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  • DOCUMENTOSDETRABAJOISSN21744912

    LASDISTINTASCARASDELAECONOMAINSTITUCIONAL

    DomingoGallegoMartnez

    DTAEHEN1412www.aehe.net

    Mayo2014

    This paper is protected by a a Creative Commons licence: AttributionNonCommercial NonDerivativeWork. The details of the licence can be consulted here:http://creativecommons.org/licenses/byncnd/3.0/deed.en

  • DOCUMENTOSDETRABAJOISSN21744912.

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    THEDIFFERENTASPECTSOFTHEINSTITUTIONALECONOMYDomingoGallegoMartnezDT1412,Mayo2014JEL:B52,B53,H41,P32

    ABSTRACT

    This essay is intended to offer a general view of the different tendencies of the institutionaleconomy. The aim is to show its complementarities, that is, to determine to what extent arelevantandcoherentegeneralbodyofworkforthehistorialanalysishasarisen.Theproposalsof a wide group of authors have been selected and efforts have been made to tie them inarguably. The selection of the authors as well as the aspects of their work referred, imply apersonalelectionbasedontheteachingandresearchexperienceoftheauthors inthepastfewyears.Theargumentativelinkbetweenthem,alsoincorporatesapersonaljudgementandview.Ibelievethatallthishasmadeitpossibletoorganiseacoherentediscourse,inwhichthedifferentauthorsshowthedifferentaspectsoftheinstitucionaleconomy.Iwouldbepleasedifthisessaycouldsituatetheauthorsandtheideasyoumighthavemissedinthegeneralargument,withthesubsequentclarifications.Keywords:Rules,spontaneousorder,colectiveaction,State,politicalsystem.

    RESUMEN En este trabajo se pretende ofrecer una imagen general de las distintas tendencias de laeconomainstitucional.Elobjetivoesmostrarsuscomplementariedades,esdecir,enqumedidaha ido surgiendo un cuerpo general coherente y relevante para el anlisis histrico. Se hanseleccionado las propuestas de un amplio grupo de autores y se han intentado engarzarargumentalmente.Tanto laseleccindeautores,como lade losaspectosdesus trabajosa losque se hace referencia, implican una eleccin personal basada en la experiencia docente einvestigadoradelautorenlosltimosaos.Elengarceargumentalentreellosincorporaademscriterios y apreciaciones personales. Todo ello creo que ha permitido organizar un discursocoherente,enelquelosdistintosautoresvanmostrandolasdistintascarasyherramientasdelaeconomainstitucional.Quedaramuysatisfechosialleerlosevelaposibilidaddeirsituandoenlaargumentacingeneral,con lasconsiguientesmatizaciones, losautoresy las ideasquesehayanechadoenfalta.Palabrasclave:Normas,ordenespontneo,accincolectiva,Estado,sistemapoltico.

    UniversidaddeZaragoza.Correoelectrnico:[email protected]

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    LAS DISTINTAS CARAS DE LA ECONOMA INSTITUCIONAL

    1. Introduccin

    En este trabajo se pretende ofrecer una imagen general de las distintas

    tendencias de la economa institucional. El objetivo es mostrar sus

    complementariedades, es decir, en qu medida ha ido surgiendo un cuerpo general

    coherente y relevante para el anlisis histrico. Se han seleccionado las propuestas de un

    amplio grupo de autores y se han intentado engarzar argumentalmente. Tanto la

    seleccin de autores como la de los aspectos de sus trabajos a los que se hace referencia,

    implican una eleccin personal basada en mi experiencia docente e investigadora en los

    ltimos aos. El engarce argumental entre ellos incorpora adems criterios y

    apreciaciones personales. Todo ello creo que me ha permitido organizar un discurso

    coherente, en el que los distintos autores van mostrando las distintas caras y

    herramientas de la economa institucional. Pero, al mismo tiempo, creo que el resultado

    es mucho ms indicativo de mi formacin y experiencia en este campo que del estado

    actual de la economa institucional. Quedara muy satisfecho si al leerlo se ve la

    posibilidad de ir situando en la argumentacin general, con las consiguientes

    matizaciones, los autores y las ideas que se hayan echado en falta.

    Se hablar primero (apartado 2) de las normas sociales, tanto de sus

    caractersticas como de sus consecuencias econmicas. En este caso se ir hilvanando

    una muestra bastante amplia de autores para as poder mostrar la diversidad de

    perspectivas desde las que han sido analizadas. Posteriormente (apartado 3) se tratar de

    la accin individual y de la colectiva, resaltando en ambos casos las circunstancias que

    Este trabajo se present a la sesin sobre Instituciones, desarrollo, cooperacin y conflicto agraria del XIV Congreso Internacional de Historia Agraria celebrado de Badajoz en noviembre de 2013. Agradezco a Francisco Beltrn, Salvador Calatayud y Samuel Garrido, organizadores de la sesin, sus comentarios y aliento. Tambin lo han ledo y me han transmitido sus reflexiones Jos Ignacio Jimnez Blanco y Eduardo Sanz Arcega, a quienes agradezco sinceramente su generosidad. Este trabajo se ha beneficiado de la financiacin del Ministerio de Economa y Competitividad (ECO 2012-33286) y del Gobierno de Aragn (Grupos Consolidados de Investigacin, proyecto 269-61).

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    las convierten en inductoras de la prosperidad general o en actividades peligrosas para

    buena marcha de la sociedad. Tambin se tendrn en cuenta ambas posibilidades al

    hablar del capital social. En el apartado 4 se dedicar a la accin pblica, es decir, al

    Estado y al sistema poltico. Se presentarn varias de las hiptesis disponibles sobre las

    circunstancias que condicionan las polticas pblicas. En las conclusiones se tratar

    principalmente de la relacin entre los aspectos institucionales y no institucionales a

    travs de varios ejemplos muy esquemticos.

    2. El ncleo de las sociedades: normas, valores morales, visiones del mundo e

    instrumentos conceptuales.

    Hace ya tiempo Hayek (1973, volumen I: 141-157) sealaba cmo las normas

    informales que condicionan el comportamiento y hacen viable la sociedad debieron de

    ser anteriores al lenguaje. Los nuevos miembros de un grupo humano, incluso con la

    ausencia de lenguaje, tenderan a sistematizar en normas los comportamientos

    observados en los mayores. Unos y otros a su vez desarrollaran comportamientos

    especficos en respuesta a las actuaciones de los otros. As todos podran ir percibiendo

    cmo eran valoradas sus conductas por los dems.

    Un estudio ms reciente basado en el comportamiento de nios muy pequeos y

    primates (Tomasello, 2010), confirma esta tendencia a convertir en normas los

    comportamientos observados y, complementariamente, una tendencia innata a la

    cooperacin entre los ms pequeos y con los mayores, favorecedora en ambos casos de

    su integracin en el grupo. Pese a ello, en fases posteriores de su socializacin, esta

    tendencia general a la cooperacin se puede matizar y hacerse ms selectiva

    dependiendo de las caractersticas del grupo.

    Es decir, hay un consenso amplio en que la anarqua primitiva, entendida como

    sociedad sin Estado, no era una sociedad en la que el hombre fuera un lobo para el

    hombre, sino una sociedad que haba ido generando criterios de comportamiento

    informales que hacan viable la cooperacin estable entre los miembros del grupo. Esta

    situacin no exclua evidentemente tensiones y conflictos, incluso de gran violencia

    dentro del grupo y entre grupos. Los conflictos, y las soluciones alcanzadas, tenderan a

    su vez a asentar o a modificar el sistema de normas vigente, dejando as su huella en la

    memoria colectiva.

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    Desde la perspectiva de la teora de los juegos, Binmore (2009: 93-139) indica

    cmo estos sistemas de normas de los que se va dotando de modo espontneo una

    sociedad pueden interpretarse como convenciones (trmino empleado por Binmore)

    resultantes de las soluciones encontradas a los juegos implcitos en las relaciones

    sociales. Mediante largos procesos de interaccin y de prueba y error los miembros de

    una sociedad van encontrando problemas interpersonales para organizar la cooperacin

    entre ellos, y paulatinamente van seleccionando modos de darles soluciones. Las

    convenciones resultantes pueden generar a su vez nuevos problemas y condicionar la

    marcha de la sociedad en el futuro. Al igual que se sistematizan y transmiten

    experiencias tecnolgicas o conocimientos tiles sobre el medio natural, ocurre otro

    tanto con aquellas pautas de comportamiento que, siendo solucin para los problemas

    de un momento concreto, lo puedan ser tambin para situaciones similares futuras. Las

    sociedades y sus individuos van as acumulando y transmitiendo experiencias que

    permiten ir dando soluciones concretas y giles a multitud de problemas presentes y

    futuros (Auman, 2012: 25-41). En este proceso cada grupo va configurando sus

    peculiares rasgos que a su vez condicionarn su evolucin futura.

    Desde una perspectiva filosfica Gauthier (1997) intenta demostrar cmo los

    intereses personales de un conjunto de individuos egostas y racionales les induciran a

    establecer un conjunto de normas que hagan viable la cooperacin entre ellos. Estas

    normas, aunque restringiran la libertad individual, podran ser aceptadas por todos ya

    que, gracias a ellas, se podran desarrollar proyectos ms atractivos que resultaran

    inviables sin una vida social dotada de cierto orden y estabilidad. Gauthier no entra en

    analizar el proceso histrico que conducira a este resultado, se mantiene en un plano

    exclusivamente lgico, pero nos ofrece una perspectiva adicional para entender por qu

    los individuos, incluso los egostas racionales, tienen incentivos para aceptar normas

    que condicionan su comportamiento.

    Estos incentivos para acordar normas se combinan con la inmersin en las

    normas y criterios morales de una sociedad desde el momento que al nacer nos

    incorporamos a ella. En este caso no hay eleccin, sino que nuestro propio ser, e incluso

    como veremos nuestra capacidad de analizar, se constituye en esta interaccin con los

    otros (Douglas, 1986). Es evidente pues que las normas sociales heredadas condicionan

    el futuro de la sociedad con sus potentes inercias, pues incluso la seleccin de nuevas

    normas se realizar desde los criterios de las anteriores. Esta relacin entre la eleccin

    de normas y las restricciones culturales que la condicionan permite combinar las

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    propuestas de Gauthier y Douglas. La eleccin desde un individuo limpio de influencias

    externas que nos plantea Gauthier no sera muy razonable desde una perspectiva

    histrica; el considerar a los individuos como meros receptores de normas heredadas

    tampoco.

