Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren...

18
Ediciones Irreverentes Cecilia Urbina De noche llegan

Transcript of Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren...

Page 1: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

Cec

ilia

Urb

ina

• D

e n

och

e ll

egan

103

EdicionesIrreverentes

EdicionesIrreverentes

EdicionesIrreverentes

Cecilia UrbinaDe noche llegan

Con resonancias gloriosas y trágicas de loshechos del movimiento zapatista, De nochellegan tiene la fuerza de las novelas quehacen historia. Atrapados en una selva tanmisteriosa como las sombras que aparecenpor las noches, Tim y Frank descubren losmatices que, en la distancia, creíanentender. El clamor de la naturaleza enmedio del silencio de los hombres losenfrenta a sus propios conflictos y los llevahacia una mujer. Cecilia Urbina utilizacrea un ambiente de fuerte tensiónentrecortada por los recuerdos del mundoexterno tan lejano. Sobre esta novelaafirma la escritora mexicana SusanaCorcuera «sus personajes se internan en la fantasía como adictos ávidos deaventuras imposibles de alcanzar en una sola vida. A través de la ficciónconocen distintas formas de acercarse al mundo, aprenden a discutir,disienten, negocian, acuerdan.» Douglas J. Weatherford, destaca laobsesión de Cecilia Urbina por la selva y las bibliotecas. Naturaleza y librosson las puertas por donde los personajes de Urbina descubren otros mundos.Revolución, amor, terror, otras vidas posibles, son temas que destilan estetexto magistral de Cecilia Urbina que nos recuerda que hemos de luchar porvivir nuestra propia vida, no las vidas que nos imponen.

CECILIA URBINA (México). Estudió arte, traducción y literatura. Diplomadapor la Universidad de la Sorbona (Lettres et Philosophie) y por la Universidadde Cambridge (English Studies). Ha publicado las novelas: Las locuras breves,La ruta de los cometas, Firme Compañera, La imaginación de Roger Donal yUn martes como hoy, y el libro de ensayo De escritos y escritores. Publicacríticas literaria en los principales diarios mexicanos. Es profesora de literaturay talleres de creación y Coordinadora de la Licenciatura y Doctorado en Letrasy Creación de Casa Lamm. Ha recibido el Premio Coatlicue de Letras de laAsociación Internacional de Mujeres en el Arte

www.edicionesirreverentes.com

COLECCIÓN INCONTINENTES

Miguel Mihura El chalet de Madame Renard

Miguel Ángel de Rus Putas de fin de siglo

Vizcondes de Saint-Luc Acerca del matrimoniode Paulette

Cavafis, Gómez Rufo y otros Eros de Europa y América

Andrés Fornells Los placeres de la hija del embajador

COLECCIÓN RARA AVIS

Konrad Lorenz El anillo del rey Salomón

Aurelia María Romero La libertad de expresión...

