López. Argentina Postneoliberal. Cap. 1 y 2.

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25 1/ Los años dorados del capitalismo y el giro neoliberal E. López / Argentina en los años post-neoliberales 24 1/ Los años dorados del capitalismo y el giro neoliberal: la emergencia de un nuevo proyecto de clase Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes y mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece así como propiedad pri- vada cuyos dueños son los dueños de todas las otras cosas”. Rodolfo Walsh. Cordobazo, 1970. Introducción L os últimos años del corto siglo XX y los primeros del imprevisible siglo XXI, han sido considerados, al menos en el mundo occidental, como tumultuosos, turbulentos, críticos, de dificultosa comprensión. De alguna manera, esta situación de incertidumbre que el fin de siglo plantea parece aso- ciada a una exacerbación de aquellos malestares, angustias y contradicciones propias de la sociedad capitalista moderna. La búsqueda de respuestas a los nuevos interrogantes de este momento histórico tiene múltiples aristas, que abarcan desde los cambios materiales –aquellos propios del plano estrictamente económico de la vida social y los referidos a la cultura– hasta el plano de las ideas, los símbolos y las perspectivas político-ideológicas. Esta situación de gran crisis de las formas de vida inmanentes al occidente capitalista son vistas por una variedad de autores como una crisis civilizato- ria (Mészaros, 2000; Rauber, 2010), es decir como una crisis de la forma de producción y reproducción de la sociedad occidental como totalidad histórica concreta 1 . Sin embargo, pensar en esta crisis civilizatoria no nos permite, a decir de Daniel Bensaïd, “(…) echar las cartas ni hacer predicciones” (Bensaïd, 2006: 257) sobre el porvenir. 1 De acuerdo a Dussel la totalidad histórica concreta es una unidad de múltiples deter- minaciones que en abstracto aparecen como opuestas. De esta manera: “La totalidad concreta es lo complejo. Lo simple es la determinación, como el trabajo, la división del trabajo, la necesidad, el valor de cambio. Con todas ellas, dialécticamente, se asciende hasta las totalidades concretas” (Dussel, 1985: 53). En el capítulo que cierra el libro, el capítulo 8, retomamos la idea de una consolidación política del nuevo modo de desarrollo, en el marco de un desgaste significativo de las condiciones económicas que se constituyeron durante el período 2002-2007. Aquí el desplazamiento del enunciador privilegiado hacia la fuerza política devenida en Kirchnerismo y la importancia de los proyectos políticos como parte de la identificación de los actores de clase, son las dos cuestiones centrales que permiten justificar la “primacía de lo político” en 2009-2011. Hacia el final del libro, presentaremos una serie de comentarios finales que sintetizan los aportes realizados a lo largo del libro y permiten, al mismo tiempo, identificar los huecos analíticos y los puntos nodales que dan lugar a analizar los principales aspectos que constituyen la coyuntura post-2011como una acumulación de tensiones desde los años previos.

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25 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberal E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 241/Losaosdoradosdelcapitalismo yelgironeoliberal:laemergencia deunnuevoproyectodeclaseNuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan hroes y mrtires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores: la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia parece as como propiedad pri-vada cuyos dueos son los dueos de todas las otras cosas.Rodolfo Walsh. Cordobazo, 1970.IntroduccinLos ltimos aos del corto siglo XX y los primeros del imprevisible siglo XXI, han sido considerados, al menos en el mundo occidental, como tumultuosos, turbulentos, crticos, de difcultosa comprensin. De alguna manera, esta situacin de incertidumbre que el fn de siglo plantea parece aso-ciada a una exacerbacin de aquellos malestares, angustias y contradicciones propias de la sociedad capitalista moderna. La bsqueda de respuestas a los nuevos interrogantes de este momento histrico tiene mltiples aristas, que abarcan desde los cambios materiales aquellos propios del plano estrictamente econmico de la vida social y los referidos a la cultura hasta el plano de las ideas, los smbolos y las perspectivas poltico-ideolgicas. Esta situacin de gran crisis de las formas de vida inmanentes al occidente capitalista son vistas por una variedad de autores como una crisis civilizato-ria (Mszaros, 2000; Rauber, 2010), es decir como una crisis de la forma de produccin y reproduccin de la sociedad occidental como totalidad histrica concreta1. Sin embargo, pensar en esta crisis civilizatoria no nos permite, a decir de Daniel Bensad, () echar las cartas ni hacer predicciones (Bensad, 2006: 257) sobre el porvenir. 1De acuerdo a Dussel la totalidad histrica concreta es una unidad de mltiples deter-minaciones que en abstracto aparecen como opuestas. De esta manera: La totalidad concreta es lo complejo. Lo simple es la determinacin, como el trabajo, la divisin del trabajo, la necesidad, el valor de cambio. Con todas ellas, dialcticamente, se asciende hasta las totalidades concretas (Dussel, 1985: 53).En el captulo que cierra el libro, el captulo 8, retomamos la idea de una consolidacin poltica del nuevo modo de desarrollo, en el marco de un desgaste signifcativo de las condiciones econmicas que se constituyeron durante el perodo 2002-2007. Aqu el desplazamiento del enunciador privilegiado hacia la fuerza poltica devenida en Kirchnerismo y la importancia de los proyectos polticos como parte de la identifcacin de los actores de clase, son las dos cuestiones centrales que permiten justifcar la primaca de lo poltico en 2009-2011. Hacia el fnal del libro, presentaremos una serie de comentarios fnales que sintetizan los aportes realizados a lo largo del libro y permiten, al mismo tiempo, identifcar los huecos analticos y los puntos nodales que dan lugar a analizar los principales aspectos que constituyen la coyuntura post-2011como una acumulacin de tensiones desde los aos previos. E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 26 27 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalEs as que consideramos que la crisis civilizatoria en la cual transcurren los ltimos aos de la historia del occidente capitalista tanto de sus centros como de sus regiones perifricas no es ms que la crisis de una forma particular de produccin y reproduccin de la sociedad, de una forma especfca de articulacin entre la economa, la poltica y la cultura, es decir de un modo de desarrollo u orden social especfco, en el marco de sociedades dominadas por el capital2. Los cambios a los que asistimos en las postrimeras del siglo XX y los comienzos del siglo XXI expresan la crisis del neoliberalismo, visto como una articulacin histrica concreta confictiva, sin duda entre la reproduccin de la vida material y un proyecto de sociedad, entre las estructuras sociales y econmicas y un proyecto poltico de dominacin. As, coincidiendo con Saad-Filho y Johnston (2005), el neoliberalismo no fue un modo de produccin en s, sino una forma de reproduccin social capitalista concreta, asociada inse-parablemente a la globalizacin y a un nuevo orden imperial. Los aos por los que transitamos se enmarcan en esta profunda crisis del modo de desarrollo neoliberal que se ha desplegado quiz por primera vez en la historia moderna en todas las regiones del mundo, ms all de la diversidad de intensidades, temporalidad y formas de manifestacin especfca. Para com-prender esta crisis es necesario pasar someramente revista de su emergencia y sus principales caractersticas econmicas y polticas.Las lecturas sobre las caractersticas y el signifcado del neoliberalismo son de lo ms variadas. En ciertos casos, la categora es utilizada para dar cuenta de una perspectiva poltico-ideolgica. Entre los estudios que desarrollan este uso de la categora es posible ubicar los realizados por Babb (2004), Taylor y Pieper (1996) y Gill (1998). Por su parte, la perspectiva de Dumnil y Lvy (2004) utiliza el concepto para comprender el proceso iniciado en los aos setenta como una nueva estructuracin de la economa capitalista a nivel global, basada en el auge de las fnanzas. Ms all de estas diversas perspectivas, consideramos aqu que el neolibera-lismo fue a la vez un proyecto poltico-econmico y un proceso reestructuracin de la vida material asociado a tal proyecto. Esto es, un proyecto de domina- cin con resultados prcticos en lo que concierne a las formas de produccin/reproduccin de la vida material, a los arreglos poltico-institucionales espe-2Retomando aqu la visin de Dussel (1985), el capital como relacin social tiende a subsumir las distintas esferas de la vida social a su lgica. Sin embargo, esta lgica totalizadora de la relacin social capital que tiene por objeto la valorizacin a travs de la ganancia privada no logra subordinar necesariamente toda la experiencia de los actores sociales, pero s la orientacin general del proceso de produccin y reproduc-cin social del conjunto de un espacio socio-poltico especfco. cfcos y a las correlaciones de fuerzas entre clases y fracciones de clases. An con particularidades, este proyecto de dominacin oper como tendencia totalizadora entre las diferentes regionales del mundo (OConnor, 2010). De acuerdo a Harvey (2007) el giro neoliberal se constituy a partir de las nece-sidades de las clases dominantes de desmontar la trama de relaciones sociales propias del capitalismo de posguerra, para otorgar mayores posibilidades de apropiacin de excedentes. Con esta perspectiva, veamos brevemente algunas de las caractersticas del mundo capitalista luego de 1945 para comprender su crisis posterior y la emergencia del neoliberalismo como nuevo modo de desarrollo. Elmododedesarrollodeposguerraysucrisis:dimensiones econmicasypolticas El hombre se ha hecho acumulador y consumidor. La expe-riencia fundamental de su vida ha llegado a ser cada vez ms `Yo tengo y yo utilizo y cada vez menos `Yo soy. Entonces, los medios, o sea, el bienestar material, la produccin, la creacin de bienes, se han convertido en fnes, cuando antes no eran sino medios para una vida mejor.Eric Fromm. El hombre moderno y su futuro, 1961.En primer lugar, la situacin de posguerra implic una serie de cambios econmicos salientes en relacin al perodo entreguerras, que haba sido signado por la Gran Depresin, el desempleo masivo y la descoordinacin competitiva a nivel internacional entre las principales potenciales capitalistas. Para analizar estos cambios es posible pensar al menos en dos escalas geogrfcas interrela-cionadas: la escala global y la escala nacional. En trminos globales, en la inmediata posguerra pueden enumerarse al menos tres cambios trascendentales que dieron lugar a la recomposicin econmica: la estabilidad monetaria constituida en base a la conversin del dlar esta-dounidense en oro, la liberalizacin del comercio mundial y la recuperacin de la inversin productiva a nivel internacional con amplias posibilidades de movilidad para el capital, en especial para el no especulativo (Frieden, 2007). Este nuevo marco internacional cristaliz en una serie de instituciones supra-nacionales de carcter presuntamente multilateral: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Estas instituciones que surgieron al calor del acuerdo de Bretton Woods en 1944, seran las encargadas de instru-mentar la reconstruccin de Europa tras la guerra y otorgar las posibilidades de recomposicin econmica para asegurar el crecimiento. Sin