué diablos? Me has dado. -Eso sí hizo que Emily se riese relajándose.

- ¿Seguro? Mira que en cuanto me vaya, ese torpe -señaló con el dedo a Andrew- es capaz de tropezarpor esas enormes escaleras y acabar los dos en el hospital antes de acabar el día.

Carl se carcajeó mientras Andrew carraspeó:- “Terraza”- Gruñó mirándola alzando una ceja.Emily se rio claramente no creyendo la supuesta amenaza.-Vamos, Em. Estoy bien y si necesitase algo te llamaría. Para eso están los móviles.Con algunas reticencias y quejas, por fin logró que su hermana se fuere diciendo que regresaría por la

mañana o antes si la llamaba.Menos de media hora después, Carl, Andrew y ella jugaban a las cartas, aunque Andrew sabía que en

breve se quedaría grogui con las pastillas como así fue. Tras recoger el almuerzo Carl y él se sentaron en laterraza dejando a Carola dormir en el sofá.

-Necesito que me prometas que no postergarás esto, Andrew. -Señalaba Carl mirándolo con fijezasentado frente a él-. Dentro de un mes me marcho a Virginia y no quiero irme sin saber que, al menos, tú, sípodrás empezar a ordenar tu vida con alguien que merece la pena.

-Te adelantas, Carl. -Suspiró pesadamente.-No, Andrew, de hecho, debiera haberte presionado desde el primer día que vi cómo la mirabas en mi

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despacho.Andrew suspiró pesadamente:-Lo he captado, ¿vale? Solo deja que lo haga a mi modo.Carl sonrió dejando la taza de café que tenía en la mano sobre la mesa.-Está bien. Para que veas que soy un hermano que apoya la causa, te dejo para que disfrutes de una

reservada tranquilidad con cierta terca mujer. -Tras recorrer unos metros hacia uno de los ventanales añadió-:Y llama a la abuela para que se quede tranquila.

Tras marcharse Carl, regresó al salón y después de observarla dormir unos instantes, con cuidado, latomó en brazos llevándola con él hacia el piso de arriba. La acomodó en la cama tras quitarle los zapatos y latapó con la manta poniendo el despertador para un par de horas después. Se quitó los zapatos, el jersey y setumbó a su lado solo con los pantalones.

-Eh, dormilona.Le acarició la mejilla con los nudillos lentamente intentando no rozar el golpe de su sien. La llamó un par

de veces más hasta que por fin abrió los ojos y sonrió.- ¿Has mandado a Carl a por mis pastelitos?Andrew sonrió:-Para tu información, descreída, están en la nevera desde esta mañana pues yo, competente como ningún

otro hombre, los he comprado sin ayuda de ese “cabeza hueca”.Carola sonrió desperezándose un poco.-Ya no me duele la cabeza y llevo todo el día durmiendo, no creo que eso sea sano. Necesito un poco de

actividad para que mi cerebro no muera de aburrimiento.Andrew sonrió:-Tu hermana dice que os encantan los juegos de mesa.Asintió sin separar la mejilla de la almohada pues estaban de costado frente a frente.-Sí. Nos justaban mucho a las dos y mis padres, pacientes, siempre jugaban con nosotras de niñas. Emily

es bastante atlética, pero yo soy bastante torpe así que no puede decirse que me gusten los deportes, pero enlos juegos de mesa soy un hacha. Soy la reina del Monopoly en casa. Tú tienes aspecto de dársete bien todoslos deportes.

Andrew sonrió deslizando un poco el rostro por el almohadón para acercarlo al de ella:-No puede decirse que no se me dieren mal. Aunque el auténtico deportista de cualquier cosa que se te

pase por la cabeza es Carl. Cualquier cosa que intenta la domina en menos que canta un gallo.Carola de pronto se sintió un poco nerviosa e inquieta, consciente de que estaba a solas con él, en una

cama, en su casa.- ¿Por qué estabas tan empeñado en venir a tu casa?Andrew frunció el ceño y guardó silencio unos segundos.-Quizás porque me siento un poco responsable de ti.-No fue culpa tuya. -Insiste.Andrew se mordió la lengua para decir que no era eso lo que había dicho, pero entendió que no era el

momento de decírselo.- ¿Qué tal si empiezo con mis deberes y vemos la película que ayer no llegamos a ver?Carola sonrió:- ¿Intentas hacer los deberes con ayuda?Andrew se rio removiéndose para alcanzar el mando de la tele.-Puede. ¿Te crees capaz de verla sin dormirte esta vez, marmota?- ¿Me acabas de llamar marmota? ¿Tú? Si eres tú el que me tiene grogui con tantas pastillas. -Refunfuña

removiéndose para quedar en una postura más cómoda para ver la televisión que ya se alzaba a sus pies.Andrew se acomoda a su lado buscando el canal clásico y después la película mientras decía:-En realidad, es ese médico el que te tiene grogui. Yo solo obedezco sus órdenes.

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-No le acuses a él. A mí el doctor Richarson me ha parecido un excelente profesional y un hombreencantador.

Andrew gruñó y sin mediar palabra se giró sorprendiéndola porque se colocó sobre ella liberándola desu peso porque se apoyaba sobre los antebrazos colocados a ambos lados de ella.

- ¿Te ha parecido encantador?Carola jadeó de pronto sorprendida y también desubicada sintiéndose completamente engullida por su

cuerpo y también abrasada y de algún modo acariciada por esos brillantes ojos verdes que ahora tenía aescasos centímetros de los suyos.

- ¿Qué? -Susurró sin saber siquiera qué le hubo preguntado notando como deslizaba las yemas de losdedos de ambas manos por sus mejillas.

Andrew sonrió notando la dilatación de sus pupilas, el rubor de sus mejillas, su pulso acelerado y elacelerado ritmo de su corazón.

- ¿Te ha parecido encantador el doctor?De pronto surgió en su cabeza la absurda idea de que está celoso siendo incapaz de evitar una sonrisa.-Es simpático. -Respondo sin ser capaz de dejar de sonreír, estoy segura que como una boba.-No tanto como tu jefe, el jefe de tu jefe, en realidad, pues no solo te da ricos manjares, sino que te deja

disfrutar de una súper pantalla de televisión en una súper cama.-Empiezo a creer que compensas ciertas carencias con aparatos, objetos y estancias muy grandes.Andrew se ríe dejando caer la cabeza en su cuello posando los labios en su cuello.-No puedo creer que hayas dicho eso… -Susurraba deslizando los labios por su cuello lentamente en una

suave caricia-. ¿No te han dicho nunca que no se debe aguijonear el pundonor de un hombre?- ¿Eso… eso he hecho? -Murmuraba antes de gemir cerrando los ojos disfrutando de la caricia, de la

sensualidad de sus labios y la calidez de su aliento contra su piel.-Sí, es lo que has hecho. -Contestaba alcanzando su oreja antes de atrapar su lóbulo entre los dientes para

deslizar después la lengua por él arrancándole un nuevo y más ronco gemido.Alzó el rostro sonriendo como un lobo a punto de devorar a la ovejita, dejándole unos segundos para

abrir los ojos. Cuando lo hizo, de nuevo disfrutó de ese más que evidente deseo flotando en sus ojos azulestras la suave nebulosa con que su aturdimiento había cubierto su mirada.

-Voy a besarte.Lo dijo casi en un susurro, pero con voz firme, sin moverse, aprovechando que ella no dijo nada para

posar sus labios sobre los de ella notándolos suaves, cálidos y de algún modo perfectos, carentes de artificioalguno. Se los acarició suavemente instándola poco a poco a responder, provocándola, deslizando la lenguapor su labio inferior, valiéndose del pequeño jadeo que emitió y de que entreabrió ligeramente los labiospara deslizar la lengua entre ellos y así profundizar, afianzar su beso. Gruñó cuando sintió el ligero temblorde su cuerpo bajo el suyo deslizando las manos, los brazos por debajo de su cuerpo mientras ella,tímidamente rodeaba su cuello con sus manos y después con sus brazos.

El cosquilleo y el ramalazo inmediato que sintió dentro de ella cuando le acarició el labio con la lenguadio paso a una indescriptible sensación y al despertar de una reacción de todo su cuerpo que Caroladesconocía hasta ese momento cuando la lengua de Andrew entró ansiosa, reclamante, poderosa y experta ensu boca enredándose con la suya, deslizándose por su paladar, reclamando lo que en ese momento ya erasuyo.

Notó el ligero movimiento de una de sus manos por su espalda abriéndose camino por debajo de la partesuperior del pijama y el suave calor de su piel calentar cada parte que acariciaba suavemente. Se removióligeramente debajo de su cuerpo, ansiosa por sentirlo más cerca y fue cuando él alzó un poco su torso antesde deslizar sus labios hasta su mandíbula y después deslizándolos por su cuello mientras ella se arqueaba sinpensarlo, solo respondiendo a su cuerpo, dándole mejor acceso y dejándose disfrutar de sus caricias. Susmanos se movieron y no supo cómo se encontró con ellas abriéndole la parte frontal del pijama mientras nodejaba de besar y acariciarla al tiempo que iba descubriendo su piel.

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-Preciosos. -Susurró ronco acariciando uno de sus pechos mientras se metía su otro pezón en la bocahaciéndola gemir de puro placer mientras enredaba sus dedos en su cabello por pura inercia.

-Andrew. -Jadeó cuando empezó a torturar sus pechos arrancándole sensaciones desconocidas que leatravesaban todo el cuerpo como si estuviere directamente conectado sus manos, sus labios y esa lengua quejuraría podría llevarla al cielo con solo rozarla.

-No te muevas, preciosa. -Murmuraba apretando uno de sus pechos con una mano mientras con la otra lebajaba sin cortapisar el pijama dejándola expuesta para él que antes de ser consciente de nada le habíaabierto las piernas pasando sus piernas por detrás de sus hombros y colocado entre ellas su cara mientras susmanos apretaban sus pechos y los torturaban con maestría.

Gritó, gritó como nunca en su vida cuando su lengua acariciaba sus clítoris arrancándoles sensacionesdesconocidas, elevándola a millas de distancia del suelo hasta llevarla tan lejos, tan alto que el orgasmo quesintió la partió en dos. Aun aturdida sonrió bajando la vista viéndole recorrer su cuerpo en caminoascendente. Tiró de su cabeza hacia ella riéndose antes de hacerle rodar quedando ella sobre él.

-Quiero más. -Susurró besándolo mientras deslizaba su mano por su pecho hacia abajo notando la fuerza ydureza de sus músculos bajo su palma sintiéndose enfebrecida y enardecida cuando alcanzó la cinturilla delpantalón deslizando la mano bajo ella hasta alcanzar su dureza que sintió vibrar bajo su mano con solorozarla.

Andrew gruñó rodando dejándola de nuevo bajo su cuerpo quitándose los pantalones con ansiosabrusquedad antes de colocarse entre sus piernas y sin dejar de mirarla a los ojos deslizó un brazo bajo suscaderas alzándoselas al tiempo que empujó en su interior.

Fue una sensación nueva, increíble y absoluta. Se sintió de maravilla con él completamente enterrado ensu interior, como si nada pudiese compararse a esa impresión, pero si aquello le dejó aturdida la sensaciónde él moviéndose en su interior con estocadas lentas y profundas, firmes y llenas de fuerza le empezaron arobar el aliento, un aliento que él tomaba de sus propios labios que devoraba con la misma ansia que sucuerpo hasta que nada más importó que esas sensaciones, esa forma que tenía de seguirlo, dejarse tomar y deentregarse hasta que perdió la noción no solo del tiempo sino también de todo aquello que les rodease.

-Eh, fierecilla.Noto el beso en mi oreja antes de que alce el rostro para ponerlo a mi altura. Estoy literalmente agotada,

extasiada y desconcertada y al alzar los ojos y toparme con los suyos, tan verdes, tan profundos e imponentes,comprendo lo que acaba de pasar y siento pánico. Pánico porque estoy en la cama con mi jefe, pánico porqueni en mis más locos sueños hubiere creído que podría acostarme con un hombre como él, pánico porque hasido fantástico.

Acaricia sus labios con los míos sin moverse ni un ápice de dónde está, dentro de mí, sobre mí, alrededorde mí.

-No se te ocurra arrepentirte, ¿me oyes? -Ordena seguro y, al mismo tiempo, cariñoso mirándomefijamente.

Gimo cerrando los ojos.-Me acabo de acostar con mi jefe. -Me reprendo.-No. -Su voz tajante me hace abrir los ojos-. Te has acostado conmigo, con Andrew. Aquí no soy tu jefe.Ese comentario, de pronto, hace que me ría tontamente.- ¿No lo eres?Sonríe moviéndose solo un poco para sacar los brazos de debajo de mi cuerpo y colocarlos a ambos

lados de mí tomando mi rostro entre las manos;-Bueno, lo soy, pero para ti, aquí, juntos, cuando estemos fuera de la oficina, lejos de otros ojos, no lo

soy.Sonrío alzando las manos enredándolas a ambos lados de su cabeza en su espeso cabello.-Interesante teoría. ¿Cómo funciona?Ensancha su sonrisa dejando caer la cabeza besándome en los labios de modo suave, cariñoso.

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-Pues, verás. Durante el día, seré tu jefe, tu jefe supremo y durante la noche, fuera del trabajo, solo seréAndrew, tu hambriento Andrew, uno que piensa devorarte sin contención. Nadie ha de saber nada de esto,solo tú y yo.

Dentro de mí surge, de algún lugar, una fuerte desilusión al escucharle decir que lo quiere mantener ensecreto, como si describirlo, expresarlo de ese modo implicase que no solo se avergüenza de mí o de la ideade que le asocien a nivel personal con alguien como yo, sino también noto un pequeño escozor en el pechopor el golpe de realidad que supone saberme, porque él sepa que soy menos que él, menos que lo que élnecesita o busca y al tiempo, porque soy consciente de que no deseo, a pesar de ello, separarme de él, porhumillante y desconsolador que sea. Asiento sin decir nada, simplemente dejándome disfrutar del espejismode este momento ya que comprendo, entiendo que, tras este espeso velo de aparente normalidad, del supuestoinicio del romance entre dos personas, solo se esconde el que soy su empleada y él mi jefe, un jefe que medeslumbra, me aturde y me seduce con solo proponérselo.

Desliza los dedos de una de sus manos con delicadeza por mi frente.- ¿Te duele?Niego con la cabeza:-Ahora no.Sonríe y baja los ojos de nuevo a los míos:-Tienes unos ojos preciosos.-Gracias. Es lo único que he heredado del físico de mi madre. Ella y Em son iguales, pero yo me parezco

más a mi padre, a mi abuela paterna, en realidad.-No creas. Os parecéis mucho. Aunque ella sea pelirroja.Ensancha su sonrisa antes de ladear la cabeza y posarla en mi cuello mientras se remueve ligeramente

haciéndome arder casi de inmediato, sintiendo la fricción de nuestros cuerpos, sus manos deslizándose por elmío, él creciendo en mi interior mientras toma entre los dientes uno de mis pezones haciéndome arquear deinmediato y gemir de puro placer inconsciente e incontrolable. Sí, lo que logra dentro y fuera de mí esincontrolable pues no alcanzo a hacer nada más que dejarme llevar.

- ¿Tienes hambre?La pregunta me llega casi como un eco lejano más de dos horas después. Estoy exhausta. Tumbada boca

abajo con los ojos cerrados y los brazos cruzados bajo la almohada en la que apoyo la cabeza, con élacariciándome ociosamente la piel de la espalda y el trasero.

-Umm.-Tomaré eso como un sí. Un sí, estoy hambrienta y perezosa.-Umm.Se ríe dándome un beso en la nuca tras retirar mi cabello dejándolo caer por un hombro antes de auparse

y salir de la cama haciendo que yo abra ligeramente un ojo viéndole ponerse los pantalones, sin molestarse enponerse nada más, antes de salir de la habitación al tiempo que dice:

-No te muevas de ahí. Voy a por comida y bebida. No quiero que me acuses de matarte de hambre.Sonrío sin poder evitarlo y entierro el rostro en la almohada pasados unos segundos. Esto es una locura,

una locura de la que no saldré bien parada. ¿Cuánto tardará un hombre como él en cansarse de mí? Dudo quemucho y seré yo la que salga dolida porque me guste o no, no tardaré en enamorarme de él si es que no loestoy ya y cuando me deje, pues me dejará, yo habré de seguir viéndole en el trabajo. Es mi jefe, maldita sea.Ladeo la cabeza y veo que la tele, aún sin volumen, está encendida. Rio entre dientes de inmediato porquereconozco la película. Es una de las favoritas de mis padres. Siempre que la veían se reían, aunque se lasupieren de memoria. Me remuevo un poco para quedar en la misma postura, pero con la vista en la televisióny así es como sigo cuando regresa Andrew con una bandeja que deja en una de las mesitas de noche.

- ¿De qué te ríes?Señalo la película sin apartar los ojos de la pantalla mientras él se tumba de nuevo detrás de mí y

tomando el mando, que no sé dónde estaba, sube el volumen.

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- ¿Es buena?-Sí. -Le miro de soslayo mientras él se queda de costado apoyado sobre un codo-. Tampoco la has visto. -

Niega con la cabeza sonriendo divertido-. Es “El mundo está loco, loco, loco” de los años sesenta. Salen unmontón de actores famosos de aquella época.

- ¿De qué va?Giro la cabeza y le miro sonriendo disfrutando de la caricia de su mano por mi espalda.-Es un poco una suma de absurdos personajes que se van enterando de que hay un dinero escondido en un

lugar y se lanzan a la carrera a buscarlo para alcanzarlo antes que nadie. Es disparatada, absurda yabsolutamente caótica pero muy divertida. La escena final es de las más divertidas que hay. Mis padressiempre acababan llorando de risa con ella y eso que la debían haber visto cien veces.

Se inclina y me besa en la mejilla abrazándome después, quedando los dos mirando la televisión.-Tienes predilección por las películas en las que los actores ya están muertos o casi, ¿no?Rio por el modo de describirlo, burlón y divertido.-Es cine clásico, burro.Se remueve y coloca la bandeja en la cama delante de mí.-Anda, come un poco que después has de tomarte las pastillas y no quiero que lo hagas con el estómago

vacío.Sonrío porque incluso cuando se pone protector le sale una vena tirana nada desdeñable. Alzo un poco la

cabeza y observo lo que hay en la bandeja alcanzando rápidamente un bollito con jamón y queso.- ¿Nunca cocinas? -Pregunto masticando el bollito.-Lo cierto es que no. Como fuera o lo que Dorotea deja preparado o si no encargo la comida. -Responde

pasando su brazo sobre mí para alcanzar un bocadillo.-Eso hay que remediarlo. No puedes considerarte un hombre completo si no sabes, al menos, un par de

platos para poder presumir de cocinillas.-Nena, yo no quiero presumir de cocinillas.Resoplo.-Otro defecto. Careces de la curiosidad por las tareas más sencillas de la vida diaria. -Chasqueo la

lengua-. Al final, mi jefe va a tener razón y cuando te conozca un poco voy a encontrarte miles de defectosque te alejen de esa falsa perfección que luces exteriormente.

-Ni se te ocurra hacer caso a ese mentecato.-No sé, no sé. Empiezo a entender que ese mentecato se acerca más a la perfección que cierto jefe

supremo sin gusto por la cotidianidad.Se ríe besándome en el cuello.-No seas mala. Hay una actividad muy cotidiana que me encanta hacer y pienso practicarla mucho contigo.- ¿Comer? -Pregunto entre risas mirándolo por encima de mi hombro.-Oh sí, comerte a ti. -Dice dándome un travieso mordisco en el cuello para después dejarme comer

mientras vemos la película entre risas y bromas.Tras tomarme las pastillas no tardo en quedarme dormida, justo al final de la película notando como él me

tapa y abraza hasta que el sueño me vence.Durante la noche me despierta dos veces más para cerciorarse de que estoy bien y las dos veces

acabamos haciendo el amor sin contención ni mesura dejándome agotada, pero, también, con el cuerpomaravillosamente bien, satisfecho y complacido.

Estoy desayunando en la terraza cuando Emily aparece con un aspecto más que evidente de no haberpegado ojo, lo que hace que me ría cuando se deja caer en un sillón de la terraza mirando a Andrew quetambién se ríe.

-No preguntaré qué es lo que hacen alocadas chicas en una despedida de soltera tras una supuesta pedida.-Dice apresurándose a cederle una taza de café mientras mi hermana devora un croissant.

-Pues no creas que nos descontrolamos tanto. A Steff lo de los strippers y eso no le gustan nada, así que

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fue solo una fiesta de chicas recordando la escuela, los años de universidad. Incluso visionamos un video dealgunos momentos de lo más bochornoso de Steff y la mayoría de nosotras.

-Pues habrá sido un largometraje porque menudas eráis, os metíais en cada locura que es increíble quealguna no tenga ficha policial. -Rio mirándola.

-No éramos tan malas. -Protesta sin mucha convicción antes de mirar a Andrew con una sonrisa de oreja aoreja que conozco bien y sé que esconde una maldad-. He traído algunos juegos de mesa. Vas a morder elpolvo.

Rio girando el rostro para mirar a Andrew que se ríe entre dientes.-No, no te rías. Piensa que te ganó los doscientos pavos casi sin esfuerzo, imagina lo que hará con juegos

de mesa que ambas jugamos desde niñas. Uy… -la miro abriendo los ojos-… ¿has traído el monopoly?Podemos jugar a las “finanzas” con el millonatis a ver cuánto podemos sacarle.

Andrew se carcajeó.-A ver, pequeñas mafiosas, podéis ser tiburones financieros en el monopoly pero, os aseguro, que perder

dinero de mentira no hará la menor mella en mis bolsillos. -Entrecerró los ojos mirando a Emily-… no comoayer, ladrona de pacotilla.

-Ahh, pero un millonatis como tú, seguro necesita la emoción del riesgo, el incentivo de ganar o perderalgunos “verdes”. -Emily le miraba maliciosa y desafiante.

- ¿Intenta aguijonearme, esta endemoniada mujer? -Pregunta mirándome a mí que me encojo de hombros.-Algunos “verdes” darán emoción al juego y seguro incentivan ese instinto asesino de empresario voraz.Andrew se carcajea:-Menudo par de estafadoras. Intentáis pincharme para que pique.- ¿Y funciona? -Pregunto sonriéndole aún desafiante.-Más os vale haber traído dinero, par de fulleras, pues no os marcharéis sin haber saldado cuentas

conmigo. Y tú. -Señala con un dedo a Emily-. Espero no hayas gastado los doscientos dólares que me birlasteayer porque hoy me los devolverás.

- ¡Estupendo! -Emily se ríe frotándose las manos y me mira cómplice-. Le he echado el ojo a una cazadoraforrada de piel de borreguito para el viaje que me va a pagar el millonatis. Incluso sin mis facultades a plenorendimiento, creo que podré vencer a este engreído millonario.

Rio mirando de soslayo a Andrew que suspira rodando los ojos.-Os dejo que terminéis de devorar el desayuno mientras voy a hacer un par de llamadas, entre otras a mi

banco a ver cuánto efectivo seré capaz de tener a mano para cierta tahúr. -Añade levantándose de la mesamirando de soslayo a Emily que se ríe.

Cuando se ha alejado, Emily se me queda mirando seria unos segundos antes de dejarse caer en elrespaldo del sillón sonriendo:

-Te has acostado con él.Gimo cerrando los ojos porque es muy evidente al parecer.-No sé qué ha pasado, lo juro y aun sabiendo que no tiene futuro no me he resistido. Es un poco horrible,

¿no? Tengo poca resistencia o autoestima o lo que sea para dejar que ocurra algo que sé él pondrá fin cuandose canse de mí dejándome hecha polvo.

- ¿Por qué crees que ha de cansarse de ti?-Vamos, Em. -Suspiro negando con la cabeza-. Sabes bien la clase de mujeres que siempre rodean a los

hombres como él. En un abrir y cerrar de ojos tiene una mujer despampanante ante él, ¿por qué habría deconformarse conmigo?

-No se conforma contigo. -Responde airada-. Tiene suerte de estar contigo, Carola. Eres estupenda.Además, como dices, tiene mujeres a patadas. Si te ha elegido será por algo.

-Sí, por cambiar solo un instante. Se cansará de mí enseguida ya lo verás.-No, no lo veré y me molesta que te infravalores de ese modo. Y si se cansa de ti es que es idiota y no te

merece.

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Rio al escucharle llamar “idiota” a Andrew.-Eres la mejor.-Sí que lo soy y por eso vas a ayudarme a ganar a ese millonatis. -Dice sonriendo orgullosa.Rio negando con la cabeza viéndole regresar.-Millonatis, creo que he de advertirte que voy a aliarme con mi hermana para sacarte los cuartos.Se carcajea dejándose caer en el sillón.-La arrogancia es el primer paso para una caída sonora. Vais a caer y a plomo, además. -Dice mirándonos

indistintamente haciéndonos reír a las dos.-Ya veremos. -Dice Emily sonriendo antes de salir a la carrera hacia el interior al tiempo que grita-: Voy

a por la bolsa de los juegos. Carola, no dejes que se nos escape el pichón.Rio y miro a Andrew de soslayo que se pone en pie y sorprendiéndome me toma en brazos llevándome

con él.-Vamos, nena, veamos cuán hábiles sois intentando desplumar a este pichón.Le rodeo los hombros con los brazos y le beso la barbilla ante de decirle:- ¿Cuál es tu límite, mi querido pichón? ¿Hasta dónde podemos aguijonearte para desplumarte?Se carcajea entrando conmigo en brazos en el salón donde Emily ya está arrodillada frente a la mesa de

uno de los sofás dejando la caja del monopoly.Desde el primer refunfuño hasta el último, Emily y yo no paramos de carcajearnos a costa del pobre

Andrew que apenas si da una a derechas, incluso los dados parecen haberse aliado en su contra.-No puedo creerlo. -Se queja tras la pérdida de su último hotel-. Venga, tramposa, dime a cuánto asciende

mi supuesta “deuda” según ese baremo tan rastrero que os habéis sacado de la manga para sacarme dinero.Emily se carcajea tomando la libreta en la que va anotando los puntos y los dólares asociados a cada uno

que nos van correspondiendo según las jugadas.-Bien, puedo declarar que oficialmente, al menos en el monopoly, no eres el millonario entre los

presentes, sino pobre como una rata. Tus deudas ascienden a ciento veinte dólares a mi favor y ciento treinta ycinco a la de Carola.

Sonrío divertida al ver cómo le arrebata la libreta con cara de incredulidad.-Pero… seréis… ¿Cómo que veinte dólares de penalización?-El total por tus entradas y salidas de la cárcel. ¿Qué culpa tenemos nosotras de que seas un delincuente

reincidente? -Pregunta Emily alargando el brazo arrastrando hacia el borde de la mesa y después la caja todaslas fichas y el dinero antes de tomar el tablero y guardarlo-. Pero, para que veas que somos unas mujeresencantadoras, o, mejor dicho, que Carola es una mujer encantadora pues yo he de ahorrar cada céntimo paracosas interesantes, ella, con lo ganado, pagará el almuerzo.

Rio negando con la cabeza antes de abrir la mano frente a Andrew.-Ya sabes, págame para que pueda invitarte a comer.Andrew se carcajea yendo hacia una cómoda y después abrir un cajón, regresando un par de minutos

después con varios billetes que nos entrega a ambas.-Sois unas ladronas.-A lo sumo estafadoras pues nos hemos valido de tus innumerables carencias en el juego para ganar

dinero a tu costa. -Dice Emily guardando su dinero en el bolsillo de su pantalón y alargando la mano paratomar el mío de la mesa-. Voy al restaurante de la esquina a comprar el almuerzo. Tiene buena pinta y seguroque tiene cosas comestibles para hoy.

En cuanto se despide con la mano mientras las puertas del ascensor se van cerrando, me tumbo en el sofáun poco cansada.

-Deberías avergonzarte. Acabas de ayudar a tu hermana a “estafarme” dinero. -Va diciendo rodeando lamesa para después tumbarse conmigo en el sofá haciendo que me remueva un poco para dejarle espaciopegando la espalda a la parte del respaldo mientras él se coloca cara a cara conmigo.

-Bueno, puedes pensar que simplemente has pagado el almuerzo y que has colaborado en los gastos de

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viaje de mi hermana. Así, en tu cabeza de millonario despilfarrador, solo serás generoso y no un simplepichón estafado.

Gruñe cerniéndose sobre mí atrapando mi boca cerrando los brazos a mi alrededor.-Eres una estafadora muy sexy, eso no puedo negarlo.-Tengo un chichón y un morado en la sien, una herida con varios puntos, ojeras y estoy segura un aspecto

desastroso, ¿Cómo puedes decir que estoy sexy? Tú también te golpeaste con la cabeza ayer, ¿a que sí?Sonríe deslizando dos dedos por mi frente retirando un mechón de pelo de ella.-Estás muy sexy. Siempre estás sexy, incluso con tu trasero en estado de incandescencia.Rio entre dientes enterrando la cabeza en su cuello.-Anda, loco, deja que cierre un poco los ojos mientras llega mi compinche con nuestro almuerzo.Me acomoda mejor en sus brazos quedando tumbados y abrazados.- ¿Te duele la cabeza?-Un poco, pero solo es cansancio. No te preocupes. Aunque cuando mañana mi madre regrese a casa por

la tarde y me vea, seguro hace todo tipo de alharacas.-Pero esta noche te quedas aquí.-Umm, pero habrás de dejarme ir a casa temprano para cambiarme. Por suerte tengo el ordenador y la

memoria intactos en el bolso.-Tienes ropa arriba.Alzo un poco el rostro para mirarlo.- ¿Lory tiene ropa de trabajo aquí?Sonríe negando con la cabeza.-Te he encargado algunas cosas. -Abro la boca, pero se adelanta a decir-: Te debo al menos lo que

perdiste el viernes.-Andrew, no exageres, solo era una camisa y un pantalón.Me besa suave en la frente volviéndome a acomodar en sus brazos.-Dame el gusto. Además, así no me harás salir a toda prisa mañana.-Eres un poco mandón, pero no me quejaré si prometes dejarme tomar café. Y antes de que protestes,

recuerda que he de tener la mente despejada para poner al día el caos de la contabilidad de tu empresa.Se ríe sin separar sus labios de mi frente.- ¿Intentas enredarme para que te dé cafeína?-Algo así. -Reconozco-. Además, el doctor ha dicho que no puedo tomarlo con las pastillas, pero seguro

que mañana ya no las necesito.-Serías capaz de dejar que te estalle la cabeza de dolor con tal de no negarte el café, ¿verdad? Eres una

cafeína-adicta.-Piénsalo de este modo; he reconocido ante ti que quiero café. Podría haberme callado y preparado uno

en Andrea nada más llegar a la oficina. No seas muy severo conmigo pues solo he sido sincera y honrada.-Sincera y honrada. Eres una lianta de cuidado. -Contesta riéndose entre dientes.-Andrew, ¿cómo he de comportarme mañana? Mañana Bob y yo nos trasladamos a la planta superior

como pediste para terminar la auditoria lejos de ojos curiosos.Alzo los ojos para mirarlo cuando escucho su lento suspiro.-Nadie ha de enterarse de esto, Carola. Trabajas para mí, realizas la auditoría de las cuentas de las

empresas y, además, luego asumirás el puesto de jefe de contabilidad. Debemos separar el trabajo de lo quehagamos fuera tú y yo. Dentro de la empresa seguiremos como hasta ahora.

Asiento consciente, sin embargo, del poso de desilusión que empieza a brotar en mi interior como elcreciente temor a enamorarme de un hombre que no dudará en dejarme en cuanto lo crea oportuno y, aun conello, en vez de cortar de raíz, deseo disfrutar del poco tiempo que tenga con él. Debo ser idiota o masoquista.Suspiro deslizando los dedos por su mandíbula dibujándola lentamente.

-Te has portado muy bien este fin de semana. Has sido un carcelero atento y cuidadoso.

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Andrew se ríe negando con la cabeza:-Debiera darte unos azotes. ¿Carcelero?- ¿Guardián?-Suena mejor, pero tampoco es que resulte muy halagador.- ¿Guapo guardián?-Mejoras, pero aún te queda un largo camino que recorrer para curar mi ego dañado.

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Rio dejando caer la cabeza en su hombro.-No seas mentiroso. No has tenido el ego dañado en tu vida, es más, estoy segura de que tienes tan

elevado concepto de ti mismo que, ni subiéndome a un cohete lo alcanzaría para, siquiera, hacerle un arañazominúsculo.

-No pareces muy consciente de hallarte en mis brazos, endemoniada mujer, con lo que te tengo muy a mialcance para hacerte pagar cada una de esas “halagadoras palabras”.

-Bueno, bueno, no te pongas a malas que aún estoy convaleciente, recuérdalo. Además, si eres bueno,veremos la primera de tus películas de deberes y gozarás de los inestimables comentarios de dosencantadoras mujeres expertas en cine clásico.

La vibración de su risa en su pecho me hace sonreír y también notar cuán agradables me resultan su aromay su calor y me dejo disfrutar de ellos unos minutos hasta que una llamada que el coge le avisa que Emilyregresa y está subiendo. Me endereza para quedar sentados tras besar mi frente a tiempo de que se abra elascensor y aparezca Emily con un par de bolsas en las manos.

-Me siento demasiado bohemia en este barrio. -Dice acercándose a nosotros-. Es un restaurante decomida francesa y oriental. Menuda mezcla. -Se ríe negando con la cabeza.

Rio mirando a Andrew que suspira rodando los ojos acompañándola a la cocina donde le escuchodespués reírse, seguro que de alguna maldad que le haya dicho, y cuando regresan Emily sonríe de oreja aoreja:

-Este ricachón no sabe dónde está nada en su cocina, lo que demuestra que no ha cocinado nunca. -Chasquea la lengua y mira sobre su hombro a Andrew-. Otro importante defecto, ¿no te parece?

Rio asintiendo.-Eso mismo le he dicho yo.Andrew gruñe tras ella antes de dejar la bandeja en la mesa y sentarse a mi lado.-No sé qué tan malo es que no sepa cocinar ni tenga interés por hacerlo, sobre todo cuando no lo necesito.-Pero nunca sabes cuándo necesitarás hacer ciertas cosas y, sobre todo, saber hacerlas, especialmente

cuando son cosas muy básicas. -respondo sonriendo burlona mientras acepto el plato que me cede Emily, peroenseguida frunzo el ceño-. Pero ¿serás bruja?

Emily se carcajea removiéndose en el sillón claramente burlándose a mi costa.-Sabía que iba a encantarte el primer plato.-Puag… -remuevo los hombros con repelús cediéndole el plato a Andrew que sonríe alzando las cejas

curioso-. Detesto la col. No me gusta en ninguna de sus variantes, cocida, en rollitos, en ensalada, en sopa,puag…

Andrew sonríe mirando los rollitos de col rellenos del plato.-Mamá decía que de pequeña cuando cocinaba cualquier cosa con col, Carola se encerraba en su

habitación acusándola de maltrato infantil.-Eso lo dice la que me estuvo persiguiendo por todo el jardín de los vecinos el día que le di a probar las

verdaderas chips inglesas.- ¡Por el amor de Dios! Eso no eran chips, eran patatas fritas con vinagre. ¡Con vinagre! ¿A qué demente

se le ocurre mojar en vinagre las patatas?-Pues a todos los del país que vas a conocer en breve. Te recuerdo que el plato de comida rápida más

famoso de los ingleses es el fish and chips. -Emily suspira con resignación y yo miro con gesto dulce aAndrew y le pregunto-: ¿Me pasas algo que no lleve esa cosa verde tan desagradable que algunos llaman col?

Andrew se ríe cediéndome un delicioso plato de carne asada con berros en crema muy al estilo francés.-Mi abuela quería invitaros a comer o a cenar a ambas antes de que Emily se vaya. -Las dos le miramos

sorprendidas-. Bueno, no todos los días se conoce a una forofa por las novelas de detectives e historias decrímenes como ella.

- ¿También le gustan? -Pregunta Emily sonriendo de oreja a oreja y Andrew asiente.-Dice que tiene alma de detective. -Digo recordando su comentario de unas semanas atrás.

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Emily se ríe:-Ahora sé que me va a caer en gracia. -Mira a Andrew y sonríe de oreja a oreja-. Pero tiene que ser en

estos días porque me marcho dentro de dos domingos.-Quizás este viernes, si os parece.Asiento tragando un trozo de carne.-Podríamos recogerte, Em, tras el trabajo. Seguro que Lory y la señora Hamilton te mantienen entretenida

mientras yo informo al pesado de mi jefe de su desastrosa contabilidad.Andrew se carcajea.-Se supone que bajo tu mano está dejando de ser desastrosa.-Aún estoy en proceso de arreglarlo, pero hasta que no acabe no dejaré de tildarla de tal modo. Menudo

lío teníais. De hecho, creo que cuando terminemos deberías darnos un bonus por buena labor a Bob y a mí.Andrew se ríe negando con la cabeza.-El caso es sacarme los cuartos, ¿no es así?-Es mi único objetivo, sí. -Le sonrío divertida y él me devuelve la sonrisa antes de que desvíe los ojos a

Emily que está devorando los rollitos de col que le encantan-. Cuando terminemos podemos ver una películaclásica en la súper tele del dormitorio.

Andrew sonríe:-Podemos verla en la sala de audiovisuales.Las dos giramos el rostro como un resorte y como si estuviésemos coordinadas exclamamos con una voz

algo estridente:- ¿Tienes sala de audiovisuales?Andrew se carcajea no sé si por nuestras caras de puro asombro o por el hecho de que estemos tan

anonadadas, aunque es evidente lo ha dicho para vernos así.-De verdad que sois igualitas.-A ver, a ver…. -Me remuevo ignorando el comentario-. Cuántas habitaciones tiene este apartamentito

tuyo porque entre la terraza, los siete dormitorios con baño, los salones, el despacho, en fin, que casi voy acreer posible que tengas una pista de tenis.

- ¿Siete dormitorios? -Pregunta Emily con la misma cara de asombro anterior-. Pero ¿tú no vives solo?Andrew sonríe negando con la cabeza:-Me gusta saber que pueden quedarse cuántas personas de la familia quieran sin necesidad de sentirnos

agobiados.-Por favor, podrías meter aquí a la armada y seguirías sin sentirte agobiado. -Refunfuño antes de mirar a

Emily y decirle con tono terco-. Hemos de usar esa “salita de audiovisuales”, aunque solo sea para podermorir habiendo dicho eso.

Emily asiente con el mismo gesto que yo antes de sonreír a Andrew y decirle con ese tonillo casuístico yburlón que emplea:

- ¿No crees que es exagerada tanta ostentación de tamaño?Andrew se ríe y la mira con gesto sardónico:-Ni se te ocurra decir algo así como “intenta compensar otras carencias” o algo similar que te veo venir y

eso ya me lo ha dicho cierta hermana carente de sentido de la auto conservación.Emily y yo nos reímos ante el tono y la mirada de advertencia, aunque es evidente se divierte.Sí, desde luego vemos y usamos la “salita de audiovisuales” que no es sino una sala con cómodos y

amplios sillones colocados frente a una pared en la que se hay una gigantesca pantalla que sirve para cine,juegos e incluso aparatos 3D. Tras almorzar, Emily y yo estuvimos enredando un poco con la pantalla, losjuegos y los aparatitos con los que cualquier forofo de la tecnología perdería el oremus y después vimos conAndrew, por fin, la película “Arsénico por compasión” con la que Emily y yo no paramos de reírnos y hacerbromas con echarle arsénico en la comida para quedarnos con su pisito. Cuando ya hubo anochecido y con unpequeño dolor de cabeza molestándome, acabamos en el salón, ellos jugando a las cartas y yo en el sofá

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adormilada viéndoles.-Creo que será mejor que la suba a descansar. -Señaló Andrew una vez la supo dormida-. Puedes dormir

en el dormitorio que suele usar Lory, como buena acaparadora, se hizo con el mejor dormitorio tras elprincipal incluso antes de traer los muebles.

Emily se rio dejando las cartas en la mesa:-Eso lo creo. El viernes consiguió que los que nos trajeron la comida, nos regalasen los postres solo con

ponerle ojitos al del catering.Andrew gruñó:-Creo que hubiere preferido no saber que esa enana pone ojitos a nadie.-Oh, venga, tiene veinte años, debe de haber puesto ojitos desde hace mucho. -Le respondía con sorna.Andrew suspiró poniéndose en pie tomando con cuidado a Carola que estaba completamente dormida

para subirla al dormitorio. Apenas había alcanzado la mitad del pasillo de la planta de arriba tras dejar aEmily en la puerta del que sería su dormitorio esa noche cuando escuchó:

-Qué lista es Lory. Menudo cuchitril, millonario derrochador.Carola se rio cerrando los brazos alrededor del cuello de Andrew:-Eres un millonario derrochador.Andrew sonrió besándola en la frente.-Al parecer sí que lo soy.La sentó en la cama aun adormilada y, tras quitarle los zapatos, la ayudó a desvestirse dejándola solo en

ropa interior antes de meterla bajo las mantas y seguirla tras haberse desnudado.- ¿Quieres una pastilla para la cabeza? -Pregunta abrazándome cariñoso y posesivo.Niego con la cabeza antes de apoyarla en su pecho, fuerte, cálido, varonil y con ese ligero vello

poblándolo.-Solo estoy un poco cansada. -Sonrío alzando los ojos-. Estoy pensando que quizás convendría decir,

conforme llegue a la empresa y me vean lesionada: “esto es lo que hace el jefe cuando se le contradice”.Andrew se río deslizando las yemas de los dedos por su frente suavemente:-No serías capaz.-Oh, sí que lo sería, claro que podría guardar silencio a cambio de… ¿una cestita de magdalenas a la

semana?Andrew sonrió girando dejándola bajo su cuerpo de espaldas al colchón:-Puede que acepte e incluso incluiría algunos deliciosos croissants si prometes que, si te duele la cabeza,

te mareas o te encuentras mal, me avisarás enseguida.-No sé, no sé… el doctor Richardson parecía un hombre encantador al que poder acudir en primera

instancia. -Respondo con cierta picardía mientras enredo los dedos en su espeso cabello tras sus orejas.-Ni se te ocurra. -Gruñe acariciando mis labios con los suyos antes de mordisquearlos-. Es a mí a quién

acudirás sin dudarlo, promételo. -Rio divertida disfrutando del modo en que sus ojos verdes parecenacariciar mi piel calentándola tanto como sus caricias y sus besos-. Promételo, nena.

- ¿Una cesta de magdalenas y croissants para Bob y para mí?-Cada lunes por la mañana. -Sonríe divertido deslizando las manos por mi espalda notando como abre el

cierre del sujetador sin esfuerzo para después hacerme olvidar incluso mi nombre.-No puedo aceptar esto.Me quejo sentada en la cama envuelta en una toalla tras ducharme con las prendas con que pretende me

vista esa mañana en las manos. Ropa nueva, carísima, ¿qué digo? Más cara que la que seguramente costó todomi armario.