    El conjunto de lneas de pensamiento tratadas hasta ahora nos muestra una

    considerable capacidad de autogobernanza de las sociedades a travs de un proceso

    descentralizado de creacin de normas y de control de comportamientos. North (1990)

    sita a su vez a las normas informales como pieza central de una sociedad, y en

    concreto insiste en su capacidad explicativa de las distintas sendas seguidas por las

    sociedades en el largo plazo. Tras las caractersticas de estas normas informales se

    encontraran las capacidades de algunas sociedades de crecer en renta y bienestar en

    favor de la inmensa mayora de la poblacin, y los problemas de otras en las que

    persistiran el atraso y los graves desequilibrios sociales.

    Para mostrar la transcendencia econmica de las normas y su capacidad de

    propiciar o frenar la prosperidad, North nos las muestra como sistemas de incentivos

    que orienta a los miembros de una sociedad a unos o a otros objetivos y a distintos

    caminos para conseguirlos. En definitiva, las normas seleccionan los objetivos y modos

    de comportamiento que resultan socialmente aceptables. Como seala Douglas (1986)

    implcitamente los miembros de una sociedad al iniciar su andadura independiente

    preguntan a su entorno Qu hago? Cmo lo hago? Y la respuesta a estas preguntas

    est en buena medida en las normas informales y, muy ligadas a ellas, en las actitudes

    del entorno.

    Siguiendo este camino, North va a generar criterios para valorar desde el punto

    de vista econmico la eficacia de los distintos sistemas de valores para inducir al

    crecimiento. Lo que medira segn l esta eficacia sera el grado en el que las normas

    fueran respetuosas con los derechos individuales. Esta primera versin puede parecer

    muy restrictiva, pero en los ejemplos que maneja (los criollos no respetan los derechos

    de propiedad de los indios sobre su persona y tierra) se aprecia que hay sistemas de

    normas que hacen socialmente aceptable acumular a costa de otros, descapitalizndolos

    material y humanamente. Resulta as que los planes de unos desmantelan la viabilidad

    de los de los otros logrando un crecimiento neto muy limitado o negativo y muy

    discriminatorio en la distribucin de costes y beneficios. Sin embargo, respetando los

    derechos de los dems, el nico modo socialmente aceptado de disponer de sus recursos

    (de su capacidad de trabajo o de su patrimonio) sera alcanzar acuerdos voluntarios que

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    hicieran compatibles el desarrollo de los proyectos y capacidades de todos los

    implicados.

    Esta lnea de interpretacin la han completado recientemente (aunque situando

    en el centro al Estado y no a las normas informales) Acemoglu y Robinson (2012: 91-

    120) siguiendo la senda de Sen (1999). Los derechos a respetar para inducir a una

    prosperidad compartida seran ms amplios que en la versin inicial de North (1990). Se

    incluira as la libertad personal y poltica, el derecho a acceder a las oportunidades

    educativas y de otro tipo que existan en la sociedad, as como el derecho de propiedad.

    Como se puede presumir, pueden darse multitud de contradicciones en el camino de la

    instauracin de un respeto conjunto de tan gran diversidad de derechos pero, como se ha

    sealado, en la interaccin social van surgiendo experiencias y lneas de solucin para

    conflictos que se almacenan en los consiguientes sistemas de normas. Pero las

    soluciones raramente son equilibradas.

    Para suavizar el carcter socialmente desequilibrado de las salidas que se vayan

    dando a los conflictos Bhaduri (1998) seala, a su vez, que es clave que las partes

    dispongan de oportunidades alternativas a la relacin que provoque el conflicto.

    Disponer de otras oportunidades permite no tener que conformarse con las propuestas

    de los ms poderosos. Estos a su vez, conocedores de las alternativas de las que los

    otros disponen, tendern a ser ms considerados en sus propuestas. El razonamiento de

    Bhaduri nos permite percibir la interaccin entre las normas y las relaciones sociales.

    Las normas respetuosas con los derechos de los dems tenderan a diluirse en

    sociedades muy desequilibradas socialmente; las normas muy desequilibradas tenderan

    a matizarse si las circunstancian o sus iniciativas abriesen nuevos abanicos de

    oportunidades a los menos favorecidos.

    Las normas condicionan adems el comportamiento econmico por otros

    caminos. Los conceptos de costes de transaccin y de agencia nos permiten descubrirlos

    (Coase, 1937, 1960, Williamson, 1985). Estos conceptos destacan que no solo es

    necesario el respeto a los derechos, sino que este respeto sea general y continuado

    dando as confianza a las partes que se relacionan en el mercado, en las empresas o en

    otros mbitos sociales de que lo acordado o contratado ser con alta probabilidad

    cumplido. Se abarataran as tanto las negociaciones de los contratos como su

    seguimiento (costes de transaccin), y tambin los costes de control interpersonal en el

    interior de las empresas y dems organizaciones (costes de agencia). Las consecuencias

    seran una ampliacin del campo de posibilidades de cooperacin entre los individuos y

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    empresas con sus consiguientes efectos positivos sobre las capacidades globales de la

    sociedad. En este resultado las normas formales emanadas de la accin legislativa del

    Estado completaran las de las informales. Ambos conceptos (costes de transaccin y

    agencia) estn muy relacionados con los de confianza y reciprocidad de los que

    trataremos en el apartado tercero al hablar del capital social.

    La agencia puede ser a su vez una ventaja si la interpretamos desde otro punto de

    vista como hace Sen (1995 y 1999). Para este autor, la agencia es inductora de

    capacidades de accin y de negociacin que pueden ser productivas tanto para el agente

    como para la empresa y el entorno general con el que se relacionen. La capacidad del

    agente de tomar decisiones autnomas del principal se deriva de que el agente tiene un

    margen de maniobra autnomo derivado de las peculiaridades tcnicas de su actividad,

    de la informacin especfica que tenga sobre ella, as como de los contactos propios que

    vaya trabado en el mbito laboral o en otros. La formacin, la informacin, la

    experiencia, las relaciones, son fuentes de libertad de agencia. Con ella se podr

    negociar con el principal de tal modo que sus proyectos sean considerados con los de las

    personas o las organizaciones con las que coopere, facilitando que el resultado sea

    respetuoso con los intereses de todos1. Esta lnea argumental de Sen no implica mayores

    costes de agencia o de negociacin en el sentido Coase y Williamson, sino que las

    normas y los criterios de gestin que se respetaran seran ms coherentes con los

    intereses de todos los implicados en la actividad, y esta circunstancia probablemente

    favorezca a su vez un acatamiento ms generalizado.

    Ostrom (2005: 323-343) va a perfeccionar tcnicamente, y dar mayor precisin

    conceptual, a las normas y conceptos afines. Para ello introduce el concepto general de

    afirmacin institucional que puede ser una estrategia compartida, una norma o una

    regla en funcin de las caractersticas de sus componentes2. La regla ser la afirmacin

    ms precisa, pues indicar a quin afecta (atributo); qu grado de cumplimiento

    propone: obliga, prohbe, permite, aconseja (dentico); a qu acciones se refiere la regla

    (objetivo); en qu circunstancias se aplica (condiciones); y qu pasa en el caso de no

    cumplirla (o bien). A la norma le faltara este ltimo componente y las estrategias

    1 La versin del concepto de libertad de agencia presentada en el texto sigue a la utilizada en uno de mis trabajos anteriores (Gallego, 2007: 123-130). 2 Puede ser til reproducir uno de los ejemplos que Ostrom (2005:328) utiliza de afirmacin institucional: Todos los campesinos de un pueblo deben evitar que su ganado pisotee los canales de riego, o bien deben pagar una multa por ello.

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    compartidas entre varios agentes consistiran tan solo en una afirmacin institucional

    con atributo, objetivo y condiciones.

    Ostrom (2005: 343-406) establece tambin una relacin funcional entre

    afirmaciones institucionales y comportamientos. Se parte de unos individuos

    caracterizados como cooperadores condicionales que tiene en cuenta la estructura de

    recompensas netas (recompensas menos costes) derivadas de obedecer o desobedecer

    una norma o una regla. Ostrom establece un parmetro delta que representa para cada

    individuo el cambio en la recompensa neta esperada por obedecer o por desobedecer

    una norma. Descompone cada parmetro para diferenciar los cambios que se deben a

    fuentes internas al propio individuo (se siente mejor o peor consigo mismo por cumplir

    o incumplir), o externas (la consideracin en que los dems le tienen se ver afectada

    por su comportamiento). El tipo de acciones concretas desarrolladas por los vigilantes

    tambin incidirn en las recompensas netas esperadas por los agentes. El

    comportamiento de los vigilantes en el cumplimiento de su papel se analizar tambin

    con el mismo razonamiento expuesto para los dems individuos. Todo ello se realiza a

    su vez en un contexto en el que el grado de consenso sobre los distintos tipos de normas

    y reglas puede ser variado; en el que cada individuo pude tener su particular estructura

    de costes y recompensas internas y externas. Adems, ser un mundo con informacin

    imperfecta y desigual entre los individuos sobre cul puede ser el comportamiento

    esperado de los otros (vecinos o vigilantes) cuando l cumple o incumple las

    correspondientes normas3. Todo ello supone desde mi punto de vista un til desarrollo y

    sistematizacin de los planteamientos de North (1990).

    A su vez, Ostrom (2005: 87-136) sita la relacin entre normas y

    comportamientos en el contexto de las relaciones cotidianas entre los agentes. Para ello

    utiliza el concepto de situacin de accin. Seala que unos individuos se encontrarn

    en una situacin de accin cuando se enfrentan a un grupo de acciones potenciales

    que conjuntamente producen resultados (aprovechamiento de recursos comunales,

    intercambios mercantiles, negociacin de normas). Indica tambin qu variables

    describen una situacin de accin: quines estn implicados; cul son sus posiciones en

    la accin; qu resultados se esperan de ella; qu relacin funcional hay entre las

    3 Ostrom (2005: 345-346) seala la posibilidad de establecer supuestos que simplifiquen y hagan manejable el anlisis de situaciones concretas. Propone por ejemplo suponer cero algunos de los coeficientes o suponer iguales los de los distintos agentes. Conviene resaltar de todos modos que la impunidad (costes cero o muy bajo de incumplir las normas) puede ser un factor que dificulte gravemente la cooperacin.