embargo, ms all E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 28 29 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalde estas instituciones multilaterales, la liberalizacin comercial, el repunte de la inversin y la estabilidad monetaria fueron instrumentados por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos que se erigi en la nueva superpotencia que deba garantizar el porvenir del mundo occidental (Bjar, 2011). En trminos econmicos, los aos posteriores a 1945 signifcaron para los centros del capitalismo mundial un perodo de acelerada acumulacin de capital, crecimiento econmico y cambios cualitativos sustanciales en las formas de produccin. Esto llev a ciertos analistas, investigadores y polticos a caracterizar el perodo como los aos dorados del capitalismo (Marglin y Schor, 1990), no sin un cierto dejo de triunfalismo frente a la industrializacin alternativa y centralizada que propona el socialismo realmente existente (vase Galbraith, 2004). Ms all de que la generalizacin de la opulencia para las diferentes regiones del mundo estuviera lejos de concretarse, la edad de oro emergi como un fenmeno de escala mundial en el cual fueron los pases centrales los que lograron grandes mejoras en la situacin econmica de la mayora de sus habitantes (Hobsbawm, 2005). Con diferencias sustanciales en cada pas, el perodo que aborda desde 1945 a 1973 deslumbr a propios y extraos como la etapa ms prspera del capitalismo desde el siglo XIX. Adems de los aspectos supranacionales ligados al acuerdo de Bretton Woods, en los pases centrales se produjo un cambio sustancial en la forma de reproduccin social a escala nacional. Es posible enumerar al menos cuatro aspectos salientes del patrn de reproduccin econmica de posguerra en esta escala geogrfca. En primer lugar, se produjo una difusin de nuevas tecnologas, desarrolladas principalmente por empresas estadounidenses, aso-ciadas a una lgica de produccin de manufacturas para el consumo masivo (Bjar, 2011). Por ello, una de las caractersticas salientes del proceso de creci-miento de posguerra fueron las grandes inversiones en capital fjo, tendientes a incrementar la productividad laboral. Si bien la inversin en capital fjo permita la sustitucin de fuerza de trabajo, los ritmos acelerados de expansin de la produccin hicieron que la sustitucin capital-trabajo no fuera evidente y, por el contrario, los niveles de empleo industrial se ubicaran muy por encima de los que haban presentado las dcadas previas (Marglin y Schor, 1990).Relacionado a esto, y en segundo lugar, los altos niveles de empleo y pro-ductividad laboral hacan que este modelo de produccin diera lugar a que bienes y servicios consumidos antes por pequeas minoras se transformaran en consumos habituales de la mayora de la poblacin, sobre todo de amplios sectores de las clases subalternas (Frieden, 2007; Hobsbawm, 2005). En tercer lugar, y hasta 1973, los costos de la energa fueron muy reducidos lo que permiti que las elevadas tasas de crecimiento de la produccin se llevaran a cabo sin cuellos de botella energticos (Bjar, 2011). Por ltimo, la gestin keynesiana de la economa ligada al control estatal de la poltica monetaria y fscal, las garantas de seguridad social, la conforma-cin de empresas mixtas para la produccin de aquellos servicios considerados bsicos, entre otras cuestiones logr encauzar en buena medida las necesidades de capitalistas y trabajadores en una dinmica virtuosa de crecimiento de la productividad, aumento de las ganancias, incrementos de los salarios y el con-sumo popular y, como corolario, crecimiento de la produccin (Aglietta, 1999).Por estas razones, el capitalismo de posguerra es caracterizado por Harvey (2007) como capitalismo embridado, en el cual la reproduccin social se sostena en base a una lgica de compromiso inestable entre clases dominantes y clases subalternas. En esta lgica el poder estatal cumpla un rol clave como mediador y regulador de dicho compromiso. Las economas centrales estaban inmersas en una forma de reproduccin social fundamentada en la combinacin keynesiana de crecimiento econmico y consumo masivo con niveles crecientes de ingresos y proteccin social para la poblacin trabajadora (Dumnil y Lvy, 2004). Esta combinacin era expresin de los acuerdos entre las organizaciones obreras y patronales para mantener las demandas de los trabajadores en lmites compatibles con las posibilidades de ganancias elevadas que pudieran destinarse a los incrementos de la inversin en capital fjo, a los fnes de obtener aumen-tos de productividad y, por su intermedio, una dinmica virtuosa en base a la acumulacin a escala ampliada3 (Hobsbawm, 2005). Estas dinmicas nacionales no pueden desprenderse de los aspectos glo-bales previamente planteados. Hobsbawm (2005) destaca que el proceso de internacionalizacin del capital que comenz a profundizarse desde la dcada de 1950 y, sobre todo en la dcada de 1960, permiti la difusin tecnolgica y la globalizacin y otorg a los Estados Nacionales de los centros capitalistas mundiales posibilidades para implementar una signifcativa planifcacin de la modernizacin econmica. Al mismo tiempo, la internacionalizacin de la economa condujo a multiplicar la capacidad productiva del mundo capitalista al posibilitar una divisin internacional del trabajo ms compleja y efciente (Bjar, 2011). Adems, los cambios ocurridos en el comercio internacional fue-3De acuerdo a los desarrollos de Marx (2000) la acumulacin a escala ampliada posee como forma predominante de creacin y apropiacin del plusvalor aquella que permite incrementos de las ganancias sin impedir los aumentos salariales, es decir una din-mica de extraccin de plusvalor relativo. Esta estrategia de produccin y apropiacin de plusvalor fue la predominante en la posguerra, al menos en los pases centrales. E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 30 31 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalron fundamentales para una serie de pases, en especial para la reconstruccin de Alemania y Japn y algunas economas europeas devastadas por la guerra (Frieden, 2007). El comercio exterior de productos industriales entre pases centrales se modifc sustancialmente, gracias a los estndares de produccin ms elevados que el modelo de produccin masiva de tipo fordista permita, articulado con el sistema monetario internacional basado en el patrn dlar-oro y la coordinacin de aranceles que permita el GATT4. Un ltimo punto a sealar acerca de las dimensiones econmicas que han caracterizado al capitalismo de posguerra, es que en la dcada de 1960 este patrn de mundializacin de la economa comienza a transnacionalizarse, es decir comienzan a tornarse ms difusos los lmites territoriales de la economa y, por tanto, los Estados Nacionales pierden el carcter central que posean en la reproduccin econmica en dcadas previas. Siguiendo a Hobsbawm (2005), adems de la nueva divisin internacional de trabajo, el proceso de transnacionalizacin implic el auge de las compaas transnacionales y el surgimiento de las actividades offshore en parasos fscales. Este proceso de transnacionalizacin hizo que los pases formalmente independientes se volvieran crecientemente dependientes en trminos econmicos de los centros capitalistas. En este marco, se dan los procesos de industrializacin sustitutiva en el Tercer Mundo, en particular en Amrica Latina, que no hicieron ms que profundizar los lazos de dependencia econmica preexistentes, ahora bajo nuevos ropajes (Marini, 1979).En cuanto a las dimensiones polticas ms importantes que caracterizaron el perodo de 1945-1973, es posible tambin diferenciar las escalas global y nacional.En trminos globales, el proceso de reestructuracin econmica de posgue-rra se construy sobre la base de una nueva hegemona poltica5. Las diversas discusiones entre las potencias aliadas principalmente, Gran Bretaa y Esta-dos Unidos por las caractersticas que debera tener el nuevo orden mundial 4Se conoci con esta sigla al General Agreement on Tariffs and Trade (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) que representaba un acuerdo multilateral, creado en la Conferencia de La Habana en 1947 y expresaba los intereses de estabili-dad comercial de las principales potencias mundiales. 5Existe un debate sobre la posibilidad de utilizar la categora de hegemona para dar cuenta de las formas de dominacin supra-nacional (Anderson, 2002). En este libro, como explicaremos luego, comprendemos a la hegemona como una forma consensual de la dominacin que implica aspectos ideolgicos, culturales, organizativos y econ-micos, por lo cual consideramos vlida la utilizacin del trmino, an cuando suena impreciso. posterior al conficto blico, arrojaba bajo la alfombra la asimetra existente an antes de la guerra entre el nuevo gigante de Amrica del Norte y el resto de los pases centrales (Frieden, 2007). As, como sealan Panitch y Gindin (2005), la resolucin del conficto blico ms importante del siglo XX implic un nuevo ordenamiento del capitalismo mundial, en el cual Estados Unidos emerge como conductor y principal artfce de un orden que permite la expan-sin y reproduccin de las relaciones sociales capitalistas en todo el mundo. La particularidad de la etapa en relacin a los aos de pre-guerra radica en el hecho de que el resto de los Estados centrales en principio los europeos y luego los de Asia oriental reconocen el podero estadounidense y su nuevo status de Estado hegemnico. La estrategia llevada adelante por Estados Unidos para convertirse en el Estado de referencia del capitalismo mundial, se bas en el apoyo al resurgimiento de sus competidores econmicos potenciales de lo cual el Plan Marshall de 1947 es la expresin ms genuina y en el diseo de las mencionadas instituciones multilaterales a fn de lograr la estabilidad en el plano internacional, tanto en trminos diplomticos como econmicos. As, en el Estado norteamericano coincidieron los intereses nacionales con la ampliacin y reproduccin del capitalismo a escala global, mientras los dems Estados centrales se subordi-naron a la supremaca estadounidense, lo que los condujo a fuertes lazos de dependencia econmica y poltica. En base a esta lectura, podemos pensar dos interrogantes centrales para dar cuenta de las caractersticas polticas de la etapa de posguerra a escala global. Cules eran las capacidades propias de Estados Unidos para erigirse en la cspide de la jerarqua internacional entre Estados? Por qu el resto de los Estados capitalistas estaran dispuestos a alienar ciertas capacidades que posean previamente a favor del nuevo poder imperial? Panitch y Gindin (2005) destacan dos pilares sobre los que se basa la superioridad estadounidense: la potencia de su economa y la legitimidad que generaba su democracia. Ya nos ocupamos de los efectos del crecimiento de la economa norteamericana para el mundo desarrollado. Sin embargo, esa dimensin econmica no puede desligarse del hecho que el compromiso de Washington con la democracia liberal le otorgaba a Estados Unidos cierta credibilidad como el principal Estado defensor de la libertad y los derechos humanos, en un marco en el cual la nocin de totalita-rismo resultaba til para poner en cuestin todo orden no basado en esta lgica poltica (iek, 2002). Por su parte, Anderson (2002) responde estos interrogantes a travs de una interpretacin diferente. El reconocimiento de la superioridad de Estados Unidos durante la guerra fra, se encuentra asociado a la necesidad E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 32 33 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalde los dems Estados centrales de mantener alejada la amenaza comunista, para consolidar las