Él, que acaba de entrar tras haber ido a su dormitorio a arreglarse y que parece sacado, como siempre, deuna revista de moda masculina súper chic, se acerca y se coloca entre mis piernas apartando la falda que aúnsostengo entre mis manos mitad admirada mitad avergonzada porque alguien me compre algo tan caro. Tomami rostro entre sus manos y lo alza para que pueda mirarlo a los ojos.

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-Nena, solo es ropa.Suspiro tras sentir sus labios acariciando mi frente con cuidado pues acabo de cambiarme en apósito.-Si no te apresuras te quedarás sin desayunar y estoy seguro que cierta hermana tan comilona como tú, no

dejará bocado alguno para ninguno de los dos.Sonrío asintiendo.-Pero no puedes llevarme a la oficina. Tú lo dijiste, allí eres mi jefe y nadie debe saberlo.-Terry os llevará a Emily y a ti y yo iré en mi coche.De nuevo asiento no queriendo pensar en esta situación más allá de lo necesario así que me visto y

desayuno con Emily y Andrew que se dedica a leer el periódico y a contestar mails casi todo el tiempo, antesde separarnos en el vestíbulo, dejándonos en manos de Terry que me deja cerca de la oficina y, después,continúa camino hacia la universidad.

Nada más subir a la planta ático, donde está dirección, me recibe Luisa a la que conozco del primer día.-Buenos días, señorita Carsons. Su compañero ha llegado hace unos minutos y ya se encuentra en su

despacho. En la sala contigua hemos dejado, por orden del señor Hamilton, las cajas que nos indicó. Solo seaccede a esa estancia a través de su despacho y con la llave que tendrán ambos.

-Oh, gracias. Pero, por favor, llámame Carola.Me dedica una sencilla sonrisa guiándome por un pasillo que conozco de la vez anterior pasando de largo

por la sala de reuniones en la que estuve en lo que parece casi una vida anterior, hasta una puerta tras la quenada más abrir veo a Bob abriendo varias cajas.

-Buenos días. -Lo saludo sonriendo.En cuanto Luisa nos deja solos y dejo mis cosas en una de las dos mesas miro en derredor. Es un

despacho bonito, luminoso, amplio y con nuestra cafetera ya colocada en una mesa junto a tazas y demásutensilios. Bob, que se mete en una habitación contigua, sale con otra caja y riéndose entre dientes dice:

-No puede negarse que somos unos hachas. Menuda carrera meteórica la nuestra. Dos meses después deentrar por primera vez en este edificio y ya estamos en la planta ático.

-No te acostumbres, que en breve regresamos al departamento de contabilidad.Sonríe encogiéndose de hombros.-Seguimos siendo unos hachas. -Es entonces cuando se gira y me mira por fin y acercándose sin desviar

los ojos de mi cara pregunta-: ¿Se puede saber que te ha pasado?Suspiro pues si él pone esa cara de alarma no quiero ni pensar en la que pondrá mi madre. Tras

contárselo, ahorrándome, eso sí, el decirle dónde y con quién he pasado el fin de semana, parece sentirse máscalmado, aunque se pasa toda la mañana preguntándome si me duele la cabeza o necesito algo.

Emily aparece por la tarde casi a la hora de marcharnos y tras un par de bromas sobre “nuestra llegada ala cumbre” y bromas sobre la buena vida de los ejecutivos de las “altas esferas”, me lleva a casa noqueriendo que recorra sola la ciudad.

Los aspavientos de mi madre al verme son tan exagerados como comprensibles, aún con ello, he deasegurarle, jurarle y prometerle que nada de lo ocurrido ha tenido que ver con nuestro pobre cochecito o delo contrario, no habría forma de que Emily o yo volvamos a usarlo en la vida.

Sin embargo, lo único que me preocupa a lo largo de todo el día y que confirmo en la noche, es queAndrew no solo no se ha pasado por nuestro despacho, lo cual me convenzo se debe a que ya no puedehacerlo a través del despacho de su hermano y, por lo tanto, sin una buena pantalla que le permita vernos sinque nadie lo sepa, sino que, además, no me ha llamado ni preguntado por mí salvo a través de Lory, o almenos creo que es ella la que pregunta en su lugar, las tres veces que me ha llamado a lo largo del día parasaber cómo me encuentro. Aun así, debo ser tonta porque el mero hecho de que a media mañana llegase unrepartidor con una cesta con bollos, incluidos croissants, hace que le perdone todo como una boba.

Pero si el lunes uso esas excusas para justificar el no verlo, el no recibir llamada alguna suya, nada puedodecir para obviar o perdonar esa más que notable ausencia el resto de los días de la semana. Lory llamatodos los días, ya que estando en distintas plantas no podemos vernos como antes y cuando yo le dejo las

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cosas que mi madre prepara en su despacho ella aún no ha llegado. Carl también nos ha llamado varias vecesy hemos conversado tranquilos sobre la contabilidad y también sobre la cena en casa de su abuela el viernesa la que me acompañará Emily. Sin embargo, con él no he hablado directamente ni una sola vez, no herecibido llamada o correo alguno preguntando por la contabilidad ni por mí de modo que ya el jueves me heconvencido que lo ocurrido el fin de semana casi no es más que un espejismo, algo completamente olvidadopor él o quizás es que ha regresado a la realidad comprendiendo que no soy el tipo de chica con la que legusta liarse y menos aún salir y que seguramente solo pasó lo que paso porque se sintiera culpable por lo queocurrió. Tras esos cuatro días, me siento tan alicaída que apenas si quiero verlo el viernes y menos encompañía de su familia pensando que habré de disimular con ellos y fingir que nada ha pasado.

Nada más llegar a la oficina el lunes, Andrew se aseguró de que fuese Luisa la que recibiese a Bob y aCarola y les enseñase su nuevo despacho, sin embargo, no fue hasta unos minutos después de dejarla marcharcuando fue consciente de la imposibilidad de acercarse a verla a diario a pesar de encontrarse al final delmismo pasillo. Toda la planta tenía enormes ventanales para que entrase mayor luz, que hubiere mayorvisibilidad entre los despachos y salvo el suyo y las dos salas de reuniones que empleaba él solamente, todoslos despachos, aunque insonorizados, eran visibles por los demás ejecutivos y los ayudantes de estos. Sí, allíella podría hacer mejor la parte del trabajo que aún le quedaba, pero, también, suponía no poder acercarse aella sin que todos en la empresa lo supieren ante de acabar el día. Pero tomar conciencia de ello y contenersepara no cometer un fallo eran dos cosas bien distintas. Pero cuanto más intentaba contenerse más molesto sesentía consigo mismo por esa especie de dependencia hacia ella que comenzaba a mermar su capacidad paratomar las cosas con frialdad, como siempre había hecho, con distancia, como siempre lograba ver las cosas,con cierta perspectiva, como siempre conseguía analizarlo todo. Para no ahondar más en esa dependencia,llegó un punto en el que simplemente decidió tomar de nuevo el control de sí mismo una vez admitió queempezaba a sentir algo incontrolable por Carola. A Dios gracias, Lory, le mantenía al día de ella pues lallamaba a diario, varias veces y el saber que el viernes volvería a verla, al menos, contenía la ansiedad de sucuerpo. Nunca había pasado tres días enteros con una mujer y menos con una que le gustare como Carola.Cada minuto del fin de semana parecía grabado a fuego en su memoria y mucho más en su piel las noches. Elaroma de su piel, sus besos, esa forma que tenía de acogerlo en su interior que sentía distinta a la de cualquierotra mujer. Y ese constante recuerdo era lo que lo estaba obligando a intentar contenerse pues no quería sentirdependencia, no quería que su vida girase en torno a otra persona hasta el extremo de poder perderla, que lepasare algo, que sufriese. El recuerdo nítido de las sensaciones del viernes tras el accidente le provocabanuna desazón, unos sentimientos que no sabía gestionar, que no lograba controlar.

Tenía que aprender a encontrar el modo de gestionarlos, de controlar y equilibrar lo que sentía por Carolay su propia vida y, para ello, quizás el mejor modo sería la moderación, la moderación en su relación, en lasveces que se vieran porque, de lo contrario, acabaría perdiendo todo el control de lo que le rodeaba, de símismo y de su vida. Aun con esa firme determinación no era ignorante del hecho de que no estaba siendo muyjusto con ella pues ni siquiera la hubo llamado, pero después de haber dejado claro que serían jefe yempleada en la empresa y fuera de ella lo que quisieren, esperaba que no estuviere enfadada por no llamarlaen esos cuatro días. Tampoco es que él tuviere costumbre de llamar a las mujeres con las que se acostaba deinmediato, en la mayoría de las veces nunca, pero, cuatro días no eran nada, eran días laborables y, por lotanto, ajenos al tipo de enredos que otros pudieren conocer.

Mientras se acercaba al despacho de Carola el viernes por la tarde, sabiendo que todos se habíanmarchado, incluido Bob y Luisa, pensaba en aquello, y sí, se decía que había racionalizado bien todo lorelativo a su relación con Carola y su necesidad de someterla a cierto control antes de que se le fuere de lasmanos. Entró sin llamar encontrándosela sentada con las piernas apoyadas en la mesa y, cómo no, descalza,absorta mirando lo que parecía una tabla contable.

-Carola, ya has trabajado bastante por esta semana. Vamos, déjalo. Además, ¿no querrás llegar tarde acasa de la abuela?

Carola giró el rostro sobresaltada al escuchar su nombre, pero en un segundo pasó de la alegría por saber

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quién era a la más absoluta desilusión por la frialdad con que le hablaba. Llevaba toda la semana sin verla yahí estaba, tan tranquilo, tan relajadamente perfecto bajo el umbral de la puerta del despacho, simplementediciéndole que no llegare tarde a casa de su abuela.

Bajó los pies de la mesa, tomó todas las cosas sin mirarlo siquiera y las metió en su bolso para despuéstomar su chaqueta y calzarse.

-Bien, ya estoy lista. No llegaremos tarde. Emily viene a buscarme en diez minutos. -Contestabaquedándose se pie junto a su mesa esperando que él se quitare de la puerta, pero en lugar de eso, se quedóallí mirándola fijamente.

-Estás enfadada. -Dijo sin apartar los ojos de ella pues solo con no haberle dedicado una sonrisa ni algúncomentario burlón, sabía que la cosa no iba bien.

-No, jefe, no estoy enfadada, ¿por qué habría de estarlo? Solo soy una empleada a la que su jefe le pideque no llegue tarde a una cita.

Andrew suspiró acercándose a ella.-Creía que habíamos convenido que dentro de la empresa seguiríamos siendo los mismos.-No estoy las veinticuatro horas en la empresa y ni te has molestado en llamar para preguntar cómo estoy.

-Contestaba rodeándolo para salir-. Lo capto. No pasa nada. El pasado fin de semana pasó lo que pasó y yaquedó atrás.

-De eso nada. -La detuvo tomándola del brazo haciéndola girar para mirarlo, lo que él hizo clavando susojos verdes, ahora enfadados, en su rostro-. El fin de semana pasó lo que pasó, como bien dices, pero noqueda atrás. Quizás debí llamarte, pero eso no significa que no haya sabido de ti, ni cómo estabas pues Loryme ha mantenido bien informado.

Algo se removió en mi interior al saber que, por lo menos, se había interesado por mí, no me lo hubodemostrado, pero se interesó. ¿Y ahora qué? ¿Debía simplemente aceptar que solo me dirigiese la palabra portrabajo o cuando él considerase que debíamos o podíamos vernos?

-Carola, ¿no quieres que sigamos con esto? -Pregunta de pronto serio sin soltarme el brazo sintiendo elcalor de su mano incluso a través de la camisa con una nitidez asombrosa.

- ¿Quieres seguir viéndome? -Pregunto desconcertada, atónita quizás también esperanzada y de algúnmodo, al tiempo triste por la esperanza que revela mi voz como si le dijere, si admitiere que estoy dispuesta apasar por lo que sea, a seguir las normas que él imponga, aunque me hagan sentir de menos, poco importanteo merecedora de sus atenciones.

Suspira negando con la cabeza y por un instante temo oírle decir que se ha acabado cuando no hace ni unahora estaba convencida de que se había acabado, conclusión a la que dolorosamente hube llegado el díaanterior ante su apatía y su dejadez.

-Claro que quiero seguir viéndote. Quizás debí haber sido un poco más atento y llamarte, pero creí quehabíamos acordado el tipo de relación que tendríamos sin que fueren necesarias constantes llamadas.

-No, claro, constantes llamadas no. -Suspiro pesadamente sintiéndome ahora como una adolescenteatontada reclamando las atenciones del chico que le gusta.

-Carola, mírame. -Suspiro de nuevo y alzo los ojos-. Nos adaptaremos, solo hemos de adaptarnos, ¿deacuerdo? Esto es nuevo para los dos, pero podemos hacerlo, ¿eh? Sé que podemos. Además, he hecho losdeberes, estoy listo para que me interrogues y te burles de mis escasas dotes para el cine.

Eah, ya está, con esas simples palabras me ha ganado y, aunque deseo reprenderme por ser tan fácil devencer y convencer, no me resisto a este hombre y en el fondo sé que tampoco quiero resistirme.

-Te interrogaré muy severamente.Andrew se ríe entre dientes.-No lo dudo. Anda, ve, nos vemos en casa de mi abuela.Una vez fuera del edificio, esperando a Emily que viene a recogerme en el mini, dudo si he hecho bien no

siendo un poco más clara o no haciéndome valer un poco, pero algo dentro de mi teme demasiado que medeje incluso antes de empezar.

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Al escuchar el sonido de un claxon salgo de golpe de mi ensimismamiento encontrándome a Emilysonriendo desde el asiento del conductor y al entrar me fijo que se ha vestido con un traje más elegante de loque es habitual en ella.

- ¿Quieres impresionar a la señora Hamilton?-Lo que no quiero es desentonar ante el lujo desmedido que seguro rezuma cada rincón de la mansión.Rio negando con la cabeza:-La casa es elegante, desde luego lujosa y bastante impresionante, pero te aseguro que los señores

Hamilton son encantadores.-Vale, vale. Bueno, cuéntame, ¿nerviosa por volver a ver al millonario desaparecido?Gimo pues es evidente Emily sabe leer mis estados de ánimo con facilidad y no le ha costado saberme

triste por no haber recibido llamadas o visitas de Andrew.-La verdad es que ya le he visto. Hace un rato. Creo que no interpreté bien las reglas de nuestra relación

o, mejor dicho, los límites para que nadie en la empresa sepa lo nuestro.Emily me mira de soslayo para no apartar la vista de la carretera.-Vamos, ¿no te parece raro que quiera mantenerlo en secreto? ¿Por qué? No hay nada malo con que

salgáis.-Es mi jefe, Em. Mi jefe y yo hago la auditoria de su empresa y, además, piensa que dentro de poco me

incorporaré como jefa de un departamento en el que muchos recelarán de mí por haber asumido ese puesto sinmás. ¿No crees que si supieren lo nuestro no dirían “claro, se acuesta con el jefe y él la coloca aquí”?

Chasquea la lengua y hace una pequeña mueca:-Quizás, pero solo al principio, luego verían que eres buena en lo tuyo y que te lo mereces.-O me harán la vida imposible.De nuevo Emily chasquea la lengua y parece conformarse, aunque sé que, como me pasa a mí, en el fondo

le molesta.Al llegar a la mansión y tras abrirnos la verja vuelve a darme esa sensación de la vez anterior de que es

un lugar asombroso.-Jolín.Sonrío al escuchar a Emily que se inclina sobre el volante mirando la fachada tras aparcar en el camino

de grava frente a la puerta principal.-Realmente este es un mundo bien alejado de Fillmore Street.Rio mientras salgo del coche.-Pórtate bien o le diré a mamá que has sido mala con tus nuevos amiguitos.Emily se ríe saliendo del coche como yo.-Eso solo te funcionaba cuando éramos pequeñas, bruja.Aun subíamos las escaleras frente a la puerta principal cuando ésta se abrió de golpe apareciendo a la

carrera Lory.-Gracias a Dios. Creía que iba a quedarme sin mi cómplice.Emily se carcajea alcanzándola.-Te acabas de delatar, torpe. -Emily me mira y dice sin dejar de sonreír-. Nos hemos aliado para

convencer a sus abuelos que la dejen venir a verme cuando esté en Dublin, quizás una semana, para queconozca irlandeses guapos, aunque oficialmente viene a culturizarse.

- “Oficialmente” me haré la ignorante de lo que acabo de oír.-Bien, serás otra cómplice, aunque una ciega, sorda y muda. -Dice tajante Lory llevándonos en dirección a

la terraza, pero yo me detengo.-Creo que yo antes he de informar a tu primo y abuelo de algunas cosas del trabajo.-Ah, bueno, pues están en el despacho…-Yo la acompaño. -La voz de Penny, el ama de llaves.-Hola. -La saludo sonriendo-. Le presento a mi hermana Emily. Em, ella es Penny, según creo la mujer que

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se ha ganado a pulso un lugar en el cielo por paciente y santa.Lory se ríe.-Pero solo por cuidar a mis primos. Yo era un angelito.-Tú eras peor que esos cinco demonios. -Dice Penny mirándola con evidente cariño antes de guiarme por

la casa hasta el despacho al que solo llama con un par de golpes antes de abrirme la puerta y cederme elpaso.

Me sorprendo un instante al encontrarme no solo al señor Hamilton sino a Andrew, Carl y otro hombreque no me cuesta saber otro hermano pues es idéntico a Mathew y guarda un tremendo parecido con todos losdemás varones de la familia.

-Buenas tardes. -Los saludo sonriendo al señor Hamilton que me dedica una amable y acogedora sonrisamientras Andrew se pone rápidamente en pie cediéndome su asiento.

-Carola, un placer volver a verte. Andrew y Carl nos estaban informando de todos los avances, espero note importe se una a nosotros Michael, otro de mis nietos.

Sonrío mirándolo por fin más directamente viendo que tiene sobre las rodillas una copia de mis informes.-Encantada.-Igualmente. He de decir que estoy pensando seriamente robarte para llevarte conmigo a Vartons

Entertaiments.-Soy comprable. ¿Cuánto ofreces de subida de sueldo?-Perdona, pero tu jefe está delante. -Se queja Andrew cruzando los brazos al pecho mirándome alzando

una ceja desafiante.Sonrío alzando el rostro hacia él:-Pues espero tome nota. -Bajo la mirada a Michael e insisto-: ¿Y bien? ¿Un veinte? ¿Un treinta por

ciento?Michael se ríe y mira a su hermano mayor creo que con intención de aguijonearlo.-Puede que incluso te duplique el sueldo con tal que te vengas conmigo.- ¡Vendida! -Exclamo dando un par de palmadas.-Ni se te ocurra, traidora. Aun tienes que terminar la auditoria. -Contesta con un gruñido Andrew.-Cierto. -Hago una mueca y miro a Michael de nuevo divertida-. Pero ¿A qué mi nuevo jefe estaría

dispuesto a esperar unas pocas semanitas? Apenas tres, lo prometo.Michael, Carl y el abuelo se carcajean mientras escucho a Andrew gruñir a mi lado.-Ni siquiera tienes el decoro de disimular. -Suspira Andrew rodando los ojos.-Siempre puedes igualar la oferta. -Le miro sonriendo antes de cederle una carpeta-. Además, con los

muchos problemas contables que Bob y yo estamos destapando y solucionando, te vamos a ahorrar no solomuchos quebraderos de cabeza sino mucho dinero. Lo justo es que compartas tus tesoros con nosotros, aunquesolo sea para evitar que un Hamilton más joven, guapo, encantador y generoso que tú se me lleve a golpe desubida de sueldo, de descomunal subida de sueldo… -Giro el rostro y miro a Michael-… ¿con algún pequeñoincentivo extra? Me encantan los bagels para acompañar el café de media mañana de una bonita cafeteracomo mi pequeña Andrea.

Michael se carcajea y mira a Andrew.-Una cafetera y bagels, eso podemos arreglarlo.- ¡Vendida! -Vuelvo a exclamar sonriendo de oreja a oreja-. El Hamilton más joven está sacando mucha

distancia a mi viejo y cansado casi ex jefe en esta carrera. -Le miro con sorna.-A ver, contable traidora, cuéntanos cómo has avanzado antes de que decida ahogarte en la piscina.-Mi nuevo jefe seguro que se lanzaría al rescate. -Sonrío batiendo las pestañas exageradamente a

Michael.-Acabaré matándoos a ambos. -Refunfuña Andrew antes de señalar con el dedo las carpetas.-Está bien, está bien, no te ofusques. Veamos. -Abro la carpeta y le cedo un par de documentos que él le

cede directamente a su abuelo.

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-Eso es la cifra total del dinero que está descuadrado entre las cuentas de todas las filiales y la central,solo nos queda hacer el informe final para poder entregárselo a Julian y que él se encargue de los aspectoslegales, aunque antes habría que notificarse a la fiscalía para que luego no aparezca algún proveedor oincluso la inspección de impuestos reclamando algún pago no realizado a cuenta del dinero sustraído, puesasí basta presentar los documentos del parte a la fiscalía de lo ocurrido para que al menos a la empresa no sela ponga en entredicho.

Andrew asintió tajante, aunque es su abuelo el que serio dice:-Doce millones trescientos veinte seis mil. Es mucho dinero.-A lo largo de tres años. Han sido listos. Han ido sacando distintas cantidades de distintas partidas,

empresas y departamentos sin que se notaren individualmente pero el montante final sí es mucho dinero. -Interviene Carl serio-. Y antes de que lo preguntes, el investigador de Julian ha identificado a dos de losimplicados. Los dos directivos de una empresa llamada Hendelson que tenía contratos de maquinaria yalgunos servicios con Hamilton Inc, pero los dos tipos que hemos identificado aprovecharon que la empresase dividió para deslizar facturas, gastos y otros servicios fraudulentos con ayuda de alguien de Hamilton Incque aún hemos de cazar o, mejor dicho, pillar de algún modo porque sabemos de quién se trata, el señorPrice, el segundo de Peterson durante estos años.

-Pero necesitaba ayuda. ¿Sabéis de quién se trata? -Pregunto mirando a Carl.-No, aún no. Por eso y porque necesitamos pruebas contundentes, no hemos aún levantado la liebre. -

Contesta esta vez Andrew serio.-Pero estas cifras junto con las facturas cerrarán el círculo, ¿no es cierto? -Preguntaba el señor Hamilton

con la vista fija en el listado y el cuadro contable que le he entregado.-Sin embargo, ¿cómo saber quién era la persona que desviaba las facturas, que las escondía o que las

traspapelaba con intención de hacerlas oscuras a la vista de otros? -Preguntaba Carl.-Si no entendí mal de los datos que ya contábamos, John Price era tu principal sospechoso dentro de la

central, pero que lo único que no sabías era cómo o de quién se ha valido para ir moviéndose por losdepartamentos quitando y moviendo facturas para no llamar la atención. -Carl asintió con un sencillo golpe decabeza-. Bueno, pues ¿por qué no le presionáis para que os dé el nombre que os falta?

-Presionarlo, ¿Cómo? Además, si actuamos antes de tiempo levantaremos del todo la liebre y huirán antesde que nos demos cuenta.

-Salvo que… -Andrew entrecerró los ojos quedándose un instante pensativo antes de mirar a su abuelo-.Si dejásemos sin fondos para la huida a ese canalla no le quedará más remedio que colaborar.

- ¿Cómo? -Preguntó desconcertada.-Siguiendo el dinero. -Contestó contento-. Con tu informe y los investigadores de Julian localizaremos los

bancos con los que han movido el dinero y después haremos que la fiscalía retenga esas cuentas.- ¿Eso es posible? Quiero decir, hacer eso no requiere muchos trámites legales, órdenes de un juez y

demás.-Sí, -Sonrió el señor Harrison-, pero con los contactos adecuados y haciéndoles entender el peligro

constante de que se den a la fuga en cualquier momento, el fiscal se pondrá manos a la obra rápidamente.Aunque exigirá la documentación que acrediten las actividades de esos tipos durante este tiempo.

-Bueno, Julian tiene todas las facturas originales, los resultados contables presentados por Peterson y losverdaderos que encubrían. Se los he ido entregando cada semana. Yo solo tengo copia en la memoria deseguridad.

El señor Harrison miró serio a Andrew.-Informa a Julian para que el lunes a primera hora el fiscal esté ya actuando. Si tiene que pasarse todo el

fin de semana en la fiscalía estudiando el caso que lo haga que para eso es fiscal y que Julian se asegura quecomprende la cada vez cercana huida de esos tipejos como sospechen que la soga se cierra cada vez másalrededor de sus cuellos.

Andrew asintió tomando de su bolsillo su teléfono y las carpetas con la información.

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Michael, a mi lado, sonriendo bromista me dice mientras su hermano habla por teléfono:-Entonces, ¿dentro de unas semanitas estarás libre?-Dentro de unas semanitas seré una alta ejecutiva de Hamilton Inc, claro que, como tal, admitiré ofertas de

la competencia si son interesantes para mi futuro.Michael y Carl se carcajean divertidos.-Creo que iré a hacerte una visita a la empresa para ver cuánto he de subir tus condiciones laborales para

tentarte irremediablemente.-Y de nuevo empiezas a sacar gran ventaja al viejo Hamilton en la carrera por hacerte con la mejor de

todas las contables.-Lo estoy oyendo. -Refunfuñó Andrew desde el otro lado mientras nos mira de soslayo aun con el teléfono

en la mano.-Bueno es saberlo, así no te acomodas en tu estatus de jefe y no olvidas que no has de descuidarte.Michael se ríe mirando con burla al mayor de sus hermanos.-Bien, dejemos a ese jefe encargarse de este tema mientras nosotros nos unimos a las siempre temibles

damas de la familia y tomamos un aperitivo mientras ellos terminan.-Comida… -Digo en tono soñador-. Definitivamente serás un jefe estupendo. Comprendes enseguida mis

necesidades.Nos ponemos de pie mientras vemos a Andrew y su abuelo mirarnos con las cejas alzadas y salgo con

Carl y Michael del despacho en dirección a la terraza donde nos encontramos a Lory, su abuela y Emilysentadas en una de las mesas riéndose a carcajadas.

-Emily, este es Michael Hamilton, mi futuro jefe y el hombre que pondrá a mi alcance un sueldoescandaloso, un despacho grandioso y todo tipo de caprichos.

Emily se ríe y mira a Michael tendiéndole la mano:-Y encima eres guapo. Si me dices que eres soltero, me lanzo a tus brazos.Michael se ríe negando con la cabeza acercándose a la mesa de las bebidas.- ¿Cuán cara me vas a salir? Empiezo a preocuparme con eso del sueldo escandaloso. -Pregunta

empezando a servir bebidas.-Oh, no has de preocuparte. Un millonario como tú se lo puede permitir. Además, piensa en los grandes

beneficios que te reportará una empleada eficiente y entregada como yo, empezando por ver al mayor de tushermanos privados de su más importante activo empresarial; su contable estrella.

- ¿Así que contable estrella? -Escuchamos a Andrew acercarse con paso lento junto a su abuelo ambosriéndose.

- ¡Esa soy yo! Me alegra que me consideres así. -Le miro sonriendo satisfecha.- ¿Sabes? Melissa tiene toda la colección de la BBC de películas y serie de Agatha Christie -Señala

Emily sonriendo-. Realmente he encontrado un alma afín.Rio negando con la cabeza y miro a la abuela de los Hamilton:-Apenas había cumplido doce años cuando nos pedía los videos de las series y películas de misterio. Las

navidades eran una tortura porque nos veíamos como locos recorriendo tiendas y videoclubs paraencontrarlas. A Dios gracias internet vino a solucionar poco a poco esa tortura. -Rio mirando a Emily-. Claroque para tortura la de tener un nieto que carece por completo de gusto por el cine. -Lanzo una mirada burlonaa Andrew que se ríe cediéndome un Martini que ha preparado Michael.

-De veras que no entiendo que obsesión tenéis las mujeres Carsons por el cine antiguo.-Clásico. -Respondemos al unísono Emily y yo riéndonos.-No haber visto las mejores películas de Cary Grant, Spencer Tracy, Katharine Hepburn y actores de esa

categoría, roza el más profundo desprecio por el séptimo arte, sin mencionar que demuestra que eres unhombre con una seria tara cultural.

Los varones de la familia se carcajean mirando a Andrew que rueda los ojos suspirando.-Yo sí que te voy a dejar una tara como sigas burlándote del jefe de tu jefe.

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Chasqueo la lengua y miro a Emily:-Creo que hemos herido su pundonor, incluso más que cuando le ganaste varios verdes en sus narices.Emily asiente:-Está resentido. Es comprensible. El pobre tiene grandes defectos y deficiencias que aún necesita

corregir. Pero, mientras logra la proeza de corregir tales fallos, podemos seguir sacándole tajada. -Mira aAndrew sonriendo maliciosa-. ¿Una partidita de póker después de la cena?

Andrew y Carl se carcajean y es éste el que dice mirando a su hermano menor y a su abuelo:-Esa pelirroja le sacó en un santiamén doscientos dólares.Emily sonrió e inclinándose hacia Lory dijo como si fuere un secreto, aunque todos la escuchasen:-Ha contribuido generosamente a costear ciertas prendas que ahora están en mi maleta.Guiñó un ojo a Lory que se rio mirando a Andrew que alzaba los ojos al cielo con resignación.-Son un par de embaucadoras.-Es un modo de verlo. Nosotras preferimos considerar que simplemente hacemos gala de unos mejores

talentos que nuestro contrincante y que de ello obtenemos réditos favorables a nuestros intereses. -Respondoalzando la barbilla desafiante.

-Y ahora nuestros intereses se dirigen a unas bonitas botas deportivas muy cómodas para recorrer esosverdes campos irlandeses que se presentan en mi horizonte más cercano. -Dijo teatralmente Emily-. De modoque, nuestro querido y más apreciado pichón, ¿gustáis de una partidita de cartas después de la cena?

Andrew se rio:-Este pichón no se dejará embaucar más, par de fulleras.- ¡Pero si no hicimos trampas! ¡Qué grosería! -Exclamaba Emily teatral.-Bueno, bueno, tampoco faltemos del todo a la verdad… -Sonrío a Emily-. Algún diez que otro bailó

entre tus manos, la baraja y cierto rincón de la mesa alejado de los ojos del contrincante.Emily se rio mientras que Andrew la miró abriendo los ojos como platos.- ¡Me debes doscientos dólares, ladrona!-Que es mentira, te toma el pelo. -Se reía Emily divertida.Durante la cena, Emily contó sus planes para el verano pues la abuela Hamilton parecía muy interesada y

Lory logró un, aun ligeramente reticente, permiso para pasar unos días en Irlanda con Emily, y, además, Loryestaba muy contenta porque desde el lunes trabajaría con Michael un mes en Nueva York como lo había hechocon Andrew.

Al despedirnos, Andrew me hizo una señal para que me metiese en su coche así que dejé a Emily llevarseel mini mientras yo me dejaba enredar por Andrew. Y vaya si me enredó. Me llevó a su apartamento de dondeno salimos en todo el fin de semana ni siquiera para tomar aire. El lunes, en la oficina, hubo un pequeñorevuelo, aunque ni Bob ni yo lo notamos estando como estábamos en la planta superior. Al parecer, policíasacompañados de un fiscal de la sección de delitos económicos se presentaron en la planta de contabilidadllevándose detenido a John Price bajo la atenta mirada de Carl y Andrew.

Nosotros nos enteramos al final del día cuando Andrew vino a informarnos. Tras marcharse Bob, mequedé unos minutos a solas con Andrew que, serio y apoyado en el borde de la mesa de Bob, me observabamientras recogía todo.

-No te preocupes, ¿de acuerdo? Tú termina con el trabajo como si no hubiere ocurrido nada. El fiscal nosllamará a declarar a Carl, a Bob, a ti y a mí, pero es solo para aclarar algunos extremos. Julian se encarga detodo, no te apures.

Suspiro mirándolo y después asintiendo.-Ven. -Me dice serio y yo me acerco hasta quedar delante de él que de inmediato me rodea con los brazos

y me encaja en su cuerpo-. Tú solo sigue como hasta ahora. Dentro de dos semanas Bob y tú os instalaréis envuestros despachos y tomaréis el control del departamento y con las cuentas ya en orden, tendréis vía librepara poner en orden también el departamento.

Gimo antes de alzar el rostro.

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-Creo que la restructuración se la dejaré a Bob. Es mejor en eso de calar a la gente.Me toma el rostro entre las manos y me acaricia las mejillas con los pulgares unos segundos:-Como prefiráis. Venga, regresa a casa que es tarde y no quiero que la señora Carsons empiece a

considerarme un jefe abusón.Sonrío alejándome de él caminando hacia la puerta:-Siempre puedo contentarla diciéndole que tus abusos los compensas con una subida de sueldo de

digamos… ¿un 20%?Le escucho reírse a mi espalda mientras me marcho y al cerrar la puerta escuché tras ella:-Buen intento, embaucadora.Durante el resto de la semana a Bob y a mí nos resulta sencillo concentrarnos en el trabajo gracias a que

nos hallamos separados del resto, pero, aun así, no somos ignorantes que, cuando nos incorporemos anuestros puestos, habrá más de uno que nos preguntará por lo ocurrido. El viernes al mediodía, aún no herecibido la llamada de Andrew informándome de lo que quiere que hagamos y me reprendo a mí misma porsentirme ansiosa e impaciente por lo que él quiera e incluso porque ignore esa vocecita de mi interior que meavisa que una alarma debería encenderse en mi cabeza por su comportamiento y por el mío. Aun con ello, lellamo pues Emily se marcha el domingo y mamá y yo hemos planeado los dos días con ella, empezando por lanoche del viernes en que iremos a cenar al restaurante de la bahía que más le gusta a Emily y después aFisherman's Wharf a ver uno de los espectáculos gratuitos al aire libre.

-Luisa, soy Carola, ¿podría hablar con el señor Hamilton? -Llamo, por fin, tras el almuerzo tras debatirmeun rato en hacerlo.

Tras cederme la línea escucho al otro lado su voz:-Andrew, hola.-Hola, pequeña. ¿Ocurre algo?Frunzo el ceño porque presuma que solo le llamo si ocurre algo y eso me molesta un poco.-No, no, es solo que quería decirte que, como Em se marcha el domingo, mi madre y yo hemos planeado

un par de días de chicas de despedida.-Oh, está bien, tranquila. Lo comprendo. Pasadlo bien. Tenemos muchos fines de semana por delante.-Sí, claro. Esto… bueno, te dejo que he de terminar de cuadrar el último balance y por fin acabamos.-Eso es estupendo. Hablamos el lunes.-Claro.Procuro no pensar en ello durante ese fin de semana y concentrarme en pasarlo bien con mi madre y mi

hermana. El domingo hacemos una barbacoa a la que invitamos a amigos de Emily y algunos de nuestrosconocidos, como Bob y su esposa Lorraine y, por supuesto, el señor Jefferson que parece cada vez másasiduo en casa, lo que nos alegra mucho a Emily y a mí.

El miércoles, tras cerrar el informe, enviar una copia a Julian con toda la documentación que restaba, Boby yo nos reunimos con Andrew y Carl en el despacho de dirección sorprendiéndonos al encontrarnos allí atres tipos, uno de los cuales se presenta como el fiscal Emery, otro como el agente de delitos económicos,Peter Aldrich y, un tercero, que es el investigador empleado por el despacho de Julian, Lincoln Jenkins.Andrew nos señala los sillones de cuero donde todos nos acomodamos antes de que Luisa se retire tras dejaruna bandeja con café y unos bollos. Enseguida el fiscal Emery, un hombre de unos cuarenta años, bastanteatractivo y que parece realmente seguro de sí mismo, toma la palabra:

-Señor Benson, señorita Carsons, nos alegra poder reunirnos precisamente hoy pues el lunes tempranopresentaremos formalmente cargos contra todos los acusados, al menos contra los que nos constan que hanparticipado en los hechos delictivos, aunque no descartamos que durante el proceso puedan surgir nuevosnombres.

-Entonces, ¿están detenidos? -Pregunta Bob interesado.-De momento, solo fueron interrogados, sus cuentas y las que Peter -señaló con la cabeza al agente de

policía- y el señor Jenkins localizaron relacionadas con todos ellos, han sido inmovilizadas por orden del

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juez, de modo que, salvo que se nos haya pasado por alto algún lugar donde escondan dinero, es difícil que seescapen.

-Pero eso no significa que no tengan escondido parte del dinero o que personas que les ayudasen lotengan. -Insisto.

-De ahí que vayamos a hacer la acusación formal este mismo lunes pues pediremos al juez prisión olibertad bajo fianza con retirada de los pasaportes. -Bob y yo asentimos sin comprender realmente cómo iránlas cosas-. Creo que, ya que estamos aquí, podríamos tomarles declaración. -Dice sacando de su maletín unbloc de notas y una grabadora que deja encima de la mesa.

Yo miro a Andrew que asiente con gesto tranquilo y enseguida empiezan a preguntarnos, intercalándose aveces entre ellos, distintas cosas contándole todo desde el principio, desde el día en que Andrew fue a lafilial de San Francisco donde yo trabajaba, hasta ese mismo momento en que les entrego mi último informe.

Cuando terminamos y mientras el agente termina de anotar algunas cosas, el fiscal Emery que ha tomadola grabadora, nos mira serio a los dos:

-Me temo que, durante el juicio, habré de llamarles a declarar a ambos. No han de preocuparse, solo hande contar lo ocurrido, lo que han ido descubriendo y conforme yo vaya mostrando la contabilidad, explicarque es lo que vemos en la documentación.

Los dos asentimos, aunque yo de soslayo miro a Andrew que me dedica una media sonrisa tranquila.Cuando los tres se marchan y nos dejan a Andrew, Carl, Bob y a mí solos, Carl sonriendo nos mira:

-Dado que habéis terminado a mitad de semana la auditoria, mostraré una abrumadora generosidad por miparte y no os obligaré a asumir vuestras nuevas funciones y puestos hasta el lunes, pero el lunes a primerahora os quiero allí liberándome por fin de este horrible yugo.

Rio entre dientes negando con la cabeza.-Entonces, -miro a Andrew sonriendo-, ¿eso significa que Bob y yo estamos libres de trabajar hasta el

lunes?Andrew se carcajea:-Sois una panda de mafiosos abusadores. Sí, puesto que hasta el lunes no habéis de incorporaros, no veo

por qué hayáis de venir solo para no hacer nada.Palmeo las manos mirando a Bob:-Vacaciones, cortas, pero vacaciones.Bob se ríe apresurándose a tomar su bolsa y ponerse en pie:-En tal caso, creo que me marcho antes de que cambien de idea que dos días de asueto extra me vendrán

de perlas para llevar a mi pequeño a visitar el estadio de los Giants aprovechando que su madre estarátrabajando y no se quejará.

Rio divertida:-Pienso decir a Lorraine que has dicho eso en presencia de otros.Bob se ríe divertido abriendo la puerta.-Hasta el lunes.Sonrío mirando a Carl.-Supongo que ya no puedo considerarte mi jefe.-Hasta el lunes lo soy, de modo que, no se te ocurra rebelarte ni insubordinarte.Rio divertida:- ¿O si no? ¿Qué harías? ¿Me despedirías? Mira que si lo hicieras tu yugo duraría mucho más tiempo.Carl se carcajea.-Eres mala.Sonrío negando con la cabeza:-Supongo que habré de esperar que el fiscal Emery me cite y, mientras tanto, no comentar nada a nadie,

¿no es cierto? -Andrew que se ha movido y sentado frente a mí asiente.-Sí, lo mejor es que, si pregunta alguien, solo digas que no sabes nada de lo que ocurre y que a ti te hemos

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contratado esta misma semana para cubrir el puesto ya que trabajabas para las empresas Hamilton y noqueríamos buscar gente de fuera.

-Está bien. -Asiento alcanzando mi bolso-. Pues si ya estoy libre, creo, jefe, que me marcho. Aprovecharémis días de descanso perezoso.

Carl se levanta de un salto riéndose.-Vamos, te acompaño hasta la salida ya que yo también he terminado por hoy. Ese fiscal ha sido agotador.Apenas si me despido de Carl en la puerta de Hamilton Inc., suena mi móvil y lo cojo sin mirarla pantalla.-El viernes te espero en mi casa para cenar.Sonrío incapaz de evitarlo.-Eres un poquito tirano. Ni un por favor, ¿podemos vernos el viernes? O un ¿estás libre el viernes? O el

más prosaico ¿quedamos el viernes para cenar?Le escucho reírse por el otro lado.-Está bien, acepto el tirón de orejas y para compensarlo, cumpliré con mis películas semanales que si no

me equivoco son; Diez negritos, asesinato en el Orient Express y un cadáver a los postres.-Estamos a miércoles, si aún no has visto ninguna vas con retraso en tus deberes. Eres un desastre. -Le

reprendo riéndome.-Ya veremos cuán desastre soy cuando no seas capaz de pillarme en renuncio alguno, mujer de poca fe.Bufo, aunque sonrío como una boba.-Más te vale no fallar o serás severamente castigado y por el bien de tu persona, ya puedes tener comida y

bebida bastante en ese apartamentucho tuyo para darme de cenar como mi augusta persona merece.Pasamos el fin de semana, otra vez, sin salir del apartamento, y aunque me encanta pasar tanto tiempo con

él a solas, me apetece hacer algo como una pareja normal, aun así, cada vez que se lo sugiero él lograconvencerme de quedarnos y soy fácil de convencer, no consigo resistirme.

El lunes llegamos a contabilidad y Carl, convocando a todo el departamento en la sala principal dereuniones, anuncia que, desde ese momento, yo me haré cargo del departamento y Bob será mi segundo.

A pesar de la más que evidente sorpresa de la mayoría no hubo ningún gesto fuera de lo normal,especialmente porque no avisamos que quizás hiciésemos restructuración de algunos puestos y cargos, perocomo primero habíamos de habituarnos, hemos de dejar pasar unos días para empezar a hacer cambios.

Es un gran puesto, un gran despacho y una gran responsabilidad, más, también, un puesto que requiereprestar atención al trabajo de muchas personas y supervisarlos con mano dura pues, si algo comprendemosBob y yo desde el primer momento, es que muchos de ellos hacen un trabajo algo deficiente pues el señorPeterson apenas si cumplía con su trabajo de supervisión y control, así que durante las dos primeras semanascasi que lo único que hacemos es controlar el trabajo y supervisar y corregir, y la tercera reubicar a muchosde ellos recompensando a los que hacían su trabajo bien y con esmero con los puestos más acordes con sucapacidad. Aunque hubo algunos gestos de enfado y alguna queja, en general, la cosa parecía marchar bien ytanto ella como Bob se iban acomodando bien a sus nuevos puestos y funciones.