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    acciones posibles y los resultados; qu grado de control tiene cada cual sobre la relacin

    entre accin y resultados; qu informacin tiene cada agente sobre cada uno de los

    aspectos mencionados; qu incentivos (beneficio neto) se derivan para cada cual de

    emprender los distintos tipos de acciones y de sus resultados.

    Cada uno de esos aspectos suele tener una regulacin especfica. Por ello,

    Ostrom nos propone una clasificacin de las normas o reglas segn cul sea su papel en

    la regulacin de cada uno de los componentes que caracterizan una situacin de accin

    (Ostrom, 2005: 437-491). As, habr reglas que, por ejemplo, regulan las posiciones de

    los participantes en la accin, o que asignan acciones concreta a las respectivas

    posiciones o que establecen las recompensas. Adems, algunos de los componentes de

    estas reglas (el dentico, el objetivo o cualquier otro) suelen estar condicionados por

    otras reglas que pueden afectar simultneamente a un amplio conjunto de situaciones de

    accin. Es la existencia de interrelaciones entre las distintas situaciones de accin la que

    induce a la formacin de racimos de normas de carcter general. Estas normativas

    generales condicionarn los componentes de las normas concretas que regulan cada una

    de las situaciones de accin posibles. Es decir, cualquier accin se desarrolla en el

    contexto de un complejo entramado de normas entrelazadas. Quedarn as

    condicionadas tanto las acciones accesibles como los modos en que pueden ser

    realizadas. En todo ello incidirn tambin la estructura de recompensas internas y

    externas esperadas particularmente por los distintos agentes segn sea su modo de

    acatar las normas.

    Ostrom (2005: 602-603 y 600-630) da un paso ms y nos ofrece unos principios

    para el diseo o la evaluacin del grado de robustez de las instituciones de propiedad

    comunal4. Propongo leer los principios de Ostrom desde una perspectiva ms general,

    pues, al fin y al cabo, podemos tomar las normas que rigen las relaciones entre los

    agentes de una sociedad como la forma concreta de dar solucin al problema cotidiano

    de administrar colectivamente uno de nuestros principales recursos comunes, es decir, la

    sociedad en la que nos desenvolvemos. El contexto adecuado para hacer viable una

    gestin equilibrada de las relaciones sociales debera ser percibido por los agentes como

    dotado de las caractersticas que se deducen de ir parafraseando los criterios de Ostrom.

    Los agentes deberan ser conscientes del mbito social en el que se desenvuelven

    conociendo sus fronteras tanto fsicas como culturales (principio 1); percibiendo adems

    4 Estos principios los formul bastante antes del 2005 (Ostrom, 1990: 88-102)

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    cierto equilibrio entre sus respectivos papeles como benefactores y beneficiarios de su

    entorno (principio 2); deberan sentir tambin que pueden ser sujetos efectivos del

    cambio institucional al poder incidir de diversos modos concretos en las reglas que

    rigen sus relaciones con los dems agentes (principio 3).

    Pero su influencia no debera restringirse a las normas; tambin deberan poder

    incidir sobre los comportamientos de los dems agentes evitando as infracciones o

    conductas delictivas mediante la accin de los vigilantes, el control mutuo, que tambin

    debe afectar a los vigilantes, y la imposicin consensuada, efectiva y proporcionada de

    penas a quienes las incumplan (principios 4 y 5). Pese a que los comportamientos se

    atengan a las normas, los conflictos son inevitables, pues las reglas son interpretables y

    las circunstancias varan. Por ello, las sociedades tendran que disponer de criterios

    compartidos para diferenciar estos problemas de las infracciones y delitos, y establecer

    modos consensuados y equilibrados de resolucin de conflictos (principio 6). En

    general, los miembros de la sociedad deberan percibir que, de hecho y de derecho,

    tienen capacidad de autogobierno, incluso en el caso de que su sociedad se encuentre

    anidada en otras organizaciones que regulen sus relaciones con los dems espacios

    sociales (principio 7). Estos anidamientos deberan tambin cumplir con los siete

    principios anteriores, es decir, en cada una de las sociedades anidadas en una institucin

    comn se debera percibir generalizadamente entre sus miembros que su comunidad

    tiene, en dichas instituciones generales, similares capacidades, y similar trato, que el que

    deberan tener ellos como agentes particulares en la propia (principio 8).

    El que los miembros de una sociedad perciban desde su experiencia que estos

    ocho principios son efectivos inducira a ir seleccionando normas y pautas de

    comportamiento que permitiran ir solucionando de modo no muy desequilibrado los

    dilemas que se den entre ellos y con las dems sociedades con las que se relacionen5.

    En el mismo ao 2005 en el que Ostrom public el libro que se acaba de

    comentar, North (2005) complet su lnea argumental sealando que los modos en que

    las instituciones condicionan el comportamiento de sus miembros van mucho ms all

    de los sistemas de normas formales o informales de los que cada sociedad se va

    dotando. Es decir, al convivir con otros se va recibiendo de ellos no solo criterios y

    normas para hacer frente a los asuntos concretos de la cooperacin cotidiana, sino

    5 Ostrom (2005: 628-629) nos ofrece una tabla de preguntas para evaluar la percepcin que los individuos tengan de las acciones colectivas en las que participan. Estas preguntas se podran tambin parafrasear con el mismo criterio aplicado en el texto para los ocho principios comentados.

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    tambin valores ticos y morales ligados a visones del mundo, as como herramientas

    intelectuales de distinto carcter. Todos estos elementos se influirn adems

    mutuamente6.

    De esta visin ms compleja del modo de incidir de las instituciones sobre los

    comportamientos, North destaca las influencias derivadas de los instrumentos de

    pensamiento de los que van dotndose las sociedades. Las reflexiones individuales

    estaran condicionadas por los instrumentos de pensamiento que la sociedad va

    transfiriendo a sus miembros. Esta transmisin puede realizarse mediante sistemas

    educativos formalizados, de modo informal escuchando o leyendo las reflexiones de

    otros. A su vez, lo transmitido pueden ser tanto sistemas de pensamiento complejos de

    carcter cientfico, tecnolgico o profesional, como sistemas de pensamiento menos

    elaborados pero que ayudan tambin a reflexionar sobre los problemas a los que cada

    cual se enfrenta. El lenguaje oral y escrito en s mismo ser un eficacsimo modo de

    sistematizacin y transmisin de criterios y modos de pensamiento generados formal o

    informalmente. El lenguaje es a su vez una magnfica muestra de cmo las actitudes y

    comportamientos van dejando en l su huella, influyendo as en las pautas de

    pensamiento y comportamiento de los nuevos integrantes de las sociedades.

    Lo general de este planteamiento de North es que cualquier mente humana

    piensa sirvindose de los resultados del pensamiento de otras. Las experiencias

    individuales son as analizadas por cada uno con los instrumentos conceptuales

    recibidos, y aunque en cada caso el manejo de este combinado de instrumentos y

    experiencias tenga sus peculiaridades personales (algunas pueden llegar a ser muy

    novedosas o excntricas), la capacidad de pensar, los modos de pensar y los objetos de

    pensamiento sern muy dependientes de la sociedad en las que se viva.

    En este contexto de cmo la sociedad condiciona el comportamiento de quienes

    forman parte de ella se pueden incluir tambin las rutinas organizativas, mecnicas e

    intelectuales que se aprenden y se aplican en los distintos mbitos de la sociedad y

    permiten una gil y cotidiana viabilidad de los procesos de cooperacin y produccin

    (Hodgson, 1993).

    Una adecuada sntesis de todas estas cuestiones nos la propone tempranamente

    Georgescu-Roegen (1977) con su concepto de matrices exosomticas. Presenta al

    hombre como una especie exosomtica, es decir, sus capacidades no dependern tan

    6 Ostrom (2005: captulo V) tambin reflexiona sobre estas cuestiones.

  • 13

    solo de sus condiciones fsicas, sino tambin de los instrumentos que utiliza. Se refiere

    tanto a distintos tipos de instrumentos materiales, como a los sistemas de pensamiento.

    Estos ltimos permiten potenciar las capacidades de nuestro cerebro. Para Georgescu-

    Roegen en cada sociedad tiende a haber cierta coherencia entre los distintos tipos de

    instrumentos exosomticos utilizados, sean de carcter material o intelectual. En este

    sentido habla de matrices exosomticas como el conjunto de componentes materiales y

    culturales que caracterizan a una sociedad. Las peculiares experiencias ambientales de

    cada una sern a su vez una pieza clave en la construccin y evolucin de este conjunto

    de elementos7. Estas matrices sern tambin relevantes para explicar las singularidades

    de cada sociedad, los modos de dar solucin a sus problemas y los de aprovechar las

    experiencias de otros pueblos.

    Al North del 2005, igual que al de 1990, le preocupan todas estas cuestiones por

    su relacin con el crecimiento y con la explicacin de la marcada prosperidad

    diferencial de las distintas sociedades del mundo. Es decir, no solo pretende mostrar las

    lgicas peculiares que gobierna a las distintas sociedades, sino tambin reflexionar

    sobre la relacin entre esas diferencias y las distintas capacidades para crecer y

    favorecer el bienestar general. As l piensa que sociedades culturalmente ms abiertas

    y permisivas, ms respetuosas con los derechos de los otros, intelectualmente ms

    interactivas y preocupadas por problemas prcticos acabaran mejorando la vida

    cotidiana de todos. En este sentido, si antes mostraba el contraste entre la Amrica latina

    y la anglosajona, ahora resalta el contraste entre el mundo occidental y el rabe.