relaciones capitalistas en su espacio geogrfco nacional. A pesar de las diferencias entre las dos perspectivas, los autores mencionados destacan la necesidad de distinguir la nocin de imperialismo del concepto de hegemona para comprender las relaciones asimtricas entre Estados Unidos y los dems Estados centrales. Mientras que la capacidad imperial de Estados Unidos radica en su potencial econmico-poltico estructural, el concepto de hegemona remite a una condicin variable de la forma concreta de dominacin de un pas por otro, que oscila entre el consenso y la fuerza, dependiendo del proceso histrico especfco. En este sentido, la capacidad de Estados Unidos, luego de 1945, tiene ms que ver con sus caractersticas de nuevo imperio que con su capacidad hegemnica6. Sin embargo, consideramos que la importancia de esta posicin imperial no nos debe conducir a soslayar los aspectos impor-tantes de dominacin consensual que estuvieron asociados a la reproduccin del orden mundial en la posguerra el consumismo, la valoracin de la democracia liberal, entre otras.As, en el cumplimiento de sus objetivos Estados Unidos, a travs de meca-nismos coercitivos y hegemnicos, se convirti desde 1945 en el nico imperio en la historia capaz de actuar en nombre del sistema mundial en su conjunto (Hobsbawm, 2005). Mediante la profundizacin de la dependencia econmica, pero en un marco de independencia formal, logr minimizar las posibles disputas inter-imperiales que caracterizaron al imperialismo britnico. De esta manera, Estados Unidos confgur al resto de los pases de manera consensuada en los pases centrales y por la fuerza en las periferias a su imagen y semejanza, actuando como un Estado de Estados. Este hecho fue particularmente impor-tante para la periferia latinoamericana, donde desde los ltimos aos de la dcada de 1950 la articulacin entre la expansin econmica y la imposicin de la democracia liberal fue ganando terreno al menos en el ideario, no tanto en la prctica poltica frente a proyectos polticos nacionalistas que se orientaban a una cierta autonoma y soberana nacionales. A diferencia de lo ocurrido en Europa, donde la penetracin del capital esta-dounidense es preponderante en la reconfguracin de las relaciones sociales desde 1945, en los pases del Asia Oriental principalmente en Japn las rela-ciones comerciales y militares con Estados Unidos fueron las que sostuvieron la posicin dominante del Estado imperial (Panitch y Gindin, 2005). En el mismo 6El apoyo e impulso a las dictaduras militares en Amrica Latina, las intervenciones militares en Asia y la neutralidad en ciertos casos ante los procesos de descoloni-zacin, son algunas de las manifestaciones histricas ms claras del carcter imperial de Estados Unidos. sentido, Murphy (2006) reconoce la proteccin militar y la estrecha relacin comercial que Japn uno de los grandes milagros de la etapa entabla con Estados Unidos desde mediados de la dcada del cuarenta7.Ms all del consenso logrado por Estado Unidos para hegemonizar el desarrollo del capitalismo global, la subordinacin de los Estados centrales y crecientemente de los perifricos en la inmediata posguerra implicaba serias contradicciones en la escala nacional para los gobiernos de esos mismos Estados. En gran medida, atenta contra las posibilidades de los dems Estados de mantener su autonoma relativa y, por tanto, genera ciertos problemas para cumplir sus roles de sintetizadores de los confictos en cada espacio nacional (Murphy, 2006). Sin embargo, ya sea por la conveniencia de los Estados capita-listas desarrollados, por la capacidad estructural de la economa estadounidense o por la necesidad de alejar el fantasma del comunismo, la subordinacin tom cuerpo de manera perdurable en la segunda posguerra (Anderson, 2002; Panicth y Gindin, 2005; Frieden, 2007). En lo que atae a la escala nacional, tal como seala Hobsbawm la poltica de posguerra () fue una especie de matrimonio entre liberalismo econmico y socialdemocracia, con prstamos sustanciales de la URSS, que haba sido pionera en la planifcacin econmica (Hobsbawm, 2005: 273). En este sen-tido, lo que se produce es un proceso de creciente democratizacin poltica en los pases de Europa que tuvo dos momentos. El primero de ellos fue ms bien moderado polticamente y estuvo basado en un acuerdo centrista entre los diversos partidos polticos, a excepcin de los comunistas (Bjar, 2011). Este perodo, abarca desde la inmediata posguerra hasta la dcada de 1960. De acuerdo a Hobsbawm (2005), en esta etapa los lderes de los diversos gobiernos de las potencias mundiales tenan en claro al menos cuatro cuestiones. La primera de ellas era que no deba permitirse que se repita el caos del perodo entreguerras y el surgimiento de nacionalismos fuertes con vocacin autrquica. En segundo lugar, se requera para que el punto anterior se cumpliera, de un Estado que logre imponer su hegemona como lo haba hecho Gran Bretaa en el siglo XIX. Estados Unidos y el dlar eran la nica opcin posible. En tercer lugar, la Gran Depresin haba demostrado los lmites del capitalismo de laissez-faire y abonaba la intervencin del Estado en la planifcacin econmica. Por ltimo, exista una variedad de razones polticas (el temor a la rebeliones populares, la expansin del comunismo, entre otras) y econmicas (los problemas de demanda 7Murphy (2006), destaca en este sentido que la subordinacin de Japn a la nueva potencia hegemnica se explica por las especifcidades de la clase dirigente japonesa ms que por las caractersticas diferenciales de Estados Unidos.E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 34 35 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalefectiva, la necesidad de una fuerza de trabajo capacitada y satisfecha para la produccin en masa) por los cuales los gobiernos deban impedir una vuelta del desempleo masivo. Estas articulaciones polticas se mantuvieron al menos hasta fnes de la dcada de 1960 y es precisamente por esos aos cuando terminan de consolidarse los Estados de Bienestar, de la mano de cierto giro a la izquierda en los gobiernos de los principales pases centrales (Therborn, 1984). Estos eran Estados en los cuales el gasto en el bienestar de la poblacin se increment fuertemente gas-tos en seguridad social, subsidios, educacin, etc.. Este segundo momento de la posguerra en el que se consolidan los Estados de Bienestar se da de manera simultnea con una cierta radicalizacin poltica en las periferias del mundo, ligadas a procesos de-coloniales, nacionalistas y anti-capitalistas que cuestionan tanto a las fuerzas polticas gobernantes en cada pas como a la hegemona de Estados Unidos y sus centros asociados (Bjar, 2011). Es precisamente en estos aos cuando comienzan a manifestarse los lmites de un modo de desarrollo que abarc el perodo 1945-1973 y que permiti un crecimiento econmico capitalista virtuoso, con cambios a nivel de la hegemona poltica mundial y de las condiciones sociales y econmicas de las clases subalternas. Dicho modo de desarrollo, que se haba construido sobre la base de un () conjunto de prcticas de control del trabajo, combinaciones tecnolgicas, hbitos de consumo y confguraciones del poder econmico-poltico (Harvey, 1998: 146), pierde densidad poltica y viabilidad econmica debido a sus propias contradicciones. A nivel nacional, el orden social propio de la edad de oro que apareca como un nuevo tipo de sociedad racionalizada, modernista, populista y en permanente avance, es rpidamente desacreditado por una serie de luchas populares que ponen en jaque esas caractersticas. En la escala global, la hegemona de Estados Unidos comienza a ser deslegitimada por los movimientos que emergen en el Tercer Mundo y los aplausos que estos provocan en algunos pases centrales.Es as que hacia los primeros aos de la dcada de 1970, los xitos econmicos y polticos de los aos dorados comienzan a desmoronarse. Las grietas en los fundamentos de este modo de desarrollo emergieron tanto en las dimensiones econmicas como en las polticas y en la escala global como en la nacional. En trminos econmicos, el crecimiento dependa de manera sensible del equilibrio inestable entre capital y trabajo (Harvey, 1998). Es decir, se tornaba imprescindible para mantener el crculo virtuoso fordista la coordinacin entre crecimiento de la productividad, los salarios y las ganancias empresarias. Un incremento desproporcionado de los salarios como ocurri de acuerdo a Boyer (1988) o una desaceleracin de la productividad laboral que tuvo lugar como destacan Dumnil y Lvy (2004) a principios de los aos setenta conduciran a desestabilizar el patrn de crecimiento dominante. Adems, la estabilidad econmica del modo de desarrollo dependa de la capacidad de absorber la masa de productos excedentes que la virtuosa dinmica de la productividad generaba. Por ello, se requeran aumentos permanentes de los salarios (Marglin y Schor, 1990)8. As, el rol del salario era contradictorio para el patrn de crecimiento de posguerra. Aportando otro elemento a estas visiones que se centran en la disputa por la apropiacin de los ingresos entre capitalistas y trabajadores como el principal problema de imposibilidad de la reproduccin econmica de posguerra, Brenner (2006) destaca que para explicar la crisis de rentabilidad en la que ingres el modo de desarrollo de posguerra, debe tenerse en cuenta la exacerbacin de la competencia inter-capitalista que se puede veri-fcar desde mediados de la dcada de 1960, sobre todo en los pases centrales. Esta dinmica de competencia entre capitales por apropiar las decrecientes masas de ganancia condujo a una trayectoria la Marx en la cual los niveles de inversin en capital fjo se incrementaron de manera sostenida, lo que dio lugar a una cada sensiblemente mayor en la rentabilidad del capital en cada pas. En trminos internacionales, se pueden sealar al menos tres aspectos econmicos de importancia acerca de la crisis de los aos setenta. En primer lugar, comienza a darse con mayor intensidad el proceso de transnacionalizacin del capital estadounidense con orientacin exportadora, para saltar la barreras comerciales de diversos pases (Frieden, 2007). La gran masa de Inversin Extranjera Directa (IED) de origen norteamericano que fuye a fnes de los sesenta y principios de los setenta hacia pases centrales y perifricos, condi-ciona las formas de produccin locales generando una elevada concentracin del capital y dada su orientacin exportadora genera una fuga del sistema de reproduccin fordista, es decir el salario se ve principalmente como un costo ms que como una variable que incrementa la demanda agregada (Bhaduri, 2008). As, la transnacionalizacin de las empresas estadounidenses provoca, por un lado, desde el punto de vista de la produccin una elevada concentra-cin que conlleva en muchos pases a la prdida de capacidad competitiva de los capitales locales y, por otro lado, un cambio en el patrn de demanda fnal donde el peso de las exportaciones va en desmedro de la lgica de acumulacin que caracterizaba a la posguerra (Blecker, 1989). 