Y mientras eso ocurría, ella seguía viendo a Andrew todos los fines de semana que eran apasionados,intensos y divertidos, pero aún seguía carcomiéndole la duda de por qué era ya necesario ocultar su relacióne incluso porque no quería nunca salir ni a un restaurante ni a dar una vuelta. Le costó un triunfo que un díafueren al cine y solo porque estaba a un par de manzanas de donde vivía Andrew, pero nada más acabar lapelícula regresaron al apartamento.

Fue en la cuarta semana cuando ocurrió lo que nunca pudo imaginar. Llevaba un par de horas en eldespacho cuando escuchó unos gritos fuera y al salir vio a Suzanne correr como loca hasta el final del pasillopara de inmediato aparecer unos cuantos más corriendo en varias direcciones. Cuando salió al pasillo vio aBob correr hacia ella y tomarla del brazo para tirar de ella hacia las escaleras de incendio.

- ¿Qué ocurre? -Preguntó dejándose arrastrar.-Un loco, un loco armado ha entrado y está recorriendo la planta. Ha golpeado a uno de los chicos de

reparto y es cuando la gente se ha percatado.

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Antes de alcanzar las escaleras escucharon a sus espaldas un disparo y al girarse vieron a un hombre deseguridad, que debía haber salido de uno de los ascensores, caer a plomo junto en el pasillo. Varios deldepartamento les empujaron y ella cayó a un lado, cerca del escritorio de una de las ayudantes comerciales.

-¡Carola!Escuchó a Bob llamarla. Era incapaz de alcanzarla porque varios tipos lo llevaban con ellos en dirección

a las escaleras de incendio.Se iba a poner en pie para ir tras ellos, pero al mirar al otro lado vio aparecer al hombre armado.-Oh Dios mío. -Jadeó dejándose caer de nuevo y ocultándose tras el escritorio antes de hacer una señal a

Bob para que continuare y que no se detuviere. <<Dios mío, Dios mío, es Peterson…>> Esa idea le hizosentir pánico y comprender que debía salir de allí como fuere y no dejarse encontrar pues seguro estabamatando por odio o rencor y sabiendo quién era ella, pues la había visto en H.S.F. y debía saber ya que eraella la nueva jefa del departamento, dirigiría su ira hacia ella. Al mirar hacia atrás vio correr en variasdirecciones a algunas mujeres y hombres y se escucharon dos disparos más y muchos gritos.

- ¡Sal, puta! -Escuchó de pronto un grito desde algún lugar-. ¡Sal y dime a la cara que es culpa mía quehaya desaparecido dinero!

-Oh Dios. -Murmuró. La iba a matar.Sacó la cabeza desde un lateral y lo vio al fondo de uno de los pasillos buscando. Volvió a mirar hacia

atrás y al otro lado había una sala de descanso, y más allá un armario de repuestos y materiales. Si loalcanzase podría llamar a emergencias o alguien pues sabía allí había un teléfono. Volvió a sacar la cabezapara cerciorarse de dónde estaba y lo vio entrando en su despacho con una especie de escopeta en las manos.En cuanto desapareció por la puerta del despacho, se quitó los tacones y se levantó de un salto corriendocomo nunca en su vida entre los escritorios sintiendo el corazón salírsele del pecho cruzando los dedos paraalcanzar la sala de descanso antes de que saliere. Al alcanzarla se agachó pues era una zona acristalada y lavería si estaba de pie, no, en cambio, agachada pues con los muebles y armarios bajos podía esconderseligeramente. Tomó aire como pudo, pero casi grita del susto cuando lo volvió a escuchar:

- ¡Sal! ¡Sé que estás aquí! ¡Te he visto subir, puta!-Oh Dios.Se tapó la boca con las dos manos intentando evitar gritar mirando a todos lados. Vio a varios metros la

puerta del armario. Podría verla. Si no tenía cuidado podría verla y se estaba acercando porque ibacaminando sin parar. Sabía que todos los demás o habían huido o se habían escondido.

Fue a cuatro patas hasta el otro lado y miró con cuidado para ver si podía abrir la puerta del armario yesconderse en él sin que le viera. <<Maldita sea, ¿Dónde está?>> Escuchó un fuerte golpe en uno de losdespachos y aprovechó cruzando los dedos para que fuera él el que estuviere allí. Abrió la puerta y entró. Nopodía encender la luz o la vería así que intentando recordar la imagen de ese armario de la única vez que lohubo abierto para buscar folios, tanteó a ciegas hasta encontrar el teléfono de la pared y descolgándolo llamóa emergencias y antes de contestar se dejó caer el suelo colocándose tras unos archivadores para tener algoque le tapare si se abría la puerta, sin soltar el auricular del teléfono.

-Emergencias.-Sí, oiga, necesito ayuda, un hombre armado ha entrado en la oficina y está disparando. -Dijo bajando la

voz todo lo que pudo.Durante unos segundos no se escuchó nada.- ¿Señorita?-Sí. Oiga, por favor, está recorriendo toda la planta…-Espere, le paso con el equipo de respuesta rápida. Ya se encuentran allí.El alivio absurdo que la invadió pensando que al menos sabrían dónde era aquello para no tener que

hablar más de lo necesario, fue inmediato y empezó a sollozar sin poder evitarlo.- ¿Oiga? Soy el sargento Paston de los S.W.A.T. ¿Con quién hablo?Tomó un par de bocanadas intentado mantener los nervios a raya.

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-Carola, Carola Carsons.-Bien, Carola, ¿Dónde está?-En el armario que hay dentro de la sala de descanso tras el despacho del director de cuentas del norte.-Bien. No se mueva de ahí, no salga.-Es Peterson, es Peterson. El hombre es Peterson. Creo que me busca a mí.Dijo deprisa al escuchar de nuevo los gritos llamándola.-Carola, mis hombres se encuentran cerca de su planta. ¿Puede decirme dónde está? ¿Sabe dónde se

encuentra y si está solo? ¿Algún herido?-Está recorriendo la planta y buscándome. Creo que está solo. Disparó a un hombre cerca de los

ascensores y he escuchado dos o tres disparos más, no sé si hay más heridos y…Escuchó un fuerte golpe de algo romperse cerca, muy cerca y se calló tapándose la boca encogiéndose

todo lo que pudo.- ¿Carola? ¿Carola?-Está ahí, está ahí. -Susurró aterrada, temblando como una hoja.-No se mueva. -Le ordenó al otro lado.La puerta se abrió de golpe y se encendió la luz.- ¡Sal, puta!Carola alzó la vista encontrándose un arma casi en la cara apuntándola y a Peterson de pie mirándola con

odio. Ni siquiera pudo mover un músculo y solo lo hizo cuando él la agarró de los pelos levantándola y, aúntambaleante, le propinó un fuerte golpe en el estómago que la dobló de dolor quitándole además el aire. Laagarró con fuerza de uno de los brazos y tiró de ella sacándola del armario, golpeándola en el costado conuna de las estanterías. Al sacarla la lanzó con fuerza hacia la sala de descanso donde chocó con uno de losarmarios antes de caer al suelo sintiendo un fuerte dolor traspasarle la mano.

- ¡Mírame, puta!El grito la hizo girarse para quedar mirándolo de cara, ella en el suelo y él de pie a menos de un metro de

distancia apuntándola.-Quiero que mires a quien va a quitarte la vida como tú me has quitado el puesto, mi carrera y a mi

chica… Despídete del mun…Ni siquiera llegó a escucharle pues vio como sus ojos se abrieron de par en par antes de caerle un hilo de

sangre entre ellos para después, caer a plomo sobre el suelo y sus piernas.Todo pareció quedarse congelado, no supo cuánto tiempo, solo veía el cuerpo de Peterson sobre sus

piernas y ella era incapaz de hacer o decir nada.Unos brazos la tomaron alzándola al tiempo que ante sus ojos aparecían unos hombres armados con

uniforme.- ¿Se encuentra bien? ¿Está herida?A su lado un hombre la sostenía y quitándose una especie de casco la hizo mirarlo.- ¿Señorita? -Miró hacia un lado y parecía decirle algo a alguien, pero ella no podía ni reaccionar-. Está

en shock. Está herida.<< ¿Estoy herida?>> Esa idea la hizo reaccionar al fin y mirar al hombre y después hacia abajo. Sí,

estaba herida, le dolía, no sabía dónde, pero le dolía.Lo siguiente que ocurrió ni siquiera era capaz de recordarlo con nitidez. Solo cuando se encontró en el

vestíbulo sentada en una camilla cerca donde unos sanitarios parecían atender a varias personas, fueconsciente de lo que había ocurrido poniéndose a temblar queriendo hacerse un ovillo y llorar como una niñapequeña.

- ¿Carola?Una voz grave la hizo alzar los ojos llorosos hacia un hombre con ese uniforme táctico azul de los

S.W.A.T. encontrándose a un tipo fuerte, atlético y de unos tranquilizadores y amables ojos castañosmirándola. Solo consiguió asentir.

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-Soy el sargento Paston. Es conmigo con quién hablabas. Has sido muy valiente.- ¿Ha muerto alguien? -Preguntó temblando incapaz de evitarlo y con la voz ahogada.Negó con la cabeza antes de mirar junto a la camilla.-Solo ese hombre. Sabemos por el señor Hamilton quién era y lo que creen puede haberle llevado a hacer

lo que ha hecho.-El hombre del ascensor ¿está bien? -Insistió recordando cada imagen cada disparo.-Sí, está herido y seguramente necesite un tiempo de recuperación, pero se pondrá bien.Asiento como una muñeca casi sin pensarlo mientras a mi lado un sanitario toma mi mano que hasta ese

momento permanecía vendada sin haberme dado ni cuenta.-Hay que llevarla al hospital. Creo que tiene una costilla rota y un par de contusiones que han de mirarle.

Además, el corte de la mano requiere puntos.Ese comentario me hace mirar mi mano y luego al sanitario consciente de nuevo de que sí estoy herida y

al alzar los ojos veo a Andrew junto al sargento mirándome con gesto tenso y preocupado.-Me la llevo al hospital. -Dijo el sanitario posando mi mano con cuidado en mis piernas.-Voy con ella. -Dice tajante Andrew.Yo alzo los ojos y le miro con deseos de que me abrace y me diga que todo está bien.-Señor Hamilton, vamos al General. Si quiere síganos.-Pero… -quiero protestar y decirles que le dejen acompañarme, pero él asiente y dice con absoluta

frialdad.-Es mi responsabilidad. Son mis empleados a los que ha atacado.-Y podrá verlos allí, señor. -Insiste el sanitario antes de apartarse de la camilla para ir hacia uno de sus

compañeros.- ¿Soy tu empleada? -Pregunto, cuando el sargento Paston se aparta para hablar con uno de los policías,

sabiéndome aún desconcertada sin saber ni qué decir ni qué hacer.Andrew aprieta los labios antes de acercarse solo un poco y bajando la voz decir:- ¿Quieres que diga que estamos liados? ¿Aquí? ¿Con todo lo ocurrido?<< ¿Liados? >> Creo que ese comentario ha sido más duro y seco que ningún golpe que haya recibido.

Por unos instantes me quedo congelada y cuando noto la camilla moverse en dirección a las puertas de cristalcon el sanitario empujándola, desvío los ojos. No quiero mirarlo.

Antes de subirme en la ambulancia, Bob se acerca con gesto asustado y blanco como la cal y me apresuroa decirle:

-Llama a mi madre, por favor. Me llevan al General. Estoy bien, estoy bien.Asiente sin tiempo a decirnos nada más mientras las puertas se cierran.Tumbada en la camilla solo puedo pensar en lo que ha dicho. Liados, estamos liados. Sí, claro, estamos

liados, no soy nada para él, solo alguien a quien se tira los fines de semana y ahora lo veo en toda su crudarealidad. No somos nada de ahí que nunca quiera salir conmigo, de ahí que no quiera decirle a nadie quesomos algo más que un hombre y una mujer que se acuestan juntos. Qué estúpida había sido.

Al llegar al hospital me metieron en varios sitios donde me hicieron pruebas y placas.-Carola, debemos dejar de vernos así.Al girar el rostro en la camilla en la que estoy tumbada tras varias cortinas no puedo evitar sonreír al

toparme con el doctor Richarson que se acerca y alza un par de placas a la luz de arriba haciendo una mueca.-Tienes una costilla rota y otra fisurada. Te dolerán durante un tiempo, pero curarán bien mientras no

cojas peso ni hagas esfuerzos. También tienes varios hematomas. -Le entregó las placas a una enfermera antesde ponerse unos guantes y tomar un taburete que hizo rodar hasta la camilla-. Siéntate con cuidado. -Lo hagohaciendo una mueca al sentir un fuerte dolor en el costado-. Voy a darte unos puntos en la mano. El corte no esprofundo, pero mejor evitar problemas.

Asiento mirando mi mano que él toma y estudia al detalle.- ¿El hombre al que han disparado?

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Alza los ojos solo un segundo hacia mí antes de volver a concentrarse en su tarea mientras la enfermeracoloca un carrito a su lado con instrumental.

-Son dos los heridos de bala, pero por suerte ninguno de gravedad. Uno está en quirófano aún y el otrocon uno de los traumatólogos. Después de todo, ha habido suerte. Un loco entrando con un arma y ganas desangre en una oficina llena de gente, podría haber causado una masacre.

Tiemblo al pensarlo recordando la imagen de ese hombre apuntándome y diciéndome que me iba a matary sin poder evitarlo los ojos se me llenan de lágrimas. El doctor Richarson se detiene y me mira fijamente.

-Lo siento, Carola, no quería ser tan brusco. Cuando termine, pediré a uno de mis compañeros depsiquiatría que te examine. -Niego con la cabeza-. Escúchame. Has pasado por una experiencia terrible. Séque crees que estás bien, pero cualquiera en tu situación no lo estaría y aunque no te lo parezca, quizás tevenga bien hablar con alguien. No tiene por qué ser hoy, ni mañana, pero sí pronto para poder pasar página.

Suspiro limitándome a asentir consciente de que ni estoy en condiciones de discutir ni tampoco creo quelograse vencer discusión alguna. Tras ponerme unos puntos y cuando estaba terminando de vendarme la manoaparece mi madre acompañada de Bob.

-Oh Dios mío, cariño. ¿Estás bien? -Me abraza sin esperar respuesta y yo lanzo una mirada de súplica almédico.

-Usted debe ser su madre. -Le sonríe terminando de vendarme obviando que aun mi madre no me hasoltado del todo-. Soy el doctor Richarson. Su hija está bien y, por suerte, todo lo que tiene son lesiones que,con un poco de cuidado y paciencia, curarán.

Miro a mi madre e intento sonreírla animosa antes de mirar a Bob.-Espero que hayas llamado a Lorraine porque si se entera por otros de lo ocurrido y no sabe de ti, se

alarmará.Bob asintió, pero se acercó a ella abrazándola obligando al médico a apartarse casi de golpe.-No vuelvas a darnos un susto como este.Rio por primera vez en todo el día y le miro:-Ni que yo fuere la que ha hecho algo.Bob asiente.-Tú, por si acaso, no nos hagas repetir esta experiencia. ¿Está claro?Sonrío mirando a mi madre:-Ahora sé de dónde sale eso que dice Lorraine que saca la vena de padre tirano a la primera de cambio.Bob sonríe negando con la cabeza.-Pues obedece y no te comportes como un niño peleón.-Señora Carsons, ¿Por qué no me acompaña y le explico lo que su hija ha de hacer y tomar durante unos

días? Mientras, ella, será obediente y dejará que uno de mis compañeros la vea. -Me lanza una significativamirada que es evidente implica que no puedo negarme.

A los pocos minutos aparece un médico de unos cincuenta años que dice que es el jefe de psiquiatría delhospital y tras hablar conmigo unos minutos en los que simplemente comenta tonterías sin importancia, me dasu tarjeta instándome a llamarlo si lo necesito, pero, sobre todo, además, a ir a verle para, simplementehablar de lo ocurrido, hablar, dice, para exorcizar lo malo de esta experiencia y sacar lo bueno, que, aunqueahora no me parezca que lo haya, lo hay empezando por estar viva.

Tras tomar su tarjeta espero en la camilla el regreso de mi madre empezando a sentir los efectos no solode las pastillas que me han dado, sino del cansancio de lo ocurrido.

-Cielo. -La voz de mi madre me hace alzar la vista costándome un poco centrarla-. Bob nos va a llevar acasa y ese policía tan amable -señala un punto más allá de las cortinas donde veo al sargento… bueno, no meacuerdo cómo se llama, ha dicho que mañana deberías pasar por la comisaría para tomarte declaración yaque, comprende, ahora estás agotada y necesitas descansar.

Asiento sin muchas ganas de nada más que tirarme en mi cama y llorar hasta que caiga de sueño y estehorrible día haya pasado. Con ayuda de Bob salimos de urgencias evitando a la prensa que está buscando

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hablar con alguien que estuviere dentro del edificio, pero Bob los esquiva con agilidad pues nos lleva hastadonde ha aparcado su coche sin percance alguno. Ya dentro del coche y camino de casa, mi madre, sentada ami lado, dice bajando la voz:

-El señor Hamilton ha intentado que le dejaren verte. Cuando yo he llegado estaba intentando que uno delos doctores le dejare estar contigo.

Asiento sin decir nada girando el rostro hacia la ventanilla pues no quiero decir en alto lo que me rondala cabeza y menos delante de mi madre y de Bob y que no es sino que, pase lo que pase desde el día siguiente,no volvería a tener un “lío” con su jefe. No volvería a ignorar la voz de su cabeza que le gritaba que debíaprotestar cuando algo en lo que ella creía era una relación no iba bien, pero claro, ahí era donde estaba elproblema, ella no había tenido una relación sino solo había compartido cama con su jefe en “las horas libresde éste”.

- ¿De acuerdo, cariño?- ¿Qué? -Pregunto consciente de que mi madre lleva unos minutos hablándome y yo no me he enterado de

nada.Me aprieta la mano y me sonríe animosa:-Cuando lleguemos a casa, te das una ducha, te subiré algo de comer y te acuesta. Mañana verás como

todo esto no queda más que como un horrible recuerdo que hemos todos de dejar atrás.Asiento no muy convencida de poder dejar atrás lo ocurrido ni tampoco de querer olvidar que acabo de

abrir los ojos a una realidad que me negaba a ver en mi ciego deseo de no hacer nada que me alejare de quiénconseguía hacerme sentir tan bien cuando estaba con él.

Al llegar a casa y tras despedirnos de Bob, al que sé preocupado, no me sorprendo de que el señorJefferson esté allí, claramente deseoso de no dejarnos solas, sobre todo a mí madre que parece asustada y apunto de gritar de pura rabia solo conteniéndose por mí.

Subo a mi dormitorio y antes incluso de entrar en el baño miro a mi madre que me ha seguido con gestopreocupado y cauto:

-Mamá, creo que solo voy a ducharme y meterme en la cama a descansar. No tengo apetito. Además,empieza a dolerme un poco todo y lo mejor es que me meta en la cama.

Mi madre asiente, aunque parece querer protestar y cerrando la puerta por fin me deja sola. Tardo unosminutos en reaccionar, como si todo pareciese ir a cámara lenta y mi cuerpo no quisiere moverse o hacer nadapor miedo a romperme o, mejor dicho, a que por fin haga lo que no tardaré en hacer que no es sino romper allorar sin contención ni dique. Bajo el chorro de la ducha y tras meter la mano dentro de una bolsa para nomojar la venda, cierro los ojos e intento simplemente que el agua me relaje, pero no logro conseguirlo. Hansido demasiadas cosas, demasiada tensión, demasiado miedo y para colmo, algo debe ir mal conmigo, porquemezclado con las imágenes de lo ocurrido, de Peterson apuntándome con un arma, el terror que me invadió, loque aparece con reiterada repetición es el rostro de Andrew, sus ojos verdes brillando preguntándome en unsiseo tenso si lo que quería era que dijese que estábamos liados. No logro quitarme esa sensación de vacíoque me invadió cuando lo escuché, cuando mi cabeza repitió como un eco doloroso esa palabracomprendiendo, comprendiendo de una dichosa vez que eso era para él. Un lío, un lío de fin de semana al queesconder dentro de su cama, pero no lo bastante importante, no lo bastante bueno o lo bastante significativopara él para pasar de las puertas de su casa, de las puertas de su apartamento. Salgo de la ducha sintiéndomederrotada, desilusionada y triste por todo, pero sobre todo por mí, por haberme dejado comportar como unaidiota enamorada tan ciega, tan rendida a un hombre que deja que haga con ella lo que quiera sin protestar, sinrechistar, sin hacer su voz oír. Me he comportado con alguien con tan poca autoestima que acepta las migajaslo poco que él le daba sintiéndose encima tan agradecida por ellas que ignoraba lo demás por temor aperderlo, a perder lo poco que él le ofrecía y que permanecía con una venda en los ojos no dispuesta aquitarse para no afrontar que sabía que aquello no era lo que de verdad ella se decía que era, una relación.

Se deslizó debajo de las sábanas y aferró con fuerza la almohada cerrando los ojos intentando dormir,dormir y dejar atrás ese maldito día. Le costó dormir y no consiguió descansar nada pues se despertaba

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sobresaltada, con el corazón a mil por hora y esa sensación de pánico invadiéndola. A las doce de la noche,tras todo el día intentando dormir sin mucho éxito decidió bajar e intentar comer algo, quizás su cuerpoprotestase menos y se sintiese menos derrotado con algo de la sopa que estaba segura su madre habría hecho,como siempre que ella o Emily estaban enfermas o que su madre se preocupaba por ellas sabiéndolas tristes,enfadadas o molestas. Sí, su madre las conocía bien y sabía cómo ganárselas. Con alguna de sus sopas. Bajóal salón arrastrando los pies sintiendo ahora con una dolorosa nitidez los golpes y magulladuras de su cuerpo.Encontró a su madre sentada en el sofá con el señor Jefferson.

-Hola. -Murmuró agotada.-Cielo.Mi madre se levantó como un resorte y tras ella el señor Jefferson que me miró con ese gesto de paternal

preocupación y lástima inconfundible de los hombres buenos que no saben cómo comportarse ante una mujery sus momentos de tristeza.

-Oh, cielo, pareces tan cansada. Ven, siéntate que te traeré algo de comer. Necesitas comer algo.Obedezco dejándome guiar a un sillón gimiendo al sentarme notando el fuerte dolor del costado.-Espera, espera, que te traigo las pastillas.Se apresuraba mi madre a salir hacia la cocina sin dejar de hablarme mientras el señor Jefferson se

acercaba a uno de los reposapiés y me lo colocaba bajo los tobillos y después me ponía una manta sobre laspiernas con amable paciencia.

-El doctor Richarson me ha explicado que durante un par de semanas has de tener cuidado, cielo. Lascostillas te dolerán y no has de hacer cierto tipo de esfuerzos ni desde luego cargar peso para que curen bien.-Regresa entregándome un zumo y un par de pastillas para enseguida volver a salir a la cocina nerviosa.

Miro al señor Jefferson tras tomarme las pastillas.-Gracias por quedarse y no dejar a mamá sola.Él se encoje de hombros esbozando una media sonrisa tímida antes de que mi madre aparezca con una

bandeja ante la que sonrío cuando veo la sopa.-Gracias, mamá.-El señor Hamilton ha llamado varias veces. -Su mención me hace perder la sonrisa de golpe intentando,

no obstante, disimular llevándome una cucharada de sopa a la boca, aunque de golpe se me ha cerrado elestómago-. Parecía muy preocupado. Le dije que descansabas. Quizás mañana debas llamarle.

-Quizás.Respondo sin mucho entusiasmo apartando la vista de mi madre quedándome un instante con los ojos

clavados en la televisión, a la que le han quitado el volumen, pues aparece un reportero frente al edificioHamilton y parece estar dando la noticia de lo ocurrido.

-Llevan todo el día dando la noticia del asalto a las oficinas de Hamilton Inc. -Dice mi madre tras vermecon los ojos clavados en la televisión sin decir nada-. Han descrito a ese loco como un hombre con deseos devenganza tras su despido y por haber sido acusado de robar dinero de la empresa. Su mujer ha salido en latelevisión diciendo que llevaba semanas comportándose de forma extraña y que no podía imaginar que haríaalgo así. Ni siquiera sabían que le habían despedido.

Frunzo el ceño tras unos minutos pues mi cabeza tarda un poco en asimilar lo que dice mi madre.- ¿Estaba casado?Mi madre asiente.-Pobre mujer. Enterarse así de la muerte de su esposo y de todo lo ocurrido.-No lo entiendo… -Digo aún desconcertada-. ¿Por qué dijo que le quité el trabajo, su carrera y su novia si

estaba casado?Mi madre y el señor Jefferson me mira sin comprender.-Dijo…Me muerdo el labio cerrando los ojos unos instantes recordando su cara, sus ojos que desprendían un

odio como nunca había visto antes y esas palabras. No me doy cuenta de que tiemblo hasta que noto la mano

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de mi madre quitándome la cuchara de entre los dedos y después como me quita la bandeja de las rodillaspara cedérsela al señor Jefferson antes de que mi madre pase su brazo por mis hombros haciendo que me dejecaer en su costado pues se ha sentado en el brazo del sillón.

-Ya, cielo, ya. No te preocupes, dejarás esto atrás, ya lo verás. Solo estás cansada y con los nervios auntensos después de lo que has tenido que pasar, pero en unos días estarás bien. Ya lo verás.

Paso una noche horrible y al levantarme por la mañana mi cuerpo, mi cabeza y mi rostro no disimulan niesas horas tan malas ni tampoco el cansancio y la tensión que aún arrastro. Sentada en la mesa de la cocinacon una taza de café en las manos observo a mi madre preparar un exagerado desayuno, pero no digo nadaporque sé que necesita mantenerse ocupada para templar los nervios. Me sobresalto al escuchar el sonido demi móvil y mi madre sale disparada al salón regresando con mi bolso en la mano.

-Lo trajo ayer Bob. Al parecer uno de los policías le dejó tomar vuestras cosas del despacho cuando yahabían tomado fotos y demás de todo.

Asiento tomando el bolso y de dentro el móvil que está casi sin batería. Sin mirar las llamadas lo conectoal enchufe que hay junto a la mesa y miro a mi madre.

- ¿Emily sabe lo ocurrido?Asiente y me mira preocupada.-No quería que se enterase de la noticia y tomase un vuelo corriendo muerta de miedo, aunque tendrás que

llamarla para tranquilizarla y que sepa que estás bien.Asiento antes de mirar por fin la pantalla del móvil. Tengo un montón de llamadas de amigos, de mis

compañeros de H.S.F., de algunos familiares… Suspiro pues a todos habré de llamarles, pero tener quecontar en alto una y otra vez lo ocurrido, no sé si soy capaz ahora. Alzo los ojos y veo que mi madre mevigila por el rabillo del ojo preocupada y decido tomar el toro por los cuernos.

-Si vas a decirme que ha vuelto a llamar, no lo hagas. Antes de hablar con él he de aclararme.Mi madre me mira unos segundos antes de asentir. Sí, me conoce bien y sabe que no es el momento de

hablar de ciertas cosas.- ¿Te ves con fuerzas de ir a la comisaria? Quizás no sea bueno retrasar el contarlo todo para que ellos se

ocupen. -Dice con ese tono de practicidad que sé saca a relucir como un modo de afrontar las cosas.Asiento aceptando el plato de revuelto que pone ante mí.-Sí, creo que es lo mejor.-Y creo que deberías seguir el consejo del doctor Richarson y hablar con ese psiquiatra.Sonrío negando con la cabeza pues es evidente el buen doctor cuando habló con mi madre no quiso dejar

nada al azar.-Lo llamaré. Creo que tiene razón y que necesito que alguien ponga un poco en orden mi cabeza o me diga

qué hacer con todas las cosas que tengo en ella ahora mismo. -Reconozco intentando no solo tranquilizarlasino tranquilizarme a mí misma y decirme así que puedo con esto, que podré dejarlo atrás.

Al llegar a la comisaria un par de horas después, una agente de unos cincuenta años y trato amable noslleva a una sala donde enseguida aparecen el sargento del día anterior y dos hombres más que dicen son losagentes encargados de la investigación y antes incluso de empezar, con mi madre sentada a mi lado, apareceel fiscal Emery pues al parecer le interesa saber todo lo ocurrido pues, aunque él no se encarga del caso, estárelacionado con el suyo.

Agotada, completamente exhausta salgo de la comisaría acompañada de mi madre, casi cuatro horasdespués pues he tenido que repetir varias veces lo ocurrido ante distintos policías y dos fiscales y, cuandopor fin terminamos, ni mi cabeza ni mi cuerpo parecen dispuestos a esfuerzo alguno, supongo que por nohaber descansado el día anterior. Al llegar a casa ni siquiera mi madre intenta convencerme para comer algo,lo que me hace comprender que he de tener un aspecto terrible, así que, sin molestarme siquiera en quitarmela ropa, solo me quito los zapatos y me meto bajo la manta queriendo esconderme del mundo como cuandoera una niña y me enfurruñaba por algo, solo que ahora, el mundo parece un lugar horrible y yo no quieroenfrentarme a él, hoy no, hoy no quiero enfrentarme a nada ni nadie, ni siquiera a esos ojos verdes que

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parecen torturarme.Cuando me despierto son las siete de la tarde. Me cuesta un mundo salir de la cama y ducharme. Me

pongo una camiseta y un peto vaquero para estar cómoda y al bajar me encuentro a mi madre sentada en elpequeño jardincito hablando con alguien, no le veo desde la puerta así que espero un segundo para saberquién es:

-El médico ha dicho que necesita descansar y no hacer esfuerzos. Apenas si se tenía en pie cuando hemosvuelto de la comisaría, no creo que sea capaz de ir hasta las oficinas.

-No, desde luego, ha de tomarse unos días de descanso -la voz de Andrew hace que de golpe me tense,pero no me muevo de donde estoy- y no quiero que regrese hasta que esté repuesta del todo. Bob puedeencargarse de todo. Además, durante un par de días la planta de contabilidad quedará cerrada para arreglardesperfectos y eliminar todo rastro de lo ocurrido.

-No logro entender cómo dejaron subir a un hombre armado sin que nadie le detuviere. -Se queja mimadre.

-Dijo que iba a por su finiquito y los del vestíbulo lo conocían de haberlo visto tanto tiempo entrar y salir.Llevaba las armas en una bolsa. En el video de seguridad se ve que las saca en el ascensor.

Veo a mi madre suspirar y bajar los hombros. Sé que está cansada, seguro que ha entrado mil veces en midormitorio para asegurarse de que estaba bien. Por fin abro la puerta mosquitera y salgo.

-Hola.Mi voz hace que ambos se levanten y giren de golpe.-Hola, cielo. -Mi madre se acerca y me sonríe-. En breve iba a despertarte para que comas un poco y

tomes la medicación.Me da un beso en la mejilla y yo intento sonreírla, aunque de reojo no dejo de mirar a Andrew que está

tan guapo como siempre, parece tan fuera de lugar en el pequeño jardín de la casa de mi madre.-Solo me tomaré un poco de tu sopa, mamá. Tengo el estómago un poco revuelto. ¿Nos dejas solos unos

momentos?-Claro, cielo.Mi madre entra y nos deja solos. Yo necesito sentarme así que me dejo caer en uno de los tres escalones

sin dejar de mirarlo. Parece tenso y obviamente incómodo. Claro, no debe ser cómodo tener que hablar con lamadre de un simple ligue. Frunzo el ceño reprendiéndome a mí misma pues empiezo a ser consciente de queestoy resentida con él. Se acerca y se acuclilla para que pueda mirarlo de frente, intenta acariciarme lamejilla, pero aparto la cara lo que hace que su gesto se tense más aún.

- ¿Cómo estás?- ¿Lo preguntas como mi jefe o como mi ligue de fin de semana?Se pone en pie y parece como si le hubiere golpeado, no esperándose ese gesto por mi parte. Hago una

mueca de remordimiento, pero niego con la cabeza cerrando los ojos.-Lo siento, no quería ser tan brusca, pero…-No te disculpes. Tienes derecho a estar enfadada y molesta. Lo que pasó fue terrible y…Me levanto y alzo una mano para que se detenga. Viéndolo allí, frente a mí, tan imponente, tan guapo, tan

perfecto, comprendo que no es para mí, que nunca ha sido para mí y que me he estado engañando retrasandolo inevitable que no era sino abrir los ojos de una vez.

-Andrew, no voy a volver, ni a la empresa ni contigo. -Abre los ojos como platos y va a decir algo, perome apresuro a decir-. A la empresa porque ya no quiero ni puedo trabajar allí. Bob será un gran jefe dedepartamento. Conoce la contabilidad, es un buen contable, honrado y trabajador. No me necesitarás allí y esevidente tampoco me necesitas en tu vida. -Le rodeo y doy unos pasos hacia el jardín porque su cercanía, elaroma de su colonia y de su ropa limpia me aturden y me harán flaquear-. Lo que dijiste me ha abierto losojos a algo que, desde el principio, sabía estaba allí, pero no he querido verlo, o mejor dicho, me heimpedido verlo por miedo a perder lo que me hacías sentir, lo que fingía tenía contigo. -Giro y por fin alzo elrosto para verlo y parece molesto, enfadado-. Soy tu ligue, ¿verdad? Es lo que dijiste. Y ahora lo entiendo. Es

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lo que soy, de hecho, puede que ni siquiera eso. Decías que no querías decir lo que teníamos ante otrosporque era tu empleada, porque hacia la contabilidad, porque empezaba a asumir el puesto de directora y noquerías que los demás me infravalorasen creyendo que había ascendido por mi relación contigo no por misméritos, después habría cualquier otra razón, ¿no es cierto? De cualquier modo, yo he permitido que estoocurriese. He dejado de lado mi propia voz y mi autoestima que me decían que algo no estaba bien, pero contal de que no te alejases lo he dejado pasar. -Niego con la cabeza y cierro los ojos-. Decías eso de mantenerlo nuestro entre nosotros. Lo nuestro. ¿Y qué es lo nuestro, Andrew? -Le miro seria y firme-. Porque yo sé loque siento por ti y a la parte de mí que he renunciado por no perderte, y antes de que digas nada, te diré a loque he renunciado, a una parte de mi persona que incluye hasta mi dignidad. No soy tu novia, ni la chica conla que mantienes una relación ni siquiera soy tu ligue, ¿sabes por qué lo sé ahora? Porque solo nos veíamoscuando tú querías y bajo tus condiciones, pero no puedo reprochártelo porque yo lo acepté sin rechistar.Acepté solo vernos los fines de semana y ante lo demás comportarnos como si nada, acepté no vernos fuerade tu apartamento. Nunca íbamos a cenar, a pasear, a un sitio público a una fiesta o vernos con otras personas.Me costó un triunfo y suplicarte mucho que fuésemos al cine y solo porque estaba a un par de manzanas ydespués me llevaste de regreso a tu apartamento sin tiempo a nada, te pedí cenar en una de las cafeterías y,como siempre, me enredaste y regresamos a tu apartamento. No quiero que me pasees como a tus novias oligues o lo que sea, porque sé de sobra que no soy como esas muñequitas perfectas con las que sales, pero almenos podrías comportarte como si no te avergonzases de mí y de que te vieran conmigo. Incluso a tus ligueso amantes las llevabas a cenar o a algún sitio.

-Te llevé a casa de mis abuelos, has conocido a mis hermanos, has dormido en mi casa. -Contestóenfadado y a la defensiva.

-Me llevaste a casa de tu abuelo porque trabajo para ti y querías que le explicase lo que hacía. Heconocido a tus hermanos y a tus abuelos, pero ante ellos, como ante los demás, solo soy tu empleada, ¿o mepresentaste como novia o como amiga o algo así? ¿Hiciste o mostraste algún gesto que demostrase ante elloso ante mí que éramos algo más que jefe y empleada? No te lo estoy echando en cara para castigarte sinoporque es ahora cuando por fin abro los ojos y es ahora cuando decido que ni puedo ni quiero continuar asíporque tú y yo, ahora lo entiendo, teníamos una cosa bien distinta a lo que yo quería o esperaba y,seguramente, algo distinto a lo que podría esperar alguien como yo con alguien como tú. Me he estadoengañando y ya no lo haré más. Ya no dejaré que, por miedo a perderte, esa vocecita que me dice que no esmalo querer salir por ahí con el hombre con el que creo tener una relación, ni tampoco querer salir contigo unmartes, o llamarte, o incluso vernos más allá de en la oficina siendo tu empleada, no es malo, no es algo porlo que deba sentirme culpable ni sentir que si lo digo, que si te lo pido, te estoy forzando a una relación que túno quieres tener conmigo y que, cuando lo haga, lo único que lograré es que me mandes al cuerno. No piensoahogar mi propia voz más por miedo a que me des de lado o me dejes, sobre todo, ahora, que comprendo quelo que pierdo no es un novio, un hombre con el que tenga una relación, ni siquiera un “ligue” como tú lollamaste, porque ese tipo de relaciones van más allá de la cama de un apartamento y yo, no he tenido nada deese más. - Aunque quiero enfadarme conmigo por ser tan débil, las lágrimas caen por mis mejillas sin podercontenerlas-. No voy a volver a la empresa y no voy a volver a tu apartamento. -Añado intentando sonarfirme, pero no creo que lo logre porque tengo la voz ahogada y los ojos llorosos.

-Estás tomando decisiones en un momento en que tu cabeza no está serena. -Dice mirándome no sé sienfadado o molesto o qué-. Han pasado muchas cosas en las últimas semanas y lo de ayer fue estresante yterrible. Quiero que te tomes el tiempo que necesites para que te recuperes y después hablaremos con calma.

-Estoy calmada. -Le espeto furiosa porque crea que estoy al borde de un ataque de nervios, aunque desdeluego no parezco muy firme y resuelta porque doy un par de pasos tambaleantes para sostenerme pues estoyun poco mareada. Le doy por instinto un manotazo en la mano cuando intenta sostenerme y solo me dejo caeren el banco de hierro del jardín sentándome de golpe escapándoseme un gemido de dolor por las costillasmientras él se mantiene alerta frente a mí, como si no supiere si acercarse o simplemente quedarse allí a laespera.

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-Andrew, vete. Declararé en el juicio cuando me llamen y explicaré lo sucedido, pero ahora quierodescansar.

Le escucho suspirar pesadamente y al azar el rostro para verle lo encuentro mirándome con la cara talladaen piedra, es todo tensión y algo que no sé identificar ¿ira quizás?

-No tomarás ninguna decisión hasta que hayas descansado. Te doy dos semanas. -Dice tajante-. ¿Me oyes?Dos semanas.

Se gira y con paso airado camina abriendo la mosquitera de la puerta de atrás de mi casa escuchandopocos minutos después cerrarse la puerta principal. Noto el cuerpo frío y un poso de dolor traspasarme departe a parte sin ser consciente de que tiemblo y lloro hasta que mi madre me dice algo que no escucho y melleva de regreso a la casa.

Seís días después mi madre entra decidida en mi habitación y mirándome desde la puerta señala con vozfirme:

-Vas a ir ese psiquiatra y vas a ir a verle hoy mismo. No puedes seguir así. No duermes, no comes y noveo que tengas intención de reaccionar. Seís días son más que suficientes. Dúchate que en una hora tienes citay voy a llevarte, aunque sea a rastras.

-Mamá…-Ni mamá ni nada. ¡A la ducha ya!¿Seis días han pasado ya? No puede ser… voy pensando bajo el chorro de la ducha. Ni siquiera soy

consciente de qué hora es como para saber el día. Dios, estoy apática e indiferente a todo y todos. A ver siesa fiera antaño llamada mi madre tiene razón…

Me visto con unos sencillos vaqueros, una converse y una blusa azul y cuando me miro en el espejo frunzoel ceño. Los vaqueros parece que me quedan un poco holgados y tengo unas ojeras que no habrá maquillajeque lo disimule así que para qué… Cuando bajo el señor Jefferson está en la cocina junto a mi madre y mehacen sentarme para tomar un café y una tostada que como con desgana y menos apetito. Después salimos lostres y comprendo es el señor Jefferson el que nos lleva aparcando media hora después frente a un eleganteedificio en el que entro siguiendo a mi madre sin oposición alguna. Tras entrar en una especie de oficina medoy cuenta que es una consulta. Me siento en un sillón mientras mi madre se acerca a una señorita tras unmostrador y después regresa sonriendo.

-En cinco minutos lo verás.-Mamá…-Ni se te ocurra. -Me mira firme y con gesto de determinada cabezonería que conozco bien pues es

idéntico al de Emily.Cuando dicen mi nombre mi madre me hace levantar como si fuere una niña chica que acude al dentista

con su madre y sigo a una señorita que ahora veo lleva uniforme de enfermera abriéndome una puerta al finalde un pasillo.

-Doctor, la señorita Carsons.Al pasar me encuentro al psiquiatra del hospital, creo que se llamaba Rollins a algo así… Me ofrece la

mano con una sonrisa amable. Es atractivo, para tener cincuenta y pocos está en buena forma y el no llevarbata blanca quizás le quita un poco de imponente autoridad que relaja un poco la cosa.

-Me alegro de verte, Carola. Espero no te importe nos tuteemos, así es más sencillo. Tú llámame Paul.Asiento sentándome en un cómodo sofá que me señala.-Bueno, ¿cómo estás?Suspiro y me encojo de hombros.-Ya veo. ¿Consigues dormir?Suspiro y niego con la cabeza.-Es normal. Créeme, no te pasa nada raro así que no quiero que pienses que estás aquí por algo que te

pasa o que va mal contigo.Dejo caer la espalda con dejadez en el sofá y al mirarlo veo que me observa como si me evaluase.

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- ¿Por qué no me cuentas que piensas?- ¿Sobre qué?-Sobre lo que quieras. Lo que se te pase por la cabeza.-Es que no se me pasa una cosa por la cabeza, sino mil y es un lío.Sonríe asintiendo.- ¿Qué tal, entonces, si me cuentas esas mil ideas y quizás si las ordenamos puedas dejar que tu cabeza

descanse lo bastante para dormir y sobre todo para que te deje descansar?-La culpa de todo la tengo yo que soy una bocazas. -Digo de pronto sin saber de dónde sale eso y quiero

gemir y callarme, pero en vez de eso continúo-. Es que me quejé delante de mi jefe del trabajo de un hombrede la central y al final todo se ha liado y ese… ese…. ese hombre… se puso a disparar… y…

Empiezo a sollozar y a hablar sin ton ni son no sé cuánto tiempo, pero creo que mucho porque cuandotermino no sé lo que he dicho, si con sentido o sin él, pero sea como sea, de algún modo me siento algo mejor,aliviada, como si hubiere dicho en voz alta todo lo que me reconcomía por dentro y no era capaz de soltarante nada ni ante nadie.

Cuando termino ya ni siquiera lloro creo que porque me he pasado todo el tiempo llorando como unamagdalena. Pone delante de mí una botella de zumo de manzana y me insta a beberlo sonriendo calmado.