Julius Fucik Reportaje al pie de la horca

Noam Chomsky Ilusionistas

José Luis Gª Rodríguez El fraude nacionalista

COLECCIÓN AQUERONTE

Antonio López Alonso Carlos II, El Hechizado

Fernán Caballero La mitología contadaa los niños

Stendhal Vida de Mozart

NOVÍSIMA BIBLIOTECA

José Vázquez Romero La costilla del faraón

Teresa Galeote Lucrecia

Manuel Gómez Gemas Lluvia nocturna

COLECCIÓN DE TEATRO

Francisco Nieva Catalina del demonio

Lourdes Ortiz La guarida

J. L. Alonso de Santos Amor líquido

Roger Rueff El pez gordo

J.L. Alonso de Santos Fuera de quicio

COLECCIÓN CERCANÍAS

Vázquez Rial, Savater,Canabal, de Rus Cuatro negras

César Strawberry Destino Zoquete

Leguina, Slawomir

Mrozek y otros Microantología del microrrelato I

COLECCIÓN DE NARRATIVA

Miguel Ángel de Rus Europa se hunde

Ana María Matute En el tren

Augusto Monterroso Amores que matan

Fernando Savater Episodios pasionales

Mario Benedetti Del amor y del exilio

Fernando Savater El dialecto de la vida

Francisco Nieva Manuscrito encontradoen Zaragoza

Francisco Umbral Carta abierta a una chica progre

Marcel Proust La raza de los malditos

Francisco Nieva La mutación del primo mentiroso

Henryk Sienkiewicz Liliana

Miguel Ángel de Rus Bäsle, mi sangre, mi alma

Horacio Vázquez Rial La isla inútil

Antonio Gómez Rufo El señor de Cheshire

Miguel Ángel de Rus Donde no lleganlos sueños

Manuel Cortés Blanco Mi planeta de chocolate

Chejov, Saki, Lovecraft y otros 250 años de terrorConan Doyle, Bierce,

Wilkie Collins y otros Antología del relatonegro II

Joaquín Leguina Historias de la calle Cádiz

Luis Mateo Díez, Chejov,

María Zaragoza y otros Microantología delmicrorrelato II

Eduardo Galeano,

Jorge Majfud y otros Hiroshima, Truman

Lourdes Ortiz Ojos de gato

Jardiel Poncela, Mihura y otros El hombre que se ríe de todo

Cristina Fallarás, Carlos Salem,Guillermo Orsi y otros Asesinatos profilácticos

Susana Corcuera A machetazos

Santiago García Tirado La balada de Eleanora...Arthur C. Clarke,Stephen Baxter,

Kir Bulychiov y otros 2099

Jesús A. García Sevilla Los sexos de Mabel

Antonio López Alonso La niña de los tirabuzones rubios

Cecilia Urbina De noche llegan

Page 2: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 1

Page 3: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 2

Page 4: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

Cecilia Urbina

De noche llegan

Colección de NarrativaEdiciones Irreverentes

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 3

Page 5: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra porcualquier procedimiento y el almacenamiento o transmisión de la totalidad o parte de sucontenido por cualquier método, salvo permiso expreso del editor.De la edición: © Ediciones Irreverentes S.L.De la obra © Cecilia UrbinaDiciembre 2012http://www.edicionesirreverentes.comISBN: 978-84-15353-11-9Depósito legal: M-33741-2012Diseño de la colección: Absurda FábulaImprime: PublidisaImpreso en España.

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 4

Page 6: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

5

...en silencio hablábamos.Paciente y compañera era la noche,amante y cómplice la montaña.Subcomandante Marcos.Chiapas, 10 de abril de 1994.

TIM

En la noche llegan. Un grado más intenso de negrura los distingue ape-nas en la oscuridad. Cuando las sombras revelan las siluetas bañadasde plata y la luz de la luna dibuja claros en los senderos, adquieren elvalor de lo inexistente. Mimetizados con el entorno, su presencia sesiente como una brisa nueva en el calor de la selva. No los ha vistonunca. Si sus sentidos no estuvieran agotados por la costumbre urba-na, por las luces estridentes y los claxons, tal vez podría penetrar lanoche y vislumbrarlos, percibir el crujido de una rama o el suspiro dela tela en movimiento, el destello del cañón de un fusil. No es que lodesee. Prefiere su soledad, el anonimato. Sin las conversaciones conel muchacho, interrumpidas por periodos de apatía, dudaría de suvoz. Los habitantes del poblado son visibles pero silenciosos comolas sombras nocturnas. Sabe que su presencia es aceptada por el aguay los alimentos que depositan junto al muro todas las mañanas. Sólola mujer de ojos tristes se le acerca y lo mira sin hablarle. Él la llamaMaría, con la esperanza de convocar mediante un nombre la posibi-lidad del diálogo. Pero ella no niega ni afirma. A señas le indicó,aquella primera mañana, que debía hervir el agua. Él no entendió; suempeño en las palabras lo hizo locuaz, la persiguió a preguntas conel riesgo de ahuyentarla. Ella tomó el recipiente que él sólo despuésreconoció como una olla de peltre ennegrecida; con paciencia avi-vó las brasas, colocó encima la olla y se sentó a esperar. Él supuso que

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 5

Page 7: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

6

quería preparar café y sacó una lata del saco de lona. La mujer negócon la cabeza. Tras un larguísimo intervalo, el agua empezó a herviry ella le hizo señas de esperar aún. Cuando el tiempo de hervor le pare-ció suficiente, tomó el asa con la punta del rebozo para no quemar-se, retiró la olla del fuego y la puso a un lado. Acercó el traste debarro con frijoles, un montón de tortillas; contempló la estética de supequeña naturaleza muerta y salió sin mirarlo. Él dijo gracias.