8Los autores muestran que mientras que las tasas de crecimiento de la productividad laboral en los aos 1964-1968 para las economas de Europa, Estados Unidos y Japn, superaba a la tasa de crecimiento del salario, lo contrario ocurri en el perodo 1969-1973. Esto da lugar a pensar que el agotamiento econmico de la edad de oro tiene que ver en parte con el fenmeno de proft-squeeze o estrangulamiento de ganancias.E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 36 37 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalEste aspecto conduce a un segundo elemento: el patrn dlar-oro, eje de la estabilidad monetaria y comercial a nivel global, comienza a ser puesto en cuestin y abandonado en pos de la competitividad nacional en aos donde el estancamiento y la infacin eran las caractersticas salientes del mundo capita-lista9. Ante el estancamiento econmico y los desajustes de balanza de pagos que arrastraban los pases de Europa y Japn debido a la gran movilidad de capitales del perodo 1968-1973, los distintos gobiernos fueron progresivamente dejando fuctuar sus tipos de cambio y abandonando la primaca del dlar (Eichengreen y Eichengreen, 2000). La hegemona del dlar como garante de la estabilidad monetaria se diluy. En este escenario, el tercer elemento se refere a la elevacin del precio del petrleo por decisin de los pases petroleros, sobre todo de Medio Oriente (Frieden, 2007). El mismo produjo el encarecimiento de la energa y, por tanto, un incremento de costos que ante los modestos aumentos de productividad no podan re-absorberse y permitir una tasa de ganancia positiva (Dumnil y Lvy, 2004). Estos elementos econmicos en los planos nacional y global, se articularon con una serie de procesos de agotamiento de los fundamentos polticos del orden social de posguerra en ambas escalas. En la escala global, los cambios se centran sobre todo en torno a la decadencia de la supremaca de Estados Unidos hacia los aos setenta. Si bien existen posiciones divergentes entre distintos autores en relacin a este punto10, la coincidencia radica en que desde fnes de los aos sesenta y ms an a principios de los setenta, la legitimidad de la estrategia de Estados Unidos para conducir el mundo se vio socavada. El refejo ms claro de esto fueron toda la serie de procesos de descolonizacin en el Tercer Mundo y de posicionamientos nacionalistas y anti-imperialistas tanto en los centros como en las periferias. Las respuestas que el Estado imperial dio a estos procesos, fueron abiertamente en contra de la promocin de la democracia liberal que era uno de los pilares en los cuales se sustentaba la capacidad hegemnica de Estados Unidos (Anderson, 2002). Los impulsos de dictaduras militares, las invasiones directas a pases peligrosos o la instrumentacin de gobiernos 9El patrn dlar-oro daba lugar a una cierta estabilidad monetaria a travs de una subordinacin estricta de las polticas monetarias y cambiarias de la mayora de los pases del mundo capitalista a la poltica monetaria de Estados Unidos. De esa manera, la expansin monetaria domstica en la mayora de los pases del mundo, como as tambin el nivel del tipo de cambio nominal, se anclaba a las posibles expansiones de la base monetaria por parte de la Reserva Federal. 10Vase la discusin sobre el declive o no de la hegemona de Estados Unidos en Arrighi (2007) y Panitch y Gindin (2005).nacionales afnes a travs del boicot y la fnanciacin, fueron demoliendo la legitimidad poltica de Estados Unidos. En la escala nacional, la poltica en distintas regiones del mundo estuvo marcada por un proceso de radicalizacin popular en paralelo al desgaste de los Estados de Bienestar. En los pases centrales, se va consolidando en los aos sesenta una tendencia a la desaparicin de las pasiones progresistas de aos anteriores, que haban sido las potencias sociales que podan impul- sar un salto hacia adelante en relacin al letargo que los Estados bienestaris-tas generaban (Hobsbawm, 2005). Esta somnolencia de los pases centrales a fnes de la dcada de 1960 y principios de la de 1970 era un signo claro de que la Edad de Oro no poda durar mucho tiempo ms, debido a sus propias contradicciones (Offe, 1994). A la par de este descreimiento sobre las poten-cialidades de los Estados de Bienestar, la situacin econmica llev a que la movilizacin popular principalmente obrera y juvenil se profundizara en los aos que van desde 1968 a 1973 (Hobsbawm, 2005). Los ejes de las demandas populares que ponan en cuestin las limitaciones de la socialdemocracia eran, principalmente, el rechazo del trabajo asalariado por parte de los jvenes, el repudio de los obreros no califcados hacia las jerarquas existentes en las grandes corporaciones y la exigencia de mayores niveles de autonoma por parte de los asalariados profesionales (Bjar, 2011).En defnitiva, en el curso de los aos sesenta y hacia los aos setenta, todos los elementos propios del modo de desarrollo de posguerra, mostraron signos de desgaste y manifestaron sus contradicciones latentes. El sistema de pagos internacionales basado en el dlar se desintegr. Hubo fuertes indicios de desaceleracin de la productividad laboral en diferentes espacios nacionales. Al mismo tiempo, para gran parte de las nuevas generaciones de trabajadores para las cuales la Gran Depresin de los 30 estaba fuera de su experiencia vivida, los incrementos salariales negociados en aos previos por sus sindicatos comenzaron a verse limitados. Estos elementos, sumados a una serie de cuestionamientos culturales y polticos al orden mundial existente entre los cuales el rechazo a la Guerra de Vietnam, el Mayo Francs, la Primavera de Praga y los procesos de descoloniza-cin mencionados son hitos fundamentales, echaron por tierra las expectativas reformistas de una sociedad opulenta perpetuamente reproducible, tal como la caracterizaba Galbraith (2004). As, () el cambio fue drstico: la economa mundial no recuper su antiguo mpetu tras el crac. Fue el fn de una poca. Las dcadas posteriores a 1973 seran, una vez ms, una era de crisis (Hobsbawm, 2005: 289). El E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 38 39 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalneoliberalismo iba a emerger como un nuevo modo de desarrollo a nivel global a travs de la crisis de los aos dorados. Laemergenciadelneoliberalismocomonuevoordensocial: elcarcterdeclasedelareestructuracineconmico-polticaLos estados dejan de ser empresarios y se convierten en policas. Los presidentes se convierten en gerentes de empresas ajenas. Los ministros de economa son buenos traductores. Los industriales se convierten en importadores. Los trabajadores pierden sus trabajos. Los campesinos pierden sus tierras. Los nios pierden su infancia. Los jvenes las ganas de creer. Los viejos pierden su jubilacin. La vida es una lotera, opinan los que ganan. Eduardo Galeano, Patas para Arriba, 2005.Por lo dicho hasta aqu, los aos setenta fueron el escenario de una crisis del orden social dominante de posguerra que slo poda ser comparable con aquella que se produjo en las ltima dcadas del siglo XIX (Arrighi, 2007). Sin embargo, que la crisis de la edad de oro pueda explicarse en parte por las propias contradicciones econmicas y polticas del modo de desarrollo keynesiano-fordista en las diversas escalas analizadas, no permite extraer conclusiones sobre el rumbo que tomara el proceso de reorganizacin (econmico y poltico) para superar la crisis y el agotamiento de este orden social. Volvamos aqu sobre la cuestin planteada por Harvey (2007) acerca del carcter clasista del giro neoliberal. Si la resolucin de la crisis de los aos setenta se tramit de manera tal que el poder y los ingresos de las clases domi-nantes fueron restablecidos, precisamente debemos sealar en qu medida se produjo un desgaste de ese poder econmico y poltico de las clases dominan-tes que llev a la crisis del modo de desarrollo de posguerra. Por su parte, las implicancias de las relaciones de dominacin/subordinacin entre pases deben, sin duda, formar parte integral para explicar la consolidacin del nuevo modo de desarrollo post-crisis.Por tanto, el surgimiento del neoliberalismo, como un nuevo orden social en las escalas global y nacional, slo es pasible de ser comprendido en toda su complejidad desde una perspectiva que estudie la articulacin entre los elementos econmicos y polticos que fueron conformando de manera contradictoria y confictiva dicho orden. Las dimensiones econmicas que pueden tomarse en cuenta son, como hemos sealado, mltiples. Desde fnes de los sesenta la infacin en especial en los precios de las materias primas y el petrleo y el estancamiento econ-mico fueron algunas de las manifestaciones materiales de la crisis del orden de posguerra en las diversas escalas geogrfcas (Frieden, 2007). Sin embargo, es posible englobar esta diversidad de aspectos econmicos que present la crisis que dio marco de posibilidad a la emergencia y consolidacin del neoli-beralismo, en dos que se consideran los ms relevantes y que otorgan funda- mento a los dems: la cada de la rentabilidad del capital y el declive de la hegemona econmica de Estados Unidos. Vale aclarar, en primer lugar, que la reduccin de la rentabilidad, da cuenta de uno de los aspectos econmicos ms salientes de toda crisis en las econo-mas dominadas por las relaciones capitalistas (Shaikh, 1990). De tal manera, no puede pensarse el agotamiento del modo de desarrollo de posguerra y su posterior resolucin sin discutir brevemente la cada que sufri la tasa de ganan-cia por aquellos aos. A su vez, el estancamiento econmico, el desempleo y la infacin fueron las consecuencias ms visibles de este desbarranco de la rentabilidad (Arrighi, 2007). Dada esta jerarquizacin de las variables a los fnes de la explicacin, es posible sealar que el conjunto de la clase dominante tanto en los pases centrales como en los perifricos, sufri una cada de los ingresos signifcativa entre 1968 y 1979. Una variedad de estudios para distintos pases del centro y la periferia demuestra que la cada de la rentabilidad desde fnes de los aos sesenta y hasta fnes de los setenta, fue una marca distintiva del perodo (vase Moseley, 1997; Shaikh, 1999; Cmara Izquierdo, 2006; Maniatis, 2005; Venida, 2007).En los pases centrales, por ejemplo, Dumnil y Lvy (2004) sealan que entre fnes de los aos sesenta y mediados de los setenta del siglo pasado, la rentabilidad del capital en Estados Unidos se redujo desde el 20,6% al 15,4% mientras que en el occidente europeo en particular en Francia, Alemania y Gran Bretaa pas del 18,1% al 13,8%. En este punto, ms all de las sustanciales diferencias acerca de cules son las explicaciones alternativas a esta crisis de rentabilidad, Brenner (2006) destaca que la exacerbacin de la competencia entre capitales en la industria manufacturera muchas entradas y pocas salidas de capital en cada rama industrial conllev a que fuera la tasa de ganancia de estos sectores de la pro-duccin la que presentara cadas ms abruptas. Esto se dio para el conjunto del capital industrial a escala global y, en particular, para los capitales que operaban en los pases centrales tales como Estados Unidos, Japn y Alemania. Este proceso tendencial a la sobre-acumulacin de capital, fue una explicacin acep-table de por qu la rentabilidad de las diversas ramas industriales a mediados de E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 40 41 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberallos aos setenta del siglo XX, mostr una cada sustancial11. La reduccin de la rentabilidad industrial afect directamente uno de los ejes sobre los que se basaba la dinmica de acumulacin mundial. La produccin industrial era sin duda la actividad ms virtuosa en la cual invertir el capital y, a su vez, muchos analistas depositaban las esperanzas de que estas fracciones de las clases domi-nantes fueran las portadoras de las fuerzas progresivas de la sociedad toda. Por ello, tanto en de los pases centrales como en los perifricos, la industrializacin como eje del modo de desarrollo de posguerra ingres en la mayora de las regiones del mundo en una fase de descomposicin (Frieden, 2007). As, la emergencia de un nuevo modo de desarrollo requera resolver la crisis de rentabilidad que impactaba, principalmente, en el crecimiento econmico y el empleo. Las