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    SOBRE LA PERSISTENCIA DE LOS DOGMAS

    ro favorables a los ricos y poderosos, entre las que destaca elderecho y la posibilidad de emitir moneda y otros pasivos noexigibles (generalmente en forma de acciones y participacio-

    nes) que sean aceptados con generalidad por los agentes eco-nmicos. En el apartado siguiente se exponen estas dos vasque se suelen mostrar complementarias.

    NUEVOINSTRUMENTALTERICOPARADESVELAR

    (y EVENTUALMENTECORREGIR)LOS MECANISMOSQUE

    HACEN QUEEL DETERIOROECOLGICOy LAPOLARIZACINSOCIALSEANFRUTOSDEL DESARROLLO

    La asimetra entre la valoracin monetaria y el coste fsicode los procesos: la regla del notario

    Volvamosa plantearnos la pregunta que hicimos en la primeraparte del libro para aadir algunas precisiones en la respuesta.Cules son los mecanismos econmicos que otorgan a deter-minadas metrpolis o pases metropolitanos, y ms concreta-

    mente a ciertos agentes econmicos domiciliados en ellos,lacapacidad de comprar los recursos y los sumideros planetarios,sin ejercer una presin colonial directa? Desde muy antiguo seintuye que el comercio entraa la dominacin de los que seocupan de las ltimas fases de elaboracin y comercializacinde los productos sobre los abastecedores de materias primas.Por ejemplo, Luis Ortiz, contador de Castilla, intua cmo el

    pas era vctima, en 1557, de un intercambio desigual que lesuccionaba el oro yla plata trados de Amrica: es vergenza ygrandsima lstima ver lo que burlan los extranjeros de nuestranacin, que cierto y en otras nos tratan peor que a indios [oo.].Espaa exporta sus materias primas, lana, sedas, hierro, cochi-nilla de indias, y el extranjero las trabaja, crea manufacturas.

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    Espaavuelve a importar esas manufacturas entre veinte y cienvecesms caras47.Pero no puede comprenderse el trasfondode esta relacin desequilibrada sin relacionar la valoracin mo-

    netaria con la naturaleza fsica de los productos objeto de co-mercio: de ah que las teoras del intercambio desigual, alcircunscribir su razonamiento al mero campo del valor, no ha-yanconseguidoesclarecerestacuestin.En otra ocasin48 tra-tamos de esclarecerlarelacionando formalmente para ellola rea-lidad fsica con la valoracin monetaria a lo largo del procesoeconmico llamado de produccin y analizando los mecanis-mos que inclinan -tanto en procesos concretos como en el co-mercio mundial-la valoracin en favor de las tareas industria-

    les y comerciales, frente a las de abastecimiento de productosprimarios, y la extraccin frente a la produccin renovable.Se constata que en todos los procesos llamados de produc-

    cin la revalorizacin unitaria operada desde las materias pri-mas hasta el producto ha de ser mayor que el coste fsico uni-tario 49y que esta asimetra entre revalorizacin monetaria ycoste fsico se acenta a medida que los procesos avanzan ha-cia la venta del producto final. Si a esta regla general del com-portamiento econmico se aade la creciente especializacin

    comercial, que posibilit a escala planetaria el abaratamientodel transporte y la comunicacin a larga distancia, el resul-tado lgico inevitable es la dominacin econmica y la explota-cin ecolgica de los territorios, pases y poblaciones abaste-cedores de productos primarios, por aquellos otros que seocupan de las etapas finales de elaboracin, comercializaciny venta.

    47Memorial de Luis Ortiz, contador de Castilla, 1557, V, fo1.9 (ref. Na-redo, 2003)

    48Naredo y Valero (dirs.) (1999).49 Expresable en trminos energticos, vinculados al Sistema Internacio-

    nal de Unidades fsicas sobre el que reposa la ciencia cuantitativa, con la me-todologa formalmente expuesta en el libro de referencia.