-Creo que necesitas un poco de azúcar porque es evidente estás baja de todo… -Sin poder evitarlo lesonrío tras beber casi de golpe medio envase de zumo de una tacada-. Carola, creo que has estadoreprimiendo muchas cosas durante semanas y de golpe han salido por culpa de lo ocurrido en el asalto.Aunque no te guste oírlo, creo que tu jefe en algo acertó, no estabas en ese momento en condiciones de tomarninguna decisión y menos una tan drástica como dejar el trabajo y la relación con él. -Voy a protestar, pero medetiene-. Ahora vas a tomar un tiempo con calma para meditar las cosas, una por una, paso por paso,analizando lo que piensas, sientes y quieres. Si no quieres seguir en la empresa, no lo hagas, si no quieres unarelación con ese hombre no la tengas, pero medita bien. Si lo que quieres es una relación distinta con él,habrás de hablarlo con él y si no está de acuerdo o si estás segura de que él no quiere lo mismo que tú,decidir si quieres tener lo que él te ofrece o buscar lo que de verdad quieres en otro lugar. De cualquiermodo, creo que te vendría bien alejarte de todo esto por unos días y mirar las cosas con perspectiva.Descansar, tomarte tu tiempo para recuperarte y pensar y, sobre todo, para volver a encontrarte contigo mismapues, pienso, lo ocurrido te ha dejado tan asustada que te has estado conteniendo y reteniendo desde tuspropios sentimientos hasta tus más sencillas y naturales reacciones. Haz un viaje de mero descanso, verás lascosas más claras cuando regreses. A lo mejor te reafirmas en esas decisiones ya tomadas o a lo mejor te dascuenta que has actuado precipitadamente, no seré yo el que te lo diga porque solo tú puedes decidir sobre tuvida. Pero, sea como sea, has de reaccionar, reaccionar y continuar.

Le miro unos segundos asimilando lo que dice:-Mi hermana está pasando unos meses en Inglaterra, quizás podría visitarla. -Sugiero de pronto deseando

hablar con ella, charlar tranquilamente y que me aconseje pues me conoce tan bien o mejor que mi madre.Sonríe asintiendo:-Me parece bien. Un viaje de relax, divertido y con alguien que te va a cuidar es lo que necesitas. Pero no

quiero que te precipites, no tienes fecha de caducidad para tomar decisiones, ¿me oyes?-Bueno, Andrew me dijo dos semanas.-Pues se puede meter sus dos semanas por donde le quepan. Tú te tomas el tiempo que necesites. Órdenes

de tu médico.La forma en que lo dice me hace reír, por primera vez en varios días me rio sinceramente de algo.- ¿Lo pondrá por escrito? Seguro que si digo que un médico me ha ordenado vacaciones indefinidas me

toman de verdad por loca.Se ríe asintiendo:- ¿Ves? Un primer chiste. A menos el día de hoy podemos considerarlo un éxito.Cuando salimos de la consulta y mientras esperamos que el señor Jefferson venga a por nosotras, abrazo a

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mi madre.-Gracias, mamá. Creo que lo necesitaba.Mi madre sonríe cuando rompo el abrazo.-Si es que nadie sabe mejor que yo lo que necesitan mis niñas.Sonrió divertida por su mirada de orgullosa matrona.- ¿Sabes? El doctor dice que podría venirme bien alejarme, hacer un viaje para verlo todo en perspectiva

y bueno, ya que Em está en Inglaterra, podría visitarla.Mi madre asiente con un golpe de cabeza:-Así te aseguras que no se mete en líos.Rio de pronto divertida por el comentario.Durante los tres siguientes meses apenas si hablo con nadie de casa, salvo mi madre y dos veces llamé a

Bob, la primera para decirle que no se preocupase que estaba bien, y la segunda para contarle, pasadas lasdos primeras semanas, el plazo que me dio Andrew, y antes de que reciba el mail que he enviado a Andrew,que no volveré a la empresa. Lo he decidido y no solo porque no quiera regresar a la oficina, sino porquetampoco quiero tener que ver al hombre del que me sé enamorada sabiendo, como sé, que para él no he sidomás que una más de las mujeres con las que se ha acostado. Me ha prometido no decirle que estoy enInglaterra con Emily y lo debe haber cumplido porque pasadas las dos semanas se presentó en casa de mimadre queriendo saber dónde estaba y mi madre le dijo que estaba con unos parientes descansando por ordendel médico y que no regresaría ni dejaría que nadie me molestase hasta que estuviere bien. Como dejé elmóvil en casa, siguiendo el consejo de Paul, no sé si me ha llamado o no, pero no quiero enfrentarme a élsabiéndome en desventaja, así que simplemente decido disfrutar del viaje, pasear, descansar, hacer turismo ysobre todo meditar mucho lo que haré.

Cuando Emily y yo regresamos a casa terminado el verano, no solo no nos sorprende que el señorJefferson, Jeff como ya le llamamos Emily y yo, casi pase más tiempo en casa que en la suya, sino queestamos encantadas porque mamá parece contenta. Desde esa primera cena en casa, los cuatro juntos, ycomprendiendo que mi situación ha cambiado mucho, empezamos a hablar la cosas entre todos y para misorpresa Jeff tiene una sugerencia que no sé cómo no se me había ocurrido a mí antes.

Dos meses después ya estoy asentada en mi nueva vida podría decir que feliz, pero mentiría pues sé queno es del todo cierto, sin embargo, sí que estoy contenta con las decisiones que he tomado y el rumbo que hedecidido sabiendo que era lo mejor para mí. Jeff me presentó a varios amigos suyos, algunos con negociospequeños o no muy grandes que solían tener quejas constantes del trabajo que les costaba tener al día lacontabilidad, o peor, el dinero que se les iba en el asesor fiscal cada año para tener al día los pagos deimpuestos y demás gastos oficiales y sin casi darme cuenta me he encontrado llevando la contabilidad devarios pequeños negocios, tiendas y restaurantes e incluso un par de gestiones contables de algunosparticulares que no saben bien cómo gestionar sus finanzas. Incluso hemos adaptado un par de habitaciones dela primera planta de la casa de Jeff, que vive en nuestra calle, convirtiéndolos en una especie de despacho demi “asesoría”. Siempre bromea diciendo que es mi casero, mi socio y mis relaciones públicas.

Sentada tras mi escritorio, concentrada, intentando poner en orden el desbarajuste que la pobre señoraGonzález, llama la contabilidad de su pequeño restaurante en Mission District, solo escucho la puerta de laotra habitación abrirse dando por hecho que es la señora González pues con ella he de reunirme para ayudarlaen este lío.

-Pase, señora González, precisamente estoy intentando descifrar algunos de los tickets de la caja en la queponía gastos de cocina. Es un poco caótica, pero no se preocupe, acabaremos ordenándolo todo. -Voydiciendo sin siquiera levantar la vista de los montones de papelitos que hay en mi mesa.

-Prefieres trabajar aquí que en mi empresa.Esa voz hace que se me erice todo el bello del cuerpo incluso antes de alzar la cabeza topándome con ese

rostro y esos ojos verdes con los que sueño cada noche.-Sí. -Respondo intentando no mostrarme intimidada y disimulando el ligero temblor de mis manos las

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dejo caer al sitio en el que él fija los ojos.- ¿Pensabas decírmelo o iba a ser un padre desconocedor de su hijo?-Hija, y sí, pensaba decírtelo cuando naciere.Le veo enderezar ligeramente los hombros con tensión alzando los ojos de mi abultado vientre de siete

meses a los míos.-Desapareces, no das explicaciones de dónde ni cómo estás y solo sé de ti por una mísera carta de

renuncia que incluso resulta insultante recibir por mail. Ni siquiera tuviste el valor de decírmelo a la cara.-Te lo dije. -Le interrumpo a la defensiva-. Te lo dije, pero no me creíste y simplemente me ordenaste

tomarme dos semanas. Bueno, pues me las tomé, lo pensé y me reafirmé. No iba a volver entonces y no iba avolver más adelante. Estoy bien aquí, me va bien.

-Te va bien. -Dice irónico mirando en derredor-. Bueno, supongo que es un lugar como otro cualquierapara esconderse.

-Yo no me escondo. -Replico enfadada levantándome del sillón con cierto esfuerzo porque siete meses deembarazo no me permiten hacer movimientos gráciles de muñequita precisamente.

-Sí te escondes. -Espeta furioso apretando los puños a ambos lados de su cuerpo-. Te escondes de mí. Meabandonaste sin más y te escondes de mí porque te asustas de lo que teníamos y encima me ocultas que voy aser padre.

- ¿Lo que teníamos? ¿Qué diantres teníamos? Solo era la chica con la que te acostabas los fines desemana, solo eso. Me costó comprenderlo y cuando lo hice, no quise continuar. Por eso estás enfadado,porque por una vez no hice lo que tú ordenabas.

- ¿Ordenar? Si te hubiere ordenado hacer lo que yo quería no te habrías ido, no te habrías alejado de mí,no habrías actuado sin pensar más que en el miedo dejando que ese miedo guiase tus pasos y tomasedecisiones sin ver más allá de él. ¡Me dejaste solo! -Gritó sobresaltándome.

- ¿Qué? -Jadeo desconcertada.Gruñe mirándome con sus ojos verdes brillando intensamente y tras unos segundos nos sostenemos las

miradas sin movernos.-Bien, hasta ahora eres tú la que ha estado tomando decisiones que nos afectan a ambos sin tenerme en

cuenta, pues, ahora, seré yo el que tome también ciertas decisiones. ¿Cuándo tienes tu próxima visita con elmédico?

- ¿Qué? -Pregunto sin saber dónde quiere ir a parar.-Es tan hija mía como tuya, a partir de ahora yo también formaré parte de todo lo que le concierna.Por un momento no sé qué decir pues realmente me ha dejado fuera de juego.-Pero…-Carola, ¿cuándo? -Insiste tajante.-Pasado mañana a las doce.-Bien.Sale con paso firme dejándome del todo congelada hasta que reacciono y salgo a la carrera, si es que así

se puede llamar a cómo me muevo, alcanzando la puerta de la casa cuando él ya se subía en el coche.- ¿No quieres saber el nombre de mi doctora ni dónde tiene la consulta? -Pregunto desde la puerta, pero

no me contesta marchándose igual que como ha aparecido de golpe y porrazo.Me quedo mirando la calle de modo ausente hasta que escucho la voz de la señora González llamándome

viéndola en ese momento bajar de su coche con un tupper entre las manos, lo que casi me hace reír. Los tresdueños de restaurantes que llevo, siempre vienen con envases de comida llenos hasta los topes y, porsupuesto, la señora González que es la que cocina en su restaurante junto a su hija, suele traerme cosas“buenas para el bebé”.

Cuando termino con ella son casi las siete de la tarde así que decido regresar a casa. Lo bueno de ser mipropia jefa es que puedo organizar mi trabajo como quiero e incluso trabajar en casa después de cenar siprefiero no quedarme tarde en el despacho. Al llegar, voy como siempre directamente a la cocina donde mi

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madre está enredada cocinando y Emily sentada en la mesa escribiendo como loca en su portátil. Desde quele ha aceptado el puesto de crítica de teatro, cine y televisión de uno de los periódicos digitales nacionales,no para de escribir en ese chisme. Lo bueno es que como ha de ver muchas películas y obras de teatro, sueloir con ella gratis todos los fines de semana, aunque algunas cosas de las que he visto eran un horror conmayúsculas.

-Hola, cielo, ¿qué tal el día? -Pregunta mi madre al verme mientras yo dejo el bolso en la mesa y meacerco con la fiambrera de la señora González que dejo en la nevera.

-Son frijoles, dice que fortalecen al bebé. -Digo sin esperar a que me pregunten y escucho la risa de mihermana a la espalda.

- ¿De veras? Quizás no sea mentira, porque menudos machotes son los hijos de la señora González. -DiceEm con aire bromista.

-Estupendo, pero te recuerdo que yo voy a tener una niña. -Beso a mi madre en la mejilla y giro paradecir-. Voy a ducharme. Por cierto, Andrew ha venido, me ha reprendido y después me ha dicho que va a ir ala próxima visita del médico.

Sin esperar respuesta cruzo la puerta de la cocina y empiezo a subir las escaleras, pero no avanzo muchocuando escucho la voz en alto de Emily decir:

-Cuando bajes esperamos que cuentes esa bomba con más detalle.-Pues ya me dirás qué diablos quiere que cuente si eso es todo. -Mascullo balanceándome como un

horrible pato de feria subiendo las escaleras.Al bajar me siento en la silla de la mesa del comedor viendo al Jeff terminar de poner la mesa y le sonrío.-Carola, llevas un zapato de cada color. -Dice con una sonrisa divertida.- ¿Otra vez?Frunzo el ceño enfadada conmigo misma. Para estar cómoda, me he comprado tres pares de zapatillas

converse en tres colores y no debió ser buena idea porque desde que ya casi no me veo los pies sinagacharme con cierto esfuerzo, suelo mezclarlas y ponérmelas desparejadas.

-Bueno, estoy en casa, vosotros no me miraréis los pies. -Digo vencida porque ni pienso subir acambiármelos ni hacer esfuerzo alguno por moverme.

Emily entra y se ríe al verme los pies.-Ni lo digas.-De vestir a Caroline me encargo yo que lo sepas.-No le voy a poner de nombre Caroline. -Refunfuño.Emily bufa.-Pues como elijas un nombre feo, te advierto que la rapto y no la vuelves a ver. No te gusta ningún nombre

de los que sugiero.-Pretendías llamarla Agatha.-Es un nombre precioso y usado por mujeres brillantes. -Responde alzando la barbilla orgullosa.-Es nombre de ancianita con mil gatos y que habla sola. Y ni te cuento lo que pienso de Hester, Amber o

Thais.-Nombres bonitos todos ellos. -Replica a la defensiva.-Nombre de vieja bibliotecaria, actriz porno y diosa lujuriosa.-Carola. -Me reprende mi madre-. Amber no es nombre de actriz porno. La hija de la señora Smith de mi

grupo de la iglesia se llama así.- ¿Esa no es la hija que tuvo un lío con el marido de su prima? -Pregunto alzando una ceja.-De su hermana. -Responde entre dientes.-O mucho mejor, no es nombre de actriz porno, sino de una rompe matrimonios y encima de matrimonios

de su propia familia. -Giro el rostro hacia mi hermana-. Amber queda descartado por partida doble.Escuchamos la risa de Jeff desde la cocina claramente divertido por nuestra conversación y cuando entra

llevando la fuente de la ensalada las tres le miramos.

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-Bueno, a mí me gusta mucho el nombre de Alice. -Mi madre sonríe cariñosa hacia él.Sonrío negando con la cabeza: divertida.-Lo pensaré.-Eso llevas diciendo cinco meses y aún no te has decidido por ninguno. Por cierto, mañana sin falta

vamos a la ferretería a escoger los colores con que pintar la cuna. -Ordena mi hermana tajante.Mi madre rueda los ojos vencida:- ¿No podríais pintarla de blanco?-No.Respondemos al unísono pues unos vecinos nos han regalado una cuna antigua de madera que estaba un

poco estropeada pero que era como esas de las películas de época que incluso se mece porque tiene unpequeño pie para el balancín con dosel y todo.

-Queremos que sea una cunita graciosa, divertida y que despierte la inteligencia de Vivianne. -AñadeEmily sonriendo.

-Por Dios, te gustan nombres de mujeres de más de cincuenta años solitarias y en proceso de perder lacabeza o de muñequitas de playboy. No tienes punto medio. -Me quejo mientras ella bufa-. Mamá, la cuna delos Anderson ha quedado preciosa tras rasparla y arreglarla y su pequeño dosel quedará estupendo con elmóvil que le hemos hecho con figuritas de animalitos de colores, pero no quiero pintarla de blanco quequedará muy ñoña.

- ¡Eso! Vamos a pintar el dosel y las patas del balancín de blanco y el resto de los barrotes y piezas endistintos colores, alegres e infantiles pero divertidos. El chico de la ferretería ha dicho que comonecesitaremos poca pintura de cada color, nos la venderá en botecitos que él rellenará con lo que elijamos ypodemos hacer las mezclas que queramos hasta dar con los tonos que nos gusten. Además, no la pintaremoscon brocha sino con una pistola que me va a prestar para que quede como los profesionales. Me ha enseñadocómo he de hacerlo y va a quedar genial. Ya verás, todo el mundo querrá una cuna igualita.

- ¿El chico de la ferretería? -La miró mi madre alzando una ceja inquisitiva.Emily se carcajeó comenzando a servir la ensalada.-Mamá, tiene dieciséis años.Jeff y yo nos reímos por la cara de mi madre que ya parecía estar maquinando hacer de casamentera, pero

no calculaba ese detalle de la edad.Por la mañana, tras recibir a un par de clientes, uno de los cuales, cómo no, me lleva comida de su

restaurante, esta vez, italiano, Emily viene a recogerme. Caminamos despacio hasta la ferretería mientrasEmily ataca sin piedad los canutillos de crema mascarpone ya que no le importa sean para mí.

-Carola, comprendo que estés embarazada y lleves sobrepeso, pero más despacio y andaríamos haciaatrás. -Se queja cuando casi hemos alcanzado la ferretería.

-Pues mi lentitud no ha impedido que te zampes mis canutillos sin siquiera tomar aire entre uno y otro.Emily se ríe.-Ese Roberto tiene unas manos excelentes para la cocina. -Dice burlona abriéndome la puerta tras

chuparse el dedo del último bocado que ha dado antes de guardar lo que queda en la bolsa-. ¿Roberta?-Ni loca. Roberto me cae muy bien, pero no pienso ponerle ese nombre a mi pobre bebé. Bastantes

quebraderos de cabeza tendrá con una tía loca para, encima, someterla al suplicio de un nombre comoRoberta. -Respondo pasando mientras ella me sostiene la puerta.

Una hora después, por fin salimos de la ferretería. Emily va cargando como una mula con las mil cosasque necesitamos para pintar la cuna mientras yo me voy tomando tranquila un helado de naranja que hecomprado en la cafetería que hay al lado de la ferretería.

-Te estás vengando por lo de los canutillos. -Se queja mirándome con el ceño fruncido.-Mujer, no soy tan rencorosa. -Le digo con sorna-. Mi niña tenía antojo de helado de naranja y no

pensarás que puedo privarla de ello. A ver si me sale con un antojo de naranja en la frente.Le escucho mascullar un “lo que hay que oír” mientras yo camino tan contenta con mi helado. No

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alcanzamos la esquina de esa manzana cuando un coche negro se detiene delante de nosotras y de él se bajaAndrew con Julian a su lado dejándome con el helado a medio camino de la boca.

-Vaya, vaya, vaya, ¿por qué no me sorprenderá encontrarte comiendo? -Sonríe Julian acercándosedándome un beso en la mejilla con confianza-. Emily-. Saluda dedicándole una mirada encantadora, así comoun más que evidente repaso-. ¿Haciendo chapucillas en casa? -Bromea al ver el hombre de las bolsas quecarga ella.

Yo me he quedado mirando a Andrew.-La cita del médico no es hasta mañana. -Me apresuro a decir a la defensiva.Él sonríe cruzando los brazos al pecho.-Lo sé. Hoy he venido con Julian para que acordemos el régimen de visitas.- ¿El qué? -Pregunto desconcertada como, al parecer cada vez que le veo.-Andrew. -Le reprende Julian mirándolo serio antes de girarse y mirarme a mí suavizando el gesto-. No le

hagas caso, solo vamos a hablar de lo que pasará de ahora en adelante.Entrecierro los ojos de pronto sintiéndome molesta porque vuelve a mi vida y de nuevo he de plegarme a

sus deseos.-De ahora en adelante… -Repito en un susurro antes de enderezar la espalda lo que no se nota debido a

mi abultado estado, pero me da igual y miro enfadada a Andrew y después a Julian-. Bien, dile a tu clienteque de ahora en adelante las cosas serán así. Yo llevo dentro a mi hija hasta que nazca y para eso faltanmenos de dos meses. Hasta entonces, nada ha de pasar salvo que mi bebé crece dentro de mí. Cuando nazca,tú puedes hablar con mi abogado sobre ese régimen de visitas. Y ahora, mi hermana y yo nos vamos a casaque tengo hambre. Vamos, Em. -Digo girando y empezando a andar calle abajo con Emily a mi lado que lanzauna mirada furiosa a los dos hombres.

Cuando se hubieron alejado Julian miró a Andrew frunciendo el ceño:-Tienes el tacto de un elefante.Andrew sonrió:- ¿Has visto como se ha enfadado?Julian alzó los brazos y los dejó caer con cansada resignación.-Anda, vamos, con el ritmo tan garboso que lleva, llegaremos antes que ellas a su casa y no me moveré de

allí sin haber comido con la madre de mi hija.- ¿Eres consciente de que no le gusta que la presionen? -Preguntaba Julian con gesto preocupado.-Lo sé, -respondía rodeando el vehículo para sentarse en el asiento del conductor- pero también que, si la

dejo a su aire, no me dejará meter baza. Además, cuando está aturdida o enfadada no medita tanto las cosas.No me ha preguntado cómo sabía que está embarazada, ni por qué no le he preguntado por el nombre de sumédico, ni siquiera cómo sabíamos que estaban aquí.

Julian suspiró negando con la cabeza entrando en el coche.-Te va a dar con algo en la cabeza en cuanto te vea.-Es muy posible.Llegamos a casa y las dos nos detenemos en seco al ver el coche aparcado frente a la puerta.-La madre que lo… -Empiezo a refunfuñar entrando enfadada en la casa mientras Emily me sigue con

gesto de contrariedad-. Por Dios bendito, mamá, ¿por qué les has dejado entrar? -Pregunto enfadada alencontrármelos sentados como si tal cosa en la mesa del comedor, ya puesta para el almuerzo, bebiendosendas cervezas.

-Hija, ¿no pretenderás que eche con aguas destempladas al padre de mi nieta?-Es lo que pretendo, sí. -Contesto con gesto terco cruzando los brazos.-Vamos, cielo, no seas irracional. De todos modos, tarde o temprano habíais de hablar. ¿Por qué no

hacerlo ahora?-Porque ahora no me apetece. -Contesto como una niña contrariada.-Pues te apetezca o no, ellos se quedan a almorzar así que decide ¿qué es más importante comer mi

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delicioso pollo o continuar de morros?Bufo mirando a mi madre antes de sentarme a la mesa:-Puedo hacer ambas cosas a la vez.- ¡Silvie!La exclamación de Emily me sobresalta encontrándomela mirándome con un bote de pintura en la mano.-No pienso ponerle a mi niña el nombre de un caniche o un pequinés y menos si, además, es la tonalidad

de un color… -Tomo el bote-. Por Dios, ¿hay un tono de verde que se llama Silvie? La gente tiene demasiadotiempo libre y lo dedica a cosas absurdas como poner nombre a tonalidades de colores.

-Eres imposible. -Refunfuña quitándome el bote de la mano dejándolo en la mesa del salón con el resto-.A este paso la niña se llamará “sin nombre”.

-No es cierto. Es que quiero verle la cara antes de decidir. Y la culpa la tienes tú por sugerir los nombresmás feos del mundo. -Veo un papelito encima de mi plato, cosa ya normal pues Emily va dejándomelos portodos lados-. ¿¡Serina!?

-Bueno, es original. Suena a muñequita de película de princesas.-Jeff, ayúdame… -Miro a Jeff que entra con una fuente de arroz con pasas y piñones para acompañar el

pollo.-Soy Suiza.-No me sirves. Y que sepas que la neutralidad está sobrevalorada.Jeff se ríe sentándose cuando mi madre regresa con la fuente de pollo sirviendo de inmediato un plato

para Andrew y Julian.-Perdonad, pero aquí la única embarazada hambrienta que necesita comer por dos soy yo. -Digo

quitándole al vuelo a mi madre el plato que le ofrecía a Andrew que sonríe negando con la cabeza.-No se lo tomes en cuenta. Las hormonas y el hambre alteran sus modales. -Dice mi madre lanzándome

una mirada de advertencia.-Mamá, me ha parado en medio de la calle para decirme que su abogado ha venido para concertar el

régimen de visitas.Mi madre suspira negando con la cabeza mirando a Andrew con reproche.-A los hombres siempre hay que recordarles que a las mujeres embarazadas ni hay que alterarlas ni

enfadarlas.-Tomo nota. -Dice aceptando otro plato que le cede.Bufo mostrando mi incredulidad.-Bueno, -Interviene Julian con evidente intención de suavizar el ambiente-. ¿Y puedo preguntar para qué

es la pintura?-Vamos a pintar la cuna de Gabriella.-Nop. -Digo automáticamente sin mirar a Emily.- ¿No es para pintar la cuna? -Pregunta Julian.-No a Gabriella. -Responde mi madre haciendo que Julian se ría.-Entonces, ¿si es para la cuna?-Eso sí. -Respondo tras intentar alcanzar la sal que mi madre se apresura a retirar del alcance de mi

mano-. Tirana.-Sí, bueno, dos meses más y después podrás volver a tomar sal.-Mentirosa. Después le daré el pecho y tendré que controlarme también. -Suspiro con resignación.-Ahora valorarás en su justa medida los muchos sacrificios que hice yo.Emily y yo nos reímos.-Mamá, papá decía que no obedecías al médico ni aunque te atase a la silla.-Exageraciones de vuestro padre. Fui una paciente modélica en mis dos embarazos.Emily prorrumpimos en carcajadas mientras mi madre nos mira orgullosa.-Sois unas descreídas y unas hijas ingratas.

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-Lo somos, lo somos. -Se reía Emily mirándola divertida y después mira a Julian-. Vamos a pintar la cunade muchos y bonitos colores.

- ¿Cuántos son muchos? -Pregunta frunciendo el ceño y las dos nos encogemos de hombros señalando losbotes de pintura que Emily ha dejado en la mesa del salón.

-Tú no pintarás. Inhalar pintura no puede ser bueno para ti ni el bebé. -Dice serio Andrew mirándome confijeza.

-Por favor… -refunfuño-. No me digas lo que hacer o no y, ya que estamos, no pensaba hacerlo, no soytonta, además, para eso tengo a mi pitufita mañosa. -Señalo con el tenedor a Emily que se ríe entre dientes.

-Esa soy yo, la mañosa del lugar.-Bueno, no exageremos que aún me duele el trasero tras “arreglar” la banqueta del jardín.Emily se ríe.-Tenías que haberte visto, sentada en el suelo con cara de no saber qué diantres había pasado.Terminamos de comer mientras Julian prácticamente interroga sin piedad a Emily sobre su aventura en

Inglaterra y por algún motivo sospecho que no ignora que yo estaba con ella pues nunca le pregunta ¿conquién ibas a tal sitio? O ¿Quién te acompañaba a ese lugar?

Cuando mi madre sugiere tomar café en la salita yo subo a lavarme las manos y los dientes y cuandoregreso tomo mi bolso.

-Yo me marcho. Aún tengo que revisar un par de cosas antes de mañana si quiero “no llegar tarde almédico”. -Miro a Andrew entrecerrando los ojos, pero no parece que le moleste ni mi tono ni mi cara deresignación.

Cuando salgo, apenas he recorrido unos metros cuando noto el cosquilleo en la piel un instante antes deverlo caminar a mi lado.

- ¿Qué haces?-Acompañarte para que hablemos. -Contesta como si tal cosa metiéndose las manos en los bolsillos.Suspiro sin detenerme molesta porque él parezca una portada de la versión masculina de Sport Illustrated

y yo de la de tractores y camiones.Abro la puerta de acceso independiente de la casa de Jeff que permite la entrada a las dos habitaciones

que constituyen mi despacho y tras dejar el bolso y encender mi ordenador, tomo asiento en la silla tras miescritorio.

-Bien, pues tú dirás.Sonríe con esa suficiencia que siempre parece acompañarle y rodeando una silla, se sienta en ella sin

dejar de mirarme.- ¿No quieres saber cómo avanza el caso contra los involucrados en el robo en la oficina?Niego con la cabeza.-El fiscal Emery solo me dijo que me llamaría cuando tuviere que declarar y solo eso me interesa, lo

demás, es asunto tuyo y de tu empresa.- ¿No piensas volver? -Pregunta alzando una ceja.- ¿Acaso podría? Sería injusto para Bob que lo hace muy bien. Además, ¿no se te ha ocurrido que tengo

motivos sobrados para no volver?-Como no verme a diario.-No seas egocéntrico. Podrías, por una vez, pensar en lo que yo quiero, deseo, siento y necesito. ¿No se te

pasa por la cabeza que no quiero volver allí? Vi morir a un hombre a escasos centímetros de mí, un hombreque me apuntaba con un arma porque iba a matarme. -Al menos parece sonrojarse consciente de que eso pasóy no se puede olvidar sin más-. Además, ahora tengo mi propia empresa, pequeña sí, pero también más quesuficiente para lo que necesito y que me permitirá tener a mi pequeña conmigo o, si acaso, a escasa distanciade mí mientras mi madre la cuida si lo necesito.

Suspira y se inclina hacia delante apoyando los codos en sus rodillas antes de mirarme de nuevo a losojos:

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-Sigues pensando que eras solo mi “chica de fin de semana”, ¿verdad?Me encojo de hombros.-No me has dado motivos para pensar de otro modo.Asiente serio sin decir nada durante unos segundos.- ¿Y ahora? ¿Qué era exactamente lo que tenías pensado para cuando naciese el bebé? -Pregunta serio.-Pues no lo sé. Supongo que no he querido pensar mucho en los detalles. Bastante he tenido con lo

ocurrido como para pensar más allá del corto plazo. No sé, supongo que lo justo es que puedas verla siempreque quieras y cuando crezca un poco habremos de ponernos de acuerdo para algunas decisiones importantescomo a qué colegio irá y esas cosas.

-Muy racional y sensato. -Masculla, aunque no se me escapa el fondo de ironía que hay tras sus palabras.- ¿Prefieres que nos pasemos el día discutiendo y guardándonos rencor por cada pequeño detalle, cada

discusión o cosa que nos moleste? -Pregunto tensándome y mirándolo con el ceño fruncido.Suspira pesadamente antes de enderezar ligeramente la espalda y mirarme con resolución en la mirada,

antes de levantarse y caminar hacia la puerta donde al alcanzarla y sin detenerse ni volverse, señala:-Bien, supongo que, en ese caso, nos veremos mañana.Por la mañana, salgo de casa tras desayunar a toda prisa sin querer comentar con mi madre lo ocurrido el

día anterior ni preguntarle por qué dejó que se quedaren a almorzar como si nada, pero no quiero discutir conella y menos sintiéndome como me siento, enfadada, molesta y muy confundida tras verlo de nuevo, tras estartan cerca de él.

Cuando cierro las carpetas de los dos clientes que he revisado en la mañana, apago el ordenador, tomo miabrigo y mi bolso y salgo por la puerta cerrándola con la llave de manera distraída, con intención deacercarme a la calle principal para tomar un taxi que me lleve a la clínica donde la doctora Spencer tiene suconsulta.

Para mi sorpresa, Andrew está esperándome, apoyado en su coche todo terreno mirándome con fijeza.Suspiro acercándome:

- ¿Vas a tomar por costumbre hacer lo que quieras y cuando quieras sin pedir permiso ni sugerirlosiquiera?

Sonríe abriendo la puerta del copiloto:-Sube. -Ordena en tono firme y claramente sin aceptar queja a pesar de su falso tono suave y casi amable.Resoplo, pero no me quejo y solo me acerco a la puerta que él mantiene abierta. Gimo al ver que no

puedo impulsarme a un coche tan alto sin agarrarme a varios sitios del modo menos glamuroso del mundo,pero en cuanto alzo un poco el pie para apoyarlo en el borde él me impulsa desde las caderas y casi que medeja en volandas en el asiento antes de cerrar la puerta añadiendo:

-Ponte el cinturón.Nada más rodear el coche y subir, arranca poniéndose en marcha mientras yo permanezco en silencio

tensa y algo incómoda pues no consigo encontrar el modo de relajarme en su presencia sabiendo, como sé,que si me relajo bajaré mis defensas y ante él, son lo único que me protegen, a mí y a mí corazón. Tandistraída voy que ni me doy cuenta que llegamos a la clínica y después entro en la misma de modo mecánico.

-Buenos días, Carola.El saludo amable de Sue, la enfermera de la doctora Spencer me saca de mi estado de distracción.-Hola, Sue. -Le saco un sobre de color sepia de mi bolso y la sonrío-. Dile a tu hijo que lo presente en la

universidad sin falta y que solicite la beca antes de que se le cierre el plazo.Sonríe asintiendo:-Eres la mejor. -Mira por encima de mi hombro y la veo abrir los ojos con evidente sorpresa y

admiración-. ¿Hoy no te acompaña tu madre?-No, hoy no.-Soy Andrew Hamilton, el padre. -Dice antes incluso de esperar nada más.-Ah, bueno, supongo que mejor tarde que nunca. -Señala Sue mirándolo con desconfianza y yo tengo ganas

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de gemir porque si no ha estado es en parte por mi culpa-. Sentaos, enseguida os paso a la consulta.Cuando nos sentamos Andrew me mira alzando una ceja:- ¿Qué? Yo no he dicho que no quisieres acompañarme ni nada, solo que era madre soltera.Cruza los brazos al pecho y me mira con fijeza:-Pues al parecer, eso ya de por sí me coloca en la posición de padre desnaturalizado, despreocupado y

desinteresado.Me encojo de hombros y disimulo como puedo tomando uno de los panfletos de la mesa y él parece hacer

lo mismo ligeramente molesto.-Interesante. Aquí dice que has de darte diarios masajes con crema de almendras y aceite de rosa

mosqueta para mantener suave tu piel y evitar futuras estrías tras el embarazo.Suspiro rodando los ojos ya que me mira con evidente sorna y diversión.-Pues este dice que he de evitar los sobresaltos, el estrés y las situaciones tensas especialmente en el

último trimestre. -Respondo mirándolo desafiante.-Carola, cuando quieras.La voz de Sue me hace levantarme con mi ya conocido gesto de incómoda falta de agilidad antes de

seguirla por el pasillo, con Andrew pisándome los talones. Nada más entrar en la consulta la doctora mesonríe haciéndome un gesto hacia el biombo, señal inequívoca de que me quite la ropa y me ponga la bata loque hago sin decir nada.

-Hola, soy Andrew Hamilton. -Le escucho decir a mi espalda y solo lo miro por encima del biombo unossegundos después mientras se acerca a darle la mano a la doctora-. El padre. -Añade con firmeza.

-Ah, muy bien. -Dice con cierta indiferencia la doctora que casi me hace reír porque es una mujer dearmas tomar que seguro le suelta algunas frescas a Andrew-. Por si acaso, permita decir que aquí losimportantes son las madres y los bebés, los padres solo son un complemento casi de adorno.

Eso sí me hace reír detrás del biombo sabiendo que Andrew debe estar mordiéndose la lengua para noresponder alguna impertinencia.

-Ya veo. -Se limita a contestar.-Bien, Carola, mientras te cambias ¿qué tal si me vas diciendo cómo te has encontrado estos días

pasados?-Veamos… gorda, hinchada, pesada, hambrienta todo el día, enfadada con el mundo por no ser los

hombres los que dan a luz… vamos, estoy en la gloria.La escucho reírse un poco más allá:- ¿Has seguido las pautas de alimentación?- ¡Qué remedio! Mi madre es la que cocina y parece haberse aliado con usted para no dejarme tomar sal,

café, nada que no esté limpiado y cocinado dos veces y encima, ahora se empeña en limitarme el azúcar.Tiene alma de carcelera.

La escucho reírse.-Ya te queda menos. -Dice mientras salgo solo cubierta con la bata de ositos y enseguida señala la

báscula.-Doctora, deberíamos hablar seriamente sobre el diseño de sus batas. ¿Ositos?Se ríe negando con la cabeza:-Pues en la próxima revisión te tocarán conejitos rosas. Sue ha escogido el diseño y creo que los escoge a

ciegas. -Ajusta la báscula y después anota en su expediente-. No has engordado más que medio kilo, eso estábien.

-A mí me parecen diez. -Refunfuño bajándome y sentándome en la camilla.-Umm… -se acerca y me inspecciona las muñecas-. ¿Desde cuándo tienes esta rojez?Me ruborizo ligeramente.-Desde ayer. Es que fuimos a la ferretería y un bruto me mojó con una especie de aceite para engrasar

bisagras.

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-Después te recetaré una crema hipo alergénica, pero si no te desaparece en un par de días, ven a verme. -Asiento-. Túmbate. Veamos a la pequeña Rose.

-Nop.-Tenía que intentarlo.Sonríe negando con la cabeza y yo ruedo los ojos. Me echa la crema transparente y después pasa el

ecógrafo concentrándose en la pantalla.-Como tu madre no ha venido, te daré una fotografía para ella.-Yo quiero otra. -Dice Andrew colocándose tras la doctora sin dejar de mirar la pantalla.-Veamos… -Dice la doctora concentrada-… buen latido… -observa la pantalla con detenimiento sin dejar

de mover el ecógrafo por mi barriga-. Todo va bien. -Dice pulsado un par de botones antes de apartarlo de mícediéndome un par de toallitas-. Te recetaré unas vitaminas para la última parte del embarazo y quiero quecomiences a andar una hora diaria. Es bueno para tu circulación y la del bebé. Además, te ayudará a estar máspreparada para el parto. ¿Has decidido lo de las clases de preparación?

-Epidural, doctora, epidural.Respondo bajándome de la camilla yendo directa hacia el biombo mirándola por encima de mi hombro

mientras ella se sienta detrás de su escritorio a tomar notas riéndose divertida.-Ni siquiera sé para qué pregunto.-Pues eso. Llámeme cobarde o mala paciente, pero no entiendo eso de sufrir voluntariamente cuando con

una inyección yo seré felizmente ignorante de las horribles cosas que haga mi doctora.Tras unos minutos salgo del biombo cerrando los botones de mi jersey.-Bueno, todo está bien. -Alarga el brazo entregándome un par de recetas y la fotografía y después la otra a

Andrew que la toma observándola en silencio-. Te veré en un par de semanas salvo que tengas alguna cosa ote sientas mal o rara. Sue te enviará un mensaje con la hora y el día exacto.

-Vale. -Sonrío poniéndome en pie dándole la mano.-Y si la señora González te lleva de nuevo frijoles, se los llevas a tu madre o a la loca de tu hermana,

pero tú no comas cosas tan fuertes.Sonrío divertida.- ¿Quién se ha chivado?-Tu madre. -Se ríe siguiéndonos hasta la puerta.-Pues la señora González dice que son para que le bebé crezca fuerte.-Tengo una paciente que come guindilla porque su suegra le ha dicho que es bueno para el embarazo y se

pasa el día con acidez. Escucha a tu doctora, pesada.-Se está volviendo muy tirana, doctora.-Pues espera y verás el día del parto. Mussolini será una monjita a mi lado.Me carcajeo despidiéndome de ella con la mano mientras Andrew me sigue hasta la salida sin decir ni

una palabra. Cuando salimos del edificio me dirijo directamente hacia el coche, pero él me toma de la manosin darme opción a oponerme y me lleva con él calle abajo.

-Pero…-Es hora del almuerzo y tú y yo vamos a comer en un sitio que hay aquí cerca. Un italiano, te gustará.-Pero, mi madre me espera… -Intento quejarme, pero él no se detiene llevándome con él.-Le llamamos cuando nos hallamos sentado.-Tú, el concepto de pedir las cosas por favor no lo has practicado en tu vida ¿a qué no? -Refunfuño sin

detenerme.Entramos en un restaurante en el que enseguida nos guían hasta una mesa cercana a unos ventanales desde

los que se ve una especie de jardín interior decorado con flores y plantas de estilo selvático.- ¿Qué te gustaría beber? -Me pregunta mientras yo miro distraída alrededor.-Agua con una rodaja de limón. -Respondo de modo automático.-Para mí cerveza, para mi novia agua con limón.

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Frunzo el ceño mientras el camarero se retira.-No soy tu novia. -Espeto con tono acusatorio.-Lo eres. Lo eras y lo serás.-Eso es mentira.Se desliza por el banco hasta quedar a mi lado pegados y pasa un brazo por detrás de mí.-Mira. Reconozco que lo hice mal, muy mal, pero fuiste injusta. -Abro a boca para protestar, pero

acercando su rostro al mío se adelanta-: No me dejaste defenderme. Todo lo que dijiste era cierto, todo,incluso mis tontas excusas para no dejar que los demás supieren lo nuestro, pero para que lo sepas, si noquería salir de mi apartamento era porque te quería para mí, solo para mí. Quería que cada momento quepasásemos juntos, estuvieres centrada en mí, solo en mí.

Abro la boca sorprendida porque no me esperaba esa salida.-Pero, ahora, he aprendido la lección y serás, a los ojos de todos, mi novia.-Perdona, pero ¿no se te ha ocurrido que yo no quiera?Sonríe inclinándose un poco más tomando mi rostro entre sus manos.-Sí que quieres, porque voy a prometerte ser un novio entregado, encantador y complaciente. Vamos,

dame una oportunidad. -Frunzo el ceño y quiero protestar porque su cercanía me aturde-. ¿Un período deprueba? -Propone sonriendo satisfecho antes de darme un ligero beso en los labios y otro en la frente antes desoltarme y enderezarse sin apartarse.

- ¿Qué? -Pregunto un poco aturdida aún no muy consciente de lo que ha dicho. <<Maldita sea, siemprelogra obnubilarme y liarme>>, me reprendo enfadada conmigo misma.

Se ríe entre dientes girando el rostro para mirar al camarero que nos sirve las bebidas.-Tomaremos ensalada capresse, raviolis de setas y de postre ensalada de fruta. Todo lo que no sea

concinado asegúrese de que sea bien lavado. Mi novia está embarazada.Cuando el camarero se aleja le miro acusatoria.-Obedezco las órdenes de esa doctora tirana. -Dice restando importancia a haber pedido por los dos-.

Bueno, ¿qué? ¿Un periodo de prueba? Como ya no soy tu jefe, no tendré excusas tontas para no llamartecuando quiera, ir a verte cuando quiera y llevarte a donde quieras, empezando por ir a pasear contigo cadadía una hora. Órdenes del médico.

-No me gustas, ni siquiera me caes bien, ¿Por qué iba a querer pasear contigo cada día y menos aúnponerte a prueba? -Protesto alargando el brazo para alcanzar los picatostes especiados que he visto por elrabillo del ojo.

-Mentirosa. -Responde tajante mirándome por encima del borde de su vaso de cerveza antes de beber.-Eres un arrogante, engreído, prepotente y… -frunzo el ceño porque me he quedado en blanco-… y un

mandón.Se ríe entre dientes negando con la cabeza.-Puede, pero te gusto y, además, aunque ahora no te caiga bien, lograré que vuelva a caerte bien y que me

desees como novio no solo como padre de mi pequeña. Por cierto, es preciosa. ¿Has visto sus manitas? -Sonríe arrogante sacando del bolsillo interior la fotografía de la ecografía-. No sabía que se veía tan bien. Esuna niña realmente bonita, ¿verdad?