variantes que se impusieron durante los primeros aos de la crisis se encontraban asociadas a las perspectivas keynesianas (Lapavitsas, 2005). Estas polticas keynesianas, impulsadas desde las clases dominantes y los Estados Nacionales, mostraron rpidamente sus limitaciones. Dicha incapa-cidad se hizo evidente a medida que la infacin y el estancamiento se erigan en el nico resultado que se obtena de estas formas tpicas de la posguerra para resolver las recesiones (Frieden, 2007). Esta situacin, sumada a las grandes huelgas obreras que a lo largo de la dcada de 1970 dejaron entrever el males-tar de las clases trabajadoras que vean empeorar sus condiciones materiales tanto en trminos de empleo como de ingresos reales, abri la posibilidad a la reestructuracin conservadora frente a la crisis. La reestructuracin comenz as a gestarse hacia fnes de los setenta. Es as que la emergencia del neoliberalismo como proyecto poltico-econmico con potencialidades para superar la crisis de la posguerra, se instal con fuerza en las diferentes regiones del mundo, comenzando por los pases centrales y avanzando desde all hacia las periferias. Como lo expresa Harvey (2004), sta fue tanto una solucin espacial como temporal de la crisis. En primer lugar, es posible asociar el carcter espacial de la solucin a una nueva construccin de escala, en la cual la preeminencia de la escala global sobre la nacional se acentu mediante la combinacin de ciertos elementos, tales como: la mundializacin de las relaciones capitalistas, la profundizacin de la transnacionalizacin de las empresas, la reduccin signifcativa de los costos de transporte, el boom de las comunicaciones y un sistema fnanciero ms sofsticado que permiti la movilidad instantnea del capital dinero (Santos, 11A diferencia del anlisis de Brenner (2006), Dumnil y Lvy (2004) reconocen en el estancamiento del cambio tecnolgico por tanto, del crecimiento de la productividad laboral la causa central de la reduccin de la tasa de ganancia.1999; Harvey, 2007). Estos elementos dieron lugar a que una serie de territorios no incorporados antes o solo parcialmente al proceso global de acumulacin comiencen a formar parte integral del mismo. Entre ellos podemos sealar la apertura capitalista de China y Vietnam (Arrighi, 2007) y otras economas nacionales que pueden considerarse, a decir de Giraud (2000), como econo-mas con bajos salarios y capacidad tecnolgica. La explicacin que detrs de la inclusin a la dinmica de acumulacin global de espacios nacionales no insertos previamente, es precisamente que las posibilidades para las clases dominantes de invertir las ingentes masas de capital excedente de las empresas radicadas en las economas centrales en estos nuevos mercados nacionales, permiti una elevada rentabilidad para los sectores industriales preexistentes (De Angelis y Harvie, 2008). Esta recomposicin de la tasa de ganancia en los sectores industriales se bas en dos cuestiones clave: los bajos costos laborales unitarios que estos espacios nacionales posean y la posibilidad de realizacin del valor a travs de estrategias exportadoras, en las cuales el mercado interno y la acumulacin auto-centrada eran parte de la crisis previa y no de las soluciones (Giraud, 2000). Es as que la nueva oleada de IED desde los centros capitalistas hacia las regiones perifricas en bsqueda de bajos salarios y relaciones labo-rales ms laxas y fexibles fueron una primera seal de recomposicin de la rentabilidad del capital, en especial del industrial (Brenner, 2006; Arrighi, 2007). Una segunda cuestin que podemos mencionar como asociada a las solucio-nes espaciales para la rentabilidad del capital, fue la migracin de colectivos de trabajadores con bajas califcaciones desde pases perifricos o semi-perifricos hacia los centros, y de las ciudades perifricas a las zonas metropolitanas, en busca de posibilidades de ingresos mayores o bien de una cierta estabilidad laboral (OConnor, 2010). Esta situacin condujo a que se generalice la exis-tencia en la mayora de los pases del mundo de mercados de fuerza de trabajo duales, lo cual introdujo una gran brecha de desigualdad entre trabajadores formales y precarios que ejerce, sin embargo, presin a la baja en los salarios del conjunto de trabajadores. Adems, la existencia de dualidad en el mercado de fuerza de trabajo permiti a los grandes capitales una reduccin de costos signifcativa a travs de la sub-contratacin y el desprendimiento de actividades que se encontraban en aos previos integradas verticalmente en la empresa.En lo que atae a las soluciones temporales, es decir a la traslacin en el tiempo de las tendencias contradictorias que afectaban a las economas capi-talistas en los aos setenta, sin duda la ms relevante es la posibilidad de una mayor velocidad de rotacin del capital y un aumento de nuevas oportunidades de inversiones rentables que otorg la llamada fnanciarizacin de la economa mundial (Arrighi, 2007; Dumnil y Lvy, 2004). Este nuevo rol para el capital E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 42 43 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalfnanciero comienza a consolidarse sobre todo con lo que se conoce como el Shock Volcker: el incremento de ms de 100% de la tasa de inters de los bonos del Tesoro de Estados Unidos implementada por el famante paladn del monetarismo Paul Volcker que el presidente Carter design al frente de la Reserva Federal en 1979. En la situacin de crisis de las intervenciones contra-cclicas keynesianas, esta medida fue aplaudida sobre todo en Wall Street y en las principales plazas fnancieras del mundo entre las cuales ya se incluan pases del Este de Asia, como as tambin por el recientemente elegido gobierno conservador britnico de Margaret Thatcher. Los efectos de la medida fueron unvocos: anulacin de la infacin, acentuacin del desempleo, incrementos nulos de salarios y, sobre todo, un aumento fenomenal de la rentabilidad para las fracciones fnancieras de la clase dominante (Dumnil y Lvy, 2004). Es as que el incremento de las tasas de inters otorg condiciones de valo-rizacin a corto plazo sin precedentes para los excesos de capital que existan por aquellos aos. La redistribucin de ingresos a favor de estas fracciones de las clases dominantes fue as clave para restaurar su poder y sus ingresos, lo cual no niega sino que refuerza el rol de las soluciones espaciales. Adems, cabe sealar siguiendo a Krippner (2005), que la fnanciarizacin tuvo un fuerte impacto positivo en la rentabilidad de las empresas no fnancieras, que lograron colocar buena parte de sus recursos excedentes de capital dinero en bonos y otros activos fnancieros. La autora afrma as que el sector industrial no slo se benefci sino que domin y dirigi el proceso de fnanciarizacin de las economas centrales. Al mismo tiempo, esta estrategia de diversifcacin de portfolio hacia inversiones fnancieras por parte de las empresas dedicadas a actividades productivas, les permiti a los empresarios desestimar la impor-tancia en el corto plazo al menos de las demandas por mejoras salariales y condiciones laborales de los trabajadores, puesto que la posibilidad de obtener ganancias dependa menos de los costos laborales y ms de las brechas entre tasas de inters activas y pasivas (Arrighi, 2007). Por otra parte, severas condiciones se impusieron a los deudores tanto estatales como privados como resultado de la fnanciarizacin mundial. Entre los aos 1973 y 1979 los incrementos del precio del petrleo, haban llevado a los pases perifricos miembros de la OPEP a apropiarse de una masa de capital-dinero signifcativa. A su vez, con las bajas tasas de inters real de esa etapa se torn muy conveniente tomar capital-dinero prestado, tanto para las economas centrales a fnes de aplicar la poltica keynesiana fnalmente fallida, como para los pases perifricos para insistir en el proceso de indus-trializacin sustitutiva tambin fracasado (Frieden, 2007). Sin embargo, el incremento de las tasas de inters luego de 1979 condujo a la quiebra masiva de empresas endeudadas en su mayora industriales y a una nueva posicin de desigualdad redoblada para los Estados Nacionales endeudados, en particular los de Amrica Latina (Giraud, 2000). As, la contracara del incremento de la rentabilidad a travs de la fnanciarizacin fue la concentracin y centraliza-cin del capital ante la quiebra de empresas y las fusiones y adquisiciones de empresas endeudadas y un ciclo de profundizacin de la dependencia en el Tercer Mundo durante los aos ochenta, que tuvo a la deuda pblica como su sello distintivo (Frieden, 2007) Por lo planteado hasta aqu, fue la restitucin de los ingresos de las clases dominantes el resultado ms inmediato de la transicin hacia un nuevo modo de desarrollo (Dumnil y Lvy, 2004). Mientras que la tasa de ganancia mostraba una tendencia a la baja a nivel global, y en particular en los pases centrales desde fnes de los aos 60 y mediados de los 70, esta tendencia cambio sustan-cialmente ms avanzada la dcada de 1970 y, sobre todo, despus de 1979. La tendencia a la concentracin de los ingresos, y por tanto a la desigualdad como forma de resolucin de la crisis y reimpulso de la acumulacin, se profundiz a medida que se consolidaba el modo de desarrollo neoliberal en diversas regiones del mundo12. Bajo los preceptos de la austeridad en el gasto pblico social, los recortes de impuestos a los ricos tarea en la cual el gobierno de Ronald Reagan fue pionero en 1981, la apertura comercial y fnanciera de diversas economas nacionales y, sobre todo, el shock que signifc para las perspectivas polticas transformadoras el colapso del socialismo realmente existente, el Consenso de Washington se propona como la nica alternativa viable para el mundo libre (Williamson, 2005). En este marco, cabe sealar que las implicancias de las distintas solucio-nes espacio-temporales estuvieron asociadas tambin a la solucin de otro problema econmico trascedente y que el giro neoliberal vino a soslayar: la prdida parcial de hegemona econmica de Estados Unidos. La decadencia de la hegemona estadounidense en el plano econmico, se ve manifestada en el desafo que le plantean por la conduccin de la economa mundial Japn y Alemania, en lo que Brenner (2002) dio en llamar el desarrollo desigual13. Ante esta situacin, es que desde el gobierno de Carter y ms an durante la 12Como seala Harvey (2007) hacia fnes de dicha dcada el ingreso del 1 por ciento ms rico de la sociedad en Estados Unidos creci desde un 6% en 1979 hasta alcanzar a fnes del siglo XX un 15%.13Cabe sealar que la utilizacin del autor de este concepto no se relaciona de manera directa a la nocin de desarrollo desigual de los tericos de la teora de la dependen-cia sino que expresa el proceso por el cual los pases con menor desarrollo capitalista intentan alcanzar a aquellos que lideran el proceso. E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 44 45 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberaladministracin Reagan se impulsan las modifcaciones en ciertas variables de poltica econmica clave, tales como la tasa de inters de los bonos del Tesoro, los regmenes impositivos para el comercio exterior y la liberalizacin de los mercados de capitales. Tal como apunta Arrighi (2007) estas medidas confuan con y daban lugar a los procesos de mundializacin, fnanciariza-cin y des-localizacin productiva que resolvieron la crisis de ingresos de las clases dominantes y, al mismo tiempo, permitan a Estados Unidos recomponer su situacin econmica y poltica interna. De ser el gran acreedor del mundo, Estados Unidos se convirti, en pocos aos, en el gran deudor. La mayora de los pases desarrollados sostuvieron el dlar a