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    GRFICO 2.1a

    En efecto, el proceso general de valoracin y facturacin decostes se inicia con la actividad extractiva o recolectora quetoma los recursos naturales a precio cero para poner en venta

    un producto primario. Esta actividad debe ya facturar el pro-ducto a un precio que le compense holgadamente de los Costesunitarios de extraccin, recoleccin y transporte en los que in-curri, inicindose la creciente asimetra entre valoracin mo-netaria y coste fsico en la cadena de procesos que van hasta laventa del producto final. Hay que advertir que la naturaleza nocobra nada por los recursos naturales, aun cuando los recursosnaturales explotados son rarezas de la corteza terrestre cuyafa-bricacin por la industria humana acarreara un coste fsicode

    reposicin que es medible 5.Este coste fsico (que no se factu-ra) lo podemos representar en un grfico (que recoja en el ejede ordenadas el coste fsicoy en el de abscisasel valor unitario:grfico 2.1a) como ordenada en el origen de las curvas que des-criben la revalorizacin monetaria y el coste fsico en los proce-sos de produccin y venta que se desarrollan a partir de los re-cursos naturales. La tasa creciente de revalorizacin porunidad de coste fsico que se observa con generalidad en losprocesos hace que estas curvas muestren concavidad hacia eleje de abscisas. En nuestro libro citado hemos identificado la

    expresin analtica del tipo de funciones que ligan el coste fsi-co con la valoracin monetaria a lo largo de los procesos eco-nmicos llamados de produccin y bautizado dicha relacin decomportamiento como la regla del notario, cuya formula-cin alcanza as el mximo grado de formalizacin matemtica,aplicndola despus a una serie de procesos a los que hemosajustado la curva del notario.

    Cabe precisar que la asimetra entre valoracin monetaria ycoste fsico que recoge la regla del rotario se deriva de dos ti-

    coste

    fsico

    Valor monetario

    Penosidadlaboral

    GRFICO 2.1b

    //'RICOS

    Wo

    Salario

    Fuente: Elaboracin propia.

    pOsde asimetras diferentes: uno, derivado lgico de los postu-lados de la termodinmica y de la economa estndar, Yotro,fruto de condicionantes ideolgicos e institucionales. El prime-ro indica que para que un proceso de produccin sea econmi-camente viable la revalorizacin unitaria que se opera entre el

    precio de los recursos y el del producto debe superar al costefsico por unidad de producto, pero no dice si tal revaloriza-cin ha de ser creciente o decreciente a lo largo de dicho proce-so. La segunda es la que precisa la tendencia marginalmente50Con la metodologa desarrollada en Naredo y Valero (dirs.) (1999) y

    en las tesis doctorales de Ranz (1999)y Botero (2000).193

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    creciente de esta revalorizacin por unidad de Coste fSico.Como reflejo de esta jerarqua valorativa de los procesos llama-dos de produccin en relacin con su coste fsico, se observatambin una jerarqua en la valoracin del trabajo humano queva en sentido inverso a la penosidad del mismo: al representar

    esta penosidad en el eje de ordenadas y la retribucin en el deabscisas, obtenemos una curva convexa hacia el origen decoordenadas que denota que a mayor penosidad menor retri-bucin y viceversa (grfico 2.1b). En el texto citado se sealaque estos criterios valorativos proyectan sobre el mercado detrabajo el desprecio por las tareas ordinarias propio de socie-dades jerrquicas anteriores.

    En dicha publicacin hemos advertido que, salvo que se es-tablezcan marcos institucionales correctores 51,la regla del no-

    51 Yahemos sealado que la OMC,en su afn de eliminar trabas al comer-

    cio, ha contribuido a extender a escala internacional la vigencia de la regladel notario. Este empeo acostumbra a ignorar que el ejercicio amplio de lalibertad se facilita con el establecimiento de reglas del juego cuya inequvocaclaridad permita, a la vez, reducir los conflictos y las arbitrariedades y desi-gualdades en el modo de tratarlos. Desde la Revolucin francesa se sabe quetambin ellaissez faire necesita de normas y redes sociales que ayuden ~extender por todo el cuerpo socialel ejerciciode la libertad que en elAntiguoRgimen apareca monopolizado por algunos. Por ejemplo, la implantacindel Sistema Mtrico Decimal en la Francia postrevolucionaria de 1791, que