Desde entonces aprendió la lección y sale muy temprano a bus-car la ofrenda nocturna y deja hervir largamente el agua. Es su prime-ra ocupación del día, su ritual. Se ha vuelto ahorrativo, con el agua yacasi fría llena las dos cantimploras. Sólo así tienen que beber en lasnoches y no se ven obligados a consumir el líquido tibio que apaga lased pero no la satisface. Si tuviera otra olla almacenaría reservas, perosólo cuenta con las cantimploras, la suya y la que encontró junto almuchacho. Por lo demás, eso implicaría salir a recolectar agua dealgún riachuelo, explorar el territorio. Las pocas veces que se aventu-ró fuera de su refugio pudo ver siluetas desapareciendo con prisadentro de las chozas. Lo cuidan pero no quieren verlo o que él los vea.Ha aprendido a respetarlos. Sólo María, la del nombre inventado,María la embajadora, niega las posibilidades fantasmales del lugar.Cuando se despierta al alba, la sorprende atravesando la tierra denadie que separa el poblado de su refugio para traerles los suministrosque los mantienen con vida. Camina ladeada por el peso de la olla,idéntica a la que recoge. Las ollas se convierten en el único lazo entreellos y el poblado, el reconocimiento de su mutua existencia; inevita-blemente se sustituyen una a la otra, engranes de una precaria cadena.

El muchacho se sostiene apenas con su ayuda, brinca en un solopie en sus momentos alegres. Él desearía ser más hábil en este tipo decontingencias. Sin embargo, se ha instalado en una especie de ale-targamiento mental. Suspension of disbelief. Todo es posible, o nada, y

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 6

Page 8: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

7

sólo hay una meta: llevarse al muchacho de aquí. Entiende que hay dostreguas, la externa y la que se le ha otorgado a él. Por cuánto tiempo,no lo sabe. Ni sabe si está por llegar algún auxilio, que él no ha pedi-do porque tampoco sabe cómo ni a quién. Aquí es donde se eviden-cia su falta de capacidad. Cualquier otro habría traído un radio, dejadoinstrucciones de su destino, de buscarlo al cabo de algunos días. Cla-ro que buscarlo, dónde. Ni él lo sabía. Megan debe estar haciendo algo.Por el muchacho desde luego; también por él. Pero como no puedehacerlo oficialmente, sus esfuerzos serán lentos y difíciles. Se encuen-tran en un territorio peligroso, el muchacho y él. Física y metafórica-mente. Ecuaciones molestas para todos los bandos. Si pertenecierana alguna organización reconocida sería distinto; se harían indagacio-nes, se diría en los periódicos. Así, nadie querrá asumir una paterni-dad cuestionable: la embajada porque no quiere ver a sus ciudadanosenvueltos en un delicado asunto interno. Las autoridades, tal vez,porque su presencia reforzaría las acusaciones de injerencia extranje-ra. Pero no de este lado del espectro. Los gringos no hacen buenosguerrilleros ante la opinión pública. Confunden las lealtades. Y ellos,los hombres de la selva, lo que menos necesitan es aliados suscepti-bles de señalarse como miembros de la CIA. Lo cual sería inevitable;un sociólogo y un periodista con una historia de ambiguas defini-ciones. Megan hizo una elección equivocada. No encontró otra, segu-ramente. Eso para que no te hagas ilusiones. No fue por amor ni porconfianza, sino por necesidad. Lo que sucedió entre ellos se explicapor la angustia del hijo desaparecido que requiere la presencia dealguien más, una esperanza. Ni siquiera el recuerdo. Sus últimas pala-bras entonces fueron you fucking traitor. Triste manera de terminar unromance, de calificar a quien horas antes le hacía el amor. La empre-sa que le adjudicó necesitaba un héroe, un hombre audaz y experimen-tado. Ya se lo dijo Pepe, la última noche que estuvieron juntos. No te