travs de la afuencia de recur-sos a su cuenta capital, como es el caso en especial de Japn (Murphy, 2006), que con el aumento de la tasa de inters de la Reserva Federal haca sus bonos atractivos. Al mismo tiempo, los capitales de origen estadounidense que en forma de IED migraron en busca de costos laborales reducidos y plataformas de exportacin, lograron reactivar el consumo dentro de las propias fronteras de Estados Unidos, sobre todo de las clases dominantes y de los managers de empresas que participaban de una u otra forma de las nuevas oportunidades otorgadas por las fnanzas (Dumnil y Lvy, 2004). Es as que, como sealan Panitch y Gindin (2005), existe una clara con-veniencia por parte del resto de los Estados centrales de sostener la excesiva absorcin estadounidense desde 1979 en adelante debido, sobre todo, a que la reproduccin de las relaciones capitalistas a nivel de los Estados Nacin centrales dependa en gran medida del capital estadounidense. El inters de los Estados centrales radicaba en que la economa estadounidense segua mostrando un dinamismo y una seguridad nicos para realizar inversiones en ese pas, an cuando la mayora de ellas desde la dcada de 1980 se constituyen en la forma monetario-fnanciera del capital. El carcter imperial de Estados Unidos y la posibilidad de restablecer su dominio econmico a nivel global se expresa as a travs de dos mecanismos opuestos. Por un lado, la IED de Estados Unidos en los pases centrales y, por otro, en el ingreso de capital desde esos mismos pases hacia Estados Unidos para realizar inversiones fnancieras ms seguras. As, la diferencia clave entre la IED que fuye desde Estados Unidos radica en que la misma genera una re-confguracin de las relaciones sociales en cada espacio geogrfco nacional, adaptndolo a una nueva condicin dependiente, mientras que no ocurre lo mismo con la inversin que el resto de los pases centrales realizan en el mercado estadounidense, que slo logran apuntalar la posicin imperial de Estados Unidos (Panitch y Gindin, 2005). De esta manera, el giro neoliberal permiti el restablecimiento de la rentabi-lidad y la hegemona econmica de Estados Unidos a travs del desplazamiento espacio-temporal de las contradicciones que dieron lugar a la crisis del modo de desarrollo de posguerra. Sin embargo, nos queda por indagar sobre algunos de los aspectos polticos ms salientes de estos cambios.En cuanto a la escala global, el declive de la hegemona econmica de Esta-dos Unidos tuvo su contracara poltica producto de la prdida de legitimidad de su visin liberal-democrtica ante las evidentes violaciones de derechos humanos en Vietnam, el silencio o la oposicin abierta a ciertos procesos de descolonizacin del Tercer Mundo y el apoyo explcito a gran parte de las dic-taduras latinoamericanas. Ante esta situacin, la recomposicin de la posicin de Estados Unidos como centro de gravedad de la economa mundial requera tambin de la recuperacin de la hegemona en trminos polticos14. Si bien el debate sobre la decadencia econmica y poltica de Estados Unidos no est saldado an, lo cierto es que durante la crisis del modo de desarrollo de posguerra los pases centrales parecan lograr grados de autonoma mayores respecto a Washington de los que haban obtenido en los aos previos. Sin embargo, ante el deterioro del ejercicio normal de la hegemona es decir, la prdida de consenso durante la crisis se magnifc la capacidad coercitiva de Estados Unidos, sobre todo gracias a su gran potencia militar (Anderson, 2002). Es decir, la potencial imperial ha ido transitando un camino de profundizacin de la dominacin coercitiva en detrimento de la dominacin consensual. A la par de este aumento sin igual de la capacidad militar, que tuvo su punto de infexin en los aos ochenta y se consolid en los noventa, el pensamiento neo-conservador tuvo un rol importante para dar sustento ideolgico-poltico a la visin unipolar del mundo y a la va capitalista de mercado como nica forma de desarrollo viable para las diferentes naciones.Este fundamento poltico-ideolgico del nuevo orden mundial vena ges-tndose desde ms de tres dcadas atrs en diversos espacios institucionales universidades, instituciones privadas, entre otros y logr hacia la dcada de 1980 y sobre todo de 1990 convertirse en el pensamiento hegemnico (Mann, 2004). Los principales ejes sobre los que se construy este nuevo cemento ideolgico del orden neoliberal eran: los principios del libre mercado, la extensin del liberalismo poltico y la reivindicacin de los derechos humanos la americana (Anderson, 2002; Panitch y Gindin, 2005). Estos elementos permitieron a la primera potencia mundial reconstruir su legitimidad en el seno 14Resulta clave sealar aqu que, de acuerdo a Gramsci (1970), la hegemona posee tanto una dimensin econmica como una dimensin poltico-ideolgica y una dimensin cultural. Las posibilidades de ejercer hegemona por parte de una clase, una fuerza po-ltica en el gobierno o un Estado frente a otros, slo pueden comprenderse incluyendo estos aspectos de conjunto. E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 46 47 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalde los Estados centrales y aparecer nuevamente como el necesario conductor del proceso econmico y poltico a nivel global. As, la superioridad militar, poltica e ideolgica de Estados Unidos en la direccin del mundo capitalista present un carcter ms unilateral que en el perodo de posguerra, ms all de su retrica en la cual la toma de decisiones sobre problemas globales se tramitan a travs de una fcticia comunidad internacional (Anderson, 2002)15. De esta manera, la combinacin de un nuevo liberalismo en el plano econ-mico y un nuevo conservadurismo en lo poltico, acompaado por los niveles de desarrollo militar ms impresionantes de la historia, permitieron reconducir la crisis poltica de los aos setenta. Estados Unidos se situ otra vez desde los aos ochenta en el centro de la escena y, luego del 2001, profundiza su unila-teralismo y el ejercicio de su dominacin mediante la coercin (Kepel, 2004). Al margen de estos elementos polticos a escala global, en las diversas escalas nacionales los proyectos neoliberales tuvieron objetivos claros de reestructuracin de las ataduras del capitalismo de posguerra (Harvey, 2007). Con particulari-dades en las diversas regiones, el denominador comn fue la imposicin por la fuerza de nuevas reglas para la gestin de las relaciones laborales, una serie de polticas econmicas asociadas a la liberalizacin de las economas nacionales y una fuerte penetracin del neo-conservadurismo individualizante que logr restar importancia poltica a los proyectos nacionales de caractersticas ms populares o bienestaristas (Harvey, 1998). Por lo dicho hasta aqu, el neoliberalismo fue un proyecto poltico-econmico que logr restablecer el poder y los ingresos de las clases dominantes a escala global. As, el giro neoliberal surgi a partir de las necesidades del capital como relacin social dominante de desmontar la trama de relaciones sociales propias del capitalismo de posguerra, para otorgar mayores posibilidades de apropiacin de excedentes a las clases favorecidas por la estructura social y su dinmica de reproduccin. El agotamiento del modo de desarrollo de pos-guerra gener las condiciones econmicas y polticas necesarias aunque no sufcientes para la imposicin de un nuevo proyecto de las clases dominantes. Estas tendencias mundiales desde 1973 produjeron un quiebre en el modo de desarrollo keynesiano-fordista que, sin negar las formaciones sociales bsicas 15La ofensiva neo-conservadora tuvo una fuerte infuencia en la exacerbacin de la pre-sunta universalidad de los patrones culturales, polticos y jurdicos estadounidenses. Es as que el cine estadounidense, la gran empresa fnanciera, los marcos regulatorios laxos, etctera, hicieron que Estados Unidos aparezca nuevamente como un ejemplo a seguir para los pases capitalistas centrales. El modelo jurdico estadounidense y su industria cultural han sido uno de los pilares de la recomposicin hegemnica a nivel global. del capitalismo, alteraron radicalmente las correlaciones de fuerza sociales y las formas especfcas de reproduccin de las clases subalternas. Altos niveles de desempleo estructural; una elevada subcontratacin de trabajadores, que fragment la capacidad de organizacin sindical y, al mismo tiempo, produjo un desplazamiento espacial y temporal de la produccin hacia la periferia del mundo y las periferias de las ciudades centrales; el surgimiento de una multipli-cidad de pequeas empresas que prestan servicios a las grandes corporaciones; una reduccin signifcativa del tiempo de rotacin del capital, lo que permiti acrecentar la rentabilidad de corto plazo de las grandes empresas y una rotacin elevada del consumo; un nuevo rol del Estado dirigido a lograr un buen clima de negocios; un desplazamiento poltico hacia el neo-conservadurismo y un individualismo ms radical; son algunas de los resultados ms evidentes de las tendencias que la afrmacin del proyecto neoliberal ocasion (Harvey, 1998).La consolidacin de este nuevo orden social no estuvo, sin embargo, fuera del alcance de nuevas crisis. A pesar de ello, estas crisis a diferencia de lo ocurrido con la crisis del modo de desarrollo de posguerra, se manifestaron primero en las periferias y luego en los centros del capitalismo mundial y con caractersticas especfcas muy diferentes. A su vez, las superaciones de la crisis del neoliberalismo diferen sustancialmente entre diversas regiones y pases.AugeyocasodelordenneoliberalenAmricaLatina Las tendencias globales y los cambios que el neoliberalismo implic en trminos materiales y polticos, tuvieron una notoria infuencia en los pases de Amrica Latina. El nuevo escenario de los aos setenta implic para estos pases un quiebre defnitivo en el modo de desarrollo que tena a la industrializacin por sustitucin de importaciones (ISI) como su proyecto dominante (Frieden, 2007). Las nuevas dinmicas de la IED hacia la regin, la des-localizacin productiva y el endeudamiento externo que coadyuvaba al proceso de fnanciarizacin, fueron elementos clave para romper defnitivamente con la inercia de un modo de desarrollo que al igual que en otras regiones mostraba claros signos de agotamiento (Preston, 1999). Al mismo tiempo, el reimpulso de la hegemona estadounidense sobre todo mediante la coercin directa se hizo sentir a travs de la anulacin de los proyectos de orientacin popular o transformadores que en la regin haban logrado una gran legitimidad desde la Revolucin Cubana en adelante (Bjar, 2011). De esta manera, el empate hegemnico entre las clases subalternas o ciertas alianzas de clases y las clases dominantes (Portan-tiero, 1974) que caracterizaba a una variedad de pases de la regin, comienza a defnirse a favor de estas ltimas. E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 48 49 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalLa temporalidad del proceso de imposicin del neoliberalismo al Sur del Ro Bravo no fue, sin embargo, lineal. Es posible distinguir al menos tres sub-perodos histricos. El primero de ellos, se inicia en la dcada de 1970 con la instauracin de las dictaduras en el Cono Sur. En segundo lugar, estos cambios econmicos van logrando durante los aos ochenta transformar la estructura social y, al mismo tiempo, se producen cambios polticos de peso que reconf-guraran las arenas polticas nacionales de cada pas. Por ltimo, los cambios ms trascendentales se presentan hacia fnes de los ochenta y principios de los noventa, donde se termina de consolidar al igual que en otras regiones del mundo un nuevo orden social regresivo en lo econmico y excluyente en lo poltico (Svampa, 2005). Es as que el puntapi inicial del cambio en los modos de desarrollo latinoa-mericanos es decir, el giro neoliberal form parte en la regin del auge de un ciclo contra-insurgente y anti-popular que comenz en la dcada de 1960 con los golpes militares en Brasil y Bolivia (1964) (Sader, 2009). Ms all de estos reveses para las iniciativas populares, el quiebre defnitivo hacia la imposicin del neoliberalismo como proyecto de clase fue en 1973 con el golpe de estado al gobierno de Salvador Allende. Este fue en gran medida un smbolo de la derrota poltica de aquellos aos para proyectos que aspiraban tanto a la consolidacin de esquemas de bienestar en clave nacional-popular como para aquellos que impulsaban la transformacin radical de las sociedades latinoamericanas y, al mismo tiempo, marc el triunfo ideolgico del liberalismo econmico y el conservadurismo poltico, ambos aspectos pilares del gobierno de facto de Pinochet16. La instalacin del neoliberalismo en la regin fue a sangre y fuego, a travs de un nuevo autoritarismo que tuvo como puntos de apoyo centrales el pasaje desde el desarrollismo hacia liberalismo en lo econmico, el desa-rrollo de la Doctrina de la Seguridad Nacional para el combate del enemigo interno, la negacin de la poltica como conficto social y, por ltimo, una nueva subordinacin a los intereses y preceptos de Estados Unidos en lo poltico (Born, 2003). Este ciclo poltico fue, en defnitiva, una ofensiva de las cla- ses dominantes a escala nacional ante el avance poltico y material de las clases subalternas que ponan en cuestin la hegemona del desarrollismo clsico en la regin o lo re-defnan desde una perspectiva popular y anti-imperialista (Svampa, 2008). 