    unific y simplific el enjambre de pesas y medidas existente, facilit el co-mercio y permiti suprimir en ese mismo ao los jurados especializados quetenan que dar fe de la exactitud de las mediciones e intervenir en el sinn-

    mero de pleitos y reclamaciones relacionados con el tema, jurados cuya im-popularidad fue fruto de su arbitrariedad comnmente interesada. En el casodel comercio que ahora nos ocupa, la valoracin de las mercancas por sumero coste de obtencin, es decir, haciendo abstraccin de la mochila dedeterioro ecolgico que conllevan, unida a la creciente especializacin, estambin fuente de deterioro ecolgico y polarizacin social y territorial. Re-

    cordemos que en Naredo y Valero (dirs.) (1999) se establecen criterios paraevaluar el coste fsico completo que arrastra la obtencin de los productos

    como primer paso para paliar, con el establecimiento de normas adecuadas,la actual asimetra entre Costefsico y valor monetario que recoge la regla

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    rado orienta la jerarqua de valoracin antes mencionada quebeneficia a los pases, empresas y personas que se ocupan de lasfases finales de gestin y comercializacin, haciendo que la cre-ciente especializacin internacional acente el desequilibrioNorte-Sur, ciudad-campo o ricos y pobres a todoslos niveles. Pero a la propia incidencia de la valoracin moneta-

    ria regida por estas asimetras se superpone el juego de un siste-ma financiero que contribuye cada vez ms a reforzar el podereconmico de los pases ricos y sus agentes econmicos, msall de lo que permitiran los equilibrios meramente comercia-

    les. Hemos visto que no cabe ignorar los aspectos financieros,dado que resultan cada vez ms importantes a la hora de estu-diar los procesos de dominacin econmica y de deterioro eco-lgico que se observan en el mundo. Habida cuenta que lo

    ocurrido en el campo de lo financiero contribuye a acelerar lastendencias que apuntan hacia la polarizacin social y el dete-rioro ambiental, no cabe corregir estas tendencias haciendoabstraccin de cmo se genera y distribuye la capacidad decompra sobre el mundo. Vimos que los mecanismos comercia-les y financieros tienden a ordenar el territorio en ncleos de

    atraccin de poblacin, capitales y recursos y reas de apropia-cin y vertido y que los mecanismos financieros acentan la

    funcin de atractores de capitales que ejercen estos ncleos,

    permitindoles multiplicar su capacidad de compra sobre elmundo. La concentracin de las funciones comerciales y finan-

    cieras en los pases desarrollados, o metropolitanos, de hoy da,otorga al peso de estos ncleos atractores una clara funcin indi-cativa de la situacin de los pases en el proceso del desarrollo.

    Lo anterior muestra que el desarrollo es -como habamosanticipado- un bien posicional ya que se logra al encara-

    del notario. Consideramos que el establecimiento de este tipo de normas

    permitira extender la libertad de comercio sobre bases ecolgicas y socialesms saludables que las actuales.

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    marse los pases, las ciudades... o las empresas en los tramos demayor valoracin por unidad de coste fsico de la curva delnotario, reforzados por su posicin dominante en lo financie-

    ro. Pero tambin evidencia que estos tramos o fases se apOyanen las actividades previas de extraccin y elaboracin primariaque han de ser realizadas por otros. Y que, por lo tanto, no to-dos los pases, entidades, personas, etc., pueden encaramarse ala vez en los tramos altos de la curva me-ncionada,ni elevar susdivisas y valores en el ranking de las finanzas mundiales. Deesta manera, al cruzar la informacin del coste fsico con la va-loracin monetaria, se observa que el proceso de desarrollose-guido en los pases consiste en un avance de los mismos a lo lar-go de la curva del notario hacia los tramos ms altos: la