    Los dos enfoques, el de North y el de Georgescu-Roegen, pueden tomarse como

    complementarios. Uno resalta el tipo de sociedades que favorecen el progreso (North),

    el otro que las distintas sociedades tienen que ir descubriendo sus peculiares modos de

    progresar. Georgescu-Roegen aade a su vez que hay modos de crecer, en sociedades

    muy prsperas y bien organizadas desde la perspectiva de North, que suponen un grave

    riesgo para el planeta y la humanidad por los daos ambientales que pueden llegar a

    generar. Nos llama a su vez indirectamente la atencin sobre los daos sociales que

    pueden producirse en el caso de intentar imponer desde fuera modelos de sociedad

    importados sin control local.

    Queda claro pues que para Hayek, Douglas, Sen, Ostrom, North y Georgescu-

    Roegen (y para la mayora de los autores tratados anteriormente) las caractersticas de

    7 El concepto de metabolismo que utilizan Gonzlez de Molina y Toledo (2011) engarza muy bien con las propuestas de Georgescu-Roegen al incorporar a las matrices exosomticas los aspectos ambientales.

  • 14

    las normas y de los sistemas de pensamiento y sus efectos combinados sobre el

    comportamiento dependen del contexto social en que se forman. Ostrom, adems, nos

    ofrece unos criterios que, si los interpretamos de modo general, nos pueden permitir

    deducir en qu grado las sociedades mantienen equilibrios y capacidades que les

    permitan progresar. La hiptesis que propongo es que cumplindose los ocho criterios

    de Ostrom se darn las condiciones para ir seleccionando sucesivamente las normas

    (formales e informales) y los criterios de comportamiento que permitan aprovechar

    oportunidades y hacer frente a los dilemas y conflictos de tal modo que las capacidades

    de los agentes y del conjunto de la sociedad se vean sucesivamente potenciadas. En

    cualquier caso, queda abierto el problema de cules son las fuerzas que conducen a las

    sociedades a organizarse segn unos criterios que permitan a sus miembros sentirse

    corresponsables efectivos de su desenvolvimiento.

    3. La dinmica descentralizada: la accin individual y la colectiva.

    La presentacin efectuada en el apartado anterior de las normas sociales, de los

    valores ticos y morales y, en general, de los sistemas de pensamiento requiere ser

    completada con el anlisis de las fuerzas que inducen a su proceso de formacin y

    transformacin. El anlisis de la accin individual y colectiva en este apartado va a

    permitir presentar las hiptesis disponibles sobre el papel de los agentes individuales y

    colectivos en los procesos constitutivos del contexto institucional en el que se

    desenvuelven las sociedades8.

    De nuevo Hayek (1973, volumen I: 75-108), con su concepto de orden

    espontneo nos da claves que suponen un til punto de partida. Nos muestra a cualquier

    sociedad como un conjunto muy complejo. Hay gran cantidad de individuos con sus

    peculiares caracteres, experiencias y capacidades; contextos naturales muy variados con

    sus peculiares caractersticas; gran variedad de tipos y orientaciones productivas de

    empresas. Incluso dentro de una sociedad hay muy diversos tipos de ambientes con sus

    correspondientes peculiaridades normativas; las mismas tecnologas son a su vez usadas

    de modos muy variados.

    8 Tanto la accin individual, siempre que suponga interaccin con otros, como la colectiva son englobados en Ostrom (2005) en el concepto de situacin de accin que se acaba de comentar en el apartado anterior. Pero en este apartado se tratarn las acciones individuales y las colectivas por separado dados los diferentes planteamientos de las tradiciones tericas que han desarrollado cada una.

  • 15

    En cualquier sociedad, seala Hayek, hay pues una gran cantidad de informacin

    dispersa que ningn agente u organizacin puede llegar a conocer y a aprovechar

    globalmente. En este contexto la planificacin central quiz sea posible, pero ser

    seguro enormemente ineficiente, pues se tomarn decisiones desconociendo buena parte

    de la informacin relevante para actuar de modo eficaz. Tampoco sera eficiente la

    legislacin muy ordenancista que intentase regular mltiples pequeos aspectos de

    modo general para el conjunto de la sociedad.

    En los anteriores argumentos aflora el miedo al Estado de Hayek, pero adems

    de eso nos presenta un brillante anlisis de cmo la accin individual descentralizada

    puede desenvolverse eficazmente en este contexto de informacin tan dispersa. Cada

    individuo se conoce a s mismo y a las personas con las que se relaciona, conoce los

    problemas concretos del rea profesional, territorial y social en la que acta. Lo mismo

    cabe decir para las organizaciones y empresas.

    El orden espontneo sera as una consecuencia de la combinacin entre

    dispersin de la informacin y la descentralizacin de las decisiones. Cada cual,

    individuo o empresa, toma decisiones desde el conocimiento del entorno en el que se

    desenvuelve. Tender as a aprovechar adecuadamente las capacidades propias y las de

    los agentes con los que se relaciona.

    Estas relaciones se adaptarn a las normas preexistentes en cada mbito de la

    sociedad pero, la propia experiencia de nuevos problemas o nuevas necesidades, las ir

    modificando en paralelo al desarrollo de nuevas capacidades propias o ajenas que se

    irn surgiendo tambin como consecuencia de la mutua cooperacin.

    En este sentido el orden espontneo es para Hayek un modo eficaz y dinmico

    de aprovechar las capacidades de una sociedad. Nadie podr conocer el conjunto del

    sistema, pero cada uno, lejos de conformarse con su entorno cotidiano, otear las

    oportunidades de cooperar con otros agentes, o de actuar en otros mbitos, o intentar

    matizar las normas que cree que no le resultan adecuadas. La corriente austriaca percibe

    el orden espontneo desarrollado en una sociedad de libre mercado como algo

    especialmente eficaz, y la intervencin pblica excesiva como algo extremadamente

    peligroso para el correcto aprovechamiento de las capacidades de una sociedad.

    Pero si dejamos de lado por el momento las implicaciones polticas que Hayek

    (y tambin Mises, 1947) sacan de este anlisis del orden espontneo, y nos quedamos

    con la rica imagen que nos transmite del funcionamiento de las sociedades, tendremos

    un instrumento muy adecuado para analizar cmo en esas relaciones y decisiones

  • 16

    descentralizadas se van formando y corrigiendo las normas informales, se va generando

    rutinas tcnicas y sociales, se van produciendo y transmitiendo ideas y experiencias que

    permiten observar desde nuevas perspectivas el entorno. Pero esto a su vez no tiene

    lugar tan solo en mbitos mercantiles y productivos. La lgica de estas relaciones

    descentralizadas acta en la vida familiar, cultural, cientfica o religiosa y en estos

    aspectos las normas y las ideas tambin irn siendo revisadas.

    Es decir, el concepto de orden espontneo nos permite interesarnos por esos

    aspectos cotidianos y privados que se desarrollan en todos los mbitos de la vida social

    y que, a su vez, tienen una enorme capacidad explicativa, pues son fuerzas persistentes,

    que actan da tras da (como la persistente fuerza erosiva del viento o el mar), y cuyas

    consecuencias, al no ser percibidas mucho ms all de los mbitos en los que se generan

    son difcilmente removibles por agentes externos pblicos o privados que acten en

    otros mbitos. La hiptesis implcita en el concepto de orden espontneo es que buena

    parte de las caractersticas de las sociedades son consecuencia del trato cotidiano entre

    los agentes en esos mltiples mundos pequeos.

    Pero puede ser peligroso idealizar estos comportamientos descentralizados, pues

    sus caractersticas y resultados estn marcados por los desequilibrios en el acceso a los

    recursos, a la formacin, a la informacin o por desequilibrios de poder entre las

    personas y las organizaciones, pudiendo concretarse tambin esos desequilibrios en la

    generacin de normas informales discriminatorias. Es conveniente pues retirar del

    concepto de orden espontneo su percepcin, tan caracterstica de los economistas

    austriacos, como un orden no inmejorable pero s que resulta inadecuado modificar,

    pues implicara sustituir los resultados de la interaccin libre de todos por los criterios

    de unos pocos que se imponen a la colectividad. Para estos autores solo cabra la

    intervencin pblica para defender la libertad individual, evitando la coaccin y la

    violencia en las relaciones entre los agentes. Es decir, Hayek (1976, volumen II: 119-

    123) es consciente de los desequilibrios sociales pero no piensan que se deban corregir

    desde el Estado. As, seala que la nocin de justicia puede aplicarse al comportamiento

    individual pero no a los resultados del orden espontneo, siempre que este se

    desenvuelva en un mbito de libertades individuales.

    La combinacin de un concepto revisado de orden espontneo con el de accin

    colectiva da una visin de las sociedades en el que la persistente interaccin entre

    agentes individuales que provoca resultados agregados sobre los que aparentemente

    nadie tiene control, se combina con proyectos de grupos de individuos y organizaciones

  • 17

    para dar respuesta a los problemas a los que colectivamente se enfrentan. Todo ello a su

    vez se ve entremezclado con la accin normativa, productiva y redistribuidora de las

    administraciones pblicas. En los prximos prrafos se tratar de la accin colectiva y

    en el apartado siguiente de la accin pblica. Previamente debe quedar claro que la

    nocin austriaca de orden espontneo deja un estrecho margen a la accin pblica, y no

    incluye la accin colectiva, pues en una lnea argumental muy similar a la que a

    continuacin veremos en Olson, seala que el egosmo de los grupos no tiende a

    potenciar, como el despliegue del individual (de personas o de empresas), el inters

    general (Hayek, 1979: volumen III: 158-165).

    A lo largo de toda su trayectoria, Olson (1971, 1982 y 2000) fue muy crtico con

    las consecuencias de la accin colectiva y con las posibilidades de llevarla a cabo. Su

    enfoque se basaba en la reflexin de un individuo aislado que, a la vista de las distintas

    alternativas disponibles, elije con el objetivo de maximizar sus ingresos. Este supuesto

    le permite explicar que los empresarios estn muy interesados en la produccin de

    bienes privados (bienes individualmente apropiables), pues no cedern los bienes

    producidos hasta que quien los desee pague por ellos, recuperando as lo invertido y su

    correspondiente margen en el caso de que el negocio vaya bien. Por lo tanto, la

    provisin de bienes privados se desarrollar correctamente en el mbito del mercado y

    de las decisiones privadas.