16Cabe sealar el importante rol que cumpli la Escuela de Chicago en el diseo del programa econmico del gobierno militar en Chile. Esta escuela de teora econmica liderada por Milton Friedman propona una batera de medidas de poltica macro-econmicas con una visin estrechamente ligada a un monetarismo y liberalismo radicales. Slo a partir de la articulacin entre los cambios en el balance de fuerzas sociales a escala nacional y las nuevas dinmicas del capitalismo a escala global es posible dar cuenta acabada de las implicancias del establecimiento del nuevo orden neoliberal en Amrica Latina. Es en este sentido que puede comprenderse el contradictorio perodo de los aos ochenta, como el segundo momento clave en la imposicin del nuevo modo de desarrollo. Por esos aos, desde el punto de vista poltico se celebr la apertura democrtica en varios pases de la regin Argentina, Uruguay y Brasil y el triunfo de la Revolucin Sandinista marcaba an ciertas posibilidades para proyectos polticos transfor-madores (Sader, 2009). A pesar de ello, los nuevos vientos democrticos no trajeron consigo un perodo de prosperidad econmica como era de esperar desde las tradicionales visiones desarrollistas-liberales forjadas en la regin y, por el contrario, se manifestaron con mayor intensidad las tendencias al estancamiento econmico, la nueva dependencia basada en la exportacin de recursos naturales y en el endeudamiento en el exterior, la desarticulacin y fragmentacin de la clase trabajadora y una serie de procesos infacionarios que profundizaran la elevada desigualdad de la regin al tiempo que acabaran por desacreditar todas las acciones del poder estatal tendientes a mejorar la integracin social (Cecea, 1996). A su vez, la victoria poltico-ideolgica del neoliberalismo condujo hacia fnes de la dcada a que an aquellos partidos polticos tradicionalmente ligados a intereses populares17 abrazaran las ideas neoliberales como el camino del desarrollo posible, siguiendo a rajatabla los preceptos del Consenso de Washington y las promesas que el mundo libre ofreca (Sader, 2009). Esta transicin propia de los aos ochenta se complet defnitivamente en la dcada de 1990. Es este tercer perodo de imposicin del neoliberalismo el momento en el cual se consolida en la regin una transformacin del orden social adaptado econmica y polticamente acorde al proyecto de las clases dominantes a escala global. Precisamente, el acceso al poder estatal de esas fuerzas polticas que en el pasado haban representado (aunque de manera limitada) los intereses populares, son las que lograron la legitimidad poltica para completar las reformas necesarias para consolidar el neoliberalismo: la apertura econmica, la privatizacin de lo pblico-estatal, la fexibilizacin de la legislacin laboral, la austeridad y focalizacin del gasto pblico, entre otras cuestiones clave ampliamente estudiadas (Arceo, 2011; Sader, 2008). 17Entre ellos podemos sealar el Partido Revolucionario Institucional en Mxico, la Social-democracia brasilea, el Partido Justicialista en Argentina, el Partido Socialista chileno y el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Bolivia, entre otros. E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 50 51 1/ Los aos dorados del capitalismo y el giro neoliberalLos resultados y consecuencias de este proceso de reestructuracin de treinta aos, coronado en la dcada de 1990, fueron mltiples y contundentes. En primer lugar, la apertura econmica y la privatizacin de lo pblico fueron procesos articulados a las nuevas necesidades del capital global, tanto como la expropiacin de los recursos naturales, y de esta manera parte integral del proceso de reconversin material que el neoliberalismo implic en la regin. As, la apropiacin de estos recursos impuso a los pases perifricos la necesi-dad imperiosa de mejorar la posicin competitiva del capital global (Cecea, 1996). Un presupuesto de sta tendencia es la inclusin en la lgica capitalista de aspectos de la vida social que no se encontraban estrictamente bajo su dominio: la mercantilizacin de los espacios comunes y la penetracin del capital en espacios de produccin antes controlados por el Estado petrleo, agua potable, electricidad, gas, etc. o enmarcados en relaciones mercantiles no capitalistas tierras destinadas a la produccin agrcola comunitaria. Esto fue parte del nuevo impulso de la acumulacin originaria y la nueva poltica de cercamientos de espacios comunales (Galafassi, 2009). Desde mediados de la dcada de 1990 esta tendencia a la acumulacin por desposesin (Har-vey, 2003), se vio fortalecida por el crecimiento acelerado de los precios de alimentos y commodities. En segundo lugar, la competitividad internacional exiga tambin la rearti-culacin de las relaciones laborales en la periferia a los fnes de conformar una nueva fuerza de trabajo adaptada objetiva y subjetivamente a los requisitos de las ramas de exportacin (Arceo, 2011). Para ello fueron clave las reformas laborales tendientes a reducir las cargas patronales, facilitar las posibilidades de despido y la fexibilizacin de las formas de contratacin que permitieron una nueva morfologa del trabajo en la regin (Antunes, 2001). Esta situacin tuvo, a su vez, un impacto signifcativo sobre las formas de organizacin popular, traducidas en una prdida de centralidad de los trabajadores ocupados formales, an en aquellos pases donde estas fracciones de las clases subalternas haban tenido preponderancia en otras pocas (Svampa, 2005; Sader, 2008). En tercer lugar, la nueva dependencia en la regin estuvo marcada por un salto cuantitativo y cualitativo en los niveles de concentracin, centralizacin transnacionalizacin y fnanciarizacin de las economas nacionales (Arceo, 2011). Este proceso fue an ms acentuado en los pases ms grandes de la regin que podran resultar ms atractivos como plataformas exportadoras (Argentina y Mxico) y tambin plazas fnancieras (como es el caso de Brasil) (Salama, 2000; Salama, 2009; Oliveira, 2009).Por ltimo, quiz el resultado ms evidente de este proceso fue, en consonancia con lo que ocurra a nivel global, una fenomenal redistribucin de ingresos a favor de las clases dominantes, sobre todo de su ncleo ms dinmico confor-mada ahora por grandes empresas transnacionales (Salama, 2009).Es as que el neoliberalismo se consolid como un nuevo modo de desarrollo en la mayora de los pases de Amrica Latina como un proceso que reestructur a las sociedades en funcin de los intereses de las fracciones ms concentradas de las clases dominantes. Su triunfo poltico-econmico como proyecto implic un orden social desigual en trminos materiales, excluyente en trminos polticos y molde las relaciones sociales en los pases de la regin a imagen y semejanza de los nuevos preceptos emanados desde Washington. A pesar de ello, desde mediados de los aos noventa y, sobre todo en los primeros aos del siglo XXI, este modo de desarrollo comenz a mostrar serias contradicciones que condujeron a cambios de peso en varios pases de Amrica Latina. La fgura 1 nos permite grafcar, sin pretensin de ser exhaustivos, el panorama general sobre las diversas crisis a escala nacional en los pases de Amrica Latina. Figura 1. La crisis del neoliberalismo en Amrica LatinaEsta crisis abri una nueva etapa en los modos de desarrollo de una variedad de pases de la regin. Ms all de diferencias nacionales sustanciales entre ellos, 53 E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 522/Elmododedesarrolloneoliberal enArgentina.Consolidacinycrisis deunordeneconmico-polticoUna de las particularidades de la poltica argentina de la segunda mitad del siglo pasado consisti, mientras tanto, en la incapacidad de las clases dominantes de constituir una hege-mona poltica duradera. En el marco instaurado por esa nueva hegemona de la dcada de 1990, como sucediera ms de un siglo antes, se impuso adems una serie de de transformaciones eco-nmicas, sociales, polticas, ideolgicas que trastocaron radical-mente las caractersticas del capitalismo argentino.Alberto Bonnet. La Hegemona Menemista, 2008.IntroduccinEl escenario internacional que planteamos hasta aqu es un marco nece-sario para comprender los cambios que implic el neoliberalismo y su crisis en nuestro pas. Esta lectura ms detallada de las particularidades del proceso econmico-poltico es una referencia ineludible en la mayora para explicar y comprender la emergencia del nuevo orden social post-neoliberal. En este captulo presentamos, en primer lugar, un repaso de los principales aspectos econmicos y polticos que han sido el eje central de la reestructuracin neoliberal en el perodo de consolidacin y crisis del neoliberalismo, esto es, entre los aos 1991 y 2001. El neoliberalismo, como proyecto poltico-econmico de las clases dominantes, se consolid en Argentina hacia los aos noventa. Como hemos planteado en el captulo anterior, si bien el proceso de resolucin del empate hegemnico entre clases, fracciones de clase y alianzas econmico-polticas asociado a la industrializacin por sustitucin de importaciones (ISI) (Portantiero, 1973; ODonnell, 1977), comenz a resolverse a favor de las clases dominantes desde 1975 mediante la mega-devaluacin del peso conocida como Rodrigazo y, sobre todo, a travs de la instrumentacin del terrorismo de Estado y la represin poltico-econmica asociada a este (Peralta Ramos, 2007; Basualdo, 2006), no fue sino hasta principios de la dcada de 1990 que el proyecto neoliberal se convirti en hegemnico y logr modifcar las condiciones econmicas y polticas previamente existentes (Fliz, 2011a; Bonnet, 2008).existe un amplio consenso en cuanto que el modo de desarrollo ha cambiado signifcativamente en Amrica Latina a principios del nuevo siglo (Sader, 2009; Thwaites Rey y Castillo, 2008). Esta generalidad, en trminos de cambio de poca, llama a la necesidad de una refexin sistemtica acerca de cules son los cambios que se han produ-cido en los distintos pases de la regin, cmo se explican