Gimo tocándome el puente de la nariz con dos dedos apoyando el codo en la mesa.-No utilices al bebé para ablandarme. -Me quejo.Noto sus labios en mi sien y cuando alzo el rostro para mirarlo, aprovecha para besarme en los labios con

suavidad, acariciándomelos, haciendo que todo mi cuerpo reconozca esa sensación como si hubiere sido ayermismo cuando lo hizo la última vez.

-Voy a utilizar a mi bebé porque será igualita a su madre. Será terca, respondona, traviesa y con escasotalento para no decir lo que piensa en cada momento.

-Eres único halagando. -Me quejo antes de darle un bocado al biscoti pues al menos así consigodistraerme de esos labios, de esa sonrisa y de esos ojos que me alteran más de lo que consigo controlar.

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-Pues sí, porque me encanta la madre y me encantará mi hija. -Responde con gesto orgulloso mientras yoruedo los ojos, pero rápidamente me distraigo porque traen la ensalada.

Me sirvo tomates y aceitunas dejando apartadas la albahaca y la mozzarella lo que parece despertarinterés en él.

-No he de comer hierbas fuertes y he de controlar el consumo de lácteos. Estoy sometida a una tortura derégimen alimenticio. Yo creo que solo lo hacen para castigarme.

Se ríe acercándome más picatostes.-Bueno, ¿no vas a contarme nada de estos meses? ¿Lo mucho que me has echado de menos? ¿Tampoco vas

a preguntarme qué es lo que he estado haciendo yo? ¿Si te he echado de menos?Niego con la cabeza, pero de pronto se abre en mi mente la duda. Giro para mirarlo con fijeza:- ¿Cómo sabías que estaba embarazada?-Por fin, ya creía que no ibas a preguntármelo nunca. -Se ríe entre dientes-. En realidad, cielo, siempre he

sabido de ti, pero, siguiendo los sabios consejos de quiénes te conocen bien, te dejé espacio para reponertede todo lo ocurrido.

-Espera. -Le interrumpo-. ¿Cómo de quiénes me conocen bien?-No me importa lo que creyeses. -Dice de pronto serio-. Me preocupaba por ti, me preocupo por ti.

Llamaba a tu casa cada día, pero tu madre sabía que estabas demasiado afectada para enfrentarte a nada ymenos a un pesado como yo, así que me hizo prometer que te dejaría espacio para reponerte, aunque, acambio, prometió mantenerme informado de cómo estabas. Guardó el secreto de tu embarazo hasta quevolviste, eso sí puedo reconocerlo pues, presumo, tu madre sabía o intuía que de haberlo sabido me habríaplantado en Inglaterra sin esperar ni un día más. Aun así, cuando regresaste y me contó lo del embarazo, mehizo prometer no acercarme a ti hasta que decidieses qué querías hacer con tu vida y lo pusieres un poco enorden. Ahora sé de dónde sale vuestra vena terca, tú madre es imparable cuando quiere algo.

Estoy en estado de shock, ¿Mi madre? ¿Mi madre ha estado estos meses hablando con Andrew?-No la culpes. -Dice como si entendiere lo que empieza a surgir en mi cabeza-. Si lo piensas, ha estado

protegiéndote de mí y mis ansias. Se ha asegurado que te dejaba espacio, que te permitía recuperarte sinmolestarte con mis reclamos y tensiones. Creo que, al poco de hablar conmigo, supo que o me contenía o meplantaría ante ti sin atender a razones. Lo hizo bien. Ha sabido contenerme e imponerse incluso mejor que miabuela.

Me quedo observando el plato en silencio unos segundos, confundida y algo desconcertada.-Come.Le miro entrecerrando los ojos e insiste.-Come. Tienes que alimentar a Paula.-Oh, por favor, tú también no. Me niego a que otro intente colarme nombres a cada cual más horrible.-Vale, Paula no. Solo era una prueba. Pero, al menos me dejarás opinar.-Tú le pones el primer apellido, yo el nombre. -Respondo terca arrancándole una carcajada.- ¿En serio?-Sí. Además, hasta que no le vea la cara, no le pongo nombre.-Está bien, no insistiré, pero cuando le veamos la cara, ¿Podré opinar o no?-Por Dios, ¡qué cruz! Escucharé tu opinión, pero yo decido. Es prerrogativa de quién la lleva nueve meses

privándose de café y de muchas cosas mientras tanto. -Suspiro con resignación antes de desplazarme por elbanco-. Tengo que ir al baño. Otro delicioso peaje de ser madre. Ir al baño cada dos por tres.

Una vez se ha alejado y él se queda a solas, coge el teléfono y llama a su abuela.-Hola, cariño, ¿cómo va?-Lento, pero bien. -Sonríe-. Tengo una foto de mi hija.Escucha la risa al otro lado.-Me alegro, pero no olvides lo que te he dicho. No la presiones que te conozco y eres muy insistente y

ansiosamente cabezota.

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-Lo tengo en cuenta. Oye, ya que estamos, necesito que me hagas un favor, pregúntale a Mathew por ladoctora Spencer. Me ha parecido competente, pero quiero saber un poco de ella.

-Se lo preguntaré, pero mal empiezas si pretendes meterte entre una parturienta y su médico. ¿No creesque Carola habrá sabido si es o no buena tras estos meses?

-Bueno, sí, pero una cosa son las visitas y otra el parto. Quiero saber cómo es, solo eso.-Está bien. Y otra cosa, cuando veas a Carola agobiada y pidiéndote que le dejes su espacio, hazlo.

Después de todo lo ocurrido, lo que no necesita es que la atosiguen. Recuerda lo que dijo su madre, tuvopesadillas mucho tiempo y bastante le costó retomar ciertas costumbres. No le hagas retroceder o recordarciertas cosas, aunque no lo pretendas.

Andrew suspiró:-Está bien, no lo haré, aunque dentro de tres semanas empieza el juicio y no sé cómo la afectará y encima

estando tan cerca el parto.-Razón de más para no presionarla hasta entonces.-Bien, te dejo que regresa.Sonríe viéndola caminar despacio y con cuidado entre las mesas. Suspira cuando se deja caer en el

banco.-Este sitio tiene el baño en otra planta. Empiezo a odiar las escaleras. -Frunce el ceño-. No han traído los

raviolis. -Dice con desilusión.Andrew se ríe negando con la cabeza deslizándose para volver a quedar pegado a ella.-No seas ansiosa. Enseguida los traerán.Cuando estamos terminando de comer, Andrew llamó por teléfono y cuando se descolgó, mientras yo

continúo comiendo la deliciosa ensalada de fruta que me sabe a gloria, empezó a hablar.- ¿Alice? -El que nombrase a mi madre me hace detener el tenedor en el aire mirándole fijamente-… No,

todo bien. Solo te llamo porque Carola aún tardará un poco en volver. Nos vamos de compras... Sí, lo sé…De acuerdo, sillita para el coche, bien… anotado… Bien, después te la llevo.

Al descolgar me mira con una sonrisa complacida.-Tu madre dice que necesitas una sillita para el coche.-No pienso ir de compras contigo.-Oh sí que vendrás. Hemos de comprar muchas cosas para mi niña. Empezando por la sillita del coche

como ha ordenado la abuela.-Tú compra tu silla que yo compraré la mía.-A ver, terca, necesitaremos dos sillas, para dos coches, es evidente, pero comprar cosas iguales para que

mi niña no se sienta extraña facilitará las cosas.-No vas a dejarlo por mucho que lo diga, ¿verdad?-Has de andar una hora y qué mejor que ir de compras. A las mujeres os encanta ir de compras.-Sí, supongo que sí, pero no cuando llevas sobrepeso, apenas tienes control de tu volumen y encima te

cansas cada poco.Sonríe arrogante y pasa un brazo por mis hombros:-No te preocupes, yo iré dándote empujoncitos y dejando que te apoyes en mí.Ruedo los ojos con resignación:-De veras, que eres un inútil halagando mujeres. -Digo con la boca llena de fresas.-No refunfuñes, comilona, que, si te portas bien, es posible que te lleve después a cenar.Niego con la cabeza:-Mañana he de madrugar que tengo citas con clientes. Necesito descansar y dormir.-Yo sí que te haría dormir a pierna suelta si me dejaras.-Espero que no te estés refiriendo al sexo porque no solo hace tiempo pasé esa fase en la que estaba muy

receptiva al sexo, sino que, además, no me siento nada atractiva. -Alzo la mano deteniéndole cuando sé queiba a decir algo-. Y antes de que abras la boca, ni pretendas decirme nada para desmentirlo porque dado que

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sé las muñequitas que te gustan y con las que te acuestas de nada te valdría decir algo porque no te creería.Andrew entrecerró los ojos observándola unos segundos en silencio:-Las muñequitas con que me acuesto…. ¿de veras? -Preguntó en un susurro peligroso que me hizo alzar

los ojos hacia él. Se inclinó y posó los labios en mi oreja sorprendiéndome-. Para tu información, no meacuesto con muñequita alguna, ni con nadie, ya puestos, desde que cierta novia a la fuga me abandonó.

Bufo apartándome un poco porque su contacto me afecta y no quiero que se me note, aunque dudo que nolo haya notado.

-Si pretendes que me crea esa patraña, vas listo. El embarazo no altera la inteligencia. Te he visto en lasrevistas, en algunas fiestas con tus muñequitas del brazo.

Andrew sonrió complacido y encantado de que al menos durante ese tiempo le hubiere importado másallá de su orgullo, incluso hasta el punto de seguirle, aunque fuere en las revistas.

Le tomó la barbilla con dos dedos girándole el rostro obligándola a mirarlo sin dejar de sonreír:-Ni eran mis muñequitas ni nada hubo con esas mujeres. Solo fueron tres, para tu información. Tres fiestas

a las que acudí por razones de trabajo y a esos eventos es mejor acudir acompañado para evitar el asedio decuriosos y mujeres. Y para que no pienses que te he sido infiel, solo son conocidas a las que llevé a lasfiestas y después las regresé sin mayor interés a sus casas.

Bufo apartado la barbilla eludiendo su mirada:-Sería asunto tuyo. No habría infidelidad pues ni era tu novia ni antes ni después de irme así que allá tú y

tus muñequitas.Miento, sé que miento porque escucharlo decir que “no me ha sido infiel” me ha gustado. Noto sus labios

de nuevo en mi oreja provocándome un estremecimiento y un cosquilleo en la piel que me recorre de parte aparte:

-Mentirosa. No te habría gustado haberme sabido con otra como a mí me habría matado saberte con otro.Eres mía y si no lo sabes ya, lo sabrás. -Me besa suave y provocativamente en el punto sensible tras la orejaarrancándome un pequeño jadeo.

-Venga. -Dice enderezándose, aunque yo necesito unos segundos para regresar al mundo de los vivos y mecontengo para no mirarle y con ello delatar el efecto que ha tenido en mí-. Vayamos a comprar cosas para mipequeña Adele.

Gruño negando con la cabeza:-Como sigáis torturándome acabaré llamándola número uno y me quedaré tan ancha. -Me quejo

deslizándome por el banco tras tomar mi bolso para salir,-No serías capaz. Quieres mucho a mi niña para llamarla de un modo tan feo. -Se ríe siguiéndome hacia la

salida.Tras salir del restaurante me lleva directamente cerca de casa al Upper Fillmore Street donde están

algunas de las tiendas más caras de la ciudad y sin darme ni tiempo a quejarme aparca el coche y tomándomede la mano me lleva calle abajo.

-He venido con mi abuela que me ha ido indicando cuáles son las tiendas y lugares en que hemos deentrar.

Frunzo el ceño mirándolo de soslayo:-Supongo que enterarse de esto habrá sido una sorpresa.-Están encantados. Llevan años pidiéndonos bisnietos y no te asombres si mis padres, cuando los

conozcan, te besan y adoran como una diosa milagrosa.Me detengo, soltándome de su mano y le miro con gesto tenso y preocupado, ¿conocer a sus padres?-Más adelante, ¿eh? -Dice con cautela acercándose, tomándome el rostro entre las manos-. No empieces a

agobiarte que los Hamilton no vamos a irrumpir en tu vida como una manada de elefantes. Lo prometo.Suspiro apartando un poco el rostro viendo que me he detenido delante de una tienda de bebés carísima

así que comienzo a andar calle abajo, pero no he dado ni tres pasos cuando él me vuelve a tomar de la mano,deteniéndome y girándome hacia la puerta.

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-No. Esta tienda es carísima. Hasta la más pequeña tontería cuesta una fortuna y no merece la pena.-Venga, vamos a entrar.-No, Andrew, no. Abajo hay otra tienda en que venden lo mismo y, aunque también es cara, no te roban

solo porque lo dirija una pija.Se ríe deteniéndose antes de entrar.- ¿En serio?-En serio, vamos a la otra. -Le ordeno tirando de él que se deja arrastrar.Tras recorrer unos metros, entramos en la segunda tienda, y aunque yo tampoco habría entrado pues

también es bastante cara, al menos no es como la otra que parece una broma de mal gusto que te cobre por lamisma trona, la misma silla o el mismo tacataca que en otros sitios, el doble o incluso el triple. Los ricos nosaben cuándo les timan o, si lo saben, no parece importarles, pienso entrando en la tienda, ignorando lamirada de apreciación que las dos mujeres tras unos de los mostradores echan a Andrew esbozando unassonrisas claramente encantadas. Giro y me voy directamente hacia la parte de los complementos demovilidad, como los llama el cartel, para referirse a los cochecitos y demás cosas similares y cuando dereojo veo a una de las chicas venir en nuestra dirección miro a Andrew y le susurro.

-No pierdas el norte ni te dejes embaucar. Lo caro no siempre es lo mejor, ni lo más llamativo loadecuado. -Se ríe entre dientes-. No te rías que esa nos va a intentar endosar todo lo que pueda darle buenascomisiones y a mí sus comisiones me dan igual, quiero cosas prácticas, útiles, seguras y que pueda usar sinser ingeniera.

Para mi sorpresa da el paso que nos separa y me abraza besándome en la cabeza.-Tú mandas.Resoplo antes de escuchar a mi espalda:- ¿Puedo ayudarles? ¿Buscaban algo en concreto?Me separo de Andrew lanzándole una mirada de advertencia haciéndole reír antes de girarme y mirar a la

chica.-Sí, buscábamos una sillita para el coche. -Saco de mi bolso mi IPAD pequeño, regalo de Emily por mi

cumpleaños hacía dos meses-. He estudiado los que hay en el mercado, y estos son los tres modelos quequiero ver porque tienen la mejor calificación de seguridad y calidad.

La chica me mira con evidente cautela pues ha comprendido que no pienso dejarle llevar la batuta ydespués mira la pantalla.

-Tenemos los tres modelos. Se los enseñaré.-Estupendo. -Sonrío encantada cuando se aleja para ir hacia otro lado antes de que la mano de Andrew

me quite el Ipad y vea lo que le he enseñado.-Ah, veo que has investigado a fondo. -Sonríe pasando por mis notas y después le veo abrir la carpeta de

bebé-. Umm… de todas estas cosas ¿cuántas tienes?Suspiro sabiendo que no se va a dar por vencido y que sea lo que sea lo que le diga es capaz de

cerciorarse de que le digo la verdad.-Estoy esperando a la fiesta del bebé. Algunas cosas, esperaba me las regalasen entre varios.Asiente, pero insiste:- ¿Qué es lo que tienes ya?-Emm, la cuna, el cambiador, vamos comprando poco a poco ropa y cosas de primera postura…-A ver, cielo, -Aparta el IPAD y me mira fijamente-. En esa fiesta de bebé que te regalen cosas para

complacerte, pero lo del bebé lo compro yo que es mi niña. -Abro la boca para protestar frunciendo el ceño-.Lo voy a hacer de todos modos así que ¿qué prefieres? ¿Qué elija yo a mi incompetente aire o que tú elijas loque es mejor?

Gruño quitándole el IPAD de las manos.-De todos modos, aun no tengo preparada la habitación del bebé y no tengo sitio para muchas cosas.

¿Sabes lo que ocupan el carrito, el parquecito y eso?

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-A ver. -Me gira de nuevo y me abraza fuerte sin darme opción a que me rebele-. Podemos comprar todolo que necesitemos. Te recuerdo que tengo un apartamentucho en el que solo vivo yo y después ya locolocarás todo dónde y cómo quieras, pero es mejor tenerlo ya todo para cuando lo necesitemos.

-No lo vas a dejar estar, ¿verdad?-No. Faltan poco menos de dos meses y quiero que no tengas que preocuparte de ciertas cosas, sobre todo

cuando es tan sencillo como estar aquí y comprarlo.Suspiro pesadamente:-Está bien. Empecemos por la sillita del coche. Además, tú necesitas una para tu absurdamente alto coche.Se ríe abriendo los brazos siendo ese el pistoletazo de salida para completar la lista de arriba abajo. La

sillita, el cochecito, el parque, mil biberones, aparatos para limpiarlos, todo lo que mi madre había idoapuntando según lo que sus amigas le habían dicho sus hijas necesitaron para su primer embarazo y que yo,hasta que ella me los iba señalando, no sabía ni lo que era. Al salir de la tienda, tras asegurarse Andrew queenviarían todo a su casa al día siguiente, estoy agotada.

-Vamos, nena, mañana continuamos. -Dice tomándome de nuevo de la mano guiándome hasta el coche.- ¿Mañana qué? -Pregunto tras unos minutos en los que tardo en reaccionar.-Mañana, durante nuestro paseo de una hora, compraremos cosas bonitas para mi pequeña. Ropas y cosas

para su cuarto y pasado mañana será el día del paseo de los juguetes. Quiero que mi niña tenga un bonitomono de peluche que abrazar desde su primer día.

- ¿Un mono?-Sí, un mono.- ¿No un perrito, un osito, una rana o una muñeca?-No, un mono. Un mono suave, blando y bonito.Empiezo a reírme ante el absurdo mientras él me abre la puerta del copiloto.- ¿Por qué diantres un mono?-De niño tuve un peluche de gorila que me encantaba. A mi pequeña le encantará su monito, ya lo verás.Abro la boca asombrada y desconcertada antes de mirarlo suspicaz:-¿No pretenderás que llame a mi niña Jane?Se carcajea negando con la cabeza:-La verdad es que no se me había ocurrido, pero no es mala idea.Bufo girando y, como las veces anteriores, él me ayuda a subir al coche.-Por Dios, pide en el concesionario una escalera. -Refunfuño mientras me cierro el cinturón y él se ríe

cerrando el suyo inclinándose para besarme en la frente.-Mañana traeré el Audi.Frunzo el ceño mirándolo durante unos minutos:-Creía que solo tenías este coche y el deportivo, que en paz descanse.Se carcajea:-El deportivo lo recuperé y me lo arreglaron, pero se lo regalé a Carl para que se lo llevare a Virginia.

Me daba mal Karma.-Qué gran hermano. Le regalas un coche con mal karma.Se ríe y niega con la cabeza.-Iba a venderlo, pero Carl lo quería así que… -se encoje de hombros como si nada.-Aun no has contestado a mi pregunta.Sonríe divertido:-Cuatro. Tengo cuatro coches y una moto.- ¿Para qué demonios quieres tantas cosas?Se ríe evidentemente divertido:-Para momentos como este en que mi novia me dice que no le gusta uno de ellos.Suspiro pesadamente:

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-Aún no soy tu novia. Estás en periodo a prueba.Sonríe mirándome de soslayo.-Es verdad.Al llegar a casa baja y, como si tal cosa, entra detrás de mí en casa y, aunque yo le miro por encima de mi

hombro frunciendo el ceño, él no se detiene siguiéndome hasta la cocina y cuando mi madre nos ve preguntasin más:

- ¿Habéis comprado la sillita?-La sillita y mil cosas más. -Suspiro dejándome caer en una de las sillas de la cocina.-Hay lasaña de verduras. ¿Te quedas? -Pregunta mirando a Andrew y yo, frunciendo el ceño, miro

acusatoria mi madre-. Oh, vamos, cariño, debe tener hambre.-Necesito ducharme. ¿Me da tiempo?-Sí, además Emily aún no ha llegado.-Vale…Subo dejando a Andrew en la cocina con mi madre. Es evidente habré de hablar con ella y que me

explique el por qué había mantenido contacto con Andrew y por qué me lo ocultó. Tardo un poco en la duchaporque no consigo relajarme así que dejo que el agua caiga destensándome los músculos hasta que empieza asalir fría. Me embadurno de arriba abajo con las cremas y aceites como una obligatoria rutina que sé no he desaltarme antes de vestirme. Salgo del baño con mis pantalones de algodón y mi sudadera de los Giants auncon el cabello mojado y al entrar en mi habitación me encuentro a Andrew en ella. Es tan alto y grande que micuarto parece enano con él dentro.

- ¿Qué haces?-Esperarte. -Sonríe provocador-. Quizás te apetezca que te ponga esa famosa crema de almendras o el

aceite de rosa mosqueta.Ruedo los ojos:-Buen intento, pero no gracias. Ya me los he puesto yo solita.Se ríe entre dientes tirando de mí para dejarme caer en sus rodillas.-Yo te los extendería con sumo placer y mucha dedicación. -Dice con voz ronca ladeando el rostro

besándome el cuello de modo provocador haciéndome ladear la cabeza para darle mejor acceso de modoinvoluntario mientras cierra los brazos alrededor de mi abultado vientre-. Hueles de maravilla y tienes unapiel tan suave…

Reacciono por fin enderezando la espalda mirándolo a pesar de saberme ruborizada y excitada.-Tengo hambre. -Digo intentando desviar su atención, pero lo único que logro es que él alce las cejas

sonriendo como un lobo como si dijere “sí, ya sé de lo que tienes tú hambre”.Me impulso para quedar de pie, pero él me tiene que ayudar poniendo la mano en mi espalda lo que

manda una descarga a todo mi cuerpo tras su contacto y no queriendo que note mi rubor camino sin mirar atrássaliendo de mi dormitorio y bajando la escalera apoyando una mano en el pasamanos y la otra en la pared.Miro por encima de mi hombro cuando le escucho reírse.

-No es tan fácil cuando no ves tus pies ni sabes donde los pones.Se carcajea al llegar al último escalón.- ¿Es entonces inadecuado que te diga que llevas una zapatilla de cada color?Resoplo caminando orgullosa hacia la cocina:-Sí, lo es.Al llegar a la cocina Jeff, que tiene entre las manos un par de tomates frescos baja los ojos hacia mis pies.-Ni lo digas.Andrew, apoyado en el marco de la puerta se carcajea negando con la cabeza.-Andrew, saca un par de cervezas de la nevera para ti y para Jeff. -Le pide mi madre mientras yo

mascullo un “hombre insoportable” que parece hacerles gracia a todos.-Oh, menos mal que estás aquí. -Aparece Emily a la carrera-. Te has dejado el móvil en el despacho y no

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conseguía localizarte. -Alza la mano llevando mi móvil que seguro ha tomado de mi mesa-. Me ha llamadoJulian para que te avise que dentro de dos semanas empieza el juicio y que el fiscal te citará el mismo día quea Bob. Quería que lo supieras y que te diga que no has de preocuparte. Solo habrás de contar lo ocurrido ydespués explicar un poco los papeles de contabilidad para los que no lo entiendan bien.

Asiento sin decir nada pues tenía la esperanza de que eso ocurriese después de haber dado a luz.-Tengo hambre. -Digo queriendo cambiar de tema.Emily sonríe.-Yo también. Oye, ¿Por qué hay una bolsa de Baby’s room en la mesa? -Mira a un lado donde acabo de

recordar dejé la bolsa que me dieron de regalo con algunos libros para madres, claro que después de la súpercompra que hemos hecho, era lo mínimo.

-Aquí el manirroto ha derrochado. -Digo como si nada caminando hacia el salón-. Y el muy dementepretendía dejarse timar en Duck’s.

Mi madre y Emily giran como un resorte hacia Andrew que sonríe:-Me lo puedo permitir. -Dice en su defensa.-No se trata de eso. Se trata de no dejarse engañar. -Dice mi hermana tajante-. Es absurdo pagar dos

veces más por un mismo producto, y cuando digo el mismo digo el mismo, marca, modelo, tamaño, y todoporque el cretino que dirija esa tienda piense que es más chic pagar más.

-Eso. -Decimos al unísono mi madre y yo.Andrew se ríe:-Bien, lección aprendida.-He de hacer una nueva lista de regalos para la fiesta del bebé. -Digo mirando a Emily encogiéndome de

hombros-. Aunque quizás podamos decir que cada uno regale lo que quiera.-Por si acaso, yo le susurraré a la señora Colper que te gusta mucho esas mantitas de lana que teje. Así no

hace gasto más que comprar unas cuantas madejas de lana, incluso puedo decirle que la haga con los coloresde la cuna, será muy colorida y algo que Lilianne tenga solo ella.

- ¿Lilianne? Mamá ¿has estado viendo algún culebrón francés?Mi madre se ríe.-He terminado de leer la novela.-Por favor, la protagonista se llamaba Lilianne, ¡qué típico!-La asesina.La miro con la boca abierta desde la silla de la mesa del comedor en que me he sentado.-Mamá, te estás volviendo algo maquiavélica. -Dice Emily entre risas sentándose frente a mí y sé que lo

hace para dejar el sitio a mi lado a Andrew.-Bueno, era una asesina muy astuta y hermosa.-Estupendo. Eso compensa su pequeño defectillo de causar la muerte a otros. -Suspiro rodando los ojos

con resignación.Durante la cena les contamos todas las cosas que hemos comprado y yo no puedo evitar reírme contando

algunas caras que ponía Andrew con algunas cosas como el sacaleches.Como empiezo a quedarme dormida antes de los postres, mi madre me hace subir y acostarme y le digo

que me siento como si retrocediese a los doce años.Tras marcharse de la casa de los Carsons, Andrew conduce directamente a casa de sus abuelos

encontrándose con ellos, sus padres, Lori y sus hermanos, Michael y Mathew cenando y, sentándose en lamesa, miró a su abuela sonriendo.

-Supongo que ha ido bien.-Sí, bueno. Aun me la tengo que ganar. Está desconfiada, cautelosa y más tensa de lo que me gustaría en

algunos momentos, pero, como dices, no he de agobiarla. Además, hoy Julian ha llamado a su casa paradecirles que ya hay fecha para el comienzo del juicio y para advertirles que en unos días la citará el fiscal.Aunque haya intentado disimular, se ha tensado de la cabeza a los pies.

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-Si los abogados defensores se ponen pesados su testimonio durará horas como el de los peritos de lafiscalía. -Señalaba serio Andrew Hamilton senior-. Quizás sería conveniente pedir al fiscal que advierta aljuez que está en el último tramo del embarazo y que ese estrés no es bueno.

Andrew asintió:-Hablaré con él y con Julian mañana. -Sonrió y sacó la foto de la ecografía cediéndosela a su madre-. Se

ve enterita.Su madre se rio entre dientes mirando la foto y cuando su hermano vio que alzaba el rostro en su

dirección se apresuró a decir:-Sí, la doctora Spencer es una buena obstetra. Tiene una excelente reputación y buena mano con las

madres.Andrew frunció el ceño:-Pues con los padres no tanto. Lo primero que me ha dicho es que los padres somos unos meros

complementos que estamos de adorno.Las carcajadas de la mesa fueron sonoras.- ¿De veras te ha dicho eso? -Preguntaba entre risas su abuela-. Esa mujer ya me gusta.-Abuela, que en este caso el adorno soy yo, un poco de solidaridad para conmigo. -Refunfuñó.-Oh, querido, tienes toda mi solidaridad, pero, aun así, ella me gusta. -Decía alargando el brazo dándole

una palmaditas en el dorso de la mano.-Emily me ha dicho que cuanto más se acerca el parto, más pesadillas tiene Carola. Aunque no lo dice,

cree que vuelve a tener pesadillas con lo ocurrido. -Intervino Lory mirándolo con fijeza.Andrew frunció el ceño.-Eso no me lo ha dicho la señora Carsons.-A lo mejor no lo sabe. -Señalaba Lory-. Quizás Emily no se lo ha dicho para no preocuparla.-Pues con el juicio la tensión será mayor. -Intervino Mathew mirándolo serio-. Quizás no esté de más que

en la próxima revisión le digas a la doctora Spencer, sin que ella se entere, lo que te preocupa. A lo mejor lereceta algo para dormir.

Andrew asintió tomando la foto que le devolvía su madre sonriendo al mirarla.-Se pasa el día negando los nombres que todos le sugieren. Dice que quiere verle la cara antes.Su madre sonrió:-A mí me gusta Andrea.Andrew puso cara de horror arrancando algunas carcajadas a sus hermanos.Durante las siguientes dos semanas creo que me he acostumbrado a que todos los días aparezca tras el

almuerzo y me lleve a pasear. Algunos días a volverse loco derrochando y otras simplemente a pasearrelajados. Aunque tiene gestos continuamente de cariño, como tomarme de la mano, besarme en la cara o lacabeza o abrazarme, sé que procura mostrarse cuidadoso y eso, aunque por un lado me agrada, por otro medesilusiona porque con cada roce, cada caricia, yo siento una descarga recorrerme el cuerpo entero y eldeseo brotar casi sin freno. A pesar de eso, no me siento atractiva en absoluto y en cambio, el sigue luciendocomo un Dios de ojos verdes y cuerpo perfecto.

Sentada en el jardín de casa, tras el almuerzo, observo a Emily que acaba de terminar de pintar la cuna yla va rodeando de un lado a otro para cerciorarse de que todo está a su gusto. Niego con la cabeza mirando ami madre que sonríe sin dejar de tejer con sus agujas una rebequita rosa.

-Si sigue dando vueltas, acabará haciendo un surco en el césped alrededor de la cuna. -Sigo bajando lavoz.

-Déjala. Creo que lo de la pistola ha sido el descubrimiento de su vida. Dudo que se la devuelva al chicode la ferretería.

Rio entre dientes.-Podemos regalarle una en navidad.-Buenas tardes, señoras.

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La voz de Andrew que nos rodea y nos mira nos hace alzar el rostro hacia él.-En cuarenta minutos hemos de estar en la consulta de la doctora Spencer.-Lo sé, lo sé… -gruño porque me he sentado en la silla baja del jardín y es difícil impulsarse. Extiendo

los brazos y le miro-. Ni se te ocurra reírte.Sonríe tomando mis manos tirando de mí besándome en la frente en cuanto me ha incorporado.-Voy a por mi bolso. -Digo evitando su mirada, avergonzada porque estoy inmensa y me siento tan poco

atractiva que incluso me enfado.- ¿No había más colores en la tienda? -Le escucho preguntar a mi espalda y a mi madre y a Emily reírse.-Ha quedado de cine. Divertida y bonita. -Escucho responder a mi hermana con orgullo excesivo.Salgo uno minutos después y me topo a Emily amenazando pistola en mano a Andrew que se carcajea.-Carola, llévatelo antes de que lo pinte de morado.- ¿Qué ha hecho?-Llamarme “Harry el sucio”-Va armada y es peligrosa. -Se ríe Andrew corriendo hacia mí con mi hermana apuntándole con la pistola.-Apúntale con el verde “Silvie” -La animo riéndome.-No le des cuerda que es inestable y va armada… -Andrew se rio tomándome de la mano llevándome con

él fuera mientras mi hermana grita:-No te confíes, millonario cretino, tendré el arma siempre cargada y a mano contra ti.Al llegar a la consulta y antes siquiera de decir palabra alguna Sue viene a la carrera hacia mí.-A ti te estaba esperando. ¿Puedes leer el papel que le han mandado a mi hijo con lo de la beca? No

entendemos una palabra y antes de firmar para aceptar o no, preferimos saber qué nos aconsejas.Le entrego a Andrew el bolso y sigo a Sue hasta su mesa sentándome en su silla para leer el papel que, en

realidad, son varios.-Umm… bueno, básicamente le conceden todas las prestaciones que pedíamos, pero este veinte por ciento

de aquí es una penalización. Si no saca buenas notas, notas por encima del siete en el primer año, habrá deabonar el veinte por ciento de las prestaciones recibidas. Serían…. a ver, déjame que calcule… serian…doce mil seiscientos dólares.

Sue se enderezó como una vela.-Ya te diré si sacará buenas notas. Aunque tenga que atarlo a las sillas sacará matrícula… vamos que si lo

hará.Rio devolviéndole los papeles.-En ese caso, que firme. Prácticamente le pagan todo. Matrícula y residencia. Solo su dinero de bolsillo

correrá de su cuenta. Incluso le dan un carnet para uso de libros y acceso a biblioteca sin tener que pagar porellos.

Cuando regreso a la sala de espera Andrew me mira sonriendo.- ¿Qué?-Nada. -Sonríe tomándome la mano una vez me siento a su lado-. Toma. -Me cede un folleto sonriendo y

cuando lo tomo frunzo el ceño pues se titula “masajes para las mujeres embarazadas”.- ¿Insinúas algo?Se ríe entre dientes poniendo cara de inocencia.-No qué va…-Carola, vamos.

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La voz de Sue nos hace levantarnos y seguirla por el pasillo hasta la consulta de la doctora que, comosiempre señala en biombo y, como siempre, yo voy a cambiarme.

- ¡Por el amor de Dios! -Exclamo al ver la bata colgada en el gancho y enseguida las risas de la doctora.-Sabía que te encantaría.-Esto en crueldad para con sus pacientes, doctora. Nos roba la dignidad.Se carcajea desde el otro lado:-Ve diciéndome ¿cómo estás?-Más gorda, más hinchada, incontinente… vamos, en la gloria…-Tu madre me ha dicho que andas un poco floja.-Un poco cansada, sí. -Reconozco terminando de atarme la bata antes de salir del biombo-. Ni un

comentario… cerditos rosas… -Les advierto a ambos al ver sus caras a punto de reír.-Sube a la báscula. Umm, Peggy sería un nombre gracioso.Miro con horror a la doctora por encima de mi hombro mientras ella ajusta la báscula.-Decir eso a una embarazada que lleva una bata ridícula con cerditos rosas, raya la tortura, doctora.Se carcajea antes de hacerme bajar.-Otro medio kilo. Está muy bien. -Dice complacida señalando la camilla-. Vamos a por la que será tu

última ecografía salvo que surja algún problema en adelante. Ya apenas te queda un mes.-Bueno.Miro la pantalla tras ella echarme el líquido y mover el ecógrafo con los ojos fijos en la pantalla- ¿Se te ha estado moviendo mucho?-Ha estado un poco peleona. Me ha dado bastantes patadas. -Reconozco mientras de reojo veo que

Andrew no pierde detalle de la pantalla como si estuviere hipnotizado.-Ahora está dormida, pero su corazón tiene un buen latido. -Dice cediéndome una toallita.-Yo quiero una foto. -Dice Andrew firme y veo a la doctora, de espaldas a él, rodar los ojos, lo que me

hace sonreír.Tras vestirme y comentarme algunos detalles, salgo de la consulta con Andrew detrás pero antes de

alcanzar la puerta me detiene.-Me he olvidado la foto. Espérame si quieres en el ascensor.Andrew regresa de prisa y sonríe a la doctora que al verle alza las cejas.-Lo siento, es que quería comentarle una cosa, pero no que Carola me escuche porque seguro que no

querrá decirlo. No sé si le habrá contado que hace unos meses un tipo armado entró en la oficina y que ella nosolo lo vio morir, sino que estuvo a punto de que le disparara.

Asiente:-Sí, al principio del embarazo aún sufría pesadillas.-Pues es que creo que vuelve a tenerlas y como la próxima semana habrá de testificar en el juicio, me

preocupa que el estrés y la falta de descanso le pasen factura.La doctora entrecerró los ojos:-Tráela si ves que está muy estresada, para reconocerla, y dile a Emily que si se da cuenta de que su

hermana duerme mal le dé las pastillas que le recomendé al principio del embarazo para dormir.Andrew asiente marchándose después, encontrándose a Carola mirando el escaparate de una heladería. Se

ríe negando con la cabeza acercándose a ella con cuidado para abrazarla por la espalda y besarla en la sien.-Te has ganado un helado.Hago una mueca cuando le escucho y niego con la cabeza:-Mamá ha hecho tarta de manzana para esta noche. Si tomo helado no podré tomar tarta.-En ese caso, vamos a dar un paseo. -Me da otro beso en la sien antes de girarme y tomarme de la mano

llevándome calle abajo.- ¿Te ha llamado el fiscal? Bob me ha dicho que a él lo ha llamado esta mañana. -Pregunta tras unos

minutos.

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Asiento sin apartar la vista de la calle-Tenemos cita con él dentro de dos días para preparar la declaración.-Te acompañaré.Me detengo y le miro con el ceño fruncido.- ¿Qué no me cuentas?Suspira y mira por encima de mi hombro una cafetería.-Entremos. Tomarás una limonada.Le dejo guiarme dentro sabiendo, por su cara, que prefiere que me siente para decirme lo que sea. Tras

pedir a una chica que por edad aún debe estar en el instituto, insisto:- ¿Qué ocurre?-Veras, no has de preocuparte ¿vale? Solo quiero que estés preparada. -Se inclina hacia delante apoyando

los codos en sus rodillas tomando mis manos mirándome con fijeza-. Dado que congelaron las cuentas detodos los que creen implicados y que no hay delito o atentado contra vida alguna, el juez les impuso unaínfima fianza a todos ellos.

-Bueno, eso ya lo dijo el fiscal Emery.-Sí, lo sé, pero lo que nos preocupa es que van a intentar alargar el juicio todo lo posible para encontrar

algún recodo o algún medio para librarse, lo que a Julian le hace sospechar que van a intentar escapar, almenos algunos de ellos y como aún no conocemos todos los datos de cómo hicieron algunas de las cosas, omejor dicho quién ayudaba en la empresa a John Price pues éste no ha revelado el nombre de su cómplice,creemos que aún pueden planear algún modo de escapar.

-Bueno, vale, pero no sé por qué eso podría preocuparme a mí. Yo no les puedo ayudar a escapar nitampoco librarles del juicio porque la contabilidad está ahí, conmigo o sin mí, sin mencionar que tambiénestá Bob para declarar.

-Sí, expresado así, supongo que me preocupo en exceso, pero después de lo de Peterson. -Me tenso alescuchar ese nombre sintiendo un nudo en el estómago-. Cielo, -Aprieta mis manos y se inclina un poco máshacia mi rostro-. Él estaba ido y seguramente ni siquiera su esposa se dio cuenta de lo que ocurría, pero, decualquier modo, no quiero que vuelva a pasar nada pillándome con la guardia baja y menos en lo que serefiere a ti y a Peggy.

-Por Dios, no le sigas la idea a la doctora. ¿Peggy? No pienso ponerle el nombre de la cerdita de losteleñecos -Ruedo los ojos y él se inclina besándome suave en los labios sonriendo y sé que lo ha dicho paradistraerme-. Venga, -me enderezo y alcanzo uno de los vasos que han dejado en la mesa-, tomemos lalimonada que hemos de dar ese paseo diario a ver si esa tirana de bata blanca se acaba enfadando por noobedecerla. Menuda es enfadada.

Cuando regreso a casa me ducho y me siento a terminar unos informes antes de la cena mientras mihermana y mi madre discuten, como si no fuera conmigo, sobre la ropa de cama de la cuna. Definitivamenteno pienso meterme en su discusión, me digo a mí misma cuando empiezan a discutir incluso sobre laconveniencia de hacer personalmente las sábanas de la cuna.

Andrew, por su parte, había quedado con Julian para tratar el tema del juicio, y mientras esperaba quellegase, observó la foto de la ecografía antes de colocarla en su despacho junto con la anterior.

-Hola.La voz de Lory le hizo levantarse y salir al salón encontrándosela con su abuela y su madre entrando tan

tranquilas cargadas de bolsas.-No sabía que habíamos quedado. -Señaló irónico acercándose a ella.-No lo habíamos hecho, pero venimos a dejar esto en el cuarto de la niña. -Contestaba Lory tomando las

bosas de todas saliendo después corriendo escaleras arriba.Andrew suspiró:- ¿Hoy no ibas a la consulta? -Preguntaba su abuela mientras él las guiaba a la terraza. Al parecer su

familia había decidido que su hija era asunto de todos y no dejaban pasar una.

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-Sí. Todo está bien, la niña y Carola están bien. Carola se reúne con el fiscal para preparar la declaraciónen un par de días y aunque creo que está nerviosa intenta disimularlo. Esperad. Pedid a Dorotea algo parabeber y picar -Salió por la terraza en dirección al despacho regresando unos minutos después con la foto delbebé cediéndosela a su madre.

-Qué grande está ya. Solo faltan unos días. -Sonrió su madre encantada-. Después de cuatro hijos ya erahora de tener una nieta.

-En ese cuarto falta la cuna. -Señaló tajante Lory mirándolo con fijeza mientras recorría la terraza.Andrew suspiró:-Pretendo que sea ocupado por la cuna multicolor que su madre y tía tienen preparada, pero como aún no

quiero presionar a Carola no le he hablado de que se instale aquí.- ¿Cuna multicolor? -Preguntaba su madre alzando las cejas.-Oh sí, de muchos colores. Han pintado la cuna con al menos una docena de colores pues dicen que su

bebé ha de tener una cuna original, divertida y bonita, nada de cosas ñoñas y aburridas.Su madre sonrió:- ¿Cuando voy a conocer a esas alocadas mujeres? -Preguntaba con ojos brillantes.-Mamá, si quieres, ve a conocer a la señora Carsons, pero hasta después del juicio no quiero presionar

más a Carola. La sé cansada y un poco agobiada.-Está bien, está bien, no me pondré pesada.-Pero ¿qué ven mis ojos? Hermosas mujeres de todas las edades y condición esperándome. ¿Podría ser

más afortunado? -Preguntaba Julian con aire risueño atravesando la terraza-. Yo que esperaba encontrarmesolo con este ataño calavera y ahora asentado padre de familia.

Las tres se rieron mientras que Andrew suspiró rodando los ojos mientras su amigo saludaba conamigable complicidad a su abuela, madre y prima.

Se sentaron y despartieron un rato en relajada tranquilidad hasta que las tres damas se marcharondejándolos solos.

-Bien, ¿Qué tal está Carola? -Preguntaba Julian alargando el brazo para tomar de la fuente unoschampiñones rellenos que Dorotea les había preparado.

-Bien, aunque cansada y ligeramente ansiosa por el juicio, aunque se haga la fuerte. Se le tensa el cuerpode la cabeza a los pies con solo mencionarlo. Me preocupa que le afecte así que asegúrate de protegerla en eljuicio.

-Haré lo que pueda, aunque como acusación particular me veré sometido al mandato del fiscal que llevarála batuta de lo más árido del proceso. Por cierto, he hablado con Carl hace unos minutos y regresa mañanapara el juicio ya que el fiscal le ha citado el mismo día que a Carola y a Bob. Creo que pretende hacer quetoda la parte de contabilidad técnica quede en un bloque para que el jurado no se pierda ni despiste.