    prdida de peso de las actividades primarias e industriales y elavance de los servicios as lo atestiguan, a la vez que se acentasu dficit en energa y materiales (y su exceso de residuos) quecubren con cargo al resto del mundo. Lo cual explica los fias-cos que ha ocasionado la ingenua equiparacin de la industria-lizacin con el desarrollo:los pases ricos de hoy da lo son por-que avanzan hacia los tramos ms elevados de la curvamencionada, exportando a otros territorios las primeras fasesde transformacin industrial con elevados costes fsicos y, porlo tanto, exigentes en energa y contaminacin, mientras que se

    concentran en las ms altas tareas de comercializacin, inno-vacin y gestin que, junto con el manejo de las finanzas, lespermiten gozar de una slida situacin econmica. La valora-cin monetaria regida por la regla del notario, apoyada porel sistema financiero, otorga as a los pases ricos capacidad decompra para utilizar el mundo como base de recursos y sumi-dero de residuos. Los pases ricos o desarrollados se mues-tran de hecho cada vez ms deficitarios en trminos fsicos52,

    52 Ya vimos que, al finalizar el siglo xx, los pases ricos o desarrollados es-taban cubriendo con cargo al resto del mundo un dficit fsico cifrado anual-

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    siendola evolucin de este dficit un buen indicador de la po-sicinde los pases en la senda del desarrollo seguida en lasegundamitad del siglo XX(a la vez que el excedente fsico en

    el comercio exterior de un pas denota, paradjicamente, supobreza o subdesarrollo).

    El universo financiero como fuente adicional

    de desigualdad

    Creemos que Margalef53est en lo cierto cuando opina que el

    poco xito de los intentos de conectar de modo fructfero lasciencias de la economa y la ecologa proceden en gran parte de

    la dificultad, ms inconsciente que consciente, de alcanzar unconsenso comn acerca de la definicin, no slo econmica,sinotambin biolgica, de esa convencin social que es el dine-ro (y los activos financieros lquidos, en general, as como lacapacidad de las entidades pblicas y privadas de creados ybe-neficiarse de ellos, aadimos nosotros). Teniendo en cuenta

    que esa convencin social da poder, este autor establece unaanaloga entre el afn de acumulacin Yel instinto territorialde muchos animales, que es respetado por otros individuos desu especie como resultado de cierto consenso colectivo gene-

    ralmente especfico, pero que a veces se extiende entre especiesprximas [...], que tiene mucho intersen el estudio del compor-tamiento Yde la regulacin de las poblaciones en las especies

    mente en ms de 1.500 millones de toneladas. Vase Naredo YValero (dirs.)(1999, caps. 25 Y26). En la misma lnea vase Muradian y Martnez Alier,(2001), pp. 281-297. Tambin, Yutilizando el concepto de huella ecolgicacomo criterio definitorio de los intercambios ecolgicamente desiguales,tiene inters: Andersson YLindroth (2001), pp. 113-122.Para la Unin Euro-

    pea puede consultarse: Glijum y Hubacek (2001), y para Espaa: Carpintero

    (2005).53 Margalef (1996):pp. 35-36 de la versin espaola.

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    implicadas L..],Lo ciertoes que el dinero es una convencinestrechamente relacionada con los aspectos comentados acercade la generacin de diferencias individuales en el uso de los re-cursos, en la capacidad de maniobra en el propio uso de los

    recursos que da el dinero [...J que contribuye mucho ms a ladesigualdad (y al deterioro ambiental) que a la regulacin de losflujos naturales en un mundo considerablemente humaniza-do. En efecto, hemos visto que el dinero yel sistema financie-

    ro, en general, suelen estar vinculados al poder, no slo porqueson instrumentos tiles para el ejercicio normal del mismo,sino porque su establecimiento mismo es fruto de la interven-cin del poder poltico. En la primera parte de este trabajo vi-mos que el actual sistema monetario internacional no es algoneutro o accidentalmente cado del cielo, sino fruto de decisio-

    nes y acuerdos conscientes. Su arquitectura se fue configu-rando desde la posguerra mundial por una serie de actos depoder acordes con los intereses de los pases ms ricos y pode-rosos de la tierra, encabezadospor Estados Unidos54, contri-buyendo as a expandir por el mundo la desigualdad econmi-

    ca y social por los caminos esbozados en la primera parte deeste libro.