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 7

Page 9: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

8

metas, estas cosas son para otro tipo de gente. Cuando no hay nadiemás...El muchacho se queja en sueños, por incomodidad o dolor.Quien sea que le entablilló la pierna sabía su oficio. Afortunadamen-te, porque él se habría paralizado. No parece haber fracturas comple-jas, ni otras heridas. Sólo que la curación improvisada le impidetrasladarse, lo ata al catre que alguien consiguió para depositarlo ahí,entre los muros semiderruidos de algo que habrá sido una casa, un gra-nero. Desde luego no guarda relación con el poblado de chozas de pal-ma y troncos. Incluso la tierra de nadie, como él la llama, marca unadistancia. ¿La hacienda de un antiguo terrateniente? ¿Una especie defuerte en una época de guerras olvidadas? Lo poco que queda, restosde un arco, los tres pedazos de muro que sin embargo ofrecen unrefugio suficiente, no permiten adivinar gran cosa. Mientras no llue-va, esas cortinas de agua cerradas e interminables de estas zonas. Lasquejas del muchacho le preocupan; se imagina huesos destrozados,gangrena, infecciones. Aunque despierto se comporta con tranquili-dad. Es tan joven que no ha perdido el orgullo del estoicismo. Siem-pre se las arregla para hablar de cuando vengan por nosotros, o decuando nos vayamos. Como si fueran dos los heridos, y no tuviera nin-guna confianza en que él aporte la solución. Con buenas razoneshasta ahora. El podría irse solo, sin duda. Tomar su mochila y su can-timplora y desaparecer una noche, antes de que venga María. Buscarla carretera por la que llegó y caminar hasta otro poblado más gran-de, un sitio comunicado desde donde llamar a Megan. Misión cum-plida. Sólo que no habría tal.

Se recarga contra las piedras desiguales del muro para fumarun cigarro. Casi las dos de la mañana. Hace un esfuerzo por distinguiralteraciones en la oscuridad. No es tan profunda hoy. A pesar de queno hay luna, es una noche clara. Sabe que es inútil, aunque es suhora. Los vio cuando ellos quisieron, y entonces su aparición fue

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 8

Page 10: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

9

súbita. El espacio vacío se llenó con las figuras de tres hombres aquienes no oyó llegar hasta que los tuvo enfrente. Disfruta las boca-nadas lentas. El muchacho no fuma, lo que le ha permitido ahorrarsu provisión de cigarros. Les ofreció, aquella noche, y uno de ellosaceptó. Percibió la mirada codiciosa del que ha estado privado deun placer por largo tiempo. Aun así, se limitó a tomar dos cigarros yle agradeció con un ademán. Disciplina o discreción. Ya al irse, él leextendió la cajetilla y el otro la tomó y la guardó en la bolsa de lacamisa caqui. Cada vez que saca un nuevo paquete del saco de lonahace un esfuerzo para no contar los que quedan. Es el límite que seha fijado; antes de que se le acaben encontrarán la forma de irse. Elmuchacho, Tim, se recuperará lo suficiente para trasladarlo, o llega-rá el grupo anunciado. Si hubiera un animal, un burro o un caballopara treparlo en él. Lo único que se mueve en los alrededores son lasgallinas de los habitantes del poblado; una vez entrevió algo que nosupo si era un borrego o algún animal salvaje. Debe haberlos, pero losruidos que oye son de los pájaros, sobre todo a la salida y la puesta delsol. Siempre ha pensado que si algo sucede, será a esas horas, cuan-do el escándalo de los pájaros cubre cualquier otro sonido. Si fuera unbuen cazador, podría tratar de tirarle a alguno con el arma que ledejaron. No sabe si son comestibles, y un balazo retumbaría a muchasmillas de distancia.

Tim lo llama con su voz animada de los despertares. María y lavoz de Tim son los acontecimientos que trae el amanecer. Los hábi-tos de siempre desaparecen tan fácilmente. No recuerda haber deja-do de leer por más de un día o dos en su vida. Un libro le daría laposibilidad de encontrar un tiempo paralelo, aliviaría la inacción. Yase acostumbró a llenar las horas con gestos pequeños, como hervir elagua o tostar las tortillas para que pierdan el sabor ligeramente terro-so, meras interrupciones en su quehacer principal: la contemplación