-Supongo es lo mejor.-Bien, y ahora, quiero preguntarte una cosa. ¿Te molestaría que mi bufete contratase los servicios de

Carola? -Andrew frunció el ceño-. Como trabajo externo. Para que audite a algunas empresas y clientes encasos puntuales. Nos vendría de perlas que auditase y ayudase un poco a los abogados en los problemasfinancieros concretos de una mala contabilidad o algún desfalco. Lo podría hacer desde esa oficina que dicesha montado y sería para cosas puntuales.

-Pregúntaselo a ella. ¿Por qué habría de molestarme? Es evidente que no lograría que dejase de trabajarni aunque se lo suplicase así que prefiero que sea ella la que elija y decida ya que parece ser importante paraella.

-Estupendo. Se lo propondré después del juicio.-Después del parto. No me la estreses. -Le advirtió arrancando una carcajada a Julian ante la terquedad

que mostraba.Dos días después salgo agotada de la reunión con el fiscal, han sido tres horas sin tregua de preguntas,

aclaraciones y puntualizaciones. Un hombre muy amable me abre la puerta del edificio y al atravesarla me

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topo con Andrew apoyado en el coche con los brazos cruzados y aspecto de ansiosos nervios.Se acerca al verme y toma mi bandolera con los informes antes de tomar mi mano y guiarme al coche.-Estás cansada. -Dice sin preguntar, solo con gesto serio y disgustado.-Ha sido un poco pesado, pero estoy bien. Aunque tengo mucha hambre.Sonríe abriéndome la puerta del Audi, que es el coche que ahora siempre trae para recogerme.-Vamos, te llevaré a casa. He encargado comida para que la lleven allí y así tu madre por un día

descansará.- ¿Qué tal ha ido? -Pregunta tras un rato.-No lo sé. ¿Sabías que aún siguen sin saber quién ayudaba a John Price en la empresa además de

Peterson?Le veo asentir con gesto severo y muy tenso.-Presumen que ha de ser un ayudante o secretaria, pero Price sigue guardando silencio y al no haber

grabaciones o pruebas contra nadie en concreto, es imposible acusar sin riesgo de meter la pata. Quizáscuando se vea con la condena cercana, Price quiera llegar a un acuerdo y delatarlo.

Al llegar a casa, entro en la cocina con él siguiéndome los pies y veo a mi madre sacando de unas cajascomida que deben de acabar de llevarle.

- ¿Qué es? -Pregunto interesada.-Del Reverse. -Responde mi madre claramente divertida y al girar el rostro veo a Andrew riéndose entre

dientes.-Sé que te gusta. -Dice claramente orgulloso.-Pues sí. Aunque también me gustaba comer a dos carrillos con aquellas rubias escuálidas mirándome

como si fuere un Rex devorando una vaca.Mi madre se ríe.-¿Cómo de escuálidas?-Apostarían que usan la talla de una niña de doce años.Andrew se carcajea apoyado en la puerta.-Exagerada. -Me dice divertido.-Más te vale que en esas cajas haya de esos bollitos tan ricos. -Digo pasando ante él-. Voy a ducharme

mientras vosotros me preparáis una deliciosa y abundante cena. Mi niña tiene hambre.-Ya, ya, la niña… -Dice con sarcasmo mi madre a mi espalda.Cuando regreso al salón me topo a Emily inclinada sobre la mesa del comedor metiendo la mano en una

de las fuentes mientras con la otra sostiene un panecillo.-Em, más te vale haber dejado bastante para los demás, entendiendo por los demás, yo, yo y mi bebé.Escucho una carcajada detrás de mí topándome con Andrew riéndose a mandíbula batiente cuando me

giro.-No pienso decir nada pues es mi bebé al que alimentas así que por mí como si el resto de la familia pasa

hambre.-Eh. -Se escucha la queja de Jeff, de mi madre y de Emily haciéndome reír.Cuando terminamos de cenar estamos empachados y nos repanchingamos en los sillones para ver una de

las películas clásicas de mi madre, “La fiera de mi niña”. Ni siquiera recuerdo haberme quedado dormida ymenos aún que Andrew me subiese a la cama, pero cuando me despierto me sorprendo al notar calor. Gimointentando darme la vuelta, pero algo pesado en mi cintura me lo impide y al mirar hacia abajo veo un brazodesnudo que reconocería en cualquier lugar. Le doy dos golpecitos y el cierra la mano en mi vientre que teníacaída de modo dormido.

-Pero, bueno… -Me quejo sin poder moverme y le doy otros dos golpecitos en la mano, pero él no semueve-. Sé que estás despierto, caradura.

Se mueve y me besa en el cuello antes de incorporarse a mi espalda, pero no aparta su brazo de micintura.

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- ¿Se puede saber qué haces? -Pregunto ladeando el rostro para verle.El muy caradura tiene el descaro de sonreír como si nada. Está ligeramente despeinado y luce como si

fuere un niño travieso.-Te quedaste dormida y quería asegurarme que dormías a gusto.- ¿Y para eso te has metido en mi cama?Sonríe y se inclina para besarme en la frente sin dejar de acariciar mi vientre.-Te dejé en la cama y justo en ese momento la niña estaba dando patadas. Quería notarlas.Me ruborizo porque ahora soy consciente de que nunca le he dejado tocarme la tripa ni sentir al bebé.-Siento ser tan egoísta. -Digo arrepentida.Niega con la cabeza mirándome a los ojos con fijeza.-No lo has sido. Solo te protegías. Lo entiendo. Me habría gustado que las cosas hubieren sido distintas

en algunos aspectos, pero no puedo reprochártelo.Suspiro sintiéndome mal por él. Quizás haya sido en exceso dura o injusta.Se inclina dándome un beso en la frente antes de enderezarse y salir de la cama rodeándola y cuando se

coloca ante mí es cuando me doy cuenta que está sin su camisa y sin pantalones, solo con sus calzoncillos. Sepone los pantalones mientras yo me lo como con los ojos. Se ríe entre dientes mientras toma la camisa ycuando alzo los ojos a su rostro le veo sonriéndome arrogante mientras yo me torno amapola. Se sienta en elborde de la cama y me acaricia la tripa.

-Duerme. Mañana te recogeré para nuestro paseo.Se pone en pie poniéndose la camisa y mientras se la abrocha yo le observo.- ¿Por qué ahora te empeñas en comportarte como un novio? Si es por la niña, no has de preocuparte. La

tendrás cuanto quieras. Tú eres su padre.Niega con la cabeza mientras termina de vestirse.-Sé que no me apartarías de la niña ni la usarías contra mí en modo alguno. No eres de esas. Pero no, no

es por la niña, al menos no solo por la niña. Tendrás que aceptarlo. -Dice muy serio antes de girarse einclinándose para acercar su rostro al mío añade-: Duerme, Carola, tienes que descansar. Mañana tras elalmuerzo vendré a por ti y no quiero ni una queja perezosa. Hoy no has dado el paseo.

-Estaba con ese pesado de fiscal. No es culpa mía. -Me defiendo como una niña pequeña.Durante los siguientes días sigo con mi rutina normal. Trabajar, almorzar en casa y después él siempre

aparece para pasear. El domingo, Emily, decidida a no retrasar más la fiesta del bebé, en vez de la barbacoade domingo organiza una comida de mujeres y tanto si lo es. El pobre Jeff salió despavorido en cuanto vio atanta mujer suelta por los contornos. Sentada en nuestro pequeño jardín ya de noche con mi madre y Emily,nos reímos comentando algunas de las anécdotas del día, como que alguna de las amigas de la Iglesia demamá ha regresado algo bebida a su casa o que una de las amigas de Em en vez de una canastilla de bebé hapreparado una canastilla de despedida de soltera algo escandalosa con unas prendas con las que hasta mimadre se escandalizó.

-Señoras, empieza a hacer frío, ¿no deberían entrar?La voz de Andrew nos hace a las tres girar como un resorte encontrándonoslo en la puerta junto a Jeff, que

me surge la duda de dónde habrá estado todo el día.Emily sonríe poniéndose en pie.-Dos hombres fuertes es lo que necesitamos. -Señala los paquetes que hay encima de una de las mesas.Andrew y Jeff se acercan solícitos riéndose.-Por lo que parece ha sido una fiesta provechosa.-No sé yo… -Se ríe Emily-. Algunas prendas se las pondremos a Aurora porque son un regalo hecho con

cariño, no porque sean bonitas.-Por Dios, ¿Aurora? ¿Y de segundo le pongo Boreal? -Refunfuño intentando levantarme, pero me doy por

vencida-. Que alguien tenga la amabilidad de recordarme no volver a sentarme en las sillas bajas. -Estiro losbrazos a mi hermana que se carcajea ayudándome-. Por cierto, me ha encantado la tarta de fresa de la señora

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Leroy’s, tengo que pedirle la receta.-No te la dará. La guarda como su mayor tesoro. -Dice mi madre con algunas bolsas caminando delante de

mí hacia la puerta.- ¿Y si le suplico?-Ni aunque la siguieses de rodillas durante días.-He de encontrar su punto débil y chantajearla.Emily se carcajea caminando detrás de mí.-Solo es una tarta.-Sí, pero una que dentro de poco quedará en el olvido. A la señora Leroy’s le quedan pocos años de vida

y después ¿qué?- ¡Carola! -Me reprende mi madre-. No es tan mayor, además, no digas eso que trae mala suerte.-Mamá, se acerca peligrosamente a los noventa. Está mayor. Es más, San Pedro la saluda ya con la mano.-No digas esas cosas, sacrílega.Emily y yo nos reímos viendo a mi madre santiguarse antes de desaparecer por la cocina. Cuando me

siento en el sofá, Andrew se sienta a mi lado y parece curioso.- ¿Qué? -Le pregunto al fin.-Bueno, ¿nada que decirme?-Pues no se me ocurre nada. -Respondo sin saber a dónde quiere ir y alzando un brazo deja ver ante mis

ojos uno de los picardías de la cesta regalo de la amiga de Em. Me pongo como un tomate gimiendo-. Lasamigas de Emily no entienden el significado de fiesta de bebé ni la diferencia con despedida de soltera. -Respondo avergonzada estirando el brazo arrebatándoselo a toda prisa mientras él sonríe y es evidente queestá disfrutando.

-Pues no sé, a mí me parece una prenda muy apropiada para una madre entusiasta.-Oh, por favor. -Me quejo dándole un empujón solo logrando que es se ría más.-Y yo que creía que solo se regalaban patucos y biberones gigantes llenos de pañales y chupetes.Se ríe mientras yo le doy empujoncitos para echarlo del sofá:-Vete a tu casa, pervertido.Sin dejar de reírse se inclina y me besa en la cabeza a pesar de mi ceño fruncido.-Te veo mañana, mi madre entusiasta.El miércoles amanezco francamente nerviosa, apenas si he pegado ojo pensando en ese día. Hoy he de

testificar en el juicio y estoy un poco nerviosa. Cuando bajo a desayunar me sorprendo al encontrarme a mimadre y a Jeff arreglados con sendos trajes sobrios.

- ¿No pensarías que no te acompañaríamos al juzgado?Sonrío negando con la cabeza:-Va a ser tedioso, Muchas horas allí sin hacer nada más que ver un juicio pesado y aburrido.-No tenemos nada mejor que hacer. -Afirma Jeff sonriendo señalándome la silla frente a un desayuno.Al llegar al juzgado, en plan puerta nos esperan Andrew y Julian y el primero baja corriendo las enormes

escaleras de piedra de la entrada ayudándome a subirlas.-Buenos días, mi testigo estrella. -Dice Julian risueño mientras que Andrew quiere matarlo lanzándole

una mirada de aviso.-Julian no me hagas pegarte con el bolso que hoy lo traigo cargado de cosas por si acaso.Julian se ríe observando el bolso enorme que llevo pues ya me he acostumbrado a llevar mil cosas

absurdas. Para frío, para calor, para la acidez, para el hambre, para la sed y una farmacia andante… vamosque voy preparada casi que para la guerra.

Nos acompañan al interior mientras Julian va diciéndonos;-Bob y Carl ya se encuentran dentro. Carl testificará primero, tú después y el último Bob. Podéis esperar

fuera o entrar en la sala, como prefiráis.-Mejor esperar fuera. -Contesta Andrew-. Hay una especie de salita y le he preguntado a uno de los

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guardias si podemos acomodarnos allí para estar más cómodos.Me encojo de hombros indiferente, aunque por dentro estoy hecha un manojo de nervios.-Hey, hola. -Bob nos saluda en cuanto me ve dándonos un abrazo a mi madre, a Jeff y a mí-. Lorraine me

ha dicho que en la fiesta del bebé os lo pasasteis de miedo.-Sobre todo ella que incluso bailó el limbo con Emily. -Rio dejándome guiar hasta la sala de la que ha

hablado Andrew.-Pequeña. -Se acerca y me dan un beso en la sien-. He de entrar en la sala con Julian, pero si necesitas

algo Terry está ahí. -Señala al chófer que he visto en dos ocasiones antes-. Él me avisará enseguida, ¿vale? -Asiento-. ¿Estás bien? -Pregunta tomándome el rostro entre las manos alzándomelo ligeramente para que lemire y con los pulgares me acaricia bajo los ojos-. No has dormido mucho.

-Es que una doctora tirana no me deja tomar café y un zumo de naranja no despeja igual que un buen café.-Contesto encogiéndome de hombros.

-Bueno, cuando terminemos te llevaré a descansar y comer una deliciosa comida.-Más te vale.Se ríe besándome suave en los labios antes de marchar con Julian hacia la sala donde ya se celebra el

juicio. Casi dos horas después entra uno de los alguaciles y me lleva hasta la sala donde el fiscal Emery meacompaña al estrado desde el que puedo ver a Andrew sentado junto a Carl y junto a la mesa del fiscal Juliancon un par de hombres trajeados más. Al otro lado se encuentra una mesa con varios hombres siendo el únicoal que reconozco a John Price. En un lateral hay dos grandes pantallas de televisión donde aparecen algunosde los cuadros contables de nuestros informes. Enseguida el fiscal empieza a preguntarme todo desde elcomienzo, casi como cuando hice la declaración y después en su despacho. También empieza a revisarejercicio a ejercicio la contabilidad haciéndome detallar los posibles fallos y dónde se traspapelaron lasfacturas. Tras unos segundos uno de los abogados de la otra mesa se levanta y yo por instinto miro a Andrewque parece tan tenso como yo. Veo como ese hombre de aspecto severo y algo rudo con sus pobladas cejas, surostro surcado de arrugas y su cuerpo grandote, se acerca a mí con un andar ligeramente intimidatorio:

-Veamos, señorita Carsons, usted afirma que en los últimos tres años estos hombres, -señala a la mesa delos acusador-, se llevaron de la empresa Hamilton Inc doce millones cuatrocientos doce mil dólares, ¿es así?

-No, no es así.- ¿Ah no? -Pregunta ese hombre con gesto adusto-. Pues es lo que parecía.-Pues lo ha entendido mal, señor. Yo solo afirmo que, de las facturas, la contabilidad, los costes, los

ingresos y los movimientos de la empresa, hay doce millones que no estaban en el resultado final. Yo no soyquién afirma que son sus clientes quiénes se los llevaron, sino que son el fiscal, el señor Carl Hamilton y elinvestigador del bufete Tempelton quiénes lo afirman en base a una investigación de la que resultaba queciertas personas que manejaban esas cuentas y facturas las falsearon para ocultar un dinero que no entró en laempresa y sí, en cambio, salió sin justificación para ello.

-Pero a usted eso le ha beneficiado, ¿no es cierto?- ¿Perdón?-No es cierto que uno de los acusados, que ahora ha fallecido, era el hombre cuyo puesto fue a sus manos,

el que se vio señalado como uno de los instigadores del supuesto saqueo de las arcas de Hamilton Inc.-Si se refiere al señor Tempelton, he de decirle, señor, que fue despedido por el señor Hamilton antes de

que mi compañero y yo iniciásemos la auditoria formal de las cuentas. Si no me cree, compruebe la fecha delinicio de mi actividad y la del despido del señor Tempelton. Además, su puesto fue cubierto por el señor CarlHamilton ya que Robert, mi compañero, y yo nos dedicábamos exclusivamente a auditar y poner al día lascuentas de todo el conglomerado Hamilton.

- ¿Quién es el padre de su bebé, señorita Carsons?Me tenso como una cuerda y de refilón veo a Andrew apretar el respaldo del asiento de Julian mientras le

dice algo claramente enfadado. Miro al juez y pregunto:-He de contestar sobre una cuestión meramente personal que nada tiene que ver con mi trabajo. Además,

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con quién pase yo mi tiempo libre es asunto mío.-Señoría. -Interviene Julian haciendo que el juez y todos le miremos-. La señorita Carsons es madre

soltera y revelar el nombre del padre de su bebé no solo no es pertinente para los hechos que aquí seenjuician, sino que, además, viola sus derechos más privados y fundamentales. Recordemos que la señoritaCarsons está aquí en calidad de testigo, de uno que, además, solo viene a explicar unos hechos acreditadospor facturas, cuentas y justificantes que son los relevantes en el proceso. La vida privada de la señoritaCarsons no incumbe ni al tribunal, ni a la acusación, ni, menos aún, a los acusados.

El juez miró al otro abogado y al fiscal que asentía con gesto severo y finalmente me miró:-No conteste a la pregunta, señorita Carsons. -Miró al abogado y señaló severo-: No se exceda, abogado.

No pienso permitir que intimide a una testigo y menos violando sus derechos civiles.Apenas si escucho lo que dice el juez porque me siento rara, muy rara, bajo los ojos a mi tripa que

acaricio un instante mientras escucho al abogado defensor quejarse de algo, pero como antes yo ya noescucho nada.

-Señorita Carsosn, señorita Carsons. -La voz del juez me viene algo lejana y cuando le miro empiezo asentir la habitación dando vueltas.

-No me encuentro bien. -Digo viendo algo borroso al juez.--Señorita Carsons… -Veo que se levanta mirándome con fijeza, pero yo solo busco a mi madre entre las

personas de enfrente viendo a Julian acercarse a toda prisa.-Carola. Carola ¿Qué te pasa?-Algo… algo no va bien… -Respondo sin mirarlo notando mis manos temblar y algo caliente en mis

piernas.- ¡Una ambulancia!Grita alguien y cuando giro el rostro veo a Julian tomarme en brazos con cuidado llevándome hacia una

puerta mientras un fuerte dolor que me hace gritar apretándome el vientre.Aparecen ante mis ojos cuando me tumban en un sofá el rostro de mi madre y el de Andrew y, aunque

detrás de ellos noto movimiento, no soy capaz de fijar mi atención en nada. Veo a Andrew alarmarse casi enun segundo cuando mira hacia abajo.

- ¿Estoy… estoy de parto? -Pregunto aterrada sintiendo de nuevo ese dolor-. Ay Dios, me duele…Mamá… mamá… llama a la doctora…

-Sí, sí, cielo, ya está Jeff en ello… -Dice tomándome fuerte la mano-. Todo va a salir bien, cielo, tútranquila ¿de acuerdo?

-Me faltan tres semanas, me faltan tres semanas… -Empiezo a repetir aterrada.- ¿¡Dónde demonios está esa ambulancia!?Escucho el grito de Andrew y cuando alzo los ojos me lo encuentro acuclillándose a la altura de mi

cabeza.-Mi niña…-Está bien, está bien. Las dos estaréis bien…-La doctora Spencer va de camino al General. Te llevarán allí. -Afirma Jeff por encima de la cabeza de

mi madre justo cuando esta mira a un lado y murmura un:-Gracia a Dios.La veo apartarse un poco apareciendo en su lugar un paramédico.-Hola, soy Peter y voy a inspeccionarte un momento y después te llevo al hospital ¿eh?Asiento haciendo una mueca al sentir un fuerte dolor en el costado.- ¿Dónde te duele? -Va preguntando mientras va sacando algo de su bolsa.-En… en… aquí… -Me toco en el costado.-Tú, tranquila, ¿eh? Rose y yo somos unos hachas y nunca hemos recibido una queja de nuestros clientes.Rio entre dientes mirándole de pronto más aliviada mientras Rose me pone algo en el brazo para medirme

la tensión mientras Peter me palpa la tripa antes de apartarse.

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-Bien…-Carola… -Digo tras un pequeño gemido de dolor.-Carola, te llevamos al hospital donde empezarás a ser la diva del lugar. Médicos, enfermeras e incluso el

anestesista estará pendiente de ti.Me toma con cuidado y me deja en la camilla y cuando sube la camilla es Rose la que me lleva mientras

veo que él se queda atrás con mi madre y Andrew y no escucho lo que les dice.-Nos la llevamos al General. Está sangrando. Seguramente cuando lleguemos le provoquen el parto si es

que aún no se ha puesto, aunque creo que antes de llegar ya lo habrá hecho, sin embargo, la sangre no esbuena señal. Puede ser desde un desprendimiento de la placenta hasta una hemorragia.

-Oh Dios… Le… le faltan tres semanas… -Jadea su madre.Asiente serio antes de decir:-Sígannos.-Soy el padre. Quiero ir con ustedes.-Necesitamos espacio por si se pone de parto. Sígannos.Andrew mira a mi madre.-Vamos en mi coche. Terry lo tiene en la salida. Vamos.En la ambulancia, Peter parece querer calmarme al tiempo que me va controlando, pero lo cierto es que

estoy lejos, muy lejos de toda calma. En cuanto la ambulancia se detiene me llevan por urgencias hasta un boxde cristal donde, para mi alivio, aparece la doctora Spencer.

-Oh, gracias a Dios… -La sonrío a pesar de tener los ojos acuosos.- ¿Tanto me echabas de menos que has adelantado nuestros planes?-No se ofenda, pero habría de estar loca sabiendo que lo más probable es que me espere con otra bata

llena de cerditos, ositos, patos o cualquier animal cursi.Escucho la risa de la doctora que me coloca las piernas un poco abiertas y un aparato sobre la tripa.-Umm… vaya… tú no, pero Hope está deseando ver las batas de mis pacientes.-Doctora no me ha drogado aún, no intente engañarme. ¿Hope? ¿Hope Hamilton? ¿HH…? Ay… -Me

doblo un poco al sentir un dolor en el costado.-Vale, Carola… -Se pone en pie apartando el aparato y me mira tapándome las piernas-. Voy a subirte a

maternidad. Has sangrado un poco, pero no te alarmes, ¿de acuerdo? Voy a tenerte monitorizada y controladay esperaré un poco a que dilates de modo natural, si no te ayudaremos un poco ¿de acuerdo?

-No… Es pronto… faltan tres semanas.-Tranquila. -Se acerca a mi cara después de regular el goteo que me han puesto-. Es normal que las

primerizas se adelanten. La niña tenía buen tamaño y todo iba bien así que no te preocupes. Ahora estás enmis manos, yo me encargo.

- ¿Iba? ¿Iba bien, en pasado? -Sé que la miro con alarma.-Todo va bien, solo que has corrido un poco.Me sonríe con aparente calma, pero antes de decir nada más veo a mi madre y Andrew entrar en el box

alarmados. No puedo evitar que se me escapen unas lágrimas al ver a Andrew venir directo hacia mí ybesarme en los labios.

-Tranquila, cielo, ya estás en el hospital, todo va bien. Ya verás…-La subimos a maternidad. -Anuncia firme la doctora mientras hace un gesto a una enfermera.-Yo voy con ella. -Afirma Andrew tajante tomándome de la mano con fuerza.-No hay problema, pero recuerde, los padres son…-Un complemento, un mero adorno. -Termina por ella él-. Pero este adorno no se va a separar ni un poco

de la madre y de la hija.Rio entre dientes desviando los ojos a la doctora que suspira abriendo camino mientras a mí me llevan

tras ella. Me dejan en una habitación y tras desvestirme con ayuda de una enfermera que me pone una batahorrible de color melocotón me llenan de cables y cosas.

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- ¿A qué ahora no te parecen tan feas mis batas? -Pregunta desafiante la doctora mientras mira un aparatoque dice mide los latidos del bebé.

-Lo feo no hace bonito a otras cosas feas. -Le respondo orgullosa escuchando las risas de la enfermera yde Andrew que se ha sentado en el borde de la cama a mi lado.

-Descreída. -Dice rodeando la cama, pero sonriendo.-Lo que soy es una persona con gusto o al menos con ojos en la cara.-Cuestión de opiniones… -Dice riéndose al salir.En cuanto ella sale, y tras ella la enfermera, Andrew me sube un poco la manta, claramente nervioso.-Estoy bien. -Digo mirándolo.-Antes te dolía, has sangrado y todo por culpa de ese abogaducho de mierda que te estaba poniendo

nerviosa. Voy a aplastarlo.Rio entre dientes.- ¿Aplastarlo?Alza los ojos y los posa en los míos sonriendo ligeramente.- ¿Aniquilarlo?- ¿No pretenderás que lleve a mi niña a ver a su padre a la cárcel?Se ríe y poniendo una mano a cada lado de mis hombros, pues la parte superior de la cama está

ligeramente alzada, me besa suavemente.-Hoy nacerá mi pequeña.-Nuestra, acaparador, nuestra.Se ríe acariciándome suavemente los labios con los suyos.-Bueno, nuestra. Que no se diga que no soy generoso con mis chicas.Bufo, pero enseguida gimo agarrándome la tripa.- ¿Otra vez? -Pregunta tensándose y mirándome preocupado-. Voy a llamar a la doctora.Niego sujetándole, impidiendo que se mueva:-Ha dicho que estaré así un rato y me tienen monitorizada. -Señalo los aparatos.Suspira y lo sé sintiéndose impotente.-Habías prometido llevarme a comer algo rico. -Digo para distraerlo.-Te lo traeré aquí, aunque sea a escondidas.Sonrío asintiendo.-Más te vale porque ni yo ni mi niña soportamos la gelatina.- ¿Mi niña tampoco? -Pregunta-Tampoco. Tiene tan buen gusto como yo.Sonríe divertido.-En ese caso, deberé tener siempre la nevera llena de comida, salvo col y salchichas.Sonrío encantada de que se acuerde de eso.-Ya estamos aquí.Sobresaltándome entran en trompa en la habitación Mathew Hamilton y otro hombre que no sé quién es.-Emm… ¿hola? -Digo un poco desconcertada.-Carola él es nuestro amigo Lucas, también es médico y vamos a ver cómo estás… -Va diciendo Mathew

mientras sujeta la manta a la altura de mi pie e intenta apartarla, pero yo, con unos reflejos algo más alerta delo normal, la sujeto con fuerza.

-Eh… ¿Pero qué haces, pervertido?Mathew se carcajea y mira a Andrew que con los brazos cruzados de pie junto a la cama lo mira con cara

de asesino.-Soy médico, voy a inspeccionarte.En ese momento entra la doctora Spencer y mira a los recién llegados con fijeza, pero yo la ignoro

concentrada en Mathew.

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-Pero ¿tú no eres cardiólogo?-Sí, pero….-Ni pero ni peras… cuando necesite un cardiólogo te llamo. Ibas muy al sur, so cochino. -Le miro como si

quisiera matarlo y desvío los ojos al otro que se ríe- ¿Y tú qué clase de médico eres?-Neurólogo. -Responde divertido.-Peor todavía. Tu aun tendrías que ir más al norte. Eah, fuera los dos… querer mirarme… serán guarros…

-protesto airada alzando la barbilla mientras escucho las carcajadas de Andrew-. No te rías, idiota, que tuhermano quería mirarme mis intimidades… y encima con la excusa de ser médico… A mí solo me mira ladoctora Spencer… a ver si tenemos más cuidado con esas confianzas… -Refunfuño subiéndome la mantahasta el cuello.

-Ya lo han oído, caballeros, neurólogos y cardiólogos son especialistas del todo innecesarios aquí. -Dicela doctora sonriendo.

- ¡Eso! -Asiento con un golpe de cabeza mirándolos acusatoria.Los dos salen de la habitación entre risas y yo miro a Andrew.- ¿Ibas a dejar que tu hermano metiere sus narices entre mis piernas?-Ni loco… -Sonríe divertido-. Estaba a punto de darle una colleja.-Pues a ver si afinas tus reflejos que has estado lento. -Me quejo ofendida.Se ríe inclinándose para besarme la cabeza mientras la doctora parece leer los papelitos que salen de la

máquina al tiempo que dice:-Eres un adorno lento.Rio entre dientes alzando el rostro hacia Andrew.-Es un adorno bonito y aparente, pero carente de utilidad. -Continúo la broma de la doctora.Andrew rueda los ojos antes de mirarnos.-A ver si el adorno se rebela…-Eleanor y Carola no te lo perdonarían.- ¿Eleanor? -Preguntamos al unísono Andrew y yo mirando a la doctora con horror.-Es un nombre con señorío. -Dice bromista.-Doctora, está perdiendo mi respeto a pasos agigantados.En cuanto sale, Andrew vuelve a colocarse a mi lado.- ¿Dejo a tu madre pasar?Asiento y él me vuelve a besar suavemente antes de salir por la puerta regresando un par de minutos

después con mi madre y con Emily.-Menudo espectáculo has montado. -se ríe Emily sentándose en un lado de la cama-. La cosa era ser la

testigo más recordada, ¿a qué sí?Río entre dientes.-Sí, ese era mi propósito esta mañana al levantarme.-Te he traído tu bolsa de parto. -Señala la silla donde antes dejó mi maleta.- ¿Tú qué?Las tres miramos a Andrew que se ha quedado de pie cerca de nosotras.-Mi bolsa de parto. Todo lo que se supone necesitaré y también la niña para los primeros días y para

cuando salgamos.-Uy, sí, para su primer día fuera del hospital hemos escogido una ranita con un hipopótamo con un tutú en

la espalda como los de la película fantasía. Era nuestra favorita de niñas. -Dice Emily guiñándole un ojo.Tres horas más tarde estoy desesperada y agobiada sobre todo porque me duele mucho más que antes y

aunque la doctora dice que voy dilatando, también me vigila como un halcón y sé que es porque estápreocupada. Andrew está cada vez más nervioso. Lo noto por cómo me mira, cada vez más alarmado,especialmente cada vez que hago un gesto de dolor o me muevo incómoda.

Cuando de nuevo viene la doctora, esta vez con el pijama de quirófano y acompañado de un hombre con

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idénticas ropas, les miro indistintamente mientras ambos observan los monitores.-Si me dicen que me llevan a quirófano solo tengo una advertencia: espero que usted sea el anestesista.La doctora se ríe y mira a su compañero.-Sí, es Loren, será tú anestesista y, de hecho, va a ponerte ya la epidural. -Loren, en estos momentos, te declaro el hombre de mi vida.Escucho un carraspeo a mi lado.-Él tiene las drogas para que ni tu niña ni yo sintamos dolor. -Digo sonriendo.Andrew sonríe negando con la cabeza:-Te lo pasaré solo por esta vez.-Oh cuán generoso. -Digo con sarcasmo.-Bueno, venga… -La doctora y la enfermera bajan la cama y un par de enfermeros me pasan a la camilla.-Yo voy con ella. -Afirma Andrew y la doctora rueda los ojos.-Sí, hombre, podrás entrar, pero primero irás a lavarte y cambiarte. En mi quirófano no entras así.Andrew sonríe satisfecho y ahora soy yo la que rueda los ojos.En cuanto me ponen la epidural y me preparan para quirófano siento todo mejor, más relajo y más

tranquilidad.-Hola. -La voz de Andrew me hace alzar los ojos por encima de mi cabeza antes de que se coloque a mi

lado y le vea con uno de esos pijamas de quirófano.-Doctora, haga el favor de pedir al hospital que tenga la decencia de hacer uniformes para los padres con

los que no se vean guapos. No es justo.Andrew se carcajea y me besa la frente:-Estoy guapo, ¿a qué sí?-Doctora, pegue una colleja a mi adorno. -Digo enfurruñada arrancando una carcajada a más de uno

mientras terminan de prepararlo todo a mi alrededor y es cuando veo a Mathew entrando con un pijama dequirófano-. Ahh, no, no, no, pervertidos mirones no. Andrew echa a ese salido de aquí.

-Mujer, que soy médico e hice una rotación en obstetricia…- ¡Qué no! Con un hermano que conozca cierto territorio es suficiente, no necesito visitantes añadidos… -

Digo mirándolo sin hacer caso a la doctora que me intenta poner las piernas en el potro, pero me niego conMathew allí que se ríe divertido-. A ver, adorno, haz algo. -Miro a Andrew imperiosa.

-Ya has oído, doctor de pacotilla. Solo un Hamilton presenciará el nacimiento de la nueva generación.-Oh vamos, y yo que me iba a ofrecer a grabarlo para la posteridad. -Dice enseñándome el móvil.-Lo que faltaba, pervertido y demente. Por Dios, espero que mi niña se parezca a mi familia. -Mascullo

mientras Mathew se deja arrastrar por Andrew hasta la puerta entre risas.A partir de ahí las cosas se precipitaron un poco y solo atendí las tajantes indicaciones, por describirlas

suavemente, que me iba dando la doctora hasta que al final escuché un llanto antes de caer agotada sobre lacamilla y, tras unos minutos, Andrew que mantenía los ojos centrados en un punto alejado del quirófano,sonríe de oreja a oreja antes de que yo vea a una enfermera traerme a mi bebé.

-Oh, qué bonita… Es pelirroja… como Emily… -Sonrío seguro que como una boba tomándola en brazosignorando desde ese momento nada ni nadie más y lo que ocurre a mi alrededor acariciando desde su cabecitahasta sus mofletes-. No, no… -Me quejo cuando la enfermera me la vuelve a quitar.

-Se la devuelvo en un ratito, palabra. Vamos a llevarla a que el pediatra de prenatal la examine.-Bueno… -Digo dejándome caer en la camilla agotada, exhausta en realidad.Andrew me besa haciéndome abrir los ojos.-Es preciosa. -Susurra antes de volver a besarme-. Preciosa y perfecta.Unos minutos después me llevan a mi habitación donde me acomodan en la cama siendo ese momento en

que empiezo a notar un poco de dolor e incomodidad, pero la doctora dice que todo va bien y que, por suerte,me trajeron rápido al hospital empezando a controlarme. Justo cuando hablaba con la doctora regresa laenfermera que se llevó a mi niña del quirófano con ella en una cunita de metacrilato y Andrew siguiéndole los

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pies sonriendo como loco.-Quiero cogerla. -Estiro los brazos hacia la enfermera que me sonríe tomándola y dejándomela con

cuidado en los brazos.-Dentro de un rato vendrá la enfermera Svenson que te enseñará cómo darle el pecho y te dará algunos

consejos para que te cuides.Asiento sin dejar de mirar el bebé.-Es pelirroja. -Susurro encantada al verle de nuevo la pelusilla de la cabeza. Andrew se sienta a mi lado

y toma la manita del bebe que lo mira con curiosidad.-Tiene los ojos claros, pero es pronto para saber de qué color serán. -Dice la enfermera colocándole un

gorrito y unas manoplas en las manos mientras la sostengo.Cuando se marcha Andrew me besa en la sien.-Es preciosa. Voy a tener que quitar a cañonazos los moscones que la ronden.Rio mirándolo.-Aun no sé cómo llamarla.Andrew sonríe tomándola de mis brazos.-Ya se nos ocurrirá. Pulsa el botón para decirle a la enfermera que los demás pueden pasar. Están

deseando ver a mi pequeña.-Nuestra.Andrew se ríe entre dientes.-Bueno, vale, nuestra.- ¿Cómo que bueno vale? -Respondo apretando el botón mientras él se ríe y al entrar la enfermera le dice

que puede dejar pasar a los demás-. Mira que como te pongas posesivo le digo a Em que, en toda suscamisetas y ranitas, bordemos “propiedad de los Carsons”.

Se carcajea, pero se detiene cuando la niña se queja.-Bueno, bueno, nenita, no te enfades conmigo. La culpa es de mami por burlarse de papá.-No le digas eso a mi niña, memo…Me quejo justo cuando la puerta de la habitación se abre y allí aparece una trompa de gente.-Oh, es pelirroja, ¡como yo! -Emily se ríe tomando a la niña que le cede Andrew riéndose antes de

sentarse en el borde de la cama a mi lado mientras Emily se la va enseñando a todos.-Carola, ellos son mis padres, Andrew Hamilton senior y mi madre Alison. -Me hace mirar a los pies de

la cama donde se encuentra una elegante pareja, él, es como Andrew, pero unos años mayor.-Encantada. -Murmuro algo avergonzada no queriendo ni imaginar el aspecto que tendré.-La nueva Hamilton.Escucho una exclamación más allá y al mirar veo a mi hermana cediéndole el bebé al abuelo de Andrew

que sonríe.-Umm, pelirroja, eso está bien. La primera de la siguiente generación ha de ser una mujer de carácter.Se rio mientras veía a los hermanos de Andrew mirar a su abuelo sonriendo y cuando veo a Mathew

abrirle el saquito y desabrochar la ranita del bebé mientras mi madre, que ha cogido al bebé lo sostieneexclamo:

-Eh, pervertido, deja a mi bebé… pero qué manía te ha entrado con ver desnudas a las mujeres de estafamilia. Aléjate de mi niña antes de que te lance algo a esa cabeza, medicucho del demonio.

Mathew se carcajea:-Solo voy a ver que tiene bien pinzado el cordón.-Dile algo a tu hermano… se toma libertades con las chicas. -Miro ceñuda a Andrew que se carcajea.-Ya has oído, medicucho, nada de tomarte libertades con mis chicas.Se acerca a mí divertido mientras mi madre le coloca de nuevo la ranita al bebé con ayuda de Emily.-Entonces ¿no quieres que te revise? -Me dice provocativo con una sonrisa burlona.-Cómo te vea cerca de mi cama te clavo un escalpelo. -Le miro acusatoria.

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Andrew se ríe extendiendo los brazos tomando de nuevo al bebé antes de cedérmelo.-Bueno, ya le has visto la cara, ¿qué nombre le vas a poner? -Pregunta mi hermana ansiosa-. Tiene que ser

un buen nombre para una pelirroja. Con carácter, que imponga y denote que es una chica de armas tomar.Rio entre dientes pasándole un dedo con cuidado por la frente al bebé y al alzar los ojos veo al abuelo

Andrew de pie a los pies de la cama junto a su hijo.-Bueno, como dice el bisabuelo, es la primera de la nueva generación. Creo que merece un nombre que

imponga e intimide. -Giro el rostro y sonrío a Andrew-. Augusta Alice Hamilton Carsons. Por el bisabuelo yla abuela.

- ¿De veras? -Preguntaba el abuelo Hamilton sonriendo.-Es un nombre muy augusto como mi niña.-No es por ofender, pero a mí me llamaste demente por sugerirte Agatha. -Se queja mi hermana

cruzándose los brazos al pecho mirándome ceñuda.-Es nombre de ancianita de mil gatos que habla sola o de escritora con gusto por los asesinatos. -Resoplo

alzando la barbilla-. Y mi niña tendrá un perrito guapo, como un san Bernardo o un gran danés y soloescribirá historias bonitas.

-Un San Bernardo o un gran danés ni cuando son cachorros entran en la categoría de perrito. -DiceAndrew burlón.

-Bueno, pues un súper perro grandote y protector. No discutas, hombre. A Augusta y a mí nos encantaránuestro perrito grandote, juguetón y que ladrará a todo el que mire mal a mi pequeña empezando por esemedicucho que quería desnudarla.

Mathew se carcajea alzando los brazos antes de dejarlos caer con resignación.-Que solo me preocupo por su salud.-En cuanto se sostenga en pie, le enseñaré autodefensa, que lo sepas.Andrew se carcajea pasándome un brazo por mis hombros mientras con la otra mano acaricia la mano del

bebé por encima de su pequeña manopla.-Pero ¿acaso sabes tú autodefensa?-Aprenderé y usaré como esparrin tipos con batas blancas para coger práctica.Mathew se carcajea.-Las mujeres adoran a los médicos.-No a los que intentan mirar donde no les llaman, cochino. -Le miro frunciendo el ceño arrancando una

carcajada a más de uno de los presentes.-Bien, señoras y señores, empiecen a despejar la habitación. -Va diciendo una enfermera que se acerca a

la cama-. Esta madre ha de empezar a dar de comer al bebé… -sonríe a Mathew-. Doctor Hamilton. ¿No estáun poco lejos de su planta?

- ¡Eso! -Exclamo mientras Mathew se ríe.-Enferma Svenson, estoy aquí como familiar. -Responde sin dejar de reírse.-Pues hace un momento querías desnudar a mi pequeña con la excusa de que eres médico. -Le acuso

cabezota.-Qué terquedad… solo quería asegurarme que estaba bien. -Va diciendo saliendo de la habitación con los

demás, menos Andrew que, aunque se ha levantado no se mueve de al lado de la cama.Cuando la enfermera toma el bebé le hago un gesto con la mano a Andrew:-Vete…-Ni hablar.-Que me da vergüenza. -Reconozco poniéndome colorada.Se inclina sonriendo y me besa en los labios suavemente:-No hay nada que no haya visto, además, debería aprender estas cosas por si necesitas ayuda.- ¿Pero qué ayuda voy a necesitar para dar el pecho, hombre? -Pregunto exasperada.-Pues para cuidarte después, darte cremas y eso -Dice sonriendo canalla haciendo que me ponga aún más

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colorada-. Además, he de aprender lo que hay que hacer con mi pequeña… eso de hacerle eructar y esascosas que siempre salen en las películas.

Ruedo los ojos y miro a la enfermera con resignación mientras ella nos sonríe claramente divertidacediéndome un cojín.

-Déjelo. ¿Quién sabe? A lo mejor nos encontramos ante el primer hombre de la historia que aprende algode verdadera utilidad para las mujeres.

Rio por la ironía mientras que Andrew sonríe negando con la cabeza, vencido por la broma de laenfermera Svenson.

Tras ayudarme y darme un montón de consejos, la enfermera nos deja solos ya con Augusta dormida trassu pequeño atracón, como lo ha llamado Andrew riéndose divertido. Le miro sosteniendo a mi niña dormiday seria le pregunto:

- ¿No deberías volver al juzgado a ver qué ocurre?Niega con la cabeza alzando los ojos que mantenía en el bebé hacia mí.-Si ocurriese algo, Julian me avisaría. Prefiero estar con mis chicas.-No quiero ni imaginar lo que habrá pensado ese pobre juez del espectáculo que hemos dado.Se ríe entre dientes.-El único momento en que pareció un poco nervioso fue cuando uno de los alguaciles dijo que a lo mejor

tenías al bebé en su sofá.Rio entre dientes.-Pobre hombre.-Se parece a ti. -Dice sorprendiéndome mirando con fijeza al bebé tras sentarse a mi lado-. Mi madre ha

dicho que tendrá los ojos de los Hamilton porque son azul verdoso. Todos nacimos con los ojos de esatonalidad, pero luego se volvieron verdes, o eso dice.