    Pero el mercado para su correcto funcionamiento necesita, segn Olson, una

    amplia dotacin de bienes pblicos y, al ser estos de libre acceso, los individuos

    egostas y racionales no estarn interesados en producirlos: el dinero que gasten para

    obtenerlos no podrn recuperarlo, pues como todos pueden disfrutar libremente de ellos

    nadie estar dispuesto a pagarles9. Es decir, el individuo aislado y egosta ver que su

    decisin ms razonable es concentrarse en la produccin y adquisicin de bienes

    privados, disfrutando a su vez de los bines pblicos sin pagar por ello. En definitiva, el

    sistema de mercado ser un buen proveedor de bienes privados pero un fatal

    suministrador de los bienes pblicos que necesita para su correcto funcionamiento.

    Es decir, los particulares y las empresas necesitan una gran variedad de bienes

    pblicos. Seguridad pblica, seguridad en el cumplimiento generalizado de las normas y

    contratos, respeto a los derechos individuales y colectivos y, adems, calles limpias,

    9 Evidentemente los empresarios particulares estarn interesados en producir bienes pblicos si alguna administracin pblica les paga por este cometido. Cuando hay falta de oportunidades de inversin, este tipo de negocio suele estar muy solicitado (Nell: 1999: 36-39)

  • 18

    bien mantenidas e iluminadas; redes de transporte urbanas e interurbanas. A todo el

    mundo le son muy provechosos tambin unos conciudadanos educados, respetuosos y

    capaces. Todo ello implica que estn sanos, bien formados y dispongan de

    oportunidades para utilizar sus capacidades Quin no desea adems una atmosfera

    limpia, agua no contaminada, unos alimentos no alterados en sus propiedades por la

    contaminacin del suelo o el agua o por modos de producirlos peligrosos para la salud?

    Tambin, otros bienes pblicos ms controvertidos, como la estabilidad econmica

    general (o la personal de cada uno); o la capacidad de una sociedad de desarrollar

    actividades de investigacin, o lneas de produccin complejas, cuyas sinergias abran

    nuevas oportunidades para todos, aunque sean poco atractivas para los inversores

    particulares.

    Para el individuo aislado y egosta racional de Olson su ideal, con los bienes

    pblicos, sera vivir en una sociedad bien abastecida de todos ellos, disfrutarlos, pues

    cualquiera puede hacerlo, y por supuesto no pagando un cntimo por ellos. El problema

    es que si nadie est dispuesto a emplear su tiempo o su dinero en producir este tipo de

    bienes o en preservar su conservacin, la sociedad sera un lugar poco agradable, en la

    que Olson (2000: 78), parafraseando a Hobbes, piensa que la vida sera solitaria, pobre,

    desagradable, brutal y corta.

    Prcticamente en la misma direccin argumenta Hardin (1968) refirindose a los

    bienes comunales. Destaca la incapacidad de los particulares por s mismos para

    alcanzar y cumplir los acuerdos necesarios para evitar la sobrexplotacin, y

    consiguiente degradacin, de pastos u otros espacios comunes. Sita adems este

    problema en el contexto general de la degradacin de los comunales globales, como los

    mares o la atmsfera. Se puede aadir, completando esta lnea argumental de Hardin,

    que casi a cualquier bien pblico le ocurrira lo mismo que a los comunes: ir perdiendo

    sus cualidades con un comportamiento inadecuado de los usuarios. As, por ejemplo, la

    preservacin de la confianza mutua, de las capacidades o la salud de la poblacin, de la

    limpieza o la seguridad viaria, requieren un comportamiento cotidiano cuidadoso y

    comprometido. La hiptesis de Olson y Hardin es que ese esfuerzo sera difcil de

    sostener sin la coaccin del Estado.

    De todos modos Olson se enfrenta a analizar la posibilidad de que los grupos de

    individuos con necesidades similares de bienes pblicos (o de preservar bienes

    colectivos) se organicen para autoabastecerse de ellos a travs de las correspondientes

    acciones colectivas. Toma como ejemplo sindicatos de trabajadores que negocian

  • 19

    mejores condiciones de trabajo, mayores salarios, vacaciones o formacin; y

    organizaciones empresariales o profesionales (mdicos, abogados) o de agricultores y

    ganaderos. Su conclusin es francamente pesimista: solo en los grupos pequeos y

    aquellos grandes que generen incentivos adecuados para animar a sus miembros a

    participar y pagar, ser viable y sostenida la accin colectiva y la consiguiente dotacin

    de bienes pblicos para quienes la protagonicen.

    En los grupos pequeos la accin colectiva ser viable gracias a la posibilidad de

    acuerdos estables entre los miembros del grupo: no habr incentivos para salirse del

    acuerdo para producirlos, pues la falta de tu aportacin afectar negativamente a la

    calidad del bien pblico del que se disfrutara; habr incentivos para sumarse a l pues

    la nueva aportacin individual lo mejorara. Idnticas deducciones, pero en sentido

    negativo, se sealan cuando el grupo es grande: la aportacin individual, ni en el caso

    de que se retire o se agregue, afectar significativamente a la calidad del bien pblico.

    Es decir, desde la perspectiva del individuo egosta miembro de un grupo grande no

    tiene sentido pagar para disfrutar del mismo bien pblico que si no pagase. Los que

    estaban inicialmente de acuerdo en cooperar para producirlo tendern a salirse del

    acuerdo y los que estaban fuera no tendrn incentivos para incorporarse, por lo tanto, el

    grupo grande se quedar sin los correspondientes bienes pblicos, pues nadie estar

    dispuesto a pagar lo que cuesta producirlos10.

    Solo en el caso de que los grupos grandes generen algn tipo de incentivos

    especficos ser viable la accin colectiva. Por ejemplo, incentivos de carcter negativo:

    solo se beneficiarn de los acuerdos entre el sindicato y la empresa los trabajadores

    sindicados al corriente de sus obligaciones o pagos; si no ests asociado no puedes

    ejercer la profesin de mdico, abogado, arquitecto. O de carcter positivo: si pagas las

    cuotas tendrs derecho a algn bien privado complementario al pblico (revistas, acceso

    a economatos o a seguros en condiciones especialmente favorables).

    El conjunto de acciones colectivas viables segn Olson generara una dotacin

    de bienes pblicos insuficiente e irregularmente repartidos. En las pequeas

    urbanizaciones habra incentivo para proveerse de limpieza, iluminacin, seguridad; en

    las grandes barriadas en las que los acuerdos para la provisin de bienes pblicos seran

    complejos reinara la oscuridad, la suciedad y la delincuencia. Algunas actividades

    10 Como seala Olson (2000: 96-102) el resultado sealado en el texto es vlido incluso en ausencia de costes de transaccin ya que siempre habr costes de produccin del bien pblico que no hay incentivos para pagar.

  • 20

    laborales con incentivos selectivos para inducir a la accin colectiva estaran

    adecuadamente reguladas para los intereses de sus miembros. En otras los trabajadores

    estaran a merced de la prepotencia de sus empleadores. Diferencias similares en la

    capacidad de desarrollar acciones colectivas se daran entre las empresas segn las

    caractersticas de su sector productivo, y entre los agentes implicados en el

    aprovechamiento de los distintos tipos de bienes colectivos.

    Pero es que adems el desarrollo de acciones colectivas genera organizaciones

    con capacidad de convertirse en grupos de presin. Estas organizaciones podrn actuar

    sobre los organismos pblicos para inducir polticas fiscales, de gasto y de regulacin

    que les resulten favorables, a costa probablemente de aquellos otros grupos que no

    renen las condiciones para organizar adecuadamente la defensa de sus intereses. Es

    decir, para Olson la accin colectiva no es el camino adecuado para que una sociedad se

    dote de bienes pblicos. Su afloramiento es ms bien un problema que una ventaja para

    el correcto funcionamiento de la sociedad11.

    Si ni la accin privada ni la colectiva son adecuadas proveedoras de bienes

    pblicos, la alternativa para Olson es el Estado que obligar coercitivamente a los

    ciudadanos a cumplir normas y a pagar impuestos para financiar la produccin de los

    bines pblicos que la sociedad necesite. Trataremos posteriormente (apartado 4) de por

    qu el Estado se tiende a implicar en estas actividades y en qu circunstancias tender a

    hacerlo de modo ms eficaz, pero antes veamos en qu condiciones pueden atenuarse

    las razones de Olson para sostener la incapacidad de los particulares, tanto de modo

    individual como colectivo, para abastecer a la sociedad de bienes pblicos o para

    gestionar ms adecuadamente los colectivos.

    Ostrom (1990) de modo inductivo12 y Ostrom y Ahn (2003) con una

    argumentacin terico deductiva (que es la que se presentar en los prximos prrafos),

    nos explican por qu la produccin de bienes pblicos (o la gestin de los comunes)

    mediante la accin colectiva pude ser mucho ms general y eficaz que lo que Olson

    supona. Sus argumentos se pueden emplear tambin para explicar de modo preciso el

    afloramiento espontneo de gran diversidad de bienes pblicos en el entrelazamiento

    cotidiano de las acciones particulares. En cualquier caso, la argumentacin de estos 11 Esta idea se desarrolla particularmente en Olson, 1982.12 En este caso la autora parte de la larga experiencia de xitos de la accin colectiva organizada en muchas partes del mundo para la gestin del riego, los espacios comunales, las pesqueras u otros recursos naturales. Analizando las caractersticas de las organizaciones inductoras de estos xitos deduce los ocho principios a los que se ha hecho referencia al final del apartado segundo. Para un anlisis de estos principios a travs de los casos espaoles manejados por la autora vase Garrido (2011).

  • 21

    autores en los trabajos citados tiene un sesgo demasiado positivo sobre las

    consecuencias de la accin colectiva que procurar ir modulando.