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 9

Page 11: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

10

de la selva que empieza no muy lejos del refugio, después del levedescenso. El poblado está construido en un promontorio, como paratener una mejor vista sobre el mar de árboles. Desde el aire le recor-dó una coliflor, macizos redondos, tan juntos que nada parece poderpenetrarlos. El piloto de la avioneta, proclive al humor negro, le dijo,mire, se cae uno ahí y no lo encuentran nunca. Eso que ve está amuchos metros del suelo, y es tan denso que lo atrapa como una red.Si se cae una avioneta desaparece entre las copas, no llega a tocarpiso. No le creyó del todo pero tampoco le pareció tranquilizador elcomentario. Imaginó su esqueleto como un títere, suspendido porlos siglos de las ramas de una ceiba. Imponente tumba, hermosa.Balancearse para siempre entre los gritos de las guacamayas y lospájaros de todas clases que habitan ese otro bosque invisible desde aba-jo. Cuando aterrizaron pudo darse cuenta de la longitud de los tallosde la coliflor y la densidad de los macizos, y le creyó al hombre.

Piensa en Megan en su departamento, donde él insistió que sequedara para evitar el gasto del hotel. No sé cuanto tiempo va a lle-var esto, estarás más cómoda. La convenció con lo del teléfono, la con-testadora. Más seguro que la recepcionista. Sobre todo si sales. Notengo a qué salir. Por Dios, no puedes quedarte enclaustrada las vein-ticuatro horas del día. Sal a comer, al cine. No quiero hablar. Nopuedo. Megan. Cuando oyó su voz por teléfono se le perdieron vein-te años. Cómo me encontraste. La embajada, y luego la agencia denoticias. Él se portó cauteloso, por aquello del you fucking traitor. Nose lo merecía pero tampoco son las palabras ideales para recordar.Cuando fue a buscarla al aeropuerto acabaron de perdérsele los años.Megan es casi la misma; más delgada tal vez, o en diferente forma.Menos alta de lo que la recuerda. Arrugas muy ligeras que alargan susojos. La melena castaña más corta, pocas canas en el mechón que lecae sobre la frente. Idéntico. La cara angulosa, eso sí, ahora con un ges-

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 10

Page 12: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

11

to duro alrededor de la boca que antes no tenía. No supo si darle unbeso, alargar la mano, abrazarla, y se petrificó en una sonrisa idiota.Ella, más dueña de sí, se estiró sobre las puntas de los pies para besar-lo en la cara. Ese gesto, ese pararse de puntas le dejó las manos sudo-rosas y un hueco en el estómago. No es posible, casi treinta añosdespués. You fucking traitor.

***

Cuando lo encontró después de las misteriosas entrevistas y el viaje,primero en avión, luego en avioneta, en jeep y por último a pie, nopudo asimilarlo a la fotografía que le dio Megan. Ahí era casi un niñoen uniforme de beisbol, la gorra ladeada y la sonrisa amplia. Lo quevio frente a él fue un hombre, muy joven, pero indiscutiblementeadulto. El pelo largo, el atuendo semimilitar con el paliacate rojo al cue-llo, y el gesto de dolor en medio de la barba de muchos días. En la sel-va no hay muletas; sus compañeros habían implementado unas,ingeniosas: un par de troncos largos y, sujetada con tiras de tela, unacruceta de otros más pequeños. El cuerpo colgaba un poco, como elde un torturado medieval, porque los sostenes eran cortos para suestatura. La pierna sana se apoyaba firme, y la otra arrastraba, tiesa ensu andamiaje de tablas y vendas. Hablaba con sus compañeros enun español con muy poco acento, salpicado de palabras desconoci-das. Los hombres aparentemente trataban de convencerlo que él erade fiar, lo señalaban con gestos y quiso entender algo como vino delejos, es de la capital. Gringo. La palabra se repite muchas veces. Esgringo, como tú. El muchacho lo mira fijamente. Gringo from where,como primer indicio de que toma en cuenta su presencia. Soy amigode tu madre. No quiso contestarle en inglés, aislarse con él en unenclave idiomático. Aunque por lo menos uno de los hombres lo