estos cambios, por qu en diversos pases latinoamericanos los procesos poltico-econmicos y la consolidacin de nuevos modos de desarrollo son diferentes. Estas preguntas son algunas de las que dan importancia histrica, cientfca y prctica a la investigacin que aqu presentamos. En los prximos captulos, nos ocuparemos de estas preguntas puntualizando en el caso argentino. Sin embargo, como hemos mencionado en la introduccin de este libro, tenemos la intencin de que la discusin que sigue aporte elementos para una visin ms comprehensiva de los cambios en los modos de desarrollo desde la coyuntura de crisis neoliberal a la constitucin de nuevos modos de desarrollo en diferentes pases de la regin.E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 54 55 2/ El modo de desarrollo neoliberal en ArgentinaEn este punto, resulta clave realizar una descripcin que permita identifcar los principales cambios que este proceso de consolidacin del neoliberalismo trajo aparejado en las dimensiones polticas y econmicas1. De la primavera democrtica a la crisis de 1989: el montaje del escenario propicio para la reestructuracin La reestructuracin econmico poltica que comienza a consolidarse en 1991, no puede ser comprendida de manera independiente del punto de infexin que signifc 1989 para la historia argentina reciente (Pucciarelli, 2011; Basualdo, 2006; Bonnet, 2008; Svampa, 2005). Por esos aos aparecen la hiperinfacin y la crisis poltica del proyecto hegemnico alfonsinista como las principales claves de interpretacin del proceso de los aos ochenta que dio una cierta posibilidad de enraizamiento al proyecto neoliberal. Es decir, la crisis hper-infacionaria y la prdida de legitimidad del proyecto dominante allanaron el camino para que la imposicin de la reestructuracin neoliberal se desplegara en toda su dimensin sobre la sociedad argentina. Adems, en lo que atae a los discursos polticos y a otras prcticas que estos pueden estructurar el ocaso de la dcada estuvo signado por un fnal de ciclo ms general: el proceso de des-composicin de los socialismos reales y del mundo bipolar, situacin que dej un espacio vaco en trminos poltico-ideolgicos, que sera ocupado por el neoliberalismo como pensamiento nico (Svampa, 2005). En trminos econmicos, la crisis hiper-infacionaria estuvo asociada a una profunda reduccin del salario real, una concentracin creciente de la produccin, la suspensin de toda cadena de pagos, un proceso de dolarizacin pronunciado de la economa domstica y un crecimiento acentuado de la deuda externa pblica y privada, entre otras cuestiones. Tomaremos aqu cuatro elementos que consideramos centrales para dar cuenta de la emergencia del modo de desarrollo neoliberal a partir de la crisis de 1989: la redistribucin de ingresos a favor de las clases dominantes, el proceso de concentracin/centralizacin del capital, la dinmica de endeudamiento externo y la crisis fscal del Estado.1Cabe sealar que la a separacin que llevamos a cabo a lo largo de este libro entre los planos econmico y poltico responde slo a una necesidad analtica y metodolgica y no a una premisa ontolgica de acuerdo a la cual los aspectos inmateriales, sim-blicos, discursivos, etc. responden a una base material o estructura y se expresan como refejo de sta. Por esto creemos que una separacin analtica puede permitir dar cuenta de ambos aspectos que conforman la realidad social con un cierto grado de rigor, dejando de lado tanto las visiones economicistas como aquellas perspectivas netamente subjetivistas o politicistas. En primer lugar, de acuerdo a Bonnet (2008) la hiperinfacin fue la expresin ms acabada de una estrategia coercitiva de las clases dominantes hacia las clases subalternas para desarticular de manera duradera las luchas por la apropiacin de los ingresos, es decir, el conficto distributivo. En la fgura 2 podemos ver que entre los aos 1985 y 1988 la relacin entre salarios reales y productividad laboral como un indicador de la distribucin del ingreso entre clases tena un comportamiento oscilante, propio de la dinmica confictiva por la apropiacin de ingresos. Adems, la fgura muestra tambin el estancamiento entre 1985 y 1988 y descenso entre 1988 y 1990 de la productividad laboral, lo que da cuenta de un cierto agotamiento en las lgicas de acumulacin de capital prevalecientes hasta el momento. Por ello, la situacin de estancamiento de la produccin tpica de la dcada perdida, se transformo rpidamente en recesin (Peralta Ramos, 2007). Figura 2. Evolucin de la productividad y los salarios reales. Argentina 1985-1991. ndice base 1985-I=100. 2030405060708090100110120I 1985III 1985I 1986III 1986I 1987III 1987I 1988III 1988I 1989III 1989I 1990III 1990I 1991III 1991ndice I-1985=100TrimestresProductividad laboral Salarios realesFuente: elaboracin propia en base a datos de Ministerio de Economa y Finanzas Pblicas.El recrudecimiento de los reclamos salariales entre los aos 1987-1989 conducidos por las organizaciones sindicales que no eran contenidas polti-camente por el proyecto alfonsinista, en el momento de mayor fragilidad poltica del gobierno, con una estructura del capital altamente concentrada y E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 56 57 2/ El modo de desarrollo neoliberal en Argentinacentralizada, desencaden en el paso redoblado hacia la hiperinfacin como salida estratgica de las clases dominantes para desarticular dichos reclamos (Bonnet, 2008). Esto se expresa con claridad en la brecha entre productividad y salarios (fgura 2) para el ao 1989. El salario real cae alrededor de un 65% en relacin a los niveles del primer trimestre de 1985, mientras que la produc-tividad laboral se reduce slo durante dos trimestres en 1989 y luego comienza a incrementarse lentamente. As, la crisis hper-infacionaria de 1989-1990 tuvo como uno de sus resultados ms evidentes la dislocacin de las demandas por incrementos salariales que venan tomando cuerpo desde 1987. Esta situacin permiti luego del punto ms lgido de la crisis, una redistribucin de ingresos signifcativa a favor de las clases dominantes en un perodo signado por una acentuada recesin econmica (ver fgura 3). Figura 3. Tasa de crecimiento de las ganancias sobre el producto y tasa de crecimiento interanual del PBI. Argentina 1985-1991.-15%-10%-5%0%5%10%15%I 1985III 1985I 1986III 1986I 1987III 1987I 1988III 1988I 1989III 1989I 1990III 1990I 1991III 1991ndice I-1985=100TrimestresPBI a precios constantesGanancias/PBIFuente: elaboracin propia en base a datos del Ministerio de Economa y Finanzas Pblicas. De esta manera, la recuperacin de la tasa de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) fue antecedida por el salto en la apropiacin por parte de las clases dominantes de una porcin mayor del ingreso socialmente generado: la participacin de las ganancias en el producto se increment un 4% a lo largo de 1990, precisamente luego del impacto negativo que recibieron las clases subalternas durante el ao anterior. Esta cada sustancial en la apropiacin de ingresos por parte de las clases subalternas, fue acompaada adems por una fuerte fragmentacin, ligada al crecimiento del desempleo, del subempleo, del empleo no registrado y del trabajo por cuenta propia (Neffa, 1998). Azpiazu, Basualdo y Khavisse (2004) afrman que las clases subalternas y en particular las fracciones ligadas al trabajo asalariado vieron fuertemente desmejoradas sus condiciones de vida. Como oportunamente seal Svampa (2005), los aspectos distributivos de la crisis hiperinfacionaria desencadenaron al menos tres procesos que abrieron paso a la consolidacin del neoliberalismo. Por un lado, una multiplicidad de actores sociales organizaciones empresarias, intelectuales, conducciones sindicales, entre otros acord, tcita o explcitamente, acerca del agotamiento defnitivo del modelo de integracin social en clave nacional-popular. Por otra parte, la hiperinfacin infuy de manera sensible en los vnculos sociales, y por ello una fuerte demanda de estabilidad hizo mella en diferentes estratos de la poblacin. Por ltimo, la experiencia vivida a travs de la hiperinfacin, impactara en el imaginario preexistente sobre el carcter ascendente de la movilidad social que la democracia interpretada como un orden social prometa cumplir. La sociedad argentina, desde los oscuros aos de la dictadura y hasta fna-les de los aos ochenta, se encontrara as con una estructura social cada vez ms fragmentada al interior de las clases subalternas y, a su vez, con una clase dominante cada vez ms concentrada (Schvarzer, 1994). Es precisamente ste el segundo elemento clave que estuvo presente en la crisis de 1989-1990 y dio lugar en trminos econmicos a la consolidacin del neoliberalismo: la concentracin y centralizacin del capital. El proceso de concentracin econ-mica a nivel de la clase dominante se present, como una nueva articulacin entre los intereses de las diferentes fracciones preexistentes del capital, esto es entre los grandes grupos econmicos de origen nacional y las empresas transnacionales (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 2004). Si bien ambas fraccio-nes existan y tenan un peso econmico y poltico desde haca varias dcadas, la particularidad del perodo que analizamos fue la confuencia o articulacin estrecha de sus intereses, cerrando ciertas grietas que el desarrollismo en clave nacional-popular abra al interior de la clase dominante (Svampa, 2008b). En tal sentido, Azpiazu, Basualdo y Khavisse, apuntan que: Ciertamente, no es en su reciente conformacin donde radican los cambios en el poder econmico, sino en que por primera vez estas dos fracciones del capital ocupan conjuntamente el centro del proceso de acumulacin y sintetizan un proyecto orgnico comn (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 2004: 179). E. Lpez / Argentina en los aos post-neoliberales 58 59 2/ El modo de desarrollo neoliberal en ArgentinaMs all de lo categrico de esta afrmacin, parece claro que el nuevo rol de las fnanzas y el proceso de transnacionalizacin del capital propios del giro neoliberal produjeron cambios cualitativos en la articulacin de los intereses de diferentes fracciones dominantes en las escalas nacionales (OConnor, 2010). La Argentina de los ochenta no fue la excepcin a la regla. Precisamente este proceso de convergencia de intereses fue el que permiti una concentracin elevada de la produccin de riqueza, de las exportaciones y de la participacin en el endeudamiento pblico de estas nuevas fracciones dominantes (Azpiazu, Basualdo y Khavisse, 2004), en las diversas actividades a las que se dedicaban los grupos econmicos de origen nacional y las empresas transnacionales. Para la industria manufacturera, encontramos que el nmero de establecimientos empresas se redujo de 126.388 a 109.370 entre 1973 y 1985. En 1993 ya la cantidad de establecimientos decaa a 101.5242. En el mismo sentido, el cuadro 1 nos permite ver nivel de concentracin entre las 200 empresas de mayores ventas durante el perodo 1983-1989.Cuadro 1. Concentracin de los capitales de la cpula empresarial: participacin en total de empresas y participacin en las ventas totales. Argentina 1976, 1985 y 1989. 1976 1985 1989 1976 1985 1989Estatal12% 9% 9% 38,4% 33,6% 32,0%Grupos locales 21% 35% 34% 18,0% 23,6% 25,9%Conglomerados extranjeros 16% 15% 18% 16,4% 19,3% 17,4%Empresasindependientes 20% 16% 19% 7,7% 8,6% 10,7%Empresas transnacionales 31% 24% 17% 19,1% 14,3% 10,9%Asociaciones 1,0% 1,5% 3,5% 0,3% 0,6% 3,1%Cantidad de empresas Participacin en las ventasFuente: elaboracin propia en base a datos de Ortiz y Schorr (2007).En el cuadro podemos ver que la cantidad de empresas y la participacin en las ventas de estas empresas,