    En Naredo y Valero (dirs.) (1999) se analiza la forma en la

    que se resuelven los equilibrios de las balanzas de pagos de los

    pases ricos a escalaplanetaria, recayendo obligadamente sobrelos aspectos financieros. Se observa que no es la balanza demercancas, sobre la que venan razonando tradicionalmentelos manuales de economa, ni la de servicios,ni siquiera la ba-lanza corriente, la que resulta hoy determinante para que lospases ricos equilibren sus balanzas de pagos, sino la que regis-tra las operaciones de capital.Una conclusin se desprende conclaridad de este anlisis: que la desigual capacidad que poseenlos pases para emitir pasivos no exigibles que sean aceptados

    54 Vase Naredo (2001): pp. 85-98.

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    en el actual sistema financiero internacional amplifica las desi-

    gualdades entre pases pobres y ricos. Esta capacidad, que esten relacin con el poder econmico (poltico y militar) de los

    pases, arrastra la paradoja de que los ms ricos y poderosos

    sean a la vez los ms endeudados 55.Como vimos, el pas msrico de la tierra, Estados Unidos, es a la vez el ms endeuda-

    do 56.Precisamente los pases ricos, y las empresas transnacio-nales que albergan, apoyan su creciente capacidad de compra

    sobre el mundo en la confianza que ste otorga a los pasivos no

    exigibles que emiten. Este proceso da lugar a un crecimientode los pasivos a ritmos muy superiores a los de los flujos fsicos

    y los agregados de producto o renta nacional, ya constatado enla primera parte de este trabajo. Se genera as una burbuja fi-

    nanciera, cuyo valor crece a tasas muy superiores al incrementode las variables reales, mediante un proceso de emisin y re-

    valorizacin de activos financieros que, en general, mantieneescasa relacin con el sustrato fsico que, en teora, debera res-

    55Esta circunstancia, sealada en la primera parte del libro, ya fue adver-tida por el propio Quesnay, quien en 1758,en la sptima observacin a su Ya-bleau, argumentaba del siguiente modo: las naciones pobres necesitan unaintervencin mayor de dinero en el comercio, ya que en ellas se suele pagartodo al contado porque nadie puede confiar en las promesas de cualquiera.Pero en las naciones ricas existen muchos hombres reputados por su fortuna

    cuya promesa por escrito es aceptada como garanta segura a causa de su ri-queza, de modo que todas las ventas importantes se hacen a crdito, es decir,por medio de recibos que reemplazan al dinero, facilitando considerable-mente el comercio. Quesnay (1758):pg. 78 de la ed. de la Revista de Traba-jo, 1974.

    56Es el principal emisor de dinero papel, dinero bancario y dinerofinanciero (la mayora de los ttulos cotizan en dlares en los mercados fi-nancieros), lo que sita su capacidad de compra sobre el mundo muy por en-cima de lo que le permitira la produccin y el comercio de mercancas. Estaemisin de pasivos por entidades residentes en Estados Unidos ha venido su-perando el importe de la adquisicin de activos financieros del resto delmundo, hasta hacer de este pas un deudor neto al que nadie reclama su deu-da, al estar compuesta sobre todo por pasivos no exigibles, como vimos en laprimera parte del libro.

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    paldarlos 57.Lo cual otorga un peso creciente a las variablesfi-nancieras frente a las reales, que rebaja vertiginosamente elpoder explicativo de estasltimas sobre el que siguen razonan-

    do los enfoques econmicos corrientes.La fuerte discrepancia antes observada entre el crecimientode las magnitudes econmicas reales ylas financieras llevyaa F.Soddy a argumentar, a principios del sigloxx, que razonan-do de este modo se estaba cayendo en el error de confundir lavara de medir la riqueza (el dinero como pasivo financiero) conla riqueza material y,de esta manera, la expansin de la deudacon el crecimiento de la riqueza (Soddy, 1926)58.A travs deldinero no slo hemos asignado un equivalente financiero ala riqueza real, sino que hemos dejado atrs las restricciones