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 11

Page 13: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

12

habla fluidamente, lo oyó bromear con el muchacho. Ya lo checa-mos. Después se lo llevaron aparte y le explicaron. El poblado, elrefugio. Puedes quedarte con él hasta que vengan a buscarlos. ¿Quié-nes? Ya veremos. Estarán seguros, mientras no haya ataques. Haygrupos de auxilio, mandaremos avisar. Todo le pareció demasiadovago. ¿No podemos quedarnos con ustedes? El hombre se rió y lue-go le dijo, en tono serio: no puede venir con la pierna así. Nos vamoshacia adentro. Él hubiera preferido la seguridad del número, contarcon estos individuos evidentemente capaces para ayudarlo con elherido. De lejos vio al muchacho abrazar a uno de sus compañeros,aferrarse a él con riesgo de perder el equilibrio. El otro lo consuela conpalmadas, le habla largamente, se da la vuelta y se pierde entre losárboles. De pronto casi todos han desaparecido, sólo quedan dospara ayudar al muchacho y otro que lo jala a él de un brazo. Lo llevapor un sendero difícil de adivinar entre la maleza, a ratos suben res-balándose, atraviesan un vado semiseco. Desde luego no es el cami-no por donde llegó. Ese lo recorrió aturdido, tropezándose al seguirla sombra frente a él. No más de una sombra. El encuentro fue denoche. Tuvo que esperar casi tres horas junto a la carretera, si se lepuede llamar así, un camino de terracería destrozado por las pasadaslluvias. Ahí lo dejó el jeep, con la consigna de esperar. El territorio delsilencio. A partir del momento en que logró que le creyeran, ha pasa-do de mano en mano y nadie le ha dicho una palabra más de lasindispensables. Toma el vuelo número tal. Alguien te estará espe-rando. Supone que tienen fotos suyas; si no, es inaudita la certidum-bre con la que los sucesivos alguien lo identifican, se le acercan, loguían hasta el relevo. Eso es, una carrera de relevos, y él la estafetamuda. Ya se acostumbró a no hacer preguntas; se deja llevar, dócil, tre-pa al vehículo en turno sin cuestionar. Sólo el piloto de la avioneta semostró locuaz, aunque no reconfortante. Desde luego no se le ocu-

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 12

Page 14: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

13

rrió comentar su destino que, por lo demás, no conocía. El hombrepareció tomarlo por experimentado en estos asuntos.

Vio caer la noche junto al camino, y con ella sus temores. Defallarle a Megan, de fracasar ahora que está a punto de encontrarlo.Más poderoso, el pánico a que lo dejen abandonado en esta desola-ción, a los animales, las víboras. Sentado sobre el saco de lona, con-templa el recodo por donde desapareció el jeep, y calcula el tiempo derecorrido desde la pista de aterrizaje. Otro eufemismo; un llanodemasiado corto, que obligó al piloto a frenar con toda el alma.Como cinco horas; a pie...y en la noche. Ni pensarlo. En todo caso,tendrá que buscar dónde refugiarse y esperar el día. Esperar. Desdeque llegó Megan, su vida se convirtió en un largo compás de espera.El parloteo de los pájaros parece llevarse la luz; la oscuridad y el rui-do se acercan paralelos. Primero se borran los árboles más lejanos, lue-go los de su lado del camino; éste es ya casi lo único visible. Empiezaa dibujarse como un sendero metálico, salpicado aquí y allá de pun-tos brillantes, ínfimos destellos preciosos entre los pedruscos. A lolejos, el recuerdo del sol roza el borde de alguna nube, y de pronto, elcielo se prende de rojos y grises; bandadas de pájaros, guacamayas talvez, cruzan por el horizonte incendiado, llenando todo con sus gri-tos. La garganta se le cierra. Cómo es posible, en tantos años de viviren este país, no conocer semejante esplendor. Atardeceres sí, muchos,en las mágicas playas, en los desiertos del norte. Pero nunca en estasoledad. Podría ser el último hombre. O el primero. Pero no es elúnico. A su lado se materializa una figura y casi deja escapar un gri-to. La ve como un recorte sólido contra el trasfondo grisáceo. Unamano toca su hombro, una cabeza hace señas. Carga el saco sobre laespalda y se dispone a seguirlo.