-Pelirroja de ojos verdes. Será indómita. -Sonrío divertida ante la idea.-Como su madre que menudo carácter tiene… -Señala riéndose mirándome claramente divertido.-Tengo un carácter estupendo. -Respondo con arrogante orgullo.-Bueno, pues mi chica de estupendo carácter y yo hemos de hablar de algo muy serio.Toma con delicadeza a Augusta antes de dejarla en la cuna tapándola con sumo cuidado como nos ha

explicado la enfermera Sveson haciéndome reír porque ha colocado un pequeño peluche de un monito en ella.- ¿De dónde ha salido ese monito?Sonríe complacido mientras vuelve a sentarse a mi lado.-A ver, cielo. Creo que he pasado con buena nota el período de prueba y por eso deberías por fin darme

la categoría de novio, de estupendo novio, ¿no crees?-Depende… -Le miro entrecerrando los ojos-. Me da la sensación de que quieres ir a algún sitio y estás

preparando el terreno con eso de ser novios.Andrew se ríe entre dientes colocando una mano a cada lado de mi cuerpo acercándose a mí rostro.-Precisamente a algún sitio es donde quiero ir y más concretamente a un lugar; a mi casa, a nuestra casa.- ¿Qué? -Abro mucho los ojos claramente sorprendida.-Vamos, cielo, puedes trabajar en tu negocio y llevarte contigo a Augusta si quieres, pero en casa de tu

madre estaréis muy apretados, además, me muero por teneros conmigo, en mi apartamentucho falto de vida.Quiero a mis chicas conmigo, porque soy un egoísta y un tipo posesivo. Quiero abrazar a mi hermosa noviacada noche después de hacerle el amor, quiero despertarla y verla ir como un zombi sin vida hasta la cafetera,quiero acostar a mi pequeña cada noche y darle un beso antes de marchar cada mañana. Además, siendojustos, tu pobre madre está deseando que su novio también se vaya a vivir con ella, pero con tantas mujeresen la casa, le asusta espantarlo.

Abro la boca dejando caer la mandíbula:-Eso es una crueldad. Somos unas mujeres estupendas, no se va a espantar.Se ríe acercándose un poco más rozando sus labios con los míos.

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-Además, estoy deseando hundirme en ti pues añoro estar dentro de ti, añoro acariciarte, añoro besartehasta arrancarte un gemido de satisfecho placer.

-Estoy en cuarentena. -Digo sonriendo complacida.-Si he aguantado siete meses, podré aguantar cuarenta días.Bufo con incredulidad.-Siete meses… ja.-Pequeña incrédula. Te lo dije y te lo repito, no ha habido más mujer para mí que la terca contable que me

abandonó de la noche a la mañana desde antes incluso de acostarme con ella. -Disimulo una muecasintiéndome de pronto culpable porque sí que me marché de la noche a la mañana, por decirlo de algúnmodo-. En realidad, desde que entraste en el despacho de Materson ya no ha habido ninguna otra mujer paramí que mi terca contable de ojos azules y adicción por el café.

Le miro a sus increíbles ojos verdes queriendo encontrar la verdad en ellos y por algún motivo noencuentro más que una profunda determinación y cierto grado de temor, como si le diese miedo que no le creao que no quiera aceptar lo que me pide.

-Vamos, cielo, en el cuarto de Augusta solo falta su colorida cuna y que la tía y abuela de mi pequeñalleven allí sus cosas.

- ¿Y si no nos soportamos? Será un cambio enorme. Tenemos un bebé, será muy estresante desde el primermomento.

-Cielo, vamos paso a paso. Si algo nos molesta o nos tensa, lo hablamos y, si crees que algo no va bien,me lo dices, no quiero que te calles las cosas porque antes lo hiciste. Creíste que para mí no eras más que “lachica con la que me acostaba los fines de semana”, si no recuerdo mal, y no me diste la oportunidad dedefenderme, aunque reconozco que yo no hice bien las cosas ni tomé las mejores decisiones, pero, quizás, sihubiese sabido que tú lo pasabas mal, habría actuado de otro modo.

Hago una mueca porque no puedo negar eso que ha dicho, pero vivir juntos, y encima empezar con unbebé, es un paso enorme.

-Nena, vas a necesitar a un hombre fuerte para controlar a una fierecilla pelirroja que se subirá a lasbarbas enseguida como sea tan lista e inquieta como tú.

- ¿Un hombre fuerte? ¿En serio? -Me rio divertida por el modo en que lo dice.Sonríe arrogante antes de besarme en la mejilla y recorrer con sus labios mi rostro hasta la oreja antes de

darme un beso tras ella y decir:-Duerme un poco. Has tenido un día lleno de emociones y, además, dudo que tu madre y tu hermana

aguanten mucho sin venir a coger a la niña.Suspiro colocándome con cuidado de costado mirando la cuna de metacrilato.-Es preciosa, ¿verdad?-Perfecta y no importa que haya nacido un poco antes. La doctora ha dicho que está bien de peso y de

salud. -Responde tumbándose a mi espalda sin pedir permiso con cuidado.No tardo mucho en quedarme dormida y cuando despierto veo a mi hermana y a Lory inclinadas sobre la

cuna hablando bajito.-Corre, antes de que regrese esa tirana… venga…- ¿Qué hacéis? -Pregunto bostezando y enderezándome ligeramente.-Pues cambiarle esa ranita tan sosa que le ponen aquí por una bonita. -Dice mi hermana sin mirarme.-Pero si es de elefantitos, no es fea.-Mi sobrina no llevará una ranita como las demás, ella es especial. -Dice cabezota.-Pues veras cuando la vea la enfermera Svenson.- ¿Qué vea qué?Precisamente la mentada entra en la habitación y Lory y Emily se enderezan como una vela fingiendo no

haber hecho nada.-A la madre de la criatura, que en vez de dormir está despierta desobedeciendo las órdenes del médico. -

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Dice mi hermana como si tal cosa mientras yo ruedo los ojos.-De todos modos, había de levantarse para una nueva toma del bebé. -Va contestando mientras rodea la

cama y se va a acercando a la cuna mientras las dos cobardes se alejan-. Pero… esta no es la ropita delhospital. -Dice alzando a la niña y nos mira a las tres indistintamente.

-A mí no me mire, enfermera Svenson, hasta hace un par de minutos estaba dormida. -Me defiendosonriendo y mirando de soslayo a las dos acusadas que tomando sus bolsos a toda prisa echan a correr haciala puerta diciendo:

-Vamos a tomar café…La enfermera se ríe en cuanto se cierra la puerta.-Todos los familiares lo hacen. En cuanto les dejamos solos les ponen la ropita que han traído. Hace unas

semanas me encontré a un pobre bebé con una ranita con una calavera en el pecho. Su padre era de esos queescuchan música metal o como se llame y le colocó la ranita en cuanto pudo. La verdad es que estabagracioso, terrorífico, pero gracioso.

Aún estoy dándole el pecho a Augusta cuando Andrew regresa con un par de bolsas que deja en una mesaantes de sentarse a mi lado.

-Es glotona como su madre.-Eh, que yo no soy glotona.-Umm… ¿de veras? Quizás entonces no quieras lo que he traído para que cenes.Miro las bolsas sin moverme y sonrío:-Llevo todo el día sin comer.Sonríe pasando la mano por la cabeza de Augusta.-Veo que esas dos locas se han salido con la suya y le han puesto ropa nueva.-Sí, pero en cuanto han visto a la enfermera Svenson han huido como dos cobardes.Se ríe tomando a Augusta mientras yo me acomodo y después lo observo mecerla tras quitarle los gases

como nos han enseñado.-Se va a quedar dormida enseguida. -Dice sonriendo observándola bostezar y parpadear con evidente

sueño.Extendiendo los brazos:-Anda, dámela y dame de comer. Ya que yo he dado de comer a mi niña, te toca darme de comer a mí.Se ríe cediéndomela antes de acercar la mesa y empezar a sacar de las bolsas algunas cajas de comida.

Pero aún no ha terminado cuando entran en la habitación Mathew, Lory, Carl, Emily y Julian, este últimoacercándose para observar bien a Augusta.

-Ahhh, otra hermosa pelirroja. Me encantan las pelirrojas. -Lanza una mirada provocativa a Emily que secarcajea curioseando en las cajas de comida.

-No sueñes, abogaducho. Eres guapo, pero no tanto como te crees.Todos nos reímos.- ¿Para quién es toda esta comida? ¿Vas a alimentar a toda la planta? -Pregunta Emily sentándose a los

pies de la cama abriendo una de las cajas con un tenedor de plástico ya en una mano.-Pues pretendía alimentarme a mí, pero al parecer cierta hermana cobarde no tiene reparos no solo en

dejarme sola ante la enfermera Svenson, sino en comerse mi cena a dos carrillos.-Bah, aquí hay comida de sobra… -Dice ya masticando lo que veo son raviolis-. ¿Quieres que me quede

contigo esta noche? Podemos ver una peli en esa tele. -Señala detrás de ella.-Ni hablar. -Responde tajante Andrew tomando a Augusta de mis brazos-. Me quedo yo. Carola, cena.Rio entre dientes mirando a mi hermana alcanzando una caja de lo que parece lasaña.-Está aprendiendo las técnicas de la enfermera Svenson. Dos días más aquí y acabará siendo un nuevo

Mussolini.Mathew se rio alcanzando otra de las cajas.-Es de armas tomar.

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-Eh, medicucho, espero que eso no sea mi postre. -Digo con la boca llena.Andrew se ríe sin soltar a Augusta.-Y las Carsons son de armas tomar como les quites su comida. -Dice mirando a Mathew que, riéndose, me

enseña la caja demostrándome que no es el postre sino algo con carne-. ¡Mira, sonríe cuando duerme! -Dicecompletamente embobado mirando a Augusta.

-Es que las pelirrojas somos encantadoras incluso inconscientes. -Dice Emily con arrogancia mirándolecomplacida.

-Y modestas como ningunas. -Se ríe Julian.-La modestia está sobrevalorada. -Se ríe tomando la caja de Mathew al tiempo que le ofrece la suya-.

Cambio.Mathew se ríe mirando el contenido de la caja:-Vaya, generosa, un ravioli…Emily se encoje de hombros:-Menos es nada, hombre.Me rio cediéndole mi caja.-Toma, te doy lasaña si prometes no meter tus manos por debajo de la manta.Se ríen y Mathew la toma a toda prisa sonriendo al ver el contenido.-Menos mal.Señalo las cajas cerradas mirando a Carl.-Anda, búscame algo dulce.Carl se ríe obedeciendo y cediéndome después una caja con profiteroles.-Como la doctora Spencer entre y nos encuentre de picnic pondrá el grito en el cielo. - Andrew se ríe

dejando a Augusta, dormida, en la cuna tapándola y colocándole el monito.- ¿Has visto lo que ha colocado este padre raro en la cuna de mi niña? -Pregunto mirando a Emily que al

ver el mono se ríe.-Bueno, es mejor que las muñecas cursis que hemos visto Lory y yo hace un rato de unas gemelas. Tenían

hasta tirabuzones. Daban miedo.-Uy, sí, son como las de esas películas de miedo en que salen muñecos de pesadillas. Con trajes con

encaje y todo. -Dice Lory fingiendo un escalofrío.-Eah, el mono de mi niña es mucho mejor que ningún otro muñeco hortera y espeluznante de estos

contornos.Sonrío negando con la cabeza:-A ver, vosotros dos, -miro a Carl y a Mathew-, explicadme esa obsesión por los monos y no me contéis

lo del peluche de gorila que eso ya lo sé.Carl se carcajeó:- ¿Pero te ha contado que incluso se llevó el peluche a la universidad y que le puso la camiseta de su

fraternidad?-Ese detalle se lo ha pasado por alto. -Miro a Andrew riéndome y rueda los ojos.Cuando termino de comerme el segundo profiterol no puedo más y le cedo a Emily la caja haciendo que

Andrew, mientras los demás charlan, se acomode a mi lado para acomodarme yo en su costado.-Estás agotada. -Susurra a mi oído y al alzar los ojos a él niego con la cabeza pues sé que como le diga

que sí les dirá que se vayan para dejarme descansar.-No lo eches aún.Suspira besándome en la frente:-Hasta que se pongan pesados. -Responde sin separar sus labios de mi frente. Me despierto con el llanto de Augusta y al abrir los ojos veo que es de noche y que Andrew la ha tomado

en brazos comenzando a caminar por la habitación con ella meciéndola.-Sshhuu, nenita, mami está descansando.

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-A lo mejor hay que cambiarle los pañales. -Digo mientras alcanzo el interruptor de la luz.Andrew se gira y me mira sonriendo:- ¿Tú crees?Asiento sonriendo mientras me enderezo alzando la parte superior de la cama.-Bien, pues que no se diga que soy un padre incapaz de cambiarle los pañales a su hija. -Va diciendo

dejándola entre mis piernas-. A ver, haz sitio para que pueda cambiarla. -Va diciendo tomando de una bandejalos pañales y un montón de cosas antes de girar y dejándolo a un lado de la cama, coloca a Augusta que lemira como si no se fiara un pelo de lo que pretende hacer y le va quitando la ranita con tanto cuidado queparece que crea que la niña se le va a romper y cuando deja a la vista los pañales, los dos hacemos unamueca por el olor.

-Está bien, nenita, vamos allá.Durante los siguientes minutos no paro de carcajearme por lo que hace, cómo y por las caras que pone

mitad asombro mitad asco.-No deberías reírte. He salido victorioso de esta batalla. -dice con exagerado orgullo alzando a Augusta

que hace unos minutos ya no llora, sino que sonríe a su padre.-Teniendo en cuenta que has gastado casi un paquete entero de toallitas, la has embadurnado de polvos de

talco y que has tirado tres pañales antes de conseguir ponerle el definitivo, no sabría si calificar de victoriael resultado de tu batalla.

-Pues claro que sí. Mira a mi niña, está feliz, limpia y encantada de tener un padre como yo, ¿A qué sí,cielo? -La besa cariñoso antes de sonreírme arrogante-. Y ahora, tú deberías completar la guerra y alimentara mi pequeña.

Extiendo los brazos sonriendo. A los pocos minutos Andrew se ha sentado a mi lado abrazándomeligeramente por la espalda mientras observa con detalle a Augusta comer.

-Me va a encantar verte darle el pecho todos los días.Ruedo los ojos antes de mirarlo:-Eso es un poco pervertido, ¿no crees?Se ríe besándome en la sien:-Al contrario, demuestro ser un hombre que gusta saber a sus chicas bien alimentadas.-Eres un engreído.-Lo soy y a ti te encanta.Rio por el modo en que lo dice.-Bueno, aun no has contestado a mi oferta.- ¿Qué oferta? -Pregunto distraída mientras observo a Augusta.-No me sentiré dolido, herido ni ofendido por tan tamaña falta de aprecio a mi oferta. -Le miro alzando

una ceja-. Venirte a vivir conmigo, despistada.Rio entre dientes.-Ah eso…-Sí, eso. -Me mira con fijeza.-Bueno, podemos intentarlo, pero hemos de poner unas normas.Sonríe y parece divertido:- ¿Qué normas?-Umm… pues veamos… -Miro a Augusta un momento antes de volver a mirarlo a él-. No intentarás que

vuelva contigo a la empresa.-No pensaba hacerlo. Me dejaste muy claro lo que querías y lo que no. Aunque eso no implica que no

pueda contratar tus servicios antes de final de cada año para que hagas una auditoria interna de ese año. Paraasegurarme.

Sonrío siendo yo la divertida ahora:-Dudo que necesites eso con Bob al frente del departamento, pero no seré yo la que niegue a un millonario

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el capricho y la que impida que gaste su dinero en mis servicios.-Generosa. -Se ríe negando con la cabeza-. ¿Qué más?-No empezarás a comportarte como un padre de esos millonarios que consienten a sus hijas en todo y las

convierten en descerebradas mimadas, ¿verdad?-Pienso concederle algunos caprichos, pero prometo no perder el oremus con ella ni dejarme embaucar

por sus adorables mofletes.-Ya, bueno, eso lo dices ahora, pero cuando te ponga ojitos veremos donde acaba tu promesa.Se ríe y me besa en la sien de nuevo.-Mujer, alguna vez caeré, pero no seré tan permisivo como presumes.-Ya veremos. -Refunfuño sin mucha convicción antes de cederle a Augusta mientras yo me acomodo un

poco.Se queda tumbado con Augusta sobre él y yo me acurruco también observándola quedarse dormida sobre

el pecho de su padre lo que, al parecer, yo tampoco tardo en hacer pues cuando me despierto me encuentro aAugusta en idéntica posición con la mano de Andrew colocada protector sobre su espalda.

Con cuidado me separo y voy al pequeño baño que hay en la habitación deseando aliviarme y asearme unpoco agradeciendo que mi madre haya dejado ahí mi bolsa de aseo. Cuando salgo me encuentro a mi madre ya la madre de Andrew sentadas cerca de la ventana con la niña mientras Andrew permanece sentado en lacama observándolas. Al verme me hace sentar a su lado rodeándome con un brazo:

- ¿Cómo estás? -Pregunta mi madre mirando de soslayo a Augusta en brazos de su otra abuela-. Dora diceque, si prometes no hacer esfuerzos y obedecer lo que te mande, te dará de alta esta tarde.

-Estupendo.- ¿La doctora Spencer se llama Dora? -Pregunta Andrew divertido y cuando mi madre y yo le miramos sin

comprender su incredulidad añade-: Me esperaba otro nombre, no sé, Dora me parece más de abuela quehace galletas.

Mi madre y yo nos reímos.-Por el bien de todos, no repetiremos tal comentario.Tras quedarse un rato con la niña, mi madre y la señora Hamilton salen de la habitación dejándonos a

Andrew y a mí solos.-Anda. Vete a casa a descansar un rato, ducharte y comer algo decente. -Le pido cuando mi madre regresa

trayéndome un croissant y un zumo de una cafetería cercana.-Estoy bien.-Tienes aspecto de haber estado de parranda tres días enteros. -Dice mi madre haciéndome reír tras tragar

el bocado que masticaba.-Pero sigo siendo el novio más guapo y encantador del mundo ¿a qué sí? -Sonríe arrogante antes de dejar

a Augusta en los brazos de mi madre que encantada la toma-. Que conste que voy a marcharme paraadecentarme. No quiero que ningún medicucho de aspecto impoluto intente engatusar a mis chicas.

Me besa en los labios haciéndome sonreír porque araña con su poca de barba y después rodea la camadiciendo:

-No se malacostumbren a la soledad, señoras, volveré a la hora del almuerzo.-Estupendo. Trae comida decente. -Digo aún con la boca llena del croissant.Se ríe tomando su chaqueta antes de salir:-Señoras, cuiden de mi pequeña. Sé que echará de menos las manos de su padre cuando le cambia el

pañal, pero procuren ser buenas con ella.-Anda, lárgate, demente. -Digo riéndome.- ¿Le ha cambiado el pañal? -Pregunta mi madre claramente asombrada.Asiento riéndome y contándole cómo le cambió el pañal y precisamente estábamos en pleno ataque de

risa cuando entró la doctora para examinarme y, como a mi madre, le conté lo del cambio de pañal en lanoche y como nosotras, no pudo dejar de reírse en todo el tiempo.

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Después vino Emily acompañada de Bob y de Lorraine.-Hija, después de tu escenita, mi declaración fue de lo más aburrida. -Dice Bob bromista.Sonrío negando con la cabeza:- ¿Cómo va?-Pues el fiscal nos dijo que va bien y que las pruebas contra esos tipos no solo de la contabilidad sino de

las cuentas y del dinero que les descubrieron son bastante contundentes, pero no logran que Price diga quiénle ayudaba. Julian opina que, seguramente, se deba a que sea una de las secretarias o ayudantes y que estéliado con ella queriendo protegerla, sobre todo, ahora que se han quedado sin posibilidad de acceder aldinero que les queda porque entre lo que han gastado, ya que han sido derrochadores, y lo que han congeladoel juez, cree que su cómplice quedará en silencio para que no la descubran.

Hago una mueca:- ¿Y tú qué piensas? ¿Alguna sospecha?-La verdad, he hecho una buena purga en el departamento y algunos no están contentos, pero no sabría

decirte quién podría ayudar a Price. Fuere quién fuere actuó muy discretamente y con consciencia de que lomejor era no llamar la atención ni para bien ni para mal. De todos modos, me inclino por lo que dice Julian,seguro es una mujer y la protege porque tiene algo con ella.

-Es preciosa. -Dice Lorraine interrumpiendo y poniendo fin a la conversación de golpe con Augusta entrelas manos.

-Sí, y es bastante tranquilita. Solo llora cuando tiene hambre o quiere que la cambien. -Señalo con elpecho todo hinchado de excesivo orgullo.

-Otra fierecilla pelirroja en la familia, ¿eh? -Dice Bob mirando con burla a Emily que resopla.-Las pelirrojas somos las mejores. Hermosas y encantadoras mujeres. De todos es sabido que se nos

adora.-Que no se diga que la modestia ha muerto.El comentario entre risas nos hace girar la cabeza hacia la puerta donde vemos entrar a Carl

acompañando al abuelo Hamilton.-Pero si es el agente especial Hamilton, alias mi ex jefe. -Dice con sorna Bob ofreciéndole la mano a

Carl.-Bob, no me hagas detenerte por faltarle al respeto a un agente del gobierno.-Es verdad, no me acordaba que eres agente del FBI. -Rio mirándolo divertido antes de mirar al abuelo-.

Bob, Lorraine, él es August Hamilton, el patriarca de los Hamilton. Ellos son unos buenos amigos, Bob yLorraine.

-Encantado. -Les saluda el abuelo antes de dirigirse a Emily-. Venía a ver a mi hermosa bisnietaaprovechando que ese matasanos endemoniado de mi nieto quería hacerme una revisión.

- ¿A usted también intenta mirarle los bajos, abuelo? No se deje. -Señalo mirándolo con las cejas alzadas.Se ríe sentándose en el asiento que le cede Emily tras poner en sus brazos a Augusta.-Así me gusta, que reconozca al imponente caballero que la sostiene. -Dice sonriendo arrogante cuando la

niña le sonríe quedándoselo mirando con fijeza.-En realidad, creo que está asustada de todo varón Hamilton que se le acerque después de la experiencia

de que su padre le cambiare los pañales y casi la ahogase en polvos de talco.Carl se carcajeó:-Mujer, esas cosas se graban para que los hermanos podamos después burlarnos a placer.-Parecía que estaba desactivando una bomba. -Reconozco riéndome.Tras un rato charlando con todos y despedirnos de los Hamilton, de Bob y Lorraine me quedo a solas con

mi madre y con Emily mientras doy el pecho a Augusta.-Entonces…. -Empieza Emily mirándome desde la ventana en cuyo marco se ha sentado de modo

despreocupado-… ¿Hacemos caso a Andrew y trasladamos la cuna y las cosas de Augusta a su apartamentitode dos pequeñas habitaciones?

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Suspiro rodando los ojos:-Bueno. Es que le dije que lo ponía a prueba y estas semanas se ha portado muy bien, incluso reconozco

que ha estado muy paciente.Emily se ríe:- ¿Le has puesto a prueba? ¿En serio?Sonrío asintiendo notando como el calor acude a mis mejillas pues veo a mi madre reírse divertida.-Además, Andrew piensa que a mamá le gustaría que Jeff se trasladase a casa, pero somos muchos y con

la niña aún estaremos más apretados.Esta vez es mi madre la que se pone colorada logrando que mi hermana y yo nos riamos.-No os riais de vuestra madre, desvergonzadas.-Oh, venga, si no pasa nada. Jeff es un buen hombre y nos gusta mucho. -Digo sonriendo divertida a mi

madre.-Hola, señoras. Traigo el almuerzo para tan bellas damas. -Va diciendo Andrew entrando con varias

bolsas que deja en la mesa lanzándose Emily ansiosa mientras él se sienta a mi lado y descubre ligeramente lacabeza de Augusta que sigue mamando con evidente hambre.

-Así me gusta, nenita, que seas tan comilona como mamá, la abuela y la tía.-Eh, que no somos tan comilonas. -Dice Emily con los dos carrillos llenos sosteniendo entre las manos un

panecillo relleno de algo.Andrew se rio.-No, desde luego, no tanto. -Contesta con evidente retintín quitándome de los brazos al bebé en cuanto

termina. Sonrío observándolo colocándose una toalla en el hombro de su camisa limpia y seguramentecarísima.

-A comer. -Dice señalando con la cabeza las bolsas y cajas que mi madre y Emily ya han sacado.-Te vuelves muy tirano cuando tienes a Augusta entre los brazos sabiéndome así incapaz de lanzarte nada

a esa cabeza arrogante tuya.Sonríe satisfecho sentándose a los pies de la cama desde puede observarnos a las tres.-Me ha llamado el abuelo y me ha dicho que cierto descerebrado no ha tenido mejor ocurrencia que

presumir ante mi nenita de esa placa de agente.Emily, mi madre y yo nos reímos.-Y, sin embargo, el único que le impone es el más ajado de los Hamilton.Andrew se rio acariciando la mejilla del bebé.-Como ha de ser. Ese viejo es duro de pelar, ¿eh, nenita?En ese momento entra Mathew con su bata blanca seguido de la enfermera Svenson.-Enfermera, no deje a ese medicucho acercarse a mi niña o a mí, tiene tendencia a desnudar mujeres sin

motivos justificados. -Digo señalando a Mathew que se ríe.-Mira que eres mala. Las enfermeras empiezan a pensar lo peor de mí.- ¿Y acaso nos equivocaríamos? -Le mira desafiante la enfermera tomando a Augusta en brazos-. Voy a

llevarla a pesar y revisar ya que la doctora Spencer nos ha dicho que le dan el alta hoy mismo.-Sí, es que somos unas excelentes pacientes y nos premia dejándonos escapar de este hospital a la

primera oportunidad.La escucho reírse camino de la puerta.-Fingiré no haber escuchado eso ni haber visto esa comida no permitida en el hospital.-Es un sol, enfermera Svenson, solo por eso le guardaremos un poco de tarta de manzana. -Digo alzando

la voz cuando se ha cerrado la puerta tras ella.Mathew se ríe sentándose en una silla tras tomar un sándwich de una de las cajas.- ¿Así que esa doctora tan mandona ha decidido librarse por fin de su tortuosa paciente? -Pregunta burlón.-Soy la mejor de todas sus pacientes. ¡Me adora! -Digo exagerada.-No sé yo… eso de querer mandarte tan pronto a casa solo puede deberse a desesperación. -Se ríe

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divertido.Resoplo y cruzo los brazos al pecho:-Haré mía la expresión empleada hoy mismo por un experimentado y sabio caballero que te ha tildado de

matasanos endemoniado.Se ríe divertido:-Ese pobre hombre pierde la poca lucidez que le queda a pasos agigantados. -Dice teatral.-Pienso chivarme que has dicho eso a la primera oportunidad que tenga. -Le miro ceñuda y él se encoge

de hombros indiferente masticando tranquilo antes de preguntar:- ¿Por alguna de esas bolsas no tendremos suerte de que haya una cerveza?-Pero ¿qué dices, loco? ¡Eres médico! -Dice Emily mirándolo como si estuviere loco de verdad.Mathew se ríe.-Estoy fuera de servicio. He estado de guardia hasta hace una hora así que ahora toca descansar.-Quiero que conste que no quiero que el salido borrachín de tu hermano sea el que se ocupe de la salud de

mi niña ni ahora ni el futuro. -Digo mirando a Andrew alzando las cejas arrancándoles sendas carcajadas aambos.

La enfermera regresa unos minutos después y Mathew toma en brazos al bebé.-Hay que reconocer que los Hamilton hacemos bien hasta los bebés. -Señala arrogante.-Ehh, que soy yo la que lo ha hecho. -Me quejo mientras Andrew y su hermano me ignoran.-Sí, creo que deberíamos ponerlo en nuestros currículos; los mejores ejemplares de hijos salen de

nosotros. -Añade Andrew pasando la mano suave por la cabecita de Augusta.- ¿Queréis decirle algo a estos dos descerebrados? -Miro a Emily y a mi madre que se ha puesto a hacer

punto como si nada.-De nada serviría. -Dice Emily saltando de la silla-. Eh, doctor, ya que no ha de hacer nada y no has

probado cerveza alguna, ¿qué tal si me llevas a casa que he de recoger las cosas de mi sobrina y después meayudas a llevar todo al apartamentucho de ese millonario de ahí. -Señala a Andrew que se ríe divertido.

Mathew se ríe asintiendo cediéndole el bebé a Andrew.-Está bien. Nos reuniremos en la puerta principal que he de ir a cambiarme.Cuando les veo salir alzo la voz diciendo:-No te confíes, Em, si ves que empieza a mirarte extraño, huye, querrá mirar tus partes bajas

desvergonzadamente.Escucho la risa de Emily en el pasillo y la exclamación de queja de Mathew llamándome “loca”.-No creo que la reputación de ese pobre hombre en este hospital se recupere después de tu paso por él. -

Dice mi madre riéndose.-Eso le pasa por querer mirarme donde no debía, el muy cochino.Andrew se ríe dejando a Augusta en la cuna tapándola bien.-Bien, mis encantadoras damas Carsons, ¿Qué tienen pensado hacer hasta que esa doctora mandona nos

deje irnos?-Pues, yo pensaba buscar el canal clásico y con suerte encontrar una buena película. -Señalo la tele.-Vaya por Dios, y yo que tenía la esperanza de que dijeses que querías retozar conmigo un poquito.Me pongo como un tomate mientras mi madre se ríe:-Mamá, no le des cuerda. -La reprendo-. Además, nada de retozar hasta después de la cuarentena.Andrew se ríe entre dientes acomodándose conmigo en la cama a pesar de mi cara de reproche, poniendo

el mando entre mis dedos mientras hace que me deje caer en su costado.-Bueno, si no puedo retozar con mi novia, al menos haré manitas con ella viendo una película.-Que está mi madre delante… -Resoplo rodando los ojos.-Bah, seguro que se hace la ignorante, además, no creo que se escandalice. Acabamos de tener una niña. -

Añade con petulancia sonriendo de oreja a oreja-. Seguro que le encantará tener más pelirrojas revoltosas.Mi madre vuelve a reírse sin alzar los ojos de su costura.

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-Mamá, en serio, no le de alas.-Es que no me importaría tener más nietos, dentro de un tiempo, eso sí. No hace falta correr.-Oh, vaya, gracias, mamá, qué generosa, ¿así que no hace falta correr?-Cuando Augusta empiece a dar sus primeros pasos, otra nueva remesa de pelirrojas será bien acogidas.Rio girando el rostro para ver a mi madre por encima de mi hombro.-Solo por esa maldad, tendré revoltosos morenos que volverán loca a su abuela.-Interesante… ¿morenos como su guapo padre? -Pregunta Andrew juguetón antes de besarme en el cuello.-Tú tienes el pelo negro, engreído. Morenos como su encantadora madre. El padre aún está por

determinar.Escucho la risa de mi madre a mi espalda y Andrew sonríe alzando una ceja.-Retira eso, mujer.Sonrío apoyando la mejilla en el hueco de su hombro.-Ahora, sé bueno y calla mientras vemos una película y con suerte podré tener una siestecita como mi

pequeña.Veo a Andrew alzar un poco el rostro y fijar los ojos en la cuna antes de sonreír.-Creo que mi pequeña ronca como su madre. Auch. -Se queja cuando le doy un golpecito.-Retira eso, burro. Ni Augusta ni yo roncamos.-Son ronquidos adorables.-Retíralo.Se ríe entre dientes besándome en la frente.-Bueno, vale, no te ofusques.- ¿Ofusques? ¿En serio? -Pregunto riéndome por el modo en que me toma el pelo.Ya ha anochecido cuando la doctora por fin nos deja irnos tras hacernos un chequeo a Augusta y a mí y yo,

reconozco, estoy deseando poder darme una ducha tranquila y disfrutar de Augusta con un poco de tranquilaprivacidad. Andrew va a mi lado llevando a la niña en una sillita mientras a mí Emily me lleva en la silla deruedas obligatoria hasta la puerta y al atravesarla, ese chófer, Terry, toma nuestras cosas mientras Andrew nosacomoda a la niña y a mí en el coche.

-Yo iré detrás de vosotros con Jeff y mamá. -Dice Emily antes de rodear el coche dejándome un pocodesconcertada.

-Es tu primer día en casa, cielo, cenaremos tranquilos con ellos tres y el domingo daremos una comidapara todos, ¿eh?

-Bueno. -Contesto agotada acariciando a Augusta que está inquieta en su sillita.En cuanto el coche se pone en marcha, Andrew, que está sentado al otro lado de Augusta, le toma la mano

y se pone a acariciársela con dos dedos y parece que la calma, incluso cuando estamos llegando a suapartamento, empieza a adormilarse.

-Es como su madre, no puede resistirse a mis caricias.Ruego los ojos con resignación.-Tienes un ego con el que no cabemos en este coche.Al bajar, él lleva la sillita de nuevo, pero no me suelta la mano. De algún modo me siento algo extraña al

regresar aquí y él parece que lo nota pues no me suelta ni cuando cruzamos las puertas una vez se abre elascensor en su plata.

-Ven, dejemos a Augusta dormir en su cuarto porque parece que por fin sucumbe al cansancio.Nos lleva a ambas, a ella en la silla y a mí de la mano hasta la planta de arriba pasando por varias puertas

y al llegar al fondo entra en una puerta a la derecha.-Esta es la de Augusta. Está pegada a la nuestra.No puedo evitar sonreír al ver la cuna colocada en el centro y al mirar en derredor casi me dan ganas de

llorar. Es preciosa, está pintada de un amarillo muy suave con las molduras en blando y los muebles sonsuaves y bonitos pero hay cojines de muchos colores alegres y detalles de colores por toda la habitación.

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-A ver, cielo, papá y mamá, van a cambiarte el pañal y ponerte un bonito pijama.Andrew se ha acuclillado frente a la silla y desanuda a la niña antes de tomarla y llevarla hasta el

cambiador que está en una esquina.-Cielo, tendrás que buscar dónde pueden haber puesto las mujeres de las familias los pijamas.Rio entre dientes abriendo un armario y después varios cajones encontrando los pijamitas, algunos para

mí desconocidos. Tomo uno con un enorme conejito en el pecho y un gorrito a juego y cuando me acerco veo aAugusta a punto de llorar ante los zarandeos que le da su padre, piernas arribas piernas abajo, y solo paraquitarle el pañal.

-A ver, déjame o estaremos aquí hasta mañana. -Sonrío haciéndolo yo mientras él me va ayudando.Después, dejamos a Augusta en la cunita tapada y para mi sorpresa Andrew enciende un par de aparatejos

tomando después dos receptores.-Son cámaras para que la veamos y la escuchemos por si llora o necesita algo.Sonrío tomando los dos aparatos caminando hacia la puerta mientras él regula un termostato de

temperatura antes de regular la luz hasta casi apagarla y entornar la puerta.-Anda cielo, -Me quita los aparatos de las manos antes de guiarme hasta el dormitorio de al lado-. ¿Por

qué no te das una ducha relajante y te pones ropa cómoda mientras nosotros preparamos la mesa y demás parala cena?

Suspiro porque estoy agotada así que me dejo llevar.-No he traído ropa, ¿me prestas un pijama?Sonríe besándome en los labios suavemente antes de abrir la puerta del vestidor del dormitorio principal.-Cielo, Emily trajo todo esta tarde. Tienes tu ordenador y papeles en una de las habitaciones de abajo que

había pensado que te gustaría reformar como despacho para ti. Así tendrás tu espacio y tiene un enorme arcode acceso al cuarto de juegos de Augusta para que la puedas observar.

-Oh, has pensado en todo. -Reconozco emocionada, sorprendida y abrumada.-Lo que sea por mis chicas.Rio girando para mirarlo bien.-No intentes seducirme que hasta dentro de cuarenta días, estarás a dieta.Se carcajea rodeándome con los brazos sin soltar los dos aparatos.-Serán cuarenta días en los que haremos manitas viendo películas y jugando a juegos de mesa.Rio rompiendo el abrazo dándole empujoncitos hacia la puerta:-Anda, ve a prepararme la cena y puede que, después, si me gusta esa cena, te deje hacer manitas bajo las

mantas.Se ríe atravesando la puerta mirándome por encima de su hombro mientras dice:-Me siento un hombre explotado.-Ya veremos cuánta explotación serás capaz de soportar. -Digo cerrando la puerta tras él escuchando

después su risa mientras se aleja.Me quedo bajo el chorro de la ducha mucho rato. No me siento muy atractiva ni deseable y, en cambio, él

está tan guapo y atractivo como siempre y para colmo está siendo tan cariñoso, paciente y comprensivo queno sé resistirme. Gruño tomándome mi tiempo para ponerme las cremas, secarme el cabello y vestirme conropa holgada y cómoda. Al menos hasta que consiga recuperarme habré de conformarme con la comodidad.Me paso por el cuarto de Augusta antes de bajar y la observo dormir plácidamente un rato. A pesar de todo loocurrido, a pesar de los meses pasados, no siento extraño que este sea el cuarto de mi pequeña, ni esta sucasa, ni tampoco que Andrew vaya a dormir junto a ella desde el primer día.

Conforme voy bajando escucho las risas de mi madre y mi hermana y al alcanzar las escaleras las veosentadas en el salón con Jeff y con Andrew que parecen embromarlas con algo.

-Ven, cielo. -Me sonríe Andrew levantándose-. He tenido que contener a tu hermana que pensaba asaltarla cena olvidándose de ti.

-Mentiroso. -Protesta ella-. Solo he probado un par de cosas.

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Sonrío viendo a mi hermana ruborizándose ligeramente lo que significa que debe haber probado todo a sualcance. Se siento en un sofá frente a mi madre que me cede un vaso con zumo mientras dice:

-Mañana te acompañaré yo al pediatra que nos ha recomendado el borrachín.Río por la referencia a Mathew.-Espero que no sea de los suyos al que le guste “inspeccionar” lo que no le incumbe.Andrew se ríe:-Pobre Mat, se va a pasar años intentando hacer olvidar el recuerdo de cierta embarazada loca y sus

desvaríos.-Eh, que no son desvaríos. -Le doy un golpecito en el pecho-. Intentó mirar entre mis piernas, el muy

salido…Andrew se carcajeó.-Vale, vale, estuvo un poco entusiasta… -Alzo las cejas en señal de incredulidad-. ¿Efusivo?-Si hubiese sido más efusivo, él sería el padre de mi siguiente pelirroja, burro. -Protesto airada

arrancándole una nueva carcajada.-Mujer, como bien dijo, hacemos unos hijos muy guapos, solo quería colaborar un poco. -Le vuelvo a dar

un golpe en el pecho, pero él de inmediato toma mi mano y la besa-. Venga, vayamos a cenar y así temantendré distraída de los malos pensamientos hacia ese pobre hombre de bata blanca y poco sentido común.

Nos guía hasta un comedor en el que hasta ahora no había estado con ventanales enormes abiertos hacia laterraza.

-He decidido que entre semana me mudaré aquí. -Dice riéndose Emily mientras toma asiento-. Solo paraayudar con Augusta, claro.

-Claro. -Repetimos Andrew y yo rodando los ojos al tiempo.-Son unos descastados. -Protesta alargando el brazo para alcanzar una bandeja con pequeños aperitivos

de verduras al horno-. Pero, lo de quedarme el mini sí sigue en pie, ¿verdad? -me mira con fijeza a mí-. Conla enana no podrás usarlo.

Rio porque prácticamente el coche ya es suyo.-Sí, el mini es todo tuyo. Además, solo con lo que ocupa la sillita de bebé y lo que deberé meter para

llevar el carrito, la bolsa para pañales, ropita y todo eso, el mini no me serviría de nada. Y, de todos modos,ya me he acostumbrado al coche de Jeff.

-Estupendo, porque me viene de perlas moverme con él y es más fácil encontrar aparcamiento con unmini.

Tras la cena y mientras mi madre y Emily, que se han empeñado en recoger las cosas, Jeff y Andrew seponen a hablar de beisbol yo aprovecho para subir y dar el pecho a Augusta en la bonita y cómoda mecedoraque hay en el cuarto que he de preguntarle a Andrew de dónde la ha sacado porque me encanta. No sé cuántoestoy allí porque cuando Andrew aparece Augusta se ha dormido.

-Tu madre dice que vendrá por ti a las diez pues tenéis cita a las once.- ¿Ya se han ido? -Pregunto asombrada.-Es tarde, cielo, no querrás que conduzcan cansados.Asiento mientras él se inclina y me quita a la niña antes de dejarla con cuidado en la cuna y taparla

tomando el monito y dejándolo a su lado lo que me hace sonreír.-El caso es que acabe adorando ese mono sí o sí por la cabezonería de su padre, ¿a qué sí?Se ríe entre dientes lanzándome una mirada traviesa antes de ajustar de nuevo los aparatos para que se

vea bien y tomándome de la mano me lleva hasta su dormitorio.-Cielo, has de descansar. Has tenido unos días un poco duros y ahora has de cuidarte y dejar que te

cuidemos. Además, Jeff me ha dicho que te traerá a casa todos los expedientes que necesites para quetrabajes desde casa al menos una semana.

Suspiro dejándome caer en el borde de la cama mirando en derredor pues no me he molestado enobservar con detalle su dormitorio. Está decorado en colores tierras y borgoña, bonitos, suaves y elegantes y

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tiene unas enormes ventanas orientadas a la terraza. Suspiro cuando le veo desaparecer por el vestidor asíque voy al baño y me lavo los dientes antes de regresar al dormitorio encontrándomelo abriendo un lado de lacama llevando solo el pantalón de un pijama.

-Oh, venga ya. Eso no es justo.Se gira y me mira alzando las cejas:- ¿Qué?- ¿Cómo que qué? En este momento no me caes bien. -Digo rodeando la cama para entrar por el otro lado

y tras quitarme los zapatos me meto con el pantalón y todo.-Oye… -Me abraza por la espalda, pero me niego a mirarlo-. ¿Qué ocurre?-Ocurre, hombre del demonio, que tú sigues pareciendo un Dios griego y yo estoy horrible.Se ríe y entierra el rostro en mi cuello besándomelo.-Eres preciosa. Eras preciosa antes y durante el embarazo y eres preciosa ahora.-Mentiroso. -Refunfuño sin mirarlo.-Cariño, estoy deseando hacerte el amor y no parar nunca y lo único que me retiene es la orden imperiosa

de esa tirana de doctora, pero te aseguro que estás tan bonita o incluso más que antes del embarazo. -Bufo conincredulidad-. A ver, terca. -Me gira a pesar de que me resisto un poco y me deja boca arriba-. ¿Sabes lo quepensé cuando te vi entrar en el despacho de Materson? -Niego con la cabeza-. Que, si eras la mitad de listaque bonita, estaba en un buen lío, y cuando empezaste a echarnos la bronca por tener un jefe tan inútil en miempresa que os explotaba, supe que ya no habría vuelta atrás. Esos ojitos azules, esa boquita impertinente yesa sonrisa burlona, tenían que ser para mí.