    impuestas al aumento de la riqueza, para razonar en trminos

    57 Sorprende la falta de informacin que existe sobre la composicin ydistribucin de la propiedad del patrimonio mundial, as como su relacincon los activos financieros. Por ejemplo, sera importante, adems de distin-guir en qu medida contribuyen a la expansin de los activos financierosmundiales la simple revalorizacin de los que ya existan y la emisin de otrosnuevos, aclarar hasta qu punto el valor de los nuevos activos emitidos seapoya en la simple titulacin de riquezas preexistentes que eran propiedadde personas fsicas, administraciones u otras entidades absorbidas por lasempresas que sacan los nuevos ttulos a cotizar en los mercados financieros.A lo que se aadira la necesidad de aclarar tambin la variada relacin quelos nuevos instrumentos financieros derivados mantienen con los activos

    reales y financieros ordinarios. Esperemos que el nuevo Sistema de CuentasNacionales acordado internacionalmente (el SCN93) y su versin para laUnin Europea (el SEC95), al incluir a la vez cuentas financieras y de patri-monio, permita ir iluminando estos aspectos tan importantes para poder in-terpretar cmo evoluciona y se comporta la economa mundial.

    58 UnaversinsintticadelasaportacionesdeSoddyaesterespectopue-de encontrarse en la seleccin de textos editada por Martnez Alier (1995).Abundando en esos aspectos, ha sido Daly quien ha efectuado una relecturade las propuestas de Soddy en el eplogo a su libro, en colaboracin conCobb, For the Common Good. La versin castellana de este eplogo tiene porttulo: Dinero, deuda y riqueza virtual, EcologaPoltica, 1995, nm. 9,pp. 51-75.

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    de valores monetarios, que al no tener una dimensin fsica

    pueden expandirse ilimitadamente. Pero el dinero, al igual quelosotros activosfinancieros, constituye un pasivo [no exigible]

    para aquella institucin que lo emite. Por lo tanto, ms que serun signo de riqueza, el dinero se convierte en un smbolo deendeudamiento, una deuda. El dinero es una forma de deudade la comunidad o de la nacin, poseda por el individuo Yde-bida por la comunidad, intercambiable a la demanda en rique-zapor transferencia voluntaria de otro individuo que quiere se-pararse de la riqueza a cambio de dinero. El valor del stocktOtal de dinero no es determinado por el stock de riqueza enexistencia (o por el flujo de la nueva produccin) sino, de unamanera curiosa, por la riqueza que los individuos piensan que

    existe pero que en realidad no existe: es lo que F. Soddy llamriquezavirtual59.Algoparecido ocurrecon el principalcom-ponente del dinerofinanciero, las acciones, cuyo valor burstilsuele exceder ampliamente al capital desembolsado e, incluso,a los recursos propios de las empresas que las emiten. Locual dio pie a que hace ya casi un siglo Hilferding calificara alvalor burstil de las acciones de capital ficticio (Hilferding,1910).Pues aunque las bolsas de valores permitan convertidoen dinero mediante la venta de acciones, esto slo puede ocu-rrir para fracciones muy pequeas del total de acciones emiti-das: cuando se trata de generalizar esta conversin, el desplo-me de las cotizaciones origina situaciones de pnico queevidencian la importancia del componente ficticio de este

    capital.El problema, desde luego, es que la riqueza fsica carece de

    las atractivas virtudes del inters compuesto, que axiomti-camente acompaan a la riqueza financiera; o tambin quefrente al crecimiento siempre limitado o transitorio de la rique-za fsica, se antepone el crecimiento exponencial caracterstico