    Para Ostrom y Ahn, aun suponiendo que los individuos sean egostas

    maximizadores, el hecho de vivir en sociedad (y no ensimismados en s mismos como

    implcitamente aparecen en los textos de Olson) les conduce a preocuparse por su

    reputacin, pues la reputacin puede considerarse como parte de su patrimonio, ya que

    la buena reputacin es fuente no solo de prestigio sino tambin de oportunidades

    profesionales o empresariales. Es decir, la buena reputacin puede ser una fuente de

    ingresos, mientras que la mala puede generar paro, empleos poco atractivos y mal

    pagados y para las empresas huida de inversores y prdidas de clientes y de buenos

    proveedores13. La reputacin es pues un patrimonio inmaterial que conviene cuidar si se

    quiere prosperar no solo en el mbito mercantil sino tambin en el poltico, cientfico,

    religioso o familiar.

    La reputacin de las personas o empresas las conocen quienes tienen trato

    cotidiano con ellas (es decir cada cual tiene una imagen de que se puede esperar de las

    personas u organizaciones con las que se relaciona con frecuencia). Pero tambin la

    pueden conocer agentes ajenos, incluso muy distantes de los crculos cotidianos, pues

    puede haber canales, ms o menos abundantes, dependiendo del tipo de sociedad, a

    travs de los cuales personas lejanas pueden llegar a estar al corriente del estado de

    opinin sobre las capacidades y fiabilidad de una persona u organizacin. Por la misma

    va la reputacin se puede ver afectada por comportamientos inadecuados con agentes

    distantes. Los criterios egostas pueden por lo tanto inducir, en un contexto interactivo y

    abierto, a comportamientos individuales cotidianamente respetuosos con las normas y

    los interese de los otros14.

    La organizacin de acciones colectivas tambin sera mucho ms viable de lo

    que pensaba Olson, pues salirse de los acuerdos o no incorporase a ellos,

    aprovechndose de los esfuerzos de los dems vecinos o empresas, sera probablemente

    un comportamiento caro en trminos de reputacin.

    13 El concepto de responsabilidad social corporativa analiza las condiciones y los incentivos que inducen a las empresas a la preocupacin por los efectos de su comportamiento sobre el entorno social y ambiental (Salas, 2007: 141-198). 14 Utilizando las herramientas de Ostrom (2005) resultara que la mayor interaccin entre los agentes de los distintos mbitos, al mejorar la circulacin de informacin sobre los comportamientos de los otros, aumentara los costes externos derivados de incumplir las normas, provocando tambin un aumento de la remuneracin neta derivada de su cumplimiento.

  • 22

    Sealan tambin Ostrom y Ahn que los individuos no son exclusivamente

    egostas. Ya hemos visto que cualquier individuo que vive en sociedad est impregnado

    de las normas y valores dominantes en su entorno, aunque desde luego el mismo

    conjunto de criterios tendrn efectos diferenciados en el comportamiento de las distintas

    personas. La cooperacin tambin se podra ver favorecida por esa tendencia espontnea

    desde la infancia a la atencin mutua a la que se refera Tomasello (2010) y a la que la

    que tambin hace referencia Ostrom (2005: 250-262). Adems, el actuar reiteradamente

    del modo socialmente considerado conveniente para mantener y mejorar la reputacin, y

    ver hacer lo mismo a tus mayores y convecinos, va provocando por s mismo la

    internalizacin de las normas que se tendern a cumplir de modo bastante general sin

    necesidad de clculos egostas. As proponen el concepto del cooperador condicional, es

    decir, del agente que en sus clculos combina lo que los dems pensarn de l, y las

    correspondientes penas que le podran llegar a imponer, con lo que l mismo pueda

    pensar de su modo de actuar15.

    Resulta evidente que estos criterios que guan el comportamiento de los

    cooperadores condicionales no solo nos muestran la viabilidad de la accin colectiva

    como suministradora de bienes pblicos o gestora de los colectivos, sino tambin la

    potencia en ambos aspectos de la interaccin entre los comportamientos individuales en

    el orden espontneo. Es decir, la produccin de bienes pblicos y el cuidado por los

    colectivos pude ser tambin consecuencia de las actividades de las personas y empresas

    en contextos en los que los comportamientos que daan a los otros (externalidades

    negativas) son considerados inadecuados y por lo tanto deterioran la reputacin de quien

    los realiza (incluso pueden deteriorar la imagen que uno tiene de s mismo), siendo sin

    embargo bien consideradas, y favorecedoras de una buena reputacin, y de una buena

    conciencia, las actuaciones con consecuencias positivas sobre el entorno (externalidades

    positivas). De este modo, en un contexto adecuado, la dotacin de bienes pblicos y la

    preservacin de los colectivos mejorarn gracias a la atenuacin de los

    comportamientos individuales o colectivos que puedan deteriorarlos y a la potenciacin

    de aquellos que los producen o sostienen.

    Pero incluso esos comportamientos guiados por la reputacin y los valores

    asumidos, pueden tener graves efectos externos negativos si esos valores son racistas,

    15 Con sus planteamientos de 2005 Ostrom incluye estos aspectos en el clculo econmico al sealar que la mayor internalizacin de valores tender a aumentar la recompensa interna derivada de cumplir las normas as como el coste de incumplirlas.

  • 23

    clasistas o en general gravemente discriminatorios. Adems, tanto la accin individual

    como la colectiva pueden generar inercias de largo plazo, con implicaciones sociales

    variadas y no siempre positivas, al inducir a interiorizar, como se ha visto, las normas

    que las ordenan o impulsan.

    De todos modos la imagen que nos trasmite Ostrom desde sus primeros trabajo

    hasta los ms actuales (Ostrom, 2010) es la de una amplia posibilidad de desarrollar

    multitud de acciones colectivas en distintos mbitos que nutrirn a la sociedad de bienes

    pblicos. Estos bienes pblicos seran a su vez complementarios a los que a travs de la

    interaccin entre individuos se van generando en el orden espontneo. Esta potencial

    amplitud de las acciones colectivas restara vigor al problema sealado por Olson al

    indicar que a travs de ella se produciran bienes pblicos insuficientes e

    inadecuadamente distribuidos. Adems su efecto sobre las decisiones de las

    administraciones pblicas puede ir por otros caminos distintos a los sealados por Olson

    y positivos para la colectividad: una sociedad rica en acciones colectivas, es decir bien

    trabada organizativamente, tendr ms informado y ms controlado a los distintos

    organismos pblicos y a su vez los valores considerados con los otros tendern a ser

    ms generales condicionando el comportamiento de los particulares y tambin el de

    polticos y funcionarios16.

    Pero las propuestas de Olson seguirn siendo una til llamada de atencin para

    recordar que en algunas circunstancias las acciones colectivas pueden producir efectos

    perversos sobre las administraciones pblicas y tambin sobre otras acciones colectivas

    o sobre grupos de particulares no organizados17. Ostrom era consciente de estos

    problemas, sus ocho principios nos muestran indirectamente que las acciones colectivas

    pueden tener graves deficiencias tanto en su organizacin interna como en su relacin

    con el resto de la sociedad18. Pero ella insiste de todos modos en sus enormes

    potencialidades si su diseo y su contexto son adecuados. Adems muestra la capacidad

    de concertacin de unas acciones colectivas con otras para gestionar los dilemas

    comunes a grandes grupos humanos. Esta concertacin puede conducir al anidamiento

    16 En varios de sus ltimos artculos, Beltrn (2013 y 2014) nos muestra las externalidades positivas derivadas de la gestin colectiva de los comunales. En concreto, identifica una incidencia positiva de estas acciones colectivas sobre la educacin y la salud.17 Un anlisis de las circunstancias sociales (la persistente conflictividad principalmente) que pueden inducir a las externalidades negativas de unas acciones colectivas sobre otras puede encontrarse en el trabajo de Planas y Valls-Junyent (2011) sobre el cooperativismo agrcola en un municipio cataln.18 Ostrom (1990: 88-102 y 2005: 600-630).

  • 24

    de varios organismos colectivos en una institucin comn19. Pero claro, en la medida

    que estos anidamientos no tengan lugar o no se organicen de modo equilibrado, podrn

    reaparecer los problemas planteados por Olson y tambin los de Hardin (el anidamiento

    para la gestin de comunales globales es complejo, incluso cuando las organizaciones

    anidadas en organismos internacionales sean los estados).

    La teora de la accin colectiva y el concepto de capital social estn muy

    entrelazados en buena parte de la literatura, pero como desde sus versiones

    fundacionales (Granovette, 1973) el concepto de capital social estuvo muy relacionado

    con el de redes sociales, se abordar en primer lugar este asunto. Las redes sociales son

    vnculos entre las personas que se forman en la medida que en las sociedades se den

    ms o menos posibilidades cotidianas o espordicas de encuentro entre sus miembros.

    Estos encuentros darn lugar a vnculos fuertes (los que resultan del trato cotidiano con

    los familiares o compaeros de trabajo), y a vnculos dbiles (los que son consecuencia

    de encuentros fortuitos con personas de otros mbitos profesionales, ideolgicos). En

    los vnculos fuertes reposan las organizaciones que nutren cotidianamente a la sociedad

    de bienes, servicios e informacin del entorno inmediato; en los vnculos dbiles la

    posibilidad de circulacin de informacin y criterios entre los distintos mbitos de las

    sociedades. A travs de los vnculos dbiles circulaba la informacin ms novedosa y

    til, particularmente en los momentos en los que las personas o las organizaciones

    buscan nuevas oportunidades de empleo, de mercado o nuevas lneas de investigacin.

    La posibilidad de desarrollar acciones colectivas ser tambin muy dependiente de la

    abundancia de vnculos dbiles, al facilitar el mutuo conocimiento y la confianza entre

    personas inicialmente de poco trato. A su vez, las acciones colectivas tendern, al crear

    nuevas oportunidades de encuentro entre personas y organizaciones, a favorecer el

    florecimiento de este tipo de vnculos.

    El concepto de capital social completa esta lnea argumental. Con l se pretende

    sintetizar el combinado de normas, redes y, en general, de todos aquellos aspectos que,

    de un modo u otro, inciden en el comportamiento favoreciendo las posibilidades de

    cooperacin entre las persona y organizaciones (Putnam, 2002 y Ostrom y Ahn, 2003).

    Podramos decir que seran componentes del capital social todos aquellos elementos de

    la sociedad que potencien la confianza y la reciprocidad, pues a travs de ambas se hace

    ms viable, no solo cooperar, sino que la cooperacin, tanto si tiene objetivos

    19 En Lana y Laborda (2013) puede encontrarse un interesante anlisis general del concepto de anidamiento as como su aplicacin a dos comarcas navarras.