Así empezó la última etapa. Caminó interminablemente, siem-pre detrás de su guía; hombre o gato, tal es su habilidad para colocar

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 13

Page 15: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

14

los pies en el lugar correcto, mientras él tropieza, resbala. No ve lasramas hasta que siente el golpe o los arañazos en la cara, no percibelo empinado del terreno hasta que éste se convierte en una paredfrente a él y tiene que avanzar con las manos extendidas para atraparun arbusto, un tronco, y jalar con todas sus fuerzas. El guía debe oírsu respiración, porque a intervalos aminora el paso y lo deja alcanzar-lo. En un momento siente que debe detenerse para que no le estallenlos pulmones. Espérame, jadeante. El hombre voltea, se recorta con-tra el cielo; no tiene cara, la cabeza es un todo negro donde apenas sedistinguen los ojos. Un reflejo de pánico. No es humano, es unapesadilla que lo va adentrando en este infierno de cansancio. El ser,unos pasos adelante, parece descomunalmente alto, alto y negro,inclinado, mirándolo como a un insecto. Su miedo debe olerse, pal-parse. Es tarde, dice el hombre, y en el tono se insinúa una sonrisa. Elsonido lo devuelve a la razón. Esto es la selva, éste es un individuo decarne y hueso, y yo me estoy muriendo de fatiga. Con enorme esfuer-zo se pone de pie; el hombre negro da unos pasos hacia él y le quitael saco. Yo lo llevo. Intenta protestar, pero sabe que con ese pesono podrá seguirlo mucho tiempo. Su guía se lo echa a la espalda confacilidad. Ahora la sombra es más voluminosa, la distingue mejorfrente a él. No tiene idea del tiempo, pone un pie frente a otro mecá-nicamente y poco a poco logra respirar al ritmo de la marcha. Elhombre lo nota y acelera, como si estuviera unido a él por un hilo invi-sible destinado a mantener la distancia entre ellos siempre igual.

Apenas oyó un, espera aquí, cuando sintió el saco rodar a sus piesy el guía desapareció. Agotado, se acomodó contra la lona y prendióun cigarro. La llama del encendedor alumbró un pequeño círculo,los árboles son menos espesos aquí. Al exhalar el humo levanta lacabeza y percibe una claridad difusa entre el ramaje alto. El amane-cer o la luna; no tiene idea de las horas transcurridas. Ellos deben

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 14

Page 16: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

15

calcular perfectamente cuáles noches los protegen y cuáles ofrecen elpeligro de una luminosidad reveladora. Aunque la luz se extiendeallá arriba, sobre las copas. A ras del suelo se vive en un sótano ver-de donde los seres se escurren invisibles; la tierra desaparece bajosu húmeda capa vegetal que apaga todo sonido. Ellos, criaturas de laselva, se disuelven en el verdor y la oscuridad. Podría estar rodeadosin darse cuenta. Sacerdotes de tiempos paganos, habitan los troncosy los helechos, se revelan a los ojos mortales cuando quieren.

***

Debe haberse quedado dormido; los dedos sostienen el filtro ya sintabaco. Siente la camisa acartonada por el sudor y un hormigueo decansancio en las piernas. Se levanta, prende otro cigarro y da unospasos. La claridad de antes es ahora un domo gris fragmentado porlos trazos negros del follaje. Debe ser la luna, o ya habría amanecido.The rain forest. ¿Lo será realmente, o es sólo el nombre genérico quele adjudica a estos territorios desconocidos? Él es un especimenurbano y las sutilezas de la biodiversidad se le escapan.

Esta vez sí los oye; cuerpos que arrastran las ramas, algún mur-mullo en sordina y por fin pasos. Aquí, tan lejos de todo asentamien-to humano, no se cuidan. Después se dio cuenta que estaban a pocadistancia del poblado, pero entonces se sentía perdido. Llegaron engrupos de dos o tres, todos el mismo hombre sin rostro. En esemomento oyó la conversación de uno de ellos con el muchacho,notó las reticencias de éste, y por fin la pregunta: gringo from where.Ya lo checamos. Apenas le dieron tiempo de decirle unas palabrasantes de separarlos para alcanzar el refugio por rutas distintas. Encon-tró imposible estar tan cerca, y se sintió engañado como en esos jue-gos de niños en que hacen girar a la víctima vendada para que pierda

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 15

Page 17: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

16

el sentido de ubicación. Llegaron al amanecer; la neblina subía delsuelo hasta confundirse con el humo de las chozas. Oyó cantar ungallo, y dos o tres siluetas blancas se movieron a lo lejos.