-Mentiroso. -Murmuro, aunque sé que sonrío.-Pero si me sacaste una cafetera sin pestañear, ¿crees que lo habrías logrado si no tuviere mi cerebro

abotargado como me pasaba cada vez que estaba contigo?- ¿De veras? ¿Te abotargaba? -Pregunto divertida.-Estupendo, te pones tontorrona y soy yo el que acaba siendo objeto de burlas. Qué cruel eres.Rio divertida.-Bueno, bueno, no te ofusques. -Digo trayendo a colación la frase que él me dijo a mí.- ¿Lo ves? Te burlas.Alzo la mano y deslizo las uñas por su patilla.-Mañana te dejaré hacer manitas conmigo.-Te tomo la palabra.Me da un beso suave en los labios que de pronto se convierte en algo más posesivo, más íntimo, más

intenso pues su lengua acaricia la mía siendo el pistoletazo de salida de algo que he añorado de un modo queno sabía que añoraba.

Gruñe antes de suavizar poco a poco el beso hasta separar nuestros labios.-No me tientes que no conseguiré detenerme. -Murmura ronco acariciándome los labios con los suyos-. Te

he echado de menos y he soñado tanto con tenerte aquí, conmigo, que ahora, tendré que contenerme muchopara no devorarte.

Sonrío enredando mis dedos en su pelo a ambos lados de su cabeza.-Siempre puedes decirle a esa doctora tirana que te dé una pastilla para dejarte k.o. en cuanto regreses al

apartamento por miedo a no saber controlarte. Seguro que estará encantada de recetártelas y hacer cierta esaconsideración de que eres un adorno, uno bonito y aparente, pero no más que un mero adorno.

-Tú sigue con tus burlas que ya tomaré yo revancha.-Bueno, bueno, lo reitero, no te ofusques. Además, te conviene dejarme dormir que dentro de tres horas

habré de despertarme para alimentar a mi pequeña.-Nuestra pequeña. ¿Ahora quién se muestra posesiva? -Me da un último beso antes de volver a

acomodarme de costado con él abrazándome-. A dormir.-Tirano. -Murmuro antes de cerrar los ojos, aunque sonrío.

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Las dos veces que me levanto en la noche me sorprendo porque Andrew viene conmigo y se queda todo eltiempo mientras le doy el pecho, cambio e incluso duermo a Augusta y en las dos ocasiones él se cerciora deque, una vez en la cuna, está a gusto y bien tapada con su monito a su lado.

Sentada en la mecedora al amanecer con Augusta por fin dormida tras un pequeño berrinche mañanero,Andrew entra en la habitación vestido con traje de chaqueta y tan imponente como la primera vez que le vi.

-Nenita, qué despertar tan peleón has tenido. -Decía haciéndole arrumacos tras tomarla en brazoscaminando con ella hasta el piso de abajo conmigo a su lado-. No tengo tiempo para desayunar con vosotras,pero llámame en cuanto salgas del pediatra y me cuentas qué tal.

Asiento y cuando entramos en la cocina nos encontramos a Dorotea enredada preparando el desayuno,pero en cuanto nos ve sonríe acercándose.

-La reina de la casa, Dorotea. Es Augusta Alice Hamilton. -Dice con excesivo orgullo Andrewmostrándosela manteniéndola aún en sus brazos-. Tan bonita y temperamental como su madre.

-Eh. -Protesto sin mucha convicción.Andrew ignora mi protesta mientras presume de hija ante Dorotea que parece encantada con un bebé en

casa, aunque no creo que sepa que le va a ocasionar más trabajo.-Bueno, yo me marcho. Le he dicho a Terry que os lleve a la consulta del pediatra. -Se acerca dejando a

Augusta en mis brazos-. Sé buena con mami e impresiona a ese pediatra para que sepa quién es la mejor detodos sus bebés.

-Estás fatal -Digo riéndome, pero él me interrumpe dándome un beso en los labios tras besar en la cabezaa Augusta.

-Sed buenas. -Dice burlón saliendo de la cocina.Niego con la cabeza mirando a Augusta.-Tu padre está fatal. -Alzo los ojos y miro a Dorotea que aún está haciendo el desayuno-. Voy a ducharme.Dejo a Augusta en un pequeño balancín dentro de baño mientras la puedo vigilar a través de la mampara

de la ducha. Tras ducharme y vestirme, bajo a la cocina topándome con mi madre y Dorotea en plenacháchara.

-Desayuna mientras yo vigilo a mi niña. -Se apresura a ordenarme mi madre quitándome de los brazos ala niña.

-Mamá, empiezas a parecerte a ese tirano de Andrew. -Cuando me siento y veo todo lo preparado porDorotea la sonrío-. No puedes prepararme un desayuno así a diario o me pondré redonda antes de un mes.

Dorotea se ríe:-Estás dando el pecho a la niña, has de estar bien alimentada.Suspiro con resignación, pero no he de negar que tengo hambre y que todo está delicioso.-Voy a bañar y vestir a mi pequeña para su primera visita al médico. -Va diciendo mi madre mientras toma

a Augusta en dirección a la puerta de la cocina.-Mamá, recuerda que no le puedes mojar aún el cordón.-Ya, ya… he tenido dos hijas, ¿recuerdas?- ¿Cómo olvidarlo? -Respondo con ironía.En la consulta del pediatra tardamos bastante pues no solo le abren ficha a Augusta, sino que le hacen un

reconocimiento exhaustivo. Mientras esperamos en una de las salas de reconocimiento que regrese el médicotras otra de las pruebas mi madre sonríe.

- ¿Sabes que este es el mejor pediatra de la costa? Lo hemos buscado por internet Emily y yo y resulta queestá considerado una eminencia entre sus compañeros. Por eso nos lo recomendó Mathew, además, él seencargó de que nos dieren cita y demás.

Miro a mi madre un instante y asiento.-Supongo que es lógico, ¿no? Los Hamilton están acostumbrados a los mejor y a obtenerlo con solo

chasquear los dedos. Le he dicho a Andrew que no quiero que consienta a la niña y la convierta en otradescerebrada hija de millonarios que no aprecia sus privilegios y los da por hecho solo por nacer donde ha

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nacido. Ha prometido contenerse, pero no sé.-Hija, piensa un instante en los Hamilton. Todos los hijos y nietos son reconocidos profesionales en sus

campos y aunque ciertas cosas las hayan disfrutado desde la cuna, para otras han tenido que luchar por sísolos.

-Sí, bueno, supongo que tienes razón. Habré de acostumbrarme a ciertas cosas, pero es que me resultanextrañas y violentas, no sé… ¿Sabes que hay diez dormitorios en el apartamento?

- ¿Bromeas? Ayer en cuanto llegamos Andrew nos hizo el recorrido completo mientras Emily y yo nosburlábamos sin parar. Menuda terraza…

Ruedo los ojos con resignación porque es evidente mi madre se está burlando de mí:-Cielo, no escuches a la abuela, está burlándose de mami sin piedad.Cuando salimos de la consulta, mi madre sugiere ir a ver a los abuelos Hamilton pues, dice, estaban

deseando estar un poco con la niña. Como no tengo prisa ni nada qué hacer hasta que mañana Jeff me traigamis expedientes y los datos de mis clientes, acepto, aunque no sé si debiera escamarme que mi madre hayadesarrollado tan rápido una relación con los Hamilton, sin embargo, mientras Terry nos lleva en el coche,empiezo a comprender que para mi madre debe ser un alivio saber que Andrew tiene familia, una familiaunida y que, además, quieren formar parte de la vida de Augusta. Al llegar a la mansión, enseguida nos abrePenny que encantada hace carantoñas a la pequeña antes de guiarnos hasta un bonito salón con grandesventanales hacia los jardines.

-Hola, qué sorpresa tan agradable. -En cuanto nos ve Melissa se acerca y su marido se pone en pie conayuda de su inseparable bastón-. Venid, sentaos, pediré un café y unas pastas.

-Veníamos del pediatra. Ha reconocido a Augusta y la ha dejado tan cansada que ahora estáprofundamente dormida. -Acerco el cochecito donde está el abuelo que sonríe inclinándose bien para verla.

-Es la pelirroja más bonita del mundo. -Dice acariciándole el moflete.-Y con carácter como ninguna. En cuanto el médico ha empezado a cogerse confianzas con ella ha tenido

un berrinche tremendo. -Rio divertida sentándome en uno de los sofás antes de mirar al señor Hamiltoncuando toma asiento sin perder ojo de Augusta-. ¿Cómo va el juicio? Andrew no quiere decirme nada.

El abuelo hace una mueca:-Como mucho, les caerán seis años por robo financiero, y a ese tal John Price uno o dos más por desfalco.-Supongo que menos es nada. -Suspiro negando con la cabeza-. Pero con pocos años de cárcel ante sus

ojos no querrá negociar con el fiscal y delatar a su cómplice, ¿verdad?Suspira lentamente:-Eso creen Julian y Andrew y, claro, para asegurarse de que no sigue en la empresa, la única alternativa

sería despedir a todos los ayudantes y secretarias del departamento, pero eso supondría despedir a más detreinta personas injustamente.

-Sí, supongo que sí.-Hablemos de cosas más agradables. -Interviene Melissa mientras entra Penny con un carrito con un par

de bandejas-. ¿Qué os ha dicho el pediatra?Mi madre se adelanta a mi respuesta:-Está bien de peso a pesar de haber nacido un par de semanas antes, además, como es comilona, está

seguro que cogerá buen peso en poco tiempo. Y se ha quedado muy contento cuando Augusta ha reaccionadotan bien a la música, riéndose y moviendo las piernecitas y los brazos como loca.

-Sí, la verdad, es que se ha reído mucho con las canciones que le ha puesto. Cuando ha empezado apasarle cosas por el pecho, ya no tanto, entonces ha cantado ella la Traviatta.

El abuelo se rio.-Así me gusta, que no se deje manosear por mucho que lleve una bata de médico.-Esos son los peores, abuelo. -La voz de Andrew desde el arco de la puerta nos hace mirar viéndolo

atravesar el salón sonriendo.- ¿Cómo sabías que estábamos aquí?

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-He llamado a Terry para saber si seguíais en el pediatra y me ha dicho que veníais aquí… -Se inclinósobre el capazo del cochecito y sonrió-. ¿Cómo se ha portado mi niña?

-No se ha dejado mangonear por nadie. -Respondo orgullosa.-Espero que lo que haya en esa taza no sea café. -Me mira de soslayo.-Es manzanilla, tirano. -Respondo riéndome-. Eres un mandón.Me besa en la frente antes de sentarse en el brazo del sofá a mi lado.-De casta le viene al galgo, ¿verdad, abuelo?El abuelo se carcajea.-Yo siempre he tenido un carácter fuerte pero estupendo. -Se defiende orgulloso-. La tiranía te viene por

otro lado.Melissa se ríe:-Espero que ese lado no se refiera a mí.-Lo dejaremos en el lado materno.-Estupendo. Estaré encantado de decirle a mi madre que es la causante de mis defectos.Le doy un golpecito en el muslo reprobatorio arrancándole una risa.-Mujer, estará encantada de saber cuánto he heredado de ella. Al fin y al cabo, soy un hombre muy

defectuoso.Esta vez soy yo la que se ríe.- ¿Queréis quedaros a comer? -Pregunta Melissa claramente esperanzada.Yo alzo los ojos hacia Andrew.-Si has de marcharte a trabajar, tranquilo.Niega con la cabeza antes de besarme en los labios suave.-He dejado a Julian en el juzgado con Carl y si surgiere algo de la empresa me llamarían, tranquila.

Prefiero quedarme con mis chicas.-Pues coge a esa chica que empieza a quejarse. -Señalo el carrito empezando a escuchar los gorjeos de

Augusta previos a un par de berridos.Andrew se apresura a tomar a Augusta en brazos:-Es que me echa de menos, ¿verdad, enana?La mece como empiezo a comprender solo él la mece y le funciona, de algún modo siempre le funciona

porque Augusta responde a él casi de inmediato.Nos quedamos relajados charlando dejando que los abuelos se entretengan a ratos cogiendo a Augusta y

antes del almuerzo me retiro a un dormitorio a darle el pecho y cambiarla. Estoy cerrándole el mono deflorecitas cuando los brazos de Andrew me rodean desde la espalda.

- ¿Así que mi niña le ha demostrado a ese médico sobón que es una chica con carácter?Rio entre dientes cerrando el mono y poniéndole el gorrito.-Incluso se ha puesto dura cuando un niño se ha acercado a su capazo y parecía que miraba con ojos

gulosos su monito.Andrew se ríe adelantándose y tomándola antes que yo.-Te encanta tu monito, ¿verdad, cielo? No ibas a dejar que el primer niño que se acercase te lo quitase, ¿a

qué no?Nos sentamos a comer y enseguida van apareciendo distintos Hamilton incluido Mathew que, tras echar

un vistazo al cochecito donde Augusta duerme, toma asiento frente a mí.-Según me han dicho, nuestra chica ha estado muy bien hoy.-Oh sí, ha puesto en su sitio a otro médico con tendencia a tomarse libertades con las chicas guapas. -Le

digo sonriendo de oreja a oreja.Rueda los ojos mientras Andrew se ríe:-Te lo recordará toda la vida. -Le advierte.-Me pasa por buena persona y por ser un médico preocupado. -Dice a la defensiva.

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-Tú sigue diciéndote eso que yo no tendré reparos en contar a todo el mundo que intentaste mirar bajo lasmantas. -Insisto cabezota-. Y encima acompañado de un neurólogo. ¿Para qué diantres quería yo uno? -Pregunto acordándome.

-Eso es culpa de Julian. En cuanto saliste del juzgado llamó a su hermano para que se asegurase de queestabas bien como Andrew me llamó a mí. -Responde riéndose.

-Espera. ¿Ese tal Lucas es el hermano de Julian? -Pregunto mirando indistintamente a Andrew y a Mathewque se ríen-. Bueno, eso sigue sin contestar a para qué iba a querer yo un neurólogo en la sala de partos. -Refunfuño.

Mathew alza los brazos y los deja caer cansado:-Mujer, mejor un buen médico, aunque no sea obstetra, que ninguno.-Bueno, sí, lo que pasa es que eso tendría sentido si no me llevasen a un hospital lleno de médicos

algunos de los cuales se acercan más a mis necesidades que un cardiólogo salido y que un neurólogo.-Por Dios, sí que eres peleona. -Se queja negando con la cabeza.-Y una peleona que ha decidido aprender alguna de esas artes marciales letales, no lo olvides. -Le

advierto mirándolo desafiante.-Uy, uy, a eso me apunto. Yo voy contigo. -Exclama Lory sonriendo de oreja a oreja desde la otra punta de

la mesa, pero enseguida frunce el ceño-. ¿Cómo no se me ocurrió a mí eso antes estando en una casa llena deprimos muy pesados y mandones? Debería habérseme ocurrido hace tiempo para patearos esos arrogantestraseros cuando os ponéis pesaditos.

Esta vez somos mi madre y yo las que nos reímos y cuando Augusta se pone a llorar Andrew se apresura atomarla en brazos acunándola.

-Ya, ya, nenita, ya. Mamá y tía Lory solo quieren zurrar a tío Mathew. Lo prometo. A tu papi lo dejaránintacto.

-No le cuentes embustes a mi niña, hombre. En cuanto te pongas mandón te daremos para el pelo y mi niñatambién. Menudas son las pelirrojas con quienes le llevan la contraria.

Andrew se ríe haciéndole carantoñas a la niña manteniéndola en sus brazos.Tras dejar en su casa a mi madre Andrew nos lleva de regreso al apartamento a media tarde tras decirle a

Terry que puede marcharse ya que él nos llevaría. Al llegar a la entrada del edificio yo bajo del cochetomando a Augusta mientras Andrew continúa para entrar por el coche del garaje. Según salgo del ascensornoto algo rato en el apartamento. Las cortinas de la terraza están todas echadas haciendo que poca luz entrepor las ventanas. No sé cómo lo sé, pero enseguida tomo a Augusta en brazos para mantenerla pegada a mí yquedándome en el vestíbulo decido esperar que Andrew suba con la espalda pegada a la pared junto a laspuertas dobles del ascensor.

- ¿Cielo?La voz de Andrew cuando se abren de nuevo las puertas me hacen mirarlo sin separar ni un poco a

Augusta de mí.-Algo no va bien. -Digo acercándome a él y hablando bajo.Me abraza y mira hacia el salón y enseguida nos pasa a su espalda.-Baja al vestíbulo y dile al portero que llame a la policía…-De eso nada.Una voz de mujer nos hace mirar al salón y de un lado del arco de acceso al salón principal aparece una

mujer con el brazo extendido y un arma en la mano apuntándonos a la que reconozco pasados unos segundos.-No te muevas, Carola. -Me ordena Andrew dejándome pegada a él en su espalda.-Oh, sí, desde luego que va a moverse, los dos vais a entrar. -Ordena moviendo el arma en dirección al

salón antes de volver a apuntarnos.-Es Miranda, Andrew. Trabaja en la sección de contabilidad comercial.- ¿Así que tú eres la que ayudaba a Price? -Pregunta Andrew andando hacia el salón manteniéndonos a

nosotras a su espalda y con él entre nosotras y ella.

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Escucho la risa de Miranda pues con Andrew delante de mí ya no puedo verla.-No os enteráis de nada. Él me ayudaba a mí. Los hombres siempre dan por hecho que son otros hombres

los únicos capaces de engañarlos. Sentaos. -Ordena alzando la voz.Andrew nos hace sentar en un sofá y él se coloca de modo que sigue poniéndose entre nosotras y el arma

con que no deja de apuntarnos.-Muy bien, entonces, tú eres el cerebro de la estafa, enhorabuena. -Contesta Andrew sin, al parecer,

alterarse lo más mínimo-. Pues descubriéndote no has hecho sino meter la pata.Miranda nos sonríe y empiezo a comprender que tras esos ojos castaños hay una mujer decidida, pero

también ambiciosa y peligrosa.-Descubrirme a estas alturas es lo de menos. Quiero dinero, mucho dinero y sé que lo tienes en casa. No

me vas a engañar con tonterías de ir al banco o hacerme una transferencia que sea rastreable. Vas a darmedinero en efectivo y mucho pues sé, los hombres como tú, siempre tenéis dinero a mano por si acaso. Abre lacaja fuerte y dame lo que tengas o mato a esa zorra que te avisó de nuestros asuntos.

Andrew le sostiene la mirada unos segundos lo cual a mí me admira pues denota una sangre fría increíble.-Voy a aclararte algo por si aún no lo has comprendido. Ni voy a permitir que amenaces a mi esposa ni

que la insultes, de modo que deja de apuntar en nuestra dirección o esa pareja de agentes del FBI que tienestras de ti dispararán sin pensárselo dos veces.

- ¿Crees que soy estúpida y que caeré en esa trampa? -Grita poniéndose nerviosa y con ella a mí y aAugusta que empieza a llorar.

-Eah, se acabó, no te permito que asustes a mi pelirroja preferida.La voz de Carl me hace alzar el cuello y mirar por encima del hombro de Andrew viendo a Carl

acercarse a toda prisa a Miranda que, al girar, se topa con dos agentes apuntándola a menos de un metro y aCarl acercándose, por un lado, también con el arma en la mano.

- ¿Por qué diantres has tardado tanto?-Necesitaba que reconociese que ella había participado en los hechos. -Veo a Carl sonreír arrogante

mientras uno de los otros hombres esposa a Miranda tras quitarle el arma.- ¿Me lo explicáis? -Pregunto sin dejar de mecer suave a Augusta.-Lo siento, cielo, no creí que necesitásemos llegar tan lejos. -Responde Andrew abrazándome con

cuidado besando la cabeza de Augusta.-Déjame a mi sobrina mientras tú le explicas a esta pobre y desorientada mujer lo ocurrido antes de que te

tire algo a la cabeza. -Va diciendo Carl acercándose y quitándome a Augusta de los brazos sonriendo- TíoCarl te ha protegido, enana, recuérdalo para cuando te pregunten quién es tu tío preferido. -Añade sentándosecon ella en un sillón mientras uno de los hombres le hace una señal antes de llevarse esposada a Miranda.

-Bueno, estoy esperando. -Exijo de pronto nerviosa.Andrew sonríe negando con la cabeza.-No te enfades, cielo. Verás, Terry me dijo que esta mañana pensó que alguien le observaba mientras os

esperaba a tu madre y a ti antes de bajar y llevaros al médico y cuando llamó unos minutos después para decirque el mismo coche le seguía cuando ibais de camino al pediatra, llamé corriendo a Carl.

-No me costó llegar y ver de lejos a cierta rubia teñida que me sonaba de algo y que estaba agazapada enun coche fuera de la clínica. Tardé poco en relacionarla con Hamilton Inc y sumando dos y dos, supe quiénera. Pero no podíamos arrestarla sin más, o en eso insistía el pesado del fiscal cuando le he llamado. -Bajalos ojos a Augusta que ha estirado el brazo intentando cogerle la cara al parecer-. Tu tío es muy listo,pequeñaja, listo y guapo.

-Qué paciencia. -Masculla Andrew rodando los ojos antes de mirarme-. Cuando Carl confirmó que esamujer te seguía solo podía significar una cosa, que no solo estaba involucrada, sino que, además, intentaríausarte para sacar tajada y seguramente huir.

-Mandé una foto con el móvil al fiscal y Julian dice que la ha visto en los juzgados estos días. Creemosque ella fue la que sospechó que tú tuviste una relación con Andrew o se lo imaginó y por eso instaría al

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abogado defensor a preguntártelo para asegurarse. De ser cierto, acababa de encontrar un modo de sacar latajada que el juez hubo congelado al inicio del juicio.

-Pero no pensaba dejarla llegar tan lejos y así se lo advertí a Carl, así que entre él y unos agentes hanestado todo el día siguiéndoos a ella y a ti y supusimos que intentaría algo pronto, pero no podíamos dejarloal azar así que…

-Así que. -Le interrumpe Carl sonriendo-. Mejor pillarla en un lugar donde la esperaríamos y evitaríamosque hiciere nada y huyese también.

-Pero no creí que Carl llegase tan lejos de dejarla subir al apartamento por eso te dejé entrar sola. -Seexcusó Andrew-. Pensé que intentaría atraparla antes de subir. -Miró ceñudo a su hermano.

-Es que en tu vestíbulo hay muchos accesos desde los que se nos podía haber escapado de mil formas, asíque fingimos que al portero se le quedaba abierta la puerta de tu planta para que se colase y, como no es tanlista como se cree, cayó en la trampa de cabeza. Debía estar ansiosa por hacerse con dinero para huir antesde que Price acabase cantando cuando se viese en la cárcel y ella tan feliz en la calle.

-Pues tú tampoco eres tan listo. Tendrías que haberme avisado para evitar no solo que Carola entraseantes sino incluso para que entrase sin mí.

Carl hizo una mueca.-Bueno, sí, un pequeño fallo del que he aprendido la lección, pero si sirve de algo, éramos cinco agentes

custodiándote. Prometo que no te he quitado la vista de encima. Además, has estado muy lista al no entrarcuando has visto las cortinas echadas. Eso ha sido, ¿verdad?

Asiento sonriendo.-Ella ni lo notó. Las echamos para que ninguna sombra o cambio de luz nos delatase ya que estábamos

escondidos en distintos sitios.-Espero que, además de acusarla de robo, le acuséis de secuestro y de intento de robo con arma en mi

casa. -Señaló Andrew serio mirando a su hermano.-Sí, tranquilo, supongo que intentarán acusarla de todo lo posible, lo hemos grabado. Al final va a resultar

que ella será la que pase más tiempo en la cárcel, ¿no es estupendo el karma? -Pregunta burlón Carl antes dehacer una mueca-. Hay que cambiarla.

Rio mirando a Andrew.-Te perdono por no avisarme si la cambias tú, incluso fingiré que no gastas medio paquete de pañales,

toallitas o talco para ello.Andrew bufó levantándose y arrebatándole Augusta de los brazos.-Ven con papá y dejemos a estos descreídos solos.Cuando se aleja miro a Carl antes de levantarme y caminar hacia la cocina mientras pregunto:- ¿Quieres una cerveza?-Y algo de comer que con este lío de vigilar no he podido comer nada.-Vale, te preparo un sándwich. -Respondo sin detenerme.Tras unos minutos en que le preparo el sándwich y él bebe de una cerveza picando de un cuenco de frutos

secos regresamos al salón donde él se pone a devorar el bocadillo.- ¿Tendré que declarar también contra Miranda?Carl asiente masticando:-Me temo que sí. Pero hay grabaciones, no has de preocuparte.- ¿Por qué ha arriesgado tanto sin saber, además, si conseguiría salirse con la suya?-Supongo que porque durante estos meses ha tenido que contenerse para no ser descubierta y durante los

tres años anteriores ya se había acostumbrado a ciertas cosas con el dinero que sacaban de las que ahora leresultaría difícil prescindir. -Responde de manera despreocupada.

Andrew regresa y se sienta a mi lado dejando en mis brazos a Augusta que parece a punto de sucumbir alsueño.

-Carl opina que seguramente se ha descubierto por no tener dinero con el que costearse el tipo de vida a

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que se ha de haber acostumbrado con lo que robaban de la empresa.-Y también que no creo que las tuviese todas consigo de que Price mantuviere la boca cerrada, supongo. -

Insiste Andrew pasando su brazo por mis hombros acomodándome en su costado-. De todos modos, ahoradejaremos al fiscal Emery que se encargue de atar cabos sueltos y sonsacarle toda la verdad si puede.

Carl hace una mueca.-No lo sé, a lo mejor no le dejan hacer nada. Secuestrar a punta de pistola a tres personas para conseguir

dinero es un delito federal.Rio entre dientes.-Te gusta mucho eso de ser agente del FBI, ¿eh jefe?Carl se ríe.-La verdad, es que no es un trabajo monótono, al menos no si no te metes en delitos económicos o fraudes.

Con suerte en un par de años conseguiré un destino como Nueva York o San Francisco. -Apura su cervezaantes de ponerse en pie-. En fin, me marcho que presumo he de dar parte e informar de lo ocurrido. Supongoque tendréis que prestar declaración. Si me lo permiten vendré a tomárosla yo. -Se inclina y besa en la frentea Augusta-. Adiós, pequeñaja. Recuerda que tío Carl es el mejor.

Rio negando con la cabeza:-Teniendo que competir con un medicucho con tendencia a propasarse, no creo que te cueste sobresalir.Carl se carcajea caminando hacia el ascensor.-Disfrutaré sacando partido de esa frase, que lo sepas.Cuando se cierran las puertas del ascensor dejándonos solos me quedo unos minutos en silencio mirando

a Augusta quedarse poco a poco dormida.- ¿Nena?Alzo el rostro y sonrío a Andrew.- ¿Nena? ¿Desde cuándo me llamas nena?Se ríe entre dientes aparentemente divertido:- ¿Cariño? -Niego con la cabeza-. ¿Cielo? -De nuevo niego con la cabeza-. ¿Amor?- ¿Amor? -Jadeo asombrada.Se inclina y me besa en la frente deslizando los labios por mi sien hasta mi oreja.-Quizás prefieras que te llame esposa, claro que para eso tendrías que aceptar ser mi esposa.Ladeo la cabeza mirándolo completamente desconcertada.- ¿Hablas en serio?Suspira separándose un poco para poder mirarnos bien:-Quería esperar un poco. No presionarte. Quería darte tiempo a acostumbrarte a estar aquí y después

hacer una petición de mano un poco tradicional, no sé, en un lugar bonito, con velas y esas cosas, pero, comosiempre, me vuelvo ansioso contigo, impaciente y un poco carente de juicio. Espera.

De pronto se levanta y camina decidido en dirección a su despacho apareciendo un par de minutosdespués tomando a la niña de mis brazos dejándola después en el cochecito. Se sienta en el borde de la mesacon mis piernas entre las suyas quedando nuestros rostros a la misma altura.

-Carola, el día que recibí tu carta de dimisión comprendí que, si no lo remediaba de algún modo, teperdería para siempre y no podía consentirlo por una razón tan simple como que te quiero. Te quieroseguramente desde el día en que almorzamos con Julian en el Reverse y lejos de fingir ser otra persona temostraste tal y como eres. Divertida, inteligente, sincera, auténtica y que consigue desarmarme con solosonreírme. He sido paciente en estos lejos de mí y créeme, para alguien como yo eso es muy, muy difícil, máscuando tienes tan claro lo que quieres.

Se inclina ligeramente hacia delante y toma mis manos poniendo entre ellas un anillo que miro conasombro pues es perfecto, de platino con un bonito diamante en el centro rodeado de otros más pequeñosformando una especie de corona.

-Carola Carsons ¿quieres casarte con el padre de Augusta, con el hombre que te quiere y con el hombre al

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que quieres?- ¿De verdad me quieres?Sonríe de pronto divertido:-No has negado que me quieras, lo sabes, ¿verdad?-Y tú no has contestado a mi pregunta.Se ríe cerniéndose sobre mí sorprendiéndome pues consigue tumbarme en el sofá con él.-Te quiero, terca y desconfiada mujer. Te quiero. Os quiero a mi pequeña y a ti y si aceptas casarte

conmigo, me aseguraré de que cada día del resto de tu vida sepas lo mucho que te quiero. Anda, cabezota, dique me quieres, que te casarás conmigo y que cuando esa fiera doctora dé por finalizada esa cuarentena, medejarás hacerte el amor todos los días del resto de nuestras vidas. Y antes de que empieces a agobiarte ysentirte presionada, no has de ponerte a organizar una boda ahora, si no quieres. Será cuando tú quieras.Además, piensa lo guapa que estará mi pequeña pelirroja en brazos de su tía llevando los anillos de suspadres. Vamos, di que sí. Quiero llevar a mi morena de ojos azules pizpireta, respondona y terca a todas lasfiestas y eventos del resto de mi afortunada vida. ¿No quieres ser mi única muñequita de ahora en adelante?

-Menuda propuesta. Ibas muy bien hasta que has propuesto que sea tu única muñequita… -Rio tontamentedeslizando mis manos por su cuello hasta rodarlo con mis brazos-. ¿Te asegurarás de que sepa cuánto mequieres todos los días?

-Todos los días. -Sonríe deslizando sus labios por los míos acariciándomelos suavemente-. Te lo diré ydemostraré cada día y cada noche. Hasta que no escuche ese suspiro cansado y satisfecho que sale de tuslabios cuando sé que eres feliz, no pararé. Lo prometo.

-Bueno, en ese caso, Augusta y yo aceptamos quedarnos a vivir contigo para siempre.Tres años después…. -Mami, corre, corre… -Los saltitos ansiosos de Augusta delante de las puertas del ascensor me hacen

sonreír.-Cielo, mami no puede correr más…Rio escuchando la voz de Andrew alcanzándolo cuando ha alzado a Augusta en brazos y la besa cariñoso

como hace cada vez que regresa a casa.Sonrío bajo el arco de acceso al vestíbulo y los espero a ambos.-Hola, amor. -Susurra dándome un suave beso en los labios.- ¡Ya, papi, que hemos de irnos! Después das besos a mami.La protesta de Augusta aún en los brazos de su padre me hace reír.-Cielo, eres tan mandona como tía Emily. -La beso en la mejilla apresurándome a alcanzar la bolsa que he

dejado en la mesa de la entrada-. Corre, ve a decir a Dorotea que nos vamos. Recuerda que es tu invitada yhas de asegurarte de que disfruta.

-Es verdad. -Contesta orgullosa cuando su padre la deja en el suelo antes de salir a la carrera.Andrew sonríe viéndola atravesar el salón a la carrera antes de abrazarme de nuevo y besarme.- ¿Cómo has pasado el día?Bufo:-Si ya lo sabes. ¿O crees que no sé qué has hablado con la doctora Spencer?Se ríe acariciando mi abultado vientre.-Bueno, es que esa fiera doctora quiere mantener a su adorno preferido bien informado de cómo van su

esposa y su pequeño.-Mentiroso. Le llamaste para asegurarte que obedecía, ¿a qué sí?Se ríe besándome el cuello sin separar sus manos de mi vientre.-No me fío de que esa pelirroja peligrosa escuche bien las órdenes de la doctora. Además, estaba tan

empeñada en acompañarte ella hoy que me temo algún desastre.Le tomo el rostro entre las manos y le hago mirarme.-Pobre Emily, no es tan peligrosa. Eres un poco alarmista, lo sabes ¿no? Ni que fuera una bomba andante.

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Andrew sonríe de oreja a oreja rodeándome con los brazos.- ¿Boomer? Boomer Hamilton es un nombre con mucho impacto.-Ni por asomo. -Respondo automáticamente-. Y como sigáis taladrándome con nombres feos le pongo

número dos.Andrew se carcajea antes de darme un nuevo beso y sonreír acuclillándose a mi lado abriendo los brazos

dentro de los que se lanza Augusta riéndose encantada con Dorotea tras ella.-Vamos, mis hermosas damas, una fiesta nos espera.Suspiro rodando los ojos mirando a Dorotea.-En cuanto lleguemos habremos de buscar un lugar a salvo. Entre este inconsciente y sus hermanos,

cualquier rincón de la casa de los abuelos Hamilton será una trampa para niños revoltosos.- ¡Es mi cumple, es mi cumple! -Exclama encantada Augusta mientras se cierran las puertas del ascensor

con todos dentro.Andrew se ríe manteniéndola en sus brazos.-Es el cumple de la pelirroja más bonita y con tu vestido amarillo de florecitas estás preciosa. Ya verás lo

contenta que se ponen las abuelitas cuando te vean tan elegante.-La abuelita Alice me ha hecho mi tarta preferida. -Anuncia orgullosa.-Pues espero me guardes un enorme trozo solo para mí.Augusta asintió sonriendo a su padre.-Y tío Carl va a enseñar a mis amigos a tirar al suelo a los malos.-A reducir a un sospechoso. -Digo riéndome haciendo que Andrew se ría.- ¿Así que ese agente temerario os va a enseñar a reducir a sospechosos?-Aja. Dice que las niñas bonitas han de saber tirar al suelo a los malos.-Y a ciertos individuos que llevan batas blancas. -Añado sonriendo orgullosa arrancando una carcajada a

Andrew que se inclina un poco hacia mi lado y me besa en la sien.-Algo me dice que vais a usar al pobre Mathew de esparrin.-Sí, y lo será voluntariamente o bajo coacción. Podrá elegir libremente.Tras ajustar a Augusta en la sillita Andrew rodea el coche para abrirme la puerta.-Ponte el cinturón. -Me ordena besándome en los labios sonriendo.Siempre se asegura de que estamos bien sujetas antes de arrancar el coche y eso siempre me demuestra lo

mucho que nos quiere, así que sonrío y le obedezco antes de mirar al asiento del copiloto donde Dorotea seha acomodado.

-Cielo, ¿por qué no le vas contando a Dorotea las cosas que habéis preparado las abuelitas y tú para tufiesta?

Durante todo el camino le va contando desde los juegos hasta la merienda que habrá arrancándonos másde una carcajada con sus ocurrencias. Apenas Andrew le abre la sillita salta del coche y sale a la carreraescaleras arriba con sus ricitos rojos saltando al ritmo de sus pasitos, abriéndose la puerta antes dealcanzarla apareciendo mi madre y Jeff.

- ¡Abuelitos! Ya puede empezar a mi fiesta.Las risas de mi madre y de Jeff se mezclaron con la de los abuelos Hamilton que aparecieron tras ellos.

Tras besarlos, tomó de la mano a abuelo Hamilton andando con pasitos lentos con él como le hemos enseñadopues se apoya en el bastón.

-Abuelito, ¿cuál es mi regalo?Le escuchábamos preguntar nerviosa mientras desaparecían por los ventanales de la terraza aprovechando

yo para saludar a Melissa, a mi madre y a Jeff, que se casó con mi madre hace ya un año y parecen una parejafrancamente feliz.

-Cariño, vamos a la terraza donde podrás observar los juegos y la fiesta, pero evitaremos te dé el sol. -Señala mi madre como siempre preocupada por qué esté bien.

Nada más sentarme en una cómoda silla de mimbre con cojines, empezaron a aparecer los Hamilton así

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como mi hermana que iba refunfuñando de algo y cuando vi aparecer tras ella a Julian lo comprendí.Últimamente no hace más que refunfuñar cada vez que lo ve y yo creo que es porque empieza a comprenderque le gusta mucho.

- ¡Mami, mami! -Los gritos de Augusta me hacen girar el rostro para verla llegar a la carrera hastanosotros con su padre tras ella riéndose.

Se detiene jadeando dejando caer el peso de su cuerpo en mis piernas.-El abuelito ha traído un enorme castillo.Alzo los ojos y miro a Andrew que se ríe:-Un castillo hinchable para que los niños salten como locos.-Es enorme, mami. -Se apresura a decir Augusta riéndose mientras su padre la toma en brazos y ella le

rodea el cuello con los brazos-. Tienes que saltar conmigo, papi.-Claro, cielo, y mamá nos hará muchas fotos para ponerla en su despacho. Le gusta mucho mirar las fotos

de papá y su pequeña.- ¡Porque nos quiere mucho! -Exclamaba alzando los brazos de entusiasmo.-Eso, nos quiere mucho, y también quiere mucho a Arthur.-Ese no, papi, es un nombre muy feo.Rio divertida por la cara de contrariedad de Augusta que sabe a quién se refiere su padre sin necesidad

de aclaración y lo que pretende nombrándolo así.- ¿Feo? ¿Qué nombre te gusta?-Monkey.Escucho las carcajadas a mi alrededor mientras yo ruedo los ojos con resignación.-La culpa es tuya, que lo sepas. -Miro acusatoria a Andrew que se ríe besando a Augusta en sus rizos

rojos.- ¿Mía?-Sí, tuya. La llevas al zoo a ver los monitos, le compras cosas con monitos con cualquier excusa. La has

abducido.Las carcajadas de Andrew zarandeando a Augusta que chillaba de gusto se escuchaban por toda la

terraza.-Te gustan mucho los monitos, ¿verdad, nenita?-Sí. -Responde sonriendo, pero enseguida se distrae viendo algo más allá-. ¡Ha llegado Bobby! -Exclama

reclamando así que su padre le deje en el suelo saliendo a la carrera en dirección al otro lado de la terrazadonde vemos aparecer a Bob con Lorraine y el pequeño Bob, Bobby como lo llama Augusta, que con suscuatro añitos es el amigo preferido de Augusta. Rio poniéndome en pie esperando a que lleguen hastanosotros mientras veo a Augusta tomando de la mano a Bobby llevándolo hasta el jardín diciéndole que hayun enorme castillo para saltar.

-Hola a todos. Como cierta pelirroja nos exigió hemos llegado temprano, o, mejor dicho, hemos traído aBobby temprano.

Nos va saludando a todos Bob tras darme un beso.-Agente. -Lanza una mirada burlona a Carl que se carcajea.-Contable.Ruedo los ojos porque siempre se saludan igual. Voy a ayudar a Penny con la piñata que temo haberla

llenado en exceso y ahora pesará demasiado. -Me disculpo con todos antes de ir a ayudar a Penny a colgar deun enorme roble la piñata que la amable señora González nos ha hecho y que yo he llenado de sorpresas ycaramelos para los niños.

Estoy en el baño lavándome las manos cuando Andrew aparece besándome en el cuello antes de sentarmeen el mármol y rodearme con los brazos.

-Mi deliciosa esposa. -Murmura ronco besándome en el cuello de ese modo provocador que logra quetodo mi cuerpo reaccione sin esfuerzo-. ¿Alguna vez te has arrepentido de casarte conmigo?

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Sonrío rodeándole los hombros con mis brazos.-Bueno, he de decir que eres insoportable, mi amor, pero supongo que ya me he acostumbrado. Además,

tendría que hacer memoria y poner en una balanza algunos momentos en que tu tiranía hace acto depresencia… quizás en alguno de ellos…

Se ríe atrapando mis labios.-Mentirosa. Además, si hay un tirano en este matrimonio, eres tú.-Yo no soy nada tirana, embustero. Soy un alma buena sometida al yugo de un mandón incorregible.Andrew se carcajea.-Serás mentirosa. Hasta la señora González, que es una encantadora mujer sin un mal pensamiento en su

cuerpo, te reconoce una tirana.-Solo soy mandona para que mis clientes no tengan desordenadas sus cuentas.-Los llevas con mano firme, ¿es eso? -Se ríe-. Es el eufemismo del siglo, mi pequeña dictadora.-Cómo te sigas burlando de mí voy a decirle a Augusta que sea despiadada con su padre y que haga que

todos sus amiguitos se lancen con fiereza contra ti dentro de ese castillo hinchable.Se ríe cerniéndose más a mí antes de besarme.-No harías eso. Me quieres mucho y no puedes vivir sin tu adorado marido y, menos, dejarlo tullido.Rio por el modo de decirlo.-Depende de cuán tullido quedes. Una cierta cojera quizás te dé un aura de poderío. De todos modos,

¿quién sabe? Al final no has resultado un mal marido para alguien como yo.- ¿No te lo había dicho, cariño? Los polos opuestos se atraen. -Sonríe complacido antes de besarme hasta

que notamos un pequeño empujoncito.-Papá, deja los besos para después. Mis amigos han empezado a llegar, venga, salid…Nos toma a ambos las manos tirando de nosotros que nos reímos.-Al final, ya sabemos quién es la tirana de la familia. -Digo entre risas dejándome arrastrar.-Es tía Emily. -Responde orgullosa sin darse por aludida arrancándonos unas carcajadas a Andrew y a mí.

FINAUTOR: Claire Phillips

2017Argumento:Carola nunca imaginó que podría pasar de ser la simple contable de una de las filiales de Hamilton

Inc. a ser la persona encargada de realizar la auditoría de toda la empresa. Después de todo, lo únicoque había hecho para atraer la atención del dueño de la empresa era quejarse de uno de sus superioressin ser consciente de quiénes la escuchaban. Pasó de ser una desconocida hormiguita dentro de uno delos grandes conglomerados financieros del oeste de los EEUU. a trabajar bajo la mano y la ordendirecta del dueño de ese conglomerado. Un ascenso estupendo si no fuera porque trabajaría bajo a lasórdenes de un hombre que conseguiría arrancar un suspiro de pura inconsciencia a la másexperimentada mujer pues parecía hecho para ser admirado y deseado sin siquiera proponérselo.Concentrarse en el trabajo y soñar con su jefe, dos cosas que no sabía si podría hacer, al menos no a lavez. ¿Se podía ser más afortunada y más desgraciada?

Andrew Hamilton salió de una simple reunión con el director de una de sus filiales con lapreocupación de que alguien en su sede central no hacía bien su trabajo y con la alarmante sensación devértigo que una contable de ojos azules y lengua mordaz provocaba en él con solo posar esos ojos azulesen él y, lo más preocupante, con solo mirarla él.

El desvío de dinero en su empresa, el asalto de un empleado resentido en sus oficinas y, sobre todo,una contable que alteraba sus sentidos, eran demasiadas cosas para afrontarlas sin meter la pata lasmás de las veces, sobre todo cuando admitir los sentimientos por una respondona y peleona mujer noestaban, ni por asomo, dentro de sus planes.

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