  • 25

    individuales como colectivos, sea beneficiosa para todos los directa e indirectamente

    implicados en ella. Se entra a su vez en un bucle virtuoso, pues la confianza y la

    reciprocidad favorecer las acciones colectivas y estas ltimas reforzarn las redes

    sociales y con ellas el cuidado por la reputacin, siendo todo ello a su vez inductor de

    pautas de comportamiento inductoras de la confianza y de la reciprocidad. Este bucle

    positivo tambin se derivara de las acciones individuales y empresariales consideradas

    con los otros.

    Pero de nuevo conviene advertir que estos bucles para ser virtuosos necesitan un

    contexto adecuado, pues la confianza y reciprocidad puede darse tanto en sociedades

    meritocrticas como en sociedades muy jerarquizadas organizadas en estamentos o

    castas. En ambos tipos de sociedades podr haber confianza en lo que cabe esperar de

    los otros, as como pautas de reciprocidad adecuadas a las peculiares relaciones sociales

    que en cada una se desarrollen20.

    Para reflexionar sobre las fuerzas que pueden reorientar a la accin colectiva a

    sendas positivas puede ser muy til recurrir a algunos precedentes. Polanyi (1957), al

    tratar de las reacciones frente a las consecuencias de la construccin del capitalismo

    auto regulado en la Europa del siglo XIX, seala cmo la negociacin entre grupos

    distintos, pero enfrentados a problemas similares, les permitir ir conocindose y

    descubriendo as sus intereses comunes y, por lo tanto, un mbito ms amplio de lo

    esperado para el acuerdo y la cooperacin. La negociacin, cuando se necesita alcanzar

    acuerdos, requiere priorizar objetivos para poder ir descartando, en aras del acuerdo,

    aquellos que resultan contradictorios con los intereses de los otros, los cuales tendrn

    que hacer otro tanto. Irn surgiendo as no solo propuestas polticas equilibradas con los

    intereses de unos y otros, sino tambin criterios generales considerados con los

    problemas de los dems.

    Los conceptos de voz, salida y lealtad de Hirschman (1970, 1984 y 1993) nos

    ofrecen a su vez argumentos muy tiles para percibir cmo la combinacin entre la

    accin individual y colectiva puede ir paliando las ineficiencias (o las externalidades

    negativas) de organizaciones privadas o pblicas. La voz, la formulacin de una queja,

    por ejemplo, transmite informacin de la que quiz careciesen los destinatarios,

    permitindoles por lo tanto reflexionar sobre un problema cuya solucin quiz tambin 20 Este prrafo est tomado de manera casi literal de Gallego (2013). El objetivo del trabajo citado consiste en intentar deducir cules sern las circunstancias que provoquen que la confianza y la reciprocidad no solo induzcan a comportamientos previsibles, sino adems progresivamente ms coherentes con lo que cada uno desea de los otros.

  • 26

    pueda interesarle. La voz la pueden escuchar tambin personas con problemas similares

    a quien la emite, reforzando la percepcin de los intereses comunes y facilitando quiz

    respuestas colectivas. La propia voz, para llegar hasta quien debe orla y ser

    considerada, necesita tambin frecuentemente de organizacin previa21.

    La salida indirectamente transmite a la organizacin o sociedad afectada un

    descontento, al menos relativo, respecto a otras oportunidades posibles. La salida abre a

    su vez caminos a otros que podrn seguir a los pioneros, y en algunos casos, para ser

    viable a gran escala requiere organizacin formal o informal. Su efecto puede ser

    considerable, pues puede inducir a la reflexin sobre los problemas que la provocan y la

    consiguiente bsqueda de soluciones tanto por los que los sufren (en este caso a travs

    de la voz con o sin acciones colectivas) como por los que ocupen posiciones de poder en

    empresas, familias, administraciones pblicas u otros organismos.

    La voz y la salida pueden a su ver ser conceptos tiles para entender los modos

    de resolver problemas en el propio desenvolvimiento de las acciones colectivas.

    Adems matizan considerablemente el problema de los gorrones o free rider que

    tanto preocupaba a Olson. Hirschman (1970: 28-48 y 1993: 43) seala la existencia de

    personas que por desinters o por lealtad a personas, organismos o territorios se

    desentienden de participar en la salida o en la emisin de voces, beneficindose sin

    embargo de lo conseguido por la accin de los otros. Pero este comportamiento, si se

    mantiene en la proporcin adecuada, no tiene que ser un problema, sino una parte de la

    solucin. Estas personas inactivas frente a los problemas dan continuidad al

    funcionamiento de las organizaciones y con ello permiten combinar su permanencia con

    su transformacin. Se evitaran as derrumbamientos de organizaciones por

    descontentos generalizados, o salidas tan intensas que haran inviable la continuidad de

    la empresa, la accin colectiva o la familia.

    Hasta ahora se han analizado, en el segundo apartado, el ncleo de las

    sociedades, lo que ms propiamente podemos denominar instituciones, es decir, las

    normas informales y el conjunto de criterios ticos y morales y de instrumentos

    conceptuales que suponen probablemente, pese a su carcter inmaterial, el patrimonio

    ms potente de cualquier sociedad. En este apartado hemos ido viendo cmo se

    21 La voz tambin puede tener un contenido retrico con el objetivo de nublar o tergiversar los argumentos ajenos, dificultando as la comunicacin y entendimiento entre distintos sectores de la sociedad (Hirschman, 1991). Estos argumentos retricos pueden cohesionar los distintos grupos ideolgicos, religiosos o territoriales, pero pueden entorpecer gravemente los canales que les pudieran permitir identificar posibles objetivos comunes.

  • 27

    constituye y modifica ese patrimonio en las relaciones sociales cotidianas propias del

    orden espontneo y mediante las consecuencias de las acciones colectivas que

    despliegan los miembros de las sociedades. Adems, esos comportamientos privados y

    colectivos hemos visto que potencialmente tienen una gran capacidad de dotar a la

    sociedad de una amplia diversidad de bienes pblicos ms all de los que componen el

    patrimonio inmaterial al que se acaba de hacer referencia.

    Indudablemente es necesario aadir a este panorama la accin pblica, ya que a

    travs de su actividad normativa el Estado completar el patrimonio inmaterial con las

    normas formales, con la capacidad de incidir sobre las informales y sobre los dems

    aspectos del patrimonio inmaterial. Las polticas pblicas de ingresos y gastos sern a

    su vez el soporte de la provisin de una gran diversidad de bienes pblicos

    complementarios o sustitutivos de los generados desde la sociedad civil por individuos

    y grupos.

    Pero antes de entrar en el anlisis de la accin pblica conviene hacer algunas

    precisiones que, aunque evidentes, creo que resultan necesarias. El inters y la potencia

    analtica de las propuestas de Elinor Ostrom sobre la accin colectiva no deben inducir a

    retirar del campo de observacin las fuerzas cotidianas del orden espontneo; quizs en

    esas relaciones privadas entre particulares estn las principales claves para entender la

    evolucin de las sociedades. Tampoco creo que deban olvidarse las perspectivas crticas

    sobre la accin colectiva que nos transmite Hayek y Olson, pues pueden darse

    situaciones en las que la capacidad de los distintos grupos de intereses de poner en

    marcha acciones colectivas sea muy desigual y, en ese caso, a las desigualdades

    individuales en el acceso a los recursos se aadiran las derivadas de la capacidad

    diferencial de nutrirse de bienes pblicos y de influir en las decisiones de las

    administraciones pblicas.

    Tampoco creo que deba perderse de vista la complejidad de la produccin de

    algunos bienes pblicos desde la accin colectiva ya sea por las razones Olson o por los

    elevados costes de transaccin a los que se refera Coase (1960), o por las economas de

    escala implcitas en la organizacin de su produccin (North, 1981)22. Tambin hay que

    considerar la complejidad de la gestin de los bines colectivos globales (Hardin, 1968).

    Del mismo modo, es imprescindible situar a la accin colectiva en los contextos

    22 Tambin se refiere Ostrom (2005: 651-664) a la existencia de bienes pblicos difciles de ser producidos mediante la accin colectiva debido a las economas de escala a las que se refiere North.

  • 28

    institucionales, sociales en general y ambientales en los que se desarrolla, pues de ello

    puede depender el carcter positivo o negativo de los efectos externos que genere.

    4. La dinmica centralizada: el Estado y el sistema poltico.

    Como hemos visto en los apartados anteriores los Estados han desarrollado

    actividades muy relevantes en la construccin y modificacin del patrimonio inmaterial

    de las sociedades, as como en el de la produccin de una gran diversidad de bienes

    pblicos. El objetivo de este apartado es presentar los instrumentos que nos brinda la

    economa institucional para analizar el comportamiento del Estado en ambos aspectos.

    Con ellos podremos evaluar a su vez qu elementos condicionan las caractersticas de

    los Estados y su accin pblica.

    Vamos a tratar del Estado desde tres puntos de vista: como organizacin con sus

    propias inercias y con un gran margen de autonoma respecto a la sociedad sobre la que

    ejerce la soberana (Hayek, 1944; Mises, 1947 y Jasay, 1985); el Estado como

    organizacin al servicio de quienes lo controlan (Olson, 2000; Acemoglu y Robinson,

    2006); el Estado como organizacin profundamente condicionada por las caractersticas

    de la sociedad sobre la que gobierna (North, 1990; Coase, 1937, Ostrom, 2005).

    Probablemente cualquier Estado concreto tenga rasgos de cada uno de estos tres

    prototipos, pero tambin es cierto que los distintos Estados histricos probablemente se

    hayan caracterizado por combinar en distintas proporciones cada una de estas facetas.

    Por ello he optado por presentarlas sucesivamente intentando entrelazarlas entre s y con

    los otros aspectos de las sociedades que se han visto en los apartados anteriores.

    En todas estas perspectivas las caractersticas del Estado y de la accin pblica

    se van a ver muy condicionada tambin por el tipo de sistema poltico a travs del cual

    se gestiona el Estado y se relaciona con el resto de la sociedad. Desde el punto de vista

    de las teoras de las formas de gobierno el sistema poltico condicionar las relaciones

    entre los distintos rganos del Estado y el grado y el modo en el que estn representados

    en l, o pueden incidir en las decisiones pblicas, los distintos grupos sociales23.