***

Tim es un enigma para él, a pesar de la cercanía impuesta por lareclusión. A veces buen conversador, en otras se retrae comomolusco dentro de su concha, contesta con monosílabos, o se pasahoras en silencio de cara a la pared. Es medio niño todavía, se dice,un niño que ha vivido más allá de sus años. Le ayuda varias veces aldía a dar unos pasos al aire libre; la pierna entablillada le pesa dema-siado, su respiración se acelera, puede sentir el sudor a través de lacamisa. Se bañan en las noches, para refrescarse y poder dormir; unapasada del trapo mojado con el agua que queda en el fondo de laolla. El muchacho se frota con furia y deja escurrir las últimas gotassobre el pelo, sacudiéndose después como un joven animal impa-ciente. Es entonces cuando se le ve entusiasta y platican. Nunca leha preguntado sobre su relación con su madre; parece asumir comonormal que un desconocido venga a enterrarse a la selva para cui-dar al hijo ¿de quién? ¿de una amiga? ¿de una amante? La situaciónno le provoca curiosidad, por lo visto. ¿Tendrá Megan tantos hom-bres en su vida dispuestos a cualquier cosa por ella? Él ha aludidoal pasado, vagamente, como una invitación que se recibe sin interés.Cuando conocí a tu madre, las épocas universitarias... El mucha-cho lo ignora o cambia la conversación. ¿Habrá rencores de pormedio, una madre cuya actitud demasiado libre incomoda al hijoadolescente? Viuda muy joven para cancelar ciertos aspectos perso-nales. Sin embargo, habla de ella como de una amiga, alguien queaprueba su conducta sin condiciones. Megan entusiasta y equívoca.

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 16

Page 18: Miguel Ángel de Rus Europa se hunde Ana María Matute En el ... · Ana María Matute En el tren Augusto Monterroso Amores que matan ... Conan Doyle, Bierce, Wilkie Collins y otros

17

Así era, y tal vez lo siga siendo. No puede evitar un sentimientode injusticia hacia su persona. Con casi tres décadas de interme-dio, Megan viene a deshacer su vida. Por momentos siente que estoes un sueño; no es él, hombre de existencia precavida, el que sepasa las horas fumando frente al telón verde en medio de la nada.Los otros sueños, los que lo hacen agitarse por las noches en susleeping-bag, construyen un escenario surrealista. Se encuentra casisiempre en un bosque, pero no éste que lo rodea, sino uno mítico,de pinos que llegan hasta una playa de fuerte oleaje. A menudoaparece ella, en distintos tiempos, la joven de antes y la mujer de aho-ra que se echó en sus brazos como buscando un salvador. Sale delmar cubierta por una camisa transparente, una y otra vez, como undisco lastimado que repitiera los mismos acordes siempre. El deseopor ese cuerpo casi desnudo lo despierta. Nunca la alcanza, no llegaa tomarla en sus brazos para arrancarle la camisa empapada. Sólopuede verla desde una altura inverosímil que le permite abarcar laplaya y los bosques. Se levanta a refrescarse fuera del sleeping y pien-sa. Megan y las olas, una metáfora idónea. A lo mejor se equivoca; nosabe de los años intermedios. Sabe de la aparente tranquilidad de lossuyos, pero no de la imaginada turbulencia de los de ella. En esosdos vocablos se asientan las razones. Tal vez la certidumbre de esadistancia lo hizo mantenerse lejos. No podría atrapar el recuerdo deuna tentación consciente por buscarla, averiguar su paradero, algotan fácil. Rabia, rencor, desencanto, impotencia. Miedo. Cómojerarquizar la escala de sentimientos, trazar la evolución de algoque entonces no podía definir. Creía haberla borrado de su memo-ria. ¿Olvidó en verdad a Megan durante tantos años? Si así fue, esincomprensible esta disponibilidad demente. Pareciera haberla esta-do esperando para reaccionar como siempre lo hizo con ella. Sal-vo esa vez.

segDenocheLLegan:Maqueta 26/11/2012 12:04 Página 17