    59 Daly (1995, p. 61).

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    del mundo financiero. Uno de los problemas fundamentalesque surge con la expansin incontrolada del dinero o de losac-tivos financieros lquidos, en general, es que la relacin deu-

    da/riqueza se acaba quebrando. En efecto, el poder de las em-presas para crear dinero en sentido amplio, o para emitirpasivos no exigibles que los mercados financieros aceptan faci-litando as su liquidez, est escapando cada vez ms al controlde la sociedad. El ritmo de expansin de los activos (ypasivos)financieros se distancia cada vez ms del correspondiente alstock de riqueza fsica disponible y dentro de sta del capitalnatural a cuya regresin asistimos da a da. Por ejemplo esti-maciones como la del valor monetario medio de los servicios

    prestados por los ecosistemas, realizada por Constanza y

    otros 60en 33 billones (1012)de dlares (de 1994), se quedanpequeas no ya con relacin al PIEagregado de los pases, quecrece a una tasa anual media del 6%, alcanzando en 1995 los28 billones de dlares corrientes, sino sobre todo con relacinal total de activos financieros planetarios, que como vimos cre-cieron entre 1982 y 2000 a una tasa anual del 13% y alcanzabanen ese mismo ao los 78 billones de dlares (excluidos los pro-ductos financieros derivados), los 120 billones en el ao 2000

    60Constanza et al. (1997), pp. 81-89. Tambin publicado en EcologicalEconomics,25 (1998),junto con artculos crticos de otros autores. En un ep-logo incluido en ese nmero, Constanza y los otros autores de la estimacinreconocen haberse confundido al tomar como punto de comparacin un PIBplanetario de hace ms de diez aos cifrado en slo 18 billones. Sorprendeque semejante error de bulto pasara desapercibido no slo con motivo de supublicacin en una revista tan acreditada como Nature, sino de su divulga-cin por toda la prensa mundial. Ello es significativo de la ambigedad quecomportan tales ejercicios valorativos, que insensiblemente propicia un ma-nejo poco riguroso de los otros agregados que deberan ser punto obligadode comparacin. Tambin refleja que no son muy habituales los razonamien-tos agregados a escala planetaria con un instrumental econmico que pierde

    buena parte de su sentido a este nivel, almostrar asimetras tan manifiestas ensu comparacin con el mundo fsicocomo las que se desprenden de las tasasde crecimiento antes mencionadas.

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    Ylos 149 en el ao 2004 (sin incluir los derivados). Lo quesupone una presin creciente de la capacidad de compra sobrelos recursos naturales, ambientales o territoriales planetarios,

    que contribuye a elevar sus precios, como bien ejemplifican lasburbujas inmobiliarias, estrechamente vinculadas al panora-ma financiero descrito. y la escalada de precios del suelo y lavivienda acenta la brecha social que se abre entre los propie-tarios y el resto de la poblacin, cuyasposibilidades de acceso aestoSbienes se ven cada vez ms recortadas. De esta manera lallamada globalizacin comercial y financiera nos arrastra, al

    igual que ocurri en su da con el reparto colonial del mundo,hacia el predominio de un juego econmico de suma cero, en el

    que las ganancias de unos han de ser sufragadas por otros. Con

    la salvedad, insistimos, de que la tendencia al crecimiento delasburbujas financieras y/o inmobiliarias cada vez ms globali-zadas permite mantener entre los jugadores la idea de que seest produciendo un enriquecimiento generalizado, idea quese mantiene siempre y cuando la mayora de ellos no quieranrealizar sus ganancias 61.

    61La crisisburstil iniciada a principios del ao 2000 se desat precisa-

    mente por el afn de realizar beneficios por parte de los inversores cuandolas cotizaciones haban alcanzado los niveles ms altos de la historia con rela-cin al valor del patrimonio neto de las empresas, a susbeneficios o a cuales-

    quiera otros indicadores de su actividad ordinaria. Lo mismo que ocurricon la crisis de 1929,la burbuja empez a desinflarse sin que hubiera nin-

    guna noticia o revs especfico que lo justificara, ms de un ao antes del fat-dico 11 de Septiembre. En la bolsa espaola, las operaciones netas de ventade ttulos de renta variable realizadas por los hogares en el cuarto trimes-tre de 1999 por valor de 16.000millones de euros fue el prlogo de la crisis.y no es cuestin balad recordar que fueron los hogares con grandes patri-monios -que previsiblemente gozaban de mejor informacin- los que seanticiparon en ordenar la venta de sus acciones, como puede constatarse enla informacin por tramos de riqueza del Impuesto del Patrimonio de lasPersonas Fsicas (Naredo, 2002).

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