    La primera perspectiva comentada ve al Estado como una organizacin con

    elevado grado de autonoma respecto al resto de la sociedad. Se supone que el Estado

    dejado a su propia lgica parece tener inercias que le induciran a absorber al resto de la

    sociedad desarrollando, en la culminacin de ese camino, tendencias totalitarias. En las 23 Recomiendo encarecidamente la lectura de la breve historia del pensamiento poltico de Bobbio (1976).

  • 29

    fases intermedias ha podido propiciar la democracia y la movilizacin ciudadana ante

    objetivos que podan ayudar a la ampliacin de sus competencias. Este miedo a que el

    Estado se acabase tragando a la sociedad y disolviendo la vitalidad del capitalismo se

    basaba en la observacin de las experiencias Fascistas y Nacional Socialista y en las de

    la formacin de la URSS y los dems estados comunistas. Pero tambin en el progresivo

    intervencionismo en la economa de los gobiernos de los pases desarrollados que cobr

    nuevo ritmo desde comienzos del siglo XX y, sobre todo, en las dcadas de fuerte

    expansin que siguieron a la Segunda Guerra Mundial.

    En una de las versiones ms extremas de este planteamiento (Jasay, 1985) se

    llegan a interpretar las ideologas redistributivas de la renta entre personas y territorios,

    o las de discriminacin positiva por motivos de raza o gnero, como ideologas

    promovidas por el Estado al propiciar con el desarrollo de esas polticas el aumento de

    sus competencias y poder social24. Mediante estas intervenciones el Estado ir

    sustituyendo los equilibrios sociales derivados de la interaccin entre los deseos y

    comportamientos de todos, propios del orden espontneo, por las decisiones autoritarias

    de unos pocos. El Estado intentar ampliar sus tentculos planificando la vida social y,

    por supuesto, la economa de mercado.

    Una sntesis y un precedente brillante de esta lnea argumental la encontramos

    en un pequeo texto de Mises (1947) y en un texto publicado tambin en esa poca por

    Hayek (1944). En ambos vemos que el miedo principal es la paulatina sustitucin del

    mercado por la intervencin y la planificacin. Nos muestran al sistema de mercado

    como una democracia en la que a travs del gasto de sus ingresos los consumidores

    votan qu quieren que se produzca. Es decir, los consumidores deciden

    democrticamente cmo quieren que se usen los recursos disponibles. El voto puede

    parecer desigual, pues unos tienen ms capacidad de gasto que otros, pero eso se debera

    a que los ms ricos han sabido como profesionales o empresarios adaptarse mejor a los

    deseos de los consumidores, por lo tanto, sus mayores ingresos no daan, sino que

    perfeccionan el funcionamiento de la democracia econmica25. Controlando a travs de

    la intervencin del Estado la produccin y los precios se estaran sustituyendo los

    criterios colectivos democrticamente expresados mediante decisiones de compra, por la

    24 Ideas similares pueden encontrase en Hayek (1976, volumen II: 128-136)25 La direccin por el consumidor de los procesos de asignacin de recursos en las economas de mercado quedara considerablemente matizada si se tiene en cuenta que estos eligen entre los productos que llegan al mercado como resultado de las decisiones de inversin de los empresarios. Al menos habra una soberana compartida entre empresarios y consumidores.

  • 30

    decisin de unos pocos burcratas. Se drenar as a los consumidores libertad de elegir,

    y se desincentivar a empresas y particulares a servirles mejor.

    El asunto es cmo frenar a una organizacin tan peligrosa pero al mismo tiempo

    tan necesaria para asegurar la paz, la libertad y la justicia, es decir, para asegurar el

    carcter espontneo del orden social evitando la violencia privada, la intromisin de

    unos, y del propio Estado, en la decisiones de otros, evitando a su vez las normas

    discriminatorias que favorezcan a unos a costa de otros. El problema es que el poder

    acumulado por los Estados, incluidos los democrticos, les puede permitir ampliar sus

    competencias mucho ms all de estos lmites. Adems, los procesos de negociacin a

    travs de los cuales se tejen las mayoras parlamentarias en los sistemas democrticos

    dan juego y capacidad de influencia a los grupos de presin. Se tendern a promulgar

    as leyes discriminatorias favorecedoras de algunos de ellos, ya sean representantes de

    sectores productivos, de territorios, de grupos sociales o tnicos. Es decir, cada uno de

    ellos intentar conseguir va Estado lo que no han podido conseguir va mercado o en

    general va orden espontneo. El Estado, al participar en este juego entre grupos de

    presin, aumentar sus competencias26.

    El riesgo es evidente en los sistemas polticos autoritarios, pero en los

    democrticos el poder omnmodo de los parlamentos tendera a producir tambin un

    choque entre la libertad individual y la libertad parlamentaria. La propuesta de Hayek

    (1979, volumen III: 185-218) es clara: hay que frenar constitucionalmente las

    competencias de los parlamentos que elijen y controlan a los gobiernos. Propone un

    control estricto a travs de un sistema bicameral. Con una cmara legislativa electiva

    pero de notables27 que, sin relacin con la eleccin de los gobiernos, desarrollara los

    principios constitucionales desde la independencia del gobierno y de los partidos.

    Adems propone una cmara gubernamental, ms parecida a los actuales parlamentos,

    que desarrollara legislaciones prcticas y nombrara y controlara a los gobiernos. Los

    gobiernos estaran as limitados por la cmara gubernamental, esta por la legislativa y a

    su vez ella por la constitucin y el correspondiente tribunal constitucional, muy limitado

    tambin por una meticulosa reglamentacin. El objetivo sera que los gobiernos y los

    26 Para lo comentado en este apartado vase Hayek (1979, volumen III y particularmente el captulos XII y XVI)27 Solo seran electores y elegibles las personas el ao que cumplan los cuarenta y cinco. La eleccin sera por quince aos no renovables y cada ao se renovara un quinceavo de la cmara. Para evitar la interferencia de los partidos sus miembros no podran haber pertenecido a ello ni haber participado en el gobierno. Los elegibles deberan ser adems personas de reconocido prestigio en sus respectivos mbitos profesionales (Hayek, 1979, volumen III: 195-205).

  • 31

    parlamentos que los controlasen estuvieran sometidos, como los ciudadanos, a las

    normas morales generales, evitando as su intromisin en los derechos individuales. El

    complejo sistema poltico se justificara por el fracaso de las meras constituciones en la

    limitacin de la accin pblica y en particular la de carcter redistributivo.

    En el segundo enfoque se considera al Estado como una organizacin al servicio

    de quienes la controlen. Olson (2000: 1-55) pretende explicar las razones por las cuales

    quienes controlan al Estado se preocupan de la paz social, de los derechos de propiedad

    o de las mejoras de los ms desfavorecidos y, en general, de la produccin de bienes

    pblicos. A su vez, a travs de este anlisis del Estado, Olson dar solucin al problema

    de la incapacidad para generar una produccin adecuada de bienes pblicos de los

    particulares y de sus acciones colectivas.

    Pero realmente en la argumentacin de Olson prcticamente no se habla del

    Estado ni de los polticos o funcionarios. Solo trata de aquellos que lo controlan, sean

    reyes, tiranos o mayoras sociales en los sistemas democrticos. Este desinters por el

    Estado como organizacin implica suponer que, para entender las fuerzas que conducen

    la accin pblica, es un supuesto razonable pensar que el Estado como organizacin no

    tiene objetivos propios, sino que asume los de quienes lo controlan.

    Analiza Olson a quien controla el Estado, sea individuo o grupo, con la misma

    lgica egosta racional empleada para el anlisis del comportamiento individual al tratar

    de la accin colectiva. Los objetivos del tirano o la mayora sern tambin maximizar

    los ingresos derivados del control del Estado. Con esta finalidad le interesara imponer

    una presin fiscal compatible con el normal desenvolviendo de la sociedad. El aumento

    desmedido de la presin impositiva, al poder afectar negativamente al nivel de renta de

    la sociedad, pude llegar a inducir menores ingresos por lo que, desde el punto de vista

    del inters individual del controlador del Estado, no tiene sentido seguir aumentndola.

    Adems, sera tambin razonable emplear parte de lo ingresado va impuestos en

    producir bienes pblicos. Con estos bienes aumentara la capacidad productiva de la

    sociedad y su capacidad futura de pagar impuestos. En definitiva, Olson nos seala que

    quien controla el Estado tiene intereses inclusivos con el resto de la sociedad, pues al

    intentar maximizar sus ingresos logra mejorar tambin las capacidades de los

    ciudadanos: los impuestos pagados seran inferiores al incremento de la renta inducido

    por los bienes pblicos suministrados, y ello pese a que parte de los impuestos fueran al

    bolsillo privado de quien controlase al Estado.

  • 32

    En cualquier caso, este carcter inclusivo ser ms o menos intenso dependiendo

    del sistema poltico, es decir, de los modos de acceder y mantenerse en el poder de

    quien controla al Estado. En los sistemas autoritarios, sean monarquas absolutas o

    dictaduras modernas, una parte de lo ingresado por va impuestos no ser destinada a

    financiar bienes pblicos, sino que se lo quedar el dspota para sus propias fines

    individuales. En una democracia gobernada por una mayora social, el porcentaje de los

    impuestos que van al bolsillo de esta ser menor, pues la mayora tiene ingresos por dos

    caminos, como controladora del Estado y como particulares que desarrollan sus

    peculiares actividades de mercado, por lo que el incremento de los impuestos o su uso

    para la produccin de bienes pblicos les afectarn por dos caminos. Como particulares

    les perjudican los impuestos y les beneficia la mejor provisin de bienes pblicos y

    como controladores del Estado les beneficiara la redistribucin neta de renta hacia

    ellos. El resultado de combinar ambas perspectivas es que tendern a desviar hacia sus

    bolsillos, va polticas redistributivas, menos que un dspota que solo tenga ingresos va

    impuestos.

    Incluso plantea, en el caso de las democ