Momotaro

13

description

Cuento japonés

Transcript of Momotaro

Hace mucho, mucho tiempo, vivían en una aldea una pareja de viejecitos. Un día, el viejecito

se fue a la montaña a cortar hierba.

La viejecita se fue al río a lavar ropa. Mientras lavaba, un objeto muy grande bajó por el

arroyo, dando vueltas y chapoteando. Al verlo, la viejecita se puso muy contenta y lo

atrajo hacia ella con una vara de bambú que estaba cerca. Apenas lo cogió y lo miró vio

que era un gran melocotón.

Rápidamente, la viejecita acabó de lavar la ropa y regresó a casa con el melocotón, con

la intención de comérselo junto a su marido.

En cuanto la viejecita cortó el melocotón en dos, salió un niño del gran hueso. Al ver esto,

la vieja pareja se regocijó y llamó al chiquillo Momotaro o Niño Melocotón, ya que había

salido de un melocotón.

Con el paso del tiempo, y gracias al

buen cuidado de los ancianos,

Momotaro creció y se volvió muy

fuerte y emprendedor. Visto esto,

los dos viejecillos sintieron crecer

sus expectativas y le dedicaron aún

más atención a su educación.

Momótaro, al darse cuenta

de que su cuerpo superaba

en fortaleza al de los demás,

decidió abrirse paso a través

de la isla de los diablos,

tomar sus riquezas y

regresar. De inmediato

consultó a los viejecitos

sobre su empresa. Estos le

prepararon unos pastelillos

de mijo que guardó en su

mochila y Momotaro

emprendió la marcha.

Y sucedió que vino un perro al lado del camino

y dijo: “¡Momotaro! ¿Qué es lo que cuelga de tu

cinturón?” A lo que Momotaro replicó: “Llevo

los mejores pastelillos de mijo de todo el

Japón.” “Dame uno e iré contigo.” Dijo el perro.

Entonces Momotaro sacó un pastelillo de su

mochila, se lo dio al perro y juntos continuaron

la marcha.

No habían caminado mucho cuando apareció un

mono que le hizo las mismas preguntas y obtuvo el

mismo resultado: Momotaro sacó uno de sus

pastelillos de mijo y se lo dio al simio. El mono, muy

contento se unió a ellos en su marcha.

Del mismo modo, un faisán se acercó volando y dijo:

“Si me das a mí también un pastelillo, iré contigo.”

Así fue cómo Momotaro consiguió tres acompañantes.

Momotaro y sus amigos embarcaron en una nave y pusieron

rumbo a la Isla de los diablos. Iban animados y con ganas de

luchar contra ellos.

En un dos por tres, llegaron a la isla y de inmediato se abrieron paso hacia la fortaleza de los diablos, entrando

por el portón principal.

Una vez dentro. Se encararon con una multitud de diablos dispuestos a la batalla. Pero Momotaro y sus amigos

lucharon con fuerza hasta que consiguieron llegar hasta Akandoyi, el jefe de los demonios.

Momotaro y Akandoyi lucharon ferozmente pero al final, nuestro héroe consiguió vencerlo y lo amarró con una

soga para que no se moviese.

Ya vencido, Akandoyi, el jefe de los diablos, aceptó

entregar todos sus tesoros a Momotaro y sus amigos.

Embarcaron todos los tesoros. Los diablos los despidieron

después de prometer que no harían maldades en el

futuro y ellos emprendieron el camino de vuelta.

Grande fue la felicidad de sus padres cuando los vieron regresar, cargados de riquezas. Momotaro

dispuso la celebración de grandes fiestas para todos los habitantes de las aldeas cercanas y contó

todas las aventuras que habían pasado. Se convirtió, a partir de entonces, en un líder influyente,

muy rico y honorable: ¡Un hombre digno de todos los elogios!